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viernes, 11 de mayo de 2018

ARBAS DEL PUERTO: LA COLEGIATA DE SANTA MARÍA Y LOS "MONTES ERBASOS", DONDE NACE EL BERNESGA. CAMINO DE SAN SALVADOR (11)

La Colegiata de Santa María de Arbas

En el paso de León a Asturias por el Camino del Salvador se encuentra la Colegiata de Santa María de Arbas, a cuyo amparo y el de su vecino hospital de peregrinos se acogían numerosos romeros salvadoranos en el que llegó a perfilarse como el principal acceso entre León y Asturias por su inmediatez, casi lineal, entre las capitales leonesa, con su Pulchra Leonina, y asturiana, con su Sancta Ovetensis. Era pues un hito fundamental en las comunicaciones de antaño por los fragosos caminos reales de la Cordillera, como continuó siéndolo, posteriormente y desde finales del siglo XVIII, con la Carretera de Castilla (actual N-630). Aquí, y como es normal en tantos santuarios y monasterios, la fábrica medieval, románica, se ha vestido de barroca en centurias posteriores, pero conserva en su interior su antigua esencia, la cual vamos a descubrir...

Bajando de El Cuchillo a Arbas

Siguiendo el Camino del Salvador, empezamos a ver Arbas del Puerto y su antigua colegiata al empezar la bajada de la Sierra del Cuchillo, en tierras de León muy próximas ya a Asturias, procedentes de Poladura de la Tercia por el Alto de los Romeros y la Collada del Coito y bajando al valle que forma el río Bernesga, aquel que nos acompañó desde nuestra salida en San Marcos de León y que dejamos en La Pola de Gordón para adentrarnos en las montañas, el cual ahora vamos a reencontrar allá abajo, cerca de sus fuentes, en Arbas, Arbas del Puerto, "Nunca Arbás (con tilde y acento) entre los nativos, ni lenenses ni leoneses", dice el profesor Xulio Concepción en sus estudios filológicos, topónimo relacionado con el cercano puerto que hemos de cruzar para pasar a Asturias, Payares o Pajares, y con los míticos Montes Erbasos (herbosos, de pastos), cuyas alturas prominentes, pasando muchas veces de los 2.000 metros de altitud, nevadas gran parte del año y otras cubiertas de nubes, nieblas y tormentas, sobrecogían el ánimo de viajeros, arrieros, trashumantes y peregrinos de todos los tiempos, tal y como reflejan las crónicas

Arbas: el Camino, el pueblo, la colegiata, la carretera y las minas desde la Sierra del Cuchillo

Viendo Arbas del Puerto muy en la distancia reconocemos al lado de la carretera N-630 su histórica Colegiata de Santa María de Arbas, origen del poblamiento del lugar, con el pequeño valle del río Los Rozos, afluente del Bernesga, a su derecha, donde vemos las pistas que comunican con Mina Africana y Mina Inés, antiguas explotaciones de hulla de Cabornia S.A., de las que recomendamos el excelente trabajo fotográfico del Archivo Histórico Minero


Si bien este pequeño pueblo al norte de Busdongo tiene su origen en esta colegiata y sus monjes, que administraban sus posesiones y rentas, esta tuvo su razón de ser en un antiguo hospital de peregrinos salvadoranos fundado con anterioridad, pues sus primeras referencias documentales son del año 1103, justo inmediatamente después que se creasen similares fundaciones hospitalarias en Oviedo/Uviéu y en León, principio y fin del Camino del Salvador. No obstante y como suele suceder, la leyenda habla de una fundación acaso mucho más antigua, que nos cuenta Xulio Concepción Suárez en Arbas del Puerto: la Abadía, el Monasterio:
"Según la tradición, la colegiata de Arbas arranca ya de Don Pelayo, en agradecimiento por la victoria sobre los musulmanes al expulsarlos tras el Payares: de ahí el nombre de la Casa Tibi Gratias (gracias a Ti, Dios). A comienzos del XII ya aparece documentada en Arbas una comunidad de monjes, canónigos regulares que sirven al hospital de peregrinos. Fue apoyada por los sucesivos reyes leoneses. Alfonso IX, en 1214, pide que se levante una capilla, para la que envía buenos canteros de la época (datos del estudioso de la zona, Matías Díez)."


La fundación de este hospital se atribuye al poderoso noble Froila Didad, y a su esposa Estefanía Sánchez, estando situado cerca de los arroyos que nacen en el puerto de los que nace el Bernesga. Fue además Froila Didad o Fruela Díaz acompañante y tal vez cuñado del Cid Campeador, hermano de su mujer Ximena Díaz, y como tal mencionado en el Cantar de Mio Cid


Dicho hospital de peregrinos estaba justo enfrente de la colegiata, a este lado de la carretera, donde ahora se encuentra el edificio que fue del mesón de Casa Quico, del que hablaremos abundantemente al llegar allá, pues fue una de las históricas paradas tanto del antiguo Camino como de su sucesora, la antigua Carretera de Castilla. Reabierto 2012, volvió a cerrar posteriormente. Aunque la actual carretera N-630 sigue teniendo abundante tráfico, ya no es ni mucho menos como antes de que se inaugurase la Autovía del Huerna, que salva las estribaciones de la Cordillera Cantábrica unos kilómetros más al oeste, por un gran túnel (El Negrón), saliendo en Asturias por el valle lenense del Ríu Güerna. Más a la izquierda de Casa Quico reconocemos la parte posterior del antiguo albergue del Grupo de Montaña Ensidesa, inaugurado en 1973. Enfrente y al otro lado de la carretera, la fila de viviendas pareadas y de la misma altura que hay a la izquierda de la colegiata son las Casas de los Canónigos, los antiguos frailes que allí habitaron, construidas en 1799


De frente a la derecha es El Picu la Violina (1.431 m), con la Sierra la Candanosa, cuyas cumbres señalan la divisoria asturleonesa. A nuestra izquierda se extiende el Valle Maera, bajo el extremo de La Llomba los Celleros. El topónimo Erbasos hace referencia, según algunos autores, al latín "Arvum" (campiña), otros se inclinan por la más legendaria opción de un general romano llamado Erbasio, dado que esta cordillera fue escenario de las guerras contra los ástures, mientras otra acepción, emparentada con la primera, nos lleva a la erba o hierba, algo totalmente lógico en esta tierra de pastos altos, pastoril y ganadera por excelencia


Más al oeste vemos el Alto de la Gobia (1.448 m), por donde entra el Camino en Asturias, algo más arriba de la carretera, el bar y el parador, que aún no vemos desde aquí. En el horizonte reconocemos el Cordal de Yanos de Somerón, ya en el concejo asturiano de Lena o L.lena, sobre el valle de Payares y cuya cota cimera es El Picu Carril (1.349 m), a la izquierda del Monte las Chinares (realmente L.linares -pronunciado Tsinares, de l.linu 'lino')


Ante nosotros se alzan las impresionantes moles de la Sierra de los Pasos de Arbas, a continuación de la Sierra la Candanosa y por donde continúa la frontera de León con Asturias. Ahí se yerguen imponentes los picos de La Páxara (2.002 m) El Ceyón (2.035 m) El Picu Llomba (1.953 m) y Peña Saliega (1.539 m). Hay quien sitúa en este lugar la batalla de los Montes Nerbasos, librada hacia 420 entre una coalición de suevos y romanos contra los vándalos, pero la documentación existente no da pie a una total seguridad, pues otros la localizan en El Bierzo


Nuestro camino es en nuestros días una pista de montaña que baja al fondo del valle para luego subir por la ladera de Celleros, como vemos a la derecha de la foto, donde comenzará la bajada final hasta Arbas, a la que seguirá un tramo de carretera general, de buen arcén al menos, hasta dejarla a la llegada del Puertu Payares justo antes de La Venta Casimiro (bar y restaurante, conocido como 'El Manazas') para subir al Altu la Gobia, evitando la penosa bajada, sin arcenes, de la N-630 a partir del Parador de Pajares, otro histórico establecimiento del que hablaremos en su momento


Otra pista, con la que enlazaremos al llegar abajo, recorre a nuestra izquierda todo este valle al pie de Los Celleros (1.864 m). Más allá está el collado de La Ventosa (1.886 m), cerca ya de Brañil.ñín y El Cuitu Nigru, donde está la Estación Invernal y de Montaña Valgrande-Pajares, con sus famosas pistas de esquí. Más a la izquierda Foxalba (1.769 m)


A lo lejos, Arbas es la referencia visual hacia la que van encaminados nuestros pasos, en prologado descenso. El viejo hospital que tanto bien haría a los peregrinos en este fragoso y duro paso tendría un santuario propio que sería el origen de una primer iglesia, un primer y pequeño cenobio que se constituirá en el inmediato antecesor de la colegiata. Los condes fundadores pusieron el hospital a cargo de los canónigos regulares de San Agustín, donando a su abad Sancho el monte cercano. El rey Fernando I les otorga así varias donaciones. La situación del primitivo convento y hospital iría mejorando con la donación de la reina Urraca I de León "ad illa albergaria quae sunt constructa in illo porticu de Arbas", según documento que ya cita una alberguería en su pórtico. Sería el rey Alfonso VII de León quien fundaría propiamente el monasterio de San Agustín con los religiosos de esta orden aquí asentados, cuya comunidad canóniga de regulares se rigió como colegiata


Benefactores tempranos del lugar fueron los nobles terratenientes Monio Romániz y María Petris, quienes en 1132 una propiedad en Santa Coloma, así como en ese mismo año el canónigo Fernando Gil le da unas casas y tierras en León. Cuatro años más tarde el abad Monio recibe en donación el monasterio de San Miguel de Parayas, cuyas rentas ayudarán a ampliar el hospital. El ya citado Alfonso VII les daría en 1151 el monte de Castro Nigro. Los monjes atraerían a nuevos habitantes concediéndoles fueros de carta puebla, pasando el lugar a llamarse Población. El patronazgo real sería confirmado más tarde por Fernando II


Las propiedades del monasterio abarcaban terrenos de León y Asturias: Casares, Cubillas, Pendilla, Tonín, Samiguel del Río, Vega la Mosa y Viadangos. En un principio no era un gran edificio, sino básicamente unas cuadras para la cabaña ganadera que nutría a fundación y comunidad, donde, además de peregrinos, se hospedaban necesitados en la llamada Casa de los Pobres. Su gran ventaja es que no pertenecía a la iglesia ovetense, como sí gran parte de León, sino que era una institución independiente y autónoma que prolongaría su existencia nada menos que hasta la Desamortización de Madoz en 1866, cuando los monjes se marcharon y la colegiata quedó abandonada. Era el fin de una institución cuyo origen nos resume impecablemente la Wikipedia:
"El conde Fruela Díaz y su esposa Estefanía, que tenían vastas propiedades por toda esta región, en torno a 1116 quisieron fundar un albergue u hospital de peregrinos que sirviera de refugio protección y descanso a los viajeros que frecuentaban esta zona desde la Meseta camino de Oviedo en cuya Cámara Santa de la catedral veneraban las numerosas reliquias que allí se guardaban. Muy a menudo estos viajeros continuaban desde Oviedo el Camino de Santiago. Este tipo de albergue-refugio proliferaba en los lugares donde era necesaria la custodia de los caminantes, por ser sitios apartados y poco concurridos. Contaban con hospital y capilla en el puerto de San Gloriopuerto de Pandetravepuerto del Pontónpuerto de Ventaniellapuerto de Tarna y puerto de San Isidro entre otros. El paso por Pajares era especialmente peligroso. 
El hospital y la pequeña capilla se construyeron junto a un manantial del río Bernesga. En la localidad de Arbas del Puerto se había asentado una comunidad monástica de canónigos regulares de san Agustín que tenían ya su pequeña iglesia. Los condes quisieron que estos religiosos se ocupasen de poner en marcha el hospital tan necesario y para ello donaron al abad Sancho el monte contiguo, que era de su propiedad.[​La abadía tuvo desde antiguo el privilegio de no depender de la Iglesia de Oviedo y ser una institución independiente, cosa que fue siempre motivo de disputas que llegaron hasta alcanzar el siglo XIX en que los párrocos de Casares y Cubillas se declararon en rebeldía y como religiosos no reconocieron la autoridad del abad. 
Pese a ser una construcción muy tosca y pobre, destinada básicamente a guardar el ganado de la comunidad, tuvo su importancia y relevancia ya que aparte de a los peregrinos, servía de alojamiento a los pobres que así lo solicitaban. Se le conocía también como Casa de los Probes. Alfonso IX de León, que en sus frecuentes viajes a Asturias se alojaba en Arbas, hizo cuantiosas donaciones a la abadía, y en 1216 ordenó la construcción, junto al albergue, de la nueva iglesia de Nuestra Señora de Santa María de Arbas..."

La situación del primitivo convento y hospital iría mejorando con la donación de la reina Urraca I de León "ad illa albergaria quae sunt constructa in illo porticu de Arbas", según documento que ya cita una alberguería en su pórtico. También llegarían favores de nobles como Froila Diéguez en 1.164 y, sobre todo, con la visita de Alfonso IX en 1214, pues se alojaba aquí en sus viajes a Asturias, por lo que la amparó especialmente, ordenando la construcción de la iglesia de Santa María de Arbas junto al viejo hospital



Es también en ese año cuando el mismo Alfonso IX otorga al abad Martín Muñoz diversas posesiones en la cercana tierra de Luna, condicionadas  a la construcciones una capilla, muy posiblemente situada en el costado norte del templo y que cuando lleguemos podremos ver, la cual estaría al servicio del hospital de peregrinos:
"Ad servitium peregrinorum et requiem defunctorum er vt semper unus ex dictis prefati monasterii misam ibidem celebret"
Dos años más tarde el mismo rey, asistente a la reunión monacal en capítulo, concede a Arbas el portazgo o peaje de Puente los Fierros, donde culmina la bajada del puerto por la vertiente asturiana, así como viñas en Toro (Zamora), que se sumarían a las que ya les había dado en 1214 en la misma población. Las viñas eran muy importantes, garantizaban el vino para los usos litúrgicos, los monjes y los pobres y peregrinos del hospital, por lo que además de estos fueron adquiriéndose más viñedos, como los de Mayorga (Valladolid)


La iglesia es pues en origen románica, pero a su estructura primigenia, de la que vemos la nave central y el ábside semicircular, se le fueron añadiendo en etapas posteriores capillas góticas y el pórtico de bóveda de crucería. Su gran torre es del siglo XVII. Repasamos de nuevo lo que nos dice Xulio Concepción:
"Tal vez sea ya la actual iglesia románica con influjos orientales, y con sucesivos estilos en cada reforma, que se aprecian en el arte interior y en la estructura arquitectónica exterior, con varias alturas y añadidos colaterales, que se aprecian hasta en los tonos de las piedras; pues, como dice Javier Montero: "las iglesias crecen de la cabeza a los piés; de abajo, hacia arriba; y a lo ancho, por ambas partes."

Luego de Alfonso IX, en los siglos XIII y XIV Santa María de Arbas siguió recabando donaciones y privilegios de reyes como Fernando III El Santo, Alfonso X El Sabio, Sancho IV El Bravo y Fernando IV El Emplazado. Así, con el aumento de privilegios, rentas y beneficios, se irían añadiendo las capillas góticas laterales. Sus bienes se extendieron desde el interior de la meseta hasta el mar donde tenían el importante puerto ballenero de Entrellusa, actual Perán, cercano a Candás, en la parroquia de Perlora y concejo de Carreño, justo al oeste del Gijón/Xixón. Escribe también de ello Xulio Concepción:
"Entrellusa es un islote amplio paraje costero de Carreño, en realidad, lo que hoy es Perlora. Era un puerto ballenero ya documentado en 1232; estaba arrendado a pescadores de Avilés, pero bajo el dominio de la Colegiata de Arbas. Hasta los años 1950 todo el entorno actual de Perlora conservaba los restos del puerto: rampas empedradas, muros, piedra labrada..., todo ello destruido cuando las obras para la llamada Ciudad Residencial. 
Según la voz oral, los monjes de Arbas importaban y exportaban por allí los productos para uso de la abadía y para el comercio con toda la zona asturiana, leonesa, zamorana, extremeña... Importaban, por ejemplo, el famoso aceite de ballena que usaban para las velas, el alumbrado de entonces. Y exportaban (o trasegaban) trigo, cebada, centeno, vino traído de Toro y Zamora, lana, tejidos... 
No hay que olvidar que los colonos de los pueblos pagaban al monasterio diezmos y primicias, rentas..., en especie, de modo que las cantidades de cereales, vino..., acumulados cada año serían importantes (pueden verse los documentos abundantes, con datos específicos, que documentan los autores citados más arriba). 
De otro lado, ese carácter mercantil de la abadía sigue arraigado en la memoria de los nativos mayores de los pueblos a uno y a otro lado de estas montañas. Por ejemplo, recuerdan su conexión con los arrieros que procedían de la región maragata; o de Castillo de los Polvazares, en concreto; con ellos transportaban sus mercancías a los puertos de mar, al tiempo que cargaban otras en el camino de vuelta con productos que no había, o escaseaban, en tierras de la Meseta: frutas, pescados..."

Vemos ahora bien La Páxara, a la derecha de la foto, con La Llomba justo delante, formando parte de la misma montaña, así como a su derecha El Colláu Cellanca. Más abajo son las ladera de Llana Raigosa, Los Llanos, El Rasón, Peña Macón y Solsierras. Todo ello en el corazón de las extensísimas posesiones de la colegiata:
"El patrimonio de la Abadía y del Hospital era inmenso: ya en 1188 Alfonso IX les concedió posesiones en Carreño y en Villabona, que luego se traducirían en el uso del puerto pesquero de Entrellusa. Su patrimonio se fue extendiendo con propiedades en casi toda Lena (Payares, Huerna, numerosos pueblos), Aller, Quirós, Los Argüellos leoneses, Luna, León, Mansilla, Sahagún, Toro, Zamora... 
Tuvo también un patrimonio jurisdiccional sobre los pueblos circundantes leoneses, más San Miguel del Río en Lena, Soto de Aller, Lindes de Quirós, y Carreño: el coto de la Abadía, con poderes civiles y criminales, cuyo señor era el Abad, con señorío abacial. Tenían derechos y privilegios plenos sobre todos estos pueblos. 
Disfrutaban de poder temporal y jurisdiccional, nombraban alcaides, jueces, párrocos, merinos, cobraban caloñas (pagos en dinero por delitos cometidos), y cobraban los portazgos. Las iglesias les pasaban un canon anual en razón de sus ingresos. Los vecinos que no iban a misa les pagaban otra multa en maravedíes. Todo un secreto sospechoso late en el ambiente bibliográfico y documental, oral o escrito, cuando se intenta indagar más sobre el cierre definitivo de la abadía, ya suplicado como urgente por el mismo Jovellanos de paso por allí."

 A su izquierda, el valle de Los Pozos, donde están las minas y, sobre él a su izquierda las citadas Sierra la Candanosa y La Peña Saliega. También están en ese coral La Pedrera (1.868 m), El Portizuelu (1.854 m) y otras altas cotas. El también mencionado Ceyón, por su parte guarda, sus 2.035 metros entre las nubes


Llegamos a un cruce y seguimos a la izquierda. La misma colegiata y el pueblo de Arbas nos orientan, por lo que sabemos que hay que bajar hasta llegar allí


No obstante, siempre está bien y es necesario que la señalización pertinente nos lo confirme, como estos postes indicadores de la comarca de Los Cuatro Valles que nos han acompañado desde León


Las flechas amarillas y otros elementos indicadores 'artesanos' habríamos de agradecérselos a José Antonio Cuñarro, Ender, gran experto divulgador de los caminos leoneses y otros, autor de guías imprescindibles, como la dedicada a este Camino del Salvador o de San Salvador, De la Pulchra Leonina a la Sancta Ovetensis. Guía del Camino del Salvador, que siempre sacamos a colación para recomendarla


Los Cuatro Valles aglutinan a los ayuntamientos de las comarcas de la zona noroccidental leonesa, y en concreto en este caso al valle del Bernesga, que aquí nace, de la unión de varios regatos de las montañas de Payares


Tenemos ahora ante nosotros la mole del Celleros con su llomba, que cierra este pequeño Valle Maera por el norte-noroeste


Es un hermoso paisaje de puerto de montaña, con numerosos arbustos y árgomas, algún bosquete y peñas aflorando, a veces roquedos formando cascayales o cascajares, montones de piedras menudas, que se desparraman por las laderas


Abajo hay una pequeña y estrecha vega donde se unen estas pistas y vemos la última cuesta importante que nos aguarda antes de llegar a Arbas


En la vega, una hermosa campera verde y unas cabañas evocan los seculares usos pastoriles de estas majadas, acaso desde el Neolítico y la misma aparición de la ganadería, según delatan numerosos hallazgos arqueológicos desparramados por toda la cordillera


Y aquí se cruzan los caminos y aquí iremos a la derecha. La dureza del Camino del Salvador se compensa por estos sublimes paisajes de la montaña asturleonesa que invitan siempre a volver


Allí, otro poste señalizador de los Cuatro Valles confirma este giro a la derecha. Es lo lógico, sabiendo dónde está Arbas, pero no olvidemos que muchos días estas alturas están tapadas por nubes y nieblas y las referencias visuales desaparecen, por lo que se hace necesario contar con la señalización pertinente para evitar equivocaciones y pérdidas


Alguna flecha amarilla pintada en las rocas ayuda además considerablemente. Este es un día formidable de sol y vista, pero no pocas veces apenas se ve ni lo que tenemos enfrente


La misma pista, bien ancha y trillada, es una señal inequívoca de que vamos por el buen camino. Estamos en el descenso final hacia la vega del Valle Maera y su arroyo


Estas fotos son de principios de primavera, cuando han empezado a retirarse las nieves pero todavía no han brotado los verdes, de ahí el color oscuro de las camperas y los árboles de hoja caduca aún desnudos


Según bajamos, La Colegiata se oculta tras las faldas de La Llomba los Celleros pero los picos, aún nevados, de Los Pasos de Arbas, nos sirven de referencia visual y geográfica


El Camino hace una curva cerrada a la izquierda y continúa perdiendo altura en esta vega


Fijémonos en las flecha amarillas, las 'flechas de Ender', que nunca nos cansaremos de agradecer


Al pie de La Llomba los Celleros llegamos al final de este prolongado y fuerte descenso de la Sierra del Cuchillo y llegamos al Río del Valle Maera


Toca ahora cruzarlo. En el deshielo baja con caudal suficiente como para tener que descalzarse sino queremos encharcarnos las botas, o bien buscar un paso entre la maleza, si es que damos con él


Aquí, en el estrecho rellano de la vega, forma un pequeño remanso y, a la derecha, sigue bajando entre las piedras 


Se forma un pequeño vado por donde acaso sea más factible cruzarlo sin riesgo a remojones ni resbalones. Seamos prudentes y no nos confiemos, mejor ayudados por un palo, cayado o bastón


Y así, nada más bajar nos toca ahora subir por la ladera de La Llomba los Celleros


El Camino serpentea ganando altura hacia Las Caballetas, topónimo que parece hacer referencia a majadas y pastos caballares


Volviendo la vista atrás, una hermosa estampa del Valle Maera, con el Camino a la izquierda, por donde acabamos de bajar de la Sierra del Cuchillo. Esta vieja senda formaría parte de la Vía de la Plata, antiguo camino de la trashumancia desde la prehistoria, cuyo nombre que ha llegado a nuestros días poco tiene que ver con el preciado metal sino con el árabe balata, 'calzada empedrada'


Adelante las cumbres. A la derecha en la lejanía, la impresionante cumbre de 2.182 metros de Brañacaballo o El Cueto Mirallo. A sus pies y a su izquierda hay otro antiguo camino, La Carisa o Vía Carisa, que sube luego por la crestería de la Sierra Casomera, lenense y allerana. Su nombre proviene de Publio Carisio, legado de Augusto, cuyas legiones irrumpieron ferozmente por ahí en la Asturias Trasmontana durante las guerras de conquista de los años 19-29 a.C. . De ambas vías escribe asimismo Xulio Concepción en Lena Puerta de Asturias:
"La Vía Romana de La Carisa, a juzgar por su altura y su estrategia, al filo de las cimas entre El Ceyón y Tresconceyos, indica que hubo de reutilizar unos caminos diseñados, como se dijo, por pobladores y ganados prerromanos (la transhumancia estacional, entre las tierras secas del interior y los pastos más verdes de las montañas; o hasta los rellanos más inverniegos junto al mar). No son el caso para tratar ahora: quedan muchos nombres de lugares para contarlo. 

En todo caso La Vía Romana de La Carisa ha de ser el primer trazado con mejoras de un camino a suficiente distancia sobre los bosques, sobre las los ríos, y lejos de otros peligros de los valles, con anterioridad a los poblados y a los poblamientos más fonderos: el llamado camín real de La Carisa ha de ser primero organizado en Lena.

El camín real de La Carisa procedía de León (la ciudad que debe el nombre a la Legio VII) por lugares tan significativos como Villanueva de la Tercia, en evidente relación a las medidas del camino. Ascendía por Pendilla, y pasaba el Puente Forniellos (lugar de una estela tallada, hoy recogida ya sólo en unas cuantas fotos envejecidas, pues se ha esfumado del camín real). Y llegaba la calzada a La Cochá Propinde: alto divisorio de leoneses y lenenses entre varios castros reconocidos en los años 60-70. 

La Vía Romana cogía altura bajo El Picu Tresconceyos y discurría ya por todo el cordal divisorio de lenenses y alleranos, entre unos cuantos vestigios romanos y prerromanos a su paso por Curriechos, Carraceo, Carabanés, Carabanzo, Sovilla, Ujo..., con una minuciosa nómina toponímica y topográfica que nos resultaría muy largo tratar aquí (trabajos ya citados en estas páginas). 

El Camín real Viiyu –en el decir de los vaqueros- se conserva hoy, en buenos tramos, sin más deterioros que los propios de la edad: caja de pradera (la strata), rellanos uniformes rodeados de malezas, laterales en talud, pedreras conservadas entre las zarzas como protección menos mala al deterioro del entorno en estos altos. 

La Vía Romana de La Carisa se conserva bastante bien a pesar de sus muchos lustros: desde cualquier cordal de Lena se dibuja esa línea horizontal (y con nieve, sobre todo), entre los altos de La Moena y Carabanzo. Una buena parte del trazado está hoy, no obstante, bajo las numerosas pistas de cielo abierto, y otras minas que serpentean al azar estas montañas, tal vez inconscientes de que entre Aller y Lena la calzada es romana. 

Como también queda indicado, a su vez, esta vía romana se irá modificando con los tiempos y trazándola cada vez un poco más abajo, como se documenta en la toponimia lenense, con nombres de lugares por toda la vertiente este del valle del Payares abajo. 

Con el tiempo, por tanto, los caminos empezaron a trazarse ya, no por La Cochá Propinde, como hasta ahora, sino por el mismo Alto Payares, después de La Colegiata de Arbas: en toda la Edad Media, las rutas comerciales se hacían ya por El Alto’lPuerto a Fierros, como luego se verá al hablar del camín de los carreteros y de la ruta de La Plata. Los caminos nunca se hacían del todo nuevos, tampoco en Lena..."


Por alguna razón, acaso por discurrir más alta y ser de nieves más persistentes, la Vía Carisa quedó pronto relegada a camino eminentemente pastoril en favor del más accesible, con toda su dificultad de Payares, topónimo vinculado a los henares, o eso parece, recordemos que el pueblo está bajando por la vertiente asturiana, a una altura importante pero sensiblemente inferior que el más inhóspito puerto, donde aparte del Hospital de Arbas abrirían posteriormente otros establecimientos y refugios en los caminos de Arbas a Payares (pueblo):
"... entre los puertos asturianos destaca uno por su estrategia y economía de esfuerzos comunicativos entre las montañas de las Ubiñas y el mar Cantábrico: El Puerto Payares, la puerta natural de Lena. Utilizada, en parte, la Vía de La Carisa por la vertiente mesetaria, nuevas culturas siguieron reutilizando, extendiendo, ramificando, prolongando, los caminos con nuevos trazados en torno a los ya existentes. 

Es el caso de la cultura y la economía árabes. La Calzada Romana de La Carisa enlazó en parte con La Calzada Romana de La Plata, suficientemente documentada en tierras de Zamora, Salamanca, Cáceres, Badajoz, Sevilla. 

En principio, hay que avisar, por tanto, de una homonimia engañosa: la voz plata, aplicada al camino, nada tiene que ver con mineral precioso alguno, sino con ‘las pedreras’ de los caminos. Es decir, la palabra plata procede del árabe balata: ‘loseta, camino empedrado’.

Entre Sevilla y las montañas del centro sur de Asturias, a su vez, los pobladores y ganados prerromanos, en sus transhumancias estacionales, habían unido también el norte y el sur de La Península Ibérica: por lo menos desde Sevilla hasta El Puerto Payares. 

O tal vez (como luego se verá), desde las riberas más apacibles del Guadalquivir, hasta las desembocaduras de los ríos asturianos, con aguas bastante más frías y turbulentas en gran parte de sus tramos. Pero los contrastes eran entonces imprescindibles: todo dependía de que fuera invierno o verano, de que fuera necesario el fresco de los altos y las costas, o el calor interior de los rellanos. 

El proceso migratorio transhumante era siempre el mismo: en el verano hombres y ganados huían de las estepas meridionales, buscando los pastos frescos de la Cordillera Cantábrica; en el otoño, en cambio, dejaban los altos de las brañas y los rigores de las nieves, por el calor y el cobijo que volvían a retoñar en los inviernos y primaveras más suaves, lejos del norte."

Hito de piedras depositadas por los peregrinos, si bien su uso y abuso en otros lugares de manera innecesaria no es nada conveniente para el entorno, aquí en la alta montaña es una señalización habitual desde tiempos inmemoriales, antes mismamente de las flecha amarillas


El Pico Llomba ante nosotros, estas antiguas vías no constituían realmente una sola, sino que sus trazados solían abrirse en abanico, enlazando con otros, a la hora de acometer la ascensión a accidentes orográficos tan imponentes como, en este caso, la Cordillera Cantábrica. Otra cosa es que, como hemos dicho, llegase a asentarse un camino principal, como fue este, valle del Bernesga arriba y hacia Payares:
"... una vez que la Vía de La Plata se acercaba a las montañas de Lena, se iba ramificando según los destinos: ganaderos, comerciales, de simple uso viajero o caminante, hasta el centro de la región asturiana, o hasta los mismos puertos costeros: Gijón y Avilés, sobre todo. 

(...) las entradas por Lena se distribuían desde La Cochá Propinde (la entrada más al este), sobre Pendilla, hasta la más occidental, ya casi en tierras quirosanas: la del Alto’l Ronzón hacia los pastos en torno a las Ubiñas (bien recuerdan hoy los vaqueros a los pastores con sus merinas). 

Un dato literario importante se suma a la hora de documentar las relaciones de los pastores extremeños con los vaqueros de Lena: nos quedó todo un conjunto de romances literarios, transmitidos oralmente a través de las cañadas, las veredas, las prolongadas estancias de convivencia de unos y otros por el verano, en las mismas brañas (puertos más altos de Axeite, Terreros, Cheturbio, Corrales, La Vachota, Cuayos...)"

Muchos de los viejos empedrados fueron sustituidos, eso sí por pistas todoterreno, tal que esta, por donde ahora bordeamos la parte norte de La Llomba los Celleros, su estribación más septentrional, cayendo ya sobre el valle del Bernesga y sus afluentes, paso natural que tendrá continuidad, en la vertiente asturiana, con el del Ríu Payares:
"La ruta principal de La Plata, con el paso del tiempo, con nuevos productos comerciales, y técnicas viarias renovadas, se fue concretando en el paso más estratégico del concejo de Lena: El Alto Payares, ciertamente (la puerta más directa hacia El Caudal, Mieres, Oviedo...). También podría haber prevalecido la del Güerna, como lo hizo en parte para el camín francés, o con la actual Autovía del Huerna. Pero de hecho, la proximidad de León y la Abadía de Arbas debieron ser decisivas. 
El caso es que por El Payares entró el camín de carretyeros, el túnel frroviario de La Perruca, una rama del camín francés... El camino queda señalado (...) con los lugares toponímicos correspondientes, siempre en relación con los caminos, viandantes, y mercancías: El Filato, El Portalgo, El Posaúriu, La Romía, Venta Veranes, Malabrigo, La Frecha, La Rúa, La Calzá de Villayana..."

Llegamos a lo más alto de esta cuesta desde el Valle Madera y un nuevo paisaje se abre ante nosotros, viendo al oeste los montes de La Picarota (1.618 m). Al otro lado están los remontes de la Estación Invernal de Valgrande-Pajares y la carretera local que comunica la estación de esquí con la N-630


Aquí abajo tenemos la majada de Las Caballetas, con el monte de La Perruca (1.416 m), famoso por dar nombre a uno de los túneles del ferrocarril, la famosa Rampa de Pajares, construida entre 1880 y 1884 como culminación de la dificultosa comunicación ferroviaria de Asturias con la meseta. Por ahí pasaremos enseguida camino de Arbas del Puerto, que volvemos a ver en esta cabecera del valle del Bernesga, junto con la carretera:
"La Ruta de la Plata sirvió así de comunicación desde el s. I antes de Cristo, hasta el s. XIX, con las nuevas vías de transporte. La reutilización de los caminos y estrategias siguió siendo el mismo no obstante. Sirvan un par de ejemplos: las carreteras, en muchos tramos, no hicieron más que transformar las calzadas empedradas en pistas asfaltadas, conservando hasta el nombre debido a las carretas. Resulta evidente que las carreteras se hicieron para los carros y las carretas, no para los coches (que sí motivaron las cocheras). 

Y la llegada del ferrocarril no tardó en tender unos raíles sobre la antigua balata entre Huelva y Gijón, pasando por Zafra, Mérida, Cáceres, Palazuelo, Salamanca, Zamora, La Bañeza, Astorga, León, La Robla, Busdongo, Fierros, Campomanes, La Cobertoria, La Pola, Villayana..., Oviedo y Gijón. 

En fin, los caminos de las montañas, los cordeles, las cañadas mesetarias, las rutas de los carros, los carreteros y las carretas, nunca pueden ser del todo nuevos: ¿por qué no utilizar los caminos que otros sabia y naturalmente ya trazaron? Y además, una vez establecida y arraigada una ruta ganadera, comercial, turística, incluso, ¿quién podría desviarla, perdiendo tantas ventajas, servicios, clientes...?

Los caminos se fueron haciendo solos por los lugares mejores (o por menos malos, según los casos). Pero con el cambio de los tiempos, el lugar principal de paso por la Cordillera Cantábrica siempre fue el mismo: el puerto, la puerta que ofrecía Lena."


El edificio más grande y más fácil de reconocer es siempre el de La Colegiata, cuya decadencia puede decirse que comenzó muy a finales de la Edad Media, si bien como institución religiosa perviviría aún cuatro siglos largos más. Así, en el año 1419 la relajación de las reglas de la Orden de San Agustín, tal y como pasaba en otras muchas órdenes, dio lugar a una profunda reforma interna, y en 1582, dentro de la desamortización eclesiástica de Felipe II, la jurisdicción de las tierras de la abadía pasaron a la corona y esta a su vez la vendió al concejo vecinal unos años después, aunque poco más tarde el abad la recuperó dentro de los avatares político-administrativos de la época


Es a partir de entonces cuando comienza un profundo declive, causado en buena parte por la lejanía de los abades que la tenían nominalmente a su cargo, pues pasarían a dejar de residir en el convento, buscando lugares más agradables y benignos, llegando algunos de ellos a ni pisarlo, un problema que pronto llevaría a una mala administración de sus bienes. Sin embargo, a la vez, y en uno de esos contrastes que tiene la historia, se acometen unas obras de transformación importantes, basándose tanto en la necesidad de reformas y mantenimiento como en los cambios de la liturgia y disposiciones de gobierno de las instituciones religiosas, monasterios, abadías, colegiatas, etc. . Xulio Concepción nos ofrece algunos datos y documentos de los siglos XVII y XVIII:
"Desde 1597 pierde poder cuando Felipe II vendió su jurisdicción civil y criminal al Concejo de vecinos de Arbas, que pagaron por ella. Se va acentuando la mala administración de los abades, que se ausentan a su aire con frecuencia; los vecinos se van rebelando en estas ausencias, que aprovechan para reivindicaciones que terminan en largos y costosos pleitos. Se comprometen con amas de casa jóvenes, que llevan también a una sentencia (1755) que les prohíbe a las menores de cuarenta años. En definitiva se rodearon de barraganas: mujeres a su servicio para todo. Fue ya el fin de la institución. 
Quedan documentados los pleitos y disputas por Juan Menéndez Pidal, en su obra Asturias, de Bellmunt y Canella, t. II (pp. 320 ss): El monasterio, L'Abadía de Arbas: disputas en pleitos y autos con la obispalía de Payares. 
"Las mujeres de la villa [Pajares], siguen los autos, con su auxilio tiraron muchas piedras contra los canónigos y los que con ellos venían, de que fué mucha fortuna no haber muerto ó rompido las cabezas á dichos canónigos y demás personas".

En el año 1.693 se termina de construir su robusta torre cuadrada, sita a los pies de la iglesia y en la que se instaló el coro. En 1.793 de construyó la Casa del Abad, prácticamente las últimas obras de importancia antes de la desamortización y extinción del cenobio con la cuarta desamortización de Madoz en 1866. Poco antes, en ese mismo siglo XIX, los párrocos de Pendilla y Casares se habían rebelado no reconociendo la autoridad del abad, dentro de las fricciones que esa autosuficiencia jerárquica ocasionaba. Los pueblos de la antigua Abadía de Arbas se integraron así en el actual municipio de Villamanín, antes con capital en Rodiezmo y la iglesia de la antigua colegiata pasó a ser parroquial, aunque suele seguir llamándosela La Colegiata o Colegiata de Santa María


Tal y como acontece en tantos trechos montañeros, el Camino hace una montaña rusa y, tan pronto como termina de subir empieza de nuevo a bajar, tal y como llevamos haciendo desde Buiza, al norte de La Pola de Gordón


En la bajada, comprobamos como aguanta la nieve en las veredas, formando neveros en las zonas de más umbría, así como en algunas laderas de estas serranías del puerto


La Perruca, Las Caballetas y Arbas con el Valle del Río los Pozos, bajo Los Pasos de Arbas y, en el valle del Bernesga, la carretera N-630, antigua Carretera de Castilla, cuya construcción fue aprobada en 1771, auspiciada y proyectada por los ilustrados Gaspar Melchor de Jovellanos y Pedro Rodríguez de Campomanes, pero que no se dio por acabada hasta bien avanzado el siglo XIX, tal y como leemos en El viajero Histórico:. 
"El trazado de la carretera actual, con alguna variación con los años, se diseñó en el siglo XVIII por Jovellanos y Campomanes, cuando el valle de Pajares fue elegido como la salida natural más adecuada para comunicar Asturias (la región más atrasada de España en aquellos años, incluso más que Las Hurdes) con León. Las obras de la carretera comenzaron en 1771 y terminaron en 1834. El Puerto tenía (y tiene) 17 km. de longitud con unas rampas del 17% como máximo. Ya en el siglo XX fue reformado en diferentes ocasiones (quitando curvas, mejorando muros, nuevos tuneles, etc.), cambiando el trazado ligeramente y así ha llegado hasta nuestros días. Atrás quedan las jornadas de grandes nevadas con incomunicación, las campanas del pueblo de Pajares tañendo para guiar a los caminantes entre la niebla (muy espesa, por experiencia propia) y los carruajes que tardaban entre cuatro y quince días en llegar a Madrid."

"La demanda de la misma debe ponerse en relación con la política de obras públicas inaugurada con la R. O. de 10 de junio de 1761 por la que se aprobaba un plan estatal de caminos radiales que abrían las comunicaciones entre Madrid y las fachadas marítimas periféricas. El mayor peso de las burguesías regionales vasca y cántabra explicarían la exclusión inicial de la salida de la Meseta al mar por Gijón. Posteriormente, las presiones del Principado y la capacidad negociadora de Campomanes lograron que el camino Gijón-León se incluyese en las dotaciones presupuestarias que, sobre las rentas de salinas, se destinaban a la red carreteril. Hasta entonces, la sextaferia y los repartimientos concejiles eran prácticamente los únicos medios disponibles para la construcción y el mantenimiento de la red viaria regional. El 8 de abril de 1771 se aprobaba el proyecto de la carretera de Castilla por Pajares, de Marcos de Vierna, frente a la competencia de otras rutas y planes alternativos."

La carretera primero, pero sobre todo el ferrocarril, que llegó medio siglo después, como hemos visto, favoreció la explotación minera tanto en León como en Asturias, al rentabilizar su transporte desde sus lugares de extracción. Su origen está en multitud de pequeñas minas que fueron uniéndose en empresas mayores



Ahí vemos algunas de las instalaciones mineras de Cabornia S.A. junto con algunas montañas de carbón. Por ahí estaban antiguamente Los Güertos de la Burrera, donde pastaban y se recogían los burros que transportaban las mercancías por los malos caminos de antaño, solo aptos para viandantes y caballerías


Según bajamos admiramos esta preciosa majada de Las Caballetas, donde hay una cabaña en medio del valle, al pie de las vertientes orientales de los montes de La Picarota, Los Abedules y Dulce la Dueña, bajo La Collada la Ventosa, en la Sierra del Cuitu Nigru. Lo mismo que antaño mineros procedentes de toda España se asentaron en las aldeas del Alto Bernesga, antaño lo hicieron numerosos pastores trashumantes, dice Xulio Concepción:
"Se dice que muchos poblamientos dependientes del monasterio se fueron asentando con los pastores que venían se Salamanca, Extremadura...: llegaban con los rebaños, pero algunos se quedaban luego, se casaban, formaban familia con las mujeres nativas... Ellos ya no volvían con el ganado. De modo que se fueron formando los pueblos a lo largo de varios siglos, en parte gracias a los pastores de la trashumancia."

Curva a la derecha y seguimos bajando por estas brañas que antaño pertenecieron a los monjes y desde las que controlaban los accesos de entrada y salida de Asturias y, con ellas, el trasiego de gentes y mercancías por sus posesiones:
"La institución monacal nació al par de la vía de la Plata que llegaba de la vertiente leonesa por Buiza, Poladura, Vegalamosa...., y seguía por La Gobia, La Calera, Payares... Sus posesiones de dice que llegaban del pequeño puerto de Entrellusa en Aviés hasta Toro y Zamora; y desde Los Argüellos hasta Babia y Tsaciana. Miles de hectáreas de terrenos, más productivos entonces, que los frailes explotaban directamente o arrendaban en forma de pastos o tierras de sembrar. De ahí el poder que llegó a lograr, haciendo frente incluso al poder de la realeza, a los mismos reyes. 
Muchas actividades debieron concentrar las iniciativas de los monjes desde sus orígenes medievales. La toponimia es evidente en muchos casos. Por ejemplo, Los Güertos de la Burrera: conjunto de cuadra y fincas actuales detrás del monasterio. Explican los lugareños que el trasiego de pastores y colonos exigía cantidad de burros para el transporte y el trabajo, por lo que había una parada en esta zona. Así se aseguraba la producción de estos animales para la venta, y para reproducción asegurada. 
Y una notable organización debió desarrollar sobre todo el poblamiento circundante, pues en los pueblos dicen que los frailes fundaron las primeras capillas. Por ejemplo, la de Viadangos se documenta ya en torno al 1111, destruida luego y reconstruida en 1807. También debieron tener su importancia en la llamada Repoblación medieval, tras la marcha de los árabes."

El Camino avanza ahora en llano por Las Caballetas, en dirección a las cabañas de esta majada, braña, mayá o mayéu, hito caminero de la Vía de la Plata (en uno de sus ramales) y del Camino del Salvador


Dado que estamos a una considerable altura, unos 1.370 metros, no debe extrañarnos que para nosotros sea una diferencia de solo unas decenas respecto a la cima de La Perruca, de 1.411 metros, como hemos dicho. El túnel de su nombre se encuentra al pie del puerto, pasando bajo El Parador, un par de kilómetros al norte, discurriendo pues el ferrocarril subterráneo hasta Busdongo, por lo que no lo veremos, aunque caminaremos literalmente 'encima de él'


No veremos el túnel que atraviesa sus entrañas ni el ferrocarril desde el Camino, pues pasa subterráneo y no sale a la luz hasta cerca de Busdongo, pero no por ello queremos dejar de lado esta epopeya de las comunicaciones con El viajero histórico:
"El 15 de agosto de 1884, 21 años después que el tren llegara a León capital, también en agosto, Busdongo acogió la inauguración oficial de la línea de ferrocarril entre Asturias y León por el Puerto de Pajares, que contó con la presencia de Alfonso XII y un largo séquito. Las locomotoras de vapor «Pelayo» y «Jovellanos» fueron las que hicieron el primer recorrido, tirando del primer tren, con Alfonso XII como testigo, y la «Pelayo» fue la que rompió la cinta inaugural. Este medio de transporte recortaba el viaje de cuatro días a unas 20 horas, desde Gijón a Madrid. Las vías llegaban de León a Busdongo y de Oviedo a Puente los Fierros, pero allí morían, hasta que se decidió realizar la obra faraónica de atravesar la cordillera con una línea de tren de 41 Km. de longitud entre Busdongo y Puente los Fierros (aunque en línea recta sólo había 10,9 km.), con 760 m. de desnivel. Con 66 túneles (cuatro artificiales para evitar la nieve en las vías) entre Busdongo y Pola de Lena y otros 12 entre Lena y Gijón. En total 99 túneles entre León y Gijón, 156 viaductos y desmontes (algunos diseñados por Eiffel) y con el 51% del recorrido en curva. La longitud del trazado se debía a la pendiente máxima por la que podían (y pueden) circular los trenes, en Pajares son 20 milésimas. Un desafío de la ingeniería que todavía sorprende porque, salvo algún viaducto de hierro que fue reemplazado, la infraestructura sigue siendo la misma. Las obras del trazado duraron cuatro años y se realizaron con maquinaria escasa (dada la época), dinamita y principalmente a pico y pala. Unos 10.000 obreros fueron los artífices de la gesta, muchos de ellos asturianos, pero también un buen número de jornaleros andaluces (que huían de las penosas cosechas del sur), españoles procedentes de Orán (Argelia) que huían de las revueltas independentistas, 200 obreros italianos y técnicos franceses (capataces e ingenieros principalmente). Los restos de los barracones donde se alojaban aquellos miles de trabajadores todavía son visibles cerca de alguno de los túneles. Como curiosidad, parece ser, que muchos de ellos se negaron a comer salmón (abundante en los ríos cercanos, hoy ya no) tan a menudo y exigieron otro tipo de menú. Para controlar aquella masa poblacional se disponía de unos 20 Guardias Civiles, responsables del orden público en todo el trazado de las obras.
La obra fue adjudicada a un consorcio francés, aunque tuviera un nombre tan español como «Compañía de Ferrocarriles de Asturias, Galicia y León», por un importe total de 190 millones de reales, 47,5 millones de pesetas (unos 300.000 euros). Hubo un intento de alterar el trayecto, para ahorrar costes, añadiendo un tren de cremallera en la parte superior del recorrido y elevando las pendientes, lo que dio lugar a una gran movilización en Asturias, el 21 de marzo de 1881. La protesta quedó inmortalizada en una de las plazas más conocidas de Oviedo, la Plaza de la Escandalera (el nombre lo dice todo), donde se concentró la multitud, conservándose (por suerte) el plan original." 

Realmente, de la misma manera que la Vía de la Plata se abría en un abanico al llegar a los puertos de la Cordillera Cantábrica; el Camino del Salvador, si bien con este nombre es en la actualidad uno solo el oficial con esta denominación, hacía lo mismo; otra importante ruta era la del Güerna o Huerna, otro valle lenense situado más al oeste, por donde ahora discurre la Autopista Astur Leonesa. Más allá era Ventana, paso a los valles del Trubia desde la Babia Leonesa y, al este, los puertos alleranos de Vegará, Piedrafita y Puertu Braña o San Isidro; este último se ha oficializado como Camino de Santiago Allerano


Atraviesa esta llanura El Río las Caballetas, vemos que el Camino, un sendero entre los matorrales, sigue de frente al otro lado


Para no ir chapoteando, si está crecido, un poco a la derecha se estrecha y puede pasarse de prado a prado de un salto, ¡ pero con cuidado de calcular bien !


Continuamos valle adelante todo de frente entre La Perruca a la derecha y La Picorota a la izquierda


El trazado sigue recto y bien perfilado, si hay niebla puede seguirse sin demasiado problema. En ese caso y aunque no veamos nada, el ruido de algún vehículo pasando por la ya no muy lejana carretera, nos anima al comprobar que nos aproximamos a Arbas del Puerto, uno de los muchos pueblos que llevan en nombre del antiguo coto monacal, como Poladura de Arbas, Viandangos de Arbas, Casares de Arbas, Cubillas de Arbas, San Miguel de Arbas, Pendilla de Arbas, Camplongo de Arbas, Tonín de Arbas, Vegalamosa de Arbas y otros...


Pero pronto nos acercamos a otro de los postes indicadores que, lo decimos por experiencia, da especial alegría encontrarse cuando las nubes cubren la montaña y apenas se ve a poco más de un metro


El poste señala una bifurcación y, junto con la flecha amarilla, indica que hemos de seguir de frente, a la derecha


Por este sendero empezamos a bajar por esta verde campera en dirección a aquellas torres de alta tensión, a cuyos pies y a su derecha baja el Camino a Arbas del Puerto por El Quentu o Cantu los Probes


El Camino, senda bien pisada y reconocible, sigue ahora por la ladera oeste de La Perruca, nunca nos desviemos de él y fijémonos en su curso bien en caso de las muy frecuentes nieblas


A nuestra derecha, una pequeña laguna, formada con el deshielo, nos ofrece otro bellísimo paisaje al paso mismo del Camino


Más allá de la charca, al sur-sureste asoman unos picachos calizos con sus neveros


En primer término nos parece reconocer la Peña la Calva (1.729 m), a cuyos pies hemos pasado por el collado El Coito (el 'coto', que nadie piense lo que no es, topónimo referido al coto de Arbas, que perteneció a los monjes) subiendo de la Cruz de los Romeros a la Sierra del Cuchillo. Pero esa cumbre aparece más disimulada con las que están detrás, a cierta distancia y más altas, que acaso sean parte de las Sierras Negras, Sierra Blanca y Sierra Currillos


Las flechas metálicas instaladas por José Antonio Cuñarro Expósito, Ender, el gran promotor de la difusión de este Camino de San Salvador, vuelven a verse en esta hermosa senda


Las torres de alta tensión hacia las que nos dirigimos forman parte de la acometida de la Subestación Eléctrica de Arbas del Puerto, al pie de La Violina (1.431 m)


A lo lejos vemos de nuevo La Gobia, en la frontera con Asturias, un nombre que parece ser una variante de Bobia o Bovia, lugar de boviam, es decir, de bóvidos, referido al ganado vacuno


Precisamente por aquella ladera que vemos en la distancia, Los Torales, baja El Regueru la Bovia, otro de los regatos que dan agua al Bernesga en su nacimiento


Aún no vemos rebaños, sin duda pronto subirán a estos pastos del cordal, cuando terminen de retirarse las nieves y con ellas, los fríos del puerto, que se tornarán más agradables para el ganado, que pastará libre por la majada


En cuanto al Bernesga, existen diversas explicaciones a su etimología, una la de la raíz orna 'río', como el Güerna/Huerna, "Aunque para otros se trata del céltico VERNA 'aliso' presente en el galo, parece que deberíamos partir del tema hidronímico ORN, cuya interpretación podría abordarse desde el céltico como '(agua) que se agita", dice el filólogo Xosé Lluis García Arias en Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos, a lo que añade:
"De ese modo, si se admite el parentesco entre Bernesga y Güerna, podría entenderse que los ORNIACI, un pueblo prerromano de estirpe ástur, son simplemente ‘los ribereños del orna’ y esto tendría el valor añadido de que sería aplicable no sólo a los ástures transmontanos o del Güerna, sino a los de más al sur, a los ribereños del Bernesga, con lo que se aclararían algunos puntos en litigio en la interpretación epigráfica."

El sendero se estrecha entre los brezos pero se sigue bien y sin problema, según avanzamos se amplía nuestra perspectiva al oeste


El mítico Puertu Payares (Pajares) a 1.378 metros de altitud y en el paso de León a Asturias, ante nosotros, con las cumbres calizas de La Tesa, La Mesa y La Almagrera en la lejanía, casi ocultas por las nubes. Entre ellas están los puertos de La Cubilla o Cuviel.la y La Ballota o Val.lota, otros antiquísimos pasos naturales en el corazón de la cordillera. En primer término vemos la carretera N-630 con el desvío a El Brañil.lín y la estación de esquí, luego una aparcamiento, una nave y unas casas, donde está el bar de La Venta Casimiro y a la izquierda está el Parador de Pajares, uno de los primeros abiertos en España, en 1953. El Camino como tal seguirá por la carretera para, bien a la derecha de la primera nave o bien desde el bar de Casa, subir al Alto la Gobia 


No obstante en la misma carretera, justo después del bar (se distinguen los coches aparcados delante), se ha puesto un mojón con la idea de señalar el paso por ahí. En nuestra opinión es una temeridad, pues si bien quita la ascensión a La Gobia, a partir de ahí se pierde prácticamente el arcén y coches y camiones pasan raspando. El tráfico es muy abundante y gran parte de él pesado por lo que el peligro es evidente


En el margen izquierdo, a partir del Parador de Pajares, en La Raya, que ha reabierto sus puertas después de mucho tiempo cerrado, se ha señalizado un sendero a la izquierda de la carretera pero, como se avisa desde su mismo comienzo, es peligroso, máxime en invierno pues es estrecho y discurre por la ladera de un gran despeñadero


Creemos que lo mejor es, tal y como dicen las guías y las flechas amarillas, subir desde la nave o desde el bar a la derecha, al Alto la Gobia. Luego bajaremos al otro lado entrando en Asturias y, cruzando la carretera en una curva con bastante visibilidad, continuar trayecto, bien hacia el pueblo de Payares, donde está su albergue de peregrinos, así como la pensión El Mirador, o bien hacia Samiguel del Río si estudiamos hacer una etapa larga. Las dos son rutas históricas, si bien al optar por la segunda casi haríamos dos etapas en una pues hasta Bendueños no hallaremos otro albergue, ni bar.


Para hacernos una idea del límite entre Asturias y León, la nave y casas de la derecha de la carretera, con el bar, son de León, municipio de Villamanín. Justo después empieza Asturias por el concejo de Lena o L.lena, donde está el parador. Allí en la distancia, La Tesa con sus 1.905 metros, La Mesa, con sus 1.922, y La Magrera con 1.946, dominan los valles de Payares y El Güerna. Aquí recordamos la tan rotunda como exagerada frase cantada por los juglares del Códice Calixtino, que narra las peripecias de los peregrinos medievales, también en estas montañas...
"Adelante compañeros, no hagáis caso ni de mis piernas que tiemblan ni de mi semblante, que se altera en la oscuridad de estos Montes Etuves, tan tenebrosos, que achican tantos corazones, hacen viudas a las mujeres y huérfanos a los niños"

Del Puertu Payares, L'Alto'l Puerto o L'Alto Payares escribe igualmente en su blog Xulio Concepción
"L'Alto Payares (L'Alto'l Puerto, pa los lenenses) es el vistoso conjunto divisorio entre la vertiente leonesa y la lenense, antes con propiedad llamado La Raya: nombre que le dan todavía hoy los vaqueros mayores justo a la línea divisoria de aguas vertientes, en el cambio de rasante junto al Hotel y al mirador. 
Muy conocidos fueron Los Salvadores: la familia de mesoneros que dieron comida, cobijo, bebida, a tantos arrieros y caminantes hasta casi estos mismos días; Casa Paco, Manolo y Paco, Casa Pacón, luego; la Venta Casimiro, finalmente: fila de edificios en dos plantas, margen derecha de la carretera subiendo desde la vertiente leonesa, casi justo en La Raya. 
L'Alto Payares (por La Raya y por La Calera) fue el lugar estratégico de paso para todos los caminos procedentes de la Meseta hacia el centro regional asturiano y hacia las costas de Xixón: vía pecuaria (expresión de los vaqueros), camín de peregrinos, camín de carreteros, camín de los vaqueros, camín del puerto, camín de los gües, camín de la parexa... 
En escritos anteriores a los trabajos del ferrocarril, el Alto se llamó ya La Perruca, de forma que el nombre no se debe al túnel que le dio fama: tal vez esté en relación con la piedra, como se observa hoy en las canteras de la margen derecha ya bajando a Payares. 
Sería un camino empedrado con abundante piedra suelta desprendida del monte, lo que dificultaría en ocasiones la andadura de carros y animales: raíz prerromana, *parr- (piedra, roca), con sufijo despectivo por ser pequeña y de mala calidad, que se deshace fácilmente en trozos (piedra oxiza, cuarcita, blanquecina, casi arenisca a veces). O directamente ya desde el latín petra (piedra), a partir de un sufijo despectivo: * petruca, pedruca, piedruca ..., por asimilación d-r a -rr-. 
Muchas coplas circularon entre payariegos y transeúntes asturianos por Al Alto, algunas recogidas por Carmen Prieto, y con diversas versiones, por tanto: 
Y en el Puertu de Payares 
baxen les nubes al suelu, 
por eso les payariegues, 
vivimos tan cerca del cielu.

 

Mocines de Payares 
comprai corales, 
que baxen los vaqueros 
del Puertu d' Arbes 
 En fin, el paso por El Puerto Payares van doscientos, mil, dosmil años..., en comparación con el resto de puertos asturianos (Tseitariegos, Somiedo, Ventana, Sanisidro, Tarna, Ventaniella, El Pontón...) era el menos malo: pendientes pronunciadas, nieves, tormentas, pocas y malas posadas... En los otros puertos sería peor, pues había que dar más vuelta al llegar desde las llanuras castellanas. 
Compensaría en parte el paisaje espectacular que se abría entonces, como en parte se sigue contemplando hoy en ciertas épocas: al llegar al Alto, el paisaje cambia radicalmente (si no hay nublina, claro) y se divisan a lo lejos cadenas sucesivas de peñas altas (La Mesa, La Tesa, Ubiña...); pueblos a media ladera (Yanos, Payares...); praos verdes, ganao, montes de roble y faya... 
Todo un patrimonio natural muy trabajado antes por nuestros mayores, pero muy poco cuidado hoy, en continuidad esperable con aquellos impagables esfuerzos y sacrificios para poder vivir los nativos y hasta dar de comer a los viajeros de paso. Muchos oficios rurales sobrevivieron en el valle del Payares hasta hace unas décadas."

Llegamos ya al pie de las torres de alta tensión que veíamos desde Las Caballetas, atentos al Camino entre matojos, pues sigue a la derecha


Bajamos por unas rocas a una especie de foso y seguimos de frente cuesta abajo por esta franja verde


Por este trecho de campiña puede perderse un poco el rastro, simplemente continuemos de frente


Ante nosotros se abren ahora tres caminos: iremos por el del medio, el que señala el bastón


Aquí varias flechas insisten en que tomemos este ramal y no nos equivoquemos


Seguimos bajando un poco más siempre atentos a las flechas amarillas


Llegamos a un sendero, en el que seguiremos a la izquierda, viendo abajo la carretera, en Veigallamosa, que, como su nombre indica es una vega llamosa, es decir embarrada, volvemos a leer a García Arias:
"El barro y el lodazal es conocido en asturiano, entre otros, con los siguien tes nombres: llamargu, llamarga, llamarga, llamuergu, llamuerga, llamorgueiru, llamazu, llamazón... Pare ce ser que se trata en todos los casos de términos formados sobre LAMAM ‘lodazal’, palabra no latina pero que fue utilizada por algunos de los escritores de esa lengua que la introdujeron en su léxico y gozó, tal vez por lo mismo, de gran difusión en dominios como el italiano, engadino, occitano, catalán, castellano, portugués, asturiano. Pidal piensa que se trata de un término ambro-ligur y Hubschmid céltico."

De nuevo, uno de los postes indicadores del Camino del Salvador de los puestos por la Asociación Cuatro Valles. Estamos caminando encima del largo Túnel de La Perruca, de 3.071 metros de longitud y que fue una de las proezas del ferrocarril, inaugurado como hemos visto el 15 de agosto de 1884 en la llamada Rampa de Pajares, considerado uno de los tramos ferroviarios más montañosos y difíciles de Europa, siendo entonces el túnel el más largo de España


La senda parece que se pierde en esta ladera de La Perruca, pero el Camino está bien trillado y las flechas de Ender nos orientan en caso de nieve o niebla. No se sabe muy bien la razón del topónimo, es posible una evolución del petram latino (piedra), pero también se apuntan otras teorías, algunas legendarias. Una de ellas es que La Perruca era como llamaban popularmente a un león de piedra que señalaba la frontera astur-leonesa, otra que era el león de uno de los estandartes, banderas o blasones, que presidían la fiesta de inauguración, una más que se refería a la forma de la moneda conocida como perra gorda que tenía la boca del túnel. Lo cierto es que el propio puerto, L'Alto Payares o L'Alto'l Puerto como vimos, era denominado antaño La Perruca, tal y como también escribe el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos en 1790 en sus Diarios: "De Villamanín a Busdongo, dos leguas; a la Perruca, media". Volvemos a consultar a Xulio Concepción compartiendo parte de su artículo La leyenda del túnel de La Perruca y el origen del nombre:
"Según la voz oral escuchada en varios pueblos del Payares, los hechos comenzaron ya con la misma realización de la gran obra (unos 3 km). Por la boca norte trabayaban los asturianos, y por la cara sur, los castellanos. Pero pronto surgieron, entre unos y otros, las piquillas por ver quién calaba primero a la mitad del túnel. 
Entonces el día que se unieron las dos bocas, los empresarios dieron una fiesta. Pero seguían las disputas por demostrar quién había llegado antes al punto medio del túnel. 
El caso es que la fiesta también tuvo que dividirse en dos, por el peligro de las peleas, y con la prohibición de que nadie pasara de una vertiente a la otra, ni por dentro, ni por fuera del túnel, mientras durara la juerga. 
Entonces –sigue la voz oral-, un asturianu rompió el cerco, salió por el monte, se asomó entre los arbustos, y vio la fiesta que estaban celebrando los cazurros por todo lo alto como ganadores de la contienda. 
Se sintió muy ofendido, y observó que tenían como estandarte bien enarbolado entre las mesas de la comilona el escudo de León, con la figura del animal felino bien resaltada (el famoso león de la heráldica). 
Por fin, volvió indignado el emisario por el camino del monte, y cuando le preguntaron qué había visto, contestó irónico y despectivo: “Ná, nun fayen ná, nun tienen más que una perruca colgá nun trepu. (...) 
En otras interpretaciones, la perruca aludiría al pequeñísimo círculo de la boca del túnel leonés, reducido a una simple moneda, visto en línea recta desde la boca asturiana (esos 3 km por el medio...). Pero, en todo caso, sería perrinaperrrona...; pero no perruca, claro. Nunca despreciables, las monedas por pequeñas; y, menos aún, entre unos obreros campesinos por aquellos años. 
Las cosas parecen más naturales. Se trataría en La Perruca, más bien, de una zona muy abundante en piedra oxega (oxiza, cuarcita blanquecina), circunstancia que dificultaría sobremanera la perforación de esos tres kilómetros con los precarios mecanismos de más de un siglo y medio atrás. 
Todo el monte entre ambas bocas es pedregoso; con esa piedra oxiza, muy dura, aunque se deshace fácilmente en trozos pequeños con los golpes o las técnicas ya entonces. Bien lo sabrían los nativos que le habrían dado el nombre antes, por sus dificultades en el trabajo de estas piedras, sin más tecnologías que sus mazas, barras, punteros, macetas..., sus brazos, sus manos..., y poco más. 
Y la prueba queda en La Fabricona de Arbas: recinto rectangular de murias -cimientos de piedra, muy marcados en primavera con las paciones más verdes-, que se encuentra en la margen derecha del afluente del río Bernesga, justo bajo El Yenu la Fuente y Los Abiulares-; se dice que fue la fábrica para la dinamita empleada en la perforación del túnel de La Perruca durante años. Hoy camperas de pastos para el ganado. (...) 
Por todo ello, para la etimología, habría que pensar en la voz romance piedra: y de piedruca, se pasaría a *pedruca, por ser átona inicial (sin diptongar, por tanto); y a perruca por simple evolución fónica. Zona abundante en piedra pequeña y mala, de donde el topónimo lugareño por el que se abriría luego un túnel. 
Si, además, Jovellanos ya citó el topónimo a finales del s. XVIII, las dudas se van disipando: el nombre es muy anterior al túnel de las vías. Incluso, la anécdota de la perruca del escudo -que dice la leyenda- no sería más que la interpretación por su cuenta que el supuesto emisario asturiano dio a la vuelta de su misión cumplida. 
El emisario al acecho no haría más que traducir con humor el nombre del terreno entre los de Busdongo a la anécdota del escudo. Aquella inevitable rivalidad entre regiones colindantes quedó tallada también hasta en el nombre de La Perruca. (...) 
Con todo lo dicho, tampoco hay manera de confirmar del todo el origen del nombre, pues se fue cargando de interpretaciones regionales y forasteras. No obstante, a juzgar por las referencias toponímicas de diversos viajeros del XVIII y el XIX, es evidente que el nombre de La Perruca existía antes de los raíles entre los lugareños: el topónimo se recuerda entre los vecinos de Busdongo y los de Payares, Arbas... Y se cita en textos de Jovellanos, Rafael Labra... 
Ciertamente, el nombre de la zona se pondría de moda con la perforación del túnel, por las dificultades de los trabajos con la piedra; y se extendería con el tren de una a la otra ladera de la montaña. La parte exterior del monte tiene otros nombres conocidos: por la parte asturiana, El Monte las Llebias (ribaya izquierda de Reguiru Puircu), sobre la boca del túnel; La Traviesa (ribera derecha). (...) 
Y por la fastera leonesa con salida al pueblo de Busdongo, Bonviejo: ‘el monte del camino viejo’, el camín real que venía de León y bajaba por Payares. Todo el exterior del puerto: Vegalamosa, Arbas, Las Caballetas, La Cerra..., vegas, montículos de pastizales sobre el túnel. Una vez más, un topónimo une las montañas por encima, con origen en cualquiera de las dos. 
En fin, un nombre discutido, como fue polémica la misma construcción del túnel y de las vías del tren, por el cambio radical que suponía para los intereses -y privilegios- de tantos arrieros, comerciantes, pequeños industriales..., del interior regional, y de las ciudades en especial."

La Colegiata de Arbas, que volvemos a ver conforme avanzamos por la ladera, tiene también sus propias leyendas. una dice que unos infantes extranjeros fueron los primeros ermitaños de estos parajes, exhortados por su padre el rey a expiar así un horrible crimen, rey que quiso fundar un hospital para peregrinos pero que fue adelantado por el conde Fruela:
"Pero, ciertamente, otras leyendas circulan entre los que fueron mozos y mozas vaqueras a lo largo del siglo pasado, en su mayoría ya escuchadas a sus güelos y güelas antes; sobre todo, la imaginación se desarrolló especialmente cuando en las sucesivas reformas de la iglesia, muchos y muchas afirman haber contemplado cómo sacaban cantidad de huesos y calaveras (de menores y de mayores): salían de entre los escombros de los sótanos cubiertos con tablones o losas que hacían de suelo del edificio principal (iglesia, patios, sacristía...). Sólo voz oral, ciertamente, hasta la fecha. Demasiado sigilo y falta de documentación más precisa por lo visto y lo escudriñado. 
Muchas versiones, por tanto, a cerca de los monjes, los transeúntes pobres, los excesos cometidos por los abades contra los renteros que no pagaban a tiempo... Toda una historia oral, pues en la mayoría de los puntos ni está escrita, ni se atrevería alguien a intentarlo siquiera tan sólo medio siglo atrás. 
La toponimia del entorno, por lo menos, atestigua algunas funciones en las dos caras de la moneda: El Cantu los Probes, La Casa los Probes, La Gobia, La Calera, El Quentu los Muertos, El Mayéu l'Estudiante, La Escrita..."

Otra dice que uno de los carros de bueyes que acarreaba la piedra granítica desde el Picu Tres Conceyos para construir la colegiata fue atacado por un oso, que mató a uno de los bóvidos. En castigo milagroso el fraile que lo llevaba, fray Pedro, conminó al oso a ser uncido al lado del otro buey, tirando del carro de piedra con él. Esa pudiera ser una explicación popular a la existencia de una cabeza de oso y otra de buey labradas en la portada occidental románica, hoy día dentro de la estructura barroca del edificio, la que ya conoció Gaspar Melchor de Jovellanos cuando escribía de ella en la Carta III, viaje de León a Oviedo, página 56:
"Situado en el monte de Valgrande, vertiente de León, y separado del camino real, está la antiquísima colegiata de Santa María de Arbas del Puerto que otro tiempo fue monasterio de canónigos reglares... El abad y canónigos, únicos moradores de aquel yermo, viven solos sin más trato que el de sus amas y sepultados por ocho o nueve meses del año en montañas de nieve, siéndoles muchas veces necesario abrir minas por bajo de ella desde sus casas a la iglesia, por estar absolutamente cerrada toda comunicación entre unas y otra". 
"No me toca a mí realzar los inconvenientes que semejante situación puede inducir; pero jamás dejaré de admirar el extravagante celo de quien quiso poner en la cima de un puerto asperísimo, lejos del camino y de toda humana correspondencia, no sólo un monasterio, sino también una especie de hospital o alberguería de peregrinos. Las demás fundaciones de esta clase, tan frecuentes en el tiempo de las peregrinaciones, estaban a lo menos colocadas sobre los caminos públicos; pero fuera de ellos y donde es preciso hacer viaje de propósito, huyendo del rumbo y emboscándose en aquel hórrido desierto"  . 
"¿Cuál pudo ser el fin de semejante establecimiento? Me dirá usted que socorrer a los que peregrinaban a San Salvador de Oviedo e iban a visitar sus reliquias, pues de esta devoción hay memorias bien antiguas; pero note usted el discreto modo de ejercitar la caridad con estos romeros que prescribe el privilegio de que voy hablando, y dígame si conoce una especie de superstición más favorable a la holgazanería" (Carta III, p. 56). 
"En el día se compone esta colegiata de un abad y doce canónigos, aquél rico y éstos infelizmente dotados. La abadía y algunas canonjías se hallan actualmente vacantes, y parece que el Gobierno, dirigido por principios más ilustrados y benéficos, piensa destinar estas prebendas rurales, sin perjuicio de sus cargas piadosas, a un objeto de más general y conocida utilidad. Mientras los amantes de las letras piden a Dios que así lo ve­rifique, volvamos usted y yo al camino que llevábamos" 

Xulio Concepción, como no podía ser de otra manera, realiza esta Conclusión respecto a lo que escribe el prócer gijonés:
"En resumen, la opinión que tiene Jovellanos del Monasterio de Arbas (bien conservada hoy la capilla, y en regular estado las casas de los monjes) parece bastante negativa: reconoce que está rodeado de unas circunstancias climáticas y geográficas muy duras, con nieve la mayor parte del año, pero insinúa que llevan una vida del todo irregular con sus amas, un eufemismo de sus compañeras de institución, a las que denomina 'amas', sin más. 
De ahí, el estado degenerativo al que fueron llegando, con el abandono total de los peregrinos en la alberguería. Por ello pide la supresión de la institución, destinando aquellas prebendas a fines más dignos."


Otro viajero de época, el político liberal Rafael Mª de Labra, escribe en Asturias: de Madrid a Oviedo (notas de viaje), publicado en 1881, es decir, con las obras del ferrocarril ya en marcha, escribe de La Colegiata:
"Del siglo XII es el monasterio y la hospedería de Arbas, destinado á recoger á los extraviados del puerto; lo cual prueba que ya el camino era frecuentado". 
"Los ojos no se apartarían del espectáculo, á no atravesar el coche [diligencia de caballos] por entre cuatro ó seis vastos edificios de dos pisos, pintados de blanco y situados á la derecha é izquierda de la carretera. En el centro está una iglesia con su pórtico bizantino y su torre pequeña y guarnecida. Aquello es la ex-colegiata y hospedería de Arbas. Es decir, algo como los famosos monasterios alpinos, destinados á prestar toda clase de auxilios al viajero azotado por las inclemencias del cielo en países de mucha nieve y mucho precipicio". 
"Difícil, imposible sería hoy calcular lo que fue y lo que representó la colegiata de Arbas por la pobreza que al primer golpe descubre la mirada del curioso. Sus orígenes se remontan á la mayor antigüedad". 
"Era en la época de D. Alfonso el Emperador, es decir, hácia 1140, y ya existían canónigos de la regla de San Agustín, instalados en un verdadero páramo, y apercibidos á prestar ayuda al pobre y auxilio al caminante extraviado ó con grave peligro de muerte en medio del ventisquero ó á través de la senda borrada por abundante nieve" 
"Pero cuando la abadía comienza á tener valor es á partir de 1216, en cuya fecha el Rey D. Alfonso IX, confirmando las mercedes hechas por su abuelo y por su padre, las extendió considerablemente, en cuyo camino le siguieron casi todos los Monarcas posteriores del mismo siglo XIII, desde D. Fernando II hasta D. Sancho el Bravo" 
"La hospedería de Santa María de Arbas fue frecuentada por toda clase de viajeros y hasta que aquel era lugar obligado de descanso en las no fáciles jornadas de Astúrias á Castilla y viceversa. El Rey D. Alfonso IX, dos veces, por lo ménos, estuvo en ella, acompañándole gran número de Prelados y caballeros. 
Explícase, por tanto, que su riqueza llegara á ser considerable. D. Alfonso no titubeó en concederle cien aranzadas de viñedo de Toro, el portazgo de Puente de los Fierros, el realengo de Lena y muchos bueyes, vacas, puercos, etc., y bien que lo del portazgo y lo de Lena le fuese revocado por Alfonso el Sabio no muchos años después, desde luégo es lícito afirmar que las demás donaciones de los Reyes sucesores del primer favorecedor y las limosnas de los particulares fueron bastantes á dotar á la abadía de abundantísimos recursos, no sólo para proporcionar 'pan y vino' -como reza la escritura de 1216- 'al transeúnte bueno ó malo, que en nombre de Cristo pidiera caridad', sinó para ejercer una grande influencia en la comarca, prendada de los positivos servicios que la hospedería hacía y edificada con las virtudes de los canónigos de San Agustín, que llegaron á obtener envidiable fama en todo el obispado". 
"Gozaba la abadía del privilegio de ser exenta y causa fue esta de terribles batallas sostenidas con los obispos de Oviedo y de León sucesivamente, en las cuales se puso más de una vez á prueba, para salir victorioso, el carácter y el poderíos de los ricos y respetados Abades". 
"Pero las cosas cambiaron con los años, y á la hospedería de Arbas, mermadas su pingües rentas ya en el siglo pasado [el XVIII], olvidada de los Reyes que no tenían para qué cruzar el puerto, relajada la severísima disciplina que hace cinco siglos hizo de aquella comunidad un ejemplo para sacerdotes y seglares, y en fin, desposeida totalmente de lo poco que le quedaba en 1866, hoy apénas tiene otro valor que el de un monumento histórico. Los monjes han desaparecido: un capellán que vive en la casa retoral (unida á la iglesia), desempeña el cargo de párroco sobre una extensión de una legua, en la divisoria de León con Castilla. La hospedería, bastante deteriorada, recompuesta hace años por un particular de gran piedad, cuenta sólo con un encargado del Obispo de Oviedo que continúa socorriendo con pobrísima cena y humilde cama á los peregrinos, que ahora ya por raro caso se aventuran en medio de los temporales del puerto, toda vez que Busdongo y Pajares ofrecen numerosas y malas posadas". 
"¡Y al religioso que en otro tiempo se comprometía por ley de su instituto y vocación de su espíritu en el ventisquero y al alcance del alud para disputar una presa á la muerte ó allanar los senderos de la otra vida al agonizante, ha sustituido el infatigable guardia civil, cuyo enfundado tricornio corona los riscos más abruptos ó aparece en lo más intrincado y hondo de una revuelta!" 
"Pero el viajero vive de emociones y de recuerdos, y para el artista no existen ni la desamortización ni la política. Por eso áun después de vendidos la ropería y el convento, convertido ahora en casa de vecindad que habita una treintena de artesanos, y después de empobrecida y casi arruinada la hospedería, aún el curioso halla justificado un pequeño alto para contemplar la antigua Abadía -de estilo bizantino- con la casa retoral al lado, la cuadrada torre que domina la vieja capilla mayor (donde se acaba de descubrir un altar de piedra de verdadera importancia artística) y las dos colosales cabezas, también de piedra, que flanquean el ingreso al templo, y que, según la tradición, representan, la una al buey que acarreando piedra para la construcción del edificio fue devorado por un oso, y la otra al oso que, por misterioso procedimiento y decreto divino, fue uncido en lugar de su víctima" 
“Antes también existía un hospital con bastantes rentas, abierto á pobres y peregrinos y que del lado de Astúrias desempeñaba el papel que Arbas del lado de Castilla; pero vendidos sus bienes hácia el año 30, de aquella hospedería sólo queda la memoria, que remonta por lo ménos al siglo XVII. La piedad, pues, había prodigado su solicitud en la áspera y peligrosa travesía de la cordillera cantábrica, contribuyendo de esta suerte á dar importancia á la pintoresca y excepcional entrada del legendario Principado”

La iglesia fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1931 pero sufrió los rigores de la guerra y fue asaltada como tantas otras al comienzo de la contienda en 1936, siendo la talla de la Virgen quemada. En la posguerra se hizo una nueva para sustituirla, obra del escultor Andrés Seoane Otero, copiando la existente en el monasterio de Grafetes, junto al río Esla, también en León. El conjunto monástico fue restaurado a mediados del siglo XX por el arquitecto Luis Menéndez-Pidal y Álvarez, pasando eclesiásticamente a depender de San Isidoro de León en 1968


La fiesta se celebra el 8 de septiembre, romería de la Virgen de Arbas, con misa solemne, rogativa y procesión, ofrenda tradicional a La Colegiata por el vecindario de Cubillas de Arbas y reparto del bollu preñáu (pan relleno de chorizo) y el vino a los socios. Un amplísimo compendio de la historia del lugar es esta obra del escritor y estudioso Matías Díaz Alonso, recogida en estos enlaces que nos aporta en su blog Xulio Concepción:
1. Historia y actualidad de la Villa y Real Colegiata de Santa María del Arbas del Puerto (1ª parte, PDF). 
2. Historia y actualidad de la Villa y Real Colegiata de Santa María del Arbas del Puerto (2ª parte, PDF)

3. Historia y actualidad de la Villa y Real Colegiata de Santa María del Arbas del Puerto (3ª parte, PDF)

 4.Historia y actualidad de la Villa y Real Colegiata de Santa María del Arbas del Puerto (4ª parte, PDF).


A la izquierda de La Colegiata, las antiguas Casas de los Canónigos, que tras la extinción de la vida monástica pasaron a ser establos para el ganado de los pastores y viviendas. Algunas de ellas siguen habitadas. A la derecha de la colegiata están los también citados Güertos de la Burrera, donde hubo finca y cuadra para criadero de burros destinados al transporte de mercancías, gentes u otros trabajos


Hacia las Casas de los Canónigos vamos a ir bajando nosotros por este sendero. Estamos en El Quentu o Cantu los Probes (canto 'colina' de los pobres), donde dice la tradición oral que los pobres y peregrinos esperaban que los frailes comiesen para que les diesen las sobras. Sin duda se trata de alguna memoria, trastocada, del viejo hospital de peregrinos que hubo delante del monasterio, donde se daba pan, vino y alojamiento a los romeros. La historia de las sobras parece un añadido, a no ser que tenga que ver con los momentos de decadencia de la colegiata, a partir del siglo XVIII principalmente. Nos cuenta al respecto Xulio Concepción:
"Resuenan en especial nombres como El Cantu los Probes: saliente alomado frente a la Abadía, margen derecha del río Bernesga, en el camino a Las Caballetas, donde se dice que se sentaban los pobres del camino a la espera de que terminaran de comer los viajeros del monasterio, para recoger el resto de la comida que les ofrecían los monjes. Con aquel sentido de pobreza en tiempos medievales (...) 
O nombres como La Casa los Probes: cuadra de ganado en el poblado, que mantuvo la tradición hospitalaria de dar posada de noche en el payar a los pobres que lo pidieran a su paso por el camino. Los dos nombres suponen sendos documentos toponímicos imprescindibles a la hora de entender la función alberguera, hospitalaria, de una institución monacal en el paso de un puerto de montaña, con los rigores del clima de unos cuantos siglos atrás."

Arriba a la derecha son los pastos de Majada Vieja (1.426 m) y Solsierras (1.500 m). Enfrente de la colegiata vemos el ya mencionado mesón de Casa Quico, fundado en el año 1.720 para atender a los peregrinos, del que se dice era el sucesor del antiguo Hospital de Santa María de Arbas. A su izquierda, justo encima de la orilla, es el antiguo Albergue del Grupo de Montaña Ensidesa, al que nos hemos referido al principio, inaugurado en 1973 junto con otros en diferentes lugares de la cordillera asturleonesa y hoy arruinado


Arbas del Puerto, como Busdongo, vio momentos de prosperidad con las minas y el que fue el principal acceso de comunicación entre Asturias, con su poblada área central y cuencas mineras, y la meseta hacia León y Castilla, incluyendo Madrid. No tiene estación ferroviaria pues el tren como hemos dicho va aquí por el túnel de La Perruca, pero su estratégica posición, cercana además a las pistas de esquí, sendas montañeras y otros alicientes, fue importantísima, además de los tradicionales y ancestrales usos ganaderos. La inauguración de la Autopista del Huerna supuso un fuerte golpe ya que gran parte del tráfico ya no pasaría por aquí. Los edificios fueron cayendo en desuso y a día de hoy solo hay unos pocos vecinos


Y ya llegamos al Bernesga, viendo los campos de Los Torales al otro lado de la carretera, el río cuyo valle, extendido linealmente de sur a norte, conformó este gran pasillo natural por el que se salva, aquí la Cordillera Cantábrica rumbo a la capital de Asturias


Pasamos el Bernesga donde estuvo el antiguo Puente los Probes y la ruta sigue a la izquierda, al puerto. No obstante los peregrinos amantes de la historia y las viejas piedras no dejarán la oportunidad de visitar primero la Colegiata de Arbas, yendo a la derecha

VISITA A LA COLEGIATA DE SANTA MARÍA DE ARBAS:


Yendo hacia La Colegiata contemplamos de frente la larga fila de estas Casas de los Canónigos que, proyectadas en 1799 en lo que puede decirse que fue la última gran obra monacal, cayeron en desuso tras la exclaustración de los monjes con la desamortización y pasaron a ser cuadras, con el establo de los animales abajo y payares o pajares para la hierba arriba. Luego fueron reacondicionadas varias como viviendas, y alguna sigue siéndolo, como escribe Xulio Concepción:
"Arbas, El Puerto Arbas, La Colegiata, el Monasterio, La Casa los Probes, El Cantu los Probes..., fue siempre un paraje leonés, pero muy arraigado en la memoria de los vaqueros lenenses, tradicionalmente allí cada verano con sus vacas nel puerto hasta el otoño: las casas de los canónigos (últimas tras el monasterio, subiendo desde Busdongo, y una vez pasado el río) sirvieron de cabañas hasta los años noventa. 
Hoy, esta hilera de casas pegadas unas a otras (cuadra, abajo; payar-cabana, arriba) conserva su estructura exterior en piedra: unas 35 ventanas por cada una de las caras del edificio, la frontal y la trasera; y conserva su estructura interior, en forma de establos, abajo, para el ganado; y de payares para la hierba, arriba, con un rincón para la lumbre del llar. Se dice que eran las casas de los canónigos. Y viviendas hubieron de ser, a juzgar por los restos de humo en las paredes, divisiones de estancias con tablas, vigas, encajes diversos, pequeñas ventanas.... Todas estaban comunicadas entre sí, se pasaba de unas a otras por una puerta de madera."

Pasamos ahora el puente sobre el río Los Pozos justo donde da sus aguas al Bernesga, siguiendo la carretera, que al menos tiene un arcén muy ancho, yendo en dirección a La Colegiata de Santa María de Arbas, quedando ahora a la derecha las ruinas del antiguo albergue montañero


En primer lugar vemos la Casa del Abad, del año 1723, construida por lo tanto a continuación de las Casas de los Canónigos. Justo después es la iglesia, con su gran torre barroca, de 1693, ubicada a los pies del santuario y en la que se ubicó el coro, que veremos en el interior, siendo concebida para hacer las funciones de pórtico. Frente a ella, una de las tres antiguas columnas o pilares que delimitaban el edificio monacal y el tránsito de su portazgo, situada al otro lado del puente

 

La Casa del Abad fue después la de los sacerdotes oficiantes cuando el templo del convento pasó a ser parroquial. Los antiguos abades tenían la prerrogativa de nombrar los cargos públicos del coto de su pertenencia, alcaides, jueces, merinos. Los habitantes de coto y demás posesiones pagaban sus diezmos y/o rentas normalmente en especie, quedando reflejados en los libros de cuentas


La parte original románica del templo quedó, insistimos, 'envuelta' dentro de esta estructura barroca en un proceso que nos explican de esta manera en Románico digital:
"A la estructura arquitectónica descrita se fueron añadiendo nuevos elementos, básicamente durante el último cuarto del siglo XVII y el primero del XVIII. Fundamentalmente estas obras se materializan en la torre cuadrada de los pies, en la estructura porticada que envuelve todo el costado meridional del edificio románico y la sacristía sur que la prolonga. A falta de los libros de fábrica, los numerosos testimonios epigráficos nos sitúan cronológicamente el proceso constructivo que la prolonga. A falta de los libros de fábrica, los numerosos testimonios epigráficos nos sitúan cronológicamente el proceso constructivo."

Dichos testimonios epigráficos son inscripciones que enseguida iremos viendo cuando visitemos el interior, se trata de obras realizadas entre 1679 y 1734 en las que se menciona a sus patrocinadores y/o señalando quién era abad en ese momento


La iglesia fue asaltada y saqueada en la Guerra Civil, siendo quemadas sus imágenes, entre ellas la de la Virgen de Arbas, sustituida por una réplica de la Virgen de Santa María de Gradefes, original del monasterio leonés de este nombre, que veremos también en el interior, donde también se encuentra el sepulcro del arquitecto Luis Menéndez-Pidal y Álvarez, quien dirigió las obras de restauración del templo en la posguerra, a cargo de la Dirección General de Bellas Artes


La Casa del Abad se encuentra anexa a La Colegiata, en concreto a su gran torre-pórtico que guarda su estructura románica por este lado. Ahí la monumental portada barroca da acceso a dicho pórtico y se corresponde con la portada occidental románica del interior, la cual mira no al sur, como esta, sino al oeste. Una puerta menor a su derecha se corresponde con una portada románica lateral meridional que, como esta, mira al sur, como comprobaremos adentro


Esta es la portada mayor, barroca y del siglo XVIII. Un gran arco de medio punto cubre la estructura de la puerta, también de arquería semicircular


En el tímpano del arco superior el escudo del reino


Junto a la otra puerta, más pequeña y sencilla, aunque también de arco de medio punto, se yergue otra de las columnas o pilares que servían para disponer entre ellas la cadena de cierre del portazgo (peaje de la época) y alcabala (impuesto sobre bienes de consumo) que aquí se cobraba a la circulación de mercancías y caballerías. Existía además una concesión por la cual el paso debía de estar siempre abierto incluso en los peores días del invierno, a cambio de los correspondientes privilegios, cuenta Xulio Concepción:
"El Concejo de la Abadía de Arbas tenía el privilegio real (deber y derecho): mantener el puerto Payares libre de nieve, y cobrar un portazgo por mantenerlo siempre limpio y transitable, en proporciones diversas: 
una caballería cargada, pagaba un real de portazgo (32 maravedíes); 
una caballería sin carga, medio real; 
una vaca, medio real; 
una oveja, cabra, cerdo, ocho maravedíes (un cuarto de real). 
Cada año, el privilegio correspondía a un pueblo del Concejo de Arbas; se sacaba a subasta, y un vecino se quedaba con el cargo, hacía la espala, cobraba los portazgos, y pagaba 400 reales al Común. La espala le costaba al vecino postor unos dos mil reales en soldadas a los obreros; y para él quedaban en torno a los mil quinientos reales. 
O las Alcabalas: impuestos en las compras y ventas de mercancías, ganados, cuatropeas (bestias de cuatro pies), tierras, casas, heredades, carnes, pescados, pan en grano, vino, aceite, pimiento..., y cualquier tipo de fruto, o cosa que se comprara, vendiera, cambiara, permutara... Eran como el IVA actual."

Al llegar aquí, fijémonos, sobre el tejado del pórtico, en los muros exteriores románicos del edificio original medieval, con sus contrafuertes y canecillos de la nave lateral meridional y la nave central o nave mayor, más grande, como corresponde a los templos de planta basilical. A ellos se añadieron este pórtico cubierto y la torre. Existió además, en este lado sur, una casa anexa en la que se amasaba la harina resultante de la molienda donde, como afirma Xulio Concepción, "amasaban pan para la institución, para los pastores, para los colonos, para los enfermos, para los viandantes... Algo, al menos de vez en cuando, habría de quedar para los pobres, como dicen los topónimos."


Al otro lado de la carretera hay otro pilar a manera de columna que parece más bien un rollo o picota, situada al lado de Casa Quico, fundada en 1720 en el solar del antiguo Hospital de Arbas del Puerto, de los más antiguos de los que se tiene noticia documentada, informa la Gran Enciclopedia Asturiana,
"Surgió en el alto de Pajares antes de 1103 y precisamente al poco tiempo de haberse fundado sendos Hospitales de Peregrinos en las ciudades de León y Oviedo. Este Hospital dio origen a la Colegiata y abadía de Santa María de Arbas del Puerto

Y, justo detrás, al otro lado del Bernesga, tenemos El Quentu los Probes de la leyenda, por donde hemos bajado a la carretera, un lugar vinculado al hospital, a Casa Quico y la Casa los Probes. Cedemos una vez más la palabra a Xulio Concepción:
"... la toponimia es rica en torno al Monasterio de Arbas. Es el caso del Quentu los Probes: todo el montículo saliente que se levanta a poco metros de la Abadía, en la margen derecha del río Bernesga, con el paso por El Puente los Probes. Se dice que allí, en un de los caminos que procede de Las Caballetas y Valle Maera (ruta de la Plata) esperaban los pobres a que terminaran de comer en el monasterio, de forma que les dieran las sobras (pura voz oral, por supuesto). 
Algo habría, ciertamente, porque, de hecho, en la margen izquierda del río, justo a la otra orilla del cauce, estaba La Casa los Probes, donde sí se recuerda un caserón tipo venta rústica para atender a los peregrinos del camino (junto a Casa Luis, Casa Quico, después, el restaurante que llegó a los años ochenta). Hoy muy transformado el paraje con los aparcamientos, anexos del edificio, cocheras, almacenes... 
Quedan los nombres y el recuerdo de la costumbre caminera en la memoria oral de los mayores: la obligación que tenía Quico (propietario del mesón) de dar algo de comida a los pobres, si se lo pedían; según los mayores de Arbas, un platu de sopa, un caldo, pan... 
Las atenciones de los frailes debieron ser muchas, pues se recuerda otra casona anexa al monasterio por su cara sur (hoy derruida), donde se dice que estaba el horno de amasar: amasaban pan para la institución, para los pastores, para los colonos, para los enfermos, para los viandantes... Algo, al menos de vez en cuando, habría de quedar para los pobres, como dicen los topónimos. (...) 
Según documentos aportados por Mateo Díez, se crea ya en 1116, con sucesivas donaciones y privilegios por parte de los reyes y otras personas beneficiarias. Tuvo hasta el portazgo de Puente de los Fierros. Estaba situado en la margen izquierda del río Bernesga, en lo que luego fue Mesón Casa Quico: estuvo abierto hasta los años setenta para dar limosna y acogida a los peregrinos. Era la costumbre del socorro de la pitanza: la comida por piedad. Finalmente, se transformó en el Mesón Casa Luis, hoy cerrado, pero bien conservado. 
La hospitalidad era antigua. En sus comienzos, el rey Alfonso IX, en 1193, ya había impuesto la obligación al monasterio de socorrer con una ración de pan y vino a todo hombre de cualquier clase que pidiese ayuda con humildad y devoción. A los enfermos había que atenderlos el tiempo que estuvieran, y darles pan y un par de huevos, un cuartillo de vino, sopas, cama..., y todos los gastos, a cuenta de las rentas que les concedieron los monarcas con este fin benéfico. 
Así se fue cumpliendo hasta el s. XVIII, en que dejó de aplicarse aquel mandato con igualdad de trato: se daba una libra de pan a los transeúntes; pero a los sacerdotes, religiosos, soldados..., se les añadía un cuartillo de vino y un par de huevos. A los campesinos de alrededor ya no se les daba nada. Comenzaba la institución a decaer. 
El hospital de Arbas era importante para los peregrinos del camino jacobeo: había monjes que tañían la campana día y noche, hacían hogueras y daban voces por los caminos para orientar a los peregrinos, sobre todo en días de niebla y nieves. 
La institución fue degenerando, y queda descrita por Jovellanos en uno de sus viajes en 1797: se queja del estado deplorable de la iglesia, fría, húmeda...; dice que el trato de los clérigos es inhumano; daban limosnas a holgazanes y vagabundos, que allí se iban a cobijar atraídos por este despilfarro y fomento de la vagancia. Por eso dice Jovellanos que lo mejor sería cerrarlo y terminar con esta lamentable situación ya."

Casa Quico es pues Un mesón con 300 años, como titulaba el Diario de León del 18-5-2012 la noticia de su reapertura, hoy permanece de nuevo cerrado, pero compartimos parte de dicho reportaje dado su interés para la historia del lugar:
"En lo alto del Puerto de Pajares, allí donde las nieblas son el pan nuestro de cada día y las borrascas se enmarañan en los riscos. Allí, en la acera de enfrente de la Colegiata de Santa María de Arbas se encuentra desde hace ya casi 300 años Casa Quico, un antiguo mesón que recibía y acogía a los peregrinos que antes de buscar la tumba del Apóstol en Santiago, querían rendir homenaje al Salvador, en Oviedo. 
«Fue —nos cuenta Francisco Luis Álvarez, su actual propietario— el bisabuelo de mi abuelo el que decidió instalarse en este remoto lugar, quizá recogiendo el testigo de otros pioneros que se instalaron en estas cumbres allá por el siglo XV. Esta casa se fundó como refugio de caminantes, especialmente de peregrinos, como mesón y como ultramarinos para las pocas gentes que moraban por las cercanías». 
Hace veintidós años, Casa Quico recibió un importante premio por ser el segundo negocio más antiguo de España regentado siempre por una misma familia. Pero eso no impidió que al poco tiempo cerrara sus puertas, el mesón quedó clausurado durante veinte años. «Hace cuatro meses decidimos recuperarlo. Desde el año 1720 está regentado por nuestra familia, pero la nueva autopista nos hizo perder la fe en este negocio. Ahora los tiempos han vuelto a cambiar y nosotros hemos reinaugurado estas antiguas instalaciones por las que han pasado, por ejemplo, el rey Alfonso XII cuanto vino a inaugurar el túnel de la Perruca. O el presidente Calvo Sotelo. Más actuales son las visitas de El Cordobés, Mª Dolores Pradera, Ángeles Caso, Qini, el que fuera delantero centro del Gijón y el Barcelona, Chus Valgrande… un sinfín de grandes personalidades que han disfrutado de nuestra cocina y del calor de nuestra chimenea en días de nieblas y nevadas».

En la prensa asturiana es J. Vivas quien titula La saga de Quico retorna a Pajares el anuncio de su reapertura unos meses después, el 17-3-2013 y en La Nueva España:
"El alto del puerto de Pajares guarda un rincón con solera, testigo vivo de la historia española y que, trescientos años después de su construcción, aún sigue en pie y en manos de la misma familia. Se trata del mesón Casa Quico, ubicado en la localidad leonesa de Arbás del Puerto. Su propietario actual, Francisco Luis Álvarez, se decidió a reabrirlo el año pasado al darse cuenta del importante incremento del tráfico de vehículos en el puerto en detrimento de la autopista del Huerna, donde poseía la concesión de las áreas de servicio. Tras perder estas concesiones, Francisco Luis Álvarez se marca ahora el objetivo de que el mesón del puerto recupere el esplendor de antaño. Un tiempo en el que el establecimiento llegó a recibir clientes de tanto calado como el propio rey Alfonso XII, que comió allí cuando se inauguró el túnel de La Perruca; el futbolista Enrique Castro «Quini» o el ex presidente Calvo Sotelo, quienes «eran clientes habituales», señala el propietario. 
El mesón siempre ha pertenecido a la misma familia. Fue inaugurado en 1830 como un albergue de peregrinos, pero evolucionó a mesón y posada. También contaba con un hospital de peregrinos, edificio que en la actualidad permanece cerrado. Su fundador fue el bisabuelo del abuelo del actual propietario, al que todos llamaban «Quico». Este nombre ha continuado presente en todos los primogénitos varones de la familia hasta su actual propietario, que ya es la quinta generación de la familia. Los propietarios anteriores fueron sus padres, Luis Álvarez -ya fallecido- y Emilia Fernández, más conocida como «More», quienes echaron el cierre al establecimiento hace veinte años. Un cierre que se debió «a que perdieron la fe en el mesón porque había bajado mucho el tráfico por el puerto», señala Francisco Luis Álvarez. Su hijo tampoco se decidió entonces a seguir con la tradición familiar ya que años atrás se había hecho con la concesión de las áreas de servicio de la autopista del Huerna, ubicadas en las localidades leonesas de Rioseco de Tapia y Caldas de Luna. «Las mantuve durante 27 años, desde que se inauguraron», explica el propietario. Sin embargo, cambiaron las tornas, «y las circunstancias hicieron que bajase el tráfico del Huerna -un 20 por ciento desde 2008- y que volviese a subir el de Pajares, así que me decidí a reabrir el mesón». 
La apuesta no le ha salido nada mal. El establecimiento ofrece una media de veinte comidas al día y el fin de semana se ve obligado a contratar personal para atender a sus comensales. «No hay muchos más establecimientos de este tipo en la zona», explica el propietario. El objetivo a medio plazo es reformar también el piso de arriba del inmueble para poder ofrecer alojamiento. «Si todo va bien, conseguiremos que Casa Quico recupere el esplendor de antaño», resalta Francisco Luis. En este «esplendor» tuvo mucho que ver la madre del actual propietario. «Mucha gente viene preguntando por la More cuando entra en el establecimiento», cuenta su hijo. Y es que Emilia «More», allerana de nacimiento y que aún vive en la casa anexa al mesón, «era una gran cocinera, muy coqueta siempre, pero también trabajadora». Es tal su fama en la zona, que algunos clientes acuden por la mañana solo para degustar el tradicional desayuno que servía la mujer. «La tortilla y el bizcocho eran dos de sus especialidades, y aún los seguimos sirviendo, aunque no sea ella ya quien los cocina». 

Pasando junto a la sacristía barroca, continuidad del pórtico, recorremos la parte exterior de La Colegiata y llegamos a otra de sus columnas de portazgo. Una de las rutas mercantiles más importantes que pasaban por el puerto era la de los arrieros maragatos de Castrillo de los Polvazares, cerca de Astorga, que traían aceite, pimentón, vino y numerosos productos de la meseta y del sur de España y volvían con mercancías de Asturias, entre ellas mucho pescado, sobre todo escabechado por ellos mismos en los puertos de las villas costeras

Los propios monjes importaban por su puerto ballenero de Entrellusa aceite de ballena para sus candiles y un sinfín de productos, a la vez que exportaban el vino de sus viñas de Toro y Zamora o la lana de sus rebaños, tejidos de los talleres de sus colonos, al igual que trigo y otros cereales de sus tierras de cultivo. Y es que los monasterios fueron, hasta las desamortizaciones del siglo XIX, además de centros de retiro y oración, grandes empresas de explotación agropecuaria y de administración del territorio de sus cotos y propiedades


Enfrente de esta columna y al lado del portón de verja que da acceso al antiguo cementerio, cerrado por un murete de piedra, sube El Camín de la Mina, desde el que podremos admirar otro de los elementos románicos de la iglesia que pueden verse desde el exterior


Nos referimos al triple ábside que conforma su cabecera tripartita, correspondiente a sus tres naves. Los laterales son cuadrados y de tejado a una sola ala, mientras que el central es semicircular, aunque arranca en tramo recto, como podemos comprobar, y es además el más grande como corresponde a la capilla mayor de las iglesias de planta basilical


Dispone de dos contrafuertes y de tres ventanucos tipo saetera, de arco de medio punto y lisos, sin arquerías ni columnas ni capiteles, mientras que los laterales tienen una cada uno. Son pues "Tres naves rematadas en sendas capillas orientadas al Este, la central cerrada en semicírculo", como explica la Gran Enciclopedia Asturiana


El tejado del arranque recto de este ábside es a dos aguas, como la nave central, cuyo muro oriental es sensiblemente más alto que los de las laterales y los del triple ábside. Aquí, en la parte semicircular saliente, el tejado sigue también este semicírculo. Nos lo explican todo ello así en Románico digital:
"El templo, construido en excelente sillería de arenisca parduzca, es de modestas dimensiones y presenta planta basilical de tres naves, más ancha la central, divididas en tres tramos y rematada por una cabecera también triple. La capilla mayor es semicircular, precedida por un profundo tramo recto presbiterial y avanzada en el desarrollo del hemiciclo respecto a las capillas rectangulares que rematan las colaterales."

Vamos a fijarnos ahora en los canecillos, muchos de ellos esculpidos, que podemos ver sosteniendo los salientes o aleros de los tejados


Los del tramo recto del muro meridional del ábside de la capilla mayor son lisos, algunos en forma de quilla o 'proa de barco', pero también hay dos que presentan figuras


Son los dos de la derecha, uno en forma de rollo, que recuerda a un tambor, pandero redondo o carraca y otro acaso a un personaje esquematizado


De la rica decoración de los del tramo semicircular de esta capilla mayor o ábside central nos cuentan así en Románico digital:
"En el ábside, bajo la cornisa moldurada con una nacela tachonada de puntas de clavo y bajo ella un listel, mediacaña y bocelillo, se disponen quince canes de buena factura, decorados con hojas incurvadas y anilladas, otra de roble, un tallo con hojas rizadas, rollos y dientes de sierra y figuras animales y humanas, entre las que destacamos un busto masculino de severo rictus con barba y cabello acaracolado, dos figuras femeninas sedentes, una oveja o cordero, un simio o can sentado y amarrado por el cuello con una soga, un prótomo de felino y una pareja de cuadrúpedos, quizá liebres."

Observamos pues dicha cornisa con su nacela o moldura cóncava con su línea de filigranas en forma de puntas de clavo o de diamante, que en el Glosario ilustrado de arte arquitectónico explican así:
"Ornato con apariencia de diminuta pirámide de caras lisas o labradas, que en serie y en orden simétrico se adhiere por la base a la fachada de algún palacio antiguo, o festonea alerosarcosarquivoltas, chambranas molduras de monumentos románicos góticos. La hallamos asimismo con el nombre de cabeza de clavo adornando y reforzando por extenso las hojas de algunas puertas principales. (Dado que nunca va sola, se nombra siempre en plural: “puntas de diamante”.)"

Más abajo está la línea de los listeles, el listel es un "filete o moldura ornamental de perfil cuadrado, rectangular o de mediacaña, a veces labrada, que bordea una superficie enmarcándola o se intercala entre otras molduras para diferenciarlas". Seguidamente van  la mediacaña o "escocia. Acanaladura cóncava con perfil de un cuarto de círculo" y el bocel o bordón:
"Moldura convexa, preferentemente lisa, de sección total o parcialmente semicircular (en este último caso, «cuarto de bocel»). Constituye en arquitectura uno de los recursos ornamentales más utilizados en la composición de elementos yuxtapuestos, sin perjuicio de funcionar a veces como moldura independiente (...) El bocel ajusta su largura al elemento al que se une o configura, adoptando por lo tanto múltiples apariencias, desde la rectilínea y corrida de la imposta a la anular de una basa de sección circular..."

Pasamos pues ya a los canes o canecillos que sostienen el alero: de estos tres de la izquierda los laterales presentan evidente deterioro y el del medio decoración vegetal en la que podría identificarse una larga hoja de roble



Continuamos por los dos siguientes a su derecha: el de la izquierda parece representar a un cuadrúpedo, acaso perro o lobo, con la cabeza vuelta atrás sobre su lomo. A la derecha es la cabeza barbuda y rizada, como su pelo, y rostro que transmite severidad, mirando seria y fijamente de frente


Y ahora otros dos canecillos con personajes


Este sería el simio o can sentado con una soga al cuello que, a primera vista, nos recuerda a un ahorcado


Y estas las dos mujeres sentadas, también con detalles de su rostro, además del cuerpo y pliegues de los vestidos. La de la izquierda parece llevar una diadema, casco o elemento similar en la cabeza


Este es el canecillo de hojas curvadas sobre sí mismas, otro motivo vegetal




Para ver mejor el conjunto de canecillos habremos de continuar a la derecha, moviéndonos nosotros un poco en esa dirección. Fijémonos en el suelo en los focos de iluminación nocturna y a la izquierda en la sacristía añadida al edificio románico, como lo fue la torre


Este es el canecillo de hojas curvadas sobre sí mismas, otro motivo vegetal


Luego van el prótomo, busto o cabeza de un felino y una pareja de cuadrúpedos de largo hocico y orejas cortas que podrían ser liebres, cerdos o jabalís 'cerdos salvajes'


A su derecha parece un elemento vegetal rematado en forma de piña


Seguimos moviéndonos para ver mejor los demás canecillos, siendo entonces cuando descubrimos una capilla añadida tal vez en el siglo XIII en el costado norte, no mucho pues después de hacerse la iglesia románica, la cual podría aprovechar piezas de una desaparecida portada septentrional románica, la cual habría sido la tercera del templo original. Luego la veremos en su interior


Volviendo a mirar hacia el felino y viéndolo ahora de frente nos llama la atención su cara redonda perfectamente representada, cuyos ojos de mirada fija y frente y orejas hacia atrás transmiten sensación de postura de ataque. Fijémonos en su hocico, con su nariz estrecha, boca pequeña y líneas estriadas que simulan sus bigotes, lo que permite identificarlo con un gato salvaje o animal semejante


Las liebres o cerdos, la representación de animales salvajes es usual en el románico, desde el esculpido al pintado, y su posible simbolismo, positivo o negativo, siempre está abierto a conjeturas. Es especialmente abundante en iglesias y monumentos situados, como este, en parajes montesinos donde dicha fauna imperaba


Los elementos vegetales también son muy comunes en el arte románico, con especial profusión en esta iglesia. Se discute si tenía un significado, si lo tuvo y lo perdió o si era un elemento ornamental


A la derecha, una filigrana en forma de tallo, rama o palma. Se dice que los elementos naturalistas podrían evocar, por ejemplo, desde la vegetación del mismo entorno a otra figurada o apreciada por sus propiedades, e incluso al paraíso terrenal


Seguidamente dos fardos o rollos 'atrapados' entre dos zigzags, uno arriba y otro abajo. Ambos dos recursos ornamentales muy empleados también por los artistas románicos, al igual que el pomo o bola del capitel que hay a continuación 


El último capitel vuelve a ser liso y con forma de quilla; la línea de cabezas de clavo o puntas de diamante llega hasta aquí


Ante nosotros, los prados que se extienden al sur de La Colegiata y detrás de las Casas de los Canónigos, donde estarían las huertas y el criadero de burros que dio nombre a Los Güertos de la Burrera. Es muy fácil no obstante que 'burros' se aplicase a las caballerías en general


Ahí están lo que parecen antiguas cuadras reformadas. Más lejos, en torno a las abandonadas explotaciones mineras, sí vemos algún rebaño de vacas. Nos percatamos asimismo que los eólicos también han venido a hollar estos parajes cual nuevos molinos de viento quijotescos


Al otro lado de la carretera, en una gran explanada en la que antaño paraban vehículos y camiones y que ahora suele estar vacía o casi, está La Fuente la Colegiata o La Fuente Arbas, que antaño calmaba la sed de arrieros, viajeros y peregrinos. Sigue siendo muy apreciada para cocinar, por lo que es común ver a gente detenerse y aparcar, llenando botellas, bidones garrafas...


No debemos pasar por alto que, además de ubicarse en un antaño muy penoso puerto, por donde ya en la era Moderna pasaba incluso el correo y algún carruaje, Arbas del Puerto se encuentra en un lugar justamente equidistante de las capitales leonesa y asturiana, algo menos de 60 km en cada caso, lo cual tampoco ha de deberse seguramente a la casualidad. Pocas instituciones hospitalarias ubicadas en lo alto y más difícil de los mismos puertos inhóspitos de la cordillera existieron de la categoría que esta antigua y gran abadía


Yendo hacia el interior observemos la línea de mojones, gruesos, bajos y circulares, rematados en media esfera y a manera bolaños separa la iglesia de la carretera. Entre ellos y la pared hay un pasillo enlosado


Accedemos pues al interior por la portada principal meridional dieciochesca, que da acceso al pórtico que tapa la obra románica y es la continuidad de la torre añadida en 1693


Entrando al pórtico tenemos, justo de frente, el espacio bajo dicha torre, al que se accede por un arco de medio punto. La antigua portada occidental románica está 'escondida' a la izquierda pues, como dice el historiador Luis Antonio Alías en su libro El Camino de Santiago en Asturias. Itinerarios"La iglesia (siglos XII-XIII) está semioculta entre posteriores pórticos, sacristía, estancias conventuales y barroca torre cuadrada".

En el suelo, un enorme rosetón a manera de gran flor de seis pétalos, hecho con pequeños cantos rodados, alargados y colocados formando sogueados, que alternan con radios lineales hechos de piedrecillas rectangulares


Verdaderamente nos recuerda un mosaico aunque no esté policromado; en en centro una serie de círculos concéntricos encierran una estrella de seis puntas o hexapétala


Tanto los sogueados como la hexapétala se encuentran en el arte asturiano, como en el de muchos lugares, desde la prehistoria


A la izquierda, una puerta comunica con la Casa del Abad, aquí se coloca una mesa con libro de visitas para que podamos plasmar nuestras impresiones


A la derecha sigue el pórtico por el lado sur hasta la sacristía, poco antes está la portada meridional, esa la  veremos al salir. Fijémonos ahora en estos carteles del muro occidental


En ellas se nos explica su situación, a 1.366 metros metros de altitud y dentro del municipio leonés de Villamanín, el el antiguo Camino que ahora es, en este tramo, carretera. También su historia desde los tiempos del precedente hospital de peregrinos, su obra y reformas, ampliaciones y la restauración de Luis Menéndez-Pidal Álvarez, cuyo sepulcro, recordamos, veremos en el interior de la iglesia


Estructura y estilo, portadas románicas, imagen de la Virgen y leyenda 


Y la situación actual


Nos dirigimos rectos pues al espacio bajo la torre, pero antes alcemos la mirada a lo alto...


Aquí tenemos una magnífica bóveda nervada y, encima del arco de acceso a la estancia bajo la torre, una de las inscripciones en las que, a falta de libros de fábrica y otros documentos, recuperan la cronología de estas obras de añadidos a la estructura románica


Es por ella por la que sabemos la fecha de construcción de esta torre adosada a la fachada occidental románica pues, 'rellenando' las letras que faltan (en minúsculas) según las abreviaturas propias de la epigrafía de la época:
HIZOSE ESTA TOR[r]E REINANDO EN ESPAÑA
LA MAGESTAD DE DON CARLOS SEGUNDO 
SIENDO ABAD DON TORIVIO DE ZIENFUEGOS
 DEL [h]ABITO DE SANTIAGO Y CAPELLÁN DE [h]ONOR
DE SU MAGESTAD, AÑO DE 1693

Y ahora vamos a admirar esta maravillosa bóveda nervada, la cual conserva la policromía en sus claves


Esta es la cúspide, con la clave principal y un primer grupo alrededor de claves secundarias en las que confluyen nervios que no llevan a dicha clave principal. En ellos reconocemos numerosos símbolos muy coloristas


En la clave central campea el está el escudo de la abadía: "un león rampante y coronado que sostiene una espada ante una representación arquitectónica (creemos que de un puente) sobre la que hay doce estrellas y como fondo una venera y sobre ella una corona real", describen en Románico digital; "Rodea el escudo la leyenda: ARMA HVIVS INSIGNIS ECCLESIAE"


Pasamos a las claves secundarias, aquí se reconoce perfectamente un oso, especie que fue notablemente abundante en la zona y sigue perviviendo en los bosques de la cordillera


Aquí nos parece ver una vaca, presente en la cultura pastoril de estos parajes desde el Neolítico y comienzos de la ganadería



Otra de las fechas que nos permiten conocer la evolución constructiva y añadidos de la iglesia: AÑO DE 1734 ME FECIT”


Un elemento que nos es más difícil interpretar


Una planta de seis pétalos y, arriba, su flor o fruto


Parece el busto de un personaje saliendo de un corazón, de un pétalo rojo, o algo parecido


Un gallo blanco


Un corazón


Un oso... ¿blanco?


Un poco más abajo, un círculo de seis estrellas con una séptima en medio sobre fondo azul


Nos parece leer IHS, abreviatura del nombre de Jesús


Flor de pétalos rojos en rotación


Cuatro hojas...


Otra clave similar a la anterior pero con otros colores



Otro motivo floral más, distinto a los anteriores


Un palacio blanco...


Parece un elemento vegetal difícil de discernir


Tres estrellas y una 'S'


La concha de los peregrinos


Otro emblema que no interpretamos bien


Un compendio de símbolos de diferentes tipos pero todo con su alegoría y simbolismo religioso


Pasamos ya entonces a la planta inferior de la torre, continuidad del pórtico, como hemos dicho. A la derecha vemos asomar ya la portada oeste románica


El suelo está conformado también por sogueados, aquí formando cuadrados y rombos y, poco más allá, una estrella, donde está la pila bautismal


A la izquierda, un gran óculo


Y en la pared que ciega el arco de la torre existente detrás de la pila bautismal una gran inscripción, en la que se menciona a Don Marcos Bravo, quien "era abad al menos desde 1661 y debió fallecer antes del 14 de marzo de 1679, pues en esa fecha aparece documentado en dicho cargo don Justo de la Mar y Carrió", nos dicen en Románico digital


Se hace mención a una obra bajo su mandato hecha en esta colegiata, pero dado que se sabe que esta lápida se trasladó desde su desconocido emplazamiento original, no se sabe a ciencia cierta a qué intervención se refiere. En ella se lee:
ESTA OBRA HIZO EL NOBLE D[on] MARCOS BRAVO DE LA SERNA, CAPITÁN Q[ue] FUE DE INFANTERIA ESPAÑOL EN ARAGÓN Y CATALUÑA, ARZ[edia]NO DE BALDERAS, DIGN[i]DAD I CAN[ónig]O DE LEÓN, ABBAD DESDE SANTA IGL[esi]A COLEG[iata] DE SANTA M[aría] DE ARBAS Y CAPELLÁN DE SU MAGESTAD. AÑO 1679. ÆTATIS SUÆ TRIGESIMO ET TERTIO ANNO. SANTA MARIA ORA PRO EO

También aquí, en la bóveda, un colorista juego de claves de la nervadura


La clave central, con una estilizada cruz de Santiago


Pasamos a las claves secundarias: flor de ocho pétalos


Flor de cuatro pétalos


Árbol de copa redonda entre dos cruces de Malta


Árbol de ramas extendidas


Y ahora, una serie de cruces más, todas distintas...





Y esta es la portada románica occidental, acceso a la iglesia por su nave principal, viendo al fondo la capilla mayor con el altar, en la cabecera


Es de una sola arquivolta cuyo exterior o guardapolvo muestra decoración de ajedrezado


Este arco descansa sobre dos capiteles bellamente trabajados con temática vegetal y, bajo el tímpano o espacio delimitado por el arco, de pared lisa, las dos mochetas o ménsulas que lo soportan muestran, esculpidas y mirando una a la otra, la cabeza de un oso a la izquierda y de un bóvido a la derecha


El arco descansa en sendas columnas, esta es la de la derecha, con imposta (arriba) de estilizados motivos vegetales y capitel (abajo) con figuras de entrelazos y hojas de roble


A la izquierda la imposta es similar y el capitel, también de escena vegetal, presenta tallos entrelazados


El oso, representado con sus fauces abiertas y aspecto feroz


El bóvido, vaca o buey, de grandes cuernos y ojos bien abiertos, al que le ha desaparecido el hocico. Se dice son el buey y oso de la leyenda que nos cuenta en su libro sobre Arbas
"Al franquear la puerta de acceso a la iglesia hay dos modillones en piedra representando a un oso y un buey, el oso y el buey de de la leyenda. Tal eco social ha adquirido la leyenda que está incorporada al escudo del municipio.

 Los canónigos agustinianos acarreaban la piedra rosada desde el pico de los Tres Concejos por el camino de Pendilla a Arbas y por el camino de Nuestra Señora de Tonín a Arbas para construir el hospital. Empleaban la carreta celta, cantora, de eje unido a las ruedas y untado con tocino y con salgueira para que el carro cantara. Los carros cantores se oían por los valle como un encanto del paisaje. Ni el más sofisticado automóvil moderno lleva incorporada una música tan subyugadora y celestial como los carros centella .Al yugo, uncidos tiraban del carro centella la pareja de bueyes. El oso, -temible oso totémico de los peregrinos, mató a uno de los bueyes y el canónigo Pedro lo castigó a ser uncido con el otro buey para acarrear la piedra con la que fue construido el hospital."

Y aquí tenemos el interior de esta iglesia de planta basilical de tres naves, con esta, la nave mayor, más ancha y alta que las laterales, de las que está separada por tres tramos de arcos de medio punto a cada lado que se apoyan en pilares cruciformes con gruesas columnas. Estas naves se dividen a la vez a lo largo en tres tramos, separados entre sí por columnas muy altas y, arriba, también por arcos de medio punto. "Las tres naves, divididas en tres tramos, se separan mediante robustos pilares de sección cruciforme con semicolumnas adosadas en sus frentes, que se alzan sobre altos zócalos cilíndricos", explican en Románico digital. Varias ventanas altas proporcionan luz natural exterior


Y esta es la espectacular bóveda nervada de esta nave central o, mejor dicho, tres bóvedas para casa uno de sus tres tramos bien delimitados por los citados arcos de medio punto. Esta bóveda fue construida en el siglo XVIII sobre otra más antigua, de la que la Gran Enciclopedia Asturiana apunta que "y aún cuando ese abovedamiento parece obra del siglo XVI", atribuyéndolo a la "línea de Juan de Badajoz", suponemos que Juan de Badajoz El Mozo, maestro del gótico flamígero o tardo gótico, "una de sus partes está fechada a principios del siglo XVIII", sin embargo Matías Díez Alonso insiste en que son dieciochescas:
"Hacia los años 1715 y 1716 realizose un gran reforma en esta iglesia: tres bóvedas de terceletes cubrieron su nave central, fechada una de ellas, para que no se crean del siglo XVI, como parecen; debajo, intercalose otra bóbeda para coro, estropeando con su arco las últimas pilas."

Efectivamente, se discute cómo sería la bóveda original, para lo que básicamente se esgrimen dos opciones, para el arqueólogo e historiador del arte Manuel Gómez Moreno sería una cubierta de madera a dos aguas tal y como se ve el tejado al exterior, opinión que comparte el Doctor en Historia del Arte Javier García-Luengo; pero para el arquitecto restaurador Vicente Lampérez y Romea su antecesora sería una bóveda de cañón (arco de medio punto)
"Los dos primeros autores esgrimen como argumentos para su postura la apertura de ventanas en la nave y la endeblez de los contrafuertes en relación a la altura de esa posible bóveda, aunque ambas reflexiones se desvanecen si tenemos en cuenta un probable recrecimiento de los muros de la nave cuando a principios del siglo XVIII se ejecutan las actuales bóvedas. No hay, sin embargo, argumentos concluyentes que nos permiten avalar la hipótesis de Lampérez."

En estas bóvedas se sigue un esquema similar a las del pórtico en sus nervaduras, pues fueron hechas en su misma época: sus claves muestran símbolos policromados encerrados en un círculo


Son relieves pintados que representan básicamente motivos cruciformes y florales, "En su origen, la cubierta de la nave central consistía en un artesonado de madera que con el tiempo fue sustituido por tres bóvedas de terceletes (nervio suplementario de las bóvedas de crucería, que arranca del ábaco del capitel para terminar en las cadenas), en tanto que las laterales lo hacen con las de tipo arista", es la versión descriptiva que nos ofrece Asturnatura. Por su lado, en Románico digital se nos informa de la inscripción que arroja luz sobre su construcción:
"En la clave de la bóveda del tramo central de la nave, rodeando el escudo de la Orden de Santiago, se lee: HIZOSE EL AÑO DE 1715 ABAD J. FUENTES. Este abad, don José Fuentes y Castañeda, está al cargo de la comunidad cuando se acometen las obras del coro, abovedamiento de la nave y construcción de la sacristía y aparece en la documentación hasta 1727."

Vamos ahora a recorrer primeramente la nave lateral septentrional o del lado del evangelio, sus tres tramos están separados por arcos ojivales que ya anuncian un románico tardío y de transición a gótico, y cubiertos por bóvedas de arista, que son dos bóvedas de cañón cruzadas, una solución muy habitual para cubrir espacios cuadrangulares, como son estos tres tramos


Observemos igualmente los pilares cruciformes con cuatro columnas sobre los que se sostienen los arcos que la separan de la nave central y, a la izquierda, la columna, única, sobre la que reposa el arco en la pared norte


Y esta es sobre la que reposa el arco de medio punto más occidental que separa estas naves, adosado al muro oeste. Todas son de jambas gruesas con basa cincelada, esta con motivos de uña o cuña


Así como los capiteles, con variada iconografía vegetal. Abajo su collarín o collarino es liso, mientras que arriba el cimacio también, como el mismo arco, tanto en su exterior como en su parte inferior que mira al suelo o intradós


El primer pilar con sus columnas y capiteles; en su base, un gran pedestal circular con una cenefa-imposta en forma de triángulos, dispuestos linealmente en la franja superior en forma de punta de flecha orientada a la izquierda. Las basas de las columnas presentan pequeñas cuñas en forma de uña


Vista de los capiteles: el de la izquierda es el que apoya el peso del arco ojival de esta nave lateral en su correspondiente columna derecha, con motivos vegetales de bolas o frutos de plantas que se curvan con su peso. A continuación, los demás capiteles muestran más motivos vegetales y de entrelazos. Sus cimacios están cincelados con flores de cinco pétalos, a manera de pentalfas, dentro de círculos formando franjas


Vista ahora hacia la nave de la epístola, es decir, la nave lateral sur, que nos permite hacernos una idea de la estructura basilical del templo. He aquí dos de sus arcos de medio punto. El pilar de la izquierda nos oculta la portada meridional


Arriba en lo alto, las tres ventanas en lo alto del muro meridional y las tres bóvedas...


Y estos son los arcos apuntados que separan los tres tramos de esta nave septentrional o del evangelio, viendo al fondo su correspondiente capilla lateral de la cabecera tripartita


Columna derecha, con motivos de bolas en la basa, que reposa sobre un pedestal que separa la columna del suelo. Encima va un collarino liso, la jamba también liso y un collarino más similar al anterior. Luego va el capitel sobre el que se apoya el arco


Encima, el llamado tambor o cesta muestra figuras alargadas rematadas en bola y, encima, el cimacio está finamente esculpido de ajedrezados


Vista hacia el capitel derecho de este mismo arco, del que ya hemos hablado, y dos de los capiteles bajo los arcos sostenidos por este pilar


En el segundo tramo de esta nave septentrional está el sepulcro del restaurador de La Colegiata, el citado Luis Menéndez-Pidal Álvarez, arquitecto hijo del famoso pintor Luis Menéndez Pidal, oriundo del vecino pueblo asturiano de Payares (veremos su casa familiar allí, al paso del Camino), y cuyo hermano, y tío por tanto del arquitecto, era el filólogo Ramón Menéndez Pidal


La tumba se encuentra en un arcosolio de arco de medio punto empotrado en la pared, inspirado en el arte románico imperante en el interior de esta colegiata


En dicha pared y justo debajo del arcosolio una inscripción dice:
+
LUIS MENÉNDEZ PIDAL ALVAREZ
ARQUITECTO
OH DIOS SALVA SU ALMA DE LA PERDICION
COMO EL SALVO A ESTA IGLESIA DE LA RUINA

En la web El Castellum. Pendilla de Arbas, hallamos su biografía vinculada a este monumento:
"Piense en un monumento, que conozca de la zona noroeste de la Península ibérica y con toda probabilidad Luis Menéndez-Pidal y Álvarez (1896-1975) fue quien lo restauró en su día. 
La Colegiata de Santa María de Arbas del Puerto, de cuya recuperación se encargó él mismo, acoge el sepulcro de este arquitecto y esto la más de las veces produce una cierta perplejidad. Adosada su lapida en el muro norte, bajo arcosolio sencillo, sigue asombrando a propios y extraños, al igual que su voluntad, expresada por el propio restaurador, de yacer bajo su techo eternamente. 
En primer lugar, su interés por el patrimonio arquitectónico quedo suficientemente demostrado a lo largo de su vida. Nombrado Arquitecto Conservador de Monumentos de la Primera Zona en 1941, el número de ellos en los que intervino es innumerable: Monasterio de Guadalupe (Cáceres), Catedral y Cámara Santa de Oviedo, Catedral de Santiago de Compostela, Basílica de San Isidoro de León,….. . Incluidos algunos de los más emblemáticos edificios del prerrománico asturiano, como Santo Adriano de Tuñón o Santa Cristina de Lena. Por su ingente trabajo se le concedió La Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X, el Sabio en 1966. 
En segundo lugar, la elección del lugar exacto para su descanso, quizá vino dado por el hecho de que sus raíces familiares paternas se encontraban en el pueblo de Pajares, a tan solo 8 km de la propia Colegiata. Hijo de un licenciado en derecho, a la vez que pintor, Luis Menéndez Pidal; Era sobrino de Juan y Ramón Menéndez Pidal (nota 2), ambos destacados historiadores hispanistas; Y para salvar su alma de la perdición, como reza su epitafio, buscó un lugar apartado y silencioso, que ni los peregrinos del Camino a San Salvador de Oviedo, ni los turistas curiosos, que visitan Santa María de Arbas pueden perturbar. 
Conocedor de muchos lugares, viajero de muchas españas, peregrino de muchos caminos, pues, volvió tan cerca de casa, como su interés por la historia y la arquitectura se lo permitió. Sit tibi terra levis!"

Escudo en la pared sobre el arcosolio, bandas diagonales rodeadas de cuadrúpedos y cruces de San Andrés


Y ya estamos ante el segundo de los arcos que separan los tres tramos de esta nave del evangelio, admirando ya seguidamente en su esplendor la capilla norte de la triple cabecera


Capiteles de la derecha, los del pilar correspondiente


Las filigranas vegetales de su cesta o tambor pueden cambiar, pero los del cimacio siguen la estructura de flores de cinco pétalos dentro de círculos dispuestos linealmente


Estos son los del otro lado, la interpretación de lo vegetal en el románico, así como otros muchos símbolos, están sujetos a interpretación, desde que constituían un recurso ornamental sin más hasta que evocaban la naturaleza del paraíso y otras explicaciones que incluso abarcarían el tipo de planta o flor, su representación en incluso su posición dentro del templo. Así por ejemplo, en El reino vegetal y su significado, de Simbolismo románico, podemos leer, referido a La iconografía floral en el románico:
"En la Iglesia Medieval primó el carácter doctrinal y, en consecuencia, el ser heredera de un rico bagaje simbólico que no dudó en utilizar los motivos florales para convertirlos en un medio de comunicación, en una nueva forma de enseñar la religión. Estos elementos hacían más palpable y comprensible los conceptos religiosos, enriqueciendo la simbología herbal y el repertorio iconográfico cristiano. El arte tenía como tarea y fin servir a la religión. Cuando los maestros canteros diseñaron sus capiteles y esculturas con motivos vegetales, pensaban tres objetivos claros: 

A.- Que la Iglesia enseñara para llegar al alma de todo cristiano, en un lenguaje abierto y con un carácter de universalidad lingüística y espiritual. 

B.- Que la gente sencilla aprendiera sus enseñanzas y conceptos religiosos a través de imágenes o símbolos, frecuentemente extraídos del reino vegetal: frutos, vergeles, hortalizas y plantas medicinales. Su obra la ponían al servicio de la gran masa de la sociedad cristiana, especialmente campesina, inmersa en un mundo rural y desconocedor de complejas concepciones filosóficoteológicas. 

C.- Que la flora tenía un valor simbólico, con un elemento catequético importante."

Vista de este tramo de la nave septentrional y su arco de medio punto desde enfrente, con sus basas, que reposan sobre grandes y robustos cilindros, base de cada pilar


Y pasamos al tercer tramo, con su arco apuntado u ojival; a continuación vemos la entrada a la capilla lateral que se añadió en el siglo XIII y que acaso sustituiría a una antigua portada septentrional


En este capitel de collarino liso, como todos, unos tallos se enroscan en su remate formando una espiral, bajo más ajedrezados, un recurso que, también denominado 'taqueado jaqués' es usual en el románico y del que hay quien dice que se divulgó a través de los caminos de Santiago que, no olvidemos, eran también, y posiblemente más y ante todo, caminos comerciales, de arriería y de comunicación en general, basados muchos en vías romanas y estas y las demás en sendas prehistóricas. Para unos autores se le llama jaqués por la catedral de Jaca, en Huesca, donde aparecen algunas de sus primeras manifestaciones, mientras que para otros alude al jaque del ajedrez, cuyo tablero inspira este modelo


Capiteles del pilar y sus columnas, a la derecha, la primera la de este arco de la nave del evangelio


Y he aquí el tercer arco de esta nave, al fondo, la pared recta meridional de la que arranca la cabecera de la nave mayor


Un buen detalle de su pilar cruciforme, con sus columnas y sus capiteles, fustes y basas, sobre robusta base cilíndrica, cincelada en su parte superior por una banda de semicírculos invertidos superpuestos en dos líneas, los cuales asemejan escamas


Vista de los capiteles bajo en intradós o parte inferior del arco. En el Diccionario de símbolos del Blog del románico, nos dicen de este motivo así:
"Como no podía ser de otra manera el mundo vegetal entra de lleno en la decoración de la arquitectura sagrada, en gran medida para recordarnos la feracidad de la Madre Tierra, antigua diosa de la Vieja Europa, su perpetua renovación cíclica y su renacimiento vital, por todo lo cual viene a ser objeto depositario de una gran riqueza simbólica basada en los conceptos de renovación y fertilidad, en parte física, pero naturalmente y sobre todo, espiritual, obviamente desde el punto de vista religioso, al menos en el románico. 
Hay cientos de motivos de carácter ornamental o, si se quiere, algunas docenas de ellos pero con infinidad de variantes (...) 
En el período románico, el Cister retoma la tradición anicónica para abominar de las representaciones figuradas de cualquier tipo y sustituir la ornamentación figurada de los edificios religiosos exclusivamente con temas vegetales, de los que ya había un extenso catálogo para entonces, como se dijo, y que tiene como trasfondo cultural la religiosidad telúrica de la Vieja Europa, donde la Madre Tierra propicia la fertilidad del simbólico mundo vegetal en perenne renovación..."


Vista de los del otro lado del arco, en el pilar anterior. Atrás, al fondo, vemos ahora en el muro occidental el coro, que se habilitó en la torre barroca anexa de la que acabamos de hablar


Accedemos ahora hacia la capilla septentrional añadida, fijémonos de paso arriba en la bóveda de cañón cruzada de este tramo de la nave lateral


El acceso se realiza por esta portada lisa de arco de medio punto que podría ser sucesora de la antigua portada septentrional que aquí habría existido en un principio


Ya en el siglo XIII y sin duda por necesidades del culto de se decidió hacer aquí esta capilla, leemos de nuevo en Románico digital:
"Hay evidencias de una tercera portada, enfrentada a la meridional y abierta en el muro norte de la iglesia. En este costado norte se adosó en época imprecisa (siglo XIII, según Luengo) una capilla originalmente compuesta de tres tramos toscamente abovedados, que hoy se ven reducidos a dos."

Este primer tramo recibe luz del día a través de este ventanuco-saetera que antes veíamos desde afuera, al contemplar el triple ábside desde el exterior


Detalle del ventanuco, orientado al este y abocinado, esto es, aumentando en anchura desde un lado de la pared hasta el opuesto, en este caso del exterior se hace mayor al interior


Está cerrado con vidriera, la cual sustituiría a la original


Un arco ligeramente apuntado separa este primer tramo del segundo que conserva actualmente


Una bombilla pende del techo, pero la luz natural aquí la proporciona un óculo orientado al oeste


Es también abocinado y tiene una curiosa forma de embudo, muy llamativa pese a carecer de filigranas decorativas


Es muy posible que esta obra anexa, contemplada fuera de los presupuestos de la obra original, no dispusiese de fondos para mayor ornato o, simplemente, no se estimasen necesarios


Estas estancias están hoy en día casi vacías, si bien existe un pequeño almacén de piezas de la antigua abadía, aquí tenemos lo que en Románico digital enuncian  como "un sarcófago de orejeras" y "una dovela con boceles quebrados en zigzag en su testero", que podrían proceder de la eliminada portada septentrional.


Casi al nivel del suelo y separado de este por un zócalo, un sepulcro en el que, bajo una cruz, de identifican fechas en números romanos


Vista de los dos tramos de la capilla, que no tiene salida propia al exterior


Su única entrada es a través pues del interior de la iglesia, a cuyas naves regresamos ahora


La portada que aquí habría antes se correspondería simétricamente con la existente al sur que, recordamos dejaremos para el final, pues por ella volveremos al pórtico y, de él, afuera para retomar el Camino


Pero aún nos queda mucho por ver en Santa María de Arbas, para empezar el que es considerado el tesoro artístico-arquitectónico por antonomasia de la antigua colegiata, la triple cabecera son sus capillas y ábsides


Y empezamos por la capilla lateral norte de esta cabecera, a la que accedemos al salir de la lateral anexa que acabamos de visitar. Su diferencia de nivel respecto al suelo de las naves es de dos peldaños


Fijémonos en el detalle de este absidiolo o ábside menor: su arco de ingreso es semicircular y netamente románico, con dos arquivoltas lisas y, arriba, la pared de la bóveda aplica un arco apuntado. La construcción del santuario entre los siglos XII al XIII revela esta pertenencia al románico tardío que anuncia al gótico


Columnas de la izquierda, fustes cilíndricos, basas ornamentadas y capiteles siempre se inspiración vegetal bajo cimacios ajedrezados


Ciertos motivos repetitivos transmiten ideas de continuidad, perpetuidad, eternidad, infinito, y mismamente resurrección. No sabemos si el artista aquí los tuvo presentes o le sirvieron simplemente para rellenar la escena. Que nos cuente Románico digital a qué puede obedecerse esta cantidad de especies vegetales representadas por toda la iglesia: 
"... en ocasiones se produce una verdadera explosión de variedades vegetales poco identificables o confusas. No obstante sí es más identificable su simbolismo, normalmente relacionado con la evocación del paraíso celestial, sobre todo cuando la abundancia vegetal invade literalmente espacios en los que suele haber un programa iconográfico más variado en cuanto a temática o contenidos figurados, como por ejemplo escenas relacionadas con la divinidad, con los santos o episodios de carácter bíblico o del bestiario que, normalmente, suelen ocupar los espacios destinados a las portadas de los templos, que es lugar donde, a veces, más abunda este tipo de decoración vegetal masiva o excluyente. En estos casos tendremos que aplicar un simbolismo general relacionado con la entrada a la “casa de Dios” o morada celestial, destinada a los creyentes puros, subrayada por el verdor, exuberancia y permanencia eterna del mundo vegetal."

Basas, elementos repetitivos son asimismo los dientes de sierra o zigzags, tal que estos, pero acaso lo que más resalte nuestra atención sean estas flores delicadamente esculpidas. Recogemos lo que dice de ella el Diccionario de Símbolos del arte románico:
"Las flores evocan el inicio de un nuevo ciclo de vida vegetal al inicio de la primavera, algo que está siempre presente en todas las culturas. Por analogía es fácil deducir de este hecho constatable y cotidiano que lo material evoca un mundo espiritual con las mismas connotaciones de “renacimiento” a la vida que, en el caso de las distintas religiones y sin excepción, suelen aplicar a sus representaciones artísticas que solemos ver en los templos. La simbología de la flor evoca, por lo tanto, un renacimiento o despertar espiritual para todo tipo de creyentes.
Es evidente también el uso ornamental de las flores para decorar y embellecer las moradas de los dioses en la tierra que, por lo que respecta al románico, suelen ocupar arcos de puertas y ventanas, cimacios, capiteles, y en ocasiones columnas y basamentos además de cenefas murales. 
Este símbolo invocador de la resurrección está implícito en la perdurable costumbre de depositar flores en las tumbas que, en su origen, sobre todo en la cultura egipcia, no tenía tanto una intención oferente u ornamental, sino que se empleaba más bien como una llamada o apelación a la activación de un nuevo ciclo vital que, en el caso del difunto, se iba a desarrollar en el mundo de ultratumba. (...) 
Este simbolismo, propio de religiones solares de dioses masculinos de origen indoeuropeo, perdura en gran medida asentado en la semejanza del disco solar que expande sus rayos en todas las direcciones, como una flor, sobre todo las relacionadas con algunas rosáceas y compuestas, que expanden sus pétalos desde el ovario central de forma radial, modelo iconográfico que será el más empleado con diferencia en el románico. 
No puedo cerrar este epígrafe sin una alusión al hecho de regalar flores, lo que conlleva una demostración de afecto y que probablemente tiene su origen en la diosa romana Flora, protectora de la naturaleza y de las flores, las cuales utilizaba sobre todo para calmar los ánimos exaltados."

Mismo esquema en las columnas de la derecha, basas con flores, fustes cilíndricos lisos y capiteles que muestran plantas rematados en cimacios ajedrezados


Los dos de la izquierda corresponden a los del arco de la capilla norte, los de la derecha a los del extremo oriental del arco que la separa la nave septentrional de la nave central o nave mayor


Las basas y sus ornamentos, todo apoyados sobre estos pedestales lisos, uno para cada columna


La cubierta de estas capillas laterales es de bóveda de cañón y sus lados son rectos, incluso el oriental, como vimos al exterior, diferentes por tanto al de la capilla mayor, muy sobresaliente respecto a estos y que en su lado este hace un semicírculo, como ya vimos exteriormente y como enseguida vamos a conocer en su interior


En este tramo sobre el altar el arco de medio punto de dos arquivoltas carece de columnas y demás elementos artísticos y arquitectónicos. En la capillita del altar, rectangular, hay una ventana en el muro este


Y ahora, vista de esta nave meridional o del evangelio, que ya hemos recorrido en su totalidad en sus tres tramos, empezando en el confesionario del fondo


Y es el momento de pasar de la capilla septentrional ya a la capilla mayor, de un tamaño, insistimos, considerablemente más grande


Aquí lo vemos, de frente y en su total plenitud y esplendor, monumental y majestuoso, con su arco triunfal muy alto y apuntado, de nuevo el ojival del románico más serondo, sostenido por tres largas columnas a cada lado


Volvemos a mirar arriba, hacia la bóveda, como hicimos al entrar, para sentir la sensación de elevación y verticalidad, la de la ascensión hacia el cielo que se buscaba experimentar dentro de la casa de Dios


La bóveda, con su nervadura descansando sobre ménsulas, alegoría de la bóveda celeste, tanto en su grandiosidad como en su equilibrio arquitectónico


Vidriera circular que cierra el óculo superior, no original tampoco pero cuyos adornos geométricos se inspiran en composiciones arquitectónicas que buscan simetrías y equilibrio


El mismo equilibrio del cosmos que es evocado y proclamado así sobre nuestras cabezas, un buen momento para volver a traer a colación la misteriosa cubierta original, de la que opina Xulio Concepción que "la nave central debió llevar cubierta de madera, pues recibía luz de Mediodía por tres ventanas, agrandadas hoy, demasiado altas para ser compatibles con ningún abovedamiento, y menos el de cañón que da por supuesto el Sr. Lampérez."


La maravilla se prolonga al acercarnos al altar mayor recorriendo con la vista esta capilla que, lo decimos una vez más, arranca en sendas paredes rectas a cada lado, norte y sur, para luego hacer un bello semicírculo en la del oeste, haciendo de esta una cabecera también más profunda que las menores laterales. Nos lo explican más pormenorizada y técnicamente en Románico digital:
"La capilla mayor es semicircular, precedida por un profundo tramo recto presbiterial y avanzada en el desarrollo del hemiciclo respecto a las capillas rectangulares que rematan las colaterales. Llama la atención, en primer lugar, la disposición de la cabecera, que evoca tanto modelos rigoristas (Santa María de Sandoval, Santa Cruz de la Zarza de Ribas de Campos) como zamoranos (La Magdalena de Zamora) y los recurrentes asturianos (San Juan de Amandi, San Vicente de Serrapio). El presbiterio de la capilla mayor es más profundo incluso que los ábsides laterales y se cubre con una bóveda de crucería de nervios moldurados con un haz de tres boceles, más grueso el central, nervios que reposan en finas ménsulas con decoración vegetal."

El arco triunfal es apuntado y presenta tres arquivoltas que se apoyan en las citadas tres columnas en cada flanco


Este elemento es fundamental en las iglesias románicas al separar el espacio sagrado del presbiterio de la nave central, señalando pues la divisoria entre este y el lugar de los fieles


La decoración del arco toral o triunfal es de líneas de bolas y de apomados de diferentes tamaños en las arquivoltas exteriores, mientras que en la interior presenta una sucesión de rombos con puntitos en sus espacios intermedios y, sobre ellos, dientes de sierra


Un detalle de cerca de la punta de la ojiva en sus arquivoltas...


Y de las arquivoltas a la luz del foco puesto sobre los capiteles de la izquierda


Justo debajo, los capiteles de las columnas sobre la que descansan dichos arcos: su cesta está compuesta por multitud de hojas y su cimacio por hojas de roble, y otras, en vertical, las más grandes dispuestas linealmente dentro de óvalos o, dicho mejor por Románico digital"tallos perlados enredados de los que brotan hojitas lobuladas y volutas (...). Los cimacios presentan palmetas en clípeos de tallos anudados y brotes inscritos en tallos."


Le toca el turno ahora a las columnas de la izquierda


Sus capiteles muestran en la cesta o tambor una gran maraña de tallos entrelazados y, entre ellos, algunas hojas. Abajo hay una línea de hojas triangulares vertical y, arriba en el cimacio, tallos ondulantes con más hojas entre ellos


"... maraña de tallos entrelazados con palmetas sobre una corona de hojitas dentadas y planas", describen en Románico digital. Como siempre decimos y repetimos no sabemos si el artista cantero o quien le encargó la obra lo hacía con interés meramente decorativo o si tenía alguna simbología determinada, positiva o negativa, "alegoría del pecado, lucha interior y perdón", dicen en El reino vegetal y su significado:
"En el siglo VI, san Isidoro de Sevilla escribe en sus etimologías que los malhechores que ya habían sucumbido ante lo demoníaco a causa de sus malos actos (pecados), comían plantas mágicas que los transformaban en las formas animales y en los seres fantásticos más diversos. 

Esta creencia de que el pecador que comía plantas mágicas se convertían en un ser monstruoso y un engendro demoníaco, inspiró a muchos maestros del románico para labrar en los capiteles enredaderas de tallos vegetales. Unas veces las vemos crecer de las aberturas corporales de los demonios. Otras son una amalgama de tallos vegetales que se entrecruzan a modo ornamental. 

En cualquier caso, las enredaderas florales simbolizan el pecado y la lucha interior que todo creyente debe entablar en su conciencia para alcanzar el bien, por eso, los capiteles y canecillos románicos suelen desarrollar esta catequesis en el típico marco iconográfico de la lucha entre el bien y el mal.

Las enredaderas negativas tejen los capiteles como si de una cesta se tratara. Pero no sólo representan las ataduras del pecado, sino también el  camino como lucha interior de los seres humanos. 

Las encrucijadas, ataduras, brotes enredados y zigzag de tallos y brotes vegetales del románico simbolizan los altibajos de esta lucha entre el bien (Dios) y el mal (diablo) que toda persona debe optar y luchar en su conciencia. Al mismo tiempo invitan al proceso de liberación del enmarañamiento del que las personas se ven sometidas en su vida cotidiana. 

El objetivo del románico jaqués es que los cristianos consigan romper esas ataduras que representan las fuerzas del mal y las encrucijadas interiores, para vivir en la órbita del amor de Dios y rechazo del maligno, es decir, una regeneración que ayude a caminar por la senda recta del bien para conservar la amistad con Dios. Esto sólo se conseguía con el perdón y la reconciliación personal, interpersonal y social. Este era el único itinerario posible para alcanzar la vida eterna presente y futura. 

Por consiguiente, las enredaderas entrelazadas no sólo representan la lucha interior entre el bien y el mal, sino también el amor y el perdón necesario para lograr el bien y alejarse del mal."


Y abajo, un detalle de las basas...


Para volver a entrar arriba, pasando el umbral de la zona de los fieles a la estancia más sagrada, el altar o presbiterio, reservada a los monjes oficiantes y los elementos de su liturgia


La monumental arcada seguida de la espectacular bóveda ahondaba en esa impresión de majestuosa magnificencia. No es de extrañar que fuese una estancia especialmente cuidada al detalle desde su mismo diseño y construcción


Aquí que tenemos una visión completa de la capilla, tenemos obligatoriamente que compartir su descripción, impecable como siempre, en Románico digital:
"El presbiterio de la capilla mayor es más profundo incluso que los ábsides laterales y se cubre con una bóveda de crucería de nervios moldurados con un haz de tres boceles, más grueso el central, nervios que reposan en finas ménsulas con decoración vegetal. En su clave se esculpió un tosco Agnus Dei enmarcado en un florón, curioso por el costumbrismo de su aspecto claramente caprino y su actitud –aparece ramoneando–, que contrasta con el mensaje pascual de la cruz patada que porta. Dan luz a este espacio sendas ventanas en ambos muros, abiertas sobre la imposta con dos hileras de finos billetes. Ambas son de medio punto y derrame hacia el interior, con la arista interna decorada con bandas de perlado y bocel con dos hileras de semibezantes. La ventana septentrional aparece cegada por la cubierta del absidiolo norte y lo mismo debió ocurrir con la meridional, liberada en el momento de la restauración de Luis Menéndez-Pidal."

Al pasar, vemos ya el capitel de la tercera columna que sostiene el arco, del que sale una imposta ajedrezada, aquí el del grupo de la izquierda


Y aquí el de la derecha, al que llega el otro extremo de la imposta, donde, como en la anterior, hay una ménsula en forma de concha por su parte inferior (izda.) de la que parte un nervio de la bóveda de crucería que conforma la cubierta del tramo recto del ábside


Además de un componente estético, este ábside que de recto pasa a semicircular buscaría esa reducción progresiva del espacio, desde la nave central a "la del presbiterio y la del ábside a modo de embudo que nos condujese estructuralmente hacia el lugar de la Divinidad", como bien explica el entusiasta erudito Antonio García Omedes en su Guía digital del arte románico


La divinidad está aquí representada por esta talla que sustituye a la desaparecida de Nuestra Señora de Arbas, cuya imagen fue quemada en 1936 con la imaginería del templo, que tras ser restaurado fue agregado a la Real Colegiata de San Isidoro de León, trayéndose una nueva imagen, tallada por el escultor Andrés Seoane Otero, quien había sido llamado por Luis Menéndez-Pidal Álvarez para trabajar en sus rehabilitaciones de iglesias afectadas por la guerra


La actual imagen, recordamos, es una copia de la talla románica del monasterio de Santa María de Gradefes de Rueda, también en León, y fue bendecida y entronada en Arbas el 22 de diciembre de 1968. Vamos a adjuntar la descripción que de la talla original nos ofrece Románico digital en su entrada dedicada a dicho cenobio:
"... una Theotokos, término popular surgido a mediados del siglo III para referirse a la representación de la “Madre de Dios”, a la representación de la Virgen con el Niño; una imagen estereotipada que triunfará en la iconografía cristiana a partir del Concilio de Éfeso (en la actual Turquía) celebrado el año 431, aunque su representación exenta como “Virgen Majestad”, como “trono de divinidad” no se generalizará en Occidente hasta el siglo X.

Ésta de Gradefes posee un gran tamaño (casi un metro de altura) y ha sido datada en el siglo XIII, si bien su policromía actual data del siglo XVI. En buen estado de conservación, las figuras mantienen una cierta actitud de atención y acogimiento hacia el fiel que se acerca a ella a orar o simplemente para contemplarla. La Virgen –probablemente hueca en un principio– se nos presenta con una corona que todavía conserva algunos cabujones, haciendo referencia así a su realeza, y con una toca de pliegues simétricos en zigzag que permite entrever sus cabellos; en su mano derecha sostiene una esfera que recuerda la “manzana del Paraíso”, motivo iconográfico con gran sentido teológico que ensalza su naturaleza inmaculada y mediadora, mientras que con la otra mano sujeta al Niño por los hombros. Este último, sentado sobre la rodilla izquierda de su madre, bendice con la mano derecha mientras que con la izquierda muestra un libro abierto con la siguiente leyenda: VERBUM CARO FACTUM EST ET HABITAVIT IN NOBIS (“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”). Según Gómez Rascón cuando la mano derecha está en actitud de bendecir, el Niño lleva el Libro no como Juez sino como Maestro, que sería el caso que nos ocupa. De su indumentaria destacar el ribete del cuello y el dorado fijador que se utilizaba para descansar la mano en actitud cortesana."

La figura de la Virgen con el Niño se sitúa sobre una columna con capitel que imita las originales de La Colegiata. Detrás está la clásica saetera abocinada románica que antes vimos desde el exterior


Más a los lados, otras dos ventanas-saetera más en esta magnífica pared con ocho columnas de nuevos ornamentos vegetales esculpidos que sostienen solemnemente los trabajadísimos nervios de esta maravillosa bóveda de la capilla mayor, la cual compara Matías Díez Alonso con la de la villaviciosina iglesia de Amandi (Camino Norte):
"Ábside peregrino: en redondo su parte baja, hasta una primera cornisa; luego, se hunden cinco exedras entre columnillas, recordando el ábside de Amandi, y tres de ellas abren ventanas; mantiene su sinuosidad de líneas la segunda cornisa, para dar asiento a un semicúpula con otros tantos gallones y nervios, caprichosos y variados en su talla: viene, pues, a organizarse como las famosas cúpulas de Zamora y Salamanca, al par que la total diversidad de nervios tiene precedente en la capilla de Talavera en dicha segunda catedral. 
Esta, al parecer, reminiscencias salmantinas, exaltadas con el felicísimo acuerdo entre muro y exedras y su armonía con el abobedamiento, quedan circunscritas a dicho ábside, admirando que no prosigan concordanciasvtales en el resto de la iglesia, como si edificadores de ideas contrarias hubiesen creado ambas partes, adicto a lo gótico-bizantino de Salamanca, y el otro, a lo románico asturiano."

No en vano, Románico digital destaca el contraste decorativo entre el exterior del ábside mayor y este minuciosamente ornamentado interior:
"El hemiciclo se alza sobre un breve zócalo moldurado interiormente con un bocel y al exterior con un chaflán ornado con dientes de sierra tumbados. Toda la simplicidad de líneas del exterior del tambor absidal, cuyo liso paramento de excelente sillería con predominio de sogas y asentada casi a hueso sólo se ve interrumpido por las tres ventanas abocinadas que le dan luz y animado por la cornisa sobre canes que lo corona, contrasta con el exuberante exotismo de la disposición interior del hemiciclo. El paramento interno del tambor se dispone en dos niveles, el inferior liso y delimitado por el zócalo y una imposta ornada con dientes de sierra tumbados, y el del piso alto curiosamente lobulado, al excavarse en su espesor cinco exedras, abriéndose ventanas con derrame hacia el interior en la central y laterales. La disposición en paños cóncavos de este paramento evoca tanto los ya citados referentes asturianos (Amandi) como los zamoranos (La Magdalena de Zamora). Entre los lóbulos se asientan columnillas adosadas, entre boceles con semibezantes, que recogen los nervios de la bóveda también gallonada que cierra el hemiciclo. Se asienta ésta sobre una imposta primorosamente decorada con pentapétalas inscritas en clípeos perlados."

Y aquí, una detallada descripción de estos nervios tan profusamente cincelados al milímetro:
 "Los nervios se ornan profusamente con los motivos geométricos y vegetales recurrentes en el templo: decoración calada tipo ataurique, tallos ondulantes que acogen palmetas y piñas, dientes de sierra y boceles quebrados formando una trama romboidal y haz de tres boceles." 

Y aquí tenemos la clave, en la que confluyen todos estos nervios:
"La clave es vegetal, con un florón formado por cinco palmetas. Los nervios son recogidos por cuatro columnillas y en otras dos reposa el arco que genera la bóveda, apuntado y doblado." 


Volvemos a bajar la vista ahora hacia las columnas, que se apoyan en una imposta decorada con dientes de sierra. Las dos exteriores en las ménsulas de los extremos

"En los capiteles se manifiesta la misma temática vegetal y estilo que en los de la nave, con pencas, caulículos con bayas, tallos, hojas lisas de nervio central perlado, tallos helicoidales y brotes carnosos, hojas con piñas, etc. José María Luengo recogía en su artículo publicado en 1946 la presencia en el ábside central del sumidero de las abluciones, casi en el eje y sobre el zócalo del basamento, desgraciadamente eliminado."

Luis Antonio Alías, por su parte, describe así este conjunto: 
"apoyándose en el semicircular muro del hemiciclo, seis columnas adosadas -hojas de tallos y bolas en los capiteles- recogen los decorados nervios de la bóveda. Cinco hornacinas separan las columnas. En las impares se abren ventanitas de arco de medio punto"

Una imposta de flores de cinco puntas dentro de círculos recorre las hornacinas, también semicirculares, de las columnas. Motivo que arranca de los cimacios sobre los capiteles


Desde ellos y paralelas a las columnas bajan columnillas cilíndricas verticales con sendas franjas de motivos semicirculares recorriendo cada una de arriba abajo...


Detalle de los capiteles e imposta detrás del altar de la Virgen


En estos reconocemos un símbolo vegetal en doble espiral (izda.) y piñas (dcha.). Del primero podríamos comentar de sus significados, búsqueda, introspección, infinito, movimiento, etc. por lo que nos agrada compartir esta explicación en el Diccionario de símbolos del arte románico:
"Este grafismo, también de tipo circular, está asociado a lo solar, pero su diseño sugiere el movimiento o devenir constante de las fuerzas cósmicas, las cuales viene a encarnarse, por simple observación del entorno cotidiano, con la serpiente, algo que ya se utilizaba en vasijas de la cultura Cucutemi (Rumanía 3800 – 3600 a. C.). A la espiral y a su simbolismo solar están también asociados los cuernos de carneros y los ojos de aves nocturnas como la lechuza, capaces de ver en la oscuridad, por lo cual tendremos que asociar de nuevo a la espiral con la idea o contenido simbólico de “la divinidad que todo lo ve”; pero también al hecho de que el conocimiento ilumina con su luz la oscuridad de la ignorancia, concepto que no es ajeno al hecho de que muchos báculos cristianos rematen su extremo superior con una espiral. 
Un signo de semejante importancia es fácil de encontrar en el románico, ya sea en cenefas, cimacios y capiteles, a veces rematando sus esquinas en forma de caulículos vegetales que sugieren el constante crecimiento y desarrollo vital del mundo vegetal. Otras muchas ocasiones en forma de simples tallos y hebras rodeando frutos o envolviendo o atando escatológicamente las almas de los pecadores y condenados."

Y, en cuanto a las piñas, son igualmente símbolos de eternidad e inmortalidad:
"La piña es uno de los frutos más representados en el arte islámico que, en muchas ocasiones, se combina con distintas variedades vegetales, ya sean de formas aveneradas o pendiendo de caulículos o tallos con hojas. Aparecen habitualmente en Medina al Zahra mezcladas con otros tipos de frutos como granadas y acompañadas con hojas y semillas cuyo origen habría que buscar en Bizancio y el arte visigótico para luego recalar en el románico. 
En las culturas orientales el pino es símbolo de inmortalidad, sobre todo por la permanencia o perennidad de su copa siempre verde. Por esta razón la madera del pino es elegida para la construcción de los templos sintoístas o la fabricación de objetos rituales. 
En la cultura grecorromana Dionisos tiene la piña como uno de sus atributos de poder, lo cual le convertía en protector de la vida vegetal en general y de posibilitar su regeneración constante. Con ese mismo simbolismo de incorruptibilidad y perennidad el pino es el árbol consagrado a Cibeles, diosa de la fecundidad, y la piña el fruto que simboliza la inmortalidad de la vida vegetal. 
En el románico es fácil ver piñas en cimacios, capiteles y canecillos en multitud de iglesias repartidas por toda la geografía europea y no es descartable, dada su cantidad y su contundente carga cultural, que fueran empleadas con este mismo significado relacionado con la inmortalidad, permanencia, fecundidad y renovación de la vida, referida sobre todo a lo espiritual."

Y llegamos al zigzag, "Decoración ininterrumpida de prismas triangulares o meros triángulos en serie con forma zigzagueante", nos explican en el Glosario ilustrado de arte arquitectónicoY en Simbología románica leemos así:
"La línea dentada ha sido utilizada desde tiempo inmemorial por el ser humano para representar el AGUA, aunque obviamente no es el agua lo que el hombre ha querido representar, sino su capacidad de fertilizar y de dar vida tanto a los campos como a los seres vivos; de hecho, numerosas culturas y religiones utilizan el agua en los rituales en los que los neófitos “se incorporan o nacen a una nueva vida”, por ejemplo el bautismo cristiano. 
En el Románico la línea dentada decorando las pilas bautismales nos habla descaradamente de la “Fons Vitae”. La pila bautismal es la fuente de la nueva vida a la que nace el cristiano cuando se bautiza. 
Para Garbiñe Bilbao este es sin duda el principal componente simbólico de la línea dentada, pero un autor menos dedicado al estudio de las pilas bautismales, como es Manuel Guerra, considera que el simbolismo que hay detrás de la mayoría de las líneas dentadas que decoran nuestras arquivoltas y ventanas es un simbolismo de tipo SOLAR, y tendría su origen en la antiquísima costumbre de representar al sol coronado por un disco semicircular y dentado."

También leemos que "El zigzag responde a la imagen de los dientes de sierra, a la espiga (pan eucarístico" en Simbología románica de Moraime. El nombre de la rosa mística, en Adiante Diario. A la vez, en Simbolismo románico se nos cuenta que "sugeriría la fuerza purificadora de las aguas y los altibajos continuos que supone toda progresión espiritual"; realmente estamos ante uno de los símbolos más antiguos de la humanidad, ya presente en el arte paleolítico, se piensa que como elemento protector


Pero los ojos se nos van irremediablemente a esta realmente asombrosa "semicúpula con nervatura decorada" como la describe la Gran Enciclopedia Asturiana y que no nos cansamos de admirar por la precisión del cincel del maestro, o maestros, que la cincelaron en piedra pues, como nos cuentan en Asturnatura:
"Se puede decir, a la vista de todo el edificio, que en él se reflejan y entremezclan varios estilos. Gótico en la semicúpula del ábside central, con características de las usadas en las Catedrales leonesas de Toro, Zamora y Salamanca, y románico astur en casi todo el resto, por lo que no es descabellado pensar en la intervención de dos tipos de artistas, dadas las formas tan diversas que se encuentran."

Románico y gótico pues se dan la mano en este edificio que luego quedaría cubierto de barroco, como una funda exterior, tal y como acontece en numerosos santuarios, desde capillas a iglesias y catedrales. Otra excelente descripción de esta maravilla la encontramos en el libro El románico en Asturias (centro y occidente) de Emilio Casares y María Cruz Morales, historiadores del arte:
"Sin duda, constituye el ábside uno de los elementos más creativos de esta iglesia, con muro semicircular, liso hasta la altura de las ventanas, y terminado en una línea de impostas, está decorado con varios tipos de dientes de sierra. Sobre ella descansan seis columnas adosadas, en las que terminan los nervios sustentantes, que dejan dividido el ábside en cinco tramos esféricos. Estos nervios convergen en  el centro de la bóveda en una clave, que es una gran rosácea. Es la decoración de estos nervios, de las impostas y los capiteles sobre los que descansan, todos ellos con decoraciones diferentes, donde llega a su punto culminante. Los arcosolios primero, tercero y quinto, están abiertos al exterior por sendas ventanas. que iluminan el ábside."


Pero no nos olvidemos de mirar aún más arriba a la bóveda de crucería, así llamada por los cuatro nervios que en ella se cruzan


Se cruzan en esta clave del Agnus Dei, el Cordero de Dios, surgiendo de una especie de cápsula vegetal, con su símbolo de la cruz. Llama la atención que más que un cordero representa una cabra, la cual está pastando. De esta manera lo explica Románico digital:
"En su clave se esculpió un tosco Agnus Dei enmarcado en un florón, curioso por el costumbrismo de su aspecto claramente caprino y su actitud –aparece ramoneando–, que contrasta con el mensaje pascual de la cruz patada que porta."

En las paredes norte y sur sendas ventanas dan luz natural al interior, donde no obstante hace tiempo se han dispuesto varios focos luminosos


Ambas ventanas están justo sobre la imposta ajedrezada, esta es la septentrional, cegada por la cubierta del absidiolo sur


Y esta es la sur,  liberada en el momento de la restauración de Luis Menéndez-Pidal, según Románico digital


Son de arco de medio punto enmarcados en líneas de puntos y semicírculos (llamados billetes, o tacos en arte). Presentan su arista también decorada y derrame o abocinado, disminución de su espacio hacia el interior, elemento así explicado en el Glosario ilustrado de arte arquitectónico:
"En un muro con grosor suficiente, profundo rebaje en oblicuo del paramento, practicado en el paño exterior, en el interior o en ambos hasta traspasarlos. 
El derrame es inherente a la arquitectura románica y gótica. Por medidas de seguridad y confortabilidad, los edificios se dotaban de paredes robustas y compactas; y en el caso de los templos tales muros contribuían además a un mayor aislamiento del exterior, asegurando el oportuno recogimiento espiritual. 
Los vanos simples enrasados en muros tan gruesos cumplían mal el cometido de iluminar las estancias en que se hallaban. Con el derrame, en cambio, la cantidad de luz exterior capturada era mayor..."

De mirar arriba pasamos de nuevo a mirar abajo, contemplando esta magnífica perspectiva de la nave mayor con la triple arquería a cada lado que la separa de las laterales de la epístola (dcha.) y del evangelio (izda.), con el muro occidental y su portada de frente


Y aquí, el arco triunfal visto desde la cabecera, observemos sus columnas interiores, las de los extremos, muy cortas, pues se yerguen sobre altos pilares


Detalle del conjunto de la izquierda, ahora visto también desde adentro, capiteles, cimacios, imposta ajedrezada, ménsula, basa de la columna pequeña, jambas...


Y lo mismo a la derecha


Volvemos entonces a 'traspasar el umbral', ahora de la zona sacra de los sacerdotes oficiantes a la de los fieles de nuevo. Observemos al fondo el óculo en la parte inferior de la torre, que conforma parte del pórtico y que veíamos antes de cerca antes de entrar por la portad occidental que, como es común, se presenta lisa y sin adornos esculpidos en esta parte interior


Observemos también las cuatro columnas, dos a cada lado, que dividen los tres tramos de la nave y las bóvedas, las cuales se prolongan al suelo hacia los pilares cruciformes de base cilíndrica de los arcos laterales que separan asimismo las tres naves


En el primer piso de la torre hecha en 1693 se habilitó posteriormente el coro alto, iluminado también con luz exterior por una ventana


Vamos ahora ya hacia la nave lateral sur, la del lado de la epístola, la que nos queda por ver, junto con su cabecera o absidiolo correspondiente, antes de salir por la portada sur, que vemos ahí a la izquierda, con la puerta abierta hacia el pórtico en su acceso a la sacristía


Entramos así a dicha nave meridional por este primer arco de separación respecto de la central

 
Sigue imperando, omnipresente, la decoración vegetal de los capiteles. Nos fijamos también, en la pared de enfrente, en un sepulcro de arcosolio


Carece de inscripciones pero sí reparamos en sus franjas exterior e interior decoradas, la primera con ajedrezado y la segunda con dientes de sierra


Asimismo, el arco reposa en un zócalo con imposta de dientes de sierra o zigzag. A su izquierda podemos ver el absidiolo y capilla meridional correspondiente a esta nave sur


Su estructura de arcos de medio punto es similar y simétrica al del lado septentrional que vimos antes. Una saetera proporcionaba luz natural a su altar y capilla


En la actualidad, la iglesia cuenta con abundante luz de focos especiales colocados en lugares no demasiado visibles, como aquí encima de estas columnas de la izquierda, la del pilar que separa estas naves y capillas meridional y central o mayor


Las de la izquierda serían las del arco de separación entre las naves, con capiteles de plantas y frutos, rematados en cimacios de flores de cinco puntas entre círculos. Las de las de la derecha son las de los dos arcos lisos de la capilla sur. Ahí los cimacios son ajedrezados y los tambores o cestas de los capiteles muestran plantes y frutos. Todos tienen su collarino inferior


Sobre los significados de los frutos en el arte consultamos como siempre el Diccionario de símbolos del Blog de románico:
"La función del fruto es proteger las semillas y contribuir o ayudar a su dispersión llegado el momento, para lo cual utilizan variados mecanismos dentro del medio ambiente, ya sean aéreos o por intervención animal, el cual deglute el fruto y esparce las semillas en la tierra propiciando su activación. Esto dará lugar a un denso simbolismo que se recoge en la Biblia a lo largo de numerosas citas.
Desde un principio el fruto se convierte en símbolo de la abundancia en todas las culturas. Suele ser representada la Abundancia como una matrona de verde túnica y llevando un cuerno lleno de flores y frutos. Algunos atribuyen el origen de este atributo a la cabra Amaltea, nodriza de Júpiter, y otros a uno de los cuernos arrancados por Hércules de la cabeza de Aquelao que, previamente y para combatir ventajosamente con el héroe, se habría convertido en toro. Hércules arrojó el cuerno lo más lejos que pudo yendo a parar a las manos de las ninfas acuáticas, las cuales se lo ofrecieron a la diosa Copia, protectora de la abundancia y la fertilidad. Finalmente, y por esta razón, el preciado tributo cargado de flores y frutos, pasó a denominarse “cornucopia”, objeto desde entonces muy utilizado como elemento decorativo por etruscos, romanos y demás culturas mediterráneas y con especial relevancia en el Barroco y Renacimiento. 
También desde la literatura clásica y de manera genérica, los frutos han simbolizado los deseos sensuales y terrestres, y desde un punto de vista más individualizado, algunos de ellos se han convertido en símbolos de vicios y pecados o virtudes, según los casos, como por ejemplo la mítica manzana, famosa por su protagonismo en el episodio del Paraíso terrenal donde le fue ofrecida a Eva por la serpiente para desgracia general, aunque la Biblia no llega a especificar el tipo de fruto, pero su aspecto redondo o esférico muy parecido al fruto mencionado hizo decantar la tradición en esa dirección. (...) 
Además la manzana es símbolo de la inmortalidad cuando crece en el jardín de las Hespérides y es de oro puro. La manzana del Cantar de los Cantares, en cambio, representa el alimento espiritual y rejuvenecedor. Pero finalmente prevalecerán las consecuencias nefastas de este fruto ambivalente, uno de cuyos lados representa el predominio de los valores terrenales y el otro los espirituales, razón por la cual se obliga a la primera pareja a elegir después de conocer el bien y el mal, peligro que Yahveh no está dispuesto a consentir."

Observemos con qué precisión se representa al detalle la postura de las hojas o plantas curvadas por el peso de los frutos, redondos unos y otros cilíndricos, como los 'fardos' similares a barriles que vimos en unos de los capiteles del exterior del ábside semicircular


Las basas, esculpidas con dientes de sierra, que descansan sobre este pedestal. Las dos de la izquierda muestran un saliente en forma de bola, la exterior, y de hoja o pluma, la de su izquierda. Las dos interiores, correspondientes a las columnas de la capilla, han tendido, parece, bolas pero han desaparecido


Detalle de las bolas o pequeñas esferas


La hoja en forma de pluma


Vamos a las columnas de la derecha, acceso al altar de la capilla


La basa, con lo que parecen frutos esféricos, además de su correspondiente zigzag


Los capiteles, con hojas, tallos y piñas, además de collarines


La doble arquería lisa y la bóveda de cañón de la capilla


Lados rectos, tanto el norte como el sur y el oriental, este de frente, el del altar y la saetera. También aquí se estrechan al final las paredes, pero en recto, no en semicírculo como en la nave mayor, buscando la impresión de confluencia en lo sagrado, que aquí estaría representado por la imagen o elemento religioso correspondiente. A partir del estrechamiento de las paredes también lo hace la bóveda de cañón


Damos la vuelta y vemos a la larga los tres tramos de esta nave del sur con los arcos ojivales que los separan y, arriba, sus correspondientes bóvedas de arista


Recorremos pues ahora toda la nave de este a oeste, a la inversa de cómo lo hicimos en la septentrional. Aquí el arcosolio, aunque como advertimos no tiene inscripciones, podríamos aventurar fuese el de algún abad o, mismamente, de protectores y benefactores de esta colegiata


Nos detenemos ahora en este primer tramo, viendo primeramente las columnas de apoyo del arco ojival que le separa del segundo, donde está la portada sur


Este es el capitel de la columna izquierda, con sus plantas rematadas en espiral, enroscadas sobre sí mismas formando espirales. Entre ellas, tallos y debajo guirnaldas y demás ornatos. Arriba las flores de cinco pétalos con sus círculos que las rodean. Una imposta lisa divide el muro de la bóveda a la altura de ese cimacio


La basa con sus cuñitas salientes, estas en forma de puntas formadas por dos espirales que confluyen



Capiteles de la derecha, el primero por la izquierda es el del arco ojival de la nave sur, los otros dos están debajo del intradós del arco de separación con la nave mayor. Todos bajo cimacio de flores pentapétalas


Los capiteles muestran hojas con sus nervios bien perfilados. Abundan los motivos espirales vegetales representando tallos


Las basas y el gran pedestal cilíndrico que es la base del pilar


Detalle de cerca


Vista desde la nave mayor de los mismos capiteles, al fondo la portada sur y el pórtico


Proseguimos nuestro deambular por la nave sur, yendo a la portada meridional


Pero aún no salimos por ella sino que iremos hacia el final de la nave por este su segundo tramo y hasta el tercero, donde vemos ya el muro occidental


A la izquierda, el arco ojival de separación de estos tramos segundo y tercero. A la derecha el pilar cruciforme y el arco de medio punto que separa esta de la nave central


Al otro lado, la nave norte, con el sepulcro bajo arcosolio del arquitecto Luis Menéndez Pidal que vimos antes


Capiteles del pilar, los cimacios son similares a los anteriores pero los motivos vegetales del tambor o cesta varían. Leemos en Asturnatura:
"Se puede catalogar a la Iglesia como genuina representante del eslabón entre el románico leonés y el asturiano. Un románico tardío que busca un acercamiento con la estética gótica, a la vista del carácter vegetal de la mayoría de sus capiteles.

Este estilo tardío recibe el nombre o es conocido como Arte 1200, con una estética más depurada y ciertamente, sombría. El conjunto de por sí es sobrio."

El arco entre la nave sur y la mayor visto desde esta última, con la puerta meridional de La Colegiata y, a continuación, la pequeña del pórtico que antes vimos también desde fuera, al lado de la sacristía


Sus columnas de la izquierda, bajo el intradós. Al fondo asoma el sepulcro que vimos en el primer tramo de la nave sur, a la entrada de su capilla


Los capiteles, a la izquierda asoman el arco triunfal y parte de la bóveda de la capilla mayor


Capiteles del otro lado de este mismo arco, en el siguiente pilar. La historiadora del arte Ana María Quiñones Costa, en su tesis doctoral La Decoración Vegetal en el Arte Españolde la Alta Edad Media: su simbolismo, dice así:
"La Religión Cristiana desde sus orígenes ha utilizado un simbolismo floral". Diversos textos bíblicos, especialmente Salmos, Cantar de los Cantares y parábolas evangélicas están repletas de metáforas y de alegorías tomadas del Reino Vegetal que desde los primeros momentos fueron objeto de reflexión y análisis por los Padres de la Iglesia, cuyos comentarios tendrán a su vez, como eje central, el elemento vegetal."

Continuamos ruta pues por la nave meridional, en cuyo muro descubrimos otro sepulcro con arcosolio de arco de medio punto, situado ya en su tercero y último tramo


Pero antes nos fijaremos en los capiteles del arco apuntado que separa el segundo tramo de esta nave del tercero


Capitel de la derecha, muy interesante es este apunte que, sobre las virtudes de las plantas, nos aporta Quiñones Costa, lo cual podría tener que ver también con su representación en el arte medieval:
"La importancia que tuvieron determinadas obras de carácter científico durante el Medievo; entre ellas, la “Materia Médica” escrita por Dioscórides, médico griego del siglo primero de nuestra Era, que se convertirá a lo largo de la Edad Media en la obra más leída después de la Biblia, a causa de la importancia que adquirió el estudio de las plantas medicinales y de sus propiedades terapéuticas: anestésicas, antihemorroicas, hipnótica., cardiológicas, afrodisiacas, etc., de las cuales la medicina empírica y la brujería o supersticiones medievales supieron sacar buen provecho.

En ocasiones, se creía que las virtudes terapéuticas de las plantas estaban en función de su parecido con los órganos del cuerpo humano: se recomendaba el empleo de las semillas de adormidera contra las migrañas porque la cápsula de esta planta tiene forma de cabeza; la centaurea, cuyo tallo es cuadrangular pasaba por ser adecuada contra la fiebre cuartana~. Pero junte a estas “supuestas propiedades” eran recogidas otras, producto de un saber milenario49 amplio y perfeccionado, y, en algunos casos, reconocido por la fitología moderna. El conocimiento de las propiedades de ciertas plantas medicinales pudo ser, a veces, utilizado por la Iglesia con el doble propósito de fundamentar con base científica su simbolismo y de hacer llegar con mayor facilidad al pueblo, el simbolismo otorgado a determinadas plantas."

Pasamos ahora a la columna de la izquierda del mismo arco, ubicada entre la portada sur y el arcosolio


Aquí el cimacio presenta círculos entrelazados, con su circunferencia orlada con puntitos. Más abajo son plantas con grandes frutos redondos


La basa con sus bolas y, a la izquierda, en la pared, la pila del agua bendita. A la derecha comienza una imposta en zigzag


Imposta de dientes de sierra que sigue hacia el sepulcro de arcosolio de medio punto, muy similar al anterior, este ya al final del muro meridional


A la derecha, el último arco de separación entre naves, ya al lado de la portada occidental, por la que hemos entrado


Su columna anexa a la pared oeste; en otra de sus obras, El mundo vegetal en la Edad Media, Ana María Quiñones Costa destaca una vuelta a los elementos vegetales en el arte románico tardío, lo cual coincide con la construcción de este monasterio:
"Es posible pensar, igual que ocurre siempre, que en los comienzos de la decoración arquitectónica el mundo vegetal era el gran protagonista. Sin embargo, con el paso del tiempo, esta decoración fue derivando hacia la decoración figurativa y zoomorfa de manera cada vez más exaltada (y Silos es, posiblemente, su mejor ejemplo en la Península). La nueva reforma del monacato, el Císter con San Bernardo de Claraval, impuso la vuelta a una religiosidad más sencilla y a la pobreza absoluta, llevando esto incluso a la decoración (...), volviendo a renacer con fuerza el mundo vegetal."

El capitel, con más plantas y frutos esféricos, aquí con el cimacio liso


La basa, con sus dos bolas o pequeñas esferas, forma pues muy representada en esta iglesia y también cargada de simbolismo, como nos advierten en el Diccionario de símbolos. Blog de románico:
"Suele verse con frecuencia rodeando puertas, ventanas y, más comúnmente, cimacios de capiteles y basamentos de columnas. También está asociado al grafismo básico del círculo y por consiguiente también con significación solar. En ocasiones  se convierte en fruto vegetal rematando tallos y hojas y saliendo, por lo tanto, de su continente geométrico. Algunos autores matizan su simbolismo asociándolo al concepto de perfección. También es corriente ver semiesferas adornando arquivoltas."

Enfrente de dicha columna, el pilar entre las naves sur y mayor


En sus capiteles, de nuevo cimacios de plantas de cinco puntas y plantas grandes con abundancia de espirales


Las basas de las columnas, siempre de fustes cilíndricos lisos, y la poderosa base del pilar


Hemos dado la vuelta completa a la iglesia y a sus tres naves y cabecera, ya estamos otra vez en la portada occidental, por su parte interior


Fijémonos arriba, bajo el coro alto en un detalle más


Dos cruces de brazos vegetales e inscripciones de las que nos da cuenta Románico digital que nos ayudan a conocer la evolución barroca del monumento con sus añadidos posteriores a la obra original románica:
"La torre que se adosó al hastial occidental de la nave central se documenta epigráficamente en la inscripción ubicada en el arco de ingreso: HIZOSE ESTA TOR[r]E REINANDO EN ESPAÑA/ LA MAGESTAD DE DON CARLOS SEGUNDO/ SIENDO ABAD DON TORIVIO DE ZIENFUEGOS/ DEL [h]ABITO DE SANTIAGO Y CAPELLÁN DE [h]ONOR/ DE SU MAGESTAD, AÑO DE 1693. 

Algunos años después se ocupó el tramo occidental de la nave con un coro alto, al que se accedía desde la colateral norte y eliminado en la última restauración y trasladado al primer piso de la torre. Bajo el arco que lo comunica actualmente con la nave, corre la inscripción: REGNº PHI V, HVIVSQ ANTIQMI AEDIS V? QVIANT BTE, D. JOSEPHO A FUENTES CASTAÑEDA, RVEo, Sn JACOBI MATE, MISIONTO CHORUS, HC, CACAPSIINTRASAEDIFICATE/ ANNO DOMINI MDCCXVI (es decir, el año de 1716)."

Las cruces se enmarcan en medio de una serie de círculos concéntricos, otro elemento geométrico cuyo significado buscamos en el Diccionario de símbolos:
"Representa la máxima perfección en lo curvo/plano de la misma forma que la esfera la representa en el aspecto tridimensional de círculo (creación del mundo). Es la imagen obvia del sol que domina el día por contraposición a la noche que domina la luna. Contraposición de contendientes que simbólicamente representan el bien (luz para los indoeuropeos) y el mal. Dos signos contrarios que asocian a su grafismo básico otra gran cantidad de representaciones relativas a su concepto en forma de animales, elementos y energías cósmicas. 
El círculo es el sol que ilumina, que propicia la vida animal y vegetal con su calor y que por lo tanto estará presente casi como un amuleto protector en todas partes y en particular en cantidad de cenefas repartido por toda la arquitectura sagrada.
El círculo es también el ojo de la divinidad que todo lo ve, de la misma manera que Helios, en su recorrido diurno, se entera de todo como proclama Esquilo en las Coeforas. El círculo, en este caso, suele ubicarse significativamente en forma de óculo o rosetón en la fachada oeste, el lado escatológico que alude al juicio final. Tiene, además la finalidad práctica, como la mayor parte de las cenefas, de facilitar espacios delimitadores para aislar un determinado tema iconográfico."

Círculo también representado en el gran óculo abocinado del muro occidental del pórtico en la planta baja de la torre, que volvemos a ver y volvemos a consultar en el Diccionario de símbolos:
"La cruz es el símbolo por excelencia del mundo cristiano. Fue el instrumento de tortura y muerte empleado por el Imperio Romano para ajusticiar a los reos de determinados delitos entre los que se encontraba el hecho de ser seguidor de Jesús, un individuo que trataba de subvertir el orden social y religioso con una nueva práctica religiosa. Jesús fue ajusticiado en la cruz y por lo tanto la cruz se convirtió en seña de identidad física y metafísica del nuevo modo de vida preconizado por el autodenominado hijo de Dios.
Pero en realidad casi todas las culturas utilizan el grafismo de la cruz con diversos simbolismos más o menos paralelos y divergentes o convergentes. El simbolismo básico y primario que encierra una cruz es la representación de los cuatro puntos cardinales, algo evidentemente basado en la experiencia cotidiana, es decir, es un elemento orientador que define cuatro direcciones opuestas o coincidentes en un centro que han sido denominados coloquialmente como “los cuatro puntos cardinales” que, por supuesto, también son utilizados en el cristianismo y la mayor parte de las religiones de manera simbólica para definir caminos contrapuestos hacia el bien o el mal.

Geométricamente, de la cruz evolucionan otras formas, de cuya utilidad práctica por un lado, y simbolismo por otro, acabamos de hablar, aquí por ejemplo, el círculo del óculo:
"El movimiento espacial de la cruz origina a su vez el círculo y la esfera, dos elementos geométricos con densos contenidos simbólicos como representación de lo solar, la bóveda celeste y la morada divina, que tienen su plasmación en la arquitectura de las iglesias. También se deriva de su grafismo la concepción del cuadrado que encierra la alegoría de lo terrestre y todo lo concerniente a lo que se mueve por su superficie y que, básicamente es lo opuesto a lo celeste. Es decir, todo lo referente a los cuatro elementos (tierra, aire, fuego y agua), los cuatro puntos cardinales ya mencionados y sus cuatro vientos correlativos (Noto o viento del sur, Bóreas o viento del norte, Argéstes o viento del este y Céfiro o viento del oeste) y los cuatro períodos estacionales (primavera, verano, otoño e invierno) que definen o simbolizan la vida a través de las edades del hombre (infancia, juventud, madurez y muerte). 
En lo referente a la religiosidad podríamos mencionar las cuatro virtudes cardinales de carácter moral (prudencia, justicia, fortaleza y templanza); los cuatro grupos de patriarcas, profetas, apóstoles y mártires que conforman la iglesia militante; los cuatro evangelistas y su derivación hacia el Tetramorfos. 
La concepción cuadrada de la tierra es, por lo tanto, antigua y solía ser representada como un polígono suspendido en el espacio por sus cuatro esquinas o apoyada por cuatro animales simbólicos, como por ejemplo, en la India, Elefantes. 
En Egipto se utilizaba la cruz en forma de tau como símbolo de sabiduría. El “ank” era como la tau pero rematado en la parte superior con un bucle o asa. Era llamada “cruz de vida”. Algunas teorías apuntan a que esta cruz fuera un instrumento de siembra que se hundía en la tierra hasta la cruceta, sujetándolo por el asa, para colocar luego las semillas en el hueco a una profundidad determinada. De ser cierto tendría un cierto sentido su simbolismo de impulsor de vida. En cualquier caso su origen no está documentado suficientemente e incluso los textos teóricamente relacionados con el ank (capítulo 46 del Libro de los muertos) son lo suficientemente confusos como para dudar de su sentido real. 
En la antigüedad clásica era corriente construir las ciudades a partir de una planta cuadrada que, en el caso concreto de Roma, fue trazada por Rómulo con un arado. Luego se completaría trazando en su interior los caminos o deambulatorios decumanus maximus (de este a oeste) y cardus maximus (de norte a sur). En la intersección de ambas vías se colocaba el ara como eje del conjunto. Este esquema se puede rastrear ya en el Génesis 2, 20: «Del Edén salía un río que regaba el jardín y desde allí se repartía en cuatro brazos. El uno se llamaba Pisón y es el que rodea todo el país de Javilá…». Es decir, los cuatro ríos fluyen marcando los cuatro puntos cardinales. 
En la arquitectura sagrada la cruz suele emplearse para marcar la planta con connotaciones simbólicas evidentes: No solo la cruz del calvario que representa la redención sino también la morada terrestre de la divinidad. Y así como los edificios sagrados del Islam se señalan con una media luna, los cristianos lo hacen con una cruz símbolo de la victoria de Cristo sobre la muerte y además Árbol de la Vida (sacramentum ligni vitae) y símbolo del rescate de Cristo para los cristianos. 
La cruz también ha sido objeto de muchas variantes gráficas en función de su uso por multitud de asociaciones civiles y religiosas, cofradías, órdenes militares, ciudades y villas, además de muchas culturas históricas que la utilizaron con contenidos simbólicos similares, sobre todo en su concepción como grafismo básico del cuaternario arcano."


Nos damos la vuelta y nos despedimos ya del interior del santuario con esta bella vista general de las naves mayor y sur, hacia la que regresamos ahora



Volvemos entonces hacia la nave meridional para salir por la portada sur, la gran maravilla que nos queda por ver de esta colegiata


Antes, una vista general de todo su pasillo desde el arcosolio hasta la capilla de la cabecera


Saliendo ya, tenemos de frente de nuevo ya el pórtico en su prolongación hacia la sacristía, donde está la otra puerta a la calle. Observemos su bóveda nervada y, a los lados de la puerta, dos capiteles historiados de la magnífica portada sur


Al salir hemos de fijarnos también en el suelo de este tramo del pórtico...


Está formado también, como el del sector occidental, por cantos rodados formando franjas de sogueado marcadas por líneas de pequeñas piedras rectangulares lisas que guían el dibujo. En medio, entre las dos puertas, un gran círculo concéntrico representa discos en rotación a diestra y siniestra


A la izquierda, hacia la sacristía dos grandes círculos entre líneas y dibujos geométricos en forma de punta de flecha. Se nos asemeja a una gran alfombra


De momento no salgamos de la zona del gran círculo central, pero vayamos hacia su otro extremo, para ver de frente la soberbia gran portada sur


Por lo común, en las iglesias románicas que, como todas las antiguas, están orientadas en el eje este (cabecera, salida del sol) a oeste (puesta del sol), es la portada occidental la considerada principal y la más grande y trabajada, sin embargo aquí lo es la meridional, acaso por ser la inmediata al transitado Camín Real que luego fue Carretera de Castilla, pues no olvidemos que, antes de su 'envoltorio barroco' ambas portadas estaban a la vista desde el exterior. Tiene arco de medio punto con "guardapolvo, cuatro arquivoltas, ocho columnas", dice Luis Antonio Alías, que se cubren de "hojas, clavos, escamas, flores, estrellas, dientes de sierra, y geometrías impostas, capiteles, basas intercolumnios y arquivoltas". Aportamos la descripción general que hace de esta portada Románico digital:
"El templo presenta dos portadas de época románica y evidencias de una tercera, desaparecida, en el muro septentrional. La principal es la abierta en un antecuerpo del muro meridional, hoy solapado y alterado por el pórtico del siglo XVIII, con tres tramos de bóvedas de crucerías y combados que envuelve el edificio por el sur. Se alza sobre un zócalo escalonado profusamente decorado con botones vegetales y doble hilera de semibezantes en los chaflanes y se compone de arco de medio punto, tres arquivoltas y chambrana decorada con entrelazos y brotes. Apea el arco en semicolumnas y las arquivoltas en tres parejas de semicolumnas acodilladas. Siguiendo con la tendencia barroca ya vista en el interior, aquí la decoración lo invade todo, desde el zócalo, las basas, las aristas matadas con medias cañas de las jambas, los capiteles, cimacios y hasta los intradoses y roscas de los arcos."

Efectivamente, la profusión de representaciones y filigranas recuerda al horror vacui del barroco; empezamos por el gran arco y sus arquivoltas


"El guardapolvos exterior está decorado por una fina labor de flores", explican por su parte Casares y Cruz Morales, añadiendo que "La primera arquivolta, por el exterior, con doble línea en zigzag; en el intradós no lleva ninguna decoración".


Es la segunda arquivolta la que muestra figuras humanas y de animales, comenzaremos a verla por la izquierda y seguiremos linealmente hacia la derecha


Comenzando por abajo vemos una cabeza humana de expresivo rostro con la boca abierta, a la que le siguen tres cuadrúpedos. En en intradós una franja de "tetrapétalas inscritas en clípeos y bocel" recorre esa parte de la arquivolta


Detalle de la cabeza, que parece estar hablando


Y de uno de los cuadrúpedos, el primero a su derecha


El siguiente es un poco diferente pues su boca muestra sus rugientes fauces, con dientes de fiera


Seguidamente el tercer cuadrúpedo se asemeja a una oveja


A continuación otra cabeza más, esta entre hojas


Luego van dos personajes con vestidos largos, similares a hábitos, uno con una cruz y otro con un libro, que describen en Románico digital como "un personaje vestido con ropas talares portando un libro en su mano izquierda y mostrando la palma de la derecha, otro clérigo con un irreconocible objeto en su diestra y alzando una pequeña cruz en su diestra"


Un águila pica una pieza de fruta, a la que le sigue una cabeza triangular, acaso también de un águila, cuyo pico picotea la moldura que constituye la clave y zona más elevada del arco


A su derecha, empezando la caída derecha del arco, otro personaje con hábito que debe ser otro clérigo, "vestido con larga túnica de pliegues paralelos", apuntan en Románico digital


Dos aves afrontadas picotean un pez


Dos serpientes devoran a un batracio (rana o sapo)


Un león con el rabo entre las piernas y una serpiente enroscada muerde el trasero de un león


La tercera arquivolta muestra otras dos líneas en zigzag menos cerradas que las de la primera


Su intradós muestra una franja de decoración floral que discurre linealmente de extremo a extremo


Se trata de "un casetonado ornado con cabecitas humanas sobre hojarasca y prótomos de felino vomitando tallos; en su rosca vemos dos boceles quebrados en zigzag entre nacelas y acabados en basas", como dicen en Románico digital


La cuarta arquivolta consta de una fila de dientes de sierra y, debajo, doble línea en zigzag que se cruza, formando rombos, y con un botón en el centro: "El arco, moldurado con dos boceles, decora su rosca con una retícula romboidal perlada"


No ha de dejar de llamar la atención la abundancia de cabezas en este intradós, a las que habría que añadir las otras dos de la arquivolta, por eso queremos volver de nuevo al Diccionario de símbolos del Blog de Románico:
"En la cabeza reside la inteligencia y en ella se encuentran los sensores y emisores que ponen al individuo en comunicación con el mundo exterior. Por un lado se captan los estímulos que se reciben y, después de procesarlos en el cerebro, se traducen en emociones y sensaciones que posteriormente se emiten desde los propios órganos básicamente con la boca. También la capacidad expresiva del rostro es capaz de trasmitir emociones y estados de ánimo y, además, singularizar y reconocer a una persona. 
En definitiva, a través de la cabeza y el rostro se refleja la personalidad del individuo en todos sus parámetros psicológicos y físicos y, en el aspecto iconográfico, sustituye al resto del cuerpo en representaciones artísticas de todo tipo, incluidas las numismáticas o filatélicas. 
Con estas premisas se puede establecer, por ejemplo, que la cabeza simboliza en el guerrero la fuerza y el valor, lo cual explica la costumbre histórica y tradicional en muchas culturas de cortar la cabeza al enemigo vencido y exhibirla como trofeo que hace al combatiente proclamarse vencedor en el campo de batalla. 
En la iconografía de la mayor parte de la geografía cultural de Oriente y Occidente, y lo mismo sucede en el románico, no es difícil ver representaciones de cabezas a modo de retratos sustituyendo al icono del personaje completo, ya sean individuos relacionados con el poder, ya sean religiosos o civiles, dioses o demonios o, simplemente personajes relacionados con la vida cotidiana, muchas veces evocando oficios o, en muchas otras ocasiones, vicios, virtudes o personajes relacionados con la Jerusalén Celestial, como por ejemplo los Veinticuatro Ancianos del Apocalipsis que rodean el trono del Cordero. 
En el mundo medieval la cabeza viene a simbolizar, en general, la vida espiritual, por lo que es utilizada habitualmente para decorar canecillos subrayando con la expresividad de sus rasgos la evocación de demonios, pecados o virtudes como quedó dicho. Lo mismo podría decirse de las cabezas de los animales que son empleados para simbolizar de manera puntual, vicios y pecados."


Diversos autores ven en estas cabezas una relación románico europeo atlántico, las 'break-heads' a las que dedica su estudio, Las cabezas rostradas. Un tema ornamental en el románico de Villaviciosa, la historiadora del arte Etelvina Fernández, manifestando su parecido con el arte de Normandía, Inglaterra e Irlanda, siendo un elemento cuya inspiración y modelo llegaría por las rutas comerciales marítimas del medievo


La explicación general que se da a las figuras humanas y de animales es por lo común todo tipo de metáforas relacionadas con el bien y el mal, los vicios y las virtudes o los pecados y los castigos. En una población que mayoritariamente no sabía leer, la representación de ideas por iconos revela ser fundamental. En La simbología del arte románico riojanoa través de su escultura monumental, la Doctora del Arte Minerva Sáenz Rodríguez explica así:
"Esta escultura llamada “iconográfica” suele plantear serias dudas a los investigadores sobre quiénes eran sus destinatarios. Si iba dirigida al pueblo llano, sí que podría tener en muchos casos una finalidad didáctica o pedagógica, reflejando el tan manido ideal de los monjes cluniacenses como instructores de los rudos e iletrados fieles en las verdades de la religión cristiana y en la existencia de una realidad superior. Es, en definitiva, la consideración de los templos románicos como “Biblias de piedra” o como vehículo para enseñar la religión, lo cual no se puede aplicar a todos los casos, ya que los feligreses no solían tener la suficiente formación intelectual como para entender algunos mensajes, que a veces reflejaban preocupaciones teológicas no recogidas en las Sagradas Escrituras sino fruto de una elaboración individualizada para un lugar y una situación histórica concretos. Consecuentemente, es lógico pensar que muy a menudo el pueblo supuestamente indocto tuvo que necesitar de las explicaciones de los sacerdotes para comprender esta escultura, que se situaría en templos parroquiales y en catedrales. 

Por el contrario, si se orientaba exclusivamente hacia el clérigo, estaría elaborada por un experto teólogo y su fin sería intelectual y simbólico, con niveles superiores de lectura no accesibles a los simples creyentes. A veces, por ejemplo, se intentaba a través de ella, enseñar un nuevo dogma o combatir una herejía. En estos casos la temática es difícil de descifrar pues no se hizo con fin docente para un amplio auditorio, sino para la intelección de la minoría de los eclesiásticos o simplemente para Dios, y por ello se colocó a menudo en los claustros monásticos, a veces incluso acompañada de letreros explicativos que evitaran confusiones. De todos modos, esta circunstancia se da en contadas ocasiones, pues la teoría de que las iglesias románicas eran como “enciclopedias” del conocimiento de la época, sólo es aplicable a los grandes edificios. Probablemente haya que aceptar la realidad de que únicamente en ellos se dan verdaderos ciclos coherentes y eruditos, reflejándose en la mayoría de los templos (...) asuntos locales y corrientes."

No obstante, también surgirían ideas contrarias en el mismo seno de las órdenes religiosas, que manifestarían la necesidad de prescindir de toda decoración y ornato o en su mayor parte, sobre todo la que representa figuras humanas y de animales, pues se supone entretendrían a fieles y monjes de la oración y la meditación


Los peregrinos que continúen hacia Santiago por los caminos Norte y Primitivo tendrán ocasión de conocer alguno de estos templos románicos sin ornamento o apenas como Santa María la Real de Oubona en Asturias o Sobrado dos Monxes en Galicia, este un verdadero prototipo de la austeridad cisterciense frente a los cluniacenses


Bajamos la vista y del monumental arco semicircular pasamos a las columnas...


Cuatro a cada lado, con sus basas, fustes y capiteles correspondientes, estas las de la izquierda...


Y estos sus capiteles, iguales los cuatro en su inspiración vegetal, "Como en el interior, los capiteles repiten la decoración de forma pareada: los cuatro del lado izquierdo del espectador presentan una corona inferior de hojitas nervadas de puntas vueltas y una superior de tallos anudados de los que penden palmetas", explican en Románico digital


Fustes cilíndricos y, entre ellos, franjas verticales de flores de forma redondeada


Las basas también aparecen cinceladas, así como el zócalo en el que se apoyan, creemos reconocer círculos, estrellas y dibujos geométricos; "Las basas, de perfil ático y con lengüetas vegetales, decoran la escocia con perlas y el desarrollado toro inferior con semibezantes, taqueado o la ya vista doble hilera de dientes de sierra."


Las columnas de la derecha, con una estructura y esquema similares


Losa capiteles, vegetales e iguales entre sí, aunque diferentes a los de la izquierda, Los capiteles del lado derecho reciben un piso inferior de hojas nervadas de puntas vueltas y dos pisos de hojas avolutadas y perladas, con palmetas pinjantes en los ángulos. Los cimacios presentan decoración de entrelazo perlado".


Las basas, del estilo de las de la derecha, simétricas a ellas prácticamente



Y, volviendo a mirar arriba, pasamos del románico, representado por esta portada, de nuevo a las bóvedas dieciochescas de esta iglesia


En esta clave menor de sus nervaduras, donde aparece representado claramente un monje enmarcado en un óvalo, nos damos cuenta cómo la construcción de este abovedamiento del pórtico afectó a la arquería románica


Las demás claves muestran más motivos policromados, algunos semejantes a los ya vistos al entrar en el primer tramo del pórtico hacia la torre y otros diferentes


Aquí por ejemplo, el Sagrado Corazón


Pasamos, de la portada a la derecha, al espacio del pórtico situado a la puerta de la sacristía


Volvemos a contemplar los grandes círculos del suelo y, a la izquierda, en el muro románico, un sepulcro de arco de medio punto con arcosolio


El arco presenta tres líneas en zigzag y, en la banda exterior, un entrelazo floral. A los lados del arcosolio, dos ménsulas que sustentan dos de los nervios de la bóveda:
"Se conservan un lucillo sepulcral románico en el muro meridional de la iglesia, con arco al interior y exterior, a la derecha de la portada. Fue horadado para dar paso a la sacristía desde la nave, aunque la restauración del pasado siglo, que suprimió el tramo occidental de aquella, lo devolvió a su primitivo aspecto. El arcosolio, al interior, presenta arco de medio punto con arista ornada por bocel entre dos bandas de dientes de sierra y chambrana con tres filas de billetes y al exterior la decoración es más profusa, con la rosca del arco ornada con tres boceles quebrados y bandas de perlado entre ellos –similar a la decoración de la portada sur– y chambrana con tallo ondulante y zarcillos."

Y mirando arriba vamos a contemplar la bóveda, con sus claves polícromas. "En la bóveda estrellada de la sacristía, adosada al sur del templo, aparece la fecha de 1727 y, en una de las claves, la leyenda: HVIC OPERI FUIT FINIS ABBTE D. IOSEPHO A. FUENTE S V."


En la clave principal, un ramo de flores


Una cruz de cuatro brazos con diversos elementos de difícil interpretación


Un acróstico


Flor hexapétala


Otras dos ménsulas, a los lados de la ventana que da luz natural a este rincón del pórtico


Avanzamos ya hacia la salida


Pasamos de nuevo frente a la portada sur


Aquí hay otra ventana y, en el suelo, tres grandes círculos concéntricos de cantos rodados más


Y arriba, la última bóveda que nos queda por ver


Sus claves son muy parecidas a las que vimos en la bóveda de la entrada


Vamos a fijarnos en ellas


El león rampante coronado, emblema de la abadía, con la leyenda  ARMA HVIVS INSIGNIS ECCLESIAE


Las estrellas y la 'S'


La concha venera del peregrino


Parece un elemento floral o vegetal pero ha perdido sus colores y es un tanto difícil de identificar


Tres estrellas rojas y la letra 'E' sobre fondo azul


Pisamos sobre los círculos...


Atención ahora a la ventana, no pasemos de largo sin ver una cosa


En la pared, viejos grafitis


Una cruz, rayas y algunas frases


Entre ellas, algún nombre propio...


Antes de salir, aún tenemos una cosa pendiente...


La gran roseta de la entrada y, al fondo, la mesa del libro de visitas


Nos acercamos a él a firmar, atendemos también al aviso pegado en la puerta de la Casa del Abad


Es de la Asociación de Simpatizantes de la Colegiata de Arbas, cuyo objetivo es conservar esta joya arquitectónica, organizar la fiesta del lugar y todo tipo de actividades culturales y religiosas con centro en el santuario


Firmamos y agradecemos la estancia en tan cuidado monumento


Y volvemos al exterior por la misma puerta del pórtico por la que hemos entrado mientras rememoramos las conclusiones que hace de esta colegiata Románico digital:

"En definitiva, Santa María de Arbas aparece como un excepcional epígono del románico hispano, asimilando en sus formas y ornatos soluciones arquitectónicas diversas, desde las más enraizadas en la arquitectura del románico pleno, como la distribución de los pilares de las naves, a las más avanzadas y propias de los edificios rigoristas de las primeras décadas del XIII; la tradición románica más arraigada en las tierras de Asturias con fórmulas de recuerdo zamorano y salmantino, dando la sensación de que los extraños límites medievales de las diócesis se hubieran impuesto a los geográficos, pues nada similar encontramos en tierras leonesas. Bien meridiana es la conexión estilística de su decoración con la de los templos asturianos de San Juan de Amandi, Santa Eulalia de Ujo, San Antolín de Sotiello, etc., donde encontramos ese horror vacui, la exuberancia decorativa, similar temática vegetal, repetición pareada de motivos, etc. Es innegable que tales identidades, por encima de la similar disposición de la cabecera que encontramos en el templo de San Vicente de Serrapio, nos conectan nuestro edificio con los talleres escultóricos que trabajan a caballo de los siglos XII y XIII en los valles por los que discurre el concurrido camino de peregrinación a San Salvador de Oviedo, por un lado, y con el foco de Villaviciosa, por otro. Las conexiones son evidentes con el templo de San Juan de Amandi, donde junto a la articulación interna de paños cóncavos del ábside, similar al hemiciclo de Arbas, encontramos en su portada occidental e interior los boceles quebrados en zigzag, los motivos vegetales de vástagos anudados, palmetas pinjantes y cabezas de pico mordiendo el bocel ya vistos en la portada principal del templo leonés, así como las dobles hileras de semibezantes, todo con un tratamiento quizá algo más rudo en el templo asturiano. En los capiteles del triunfal de San Antolín de Sotiello encontramos una sorprendente identidad con los de la parte derecha de la portada sur de Arbas, hasta en el mismo cimacio de entrelazo perlado y en el triunfal de Santa Eulalia de Ujo volvemos a encontrar las hojas de puntas vueltas con piñas y las palmetas rizadas. La identidad de talleres escultóricos parece pues evidente y debe relacionarse, tanto en lo arquitectónico como en lo decorativo, con los fluidos contactos entre el románico zamorano y el asturiano –a cuya progenie responde este templo de Arbas–, que aún nos desconciertan y parecen reivindicar la necesidad de un estudio más profundo de tales relaciones."

De frente, la carretera y el Mesón de Quico, el antiguo hospital de peregrinos y luego parada de muchos automovilistas yendo y viniendo, unos recién subido el puerto y otros antes de bajarlo


Sus piedras son testimonio de más de una época de esplendor, desde hace al menos un milenio


Volvemos sobre nuestros pasos y, por el arcén, cruzamos de nuevo el puente de la N-630 y, regresando a las Casas de los Canónigos, proseguimos camino hacia El Puertu Payares, La Raya, L'Alto'l Puerto, que nos dice Xulio Concepción, a la vez en entonamos una canción recogida por Matías Díez Alonso:
"Con el encanto del paisaje resonaban en su ambiente las canciones con aires de enamorado:
La polesina del Carmín de La Pola
la fermosa niña de lindo talle,
Dios me asista y no me falta,
que va peregrina por los caminos del Rey,
una tarde,
con sus blancos hombros al aire
ahujerada su esclavina y su pelo,
aseméjase al sol rampante.

¡A dónde vas pelegrina,
por los mis caminos reales!

Voy a Santiago, mi Rey,
a Santiago,
a pedirle que a Vos guarde"





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