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domingo, 21 de diciembre de 2014

EL CAMPO VALDÉS, LAS TERMAS ROMANAS Y LA IGLESIA DE SAN PEDRO (GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS) LA CONDESA ISABEL, EL PIRATA HARRY PAY, EL BALNEARIO Y LAS REGATAS

De izquierda a derecha la Pescadería, el Ayuntamiento, el Campo Valdés y la iglesia de San Pedro

Procedentes de La Guía y El Molinón, los peregrinos han recorrido el Paseo del Muro de Gijón/Xixón, ante la Playa San Lorenzo y, siguiendo la calle Cabrales por este hermoso paseo marítimo, entran en el barrio alto o antiguo de Cimavilla, llegando a la antigua Pescadería Municipal, que vemos aquí a la izquierda de la foto ,al lado de La Rampla o La Rampla la Pescadería, la Escalera 2 de acceso a la playa. La pescadería es en la actualidad un edificio de oficinas municipales tras su remodelación en 1996, pues la casa consistorial, que vemos por su parte posterior, está justo a continuación. Hacia a ella, a la izquierda, sigue el Camino de Santiago, pasando a la Plaza Mayor, pero nosotros en esta entrada de blog vamos a acercarnos a la iglesia de San Pedro, recorriendo las arboledas del Campo Valdés, con el palacio de este nombre, el Palacio Valdés, justo detrás (se ven sus torres y su capilla de Guadalupe, esta a la izquierda, mirando al Ayuntamiento)

El Campo Valdés en Verano y la iglesia de San Pedro

En este tramo de costa estuvo muy antiguamente el pequeño puerto de la antigua villa medieval amurallada, destruido y arrasado, como toda la población, en el terrible Asedio de Gijón de 1395 durante las guerras trastamaristas. Uno de los primeros edificios reconstruidos tras el asedio fue el de la iglesia de San Pedro, que vemos al fondo del paseo y del Campo Valdés, aunque su aspecto actual obedece a las obras realizadas tras otra destrucción, la de la Guerra Civil


En el siglo XVII empezó a levantarse este tramo de paredón para proteger a la pequeña población gijonesa de las furias del mar. Más antiguamente hubo un asentamiento astur-romano del que se conservan las murallas y las termas, descubiertas a principios del siglo XX en el famoso Campo Valdés, el paseo arbolado enfrente de la iglesia. Por una inscripción de una estela sabe que aquí se asentaron, en un proceso paulatino tras la conquista de Augusto, los pobladores del cercano castro de Noega, en La Campa Torres, los astures cilúrnigos de la populi de los luggones


Como hemos dicho, tras la pescadería llega el Ayuntamiento, que vemos por esta su parte de atrás. La señalización del Camino de Santiago, aquí con pequeños azulejos azules con fleca amarilla, nos indica ir a la izquierda desde el paso de peatones que tenemos al fondo, para continuar por la Plaza Mayor


Nosotros aquí es donde vamos a ir a la derecha, en dirección primeramente al citado Campo Valdés, las termas romanas y la iglesia de San Pedro



En esta foto de finales del invierno, con árboles aún con pocas hojas, vemos mejor la estructura de este campo, con el Palacio Valdés y sus dos torres delante de nosotros (hoy Colegio Santo Ángel) y, a la derecha, la iglesia, a donde vamos a ir en primer lugar


Luego sí iremos al Ayuntamiento, que queda a nuestra izquierda, retomando el Camino de Santiago hacia la Plaza Mayor. Este edificio para el consistorio empezó a construirse en 1858 según proyecto del arquitecto Andrés Coello, terminándose en 1865


Se trata del lugar en el que estuvo el solar de Casa José María Rato donde, en unas viviendas tiradas en 1778, aparecieron enterramientos del tiempo de los romanos. En un principio esta parte posterior estuvo porticada, pero ahora solo lo está la fachada principal, que mira a dicha Plaza Mayor, por donde sigue el camino señalizado


Desde La Rampla la Pescadería, que acabamos de dejar atrás, las clásicas barandillas metálicas plantadas de blanco del Muro de San Lorenzo dan paso a un largo pasamanos de piedra con un viacrucis que llega hasta la iglesia de San Pedro siguiendo todo el Campo Valdés, es El Calvario de piedra que inspiró y dio título a una obra de quien fuera cronista oficial de esta villa y puerto y concejo Joaquín Alonso Bonet. Este que vemos actualmente forma parte de las obras urbanísticas de 1968, que lo repusieron


Esta es una foto de la concha gijonesa con mare alta, cuando gran parte de su superficie arenosa desaparece sumergida, así como las rocas del pedreru sobre cuyo acantilado se hicieron las termas, las cuales ocupan una gran superficie, ahora bajo tierra, no descartándose que la iglesia de San Pedro, construida sobre otras anteriores, cristianice un santuario precristiano. A lo lejos reconocemos bien La Punta'l Cervigón, que cierra esta concha por el este


El Campo Valdés recibe este nombre porque, encima de la cimentación de la vieja muralla romano-medieval aquí existente siglos ha, se construirían entre los siglos XVI y XVII el Palacio de los Valdés y la Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe, actual Colegio Santo Ángel de la Guarda, que tenemos enfrente. Así pues siguiendo a la izquierda por el paso de cebra continuaríamos por el Camino de Santiago del Norte, pero estimamos muy conveniente antes poder realizar un recorrido en torno a este campo para disfrutar de sus rincones, sus paisajes, y su historia, que es la de la propia ciudad


Del terreno que se extiende ante el palacio y que llega a la iglesia, el Campo Valdés, las primeras noticias que así lo mencionan son de 1654, aunque parece ser que no contó con árboles hasta algo después, cuando olmos, álamos y fresnos fueron sus especies primigenias


Luego los tilos sustituyeron a los negrillos enfermos, según nos dice en sus obras y estudios el erudito geógrafo e investigador Francisco Javier Granda Álvarez en su libro Natural de Gijón. Parques, jardines y espacios verdes municipales:
"Históricamente, el Campo Valdés estuvo ambientado por copudos olmos campestres, plátanos de sombra, álamos y fresnos, pero en la actualidad la diversidad de las especies de ha reducido. Los tilos, introducidos recientemente para sustituir a los viejos negrillos que, acosados por la enfermedad, languidecían acusando el paso del tiempo, son los pies de mayor presencia."

Una foto más primaveral y, en el suelo enlosado, una inscripción recuerda lo escrito por el ilustrado prócer gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos sobre una plantación de árboles por él aquí auspiciada:
"He plantado álamos y robles en el Campo Valdés. Llegan desde la iglesia de San Pedro hasta la capilla de San Lorenzo (1792)"

Se trata de una de las colocadas con motivo del bicentenario de su fallecimiento, conmemorado en 2011. Se encuadran dentro de la serie Paseando con Jovellanos instaladas en lugares por él glosados en sus escritos, tal que este


En sus tiempos hubo pleitos entre palacio e iglesia por esclarecer la titularidad por entonces de estos terrenos del Campo Valdés. Ser lugar de tránsito hacia la iglesia de San Pedro y estar resguardado de los vientos del noroeste le hicieron uno de los más populares paseos de Gijón/Xixón, bodas y ceremonias se dan cita en este campo no demasiado alterado en su composición más esencial, con su gran explanada e hileras de árboles, bancos para sentarse, jardines... sigue contándonos Granda Álvarez:
"Se trata de uno de los paseos más entrañables y antiguos de la ciudad, que aparece citado como tal ya en 1654, aunque hasta finales del siglo XVIII no contó con acompañamiento vegetal. Su condición de3 campo de iglesia, su orientación hacia el mediodía y el hecho de estar protegido de los vientos dominantes del oeste hicieron de este un espacio de solaz, que tomó el nombre del palacio cercano, uno de los más cercanos de la villa, desde que se conformara como un recoleto salón urbano a mediados del siglo XIX."

Hubo una urbanización del Campo Valdés en 1967-1968, una intervención en sus jardines en 1974, y luego, en los años 1990, una intervención urbanística y excavaciones arqueológicas para crear el Museo de las Termas, la cual causó temor y cierta oposición entre el vecindario y algunos especialistas, asunto zanjado con la actual configuración del lugar, fruto de aquellas obras


Alternamos fotos de primavera con otras de verano, con los árboles del Campo Valdés repletos de hojas, dando buena y fresca sombra bajo la que se celebran ferias y actividades, colocándose puestos y casetas al amparo de la umbría, tal y como vemos aquí


Ya que vamos a las termas no es de extrañar que haya, antes de la entrada a su museo, una estatua en bronce del emperador Augusto, bajo cuyo mandato, e incluso su presencia personal, ante la prolongación de la guerra de invasión, se conquistó el territorio astur-cántabro entre los años 29 y 19 a.C., según fecha aceptada por las crónicas de la Antigüedad, si bien operaciones de resistencia y la presencia permanente de guarniciones legionarias se mantuvo durante todo em Imperio


La estatua es obra del escultor Francisco González Macías y se colocó en este lugar en 1995 dentro de las mencionadas tareas reurbanizadoras del Campo Valdés ya en su final, tras la creación del museo existente en el subsuelo, pues antes estaba en la antigua entrada a las termas, junto al muro del Colegio Santo Ángel, que vemos al fondo de la foto


Se trata de una replica a otra estatua existente en Tarragona que al parecer es copia a la vez de otra hallada en la misma Roma. Como casi todas las estatuas de la ciudad tiene su particular historia, ya que fue bastante bien aceptada por su realismo cuando vino en 1970, y es que la población de entonces la prefería estéticamente a la polémica Madre del Emigrante, instalada en aquellas fechas al final del Paseo del Muro, en El Rinconín, al otro lado de la bahía, que de aquella era el extrarradio, dado que no gustaba estuviese en un lugar más céntrico


Justo detrás de la augusta efigie se encuentra lo que en Cimavilla llaman El Senado, espacio de bancos dispuestos en forma circular donde es tradición sentarse a entablar animadas tertulias espontáneas sobre los más diversos temas, de ahí su nombre. El escritor, cronista y periodista Janel Cuesta dice de él en su Diccionario del hablar en la Villa y Puerto de Gijón lo siguiente:
"Zona del "Campu Valdés", próxima a la estatua de César Augusto, donde se reúnen a diario los jubilados, especialmente de Cimadevilla, para tratar temas de actualidad y recordar viejos tiempos."

Al fondo vemos el paso señalizado hacia el Ayuntamiento y la Plaza Mayor, por donde sigue el trazado del Camino Norte en la ciudad, al que como hemos dicho regresaremos tras recorrer el Campo Valdés. De la Plaza Mayor se pasa al antiguo muelle local, actual puerto deportivo, por la Plaza'l Marqués y se continúa hasta las dársenas del Fomentín y Fomento hasta la Playa Poniente, recuperación de la antigua Playa de Pando o Arenal del Natahoyo


A la derecha del Ayuntamiento está el Hotel Asturias, fundado como Hospedería El Laurel a principios del siglo XX, siendo uno de los escenarios de la oscarizada película Volver a empezar de José Luis Garci, estrenada en 1982. A su derecha se pasa a la Plazuela de Jovellanos, donde está la casa natal del prócer gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos, actual museo, pegada a la capilla de los Remedios, que fue del antiguo hospital de peregrinos, el Hospital de Corraxos, otro lugar, al lado del Camino que estimamos muy conveniente visitar


Hemos de decir que la estatua de Augusto fue de siempre cierto objeto de burlas y chanzas, cuando en su brazo extendido le ponen macetas, cubos o un ramo de flores en la malo. Cuando su imperial cabeza se corona con gaviotas, palomas y sus cagayones ofrece temas para el humor de las viñetas gráficas de los periódicos locales. No falta tampoco la retranca de algún escritor como Milio Rodríguez Cueto que la compara con que se le dedicase un monumento a George Bush en Bagdag dentro de 2.000 años


Desde aquí tenemos una muy buena vista de la bahía: a la izquierda de Augusto el Quiosco Les Termes y, más allá el edificio de la Pescadería Municipal, con la Torre de los Jove Hevia a su izquierda (s. XVII), luego uno de los bloques construidos en las décadas del desarrollismo urbanístico, que tanto afectaron a la ciudad, especialmente a esta su fachada marítima


Enfrente, La Rampla la Pescadería y, más allá, la Escalera 3, dando vista a los Jardines del Náutico, uno de los espacios abiertos derribando viejos edificios para quitar angostura a la población durante las reformas urbanísticas de la corporación de Avelino González Mallada durante la Guerra Civil, los cuales fueron mantenidos por las corporaciones siguientes, de muy distinto signo a la suya, y urbanizados con jardines, explanadas y otros elementos


El Muro, aunque parece homogéneo, fue creciendo según lo hacía la villa hasta convertirse en urbe, en el siglo XVIII fue avanzando en este, su sector más occidental, hasta llegar a lo que luego se llamaría La Garita, donde un puesto de vigilancia, colocado en otra muralla, esta de las carlistadas o guerras carlistas, dio nombre al lugar


Aquella muralla, proyectada que empezó a construirse a raíz de la Primera Guerra Carlista, cuando se declaró a Gijón/Xixón plaza fuerte, encerró físicamente a la ciudad y entre ella y su insalubre foso de agua estancada impidieron su normal crecimiento durante unas tres décadas, cuando fue declarada inútil y sus terrenos revirtieron al Ayuntamiento, creciendo a partir de ella en todas direcciones, también por aquí, hacia el este, sobre los antiguos arenales 



La Garita pasó a ser más conocida como El Martillo de Capua, entre la calle de este nombre y la de Ezcurdia (en el paseo), donde se construyó la Ciudadela de Celestino Solar (y otras) para seguidamente edificar esta manzana de viviendas burguesas a a su alrededor, algunas sobre aquella misma muralla, que viene a ser, salvado varias veces de la piqueta, lo único que se conserva de cierta entidad de aquel Ensanche del Arenal 


Adquiridos los terrenos de dunas y arenales por particulares, los más el Marqués de Casa Valdés, estos fueron rellenados con los lodos procedentes del dragado del muelle local y posteriormente se parcelaron, vendiéndose a su vez en lotes y apareciendo más ciudadelas obreras, más casas burguesas, chalets de época y algunas industrias en toda la franja litoral desde el mar a la Carretera la Costa, donde empezaba propiamente la tierra firme, luego avenida y, más antiguamente, camín real, del que entraban varios ramales a la ciudad vieja, uno de ellos por aquellas sus desaparecidas dunas, asentadas con plantaciones de arbolado fruto del Plan de Mejoras del prócer gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos


Si la ciudad crece, el gran paredón de contención frente al bravo Mar Cantábrico ha de hacerlo también y, entre 1907 y 1914, con proyecto de Miguel García de la Cruz, lo hace hasta la desembocadura del río Piles, que fue canalizado, por donde nosotros llegábamos desde La Guía y El Molinón


Sin duda, si hoy se volviese a hacer se levantaría unos cuantos cientos de metros más allá, tal y como parece señalar Augusto, pues en pleamares la playa desaparece exceptuando esa desembocadura, pero por entonces no se sabía hasta cuánto crecería y en poco tiempo la ciudad, ni tampoco el polo de atracción que iba a ser su playa, que llegó a ser publicitada con el nombre de Miami basándose en el nombre de un hotel y baile


Luego, en un proceso que ya vendría de atrás, la especulación al máximo de aquellos terrenos, sobre todo una vez pasada la posguerra civil, hicieron desaparecer casi todo lo construido en aquel histórico ensanche y se levantaron enormes bloques de edificios de pisos, algunos en primera línea litoral, lo cual daría al traste con cualquier posibilidad de hacer los proyectados ciudad-jardín y parque-playa que existían, a semejanza de los hechos en otras poblaciones costeras


El desarrollismo desaforado afectó también al centro de la ciudad incluyendo esta su fachada marítima, quedando únicamente algunas "islas" desde el superviviente Martillo de Capua acá, de los que fuimos hablando en las correspondientes entradas de blog dedicadas a este Paseo del Muro de San Lorenzo


También hablamos de las escaleras de acceso a la playa, especialmente de La Escalerona, que vemos a la izquierda de Los Jardines del Náutico y ante la calle Capua con su mal llamado martillo, afirman algunos urbanistas,  pues no constituía ningún saliente especial sino que sus casas, que además fueron las primeras, sobre la desaparecida muralla de la carlistada, estaban perfectamente alineadas respecto a las que había a sus lados, demolidas en 1936-1937


La Escalerona se hizo en 1933 con proyecto del arquitecto municipal José Avelino Díaz Fernández-Omaña dentro de lo que hoy llamaríamos un plan de empleo, para paliar los desastrosos efectos laborales acaecidos tras el crack de 1929 en todo el mundo. Anteriormente estuvo aquí uno de los antiguos balnearios que, siguiendo la moda del momento, se erigieron a lo largo de la zona occidental de San Lorenzo, sobre las mismas arenas y el mar


A la izquierda de los edificios, restaurados, de la manzana del Martillo de Capua, estuvieron Les Cases de Veronda, también derribadas con la gestora del Frente Popular en 1936 y 1937. Si bien no se volvió a edificar allí las construcciones hechas en altura durante las décadas de 1960 y 1970 volvieron a proyectar umbría y crear angostura, que era lo que se había querido evitar al realizarse aquellas demoliciones


Las barandillas blancas que recorren la mayor parte del Paseo del Muro son una de las características de su imagen y ha servido como fuente de inspiración artística en numerosas ocasiones, siendo uno de los emblemas de la ciudad, imitado en otras localidades


Fueron instaladas hacia 1912 con motivo de las obras de prolongación de El Muro acometidas por entonces y su diseño se ha mantenido tal cual, pese a que al parecer, en un principio no estuvieron pintadas de blanco


Junto con ellas había farolas, las cuales fueron sustituidas en la gran reforma de mediados del siglo XX por mástiles con banderas del mundo, las cuales fueron sustituidas a su vez, de nuevo por farolas, en la realizada a finales de la misma centuria


Un elemento vegetal que está en El Muro desde sus comienzos es el de los árboles tamariscos, que popularmente son conocidos como tamarindos pese a tratarse de otra especie diferente. Arraigan muy bien y crecen en terrenos arenosos, aguantando los fortísimos vientos del mar. Algún intento por sustituirlos con otras especies no ha dado buenos resultados


La edificación en altura cesa al llegar a la Avenida de Castilla, paso al Puente'l Piles, construido en 1914 como gran colofón a la ampliación de El Muro. Allí es donde queda arena al descubierto en las pleamares, agolpándose la gente en aquel extremo. Más atrás vemos los árboles del Parque Inglés (ahora Parque Hermanos Castro) y, a la derecha, del Parque Isabel la Católica, uno a cada lado del río


En la distancia vemos el Monte Deva, los altos de La Olla y, en la lejanía, muy al este, el Sueve o Puertu Sueve, todo ello referencias en nuestro periplo caminero viniendo del oriente al centro de Asturias por este Camino de Santiago del Norte, antes más llamado y conocido como Camino de la Costa


El Puente del Piles es de piedra y dos grandes ojos y su construcción, paso de la ciudad al barrio de El Pisón, en la parroquia de Somió, favoreció la comunicación entre ambas riberas pues antaño o se pasaba el río descalzos en bajamares, arrebalgándose o subiéndose faldas y pantalones a la vez que se daban grandes pasos sobre piedras, o se cruzaba en caballería o carro, de vacas normalmente. El único puente existente era el de La Guía, pequeño y de un solo ojo, en el barrio de este nombre, también de Somió y más al sur, el cual fue sustituido por uno más grande cuando en 1860 se hizo la Carretera Villaviciosa, de las Cinco Villas, Ribadesella-Canero y, desde 1939, N-634


En la gran remodelación viaria y urbanística realizada a principios de los años 90 del siglo XX ese puente desapareció para dar paso a una rotonda sobre el río, desde la que vinimos, pasando junto al estadio de El Molinón por la senda fluvial del Kilometrín, sobre el canal del Piles y al lado del Parque Isabel la Católica


Tras la construcción del Puente'l Piles se abrieron las carreteras al Infanzón y la Providencia, inaugurándose en esa ribera numerosos varios bailes y merenderos cuyos sucesores son los actuales restaurantes, cafeterías, bares de copas y salas de fiestas. Entre 1951 y 1958 se produjo una nueva prolongación de El Muro y su paredón en esa dirección, hasta El Rinconín


Por ahí se extiende El Pedreru, que queda también sumergido en pleamares. Esta es la zona del Bellavista, El Faro del Piles y El Pery, que son algunos de los establecimientos de renombre en esta parte del paseo, también llamado Casablanca por un antiguo baile y merendero de tanto renombre que, aunque tiempo ha desaparecido, ha pasado a la toponimia


Ahí está el pequeño cabo de El Mayán de Tierra, que da paso a la playa de Los Mayanes, hermosa cala de poco arena y mucha piedra que no obstante suele ser preferida por mucha gente para tomar el sol y bañarse, sobre todo cuando la de San Lorenzo se llena 


A su derecha están Les Chapones, grandes chapas herrumbrosas agujereadas que forman un pequeño Stonehenge en El Mayán de Tierra. Se trata del conjunto escultórico Sombras de Luz de Fernando Alba, instalado en 1998. En medio de la foto el bloque de apartamentos del Rick's, afamado café con amplia terraza, construido a principio de los años de la década de 1980 por la Caja Postal de Ahorros


La zona es también llamada Los Vagones por las antiguas vagonetas en las que se cargaba antaño el ocle (algas marinas de arribazón) que llegaba a esta playa. Quedaba varado en tres grandes piscinas naturales y se recogía y empleaba como abono. El lugar es asimismo conocido como La Jabonera por una antigua fábrica de jabón de Chimbo que se instaló en la década de 1920 y en la que se vendían cañas de pescar hechas de cañavera (bambú). Allí, en los campos de La Folguera estaba el famoso Merenderu Aurora, emblema del verano gijonés


Ante El Mayán de fuera, que cierra la playa por el NO se construyó el Sanatorio Marítimo en la posguerra, inaugurado en 1945 a iniciativa de los Hermanos de San Juan de Dios según proyecto del arquitecto Manuel de Busto, reformado y ampliado a principios de los años 1970 con proyecto de los hermanos Alfredo y Alejandro Miranda Ferreras


Enclavado en una zona por entonces eminentemente rural y apartada de la ciudad, incluso a cierta distancia de los merenderos del Piles, el Sanatorio Marítimo tuvo una vaquería, inaugurada en 1949, no en vano unos metros más allá empieza el barrio de Les Caseríes, cuyo nombre hace referencia al pasado agroganadero de la parroquia, ahora netamente residencial, como podemos comprobar en la cantidad de chalets construidos prados arriba hacia La Providencia


El Muro acaba en El Rinconín, donde se encuentra, frente a la Escalera 24, el monumento a la Madre del Emigrante, popularmente La Lloca, por su aspecto, otro nombre que a pasado a ubicación de lugar y topónimo, es obra del escultor Ramón Muriedas, si bien es difícil de reconocer en la distancia. Lo que no vemos, guardada por El Mayán de Fuera, es la hermosa cala de El Rinconín con su playa, más arenosa y grande que la de Los Mayanes


A partir de allí se conserva el frente acantilado y se habilitó un paseo, la Senda del Cervigón, aprovechando un camino de pescadores. Más arriba, en los prados de esa zona de Les Caseríes, aún suelen verse rebaños de vacas pastando en la subida a La Providencia, donde vemos el Parque del Cabo San Lorenzo con su alto y picudo mirador


Un poco más abajo y a su izquierda se encuentra la Casa de Rosario de Acuña, actualmente de titularidad municipal, sufragada por el Ateneo Obrero de Gijón para ser residencia de esta escritora y pensadora en 1910 tras rescindirle su contrato los dueños de la casa en la que vivía en Santander, muy posiblemente con presiones políticas. Más abajo, la senda del Cervigón pasa junto al camping El Rinconín, actualmente Camping Gijón, fundado en 1961 por Enrique Sánchez Fernández, El Moreno, con proyecto del arquitecto Antonio Álvarez Hevia. Fue hasta 1994, cuando se hizo el municipal en la frontera entre Deva y Cabueñes, al lado del Camino, el único camping gijonés


Allí tenemos La Punta'l Cervigón con La Calada´l Bruscu, célebre puesta de pesca para los pesquines o pescadores de caña. La Senda del Cervigón llega allí pero continúa como senda costera subiendo al Parque San Lorenzo o de La Providencia sobre los acantilados de Peñarrubia, otro hermoso y grande arenal, dirigiéndose luego a La Playa la Ñora, en el límite con Villaviciosa, pasando sobre las playas de Serín, La Cagonera y Estaño


Más allá de La Punta'l Cervigón asoma el espolón de La Fontica o Isla la Tortuga, su parte más septentrional, prolongación del Cabo San Lorenzo y solar de la antigua capilla de esta advocación, popularmente San Llorienzo de la Mar, a la que se dirigía una procesión marinera desde la capilla de San Llorienzo de la Tierra, sita al lado de la antes mencionada Torre de los Jove Hevia, existiendo esta copla que anota Jovellanos en sus Diarios escribiendo "y allá va su texto gijoniego":
Vengo de San Llorienzo de la Tierra
voy para San Llorienzo de la Mar;
enguedeyeme más enguedeyeme,
nunca me pude desenguedeyar
(Enguedeyar 'liarse' amorosamente)


La procesión rememoraba la leyenda del Cuélebre de San Llorienzo, recogida por el etnógrafo Luis Argüelles allá por los años 1970 de un informante local, Manín de Selma, siendo luego divulgada por otros investigadores como Alberto Álvarez Peña. Según se cuenta en la isla vivía el ermitaño Gorín, que se había quedado a vivir en la cueva de donde había expulsado a un cuélebre o monstruosa serpiente alada, llamado por los pescadores de Cimavilla, pues destrozaba sus redes y lanchas para comerse el pescado cuando estaban faenando


Gorín había realizado un ritual especial para amansar al cuélebre, echándole al cuello la faja de una moza de quince años (la doncella de tantas leyendas) llamada Xuana, luego entró en la gruta y tomó el tesoro que todo cuélebre custodia, en este caso un arbusto de laurel, de oro, que arrojó al mar, conminando al culebrón a que fuese tras él, sumergiéndose y desapareciendo para siempre


Gorín pidió quedarse a vivir allí, trasladando a la caverna de La Fontica su morada desde El Picu'l Sol (al sur del concejo) y que una vez al mes los pescadores le proporcionaran provisiones llevándoselas en barca. Cada vez que se les olvidaba un cuervo graznaba en aquellos altos para recordárselo, por lo que el lugar pasó a ser conocido como La Colina'l Cuervu


Cuando Gorín murió se construyó una ermita dedicada a San Lorenzo, al igual que la que hay en esta playa (a la derecha de la foto), en la isla, la cual fue trasladada a La Colina'l Cuervu posteriormente y es la actual ermita de la Virgen de la Providencia, donde también se venera a San Lorenzo, reconstruida varias veces


A partir de aquella capilla se celebraban procesiones marineras entre los dos sanlorenzos, el San Llorienzo de la Tierra y el San Llorienzo de la Mar, surcando estas aguas. Hace unos años se recuperó, con el encuentro de los dos santos en el Parque de San Lorenzo, el de la Mar llevado en procesión terrestre hasta los acantilados delante de La Fontica y el de la Tierra transportado en lancha desde el puerto deportivo hasta justo enfrente, pues no hay lugar para un desembarco seguro


Estamos, según contaba Luis Argüelles en sus conferencias, ante una tradición griálica, dado el carácter de San Lorenzo como guardián de los tesoros de la Iglesia, entre ellos el Santo Grial (otra tradición habla de José de Arimatea), y el haber estado su ermita sobre la cueva del tesoro custodiado por el cuélebre, el laurel de oro, otro elemento cargado de simbolismo


Ante la iglesia de San Pedro salen y entran los fieles de la liturgia, avanzan los cortejos de las bodas y celebraciones, las procesiones de Semana Santa y, antaño el Domingo de Ramos, las ramascadas de los mozos con las ramas de laurel o lloréu, a veces pequeños árboles enteros, compitiendo a ver quien la tenía más grande, y que acababan en una verdadera batalla de ramos o ramascada


El laurel bendito se empleaba luego con el agua, también bendita, para asperxar o asperjar, salpicar las habitaciones de la casa, la cuadra, los campos y el ganado mientras se recitaba una fórmula similar a esta, con sus variantes, con el deseo de expulsar todo mal:
Fuera sapos, fuera ratos
fuera toda maldición
que aquí traigo l'agua bendito
y el ramu de la Pasión

Aquí tenemos una placa explicativa de la historia de las termas romanas, cuya entrada encontraremos un poco más adelante antes de llegar a la iglesia de San Pedro


Se nos informa se construyeron en el siglo I d. C., es decir, no mucho después de la conquista romana y cuando se fundó esta nueva población, estuvieron en uso mientras duró el Imperio, hasta el siglo IV


Y otra dedicada al Sendero de Gran Recorrido GR-100 o Vía de la Plata, que enlaza con Sevilla


Y aquí tenemos otro Senado, otra explanada adoquinada circular con bancadas dispuestas también en círculo y en forma de media luna, a manera de pequeña plazoleta abierta al paseo con excelentes vistas de la Playa San Lorenzo y de la franja marítima de la ciudad


Atrás, el Palacio de los Valdés se dice fue construido entre los años 1564 y 1625 por iniciativa de don Pedro de Valdés y Menéndez de Lavandera, Almirante de la Escuadra de las Indias, quien combatió en la Armada Invencible y de su hijo Fernando de Valdés, capitán y regidor perpetuo de Gijón/Xixón, quienes también participaron en la construcción del santuario de Contrueces, al sur de la villa, entre Roces y Ciares, donde se venera a la Asunción, a la que no pocos tienen por verdadera patrona de Gijón/Xixón (antecesora su fiesta de la de Begoña, en la misma fecha, 15 de agosto) y a cuyo Santuario, entre la antigua parroquia de Ciares y la de Roces, se acogía la Casa de la Villa (Ayuntamiento) en sus reuniones en los años de la peste y se dirigían procesiones en rogativa


La planta del palacio se distribuye en un sistema de cuatro alas con un patio central cuadrado y a su derecha se extiende el muro almenado del colegio, fundado en 1880 tras cederlo su propietario, Pedro Valdés, a la Congregación de las Hermanas del Santo Ángel de la Guarda. En él fallecería además, el 16 de enero de 1890, el fundador de la congregación, Louis Antoine Ormières


Una vista de la playa en bajamar, con gran cantidad de arena y las rocas del pedreru emergidas y a la vista. La extensión del arenal llega a los 240.000 m²  en estos momentos, que se reducen drásticamente, a los 40.000 m² en pleamares, cuando la marea solamente deja a la vista la franja más cercana al Puente'l Piles


Fue una playa considerada inhóspita y peligrosa pues los gijoneses y visitantes preferían los baños de mar en Pando, el Arenal o Mar de Pando,  también Arenal del Natahoyo, pero su desaparición a partir de 1870 para construir los muelles de Fomento y Fomentín, ampliación hacia el oeste (hacia la estación del Ferrocarril del Norte) hizo que se acudiese cada vez más a esta, a la vez que la ciudad crecía también en esta dirección



Otra vista, ahora en pleamar, El Muro es sin duda el gran paseo gijonés por excelencia, prolongado al este desde su final en El Rinconín por la senda costera a El Cervigón y de allí hasta La Ñora


Justo antes de la iglesia de San Pedro llegamos a la entrada del Museo de las Termas, las termas romanas de Campo Valdés, que fueron descubiertas casualmente en 1903 por el dibujante Nemesio Martínez durante unas obras de alcantarillado, realizándose luego excavaciones bajo la dirección de Calixto Alvargonzález con la colaboración del historiador Julio Somoza y Alejandro Alvargonzález, quienes hicieron la memoria y plano de los hallazgos, volviendo luego a taparse. Tras la destrucción de la iglesia de San Pedro las termas volvieron a quedar a la vista siendo estudiadas por el arqueólogo e historiador del Arte Antonio García y Bellido, pero hasta los años 1960 no se abrirían plenamente al público, habilitándose una sala para ello


En 1990 se reemprenden los trabajos netamente arqueológicos bajo la dirección de Carmen Fernández Ochoa y Paloma García y tras esta tarea de investigación se abre este museo, en el que se pueden conocer las diferentes partes del conjunto termal edificadas entre los siglos I al IV d.C., como pueden ser su antiguo vestíbulo o apodyterium, comunicado con el baño caliente o caldarium y su hypocaustum o sistema de calefacción, la habitación templada o tepidarium y la piscina de baños fríos o frigidarium, todo ello interconectado


Hacia el año 130 se abren unas salas que, además de baños, podrían ser gimnasios o centros de reuniones. Existen buenas pinturas murales y se aprecia todo el sistema de caldeamiento de las estancias, con tubos que desde el suelo suben por las paredes


En el museo se exponen maquetas que reconstruyen la estructura original de estas termas y también información y restos de otros periodos, como cuando tras la caída del Imperio Romano fueron aprovechadas como necrópolis de enterramientos muy fácilmente vinculadas al algún templo primitivo antecesor de la actual iglesia. Otro elemento llamativo son los numerosos bolaños o bolas de piedra disparadas por las bombardas del asedio de 1395 que arrasaron la ciudad, junto con el incendio provocado en la retirada. Tanto defensores como asaltantes parece que se afanaron en una destrucción prácticamente completa


Saliendo de la iglesia nos dirigimos ya hacia la iglesia de San Pedro, el templo actual fue construido entre 1945 y y 1955 según proyecto de Francisco y Federico Somolinos. Recuerda a la iglesia anterior, gótica y con elementos renacentistas, en su alta torre y en el pórtico neoclásico, aunque buena parte de sus características artísticas y arquitectónicas emulan el Arte Asturiano prerrománico y el románico


El templo antiguo, que había llegado no obstante muy reformado a 1936, había sido construido cuando la antigua villa medieval se recuperaba del total destrozo del asedio trastamarista de 1395. Algunos documentos dicen que las obras comenzaron en 1410 pero diversos eruditos señalan la fecha como muy temprana y dudan de la autenticidad del escrito que así lo señala, optando por una edificación algo posterior en el tiempo, que además tardó bastantes años en acabarse. Leemos en Wikipedia:
"El templo anterior a la Guerra Civil fue construido en origen por el maestro cantero Lucas Bernaldo de la Quintana en la primera mitad del siglo xv, aunque con el paso del tiempo se fueron realizando numerosas reformas que hicieron que de su traza gótica original solo se conservasen los arcos ojivales de las naves laterales.​ En su interior el edificio tenía estructura de iglesia de salón y en el exterior destacaban un pórtico y una torre en el centro de la fachada principal que le daban un aspecto similar al de la iglesia actual, la cual mantiene ambos elementos. ​Ninguna de las sucesivas obras de reforma ampliaron el aforo del templo, que acabaría por convertirse en un edificio pequeño para la villa. Este problema, unido al deterioro que presentaba el edificio, llevó a que se proyectase en varias ocasiones la construcción de una nueva iglesia. Gaspar Melchor de Jovellanos promovió la construcción de un nuevo templo durante su etapa como ministro y, más tarde, los arquitectos Juan Miguel de Inclán Valdés y Andrés Coello realizaron sendos proyectos en 1805 y 1859."

Las escaleras forman parte de las reformas para habilitar el museo termal subterráneo que acabamos de visitar, cuyos restos se extienden debajo del templo. Se supone que anteriormente había un templo dedicado a San Salvador, advocación muy presente en los caminos de Santiago del norte pues es la advocación de la catedral ovetense de San Salvador, ya en sí mismo gran centro de peregrinación en la ruta a venerar las Reliquias de Jerusalén allí expuestas en la Cámara Santa, además de ser el origen de todas las rutas xacobeas por ser de donde el rey Alfonso II El Casto salió a verificar el hallazgo del que se tiene por sepulcro de Santiago en Compostela, al otro lado de su reino


Sin embargo, la referencia a San Salvador, que se recoge en 1147 en el relato de un cruzado inglés que arriba aquí cuando la flota recala en Gijón/Xixón rumbo a Tierra Santa, es también posible que se refiera al monasterio de San Salvador de Deva, relativamente cercano y al que le dedicamos una entrada de blog dada su cercanía la Camino según entra en el concejo. En Normandos, cruzados y corraxos en Mala Rupis, artículo del escritor Pablo Antón Marín Estrada para el periódico El Comercio del 27-12-2021 se nos habla de ello:
"El peregrino que deja atrás tierras maliayesas para entrar en Gijón cuando se asoma al alto del Curviellu, si el día está despejado, tendrá a vista de pájaro una buena panorámica del camino que le espera por delante, tan completa como la que ve en su mapa. De allí, bajando por La Olla hasta la campiña de Deva, tras pasar por el puente que cruza el Güeyu del río Peñafrancia, le saluda al pasar la iglesia parroquial de San Salvador, en el solar donde se alzó el monasterio de idéntica advocación, fundado por Velasquita, la reina que repudió Bermudo II y que se cree fue enterrada allí. Del primitivo cenobio apenas queda la lápida de su consagración sobre la puerta principal y en la pared norte del cabildo una arquería ciega de piedra con parte de otra. El nombre del 'señor' de Oviedo perdura como llamando al viajero a que le visite en su ruta hacia la tumba del venerable 'criado' Santiago. Por aquí hubieron de pasar los romeros jacobeos en los siglos dorados de las peregrinaciones. De su huella en la villa de Jovellanos, el principal vestigio está en la misma manzana de su casa natal y es el antiguo Hospital de los Corraxos, al que recuerda una placa en una de las paredes del edificio de Casa Zabala.
Corraxu es una voz que el Diccionariu de la Academia de la Llingua identifica con los peregrinos a Compostela y esa es la acepción que también le da el propio Jovino: «En Gijón a los pelegrinos (sic) y advenedizos llaman 'corraxos' y el hospital que antes fue alberguería de estos vagabundos, cuando su oficio era devoción de moda, llamaban en mi niñez 'el espital de los corraxos'», revela el ilustrado. El sabio gijonés especula son su posible etimología relacionada con el gentilicio de un pueblo prerromano que habitaba en la zona próxima a las fuentes del Ebro y barrunta que, por extensión, pudo comenzar a aplicarse como sinónimo de forastero. Sin pretender enmendarle la plana a Jovellanos, tal vez el término aluda a al cuero del fuelle, fardel o zurrón que llevaban estos caminantes. 
Una de las referencias indirectas a la pronta difusión que tuvo el culto al apóstol, pocas décadas después del descubrimiento del sepulcro en tiempos de Alfonso II el Sabio, viene en la noticia que se da en las crónicas escritas sobre el reinado de Ramiro y tiene nexo con Gijón. Es la que refiere el paso frente a las costas de la antigua Noega de una flota de unas cien naves normandas en el año 844 y se apunta de ellos que navegaban hacia Jakobusland, es decir, el país de Jacobo/Santiago. Siguiendo la misma ruta, los centinelas de la Atalaya de Cimavilla verían aproximarse una flota bastante más numerosa en la primavera del 1147. Había partido del puerto de Dartmouth con más de trece mil cruzados a bordo. El historiador Juan Uría Riu los llama literalmente 'los Cruzados del Norte' y enumera la composición de las escuadras con el estilo de las novelas de caballerías: «Allí iban gentes del Rhin inferior, y de la Frisia, mandados por el Conde Arnold de Arschot, nieto del Duque Godofredo, los de Flandes al mando de Cristián Gistell, los de Norfolk, Suffolk, Ket, y Londres, respectivamente, al de Herveo de Glanvill, Sinión de Dover y André; Saherio de Archelles mandaba otros», detalla el estudioso ovetense. Que arribaron a Gijón lo contó un sacerdote sajón que iba con ellos, Osberno de Baldr, que llama a la villa y puerto Mala Rupis, vale por 'mala peña', seguramente evocando el promontorio acantilado del Cerro de Santa Catalina. Anota que dista a unas diez millas de El Salvador (Oviedo), «donde se encuentran las reliquias más preciosas de toda Hispania», y que próximo hay un monasterio, del que don Juan Uría no tiene duda de que se trata de San Salvador de Deva. Los cruzados, peregrinos armados a Jerusalén, refugiaron sus naves en aquel pequeño puerto ballenero mientras mejoraba el tiempo en la mar. El cronista Osberno hubo estar entre los que desembarcaron y la visión que recogió de lo que pudo observar en su paseo por tierra no resulta demasiado halagüeña, al menos en lo que se refiere a los nativos. De lo que hay alrededor de la villa escribe: «Región montañosa, muy celebrada por las monterías de las fieras y por la variedad de los frutos, añadiendo a continuación que sería muy deleitosa si no la tornasen desagradable sus propios habitantes». Algún tropiezo debió de tener con algún playu. No sabemos si entonces existía el Hospital de los Corraxos. Si fuese así, podemos imaginarnos al cura sajón visitando su capilla -la actual de los Remedios- y cruzándose tal vez con algún peregrino maltrecho de su misma nación. Se arrodillaría ante él para confesarle su desazón por no poder ceñir la espada y seguir el viaje de los cruzados a Tierra Santa. Su destino y su camino iban a otra misión no menos noble, la de llegar a Compostela."

La iglesia se asume puede estar sobre sucesivos santuarios que se irían superponiendo sobre un lugar de culto precristiano vinculado a las termas, la cuales como dijimos fueron empleadas como lugar de inhumaciones tras la caída de la autoridad romana. Dato muy importante porque durante siglos se estimaba que los enterramientos solo podrían hacerse en lugares sagrados del interior y campo adyacente (camposanto) de las iglesias y santuarios de importancia


Sea como fuese lo cierto es que los primeros documentos fiables de la predecesora gótica del santuario actual son de pasado el año 1500 y que aún entre 1600 y 1646 estaba haciéndose la torre. Se sabe era de tres naves con varias capillas adosadas


Antes de su destrucción, como otras iglesias gijonesas, el 24 de agosto de 1936, el escritor asturianista Emilio Robles Muñiz Pachín de Melás pudo sacar y salvar de su interior los restos del ilustrado prócer gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos. Esta sería la historia final de aquel templo, según Wikipedia:
"La flecha de la torre del antiguo edificio quedó destruida durante el bombardeo de Cimadevilla de la Revolución de 1934. Fue reconstruida en 1935 por el arquitecto municipal Miguel García de la Cruz, quien contó con la colaboración de Manuel García Rodríguez para finalizar el proyecto.​ 
El 24 de agosto de 1936, durante la Guerra Civil, las tres iglesias parroquiales de Gijón (San Pedro, San José y San Lorenzo) fueron incendiadas. Se ha interpretado que esto fue realizado en parte como acto vandálico, y en parte como reacción ante el supuesto posicionamiento de la Iglesia a favor de los sublevados. San Pedro fue dinamitada el 27 de septiembre del mismo año aludiendo al peligro que su estado de ruina suponía para la ciudadanía. Pocos días después de la destrucción de la iglesia, el escritor Pachín de Melás rescató los restos mortales de Gaspar Melchor de Jovellanos ​y los trasladó provisionalmente a la Escuela de Comercio. El culto tuvo que desarrollarse en la colegiata de San Juan Bautista hasta que finalizó la reconstrucción del templo."

Cuando se planteó la reconstrucción de optó por hacer realidad de hacer una iglesia nueva, más grande, y ya en 1939, con el Frente Norte caído pero la Guerra Civil aún en curso, se planteó un primer proyecto de construcción que ya abogaba por una solución en ese sentido: 
"Mientras la Guerra seguía en curso, el párroco Ramón Piquero había encargado a Juan Manuel del Busto González la reconstrucción del templo. El arquitecto firmó y presentó su propuesta en febrero de 1939. En ella se negaba a construir una réplica de la antigua iglesia, tanto por las carencias que presentaba como por la pérdida de la esencia por muy lograda que fuese la reproducción, y mostraba un edificio con elementos muy similares a los del templo actual. Se inspiraba en el románico y prerrománico asturiano, estilo historicista del que el arquitecto ya había sido pionero en 1929 con su proyecto para la iglesia de San Julián de Somió. Conservaba además elementos del templo anterior como el pórtico y la torre (aunque a un lado de la fachada en lugar de en el centro) e introducía la idea de separar la iglesia del muro de la playa dejando un paseo alrededor de la misma. El proyecto no llegó a ejecutarse al llevarse a cabo el concurso, en el cual Juan Manuel del Busto se negó a participar, y quizás también como consecuencia de su vinculación con la República y la condición de beneficiarios de numerosos concursos de la Dirección General de Regiones Devastadas de los hermanos Somolinos."

Efectivamente, pasada la contienda se desechó aquel primer proyecto de Manuel del Busto y se organizó un concurso que, presidido por el arquitecto Luis Menéndez-Pidal y Álvarez, ganaron los hermanos Somolinos. El fallo se dio el 26 de noviembre de 1939 pero, sin embargo, las obras no comenzaron hasta el 21 de mayo de 1945:
"El edificio proyectado por Francisco y Federico Somolinos sigue la corriente franquista de recuperación de estilos históricos, que a escala nacional solía inspirarse en los estilos herreriano y neoclásico y que en Asturias toma como referencia la «arquitectura de Reconquista» o prerrománico asturiano.​ La iglesia incorpora así elementos fundamentales de este último estilo como contrafuertes similares a los de Santa María del Naranco, un crucero resaltante sobre las naves como el de San Miguel de Lillo o las celosías de piedra. Su estilo austero y tradicional encaja asimismo con las exigencias de la Iglesia católica, que no aprobaba el Movimiento Moderno. En la iglesia se utilizó piedra arenisca como material constructivo principal, aunque la calidad de los materiales se tuvo que ver reducida por dificultades económicas, usándose rasilla revestida de cemento con dibujos que imitan a la piedra en las bóvedas. El templo cuenta con cinco naves, las cuales le dan una marcada horizontalidad que según sus arquitectos lo adecúa al espacio del Campo Valdés y lo armoniza con la playa y el mar.​

La iglesia tiene una girola, elemento arquitectónico más común en catedrales que en iglesias parroquiales. La existencia de la misma llevó al arzobispo de Oviedo Francisco Javier Lauzurica y Torralba a ordenar cerrarla con cortinajes tras una visita a la iglesia. Como consecuencia de esta decisión, la girola estuvo tapiada y también se utilizó como sacristía y almacén. En 2012 este espacio fue reformado y transformado en una capilla que alberga el sagrario del templo, decorándose sus muros con 200 metros cuadrados de mosaicos obra del sacerdote jesuita de origen esloveno Marko Ivan Rupnik."

A la izquierda de la iglesia estuvo el primer cementerio fuera del interior y camposanto de la vieja iglesia, el de la Visitación, donde luego se construyó la Casa Rectoral y ahora está la Residencia Cimadevilla, gestionada por la parroquia de San Pedro. De aquel cementerio, ya proyectado por Jovellanos a raíz de aplicarse la nueva normativa sanitaria (realmente bastante más antigua, pero que no se aplicó de manera efectiva y poco a poco a partir de entonces) que impedía enterrar fuera de los templos, escribe Hernán Piniella Iglesias en la página Gijón a través del tiempo con el artículo Los cementerios de Gijón y La Piedrona, del 23-9-2016, del que extraemos lo siguiente:
"Enterrar a los muertos se remonta a épocas prehistóricas, donde los fallecidos eran enterrados en el propio recinto de la vivienda, en tiempos muy antiguos cambió esa costumbre con la construcción de necrópolis en las cercanías de los poblados, siempre cerca de algún lugar de paso, para evitar el olvido de los antepasados.

En época de los Visigodos, en el Concilio de Toledo se autoriza a enterrar en sagrado a personajes relevantes, comenzando así la tradición de los enterramientos con la bendición de la Iglesia. Ante lo reducido del espacio y las crecientes disputas por demostrar quién era suficientemente importante para ocupar sitio en las Iglesias, el rey de España Alfonso X "El Sabio" en sus Partidas de 1.318, prohíbe los enterramientos dentro de las mismas. Real Orden que se obedeció a la española, cada quien hizo lo que le dio la real gana. A pesar de todo se comenzó a enterrar en los aledaños de las iglesias, en recintos sagrados llamados Cementerios, del latín: “Caementerium,” y éste del griego: “Koimeterion” (el que descansa).

En Gijón tras la edificación de la Iglesia de San Pedro en el año 1.410, y tras pasarse la orden del rey sabio por el atrio, se siguió enterrando a los ilustres patricios gijoneses en su interior, hasta que ya no hubo más sitio, solo entonces se habilitó un espacio tras el ábside del templo, justo detrás de la Iglesia, que fungió como cementerio.

Hasta bien avanzado el siglo XVII se consideraba pecado de vanidad que un pobre fuera enterrado con ataúd, este que sólo era utilizado para enterramientos de personas pudientes o religiosos, los pobres eran enterrados a más de un metro de profundidad envueltos en una sábana que hacía las veces de mortaja. Ya en el año 1803 no cabían más muertos en tales lugares y se construyó, en terrenos donados por Jovellanos, el primer camposanto como tal de Gijón. Se le quiso poner el devoto nombre de "Las Cruces", pero el pueblo que siempre va a su aire, y aquí en Gijón más que en ningún lugar, aprovechando la oportunidad de que la primera persona allí enterrada fue una señora de nombre: Visitación Jove, le puso ese nombre, y pasó a ser el cementerio de "La Visitación".

En ese cementerio recibieron sepultura los más destacados gijoneses de la época edificando en vana competencia de vanidad, egregios mausoleos, donde se prescindía, en muchos casos, de toda simbología religiosa, debido a la corriente liberal imperante.

Años antes de entrar en funcionamiento este primer camposanto Gijonés, y tras una epidemia en la localidad vasca de Pasajes, una Real Orden de Carlos III del año 1787 prohibía expresamente los enterramientos en poblado. Tardaron lo suyo los Gijoneses de entonces para ponerse de acuerdo en encontrar un lugar adecuado fuera de los límites habitados de la villa. Tan solo en 1876, casi cien años después de la prohibición de Carlos III, está listo el nuevo cementerio de Gijón, en un lugar de Ceares conocido como "La Llosa de los valientes"

Para continuar nuestro paseo por El Muro, seguiremos a la derecha del templo, que fue durante siglos la única iglesia parroquial de la villa, Hasta ya finales del XIX, cuando con el gran crecimiento urbano se crearon nuevas parroquias eclesiásticas en los nuevos barrios urbanos de la ciudad


Ya en 1849, el crecimiento poblacional, pese a que aún la muralla de la carlistada, que impedía la expansión urbana de manera natural más allá de sus defensas, se planteaba crear una nueva parroquia eclesiástica  más al sur, lo cual no se hará hasta finales de esa centuria, con la creación de las de El Carmen, al oeste del casco urbano, y las de Begoña y San Lorenzo, al sur, en terrenos cercanos al Paseo de Begoña y barrio de El Balagón (luego Zarracina), en términos que fueron de la parroquia de Ciares, ya ganados al gran Ensanche del Arenal y poblados con casas y ciudadelas tras la demolición de la muralla


La creación de nuevas parroquias urbanas supuso la desaparición de la parroquia hasta entonces rural de Ciares como ente no solamente eclesiástico sino con su entidad administrativa que en lo civil pasó a integrarse también en el casco urbano. Antaño, dicha parroquia se asomaba a este arenal entre la actual calle de la Playa y la orilla del Piles, río que hace de frontera con Somió. La nueva iglesia de San Lorenzo, cuya primera piedra se colocó el 13 de julio de 1896, si bien las obras no empezaron hasta cinco meses después, se hizo cerca de un vértice de aquella ya por entonces desaparecida muralla de la carlistada, donde se abrió La Plazuela o Plaza San Miguel, distribuyendo urbanísticamente el espacio ganado en aquel ensanche urbano


Más antigua que la muralla carlista fue la romana, que sería aprovechada como defensa durante casi toda la Edad Media y que también sucumbiría en el asedio de 1395, si bien se han localizado sus cimientos debajo de este paseo


Una banda oscura en el suelo de losas recorre su trazado, al lado mismo del muro de la iglesia, aquel paredón serviría tanto de protección contra asaltos e invasiones como contra los azotes del mar y del viento, que se sabe arrastraba grandes cantidades de arena hacia las casas


La muralla se construyó en los siglos III o IV, tal y como ocurrió en otras poblaciones, cuando el Imperio Romano entraba en franca decadencia y se hizo necesario levantar estas defensas. La existencia de la muralla da a entender la importancia del enclave, si bien su trascendencia, como civitas o como asentamiento industrial basado en la pesca, el salazón y, muy posiblemente otras artes como la metalurgia, es objeto de grandes, intensos y no pocas veces acalorados debates en nuestros días 


Lo que sí podemos entender es que, con la destrucción de la muralla romana y la posterior reconstrucción de la villa, pero ya sin este elemento de defensa, hará que desde el siglo XV se hagan paredones de contención que, como decíamos, irán creciendo a medida que lo hace la ciudad, los primeros hasta el siglo XVIII, luego vendrán las grandes ampliaciones del siglo XX, la primera hasta el Piles y la segunda hasta El Rinconín


Antes las playas, no eran vistas como nosotros lo hacemos en la actualidad, ni aquí ni en ningún lugar, tal y como dice el historiador Juan Carlos de la Madrid sino como "vertederos, lugares peligrosos donde morían las olas y que constituían la parte trasera de los pueblos y las ciudades". Además puede decirse que eran consideradas insalubres por el polvo de arena que anegaba a las ciudades con el viento, siendo flanco siempre abierto a desembarcos de piratas, contrabandistas o ejércitos enemigos, como aquí también pasó no pocas veces, desde los vikingos en 844 a las tropas de Richellieu en 1635, solo por citar un par de ellas


Sería a partir de 1840, con los tan citados avances médicos e higiénico-sanitarios, cuando asomarían los primeros bañistas, si bien mucho más en Pando que aquí


Seguimos avanzando por el viacrucis o calvario de piedra mientras contemplamos tan encantadora concha


Recorriendo el exterior de la iglesia, cuyas obras se prolongaron toda una década, hasta 1955, reconocemos en el crucero la inspiración citada por sus constructores en los edificios del Arte Asturiano


Al fondo tenemos las escaleras 1 a la derecha y 0 a la izquierda, desde allí antaño los rapazos de Cimavilla improvisaban una impresionante singladura natatoria, a veces compitiendo, zambulléndose y nadando hasta la lejana Punta del Cervigón, al otro lado de la bahía


En el suelo seguimos viendo las lozas oscuras que delatan el trazado de la antigua muralla, que tenía ahí precisamente uno de sus vértices, al seguir la orografía del acantilado. No obstante a su destrucción, los cronistas posteriores debieron tener noticias de la misma, sobre todo aquellos que, como Pedro Barrantes Maldonado, describen la destrucción de la misma y de la villa en 1395, cuando el conde Alfonso Enríquez tuvo aquí su principal plaza fuerte para hacer valer su derechos al trono de Castilla frente a reyes a los que él consideraba ilegítimos, el último Enrique III, que fue quien puso punto final a las pretensiones del conde tras aquel asedio, que no fue sino el último de una serie que había empezado en 1383 con el conde contra el monarca Juan I, de quien era hermanastro, siendo el padre de ambos Enrique II de Trastámara o de Castilla, quien a su vez era el tercero de los hijos extramatrimoniales de Alfonso XI (bisnieto de Alfonso X El Sabio) y Leonor de Guzmán


El mismo Enrique II había empleado en 1352 sus señoríos asturianos, heredados de su padrino, tutor y amigo fiel de su padre Alfonso XI, el magnate asturiano Rodrigo Álvarez de las Asturias, para sublevarse contra su hermanastro Pedro I, arrebatándole trono y vida, por lo que no es extraño que Alfonso Enríquez se sintiese a hacer valer sus derechos de la misma manera, con gran violencia, revelándose varias veces contra sucesivos reyes, hasta que aquí tuvo su última revuelta, defendiendo la plaza su mujer la condesa Isabel de Portugal mientras él se encontraba en Bretaña solicitando ayuda al rey de Francia Carlos VI. Esta es la primera parte de su biografía, extraída de Wikipedia:
"Alfonso Enríquez de Castilla (Gijón, 1355-MaransBayona o Portugal, después de 1407), conde en Gijón y en Noreña y señor de varios lugares, fue el hijo primogénito, aunque natural y tenido antes de su matrimonio, del rey de Castilla Enrique II de Trastámara y de Elvira Íñiguez. 
Poseyó amplios territorios en Asturias y León. De su padre, recibió en herencia todas sus posesiones en Asturias, entre las que destacan por su posición estratégica los condados de Noreña y Gijón, pero que también incluían RibadesellaVillaviciosaNava y Laviana, entre otros, en el oriente de la provincia, y CudilleroLuarca y Pravia en el occidente. En tierras leonesas, poseyó el señorío de Cabrera y Ribera, las dos Babias, así como la tierra de Argüellos, territorios ambos colindantes con Asturias y que le permitían una posición muy cómoda, al poder moverse entre Asturias y León sin salir de su territorio. 
Infancia y juventud 
Durante los primeros años de su vida, Alfonso permaneció bajo la atenta vigilancia de su padre, que había colocado en puestos de responsabilidad a varios miembros de su familia para tratar de gobernar con cierta tranquilidad. Un año antes de llegar al trono de Castilla, su padre le donó el señorío de Noreña y, como señor de este lugar, Alfonso Enríquez confirmó un documento en noviembre de 1368. En la primavera de 1372, fue armado caballero por su padre estando en Santiago de Compostela y fue, posiblemente en esa fecha, cuando también recibió los títulos de conde de Noreña y de Gijón.6b​ Igualmente heredó de su padrino y ayo, el noble Rodrigo Álvarez de las Asturias, bienes en Asturias y otros lugares, como Paredes de NavaSahagúnValencia de Don Juan y el señorío de Cabrera y Ribera en El Bierzo. 
Hizo sus primeras armas durante la segunda Guerra Fernandina, sometiendo las plazas de Viana del Bollo y Cascais, antes de que el Tratado de Santarém, firmado el 19 de marzo de 1373, pusiese final a la contienda. Para sellar el tratado, se acordó el matrimonio del conde de Noreña con la infanta Isabel, hija bastarda del rey Fernando I de Portugal,​ que en esas fechas tenía solamente unos ocho años de edad. Los esponsorios tuvieron lugar en abril de ese mismo año en Santarém. Alfonso Enríquez huyó a Aviñón para tratar de que el papa Gregorio XI interviniese y anulase el compromiso,​ pero tuvo que ceder ante la confiscación de todos sus bienes que ordenó Enrique II. 
Una vez celebrado el enlace en 1375, Alfonso se unió a las tropas castellanas para la guerra contra Navarra. Para afrontar los gastos derivados de la expedición, decretó un servicio extraordinario en los concejos de su propiedad, así como en algunos que no lo eran, lo que provocó una reacción inmediata, tanto de la Iglesia de Oviedo como de muchos de los miembros de la nobleza laica. Ante esto, tuvo que intervenir el mismo Enrique II prohibiendo a su hijo recaudar en los concejos que no le eran propios y devolver lo tomado indebidamente. 
Estuvo unos nueve meses en la corte del rey Carlos II de Navarra, desde el 29 de marzo de 1376 hasta el 19 de diciembre de ese año, acompañado por dos caballeros, cuatro escuderos y dos mozos, invitados del rey navarro mientras estuviesen en su corte".

"Obligado por su padre, contrajo matrimonio en noviembre de 1375​ en Burgos con Isabel, hija natural del rey Fernando I de Portugal, quien en esa fecha tenía unos once años y, por eso, el matrimonio no se consumó hasta unos años después. El 2 de octubre de 1377, el rey Fernando entregó a su hija Isabel, para su matrimonio con Alfonso, la ciudad de ViseuCelorico da BeiraLinhares y Algodres y el 12 de enero de 1378, el alférez mayor del monarca portugués, Arias Gómez de Silva, prestó homenaje a Enrique II para la guarda del castillo de Celorico, en nombre de la condesa Isabel, y se comprometió a entregarlo a Isabel una vez que se consumase el matrimonio con el conde Alfonso."


Miembro pues de los más altos escalafones de la alta nobleza cortesana, pronto se sentirá inclinado a hacer política en su beneficio, en incluso guerra, de la misma manera que otros habían hecho antes que él, sobre todo una vez fallecido su padre Enrique II de Trastámara:
"En mayo de 1379 falleció Enrique II de Trastámara y le sucedió en el trono de Castilla su primogénito, que reinaría como Juan I de Castilla. Los problemas internos surgirían enseguida. Al comienzo de su reinado, Enrique II había creado un círculo de parientes adeptos (al menos en teoría) a la Corona para reforzar su posición. Pero a lo largo de los años, había aparecido una nueva clase de nobleza funcionaria, que pronto iba a empezar a desplazar a los parientes del rey en el ejercicio de los puestos de responsabilidad, y que sería el principal apoyo de los nuevos Trastámara.
Esta situación no agradó lo más mínimo a la alta nobleza, y Alfonso Enríquez, como parte de ella, enseguida comenzó a demostrarlo. Ya en las cortes de Burgos del año 1379 obtiene las rentas del alfolí de Avilés, y el 12 de diciembre de ese mismo año, la anulación de su matrimonio por sentencia del obispo de Oviedo Gutierre de Toledo, aunque no surtió efecto, dado que al final se consumó el matrimonio. En 1380, Juan I dictó una serie de normas destinadas a evitar el atropello de la nobleza sobre los señoríos y encomiendas a su cargo; entre los damnificados estaba el conde Alfonso, que se ve obligado a devolver tierras arrebatadas indebidamente a los monasterios de Cornellana, los señoríos de la catedral de Oviedo y Sahagún."

Esto ocasionaría sin duda un honde rencor en Alfonso Enríquez, quien se opondría férreamente a la política del monarca muy poco tiempo después, sublevándose:
"En la primavera de 1381, el rey castellano estaba preparando la guerra con Portugal y su medio hermano, Alfonso Enríquez, sabiendo que toda la «gente de guerra» de Asturias se encontraba fuera de la región, ofreció a Inglaterra, aliado de Portugal, el puerto de la ciudad de Gijón. Su hermano Juan I lo encarceló en Gijón cuando tuvo conocimiento de estos planes, pero otra vez, gracias a la intercesión del obispo de Oviedo, recuperó sus territorios en Asturias y León, incluyendo el condado de Noreña, después de haber hecho juramento, pleito y homenaje a su hermano el rey en la Catedral de Oviedo.​ 
Sin embargo, el conde de Noreña persistió en su planes y preparó una nueva sublevación. Su hermano el rey le encomendó una misión para unas negociaciones con Portugal y, a principios de 1382, Alfonso Enríquez, con el permiso de su hermano, fue a Braganza pero, en vez de defender la causa de Castilla, ocultó sus intenciones e intentó obtener el apoyo de Inglaterra a Portugal para sus propias reivindicaciones. Estando en Zamora, el 23 de junio de 1382, el monarca castellano confiscó todos los bienes del conde de Noreña en Asturias y en las montañas de León. 
En 1383 Juan I descubrió nuevos tratados del conde de Noreña con el rey de Portugal y se vio obligado a acudir a Asturias con urgencia. No obstante, el rey actuó con prontitud y rindió toda la región, a excepción de Gijón, donde se refugió el rebelde, que acabaría acogiéndose nuevamente al perdón de su hermano el 18 de julio de 1383 después de haber sido hecho prisionero en La Puebla de Montalban bajo la custodia del arzobispo de Toledo Pedro Tenorio. El conde Alfonso prestó pleito-homenaje a su hermano el rey, prometió servirle, entregar a su hija Beatriz como rehén y entregar el alcázar y villa de Gijón el 20 de ese mes.​ 
En septiembre del mismo año, después de celebrarse las cortes de Segovia, el rey donó todos los bienes del conde en Asturias al obispo de Oviedo, Gutierre de Toledo, incluyendo el condado de Noreña, aunque para compensarle, el rey le concedió a cambio el título de conde de Valencia de don Juan en tierras mucho más accesibles y controlables. Además, concedió a su hijo Enrique el título de Príncipe de Asturias, con todos sus señoríos; de esta forma, se vinculan a la corona una serie de territorios de difícil acceso que constituían un entorno ideal para conspiraciones y rebeliones, dado su aislamiento y orografía. 
Poco después, y a raíz de la muerte Fernando I de Portugal en octubre de 1383, Juan I decidió encarcelar a Alfonso en el castillo de Almonacid, ya que, al estar casado con una hija del difunto rey lusitano, era su rival y podía mermar sus derechos, como esposo de Beatriz de Portugal, al trono de Portugal. En julio de 1386, fueron confiscados todos sus bienes. Su encarcelamiento se prolongó durante ocho años y, solo a la muerte del rey, en 1390, pudo Alfonso Enríquez recuperar su libertad y posesiones."

Aquí, en la esquina entre la Escalera 1 y la Escalera 0, se aprecia una forma circular, se trata del lugar en el que se encontraba una de las torres de la muralla, cuyos cimientos se encuentran justo debajo. Esta plaza fuerte gijonesa fue, como vemos, un elemento estratégico de primer orden en la política del momento, desde donde Alfonso Enríquez, una vez la recuperó, volvió a hacerla centro de su teatro de operaciones, empezando prontamente el primer gran asedio:
"Tras el fallecimiento de Juan I, y aprovechando la inestabilidad de la situación, Alfonso logró que se le devolvieran sus posesiones. Junto con otros miembros de la alta nobleza, trató de entrar en el Consejo de Regencia que gobernó durante la minoría de edad de Enrique III. Los enfrentamientos entre la alta nobleza creada por Enrique II y la nobleza funcionaria continuaron, imponiéndose finalmente esta última. 
Ante esta situación, el conde Alfonso, junto con Pedro Enríquez de Castillaconde de Trastámara, su hermano Fadriqueduque de Benavente, y la reina Leonor de Navarra, comenzaron a trazar nuevos planes para hacerse con el poder desde su fortaleza de Lillo, pero la unión se rompió pronto y Alfonso se vio nuevamente solo frente al rey. 
En agosto de 1394, Enrique III partió de Valladolid hacia Asturias para someter nuevamente a Alfonso. Para ello, organizó una flota que debería cercar Gijón por mar, mientras que él entraría desde León atravesando el puerto de Pajares. Por su parte, el conde centró su defensa en las plazas fuertes de Gijón y el Castillo de San Martín (en Soto del Barco). Trató también de tomar Oviedo, pero fracasó estrepitosamente ante la oposición de la burguesía y el obispado. Gijón era una auténtica fortaleza natural; amurallada desde tiempos romanos y situada sobre una península, la única entrada a la ciudad era a través de un pasillo de arena que se borraba en la pleamar, con lo que un ejército sitiador tenía muy pocos puntos por los que acceder a la ciudad. El rey puso sitio a Gijón durante varios meses, pero como el asedio se prolongaba y el invierno se les echaba encima, Alfonso Enríquez y Enrique III decidieron firmar una tregua de seis meses, durante la que someterían sus diferencias al juicio de Carlos VI de Francia, que, a petición del conde Alfonso, prorrogaría la tregua otros seis meses. Transcurrido el tiempo, Carlos VI no dio un dictamen definitivo, aunque recomendó al conde que depusiera su actitud y se sometiera al rey de Castilla."

La plaza disponía pues de su defensa natural además de las murallas, pero llegó un momento en el que eso constituiría su perdición. Una vez pactada la marcha de los defensores fue arrasada para evitar volviese a ser causa de problemas:
"Vistos los resultados, el rey organizó el cerco a la ciudad, ya en la segunda quincena de julio de 1395, y Alfonso se preparó para un nuevo sitio, aprovisionándose de alimentos y armas, tras lo que partió hacia Bayona en busca de ayuda inglesa, dejando el cerco en manos de su esposa Isabel. El sitio se prolongó durante más de un mes, tiempo en el que los castellanos ensayaron el uso de la artillería contra las murallas de Gijón, cuyos defensores aguantaron el duro asedio. Finalmente, y como no acababan de llegar los refuerzos, Isabel, la esposa del conde, rindió la ciudad tras asegurar su vida y la de su familia. El rey entregó a Isabel a su hijo Enrique de Noroña, que había mantenido como rehén, y «le mandó que se saliese del Reyno, y le fuesse a buscar a su marido que a la saçon se hallava en tierra de Sanctonge, como lo hizo...»

Por su parte, Enrique III, una vez firmado el acuerdo, ordenó la destrucción de la villa, poniendo fin a las revueltas trastamaristas en general y a las del conde Alfonso en particular."

Alfonso Enríquez no cesaría tampoco esta vez en sus pretensiones, pero el haber perdido esta fortaleza gijonesa le haría deambular por diferentes lugares, siempre buscando apoyos a su causa, tanto es así que no se sabe a ciencia cierta cuándo ni dónde murió, años después:
"Poco se conoce de los últimos años del conde Alfonso, salvo que fue preso por orden del rey en San Juan de Luz, aunque liberado poco después, y que se rumoreó estaba implicado en una conspiración del rey de Portugal contra Enrique III en 1397, aunque nunca se supo con certeza. 
Estuvo varios años en Bayona. En marzo de 1396, Juan Hurtado de Mendoza, mayordomo mayor del rey Enrique III de Castilla, escribió al consejo de Burgos sobre la información que le habían proporcionado los hombres que tenía en Bayona, así como el obispo de dicha ciudad sobre el conde de Noreña. Una de las noticias era sobre Isabel de Portugal, que había salido de Castilla hacia Bayona y «el enfado del conde por ello, y su intención de enviarla como emisaria ante el rey de Castilla.» En 8 de enero de 1397, el rey Carlos III de Navarra ordenó el pago por dos paños que la reina Leonor de Trastámara había enviado como regalo a la mujer del conde Alfonso en Bayona.​ En la documentación del reinado de Enrique III, y pocos años después de su defunción, se confirma la presencia del conde Alfonso en Bayona durante varios años. El 1 de enero de 1407, Enrique, hijo de Alfonso, recibió veinte libras para ir a ver a su padre que se encontraba en Bayona. 
El último documento donde se menciona al conde Alfonso en dicha colección de documentos está datado el 15 de marzo de 1407 —aunque no necesariamente implique que falleció poco después— es una carta del rey Martín I de Aragón dirigida a Alfonso en la que le ordenaba «su alejamiento de la frontera con Castilla y su regreso dentro de los territorios aragoneses, prohibiéndole pasar más adelante a la ciudad de Zaragoza y acercarse a Castilla menos de veinte leguas. Dicha orden es consecuencia de las misivas enviadas por los reyes de Castilla y el infante Fernando (hermano de Enrique III) una vez enterados de que dicho conde se encontraba "acostado" a una legua de la frontera entre Aragón y Castilla, a pesar de que Enrique III había concedido licencia para que pudiera vivir en Aragón, según le había rogado Martín I a instancias de Alfonso.»​ 
No se conoce ni la fecha ni el lugar de su defunción. Pudo haber sido en Portugal, en Marans o en Bayona."

La planta de la torre respecto al vértice de la muralla. La iglesia construida en el siglo XV se asentó en buena parte sobre sus cimientos y, a la vez y sobre ella, este nuevo templo parroquial edificado entre 1945 y 1955. En su crónica, el mencionado Pedro Barrantes Maldonado, dice así referente al asedio de Enrique III:
"... y entró en Astúrias y cercó la villa de Gijón, donde estaba el conde don Pedro con cien hombres de armas é cuatrocientos hombres descudos é cien ballesteros é hizo hacer un palenque a la redonda de Gijón é batirlas (las murallas) (...) Y de allí fue a Gijón é cercólo y estuvo sobre él hasta que lo tomó (...) y el Rey mandó derribar por el suelo la villa y el castillo de Gión, é partióse de allí é tornóse a Madrid."

Un cronista anónimo escribe un documento, fechado en 1650, en el que narrando sucesos acaecidos cien años atrás, describe el trazado de la que él llama la "cerca antigua", esto es, la muralla, que aunque derribada sería en gran parte visible, mencionando en él la iglesia:
"La cerca antigua, vino desde la Garita hacia Somió, frisando con la ería de la atalaya, hacia la iglesia de San Pedro y por debaxo de las figares de los gorgoyos, gran muralla de argamasa, fue a dar al torrijón de junto a la cárcel, y de allí por junto a la casa de Joan Morán Riverrayba del Mielgo derecho a la pescadería y a la rava y la garita, y todo de argamasa fuerte"

La línea de asedio estaría más allá del istmo arenoso que unía la ciudad vieja con tierra firme. Sabemos que los edificios construidos en la zona del Náutico ya se asentaron sobre buena roca, pero lo más seguro es que estuviese en la estratégica elevación que era el Monte Begoña, actual paseo, donde tiempo después se levantaría la capilla que le dio nombre


Todo lo demás eran arenales y dunas hasta lo que ahora es la Avenida de la Costa, unos trescientos y pico metros más allá del actual Paseo del Muro, antiguamente carretera y antes aún el camín real costero, desde el que varios ramales salían hacia la antigua villa, uno viniendo por la zona de El Bibio y actual barrio de L'Arena, otro por el citado Monte Begoña y otros más al oeste. Se supone que los dos dos primeros serían los más empleados por los peregrinos que venían camino de Santiago para hospedarse en el Hospital de Corraxos


Enrique III no estaría en primera línea de asedio, sino algo más atrás, en un lugar en el que su campamento quedó plasmado en la toponimia, El Real, un poco más al sur de Begoña, en la cuesta de Ciares, donde una fuente ofrecía buen suministro de agua y su posición elevada daba excelente vista del campo de batalla, con sus propias tropas en primer término, por lo que podría decidir sus posiciones y tener un buen panorama de conjunto de todo el teatro de operaciones. Otro cronista, Ambrosio de Morales, escribiría en 1586 lo siguiente de la fortaleza gijonesa:
"Era entonces en Asturias Gijon lugar muy fortalecido desde el tiempo de los romanos, que (como se ha dicho) le llamaban las Aras Sextianas, y lo tuvieron como alcázar y firme presidio, para la sujeción de toda aquella provincia. Y era tanta la fortaleca de aquel lugar, assi por ser el sitio natural más alto y enriscado de mas de ser península cercada quasi toda de mar, como por la fortificación de sus muros y castillo. Lo uno y lo otro hasta el tiempo del Rey don Iuan el primero, que con buen consejo, como en su coronica se cuenta, mando derribar la cerca y la fortaleza, por el mucho aparejo quen aquella villa avia, para alzarse Infantes y otros cavalleros, conforme alos exemplos frescos, quentonces de esto se tenian. Y aun agora con estar todo por el suelo, se muestra la braveza de la fortificación antigua con rasgos de murallas de mas de veynte pies de ancho, a que arribaba el terrepleno. Con esto y con no ser entonces edificada la ciudad de Oviedo, como a su tiempose vera, era Gijon el lugar mas principal de toda la provincia. añadiendose la comodidad de su puerto, y otras buenas qualidades que la hazen tambien agora la mejor y más importante villa de todo aquel principado".

Observamos la cabecera de la iglesia y su ábside, donde se encuentra la girola o deambulatorio, un elemento que del románico pasó al gótico y que es muy común en iglesias grandes para permitir una mayor fluidez del paso de gentes que acuden a orar ante los santos, capillas y reliquias del interior sin molestar a las ceremonias religiosas que pudiesen estar oficiándose en la capilla mayor


Y pasamos a la Escalera 0. Realmente la numeración y las escaleras empezaban por la Escalera 1, , pero en el año 2008 y por petición popular se hizo esta nueva para bajar directamente a esta parte del pedreru. Es la escalera llamada La Cantábrica, como el antiguo balneario aquí existente antaño, donde ahora vemos a nuestra izquierda las instalaciones del Real Club Astur de Regatas


La muralla se sabe subía hacia La Talaya y que por las inmediaciones de La Fontica, fuente que proveía de agua canalizada a las termas del Campo Valdés (con leyenda de xanes, ninfas asturianas, incluida) daba paso a los acantilados del Cerro de Santa Catalina como defensa natural. Hacia finales del siglo XVI tenemos este escrito del historiador Tirso de Avilés y Hevia que también la menciona:
"Estuvo antiguamente muy bien cercada de murallas hasta que el Rey Dn. Juan el I la vino a poner cerco, por entrar en ella el Ynfante Dn. Alonso su hermano, donde se hizo fuerte hasta que por concierto entregó la dicha villa después que mandó derribar la dicha cerca y Alcazar, de la qual parecen hoy muchas ruinas"

Llegar a La Cantábrica supone para nosotros llegar al final del Paseo del Muro siguiendo el trazado del Camino de Santiago en Gijón/Xixón, desde El Puente'l Piles hasta San Pedro, si bien nos hemos desviado unos metros del mismo para visitar estos lugares


Estas aguas serían surcadas por uno de los aliados de la condesa Isabel de Portugal y Alfonso Enríquez, el inglés Harry Pay, "marino y pirata" como le califica su biógrafo Miguel Murugarren Barrio, quien con sus buques y tropas ayudó a los defensores, además de organizar la salida pactada de los mismos tras un canje de rehenes y vista la inutilidad de prolongar tan dramática resistencia


El contexto europeo de este y otros conflictos en los que participó Harry Pay, y que marcaron los años de sus luchas más intensas fue la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia, la cual influía en otras guerras en un muy difícil y muy cambiante juego de bandos, equilibrios geopolíticos y alianzas, como dice Murugarren:
"... por un lado Castilla y Francia, y por otro Inglaterra, con Portugal como aliado. Reinaba en Inglaterra (1399-1413) Enrique IV, de la Casa de Lancaster. Su postura, en principio, fue la de mantener la tregua con Francia y Castilla. Se daba una situación un tanto forzada en la que el rey inglés era hermano de la reina de Portugal y de la reina de Castilla, cuyo marido, el rey (1390-1406) Enrique III, de Trastámara, era aliado del rey francés (1380-1422), Carlos VI."


Harry Pay era hasta no ha mucho recordado con la expresión local "yes más malu que l'Arripay" con la que se regañaba a los niños revoltosos. El inglés, según Murugarren, empezaría aquí lo más destacado de su carrera bélica. Alude para ello la crónica de El Victorial, dedicada a un gran oponente personal de Pay en este sitio, Pero Niño, militar, marino y corsario castellano al servicio de Enrique III, casi su equivalente pues en el bando contrario, pues este, aún adolescente, ya participaba también en sus primeras grandes luchas:
"El primer hecho en el que se ve envuelto Pay, de una forma un tanto confusa que matizaremos enseguida, es la quema de Gijón, en 1395. En “El Victorial”, el autor al hablar del inglés dice 
Este Arripay quemó Gijón e a Finisterra, e llevó el cruzefijo de Santa María de Finesterra, que era nombrado por el más devoto de todas las partidas: e ansí era verdad, e yo le vi. E fizo otros muchos daños en Castilla, de muchos prisioneros e rescates. E aunque otros navios andavan armados de Inglaterra, aquél era el que más lo continuava
Nos vamos a servir del capítulo que Fernández Duro dedicó a las “Campañas de Pero Niño” para dar otra versión del incendio de Gijón y una posible explicación de la presencia de Pay en esas fechas en la población asturiana. 

Este puerto estaba abierto a los ingleses, y el "‘revoltoso" conde de Gijón era favorecido por Portugal e Inglaterra, teniendo trato especialmente con los ingleses de Baiona. La quema de Gijón es un episodio importante de la guerra interna que libraba Castilla, y fue el punto final del sitio al que el rey Enrique III le sometió. Citando al historiador local Estanislao Rendueles, Fernández Duro sitúa la defensa de esta población en manos de doña Isabel, esposa del conde, secundada por “aventureros" a sueldo de diversas procedencias, entre los que abundaban los ingleses, traídos por el duque de Lancaster. La condesa, con el fin de aflojar el bloqueo a que la flota castellana sometía al puerto, simuló intenciones de capitular. La víspera del día que se había fijado para la entrega de la ciudad, escapó en una embarcación con rumbo a Bayona, no sin antes haber prendido fuego a Gijón. 

Retomando el tema central de nuestro interés, señalaremos que entre los sitiadores de Gijón destacó el entonces doncel del rey, Pero Niño. Seguramente le acompañaría ya el alférez Diez de Games. Harry Pay se encontraría entre los “aventureros” que defendieron la ciudad, siendo por tanto su responsabilidad en el incendio ciertamente relativa. Pero para un caballero como Pero Niño esa afrenta era imposible de olvidar."


A lo lejos, una hermosa vista del Cabo San Llorienzo o San Lorenzo con La Fontica o Isla la Tortuga en su extremo y, a su derecha, los acantilados jurásicos de Peñarrubia, con gran riqueza fósil y cuyo color da nombre a la playa allí situada, sobre la que pasa la senda costera. El actual parque fue zona de pastos de los antiguos campesinos de esos barrios de la parroquia de Somió, la cual pasó al ejército cuando, ya a finales del siglo XIX, la inestabilidad política con Estados Unidos a causa de Cuba hacía presagiar una guerra en la que no descartaban ataques marítimos, por lo que fueron fortificándose estos cabos, desde este al de Santa Catalina (La Talaya) y el Cabo Torres


Ahora vemos muy bien el solar de la antigua capilla de San Llorienzo de la Tierra en el tómbolo verde de La Fontica, bajo la que se encuentra la cueva del cuélebre que, según la leyenda, echó Gorín el ermitaño, tras cuya muerte se construyó en santuario luego trasladado a La Colina'l Cuervu, donde aquel graznaba para avisar a los pescadores que había que llevarle la comida y provisiones a Gorín, una vez al mes. La leyenda parece llena de simbolismos ancestrales, cristianos y paganos: San Lorenzo representa al Sol, mientras Santa Catalina, el cerro donde se asienta Cimavilla, simboliza a la luna, viendo algunos una evidente cristianización de ancestrales cultos costeros


El cuervo a la vez es uno de los símbolos del dios Lug, Lugh o Lugus, pues allí donde no llegaban sus sentidos, ojos, voz, oídos, lo hacían sus cuervos. Lug era la divinidad principal del panteón celta en Iberia, Galia, Irlanda y Albión (Islas Británicas), que dio origen a numerosos topónimos y a la gentilidad astur de los luggoni o hijos de Lug, a la que pertenecerían las gentes de este tramo de costa, cilúrnigos y argenticaenos. Una de las cristianizaciones de esta divinidad era también San Lorenzo, pues ambos cultos se celebran en agosto, Lugnasad o bodas de Lug y lágrimas de San Lorenzo o Perseidas. Además siempre que a San Lorenzo es venerado en lugares con tesoros, como este es el caso, se relaciona con el Santo Grial, pues es el guardián de los tesoros de la Iglesia. Esta capilla fue centro de una gran procesión marinera a la que iban los pescadores de Cimavilla en lancha, pero también los de Tazones, Candás, Lluanco y Llastres, el día 10 de agosto, festividad de San Lorenzo



La Escalera 0 y el Real Club Astur de Regatas en pleamar, con la piscina casi natural allí existente totalmente sumergida. Este era el lugar donde estaba primeramente el balneario La Cantábrica, inaugurado en 1892 en un lugar de baños espontáneos en torno a la Peña Santa Ana, desde como hemos dicho los chiquillos del barrio iban nadando hasta El Cervigón


La Cantábrica era un grande y largo edificio con planta alta de corredor y escaleras hacia este xigal o pequeña cala de rocas, pedreru y regodones, piedras redondeadas como resultado de la erosión, los cantos rodados que cubren su lecho y forman una cala pedregosa a manera de pequeña playa de piedras


Para preservar la pudorosa intimidad de entonces, en La Cantábrica había unas casetas baratas, "les casetes d'a perrina" para los aficionados a los "baños de ola", según escribe el cronista Víctor Labrada, quien nos dice también que a La Cantábrica se entraba por una puerta casi pegada a la trasera de la iglesia vieja, y que las gentes del barrio se encontraban muy orgullosas con este balneario al que acudían las madres con sus hijos y hasta los curas


Aquí tenemos esta diminuta ensenada de rocas y pedregal sobre la que se construyó el balneario y luego, en base a él, el club de regatas. En la página Gijón en el recuerdo, como dice su nombre, recordamos su historia:
"En 1892, en plena expansión del fenómeno balneario en el litoral asturiano, se otorgaría la concesión para este balneario, el ultimo en ser construido en la concha de San Lorenzo; si bien su ubicación no seria en el arenal de San Lorenzo, sino que la concesión afectaba al lugar conocido como «tras la iglesia», un espacio de baños tradicional en décadas anteriores al oeste de la playa, en el inicio de la península de Santa Catalina. En cuanto a la concesión de este balneario hay una serie de cuestiones que llaman la atención, pues si bien la concesión sería otorgada al gijonés Andrés Corsino Rodríguez , éste previamente ya había vendido una participación de la misma al industrial ovetense Rodrigo Fontela por el precio de 7.500 ptas.; participación que parece ser afectaba a la totalidad de la concesión, puesto que en la documentación posterior aparece como único propietario o concesionario el propio Rodrigo Fontela quien siete años más tarde, el 22 de agosto 1899, cedería en pago la casa de baños y su concesión a Policarpo Herrero Vázquez. Todo esto viene a indicar la existencia de prácticas más o menos encubiertas de enajenación de unos bienes por ley invendibles. Este balneario contaba con dos plantas; en la planta baja estaban instaladas casetas para baños de mar y en la planta alta «habitaciones para baños calientes, con pilas de mármol prensado, chorros de aguas y duchas escocesas con cabeza de regadera, presentando en todo su frente una gran galería para solaz y entretenimiento de los bañistas».

La Cantábrica, además de casetas baratas disponía de habitaciones de lujo y una cuesta, a la sombra de una parra, era el acceso a la casa del bañeru. o encargado de los baños, pues la gente recababa ayuda para meterse en el agua, agarrados muchas veces a una soga, para que no los tirase el oleaje:
"Aunque el emplazamiento , por su seguridad, era considerado tradicionalmente como óptimo para los baños de mar, no lo debió de ser tanto desde el punto de vista de las condiciones higiénicas, pues allí desaguaban varias alcantarillas, circunstancia que no fue corregida hasta 1893, año en que por acuerdo municipal del 18 de febrero se autorizaría al concesionario para variar el desagüe de los excusados de la fábrica de tabacos que pasaban por debajo del balneario.
El promotor de este balneario tampoco fue ajeno a la elaboración de las ya mencionadas estrategias para monopolizar espacios de playa y evitar la ubicación de nuevos competidores. Puesto que el balneario ocupaba la totalidad de aquella playa parece evidente que ningún otro competidor podría establecerse allí, pero además intentaría controlar en exclusiva el uso de la misma, para lo cual en 1893 emprendería el cercado de la concesión. También, trataría de evitar la competencia solicitando la concesión del espacio existente entre su establecimiento y el balneario «Las Carolinas», para la construcción de otros dos denominados  «Las Perlas Cantábricas», unidos entre sí y con el balneario «La Cantábrica» por puentes."

Uno de sus lemas fue: "Se curan todas la enfermedades, como en Alemania, por medio del agua", símbolo de aquellos tiempos en los que se prescribían las facultades de las zambullidas marinas de los popularísimos "baños de ola, de algas y de carquexa" por sus propiedades medicinales, de las que nos habla José Antonio Fidalgo, Cronista Oficial de Colunga:
"Fue costumbre muy antigua que las gentes de los pueblos de «tierra adentro», cercanos a zonas de costa, se desplazaran a «pueblos de playa» para, durante 9 días, TOMAR BAÑOS. Esto se hacía a la madrugada y durante los primeros días de junio o de septiembre. 
Las señoras y señoritas «pudientes» vestían trajes de baño enteros (de cuello a rodilla); las de «menos posibles» cubrían su cuerpo con un paño amplio a modo de sábana. 
Las llamaban «bañistes del sábanu». 
Y si no había «posibles», un saco blanco de los de azúcar, con un agujero para la cabeza, hacía de casulla-bañador. 
Los ferrocarriles que llevaban turistas desde tierra adentro a localidades playeras se conocían como TRENES BOTIJO. 
Unas personas paseaban por la arena mojada y después se bañaban en el mar (BAÑOS DE OLA) ; otras ,antes de meterse al agua, masajeaban su cuerpo con algas marinas (BAÑOS DE ALGAS), para prevenir o curar afecciones de tiroides (bocio, que llamaban «papu»); y las más exigentes lo masajeaban con ramas de carquexa cocidas en agua de mar y después se bañaban en las olas (BAÑOS DE CARQUEXA). 
Así trataban dolores reumáticos, problemas de varices, afecciones respiratorias y purificaban la sangre mediante el sudor. 
En algunos pueblos -y de esto tenemos constancia- había muchachos que ganaban unos dinerillos cociendo las ramas de caxigos al lado mismo de la playa y atendiendo a las peticiones de los y las bañistas. En las ciudades de playa de tronío, como Gijón, había balnearios en la línea de costa y ofertaban a su clientela baños de estos tres tipos citados, mediante un «módico pago». En Gijón, por ejemplo, en los años del cuplé, Las Carolinas y La Favorita (dos balnearios célebres) cobraban los BAÑOS DE OLA a O,50 PTA y los de ALGAS o CARQUEXA a 1,75 PTA. 
Hoy nadie usa de la carquexa. Los trajes de baño se reducen a la mínima expresión («tanga») en el mejor de los casos y, cada vez con más frecuencia, se convierten en monokini («topless) o en cerokini (despelote total)."

Como hemos visto, parte de los terrenos del litoral gijonés habían pasado, acabando el siglo XX, al Ministerio de la Guerra, y por aquí pasaba el límite del espacio afectado por una batería de costa, la de San Pedro, lo que estuvo a punto de obligar a demoler el balneario al querer ampliarse también en esa dirección. Volvemos a leer a Ramón Alvargonzález Rodríguez:

"... se puede señalar la ocupación por parte de Rodrigo Fontela de una porción de terrenos perteneciente al Ministerio de la Guerra en la zona de servidumbre de la batería de San Pedro, que a punto estuvo de costarle la demolición del balneario, pues por comunicación de enero de 1895 el Ministerio de la Guerra le ordenaba demoler la parte del balneario que estaba ocupando tales terrenos.   
Sin embargo en este caso, y al contrario de lo ocurrido con otros concesionarios, Fontela  contó en el Ayuntamiento con «eficaces» defensores que lograron que el Ministerio cambiase de opinión y accediera a no demolerlo, previo pago de los terrenos en «pública subasta», tasándose en 99 ptas, el metro cuadrado, tras lo cual sería reconocido como legítimo dueño. Esto supondría además un reforzamiento del monopolio de uso de la playa, ya que al «ampliarse» la concesión desaparecería una rampa de bajada al mar existente en los antiguos terrenos de la batería, quedando para «servicio público» de la playa sólo la escalinata contigua a la Iglesia de San Pedro.   
Fontela pretendía aprovechar los terrenos recién adquiridos para construir un hotel destinado a los bañistas de su balneario , lo que solicitaría al Ayuntamiento en 1896 siendo autorizado; aunque al final el hotel no sería construido, debido a las negativas perspectivas de negocio, pues como señala Victor Labrada «La Cantábrica ubicada donde hoy esta el frontón y depósito de balandros del club de Regatas (…) sólo era concurrida por los bañistas de ola, que utilizaban las casetas de a perrina (…),y les gordes del barrio para tomar baños de carquexa o medicinales (…); fue inaugurado en 1893 y murió de aburrimiento».   
Al mismo respecto, Pérez Nieva señalaba en 1895 que, por su ubicación, el balneario no era favorecido por las clases acomodadas, pues «no era balcón y escaparate» como el balneario «Las Carolinas»


Según caminamos por la explanada, admiramos toda la girola y cabecera de la iglesia


Luego subiremos por las escaleras hacia la Residencia Cimadevilla, donde estuvo, recordamos, el cementerio de La Visitación. Más arriba, la calle Batería guarda la memoria de aquel antiguo emplazamiento artillero, cuyo origen habría que buscarlo en las 8 baterías de costa emplazadas en la costa gijonesa en 1781, defensa reforzada un siglo después


El Balneario La Cantábrica fue demolido en 1921 para ampliar el club de regatas, fundado unos años antes y que llevaban tiempo buscando una sede netamente marítima, hallándola aquí. Su primer presidente, José Antonio García Sol, lo compró de su pecunio a Policarpo Herrero Vázquez (que acababa de fundar el Banco Herrero) en escritura firmada a fecha 31 de enero de 1920 por 28.000 pesetas, cediéndolo posteriormente al club, operación realizada ante el notario Secundino de la Torre, para construir una piscina, frontón y jardines según proyecto del arquitecto municipal Miguel García de la Cruz, responsable de la ampliación reciente de El Muro hasta el Piles y de otros muchos edificios y construcciones


El Real Club Astur de Regatas en una mañana de principios de primavera, casi vacío y con la cala en bajamar


Aquí ahora una mañana de verano, con más actividad y gente. La marea, subiendo


El mismo día, pero por la tarde y pleamar. Como la playa la mayor afluencia se registra pasado el mediodía


El Balneario La Cantábrica estaba justo enfrente, donde ahora vemos las piscinas del club, del cual se inauguró en 1922 el pabellón, embellecido por Juan Morán, siendo en 1930 el arquitecto Manuel del Busto, del que también tanto hablamos en nuestro periplo gijonés, el encargado de darle más empaque con nuevos añadidos


El club, aunque fundado en 1911 en el Casino de Gijón del Paseo de Begoña, intentó primeramente adquirir los terrenos para su sede en la antigua aduana del muelle pesquero, que se dedicaron finalmente a rula o lonja de pescado, habiendo entonces de instalarse momentáneamente en la calle Corrida hasta que apareciese un espacio más cercano al mar. Sus orígenes son pues estos, según leemos en la página web de la entidad:
"Fundado en el año de 1911 bajo la idea y mecenazgo de jóvenes gijoneses entusiastas deportistas, a semejanza de lo acaecido en otras ciudades y puertos de la Costa del Cantábrico, aunaron esfuerzos e ilusiones para constituir una entidad, cuya finalidad, conforme al Art. 1 de los Estatutos Fundacionales, era propagar la afición a la navegación de recreo, siendo extraño al fin social todo acto o manifestación con tendencia política o religiosa".

Por fin se compraron en 1913 unos terrenos, contiguos a La Cantábrica, al pie de la antigua Batería de San Pedro. Por entonces el rey Alfonso XIII ya era su Presidente de Honor, participando en las regatas de los años 1912 y 1913. Luego sus dependencias se ampliaron en 1920 con la adquisición del balneario, como hemos visto. Leemos de estos comienzos en Wikipedia:
"El RCAR fue fundado el 11 de septiembre de 1911 en el pabellón del Casino de Gijón, en el Paseo de Begoña. Es, por lo tanto, una de las instituciones más antiguas del municipio. El rey Alfonso XIII aceptó, poco después de su fundación, la Presidencia de Honor, y participó en las regatas de 1912 y 1913 con el Giralda II.

Se acordó iniciar las gestiones para ubicar la sede del club en el edificio de la antigua Aduana (posteriormente dedicado a lonja de pescado), en el puerto local, pero las gestiones resultaron fallidas y se instaló en la calle Corrida, mientras se buscaba ubicación con acceso al mar. El 27 de abril de 1913 se consiguió adquirir los terrenos de la batería de San Pedro, en Cimadevilla, y se construyó el edificio social original, denominado pabellón de Santa Catalina, obra de Manuel del Busto"

En 1925 se inauguró su piscina, la primera de la ciudad, que era de agua salada


El edificio del Real Club Astur de Regatas fue destruido en la guerra civil y se reconstruyó a partir de 1940 con planos de los arquitectos Francisco y Federico Somolinos, siguiendo criterios del estilo racionalista, consiguiéndose un edificio aterrazado en este nuevo pabellón de inspiración náutica que imita los existentes en San Sebastián y Vigo

 
Los vestuarios, abajo, son uno de los elementos conservados anteriores al conflicto


Aquí están la piscina y el solarium, arriba, en el Pabellón Santa Catalina, está el Comedor de los Tamarindos, y sus terrazas y cafetería, fácil de reconocer por los árboles de esta especie, que ofrecen buena sombra, además de resistencia a los vientos marinos. El comedor fue habilitado en 2002 como comedor privado para eventos familiares, comidas de empresa o trabajo y similares


Arriba, en lo que se asemeja un puente de mando está La Rotonda, orientada a la bahía, magnífico mirador habilitado como comedor durante el mandato del ex-presidente Joaquín Merediz en la última década del siglo XX. Fue seguidamente remodelado a principios del siglo XXI con el también ex-presidente Fernando González Landa. Tiene una capacidad de unas 40-45 personas


Pero la sala mayor es el Salón Principal, que se reserva para grandes celebraciones como bodas y banquetes pues su capacidad va de 142 a 180 personas. Hay también un Pabellón de Cristal, polivalente para celebraciones más pequeñas como cumpleaños y bautizos o recepciones y diversas actividades como reuniones, conferencias, etc.


Dispone también de cafetería, restaurante, gimnasio etc. Sigue manteniendo también su sede en la calle Corrida

 
Entre las actividades deportivas, orientadas al mar, están por supuesto, las regatas de, vela ligera. Volvemos a consultar Wikipedia:
"El RCAR organizó entre 1912 y 1919, ambos años incluidos, la Copa del Rey, que se había celebrado por primera vez en 1905 organizada por el Real Sporting Club y que desde 1982 organiza el Real Club Náutico de Palma
En vela ligera ha destacado, a nivel nacional, por su flota Snipe, inscrita oficialmente en la SCIRA en 1941 con el número 152. Desde 1957, cuando organizó el I Campeonato Regional del Norte de España (que incluía las flotas de Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y Asturias), el RCAR ha organizado gran cantidad de pruebas, entre las que destacan la Copa de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, desde 1963 hasta 1986, además de cuatro Campeonatos de España absolutos (1966, 1974, 1986 y 2011), tres juveniles (1990, 2003 y 2011), y uno femenino (2011); tres Campeonatos Ibéricos (1973, 1993 y 2017); dos Campeonatos del Sur de Europa (1992 y 2014); dos Copas de España (2003 y 2018), y una Copa de España juvenil (1986) de la clase Snipe. En la actualidad, el RCAR utiliza el Optimist como barco de iniciación en su escuela de vela, mientras que la flota Snipe sigue siendo la más relevante como clase de dos tripulantes y la Láser en embarcaciones de un solo tripulante. 
Las regatas de vela ligera más importantes que organiza el club actualmente son el "Memorial Carlos del Castillo"; los trofeos "Villa de Gijón", "Hispanidad", "San Pedro" y "Santa Catalina"; la "Liga de Temporada", y casi todas las ediciones de los campeonatos de Asturias de SnipeVaurienCadeteLáser, y Optimist. En Vela de crucero, el RCAR organiza las regatas "El Gaitero", "Carnaval", "Universidad de Oviedo, "Villa de Gijón", "otoño", y "primavera". También organiza regatas de radiocontrol, como el campeonato de Asturias de Micro Magic. 
El equipo Wanted del armador Ricardo Simal participó en la Fastnet Race de 2017 con un Swan 411, el Bullbox del armador Luis Noguera ganó el Campeonato de España de Cruceros de 2022."

En cuanto a su Escuela de vela esta no se halla aquí sino al otro lado de Cimavilla, en el Puerto Deportivo, antiguo muelle local, que visitaremos siguiendo camino:
"Su escuela de vela, dirigida por Eva Díez, imparte formación tanto a los socios del club como a los que no lo son. Ofrece cursillos en barcos propios de la escuela en las siguientes clases: 
Raquero, para iniciación a la navegación a partir de los 8 años de edad. 
Optimist, para perfeccionamiento entre los 8 y los 15 años de edad. 
RS Feva, para perfeccionamiento a partir de los 13 años de edad. 
Snipe, para perfeccionamiento a partir de los 15 años de edad. 
Crucero, para adultos. 
De la escuela han salido importantes regatistas, entre los que destacan Federico y Arturo Alonso Tellechea, subcampeones de Europa en 2008, campeones de España en 2009, 2010, 2011, 2012 y 2013, y campeones de la Copa del mundo de vela de la ISAF en 2009 en la clase 49er. Federico también fue campeón del mundo en la clase Cadete en 1998 junto con su anterior tripulante, Aitor Esquibel García. En la clase SnipeFran Palacio y Ángela Pumariega se proclamaron campeones de España en categoría juvenil en 2001 y 2002, y subcampeones de Europa en 2002, mientras que Ángela Pumariega y Carmen Mateo quedaron subcampeonas de España y séptimas en el campeonato del mundo en categoría femenina absoluta en 2008. En 2008, Ángela Pumariega ya se había proclamado campeona de la Copa de España de snipe navegando con Nuria Lacera de tripulante. En la modalidad de match race, Ángela Pumariega ha sido campeona de España en 20109 y 2011 compartiendo tripulación con Támara Echegoyen y Sofía Toro, así como campeona iberoamericana en 2010, campeona de Europa en 2011, y medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. En la Clase Internacional Copa América, Pablo Vega-Arango Alonso fue miembro del equipo español que participó en la Copa América de 1992, compitiendo como "Palo" o "Mástil" del "España 92".

Como antes observábamos, a su izquierda sigue el cimiento de la antigua muralla romana, recrecida en ese tramo, subida a La Talaya, en lo alto del Cerro de Santa Catalina


Asoman a la izquierda los edificios del Camín de La Fontica-La Salle, la subida a La Talaya o L'Atalaya. La Fontica es una antigua fuente existente en el cerro, fundamental para el asentamiento en lo que ahora es Cimavilla de la población que, en época romana, debió venir del antiguo castro de Noega, en La Campa Torres, puesto que sus aguas suministraron aguas a la naciente población y a sus termas. Antes de la extensión de la red de agua corriente el vecindario acudía a ella a por agua para casa y se decía que en ella se aparecían las xanas o ninfas asturianas, en la mágica mañana de San Juan


La Salle es por su parte el último edifico de la calle, del que una pequeña parte vemos a la derecha de la foto, el Centro de Enseñanza San Eutiquio-La Salle, una de las muchas instituciones de Cimavilla, la de los baberos, llamados así por el característico hábito de los religiosos de la orden Hermanos de la Salle, que vinieron a la ciudad en 1904 para hacerse cargo del Colegio Comercial Hispano-Francés de San Ramón, con ocho hermanos que impartieron clase a 160 alumnos internos y 30 externos


En 1909 fallece soltero y sin descendencia el gran benefactor gijonés Eutiquio García-Sala y Jove Huergo, quien nombra heredero de sus bienes al párroco de San Pedro Don Ramón Piquero, quien invierte la herencia en traer a los baberos a Cimavilla, empezando a dar clases en el que fue la casa de García-Sala en la calle Trinidad y trasladándose luego aquí, dedicándose sobre todo a la enseñanza de los hijos de los pescadores. En 1914 el párroco Don Ramón Piquero muere y nombra heredera a esta fundación, creándose el Patronato de las Escuelas de San Eutiquio



Entre la Revolución de Asturias de 1934 y la Guerra Civil los hermanos dejaron sus colegios, a los que regresaron una vez finalizada la contienda. A pesar de los esfuerzos sufren una importante escasez de recursos que les hacen pasar situaciones de miseria, cayéndose su edificio a pedazos y teniendo diferencias con el párroco de entonces que quería implantar un servicio de cuotas a los alumnos. Por todo ello la escuela cierra en 1958 y en los baberos 1958 abandonan la ciudad, a la que regresarían en 1965 a los nuevos institutos creados por la diócesis en los barrios obreros de Roces y La Calzada, de los que llevarían dirección y docencia, instalando su comunidad en la Casa Rectoral de San Pedro


Mientras, la vieja escuela de Cimavilla es demolida y la Fundación emprende la construcción de un nuevo edificio, este, de cuatro plantas, que en 1965 será el Centro Experimental en la Modalidad Marítimo Pesquera, firmándose en 1967 un convenio con el Ayuntamiento para instalar en él la Escuela de Náutica y la Formación Profesional de esta especialidad 


En 1968 se aprueba su actividad como Centro de Formación Profesional con especialidades de soldadura, calderería, tuberos, fontaneros, albañiles, delineantes, cocineras, camareros, secretariado, radio, televisión y otras según el Programa de Promoción Profesional Obrera. Habrá cursos de cualificación, reconversión y perfeccionamiento profesional, así como para obreros en paro por las mañanas y trabajadores tardes por la tarde. En los años 70 hay ya clases de FP1, automoción y electrónica, luego de secretariado y FP2. Los Hermanos de La Salle o baberos regresarán al lugar en el año 1976


Damos así vuelta al ábside de la iglesia de San Pedro y nos dirigimos a las escaleras para seguir nuestro recorrido alrededor de la parroquial, subiendo a la confluencia de las calles Camín de la Fontica y Arcipreste Ramón Piquero, regresando por esta al Campo Valdés


Allí están actualmente, enfrente, los referidos edificios de la referida Residencia de Cimavilla, cuyos muros de piedra nos recuerdan que aquí estuvo antiguamente el cementerio viejo, el de de La Visitación, anterior al de El Sucu, en Ciares 


Los antiguos enterramientos se realizaban en los campos sagrados en torno a las iglesias, extendiéndose a partir del siglo XVI entre las clases pudientes enterrarse en el suelo de los mismos templos o en capillas y criptas por ellos patrocinadas y construidas dentro de los santuarios, siguiendo los pobres en el exterior. La insalubridad y enfermedades que ello conllevaba obligó en 1787 a disponerse por Real Cédula de Carlos III la construcción de cementerios en el extrarradio de las poblaciones, apartados del casco urbano


La orden tuvo resistencia a su puesta en práctica, pues obligaba bastantes veces a importantes desplazamientos y tampoco mucha gente veía bien alejar los enterramientos de los seculares espacios sagrados de las iglesias. A causa de ello muchos cementerios se hicieron al lado de las parroquiales, como fue este el caso, en un terreno donado por Gaspar Melchor de Jovellanos, quien también aportó 1.500 reales de vellón para acondicionarlo, con la idea que sus restos reposasen en él 



Desaparecieron así las inhumaciones en San Pedro, pues en 1843 es ampliado y en 1852 se construye una capilla y depósito de cadáveres, y en 1854 una capilla de nichos. Los problemas en estos cementerios persistían y, dadas las epidemias de cólera y peste amarilla fueron obligando a clausurar cementerios dentro de las poblaciones. En 1857 una nueva Real Cédula los prohibirá definitivamente pero esto no se hará efectivo en Gijón/Xixón hasta construirse el de El Sucu en Ciares, inaugurado en 1876. Cuatro años más tarde se clausura de forma efectiva este de La Visitación y los terrenos son secularizados en 1893


Llegados aquí, bajaremos hacia la izquierda, pero en esta explanada enlosada, al lado de una de las entradas al Real Club Astur de Regatas, tenemos un hermoso mirador


La costa gijonesa hasta El Cervigón. A lo lejos, una de las embarcaciones, mayoritariamente en verano, ofrecen singladuras por la bahía


Un verdadero espectáculo de la naturaleza marina al que la gente acude como cuando va a ver una función


La bandera gijonesa ondea en la Escalera 0. A lo lejos los edificios que, desmesuradamente edificados en altura, proyectan sus sombras sobre avenidas, calles, paseos y la misma playa. A lo lejos, el Monte Deva (424 m), otra de nuestras referencias geográficas a lo largo del Camino que entraba en Gijón/Xixón


Vista del sector entre el México Lindo (derecha) y el Miami (izquierda), nombres de veteranos establecimientos que sirvieron para denominar lugares concretos de El Muro


A lo lejos y más allá de las torres de pisos está El Curviellu, por donde entrábamos en el concejo de Gijón/Xixón procedentes de Villaviciosa


A lo lejos, el Cordal de Cañéu o de Pión, en Villaviciosa con el Altu la Cruz, paso del valle de Boides, de Valdediós o Rozaes al del Ríu España, viniendo desde el cruce de Casquita, donde el ramal gijonés del Camino de Santiago Norte se separó del ovetense


El Puente del Piles, del que se ven sus dos ojos perfectamente, con los árboles de los parques detrás y a lo lejos El Curviellu con El Picu la Curiella (535 m) en El Cordal de Cañéu y el Altu la Cruz a su derecha. A la izquierda y en lontananza el Sueve con sus dos máximas alturas, El Picu Pienzu (1.161 m) a la derecha y El Picu Mirueñu o Miruellu (1.137 m) a su izquierda. Más cerca el Altu del Infanzón y abajo, a la izquierda del Puente'l Piles, los hoteles construidos en el solar del antigua Chalet de los Rato


A la derecha de la foto, un edificio pintado de blanco fue la discoteca el Parque del Piles, sucesora del más antiguo Madrigal. A la izquierda la zona del Casablanca con el Bellavista


El Mayán de Tierra y a lo lejos algunos barrios de Somió como La Corolla, Foxanes y San Lorenzo o San Llorienzo, cuyos altos y los de estos barrios de la parroquia son conocidos como La Providencia


La Playa los Mayanes y el edificio del Rick's o de las viviendas de la antigua Caja Postal, todo ello en el barrio de El Pisón, también en Somió


Fijémonos en primer término en esa embarcación deportiva y la gente dándose un buen chapuzón. En la costa Los Vagones y La Jabonera


El Sanatorio Marítimo y El Mayán de Fuera. más allá las nuevas urbanizaciones de chalets (y no tan nuevas), hacia Les Caseríes y La Providencia


El Rinconín y sus acantilados, el final de El Muro propiamente dicho y su Escalera 24


Embarcación turística surcando la bahía, uno de los muchos alicientes veraniegos gijoneses


La Senda del Cervigón a partir de El Rinconín y su línea de acantilados, no muy altos


El Camping, Rosario Acuña y el Parque San Lorenzo o de La Providencia. Fijémonos en los prados en verano, agostados, de color tostado, de hierba segada y seca. Les Caseríes sigue haciendo honro a su nombre


Y La Punta'l Cervigón y a lo lejos San Llorienzo de la Tierra


La Fontica o La Isla la Tortuga, la de Gorín, Xuana y El Cuélebre de San Llorienzo


Un buen lugar para ir despidiéndonos de esta concha, la parte oriental de la bahía, dividida en dos por el tómbolo de Santa Catalina, La Talaya, en Cimavilla


E imagen netamente veraniega del Real Club Astur de Regatas


Y ahí tenemos el muro del antiguo cementerio de La Visitación. El mencionado Emilio Robles Muñiz, Pachín de Melás, escribía el 1 de noviembre (festividad de Todos los Santos) de 1929, y en primera página del antiguo diario La Prensa, una "pequeña minucia fúnebre" sobre los cementerios locales "viejo, nuevo y moderno", recuperada para el periódico La Nueva España por el periodista J.M. Ceínos justamente ochenta años después:
"Contaba Pachín de Melás que una vez prohibidos los enterramientos en las iglesias, «Gijón contaba con un reducidísimo cementerio adosado a la iglesia de San Pedro, en la parte trasera que da sobre el mar. Fue insuficiente, y a mediados del pasado siglo (el XIX) se construyó uno en el lugar que hoy ocupa la casa rectoral». A este cementerio se le denominaba, según Pachín de Melás, de la Visitación, «porque el primer cadáver enterrado allí fue el de la señora doña Visitación Jove».
Bien pronto el cementerio de la Visitación se quedó «corto» para atender las necesidades de la villa, en permanente crecimiento demográfico al calor de la rápida industrialización. Por ello, relata Pachín de Melás, «se pensó en hacer otro moderno, lo más amplio posible, en las afueras de la población». 
La ubicación del camposanto, naturalmente, enseguida suscitó polémica ciudadana, ya que ahí son nadie los gijoneses cuando se ponen a discutir. En esto llegó la I República y en 1873 la Corporación municipal tomó cartas en el asunto del nuevo cementerio. 
«No es nuestro objetivo seguir los múltiples trámites y trabajos para conseguirlo», leemos a Pachín de Melás. «Lo cierto es que el año 1876 se inauguraba el cementerio de Ceares (El Suco) y que también el primer cadáver pertenecía a una mujer, llamada María (García)». 
José Sánchez Suárez fue el primer enterrador del cementerio de El Suco. Falleció en 1913, a los 79 años de edad, después de dar tierra a muchos gijoneses en el camposanto de Ceares. 
En tantos años de servicio, José Sánchez, apodado «El Pintu», tenía alguna anécdota que contar, como lo que le ocurrió poco tiempo después de que se inaugurase el camposanto. «El Pintu» era de baja estatura y solía vestir de negro, tocado con un sombrero de alas anchas del mismo color. Había llegado al empleo de enterrador por su condición de casero del conde de Revillagigedo, propietario de los terrenos donde se levantó la necrópolis local."

Excelente es también el artículo al respecto que publica el gran erudito Javier Granda en su blog El cuaderno del geógrafo titulado El camino sin retorno: de La Visitación a El Suco, del que plasmamos aquí esta parte:
"... el terreno fue donado por Jovellanos, así como una suma de mil quinientos reales de velón para su acondicionamiento y la intención de que sus restos reposasen en él, quizás pensando en no alejarse mucho de su querido arenal de San Lorenzo y así gozar eternamente del arrullo del mar. 
Con la construcción del nuevo cementerio, las inhumaciones en San Pedro debieron cesar casi por completo, hecho que parece confirmar la ampliación del camposanto en 1843. Pocos años después, en 1852, la pequeña Cimavilla de los muertos fue dotada de una capilla, que funcionaba igualmente como depósito de cadáveres, y dos años después, se construyó una batería de nichos. La propagación de mortíferas epidemias como la fiebre amarilla y sobre todo él cólera, que comenzó a propagarse en España en 1834, estimuló la construcción de nuevos cementerios rurales, y las disposiciones para clausurar los camposantos situados en el interior de las poblaciones se sucedieron periódicamente, hasta la Real Orden del 16 de julio de 1857, que prohibió las inhumaciones en el interior de poblado. El acatamiento de esta normativa llevó a la clausura del cementerio de La Visitación (si bien no debió ser efectiva hasta 1880, retrasándose su secularización hasta 1893), y los finados de la villa comenzaron su camino sin retorno hasta la nueva morada en la conocida como la Llosa de los Valientes, en el alto de El Suco, en Ceares."

Tiempo después de desaparecido el cementerio de la Visitación, se construyó Casa Rectoral fue construida en la segunda década del siglo XX  en un estilo revival que imita la arquitectura de la Antigüedad y en ella, además de catequesis, hubo cine y teatro gracias a la iniciativa de Don Ramón Piquero el cura los probes, que ejerció entre 1899 y 1936 y a quien está dedicada esta calle, que realmente figura como Plaza del Arcipreste Ramón Piquero


Su costumbre de acompañar algunas misas con los cánticos de los alumnos y de los feligreses, a dos coros, fue la razón, según cuenta la memoria popular, que Cimavilla fuese, como dice la canción Gijón del alma "cuna de grandes cantores"


De la calle y del arcipreste dice así Luis Miguel Piñera, Cronista Oficial, en Las calles de Gijón, Historia de sus nombres:
"Ramón Piquero González fue fundador de las Escuelas Cristianas de San Eutiquio y cura párroco de San Pedro entre 1899 y 1936. Murió el 8 de marzo de 1940, a los 71 años. Dieciséis años más tarde, sus restos fueron trasladados desde Ceares hasta el interior de su iglesia, junto a los de Julianón (Julián Álvarez Pérez), de quien se decía que había nacido en 1852 en la capilla de La Soledad. En los años veinte vemos desempeñando el cargo de párroco de San Pedro a Ramón Piquero González y, como curiosidad, añadamos los otros párrocos de Gijón en esos años. El de San José era don Juan Nepomuceno Entrialgo y el de San Lorenzo, Ángel García Valdés.

Nombres anteriores: Hermanos La Salle. Por los baberos, los religiosos del colegio del barrio."

La antigua rectoral es la ya citada Residencia de la Tercera Edad de Cimavilla, donde ejerce su labor un activo voluntariado de unos 30 hombres y mujeres premiados por su trabajo con el galardón que todos los años otorgan el santuario parroquial y su asociación de amigos


Tal y como nos informa magníficamente en su libro Cines, teatros y salones de variedades en Gijón (1896-1918)  el geógrafo urbanista e investigador Rafael Suárez Muñiz, desde el final de la guerra hasta 1954 no hubo cine. El 9 de julio de ese año se autoriza por parte del gobernador civil la apertura del inmueble "como local de espectáculos públicos, el salón de actos que en dicha parroquia viene funcionando como cinematógrafo desde hace varios años", si bien advierte que "todas las puertas de salida deberán salir al exterior, aislar debidamente la salida del público y acondicionar debidamente la cabina del público y acondicionar un local separado de esta para manipulación de películas". Realmente esta autorización regulaba una actividad cinematográfica que se venía realizando desde 35 años atrás en el salón parroquial para la vecindad del barrio y los niños y niñas del catecismo


Era este el paso a un cine comercial, el Cine San Pedro con 311 butacas fijas más 100 sillas plegables de madera, siendo el responsable de las proyecciones el Padre Maximino Canal, realizándose las proyecciones los domingos por la tarde, mientras los jueves y los sábados la parroquia lo cedía al Cineclub Ensidesa. Hubo también teatro, conferencias y mítines en los años 1970


Desde septiembre de 1970 era este también el local de ensayos del conjunto musivocal de cinco voces La Llanura de las Voces Muertas y realizar algunas actuaciones pues los domingos tocaban con guitarra española en misa de doce. La historiadora Arantxa Margolles les dedica su artículo Una llanura de voces vivas para El Comercio del 19-2-2021:
"A la típica pregunta de '¿Estudias o trabajas?', ellos podían contestar ambas. Así se desprende del titular de EL COMERCIO que, hace hoy 50 años, anunciaba la formación de una nueva banda musical en la ciudad. «El grupo La Llanura de las Voces Muertas lo integran cinco muchachos que estudian o trabajan», y que posaban, con gesto serio, sosteniendo un cuadro con la fotografía del Muro de San Lorenzo. 
Eran muchachos «con aires bohemios» que acudieron a la redacción del periódico para promocionar su incipiente carrera. «¿Esos muchachos son mudos?», preguntó el periodista que los recibió. «¿Cómo has dicho? ¿No sé qué de las voces muertas?»... 
«Se ríen. Menos mal, porque nos entusiasman los jóvenes alegres, sanamente deportivos, sobre todo para la hora de encajar». Eran Vicente, «aprendiz en la Constructora Gijonesa», de 16 años, vocalista y guitarrista rítmico; José Luis, de 19, contrabajo; José Ramón, estudiante de Electrónica, de 17, batería; Raúl, estudiante de Electrónica Industrial, de 16, guitarrista; y Alfredo, compañero de formación, el mayor (con 18 años cumplidos) y bajista. Habían empezado «en serio hace cinco meses». «En broma no», pero sí extraoficialmente, llevaban tocando juntos ya un par de años.
La Llanura de las Voces Muertas ensayaban cada día, «incluidos los festivos», en el Cine San Pedro, y llevaban 25 temas hechos. «Tenemos dos cosas» propias: «'Expansión sobre las aguas' y 'La muerte de la luciérnaga'». Tocaban un estilo actual, acompañado de melodías de siempre y con un toque de música progresiva que en la Nochevieja de 1970 a 1971 sonó en Grado, una de sus primeras actuaciones. «Puede decir que tocamos», además, «en la misa de once, los domingos, en San Pedro, con guitarras españolas». 
«Estos chicos llegarán lejos», profetizó Arias en la quinta plana de EL COMERCIO mientras Vegafer retrataba al conjunto. Y lejos de verdad, «mucho más allá de Grado, porque tienen juventud, amor a su arte, sed de triunfo. Y valen. No hace falta más para triunfar». Ahí queda dicho."
Esta larga y fructífera actividad social y cultural de la Casa Rectoral cesó en 1982 justo al  iniciarse las obras para acondicionar este inmueble como residencia, que concluyeron en enero-febrero de 1983


Ante los almenados muros del Colegio Santo Ángel volvemos al Campo Valdés, dejando a nuestra derecha la calle Les Maestrines, las tres hermanas maestras de la Escuela les Pegañes, Mercedes, Carmen y Adela González Valdés, donde ejercieron la docencia, hasta 1955, para las niñas y niños de Cimavilla, "En el bajo de la casa donde vivían en este tramo de Las Cruces, enseñaron las primeras letras a muchos niños y niñas, hijos de trabajadores de la mar y de cigarreras o pescadoras", dice Luis Miguel Piñera


De los muros seguimos a la izquierda, regresando pues al Campo Valdés, del que dice en su libro Francisco Javier Granda Álvarez:
"El Campo Valdés es uno de los paseos con mayor encanto de la ciudad, animado por la vista de la bahía y por las tertulias de sus asiduos visitantes. Con el correr de los años, este campo mantuvo un cierto aire melancólico y romántico y, quizás por ello, no ha perdido su condición de lugar de encuentro  y paseo en los días soleados en los que el viento del noroeste arrecia sobre la ciudad. El complejo museístico de las termas romanas constituye constituye un aliciente más para acercarse a este lugar con historia".

A nuestra izquierda volvemos a ver el grandioso pórtico y portada de la iglesia de San Pedro, a la que ya hemos dado la vuelta entera


La estructura del Campo Valdés, pese a las sucesivas reformas y retoques, se mantuvo bastante inalterada, con una gran calle central a manera de explanada rectangular, de mayor altura, y dos laterales a un nivel más bajo


En esta parte más cercana a la parroquial, el Campo Valdés era conocido como Paseo de la iglesia o Paseo de San Pedro


Más allá, delante del palacio, era la Plazuela de los Valdés, el Campo frente a la Casa de los Valdés y el Paseo del Campo Valdés, denotando que hubo dos partes en su momento diferenciadas


También fue conocido el lugar como La Aduana, al haberse habilitado allí este puesto en su momento


La construcción del Palacio Valdés se atribuye a la mano de
 Juan de Cerejedo el Viejo, 
pero el remate estaría a cargo del florentino Juan Battista Portiguiani, quien acudiría a las obras de El Escorial, en tiempos de Felipe II, donde conocería al Inquisidor General, el asturiano Fernando Valdés y Salas y esa sería la razón de su presencia aquí, confiriéndole al conjunto una traza netamente renacentista, en concreto en la fase final de este estilo, la manierista


Su estructura de dos torres simétricas con un cuerpo central sigue el patrón de muchos palacios asturianos de la época. El hacerlas almenadas ya no obedecía a una necesidad defensiva, ya que por entonces y con la plena extensión del uso de la pólvora esta se basaba más en baterías costeras fortificadas en promontorios y atalayas, pero sí de cierta ostentación medievalizante queriendo dejar patente la antigüedad de los linajes


La fachada es lisa, excepto las piedras nobles del sillar almohadillado en las esquinas del edificio y enmarcaciones de puertas y ventanas


 En el primer piso hay varios balcones salientes, uno en cada una de las torres y cinco en el cuerpo central, el más largo y grande el del medio, sobre la puerta de acceso


Su fundador, Pedro de Valdés, nació en esta villa en 1544 en una familia de la nobleza local de origen efectivamente medieval, que alcanzaría predominio sobre la villa desde los tiempos de las guerras trastamaristas como aliados de Enrique III. Debía de tener espíritu aventurero pues sin avisar a sus padres emprendió viaje al Reino de Nápoles con tan solo 16 años, presentándose ante el virrey y logrando de este una plaza de entrenamiento en su palacio. Luego navegó en galeras para luchar contra los piratas moros mientras llegaba a ganarse el grado de alférez de infantería. En 1566 se alista en la Armada de Pedro Menéndez de Avilés contra los corsarios franceses del Atlántico, llegando a ser su maestre de campo y almirante, junto con el que iría luego a la conquista de Florida...


Llegó a ser capitán general de la Armada de los galeones de la Carrera de Indias, la expuesta y vital ruta marítima a América, así como capitán general de la Armada de Flandes, participando en la toma de Flandes. También con una flota en corso apresó barcos enemigos en el Cantábrico. Luego pasaría a ser almirante del escuadrón de Andalucía de la Armada Invencible, siendo apresado por los ingleses tras perder su galeón Nuestra Señora del Rosario, permaneciendo preso en la Torre de Londres siete años hasta ser pagado su rescate "con lo que quedaba de la herencia de sus padres"


Más adelante sería nombrado general y gobernador por Mar y Tierra en Ultramar y Gobernador de Cuba entre 1600 y 1607, siendo un gran impulsor de la muralla defensiva de La Habana, donde además de alentar la conclusión de sus obras mandó emplazar la batería de cañones llamada Los Doce Apóstoles. Se dice no obstante que a los 54 años murió arruinado el 9 de marzo de 1615 en su palacio de Roces


En 1625, su hijo Fernando de Valdés añadiría, pegada a su torre oeste, la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe, advocación vinculada a los intereses familiares con las Indias, en concreto con Nueva España, el México actual. Hay quien dice que se trataría de una de los primeros santuarios dedicados a esta Virgen en España


Obra del arquitecto cántabro Pedro de Cubas de la Huerta, es también conocida como capilla de la Santa Cruz, es de una sola nave con bóveda de cañón y guarda en su interior imágenes del artista barroco gijonés Luis Fernández de La Vega. Al exterior, sobre portada de arco de medio punto, frontón triangular con un pequeño óculo


Y encima del vértice superior del frontón ostenta el escudo familiar entre dos leones u con un águila coronada de fondo


En su libro Los Valdés. Una casa nobiliaria en el Gijón de los siglos XVI y XVII (Premio Padre Patac 2008), su autora, la historiadora Lucía Fernández Secades
"Debido a lo extenso del linaje de los Valdés es necesaria la consulta de diccionarios heráldico como los de Atienza y García Carraffa para el conocimiento de las distintas ramas de apellido Valdés existentes en toda España y también en América. Luis de Valdés nos hace una relación  de las Casas de hidalgos de apellido Valdés que había en Asturias: los Valdés de San Cucao de LLanera, tronco original del resto de familias Valdés, los Valdés de la villa de Gijón, los Valdés de Salas, la Casa Valdés de Manzaneda en Gozón, la Casa Valdés de Llanes, los Valdés de Candás, de Luarca, de Villaviciosa, la Casa Valdés de la Ribera, los Valdés de Colunga, de Cangas, los Valdeses de Aroio en el conejo de Gijón y también los Valdés de Lodeña; en España habla de los Valdés de Murcia y Palencia y en América afirma que hay caballeros con este apellido en México y Chile. Según Sarandeses las armas de los Valdés se encontraban en Llanes, Gijón, Salas, Pravia, Luarca, etcétera, de modo que era raro el concejo asturiano en el que no estuvieras. Dice este autor que la generalidad de los heraldistas atribuyen a los Valdés las armas siguientes; "De plata, con tres fajas de azur. Entre las fajas, diez roeles de giles cargados con la Cruz de plata, dispuestos 3-2-2-3"

Arriba, una espadaña hace de campanario para una campana, actualmente sin badajo, de unos 45 cm de altura y 51,5 cm de diámetro con la inscripción "JHS MARIA Y JOSE EN 1883" y una cruz


Ante esta capilla pasarían numerosos peregrinos que se dirigían al llamado Hospital de Corraxos, sito poco más allá de la Casa Natal de Jovellanos, que vemos desde aquí, junto con su animada plazuela. Otro lugar que recomendamos visitar


El palacio pasó a ser fábrica de tabacos entre 1822 y 1844, antes de ser esta llevada al desamortizado convento de las Agustinas Recoletas de Cimavilla, sito al pie de L'Atalaya o La Talaya


Luego fue aduana y, a partir de 1880, el Colegio del Santo Ángel. A esta parte del campo se la llamó por ello de la Aduana también un tiempo, como ya hemos dicho


Las primeras Hermanas de esta orden del Santo Ángel de la Guarda llegaron a España en 1864 y se establecen en esta villa en 1878, primeramente en la Plazuela de la Soledad de este barrio y luego en la calle San Antonio y al lado de la Plaza del Sur, hasta que consiguen este inmueble en arrendamiento y se asientan en él dos años después


Justo aquí empezaba la Carretera de Castilla, y como tal figuraba en planos de finales del siglo XIX consultados por Luis Miguel Piñera. Por ello pasa por aquí el Sendero de Gran Recorrido GR-100 Vía de la Plata antes referido


En la actualidad son los Jardines del Periodista Juan Ramón Pérez las Clotas (1923-2012), "director del diario La Nueva España y de diferentes medios de comunicación españoles, corresponsal en La Habana y Lisboa, maestro de periodistas, tertuliano, escritor y divulgador de la cultura de Gijón", según leemos en esta su placa, a él dedicada, en este lugar, frente al Colegio Santo Ángel en el que él estudió


Empezó a ejercer su carrera como periodista en el diario Región, donde llegaría a ser redactor-jefe, como también lo sería después en El Comercio y La Nueva España, sonde llegó a director, según leemos de su nota biográfica en la Enciclopedia de Oviedo, que continúa así:
"También fue director del periódico vallisoletano Libertad, Alerta de Santander, y corresponsal de las agencia Pyresa y Efe en Lisboa y La Habana. 
Fue subdirector de la cadena de diarios de la Prensa del Movimiento durante el franquismo. 
En la década de los sesenta colaboró como locutor en Radio Oviedo, con el programa «Hoy se habla de...» 
Se mantuvo siempre muy vinculado a los medios artísticos y literarios de Asturias, patrocinando y financiando el Premio Naranco de novela corta. 
Falleció en Gijón a los 88 años."

Con motivo de su fallecimiento, la Radio Televisión del Principado de Asturias (RTPA) le dedica esta semblanza en 28-2-2012:
"El decano de los periodistas asturianos, el gijonés Juan Ramón Pérez Las Clotas, falleció esta madrugada en su domicilio de Gijón a los 88 años, según han informado fuentes de su entorno y de la Asociación de la Prensa del Principado. 
Graduado por la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid y licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo, en su larga carrera profesional fue director de los diarios Libertad (Valladolid), Alerta (Santander), Córdoba y La Nueva España (Oviedo), así como subdirector técnico de Prensa del Movimiento (posteriormente, Prensa del Estado). 
Pérez-Las Clotas también ejerció como corresponsal en Lisboa del diario Arriba y de la agencia Pyresa, y de la agencia Efe en La Habana en el año 1969. 
En los años cincuenta y sesenta, siendo Pérez Las Clotas redactor jefe de La Nueva España, promovió y auspició la tertulia Naranco, donde un grupo de jóvenes universitarios y periodistas se significaron en la apertura de la ciudad hacia los criterios estéticos y literarios de la modernidad 
 Además de la creación de un premio de novela, la tertulia promovió exposiciones de pintura española contemporánea en el claustro de San Vicente y el lanzamiento de jóvenes artistas asturianos, consagrados posteriormente, mediante los Salones de Primavera. 
También hicieron posible que el llamado grupo El Paso expusiera por primera vez como tal en la capital asturiana, impartiendo diferentes conferencias, y fue el primer movimiento social que reivindicó en la posguerra la figura de Leopoldo Alas, Clarín. 
Fue miembro del jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Artes y del  Premio Internacional de Ensayo Jovellanos desde que fue instituido. 
Gran estudioso de la historia española moderna y contemporánea, y en particular de la guerra civil de 1936-1939, donó en 2009 la Universidad de Oviedo unos 4.000 volúmenes recopilados a lo largo de su vida y entre los que destacan 200 obras de memorias de personajes de ambos bandos de la Guera Civil. 
Por decisión suya, esta "Colección bibliográfica de historia contemporánea Juan Ramón Pérez Las Clotas", se encuentra en la actualidad en la biblioteca del campus universitario de Gijón, en el aulario norte de Viesques."

Una vez que ya hemos dado la vuelta entera al Campo Valdés y a la iglesia de San Pedro regresamos al Camino de Santiago yendo al Ayuntamiento y la Plaza Mayor


Cruzamos pues el paso de peatones en la calle Cabrales y seguidos todo de frente hacia dicha plaza por el Tránsito Campo Valdés


Fijémonos en la pared de la esquina en la flecha amarilla que nos lo indica


Al fondo, al otro extremo de la Plaza Mayor, vemos asimismo, el pasadizo que nos llevará a La Plaza'l Marqués y el antiguo muelle local, actual puerto deportivo, por donde seguirá el Camino, junto a la estatua de Don Pelayo, de la que reconocemos su alto pedestal


Pero antes también podríamos visitar, a muy escasos metros, a la Plazuela de Jovellanos, actual museo y, a su lado, la capilla de los Remedios, que fue de la antiguo Hospital de Corraxos o peregrinos, donde reposan sus restos


A nuestra derecha, al pie del hotel Asturias, un busto dedicado a José Miguel Caso González, el gran profesor jovellanista, parece invitarnos a ir en esa dirección





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