Los Jardines de la Reina |
Procedentes de La Plaza del Marqués, seguimos las señales del Camino de Santiago en la ciudad de Gijón/Xixón, y saliendo al viejo muelle local, el Muelle de Oriente, la Dársena Interior o Dársena Vieja, actual puerto deportivo, continuamos hacia los Jardines de la Reina, que rememoran en su nombre a la reina madre María Cristina de Habsburgo-Lorena, y a la visita oficial que hizo a la ciudad en el año 1900 con su hijo, el futuro rey Alfonso XIII. Estos jardines se hicieron con motivo de la ampliación portuaria de la Sociedad de Fomento de Gijón, cuya sede, luego Banco Urquijo y después Caja España, vemos al fondo, en un edificio de época ante los muelles que gestionó a partir de 1875, El Fomentín y El Fomento, que se extienden a su derecha y que hicieron desaparecer a la antigua Playa de Pando o Arenal del Natahoyo, parte del coto señorial del Marqués de San Esteban del Mar del Natahoyo, que hasta aquí llegaba y a quien se debe el nombre de la Plaza del Marqués que hemos dejado atrás, pues tenía allí su palacio
Los Jardines de la Reina |
La Plaza del Marqués con la Estatua de Pelayo en medio. Al fondo empiezan los Jardines de la Reina |
"Acuerdo: 29 de agosto de 1896. Conocido como el Héroe de Abtao, Claudio Alvargonzález Sánchez (1816-1896) mandaba la fragata Villa de Madrid en la batalla de Abtao (febrero de 1865), mantenida durante la guerra que España sostuvo con Chile en el Pacífico. En un edificio de la plaza Mayor, una placa recuerda que allí nació el marino, en la casa que existía antes del hotel. La gijonesa Fundación Alvargonzález, con sede en Cimadevilla, ha editado diversas publicaciones sobre Claudio Alvargonzález, cuyo busto preside —desde el 6 de julio de 1995— la escalinata que une el Muelle con la calle de Óscar Olavarría. En realidad, ese día de agosto de 1896 en que el Ayuntamiento aprobó su nombre para la calle, ésta tenía dos denominaciones: Abtao y Barbacana. Lo que se acordó fue poner el nombre del marino a la de Barbacana, pero parece ser que la voluntad popular hizo extensible ese nombre también a la que se llamaba Abtao. No es muy conocido el hecho de que Claudio Alvargonzález Sánchez fuera alcalde de Gijón durante cuatro días (entre el 11 de octubre y el 15 de octubre de 1868), en los momentos convulsos del destronamiento de Isabel II y cuando la titularidad de la alcaldía estaba a cargo de Nemesio Sanz Crespo. En la sesión municipal del 15 de octubre de ese año y en el Expediente Municipal 85/1868 del AMG, vemos que de nuevo Sanz Crespo recupera la presidencia de la Junta Municipal, convirtiéndose Claudio Alvargonzález en el alcalde más breve en la historia de Gijón.
Nombres anteriores: Abtao (14 de junio de 1866). La batalla de Abtao tuvo lugar precisamente el mismo año en que se aprueba dar ese nombre a la calle. Barbacanas. Figura en el Catastro del marqués de la Ensenada a veces como «Barba-Cana». El Bombé (Parcial). Los terrenos del llamado paseo del Bombé ocupaban el lugar de la actual Comandancia de Marina. Parece un nombre de origen francés, por otra parte empleado también para denominar un salón ovetense de entresiglos (XIX y XX). Los gijoneses, que por aquellas fechas estaban deslumbrados por París, también bautizaron Campos Elíseos a su teatro más conocido. Carrera del Muelle. (Catastro del marqués de La Ensenada, año: 1752, folio 1463 v.)
El Muellín fue una concesión al industrial Anselmo Cifuentes en 1871, hecho primeramente en madera y en sociedad con su yerno Florencio Valdés. Ellos dos fueron, junto con Oscar Olavarría, Calixto Alvargonzález y Ángel García Rendueles, los fundadores en 1878 del diario El Comercio, decano de la prensa asturiana
En 1893 la Cofradía de Pescadores Virgen de la Soledad se hizo cargo de esta concesión y de la actividad de la rula. Fue cuando la frase "na rula nun pregunten, apunten" se convirtió en una de las más célebres de los dichos populares gijoneses, dadas las características de las subastas, siendo idónea para cuando se gana o consigue algo, casualmente o de cualquier forma pero se gana
Luego el viejo muelle pesquero pasó a deportivo, restaurándose la antigua aduana y habilitándose como edificio de usos múltiples, dependencias del puerto deportivo y sala de exposiciones. En el edificio lateral izquierdo se abrió un restaurante con excelentes vistas de la ensenada, el cual tuvo varios nombres, ahora es el Auga, "el epicentro de la cocina de Gijón", dice de él Jorge Guitián, experto gastrónomo, en el periódico La Vanguardia del 20-6-2022 y del que extraemos lo siguiente:
"... el restaurante dirigido por Antonio Pérez y Gonzalo Pañeda, en el imaginario contemporáneo gijonés. Gonzalo en la cocina y Antonio al frente de la sala han conseguido no solamente dar forma a un espacio de referencia en la ciudad, con una ubicación envidiable, sino, sobre todo, mantenerlo en el tiempo, consolidarlo como una seña de identidad local que se basa en una propuesta gastronómica quizás menos radical que otras cercanas, pero igualmente interesante.
Auga no ocupa la punta de lanza de la vanguardia creativa de la gastronomía asturiana. No la ocupa ni lo pretende. Se enfoca, más bien, hacia un público que busca una experiencia actual aunque amable, reconocible, confortable y, al fin y al cabo, satisfactoria. La suya es una cocina que ocupa un lugar central, incluso geográficamente con su localización estratégica en el edificio de la antigua lonja, en uno de los muelles del puerto, en la cocina local y que se basa en el producto.
La de Pañeda es una cocina asturiana y actual, aunque no renuncia a productos de una enorme calidad gastronómica llegados de aquí y de allá. La suya es, en ese sentido, una cocina abierta, que se nutre de otras despensas cuando lo considera preciso y las combina con lo local; una propuesta que no juega la baza local en exclusiva y que, por el contrario, es capaz de mantener una esencia reconociblemente asturiana sin renunciar a productos llegados de otra zona de la Península Ibérica que enriquecen su oferta.
Esto es algo que se ve bien a las claras en su menú degustación, un recorrido de espinazo cantábrico que, sin embargo, es capaz de hacer permanentes guiños a otras despensas y da forma, así, a un recorrido personal, diferente y poliédrico desde el punto de vista del producto, algo que se evidencia desde el primero de los platos, la ostra Gillardeau acompañada de lechuga de mar en un bocado marino matizado por la acidez aperitiva de un suave aire de mandarina.
Lo mismo ocurre con la vaca, como en un carpaccio, y el atún, dados también crudos de la ventresca grasa del animal. Producto de aquí y de allí en un bocado en el que las texturas se complementan, un mar y montaña elegante, cargado de matices que, en cualquier caso, no apuesta por los sabores intensos y se decanta por lo tenue con los brotes, tantas veces simplemente decorativos, como un contrapunto textural interesante.
Vieira, huevas y algas. Más yodo, más océano. Aunque la vieira no sea local -apenas se capturan en Asturias- Pañeda defiende que su presencia en los fondos del puerto, excepcionalmente ricos según estudios recientes, contextualiza este bocado que, una vez más, opta por lo contenido, por el perfil más amable de los productos propuestos.
Nuestra versión de la gamba al ajillo. La intensidad sube con este plato, gamba del sur que reinterpreta un clásico atemporal de las barras, también de las locales. Melosidad, yodo y un fondo, elaborado con el jugo de las cabezas y texturizado, en el que apetece seguir mojando pan.
Anguila ahumada, caldo de cocido y pies de cerdo. Seguramente el plato que más recordaremos del recorrido, además de una receta icónica de la casa; una propuesta que hace pensar en la cocina de Santi Santamaría y de sus discípulos y que se lanza decididamente por la vertiente de la untuosidad y de lo intenso. Las manitas que se funden con el calor del caldo, los matices cárnicos que complementan el sabor del pescado y el punto de ahumado dan al conjunto una complejidad y una profundidad poco habituales.
Carabinero, apenas atemperado. El producto brillando por si solo, sin más. Salmonete en un pilpil hecho de sus espinas. El más local de los platos del menú, el único que lo apuesta todo en exclusiva al Cantábrico y que lo hace convirtiéndose en otro de los momentos más altos del menú. Los lomos limpios, impecables, del pescado, nacarados, puro sabor a mar, acompañados de un pilpil que los arropa y los envuelve con elegancia. Alga codium y cebolla encurtida aportando yodo, ácido y crujiente al conjunto.
Corzo en su jugo, soja, boniato y puré de albaricoques. El más clásico de los platos del menú, quizás también el que menos encaja con la temporada. Cocción perfecta de la carne, rosada en el interior, y una serie de guarniciones de corte más tradicional que el resto de las propuestas.
Yogur, coco y chocolate blanco para un primer postre refrescante, en el que las texturas se complementan en una construcción monocroma que nos devuelve a la faceta más contemporánea del restaurante. Y regreso, a continuación, a un clasicismo más evidente con una sopa de queso de cabra, avellana y miel que cierra el recorrido con un nuevo guiño a la despensa y a los sabores del repertorio local y que huye de esos excesos de dulce que tantas veces cierran los menús haciendo que el comensal termine con una pesadez innecesaria.
La de Auga es una propuesta actual, pero contenida; un recorrido gastronómico gustoso e interesante que evita ponerse una etiqueta o decantarse por un único palo. La suya es una cocina de producto, aunque no de producto local en exclusiva; un recorrido en el que el mar manda, en el que productos tradicionalmente considerados como nobles -ostra, vieira, gambas, salmonete- juegan un papel clave y en el que el acento está más en la construcción del plato y en la coherencia del menú más que en la proximidad del origen de la materia prima.
Con este planteamiento, Antonio y Gonzalo dan forma a una experiencia personal, envuelta por un edificio y un entorno que la enriquecen, que subrayan esa vocación marina y que la convierten en una de las grandes opciones de la cocina gijonesa. La de Auga es una cocina que no parece buscar la primera línea mediática, que se enfoca en un cliente que busca producto, solvencia, una cierta contención y una experiencia sin altibajos; una propuesta amable en el mejor sentido del término, que se convierte en la cara más reconocible de la alta cocina gijonesa en la actualidad."
A lo lejos, La Punta Liquerique o Dique de Santa Catalina nos oculta el puerto de El Musel, pero no La Campa Torres que lo guarda y protege y, en ella, el emplazamiento de la antigua Noega, el castro astur de La Campa Torres, precedente poblacional urbano de la actual Gijón/Xixón. Su actividad portuaria, comercial y metalúrgica, premonitorio antecedente industrial, hizo que sus pobladores fuesen llamados cilúrnigos, vocablo celta que define a los caldereros, astures del clan de los luggones que, paulatinamente y tras la conquista romana, fueron dejando aquel emplazamiento para asentarse en este lado de la bahía a partir del siglo I
"Son muchos los lugares emblemáticos de Xixón que ya no están: El Tiburón en el muelle, El Sitio, El Candil y El Pulpo, en el barrio del Carmen, Casa Montero y su merluza en salsa verde, Los Vikingos, en donde más de media ciudad disfrutó de sus hamburguesas, Las Brasas, parrilla en San Antonio, Tino El Roxu, que todavía sirve de indicativopara decir El Requexu, Vitorón, referente de la alta cocina durante años, Zarracina, con su cuidado marisco y sus techos bajos, A Veira do Mar y su formica llenando el entorno., el Sol y Sombra, parada obligada en La Guía en día de partido, el Pilu con Ángel pasando por las mesas a las diez, diciendo que van a cerrar, mientras intentas terminar su deliciosa tortilla… Lugares de comida en donde, en sus mesas, se hicieron negocios, amistades, amores, desamores, noticias entre susurros y, sobre todo, dibujaron la ciudad del hoy, pues las ciudades no dejan de ser más que historias humanas que se entrelazan."
No obstante, "Nos siguen quedando grandes referentes sociales en el ahora. La Ballena y El Planeta mirando la cuesta El Cholo", nos consuela también Ferrao, sitos un poco más a lo lejos, casi al final de la calle, de los que hablaremos oportunamente cuando empecemos a verlos llegando al Fomentín y sus dársenas
"Ciao' Vesuvio. El restaurante italiano más mediático de la ciudad bajó ayer la persiana tras la jubilación de su propietario, Giuseppe Maddaloni. «¿Revolucionarios? Yo creo que en el negocio de italianos en la ciudad sí que lo fuimos», reflexiona Maddaloni. «Quiero descansar un poco», añade el propietario de la pizzería. «¿Si me da pena dejarlo? Ya lo consultaré con la almohada», bromea. Napolitano de 70 años, Maddaloni abrió su primer restaurante en 1981 en la calle Ezcurdia, el Napoli. Pero el éxito comercial le llegó en mayo de 1987 cuando se instaló en el actual local con vistas al Puerto Deportivo. «Agradezco a todos los clientes que hemos tenido estos años», comenta el propietario del restaurante.
El Grupo Gavia asumirá la gestión del local tras su jubilación. Será el local número 14 de los socios, que ya regentan dos restaurantes de comida italiana en la ciudad: los Gepetto. Gavia acometerá una reforma exprés en el local, que pretende reabrir en diciembre, conservando, eso sí, el grueso de la plantilla y el espíritu del negocio. «En un principio va a ser de la misma línea», añade Maddaloni, convencido de que la nueva propiedad lo hará bien: «Espero que lo hagan mejor que yo». Feliz por la jubilación que llega, el ya ex cocinero del local, no preparaba ningún plato especial para ayer: «Sota, caballo y rey, lo de siempre»."
"Frente al Muelle, al lado de una de las torronas que flanquean la Plaza del Marqués, aromas de pasta fresca, horno de leña, parmesano y orégano nos acompañaron treinta y cinco años por obra y gracia de Giuseppe Maddalonni, introductor de las pizzas a la piedra y el 'take away', en astur apúrrelo o te lo empurramos. El recién nacido sucesor, Carbone di Vesuvio, respeta la herencia, del apellido al mítico horno de leña, y moderniza con cuidado y detallismo el espíritu Gavia, visible y tangible en establecimientos muy diferentes, trátese del Ciudadela, el Dindurra o el Bellavista. ¿Éste? Listones y entrelazos de pulida madera, colores cremas, plantas, espacios cambiantes: el alto íntimo, el sótano más que floreado arbóreo, la zona acristalada dividida por arquerías, y un ambiente mixto entre sesentero y milenial.
Frente al Muelle, al lado de una de las torronas que flanquean la Plaza del Marqués, aromas de pasta fresca, horno de leña, parmesano y orégano nos acompañaron treinta y cinco años por obra y gracia de Giuseppe Maddalonni, introductor de las pizzas a la piedra y el 'take away', en astur apúrrelo o te lo empurramos. El recién nacido sucesor, Carbone di Vesuvio, respeta la herencia, del apellido al mítico horno de leña, y moderniza con cuidado y detallismo el espíritu Gavia, visible y tangible en establecimientos muy diferentes, trátese del Ciudadela, el Dindurra o el Bellavista. ¿Éste? Listones y entrelazos de pulida madera, colores cremas, plantas, espacios cambiantes: el alto íntimo, el sótano más que floreado arbóreo, la zona acristalada dividida por arquerías, y un ambiente mixto entre sesentero y milenial.
Frente al Muelle, al lado de una de las torronas que flanquean la Plaza del Marqués, aromas de pasta fresca, horno de leña, parmesano y orégano nos acompañaron treinta y cinco años por obra y gracia de Giuseppe Maddalonni, introductor de las pizzas a la piedra y el 'take away', en astur apúrrelo o te lo empurramos. El recién nacido sucesor, Carbone di Vesuvio, respeta la herencia, del apellido al mítico horno de leña, y moderniza con cuidado y detallismo el espíritu Gavia, visible y tangible en establecimientos muy diferentes, trátese del Ciudadela, el Dindurra o el Bellavista. ¿Éste? Listones y entrelazos de pulida madera, colores cremas, plantas, espacios cambiantes: el alto íntimo, el sótano más que floreado arbóreo, la zona acristalada dividida por arquerías, y un ambiente mixto entre sesentero y milenial.
Los maestresala, amables, explicativos, empáticos, profesionales, a los que personalizamos en la figura de Gabi, uruguayo recriado gijonés, ponen el resto, es decir, la gran parte del todo cabal que les corresponde."
"Nuestro cocinero posee un connatural bagaje mestizo, el astur de Sixto, el padre llanisco (de ahí el Sixto's), y el de su madre Rocío, mexicana de nacimiento, leonesa por padre y asturiana por madre. También le criaron la abuela Clara, de La Felguera, firme en raíces y recuerdos, y la nana Margarita, indígena poseedora del riquísimo y circundante venero tradicional poblano: potes y fabadas convivían con moles y chalupas.
Al poco de nacer, Andrés perdió a su padre y le tocó crecer en una casa de mujeres parecida a la de 'Como agua para chocolate', pues abuela, madre y nana llenaban las estancias de aromas a maíz, epazote, clavo o densos moles poblanos; a veces se guisaba gochu, a veces cochinita: «Lo que me enseñaron mi abuela y mi madre sobre la cocina asturiana estrechó manos con lo aprendido de mi nana: los moles, la diferenciación entre innumerables chiles, el cimiento esencial del maíz, el orden en la variedad y el colorido», afirma. No extrañe que, llegado el momento, decidiera estudiar cocina y gastronomía en el Colegio Superior de Ciudad de México, y tras recibirse, le ofrecieran añadir a la licenciatura el título de Cultura y gastronomía española en Sevilla. Y ya que la titulación se completaba con prácticas en lugar a elegir, eligió Asturias, su otra tierra. Y en La Salgar de los Manzano, más alto difícil, alcanzando máximas responsabilidades. También regreso temporalmente a Méjico (México, por supuesto) con Bruno Oteiza, y abrió El Tomate Bistró con Sergio Fernández.
Pero su madre enfermó, los viajes intercontinentales aumentaron, y llegó el temido adiós. Para alivio del luto abrió Sixto's frente al Muelle, pequeño, colorido, con un encantador y entregado maestresala de Ponferrada que sirve cumplidamente croquetas cremosas de chorizo asturiano, anchoas cantábricas con pico de gallo, tacos creativos y complejos, pulpo de pedreru y aguachile de tomate, demandados arroces marisqueros (¡y el de pitu con alioli!), carne roja al punto, pescados del día... Y un delicioso puré de fríjoles refritos que no desmerece en su humildad del carabinero asado."
"El porqué del nombre de Corrida siempre ha sido motivo de polémica local. Bien pudiera deberse tanto a lo transitado de la calle como al corrimiento de unos edificios que hicieron más ancha la ya denominada Ancha de la Cruz, o bien por lo transitada que era, por lo corrida. Aunque los nombres que tuvo la calle emblemática de Gijón fueron esos dos de Ancha de la Cruz (popularmente Corrida o vulgo Corrida se decía) y durante unos días el de Conde de Revillagigedo, tenemos que reseñar una propuesta —al final no aprobada— que partió del Partido Comunista de España (Sección Española de la Internacional Comunista. Radio de Gijón) y que en un escrito a la Comisión Gestora del Ayuntamiento el día 5 de enero de 1937 pide que «el nombre de la calle Corrida que hasta hoy ha figurado en una de nuestras vías más concurridas y céntricas y que ninguna significación de importancia tiene, sea transformado por el de “Avenida de Rusia”. Con este hecho sencillo creemos dejar cumplido debidamente el homenaje al que nuestros compañeros de la URSS con su actitud magnífica, se han hecho acreedores y suponemos nadie se atreva a negar». (Expediente 191/1936 AMG). Sobre la historia de esta calle, que era titulada oficialmente Ancha de la Cruz, pero quela imposición popular transformó en Corrida, es imprescindible la lectura del libro que sobre ella escribió Patricio Adúriz, así como la visión del documental que sobre ella realizó Fredy García en 1998 con la colaboración de la Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular del Ayuntamiento de Gijón: Calle Corrida. Aprendiendo a pasear.Nombres anteriores: Conde de Revillagigedo (7 de mayo de 1892). Protestó personalmente el conde por este cambio que decidió la Corporación en mayo y tuvo que rectificar en junio. Incluso el conde de Revillagigedo amenazó tácitamente con llevar a los tribunales al Ayuntamiento si no se hacía caso de su negativa a usar su nombre que, por cierto, ya estaba en el callejero aunque con otro título que también ostentaba: el de marqués de San Esteban del Mar. (Ver las Actas Municipales de los días 7 de mayo de 1892 y 4 de junio de 1892, que se incluyen más adelante). Infatigable al desaliento, 38 años más tarde, el Ayuntamiento propuso que se rotulase una calle como Conde de Revillagigedo (el 6 de febrero de 1930) facultando a la Alcaldía el elegir cuál. El alcalde, Claudio Vereterra, tuvo buen criterio, y la propuesta no prosperó. Corrida. Ancha de la Cruz. Es el nombre tradicional de esta calle, y en algunas actas municipales leemos que «Corrida es simplemente un mote». Puede que haga mención a una capilla llamada de la Invención de la Santa Cruz, que no sabríamos situar ciertamente en el plano actual de Gijón, pero que no estaría lejos de la calle de Santa Rosa, donde hubo una antigua calle (Catastro del marqués de la Ensenada) llamada precisamente de la Cruz. También encontramos en el Catastro una calle Ancha en la zona y «una casa en la calle La Güelga que linda al Norte con la calle Santa Rosa»"
"Con este nombre figura una calle en el Catastro del marqués de la Ensenada (1752) que hemos consultado en el Archivo Municipal de Gijón. Calle situada —aproximadamente— en los actuales Jardines de la Reina, y de hecho fue muy popular en tiempos mucho más recientes un banco de piedra alargado y conocido como el Poyo Ilustre, del que habla extensamente en sus libros Víctor Labrada ¿Por qué lo de ilustre? Porque la tradición dice que allí descansó la regente María Cristina en su visita a Gijón en el año 1852, aunque bien es cierto que, con el tiempo, ilustre fue derivando en lustre por lo gastado del asiento. No el original Poyo, pero sí una copia se mantiene aún en los jardines, rodeándolos en parte por la zona de Marqués de San Esteban. Como hermanos menores del Poyo Ilustre están los poyinos, que así eran llamados los asientos que rodean a los árboles de la plaza de Jovellanos"
"En septiembre de 1982 José Luis Álvarez García abrió en la calle Muelle de Oriente, junto a los Jardines de la Reina, el Chopper Burguer, una hamburguesería que acaba de cumplir cuarenta años. Por aquel entonces, nadie apostaba por este establecimiento. No había acera por la que caminar y los coches «se metían hasta la puerta». Cinco años más tarde, su yerno, Francisco Javier Álvarez Sánchez, se hizo cargo del negocio y lo ha mantenido sin apenas hacer cambios. La misma barra, los azulejos y el suelo del primer día y solo algunos detalles nuevos, como vitrinas con botellas, pero, sobre todo, el mismo estilo de hamburguesa, dan vida a un local que se alza en el barrio, pese a las dificultades del momento.
Francisco presume de tener una clientela que abarca tres generaciones y de haberlos tratado desde que eran chavales hasta ahora, que ya son padres. Por eso no se reconoce en servir comida americana sino que habla de la suya como «una hamburguesería de barrio».
También se siente orgulloso de cada producto que pone en el plato. No entiende por qué a la hamburguesa se le llama «comida basura» cuando en realidad «hay otras muchas cosas que entran en esta etiqueta». Sí que asume que hubo un tiempo en el que no era un plato muy ensalzado, pero «a un chef se le ocurrió sacar una estilo gourmet y ahora ya están otra vez en auge». No obstante, su fama le precede y aunque «estas cosas me benefician bastante, yo me apaño bastante bien con el boca a boca», dice confiado. Por su afición a viajar, el logotipo de la hamburguesería ha recorrido más de cuarenta países, algunos de su mano y otros de las de los propios clientes a los que les da una bandera asturiana con el símbolo grabado para que la fotografíen allá por donde vayan.
Está contento con la clientela, de la que «no puedo decir más que maravillas, la verdad». No tiene ninguna queja porque son «muy comprensivos y esperan pacientes cuando toca. Cuando hay mucho jaleo, no ponen nunca ninguna pega», aplaude.
No sabe calcular las personas que han pasado este verano por su barra, pero estima la cifra en más de dos mil. Por primera vez en 35 años, la Noche de los Fuegos pidió perdón públicamente en las redes sociales, «porque a las once y cinco de la noche no podía servir a nadie más del volumen de pedidos que teníamos en la cocina, era impresionante e imposible cubrir todas las peticiones», asegura.
Parece confiar en las claves de su éxito, porque responde rotundo que es imprescindible «tener siempre la misma hamburguesa, no cambiar». Eso le hace vender solo dos modelos de la misma, la más básica, con pepinillo, tomate, lechuga y cebolla, sin sal ni salsas. «El secreto también está en hacerlo todo al momento, no hay nada que se recaliente o que se tenga ya cocinado», manifiesta. Y tampoco necesita florituras. «Yo he probado hamburguesas de todo, de caimán, de cocodrilo o de lo que sea y a todas se les echa mucha salsa y eso enmascara lo que estás comiendo». Reconoce que en la actualidad «la publicidad manda», sobre todo «en las grandes cadenas», pero a él le funciona lo que digan los clientes», que son en los que confían a manos llenas.
La hamburguesería tiene horario de tarde, a partir de las siete, pero como dice ser «muy puntilloso», pasa las mañanas limpiando los filtros, la campana, el aceite, todo lo necesario para que el cliente lo encuentre «a su gusto», porque de él obtiene los mejores comentarios y las calificaciones públicas que le hacen bajar la persiana igual de satisfecho que la sube, allí donde espera jubilarse cuando toque."
"La zona del Puerto Deportivo sumará en el mes de noviembre una tercera terraza permanente en suelo portuario y será precisamente en los Jardines de la Reina. Manu Hernández, Daniel Díaz y Santiago Figaredo, socios del disco-pub Gallery, en Fomento, invertirán 300.000 euros en la nueva instalación hostelera que ocupará 200 metros cuadrados y se ubicará frente al Bar Cantábrico (calle Muelle de Oriente) y al lado de la hilera de palmeras.
La nueva terraza de los Jardines de la Reina contará con dos ambientes diferenciados. Una zona cerrada climatizada y otra abierta. Tendrá aforo para más de 100 personas. El equipamiento será una especie de pabellón con forma de 'L' de construcción modular. Con su apertura, los empresarios hosteleros prometen ampliar oferta y dar un «salto de calidad» a la zona. El proyecto aprobado por el Puerto gijonés estará integrado en el entorno del paseo e incluirá rampa y baño para personas con discapacidad.
La instalación hostelera trabajará en todas las franjas horarias. Ofrecerá cafés, vermús, consumiciones 'afterwork', primera copa, coctelería... En temporada alta dará empleo a 16 personas con dos turnos laborales. Habrá un acto de inauguración por todo lo alto
La concesión portuaria por la explotación de esta terraza se da por un periodo de diez años en que los tres socios tendrán que pagar anualmente también tasa de ocupación y tasa de actividad (variable según facturación), el mismo planteamiento que había para el fallido quiosco.
Los jóvenes empresarios hosteleros, con edades comprendidas entre los 29 y 36 años, también llevan la gestión de la discoteca Tribeca en Oviedo. Del montaje y decoración de la nueva terraza se van a ocupar dos empresas gijonesas: Olprim y Loft Store, respectivamente. Las otras dos terrazas permanentes que funcionan ahora mismo a lo largo del paseo del Puerto Deportivo son la del Ocean, del Grupo Gavia, y la asociada a la Bodeguita de En Medio. Anteriormente en el mismo lugar donde se va a instalar esta terraza en los Jardines de la Reina hubo otra provisional explotada por el empresario Javier Sarmiento, pero con un diseño más básico.
Junto a esta terraza permanente la Autoridad Portuaria ha sacado a concurso otras dos terrazas de temporada en Claudio Alvargonzález y Rodríguez San Pedro."
Esta antigua dársena está separada de la del Fomentín por el Muelle de Carbones, parte de la ampliación, hacia el oeste, del puerto local. Fue entre 1875 y 1885 cuando un grupo de inversores de la Sociedad de Fomento de Gijón construyeron un dique curvo de abrigo sobre la Playa de Pando al que llamaron Muro Faustina y un muelle de ribera dividida en dos dársenas, la del Fomentín al este y la del Fomento al oeste, por un muelle de madera que en 1891 se sustituyó por el actual de mampostería, hasta donde llegaban las vía férreas del Ferrocarril del Norte, cuya estación, sita más allá del Fomento, se inauguró el 23 de julio de 1874
"El plan especial del puerto de Gijón aprobado de 1986 transformó los muelles locales en una moderna estación náutica y contribuyó a recuperar para la ciudad una parte degradada su fachada marítima más occidental. La importancia de las obras, sin embargo, no alteró sustancialmente la antigua fábrica de los muelles y tuvo el acierto de mantener e integrar algunos elementos destacados del mobiliario de este entorno portuario como los noráis de los talleres gijoneses de Cifuentes y Stolz, y varios herrumbrosos cañones que también hacen las veces de amarraderos. Estos singulares elementos del mobiliario urbano están protegidos por el Catálogo Urbanístico del municipio, la misma norma que salvaguarda otros destacados bienes muebles del puerto como las farolas de fundición adquiridas a la Fábrica de Armas de Oviedo en 1943 o los relojes ornamentales que lucen en el paseo del Muelle desde la década de 1920, uno de ellos adquirido a la casa gijonesa Goutayer y el otro a un fabricante palentino, por un monto total de 10.260 pesetas."
"En la parte más bonita de nuestra Dársena, mirándose en la salida del viejo puerto, se levanta un desconchado y cochambrosos caserón que afea y corta en dos el conjunto de nuestros muelles pescador y de Liquerica. Este ruinoso adefesio es la lonja de pescado, que los gijoneses conocemos con el sobrenombre de "La Rula".Cuando para reforzar el antiguo muelle pescador, separado del comercial por la amplia rambla, hubo necesidad de construir el muelle Victoria, sobre éste se levantó el edificio (...) y a él se llevó la Aduana con todas sus dependencias, almacenes y anejos, por la que pasarían todas las mercancías sujetas a revisión y pago, que entraban y salían de Gijón en balandras, bergantines, quechues pataches y vapores; Aduana que materialmente estuvo instalada en el Palacio de Valdés, edificio que hoy ocupa el Colegio del Santo Ángel"
"Ténganse en cuenta que hasta que llegó la pesca por los sistemas de "cerco y jareta" y "arrastre" que tanto habrían de conmover el barrio de Pesquerías, no se sintió la necesidad de lonja. Esta vino como consecuencia del aumento constante de la pesca y de la exportación a toda la región, Castilla y otros puntos de la península.El progreso en forma de vapor, ferrocarril y motor, fue el que forzó al arranque de la riqueza del mar en cantidades cuantiosas, cuya riqueza, que parecía inagotable, pusieron en grave peligro los abusos y los nuevos métodos que el egoísmo comercial y la usura pusieron en práctica. Más tarde, los abusos se cometían por la necesidad de mantener en funcionamiento las grandes fábricas de conservas, al amparo de las cuales ganaban el sustento diario miles y mies de familias españolas, y también para mantener la gran flota pesquera que se fue creando para cubrir aquellas necesidades. Del brazo del progreso llegaron las lonjas, que daban facilidades de adquisición a exportadores, fabricantes, fresqueros y vendedores (...)
Es ya, al parecer, un hecho, el cierre de la "Rula". Sus servicios y personal pasarán a la nueva Lonja del Musel. La típica frase "en la rula no preguntan" carecerá de sentido, y las gentes del barrio marinero dejarán de oír las llamadas de aquella campana que anunciaba la llegada de las embarcaciones con el pescado. El muelle perderá gran parte de su bullicio, y Cimadevilla pasará a vivir la misma monotonía de los demás barrios gijoneses"
"... lo cierto es que no nos consta dónde y cuándo se construyó ese arco, si bien sabemos que se desmontó en 1754. Pero, aunque los historiadores locales lo sitúan al lado de la capilla, lo cierto es que estaba en el arenal de la Trinidad, probablemente más bien en la zona de la actual plaza de Italia, como indica el sentido común, porque ahí comenzaba hasta hace poco tiempo la calle de Trinidad y, además, al ser la puerta un medio de control —aunque simbólico— de entradas, lo normal es que estuviese en ese lugar de estrechamiento y cerca de una vía muy importante de acceso: la calle de San AntonioConcretemos fechas respecto a las dos puertas de la villa, ésta del arenal de la Trinidad y la de la plaza Seis de Agosto: a) Se desconoce la exacta ubicación del arco de la Puerta de la Villa en el arenal de la Trinidad, como también se ignora la fecha de su instalación. b) A partir de 1754 se desmonta el arco. c) El 15 de septiembre de 1782, a las 11 de la mañana, se coloca la primera piedra de la nueva Puerta de la Villa en la plaza Seis de Agosto. d) El 11 de noviembre de 1886 se derriba esta segunda Puerta de la Villa, de la que sí se conoce su exacta ubicación: justo donde se encuentra ahora la estatua de Jovellanos y con el arco mirando hacia el final de la calle Corrida. Estas piedras estuvieron esparcidas y abandonadas durante años, de hecho, el periódico El Liberal de Gijón del día 29 de octubre de 1893, nueve años después del derribo, todavía lamenta el hecho de que estén «esparcidas por el suelo, enterradas por el lodo y desmenuzadas por los golpes y presiones consecutivas al tránsito y al carretaje. Hasta que Dios quiera». e) En el Plano de Coello del año 1861 aparece, además de esta Puerta de la Villa o Gran Puerta de la Villa, una Puerta del Infante como entrada al Gijón amurallado y que estaría en la actual avenida de la Costa, a la altura de Begoña."
"Maniquíes desnudos y perchas vacías ocupan ahora los espacios en los que, hasta no hace mucho tiempo, lucían vestidos y prendas de ropa de vanguardia. ¿Aquel pantalón con el que Mike Jagger se contoneaba sobre los escenarios? En Trasgus ya se había puesto a la venta «tres o cuatro años antes». ¿La ropa más popular de la movida madrileña de los 80? Sí. ¿Y algún vestido exitoso que llevaba puesto Lady Di en las revistas del corazón o que se veía por televisión en las bodas de los famosos? También. Todo ello son ejemplos de la gran variedad de ropa que se podía encontrar en esta tienda gijonesa, regentada por las hermanas Suárez y que ahora cierra sus puertas, después de 42 años a la última en materia de moda.
Situada en una zona de paso para gijoneses y también muy turística, como es la de los Jardines de la Reina, Trasgus, fundada en 1977, encajó pronto en la ciudad. «La juventud de Gijón era muy liberal, enseguida conectó con nosotras, con nuestro gusto», recuerda Conchi Suárez, quien añade que ellas se encargaban de traer a su negocio «lo último en ropa, lo que todavía no se veía en ningún sitio», y lo que «a los tres o cuatro años se ponía de moda».
Con prendas ibicencas, trajes de baño e incluso diseños propios, Trasgus logró marcar un «estilo algo diferente a lo que se suele ver en la calle», y una de las claves para que el negocio se haya mantenido en marcha tanto tiempo, apunta Conchi, es que se ofrecían productos «diferentes». Sin embargo, asegura que al principio no eran consciente de ello y que solo se daban cuenta cuando veían «por televisión la ropa» que ellas también vendían.
Sus proveedores eran diseñadores que trabajaban en Madrid, los mismos que «hacían la ropa para la movida», y en Gijón también se vendía «gran cantidad» de ese estilo, como «los pantalones de Lamot que llevaban los cantantes y los grupos de música».
Junto al mostrador de una tienda por la que, a lo largo de los años, pasaron generaciones enteras -«vestíamos a abuelas, madres e hijas»-, las hermanas Suárez explican que echan el cierre a Trasgus porque se jubilan y aseguran haber estado «más tiempo» de lo que pensaban al frente de la tienda.
No hay relevo generacional porque sus hijos «van por otros caminos». Y tampoco se plantearon traspasar el negocio: «¿Podía haber continuado otra persona? Depende. Es muy difícil, porque después de 42 años nosotras ya teníamos una clientela que seguía viniendo desde que abrimos el primer día».
Cuatro décadas después, la moda y los gustos por ella han cambiado mucho. Conchi asegura que «antes la gente lo que quería era ir vestida con ropa que no coincidiera con la de los demás, que no se viera por ahí». Sin embargo, actualmente «es todo lo contrario».
Trasgus superó dos crisis económicas. De la primera, señalan las hermanas, «casi» no se enteraron, ya que en la ciudad no había todavía una gran competencia -«había boutiques buenas, pero más clásicas»-. Sin embargo, la más reciente, sí propició que otros negocios, de ropa 'low cost', ganasen algo de terreno.
Ahora verán la moda desde el otro lado, solamente como consumidoras, pero aseguran que mantendrán la misma filosofía que aplicaban cuando adquirían productos para su tienda: «Compramos lo que nos gusta a nosotras, no lo que se lleve en cada momento»."
STA TRINITAS UNUSDEUS MISERER NOBIS
DON MANUEL GA DE-COBANO 1674 MANDOHACER ESTA CAMPANA
Los jardines se articularon en torno a una serie de parterres irregulares que definen la circulación peatonal y las zonas de descanso en las que se dispusieron los asientos.
Los parterres están plantados con distintas especies tapizantes y arbustivas, como verónicas, evónimos, boj y espino de fuego, estas últimas dispuestas formando una pantalla para aislar el jardín de las molestias del tráfico rodado. En cuanto al arbolado. destacan por su elegancia y esbeltez las primiseculares palmeras canarias y un conjunto de ciruelos rojos que decoran el parterre principal. También destacan, por su poder arborescente, las drácenas de los parterres que miran al muelle y a la calle del Marqués de San Esteban.
Su emplazamiento privilegiado, a caballo entre el puerto deportivo y la calle Corrida, y su orientación a resguardo de los molestos vientos del noreste, convirtieron los jardines en un lugar de descanso privilegiado para los asiduos a ambos paseos."
El Ferrocarril de Langreo sustituía a la un poco más antigua Carretera Carbonera, pareciéndose mucho su trazado. Era esta una obra ansiada ya por el ilustrado prócer gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos para dar salida comercial al carbón de la cuenca minera asturiana, pero que no llegó a ver materializada en vida y, cuando llegó a ser una realidad, en 1842, abierta por Alejandro Aguado, Marqués de las Marismas del Guadalquivir, era ya demasiado tarde, una década después llegaba el citado Ferrocarril de Langreo
La calle está dedicada a Álvaro Armada Ibáñez de Jove (1817-1889) que era el Marqués de San Esteban del Mar y séptimo conde de Revillagigedo cuando se iniciaron las obras portuarias en esta zona que fue parte del antiguo coto señorial de sus antepasados por parte del Marquesado de San Esteban del Mar del Natahoyo. No olvidemos que el Palacio del Marqués estaba a la entrada de Cimavilla, en el extremo occidental de sus términos, ya en la misma villa
Y este es el famoso quiosco de los Jardines de la Reina, que con diferentes trazas y aspectos lleva aquí, concedido a la misma familia, desde 1922, con un periodo que iba a llegar a 2027, sin embargo el 1 de abril de 2019 El Comercio daba esta noticia:
"Ignacio González Villa, subarrendatario del quiosco de los Jardines de la Reina, bajó ayer la persiana del puesto de venta de periódicos y revistas que regenta desde hace dos décadas, después de que la Autoridad Portuaria y la familia que tiene la concesión del quiosco desde 1922 acordaran su rescisión anticipada, pese a que el permiso expiraba en 2027. A partir de hoy atenderá a sus clientes en un local de la calle Linares Rivas, frente al hotel Don Manuel.Aunque la intención inicial de la Autoridad Portuaria era suprimir el quiosco en el marco de la reforma que prepara para los Jardines de la Reina, finalmente decidió mantener un puesto, aunque será con una estética distinta y explotado a través de una nueva concesión."
Maravillosa vista pues del barrio de La Soledad con los antiguos edificios de navieras, consignatarios de buques y empresas relacionadas con la marinería, una fila de edificios, gran parte de ellos de época y restaurados, que se extienden en fila desde el Muelle Victoria a la Plaza del Marqués con su palacio y colegiata. Detrás de sus almenadas torres, asoma el reconstruido edificio de la Torre del Reloj, antiguo baluarte sobre lo que fue la puerta principal desaparecida muralla romana, ahora recrecida en ese sector
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