Avenida de la Costa y Zarracina |
Siguiendo las conchas doradas que jalonan el itinerario xacobeo por la ciudad de Gijón/Xixón recorremos la Avenida de la Costa, que vendría a seguir más o menos el itinerario del milenario camín real costero que recorría desde tiempos ancestrales el paso natural de la rasa litoral asturiana que se extiende entre las montañas y el mar paralelo a las sierras costeras y la Cordillera. De esta manera, atravesando el casco urbano de este a oeste, por la zona de Los Campos dejamos el barrio de L'Arena y entramos en el del Centro por Zarracina, una antigua barriada obrera que tomó el nombre de la industria sidrera de este nombre, Industrial Zarracina, que se estableció en el barrio, antes llamado El Tejedor, en 1863, tras su primera sede en Somió, y donde permanecería hasta su traslado al Polígono de Porceyo a finales del siglo XX
Este trayecto, antaño entre campiñas y cercanos a las dunas y arenales, pasa ahora encajado entre bloques de pisos, construidos a partir del desarrollismo de las décadas 1960 y 1970 sobre otras casas más antiguas, viviendas obreras en gran parte, construidas en este antiguo espacio fabril creado en el llamado Ensanche del Arenal, por donde la ciudad creció al este fuera de la muralla en estrella construida a partir de 1836 a causa de la Primera Guerra Carlista y que empezó a ser demolida unas tres décadas después pues entorpecía seriamente el crecimiento natural de la aún pequeña villa
Cruzamos aquí la calle Enrique Martínez que, uniéndose a la de Alfonso I, enlaza con la antigua Carretera de la Costa, que pasó a ser Avenida de la costa "debido a la propuesta de la Unión de Comerciantes de Gijón (solicitud del 4 de mayo de 1989), que no entendían el calificativo de carretera para una vía tan céntrica y comercial", nos dice el cronista oficial Luis Miguel Piñera en su libro Las calles de Gijón. Historia de sus nombres. Antes aún, eran esto campiñas y solares en las inmediaciones de las dunas y marismas del arenal de San Lorenzo, gran playa urbana gijonesa que, no obstante, desaparece casi en las pleamares al haberse edificado estos barrios literalmente encima de ella y su antigua franja dunar
"Félix Hatre Contat nació en Gijón el 24 de noviembre de 1864. Su familia, francesa de origen, procedía de Lyon. El padre había venido a trabajar como soplador en la Fábrica de Vidrio «La Industria», en la que también se emplearía el propio Félix. Pianista, compositor y profesor de música, participó activamente en la vida gijonesa, formando parte desde muy joven de agrupaciones como «La Armonía» o «Los niños Chorones». En 1903-1904 presidió el Ateneo Casino Obrero, impulsando bajo su presidencia la creación de la Biblioteca Circulante. En 1905 figuraba como vicepresidente de la sociedad y en 1930 como tesorero de la Asociación de Profesores de Orquesta de Gijón. Cuando Pachín de Melás le entrevistó para La Prensa en septiembre de 1933 nos lo describe en su «despacho lleno de fotografías, mapas, recuerdos de viaje, recuerdos de la guerra, un gran musiquero lleno de partituras. Desde niño es profesor de música don Félix Hatre. Vivió intensamente la vida artística gijonesa, formando parte de agrupaciones que por su actuación estuvieron más en contacto con el pueblo. Su conversación es amenísima, ayudada de su mucha memoria y vasta cultura».
Desarrolló también Félix Hatre actividades empresariales. En 1925 asiste a una reunión de navieros y consignatarios convocada por el alcalde para crear la Estación de Radiotelegrafía y de Salvamento de Náufragos. En 1930 ocupa el puesto de vocal de la Cámara de Propiedad de Gijón, cuando la presidía Emilio Tuya. Su único hermano, Antonio Hatre, fue propietario de un almacén de construcción.
Félix Hatre murió el 5 de febrero de 1941. En 1891 se había casado con Clara Vega Fernández, que le sobrevivió hasta 1945, y con la que tuvo 3 hijos. Uno de ellos, Carlos Hatre Vega, perito industrial, fue también aficionado a la fotografía.
La sensibilidad artística de Félix Hatre queda patente en sus fotos. Cuidadoso en la técnica, el encuadre y la composición, el paisajismo dominante en sus imágenes convive a veces con temas más familiares o costumbristas."
"Tomás Zarracina Rodríguez fue el gran patriarca republicano gijonés hasta su fallecimiento, en 1898, un año después de la fundación del diario «El Noroeste», el 11 de febrero de 1897 (con redacción, administración e imprenta en el número 1, bajo, de la calle de Covadonga), naturalmente de tendencia republicana, puesto que el señor Zarracina figuró entre sus fundadores.
Pero no llega a esta crónica el apellido Zarracina por cuestiones políticas, sino por dar nombre actualmente a una zona de la villa que desde mediados del siglo XIX y hasta casi las postrimerías del XX fue, en muy escaso territorio, un emporio de empresas que durante décadas dieron trabajo a cientos de familias. Una de ellas la fábrica de sidra champanizada que aún lleva el apellido Zarracina.
En una ciudad en permanente crecimiento urbano, como es el caso de Gijón, algunos viejos topónimos han desaparecido de la memoria popular hace muchos años, como es el caso del Balagón, la zona que comprendía, aproximadamente, entre el ensanche del Arenal, por el Norte, y el bulevar de San José (la actual avenida de Pablo Iglesias) por el Sur, mientras que por el Este tenía su límite en el bulevar de la Cruz (ahora la calle de Ramón y Cajal) y por el Oeste la calle de Cabrales.
A finales del siglo XIX la carretera de la Costa o de Villaviciosa marcaba los confines de la trama urbana en aquella parte de la villa, dejando hacia el Sur las pendientes vegetales de Ceares y El Coto de San Nicolás. En una parte de los terrenos del Balagón, concretamente entre las calles del Tejedor (ahora del Doctor Bellmunt) y de San Luis, comenzaron a asentarse varias empresas de distintos sectores productivos, una de ellas la heredera del llagar de sidra La Asturiana, que Zarracina había fundado en Somió a mediados de aquel siglo.
En las páginas del libro «La ciudad de vapor. Historia de la industria y el comercio», editado en el año 2000 y escrito por Paz García Quirós y José María Flores, se relata que La Asturiana fue la empresa pionera en gasificar la sidra, creando la sidra-champán, y «a partir de 1863 localiza la factoría contigua a la carretera de Villaviciosa», en unas instalaciones creadas en principio «para la fabricación de chocolates y harinas».
Diecisiete años después del fallecimiento de Tomás Zarracina sus descendientes vendieron la razón social Viuda e Hijos de Tomás Zarracina a Amadeo Álvarez-Buylla, conde del Real Agrado (que da nombre a la calle que comienza en la avenida de la Costa y termina en la de Acebal y Rato) y que enriquecido en Cuba, en 1915 constituyó la sociedad anónima Industrial Zarracina. Con instalaciones actualmente en Porceyo, puede considerarse, teniendo en cuenta sus antecedentes, la empresa más antigua de las que existen en Gijón.
Precisamente en las páginas especiales de publicidad de «El Noroeste» del 15 de agosto de 1930 encontramos dos dedicadas a «La renombrada sidra champagne de Industrial Zarracina y la modernización de su gran fábrica», en las que se recordaba que «fue en Gijón donde se creó la primera fábrica de sidra champagne de Asturias, una fábrica a base exclusivamente del zumo de la manzana, de modo que pudiera resistir y conservarse inalterable en todos los climas. El precursor fue don Tomás Zarracina, con su primitiva fábrica de Somió».
En el publirreportaje de «El Noroeste» se insistía en la modernización de las instalaciones de Industrial Zarracina emprendida por la propiedad para que «la fábrica, en terrenos del antiguo barrio del Balagón, dispusiera con la amplitud debida, de todos los departamentos que la industria modernizada reclamaba».
La modernización del proceso productivo planteó a la propiedad el dilema de prescindir de una parte de la plantilla, aunque, seguimos leyendo en «El Noroeste», «ninguno saldrá de la fábrica. Allí continuarán todos trabajando menos, pero percibiendo sus salarios de siempre. Únicamente vacando las plazas, se irá a su amortización».
En 1964, Industrial Zarracina fue adquirida por la empresa villaviciosina Valle, Ballina y Fernández, que en 1991, tras un acuerdo a tres bandas, incluyendo al Ayuntamiento de Gijón, cedió sus instalaciones del Balagón a cambio de terrenos municipales en Porceyo donde asentar su nueva fábrica y su construcción a cargo de la empresa que levantó dos bloques de viviendas en parte de los 8.000 metros cuadrados que ocupaba la industria. Otra parte de los terrenos es, desde 1998, el parque de Zarracina.
En la actualidad, la champanera produce anualmente en Porceyo unas 200.000 cajas, explicó el gerente de la empresa, José Rodríguez Somonte, que se venden en el mercado nacional (especialmente en Tenerife) y en sus tradicionales de Puerto Rico, República Dominicana, México, Venezuela y Cuba, país al que en los años cincuenta Industrial Zarracina despachaba anualmente 150.000 cajas de sidra achampanada y donde se hizo muy popular un combinado de brandy y sidra gasificada con el nombre de «España en llamas».
Pero la historia del antiguo barrio industrial del Balagón quedaría incompleta sin citar otras empresas que fueron señeras en Gijón, como es el caso de la panadería Zarracina, que compartía manzana con Industrial Zarracina entre las calles de San Luis, del Conde del Real Agrado y de Acebal y Rato. En sus hornos se quemó el primer cargamento de carbón que comercializó Mina La Camocha, el 30 de septiembre de 1935.
También la Fundición de Acebal y Rato, que estaba situada en la calle del mismo nombre, entre las del Doctor Bellmunt y de San Luis, y en esta última los talleres de Cofan, dedicados a la fabricación de maquinaria y utensilios para la agricultura.
En la parte de la calle del Príncipe más próxima a la de Cabrales, frente al campo de fútbol del equipo Visnú, que lindaba con el convento de las Siervas de Jesús, se encontraba, cuenta Juan Martín Merino, «Juanele», natural del Balagón, la carpintería del padre de los futbolistas Ramón Herrera, «El Sabio», y Eduardo Herrera, «Herrerita», donde estaban especializados en hacer escaleras de caracol y puertas giratorias."
En la calle Garcilaso hubo también varios patios de casas humildes, como El Patión de Baquero, donde nació la actriz Aurora Sánchez de Arriba o las Ciudadela de Tomás Zarracina, que este alquilaba a sus empleados para que viviesen lo más cerca posible de la fábrica
"Apellidos —unidos comercialmente— de los dos propietarios de un taller de fundición que existía en esa zona del barrio industrial de El Tejedor. Se trata de Sabino Acebal y Calixto Rato y Roces, que inauguraron su empresa en 1891 para la fabricación de cocinas, estufas, camas, etc. Calixto Rato fue el nombre que llevó en tiempos el actual parque de Fernando VI, en El Cerillero"
Estos terrenos de El Balagón habían sido primeramente ganados al extrarradio de las desaparecidas defensas de las carlistadas y parcelados por el empresario Manuel Sánchez Dindurra, al que se le dio el nombre de la calle paralela a esta avenida a la derecha, por lo que la zona es conocida actualmente como "Dindurra" y aparece mencionada así como tal en un acta municipal del año 1899
"Marino asturiano fallecido en Cuba durante la guerra de 1898. Había nacido en Castropol en 1845. Fue muy famoso el viaje que realizó alrededor del mundo a bordo de un velero llamado Nautilius. Aparece esta calle en algunos planos-callejeros como calle Villaamil Fernández, no ciertamente incorrecto, ya que su padre era Fermín Villaamil y su madre Rosario Fernández. («El Capitán de Navio Fernando Villaamil», por Efraín Canella, en el diario La Nueva España del 16 de junio de 1998). Para una total información sobre el marino es obligada la lectura de El capitán de la Reina, obra póstuma de Óscar Muñiz, una historia novelada sobre la vida de Villaamil que se publicó al poco tiempo de la muerte del autor y en el Plaza de Fernando VI. centenario de la de Villaamil."
"Manuel Sánchez Dindurra (Gijón, 1859-1933), promotor de edificaciones en el barrio —antes Balagón de Rendueles— y propietario del conocido teatro en Begoña, así como empresario taurino. «Se cuentan numerosas anécdotas referentes a su intervención como empresario taurino, entre otras aquella de haber pagado en calderilla al célebre diestro Guerrita el importe de un contrato por haberse negado el torero cordobés a aceptar una pequeña rebaja en sus honorarios» (necrológica publicada en El Comercio el 4 de mayo de 1933). Un exhaustivo informe sobre las realizaciones urbanísticas de Dindurra es el realizado por Agapito González Ordóñez, funcionario municipal jubilado, y, como otros suyos, sin publicar. En él se informa también sobre «la extraña mutación de un apellido» (el de Dindurra precisamente) que aparece en los libros de nacimientos de mitad del XIX como Sánchez Indurria, Sánchez Indurra o Sánchez Andurria, incluso aplicado a hermanos…, parece que al final todos cambiados por Dindurra.Nombres anteriores: Travesía de Dindurra (Parcial). Desconocemos a qué calle se refiere el Padrón de Vecinos del año 1900 cuando cita la «travesía de Dindurra», pero sí aclararemos que, aunque el Ayuntamiento en ninguna sesión aprobó el nombre de calle Dindurra, el 28 de enero de 1891 el propio Manuel S. Dindurra, al solicitar una licencia de construcción, llama así a la calle. Y, de hecho, esa autorrotulación por parte del empresario y constructor quedó inamovible."
"Lo de «zona urbanizada» es un concepto que está bien definido en el Callejero de Gijón de Pimentel, precisamente de esos años veinte. Pérez Pimentel traza en el plano que acompaña al callejero una línea que marca esa zona y que va desde el puente del Piles pasando por Pérez Galdós (avenida de Castilla), Boulevard de San José (Pablo Iglesias) y Cifuentes (Manuel Llaneza) para enlazar con la calle Cangas de Onís, Avilés, Sanz Crespo y el muelle local. Esa era la zona que dependía del municipio en los años veinte, y cuya nomenclatura, careciendo de rotulación, era aplicada por los vecinos."
"La calle, en principio pensada para honrar a Figueras en esos años de la Segunda República, fue la de San Francisco de Paula Jovellanos, una calle que curiosamente santificaba al hermano de Jovellanos, pero los concejales rectificaron en la misma sesión quitando el San a la calle del Fumeru y dando a Estanislao Figueras la que mencionaba a la monarquía. En realidad, el acuerdo municipal del 2 de junio."
"El pasado enero, en la avenida de la Costa esquina con Santa Doradía, echó el cierre el kiosco Ojanguren después de casi medio siglo de actividad. El bajo, que tiene ubicación y visibilidad (también mucho tráfico de paso) empezó como zapatería."
A su derecha y en dicha calle Santa Doradía está la Filatelia Gijonesa, señero establecimiento abierto en 1988, regentada por Avelino González y a quien Susaja Tejedor, también de El Comercio, entrevista el 15-7-2021:
"Avelino González está impregnado de ese olor tan característico que produce el papel. Pero con cierto aire añejo, el que le proporciona la humedad, lo veterano. A su alrededor, sellos, monedas y billetes, un paraíso para los coleccionistas. Un edén para los amantes de la filatelia y la numismática. Desde 1988 regenta la Filatelia Gijonesa en la calle Santa Doradía. Un buen nombre para un ovetense. «Nací en Oviedo y de allí es mi familia pero mi padre era un enamorado de Gijón. Por cuestiones de trabajo comenzó a visitarla con mucha frecuencia y a mí me encanta. Ya soy 'fifty/fifty'».
Aquí se asentó y aquí vive y desgrana su pasión. A través de su progenitor descubrió este arte del coleccionismo. «No hay tradición en mi familia pero mi padre era coleccionista de sellos y dejó su trabajo para adentrarse en este mundo. En aquel entonces, allá por 1975, los sellos se encontraban en estancos y en algunas librerías. No había establecimientos específicos, apenas».
Avelino González está impregnado de ese olor tan característico que produce el papel. Pero con cierto aire añejo, el que le proporciona la humedad, lo veterano. A su alrededor, sellos, monedas y billetes, un paraíso para los coleccionistas. Un edén para los amantes de la filatelia y la numismática. Desde 1988 regenta la Filatelia Gijonesa en la calle Santa Doradía. Un buen nombre para un ovetense. «Nací en Oviedo y de allí es mi familia pero mi padre era un enamorado de Gijón. Por cuestiones de trabajo comenzó a visitarla con mucha frecuencia y a mí me encanta. Ya soy 'fifty/fifty'».
Aquí se asentó y aquí vive y desgrana su pasión. A través de su progenitor descubrió este arte del coleccionismo. «No hay tradición en mi familia pero mi padre era coleccionista de sellos y dejó su trabajo para adentrarse en este mundo. En aquel entonces, allá por 1975, los sellos se encontraban en estancos y en algunas librerías. No había establecimientos específicos, apenas»."
La calle, que comunica con la Plazuela o Plaza San Miguel, cuyos árboles vemos al fondo, pasó a ser llamada Leopoldo Alas al llegar la Primera Republica en 1931 y es que, como dice Piñera, "Antes de tener la actual calle que sube hacia El Coto, el autor de La Regenta fue titular de esta tradicional calle gijonesa durante el transcurso de la Segunda República y la guerra civil. Leopoldo Alas vino a Gijón en muchas ocasiones, sobre todo para participar en actos organizados por el Ateneo Obrero". En 1937 y tras la caída de la ciudad en poder de los nacionales volvió a estar dedicada al clérigo pero quitándole la palabra 'abad' y quedando en calle Santa Doradía, con lo "que, curiosamente, de esta manera tiene dos calles en Gijón. Ésta y la que desde 1932 sustituyó a San Francisco de Borja en el barrio antiguamente denominado de los Campones."
En esta calle está el Garaje Asturias, que vemos al cruzar por el paso de peatones. Fue construido en 1925 por el arquitecto Miguel García de la Cruz, que llegó a tener capacidad hasta para 500 coches y cuya estructura se sustenta sobre una sola columna en el interior
A continuación está el edificio, haciendo esquina con la calle Dindurra, que tuvo obrador, tienda y vivienda en el piso alto, de la Panadería Perales, sometido a un sobredimensionado recrecido tras su restauración, una de las características, muy contestadas y criticadas, del reciente urbanismo gijonés. El edificio original, mucho más pequeño (el bajo y el primer piso) fue también proyecto de Miguel García de la Cruz, del año 1920 y su restauración y recrecido gigantesco se acometió un siglo después, acabando tres años más tarde y habilitándose 34 viviendas en su nueva apariencia y crecimiento en altura
El 1-7-2023 Gabriel Cuesta publicará en La Nueva España la noticia del final del trabajo, ofreciendo algunas reseñas de su historia, que traemos aquí:
"Los trabajos comenzaron en julio de 2020 sobre esta estructura, colindante con el mítico garaje Asturias y que goza de protección ambiental en el catálogo urbanístico. Tres años después, su fachada original se ha conservado y rehabilitado, pero su aspecto ha sufrido un profundo cambio con respecto a los tiempos en los que albergaba en sus bajos el obrador de la emblemática panadería Perales, haciendo esquina con la calle Dindurra. El origen del edificio se remonta a 1.920, cuando Casimiro Perales encargó su construcción a Miguel García de la Cruz, quien ostentó el cargo de arquitecto municipal y dejó un importante legado arquitectónico en la ciudad."
Más al fondo aún, hubo una ciudadela construida en 1903 por Mariano Marín para Ramón Álvarez de Arriba, con un patio grande al lado de la que estuvo la Academia Hispano Americana entre 1915 y 1947. Por su parte, la Plazuela San Miguel tampoco está dedicada a un santo sino al militar Evaristo Fernández San Miguel (1785-1862). Desde ese lugar, en uno de los vértices en estrella de la muralla llamada carlista pero que más bien era anticarlista, se trazó el Ensanche del Arenal. Leemos en Las calles de Gijón. Historia de sus nombres:
"Evaristo Fernández San Miguel y Valledor nació en Gijón en el año 1785. Militar, escritor, presidente de las Cortes Constituyentes en 1854 y autor de la letra del Himno de Riego, de carácter oficial durante la Segunda República española. Leemos en el Libro de Actas Municipal del día 5 de junio de 1862: «Habiendo fallecido el Excelentísimo Señor Don Evaristo Fernández San Miguel, Duque de San Miguel, el Ayuntamiento acordó oficiar a sus testamentarios dándoles el pésame y ofreciéndose para que las cenizas de Su Excelencia reposen en un nicho del Panteón que debe ocupar el centro del cementerio». La familia de Evaristo Fernández San Miguel contestó declinando el honor el 26 de ese mes y, a los siete años, pasó su nombre a formar parte del callejero, con cuatro curiosidades en este sentido. A veces fue denominada popularmente La Plazuela y aún hoy lo es. Otra curiosidad: muchos gijoneses —a pesar del busto del general que se conserva en la plaza— creen que está dedicada a San Miguel Arcángel. Otra detalle particular acerca de este nombre es que se obvió siempre en la denominación el primer apellido del general, y, como última curiosidad, diremos que antes de existir la plaza, en su lugar había un cafetín nocturno (Joaquín Alonso Bonet, Pequeñas historias de Gijón)"
Y en Wikipedia...
"Estos terrenos estaban ocupados por un baluarte de la muralla carlista de Gijón, que provenía de la actual calle de la Muralla y continuaba por la calle Covadonga (Como se puede ver en la línea roja de la imagen superior). El vértice de dicho baluarte estaba en la actual plaza. A partir de 1867 comienza el derribo de la muralla, que en la parte este de la ciudad se hizo con mayor rapidez que en la parte oeste. Esto era debido al Proyecto de ensanche sobre El Arenal de San Lorenzo, que desde 1863 estaba planeado y daría, más al este, al actual barrio de La Arena. La plaza estaría proyectada dentro de este ensanche, puesto que los espacios liberados por la muralla debían ser destinados a zonas verdes y de recreación. Esto se aprecia mejor en la zona occidental de la muralla, donde aparecen parques como El Humedal, Plaza Europa o Begoña. Los arquitectos encargados de este plan (y por lo tanto de la plaza) serían Lucas María Palacios, Juan Díaz y el ingeniero militar Francisco García de los Ríos.
Sería el indiano Celestino Junquera el que adquiere algunos terrenos y construye dos edificios con fachada curva, uno a cada lado de la calle Uría para dar origen a la edificación de la plaza."
"El mejor pan de Asturias tiene su origen en Ibias, concretamente en el pequeño pueblo de Folgoso. Allí, en un antiguo molino maquilero (de los que se pagaba con la maquila, una parte del grano a cambio de la molienda) comenzó su andadura la panadería que ahora regentan Alberto y Mario Méndez, tercera generación al frente de Pan de Ibias, que ahora tiene su base en Gijón desde donde suministran a toda la región, tanto a hostelería como al pequeño comercio.
Alberto Méndez recogió este miércoles en Gijón el premio “Miga de Oro” 2022 de Asturias que concede el gremio a través de la Ruta del Buen Pan, un concurso destinado a elegir el mejor producto en cada comunidad. “Estamos muy orgullosos y satisfechos”, explica Méndez, quien dedica el galardón tanto a su clientela como a sus empleados y proveedores. “A los primeros les agradezco su fidelidad, a nuestros trabajadores el esfuerzo diario para poner en el mercado todos los días un gran pan de calidad, y a los proveedores que nos faciliten la mejor materia prima”.
Fueron 19 panaderos de toda Asturias los que presentaron al concurso, a cuya final llegaron tres para quedarse con la codiciada “Miga de Oro” los de Pan de Ibias. El jurado destacó la calidad del pan presentado después de realizar una cata a ciegas en la que se valoró la corteza, la miga, el color, el alveolado, el sabor, la textura, el peso y el aspecto exterior. Esta fue la tercera vez que Pan de Ibias se presentó al concurso y han hecho bueno el dicho de “a la tercera va la vencida”.
"Alberobello es una empresa familiar con más de 20 años de bagaje sobre nuestras espaldas sirviendo en Gijón pizzas y pasta fresca a domicilio. La nuestra es una historia muy bonita que empieza con un viaje a Italia allá por 1987 donde vimos lo avanzados que estaban respecto a nuestro Gijón de entonces y la adoración que allí tienen por la pasta.
En el viaje pasamos por un pintoresco pueblo llamado Alberobello con unas casas muy bonitas que reciben el nombre de trullis.
Allí vimos la posibilidad real aunque con un riesgo más que evidente de transportar a España el negocio de la pasta fresca..¿Qué será eso?, nos preguntábamos entonces. Si allí la pasta no se estila, las pizzerías ni se conocen y el reparto a domicilio es una utopía. Pero en un arrebato de confianza, con muchísimo trabajo y posteriores viajes a la bella Italia para comprar maquinaria para la fabricación de la pasta(aquí no existía tal cosa) montamos un pequeño negocio en una pequeña tienda en la avenida de la costa de Gijón.
Con la maquinaría justa, la ilusión intacta y unas ganas enormes de aprender abrimos nuestras puertas allá por 1988 a los gijoneses para que probaran las delicias que en Italia llevaban décadas degustando. Entonces teníamos una carta un poco más exigua, con nuestras cuatro pizzas, otros cuatro postres y poco más. Desde entonces algo hemos aprendido..."
"El ensanche también afectó a dos fincas cuyos nombres están hoy muy olvidados: El Balagón y El Tejedor. El Balagón, cuyo eje principal es la calle Dindurra, contó con no pocos y hermosos chalés. El Tejedor, terreno al que hoy conocemos como Zarracina, (...) era un barrio lleno de fábricas y reservado para viviendas modestas".
"Llover llovió durante prácticamente todo el día. Era lo que había anunciado la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) al advertir de que Gijón, como el resto de Asturias, iba a estar ayer en alerta amarilla por precipitaciones. Pero la tormenta adquirió tal magnitud en apenas 45 minutos -entre las once y cuarto y las doce del mediodía- que sus consecuencias superaron cualquier previsión.Una docena de calles acabaron anegadas -principalmente en la avenida de la Costa, en La Calzada y en Tremañes-, con el agua corriendo hasta por las aceras y colándose en bajos y locales comerciales. El tráfico rodado se complicó en esos puntos y obligó a intervenir a la Policía Local para cortar o regular la circulación. Y, apenas dos horas después de la fuerte descarga de agua, el Ayuntamiento comunicaba la activación del 'Protocolo de actuación por eventos contaminantes en aguas del litoral' una vez que la Empresa Municipal de Aguas (EMA) comunicara el registro de alivios durante más de dos horas. (...)Con tal fuerza descargaron las nubes al mediodía que buena parte de la red de alcantarillado se vio superada e incapaz de absorber todo el agua que ya corría a raudales por las calzadas. En algunas calles, como la avenida de la Costa o Brasil, la fuerza del agua levantó algunas tapas de alcantarilla. «En lugar de tragar, expulsaban agua. Salía a chorros», explicaron vecinos de la zona."
"Eran tiempos, a 63 años de la muerte de Octavio Bellmunt (Avilés 1845-Gijón 1910), de «proverbial apatía» hacia «todo análisis ponderativo de nuestros valores regionales», decía, en nuestras páginas, Ignacio Lavilla. Pero con una firme excepción: la Enciclopedia Asturiana que, por entonces, acababa de llegar para engrandecer el conocimiento sobre nosotros mismos. En ella constaba la biografía de Octavio Bellmunt, un hombre maltratado por el recuerdo de sus congéneres pese a haber sido médico, escritor, fotógrafo y violinista. ¿La razón? Según Lavilla, el auto-odio; «la característica pasividad de los asturianos que parece como si nos ruborizáramos pudorosamente cuando sale a colación alguna de las personas de las que tenemos que sentirnos orgullosos por su significación dentro de nuestra vida regional. En esto nos diferenciamos de nuestros vecinos los gallegos».
En fin: Lavilla recordaba (o más bien recogía del recuerdo de otros, ya que él solo tenía 15 años en 1910) del doctor Bellmunt que en vida había sido «un caballero de noble porte, con una discreta elegancia y una controlada cordialidad. Pasaba por nuestras calles en un coche de caballos frecuentemente sin prisas, pero a veces con la urgencia que reclamaba su intervención en el seno de alguna de nuestras familias. En nuestro medio, por lo menos, fue el doctor Bellmunt quien logró dar a la obstetricia una categoría científica, en empeñada lucha contra las parteras, que no tenían más título que el de la práctica temeraria y casi siempre el de cierta familiaridad con la clientela». Una polémica opinión, sin duda, sobre las comadronas, aunque cierto es que Bellmunt había sido un pionero. En su consulta, en una esquina de la calle de San Bernardo, la música de violín recibía a los pacientes, a veces humildes, y combatió el mal de sobreparto, endémico entonces... como pudo.
«Todo salía bien menos cuando salía mal, porque entonces, las fiebres puerperales, las infecciones todas, sin los antibióticos de que hoy disponemos, segaban muchas vidas en trance de maternidad». «No me tocó nacer con ayuda de sus manos», reconocía Lavilla, pero «lo consideraba yo como un taumaturgo con poder sobrenatural»."
"La parcelación de esta finca y su conversión en plena ciudad fueron debidas, fundamentalmente, al promotor y empresario Manuel Sánchez Dindurra, en cuyo honor se dio el nombre de su apellido, a la calle principal que atraviesa el antiguo Praón de Rendueles"
"El hotel León cerrará sus puertas de manera definitiva previsiblemente este domingo. La empresa, Tascón Hermanos, ha comunicado al juzgado de lo mercantil de Gijón que no puede hacer frente a los pagos pactados en el convenio que alcanzó con sus acreedores el pasado mes de septiembre, ante lo que la empresa ha entrado en fase de liquidación. Perderán sus empleos sus 23 trabajadores, además de los tres hermanos que administraban la sociedad.
El cierre pone fin a 46 años de historia del establecimiento hostelero que ocupa el edificio del número 45 de la avenida de la Costa. Durante sus primeros años de vida fue un bar con pensión y con 30 hatitaciones. En 1971 se transformó en hotel de dos estrellas. Alcanzó las 150 habitaciones tras ir adquiriendo las viviendas y otros negocios que había en el edificio.
El convenio que se alcanzó con los acreedores en septiembre permitió inicialmente prolongar la actividad. Una de las claves fueron las facilidades dadas por Liberbank, quien se hizo con la propiedad del edificio al ejecutar una hipoteca sobre el mismo por un préstamo de 800.000 euros concedido para el Palacio de la Llorea, establecimiento gestionado por la misma empresa y cerrado hace más de un año, y cuyas pérdidas han acabado por arrastra al hotel León. Cajastur llegó a un acuerdo con Tascón Hermanos para alquilarles el inmueble, lo que permitió la continuidad del negocio.
Sin embargo, la empresa tenía en los últimos tiempos embargados sus ingresos por parte de la Seguridad Social, según indicaron ayer representantes sindicales. La Seguridad Social rechazó aplazar el pago de la deuda o aceptar como garantía de la misma el pleito que Tascón Hermanos interpuso contra el Ayuntamiento de Gijón, para exigir una compensación por las inversiones hechas en el Palacio de la Llorea. La situación de la empresa se ha traducido en el impago de cinco nóminas a los trabajadores, además de una rebaja salarial. La respuesta de los empleados fue la de acudir a los juzgados de lo social. Ayer celebraron una asamblea tras una concentración a las puertas del establecimiento hostelero. La empresa les notificó la liquidación y el despido de todos. El cierre, si se cumple lo previsto, será el domingo.
Hermanos Tascón alcanzó un convenio con los acreedores en septiembre, que permitió continuar con la actividad hotelera.
El embargo de ingresos por la Seguridad Social hace inviable ese convenio, con lo que el hotel cierra y despedirá a 26 sus trabajadores el domingo.
"El hotel León echará previsiblemente el cierre esta medianoche y pondrá fin a 46 años de actividad hotelera en la avenida de la Costa. Se trata de uno de los alojamientos más veteranos en la ciudad, en el que trabajan 23 personas, además de los tres hermanos que lo administran, hijos de uno de los tres fundadores del negocio.
Los orígenes del negocio están, sin embargo, en el barrio del Llano, donde en los años sesenta abrieron un bar con pensión para trabajadores los fundadores Ángel, Ricardo y Teodorino Tascón, oriundos de Gallegos de Curueño, pueblo leonés del término municipal de La Vecilla. Como muchos otros campesinos de los años sesenta, optaron por emigrar a la ciudad. En 1967 trasladaron el negocio a la avenida de la Costa. Allí abrieron un bar con hostal, que inicialmente contaba con treinta habitaciones. Luego fueron comprando el resto de edificio de tres plantas, que alojaba las antiguas dependencias de la Asociación de Hostelería, una tienda y un taller.
El tipo de clientela había cambiado con la ubicación y en aquella época, en el hotel, se alojaban sobre todo viajantes y representantes comerciales. Trabajaban los miembros de la familia Tascón y apenas cuatro empleados más. El negocio floreció, se derribó el viejo edificio de tres plantas y se construyó, ya como hotel de dos estrellas, el inmueble actual, de 7 plantas en el número 45 de la Avenida de la Costa. En 1971 se inauguró. El nuevo hotel, con 151 habitaciones y cafetería, fue desde entonces uno de los referentes del sector en Gijón. La estabilidad en el empleo fue una de las señas de identidad de la empresa. Los más veteranos de la plantilla recuerdan aún, además de la buena labor empresarial de Ángel Tascón, el trato familiar y cercano que tenía con sus empleados, que lo invitaban a sus bodas, cumpleaños y a los bautizos de sus hijos. A punto de quedarse en la calle, lamentan su falta, al considerar que el giro que dieron sus sucesores a la empresa es lo que ha acabado por echarla a pique.
Ángel había sido quien se había quedado con el hotel León cuando en 1985 Ricardo y Teodorino se separaron de la sociedad para establecerse por su cuenta. Hoy esta rama de la familia cuenta con cuatro hoteles en Gijón y Soto del Barco.
En los últimos años el principal cliente del hotel León era el Imserso, que le aportaba varios miles de visitantes anualmente en viajes organizados."
"«Es un acuerdazo. He visto muchos conflictos laborales y pocos se han solucionado con un compromiso como éste». Olga Blanco, letrada de Efeso Abogados, el bufete que en los últimos dos años ha representado al comité de empresa del Hotel León, no ocultaba ayer su alegría. Acababa de firmar un contrato poco usual: el nuevo propietario del edificio del Hotel León, el empresario asturiano José Ramón Campos, se compromete por escrito a absorber a toda la plantilla afectada por la quiebra de la familia Tascón.
Se trata de 15 personas que pasarán «desde ya» a trabajar con Campos. Tanto en el futuro centro sociosanitario que el presidente del Instituto Gerontológico Astur abrirá en el inmueble, «como en sus empresas actuales». De hecho, dos exempleadas de los Tascón «han firmado ya un contrato laboral». Ambas serán trabajadoras de la residencia El Carmen que, junto a Montevil, Lauredal, San Pancracio y La Magdalena, conforman el complejo geriátrico levantado por Campos en Gijón, Carreño y Coruña.
El resto serán absorbidos «en su totalidad» para el centro sociosanitario que, tal y como adelantó EL COMERCIO, José Ramón Campos abrirá en el edificio de la avenida de la Costa. Tras una inversión de tres millones de euros, que se suman a los 2.050.000 que pagó por el inmueble, en el plazo de un año el Hotel León dará paso al Centro Sociosanitario León, en el que se atenderá a personas que necesiten asistencia médica y rehabilitación en corto y medio plazo, tras su paso por un hospital.
Entre los 50 empleos de nueva creación que tendrá el dispositivo estarán «todos los trabajadores del Hotel León». Todos «los que quieran», precisan tanto Blanco como Campos, pues alguno se pondrá al frente de la cafetería del establecimiento. Este negocio se abrirá «lo antes posible», explicó a EL COMERCIO Campos, quien se mostró encantado con la iniciativa. «Ellos me lo propusieron y yo acepté, porque me parece muy interesante».
Con el acuerdo laboral firmado, el empresario sellará ahora con Liberbank la compra del inmueble con el objetivo de «empezar las obras lo antes posible». Mientras, la plantilla continuará con el encierro, pero para preparar el agradecimiento «a todos los que nos apoyaron».
"Para cualquier paseante goloso, el escaparate de su local ha supuesto desde hace décadas un reclamo irresistible: caramelos, chocolates, gominolas, pastas, polvorones... Desde su fundación, allá por los años 50, Casa González se las ha apañado para convertirse en una de las pocas tiendas de su género que actualmente sobrevive, mutando y encontrando su sitio pese al cambio de paradigma en el mundo de los negocios. «No hay una fórmula infalible para mantenerse. Lo que hemos intentado es no engañar a nadie con el producto, ofrecer un precio competente y una buena atención al cliente», sostiene Julia Fernández, administradora durante 37 años -junto a su marido- del negocio de gominolas y frutos secos sito en la avenida de la Costa 66.
La tienda es ya una referencia para varias generaciones de gijoneses, que encuentran en sus materias primas y en su trato una excusa perfecta para dejarse llevar por el dulce. «Me incorporé en 1977. Me casé con José Villanueva González, sobrino del fundador del negocio, y juntos empezamos a gestionar lo que su tío había levantado», explica. Celestino Gónzalez Campos, por tanto, fue el encargado de iniciar el negocio, aunque con una imagen y unos medios sustancialmente diferentes a los de ahora. «El negocio empezó en la calle Cabrales como ultramarinos y no fue hasta 1968 cuando se trasladó a su actual ubicación, que hasta la fecha había funcionado como almacén de sacos», rememora.
En aquella época se vendían patatas, lentejas o garbanzos, pero la proliferación de los supermercados hizo que la especialización fuese necesaria para sobrevivir. «Nuestro mayor fuerte a día de hoy son los frutos secos. Tenemos una gran oferta de productos y, sobre todo en estas fechas, es lo que más nos reclaman», subraya Fernández. Sin embargo, tanto Julia como su marido han intentado que la esencia de la tienda de alimentación generalista no se pierda, ofreciendo otros muchos productos. «Decimos que ya no somos ultramarinos pero aquí tienes plantado un sacu fabes», añade entre risas.La venta a mayoristas supone otro de sus pilares, surtiendo a varios quioscos de la zona con producto molido y empaquetado por ellos. «La competencia se relativiza un poco de esta manera. Si al final están vendiendo nuestros frutos secos nos compensa para que sigan comprando», asume. Mientras pasea por la tienda comentando su historia, varios clientes entran a esperar pacientemente su turno, «nada de autoservicio, aquí pides tantos gramos de producto y nosotras lo despachamos». Esta fidelidad es la que sigue manteniendo vivo el motor del negocio: «Nos vienen clientes habituales de Oviedo y Lena que ya son totalmente reincidentes».
Aunque ahora haya dado un paso al margen, su presencia en el negocio sigue siendo habitual, acompañando a Jessica García y Ana Méndez, las nuevas caras visibles del negocio. «Después de medio siglo trabajando ya me tocaba jubilarme. En total, no debí acumular ni una semana de ausencia. Después de tener al niño a los dos días ya estaba aquí», añade. Con la Navidad a la vuelta de la esquina la temporada alta se asoma en el horizonte: «Ahora llega lo bueno»."
"Juan Nepomuceno Cabranes legó al Ayuntamiento (testamento del día 19 de febrero de 1836) la mitad de sus bienes, con destino al Hospital de La Caridad, a cuya junta pertenecía, y que estuvo situado, hasta cien años después, en los actuales jardines del Náutico. Los bienes donados por Cabranes fueron 15.000 reales, el edificio destinado a hospital y varias casas en la calle que luego llevó su nombre. Ese día de 1847 se decidió llamar Cabrales a la calle. Aunque, desde luego, el apellido de Juan Nepomuceno es Cabranes y no Cabrales, y así figura en sus partidas de nacimiento y de defunción. El error viene ya desde 1847, cuando el Ayuntamiento llama Cabrales a una calle que se conocía popularmente como Cabranes; la impresión que da es que ni siquiera los descendientes de Juan Nepomuceno trataron de subsanar la equivocación. (...) El 17 de agosto de 1891, el Ayuntamiento impone el nombre de Cabrales a la unión de tres antiguas calles: Rectoría, Villaviciosa y la que ya se llamaba así desde 1847."
"En el plano de Coello vemos llamar «calle Hospital» a la parte de Cabrales que acaba en Jovellanos. Hospital que contaba con una popular capilla, la de La Consolación, que acogía al gremio de zapateros gijoneses. Para un conocimiento más amplio de este Hospital de la Caridad, cónsultese la Memoria del Hospital de la Caridad. 1804-1864, obra de Estanislao Rendueles Llanos publicada en 1865. Cuando en el año 2004 se cumplieron doscientos años de la fundación del antiguo Hospital de la Caridad, hoy conocido como Hospital de Jove, se editó el libro El Hospital de Jove, en el que su autor, Eduardo García, narra toda la historia de esta institución."
"Después de la calle de la Rectoría se encontraba la de Villamanín, luego unidas ambas con el nombre de Cabrales. Lo de Villamanín procede de un almacén de sidra con tal nombre y propiedad de Cipriano Menéndez, llamado Villamanín por ser natural de ese barrio de Somió."
"Se trata de un tramo de Cabrales que en la actualidad situaríamos entre la iglesia de San Lorenzo y la avenida de la Costa, y que perdió su nombre para transformase, junto a Villamanín, Rectoría y el tramo conocido como Cabrales, en una larga calle: Cabrales"
Cruzamos aquí ahora la calle San Bernardo, así llamada por una desaparecida capilla dieciochesca dedicada a este santo, que primeramente lo estuvo a la Concepción, y pasamos al famoso Paseo de Begoña, con la iglesia de esta advocación sita al fondo al otro lado del paseo, que recorremos únicamente por su extremo más meridional, pues su gran explanada rectangular (o en forma de 'L' si contamos Los Campinos de Begoña), se extiende hacia el norte, a la derecha. Nosotros continuaremos de frente, hacia la iglesia, no separándonos de momento de la Avenida de la Costa, que nos llevará hacia la Plaza de Europa
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