En la misma Plaza de Alfonso II El Casto, mirando justo de frente a la catedral de Oviedo/Uviéu, comienzo del Camino Primitivo, tenemos la Capilla de la Balesquida, de grandísima tradición romera. Santuario de la Virgen de la Esperanza, que rememora a doña Velasquita Giráldez, en romance asturiano medieval Balesquida. Se trataba de una dama poderosa, de origen franco, memoria de los asentamientos en la ciudad de personas y familias venidas de la actual Francia y centro de Europa, atraídos por la vitalidad del lugar como gran centro de peregrinaciones (Las Reliquias del Salvador), lo que dio lugar a numerosas fiestas y ferias basadas en las célebres romerías. Estos francos acudieron con sus negocios comerciales y se hicieron vecinos plenos de la capital asturiana en poco tiempo. En el año 1232 Velasquita hizo donación en testamento a la cofradía de alfayates o sastres de muchas propiedades y bienes a cambio que estos sufragasen misas en su memoria y por su salvación.
La romería de los cofrades, perfectamente documentada en toda su historia, dio origen a las fiestas de La Balesquida, anunciadas por heraldo a caballo y que culminan con el Martes de Campu, donde se reparte el bollu preñáu de pan relleno de chorizo, así como el vino a los socios de la cofradía, que sigue existiendo en toda su plenitud tras esta laguísima trayectoria histórica. Se sale a los campos y plazas de la ciudad y sus alrededores, o a los bares, restaurantes y sidrerías, a dar cuenta de los manjares de la tierra. Esta afición a las fiestas ha dado nacimiento a esa copla o coletilla que dice: "xente d'Uviéu, tambor y gaita", a la que los ovetenses responden con un "y los d'alredor gaita y tambor". Unas tijeras en la ventana de la esquina hacen referencia a aquel gremio de los xastres o sastres. La capilla tiene otra historia menos alegre, antaño en ella pasaban su última noche los condenados a muerte. Aún así existía algún modo de esquivar la ejecución en el último momento: si lograban saltar desde la mula que les llevaba al cadalso y agarrarse a las cadenas del edificio histórico de la Universidad, se acogían a sus fueros. Este edificio se halla a medio camino entre esta capilla y el Campo San Francisco, lugar de las ejecuciones. Dato de Dolores Medio en su novela Nosotros los Rivero.
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