El Palo es algo más que un puerto de montaña, en estas tierras allandesas del occidente astur, tanto si vamos por la Ruta de los Hospitales (la más antigua) a lo largo de La Sierra de Fonfaraón, como si optamos por subir desde La Puela/Pola de Allande, a lo largo del valle del río Nisón, la dureza de una etapa montañera se ve compensada por unos paisajes inolvidables en los que, allá en el ya no demasiado lejano horizonte, vislumbraremos la cuenca del Navia, el extremo occidental asturiano y, aún más allá, las tierras gallegas de Lugo. Aquí y a 1.147 metros de altitud confluyen las dos variantes
La subida desde La Reigada en el valle del Nisón sube de este a oeste mientras la Ruta de los Hospitales viene del norte por La Marta y La Freita. Ahí se unen las dos opciones, en ese cruce, al lado también de la carretera (AS-14) y no muy lejos de las torres eleéctricas e instalaciones de la central de transformación que aprovecha la energía de los parques eólicos que se extienden por las cumbres.
En primavera y verano abundan los rebaños de caballos...
Al lado del Camino, ya uno, hay una laguna producto de la explotación aurífera de la antigüedad.
Toda la serranía presenta aún las inmensas cicatrices de la minería intensiva del oro, practicada ya en época prerromana e incrementada con nuevas técnicas bajo el dominio del Imperio.
Mucho antes de todo ello civilizaciones pastoriles y trashumantes hicieron en estas cimas la última morada de sus seres queridos, campos de túmulos y dólmenes así como caminos varias veces milenarios.
Otro hospital peregrino lo hubo al bajar, en Montefurao, del que se sabe el hospitalero había de dar grandes voces varias veces durante la noche para orientar a peregrinos, pastores, arrieros, viajeros en general, orientándoles de esta manera por el buen trayecto.
Al atardecer las imágenes de las puestas de sol son igualmente fantásticas, aunque los peregrinos normalmente se las pierden, solo aquellos más intrépidos, dispùestos a dormir unas horas en su saco al llegar a Montefurao, vivirán esta maravillosa experiencia.
No obstante, la proximidad de la carretera comarcal será siempre tranquilizante, como un nexo con la civilización en estos puertos tan bellos como indómitos y normalmente casi solitarios.
Atendamos siempre a hitos y señales.
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