Se acaba el verano y al ir entrando en el otoño, a primeros del mes de octubre, es hora de vendimiar. Las viñas ofrecen ya sus mejores frutos, que serán recogidos por manos expertas de familias de vendimiadores, tal que aquí, en El Bao, justamente al sur de la villa de Cangas del Narcea. Son las espléndidas uvas que se pisarán después para hacer el primer mosto de la temporada, fundamento y origen de los preciados vinos del occidente astur.
Informan las crónicas de los autores clásicos que ya los astures bebían vino. La romanización impulsó la plantación de vides pero sería el cristianismo quien lo extendería pro doquier al ser imprescindible para la liturgia. En Cangas del Narcea los grandes promotres del vino fueron los monjes del monasterio de Courias, posiblemente el más poderoso del occidente asturiano.
Si hacemos casos a los topónimos se cultivó viñedo en gran parte de Asturias pero la tradición vinícola pervivió más en estos concejos del suroccidente: Cangas del Narcea, Allande, Grandas de Salime, Ibias, Pezós, Eilao (Illano) y determinadas parroquias de Tineo/Tinéu.
En las viñas de El Bao están trabajando, cogiendo los racimos, uno a uno y a mano, cortando con las tijeras y echándolos en las maniegas, grandes cestas, para luego llevarlo al tractor. Más tarde se pisará y se hará vino.
La fama de los vinos de Cangas no es del otro día ni muchísimo menos. Ya en el siglo XIX lograba numerosos premios y galardones a nivel internacional: medalla de plata en Burdeos en 1896, año que los caldos también lograron la medalla de oro en la exposición de Lugo y en la de Angers.
En 1997 se creó la Asociación de Productores y Elaboradores del Vino de la Tierra de Cangas, gracias a unas personas altamente entusiastas para vecener la gran crisis que padeció esta producción tras la guerra civil, con la desaparición de viñedos y la pérdida de numerosas tradiciones vinícolas.
En el año 2001, fruto de esta recuperación exitosa, logró la Indicación Geográfica Protegida y en el año 2009 ser declarado Vino de Calidad. Ahora con Denominación de Origen Protegida
La presencia de los vinos de Cangas del Narcea en el mapa vinícola y la cada vez mayor demanda por parte de los consumidores viene dada por la existencia de encepamientos ancestrales propios y exclusivos del lugar, cepas originarias de gran antigüedad y variedades únicas y autóctonas, como es el caso del Alvarín Blanco y Alvarín Tinto, el Carrasquín o el Verdejo Tinto y Verdejo Blanco, que no hay en ningún otro lugar, variedades adaptadas a medio y que son el resultado del trabajo durante generaciones de toda una saga de viticultores.
En el siglo XIX, además de medallas y galardones también se recibió la visita de expertos franceses que dieron pautas para mejorar los cultivos e incluso intruducir alguna clase más de uva, razón de las popularmente denominadas variedades "forasteras". Estos ayudaron a superar una gravísima crisis para las cepas a nivel mundial como fue la del insecto parásito filoxera, la cual apareció en Cangas en 1889. La entonces Diputación plantó viveros y se injertó, tal y como se hizo a nivel europeo, con patrones americanos más resistentes a la filoxera.
La primera referencia escrita al vino de Asturias (luego de los cronistas romanos) es de un documento fechado el día 20 de abril del año 857, donación de una viña en Andayón, concejo de Les Regueres.. Más tarde, a finales del siglo XVIII, se bebía en Oviedo/Uviéu vino de Candamo, el cual desapareció en el s.XIX al quitarse las cepas, que pasaron a producciones de frutales y fresas. A partir de entonces el vino asturiano quedaría reducido a esta comarca occidental, donde es fácil adivinar que los monjes de Cangas lo introdujero, o al menos lo extendieron, a partir del año 1000.
Antaño se dice había ocho clases principales de uva, siendo las más reconocidas el Verdejo (tinto), Carrasquín (tinto), Alvarín Blanco, Alvarín Megro, Moscatel (blanco) y luego, menos consideradas, estaban el Carrasco (tinto), el Negrón (tinto también) y un blanco que llamaban Teta de Vaca.
Una de las primeras crisis conocidas fue, antes que la de la filoxera y como todos los vinos europeos, la ocasionada por la aparición en 1850 de la plaga del oidium, que causó graves pérdidas. Luego se superpuso y pocas décadas después, gracias al trabajo de entendidos como José Francisco Uría y Suárez Cantón, ya conseguía la Mención Honorífica en la Exposición de Madrid en 1873 y Diploma de Primera Clase en la Exposición Provincial Asturiana de 1875.
Los cultivadores y viticultores de antaño, siguiendo métodos tradicionales, se llamaban cachicanes y el cachu o cuenco de madera era y es la manera más tradicional de beber el vino de Cangas.
La vendimia se realiza entre finales de septiembre y primeros de octubre. La uva se pisaba, se metía en cubas, donde pisaba una larga temporada, a veces mes y medio o dos meses y el mosto pasaba a toneles o pipas donde se guardaba, exprimiendo el orujo en llagares de viga.
Hoy en día el procedimiento mejoró y, sin renunuciar a lo mejor del trabajo tradicional, se ha adaptado a los nuevos tiempos y demandas. Pues además de las bodegas con denominación de origen son muchas las personas que hacen vino para consumo propio, para casa. No en vano dice el refrán...
"Si quiés buen viñeo cava a mano y viña ceo"
(Si quieres buen viñedo cava a mano y vendimia pronto)
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