Compartimos con vosotros un extracto del eBook "El Camino Primitivo de Santiago entre Galicia y Asturias", con algunos consejos que seguramente encontrarán más que interesantes para el peregrinaje.
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En
el Camino Primitivo de Santiago recomendaríamos primeramente no ir castigados
por el peso de nuestras mochilas. La gran suerte de esta senda jacobea es que
pasaremos casi continuamente por numerosos lugares poblados, que van a servir
de referencia y ayuda al peregrino. No es por tanto necesario andar
transportando mucho equipaje, pues el andarín, o el ciclista y también los
"caballeros andantes", que los hay, realizando la travesía con sus
vistosas monturas, pueden todos ellos ir encontrando por las poblaciones buena
parte de las cosas que les hacen falta, sobre todo comida, que siempre ocupa
mucho espacio y peso en las mochilas. Un calzado cómodo para caminar, un poco
de muda con algún chubasquero, calcetines etc. y ropa de abrigo, mas un saco de
dormir y una cantimplora para el agua, podría ser suficiente para hacer los
aproximadamente 319 kilómetros que separan las catedrales de Oviedo/Uviéu y de
Santiago, naturalmente avituallándonos por el camino de todo lo necesario,
desde provisiones hasta ropa que nos pueda hacer falta. Si algo nos sobra puede
dejarse en el albergue para otros peregrinos o, en el caso de determinadas
prendas, devolverse a casa por correo postal al llegar a villas y ciudades. Una
bolsa con los enseres de aseo personal más elementales y un pequeño botiquín
son ideales. Entre la ropa de muda solemos llevar siempre un chaleco
refractario, por si se da el caso que se nos haga de noche por alguna carretera
y, junto con ello, una pequeña linterna, (si es para movernos dentro de un
albergue basta quizás el móvil). No somos partidarios de andar cargando con
frascos de colonia, sprays, botes, y demás carga extra salvo que sea
imprescindible. El exceso de peso suele ser un gran fastidio para nuestras
fuerzas. Una cosa sí es cierta, si se hace el Camino en invierno, cosa que en
principio sería más recomendable para personas con más experiencia, va ser
inevitable cargar con más mudas y ropa de abrigo. En verano, por otras razones,
calor y sed, siempre es necesario llevar buena provisión de agua en las
cantimploras a lo largo de determinados trechos. De ello iremos avisando en el
capítulo correspondiente, principalmente si hacemos la famosa "Ruta de los
Hospitales" por La Sierra de Fonfaraón. Sombrero o visera y crema
bronceadora se hacen necesarios con el sol, si nos las olvidamos o las perdemos
mejor repongámoslas lo antes posible. Si hay lluvia torrencial, llevemos o
compremos un paraguas, por muy bien pertrechados que vayamos de impermeable, si
el agua cae con fuerza se nos meterá fácilmente por cualquier hueco y nos dejará
hechos una sopa. El paraguas, si es grande, puede utilizarse luego como bastón.
Si nos molestase por alguna razón, no dudemos en dejarlo en el lugar en el que
nos alojemos, puede servir y muy mucho a otros peregrinos. Todo puede
aprovecharse en el Camino.
Existen
numerosas publicaciones con recomendaciones hechas por grandes especialistas en
el tema, dedicadas a las cosas a llevar para hacer el Camino. Realmente a veces
dan la impresión de recomendar ir demasiado sobrecargados. A la hora de la
verdad casi puede ser la experiencia personal la que nos enseña verdaderamente
lo que hemos de transportar en cada caso particular.
El tema a veces lleva a opiniones diversas, cuando no enfrentadas, sobre el eterno debate entre lo necesario y lo indispensable, y ciertamente "cada persona es un mundo" en este como en otros ámbitos. Quizás nos encontremos, en alguna ocasión, sobre todo en verano, con gente que realiza el Camino con vehículos de apoyo, los cuales les llevan el equipaje. Para muchos esto desvirtúa el sentido de la peregrinación, no digamos si hacen tamos en coche, autocar, o autobuses de línea, lo cual no sería en principio válido ni tenido como tal peregrinación. Informémonos bien, con las asociaciones jacobeas, de lo que significa realmente peregrinar a Santiago, hacer el Camino andando, caballo o bicicleta (no ir por la carretera y en coche).
El tema a veces lleva a opiniones diversas, cuando no enfrentadas, sobre el eterno debate entre lo necesario y lo indispensable, y ciertamente "cada persona es un mundo" en este como en otros ámbitos. Quizás nos encontremos, en alguna ocasión, sobre todo en verano, con gente que realiza el Camino con vehículos de apoyo, los cuales les llevan el equipaje. Para muchos esto desvirtúa el sentido de la peregrinación, no digamos si hacen tamos en coche, autocar, o autobuses de línea, lo cual no sería en principio válido ni tenido como tal peregrinación. Informémonos bien, con las asociaciones jacobeas, de lo que significa realmente peregrinar a Santiago, hacer el Camino andando, caballo o bicicleta (no ir por la carretera y en coche).
Sí
recomendamos que, a poder ser, las personas que no hayan hecho grandes rutas
senderistas, se entrenen bien desde unos meses antes, primero con pequeñas
excursiones, luego con travesías montañeras. El cuerpo lo agradecerá, y aunque
logremos llegar a Santiago de todas maneras, evitemos los dolores, agujetas,
ampollas, molestias musculares, etc. que pueden hacernos pasar un auténtico
calvario. Incidiremos alguna vez más en este tema a lo largo de
los comentarios que vienen. Los ciclistas por lo
general son gente acostumbrada a hacer ya bastantes kilómetros con sus
bicicletas. Aquellos que las lleven de montaña, no obstante, y quieran seguir
en todo momento la misma senda que los caminantes, sí deberían, si no lo han
hecho antes, hacer unas buenas travesías para ir perfectamente preparados. En
no pocos casos habrán de posarse y seguir andando, sobre todo en algunas
cuestas muy empinadas, trechos pedregosos, estrechos o dificultosos, en otros
avanzarán de maravilla, por pistas de tierra y hormigón.
Un
útil que no es que sea indispensable ni obligado de llevar, pero que sí que
vamos a echar de menos si se nos olvida, es una cámara de fotos. Ahora pueden
hacerse desde el móvil, es cierto, pero una pequeña cámara digital fácilmente
manejable y transportable nos va a venir de perlas. Otras más grandes, salvo
que se tenga una gran pasión por la fotografía, pueden ser un verdadero
fastidio en muchos momentos por su peso, volumen, y el cuidado que se precisa
tener con ellas, al ser más aparatosas. El peregrino va a encontrarse con
parajes encantadores, hermosos, monumentos de interés y gentes realmente
entrañables. Asimismo, las fotografías con los compañeros de peregrinación, y
con las amistades que vayamos haciendo, siempre se agradecen para acordarse de
esta experiencia, que no deja de tener un aire de camino iniciático, y que no pocas veces emplearemos para demostrar
después, con amigos, familia y conocidos, nuestra "heroicidad" de ir
andando a Santiago, como prueba gráfica de esta magnífica "aventura".
Para
acabada la etapa del día, se agradece mucho disponer de unas alpargatas o
sandalias de descanso para entrar y salir de las duchas e ir de una habitación
a otra, a la cocina, al comedor, a cenar, etc. e incluso a dar un paseo por las
inmediaciones. Si las botas o calzado de caminar están llenas de barro o muy
sucias podemos aprovechar para limpiarlas un poco o someterlas a los cuidados
pertinentes para otro día de marcha, además de airearlas bien. Los pies
agradecerán respirar unas horas y pisar de otra forma más libre y cómoda. Por
ello, ese pequeño botiquín que llevemos, nosotros o alguno de los
expedicionarios que nos acompañen, va a servir para curar alguna ampolla con el
hilo y la aguja, además de cualquier otra contingencia de la jornada. Los
conocedores del tema dicen que no debemos llevar el calzado de caminar de
nuestro número sino hasta de dos tallas más, pues el pie tiende a
"abrir" al andar mucho, así como para forrarlo bien con los
calcetines, unos finos primero y unos gordos después, aunque en esto también
hay opiniones y preferencias. Lo cierto es que a riesgo de ser pesados nunca se
insiste lo bastante en llevar bien los pies, hemos visto gente fuerte y de buen
paso que tuvo incluso que desistir de continuar, precisamente por no llevar un
calzado adecuado y acabar con ellos, y por contra, personas que no estaban de
mucho andar ni de mucho entrenamiento ni ejercicio, que pudieron recorrer toda
la ruta sin mayormente problemas gracias a llevar el calzado tal y como se
necesita para esta clase de excursiones. El exceso de peso, además de
repercutir en la espalda, hombros, etc. destroza también los pies, literalmente
"los machaca".
Lo
dicho para el calzado vale también para la ropa: hasta en los largos y
calurosos meses estivales es fácil que haya un cambio brusco de las
temperaturas por culpa de algún nubarrón repentino. Las tormentas del verano y la lluvia fina, orballo u orbayu, que suele haber en ese período
pueden convertirse en enemigos terribles del peregrino si no se dispone de un
impermeable que haga las veces de abrigo y nos libre de males mayores. Ni que
decir tiene insistir, en la necesidad de buenas prendas y ropa térmica para los
más aventureros que vayan en invierno, o con condiciones climatológicas
adversas.
Pero aún hay una cosa más que hay que llevar y que todavía podría ser más importante que todas las que se acaban de mencionar, que no pesa nada y que muchas veces pasa desapercibida a la hora de hacer bien el equipaje: esta cosa es el BUEN HUMOR, una ayuda muy grande y que no ocupa tampoco sitio. La ruta del Camino Primitivo es larga y durante el recorrido es fácil que se pasen todo tipo de situaciones: en todo momento puede haber pequeños contratiempos a los que es menester estar acostumbrados en estas andanzas y situaciones, pero que no van a mayores si se sabe actuar en positivo. La ayuda y solidaridad entre los peregrinos no debe de echarse a faltar en absolutamente ningún caso. Aunque este consejo habría de servir no solo para el Camino Primitivo sino para todas las vicisitudes de la vida, se hace aquí especial hincapié por ser en este tipo de actividades en las que más se conoce a las personas, viéndose claramente las reacciones de cada cual en estos momentos en los que se carece de las comodidades a las que estamos acostumbrados en la vida diaria.
Pero aún hay una cosa más que hay que llevar y que todavía podría ser más importante que todas las que se acaban de mencionar, que no pesa nada y que muchas veces pasa desapercibida a la hora de hacer bien el equipaje: esta cosa es el BUEN HUMOR, una ayuda muy grande y que no ocupa tampoco sitio. La ruta del Camino Primitivo es larga y durante el recorrido es fácil que se pasen todo tipo de situaciones: en todo momento puede haber pequeños contratiempos a los que es menester estar acostumbrados en estas andanzas y situaciones, pero que no van a mayores si se sabe actuar en positivo. La ayuda y solidaridad entre los peregrinos no debe de echarse a faltar en absolutamente ningún caso. Aunque este consejo habría de servir no solo para el Camino Primitivo sino para todas las vicisitudes de la vida, se hace aquí especial hincapié por ser en este tipo de actividades en las que más se conoce a las personas, viéndose claramente las reacciones de cada cual en estos momentos en los que se carece de las comodidades a las que estamos acostumbrados en la vida diaria.
Es
de obligación reconocer que las más de las veces nos toca, por propia condición
humana, ser esclavos de una de nuestras dimensiones: el tiempo. Por eso vamos a
recomendar emprender esta travesía con ello de sobra, al menos con 15 días y si
se puede algunos más. Unas horas o una jornada completa para visitar un poco
Oviedo/Uviéu, salida del Camino Primitivo y origen de las peregrinaciones, nos
parece fundamental, al igual que para enterarnos bien, "in situ", de
la salida de la ciudad hacia las aldeas cercanas. Lo mismo decimos de Santiago,
o incluso más, pues además de cumplir con la visita al Apóstol hemos de conocer
esta magnífica urbe y... descansar... tomarnos el merecido reposo.
Personalmente recomendaría al menos un par de días.
Xurde
Morán, Xixón, 2013.
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