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sábado, 23 de mayo de 2020

BORINES Y VALLOBAL: LA TIERRA DEL NEANDERTAL, LOS ABLAIDACOS, EL BALNEARIO Y EL HOSPITAL DE LOS MALATOS (PILOÑA): CAMÍN XIXÓN-CUADONGA / GIJÓN-COVADONGA (12)


Mapa de esta parte de la travesía andariega
Bajando a Borines


Viniendo de Anayo, los peregrinos del Camín a Cuadonga han entrado en la parroquia piloñesa de Borines por La Retuera. Todo en bajada, llegan a un tramo relativamente llano en El Navalín y Los Campos, buena extensión de pastos antes de seguir bajando hacia el valle del Ríu Borines, afluente del Piloña


Nos acercamos a una encrucijada sita en medio del bosquete que tenemos enfrente


Bajo nosotros, monte abajo a nuestra derecha, discurre el Ríu la Cuesta Villar, afluente del Borines. Su valle y todo el entorno se hallan al pie del emblemático Picu Viyao, del que tantísimo hemos hablado en el capítulo anterior. A su izquierda está el valle de Pintueles, cerrado al sur por La Cuesta Cayón


En este pequeño bosque de árboles que jalonan la senda, predominan castañales y algún roble o carbayu



Las fincas, prados de siega y pasto, están cerradas con alambradas para que el ganado no pase a los caminos


Hay un poco de curva a la derecha...


Y luego llega un tramo recto...


Caminamos entre prados hacia el cruce de caminos


Es una bifurcación, con una capilla u oratorio de ánimas en medio


Realmente sería indistinto ir a la derecha o a la izquierda, pues ambos ramales se reúnen poco más abajo, si bien la señalización indica que mejor ir por la derecha


El oratorio ha sido restaurado hace un tiempo después de largos años de abandono


Nos asomamos un momento a ver el interior, siempre con flores y ofrendas


Hay un cuadro con la Virgen del Carmen, veneración muy común en estas capillas


De la capilla de ánimas seguimos pues ruta a la derecha


 Y este es uno de aquellos postes supervivientes de la señalización de 1997 a la que tanto nos hemos referido en episodios anteriores. Tras pintarse y repintarse a manos las flechas desde 1992, ese año El Garrapiellu recibió numerosos apoyos para promoción de la ruta, los cuales culminaron con una señalización integral con estos postes y placas de madera, patrocinada por el Principado de Asturias en colaboración con esta asociación, que, sin dejar de repintarse las flechas cuando era necesario, sirvieron (y sirven) para orientar mejor a los peregrinos dada su visibilidad


Pese al tiempo transcurrido aún siguen unos cuantos en pie, pero van desapareciendo de año en año. De entonces acá no se realizó ninguna iniciativa similar ni se repusieron estos postes con la garrapiella, el trisquel con el que El Garrapiellu señalizó el camín, bautizado de esta manera por los caminantes, y que terminó siendo anagrama de la asociación


Pasamos así al lado de este establo...


Y seguimos el camino que avanza ahora todo recto y sigue siendo llano


Altas arboledas se extienden en fila a lo largo de él


Cierre ganadero a la entrada del establo


Dejamos atrás la cuadra...


Caminamos cerca de la cima de un cueto que, como un espolón, se asoma sobre estos valles


Es una pradería cuya cumbre está arbolada


Más lejos y arriba, el Puertu Sueve, la cara occidental de la sierra, con sus altos peñascos de piedra caliza gris clara, casi blanca. Arriba tenemos La Cruz de María Mingo (772 m), el Picu los Cuervos (851 m). Más arriba están el Maladín (995 m), La Palombera (1.042 m) y el Picu Fontanielles (1.054 m), y parece asoma la pica del Miruellu o Miruenu, el Cuetu la Múa, segunda altura mayor del Sueve con sus 1.137 metros de altitud


Sigue el camino entre fincas y arboledas



De frente a nosotros los altos de La Cabaña, La Rozona y Cantulleenderu. Al otro lado está la famosa Cueva del Sidrón, con sus famosos hallazgos neandertales de los que hablábamos en la anterior entrega de este blog, bajando desde Anayo


También hablábamos del Picu Viyao (575 m), emplazamiento de un castro astur aparentemente reformado durante la romanización para controlar el territorio, tal vez vigilando estos antiguos caminos y las cercanas minas, pues hay yacimientos de oro, cobre y arsénico, en todo este entorno del valle del Piloña



Por abajo discurre el Ríu la Cuesta Villar, que nace en el lugar de este nombre, justo a la derecha del Picu



 En el estudio realizado por varios autores dedicado a esta cónica y prominente altura, al que tanto nos hemos referido también en esa anterior entrada de blog ¿Un nuevo establecimiento militar romano en la Asturia Transmontana? El Picu Viyao (Piloña, Asturias) lo presentan de esta forma tan completa:
"La altitud El Picu Viyao le hace destacar entre la mayoría de los asentamientos castreños del surco prelitoral que, por lo general, se encuentran entre los 300 y los 200 msm. Es una privilegiada atalaya de alcance regional desde la que se alcanza a contemplar la rasa costera de Lluces (Colunga), hacia el Norte, en los días más despejados. Asimismo, en la panorámica vista desde el yacimiento destacan los macizos de El Puertu Sueve y alguna de las elevaciones más destacadas de Los Picos de Europa al Este. Hacia el Sur se pueden ver algunos tramos de la depresión prelitoral que comunica la cuenca central ovetense con el valle del Sella, aunque La Sierra’l Pinu y El Monte Cayón le cierran la visión directa sobre buena parte de estas tierras bajas por las que discurre el río Piloña. Más lejana se observa la Cordillera Cantábrica y muchos de los pasos y vías naturales que comunican las dos vertientes de su eje axial, entre los puertos de Tarna y El Pontón. Hacia el Oeste, destacan las elevaciones del Monsacro y el macizo de L’Aramo, y se llegan a atisbar las primeras sierras del suroccidente asturiano, como la de L’Aguión (Salas)

Desde su posición destacada, la visibilidad del entorno es muy importante. Controla de forma directa las tierras más bajas de su ámbito próximo, destacando la visualización de los importantes pasos de L’Altu la Llama y de Anayo hacia el Norte, por los cuales cruzan los caminos tradicionales que, desde el surco prelitoral, se dirigen hacia la costa cantábrica"


Y a sus pies se desparraman las caserías y quintanas de Viyao, barrio de Borines que fue en el pasado, coto señorial compartido por tres familias, que designaban alternativamente a su alcalde mayor, juez ordinario y demás cargos vecinales. Abajo los Payarones...



El núcleo principal de Viyao



Más arriba La Rotella, La Obra, Iris...



A la derecha los altos de La Cuesta Villar, donde nace como hemos dicho el río de este nombre, ya en la parroquia de Anayo, bajo los altos de L'Arbeyal y Los Payarones



A la izquierda en Cuetu Trescases (271 m), con las casas de La Llana, El Cantu y La Barrosa. De frente La Cuesta Cayón, encima del valle de Pintueles



Allí destaca el Picu Fariu (557 m), la mayor altura de esa sierra. Una buena referencia, pues al otro lado está Infiesto/L'Infiestu, capital de este concejo de Piloña



A su derecha la Sierra Ques, divisoria de Piloña y Nava y en la distancia, la larga sierra de Peñamayor, que se extiende entre Nava, Bimenes y Llaviana, cuya cota máxima es La Triguera (1.293 m)


Aquí más cerca, a la derecha del Fariu y al pie de la larga loma de La Cuesta Cayón, Cadanes, aldea de la vecina parroquia de Pintueles


Cadanes está en un valle, formado por el río Pintueles y el río Les Abeyes (este afluente también del Borines), que constituye un paso natural empleado antiguamente por peregrinos a Santiago a lo largo de un viejo camín real. Tal vez por ello existan numerosas capillas, la más vinculada con la ruta xacobea la se San Joaquín y Santa Ana, a la salida del pueblo, pero en el medio existe también la de Santa Lucía, del siglo XVIII, con fiesta en diciembre


Otras dos capillas están vinculadas con casonas: la de San Vicente, en La Casona d'Arriba, de los González Valdés, y la de Nuestra Señora del Carmen, en La Casona d'Abaxu


Bajo este gran castaño empezamos a bajar...


Al principio muy suavemente....



Pasando bajo otro buen castaño...


Extensas praderías en junio, temporada de la siega o, como se dice en Asturias, el tiempu la yerba


Al sur vemos los grandes murallones montañosos que cierran el valle del Piloña por el sur, como las sierras de Pesquerín y Abedular, pero la vista, de la que también comentábamos mucho en el verdadero balcón natural que es Anayo, llega hasta la más altas cimas de los puertos de  este sector de la Cordillera Cantábrica, entre Los Beyos, Ventaniella  Tarna, como Peña Ten, Pileñes, el Pierzu...


Vemos el Picu Pierzu (1.552 m) a lo lejos a la izquierda de la foto, cuya cima está en la parroquia de Sebarga y concejo de Amieva, su bien gran parte del monte pertenece también al vecino concejo de Ponga. En mdio de la foto Los Foyos (691 m), que se alza entre los ríos Pequeñu y Color, alfuentes del Piloña por el sur


 A su derecha es el cónico Picu Fresnéu o Moxagre (962m), sobre la Collada Moandi (651 m), paso de Piloña a Ponga. A la izquierda de la collada la Mota Cetín (1.135 m). También de muy peculiar forma, parte del Cordal Cetín y Cea, entre los ríos Mampodre y Sella

 Al fondo los montes de Los Beyos y Ventaniella. A la derecha pensamos sea el Tiatordos (1.950 m), en cuya cima existe un buzón de cumbres con forma de piolet "en homenaje a los montañeros caídos en misiones de rescate"

En medio de la foto en la distancia la Sierra de Aranga


Abajo en el valle Vallobal, por donde pronto caminaremos, dejando el valle del Ríu Borines a la izquierda para dirigirnos a Miyares y las lomas de Sorribes. Justo encima de Vallobal se distinguen bien las casas de El Pandu


Miramos ahora hacia el frente


Unas cabañas a la sombra de los árboles


Pasamos al pie de ellas, son otra muy buena referencia


Bajo ellas, a su derecha, otro grupo de castaños


Aquí ya han segado, está curando la yerba, al sol. Abajo pasa el recitado río de la Cuesta Villar, cerca ya de unirse con el Borines al lado del pueblo de este nombre


Más allá la larga loma de La Cuesta Cayón, encima de Cadanes

Aquí abajo, en medio la boscosa loma que tenemos enfrente, al otro lado del valle del Ríu la Cuesta Villar, están La Cabaña y Cantullenderu, en un claro en medio del bosque, al lado mismo de la famosa Cueva del Sidrón, en la que se descubrieron los tan sorprendentes hallazgos que convulsionaron al mundo científico, y nos ayudaron a saber más de una especie humana extinguida que convivió con nosotros miles de años atrás, el Homo Neandertalensis, el neandertal. Así escribíamos de ello en el libro El Camino de Gijón a Covadonga:
" En 1994 tres espeleólogos de Xixón, Carlos ArmandoJuan José, Francisco Javier del Río, localizaron, mientras exploraban la cueva, los primeros restos humanos. En un principio se pensó que pertenecían a "fugaos"  o refugiados de la posguerra civil, pero  después de analizarlos se vio su adscripción a hombres prehistóricos que resultaron ser neandertales. Al realizar excavaciones en el lugar y tras sucesivas campañas, se descubrieron los restos de al menos doce individuos, un bebé de dos años, dos niños, tres adolescentes y seis adultos, tres mujeres y tres hombres, así como instrumentos líticos, es decir, herramientas de piedra, junto con restos de otros animales. Un análisis posterior más pormenorizado, con el que se pudo secuenciar su ADN mitocondrial, el material genético, dio como resultado un descubrimiento sorprendente: los actuales Homo Sapiens  euroasiáticos tienen hasta un 4% de material genético que deriva del ADN del Homo neandertalensis,,,"

 "... Con toda la cautela que es necesario tener ante un descubrimiento de tal cariz, y dado que el estudio se comparó con otros también realizados con restos de neandertales procedentes de otros lugares de Europa (Vindija en Croacia, Mezmaiskaya en Rusia y Feldhofer en Alemania), se sacó la conclusión que durante un período de tiempo ambas especies se cruzaron, se supone que al pasar los sapiens de África a Europa, el lugar sería Oriente Medio hace unos 50.000 años. 
"Esto aviva el debate hasta el límite del incendio", llegaría a decir un científico; "Si podían tener hijos fértiles entonces eran la misma especie", replica otro... "Ha sido una sorpresa y se contradice con las opiniones que habíamos defendido antes", opina un tercero...y a la vez, todos los demás, las reacciones se cruzan: "El hecho de la hibridación prueba el intercambio de genes entre las dos especies"... y no es para menos, en contra de lo que mayoritariamente se pensaba hubo un cruce genético que llega hasta los humanos actuales 
 Es como decir que de alguna manera los neandertales "continúan viviendo": somos nosotros, una pequeña parte, entre un 1% y un 4%, pero los neandertales allí están, o mejor dicho "aquí", el neandertal que todos "llevamos dentro"...

 "... Pero las sorpresas no han hecho más que empezar, durante un tiempo no se sabía como "entraban" en la cueva, la cual tiene hueco solo arriba, después se averiguó que sus restos, así como las herramientas y otros materiales "cayeron adentro", quizás como resultado del hundimiento del terreno, a causa por ejemplo de una tormenta de agua..."

"... A la vez se realiza otro descubrimiento más inquietante: aquella familia neandertal había sido canibalizada, sus huesos presentaban las marcas que se realizan al cortar carne y separarla del hueso con instrumentos de piedra. Las herramientas líticas que estaban a su lado eran para eso, aún no sabiéndose a ciencia cierta si fue un motivo ritual mágico religioso, o alimenticio, si en época de hambrunas se comían a sus semejantes. Conocedores de todo ello, los investigadores buscan en el exterior, alrededor de la cueva, las causas y origen de tan dramático acontecimiento"


Dada la importancia y trascendencia de los hallazgos que acabamos de relatar, todo ese espacio, hasta Vallobal ha sido protegido con la idea de ser preservado: es la Reserva Natural Parcial de la Cueva del Sidrón


Otro apasionante y espectacular encuentro con la historia en nuestra bajada a Borines


A cada paso que damos nuevas sorpresas nos aguardan...


A la izquierda, una de las viejas cabañas


A la derecha esta canciella es también un excelente mirador sobre el valle, hacia Cantullenderu y El Sidrón, una de las cunas de la Humanidad. Así escribíamos de ello en 2012, en uno de estos "borradores" que no llegaron a entrar, cuestiones de espacio, en el libro El Camino de Gijón a Covadonga:
EL NEANDERTAL: EXISTIÓ OTRA HUMANIDAD 
"Pocas han sido las especies de seres vivos cuya visión ha cambiado tanto para público y estudiosos en tan pocas décadas, que esa especie sea humana y prácticamente hermana nuestra, de la que portamos, compartimos, o tenemos derivados (hay viva polémica también con la palabra exacta) algunos de sus genes, no debería tampoco pasarnos desapercibido
 De presentársenos al neandertal con rasgos simiescos, torpes, brutales y hasta caricaturescos, se ha pasado, después que recientes hallazgos y descubrimientos arrojasen nueva luz sobre el tema, a verlos como seres humanos de otra especie extinguida, pero con los que nuestros remotos antepasados compartieron territorio a lo largo de unos 15.000 años..."

"... Poblaron Europa y parte del Asia occidental desde hace unos 230.000 años hasta unos 28.000, cuando se extinguieron como especie aparte. Sus primeros restos aparecieron en 1829 en la actual Bélgica y después en Gibraltar en 1848, pero la ciencia paleoantropológica aún estaba naciente y no se supo interpretar su origen, esto no sucedería hasta 1856 con la localización del especimen del valle de Neander (por eso Neandertal (valle de Neander), formado por el río Düssel, no muy lejos de Düsseldorf, en Alemania, aunque en principio sus descubridores esgrimieron la teoría que era un cosaco ruso que sufría raquitismo, llegado acá siguiendo la retirada de los ejércitos de Napoleón

A posteriori se hicieron nuevos estudios y más hallazgos que demostraron que eran humanos prehistóricos, pero no fue fácil ubicarlos ni definirlos, si como antepasado del ser humano actual, si como subespecie, o como especie humana aparte. La verdad es que es absolutamente fácil "pillarse los dedos" con este asunto y el debate entre científicos está siempre a flor de piel, aunque en este momento hay un consenso que lo cataloga como especie aparte..."

"... Sí se considera que el Sapiens y el Neandertal tuvieron antepasados comunes, pero varían las fechas en las que se separaron "las dos ramas", según los autores, pudiendo ser hace 400.000-600.000 años, e incluso más atrás, hasta un millón de años. Se piensa mayoritariamente que los neandertales poblaron europa y parte de Asia eran descendientes de una de aquellas ramas, los Homo Heidelbergensis, tenidos como antepasados directos de los neandertales pero muy semejantes a los Homo Sapiens más antiguos, aparecidos en África. Estos últimos, también llamados hombres de Cro-Magnon cromañones evolucionarían en este continente africano hasta que se vieron obligados a salir de él, posiblemente por una creciente hostilidad del medio (¿desertización?) y empezarían a emigrar extendiéndose por Eurasia. Allí coincidirían con los neardentales durante unos  10-15.000 años aproximadamente, período de hace entre 30.000 y 40.000 años atrás..."
"... Hubo cruzamientos pero, en ese espacio de tiempo, no necesariamente largo para extinguirse una especie en aquellas circunstancias, sino más bien corto, los neandertales desaparecen, lo cual ha dado lugar a otra fuente de teorías buscando estas razones, en términos  sumamente apasionados:

¿No pudieron con la competencia del cromañón?, ¿les expulsó este de sus mejores habitats?¿fueron exterminados?, ¿tenían problemas genéticos?, ¿les afectó un cambio climático?, ¿inadapatación a las nuevas circunstancias?, ¿fue la suma de varios de estos factores y de algunos más?

 Lo cierto es que todo lo dicho hasta ahora puede tener múltiples interpretaciones y está sujeto a nuevos descubrimientos, siempre sorprendentes. Lo que un especialista suscribe otro cuestiona, es como si el pasado estuviese en un "constante movimiento", quizás sea eso lo que hace a este asunto tan interesante. Por ello, tanto lo escrito anteriormente como lo que viene a posterior está siempre en entredicho y a expensas de nuevos hallazgos, estudios y teorías, que refuercen o debiliten cada posicionamiento científico, según cuadre..."
"... El Neandertal es una fuente inagotable de sorpresas, quizás en parte por tantos años de "caricaturización" que, ahora en contraposición, la ciencia demuestra todo lo contrario. Se ve que tenían la facultad de poder hablar, aunque desconocemos totalmente como sería su lenguaje, se descubre un avanzado desarrollo de la idea de comunidad, e incluso del simbolismo, la magia y la estética, pero sin duda, si viésemos uno paseando por la calle, no pasaría desapercibido, pues sí hay rasgos físicos diferentes a nosotros: esqueleto robusto, anchura de pelvis, brazos y piernas cortos, tórax grande, arcos supraorbitales acentuados, frente chata e inclinada, cara prominente, mandíbula sin mentón y una importante capacidad craneal, totalmente adaptados al entorno frío de sus regiones, supervivencia ante las glaciaciones. Empleaba las herramientas propias de la Edad de Piedra, el Paleolítico, principalmente dentro de la denominada "cultura Musteriense". Eran recolectores y cazadores..."
"... Entre los genes localizados en los huesos de El Sidrón aparece el de la pigmentación, por lo que habría individuos rubios y pelirrojos, y también aparece el del habla, si bien este último es también un tema dado a controversia en la actualidad. La tendencia actual es que revelan parecerse mucho a nosotros, pero a la vez ser muy diferentes. Existe hasta un debate casi filosófico sobre cual sería su percepción del mundo y su actitud ante la vida en comparación con la de sus vecinos sapiens-cromañones. Aunque para unos habría grandes diferencias y ahí estaría la razón de que una especie prevaleciese, a otros les da la impresión que, después de tantos miles y miles de años de su evolución síquica, y de compartir o competir por un mismo territorio, quizás esas percepciones fuesen bastante parecidas, al menos en las etapas finales de los neandertales ... "
"... Mientras tanto, mientras Marco de la Rasilla, director de las excavaciones en El Sidrón y su equipo, siguen sus investigaciones, otros científicos están antentos a este y otros yacimientos porque cada poco tiempo se hacen novedosas averigüaciones. En el momento de escribir estas líneas, la vecindad se moviliza pidiendo más atención a este lugar, sobre todo tras el proyecto de hacer un museo dedicado a esta cueva y a sus milenarios "inquilinos", quienes tuvieron un muy triste final, sin duda, pero sus de sus huesos descarnados salió la impresionante información segun la que, en realidad, todos somos un poco neandertales ..."

Absortos con el impresionante pasado de estos lugares, proseguimos ruta, fincas abajo, pasando bajo un buen carbayu


A partir de aquí el descenso se va haciendo más acusado: de frente vemos ahora La Peña y La Cuesta Miyares (393 m), estribaciones más bajas y meridionales del Sueve


Abajo empezamos a ver algo de Borines


En concreto un tres edificios muy importantes



Aquí la antigua escuela, restaurada y recuperada como centro vecinal


A su derecha la capilla de San Roque, que celebra sonada fiesta, la corta, traída y puesta del ramu, un enorme tronco, en el prau dela fiesta


Tras la capilla el cementerio y, más abajo, la carretera AS-358. donde hay una casa de indianos, Villa Victoria


Hablaremos de ella cuando pasemos delante, pues ese es el trazado del camino, que comunica Borines con Vallobal, lugar que inspiró escenarios de algunas de las obras del gran dibujante Isaac del Rivero



Vallobal, pueblo que fue famoso antaño por su antiguo hospital de malatos o leprosos de San Lázaro de Vallobal, que existió durante bastantes siglos y junto a cuyo antiguo edificio habremos de pasar


Hermoso paisaje pues ante nosotros...


De frente asoman más estribaciones del Puertu Sueve, por la zona del Picu Maladín (995 m)



Las vacas nos ven pasar...



Otras pacen tranquilamente, ajenas de inquietudes


Por allí abajo el Ríu la Cuesta Villar corre ya a unirse al Borines...


Los dos río se unen en La Forcada y La Soledá, justo a la derecha y debajo de la escuela y de la capilla de San Roque. Encima asoman en una colina las casas de Muñío. Más allá, al otro lado del Piloña, río que no llegamos a ver desde aquí, las estribaciones más septentrionales de la Sierra Pesquerín. Más lejos la ya citadas cadenas montañosas en torno a la Collada Moandi y el Picu Pierzu


Emprendemos pues la parte más fuerte del descenso


También a la sombra de los castaños


Curva a la derecha...


Aquí mismamente enlaza con este el otro camino que sale del oratorio de ánimas a la izquierda


Vamos a mirar ahora un poco a la izquierda


Sieres, barrio alto de Borines, dando vista a los altos de La Salgar y La Cuesta Miyares


Observando al caminante...



Y sigue la pronunciada bajada a Borines. Tras las cuestas del Altu la Cruz, o hacia Coru, Breceña y Sietes, es una verdadera "desescalada" que pone a prueba nuestras piernas


La caja caminera es profunda, lo que delata que el camino es muy antiguo, caminamos bajo los robledales y entre fincas ganaderas


La bajada es continua con fincas a la derecha y frondosa selva a la izquierda


Muchos castaños, les castañales


La bajada es muy pendiente pero verde y preciosa...


Tramos al sol y tramos a la sombra...


El suelo de hormigón, para evitar resbalones...


Pasamos por la parte de abajo de las fincas que antes veíamos desde arriba, bordeándolas


Cierres y alambradas


Un poco más de penumbra a la sombra de la foresta...


Honda caja caminera y esplendor de la naturaleza


Una construcción a la derecha....


Es un depósito del agua, sobre el camín


La pendiente parece querer suavizarse un poco al acercarnos a una casa


Es un sitio de bastante visibilidad: a nuestra izquierda el valle del Ríu Borines


El valle y Borines, o al menos alguno de sus barrios, aldeas y lugares


Arriba las alturas de La Peña y La Cuesta Miyares (469 m), con las praderías y bosques de Fresnu a la izquierda. Por abajo vemos la carretera AS-358, que comunica el valle del Piloña, en concreto la zona de Villamayor, con Colunga, vía Borines y el Altu la Llama. Poco más arriba sube la Carretera Sieres (PI-10)


Abajo en la carretera el bar El Santi


A sus pies, oculto por la vegetación de ribera, pasa el río Borines


Vamos a volver a mirar arriba, ahora a la izquierda


Monte arriba, justo encima de la carretera, Sieres, con el Cuetu Ordiyón (717 m) encima. Más a la izquierda La Cruz de María Mingo (772 m), y el rocoso y calizo Picu Maladín (995 m). Debajo de él los altos de Medal y El Llanu, bajo cuyas laderas de asientan las casas de San Feliz


El Cuetu Ordiyón es llamado el Benjamín del Sueve, dado su menor tamaño respecto a los demás picachos calizos de la sierra, pero su forma cónica, ser el más occidental de todos, y estar apartado de ellos por un collado, le dan un carácter muy singular. Abajo a su derecha las camperas de La Salgar



A la derecha del Cuetu Ordiyón otro collado, La Salgar, que lo separa de Antayo


Sieres tuvo, en fecha tan temprana como 1916, una Casa del Pueblo para sus juntas vecinales y actos culturales, inaugurada el 5 de abril de ese años. Gracias a la crónica de Lin de Pepa escrita para Asturias revista gráfica y semanal, sabemos que el maestro de Borines y natural de Sieres José de la Llana regaló el solar. José María Martíno, comerciante propietario de la tienda-chigre  Cá Martino en Vallobal (célebre por su sidra), consiguió el plano hecho por arquitecto y dio la pólvora para sacar piedra de las peñas cercanas. Arturo Beronda pagó la tabla del cielo raso del techo, y los hermanos Francisco y Rafael Fernández Diego aportaron cada uno 50 pesetas


 Así era descrito en la crónica cómo se desarrolló el acto inaugural:
"Serían las tres de la tarde del citado día, cuando llegamos a la casa que se iba a inaugurar don Carlos González, cura párroco de Borines, don Francisco y don Rafael Fernándes Diego, y don Alejandro Escandón, acompañados de sus distinguidas señoras: doña Antonio Cuesta, ilustrada maestra de Borines, y el cronista, saliendo a recibirnos una comisión de vecinos; disparándose porción de palenques en nuestro honor. A las cuatro próximamente dio principio el solemne acto que tuve la honra de abrir con la lectura de una cuartillas que terminé con vivas a Sieres, Borines y Piloña. Nueva salva de palenques y el himno Nacional tocado por dulzona gaita premiaron mi modesta labor; y a continuación hablaron varios señores..."

Sucesor de esta Casa del Pueblo, donde también se celebraban fiestas, actuaciones, teatro y bailes, fue la Casa Social de Sieres, inaugurada en 1954, en plena posguerra, rehabilitada y reinaugurada en marzo de 2011


Desde aquí vemos el barrio de Nunquera, con su capilla de San Andrés (izquierda de la foto), que celebra fiesta el 30 de noviembre


A la izquierda, la carretera que entra en Sieres, la PI-10, que enlaza con la AS-259


Allí hay una muy llamativa casa con picudo tejado a cuatro aguas...


Destaca en la ladera, junto a la carretera


Arriba San Feliz, a 359 metros de altura. Más arriba Monte Cudiellu, Medal, El Llanu y la Cruz de María Mingo. El Picu la Múa (1.021 m) en las alturas


Caminamos un poco más y contemplamos nuevas perspectivas


A la izquierda de San Feliz el Picu los Nozales (582 m)


Allá arriba está el Altu la Llama (416 m), importante encrucijada que es también uno de los accesos directos al Sueve para ganaderos y excursionistas, donde confluyen las carreteras que comunican los concejos de Piloña y de Colunga y es la subida directa al Mayáu Espineres, donde se celebra la Fiesta del Asturcón, festejo del marcaje de los caballos asturcones, ya glosados por los romanos


Allí está el bar La Llama, fundado en 1892 por un indiano que había hecho fortuna en ultramar y, según recoge Luis Antonio Alías en sus reportajes gastronómicos para el periódico El Comercio, regresó a su pueblo, se casó con la novia de juventud que aún le esperaba, y fundó casa y tienda mixta de chigre y tienda de ultramarinos y de todo, como era normal por entonces, para abastecer al vecindario, y en este estratégico lugar, celebrándose también bailes y llamándolo como el lugar, La Llama


Como no podía ser de otra forma hizo también llagar de sidra, haciéndose pronto parada obligada de los ganaderos del Sueve, los peones camineros, los viajantes y hasta los señoritos, todos atraídos por su surtido de viandas provisiones y fiestas


En 1967 otros dos emigrantes, Maruja y Julio, retornados de Francia, se hicieron con el establecimiento, siendo ayudados por su hija Julita (Julia Villar Collado), que se había quedado en el pueblo viviendo con los abuelos y que, aunque siempre había querido ser cantante y bailarina, se hizo sobradamente famosa como chigrera y... cartera


Nos gusta darle buena referencia, porque alguna vez, algún peregrino despistado que no vio las señales para bajar a La Retuerta, siguió de Anayo hasta allí, siendo ayudado y orientado en ese bar y restaurante, ahora llamado Asturcón


El buen hacer de Julita pasó a sus hijos Jonathan Río Villar y Marisol Miyar Villar que, como escribe Luis Antonio Alías en su citada crónica del lugar:
"No obstante la espontaneidad, la alegría y la hospitalidad –que mantiene intactas– añaden calor, color y sabor a sus guisos. Y orientaron a sus hijos, que además de ocuparse del ganado y la huerta propios, terminaron, bien convirtiéndose en cocinero profesional tras pasar por la Escuela de Hostelería de Oviedo y dirigiendo cáterings de altura (Benigno), bien licenciándose en filología inglesa e idiomas y cocinando aquí para evitar su cierre (Jonathan, que el nombre ya predisponía) o bien sumando fuerzas (Marisol). 
La fachada deja espacio para una improvisada terraza. Además nos ubica con precisión dado que justo delante dos señales de la AS-258 marcan, una 12 kilómetros a Colunga, otra 9 a Pintueles y 16 a Infiestu. Tras la vetusta barra, un igualmente vetusto armario de madera y cristal almacena botellas y recuerdos, mientras las vigas verticales forradas de madera añaden sabor a taberna caminera, tasca pastoril o chigre montañero, tres cosas que cumple. Y si en los compartimentados comedores superior e inferior nos agasajamos con un suculento pote de verdura, una carne asada o guisada a la antigua (u otros cortes de vacunos pastiados en las fincas familiares), un cabritu de la zona, callos de la casa desde la misma vaca, tortos con picadillo de gochín bien tornáu, huevos de les pites del corral cuyo gallo despierta a Julita diariamente y el siempre conveniente arroz con leche, entonces, no lo dudemos paladearemos sabores del Sueve, sierra que sabe. Y que sabe mucho y muy bien"

Llegamos así a la primera casa de lo que es propiamente el núcleo de Borines, cabeza de la parroquia, Casa Cardín


Con un gran tendeyón en la entradaal lado del camín, muy acogedor


Atención ahora al pasar junto a la esquina


Aquí en esta casa es donde hay un detalle que se nos revela indicado a los peregrinos a Covadonga, una imagen de la Santina colocada en un pequeño altar de piedras en forma de arco, a manera de pequeño oratorio protegido por una reja


La imagen mira al camino en la dirección a la que vienen los caminantes en ruta a la Cueva Divina



De ella escribimos en El Camino de Gijón a Covadonga:
"Esta imagen es una sorpresa que tiene la virtud de dar ánimo a muchos excursionistas fatigados, o con el "pie rebelde", ya que es señal de nuestra cada vez mayor proximidad al santuario y que lo más duro se ha quedado atrás..."
" Nada más es ahora cuestión de tiempo llegar a la Cueva Divina para ver la imagen original de Nuestra Señora de Cuadonga, que seguro que va estar allí esperando por nosotros y no va a moverse del sitio, por lo tanto, que tampoco nos entre una alegría desmesurada y queramos "forzar la maquinaria" demasiado, empezando a andar a carreras, sino disfrutando de todo el encanto natural de esta maravillosa senda andariega."

Luego de ver el altar de la Santina en el camín continuamos cuesta abajo


Aquí, en la entrada de la casa por abajo podemos echar un vistazo atrás


Y desde la portiella vemos Casa Cardín con su soleada galería, orientada al sur



Según seguimos caminando pasamos junto a un aljibe


Desde aquí tenemos una muy buena vista de otra parte de Borines, donde el valle se torna más abierto


Abajo a la derecha el barrio La Cuesta, hacia donde nos dirigimos, rumbo a La Soledá, los prados que vemos más allá, justo encima, donde el Ríu la Cuesta Villar desemboca en el Ríu Borines, cuyo curso descubrimos por la línea de arbolado que atraviesa la vega a la izquierda


Más allá del río las casas de la carretera, bajo La Cuesta Miyares


Allí vemos algunos edificios notables, entre ellos la iglesia parroquial


En la carretera, a la derecha de la foto vemos La Sierra, serrería de Borines y, a su izquierda, El Vallón, alojamientos rurales, sucesoras de las antiguas y célebres fondas que hospedaban a la gente que acudía al antiguo balneario de Borines, La Victoria, del que pronto tendremos que hablar. Abajo, en el Ríu Borines, funcionaba el Molín del Rosequín

Arriba volvemos a ver la capilla de San Roque con el cementerio y Les Escueles


Vamos a ver ahora la iglesia y su entorno


En el campo de la iglesia de San Martín de Borines hay plantados dos totémicos texos, antiguo árbol sagrado de los astures que, como veremos, no va a ser la única alegoría precristiana existente en el lugar


Al lado izquierdo de la iglesia era Casa Manolín, el bar La Vega, antiguo chigre de Borines. En las inmediaciones de la carretera los indianos de Borines construyeron sus quintas, marcando también su impronta en el pueblo


La iglesia de Borines conserva interesantes elementos arquitectónicos y decorativos, entre los que destaca la portada principal, estilo plateresco, del siglo XVI y situada guardada bajo la torre, pero sin duda su gran "joya" es anterior incluso al propio santuario. Está situada la lado de otra de sus portadas, la sur, guardada por el cabildo que mira a los texos



Esta portada, de características similares a la principal, tiene arriba en su lado derecho la estela de Antonio Paterno. de la gens de los ablaidacos, antigua unidad social astur que poblaba estas tierras de Borines hace unos 2.000 años


Por su localización, en la pared de una iglesia y expuesta en la pared que guarda un cabildo, esta estela nos trae a la memoria la de los luggoni arganticaeni que veíamos en esta misma ruta en Grases (Villaviciosa), si bien esta fue en su momento colocada más apartada del suelo, sus medidas son de 75 x 30 cms. y la parte de arriba está rematada en arco

La escritura  se dispone de la mitad hacia arriba de la lápida y la inscripción dice así:
M. PO. DIB 
MA. ANTO
PAT. AN
LX. EX. GEN
ABLAIDACO
RV. FIL. P. PO.
Que, completando las abreviaturas quedaría:
M(onumentum). PO (situm) DIB (bus)
MA(nibus), ANTO(nio)
PAT(erno) AN (orum)
LX EX GEN(te)
ABLAIDACO
RV (m). FIL(ius) P(atri) PO(suit)

 

La traducción podría hacerse así:

"Monumento consagrado a los dioses manes. A Antonio Paterno, de 60 años, de la comunidad de los ablaidacos, el hijo lo erigió a su padre"

Los ablaidacos formarían parte, como los arganticaenos de Grases, de los luggoni, dada otra inscripción no muy lejana en la que aparece este nombre, la de "ASTVRV(m) ET LUGONU(m)".
Ablaidacos vendría del celta blaido, pálido, lo que, con la raíz del aumentativo ad, serían los "super pálidos" o "muy pálidos"



Por su parte los dioses manes eran las divinidades protectoras de los espacios sagrados de las sepulturas. Estamos en otro apasionante encuentro con la historia y el pasado que nos ofrecen estos caminos tantas veces milenarios


Seguidamente vamos hacia El Brixón


Abajo asoman los tejados del barrio de La Cuesta, topónimo sin duda muy apropiado


A la derecha de La Cuesta, La Bolera y El Palaciu por donde también pasaremos


El camino, que parece tiende a llanear un poco, llega a El Brixón



Y en El Brixón, dando vista de nuevo de frente al Picu Viyao, llegamos a una bifurcación



Iremos a la izquierda, por lo que continuaremos bajando



Atentos al poste indicador que nos señala ir, seguidamente, a la izquierda



Otra de las viejas señales de 1997. Desde hace mucho tiempo se hace necesaria una reposición integral de estas señales, que en el momento de escribir esto llevan nada menos que 23 años ahí instaladas, casi habría que buscarles una figura de protección y declararlas patrimonio del camín


No vayamos pues hacia el hórreo, hay que tomar este camino a la izquierda


Pasamos por la parte trasera de un corral, cuadra y henar


De frente enlazamos con otro camino y seguimos a la izquierda


Hay aquí también otra muy buena vista de Borines


El calle desde la iglesia hasta La Sierra y El Vallón, con el río en medio


Llegamos ahora a La Piñera


El camino realiza una curva a la derecha a la entrada de la casa, viendo de frente el Picu Ordiyón


Desde la portiella vemos la fachada principal, con galería


Y seguimos bajando, hacia El Palaciu y La Cuesta...


La Cuesta, abajo, formando una calle, barrio que se concentra en una encrucijada por la que bajaremos de frente hacia La Forcada y La Soledá, saliendo directamente a la carretera rumbo a Vallobal, que vemos en lontananza



Esta parte de Borines viene a ser la más antigua, sita en el antiguo camino. A partir del siglo XIX se hicieron nuevas casas a lo largo de la carretera, tras su construcción


Desde esta hermosa atalaya caminera, otro gran paisaje de Borines


A mediados del siglo XX aconteció aquí la historia de Melu, el cazafantasmas de Borines, según recoge la investigadora Arantza Margolles Beran, con raíces familiares en Borines y descendiente de su protagonista, Manuel Martino Orraca, el Melu (1821-1899)


Según cuenta, un mes de noviembre de un año indeterminado se oían en el camposanto, por entonces al lado de la parroquial, los lamentos, imprecaciones y ruido de cadenas de la güestia, procesión de ánimas en pena que no podían descansar en paz. Si bien esta era una hueste peculiar pues, según algún testigo que la llegó a ver, huyendo lleno de pavor, era un solo fantasma, la pantasma de Borines. Era uno solo, pero metía el suficiente miedo como para que nadie se atreviese a pasar delante del viejo cementerio, ni a poner flores y a cuidar las tumbas. Sólo unos pocos vecinos se mantenían absolutamente excépticos, sin darle mayor importancia, uno de ellos Melu y su madre, Fausta


Pero un día 15 de diciembre, Ramona, hija de Melu, de cinco años, se negó, asustada por las historias que se oían, a entrar en el cementerio con su abuela a colocar flores en las tumbas de su abuelo José, pues era su cabudañu o aniversario de su muerte. Eso enfadó a la abuela, la citada Fausta, lo que provocó ese día una cierta discusión familiar y Melu, conminado por su madre a "espantar el ánima", y pese a la oposición de su mujer Rafaela, cogió esa misma noche el trabuco y se fue al cementerio


Según se acercaba y, como todas las noches, se oían las cadenas y lloros de la unipersonal güestia, y Melu, arma en ristre, entró allá y se la encontró, la pantasma con cadenas y cirio encendido en medio del camposanto, tal y como cuenta Arantza Margolles:
"Una presencia blanca como la nieve, inerte, que le miraba fijamente desde el otro lado del cementerio. Extremadamente delgada y cubierta con una larga sábana, que arrastraba una pesada cadena de hierro y sujetaba, temblando, una gruesa vela encendida que hacía que todo el camposanto oliera intensamente a cera caliente.  Sólo por un momento, por uno solo, al Melu le impresionó aquella visión. Toda la vida sin creer en las ánimas, y ahora se enfrentaba cara a cara a una. No era el momento de enflaquecer. Muerto ya o no su contrincante, debía preservar la valentía que siempre le había caracterizado. Así que al tajo. 
– Mecago n’hasta mi puta madre. 
La respuesta fue un crujido de cadenas y un temblequeo de la vela que sujetaba aquella extraña presencia. 
– Voi volate la puta cabeza 
Un lamento como única respuesta. Y el Melu levantó el arma y apuntó directamente a la espectral presencia. Se impuso en el ambiente un ligerísimo olor a pólvora procedente del trabuco. 
– ¡¡Melu, por el amor de Dios, nun me mates!! 
El carpintero bajó el arma y frunció el ceño en un gesto de sorpresa. 
– ¿Pero tú nun tabes muertu ya? 
– ¡Pero qué voi tar muertu, joder, qué voi tar muertu! 
El «ánima» se quitó de una brazada la sábana blanca y se descubrió. Un rapaz de apenas quince años, con cara de pánico y temblequeo incesante de unas pierninas esqueléticas por el hambre. 
– ¿Fulanito? ¿Pero qué cojones…? 
– ¡Nun digas nada, por Dios, nun digas nada! Que yo nun quería hacer esto, pero ye el cura el que me mandó. 
– ¿El hideputa del cura? 
– ¡Claru! ¿Nun ves que dende que la xenti tién miéu del pantasma del cementeriu dexa más perres nel cepillu la ilesia? ¡Pues pa eso me quiér aquí! Él me da unos realinos y… 
– Marcha pa casa agora mesmu y nun se t’ocurra volver o te meto una somanta palos que quedes finu pa tola vida. 
Espantó de tan terrenal forma Manuel Martino Orraca, el Melu (1821-1899), mi pentabuelo, al pantasma de Borines. Ocurrió hace más de ciento cincuenta años y, desde entonces, no se ha vuelto a registrar ninguna esotérica presencia más en las faldas del Sueve. Bueno, puede que alguna otra… pero esa historia, mejor, la dejamos para otro día"

En la actualidad el cementerio, que ya veíamos al bjar, está más alejado, algo más al sur y apartado de las casas, sobre la carretera


Allí está la también mencionada capilla de San Roque, de sonadas romerías, cuando se planta el ramu, gran tronco de árbol robado, pelado, transportado y plantado a pulso con esfuerzo por los mozos del pueblo en el campo de las romerías, según manda una antigua tradición que existe, o ha existido, en muchos otros lugares...



Seguimos bajando por la caleya pasando junto a esta cuadra


Al lado, la pila cuchu, el estiércol


Y seguimos avanzando calle abajo


Salimos a un camino asfaltado....


Y vamos a la izquierda


 Y así llegamos a la casa conocida como Cantu'l Fornu o, abreviadamente, Cantufornu


Estamos en La Bolera


Y a La Bolera, un rellano en un cruce, comunicación con el barrio El Tixellu, que se aprovechaba antiguamente para armar la bolera y jugar a los bolos


A la izquierda El Palaciu o La Casa'l Palaciu, gran casona de este barrio antiguo de Borines


Hay también una fuente, con lavadero, por lo que al lugar también se le conoce como La Fuente la Bolera


Muchos peregrinos se detienen aquí a refrescarse o hacer un descanso antes de seguir bajando


Nos fijamos que esta fuente fue construida en 1935. Una placa señala este detalle


Desde La Fuente la Bolera vemos la fachada principal de Cantufornu. A la derecha asoma Sieres


Hemos de recordar que estamos en el pueblo del famoso Agua de Borines y, aunque no pasemos por la planta embotelladora, situada carretera arriba, es este un buen momento para recordar su historia, sacándola del recitado libro de un servidor, El Camino de Gijón a Covadonga:
 EL AGUA DE BORINES Y LOS RECUERDOS DEL ANTIGUO BALNEARIO

 

 "Si por alguna cosa es famoso Borines es por el agua mineral, el ponderadísimo Agua de Borines, aguas sulfuroso-carbonato-cálcicas que brotan de un manantial del barrio La Infiesta, aproximadamente a un kilómetro más al norte de la iglesia parroquial, en un cruce al lado de la carretera, donde existió un lujoso balneario del que se conservan sus edificios, habilitados ahora algunos de ellos para uso de la planta embotelladora"

La historia arranca hacia el año 1855 cuando, según los estudios publicados por Marien Madera González y Asunción García Prendes en el Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) número 140 (año 1992), un cirujano de Vallobal reparó que un fontán que fluía en un lugar llamado L'Estepazu, en este barrio de La Infiesta, olía mucho a sulfídrico. En aquel tiempo estaba muy en boga ir a beber y bañarse en las aguas salutíferas de manantiales y balnearios públicos. La Junta General del Principado de Asturias ya había fundado uno en las proximidades de Uviéu (Les Caldes) y la Diputación otro en Fuensanta (Nava). Por eso fue que, nada más descubrirlo, Borines se transformó en un polo de atracción de muchos asturianos. Diez años después ya se echaba en falta que el pueblo resultaba pequeño para albergar a toda la gente que hasta aquí se desplazaba en este que sería llamado manantial de La Victoria

 Más tarde, por una "Ley de Desamortización de Bienes Civiles" este manantial pasaría a manos privadas. El agua de Borines se declaró de "utilidad pública" y en 1873 se autorizó abrir un establecimiento privado de baños y pese a presentarse alegaciones judiciales contra esta privatización, los tribunales favorecieron al primer empresario que se hizo con la explotación del manantial, Sánchez Zarabozo, quien de todas maneras, no iba a ser capaz de salvar los problemas que se le plantearon cuando puso en marcha las primeras instalaciones: unas bañeras de mármol blanco, unas duchas, unos caños para el baño, otros para beber y algún modesto edificio, con calderas para el agua, que fue todo con lo que empezó este balneario. Los médicos-directores que puso al frente le reclamaban continuamente la mejora de las dependencias si pretendía que tuviese más clientes y al no ser capaz de materializarlo optó por ponerlo a la venta, siendo comprado en 1881 por el más dinámico empresario Serafín Ballesteros.

El nuevo propietario buscó primeramente como aumentar el caudal de agua, realizó nuevos análisis para determinar más exactamente su composición y esperó que el paso del ferrocarril por Villamayor ayudase en esta promoción. Acabada en el verano de 1890 la temporada de baños, manda tirar el viejo edificio y levanta un nuevo conjunto de instalaciones, más modernas y atractivas: nueve bañeras para baños calientes y fríos, duchas terapéuticas, baños de pies, duchas móviles, sifones de irrigación, pulverizadores nasales, oculares y auriculares, baños de vapor y bombas de agua que funcionaban por generador, eran algunas de las novedades

Se construyó además un hotelillo para más de cien personas, ya que hasta entonces los primeros usuarios habían de alojarse en casas particulares y fondas del pueblo. Se hizo
también un chalet para los dueños y una capilla particular para dar servicio al balneario.
Tenía salas de juegos, de lectura, billares, teléfono, servicio de correos y de cimunicaciones con la estación de Villamayor en coche de caballos, así como un esmerado servicio de cocina. Hay que pensar que muchos clientes no acudían solamente por cuestiones de salud, sino para pasar el verano como una manera de hacer turismo, a los balnearios, que estaba muy de moda en aquel tiempo. Por eso se organizaron bailes y actuaciones, al igual que excursiones programadas por todo el centro-oriente de Asturias

La competencia del balneario de Borines era el de Fuensanta, pero mucho más el de Fresnosa, en Anayo, del que ya comentábamos algo cuando pasábamos por esa parroquia. El balneario de Fresnosa estaba muy cercano a este, el agua era también muy apreciada y, aunque no dispusiese de médico-director para hacer un seguimiento y recetar los tratamientos, la gente iba más allí porque era más barato, se pagaba algo al propietario y éste no se metía en más gastos de personal. De ahí vino que, para la inauguración de 1892, Serafín Ballesteros emprendiese una gran campaña publicitaria de Borines, invitando a la prensa, a políticos y personalidades famosas de dentro y fuera de Asturias. Entre ellos sobresalió la figura de Sagasta, ex-Presidente del Consejo de Ministros, quien pasó aquí todo el mes de agosto. Además, en el acto inaugural, se contó con la presencia del obispo Martínez Vigil, del director del ferrocarril Jerónimo Ibrán, del Gobernador Civil, García González, y otras muchaspersonalidades de la época, como el escritor Vital Aza, el compositor Hilarión Eslava, el escritor Leopoldo Alas "Clarín",  personajes de la nobleza como el marqués de Canillejas, contanod con la presencia igualmente de médicos asturianos y madrileños, junto con la de los corresponsales de prensa asturiana y nacional.

Los años primeros parecía que el negocio prosperaba pero, pese a todos los esfuerzos, el nuevo balneario no fue todo lo rentable que se esperaba. En los años de la I Guerra Mundial (1914-18) se le buscó una nueva salida como establecimiento hotelero, que andado el tiempo tampoco dió resultado. En la guerra civil fue cuartel improvisado del ejército republicano en Asturias, pero pasada la contienda mucha gente siguió acercándose a Borines a tomar las aguas, hospedándose en el pueblo porque el hotel quedó deshecho por dentro al tirarse las paredes de las habitaciones para usos militares

Un capítulo aparte merece la historia del agua embotellada, una alternativa de explotación que empezó cuando, a primeros del siglo XX Serafín Ballesteros se desentendió del negocio del balneario, quedando de dueño de todo su hermano Lázaro Ballesteros, que se consagró a sacarle partido con la venta de agua de mesa, consiguiendo excelentes resultados por su gran calidad, éxitos que le valieron el Diploma de la Exposición de Higiene y Demografía de 1899, la medalla de plata en la Exposición Industrial de Xixón de aquel año, mas otras en Londres, Barcelona y Valencia en 1910, Buenos Aires en 1911 y Roma en 1912. A pesar de no poder vender mucha cantidad porque el manantial no daba para más, afianzó una red comercial por toda España con anuncios, publicidad y propaganda, que hicieron de ella una de las más prestigiosas firmas de agua mineral de todo el Estado"

NOTA ADJUNTA

 En 2019 se puso en marcha otra gran y novedosa iniciativa, la planta de Cerveza Ordum, cerveza artesana asturiana, que como materia prima emplea este preciado Agua de Borines, un proyecto de Blanca Fresno y de Frank Delgado, conocido empresario asturiano famoso por ser componente histórico del grupo folk  Beleño y por prestigiosas marcas hosteleras como el Cá Beleño de Oviedo/Uviéu, así lo explica la propia página web de la empresa:

"Sobre el manantial de Agua de Borines, en Piloña, se ubica la nueva planta de producción de ORDUM. Unas instalaciones que se levantan sobre el histórico complejo de esta marca que ha sido recuperado con el fin de albergar este proyecto, mediante un laborioso y minucioso trabajo de restauración evitando en todo momento perder su esencia y raíces. Recogiendo el testigo de la historia, de la memoria, para hacerla partícipe de esta nueva etapa que ahora comienza"

De esta manera, recordando en esta buena fuente las historia del agua de Borines, y tras un instante de descanso, continuamos ruta camino abajo


Ya por firme asfaltado sigue el descenso hacia La Cuesta...


A lo lejos Cantullenderu, en las cercanías de El Sidrón, el solar de los neandertales


Más a lo lejos La Cuesta Cayón por la parte de El Pinu


Allí a nuestra derecha el barrio El Tixellu. Arriba a lo lejos los altos de Anayo y a la izquierda el Picu Viyao


De La Retuerta un camino baja también a Borines por ese barrio y llega hasta aquí. Antaño veían por él algunos peregrinos, es sensiblemente más largo



Seguimos bajando, al pie de El Palaciu


Vemos la fachada principal, arriba a la izquierda, y enfrente la panera


Curva a la izquierda junto a las fincas


Buenas caserías


Ante los paisajes de El Sidrón...


El camino se ensancha al dar la vuelta a la finca de la Casa'l Palaciu


La bordea rodeándola


Arriba vemos ahora otro elemento de la quintana el palombar 


Construcción circular que se ve desde la distancia


Seguimos rodeando la finca


A la derecha el valle del Ríu la Cuesta Villar


De frente Casa Feliciana


Y al fondo La Cuesta


Seguimos la calle hacia las casas



Atrás quedó Casa Feliciana



Y en La Cuesta iremos a la izquierda, viendo arriba Sieres y San Feliz, La Cruz de María Mingo, el Maladín y el Cuetu Ordiyón, con La Collada Campucima que lo separa del resto del cordal del Sueve


Este es El Corral de José'l de Santa. Mucha atención pues en la esquina veremos señales que nos indican, acto seguido bajar a la derecha


Entre la cuadra y la casa: por aquí tomamos la calle a la derecha, donde seguiremos bajando


Hay alguna garrapiella en este muro


Atentos a estas señales


También en la pared


Otro de los famosos "supervivientes" de 1997, si es que continúa allí


Tras de nosotros ha quedado ya La Casa'l Palaciu



Y el palombar, un auténtico faro en lo alto de Borines


Ahora otra bifurcación: bajamos a la derecha


Y luego otra más


Ahora también a la derecha


Si nos fijamos, veremos la variedad de flechas de colores con las que se viene señalizando el camín. Cuidado pues no siempre todas toman los mismos trayectos. Aquí presentamos básicamente la ruta señalizada por El Garrapiellu en los años 90


Por aquí están ya las últimas casas de La Cuesta



A la izquierda un gran caserón en ruinas, comido por la maleza


Esta en cambio ha sido soberbiamente restaurada; Casa Herminia Miliano


Pasamos bajo su gran corredor


Y el portón de lo que pudo haber sido la cuadra, o el llagar



Corredor en esquina pues al otro lado vemos continúa por la pared sur de la casa


Salimos así de La Cuesta por La Caleya Paderna, viendo de frente los montes de Solmenudo, La Cabaña, La Rozona y Cantullenderu. Al otro lado está la Cueva del Sidrón


Abajo, una vez más, el valle del río de la Cuesta Villar


Hermosas fincas y arboledas en la prolongada bajada por La Caleya Paderna



Curva a la derecha, Cantullenderu, a lo lejos, y el Picu Viyao a la derecha


La pista es ancha y su suelo de hormigón


Curva a la izquierda...



El valle, bajo el picu


Vamos perdiendo altura...


Aún queda un trecho hasta las vegas de La Soledá, unión de ríos y salida a la carretera


Pero el fuerte descenso se va suavizando paulatinamente


Valles, montes, caminos reales, milenarias rutas de la arriería y la trashumancia que comunicaban los puertos del mar con los puertos secos de la montaña, paso a la meseta, así como también de este a oeste a través de estas vegas y riberas del Piloña y Sus afluentes


Salimos ahora a un gran campo abierto en esta ladera que cae hacia el río


La Cuesta Miyares y La Peña


Ya estamos a la altura de Les Escueles y la capilla de San Miguel


Paisaje eminentemente rural, de fincas y bosques


Nuevamente a lo lejos las serranías del sur de Piloña, Parres, Ponga y Amieva


El camino serpentea entre los prados


Curva a la izquierda


Al fondo, en La Forcada, el Ríu la Cuesta Villar se une al Ríu Borines


Las grandes fincas, separadas del camino por postes y alambrada


Curva a la derecha y allí el final de la bajada


La mesta o unión de ríos en La Forcada


Y en medio, una espléndida vega, llana y verde


Una mura de piedra la separa del camino por este lado. La caminamos en llano


A la izquierda, algunas casas de Borines, sobre el río de este nombre


La Sierra y El Vallón, en la carretera. Arriba el Cuetu Ordiyón y la Cruz de María Mingo


Más abajo, aunque no lo vemos, el Molín del Rosequín, uno de los que molieron en este río


Un poco más adelante, tenemos otra muy buena perspectiva de esta vega


Toda esta orilla, hasta la iglesia


Encima de la iglesia, Sieres y San Feliz


De nuevo vemos la iglesia de San Martín de Borines, donde Arantza Margolles Beran da cuenta, en sus pesquisas, de algunos acontecimientos que tuvieron de protagonistas a los párrocos de aquel entonces y a vecinas y vecinos de la parroquia, de los que escribe en su blog de historia bajo el título de Dos crímenes sacramentales en Borines


 Uno aconteció en 1694, cuando una mujer del barrio de Muñío de Borines, pero residente en Miyares "por una curiosa amistad con una tal María de Caso (no solo murió en su casa, sino que le dejó todos sus bienes", murió sin que esta su heredera pagase al párroco de Borines ni el traslado del cadáver ni una vela, por lo que el cura no solo ha de realizar el entierro de más mínimo ritual y liturgia, sino que además plasma por escrito el caso en el libro parroquial:
"El 20 de julio (de 1694) murió María de Mones, viuda, vecina de Moñío. Dicen hiço donación a María de Caso, de Miyares, de sus bienes (…) no se ha conocido, porque no ha hecho nada por su alma. Murió en Miyares, a donde el cura de allí le administró sacramento, y yo a mi costa la traxe a esta Yglesia, sin que en casa de dicha María de Caso, donde murió, nos diese una vela. Y la hice el entierro con tres misas y su vixilia,  e después se distribuya su quinta o lo más que sea de justicia"

Otro aconteció en el verano de 1835 cuando, tras fallecer un vecino de Viyao, población perteneciente a Borines, no llama al párroco de aquí para funeral ni exequias, sino al de Anayo, tal vez por proximidad, como vimos cuando bajábamos de allí, o por otras causas. El caso es que hubo conflicto pues el de Anayo cobró lo estipulado, si bien se arregló pues el de Borines volvió a celebrar el funeral, en su parroquia, pero la tumba del finado permaneció en Anayo. Todo ello descubierto por Arantza al estudiar los archivos parroquiales y hallar el pertinente escrito:
"En quince de junio de mil ochocientos treinta y cinco murió Juan Figaredo, vecino de las casas llamadas La Loma de los montes de Pedroso, pertenecientes al lugar y coto de Viyao de esta parroquia de San Martín de Borines, estaba casado con María del Llano, de cuyo matrimonio son hijos José y Teresa casados, ésta en Torazo y aquél en el sitio dicho de la Loma: no llamaron para la administración de Sacramentos al párroco ni sirviente de Borines, sino al de Anayo, al que le administró los tres Santos Sacramentos y le recibió el dicho de que elegía sepultura en Anayo a pesar de estar demente el Juan: en virtud de esta elección, el párroco de Anayo le asoció a su Yglesia, le hizo todas las exequias y enterró en su Cementerio aunque no testó contra esta arbitrariedad, en ausencia del párroco de Borines, su interino Francisco Díaz presbítero; más llegando de su ausencia el párroco de Borines en el mes siguiente, reclamó amistosamente, fuera de términos judiciales, el desagravio del término parroquial ofendido en la conducta que en este caso se observó en el de Anayo y lo mismo los herederos del Juan, y aclarado el punto y visto ser nulo y de ningún valor ni efecto la elección dicha de sepultura en Anayo, se contrayó el párroco de Anayo a dar al de Borines, como lo verificó, toda la cantidad de dinero correspondiente a las exequias funerales, sepultura, del párroco, visita, casa santa y redempción de cautrivos, aumentación y responso dominical parroquial, de nuevo se verificaron como si en dicha Yglesia de Anayo no se hubiesen hecho y como si en ella no se hubiese enterrado el cadáver del Juan Figaredo, y se celebraron el veinte y siete de Agosto de mil ochocientos treinta y ocho. Por verdad lo firmo como cura de Borines,
Francisco Antuña"

Ya caminando en llano, en este cruce, donde pasamos sobre el Ríu la Cuesta Villar, iremos a la izquierda


Aquí sigue en pie otra de las viejas señales


Muy gastada, pero bien protegida por el guardarraíl de este cruce

Seguimos así de frente



En el lugar suele haber bastantes troncos apilados, no olvidemos que cerca está la serrería


Pasamos junto a ellos...


Y ahora pasamos sobre el Ríu Borines por otro puente


Luego bifurcación y a la derecha, por el camino asfaltado


Arriba a la izquierda, la nave de La Sierra, serrería maderera de Borines


La llana vega a nuestra derecha, plantada de maíz en junio


Ahora empezamos una pequeña cuesta...


A nuestra derecha el río de La Cuesta Villar ha dado sus aguas al Borines


Y el Borines, estrecho pero con un profundo surco, dibuja unos meandros en este paraje La Soledá


Ciertamente es un paraje un tanto solitario, algo apartado de las casas, seguro que no tanto como antiguamente, tal vez sea la razón del topónimo


Según subimos a la carretera tal vez sintamos en este prado algún relincho...


Arriba, algo se mueve


Es un grupo de caballos, color oscuro y muy brillante


Son los asturcones, raza autóctona asturiana, que tuvo en el Sueve y su entorno su refugio, cuando estuvieron al borde mismo de la extinción. De ellos escribimos en nuestros libros dedicados al camín:
EL ASTURCÓN: EL CABALLO DE LOS ASTURES
"Los asturianos le deben al asturcón su "entrada en la Historia", en el sentido clásico del término, cuando ya hay fuentes escritas que informan de esta tierra y de sus gentes. La primera vez que se menciona directamente lo "astur" en un escrito es en una referencia a este caballo. Ochenta y seis años antes de Cristo y medio siglo primero que las legiones de Augusto irrumpiesen en el corazón de Asturias, un texto romano, la De ratione dicendi ad Herennium habla del asturcón como un caballo de las "montañas de los astures", el pueblo que lo domesticaba y tenía como propio, aún fuera del dominio de Roma..."

"... El asturcón era ya entonces un animal totémico por excelencia, símbolo de fuerza y poder, fruto de la larga evolución de esta especie, el caballo, que apareció en la tierra en la Era Terciaria y de la que que existen evidencias que empezó a domesticarse hace entre 5.500 y 6.000 años en las llanuras del actual Kazajistán. Es por tanto el astucón descendiente directo de una estirpe de caballos salvajes emparentados con los que vinieron de las estepas de Eurasia, Siberia y Mongolia, ya desde la prehistoria, dando origen a grandes pueblos de jinetes, como los escitas..."
"... El caballo asturcón, por sus características era apreciado ya desde tiempo inmemorial para el trabajo y la domesticación, en la tierra de los astures. Sus restos han sido hallados en las excavaciones del castro de La Campa Torres y de ellos se sabe que eran empleados con este fin, no descartándose usos también alimenticios, e incluso religiosos. Al analizarse sus huesos se vio que eran caballos viejos y domésticos, sus lesiones en las patas delanteras demostraron que se trató de animales de monta (al  soportar el peso en ellas, no en las traseras, como hacen los de tiro). Apareciendo en algunos señales de descarnamiento en individuos de menos de cinco años, que es lo que delata un uso alimentiicio o de ritos de sacrificio, usuales en las culturas antiguas. El propio término "poni", "el poni" asturcón", caballo pequeño, guarda relación con la diosa celta Epona, divinidad de la caballería y orden ecuestre..."
"... Y al igual que para el trabajo, valía para la guerra, no solamente para los enfrentamientos internos por la posesión de tierras, sino también en conflictos exteriores. Las crónicas resaltan que ya los emisarios del general cartaginés Aníbal  habían llegado a las para ellos apartadas tierras  de los astures con la idea de enrolar mercenarios que les ayudasen a cruzar la peligrosa travesía de los Alpes, mercenarios a caballo con los que pudiesen acometer el paso rápido al norte de Italia en sus interminables y endémicas guerras contra los romanos. Siglos después, cuando fueron los romanos quienes se presentaron a la conquista de cántabros y astures, llamados por el oro y los deseos de triunfos de su emperador, empeñado en doblegar a los últimos pueblos de la Península que se le resistían, los asturcones también habrían de jugar su papel en esta lucha desigual..."

"... Los cronistas romanos comentan lo que hoy definiríamos como terror sicológico del ataque de la caballería enemiga a las bien formadas legiones del César Augusto, el espanto de un ataque astur o cántabro a caballo, tanto en terreno abierto como en el monte, causando que flaqueasen las defensas de las cohortes con su soldados de a pie, la infantería, poco avezados a la guerra en este entorno tan hostil y contra este enemigo. Era especialmente temida la maniobra del  Círculo Cantábrico, en la que los jinetes atacan dando vueltas en círculos con sus caballos al galope, lanzando una jabalina contra el enemigo y cubriéndose después con el escudo mientras se deja paso al siguiente, que repite la operación y así sucesivamente, desmoralizando al contrario, quien escapaba en desbandada ..."
"... Así y después de diez años de guerra y el empleo de seis legiones con infinidad de tropas auxiliares, precisándose la presencia del propio César Octavio Augusto, el cual hubo de venir en persona para intentar poner final a una desastrosa campaña, los astures ly os cántabros quedan bajo dominio de Roma. La Legio I Augusta sufrió el humillante castigo de no poder llevar más ese nombre por cobardía ante el enemigo, al llegar a desarrollar sus legionarios un miedo supersticioso a la invencibilidad el enemigo..."
"... Como tantas veces se repite en la historia, una de las posibles salidas para un pueblo vencido es ponerse al servicio del vencedor. Las cohortes de caballería astur, que tanto pánico llegaron a provocar en los romanos , pasaron ahora a su servicio en las fronteras más inseguras del Imperio: desde la Muralla de Adriano al norte de la actual  Inglaterra (campamento de Cilurnum), frente a los pictos, hasta la línea del Rhin frente a los germanos o la Dacia (Rumanía), fueron algunos de sus destinos..."
"... Los autores de la antigüedad quedaron impresionados y por lo tanto, ellos mismos impresionaron a sus lectores, con sus halagos al caballo asturcón, tal y como nos comenta el escritor José Havel en sus artículos: el poeta Virgilio habla del "pulcherrimus astur"Plinio El Viejo, destacadísimo observador de su tiempo y antiguo procurador de la provincia Tarraconense habla de los asturcones como caballos "de talla menor, no tienen una marcha como la normal, su paso es cómodo, gracias al movimiento simultáneo de las patas de un mismo lado. Los naturales enseñan a sus caballos a andar de andadura..."
"... Llama la atención otro autor, Eranio Liciano, que dice que en las fiestas de Antioquía del año 167  a.C. el rey Antíoco IV Epífanes montaba un asturcón...lo que desmostraría que ya era conocido y valorado desde mucho atrás por el oriente helenístico. De todas maneras, debió llegó a ser tan preciado que en Roma "asturcón" sirvió para denominar toda una serie de caballos distintos pero de características similares, de ahí el oficio de "asturconarius" que aparece alguna vez citado y de ahí también que llegase a ser todo un símbolo de poder y ostentación al que ni el mismo Nerón se resistió,  pues también poseía uno. El cónsul Silvio Itálico glosa en Púnica, uno de sus poemas, al asturcón; también Marcial  "que galopa pequeño de estatura al son del compás". "Caballo Ambulator"  le califica el Corpus Glossarum Latinarum ..."
"...Siglos después, durante el Reino de Asturias. otras crónicas informan que la caballería sería la mejor garantía para defender las fronteras de las continuas invasiones musulmanas, así como para "devolver los golpes" y facer rápidas incursiones muy al interior de Al-Andalus, como la que llevó a la conquista de Lisboa en el año 797-98 por las tropas de Alfonso Ii El Casto..."

"... Pero aparte de la guerra y las glosas clásicas, el asturcón fue compañero de trabajo de muchas familias campesinas asturianas en su quehacer diario, animal fuerte y musculoso, sufrido, con mucho pelo y patas resistentes para meterse en lugares escarpados, o para largas travesías. Fue caballo de tiro, importantísimo para las faenas de la casería, para tirar del carro, como montura, o para labrar la tierra..."

"... Pero también fuera de Asturias se le cita en el texto irlandés Twoo Bokes of the Histories of Ireland, en el que se plasma la anécdota de un noble que quiso comprar uno en el siglo XV sin resultados, pese a lo mucho que iba a pagar por él. Algunos asturcones aparecen en París en el siglo XIX, empleados para el tiro de carruajes pequeños...."

 "... La mecanización del mundo rural y al igual que ocurrió con otras especies, casi hizo desaparecer al asturcón en pocas décadas, muchos fueron muertos en la guerra civil para conseguir alimento. Después de extrañas tentativas para cruzarlo con otras razas, sin criterio, incluso de hablo de sacrificar para carne a los últimos ejemplares (unos cuarenta en los años 70), algunas personas entendieron que esta situación era inmerecida. Varios ganaderos conservaron alguna yeguada y la Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza (ANA), intervino en el tema muy positivamente. Se creó la Asociación de Criadores del Asturcón y se empezaron a recabar importantes apoyos, tomando las instituciones cartas en el asunto al declararlo "raza autóctona de Asturias de protección especial" 
 Hoy en día hay cerca de tres mil, no solo en Asturias, que es donde se halla a inmensa mayoría, sino también en criaderos de León, Cantabria o Palencia, e incluso de Madrid o Almería. Existen grandes expertos de doma y varios asturcones han ganado ya campeonatos de España de equitación en distintas especialidades. Todo ello parece garantizar en principio la supervivencia del caballo y que el asturcón siga acompañándonos por los caminos de la historia, tal y como lleva haciendo desde hace milenios, desde que los asturianos son asturianos"


En La Soledá, tras ver a los asturcones y adentrarnos un poco en su historia, seguimos la cuesta de la carretera


La Peña con La Cuesta Miyares, enfrente, nos orienta


Aquí está el muro de contención de la calzada...


Y aquí salimos a la carretera


Son estas las laderas que bajan del cementerio y la capilla de San Roque


Primero una buena recta. Recordad como siempre ir bien arrimados a la izquierda, no hay arcén, y mejor poned chalecos refractantes, toda precaución es poca


Luego, entre arboledas, vienen unas curvas


Allí en la siguiente curva está el puente sobre La Riega la Rebeca, que va a desembocar al Borines


Hay fincas a los lados...


En el puente...


Un poco de sombra...


Abajo está la riega...


Y luego ante nosotros una larga recta



Dando hermosa vista a la vega del río, aprovechada como pasto: La Iría


Más allá del río los boscosos montes de Solmenudo y La Cabaña


Contrasta un tanto este paisaje tan llano y estas rectas con las etapas montañeras anteriores


Aquí un poco de curva...


Nos acercamos a una casa, Villa Victoria, y una nave ganadera que se extiende por la vega hasta el río


Preciosa llanura verde


Pese a que es uno de esos tramos de asfalto se avanza rápido y recto, en un entorno muy natural, rural y verde


Si nos fijamos, a la derecha de la foto, veremos asomar entre los árboles el campanario de la iglesia de Vallobal


La nave a la derecha...



En el Kilómetro cuatro de la AS-358 llegamos aquí a Villa Victoria


Primeramente hay una casa tradicional campesina, con lo que debieron ser cuadras, llagares y vivienda


La vivienda, con buen corredor asomado a la carretera, lleva el nombre del Lugar, La Iría


Y a continuación Villa Victoria, construida en 1932 para el indiano Indalecio Canteli, natural de El Mortuoriu, barrio de Borines también muy cercano a El Sidrón, que había hecho fortuna en Atlixco (Puebla, México)


 La espléndida mansión como era usual, recibe su nombre en honor de la esposa del fundador, Victoria


Su nombre aparece grabado en la pared que da al portón de entrada



Desde la casa merece la pena contemplar al norte esta estampa tan bella del Valle de Borines, bajo los altos de Anayo, Robléu, Monte Grande y La Llama


La gran vega de La Iría en primer término


Arriba a la derecha el cementerio, en medio La Cuesta, poco más arriba El Palaciu, La Bolera, La Piñera y El Brixón. Más arriba a la derecha Casa Cardín y toda la bajada desde La Retuerta



 A la izquierda El Tixellu


Más arriba a la izquierda las casas de Caparea, en Anayo, donde empezamos a bajar


La zona de La Venta



Dejamos Villa Victoria y continuamos todo en recta carretera adelante



Un poco a la derecha, entre los árboles, hay un molino: el Molín del Tíu Miguel o de María Celesta


Está recogido en el Catálogo Urbanístico de Piloña, sin embargo esta foto tiene unos años ya


Esta es una foto de junio de 2020: se había hundido el tejado


Avanzamos por el asfalto con paso resuelto hacia Vallobal


A la izquierda sube la carretera de Muñío



Y así vamos llegando a la última casa de Borines en el camino, La Casa Nueva, a la derecha de la carretera



La Casa Nueva, que son en realidad dos viviendas, extiende sus dependencias, cuadras, henares, etc. un buen tramo a lo largo de la calzada


Primero el cobertizo para la hierba, henar o tenada, sostenido por fuertes columnas de ladrillo



La primera de las casas, grande y de piso alto


 La siguiente más pequeña



Pasando la Casa Nueva se acaba la recta y empieza una curva



Bien arrimados a la muria busquemos un sitio en la cuneta para detenernos un instante y mirar atrás


Desde la curva vamos a fijarnos encima de las casas



Exactamente sobre los tejados...


Ahora sí que vemos bien Anayo, con la iglesia de Santa María, a su derecha La Escuela y, seguidamente, La Parrilla


Tomamos pues esta curva cerrada para entrar en Vallobal


Cruce de Muñío, nosotros seguimos de frente por la carretera


A la entrada de Vallobal un poco de biesca...


Antes de adentrarnos en la umbría vamos a mirar a la izquierda


Arriba La Cuesta Miyares y La Peña


Peñascos calizos al pie del Puertu Sueve


 En esta foto, de invierno, podemos ver abajo el lavadero de La Fuente la Llantada


Por aquí pasa la riega a desembocar al río, en El Puente


Y en El Puente la Casa'l Puente, en ruinas, la primera de Vallobal


Esta es una foto del año 2012, con el hórreo que había al lado


En El Puente hay otra curva cerrada, a la derecha


Vallobal, al fondo a la derecha asoma el campanario de la iglesia de San Lázaro, santuario que fue, la advocación lo delata pues era su patrón, de la antigua leprosería que aquí existió en el pasado. Aparece sin embargo en el inventario del obispo Gutierre de Toledo, elaborado entre los años 1385 y 1386, como de Santa María


El Mundo, antigua Casa Telvina, y la Casa'l Carteru



Preciosa galería



Varias viviendas han sido restauradas


Allí están las ruinas de la antigua Malatería de San Lázaro de Vallobal. El camino sigue por la carretera a su izquierda


A nuestra derecha la iglesia de San Lázaro, el patrón de los leprosos


Y esto es lo que queda de la antigua leprosería que fue el Real Hospital de San Lázaro de Vallobal, testimonio muy importante para la historia de la ruta, de Piloña y de Asturias. Basándonos en la obra de J. Tolivar Faes Hospitales de leprosos en Asturias durante las edades Media y Moderna, escribíamos también de ella en el libro El Camino de Gijón a Covadonga, del que este es el texto base revisado:
"La Malatería de San Lázaro de Vallobal ejerció su misión entre los siglos XIII y XVIII, eso demostradamente, pero podría existir desde antes, ya que el primer testimonio escrito que se conserva de ella es del año 1266, gracias al documento testamentario del arcediano (diácono principal) Fernando Alonso, en donde se menciona a esta leprosería 
Lo normal era que estos hospitales subsistiesen con donativos de gentes de la nobleza, alto clero, órdenes religiosas, reyes y obras de caridad, mas algunas rentas del vecindario y del pago que realizaban los mismos pacientes. Disponían las malaterías de algunas tierras, propiedades y derechos. Así en 1289 esta malatería de Vallobal recibe cien maravedís del testamento de Pedro Díaz de Nava y, en 1331 va a ser el poderoso señor Rodrigo Álvarez de las Asturias quien aporte un donativo en similares circunstancias por cuatrocientos maravedís..."

"... El ingreso se realizaba con certificado médico o por despacho eclesiástico ordinario, solían residir de ocho a diez enfermos, que se iban albergando según se producían vacantes. Hubo momentos con solo dos malatos, como en 1739, pero en otros había hasta once ingresados, como a principios de esa centuria. Lo normal era que fuesen se cuatro a seis
  El pago para "entrar por malato" de un enfermo era en Vallobal de un copín anual de pan, unos cuatro kilos, esto en el año 1656, porque se sospecha que llegó a cobrarse un precio superior, de hasta once ducados, mas dos copines de pan cocido y un azumbre de vino..." 

"... De Vallobal se conservan papeles de la gente que había ingresada, de los donativos que se recibían, de las curaciones, altas y defunciones, o lo que se pagaba por ingresar. Por ello sabemos que también había aportaciones en metálico, como en 1733 "por un devoto de Indias". Los ingresos se repartían a partes iguales entre los cargos del hospital y de la parroquia: el Mayoral-impostor, el cura, el farnero o cobrador y los enfermos, llegando además la malatería rentas den los pueblos cercanos: Miyares, Pintueles, Borines, Sieres, Viyao, Anayo, Muñío, La Goleta, Sorribes, Cué, Espinaréu, Villamayor, Valle, Sevares y otros lugares de Piloña, Parres, Colunga y Cabranes
Cobraba también la malatería de Vallobal réditos de un censo de treinta ducados, y percibía un real por cada persona fallecida en el concejo de Amieva y, ya a mediados del siglo XVIII, "cincuenta y cinco reales que paga a dicho Real Hospital el Collegio de la Compañia de Jesús en esta ciudad de Oviedo"... 

 "... mayoría de los enfermos eran gente de los conceyos y parroquias de estos contornos. Se daban casos de estancias de hasta más de diez años, en otros el fallecimiento llegaba primero de los seis meses, habiendo muchísimas "altas por curación" expendidas por el médico o por el Mayoral-Mampostor, título de la persona que estaba a cargo del hospital. 
Ingresos, donativos y limosnas se repartían a partes iguales entre los encargados (el mayoral, el cura y el cobrador) y los enfermos. Esta malatería poseyó rentas en muchos lugares de Piloña, Parres y Cabranes, de las que se realizó un inventario en 1685. La dirección y la administración de los mayorales-mampostores estuvo al cargo de los mayorazgos (propietarios rurales) de la familia de la Villa Estrada..."
"... El cobrador o farnero era el encargado de cobrar las rentas, sin embargo, si había muchos leprosos y las rentas son llegaban para su manutención, estos salían a pedir limosna. En esos momentos de escasez sabemos que la gente de Vallobal ayudaba y metía en casa a los malatos, los hospedaba y sentaba a comer a la mesa, sin importarles mayormente el riesgo al contagio y, aunque alguna vez se hicieron pesquisas por razón de posibles irregularidades administrativas, el trato y cuidado dado aquí a los afectados era mucho mejor, con diferencia, que los de otros establecimientos semejantes. Así, en el escrito de un pleito de 1726 se lee:
"la casa que thienen destinada para su abitazion, se rrecojen en las casas de los vecinos, quienes les socorren con los que tienen, asi castañas, nueces y otras cosas, leña y abellanas, solo porque no perezcan"

"... En ese pleito de 1726 la Real Audiencia investigaba supuestas irregularidades en el hospital, administrado entonces por Don Juan Francisco de la Villa Estrada, habiendo de comparecer cinco testigos en el pórtico de la iglesia a responder ante escribano a ocho preguntas del Fiscal relativas a los cobros y rentas, así como a la organización de esta fundación. Es interesante saber que el farnero-cobrador, que llevaba 24 años en el cargo, declara que había una casa que había empezado a construir ya Don Joseph de la Villa, padre de Juan:

"...para que en ella se recojiesen los pobres trajineros que pasaban su camino y que por una noche se les diese albergue en ella"
Esto revela que la malatería recogía además pobres y muy posiblemente peregrinos, pues se sabe, como habíamos ya dicho, de tránsito de romeros a Santiago por este valle, hacia Pintueles..."
"... Otros testigos afirmaron que a veces se acogían enfermos que no estaban obligados a admitir, como uno procedente de Coya, que le correspondía la existente en Guardo (Cabranes), si bien el administrador Juan de la Villa  que los de Coya concurriesen con su limosna. Asimismo se afirma que:
"La casa en que antiguamente se recogían los malatos, eran las paredes de piedra y barro, y por haverse, con las abenidas de aguas maltratado paredes y entrado gran cantidad de agua dentro de ellas y diferentes sabandijas, porcuró dicho D. Juan de la Villa el componerla por adentro con tablas, haciendo establo para los pobres hasta que, con el tiempo se cayó toda en tierra, y les fue precios al dicho Dn Juan hacerla de nuebo, con paredes de piedra y cal, haciendo una gran portalada y cuarto para los pobres..."
Con declaraciones tan favorables Don Juan de la Villa salió absuelto, pero su hijo Don Francisco Antonio, quien heredó patronazgo y hospital,  tuvo que volver a vérselas con la ley, llegando a ser depuesto de su cargo en 1739, acusado de echar a malatos sin estar curados y de haber malversado vendiendo bienes de la malatería para su propio provecho, si bien, según Tolivar Faes, no están claras ni esta acusación, ni la extraordinaria animadversión que revelan hacia los anteriores administradores, las ordenanzas de gobierno, redactadas seguidamente a este cese. Ese año la Real Audiencia nombra para dirigir la leprosería al párroco de Ques, también en Piloña..." 
"... Pero eran ya llegados tiempos de declive. Avanzado ese siglo XVIII la endemia leprosa disminuye notablemente. El último malato de Vallobal fue dado de alta en septiembre de 1776. Los bienes del hospital de leprosos pasaron a depender, como todos los de Asturias, del Real Hospicio de Oviedo, que los arrendaría un año después a varios particulares. Al final, en 1843, salen todos ellos a subasta pública..."
"El santuario de la malatería, dedicado a San Lázaro, pasa entonces a ser iglesia parroquial, siendo entonces Vallobal parroquia independiente en lo eclesiástico hasta finales de esa centuria del XIX, cuando una reordenación del arcipriestazgo, la anexiona a la de Miyares. Sin embargo, en lo civil recupera su condición administrativa de parroquia independiente en 1986, por acuerdo plenario de la corporación del Ayuntamiento de Piloña"
" En la actualidad, sigue siendo conocida como La Malatería y el terreno situado enfrente, El Güertu Los Malatos, del que se dice que era donde estaban situadas las celdas o "casetas" de los leprosos. El apodo malatos aún hacía de rabiar, hasta la guerra civil, a los niños de Vallobal cuando se lo llamaban los de otros pueblos vecinos. Se trata de los últimos testimonios de un hospital que ejerció aquí su labor a lo largo de más de cinco siglos..."

En junio de 2020 el edificio estaba ya casi desmoronado...


A la izquierda asoma la iglesia, orientada al oeste, como todas las antiguas o construidas sobre antiguas y respetando su estructura original. Tiene un precioso pórtico sostenido por columnas


Más allá de La Malatería vemos El Llugar, otro de los barrios de Vallobal


Enfrente de La Malatería estuvo Cá Martino, el chigre-tienda en general de José María Martíno, uno de los promotores de la Casa del Pueblo de Sieres en 1916. Este establecimiento fue inmortalizado en las estampas del gran fotógrafo Modesto Montoto, cuando acudía a probar la sidra de la temporada el célebre sidreru Ramón de Armonga


La casa sigue siendo conocida como La Tiendina, estando al frente del negocio en los últimos tiempos, hasta que cerró, Ángeles la de la Tienda


A nuestra izquierda, en El Llugar, tal vez sigan allí estes vares de yerba, algo que se ve realmente poco en nuestros días...


Los fardos empacados han sustituido a este sistema tradicional...


 Ahora seguimos de frente hacia Casa Pumarada, que en realidad son, o eran dos dos. La de enfrente es la nueva, a la derecha estaba la antigua


Casi no se ve, tragada por la maleza


Esta es la antigua Casa Pumarada en una foto de 2012, ya completamente en ruina pero que aún se veía, si bien su derrumbe era inminente


De frente, la nueva Casa Pumarada, rodeada de un terreno cercado por muro


Terreno con árboles y jardín



A su izquierda otra quinta con árboles y jardines...


Al pasar admiramos la fachada de Casa Pumarada que mira para la carretera


Con una soberbia galería



Preciosa mansión


A mano derecha, un grupo de casas en la carretera de Pintueles


Nos acercamos al cruce con la carretera a Cadanes y Pintueles


A la izquierda la otra quinta, la de la izquierda, Casa Migoya


Al pie mismo de las peñas del Sueve...


Casa Migoya está justo en el cruce con la carretera de Pintueles: nosotros seguimos de frente hacia Miyares


Este es el corredor, que mira al cruce


Seguidamente va un grupo de casas: L'Arroyo


También aquí césped y jardín


La otra fachada de Casa Migoya. Estas enormes y lujosas edificaciones delatan la influencia de la arquitectura indiana de los emigrantes que ficieron les amériques y volvieron con fortuna... jardines, cerramientos de verjas, amplias galerías acristaladas, grandes corredores, fachadas pintadas con esmero...


El conjunto de Vallobal reviste un gran interés histórico, arquitectónico y etnográfico


Pasamos la marquesina del autobús


Y la carretera inicia una cuesta arriba


Y este es el gran abeto de Casa los Piquero, que se ve desde Anayo


Y enfrente, a la izquierda, en L'Arroyo, la antigua Casa Evelio, chigre en el que paramos tantísimas veces camino de Covadonga en aquellas primeras marchas de El Garrapiellu en los años 90. Lleva años que ya no hay bar



Pasamos también el portón de Casa los Piquero...


Y seguimos por la AS-259 hacia Miyares, distante a un kilómetro aproximadamente


Artística portiella con ruedas de rayos (radios), parecen de algún antiguo carro o xarré (coche de caballos, aún hasta los años 70 hubo alguno en uso)



Ya salimos pues de Vallobal...



Arriba en la montaña, Robléu, otro de los barrios de Anayo


Debajo de Robléu pasa la carretera que dejamos en La Retuerta para bajar a Borines...


La carretera no es plenamente llana, sube en suave pero continua cuesta hasta Miyares


Tampoco hay arcenes, y en las rectas a veces los coches, tractores, camiones de recogida, etc. pasan a cierta velocidad, por lo que conviene ir atentos aunque aparentemente esté todo tranquilo y sin tráfico


Viene ahora un tramo bastante recto de pueblo a pueblo


Primero entre frondosos bosquetes


Un lugar de buen frescor que se agradece grandemente en las caminatas de verano y al sol


De frente unas fincas: El Pandu Riba


Seguimos siempre por la carretera


Una gran finca a la derecha


Los pastos de El Pandu, extensa campera con castañales y carbayos


Es otro de esos tramos que, aunque sean por asfalto, son hermosos de caminar, cual paseo por la campiña


La Cuesta Miyares con los campos de La Peruyal, donde hay una cabaña, en su ladera sur. A lo lejos Antayo (556 m)


El linaje de los Antayo tomo el topónimo de la montaña, familia con solar en Piloña en el siglo XVI, que pasaron a ostentar el título de marqueses de Vistalegre


Abajo, la selvática espesura...


Las peñas calizas advierten que nos hallamos al pie de las estribaciones meridionales del Sueve


Altísimos álamos


Cuidado aquí, pues hay un poco de curva


Luego otra recta; La Casilla, por esta zona hubo una casilla de peones camineros, clásica construcción, similar a una vivienda, donde guardaban sus aperos, enseres y herramientas los trabajadores dedicados al cuidado y mantenimiento de estos caminos


Seguimos en cuesta...


Más fincas con arboledas en El Pandu


Un poco más adelante, al final de la cuesta de la carretera, hay un cambio de rasante, tras el que veremos Miyares


A la izquierda el cementerio



A la derecha El Robledal, frondoso bosque de robles. Al final de la recta, las primeras casas de Miyares, que extiende sus barrios y lugares a lo largo de esta carretera, que dejaremos casi al final del pueblo, para continuar a La Goleta, La Trapa y Sorribes





































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