Por Sama de Baxo el Camino de Santiago del Norte pasa de la parroquia de Solís a Cancienes, antigua capital de este concejo de Corvera, al sur de Avilés, a la que entraremos por la zona de La Chusca, La Estación y La Rebollada, donde aún predominan las viviendas unifamiliares antes de los bloques de pisos y edificios de su cogollo urbano, en la vega y valle del Alvares, uno de los ríos que forman La Ría, en Avilés, suministrando antes agua para el corverano embalse de Trasona, inaugurado en 1957 para la siderurgia Ensidesa
El Cancienes nació de una pequeña aldea rural que ya en el siglo XIII, cuando aún Corvera pertenecía a Avilés, figuraba como capital al celebrarse aquí las juntas vecinales del concejo abierto y como tal siguió en el siglo XVI, cuando consigue su independencia, al menos como tal concejo independiente aparece en 1504, hasta que en el siglo XVIII dicha capitalidad se traslada un poco más al norte, a Nubleo, se dice que por influencia de los Bango, poderosa estirpe que tenía allí su casona, donde se pasaron a celebrar aquellas juntas, al menos desde las de 1779 y 1783. Luego se haría una casa consistorial, pero la capital corverana seguirá siendo Nubleo
El desarrollo de Cancienes vino con la carretera, una de las carreteras a Castilla desde los puertos asturianos, auspiciada por las reformas ilustradas del tiempo de Carlos III pero que no sería acabada hasta 1847 tras guerras, crisis e inestabilidad, así como luego el ferrocarril, inaugurado en julio de 1890 y del que vemos la estación, que favoreció la incipiente industria y la minería de la zona, donde hubo toda una cuenca minera, de carbón, fluorita, hierro y otros minerales, en las montañas entre los concejos de Corvera y Llanera, además de canteras de gravas y piedra, varias de las cuales siguen en activo
Además de trasiego de mercancías de esta línea que comunicaba el importante núcleo ferroviario de Villabona, población minera llanerense, con el puerto de Avilés (ensenada de San Xuan de Nieva), el trasiego de pasajeros, obreros pero también campesinos que iban y venían a los mercados y ferias de las villas próximas, hizo que se crease una población creciente, sobre todo de trabajadores y se estableciesen industrias en el lugar como La Lechera de Cancienes, cuyo edificio restaurado veremos enseguida
El Poblao o La Barriada está un poco más atrás; si bien es una villa pequeña, Cancienes nos ofrece algunos servicios, farmacia, comercios, hostelería que pueden hacer bien al peregrino para comprar, comer, tomar algo o hacer una parada antes de llegar al centro urbano de Avilés, a solamente ocho kilómetros de aquí. A la mitad está Los Campos, barrio corverano pero que forma parte del gran área metropolitana-urbana avilesina
No obstante, el actual Camino de Santiago oficial únicamente sigue esta carretera, actualmente AS-17, y la que viene de Gijón/Xixón por Trasona, ahora AS-19, empleada por los peregrinos que han seguido la ruta costanera a partir de Casquita, en Villaviciosa, con la que nos reuniremos en la avilesina calle Rivero, enfrente del actual albergue de peregrinos Pedro Solís de Avilés, quien lleva el nombre del fundador del hospital de peregrinos que estuvo en dicha calle, en 1515, oriundo de esta parroquia de Solís, la cual llega hasta los arrabales de Cancienes, en El Martinete
Un grupo de casas con hermoso jardines y setos embellece este itinerario y su colorido y fragancia floral contrasta con el gris de la carretera y el tráfico de vehículos
Arrabales de Cancienes en la vega del Alvares, pequeñas urbanizaciones de viviendas unifamiliares y alguna antigua casería reformada que conserva su hórreo. Poco más allá hay otra chimenea que apenas vemos desde aquí, la de la Lechera de Cancienes, fundada en 1907, verdadero símbolo de la población. Más allá asoman los bloques de pisos de El Poblao, el Grupo San José, Plaza Alvares y carretera de Tamón

Ahora, más allá de la chimenea de Cerámica Miñán, y a su izquierda, El Monte Grande (134 m), situado entre Cancienes y Nubleo y a su derecha, "cubierto de arbolado de repoblación" dicen en la Enciclopedia del paisaje de Asturias, es decir, ocalitos o eucaliptos, para las fábricas de celulosa
La chimenea y el lavadero, dos emblemas del patrimonio local, este segundo llama la atención por sus cuatro arcos de medio punto mirando al Ríu Rabón
El semáforo advierte también la entrada en un casco urbano que, de no ser por la orografía del terreno, cuando el valle se estrecha más al norte por la foz o desfiladero de Peña Corvera y La Consolación con su acantilado fluvial, es fácil que ya se hubiese unido urbanamente a Los Campos, Les Vegues y Avilés por la zona de Villalegre, hitos todos ellos del Camino hacia La Villa, el antiguo Avilés intramuros
La carretera conforma aquí pues la gran avenida que atraviesa Corvera, concejo cuyos núcleos urbanos se distribuyen pues, diseminados a escasa distancia unos de otros en dirección a Avilés, siguen diciendo Fermín Rodríguez y Rafael Menéndez:
La vega del Alvares y las instalaciones de la cooperativa bajo El Monte (161 m) y La Vallina

Y esta casa sería la última de Sama Baxo y, por tanto, de la parroquia de Solís antes de entrar en Cancienes

A la derecha, en el km 8 de la AS-17, vemos el cartel que anuncia el paso de Solís a Cancienes que crece a manera de ciudad calle, primero con las minas, industria pesada y factorías locales, después con el polígono industrial, que veremos camino de Nubleo. Nos lo explica muy amenamente de nuevo Marcos Palicio:
La frontera entre las parroquias corveranas de Solís y Cancienes pasa pues por aquí, señalada por otro regato afluente del Alvares, el Rabón ya antes mencionado, que aquí pasa subterráneo bajo la carretera, pero lo delata esta barandilla
Seguidamente cruzamos por la carretera La Chusca o calle La Estación y, como siempre, seguimos recto sin mayor pérdida posible que nunca abandonar la AS-17

A la izquierda y en la calle La Estación está uno de los edificios de casas obreras del antiguo Instituto Nacional de la Vivienda. Más allá Cancienes Alto
No sabemos si es otro regato o un aliviadero del Rabón, pero también pasa canalizado entre un alto muro y la parte posterior de una antigua casería
Por aquellos años, las antiguas pequeñas caserías familiares ya desaparecían, para buscar rentabilidad los ganaderos habían de acometer importantes inversiones para hacer naves de ganado con un número de reses suficientes para conseguir rentabilidad, siendo indispensable la función de la cooperativa
Casa'l Cantor y bloque de viviendas obreras de Casa'l Calamandro. Estas viviendas obreras antiguas están en terrenos edificables y es posible que cuando vengáis ya no estén, siendo sustituidas por nuevas urbanizaciones en esta zona de expansión urbana de Cancienes
En la actualidad, lo que funciona es el apeadero, que también vemos desde aquí a la izquierda de la antigua estación, mirando hacia Cancienes Alto, donde una hermosa casa de galería entre cortafuegos y jardín con frutales y palmera llamará nuestra atención
Más arriba, El Campu la Vega y casas en las cercanías de la antigua iglesia parroquial de Santa María de Cancienes
Según nos movemos vemos mejor El Picu Prietu, así como las casas de El Campu la Vega. En el lugar fue hallada un hacha paleolítica en 1963, lo que demuestra el antiquísimo poblamiento de estos parajes, ya desde los tiempos de los cazadores-recolectores que se moverían por el valle buscando sustento, antes de la agricultura y la llamada revolución neolítica
Los montes, arriba, se plantan de ocalitos en lo que fueron pastos y comunales, otro ejemplo del abandono de lo rural y su transformación en otras actividades, como las plantaciones industriales de especies de crecimiento rápido
Se divisan en la distancia buenos ejemplares de hórreos y paneras en El Campu la Vega, puerta del valle de Moriana, por donde va el camino a Arlós, en el vecino concejo de Llanera

A la izquierda, más casas de la calle Martín de Bango, dedicada a quien fuera fundador de la capilla de la Consolación en el enclave de Peña Corvera o Peñacorvera, lugar que se dice dio nombre al concejo y así llamado por la abundancia de cuervos. Martín de Bango, de la poderosa estirpe de los Bango, la hizo a petición de su hermano Alonso de Nomparte, canónigo de Santiago de Compostela. Dicha capilla, que visitaremos luego de Nubleo, perteneció hasta 1999 a la familia, cuando uno de los descendientes de los fundadores, José Luis Ureña Fernández-Blanco, lo cedió en permuta al Ayuntamiento de Corvera
Cruzamos dicha calle y continuamos al pue de las palmeras y árboles del jardín
A la izquierda Edificio Villasol, en cuyo bajo hay supermercado, al que si deseamos acceder para comprar algo podremos hacerlo un poco más adelante, desde una calle transversal
La urbanización fue construida en 1985 en una parcela de 2.429 m² que antes fue prado y pumarada. Más allá son las casas de la calle Hermanas Bobes, cerca de El Cabañón, otro espacio de expansión urbanística
Empezamos a ver la Lechera de Cancienes al fondo, identificable por su chimenea, cuyo edificio, como pronto veremos, ha sido restaurado y acondicionado como centro cultural
Casas de época donde hubo tiendas...
A la derecha Casa Ferrerín, llamado así por "José “el Ferrerín”, que también tenía un taller de carros nuevos y arreglaba herramientas», según se recuerda. El emplazamiento de la herrería lo ocupa actualmente un establecimiento hostelero, regentado por familiares del artesano", que fue parada habitual de muchos obreros de las fábricas del valle y que, en Cancienes, Corazón de Corvera, artículo de Luis A. Vega en La Nueva España del 21-5-1992, se nos dice también que "sirve comidas caseras y ofrece un trato familiar. Los platos que más éxito tienen son el hígado al ajillo y los sofritos de «pixín». Se llegaban a servir hasta más de cien comidas en un día, en los buenos años de la industria, como comentaba Marcos Palicio en su visita al lugar para escribir en Todas las caras de la Corvera obrera:
Casa de vecindad, de los tiempos de la antigua Cancienes obrera de la cerámica, la lechera, las minas, y otras industrias locales, luego llegarían Ensidesa, el polígono y, con la mejora de las comunicaciones, la posibilidad de desplazarse en poco tiempo a localidades próximas, principalmente Avilés
Vista de cerca, "Avilés puede esperar" para hacer parada en este lugar
Y puedes echarte a discreción, no te quedes con hambre
De segundo costillas al horno, estaban deliciosas, con mucha carne y acompañadas de patatas fritas y un poco de pimiento. No pedí postre, pero bien que lo había...
En esta finca vemos una simbiosis de Cancienes, más allá, entre los edificios de la calle Hermanas Bobes, donde está el Centro de Salud, hay un pequeño parque urbano...
Y, justo al lado y separado por una valle de dicho parque, un gallinero entre los bloques de casas resalta lo rural en el medio mismo de la población, polo de atracción en esta parte de Corvera, transición entre las aldeas del concejo y los núcleos urbanos de las cercanías de Avilés
Y a la derecha, La Lechera de Cancienes, restaurada entre 2018 y 2020 como centro cultural, tras muchos años de abandono, entre maleza y pintadas, una de las cuales inspiró a Marcos Palicio a titular y empezar así su artículo de Todas las vidas de la Corvera obrera:
El Martinete, donde hoy están la Cooperativa Agropecuaria de Corvera y la chimenea que fue de Cerámica Miñán o La Teyera, recibe su nombre del martinete o mazo de forja de la antigua fundición de cobre que dio empleo a un nutrido grupo de trabajadores entre oficiales y operarios desde el siglo XVII, verdadero antecedente industrial y metalúrgico que proveía de utensilios de metal, calderas, braseros, chocolateras, ollas, etc. a un mercado del que eran grandes vendedores los célebres caldereros de Miranda (Avilés), quienes lo vendían, como auténticos artesanos ambulantes, por las ferias y mercados de media España
Tiempo después la Cerámica Miñán desarrollaría métodos industriales para el ancestral aprovechamiento del barro de estas vegas desde los tiempos de les teyeres artesanas, fabricando tejas, ladrillos y otros elementos destinados a la construcción, hechos de arcilla
Era su dueño Ramón Miñán, una de cuyas hijas, María Miñán, fundaría en 1956 el Cine María Esther, que también veremos desde el Camino, saliendo de Cancienes hacia Nubleo, en una finca que había sido de su padre, a la izquierda de la carretera
Más adelante nuevas factorías se instalarían en esta vega entre ambas poblaciones, las del Polígono Industrial de Cancienes, que también veremos al pasar, cerca de Camina, en cuyo castro de Castiello se supone está el antecedente urbano de estas poblaciones corveranas
Cerámica Miñán es precisamente sucesora de una larga tradición de ceramistas de la que ya se sabe en Cancienes desde el siglo XVIII, en concreto en dicho barrio de Camina. En la segunda mitad del siglo XIX se abrirían varias tejeras gracias al capital de los indianos, siendo de todas ellas su único testimonio esta chimenea, hecha de ladrillo prensado y de unos 20 metros de altura que domina toda esta parte del valle, elemento industrial protegido
En el camino que desde la carretera comunica con El Martinete vemos el antiguo lavadero de La Fuente La Umeral, cuyo nombre revela la antigua existencia de bosques ribereños de umeros o alisos
El lavadero se encuentra sobre El Ríu Rabón, regato afluente del Alvares, al que da sus aguas en ese lugar. Fuente y lavadero están en relativo buen estado y "Es muy frecuentada tanto por la calidad del agua como por la belleza del entorno, en pleno bosque de ribera del río Alvares", leemos en la web dedicado al patrimonio corverano La Voz del Pielgu, que añade que "Al tener agua de mineralización débil es muy adecuada para personas con problemas renales". En Desde el puente junto al lavadero de La Umeral, el artista local José Luis Álvarez, más conocido como Cuinchi, nos cuenta esto en su blog:
"Si para cualquier dibujo lo fundamental es definir las líneas de fuerza que lo forman, en los mapas eso está más claro aún si cabe, solo con dibujar los ríos ya tenemos datos suficientes para imaginar el resto de la geografía. Con los nombres que les damos a los sitios la cosa cambia, lo sabían bien los viejos cartógrafos, si en un pueblo preguntas por el nombre del río lo más seguro es que te contesten "el río..." y como mucho para diferenciar le añaden el nombre del pueblo, así tenemos un mismo río que va cambiando de nombre según por donde pase. En los grandes ríos con nombre propio el asunto no cambia tanto como pudiera parecer, casi se puede asegurar que para los pueblos antiguos que los bautizaron ese sonoro nombre significa "El Río...". A los estudiosos del tema no deja de llamarles la atención que ese nombre fundacional se conserve a pesar de los implacables cambios en los idiomas y civilizaciones, en no pocos casos eso es lo único que nos queda de esos pueblos desconocidos.
Según consenso, para denominar a los pequeños ríos sin nombre se optó por ponerles el de la población más cercana a su nacimiento, cualquier otro nombre, por población en su curso o desembocadura, daría lugar a equívocos pues entonces varios ríos podrían llamarse igual. Aún así ya se vio que si unas aguas ya están bautizadas con un nombre de pila eso va a misa.
Así tenemos al corverano río Alvares que recoge aguas y nombre de una pequeña aldea poco más arriba de la raya con la vecina Llanera. Desconozco las razones por las que en el diario "La Voz de Avilés" se empeñan en llamarlo "Alvarés" con tilde, nunca escuché razonamiento alguno. Si de razones históricas se tratara debería de llamarse río Solís que es como aparece en toda la documentación medieval, su parroquia de nacimiento y por tanto con derecho de bautismo.
Para un alma aldeana como la mía llamarlo río Alvares, del latín album ("blanco") o del preindoeuropeo *ALP-, *ALB- („altura, blanco‟), no deja de ser un capricho tan importante como otros más razonables. De ahí a relacionarlo con "La dama del alba" del ilustre aldeano Alejandro Casona va apenas un suspiro de ensoñación pueblerina. ;-)"
En lontananza, sobre Cancienes, la rasa de El Campón y montes de Les Cueves y Rodriguero, cierran el valle por el norte y oeste, ofreciendo un lugar bien protegido de los fríos vientos del norte que vienen del ya muy cercano mar cantábrico
Una acera, continuadora de la senda peatonal paralela a la carretera que nos encontramos al salir a la AS-17 al sur de La Sota, en Solís, viniendo de Villar y La Miranda, nos ofrece buen lugar para caminar seguros según avanzamos hacia Cancienes, posiblemente la antigua villa o posesión de un tal Cancilius, por este lugar de Sama, aún en la parroquia de Solís, que sería la de un tal Solitius o Solitus, de época tardorromana o altomedieval, dueños de estos parajes, según nos explica Xosé Lluis García Arias, erudito filólogo, en Toponimia Asturiana. El por qué de los nombres de nuestros pueblos
Sama, por su parte, merece una explicación etimológica bastante más extensa, dado que es además un topónimo relativamente frecuente en Asturias:
"Acaso los topónimos del tipo Sama (...) pudieran relacionarse con palabras todavía emplea das en asturiano tales como sámagu ‘madera decrépita, parte blanda de la madera’, xamascu ‘rama de árbol’, xamargu ‘hierba perjudicial’, xamoucu ‘especie de timón’. Éstas, a su vez, podrían estar en relación con otras presentes en gallego, portugués y vasco (14 p. 51, 54) y en toda una serie de topónimos peninsulares.
Los intentos de aclarar el topónimo Sama los resume Femández Ballina (cf. 317), según se haya propuesto un origen indoeuropeo de tipo hidronímico, fitonímico o ictionímico. Este autor se inclina por una interpretación hidronímica, idea que modernamente comparte Martín Sevilla pues considera que se origina en la raíz indoeuropea *sem- con un grado pleno alargado *som-, con un desarrollo céltico de tipo *SAMA ‘el (río) tranquilo’.
Nosotros sospechamos que quizá se trate de una palabra, evidentemente de origen prerromano, tal vez céltica, pero con una posible alusión fitonímica. Entendemos que ha de partirse de la palabra esdrújula céltica SAMARA, con pérdida de la -R-, fenómeno no inusual en asturiano, que se constata con la acepción de ‘fruto del olmo’ pero que pudo tener otras acepciones más o menos próximas, sin duda relacionadas con la fitonimia. De origen céltico y defendible también como origen de nuestros topónimos sería *SAMARO ‘barbecho’
No vamos a negar la evidencia, caminar por una carretera general no es lo que los peregrinos más aprecian en un itinerario jacobita, pero al menos lo hacemos por buena acera, en llano, y avanzamos fácil y rápidamente por este trayecto corverano
El paisaje a los lados de la calzada, rural y verde, pese a las plantaciones industriales de ocalitos, es también muy ameno y agradable y ahora, aunque entramos en una pequeña zona urbana, sus servicios y lugares a tener en cuenta harán también destacable el trayecto
Curva cerrada a la izquierda y señales de límite de velocidad, estamos entrando en zona urbana, aunque territorialmente aún estamos en términos de la parroquia de Solís
En los primeros años de la segunda década del siglo XXI el periódico La Nueva España publicó la serie Asturias viejas y nuevas polas, dedicada a, crecimiento urbano en numerosas villas asturianas, dedicando varios reportajes a Cancienes y a Nubleo, como el de Marcos Palicio, titulado Todas las vidas de la Corvera obrera, en el que describe así a estas poblaciones:
"Cancienes, esta aglomeración humana prototípica de la explosión industrial de la segunda mitad del siglo pasado, ya no es el núcleo más habitado de Corvera. Fue muy efímera capital en el siglo XVI, pero sí mantiene la cabecera de la parroquia a la que pertenece aquélla, Nubledo, otra extravagancia por su condición de capital agraria de un municipio industrial y urbano que tiene hasta once núcleos de población más habitados que Nubledo. Los dos juntos, físicamente conectados por el polígono industrial de más de 185.000 metros cuadrados que comparten, definen el atractivo de la «ruralidad urbana», o tal vez la «urbanidad rural»
Ahora, más allá de la chimenea de Cerámica Miñán, y a su izquierda, El Monte Grande (134 m), situado entre Cancienes y Nubleo y a su derecha, "cubierto de arbolado de repoblación" dicen en la Enciclopedia del paisaje de Asturias, es decir, ocalitos o eucaliptos, para las fábricas de celulosa
A la izquierda de la carretera, oculto por la vegetación ribereña, está La Rebollada, barrio de Cancienes cuyo nombre significa 'bosque de rebollos', una especie de robles, especifica García Arias:
"Para designar el ‘roble’ nuestros paisanos se valen unas veces de palabras de origen latino como robur —> R¯OB¯OREM (EM) > ast. roble; *ROBULLUM ‘roblecillo’ > rebollu; y otras de origen prerromano (carbayu o carbachu). Bien es cierto que la misma expresión puede designar tipos diferentes de unas zonas a otras. Así por ejemplo hay lugares donde distinguen roble ‘roble de gran corpulencia’ frente a carbayu ‘roble desarrollado’ y frente a rebollu ‘roble sin desarrollar’. Pero tal distinción no se consigue por igual en todo el territorio asturiano ya que hay sitios donde una sola expresión abarca todo el campo semántico. En otras ocasiones las distinciones se consiguen gracias al adjetivo que se pospone a cualquiera de los nombres escogidos: así se puede hablar de carbayu turcu o corque frente a carbayu villanu o albar, etc.
La toponimia nos refleja una situación de expansión de tales o cuales apelativos pero en ningún caso nos informa del tamaño o calidad del arbolado."
Por ahí están también las casas de la carretera La Chusca, que comunica con la Estación de Cancienes. Volvemos a leer ahora también el blog de Cuinchi:
"Según me contaron, el topónimo de La Chusca en Cancienes viene de una Casa, y Fuente, ya desaparecidas. Al llegar al recién estrenado Poblao, a mediados de los 70s, así se llamaba una cuesta en la carretera a la estación, los motes se trasmiten por herencia. Poco después el nombre de la Cuesta de la Chusca se nos quedó marcado a fierro candente, cuando en las legendarias bajadas a lo loco con los carritos de rodamientos intentábamos matarnos sin poder conseguirlo... entonces no lo sabíamos pero los genios del lugar nos protegían desde los árboles.
Cualquier viajero con un mínimo interés etnográfico podría llegar a pensar que a pesar de que la Iglesia es de evidente nueva construcción la cercanía de esos imponentes Carbayos, solo separados por una pequeña carretera, señalaban un lugar de culto ancestral. Tampoco sería nada raro, en la vecina Castrillón es algo habitual ver Carbayos al lado de las Iglesias, como los hermosos ejemplos en Naveces y Santiago del Monte. Sin ir tan lejos en la propia Cancienes una de las Casas más enraizadas del pueblo es Ca Carbayo, y el nombre de una Asociación Vecinal es El Carbayu. Así pues, si en la vieya Iglesia de arriba los Texos protegen a toda la parroquia, en la nueva de abajo protegen, al menos que me conste, al guajerío cafre. ;-)
Estos imponentes árboles, aunque son de propiedad privada, realizan una función pública. El no conocer las vieyas costumbres de respeto sagrado por lo de todas puede llevar a lamentables consecuencias. Como quedó bien demostrado en un litigio en el que casi llega la sangre al regato Moriana. Uno de los árboles, del que hoy solo queda un tocón, herido por el talud de la urbanización cercana terminó por secarse, y acabó por desplomarse una mala noche sobre la carretera. Lo apartaron un poco a la orilla y allí se quedó, hasta el solsticio de verano... Cuando algunos vecinos decidieron que semejante troncón era una inestimable aportación a la Foguera de San Xuan allí se lo llevaron, con no poco esfuerzo. Entonces, cuando ya estaba integrado como Rey indiscutible de la foguera, bajaron sus legítimos dueños a recuperarlo, con una enorme pala excavadora amarilla... la foguera de barios pisos de altura quedó destrozada....
Como puede imaginarse se armó la de dios es cristo y bajó toda la corte celestial a participar en el follón... Y claro, como viene siendo tradición todos los veranos, desde tiempo inmemorial, apareció la prensa villana (de la villa) que tiene a gloria entretener la ociosidad vacacional de la ciudadanía con las simpáticas ocurrencias de la aldeanada :-p . Así quedó reflejada en las hemerotecas, para quien lo sepa buscar, la batalla del Carbayo de Cancienes. Por si fuera poco el calentamiento global del pueblo, un despistado periodista se confundió al trascribir el mote con el que se conoce a los propietarios del árbol, que si ya es despectivo de por sí lo cambió por otro aún peor... (no los pongo por respeto, los del pueblo lo conocen de sobra)
El caso es que aquello trajo consecuencias grabes, no solo porque durante meses se organizaron unas visitas nocturnas tipo Pandorgadas (cencerradas) que terminaron en tiros de escopeta... afortunadamente solo sufrieron les fueyes de los maizales destrozadas por las perdigonadas. Lo peor fue que esta Casería que venía dejando un prao para la fiesta, cercano a la estación y al cuartel, dejó de hacerlo. A partir de ahí la fiesta parroquial dejó de ser lo que era, cambiando durante varios años de sitio, hasta ahora que parece que se asentó en el Parque de la Güelga. No me toca juzgarlo, solo quiero reseñarlo, dejar constancia de que aquello fue como un golpe de mano que simboliza el definitivo cambio del pueblo, para bien y para mal.
¿No ye guapo que unos "simples" árboles cuenten y protejan la memoria de los pueblos? Desde luego lo prefiero a los desarraigados cuentos industrializados actuales. Se me ocurren unas cuantas historietas más, como aquella que dice que en la primera mitad del S.XX las fiestas de Cancienes llegaron a ser tan populares en la comarca entera que fletaban trenes especiales... pero eso ya casi lo falamos a la sombra de esos hermosos Carbayos, en la terraza del chigre más occidental, por situación y nombre, de Cancienes."
Y, prado arriba, Cancienes de Riba, la parte alta de la población, más rural, también llamada Cancienes Alto
Más arriba aún es El Campu la Vega, solar de la antigua iglesia parroquial de Santa María de Cancienes, que por poco no llegamos a ver desde aquí, con su totémico tejo. De posible origen prerrománico (Arte Asturiano), su fábrica actual es del siglo XVII y fue sede parroquial hasta que en 1970, cuando se construyó una nueva cerca de la carretera y El Poblao, donde se concentra la mayor parte de la población
Más al oeste, El Picu Prietu (367 m), también llamado Aguilero o Guilero y situado asimismo en términos de la parroquia de Cancienes. A sus pies vemos algunas casas de la aldea de La Menudera
Y es que, tal y como dicen de este concejo en otro artículo de Asturias. Viejas y nuevas polas, firmado por Fermín Rodríguez y Rafael Menéndez, del Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (CECODET) de Cancienes y Nubleo, titulado Discreción y trabajo, leemos así:
"Corvera es y ha sido territorio de expansión metropolitana de la ciudad. De esa ciudad central asturiana que hace décadas decidió sobrepasar los estrechos límites municipales del sistema urbano tradicional, fabricado por el ciclo industrial. Y Avilés fue, quizá, la que más decididamente se expandió en los concejos vecinos, que vieron surgir áreas empresariales, residenciales, equipamientos e infraestructuras. Crecimiento que dejó también adherencias negativas, en forma de planos desordenados y confusos, propios de una ciudad inacabada, que solo en las últimas décadas ha abordado con decisión la ordenación de sus actividades en su territorio y la cooperación entre los concejos que comparten la realidad incuestionable de formar una gran ciudad."
Dejada ya atrás la Recta de Solís y la curva que la pone fin, enfilamos de frente la Recta de Cancienes, esta ya netamente urbana, con semáforos, pasos de cebra y señales viarias de reducción de velocidad
La carretera conforma aquí pues la gran avenida que atraviesa Corvera, concejo cuyos núcleos urbanos se distribuyen pues, diseminados a escasa distancia unos de otros en dirección a Avilés, siguen diciendo Fermín Rodríguez y Rafael Menéndez:
"Corvera se convirtió en un territorio urbano, industrial y de servicios, relegando las actividades tradicionales a las áreas periféricas o alejadas de la red de comunicaciones. La capital, Nubledo, es pequeña pola de estructura laxa y tradición rural. Pertenece a la parroquia de Cancienes, cuyo núcleo principal, del mismo nombre, se ha convertido en la referencia urbana y empresarial de este concejo metropolitano, que pone en la actividad manufacturera y en la metalurgia los focos principales de su actividad, convirtiéndose en valiosa parte del notable distrito industrial avilesino, cada vez más interrelacionado con el de Gijón, a través de las actividades siderúrgicas, de la Zalia -Zona de Actividades Logísticas e Industriales de Asturias- y de otros equipamientos metropolitano-regionales, que encuentran acomodo en el suelo llano central.
Un polígono empresarial une Nubledo con Cancienes. Y nada los separa de Avilés, haciéndose imposible determinar dónde comienza un concejo y acaba el otro, pues el límite se llena, en Los Campos, de un continuo edificado. Por ello, Corvera y Avilés físicamente forman parte de un mismo ámbito urbano de vida y actividad."
Destacan al fondo ya los bloques de El Poblao o La Barriada, oficialmente grupo Antonio González de Carreño y Valdés y, más alto el Grupo San José. Volvemos a leer a Marcos Palicio en Todas las vidas de la Corvera obrera, explicándonos el paso de rural a industrial y ahora más aún a residencial:
"En su tramo recto de carretera muy urbana, Cancienes expone pronto el secreto de su fórmula peculiar de combinación de paisajes. Su trazado actual de ciudad en miniatura está enmarcado por el verde agrario de antes de la industria, pero también asoma de inmediato una sucesión bien visible de grandes instalaciones fabriles y las naves de un enorme polígono industrial literalmente adheridas al casco urbano. Con sus bloques de edificios extendidos en torno a la carretera AS-17 -la vieja de Avilés al puerto de Tarna-, a ocho kilómetros escasos de la Villa del Adelantado y a menos de dos de Nubledo, la pequeña capital rural de Corvera, Cancienes fue un pueblo y se ve. El tiempo le ha dado pretensiones de pequeña ciudad y eso también está a la vista. Igual que su más reciente orientación residencial, todo es perceptible en este caserío hecho con grupos de viviendas cuya arquitectura delata claramente el origen e inspiración obrera de su población y se completa con el añadido reciente de alguna urbanización arrabalera. La vieja Corvera obrera, mucho más joven que la rural, se va reconvirtiendo en residencial y así se hace más grande: 1.204 habitantes según el último censo de 2010, en ascenso con leves altibajos desde los 1.100 del arranque del siglo."
Primeramente, como habíamos dicho, vienen una serie de casas unifamiliares con terreno junto a las que pasaremos según avanzamos hacia El Poblao y la antigua lechería, que viene a ser considerado el centro urbano de Cancienes
La vega del Alvares y las instalaciones de la cooperativa bajo El Monte (161 m) y La Vallina
Y esta casa sería la última de Sama Baxo y, por tanto, de la parroquia de Solís antes de entrar en Cancienes
A la derecha, en el km 8 de la AS-17, vemos el cartel que anuncia el paso de Solís a Cancienes que crece a manera de ciudad calle, primero con las minas, industria pesada y factorías locales, después con el polígono industrial, que veremos camino de Nubleo. Nos lo explica muy amenamente de nuevo Marcos Palicio:
"Todo ha sucedido al calor del poderoso influjo de las fábricas, de las que nacieron y crecieron aquí a partir de los años setenta -Hiasa tiene más de trescientos trabajadores- y de las muy grandes que vinieron a instalarse muy cerca -Du Pont casi se ve, a cuatro kilómetros; Arcelor está a unos siete-. Con su ayuda, Cancienes pudo aprovechar la geografía, la comunicación fácil y la oferta de suelo habitable asequible y próximo a la industria. Lo mezcló todo con el atractivo de su relativa paz urbana encajada en el campo y avanzó. Progresó «poco a poco», sin llegar a encaramarse de golpe a los más de 7.000 habitantes de Las Vegas, el núcleo más visible de Corvera, pero sí ha medrado a su ritmo."
La frontera entre las parroquias corveranas de Solís y Cancienes pasa pues por aquí, señalada por otro regato afluente del Alvares, el Rabón ya antes mencionado, que aquí pasa subterráneo bajo la carretera, pero lo delata esta barandilla
El Ríu Rabón pasa encajado y canalizado entre los muros de las casas antes de sumirse bajo la calzada para volver a salir al otro lado, en dirección al Alvares por el lavadero de La Fuente la Umeral
Seguidamente cruzamos por la carretera La Chusca o calle La Estación y, como siempre, seguimos recto sin mayor pérdida posible que nunca abandonar la AS-17
El tráfico aquí puede ser más o menos intenso pero se ralentiza, semáforos, badenes y pasos de peatones evitan que los vehículos circulen a velocidad por la zona urbana de Cancienes

A la izquierda y en la calle La Estación está uno de los edificios de casas obreras del antiguo Instituto Nacional de la Vivienda. Más allá Cancienes Alto
Otra barandilla señala que otro curso de agua pasa aquí bajo la AS-17
Pese a su pequeñez, estos arroyos, junto con el Alvares, podían antaño causar estragos en época de crecidas, anegando campos y casas. A nuestra izquierda volvemos a ver la chimenea de La Teyera Miñán, más allá del cruce que va a la cooperativa por La Fuente la Umeral
La Cooperativa Agropecuaria de Corvera se fundó a partir de la antigua Hermandad de Labradores del Concejo de Corvera, nacida en 1943 y que había quedado prácticamente sin actividad alguna hasta primeros de la década de 1989, cuando varios ganaderos corveranos decidieron retomarla, primeramente para la compra de cereales, y en 1981 arrancan las obras de construcción de una nave de fabricación y unos pequeños molinos para moler el grano los socios y hacer el pienso, siendo ellos mismos, como antaño, los encargados de la molienda. Eso se irá ampliando a productos como semillas, fertilizantes, herramientas, etc., ampliando sus instalaciones a lo largo del tiempo
Por aquellos años, las antiguas pequeñas caserías familiares ya desaparecían, para buscar rentabilidad los ganaderos habían de acometer importantes inversiones para hacer naves de ganado con un número de reses suficientes para conseguir rentabilidad, siendo indispensable la función de la cooperativa
Casa'l Cantor y bloque de viviendas obreras de Casa'l Calamandro. Estas viviendas obreras antiguas están en terrenos edificables y es posible que cuando vengáis ya no estén, siendo sustituidas por nuevas urbanizaciones en esta zona de expansión urbana de Cancienes
La primera casa luce fachada de llamativo ladrillo rojo, las siguientes forman una hilera de cuatro viviendas homogéneas, cada una con su puerta y arriba planta alta
Una vista de frente del conjunto, la industrialización y su historia no son solamente las viejas fábricas, sino las casas de sus obreros y empleados, tal que estas, así como la del antiguo comercio, la típica tienda mixta con bar, el 'chigre tienda' principalmente, tan abundantes antaño como hoy desaparecidas
Es La Estación un edificio catalogado, con su plata rectangular y, a diferencia de otros de la época, construido todo él en planta baja. Disponía de sala de espera, despacho de billetes y casa para el jefe de estación
De aquí al centro de Cancienes siguen las viviendas unifamiliares con terreno y alguna parcela sin edificar hasta llegar a El Poblao
Esta fértil llanura estuvo antiguamente plantada de cereal, primero sería trigo, escanda, acaso centeno y todo grano panificable propio de la zona; a partir del siglo XVII el maíz traído de América iría sustituyéndolo. Luego, avanzando el siglo XX, la especialización del agro astur en el suministro de lácteos para los crecientes núcleos urbanos y áreas industriales hizo que casi todo el terreno se emplease para prado de pasto y segado, aunque siempre hubo huertos familiares
En la actualidad el terreno se valora para su edificación. La demanda de vivienda y precios más asequibles ya ocurría en décadas pasadas
Y ahí está la Estación de Corvera, que en la actualidad funciona como apeadero, inaugurada el 26 de julio de 1890 a la vez que esta vía que enlazaba Avilés con Villabona y sus minas y que nacía con la idea de llegar a San Xuan de Nieva, el puerto avilesino
La obra ferroviaria fue financiada por el Conde Sizzo- Noris, noble italiano con intereses industriales y mineros en Asturias, para la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, que cuatro años antes había logrado la concesión de esta línea, nacionalizada en 1941 con la creación de RENFE. Luego, desde el 31 de diciembre de 2004, Renfe Opereadora gestiona la línea mientras que Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) figura como titular de las instalaciones ferroviarias
En la actualidad, lo que funciona es el apeadero, que también vemos desde aquí a la izquierda de la antigua estación, mirando hacia Cancienes Alto, donde una hermosa casa de galería entre cortafuegos y jardín con frutales y palmera llamará nuestra atención
Se trata de la antigua Casa Rectoral, construida en el siglo XVII y cuya galería se añadió en el XIX donde antes habría un corredor. Tenía casería, de la que vamos a su izquierda cuadras, tenada, panera y otros edificios y dependencias
No llegamos a ver la iglesia, aunque sí el cementerio, en la cima de la colina, más arriba justo de la estación. La iglesia está un poco más allá, seguiremos sin verla
En la ladera y por Cancienes Alto hay alguna casa campesina más, de estilo tradicional, así como hórreos
Y El Picu Prietu en lontananza; en primer término algunas casas de la calle La Estación
Según nos movemos vemos mejor El Picu Prietu, así como las casas de El Campu la Vega. En el lugar fue hallada un hacha paleolítica en 1963, lo que demuestra el antiquísimo poblamiento de estos parajes, ya desde los tiempos de los cazadores-recolectores que se moverían por el valle buscando sustento, antes de la agricultura y la llamada revolución neolítica
Los montes, arriba, se plantan de ocalitos en lo que fueron pastos y comunales, otro ejemplo del abandono de lo rural y su transformación en otras actividades, como las plantaciones industriales de especies de crecimiento rápido
Se divisan en la distancia buenos ejemplares de hórreos y paneras en El Campu la Vega, puerta del valle de Moriana, por donde va el camino a Arlós, en el vecino concejo de Llanera
Más a la derecha y aquí cerca, algunas de las casas de la calle Martín de Bango, en los accesos al cuartel de la Guardia Civil, cercano a la vieja estación

Las altas farolas aportan más traza urbana a esta travesía de Cancienes a manera de gran avenida
A nuestra izquierda en la ribera del Alvares, donde hay una casa en el camino al lavadero de La Fuente la Umeral, que ahora vemos por su parte posterior y de acceso, volvemos a ver la chimenea de La Teyera Miñán y la Cooperativa Agropecuaria de Corvera. El 30-8-2015 el periodista de La Nueva España Illán García publicaba esta entrevista con uno de sus fundadores y entonces presidente, Ignacio Fernández, al ser nombrado Corverano Ejemplar, y titulada Alma cooperativista sin descanso, en la que repasa la historia de esta sociedad:
"Ignacio Fernández es presidente de la Cooperativa Agropecuaria desde su fundación hace treinta y cinco años. Pese a sus 72 años no conoce el significado de la palabra descansar, todo ello pese a haberse jubilado hace ya más de un lustro. Este ganadero de profesión y natural de Moriana (Cancienes) es uno de los "Corveranos ejemplares" distinguidos por el Ayuntamiento para reconocer así su labor en el concejo. Fernández tiene alma cooperativista. De hecho, antes de la fundación de la actual sociedad agraria intentó hacer lo mismo con el resto de vecinos de su localidad natal."Éramos siete vecinos y todos ganaderos y nos propusimos hacer una cooperativa, pero no salió adelante", explica Fernández, que recuerda largas reuniones bajo una panera en las que se hablaba de comprar tractores en común e incluso de poder llegar a tener vacaciones, todo ello gracias a ese trabajo "en comuña" que pretendían llevar a cabo.
Ese sueño cooperativista se dejó de lado. Sin embargo, Ignacio Fernández consiguió varios años más tarde dar los primeros pasos para fundar la que hoy en día es la cooperativa agraria más importante del Principado de Asturias. "Empezamos 36 ganaderos que aportamos 20.000 pesetas cada uno. Corría el año 1979", recuerda el presidente de la sociedad. Los primeros pasos de este colectivo que hoy incluye a más de quinientos y 2.300 colaboradores fueron "difíciles", reconoce.
"La primera nave que tuvimos la construimos nosotros. Formábamos grupos para moler, adquirir piensos... y los sábados tocaba el reparto. Poco a poco, empezamos a crecer y a mediados de los años ochenta comenzamos a contar con un administrativo", indica Fernández. A mediados de la pasada década, la sociedad se trasladó a las actuales instalaciones.
Los años noventa supusieron el "boom" de la cooperativa, según apunta su presidente. Comenzó el reparto de leche. "Contábamos con 170.000 litros diarios que enviábamos a Francia, Portugal, Grecia e Italia. Pese a que sufrimos un bloqueo en el transporte decidimos seguir adelante utilizando camiones de reparto tanto franceses como portugueses para continuar operando", señala Ignacio Fernández, que se lamenta de la situación que atraviesa actualmente el sector primario.
"Antes, todo el mundo tenía vacas en la zona rural. Si a finales de los años setenta había 400 ganaderos, ahora debe haber tres o cuatro con ganado en Corvera", explica el presidente de la Cooperativa Agropecuaria de Corvera, que tuvo la oportunidad de formar parte de la plantilla de Ensidesa pero prefirió optar por trabajar en el campo. "Otros quisieron dedicarse a la industria; yo me quedé con la ganadería pese a que no tiene descansos", recalca. Es más, su trabajo constante le llevó en ocasiones a que su relación con la familia se resumiera en saludarse y poco más. "Estaba todo el día fuera de casa. Llegó un momento que me liberaron en la cooperativa agropecuaria para poder dedicarme a la gestión mientras otras personas ayudaban a segar y atender mis vacas", señala este "Corverano ejemplar" que quiso agradecer al Ayuntamiento que haya pensado en él para concederle este galardón "pese a que hay muchas personas en el concejo que lo merecen más que yo", apunta."
A la izquierda, más casas de la calle Martín de Bango, dedicada a quien fuera fundador de la capilla de la Consolación en el enclave de Peña Corvera o Peñacorvera, lugar que se dice dio nombre al concejo y así llamado por la abundancia de cuervos. Martín de Bango, de la poderosa estirpe de los Bango, la hizo a petición de su hermano Alonso de Nomparte, canónigo de Santiago de Compostela. Dicha capilla, que visitaremos luego de Nubleo, perteneció hasta 1999 a la familia, cuando uno de los descendientes de los fundadores, José Luis Ureña Fernández-Blanco, lo cedió en permuta al Ayuntamiento de Corvera
Cruzamos dicha calle y continuamos al pue de las palmeras y árboles del jardín
A la izquierda Edificio Villasol, en cuyo bajo hay supermercado, al que si deseamos acceder para comprar algo podremos hacerlo un poco más adelante, desde una calle transversal
La urbanización fue construida en 1985 en una parcela de 2.429 m² que antes fue prado y pumarada. Más allá son las casas de la calle Hermanas Bobes, cerca de El Cabañón, otro espacio de expansión urbanística
Empezamos a ver la Lechera de Cancienes al fondo, identificable por su chimenea, cuyo edificio, como pronto veremos, ha sido restaurado y acondicionado como centro cultural
A la derecha Casa Ferrerín, llamado así por "José “el Ferrerín”, que también tenía un taller de carros nuevos y arreglaba herramientas», según se recuerda. El emplazamiento de la herrería lo ocupa actualmente un establecimiento hostelero, regentado por familiares del artesano", que fue parada habitual de muchos obreros de las fábricas del valle y que, en Cancienes, Corazón de Corvera, artículo de Luis A. Vega en La Nueva España del 21-5-1992, se nos dice también que "sirve comidas caseras y ofrece un trato familiar. Los platos que más éxito tienen son el hígado al ajillo y los sofritos de «pixín». Se llegaban a servir hasta más de cien comidas en un día, en los buenos años de la industria, como comentaba Marcos Palicio en su visita al lugar para escribir en Todas las caras de la Corvera obrera:
"Detrás de la barra del restaurante Ferrerín, en la misma travesía de Cancienes, Jesús Luis Villa todavía recibe «cada dos por tres a clientes que me preguntan por pisos para comprar». «Aquí la vivienda es más barata que en el entorno inmediato», resume Carlos González, secretario de la Asociación de Vecinos «El Carbayu», mientras María López Barrio, veinte años propietaria de un quiosco en la villa y componente del grupo de teatro «El Milagru», enfoca la mirada hacia la esencia de la nueva «ciudad dormitorio»: la urbanización de El Cabañón, sus casas bajas y sus adosados enfocando el valle de Tamón desde una ladera levemente apartada del núcleo urbano, con un frondoso eucaliptal a la espalda. Un cartel pegado a una fachada anuncia la venta del «último chalet individual» y confirma que aquí «todo lo construido se vende», enlaza González. «No hay stock» y «si se construyese más, más gente vendría», remata Jesús Villa. Cada vez se ven por aquí más familias con niños que huyen de la aglomeración urbana hacia esta oferta de tranquilidad a buen precio que no obliga a alejarse demasiado de los centros de trabajo. La impresión de regeneración demográfica que da un paseo por Cancienes tiene su confirmación en las cifras del rejuvenecimiento que ha experimentado esta población y por extensión la de todo el municipio. Situados en el centro geográfico, más o menos, de la Asturias envejecida, los habitantes de Corvera tienen la media de edad en torno a los 43 años y además de reubicarse como el noveno concejo más habitado de la región cuenta ahora con uno de los censos menos ancianos: más del veinte por ciento de los residentes tenían menos de 24 años en 2009, según los datos de Sadei, y sólo el dieciocho era mayor de 65. (...)
Tal vez menos ahora que hace algunos años. El termómetro de la crisis marca «la mitad de los menús» que hace un tiempo en el restaurante Ferrerín, parada habitual de obreros de la industria próxima. A Jesús Villa le queda lejos el récord de las 107 comidas en un día y hasta las ochenta habituales de hace algunos años. Hoy apenas pasa de treinta, calcula, por mucho que en el metal que alimenta en Cancienes haya altos y bajos y en Hierros y Aplanaciones (Hiasa), la primera y la más poderosa industria de la villa, vengan de un agosto «saturado», apunta María López por experiencia familiar. «Este polígono da mucha vida. Yo el futuro no lo veo mal», concluye ella desde la atalaya que da su negocio en el barrio de San José. «Lo principal es que haya ambiente de trabajo», sentencia Domingo Morcillo, presidente de la Asociación de Vecinos, y que el modelo de crecimiento no atente contra las esencias del espíritu de la villa. «Ojo, a ver cómo van a construir», advierte Belén Maraña. «Aquí esas torres de Las Vegas no pegarían. Ésta debe seguir siendo una zona urbana que respeta su entorno rural». En este propósito se enmarca la intención del Ayuntamiento de Corvera de recuperar la propiedad de la Lechera para un uso público que transforme a la vieja factoría en emblema del vuelco de la villa y «símbolo de la Corvera rural» y las pretensiones de extensión de la población. Con el nuevo plan urbano en discusión y Cancienes enfocando su expansión hacia la estación de ferrocarril y Solís, el alcalde de Corvera, el socialista José Luis Vega, se queda con el anuncio de «un crecimiento no desmesurado, sino que se pueda abordar».
Casa de vecindad, de los tiempos de la antigua Cancienes obrera de la cerámica, la lechera, las minas, y otras industrias locales, luego llegarían Ensidesa, el polígono y, con la mejora de las comunicaciones, la posibilidad de desplazarse en poco tiempo a localidades próximas, principalmente Avilés
Las casas viejas y las casas nuevas, como estas de la calle del Grupo Villasol, a las que nos vamos aproximando, símbolo del Cancienes urbano-residencial en expansión
A la derecha, casa también de época en una quinta con terreno. A continuación Casa Tomás
Un verdadero bar de carretera y de área industrial y obrera, con suculentos menús del día de comida casera, fundado en la década de 1990
Cuando vine la última vez, hice un alto, parando a tomar el menú y coincidiendo con muchos trabajadores, de primero pedí fabada. Se incluye pan y vino
Vista de cerca, "Avilés puede esperar" para hacer parada en este lugar
Y puedes echarte a discreción, no te quedes con hambre
De segundo costillas al horno, estaban deliciosas, con mucha carne y acompañadas de patatas fritas y un poco de pimiento. No pedí postre, pero bien que lo había...
Tras comer opíparamente y a buen precio continuamos camino, con la chimenea de La Lechera Cancienes ya más cerca
A la izquierda, en la calle que va al supermercado en los bajos del Grupo Mirasol, está el Café Bar Eviceali (El Chango), donde antes estuvo la tienda de Comestibles Esperanza, con gran espacio, cristaleras y acogedoras terrazas famoso por sus pinchos, donde también podemos comer y tomar algo
A nuestra derecha Talleres Luigy, en otra vivienda unifamiliar
Cruzamos la calle de las Hermanas Bobes, con El Poblao ya frente a nosotros, con sus edificios amarillos, justo a la altura de La Lechera de Cancienes, que seguimos viendo, cada vez más cerca, a la derecha de la carretera, con su chimenea. Marcos Palicio, en otro de sus artículos para Asturias. Viejas y nuevas polas, titulado Retener la aldea perdida, hace una semblanza de Cancienes de la mano de uno de sus vecinos, el artista José Luis Álvarez Cuinchi:
"José Luis Álvarez, de 7 años, se bajó del 850 amarillo en lo que hoy es el parque de La Güelgona de Cancienes y no le cupo ninguna duda cuando lo primero que vio fueron unos niños que cruzaban el arroyo Moriana con una liana atada a una castañal: «Esti ye el mi pueblu». La estampa rústica era chocante y agradable al mismo tiempo para un niño a quien sus padres acababan de traer de Trasona y venía «de vivir enfrente de la acería» y de acostumbrarse al ruido de las explosiones en la «Ensidesona». Aquel día pensó «soy de aquí» y no se desmiente ahora que han caído las décadas por este lugar que no es el mismo. Éste sigue siendo su pueblo, aunque ya no sea aquel que estaba a salvo de la industria, aunque ahora tenga también sus propias factorías pegadas al casco urbano.
José Luis Álvarez López, «Cuinchi», pintor, ilustrador y diseñador gráfico corverano, ha expuesto en el centro cultural de Cancienes obras en las que no aparece el rastro del reverso fabril de esta nueva villa urbana y residencial. Para el retrato de su pueblo y su concejo es más agradable. El dibujante prefiere retratar su pueblo y su concejo a través de todo lo que dejó aquí el pasado. Casi mejor pintarlo usando la nostalgia de aquel lugar cuya transformación puede delinear utilizando solamente los apuntes que dicta la memoria. No es casual que la exposición se llame «Lo que veo», ni que el subtítulo proponga «un recorríu emocional pel patrimoniu históricu, artísticu y popular de Corvera». La muestra incluye las ilustraciones que Cuinchi firmó en el libro de la historia del concejo que escribió Jesús González Calle y tiene reproducciones de iglesias, fuentes, edificios, paisajes... De todo eso que ya estaba aquí cuando aquel proyecto de pintor se apeó del Seat 850 en Cancienes un día de mudanza de comienzos de los años setenta. Justo cuando todo empezaba a transformarse en la villa.
Cuinchi llegó a Cancienes cuando en lugar de los bloques amarillos del «poblado» todavía había una gran pomarada y «Casa Ferriana», una casería, ocupaba el terreno donde se yergue hoy un largo edificio de viviendas marrón a la salida en dirección a Avilés. En cualquier paseo hay material para descubrir los entresijos de la reforma que el tiempo y la industria, la geografía y la facilidad de las comunicaciones han operado en este pueblo, que se sigue reconociendo como «un sitio tranquilo» y tiene a la vista el origen agrario, pero donde ya poco es exactamente lo que fue. El centro, recuerda Cuinchi, aún no se había desplazado del todo hacia el entorno de la carretera AS-17. La villa, que hoy supera los 1.200 habitantes, «tendría todavía quinientos» y junto al cauce del río Alvares ni había polígono industrial ni funcionaban las naves de Hiasa. El lugar que ahora ocupa la factoría era entonces un terreno pantanoso y Álvarez se recuerda de niño «remando entre los juncos» dentro de los «bidones de gasoil que los obreros partían a la mitad» cuando estaban en construcción los talleres de la empresa que dio la salida al futuro industrial de Cancienes.
La Lechera ya era La Lechera, pero el edificio de la primera fábrica del pueblo, tan unida a su pasado agrario, todavía no aparentaba la ruina que hoy lastima en el centro de la travesía urbana de la villa. Ella está aquí, prosigue Cuinchi, un poco para testificar cómo empezó todo en Cancienes. El pintor corverano señala hacia la vía férrea que enhebra la población y explica que lo que hoy es este pueblo nació al ritmo del tren, «cuando hicieron la vía a finales del siglo XIX. La línea era Villabona-Avilés, Cancienes estaba más o menos en mitad de la ruta y los obreros comenzaron a establecerse aquí». Con ellos vinieron los bares, los llagares, el bullicio de la vida fabril y La Lechera, que se constituyó en esta finca junto al cauce del río Alvares precisamente por la facilidad de comunicación que permitía la vecindad del ferrocarril para dar salida al producto. «Llegó a ser tan potente», enlaza Cuinchi, que se fabricó aquí parte de la leche condensada que quitó el hambre en Madrid mientras la capital estuvo sitiada en la Guerra Civil. «Me acuerdo de ir al monte a Teverga y al decir que era de Cancienes alguna persona mayor recordó que hasta allí iban a recoger la leche cuando funcionaba la fábrica».
Todo el cimiento industrial de la población que se acumuló en la villa hizo fraguar un sustrato social muy particular en el que «la gente llamaba "la barriada "» a esto que ahora es el centro y la travesía urbana y, sí, «había cierto recelo» respecto a todos los muchos que como Cuinchi y su familia habían desembocado aquí en aluvión al calor que daban las fábricas. Expropiados en su caso, explica el ilustrador, por las obras de la autopista «Y» en Trasona. Pero la desconfianza duró poco y ahí, en ese punto de la reconversión en el que hacía falta un lugar de encuentro y cohesión social, aparecieron entre otros la biblioteca de las Hermanas Bobes, «una de las primeras que hubo en la comarca», y don Jesús, «un maestro de la escuela, muy culto y muy interesado por la cultura, entrañable, que en los años de la transición alentaba la discusión y las tertulias y contribuyó a que fuese normal que aquellos guajes "asalvajados" viniéramos del monte o de jugar en la arena y fuésemos directos a la biblioteca».
Componente de la asociación La Foz del Pielgu, José Luis Álvarez, que es simplemente «Cuinchi» desde la infancia -«no tengo pinta de José Luis»-, utiliza a veces a su modo el dibujo y la ilustración como misión al rescate de la riqueza arqueológica, natural y etnográfica de Corvera y Cancienes. La desconocida, apostilla, toda vez que se ve «poco aprovechada» cuando miran él y sus compañeros del colectivo para la defensa del patrimonio «sin explotar» de un concejo donde no hace falta rascar demasiado para toparse con restos de castros, piedra labrada y túmulos o necrópolis prehistóricas. Para entenderlo bien, eso sí, «hay que ver Cancienes como parroquia», precisa, salir del centro urbano, distinguir las casas amarillas del «poblado» del resto rural del territorio y a veces lamentar también que Nubledo, la pequeña capital de este gran concejo urbano y administrativamente encuadrada en la parroquia de Cancienes, «haya perdido mucha vida. El valle era de lo mejor de Asturias, orientado al Sur y con el monte que lo separa de la costa, pero al llegar Du Pont se coartó mucho el crecimiento».
En esta finca vemos una simbiosis de Cancienes, más allá, entre los edificios de la calle Hermanas Bobes, donde está el Centro de Salud, hay un pequeño parque urbano...
Y, justo al lado y separado por una valle de dicho parque, un gallinero entre los bloques de casas resalta lo rural en el medio mismo de la población, polo de atracción en esta parte de Corvera, transición entre las aldeas del concejo y los núcleos urbanos de las cercanías de Avilés
Quintas como la de Ca Suco (Casa Suco) y antiguas caserías evocan lo rural de Cancienes, las chimeneas lo industrial y los bloques de pisos de El Poblao o La Barriada lo obrero. Más allá, las nuevas urbanizaciones, lo residencial
A la derecha y poco antes de La Lechera de Cancienes, Ca Romero, otra casa antigua restaurada
Pumaradas, árboles ornamentales y El Poblao, entre los parques de Cancienes, donde la nueva iglesia de Cancienes, construida como hemos dicho en 1970 en la zona más poblada, y creciente de la parroquia, se 'oculta' entre estos bloques y edificios que constituyen "Todas las caras de la Corvera obrera", como bien describe Marcos Palicio:
"Las caras del dato son esos niños que dan vueltas en bicicleta al parque de las Hermanas Bobes y los otros que entretienen la sobremesa en los columpios de La Güelgona. Son la nueva geografía humana de la evolución que ha sufrido esta «villina» en reconversión. Todo lo que ha sido, la Cancienes rural, la obrera y la residencial, comparte espacio en su entramado de paisajes superpuestos. Para que se vea, Belén Maraña, presidenta de la Asociación Musical Cancienes, señala las casas de «El poblado», que oficialmente se llama «Grupo Antonio González de Carreño y Valdés», antes fue «Grupo José Antonio» y ocupa el centro más urbano de la villa en sustitución de lo que en tiempos fue una extensa pomarada. Es una acumulación de edificios de cuatro plantas dispuestos en hileras de seis, todos iguales, que tienen en sus fachadas amarillas la fisonomía inconfundible de la funcionalidad arquitectónica del último franquismo. A su alrededor se ha acomodado una nueva ciudad pequeña que vende pisos de tres habitaciones a 60.000 euros, destaca María López, y que corre cierto riesgo de generalizar las costumbres de la «ciudad dormitorio». Habla de las de algunos que han escogido vivir aquí, en esta zona en la que el suelo habitable está a veces con respecto a su entorno «a mitad de precio y además en el medio de todo, a veinte minutos de Oviedo y Gijón y a diez de Avilés», pero que por eso mismo se presta a «venir solamente a dormir». Eso pasa únicamente de vez en cuando, dicen aquí, en los barrios residenciales de edificación reciente. En general, apunta Jesús Villa, Cancienes todavía funciona a su modo como pequeña cabecera comarcal: «La gente de los pueblos de alrededor, de Solís, de Taújo o del Campo de la Vega, se sigue moviendo mucho por aquí, dando mucha vida a la villa»."
Encontramos pues en Cancienes ejemplos de todas las épocas y estilos, desde lo que fueron antiguas caserías hasta ejemplos que recuerdan los chalets de indianos y burguesía industrial, con las barriadas obreras y los nuevos edificios de carácter netamente residencial-urbano que se construyen en esta zona, cercana a la carretera, hasta el arrabal de El Cabañón
Elegantes balcones en la planta alta y puerta de arco de medio punto en Ca Suco, que va quedando también en medio de este centro urbano entre El Poblao y Hermanas Bobes
Al lado de la segunda puerta que mira a la calle, la placa con el nombre de la casa
Ca Suco, que figura con el número 2
Y, seguidamente, El Poblao, oficialmente Grupo Antonio González de Carreño y Valdés, barrio obrero inaugurado en 1971 como Grupo José Antonio y reformado en 2008
Ahí en la fachada tenemos una de las placas que informan de su nombre, con el escudo de Corvera
Dice de estos 'edificios amarillos' Marcos Palicio en Todas las caras de la Corvera obrera:
"Los edificios de fachadas amarillas que componen el centro de Cancienes fueron modernos en los setenta, cuando la pequeña villa empezaba a serlo, había dos cines y baile y «Las Vegas eran poco más que dos calles». Sólo estaba comenzando la formación de este concejo muy urbano que crecería al calor de las fábricas y la proximidad de Avilés y que desde aquellos comienzos ha llegado a este punto de 16.000 habitantes y 7.000 sólo en Las Vegas. La geografía y la industria han construido un municipio polinuclear, diferente, donde la capital es la duodécima localidad más poblada y tiene el título sin ser la cabecera de su parroquia, que reside en Cancienes. Un municipio difícil de gestionar al distribuir los servicios. «No conviene duplicarlos», acepta Belén Maraña cuando reclama un pediatra para los 1.200 habitantes de la población rejuvenecida de Cancienes, «pero a veces hay que buscar el equilibrio entre todas las zonas para que no vayan todos los servicios al mayor núcleo y queden los demás aislados». A ella, que preside la Asociación Musical Cancienes, le llama la atención cierto aislamiento, la convicción de que «para los de Las Vegas nosotros seamos a veces los grandes desconocidos, y viceversa». Pasa incluso sin necesidad de salir de aquí, la acompaña María López, componente de un grupo de teatro muy reveladoramente llamado «El Milagru». Su reivindicación es la de un local social para jóvenes que «llevo oyendo mucho tiempo a través de las generaciones». «Tampoco hay excesiva unión», sentencia, «y a la hora de moverse se nota. Somos como una familia muy grande, pero en momentos críticos cada uno se mete en su casa».
Aquí estaba la gran pumarada de manzanos de sidra cuando Cuinchi llegó a Corvera, así como que, al fondo, era la casería de Casa Ferriana, donde ahora hay otro bloque, el del Grupo San José
El texto escueto de una pintada ha captado sin pretenderlo la esencia, el origen y la razón de ser de la villa que tiene alrededor: «Cancienes obrera». La proclama, escrita con spray rojo sobre el blanco de la fachada de la Lechera de Cancienes, reivindica con cierta fidelidad la sustancia de la población que la rodea, aunque suene a paradoja leída precisamente aquí, sobre el muro frontal de un local industrial sin uso, acaso el único vacío de la localidad corverana, con la maleza germinando entre las tejas y junto al rótulo histórico una fecha como símbolo de resistencia: 1907.
Sigue en ruinas, ejemplo del Cancienes rural que pasaba a ser industrial y urbano, concentrándose en la carretera, una antigua casa de corredor entre cortafuegos, con galería en el extremo del costado sur y terreno anexo
No se conserva, sin embargo, el chalet que estaba al lado de La Lechera de Cancienes, pero que sí vemos en esta foto, anterior al final de las obras de urbanización del entorno de la antigua industria láctea. El 9-7-2020 El Comercio daba cuenta de su derribo:
"El entorno del edificio de la Lechera de Cancienes ha quedado despejado después de que los propietarios de la vivienda anexa, que se encontraba deshabitada desde hacía años y en estado ruinoso, la hayan derribado tras el requerimiento del Ayuntamiento que, de acuerdo a la normativa vigente, solicitó a los dueños que la rehabilitasen o demoliesen.
El alcalde de Corvera, Iván Fernández, explicó que dar una solución a esta casa también había sido una demanda de los vecinos y señaló que con su derribo y la rehabilitación de la Lechera «dos edificios abandonados han dado paso a un entorno urbano excepcional».
En este lugar, por lo tanto, ya no veremos el chalet sino un solar vacío, pero ponemos esta foto en recuerdo del mismo. Cuando tomamos esta instantánea aún estaba en pie, con las obras de restauración comenzadas. El miércoles 9 de septiembre de 2020 daba cuenta de su inauguración, una vez terminadas, Giovanna F. Bermúdez para el periódico El Comercio, titulando el artículo La Lechera vuelve a escena:
"El edificio de La Lechera en Cancienes ha pasado de ser una construcción ruinosa a un gran centro cultural y de ocio gracias a la rehabilitación impulsada por el Ayuntamiento de Corvera, que ha servido para dar respuesta a una de las peticiones más reiteradas por los vecinos de esta localidad, quienes a partir de hoy podrán visitar, previa inscripción, el interior de las instalaciones para observar el cambio que han experimentado, y también podrán aportar ideas sobre los usos y actividades que se podrán desarrollar en este recinto, gracias al concurso que ha organizado el Ayuntamiento y que permanecerá abierto hasta el próximo 14 de septiembre.
Construido en 1907, el edificio de La Lechera se convirtió en un símbolo para la localidad de Cancienes y para todo el concejo de Corvera, que antes de su rehabilitación presentaba un estado ruinoso fruto de su abandono. Un patrimonio que los vecinos del pueblo no querían perder y en el que el Ayuntamiento ha invertido un total de 675.000 euros que han servido para rehabilitarlo, consiguiendo un gran espacio para usos públicos en el que se pretende desarrollar numerosas actividades culturales, de ocio y lúdicas. Desde el anuncio de las obras de recuperación, los residentes de Cancienes, así como las asociaciones vecinales e incluso la comunidad escolar de la localidad mostraron sus satisfacción con el proyecto y celebraron la habilitación de un edificio «con muchas posibilidades», que como muchos señalaban también «dará vida al pueblo».
La pandemia de la covid hizo que el desarrollo de las actuaciones se retrasará, pero el edificio ha quedado listo para su estreno justo a tiempo para albergar los actos del día grande de Corvera, el próximo 11 de septiembre. Sin embargo, antes de su reapertura en un acto oficial, el Ayuntamiento ha habilitado dos jornadas de puertas abiertas que comienzan hoy y que servirán para que toda la ciudadanía, en especial los vecinos de Cancienes puedan visitar el recién recuperado edificio. Durante la jornada de hoy y la de mañana, todo aquel ciudadano que lo desee podrá realizar el recorrido guiado por las instalaciones, de unos 20 minutos de duración, que culmina con la proyección de un vídeo divulgativo, sobre la historia de Cancienes, producido por el Ayuntamiento para la ocasión. Para ello se deberá solicitar previamente una plaza a través de la página web municipal o del número de teléfono del departamento de Cultura, el 985514001, ya que las visitas se realizarán por grupos que tendrán como máximo nueve personas. Uno de los visitantes que acudirá mañana a conocer el nuevo centro cultural de La Lechera será Pablo León, director general de Patrimonio del Principado de Asturias, un área que ha seguido de cerca las obras al tratarse de un edificio catalogado.
Urbanización del entorno
La remodelación de La Lechera, además de la rehabilitación del edificio y de la chimenea, otro elemento simbólico, incluyó la urbanización del entorno y el equipamiento de la instalación con mobiliario y con equipos técnicos. Las obras comenzaron a finales del año 2018, en el mes de diciembre. La primera actuación se llevó a cabo en el edificio y requirió gran parte del desembolso total, puesto que su rehabilitación costó 540.000 euros."
La Lechera de Cancienes absorbió otra pequeña industria láctea anterior que, desde finales del siglo XIX, trabajaba en este mismo lugar, siendo aprovechadas sus instalaciones como base para esta nueva empresa favorecida por el ferrocarril, inaugurado como vimos en 1890, tal y como ya pasaba con las minas. En Cancienes, corazón de Corvera se cuenta así su historia:
"Cancienes creció a la sombra de su famosa explotación lechera, fundada en 1907 por el empresario José Ferriana. Esta empresa llegó a comercializar sus productos en Madrid. «La Lechera» vive horas bajas y ya ha disminuido su producción de antaño. Sin embargo, durante muchos años supuso una inestimable fuente de ingresos para los ganaderos del municipio corverano. «Los ganaderos bajaban de las aldeas de los alrededores con sus bidones de leche y los vaciaban en un gran pilón», señaló Victorino «el alguacil», - que fue ordenanza municipal durante 23 años. «Los inspectores controlaban la leche de forma estricta, porque había ganaderos que mezclaban agua con la leche de los bidones».Cancienes era famosa también por sus renombradas fiestas, que tenfan lugar en junio. En los tres días de festejos venían buenas bandas de música, entre las que se contó en varias ocasiones con la del Milán. Durante las fiestas se habilitaban trenes especiales desde Avilés, todo un privilegio que pudo conseguirse gracias a don Saturnino, gerente de la fábrica láctea."
Se trataba de un hito en las transformaciones del campo asturiano, que pasaba de las antiguas caserías a especializarse en satisfacer la creciente demanda de los núcleos urbanos, incluyendo Madrid, tal y como leemos en Archivos de Asturias, que nos ofrece este interesante relato de su historia:
"El enviar leche fresca a Madrid, por medio de diferentes formas de conservación, fue una de las principales actividades económicas del norte de España en las primeras décadas del siglo XX, pero curiosamente sólo una empresa asturiana la realizó, La Lechera de Cancienes. Fue una de las empresas más modernas de Asturias en su época y se puede decir que ha sido la más singular y emblemática del concejo de Corvera. Desde un principio fue una Sociedad Anónima y se constituyó con un capital social de 100.000 pesetas. Su primer presidente fue todo un personaje político, José Manuel Pedregal.
El único centro productor o de recogida ha sido siempre el de Cancienes y en sus inicios elaboraba leche concentrada que remitía a las sucursales de Madrid y de Gijón, donde se recomponía y se vendía al público en los despachos de leche. También elaboraba algo de mantequilla y queso azul con el fin de utilizar los sobrantes. Su mantequilla fue muy apreciada por la firma de galletas Artiach, de la que era suministradora. La leche se recogía en carros en un principio y con el paso del tiempo en camiones y una vez tratada era transportada a la estación de ferrocarril en los mismos medios. Esta leche concentrada era enviada a Madrid en el ferrocarril en bidones de unos 40 litros. Con frecuencia la empresa tenía serios problemas con los ferrocarriles, dándose la circunstancia de que cada vez que se averiaba un tren había que salir con un camión a buscar la mercancía para llevarla a la siguiente estación.
Su producción estuvo muy orientada hacia el mercado de Madrid pero la situación cambió durante la Guerra Civil y la posguerra. Mientras estuvo en la zona de dominio republicano trabajó para abastecer a las poblaciones del área central de Asturias y también vendía leche al ejército y al hospital militar, pero en cantidades muy pequeñas. Después, ya en la zona nacional, empezó con la fabricación de quesos y leche condensada, cambiando el funcionamiento de la empresa durante la posguerra. Orientó su producción de quesos de bola y de nata a otros mercados como Cataluña y País Vasco, además de Madrid. Tuvo algunos problemas de calidad en la elaboración de leche condensada, encontrando también dificultades para conseguir maquinaria y también hojalata, por lo que envasó en vidrio. Con todo, el principal problema fue el contencioso mantenido con Nestlé debido a la marca, ya que la empresa suiza poseía "La Lechera" y la empresa de Cancienes utilizaba el nombre de la firma "La Lechera de Cancienes".
También cambió después de la Guerra su zona de recogida al ampliarla hasta Grado, Pravia, Carreño, Las Regueras, Llanera y Trubia. Todos estos cambios acaecidos en las zonas de recogida, en la producción y en los mercados se produjeron a raíz del cambio de propietarios o accionistas principales, ya que tras vender el heredero de uno de los socios la empresa cayó bajo la influencia de la familia leonesa Rubio, siendo César Rubio Consejero Delegado.
La otra gran transformación de la empresa se produjo precisamente a partir de la muerte de este señor, a finales de los años cincuenta, pues el heredero de otro de los principales y originarios socios, J. García González, no mostró ningún interés en continuar en el sector, por lo que la empresa se vendió a la firma leonesa ALI, fabricante de leche condensada en los años sesenta. A partir de ese momento dejó de fabricar y se convirtió en centro de recogida, manteniendo el nombre de la antigua empresa. Así pues, durante los años sesenta y setenta se convirtió en una de las grandes recogedoras de leche del Principado de Asturias.
Desde que se produjo la venta han sido diversas las empresas lácteas que se han hecho con La Lechera. Primero cambió de manos al venderse ALI a la americana KRAFT y quedarse con ella José Rodríguez, propietario de la firma gallega ARJERIZ. Luego pasó a ser propiedad de la firma catalana Granja Castelló (Productos Lácteos "El Castillo") y finalmente, en 1980, la suiza Nestlé adquirió el 50 % del capital de Granja Castelló, de la que luego se separó, y en 1987 absorbió definitivamente su red de acopio, desapareciendo incluso como centro de recogida. Granja Castelló S.A. siguió siendo propietaria de los inmuebles del centro fabril hasta la absorción en diciembre de 2001 por Puleva Food S.L."
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José Manuel Pedregal y Sánchez Calvo |
Efectivamente, "su primer presidente fue todo un personaje político", José Manuel Pedregal llegó a diputado en el mismo año de 1907 en el que se funda La Lechera de Cancienes, una carrera en la que llegaría, nada más y nada menos, que a Ministro de Hacienda. Esta es su biografía en Wikipedia:
"José Manuel Pedregal y Sánchez-Calvo (Oviedo, 1 de diciembre de 1871-Avilés, 3 de enero de 1948) fue un jurista y político español, ministro de Hacienda en 1922, miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas y presidente de la Institución Libre de Enseñanza.
Familia
Era hijo de Manuel Pedregal y Cañedo (ministro de Hacienda durante la Primera República Española, 1873-1874) y padre de Manuel Pedregal Fernández (presidente desde 1977, de la Fundación Giner de los Ríos, tras el periodo franquista).
Biografía
Nació el 1 de diciembre de 1871. Formado en Derecho en la Universidad Central de Madrid y en la Institución Libre de Enseñanza, que llegó a presidir, se le ha considerado un destacado jurista y educador muy influido por el movimiento regeneracionista, que desarrolló la mayor parte de su labor en instituciones de vanguardia del periodo de la restauración borbónica y la Segunda República.
Fue diputado al Congreso durante dieciséis años, de 1907 a 1923, hasta la dictadura de Primo de Rivera. Militó en el Partido Reformista de Melquiades Álvarez. Poco antes del golpe de Primo de Rivera fue durante cuatro meses ministro de Hacienda de España en el gabinete de crisis formado tras el desastre de Annual.
Pedregal, que había sido miembro del Consejo Superior de Emigración, del Instituto de Reformas Sociales, de la Junta de Aranceles, presidente de la junta directiva de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y del Consejo de Estado, fue secuestrado en octubre de 1934 por los revolucionarios asturianos y liberado más tarde. Quizá este último episodio le llevaría, a sus sesenta y seis años de edad, a ser uno de los veintidós juristas que, designados por el Ministerio de Gobernación creado por Franco, elaboraron el “dictamen sobre la ilegitimidad de los poderes actuantes el 18 de julio de 1936”, documento publicado el 21 de diciembre de 1938, que pretendía justificar la sublevación militar que provocó la guerra civil española."
En relación a sus archivos, que es de lo que trata la citada web Archivos de Asturias, institución dependiente del Principado de Asturias, nos dice lo siguiente:
"La empresa cedió sus fondos al Ayuntamiento a raíz del convenio suscrito entre el Ayuntamiento de Corvera de Asturias y Puleva Food S.L., adoptado el 11 de febrero de 2003, para la cesión de la edificación "Antigua Lechera de Cancienes", destinada a Museo Leche y Carne y Actividades Agroalimentarías. Desde entonces parte del fondo permaneció en los locales de los antiguos calabozos de la Policía Municipal de Corvera, situados en la planta baja del actual edificio consistorial. Este conjunto estaba compuesto basicamente por listados de recogida de leche de gran formato y se encontraba en muy malas condiciones de instalación, habiendo sufrido las consecuencias de roturas de tuberías de desagüe del saneamiento. El resto se ubicó en uno de los depósitos del actual archivo municipal y estaba instalado en veinte cajas de archivo, pero no se habían intervenido archivísticamente. Cinco de estas cajas contenían un caótico revuelto de documentos procedentes de diversas tipologías que casi con toda seguridad estaban desperdigados por el suelo de algún local.
El fondo está realmente mermado, no ha sido mucho lo que se ha conservado del mismo y, lo que es más grave, falta la documentación que nos proporcionaría la mejor información sobre la empresa ya que, por ejemplo, no hay ningún acta del Consejo de Administración ni documento alguno sobre asuntos patrimoniales o societarios o de temas técnicos, como tampoco de asuntos jurídicos o contenciosos. Aún así el fondo tiene su interés por la singularidad de la empresa y la relevancia que tuvo durante el siglo XX para el concejo de Corvera, siendo aprovechables -para quien acometa su estudio o investigación- ciertas series documentales, como por ejemplo la correspondencia de la primera etapa (1907-1936) o las relativas a las subfunciones comerciales. Tiene un volumen considerable, 127 cajas de archivo, pero casi la mitad está ocupado por una sola tipología: los listados de recepción de leche a ganaderos (1908-1980), la mayoría pertenecientes a la etapa en la que la empresa se especializa en centro de recepción en detrimento de las funciones productivas. No hay apenas nada de temas de personal ni de administración general, destacando únicamente la correspondencia de entrada (1909-1941) y los libros copiadores de correspondencia (1910-1945). El bloque funcional mejor representado es la gestión comercial, tanto en compras como en ventas, donde destacan los listados de recepción de leche ya mencionados y los partes de ventas y caja (1909-1930) y las hojas de ventas (1941-1953). En cuanto a las series de tipo económico o contable se conservan pequeñas fracciones de un número considerable de ellas pero las que pueden resultar más interesantes son los libros diario (1907-1941), de caja (1913-1959) y los de cuentas corrientes (1913-1945)."
El Camino pues, no son solamente los bucólicos paisajes rurales ni las piedras viejas del románico y el gótico, sino que también son Camino, pues están en él y forman parte de él, estos entornos urbanos e industriales como este de Cancienes, cuyo paso de aldea a villa industrial y caminera se explica con esta fábrica y esta sinopsis histórica que nos ofrece Faustino Suárez Antuña en la web Patrimoniu Industrial:
"El inicio del siglo XX supone para el campo la entrada definitiva en la economía de mercado, estrictamente capitalista y monetaria, proveyendo a las ciudades y áreas industriales de cuantos productos eran necesarios pero que no podían producir. La remolacha y el azúcar, la manzana y la sidra, y la leche y sus diversos derivados serán el vector de este cambio en Asturias y transferirán rentas a un agro que lo emplearía en su modernización, mejora y crecimiento. Las carreteras servirán para drenar algunas de estas producciones, como la leche en el occidente litoral, pero será el ferrocarril el que más vertebre y aliente este crecimiento por su mayor capacidad de carga y seguridad en los transportes.
Un buen ejemplo de todo ello es La Lechera de Cancienes, empresa creada en 1907 en la localidad homónima, perteneciente el concejo de Corvera de Asturias y localizada sobre la línea ferroviaria de ancho ibérico abierta en la década anterior, que permitía la conexión con la meseta. Un aspecto importante pues esta compañía, aun teniendo un área de recogida limitada, utilizó su localización ferroviaria para orientar su producción lechera al mercado de Madrid, donde abrió una delegación y, luego una tienda propia. Con el tiempo, partiendo de la leche iría diversificando a lo largo de su historia su producción, añadiendo la leche condensada, la nata, el queso, la mantequilla…Una evolución pareja al cambio de propiedad que se produce tras la guerra civil y que hará que la compañía entre primero en la esfera de la familia Rubio de León, luego a ALI a la catalana Granja Castelló después y, finalmente, en Nestlé, que la cerraría en la década de 1980.
El edificio de La Lechera es una construcción terrena, con amplia cubierta a dos aguas que le otorga un cierto aire montañés que encaja bien con su función, pocos vanos y estos compuestos por arcos rebajados con encintados de ladrillo uno de ellos circular en la fachada- mientras que el resto del edificio estaba enlucido en blanco. Acompaña el conjunto una chimenea de ladrillo cuadrangular.
El edificio ha sido intervenido recientemente para su adecuación como espacio cultural polivalente."
Este era el edificio principal, donde estarían recepción y oficina, otras dependencias han desaparecido, a no ser la antigua chimenea con la que funcionaba su maquinaria que, al no estar ya, la han dejado descontextualizada. La noticia de las obras de restauración la daba así S. González para El Comercio del 7-11-2019:
"La recuperación de la chimenea de La Lechera de Cancienes y su entorno costará 119.582 euros. El Ayuntamiento de Corvera acaba de sacar a licitación estas obras, que se corresponden con la segunda fase del proyecto de rehabilitación del edificio histórico. Tendrán un plazo de ejecución de un mes y se desarrollarán tras la culminación de la primera fase, ya muy avanzada.
El contrato de estas obras se dividirá en tres lotes de manera que las empresas podrán ofertar para alguno de ellos o para todo, según lo consideren. Estos serán: adecuación del entorno, recuperación de la chimenea y elementos complementarios del edificio. A la vez se ha iniciado la compra del sistema escénico y del mobiliario necesario para su puesta en marcha. El alcalde, Iván Fernández, explicó que «esperamos que La Lechera abra sus puertas en la primavera, al servicio de todos los vecinos de Cancienes, quienes participarán en la definición de usos que tendrá este nuevo equipamiento municipal a través de un concurso de ideas».
Las obras en curso de La Lechera suponen la recuperación del edificio de la antigua lechería para usos públicos destinando una superficie de 55 metros cuadrados para usos administrativos y otros 303 metros cuadrados a una gran sala como espacio polivalente para diversas actividades."
Es digno de destacar que en su guía Turismo-Asturias del año 1914, el escritor gijonés Antonio Nava Valdés incluía esta empresa en su descripción de Cancienes:
«Con bonitas casas veraniegas. En este pueblo está establecida la fábrica La Lechera de Cancienes, que expide las derivaciones de la leche para las principales capitales de España, como son sus exquisitas mantecas centrífuga fresca, salada, etc. Es el país, por excelencia, donde sus frescos y abundantes pastos hacen que se críe la más rica y pura leche de vacas, y ésta, pausterizada, concentrada y esterilizada, está llamando la atención en los mercados donde esta fábrica la envía; siendo también muy preferida su leche condensada-azucarada, que compite con ventaja con las principales marcas del extranjero. En Madrid tiene su depósito general en la calle Horno de la Mata, 16, teléfono 2.311»
En el apartado Las empresas de leche líquida anteriores a la guerra civil de la Historia de la industria láctea española: una aplicación a Asturias (1830-1995) de Alicia Langreo Navarro se le dedica este capítulo a La Lechera de Cancienes:
"La Lechera dará vida a Cancienes", titulaba Sheyla González su noticia para El Comercio del 4-7-2019 cuando su restauración, harto deseada, iba por fin a hacerse realidad, aunque, como hemos visto, los plazos anunciados se retrasaron un poco a causa de la crisis de la covid:
"En 1907 se levantaba La Lechera. Un edificio que tras más de cien años de historia se ha convertido en un icono no solo de Cancienes, sino de toda Corvera. Hasta hace unos meses se encontraba cerrado, lleno de pintadas y con una estructura dañada por la dejadez y el olvido. Ahora comienza a relucir de nuevo. Dejará de lado sus antiguos usos para dar paso a un gran centro cultural y de ocio para el disfrute de todos los vecinos.
El Ayuntamiento de Corvera organizó ayer una visita a La Lechera en la que participaron diferentes colectivos vecinales, entre ellos representantes de la recién creada Asociación de Vecinos La Lechera, y del AMPA del Colegio Francisco Fernández. Junto a ellos estuvo el alcalde, Iván Fernández, y algunos de sus concejales. También la directora de obra, Eva Bermúdez, que fue la encargada de explicar los pormenores de los trabajos a los presentes.
Unas obras que estarán terminadas en el último trimestre de este año, aunque las que se refieren al edificio principal están ya encaradas y muy avanzadas. «La Lechera dará vida de nuevo al barrio», decía ayer Nuria Antuña, integrante del AMPA del colegio. Y es que se trata de uno de los proyectos más esperados por los vecinos que ayer ya se imaginaban dentro del edificio realizando o asistiendo a múltiples actividades. Precisamente desde la entidad escolar apuntaban que «era necesario porque el colegio se nos queda pequeño para algunas actividades, así los niños podrán disfrutar de ellas».
La asociación de vecinos podrá organizar sus actividades en el edificio, que también podría acoger espectáculos musicales o teatrales, entre muchos otros. Y es que su característica principal es que cuenta con un gran salón de actos polivalente. El Ayuntamiento ha diseñado un espacio amplio, con capacidad hasta para unas doscientas personas, que puede dividirse en dos zonas y así albergar diferentes actividades a la vez.
«Una vez que se terminen las obras se decidirán sus usos finales a través de un concurso de ideas en el que queremos que participen los vecinos de la localidad que es para quienes se hace esta obra», explicó Iván Fernández. Aunque todos parecen tener claro que quieren que esté abierto para múltiples iniciativas.
La segunda fase de las obras previstas se centrará en la zona exterior, donde se creará una gran plaza se rehabilitará la chimenea, otro de los elementos más característicos de este complejo histórico. Además, en la parte trasera del mismo se creará un pequeño aparcamiento con zona de carga y descarga para los posibles espectáculos que pueda acoger La Lechera.
«El edificio estaba mal, sobre todo la cubierta que tenía muy deteriorada su estructura por eso hubo que cambiarla toda aunque mantuvimos las tejas originales, tal y como nos pidieron desde Patrimonio al ser un edificio catalogado», comentó Eva Bermúdez, que también apuntó que «pese a estar tanto tiempo cerrado no había humedad en sus paredes, lo mejor han sido los muros del edificio. Si tenía goteras por el tejado pero no han afectado a las paredes».
A priori el recinto estará cerrado aunque se están estudiando posibles horarios, similares a los de otros espacios de la comarca como el parque de Ferrera, para que los vecinos puedan hacer uso de ello. «La plaza tendrá mobiliario para el descanso y hasta podría ponerse un pequeño parque dentro», comentó el alcalde, Iván Fernández.
Una nueva vida para un edificio que muchos daban por muerto y que ha supuesto un gran desembolso económico para el Consistorio pues esta primera fase de rehabilitación del edificio ha costado 540.000 euros, a los que se sumarán unos 130.000 euros para la zona exterior. A mayores habrá que disponer de unos 100.000 euros para dotar de mobiliario al interior. Ya que además de la sala polivalente cuenta con camerinos, aseos y dos salas para usos administrativos. «El mobiliario se decidirá cuando se sepa el resultado del concurso de ideas para que esté totalmente adaptado a los usos que en él se definan, comentó Fernández."
Es, en la actualidad, centro cultural con escenario, ideal para representaciones teatrales, esta es parte de su ficha en la sección de Espacios culturales de la web del Ayuntamiento de Corvera:
"El teatro del nuevo centro cultural “La Lechera” huele a nuevo, aunque se ubique en un espacio centenario. El Ayuntamiento de Corvera inauguró en septiembre de 2020 este nuevo equipamiento situado en la antigua lechera de Cancienes, pura arquitectura industrial de finales del siglo XIX a punto de ser demolido y que resurgió como un espacio cultural de referencia. Cuenta con un escenario de 10mx5mx6m perfectamente dotado con sonido y luz y con capacidad para 130 espectadores, que acoge todo tipo de eventos con personalidad propia.
Carretera general AS-17 s/n, Cancienes, 33470"
De la importancia y la trascendencia en Asturias de La Lechera de Cancienes nos cuenta también Cuinchi en su blog:
"Como muestra de que La Lechera no solo es importante en la comarca de la villa villana os cuento una anécdota real que me pasó en el pueblo La Foceicha en Teverga, en el Puerto Ventana, casi en la raya con Lleón. Resulta que topamos a un Paisano al que preguntamos por una ruta que queríamos hacer. Tras tantear si teníamos conversación entrugonos d’ónde yéramos. Sabido es que la mayoría de los corveranos solemos decir como mucho que somos de cerca de Avilés. Así se lo dije... Mirome a los güeyos... Le confirmé que yera de Cancienes.
De La Lechera de Cancienes veníen coyer lleche a La Foceicha, con aquelles carreteres... (Soltó).
¡Coimes! pero ta muy lloñe, y más enantes... (Conseguí regurgutar).
Ya te digo... yeren otros tiempos... (Dixo, quedando como clisau).
¡Sí ho, muy buen ganau en Cancienes!. (Dixo espabilando de repente, con chispes nos güellos que achinó pa sonreise).
Sí claro, por eso ta La Lechera... (Dixe, a lo bobo...).
¡D’esi ganau NON, guaje! (Espetome).
(Evidentemente no se me ocurrió decirle que aquello podía ser considerado un comentario machista...)
Pero no queda ahí la cosa, unos cuantos años más tarde nos llega al buzón de La Foz del Pielgu una carta electrónica de una moza, que preguntaba si sabíamos algo de que en el pueblo de Morina, en la parroquia de Cancienes, en el pasado hicieran trasumancia a Teverga... ¿En Moriana cambiar de casa de verano a invierno como los vaqueiros? Ni idea... Así que preguntamos a la asociación hermana, La Piedriquina de Les Regueres, porque sabíamos que estaban trabajando el tema Vaqueiru y esa zona no deja de estar a la vera. Efectivamente, en Moriana subían por el verano a La Foceicha en Teverga. Y como eran productores de La Lechera iban a recogerles la leche.
¿Ye posible que esi Paisano sacárame d’ónde yera por cómo falaba? Guapamente. Asina que casi veo el so comentariu con otros güeyos ¡¡¡En Cancienes hay muy buen ganao!!!
Aunque un poco desnatadas seguimos siendo la leche."
Pasando La Lechera de Cancienes, este es el cruce con la carretera Tamón (AS-327), donde vemos estos dos edificios, el primero con algunos bajos comerciales en los que abren sus puertas una sucursal bancaria y un quiosco
Esta carretera, que dejaremos a nuestra derecha, se dirige a dicha parroquia de Tamón, en el vecino concejo de Carreño, otra parroquia rural que, con la antigua Ensidesa, actual ArcelorMittal, se transformó en industrial, con polígonos y otras empresas, condición que se incrementó con la instalación de la multinacional Dupont, cuyo extenso terreno incluye también términos de Corvera
En El Poblao también hay algunos bajos comerciales, en este está la panadería-pastelería La Crujienta, tengámoslo en cuenta si necesitamos avituallamiento
A la derecha es la Plaza de Alvares, que lleva el nombre del río, reurbanizada en 2019, más o menos coincidiendo con el arranque de la restauración de La Lechera de Cancienes. Ahí está el Edificio Alvares, construido en 2006
La urbanización de la Plaza Alvares fue uno de los escollos urbanísticos del crecimiento de Cancienes en el siglo XXI, a causa de problemas con la empresa constructora del edificio, acabado en 2006, pero que no vería su entorno urbanizado hasta 2012
Pasamos ahora junto a un edificio porticado de El Poblao o Grupo Antonio González de Carreño y Valdés
Y llegamos al otro extremo de la calle de La Estación o carretera La Chusca, frente a la Farmacia Fátima Gonzalo Tejedor
Aquel es el parque de La Güelga o La Güelgona, que veremos al cruzar, a nuestra izquierda, ampliado en 2021. Poco más allá están El Cabañón y El Rodriguero y, aquí en la esquina, está Logística de Nubledo, empresa fundada en 2013
Composición artística en la fachada
"La Güelga de Cancienes
Una de las cosas que más me irritan (aparte de las ortigas) es la pretenciosa condescendencia de demasiados monolingües (en este caso castellanos pero eso es indiferente) que reclaman la exclusividad de lo “mono” (único). Al pretender corregir una fea falta de ortografía a unos pobres aldeanos que no saben hablar...
En asturiano a las zonas encharcadas (enllamargáu y malu) se las llama “Güelga o Buelga” cuya traducción literal al castellano sería “Huella” y no “Huelga”. Es algo que se hace de forma recurrente con muchos topónimos que así pierden todo su sentido geográfico descriptivo, creando la nada inocente confusión al dar a entender que en ese sitio sucedió un épico acontecimiento de la lucha obrera...
Así, en Cancienes, tenemos un parque que se llama “La Güelga” como intento de recuperar un topónimo tradicional, que en realidad se refería a un zona mucho más extensa que englobaría a lo que hoy se conoce popularmente (no oficialmente) como “El Poblao”. Tanto el parque como el poblao se desecaron en el último tercio del S.XX para urbanizarlo.
Pero queda una zona sin civilizar (asilvestrada como el Yerboleru que vos fala ;-) ) entre la carretera general y las casas de La Estación, como prueba de que las zonas dejadas de la mano del Dios civilizador son un espantoso infierno en el que no te puedes meter sin hundirte sin remedio en semejante terreno inculto.
Como este comentario tiene un algo de mala leche y me levantó un poco de dolor de cabeza (y viceversa) me prepararé una infusión de Ulmaria https://en.wikipedia.org/wiki/Filipendula_ulmaria Esa de los pompones crema en la foto. Solo con olerla “apesta a aspirina” por contener mogollón de la sustancia de la que se utilizó para sintetizar el ácido acetilsalicílico. Salú
El Cabañón de Cancienes
Nunca dejará de sorprenderme la cantidad de información que contiene un simple topónimo. Resulta que uno de los primeros barrios de la parroquia de Cancienes “El Cabañón” no solo tiene un nombre muy sonoro que te hace imaginar una antigua construcción ya desaparecida que nadie recuerda; también guarda la pista, como semilla enterrada, de una forma de vida que no por olvidada deja de estar presente.
Conocido es que El Cabañón, como barrio, lo finalizaron de construir los propios beneficiarios en 1959, bajo el patronato del gobierno de un nunca suficientemente reconocido dictador... cuyos acólitos quisieron honrar poniéndole su nombre al poblado. Pero, aunque humilde, no es un nombre de sitio cualquiera que se deje enterrar en las cunetas del tiempo, ye grandón. Todo indica que parece guardar relación con un modelo de aprovechamiento del territorio mucho más extendido en el pasado de lo que ahora reconocemos.
Siempre tuve curiosidad, creo que como cualquier cancienígena, del por qué del nombre del sitio. Ahora encuentro una pista que me convence, y que claro está no doy por cerrada esperando aportaciones. Rebuscando información sobre el modelo de vida tradicional en las montañas, me encuentro con una maravilla de estudio: “Las brañas asturianas: un estudio etnográfico, etnobotánico y toponímico.” publicado por el RIDEA (Del que podéis saber más en la web personal de uno de los autores http://www.xuliocs.com/branastur.htm ). Como casi siempre este tipo de trabajos tiene escaso interés comercial por lo que es prácticamente imposible encontrarlo en librerías, se hace pues necesario recurrir a las nunca bastante aponderadas bibliotecas públicas...
Dicen en el libro que parece ser que el sistema de aprovechamiento de pastos en verano, que en la actualidad languidece en las zonas de montaña, estaba extendido prácticamente por toda la geografía asturiana. Así parecen demostrarlo topónimos como "Braña" ( de "Terra Veranea") y otros relacionados como "Cabaña" (de "Capan’na" talvez de la raíz celta "Kapp"= Capa, en clara alusión a su cualidad de cubrir). Se recoge así un extenso listado, que reconocen incompleto, donde se da cuenta de nombres de sitios que recuerdan este modelo de poblamiento, que como poco se remonta a la Baja Edad Media. Tanto "braña" como "cabaña" son conocidos topónimos en la comarca, así se llaman lugares en Castrillón, Carreño y el caso que nos ocupa, Corvera. Así en la parroquia de Cancienes aparecen "La Cabaña" (cerca de Fontecaliente, sobre la carretera de Los Campos a Trubia) y el Cabañón (barrio de lo que hoy se conoce como el pueblo de Cancienes).
Nunca lo hubiera imaginado, porque mi concepto de braña es el de los pastos de altura en la montaña, y este no parece el caso, pues no me parece razonable pensar que la gente "de abajo", de Los Campos por ejemplo, se desplazaran en verano a las tierras "poco más altas" en Cancienes. Pero claro, se me olvidaba de que en Cancienes hacemos las cosas al revés ;-) Es muy posible que en estos tiempos de los que hablamos, cuando el bosque se imponía, en el invierno las zonas bajas del valle eran zonas de güelga (encharcadas) y que por lo tanto solo eran aprovechables como pastos en verano. Tenemos pues disculpa para el modelo invertido.
Para acabar solo matizar un detalle más, en las brañas actuales se diferencia entre cabaña y cabañón, este último es el comunal, es donde se hacen las reuniones de brañeiros y donde pueden alojarse visitantes. Ya no seguimos ese sistema, pero bueno, si pasáis por el pueblo siempre se podrá compartir unes botellines... ;-) "
Y a la derecha y también al cruzar, vemos toda la Plaza de Alvares con el edificio de este nombre. El río pasa poco más allá, tapado por la vegetación ribereña
El Moriana pasa subterráneo bajo la carretera general, la barandilla vuelve a delatar el paso de un curso fluvial
Pasamos ahora bajo los bloques de pisos del Grupo San José, en cuyos bajos está la Agropecuaria González
Cruzamos la calle del Grupo San José, dejando ya la zona de los bloques de pisos y volviendo a la de viviendas unifamiliares de planta baja al este de El Cabañón
Por aquí vamos saliendo del centro de Cancienes, la acera se estrecha pero hay una buena franja peatonal
Un poco más allá está el puente del ferrocarril, bajo el que pasan tanto la carretera general como un subterráneo paralelo para los peatones, por el que vamos a pasar
A nuestra izquierda, una quinta con jardín y la antigua Casa Ceferino
Seguidamente pasamos junto al edificio de Panadería La Castellana
De la construcción del ferrocarril, así como del Cancienes anterior a la industrialización recoge este mapa en su blog el artista corverano José Luis Álvarez Cuinchi, dedicándole el artículo El tren a las piscinas fluviales de El Martinete:
"Todos los años por estas fechas, más o menos entre las fiestas parroquiales de Cancienes (hoy) y el primer día de calorón insufrible, suelo reivindicar el viejo sueño de la piscinas fluviales del Martinete. Este año toca ser responsables y no lo voy a hacer... pero por la misma dejo avisado que mientras no vea chapoteando en ellas al guajerío cancienés seguiré deseándolo. De momento ser ingenuo es gratis, al menos eso espero sin "maldá" ninguna.
Para compensar quisiera enseñaros un mapa de cuando se estaban realizando las obras del ferrocarril entre Villabona y Avilés en 1891. Aunque es un mapa de varias páginas escojo solo un detalle del entorno de lo que hoy es el Cancienes más urbano. Precisamente quiero entender que es la estación la que define el nombre del pueblo como tal, que antes era solo nombre de parroquia sin ningún lugar que se llamara así como tal. Al igual que pasa en las otras parroquias históricas de Corvera: Solís, Trasona/Tresona y Molleda. Pongo un enlace a la página de La Foz del Pielgu donde se dice un poco más del mapa y remite al sitio de consulta y descarga del original. https://lafozdelpielgu.org/spip.php?article604
Analizarlo en detalle daría para muchas charlas, o mejor tertulias, pero de momento quiero quedarme con unos pequeños detalles al vuelo.
En lo que hoy es El Poblao hay cuatro casas contadas, literal.
El edificio de La Lechera como tal no existe, se hizo precisamente una vez se contó con estación de tren. Aunque intuyo que una casa solitaria entre el río y la carretera es su precedente, desgraciadamente demolida hace unos pocos años sin mayor pena ni gloria...
La casona indiana de La Quinta aún no aparece, aunque si se marca su finca de cierre. En un libro sobre la Cal en Asturias se habla de un muro muy grande en Corvera (anterior al cemento tal como lo conocemos ahora) ¿será este?.
En lo que fue el paso a nivel grande, donde hoy está el puente bajo la vía ¿ya estaba la panadería La Castellana?
El río lo llaman Solís ¿llamarlo Alvares es posterior?ç
De momento no sigo, que voy a buscar un sitio donde poder pegarme un chapuzón y pierdo el tren..."
"La parroquia de Santa María de Cancienes, en el corazón de Corvera de Asturias, ha conocido ün gran desarrollo en los últimos 30 años. De núcleo exclusivamente rural, ha pasado a ser una floreciente población, que ha acogido a numerosos emigrantes extremeños y gallegos. Uno de los barrios de la parroquia es Nubledo, capital del municipio corverano. «La primera manzana de casas se construyó en El Cabañón, hace 35 años», comentó un vecino. Para levantar estas edificaciones, el párroco convocó una sextaferia, en la que colaboraron todos los vecinos del primitivo Cancienes con sus propias herramientas.
En aquella época, los habitantes de Cancienes se dedicaban exclusivamente a la ganadería y la agricultura."
Salimos a una torre de piedra de los muros de una antigua quinta, Villa Amada, la Quinta de Silva Melero, la más importante mansión indiana de Cancienes, cuyo edificio principal no vemos desde aquí. De ella decía Luis A. Vega en Cancienes, corazón de Corvera:
"Los vecinos recuerdan con orgullo que la localidad era el lugar preferido de veraneo de Valentín Silva Melero, rector de la Universidad de Oviedo y juez del Tribunal Supremo, que además se casó con una señorita de Ayuntamiento."
Es de planta cuadrada, paredes de mampostería y vanos de sillería, a su derecha sigue el Camino
Flechas amarillas en las farolas confirman, aunque no haya margen de error, que seguimos por el camino correcto y que hemos dejado atrás. Ahora nosotros bajamos mientras la carretera sube tras salir de debajo del puente
Al otro lado, empiezan a asomar las primeras naves del Polígono Industrial de Cancienes. Más atrás El Monte Grande (131 m)
Y este es el portón de la quinta de Villa Amada, la de Valentín Silva Melero, "(Oviedo, 21 de julio de 1905 - Oviedo, 25 de junio de 1982) fue un jurista y político español, catedrático y rector de Universidad de Oviedo, procurador en Cortes, senador y presidente del Tribunal Supremo", nos dicen en Wikipedia, plasmando su biografía:
"Valentín Silva Menero nació en Oviedo el 21 de julio de 1905. Estudió Derecho en la Universidad de esta ciudad. Obtuvo el doctorado por la Universidad Central de Madrid, y amplió estudios en Alemania.
Fue catedrático de Derecho Procesal de las universidades de Sevilla y Murcia y de Derecho Penal de la Universidad de Oviedo desde 1940. Fue el fundador del Seminario de Estudios Sociales dentro de la Facultad de Derecho (1942), que en 1944 se elevó al rango de Escuela Social de Oviedo.
Entre 1954 y 1960 Silva Menero fue rector de la Universidad de Oviedo, y en calidad de tal fue nombrado procurador en las Cortes franquistas y director del Instituto de Estudios Asturianos.
Valentín Silva Menero fue nombrado presidente del Tribunal Supremo en 1973. En 1977 fue nombrado senador por designación real en las primeras Cortes de la recién recobrada democracia, y dimitió del cargo de presidente del Tribunal Supremo por la incompatibilidad en la que incurría.
Falleció en Oviedo el 25 de junio de 1982."
En el Polígono Industrial de Cancienes vemos la nave de Hierros Hiasa, fundada por Manuel Álvarez, Lloriana, de quien escribe su obituario el periodista Luis José Ávila en Asturias Mundial del 6-6-2012:
"Lo comentaba hace dos o tres días. El empresario Manuel Alvarez“Lloriana” se encontraba internado en el Centro Médico en situación grave. Lamentablemente no pudo superar sus achaques y esta madrugada falleció. Tenía 84 años y fue un empresario emprendedor y dinámico, hecho así mismo, trabajador infatigable y que nunca arrojó la toalla de su quehacer empresarial, lo que llevó hasta el último momento. A lo largo de los años mantuve una gran amistad con Manuel Alvarez y su familia, fundamentalmente a través de una peña de amigos que titulamos “La Amistad” y a la que pertenecen empresarios como los Secundino y José María Roces, Daniel Alonso, José Manuel Lobato, Alvargonzález, Pepín Martínez Prieto, a quien le acabo de dar la triste noticia, hoy precisamente en que cumple 80 años, o profesionales de la banca como Oscar Granda, Tarquino o José Luis Pérez. “Lloriana” era el presidente de la misma y siempre nos deleitaba con anécdotas y chistes, demostrándonos su gran humanidad y sentido de la amistad. Fue el fundador de Hierros y Aplanaciones SA (HICASA), empresa puntera en el mundo de la transformación del metal, con unas magníficas instalaciones en Corvera que potenció junto a su socio Francisco Riberas, otro gran emprendedor, para después dar paso al grupo Gonvarri. El empresario avilesino dejó la dirección de la compañía al cumplir los 81 años. En el año 2010 el ministerio de Trabajo le reconoció con la medalla al Mérito en el Trabajo y ese mismo año recibió una de las “Sardinas de oro” del grupo avilesino “Sabugo, ¡tente firme!” junto al padre Angel y el poeta Antonio Gamoneda. Impulso muchas otras iniciativas empresariales como Constructora Principado y Parque Astur, incluso fuera compañías fuera de nuestro país. No es exagerado manifestar que su personalidad era arrolladora no solo en los negocios si no en la consecución de amigos. Poseía una excelente colección de vinos y en los últimos años su felicidad se centraba sobre todo en ver crecer a sus dos nietos. Si digo que Manolo Alvarez es irrepetible estoy seguro de no equivocarme. Probablemente Asturias necesite ahora emprendedores de su empuje aunque, lógicamente, cuando comenzó con una vieja camioneta a transportar arena en el puerto de Barcelona eran otros tiempos.
La vida empresarial de Manuel Alvarez “Lloriana” estuvo durante muchos años ligada al devenir de la primera siderúrgica integral de España, ENSIDESA, de la que fue un gran cliente a través de HIASA, hasta el punto que hubo épocas de tensión en la tesorería de la citada empresa nacional en las que se comentaba que Manolo Alvarez adelantaba el dinero para que ENSIDESA pudiera pagar puntualmente la nómina a sus empleados. Manuel Alvarez siempre estuvo muy orgulloso de su humilde origen, como hijo que era de Manuel Alvarez y de Florentina González, quien fallece durante el parto a los 37 años de edad, familia de labradores modestos, enseguida tuvo que arrimar el hombro en casa, realizando labores en el campo y estudiando a la vez, primero en la escuela del campo de la Iglesia y luego en la de don Floro en la calle de Galiiana.Tras realizar el servicio militar en lo que hoy es el parador San Marcos de León se hizo camionero y ahí empezó su larga y fructífera carrera como emprendedor y empresario.
La propuesta para su distinción con la medalla al Mérito de Trabajo partió del presidente de la Federación Asturiana de Empresarios Severino García Vigón, distinción que de verdad colmó de satisfacción a este veterano empresario que hoy se nos ha ido para siempre. Mi pésame a su esposa e hija así como a su yerno Alfredo Suárez.”Lloriana”se merece tenerle siempre en el recuerdo."
"Manuel Álvarez González, conocido en toda España como «Lloriana», falleció ayer en el Centro Médico de Oviedo a los 84 años tras una larga enfermedad. El empresario del metal, «emprendedor, visionario y dinámico», fue el fundador, entre otras compañías, de Hierros y Aplanaciones S. A. (HIASA), firma de la que actualmente era presidente de honor, y a la que no dejó de acudir ni siquiera tras su jubilación. La última vez que estuvo en el polígono de Cancienes fue hace dos semanas. Ya entonces estaba «muy malo». Ayer, en la fábrica, la congoja de sus trabajadores era palpable.
«Seguía teniendo su despacho y venía mucho, hablaba y comía con nosotros casi todos los días. Se preocupó por la empresa hasta el último momento aunque ya no tenía responsabilidades. Estamos todos muy apenados; esto era su vida», lamentó Fernando Castro, gerente de HIASA, que ahora forma parte del Grupo Gonvarri. Castro afirmó que, a partir de ahora, los trabajadores seguirán realizando su labor «tan bien o mejor» en homenaje a su fundador.
La capilla ardiente de «Lloriana» estuvo ayer instalada en el Centro Médico de Oviedo. Hoy será enterrado en la más estricta intimidad familiar y a las cinco de la tarde habrá una misa en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery de Avilés. Está previsto que al responso acuda una notable representación del mundo empresarial, social, político y deportivo. Y es que a lo largo de sus 84 años Manuel Álvarez tuvo tiempo, además de para levantar empresas, para presidir el Real Avilés Industrial entre 1992 y 1996, para formar parte de la directiva de la Cámara de Comercio de Avilés, para participar en el nacimiento de Femetal y hasta para ayudar a la Cofradía de la Buena Mesa de la Mar y a los vecinos de Valliniello «en todo lo que podía». Entre otras muchas cosas.
«Lloriana» nació en 1928 en Quintana Rubín, en el Fondo de Valliniello, y aseguró en una entrevista en este periódico que lo fundamental para ser un buen hombre de negocios era «tener valor». Y en 1951 lo tuvo: compró su primer camión. Más tarde abrió su primera empresa de montajes en la avenida de Los Telares. Luego llegaron otras compañías y la apertura de su obra maestra, HIASA, en Cancienes. Muchos de los que conocieron a Manolo Álvarez destacaron ayer de él que fue un empresario «hecho a sí mismo», un trabajador incansable y una persona dotada con una gran visión a la hora de empezar a vender sus productos en el exterior. Los consultados valoraron también la promoción que hizo por la comarca de Avilés y el buen número de empleos que creó a lo largo de su vida empresarial, que fue muy larga. Todo ello le hizo merecedor en el año 2010 de la medalla de plata al Mérito en el Trabajo que concede el Ministerio de Trabajo. El mismo año también recibió la Sardina de Oro que otorga la Fundación «Sabugo, ¡tente firme!», compartiendo protagonismo con el padre Ángel y el poeta Antonio Gamoneda. Antes recibió la «Amuravela de oro», en Cudillero. El empresario Manuel Álvarez «Lloriana» deja viuda, Nieves Fernández, una hija, Flor Álvarez Fernández, casada con Alfredo Suárez, y dos nietos, Valle y Manuel, además de hermanos, sobrinos, primos y demás familia.
Familiares y amigos acudieron ayer al Centro Médico de Oviedo para dar el último adiós al empresario Manuel Álvarez «Lloriana» y dar el pésame a su viuda, Nieves Fernández, y a su hija. A lo largo de la jornada llegaron también señales de pésame de diferentes puntos de la región, como coronas de flores enviadas por la dirección actual de HIASA, que pertenece al Grupo Gonvarri, de la que fue fundador y, hasta ahora, presidente del honor".
Volvemos a coincidir con la carretera general, prosiguiendo nosotros por la acera de la izquierda
A la derecha de la carretera, el hórreo de otra antigua casería de Cancienes
Al lado, la casa, de la que vemos el tejado; con las naves de Hiasa al fondo, al otro lado del Alvares, el campo y la industria, de la que escriben también Fermín Rodríguez y Rafael Menéndez en Discreción y trabajo:
"Extensas áreas empresariales con querencia por la metalurgia y viviendas colectivas junto con áreas de unifamiliares definen a Cancienes, núcleo de importancia por población y empresas, aunque sumamente discreto y que respira trabajo callado y apuesta por el futuro, a la sombra de las grandes empresas multinacionales allí presentes: Arcelor, Du Pont. Laboriosidad, trabajo y precios de barrio obrero que explican la continuidad del crecimiento demográfico."
Seguimos el muro de la quinta. La acera de la izquierda sigue, algo estrecha, junto al muro de piedra de la quinta. No pongamos el pie en la calzada en ningún momento
Estamos en el barrio de Mora, en el kilómetro 7 de la AS-17, distancia que nos separa del comienzo de la carretera, en Avilés
En Mora, a mediados del siglo XX se construyeron estas viviendas, así
como un cine, que veremos un poco más adelante. En el Diccionario Geográfico de Asturias. Ciudades, Villas y Pueblos, dicen así de esta localidad:
"Lugar de la parroquia de Cancienes (Corvera). Se halla situado a 50 m de altitud en el valle del río Alvares, entre Cancienes y la capital municipal, Nubledo, de la que dista 1,1 km. El topónimo proviene probablemente de un nombre de posesor romano (Maura). Se desarrolló al amparo del ramal del Camino de Santiago que desde Oviedo iba por Posada de Llanera y el valle de Solís a Avilés, y que más tarde se convirtió en el importante camino real entre la capital de Asturias y la villa avilesina. En en siglo XVIII existía en Mora una venta o posada atender a los viajeros y hoy es un núcleo semiurbano, con una población de 128 habitantes. Junto al río Alvares hubo una cobrería, de la que se tienen pocas noticias. El edificio más destacable es villa Amada, la más importante casona indiana de todo el concejo. Ubicada en una finca de considerables dimensiones, consta de tres plantas, con una torre en uno de sus ángulos, de estructura poligonal en la base y cilíndrica en la parte alta, rematada por aguja y con abundantes ventanas y miradores en sus fachadas, con decoración modernista, así como un palomar de estructura cúbica en sus proximidades..."
En esta vereda, crecen hermosas matas de hortensias a lo largo del muro de la finca de Villa Amada. A la derecha, las viviendas obreras se disponen en hilera a lo largo de la carretera general
Puerta en el muro de La Quinta
Es muy posible que en alguna de las más antiguas hubiese estado la antigua venta caminera que nos cuenta el Diccionario geográfico de Asturias, eso si el viejo camín real coincidiese en este tramo con la carretera, hecha entre los siglos XVIII y XIX, como hemos visto
La acera tiende a estrecharse un poco en este lugar pero se pasa bien y sin problema, si bien yendo siempre de uno en uno. Aunque haya un poco de arcén nunca pisemos por la carretera. Aunque seguimos por la Recta de Cancienes y la visibilidad es buena, un vehículo a velocidad llega en un instante
Cruzamos El Camín del Rodriguero, acceso a El Campu la Vega y Moriana. A la derecha parada de autobús y tres casas más
Son tres casas de vecindad, es decir, de pisos, que vienen a ser el final del casco urbano de Cancienes, al menos mientras de edifique más
Llegamos así al antiguo Cine María Esther, construido por María Miñán (casada con un sastre gijonés de apellido Ordóñez), hija de Ramón Miñán, el dueño de la cerámica o teyera de ese nombre, cuya chimenea vimos entrando en Cancienes, en una finca que había sido de su padre, comenzando sus obras en 1954 y siendo inaugurado en 1956, "de considerable empaque y tamaño, teniendo en cuenta que se instala en un entorno rural y un tanto a desmano de los núcleos habitados cercanos (aunque equidistante de varios de ellos)" leemos en Vivir Asturias
El Cine María Esther estuvo en funcionamiento una década, pues, según El cine en Asturias, fue inaugurado el 19 de marzo de 1957 (el año después de lo que nos dice Vivir Asturias), cerró hacia 1967, pasando luego a ser fábrica de muebles y luego taller de alfarería, pero el edificio se conserva prácticamente intacto, al menos en su aspecto exterior y se dice que fue también baile, algo que pudo ser rentable durante esa década y la siguiente, puesto que después, con la mejora de las comunicaciones y la generalización del uso particular de vehículos a motor, la gente se desplazó de manera creciente a las salas de fiestas y cines de las ciudades cercanas. Esa utilización como baile habría implicado desmontar y volver a montar el patio de butacas o parte del mismo, lo que es una ardua tarea
El cine, en el que ejercía como operador Antonio Palma, está a un nivel un poco más alto de la carretera y no en su mismo borde, sino unos metros más atrás; su estructura y materiales son propios de la época por lo que es un testimonio de la historia del cine en Asturias digno de atención. Dispone de una escalera de acceso, aquí tapada por la hierba que crece en sus escalones, y una pequeña barandilla tubular en este su acceso por la fachada principal
"A ambos lados, las calles remedan volúmenes torreados mediante petos, y se revisten de plaqueta cerámica en la que se calan sencillos ventanucos.Podemos mencionar la presencia de un zócalo de piedra, con rejunteado rústico de cemento.En los costados se advierten ventanas en el piso alto, en el bajo de la medianera libre, se practicaron las salidas de emergencia.Una vez en el interior, parcialmente desvirtuado, se accedía a un breve vestíbulo que ocupaba todo el ancho del edificio, acogiendo el ambigú, el arranque de las escaleras que, directamente, desembarcaban en el anfiteatro (con la cabina de proyección ubicada en el centro de la grada) y sendas puertas que daban paso al patio de butacas.
La sala estaba dotada de un generoso escenario que acogió no pocos actos culturales y sociales en su momento, cuando era un referente para la vida social y cultural de este pueblo."
Aunque vayamos relativamente seguros por esta buena acera nunca perdamos de vista el tráfico, especialmente intenso en días laborales en estos accesos al Polígono de Cancienes. Fijémonos en la señal de advertencia para los conductores en este "tramo de concentración de accidentes" en los siguientes tres kilómetros, es decir, ya hasta Los Campos, en los arrabales corveranos del gran núcleo urbano avilesino, que traspasa fronteras concejiles
A la izquierda y, como el cine, algo separadas y más altas que la carretera, otra fila de casas, de dos plantas
Según pasamos, si vamos atentos, veremos otro elemento importante del patrimonio del lugar
A la derecha de la última casa y un poco más atrás está la fuente y lavadero de La Miguelina, de la que nos cuentan esto en el Diccionario Geográfico de Asturias. Ciudades, Villas y Pueblos:
"La fuente y lavadero de la Miguelina es una construcción de cemento en la que figura la fecha de 1926 y de ella se surtió la que posiblemente haya sido la primera traída pública de Corvera, que abasteció a varias viviendas y a una fuente pública. Es accesible a través de la carretera AS-17 (Avilés-Puerto de Tarna)."
Hermosa casa, tipo chalet de mediados del siglo XX, a nuestra derecha
Esta es la entrada a las casas de La Miguelina, de donde puede salir, o a donde puede entrar, algún vehículo. Seguimos de frente siempre por la acera
Más apartada de las demás, Casa Conde, al norte de Mora y enfilando ya el camino hacia Nubleo, barrio de la parroquia de Cancienes que se constituyó en el siglo XVIII como capital del concejo, el cual empezaremos a ver un poco más adelante
Casa Conde, con su fachada de llamativos colores, siempre nos llama la atención y nos quedamos mirando hacia ella
Un detalle de frente, puertas y ventanas adinteladas, colores llamativos, azulejos y numerosas macetas
Carretera adelante, más naves de Hiasa en el Polígono de Cancienes, que ocupa buena parte de la ribera, en tiempos pretéritos asiento de molinos harineros que funcionaban con la fuerza de las aguas fluviales. En el blog del artista Cuinchi se nos ofrece una descripción del valle antes de su industrialización en una novela de Armando Palacio Valdés:
"El Alvares es un río humilde que solo pasa por pueblos, del que poca más información se encuentra disponible que la que recogemos en la asociación La Foz del Pielgu: Río Alvares. En un momento determinado, charlando entre gente que nos conocemos de siempre, empezamos a darnos cuenta de que sabemos más de nuestro entorno de lo que en principio pudiera parecer, y no menos importante, que eso nos interesa a pesar del descuido. Siguiendo su enseñanza, que recoge las aguas de los valles por los que pasa, reúno aquí algunos de esos comentarios de casos y cosas vistas y oídas en las anchurosas orillas de ese modesto pero ufano río.
En la novela "Marta y María" Palacio Valdés hace una descripción de la cuenca del río Alvares, antes del paso del ferrocarril y cuando Cancienes estaba casi despoblado en la vega del río. El texto escogido empieza en el desfiladero de La Consolación, pasa por Cancienes y Solís y acaba en La Miranda. La foto está sacada detrás del lavadero de la Umeral: http://lafozdelpielgu.org/spip.php?article493 Queda pendiente hacer una foto con luna en este sitio "El anchuroso valle así iluminado ofrecía un aspecto de lago dormido."(...)
Cesó de llover al fin. Sintióse un leve soplo de viento ábrego y la espesa capa del cielo comenzó a enrarecerse despidiendo tenue y escasa claridad, que hizo resaltar las siluetas de los soldados y los árboles y los enormes bultos de las montañas que cerraban el valle. El silencio en la comitiva era sepulcral. Los presos no cambiaban entre sí palabra alguna, devorando su rabia y tristeza. En la campiña tampoco se escuchaba ninguno de los gratos ruidos que acrecientan el misterio de la noche y llenan el alma de suave melancolía. Sólo al pasar por delante de alguna casa se oía dentro el gruñido amenazador de un perro que protestaba contra el desfile de la tropa a hora tan inusitada y tal vez que otra el no más dulce murmullo del sargento Alcaraz, que maldecía de la noche, de su suerte y de la madre que le había parido.
El viento siguió soplando cada vez más vivo; un viento tibio y húmedo que los presos encontraban asaz siniestro. Los árboles que bordaban las orillas de la carretera se retorcieron angustiados, dejando caer toda el agua de que estaban cargados. En la escasa claridad del cielo comenzaron a resaltar los bultos de grandes nubarrones negros que rodaban velozmente por la atmósfera cual si viniesen perseguidos de cerca por algún monstruo de la noche. Detrás de estas nubes no se percibía el azul oscuro del firmamento, sino un espeso manto gris que parecía impenetrable. No obstante, el viento, cuyo ímpetu iba siempre en aumento, logró desgarrarlo, al fin, por algunos sitios, formando gratos agujeros, en el fondo de los cuales se percibía el suave fulgurar de alguna estrella. Las grandes nubes negras venían a taparlos; pero el manto se desgarraba por otros parajes a toda prisa y las diminutas estrellas tornaban a hacer guiños amables a la tierra. Al cabo, una gran luz argentada bañó súbitamente toda la campiña. La luna había aparecido entre dos nubes, bella y esplendorosa como una virgen que abre las ventanas de su aposento. Mas apenas hubo echado una mirada curiosa a nuestra comitiva, cuando los nubarrones se estrecharon, poniendo venda a sus ojos y dejando a la tierra triste y sombría. De nuevo volvió a aparecer en lo alto y otra vez tornó a ocultarse, mirando resbalar por delante de sí una legión presurosa de nubes de todas formas y tamaños que volaban a regiones desconocidas. En el espacio de media hora presentose y ocultose un número incalculable de veces, ofreciéndose a los ojos de los viajeros como un navío presto a sumergirse en aquel océano inquieto y tenebroso.
Por último, sosegó la tempestad del cielo. Poco a poco habían ido desapareciendo detrás de las montañas los espesos nubarrones que manchaban la faz del firmamento. Unos cuantos que habían quedado rezagados y que a largos intervalos, cruzando por delante de la luna, sumían a la tierra en las tinieblas, también traspusieron los picos de las montañas. Y quedó el firmamento sereno y límpido, desplegando su oscuro manto tachonado de estrellas. La luna trazaba un círculo luminoso a su alrededor, en el cual, como reina orgullosa, no permitía brillar ningún otro astro. El dilatado valle pareció estremecerse suavemente de placer al sentir el beso de la luz. Y de sus bosquecillos de naranjos, y arroyos sosegados y blancos caseríos esparcidos aquí y allá dejó escapar millones de reflejos que se perdieron con dulce misterio en el aire. En ciertos parajes se extendían grandes sábanas argentadas donde se percibían con admirable claridad las siluetas de los árboles y vallados; en otros se acumulaban las sombras protegiendo el sueño de las plantas. El anchuroso valle así iluminado ofrecía un aspecto de lago dormido.
Después de caminar bastante tiempo por el medio, nuestra comitiva tocó en las montañas que lo cercaban. Era necesario trasponerlas para entrar en la campiña que rodea a... La carretera penetraba por los sitios más accesibles, ciñendo el costado de uno de los montes con declive bastante pronunciado. El horizonte se estrechaba de modo extraordinario. Al comenzar la subida, el teniente mandó hacer alto delante de un enorme mesón situado al pie de la carretera, y haciendo llamar al dueño le obligó a levantarse y a servir vitualla a la tropa. Los presos entraron en la casa y descansaron buen rato. Y otra vez emprendieron la marcha subiendo con calma el áspero repecho.ç
La briosa vegetación del valle había desaparecido. Los montes, que se cerraban cada vez más, dejando apenas paso a la carretera, estaban vestidos únicamente de helecho. De vez en cuando se tropezaba con el agujero de alguna mina de carbón, abierta sobre el camino. Don Mariano no pudo resistir a la tentación de hablar del ferrocarril de Nieva, y se acercó al teniente mostrándole por dónde iba el trazado de Sotolongo y explicándole ampliamente las ventajas que llevaba sobre el de Miramar. El piso estaba bastante más enjuto a causa de la pendiente, y la luna seguía desde lo alto esclareciendo la ruta, posando su dulce y tranquila mirada sobre los viajeros. (...)"
Pasada la casa, una vista del Monte Grande tras las talas y cuando vuelven a crecer los ocalitos, de color verde más claro, viéndose las pistas forestales y, aquí abajo, la ribera del Alvares y el ferrocarril
Un poco más al norte y más allá de las naves está Camina, paso de uno de los antiguos caminos que recorrían el actual concejo de norte a sur en dirección a Avilés, anteriores a esta carretera y solar de El Castiellu, el castro de Camina, solar de un recinto fortificado astur que fue el precedente poblacional urbano y estable, de Cancienes y Nubleo. Existió en las inmediaciones una iglesia o santuario dedicado a San Pedro, del que existen noticias desde el siglo XII, desapareciendo en el XIX
Y, al igual que de Mora a Nubleo predominan a la derecha los paisajes industriales, a la izquierda, en la ladera del monte, lo hacen los rurales, en otra perfecta simbiosis
Bella estampa rural... campos donde pastan apaciblemente las vacas que ejemplifican la alternancia inmediata de núcleos urbanos, rurales e industriales en Corvera
Bella estampa rural... campos donde pastan apaciblemente las vacas que ejemplifican la alternancia inmediata de núcleos urbanos, rurales e industriales en Corvera
Entramos pues en Nubleo, la capital del concejo, dejando a nuestra derecha la entrada al Polígono Industrial de Cancienes, mientras releemos otra de las descripciones de estos núcleos corveranos de Fermín Rodríguez y Rafael Menéndez:
"Nubledo aporta la tradición, la capitalidad de un concejo antes periférico a la ciudad, de estructura rural, al que el ciclo industrial aportó crecimiento y colmató sus áreas más llanas, ocupadas por empresas y viviendas para acoger a la población trabajadora.
Cancienes recoge ese crecimiento demográfico de raíz empresarial y después de la crisis de la década de 1980 se renueva y continúa con su crecimiento apoyado en la industria y en su localización próxima a Avilés, en el modo metropolitano de recrecer la ciudad que caracteriza en la actualidad al poblamiento del área central de Asturias."
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