Calambre, parroquia de Serantes (Tapia). Al fondo el Monte Mondigo (Ribadeo) |
"La rasa litoral se sitúa en Serantes a su menor altitud sobre el mar, tan solo unos 20-30 m. Este hecho condiciona que los valles fluviales apenas se hayan podido encajar bajo el nivel de la llanura, siendo los relieves muy suaves. Al sur de la parroquia, las laderas de las estribaciones montañosas presentan mayores altitudes y pendientes, pero presentan sin embargo una elevada exposición visual desde la rasa litoral y una buena visión panorámica sobre ella (y viceversa). Se trata por tanto de un paisaje abierto, en el cual la única limitación significativa al campo visual es el suave relieve alomado y las pequeñas vaguadas de los ríos y arroyos
La gran transformación experimentada en el territorio a lo largo de los siglos como consecuencia de las actividades humanas, se traduce en un paisaje caracterizado por usos y elementos tradicionales, principalmente agrícolas y ganaderos. Así, el paisaje aparece fuertemente dominado por los usos agrícolas, principalmente prados de siega y cultivos forrajeros de maíz. En menor medida se puede encontrar todavía algún cultivo de patatas o de habas, ya prácticamente solo para el autoconsumo. En la rasa litoral podemos encontrar también de forma residual alguna pequeña zona de matorral o arbolada, principalmente en algún enclave de mayor pendiente en las márgenes de las vaguadas de los arroyos, y también en los acantilados marinos. En las orillas de los arroyos perdura todavía la primera línea de vegetación arbórea, siendo el río Porcía el cauce de mayor entidad y con bosques de ribera mejor conservados"
Allí está el Campo San Lourenzo, con una capilla de esta advocación donde se celebraba romería. La erosión marina en la roca hizo que el firme fallase y fuese vuelta a construir un poco más al sur, al lado del actual Camino. Sin duda cristianizaba un lugar sagrado prerromano
Son estas de Tapia las playas del Home Marín, mito común a muchos lugares de la costa cantábrica, el hombre-pez o humano-anfibio de los océanos, presentado siempre de forma monstruosa, habitante de las cuevas de los acantilados y los arenales, sátiro y malicioso, con el que antaño se metía miedo a los niños para que no se acercasen al arenal cuando subía la marea o no se metiesen en las muchas cuevas de los acantilados, diversos autores incluso lo incluyen entre los numerosos cocos infantiles
De todas maneras siempre han abundado las historias y crónicas de estos seres, máximo exponente de esta saga es Francisco de la Vega Casar, vecino de Liérganes en Cantabria, cuyas andanzas natatorias protagonizaron incluso diversas crónicas del siglo XVII. No obstante a esta base antropológica y etnográfica diversos autores sostienen que el mito fue recreado notablemente por los escritores románticos del siglo XIX. Esta es su historia según podemos leer en la página del Ayuntamiento de Liérganes:
"La primera reseña en la que aparece el relato del hombre pez de Liérganes es de Fray Benito Jerónimo de Feijoo en su obra “Teatro Crítico Universal”. Según ha llegado a nosotros la leyenda, cuenta que, a mediados del siglo XVII en el pueblo cántabro de Liérganes había un matrimonio formado por Francisco dela Vegay María de Casar, que tenían cuatro hijos, el segundo de ellos, se llamaba Francisco.
La víspera del día de San Juan del año 1674, Francisco se fue a nadar con unos amigos al Miera. El joven se desnudó, entró en el agua y se fue nadando río abajo, hasta perderse de vista. Según parece, el muchacho era excelente nadador y sus compañeros no temieron por él hasta pasadas unas horas. Entonces, al ver que no regresaba, le dieron por ahogado.
Cinco años más tarde, en 1679, mientras unos pescadores faenaban en la bahía de Cádiz, se les apareció un ser acuático extraño, con apariencia humana. Cuando se acercaron a él para ver de qué se trataba, desapareció. La insólita aparición se repitió por varios días, hasta que finalmente pudieron atraparle, cebándole con pedazos de pan y cercándole con las redes.
Cuando lo subieron a cubierta comprobaron con asombro que el extraño ser era un hombre joven, corpulento, de tez pálida y cabello rojizo y ralo; las únicas particularidades eran una cinta de escamas que le descendía de la garganta hasta el estómago, otra que le cubría todo el espinazo, y unas uñas gastadas, como corroídas por el salitre.
Los pescadores llevaron al extraño sujeto al convento de S.Francisco, donde, después de conjurar a los espíritus malignos que pudiera contener, le interrogaron en varios idiomas sin obtener de él respuesta alguna. Al cabo de unos días, los esfuerzos de los frailes en hacerle hablar se vieron recompensados con una palabra: “¡Liérganes!”
El suceso corrió de boca en boca por la bahía de Cádiz y nadie encontraba explicación alguna al vocablo hasta que un mozo cántabro que había emigrado para trabajar en Cádiz, (un jándalo), comentó que en Cantabria había un pueblo que se llamaba así. También el entonces secretario del San Oficio dela Inquisición, Domingo dela Cantolla, confirmó dicha afirmación ya que él era de allí.
A continuación, llegó la noticia a Liérganes para averiguar si había pasado algo extraño en los últimos años y desde Liérganes respondieron que únicamente se había registrado la desaparición de Francisco dela Vega, cinco años atrás. Entonces Juan Rosendo, un fraile del convento, acompañó a Francisco en un viaje de vuelta desde Cádiz hasta Liérganes para comprobar si era cierto que era de allí.
Cuando llegaron al monte que llaman dela Dehesa, a un cuarto de legua del pueblo, el religioso mandó al joven que se adelantase hasta él. Así lo hizo su silencioso acompañante, que se dirigió directamente hasta Liérganes, sin errar una sola vez en el camino; ya en el lugar, se encaminó sin dudar hacia la casa de María de Casar. Esta, en cuanto le vio, le reconoció como su hijo Francisco, al igual que sus hermanos que se hallaban en la casa.
Ya en casa de su madre, Francisco vivió tranquilo sin mostrar ningún interés por nada. Siempre iba descalzo, y si no le daban ropa no se vestía y andaba desnudo con absoluta indiferencia. No hablaba; sólo de vez en cuando pronunciaba las palabras “tabaco”, “pan” y “vino”, pero sin relación directa con el deseo de fumar o comer. Cuando comía lo hacía con avidez, para luego pasarse cuatro o cinco días sin probar bocado. Era dócil y servicial; si se le mandaba algún recado lo cumplía con puntualidad, pero jamás mostraba entusiasmo por nada. Por todo ello se le tuvo por loco hasta que un buen día, al cabo de nueve años, desapareció de nuevo en el mar sin que se supiera nunca más de él."
Según investigadores que recogen tradición oral popular, era común que el home marín destrozase las redes de los pescadores, vivía en el océano pero también en las cuevas de los acantilados cuando había tormenta. A veces se adentraba en tierra buscando comida, persiguiendo a mozas y matando y comiendo ganado, provocando incluso incendios y desgracias. Podría ser una reminiscencia de creencias en dioses y seres marinos o anfibios comunes a muchas culturas, pues su aspecto, aunque como ser mitológico, abierto a la imaginación de los informantes, no sería demasiado diferente al del tritón griego por ejemplo, pero sin cola de pez pues tenía piernas. También se habla de larga barba y enorme pene
Y ahora regresamos al Camino, rumbo a Villamil
Farolas en el camino de la playa
Canalización
Puente sobre el río de Tol, ante El Cornayo y As Nogueiras
Cercanos al camping, seguimos por el camino de abajo a la derecha
Maizales en el valle, en verano
A nuestra derecha la playa
De frente Villamil, solar de aquellos antiguos castillos, casonas y palacios, de los que muy pronto hablaremos
Destaca el gran edificio de la Residencia Villamil-Serantes, construida en la finca que fue de una de aquellas casonas, sobre estos campos regados por el río de Péligos
Hermosas camperas verdes que se extienden entre el Camino y el mar
Y ahora, entre el Camino y el río, un bello conjunto
Molino, fuente y lavadero, que podemos bajar a visitar en un instante, pues además ha sido restaurado
Los molinos hicieron su labor durante siglos, se hacía el pan el casa y se iba a moler cada cierto tiempo. Si el molino era de varios vecinos cada uno tenía su vez, siendo llamado de vecera. Si era de un particular los demás le pagaban un tanto o medida de lo molido (trigo, maíz, cebada, etc.) la maquila. Bastante avanzado ya el siglo XX, sobre todo a partir de los años 60, se extendieron en las casas, ya todas con luz, los molinos eléctricos, si bien muchos de estos hidrálicos siguieron moliendo, si bien también fueron desapareciendo al mejorarse las carreteras locales, extenderse los trasnportes sobre ruedas, y llegar a diario las furgonetas de los repartidores de las panaderías o tahonas
El éxodo rural con el abandono del campo también fue acabando con los molinos y el trabajo de la molienda. El cierre definitivo de los últimos vino dado al ser declarados actividad industrial y estar sujetos a los correspondientes impuestos, lo que los hizo insostenibles económicamente. Hoy en día son muy muy pocos los que siguen moliendo, otra cosa es que se algunos se restauren y se hagan visitas, demostraciones y recreaciones de su uso
Del molino vamos a pasar ahora al lavadero
Y volvemos al Camino atravesando el prado
Viendo de paso el antiguo canal que aportaba agua del río a todo este conjunto
Seguimos adelante así por este hermoso valle, siguiendo el curso del río Péligos
No se sabe cuándo se construyó el castillo, que el lugar hubiese sido llamado castro en el pasado da lugar a pensar en que su precedente sería un recinto castreño. En el siglo XI ya habría un recinto defensivo medieval del conde Rodrigo Velaz y sus hermanos Pedro y Álvaro Velaz, así como a Juan Álvarez, hijo de este último. Aparte de su elevada posición, su situación, rodeada por un meandro del río Péligos, aprovechaba este estratégico emplazamiento. Se ha supuesto que incluso el meandro es una canalización del curso fluvial con objeto defensivo de la fortaleza. En nuestros días en el lugar del castillo hay un palomar, vinculado al cercano Palacio de Lindoy, construido justo a su derecha y del que se ven las ruinas
El Palacio de Lindoy, del siglo XVII, vio obviamente tiempos mejores, pese a que es el de mayor entidad arquitectónica de esta parroquia tapiega de Serantes, tal y como leemos en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Asturias, que también dice así:
"Al igual que otros conjuntos solariegos del concejo tiene una planta de trazado irregular, compuesta por distintos volúmenes yuxtapuestos. De este modo, no estamos ante el característico palacio organizado con cuatro crujías en torno a un patio central y una fachada apaisada entre dos torres, sino un solar compuesto por diversos volúmenes que vistos desde el exterior se asemejan más a la arquitectura tradicional. El palacio está rodeado por una amplia muralla donde se abre la puerta principal. Es un portalón que recuerda a las fortificaciones, con una puerta adintelada flanqueada por pesadas torres de cantería rematadas por bolas y pirámides clasicistas. Todos los volúmenes del interior están construidos con los materiales propios de la arquitectura local: mampostería irregular de pizarra reforzada con cantería en las esquinas, puertas y ventanas. Toda la cubrición exterior es de pizarra, reforzada con teja árabe en las cumbreras. El inmueble muestra una dependencia con los pazos gallegos, como atestigua la presencia de una amplia finca o jardín, un palomar y una cabazo. No sabemos si tuvo capilla aunque parece ser que no. Desde el punto de vista constructivo, destaca por su escasa altura, con una planta baja para almacén y servicios y otra alta que era la zona noble o de vivienda. Todos los vanos están distribuidos regularmente y son de formato cuadrangular. En su origen pudieron tener carpintería enrasada. Al exterior presenta un aspecto desornamentado, con soluciones más próximas la arquitectura tradicional que a las de la formal. Conserva un interesante cabazo de tipo Mondoñedo, poco frecuente en el concejo de Tapia de Casariego que suelen ser de tipo Ribadeo. Es de planta rectangular y escasa altura, y una cubierta de pizarra a cuatro aguas. Los lados mayores llevan listoncillos de madera y los inferiores pizarra. Apoya sobre dos muretes (pies) también de pizarra. Por tanto, el palacio de Lindoy ejemplifica la tendencia constructiva tradicional, caracterizada por el empleo de materiales de la zona (pizarra), trabajados con rusticidad y sobriedad, sin concesiones a lo ornamental"
Vamos precisamente en esta dirección en A Penela, cuando llegamos a un cruce
Iremos a la derecha pasando bajo El Coto, solar del antiguo castillo y Castro de Orbelle
Y entramos así en Villamil
Llegamos a la torre de la luz tras pasar el puente del río de Péligos
Se aprecian las desvencijadas torres y el cuerpo central, lleno de yedra y maleza
A la izquierda estuvo antiguamente la Casa de los Villaamil y Saavedra que, de la información existente, sabemos fue familia procedente del mayorazgo fundado en el siglo XVI por Pedro Díaz Villaamil y su mujer Isabel de Saavedra. Las referencias documentales hablan que era "la primera a la izquierda llegando a Villamil", lo que permite identificarla cono la que en el siglo XIX era la Casa das Barrosas y en el XX Casa de Quinto. Fue derribada en 1955 para construir esta nueva, si bien se conservan elementos de la antigua casona
En el siglo XVIII existe otra descripción de cómo era aquella Casa de los Villaamil que estuvo a la derecha, se trata de un manuscrito sobre la historia de Castropol de Francisco Antonio de Villaamil y Logares en el que le atribuye la apariencia de un buen palacio. En él nació el almirante don Fernando Villaamil y Fernádez Cueto, uno de los héroes de la Guerra de Cuba
El último mimbro de la estirpe de los fundadores de la casona fue Fermín Villaamil Cancio, de ideas ultraconservadoras que militó en el carlismo, acabando arruinado en su carrera política. Dejó a su mujer e hijos en 1863 y se fue a vivir a Barcelona, vendiendo la casa y las propiedades heredadas de su padre, entre ellas las ruinas de la fortaleza de Orbelle. A finales del siglo XIX los nuevos propietarios derribaron el viejo caserón de origen medieval y en su lugar edificaron esta quinta y mansión, Casa Jarén, empleando mampostería de pizarra en sus fachadas, viéndose la piedra en alguna de sus partes, si bien se empleó piedra de cantería en detalles como la puerta principal. Las cubiertas son de pizarra, reforzadas por teja árabe en las cumbreras
"Ante todo destaca la parte superior de la fachada, a modo de palomar, con doble ventanal en forma de arco de medio punto, y rematado por una cubierta a triple agua. Esta parte y el cornisamiento de la fachada principal contribuyen a ennoblecer una construcción típicamente popular. Aunque hoy ya no se aprecie, la casa destacaba por la disposición simétrica de los vanos que los de la fachada posterior (hoy, cegados) repetían lo disposición de la fachada principal. Todos son de formato cuadrangular y en su día estaban cerrados con carpintería enrasada. Las estructuras interiores y el mobiliario están en ruinas y no representan la riqueza que en su día tuvo la casa. Parece que no tuvo capilla. Seguramente, si la tuvo la antigua casa de los Villaamil. No obstante, de la antigua casa se conserva el cabazo, que ejemplifica a la perfección el tipo Ribadeo. El cabazo es de considerables proporciones y se caracteriza por tener un cuerpo de granero de mampostería revocada donde se abren huecos rectangulares para la ventilación. El granero se asienta sobre un cuerpo cerrado de dos alturas. El nivel bajo para almacén de aperos o salazón de productos cárnicos, y el superior para el de pienso o harina, y el propio cuerpo del granero como almacén de maíz. El acceso superior se hace por una escalera pétrea o patín..."
Al pasar a los pies de Casa Jarén la carretera hace un poco de curva y cuesta sin apenas espacio para el peatón. Estemos atentos al paso de vehículos, a veces en verano especialmente intento hacia las playas
Ahí, en uno de sus muros, está la concha peregrina...
Algunas construcciones más parecen delatar el origen señorial y de nobleza rural de este núcleo de Villamil, en el entorno de sus casas-fuerte y castillos y a lo largo del camino
Y volvemos a llanear
Alguna también en estado ruinoso
A la izquierda hay una estrecha acera
Que a veces se ensancha un poco delante de algunas casas
"El conjunto presenta una planta de trazado irregular, compuesta por distintos volúmenes yuxtapuestos, propios de la arquitectura tradicional del litoral occidental costero: la casa, propiamente dicha, el cabazo y cuadras. La finca está rodeada por un amplio muro en el que se abre el portalón de acceso compuesto por dos pilares de mampostería irregular de pizarra. Tanto la casa como todas sus dependencias están construidas con los materiales de la arquitectura local y popular: mampostería irregular de pizarra. Toda la cubrición exterior es de pizarra a cuatro aguas, reforzada con teja árabe en las cumbreras y piedras de sección piramidal en la línea de fachada para evitar posibles desprendimientos..."
"... Adosado a la casa se levanta la cuadra, cuya fachada de mampostería se estructura de la misma manera que el cabazo, es decir con huecos para la ventilación y que ya habiamos visto en otras construcciones similares, como la casa del Convento en Villargomil. Parece que todo el conjunto muestra cierta dependencia con los pazos gallegos, construcciones solariegas tradicionales, ubicadas en el campo. La casa es de planta cuadrangular y de dos alturas en alzado. Todos los vanos están distribuidos regularmente y son de formato cuadrangular, aunque parecen bastante reformados y algunos posteriores al momento de construcción de la casa. Al exterior presenta un aspecto sólido y desornamentado, propio de la arquitectura tradicional, caracterizada por el empleo de materiales de la zona, trabajados con rusticidad y sobriedad, y sin concesiones a lo ornamental..."
"...El cabazo es de tipo Ribadeo, uno de los más antiguos de La Marina occidental, caracterizado por tener un cuerpo de granero de piedra, donde se abren huecos rectangulares para la ventilación. El granero se asienta sobre un cuerpo cerrado de dos alturas. El nivel bajo es para almacén de aperos o salazón de productos cárnicos, dotándose de alguna ventana, además de la puerta, el nivel superior, para almacén de pienso o harina y el propio cuerpo del granero como almacén de maíz. El acceso superior se hace por una escalera pétrea o patín. La cubierta remata con pináculos de fábrica. La cubierta interior es abovedada. La casa y el cabazo están comunicados por un curioso puente de medio punto"
Paso de peregrinos
La fila de casas de alarga por la carretera adelante, siguiendo el camino, en dirección oeste
En ruta...
Larga recta de Villamil: cruce y de frente, ya todo en llano
Tapia de Casariego, la capital del concejo, atrás, en la distancia...
Al norte el mar
Se va espaciando la distancia entre una casa y otra
En estos cruces siempre de frente
Señalización de las playas
Señalización del Camino
Rumbo al occidente
Nos acercamos al final del pueblo
Al oeste Santa Gadea o Santa Gadía
Sigue la acera y siguen las conchas...
Pasamos ya junto a las últimas casas...
Y vamos a salir ya de Villamil
Por allí va el Camino oficial que, desde A Cruz da Caleya en Campos, fue a Brul y Tol para dirigirse bien hacia Figueras/As Figueiras y pasar por allí a Galicia por A Ponte dos Santos, o bien desde Tol ir al sur, al antiguo camino histórico que va a Lantoira, Seares, Vegadeo/A Veiga y cruza el Eo aguas arriba en Abres, tal y como hacían los peregrinos de antaño cuando hace siglos las poblaciones del estuario apenas eran más que un fondeadero o, cuando estas ya crecían, para no arriesgarse en frágiles barcazas de gravoso pasaje a las corrientes de la desembocadura
La gasolinera y el Polígono de Barres. Por allí va la carretera N-634
Nos acercamos a Santa Gadía o Santa Gadea, otro enclave ganadero de esta parroquia tapìega de Serantes, por donde bajaremos a la Playa Penarronda y pasaremos a términos del vecino concejo de Castropol
Al oeste los arrabales de Figueras/As Figueiras, en Castropol y más allá los edificios de Ribadeo, ya en Galicia. En medio a lo lejos de nuevo omnipresente el Monte Mondigo
Las cúpulas de la Torre dos Moreno y el campanario de la iglesia de Ribadeo se distinguen muy en la lejanía
En medio de los campos, más cerca, Lois, ruta de Barres a As Figueiras, donde está el albergue Camino Norte
Se ven las grúas de los Astilleros Gondán un poco más allá
Y más cerca Vale, Casalagranda y Lamelas, también en el concejo de Castropol y que pertenecen a la parroquia de Barres
Cruce y a la derecha
Siguiendo la flecha. Al fondo vemos la ermita de San Lorenzo
Es el santuario que, situado en el promontorio del castro frente a As Pantorgas, hubo de ser trasladado hasta aquí a causa de problemas relacionados con la estabilidad del terreno, si bien dice la tradición que fue por encontrarse una talla del "santo junto a la fuente de su nombre que llaman abajo en la ribera, que si no fue en algún naufragio arrojada de la mar, sería allí puesta debajo de alguna peña". Eran sus patronos de la capilla los propios vecinos
El campo de la capilla es un excelente mirador sobre la Playa Penarronda y el Cantábrico. Pronto pasaremos por allí
Entramos así en Santa Gadía, otro núcleo de hermosas quintanas, algunas muy bien restauradas, y naves ganaderas
Un poco de cuesta abajo
Muy buena arquitectura popular. Observemos los dos tipos de cabazos predominante en la comarca: este dispone de paredes laterales hechas de listones de madera con un espacio entre ellos para que pase el aire
Este es de paredes de piedra con pequeñas aspilleras o saeteras, también con la misma función de que el aire entre en el interior
Tomando pues el camino de la derecha pasamos frente a otro conjunto de casa y cabazo
Y llegamos a la rampa de la playa de Santa Gadía, A Ribeiría, también llamada A Pantorga, pues a la izquierda están las islas As Pantorgas. A la derecha A Punta Picón
A Punta de Robaleira y As Pantorgas. Allí estuvo el ancestral castro sobre el que se construyó la antigua ermita del lugar, que fue iglesia parroquial de origen medieval. Se trata de dos grandes islas y un par de pequeños islotes que en la antigüedad formaron parte de un cabo o promontorio. Es castro estaba concretamente en la península inmediata, con un foso y parapeto que lo defienden por el sur, en su unión a tierra. Es posible que el castro se extendiese por entonces a lo largo de todo el antiguo cabo, incluyendo a las actuales islas
Al este la Punta Picón cierra esta ensenada por el este, playa que fue un puerto natural desde tiempo inmemorial. Cuando se fundó en la baja Edad Media la Puebla de Castropol se estipuló que los pescadores de aquí vendiesen allí el pescado. Asimismo se proyectó hacer aquí el puerto de Tapia cuando el concejo se independizó de Castropol en el siglo XIX
Desde la playa volvemos al Camino tal y donde lo dejamos
En el cruce de la playa, continuando camino ya hacia Penarronda
Conchas y flechas nos encaminan por la buena ruta
Llegamos también aquí a las últimas casas. Al fondo la peluquería de Ana Posada
Pasamos entre los bien podados setos de fincas y terrenos
Así llegamos al campo de la capilla de San Lorenzo, anteriormente también de Santa Águeda hasta que se trasladó aquí. Su emplazamiento original, en el castro frente de As Pantorgas, delata su antiquísimo origen, si bien su traza actual, estilo popular, es relativamente moderna, tal vez de finales del siglo XIX, sustituyendo a la anterior, documentada en 1606 cuando hay noticias del pintado de su retablo
"Hoy día, es sobria y desornamentada, de fachadas enlucidas y con pizarra en la parte inferior de ellas y alrededor del campanario, vanos y puerta principal. La cubierta exterior es de pizarra, dispuesta a doble agua, con teja árabe en la cumbrera. Su planta es muy sencilla, consta de un único espacio, con tribuna a los pies, de madera, a la que se accede por una escalera también de madera, y el altar mayor dispuesto a mayor altura. Hoy día, no existe separación entre el espacio de fieles y el altar pero antaño contaba con rejas, como así se dice en el Libro de fábrica de la capilla. Todo el espacio interior se cubre con falso techo plano dispuesto a doble agua y acaso sustituya a una cubierta abovedada. Al exterior se muestra como una construcción sólida y hermética, manteniendo la tipología de capilla del litoral occidental costero. Recibe la iluminación a través de tres vanos: uno de pequeño tamaño, abierto en la fachada principal, y otros dos de mayores vuelos, a la altura del altar, uno en cada fachada. A la capilla se accede por una única entrada, abierta en la fachada principal. Esta remata en una simple espadaña de un solo hueco. Los acabados interiores están blanqueados y la pavimentación es de pizarra. La capilla carece de bienes muebles de interés. No tiene retablo. Solo conserva tres imágenes modernas de San Lorenzo, San Antonio de Padua y Santa Clara de Asís, y tres de tradición barroca, de pequeño tamaño, Nuestra Señora del Carmen, Santo diácono y Santo Domingo. San Lorenzo es obra del escultor José Rivas. En una placa se lee: «JOSÉ RIVAS / ESCULTOR / RUA DE VILLAR, 47-SANTIAGO» y en otra «DONATIVO DE D. / CLEMENTO LÓPEZ MÉNDEZ». En la parte posterior de San Antonio de Padua: "EL ARTE / CRISTI"
" cera, retejos, obras de asentamiento, de imágenes y de campanas. En 1692, se pagaron 64 reales por la imagen de un Santo Cristo, incluida su pintura (no conservada), además de otros 66 que se pagaron por una campana. Antiguamente, tenía cabildo ya que en ese año se pagaron 27 reales a un maestro por cubrir la ermita y el cabildo"
Desde ella se admira un buen paisaje de la parte norte de los concejos de Tapia y Castropol, con Barres y sus barrios en primer término, y más allá, a la izquierda el Pousadoiro (645 m) y a su derecha la Pena da Augua (567 m), A Bouzaveya (565 m) y El Pico Polvoreiro (595 m)
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Pero sin duda este amplio campo del santuario lo que domina soberbiamente es la Playa Penarronda, gran arenal en el que desemboca el río Aparicia o Penarronda, frontera con Castropol. Sus dunas conservan especies protegidas y es sumamente visitado en verano.
El topónimo Penarronda sin duda se refiere al gran peñón situado en medio, de 15 metros de altura, El Castelo, perforado de lado a lado por una gruta natural. Cierra la playa al oeste el cabo de la punta del Corno y todo el promontorio acantilado hacia As Fontías y As Meninas
Por su parte los 650 metros de arenal se extienden desde dichosacantilados de As Meninas al oeste a los de A Robaleira al este. sobre los que estamos nosotros
Vemos desde aquí el Camino, subiendo junto al bar al otro lado de la playa, camino de Villadún, ya muy cerca de A Ponte dos Santos.
Como es habitual en muchos de estos grandes arenales el río forma en la desembocadura una especie de charca, filtrándose bajo la arena en su último tramo hasta el mar
Unas pasarelas de madera, hacia las que bajaremos por el camino de la capilla, permiten el paso de transeúntes sin estropear los dunares.
Una buena bajada recta y directa, con una cierta apariencia de montaña rusa, dado que después tiene subida y cuesta
Desde la que se ve todo el arenal y As Meninas, acantilados que limitan la playa por el oeste, en términos de Castropol. A la derecha A Punta del Corno, donde también hay localizado un castro marítimo
El Castelo, o Pedra Castelo, como el protagonista en medio del escenario que es este anfiteatro marítimo y natural.
Penarronda es además paisaje protegido y monumento natural a preservar
El Camino pierde aquí el asfalto y comienza el paseo de tablas sobre las dunas. Del camino principal salen ramales al arenal
Buena oportunidad pues para tomar el sol y darse un chapuzón. Hay además escuela de surf
Ahora vemos bien la Pedra Castelo y su pena furada, horadada por la acción erosiva del mar.
La playa y sus acantilados. Estas arenas son muy frecuentadas en verano, dado que se trata de una de las playas más grandes de la zona, y cercanas a la Autovía del Cantábrico, pero a la vez agreste y en un entorno muy rural
En las dunas viven especies vegetales y faunísticas objeto también de estudio y protección, siendo un verdadero paraíso biológico. Una de las especies es el alhelí de mar (Malcomia littorea), siendo esta la única playa de Asturias donde se ha localizado, además de estar en peligro de extinción. En cuato a la fauna destanca el ostrero, el cormorán moñudo y la nutria
La declaración como Monumento Natural en 2002 así como diversas actuaciones, intentan compatibilizar este patrimonio natural con la masificación que se produce en los días de sol del verano, cuando se llena de bañistas
Estas iniciativas han permitido preservar en lo posible y recuperar la vegetación dunar que se extiende por buena parte de este arena
Esta señal en la papelera nos avisa que, una vez cruzada la pasarela sobre el río de Penarronda o de Aparicia habremos de desviarnos a la derecha
Cruzamos el puente...
Y aquí es donde vamos a la derecha
Siguiendo la flecha...
El camino de tablas continúa sobre el prado
Otro puente sobre los meandros que forma el río
Vegetación fluvial y dunar, maravilla de la naturaleza
La arena, el río y las plantas de las dunas...
Miramos atrás y vemos los grandes acantilados de A Robaleira
Definitivamente hemos entrado en el concejo de Castropol donde, al llegar al otro extremo de la playa, lugar en el que en verano se ponen los chiringuitos, subiremos por una pista al borde de los acantilados
Atravesamos todas las dunas de la playa de este a oeste
Aquí se acaba el camino de tablas
Subimos hasta el bar por la zona de As Meninas y As Fontías
Admiramos así Penarronda nuevamente a nuestros pies pero ahora vista desde la parte castropolense. De esta manera continuamos ruta hacia Villadún y A Ponte dos Santos para entrar en Ribadeo
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