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jueves, 20 de octubre de 2022

RIBADESELLA/RIBESEYA (ASTURIAS): EL AYUNTAMIENTO, LA PLAZA MARÍA CRISTINA, AGUSTÍN ARGÜELLES "EL DIVINO", EL HOSPITAL DE PEREGRINOS Y LA IGLESIA DE SANTA MARÍA MAGDALENA "LA CAPILLA SIXTINA RIOSELLANA"

 

Ribadesella/Ribeseya, El Ensanche, El Puerto, las torres de la iglesia, La Cuesta y La Peñe les Pandes

La hermosa actual fachada marítima, o marítimo-fluvial, de Ribadesella/Ribeseya, población asturiana a cuyo centro histórico se adentran los peregrinos siguiendo el Camino Norte (antiguo Camín Real de la Costa) por el barrio de El Portiellu, bajando desde San Antoniu por La Estación y El Fuerte, procedentes de Oreyana y viniendo de Llanes, es resultado del ensanche o ampliación de la antigua puebla medieval en el siglo XIX, ganando terrenos a su ría, desembocadura del mítico río Sella, el Salia de los geógrafos de la Antigüedad, que comunicaba, más que separaba, los antaño orgullosos clanes de los cántabros salaenos, vadinienses y orgenomescos, de sus vecinos los astures luggones o hijos del dios Lug, si Ptolomeo no nos engaña

Varios preciosos edificios, de entre los siglos XIX  y XX, sobre el nuevo puerto construido con el ensanche riosellano, ocultan desde el estuario el viejo casco antiguo, de origen medieval, en el que el rey Alfonso X El Sabio fundó la puebla de Santa María Magdalena del Puerto, luego llamada Ribadesella/Ribeseya, en base a una documentada población portuaria preexistente, El Puerto o Portus, habitada desde la más remota noche de los tiempos, dada la impresionante abundancia de cavernas rupestres en todo el entorno, cuyas paredes muestran desde caballos hasta cetáceos, pintados hace decenas de miles de años, demostración palpable del ancestral poblamiento de este lugar, tal vez desde aquellos tiempos de la misma cuna de la Humanidad

Es posible que, un poco menos, pase desapercibido al peregrino, que recorre el no menos ancestral camín real costero, paso natural entre las montañas y el mar que recorre el litoral cantábrico, ese pasado fundacional de la pola medieval, pues al bajar por El Portiellu las calles Oscura y del Infante, descubrirá los edificios que, antaño a la orilla del crecido mar sobre el estuario, revelan ese enclave portuario medieval que comerció con todo el mundo conocido, desde vayamos a saber desde cuando, hasta bien entrado el siglo XX, cuando quedó relegado a ser únicamente muelle pescador y deportivo en el que, como muy bien dice unos de nuestros historiadores predilectos, Luis Antonio Alías"hoy no deja de disminuir el número de pesqueros y de aumentar el de veleros y yates"

Pero no, tampoco idealicemos petulantemente las pretendidas glorias del pasado: pese a que la fundación de una puebla aforada y libre del anquilosado y opresor poder feudal por parte de un rey sabio, que le permitió desarrollar puerto, villa y mercados, la aforaba, protegiéndola del vasallaje de la nobleza feudal, los poderosos linajes dueños de la tierra siguieron ejerciendo un dominio estricto de la vida y gobierno del naciente villazgo. Primero fueron débiles reyes y regentes agobiados por su tambaleante trono los que las cedieron a los grandes señores asturianos y leoneses; luego siguieron los linajes locales, que coparon los cargos, primero por presión y luego directamente por compra, tanto del gobierno concejil como de su representación ante instituciones superiores como la Junta General del Principado de Asturias

El propio edificio del Ayuntamiento y su entorno, al que llegamos por la medieval calle del Infante camino de la iglesia y la antigua barquería de la Rambla de la Barca, más allá de la capilla de Santa Ana, ejemplifican este trasfondo histórico. La vieja nobleza feudal local iba asentándose, desde sus anteriores casonas en las aldeas circundantes, de las que procedía su poder en base a las rentas de arrendamientos y aforamientos de las tierras de su propiedad a los colonos, en los nacientes núcleos urbanos donde se centralizaba la administración de los territorios o alfoces circundantes, pues era donde se organizaba su gobierno

Era este el Palacio de Cutre, primeramente de los Prieto, cuyo paso a ser sede del Ayuntamiento o poder público concejil en el siglo XIX es todo un símbolo y más en este lugar, cuando aquellos cambios sociales, propiciados por la Ilustración y que fructificaron en las reformas liberales, echaron abajo las ataduras del Antiguo Régimen

Enfrente, el ensanche riosellano, terrenos ganados a la ría, fue proyectado en 1855 y es por lo tanto anterior incluso al de ciudades tales como Madrid o Barcelona. Esta es en concreto la Plaza de la Reina María Cristina, antaño Plaza de la Leña o Plaza Vieja, la cual ejemplifica soberbiamente estas profundas transformaciones acontecidas en la villa al construirse una nueva población y a la vez un nuevo puerto

El Palacio de Prieto-Cutre, actual consistorio como hemos dicho, preside esta plaza riosellana. Es de mediados del siglo XVI y de estilo plateresco, uno de los estilos renacentistas imperantes en España en esa centuria, se supone que importado de Italia, bien por artistas italianos o por españoles allí formados, que a su vez lo extendieron por talleres de todas las regiones. Está el plateresco considerado un renacimiento tardío, con abundante estética renacentista pero sin romper con las estructuras góticas


En este caso parece ligado a modelos cultos inspirados en edificios platerescos de Burgos y Cantabria, que inspiraron numerosos palacios y casonas. Su fachada es de excelentes sillares de piedra de cantería y sus vanos están bellamente adintelados. El resto del edificio y el interior están totalmente reformados, por lo que puede decirse que esta monumental fachada es lo que queda verdaderamente del palacio original


Las famosas hornacinas-saetereas abocinadas en forma de concha o veneras, que veremos tanto en este lateral sur que mira a la calle como en la grandiosa pared del oeste que mira a la plaza, son uno de esos detalles de inspiración típicamente renacentista que caracterizan al edificio


El palacio muestra una cierta "contención ornamental anunciadora de los próximos esquemas herrerianos", como dice el historiador Luis Antonio Alías en El Camino de Santiago en Asturias. Itinerarios, es decir, el estilo que el arquitecto montañés Juan de Herrera aplicaría en la construcción del monasterio de El Escorial, llamado herreriano y también esculiarense y manierismo clasicista, el cual inspiraría numerosas obras a partir de entonces, en un gusto aún más tardío y que caracteriza el reinado del monarca Felipe II


Un poco desplazada a la izquierda está la puerta de acceso. A la derecha hay una ventana adintelada cerrada por reja. Cuando el edificio pasó al dominio público se hizo cargo del mismo la antigua Diputación Provincial, que en la década de 1970 ofreció su uso al Ayuntamiento, el cual trasladó aquí su sede en el verano de 1976, siendo reformado íntegramente su interior en el año 2012. 


La portada es de arco de medio punto, por lo que sigue esquemas de gusto más antiguo, medieval, está compuesta por grandes dovelas planas y lisas. A sus lados hay otras dos saeteras aveneradas
 

En la pared y sobre las rosca del arco dos ménsulas labradas parecen haber servido de apoyo a un tejadillo que protegería esta entrada


Nos recuerdan mucho a los capiteles románicos, por lo que estaríamos ante otro detalle de inspiración medievalizante


Por su parte sobre las dos saeteras laterales a la portada destacan sobre al plano delmuro sendas columnillas abalaustradas



Sobre la planta baja, una línea de imposta, que se prolonga hacia la esquina y fachada lateral, acentúa la horizontalidad del edificio y, sobre ella a su vez, dos columnas o balaustres sostienen un guardapolvo corrido que forman un largo alfiz bajo el que hay dos ventanas cuadradas


Detalle de una de las columnas-balaustres de esta fachada, la de la izquierda, ahí vemos el podio sobre la imposta o moldura inferior y arriba un pináculo como remate


Alcemos ahora más la vista hacia la planta superior, con tres ventanas con alféizar en repisa y antepechos moldurados, destacando la central, más elaborada. Fijémonos en el escudo, a la izquierda


Es el blasón de los dos lobos, el de los Prieto, los primeros dueños del palacio, una de las estirpes de la nobleza rural que se asentó en la villa en esa época, desde donde ejercieron su total influencia. Más tarde los riosellanos González Prieto emparentarían con los Cutre de Caravia


Según leemos en Recorrido por los Monumentos de Ribadesella, en la página del Ayuntamiento, aquí habría estado además el alfolí o almacén de sal, preciada mercancía siglos ha, que llegó a ser el principal tráfico portuario, seguido del de los cereales, dado que era la manera más efectiva de conservación de alimentos, especialmente aquí los pescados. Su importancia era tal que muchos pagos se realizaban en sal, de ahí el significado de salario como sinónimo de sueldo. Por ello existió un férreo control de su tránsito y comercio y muy pocos puertos tenía derecho al mismo 


El Ayuntamiento tuvo un largo peregrinar de siglos e inconveniencias antes de asentarse, parece que definitivamente, en este viejo palacio renacentista rehabilitado que llegó a conocerse como la Casona de Aramburu. Es más, en su momento se llegó a adquirir este mismo solar que hoy ocupa la actual plaza, en estos terrenos ganados por el ensanche, para construirlo aquí. Un prolongado periplo que explica soberbiamente bien la corresponsal de El Comercio Andrea Inguanzo, cuando el 30-3-2014 y coincidiendo con la última gran remodelación interior del edificio, escribió Ribadesella encuentra su casa consistorial:
"Siglos atrás llegaron a celebrarse juntas y reuniones municipales en el atrio de la propia iglesia, no disponiendo de un local propio y adecuado para desarrollar esta actividad. A finales del siglo XV, con la construcción de la capilla y hospital de San Sebastián -años después llamado de San Roque-, en la plaza de la iglesia, se trasladaron allí las tareas municipales, donde permanecieron al menos hasta 1746. Entonces fue el propio obispo quien prohibió que se continuase usando una instalación religiosa para la celebración de litigios y debates banales.

A partir de entonces los mandatarios locales se trasladaron al edificio que cumplía las veces de cárcel. Se desconoce dónde estaba ubicada antes, aunque a partir de 1802 hay que localizarla en la plazoleta de la calle Sol. Allí permaneció la actividad política, al menos, hasta 1815 cuando finalmente el consistorio se embarcó en un viaje en busca del espacio perfecto. En 1902, ante la necesidad de levantar un ayuntamiento nuevo, ajustado al concejo e igualmente respetable, el Ayuntamiento adquirió un solar, donde finalmente no se llegó a construir, pero ya se iba acercando lo que se ha conseguido en la actualidad ya que, dicho terreno, pasó a formar parte de lo que hoy se conoce como la plaza de la Reina María Cristina, o plaza del Ayuntamiento. Pocos años después, y dentro de ese bucle de inusualidades, en 1936 las dependencias municipales pasarían a ocupar el espacio donde se emplazaba el Casino de la villa."


El traslado al casino fue motivado por la Guerra Civil. En octubre de 1938, recién ocupada Ribadesella/Ribeseya por las tropas nacionales, se decidió alquilar el primer piso de un edificio enfrente del puerto, entre las calles Marqueses de Argüelles, Santa Marina y del Comercio. Luego, ya bien pasada la posguerra, comenzaron las arduas negociaciones para adquirir esta Casona de Aramburu: 
"El final de los años 60 trajo de vuelta esa fuerte inquietud por encontrar un emplazamiento digno. De ahí que en tiempos del alcalde Miguel Ángel Núñez fuera cuando se iniciaran las primeras gestiones para adquirir la casona de Aramburu, que entonces permanecía cerrada desde la Guerra Civil. 
Hacerse con este equipamiento se tornó entonces objetivo de numerosos regidores. El palacio Prieto-Cutre estaba considerado como el más antiguo y noble de los edificios de la villa. Fue César Bravo, en 1964, el primero de los ediles en desplazarse a Madrid para tratar de negociar con los propietarios de la casona adquisición de la misma. Los herederos de esta propiedad continuaron escuchando propuestas en tiempos de Segundo Ruisánchez, entrando a formar parte ya entonces de la negociación la Caja de Ahorros. 
Las conversaciones con los propietarios se prolongaron durante un largo período de tiempo, y no fue hasta 1969 cuando se pudo llegar a un principio de acuerdo. La entidad bancaria acordaba entonces un precio de compra de 2.378.000 pesetas, con la intención de ceder posteriormente el edificio al Ayuntamiento. Como podía implicar cualquiera trato de estas dimensiones, surgieron las discrepancias, llevando al traste la cesión y llegando a plantearse incluso la corporación municipal adquirir el edificio del antiguo Casino para romper definitivamente con la carencia que Ribadesella arrastraba durante lustros. Pero esta idea tampoco tuvo éxito. Poco tiempo tardaron en volver los planes de emplazar la corporación municipal riosellana en la casona de Aramburu, ya con la Caja de Ahorros como propietaria. 
Surgieron entonces importantes presiones para tratar de cerrar esta negociación, como un rumor que corrió como la pólvora y que indicaba que el propio Ayuntamiento de Gijón tenía intención de llevarse este preciado edificio, piedra a piedra, para la ciudad y colocarlo en el Pueblo Asturiano. Pero el futuro de la casona palacio Prieto-Cutre estaba escrito, iba a seguir ligado a Ribadesella. Y por eso, en diciembre de 1971 se cerraba definitivamente una adquisición que alcanzaba un precio de 2.900.000 pesetas. 
Aunque el traslado de las viejas dependencias desde el edificio de la calle Comercio empezó en 1976, no fue hasta agosto de 1978 cuando, en tiempos del mandato de Claudio Valdés, tuvo lugar la inauguración oficial de la nueva sede del edificio consistorial de Ribadesella"

Sin embargo, surgió el problema que ya había ocasionado que sus antiguos propietarios dejasen de residir en él, era pequeño y con una distribución del espacio interior poco adecuada y nada práctica para su nuevo cometido público. Fue, siendo alcalde Juan Ureta, cuando al construirse detrás la Casa de Cultura, se descongestionaron por fin sus estrechas dependencias


En el año 2007, con la alcaldía de José Miranda, y tras numerosas gestiones que incluyeron un concurso de ideas, se proyectó un nuevo edificio en una nueva ubicación, la Plaza de Abastos, al lado del Sella, llegando incluso a presentarse públicamente su maqueta. Económicamente fue inviable por lo que se prefirió realizar una gran reforma del actual, inaugurado el 29 de marzo de 2014, de ahí este excelente artículo de Andrea Inguanzo que culmina así:
"Del ya antiguo Palacio Prieto-Cutre quedarán en la memoria su colorida vidriera de entrada, que alberga los escudos familiares y que ha sido reubicada en el salón de plenos, y aquella malograda escalera de madera, que sobrevivió a reformas y refuerzos y soportó el peso de varias corporaciones. La última la actual, la que encabeza la primera alcaldesa de la historia de Ribadesella, Charo Fernández Román. 
Ribadesella estrena por fin un edificio consistorial digno de su condición. Ayer se inauguraba este nuevo equipamiento no sin antes haberse dado palos de ciego durante décadas hasta conseguir un emplazamiento para las dependencias municipales que convenciera a todo el mundo. Y es que, echando la vista atrás, se puede comprobar que el Ayuntamiento de Ribadesella tardó muchos años en encontrar un espacio digno y adecuado donde poder desarrollar cómodamente las labores municipales. Ya desde el siglo XV los locales elevados a casa consistorial fueron de muy diversa naturaleza. Tal y como narra Juan José Pérez Valle en el año 2010, en la revista local 'Plaza Nueva', los servicios municipales habían pasado por numerosos emplazamientos, no todos ellos igual de adecuados, antes de llegar a ocupar el que se conoce como el Palacio Prieto-Cutre, también llamada casona de Aramburu."

Por tanto, antes de continuar vamos a recorrer esta Plaza de la Reina María Cristina en la que pudo haber estado el Ayuntamiento y que ahora comunica, bella y simbólicamente, el casco medieval y renacentista con el ensanche y los nuevos barrios indianos y burgueses en él construidos. El profesor Ramón Capín Rama, escribe en El sabor de los comercios locales de Ribadesella  (La Nueva España 27-6-2012) y citando a otro autor, Guillermo González, y a su obra Estampas riosellanas, que aquí, al lado, en la calle del Infante, por la que hemos venido de El Portiellu, estuvo el popular Chigre de Canijo
«Las Estampas riosellanas» de Guillermo González nos presentan un entrañable relato de uno de los bares más típicos de la Ribadesella de preguerra: «Constanta Espiniella, "Canijo", había nacido en Loroñe (Colunga) y desde niña, que vino a servir, residió entre nosotros. Estuvo casada con Celesto Yáñez (Celesto el Gallegu). Era muy devota y pertenecía a las cofradías del Carmen y Corazón de Jesús. En las procesiones su voz potente y nada cristalina era inconfundible. En su "chigre" nunca se escucharon palabrotas. El chigre era un antro y, a pesar de todos los pesares, era un lugar "atopadizu" lleno de sabor y de todo ese "encanto" que tienen los establecimientos en donde la limpieza no era precisamente lo que más lucía, en aquella semioscuridad. Para todos, aquel antro establecimiento no era ni más ni menos que una continuación del hogar. Allí nunca se vendía sidra embotellada, de la pipa a la tripa, dice el adagio, y en verdad que allí se respetaba». Ubicado en la calle Infante, próxima a la plaza María Cristina, El Chigre de Canijo era llamado así posiblemente por la costumbre de Constanta de usar la palabra «canijo». La dueña atendía sola el negocio, vestida con falda muy baja y mandil; era muy alta, de pelo rizado y moño. Una copla popular hacía referencia al bar:
La sidra de Canijo
ya no nos agrada,
la del Rompeolas
nos sabe salada,
la de Marcelino
es un poco mejor
y la de??? que está superior.
De este modo, en el espacio en blanco de la copla se colocaba el nombre del bar en el que en ese momento se encontraban los cantores, haciéndole honor."

Enfrente del Ayuntamiento está el Kiosko María Cristina, de Ramón Capín y Marisa, emblemático punto de venta de prensa y revistas, que marca un poco el pálpito de la vida local. El 7 de abril de 2020 por ejemplo, en pleno confinamiento por la "crisis del Covid"Cope Ribadesella publicaba lo siguiente:
"Hoy nos hemos pasado por el kiosco de la Plaza Reina María Cristina de Ribadesella y su titular, Ramón Capín, nos confirmó que la venta de periódicos ha caído en torno al 75% en su punto de venta, “porque la prensa de hostelería se fue a pique”. De todas formas, “aún hay mucha gente que se acerca al kiosco todos los días, aunque también hay otros que dejaron de hacerlo por la psicosis que está generando el virus”.

Los kioscos y las librerías que venden periódicos son servicios esenciales en defensa del derecho a la información en estos tiempos de confinamiento. Por ese motivo, Ramón se sube todos los días a su furgoneta para realizar el reparto diario por el concejo. En la actualidad solo reparte a los particulares que ya tenía suscritos en la villa y en los pueblos. “Atendemos a los clientes de siempre, porque aunque sean pocos y no te de ni para la gasolina hay que estar al pie del cañón”, añadió. Su mujer, Marisa, también lo está todos los días en el kiosco, que mantienen abierto solo en horario matinal, desde las 8:30 a 14:00 horas. Ramón Capín no pierde la esperanza y confía en que la situación se normalice cuanto antes."

Cuando a esta plaza se la llamaba también El Parque tenía en ella su tienda de telas Ramón García, atendida por sus hijas e hijos María, Conchita, José María y Gerardo


 Al fondo al otro lado de la plaza está Gran Vía, una de las tres largas calles paralelas construidas a raíz del ensanche decimonónico, junto con la de El Comercio, justo detrás, y la de los Marqueses de Argüelles, mirando a la ría, constituyendo la denominada La Nueva Población. Estas calles se extienden de norte a sur entre las cercanías del antiguo embarcadero que cruzaba el estuario del Sella hasta el primer puente que se hizo sobre la ría, de madera, en 1865, precedente del que posteriormente sería puente de piedra en 1898, paralelos al puerto en lo que el mapa de Martín Ferreiro para el Atlas de Coello de 1861 aparece denominado como El Muellín 


Las tres calles, que aún aparecen como Población Proyectada en dicho plano, constituyeron las nuevas arterias viarias y comerciales riosellanas, se abrieron cafés, tiendas y almacenes en los bajos de los edificios en los que se establecería la incipiente burguesía local, animada, además de por el tráfico portuario, por los aportes de los indianos, muchos de los cuales tendrían su vivienda aquí, en este ensanche, aprobado en 1855 y proyectado por Darío de Regollos Molenillo, arquitecto y ayudante de Obras Públicas en Asturias, padre del pintor Darío de Regoyos 


Entre alguno de los muchos comercios que fueron señeros en la Gran Vía de frente o cercanos a esta plaza cabría citar el Bazar de La Capina, apodo de su dueña, María, que entre toda su amplísima oferta pues "había de todo", fueron durante cierta época muy populares las muñecas de caucho, que se vendían a 0,95 pesetas, así como las flautas o silbatos, chiflos, por lo que se decía también "La Capina vende chiflos a perrina", según informa el profesor Ramón Capín Prima en El sabor de los comercios locales de Ribadesella (La Nueva España 26-7-2012), quien también le dedica un artículo al famoso Café Manín


En nuestros días, aquí, el Café Bergantín recuerda al famoso bergantín Habana, que entre los años 1862 y 1875 estableció una línea regular desde este puerto con Cuba, cuando aún era colonia española, empleada por muchísimos emigrantes y en torno al que se tejió toda una leyenda, pasando incluso al cancionero popular:
Somos los marineros
del bergantín Habana
que salimos mañana 
para ultramar

La Gran Vía es en realidad la Gran Vía de Agustín Argüelles, apodado El Divino, abogado, político, diplomático, que siendo diputado en las cortes de Cádiz, cuya oratoria le valió su sobrenombre, participó en la redacción de la Constitución de 1812 que vendría a sentar las bases de aquellos grandes cambios y reformas liberales a los que nos referíamos al principio. Un buen resumen de su intensa biografía lo hallamos por ejemplo en Wikipedia:
"Hijo segundón de José Antonio de Argüelles y Uría, mayorazgo en Ribadesella, y de Teresa Álvarez González, su segunda mujer. Estudió Derecho en la Universidad de Oviedo y en 1800 se trasladó a Madrid, donde gracias a su dominio del inglés se empleó en la Secretaría de Interpretación de Lenguas. En 1806, el valido de Carlos IVManuel Godoy, le envió a Londres como embajador especial para que trabase conversaciones con el Gobierno británico de cara a plantear una alianza contra Napoleón Bonaparte.

En 1808, a raíz del levantamiento español contra las tropas napoleónicas, regresó a España a requerimiento de su paisano Gaspar Melchor de Jovellanos y se estableció en Sevilla, ciudad no ocupada por los franceses donde tenía su sede la Junta Suprema Central. Fue secretario de la Junta de Legislación, cuyos trabajos anticiparon los de las Cortes de Cádiz, y después diputado por Asturias a dichas cortes, donde participó activamente en la redacción de la primera constitución española, destacando por sus intentos de abolición de la esclavitud y por su oposición al tormento como prueba judicial. Debido a su oratoria vibrante y emotiva sería apodado «el Divino».

Con la vuelta de Fernando VII a España y la restauración absolutista, Argüelles fue enviado como presidiario a Ceuta en 1814 y al año siguiente a la localidad mallorquina de Alcudia, en cuya prisión pasaría cinco años. Rehabilitado tras el pronunciamiento de Riego y la vuelta al régimen constitucional, fue uno de los líderes de los moderados y fue nombrado secretario del Despacho de Gobernación de la Península e islas adyacentes. 

Al caer el gobierno liberal en 1823, se exilió en Inglaterra. Allí sobrevivió como bibliotecario de Lord Holland, con quien mantenía amistad desde la embajada especial que había desempeñado en el Reino Unido por órdenes de Godoy dos décadas antes. En el exilio escribió su principal obra teórica: Examen histórico de la reforma constitucional en España, que vería la luz en Londres en 1835. 

Tras la muerte de Fernando VII, regresó a España en 1834, participando en la redacción de la constitución de 1837. Fue elegido diputado por Asturias y nombrado preceptor de Isabel II durante su minoría de edad por Baldomero Espartero, tras perder la votación en las Cortes Generales frente a este para ser elegido regente de España. En 1844 volvió a ser elegido diputado, aunque esta vez por Madrid, ese mismo año falleció en su domicilio de un ataque de apoplejía. 

Doce años después de su muerte, el Ayuntamiento de Madrid bautizó con su nombre a uno de los barrios del Ensanche de Madrid, el que se edificó en la parte alta de la Montaña del Príncipe Pío. El barrio fue levantado entre 1856 y 1884. Desde 1902, con motivo de las festividades por la coronación de Alfonso XIII, se levantó en su honor una estatua esculpida en mármol por el catalán José Alcoverro"


Por ello, la presencia de su busto en esta plaza, mirando a aquel ensanche que simboliza aquellos hondos y trascendentes cambios, es verdaderamente toda una alegoría, y la frase de su pedestal "Padre de la Constitución de Cádiz de 1812" tiene todo el merecimiento. Sin embargo, en algunas etapas de la historia, este busto fue ocultado. La corresponsal de La Nueva España Patricia Martínez publica al respecto Ribadesella hace justicia al "Divino", entrevistando a su biógrafo, el escritor riosellano Toni Silva, al cumplirse los dos siglos de promulgación de La Pepa:
"Hace ahora doscientos años, cuando se promulgó en Cádiz la Constitución de 1912, «la Pepa», el político riosellano Agustín Argüelles estaba «en su momento más creativo, valiente, entusiasta y pasional». Así le describe el escritor local Toni Silva, que repasa en el libro «Agustín Argüelles. Retrato de un liberal», la trayectoria del que algunos consideran la figura más importante del municipio. Sin embargo, esta distinción no siempre quedó patente en la historia riosellana, que «a veces sí y a veces no» reconoció los méritos del ideólogo e impulsor de la primera norma democrática española. No en vano, durante el franquismo escondieron el busto que ahora está en la calle de su mismo nombre, y no contentos con eso también cambiaron la denominación de la vía. Hoy el «Divino» mantiene su nombre sobre la Gran Vía y la estatua que le recuerda será trasladada a la plaza Reina María Cristina.

A Silva esta idea le parece «estupenda. Además van a reproducir el anterior pedestal, de estética modernista y con una orla vegetal tallada en piedra». El escritor opina que la propuesta «no sólo es buena, es necesaria. Donde está ahora no es donde más luce, necesita un sitio de cierto prestigio». Y no es para menos, ya que Argüelles, nacido en el barrio de La Atalaya, fue el «líder natural del grupo liberal y de las Cortes de Cádiz» y supo como nadie convencer a su público de que perseguía una «reforma de la Constitución española», cuando lo que en realidad planeaba era «una auténtica revolución» que echaría abajo las bases del Antiguo Régimen. Silva describe cómo entonces «no había práctica de Cortes, ya que con los Borbones y los Austrias eran meramente decorativas». Argüelles había viajado a Londres en misión diplomática secreta y un problema de salud, una fístula, alargó su estancia allí de forma que «pudo aprender toda la mecánica parlamentaria». De vuelta en España y formadas las Cortes de Cádiz en plena Guerra de Independencia, el riosellano «es el único que sabe de qué va un parlamento y qué es lo que hay que hacer», añade Silva.

A este protagonismo en la historia de España le siguieron varios cargos como diputado, tutor de Isabel II y, aunque no sea un puesto, sí un lugar entre los represaliados de Fernando VII, amante del absolutismo contra el que luchó Argüelles. El estadista era tan reclamado que no pudo cumplir su deseo, ya mayor y enfermo, de regresar a Asturias antes de morir, en 1844. Poco después, el Ministerio de la Guerra de entonces mandó hacer un busto en su honor en la Fábrica de Armas de Trubia y allí quedó hasta comienzos del siglo XX. En 1915, el alcalde riosellano Ramón Cifuentes se interesó por la estatua, que adquirió y colocó en la plaza de Mon, a la entrada del puente de acero. «Pero estorbaba al tráfico y la trasladaron por iniciativa de los maestros a las antiguas escuelas en 1926», continúa Silva.

Nueve años después estalló la Guerra Civil y, tras la contienda, Argüelles desapareció misteriosamente. Encontraron el busto a principios de los setenta en un almacén municipal y lleno de magulladuras. De ahí pasó a la plaza de la Atalaya, luego al portal del Ayuntamiento y finalmente a la Gran Vía, de donde se moverá a la plaza Reina María Cristina."

En Biografías y vida. La Enciclopedia BiográficaElena Tomás y Tamaro Fernández destaca asimismo su elocuencia y su vida de contrastes, de ser secretario de un obispo pasar a ser masón y un activo liberal, de llegar a diputado y ser padre de la Constitución a padecer cárcel con Fernando VII, de ser ministro a ser exiliado, regresar y ser tutor de Isabel II...
"Agustín Argüelles estudió derecho en Oviedo y trabajó luego como secretario de Pedro Díaz Valdés, obispo de Barcelona, hasta 1800. En Madrid obtuvo una plaza en la Secretaría de Interpretación de Lenguas a las órdenes de Leandro Fernández de Moratín para pasar, en 1805, a la Oficina de Consolidación de Vales Reales. En 1806 el primer ministro Godoy le envió a Londres con una misión de Estado (al margen de la diplomacia oficial) para tratar una posible alianza con Inglaterra frente a Francia. Durante su estancia en Europa mantuvo contactos con la masonería, de la que fue miembro desde muy joven.

Al volver a España, su precaria salud le impidió luchar en la Guerra de la Independencia (1808-1814) desencadenada por la invasión napoleónica, pero no desarrollar una trascendental actividad política. En 1809 fue nombrado secretario de la Junta Central encargada de la reunión de las Cortes Constituyentes, presidida por Jovellanos; dentro de ella formó parte de la Junta de la Real Hacienda y Legislación, cuya misión consistió en preparar un programa que integrase los principios económicos de la Ilustración como fundamento para el nuevo orden. Fue diputado por Asturias en las Cortes de Cádiz (1810-1814) y el redactor del preámbulo y articulado de la Constitución de 1812.

Dicho preámbulo combinó elementos progresistas (la libertad de imprenta, la educación pública, la administración de justicia basada en ideas liberales, la igualdad de derechos, la división de poderes o la abolición de la tortura y de la esclavitud) con ideas que enlazaban con la tradición, reflejo de viejos derechos o libertades reconocidos en la legislación española anterior. Su oratoria política, por la que Argüelles fue llamado el Divino, ejerció una influencia decisiva en lo que fueron los inicios del parlamentarismo español.

Con la reacción absolutista que retornó el trono a Fernando VII al concluir la Guerra de la Independencia, fue condenado a ocho años de prisión en Ceuta, aunque un año después fue trasladado a Alcudia (Mallorca). Tras la insurrección de Las Cabezas de San Juan protagonizada por el teniente coronel Rafael del Riego en enero de 1820, que dio paso al Trienio Liberal (1820-1823), Agustín Argüelles fue nombrado ministro de la Gobernación. Sin embargo, las tensiones entre el rey y el equipo de Gobierno eran permanentes, y en marzo de 1821 presentó al rey su dimisión por considerar la práctica política del monarca contraria a las ideas constitucionales. Elegido diputado nuevamente en 1822, Argüelles asistió a la desmembración del partido liberal en dos bandos: la facción exaltada y los liberales moderados, grupo este último al que perteneció desde entonces.

En 1823, y ante la inminente invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis (tropas francesas enviadas por la Santa Alianza para restablecer el absolutismo), el Gobierno decidió, en un remedo del peregrinaje de 1812, retirarse a Sevilla y posteriormente a Cádiz, a lo que Fernando VII se negó rotundamente. Las Cortes, a propuesta de Antonio Alcalá Galiano y con la conformidad de Argüelles, que votó a favor de la propuesta, decidieron la destitución temporal del rey mientras durara el viaje entre las dos ciudades andaluzas. Ésta fue la razón por la que más tarde Argüelles sería condenado a muerte, y sus bienes confiscados.

Exiliado durante diez años (1823-1833), Agustín Argüelles pudo contar en Inglaterra con la ayuda del exregente Cayetano Valdés y Flórez y el exministro Ramón Gil de la Cuadra. Ejerció como bibliotecario de Lord Holland y participó en las tertulias mensuales del British Coffee House y de la Librería Clásica Española. En Londres continuaron las actuaciones en pro del orden constitucional, pero los proyectos no prosperaron nunca.

Tras la muerte de Fernando VII, y durante la regencia de María Cristina de Borbón (1833-1840), fue elegido concejal gracias a la ayuda económica de sus amigos y participó intensamente en la vida política, aunque declinando siempre los cargos ministeriales. Nuevamente diputado por Asturias, participó en la redacción de la Constitución de 1837. En 1841 el Congreso de los Diputados confirmó a Baldomero Espartero como regente, quedando Argüelles en segundo lugar en la votación; ese mismo año Argüelles fue elegido tutor de la reina Isabel II por abrumadora mayoría. Su nuevo cargo, al que renunció en 1843, fue declarado compatible con el que ya ostentaba de presidente del Congreso de los Diputados.

Asistente a las tertulias de Margarita Martínez de Moría, junto a Manuel José Quintana, Juan Nicasio Gallego, Francisco Martínez de la Rosa y el conde de Toreno, Argüelles había ingresado en 1820 en la Real Academia de la Historia, y dictado algunas obras de tipo político como Examen histórico de la reforma constitucional, publicada en Londres en 1835. A su entierro en el cementerio de San Nicolás en Madrid asistieron más de setenta mil personas; la ciudad le dedicó un barrio en su memoria."

La misma página del Congreso de los Diputados nos informa, citando la obra de Sofía Gandarias Alonso de Celis y Mateo Maciá Gómez y en la que colaboró Esperanza Prieto Hernández, Los presidentes del Congreso de los Diputados 1810-2010, nos aporta nuevos datos de su trayectoria personal:
"Su oratoria como parlamentario le ha valido pasar a la historia con el apelativo de "El Divino". Es uno de los redactores de la Constitución de 1812 y autor de su importante "discurso preliminar"; es también uno de los autores de la Constitución de 1837.

Estudió Leyes en Oviedo, aunque nunca llegó a ejercer de abogado. Hacia 1800 llegó a Madrid para trabajar a las órdenes de Leandro Fernández de Moratín en la Secretaría de Interpretación de Lenguas. En 1806 viajó a Londres con la misión de lograr una alianza contra Francia; dos años más tarde regresó a Asturias y en 1809 fue secretario de la Junta encargada de la convocatoria de Cortes. En mayo de 1814 es encarcelado, llevado a Madrid y trasladado a Ceuta y finalmente a Alcudia. No fue liberado hasta la revolución de 1820.

Afiliado a la masonería, con el nombre de "Cornelio". Durante el Trienio Liberal tuvo responsabilidades de Gobierno como ministro de Gobernación de la Península, en el primer gobierno; cesando de dicho cargo en marzo de 1821 como consecuencia del discurso de Fernando VII ante las Cortes, conocido como "el de la coletilla: "... Me es preciso, sin embargo, hacer presente, aunque con dolor, á este sábio Congreso, que no se me ocultan las ideas de algunos mal intencionados que procuran seducir á los incautos, persuadiéndoles que mi corazon abriga miras opuestas al sistema que nos rige..." (Sesión de 1 de marzo de 1821).

Paulatinamente fue basculando hacia un liberalismo muy moderado que le llevó a ser aborrecido por la corriente más exaltada y progresista. Se le echaron en cara ciertos gestos, no muy honrosos quizá, como el de cobrarse los sueldos atrasados desde 1814 con el argumento de que, si la Constitución de 1812 no hubiera sido abolida, él hubiera llegado a ser ministro.

En 1821 era protector nato del Museo de Ciencias Naturales, de la Academia de San Fernando y de la Academia de Medicina de Madrid; un año más tarde entra en la Academia Nacional, en la Sección de Ciencias Morales y Políticas y es consejero honorario de Estado. Publicó "Contestación a una cláusula del papel titulado: España vindicada en sus clases y jerarquías", Cádiz 1811.

En 1823, como tantos otros liberales, se exilió a Inglaterra -pasando antes por Gibraltar-; y al igual que otros, en 1826 fue condenado a garrote por el absolutismo fernandino, en ausencia. En Inglaterra muy pronto lideró el círculo de liberales emigrados siendo muy conocida su famosa tertulia.

No regresó a España hasta la muerte de Fernando VII. Entre 1834 y 1835 publicó "Apéndice a la sentencia", vuelto a publicar en 1864 con el título "De 1820 a 1824"; y "Examen histórico de la reforma constitucional que hicieron las Cortes generales y extraordinarias". En 1837 nuevamente fue elegido diputado y volvió a significarse como uno de los autores de la Constitución de 1837. En 1842 fue elegido tutor de las princesas, Isabel y Luisa Fernanda.

Su actividad parlamentaria fue muy dilatada. Comenzó como diputado por Asturias en las Cortes de 1810 y en las de 1822; en 1834 vuelve a salir elegido, esta vez como procurador, por la circunscripción de Oviedo; y dos años más tarde, en 1836, sería diputado por Madrid, circunscripción a la que seguiría representando en las Cortes de 1840, 1841 y 1843.

Destacó por sus discursos, de los cuales cabe mencionar el pronunciado con motivo del debate sobre libertad de imprenta; también sobre presupuesto, contribución y haciendo y otros.

El 1 de junio de 1837 fue elegido, por primera vez, presidente en las Cortes Constituyentes por 96 votos; motivo por el cual pronunció su discurso de alocución con las siguientes palabras: "... Señores, profundamente reconocido á la alta distincion con que acaban de honrarme las Córtes, procuraré corresponder á ella con todos mis esfuerzos, confiado en la indulgencia del Congreso y esperando el poderoso auxilio de las luces y circunspeccion de los Sres. Diputados..." (Sesión de 1 de junio de 1837). Durante su mandato presidió la sesión en la cual tuvo lugar la jura de la Constitución de 1837 por la regente María Cristina en nombre de su hija la reina Isabel II, en el convento del Espíritu Santo, sede entonces del Congreso de los Diputados.

Nuevamente, el 28 de marzo de 1841 es elegido, por segunda vez, presidente de la Cámara, sustituyendo a Román Martínez Montaos que lo había sido interinamente al principio de la legislatura de 1841; en este caso fue elegido por 118 votos de un total de 124. De su discurso de alocución podemos destacar: "... Señores, inútil seria que yo siquiera intentase manifestar al Congreso los sentimientos que en este momento experimenta mi corazon. Mi reconocimiento y mi gratitud es superior á todo lo que podria yo decir: así abandonaré esta idea, porque seria imposible que yo la expresase debidamente. El colmo de mi ambicion está satisfecho; solo me queda una pena aguda, viva, que yo espero que el Congreso no llevará á mal manifieste, siquiera para aliviarla. Yo no puedo comprender, señores, cómo entre tantos Diputados que á tantas épocas pertenecen gloriosas é ilustres en esta Nacion, no haya el Congreso acertado á escoger mejor..." (Sesión de 28 de marzo de 1841).

Hasta la fecha de su muerte, acaecida en Madrid el 26 de marzo de 1844 siguió siendo diputado; su última intervención en las Cortes se produjo el 18 de mayo de 1843 protagonizando un debate con el presidente de las Cortes para tener el uso de la palabra que finalmente se le negó"

Desde el busto de Agustín Argüelles regresamos al Ayuntamiento, fijándonos ahora en la gran cristalera sobre el tejado, fruto de las reformas del año 2012. Ese gran tragaluz de cubierta proyecta iluminación natural al interior, "formándose un cañón de luz en las plantas altas y bajas, que dejan para el recuerdo la oscuridad que reinaba en el edificio", informan en RTPA (Radiotelevisión del Principado de Asturias) el 16-3-2012:

"Lo más sorprendente de la remodelación más ambiciosa de la historia del palacete fue el tratamiento de la fachada del siglo XVI, al percibirse en su totalidad por ambos lados. La luz cenital penetra en el interior del edificio, a través de un amplio tragaluz en la cubierta, formándose un cañón de luz en las plantas altas y bajas, que dejan para el recuerdo la oscuridad que reinaba en el antiguo edificio.

El salón de plenos, acristalado y luminoso, se reubicó en la planta baja, precisamente, para darle mayor accesibilidad y funcionabilidad a una de las casas solariegas más antiguas del concejo riosellano."


La callejuela de la derecha es la calle del Ecce Homo, que comunica con la Casa de Cultura. Más atrás vemos un poco de La Cuesta, una de las lomas que guardaban Ribadesella/Ribeseya, haciendo de ella una población eminentemente lineal en su origen, desde El Portiellu a la capilla de Santa Ana y la barquería. En el apartado Recorrido por los monumentos de la villa, de la web municipal, señalan esto:
"El casco antiguo de la villa es en realidad una especie de 7, cuyo “palo largo” era una calle larga, trazada siguiendo el borde inferior del monte que antaño lindaba directamente con la ría. Hay que tener en cuenta que hasta el ensanche decimonónico esta larga calle sólo tenía casas en una de las aceras, pues era una especie de muelle que miraba a la ría. A partir de La Atalaya comenzaba el “palo corto” del 7, una barriada llamada antaño La Aguda. Hoy puede seguirse este itinerario comenzando en el barrio del Portiellu, la antigua entrada de la villa, siguiendo por las calles Oscura e Infante, plaza de María Cristina, calle López Muñiz, plaza de la Iglesia, calle Fernández Juncos, plaza de la Atalaya, calle del Sol, plaza de Santa Ana, paseo de la Grúa y ermita de Guía

Y así, desde la Plaza María Cristina y el Ayuntamiento, ya dejado atrás El Portiellu con las calles Oscura y del Infante, proseguimos hacia aquel antiguo barrio por la calle López Muñiz, antiguo camino portuario y prolongación del camín real costero hacia el embarcadero y lancha de la ría frente a la capilla de Santa Ana, pero pasando antes por la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, una de cuyas dos torres reconocemos en la Plaza de la Iglesia, al final de la calle


Allí, los peregrinos, antes de cruzar la ría, podían alojarse en el Hospital de San Sebastián, fundado en 1486 por el mismo concejo para "acoger a los pobres e peregrinos que aportan a la dicha villa", según documento de ese año, "muchos caminantes, mayormente estrangeros que no son de la tierra", y del que sabemos pasó después a la advocación de San Roque, santo occitano y peregrino por excelencia, cuyo culto se propagó a traves de estos caminos de romería con las peregrinaciones de los francos


La calle López Muñiz fue antiguamente la calle La Plaza, como todo el casco antiguo está peatonalizada y abren sus puertas bares y comercios, como la cafetería El Pedral, de José Manuel Martínez, a nuestra derecha. "El verano llena de bullicio la tranquila vida cotidiana de Ribadesella", tal y como escribe el historiador Luis Antonio Alías en El Camino de Santiago en Asturias. Itinerarios, pues además ya en 1925 se creaba el primer Comité de Turismo Local


Aspecto muy diferente tendría la calle antes del ensanche o Nueva Población. Una banda azul trazada a lo largo de sus 75 metros de longitud parecería que quiere recordarnos que antaño las aguas llegaban más o menos aquí, por lo que este sería la fachada marítima-fluvial que miraría al antiguo puerto y al estuario. Sin embargo es el llamado Itinerario Peatonal Accesible (IPA), que regula el tamaño de las terrazas. No deja de ser un gran pegote en el casco antiguo y ha tenido y tiene su polémica, por lo que es posible que en algún momento llegue a ser sustituido. Esto informaba Cope Ribadesella el 21-6-2021:
"Al alcalde de Ribadesella, el socialista Ramón Canal, tampoco le agrada la línea azul pintada en las calles de la villa para delimitar el Itinerario Peatonal Accesible (IPA), un espacio que deben respetar las terrazas. Sin embargo, aclaró que la Orden 561 de 2010 del Ministerio de Vivienda dice en su articulado que “se delimitará de forma clara la zona preferente de paso de peatones en la calzada, así como en la señalización vertical”.

Al final, el Ayuntamiento de Ribadesella optó por la solución “mas económica” y por el color azul “porque todo lo que tiene que ver con temas de accesibilidad se hace en ese color y nosotros seguimos ese criterio”, añadió. También se pudo haber trazado una línea mas estrecha o por cambiar el pavimento de la calle para diferenciar una zona de otra. “Podríamos haber levantado toda Ribadesella y hacer una franja muy guapa de piedra, pero en vez de costar dos mil euros estaríamos hablando de doscientos mil”, añadió."

Las conchas xacobeas señalan el Camino a seguir. Antes, durante los siglos de las peregrinaciones históricas, no solía llevarse un registro tan exhaustivo de los jacobitas que pasaban y pernoctaban aquí, pero si se daba el caso que falleciesen en el hospital sí, dado que su nombre, procedencia, y a veces otras noticias, pasaban a figurar en los libros parroquiales, dado que además eran enterrados de limosna, con funeral de misa cantada y vigilia al que asistían, desde mediados del siglo XVI, los miembros de la la Cofradía de Jesús Nazareno, "que lo tiene por estatuto", según figura en una de esas actas de defunción, del año 1768


Por esos documentos conocemos, por ejemplo, que entre 1738 y 1777 fallecen en el Hospital de San Roque cuatro franceses, dos alemanes, una peregrina inglesa y otra italiana, así como varios peregrinos cántabros, vascos y navarros. No olvidemos de la gran mortalidad de antiguamente y que emprender el Camino no era la excursión, más o menos cómoda y agradable que, en comparación, suele ser hoy en día


También según datos recogidos en El Camino de Santiago por Asturias. Topoguía 2. Ruta de la Costa, de varios autores coordinados por la catedrática María Josefa Sanz, al depender del concejo o consistorio, este se encargaba de nombrar a su mayordomo o administrador, figurando en estos Libros Parroquiales el fallecimiento en 1695 de "Antonio de Ponga ospitalero de esta villa"


A la derecha, la tienda de casa Angélica saca su mercancía a la calle, lo mismo que los bares sus terrazas, a lo largo de casi toda su longitud. Sigue diciendo Luis Antonio Alías en su libro-guía:
"los peregrinos ya no cuentan con el hospital que se construyó en 1486 para acoger pobres y romeros jacobeos y que, tras pasar su advocación de San Sebastián a San Roque, desapareció al finalizar el XVIII por total falta de recursos. Sí cuentan, en cambio, con buenas fondas y fogones."

No halló de todos modos en 1790, cuando el hospital habría desaparecido o a punto de desaparecer, buenas perspectivas gastronómicas el lustrado prócer gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos, pues afirma en sus diarios:

"Lugar desprovisto; sólo hallamos huevos; ni carne, ni pescado, ni confitería, ni aún barbero; hay uno que estaba en la aldea"

 Ahora sin duda Jovellanos no pasaría hambre ni mucho menos. A nuestra izquierda otra referencia culinaria, la sidrería El Escondite. Gastronomía de Mar y Tierra es el apartado que firma José Antonio Silva Sastre en la página dela Ayuntamiento y del que extraemos lo siguiente

"La buena cocina es uno de los puntos fuertes de la oferta turística del norte de España, y muy especialmente de esta zona de Asturias. Aunque la gastronomía de Ribadesella se asienta sobre dos firmes pilares, el mar y la tierra, la cocina marinera es sin duda la que más pasiones levanta. El mar es y ha sido siempre la fuente principal de los recursos alimenticios de esta villa, por lo que a lo largo de los siglos ha fraguado aquí una manera particular de elaborar los productos del Cantábrico. 
Nunca se han perdido en esta villa las formas tradicionales de cocinar los pescados, entre las que destacan poderosamente las calderetas, que son guisos de pescados de roca mezclados (sargos, salmonetes, gobitos, xulies, durdos), las marmitas, que se suelen hacer con bonito (o xarda), patatas y pimientos, y los fideos con besugo (o palometa), un rancho típico de la marinería. Los tres platos nacieron a bordo de los barcos pesqueros, cuando había que reunir todos los elementos de una comida en un solo guiso. Otros grandes platos locales marineros son el congrio con guisantes, el pixín (rape) en salsa, la merluza a la sidra -o al aguardiente de sidra- y el rollo de bonito, una exquisita especialidad riosellana propia de las fiestas. Son muy característicos de la localidad los fresquísimos pescados al horno, entre los que destacan el xáragu (sargo), la lubina de anzuelo e incluso el humilde chicharru (jurel), que de esta forma resulta muy sabroso"


Por aquella época se habían iniciado ya las obras del nuevo puerto, que conllevarían seguidamente hacer este ensanche por el que crecería la Nueva Población. Primeramente, en 1751 Ribadesella/Ribeseya es proclamada capital de la provincia marítima, lo que de alguna manera aliviaría la decadencia portuaria tras la práctica extinción de la ballena del Cantábrico y con ella de su industria. Luego, en 1778 se decreta el Reglamento de libre comercio con América. Por ello, en 1781 de una comisión del Ayuntamiento y del Gremio de Mareantes que fue recibida por el rey Carlos III para plantearle la mejora del muelle local (el cual había sido en 1751 nombrado capital de la provincia marítima), para lo que ofrecían aportar 10.000 reales anuales para las obras. El monarca aprobó el plan y además comprometió con este fin también 100.000 reales de la Corona. 


Se pensaba en Ribadesella/Ribeseya en que sería el gran puerto de Asturias y para ello se proyectó un años después también una carretera que lo comunicaría directamente con la meseta vía Sahagún, la cual no llegó a realizarse. Existía una fuerte competencia con el proyecto de crecimiento del puerto gijonés, por el que Jovellanos planeaba dar salida comercial al carbón de la cuenca minera asturiana, indispensable para la naciente Revolución Industrial y la carretera no llegó a realizarse, si bien, y pese a las injerencias acontecidas, los trabajos del puerto comenzaron en 1784, los inspeccionó Jovellanos en su visita de 1790 y seguían en curso en 1797

 
Afectadas por la hambruna de 1804, quedarían paralizadas con la invasión napoleónica, en la que las tropas francesas entraron y salieron varias veces de la villa, para ser reanudadas posteriormente y se dan por acabadas en 1854. Un año después Darío de Regoyos Molenillo proyectaría este ensanche, basado en el del ingeniero Miguel de la Puente de 1785. De aquí a la izquierda se rellenaría la ría y empezarían a trazarse las calles de la Nueva Población


Mientras tanto, había desaparecido el antiguo hospital de peregrinos, que en el siglo XVIII entraba en franca decadencia, sin  tierras ni rentas y "en condiciones de gran pobreza". Las aportaciones, limosnas y donaciones no lo compensaban, una de ellas aparece reflejada en el  testamento de una vecina, doña Bernarda, que en 1735 dejaba "al ospital de esta villa la cama en que dormía con su maderaxe". No mucho después el Catastro de Ensenada decía que se encargaba de su reparación el Ayuntamiento. Pero ya desde 1718, con la inspección del visitador general, se registra su deterior. Este afirma haberlo hallado "en el mayor desaliño y desbarato, sin camas y en lodos los suelos de la cocina"


El hospital, o más en concreto su capilla, hacía las veces de Ayuntamiento pues era donde se celebraban los conceyos o juntas vecinales, algo que ocurría en otras poblaciones donde esta fundación era vecinal-concejil. En 1746 el delegado episcopal visita el santuario y critica esta situación esgrimiendo que "los vecinos hacen sus juntas en ella tratando de cosas profanas causando grave irreverencia en lugar tan sagrado" y les pide que "no traten en dicha ermita de cosas profanas, remates de efectos, ni causas criminales, y que cuando en ella entren y permanezcan estén descubiertos". Amenazaba a demás con ordenar su derribo si no se cumplía. Poco después el citado Catastro de Ensenada informa que "sólo sirve para dar cubierto a los peregrinos" y en 1802 figura como que "sólo parece hospital por su nombre" en los Papeles del historiador Martínez Marina 


Desde La Terraza y Casa Xico ya vamos viendo mejor las dos torres y gran fachada de la iglesia de Santa María Magdalena, advocación de la primera denominación que tuvo la puebla, Santa María Magdalena del Puerto, basada en en enclave portuario preexistente, portus, sobre el que fue fundada hacia 1270


Nada queda de la antigua, del siglo XIII ni mucho menos del viejo hospital en cuya capilla se celebraban aquellos concejos, en los que, siguiendo a Fermín Canella y Secades en Asturias:
"Presidían la Justicia y Regimiento dos jueces primero y segundo del estado noble; el municipio había tanteado los oficios de regidor para que no se perpetuasen y nombra cinco escribanos; y entendía en las apelaciones el alcalde mayor del partido de Llanes, cuyas atribuciones abarcaban todo el oriente asturiano"

Este histórico trayecto, antigua Calle Mayor, desde El Portiellu, que antiguamente orillaba esta ribera del estuario, viene a ser el indicado para conocer el casco viejo riosellano. En la Gran Enciclopedia Asturiana (tomo 12, voz Ribadesella) aparece descrito de esta forma:

"Se conservan hoy en el municipio algunas muestras arqueológico-arquitectónicas de interés. En la parte antigua de la Villa, por la calle del Infante, Plaza Vieja y Calle Mayor, se traza una vía que va a terminar al pie de la iglesia; en ésta, muy oscuramente, en una inscripción localizada sobre uno de los costados, puede entenderse FERNANDO RODERICI CICCCCXXXVII. Pues bien, a lo largo de esta vía señalada se encuentran varios edificios de los ss. XVII y XVIII, portando alguno de ellos en sus fachadas blasones que rememoran la vieja y originaria alcurnia de los moradores de antaño"

En similares términos a la Enciclopedia Asturiana explican este preciado patrimonio en el Gran Atlas del Principado de Asturias, de Ediciones Nobel:
"El casco antiguo de Ribadesella fue declarado en 1973 Conjunto Histórico Artístico. Edificios de los siglos XVI flanquean sus calles, de antiguo trazado medieval, Muestran soportales, balcones en voladizo, galerías acristaladas y áticos abuhardillados..."

He aquí a nuestra derecha una fila de casas con soportales, justo antes de la Plaza de la Iglesia. Leamos ahora a Luis Antonio Alías:
"Un paseo por la Ribadesella histórica y artística puede iniciarse en la calle Marina para seguir por la calle Oscura -con un pasadizo antañón-, la calle del Infante, la Plaza de la Reina María Cristina, la Calle Mayor y la plaza de la Iglesia. Casas porticadas y blasonadas, con molduras en los vanos, balcones volados, miradores y galerías, concentran noblezas y antigüedades"

Y esta es una vista desde el interior de los soportales, donde antaño se guardaban las gentes que acudían al mercado, la mayor parte siguiendo esta calle, en la que también se disponían los puestos. En 1936 se empezó a construir junto al Puente del Sella la nueva Plaza de Abastos, interrumpida con la contienda civil y reemprendiéndose sus obras en la posguerra, terminándose en 1941. Algo de todo ello nos cuentan también en la web municipal, apartado dedicado a las Mercaderas Muyeres:
"El mercado semanal en Ribadesella se viene celebrando desde que en el siglo XIII el Rey Alfonso X otorgó la carta puebla y así continúa siendo hasta nuestros días. La ubicación primitiva se encontraba entre el Ayuntamiento y la Iglesia. Sirviendo de refugio los soportales de las casas solariegas. Hoy se extiende por varias calles y plazas, manteniendo su emplazamiento original.
Quizás la diferencia más notable lo pone el medio de transporte.  Hasta hace pocas décadas las labradoras bajaban desde las aldeas de Ribadesella cada miércoles caminando. La mercancía la transportaban en un cestu sobre la cabeza. Para que no hiciera daño se colocaba el  rueñu, una especie de trapo enroscado que amortiguaba el peso y asentaba el cestu. Era habitual que las acompañaran sus maridos que aprovechaban para hacer otras gestiones mientras ellas permanecian en el puesto durante toda la mañana. 
Los productos que vendían eran de todo tipo, pero siempre de elaboración propia y ahí está la clave, pues se trataba de una producción artesanal: fabes, cebolles, patates, limones de su huerta, además de leche, manteca y cuajada de su ganadería... También llevaban al mercau animales vivos como gallinas o el trabajo de artesanía de la madera como madreñas, muy útiles durante todo el año para aislar de la humedad y el barro, venta de cerámicas cuando no existía el cristal, cestos para llevar todo tipo de enseres... ¡en fin! Todavia no había llegado la bolsa de plástico. "Mi madre también andaba los mercados : llegaba hasta Arriondas con un burru que tenía y unos cuévanos."  
"A Ribadesella fuimos la primera vez porque ya iban familiares antes, entonces un buen día fuimos a llevar lo que podíamos. Me acuerdo que el primer kilo de fabes lu vendí a 40 pesetes y a 25 pesetes el cientu de cebollín, y ahora está a 7 euros, y era un dineru entonces; y lechugas a 5 pesetes."

Bajo el soportal hay un estrecho pasillo que pasa junto a la entrada de más bares y comercios


En la calle, a la izquierda, la sidrería Casa Gaspar, otro de los muchos referentes culinarios riosellanos. En el reportaje Ribadesella, pura esencia asturiana que Jonatan Olmedillos publica para El Correo el 16 de agosto de 2014, de hace una muy interesante reseña de la población, mercado y gastronomía, de la que extraemos lo siguiente: 
"Ribadesella brinda sus espectaculares parajes a los esforzados peregrinos que deciden realizar el Camino de Santiago por la costa. Su población de 6.000 habitantes se triplica en verano y Semana Santa. Es una villa de tradición pesquera en la que actualmente faenan entre 15 y 20 barcos de pesca de arte menor, aunque la mayoría de los vecinos trabajan en el sector servicios (...)
El centro de la villa acoge cada miércoles el 'Mercau' semanal, que alterna puestos de productos autóctonos con la venta de antigüedades, utensilios, ropa, libros, calzado, flores y artículos de segunda mano (...) 
Y si (...) se nos abre el apetito, imprescindible una visita a las sidrerías y restaurantes de la villa. Podemos comer menús del día (...) y probar la típica fabada (cocido tradicional de la cocina asturiana), las fabes (alubias) con almejas, el pantrucu (similar a la morcilla), la lubina o el bonito a la plancha por poner unos ejemplos de su amplio repertorio del arte culinario asturiano"

Casa Gaspar sin la terraza, una peña de bolos lleva su nombre, nacida cuando el dueño construyó, por propia iniciativa pero en terrenos cedidos por el Ayuntamiento, una bolera en el barrio El Cobayu , dond empezaron a jugar doce amigos que con el tiempo fundaron el equipo, la Peña Casa Gaspar, que organiza cada verano el torneo Memorial Pedro Corteguera


A la derecha, las terrazas de la Mar Salada y Casa Juanito, este del hostelero Luis Fernández Bulnes. Podemos retomar el tema de la gastronomía marinera riosellana que tan bien presenta José Antonio Silva Sastre:
"La estrella absoluta del verano es el bonito, que se puede consumir de mil formas distintas, seguido de cerca por las parrochas (sardinillas) y los bocartes (boquerones), que hacen las delicias de nativos y forasteros en todos los chigres del concejo. En invierno no se deben dejar de probar los arcinos u oricios (erizos de mar), que antaño eran el manjar de los pobres y hoy están elevados al olimpo gastronómico, lo mismo que está empezando a suceder con las llámparas (lapas) de nuestros pedrales.

En la gastronomía marinera no se deben olvidar los buenos percebes de estos acantilados, que aún llegan a las mesas gracias al valor de los perceberos, y las angulas, de las que la ría del Sella es la más prestigiosa abastecedora del mercado mundial. Los mariscos tienen también mucha fama en esta villa, pues las nasas de los pescadores locales surten a diario de centollos, langostas, bogavantes y nécoras, todo ello de frescura insuperable, los viveros de nuestros restaurantes y marisquerías.

El momento cumbre de la cocina marinera en Ribadesella son la Jornadas Gastronómicas del Mar, que se celebran cada primavera en varios restaurantes del concejo, tanto de la villa como de las aldeas. Son unas jornadas en las que convive la cocina tradicional cantábrica con los platos más creativos que se inventan para la ocasión los cocineros locales, y de la combinación de ambas tendencias resultan unas experiencias gastronómicas inolvidables, amén de la apertura de nuevos caminos para el renovado gremio de la hostelería riosellana."

Y, como tan acertadamente añade esta autor, las excelencias de la gastronomía marinera no debe hacerlos olvidar la terrestres, con la fabada asturiana, tanto la tradicional con su compangu (fabes, moricella, tocín...) como la emparentada con la marinería, con almejas:
"La huerta es también un poderoso argumento local, con sus deliciosos arbeyos (guisantes), sus originales fabones (habas de mayo) e incluso con el maíz, indispensable para los tortos fritos y la borona, base tradicional de la alimentación campesina durante siglos. 
La oferta de carnes no es desdeñable, pues la cabaña local produce excelente carneroxa de vacuno, embutidos y pitosde caleya, los famosos pollos de corral de carne inconfundible. Entre la oferta local merecen especial atención las morcillas asturianas ahumadas, indispensables para la fabada, y los pantrucos o emberzáos, un embutido local que recuerda a la morcilla y que constituye una de las glorias de la cocina secreta riosellana. Cualquier comida riosellana debería finalizar con una golosina como la leche frita o el arroz con leche requemáu, aunque también el queso es una buena opción.
Ya en el capítulo de los Productos Asturianos apropiados para llevar, sin olvidarnos de las exquisitas anchoas artesanales elaboradas en Ribadesella, debemos mencionar a los quesos de Pría, comercializados en esta villa, que forman parte de la impresionante oferta quesera comarcal, en la que reinan el Gamonéu, el Beyos y el Cabrales. Los quesos se complementan a la perfección con los dulces locales manufacturados, como son las galletas de la abuela, los suspiros, las casadiellas (dulces tradicionales de nuez), las piraguas, las tentaciones del puerto o las recientes letizias, creadas aquí en honor de la Princesa de Asturias.  
En toda referencia a la gastronomía riosellana hay que hacer mención a su producto estrella, los licores y destilados de Los Serranos, elaborados en San martín de Collera por una empresa familiar ya centenaria. Entre su producción, cuya calidad y prestigio ha desbordado ya las fronteras españolas, sobresalen el aguardiente de sidra o marc de Asturias, envejecido en barrica, y el licor de guindas, buque insignia de la casa durante décadas, aunque también resultan extraordinarios tanto los anises como los licores de manzana, orujo, hierbas y avellana, elaborados por destilación artesana y con frutas auténticas maceradas lentamente"

El edificio porticado más importante es, sin duda, el de Casa Ardines, de 1797, hecha de buenos sillares y con un gran arco rebajado en el bajo, acceso a La Mar Salada: dos balcones salientes (de antepechos con voladizo) y  de reja en los pisos superiores más buhardilla en el ático, más el escudo familiar


Los Ardines eran estirpe de comerciantes, navegantes y militares, que decayó con los desastres de la francesada. Las tropas napoleónicas entraron y ocupado parcialmente Asturias, menos la zona más occidental, en 1808 y 1809, pero de manera relativamente fugaz. La cosa cambió en enero de 1810, cuando las tropas del general Jean Pierre François Bonet, con base en Santander, realizaron una nueva incursión en la que ya parecía iban a quedarse, pues permanecieron nada menos que año y medio, hasta junio de 1811, causando gran sufrimiento, especialmente a los campesinos, que apenas tenían para sí mismos y ahora, aparte, habían de mantener, bien de buen grado o bien por la fuerza, a los ocupantes franceses, pues por órdenes de Napoleón habían de mantenerse sobre el terreno con lo que encontrasen en su avance


De la misma manera, hubieron de mantener a la guerrilla asturiana, muy activa y relativamente numerosa, que les acosaba. Leemos en el tomo 4 de Asturias concejo a concejo. Ribadesella, Caravia Colunga, publicada por el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA):
"... las fuerzas francesas de ocupación procedieron a la imposición de autoridades municipales nuevas, así como al saqueo y al establecimiento de contribuciones de alimentos y dinero, lo que, unido a la inseguridad reinante y la práctica de "vivir sobre el terreno" que empleaban ambos ejércitos, llevó a la paralización de las actividades económicas del concejo y, en definitiva, a su general empobrecimiento. Y, con todo, los franceses vivieron durante toda la contienda en alerta permanente frente a los continuos ataques de las partidas de guerrilleros que, como las de Escandón y Balmori, operaban en la zona apoyadas por la población. Comunicados con el exterior a través del puerto, este se convirtió pronto, para ambos mandos, en pieza clave para los desembarcos de víveres y hombres, al tiempo que en escenario de sus fugaces encuentros armados"

Los soldados franceses, según la costumbre, se establecían en muchas casas, gustando especialmente, sobre todo para los oficiales y altos mandos, las principales de las villas y las aldeas, habiendo de ser mantenidos y atendidos por la familia que en ellas morase. Pese a ello, esta situación afectó grandemente a sus tropas, pues "se encontraron en Asturias con una penuria impensable, un clima hostil y unas condiciones geográficas que les impedían mantener bajo control el territorio ocupado", según relata el erudito local Toni Silva en Doscientos años de la ocupación napoleónica (La Nueva España 24-3-2010):
"La Junta Suprema de Asturias fue disuelta por la Junta Central en mayo de 1809 por no acatar la disciplina nacional, y fue reinstaurada como Junta Superior. Nicolás Llano Ponte, quien había sido destituido como jefe militar de Asturias en beneficio de Francisco Ballesteros, criticaba el nuevo sistema defensivo de la provincia, que daba mucha relevancia al frente del río Deva y minimizaba la importancia estratégica de la línea del Sella, mucho más operativa al estar apoyada en el puerto de Ribadesella, vital para los abastecimientos que enviaba Inglaterra, tan bien documentados por la investigadora Alicia Laspra. Los franceses entenderían perfectamente el valor estratégico de Ribadesella, pues siempre la eligieron como punto vital en sus planes militares y de intendencia.

Aprovechando el caos político de Asturias, cuyos gerifaltes no aceptaban a la nueva Junta Superior, los galos invadieron la provincia por los tres flancos a principios del verano de 1809 y tomaron Oviedo tras unas rápidas operaciones que dejaron atrás 300 víctimas. La penetración por el Oriente se vio entorpecida por los batallones de Villaviciosa y de Ribadesella en el desfiladero de Margolles, donde murió en combate el sargento mayor del Regimiento de Ribadesella, Carlos Valdés Argüelles. El resto de la tropa riosellana acompañaría a Ballesteros en su retirada hacia la montaña leonesa de Valdeburón y en su posterior ataque a Santander, que acabaría fracasando pero que serviría para que los franceses desalojaran momentáneamente Asturias para defender Cantabria, aunque antes de irse les dio tiempo a detener en la villa al armador y comerciante Antonio Ardines, quien más adelante llegaría a ocupar un puesto destacado en la Administración francesa.

Tras el ensayo general de la invasión de 1809, la ocupación que pretendía ser definitiva comenzó el 24 de enero de 1810 en la línea del Deva, con una fuerza de 5.000 hombres al mando del general Jean Pierre François Bonet. Napoleón quería tener despejado el camino hacia Portugal, aliado con Inglaterra, y controlar desde tierra los puertos del Cantábrico, ya que la flota francoespañola había sido aniquilada en Trafalgar y los ingleses, aliados con los rebeldes españoles, habían empezado a suministrarles ayuda por vía marítima. Tras el fácil desmantelamiento de las defensas de los ríos Deva y Purón, el general Bonet llega a Llanes y ordena al fiero coronel Etiénne Gauthier (que ya había sido acusado de pillaje en su anterior entrada en Asturias) que tome Ribadesella con el 120.º Regimiento de Infantería de Línea. La entrada en la villa no resultó del todo pacífica, pues están acreditadas las muertes violentas de Mateo Pañeda Corral, de Meluerda; Ramón González, de San Miguel de Ucio, y tres soldados más, uno de ellos, natural de Berbes.

Los franceses se instalan en Ribadesella con tres compañías del 119 al mando del capitán Michel (luego relevado por el comandante Aubry) y eligen como cuartel general la casa de Fuerte, un espléndido caserón del terrateniente Cosme Prieto recién construido, con buen muro perimetral y con unas magníficas vistas -entonces- sobre la villa, el puerto y el fondeadero del Tocote, de gran calado antes de la construcción del primer puente. Ribadesella queda como plaza fuerte de la retaguardia (los combates se desplazan al Occidente) y el general Bonet siempre demostrará una especial atención hacia la villa, pues la considera un punto vital para el abastecimiento y para el enlace de los correos, una de sus mayores preocupaciones, ya que envía y recibe correo a diario de sus jefes y subordinados. Para el Ejército francés fue fácil ocupar Asturias, pues su maquinaria militar era la mejor del mundo, pero le resultó imposible mantener bajo control el territorio conquistado. Debieron resignarse a ocupar las villas y las playas estratégicas (como la de Vega y Berbes, donde se acuartelaron en El Parapetu para prevenir los posibles desembarcos ingleses y rebeldes) y tratar de evitar que los guerrilleros asturianos les cortaran las vías de comunicación. Los correos importantes, por ejemplo, debían ser escoltados por destacamentos de ochenta hombres"

Y así transcurre el terrible invierno de 1810, con las crecidas de los ríos que obstaculizan el paso de tropas y suministros. La Junta Superior de Asturias se establece en Luarca o Castropol según le dejan los avances y retrocesos franceses, mientras el cuartel general militar se halla en Malleza (Salas): 
"... las patrullas móviles de los guerrilleros asturianos se mueven con soltura por el territorio oriental, que sólo en teoría está bajo la dominación francesa. Pero el invierno es duro, la escasez es angustiosa y la miseria de los soldados es manifiesta, según un informe de los militares a la Junta Superior: «Las tropas de la División de Oriente no cesan de quejárseme sobre la falta de vestido y calzado o, por mejor decir, desnudez absoluta. Ellas forman parte de este ejército y deben ser socorridas con la misma proporción que las demás».

Con las autoridades provinciales refugiadas en la otra punta de Asturias, los jefes de la guerrilla oriental, como Salvador Escandón y Federico Castañón, campan por sus respetos e imponen su ley de rapiña entre los campesinos. El segundo, incluso, es denunciado por los «robos, estafas y otros desórdenes que se cometían en su división», por lo que la Junta Superior le arresta y le separa del mando.

En el bando francés las cosas no pintan mejor, y las deserciones aumentan, como la del pobre desgraciado que huye por Tezangos y es asesinado en Nocéu por unas mujeres. La falta de suministros, causada por la acción guerrillera de Porlier, Escandón y Bárcena, es angustiosa, según un documento del propio general Bonet, quien, hasta ese momento, había ordenado que sus hombres no practicaran la rapiña: «La miseria en que se encuentran [sus soldados], faltos de ropa y frecuentemente de calzado, les ha vuelto un poco aficionados al pillaje desde hace tres meses que se les ha dicho, además, que las cosas son así».

Pero la dura realidad es que quienes sufren las peores consecuencias son los campesinos, que están obligados a mantener al ejército invasor, para lo cual los franceses han nombrado en cada villa una Junta de Subsistencias dedicada a recaudar alimentos para ellos, y obligados a mantener también al ejército guerrillero asturiano, que extorsiona sin compasión a la población campesina para conseguir víveres.

Frente a las frases pomposas que a veces se han usado para dar lustre a la mítica guerrillera, no encuentro mejor sentencia que la del cura de Posada, Bernardo Taberna, en febrero de 1811, para definir la desalentadora situación del momento: «¡Qué esperanza tendrá la Patria en unos defensores que la oprimen sin misericordia!»

Es en tan dramática situación cuando cobra protagonismo un miembro del linaje de esta casona, Antonio de Ardines, pues es nombrado alcalde por los capitales Larguier y Hberer, a cargo de la guarnición francesa local, quienes además crearon una Junta de Subsistencia. Siguiendo el relato de Toni Silva, este amador de 44 años que se dedicaba al comercio con Cuba, México y Venezuela, probablemente se vio obligado a aceptar el cargo, aunque no se descarta que pudiese ver en los franceses una mejor forma de gobierno, como otros afrancesados, y una posibilidad de un mejor trato que le permitiese reanudar sus negocios navieros paralizados por la contienda:

"En el archivo municipal no hay documentación del período de la ocupación francesa, y las escasas referencias a Antonio Ardines que hemos encontrado se hallan salpicadas en documentos posteriores a que los galos hubieran abandonado la villa. Seguramente habrían destruido toda la documentación para proteger a quienes habían colaborado con ellos o simplemente habrían usado los pliegos existentes para fabricar cartuchos, ya que el papel era entonces un producto muy escaso. Sabido es que la munición de la época para los fusiles de avancarga consistía en un cartuchito de papel que contenía una porción de pólvora negra y una bola de plomo; el tirador debía romper el cartucho con los dientes, verter la pólvora por la boca del cañón, meter la bala y apretarla bien con la baqueta.

A partir de noviembre de 1810, por orden de la Junta Superior y de la jefatura militar, se restablece fuera de la villa el Ayuntamiento que existía antes de la invasión francesa. Se ordena la vuelta al cargo del alcalde y juez noble Francisco Ruisánchez, de Sotu, y la constitución de un Ayuntamiento en la orilla del Sella opuesta a la villa. Se reunirán en diversos puntos de esa zona, como Sardéu, Sotu, El Carmen y Cueves, siempre por orden de la superioridad y seguramente con protección de la guerrilla, pues su misión principal, como no podía ser menos, será la de obtener alimentos para sostener a la División Oriental del Ejército asturiano, estrujando un poco más a la muy sufrida población campesina de la comarca.

Por un cambio de estrategia militar los franceses abandonaron Ribadesella y Berbes -junto con el resto de Asturias- y cruzaron el puerto de Tarna hacia León el 14 de junio de 1811. El propio Bonet aún volvería un par de veces a Asturias al frente de sus tropas -en noviembre de 1811 y en mayo de 1812-, aunque ya sin pretensiones de conquista."

Como un apunte más, dentro de esos episodios bélicos, al empezar la Guerra de Independencia se creó en Oviedo, a 9 de julio de 1808, el Regimiento de Infantería Ribadesella, si bien leyendo su historial, aunque operó en bastantes puntos Asturias y sus accesos en territorios vecinos, no parece haber estado propiamente en esta y población y concejo, lo más cerca en Cangues/Cangas de Onís en abril de 1809   


Salimos a la Plaza de la Iglesia, la de los mercados semanales, si bien estos se extienden por buena parte de estas calles peatonales del casco antiguo. El mercado era uno de aquellos grandes derechos aforados en aquellas nacientes pueblas medievales y que casi todos han llegado a nuestros días, siendo una forma de suministro, abastecimiento, y autorregulación de las correspondientes tasas y tributos, rindiendo cuenta directamente a la Corona sin vasallaje feudal (al menos cuando este no se imponía). Dicen de él en Ribadesella.com:
"Es precisamente frente a la Parroquia, la que antaño llamaban Plaza Vieja, donde se concentraban antiguamente los puestos. Fue un espacio habilitado para asambleas vecinales y para el mercado al aire libre desde el siglo XIII. Aprovechando el enorme auge del puerto local a comienzos del siglo XX, la actividad mercantil se desata en Ribadesella principalmente con la exportación de la producción comarcal a plazas del Reino Unido (en 1910, en el puerto de Ribadesella se facturaron cerca de 60.000 toneladas de mineral de hierro; unas 5.000 de manganeso; más de mil de avellanas, 116 de castañas, 43 de manzanas y algo más de 200.00 litros de sidra). Con este tráfico de mercancías no es de extrañar que, durante la primera mitad del siglo XX, la plaza comercial de Ribadesella fuese una de las más importantes del norte de España. A sus mercados semanales -miércoles y domingos- acudían gentes de diversas comarcas asturleonesas y palentinas para vender o comprar géneros del ramo de los ultramarinos y tejidos de varias clases"

Esta es la historia, pero también le dedican especial relevancia, cómo no, al presente de este muy concurrido mercado, especialmente el verano, cuando se multiplica la población residente y se llena de veraneantes y visitantes:
"El mercadillo semanal de Ribadesella es sin duda uno de los más «prestosos» (encantadores) de Asturias, sobre todo en época estival. El ajetreo de visitantes durante sus vacaciones, las terrazas por doquier y casi el centenar de puestos ambulantes que decoran todos los rincones del casco urbano, hacen de este «mercau» una cita obligada para pasar una mañana de lo más animada. 
El miércoles no es un día cualquiera; al menos no en Ribadesella. Curiosear y comprar, pasear y departir, estas son las acciones que dominan un mercado callejero que se celebra todos los miércoles del año desde hace siglos. Este singular zoco donde es posible proveerse de todo lo esencial y darse también algún capricho extraordinario, alterna puestos de productos autóctonos con puestos de ropa al uso, antigüedades, utensilios, libros, música, flores, calzado, segunda mano… 
En materia gastronómica, quizás la dominante, los pequeños productores de la comarca ofrecen al público legumbres, verduras y hortalizas de exclusiva «producción ecológica», frutas de temporada, huevos de casa, frutos secos, quesos del Oriente de Asturias, embutidos selectos de la zona, harina, panes y dulces de elaboración artesana. La villa se vuelve policromática, con mil y un colores, pero también con un amplio espectro de olores y sabores. Los usuarios del mercado buscan, en todo caso, productos de calidad sin aditivos ni conservantes. Muchos de ellos son clientela fija a lo largo del año. 
Los compradores emplean la técnica del regateo para lograr un buen precio en determinados artículos y los vendedores, dejándose la garganta en el empeño, vocean a pleno pulmón para cantar los precios del día y evitar que los transeuntes pasen de largo. En la Plaza Nueva, en las calles adyacentes y en la Plaza de la Iglesia todo queda dispuesto para este juego persuasivo de compra-venta."

En medio de la plaza, una farola isabelina, y a la derecha sigue la fila de edificios porticados, de diferentes épocas y estilos, algunos más conservados y otros más reformados, donde estaba la popular sastrería de Saúl, encima de donde vivía Jesusín el Sacristán, hermano de Elier el de los autocares


Más allá ya se ven las boscosas cuestas que cerraron el crecimiento de la población hacia el este, extendiéndose largamente por la ribera del Sella hacia el sur y, a partir sobre todo de la construcción del puente, por Santa Marina, al otro lado de la ría


La actual iglesia de Santa María Magdalena de Ribadesella empezó a construirse en 1924 muy cerca de la antigua, que, pese a su origen con la misma puebla, en el siglo XIII, no se estimó necesario conservar, pese a que aún conservaba restos románicos de su origen medieval


Se trata de un proyecto de los arquitectos Miguel Ángel García Lomas y Urbano de Manchobas Careaga que hubo de reconstruirse de nuevo tras la Guerra Civil. Llaman la atención sus dos altísimas torres cuadradas y su gusto historicista


En medio de las torres una imagen de Cristo con sus brazos extendidos


Al acercarnos se incrementa notablemente la sensación de verticalidad. Fijémonos que cada torre tiene su campanario, siendo la de la izquierda además la del reloj


Será en esta triple portada de arcos de medio punto donde encontremos unos detalles de ese marcado estilo historicista al que nos referimos...


Sus capiteles están inspirados en el cangués monasterio de San Pedru Villanueva, aguas arriba en esta misma orilla del Sella, al que le dedicamos un amplio reportaje en la entrada de blog correspondiente del Camín Xixón-Cuadonga/Gijón-Covadonga


No son exactamente iguales, el artista ha hecho una reinterpretación de sus llamativas escenas de ángeles, cuélebres y personajes. Este es el de la derecha


Unos ángeles intentan salvar a un personaje del ataque de los cuélebres. En el capitel original monacal la tradición dice que podía ser el rey Favila en alusión a su muerte en una cacería de osos en el cercano Monte Llueves, sobre la capital canguesa


A la derecha uno de los ángeles agarra a uno de los cuélebres. A su derecha a su vez un guerrero con lanza y escudo mata un tercero...


Este otro capitel con dos águilas también se inspira plenamente, pero sin llegar a ser un calco, al original de dicho monasterio de Villanueva. Se repite idéntico en los dos capiteles a los lados de la puerta central de esta iglesia


Y en el de izquierda se repite, pero a la inversa, la escena del capitel de la derecha


El interior es amplio, casi recuerda a una catedral en la que sigue presente su inspiración historicista en numerosos detalles artísticos y arquitectónicos


El altar, aunque no tiene columnas ni capiteles, muestra un gran arco de medio punto que recuerda al románico, así como el ábside abovedado


Hay en él un impresionante conjunto escultórico tallado por el artista riosellano Emilio del Valle según un diseño de Gerardo Zaragoza


Son escenas bíblicas relacionadas con los cuatro evangelistas y presididas por un bajorrelieve que representa la crucifixión de Jesús


Entre las figuras representadas, además de Cristo Crucificado, están la Virgen María, San Juan y la Magdalena, la patrona del templo


Esta es la escena de la derecha. Los evangelistas, de pie y sobre pedestales, son en principio fáciles de reconocer por el símbolo que los representa, el libro, cada uno con su evangelio


Si bien nos asalta una duda porque en total son cinco si a los tres de la izquierda sumamos los dos de la derecha...


A los lados del altar, en su unión a la nave y crucero, sendas vidrieras...


La de la derecha es San Mateo, aparte del nombre, tanto en el libro como debajo de él, arriba se representa su símbolo, el ángel


Debajo, un púlpito de madera dorada, muy inspirado en el barroco. Hay numerosas pinturas y cuadros con imágenes de personajes piadosos


Estamos en medio del crucero, viendo ahora la capilla lateral derecha, lado del evangelio, en el brazo sur. Fijémonos en todos los detalles para descubrir filigranas y representaciones como la que nos dice Ribadesella.com:
"

Allí una gran ventana de arco de medio punto arroja luz al interior


En su vidriera reconocemos muy bien a la Virgen con el Niño, a San José, y en medio tal vez a Jesús joven, sin barba. Más arriba el Cordero de Dios, Agnus Dei


En el retablo (en principio todos los elementos son posteriores a la Guerra Civil) están San José con el Niño, en medio la Dolorosa y a la izquierda Jesús Nazareno


Y desde el crucero y mirando de frente al altar, nos fijaremos ahora en la vidriera a su izquierda


También bajo ella un púlpito, similar al anterior...


Es san Lucas, y sobre su cabeza su símbolo, el toro


Capilla lateral izquierda, lado del evangelio. Orientada al norte, el lado umbrío, no dispone de un ventanal vidriado, como en la anterior, pero sí de una precisa representación de la bóveda celeste con el sol y los planetas


Parece sin duda una imagen de la Inmaculada Concepción


A la derecha de la foto otro retablo similar al de la capilla del lado de la epístola, pero con diferente imaginería. A la izquierda una Virgen con el Niño y escapularios, es sin duda el Carmen


Aquí, sí que hay ventana vidriada


San Juan y su emblema, el águila


Y ya, mirando arriba desde el crucero, hemos dado toda la vuelta al templo: en medio, sobre la portada oeste por la que hemos entrado, el coro y el órgano y, a la izquierda, el cuarto evangelista...


San Mateo... y el león, hemos completado aquí el Tetramorfos, uno de los grandes motivos religiosos que han trascendido al arte de todos los tiempos. No siempre fácil de explicar, por eso adjuntamos aquí lo que nos dice, o parte de lo que nos dice, la Wikipedia. 
"Un tetramorfo o, según el Diccionario de la lengua españolatetramorfos (del griego τετρα, tetra, "cuatro", y μορφη, morfé, "forma") es una representación iconográfica de un conjunto formado por cuatro elementos. La más extendida de estas es cristiana, que los asocia con los cuatro evangelistas, aunque esta tradición se remonta al Antiguo Testamento, cuando el profeta Ezequiel describió en una de sus visiones cuatro criaturas que, de frente, tenían rostro humano y, de espaldas y en cada lateral, tenían rostro animal (Ezequiel 1:10). Una visión muy similar aparece en un pasaje del Apocalipsis de Juan (Apocalipsis 4:1-9) que describe a cuatro ángeles zoomorfos que rodean al pantocrátor. Los tetramorfos y el pantocrátor son una constante del arte medieval, tanto en escultura como en pintura, sea mural o en códices miniados.
La Forma 
Desde el siglo vi se viene postulando una vinculación de los tetramorfos con los evangelistas: 
El hombre 
Se identifica con Mateo, ya que su Evangelio destaca predominantemente sobre los demás por su intención de caracterizar a Jesús cómo el Rey de los Judíos y el Mesías profetizado por las escrituras, haciendo hincapié sobre su vida como hombre y dando menos atención a su caracterización como ser divino. Por su estilo y cantidad de semitismos en su escritura si lo comparamos con los demás evangelios, se puede deducir que fue escrito para una comunidad judía. 
El león 
Se identifica con Marcos, porque su evangelio se caracteriza predominantemente por caracterizar la voluntad del Cristo. El león es un animal que simboliza la fuerza y en este evangelio se muestra predominantemente la fuerza de la voluntad del Cristo, capaz de echar demonios de las personas con su palabra. Por otra parte, el león es emblema de la ciudad de Jerusalén, de donde es oriundo Marcos. 
Sería Lucas, ya que el Evangelio, escrito por un médico, caracteriza predominantemente el sentimiento del Cristo. Los toros tienen un corazón fuerte (de hecho, en castellano existe la expresión «tener un corazón de toro» empleada para referirse a personas atléticas y con corazón sano y fuerte) y el corazón simboliza, desde antiguas tradiciones, los sentimientos (en la lengua oral hay múltiples frases hechas que hacen referencia a ello; «tiene un buen corazón», «tiene un corazón de oro», «tiene un corazón que no le cabe en el pecho», ...). En este Evangelio se nos transmiten, en gran parte a través de parábolas, los sentimientos de compasión y justicia de Jesucristo hacia la humanidad. 
El águila 
Ha sido asociada a la figura de Juan, ya que su Evangelio trata de caracterizar lo más elevado y profundo del pensar del Cristo. Por ello, narra los acontecimientos desde un punto de vista diferente al de los tres anteriores (no es sinóptico), centrándose en sublimes ideas de múltiples lecturas y para entender las cuales se necesita cierto esfuerzo. Es el evangelio místico. La complejidad de sus ideas (aunque transmitidas mediante un discurso sencillo que permite entender cómo mínimo la interpretación más superficial de estas) permite que los que quieran hacer un estudio profundo del cristianismo con seriedad y constancia durante largo tiempo puedan hacerlo, pues este evangelio puede seguir ofreciendo nuevas revelaciones después de años de reiterada lectura. El actor Rafael Álvarez escribió hablando del Evangelio según San Juan: 
Jesús es un poeta tan sublime que cuando habla desconcierta el sentido de los hombres [...] Al margen del interés de grandes cineastas por la figura concreta de Jesús (ZeffirelliPasolini, etc) desde Leonardo a ChaplinKierkegaardBach o Einstein, a lo largo de la historia, el Evangelio de San Juan ha conmovido a centenares de filósofos, poetas, artistas, músicos y hasta científicos. Newton le dedicó los últimos años de su vejez. Llegó a aprender griego clásico y arameo. Después de estudiar el fenómeno de la luz durante toda su vida, probablemente, antes de morir, quiso penetrar siquiera un poco en la raíz de su misterio"

El órgano, restaurado en 1986 por el organista alemán Matthias Müller

Las paredes del templo son una maravilla pictórica de los hermanos Uría Aza, pinturas murales realizadas entre 1935 y 1953 en tres diferentes fases y restauradas durante los años 2001 y 2002 gracias a la ilusión y empeño del párroco Eugenio Campandegui. Son en total 850 metros cuadrados de superficie pintados admirablemente que abarcan de las capillas laterales a la cúpula y la bóveda. Como escribe el corresponsal Juan García para El Comercio el 14 de noviembre de 2009, "se trata del mayor exponente pictórico existente en Asturias sobre el eterno tema de la guerra. Un canto artístico a la paz".

Según leemos en su artículo, titulado Las pinturas de los hermanos Uría Aza reciben 2.500 visitas en octubre, es un canto artístico a la paz dividido en cuatro principales paneles: Culpa, Admonición, Delito y Paz, en lo que García denomina "la pequeña capilla sixtina riosellana":

"Las pinturas murales que los hermanos Uría-Aza (Bernardo, Antonio y Tino) plasmaron en las paredes y bóveda de la iglesia parroquial Santa María Magdalena de Ribadesella se han convertido en un referente turístico más del concejo. Como muestra sólo un dato. A lo largo del pasado mes de octubre recibieron más de 2.500 visitas, un relevante dato que se ha obtenido por primera vez desde su restauración hace siete años, gracias a la puesta en marcha de un servicio de vigilancia en el que colabora el Ayuntamiento de Ribadesella. Hasta ahora nunca se habían contabilizado las visitas que recibe la pequeña 'capilla sixtina' riosellana..."

Sobre el órgano, este es el gran mural Paz, escrito arriba PAX, y abajo un a frase: YO TAMBIÉN NACÍ EN LA ARCADIA. En El Universo de los hermanos Uría Aza, la corresponsal Patricia Martínez publica en La Nueva España del 12-9-2012 que de los hermanos, la obra la compuso Tino, la dibujó Antonio y la pintó Bernardo, "aunque los tres hicieron de todo". Así fue cómo acometieron tan magna obra:
"Bernardo Uría Aza era el mayor, el pintor de más renombre y, en palabras de su discípulo y amigo José Manuel Zapico, «un bohemio de su época». Su hermano Antonio era escultor y tallista y el tercero, Tino, el «lector, el filósofo, el que discurría», añade Zapico, quien recuerda una anécdota sobre el primero que ilustra bien la polimatía de la estirpe: «Un veraneante ve en la Punta´l Pozu a un pescador y le dice que tiene un oficio muy poético. Más tarde lo encuentra en el jardín podando un seto, y le dice que el de jardinero también es un oficio muy poético. Días después le ve pintando. "Tiene usted unos oficios muy poéticos", le comenta, y el remate es cuando lo ve atendiendo en la tienda de tejidos».

La familia regentaba esta tienda junto al Gran Hotel, donde por fin le explica que es Bernardo Uría Aza. En la primavera de 1950, él y sus dos hermanos escribieron una carta a Concepción Blanco, dueña del palacio riosellano de La Piconera, quien quería contribuir a que los artistas terminasen las pinturas de la iglesia, iniciadas en 1935 en el techo de la cúpula. «Pensamos en el tema de la guerra, tema eterno y actual, inquietante siempre, lucha biológica y del espíritu, gran productora de dolor, agotando hasta la capacidad del sufrir y que, si bien a una minoría la fortalece y vigoriza moralmente, a los más los diluye y relaja, y a todos nos fatiga». Así explican a Blanco sus planes para las cuatro escenas que se pueden admirar en el templo riosellano y con las que quieren «condenar la contienda que llamaremos guerra de la cultura empírico-racionalista», según detallan en el documento, redactado en un momento que describen con «cambios bruscos y de violencias inusitadas». Hay que recordar que el mayor de los Uría Aza pasó por el «Desastre» de 1898, la Guerra de Marruecos, la primera y segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil."

Pero en contraposición a la guerra pintan aquí la Paz, el sosiego y el reposo, que para estos hermanos artistas representa "la tranquilidad de la vida en plena naturaleza, en la que se expresa la calma espiritual y la graciosa idealidad":
 "Esta pintura lleva el subtítulo «Yo también nací en la Arcadia», la primera frase de la novela «Sinfonía Pastoral», de Armando Palacio Valdés.

Acabaron los murales en 1953 e inmortalizaron en el de la Paz a su sobrina Mari Luz Fernández Uría, que creció «entre pinceles y pintura», como ahora describe sus recuerdos. Ella misma empezó a pintar «con seis o siete años, a manchar los cartones que me daban», explica. Le enseñaron cosas, pero la invitaban a experimentar por sí misma, «arréglate a tu manera», eran algunas de sus palabras.

Fernández Uría lo hacía, y sus tíos le decían «que valía, que llegaría a pintar muy bien», aunque años después tuvo que dejarlo para dedicarse al cuidado de personas enfermas en su familia. La sobrina de los artistas riosellanos, la hija de todos ellos, los describe como «muy cariñosos, buena gente. Se molestaban por todo lo que les pedían, como los murales de la iglesia, que pintaron gratis». Concepción Blanco, íntima amiga de la madre de los artistas, pagó el andamio, pero murió durante la obra y el resto de materiales necesarios salieron del bolsillo de los Uría Aza."

Fijémonos, en las cuatro esquinas, en los hignudihercúleos, desnudos masculinos inspirados en el arte renacentista y este a su vez en el clásico. Una especie de colosos que se representan en la pintura corriendo las cortinas para dejar ver los murales. De ellos comenta Ramón Molleda: 
"Descubrimos unas cortinas de fuerte relieve. Una especie de colosos parecen nacer de «la tela». Hacen esfuerzo. Sujetan el templo para no que no se venga abajo. Son hombres corpulentos, jóvenes atléticos que los Uría Aza contrataban como modelos en la misma villa de Ribadesella. Los que más posibilidades artísticas ofrecían fueron clonados por doquier, y aparecen repetidos en las singulares escenografías de los pintores. Un rostro servía para otros diez, una espalda equivalía a casi un centenar de espaldas…"

Más arriba, el cimborrio de la cúpula sobre el crucero fue lo primero que pintaron los hermanos Bernardo, Antonio y Celestinos Uría Aza, hacia 1935, justo antes de la Guerra Civil. De ahí continuaron hacia abajo, "como mandan los cánones", tal y como informa asimismo Ramón Molleda en Ribadesella.com:

"Tardaron casi 20 años completos en rematar los murales y por el camino se fueron haciendo cada vez más artistas. Dominaban la técnica y aspiraban a más dosis de expresividad con cada pincelada"

La prolongada e ingente labor de los artistas, que con el parón de la guerra no terminó hasta 1953, nos recuerda, tal y como narra esa página al trabajo de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina de El Vaticano: 

"Dicen los viejos del lugar que había que ver como se fraguó todo el asunto. Un montaje pintoresco, un montón de tablas creando un anticuado andamio cuadrado, anclado mediante cuerdas a los cuatro ángulos más altos de la Iglesia. Se tiraba de un extremo y el armatroste se movía del centro hacia las paredes. Los Uría Aza eran temerarios. Tripulaban aquella nave día sí día no como en medio de una tempestad, lidiando con decenas de bocetos en papel de estraza, pinceles mil, botes de pinturas …"

El efecto de la luz natural hace destacar las escenas centrales, más alejadas, como si estuviesen iluminadas por focos. Es este el gran crucero celestial  de la iglesia de Santa María Magdalena de Ribadesella/Ribeseya


Sin embargo la escena centra es la que peor se percibe desde abajo, ya que se empleó mucha agua en la pintura y escasa pigmentación


Representa a la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo:
"Un misterio divino, volátil. Desde tierra firme es como un acto de fe, desde cerca no pasa de hecho sutil."

Alrededor, mucho más visibles, claros e iluminados, los demás personajes...


Como sabemos a través de Ramón Molleda en Ribadesella.com, representan al "clero y los poderes fácticos"


La misma página afirma que "los rostros aquí tienen un tinte frío y calculador, cubista, una ejecución radicalmente distinta al resto de las pinturas"


En Riosellanos ilustres, los hermanos Uría Aza (La Nueva España 14-11-2009), Ramón Capín Rama les dedica esta genial biografía y semblanza a estos grandes artistas:
"Los hermanos Uría Aza, Bernardo, Antonio y Celestino, nacen en Ribadesella, casualmente -paradojas de la vida- en la misma casa donde había nacido el pintor impresionista Darío de Regoyos. Realizan sus estudios primarios y secundarios en Ribadesella, localidad en la que pasarían toda su vida, gran parte de ella regentando una tienda de tejidos.
Los hermanos Uría Aza, Bernardo, Antonio y Celestino, nacen en Ribadesella, casualmente -paradojas de la vida- en la misma casa donde había nacido el pintor impresionista Darío de Regoyos. Realizan sus estudios primarios y secundarios en Ribadesella, localidad en la que pasarían toda su vida, gran parte de ella regentando una tienda de tejidos. 
Sus vocaciones artísticas, variadas, como veremos, son herencia familiar. El abuelo paterno había destacado como pintor, decorador y repujador; el padre, José Ramón, trabajó la escayola y la ornamentación de paredes; y la madre, Polina, destacaba por sus pinturas sobre telas. Con esta herencia genética, no es de extrañar que nuestros personajes respiraran arte por los cuatro costados. 
Absolutamente autodidactas, durante su vida entablan amistad con renombrados pintores como Nicanor Piñole, Paulino Vicente, Luis Menéndez Pidal, Junquera, Álvarez Sala, los hermanos Soria, Mariano Moré, Juan Martínez Abades y Evaristo Valle; así como con los escultores Víctor Hevia y Gerardo Zaragoza. Todos ellos influirían en la obra artística de los tres hermanos."

Capín Rama destaca especialmente como pintor a Bernardo, paisajista y retratista maravilloso que participaría con éxito en numerosas exposiciones a lo largo del mundo...
"Bernardo Mateo Uría Aza (1892-1974) fue quien más sobresaldría como pintor. Comienza a pintar desde su más tierna adolescencia. Gran enamorado de la naturaleza, se va a convertir en un excelente paisajista cuyo tema preferido son las marinas, aunque no desdeña otros temas como el retrato, que también llega a dominar. Son esencialmente la mar y las montañas las que adquieren preeminencia en su pintura; en palabras de Carlos Tejo Pérez: «Bernardo atrapa las tormentas en sus lienzos. Se palpa la niebla. Sufren los árboles el vendaval que azota la tela, de ahí que sus grises, azules y verdes sean auténticamente norteños y específicamente cantábricos». En sus marinas las enfurecidas olas desgarran el agreste roquedal en románticos paisajes. Títulos como «Del alma de la montaña», «Sierra de Santianes», «La collada de los osos», «Del Cantábrico» y «Primavera», entre otros, figuran entre sus lienzos más prestigiosos.

Este extraordinario pintor expondría cuadros en importantes exposiciones nacionales, y colaboraría con notorias publicaciones nacionales e internacionales. ¡Quién lo hubiera dicho! Cuando de niños veíamos a Bernardo casi a diario con boina, gabardina un tanto raída, y montado en su vieja bicicleta con la caña de pescar al hombro, jamás hubiéramos podido sospechar que en aquel hombre latía el corazón de todo un artista".

Llegamos ahora al mural del DELITO, escrito así sobre él en letras grandes, trágica alegoría de la guerra

Debajo está la frase ¿QUÉ HAS HECHO DE TU HERMANO?. Así explica esta tan sumamente sobrecogedora estampa Ribadesella.com:

"Un campo sembrado de muertos. Caballos negros y blancos, Apocalipsis y esperanza venidera. Un hombre frena con ímpetu el trote de un caballo. Lo agarra del hocico, desafia sus cascos y su furia como si en el fondo luchase consigo mismo. Hay otro montado en un caballo negro. Su pose es tan forzada que da la sensación que alguien en aquella maraña humana le tira de los cabellos para hacerle caer."

Pueden venir a colación ahora muy bien los versos de otro de los hermanos Uría Aza, Antonio Miguel, pintor, dibujante, escultor y poeta, también glosado por Ramón Capín:

"Antonio Miguel Uría Aza (1902-1987) fue pintor, escultor, dibujante y poeta. Era aficionado a la caza, al esquí y al montañismo. Aunque la mayoría de sus obras siempre permanecieron en manos de familiares, ajenas al reconocimiento social, no por ello carecen de gran relevancia. Como pintor aborda el paisaje. Como escultor utiliza barro, cerámica, madera, escayola, piedra, bronce y alabastro para realizar espejos, repujados de gran detalle, arcas, estanterías, sillones, medallones, bustos, leones, personajes griegos e imágenes cristianas como la Inmaculada, Santa Teresa y Santo Domingo de Guzmán. Destaca de manera especial un arca repujada y dorada que, junto con otras obras, se presentaría en exposiciones nacionales e internacionales. 
En su faceta de dibujante principalmente realiza los personajes y escenas que, más tarde, serían coloreadas por su hermano Bernardo en numerosas iglesias asturianas. En su poesía predomina el género lírico, que refleja el gran poeta que Antonio lleva dentro. Veamos algunos fragmentos: 
¡Llora infeliz poeta!, 
que cuando el campo todo era alegría 
y el aire olía a violeta, 
murió una flor amada 
que todo era hermosura y lozanía. 
¡Ay, Dios, no somos nada! 
Ya me es costoso esculpir 
pronto imposible pintar, 
después no podré escribir; 
tan sólo me ha de quedar 
con la angustia del sentir 
el dolor de recordar 
y la agonía de sufrir 
¿Valdrá la pena vivir? 
Como vemos, el verso de Antonio trasluce una gran sensibilidad, que él adorna con una métrica, una rima y un ritmo casi perfectos"

Y por supuesto, es tiempo también de atender a la excelente reseña biográfica de este erudito investigador para con  el tercero de los Uría Aza, Celestino:

"Celestino Rufino Uría Aza (1904-1984), Tyno, fue pintor, cartelista y filósofo. Aprende a leer y escribir en lengua francesa, lo que le permitiría colaborar en publicaciones en dicha lengua. Su obra pictórica no es abundante, aunque pinta paisajes, autorretratos y retratos de familia y amigos. Participa en concursos de carteles, en los que gana varios premios. 
Hombre de gran sentido del humor, se caracterizaba por ser persona de profundo pensamiento, extraído de sus lecturas así como de su capacidad de reflexión sobre temas humanos universales. Los trabajos pictóricos realizados por los tres hermanos siempre se apoyan en la aportación temática y filosófica de Tyno. 
Si bien Bernardo era quien tenía fama de pintor, Antonio de dibujante y Celestino de filósofo, tras la muerte de Bernardo, Tyno aclararía el asunto -o lo enturbiaría, según se mire- al escribir: «Resulta que el pintor también dibujaba, el dibujante pintaba, y el supuesto filósofo hace ambas cosas».

Sobre el arco altar ADMONICIÓN:

LEVANTASTEIS BANDERAS DE RAZA AÚN CONTRA MI MUY DESEADA CATOLICIDAD

 De nuevo la guerra como tema central, recordemos que eran los tiempos de las posguerras española y mundial:

"tema eterno y actual, inquietante siempre, lucha biológica y del espíritu; gran productora del dolor, agotando hasta la capacidad de sufrir y que si bien a una minoría fortalece y vigoriza moralmente, a los más los diluye y relaja, y a todos nos fatiga"

                   Tyno Uría Aza (1950) 

Carlos Tejo, autor del libro Hermanos Uría Aza, una nave con tres velas, (Asociación de Amigos de Ribadesella), describió así este cuadro a la mecenas de la publicación, Doña Concepción Blanco, según recoge Ángel Bravo Torre:

"Cuadro entre cortinones abiertos por ignudihercúleos en él que aparece la figura de Cristo, en forma de signo interrogativo, como envuelto en profundo dolor y ahondando en el más perenne de los hombres. Por debajo de Él oscuros pendones abatidos, sin colores que determinen países y una masa humana llena de deseos antagónicos, de pasiones violentas, de reciprocidad de odios y de agresividad hasta la muerte, que oye la forma reiterada de la Voz Divina: "Levantasteis banderas de raza, en contra de mi muy deseada catolicidad" 

Nos queda este gran cuarto mural, el de la CULPA. La frase inferior, LOS HOMBRES QUE PERDIERON LA RECTA, se referiría a la herejía. Así leemos su descripción en el Universo de los hermanos Uría Aza:

"... el mural titulado «Culpa» atribuye este derrumbe del mundo a la filosofía materialista y retrata a los pensadores Descartes, Hume y Kant, entre otros, como portadores de «la causa de que la humanidad esté despeñándose, en contraposición con los Padres de la Iglesia» 

Son los teólogos de la Iglesia y la filosofía que se reprenden o discuten "naufragando en una atmósfera turbulenta sin destino posible", mientras en medio Dios, entre las nubes, abre claros

Los hermanos Uría Aza tenían si casa en el Arenal de Santa Marina, un gran taller museo de cuadros, esculturas, tallas y repujados, "Un refugio privado adornado para ser disfrutado por ellos, indispensable para quien dedica gran parte de su vida a cultivar las artes, llegando hasta cotas inalcanzables para muchos", como dice Ramón Capín Rama:

"Eminentes amantes de su terruño local, estos artistas plasmarían todo su arte en las extraordinarias pinturas murales de la iglesia parroquial de Ribadesella. Si bien gran parte de sus obras están en manos privadas, el interesado puede fácilmente admirar estas pinturas con sólo acercarse a la parroquia. Como suele ocurrir, la mezcla de inteligencia, cultura y capacidad artística convierten a las personas en seres un tanto especiales. En este sentido, Manuel Valdés Fernández nos dice de los hermanos Uría Aza que «contemplaban el paso del tiempo desde el fondo en penumbra de una lúgubre tienda de tejidos»; y Carlos Tejo Pérez recoge la memoria del pueblo en boca de algún riosellano: «Atravesaban el puente en bicicleta, uno detrás de otro, parecían los tres Reyes Magos, en camello».

Salimos a la Plaza de la Iglesia y vemos de frente la calle de López Muñiz, desde la que hemos venido desde la Plaza de la Reina María Cristina, o "María Cristina a secas" como suele decirse


Un recorrido corto pero muy intenso entre el que fue el casco medieval y renacentista, asomado antaño a la ría, y la Nueva Población


Saliendo de la iglesia a la derecha, retomamos ahora el Camino por la calle Manuel Fernández Juncos enfrente del Salón de Peluquería, para continuar el trayecto hacia la capilla de Santa Ana, desde donde antiguamente se cruzaba la ría en la barca de pasajes del Gremio de Mareantes



A nuestra izquierda queda la Travesía de la Iglesia, donde está la tienda de La Jardinera, de comestibles y frutería, que fue de Gloria, madre de Ángel y Luis, al lado de la antigua carnicería de Gregorio


Y la derecha y pegada a la iglesia, la Casa Rectoral, en cuya pared veremos el busto de D. Eugenio Campandegui, muy activo culturalmente allí donde fue destinado. Más allá continuaremos camino pasando al pie de otro de los palacios de Cutre y de la Casa de los Collado, donde nacieron el pintor Darío de Regoyos, así como, casualidades de la vida, los hermanos Uría Aza. Poco más allá, desde la Plaza del Mercado de Ganados podremos "hacer el siete" e ir a la izquierda, al muelle y ermita de Santa Ana, desde donde antiguamente se pasaba a Santa Marina embarcando la Casa de la Barca, si bien antes podemos visitar el lugar y playa de L'Atalaya






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