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lunes, 19 de diciembre de 2016

EL PEREGRINO DESEMBARCA EN SANTOÑA: DESDE EL MONUMENTO A JUAN DE LA COSA AL ARCO DEL HERMANAMIENTO (CANTABRIA)

Embarcamos en El Puntal para pasar a Santoña
Hemos recorrido toda la Playa de La Salvé en Laredo, admirando ante nosotros la villa de Santoña, su paisaje marino, sus edificios, fuertes e historia. Pues bien, ahora toca desembarcar en Santoña, y para ello, en El Puntal, el extremo de la playa, tomamos el servicio de barquerías en el que, hoy como ayer, embarcan y desembarcan vecinos, viajeros, visitantes y peregrinos


La singladura por el estrecho brazo de mar que es aquí la Ría de Treto en su desmbocadura es corta, apenas unos quince minutos o menos, pero ello es suficiente para extasiarnos con los paisajes que nos ofrece el estuario y la concha


Ahí está el Monumento a Juan de la Cosa, el famoso cartógrafo marino y cartógrafo santoñés que acompañó a Cristóbal Colón en su primer viaje, capitaneando la Santa María. Justo allí desembarcaremos, en pleno centro y paseo marítimo


Al sur vemos parcialmente algunas instalaciones del puerto de pescadores y naves conserveras, las de la célebre Anchoa de Santoña, entre otras. Las conservas revitalizaron Santoña cuando, a partir de mediados del siglo XIX sus muelles dejaron de ser válidos para los buques comerciales de gran calado, que se fueron a otros puertos como Santander y Bilbao. La industria conservera favoreció totalmente las labores pesqueras


Al sur contemplamos toda la ría, con las poblaciones de sus riberas. Por ellas van los peregrinos que no pasan la ría en barca, visitando Colindres, Treto con su puente sobre el río Asón, Adal, Cicero, Bárcena, Gama, Escalante, y enlazar con este camino, ya fuera de Santoña, en Argoños o directamente en Noja. El recorrido era el que seguían muchos romeros y viajeros de antaño que no pasaban en barca a Santoña. Para ello podía haber varias razones, una que esta por alguna razón no funcionase, otra que el precio resultase gravoso para las escasas pertenencias que llevaban y otra, muy común, era que aquellas embarcaciones de antaño no tenían ninguna garantía, eran normalmente bastante básicas y endebles, totalmente expuestas a las corrientes y no pocas veces atestadas. Ocurrían no pocos desastres. Hoy por fortuna la situación ha cambiado y esta corta navegación es una bella singladura


Antiguamente hubo un puente, el de La Magdalena, en Colindres, nombre de una capilla y hospital de peregrinos, pero en el siglo XV se lo llevó una riada. No se reconstruyó porque al Condestable o representante del rey vio que podría ser más rentable el paso en barca, creándose el servicio de la que llegó a ser la popular Barca de Treto, que a partir de entonces aparece relacionada también con el paso de romeros a Santiago, los cuales paraban en el Hospital de Santa María Magdalena, junto a la capilla entonces existente en la calle de este nombre en Colindres, carretera de acceso al puente que sustituye a la antigua barquería, y que es actualmente la iglesia de Nuestra Señora del Carmen. Si se quería buscar un puente o un vado franqueable a pie había que irse aún más al sur, sin duda a Ampuero, donde hubo capilla y hospital dedicado a Santiago. Esta Ría de Treto, parte de la Bahía de Santoña, está formada de la unión de varias rías: el Asón forma la Ría de Limpias, el río Clarín la de Rada. Ambas se unen en Treto y a partir de ahí empieza a llamarse así el estuario, al que también dan sus aguas las rías de Escalante y Argoños. Al fondo vemos el Alto de Fuente Pico y más allá la Sierra de Mullir


El servicio de barquerías de Treto pasó en el siglo XVIII al Duque de Noblejas. Durante la I Guerra Carlista se le cedió la gestión a los pueblos de Colindres y Adal para que lo mantuviesen siempre listo y preparado para el paso de los soldados. El duque denunció judicialmente la confiscación y tras la guerra se le devolvió aunque hubo de hiptecarlo pues había contraído deudas con las monas del Canal. Hubo varios accidentes por la mala conservación de la barca y la madera para sus reparaciones había de ser sufragada por los pueblos de Bárcena de Cícero, Hazas y Solórzano que componían la Junta de Cesto. Por fin, con las desamortizaciones del siglo XIX la barquería pasó al estado, que aportó una barca nueva y construyó una escollera para acortar el trayecto de orilla a orilla. El gran aumento de tráficos con la industria conservera y la llegada del ferrocarril hicieron valer la construcción de un puente, no sin cierta oposición pues los tráficos a través de la ría hacia el mar también eran muy importantes. Tras interminables visicisitudes y vanivenes económicos y políticos las obras no empezarían hasta 1897 pero se retrasarían mucho tambien a causa de no pocos problemas, inaugurándose en 1905. La tardanza fue tal que el ferrocarril hubo de ser trazado algo más al sur, por Ampuero. El Puente de Treto, diseñado por ingenieros franceses de la escuela de Alexandre Gustave Eiffel, constructor de la famosa torre parisina, apenas puede divisarse desde aquí en la distancia, pero está a escasos metros del viaducto de la Autovía del Cantábrico, cuyos altos pilares sí son más visibles


Atrás El Puntal...


Y Laredo, en la distancia


El Monte Candina, otro grandioso espolón sobre el Cantábrico, junto al que pasábamos viniendo de Castro-Urdiales a Guriezo, Liendo y Laredo


Vuelven las lanchas de pesca...


Nuestra barca llega a puerto


Desembarcamos...


Y admiramos la bahía


Paisajes del Puntal y Playa del Regatón


El Puntal y La Salvé, con Laredo al fondo


Encantos de la Bahía de Santoña


Y esta es la Playa de San Martín, de un kilómetro de extensión. Frente a ella amerizó en la tarde del sábado 11 de noviembre de 1933 el aviador norteamericano Charles August Lindbergh, ya mundialmente famoso por su Travesía del Atlántico en 1927, el cual iba con su mujer dando la vuelta al mundo. Habían salido del Lago de Constanza en Suiza y su intención era aterrizar en Lisboa. Problemas metereológicos le obligaron a amerizar su hidroplano en la Ría de Santoña tras conseguir ponerse en contacto con la embajada estadounidense en Madrid y conseguir el pertinente permiso. La maniobra fue observada con inesperada admiración por la gente que estaba en el Paseo Marítimo de Santoña y fue en su busca con su lancha el marinero Zoilo Ferenández, quien trajo al aviador a tierra mientras su esposa se quedaba con el equipaje en el Albatros. Lindbergh fue llevado primeramente a la fábrica de conservas de Albo, donde pudo hablar inglés con Roberto González de Córdoba, quien sirvió de intérprete con el dueño, Venancio Albo, quien les ofreció su casa, regresando entonces a buscar a su esposa. El hidro fue amarrado y vigilado aunque hubo que ir de noche a asegurarlo a causa de una galerna. El domingo al mediodía ambos aviadores fueron obsequiados con una gran recepción popular en el Ayuntamiento, recibiendo aquellos día numerosos telegramas de bienvenida, y el viernes, poco antes de las once de la mañana, despegan tras las maniobras pertinentes, también ante la mayor expectación. Antes de llegar a Lisboa amerizan en Tui en la Ría del Miño y envían un telegrama de agradecimiento.


Al verano siguiente, el domingo día 8 de julio de 1934, y durante una misión de reconocimiento costero, es la escuadrilla de hidroaviones de Ramón Franco, con base en Los Alcázares del Mar Menor en Murcia, la que ameriza en esta bahía, junto con la número 10 del Atalayón de Melilla, siendo recibidos por pueblo y autorideades con fiestas y homenajes. El miércoles siguiente despegan y realizan acrobacias aéreas entre el júbilo de santoñeses y visitantes


En la lejanía, más allá de la playa, se ven las marismas del estuario, parque natural de gran valor ecológico. Destaca a la vista al fondo la cantera de Montehano o Montejanu, cónica montaña sobre la ría en cuya cima hay vestigios de un castillo medieval, construido en el siglo XIII para proteger las tierras de los señores de Haro y Vizcaya. 


Abandonado en el siglo XVI fue reutilizado en la Guerra de los Treinta Años, cuando Laredo sufrió varios ataques, La Francesada y  la Guerra Civil Española (se conservan trincheras). A sus pies se construyó el Monasterio de San Sebastián de Hano en algún momento de la Edad Media, si bien el topónimo, con la hache aspirada que sustituye a la f inicial latina, quiere decir en ese idioma pequeño templo (fanum), por lo que no sería de extrañar que antes que el castillo hubiese un castro prerromano y el santuario cristianizase un lugar de culto pagano


Vemos ahora el otro sector de playa y paseo del Pasaje, bajo el Monte Buciero que, como veíamos en la entrada anterior cuando recorríamos la Playa la Salvé viniendo de Laredo, alberga importantes ecosistemas de bosques y también cuevas y enclaves arqueológicos prehistóricos que demuestran el poblamiento de estos lugares desde la Prehistoria. Su máxima cima es la Peña Ganzo, de 378 metros de altura y, dada su estratégica posición fue solar de varios faros, pero también atalaya de defensa, sobre todo desde que en la Guerra de los Treinta años fuese Santoña atacada por los franceses y, en 1719 hiciese lo mismo una expedición anglofrancesa, luego de evitar las marismas del itsmo entre Santoña y la playa de Berria, donde desembarcaron y subir a él, para bajar al ataque destruyendo los barcos de guerra que se estaban construyendo en este puerto. Todo eso hizo que Santoña fuese una plaza militar durante mucho tiempo, con varios fuertes al pie de la montaña guardando el litoral, fuertes que ahora pueden visitarse


Este es el caso del Fuerte de San Martín, al fondo, actual escuela-taller. Su estructura obedece a las obras de 1870, pero el original ya estaba en servicio en el siglo XVII pues fue tomado por la expedición francesa de la Guerra de los Treinta Años en 1639, mandada por el Arzobispo de Burdeos y a las órdenes desde París del Cardenal Richelieu, la trágica Batalla de la Bahía de Santoña


En 1794 son otros franceses los que interevienen, pero para reconstruirlo, las napoleónicas que ocupan Santoña y dejan una guarnición de 1.000 hombres, al mando del conde de Cafarelly, General Jefe del Ejército Francés en el Norte de España, quien convence a Napoleón de tal forma de la importancia de Santoña que no repara en gastos para construir este y otros fuertes, planeando incluso la anexión de Santoña al Imperio Francés


Luego de otra invasión francesa más, la de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823, y de la I Guerra Carlista, Santoña es declarada plaza fuerte en 1842 y se militariza con cuarteles y fuerte guarnición de regimientos de infantería, artillería e ingenieros que estaban a cargo del Fuerte Imperial o de Napoleón, los castillos de San Carlos, el Solitario, Galván Alto, Galván Bajo, San Martín y el Mazo y las baterías del Pasaje, de la Cruz, del Molino de Viento y del Águila


En 1861 llegó a comenzarse una gran muralla que rodearía Santoña desde el Fuerte de San Martín hasta la Playa de Berria, casi a la vez que este muelle escollera, terminado en 1865, pero no así la muralla, de inasumible coste y de la que se hizo únicamente un kilómetro en El Pasaje, siendo considerada inútil en 1895 con la evolución de las técnicas militares, fecha en la que la escollera y la muralla construida, junto con dos baluartes, pasaron al Ayuntamiento, quien los desarmó y revendió la piedra. Hubo una primer machina o grua de carga hecha de madera en 1902 pero el mantenimiento siguió siendo tan gravoso que en 1907 se hizo cargo de ello el Estado a cambio de apoyar la construcción de un gran penal en Santoña, en El Dueso, donde los franceses habían construido uno de sus fuertes del Imperial, luego llamado de Napoleón, protegiendo el flanco débil de la Playa de Berria. 


Uno de los baluartes estaba aquí, donde ahora se ubica el Parque Infantil, el Baluarte de Isabel II, en honor a la reina, con su puerta de Santa Isabel. Al fondo estaban los cimientos de un tercero, que no llegó a hacerse, sirviendo estos para construir sobre ellos en 1907 la Plaza de Toros


Al fondo, en las pistas deportivas, estaba La Charca, antiguo secadero de redes también conocido como La Maruca, un espacio que había quedado sin rellenar en aquellos trabajos. Más allá está el Muelle Nuevo o Muelle Norte, que empezó a construirse en 1954, pues esta escollera, aunque al principio sería usada por barcos pequeños y tuvo una segunda machina en 1923, pronto se quedaría obsoleta. Hoy en día solo es utilizada por la barca que lleva y trae pasajeros hacia El Puntal en Laredo, el barco turístico de la bahía y, ocasionalmenten por alguna que otra embarcación


En El Pasaje, la Oficina de Turismo


Aquí hay indicaciones del Camino Norte de Santiago, junto con un plano de la villa


 Aquí se muestra el Camino, con alguna variante. La más directa es atarvesar la pobalción hacia el norte y salir, al pie de El Dueso y dejando a la izquierda las marismas, a la Playa de Berria. Otra posibilidad, que solo hemos visto aquí reflejada, es recorrer todo el Monte Buciero o Monte Santoña hasta dicha playa, pero se nos revela mucho más abrupta y larga, aunque sin duda bellísima


En Santoña hay bastantes alojamientos, aunque ojo en temporada alta, como en toda localidad costera, con el grado de ocupación y precios. También está el Albergue Juvenil y alguno privado como La Bilbaína. Si pernoctamos aquí y llegamos a hora temprana podemos recomendar la visita a alguno de sus fuertes o, los más deportistas, una pequeña excursión por el Monte Buciero. No obstante merece la pena conocer la villa y su centro histórico. En parte lo recorreremos pues el Camino queda por el medio, pero hay dos lugares casi imprescindibles que no nos salen al paso del trayecto señalizado por el centro: uno es el Puerto de Santoña, y otro,  a la derecha del plano e indicado con una flecha roja, es la iglesia de San María del Puerto, origen de la población


Pero, lo que sin duda más nos llamará la atención al ir desde el embarcadero a las calles de Santoña, ha de ser el magnífico monumento a Juan de la Cosa, el gran navegante y cartógrafo Santoñés, obra de A. Hernández Morales e inaugurada en 1949


Son las Columnas de Hércules, símbolo del mundo conocido de la antigüedad, a un lado Gibraltar y al otro el Monte Hacho en Ceuta, paso del Mediterráneo al Atlántico


Hércules, héroe de la mitología griega, está en medio. Según la leyenda había colocado las dos columnas, a cada lado del Estrecho de Gibraltar, en el transcurso de uno de los titánicos trabajos que se el encargaron, las cuales simbolizarían los límites del mundo conocido por los europeos. Debajo hay una leyenda: A Juan de la Cosa


Y en la cúspide la Santa María, carabela o más posiblemente nao, la mayor de las embarcaciones que participaron en el Descubrimiento de América de 1492 y donde viajaban Cristóbal Colón como capitán y Juan de la Cosa como maestre.


Por allí sigue el Camino, por la calle Santander hacia el centro urbano, pero antes veremos ese busto, el busto de Juan de la Cosa, inaugurado en 1998 y de la que es autor el escultor José María Porta de la Lama


 Poco se sabe de los primeros años de Juan de la Cosa, la única seguridad es que procede de una familia de marinos y navegantes santoñeses de las dos que había en Santoña desde sus orígenes, los de la Cosa y los Laverde, que pese a tener un origen común en los Negretes de Trasmiera, de la familia de los Agüero, llevaban enfrentados por su hegemonía local hasta que los Reyes Católicos pusieron coto a sus algaradas públicas. La Cosa era uno de los barrios de Puerto, denominación por aquel entonces de Santoña y las familias eran estirpes de navegantes que comerciaban con puertos europeos, principalmente Francia, Inglaterra y Flandes


Se supone que nacería entre 1450 y 1460 y que realizaría multitud de navegaciones pues en 1480 aparece en Lisboa en una extraña misión aparentemente de espionaje de las nevegaciones portuguesas encargada por los Reyes Católicos. Esta noticia y que 1490 estaba en Santa María del Puerto (Cádiz), tenía una nao llamada Marigalante o La Gallega y hacía negocios con unos marinos de Palos de la Frontera, los hermanos Pinzón, es lo primero que se sabe fidedignamente. Luego ya entra plenamente en la historia cuando con los pinzones acompaña a Colón con su nao rebautizada como Santa María (no todos los historiadores están de acuerdo y para algunos se trata de una confusión), llegando a ser acusado por el propio Colón de ser el responsable de su hundimiento, aunque sin embargo sería compensando por su pérdida a su regreso y aún acompañaría a Colón en su segundo viaje y, tal vez pues no es seguro, en el tercero.


Pero en 1499, tras poner fin los Reyes Católicos al monopolio colombino, se embarca con Alonso de Ojeda en su singaldura caribeña, donde sufre herida de flecha en un ataque indígen. A su regreso, bien por encargo de los monarcas bien por deseo de alguien influyente, realiza, en base a los apuntes de sus navegaciones el primer mapamundi que incluye lo que pronto empezaría a ser llamado América. Una reproducción de este Mapamundi de Juan de la Cosa del año 1500 es lo que podemos ver al pie de su busto en Santoña. Aquel mismo año en octubre se embarca de nuevo al Caribe, esta vez como piloto mayor de en la expedición de Rodrigo Bastida, con notables resultados y buen cargamento de oro pero, obligados a hacer reparaciones en la isla La Española, fueron arrestados por orden de su gobernador Boadilla (quien ya había procesado a Colón), acusados de negociaciones ilegales con los indígenas. No regresarían a España hasta finales de 1502 pero serían absueltos y recompensados por la reina Isabel


En 1503 se le encimienda otra misión de espionaje en Portugal, sobre las navegaciones de sus marinos en el nuevo mundo, pero es arrestado. Aún así vuelve a España y entrega a la reina Isabel en Segovia dos cartas de navegación que se han perdido. En 1504 consigue capitanear su propia expedición al Caribe, con bastante éxito, allí socorre al marino Sevillano Cristóbal Guerra y a sus hombres, con lo que tendrá serios conflictos pero será recompensado a su regreso con 50.000 maravedís. Mientras tanto el cosmógrafo Américo Vespucio ya había publicado en su obra Mundus Novus que las nuevas tierras no eran Asia sino un nuevo continente, proponiendo llamársele así, Nuevo Mundo, (un error de un cartógrafo posterior, Martin Waldseemüller, le atribuiría en 1507 a Américo el Descubrimiento y le daría el nombre de América al Nuevo Mundo. Luego, aunque se retractó en su Carta Marina de 1516 señalando a Cristóbal Colón como su descubridor, la obra de Martin de 1507 titulada Universalis cosmographia secundum Ptholomaei traditionem et Americi Vespucii aliorumque lustrationes, había ya tenido grandísima difusión y repercusión)


En 1507 dirige una flota contra los piratas vigilando la costa de Cádiz a Cabo San Vicente y participa en otra singladura a Las Indias, parece que con Rodrigo Bastidas. En 1508 representa a Alonso de Ojeda en la Junta de Burgos, convocada por Fernando el Católico para buscar la ruta a China a través del Océano y para dirimir el cargo de gobernador de la Tierra Firme (América continental), dividido al final entre Diego de Nicuesa y Ojeda, flamante gobernador de Nueva Andalucía con quien regresará a la Española, esta vez con la familia, para establecerse Juan como nuevo teniente gobernador. Allí saldrían en noviembre de 1509 para resolver el lugar exacto del Golfo de Urabá sería el límite de la zona gobernada por Ojeda de la gobernada por Nicuesa (Veragua) y que de La Cosa señaló en el río Atrato.


Ya de regreso Alonso de Ojeda decide desembarcar y tomar posesión en el hostil territorio de la Bahía de Calamar (actual Cartagena de Indias en Colombia) a lo que Juan de La Cosa se opone, sabedor de que los indios emplean flechas envenenadas y propone ir al Golfo de Urabá, con nativos conocidos por él y menos hostiles. Prevalece el parecer de Ojeda y al poco de desembarcar se ven olbigados a repeler un ataque, persiguiendo luego a los indígenas hasta el poblado de Turbaco, donde caen en una emboscada en la que son atacados con las temidas flechas. Entre los muertos está Juan de la Cosa, pero Ojeda logra huir con una parte de sus hombres y tiene la suerte de encontrarse en la costa con la expedición que con el mismo motivo había mandado su rival Nicuesa. Unidos los dos vuelven al poblado y lo destruyen. La viuda de Juan de La Cosa será compensada e indemnizada pero de su hijo, que habría de heredar el cargo de Aguacil Mayor de Urabá, la historia le pierde el rastro


Relacionado con aquellos acontecimientos y epopeyas marinas está, a escasos metros, en Homenaje a a la Hispanidad, de la artista Gloria Torner e inaugurado en el año 2003


Un gran mural en cerámica con la reproducción del mapamundi o Carta de Juan de La Cosa. Como dato curioso decir que a la izquierda, entre América del Norte y del Sur, dibuja un detalle, una figura andante. De esta manera deja abierta la posibilidad de que hubiese un paso al oeste en el que muchos navegantes creían. No lo había, al menos en esa zona, hasta la inauguración del Canal de Panamá en agosto de 1914. El ansiado paso fue el Estrecho de Magallanes, muy alejado y peligroso, en Tierra de Fuego, el extremo sur del continente, descubierto en 1520



Los navegantes y la corte...


La Virgen del Carmen y la Rosa de los Vientos...


La concha de los peregrinos



 El Nuevo Mundo


El Mar Océano, el Atlántico: Europa, África y Asia


Indígenas y pájaros exóticos


La firma...


Placa del monumento


Y aún un monumento más antes de adentrarnos en Santoña


Un perro sobre un dique...


Se trata de las piedras del primer muelle de fábrica de Santoña, del siglo XVII. Antes las embarcaciones eran varadas en tierra o en el mismo arenal


Es un homenaje a aquellos que no volvieron. El Monumento al Marino Santoñés Naufragado

 

 Aquí tomaremos ahora la calle Santander


Ya vemos las preciadas Anchoas de Santoña, un gran emblema de la población, la de sus riquísimos productos. Máxime las conservas de pescado y en concreto las del bocarte, que es como se llama aquí a la anchoa. De la misma forma que los marinos y navegantes santoñeses recorrían todo el mundo, marinos de todo el mundo venían a Santoña. Atraídos por la pesca acudían en temporada italianos que, adquiriendo del pescado, lo salaban para conservarlo y lo enviaban a su tierra. Fue aquí donde uno de ellos inventó los filetes de anchoa en aceite, Giovanni Vella Scaliota, que había llegado a Santoña en 1880 representando a la casa napolitana Angelo Parodi. Giovanni, a diferencia de otros, no volvió a su tierra sino que un día se enamoró, se casó y se quedó en Santoña, año de 1889, estableciendo su empresa de salazones y buscando la manera de mejorar el producto, pues no le convencía el procedimiento tradicional, de salar el pescado con pie y espinas. Y así estuvo experimentado en su fábrica hasta dar con lo que él llamó el Gran Bocado o mejo dicho Il Piú Grande Bocatto


Giovanni aplicó a la producción en fábrica la limpieza del bocarte, operación que hasta entonces se hacía en casa, y la introdujo en la producción y presentación del producto, limpiando la salazón, también la piel, quitándole la espina y cortándololo en dos filetes, para luego envasarlo con una cobertura de mantequilla como cobertura y así dejándolo ya listo para abrir y consumir.



Giovanni inventó también la lata de anchoas para su correcto envasado, en forma triangular y donde metía las anchoas con alcaparra y mantequilla para aromatizarlas y quitarles tanta sensación de salazón. Era lo que se hacía en Italia cuando se limpiaban y pelaban en casa, pero pronto lo sustituyó por algo que tuvo mucha más aceptación: aceite de oliva... y así ha llegado la lata de anchoas hasta nuestros días...


Con el tiempo alguno más de aquellos italianos que venían a las costeras se quedaron también, como fue el caso de la familia siciliana de Orlando Gusimano, que eran oriundos de Terrasini, cerca de la capital, Palermo


La industria conservera, que nació a partir de un concurso de ideas convocado por Napoleón para conservar alimentos para sus ejércitos, ganado por Nicolas Appert y su método de appertizacion, fue y es un importantísimo revulsivo económico para Santoña cuando, a finales del siglo XIX, la navegación comercial estaba exigiendo barcos de mayor calado que no podían fondear en estos puertos, haciéndolo en Santander o Bilbao. La pérdida de estas rutas fue compensada con la recuperación de las faenas de la pesca fomentada por las conserveras, estableciéndose en Santoña alguna de las más punteras


Seguimos por la calle de Santander hasta el Teatro Casino Liceo de Santoña, notable edificio cuyo origen está en la sociedad Casino Liceo constituida en 1850 y que en 1862 promueve una ascociaciín en pro de construir un casino (centro de reunión social) con teatro para promover la cultura y en concreto el arte escénico. Y así nacerá en 1880 el Teatro Casino Liceo. Luego vendrá el cine, pero cien años después, con la crisis del sector, llega el declive y cierra



Vendrán peticiones para su reapertura, adaptada a los nuevos tiempos y, en 1998, tras un convenio del Ayuntamiento con la Sociedad Casino Liceo, comienzan las obras de rehabilitación a las que sigue un
acuerdo con el Gobierno de Cantabria para crear aquí una escuela-taller que estará al cargo de las obras, inaugurándose en el año 2006. Ha sido recuperado su escenario, su sala y otras dependencias, mejorando notablemente su interior. Se realizan todo tipo de actividades, conciertos, teatro, proyecciones, conferencias, actos institucionales, etc.



Es el escudo de Santoña...


Los ángeles, los leones con trompetas y la corona real. Las armas de Castilla y León y el barco rompiendo las cadenas del Guadalquivir junto a la Torre del Oro en Sevilla, detalle común a muchas villas marineras que participaron en la conquista de la ciudad en 1248


Tomamos ahora  esta adoquinada rúa...


Y salimos a la Plaza Manuel Andújar El Peralvillo, con sus bares, comercios y terrazas. Está dedicada a este ilustre santoñés nombrado Hijo Predilecto, Vicealmirante de la Armada Española y Director General de Emigración.


Aquí en 1890 se instaló una fuente a la que venían las mujeres a por agua pues aún no la había en las casas. En el año 2006 se puso esta, una réplica de la misma


 Y junto a ella la escultura de una santoñesa vestida tal y como aparecen en las fotos de época a principios del siglo XX, con una herrada y un caldero, a por el agua...


Hay una fila de casas antiguas en la esquina de  la calle Juan José Ruano y Santander, donde antaño estaba la taberna  La Indiana Pobre, así como la tienda de Don Ambrosio, la Taberna de Don José y la Hojalatería del Mudo


Cerca de aquí, en el antiguo Hospital Militar de Santoña, se sospecha estuvo el Hospital de Nuestra Señora de la Consolación, tal y como al menos vemos en el libro Los antiguos hospitales de Cantabria, tratándose de una casa donada por Juan de Isla en su testamento que estipulaba que fuese destinada a "hospedería de pobres y peregrinos", rodeada por huerta y con un oratorio, visitada por primera vez en 1614 por el licenciado D. Juan de Irazola. Se sabe tenía cuatro lechos y un cuarto para sacerdotes con una cama. En 1714 se habla de tres y de cinco camas en una sala donde dormían hombres y mujeres, mandando por ello hacer tabiques con tablas, encargándose a la hospitalera que atendiese con todo cariño a los romeros pero que mirase de separarlos por sexos a no ser que fuesen matrimonio. Se registra en 1739 el fallecimiento del peregrino francés Ivan de Monicot. Las respuestas generales del Catastro de Ensenada dicen que "Solo hay en este pueblo una casa hospital en el barrio que llaman la Casa, de la que es patrono y administrador D. Migul de Setién, con la dotación de cuatro camas que sirven para el recogimiento de pobres transeúntes, cuyas rentas y efectos, sus cargas y censos resultará de la relación que diere dicho patrono y administrador". Un siglo después, el Diccionario de Madoz dice que la Casa de Isla es hospital militar, lo que da pie a que la fundación hospitalaria de Juan de Isla hubiese tenido continuidad en esos nuevos menesteres


Ahora continuamos por la calle Cervantes, inaugurada como tal el 8 de mayo de 1905, instalándose una placa en uno de los edificios, el de las Damas Catequistas, y que allí estuvo hasta el derribo del inmueble en los años 60 del siglo XX


Y salimos a la Plaza de San Antonio, con su Quiosco de la Música, fue diseñado este espacio a finales del siglo XIX cuando el Ayuntamiento, buscando un sitio céntrico para hacer una especie de plaza mayor y, tras descartar otros lugares, aprobó su construcción en el Plano Parcial de 1880 encargando del proyecto al arquitecto Alfredo de Escalera, quien primero haría triángulo entre las calles Manzanedo, Cagigal (después Calvo Sotelo) y Colino (luego Alfonso XII). Luego se amplió quitando alguna casa hasta formar el rectángulo de hoy en día. Al sur estaba la sede de las Damas Catequistas, a las que se llegó a un acuerdo en 1908 para abrir la calle Serna Occina. Luego vinieron esta de Cervantes y la de Alfonso XII. Un año después le tocó a la del General Salinas se terminó de adecentar en 1909


Luego se instalarían la farola de varias luces con una rosa de los vientos, llamada La Estrella, en el suelo, y en otra fase se instalaron bancos, arbolado, más farolas y el Quiosco de la Música, proyectado en 1915 por el arquitecto municipal Sáez de Baret que pero hasta 1928 no se hizo realidad, trayéndose para su construcción piedra del penal viejo, afectado por un incendio. El nombre de la plaza viene de la antigua existencia de una capilla particular de esta advocación en la que era Casas las Jesusas, que una de sus miembros, Casimira, donó a la iglesia


No sobstante la plaza no quedó bien rematada hasta 1937, cuando el Ayuntamiento del Frente Popular confiscó los locales de la fonda La Paquita y la droguería La Cubanita que eran propiedad de Virgilio Carro. En 1983 se reformó totalmente y se instaló una pérgola, la cual fue tirada en una nueva remodelación en 1993, cuando se puso una farola con rosa de los vientos similar a la original


Como plaza militar que fue el Ayuntamiento instaló un cañón comemorativo en el año 2000, trasladado a El Pasaje y sutituido por esta estatua de Miguel de Cervantes Saavedra, autor de El Quijote, conmemorando el cuatro centenario de la publicación de esta obra en el año 2005


Es obra del escultor Santiago de Santiago...




 Cervantes contempla los pasos de los peregrinos cuando avanzan calle adelante...


Tamién en esta Plaza de San Antonio hubo una fuente, llamada Fuente de las Catequistas, por estar frente a aquel desaparecido edificio, fuente llevada en su momento a la Paza de la Constitución. Ahora, nosotros continuaremos por la calle de Cervante


Sigue el adoquinado


Plaza de la Constitución, esta es la Fuente de las Catequistas, que antes estaba en la Plaza de San Antonio


Comercio y casa blasonada


Pasamos bajo ella


Y admiramos el escudo...


Más edificios de época


Soberbiamente restaurados... 


Atendiendo a la señalización nos fijamos en aquella cúpula


Es el Instituto Marqués de Manzanedo, en origen Colegio de San Juan Bautista, que empezó a construirse en 1863 bajo la dirección del prestigioso arquitecto Antonio Ruiz Salces y por iniciativa del Marqués de Manzanedo. Era este el acaudalado político y empresario Juan Manuel de Manzanedo y González de la Teja, nacido en Santoña en 1803 en en seno de una familia humilde de Noja. Con veinte años emigró a Cuba y tuvo fortuna en los negocios. Luego se estableció en Madrid y sufragó su carrera política llegando a diputado y senador. No se olvidaría de su villa natal y apadrinaría la construcción de este centro que inauguraría sus clases, elementales y de bachillerato, en 1871. La inauguración oficial, con varios días de grandes festejos, fue el sábado 24 de junio de ese año, junto con la de otra institución que el marqués fundó en Santoña, el Hospital de Nuestra Señora del Puerto, el Hospitalillo, ambos con sonadas fiestas que duraron días. Dado su apoyo a Alfonso XII, tanto en la Guerra Carlista como contra el independentismo cubano, el monarca le concedería el título de Marqués de Manzanedo en 1864 y el de Duque de Santoña en 1875. Sus restos y los de su familia reposan en el panteón existente en la capilla del centro


Exteriormente su fachada principal es de estilo neoclásico y los muros exteriores son de sillería. Primeramente estudiaban jóvenes internos procedentes de toda España y estaban al cargo de las clases los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de la Salle), siendo su director Don Juan Manuel de Orti y Lara. Se impartía Latín, Humanidades y Filosofía, Ciencias exactas, Física (con museos y laboratorios), Catecismo, Religión y Moral; Geografía, Historia, Dibujo y dos asignaturas  especialmente para los santoñeses: Comercio y Pilotaje. Había una gran biblioteca donada por el canóngo del Sacromonte de Granada Juan Cueto Herrera. Más adelante se ampliaron las materias a Francés, Inglés, Retórica y Poética; Geografía fabril, Música y Gimnasia, aumentándose las clases de Náutica y Comercio. A la muerte de su padre su hija  Josefa Manzanedo Intentas, Marquesa de Manzanedo, llevó las riendas de las institución, que se regía por una fundación


En los años 20 los problemas económicos obligaron a suspender los estudios de Bachillerato hasta que en 1934  y tras petición del Ayuntamiento, las recuperó, pasando además a llamarse Instituto Nacional de Segunda Enseñanza Manzanedo de Santoña. Volvieron a llegar estudiantes de fuera de Santoña y se puso un autobús escolar para quienes venían de Laredo, Colindres, Voto, Treto y Cicero. En la Guerra Civil fue empleado como cárcel, junto con la ya existente en El Dueso y más las habilitadas en el Cuartel de Infantería y el Instituto San Cristóbal, además de varios campos de concentración, dado que con la rendición del Ejército Vasco tras el Pacto de Santoña, se hizo de la población un gigantesco penal. Por ello pasaron unos años antes que pudiese restaurarse para  volver a las aulas, en 1947. Así, desde el curso de ese año y hasta 1951 serían los los Hermanos Maristas los maestros de primera enseñanza y de los primeros cursos de Bachillerato, cuyos alumnos tenían examen oficial en el Instituto de Segunda Enseñanza de Santander. Era entonces director el Hermano Lorenzo Lavín. En los años 50 del siglo XX, con la creación de los institutos y universidades laborales el Ayuntamiento de Santoña postuló este centro perfectamente capaz de ser a la vez Colegio de los Hermanos Maristas centro de formación profesional. Así fue durante un curso, pues a continuación sería el primer Instituto laboral de Orientación Marítimo-pesquera-conservera de España. Los maristas cederían entonces la dirección del centro a un profesorado. En 1953, coincidiendo con los 90 años de colocación de la primera piedra se ianguró en los jardines un busto del marqués. Luego, a primeros del siglo XXI, pasaría a llamarse Instituto de Enseñanza Secundaria Marqués de Manzanedo.


Y del Insituto al Parque Manzanedo, famoso por su festival musical en los años 70


Más allá están la bolera y el Palacio de Justicia


Y esta es la estatua dedicada al Tío Rios, altruista vecino que regaba desinteresadamente estos jardines, por eso se le ve en esa actividad, con la manguera en las manos


Es obra del año 2010 hecha por el escultor burgalés Ángel Gil Cuevas


 El Tío Ríos mira hacia la calle y hacia otro edificio notable


El del Ayuntamiento de Santoña, enfrente del parque y del instituto y que fue el Palacio del Marqués de Manzanedo. Mandado edificar por el marqués en 1864 cuando ya habían empezado las obras del que sería el Colegio de San Juan Bautista, y bajo cuya construcción puso también al mismo arquitecto, Antonio Ruiz de Salces, quien hizo este edificio de estilo enoclásico con dos pisos, jardín y cocheras. Luego de ser rehabilitado pasó a ser la Casa Consistorial, con Oficina de Turismo y salas de exposiciones



Y así vamos saliendo del casco histórico de Santoña por la calle Manzanedo, que arranca enfrente del instituto y nos lleva a esta rotonda, al pie de las laderas del Monte Buciero


Arriba estaba el Fuerte del Mazo, uno de los construidos por los franceses durante la ocupación napoleónica de Santoña y del que se conserva la garita de vigilancia. Ahora se le llama Fuerte de Napoleón, cuando en realidad era este, originalmente llamado Fuerte Imperial, el que estaba en El Dueso, sobre el que se construyó el penal de este nombre


En esta rotonda está el Monumento al Bocarte, la anchoa, la gran riqueza pesquera y símbolo de todo un pueblo: Santoña, inaugurado en el año 2003 y del que es autor el artista José Luis Cuesta Ordóñez


Los bocartes en realista sensación de movilidad...


Desde la rotonda pasaremos al lado de la Estación de Autobuses


Tomamos este hermoso paseo en dirección a las casas del fondo...


El portón de una antigua quinta, ahora edificada de chalets


Una rotonda, en ella hay otros dos elementos monumentales


El primero, en posición gimnástica, semeja un titán que nos indica la dirección a seguir, junto a aquellos bloques de pisos


Es el Monumento al Progreso, homenaje a quienes contribuyeron al progreso de Santoña, obra de 1996 de José María Porta de Lama


Aquí vamos a ir despidiéndonos de la villa de Santoña


Pues nos dirigimos a la derecha, por la calle de La Alameda


Aquí está, obra de 1990 de Javier Soto, el Arco de Hermanamiento de Santoña con Palos de la Frontera con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América


 Ahí vemos unos grandes círcuclos


La imagen de Juan de la Cosa


Y la de Martín Alonso Pinzón


Vamos a la otra parte del monumento


Escudo de Palos de la Frontera


Escudo de Santoña


Y escudo de Lons, villa de Aquitania (Francia), con la que también se hermanó Santoña


Y por La Alameda abandonamos el casco urbano de Santoña


Casas populares...


Y edificios de pisos. Aquí tomamos la vereda peatona que nos llevará a El Dueso y la Playa de Berria







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