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jueves, 8 de agosto de 2013

EL PUERTO DEL PALO EN ALLANDE: PASO DE LA CUENCA DEL NARCEA A LA CUENCA DEL NAVIA Y DIVISORIA GEOGRÁFICA Y CULTURAL (ASTURIAS)


El Palo es algo más que un puerto de montaña, en estas tierras allandesas del occidente astur, tanto si vamos por la  Ruta de los Hospitales (la más antigua) a lo largo de La Sierra de Fonfaraón, como si optamos por subir desde La Puela/Pola de Allande, a lo largo del valle del río Nisón, la dureza de una etapa montañera se ve compensada por unos paisajes inolvidables en los que, allá en el ya no demasiado lejano horizonte, vislumbraremos la cuenca del Navia, el extremo occidental asturiano y, aún más allá, las tierras gallegas de Lugo. Aquí y a 1.147 metros de altitud confluyen las dos variantes 


La subida desde La Reigada en el valle del Nisón sube de este a oeste mientras la Ruta de los Hospitales viene del norte por La Marta y La Freita. Ahí se unen las dos opciones, en ese cruce, al lado también de la carretera (AS-14) y no muy lejos de las torres eleéctricas e instalaciones de la central de transformación que aprovecha la energía de los parques eólicos que se extienden por las cumbres.


En primavera y verano abundan los rebaños de caballos...


Al lado del Camino, ya uno, hay una laguna producto de la explotación aurífera de la antigüedad.


Toda la serranía presenta aún las inmensas cicatrices de la minería intensiva del oro, practicada ya en época prerromana e incrementada con nuevas técnicas bajo el dominio del Imperio.


Mucho antes de todo ello civilizaciones pastoriles y trashumantes hicieron en estas cimas la última morada de sus seres queridos, campos de túmulos y dólmenes así como caminos varias veces milenarios.


Estamos asimismo ante una importante área cultural, Allande se divide tradicionalmente en dos partes: "El Palo p'acá y El Palo p'al.lá". La primera, guardando todas las posibles cuestiones históricas, fue habitada por astures pésicos y forma parte lingüísticamente del asturiano occidental. La segunda es la de los "llatos" o "gal.legos", hablantes de la fala asturgalaica.


En la ruta de Fonfaraón, el Camino primigenio, existieron nada menos que cuatro hospitales de peregrinos en unos diez kilómetros, lo que da a entender su importancia y su dureza cuando en invierno y aún en primavera temprana, buena parte del tiempo la nieve cubre estas alturas que pasan bien de los 1.000 metros.
 

Otro hospital peregrino lo hubo al bajar, en Montefurao, del que se sabe el hospitalero había de dar grandes voces varias veces durante la noche para orientar a peregrinos, pastores, arrieros, viajeros en general, orientándoles de esta manera por el buen trayecto.


En verano, por las mañanas es usual que aquí arriba haya sol y abajo el valle sea un impresionante mar de indescriptible belleza.


Al atardecer las imágenes de las puestas de sol son igualmente fantásticas, aunque los peregrinos normalmente se las pierden, solo aquellos más intrépidos, dispùestos a dormir unas horas en su saco al llegar a Montefurao, vivirán esta maravillosa experiencia.


Más cuidado hay que tener cuando sube la niebla o cuando el páramo se cubre de nieve, fijándose bien en la senda trillada y las muchas señales que jalonan el recorrido.


No obstante, la proximidad de la carretera comarcal será siempre tranquilizante, como un nexo con la civilización en estos puertos tan bellos como indómitos y normalmente casi solitarios.


Atendamos siempre a hitos y señales.


Hay un viejo refugio al otro lado de la carretera.


El pasiaje es de una belleza sublime que nos acompañará cuando ahora nos ponemos en ruta para empezar la larga pero hermosa bajada a Montefurao, en la zona que era llamada, hasta el siglo XVI, el Cuarto del Camino, parroquias de Llago y Berducedo











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