Puerto de Ribadesella/Ribeseya (Asturias). El ensanche y el Monte Corberu |
"El negocio era atendido por don Pedro y por su madre, doña Salus. Peláez, que llegó a ser concejal del Consistorio riosellano, tenía dos hijos, Margarita y Pedrín, de los cuales se ocupaba principalmente una tía, doña Carmen (en aquellos tiempos era frecuente que una hermana del marido o de la esposa viviese en casa con el matrimonio, ocupándose de las labores del hogar y de los hijos). En una ocasión, una enorme riada inundó todo el pueblo y, ante la marea de agua, doña Salus se encaramó sobre el mostrador de la droguería; posteriormente, tras largo rato de espera y cierta dosis de pánico, alguien se encargó de rescatarla en un bote de remos."
Camino del puerto nos acercamos al cruce con la Calle del Comercio, a nuestra izquierda, la calle central del eje viario del ensanche, donde a su comienzo tuvo Juan José Cobos su taller de bicicletas. A nuestra derecha es la calle del Sol, donde estuvo la antigua cárcel, en un edificio que no se conserva. Allí fue luego a parar el Ayuntamiento, cuando en 1746 el obispado manifestó su rechazo a que las juntas vecinales se celebrasen en la capilla del antiguo hospital de peregrinos de San Roque, al lado de la iglesia, en cuyo atrio habían tenido lugar anteriormente, como era tradición, los conceyos abiertos. Pero la casa consistorial aún cambiaría varias veces de ubicación a partir de 1815, "cuando finalmente el consistorio se embarcó en un viaje en busca del espacio perfecto", escribe la redactora Andrea Inguanzo para El Comercio el 30-3-2014 en Ribadesella encuentra su casa consistorial:
" En 1902, ante la necesidad de levantar un ayuntamiento nuevo, ajustado al concejo e igualmente respetable, el Ayuntamiento adquirió un solar, donde finalmente no se llegó a construir, pero ya se iba acercando lo que se ha conseguido en la actualidad ya que, dicho terreno, pasó a formar parte de lo que hoy se conoce como la plaza de la Reina María Cristina, o plaza del Ayuntamiento. Pocos años después, y dentro de ese bucle de inusualidades, en 1936 las dependencias municipales pasarían a ocupar el espacio donde se emplazaba el Casino de la villa"
Aquel antiguo consistorio riosellano aquí ubicado constituía pues un mismo edificio con la cárcel y también con el juzgado municipal, el cual abarcaría este solar entre las actuales calle del Sol y calle del Sella, a donde se quiso traer en 1905 la escuela de niños desde su destartalada sede enfrente de la actual Plaza del Mercado de Ganado, pero los padres se opusieron dada su proximidad a los calabozos. Luego de pasar por una sede intermedia la escuela estaría en el mismo edificio que ocuparía luego el Ayuntamiento de la posguerra, según informa en Cien años de las escuelas de La Atalaya el investigador riosellano Toni Silva (La Nueva España 12-1-2016):
"En 1905, por fin, desalojaron la ruina de la Atalaya y acomodaron la escuela en el primer piso de la casa nº 14 de la calle del Muelle, donde estuvo hasta 1912, año en que se trasladó a un edificio recién construido de Teresa de la Villa, viuda de Caso, en el que estuvo instalada hasta 1919, pagando una renta de 1.000 pts. anuales. En este último local tuvo después su sede el parrandero "Club de los IX" y, tras la guerra civil, la Casa Consistorial de la dictadura. La escuela de niños, gracias a la testarudez de Valeriano Díaz y a la inyección de moral que supuso la visita en 1912 del gran pedagogo Manuel Fernández Juncos, pasó en 1913 a ser graduada en tres secciones, tal como prescribían las modernas corrientes pedagógicas que se iban imponiendo en el mundo civilizado, y que en España estaban siendo abanderadas por la Institución Libre de Enseñanza y el krausismo."
Y es esta calle del Sol precisamente la que vamos a tomar ahora, yendo a la derecha, pues detrás de este edificio es donde está, totalmente escondida en un oscuro rincón, la capilla de Santa Ana, al lado mismo por tanto de aquel desaparecido edificio de consistorio, cárcel y juzgado
No dejemos de mencionar la rula o lonja de pescadores, que vemos a nuestra izquierda, y a lo lejos el promontorio del Monte Corberu donde se sitúa la capilla de la Virgen de Guía, pues nuestra idea es, luego de llegar a ella, bajar desde allí al Paseo de la Grúa y, siguiendo todo el puerto, regresar por aquí para cruzar el Puente del Sella y continuar Camino a Santa Marina, al otro lado de la ría
La calle del Sella es peatonal, aquí sacan sus terrazas a la calle varios negocios hosteleros donde antaño estuvo la Sidrería Tinín, de Celestino Gutiérrez Berdial, Tinín, gran hostelero y pescador que fue antes minero, pastor, emigrante y camarero, bien glosado por Ramón Capín Rama en Un personaje singular: Tinín (La Nueva España 10-2-2007):
"Nació en el barrio de La Cuesta Vieja de Ribadesella. Su vida laboral comenzó de muy joven en la mina Ana, en la localidad de Berbes, y más tarde trabajó durante un año en León como pastor, en compañía de familiares que residían en esa provincia. Tinín formaría parte de los muchísimos españoles que durante la década de los años sesenta y setenta emigraron a Europa en busca de trabajo; pasó tres años en Suiza (con su mujer) trabajando en la construcción, habiendo dejado a sus hijos al cuidado de una cuñada. A la vez que enviaban dinero para la manutención de sus hijos trataban de ahorrar algo que les permitiese instalarse por su cuenta. De regreso al pueblo Tinín trabajó como camarero en diferentes cafeterías de Ribadesella hasta que abrió su propio negocio, una sidrería-restaurante que tuvo gran éxito. Finalmente, hace unos años abriría un hotel que sigue funcionando en la actualidad.
Hombre de facultades físicas excepcionales (indispensables, como veremos, para soportar su ritmo de trabajo), fue durante un tiempo portero del Club de Fútbol Ribadesella. También participaba a menudo en competiciones locales como carreras de camareros (con la bandeja llena de vasos y botellas) y las populares cucañas; incluso hay quien dice que estos torneos acabaron desapareciendo porque siempre los ganaba el mismo: Tinín.
Pero su vida laboral estuvo siempre acompañada de la pesca. Sus primeros conocimientos se los transmitió su padrastro, Rafael, ya de muy joven; una impronta que marcaría toda su vida. De familia humilde, la pesca no sólo constituía una afición para nuestro singular personaje: era a la vez un medio de incrementar sus ingresos. Una mezcla de afición y necesidad en una época en la que los salarios eran más bien escasos. Es aquí donde hacían falta condiciones físicas para complementar el duro trabajo diurno con interminables horas de pesca nocturna. Pocas horas de sueño ha disfrutado nuestro protagonista. Ya en su primera fase como minero, al salir del tajo cogía su caña y se iba a intentar ganar otro jornal por la bahía, y así seguiría durante prácticamente toda su vida hasta casi la edad de jubilación.
Muchos en Ribadesella recordarán a Tinín, con una de sus cañas de ocho metros al hombro, camino del paseo de la Grúa. Durante muchos años sólo usó aquellas enormes y espectaculares cañas de bambú, cuya utilización durante horas sacando peces del agua requería, sin duda, tener buenos bíceps. «En aquellos tiempos», nos explica, «las cañas con carrete las tenían sólo los ricos». Su primera caña con carrete sería un regalo de Reyes de su madre. Era el primer regalo de Reyes que Tinín recibía y que constituía, a la vez, una inversión para pescar más y así aumentar los «amusquis». Mientras nos cuenta estas cosas Tinín no puede evitar la emoción del recuerdo y observamos una lágrima arroyar por su mejilla."
Ahora, según entramos en la calle del Sella, vemos la derecha la Sidrería María Manuela Bistró, especialidad, como otros muchos riosellanos, en pescados y mariscos frescos del Cantábrico. La gastrónoma Nandi Monteagudo le dedica un reportaje en Ydondecomemos.com, su excelente blog, con motivo de su apertura en 2014:
"El joven chef Javier del Blanco, antes jefe de cocina de Nerua, nos abre las puertas de María Manuela Bistró. Un coqueto y acogedor restaurante ubicado en la bonita villa de Ribadesella, donde poder degustar una cocina tradicional asturiana con toques creativos.
En la carta, llena de propuestas apetecibles, vamos a encontrar platos originales donde la imaginación cobra un gran protagonismo. Además, la clara inspiración oriental que queda reflejada en muchas de sus creaciones, da como resultado unas recetas tan sorprendentes que no van a dejar indiferente a ningún comensal. Tal es el caso del exquisito bocado de Borona (receta tan auténticamente tradicional que es difícil encontrarla en un restaurante: harina de maíz “preñada” de “compango”) y Berza o los Fritos de pixín, cítricos y rúcula. Entre los mariscos podremos elegir entre pasta rellena de txangurro con sopa miso o la Cigala asada con tallarines de arroz, calabacín, calabaza y jugo de su cabezas.
El toque oriental lo apreciaremos en pescados como la Dorada, wok de arroz venere, frutas secas y su crema. No podemos pasar por alto las sabrosas carnes como el Cochinillo a baja temperatura, melón-pepino, patata-romero o el Entrecot de buey y patata rellena de Peral. Y obligado es dejar hueco para el postre para no perdernos la especialidad de la casa: tarta selva negra… bizcocho micro, ganache de chocolate, panacota de kirsch y helado de cereza. ¡Increíble!
Además de estas especialidades de la carta, María Manuela Bistró cuenta con dos menús diarios a un precio realmente atractivo: el Asturiano, para aquellos que quieran adentrarse en los sabores de la cocina autóctona. Y el María Manuela, compuesto por una selección de platos de la carta del bistró."
La ermita o capilla y su entorno, habitualmente muy umbrío en nuestros días, fueron restaurados en 1995. Sobre ella y cuesta arriba asciende el camino por la falda de la montaña, donde crecen arbustos y matorrales. Figura como que fue construida en el siglo XVI y que perteneció a la familia Armiñán y que fue del Gremio de Mareantes, pues desde ella como hemos dicho se tomaba la barca que cruzaba la ría, hacia el Arenal de Santa Marina, donde también tenían la de esta advocación, además de la Casa de las Ballenas, por donde proseguía el Camino
"Desde la capilla de Santa Ana los peregrinos medievales debían tomar una embarcación si querían cruzar el río. En el presente no es necesario, ya que lo atraviesa un puente de hormigón levantado en 1940, en sustitución del anterior paso, fabricado en hierro y que fue destruido durante la Guerra Civil"
Participaron en esta restauración el Ayuntamiento y la Consejería de Cultura del Principado de Asturias, la Asociación de Amigos del Camino local y vecinos y feligreses, siendo reinaugurada el 25 de julio, Día de Santiago, de 1995, "para gloria de Dios y cobijo de los peregrinos", tal y como decía una placa informativa. Fijémonos a la derecha en el ventanuco típicamente renacentista a manera de saetera-hornacina abovedada en forma de concha
Y esta es la parte posterior de los edificios de pisos que al otro lado miran al muelle y estuario
Debajo, precisamente se ven, pequeños, otros dos elementos y símbolos de la Pasión, el martillo y las tenazas del desenclavo, sobre el monte Calvario o Gólgota
También aquí, la roca del peñón. El musgo impera en este casi siempre sombrío rincón, tan importante para la historia que, a pesar de la existencia de un puente sobre la ría desde mediados del siglo XIX, no ha sido dejado de lado en la señalización oficial del Camino Norte en Asturias
Virxen de Guíapatrona del marlos marinerosvanse a embarcar.
Vanse a embarcarya van a salirlos marinerosgústenme a mí
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