Las Dos Marías |
El peregrino y visitante que llegan a Santiago de Compostela tienen una cita obligada con no pocos rincones emblemáticos de la ciudad. Allí en A Alameda, un tanto apartados del bullicio de O Franco y las tantas veces atestadas rúas del centro historico, hallará la bucólica paz y sosiego de un gran pulmón verde de arbolado, jardines y estanques, que le proporcionará esa relajación tan necesaria luego de realizado el Camino y todos sus rituales de llegada, por lo general enormemente concurridos.
Y en esta alameda siempre se tiene otra cita también absolutamente inexcusable con LAS DOS MARÍAS asimismo llamadas LAS DOS EN PUNTO, dos hermanas que fueron protagonistas de una dramática biografía familiar nacida de las tragedias de la guerra civil.
Maruxa y Coralia Fandiño Ricart nacieron en el seno de una familia de trece hermanos alguno de los cuales militaba activamente en la Confederación Nacional del Trabajo, sindicato durante perseguido durante la dictadura de Franco. Estos hermanos, huídos y buscados durante la guerra y posguerra, sufrieron lo indecible en una persecución en la que se vio involucrada toda su familia.
Los otros miembros de la familia Ricart empezaron a ser duramente presionados y terriblemente amenazados en un intento desesperado por averiguar el paradero de los fugados, con toda serie de humillaciones, vejaciones y torturas de dominio público. Una vivencia atroz que se prolongó hasta mediados los años 40 y que causó mella en el caracter de estas hermanas. Lo peor pasó entonces pero con apenas veinte años y sin más culpa que ser las hermanas de personas contrarias al régimen, fueron señaladas e insultadas y hubieron de dejar de trabajar como costureras, trabajo que ejercían con su madre pues nadie quería "marcarse" encargándoles ningún trabajo.
Pero junto con la marginación despiadada nació también una solidaridad de cariño inusitado hacia ellas, pues eran ayudadas a salir adelante por muchos vecinos de manera secreta y anónima, llegando a convertirse en un símbolo de libertades proscritas y del mejor caracter altruista compostelano que, pese a estar oculto en años difíciles, no había dejado ni mucho menos de existir.
Pero ellas, torturadas, maltratadas, malmiradas por los más acérrimos adictos al régimen o por sus más temerosos súbditos, nunca volvieron a ser las que eran. Pobres y solitarias, en sus mentes hizo mella tanto golpe, físico y mental, y tanta desgracia. Se apoyaban mutuamente y salían solas, cogidas muchas veces del brazo, haciendo de tripas corazón pues había que vivir y salir adelante.
En un principio eran tres las hermanas, con Maruxa y Coralia iba también Sarita, pero esta murió joven. Hubieron de crear una realidad paralela porque en esas circunstancias es prácticamente la única manera de no venirse abajo definitivamente. De ahí su halo de extravagancia, rebeldía y locura que siempre las acompaño durante su vida
Salían a las dos en punto por las calles de Santiago, de ahí uno de sus apodos, aunque no siempre era por la hora, marcada tantas veces por la campana Berenguela de la catedral, sino por que siempre iban las dos juntas, vestidas y maquilladas de manera llamativa, una era más callada y otra llevaba la voz cantante pero protagonizaban episodios comentadísimos en la ciudad, piropeaban a los hombres en una época en la que ninguna mujer lo hacía y flirteaban con los estudiantes. La "seria" ofrecía el "contrapunto" a la extroversión de la "traviesa", las dos caras de una misma moneda.
La solidaridad hacia ellas se mostraba de manera respetuosa para que no pareciese caridad, se les compraban artículos, principalmente de ultramarinos, en diversas tiendas de Santiago pero no se les daba como limosna sino como una especie de lotes de promoción de productos. En los años 60 su casa resultó afectada por un vendaval y llegó a organizarse una exitosa colecta. Por entonces eran ya un símbolo para muchas gentes que, ahogadas por la dictadura, veían en ellas una simbiósis de rebeldía y libertad.
Con el paso del tiempo aquella realidad paralela en la que vivían se hizo permanente, resultando una verdadera institución popular en Santiago. Iban a verlas pasear, hablar, actuar en aquel mecanismo de defensa sicológica que habían tenido que crear, eran fotografiadas cuando pasaban y ellas, no pocas veces, posaban. Aún así mucha gente seguía riéndose de ellas por locas y excéntricas. Maruxa falleció en Santiago en 1980 con 82 años y Coralia se fue a vivir con otra hermana en A Coruña, donde falleció tres años más tarde con gran morriña de su Santiago natal. Dicen que apenas hablaba y echaba enormemente en falta a "su otra mitad".
Su historia pasó después al letargo del olvido pero... no del todo ni por mucho tiempo, pues la llama de su memoria siempre estuvo viva en muchas personas de dentro y fuera de Galicia.
En los años 90 del siglo XX, el artista César Lombera logra que, tras varios años intentándolo, el Concello apruebe instalar en esta alameda un monumento dedicado a las hermanas, realizado por este escultor. Monumento que como ellas, luce intensos y llamativos colores y actitud de desparpajo, especialmente visible en la más extrovertida hermana menor. La escultura, símbolo de libertades, es punto de partida o reunión de manifestaciones, encuentros, concentraciones y otras convocatorias ciudadanas.
Se realizaron estudios y documentales sobre su biografía, recuperando la auténtica razón oscura de malos tratos y durísima represión que las llevó a esa situación.
En el año 2014 las tumbas de las hermanas, muy deterioradas y que estaban separadas en el cementerio de Bosaica, enterradas alejadas y con otros familiares, fueron reunidas, tal y como ellas querían y arregladas en otro póstumo y sentido homenaje, logrando la paz que no tuvieron en vida. Hoy en día son glosadas con todo merecimiento y los visitantes se acercan a fotografiarse con ellas, ahora con el máximo de los respetos.
Constituyen también ellas un verdadero "contrapunto" a la parte más jerárquica e institucionalizada de tan histórica y augusta ciudad, ofreciendo frescor y policromía, como los árboles y flores de la alameda y la Carballeira de Santa Susana, a la monocolor y altiva rigidez pétrea, en una bella metáfora...
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