El camino, la Ruta do Cantábrico y a la derecha el castro de As Grobas |
Una senda costera recorre, desde Illa Pancha, toda la costa de Ribadeo hacia la famosa Praia das Catedráis (Augas Santas), siguiendo carreteras locales, pistas y senderos de pescadores. Es una alternativa que emplean algunos peregrinos para ir a San Martiño de Mondoñedo (concello de Foz), histórico centro de peregrinaciones en la que se dice fue "la catedral más antigua de "España", y de allí ir al Mondoñedo actual, más al sur, donde enlazarían con las rutas oficiales del Camino Norte procedentes de Ribadeo por Vilanova de Lourenzá, o de Vegadeo/A Veiga por Trabada
Es una ruta que promueven diversas asociaciones y entidades bajo el nombre de Variante Marítima. En todo este tramo de costa seguimos fundamentalmente el Camino Natural de la Ruta del Cantábrico, bien señalizado
Castro As Grobas, con sus fosos |
La Ruta do Cantábrico como tal sigue todo de frente, pero ya que estamos aquí merece la pena desviarse unos instantes para visitar este castro, donde se han realizado algunas campañas de excavaciones arqueológicas
Y así, junto a estos indicadores de la ruta y un panel con fotos de las excavaciones e información del recinto castrexo, tomamos el camino que se dirige al castro
Un gran campo llano antecede a los fosos que protegen la al menos dos veces milenaria fortificación y asentamiento
Las elevaciones de los fosos y contrafuertes delatan fácilmente su ubicación
El camino del castro sube un poco entre unos helechales
Y aquí encontramos el primer foso
Una gran zanja que acaba en el mismo acantilado, ante el mar
Al fondo asoma un faro
Es el faro de Illa Pancha, del que hablábamos en el anterior tramo de esta ruta, saliendo de Ribadeo
Dejamos el primer foso y continuamos por el camino...
A la izquierda un poste con placa informativa
Nos dirigimos hacia él
Y enfrente otras dos profundas fosas
Y área de investigaciones arqueológicas. Estos castros son propios de la Edad del Hierro pero continuaron habitados durante la romanización, en un amplio periodo que abarca desde el siglo VIII a. C, al siglo V d. C. unos 1.300 años nada menos
El topónimo As Grobas, como hemos dicho, hace referencia, con otras variantes, a las profundas trincheras hechas en el terreno en tiempos remotos, tal que es este el caso, emplazado en una punta marina, con tres o cuatro zanjas que le harían muy difícil de asaltar, las cuales guardan un recinto de unas dos hectáreas
Emilio Ramil González fue el director de estos sondeos, en el año 2009. De estas catas, donde se hallaron añicos de cerámica se entresaca que el castro se construyó antes de la llegada de los romanos (siglo II antes de Cristo) y seguiría siendo habitado en la primer centuria de nuestra era
El castro se halla en el territorio de los egovarros namarinos, gentilidad galaica. Su nombre está en relación con los ríos Eo y Masma, antes Ego o Egoba y Namara respectivamente. Se han localizado restos de cabañas en las excavaciones
Los fosos eran más profundos de lo que vemos ahora, pues en las excavaciones ni siquiera se pudo llegar al fondo, calculándose que tendrían de 4 a 6,40 metros de profundidad
El mismo acantilado formaba parte de la estructura defensiva del castro.
Pasada da Insua y Penedo da Insua. Punta Niño do Corvo. Al norte del castro este peñasco es una isla, separada del mismo por un brazo de mar pero que se supone pudo estar unida a tierra en época romana y prerromana
Todo este litoral tiene múltiples ensenadas que son verdaderos abrigos y puertos naturales, a ellos parecen vinculados estos castros, pero también posiblemente a las numerosas vetas auríferas explotadas ya desde época romana y, más intensivamente y con nuevas técnicas, durante la romanización
Impresionante tajada labrada en la roca madre formando uno de los fosos o grobas
Área de investigaciones, de nuevo "tragada" por la vegetación de la rasa marina
Por alguna razón, defensiva sin duda alguna, pasando el año 1000 a. C se erigieron por Europa incontables poblados amurallados, los castros, con fosos y parapetos, cabañas y diversas dependencias, guardando el territorio, en este caso, costas, sendas milenarias y embarcaderos de pesca y comercio, pues existía relación con todo el mundo atlántico europeo. Es entonces cuando en el noroeste peninsular triunfa la cultura castreña, la cual se desarrolla durante un amplio periodo de tiempo que abarca desde varios siglos antes de la conquista romana hasta bien avanzado el proceso de romanización
Aunque siempre objeto de discusión, estos castros parecen haberse erigido con la llegada de gentes procedentes del interior del continente, a lo largo de bastantes generaciones, llamadas técnicamente indoeuropeos y entre los que abundaría el estrato celta, quizás el más destacado y prominente. De la unión, más o menos pacífica o no, de estos con los anteriores pobladores megalíticos, surgirían los pueblos prerromanos de los que tenemos noticias por los autores clásicos y por la epigrafía.
Un poco al sur de los fosos, más allá del Camino, vemos O Morgullón, no muy lejos de la carretera N-634.
Allí está también el Monte de Santa Cruz (192 m), por su ladera izquierda sigue el itinerario oficial del Camino Norte hacia Covelas y Arante, en la ruta a Vilanova de Lourenzá y Mondoñedo
Otra zona de excavaciones, tragada por los toxos
Desde la placa informativa vemos, al este, la ensenada y de la Praia de Rocas Brancas, donde desemboca el Rego de Vilaselán
Sobre la playa, a la derecha de la foto, están las naves frigoríficas de Aromar, por donde veniamos hacia aquí desde Illa Pancha, a la izquierda
Allí están O Miradoiro, con su vértice geodésico y, en la isla propiamente dicha, los dos faros de Illa Pancha
El de la derecha es el faro antiguo, actual hotel, cuyas obras se licitaron en 1857 con su presupuesto de 47.513, 86 reales. Una real orden del 29 de noviembre de 1859 estipulaba fuese encendido el 30 del mes siguiente, diciembre, con una luz que se divisaría a 8 millas. Funcionaba primeramente con gas, luego pasaría a ser eléctrico. Es un edificio de planta cuadrada en cuyo centro se levantaba una torre también cuadrada con balcón de hierro forjado y torreón octogonal. El torreón soportaba una linterna hexagonal de cristales planos, estando el foco luminoso a poco menos de 9 metros del suelo y a 24 del agua
En 1980 se construyó el nuevo faro, de forma cilíndrica, a unos metros más allá e inaugurado oficialmente el 1 de octubre de 1983. Es una torre cilíndrica de hormigón de 3 metros de diámetro y 12.70 de alto, pintada con franjas blancas y negras. Su luz tiene un alcance de 21 millas náuticas. El foco está a 13 metros del suelo y a 28 sobre el mar, siendo algo más alto que el antiguo. En 1993 se instala un sistema eléctrico de reserva con baterías para suministro de corriente en caso de fallo en la red, siendo además monitorizado para ser supervisado desde un puesto de control en Ferrol
En un principio en el antiguo faro se instalaron dos grupos electrógenos de emergencia y una vivienda para el técnico que estaba a su cargo. En 2002 se actúa para recuperar todo el entorno del viejo faro y en 2006 se sustituye en el nuevo el equipo de reflectores del nuevo por una linterna de óptica giratoria con paneles Fresnel y cambiador de lámpara principal y otra de reserva de 70W. El proceso para hacer del viejo un hotel comenzó en 2014, no sin oposición vecinal
Y así, reconocido el castro de As Grobas y su entorno, volvemos por donde hemos venido
Pasamos de nuevo el primer foso exterior...
Y campo a través regresamos al Camino...
Las señales y paneles no sirven de orientación
Y así continuamos trayecto por el paraje denominado precisamente Os Castros
A poco más de 7 kilómetros del puerto de Rinlo y a poco más de 15 de As Catedrais
Durante unos metros seguimos entonces esta carretera asfaltada
Estamos en el Kilómetro 4 (saliendo de Ribadeo) del Camino Natural de la Ruta del Cantábrico
Nos dirigimos, rectos, hacia uno de esos pinares que, formando pequeños bosques, salpican la rasa costera, cercanos al mar
Hay un poco de cuesta, muy liviana, cuando llegamos allá
Atravesamos pues el pinar, todo en recto, por la carretera litoral
Aquí hay dos cruces seguidos: en el primero seguimos recto y de frente
Pero acto seguido, en el segundo, ya pasado el pinar, dejaremos la carretera y tomaremos esta pista de zahorra, a la derecha
Hemos de decir que, en buena medida, la carretera sigue un trayecto bastante recto y, por lo general, más corto que la Ruta do Cantábrico, que sigue todo el margen marítimo siguiendo la forma sinuosa de la línea de costa, formada por acantilados con muchos entrantes y salientes, cabos, promontorios y ensenadas, pero la carretera, aparte de pisar asfalto, nos aleja del paisaje marino que se admira en esta senda costera, fundamento de este itinerario
Según estas señales, estamos a 7,7 kilómetros de Rinlo, hermoso puerto de pescadores que es uno de los hitos del Camino y donde podemos parar a tomar algo o a comprar alguna vitualla. Es una parada muy a recomendar. Al doble de distancia está la Praia das Catedrais
La señalética de la Ruta del Cantábrico está planteada en ambas direcciones para poder hacerla en sentido contrario, hacia Ribadeo. Lo cual nos sirve también de referencia para saber lo que hemos venido avanzando
Seguimos así, avanzando hacia el acantilado y el mar
Enseguida enlazamos con el camino que recorre la primera línea de costa y seguimos por él a la izquierda
Caminamos con los prados a un lado y el acantilado a la derecha, viendo en todo momento el Mar Cantábrico, que será nuestro compañero durante bastantes kilómetros, nada menos que hasta la misma Ría de Foz, donde nos adentraremos hacia el interior, buscando salir a San Martiño de Mondoñedo, fundamento del trayecto que planteamos en estas entradas del blog, la Variante Marítima
En todo este periplo marítimo no nos apartaremos en ningún momento de esta primera línea del litoral, Pasando por numerosas playas, la mayor parte de las existentes, por no decir todas, entre Illa Pancha en Ribadeo y la misma Ría de Foz o del Masma, visitando varios pueblos y lugares de los concellos de Ribadeo y Barreiros
Los mismos cierres del prado siguen la forma del camino, serpenteantes, y este la de la forma del acantilado
Es muy habitual ver pescadores, senderistas, visitantes, viajeros y veraneantes, dada la suprema belleza de toda esta costa y sus rincones
Estas son las señales de la Ruta do Cantábrico. Quitando algún tramo muy, muy concreto, y del que se avisa previamente, son las que vamos a seguir más o menos hasta la remencionada Ría de Foz o del Masma, pues luego tomaremos el camino a la Ponte da Espiñeira para ir en dirección a San Martiño de Mondoñedo, basándonos entonces en la llamada Ruta o Camino Natural de San Rosendo
Frente a los acantilados, hay numerosas rocas o penedos, que emergen la superficie, frente a la costa
Salen las lanchas de pesca, la flota de Ribadeo, otra característica del paisaje marinero que vamos a conocer en este gran recorrido
Es la zona de O Ollo, el ojo, vinculado a las muchas cuevas y cavidades naturales existentes, refugio de mariscos y fauna marina. Los ollos son estas cavidades formadas por la erosión marina, uno de los diferentes elementos geomorfológicos que forman parte de los acantilados de la parte oriental de la costa lucense
Atrás, a nuestra derecha, escondida, está la Praia dos Castros. Más allá se divisan As Grobas e Illa Pancha, de donde venimos
Campos muy llanos de A Gabieira, empleados fundamentalmente como pastizales, normalmente cercados por estacas y alambres, es la zona de Loureiro, nombre gallego del laurel, planta bastante abundante por doquier
La llanura dibuja una línea casi recta que se compatibiliza, en perspectiva, con la del horizonte del mar
En el suelo terroso están bien marcadas las rodadas de tractores y vehículos todoterreno...
Pasamos ya a la altura del penedo que emerge frente a este promontorio
Los acantilados son realmente hermosos y hay numerosas puestas de pescadores, se antojan en muchos casos accesibles, pero no nos confiemos, pues tienen una importante peligrosidad, Por ello recomendamos no aventurarse por ellos en ningún momento salvo que se conozcan y se tenga experiencia. No son infrecuentes por desgracia los accidentes, tanto es así que en algunos lugares de esta costa ha sido prohibido acercarse a ellos o transitar por determinadas zonas
Ciertamente, tampoco es necesario ponerse en riesgo para nada, desde la seguridad del camino tenemos una buena vista y amplia perspectiva, de todo este frente litoral de A Mariña lucense, como estamos viendo y vamos a comprobar aún más
Subimos un poco hacia aquel altozano
Seguimos por la pista, que hace una curva a la izquierda
Y, según caminamos y miramos enfrente, al oeste, se abre a nosotros otro gran y soberbio paisaje
Empezamos a ver Rinlo, puerto de pescadores y excelente gastronomía que, reiteramos, es uno de los hitos de esta ruta, parada y visita obligada a conocer su puerto, plazas y rúas, así como a degustar la mejor gastronomía marinera. Son famosos sus bogavantes, langostas y centollos, así como especialidades como el arroz caldoso, arroz con bogavante o, por supuesto, los percebes, que tienen incluso allí su monumento y su fiestas, la Festa do Percebe. Por lo tanto, hacer el camino y pasar de largo Rinlo no es de recibo ni mucho menos
Mirando hacia Rinlo nos percatamos de la continua línea de acantilados, con sus entrantes y salientes, que guardan sus respectivas calas y pequeñas playas, y cuyas cimas son verdaderas atalayas sobre esta ensenada: Enseada Olga de Arnela
Rinlo se sabe fue un puerto ballenero con una historia documentada que se remonta a la Edad Media, pues no en vano su cofradía de pescadores es de las más antiguas de España
Nuestra sombra se proyecta en el camino mientras seguimos contemplando tan bello paisaje en la ruta de Rinlo
A la derecha de Rinlo una larga cuña se adentra en el mar, del Porto de Rinlo a Corno Grande, A Ínsua, Punta Corveira y A Pena dos Corvos. En esa franja se instalaron algunas de las primeras cetáreas de España, hoy abandonadas pero de las que se conservan sus restos. El Camino pasa por ellas, por lo que las vamos a conocer
Más lejos aún, muy en la distancia, en días claros llegaremos a conocer Foz, en la misma boca de su ría, desembocadura del Masma, una referencia geográfica muy importante en esta senda, pues al llegar al estuario nos adentraremos en el interior del país...
Pero otras importantes referencias visuales las tenemos a la izquierda, al sur, los cordales costeros que separan la rasa costera de los valles interiores de A Mariña, como el mítico Val de Cabarcos, concello de Barreiros
Estas cumbres dominan también este magno litoral: al fondo Pena Longa (516 m), sobre la parroquia de Santiago de Reinante, concello de Barreiros. A su izquierda el Monte Mondigo (569 m), en la parroquia de Covelas (Ribadeo), símbolo montañero, pues el la más alta cima de este concello. La frontera municipal pasa pues entre los dos, por la zona de Pena Mosqueira
Además de su peculiar moño rocoso, su cima es muy reconocible por las antenas de repetición allí instaladas, por eso ha sido también una referencia muy importante para los peregrinos del Camino Norte, que visualmente ya lo reconocen desde la zona de Tapia o incluso antes, en Asturias. Sirviéndoles como señal geográfica natural para saber su cercanía a Ribadeo
Toda esa sierra se extiende a la derecha hacia Ribadeo, viendo ahora nosotros los campos de A Gabieira y la línea de casas que conforman los barrios de la parroquia de Piñeira: Barreiro, Río, A Eirexa, o Outeiro, As Cruces...
Sobre las casas, el Monte Coroa (365 m), a la izquierda del Mondigo
de siempre renombradas sus romerías, en las que se subía en procesión al monte de este nombre, justo la cuesta que estamos siguiendo nosotros. Ahora se hace una xira o comida campestre en el Día de la Gaita, que se celebra desde 1965 y fue declarada de Interés Turístico en 1985
En lo alto hay un campo con área recreativa donde están el Monumento al Gaiteiro, inaugurado en 1965, y la Capela da Santa Cruz, documentada desde 1805, así como dos cruces. Se trata de un gran mirador sobre costa y ría. A la izquierda, por su ladera sur, suben de Ove, saliendo del casco urbano de Ribadeo, los peregrinos de uno de los trazados oficiales del Camino Norte, rumbo a Covelas, Arante, O Val de Cabarcos, Vilanova de Lourenzá y Mondoñedo
Contemplamos los montes mientras el camino sigue su curso por el margen acantilado
Aquí hay otro de esos promontorios que, como una cuña, se adentra en el mar y, en medio de su campo, una bifurcación: sigamos a la izquierda
Asoma ya la punta que cierra, al otro lado, la Olga da Arnela, la Punta Piñeira con el Porto da Barca
El camino realiza una pronunciada curva, para bordear la ensenada. De esta costa dice así en 1896 el
libro geográfico-descriptivao Derrotero de la costa septentrional de España que comprende desde el puerto de Coruña hasta el río Bidasoa, de José González Billón:
"A la punta de la Corbeira, que también es sucia de piedras, sigue la de Piñeira, y entre las dos se encuentra una pequeña cala nombrada Rinlo, en cuyo interior se ve una corta playa y la aldea del mismo nombre”
Un frente costero con una larga línea de acantilados, más abruptos, como una muralla sobre las aguas, sobre ellos caminaremos también dentro de muy poco
Más allá del cantil del Porto da Barca, topónimo que parece hacer referencia a algún embarcadero natural de barcas de bajura, reconocemos el largo roquedo de la Punta Mourón, con su llamativa forma de cabeza de cocodrilo en el extremo, zona percebeira por excelencia
Allí al fondo están los campos de Rinlo, por donde pronto entraremos en el pueblo
Más a la derecha y más cerca, en medio de las aguas, emerge el Penedo do Corvo
Cuando caminamos hacia el sur, cuando hacia el oeste, siguiendo todos los recovecos...
Ahora con la Eseada Olga da Arnela a nuestra derecha
La erosión marina en este sector de la costa ha horadado los acantilados, formando cuevas y grutas que son un buen criadero natural de estas especies
Desde el camino, vemos ya el fondo de esta cala
Es una belleza, casi inaccesible, guardada por altos muros naturales, playa o cala de cantos rodados y fondo de roca
Un largo brazo la cierra por el sur...
Seguimos por el camino, siempre junto al prado y a la vista de los pinares de la rasa costera
Más rodadas de vehículos, en los accesos a estas fincas
Ahora muchísima atención en el siguiente cruce
Vamos a tomar el ramal de la derecha
No perdamos nunca de vista las señales
Siempre en la ruta a Rinlo y As Catedrais
Rodeamos así la ensenada, ahora caminando por sus márgenes en dirección sur-suroeste
Vemos Piñeira enfrente de nosotros, con sus barrios y lugares, a los que nos hemos referido
Extiende sus casas a lo largo de un camino, posiblemente parte de los antiguos caminos costaneros anteriores a las actuales carreteras
Más allá, en el entorno de la N-634 y de la Autovía del Cantábrico, están los polígonos industriales y áreas comerciales. Al fondo, los eucaliptos forman inmensas masas forestales de crecimiento rápido en lo que fueron antaño pastos comunales
Entre las casas y el mar, por A Gabieira, se efectuó en su momento concentración parcelaria
El Monte Mondigo ahora de frente, orientando nuestro rumbo...
A la derecha prados de Veiga de Río
Maravillosa vista de la Olga da Arnela, cerrada a los lados como un canal
Es un camino muy agradable, siempre en llano, que busca ahora ir hacia la derecha, hacia el oeste...
Prado a la izquierda y vegetación marina de acantilado a la derecha
Costa de Rinlo en lontananza
Zona de matorrales...
A la derecha el Penedo do Corvo
De frente, tramo recto
Y caminamos teniendo a la derecha los acantilados que veíamos antes, viniendo, los que cierran la Ensenada Olga da Arnela por este lado
Y caminamos ahora rumbo oeste
Vamos dejando la Enseada Olga da Arnela a nuestra derecha, con el Penedo do Corvo en su bocana
Nuestra sombra se sigue proyectando en el suelo, pues el sol está justo a nuestras espaldas...
Maravilla de la naturaleza. Se sabe que hace unos 15.000 años la costa no estaba aquí, sino nada más ni nada menos que de 15 a 20 kilómetros más al norte, mar adentro en la actualidad, y estaba cubierto por una selva arbórea de carballos y pinos, y posiblemente también de abedules y avellanos, cuyos restos fósiles salen a veces a la luz. Veamos además aquí los estratos en las rocas de la derecha. Las formas geológicas de la costa ribadense son centro de varios estudios e investigaciones
Curva a la izquierda yendo hacia los prados
El Camino zigzaguea: ahora va a la derecha
Poste caminero anunciando que vamos en buena dirección
En medio de la campiña, una pasarela sobre un rego o regato
Nada más pasarla, a la derecha, llegamos a otra
Arroyuelos que vienen aquí a desembocar al mar azul
Subimos así a otro de estos cerros marinos...
A nuestros pues otra encantadora cala... y el Penedo dos Corvos aún en lontananza
Más postes camineros confirmando el buen camino
El mismo paisaje de la ensenada pero más arriba, ganando en perspectiva
Hay aquí una especie de glorieta o rotonda, hemos de seguir de frente paralelos a la línea de costa
Este es el camino a seguir
Ahora a nuestra izquierda ni hay prado, son un gran campo de vegetación costera, tal y como debía ser toda esta franja en la antigüedad
El mar bate contra el acantilado, es nuestra permanente y deliciosa música de fondo y banda sonora, y lo seguirá siendo aún durante bastantes kilómetros
Curva a la izquierda
Suelo muy terroso y pedregoso, que nos lleva a esta parte de este cerro, dando vista nuevamente a la costa y campos de Rinlo
Restos de construcciones. En estos lugares se alternaba el trabajo del campo con la pesca de roca y bajura. También era muy importante la recogida de algas, que se empleaban, y se siguen empleando, como abono
Según nos acercamos también mejora nuestra vista de la gran extensión de edificios de Foz, capital del concello de este nombre, antigua población, también sucesora de los milenarios castros, como el de Fazouro, de los galaicos ártabros que dominaban este litoral, cuyo topónimo procede del latín fauce, referido precisamente a la boca de la ría. Puerto natural desde la noche de los tiempos. En la Edad Media fue la salida al mar del poderoso enclave de San Martiño de Mondoñedo, capital episcopal de la comarca, centro de poder político y religioso durante algunos de los siglos más determinantes de la historia de Galicia y Europa.
Foz llegó a ser puerto ballenero hasta la casi extinción de los cetáceos de aguas cantábricas en el siglo XVIII, fundamento de una gran industria pesquera amparada ya como población cabeza de alfoz, precedente del actual concello, por los Reyes Católicos. Ni que decir tiene que sus astilleros fueron de los más renombrados de Galicia en aquellas centurias. Hoy aquella tradición marinera, aunque se mantiene, ha decaído notablemente. El sector servicios y el turismo han ganado pujanza en las últimas décadas, como en toda A Mariña
Aquí se abre una gran ensenada, mayor que la de Olga da Arnela, A Enseada de Loureiro
A la derecha el Porto da Barca, al que nos hemos referido antes
La pista, muy ancha y espaciosa, recorrerá ahora todo el margen de esta ensenada
Más cerca, distinguimos bien A Punta A Lapela, en Rinlo. Más allá serían A Insua y A Punta Corveira, de las que ya hemos hablado, zona de antiguas cetáreas de marisco
Y la Punta do Mourón, que lo cierra por la izquierda, donde rompe el oleaje
Merece la pena acercarse a ver el espectáculo de la naturaleza...
Bandadas de gaviotas esperan el "desayuno" nada más asome un peixe
La pista aquí es ancha y se dirige ahora de nuevo hacia el sur siguiendo el margen acantilado
Enlazamos con el camino que bordea todo el cerro y caminamos hacia aquel pinar, donde hay un área recreativa o de descanso donde aparcan las autocaravanas
Kilómetro 8 de la Ruta do Cantábrico, entendemos que saliendo de Ribadeo
Calas, cantiles, penedos y rasa marina de la Ensenada de Loureiro, otra maravilla del paisaje. Nuestro camino recorrería aquellos campos, al fondo a la izquierda, para luego proseguir toda la línea de acantilados hacia Rinlo
Caminamos por la llanada hacia el citado área de descanso
Abajo la Praia da Areosa, esto es, arenosa dice su nombre, si bien más bien sería pedregosa, y muy agreste, de gran belleza. Dispone de buen acceso por escalera con pasamanos
A la derecha, de nuevo la Punta do Mourón, en la Enseada de Loureiro son comunes ciertos filones de cuarzo entre las rocas, formados al parecer porque en algún momento de la historia, o mejor, de la más remota prehistoria, estuvieron bañados por aguas muy calientes, quién sabe cuántos millones de años atrás
Mesas y bancos en el acceso a la playa
La placa señala la bajada por las escaleras
Forma parte del balizamiento de la Ruta do Cantábrico
Gran explanada entre la playa y el pinar
Un buen lugar para detenerse a comer el bocadillo y recomponer nuestras mochilas.
Y, cómo no, deleitarnos con este paisaje. No es esta una ruta, en realidad ninguna lo es, para hacer con prisa en el reloj. A lo lejos vemos la Punta Gallín, Punta Celeirós, Illa do Castro, Enseada da Vella...
Más allá, A Punta Mariñá y Enseada de Coedo, antes de Rinlo
En el horizonte se dice se llega a ver el cabo de Estaca de Bares, límite occidental del Mar Cantábrico, pero con suerte en días claros lo normal es ver el Cabo de Burela, y la población, con bastante nitidéz
Curva a la derecha hacia el pinar. Por aquí seguimos nosotros pista adelante. A la derecha un sendero de pescadores baja a una de estas calas
Junto a los pinos la pista hace una buena recta
Y enlazamos con la carretera local costera, yendo nosotros a la derecha
Aquí están postes y señales que nos indican la ruta a seguir
Cruce y todo recto, hasta el siguiente bosquete, que vemos a lo lejos
A los lados las casas de los barrios de Piñeira
A la izquierda, asoma sobre los tejados parte de la espadaña de la iglesia parroquial, barrio de A Eirexa, la cual fue donada con sus términos al obispo de Mondoñedo por Fernando II
Más a la derecha Río
Buenas vaquerías bajo el Monte Coroa
El topónimo piñeira, que se repite por doquier ya desde Asturias, está vinculado a la antigua abundancia de pinares autóctonos, que fueron sustituyéndose por especies foráneas maderables
Nos desviamos ligeramente de la primera línea de costa pero enseguida hemos de regresar a ella
Curva a la derecha según nos acercamos a esta fila de arbolado
Y subimos un poco
Cruce y a la derecha...
Un poco de sombra...
Y salida a los prados de Outeiro
Gran pastizal entre las casas y la carretera
Buen ganado vacuno que pace al borde de la finca...
Un buen banco, ideal para hacer un alto en esta gran llanura
La Enseada de Loureiro, de donde venimos
A Punta do Mourón, un detalle visual del paisaje que va a ser otra de nuestras referencias en los siguientes trechos de recorrido
Seguimos camino y llegamos a un cruce, cerca de Veiga de Río y Outeiro
Aquí tomamos la pista a la derecha
Las señales nos guían...
A poco más de cinco kilómetros de Rinlo y a 7 de As Catedrais
Dejamos así el asfalto y volvemos a acercarnos a la primera línea costera
Un buen trigal a nuestra derecha, materia prima para el buen pan gallego, que tanto apreciaremos en nuestros condumios...
Si nos fijamos, en el rocoso brazo de la Punta do Mourón hay una de esas cuevas con dos entradas, formando un arco marino, característica del paisaje marino de esta mariña, que llegará a su culmen en la Praia das Catedrais
Seguimos de frente, dejando a la izquierda un pequeño pinar...
Volvemos pues a la Enseada de Loureiro por este camino que discurre por el costado este de A Punta Gallín
Vemos al fondo a la derecha el pinar del área creativa frente a la Praia Areosa y la carretera por la que hemos venido, dándonos cuenta de la gran vuelta que hemos hecho en torno a la ensenada
Avanzamos primeramente todo recto y empezamos a bajar
Curva a la izquierda
Vemos que el camino baja para volver a subir, como en una montaña rusa...
Arriba, la colina de la Punta Gallín
Al bajar vemos la Punta Gallín y todo su gran promontorio ante la ensenada. En su estrucutra rocosa se perciben gravas, arcillas y arenisca. De la misma forma que hace 15.000 años la costa estaba muchos kilómetros más allá, hacia 120.000 años, con otro clima más cálido, esta zona estaba sumergida y esto se ve claramente en el depósito de materiales geológicos que presenta
Abajo hay una cabaña, o mejor dicho sus ruinas, tragadas por la maleza
Hay una maroma marinera, tal vez hubo en tiempos un embarcadero
Lo cierto es que el lugar se presta a ello, un pequeño abrigo natural, como los muchos que hay en estos acantilados
Justo ante los muros de la cabaña empezamos a subir
Abundan las grandes matas de helechos
Si bien es un tramo empinado pronto llegamos arriba, donde hay una bifurcación
Las señales de la Ruta do Cantábrico van a la derecha, bordeando toda la Punta Gallín hasta su extremo. Dado que es un paisaje marino que hemos visto y podemos seguir viendo desde la pista, proponemos seguir de frente, atajando para pasar al otro lado del cueto
Pronto empezamos a bajar, viendo a lo lejos la Punta Lapela, junto a Rinlo
La senda zigzaguea un poco
A lo lejos Burela, en el extremo occidental del Golfo da Masma, una de las pujantes poblaciones de A Mariña lucense, si bien no se constituyó en concello independiente, separándose de Cervo, en 1994. Dispone de una muy importante flota pesquera y es uno de los más importantes puertos pesqueros del Cantábrico, precisamente en el año de su independencia municipal se constituyó en la base de toda la flota bonitera española, unos 350 barcos, en la llamada Guerra del Bonito, que enfrentó a las flotas española, francesa e inglesa, por el uso de redes de deriva ilegales. También la merluza y el pez espada constituyen buena parte de sus capturas, creándose a raíz de ello una importante industria conservera
Unos años antes, en 1984, al crearse el Hospital da Costa, Burela se convirtió en la capital sanitaria de A Mariña. La población ha crecido exponencialmente estos años, pues hay además industrias madereras y cerámicas
Desde aquí tenemos además una muy buena vista de la gran planicie, cubierta de vegetación, de la Punta Gallín
Pronto enlazamos con el camino señalizado que ha dado la vuelta a este cabo, yendo ahora nosotros a la izquierda, y dando vista ahora a otra ensenada, A Enseada da Vella
Otro precioso muro acantilado con numerosas cuevas y un castro, el castro de Fornelos, en el lugar de Os Castros y que tiene enfrente la Illa do Castro, sin duda vinculado al antiguo recinto fortificado, protegiendo muy posiblemente un fondeadero como puerto natural, donde habría actividades de pesca y marisqueo, si bien tampoco se descarta estuviese relacionado con los yacimientos auríferos costeros localizados en esta comarca, los cuales serían continuidad de los existentes en un gran territorio que, por el sur, llegaría a Las Médulas, abarcando el noroeste de la actual provincia de León, la zona occidental asturiana y el oeste gallego, junto con zonas de Portugal
La isla parece inexpugnable y sería fácil de reconocer para cualquier embarcación que se aproximase a puerto desde el mar
Al sur, a lo lejos, las casas de O Outeiro, otro de los barrios de la parroquia de Piñeira
Otro de los postes de la Ruta do Cantábrico
Vista hacia la Punta Fereilós, a la izquierda del promontorio de la Punta Gallín
Vemos el camino, sobre el acantilado, por donde iremos al castro
Pero, primeramente, hemos de bordear todo este sector de la ensenada
O Outeiro y las grandes praderías llanas de esta rasa marina...
Fijémonos también en la cantidad de cuevas...
Por alguna razón, eminentemente defensiva, los pobladores de gran parte de Europa se fortificaron en castros a partir del año 800 a.C. comunmente se cree que coincidiendo con la llegada de pueblos indoeuropeos procedentes del continente, celtas, preceltas y paraceltas, según división de algunos historiadores, unos eran poblados, algunos realmente grandes, otros pequeños reductos defensivos, pero el mapa de buena parte del continente se llenó de estos reductos, en la costa, en el interior, casi siempre aprovechando defensas naturales o lugares estratégicos
Los castros con su isla enfrente es una característica muy especial dentro de los recintos localizados en este litoral, lo vimos en el de As Grobas y lo veremos en varios más cuando recorramos las playas de Barreiros
La ensenada se estrecha notablemente aquí, formando un largo pasillo a nuestra derecha
A la derecha la pared del alto acantilado que lo cierra por ese lado
La pista sigue hacia el sur y luego va a la derecha
Y acto seguido las señales nos indican tomar esta senda
La pista por la que vinimos, a la derecha, y el camino por el que vamos. Entre los dos, tapado por la vegetación, el abismo
El sendero se estrecha pero se pasa bien
Poco a poco vamos acortando distancias...
A la izquierda hay una pared rocosa, cubierta también de malezas, que parece haber sido labrada a cincel en la misma peña
Un poco más allá vemos el pasillo entre los acantilados, en torno al que el camino hace una U para bordearlo, se dice se trata de una furna o gran hondonada formada por la erosión marina, formando galerías que, con el tiempo y la misma erosión, quedó comunicada por arriba también por el mar, a manera de cañón. Aquí desemboca el Rego de Moreira
Insistimos, nunca nos acerquemos al margen, podemos verlo y hacer fotos perfectamente desde la seguridad del camino
Y por aquí sigue lo que parece una gran tajada vertical en la roca madre...
Un loureiro o laurel
El camino pasa encajado entre estas paredes...
Pero ya salimos de nuevo a las grandes praderas de la mariña y sus extensos campos abiertos
Aunque de lo abiertos es un decir, pues están guardados en este tramo por un alto muro de piedras...
Nos llama mucho la atención su altura y grosor además de su perfecta verticalidad y encaje de piedras
En la distancia a la derecha la Illa do Castro nos advierte de su ubicación
Es otro de los lugares percebeiros de la costa ribadense, con interesantes formas geológicas causadas por el batir del mar y el viento en las rocas de pizarras y cuarcitas
La senda, también aquí encajada en una trinchera sigue recta y sube un poco
Otro estrecho paso que parece también uno de aquellos fosos castreños o grobas
Y ya tenemos enfrente la Illa do Castro, con sus abruptos cantiles...
Y al lado la Punta do Castro, el reducto castrexo, que vamos a conocer
En esta zona existe el topónimo Ollos Mouros, acaso referidos a las cuevas y a los míticos mouros, nombre con el que popularmente se llamaba a los antiguos, o a los paganos y no cristianos, en este caso los pobladores del castro sin duda
Illa y Punta do Castro a un lado y al otro la Punta Feleirós
Ya vemos cerca la corona o croa del castro, cubierta de helechos
Acantilado a nuestros pies...
Subimos levemente unos metros
Vuelve el camino a encajarse entre dos paredes ...
Es el paraje de Os Castros, que da paso, enfrente, a la parroquia de Vilaframil
Y de frente sigue el camino, pero a la derecha podemos visitar el tan mencionado castro de Fornelos,, uno de los numerosos castros galaicos que jalonan este litoral, recintos fortificados que albergaron a aquellos antiguos pobladores que guardaban estos puertos naturales de pesca y comercio de la antigüedad.
Textos explicativos al llegar al castro de Fornelos
El camino que va al castro se adentra en esta gran helechal que oculta en gran medida la forma de su antigua estructura
Una pradería nos permite ver su sector oriental, donde hay señales de un par de fosos
La configuración de la costa forma en sí misma una apropiada defensa marítima natural, otra cosa es hacia el interior, donde habían de levantarse parapetos y hacerse fosos
Entre los helechos, un paso pisado, que apenas se ve, nos llevará al sector occidental
También aquí una pequeña ensenada, A Posta Mansa, forma un foso natural
Al otro lado los campos de Veiga del Río y As Pudias, A lo lejos la Punta Corva Mariña
En bajamares asoma una pequeña playa de regodones. La verdad es que tiene toda la apariencia de un embarcadero natural, con buen abrigo
Y llegamos a la gran explanada central de la corona del castro, donde crece la hierba
Un sendero la atraviesa de parte a parte
Estamos en la Punta do Castro, donde han aparecido cerámicas romanas y prerromanas
Y esta es la Illa do Castro, en su posición prominente ante el mar, guardián de la memoria de los habitantes del lugar
Otra vista del sector occidental y su escarpada defensa rocosa
Dando vista a As Pudias y Punta de Corva Mariña, regresamos por donde hemos venido...
Y retomamos el camino donde el cartel...
Parece como si el camino hubiese sido también un foso de los castreños, lo cierto es que es seguro que debe de ser muy antiguo
Os Castros, salimos a este prado
Aquí salimos a otra pista,,,
Y tomamos el ramal de la derecha
Un poste caminero nos informa del trayecto correcto
Y volvemos a las helechales al borde del mar
Curva a la derecha...
Bifurcación y a la izquierda...
Todos estos campos son un gran mar de helechos... a lo lejos vemos unas casas, junto a las que vamos a pasar
Puente o pasarela de madera sobre O Rego Espadanal... topónimo relacionado con la planta de la espadaña, que crece en estos entornos acuosos
Toca ahora un poco de subida...
El sendero entre los setos silvestres...
Y continuamos por el gran sendero de la Ruta do Cantábrico
Proseguimos ruta por este camino costero siguiendo sus señales
A la derecha los acantilados en torno a la Punta Corva Mariñá
Este es el cruce con la pista que va a las casas que veíamos antes: nosotros seguimos por el sendero, a la derecha
Senda que serpentea siguiendo la forma de la costa en la Corva Mariña
A nuestra derecha formidables roquedos. Todo estos entrantes forman refugios naturales
Ya a lo lejos la Illa do Castro
Y A Punta Feleirós y, más atrás, Pena do Mourón y Punta de Mourón
En este tramo abundan especialmente los postes indicadores
Y así caminamos sobre el costado oriental de A Punta Corva Mariñá
Puestas de pesca en nuestro itinerario...
Subimos a lo alto de este cabo-promontorio
Hay un cruce en el que vamos a seguir de frente, siempre próximos al margen de costa
Ahí está A Punta Corva Mariñá propiamente dicha
Estamos en términos de la parroquia ribadense de Vilaframil, justo en medio de la costa cantábrica de este concello de A Mariña lucense o Mariña Oriental gallega
Los postes señalizadores son nuestra guía en todo momento
La senda es terrosa, con bastantes piedras, un encanto de camino rural y agreste al lado del Cantábrico
Al sur, las montañas siguen siendo nuestra referencia visual hacia el interior
Monte Coroa y Montre do Mondigo
Distinguimos bien los penedos de su cima, así como las antenas
Nuestro camino, como casi siempre al borde del mar...
Más puestas de pesca a cada paso que damos...
Ahora subimos un poco la colina de A Punta Corva Mariña
Pescadores de caña echan el anzuelo...
Según subimos podemos ir atendiendo a todos los detalles...
Como por ejemplo, esta gran formación rocosa que acabamos de dejar atrás
Ahí está uno de esos puentes o arcos que tanto caracterizan a esta costa de oquedades, cuevas, furnas y todo tipo de caprichos geológicos, dignos de estudio y admiración
Los estratos, lineales, perfectamente superpuestos, también nos llaman poderosamente la atención
Luego de ver lo próximo e inmediato vamos a hacerlo con lo más lejano, al este
El puerto de Tapia, en Asturias, cuya variante en el Camino Norte lleva en este momento sin duda el mayor número de peregrinos, en detrimento de los caminos oficiales, que discurren unos pocos kilómetros más al interior. Sin duda, la proximidad a los bellos parajes costeros, con sus playas, han influido notablemente en ello. No obstante la población tiene una larga tradición jacobita, pues tuvo un hospital de peregrinos que era propiedad de los vecinos
Del hospital de Tapia, como de tantos otros, perdida su documentación más antigua, solamente conocemos de él con los primeros catastros, como el de la Ensenada, a mediados del siglo XVIII, cuando estas instituciones, muy posiblemente nacidas en la baja Edad Media, sino antes, languidecían en su ocaso pero, ya por entonces arruinado, tenía de renta 18 medidas y media de trigo, once reales y más de tres días de bueyes de tierras de labor, usufructuadas por Juán Fernández de Salave, quien a cambio debía albergar a los romeiros. En este contexto destacan las noticias del peregrino picardo Guilleume Manier, quien, en su peregrinación a Santiago en 1726, dice que "mendigando, tuve cinco sardinas, diez huevos y cuatro o cinco libras de pan o broultte"
A la izquierda de la villa tapiega destaca A Illa de Tapia, donde su faro, inaugurado en 1859 con ampliaciones en 1922 y 1962, en la Illa de Tapia, isla enfrente del puerto, unida a tierra por un malecón y a la que se añadió un buen dique de abrigo
Enfrente del puerto de Tapia a la izquierda, el islote El Horréo. Más cerca seguimos viendo el Penedo do Corvo
Ya llegamos a la cima del altozano...
Pescadores a la derecha...
Parece están picando...
Curva a la izquierda, pasando la Punta Corva MariñáEl camino como siempre rodea cada cabo, cala, punta, ensenada, entrante y saliente de esta hermosa costa
Ahora, hermosos roquedos blancos a nuestra derecha, en Barbeitos, topónimo referido a los plantíos de barbecho, aquellos que se dejan sin roturar ni cultivar un tiempo, varios años, para que recuperen sus propiedades, esto es, que descanse la tierra. La rotación de cultivos, técnica implantada posteriormente, conseguía lo mismo pero sin dejar el campo sin producción, por lo que se supone que el topónimo debe ser antiguo, tal vez medieval. El crecimiento de los grandes núcleos urbanos avanzando el siglo XIX propició que estas grandes llanuras de la rasa se especializaran, como muchas otras, así como valles interiores, en la explotación ganadera de leche y carne, haciendo de estos terrenos enormes pastizales, que con el tiempo serían parcelados
De nuevo aparece a nuestra vista Rinlo, el puerto de pescadores, enclave gastronómico e históricas cetáreas
Un poco más cerca, a la izquierda, vemos el camino, ganando altura en otro otero, dirigiéndose allí
Un alto campanario, picudo y estilo torre, delata la ubicación de la iglesia parroquial, a la entrada de Rinlo por la carretera que comunica con la N-634
La iglesia parroquial es del año 1930, anteriormente los cultos se celebraban en una capilla, que fue sustituida por este nuevo templo. Ya en 1896 el crecimiento de Rinlo propició que se constituyese como parroquia independiente, eclesiástica y civil, independizándose de la de A Devesa
A la derecha de las casas está el Campo do Cristo, pradería sobre el acantilado de A Punta da Lamela y entrada al Porto de Rinlo, aprovechando la pequeña ría que forma en su desembocadura el Rego de Xulián
Más allá aún los peñones y acantilados de A Ínsua y Punta Corveira. Allí reconocemos uno de los edificios de las antiguas cetáreas, junto al que pasaremos en su momento
Campos de As Pudias, después A Granda
Penedos ante el mar en el sector oeste de la Punta Corva Mariñá
La pista caminera no ofrece pérdida, continúa bien marcada por la rasa...
Barbeitos y As Lombas...
Es camino serpentea por As Lombas, no es extraño este nombre en este lugar de continuas lomas y altozanos
Ensenada entre Barbeitos y As Lomas
Ahora un poco de bajada, viendo enfrente el gran Golfo da Masma, cerrado al oeste por el Cabo Burela
Bifurcación y a la izquierda, por la pista principal
Explanada de As Lombas, en el kilómetro 9 de la Ruta do Cantábrico
En este gran rellano el camino sigue a la izquierda y luego, en el cruce, baja a la derecha, pero también podemos atajar de frente
Pero antes contemplaremos el paisaje que se nos ofrece delante de nuestros ojos
A la derecha el mar bate contra cantiles y rocas...
La Punta As Lombas
Aquí hay otra pequeña cala: veamos además los estratos rocosos
Rampa pedregosa sobre el oleaje, a nuestra derecha
Pero primero hemos de bajar a esta cala
Este es el sendero que ataja, todo recto
Llegamos abajo y seguimos de frente hacia el camino, bien visible y marcado
Bajamos un poco a la izquierda...
Pronunciada vuelta antes de subir
Hay aquí una pequeña playa, a la que se accede por estas escaleras
Bordeamos también esta cala...
Y pasamos por esta pasarela de madera
Subimos entonces ahora todo de frente...
Líquenes marinos en el pasamanos...
Vamos ahora adelante cuesta arriba
Las piedras son también aquí enormemente claras y reflejan casi con destellos la luz del sol
Las charcas que se forman son pequeñas piscinas naturales al bajar la marea...
Otro bello rincón lleno de encanto en la costa de Ribadeo, paso del Camino
Pronto llegamos arriba...
Son los campos de A Serra, antesala de otra de las muchas ensenadas que veremos en esta travesía marítima
Es A Enseada de Liñares, entre A Serra y los acantilados de Rinlo
El Camino vuelve aquí a llanear...
Al ir avanzando hacia el occidente, vamos viendo más nítidamente la lejana costa hacia el Cabo Burela, con las montañas de O Valadouro y los Montes dos Cabaleiros
Burela destaca, como Foz, por los edificios del casco urbano, una línea blanca de casas. Fue, como todos o casi todos los de este litoral, puerto ballenero de importancia, incorporado en 1593 a la Corona Real por Felipe II, tras siglos de apetencias señoriales. Se trataba del coto redondo de Santa María de Burela, con carta de privilegio en favor del obispo de Mondoñedo, antigua capital que este territorio, una de las que fueron siete provincias del antiguo Reino de Galicia. Con 116 familias en 1750, contaba con tres embarcaciones balleneras en 1750, que pasaron a seis cuatro años después
Luego, cuando en el siglo XIX se suprimen los señoríos, se crean los nuevos ayuntamientos, siendo Burela àrte del de San Julián de Nois, que en 1845 se integraría en el concello de Cervo, siendo, aparte de la pesca, sus principales industrias la pesca, la agricultura, la harina de las moliendas y los telares, con Reales Fábricas de caolín que, pese a cerrar en 1875, siguen con la fabricación y exportación de caolines locales. Empezando el siglo XX se inaugura la fábrica de cerámica Cucurny y los antiguos salazones se transforman en las nuevas fábricas de conservas de pescado
En 1931 se construye un muelle de abrigo, en 1972 llega el ferrocarril Ferrol-Gijón, se fundan serrerías y se incrementa la exportación de caolín, acudiendo a trabajar y establecerse muchas familias de toda la comarca, especialmente de las zonas rurales y pequeñas villas
También aquí el camino serpentea por el cueto ante la Enseada do Liñares o de Coedo, con Rinlo en lontananza, asentado en uno de los entrantes del mar más propicios de esta costa, en A Areosa, zona arenosa como su topónimo indica
Es otro frente costero con una larga línea acantilada de cuevas y calas que son excelentes criaderos naturales de mariscos
Como siempre, el camino costero sigue bordeando la costa por su mismo margen
Al sur tal vez podamos reconocer las instalaciones del Aeródromo de Vilaframil, dedicado a la aviación deportiva, que se extiende aprovechando la llanísima pradería existente
Al lado del aeródromo se encuentra la fábrica de Construcciones Aeronáuticas de Galicia
En esta curva un cierre de madera nos separa, para mayor seguridad, de la pared del acantilado
Desde aquí vemos bien hasta el mismo fondo
Una recóndita cala, prácticamente oculta desde el mar
Enseada do Liñares y franja costera con los penedos, cuevas y acantilados de O Foxo de Vilaframil, A Cavarnada, O Foxo Redondo, A Saldoira y Cerredo, rocas y cantiles hacia Rinlo
En Rinlo, el campo de la iglesia y las casas de la Avenida de Ribadeo, comunicación con la capital del concello
Un poco más allá, al otro lado de los árboles, está el camping de Rinlo Costa, una buena opción de alojamientos en esta ruta
Entre la iglesia y los acantilados pasa el camino, que sigue en ese trecho unos metros la carretera local antes de entrar en el pueblo
Uno de los grandes benefactores de Rinlo fue Jesús Rodríguez Murias, acaudalado emigrante indiano que legó a su pueblo y al concello de Ribadeo un importante capital que se empleó en obras benéficas y públicas, como la escuela del pueblo o la traída de agua potable a Ribadeo
Y por la misma orilla de la pared del precipicio, pero suficientemente separada de él discurre la senda costera
De frente ahora de nuevo el Monte Coroa y el Monte Mondigo
Mondigo, inconfundible con su roquedo y sus antenas en lo alto
Una fantástica visual de este tramo de mariña hasta Rinlo
Entre las puntas de A Lapela y Corno grande asoma un poco mejor la entrada al Porto de Rinlo
Además de la escuela fundada por Don Jesús Rodríguez Murias, existió otra, dedicada a enseñanzas de navegación y pesca, patrocinada por otro indiano, Don Inocencio Aguilar y López. Pero si los pescadores de Rinlo tuvieron su escuela, los agricultores de esta parte de A Mariña, también tuvieron la suya, esta en Vilaframil, la Granja-Escuela Pedro Murias, dedicada a su fundador, ribadense emigrado a Cuba, actual Centro de Capacitación Agraria dependiente de la Xunta de Galicia
Enfrente de la iglesia, en el camino al camping, están las casas del Campo de María Méndez, a la derecha otro grupo es el situado en torno al Campo de San Pedro. Más a la derecha, ya sobre el puerto, que no vemos desde aquí, las de Rúa Nova y Cotarelo
Subimos una pequeña cuesta entre las espineras y helechales
Y nos detenemos en mitad de la subida
Un buen lugar para una foto, aunque aquí todos lo son
Abajo, un camino a la ensenada
Camino que baja justo allí delante...
La pared del acantilado, que vista enfrente daba una sensación de paredón con una cierta rectitud, al verlo de canto muestra su fragosa costa de salientes y entrantes, como picos de sierra
Campos de Caínzos. Por allí suben los ciclistas
Enlazamos con el camino que baja al acantilado y seguimos de frente
Pero acto seguido hay que ir a la derecha
Primero una buena bajada...
Perdemos altura rápidamente
A lo lejos Burela, atalaya del mar...
Final del descenso en otro maravilloso paraje marino...
Hay aquí un rellano en lo que parece haber sido en tiempos una especie de cantera...
Después de bajar hay que subir, como bien se suele decir...
As Lombas, ya a nuestras espaldas
Por aquí veíamos subir antes a los ciclistas
Vamos llegando arriba
Curva a la izquierda
Al fondo uno de los postes señalizadores de la Ruta do Cantábrico
A lo lejos el Monte Mondigo remarca su silueta...
Aquí salimos a la carretera, viendo de frente, más allá de los setos, la pista del aeródromo
Por la carretera bajaremos primeramente al Rego da Capela o de Caínzos antes de entrar en Rinlo por su puerto pesquero
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