De izquierda a derecha la Pescadería, el Ayuntamiento, el Campo Valdés y la iglesia de San Pedro |
Procedentes de La Guía y El Molinón, los peregrinos han recorrido el Paseo del Muro de Gijón/Xixón, ante la Playa San Lorenzo y, siguiendo la calle Cabrales por este hermoso paseo marítimo, entran en el barrio alto o antiguo de Cimavilla, llegando a la antigua Pescadería Municipal, que vemos aquí a la izquierda de la foto ,al lado de La Rampla o La Rampla la Pescadería, la Escalera 2 de acceso a la playa. La pescadería es en la actualidad un edificio de oficinas municipales tras su remodelación en 1996, pues la casa consistorial, que vemos por su parte posterior, está justo a continuación. Hacia a ella, a la izquierda, sigue el Camino de Santiago, pasando a la Plaza Mayor, pero nosotros en esta entrada de blog vamos a acercarnos a la iglesia de San Pedro, recorriendo las arboledas del Campo Valdés, con el palacio de este nombre, el Palacio Valdés, justo detrás (se ven sus torres y su capilla de Guadalupe, esta a la izquierda, mirando al Ayuntamiento)
El Campo Valdés en Verano y la iglesia de San Pedro |
En este tramo de costa estuvo muy antiguamente el pequeño puerto de la antigua villa medieval amurallada, destruido y arrasado, como toda la población, en el terrible Asedio de Gijón de 1395 durante las guerras trastamaristas. Uno de los primeros edificios reconstruidos tras el asedio fue el de la iglesia de San Pedro, que vemos al fondo del paseo y del Campo Valdés, aunque su aspecto actual obedece a las obras realizadas tras otra destrucción, la de la Guerra Civil
Se trata del lugar en el que estuvo el solar de Casa José María Rato donde, en unas viviendas tiradas en 1778, aparecieron enterramientos del tiempo de los romanos. En un principio esta parte posterior estuvo porticada, pero ahora solo lo está la fachada principal, que mira a dicha Plaza Mayor, por donde sigue el camino señalizado
El Campo Valdés recibe este nombre porque, encima de la cimentación de la vieja muralla romano-medieval aquí existente siglos ha, se construirían entre los siglos XVI y XVII el Palacio de los Valdés y la Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe, actual Colegio Santo Ángel de la Guarda, que tenemos enfrente. Así pues siguiendo a la izquierda por el paso de cebra continuaríamos por el Camino de Santiago del Norte, pero estimamos muy conveniente antes poder realizar un recorrido en torno a este campo para disfrutar de sus rincones, sus paisajes, y su historia, que es la de la propia ciudad
Del terreno que se extiende ante el palacio y que llega a la iglesia, el Campo Valdés, las primeras noticias que así lo mencionan son de 1654, aunque parece ser que no contó con árboles hasta algo después, cuando olmos, álamos y fresnos fueron sus especies primigenias
"Históricamente, el Campo Valdés estuvo ambientado por copudos olmos campestres, plátanos de sombra, álamos y fresnos, pero en la actualidad la diversidad de las especies de ha reducido. Los tilos, introducidos recientemente para sustituir a los viejos negrillos que, acosados por la enfermedad, languidecían acusando el paso del tiempo, son los pies de mayor presencia."
"He plantado álamos y robles en el Campo Valdés. Llegan desde la iglesia de San Pedro hasta la capilla de San Lorenzo (1792)"
"Se trata de uno de los paseos más entrañables y antiguos de la ciudad, que aparece citado como tal ya en 1654, aunque hasta finales del siglo XVIII no contó con acompañamiento vegetal. Su condición de3 campo de iglesia, su orientación hacia el mediodía y el hecho de estar protegido de los vientos dominantes del oeste hicieron de este un espacio de solaz, que tomó el nombre del palacio cercano, uno de los más cercanos de la villa, desde que se conformara como un recoleto salón urbano a mediados del siglo XIX."
Hubo una urbanización del Campo Valdés en 1967-1968, una intervención en sus jardines en 1974, y luego, en los años 1990, una intervención urbanística y excavaciones arqueológicas para crear el Museo de las Termas, la cual causó temor y cierta oposición entre el vecindario y algunos especialistas, asunto zanjado con la actual configuración del lugar, fruto de aquellas obras
La estatua es obra del escultor Francisco González Macías y se colocó en este lugar en 1995 dentro de las mencionadas tareas reurbanizadoras del Campo Valdés ya en su final, tras la creación del museo existente en el subsuelo, pues antes estaba en la antigua entrada a las termas, junto al muro del Colegio Santo Ángel, que vemos al fondo de la foto
Se trata de una replica a otra estatua existente en Tarragona que al parecer es copia a la vez de otra hallada en la misma Roma. Como casi todas las estatuas de la ciudad tiene su particular historia, ya que fue bastante bien aceptada por su realismo cuando vino en 1970, y es que la población de entonces la prefería estéticamente a la polémica Madre del Emigrante, instalada en aquellas fechas al final del Paseo del Muro, en El Rinconín, al otro lado de la bahía, que de aquella era el extrarradio, dado que no gustaba estuviese en un lugar más céntrico
"Zona del "Campu Valdés", próxima a la estatua de César Augusto, donde se reúnen a diario los jubilados, especialmente de Cimadevilla, para tratar temas de actualidad y recordar viejos tiempos."
Al fondo vemos el paso señalizado hacia el Ayuntamiento y la Plaza Mayor, por donde sigue el trazado del Camino Norte en la ciudad, al que como hemos dicho regresaremos tras recorrer el Campo Valdés. De la Plaza Mayor se pasa al antiguo muelle local, actual puerto deportivo, por la Plaza'l Marqués y se continúa hasta las dársenas del Fomentín y Fomento hasta la Playa Poniente, recuperación de la antigua Playa de Pando o Arenal del Natahoyo
Hemos de decir que la estatua de Augusto fue de siempre cierto objeto de burlas y chanzas, cuando en su brazo extendido le ponen macetas, cubos o un ramo de flores en la malo. Cuando su imperial cabeza se corona con gaviotas, palomas y sus cagayones ofrece temas para el humor de las viñetas gráficas de los periódicos locales. No falta tampoco la retranca de algún escritor como Milio Rodríguez Cueto que la compara con que se le dedicase un monumento a George Bush en Bagdag dentro de 2.000 años
Vengo de San Llorienzo de la Tierravoy para San Llorienzo de la Mar;enguedeyeme más enguedeyeme,nunca me pude desenguedeyar
Fuera sapos, fuera ratosfuera toda maldiciónque aquí traigo l'agua benditoy el ramu de la Pasión
Justo antes de la iglesia de San Pedro llegamos a la entrada del Museo de las Termas, las termas romanas de Campo Valdés, que fueron descubiertas casualmente en 1903 por el dibujante Nemesio Martínez durante unas obras de alcantarillado, realizándose luego excavaciones bajo la dirección de Calixto Alvargonzález con la colaboración del historiador Julio Somoza y Alejandro Alvargonzález, quienes hicieron la memoria y plano de los hallazgos, volviendo luego a taparse. Tras la destrucción de la iglesia de San Pedro las termas volvieron a quedar a la vista siendo estudiadas por el arqueólogo e historiador del Arte Antonio García y Bellido, pero hasta los años 1960 no se abrirían plenamente al público, habilitándose una sala para ello
En 1990 se reemprenden los trabajos netamente arqueológicos bajo la dirección de Carmen Fernández Ochoa y Paloma García y tras esta tarea de investigación se abre este museo, en el que se pueden conocer las diferentes partes del conjunto termal edificadas entre los siglos I al IV d.C., como pueden ser su antiguo vestíbulo o apodyterium, comunicado con el baño caliente o caldarium y su hypocaustum o sistema de calefacción, la habitación templada o tepidarium y la piscina de baños fríos o frigidarium, todo ello interconectado
Hacia el año 130 se abren unas salas que, además de baños, podrían ser gimnasios o centros de reuniones. Existen buenas pinturas murales y se aprecia todo el sistema de caldeamiento de las estancias, con tubos que desde el suelo suben por las paredes
En el museo se exponen maquetas que reconstruyen la estructura original de estas termas y también información y restos de otros periodos, como cuando tras la caída del Imperio Romano fueron aprovechadas como necrópolis de enterramientos muy fácilmente vinculadas al algún templo primitivo antecesor de la actual iglesia. Otro elemento llamativo son los numerosos bolaños o bolas de piedra disparadas por las bombardas del asedio de 1395 que arrasaron la ciudad, junto con el incendio provocado en la retirada. Tanto defensores como asaltantes parece que se afanaron en una destrucción prácticamente completa
Saliendo de la iglesia nos dirigimos ya hacia la iglesia de San Pedro, el templo actual fue construido entre 1945 y y 1955 según proyecto de Francisco y Federico Somolinos. Recuerda a la iglesia anterior, gótica y con elementos renacentistas, en su alta torre y en el pórtico neoclásico, aunque buena parte de sus características artísticas y arquitectónicas emulan el Arte Asturiano prerrománico y el románico
El templo antiguo, que había llegado no obstante muy reformado a 1936, había sido construido cuando la antigua villa medieval se recuperaba del total destrozo del asedio trastamarista de 1395. Algunos documentos dicen que las obras comenzaron en 1410 pero diversos eruditos señalan la fecha como muy temprana y dudan de la autenticidad del escrito que así lo señala, optando por una edificación algo posterior en el tiempo, que además tardó bastantes años en acabarse. Leemos en Wikipedia:
"El templo anterior a la Guerra Civil fue construido en origen por el maestro cantero Lucas Bernaldo de la Quintana en la primera mitad del siglo xv, aunque con el paso del tiempo se fueron realizando numerosas reformas que hicieron que de su traza gótica original solo se conservasen los arcos ojivales de las naves laterales. En su interior el edificio tenía estructura de iglesia de salón y en el exterior destacaban un pórtico y una torre en el centro de la fachada principal que le daban un aspecto similar al de la iglesia actual, la cual mantiene ambos elementos. Ninguna de las sucesivas obras de reforma ampliaron el aforo del templo, que acabaría por convertirse en un edificio pequeño para la villa. Este problema, unido al deterioro que presentaba el edificio, llevó a que se proyectase en varias ocasiones la construcción de una nueva iglesia. Gaspar Melchor de Jovellanos promovió la construcción de un nuevo templo durante su etapa como ministro y, más tarde, los arquitectos Juan Miguel de Inclán Valdés y Andrés Coello realizaron sendos proyectos en 1805 y 1859."
Las escaleras forman parte de las reformas para habilitar el museo termal subterráneo que acabamos de visitar, cuyos restos se extienden debajo del templo. Se supone que anteriormente había un templo dedicado a San Salvador, advocación muy presente en los caminos de Santiago del norte pues es la advocación de la catedral ovetense de San Salvador, ya en sí mismo gran centro de peregrinación en la ruta a venerar las Reliquias de Jerusalén allí expuestas en la Cámara Santa, además de ser el origen de todas las rutas xacobeas por ser de donde el rey Alfonso II El Casto salió a verificar el hallazgo del que se tiene por sepulcro de Santiago en Compostela, al otro lado de su reino
Sin embargo, la referencia a San Salvador, que se recoge en 1147 en el relato de un cruzado inglés que arriba aquí cuando la flota recala en Gijón/Xixón rumbo a Tierra Santa, es también posible que se refiera al monasterio de San Salvador de Deva, relativamente cercano y al que le dedicamos una entrada de blog dada su cercanía la Camino según entra en el concejo. En Normandos, cruzados y corraxos en Mala Rupis, artículo del escritor Pablo Antón Marín Estrada para el periódico El Comercio del 27-12-2021 se nos habla de ello:
"El peregrino que deja atrás tierras maliayesas para entrar en Gijón cuando se asoma al alto del Curviellu, si el día está despejado, tendrá a vista de pájaro una buena panorámica del camino que le espera por delante, tan completa como la que ve en su mapa. De allí, bajando por La Olla hasta la campiña de Deva, tras pasar por el puente que cruza el Güeyu del río Peñafrancia, le saluda al pasar la iglesia parroquial de San Salvador, en el solar donde se alzó el monasterio de idéntica advocación, fundado por Velasquita, la reina que repudió Bermudo II y que se cree fue enterrada allí. Del primitivo cenobio apenas queda la lápida de su consagración sobre la puerta principal y en la pared norte del cabildo una arquería ciega de piedra con parte de otra. El nombre del 'señor' de Oviedo perdura como llamando al viajero a que le visite en su ruta hacia la tumba del venerable 'criado' Santiago. Por aquí hubieron de pasar los romeros jacobeos en los siglos dorados de las peregrinaciones. De su huella en la villa de Jovellanos, el principal vestigio está en la misma manzana de su casa natal y es el antiguo Hospital de los Corraxos, al que recuerda una placa en una de las paredes del edificio de Casa Zabala.
Corraxu es una voz que el Diccionariu de la Academia de la Llingua identifica con los peregrinos a Compostela y esa es la acepción que también le da el propio Jovino: «En Gijón a los pelegrinos (sic) y advenedizos llaman 'corraxos' y el hospital que antes fue alberguería de estos vagabundos, cuando su oficio era devoción de moda, llamaban en mi niñez 'el espital de los corraxos'», revela el ilustrado. El sabio gijonés especula son su posible etimología relacionada con el gentilicio de un pueblo prerromano que habitaba en la zona próxima a las fuentes del Ebro y barrunta que, por extensión, pudo comenzar a aplicarse como sinónimo de forastero. Sin pretender enmendarle la plana a Jovellanos, tal vez el término aluda a al cuero del fuelle, fardel o zurrón que llevaban estos caminantes.
Una de las referencias indirectas a la pronta difusión que tuvo el culto al apóstol, pocas décadas después del descubrimiento del sepulcro en tiempos de Alfonso II el Sabio, viene en la noticia que se da en las crónicas escritas sobre el reinado de Ramiro y tiene nexo con Gijón. Es la que refiere el paso frente a las costas de la antigua Noega de una flota de unas cien naves normandas en el año 844 y se apunta de ellos que navegaban hacia Jakobusland, es decir, el país de Jacobo/Santiago. Siguiendo la misma ruta, los centinelas de la Atalaya de Cimavilla verían aproximarse una flota bastante más numerosa en la primavera del 1147. Había partido del puerto de Dartmouth con más de trece mil cruzados a bordo. El historiador Juan Uría Riu los llama literalmente 'los Cruzados del Norte' y enumera la composición de las escuadras con el estilo de las novelas de caballerías: «Allí iban gentes del Rhin inferior, y de la Frisia, mandados por el Conde Arnold de Arschot, nieto del Duque Godofredo, los de Flandes al mando de Cristián Gistell, los de Norfolk, Suffolk, Ket, y Londres, respectivamente, al de Herveo de Glanvill, Sinión de Dover y André; Saherio de Archelles mandaba otros», detalla el estudioso ovetense. Que arribaron a Gijón lo contó un sacerdote sajón que iba con ellos, Osberno de Baldr, que llama a la villa y puerto Mala Rupis, vale por 'mala peña', seguramente evocando el promontorio acantilado del Cerro de Santa Catalina. Anota que dista a unas diez millas de El Salvador (Oviedo), «donde se encuentran las reliquias más preciosas de toda Hispania», y que próximo hay un monasterio, del que don Juan Uría no tiene duda de que se trata de San Salvador de Deva. Los cruzados, peregrinos armados a Jerusalén, refugiaron sus naves en aquel pequeño puerto ballenero mientras mejoraba el tiempo en la mar. El cronista Osberno hubo estar entre los que desembarcaron y la visión que recogió de lo que pudo observar en su paseo por tierra no resulta demasiado halagüeña, al menos en lo que se refiere a los nativos. De lo que hay alrededor de la villa escribe: «Región montañosa, muy celebrada por las monterías de las fieras y por la variedad de los frutos, añadiendo a continuación que sería muy deleitosa si no la tornasen desagradable sus propios habitantes». Algún tropiezo debió de tener con algún playu. No sabemos si entonces existía el Hospital de los Corraxos. Si fuese así, podemos imaginarnos al cura sajón visitando su capilla -la actual de los Remedios- y cruzándose tal vez con algún peregrino maltrecho de su misma nación. Se arrodillaría ante él para confesarle su desazón por no poder ceñir la espada y seguir el viaje de los cruzados a Tierra Santa. Su destino y su camino iban a otra misión no menos noble, la de llegar a Compostela."
Antes de su destrucción, como otras iglesias gijonesas, el 24 de agosto de 1936, el escritor asturianista Emilio Robles Muñiz Pachín de Melás pudo sacar y salvar de su interior los restos del ilustrado prócer gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos. Esta sería la historia final de aquel templo, según Wikipedia:
"La flecha de la torre del antiguo edificio quedó destruida durante el bombardeo de Cimadevilla de la Revolución de 1934. Fue reconstruida en 1935 por el arquitecto municipal Miguel García de la Cruz, quien contó con la colaboración de Manuel García Rodríguez para finalizar el proyecto.
El 24 de agosto de 1936, durante la Guerra Civil, las tres iglesias parroquiales de Gijón (San Pedro, San José y San Lorenzo) fueron incendiadas. Se ha interpretado que esto fue realizado en parte como acto vandálico, y en parte como reacción ante el supuesto posicionamiento de la Iglesia a favor de los sublevados. San Pedro fue dinamitada el 27 de septiembre del mismo año aludiendo al peligro que su estado de ruina suponía para la ciudadanía. Pocos días después de la destrucción de la iglesia, el escritor Pachín de Melás rescató los restos mortales de Gaspar Melchor de Jovellanos y los trasladó provisionalmente a la Escuela de Comercio. El culto tuvo que desarrollarse en la colegiata de San Juan Bautista hasta que finalizó la reconstrucción del templo."
"Mientras la Guerra seguía en curso, el párroco Ramón Piquero había encargado a Juan Manuel del Busto González la reconstrucción del templo. El arquitecto firmó y presentó su propuesta en febrero de 1939. En ella se negaba a construir una réplica de la antigua iglesia, tanto por las carencias que presentaba como por la pérdida de la esencia por muy lograda que fuese la reproducción, y mostraba un edificio con elementos muy similares a los del templo actual. Se inspiraba en el románico y prerrománico asturiano, estilo historicista del que el arquitecto ya había sido pionero en 1929 con su proyecto para la iglesia de San Julián de Somió. Conservaba además elementos del templo anterior como el pórtico y la torre (aunque a un lado de la fachada en lugar de en el centro) e introducía la idea de separar la iglesia del muro de la playa dejando un paseo alrededor de la misma. El proyecto no llegó a ejecutarse al llevarse a cabo el concurso, en el cual Juan Manuel del Busto se negó a participar, y quizás también como consecuencia de su vinculación con la República y la condición de beneficiarios de numerosos concursos de la Dirección General de Regiones Devastadas de los hermanos Somolinos."
"El edificio proyectado por Francisco y Federico Somolinos sigue la corriente franquista de recuperación de estilos históricos, que a escala nacional solía inspirarse en los estilos herreriano y neoclásico y que en Asturias toma como referencia la «arquitectura de Reconquista» o prerrománico asturiano. La iglesia incorpora así elementos fundamentales de este último estilo como contrafuertes similares a los de Santa María del Naranco, un crucero resaltante sobre las naves como el de San Miguel de Lillo o las celosías de piedra. Su estilo austero y tradicional encaja asimismo con las exigencias de la Iglesia católica, que no aprobaba el Movimiento Moderno. En la iglesia se utilizó piedra arenisca como material constructivo principal, aunque la calidad de los materiales se tuvo que ver reducida por dificultades económicas, usándose rasilla revestida de cemento con dibujos que imitan a la piedra en las bóvedas. El templo cuenta con cinco naves, las cuales le dan una marcada horizontalidad que según sus arquitectos lo adecúa al espacio del Campo Valdés y lo armoniza con la playa y el mar.La iglesia tiene una girola, elemento arquitectónico más común en catedrales que en iglesias parroquiales. La existencia de la misma llevó al arzobispo de Oviedo Francisco Javier Lauzurica y Torralba a ordenar cerrarla con cortinajes tras una visita a la iglesia. Como consecuencia de esta decisión, la girola estuvo tapiada y también se utilizó como sacristía y almacén. En 2012 este espacio fue reformado y transformado en una capilla que alberga el sagrario del templo, decorándose sus muros con 200 metros cuadrados de mosaicos obra del sacerdote jesuita de origen esloveno Marko Ivan Rupnik."
A la izquierda de la iglesia estuvo el primer cementerio fuera del interior y camposanto de la vieja iglesia, el de la Visitación, donde luego se construyó la Casa Rectoral y ahora está la Residencia Cimadevilla, gestionada por la parroquia de San Pedro. De aquel cementerio, ya proyectado por Jovellanos a raíz de aplicarse la nueva normativa sanitaria (realmente bastante más antigua, pero que no se aplicó de manera efectiva y poco a poco a partir de entonces) que impedía enterrar fuera de los templos, escribe Hernán Piniella Iglesias en la página Gijón a través del tiempo con el artículo Los cementerios de Gijón y La Piedrona, del 23-9-2016, del que extraemos lo siguiente:
"Enterrar a los muertos se remonta a épocas prehistóricas, donde los fallecidos eran enterrados en el propio recinto de la vivienda, en tiempos muy antiguos cambió esa costumbre con la construcción de necrópolis en las cercanías de los poblados, siempre cerca de algún lugar de paso, para evitar el olvido de los antepasados.En época de los Visigodos, en el Concilio de Toledo se autoriza a enterrar en sagrado a personajes relevantes, comenzando así la tradición de los enterramientos con la bendición de la Iglesia. Ante lo reducido del espacio y las crecientes disputas por demostrar quién era suficientemente importante para ocupar sitio en las Iglesias, el rey de España Alfonso X "El Sabio" en sus Partidas de 1.318, prohíbe los enterramientos dentro de las mismas. Real Orden que se obedeció a la española, cada quien hizo lo que le dio la real gana. A pesar de todo se comenzó a enterrar en los aledaños de las iglesias, en recintos sagrados llamados Cementerios, del latín: “Caementerium,” y éste del griego: “Koimeterion” (el que descansa).En Gijón tras la edificación de la Iglesia de San Pedro en el año 1.410, y tras pasarse la orden del rey sabio por el atrio, se siguió enterrando a los ilustres patricios gijoneses en su interior, hasta que ya no hubo más sitio, solo entonces se habilitó un espacio tras el ábside del templo, justo detrás de la Iglesia, que fungió como cementerio.Hasta bien avanzado el siglo XVII se consideraba pecado de vanidad que un pobre fuera enterrado con ataúd, este que sólo era utilizado para enterramientos de personas pudientes o religiosos, los pobres eran enterrados a más de un metro de profundidad envueltos en una sábana que hacía las veces de mortaja. Ya en el año 1803 no cabían más muertos en tales lugares y se construyó, en terrenos donados por Jovellanos, el primer camposanto como tal de Gijón. Se le quiso poner el devoto nombre de "Las Cruces", pero el pueblo que siempre va a su aire, y aquí en Gijón más que en ningún lugar, aprovechando la oportunidad de que la primera persona allí enterrada fue una señora de nombre: Visitación Jove, le puso ese nombre, y pasó a ser el cementerio de "La Visitación".En ese cementerio recibieron sepultura los más destacados gijoneses de la época edificando en vana competencia de vanidad, egregios mausoleos, donde se prescindía, en muchos casos, de toda simbología religiosa, debido a la corriente liberal imperante.Años antes de entrar en funcionamiento este primer camposanto Gijonés, y tras una epidemia en la localidad vasca de Pasajes, una Real Orden de Carlos III del año 1787 prohibía expresamente los enterramientos en poblado. Tardaron lo suyo los Gijoneses de entonces para ponerse de acuerdo en encontrar un lugar adecuado fuera de los límites habitados de la villa. Tan solo en 1876, casi cien años después de la prohibición de Carlos III, está listo el nuevo cementerio de Gijón, en un lugar de Ceares conocido como "La Llosa de los valientes"
Para continuar nuestro paseo por El Muro, seguiremos a la derecha del templo, que fue durante siglos la única iglesia parroquial de la villa, Hasta ya finales del XIX, cuando con el gran crecimiento urbano se crearon nuevas parroquias eclesiásticas en los nuevos barrios urbanos de la ciudad
Más antigua que la muralla carlista fue la romana, que sería aprovechada como defensa durante casi toda la Edad Media y que también sucumbiría en el asedio de 1395, si bien se han localizado sus cimientos debajo de este paseo
Una banda oscura en el suelo de losas recorre su trazado, al lado mismo del muro de la iglesia, aquel paredón serviría tanto de protección contra asaltos e invasiones como contra los azotes del mar y del viento, que se sabe arrastraba grandes cantidades de arena hacia las casas
La muralla se construyó en los siglos III o IV, tal y como ocurrió en otras poblaciones, cuando el Imperio Romano entraba en franca decadencia y se hizo necesario levantar estas defensas. La existencia de la muralla da a entender la importancia del enclave, si bien su trascendencia, como civitas o como asentamiento industrial basado en la pesca, el salazón y, muy posiblemente otras artes como la metalurgia, es objeto de grandes, intensos y no pocas veces acalorados debates en nuestros días
Antes las playas, no eran vistas como nosotros lo hacemos en la actualidad, ni aquí ni en ningún lugar, tal y como dice el historiador Juan Carlos de la Madrid sino como "vertederos, lugares peligrosos donde morían las olas y que constituían la parte trasera de los pueblos y las ciudades". Además puede decirse que eran consideradas insalubres por el polvo de arena que anegaba a las ciudades con el viento, siendo flanco siempre abierto a desembarcos de piratas, contrabandistas o ejércitos enemigos, como aquí también pasó no pocas veces, desde los vikingos en 844 a las tropas de Richellieu en 1635, solo por citar un par de ellas
Recorriendo el exterior de la iglesia, cuyas obras se prolongaron toda una década, hasta 1955, reconocemos en el crucero la inspiración citada por sus constructores en los edificios del Arte Asturiano
En el suelo seguimos viendo las lozas oscuras que delatan el trazado de la antigua muralla, que tenía ahí precisamente uno de sus vértices, al seguir la orografía del acantilado. No obstante a su destrucción, los cronistas posteriores debieron tener noticias de la misma, sobre todo aquellos que, como Pedro Barrantes Maldonado, describen la destrucción de la misma y de la villa en 1395, cuando el conde Alfonso Enríquez tuvo aquí su principal plaza fuerte para hacer valer su derechos al trono de Castilla frente a reyes a los que él consideraba ilegítimos, el último Enrique III, que fue quien puso punto final a las pretensiones del conde tras aquel asedio, que no fue sino el último de una serie que había empezado en 1383 con el conde contra el monarca Juan I, de quien era hermanastro, siendo el padre de ambos Enrique II de Trastámara o de Castilla, quien a su vez era el tercero de los hijos extramatrimoniales de Alfonso XI (bisnieto de Alfonso X El Sabio) y Leonor de Guzmán
"Alfonso Enríquez de Castilla (Gijón, 1355-Marans, Bayona o Portugal, después de 1407), conde en Gijón y en Noreña y señor de varios lugares, fue el hijo primogénito, aunque natural y tenido antes de su matrimonio, del rey de Castilla Enrique II de Trastámara y de Elvira Íñiguez.
Poseyó amplios territorios en Asturias y León. De su padre, recibió en herencia todas sus posesiones en Asturias, entre las que destacan por su posición estratégica los condados de Noreña y Gijón, pero que también incluían Ribadesella, Villaviciosa, Nava y Laviana, entre otros, en el oriente de la provincia, y Cudillero, Luarca y Pravia en el occidente. En tierras leonesas, poseyó el señorío de Cabrera y Ribera, las dos Babias, así como la tierra de Argüellos, territorios ambos colindantes con Asturias y que le permitían una posición muy cómoda, al poder moverse entre Asturias y León sin salir de su territorio.
Infancia y juventud
Durante los primeros años de su vida, Alfonso permaneció bajo la atenta vigilancia de su padre, que había colocado en puestos de responsabilidad a varios miembros de su familia para tratar de gobernar con cierta tranquilidad. Un año antes de llegar al trono de Castilla, su padre le donó el señorío de Noreña y, como señor de este lugar, Alfonso Enríquez confirmó un documento en noviembre de 1368. En la primavera de 1372, fue armado caballero por su padre estando en Santiago de Compostela y fue, posiblemente en esa fecha, cuando también recibió los títulos de conde de Noreña y de Gijón.6b Igualmente heredó de su padrino y ayo, el noble Rodrigo Álvarez de las Asturias, bienes en Asturias y otros lugares, como Paredes de Nava, Sahagún, Valencia de Don Juan y el señorío de Cabrera y Ribera en El Bierzo.
Hizo sus primeras armas durante la segunda Guerra Fernandina, sometiendo las plazas de Viana del Bollo y Cascais, antes de que el Tratado de Santarém, firmado el 19 de marzo de 1373, pusiese final a la contienda. Para sellar el tratado, se acordó el matrimonio del conde de Noreña con la infanta Isabel, hija bastarda del rey Fernando I de Portugal, que en esas fechas tenía solamente unos ocho años de edad. Los esponsorios tuvieron lugar en abril de ese mismo año en Santarém. Alfonso Enríquez huyó a Aviñón para tratar de que el papa Gregorio XI interviniese y anulase el compromiso, pero tuvo que ceder ante la confiscación de todos sus bienes que ordenó Enrique II.
Una vez celebrado el enlace en 1375, Alfonso se unió a las tropas castellanas para la guerra contra Navarra. Para afrontar los gastos derivados de la expedición, decretó un servicio extraordinario en los concejos de su propiedad, así como en algunos que no lo eran, lo que provocó una reacción inmediata, tanto de la Iglesia de Oviedo como de muchos de los miembros de la nobleza laica. Ante esto, tuvo que intervenir el mismo Enrique II prohibiendo a su hijo recaudar en los concejos que no le eran propios y devolver lo tomado indebidamente.
Estuvo unos nueve meses en la corte del rey Carlos II de Navarra, desde el 29 de marzo de 1376 hasta el 19 de diciembre de ese año, acompañado por dos caballeros, cuatro escuderos y dos mozos, invitados del rey navarro mientras estuviesen en su corte".
"Obligado por su padre, contrajo matrimonio en noviembre de 1375 en Burgos con Isabel, hija natural del rey Fernando I de Portugal, quien en esa fecha tenía unos once años y, por eso, el matrimonio no se consumó hasta unos años después. El 2 de octubre de 1377, el rey Fernando entregó a su hija Isabel, para su matrimonio con Alfonso, la ciudad de Viseu, Celorico da Beira, Linhares y Algodres y el 12 de enero de 1378, el alférez mayor del monarca portugués, Arias Gómez de Silva, prestó homenaje a Enrique II para la guarda del castillo de Celorico, en nombre de la condesa Isabel, y se comprometió a entregarlo a Isabel una vez que se consumase el matrimonio con el conde Alfonso."
"En mayo de 1379 falleció Enrique II de Trastámara y le sucedió en el trono de Castilla su primogénito, que reinaría como Juan I de Castilla. Los problemas internos surgirían enseguida. Al comienzo de su reinado, Enrique II había creado un círculo de parientes adeptos (al menos en teoría) a la Corona para reforzar su posición. Pero a lo largo de los años, había aparecido una nueva clase de nobleza funcionaria, que pronto iba a empezar a desplazar a los parientes del rey en el ejercicio de los puestos de responsabilidad, y que sería el principal apoyo de los nuevos Trastámara.
Esta situación no agradó lo más mínimo a la alta nobleza, y Alfonso Enríquez, como parte de ella, enseguida comenzó a demostrarlo. Ya en las cortes de Burgos del año 1379 obtiene las rentas del alfolí de Avilés, y el 12 de diciembre de ese mismo año, la anulación de su matrimonio por sentencia del obispo de Oviedo Gutierre de Toledo, aunque no surtió efecto, dado que al final se consumó el matrimonio. En 1380, Juan I dictó una serie de normas destinadas a evitar el atropello de la nobleza sobre los señoríos y encomiendas a su cargo; entre los damnificados estaba el conde Alfonso, que se ve obligado a devolver tierras arrebatadas indebidamente a los monasterios de Cornellana, los señoríos de la catedral de Oviedo y Sahagún."
"En la primavera de 1381, el rey castellano estaba preparando la guerra con Portugal y su medio hermano, Alfonso Enríquez, sabiendo que toda la «gente de guerra» de Asturias se encontraba fuera de la región, ofreció a Inglaterra, aliado de Portugal, el puerto de la ciudad de Gijón. Su hermano Juan I lo encarceló en Gijón cuando tuvo conocimiento de estos planes, pero otra vez, gracias a la intercesión del obispo de Oviedo, recuperó sus territorios en Asturias y León, incluyendo el condado de Noreña, después de haber hecho juramento, pleito y homenaje a su hermano el rey en la Catedral de Oviedo.
Sin embargo, el conde de Noreña persistió en su planes y preparó una nueva sublevación. Su hermano el rey le encomendó una misión para unas negociaciones con Portugal y, a principios de 1382, Alfonso Enríquez, con el permiso de su hermano, fue a Braganza pero, en vez de defender la causa de Castilla, ocultó sus intenciones e intentó obtener el apoyo de Inglaterra a Portugal para sus propias reivindicaciones. Estando en Zamora, el 23 de junio de 1382, el monarca castellano confiscó todos los bienes del conde de Noreña en Asturias y en las montañas de León.
En 1383 Juan I descubrió nuevos tratados del conde de Noreña con el rey de Portugal y se vio obligado a acudir a Asturias con urgencia. No obstante, el rey actuó con prontitud y rindió toda la región, a excepción de Gijón, donde se refugió el rebelde, que acabaría acogiéndose nuevamente al perdón de su hermano el 18 de julio de 1383 después de haber sido hecho prisionero en La Puebla de Montalban bajo la custodia del arzobispo de Toledo Pedro Tenorio. El conde Alfonso prestó pleito-homenaje a su hermano el rey, prometió servirle, entregar a su hija Beatriz como rehén y entregar el alcázar y villa de Gijón el 20 de ese mes.
En septiembre del mismo año, después de celebrarse las cortes de Segovia, el rey donó todos los bienes del conde en Asturias al obispo de Oviedo, Gutierre de Toledo, incluyendo el condado de Noreña, aunque para compensarle, el rey le concedió a cambio el título de conde de Valencia de don Juan en tierras mucho más accesibles y controlables. Además, concedió a su hijo Enrique el título de Príncipe de Asturias, con todos sus señoríos; de esta forma, se vinculan a la corona una serie de territorios de difícil acceso que constituían un entorno ideal para conspiraciones y rebeliones, dado su aislamiento y orografía.
Poco después, y a raíz de la muerte Fernando I de Portugal en octubre de 1383, Juan I decidió encarcelar a Alfonso en el castillo de Almonacid, ya que, al estar casado con una hija del difunto rey lusitano, era su rival y podía mermar sus derechos, como esposo de Beatriz de Portugal, al trono de Portugal. En julio de 1386, fueron confiscados todos sus bienes. Su encarcelamiento se prolongó durante ocho años y, solo a la muerte del rey, en 1390, pudo Alfonso Enríquez recuperar su libertad y posesiones."
Aquí, en la esquina entre la Escalera 1 y la Escalera 0, se aprecia una forma circular, se trata del lugar en el que se encontraba una de las torres de la muralla, cuyos cimientos se encuentran justo debajo. Esta plaza fuerte gijonesa fue, como vemos, un elemento estratégico de primer orden en la política del momento, desde donde Alfonso Enríquez, una vez la recuperó, volvió a hacerla centro de su teatro de operaciones, empezando prontamente el primer gran asedio:
"Tras el fallecimiento de Juan I, y aprovechando la inestabilidad de la situación, Alfonso logró que se le devolvieran sus posesiones. Junto con otros miembros de la alta nobleza, trató de entrar en el Consejo de Regencia que gobernó durante la minoría de edad de Enrique III. Los enfrentamientos entre la alta nobleza creada por Enrique II y la nobleza funcionaria continuaron, imponiéndose finalmente esta última.
Ante esta situación, el conde Alfonso, junto con Pedro Enríquez de Castilla, conde de Trastámara, su hermano Fadrique, duque de Benavente, y la reina Leonor de Navarra, comenzaron a trazar nuevos planes para hacerse con el poder desde su fortaleza de Lillo, pero la unión se rompió pronto y Alfonso se vio nuevamente solo frente al rey.
En agosto de 1394, Enrique III partió de Valladolid hacia Asturias para someter nuevamente a Alfonso. Para ello, organizó una flota que debería cercar Gijón por mar, mientras que él entraría desde León atravesando el puerto de Pajares. Por su parte, el conde centró su defensa en las plazas fuertes de Gijón y el Castillo de San Martín (en Soto del Barco). Trató también de tomar Oviedo, pero fracasó estrepitosamente ante la oposición de la burguesía y el obispado. Gijón era una auténtica fortaleza natural; amurallada desde tiempos romanos y situada sobre una península, la única entrada a la ciudad era a través de un pasillo de arena que se borraba en la pleamar, con lo que un ejército sitiador tenía muy pocos puntos por los que acceder a la ciudad. El rey puso sitio a Gijón durante varios meses, pero como el asedio se prolongaba y el invierno se les echaba encima, Alfonso Enríquez y Enrique III decidieron firmar una tregua de seis meses, durante la que someterían sus diferencias al juicio de Carlos VI de Francia, que, a petición del conde Alfonso, prorrogaría la tregua otros seis meses. Transcurrido el tiempo, Carlos VI no dio un dictamen definitivo, aunque recomendó al conde que depusiera su actitud y se sometiera al rey de Castilla."
"Vistos los resultados, el rey organizó el cerco a la ciudad, ya en la segunda quincena de julio de 1395, y Alfonso se preparó para un nuevo sitio, aprovisionándose de alimentos y armas, tras lo que partió hacia Bayona en busca de ayuda inglesa, dejando el cerco en manos de su esposa Isabel. El sitio se prolongó durante más de un mes, tiempo en el que los castellanos ensayaron el uso de la artillería contra las murallas de Gijón, cuyos defensores aguantaron el duro asedio. Finalmente, y como no acababan de llegar los refuerzos, Isabel, la esposa del conde, rindió la ciudad tras asegurar su vida y la de su familia. El rey entregó a Isabel a su hijo Enrique de Noroña, que había mantenido como rehén, y «le mandó que se saliese del Reyno, y le fuesse a buscar a su marido que a la saçon se hallava en tierra de Sanctonge, como lo hizo...»Por su parte, Enrique III, una vez firmado el acuerdo, ordenó la destrucción de la villa, poniendo fin a las revueltas trastamaristas en general y a las del conde Alfonso en particular."
"Poco se conoce de los últimos años del conde Alfonso, salvo que fue preso por orden del rey en San Juan de Luz, aunque liberado poco después, y que se rumoreó estaba implicado en una conspiración del rey de Portugal contra Enrique III en 1397, aunque nunca se supo con certeza.
Estuvo varios años en Bayona. En marzo de 1396, Juan Hurtado de Mendoza, mayordomo mayor del rey Enrique III de Castilla, escribió al consejo de Burgos sobre la información que le habían proporcionado los hombres que tenía en Bayona, así como el obispo de dicha ciudad sobre el conde de Noreña. Una de las noticias era sobre Isabel de Portugal, que había salido de Castilla hacia Bayona y «el enfado del conde por ello, y su intención de enviarla como emisaria ante el rey de Castilla.» En 8 de enero de 1397, el rey Carlos III de Navarra ordenó el pago por dos paños que la reina Leonor de Trastámara había enviado como regalo a la mujer del conde Alfonso en Bayona. En la documentación del reinado de Enrique III, y pocos años después de su defunción, se confirma la presencia del conde Alfonso en Bayona durante varios años. El 1 de enero de 1407, Enrique, hijo de Alfonso, recibió veinte libras para ir a ver a su padre que se encontraba en Bayona.
El último documento donde se menciona al conde Alfonso en dicha colección de documentos está datado el 15 de marzo de 1407 —aunque no necesariamente implique que falleció poco después— es una carta del rey Martín I de Aragón dirigida a Alfonso en la que le ordenaba «su alejamiento de la frontera con Castilla y su regreso dentro de los territorios aragoneses, prohibiéndole pasar más adelante a la ciudad de Zaragoza y acercarse a Castilla menos de veinte leguas. Dicha orden es consecuencia de las misivas enviadas por los reyes de Castilla y el infante Fernando (hermano de Enrique III) una vez enterados de que dicho conde se encontraba "acostado" a una legua de la frontera entre Aragón y Castilla, a pesar de que Enrique III había concedido licencia para que pudiera vivir en Aragón, según le había rogado Martín I a instancias de Alfonso.»
No se conoce ni la fecha ni el lugar de su defunción. Pudo haber sido en Portugal, en Marans o en Bayona."
"... y entró en Astúrias y cercó la villa de Gijón, donde estaba el conde don Pedro con cien hombres de armas é cuatrocientos hombres descudos é cien ballesteros é hizo hacer un palenque a la redonda de Gijón é batirlas (las murallas) (...) Y de allí fue a Gijón é cercólo y estuvo sobre él hasta que lo tomó (...) y el Rey mandó derribar por el suelo la villa y el castillo de Gión, é partióse de allí é tornóse a Madrid."
"La cerca antigua, vino desde la Garita hacia Somió, frisando con la ería de la atalaya, hacia la iglesia de San Pedro y por debaxo de las figares de los gorgoyos, gran muralla de argamasa, fue a dar al torrijón de junto a la cárcel, y de allí por junto a la casa de Joan Morán Riverrayba del Mielgo derecho a la pescadería y a la rava y la garita, y todo de argamasa fuerte"
"Era entonces en Asturias Gijon lugar muy fortalecido desde el tiempo de los romanos, que (como se ha dicho) le llamaban las Aras Sextianas, y lo tuvieron como alcázar y firme presidio, para la sujeción de toda aquella provincia. Y era tanta la fortaleca de aquel lugar, assi por ser el sitio natural más alto y enriscado de mas de ser península cercada quasi toda de mar, como por la fortificación de sus muros y castillo. Lo uno y lo otro hasta el tiempo del Rey don Iuan el primero, que con buen consejo, como en su coronica se cuenta, mando derribar la cerca y la fortaleza, por el mucho aparejo quen aquella villa avia, para alzarse Infantes y otros cavalleros, conforme alos exemplos frescos, quentonces de esto se tenian. Y aun agora con estar todo por el suelo, se muestra la braveza de la fortificación antigua con rasgos de murallas de mas de veynte pies de ancho, a que arribaba el terrepleno. Con esto y con no ser entonces edificada la ciudad de Oviedo, como a su tiempose vera, era Gijon el lugar mas principal de toda la provincia. añadiendose la comodidad de su puerto, y otras buenas qualidades que la hazen tambien agora la mejor y más importante villa de todo aquel principado".
"Estuvo antiguamente muy bien cercada de murallas hasta que el Rey Dn. Juan el I la vino a poner cerco, por entrar en ella el Ynfante Dn. Alonso su hermano, donde se hizo fuerte hasta que por concierto entregó la dicha villa después que mandó derribar la dicha cerca y Alcazar, de la qual parecen hoy muchas ruinas"
Llegar a La Cantábrica supone para nosotros llegar al final del Paseo del Muro siguiendo el trazado del Camino de Santiago en Gijón/Xixón, desde El Puente'l Piles hasta San Pedro, si bien nos hemos desviado unos metros del mismo para visitar estos lugares
"... por un lado Castilla y Francia, y por otro Inglaterra, con Portugal como aliado. Reinaba en Inglaterra (1399-1413) Enrique IV, de la Casa de Lancaster. Su postura, en principio, fue la de mantener la tregua con Francia y Castilla. Se daba una situación un tanto forzada en la que el rey inglés era hermano de la reina de Portugal y de la reina de Castilla, cuyo marido, el rey (1390-1406) Enrique III, de Trastámara, era aliado del rey francés (1380-1422), Carlos VI."
"El primer hecho en el que se ve envuelto Pay, de una forma un tanto confusa que matizaremos enseguida, es la quema de Gijón, en 1395. En “El Victorial”, el autor al hablar del inglés diceEste Arripay quemó Gijón e a Finisterra, e llevó el cruzefijo de Santa María de Finesterra, que era nombrado por el más devoto de todas las partidas: e ansí era verdad, e yo le vi. E fizo otros muchos daños en Castilla, de muchos prisioneros e rescates. E aunque otros navios andavan armados de Inglaterra, aquél era el que más lo continuavaNos vamos a servir del capítulo que Fernández Duro dedicó a las “Campañas de Pero Niño” para dar otra versión del incendio de Gijón y una posible explicación de la presencia de Pay en esas fechas en la población asturiana.Este puerto estaba abierto a los ingleses, y el "‘revoltoso" conde de Gijón era favorecido por Portugal e Inglaterra, teniendo trato especialmente con los ingleses de Baiona. La quema de Gijón es un episodio importante de la guerra interna que libraba Castilla, y fue el punto final del sitio al que el rey Enrique III le sometió. Citando al historiador local Estanislao Rendueles, Fernández Duro sitúa la defensa de esta población en manos de doña Isabel, esposa del conde, secundada por “aventureros" a sueldo de diversas procedencias, entre los que abundaban los ingleses, traídos por el duque de Lancaster. La condesa, con el fin de aflojar el bloqueo a que la flota castellana sometía al puerto, simuló intenciones de capitular. La víspera del día que se había fijado para la entrega de la ciudad, escapó en una embarcación con rumbo a Bayona, no sin antes haber prendido fuego a Gijón.Retomando el tema central de nuestro interés, señalaremos que entre los sitiadores de Gijón destacó el entonces doncel del rey, Pero Niño. Seguramente le acompañaría ya el alférez Diez de Games. Harry Pay se encontraría entre los “aventureros” que defendieron la ciudad, siendo por tanto su responsabilidad en el incendio ciertamente relativa. Pero para un caballero como Pero Niño esa afrenta era imposible de olvidar."
A lo lejos, una hermosa vista del Cabo San Llorienzo o San Lorenzo con La Fontica o Isla la Tortuga en su extremo y, a su derecha, los acantilados jurásicos de Peñarrubia, con gran riqueza fósil y cuyo color da nombre a la playa allí situada, sobre la que pasa la senda costera. El actual parque fue zona de pastos de los antiguos campesinos de esos barrios de la parroquia de Somió, la cual pasó al ejército cuando, ya a finales del siglo XIX, la inestabilidad política con Estados Unidos a causa de Cuba hacía presagiar una guerra en la que no descartaban ataques marítimos, por lo que fueron fortificándose estos cabos, desde este al de Santa Catalina (La Talaya) y el Cabo Torres
La Escalera 0 y el Real Club Astur de Regatas en pleamar, con la piscina casi natural allí existente totalmente sumergida. Este era el lugar donde estaba primeramente el balneario La Cantábrica, inaugurado en 1892 en un lugar de baños espontáneos en torno a la Peña Santa Ana, desde como hemos dicho los chiquillos del barrio iban nadando hasta El Cervigón
"En 1892, en plena expansión del fenómeno balneario en el litoral asturiano, se otorgaría la concesión para este balneario, el ultimo en ser construido en la concha de San Lorenzo; si bien su ubicación no seria en el arenal de San Lorenzo, sino que la concesión afectaba al lugar conocido como «tras la iglesia», un espacio de baños tradicional en décadas anteriores al oeste de la playa, en el inicio de la península de Santa Catalina. En cuanto a la concesión de este balneario hay una serie de cuestiones que llaman la atención, pues si bien la concesión sería otorgada al gijonés Andrés Corsino Rodríguez , éste previamente ya había vendido una participación de la misma al industrial ovetense Rodrigo Fontela por el precio de 7.500 ptas.; participación que parece ser afectaba a la totalidad de la concesión, puesto que en la documentación posterior aparece como único propietario o concesionario el propio Rodrigo Fontela quien siete años más tarde, el 22 de agosto 1899, cedería en pago la casa de baños y su concesión a Policarpo Herrero Vázquez. Todo esto viene a indicar la existencia de prácticas más o menos encubiertas de enajenación de unos bienes por ley invendibles. Este balneario contaba con dos plantas; en la planta baja estaban instaladas casetas para baños de mar y en la planta alta «habitaciones para baños calientes, con pilas de mármol prensado, chorros de aguas y duchas escocesas con cabeza de regadera, presentando en todo su frente una gran galería para solaz y entretenimiento de los bañistas».
"Aunque el emplazamiento , por su seguridad, era considerado tradicionalmente como óptimo para los baños de mar, no lo debió de ser tanto desde el punto de vista de las condiciones higiénicas, pues allí desaguaban varias alcantarillas, circunstancia que no fue corregida hasta 1893, año en que por acuerdo municipal del 18 de febrero se autorizaría al concesionario para variar el desagüe de los excusados de la fábrica de tabacos que pasaban por debajo del balneario.
El promotor de este balneario tampoco fue ajeno a la elaboración de las ya mencionadas estrategias para monopolizar espacios de playa y evitar la ubicación de nuevos competidores. Puesto que el balneario ocupaba la totalidad de aquella playa parece evidente que ningún otro competidor podría establecerse allí, pero además intentaría controlar en exclusiva el uso de la misma, para lo cual en 1893 emprendería el cercado de la concesión. También, trataría de evitar la competencia solicitando la concesión del espacio existente entre su establecimiento y el balneario «Las Carolinas», para la construcción de otros dos denominados «Las Perlas Cantábricas», unidos entre sí y con el balneario «La Cantábrica» por puentes."
"Fue costumbre muy antigua que las gentes de los pueblos de «tierra adentro», cercanos a zonas de costa, se desplazaran a «pueblos de playa» para, durante 9 días, TOMAR BAÑOS. Esto se hacía a la madrugada y durante los primeros días de junio o de septiembre.
Las señoras y señoritas «pudientes» vestían trajes de baño enteros (de cuello a rodilla); las de «menos posibles» cubrían su cuerpo con un paño amplio a modo de sábana.
Las llamaban «bañistes del sábanu».
Y si no había «posibles», un saco blanco de los de azúcar, con un agujero para la cabeza, hacía de casulla-bañador.
Los ferrocarriles que llevaban turistas desde tierra adentro a localidades playeras se conocían como TRENES BOTIJO.
Unas personas paseaban por la arena mojada y después se bañaban en el mar (BAÑOS DE OLA) ; otras ,antes de meterse al agua, masajeaban su cuerpo con algas marinas (BAÑOS DE ALGAS), para prevenir o curar afecciones de tiroides (bocio, que llamaban «papu»); y las más exigentes lo masajeaban con ramas de carquexa cocidas en agua de mar y después se bañaban en las olas (BAÑOS DE CARQUEXA).
Así trataban dolores reumáticos, problemas de varices, afecciones respiratorias y purificaban la sangre mediante el sudor.
En algunos pueblos -y de esto tenemos constancia- había muchachos que ganaban unos dinerillos cociendo las ramas de caxigos al lado mismo de la playa y atendiendo a las peticiones de los y las bañistas. En las ciudades de playa de tronío, como Gijón, había balnearios en la línea de costa y ofertaban a su clientela baños de estos tres tipos citados, mediante un «módico pago». En Gijón, por ejemplo, en los años del cuplé, Las Carolinas y La Favorita (dos balnearios célebres) cobraban los BAÑOS DE OLA a O,50 PTA y los de ALGAS o CARQUEXA a 1,75 PTA.
Hoy nadie usa de la carquexa. Los trajes de baño se reducen a la mínima expresión («tanga») en el mejor de los casos y, cada vez con más frecuencia, se convierten en monokini («topless) o en cerokini (despelote total)."
Como hemos visto, parte de los terrenos del litoral gijonés habían pasado, acabando el siglo XX, al Ministerio de la Guerra, y por aquí pasaba el límite del espacio afectado por una batería de costa, la de San Pedro, lo que estuvo a punto de obligar a demoler el balneario al querer ampliarse también en esa dirección. Volvemos a leer a Ramón Alvargonzález Rodríguez:
"... se puede señalar la ocupación por parte de Rodrigo Fontela de una porción de terrenos perteneciente al Ministerio de la Guerra en la zona de servidumbre de la batería de San Pedro, que a punto estuvo de costarle la demolición del balneario, pues por comunicación de enero de 1895 el Ministerio de la Guerra le ordenaba demoler la parte del balneario que estaba ocupando tales terrenos.
Sin embargo en este caso, y al contrario de lo ocurrido con otros concesionarios, Fontela contó en el Ayuntamiento con «eficaces» defensores que lograron que el Ministerio cambiase de opinión y accediera a no demolerlo, previo pago de los terrenos en «pública subasta», tasándose en 99 ptas, el metro cuadrado, tras lo cual sería reconocido como legítimo dueño. Esto supondría además un reforzamiento del monopolio de uso de la playa, ya que al «ampliarse» la concesión desaparecería una rampa de bajada al mar existente en los antiguos terrenos de la batería, quedando para «servicio público» de la playa sólo la escalinata contigua a la Iglesia de San Pedro.
Fontela pretendía aprovechar los terrenos recién adquiridos para construir un hotel destinado a los bañistas de su balneario , lo que solicitaría al Ayuntamiento en 1896 siendo autorizado; aunque al final el hotel no sería construido, debido a las negativas perspectivas de negocio, pues como señala Victor Labrada «La Cantábrica ubicada donde hoy esta el frontón y depósito de balandros del club de Regatas (…) sólo era concurrida por los bañistas de ola, que utilizaban las casetas de a perrina (…),y les gordes del barrio para tomar baños de carquexa o medicinales (…); fue inaugurado en 1893 y murió de aburrimiento».
Al mismo respecto, Pérez Nieva señalaba en 1895 que, por su ubicación, el balneario no era favorecido por las clases acomodadas, pues «no era balcón y escaparate» como el balneario «Las Carolinas»
"Fundado en el año de 1911 bajo la idea y mecenazgo de jóvenes gijoneses entusiastas deportistas, a semejanza de lo acaecido en otras ciudades y puertos de la Costa del Cantábrico, aunaron esfuerzos e ilusiones para constituir una entidad, cuya finalidad, conforme al Art. 1 de los Estatutos Fundacionales, era propagar la afición a la navegación de recreo, siendo extraño al fin social todo acto o manifestación con tendencia política o religiosa".
"El RCAR fue fundado el 11 de septiembre de 1911 en el pabellón del Casino de Gijón, en el Paseo de Begoña. Es, por lo tanto, una de las instituciones más antiguas del municipio. El rey Alfonso XIII aceptó, poco después de su fundación, la Presidencia de Honor, y participó en las regatas de 1912 y 1913 con el Giralda II.Se acordó iniciar las gestiones para ubicar la sede del club en el edificio de la antigua Aduana (posteriormente dedicado a lonja de pescado), en el puerto local, pero las gestiones resultaron fallidas y se instaló en la calle Corrida, mientras se buscaba ubicación con acceso al mar. El 27 de abril de 1913 se consiguió adquirir los terrenos de la batería de San Pedro, en Cimadevilla, y se construyó el edificio social original, denominado pabellón de Santa Catalina, obra de Manuel del Busto"
"El RCAR organizó entre 1912 y 1919, ambos años incluidos, la Copa del Rey, que se había celebrado por primera vez en 1905 organizada por el Real Sporting Club y que desde 1982 organiza el Real Club Náutico de Palma.
En vela ligera ha destacado, a nivel nacional, por su flota Snipe, inscrita oficialmente en la SCIRA en 1941 con el número 152. Desde 1957, cuando organizó el I Campeonato Regional del Norte de España (que incluía las flotas de Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y Asturias), el RCAR ha organizado gran cantidad de pruebas, entre las que destacan la Copa de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, desde 1963 hasta 1986, además de cuatro Campeonatos de España absolutos (1966, 1974, 1986 y 2011), tres juveniles (1990, 2003 y 2011), y uno femenino (2011); tres Campeonatos Ibéricos (1973, 1993 y 2017); dos Campeonatos del Sur de Europa (1992 y 2014); dos Copas de España (2003 y 2018), y una Copa de España juvenil (1986) de la clase Snipe. En la actualidad, el RCAR utiliza el Optimist como barco de iniciación en su escuela de vela, mientras que la flota Snipe sigue siendo la más relevante como clase de dos tripulantes y la Láser en embarcaciones de un solo tripulante.
Las regatas de vela ligera más importantes que organiza el club actualmente son el "Memorial Carlos del Castillo"; los trofeos "Villa de Gijón", "Hispanidad", "San Pedro" y "Santa Catalina"; la "Liga de Temporada", y casi todas las ediciones de los campeonatos de Asturias de Snipe, Vaurien, Cadete, Láser, y Optimist. En Vela de crucero, el RCAR organiza las regatas "El Gaitero", "Carnaval", "Universidad de Oviedo, "Villa de Gijón", "otoño", y "primavera". También organiza regatas de radiocontrol, como el campeonato de Asturias de Micro Magic.
El equipo Wanted del armador Ricardo Simal participó en la Fastnet Race de 2017 con un Swan 411, el Bullbox del armador Luis Noguera ganó el Campeonato de España de Cruceros de 2022."
"Su escuela de vela, dirigida por Eva Díez, imparte formación tanto a los socios del club como a los que no lo son. Ofrece cursillos en barcos propios de la escuela en las siguientes clases:
Raquero, para iniciación a la navegación a partir de los 8 años de edad.
Optimist, para perfeccionamiento entre los 8 y los 15 años de edad.
RS Feva, para perfeccionamiento a partir de los 13 años de edad.
Snipe, para perfeccionamiento a partir de los 15 años de edad.
Crucero, para adultos.
De la escuela han salido importantes regatistas, entre los que destacan Federico y Arturo Alonso Tellechea, subcampeones de Europa en 2008, campeones de España en 2009, 2010, 2011, 2012 y 2013, y campeones de la Copa del mundo de vela de la ISAF en 2009 en la clase 49er. Federico también fue campeón del mundo en la clase Cadete en 1998 junto con su anterior tripulante, Aitor Esquibel García. En la clase Snipe, Fran Palacio y Ángela Pumariega se proclamaron campeones de España en categoría juvenil en 2001 y 2002, y subcampeones de Europa en 2002, mientras que Ángela Pumariega y Carmen Mateo quedaron subcampeonas de España y séptimas en el campeonato del mundo en categoría femenina absoluta en 2008. En 2008, Ángela Pumariega ya se había proclamado campeona de la Copa de España de snipe navegando con Nuria Lacera de tripulante. En la modalidad de match race, Ángela Pumariega ha sido campeona de España en 20109 y 2011 compartiendo tripulación con Támara Echegoyen y Sofía Toro, así como campeona iberoamericana en 2010, campeona de Europa en 2011, y medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. En la Clase Internacional Copa América, Pablo Vega-Arango Alonso fue miembro del equipo español que participó en la Copa América de 1992, compitiendo como "Palo" o "Mástil" del "España 92".
Asoman a la izquierda los edificios del Camín de La Fontica-La Salle, la subida a La Talaya o L'Atalaya. La Fontica es una antigua fuente existente en el cerro, fundamental para el asentamiento en lo que ahora es Cimavilla de la población que, en época romana, debió venir del antiguo castro de Noega, en La Campa Torres, puesto que sus aguas suministraron aguas a la naciente población y a sus termas. Antes de la extensión de la red de agua corriente el vecindario acudía a ella a por agua para casa y se decía que en ella se aparecían las xanas o ninfas asturianas, en la mágica mañana de San Juan
En 1909 fallece soltero y sin descendencia el gran benefactor gijonés Eutiquio García-Sala y Jove Huergo, quien nombra heredero de sus bienes al párroco de San Pedro Don Ramón Piquero, quien invierte la herencia en traer a los baberos a Cimavilla, empezando a dar clases en el que fue la casa de García-Sala en la calle Trinidad y trasladándose luego aquí, dedicándose sobre todo a la enseñanza de los hijos de los pescadores. En 1914 el párroco Don Ramón Piquero muere y nombra heredera a esta fundación, creándose el Patronato de las Escuelas de San Eutiquio
Entre la Revolución de Asturias de 1934 y la Guerra Civil los hermanos dejaron sus colegios, a los que regresaron una vez finalizada la contienda. A pesar de los esfuerzos sufren una importante escasez de recursos que les hacen pasar situaciones de miseria, cayéndose su edificio a pedazos y teniendo diferencias con el párroco de entonces que quería implantar un servicio de cuotas a los alumnos. Por todo ello la escuela cierra en 1958 y en los baberos 1958 abandonan la ciudad, a la que regresarían en 1965 a los nuevos institutos creados por la diócesis en los barrios obreros de Roces y La Calzada, de los que llevarían dirección y docencia, instalando su comunidad en la Casa Rectoral de San Pedro
Damos así vuelta al ábside de la iglesia de San Pedro y nos dirigimos a las escaleras para seguir nuestro recorrido alrededor de la parroquial, subiendo a la confluencia de las calles Camín de la Fontica y Arcipreste Ramón Piquero, regresando por esta al Campo Valdés
"Contaba Pachín de Melás que una vez prohibidos los enterramientos en las iglesias, «Gijón contaba con un reducidísimo cementerio adosado a la iglesia de San Pedro, en la parte trasera que da sobre el mar. Fue insuficiente, y a mediados del pasado siglo (el XIX) se construyó uno en el lugar que hoy ocupa la casa rectoral». A este cementerio se le denominaba, según Pachín de Melás, de la Visitación, «porque el primer cadáver enterrado allí fue el de la señora doña Visitación Jove».
Bien pronto el cementerio de la Visitación se quedó «corto» para atender las necesidades de la villa, en permanente crecimiento demográfico al calor de la rápida industrialización. Por ello, relata Pachín de Melás, «se pensó en hacer otro moderno, lo más amplio posible, en las afueras de la población».
La ubicación del camposanto, naturalmente, enseguida suscitó polémica ciudadana, ya que ahí son nadie los gijoneses cuando se ponen a discutir. En esto llegó la I República y en 1873 la Corporación municipal tomó cartas en el asunto del nuevo cementerio.
«No es nuestro objetivo seguir los múltiples trámites y trabajos para conseguirlo», leemos a Pachín de Melás. «Lo cierto es que el año 1876 se inauguraba el cementerio de Ceares (El Suco) y que también el primer cadáver pertenecía a una mujer, llamada María (García)».
José Sánchez Suárez fue el primer enterrador del cementerio de El Suco. Falleció en 1913, a los 79 años de edad, después de dar tierra a muchos gijoneses en el camposanto de Ceares.
En tantos años de servicio, José Sánchez, apodado «El Pintu», tenía alguna anécdota que contar, como lo que le ocurrió poco tiempo después de que se inaugurase el camposanto. «El Pintu» era de baja estatura y solía vestir de negro, tocado con un sombrero de alas anchas del mismo color. Había llegado al empleo de enterrador por su condición de casero del conde de Revillagigedo, propietario de los terrenos donde se levantó la necrópolis local."
"... el terreno fue donado por Jovellanos, así como una suma de mil quinientos reales de velón para su acondicionamiento y la intención de que sus restos reposasen en él, quizás pensando en no alejarse mucho de su querido arenal de San Lorenzo y así gozar eternamente del arrullo del mar.
Con la construcción del nuevo cementerio, las inhumaciones en San Pedro debieron cesar casi por completo, hecho que parece confirmar la ampliación del camposanto en 1843. Pocos años después, en 1852, la pequeña Cimavilla de los muertos fue dotada de una capilla, que funcionaba igualmente como depósito de cadáveres, y dos años después, se construyó una batería de nichos. La propagación de mortíferas epidemias como la fiebre amarilla y sobre todo él cólera, que comenzó a propagarse en España en 1834, estimuló la construcción de nuevos cementerios rurales, y las disposiciones para clausurar los camposantos situados en el interior de las poblaciones se sucedieron periódicamente, hasta la Real Orden del 16 de julio de 1857, que prohibió las inhumaciones en el interior de poblado. El acatamiento de esta normativa llevó a la clausura del cementerio de La Visitación (si bien no debió ser efectiva hasta 1880, retrasándose su secularización hasta 1893), y los finados de la villa comenzaron su camino sin retorno hasta la nueva morada en la conocida como la Llosa de los Valientes, en el alto de El Suco, en Ceares."
"Ramón Piquero González fue fundador de las Escuelas Cristianas de San Eutiquio y cura párroco de San Pedro entre 1899 y 1936. Murió el 8 de marzo de 1940, a los 71 años. Dieciséis años más tarde, sus restos fueron trasladados desde Ceares hasta el interior de su iglesia, junto a los de Julianón (Julián Álvarez Pérez), de quien se decía que había nacido en 1852 en la capilla de La Soledad. En los años veinte vemos desempeñando el cargo de párroco de San Pedro a Ramón Piquero González y, como curiosidad, añadamos los otros párrocos de Gijón en esos años. El de San José era don Juan Nepomuceno Entrialgo y el de San Lorenzo, Ángel García Valdés.Nombres anteriores: Hermanos La Salle. Por los baberos, los religiosos del colegio del barrio."
"A la típica pregunta de '¿Estudias o trabajas?', ellos podían contestar ambas. Así se desprende del titular de EL COMERCIO que, hace hoy 50 años, anunciaba la formación de una nueva banda musical en la ciudad. «El grupo La Llanura de las Voces Muertas lo integran cinco muchachos que estudian o trabajan», y que posaban, con gesto serio, sosteniendo un cuadro con la fotografía del Muro de San Lorenzo.
Eran muchachos «con aires bohemios» que acudieron a la redacción del periódico para promocionar su incipiente carrera. «¿Esos muchachos son mudos?», preguntó el periodista que los recibió. «¿Cómo has dicho? ¿No sé qué de las voces muertas?»...
«Se ríen. Menos mal, porque nos entusiasman los jóvenes alegres, sanamente deportivos, sobre todo para la hora de encajar». Eran Vicente, «aprendiz en la Constructora Gijonesa», de 16 años, vocalista y guitarrista rítmico; José Luis, de 19, contrabajo; José Ramón, estudiante de Electrónica, de 17, batería; Raúl, estudiante de Electrónica Industrial, de 16, guitarrista; y Alfredo, compañero de formación, el mayor (con 18 años cumplidos) y bajista. Habían empezado «en serio hace cinco meses». «En broma no», pero sí extraoficialmente, llevaban tocando juntos ya un par de años.
La Llanura de las Voces Muertas ensayaban cada día, «incluidos los festivos», en el Cine San Pedro, y llevaban 25 temas hechos. «Tenemos dos cosas» propias: «'Expansión sobre las aguas' y 'La muerte de la luciérnaga'». Tocaban un estilo actual, acompañado de melodías de siempre y con un toque de música progresiva que en la Nochevieja de 1970 a 1971 sonó en Grado, una de sus primeras actuaciones. «Puede decir que tocamos», además, «en la misa de once, los domingos, en San Pedro, con guitarras españolas».
«Estos chicos llegarán lejos», profetizó Arias en la quinta plana de EL COMERCIO mientras Vegafer retrataba al conjunto. Y lejos de verdad, «mucho más allá de Grado, porque tienen juventud, amor a su arte, sed de triunfo. Y valen. No hace falta más para triunfar». Ahí queda dicho."
Ante los almenados muros del Colegio Santo Ángel volvemos al Campo Valdés, dejando a nuestra derecha la calle Les Maestrines, las tres hermanas maestras de la Escuela les Pegañes, Mercedes, Carmen y Adela González Valdés, donde ejercieron la docencia, hasta 1955, para las niñas y niños de Cimavilla, "En el bajo de la casa donde vivían en este tramo de Las Cruces, enseñaron las primeras letras a muchos niños y niñas, hijos de trabajadores de la mar y de cigarreras o pescadoras", dice Luis Miguel Piñera
"El Campo Valdés es uno de los paseos con mayor encanto de la ciudad, animado por la vista de la bahía y por las tertulias de sus asiduos visitantes. Con el correr de los años, este campo mantuvo un cierto aire melancólico y romántico y, quizás por ello, no ha perdido su condición de lugar de encuentro y paseo en los días soleados en los que el viento del noroeste arrecia sobre la ciudad. El complejo museístico de las termas romanas constituye constituye un aliciente más para acercarse a este lugar con historia".
Su estructura de dos torres simétricas con un cuerpo central sigue el patrón de muchos palacios asturianos de la época. El hacerlas almenadas ya no obedecía a una necesidad defensiva, ya que por entonces y con la plena extensión del uso de la pólvora esta se basaba más en baterías costeras fortificadas en promontorios y atalayas, pero sí de cierta ostentación medievalizante queriendo dejar patente la antigüedad de los linajes
La fachada es lisa, excepto las piedras nobles del sillar almohadillado en las esquinas del edificio y enmarcaciones de puertas y ventanas
En el primer piso hay varios balcones salientes, uno en cada una de las torres y cinco en el cuerpo central, el más largo y grande el del medio, sobre la puerta de acceso
Su fundador, Pedro de Valdés, nació en esta villa en 1544 en una familia de la nobleza local de origen efectivamente medieval, que alcanzaría predominio sobre la villa desde los tiempos de las guerras trastamaristas como aliados de Enrique III. Debía de tener espíritu aventurero pues sin avisar a sus padres emprendió viaje al Reino de Nápoles con tan solo 16 años, presentándose ante el virrey y logrando de este una plaza de entrenamiento en su palacio. Luego navegó en galeras para luchar contra los piratas moros mientras llegaba a ganarse el grado de alférez de infantería. En 1566 se alista en la Armada de Pedro Menéndez de Avilés contra los corsarios franceses del Atlántico, llegando a ser su maestre de campo y almirante, junto con el que iría luego a la conquista de Florida...
Llegó a ser capitán general de la Armada de los galeones de la Carrera de Indias, la expuesta y vital ruta marítima a América, así como capitán general de la Armada de Flandes, participando en la toma de Flandes. También con una flota en corso apresó barcos enemigos en el Cantábrico. Luego pasaría a ser almirante del escuadrón de Andalucía de la Armada Invencible, siendo apresado por los ingleses tras perder su galeón Nuestra Señora del Rosario, permaneciendo preso en la Torre de Londres siete años hasta ser pagado su rescate "con lo que quedaba de la herencia de sus padres"
"Debido a lo extenso del linaje de los Valdés es necesaria la consulta de diccionarios heráldico como los de Atienza y García Carraffa para el conocimiento de las distintas ramas de apellido Valdés existentes en toda España y también en América. Luis de Valdés nos hace una relación de las Casas de hidalgos de apellido Valdés que había en Asturias: los Valdés de San Cucao de LLanera, tronco original del resto de familias Valdés, los Valdés de la villa de Gijón, los Valdés de Salas, la Casa Valdés de Manzaneda en Gozón, la Casa Valdés de Llanes, los Valdés de Candás, de Luarca, de Villaviciosa, la Casa Valdés de la Ribera, los Valdés de Colunga, de Cangas, los Valdeses de Aroio en el conejo de Gijón y también los Valdés de Lodeña; en España habla de los Valdés de Murcia y Palencia y en América afirma que hay caballeros con este apellido en México y Chile. Según Sarandeses las armas de los Valdés se encontraban en Llanes, Gijón, Salas, Pravia, Luarca, etcétera, de modo que era raro el concejo asturiano en el que no estuvieras. Dice este autor que la generalidad de los heraldistas atribuyen a los Valdés las armas siguientes; "De plata, con tres fajas de azur. Entre las fajas, diez roeles de giles cargados con la Cruz de plata, dispuestos 3-2-2-3"
El palacio pasó a ser fábrica de tabacos entre 1822 y 1844, antes de ser esta llevada al desamortizado convento de las Agustinas Recoletas de Cimavilla, sito al pie de L'Atalaya o La Talaya
"También fue director del periódico vallisoletano Libertad, Alerta de Santander, y corresponsal de las agencia Pyresa y Efe en Lisboa y La Habana.
Fue subdirector de la cadena de diarios de la Prensa del Movimiento durante el franquismo.
En la década de los sesenta colaboró como locutor en Radio Oviedo, con el programa «Hoy se habla de...»
Se mantuvo siempre muy vinculado a los medios artísticos y literarios de Asturias, patrocinando y financiando el Premio Naranco de novela corta.
Falleció en Gijón a los 88 años."
"El decano de los periodistas asturianos, el gijonés Juan Ramón Pérez Las Clotas, falleció esta madrugada en su domicilio de Gijón a los 88 años, según han informado fuentes de su entorno y de la Asociación de la Prensa del Principado.
Graduado por la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid y licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo, en su larga carrera profesional fue director de los diarios Libertad (Valladolid), Alerta (Santander), Córdoba y La Nueva España (Oviedo), así como subdirector técnico de Prensa del Movimiento (posteriormente, Prensa del Estado).
Pérez-Las Clotas también ejerció como corresponsal en Lisboa del diario Arriba y de la agencia Pyresa, y de la agencia Efe en La Habana en el año 1969.
En los años cincuenta y sesenta, siendo Pérez Las Clotas redactor jefe de La Nueva España, promovió y auspició la tertulia Naranco, donde un grupo de jóvenes universitarios y periodistas se significaron en la apertura de la ciudad hacia los criterios estéticos y literarios de la modernidad
Además de la creación de un premio de novela, la tertulia promovió exposiciones de pintura española contemporánea en el claustro de San Vicente y el lanzamiento de jóvenes artistas asturianos, consagrados posteriormente, mediante los Salones de Primavera.
También hicieron posible que el llamado grupo El Paso expusiera por primera vez como tal en la capital asturiana, impartiendo diferentes conferencias, y fue el primer movimiento social que reivindicó en la posguerra la figura de Leopoldo Alas, Clarín.
Fue miembro del jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Artes y del Premio Internacional de Ensayo Jovellanos desde que fue instituido.
Gran estudioso de la historia española moderna y contemporánea, y en particular de la guerra civil de 1936-1939, donó en 2009 la Universidad de Oviedo unos 4.000 volúmenes recopilados a lo largo de su vida y entre los que destacan 200 obras de memorias de personajes de ambos bandos de la Guera Civil.
Por decisión suya, esta "Colección bibliográfica de historia contemporánea Juan Ramón Pérez Las Clotas", se encuentra en la actualidad en la biblioteca del campus universitario de Gijón, en el aulario norte de Viesques."
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu visita y contribuir con tu comentario... Únete a la Página Oficial en Facebook para descubrir nuevos contenidos....Ultreia!