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lunes, 24 de febrero de 2014

LA PLAZA DEL MARQUÉS "BAXO LOS COYONES DE PELAYO" (GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS) EL PALACIO REVILLAGIGEDO, LA COLEGIATA DE SAN JUAN BAUTISTA Y CASA PAQUET: ENTRE EL MUELLE Y LA UNIVERSIDAD DE CIMAVILLA

 

Estatua de Pelayo en la Plaza del Marqués. Detrás del Palacio del Marqués o de Revillagigedo

Esta es la gijonesa Plaza del Marqués, a la que llega el Camino de Santiago procedente de la  Plaza Mayor (sita tras los edificios a la izquierda de la foto), con la estatua de Don Pelayo en primer término, con el Palacio del Marqués (marqués de San Esteban del Mar del Natahoyo) al fondo, que le da nombre, construido entre 1705 y 1721 en estilo barroco, si bien desde 1899 pasará a ser más conocido como Palacio de Revillagigedo con un cambio de propiedad. A la izquierda está La Colegiata, bajo la advocación de San Juan Bautista, que se acabó 15 años después que el palacio y de la que fue su capilla


En medio de la plaza, el monumento a Pelayo, icono gijonés por excelencia pues figura en su escudo y bandera, inaugurada el 5 de agosto de 1891, obra de José María López, así como el pedestal y las caras de leones incrustadas en sus paredes, por las que mana el agua. Esta fuente que vino acá desde la capilla de San Lorenzo o San Llorienzo de la Tierra, en el paseo marítimo El Muro, para completar este monumento conocido popularmente como La Estatua Pelayo


Este es el origen de la frase "nacer baxo los coyones de Pelayo" que es una expresión muy gijonuda que resaltan especialmente todos los nacidos en Cimavilla o barrio alto, quienes tienen a gala ser oriundos del barrio que dio origen a la ciudad


La estatua de Pelayo es una muy buena referencia, pues la vemos ya desde que cruzamos la Plaza Mayor de parte a parte y nos dirigimos al pasadizo que de ella nos pasa a la Plaza del Marqués


Vemos la estatua en la cúspide de su alto pedestal, de espaldas y con capa, con la Cruz de la Victoria, emblema de Asturias, en la mano derecha y con la izquierda sosteniendo un escudo. Al fondo, los mástiles, blancos, de los veleros y yates del puerto deportivo, el antiguo muelle local, pesquero, comercial y de pesca, actividades trasladadas hace tiempo al gran puerto de El Musel, al oeste, al otro extremo de la bahía


Por eso a la Plaza del Marqués se la llamaba antiguamente La Barquera, porque, antes que hubiese unos diques y escolleras fiables, los pescadores arrastraban las barcas hacia su explanada a salvo de mareones, marejadas y temporales. Existió asimismo una capilla de La Barquera, desaparecida en 1898, que estaba unos metros a la izquierda de la estatua de Pelayo


En este pasadizo estuvo antaño el chigre del Bar La Pipa, que había que atravesar de puerta a puerta para pasar de una plaza a otra. Se llamaba a este pasadizo de La Fuente la Plaza, ya que ahí estuvo también la Fuente la Barquera, que en principio debía ser de filtración y no de muy buena agua, grandemente mejorada con la traída del acueducto de La Matriz, construido entre 1662 y 1667, que trajo el líquido elemento desde Les Mestes a la entonces aún pequeña villa. Hoy en día la Fuente la Plaza es un tránsito o callejón al otro lado de esta Plaza Mayor de la que salimos por aquí, onde hubo otra fuente similar, también alimentada por La Matriz


En la zona histórica de la ciudad, como también en gran parte de ella, abrieron de antiguo numerosos bares y casas de comidas, algunos son muy veteranos y otros van cambiando de nombre y gerencia, adaptándose también a los tiempos. Aquí estuvo la taberna El Diablo, que había regentado Manuel Meana Canal, el Aldeanu, quien luego fundaría el famoso Hotel Asturias del que hablábamos al recorrer la Plaza Mayor


Hay también tiendas de souvenirs al ser también zona turística por excelencia. Aquí abren sus puertas La Cuenta de la Vieja, bar de tapas y copas, la tienda de regalos Les Camisetes y el Bar Al Norte, casa de comidas


La tienda Les Camisetes participó en la imagen turística de Gijón/Xixón y fue noticia por ello en el periódico La Nueva España del 6-7-2013, con artículo de C Jiménez:
"Gijón se lleva en el bolsillo, a la playa, en las camisetas, los delantales, en imanes, llaveros o encendedores. Cualquiera de estos soportes son válidos para lucir la imagen turística de la ciudad, con originales diseños que son fruto de un acuerdo entre colaboración entre la Sociedad Mixta de Turismo de Gijón y la empresa asturiana Les Camisetes. 
«Es importante vincular la imagen de Gijón con una empresa familiar asturiana, innovadora y de diseño. Es bueno para Gijón, porque puede contar con la creatividad de los diseñadores de esta empresa, e importante para Les Camisetes por vincularse con el principal destino turístico de Asturias, donde cuenta, además con dos tiendas», apuntó el concejal Fernando Couto durante la firma del convenio. 
La empresa goza de un destacado reconocimiento en su sector. Fundada en 2003 por Miguel Cayarga, en Cangas de de Onís, como negocio familiar, Les Camisetes es una de las marcas destacadas en la promoción de la imagen de Asturias más allá del Pajares. No en vano, sus camisetas se utilizaron el videoclip de la canción «Tarde o temprano» de «Fito y los Fitipaldis»; suyo fue también el diseño de la camiseta conmemorativa del «Gijón Sound Festival» de este año y son los autores del diseño del cartel para la 77.ª edición del Descenso Internacional del Sella. 
Los nuevos productos diseñados por Les Camisetes para Gijón podrán comprarse en las oficinas de información turística, en la web de Gijón Turismo y en las dos tiendas que la empresa tiene en la ciudad. Junto con la producción y venta de merchandising el acuerdo también contempla asegurar la presencia de documentación turística del municipio en la red de tiendas de ámbito regional-con siete puntos en la actualidad- y nacional de Les Camisetes, así como la disponibilidad de este material para viajes de prensa y de familiarización, visitas profesionales, congresos y otras actividades promovidas por la Sociedad de Turismo. 
Gaspar Cayarga, apoderado de la empresa, subrayó durante la presentación del acuerdo que han optado por llevar elemento identificativos de la ciudad como las rayas de colores de las casetas de la playa a buena parte de los productos desarrollados. Tampoco falta del componente marítimo «y el corazón del logo de la ciudad como símbolo de una ciudad acogedora». Su objetivo, a través de productos con una imagen «fresca y divertida» es que la marca de Gijón «llegue un poco más lejos». 
Siguiendo el modelo de negocio de Kukuxumusu, la empresa creada por tres jóvenes navarros que se especializaron en el desarrollo de originales camisetas que tuvieron su origen en la fiesta de «San Fermín» y que ha triunfado en todo el mundo con sus dibujos, ironía y humor, los diseños de Les Camisetes superan el concepto «souvenir» para convertirse en moda de diseño. 
Con la selección de productos con la imagen de Gijón se ampliará la oferta de los puestos de Infogijón y en la página web de Gijón Turismo, lo que propiciará nuevos ingresos para la Sociedad Mixta de Turismo. Son creaciones que van un paso por delante de diseño más típicos o turísticos, destinados no sólo a los foráneos, sino también a los ciudadanos de Gijón que se sientan orgullosos de su ciudad."

La Plaza del Marqués, peatonal, es un lugar perfecto para las terrazas de los bares y sidrerías. Otro célebre establecimiento de esta plaza fue Casa Pachín, abierto a primeros del siglo XX pero que es a mediados de esa centuria cuando consigue su gran fama al hacerse cargo de él Manuel Flórez, su esposa María Flórez, su hijo Manuel y su nuera Anita Rey, emigrantes tinetenses que volvían de Cuba. Anita será la responsable de la cocina y abrirán también hostal. Marineros, pescadores, tranviarios, autobuseros y vecinos en general serán sus principales clientes, además de los huéspedes, tal escriben los autores de Comer fuera de casa: tres siglos de restauración gijonesa (1700-2000) José Luis Carmona García y Luis Arias González


Más allá de las terrazas, ya contemplamos a nuestra derecha la grande y majestuosa silueta del Palacio de Revillagigedo o del Marqués de San Esteban del Mar del Natahoyo, título que ostentó por primera vez Carlos Miguel Ramírez y Jove y Vigil, personaje notablemente influyente en la Asturias de su tiempo pues era Comisario Provincial, "Regidor de la Villa de Gixon"  y caballero de la Orden de Calatrava, además de Visitador General de la Artillería de Asturias. Este marquesado fue otorgado por el rey Felipe V en 1708, si bien era en realidad honrando al tío de este primer marqués, el mariscal de campo y comisario de la caballería de Milán, Francisco Ramírez de Jove y Valdés, quien había fallecido en Milán en 1706 al mando de la defensa del castillo de Tortona, en el Piamonte, del que era su gobernador


El palacio empezó a construirse en 1705, bajo dirección del prestigioso arquitecto Francisco Menéndez-Camina Carreño (veremos otra de sus obras en el Palacio de Camposagrado cuando lleguemos a Avilés), alrededor de una torre bajomedieval gótica (la oriental, a la derecha) del siglo XV, acabando los trabajos en 1721. La mansión pasó a los condes de Revillagigedo en 1899 y décadas después se convirtió en el Centro Cultural Cajastur Palacio de Revillagigedo, asentándose ya esta denominación, que llegó a prevalecer sobre la del Palacio del Marqués. En su interior alberga el Centro Internacional de Arte y en él se realizan exposiciones. En nombre del centro va cambiando a medida que se producen fusiones bancarias


Son dos torres almenadas de cuatro alturas y un cuerpo central entre ellas de tres, profusamente decorado, con blasón en la planta superior, cinco balcones en la intermedia y cinco arcos en la entrada porticada del piso inferior. Fue residencia regia durante las estancias de reyes y reinas y padeció las destrucciones de la guerra civil, habiendo de ser reconstruido parcialmente. De su estructura leemos en Wikipedia:
"El edificio, de estilo barroco, está compuesto por dos torres almenadas de cuatro alturas, una más antigua (derecha según se mira la fachada) y la otra construida para mantener la simetría, y un cuerpo central de tres alturas que une las torres y que realza la fachada.
Contrasta en el palacio la austeridad y solidez de las torres con la abundancia decorativa del centro. Esta parte está dividida en cinco calles, partiendo de la planta baja. En ella se encuentran los cinco arcos que conforman una galería porticada, cuyas columnas exteriores se prolongan por la fachada del edificio hacia el tejado y separan las calles. La central es ligeramente más ancha, y se articula con columnas jónicas en la planta baja, de orden compuesto en el primer piso y de tipo toscano en el segundo. Entre estas últimas se dispone el escudo, bajo una cornisa ligeramente curvada. El primer piso constituye la parte noble, con cinco ventanas con balconada. En el interior se abre un patio central de planta cuadrangular, organizado en torno a ocho columnas toscanas."

 A sus pies un elemento muy importante: El Pozu la Barquera, a cuyo lado había un hórreo, el de los Ramírez, en el que se escogían, el 24 de junio día de San Juan, jueces y regidores, procedimiento de elección suprimido a partir de 1543 al proceder la Corona a la venta de estos cargos, tal y como nos informa el Cronista Oficial Luis Miguel Piñera en su libro Cimadevilla recuperada. Atlas playu


El pozo fue descubierto por casualidad durante unas obras de urbanización, resultando formar parte de una factoría de salazones de época romana que pudo ser la causa del nacimiento de la población, aparte del precedente existente en el castro astur de los cilúrnigos del castro de Noega, en La Campa Torres, sobre el puerto de El Musel. Se supone que pudo ser un antiguo pozo romano reaprovechado y que tuviese tejado


A su izquierda, la torre del este del Palacio de Revillagigedo o del Marqués está como hemos dicho construida sobre una anterior del siglo XV muy deteriorada, la cual sería una de las primeras construcciones de la villa cuando empezaba a reconstruirse tras el asedio trastamarista 1395, muy posiblemente sobre algún sustrato anterior vinculado con los salazones y los  cilúrnigos 


Precisamente en la huerta del palacio, situada en la parte de atrás, al pie de la antigua muralla, actualmente recrecida sobre los cimientos de la misma, también destruida en el sitio, es donde fue hallada, durante las excavaciones arqueológicas de 1989, el epígrafe con la inscripción de Medugeus o de los cilúrnigos:
MEDUGENUS . CESAR
ONIS . SIBI . ET . F . RUT
ILIO . ANNORVM . XV.
EX. GENTTE . CILUR
NIGORVM
Con traducción de la arqueóloga directora de las excavaciones, Carmen Fernández Ochoa, que trabajó en la recuperación de aquellas defensas tras aparecer parte de su muro de piedra durante unas obras en un inmueble en 1982, viene a decir:
"Medugeno, hijo de Cesarón, (dedica esta estela funeraria) para él y su hijo Rutilio (que falleció a los) quince años de edad , de la gens de los Cilúrnigos"

Los cilúrnigos serían la gente o gens, organización suprafamiliar que poblaba la ciudad romana, en lengua céltica significa "caldereros" y posiblemente eran descendientes de los antiguos castreños metalúrgicos (de ahí su nombre) que habitaban el primitivo emplazamiento de La Campa Torres y que se asentaron aquí tras la conquista romana, fundando la ciudad. 


Pertenecerían a la gentilidad de los luggoni, los astures lugones que habitaban el centro de la actual Asturias y cuyo nombre procede del dios Lug (luggoni significa 'hijos de Lug'). Reclutados como guerreros por los nuevos amos del mundo, algunos de ellos servirían en el fuerte de Cilurnum, actual Chesters, defendiendo el Muro de Adriano frente los pictos de la ahora Escocia, protegiendo el territorio britano en poder de Roma enrolados en la Ala II Asturum, unidad de caballería de unos 500 jinetes astures allí acantonada, que aunque con el tiempo recibiría el aporte de soldados de otras procedencias, conservaría este nombre


En El Pozu la Barquera se almacenaba nieve traída del nevero de El Gamonal, en la Sierra del Aramo. La nieve venía en bolas que se habían dejado helar a principios de la primavera en el mismo nevero y se compactaban con pisones en capas de medio metro separadas por paja trillada. Aquí se vendía, picándose con instrumentos metálicos o de madera, tal y como explican José Luis Carmona García y Luis Arias González en Comer fuera de casa: tres siglos de restauración gijonesa (1700-2000)


La fábrica de salazón, datada entre los siglos III y IV, fue objeto de una excavación de urgencia, estudiada, fotografiada y vuelta a cubrir, pero no así el pozo, dada su trascendencia para la historia de la ciudad. Joaquín Aranda, en el libro Aquellas plazas, aquellos parques, de la Biblioteca gijonesa del siglo XX, escribe de este lugar y plaza lo siguiente:
"Ubicada en un espacio extramuros de la muralla romana, albergó entre el siglo III y el V d. C., una importante industria salazonera apoyada en la proximidad de un fondeadero para barcas y la abundancia de pesca en el Cantábrico. Baste recordar que, hasta fechas recientes la parte sur de la plaza se conocía como plaza de la Barquera e incluso la capilla allí construida llevaba ese nombre, lo que indica que la zona, antes de la construcción del puerto era un lugar de atraque de los barcos.

Tras la construcción del puerto, propiciada por los Reyes Católicos, Carlos I y Felipe II, la villa de Gijón empieza a salir del letargo en el que había caído tras la destrucción de los Trastámara. Será en este siglo XVI cuando se construya el pozo de la Barquera, que descubierto (...) se ha dejado visto frente al Palacio de Revillagigedo."


Efectivamente, su estructura actual es de los siglos XVI a XVIII, según se refleja en una placa situada al borde, que nos dice lo ya referido respecto a la elección y juramento de cargos que aquí se efectuaba



Al lado del pozo tenemos una gran placa de bronce con el plano de este barrio histórico de Cimavilla, en relieve, con alguno de sus lugares más significativos


La imponente estructura barroca del Palacio del Marqués o de Revillagigedo, del que también se ocupa Joaquín Aranda, se muestra imponente y debió ser la admiración de vecinos y visitantes que entraban y salían de la ciudad por este lugar, como aún sigue siendo, ostentación del poder de un linaje, el de los señores del Natahoyo, cuyo coto llegaría hasta aquí, las puertas de la vieja villa, cuya figura por entonces se vería muy en la distancia:
"... en 1705, D. Carlos Miguel Ramírez de Jove, Caballero de Calatrava, Señor del Coto del Natahoyo y Regidor Perpetuo de la Ciudad de Oviedo y de la Villa de Gijón, al que Felipe V le concedería en 1707 el título de Marqués de San Esteban del Mar, da comienzo, bajo trazas supuestas del arquitecto avilesino Francisco Menéndez Camina, las obras que lo conformarán tal como es actualmente, mediante la repetición, en el extremo opuesto, de una torre idéntica a la que existía"

Ese gusto medievalizante de las torres, tanto la vieja reformada como la nueva hecha idéntica, es un exponente de la necesidad de mostrar la antigüedad de su linaje y su poder e influencia en un lugar tremendamente significativo y decisorio, pues tras las reuniones en el Pozu la Barquera, el Ayuntamiento o Casa de la Villa siempre estará muy cerca en sus sucesivas ubicaciones, empezando por los arcos del nuevo palacio, pues continúa diciendo que "Durante el siglo XVII, bajo las arcadas de Palacio, tomaban posesión de sus cargos los jueces y procuradores y allí mismo se efectuaban las subastas públicas".


Sigue la animación en las terrazas. Otro antiguo negocio hostelero-hotelero de esta Plaza del Marqués fue la famosa Fonda del Comercio, de la que se sabe su existencia desde 1867, siendo su dueño Manuel Vega, pasando luego a ser Gran Fonda del Comercio en 1880 y posteriormente Hotel del Comercio. Su esposa siguió al frente del negocio al enviudar en la última década del siglo XIX, siendo reformado en 1908. Como gran novedad, anunciaba disponía de cuartos de baño, duchas y alumbrado eléctrico. Era llamado así por ofrecer precios especiales a los viajantes de Comercio. En 1916 se traslada a la cercana calle Trinidad


A la izquierda del pasadizo por el que venimos de la Plaza Mayor está el Restaurante Entreplazas, llamado así porque tiene entrada por ella y por esta Plaza del Marqués. Hablábamos de él en nuestro recorrido por dicha Plaza Mayor, en la correspondiente entrada de blog


A su izquierda el Bar Inn, con entrada también por la calle Recoletas, justo detrás, por donde, fuera del Camino, volvimos tras hacer un periplo para conocer la casa natal de Gaspar Melchor de Jovellanos, actual museo, la capilla de Nuestra Señora de los Remedios, que fue del Hospital de Corraxos (peregrinos pobres), la Torre del Reloj y otros lugares de Cimavilla. Más a la izquierda y al pie de la torre del este del Palacio Revillagigedo está El Palace, tanto de él como de Casa Fernando, sito un poco más allá


Y no nos olvidemos de la Casona de los Ramírez de Jove, del siglo XVI y considerada un magnífico exponente del estilo renacentista en Asturias. Es actualmente sede del Colegio de Arquitectos


Retomamos nuestro camino desde el pasadizo entre las plazas: de frente al Pozu la Barquera está El Marqués 10, cervecería y licorería que tuvo al frente a Juan José Solar García, Juanjo"frente a Revillagigedo y tras Pelayo, allí donde Gijón concentra su historia, color, atmósfera y esencia", como dice el historiador y gastrónomo Luis Antonio Alías. A su derecha es el Bar 4.70 y, ya en la esquina. la Confitería Collada, de Carlos Collada y Marla Sierra. Cuando él murió, la periodista Marla Nieto daba así la noticia para El Comercio el 21-5-2020, repasando la historia de ellos y de su negocio:
"Carlos Collada y María Sierra, dueños de la confitería Collada, en la plaza del Marqués, se conocieron muy jóvenes. Él, con 18 años, se quedó huérfano y se hizo inseparable de ella, que tenía 16. Emprendieron una vida de esfuerzo para sacar adelante su negocio, trayecto vital truncado ayer, 35 años después, cuando Carlos fallecía tras el derrame cerebral sufrido el sábado. «Fue siempre muy perseverante, tuvo que hacerse a sí mismo», decía su mujer.

Carlos Collada sacaba siempre tiempo para viajar con María y sus dos hijos, Daniel y Mario. No hacía mucho que habían visitado México. «Saboreó la vida a su manera. Era capaz de ver el lado bueno de las cosas», recordaba su esposa. El 29 de marzo había cumplido 60 años. Pese a la pandemia siguieron trabajando por el negocio. Collada deja una gran impronta y ricos mazapanes de manzana, los 'pelayos'."

Desde esta parte de la plaza el Palacio Revillagigedo sigue dominando plenamente la escena. Las dos torres, en este caso almenadas y de inspiración medieval, con un cuerpo central intermedio más residencial y ostentoso, es una característica de numerosos palacios asturianos de esa época, tanto rurales como urbanos


Ciertamente, lo más plenamente barroco, el cuerpo central, característicamente sobrecargado en su abundante decoración, contrasta con la mayor sobriedad de sus torres. El palacio configuró la plaza tal y como la conocemos hoy día, que durante mucho tiempo, dice Aranda, "Se convertirá en el punto principal de la nueva ciudad al ubicar en él la artística Fuente de la Barquera, así como la puerta de accesos a la ciudad, donde permanecerá hasta que sea llevada a la plaza del Seis de Agosto tras la construcción de la Puerta del Infante."


Llegado el siglo XIX, el palacio será el lugar escogido como alojamiento de los miembros de la casa real que visitaban la ciudad. La primera la infanta María Luisa Fernanda, hermana de Isabel II, con su esposo Antonio María de Orleáns en 1857. Al año siguiente lo hará la propia reina con su esposo Francisco de Asís y sus hijos Alfonso e Isabel. Sin embargo Amadeo I de Saboya no lo hará aquí, sino en el nuevo Ayuntamiento (el actual), en 1872. El hijo de Isabel, siendo ya Alfonso XII, residirá aquí en 1877 con su hermana y, en 1884, lo hará con sus segunda esposa María Cristina de Habsburgo-Lorena


El rey Alfonso XIII vendrá también aquí en 1900, acompañado por su madre María Cristina, y en 1912, 1913 y 1915 con su esposa Victoria Eugenia, llegándose a pensar en comprarlo para que fuese la residencia veraniega habitual del Príncipe de Asturias y proceder a su rehabilitación, cosa que no llegó a hacerse. Parcialmente destruido por los bombardeos de la Guerra Civil, fue reconstruido y declarado Bien de Interés Cultural en 1974, siendo comprado por la Caja de Ahorros de Asturias a su último propietario, Álvaro Armada y Ulloa, por el simbólico precio de 25 millones de pesetas, rehabilitándolo en la década de 1980 para inaugurar en él el Centro Internacional de Arte, efectuándose una gran rehabilitación entre los años 1986 y 1988 a cargo de E. Perea que recibió el Premio Ford para la Conservación del Patrimonio. De ese periodo nos habla el periodista Juan Carlos Gea en La Voz de Asturias a fecha 22-1-2018 en su artículo Cuando el Revillagigedo fue el centro de arte de Asturias, del que extraemos lo siguiente:
"Las puertas ya se abrieron por todo lo alto con una magna exposición dedicada a Eduardo Chillida, que acababa de rematar el hito de su Elogio del horizonte en el vecino Cerro de Santa Catalina. Ambas efemérides se soldaron en una puesta en escena muy significativa. Los recursos económicos acompañaban, como también la sintonía entre la parte bancaria y la parte pública de la Caja. Pero ante todo había una voluntad clara de recurrir a la cultura como instrumento político, en cualquier sentido posible de esta última expresión: desde la puesta en práctica de políticas culturales que abriesen Asturias -tanto agentes artísticos como espectadores- al mundo, hasta el empleo de la cultura como símbolo y altavoz de una determinada agenda política, muy particularmente la de aquel Gijión post-Elogio de la era Areces que luchaba por reinventarse un relato y reinventarse, en general. 
Sea como fuere, la potencia de aquellas sinergias era muy elevada. Y lo fue también su aprovechamiento, en particular en la etapa de la Obra Social y Cultural que transcurrió bajo la dirección de Blas Fernández, hasta mediados de los 90, y un poco más allá. El desfile de nombres de primerísima fila de la internacional del arte contemporáneo internacional fue deslumbrante, como el formato de sus exposiciones o la documentación que dejaron en forma de catálogos. Hitos de la vanguardia histórica como el surrealista francés Francis Picabia; creadores en la cumbre del arte contemporáneo, como Sol Lewitt -que además realizó una soberbia instalación en el palacio- o artistas que en aquel momento estaban en todo su esplendor, como Julian Schnabel o Mimmo Paladino. Y junto a ellos, en una homologación de trato que aspiraba a poner a la altura debida a los referentes asturianos del siglo XX, grandes muestras dedicadas a su obra, empezando por la dedicada a Rubio Camín el mismo año de la inauguración. 
Hay que recordar además la singularidad que añadía un valor geoestratégico a la iniciativa. En el momento de la inauguración del Centro Internacional de Arte Palacio de Revillagigedo la cornisa cantábrica y en el cuadante noroeste no existían aún ni el Guggenheim, ni el MUSAC de León, ni el Centro Gallego de Arte Contemporáneo ni -más cerca- LABoral, del mismo modo que el Bellas Artes asturiano era en aquel momento un centro mucho más recogido y quizá ensimismado. La oportunidad de asistir a exposiciones como las programadas en Gijón eran prácticamente nulas. 
Unos botones de muestra. El elenco internacional, aparte de los citados, incluyó a Joseph Kosuth, Marcus Oelhen y Georg Herold (en cuarteto con Lewitt, en una colectiva del 93); a Cabrita Reis (1995) o a Diego Rivera (2004). Además de Chillida, la representación de pesos pesados de la plástica española trajo a Gijón a Pablo Serrano (1993), Viola (1994), Joan Brossa (1997), Hernández Pijuán (1999), Darío Villalba (1999), Ráfols-Casamada (2003) o, ya más recientemente, a Luis Gordillo (2011). Tuteándose con ellos, y a menudo con magníficas revisiones de su obra o potentes muestras de su trabajo en curso, expusieron muchos de los nombres esenciales del arte asturiano nacidos en la primera mitad del XX: el citado Camín, Orlando Pelayo  y ambos Vaqueros, Palacios y Turcios (1992), Alejandro Mieres (1993), Antonio Suárez (1994), Legazpi (95), Sanjurjo (1996) y Lombardía (1997). 
Las siguientes promociones del arte hecho en Asturias tuvieron igualmente una fuerte presencia en las salas del Revillagigedo con individuales de Paco Fernández, Elías G. Benavides, María Jesús Rodríguez, Melquíades Álvarez, Francisco Fresno, Hugo O'Donnell, Núñez Arias, Vicente Pastor, Javier Riera, Rey Fueyo, Rubén Darío Velázquez,,, Otros artistas asturianos aparecerían algunas de las muchas colectivas expuestas. En este apartado destacaron muestras como Los paisajes del texto, comisariada por Paco Cao; las dos dedicadas a la colecciones del XIX y el XX en los fondos de Pedro Masaveu; la revisión histórica en La huella del 98 -en torno al arte generado en la España noventayochista-; la que recogió la obra contemporánea del coleccionista Miguel Marcos, la dedicada a las Vanguardias en colaboración con el Reina Sofía... 
Colaboraciones como esta última fueron otra de las constantes que dieron vida al Revillagigedo; el IVAM, la Fundación Miró, diversos museos locales y regionales, las universidades de Cuenca o de Salamanca, la feria Arco, galerías como Juana de Aizpuru y otras entidades bancarias contribuyeron a mantener la actividad del centro. Su programación se abrió además a otras disciplinas, más allá de la plástica. A partir de su 39º edición, cogió el testigo del Salón de Fotografía de Cajastur y le dio rango internacional en una cita anual en la que los maestros fundadores como Niepce convivieron con históricos como Tina Modotti, Nicolas Müller con talentos más recientes: Fontcuberta, Catany, Isabel Muñoz, un flamante Pulitzer asturiano, Javier Bauluz y otros asturianos necesitados de una justa revisión como Gonzalo Juanes. También el diseño o el grabado se hicieron sitio de forma permanente con citas como la Trienal de Artes Gráficas y exposiciones individuales o colectivas, algunas de ellas de altísimo nivel como la dedicada a Diseño y Empresa en 2000. 
Hay quien compara la eficiencia formativa y didáctica de aquel Revillagigedo de los noventa con la que tuvo en los mismos años el Festival Internacional de Cine de Gijón dirigido por José Luis Cienfuegos. Él fue, precisamente, uno de los colaboradores punteros de la Obra Social en actividades cinematográficas. Las escénicas tuvieron un enclave permanentemente activo, con una oferta que compatibilizaba una cierta modestia de medios con mucha calidad y rigor, en la vecina Colegiata de San Juan Bautista, donde también se celebraron muchos seminarios, conferencias y cursos con invitados de primera fila. 
No es fácil conocer los números concretos del presupuesto del Revillagigedo por su integración en la actividad general de la Obra Social y Cultural; pero no es en ningún caso inexacto fijar una cuantía millonaria -es decir, al menos por encima del millón de euros- para los mejores años de su historia, en los que hasta una docena de personas llegaron a trabajar en todos los rincones de la maquinaria de un Revillagigedo que, poco a poco, iría perdiendo fuelle, salpicándose de exposiciones de menor nivel, distanciando acontecimientos y dando una impresión de centro de compromiso hasta que finalmente el apartado cultural quedó explícitamente ladeado de la Obra Social con el argumento de la crisis y bajo la obsesión por el número de visitantes antes que por la verdadera eficiencia cultural de un centro de ese porte. Ahora el centro conoce solo una actividad discontinua, sus enlaces en internet conducen más bien a una oferta de alquiler con sus correspondientes tarifas que a otro tipo de información y, si es noticia, lo es casi exclusivamente por lo que se podría hacer para sacarlo de su condición casi fantasmal. Ni siquiera por lo que fue en unos años que se antojan tristemente irrepetibles."

El escudo heráldico fue reconstruido en el año 2004 tras ardua del Padre Patac de las Traviesas, gran erudito investigador que estudió los catálogos de la Academia Asturiana de Heráldica y Genealogía y en el Archivo Histórico Nacional. Una fotografía del año 1860 permitió hacer una copia de arenisca, retallado obra del escultor-pintor  José Enrique Pinín.  Así consta en un gran trabajo sobre la historia de su reconstrucción, así como del palacio y la estirpe fundadora es del de Manuel Rodríguez de Maribona y Dávila titulado El escudo de armas del Palacio de San Esteban del Mar de Natahoyo, hoy conocido como de Revillagigedo y en el que hallamos lo siguiente:
"La prueba más antigua la aporta una foto del año 1860, en la que esta labra ya se conservaba en penoso estado de conservación, pero perfilándose al menos la composición general de las armas, lo que nos lleva a deducir varios aspectos: 
-La determinada forma del escudo, con un planteamiento muy propio de principios del siglo XVIII. 

-La importante corona marque sal que lo remata, en cuanto a estilo y proporciones, también característica de este periodo. 

-La serie de motivos exteriores, de inspiración militar, que tienen su razón de ser y que coinciden, como luego se verá, con los datos históricos que contamos. 

-La Cruz de la Orden Militar de Calatrava, acolada al escudo, y que también se corresponde con los datos históricos y los docun1entos de la época que hemos consultado."

A la foto se adjuntaba para su reconstrucción, entre diversos estudios documentales y genealógicos se plasma un importante escrito que fue fundamental para este trabajo, conservado en el Archivo Histórico Nacional. Continuamos leyendo a Maribona y Dávila:
"En este Archivo se custodia el expediente de ingreso en la Orden Militar de Alcántara de don Alonso Antonio Ramírez de Jove y Valdés, aprobado el día 3 de febrero de 1663, y en el que se recogen las pruebas genealógicas, nobiliarias y heráldicas para poder ser admitido en dicha Orden. 

Don Alonso había nacido en Gijón, siendo bautizado en la iglesia de San Pedro, el día 3 de febrero de 1636, y fue hijo de don Alonso Ramírez de Jove y de doña Margarita Valdés. Llegó a ser Corregidor de la ciudad de México, y Juez Noble de Gijón. De su matrimonio con doña Catalina Vigil de Quiñones y de la Concha, tuvieron a don Carlos Miguel Ramírez de J ove y Vi gil de Quiñones, que fue el primer Marqués de San Esteban del Mar de Natahoyo, y el que reconstruyó el Palacio, tal y como hoy lo conocemos. 

En el expediente que tratamos de don Alonso Antonio Ramírez de Jove, y en su página 41, se habla del escudo que ostentaban, y que adornaba el antiguo torreón original, previo al actual Palacio, y donde ya moraba esta ilustre familia. También lucía en un sepulcro que se conservaba en la capilla que poseían en la iglesia parroquial, al lado del evangelio. 

Por su interés lo citamos literalmente: 
Auto de armas, En esta dicha villa de Jijon a primero de febrero de seiscientos y sesenta y tres años por cuanto los testigos de esta información para mayor claridad y distincion de las armas que tocan a el pretendiente por sus quatro abuelos serremiten a los escudos que de ellas tienen en sus casas capillas y entierros, fúimos a las casas principales de la morada de dicho pretendiente y en la torre de ella, encima de la puerta principal alZamos un escudo grande de piedra, y en el aquarteladas diferentes armas, y por las del apellido de Jo be tiene tres faxas pequeñas en medio de el quartel, y otras tres abaxo, y a los lados un letrero que dice de una parte Abe y de la otra Maria = y por el apellido de Ramirez tiene en otro quartel dos calderas, una abajo y otra en lo alto, y armiños a los lados de cada parte = y fuimos a las casas principales de los abuelos maternos de el pretendiente que tienen en esta villa y en ellas alZamos un escudo de Armas de piedra con su morrion y parece que las armas de Baldés que tiene dicho escudo son tres faxas azules en campo blanco y por los lados diez rroeles que cojen todo el escudo, y para que conste de esta diligencia y que alZamos las mesmas armas de Ramirez y Jobe en una capilla que tiene el pretendiente en la parroquial de esta villa del lado de el evangelio, inmediata del altar mayor, con un sepulcro alto de piedra en medio de dicha capilla en que están dichas armas a que nos referimos y lo firmamos 

Don Diego Gabriel de Quiñones Quirós Beaumont 
Don Joseph de Messones Velasco 
Caballeros de Alcántara 
En este documento quedan fehacientemente probadas las armas que traían los Ramírez de Jove, aún con pequeñas variantes, y que figuraban en la primitiva torre. Estas mismas armas, veremos a continuación, son las que usaba don Carlos Miguel Ramírez de Jove y Vigil, artífice de la ampliación del Palacio, y en cuya nueva fachada principal situó sus armas familiares, añadiendo los atributos que le eran propios, como la Corona de Marqués, por su título recién estrenado, la Cruz de Calatrava, de la que vestía el hábito, y los cañones y banderas por el singular privilegio, también recaído en él, de ser Comisario Provincial Perpetuo de Artillería del Principado, y que años más tarde el Rey Don Carlos IV convertiría en el de Coronel Honorario del Cuerpo de Artillería."

A su izquierda, en la cuesta del antiguo barrio de Pesquerías, el de La Soledad en Cimavilla, está la antigua capilla del palacio, la Colegiata de San Juan Bautista, también barroca y diseño de Menéndez-Camina pero que contó con el aporte del arquitecto gijonés Pedro Muñiz Somonte, quien se encargó de cubierta y torre, siendo pagada por el tío del marqués y prior de la catedral de Oviedo/Uviéu Luis Ramírez de Valdés. Destacan su torre-campanario picuda de tres pisos y sus tres naves, que disponían de tribunas para los señores de la casa. En nuestros días se celebran conciertos, conferencias y exposiciones


En el lugar donde estaba la Fuente la Barquera se erigió en 1891 el Monumento a Don Pelayo, llevándose aquella a la Plaza del Carmen, obra como hemos dicho al principio del escultor José María López Rodríguez. La figura, de bronce, fue fundida como las conchas y leones de su pedestal, de los que mana agua, así como las placas con textos, en los talleres de la Sociedad Fábrica de Moreda y Gijón por el maestro fundidor Carlos García Nosti, afirmándose que el metal, donado por el Gobierno, se aprovechó de cañones capturados en la guerra de Marruecos de 1860, marcando con ello aún más simbolismo


En la década de 1930 se colocó el estanque, transformándose en el estanque tal y como lo vemos actualmente. Ya en su tiempo Jovellanos había solicitado erigirla y del ilustrado gijonés son los textos que se ven en las placas de bronce. En una de sus Cartas, fechada en septiembre de 1782, explica el paseo con su amigo Antonio, a quien explica su proyecto:
"Antes de regresar a casa, le expuse mi idea de erigir, en una nueva plaza proyectada, una estatua de Don Pelayo, perpetuando así la memoria del héroe. He propuesto, incluso, la inscripción, cuyo texto copio aquí por si Ud. tuviese alguna puntualización o corrección que hacerme: INFANS PELAGIUS / É GOTHORUM SANGUINE REGNUM / HISPANICAE LIBERTATIS /RELIGIONISQUE RESTAURATOS / S. P. Q. G. / REGALI CIVI DONUNM DEDIT  ¿Qué le parece? Se uniría a las redactadas también por mí para la obra del muelle, para la puerta nueva y para la fuente principal y así Gijón tendría las inscripciones precisas para testificar a la posteridad el tiempo en que se ejecutaron los edificios, cumpliendo además de ese modo la Real Orden de 1778 que Ud. conoce bien. En fin, nuestro común amigo ha recibido todos estos planes con entusiasmo y ya por la noche, en la tertulia en casa, me aseguró que tiene muchas esperanzas puestas en la buena ejecución de ellos. La misma esperanza que espero que sienta Ud., a quien pido a Dios que lo guarde muchos años."
La "nueva plaza proyectada" parece ser sería la nueva Plaza Mayor, que aún tardaría 80 años en ser una realidad, pero al final se decidió colocarla aquí durante una de aquellas remodelaciones de la Plaza del Marqués, esta motivada por la ya innecesaria Fuente la Barquera, alimentada por el acueducto de La Matriz, desde que dos años antes, en 1889, la nueva traída general del manantial de Llantones, al sur del concejo, reorganizó el sistema de suministro de agua a la población


La estatua propiamente dicha, de 2,80 metros de altura y un peso de cuatro toneladas, inspirada en una pintura de Madrazo, resalta el magnífico porte de la figura de Don Pelayo mirando al mar, primer monarca del Reino de Asturias. La cruz que alza y enseña es la Cruz de la Victoria, emblema que al decir de la tradición llevó en la batalla de Covadonga y que podría tratarse de un símbolo de la cristianización efectiva del territorio. La Cruz de la Victoria era, según siempre la tradición, de madera, y fue recubierta de oro y pedrerías en tiempos posteriores, reinando Alfonso III El Magno, y es emblema de Asturias, que figura en su bandera y escudo


Según rodeamos la estatua y vemos al fondo las dársenas de El Fomento y El Fomentín por donde continúa el Camino nos fijamos en las placas de los lados posterior y lateral izquierdo (si lo miramos desde enfrente) de este pedestal. La primera pone, traducido del latín:
AL REY PELAYO 
GIJÓN Y TODA LA PROVINCIA DE LOS ASTURES 
CUMPLIENDO UN GRATO DEBER DE JUSTICIA 
SALVE, PADRE DE LA PATRIA, PROCLAMA LA PROVINCIA ENTERA. 
REY VENCEDOR DE LOS ÁRABES, CORRE DE BOCA EN BOCA. 
QUISISTE UNIRTE A NOSOTROS PARA PODER ASÍ FUNDAR 
UN PUEBLO DIFERENTE Y UNA ESTIRPE NUEVA. 
GRACIAS A TI NOS SONRIÓ A TODOS LA FORTUNA FAVORABLE 
QUE CULMINA CON LA PAZ DE LA OBRA EMPRENDIDA. 
SIEMPRE PERMANECERÁN TU HONOR, TU NOMBRE Y TU GLORIA 
SALVASTE A TU PATRIA SIN REY. 
QUÉ HARÁN DIGNO DE TAN GRAN NOMBRE LOS CONTEMPORÁNEOS? 
BAJO TU MANDO COMO SI AHORA DICTARAS LEYES

 Y la segunda:

EL INFANTE PELAYO 
DE SANGRE DE REYES GODOS, 
RESTAURADOR DE LA LIBERTAD 
Y LA RELIGIÓN DE ESPAÑA. 
EL CONSISTORIO Y EL PUEBLO DE GIJÓN 
DEDICARON ESTE PRESENTE A SU REGIO COMPATRIOTA. 
INSCRIPCIÓN DE GASPAR DE JOVELLANOS

Como dijimos, a la izquierda de la estatua estuvo la capilla de La Barquera, obra que fue del XVII de Gonzalo Güemes Bracamonte, siendo costeada por los Ramírez de Llanos, quienes la vendieron a los Álvarez Tejera. En 1898 esta familia vendió a su vez sus propiedades en La Barquera, incluyendo la capilla, siendo sus imágenes trasladadas a la capilla de ánimas de la iglesia parroquial de San Pedro, así como su retablo, conjunto restaurado por el escultor José María Álvarez


Los que se alzan imponentes y altísimos a esta plaza y muelle (tanto que hemos de cruzar la calle para fotografiarlos enteros bien, son los famosos Edificios del Serruchazu, un par de bloques de pisos que, construidos en años aún influenciados por el desarrollismo, exceden en altura más de lo que estéticamente sería aconsejable y para los que en su momento hubo una propuesta de desmantelar las plantas más altas, cual si se tratase de un serruchazo, propuesta que no se llevó a efecto pero que sigue dando ideas para artículos, comentarios, polémicas, conversaciones y chistes


En aquella época no se cumplían las normativas urbanísticas y, en este caso, estaba estipulado que no pasasen de las cinco alturas, llegando a las catorce. Aunque los promotores había de pagar por el exceso de pisos les resultaba totalmente rentable


Ambos edificios proyectan su sombra a la calle Veintisiete de Diciembre, fecha del citado año de 1889 en la que se pone en marcha la traída de aguas a la villa desde Llantones. Antes era llamada Salsipuedes y fue donde nació el general liberal Evaristo Fernández de San Miguel, según unas versiones (otras que en la calle Caridad). Por esa zona estaría la antigua Puerta la Villa, junto al desaparecido Arenal de la Trinidad (prolongación de la también desaparecida Playa de Pando), demolida en 1781 y que volvió a erigirse (el Arco del Infante) al otro extremo de la calle Ancha de la Cruz ahora calle Corrido, en la actual Plaza Seis de Agosto, pues la población crecía y era mejor desplazarla en esa dirección. No obstante esta segunda fue también derribada en 1886, aduciendo su mal estado pero con evidentes intereses urbanísticos (la especulación del suelo no es de ahora)


El edificio detrás de la estatua, por ejemplo, el de la Confitería Collada, al pie del que hemos pasado desde el pasadizo de la Plaza Mayor, no fue "serruchado" pero sí rehabilitado, tal y como leemos en su ficha de la web de Arquitectura J. Noval:

"Refuerzo estructural y Rehabilitación energética con fachada ventilada.

Obra expuesta en varios congresos como ejemplo de buenas prácticas en rehabilitación energética de edificios.

Promotor: C. Propietarios Plaza del Marqués 10. Gijón

Constructor: ESFER Construcciones y Proyectos, S.L.

Fecha: Junio 2010- Octubre 2011

El Edificio presentaba un deterioro de la estructura metálica de las terrazas con pérdidas de sección, debido al fenómeno de la corrosión, que en este caso se ve favorecido por el ambiente marino, muy agresivo, al que está expuesto el inmueble. 

Con lo expuesto la rehabilitación de la fachada tenía que resolver la patología –daños en la estructura y en el revestimiento- para mantener el edificio en las debidas condiciones de seguridad y ornato. También se quería poner en valor otro repertorio formal que diera respuesta al lugar y restaurara la dignidad de sus trazos, convirtiendo las terrazas en modernas galerías acristaladas creando una cámara de aire entre el exterior agresivo y los espacios interiores. 

Por otra parte, dado el gran impacto visual del edificio desde la playa o desde la Plaza Mayor, se diseñaron las fachadas traseras con una textura que intentaba fundirlo con la atmósfera, mediante un efecto de cielo pixelizado."


Y ya estamos viendo de frente la estatua de Pelayo, en una pose no idéntica pero sí bastante similar a la que tiene en el escudo y bandera de Gijón/Xixón, con ropajes y corona similares, si bien en el escudo gijonés la Cruz de la Victoria tiene báculo y la lleva en alto en la mano izquierda, que es con la que aquí sujeta su escudo apoyado en el suelo, mientras que con la derecha, con la que en esta escultura porta la cruz pero sin báculo, en el escudo gijonés toma su espada, desenvainada, hacia abajo


Se trata efectivamente de una representación adoptada de los cuadros de Madrazo en los que el rey aparece con una vestimenta más propia del siglo VIII en la que vivió, que otras más antiguas, presentes también en el viejo escudo, en el que se le muestra con una armadura bajomedieval que le cubre el cuerpo entero, cabeza incluida, con yelmo y celada cerrada. La placa frontal del pedestal pone, también traducido del latín:
EL REY PELAYO 
A LOS VISITANTES DE GIJÓN  
NO PREGUNTES, VIAJERO, QUÉ O CUÁNTO HACE GIJÓN; 
DI MÁS BIEN QUE ES AGRADECIDA, CUENTA QUE ES GENEROSA. 
AL HONRARME HOY HONRA COMO ES DEBIDO A LOS ANTEPASADOS 
QUE, GUIADOS POR MÍ, DIERON SEÑALES DE FE A LOS PRIMEROS. 
UNIDOS EN OTRO TIEMPO SALVAMOS EL ARCA PARA LOS SANTOS 
Y LA PATRIA PARA NOSOTROS, CAYENDO PRONTO EL ENEMIGO. 
ASÍ FUIMOS GRANDES, SUPERAMOS A TODOS LOS PUEBLOS 
GRACIAS AL SANTO SIGNO DE LA CRUZ QUE TE MUESTRO. 
ESTA ENSEÑA DE CRISTO VENCIÓ Y VENCERÁ POR LOS SIGLOS; 
CEÑIDO CON ESTAS ARMAS EMPRENDE, VIAJERO, EL CAMINO

La placa, traducida, fue reproducida en el suelo y, bajo ella, sí aparece el viejo escudo del Infante Pelayo, con armadura completa


Mirando hacia arriba comprendemos en todo su sentido la expresión que da título a esta entrada de blog, "nacer baxo los coyones de Pelayo"

 
Al oeste, como hemos dicho, sigue el Camino hacia el puerto deportivo, viendo las dársenas de El Fomentín y El Fomento, que a partir de 1870 hicieron desaparecer la Playa de Pando, donde empezaron los baños de ola y el veraneo playero gijonés A lo lejos la Sierra de Torres, límite occidental del concejo, a cuyo extremo norte se sitúa La Campa Torres de la Noega de los cilúrnigos y al sur se extiende el Monte Areo, por donde continúa el Camino de Santiago, en dirección a Avilés


La presencia de Don Pelayo, la menos desde 1649, en el escudo y bandera de la ciudad y concejo y la vieja aspiración jovellanista de hacerle una estatua que tardó 90 años en hacerse realidad, parece basarse en las antiguas y legendarias tradiciones que dicen que este rey tomo la antigua población amurallada tras los sucesos de la batalla de Covadonga, expulsando al gobernador musulmán Munuza, que se habría casado con su hermana Ermesinda (no confundir con su hija, del mismo nombre), a quien luego daría alcance con sus tropas en Olalíes (¿Proaza?), cuando intentaba escapar con los restos de sus fuerzas hacia el puerto de montaña de Ventana y ganar la meseta, dándole muerte


Siempre dentro de episodios de los que es difícil separar leyenda de realidad, el castillo del gobernador Munuza en el que Pelayo asentaría sus reales sería un alcázar anterior a la Torre del Reloj, la cual, asoma con su intenso color rosa detrás del Palacio Revillagigedo, reconstruida en 1989 sobre la anterior construida en 1572 y demolida en 1911, la cual estaría hecha a su vez sobre un alcázar que reforzaría la defensa de la muralla junto a su puerta principal


Nos queda aún por ver el texto de la placa derecha que, siempre traducido, dice así:
AL REY PELAYO 
EL CONSISTORIO Y LA CIUDADANÍA DE GIJÓN 
EN RECUERDO PERENNE DE SU MANDO 
GLORIA DE ASTURIAS, PELAYO, ESTAMPA DEL VALOR, 
GRANDE JUNTO AL AUSEVA, PERDURA VICTORIOSO EN EL BRONCE. 
EL PUEBLO Y LOS REYES QUE TE SUCEDIERON TE RELEGARON AL SILENCIO HASTA AHORA 
EN SUS FESTIVIDADES, PERO AQUÍ ESTÁN LOS ASTURIANOS QUE NO OLVIDAN, 
Y A SUS EXPENSAS, PARA VEAS PASAR EL TIEMPO, FUNDEN 
UNA ESTATUA EN LA QUE TÚ VIVAS Y QUE LA POSTERIDAD LEA. 
GIJÓN TE HONRA, ANTES TE DIERON CULTO SUS ANTEPASADOS; 
QUE LOS IBEROS QUE VENGAN TE HONREN MÁS CUMPLIDAMENTE. 
GIJÓN, CINCO DE AGOSTO DEL AÑO DEL SEÑOR DE 1891

Desde aquí vemos mejor La Colegiata, su origen primigenio hay que buscarlo en 1699, cuando el prior Luis Ramírez Valdés, tío del que sería el Primer Marqués de San Esteban del Mar del Natahoyo, Carlos Miguel Ramírez de Jove, obtiene licencia del obispo de entonces, Fray Tomás Reluz, para fundar y dotar una capellanía en Gijón bajo la advocación de San Juan Bautista, según leemos en el blog Arquitectura de Gijón


Dicha capellanía estaría atendida por cuatro capellanes y contaría con las rentas necesarias para su mantenimiento. Poco después su sobrino empezaría con el proceso de reconstrucción de la antigua torre del este que era la vieja vivienda familiar:
"Ambos edificios se construyeron de forma simultánea, parecen responder a un mismo proyecto y se complementaban funcionalmente, pues la colegiata actuaba como la capilla privada del palacio.
El autor del diseño en Italia parece ser Francisco Menéndez Camina, quien por estos años estaba en plenitud creativa. No existe certeza documental sobre esta atribución, pero el maestro avilesino se encontraba reparando los muelles Gijoneses de 1702, cuando el municipio le encargó la elaboración de un plano de la nueva vivienda, con el objeto de comprobar las alteraciones que sufriría la calle de la pescadería con la obra, y en 1705 efectuó un trabajo semejante para Carlos Ramírez, poco antes de iniciarse los trabajos."

Según este blog capilla y palacio partieron de una misma idea y concepto y, aunque señala la falta de total certeza de la autoría del proyecto, todo apunta a Menéndez Camina:
"Además, todo el conjunto responde al tono arbitrario y decorativista que define su estilo. La aparición de Pedro Muñiz Somonte es algo posterior. Sabemos que entre 1709 y 1711 realizó la cubrición del crucero de la capilla mediante bóvedas de crucería y en el año 1722 firmó el contrato para la conclusión del templo, realizando los tramos de la entrada de la nave, la tribuna y la torre. Probablemente, las obras del templo ya estuviesen concluidas en torno a 1723 ,aunque su auto de constitución lleva fecha de 1734"

Acercándonos a La Colegiata tenemos, a la izquierda, la calle de Claudio Alvargónzález, que recorre el viejo muelle local y ahora puerto deportivo, dedicada a este ilustre marino, quien fuera el Héroe de Abtao en la Guerra hispano-sudamericana (año 1866). Por eso era antes llamada Abtao, siendo también denominada Barbacanas, apareciendo en el Catastro de Ensenada, de mediados del siglo XVII como Barba-Cana


A la derecha es la Subida a La Colegiata y, frente a ella, está la Plaza de Fermín García Bernardo, antiguamente dedicada a San Juan Bautista y ahora quien fuera el fundador de la llamada Universidad de Cimavilla en 1942, sita justo a la izquierda de La Colegiata en esta foto, que era su propia casa, en la que impartió clase desde 1942 para alumnos de la licenciatura de derecho, una verdadera institución gijonesa. Antaño también se mencionaba allí a la Plazuela de la Colegiata y Luis Miguel Piñera nos dice que existe cierta confusión en la denominación de esta zona en el callejero:
"Esta referencia a la Colegiata -denominada popularmente así por los gijoneses- se relaciona con la capilla de San Juan Bautista, construcción de estilo barroco fundada por el canónigo Luis Ramírez. Existe, por otra parte, una confusión —que quizás no podamos aclarar— en cuanto a rotulación de calles gijonesas. En realidad, esta plazuela de La Colegiata se refiere a una plaza inexistente como tal y que está de esa manera rotulada al terminar la cuesta de la Colegiata y tras la capilla donde conectan el final de Remedios con Vicaría. Junto a ella está la llamada travesía de la Colegiata, justo al lado del Archivo Municipal. En el Plano-Guía de 1968 (resultado del Nomenclátor aprobado el 23 de mayo de 1967) vemos la plaza del Marqués, la plazuela de la Colegiata y otra llamada plaza de San Juan Bautista. Nombres anteriores: Plazuela de La Colegiata."

A la izquierda de la Universidad de Cimavilla era El Escocia, animadísimo bar de copas para varias generaciones, razón por la cual era esta rampa llamada popularmente La Cuesta del Escocia, que llegaba hasta el comienzo de la calle Oscar de Olavarría, empresario naviero y alcalde en 1878, llamada en los  años 1930-1940 calle Asfalto por ser de las poquísimas de Cimavilla asfaltadas, llegando a fundarse un equipo de fútbol, el Asfaltino, por ser de las preferidas para practicar el balompié, tal y como nos informan los trabajos de investigación de Luis miguel Piñera, que nunca nos cansaremos de recomendar


Y con una cara mirando a La Colegiata, otra a la calle Oscar Olavarría y la fachada principal al muelle, otro edificio notabilísimo, Casa Paquet, una bellísima construcción que basada en el modelo de un palacio renacentista sigue patrón estilo regionalista, tiene dos alturas en la parte que da vista al puerto, dos en las demás como consecuencia de la diferencia de nivel, así como una torre esquinada con balcón también en esquina. Es obra de 1918 del arquitecto Miguel García de la Cruz, inspirándose en los palacios españoles de la centuria del 1.500, arcadas ciegas del primer piso, balcón preciosamente labrado, hermosos detalles artísticos y arquitectónicos en esta obra hecha para Eduardo Paquet y su compañía consignataria de buques, que dio pie a otra célebre expresión en Cimavilla, pues cada vez que alguien pregunta un "¿pa qué?" otro suele responder "Paqué vive nel Muelle"


Observemos la ventana ojival en esquina, como su balconcillo de forja y frontón triangular esquinado sostenido sobre columnas y arriba dos escudos en la torre de planta cuadrada con alerones muy salientes, una verdadera mixtura de los estilos regionalista y renacentista


Los Paquet llegaron procedentes del sur de Francia a finales del siglo XIX para trabajar en empresas ferroviarias, fundando luego con un socio portugués la empresa naviera en 1914. Miembro destacado y descendiente de los fundadores era Luis Paquet, empresario marítimo, consignatario de buques, agente de aduanas en los puertos de Gijón/Xixón y Avilés y cónsul de Francia, vocal de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Gijón, consejero de la Autoridad Portuaria de Avilés y de la sociedad Lonja Gijón-Musel. Leemos de la familia, también en Wikipedia, lo siguiente:
"Durante el siglo XX, la familia Paquet se convirtió en una de las más significativas de la burguesía local. Su presencia en Asturias se debe a la figura de José Paquet Guiguet, quien llegó a Gijón desde Francia en la segunda mitad del siglo xix y se casó con la gijonesa Eustaquia García-Rendueles Bada. Él acabó incorporándose a la Unión Hullera y Metalúrgica de Asturias, empresa en la que prestó sus servicios hasta su fallecimiento en 1891. 
Sin embargo, fueron sus hijos Alberto y Julio, quienes consolidaron definitivamente el apellido Paquet en la región de Asturias.​ Alberto Paquet (1876-1960) crearía en 1901 la Compañía Asturiana de Artes Gráficas aunque sería en 1914 donde crearía una empresa muy activa en el comercio marítimo, siendo enviado de la Compagnie Générale Trasatlantique, muy importante para el comercio europeo-americano y de la Sociedad Española de Comercio Exterior. Alberto Paquet usaría el edificio tanto como para su empresa naviera como para vivir con su familia, formada tras casarse en el año 1900 con Dolores del Campo.

Cruzando la calle Romualdo Alvargonzález reparamos también en el Árbol de la Sidra, popularmente L'Arbolón, hecho con 3.200 botellas de sidra por la empresa Labaula Arquitectos tras ganar concurso público con la idea de concienciar en el reciclado. Tiene un peso de casi ocho toneladas y fue hecho en cuatro jornadas. Es también un verdadero monumento a la sidra que todos los años celebra aquí su festival. Esta es su descripción en Wikipedia:
"Se trata de una obra impulsada por Emulsa, la empresa pública encargada del mantenimiento y limpieza de la ciudad, mediante un concurso celebrado en 2013 y ganado por el estudio de arquitectura Labaula Arquitectos. 
Está compuesta por 3200 botellas de sidra asturiana recicladas y fue concebida con un doble objetivo: concienciar de la necesidad del reciclaje entre la población y potenciar un producto con denominación de origen como es la sidra de Asturias. 
En un primer momento se planteó como una escultura efímera, con la posibilidad de ser retirada y vuelta a montar según la ocasión, pero en la actualidad es de carácter permanente, estando su espacio arrendado por el ayuntamiento a la autoridad portuaria y siendo un reclamo turístico más de la ciudad.​ 
Debido a su ubicación, en un espacio al lado del mar Cantábrico y muy cerca de algunas de las principales zonas de ocio nocturno de la ciudad, ha sufrido actos vandálicos en más de una ocasión, siendo necesario llevar a cabo su reparación en varios momentos."

Al cruzar, el Camino de Santiago sigue a la izquierda, hacia los Jardines de la Reina, pero primeramente vamos a acercarnos a L'Arbolón para admirar este conjunto histórico y monumental. De frente, el viejo muelle local que ahora, como tantos otros similares, pasó de las pesquerías a la navegación deportiva


Pesquerías era como llamada el gran cronista de Cimavilla Víctor Labrada al barrio de pescadores propiamente dicho, "un barrio dentro del barrio", el de la Soledad, así conocido por la capilla de esta advocación, sita unos metros más allá, calle Oscar Olavarría adelante


La Soledad se separaba del otro barrio, el de los Remedios, también con su capilla de esta advocación, sede del gremio de labrantes y mamposteros, por la calle Vicaría, que, transversal a Oscar Olavarría y arrancando a la izquierda del antiguo Escocia (al lado de la Universidad de Cimavilla, a la derecha de la foto) llegaba a la que fuese la vicaría del convento de las Agustinas Recoletas (de ahí su nombre) que con la desamortización pasó a ser la Fabrica de Tabacos, en 1842, la cual estuvo trabajando hasta su cierre en 2002


Justo abajo al lado de Casa Paquet, bajo la rampa de la Subida a La Colegiata, está la puerta que daba acceso al refugio antiaéreo en el que se apiñaba el vecindario durante los bombardeos de la Guerra Civil, uno de los que existieron en la ciudad, este relativamente grande. En su interior disponía de una curva cerrada para contrarrestar la onda expansiva de las explosiones, alguna vez se rompió una tubería y la gente hubo de salir afuera en tropel, causándose desgracias. En algún momento se habló de acondicionarlo y hacerlo visitable, a semejanza de los existentes en otras poblaciones. En Así sería una visita por los túneles del refugio antiaéreo de Cimavilla, E.G. Bandera nos explica su estructura en La Voz de Asturias del 30-1-2019::

"Las primeras sirenas indicaban alarma. Se ponían en marcha cuando los vigías situados en el Picu San Martín alertaban de la llegada de los aviones. Las segundas, indicaban que había que ir a uno de los 200 refugios antiaéreos que se repartían por el Gijón de la Guerra Civil. Y las terceras, que se procedía a cerrar las puertas de esos refugios. «La mayoría eran sótanos y portales, refugios como tales eran una treintena y solo dos eran túneles: el de Begoña y el de Cimavilla», explica el geógrafo Toño Huerta, que ayer presentaba en la Casa del Chino el resultado de la primera fase de un proyecto que, con voluntad política, permitiría abrir al público el refugio de Cimavilla antes de que finalice 2020, recuperándose así una parte fundamental de la historia de la ciudad. 
El refugio de Begoña, que tenía capacidad para 500 personas y recorría todo el paseo, se perdió en 2002, con la construcción del aparcamiento subterráneo, aunque Huerta calcula que aún se mantiene bajo tierra la galería que se iniciaba justo donde el antiguo cine Hernán Cortés, donde estaba la rampa de entrada en 1936. Sea como fuere, el valor histórico del refugio de Cimavilla, con capacidad entonces para 1.200 personas, reside precisamente en que es el único de sus características que se mantiene y, además, en muy buenas condiciones. Tanto el de Begoña como el de Cimavilla, los dos únicos subterráneos que existieron, se habían construido pensando en bombas de entre 14 y 25 kilogramos a raíz del terrible bombardeo del 14 de agosto de 1936, que causó 54 muertos entre la población civil y 78 heridos graves en la plaza del Parchís." 

Desde el exterior, entre Casa Paquet y la escalera que sube a La Colegiata, solo se ve una pequeña puerta de arco de medio punto que puede pasar desapercibida a no ser por una placa a su derecha. Tras la contienda civil se estimó oportuno que las ciudades contasen con estos refugios y se mantuvo unos años, al menos durante la II Guerra Mundial:
«La historia del refugio, además, no terminó cuando acabó la Guerra Civil. En los años 40 había una orden presidencial que decía que toda las poblaciones de más de 20.000 habitantes tenían que tener refugios y, por ello, en Gijón se estudiaron cuáles podían utilizarse», señala Huerta, que enumera que, además del de Begoña, se habilitaron los sótanos del antiguo Banco de España (hoy la Biblioteca Jovellanos) y se reformó el interior del de Cimavilla. 
«En los años 40 se refuerza con hormigón porque tenia problemas de cimentación. La última reforma es justo de 1948 y, de hecho, existe un azulejo con la fecha exacta en el interior», explica Huerta, que lo ha visitado en varias ocasiones para elaborar una primera fase del proyecto de recuperación de este refugio que, a día de hoy, permite un recorrido por unos 140 metros de túneles. 
«Está muy bien conservado salvo algún pequeño derribo que no afecta a la estructura», indica Huerta, que también menciona una pequeña inundación que, junto con lo anterior, podría perfectamente asumirse en una segunda fase de este proyecto que se remonta ya a 2010, cuando la entonces concejalía de Memoria Social impulsó un inventario de los refugios antiaéreos de la Guerra Civil en Gijón, como complemento a la exposición y al itinerario Gijón bajo las bombas 1936-1937. 
«En esa segunda fase habría que continuar con el estudio del refugio ya que nos encontramos un par de tabiques: uno sería el acceso hacia la plaza del Marqués y otro hacia la parte trasera del palacio de Revillagigedo. Habría que ver si se puede continuar el recorrido sobre todo por temas de seguridad y, de esta manera, aparte de tener el acceso desde el muelle, se podría tener otra entrada más», indica Huerta, que explica que el túnel que llegaba hasta la antigua Fábrica de Tabacos está totalmente perdido. Desde la casa Paquet hasta Tabacalera, según relataron en su día quienes se protegieron de las bombas en su interior, se tardaba al menos una hora caminando. 
Así, el actual recorrido sale de la casa Paquet hasta un primer cruce, que está tapiado, con unas escaleras que irían hasta la Colegiata y el Palacio de Revillagigedo y un segundo ramal con una pequeña curva que llega hasta la Torre del Reloj. Los túneles tienen una altura media que oscila entre 1,60 y 1,80 metros, con metro y medio de ancho. No hay ratas en ellos, pese a que siempre circulara ese rumor, y el aire es «limpísimo», sin malos olores en absoluto. 
Esta segunda fase se completaría con la recopilación de testimonios orales de quienes estuvieron dentro del refugio. «De hecho, eso ya lo estoy haciendo por mi cuenta», dice Huerta, que así puso comprobar que la historia de la mujer que dio a luz, durante uno de los bombardeos franquistas, en el refugio de Cimavilla es cierta. «Logré encontrar al hijo que nació allí y todavía vive en Cimavilla». La parte más costosa de esa segunda fase del proyecto, que supondría unos 25.000 euros, serían obras menores de acondicionamiento para arreglar pequeños derribos, tapar un pozo o restaurar un tramo de solera que tiene el suelo algo levantado, además de abordar un plan museológico «porque, al final, el objetivo es que el refugio se pueda visitar» 
En una tercera fase, la definitiva y cuyo coste dependería de ese plan museológico, el grueso de la inversión, «nada descabellada porque no existen problemas estructurales», se destinaría a obras mayores de acondicionamiento del refugio con elementos de seguridad, iluminación y agua. Incluso Huerta piensa en un recoveco perfecto para, como ya se hiciera en la exposición Gijón bajo las bombasrecrear cómo se sentían entonces quienes escuchaban los bombardeos desde el interior del refugio. Con su apertura al público Gijón podría ser una de las varias localidades, como Barcelona, Cartagena o Valencia, en las que ya se visitan refugios antiaéreos de la Guerra Civil. «Como recurso turístico es muy importante, pero lo es aún más que sea un recurso didáctico y divulgativo que permita conocer una parte de la historia de Gijón», considera Huerta. Con ello, además, se complementarían las actividades para escolares que, desde hace años, organiza la Fundación Municipal de Cultura en este sentido. 
Tal como está, ya podría ser visitado por grupos pequeños de entre cinco o seis personas, pero con la reforma que mejoraría sus condiciones las visitas podrían ser de entre 20 y 25 personas. ¿Qué posibilidades hay de que el refugio de Cimavilla pueda realmente abrirse al público? «En principio, los grupos políticos del Ayuntamiento de Gijón consideran que el proyecto es interesante», dice Manuel Villar, presidente de la asociación Lázaro Cárdenas, que fue la que lo retomó encargando el estudio del estado del refugio a Huerta como geógrafo, así como a una arqueóloga y a un ingeniero de minas."

Arriba, en La Cuesta del Escocia, Fermín García Bernardo, Subida a la Colegiata o Plaza de San Juan Bautista, Luis Miguel Piñera sigue ofreciéndonos su buen saber con tal elenco de nombres, a veces superpuestos, dentro de este rincón del callejero gijonés en Cimavilla:

"Nombres anteriores: Plaza de San Juan Bautista (7 de agosto de 1941). Se refiere más bien a la capilla dedicada a San Juan Bautista, de estilo barroco, y que en Gijón se conoce como Colegiata. Subida a la Colegiata. Costanilla de la Colegiata. En la distribución de distritos de Gijón del 4 de marzo de 1870, figura este nombre para la subida a la Colegiata."


Y a La Colegiata o Colegiata de San Juan Bautista admiramos en todo su esplendor con su hermosa fachada barroca, torre de tres plantas y magnífica portada con óculo encima, pegada al Palacio de Revillagigedo, todo ello conjunto declarado Monumento Histórico Artístico en 1974


La Colegiata, si bien no es la característica pequeña capilla anexa a un palacio no es tampoco de un tamaño especialmente enorme, pero sus características arquitectónicas sí le dan aspecto monumental, con planta basilical de tres naves, cuyo ábside, semicircular, está dentro del palacio propiamente dicho, lo que es muy llamativo en el interior, pues en el exterior sin duda ha de serlo la torre campanario cuadrada a los pies, que además actúa en su base como pórtico, mientras que en el campanario propiamente dicho hay dos huecos para sendas campanas, una de 1894 hecha en la fundición de Dámaso e hijo de La Pola Siero y la otra sin fecha de fabricación


Las naves laterales de La Colegiata, en su interior, disponen de tribunas que eran para uso exclusivo del marqués y sus familiares, la estirpe del palacio, y en su cubierta se combinan las bóvedas de cañón con arcos fajones en las naves y crucería en el crucero y el presbiterio


Los vanos son más bien pequeños pero numerosos, dando buena luz natural al interior. Destaca en esta fachada la hermosa portada con columnas y frontón partido sobre ellas. También son vistosos los elementos almohadillados en las esquinas de la torre y a la izquierda de dicha portada, que tiene arriba un óculo


Entre La Colegiata, actualmente local de conciertos y eventos y la casa de Fermín García Bernardo o Universidad de Cimavilla, la calle o Travesía de la Colegiata comunica, arriba, con la calle de Los Remedios, ya en el otro barrio de Cimavilla, el de los antiguos labrantes y mamposteros, artesanos que se diferenciaban de los pescadores de la Soledad, con su propia capilla que fue del hospital de peregrinos, Hospital de los Remedios, de la Villa o de Corraxos (peregrinos pobres o vagabundos)


De Fermín García Bernardo de su universidad nos habla también el cronista oficial Luis Miguel Piñera en su libro sobre el callejero gijonés:
"Fermín García-Bernardo y de la Sala, gijonés nacido en 1908, fue el creador de la popular Universidad de Cimadevilla, donde impartió clases de Derecho a partir de 1942. El 29 de diciembre de 1973 se descubre en la fachada de la «Universidad» una placa conmemorativa y en 1992, el 29 de julio, recibe el título de Hijo Predilecto de Gijón. Don Fermín dijo: «Mi orgullo es sentirme gijonés sin olvidarme nunca de mi asturianía y además —por si lo anterior no fuera bastante— pertenecer al barrio que me vio nacer y que me otorgó el muy querido título de Playu 1989». En septiembre de 1998, don Fermín fue de nuevo homenajeado por sus compañeros abogados al cumplir 50 años como colegiado, aunque posiblemente su primera distinción fue la medalla de oro del Centro Asturiano de Buenos Aires, que recibió en 1929. Don Fermín falleció el día 23 de febrero de 2002 y su funeral, en la iglesia mayor de San Pedro, fue multitudinario."

Y aquí tenemos L'Arbolón o Árbol de la Sidra y Casa Paquet detrás que, dada la vinculación familiar con Francia, fue el consulado de dicho país en Gijón/Xixón. De su historia hay una estupenda publicación en Xixón Turismo a ella dedicada por entero, con abundante material gráfico, fotográfico y textos, de los que compartimos lo siguiente:
"En Gijón/Xixón hay una expresión representativa de la destacada presencia que la Casa Paquet tuvo y tiene en la vida de la ciudad: cuando alguien pide algo y, en vez de dárselo, le preguntan indiscretamente “¿pa qué?”, es probable que la respuesta sea “¿pa qué?, ¡Paqué vive nel muelle!” Un siglo después de su construcción, la Casa Paquet sigue siendo hoy uno de nuestros edificios más icónicos. Ubicada entre las calles de Claudio Alvargonzález y de Oscar Olavarría y con frente a la plaza de Fermín García Bernardo, su perfil llama la atención tanto desde la Plaza del Marqués como si nos situamos en los Jardines de la Reina o en el Puerto Deportivo. Destaca junto con el Palacio de Revillagigedo y su capilla, la Colegiata de San Juan Bautista, en la fachada meridional de Cimavilla; barrio histórico que fue origen de la ciudad actual y que ha sido declarado Bien de Interés Cultural. Desde el año 2020, la Casa Paquet acoge la oficina de turismo de Gijón/Xixón, Infogijón, albergando por primera vez un servicio público municipal. En las siguientes páginas presentamos y descubrimos algunos de los secretos que esconde esta casa, que ahora es la nuestra."

Dicha magnífica publicación nos ofrece también la historia de la saga familiar de los Paquet desde su llegada a Asturias y cómo siguen siendo la vinculación asturiana con el país galo:
"Durante el siglo XX, la familia Paquet se convirtió en una de las más significativas de la burguesía local. Su presencia en Asturias se debe a José Paquet Guiguet, quien llegó a Gijón/Xixón proveniente de Francia en la segunda mitad del siglo XIX y acabó incorporándose a la Unión Hullera y Metalúrgica de Asturias, empresa en la que prestó sus servicios hasta su fallecimiento en 1891. 

Casado con la gijonesa Eustaquia García-Rendueles Bada, fueron sus hijos Alberto y Julio, quienes consolidaron definitivamente el apellido Paquet en la región. Desde su juventud, tuvieron una actividad empresarial diversificada, bien en solitario o bien asociados con otras familias relevantes como los Urquijo o los Alvargonzález. 

Alberto Paquet García-Rendueles (1876-1960) obtuvo su primer gran éxito empresarial con la creación de la Compañía Asturiana de Artes Gráficas, de la que fue gerente desde su puesta en marcha en 1901. Inicialmente asociado con Julio García Mencía y con el respaldo accionarial de otros notorios apellidos de la burguesía gijonesa, la firma se mantuvo durante décadas como una de las casas más reputadas de Asturias dentro de su sector.

En 1914, coincidiendo con el auge del transporte marítimo y el crecimiento de las exportaciones durante la I Guerra Mundial, Alberto fundó la firma consignataria “A. Paquet”. De este modo, se convirtió por un lado, en representante de la Compagnie Général Trasatlantique en Gijón/Xixón, eslabón esencial en las conexiones entre Europa y América. Por otro, fue nombrado agente para Asturias y León de la Sociedad Española de Comercio Exterior. Esta empresa, ubicada desde 1920 en la planta baja de la Casa Paquet, sigue hoy en activo. 

Alberto contrajo matrimonio hacia 1900 con Dolores del Campo Valdés-Hevia (1882-1960). El matrimonio Paquet del Campo, que no tuvo descendencia, fue muy conocido en Gijón/Xixón debido a su colaboración con actividades benéficas y a su apoyo a numerosas entidades religiosas católicas del concejo. 

Asimismo, su respaldo financiero fue fundamental para la construcción de la nueva iglesia parroquial de San Pedro, en cuya cripta están enterrados.

 Desde hace más de un siglo, sucesivos miembros de la familia Paquet comenzando por el propio Alberto, han desempeñado el cargo de cónsul honorario de Francia en Gijón/Xixón. Así sigue siendo en la actualidad y, de hecho, el Consulado de Francia sigue prestando sus servicios en la planta baja de la Casa Paquet. Por esta razón, en la fachada del edifcio orientada al muelle se puede observar un llamativo escudo de madera policromada que incluye el rótulo “Agence Consulaire de France” y el emblema de la III República Francesa (1870-1940)."


Vamos a detenernos también un instante ante el Árbol de la Sidra, pues existe de él también una muy perfecta descripción en España Escultura Urbana:
"El "monumento", de casi 8 toneladas de peso, fue instalado en el Puerto Deportivo de Gijón en agosto del  año 2013 y  en  su construcción se emplearon 3.200 botellas de vidrio verde. La obra fue realizada por la empresa Pidemunt junto con "Labaula Arquitectos" que resultaron ganadores de un concurso público convocado por la Empresa Municipal de Medio Ambiente (Emulsa) en mayo del mismo año para impulsar el reciclaje. 
La cantidad de envases utilizados es equivalente al consumo de vidrio anual de cien familias, según informó un portavoz del estudio de arquitectura que ha elaborado lo que se conoce como "el árbol de la sidra". La obra queda iluminada por las noches mediante una gran farola alojada en su interior que produce destellos verdes al traspasar el cristal de las botellas.  
Transcribo a continuación el texto íntegro que acompaña la obra: 
ARBOL DE LA SIDRA 
"Este árbol que ves estaba hecho con botellas de sidra, 3200 botellas de sidra. No es un capricho de artista ni una forma agradable de perder el tiempo. este árbol de la sidra es una metáfora del árbol de la vida, es la representación visual de cómo es posible conservar los recursos de la Naturaleza reutilizando los objetos cotidianos.

Este árbol de la sidra ha hecho el ciclo completo de la vida. Los árboles, los pomares, producen manzana. De la manzana sale la sidra y esa sidra se embotella en estos envases tan familiares de color verde que, como es habitual, una vez lavados y esterilizados sirven otra vez para envasar más sidra. En nuestro árbol de la sidra, las botellas de sidra vacías vuelven a iniciar el ciclo de otra forma: convirtiéndose en las hojas de un gran árbol de vidrio reutilizado. 
Cada vez que reutilizamos algo estamos salvando a una parte de la Naturaleza, posiblemente a un árbol. Si reutilizamos, ahorramos recursos naturales, evitamos consumir energía de manera innecesaria y reducimos la contaminación. Cada vez que prolongamos la vida de un objeto con un nuevo ciclo en su vida útil estamos alargando la vida de nuestros recursos naturales, nuestra vida y la del Planeta. 
Cada botella reutilizada es una hoja verde en el árbol de la vida, en el pulmón de nuestros paisajes y en nuestro futuro como sociedad y como seres vivos".


Casa Paquet fue noticia durante unos años pues se publicó reiteradamente que, en una remodelación interior se abrirían nuevas dependencias, entre ellas el albergue público de peregrinos del que Gijón/Xixón carece en el casco urbano. Por un problema relativo a la normativa de accesibilidad, o al menos esa fue la explicación oficial, se quedó al final en agua de borrajas pero, como también se publicó, es muy posible que, por su ubicación en este histórico y magnífico edificio ante el muelle, hubiese sido unos de los más representativos del Camino de Santiago del Norte o, incluso, de los de toda la península y tal vez Europa


Aquí, otra vista, más cerca, de la entrada al refugio subterráneo antiaéreo, para el que como hemos dicho existen planes de apertura haciendo de él un espacio visitable. Dicen de él en la publicación de Xixón Turismo:
"Al lado de la planta baja de la Casa Paquet, en la calle de Claudio Alvargonzález, se encuentra la entrada al refugio antiaéreo de Cimavilla. Es uno de los casi dos centenares de refugios que llegó a tener Gijón/Xixón entre 1936 y 1937. En ellos, la ciudadanía podía protegerse tanto de los bombardeos de la aviación franquista como del crucero Almirante Cervera y de la Legión Cóndor de la Alemania nazi. El túnel de 500 m2 se diseñó con capacidad para 1.200 personas y disponía de cuatro accesos, de los que sólo se conserva este."

Casa Paquet se proyectó, originalmente, con dos torres pero se quedó, como en aquellas grandes catedrales de antaño, con una sola, lo que para los especialistas constituyó en realidad un acierto estético. Sin embargo, no se conservan planos de sus plantas originales, por lo que desconocemos cómo era su distribución interior primigenia. La publicación de Xixón Turismo antes aludida nos ofrece una destalla descripción arquitectónica:
"Este edificio fue proyectado por Miguel García de la Cruz en noviembre de 1918, con un doble objetivo: albergar la sede de la compañía naviera de Alberto Paquet y el domicilio del matrimonio Paquet del Campo. 

La combinación bajo el mismo techo de este doble uso empresarial y residencial, que además debía de ser independiente entre sí, fue facilitada por la ubicación de la construcción entre dos calles, la de Claudio Alvargonzález y la de Óscar Olavarría, que cuentan con una diferencia de rasante entre ellas de unos cinco metros. Esto determinó que las oficinas se emplazasen en el nivel inferior, con acceso desde el muelle. Sobre este se superponen las dos plantas destinadas a la vivienda con su acceso principal frente a la Colegiata de San Juan Bautista. 

Para su proyecto, Alberto adquirió seis casas que fueron demolidas con el fin de obtener el solar rectangular de algo más de 400 m² sobre el que se levantó su edificio. 

En lo que respecta al exterior, el arquitecto diseñó en la planta destinada a oficinas, una fachada funcional y austera, mientras que en las plantas superiores recreó un palacio urbano de estilo neorrenacentista con toques barrocos y regionalistas. En ellas, rematadas por amplios aleros, destacan la arquería inspirada en la fachada posterior del avilesino palacio de Camposagrado y la torre de casona hidalga con su monumental balcón esquinero. 

En estas fachadas frente al muelle se combinan sillería caliza y arenisca, buscando contrastes de color con los que lograr un aspecto de edificio antiguo remodelado a lo largo de los siglos. En la trasera se combina cantería con paramentos enfoscados para lograr un aspecto más rústico. 

En el interior, en sus más de 1.200 m² de superficie, la vivienda contaba con numerosas dependencias y con ricos acabados de su planta noble, en la que se emplazaron el comedor, la sala de estar y el dormitorio del matrimonio con un espléndido cuarto de baño. Desde la calle se accede a estos espacios a través de un profundo zaguán que da paso a la escalera principal, aislada mediante amplios cortavientos. 

El resto de la superficie de la planta inferior, se destinaba a estancias complementarias y de servicio. A estas se accedía desde la calle de Óscar Olavarría y estaban comunicadas internamente mediante escaleras independientes.

La Casa Paquet constituye un singular muestrario de las artes aplicadas y de los ofcios artísticos tradicionales vinculados a la arquitectura. Externamente, pueden apreciarse excelentes trabajos de cantería, carpintería y forja. Por otro lado, en los principales espacios internos se conservan las vidrieras, puertas, molduraciones, entelados y pavimentos que la convirtieron en una de las residencias privadas más lujosas y hermosas de la ciudad."

Antes de construir Casa Paquet se derribaron las casas que había antes, pero entonces saltó la sorpresa, salió lo que en un principio parecía petróleo
"Sorprendentemente, a finales del verano de 1918, durante la demolición de los edificios que debían dejar paso a la Casa Paquet, surgió del terreno un líquido negruzco que se identificó como petróleo. 

Alberto Paquet optó por confiar el asunto a la ciencia y encomendó un análisis de muestras al químico Juan del Castillo -quien pocos años después fundaría la célebre farmacia de la calle Corrida-. El resultado despejó las dudas: el líquido era esquisto, un tipo de aceite mineral, probablemente proveniente de algún barril roto hacía tiempo en uno de los almacenes demolidos, que acabó filtrándose al terreno hasta resurgir durante estas obras."

Otro magnífico detalle de la ventana de la torre con sus columnas y frontón triangular y, arriba, bajo los aleros, sendos escudos. El arquitecto Miguel García de la Cruz es de los más significativos de la ciudad, autor de numerosas obras, destacando especialmente la de la prolongación del El Muro de la playa desde La Garita (Martillo de Capua) al Puente del Piles, entre 1907 y 1914, por lo que, cuando proyectó esta casa, tenía ya un gran prestigio. Además, había nacido muy cerca de aquí, en la calle de los Remedios antes citada:
"Miguel García de la Cruz y Laviada (1874-1935) fue el arquitecto que diseñó la Casa Paquet. Nacido en Cimavilla, se trasladó en 1892 a Barcelona para comenzar su formación superior, concluyendo la carrera de Arquitectura en Madrid en 1902. 
En 1903, de vuelta en Gijón/Xixón, entró a formar parte de la plantilla del ayuntamiento como arquitecto auxiliar, pasando un año después a convertirse en arquitecto municipal, cargo que desempeñó hasta su jubilación en 1932. 
Este arquitecto gijonés fue autor de un importante volumen de obra pública y privada con numerosos proyectos de gran calidad. Su producción muestra dos etapas bien definidas. La primera, hasta 1915, está caracterizada por diseños de traza modernista y cuenta con ejemplos como los edificios ubicados en los actuales números 1 y 8 de la calle Corrida. La segunda etapa podría datarse entre 1916 y 1930, con diseños de corte más historicista y referencias a la arquitectura española renacentista y barroca. Su primer gran proyecto dentro de este segundo período creativo es, precisamente, la Casa Paquet, a la que seguirán después obras notables como la sede del Instituto de Puericultura y Gota de Leche en la plaza del Humedal, así como el mercado de la Pescadería Municipal frente a la playa de San Lorenzo. 
A partir de 1930, en su etapa final, asumió las nuevas corrientes estéticas europeas, como el art déco, y en colaboración con Manuel García Rodríguez desarrolló uno de sus últimos trabajos, la desaparecida Escuela Superior de Trabajo -popularmente conocida como la Escuela de Peritos-, proyecto que su temprano fallecimiento le impedirá ver realizado. 
Sin duda, Miguel García de la Cruz es uno de los nombres esenciales dentro de la arquitectura gijonesa del primer tercio del siglo XX"

Casa Paquet fue confiscada en la Guerra Civil, pero quitando ese periodo entre 1936 y 1937 fue propiedad de la familia hasta que e1960, fue legada, teniendo posteriormente nuevos uso, entre los que estuvo a punto de ser, parte de sus dependencias, albergue de peregrinos, lamentablemente descartado:
"Entre 1920 y 1960, la Casa Paquet mantuvo su carácter de residencia privada, a excepción del paréntesis que marcó la Guerra Civil. Fue entonces, en el año 1937, cuando el edificio fue requisado para servir de sede del Partido Comunista y de otras dependencias administrativas. 

El matrimonio Paquet del Campo legó su vivienda a la Obra Social y Cultural Sopeña (OSCUS) -actualmente Fundación Dolores Sopeña-, que la utilizó durante casi medio siglo como centro de capacitación y formación profesional para trabajadores/as y personas en riesgo de exclusión social. 

Tras el cese de su actividad en Gijón/Xixón, en 2016 el Ayuntamiento acordó con la fundación el alquiler de la casa durante 25 años con el fin de acoger dependencias municipales. 

Desde su construcción en 1920, la Casa Paquet apenas ha variado externamente. Solo ha sido modificada la fachada de las oficinas, en lo que atañe al diseño y material de las carpinterías, la variación leve de algunos huecos y la apertura de cinco grupos de vanos cuadrangulares de pequeño formato en su parte superior. Estos cambios provienen de las obras de reestructuración de esta planta, incluyendo la creación de un entresuelo, realizadas en 1967 bajo proyecto del arquitecto José Bernabé González Ortega.

En cuanto al interior de la vivienda, la Fundación OSCUS inició una primera remodelación a mediados de la década de 1960, incluyendo la conversión en oratorio del antiguo comedor. 

Entre 2018 y 2019, tuvo lugar una segunda reforma, bajo la dirección del arquitecto Álvaro Ron, en la que se rehabilitaron los espacios para albergar oficinas municipales y la oficina de información turística, respetando en todo momento la estructura original y los elementos históricos del inmueble. 

Desde su construcción, la Casa Paquet se ha convertido en uno de los edifcios más emblemáticos de la ciudad. Así puede verse en el anuncio del estreno de la película Asturias, publicado el 25 de agosto de 1925 en el diario El Noroeste. En él se detalla cómo entre las imágenes representativas de Gijón/Xixón destacan “su hermosa playa, calle Corrida, Moros, Jovellanos, Palacio del Conde, Casa Paquet, Muelles, Campo Valdés, Casa Jovellanos, Iglesia de los Jesuitas, Teatro Robledo, etc”.

Y arriba, a la derecha de Casa Paquet, otra vista del antiguo Escocia y de la Universidad de Cimadevilla, cuyo nombre, se dice, no se lo puso su creador, Fermín García Bernardo, sino el profesor de Derecho Romano de la Universidad de Oviedo y canónigo de la catedral, Benjamín Ortiz, dada la preparación con la que salían de ella los alumnos y dedicada a un emplazamiento en el barrio alto. En 1956 se creó una Asociación de Antiguos y Actuales Alumnos, dedicada a actividades culturales que mantienen la esencia de esta universidad. Luego pasó a ser esta sede de la Escuela de Práctica Jurídica que lleva el nombre del fundador 


El abogado Fermín García Bernardo, antes de impartir aquí clases de Derecho en el curso 1942-1943, había estudiado esta carrera en la Universidad de Oviedo, consiguiendo matrícula de honor en todas las asignaturas, lo que le valió el Premio Extraordinario de Licenciatura en 1929 y la Medalla de Oro del Centro Asturiano de Buenos Aires


La casa es un inmueble de interés arquitectónico con una interesante rejería en los antepechos sus balcones. Aquí daría desde la posguerra y durante medio siglo clases a unos 2.000 alumnos, algunos becados por él en secreto, los cuales llegaron a ser grandes abogados, magistrados, notarios, abogados del Estado, o registradores de la propiedad


Dados sus valores jurídicos, docentes (trabajo que compaginó con el de asesor jurídico de la empresa Hidroeléctrica del Cantábrico), recibió numerosas distinciones entre las que se destaca la Cruz de Honor de San Raimundo de Peñafort, del Ministerio de Justicia, en 1967, solicitada por más de un centenar de sus antiguos alumnos en reconocimiento a su labor de maestro. El 20 de diciembre de 1973 se coloca esta placa conmemorativa en la fachada de la casa, a la izquierda de la puerta


También se le dio la gran cruz de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio otorgada por Juan Carlos I en 1977, cinco años después que, por acuerdo del Ayuntamiento, se le da nombre a esta plaza frente a su academia a petición de la asociación de alumnos antes citada y de los colegios profesionales de abogados y procuradores. Luego será la Medalla de Plata del Principado de Asturias en 1996, a la que seguirán la Medalla de Oro del Colegio de Abogados de Gijón y la insignia de oro del Real Club Astur de Regatas


Anteriormente fue homenajeado en su barrio por la Asociación de Vecinos de Cimavilla, que le nombró Playu (apodo de la gente del lugar) de Honor en 1989, y fue nombrado Hijo Predilecto de Gijón en 1992 por el Ayuntamiento. A su fallecimiento, el 23 de febrero de 2002, uno de sus antiguos alumnos, el abogado y escritor Pedro de Silva, que había sido Presidente del Principado de Asturias, escribía en el diario La Nueva España cuatro días más tarde su semblanza, titulada, Viejas recetas de su maestro, de la que extraemos lo siguiente:
"el método del maestro jurídico don Fermín García Bernardo era bien sencillo. Se componía de tres partes: química, esclarecimiento y oratoria... Un cuarto rasgo venía impuesto por el tamaño del despacho-aula: media docena y una docena de alumnos. El resto era una carga de humanidad, buen humor y hombría de bien..., que gota a gota y día a día acababan por horadar el mármol juvenil más resistente"

A la izquierda, queremos recordar también al antiguo Escocia, y en concreto a Alfredo González, el alma del Escocia, como bien lo llamaba para titular su artículo para El Comercio del 22-12-2016 Adrián Ausín al dar noticia de su fallecimiento, realizando una semblanza del pub y su dueño:
"La última imagen colgada en 'La Ventana de Alfredo' muestra una espectacular luna sobre La Providencia. Es una imagen sosegada, enigmática, gijonesa... elegida por el autor, Alfredo González Vega, para su rincón en Facebook cuando apenas le quedaban unos días de vida. Hace un mes todo eran buenas noticias para el alma máter del Escocia. Su pasión por la fotografía estaba apunto de convertirse en profesión, pues una cadena hotelera nacional le iba a contratar un trabajo a fondo de todos sus establecimientos, y tenía además perfilada una venta inmobiliaria. Pero todo se torció en un abrir y cerrar de ojos. De repente, no pudo teclear ante el ordenador, subió a Cabueñes y las placas reflejaron algo feo en los pulmones y la cabeza: un cáncer fulminante. Y así, sin tiempo para nada, igual que cuando debió cerrar el pub de sus amores de la noche a la mañana, su vida se apagó. En cuestión de cuatro semanas. 
La repentina muerte de Alfredo González Vega (Gijón, 1960), Alfredo para todos, dejó ayer helados a cientos de gijoneses que tienen impresa en la retina la imagen del dueño del Escocia esquinado tras la barra, poniendo música con excelente criterio y mirando de soslayo todo lo que se cocía a su alrededor. El pub de la calle Óscar Olavarría, icono de varias generaciones playas, fue el gran éxito de su vida. Por los discos que sonaban en su interior, por su inmejorable ubicación, alzado sobre el Muelle, por un personal siempre enrollao (Geles, Nieves, Jose, Chanca, María, Vero, las Lorenas, Montse, Andrés...), por su futbolín, sus reservados... Y por Alfredo, que fue en definitiva quien armonizó, desde su eterna discreción, una fórmula mágica que cautivó a miles de gijoneses desde su apertura, en diciembre de 1981, hasta su traumático cierre, tras un litigio con la propiedad del edificio, en junio de 2010. Veintiocho años plenos de bullicio nocturno y casi diario, pues el Escocia triunfaba incluso un martes en pleno invierno, que vivieron su epílogo el martes, unos minutos después de la medianoche, al fallecer el artífice de todo aquello. 
Alfredo, el mayor de tres hermanos, fue al Codema y luego cursó estudios de diseño industrial. Cuando el Escocia iba viento en popa desdobló su actividad y abrió una oficina, Digraf, en la calle Linares Rivas, que mantuvo unos años abierta al público. Luego se volcó de nuevo en el pub y en sus aficiones: la música, el esquí y la fotografía. 
Alfredo era hijo de toda una institución de la hostelería local, Alfredo González, quien abriría el primer Escocia en 1965, como bôite, y también El Mesón del Gallo (impulsor de la leche de pantera), el Montmartre, la discoteca Play Boy, la Cafetería La Gloria, El Jazz 76 (reconvertido en Jazz 81 y La Torre del Oro) y las tiendas Sherman, una en Gijón y otra en Barcelona, estas últimas gestionadas hoy por sus otros dos hijos. Y tras el cierre del Escocia, intentó mantener la vena familiar con el mismo nombre, pero distinta ubicación. Le puso todo el mimo al nuevo proyecto. Sin embargo, el intento de la Ruta fracasó en apenas un año. Entonces cuando se volcó en la fotografía, a través de la cual encontró un medio de expresión para esa «vena artística» que fluía en su interior. 
En el tanatorio, ayer, quienes traspasaron en vida su muro de protección y conocieron al auténtico Alfredo coincidían en las mismas palabras: «Espléndido», «supergeneroso», «sarcástico», «con mucho sentido del humor», «divertido», «buena persona», «muy observador» y, ciertamente, «reservado». Quien trabajaba con él, codo con codo, en el proyecto hotelero lo veía «muy ilusionado» en lo que venía a ser la consagración profesional de su afición por la fotografía. Sin embargo, de repente, llegó el fundido en negro. Hoy, a la una, en el tanatorio, Alfredo Senior, de 85 años, sus dos hijos y el resto de la familia estarán más que arropados para despedir al gran responsable de tres décadas de ensueño de la noche gijonesa: Alfredo, el alma máter del Escocia."
Propaganda del Escocia en la ochentera revista gijonesa Coses

El mismo día publicaba también la noticia La Nueva España de esta manera, ofreciendo más datos de las muchas historias aquí acaecidas:
"El conocido hostelero Alfredo González Vega, que se hizo popular en la noche gijonesa detrás de la barra del bar Escocia, falleció en la mañana de ayer a los 56 años. 
González Vega, heredó de su padre, Alfredo González Fernández, el mítico establecimiento situado en el inicio del barrio de Cimavilla, en la cuesta de la calle Óscar Olavarría. La decoración le daba al Escocia una idiosincrasia única: los mesas de madera de castaño, los grandes bancos forrados con telas kilt (con lo que se hacen las tradicionales faldas varoniles escocesas), el futbolín que tantas partidas permitió disputar, la barra de madera con escudos tallados de los clanes escoceses, las lámparas de barco... o incluso los billetes que colgaban del techo provenientes de varios países gracias al público variopinto que se dejaba ver por allí. Eran sus clientes pescadores, regatistas franceses y habituales de todo Gijón que buscaban estar como en casa, como rezaba el escudo que saludaba a los forasteros: "This is your house". 
Primero su padre en el mesón El Gallo, y luego en el Escocia, pusieron de moda la leche de pantera hasta que, a punto de cumplir los 28 años abierto al público, el estado de ruina que presentaba el edificio afectó a la continuidad del negocio. Era el año 2010 y el Escocia cerraba sus puertas para volver a abrirlas, poco después, en la antigua ruta de los vinos con una decoración similar que recordase el añorado punto de encuentro de la noche gijonesa donde abundaba la buena música, rock y moderna, siempre, por supuesto, a gusto del cliente que iba solicitando las canciones. 
Tras dejar a un lado la hostelería, reflotó y dio prioridad a su gran pasión, la fotografía. Este hobby lo enfocó durante mucho tiempo a decorados naturales, en especial los cielos nocturnos, estrellas, amaneceres y atardeceres. Incluso el año pasado pasó la noche en vela para poder capturar el instante en que el eclipse total tiñó de rojo la Luna

Página de La Ventana de Alfredo, de Alfredo González Vega

28 años de historia del pub Escocia marcaron las noches gijonesas y gran parte de las tardes, por eso su memoria pervive, así en Cinco pubs míticos que Gijón que "bajaron la persiana" y ya son historia de la ciudad, escribe Javier Fernández Díaz para MiGijón, esta preciosa semblanza a fecha 28-10-2020:

"Cautivó a miles de gijoneses desde su apertura en 1981 hasta su cierre, tras un litigio con la propiedad del edificio, en junio de 2010. Veintiocho años plenos de bullicio nocturno y casi diario, pues el Escocia triunfaba incluso un martes en pleno invierno. Siempre sonaba buena música y la decoración le daba al lugar una indiosicrasia única: las mesas de madera de castaño, los grandes bancos forrados con telas kilt (con lo que se hacen las tradicionales faldas varoniles escocesas), el futbolín que tantas partidas permitió disputar, la barra de madera con escudos tallados de los clanes escoceses, las lámparas de barco… o incluso los billetes que colgaban del techo provenientes de varios países gracias al público variopinto que se dejaba ver por allí. El pub de la calle Óscar Olavarría en Cimadevilla, icono de varias generaciones playas, fue el gran éxito de Alfredo González, fallecido en el 2016."

 Alfredo González Vega era hijo también de María Nieves Vega Trabanco, ya fallecida, y hermano de Pedro y Francisco González Vega."

Y, a la derecha, en La Colegiata, el cronista playu por excelencia, Víctor Labrada, nos cuenta en su su libro Al aire de Cimadevilla que, antiguamente, era costumbre poner, a la puerta, el llamado petitorio los domingos por la mañana, formado por tres cepos de madera de caoba en cuyo interior, protegidas por un cristal, había unas estampas de la Virgen del Rosario, las Ánimas del Purgatorio y San Antonio, como también se hacía en la iglesia de San Pedro

Caricatura de Pulgarín de autor desconocido. El blog de Acebedo

Los cepos estaban al cargo del popular Pulgarín, "uno de los tipos más populares" de la Cimavilla de la segunda mitad del siglo XIX, quien con voz plañidera pregonaba y pedía una limosna con este remoquete: "Limosna para Nuestra Señora del Rosario; Animas del Purgatorio; "pa" San Antonio", cepos que un día de 1873 arrojó contra el Ayuntamiento lleno de júbilo por la proclamación de la Primera República, razón por la que otro cronista, Luis Miguel Piñera, diera de él que fue El limosnero republicano de San Pedro y... por supuesto, de esta colegiata. De ello encontramos también esta reseña en El blog de Acebedo:
"Pulgarínenano bautizado como Manuel Valdés, fue un peculiar limosnero muy conocido en el Gijón de finales del siglo XIX por su pequeña estatura. Pulgarín tenía como oficio pedir limosna en las puertas de las iglesias para hacer bien por las ánimas del purgatorio, es decir: no para sí, sino para la iglesia. Fue Valdés, en su época, limosnero oficial y conserje del antiguo cementerio gijonés, que se situaba al lado de la iglesia de San Pedro y que se utilizó hasta 1877, cuando se enterró el primer cadáver en el del Sucu (Ceares). La muerte de Pulgarín entristeció a Gijón aunque se viera venir: ya muy anciano, el 5 de mayo de 1897 sufrió lo que pareció ser un infarto a la entrada de su casa en Marqués de Casa Valdés, "

De la muerte de Pulgarín cuenta asimismo Víctor Labrada al final del artículo que le dedica en su libro:
"Pulgarín" murió muy entrado en años. Un día llegó a oídos del viejo párroco de San Pedro, por su "ama", que el "Pulgarín" estaba muy mal y que clamaba por él para que le ayudara a disponerse a bien morir. No se hizo esperar el bueno del cura, y en compañía de Julián, el sacristán, portando aquél el Santísimo bajo la típica y alba sombrilla orlada de dorado fleco, y éste, el farol y la oliera, se dirigen a la casuca de la calle Ave María, donde moraba "Pulgarín". Allí estaba nuestro hombre, rodeado de algunas mujeres del barrio y del caritativo médico don Silverio, tumbado en modesta pero limpísima cama. Una oleada de gozo se asomó a los ojos del "Pulgarín", al ver al señor cura. Este manda retirarse a los circunstantes, a fin de quedarse a solas con el enfermo para confesarle. Después de recibida la absolución, el "Pulgarín" hace esta pregunta: "Señor cura, ¿usted cree que me perdonarán les Ánimes les "sises"?. Y el buen párroco, que conocía la bondad de aquel corazón, exclamó, con la misma impetuosidad con que en otra fecha había tomado la estaca: "Les Ánimes que salieron del Purgatorio con les limosnes que tú recogiste son les que te están allanando el camino para llegar a Aquél que llama a Sí a los pobres y humildes de corazón; fue mucho lo que pediste para ellas y no te podían abandonar en estos instantes". Al besar la mano del amigo más que del párroco y sintiendo el frío húmedo del óleo en sus pies, "Pulgarín" entregó su alma a Dios, reflejándose en su rostro la paz de los bienaventurados.

Cuando párroco y sacristán salían de la casa, lloraban como chiquillos; no lo podían remediar, pero es que, además, habían sido testigos del milagro que, por gracia, quiso Dios hacer en favor del "Pulgarín", concediéndoles en aquella última hora lo que él tanto había deseado siempre: aquel pequeño cuerpo había crecido medio metro..."

Incluso las barandillas de la Subida a la Colegiata tienen su gran historia, tanto es así que también Labrada les dedica todo un capítulo de su libro:
"¿Qué motivó el que le pusieran esas barandillas allá por el año de 1904? Muy sencillo: Con la muerte desgraciada del padre de don Agustín "el Prácticu", ocurrida el año anterior, a su colocación, al caerse de allí al muelle, las terribles "entradas en barrena" de los rapazos del Barrio Alto o o de Pesquerías, quienes, al bajar corriendo como una verdadera exhalación por la calle de la Vicaría tomaban, para salvar el empedrado de la cuesta pina de San Juan Bautista, aquel muro, pulido por los años, la caricia suave del mar y el roce de los "cordelones" puestos en él a secar, yendo muchas veces a dar con sus huesos en la carretera del muelle de Abtao, en el que aún no se conocían las amplias aceras que sirven hoy de cómodo y agradable paseo a los que van allí a tomar la "pocera" huyendo de los fuertes vientos del Nordeste.

¡Ay, si las barandillas de la Colegiata quisieran y pudieran hablar por unos momentos! Cuántos hechos y cuántas cosas nos contarían de la vida gijonesa de este medio siglo. No hubo chiquillo del barrio o de bajovilla, en aquellos domingos inestables del Catecismo de don Ángel y don Joaquín, que no hiciera en ellas pinitos circenses, bajo la severa mirada de "María Valle", aquella mujeruca que todo lo vendía a "perrina" en aquel puesto de golosinas, frutas, petardos, tira-tacos y busca-pies.

Cuántas espaldas se recostaron en ellas a la espera de la Misa en la Colegiata, o al paso de las tradiciones procesiones de Semana Santa y Corpus Christi. Cuántas veces fueron acariciadas por las manos de aquellos hombres que perdían su mirada en la lejanía, estudiando en el "rolar del semblante" el tiempo propicio para lanzarse a la pesca, a la par que musitaban, cuando la brisa se convertía en fuerte "terral", aquel viejo refrán: "Al viento de Oviedo no le tengas miedo". Cuántas veces pasaría por ellas el rumor de las barcarolas cantadas en aquel chigre o figón situado en la parte baja del "Portalín" por el lado de la Barquera, al que se llegaba por unas desgastadas escaleras de piedra, de aquel mismo chigre en el que un día escribiera el insigne Palacio Valdés, la "Alegría del Capitán Ribot".

Barandillas de la Colegiata: Vosotras habéis hecho más cómodo el maravilloso mirador de San Juan Bautista y la escalera adosada a él, por la que tantas veces bajaron los recios pescadores del barrio marinero. Los más viejos del lugar, hubieran querido que su muro se conservara tal y como aparece en el grabado del gran Nemesio Martínez, de ese "carbayón" afincado en Gijón y del que os hablaré en otra charla. Yo, que soy aún chaval, lo hubiera querido así también, con todo su tipismo, con su "poyu" y sus regodones patinados por el tiempo y en los que se refleja orgullosa  la silueta severa de la iglesia y palacio de los marqueses de San Esteban del Mar..."

De frente, la Dársena Interior y Muelle del Oriente del actual puerto deportivo, también llamada Dársena Vieja, con los Jardines de la Reina enfrente, hacia donde nos dirigimos, en terrenos ganados al mar y al antiguo Arenal de la Trinidad, parte que fue antaño de la también desaparecida Playa de Pando, donde de bañó Isabel II y comenzó la sana costumbre, que antes se tenía por insalubre, de bañarse en el mar


Aquí, donde estuvo la capilla de La Barquera, los edificios del desarrollismo también afectaron al centro urbano y a la fachada marítima occidental de la ciudad hasta los jardines y más allá. Antaño esta calle y lugar era conocido como Los Poyos por unos poyos o bancos de piedra que deberían estar hacia la zona de lo que después serían los Jardines de la Reina, hacia donde nos encaminamos tal y como nos comenta en sus estudios sobre las calles de la ciudad Luis Miguel Piñeraquien nos cita a su vez al gran narrador de todo lo playo Víctor Labrada, el cual relata en sus obras al poyo en el que se sentó la regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, madre de Isabel II, durante su estancia en la villa en 1852 con motivo de la inauguración del Ferrocarril de Langreo y al que por esa razón califica de El  Poyu Ilustre, que después quedaría en "lustre" con tanto uso y del que existía una copia en los mencionados Jardines de la Reina


Más allá del Muelle de Carbones y las dársenas de El Fomento y El Fomentín se recuperó parcialmente la Playa de Pando o Arenal del Natahoyo con una nueva playa en terrenos que ese habían tornado fabriles pero ya sin actividad. Sin embargo, por una un tanto extraña decisión no se le devolvió el nombre y fue bautizada como Playa de Poniente, quizás con inspiración toponímica de otras latitudes


Vemos ahora de frente toda la explanada de la Plaza'l Marqués con los edificios de la Plaza Mayor y Recoletas al fondo y, a la izquierda, siempre dominando la escena, El Palacio de Revillagigedo o del Marqués de San Esteban del Mar del Natahoyo 


Aquí, La Estatua Pelayo o Monumento al Rey Pelayo parece despedirse de nosotros según avanzamos por el paseo hacia los Jardines de la Reina. De ella y de esta plaza Ángel Mato Díaz en MiGijón:
"...es un escenario presidido por la estatua de Pelayo, con la fachada del palacio de Revillagigedo como telón de fondo. A diferencia de la Plaza Mayor, cerrada y porticada, es zona abierta, y sus losetas son “el punto de encuentro” de la ciudad, donde confluían cigarreras, pescadores, pescaderas ambulantes, estibadores, oficinistas municipales, paseantes de la calle Corrida y forasteros de los hoteles sitos en los Jardines de la Reina."

Los Jardines de la Reina, ya ante nosotros, donde empieza además la célebre calle Corrida, la antigua Ancha de la Cruz, de las primeras sino la primera de Baxovilla, la villa que se extendió más allá del núcleo originario de Cimavilla, fuera ya de las derribadas murallas romanas. A la derecha, El Fomento y El Fomentín, el camino al Natahoyo por las calles Muelle de Oriente y Rodríguez San Pedro, a cuyo comienzo hay un edificio notable, superviviente de la piqueta desarrollista, conocido como el del Banco Urquijo pero que fue la sede de la Sociedad de Fomento de Gijón, encargada de la gestión de estos muelles y dársenas




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