Un peregrino embarca en Somo en una embarcación pedreñera de las Lanchas Reginas |
Peregrinos en el Muelle de Somo esperando por la lancha para Santander |
Desde la baja Edad Media está documentada la existencia de algún servicio de lancheros entre esta ribera y Santander, pero no se descarta que lo hubiese habido desde mucho más atrás. Pero hay que tener patente antes el paso de rías y estuarios, máxime este, el mayor del norte de España, causaba pavor a los viajeros. Eran endebles embarcaciones atestadas muchas veces de gentes, ganado y caballerías que expuestas a las fuertes corrientes, más de una vez naufragaban. Para más inri era gravoso en la mayor parte de los casos el pago del pasaje por lo que era común que, para evitarlo, se diesen grandes rodeos hasta hallar un paso franco y por tierra firme hacia el destino de la otra orilla, tal y como aquí acontecía, pues desde Somo puede irse al vecino pueblo de Pedreña (también con embarcadero) y de allí a El Astillero y Maliaño, junto al puerto y al aeropuerto de Santander, entrando así en Santander luego de rodear toda la bahía
En el Muelle de Somo las indicaciones camineras contemplan las dos posibilidades. Los peregrinos suelen detenerse y decantan por una de ellas, siendo además un muy buen momento para hacer una foto
Y es que además están aquí los hitos kilométricos que nos informan de las distancias Santander y a Santiago según por donde vayamos. Evidentemente ir por tierra supone una etapa más, pues han de recorrerse para llegar a Santander casi 28 kilómetros de trayecto con un tiempo estimado entre siete y ocho horas de andadura. El paso en lancha es de 25 minutos aproximadamente. De esta alternativa, mayoritaria, la de ir en lancha, nos ocupamos en esta ocasión
Haciendo tiempo en la espera, desde esta rampa del muelle se contempla un buen paisaje que queremos comentar
Ante nosotros El Puntal y sus dunas, la enorme Playa de Somo, es la antesala paisajística para cruzar desde aquí directamente a la orilla santanderina de la bahía admirando esta fachada marítima con los barrios que se levantan sobre ella
El Paseo de Pereda de hizo tras ser rellenada y ganada al mar lo que era la Dársena Vieja, antigua desembocadura de la desaparecida Ría de Becedo, que ofrecía un puerto y ensenada natural origen de la población portuaria hace al menos 2.000 años. Luego el puerto se estableció enfrente hasta que se trasladó avanzado el siglo XX desde el centro urbano a algo más al sur de la bahía. De aquella actividad portuaria que duró allí hasta los años 80 queda en pie la Grúa de Piedra, a la derecha del Centro Botín, en el Muelle de Maura y, a la derecha a la vez de la grúa, el Palacete del Embarcadero, a cuya derecha está la rampa de las pedreñeras que, si nos fijamos, podemos ver llegar y salir de su muelle, el Muelle de Calderón. También reconocemos a la derecha de la foto el edificio del Banco de Santander, de todo ello hablaremos extendidamente al desembarcar en la ciudad. Más arriba vemos Castelar y en lo alto el barrio Carmelo y la colonia Miramar
Un poco a la derecha Puertochico, zona de bares y vinos que fue barrio de pescadores, muy oculto por el largo brazo de El Puntal con sus arenales, donde en verano, atracan numerosas embarcaciones deportivas
Los enormes bloques de pisos pueblan el Alto de Miranda, a la izquierda de la foto, donde nacieron las famosas fiestas de Santiago de Santander al trasladarse desde su ubicación anterior en La Puntida, junto a la muralla, las ermita de la Purísima Concepción y los Santos Mártires a petición del Cabildo de Mareantes de Abajo o de San Martín. Al empezar a subir los pescadores en romería se sumaba a ella la vecindad del lugar, sobre todola festividad de Santiago
En Miranda enlazaban los caminos a El Sardinero y otros lugares, como los de la línea de antigua defensa costera hacia Liencres, en la costa norte, mirando al Cantábrico
De todas maneras lo que más llama la atención en lo alto es la gran fachada del Hotel Real, ideado por Alfonso XIII para alojar a su séquito durante sus estancias veraniegas en Santander. Bajo sus auspicios se empezó a construir en 1916 y se inauguró en 1917. Diez años antes la familia real ya venía a tomar los baños de ola y se asentarían en el cercano Palacio de la Magdalena, del que pronto hablaremos. La relación de la Casa Real española de los Borbones con Santander y otros lugares de Cantabria parece arrancar unas décadas atrás con las visitas de veraneo de Isabel II a tomar los preceptivos baños de ola, y luego con la la amistad, surgida de la política y los negocios, entre Alfonso XII y el empresario y banquero Antonio López López, quien sería nombrado por el monarca Marqués de Comillas, su villa natal, donde se hospedaría algunas veces con su familia y que, llegando a celebrarse en ella un Consejo de Ministros, sería declarada capital de España por un día, el 6 de agosto de 1881, dato que recordaremos cuando lleguemos allá por este Camino Norte de Santiago
El Hotel Real se inauguró por todo lo alto el 12 de julio de 1917 y, décadas después y acabada la monarquía, el Hotel Real albergó numerosas iniciativas entre las que destacan los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y el Festival Internacional de Música de Santander, razón por la que en el hotel se alojaron directores como Rostropovich o Zubin Metha o que en su gran terraza Jorge Sepúlveda escribió la letra de la canción: "Mirando al mar soñé, que estabas junto a mi". El Hotel Real se desestacionalizó en 1972, cuando empezó a abrir todo el año y en el 2003 de reformaron la cocheras para el nuevo centro de talasoterapia
Poco antes, en 1915, el empresario naviero Leopoldo Pardo hizo construir el chalet El Promontorio (delante a su derecha), luego comprado por Marcelino Botín. Era una zona que se estaba fraguando como residencia de veraneo para reyes y alta sociedad en los caminos a El Sardinero, que desde mediados del siglo XIX atraía a la burguesía madrileña y catalana para tomarse los salutíferos baños de ola que recomendaban los nuevos avances médicos, los cuales andado el tiempo se extenderían a todas las clases sociales, naciendo el veraneo de playa propiamente dicho, pues antes a estos arenales solo iban los pescadores locales, de ahí por ejemplo el topónimo Sardinero
Volviendo al Centro Botín y los Jardines de Pereda hemos de decir que el casco antiguo de la ciudad, en el cerro de Somorrostro donde estaba La Puebla Vieja y al otro lado de la vieja ría, La Puebla Nueva, pereció casi por completo en el terrible Incendio de Santander de 1941. Solo algunos pocos edificios, como la catedral fueron reconstruidos, los demás fueron sustituidos por otras edificaciones
Únicamente una muy pequeña parte se salvó, por la zona de Rumayor y la Calle Alta, comunicación de La Puebla Vieja con los terrenos al otro lado de la muralla medieval. Tras el incendio la necesidad acuciante de vivienda propició la construcción de nuevos barrios y una gran expansión de la ciudad. Es muy posible que existiesen poblamientos muy antiguos, prehistóricos mismamente, en ese lugar, pues la ladera norte de la colina de Somorrostro y la antigua Ría de Becedo debieron ser parajes ya apetecidos para los más pretéritos asentamientos humanos antecesores de la ciudad
Un poco más al sur está el puerto de pescadores con su Barrio Pesquero, de 1943, cuando vino de su tradicional enclave de Puertochico, del que pronto hablaremos
Más allá la mencionada Sierra de Liencres, que domina este sector de rasa costera entre la Bahía de Santander y, al otro lado, la Ría de Mogro. No es de extrañar por ello que haya sido desde siempre baluarte de vigilancia y defensa, existiendo cimientos de castillos y búnkeres de la Guerra Civil
Más al sur La Peña de Peñacastillo (140 m) tiene todos los visos de ser un primer asentamiento prerromano habitado después al menos hasta la Edad Media. Lamentablemente y al haber sido tradicionalmente explotado como cantera se han perdido muchos restos de aquel tan oscuro como apasionante periodo en el que aquí se emplazaba una antigua fortaleza o castro, recinto fortificado prerromano en la que se quiere ver el más primitivo origen prerromano de Santander, donde hubo un castillo, muy posiblemente sucesor del ancestral castro cántabro, que fue abandonado al pasar el lugar plenamente a la jurisdicción santanderina en el siglo XVI. Allí se encuentra la Cueva de San Andrés, de viejas leyendas de tesoros escondidos, razón para algunos eruditos encuentren aquí la razón del topónimo Santander, de San Andrés más que del San Emeterio, mártir cuyas reliquias y las de otros santos como San Celedonio se veneraban en el santuario anterior a la actual catedral. La cueva, independientemente de las leyendas, sí parece responder a un poblamiento paleolítico muy anterior incluso al castro y al castillo
Pero no es hasta época romana donde hallamos los primeros testimonios incontestables de la fundación de la primera ciudad, el Portus Victoriae Iuliobrigensium, que, independientemente que estuviese aquí o en otro lugar, son evidentes señales de un puerto y civitas o villae romana cuyos restos han aparecido en toda esta ribera, desde el subsuelo de la catedral en Somorrostro hasta La Magdalena
Pasada la época romana sufrió el primigenio asentamiento los ataques de pueblos bárbaros y en tiempos del rey Alfonso II El Casto se funda aquí la Abadía de los Cuerpos Santos sobre un santuario anterior ubicado en Somorrostro en el que se hallaba el relicario de los santos San Emeterio y San Celedonio, los cuales habrían sido decapitados en Calahorra en el siglo III y cuyos cuerpos, unos siglos después, habrían llegado a Santander en una barca de piedra, creencia similar a la llegada del cuerpo decapitado de Santiago a Galicia, escapando de la invasión musulmana. Dice la creencia piadosa que la barca dio la vuelta a esta península y chocó atravesando lo que hoy es la Isla de la Horadada, en la boca del estuario, guardándose a partir de entonces estas reliquias en una cueva situada en el Cerro de San Pedro o de Somorrostro (de sumum-rostrum, promontorio más alto) y, cristianizando sin lugar a dudas un lugar sagrado pagano, se fundó un primer templo al que le sucederá posteriormente este monasterio donde se veneran los restos de San Emeterio, San Celedonio y otros mártires desconocidos. Aparte de la existencia de un antiguo culto a San Andrés en Peñacastillo que pudiese ser el origen del topónimo actual, hasta ahora era mayoritariamente aceptado que el topónimo Santander venía de Portus Sanctorum Emeterii et Celedonii, y en concreto de San Emeterio por evolución fonética de Sancti Emetherii-Sancti Emderii-Sanct Endere-San Andero-Santendere-Santanderio-Santander). Si bien en los mapas antiguos aparece cuando como San Emeterio y Sant Ander, versión esta última que ha dado pie a la posibilidad que estuviese vinculado a San Andrés
En el año 1187 el rey Alfonso VIII de Castilla le otorga a Santander la preciada Carta Puebla por el que se regula una gran autonomía local y fueros para la población, libre de apetencias señorales. Esto favoreció notablemente el asentamiento de más vecinos, así como la pesca, el comercio terrestre y marítimo y la elaboración de escabeches y explotación de viñas. A partir de entonces se divide en dos barrios principales dentro de sus murallas, La Puebla Vieja o parte más antigua en el cerro de Somorrostro, con la Abadía de los Cuerpos Santos y el puerto, y la Puebla Nueva con el convento de Santa Clara y, fuera de la fortificación, el de San Francisco. Ambos barrios estaban unidos por un puente sobre la Ría de Becedo, hasta que esta fue rellenada a finales del siglo XVIII pero de la que aún quedaban señales en fecha tan tardía como 1936. A finales del siglo XII empieza a construirse, sobre la Abadía de los Cuerpos Santos, la catedral de la Asunción, a escasos metros de la orilla pero que no vemos desde aquí, tapada por los edificios de la urbe. En esos siglos bajomedievales la marina santanderina participa, junto con la de otros puertos cantábricos, en la toma de Sevilla (año 1248), portando a partir de entonces en su escudo un emblema con la Torre del Oro y una nave rompiedo las cadenas que protegían la ciudad por el río Guadalquivir
Todo ese sector de la bahía, hasta más allá de Maliaño, Muriedas y El Astillero, es netamente portuaria e industrial, con polígonos, factorías, muelles, astilleros... Más allá, por el casco urbano de las poblaciones o, en otro de sus ramales, por las aldeas del interior, van los caminos jacobeos que bordean la bahía para ir a Santander por tierra
También la Autovía S-10, comunicación con Bilbao pues enlaza con la Autovía del Cantábrico en Solares, y el ferrocarril, discurren al otro lado de las naves y las grúas
Más acá es el Dique de Pedreña, boca de entrada a estos muelles
Este es el Muelle de Pedreña, donde las lanchas de pasajeros atracan también al ir y al venir. SE ve perfectamente el brazo de mar que accede a este embarcadero y al de Somo
Hay un puerto deportivo bajo las instalaciones del Real Golf de Pedreña, fundado como Real Club de Pedreña el 29 de diciembre de 1928 con Alfonso XIII como Presidente Honorario, acordándose al mismo tiempo comprarse las 274 fincas que ocuparía primeramente el campo, el cual había sido auspiciado por la reina Victoria Eugenia con el apoyo de un grupo de entusiastas encabezados por Ramón Quijano de la Colina. La promoción de este deporte desde entonces daría nacimiento a una ponderada afición al mismo, de la que saldrían campeones como Ramón Sota o su sobrino el gran Severiano Ballesteros, ambos nacidos en Pedreña
Y así, contemplando la ciudad y su bahía desde Somo nos recreamos en su historia mientras aguardamos en el muelle la llegada de las lanchas de Los Reginas
Ahí, ante el monte Contrajón (52 m) que forma parte del campo de golf, está el puente sobre la Ría de Cubas, una de las que forman la Bahía de Santander. Es conocido como Puente de Somo y se hizo en 1978 para comunicar esta localidad y Pedreña por carretera de forma rápida y directa, pues antaño era preciso dar un gran rodeo esquivando el estuario muy al interior. Su construcción entró en conflicto con el proyecto de hacer un puerto deportivo y estuvo a punto de ser impuganada. La Ría de Cubas es la desembocadura del Miera, el río que da nombre a la comarca de Trasmiera, llamada así seguramente por la expansión del Reino de Asturias al este con Alfonso I El Católico en el siglo VIII, que promovió su repoblación
Un pequeño puerto deportivo lo hay en este Muelle de Somo, si bien en verano, como dijimos, multitud de embarcaciones atracan en todo este tramo de costa hasta las arenas de El Puntal
Por el puente irán a Pedreña los peregrinos que sigan la ruta terrestre a Santander, al menos una de ellas, verdaderamente los romeros de antaño la bordeaban desde mucho más al interior, dado que no había estos puentes para salvar sus varias rías y además las aguas ocupaban mucha más extensión, así como las marismas. Por ello desde Galizano se dirigían a Villaverde de Pontones pasando por el hospital de peregrinos de San Lázaro de Teas, cruzando luego el Miera aguas arriba por Solares y, apartándose de cenagales, subían las laderas de Peña Cabarga a Santiago Cudeyo y San Salvador, para ir a Guarnizo y de allí al Valle de Camargo para entrar en Santander por Peñacastillo
Esta otra ruta terrestre señalizada es más corta, si bien más que una tradición histórica de paso de peregrinos o arrieros sigue la senda más cercana a la orilla de la bahía, pues tras pasar a Pedreña sigue la ribera hacia Elechas, luego a Gajano y a Pontejos, pasa el puente de la Ría de Solía o de San Salvador y entra por el centro urbano de El Astillero al de Muriedas y Maliaño, estos en el municipio de Camargo, enlazando con el otro en Peñacastillo. También para entrar en Santander hay dos posibilidades, una a la derecha de La Peña y otra a la izquierda para, en Cuatro Caminos, ir directamente a la catedral y Somorrostro por la calle Alta y Rumayor, o el viejo Camino de Becedo, actual Alameda de Oviedo. De todas estas variantes hablamos en las oportunas entradas de blog a ellas dedicadas
Aquí para el caso que nos ocupa no hay otra ruta que la navegación en la lancha pedreñera que ya viene desde Santander y Pedreña a embarcar a los peregrinos y pasajeros en general. Se dice que Somo fue en origen un fondeadero natural hacia Santander en el que hubo unas posadas camineras para quienes hacían noche esperando por las lanchas. Ciertamente en el lugar se conserva el topónimo Las Ventas
Dejando aparte las navegaciones de las embarcaciones de la antigüedad, hemos de decir que las pedreñeras son descendientes de las corconeras, llamadas así por la empresa La Corconera, (ánade de color oscuro muy común en estas costas) fundada en 1877 por los empresarios Joaquín Bolado, Juan Gutiérrez Colomer y Juan Gutiérrez Colomer para transportar pasajeros por los puertos de la bahía, tal y como nos expone Máximo Villar Saro autor del blog Escenas de Santander que queremos encarecidamente recomendar
En 1886 La Corconera pasó a ser la Sociedad de Vapores Zarcetas S.A para crear una línea regular de pasajeros entre Santoña y Limpias con el Corconera nº5 que sería ya el primero de los nuevos Zarceta, nombre de otra ave marina
En 1901 el servicio de barquerías pasó a la empresa Los Diez Hermanos de Manuel Bedia, así registrada porque estaba a cargo de sus diez hijos. En 1918 ya se regularon los servicios diarios cada media hora a Pedreña y Somo y a la inversa, completado con viajes a El Puntal, lo que es su itinerario actual. Luego una parte de los hermanos fundadores se separó creando la nueva empresa Los Reginas, haciéndose las dos la competencia hasta que ambas se fusionaron en 1967, empleando este único nombre a partir partir de 1977
Llega la lancha y los peregrinos forman cola junto con vecinos y visitantes. Mucha gente de Somo trabaja en Santander y emplea este servicio para evitar la gran vuelta a la bahía en coche o enlazando varias líneas de autobuses entre diferentes municipios. A la izquierda, muy a lo lejos, vemos Peña Cabarga con los 570 metros del Pico Llen, zona de minas de hierro desde el tiempo de los cántabros luego explotadas por los romanos y así hasta casi nuestros días. Su salida comercial tradicional durante milenios fue por esta bahía y abajo, por sus faldas, va el camino señalizado más exterior de circunvalación de la bahía en la ruta jacobea del Norte
Antes que embarcar los que vienen tienen que desembarcar. Muchas gentes de Santander pasan a Somo a disfrutar de los aires del lugar, sol y playas. Es frecuente que, sobre todo en época estival, veraneantes y amantes de los deportes náuticos se alojen en Santander y vayan a la playa a Somo. Otras veces es al revés, gente hospedada en Somo va a visitar Santander. El paso continuo de peregrinos supone también un importante trasiego de pasajeros, principalmente a partir de la primavera
Tras desembarcar los que vienen embarcan los que van. Los pereginos son fácilmente reconocibles por sus bastones, botas, mochilas...
La cola se mueve y nos vamos aproximando a la embarcación
Hay diferentes lanchas, unos modelos más modernos y otros más tradicionales. Hay asientos arriba y en la bodega. No pocos emplean el servicio por el mero placer de navegar y ver la bahía desde las aguas. Se organizan también rutas, paseos y excursiones
Hay ganas de subir...
Es muy importante tener en cuenta que la Bahía de Santander forme parte del Club de las bahías más bellas del mundo, asociación en las que se hermanan "lugares de una belleza excepcional y de una dimensión universal". A España pertenecen esta y el Golfo de Rosas
Van subiendo los últimos...
También las bicicletas...
Todos a bordo...
Es la hora de partir...
Ya se acomodan todos y la lancha emprende su viaje a Santander
Unos afuera otros adentro, los peregrinos, turistas y visitantes gustan siempre que pueden los lugares con mejores perspectivas, unos a proa...
Enfilando ya de frente la salida del muelle rumbo a Pedreña
Y otros a popa, mirando a Somo...
Van sacando móviles y cámaras
Es la hora de las fotos
Atrás queda Somo
El muelle se torna solitario, con su caseta de resguardo y sus farolas...
Pero no por mucho tiempo, pronto han de llegar más peregrinos...
Y siempre hay alguien despide a los pasajeros desde el embarcadero
Es la escultura Los Adioses de Javier Soto, del año 1994, representando a una mujer joven agitando el pañuelo en ademán de despedida
Ya casi no se ve la lancha...
Lancha que surca las aguas entre el dique de somo y las arenas de El Puntal
Nos acercamos al Puente de Somo
Saliendo rumbo a Pedreña
Puente de Somo. Al pasar al otro lado de la Ría de Cubas entraremos en el municipio de Marina de Cudeyo, también en la comarca de Trasmiera
A la izquierda el Embarcadero del Rey. Enfrente, al otro lado del puente y a su izquierda, la rampa del embarcadero y pabellón de remo de Marina de Cudeyo, deporte de honda raigambre en estos lugares, pues la histórica Sociedad Deportiva de Remo de Pedreña inició sus actividades en 1895
La lancha y el puente, con su llamativa forma y singulares pilares, ante el Embarcadero del Rey y las boscosas laderas de Castejón
Con Pedreña ante nuestros ojos, la bahía y Santander en el horizonte
La carretera CA-141 a la izquierda, bordeando el Castejón
Bancos de arena saliendo a esta gran bahía
El "pasillo" para salir a la bahía y el brazo de arena de El Puntal que casi parece que la cierra. Más allá del arenal asoma la Isla de Mouro con su faro, muy en la distancia y casi oculta por las dunas que tenemos enfrente
En el interior de la lancha, los pasajeros
Es el barrio de El Muelle. Más allá volvemos a ver Peñacastillo y en la distancia la Sierra de Liencres
Bancos de arena en la Ensenada de la Barquería y a lo lejos los polígonos industriales de la zona portuaria, muelles de Albareda, Almirante y de Bloques de Raos y Ensenada de Maliaño. Detrás de ellos los edificios en torno a la zona de Cuatro Caminos, puerta de la ciudad por el oeste
El Puerto Pesquero de Santander y colina arriba los altos edificios de Cazoña, el que puede considerarse el primer barrio-dormitorio de Santander, construido a partir de 1973 y que conserva un importante elemento anterior, el Cementerio de los Ingleses, uno de los pocos camposantos protestantes existentes en España. Su construcción obedece a la continuada presencia inglesa en Santander, planteándose hacerlo a consecuencia de los soldados de esa nacionalidad que estuvieron en Santander en la Guerra de la Independencia y en la de la Cuádruple Alianza, pero también a los muchos operarios de los astilleros, marinos, comerciantes y diplomáticos, entre otros. Aprobada su construcción en 1831 no se inaugura hasta más de 30 años después, en 1864, tras ser nuevamente aceptada, luego de la llegada de un nuevo contingente de ingleses a las obras del Ferrocarril Alar del Rey-Santander
El centro urbano. Podríamos decir que Santander conforma una larga ciudad lineal que se extiende mayroitariamente por la ladera sur de la colina que mira a la bahía hasta La Magdalena y de allí se desparrama a las playas de El Sardinero orientadas hacia la boca del gran estuario. Más allá hay importantes barrios y lugares: La Albericia, San Román, Monte y Cueto, pero la rasa marina orientada al norte, al Cantábrico, está menos poblada, preservándose la más cercana al mar por su interés paisajístico y ambiental
Puertochico, puerto deportivo del Real Club Marítimo en la actualidad, antes de pescadores. Allí están la Dársena de Molnedo, donde estaba la antigua estación de tranvías y se construyó el Dique de Gamazo, así como la calle Castelar con sus edificios en otra de las zonas de expansión urbana a partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando la ciudad se iba extendiendo también hacia La Magdalena y el Alto de Miranda
Y aquí El Puntal se adentra como una cuña en la bahía como queriendo llegar a la ciudad, tapándonos parcialmente los edificios de primera línea de costa. Allí está su embarcadero, donde también van estas lanchas en servicio regular en verano
Otra vista del Hotel Real, sobre el itsmo de la península de La Magdalena
Península de La Magdalena que ya podemos reconocer más a la derecha y más allá de las dunas también, lugar muy importante para la historia de Santander donde se han localizado restos romanos de a partir del siglo I de nuestra era, inmediatamente después de la conquista de Augusto. Dada su privilegiada situación sobre la ciudad y la desembocadura fue desde siempre un enclave fortificado militar de las defensas costeras de Santander, ubicación del Castillo de San Salvador de Hano y de la batería de la Cerda, enlazado por caminos de pertrechos con las fortificaciones de Liencres por Miranda. En 1812 durante la Guerra de la Independencia, los ingleses ocuparon como aliados de los españoles la Isla Mouro y dispararon sobre estas defensas que habían sido ocupadas previamente por los franceses
A primeros del siglo XX la península fue regalada al rey Alfonso XIII y allí se construyó entre 1909 y 1911 el Palacio Real de La Magdalena, razón por la que también se conoce al lugar como Real Sitio de la Magadalena. Sufragado por Ayuntamiento y particulares, se esperaba, como así fue, que la presencia en el palacio del monarca con su familia y séquito promocionase Santander a todos los niveles, especialmente por parte de las clases más pudientes, que establecieron en las inmediaciones sus quintas de recreo, residencias, negocios y espacios de ocio, principalmente la vela. Alfonso XIII utilizó el lugar como mansión de veraneo entre 1912 y 1929. Es de entonces cuando, por iniciativa real, se planta en la península el bosquete de pinos. En 1918 ya era sede de cursos de verano, precedente de los la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que comenzaron a impartirse tras la llegada de la II República, en 1932
Fueron arquitectos del palacio Javier González de Riancho y Gonzalo Bringas Vega tras ganar el concurso convocado por el Ayuntamiento. Abajo asoman sobre El Puntal las caballerizas, proyectadas en 1914 por el primero, inspirándose en la traza de un poblado medieval inglés. Realmente la idea de hacer un palacio real ya databa al menos de 1868 pero las convulsiones sociales y políticas de España no lo permitieron por aquel entonces. Durante su construcción hubo parones en las obras a consecuencia de las huelgas obreras de 1911 en Santander. Arquitectónicamente es una obra ecléctica con inspiración de estilos ingleses y franceses además del barroco montañés, popularizando el subestilo ecléctico-regionalista cántabro
Pedreña es uno de los pequeños puertos de la historia de esta bahía. En sus inmediaciones se han localizado restos medievales, destacando el Tesorillo de Ambueja, colección de monedas altomedievales hallado en unas viejas tumbas
Famoso es de siempre, ya lo hemos dicho, su club de remo, la Sociedad Deportiva de Remo Pedreña, que ya en 1895 gana la Regata de los Cabildos de Santander siendo patrón José Ansorena. En 1920 surcaban las aguas con la trainera Diez Hermanos y en 1933 las llamadas Elcano y Pasayako. En 1934 fue célebre su trainera Cantabria, fabricada en Guinea y, en los años 40, gana la Bandera de la Concha en tres ocasiones con La Castilla, siendo presidente César Hermosilla. Luego de un parón de actividad retoman su actividad con Pepe Bedia, patrón con el que se habían ganado aquellas tres banderas, en 1964, Pepe Bedia, destacando también Rubén Laso Michelena. Participan en los tradicionales desafíos de tripulaciones como en Fuenterrabía y en 1976 ganan de nuevo la Bandera de la Concha. Hubo dos parones más por falta de remeros, entre 1978 y 1980 y entre 1987 y 1993, retomando luego su buen hacer con la Liga San Miguel
Traineras, trainerillas, bajeles... son la evolución deportiva de los ancestrales trabajos marineros de estas costas, directamente relacionado con las antiguas lanchas de los balleneros, con sus remeros y arponeros, una actividad que desapareció a lo largo del siglo XVII al casi extinguirse los grandes cetáceos del Cantábrico
Y este es el puerto deportivo Marina Pedreña, diseñado para embarcaciones de recreo, vela y pesca deportiva
A continuación, en los muelles de Pedreña, las lanchas de Los Reginas, por eso llamadas pedreñeras
Y así iremos hacia la Punta Aguda
Llama la atención a lo lejos, un gran buque carguero
Se dirige al puerto. En ocasiones estos barcos llegan a tapar, con su altura, manzanas enteras de edificios de la ciudad. A la izquierda la rampa donde atrancan Los Reginas para recibir más pasajeros o... para desembarcarlos cuando vienen de Santander
A la derecha tenemos otra magnífica vista de La Magdalena que, durante la Guerra Civil, fue un campo de concentración para presos republicanos tras la caída de Santander en septiembre de 1937 en manos del ejército de Franco
Don Juan de Borbón vendió el palacio al Ayuntamiento de Santander en 1977 no sin fuerte polémica pues muchos entendieron que se pagaba por una cosa que fue regalada a su padre y que ya había sido requisada por la II República como sede de la Universidad Internacional, que había vuelto a tener su sede en el palacio en 1949
Atrás ha quedado ya el puerto deportivo
En interior dispone de amplios ventanales. Un buen momento que muchos viajeros aprovechan para organizar algunos asuntos antes de llegar a Santander
Ahí tenemos el muelle de las pedreñeras en Pedreña, con su taquilla de pasajes
Embarcadero de Pedreña y Santander, ciudad que en 1296 llegó a formar una hermandad con otras villas cantábricas para defender, con la fuerza si fuese necesario, sus intereses comerciales, principalmente en la exportación de lanas y harinas castellanas, frente a la competencia de otros puertos del Atlántico Norte, la Hermanad de las villas de la marina de Castilla o Hermandad de las marismas, con Santander, Castro-Urdiales, Laredo, Vitoria, Guetaria, San Sebastián, Bermeo y Fuenterrabía, como manera de hacer frente a sus competidoras de Flandes e Inglaterra, un hito de suma importancia para el desarrollo económico, social y urbano de las poblaciones de toda esta franja marítima
Peregrino a proa... los romeros del mar
Hay en Pedreña varios establecimientos de hostelería reputados por su gastronomía marinera. Algunos ante el puerto deportivo, otros ante este muelle y los más a lo largo de la población, de la que solo vemos los edificios del puerto, pues toda ella se extiende desde aquí al sur
Llegamos a puerto
Los pasajeros de Pedreña bajan la rampa al ver acercarse la embarcación
Atraca la Pedreñera...
Suben a bordo. Fijémonos las lanchas deportivas dentro del muelle, varadas sobre la basa en bajamares
Y lo que se tarda en tomar pasajeros ya se vuelve a hacer a la mar
Ahora recto y de frente rumbo a Santander por la Ensenada de la Barquería
Navegamos por la mayor bahía del norte de España, ya lo hemos remarcado antes, con 22,42 kilómetros cuadrados, 9 kilómetros de longitud y 5 kilómetros de ancho
Al sur Peñacastillo domina al sur puerto, ciudad y bahía, polígonos industriales, dársenas y muelles de Maliaño y Raos
La línea de costa más industrial...
Luego el concentrado casco urbano con sus altos edificios que parecen querer asomarse, unos sobre otros, a otear tan magno estuario. El crecimiento de la ciudad desde la antigua puebla medieval se vio afectado ya desde época medieval por ciertos desastres. Se recuerda especialmente el Incendio de
Santander de 1941, pero ya en La Edad Media los hubo muy graves, como los de 1296 y 1311, que se se sucedieron en muy pocos años, por lo que fue excluida del pago de diezmos para conseguir su pronta recuperación
Santander se convierte en una gran base naval de la corona castellana al entrar triunfante en el puerto la escuadra castellana de tras la victoria de La Rochelle contra los ingleses en 1419, creándose las Atarazanas Reales, grandes astilleros para la flota, como los existentes en Sevilla y Barcelona. Estaban estos resguardados en la Ría de Becedo, que desembocaba justo detrás de los Jardines de Pereda, tras el actual Centro Botín
Confirmada su dependencia directa del rey sin influencia de la nobleza terrateniente y feudal a lo largo del siglo XV, su cesión al Marqués de Santillana en 1466 por parte del monarca Enrique IV provocó una revuelta popular que obligó a revocar esta contestada resolución, pero los conflictos entre los dos barrios santanderinos de La Puebla Vieja y La Puebla Nueva, separados por la Ría de Becedo, obligaron a otras disposiciones, como el nombramiento de dos alcaldes
En todos estos puertos solía establecerse una preceptiva cuarentena a la más mínima señal o noticia o epidemia pero no pocas veces, por descuido, despiste, confianza,por agilizar trámites o por soborno, esto no se hacía. Dada la casi inexistencia de tratamientos generales para toda la población y efectivos, era causa de estos grandes quebrantos
Santander empezó a recuperarse de tan grandes reveses en el siglo XVIII, favorecido por su condición de cabeza de partido que hasta entonces era exclusivo de Laredo y por la orden real de abrir el Camino de las Lanas con Burgos, haciendo de Santander el gran emporio comercial del Cantábrico. En 1754 es nombrada capital de la diócesis y el abad pasa a ser obispo, pasando la antigua iglesia-colegiata a ser catedral. Un año después Fernando VI le concede el título de ciudad y en 1783 se instituye el Consulado de Mar y Tierra de la muy noble y muy leal ciudad de Santander, intensificándose el intercambio marítimo con América.
En 1816 y con el apoyo de la burguesía industrial nacida de la prosperidad comercial y portuaria se crea la capital marítima, fundándose numerosas empresas y astilleros y en 1851 llegaría el ferrocarril.
Esta burguesía industrial favorecería la ampliación de la ciudad con el Ensanche de Santander, expansión de la ciudad más allá de la vieja puebla medieval
Ya desde mediados del siglo XIX el triunfo en Europa del turismo de ocio y salud para las clases pudientes abarcó a Santander pues esta promocionó sus playas para los salutíferos y recetados baños de ola, creándose la ciudad-balneario de El Sardinero. Esta iniciativa haría como hemos dicho que la propia familia real española hiciese de la ciudad su centro vacacional en tiempos de Alfonso XIII. Culturalmente la Universidad Internacional Menéndez Pelayo consolidó Santander como gran ciudad cultural. Su proyección se vería favorecida a nivel internacional con el aeropuerto, inaugurado en 1953 sucediendo al más antiguo de La Albericia y con las líneas marítimas del ferry con Plymouth y Portsmouth en Inglaterra
Santander tuvo dos grandes quebrantos en su historia más reciente, uno fue la explosión en 1893 de un barco, el Cabo Machicaco, que transportaba dinamita y ácido sulfúrico sin guardar, como casi nadie hacía, las preceptivas medidas de seguridad. Todo empezó por un incendio que atrajo a que otros barcos viniesen a ayudar, así como equipos de extinción, autoridades y numerosos curiosos, estallando entonces la carga y provocando 590 muertos y 525 heridos pues además destruyó algunas viviendas. Otro fue el famoso Incendio de Santander, en 1941, que comenzó en la calle Cádiz la noche del 15 al 16 de febrero avivado por un fuerte viento sur que incendió durante dos jornadas el casco histórico de callejuelas y viviendas parcialmente construidas de madera. La única víctima mortal fue un bombero madrileño, Don Julián Sánchez García, que participaba en las labores de extinción. Pero el centro quedó arrasado y la ciudad asolada, con numerosísimas familias sin hogar y la vieja puebla medieval destruida. Esto dio lugar a tener que buscarles rápido acomodo y a la construcción rápida de varios barrios funcionales, transformado la organización urbana de la ciudad
Vemos lo que fueron, y siguen siendo zonas residenciales de quintas y chalets entre los muelles de Gamazo y San Martín. El crecimiento urbano se expande con grandes urbanizaciones colina arriba pero los chalets con sus jardines se resisten a desaparecer. Ahí está el Dique de Gamazo, donde estuvieron los Astilleros de Eduardo López Dóriga, fundados en 1878 y sucesores de largas sagas de antiguos carpinteros de ribera. Cerca de ellos, en La Reyerta, estaba la calderería de Talleres Corcho, que se hicieron accionistas de estos astilleros con los que trabajaban y que, al disolverse en 1913 cuando se llamaban Talleres de San Martín S.A., sus bienes y terrenos pasan a Talleres Corcho. La empresa se divide en la década de 1960, la parte de los astilleros pasó a ser Corbasa, de capital belga. Luego de una crisis en 1971 resurgieron como Astilleros del Atlántico S.A. hasta la dura reconversión naval española que los hizo cerrar definitivamente en 1988. Por su parte la antigua calderería se transforma en Corcho S.A. y de dedica a electrodomésticos e instalaciones industriales de la materia, comprada una década después por el grupo Orbaiceta, que abarca empresas como Super Ser, Agni, Crolls y varias más del gremio
Antiguamente San Martín de la Mar eran casas campesinas con huertas y viñas en torno a un fuerte que se hizo en la centuria del 1500 cerca de la Isla de San Mamés para cañonear a los barcos enemigos que consiguiesen salvar las andanadas del de San Salvador de Hano en La Magdalena y fue demolido en 1843. La urbanización del lugar se hizo a partir de 1877 a lo largo del camino costero a El Sardinero, actual Avenida de la Reina Victoria con el llamado Plan Valle, arrancado ahí la actual Avenida de la Reina Victoria como sucesora del antiguo camino
Un poco más a la izquierda está el dique de Gamazo con el Centro de Festivales, la Escuela de Marina y el Centro de Vela de Alto Rendimiento. Detrás, con el Plan Valle, se hizo un desmonte de la falda de la colina para tener espacio donde ubicar la refinería de azúcar La Montañesa, organizándose las calles Castelar y Juan de la Cosa. Luego del cierre de la industria se hicieron quintas unifamiliares hasta que en 1885 se construyeron edificios de pisos al ensancharse Molnedo. Por allí pasaba el llamado Tranvía de Gandarillas, que entró en servicio para acercar a los bañistas a El Sardinero en 1875 y en 1.921 pasará a la compañia del Tranvía de Mirada. Empezando los años 50, justo con el cierre de esta empresa, Castelar se alargó hasta la Avenida de la Reina Victoria
Más allá a la izquierda es la dársena de Molnedo y Puertochico, donde está el Real Club Marítimo, fundado en 1937. Antaño era el lugar donde el arroyo de Molnedo desembocaba en la bahía desde la vaguada de Tetuán, solar de la Fuente de los Diez Caños, lugar donde en 1784 fundó Francisco de Gijaba una planta para blanqueado de su fábrica de hilados. En 1832 hubo un lavadero público y se instalaron varios salazones, haciéndose Molnedo calle en 1842
Luego los mareantes del Cabildo de Abajo, en la Puebla Vieja, trasladaron el puerto aquí ante el crecimiento de la ciudad, naciendo la dársena de Puertochico de manos de la Unión Mercantil y naciendo un barrio de pescadores que vendían su capturas en la Almotacenía, construida en 1894, dentro de un ambiente muy marinero con pescaderas, rederas, pescadores o los famosos raqueros, niños muy pobres, algunos abandonados otros huérfanos, que vivían de pequeños robos y de las monedas que se les arrojaban al mar desde los barcos para ver cómo las sacaban del fondo buceando. Se les ha hecho un monumento. Puertochico era además visitado asiduamente por pintores y escritores que buscaban inspiración para sus obras en sus escenas marineras y se abrieron mesones que popularizaron los platos de pescado como las sardinas asadas o las marmitas de bonito. Tras la entrada de las tropas de Franco el Gobierno Civil se instaló en Castelar y hacia 1943 los pescadores fueron trasladándose más al sur, al actual Barrio Pesquero, tras solicitar la cofradía la construcción de un nuevo puerto y poblado. Los pescadores y pescaderas se fueron pero los mesoneros siguieron y evolucionaron hasta hacer de la zona un barrio de honda raigambre gastronómica de tapas, comidas, vinos y terrazas, muy animado y frecuentado
A nuestra derecha El Puntal sigue alargando su arenosa cuña hacia el interior de la Bahía de Santander
Una lancha llega al embarcadero de El Puntal. En verano, tanto haga sol o nublado, un servicio regular de lanchas comunica estos arenales de Somo con Santander
En esta zona suelen atracar también numerosas naves deportivas, barcas, lanchas y yates. Hay algún chiringuito playero
El extremo occidental de El Puntal es La Punta Rabiosa, ante el fondedadero de El Promontorio
Frente a la Punta Rabiosa vemos el Muelle de San Martín con el Museo Martítimo del Cantábrico, cuyas primeras colecciones se remontan al siglo XVIII, el Centro Oceanográfico, la Escuela Náutico-Pesquera, y el Tiro Olímpico. Es el fondadero de La Osa. Justo encima están las quintas de época de la Avenida Reina Victoria, resultado de los planes de ensanche de la ciudad hacia el este y comunicación del centro urbano con El Sardinero, una avenida cuyo primer proyecto nace en el año 1911 y que para hacerlo realidad hubo que expropiar parte de la finca La Alfonsina. El Sardinero se había puesto de moda como gran playa santanderina y era acuciante hacerlo bien, tal y como manifestó el propio Ayuntamiento al disponer...
"que ha de ser uno de los paseos en que la circulación será más intensa y que por la belleza del hermoso panorama que desde él se ha de gozar, debe exigir como complemento la estética de los edificios que se erijan en sus proximidades"
Tras algunas incidencias legales y huelgas de trabajadores la nueva vía fue inaugurada en el año 1914 por la reina que le da nombre, Victoria Eugenia de Battemberg
Más arriba a la derecha la antigua finca La Alfonsina fue llenándose de grandes bloques de edificios de pisos y apartamentos en la subida al Alto de Miranda. Por allí ya pasaba en el siglo XVIII un antiguo camino que formaba parte de los creados o aprovechados por el mariscal Juan de Pignatelli para comunicar las defensas costeras de Santander entre La Magdalena y Liencres para llevar de un lado a otro armas, tropas y suministros si se necesitase en caso de desembarcos enemigos. La finca fue donada por el Ayuntamiento a Isabel II, pues venía asiduamente a la ciudad a veranear, con la idea de que construyese una finca para ella, el antecedente del Palacio de la Magdalena, pero fue confiscada por la Junta Revolucionaria que causó su exilio en 1868. El Ayuntamiento tuvo entonces de frentes, recuperarla y hacer frente a las demandas de los propietarios particulares de algunos de los terrenos de la finca, donados con ella sin su aprobación, los cuales fueron recuperándolos. El camino, ya sin usos militares, fue transformándose en un paseo que denominado en 1908 Paseo de Pérez Galdós por el novelista, quien desde 1871 visitaba Santander inspirado en las novelas de José María de Pereda y en buscar información para sus Episodios Nacionales. Galdós llegó incluso a construir su nueva residencia en el paseo, de la que haría un pequeño museo y lugar de tertulias
Aquí a la derecha tenemos la Playa de los Peligros, otra de las playas santanderinas. Esta, aunque no tan grande como la de El Sardinero, disfruta de las apacibles aguas de la bahía, por lo que no se entiende el topónimo a no ser por el evidente peligro de encallar de las embarcaciones en esta bocana de la Bahía de Santander. Arriba seguimos viendo el Hotel Real y el chalet de El Promontorio
La Playa de los Peligros se extiende al este a la de La Magdalena y a la de los Bikinis, existiendo un hermoso paseo que las comunica. La de los Bikinis, en la frondosa orilla de la quinta del Palacio de la Magdalena, que ahora, pasado La Punta Rabiosa, podemos ver, forma parte de la de La Magdalena, pero empezó a tener este nombre por ser donde empezaron a tomar el sol en bikini las estudiantes extranjeras de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo con sede en el palacio, siendo los primeros que se veía lucir en España en público. Allí están el Embarcadero Real y el Mareógrafo, si bien los reyes iban en sus estancias a la Primera Playa de El Sardinero, donde estaba instalado su pabellón. Se tiene como separación con el arenal de La Magdalena un espigón cerca del Real Sociedad de Tenis La Magdalena, si bien como hemos dicho son realmente un mismo arenal. Allí está también el Club Náutico La Horadada, nombre de una de las islas de esta bocana
Ahora también vemos mejor las antiguas caballerizas de La Magdalena y, delante de ellas, la Isla de la Torre, cuyo nombre se debe a haber sido fortificada durante la Guerra de Sucesión Española. En 1861 fue llamada de La Corona a causa de la forma de una tienda que se instaló durante una visita de Isabel II. En 1930 se concedió a la Sociedad de Fomento de Caza y Pesca construir un refugio con embarcaderos, salón con terraza, ventanales, aseo y dormitorio para el guarda, que se hicieron ya con la II República, siendo el germen de la actual Escuela de Vela que tiene allí su sede
Al lado está la Isla de la Horadada, justo a la entrada de la bahía y frente a la Playa de los Bikinis, donde hay un faro. Tenía un gran hueco que le daba nombre pero este fue destruido por un temporal en enero de 1995. La tradición local afirma que el arco natural lo formó en realidad la mítica barca de piedra que traía las reliquias de los mártires Santos Mártires San Emeterio y San Celedonio, decapitados en el arenal del río Cidacos, afluente del Ebro, en Zaragoza para, luego de larga navegación en el barco escapando de persecuciones, llegar a esta bahía y chocar aquí, siendo las cabezas, junto con las de otros santos, guardadas en una cueva bajo el cerro de Somorrostro, origen del monasterio que luego sería la Abadía de los Cuerpos Santos y luego catedral de Santander. Dada la importancia del suceso, independientemente de la verosimilitud histórica, pues los mártires son patrones de Santander y aparecen en su escudo, se estudió reconstruir el arco pero los 300.000 euros presupuestados parecieron excesivos y no se hizo
La lancha enfila su proa, recta, al Muelle de Calderón
El Centro Botín es la referencia visual más destacada en la distancia para ubicar nuestro desembarcadero, a la derecha
Pero ahora, surcando la bahía vamos a mirar al sur, en la lejanía, más allá aún del Puerto de Santander, de Maliaño y Muriedas
Allí está Astillero o El Astillero, donde ya los cántabros y luego los romanos extraían mineral de la Peña Cabarga y cuyos astilleros, que le dieron nombre, se hicieron famosos desde los tiempos de Felipe II, cuando se encargaron nueve galeones oceánicos para cargar y custodiar el oro de las Indias. Allí estaría la iglesia de Santa María de Muslera, que con los benedicitinos sería uno de los monasterios estrechamente vinculados con las peregrinaciones a Santiago. No en vano por allí van quienes se dirigen a Santander por tierra firme.
Otro elemento muy a la vista es El Pantalán o Pantalán de Dynasol, con sus tuberías, ante Eleches. Inaugurado en 1966 para llevar materia prima a la factoría de esta empresa, del grupo Repsol, en Gajano, a 5 kilómetros de distancia, contando los 1,8 que mide este pantalán. Más allá es la boscosa Isla Pedrosa o la de la Astilla, donde en 1834 se pidió hacer un lazareto para la cuarentena de las tripulaciones de barcos que pudiesen traer alguna enfermedad tropical, que se inauguró en 1869 pero en 909 pasó a ser Sanatorio Marítimo para tratamiento de tuberculosis y enfermedades de los huesos, viniendo muchos pacientes de otras provincias. Uno de sus directores fue Víctor Meana, por lo que sería llamado oficialmente con su nombre. En 1989 dejó de ser hospital y el Gobierno de Cantabria le dio otros usos, entre ellos centro de desintoxicación. Unida a tierra por un puente, a los lejo vemos Pontejos, en Marina de Cudeyo, por donde va la ruta señalizada más próxima a la costa que bordea esta bahía, presta ya a cruzar la ría para pasar a El Astillero. A la izquierda se ve asomar la Isla de la Hierba, donde hay restos de un criadero de ostras y mejillones, abandonado tras ser destrozado al encallar en ella un barco en 1934. Otro islote es allí la Isla de los Ratones, que tuvo un polvorín. Por algún error geográfico a veces se la confunde con la de la Torre, a la entrada de la bahía
Tras de nosotros vemos ahora en todo su esplendor el pueblo de Pedreña, con sus barrios de Evaristo Lavín, Campo La Sierra, Consolación, Corino, Cuatro Caminos, Avenida Severiano Ballesteros, Onso, Ventura Hontañón Castanedo, La Junquera, El Cristo, El Monte, El Muelle, El Rostro, La Barquería, La Iglesia, La Portilla, La Rotiza, La Valle, Provincias, San Roque, Venecia, y Vía. Por abajo, ante la Playa del Rostro, discurre, siguiendo la senda costera, el citado camino costero que, desde Somo y su puente, rodea la bahía hacia El Pontejos, El Astillero, Maliaño y Muriedas, uniéndose luego con este en Peñacastillo, al sur de Santander
El Camino va por allí a lo largo de la misma orilla, barrios de El Rostro y El Monte. Más arriba es El Cristo, La Barquería y La Iglesia. En lo alto la torre del campanario de la iglesia de San Pedro destaca como un faro sobre mar y tierra. Fue reconstruida en los años 50 tras la destrucción de la anterior en la contienda civil, desapareciendo con ella sus restablos, si bien intenta recrear la arquitectura eclesiástica de la zona con sus bolas herrerianas, haciendo en su interior un gran fresco estilo bizantino del artista santanderino Fernando Calderón
Volvemos a mirar de frente, hacia la ciudad...
A nuestra derecha vamos pasando ya enfrente del Muelle de San Martín, junto a Los Peligros y bajo el Hotel Real. Abajo el ya mencionado Museo Marítimo del Cantabrico (MMC), en la Avenida de Severiano Ballesteros, fue diseñado por Vicente Roig Forner y Ángel Fernández Morales y construido entre 1975 y 1978, si bien su precedente es la Estación Marítima de Zoología y Botánica Experimentales, de 1886, fundado por el profesor Augusto González de Linares y cuya primer sede fue una casa de huéspedes. A su derecha e integrado en el museo es el Centro Oceanográfico de Santander, creado en 1914 como Centro de Español de Oceanografía y que tuvo varios cambios de ubicación hasta llegar aquí en 1978
A la izquierda tenemos la Escuela Náutico Pesquera de Santander, fundada en 1986. Algunos de los chalets de época construidos en estas laderas fueron los de La Maza, Villa Iris, La Casuca o el desaparecido de los Ocharan, que tenía un observatorio astronómico. También se estableció en la zona el convento y colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón
Empezó a conocerse como Cuesta del Gas un terreno adquirido mediado el siglo XX para enlazar la calle Castelar con la Avenida de la Reina Victoria por pertenecer hasta entonces a la Compañía Española de Gas y Electrecidad Lebón
Y ya estamos ante la explanada del Dique de Gamazo con su parque y paseo marítimo, dique seco proyectado en 1885 por Arturo Clemente. Su nombre se debe a Germán Gamazo, ministro de Fomento con Alfonso XII. El terreno se ganó al mar entre la península de San Martín, las Peñas de Dos Hermanas y la Dársena de Molnedo y el dique se construyó entre 1884 y 1908 siendo propiedad de la Junta de Obras del Puerto. Durante ochenta años se construyeron, repararon e inspeccionaron barcos con sus respectivas labores de mantenimiento. Hoy forma parte de este hermoso paseo que comunica el centro de la ciudad con las playas y La Magdalena
El Palacio de Festivales es otra de las iniciativas que revalorizaron altamente esta ribera costera santanderina tras ir desapareciendo sus usos industriales y pesqueros, siendo proyecto de Sáenz de Oiza e inaugurado en 1990 con vocación multidisciplinar dedicada a artes como la música, el teatro, el cine, o la danza, además de congresos y convenciones, inspirándose su entrada principal en los teatros griegos y cuidando la acústica en el interior. El famoso Festival Internacional de Santander, celebrado desde 1952 en la Plaza Porticada, frente al Paseo de Pereda y que veremos al desembarcar, se celebra ahora aquí.
Y aquí está nuestro querido Puertochico y Ensenada de Molnedo, proyectada por José de Lequerica en 1885. Allí las antiguas fábricas de salazón del primitivo puerto y barrio pescador fueron desapareciendo y en sus terrenos se construyó la nueva Diputación Provincial en 1935, desapareciendo también en el año 2009, así como los cines Reina Victoria y Popular Victoria, igualmente derribados y construidos en su cuenta la comisaría de Policía Nacional y el Garaje Loriente. La vieja Almotacenía se trasladó unos metros de lugar para ser Centro cultural Doctor Madrazo, dedicado al famoso médico Enrique Diego Madrazo, del famoso Sanatorio Madrazo en el que, como nota curiosa, su cocinera Eusebia Fernández Martín, creó la moderna receta de los sobaos pasiegos, basados en la tradición pero adaptados a una dieta médica para que pudiesen alimentarse bien pero con un producto suave a la vez, los enfermos recién operados
Y ahí tenemos el Paseo de Pereda, el primer ensanche de Santander en lo que sería el Barrio Nuevo, tirándose para ello parte de la muralla medieval con su puerta del Arcillero, diseñando las primeras casas el ingeniero Llovet, todo ello a partir de 1766 y con la idea de ser una prolongación comercial del puerto con despachos y almacenes, desembarcándose mercancías y abriéndose el Consulado de Mar y Tierra para más tarde con Carlos III levantarse la Real Aduana y naciendo un nuevo paseo que continuaría el del Paseo de Becedo a lo largo de la antigua ría que allí desembocaba en esta bahía y que sería rellenada en el transcurso de estos trabajos
En 1825 se ganó más terreno al mar y se fueron construyendo más casas para vivienda, una de ellas con una bolera en la azotea que hubo de ser clausurada pues las bolas caían a la calle con el consiguiente riesgo. Otra fue la primera de vecinos de la zona, la construcción de estos edificios siguió hasta ocuparse los últimos solares libres en 1875. Cuatro años más tarde se decide ir llevando los muelles más al exterior debido al mayor calado de los barcos y la llegada del vapor, por lo que los terrenos irán rellenándose según proyecto de 1891 y se creará una gran explanada pública, llamada primero bulevar y luego paseo con árboles jardines, una fuente y las primeras farolas eléctricas de la ciudad, rematándose la labor con el relleno de la Dársena de La Ribera a finales del siglo y siendo denominado oficialmente Paseo de Pereda, en honor del novelista, en 1903 y los jardines, también a él dedicados, habrán de inaugurarse dos años después
Y cómo no podremos visitar el Centro Botín o Centro Botín de las Artes y la Cultura, promovido por la Fundacion Botín y a cargo del arquitecto italiano Renzo Piano, con una altura que no supera a la de los árboles de los Jardines de Pereda, con dos grandes volúmenes que parecen elevarse sobre suelo y mar, siendo uno de sus grandes alicientes, además de las exposiciones y actividades que en él se celebran subir, bien por las escaleras metálicas bien por el ascensor, a sus terrazas que se asoman sobre las aguas constituyendo un gran mirador sobre la bahía... y por atrás hacia los edificios, escalonados en colina, de la ciudad
Más allá asoman el cimborrio y la torre de la Catedral de la Asunción de Santander, sucesora de la iglesia-colegiata que a la vez se construyó sobre la Abadía de los Cuerpos Santos y esta a su vez y más antiguo monasterio, una pequeña comunidad que guardaría las reliquias de los mártires patronos, hecha sobre construcciones romanas, en el origen de la ciudad. Esa parte, el casco histórico propiamente dicho, que como tal prácticamente desapareció. fue la más afectada por el incendio de Santander de 1941
La Grúa de Piedra sigue guardando el testimonio de las antiguas labores portuarias de estos lugares. De ella hablaremos también al desembarcar, pues pasaremos a su mismo lado, adentrándonos en los frondosos Jardines de Pereda
Pasando delante del Palacio de Festivales vemos a su izquierda la Escuela Técnica Superior de Náutica y a su derecha la Caseta de Bombas, un pequeño edificio que alberga restaurante y centro de interpretación de la historia del Dique de Gamazo y de esta pequeña construcción donde estaban las bombas de achique para llenarlo y vaciarlo de agua, las primeras a vapor, las siguientes eléctricas, que son las que se conservan. Cuando eran a vapor la caseta disponía de la correspondiente chimenea
En mayo de 1918, seis meses antes del final de la I Guerra Mundial, llegó al puerto de Santander el submarino alemán U-56 a causa de sus serías avería durante una de sus misiones, siendo trasladado a estos muelles de Gamazo. España era neutral y de acuerdo con las leyes de la guerra habrían de quitársele los elementos de navegación, como la hélice, permaneciendo internado no permitiéndosele seguir operando, quedándose 17 tripulantes y un oficial ante la vigilancia de barcos de guerra españoles
Durante todo este tiempo el U-56 causaría sensación entre la población y visitantes, que iban a verlo y hacerle fotografías, haciendo de él un gran aliciente. Ni fue entregado a los Aliados ni devuelto a los alemanes por lo que, tras firmarse el armisticio en noviembre de aquel año y de acuerdo con sus términos los cazatorpederos británicos Foolish y Guiltless vinieron a hacerse cargo de él
Vemos ahora ya totalmente de frente el gran trapecio del Palacio de Festivales, proyectado para que los espectadores pudiesen ver desde la platea la gran bahía, cosa harto complicada por lo dificultoso de abrir la gran fachada de cristal. Los sobrecostes, sobre todo con el mármol de sus grandes muros, fueron también polémicos, así como su voluminosidad, la escasa luz natural para el interior, o los accesos al patio de butacas y escaso espacio entre sus filas que hizo cambiar su distribución en el último momento
En el lugar de la citada Escuela Técnica Superior de Náutica estuvo la Fábrica de Gas, que tras no pocas vicisitudes se instaló a mediados del siglo XIX aquí en Molnedo para alimentar las farolas que hasta entonces eran de aceite, consiguiendo sustituirlas e ir incrementándolas con el crecimiento urbano y la multiplicación del número de calles y su extensión. Cesó su actividad acabando los años 70
Puertochico y su actual muelle deportivo. Dársena de Molnedo
Puertochico, la actual zona de vinos, casas de comidas, terrazas y paseos. Por arriba pasaba antaño el Camino de Alta, uno de los que tanto hemos hablado que comunicaban las defensas de este sector de costa, dispositivo diseñado a finales del siglo XVIII por el mariscal Juan de Pignatelli, destinado con tal efecto a Santander y recabando la ayuda de las fuerzas vivas para prevenir cualquier golpe de mano francés, siendo su idea que circulasen rápidamente de un lado a otro carros con suministros, jinetes, soldados... y que puedan cruzarse sin molestarse. Este comunicaba la zona de Alta, eso es, la parte alta, enlazando el Castillo de Pronillo, sito en la línea del altozano, con el Alto de Miranda disponiendo el mariscal que...
"esto es, toda la Alta, para facilitar el paso de los cañones violentos que estos días deben andar con el Regimiento de mi cargo, haciendo fuego cuando llegue el caso para impedir la entrada de los enemigos si se verificase el desembarco"
El nuevo camino se hizo pronto. Cuando perdió su interés militar esta buena comunicación sirvió para que la ciudad creciese también "hacia arriba", colina adelante, primeramente parcelándose los terrenos para quintas y mansiones con jardines y chalets haciéndose de la senda un paseo cuando varios propietarios donaron terrenos para urbanizarlo y plantar filas de arbolado. En la ladera que cae a la ciudad fue donde normalmente se edificó. Al otro lado siguió habiendo huertas. Pese a los cambios de denominación sigue llamándose popularmente El Alta
Sí se construyó un cuartel, en 1895 en el Prado de San Roque, el María Cristina, en 1895, cerrado en los años 90, que fue emplazamiento de los soldados del Regimiento de Infantería Valenca nº23 que participaron en las labores de extinción del Incendio de Santander. En el Prado de San Roque hay ahora un parque con un centro de salud y del cuartel se conservan el campo de fútbol y la residencia de oficiales, donde un centro cívico sigue ostentando el nombre de María Cristina
En El Alta se situaron tradicionalmente los depósitos de agua de Santander, aprovechando su elevada posición
Al lado ya del Paseo de Pereda el Real Club Marítimo de Santander, fundado en 1927 como escisión del Real Club de Regatas de Santander y contando con la presidenta honorífica de Alfonso XIII, quien participaría en sus actividades sociales y deportivas dándole gran realce. En 1928 organizó la Gran Regata Internacional Nueva York-Santander con la que lograría gran prestigio, pero en 1932, tras la proclamación de la II República, sus instalaciones serían destruidas. Habrían de pasar guerra civil y mundial para que volviese a organizar regatas como la Brixham (Devon)-Santander en 1948 y de nuevo la Nueva York-Santander en 1957
Su sede social se levanta sobre pilotes de hormigón y está comunicado al espigón de Puerto Chico por pasarela, disponiendo de salones, comedores, vestuarios y oficinas, gestionando 225 amarres y 900 m2 de este espigón para embarcaciones de vela ligera
Un poco a su izquierda, algo difícil de reconocer desde aquí, está el Monumento a los Raqueros, del que hemos hablado
El Muelle de Calderón ya ante nosotros. A la derecha un picudo campanario nos llama la atención
Es el de la iglesia del Sagrado Corazón, de los Jesuitas, construida en 1890 dentro de una fundación con residencia y colegio
En primer plano, ante la rampa de desembarco del Muelle de Calderón, el Palacete del Embarcadero, diseñado en 1920 e inaugurado en 1932, que fue antigua estación de pasajeros y cuartel de la policía armada. Diseñado por el arquitecto Javier González de Riancho en 1920 y acabado en 1932, fue reinaugurado en 1985 es centro de exposiciones propiedad de la Autoridad Portuaria
Aquí desembarcamos ya. Hemos llegado a Santander, la novia del mar, como dice la canción de Jorge Sepúlveda...
Santander, eres novia del mar
Que se inclina a tus pies
Y sus besos te dá.
Santander,las estrellas se van
Pero vuelven después
En tu cielo a brillar.
Yo también, dejaré tu bahía
Y un recuerdo en mi vida
Que jamás borraré.
Santander, al marchar te diré
Guarda mi corazón, que por el volveré
Atracamos el Muelle de Calderón y junto al Palacete del Embarcadero. Fue concedida su construcción por el Ayuntamiento de Santander al indiano Guillermo Antonio Calderón. Las obras de estos muelles estaban terminadas en 1825 dentro de la gran reorganización de espacios vivida en aquellas fechas
La Arribada...
El desembarco de Santander, un momento sumamente emocionante, subimos ya las escaleras y la rampa para atravesar la ciudad, rumbo a los Jardines de Pereda y la catedral... muchas cosas por conocer y descubrir nos aguardan en la capital de Cantabria...
(NOTA IMPORTANTE: EL MONUMENTO A LOS RAQUEROS):
Cuando desembarquemos en Santander no deberíamos olvidar hacer un pequeño homenaje a las gentes de la mar ante uno de los más emotivos y fotografiados lugares de la ciudad, el tan mencionado Monumento a los Raqueros. Si bien no está en el mismo trayecto señalizado, su proximidad a este Muelle de Calderón, donde desembarcamos, nos permite recomendar que nos deplacemos unos muy pocos metros al este de este embarcadero, al lado del Real Club Marítimo de Santander, que vemos al fondo
Aquí podemos rendir tributo ante el monumento a Los Raqueros de Puertochico del que habíamos hablado. Tres figuras de chiquillos desnudos en además de lanzarse al aguna a coger las monedas que les arrojaban pasajeros y tripulaciones de los barcos para admirar sus zambullidas
El monumento es obra del artista José Cobo
Placa explicativa...
"Descritos por José María de Pereda, que en los siglos XIX y XX frecuentaban las machina y acostumbraban a darse un cole en puerto chico, buceando en las aguas de la bahía para recoger las monedas que los curiosos les lanzaban"
(Darse un cole: lanzarse de cabeza al agua
Machina: grúa de los puertos)
Dos son las versiones del origen de la palabra raquero, una de la procedencia inglesa de la palabra wrecker para designar al ladrón de barcos y saqueador de naufragios, lo cual casaría con la tradición santanderina que era como los llamaban los marinos ingleses. Y otra del latín rapio-is con la acepción de arrebatar, arrastrar, llevar violenta o precipitadamente
También se les pagaba por recoger cosas que caían al mar, a veces un bolso, un pañuelo, un sombrero...existieron entre los siglos XIX y XX y pasaban la vida en el muelle, generalmente desnudos, nadando gran parte del tiempo, casi recordando a la célebre leyenda del Hombre-pez de Liérganes, no muy lejos de aquí...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu visita y contribuir con tu comentario... Únete a la Página Oficial en Facebook para descubrir nuevos contenidos....Ultreia!