| La Pereda. A lo lejos La Espina, por donde viene el Camino, junto a La Sierra Bodenaya (al fondo) |
Tras la larga y dura cuesta desde Salas, el peregrino gana la llamada 'meseta de La Espina, concejo de Salas y, una vez atravesada la población, se dirige a las suaves cuestas de la ladera sur de La Sierra la Millariega, también llamada La Sierra Tineo o, simplemente, La Sierra, donde entra en el concejo de Tineo/Tinéu por la parroquia y pueblo de La Pereda o La Preda, en el que existió un hospital de peregrinos documentado desde el siglo XII y que subsistió hasta el siglo XVIII, el cual complementaría los existentes en La Espina, muy cercanos
| La iglesia de Santo Tomás y, a la derecha, la zona donde habría estado el Hospital de Campo |
| La Pereda y su barrio de L'Amiñadoiro, bajo El Monte la Preda, vistos desde La Espina |
También recogido L'Amiadoiro, El historiador Rafael Lorenzo registra asimismo como nombre de este barrio la forma L'Humiadoiro en su libro Tineo en la senda compostelana, cuando dice:
"Las primeras casas que han de encontrarse configuran el barrio del Humilladero, o como también de le conoce "L'Humiadoiro, un grupo de casas que festonean "el camino francés" y que mantiene esta denominación que seguramente trae heredada por la existencia de una Cruz de Piedra, parecida a la que se encontrará en El Pedregal".
"El punto de partida para recorrer LA RUTA INTERIOR DEL CAMINO DE SANTIAGO POR EL CONCEJO DE TINEO, se sitúa ante La Casa'l Cándano en el límite occidental del pueblo de La Espina..."
Seguidamente, hay una explanada de aparcamientos en la que habremos seguir todo de frente
En esta fotografía no hay vehículos aparcados, los cuales pueden tapar las señales jacobeas (fijémonos en las flechas amarillas del guardarraíl a la derecha), que nos indican ir a la derecha, sin salir en ningún momento a la carretera
Un poco más arriba a nuestra izquierda vemos dos casas que, si el mapa del Instituto Geográfico Nacional (ING) no se equivoca, la primera pertenecería al concejo de Salas y la segunda al de Tineo. Fijémonos un poco más arriba en las casas de L'Amiñadoiro, donde acabaremos esta cuesta
A nuestra derecha, prado abajo, la carretera AS-216, una de las que relegó al antiguo Camín Real de Galicia o Camín Francés (llamado a partir de la década de 1990 Camino Primitivo al calor de las nuevas peregrinaciones), a vía pecuaria entre los pueblos de la sierra
A la izquierda, las primeras casas de La Pereda en la carretera. Un poco más adelante y a cierta distancia del Camino de Santiago se encuentra el Bar Casa Capitán, otro popular establecimiento
La pérdida de la -T- llevó a confundir, a veces, derivados de PETRA ‘piedra’ y del plural de pirus, PIRA > pera, por lo que, en determina das ocasiones, resulta sumamente difícil establecer si nos encontra mos ante derivados de una u otra palabra; es éste el caso de los nombres del tipo Perea, Pereda, Perera...
Nos metemos ahora en un trecho un poco más umbrío pero tremendamente bello, donde los árboles comban sus ramas sobre el Camino, formando estas hermosas arquerías vegetales...
El Camino se ensancha y presenta, poco antes del pueblo, las clásicas rodadas en el suelo de tractores y todoterrenos
Luego subimos un poco más a la sombra de árboles, arbustos y matorral. El suelo sigue siendo de tierra con bastante piedra
Vamos saliendo así de otra bella arboleda y la cuesta vuelva a suavizarse en estas fincas de L'Amiadoiro, en La Pereda, "un buen pueblo agrícola y ganadero en el que conviven unas 200 personas habitantes de 55 casas, dos de ellas desocupadas", decía Rafael Lorenzo cuando publicaba su libro en 1993. El Diccionario geográfico de Asturias. Cuidades, Villas y Pueblos, registra, siete años después, 339 habitantes pero no solo en el pueblo, sino en toda la parroquia.
Llegamos a la nave de ganado de Casa Carlos. Observemos a la izquierda el cierre de chantos o chantas, grandes lajas de piedra hincadas que separan el Camino de las fincas, sistema que iremos viendo más frecuentemente según avancemos hacia occidente
Como hemos dicho, la cuesta se va acabando al llegar a Casa Carlos, al menos de momento y durante unos metros
"El problema etimológico estribaría ahora en saber si todos estos nombres de lugar son derivados del lat. SP¯INAM ‘arbusto espinoso’ (EM), o de su variante masculina SP¯INUM ‘espino negro’ (EM), o si, por el contrario, en algún caso, nos encontramos ante auténticas metáforas que se aplican a ciertas elevaciones del terreno por su semejanza con el espinazo animal".
"En La Pereda se toma el camino de La Calea, el cual nos lleva hacia el gran enclave de La Espina, en cuyo punto, cuando los antiguos peregrinos veían crudo el tiempo que tenían hacia el puerto del Palo, se iban hacia los valles costeros, bien por los caminos de Las Ventas y Los Vaqueiros, o bien por otro hito como es San Salvador de Brañalonga, y por cuyos entornos desfilaba la vía romana de Lucus Asturum. Parece ser que esta vía iba paralela a la norteña sierra de Tineo, dejando de lado el poblamiento de Tineo, al que le faltaban unos lustros para ser Pola y crear su propia red caminera.Toda esta zona, aunque no se tome en consideración, ha sido parte y arte en lo relativo a la presencia de las mitras ovetense y compostelana en la instalación de hospitales, pues aquí ambas instituciones tuvieron propiedades, lo cual debía ser rentable a tenor de los pagos por su explotación. Por ejemplo tenemos a los gestores de un equipamiento hospitalero de La Espina que dependía de Santiago, a cuyo señor arzobispo, en el año 1268, e le entregaban a cambio de la gestión del hospital "cuatro bueyes" cada año.Por otro lado, el hospital de Pedro Apóstol, dependiente de la mitra de Oviedo, habría sido fundado por el inquisidor general Fernando Valdés Salas, que a su vez puso a funcionar otros hospitales en otras localidades asturianas. Hay que indicar que los albergues de La Espina convivieron a su vez con una malatería dedicada a Ntra. Señora de Bazar, ubicada cerca de la iglesia parroquial. Eso es lo que nos dicen algunos autores, pero según Vicente José González García , La Espina llegó a contar con cinco hospitales. Uno de ellos fue el de San Lázaro. situado al suroeste de La Espina, que además tuvo capilla y se dedicó a la "beneficencia para peregrinos y transeúntes acosados por los temporales".
"Sobre el hospital de leprosos de San Lázaro de la Espina hay referencias documentales que se remontan al año 1224, en tiempos del rey Alfonso IX. Este mismo monarca en su visita al concejo de Tineo y con la fecha concreta del 30 de septiembre de 1229 firma un privilegio que exime de cargas y tributos a la Malatería "de Nuestra Señora del Bazar", un privilegio que luego sería ratificado por sus sucesores en la corona hasta el reinado de Carlos I.Durante toda la Edad Media La Espina formó parte territorial de Tineo. En el siglo XVI ya aparece como integrante de Salas.En 1761, las tierras de La Espina pertenecían en casi su totalidad a la Malatería del Bazar; así lo reconoce Paulino Lorences, de Salas:"Los ingresos de la Malatería eran numerosos, los leprosos podían pedir limosna por los concejos de Salas, Tineo y Valdés, uno de los ingresos más originales era el de "foias" el cual consistía en que los familiares de cualquier difunto de la comarca tenían que pagar a a malatería una hemina (18 litros) de mijo por "cuerpo mayor que se muere", pero los mayores ingresos eran las donaciones de tierras que hacían sobre todo los leprosos para poder ingresas en la malatería".Por este tiempo del siglo XVIII, tenía Capellán propio y rentaba 30 fanegas de pan y la caridad.A mediados del siglo XIX Pascual Madoz hace referencia a ella en su "Diccionario...":"... llamada de San Lázaro con casa de beneficencia para peregrinos y transeúntes acosados en los temporales".
"Los últimos enfermos que ingresaron en El Bazar fueron Ana Altares de Posadorio y Dominga Fernández de Bodenaya, quienes debían de pagar por su ingreso 10 ducados anuales.No se sabe en concreto cuándo desapareció, debe de pensarse en los finales del siglo pasado o principios de éste. Hoy solamente queda el nombre del solar donde se cree que estaba ubicada, pues existe la finca denominada "El Prado de La Malatería", también conocido como "La Mantería", donde se encontraban las últimas casas de la Espina en dirección a Tineo.Este prado se extiende a la izquierda de la carretera AS-16, tras el establecimiento comercial Casa Emilio y frente a Casa'l Cándano, donde precisamente discurre el camino francés en dirección a La Pereda."
"Aunque no se conoce con exactitud el lugar de su ubicación, "en la parte Oeste de La Espina" que aseguran algunos vecinos, ocupaba las tierras de La Molina donde hoy existe la tejera o cerámica. Se sabe que fue éste un Hospital de los llamados "particulares" por pertenecer a la CASA DE SALAS desde su fundación por el hijo más preclaro de esta hidalga familia. Estaba regentado por un mayordomo de esta casa, quien se encargaba de recibir y dar visto bueno a los enfermos que pretendían ingresar en él, previo pago de diez ducados, una vaca o una renta anual en celemines de trigo, tras pasar el reconocimiento médico de un cirujano.Ha de suponerse por estos datos que no sólo albergaría a peregrinos compostelanos, sobre todo en los siglos que sucedieron a su fundación, dada la decadencia del peregrinaje hacia Santiago, sino personas del contorno que buscaban este lugar para sanar de la pelagia o apartarse de la población con menos males.El último ingreso se realizó en el año 1761, y los habitantes del mismo no superaban la docena de personas, quienes tenían la obligación de permanecer recluidos en el Hospital de peregrinos sin tomar contacto con el resto de la gente, aunque también es sabido que solían mendigar por sus aledaños.Pascual Madoz hace mención de un Hospital de peregrinos en La Espina que dejaba de cumplir sus funciones como tal en tiempos de Godoy"
La Espina pasó de ser una braña (Rodríguez Muñoz: 2000) de vaqueiros de alzada, con trashumancia preferente a Somiedo, a ser un pueblo de población fija. Acevedo y Huelves (1915) también se refiere a La Espina como uno de los asentamientos vaqueiros que fueron perdiendo su carácter trashumante y que se sedentarizaron. La historiadora Nuria González Alonso (2012) también cita como parroquia vaqueira en su momento la de Santa Marina de Bodenaya, compuesta por las localidades de Bodenaya, Brañemeana, Cotariello, El Carámbano, El Castro, El Couz, La Cuerva, Las Palmeras, Las Regueras del Medio, Las Rubias, Porciles de Arriba y Porciles de Abajo. Y que en las parroquias de Santa María de Ardesaldo y Santa Marina de Bodenaya destacan en el periodo 1700-1820 los apellidos vaqueiros De Castro, Del Oso, Presol y Rubio. Los cuales también se repiten en las Respuestas Generales al Catastro de Ensenada como vaqueiros que se dedicaban a las labores de arriería y trajinería, dos de las ocupaciones características de este grupo social. Así, por ejemplo, ‘Juan del Oso, que se industria con dos caballerías, en portes, comprar granos y sal en una parte y vender en otra y le regulan al año de utilidad doscientos reales. Que Pedro Presol trafica en paños bastos, estameñas, bayetas y otras cosas de buhonería y le regulan por estrato trescientos reales al año...’.
"El final de las rutas de diligencias llegó entre 1890 y 1915 con la inauguración del servicio de autobuses. La vida de las posadas asturianas de antaño era pintoresca, aunque algunas veces pobre e incómoda. Ventero ladino, pero servicial, mozas generosas en lo suyo, mozos de paja y cebada llenos de marrullerías: todos pendientes siempre de la propina; tipos que han sido muchas veces citados en una literatura de costumbrismo convencional, que no siempre respondía a las realidades. Arrieros y viandantes del común se amontonaban en las amplias cocinas de inmenso lar (llar y char, en asturiano), donde en los escaños , mesas y banquetas toscamente labrados , los "tayuelos" , tenían lugar animadas tertulias en las que se cambiaban noticias nuevas o se recitaban , una vez más, viejas leyendas y romances.
Animación al alba
Se dormía generalmente en las cuadras y cocinas, entre montones de heno y sacos de paja y cebada; unos candiles iluminaban la escena y a veces se apagaban para facilitar un episodio erótico entre el viajero galán o dadivoso y la moza servicial, como la Maritornes cervantina. Muchas comidas se hacían en común, cada uno con su cuchara de palo sacando directamente con ella la vianda de la olla donde había sido guisada. Sólo algunas posadas de los caminos reales importantes tenían habitaciones con camas completas arregladas; eran para los viajeros ricos que montaban caballo propio y llevaban también criado o criados ecuestres. En el lar barboteaban los grandes calderos colgados de la gramallera o se freían las truchas o la magra (Carnes), en amplias sartenes de asas, sobre los tréboles. De escarpias fijadas en la pared se colgaban mantas, capotes, escopetas, espadas y trabucos. En algún rincón sobre humilde mesa, se podía jugar a las cartas y generalmente los jugadores daban grandes puñetazos sobre el tablero al sacar los triunfos.
La vida de las posadas se animaba singularmente al atardecer y al alba. A esa hora proseguía el viaje de la recua bajo el sol ardiente o entre la niebla lechosa o la lluvia insistente y monocorde. Todos se cubrían con sus capotes de capucha, arrebujándose en sus mantas o bajo los lienzos encerrados; algunos, ya en los últimos tiempos desenfundaban gigantescos paraguas de telas chillonas, rojas o amarillas. En determinadas épocas de guerras civiles y trastornos o en lugares donde se sabía que operaban bandoleros, las gentes iban con temor y recelo, y los valientes acariciaban los trabucos, escopetas o pistolas de arzón. Pero no eran frecuentes los asaltos a recuas numerosas, pues los bandoleros solían rehuir los posibles combates. Por eso, en esas circunstancias, los viajeros y arrieros solían esperarse unos a otros y unir sus recuas y caballerías, formando caravanas a veces de más de cien personas y animales; ello daba seguridad al camino, pero aumentaba las incomodidades de la posada, adonde entraba de repente tal multitud.
Durante las guerras civiles, los carlistas dominaban generalmente los campos despoblados y aldeas; y los liberales, las ciudades y villas. A lo largo del viaje podían surgir en cualquier recodo las boinas de los voluntarios del Rey o los morriones de los soldados de la Reina. Había que sonreírles a unos y a otros, en el camino, estar a bien con todos, pues un mal entendido exponía a graves riesgos tanto en mano de partidarios de la Tradición como en las de los defensores del liberalismo . En la primera guerra (1833-1844) se contaron algunas represalias, pero generalmente ni carlistas ni liberales causaban daño o molestias a los viajeros, limitándose a identificarlos por si entre ellos iba algún personaje o correo del bando contrario. La recua fue el único medio de viajar a Asturias durante siglos. Las últimas grandes recuas llegaron hasta mediados del siglo XIX, La época de su mayor importancia y animación son las tres centurias que van desde Carlos I a Isabel II. En el reinado de ésta fue cuando se instauró un nuevo modo de viajar; las modernas diligencias de línea regular. Pero eso ya es otra historia.
Viajes, portes y precios
Los arrieros llevaban y traían toda clase de mercancías, pero los productos típicos eran el pescado, con exportación y el vino y el aceite de oliva, como importación; artículos que en Asturias alcanzaban altos precios hasta que , a finales del siglo XVIII, se importaron regularmente por mar desde levante y Andalucía , distribuyéndose al interior desde los puertos de Gijón, Avilés o Luarca. Las recuas que salían desde Oviedo por las rutas de Pajares y Peñaflor y la Mesa o las del Occidente , que iban de Luarca y Cangas por Leitariegos, solían contar de diez a veinte y hasta más machos o acémilas que llevaban y traían bultos de encargos o constataban sus caballerías a los pasajeros . A estas recuas se les solían unir otros viajeros para caminar juntos, con mayor amparo y pasar el viaje más entretenidos.
Los viajes a Madrid desde Oviedo solían tardar diez a quince días, según la estación y las circunstancias; los que iban de Luarca a Oviedo por la Espina empleaban de veinticuatro a treinta horas para recorrer los noventa kilómetros de distancia, pues el antiguo camino real era más directo que la moderna carretera. En los viajes a Madrid solían parar un día entero de descanso en León y Valladolid. El precio del transporte resultaba caro. La "carga completa de un macho" (unos ochenta kilos) venia a salir de doce a catorce reales diarios, es decir que el porte de Asturias a la capital de España costaba entre ciento cincuenta y doscientos reales, por tanto, a unos dos reales Kilo, cantidad muy alga para la economía de época, por lo cual sólo se utilizaba este medio de porte en mercancías menudas o finas. Se conservan facturas o notas por cajones de libros u otros encargos a Madrid. Si se trataba de un viajero, el porte venia a salir poco más o menos lo mismo, pero los gastos de alimentación, cama en las posadas, etcétera eran por cuenta del pasajero. Todos los arrieros disponían de lienzos encerados para que viajeros y mercancías pudieran caminar resguardados de la lluvia.
Los arrieros, al menos los que tenían recua propia, que eran la inmensa mayoría, ganaban buen dinero y solían ser rumbosos en las ventas y mesones, comiendo buenas tajadas, bebiendo los mejores vinos y disfrutando de la alegre compañía de complacientes mozas. En cambio, casi nunca dormían en cama; usaban por alcoba pajares y cocinas y por colchón montones de heno o sacos de paja. Al mediar el siglo XIX, los arrieros de Luarca y zona de occidental de Asturias solían tener su sede en Madrid, en la posada de la Madera, sita en la plaza de la Cebada, numero 12. En Oviedo eran importantes centros de arriería, la posada de la Colasa, en el campo de la Lana, y las de la Capitana y Agustín en la Puerta Nueva. En Luarca, el punto de partida de las recuas eran la plazoleta de Crucero, en la orilla del rio Negro, frente a la gran posada de Cuerdas. De ahí salían las recuas, por lo menos desde mediados del siglo XVIII hasta que el establecimiento de la diligencia en 1864 vio a disminuir estos servicios. De esta posada de Cuerdas habla muy elogiosamente Gerorge Borrow, o sea " Jorgito el Ingles" que pernocto en ella en 1836 "" Encontramos en Luarca una Posada grande y cómoda."
En cuanto a la mítica 'ciudad maldita de Remolero', contaba su historia el economista Joaquín Lorences, nacido en Bodenaya y criado en La Espina, al periodista Marcos Palicio en El paraíso es alto y plano, artículo para la serie Asturias. Viejas y nuevas polas, también de La Nueva España:
"... a ese niño que vive en la casa del número treinta, a la entrada de La Espina según se asciende desde Salas, le impresiona sobre todo la leyenda de los Muelles de La Molina. Estuvieron cerca de Peñausén, en lo que hoy es charca y antes «un embalse del que se captaba agua para las explotaciones auríferas de la zona de Ovanes a través de tres canalizaciones cuyos restos son todavía visibles». Esa es la historia, pero el niño va a preferir el cuento que dice que aquí se asentaba, según la leyenda, la ciudad maldita de Remolero, erigida sobre el agua y desaparecida debajo de ella cuando fue condenada «porque sus habitantes no quisieron dar auxilio a unos peregrinos». «Los viejos decían que una gran viga de cierno, el corazón del roble, todavía se veía emerger cuando llovía mucho y el fondo de la charca se reblandecía».
Aquel pueblo daba mucho de sí para palpar la historia, rememora Lorences, también los restos del «Camino primitivo» que llevó a Alfonso II a Compostela o los ya invisibles de la leprosería que La Espina tenía en el barrio de La Malatería, casi en la salida en dirección a Tineo, y que gestionaba la Casa de Alba «bajo la advocación de Nuestra Señora de Bazar». A aquella pandilla infantil, Joaquín con Ángel y Alfredo -sobrinos de Ángel González-, Enrique, Toni, Angelín y Pepe Luis, «nos asustaba el riesgo de caer leprosos; nos entusiasmaba sentirnos identificados con ese pasado tan importante y nos impresionaba aquella penillanura que se derretía en cinco grandes ríos» que iban a caer a diferentes vertientes. Por estas sierras se localiza el nacimiento del Esva, en la sierra de Bodenaya están las fuentes del Nonaya, brota el río Casandresín, luego San Vicente, y en La Molina el Lleirosu. Y el joven Joaquín va con su padre, que fabrica mantequillas en La Espina, a pescar truchas al Esva y después las lleva en cubos, en moto, a «echarlas vivas a las fuentes del Nonaya».
Enlazamos con otro camino, también asfaltado, que comunica L'Amiñadorio con la carretera AS-216 y seguimos a la derecha, como indica el mojón que tenemos un poco más adelante, pegado a una muria
Este barrio ya aparece citado, dice Rafa Lorenzo, en una escritura de 1753 relativa a la fundación de la capilla de San Bartolomé dentro de la iglesia de la vecina parroquia de El Pedregal, en la que se menciona al vecino Alonso García, de este lugar
El mojón xacobeo se emplaza más o menos donde estuvo aquel antiguo humilladero que dio nombre al barrio, desde el que contemplamos un admirable paisaje de la meseta de La Espina hasta las montañas del suroccidente, empezando por las del alto Narcea
"La meseta está abruptamente cortada por el río Narcea, que abre una profunda entalladura en las duras cuarcitas y la corta en dos plataformas desiguales, siendo mucho más extensa la occidental, en la que se encuentra La Espina. Hacia el Sur la plataforma casi llega como tal hasta Pola de Allande y por el Norte cae vertiginosa desde La Espina hacia la mar valdesana. Es justamente en el veril norte de la plataforma donde se asienta La Espina y esta singular situación la hace recibir de lleno las humedades que impulsan los frentes cantábricos y ascienden por el empinado talud hasta el refrigerador natural de la alta meseta donde se convierten en cerradas nieblas invernales. O al revés, hasta ella llega en días de verano el mar de nubes que oculta entre la nublina caliente buena parte de la Asturias baja, mientras que las tierras altas son recalentadas por el sol y el aire de Castilla. Otras veces la inversión térmica se da en los días anticiclónicos del invierno, en los que el Sol mata desde primera hora la xelá, mientras que abajo el día se consume entre la niebla y el frío. En fin, La Espina es una posición avanzada en muchos aspectos, desde la que se otean lejanos horizontes, quizás por eso sus habitantes emprendieron antes el proceso de modernización del campo y lo consolidaron con una curiosa diligencia para estas tierras y de una manera muy particular, muy suya".
De La Sierra Bixega, también en Miranda su máxima altura esta en Las Cobertorias (1.117 m), "con una necrópolis megalítica. Los restos de minería romana son visibles a lo largo de su vertiente oeste". Más cerca es la colina de La Sierra Idarga, el extremo más oriental de la de La Curiscada
"Hace medio siglo, tenía más de 250 m² descubiertos, como centro de una turbera típica, con suelo movedizo y falso, que daba lugar a frecuentes pérdidas de animales. Hoy día los esfagnos y las plantas lacustres han cegado casi totalmente la charcha, también denominada del Ojo de la Molina. Muy cerca, a su parte meridional, se conservan los restos del murón o gran murallón de presa levantada por los romanos para retener las aguas destinadas a explotaciones mineras"
"... fue santuario de devoción vecinal venida a menos, cosa que fue aprovechada por un cura párroco para cederla a un vecino y vender la campana, la veleta que superaba el campanil y puede que otros valores de ella para reconstruir la ermita de Valsoredo en la parroquia de Brañalonga.Hasta hace muy pocas fechas, esta capilla de La Pereda fue utilizada por un vecino como almacén de utensilios para la matanza y como gallinero, bajo la autorización del cura. En la actualidad y merced a las gestiones municipales, este accedió a sacar de su interior lo que en ella había, quedando limpia, aunque muy deteriorada, para su posible restauración y uso religioso. Entre las gestiones que desde el Ayuntamiento de Tineo se vienen haciendo está la de devolver la pequeña campana que tiene un lugareño de Valsoredo en su domicilio.La advocación a este Santo Cristo de los Afligidos aún perdura, al menos hasta hace muy pocos años, manifestándose en una de las fiestas del pueblo que se celebra con cierta regularidad anual, en el mes de septiembre. La imagen que procedía de esta capilla se encuentra en la iglesia, en el retablo mayor".
“Una capilla dedicada al Cristo de los Afligidos se estaba utilizando de gallinero y almacén de utensilios de la matanza del cerdo. Había sido cedida a un vecino, hace más de 20 años, después de que el párroco de entonces, José Luis García Bigon, sacase los objetos de valor del santuario que, según parece, data del siglo XV. En 1992 la capilla se ha limpiado y se le ha colocado la antigua puerta. En el interior se conserva el altar de piedra y sobre él se aprecian señales de un pequeño retablo, que se encuentra en paradero desconocido.”
"Del siglo XV, convertida en gallinero hasta su restauración por los tinetenses Amigos del Camino de Santiago, se encuentra en el barrio del "Humilladero" y dos prados próximos llevan los nombres del "Francés" y del "Hospital".
"Los días del verano son agobiantes para los relojes de sol. En cuanto sentimos los primeros rayos del astro solar, comenzamos a reflejar la fina sombra del estilete sobre nuestro cuerpo geométricamente rayado. La sombra debe recorrer con precisión quince grados de circunferencia cada hora. Ni uno más ni uno menos.
Desde mi nacimiento me hallo sobre un muro del patio interior del seminario de Chieri. Todavía recuerdo aquel último día de octubre. Los reverentes saludos de los seminaristas, que regresaban tras los largos meses de vacaciones estivales, resonaban a mis pies. Sus moderadas expresiones hacían juego con el color negro de sus sotanas: el seminario de Chieri siempre procuró formar sacerdotes con una espiritualidad sostenida sobre la sobriedad y el desprecio al bullicio alegre de las gentes sencillas.
El comportamiento de dos seminaristas llamó mi atención. Debían ser nuevos, a juzgar por sus expresiones llenas de vida. Hablaban animadamente, avanzaban a grandes zancadas, gesticulaban y reían… No iba con ellos la rigidez marcada en los rostros de sus compañeros veteranos.
De pronto se detuvieron ante mí. Alzaron la vista y me contemplaron. Uno de ellos, llamado Juan Bosco, leyó en voz alta la frase latina rotulada a mis pies: “Afflictis lentae, céleres gaudentibus horae”. En seguida tradujo: “Las horas transcurren lentas para los tristes; rápidas para los alegres”. Y concluyó: “Estemos siempre alegres y así pasará pronto el tiempo”. Acto seguido las risas de los dos amigos crecieron hasta que varios seminaristas mayores les instaron al silencio.
Durante los seis años siguientes, no transcurrió un solo día sin que los dos jóvenes me dirigieran una mirada cómplice. Yo asumí el compromiso de recordarles la importancia de sembrar los senderos de la existencia con semillas de alegría.
Marqué mis mejores horas cuando supe que aquel joven seminarista, ya sacerdote, trabajaba incansablemente por devolver sonrisas y afectos a los chicos pobres a quienes una vida amarga les había arrebatado todo. Cuando me dijeron que le llamaban “el santo de la alegría”, mis latidos se aceleraron.
Han pasado muchos años. El tiempo hizo estragos en mí, pero me restauraron y sigo en pie. De tanto en tanto me visitan grupos de personas que dicen ser las herederas de aquel seminarista. Pocas se fijan en mí y casi nadie entiende mi inscripción. ¡Cuánto me gustaría gritarles el mensaje de alegría que día a día mostré a Juan Bosco!
Nota: 30 octubre 1835. Don Bosco ingresa en el Seminario de Chieri. Junto con su amigo Guillermo Garigliano descubre bajo el reloj de sol una inscripción que invita a la alegría. (Memorias del Oratorio. Década Segunda. Nº 2). El reloj restaurado se conserva actualmente".
"La Pereda, en Tineo, celebró ayer la fiesta de Santiago Apóstol que organiza la asociación Amigos del Camino de Santiago Astur-Galaico del Interior con la colaboración de los vecinos de la localidad. Este año la fiesta se enmarca dentro del programa de actos de las primeras Jornadas del Camino Primitivo en Tineo que organiza la asociación, con motivo de la celebración de sus 25 años de vida en el pasado mes de noviembre, y los vecinos notaron que hasta la pequeña capilla del Santo Cristo de los Afligidos se acercaron más visitantes de lo que venía siendo habitual en ediciones anteriores.
Los actos comenzaron en la capilla, de donde salió la procesión con las imágenes del Santo Cristo de los Afligidos y de Santiago Apóstol en manos de los vecinos del pueblo, encabezados por la música de la gaita y el tambor, hasta la iglesia parroquial. La celebración religiosa este año fue especial porque estuvo cantada por la Coral de Tineo, que después ofreció un pequeño concierto, y en ella se recordó al párroco Cándido García, fallecido a finales de noviembre.
"Siempre colaboró con nosotros, nos abría el museo de Arte Sacro cuando se lo pedíamos y si necesitábamos la bendición del peregrino, aunque fuese temprano, siempre lo hacía; este es el primer año que él no dice la misa de esta fiesta", explica el presidente de la asociación, Laureano García.
Con fotografías también recordaron la veintena de años que lleva realizándose esta celebración. Una exposición en la escuela del pueblo rememora cómo comenzó todo, con la recuperación por parte de la asociación de la ermita situada en pleno paso del Camino de Santiago y que estaba siendo utilizada como gallinero. También muestra ediciones pasadas de la fiesta y algunos objetos relacionados con el Camino, como el traje típico de peregrino, una estatua del apóstol o un pirograbado de la capilla.
Los vecinos participan activamente de la jornada; de hecho, son los encargados de preparar un pincheo para todos los asistentes a la celebración que clausura los actos del día de Santiago en la Pereda y se muestran encantados con que la fiesta continúe".
"El R. D. Fernando el 2º de León en una donación que comienza: Catholicorum Regnum et sapeda loca: da a Corias y al Abad Pelayo los bienes realengo que tenía en el concejo de Tineo y en La Pereda, deslindando, reinando en León, Galicia y Extremadura".
A la izquierda de la capilla del Santo Cristo de los Afligidos el Camino, ahora pista de hormigón, sube recto y directo hacia el barrio de Reconco. Aquí al lado y al empezar la cuesta, detrás de las hortensias y a la sombra de un arbusto, una mesa con bancos de madera ofrece un buen rincón para el solaz del caminante
Un mojón caminero, al lado de un poste telefónico con otras dos flechas amarillas, confirma que esta es la dirección a seguir, ganando altura rápidamente
Nos cruzamos con el camino que comunica la iglesia con el barrio de La Calea d'Arriba y nosotros seguimos de frente, subiendo sin parar en dirección a aquellas casas que vemos prado arriba
Algunas viejas casas abandonadas siguen mostrando sus trazas antiguas, aunque no pocas desmoronándose, tal que esta a nuestra derecha, más allá de la huerta de berzas, junto a cuyas ruinas, comidas por la vegetación, vamos a pasar ahora
En este lugar, justo antes del albergue, podemos hacer un alto para contemplar el paisaje...
"Se extiende con más de mil hectáreas uniéndose por la parte occidental con el catalogado monte de Curiscada y Cetrales, abarcando una amplia superficie de suave topografía, aunque no exenta de barrancadas, crestones rocosos y pequeñas elevaciones. Está atravesado por la carretera AS-216, y en su interior se ubican un polígono industrial, un aeródromo para uso contra incendios, varios restos de túmulos funerarios, reliquias de antiguas canalizaciones de aguas para explotaciones mineras de los romanos, y un excelente actual aprovechamiento de sus pastos para fenómeno de la cabaña local. Su altura oscila entre los 500 y poco más de los 700 m"
Aquí se acaba la cuesta y empieza el asfalto en un camino que seguiremos a la izquierda, salvo que pernoctemos en el Albergue El Minero, que tenemos de frente
A la entrada, se han instalado unos palés pintados de azul, formando asientos para sentarnos a descansar, socializando con otros peregrinos
El mismo minero hace unos años, con su camisa pintada de azul
En la fachada, otra bella composición, esta con conchas
El Camino es llano y asfaltado cuando pasamos al barrio de Reconco por Casa Indalecio. Al fondo, por las laderas del Monte la Preda y Las Ourales, sigue el Camino en dirección a El Pedregal por L'Espín y Bedures
A nuestra derecha, los tejados de las casas del Camino hacia la iglesia y, algo más lejos, las últimas casas de La Pereda, en la AS-216, con La Curiscada al fondo y, por el medio, la bellísima campiña de la meseta, que se extiende hacia la vecina parroquia de El Pedregal
"El rey Fernando II en la era de 1216, dio a este Monasterio un término en la parroquia de La Pereda y los abades fundaron por el alma de este rey este hospital".
De los Alto de La Pereda dice por su parte la Enciclopedia del paisaje de Asturias que es una "Loma de 946 m de altitud, situada al oeste del pueblo de La Pereda y parroquia del mismo nombre. Forma como el extremo nororiental de la sierra de Tineo".
A nuestra derecha, La Calea d'Arriba, con sus caserías, quintanas, cuadras, hórreos, naves de ganado...
Y a nuestra izquierda, los paisajes de la gran llanura de la meseta de La Espina, de la que en su momento alguien dijo que era como la castellana, solamente que con las altas sierras del Narcea al fondo
Quizás también más verde y con más arbolado, aunque en verano los prados agostados la hacen más parecida aún a los páramos leoneses al otro lado de la Cordillera. Vemos ahora asomar un poco La Sierra Calabazos (a la derecha de la foto) sobre La Sierra Idarga, pero lo que sin duda más predomina es La Sierra Bixega con sus eólicos y su línea de cumbres que, de izquierda a derecha, son El Colláu los Fitos (897 m), El Colláu Cimeiru (881 m), El Picu Caunéu (1.087 m), Picos Prietos (1.056 m), Las Cobertorias (1.116 m) y El Picu la Bobia (1.059 m) -las alturas varían según las fuentes consultadas-
Casa Indalecio es un verdadero mirador sobre el pueblo y la parroquia, como lo es todo este tramo de Camino y como lo va a ser el para nosotros bello trayecto hacia la capital del concejo, a unos diez kilómetros de aquí, es decir, entre dos a tres horas de camino según el paso pues, como dice Víctor Guerra en su libro Los caminos a la catedral de Oviedo:
"Verán que las etapas carecen de tiempos, pues soy de la opinión de que cada uno tiene su propio ritmo, y no es lo mismo detenerse a cada instante que caminar de un tirón. En la guía propongo una distancia y un desnivel, y será cada uno quien delimite el tiempo de realización de las etapas, aunque por lo general se parte de un promedio aproximado de unos 4 km/h. El plan final es disfrutar de los caminos, del paisaje y del paisanaje con calma y tranquilidad".
La mayor parte de los hórreos y paneras están sobre bodega, estancia, a veces bastante grande, que puede tener múltiples usos según las necesidades de cada casería, almacén de aperos, de maquinaria, cuadra, gallinero, pocilga, conejera, taller, garaje, incluso vivienda
El asfalto terminará cuando salgamos del pueblo y nos adentremos en los bosques de La Sierra, con sus magníficas vistas, un paisaje del que dice Víctor Guerra:
"Aquí, en los recorridos astures, vale más ser constante en el caminar y alimentarse bien, y disfrutar del entorno, que andar a todo correr detrás de una cama, pues el gran atractivo es el potente entorno que la naturaleza asturiana y la mano del hombre nos brindan a cada paso, y ya les digo de antemano que merece la pena hacerlo con calma, y como decía un viejo filósofo: "Ver es sentir con los ojos"
De todas maneras, bien es verdad que, de unos años a esta parte, la afluencia de gente en el Camino Primitivo, al menos en los alojamientos, hace que, durante buena parte del año, a veces desde abril a noviembre, la preocupación por conseguir una cama o litera nos mueva a prisas y carreras o a programar las etapas de antemano, reservando plaza previamente, a veces con bastante antelación, lo que nos da tranquilidad pero a veces no se llega a tiempo en la hora programada o se llega demasiado pronto, acabando con cierta áurea de aventura que tiene, o tenía el Camino, según encuentros, gustos, cansancio, clima, visitas a lugares o cualquier tipo de vicisitudes
Seguimos comprobando que parte de las construcciones del pueblo, hórreos y casas, tienen tejados de teja roja, y otra parte de pizarra, atentos a esta verdadera 'transición de paisajes', pues la gran veta geológica pizarrosa empieza a predominar aquí y continuará como hemos dicho hasta casi llegar al final de la provincia de Lugo. Por lo tanto, los tejados negros u oscuros de pizarra o de l.lousa (pronunciado "tsousa"), van a ser la característica del paisaje y la arquitectura locales
Con un hermoso y largo corredor saliente orientado al sur, al sol, otra gran atalaya del paisaje. A su derecha un hórreo, también con corredor, sobre bodega
Casa Marrón es una de las 69 viviendas del pueblo de La Pereda o La Preda y de las 119 que tiene toda su parroquia, con sus barrios y lugares
Nos acercamos ya al último núcleo de casas del pueblo siguiendo el Camino, bajo las alturas de La Sierra con El Monte la Preda y Las Ourales, un topónimo que acaso tenga que ver con el oro astur, tan codiciado por Roma, veta aurífera a la que ya entrábamos por el concejo de Salas, en concreto por Zorrina, cerca de las minas de Ablaneda-Godán y que, aquí, también están presentes en La Charca la Molina, a la que nos hemos referido ya varias veces
No suele haber más tráfico que el de los pocos residentes en esta zona pero dada la estrechez, si viene un coche, no digamos un tractor, hay que arrimarse bien a la pared de la casa en este tramo
Esta foto es de 2.013, donde se ve su suelo de losas, el lavadero y, al fondo, el caño de la fuente. Arriba en cambio el tejado está cubierto de hiedra, por lo que vemos se debe de limpiar periódicamente
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Y también otros enseres de la casería. Como hemos dicho las labores agropecuarias son las predominantes en estas aldeas tinetenses, frente a los usos residenciales predominantes hoy día en otros lugares
Aquí tenemos una vivienda más tipo chalet; la cuesta va a ir acabando en este trecho, saliendo ya del pueblo...
Mucha atención al acabar la subida: el camino hormigonado sigue, haciendo una curva a la derecha, pero nosotros lo vamos a dejar en este lugar, yendo todo de frente...
Y de frente nos vamos a encontrar dos ramales, el que sube y el que baja: nosotros tomaremos el de la izquierda, el que baja (atención, pues a veces se aparcan aquí en este rellano vehículos y remolques y no verlo)
Más vacas frisonas, a nuestro paso. Es también llamada vaca holstein o holstein-frisona por su procedencia "la región frisiosajona (Baja Sajonia y Schleswig-Holstein en Alemania, Frisia y Holanda Septentrional en los Países Bajos), que se destaca por su alta producción de leche, carne y su buena adaptabilidad", leemos en Wikipedia y, según la ficha del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación su introducción en España empieza en 1926, existiendo dos fases:
"A lo largo de la historia de la Raza Frisona en España, se pueden establecer dos épocas: el período europeizante y holsteinización. Hasta 1965 todas las importaciones de efectivos de hembras de esta raza se habían realizado de Holanda. En aquel tiempo, y debido precisamente a estas importaciones, predomina el morfotipo llamado en nuestro país "línea europea", y a partir de las importaciones de USA y Canadá la tendencia del mercado se fue inclinando hacía un mayor predominio en la demanda de sangre Holstein o "tipo americano".
"Cerca del año 100 a. C., un grupo desplazado de personas de Hesse, en el centro-oeste de la actual Alemania, emigró con su ganado a las costas del Mar del Norte, cerca de la tribu de los frisones, ocupando la isla de Batavia, ubicada entre los ríos Rin, Mosa y Waal. Los registros históricos sugieren que este ganado era negro, y que el ganado frisón de esta época era "blanco puro y de color claro". Es posible que el mestizaje haya dado lugar a la fundación de la actual raza holstein-frisona, ya que el ganado de estas dos tribus de entonces se describe de forma idéntica en los registros históricos.
La parte del país que bordea el Mar del Norte, llamada Frisia, estaba situada en las actuales provincias de Holanda Septentrional, Frisia y Groninga, y en Alemania hasta el río Ems. El pueblo era conocido por el cuidado y la cría de ganado. Los frisones, que preferían el pastoreo a la guerra, pagaban un impuesto de pieles y cuernos de buey al gobierno romano, mientras que los bátavos proporcionaban soldados y oficiales al ejército romano; éstos lucharon con éxito en las distintas guerras romanas. Los frisones criaron la misma cepa de ganado sin adulterar durante dos mil años, salvo por circunstancias accidentales. En 1282, las inundaciones produjeron el Zuiderzee, una gran masa de agua que tuvo el efecto de separar a los ganaderos de los actuales frisones en dos grupos. El grupo occidental ocupaba Frisia occidental, que ahora forma parte de la provincia de Holanda Septentrional, mientras que el oriental ocupaba las actuales provincias de Frisia y Groninga, también en los Países Bajos.
Las ricas tierras de los pólderes de los Países Bajos son insuperables para la producción de hierba, ganado y productos lácteos. Entre los siglos XIII y XVI, la producción de mantequilla y queso era enorme. Los registros históricos describen ganado vacuno pesado, que pesaba de 2600 a 3000 libras cada uno.
Los criadores tenían como objetivo producir la mayor cantidad posible de leche y carne de vacuno a partir del mismo animal. La selección, la cría y la alimentación se llevaron a cabo con gran éxito. No se toleraba la endogamia y nunca surgieron familias (distintas), aunque las diferencias de suelo en las distintas localidades producían tamaños y variaciones diferentes.
Un informe de Corporate Watch sobre la agricultura distópica citaba un estudio de 2004 del Journal of Dairy Science en el que se identificaba que entre el 96 % y el 98 % de las holstein del Reino Unido tenían algún grado de consanguinidad, en comparación con alrededor del 50 % en 1990. En general, la tasa de endogamia en el Reino Unido ha aumentado considerablemente desde 1990".
Hermosas plantas silvestres, 'dedaleras' (Crisalium purpurea), crecen en la vereda, junto a la alambrada de la finca en la que pastan las frisonas. En castellano se las llama también 'digitales', ambos nombres por su forma de dedo, mientras que en Asturias son estallos y otros nombres
Su intenso color púrpura las hace destacar sobre las gamas de verdes y marrones del agro asturiano
Aquellas pequeñas caserías familiares con unas pocas para vacas han desaparecido por ya no ser rentables; en su lugar, los ganaderos que quedan, bastantes en este concejo, se han tenido que especializar con la ganadería industrial, grandes naves capaces de albergar decenas de reses, a veces cientos...
Es el de la casería un trabajo muy duro y muy sujeto y sensible a vicisitudes sanitarias y económicas, desde las enfermedades periódicas del ganado, incluso epidemias, a las fluctuaciones de los precios del mercado, las negociaciones con las industrias lácteas, las disposiciones institucionales, etc. No siendo algo tan bucólico como pudiera parecer al caminante que admira ensimismado este paisaje idílico
Paisajes de La Veiga y Los Campos hacia La Molina, Las Muel.les o Mueches, Las L.lamas (de llama, 'barrizal') y otros parajes de la meseta de La Espina que se ofrecen espléndidos ante nuestros ojos
Al sur, hasta las colinas tienden a aplanarse, formando suaves lomas, pero en la lejanía, las sierras de Calabazos, Carrales y Courío señalan las grandes formaciones montañosas que se extienden al sur, hacia los puertos de la Cordillera, cerrando los estrechos valles del río Narcea y sus afluentes, formando ancestrales pasos naturales, tanto por los valles como, casi siempre más antiguos, por las cresterías de los cordales
Y allí, en el formidable murallón que es La Sierra Bixega, su cota cimera, La Cobertoria, guarda en su nombre la memoria de las más antiguas civilizaciones pastoriles del Neolítico, que pululaban, posiblemente trashumando como los vaqueiros, por todos esos emblemáticos montes del suroccidente astur; y es que cobertoria, nombre bastante común en la toponimia asturiana, hace referencia a la gran piedra que cerraba por encima la gran cámara sepulcral de sus túmulos, necrópolis funerarias en las que inhumaban a sus seres queridos, como la allí existente
"... escuchamos la voz de los vaqueros y vaqueras: afirman convencidos que los pastos bajo la peña dan una leche especial para la manteiga. También cabrían otras raíces deformadas por la interpretación popular.Pena Manteiga se levanta sobre unas brañas altas sobre buenos pastos, con yerbas fuertes sobre tupidas praderas, que producen una leche manteigosa, a poco de subir las vacas en verano. Cuentas los vaqueros que, cuando bajan leche de la braña en las butías, al llegar a casa, ya llega en parte mazada: con abundantes gorotsos de manteiga; sólo hay que axuntala ya.Pena Manteiga es ula peña sobre el puerto entre Cigüedres y Alceo (Belmonte de Miranda); una sierra sobre cvamperas alargadas, que culminan en el Picu l'Urru".
Hemos salido del pueblo de La Pereda pero no de su parroquia, que continuará, al otro lado de esta colina, por L'Espín, Bedures, L'Argumón y La Millariega o La Miariega, paso a la de El Pedregal haciendo camino...
Una flecha amarilla acá y allá ayuda a saber que seguimos por el itinerario correcto y que no nos hemos despistado en ninguna encrucijada
Lo que para nosotros hoy en día no deja de ser una excursión más o menos larga constituía para los peregrinos de antaño todo un desafío y a veces hasta un suplicio, incluso para los que, sobre todo a partir del siglo XVIII, se lanzaban más en pos de la aventura que por otras cuestiones. Se solía tomar como una mortificación, expuestos a mil peligros, sobre todo enfermedades contraídas por pestes, epidemias, inclemencias del tiempo, mal comer, etc., y también a merced de pícaros, bandoleros y de las iras populares, a veces entre los propios peregrinos. De ahí la importancia, y abundancia, de hospitales de auxilio y acogida en tramos como este
Y aquí estamos ante un toro y una vacas roxa, raza autóctona astur, la asturiana de los valles o carreña, la cual se exportó también con éxito pues "existen rebaños en prácticamente todas las comunidades autónomas españolas siendo su principal zona de cría la Cornisa Cantábrica (Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco)", recogemos nuevamente en Wikipedia. Las vacas pueden llegar a entre 600 a 700 kg de peso mientras que los toros alcanzan a veces los 1.200 kg., algo más de media por lo tanto que en la raza frisona:
"Pertenece al Tronco Cantábrico (perfil cóncavo y capa castaña) de los bovinos autóctonos españoles. Tradicionalmente aprovechada por su triple aptitud leche-carne-trabajo, sufrió un grave retroceso con la llegada de razas lecheras especializadas, principalmente la frisona y la parda alpina. Sin embargo a finales de la década de 1970 distintas circunstancias económicas, sociales y laborales, produjeron un cambio a favor de la raza. Hoy en día presenta el mayor censo de todas las razas autóctonas. Los esfuerzos que lleva realizando desde 1981 la Asociación Española de Criadores de Ganado Vacuno Selecto de Raza Asturiana de los Valles (ASEAVA), en cooperación con distintas administraciones, ha posicionado a esta raza en la vanguardia de la ganadería española".
Es básicamente una raza de carne que, como curiosidad, tienen las patas traseras unos 60 cm más altas que las delanteras, resultado de su adaptación a la orografía montañosa de Asturias. En la ficha ministerial correspondiente se nos ofrecen estas descripciones de la raza:
"Pertenece al tronco castaño y su origen es europeo, posiblemente fue introducida con las invasiones celtas. Siempre tuvo una notable presencia en todo el territorio astur-leonés hasta mediados del siglo XX en donde, con la introducción masiva de razas extranjeras, se redujeron los censos hasta prácticamente su desaparición. A principios de los años 80 del siglo XX se comienza la recuperación y mejora de la raza y se crea la Asociación de criadores. En los años 90 del siglo XX se produce una gran recuperación de los censos y comienza la expansión hacia otras regiones españolas.
La principal zona de cría es la Cornisa Cantábrica (Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco), si bien tiene una notable presencia en Castilla y León y Extremadura. Existen rebaños en prácticamente todas las Comunidades Autónomas españolas".
"Los animales de la raza Asturiana de los Valles son de tamaño medio y están provistos de buen desarrollo muscular y esquelético. La cabeza es de mediano tamaño, bien proporcionada, ancha en la base de los cuernos, con perfil recto o ligeramente subconvexo. El cuello es corto, musculado y bien insertado con la espalda. La línea dorso-lumbar es recta o ligeramente ensillada. La grupa es ancha, cuadrada, bien musculada, ligeramente inclinada.
La capa es castaña con tonalidad variable que va desde el amarillo pajizo hasta el castaño rojizo".
También se nos dice que es de "carácter muy noble, resulta ideal para su manejo en condiciones extensivas, desenvolviéndose bien en terrenos accidentados y soportando perfectamente temperaturas extremas. Las vacas de raza Asturiana de los Valles son mansas, paren sin dificultad y destetan terneros de pesos elevados con buena conformación. Su extraordinaria capacidad de cría quizás sea una reminiscencia de su antigua utilización como vaca lechera".
Y ahora, un poco más adelante, caballos, tal vez de la yeguada de Francisco Lorences, raza de producción cárnica
Y en esta curva, a la sombra de un castaño, otra vieja fuente
Sigue manando agua de su caño, que cae al antiguo bebederu o abrevadero, también en desuso desde que se dispone felizmente de agua corriente en cada casa
Desde aquí tenemos otras espléndidas vistas, ahora hacia el este...
Y ahí tenemos La Sierra Bodenaya, más allá de La Espina, con su parque eólico y sus canteras 'profanadores' ambos de sus míticas alturas, solar también de campos de túmulos, referencia geográfica que tuvimos desde nuestra misma entrada en concejo de Salas y que seguiremos viendo, al mirar atrás, desde algunos lugares, camino adelante. A la derecha vemos las naves del Polígono Industrial del Zarrín
Según continuamos subiendo y ya casi de nuevo llaneando, tenemos nuevas y amplias perspectivas
La subida de L'Amiñadoiro a Reconco tal y como la acabamos de realizar
Las caserías al lado de la fuente, con sus naves de ganado. Al fondo en los prados, más caballos
Antes, nos despediremos del pueblo de La Pereda, viendo el barrio de El Banderín y la iglesia de Santo Tomás, que deseamos nos cuente de él, como siempre, Rafael Lorenzo...
"Es un templo de buena arquitectura con muestras del siglo XVIII a la que en 1965 se le añadieron los soportales, de tres arcadas, que hacen las veces de pórtico a la entrada principal. La espadaña, de tres ojos, porta otras tantas campanas del siglo XVIII. De este mismo siglo es una de los retablos en el que existe una inscripción posterior. Hay otros dos retablos del siglo XIX.
La antigüedad de esta iglesia de Santo Tomás hay que buscarla en los primeros tiempos de la alta Edad Media. En el siglo XII se deslinda del monasterio de Bárcena por orden de doña Urraca La Asturiana y pasó a depender del monasterio de San Tirso de Ninole en Candamo, antes de convertirse en Parroquial.
Hasta el siglo XIX dependió de la abadía de San Juan de Corias, el cual se llevaba la mitad de sus rentas y frutos, quedando la otra mitad para el cura párroco
Pascual Madis en su "Diccionario...", en 1850, le dice servida por un cura "de ascenso y patronato suprimido del convento de Corias".
En el interior del Templo, además de los citados retablos, pueden verse dos Cristos de madera, del siglo XIX, que es la única imaginería destacable de esta iglesia. También se sabe que en 1651, el Canónigo D. Pedro García del Pedregal fundó en esta iglesia una Obra Pía y una capellanía "para doncellas y pobres".
Pocos años antes, y esto puede servir para mostrar la importancia de esta parroquia, el Capitán D. Pedro de Merás, en su testamento redactado desde el lecho postrero de su casa de Merás en la villa de Tineo, dejó mandado lo siguiente:
"Yntenyando que se den cincuenta ducados para la Yglesia de Santo Tomás de La Pereda de este concejo de Tineo, para ayuda de hacer una capilla de Ntra. Srª del Rosario en la dicha Yg sa y no para otro efecto".En la actualidad la iglesia ha sido restaurada en su interior, unas obras que han sido costeadas por los habitantes de La Pereda y que consistieron en el total remozado de sus paredes y techo y la sustitución del suelo de madera por baldosas. También los vecinos han prestado su mano de obra para estas reformas necesarias en el templo de Santo Tomás de la Pereda".
Esta es, por su parte, la descripción que le dedica el historiador Luis Antonio Alías:
"Iglesia bajo el patronazgo de Santo Tomás, existente en la Alta Edad Media pero sin elementos arquitectónicos anteriores al siglo XVI, con una sola nave, gran presbiterio cuadrado cubierto por bóveda de crucería y capillas laterales igualmente abovedadas. En la capilla de San Antonio aparece grabada la fecha de 1779 y hay retablos e imágenes de los siglos XVIII y XIX. Las campanas están fechadas en el XVII.
La iglesia tuvo como importante complemento un hospital para peregrinos del que ya hay referencias en el siglo XII. Fray Yisidoro Collto, archivero de Corias, anotó: "El rey Fernando II en la era de 1216 (año 1178), dió a este monasterio un término en la parroquia de La Pereda y los abades fundaron por el alma de este rey este hospital". Funcionaba aún en el siglo XVIII y en el XIX desaparece sin dejar noticias".
"Situábase esta fundación coriense muy próxima a la iglesia parroquial de Santo Tomás, frente a ella y en dirección a Tineo, en un solar que todavía hoy es conocido por los lugareños como "el predo del hospital de Campo", propiedad de la iglesia.Hasta el siglo XVIII fue propiedad del Monasterio de Corias, siendo cedido en esta centuria al vecindario por uno de sus abades. Aunque parece ser que tal decisión vino a arruinar el hospital según cuenta el Archivero antes mencionado, que aseguraba que desde su paso a la propiedad parroquiana se estaba haciendo mal uso de él:"Visitábale el abad y hoy cobra once libras por razón de patronato. Introdujose el Ordinario habrá poco más de cien años y fió la administración a los curas, que no han dado muy buena cuenta de él".En El Catastro del Marqués de La Ensenada se hace referencia a este Hospital de La Pereda, sobre el que se recoge:"Hospital para alojamiento de Peregrinos y curación de los que de estos se hallasen enfermos. El patronato corresponde a los vecinos y su renta anual es de 928 reales de vellón".A principios del siglo XVIII, concretamente en el año 1705, un documento de un censo hace referencia a una de las muchas propiedades que tenía el citado Hospital de La Pereda. En este caso, se hablña de un prado en La Millariega:"El orado de Los Salgueros sito en La Millariega segun que linda de la parte de avajo con Prado del Hospital de la Pereda y de arriva con tierra de Moinast. de Sn. Juan de Corias... linda de la parte de arriva con Camino Real y devajo con tierra de la Capilla del Pedregal".(Archivo particular de la Casa Begega de El Pedregal):
Si bien hoy en día no queda ningún resto de su edificación, y como único testimonio de localización es el nombre del lugar donde se ubicaba, es probable que existiese al menos hasta la mitad del siglo XIX, por un lado durante el reinado de Fernando VII; en el último periodo se halla en el archivo municipal del Ayuntamiento de Tineo una cita que dice "...varios bienes correspondientes al ospital de la alberguería de La Pereda".Puede que su mayor ruindad viniese de la mano de Las Desamortizaciones eclesiásticas en el primer tercio de este siglo, como ocurrió con otros monasterios, hospitales o edificaciones dependientes de las órdenes religiosas.Esto puede corroborarlo el diccionario de Madoz, en el que no se hace ninguna referencia al Hospital y sí en cambio de la Iglesia parroquial de Santo Tomás, que dice el geógrafo estaba desaparecida por un cura de primer ascenso y patronato "del desaparecido monasterio de Corias". (1850)
En esta bifurcación antes citada está el mojón que nos indica ir a la derecha para continuar camino rumbo a la villa de Tineo/Tinéu por L'Espín y Bedures, lugares de esta parroquia de La Pereda o La Preda antes de la de El Pedregal








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