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miércoles, 8 de enero de 2014

LA HISTORIA DE ORIA: LA PEREGRINA ENDEMONIADA

Torre gótica de la catedral de San Salvador de Oviedo/Uviéu (Asturias), contemporánea del tiempo de Oria, la peregrina endemoniada. A la izquierda la torre gótica, posterior

El Camino de Santiago está plagado de historias enigmáticas, destacando que algunas de ellas fueron registradas por cronistas de lugares muy lejanos para la época, prueba de la gran trascendencia del Camino, pues independientemente de nuestras ideas y creencias, fue un gran fenómeno social que comunicó a Europa Entera



Por ello no es extraño que sea en las bibliotecas de Cambrai (Francia) y en la de Sir Thomas Phillips en Cheltenhaus (Oxford), ambas en Inglaterra, donde se conservan sendos manuscritos con el título "Narratio de Reliquiis a Hyerosoolyma Ovetus usque translatis. Secuntur aradumdem miracula", en los que, además del relato de la traslación de las Reliquias de Jerusalén a la catedral de Oviedo/Uviéu se narra la historia de Oria, la peregrina endemoniada. 


Según los investigadores que estudiaron estos documentos, como Ch. Khöler, del que nos da noticias Juan Uria Ríu, los manuscritos son de los siglos XII-XIII. Se trata de una historia de posesiones diabólicas, sumamente interesante, independientemente repetimos, de nuestras ideas y que creamos o no en estas cosas. Por ello íbamos a decir que forma parte del entorno social y cultural del medievo, pero mentiríamos, realmente estas historias de exorcismos, magia y conjuros siguen formando parte de nuestro entorno cultural actual con gran intensidad, no hace falta más que repasar los muchos libros, películas, artículos, programas de televisión y radio, etc. que se ocupan de estos temas "ocultos".
 


Basándonos en los autores mencionados, principalmente en el resumen de Juan Uría Ríu, publicado pormenorizadamente en el artículo Una peregrina endemoniada en la iglesia de San Salvador, dentro del libro que recoge diversos estudios del autor: Los Vaqueiros de Alzada. De caza y etnografía (Biblioteca Popular Asturiana, Oviedo 1976), aquellos sucesos ocurrieron así:

Todo comenzó en algún lugar indeterminado cerca de los Pirineos, cuando una noche de la festividad de la Virgen un hombre mantuvo una relación con una mujer penitente, fruto de la cual dio a luz a una niña que maldijo, al no ser deseada, fruto de un acto forzado, ofreciéndola al demonio, quien acudió a llevársela a los siete meses, criándola durante dieciséis años, poniéndole el nombre de Oria


Cumpliendo los diecisiete el diablo se la llevó como acompañante cuando fue a un monasterio de monjes negros de Aragón (puertos de Aspe) a armar de las suyas, dejándola un momento ante los muros mientras él entraba a aterrorizar a los frailes cluniacenses, llamados negros por su hábito. Es entonces cuando a la chica se le apareció Santiago, quien le hizo la Señal de la Cruz con una uña en la mano izquierda. Al regresar el diablo y ver aquello se dio cuenta que era obra del Apóstol y tras gritar "Oh, aquí estuvo Santiago", raudo entró en el cuerpo de la moza, gritando que nadie la apartaría de ella, pues era suya al dársela su propia madre, al alimentarla y regalarle una vida fastuosa todo este tiempo, afirmaciones que salían de la boca de la misma infortunada, pero con la voz de Satán



Entre los lujos narrados en la voz del demonio se incluyeron sus ricas vestiduras, su belleza, delgada y esbelta pero a la vez fuerte y robusta, bien que solo comía hierbas crudas, su vida en palacios y castillos, su don de lenguas, su cortejo de servidores. sus viajes con él por el aire visitando todos los países



Los frailes entendieron rápidamente que el demonio había entrado en ella y hablaba por la boca de la muchacha. Entonces, estando atentos a aquel fenómeno y aprovechando un momento en que el demonio había salido de su cuerpo,  cambiaron las ropas de la moza, quemando las que llevaba puestas, las cuales dieron un fétido olor al arder

San Salvador. Talla románica en la catedral
De poco sirvió, pues el maligno volvió a entrar en la muchacha. Los monjes le aplicaron un interrogatorio y exclamó nuevamente que era suya y jamás la dejaría salvo que se lo pidiesen San Salvador o Santiago, quien le había hecho la Señal de la Cruz en la mano


Entoces, al salir de nuevo el demonio, y buscando un remedio, la muchacha se hizo peregrina hacia los santos lugares de esta advocación, con su hábito y su bordón, dirigiéndose primeramente a la catedral de la capital asturiana, pues era ya en sí misma un gran centro de peregrinación por las Reliquias de San Salvador, reliquias de santos, Cristo, la Virgen María y los apóstoles que habían llegado según la leyenda de la misma Jerusalén, escapando durante años de la expansión musulmana. Así Oria iría tomando los caminos del norte y llega en su largo periplo a Santayana, en Cantabria, donde cinco caballeros de Jaca le dieron un pan, con el que ofreció cinco limosnas  en honor a las cinco llagas de Cristo. Esas cinco limosnas la librarían de otras tantas tentaciones cada vez que el diablo, que la seguía, la tentó cinco veces al pasar cinco puentes, tal y como llegaría a afirmar en futuros interrogatorios

Exterior de la Cámara Santa donde se guardan las Reliquias de San Salvador y el Arca Santa
Así pudo entrar en la catedral de San Salvador de Oviedo/Uviéu, la capital asturiana origen del Camino de Santiago y centro de peregrinación y devoción a las Reliquias de Jerusalén, corriendo a postrarse ante ellas y su Arca Santa



Pero fue entonces cuando de nuevo el diablo volvió a entrar otra vez en su cuerpo y empezó a narrar de nuevo en su voz la historia de su posesión. Un arcediano del templo observó la escena asustado y le echó la estola, a lo que el demonio respondía con grandes lamentos  diciendo "¿Por qué me estrangulas, por qué me sofocas?" y, sin nombrar la estola pidiendo "quitadme eso". El monje la apartó un poco, el cuerpo de la doncella se hinchaba, y el diablo comenzó a decir "interrogadme de todos los que querais y yo os responderé. Habladme de los reyes, de los condes, de los príncipes, de los potestades, los apostólicos y los pontífices, de los legados y primates, de los clérigos y sacerdotes, de los monjes y de las monjas, de los pobres y de los ricos, de los señores y los servidores, de los ignorantes y de los sabios, y yo responderé de todos ellos"




No quiso el arcediano interrogarle por temor a que saliesen historias ocultas de tantas gentes y le conminó a salir del cuerpo de la endemoniada, pero el maligno respondió "tanto la amo que no puedo dejarla... A mí me fue dada por su madre, yo la alimenté, la impuse el nombre de Oria, y la enseñé mis artes, ¿cómo la voy a perder?"



Traen entonces la Cruz de los Ángeles, joya de la catedral y símbolo de la ciudad, donada siglos atrás por Alfonso II El Casto, bajo cuyo reinado de descubrió el que se tiene por sepulcro de Santiago en Compostela, pero al acercársela el cuerpo de la chica vuelve a hincharse, quedándole la lengua trabada, por lo que se le aparta un poco la cruz y es entonces cuando vuelve a decir, sin nombrarla, "quitad eso" y a manifestar que su amor por la chiquilla le impide dejarla. Luego habló en varias lenguas y entabló un diálogo con el religioso sobre esta cuestión, propuso que le interrogasen sobre todo cuando deseasen, que él todo lo diría, pero que de la niña, que tanto amaba, nunca se separaría, niña casi muerta cuando al final salió de ella el espíritu del mal... pero por poco tiempo



Y es que al día siguiente, sábado, volvió a entrar el diablo en el cuerpo de Oria en la hora tercia, repitiéndose el dramático y doloso ritual en lucha contra el fraile custodio de las Reliquias. Hasta un tropel de niños acudió gritándole que saliese: "sal fuera, sal fuera", mortificando aún más al demonio, quien pidió que aquello cesase y que saldría de la chica cuando clero y pueblo le oyesen hablar... "estos muchachos me destrozan y sus voces me atormentan. Se obra contra mí de una forma grosera. Yo responderé sobre cualquier persona y asunto que me pregunten, pero gritando todos a un tiempo no puedo soportarlos"



Fue conminado a salir de nuevo del cuerpo de su víctima, respondiendo que no lo haría hasta que se congregasen clero y vecinos a responderles a todas sus preguntas algo que el canónigo no quería, pues podría decir los pecados de todos ellos, causando un gran mal que quizás hiciese que el mismo Dios, disgustado, permitiese al malvado destruir la catedral, en castigo. Por ello el clérigo mandó traer las Reliquias a ver si espantaba al espíritu del mal, a lo que el diablo nuevamente respondió escapando del cuerpo de la chica en medio de un aullido, no sin ocasionar antes mucho mal, quedando de nuevo la niña casi muerta




Se llevó a la peregrina al día siguiente ante el altar de San Salvador, siendo animada por el clérigo para que no temiese por el demonio, a lo que Oria respondía que sí temía, pues lo estaba viendo llegar a ella en forma de simio, y así el espíritu del maligno volvió a poseerla, levantándola y arrojándola ante dicho altar, justo después que ella dijese que le estaba viendo llegar en forma de simio, Ella hubo de ser agarrada entre varios hombres, los fieles presentes en el santuario oraban y el diablo la vejaba pese a los gritos del sacerdote que gritaba "sal de ella miserable"



El diabólico respondió que solo saldría de ella si lo llevaban ante el altar de Santiago, cuando estaba allí se contradecía y exclamaba que ante el del Salvador, luego que ante el de Santiago, intentanto que, con las idas y venidas, pudiese escapar de quienes sujetaban el cuerpo y llevarse a la moza
 


Entabla entonces un nuevo y corto diálogo con el arcediano afirmando que había estado en Tolosa, a 18 días de Oviedo, donde había hecho jurar en falso a una víctima, a lo que se le echó de nuevo encima la estola, protestando. "tú me estrangulas", respondiendo el monje "sal", reiterando el demonio que no podía dado su amor por la peregrina



Le amenazaron con traer la Cruz de los Ángeles, pero el diabólico ser dijo que si la traían se la comería. La trajeron, se puso nervioso mirando a cada lado, le metieron entonces en la boca de la endiablada un brazo de la Cruz... "Ahora come si puedes!" le imprecaron. El diablo oprimió con los labios el brazo introducido mientras el cuerpo de la desgraciada se hinchaba una vez más, por lo que le quitaron la Cruz de la boca por miedo a que muriese, repitiéndose por el malvado una vez más el ofrecimiento a hablar y decir todo de todos, según le preguntasen a voluntad. El monje replicó una vez más que eso no le interesaba, sino que saliese de una vez del cuerpo de la joven....


Por fin, el diablo pareció darse por vencido, respondió que nada más deseaba que salir pues estaba atormentado, entonces le preguntaron la razón de su proceder, dando una impresionante contestación: "El Salvador me envió para ejemplo del mundo". Luego salió para no introducirse más tras un gran lamento amenzando con muchos quebrantos que aún habría de realizar
 


Acabado el exorcismo Oria estuvo seis semanas en Oviedo/Uviéu, siendo bautizada por el obispo Gunscellus, un nombre que parece delatar a un obispo real de la época: Gonzalo, quien le dio el nombre de María. Antes de ello contó a los vecinos en aquellos días varias de sus andanzas, como la razón de la herida en la frente, al pelearse con una persona en un puente sobre el río Nora. También que tuvo un velo que la hacía invisible y con el que entró en los templos de Jerusalén y de la capital astur, y que había ocasionado en esta misma ciudad una granizada en un mes de agosto de hacía siete años, algo muy bien recordado por los habitantes, pues les llegó entonces el agua a las rodillas.
 


Es la leyenda de Oria, la peregrina endemoniada, conjuros y exorcismos ante los altares de San Salvador y Santiago. Independientemente de otra cosa y de la realidad histórica es necesario decir que estas leyendas eran propias de aquella época bajomedieval en la que se producía un grandísimo incremento de las peregrinaciones, sirviendo como llamada de atención sobre los santuarios milagrosos y favoreciendo la llegada de gentes de todo el orbe de la cristiandad. Además era normal que muchas gentes pobres, marginales y de mala vida, máxime si tenían alguna tara física o síquica, fuesen sospechosas de estar endemoniadas, llegando ellas mismas a creérselo y a obrar en consecuencia. Las historias de los exorcismos y sanaciones milagrosas formaban parte también de la promoción de lugares sagrados y de sus órdenes religiosas, haciendo un gran efecto de llamada






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