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lunes, 15 de septiembre de 2014

PÉLIGOS Y "A BRUXA DAS CAMPAS" (CASTROPOL ASTURIAS): CAMINO NORTE HISTÓRICO (2)

Paisaje de As Campas (Castropol)
El Tombín, cruce de caminos y alternativas
Estamos en el cruce de El Tombín, justo al salir de Tol, en las llanísimas tierras de la rasa costera del concejo de Castropol, a donde llegamos desde Campos, parroquia de Campos y Salave, concejo de Tapia, luego de subir desde Porcía viniendo de El Franco.

Aquí un ramal la carretera AS-31, sigue en recta a la derecha rumbo a As Figueiras (Figueras) y A Ponte dos Santos, sobre la ría, para entrar en Galicia por Ribadeo, mientras otro, el de la izquierda (carretera CP-1) va rumbo a Vegadeo/A Veiga, ruta más antigua y original y seguida por numerosos peregrinos que no deseaban exponerse a las inclementes corrientes del estuario, para lo que seguían esta senda, remontando el río Eo aguas arriba, con la intención cruzarlo en la histórica Ponte Vella de Abres, allí donde el río se estrecha, en la denominada Ría de Abres, rumbo a Mondoñedo, donde se unirá a los ramales que contemplan el paso del estuario a Ribadeo, actualmente por puente, antes en barcaza o chalana


Para seguir el Camino llamado antiguo o histórico hemos de ir a la izquierda, tal y como vamos a hacer en esta ocasión


También por aquí los romeros se dirigían a Castropol, villa capital de este concejo, donde hubo hospital de peregrinos y estos también pasaban a Ribadeo en zozobrantres embarcaciones de caro pasaje. Actualmente si deseamos realizar esta opción por Castropol habríamos de concertar el paso de la ría en algún servicio turístico de singladuras por el estuario, algo hermoso pues revive el viejo paso en lanchas, si bien no con los peligros de las atestadas barcazas de siglos pasados. Es más factible hacerlo en verano y puede concertarse antes para conocer disponibilidad y horarios de las barcas


Este ramal a Vegadeo/A Veiga, Abres y Trabada está considerado oficialmente como trazado oficial e histórico y por eso vemos las letras Camino señalando esta opción que es la que vamos a realizar


El trayecto es muy llano y recto, insistimos, siguiendo la carretera local CP-1, la cual sigue el viejo trazado caminero


A nuestra izquierda, al sur, se extienden las llanadas de la rasa costera hasta los cordales que separan el litoral de los valles del interior


Villasivil o Vilasebil está allí. Es una de las aldeas de esta castropolense parroquia de Tol, bajo el Monte de Parga con sus 223 metros. Más distante es El Pico de Cádiga (457 mts.)


Más a la derecha Bouza, sobre los campos de A Regueirina


 Sigue el camino recto y llano. Al fondo a la derecha se ven unas casas en la distancia


Es Péligos, ya en la también castropolense parroquia de Piñeira, aldea a la que nos dirigimos ahora


Más allá el Monte do Mondigo es, con sus 569 metros, la cota más alta del vecino concello gallego de Ribadeo, una estupenda referencia visual que iremos viendo a lo largo de este itinerario. Abajo, por el Monte de Santa Cruz y hacia la izquierda, va el otro camino oficial, que sale por Ove de Ribadeo en dirección a Covelas, Arante, Val de Cabarcos, Vilanova de Lourenzá y Mondoñedo, donde se reúne con este por el que vamos nosotros ahora, el histórico


El monte, inconfundible con su rocosa cumbre, es fácil de identificar por su forma, altura, las antenas de su cumbre


En este cruce, de frente y recto, un poco al norte de la Fonte de Cabaleiros


Camino de Péligos, las llanas camperas de Cotarelo. El Monte de Santa Cruz y el Monte Mondigo siempre en lontananza, al oeste


Bajamos un poco hacia un bosque en el que predomina el arbolado autóctono


Es la frondosa ribera del río de Péligos, sobre el que pasamos casi sin darnos cuenta


Y seguidamente subimos una pequeña cuesta hasta las primeras casas


Llegamos así a Péligos, parroquia de Piñeira


Péligos son unas pocas casas extendidas un tanto dispersamente a lo largo del camino, aprovechando estos buenos campos


Campo de Péligos, prado y arboleda recién plantada


Mucha atención ahora, al llegar a la siguiente casa


A su derecha llegaremos a un muy importante cruce


En esta bifurcación junto a la casa se sigue a la izquierda se va hacia Vegadeo/A Veiga, siguiendo este Camino Histórico, y a la derecha a Castropol

 Si deseamos ir a Castropol, donde había antaño hospital de peregrinos, hemos de contactar primeramente, reiteramos con los servicios de alguna empresa de las que realiza navegaciones por la Ría del Eo o de Ribadeo en lancha, para revivir el paso del estuario en embarcación, tal y como hacían los peregrinos de antaño. Ahora, con A Ponte dos Santos la inmensa mayoría de los peregrinos se dirige a Ribadeo (Galicia) por allí, bien por Figueras/As Figueiras o bien por la denominada variante de Tapia


Pero el ramal de la izquierda es fundamental: se trata, reiteramos del histórico itinerario xacobeo que va hacia A Veiga/Vegadeo y de allí sube a Miou para seguir el Camín Real de Bustelo y bajar a Abres, donde la ría se estrecha notablemente y el Eo se cruza por un puente, entrando en Galicia por el concello de Trabada, ruta a Mondoñedo, donde se unirá al que viene de Lourenzá y de Ribadeo. Estamos hablando del camino más antiguo, el empleado para evitar el entonces peligroso paso del estuario y el pago a los barqueros


El recorrido está reconocido como camino oficial y por ello se le señala en el mojón como Camino, se basaba en el deseo de cruzar en Abres A Ponte Vella, el único puente que, desde tiempo inmemorial, existía en el Bajo Eo, arruinado en el siglo XVIII pero sustituido por el actual


Vamos pues en esta ocasión a la izquierda


Y así seguimos por las fincas y casas de Péligos, con sus fincas y frutales


Curioso barril con tejado, la caseta del perro, en la casa del cruce


Tramo recto entre casas


Llegamos a una nueva encrucijada


Y seguimos de frente, tal y como nos marcan las conchas jacobitas


Siempre en dirección oeste-suroeste


Conchas y flechas nos ayudan, pues aunque el camino no tiene pérdida


Apacibles rincones en estos caseríos y quintanas de Péligos


Hortensias en el jardín


Zona parcelada y residencial, con nuevas construcciones de viviendas unifamiliares y chalets


Viviendas restauradas y más jardines y frutales


Prados en la gran llanura


Preciosas matas de hortensias y plantación de manzanos


Al sur y más allá de Bouza, Ferradal, donde estuvo la Malatería de San Lázaro, para pobres y peregrinos que padeciesen lepra u otras afecciones de la piel consideradas entonces la misma enfermedad. Tenemos noticias escritas de esta leprosería desde el siglo XV y por ellas sabemos que su mayordomo era en 1572 Fernando Pérez de Tol, habiendo cada malato de pagar por su ingreso dos ducados y una comida. Vivían en tres casas de tejado de losa al lado de la capilla de San Lázaro, elemento que se conserva de aquella fundación, junto con la imagen del santo, del siglo XVI, portando las célebres tablillas de los leprosos, las cuales agitaban para advertir de su presencia, dado el miedo al contagio, así como para solicitar dádivas y caridad. El mayordomo o encargado iba los domingos a pedir limosnas a Castropol para repartirlas entre los enfermos, quedándose él con una cuarta parte en concepto de pago por su labor


Tuvo sus tiempos de esplendor en esas centurias del XV y XVI, con propiedades arrendadas y ganado en las aldeas próximas. Como tantas otras en el siglo XVIII la malatería de San Lázaro de Ferradal se extinguió, siendo arrendados sus bienes por particulares y finalmente subastados en octubre de 1865. La toponimia ha dejado también su huella, con los prados de San Lázaro y la fuente y monte de A Malata, fuente de aguas sulfurosas que formaban parte del tratamiento sanitario dado a los leprosos


Llegamos seguidamente ya a otro lugar de la parroquia de Piñeira: As Campas


En As Campas Casa Fidel, dedicada en nuestros días al turismo rural, con especial atención a los peregrinos


Hay una hermosa veleta que es una alegoría a las tradicionales labores campesinas


Este cartel nos informa que estamos a 198 kilómetros de Santiago


Filas de viviendas en As Campas en el lugar de A Caleya. Nos acercamos a Casa Mariana, con uno de los hórreos o cabazos del estilo propio de la comarca, con sus picos en el tejado y sus saeteras o aspilleras en la pared para que entre aire al interior


As Campas es un paraje de leyendas y tradiciones vinculadas a una persona de la que es difícil separar la realidad de la fantasía: una mujer que se conserva viva en la memoria popular aunque ya no queda nadie que la haya conocido en vida. Sus historias siguen transmitiéndose pese al tiempo transcurrido. La reflejaron en sus obras nada menos que tres escritores, aunque quizás más como elemento literario que como estudio biográfico, histórico, etnográfico o antropológico. Pese a ello este dato muestra de la importancia que tenía en toda esa comarca asturgalaica, desde Mondoñedo hasta Navia. Estamos hablando de Clara de Rueda, conocida como A Bruxa das Campas, que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX, falleciendo en 1917


Clara de Rueda era sanadora, adivina, vidente... independientemente de nuestra creencia o escepticismo su trascendencia fue notabilísima, algo no demasiado fácil nunca y menos en la época, para una persona de clase social campesina y pobre. Era asimismo vecina de este lugar, por eso se la llamaba A Bruxa das Campas y también, y es una interesante e importante dualidad entre brujería/paganismo y cristianismo, A Santa das Figueiras, pues As Figueiras (Figueras) es, junto con la villa de Castropol como capital concejil, la población más grande de las cercanías


Dentro de las creencias y memorias conservadas en torno a clara, se dice que la diferencia que tenía con otras bruxas era que sabía si las almas de los difuntos estaban en el cielo, el infierno o en el purgatorio, así como las misas que hubiese que celebrar para que hallasen la gloria, de igual manera conocía sobre si el difunto había dejado cosas pendientes en vida


Su casa se dice era una choza oscura y pobre de la que no existen ni los cimientos, salvo tal vez algunas piedras ocultas por matorrales. Dos de los autores de los que de ella escriben, José Díaz Fernández y Arias Campoamor, se recrean más en las fórmulas literarias que en transmitir unos datos totalmente reales, pues aunque en este caso ambas fuentes coinciden (choza oculta entre romero al lado del camino), hemos de emplear sus datos con cuidado. Por ejemplo, Arias Campoamor dice:
“Uno de los factores que ponían el sello inquietante y turbador en la vivienda de la adivinadora, era el ver las miserables paredes envueltas y escondidas entre ramajes de laurel y mirto... Estaba al final de un caminito bordeado de mirto que dividía el huerto, a ratos jardín, en donde en verdad, no se había hecho cultivo de ninguna flor exótica, ni de ningún árbol extraño, de cuya copa colgasen frutos de jugos misteriosos” (...)

Sigue diciendo el mismo autor:
“La casa tenía dos cuartos, sin ventana alguna. El primero recibía la luz por la puerta y con la que le sobraba alumbrase incompletamente el cuarto interior. El primero venía a ser zaguán, cocina y locutorio. De las paredes ennegrecidas por el humo del hogar, pendían algunos cuadros piadosos y algunos retratos de familia. El cuarto interior estaba encerrado, tenebrosamente, en el misterio. Allí no entraron jamás los extraños. Decíase que en suelo había un subterráneo repleto de calaveras y signos de comunicación con ultratumba. Pero en él no penetró jamás la mirada del curioso. A través de la puerta, confusamente, se percibía un catre con las ropas desechas y sin aguzar el olfato, llegaba a las narices un desagradable olor de suciedad y moho...”

Díaz Fernández apunta por su parte:
“La choza es oscura y angosta, sin más luz que la de la puerta y una pequeña ranura en la pared trasera; es como la vivienda de un ermitaño ancestral en la paz del monte... Entré. Al hallarme en el interior de la cabaña confieso que tuve un poco de miedo... El aposento no tiene nada de particular no siendo su negrura alarmante y unos arcones centenarios donde la sibila guarda cirios y santos mutilados” 

Y este de arriba es el artículo completo, publicado en el periódico Castropol  el 30 de abril de 1917

El escritor, periodista y primer cronista oficial de Mondoñedo, Eduardo Lence Santar, es el tercer autor que de ella escribe, y por el que sabemos de sus curaciones del mal de ojo y otros males físicos y sobrenaturales. Lence Santar transcribe literalmente como buen cronista sus conversaciones con las gentes que la conocían, por lo que parece una fuente más fiable o de mayor interés antropológico


En concreto Lence Santar hace referencia a ella, llamándola santa das Figueiras, en un artículo en el que narra su conversación, pasada la guerra civil, con un campesino socarrón, Farruco, camino del mindoniense Mosteiro dos Picos, diciendo este de una santa que vivía cerca de As Figueiras: 
“Santa coma a das Figueiras –dice Farruco a todos– non-a houbo n-o mundo, ¡agal-a Virxen!”

La “santa” de Farruquiño levantaba la “espiñela”, “cortaba” las lombrices, curaba el mal de ojo y mataba la “avelaiña” y el “ronco” de las patatas, de palabra. Pero, su “santa” poseía, además, el don de conocer si las almas de los antepasados estaban condenadas o en la Gloria, o, si estaban en el Purgatorio, la cantidad de misas necesarias para redimir sus penas; y también podía averiguar si el difunto había dejado en este Valle de Lágrimas una promesa incumplida, una cuenta pendiente o una voluntad postrera.

Este don, que la diferenciaba de tantos otros sanadores o menciñeiros, y la hacía temible y poderosa, era una característica general –que aparece en la primera bruxa conocida, la de San Pol– a las “santas” del occidente de Asturias, y causa de su inmenso prestigio en tierras gallegas."

Clara de Rueda no quería dinero, la gente que venía de lejos, sobre todo de Galicia, le traía en pago productos del campo. Solían hacer noche en una casa, pues A Bruxa das Campas necesitaba tiempo para prepararse. La vecindad más inmediata, que en contraposición a la devoción que despertaba fuera no tenía mayormente buena relación con ella, aseguraba que Clara "iba de noche hacia esa casa (A Torre)" y se enteraba por lo que le contaban sus dueños de qué cuitas le traía cada persona, con lo que, según señalaban, hacía después pasar por poderes adivinatorios datos de los que se enteraba de esta manera. Leemos así en la Wikipedia:
"Los gallegos que llegaban hasta Las Campas a consultarla, y eran muchos, solían hacer noche en la casa que llaman “de la torre”, pues la bruxa necesitaba de este plazo para dar su respuesta. Venían cargados de pollos, tocinos, chorizos y otros tesoros aldeanos, porque Clara de Rueda no admitía dinero, sino sólo lo que se quisiera dar de voluntad, y aun esto en especie. Maliciaban los vecinos que la bruxa, en vez de conjurar a todos los demonios, iba entrada la noche a la casa de la torre, y con lo que allí le habían averiguado sus propietarios, remedaba ella a la mañana siguiente los poderes que de otra manera carecía. Pero lo cierto es que nunca se llevó bien con sus vecinos, y ya se sabe lo que son las lenguas..."

En Castropol: historia y arqueología, de Victor Manuel Díaz Diaz encontramos esta otra noticia:
"Era una mujer que atraía a gentes que venían casi en peregrinación desde distintos lugares, en su mayoría de Galicia. Y dio lugar algunas historias más, como la que me relataba Miguel Angel Serrano Monteavaro, otro ávido erudito castropolense, donde Clara de Rueda, ante las burlas del personaje, presagiaba un fin violento para Julio Valea, "El Gallego Julio" que moriría tiroteado en Buenos Aires el 16 de febrero de 1930, y que  Arturo Álvarez Fernández "Tanguerio" recupero en su novela en eonaviego "Vida Maleva"

En la revista Céltica del 20 de diciembre de 2020, y firmado por Redacción, se abunda en estas fuentes y en algunos datos más en Brujería en Asturias: Clara de Rueda, una bruxa en Castropol a principios del siglo XX, como que era soltera y nunca de le conoció pareja, vestida desde joven con un pañuelón oscuro y larga falda, no mostrándose nunca atractiva ni acudiendo a reuniones de jóvenes
"Probablemente, lo que más hacía era adivinar (es decir, dar respuestas a las preguntas de los que se acercaban a su casa), en definitiva aconsejar, a quien le consultaba. Vargas Vidal hace un retrato muy acertado de cómo los vecinos aceptaban y requerían los servicios de la bruxa, pero por otro lado debían mantenerse perfectamente libres de sospecha de relacionarse con la “magia negra”. Se refiere a las “grandes precauciones que se tomaban para que el secreto de la consulta de la bruja no pasara a oidos de nadie… Consecuente con ello siempre pretextaba, fuera solo o con la mujer ‘que iba a Veiga pra mercar alí algún cochín’ salvo que al llegar a Berbesa, torcían ambos el camino… Con esto el gocho, o gochín, había, claro está, quefado por allá, pero venían para acá un buen puñado de consejos…” 
Los asuntos a tratar eran de tierras, amores, familias o ganado. Si moría un animal acudían a ella para saber el origen de su desgracia, incluso si moría el que pastaba cerca de la casa de la bruxa pensaban en cómo desagraviarla, porque estaba claro de dónde procedía el mal. 
Hacia la casa se dirigirían la mujer y el marido, a instancias de ella casi siempre, y vestido él con lo mejor que guardaba en los arcones de la casa. En la cesta unos chorizos, un lacón, etc. para poner de su parte a los malos espíritus. 
En torno a la casa ya esperaban varias personas, que caminaban por los alrededores, esperando su a que Clara les llamara para atender sus requerimientos. Ella decidía el quién entraba. Les hacía pasar al cuarto, cerrado y oscuro, y allí ejercía su magia, para los escépticos, su psicología. Cuando adivinaba no decía nada, simplemente paseaba taciturna mirando al infinito y luego respondía. Para otras cosas, despachaba enseguida con algunas “recetas”. 
Las “penas” que les imponía para librarse de su “maleficio” eran, según refiere Vargas, cosas simples, como correr alrededor de la casa (posiblemente para el caso concreto que cuenta, más que una penitencia fue una especie de chanza hacia su vecino, como castigo por ser tan avaro, y maltratador con personas y animales, asií como poco generoso con los demás). Precisamente, la bruxa encomendaba siempre buenas acciones como “penitencia”, es decir, corregir las malas acciones que deducía de lo que le contaban en su consulta"


Clara de Rueda falleció en 1917 en El Polvorín de As Campas, a los 87 años de edad, pocos meses después de la visita y publicación del mencionado escritor Díaz Fernández. Casualidad o no ese mismo año nace la que se considera su sucesoraAmparo LópezA Bruxa de Brañavara, en el cercano concejo de Boal, conocida por muchísimas personas de toda la comarca astur-gallega y de la que nos han llegado muchos más recuerdos y testimonios, como los vídeos que adjuntamos a continuación, pues son sin duda de interés para hacernos una idea de las características, cómo vivían y cómo trabajaban, aquellas célebres bruxas de antaño






Justo a nuestra izquierda están los lugares de Rodiles y A Torre, solar en el que estuvo la desparecida casa de Clara de Rueda. En la lejanía El Pico Abadín (161 mts.) y más allá A Ronda, el Monte de San Marco o San Marcos (230 mts.) y el Alto de Polayo (406 mts.)


Encantados por este paisaje legendario y por el cómodo andar llegamos a un cruce, en el que vamos a la derecha, en dirección a las casas de Campoaberto


Atención siempre a los mojones de la concha y a las flechas amarillas


A la derecha una quintana también dedicada a alojamientos turísticos


Pasamos esta casa de tan elegante entrada


Y al llegar a la siguiente muchísima atención pues nos desviamos de esta carretera local a la izquierda


Este es el ramal que tomamos a la izquierda, justo antes de las primeras casas de Campoaberto, que vemos al fondo


El Camino continúa por aquí entre el prado y el matorral


Mucho ojo también ahora al llegar a la primera casa


Pues aquí el Camino se desvía de nuevo a la izquierda


Se torna en senda de hierba y pasa entre los setos al lado derecho de la mencionada casa


 Se inicia una bajada, primeramente entre seto y árboles ornamentales que cierran las fincas colindantes


Luego a la sombra de los castaños


Helechos y abundante vegetación en un paraje casi selvático, pero de buen paso caminero


Es el descenso a la boscosa ribera del Rego de Fornelo


Adviértase la profunda caja caminera, señal de su antigüedad


Pasaremos de frente en descenso un cruce con una pista que viene de las fincas y, siempre cuesta abajo ahora por las eucaliptales, seguimos en suave descenso...


Adentrándonos en la tupida foresta


Pisamos abundante hojarasca y nos alejamos un poco de lugares poblados


Mágica frondosidad y penunmbra


Flecha amarilla pintada en un tronco


Corteza de pino, rugosa


En la espesura, algunos castaños


En la paz del sendero, camino de las profundidades boscosas del río


Tramos umbríos pero preciosos, siempre bajando


Se acaba la bajada y vemos un poste telefónico


A nuestra derecha aparece un enorme edificio arruinado entre la vegetación


Se trata de la casa y el molino que dan nombre a este sugestivo rincón lleno de naturaleza y penumbra de luz tamizada por hojas y ramas: El Molín del Monte


Esta es la casa-almacén


Y este es el molino, con fachada de piedra, que apenas se ve, mencionado ya en el Catastro de Ensenada de 1749


Vamos ahora a la pasarela sobre el Rego de Fornelo, en un paraje que se nos antoja extremadamente atractivo por su indómita hermosura silvestre


 A cruzar al otro lado mpezamos la subida hasta ir saliendo de las riberas


El encanto de la naturaleza nos acompaña en nuestra ruta hacia  las laderas del Alto de San Marco y Lantoria

























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