San Fiz de Solovio y el cruceiro. Al fondo el mercado y la iglesia de Santo Agostiño |
De la estructura original del templo se conserva una bellísima portada
Portada con el relieve en el tímpano de la Adoración de los Reyes Magos, el cual conserva parte de su policromía. Es obra en granito de 1316 atribuida al maestro F. Paris. Por aquel entonces existía ya una escena similar en la capilla de la Corticela, anexa a la catdral de Santiago. Figura además en el Códex Calixtinus como una de las diez iglesias de Santiago en aquella época
El primitivo templo románico de San Fiz de Solivo era a su vez una reconstrucción de otro anterior al siglo X patrocinada por San Pedro de Mezonzo , quien se haría cargo de evacuar primero y reconstruir después Santiago destrucción de la ciudad por Almanzor en el año 997, labor confirmada posteriormente por el primer arzobispo Diego Xelmírez allá por el 1122
El templo antiguo había tomado en el siglo IX el nombre del lugar, Lobio, una aldea entonces en las afueras de la aún pequeña población de Compostela. Solobio quiere decir bajo o al pie de Lobio. Reinando Alfonso III (866-910) los clérigos del santuario fueron integrados en la comunidad catedralicia, a la que pertenecería, muchos tiempo
Antes aún estuvo el oratorio primigenio del solar en el que vivía el ermitaño Paio, Pelagio o Pelayo, que fue testigo de las luces y prodigios que le señalaron el lugar de la tumba de Santiago en el Monte Libredón, sobre una antiquísima necrópolis. Aquí a su vez también estaba el castro galaico que fue el más primitivo antecedente de la actual ciudad de Santiago de Compostela
No es por ello extraño que desde antiguo se fijasen en ella viajeros y peregrinos como Leo de Rozmital, que en su periplo de los años 1465 a 1467 escribe:
"Fuera, antes de la ciudad, hay una pequeña iglesia que se cree fue construida por Santiago y que él vivió allí la mayor parte del tiempo que predicó en Galicia"
Capítulo aparte merece el cruceiro, el cual fue trasladado aquí desde el lugar en el que Joseph Ramírez de Arellano, estudiante en Santiago, fue muerto por una reyerta en 1718, mandado poner por su madre Isabel de Sotomayor con el extraño epitafio "No rogueis a Dios por él"...
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