Albergue de Bodenaya (Salas, Asturias), al lado del Camino |
Alex Camino |
Llegando a Bodenaya |
"¿Habrá persona alguna en el Occidente de Asturias que no haya admirado los grandes trabajos que ha hecho este concejo desde el año 1850, en sus caminos vecinales de primero y segundo orden? Durante este decenio ha abierto más de siete leguas de esplanación y gran parte de éstas con afirmado, poniéndose en comunicación con las villas de Tineo y Grado, teniendo empezadas y bastante adelantadas las vías que nos han de unir con Luarca, Cudillero y Pravia. En su construcción, expropiación y conservación se han gastado de sus propios fondos más de 600.000 reales."
"Atraviesa el territorio municipal de O. a E. la carretera N-634, que se inicia en la provincia de Lugo, pasa por Ovés y La Espina, importante nudo de comunicaciones (puerto de 650 m.), de donde arranca la C-631 hacia Cangas del Narcea y Tineo. La N-634 sigue por Bodenaya, Porciles, La Peña, Salas, Villazón y Cornellana, saliendo al concejo de Grado."
"Hay una gran lista de núcleos de población relacionados con los que encabezan el epígrafe; son masculinos y femeninos, singulares y plurales (...) El problema etimológico estribaría ahora en saber si todos estos nombres de lugar son derivados del lat. SP¯INAM ‘arbusto espinoso’ (EM), o de su variante masculina SP¯INUM ‘espino negro’, o si, por el contrario, en algún caso, nos encontramos ante auténticas metáforas que se aplican a ciertas elevaciones del terreno por su semejanza con el espinazo animal. En algunas muestras parece evidente que se trata de un arbusto o conjunto de arbustos."
"En principio, por tanto, voz común para designar a varios tipos de 'espinas' y espineras (Crataegus monogyna J, Sorbus torminalis L). Era un arbusto muy estimado en las brañas y mayadas, por sus flores medicinales; y con el uso alimentario de sus bayas (uso animal y humano) en ciertas épocas.Hoy apenas se usan las espineras; pero tiempo atrás eran imprescindibles en el entorno rural: sobre todo ofrecían buena madera para algunos utensilios domésticos, y buena leña para el fuego, como recuerda el regrán: "si quies facer foguera / echa cheña d'espinera".Y otros muchos usos proporcionaban las espineras. Por ejemplo, los lugareños recogían las flores en primavera por sus propiedades como tranquilizante (los ansiolíticos ahora), enfermedades del corazón, angina de pecho, regular la tensión...Sabido es también que las bayas del espino, (las mayuncas), una vez bien maduras, vueltas en rojo intenso, se comían por los montes a falta de frutas más suculentas: tienen mucha piedra dentro, pero su abundancia en los racimos suplía entonces la falta de más carne en torno a la pepita.Finalmente, estas mismas bayas servían de alimento a los animales del monte y a los domésticos que pasan el inverno en los altos: a falta de acebos y acebales, hasta la corteza y las ramas punzantes de las espineras encontramos completamente roídas en las mayadas.Se aprecia el dato, sobre todo de enero arriba: las mismas ramas de las espineras aparecen comidas (royías) cuando la nieve ha sorprendido a cualquier animal con las praderas vestidas de blanco por unos cuantos días, y ya se fueron agotando otras bayas más suculentas y menos espinosas."
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Diosa Navia. Fuente: Civilizaciones antiguas, Egipto, Mesopotamia, Grecia, Roma |
"los inmortales te invitan. Serás uno de los héroes del pueblo de Tethra. Día tras día se te verá en las asambleas de tus abuelos, en medio de aquellos que te conocen y te aman"
"La diosa Navia es un diosa precéltica de origen indoeuropeo muy popular en territorios galaicos, era diosa de las aguas y manantiales. Se discute su origen y pertenencia a algún grupo étnico (cultura campaniforme, cultura de los campos de urnas o cultura de La Tène).
En sánscrito navya significa corriente de agua. Se han encontrado ofrendas de espadas en su honor en los cauces de los ríos europeos. Se desconocen más datos de su figura, procedencia, a qué grupo de dioses pertenecía, tipo de rituales o ciclo de mitos asociado a ella. De género femenino, se la suele considerar una diosa de la fecundidad. Trátase, pues, de una divinidad acuática, que debía de ser de carácter general, puesto que se la encuentra en una área geográfica bastante extensa.
A Navia se levantan una veintena de inscripciones que se concentran en el Conventus Bracarensis y en la provincia de Cáceres. Es la divinidad femenina más importante del santuario portugués de Marecos (Oporto). Parece tener también una función tutelar. Su nombre se encuentra por todo el noroeste de la Península Ibérica con el nombre de Nauia (al norte del Miño) o su variante Nabia (en el sur) con una veintena de epígrafes documentando su culto en un área que incluye a Galaicos, Lusitanos y Astures.
Puede traducirse Navia como “la Barquera”. El mito de la Barquera aparece en los arcaicos pasajes del segundo ciclo de la epopeya heroica irlandesa en los que se describe a una bella mujer que en el mito céltico desempeña el papel de mensajera de la Muerte y psicopompa conductora de las almas de los jóvenes a la morada de los difuntos, cual moura o lavandeira de ciertas leyendas.
El mito se repite en el viaje del rey Arturo hacia su destino final en Ávalon, y aún sobrevive en el norte en advocaciones a la Virgen de la Barca (Mugía) o Vírgen de Covadonga (Cangas de Onís) ambas festividades del 8 de septiembre. En la Villa Asturiana de Navia, celebran sus fiestas por La Virgen de la Barca el 15 de Agosto."
Con relación a la primera parte del topónimo, Bode, estaríamos ante otra palabra prerromana y céltica vinculada a las aguas con el significado primigenio de fuente, ampliamente registrada en la toponimia, lo que sería como decir "fuente del Nonaya" esto es realmente "fuente del río". El mismo ilustrado Jovellanos escribe, al referirse al río Nonaya, cuya vega y valle hemos seguido desde su desembocadura en el Narcea en Cornellana, que "nace en los muelles (lagunas) de Bodenaya"
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Vidriera de Boudica. Fuente: blog El Historicón |
Capítulo aparte merece el caso de Bodica o Boudica, la famosa reina de los britanos icenos que se sublevó contra los romanos, aquí se le ha encontrado más relación con el también céltico bouda, victoria, lo cual, etimológica y lingüísticamente está estrechamente vinculado con "suerte". El nombre existió también, sabido es por inscripciones, en el área gala y lusitana y, por un error de transcripción medieval de los textos del historiador romano Tácito, fue conocida también como Boadicea
"Entre Salas y La Espina hemos de superar un importante "escalón", un puerto realmente duro que se prolonga desde el inicio de la etapa hasta Bodenaya, definiendo el límite entre el centro y el occidente de Asturias. Lo haremos con la ingrata presencia, por segundo día consecutivo, de la A-63, una infraestructura de alto coste material y medioambiental que ha causado enorme daño, no vale emplear eufemismos, al Camino Primitivo"
Al menos, espesas arboledas y matorrales nos ofrecen una pantalla vegetal, visual y acústica, frente a la A-63 y su trepidante e intenso tráfico, si bien ha adolecido, desde su misma puesta en marcha, de no pocas anomalías que han obligado a cortarla no pocas veces entre Salas y La Espina, devolviendo el tráfico a la vieja N-634, ahora N-634a
Varias flecha amarillas pintadas en el reverso de esta señal de tráfico nos lo confirman a su vez
Dejamos atrás una de las caserías de Bodenaya, con sus naves y almacenes, junto a los que se aparcan tractores y maquinaria...
De ahí viene que toda esta zona, del Camín de Misa hacia la iglesia sea conocida como La Cruz
"BODENAYA (Sta. Maria de): felig. en la prov. y dióc. de Oviedo (8 1/4 leg.), part. jud. de Belmonte (3 1/2), y ayunt. de Salas (1): sit. en una altura, con atmósfera despejada y clima sano; se compone de los l. de Bodenaya, Castro, Couz, Cuerva, Cutariello, Porciles y Rubias, y los cas. de Carámbano y Reguera del medio, que reunen 118 casas: hay escuela temporal é indotada. La igl. parr. (Sta. Maria) está servida por un curato de primer ascenso y patronato real; al N. y en el l. de las Rubias, está la ermita de San Bartolomé, donde se sostiene el culto por los muchos fieles que á ella concurren. El térm. confina por N. con el de Labios; al E.Ardesaldo; por S. San Vicente de Salas, y al O. La-Espina, estendiéndose por donde mas á 3/4 de leg.: lo baña el riach. que nace en el monte de la Cuerva, y corre al térm. de Salas, despues de cruzarle en el Bodenaya, un ponton depiedra en el camino real. El terreno es de mediana calidad, con monte de pastos. camino: el que se dirige de Oviedo á Galicia, pasando por La-Espina, y se encuentra mal cuidado; el correo se recibe por la cap. del ayunt. prod. patatas, algun trigo, escanda y centeno. Cria mucho y buen ganado caballar, vacuno, mular, lanar y de cerda; caza de liebres y perdices, y alguna pesca. ind. la agrícola, pecuaria, dos molinos harineros y elaboracion de manteca, tambien se dedican al tráfico de cuatropeas y á la arrieria. pobl. 120 vec., 626 alm. contr. con su ayunt. (V.)"
"un templo de carácter rural que sigue la mayoría de los modelos más difundidos en la región cuya planta está compuesta por una sola nave, con cabecera recrecida en altura y testero recto. (...) Tiene una capilla adosada en el muro norte del presbiterio, cubierta a tres aguas y amplio pórtico o cabildo que cubre la totalidad del imafronte y el costado sur, apoyándose en muro de mampostería, con cubierta sobre armazón de madera a una sola agua. En el frontis se ubica la puerta de acceso adintelada protegida por el pórtico."
A la izquierda es la portada de la nave del templo, pero antes de entrar deambularemos por este pórtico, pues vemos varias cosas de interés
Y en la otra mesa, muy en concreto, con Nuestra Señora de los Remedios de Bodenaya
“Parecía un sueño, pero, a veces, los sueños se hacen realidad”, explica el párroco de Cornellana, Arturo García, sobre el nuevo altar de la iglesia salense de Bodenaya. Dedicado a la Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de Los Remedios, se estrena en las liturgias de este mes, tras haber pasado por las expertas manos del ebanista salense Joaquín Grana.
“Solo nos queda pedir a Nuestra Señora que nos siga protegiendo e intercediendo por nosotros y que tenga en cuenta lo bien que la cuidamos, proporcionándole un lugar digno para su devoción”, apunta García. Que también reconoce que el arreglo les ha dejado algo “tiesos” por el desembolso.
El especial encargo le llegó a Grana por parte del párroco y de la Cofradía de Nuestra Señora de los Remedios. “Quizás haya más de 100 años que no se hace un nuevo altar en alguna iglesia de Salas y alrededores”, asevera García. Financiarlo fue posible “sobre todo, gracias a Mari Cruz, que todos los días abre y cierra la iglesia para que los peregrinos puedan tener un rato de oración ante la Virgen, y dejen su pequeño donativo o compren algún recuerdo”, añade el cura.
Mari Cruz Suárez, vecina de Bodenaya, es la presidenta de la Cofradía de los Remedios. Su “entrega y sacrificio” permite el movimiento en la iglesia, en la que ahora se puede admirar ya el nuevo “retablo” de madera de castaño. “Fue un proceso de más de un año, porque teníamos más carga de trabajo, pero creemos que quedó muy bien y nos alegra que la gente esté contenta con el resultado”, apunta Grana.
En el nuevo altar hay “un 20% del antiguo, porque estaba bastante apolillado”. Se usaron productos anticarcoma y “se dieron dos manos de promade al agua”. “También se hicieron algunas tallas nuevas, que no se pudieron recuperar. Mi hermana Angelita talla y algo le tocó”, detalla Grana, de larga tradición ebanista. También su hermano Celestino, fallecido recientemente, participó de los procesos.
“En total, nos costó 14.000 euros. Y, la verdad, estamos muy contentas con el resultado y lo bien que se portaron tanto el ebanista, Joaquín, como el sacerdote Arturo García, que siempre nos ayuda en todo lo que puede. A la inauguración vino también el alcalde”, sostiene Suárez. Líder de un pequeño grupo que mantiene en pie el templo y el cementerio de Bodenaya."
El Camín de Misa, que de Entelaiglesia sube a La Plazoleta Piquero donde, repetimos una vez más, está el Albergue de Bodenaya, 'un sueño en el Camino de Santiago'. como bien le dice su fundador Alex Camino
Según subimos tendremos, mirando atrás, una muy buena vista, y muy completa, de la iglesia parroquial de Santa Marina, por lo tanto nos volvemos un momento en esta lugar, empezando la cuesta, para admirar su estructura
"En el frontis se ubica la puerta de acceso adintelada protegida por el pórtico y se abre un óculo en la parte superior del hastial, coronado por una espadaña de triple vanos rematada en frontón triangular, La cubierta de la nave es a dos aguas apoyada sobre viguería de madera y a cuatro en el presbiterio empleando bóveda de aristas. En ambos casos tejas de barro dispuestas a canal y cobija. La fábrica de los muros es de aparejo de mampostería enlucida y pintada, empleando sillares bien trabajados en las cadenas de esquina, campanario y recercos de vanos."
Una gran panera de corredor, la de Casa Piquero se yergue sobre el Camino, que sigue encajado entre las murias; si pasase algún vehículo ocasionalmente arrimémonos bien a la vereda de este aunque asfaltado muy bello trayecto
Realmente el corredor está orientado al sur, donde antaño se pondría el maíz a secar. Al oeste está cerrado por un gran faldón que protege esa parte de los vientos del nordestazu
Los pegollos o pilares de la panerona no se alzan sobre el suelo sino sobre un espacio cerrado, la bodega. Una estructura muy habitual y acaso especialmente más en el occidente asturiano; abajo solía haber almacén de aperos y todo tipo de enseres, se guardaba el carro, se habilitaba como cuadra en incluso en ocasiones como vivienda
Tras de nosotros ha quedado Casa Piquero, con su gran portón y su banco, mirando al albergue, al lado del Camino
Aún encontrándolo mismamente cerrado, como es usual en la mañana, algo tiene este sitio que invita a detenerse ante él, aunque solo sea un instante
Público asistente; observemos la cantidad de bufandas, pañuelos y emblemas colocados en las vigas del techo, procedentes de todo el mundo. Al fondo, la biblioteca, cuyos primeros volúmenes fue reuniendo Alex Camino y dieron ocasión para más de una velada literaria
"Alejandro González también vivía en ruta cuando trabajaba como taxista en Madrid, pero no era lo mismo que quedarse a «vivir en el Camino». Hace algo más de cuatro años decidió que lo que quería era esto, esta casa de piedra repintada de amarillo y con un hórreo a la puerta que encontró en Bodenaya, ya en la cima del puerto a aproximadamente un kilómetro de La Espina y exactamente a 256 de Santiago de Compostela, según informa uno de los muchos indicadores que se leen en la entrada. La compró en abril de 2006 y poco más de un año después abrió este albergue privado para peregrinos. En la primera planta, bajo muchas banderas traídas de los lugares de origen de los visitantes esperan quince camas vacías que el pasado verano necesitaron el auxilio de alguna supletoria y hasta de varios colchones en el suelo. Hoy no tienen ocupantes, no hay aventureros entre la niebla de una mañana de otoño crudo y hostil para el Camino Primitivo. Es casa de hospedaje sin tarifa, el peregrino «cena, duerme y desayuna» y deja la ropa para lavar a cambio del donativo que quiera dejar en el cajón atornillado a la pared. Alejandro González, que también pasó un día por aquí haciendo el Camino, se quedó para «cambiar de vida» y en la nueva, ríe, «no te haces millonario, pero funciona para sobrevivir, que es lo que yo buscaba». Además, «Asturias me encanta y la gente de La Espina y Bodenaya es encantadora. Me pareció un sitio ideal y no me arrepiento para nada».
La Espina, lugar de paso tradicional, cruce de caminos de toda la vida ha terminado siendo su final de trayecto. Fuera del albergue, varios indicadores apiñados junto al hórreo muestran las rutas que han llegado hasta aquí, orientan y enseñan en algún caso desde dónde han venido peregrinos a dar a Bodenaya. Uno señala hacia Jerusalén en caracteres hebreos, otro dice que hay 1.689 kilómetros a Zúrich, otro que quedan 1.719 para Somano (Italia), otro enseña por dónde cae Dundalk (Irlanda)...
En la planta baja, una estufa da calor a Alberto Gaddi, hoy el único habitante de esta casa. Es italiano, nacido en la orilla del lago de Como, «en el sitio donde se fabrican las motos Guzzi», y es él quien hoy está al cargo del albergue. También pasó por aquí en ruta hacia Santiago y se quedó a vivir en el Camino. Lleva en Bodenaya desde Semana Santa y calcula que en total ha visto pasar en este año santo jacobeo a unos 2.000 peregrinos. «Este Camino va subiendo de año a año», confirma Alejandro González con el respaldo de Gaddi, la voz autorizada que ha llegado ya a Santiago por el Camino francés, por el del Norte, el portugués, la Vía de la Plata y parte del Camino de Madrid. Y que ha venido a quedarse precisamente aquí. El 19 de enero, «el día de mi cumpleaños», parte con Alejandro a probar en Cuenca «La ruta de la lana» y a demostrar su querencia por cualquier expresión de esta ruta a pie que «a mí me gusta más en invierno», asegura, «el verano es una guerra»
"Alex González es una de las personas más reconocidas en los caminos del Norte y Primitivo, primero desde su experiencia de hospitalidad tradicional en Bodenaya (Salas, Asturias), ahora en Caborredondo (cerca de Santillana del Mar, Cantabria).
Nos imaginamos que han cambiado muchas cosas en la ruta desde que comenzaste…, hasta ahora.
Mucho. Son otros caminos totalmente diferentes. Han pasado de ser solitarios y desconocidos a ser una seria alternativa al Camino Francés.
Algunos nos tememos, porque los indicios van en esa línea, que muchos de los errores cometidos en su día en el Camino Francés se están trasladando a las restantes rutas, que parecen revivir, paso a paso, el mismo proceso que ha ido devaluando la imagen del primero entre los peregrinos. ¿Qué piensas?
Opino que es inevitable. La masificacion y publicidad atrae no solo a peregrinos, sino también a turistas y a su vez atrae a posibles negocios de todo tipo y catadura moral, siempre a ojos del peregrino, relacionados con el Camino. Una cosa lleva a la otra.
Cuando alguien trabaja con honestidad y amor por lo que hace en un Camino de Santiago desea que los peregrinos lleguen, más y más cada temporada, y que su experiencia sea satisfactoria, pero sabemos que la masificación acaba generando muchos problemas. ¿En qué momento crees que se encuentra el Camino Norte en la actualidad? ¿Ya hay saturación estival? ¿Ha cambiado el tipo de peregrino que recibes?
En época estival la masificación ha llegado, eso está claro. Cada año la temporada empieza antes y acaba después. En cuanto al peregrino que viene también, hay de todo: el típico peregrino purista y el peregrino que se toma el camino en plan turismo, saltándose etapas "feas" en bus o en Feve. Hay un enorme abanico de "peregrinos" en la actualidad en estos itinerarios.
Las asociaciones y algunos particulares, con sus albergues de acogida tradicional y un sistema de donativo más o menos explícito, tenían hasta ahora un gran peso en el Camino Norte, configurando un estilo o marca con una acusada personalidad. Hoy en día esta realidad se está diluyendo. ¿Cómo puede acabar afectando esta circunstancia al Camino Norte?
No creo que se esté diluyendo, cada vez hay más albergue de acogida tradicional en los que se ofrecen, sobre todo, puertas y corazón abiertos al peregrino. Pero la masificación también ha hecho proliferar los albergues o lugares de acogida en plan turístico. Esto no supone ningún problema, todo es bienvenido, creo que hay peregrinos para todos los gustos, y sobre todo durante el verano, pues todos los albergues son necesarios para la gran cantidad de peregrinos que hay.
La declaración, a toda prisa, de los Caminos del Norte como Patrimonio Mundial por la Unesco, ha sido recibida como un reconocimiento, una bendición, el inicio de una nueva época para dichos itinerarios. ¿Realmente está siendo tan grande el impacto, o más bien la crisis del Camino Francés es la que está llenando el Camino Norte de desertores?
Pues yo creo que más bien lo segundo que lo primero. La declaración de la Unesco está muy bien, ha sido una gran noticia, pero yo creo que debería de ir seguida de un exquisito cuidado del Camino por parte de las administraciones. No digo que no lo estén haciendo, digo que todo es mejorable. Pero sinceramente, el auge del Primitivo y del Norte es más bien por los desertores del Francés, y también por la infraestructura que hoy en día ofrecen estos dos caminos.
Cuando se construye una casa por el tejado, quedan muchos huecos por rellenar en las entreplantas. Cada vez que vamos al Camino Norte vemos que hay muchos de esos agujeros por tapar: Cantabria es casi toda ella caminos de asfalto, la señalización varía en cada autonomía, las nuevas infraestructuras se han cargado tramos de Camino en Asturias, las variantes vuelven locos a los peregrinos, hay etapas escasas de albergues, no se han hecho obras para mejorar el Camino en casi ningún lugar, quedan aún por recuperar trazados históricos perdidos..., y nos imaginamos que muchas más cosas. ¿Crees que las administraciones competentes están a la altura del prestigio del itinerario y de sus necesidades?
Espero que por lo menos lo estén intentando. Por la parte que ahora me toca, Cantabria, pienso que hay mucha carretera, mucho asfalto, y eso es malo para el peregrino. Los peregrinos se quejan mucho del asfalto y llegan con los pies rotos. Estaría muy bien que las administraciones en general escuchasen más al peregrino, que es el verdadero damnificado por estas cosas; y sin peregrinos no hay Camino, tenemos que cuidarlos.
En cuanto a las rutas alternativas, como la que se acaba de rehabilitar por Vegadeo y Trabada por ejemplo, están muy bien. No creo que en el siglo XII hubiese solo un camino, y ahora ocurre lo mismo, y si esas alternativas son para evitar carreteras las veo bien, siempre que estén correctamente señalizadas y que no graven al peregrino con una excesiva carga de kilómetros.
Y ya que hablamos de estar a la altura, qué opinas de las asociaciones jacobeas que trabajan en el Camino Norte, algunas de las cuales han vivido escisiones y tiranteces en relación con la gestión de albergues.
Pues imagino que habrá de todo. Vuelvo a decir que espero que todas luchen a favor del Camino, que todas remen en la misma dirección. No voy a hablar mal de una y bien de otra, pues no conozco a todas las asociaciones, pero es cierto que mientras unas abren albergues de acogida tradicional otras tienen tramos de camino llenos de barro y maleza. Insisto en que todas deberían luchar y remar en una sola dirección, por el bien del Camino y del peregrino, pues para eso fueron creadas.
Respecto a los albergues, ¿son ahora suficientes los existentes? ¿por dónde van los tiros en los planteamientos de la nueva oferta?
Considero que son suficientes, aunque siempre hay algún día de verano en que todo se llena, y la gente anda dando vueltas buscando alojamiento. Reitero que a día de hoy, salvo en algún pequeño tramo de pocos kilómetros, la oferta de albergues es suficiente, aunque todo es mejorable, y si se abren más albergues serán bienvenidos como un bien al peregrino.
¿Resulta fácil abrir un albergue de peregrinos?
Actualmente no hay normativa que regule los "albergues de peregrinos"; si la hay para los albergues turísticos. Entonces, la persona que quiera abrir un albergue de peregrinos muchas veces no sabe por dónde tirar. Estaría bien que las administraciones sacasen una normativa específica para "albergues de peregrinos", y estaría todavía mejor que dichas administraciones vieran al peregrino como un peregrino y no como un turista, y que preguntaran tanto a los peregrinos como a la gente que está a pie de Camino para asesorarse. Las necesidades de un peregrino y las de un turista son muy diferentes.
Una peculiaridad del Camino Norte, que se convierte en gran atractivo para los peregrinos, es la presencia del mar. Esa presencia, y el deseo que tienen la mayoría de los caminantes de acercarse a él, ha propiciado que se creen numerosas alternativas, la mayoría señalizadas con símbolos jacobeos (conchas, flechas amarillas), para quienes opten por desviarse. ¿No corre el Camino Norte el riesgo de acabar convertido en una gran ruta de senderismo costero, un tramo de la europea que sigue del Cabo Norte al Cabo de Sâo Vicente, ajena a los trazados históricos?
Puede ser. Cada vez en mayor medida, el peregrino pide camino y no asfalto, y procura, más que seguir el trazado original, ir por lugares tranquilos, sin jugarse la vida en las cunetas de las carreteras.
Para concluir, unas breves cuestiones más personales: ¿sigue siendo satisfactoria tu experiencia a pie de Camino? ¿Te adaptas a los nuevos tiempos sin problema? ¿Echas de menos Bodenaya?
El Camino no solo me cambió la vida para mejor sino que desde que estoy en él no han parado de pasarme cosas buenas. Los mejores años de mi vida los estoy pasando en el Camino. Y en cuanto a Bodenaya qué decir, no lo echo de menos porque como dice David, quien se ha encargado de mantener allí la hospitalidad tradicional, sigue siendo mi casa, y estará siempre en mi corazón. Y nadie mejor que David para continuar lo que un día fue un sueño, y que desde hace ya bastantes años es una fantástica realidad."
"Dicen que hay tres cosas que una persona tiene que hacer al menos una vez en la vida, plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro.
En mi infancia recuerdo como nos llevaban desde la escuela a plantar árboles en una ladera que daba a la M-30, allí seguirán dando oxígeno a la ciudad de Madrid mientras los conductores no se imaginan quienes fueron los chiquillos que plantaron esos árboles a comienzos de los años 80.
Hijos lo que se dice hijos oficialmente tengo uno, pero no seáis mal pensados, digo oficialmente porque tengo uno de sangre que crece sano como un "roble" y luego tengo otro que nació allá por el año 2006 y que también goza de buena salud, el albergue de peregrinos de Bodenaya.
Y entonces solo me quedaba para cumplir la tradición escribir un libro.
Y nada mejor que escribir la historia de ese "hijo-albergue" que tantas satisfacciones me dió en la vida, no sólo a mí, sino a todo peregrino que tiene la enorme fortuna de hacer noche en él durante su peregrinación por el camino primitivo de Santiago.
Me decidí a escribir acerca de él para dejar constancia de cómo fue la búsqueda del lugar para hacer realidad mi sueño de abrir un albergue de peregrinos, de cómo fue la restauración de la casa sacándola del coma profundo en la que estaba inmersa y como fue evolucionando el albergue, a la vez que el camino primitivo, hasta que se cerró mi ciclo allí y empezé, sin prisa pero sin pausa, a buscar a esa persona "especial" que fuera capaz de tomarme el relevo en tan mágico lugar.
Por supuesto antes de nada decir que no es un best seller, y que no vayáis a esperar literatura de postín, es un humilde libro de anécdotas peregrinas, yo las llamo batallas, contadas a mi manera y como tal a de leerse, como si os las estuviera contando mientras os acompaño en una etapa del camino.
Hay anécdotas de todo tipo, todas ellas pasaron en realidad tal cual las cuento y son todas contadas con el mayor cariño hacia sus protagonistas.
Fue una etapa maravillosa de mi vida en la que pasé soledad, miedo, hambre, frío, angustia, pero que poco a poco se fue transformando en esperanza, amor, alegría, fe, confianza y felicidad absoluta lo que dió lugar a la gran transformación de casa abandonada a un albergue de peregrinos que no deja a nadie indiferente.
Actualmente el libro se encuentra en proceso de impresión y en breve lo podréis obtener, el que así lo quiera, en el albergue de peregrinos de Bodenaya, o bien a través de una página de Facebook que hemos habilitado a tal efecto, "BODENAYA, un sueño en el camino de Santiago".
Espero de todo corazón que sea de vuestro agrado y que disfrutéis de su lectura tanto como yo lo hice al escribirlo.
Y espero también cruzarme algún día con vosotros en el camino.
Muchísimas gracias y buen camino. ¡¡¡ULTREIA!!!."
"El Camino de Santiago es su norte. David Carricondo reconoce que en esto es un poco friki, pero los peregrinos que llegan hasta su albergue en Bodenaya, Salas, salen profundamente agradecidos y con necesidad de retornar algún día. Tal vez porque este peregrino y hospitalero no entiende otra forma de vida que abrir cada día y de par en par las puertas de su casa y de su corazón a la familia de peregrinos.
Tenía lo que se considera una vida normal: unos estudios, un trabajo… hasta que decidió hacer la peregrinación a Santiago de Compostela. La experiencia le acabó enganchando y mientras realizaba el Camino Primitivo, este madrileño de Aranjuez hizo parada en Bodenaya. El hospitalero que le atendió, Alex, fue quien años más tarde le pasaría el relevo en esta tarea. “Yo había estado viviendo en otras partes del Camino muy especiales como Foncebadón, acogiendo a peregrinos como hospitalero voluntario, -explica Carricondo. Las causalidades propias del Camino le trajeron hasta este lugar de Asturias donde ahora comparte la experiencia de acoger peregrinos con Celia Gubea, la barcelonesa que conoció siendo hospitalera en el albergue de La Espina, el pueblo de al lado. “Vine en 2015 y aquí me enamoré de Celia, me la ligué para quitar la competencia -David se ríe al contarlo- y desde hace cuatro años vivimos aquí. El albergue es nuestra casa; en realidad nosotros somos peregrinos que compartimos nuestro hogar cada día con otros peregrinos”.
Bodenaya es un albergue que mantiene el espíritu puro del Camino, donde los hospitaleros comparten mesa con los caminantes, les curan las heridas y les ayudan en todo lo que pueden. Una hucha recuerda que, si quieres, puedes hacer un donativo.
-Qué vueltas dio la vida para que acabases en Bodenaya, donde ya llevas siete años.
-El de Bodenaya fue el primer albergue privado que empezó en Asturias, lo abrió un taxista de Vallecas. La primera persona que durmió aquí lo hizo en julio de 2007, y yo de las cuatro veces que hice el Camino Primitivo, tres dormí en Bodenaya. Para mí, no era un albergue, Bodenaya era ‘casa’, y yo tenía ese sentimiento de que venía a casa con Alejandro. Cuando él tuvo que marchar, yo cogí la casa para seguir esa hospitalidad, no quería que se perdiera un albergue así.
-¿El Camino ha marcado tu vida a diferentes niveles?
-Sí, en todo. Siempre se dice que el Camino te da lo que necesitas, no lo que quieres, y todo lo que he necesitado me lo ha dado.
-Has comentado en alguna ocasión que el Camino es una línea de realidad frente a un mundo irreal. ¿Por qué lo consideras así?
-Hemos oído muchas maneras de definir el Camino y esa frase me la comentó un peregrino que es un alto cargo de los Mossos d’Esquadra y es que es la realidad. En el Camino hay una humanidad, hay unos valores que son los que intentamos promover en lugares así, valores cristianos de compartir, de ayudarse, de respetarse. En una sociedad como en la que hoy vivimos, tan competitiva, tan deshumanizada, lo que se vive en el Camino termina siendo más real, más humano que lo que vivimos en el día a día. El Camino hace a todo el mundo igual, da igual que seas joven o mayor, que seas cristiano o budista, seas lo que seas, tengas mucho o poco poder económico, aquí todos tenemos que sufrir las mismas ampollas y el mismo cansancio. Lo que se crea es una realidad muy bonita, una realidad humana. Por eso, la vida que se experimenta aquí para nosotros es más real que lo que se vive día a día en una ciudad.
-Haces alusión a los valores cristianos, pero quienes llegan no necesariamente tienen que ser de esa confesión.
-Los restos del Santo Apóstol se descubren en el siglo IX, el Camino tiene 1.200 años y sigue siendo el mismo, solo ha cambiado el peregrino y sus motivaciones de caminar. Durante esos 1.200 años, la sociedad, la cultura y la religión han cambiado y el Camino es un reflejo del peregrino. En la Baja Edad Media se hacían peregrinaciones cristianas puras y duras, mucha gente moría durante el recorrido. Ahora es distinto, el peregrino es más espiritual, y aunque en muchos se mantenga ese componente cristiano, también hay otro tipo de motivaciones: culturales, deportivas e incluso gastronómicas. Hay peregrinos que lo están haciendo porque quieren descubrir la gastronomía de cada lugar, pero como en el Camino somos una familia que nos respetamos, aquí todo el mundo es igual.
-Visto lo visto, ¿se puede decir que no existe una única definición del Camino y que casi habría una por cada persona?
-Eso, hay tantos caminos como peregrinos, porque incluso un mismo peregrino es una persona diferente cada año de peregrinación. Por ejemplo, yo he hecho el Primitivo cuatro veces y en esas cuatro ocasiones, aunque el escenario fuese el mismo, yo era diferente, y las personas con las que me encontré y pude compartir el trayecto también eran diferentes. Además, en cada momento vienes buscando cosas distintas, un año puedes hacerlo por una cuestión de desamor, otro, porque estás un poco perdido en la vida, y en otra ocasión, porque te encuentras bien pero quieres volver a vivir la experiencia.
-He leído que el Camino descoloca y descarrila a cada uno en su vida para, luego, volverla a encarrilar.
-Sí, a lo mejor es lo que se dice de que Dios escribe con renglones torcidos. El Camino te ayuda a cuestionarte muchas cosas, porque en nuestra vida, a veces, la velocidad es tan grande que vamos corriendo y no tenemos tiempo de pararnos, de ver las señales que nos ofrece la vida. El Camino es lento, es pausado y te da tiempo a ver esas causalidades, a reconocer esas señales, a mirar un poco dentro de ti. Al mismo tiempo es algo muy sencillo, muy básico; solo tienes que preocuparte de caminar, comer, ducharte, y lavar unos calzoncillos. Es algo que te permite valorar otras cosas, el compartir y entender que a lo mejor tu vida no es tan real como pensabas, y ver que hay muchas otras realidades. A lo mejor te encuentras a un peregrino que acaba de superar un cáncer o que lo tiene en ese momento, y tú que piensas que tienes un problema, a su lado te das cuenta que lo tuyo es una tontería. O vienes porque has tenido una ruptura sentimental y te encuentras con otro peregrino que te cuenta que se ha casado ocho veces. Es curioso lo que crea el Camino, porque te da lo que necesitas.
-¿La simplificación del día a día te enseña a reconocer lo que es importante?
-Sí, es como dicen los ingleses, Back to basic, volver a la esencia, a lo básico. Una vez conocí a Cristian, un brasileño que había vivido catorce años solo en el Amazonas y él me decía: “David, en nuestra sociedad tenemos un problema porque sabemos que mañana tenemos un plato de comida. Si no lo supiéramos, los problemas que tenemos ahora serían tontos”. Y eso es lo que hace el Camino, te hace preocuparte de cosas muy básicas.
Además, hoy en día vivimos en una sociedad en la que todo está muy estructurado y tú sabes lo que vas a vivir mañana y casi con qué horarios. El Camino no tiene eso. Tú echas a andar y no sabes qué va a pasar, ni al lugar dónde vas a llegar, es un descubrimiento momentáneo a cada rato. Avanzas y tan pronto llegas a un valle súper bonito como a un pueblo o encuentras una subida dura ante la que sueltas un ¡ostia! o llegas a un albergue en donde te recibe un hospitalero al que no conoces. Es todo un descubrimiento, te revienta la puta cabeza.
-Quien hace el Camino ¿siente la necesidad de repetir la experiencia?
-Hoy en día cuando dos peregrinos se cruzan se desean “Buen Camino”, y ¿sabes cómo se dice en polaco? se dice ‘dobrei drogui’, y ¿cómo se dice en polaco ‘camino’? se dice ‘droga’. Esto es una puta droga, la jacobina. Entre los peregrinos hablamos que cuando la jacobina se te mete en vena ya no puedes salir, estás enganchado para toda la vida. Lo que engancha es esa humanidad, el volver a creer en las personas, el sentirte en un entorno agradable, el poder sentarte en donde quieras, que te quites las zapatillas y todas las personas que pasen por tu lado se paren a preguntarte qué tal estás. Eso lo haces en la ciudad y no se para nadie.
-Al llegar a vuestro albergue al caminante le laváis su ropa y le preparáis la cena. ¿Cuál es el objetivo de este recibimiento?
-Lo hacemos para que tengan tiempo de compartir y poner en práctica todos esos valores humanos de los que hemos hablado, porque cuando esos valores desaparecen ya no es Camino, es una ruta de senderismo. Tanto los hospitaleros como los peregrinos que llevan mucho tiempo tenemos la labor de educar al peregrino. Ahora se utiliza de manera despectiva la palabra ‘turigrino’, que junta al turista con el peregrino, pero todos hemos sido en algún momento turigrinos. El primer año que hice el Camino, en 2003, cuando salí de Burgos, era un turigrino que salía con la mochila a buscar flechas amarillas. Cuando empiezas a hablar con quienes lo han hecho varias veces y te explican lo que es caminar, la historia de las peregrinaciones, y cuando llegas a albergues como puede ser el de Grañón, vas entrando en otro sentimiento. Esto es lo que intentamos hacer en casa, explicarles un poco lo que es, que la gente se ayude por la tarde y que compartamos una mesa. Luego, entre todos los peregrinos, se decide una hora para despertarse y lo hacemos con música para que tengan un despertar bonito. Se trata de educar y que la gente comparta, que se integre y tengan ese sentimiento de familia. Nosotros queremos vivir la experiencia de ayudar a la gente, no podemos cambiar el mundo, pero cada día en casa provocamos un pequeño micromundo, el mundo que nos gustaría.
-¿Qué ocurre cuando, tras un día caminando, os sentáis juntos a la mesa?
-Cuando a las personas les invitas a que compartan, te abren el corazón, te abren el alma. Nosotros promovemos que antes de cenar cuando uno se presente en la mesa, si quiere que comparta algo para los demás, un consejo útil para el Camino, una motivación para hacerlo… lo que cada uno quiera. Cuando la gente abre su corazón y lo deja encima de la mesa se crea magia, y eso lo hacen los propios peregrinos.
-Recibir a tanta gente y todos los días, ¿no supone un enorme desgaste de energía?
-Es verdad que esto es muy intenso, pero los hospitaleros también somos un poco vampiros de la energía de los peregrinos. Cuando hay mucho mogollón requiere más esfuerzo físico y psicológico, y cada época es diferente, no es lo mismo el peregrino del mes de agosto que el de invierno. En agosto, la energía que hay es diferente, hay más caminantes que peregrinos, y nosotros cerramos un día para descansar. Luego en diciembre y enero cerramos un mes y medio para hacer el Camino porque seguimos siendo peregrinos. Es importante no olvidar ese agotamiento, ese desfallecimiento emocional o qué se siente cuando caminas con ampollas y llegas a un albergue. Como hospitaleros, es muy importante para poder empatizar con los que luego llegan a Bodenaya. Para nosotros no vienen peregrinos cada día a casa, sino que cada día viene una familia, y así los recibimos.
-¿Cómo habéis vivido el tiempo de pandemia, incluyendo el periodo de confinamiento más estricto?
-Pues nos ha dado algo diferente. La palabra ‘crisis’ en japonés es ‘problema y oportunidad’, son dos palabras juntas, y así es como lo hemos vivido nosotros. Para muchos albergues que han hecho una inversión grande este año fue un problema, pero para nosotros fueron los mejores años. Era tener ese peregrino que en realidad sentía el Camino, acogíamos a pocos en casa, tres o cuatro, y era todo muy familiar y muy intenso.
Hubo momentos, como el año pasado en el que no nos manteníamos, así que Celia se fue a trabajar a un hotel y yo a ordeñar vacas. Además, como en Bodenaya somos muy pocos y nos llevamos muy bien entre todos, yo siempre tenía alguna cosa para arreglar en casa de algún vecino. En el confinamiento también daba clases de whatsapp para que pudieran hacer videollamadas con sus hijos. La vida es maravillosa, solo hay que cambiar los ojos, y aceptar. No hay problemas, siempre aparecen oportunidades. Todo está bien, esta es nuestra frase.
-Como uno de los protagonistas del libro La maravillosa vida de la gente corriente, de Iván Ojanguren, el autor resalta de ti la capacidad de mirar al pasado y saber entenderlo.
-Sí, es que como decía: un problema es una oportunidad al mismo tiempo. Antes en Bodenaya dormían a lo mejor veinticuatro personas y era una locura, no podíamos cuidarlos. Yo me iba mal a la cama porque no podía atenderlos como yo quería. Por eso tener tres o cuatro peregrinos era una maravilla.
Y ahora que se están abriendo albergues que cada vez son más grandes, nosotros vamos al revés; hemos ido reduciendo camas progresivamente, de veintiuna pasamos a once. Nosotros queremos ser ricos, pero en experiencias.
-¿Seguís funcionando en base a la voluntad del peregrino?
-La filosofía del donativo es como era la acogida tradicional en el Camino. Aquí todos somos iguales, lo mismo puede venir un ama de casa, que un alto ejecutivo de la Samsung, un barrendero, o un juez del Tribunal Superior de Justicia de Murcia. Todos tenemos las mismas ampollas, caminamos los mismos pasos, el mismo cansancio y las mismas necesidades y si nosotros ponemos que este albergue vale tanto, a lo mejor hay peregrinos que no se lo pueden permitir.
Nosotros no decimos nada, ni siquiera que es donativo. Cada cuatro o cinco días, cuando tenemos que hacer la compra, se abre la caja y ya está. Si sobra dinero de la compra se guarda para el mantenimiento del albergue.
-Vuestra forma de vida también os obliga a un permanente desapego. ¿Cómo se vive cada día en un constante acoger peregrinos de los que os despedís al poco tiempo?
-Es una aceptación, pero nos pasa a nosotros y a cada uno de los peregrinos porque el Camino acaba siendo como una vida concentrada en unos días. Para la mayoría de los hospitaleros es un aprendizaje propio el tener que despedirse cada día de una familia. Las hay muy especiales, y si cada día sale caminando un cachito de tu corazón, el corazón se vacía y te revienta. Nosotros utilizamos mucho el tema de la limpieza de la casa, es un acto físico pero también psicológico. Cuando empiezas a recoger la cama donde una persona durmió la noche anterior, le das las gracias por aportar su energía, su esencia, le deseas lo mejor y te despides de ella y al limpiar la cama ya queda limpia a todos los niveles. Es un trabajo interno, personal de cada uno.
-¿Qué es para ti la felicidad?
-Una cosa es la felicidad y otra la dicha, la felicidad es algo efímero, tiene tiempo, es como una montaña rusa que sube y baja. Tú eres feliz cuando te has comprado un traje de Gucci y durante los diez minutos que lo desempaquetas o cuando te has comprado un coche, pero cuando te sientes dichoso es estar arriba siempre, el sentirse bien contigo, con lo que haces, con cualquier pequeño detalle porque somos afortunados. Es una gran diferencia y también el gran error que tenemos en nuestra sociedad. La dicha la llevas tú y no tiene nada que ver con ser feliz.
-Algunas de las personas que recibís deciden emprender el viaje a Santiago debido a momentos personales difíciles. ¿Se puede huir de los problemas?
-No, podemos dejarlos un poco apartados, pero siempre vuelven, y son cosas que tienes que solucionar. Puedes huir el tiempo que quieras, pero al final van a volver a aparecer. Es algo que hay que afrontar y la solución la tenemos nosotros. Somos perfectos como somos y tenemos las herramientas necesarias para solucionar esos problemas que a veces son miedos o egos. Y si no quieres afrontarlo en este momento, la vida se encargará de ponértelo más adelante, así que no pasa nada, todo está bien.
-Tras siete años de hospitalero en Bodenaya habrás presenciado trances difíciles, en los que hay que dejar atrás cosas dolorosas.
-Sí, hay momentos más complicados, otros menos, pero cada día es un aprendizaje, porque no sabes quién va a llegar a casa, qué historia trae, en qué situación viene, qué está buscando… Cada día compartes con unas cuantas personas sus experiencias y su vida. El otro día, por ejemplo, una peregrina llamada Carmen nos explicó durante la cena que hacía el Camino porque se había muerto su madre, y cuando una mujer de unos sesenta años rompe a llorar hay momentos de pausa antes de ir a darle un abrazo y decirle que todo está bien. Hay momentos complicados, a veces algunas personas se vienen abajo porque llegan con una lesión física muy grande y ven que no van a poder llegar a Santiago. Tienes que tenerlas en casa cuatro o cinco días, arroparlas mucho y explicarles que esto no es una derrota, que el Camino tiene paciencia infinita. Que regresen a casa, se recuperen y cuando estén bien, vuelvan otra vez y lo terminen.
-Cuéntanos algo de las experiencias más bonitas que recuerdas.
-Muchas historias de amor. Aquí en Bodenaya se han hecho parejas para aburrir. Antes había pocos albergues y necesitábamos camas y en alguna ocasión, cuando veía a dos que estaban muy acaramelados, les decía que podían hacer la cucharita y dejarme una cama libre. Algunos me han escrito para decirme que ya llevan siete años juntos. Son esas causalidades y conexiones que crea el Camino entre uno y otro.
También cuento mucho la historia de Carmina, una mujer mayor, vecina del pueblo. Un día estábamos sentados fuera del albergue y había un peregrino, y ella me preguntó que de dónde era. Yo le contesté que de Australia, y entonces me dice: “ostras, allí yo tengo un familiar, a lo mejor lo conoce”. Y yo le decía, “pero Carmina, Australia no es un pueblo, es continente”.
Pues hace tres años aparecen un hombre de origen italiano, Giuseppe, y su hija Patricia, que vivían en Australia. En pleno mes de marzo, con un frío de la ostra, era su primer Camino, lo cual no es muy normal, así que les pregunté que cómo es que hacían este camino en invierno. Pues resulta que el vecino de la casa de al lado de Giuseppe era Perfecto, un asturiano de La Espina, y era el cuñado de Carmina. Había emigrado hace sesenta y dos años a Melbourne y no había vuelto a Asturias, y sigue viviendo en Australia como antiguamente, sin lavadora, sin teléfono… Nos enteramos que todavía tenía una hermana en La Espina, así que nos fuimos a verla mientras el novio de Patricia se acercaba a casa de Perfecto y poco después, a través de una video-llamada, pudieron volver a verse. Después de tantos años pudo hablar con su hermana y volver a ver la casa donde nació, fue muy emocionante. Esta es una historia muy emblemática porque es muy de Asturias, de la gente que tuvo que emigrar y que no pudo regresar."
Siempre llaman la atención también sus placas y carteles en la fachada, así como el hórreo de la casa, restaurado como esta por Alex Camino con la ayuda de amigos y vecinos
Conchas xacobeas por doquier, tal que aquí en esta parte de la fachada del albergue-símbolo del Camino
Concha peregrina y distancia a Santiago: 256 kilómetros de nada...
Alegoría caminera a las puertas del albergue. La concha amarilla sobre fondo azul y, abajo, la flecha amarilla
Corazón peregrino que hace aquí las veces de la mochila
Mojón artesano, con el anagrama amarillo de la concha, símbolo del Camino de Santiago
Trisquel y xacobea en otro hito, monolito o mojón, de piedra
En el hórreo y el solorru, el espacio debajo del hórreo, se han vivido también jornadas intensas aunque no tanto siempre a la luz pública, de las que unas puede contarse y de otras no, Alex Camino las resuelve en su libro en el episodio titulado Amor. De "espacio polivalente, almacén, baño completo, espacio de relax", que contaba con "litera que daba uso de ella si algún día venían amigos a verme o si el albergue estaba completo y no había más sitio ya ni en Bodenaya ni en La Espina", pasó a ser habitación nupcial de "noche de novios" en alguna ocasión, pues "el amor triunfó en el camino entre dos personas que hasta hacía un mes eran unos completamente desconocidos".
Enfrente, a la derecha del Camino y al pie de otro hórreo con bodega, un espacio de socialización exterior, El Segadeiro de Tomás y Maribel, con mesas y bancos de madera en un pequeño campo
Se dice que el origen de Bodenaya, como el de La Espina, fue una antigua braña vaqueira, de ganaderos trashumantes. Por eso fue preciado de siempre el ganado aquí criado, caballar, vacuno, mular, lanar y de cerda, siendo el oficio de la arriería, el transporte de mercancías en mulas, la ocupación de gran parte de la vecindad de antiguamente
Dejamos así Cá Pandorao o Cá Fonso, el Albergue de Bodenaya el mítico refugio peregrino de acogida, pionero que, contra viento y marea, continúa su labor manteniendo sus principios de hospitalidad tradicionales en una época en la que el Camino Primitivo ha vivido una gran transformación, como tantos caminos de Santiago
En esa fila están El Tanatorio, de la Funeraria El Ferreiro, la Marmolería Magrafer, y Casa Fonsi, detrás de las que pasaremos dentro de poco. Bodenaya llega hasta la antigua Estación de Servicio, al fondo, que veremos también por su parte de atrás, la cual ya estaría en términos de La Espina, "Atalaya de las tierras altas", le dicen Fermín Rodríguez y Rafael Menéndez, del Centro de Cooperación y Desarrollo Rural, en el capítulo de dicho título para la serie Asturias viejas y nuevas polas de La Nueva España:
"La Espina se prolonga hoy desde Bodenaya, en el Noreste, sobre el eje de la carretera de Canero, hasta el núcleo de La Pereda, sobre la carretera de Tineo. Tiene el aspecto de una gran avenida rural en la que las farolas son sustituidas por los fustes de los aerogeneradores instalados en las cumbres pandas de Bodenaya y Tineo. Sobre el camino tradicional de Santiago se van situando algunos de los núcleos de población más relevantes de la antigua ruta y de la carretera decimonónica entre Oviedo y Galicia."
Las casas de La Espina son las últimas ya del concejo de Salas y, a partir de ellas, el Camino comenzará una sucesión de suaves subidas y bajadas por la zona inferior de la falda de La Sierra empezando por la cuesta hacia La Pereda o La Preda
Siguiendo de frente, en la carretera, tenemos Casa la Rodela. A lo lejos vemos de nuevo Las Casas d'Arriba, con Casa Cano
Y de frente Casa Paco, en el cruce, a cuya derecha cruzaremos la carretera general y continuaremos al otro lado, todo de frente
Esta es la famosa recta de La Espina, donde además suele circularse a velocidad. Se ha habilitado una ancha acera a partir de Casa Paco que ha hecho de este tramo una verdadera avenida hasta La Espina, a solo un kilómetro de aquí
Si bien podemos ir por la acera preferimos hacer caso a las señales jacobitas y, siguiendo las flechas amarillas, continuar siempre por el Camín Real, más metidos en la campiña
A nuestra izquierda tenemos Casa Fonsi con la carretera, la célebre Recta de La Espina. Unos metros más allá discurre la AS-63
"No importa de dónde se venga, para dar con La Espina hay que llegar subiendo. A lo mejor por eso a Joaquín Lorences siempre le ha parecido «cerca del cielo». Esta penillanura, un terreno casi plano labrado por la erosión a 650 metros de altitud, es el sitio donde al fin se destapa el paisaje y culminan siempre ascensos encajonados en gargantas estrechas. Aquí se ensancharon también un día los horizontes de Lorences, que fue niño aquí, hoy es catedrático de Economía en la Universidad de Oviedo y se rinde orgulloso a la certeza de que «todas mis virtudes se han fraguado en esta zona. La Espina está muy viva dentro de mí».
La memoria reproduce de inmediato un decorado bucólico, evocador hasta el extremo para la mente infantil de un explorador infatigable. Brotan cinco ríos, hay un dolmen policromado casi único en Asturias y sobrevive un viejo humedal sobre el que, dice una leyenda, se asentaba una ciudad palafítica que fue castigada a hundirse en las aguas cuando sus habitantes se negaron a auxiliar a unos peregrinos. Porque por aquí siempre se han cruzado muchos caminos y también hay corzos, zorros, ardillas, jinetas, aves rapaces, algunas veces lobos y por todas partes gente que sabe de qué casa es cada niño. Ellos creen que los vigilan, pero en realidad los protegen. Así son La Espina y su entorno idílico a los ojos de la memoria del niño «privilegiado» que fue aquí Joaquín Lorences, nacido en Bodenaya, criado en La Espina y hoy catedrático de Fundamentos del Análisis Económico. Tal vez se haya dado cuenta después, pero ahora ya sabe que no olvidará de su pueblo «aquel contacto directo con la naturaleza y la historia, con una sociedad abierta y cooperante y un espíritu de emprendimiento que ha dejado un sello imborrable en mi carácter».
Hasta sus diez años esto fue el paisaje siempre. Desde que los estudios le reclamaron fuera lo siguió siendo a tiempo parcial, de manera interrumpida y con restricciones hacia los veranos o los fines de semana. Para mirarlo, Lorences prefiere la perspectiva del niño que bordea la adolescencia en torno a los años sesenta y se divierte en esta planicie elevada a setecientos metros que hace centro en La Espina y se define «lugar privilegiado desde el punto de vista natural, prehistórico, histórico, antropológico y humano». Aquí el niño se siente rico, tiene ingredientes de sobra para cansarse de «desarrollar su imaginación y su curiosidad» y cuando tenga que elegir un decorado permanente va a regresar a Peñausén. Saldrá de La Espina hacia el Sur, pasará lo que hoy es el polígono industrial de El Zarrín y «cerca de Cueva», «sobre una gran peña», volverá a encontrar el dolmen policromado -«con el de la Santa Cruz de Cangas de Onís el único que tiene Asturias así»- y a observar «aquella alineación de montañas que cautiva y revela el carácter observador de los antiguos, que escogían sus asentamientos de manera razonada y meditada». Y el joven explorador entra otra vez en la historia de su pueblo por las puertas que abre el doctor Ángel González, que con su cordial inteligencia «sabía llevarnos suavemente por ese universo antiguo, ayudándonos a que la curiosidad creciera». Él, hijo del médico al que aún homenajea un busto junto a la iglesia de La Espina, acompañó muchas expediciones infantiles y «nos ayudó a localizar muchos túmulos y a penetrar en la historia antigua de esta zona».
Pero no va a ser todo historia oficial y a ese niño que vive en la casa del número treinta, a la entrada de La Espina según se asciende desde Salas, le impresiona sobre todo la leyenda de los Muelles de La Molina. Estuvieron cerca de Peñausén, en lo que hoy es charca y antes «un embalse del que se captaba agua para las explotaciones auríferas de la zona de Ovanes a través de tres canalizaciones cuyos restos son todavía visibles». Esa es la historia, pero el niño va a preferir el cuento que dice que aquí se asentaba, según la leyenda, la ciudad maldita de Remolero, erigida sobre el agua y desaparecida debajo de ella cuando fue condenada «porque sus habitantes no quisieron dar auxilio a unos peregrinos». «Los viejos decían que una gran viga de cierno, el corazón del roble, todavía se veía emerger cuando llovía mucho y el fondo de la charca se reblandecía».
Aquel pueblo daba mucho de sí para palpar la historia, rememora Lorences, también los restos del «Camino primitivo» que llevó a Alfonso II a Compostela o los ya invisibles de la leprosería que La Espina tenía en el barrio de La Malatería, casi en la salida en dirección a Tineo, y que gestionaba la Casa de Alba «bajo la advocación de Nuestra Señora de Bazar». A aquella pandilla infantil, Joaquín con Ángel y Alfredo -sobrinos de Ángel González-, Enrique, Toni, Angelín y Pepe Luis, «nos asustaba el riesgo de caer leprosos; nos entusiasmaba sentirnos identificados con ese pasado tan importante y nos impresionaba aquella penillanura que se derretía en cinco grandes ríos» que iban a caer a diferentes vertientes. Por estas sierras se localiza el nacimiento del Esva, en la sierra de Bodenaya están las fuentes del Nonaya, brota el río Casandresín, luego San Vicente, y en La Molina el Lleirosu. Y el joven Joaquín va con su padre, que fabrica mantequillas en La Espina, a pescar truchas al Esva y después las lleva en cubos, en moto, a «echarlas vivas a las fuentes del Nonaya».
Pero esa geografía delimita además, o sobre todo, un «paisaje humano» con una forma de ser colectiva muy peculiar, forjada al borde del camino. «Abierta, colaboradora, muy propensa al asociacionismo espontáneo y al espíritu emprendedor de los grandes retos». Hay un pasado como braña vaqueira que «acentúa ese carácter abierto al cambio» y una lenta recolección de influencias al paso de los viajeros. De ahí el temperamento activo y audaz del que Lorences multiplica los ejemplos. Uno cotidiano acude a la «gran admiración de ver cómo se construía aquí la primera pista de tenis en el Occidente y cómo venían a jugar de todas las villas de alrededor». Hoy sigue ahí, igual que la escudería automovilística Orbayu Competición, que ha cumplido 35 años y fue una guía «fantástica» para los jóvenes espinenses que nacieron en los años sesenta y ejemplificó el carácter «emprendedor, solidario y protector» del pueblo. «Donde vieras una panera», recuerda Joaquín Lorences, «seguro que debajo había un chaval preparando un coche de carreras». La simbiosis de La Espina con el club tiene parte de la culpa de que en La Espina, en aquellos años difíciles, «hubiera casos de droga cero».
En el mismo saco viaja otra iniciativa visible todavía hoy en el paisaje de la penillanura que domina La Espina, el polígono industrial de El Zarrín. También es ejemplo, y ahora habla ya el economista, «de la colaboración entre la iniciativa privada y el Ayuntamiento. Es difícil encontrar ejemplos tan tempranos donde una administración haya entendido tan fácilmente el papel del sector público de apoyo a la iniciativa privada sin suplantarla». O la comisión de festejos, «madre» de La Festona de todos los comienzos de julio, y el protagonismo de Ángel González, aquel médico que volvió de Estados Unidos para ocupar la plaza de su padre, Manuel. Y que asumió «la iniciativa popular, la capacidad de consenso y el dinamismo colectivo» de esta sociedad que ha guardado hasta hoy, concluye Lorences, un carácter propio con adjetivos muy concretos unidos a «lo que significa ser espinense: colaborador, abierto a lo colectivo, solidario, protector y emprendedor, siempre dispuesto a asumir riesgos y a tomar iniciativas...».
Un buen momento para recordar el Cantar de Señaldá del escritor tinetense Xuan Bello y cantado por el grupo Llan de Cubel con adaptación de Lisardo Lombardía:
Nel altu de La Espina
conocí un pastor
Hai yá mui bien d'años,
nel Altu de La Espina
au suañaba yo
Falóme de L'Habana,
Los Ánxeles, Chicago
y de Nueva York.
Hai yá mui bien d'años
nel altu de La Espina
conocí un pastor
"Neñu, el mundu ye pequeñu
si nun tienes corazón"
-dixo él-,
"Mira, el mundu ye pequeñu
si nun tienes corazón",
Entá nun sabía yoç
lo que sedría a medrar
el mio corazón.
Nel altu de La Espina
conocí un pastor
hai yá mui bien d'años,
nel altu de La Espina
volar quería yo
Falóme de La Veiga
Oubona y Paniceiros
Caeras y Busmión.
Hai yá mui bien d'años
nel altu de La Espina
conocí un pastor.
"Neñu, el mundu ye pergrande
si ye grande'l corazón"
-dixo él-,
"Mira el mundu ye pergrande
si ye grande'l corazón".
Entá nun sabía yo
lo grande que se tornó
el mio corazón.
"Neñu, el mundu ye pequeñu
si nun tienes corazón"
-dixo él-
·Mira, el mundu ye pergrande
si ye grande'l corazón".
Güei que'l mundu percorrí,
ai, quién pudiera falar
col vieyu pastor
Además de los mojones, esta flecha amarilla pintada en el asfalto confirma la dirección a seguir junto a la casa de la bifurcación
Aquí el Camino pierde el asfalto y, como habíamos dicho, se transforma en una bella senda en la campiña, por donde apenas pasan única y ocasionalmente vehículos de servicio a las fincas
A la derecha, la suave cuesta de grandes praderías se extiende a la derecha del Camino hasta La Espina
A la izquierda, siguen Las Casas de la Carretera, que se extienden también por esta franja entre Bodenaya y La Espina...
"La meseta de Tineo es eso, una mesa que se eleva plana y dura por encima de los 650 metros de altitud, enmarcada en sus flancos este y oeste por las sierras de Begega y de Tineo, especie de repuelgos suavemente levantados que la limitan, corriendo de Norte a Sur y que hacen de bordes elevados.
La meseta está abruptamente cortada por el río Narcea, que abre una profunda entalladura en las duras cuarcitas y la corta en dos plataformas desiguales, siendo mucho más extensa la occidental, en la que se encuentra La Espina. Hacia el Sur la plataforma casi llega como tal hasta Pola de Allande y por el Norte cae vertiginosa desde La Espina hacia la mar valdesana. Es justamente en el veril norte de la plataforma donde se asienta La Espina y esta singular situación la hace recibir de lleno las humedades que impulsan los frentes cantábricos y ascienden por el empinado talud hasta el refrigerador natural de la alta meseta donde se convierten en cerradas nieblas invernales. O al revés, hasta ella llega en días de verano el mar de nubes que oculta entre la nublina caliente buena parte de la Asturias baja, mientras que las tierras altas son recalentadas por el sol y el aire de Castilla. Otras veces la inversión térmica se da en los días anticiclónicos del invierno, en los que el Sol mata desde primera hora la xelá, mientras que abajo el día se consume entre la niebla y el frío. En fin, La Espina es una posición avanzada en muchos aspectos, desde la que se otean lejanos horizontes, quizás por eso sus habitantes emprendieron antes el proceso de modernización del campo y lo consolidaron con una curiosa diligencia para estas tierras y de una manera muy particular, muy suya."
Polígono de El Zarrín y Las Penas de L'Aural, topónimo sin duda alguna vinculado con la existencia de oro, explotado desde el origen de la cultura de los metales en el Neolítico pero que con la romanización alcanzó procesos que podríamos calificar sin exagerar de verdaderamente industriales
"La Espina es además de nudo de comunicaciones, villa complementaria de otras mayores, de Salas y de Tineo. Ha creado actividad y valor en su suelo más llano, el que en la segunda mitad del siglo XX transformó, con esfuerzo, de monte en pastizal y sobre el que hoy crea nuevo suelo urbano, equipamientos, áreas empresariales. En espera de una autovía que ha hecho famoso el topónimo, como término de una obra inacabable, y con su continuación hacia Canero durmiendo en un cajón, se dibuja la amenaza de convertir lo que está en construcción en el soporte de un viaje a la perplejidad. Aprobado el estudio informativo, nada se sabe de la continuidad de un proyecto que mucho contribuirá a la ruptura del aislamiento del Occidente interior, que depende de las carreteras como única infraestructura de transporte, respecto de la marina occidental. El mar está geográficamente cerca pero tremendamente lejano en los tiempos y las mentes."
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