Pendes y el valle del Deva, camino de Castro, Tama, Ojedo y Potes |
Bajando a Pendes desde El Habario |
Ahora el paisaje cambia, ante nosotros se abre el gran valle central lebaniego, formado por el río Deva, que marcará la ruta a Santo Toribio siguiendo las riberas del río
A la derecha del valle la Sierra de Colio, que vio las cabalgaduras de los famosos Húsares de Cantabria, unidad de caballería que tuvo cuartel y academia en el pueblo del mismo nombre durante la francesada o Guerra de la Independencia, nacida primeramente para aglutinar guerrilleros cántabros para hostigar a los franceses, que entraron hasta una docena de veces en Potes, así como proteger los puertos cantábricos donde los aliados ingleses desembarcaban pertrechos, pero que llegó a combatir en numerosos teatros de operaciones, llegando a decir de ellos el Duque de Wellington que estaba "a la altura de los mejores soldados del mundo". En el horizonte nos llama además poderosamente la atención una imponente línea de cumbres que cierra La Liébana por el sur. Allí está el célebre Puerto de San Glorio (1.609 m) antiguo San Clovis o San Clovio, paso natural de Liébana con León y Palencia, por donde va en la actualidad la N-621, comunicación con la meseta leonesa y palentina, impresionante barrera natural tras la que se guardó Liébana en tiempos convulsos y en ellas los refugiados mozárabes, sus libros y sus reliquias, que dieron origen a la veneración del Lignum Crucis y a las peregrinaciones a Santo Toribio
A la derecha son los puertos de Salvorón y Sierra Mediana
Destacan alturas como el Alto de la Triguera (1.896 m), El Motajal (1.979 m), Tabla Maltrota (2.027 m), Puerto de la Vega de Arriba o Collada Bragatesa (2.065 m), el Coriscáu (2.234 m), Calares o Valdeloso (2.013 m) Peña Cascajal (2.027 m), o Peña Gustal (1.947 m), entre otros
Más a la izquierda de San Glorio la Peña la Nave (1.868 m), El Boquerón (1.799 m), Peña del Portillo de las Yeguas (2.103 m), Alto del Naranco (2.219 m), Sestil del Robadoiro (2.204 m), Alto del Cubil del Can (2.419 m), Los Altares (2.416 m), La Canaleta (2.441 m), Los Pozos (2.445 m), o la grandiosa Peña Prieta (2.539 m) y ante ella los Puertos de Ríofrío con el Pico de Zamburria (2.126 m), el Pico de Cohora (1.962 m). Es la Reserva Natural de Fuentes Carrionas, donde nace, al otro lado, el río Carrión en la Montaña Palentina
A la izquierda de Peña Prieta el Cotero Petis (1.957 m) y Peña Quebrada (1.997 m)
A la izquierda de Peña Quebrada el Pico de Llaos (1.976 m). el Pico Pumar (2.066 m), el Pico Redondo (1.804 m), Pico del Tejo (1.922 m) Peña Biustrey o Astruya (2.000 m), el Pico de la Palanca o Peña Ginesta (1.669 m), Pico Corcina (1.871 m), Corona de las Colladillas (1.693 m) o la Peña del Castro (1.353 m)
Abajo la carretea serpentea bajando al valle
Junto a ella asoman las casas de Pendes, donde aparte de su magnífico castañar tenemos su famosa quesería de Quesucos de Liébana
Pendes formó parte del primer ayuntamiento de Castro-Cillorigo, hoy Cillorigo de Liébana, cuando este se constituyó como municipio en 1836. Anteriormente era posesión, como gran parte de Liébana, del Duque del Infantado, a cuya órbita pasó desde la baja Edad Media, cuando pasó al primer posesor de este título, Diego Hurtado de Mendoza, II Marqués de Santillana, en pago a su influencia y fidelidad cambiante en la guerra civil castellana, pues al estallar en 1465 fue partidario de Juana la Beltraneja, cambiando de partido gracias a las gestiones de su hermano el cardenal Mendoza en 1473, en favor de Isabel la Católica, quien le daría el título dos años después al probarse la lealtad ante la intervención portuguesa en el conflicto
Un poco más atrás era dueño de Pendes y de buena parte de Liébana don Tello de Castilla, pues su padre el rey Alfonso XI los terrenos de realengo que aquí tenía. Otros eran de propiedad monacal, pues en la alta Edad Media llegó a haber hasta 20 monasterios en el valle, llegando a alcanzar en el siglo XI total preeminencia sobre todos ellos el de San Martín de Turieno, actual Santo Toribio de Liébana
Casas abajo, relativamente apartada un poco del camino, está la iglesia de Nuestra Señora de la Batalla Naval, reconstruida por completo en 1822 aprovechando los materiales de una anterior preexistente, de fábrica medieval, que estaba no aquí sino en un lugar más alejado. Ya en 1793 se había decidido trasladarla a este lugar, pero la Guerra de la Independencia y la posterior inestabilidad de los años que la siguieron retrasaron esta obra, para lo que se aprovechó el solar y materiales de una antigua capilla dedicada a San Roque en este lugar y también, aparte de las piedras del templo primitivo, las de una desaparecida fortaleza, la Torre del Hoyo
A la entrada del desfiladero, en la Peña Ventosa, vemos la gran hendidura de La Canal. Por allí pasa el Camino Real de la Ventosa o de la Concha la Cova, el antiguo Camino Viejo o Camino Real, otro de los ramales del Lebaniego que salen de Lebeña hacia Potes, más corto que este que asciende de Lebeña a Allende y Cabañes, pero más dificultoso al tener algún tramo difícil sobre los precipicios de esa garganta. Pronto los dos caminos se unirán, un poco más allá de Castro
Aquí dejamos la carretera y tomamos el ramal que atraviesa esta parte de Pendes
Estamos a 3,5 kilómetros de Tama, la capital municipal, a 6,5 de Potes, cabeza de La Liébana y a 9,5 del monasterio de Santo Toribio de Liébana
Además de las señales del Camino Lebaniego vemos la que indican la dirección de la Quesería Pendes
Vamos así calle abajo
Las casas se disponen espaciadas a lo largo de los caminos, ladera abajo
La calle es ancha y permite bien el paso de vehículos...
Sin hacer caso a los ramales ni desvíos vamos siempre recto cuesta abajo
Aquí la calle va casi llaneando y hacer una curva a la derecha
Y allí está la Quesería Pendes, al lado mismo del Camino, donde se elaboran los Quesucos de Liébana, Quesuco de vaca, Quesuco de oveja, Quesuco de mezcla, Quesuco ahumado de Potes o el Quesuco Ahumado de la Abuela... la tradición quesera de Pendes se remonta a tiempos lejanos, cuando los pueblos altos de Liébana se especializaron en la ganadería, vacas, cabras, caballos, ovejas, etc mientras los del valle lo hacían con la agricultura, cereales y vid sobre todo. Los excedentes de vendían en el mercado de Potes, regulado ya en la Edad Media, en concreto los quesos aparecen ya mencionados en el año 926 pero no cabe duda que se elaboraban desde muchísimo más atrás en el tiempo
Aquí está la tienda, por si queremos comprar alguno...
Obsérvense las lecheras al lado del Camino...
Bajamos un poco más y llegaremos a un cruce
En el cruce vamos a la izquierda
Bajamos unos metros junto a este tendejón...
Y apenas un par de pasos después ya estamos metiéndonos por este camino a la la derecha
Ahí está el mojón caminero que nos lo advierte
Pasamos este viejo caserón
Enlazamos con otra senda
Y seguimos de frente camino del valle...
En medio del Valle de Cillorigo, Tama, la capital del municipio, en el Concejo de San Sebastián, al que también pertenecen Ojedo, Llayo y Aliezo
Hay arbolado autóctono de robles, castaños y otras especies
A lo lejos al sur la Sierra de Colio
Más allá el Monte Santa Lucía y el Monte Arabeles. A lo lejos San Glorio
Bifurcación y a la izquierda
Seguimos bajando en plena curva
Pasamos así junto a un gran caserío abandonado
Testimonio del éxodo rural y del abandono del campo
Si bien Liébana, gracias al turismo de Picos de Europa y a la comercialización de sus productos, asentó más población que otras comarcas de la montaña cántabra que quedaron casi despobladas, muchísimos fueron los vecinos emigrantes, ya en siglos pasados a América, pero la gran expansión industrial y urbana del siglo XX llevó mucha población a las ciudades próximas de Cantabria y Asturias, pero también a Madrid y otras de España
Caminamos frente a los viejos muros y llegamos a otro cruce
Tomamos aquí el camino que baja a la derecha
Atentos a la señalización
Vamos a la antigua ermita de San Francisco, donde nos uniremos al Camino Real de la Ventosa que viene de Lebeña por el desfiladero
Verdísimos pastizales y ganado vacuno, fundamento de la industria quesera lebaniega
Primavera en el valle
El camino sigue todo recto
A la izquierda la Sierra de Cobeña y en la distancia la Sierra de las Cuerres, por donde baja a Líébana otro de los antiguos caminos anteriores a la construcción de la Carretera de La Hermida en 1863, el del Colláu Taruey
Más a nuestra izquierda de nuevo Peña Ventosa
Preciosa estampa rural...
Continuamos avanzando mientras admiramos el Valle de Cillorigo
El camino sigue recto
Y pasa al pie de otro viejo caserío...
De frente una bifurcación
Y vamos a la izquierda
Viejos muros con piedra de cantería en la esquina, tal vez de algún desaparecido edificio notable
Seguimos en recto y en llano
Ahora al lado de Peña Ventosa vemos el Monte Bedoya en su ladera sur
Allí, en plena falda, se asienta la aldea de Cobeña
Reconocemos bien su iglesia nueva, a la izquierda de la foto, construida en 1980 por el arquitecto Antonio Ortega y dedicada a Santa Olaya o Santa Eulalia. De la antigua, recuperada en el año 2002 tras pasar a ser capilla del cementerio, solo adivinamos más que vemos la espadaña del campanario, sobre los árboles del camino a la derecha, de la que, como es usual, se sabe a partir del siglo XVII si bien es anterior
Proseguimos ruta en dirección sur. siguiendo el valle del Deva...
Bajamos un poco por tramo empedrado
Y contemplamos una nueva vista del valle en Tama
Encima, la Sierra Tama (586 m) y el Monte Bicores. Más arriba el Pico Cornejas (903 m) y el Pico Corrales (887 m)... las ubicaciones y alturas varían según las fuentes
Un gran edificio rrectangular al lado de la carretera N-621 es el Centro de Visitantes de los Picos de Europa, en Sotama. Un poco a la derecha la línea de árboles señala el curso del Deva y, a la derecha del mismo, una carretera local es nuestro camino
Dando vista a la Sierra de Colio rememoramos las cabalgaduras de los míticos Húsares de Cantabria, que tuvieron cuartel y Academia de Caballería en el cercano pueblo de Colio durante la francesada o Guerra de la Independencia, naciendo primeramente como forma de aglutinar a los guerrrilleros que hostigasen a los franceses, que entraron en Potes muchas veces, así como defender los puertos de mar en los que los aliados ingleses desembarcaban pertrechos. Fue fundada por el oficial de Caballería, cántabro de Selaya, José González de la Riva y Vivanco, veterano de la Guerra del Rosellón, aprovechando el empleo secular de los caballos naturales de estas montañas, monchinos y asturcones, pequeños pero duros y adptados al terreno, siendo sus principios muy precarios...
"...sin haberes ni armas, superando mil peligros, pudimos extender nuestras ideas y realizar el plan de Juan José de la Riva, levantar una fuerza con nuestros jóvenes, y conseguimos el intento sin más gasto a la haciendo que cincuenta pares de pistolas, ya que las demás armas fueron tomadas al enemigo en diversas acciones y sopresas hasta completar el número a fuerza de puños y valor"
Junto con de la Riva operaría, como segundo en la División Cántabra en la que quedaron integrados los húsares en dos escuadrones, el famoso brigadier Juan Díaz Porlier, así fueron armándose con sables, pistolas y tercerolas (más pequeñas que las carabinas, especiales para caballería), imitando a la famosa caballería húngara hasta en su aspecto, con melenas y siempre gastando botas de montar.En 1811 y según disposición oficial, cada ejército había de crear su propia escuela de oficiales, naciendo así en Colio la Academia de Caballería, no habiendo más remedio que estudiar y combatir a un tiempo, por lo que muchos fueron bajas antes de completar su formación
De los dos escuadrones uno era de voluntarios cántabros al mando de Juan José de la Riva y el otro del comandante Ignacio Alonso Cuevillas Remón, hijo del guerrillero Ignacio Alonso Cuevillas Zapatero. Porlier ascendería a de la Riva a Coronel de la unidad. Tras unos comienzos modestos participarían en el fracasado asalto a Santander, donde hubieron de retroceder protegiendo la retirada y rescatado de un cerco a Porlier, escapando la División Cántabra. Otros teatros de operaciones fueron Paredes de Nava, Saldaña, Rivas, Frómista, Luarca Osorno, Poza de la Sal, Sahagún, Aguilar de Campoo, Torrelavega, León, Infiesto, Oviedo y Gijón, participando en la Batalla de El Puelo en 1811 (actual concejo de Cangas del Narcea, Asturias) , conteniendo la carga francesa del general Jean-André Valletaux e impidiendo que esta destrozase a la infantería del mariscal Francisco Javier Losada
En ese año de 1811 los Húsares de Cantabria pasan a ser regimiento dentro de la División de Vanguardia de Porlier, una de los que constituye el VII Ejército al mando de Gabriel de Mendizábal, , compuesta por
-Infantería de Línea: Regimientos 1º Cántabro y 2º Cántabro
-Infantería Ligera: Batallones del 1º, 2º y 3º de Tiradores de Cantabria
-Caballería: Regimiento de Húsares de Cantabria
Un año después vuelven a entrar, ahora venciendo con éxito, en Santander, para luego formar parte de unidades militares de mayor envergadura, en las que participan en la Batalla de Vitoria y en el Asedio de San Sebastián, donde al rechazar un ataque francés fue cuando Wellington dijo de ellos que estaban a la altura de los mejores soldados del mundo. Su último combate en aquella contienda fue el 10 de abril de 1814 en la Batalla de Toulouse, derrotando a dos compañías de voltigueurs o infantería ligera en el asalto a las defensas de Calvinet. Acabada la contienda la unidad se disuelve en 1815 y pasa a ser refundida en los Coraceros de la Reina
Aún en Colio y en estos parajes de Liébana se conservaba el apodo de "espolistas", recordando a los antiguos húsares, dedicado a los mozos que gastaban espuelas
Sobre nosotros a la derecha montes de La Solana, Los Crespos y Enebral, más arriba de los cuales asoman las cimas de Ándara, macizo occidental de los Picos de Europa
A la derecha el Picu Paña (1.354 m), y a su izquierda el Picu de la Mora (1.269 m) el Picu del Acero (1.678 m), el Soliveño (1.226 m) y Las Agudinas (1.869 m)
Más atrás Los Castros (1.569 m)
Otras de las formidables barreras naturales que defendieron Liébana desde tiempos inmemoriales
Y junto con ellos, al sur, San Glorio
Grandiosas murallas naturales donde las montañas, cubiertas por el blanco manto de la nieve, ocultan muchas veces sus crestas entre las nubes
Por allí vienen las rutas castellana y leonesa de Santo Toribio y por allí va el Camino Vadiense, pues muchos eran los peregrinos que, procedentes de las rutas de la costa o de la meseta, iban a ganar el Jubileo en el monasterio lebaniego, continuado luego hacia Santiago
Estas grandes murallas montañosas ya habían resistido el ataque de tres legiones romanas en las guerras de conquista de Augusto del territorio de cántabros y ástures del 29 al 19 a. C. y luego el naciente Asturorum Regnum en el siglo VIII, queriendo ver la leyenda la sucesión de acontentecimientos que siguieron a la Batalla de Covadonga con la hecatombe de las tropas de Alkama en Cosgaya, lo que obligó a una retirada de las guarniciones del Califato Omeya de sus enclaves del norte, allá por el año 722, cuando aún el grueso de sus ejércitos avanzaba imparable por la Galia franca, no siendo detenidos hasta Poitiers una década después
Y al amparo de La Liébana fueron viniendo muchos refugiados mozárabes del sur, quienes traerían consigo sus familias y pertenencias, escapando de aquellos convulsos episodios, y guardando sus libros, saber y reliquias, como el Lignum Crucis, origen de las peregrinaciones
No nos extrañe que esta sea la cuna de Beato de Liébana, martillo de los adopcionistas toledanos que buscaban una aproximación del cristianismo al islam manifestado la naturaleza de Cristo como hijo adoptivo de Dios, siendo consejero y confesor de reyes y reinas asturianos, participando en algunos de los momentos claves del reino, pionero del culto a Santiago antes del descubrimiento del que se tiene por su sepulcro en Compostela y autor de uno de los libros más determinantes en la Europa del Momento, copiado infinidad de veces por los copistas del medievo, el Comentario al Apocalipsis, auspiciando toda una filosofía en unos momentos en los que se pensaba próximo el fin del mundo entre pestes, guerras y herejías
Y así rememorando la historia de los muchos peregrinos y viajeros que anduvieron antes que nosotros estos caminos a lo largo de la historia seguimos nuestro periplo hacia el valle, bajando muy poco a poco, en medio de tan hermosa campiña lebaniega en la campiña de tan evocador nombre de Los Praos
El descenso ahora es muy suave y prolongado entre fincas de pasto dando vista a las serranías y a los valles
Ahora bajo Peña Ventosa vemos la boca del desfiladero de La Hermida, inmensa garganta fluvial, dicen que la más grande de España, que se extiende de sur a norte siguiendo el curso del Deva. Por allí viene el Camino de la Concha la Cova desde Lebeña
Paisajes de ensueño en el Camino de Santo Toribio
No nos incomode pisar algún charco, también ellos forman parte del camino...
Ante la Sierra de las Cuerres y Peña Sagra, línea de cerco romana en su triple ataque a Cantabria del 29 a. C. Aún a finales del siglo XIX el gran explorador y estudioso Conde de Saint Saud afirmaba que había visto ruinas de las torres de asedio y Eutimio Martino informaría del foso dispuesto en torno a las cimas. si bien la ubicación del cerco del que lo que los autores clásicos llaman el Monte Medulio, dedicado a la diosa celta Medhu, no está del todo demostrado que fuese aquí y se han propuesto diversas ubicaciones, como la del Monte Vindio, a lo largo de buena parte de la Cordillera Cantábrica, desde el Bierzo a Asturias y Cantabria
Desde topónimos celtas al actual de Peña Sagra toda esa línea de montañas ha tenido siempre una impronta mágica desde al menos cuando los pobladores neolíticos y megalíticos levantaron sus túmulos, dólmenes y menhires hasta incluso las apariciones de Garabandal de los años 60 del silgo XX
Curva a la izquierda perdiendo altura
El camino y su viejo empedrado...
Que pronto vuelve a ser senda de tierra entre los setos silvestres de los prados
Sigue la bajada, viendo al este el Colláu Taruey, a la derecha de Peña Ventosa. con el Monte Bedoya
Abajo la Carretera de La Hermida (N-621)
La necesidad de buscar pronta salida a la producción mineral de los Picos de Europa hizo que ya a finales del siglo XVIII se emplease el desfiladero para su transporte. La actividad de la Real Compañía Asturiana de Minas propició aún más la construcción de una vía que lo salvase, la cual fue inaugurada en 1863. A partir de entonces el eje viario, comercial y económico se desplazó de los pueblos altos a los del valle, dejando de emplearse para el transporte de mercancías y el paso de viajeros los viejos y difíciles pasos de la montaña, muchos de ellos de herradura, solo para caballerías
Si nos fijamos veremos ahora al Camino de la Concha la Cova bajar de La Canal de Peña Ventosa saliendo del desfiladero a la carretera
El Camino Real de la Ventosa, como también se le conoce, sale a la carretera enfrente de la casa amarilla que vemos arriba a la derecha de la foto, sigue por el arcén toda la recta hacia abajo, barrio de La Ventosa, pasando a la altura de la nave que hay en la vega y llegando a la siguiente casa a la izquierda de la carretera, donde cruza la N-621 y se introduce por el camino que pasa detrás de ella, adentrándose en la ribera boscosa del Deva y pasando detrás de la casa que vemos luego de pasar la siguiente curva abajo a la derecha de la foto
Vamos así al "encuentro de los dos caminos", que se habían separado en Lebeña
Ahora vemos ya la carretera al fondo, de frente, en el valle
Las vacas vuelven su vista al camino...
A lo lejos los "gigantes" de los Picos de Europa
Picos de Santolaja (1.269 m), Peña Sebey (1.639 m), Cuetu Butreru (1.734 m), Pena de Manimoco (1.448 m), Las Agudinas (1.869 m), Las Verdianas (2.018 m), San Carlos (2.212 m)...
Paso a paso nos acercamos a Tama. A nuestros pies a la derecha el valle del río la Sorda, afluente del Deva
Tama, capital municipal, aravesada por la N-621 y sobre ella Aliezo. Antes de llegar allí el camino tiene una nueva doble opción: cruzar el Deva por el puente allí existente y seguir por la acera hasta Ojedo y Potes, o bien tomar la senda ribereña que hay antes del puente a la derecha. Esta segunda opción tiene como ventaja que te apartas del tráfico, si bien pasas de largo las poblaciones.La segunda va por la carretera, es cierto, pero por una muy buena acera con tambièn muy buenos pisajes y manera de poder parar a tomar algo y/o a ver algunos lugares de interés, estando además allí la famosa señalización, con wifi, del Peregrino Lebaniego Digital
Llegamos ahora a una bifurcación que cuando vinimos vimos sin señalizar
Luego nos dimos cuenta que era indiferente ir por un ramal o por otro, pero nosotros escogimos ir a la derecha viendo lo que nos pareció unos restos de pintura roja de la señalización del Camino Lebaniego en una peña
Aquí están lo que parecen unas flechas rojas muy borrosas
Ahora bajo nosotros, a la izquierda, Castro, o Castro Cillorigo oficialmente, un topónimo que tal vez tenga que ver con el castro del Corral de los Moros, sito justo en las peñas encima del pueblo a la izquierda, al que tantas veces nos hemos referido en nuestro periplo lebaniego desde Lebeña a Cabañes y Pendes, posible castro cántabro o asentamiento de vigilancia altomedieval donde se han localizado señales de muro y cabañas
Vemos cómo el Camino de la Concha la Cova, que viene de las casas de la carretera (La Ventosa), que ha cruzado el puente del Deva, no llega hasta el centro del pueblo sino que pasa un poco más abajo. Más atrás estuvo la desaparecida ermita de Castropeña
En Castro nació en 1757 Francisco del Corral y Soberón, célebre guerrillero contra los franceses cuando Liébana fue llamada España la chica por haber expulsado a las tropas napoleónicas nada menos que 13 veces, llegando incluso a ponerse en marcha la ya mencionada academia de caballería parta el Séptimo Ejército en el cercano pueblo de Colio, la de los Húsares de Cantabria, haciéndose cargo de ella el renombrado militar Díaz Porlier, El Marquesito. Francisco llegaría a coronel en aquella guerra y sería condecorado por Fernando VII en 1815. Uno de sus hijos, Juan Antonio del Corral y de Mier, sería un rico hacendado y empresario que, dedicándose a la política, llegaría a ser alcalde de Sahagún y diputado. Ambos resultaron altamente beneficiados por la compra de terrenos expropiados a la iglesia en las desamortizaciones del siglo XIX
Como es usual en los pueblos de montaña el hábitat es concentrado con el fin de aprovechar al máximo los terrenos alrededor
La iglesia de San Vicente Mártir se construyó sobre otra más antigua en alguna fecha indeterminada antes de mediados del siglo XIX pues se sabe que la vieja aún estaba en pie en 1802. Los materiales de la anterior fueron aprovechados para esta pues incluso dos estelas altomedievales están puestas en el muro este, mirando su acceso al sur, donde hay un reloj de sol. En el interior hay retablos neoclásicos del tiempo de la construcción del templo actual, así como imaginería barroca y gótica
El camino baja ahora en una pronunciada curva a la derecha
Desciende en zigzag viendo de frente la Sierra de Colio, que cierra al sur el valle del río La Sorda. En lo alto la Collada de la Huerta y al fondo a la derecha vemos el Pico Aravalles (635 m)
Vamos así perdiendo prontamente altura monte abajo
Pasamos junto a este gran peñasco...
Y aquí vemos la unión del río La Sorda y del río Deva
Salimos a un cruce. En este lugar nos dimos cuenta que era indistinto haber ido por la izquierda o la derecha en la bifurcación anterior, pues ambos ramales vuelven a reunirse. Ahora bajamos a la derecha
Aquí está el "monolito" del Camino Lebaniego
Y así continuamos el descenso...
El firme es de piedra y zahorra
Es una bajada un tanto pronunciada
A lo lejos, dominando el valle y dando vista a las nevadas montañas de San Glorio, la cumbre de La Viorna, justo encima de Potes, que aún no vemos desde aquí
La cima aplanada que vemos en primer término es la Cruz de la Viorna (1.095 m), donde al decir de la tradición Santo Toribio lanzó su bastón diciendo "allí donde caiga mi cayada allí será mi morada", legendaria fundación del monasterio de San Martín de Turieno, luego Santo Toribio de Liébana. Detrás es el Alto de San Martín (1.155 m), la cota cimera
En torno al monasterio y en esa montaña hay varios pequeños santuarios eremíticos, uno de ellos, la Cueva Santa, quiere la tradición haber sido morada y retiro del santo, pues como dice la crónica...
"queriendo pelear con el enemigo a solas, subiose a lo alto del monte y en parte muy escondida del, labró una pequeña ermita, donde con mucha abstinencia, disciplina, continua oración y lágrimas llegó a tanta perfección, que alcanzó de Dios singulares favores (...)"
La caja del camino revela su antigüedad
Arbustos y la clásica carrasca-encina de estos parajes
Curva a la derecha
Curva a la izquierda
De nuevo ante los majestuosos Picos de Europa
Vamos perdiendo altura entre vueltas y revueltas
Ganado en el valle
Sierra de Cobeña, al otro lado de la N-621
Gran vega de los ríos La Sorda y Deva
La senda serpentea por la falda del monte
Más caja caminera...
Alambradas de fincas...
Ya casi en la orilla del Deva
Poco más abajo de nosotros viene el camino procedente de Castro...
Más encinar...
Y los castaños con sus primeros brotes verdes
Primavera en Liébana...
Setos y fincas...
A nuestra izquierda el Monte Lusia (401 m)
Gran ejemplar de carrasca
Y ya se acaba la cuesta...
A la izquierda, la gran mole de Peña Ventosa parece más impresionante vista desde abajo
Castro bajo las peñas...
En la ribera del río La Sorda...
Río arriba es La Parte, un barrio de Colio. Allí una gran acumulación de piedras en un pedregal llamado El Canchorral de Hormas, situado en una garganta sobre el río, hacía que estas al desprenderse y rebotar en las paredes de la peña emitiesen unos peculiares ruido atribuido a unos diablillos. Así en 1913 en La Voz de Liébana aparecía publicada esta explicación del fenómeno...
"EL CANCHORRAL DE HORMAS
Desde hace bastantes siglos se venía hablando en Liébana de los diablillos de Colio o de Hormas, unos acaso creyendo en su existencia; otros, los más, dándole más importancia que una conseja de viejas.
El origen de esta conseja fue el siguiente. Sobre el mismo pueblo de Colio y a poca distancia de él, se abre en la peña una estrecha garganta perpendicular de varios centenares de metros de longitud que comienza en el llamado Canchorral de Hormas.
Por ese cañón, de vez en cuando, y sin que al parecer el hecho obedeciera a causa alguna externa, pues solía ocurrir en días serenos y despejados, caían enormes pedruscos que al rebotar en las paredes del cañón producían un ruido estruendoso y que se oía desde la mayor parte de los pueblos de Liébana. Este hecho inexplicable, hizo creer que era producido por algún agente sobrenatural, y la imaginación exaltada de aquellas gentes no encontró otra explicación que la de la intervención del diablo. Ya en ese camino, la fantasía llevaría quizás a alguno a afirmar que había visto a los diablos arrojar las peñas.
El hecho en realidad no tenía nada de sobrenatural, obedecía como desde luego supondrán nuestros lectores a causas físicas perfectamente dentro del orden natural de las cosas.
Por debajo del Puerto de Trulledes, propiedad del Ayuntamiento de Potes, que está al pié de la peña de Samelar, existe una gran masa de roca que, por efecto de los agentes atmosféricos, se encuentra en estado de disgregación y sus fragmentos en el transcurso de los siglos se han ido depositando en una depresión o concavidad del terreno denominado Hormas, que está situado encima precisamente de la garganta o cañón que verticalmente desciende hasta cerca del pueblo de Colio. Taponando y obstruyendo la entrada superior del cañón, existía allí desde hace varios siglos una gran piedra que contenía el empuje de las rocas disgregadas que se iban almacenando en Hormas, y ocurría que rellenada ya aquella concavidad hasta alcanzar mayor altura que la de la roca que obstruía la entrada de la garganta, de vez en cuando el empuje de la masa de rocas disgregadas hacía que una o varias saltasen por encima de la que hacía de tapón y bajasen rebotando contra las paredes del cañón con un estruendo ensordecedor, que infundía pavor en las gentes ignorantes (…)
Pero llegó un día en que la roca que servía de tapón no pudo resistir el empuje de aquella inmensa mole de piedra que sobre ella pesaba y cedió y cayó por la garganta y tras de ellas todas las rocas disgregadas en el transcurso de varios siglos (…) Todo ello revuelto entre un fango espeso corrió luego por el cauce del río de Colio como una avalancha destructora que arrasaba árboles, puentes, cercas, que nivelaba el profundo cauce y cubría las fincas de sus orillas, destruyendo las cosechas y dejando sobre el suelo antes fértil, una espesa capa de arena y enormes montones de rocas. Ello ocurrió en el mes de Mayo de 1902.
El enorme alud continuó su asoladora marcha por todo el cauce del río de La Sorda o San Lorenzo, en una extensión de siete kilómetros hasta llegar al río Deva.
Entonces muchos lebaniegos y bastantes de fuera de Liébana fueron a contemplar ese fenómeno que ya no se repite con tanta frecuencia (….) El espectáculo era de una grandeza imponente; aquella masa informe, semifluída formada por el barro revuelto con trozos de árboles y grandes cantidades de piedra avanzaba lentamente con un ruido sordo producido por el choque de las piedras al rodar y chocar entre sí y por el crujido de los troncos y ramas que como leves pajas eran triturados en un momento. Sobre todo ello se veían flotar peñascos enormes que el alud dejaba depositados en las orillas a alturas inverosímiles. Sobrecogía el ánimo ver la fuerza enorme y la potencia destructora del alud y pensar que pudiera desviarse de su curso y encontrar a su paso el pueblo de Colio. La imaginación ante la grandeza del fenómeno se figuraba en presencia de una de aquellas plagas y cataclismos bíblicos con que Dios castigaba a su pueblo"
Ciertamente en las orillas existe una gran acumulación de regodones arrastrados por la corriente desde las estribaciones de Los Picos, se trata de una preciosa y fértil vega de pastos
Acabamos definitivamente la bajada en esta recta
Hemos llegado por fin a la ermita de San Francisco de Tresvega, donde nos unimos al Camino de la Concha la Cova que viene de Lebeña por la falda oeste de Peña Ventosa, sobre el desfiladero de La Hermida
De la capilla sabemos por documento que en 1632 tenía su obra empezada el maestro de cantería Juan de Anero. Sus fundadores, el franciscano fray Francisco de la Lama y su hermana María Sánchez de la Lama ofrecían una misa perpetua semanal en ella, pero en 1665 el visitador don Domingo Ramos de Risoba manifestaba que estaba "lejos del lugar dicha hermita y el camino fragoso", mandando pasase a celebrarse en la iglesia de Pendes, pues además...
"en dicha hermita no ay ornamentos ni lo necesario para hacer los sacrificios, y dichos fundadores y sus ascendientes están enterrados en dicha yglessia"
En 1684 se sabe había algún ornamento en este santuario, pero sus pequeñas rentas, que eran de 8 reales anuales empezando el siglo XIX, pasaron a la parroquia de Pendes en 1823, tal y como informa Karen Mazarrasa Mowinckel en su obra Catálogo monumental de Liébana
La capilla es de planta cuadrada y está construida con piedra de sillería. Ha sido restaurada hace algunos años
La portada es un gran arco de medio punto, con puerta y barrotes de madera
En el interior hay una imagen de San Francisco presidiendo la ermita, además de algunas flores y mantel sobre el altar, señal que sigue teniendo veneración y liturgia
Y esta es la nervadura de la bóveda...
Y aquí, donde se unen los caminos, ante la ermita de San Francisco continuamos de frente para cruzar el río La Sorda o de San Lorenzo y llegar a Tama, la capital de este municipio de Cillorigo de Liébana
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