Ermita de la Virgen de Guía |
La ermita de la Virgen de Guía o de La Guía está situada en lo alto de un magnífico promontorio natural que guarda la Ría de Ribadesella/Ribeseya, su puerto y villa, desembocadura del mítico río Sella: el Monte Corberu, también llamado L'Atalaya, donde ya existían fortificaciones muy posiblemente desde época romana y prerromana. Fue construida en el siglo XVI en estilo renacentista, reformada en 1892, y en ella se venera a la patrona de los marineros, siendo por lo tanto un lugar de gran tradición romera y solar de las sonadas fiestas riosellanas
Está emplazada en el que fue uno de los fuertes que defendían la boca del estuario, los muelles y la población de los ataques de corsarios y flotas enemigas, reforzado considerablemente con nuevas piezas artilleras por los mismos tiempos en que se construía el santuario. Estos cañones fueron arrojados al mar durante la francesada, unos dicen que por las tropas napoleónicas y otros que por los propios defensores para evitar que cayesen en manos de los franceses
Su advocación simboliza la buena guía a buen destino, por eso su devoción se extiende tanto por los caminos del mar como por los de la tierra. Su silueta se reconoce desde muy lejos y era, y es, una muy buena referencia geográfica y visual para conocer la entrada al puerto desde alta mar, No en vano fue fundada por el influyente Gremio de Mareantes, creado también en esa misma centuria
La ermita realmente está fuera del Camino, pero dada la proximidad de este, que atraviesa la población, es una visita totalmente recomendable y que merece la pena, sobre todo si vamos a alojarnos en la preciosa villa del Sella o por sus cercanías y andamos sin prisa en el reloj
Existen varios caminos para subir a la ermita, nosotros vamos a comenzar la ascensión al Monte Corberu desde allí donde se terminan las conchas xacobeas del trazado oficial e histórico por el casco urbano riosellano: la ermita de Santa Ana, que fue también del mencionado Gremio de Mareantes, al lado del puerto, en el lugar donde, antes de construirse el primer puente, los peregrinos, como los demás viajeros, cruzaban el estuario con la barca al cargo de dicho gremio
Esa capilla de Santa Ana, a la que le dedicamos en este blog su pertinente entrada, está ahora oculta en un callejón detrás de los edificios de la izquierda de la foto, al que se accede por la la calle del Sella, pues forman parte de las casas construidas tras la finalización de las obras del nuevo puerto, acabadas en 1854, y el trazado del ensanche riosellano, proyectado al año siguiente para rellenar los terrenos ganados a la ría entre el lineal casco medieval y los nuevos muelles
Nuestra idea será subir desde Santa Ana a La Guía por la falda del Monte Corberu que mira a la ría, ofreciéndonos en todo momento una vista espectacular del Sella, la villa de Ribadesella/Ribeseya con su gran Arenal de Santa Marina, al otro lado del estero, y todos los alrededores, incluyendo un buen tramo de costa hasta las montañas
Luego, para regresar, bajaremos desde La Guía y vendremos por el Paseo de la Grúa, que se extiende a sus pies y fue la última fase de las obras del puerto
Y así, desde la capilla de Santa Ana, también del siglo XVI como la de la Virgen de Guía, subimos las escaleras que ascienden por la ladera del acantilado, pues no olvidemos que antaño las aguas llegarían casi a sus pies. Luego, al rellenarse los terrenos situados ante ella y edificarse, quedó tapada por esta fila de casas en un callejón un tanto umbrío, la Travesía de Santa Ana, que pasa por la parte posterior de estas casas que, al otro lado y por su fachada principal, miran al muelle y Paseo de la Grúa
La capilla por lo tanto daba vista antaño a la ría y su bocana, así como al antiguo puerto de El Muellín. También durante un tiempo vería la gran explanada del ensanche, los "terrenos de la Nueva Población", pues no se edificó todo él inmediatamente, pero según se levantaban casas terminó aquí, encajada, aunque no olvidada...
Estas escaleras suben al Camín de la Guía, un verdadero paseo urbano o semiurbano que nos permitirá llegar sin pérdida a lo alto de L'Atalaya, salvando esta empinada cuesta de la ladera sur del Monte Corberu, que tal vez lo adecuado sería escribirlo Corveru, lugar de cuervos, un topónimo muy común y extendido
A la izquierda del puente empezamos a reconocer también el Paseo de la Reina Leticia y la calle Marqueses de Argüelles, una de las tres grandes arterias planificadas en el ensanche que ganó estos terrenos a la ría
Todos estos tejados son pues de edificios de diferentes épocas y estilos pero todos construidos a partir de ese enchanche, los cuales y como en el caso de la ermita de Santa Ana, taparon el antiguo casco medieval
En la distancia, sobre una loma de prados y bosques, reconocemos ya algo de la cercana parroquia de Xuncu, al sur de la villa, y detrás algunas estribaciones del Monte Moru, pero lo que sin duda más destaca es el peñón rocoso, como un moño, de La Corona Castiellu (544 m), ya en el vecino concejo de Parres
El antiguo puente de madera fue sustituido en 1898 por otro de hierro, de 302 metros de longitud y que llegó a ser el puente metálico más largo de España, obra con proyecto del ingeniero José Eugenio Ribera, a quien se le tiene por el "primer gran constructor moderno de obras públicas en España", como lo define el también ingeniero José Antonio Fernández Ordóñez en El País el 3-6-1982, aunque sin embargo Ribera está considerado el gran pionero de las construcciones de hormigón armado en España
Pero aquel puente también desaparecería: en las postrimerías de la Guerra Civil regular en el Frente Norte y tras la derrota de El Mazucu en el Cuera, el Consejo de Asturias y León habría intentado contener el avance nacional en la línea de defensa natural que es el Sella, aunque infructuosamente, por lo que voló el puente en un vano intento por conseguirlo. Tras ello, y en la posguerra, fue reconstruido, ahora sí en hormigón, con el trabajo forzado de 300 presos republicanos. Alguno se quedó, como el fundador de la riosellana Peluquería Juanillo, que llegó como peluquero del pelotón de presidiarios
El puente de hierro ya supuesto el gran salto de la población al Arenal de Santa Marina, en el que se empezó a construir entre la primera línea de playa y la desembocadura del Ríu San Pedru, que da sus aguas allí al Sella
En Santa Marina pasó como en el ensanche, la población creció, en este caso saltando al otro lado de la ría. Por aquella ribera, si bien los bloques de pisos se concentraron mayormente hacia el interior y siguiendo sobre todo el primer tramo a partir del puente de la carretera N-632, la antigua Ribadesella-Canero, en el lugar conocido como El Picu
Dado que ya no existe el antiguo servicio de barquerías que durante siglos pasó gentes de una a otra orilla, habremos de dirigirnos al puente para cruzarlo, tal y como nos dicen en El Camino de Santiago por Asturias. Topoguía 2. Ruta de la Costa, de varios autores, coordinados por la catedrática de historia de la Universidad de Oviedo María Josefa San Fuertes:
"Ribadesella supone y suponía un alto en el viaje, hoy para deambular por sus calles, antaño para coger la barca que cruzaba la ancha ría. En la actualidad la ausencia de barca obliga al caminante a modificar la ruta siendo imprescindible cruzar el cauce por el moderno puente y bordear la margen izquierda de la ría hasta el arenal de Santa Marina"
Caminando ya en llano... o casi, iremos divisando nuevos detalles según vayamos ampliando nuestro campo de visión, tanto de los lugares que ya hemos visto como de otros nuevos que iremos descubriendo de aquí a la ermita de La Guía
Por ejemplo, ahora y ladera abajo, el terreno se conforma en terrazas que en su momento debieron aprovecharse para agricultura, pues vemos la estructura de bidones de agua e invernaderos y algunos frutales
Más abajo y continuidad de la travesía desde la capilla, es la Plaza Santa Ana. Al volver desde el Paseo de la Grúa pasaremos por delante de todos estos edificios, donde abren sus puertas varias sidrerías y restaurantes de renombre que sacan también sus terrazas a la calle. En medio de todos e identificable por sus oscuros tejados, es el Edificio Bergantín. Como la capilla, la plaza formó parte del barrio de pescadores y hay varias casas en ruinas, un solar, un almacén y un antiguo taller mecánica
Ahora divisamos estupendamente los pisos de El Picu al lado del puente, lugar que recibe este nombre del boscoso y calizo monte que forma parte del denominado macizo de Ardines, no muy alto pero sí muy importante, verdadero acantilado sobre la ría donde se encuentran las cuevas prehistóricas del Pozu'l Ramu y La Cerezal, que recibieron el nombre de Tito Bustillo por ser uno de los miembros del grupo descubridor, en 1968, de estas cuevas, Celestino Fernández Bustillo, quien falleció poco después en un accidente de montaña y en su honor se bautizó a este conjunto rupestre que recibe miles de visitas
Incluida dentro del listado del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2007, sus numerosas galerías hacen de ella una verdadera capilla sixtina del arte rupestre en Asturias. Entre sus numerosas pinturas existen representaciones de animales, incluyendo un cetáceo. Esto y el hallazgo de huesos de pez entre los detritus que componían la alimentación de sus habitantes, señalan que esto ya tendría actividad pesquera y casi podríamos decir portuaria, desde bastantes miles de años atrás
Ahora empezamos a contemplar también algunas de las fachadas de la primera línea del ensanche, en concreto a las de los edificios situados en la fila entre la calle de los Marqueses de Argüelles y detrás la del Comercio. Algunos de ellos fueron son contemporáneos a la primera urbanización de la Nueva Población, otros son bloques de pisos construidos ya después de la segunda década del siglo XX
Las alturas de La Cuesta, como las del Monte Corberu y más al sur El Fuerte y El Monte Cobayu, hicieron que la población creciese linealmente en la por entonces estrecha franja de terreno y la orilla del agua, donde estaba el antiguo puerto
Destacan especialmente las dos altísimas torres de la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, que conserva la advocación de la de la antigua puebla, Santa María Magdalena del Puerto, que aparece por primera vez así llamada en un documento del año 1284 procedente de la cancillería de Sancho IV, pero que revela el haber sido fundada algo antes, hacia 1270, sobre un portus o población portuaria preexistente, dentro de la política repobladora de su padre Alfonso X El Sabio, que caracterizó aquel periodo de la baja Edad Media
Fincas muy cuestas se extienden monte abajo entre este camino y la Plaza Santa Ana, donde seguimos viendo frutales, entre ellos alguna buena higuera, Nos fijamos en que algunas casas permanecen arruinadas pese a algún proyecto de recuperación y rehabilitación del lugar
Es la Finca Sobre'l Sella, según aparece cincelado en esta artística llábana de piedra, con cuatro conchas de venera o vieira, una en casa esquina, al lado de la portilla
Sigue la estructura del terreno aterrazado para hacer estrechos y largos rellanos. Hay una pequeña caseta de aperos y, abajo, un toldo es el de la parte posterior de la sidrería La Marina, una de las que veremos después desde su acceso principal, en la calle Manuel Caso de la Villa, continuidad de Paseo de la Grúa hacia la población, por donde caminaremos dentro de poco
Tal y como hemos dicho, según caminamos iremos obteniendo nuevas perspectivas: desde aquí ya vamos reconociendo muy claramente la boca del estuario del Sella y la concha de su desembocadura, entre La Guía y El Monte Somo
En ese extremo del Monte Corberu el color blanco intenso de la ermita hace que la veamos con toda nitidez desde esta distancia, si bien el arbolado que crece acantilado abajo casi parece ocultarla. Abajo vemos el Paseo de la Grúa con sus farolas
Allí estaban antiguamente parte de las más antiguas defensas de ría, villa y puerto, mucho antes que el paseo, que aparecen mencionadas como el Torrejón de los Tiros dentro de la relación que, en 1574 y a raíz de la guerra contra Holanda, hizo de aquellas fortificaciones el enviado por Felipe II, Fernando de Valdés, comisario general de los puertos y costas del Principado, al que calificó en mal estado, por lo que estipuló, reunido con vecinos y regidores de la villa, se adquiriesen dos cañones en Bilbao con su munición
Al otro lado de la bahía el Monte Somos, hasta donde llega el gran paseo que recorre todo el Arenal de Santa Marina. Sus acantilados abruptos y su prominente altura sobre el mar pueden ser el origen de su nombre, del latín summun (la parte más alta), emparentado con palabras como somu y soma (lo más alto o cima) y con el verbo asomar, que en un principio pudo significar llegar a la cumbre, siendo una raíz toponímica muy común
El paseo llega hasta La Punta'l Pozu o Berquiz, donde hay un mirador: a continuación la ladera acantilada se divisa a la derecha sobre los bajos de El Simpatías, así llamado por ser donde naufragó, en el verano de 1872, el bergantín de este nombre, de bandera italiana, empujado por el oleaje, con un cargamento de maíz procedente de América del Norte. El vapor Guipúzcoa salió entonces de puerto para auxiliarlo pero no pudo conseguirlo, le lanzaron un cabo pero se enredó en la hélice y los dos barcos quedaron a la deriva. El Guipúzcoa pudo volver a puerto pero el velero bergantín encalló en el pedral y se hundió, justo debajo de El Faru, emplazamiento del Faro de Ribadesella/Ribeseya, en Tereñes, siendo un acontecimiento tan sonado que, además de darse el nombre del barco al lugar, se cantaba esta coplilla, recogida por el profesor Ramón Capín Rama:
Se ha perdido el Simpatías
debajo de La Farola
por culpa de aquel vapor
que tuvo culpa toda
(Estribillo)
Que vengo de Borines
a donde fui a beber.
Al vapor Guipúzcoa niña
ya nadie lo puede ver
que ha perdido al Simpatías
sin nada malo le hacer.
Simpatías de mi vida
cuándo te veré llorado,
como estabas en el muelle
y en La Fontina fondeado
El 30 de octubre de 2021, el dúo musical riosellano Baxel presentaba su primer disco, llamado precisamente El Cantar del Simpatías
Vamos viendo aquí también La Punta del Arenal, el último gran meandro del Sella al llegar al Cantábrico, una pronunciada curva que sigue la forma de la ribera y playa en ese lugar. Allí al fondo y en primera línea están algunos de los primeros edificios construidos tras la revalorización de esos terrenos que trajo la construcción del puente de hierro y la carretera, los cuales adquirió inmediatamente la célebre Marquesa de Argüelles, María Josefa Argüelles Díaz. Allí, frente al mar y en plena punta, construyó su quinta veraniega de recreo, inaugurada en 1904, y a la vez parceló y vendió varios de sus lotes de terreno a otros miembros de familias burguesas y aristocráticas, indianos con fortuna general, como había sido su padre Ramón González Alonso, que hizo gran fortuna en Cuba y en 1897 fue nombrado por Alfonso XIII primer marqués de Argüelles
De ahí que la mayor parte de las casas que vemos en primera línea de playa sean casi todas espléndidas mansiones construidas colindantes unas con otras a continuación de la de la marquesa. De ellos iremos hablando según vayamos teniendo de ellos mejores vistas
Por este Arenal de Santa Marina proseguía el Camín Real de la Costa, allí estaba la Casa de la Ballena o de las Ballenas del Gremio de Mareantes, pues era este un era un sitio ideal para despiezar los enormes cetáceos, derretir su grasa y realizar con suficiente espacio todas las oportunas operaciones para su aprovechamiento. El Gremio fundó allí otra de sus capillas, la de Santa Marina, que dio nombre al lugar, hoy desaparecida.
Más allá de El Picu y del frondoso macizo de Ardines levanta su mole caliza el mítico Sueve, con los 1.161 metros de altura del Picu Pienzu, cuya estructura cónica-piramidal le hace inconfundible. A su derecha, sensiblemente más baja, es la Sierra del Fitu, con La Peña Poares o El Fitu (629 m), Gobia (538 m) y La Cruz de Llames, la más próxima al Sueve (598 m), marcando la frontera al oeste con los concejos de Caravia, Colunga y Parres
Más cerca y también caliza es la corona de la cumbre de La Peñe Pagadín (419 m), de la que se dice que cuando la niebla la oculta es porque va a llover:
"Cuando La Peñe Pagadín nun se ve, les muyerines de Sotu y La Granda quiten la ropa"
Además de la ampliación de la villa con el ensanche, el puerto fue mejorando y se ganaron más terrenos, bastante de ellos desde el puente acá, durante el siglo XX, especialmente con la II República como El Muellín, que fue ampliado hasta la que es su configuración actual, o el relleno y explanación de La Ribera de Pescadores, justo aquí debajo, donde se construyó la rula o lonja, que reconocemos desde aquí, en la explanada donde el puerto forma un ángulo
En 1957 se adquirió una nueva y costosa grúa para los trabajos de carga y descarga, pero la gran desventaja de estos puertos interiores es que, por mucho que se draguen, los sedimentos se amontonan rápidamente en el fondo y amenacen con hacer encallar a los barcos, un problema que también ocurre en la bahía y que ocasiona que, tras siglos, por no decir milenios, de navegación comercial, esta cese en Ribadeseya/Ribeseya en 1966 al suprimirse la aduana tras apostarse definitivamente por el gijonés puerto de El Musel, junto con el de Avilés como los grandes puertos de Asturias
Aún así y durante aproximadamente una década más hubo en este puerto labores de estiva, pues barcos procedentes del Báltico desembarcaban aquí madera, exportándose a su vez mineral de fluorita de las cercanas minas de Berbes y Caravia, hierro de Buferrera, en los Picos de Europa, e incluso carbón de Lieres (Siero). Pero en 1989 aquella grúa, que dio nombre la paseo, símbolo del puerto, que había costado tres millones de pesetas de los de entonces, así como un arduo trabajo de montaje y manejo, fue desguazada y vendida como chatarra, simbolizando drásticamente el fin de toda una época
En el año 2003 se inauguró el Puerto Deportivo en Santa Marina, al lado del Puente del Sella. Estos son sus datos de tránsito, publicados por Cope Ribadesella el 26-8-2011:
"El puerto deportivo de Ribadesella ha recibido más de 230 embarcaciones en tránsito (visitantes) en la temporada estival, que arrancó el 1 de mayo.
A bordo de esos barcos, que en su mayoría eran veleros de más de 10 metros de eslora, viajaban una media de tres personas, lo que eleva a casi 700 el número de marineros deportivos que han visitado la villa por mar.
Francia es el país de origen de la mayoría de las embarcaciones y le siguen en los primeros puestos España, Reino Unido, Países Bajos y Alemania, aunque también ha habido visitantes de Noruega, Suiza, Estados Unidos y Australia.
La estancia media de los marineros en tránsito en Ribadesella ha sido de 2,5 noches y el perfil predominante es el de parejas de edad adulta con poder adquisitivo medio-alto.
El reciente balizamiento del canal de acceso al puerto mediante boyas amarillas, ha permitido reducir a cero por primera vez en años los siniestros por varamiento en verano.
El puerto tiene problemas de calado durante la bajamar y la lámina de agua que hay entre el puerto y el dique de la ría se está obstruyendo por los sedimentos que arrastra el Sella, por lo que el Club Arra, que gestiona el puerto, solicitará una nueva reunión al Principado para urgirle a dragar la la infraestructura"
"Empecemos por lo básico. A la fiesta se la llama directamante ‘les Piragües’. Así, uno dice que va a ‘les Piragües’ y no necesita más explicación. Quiere decir que desaparecerá hoy de casa y no sabe cuándo volverá. También se aceptan los términos ‘Fiesta de las piraguas’, en castellano, o el Sella. El Descenso del Sella es la prueba deportiva en torno a la cual gira la folixa, así que en el descenso participan los piragüistas, a bordo de unas 1.000 embarcaciones, distribuidas entre kayaks (K2 si van dos o K1 si va uno, con palas dobles) y canoas (C2 si van dos, C1 si va uno, con pala simple) y la categoría RR (kayak sin timón). Salen el sábado a mediodía desde el puente de Arriondas y llegan a Ribadesella. Lo digo porque, haga lo que haga usted a partir de ahora, no estaría mal ver, al menos una vez en la vida, la salida de Arriondas y la llegada de Ribadesella.Desde el miércoles empiezan a llegar al Oriente asturiano los grandes vividores del Sella, los que se pasan cinco o seis días de fiesta y dicen que será la última vez, pero nunca lo cumplen. Una fiesta de les Piragües estándar podría ser como sigue: hoy mismo, ir hacia Arriondas y acampar en alguna de las zonas habilitadas con un grupo de amigotes. La multitud anima a la convivencia festiva. Súrtase de comida y bebida para ir tirando, y no se olvide el agua. Si piensa dormir, aunque sea una horas, lleve algo que le sirva como almohada y son recomendables tapones para los oídos. Disfrute de las barras en la calle, de los bares, de la sidra, de todo lo que quiera y, si lo estima necesario, duerma un poco, porque a las 10.30 horas estaría bien estar viendo el desfile por las calles de Arriondas. Para esa hora llegan los trenes selleros a Arriondas, desde Oviedo y desde Ribadesella. Si Revilla está en el palco de autoridades durante el desfile, botará cuando se lo pidan. Hágalo. Y es una oportunidad única para ver a nuestros políticos con montera picona, chaleco y collar de flores, el uniforme oficial del Sella. Los sombreros de marcas comerciales, aunque quiten el sol, dicen los expertos que deberían abolirse. Llévelo si quiere, pero los clásicos le mirarán mal. Porque el Sella es más que una tradición, para los selleros auténticos es una religión instaurada por Dionisio de la Huerta y un grupo de amigos en 1929 y, si quiere vivir la fiesta y formar parte de ella, es mejor integrarse que conseguir que le miren como a un bicho raro. Después del desfile, a las 12, y este es el momento más espectacular de la jornada, se lee la salida en verso –la misma que leía el propio Dionisio con su voz quebrada– y el himno de Asturias, el ‘Asturias patria querida’, además del cañonazo de rigor –recuperado varios años después de que un ‘pequeño’ accidente volase parte de una casa en 1974 durante las fiestas del Carmen en Arriondas– darán la salida en el río a los palistas. Si a estas alturas no se le han puesto los pelos como escarpias es que aún no ha logrado vivir la fiesta. Pero puede seguir intentándolo en años venideros (...)Una vez salen las piraguas, si ha comprado billete, puede verlas bajar por el río desde el Tren Fluvial. Sale poco después de las piraguas (12.15 horas), así que hay que correr a la estación; el tren las alcanza y va parando en lugares estratégicos. Después llega a Ribadesella a tiempo para ver la llegada. También hay quien las sigue por la carretera, en moto, en bici o en coche, aunque esto último no asegura que se llegue a tiempo. Las medidas de seguridad actuales y los cortes de carretera no permiten hacer las locuras de hace décadas, cuando cualquier cacharro con ruedas servía para lanzarse hacia Ribadesella. Seguridad, ante todo. Otra opción, muy utilizada por los turistas, es bajar en piragua el río detrás de los que compiten. Hay decenas de empresas que ofrecen esta opción y, aunque quizás sea el día menos indicado para hacerlo por el montón de gente que se encontrará, si no tiene otro día, también se lo pasará bien. Cierre bien la cápsula que le dan para guardar la documentación, los euros y el móvil. Si no lo hace, se acordará para siempre del agua del Sella."
En esta bifurcación seguimos de frente por el camino principal, enlosado y que sigue llano, pero podemos decir que el de la derecha sube a lo más alto de L'Atalaya, donde una antena repetidora fue instalada sobre los restos de una de las antiguas torres que defendían esta costa y estuario desde tiempos ancestrales, de la que Hernán del Frade y Rubén Figaredo cuentan, en Marinos, puertos y barcos de la antigua Asturias, que podría formar parte de una cadena de atalayas de vigilancia desde la costa al interior, pues es visibles desde La Corona Castiellu, y esta a su vez, desde el valle del Sella arriba y sus laterales de sus afluentes Piloña y Güeña, donde estaban los castillos de Mancobiu y Peña Manil
El territorio riosellano al oeste del Sella era llamado Letuas o Leduas en la alta Edad Media. Al fundarse la puebla de Santa María Magdalena del Puerto se unificó con este, al este del río, el llamado Melorda, constituyéndose al actual concejo, pasando esta aforada villa a ser su nueva capital administrativa, dependiendo directamente de la Corona y no prestando más vasallaje, al menos mientras se pudo, a poderes intermedios, es decir, la nobleza feudal terrateniente que ejercía su poder desde sus torreones y castillos en las aldeas, base de su señorío como dueños de la tierra que arrendaban a sus colonos
Y es que otra entidad de posesión y explotación de la tierra eran los monasterios, el de San Martín de Collera por ejemplo poseía en 1052 lo que abarcaba Melorda, entre los ríos Sella y Aguamía y al sur las montañas que separan la rasa costera del valle del Güeña. Por aquella ya había referencias geográficas a ripa de Salia, Riba de Selia y otras variantes, si bien no parecen referirse a ninguna población, pues la que luego sería la puebla era denominada Portus, El Puerto, y aún en 1384-85, en el inventario parroquial del obispo Gutierre de Toledo, aparece mencionada como Santa María Magdalena del Puerto, a lo que una mano añadió por escrito en el siglo XVI "que agora se llama Ribadesella".
Posiblemente era pues un concepto geográfico, la riba o ribera del Sella, para definir los márgenes o entrono de la ría, que pasó en algún momento a ser el nombre de la puebla, la cual al crearse se segregó poblacionalmente de Collera, mencionada esta como parroquia (jurisdicción eclesiástica y civil) ya en 1147
El Monte Somos marca una impronta mucho más antigua aún, en sus rocas jurásicas comienza la Costa de los Dinosaurios, pues allí, poco más allá del final del paseo en La Punta'l Pozu, en los acantilados, un capricho geológico dejó a la vista en sus paredes numerosas icnitas o huellas de dinosaurios
En concreto, en el denominado Yacimiento Jurásico de la Playa de Ribadesella, los movimientos tectónicos dejaron a la vista un conjunto de huellas en lo que fue, hace millones de años, un suelo de barro que quedó petrificado y luego corrido y hecho pared. En él se reconocen las de un grupo de cuadrúpedos herbívoros, de gran talla y peso, seguidos por otro de carnívoros bípedos o terópodos. Se hallan en un estrato vertical y a pesar de estar a cierta altura son muy visibles, sobre todo las de los cuadrúpedos, y por lo tanto bastante impresionantes
Las rocas del jurásico asturiano se extienden de forma prácticamente continua desde la Playa de Arra, bajo los acantilados de L`Infiernu, que ya hemos dejado atrás, hasta el gijonés Cabo Torres, sobre el puerto de El Musel y, dentro de este litoral, la Costa de los Dinosaurios abarca varios yacimientos de icnitas, con algún hallazgo más, como dientes por ejemplo, de estos grandes saurios de dominaron la tierra y desaparecieron de una manera tan rápida e inmediata que no deja de sobrecogernos
Los hallazgos se suceden concretamente desde aquí hasta la Playa Merón, en Villaviciosa, siempre en acantilados y pedrales o pedreros, donde han aflorado a la superficie estas señales de aquellos grandiosos animales que han avivado nuestra imaginación e incitado nuestra curiosidad durante generaciones. En su momento, si tan rotundo fue su descubrimiento, tanto o más fue averiguar su final, pues forma parte de una serie de grandes extinciones que, cíclicamente, ocurrieron en nuestro planeta
Por ello, y dada su relativa cercanía al Camino en no pocos lugares, como es este el caso, procuraremos ir avisando de su ubicación según vayamos avanzando hacia el oeste. Los siguientes está muy cerca de aquí, en Tereñes, y los siguientes, los de La Playa Vega, esos realmente próximos a la ruta xacobea, pues esta pasa prácticamente por el mismo arenal
Es necesario informar, por supuesto, que aunque próximos, estos parajes jurásicos no suelen ser de demasiado fácil acceso, hay que caminar con cuidado por los pedreros, con mucho cuidado con pozos y resbalones, además por supuesto de vigilar muchísimo el régimen de mareas, acercándonos a ellos siempre en bajamar. Es mejor informarse antes pues en ocasiones también pueden ser un poco dificultosos de localizar a la primera. En ocasiones se realizan visitas guiadas y en el concejo de Colunga, entre esta villa y Llastres, está el afamado MUJA (Museo del Jurásico de Asturias)
En lo alto del Monte Somos asoma alguna casa del barrio de Los Colmenales, en Tereñes, cerca de El Faru, una parroquia donde desde hace muchos años se celebra por el verano la famosa Fiesta del Pez, un animado festejo gastronómico basado en las más artesanales artes de pesca en estos mismos pedreros
Bajo nosotros los edificios de las calles Pescador y Vapor Alberto que miran al otro lado la final de la calle Manuel Caso de la Villa, empezando ya el Paseo de la Grúa y después de la Plaza de Santa Ana
Vamos teniendo un cada vez mejor campo de visión hacia la boca de la ría, con Santa Marina y su playa en medio, y las serranías a lo lejos. La costa occidental riosellana es sensiblemente diferente a la oriental que hemos dejado atrás. A partir de ahora abundarán valles y colinas, subidas y bajadas, mientras que anteriormente predominaban las rasas costeras, más o menos llanas, de abundantes afloramientos kársticos
Tras la subida por las escaleras de Santa Ana, este paseo es sumamente apacible. Nos acercamos ahora a un grupo de casas en plena falda de la montaña
Cuesta abajo, vemos otra escalera de piedra de las que comunica este camino del Monte Corberu con el muelle, en concreto por la calle Vapor Alberto, barco que allá por los años de 1960 operaba en este puerto, propiedad de la Sociedad Española de Carburos
La escalera pasa al pie del Hotel Brisas del Sella, verdadero balcón natural encima de la bocana del estuario, Santa Marina y el muelle. El turismo ha llegado a ser, como en la casi totalidad de los antaño concejos rurales y marineros, una importantísima industria. El 25 de abril de 2019 Cope Ribadesella publicaba un artículo que titulaba: El 45% de las viviendas de Ribadesella son de segunda residencia, del que podríamos extraer esta contundente frase: "El concejo de Ribadesella cuenta en la actualidad con tantos viviendas (5.712) como habitantes (5.779)". Ya en 1925 hay que tener en cuenta que se creaba el primer Comité de Turismo
A nuestra izquierda, espesos setos silvestres (matos o sebes) y plantaciones de ocalitos, la especie de crecimiento rápido que se ha convertido en la especie imperante por antonomasia en la franja litoral y buena parte del interior
La farolas, de inspiración marinera, jalonan el recorrido, especialmente romántico sin duda al atardecer
Una verja cierra el jardín. Fijémonos una vez más en la disposición de esta empinada cuesta y las excelentes vistas
Atentos a esta bifurcación: nosotros continuamos a la derecha, el camino de la izquierda es la entrada al hotel
Vamos a pasar ahora entre estas dos casas. A partir de aquí nos encontraremos con un núcleo relativamente poblado en lo que es el acceso inmediato a la ermita de La Guía
Esto sí que es un verdadero balcón sobre el Sella. Abajo los tejados de El Pesqueru, ya en el Paseo de la Grúa, llamada así por la gran grúa que hubo en este muelle hasta su final como puerto comercial y minero
"Sobre la playa de Santa Marina, en lo que se denomina la Punta del Arenal, existía un edificio llamado la Casa de las Ballenas, regida por el Ayuntamiento de la época, en la cual descuartizaban sus capturas los balleneros riosellanos. El fallecido cronista local Guillermo González nos habla en sus «Estampas riosellanas» de que había quien recordaba haber visto «vértebras de estos mamíferos que servían de asiento. Eran grandes huesos como de sesenta centímetros de alto y otro tanto de ancho y tenían grandes aletas parecidas en todo a las hélices de los grandes barcos». Los balleneros riosellanos extraían la carne, las vísceras, las barbas y la grasa o saín que, convertida en aceite industrial para lámparas, se exportaba a Europa por mar. Toni Silva indica que «toda la ballena venía a estar valorada en unos 1.000 ducados, una verdadera fortuna para aquella economía medieval». Pero la pesca de grandes cetáceos estaba abocada a su fin en nuestro puerto; las capturas fueron disminuyendo gradualmente hasta que, en torno a los siglos XVII y XVIII, los cetáceos emigraron a otros mares, aunque seguirían siendo perseguidos por marineros asturianos, cántabros y vascos."
"Es indudable el protagonismo de María en los negocios turísticos emprendidos en la costa oriental asturiana, pese a que la historia diera protagonismo a su marido, ya que ella pondría la fortuna, las ideas e iniciativas económicas y las relaciones sociales. Sin embargo, la condición de varón permitía el acceso a los consejos de administración de las empresas, al ejercicio político y a la concesión de propiedades públicas, vetado a las mujeres.La visita de Alfonso XIII en 1918, fue una hábil estrategia de la marquesa para promocionar a nivel nacional el emergente barrio de veraneo de la playa de Santa Marina" (...)La construcción del puente metálico sobre la ría, soldó El Arenal con la villa de Ribadesella, viendo sus posibilidades como espacio residencial de recreo inmediato a la playa, convirtiéndolo en una colonia veraniega de élite. La marquesa invirtió en un negocio en la época poco frecuente: el inmobiliario. Supo entrever la potencialidad turística de Ribadesella cuando a inicios de siglo estaba concentrada en Gijón y Salinas. Esto no puede entenderse sin el fenómeno global y contemporáneo de los baños y estancias veraniegas en el litoral, practicado por la buena sociedad de entonces.Hoy en día, esta hilera de chalés en primera línea de la playa de Santa Marina, componen una de las imágenes más representativas de Ribadesella gracias a la iniciativa de una mujer"
Efectivamente, como la marquesa muy bien sabía, luego de invertir había que promocionar, Alfonso XIII visitó el lugar, la escusa fue una cacería de pichón a la que fue invitado por los marqueses. El historiador Juan Carlos de la Madrid Álvarez publica una amplia relación de aquella corta pero intensa y trascendental estancia en Aquellos maravillosos baños: historia del turismo en Asturias, de la que plasmamos este extracto:
"Muy felices se las prometían los impulsores del veraneo asturiano en el estío de 1912. Tantos años intentando echar el lazo a los monarcas, dejando un camino de azúcar para que vinieran a pasar la estación aquí. Ofertas, peticiones, propagandas varias, palacios fantasmas, intentos mil. Y no había manera. Así que, cuando se consiguió, aunque fuese una visita relámpago, la cosa fue como para celebrar. La temporada reglamentaria de los soberanos era de movimiento social constante. Con sus autos, caballos, paseos y balandros. Con sus recepciones y reuniones. Caminando y regateando entre la gente más principal. Mesas, manteles, actos sociales, festejos y cuchipandas varias. Y los fotógrafos allí, contándolo en todas las revistas ilustradas. La familia real daba prestigio a raudales, ponía de moda cualquier playa, cualquier lugar y sus bellezas. Negocio seguro (...)
Una playa no era la misma si se sabía que un miembro de la casa real la había elegido para su veraneo, para consumir su tiempo libre, para realizar alguna cura o para el mejor de los paseos. Otros veraneantes de excepción llegarían detrás. Posiblemente con la cartera repleta. Y el resto se dejaría caer, si podía, para decir que había estado allí, aunque sólo hubiese conseguido atisbar una lejana pamela, defensa solar de la blanca tez una testa coronada. Con el arma al brazo llegó hasta Ribadesella el rey Alfonso XIII, dispuesto a participar en un concurso de tiro de pichón organizado por la marquesa de Argüelles aquel mes de julio. No era la villa donde el Sella muere una capital a la moda, como Santander o San Sebastián, pero tenía a los marqueses de Argüelles, cuyos contactos en Madrid iban, desde los apellidos titulados de más ringorrango, hasta la misma casa real. Para ellos habían inventado la playa de Santa Marina, saltando el río lejos del pueblo más viejo, y llegando a la misma confluencia del agua dulce y el agua salada. Allí se apropiaron de terrenos públicos o desecaron marismas por cantidades irrisorias y, con todo lo conseguido, empezaron a trazar las líneas maestras de una playa exclusiva, el arrabal elegante nacido al otro lado del puente de Ribadesella."
Era genial! ¡La de tardes que pasamos allí escuchando a Enrique Guzmán (Popotitos), los Beach Boys, los primeros twist de Chubby Checker y compañía (twist again, twist and shout)...
"Población costera mencionada por Ptolomeo ("Geografía", II, 5) en la Regio Cantabrorum*. Plinio ("Nat. Hist.", IV, 111) y Pomponio Mela ("Corografía", III, 9) señalan un "oppidum" denominado "Noega" en la costa de Asturia*. Es posible que se trate de dos poblaciones distintas del mismo nombre y situadas en regiones contiguas (hay además otras poblaciones galaicas que pueden tener el mismo nombre). Schulten pensó que el epíteto "Ucesia" era para diferenciarla precisamente de la población astur, que la investigación suele situar en Ribadesella o más recientemente en la Campa Torres (Gijón). Tovar identificó la Noega cántabra con Noja-Santoña, basándose en la similitud fonética de la villa en época medieval (Nolia, Nogga, Nolla). En el área se encuentran restos de época romana y se da la circunstancia que la bahía de Santoña es, junto a Santander, uno de los mejores puertos naturales de toda Cantabria. La configuración geográfica, en un punto sobresaliente de la costa, es similar a su ubicación en el mapa de Ptolomeo. También Ptolomeo dice que se sitúa en la desembocadura del Sauga, que podría identificarse quizá con el río Asón de Santoña (v. Sauga flumen*). Por otro lado, la reducción de Noega Ucesia con Noja-Santoña cubriría el vacío de poblamiento existente en esta zona oriental de la región, circunstancia que chocaría con la noticia de Plinio ("Nat. Hist.", IV, 111) que dice que toda la zona del Sauga estaba habitada por cántabros. No existe sin embargo ningún dato epigráfico que confirme la reducción de Noega Ucesia con Noja-Santoña"
Al pie del puente y a la izquierda del Puerto Deportivo está la escollera construida infructuosamente para intentar contrarrestar la acumulación de fangos en el fondo de la ría, lo cual era un obstáculo muy grave para la navegación. Tras la construcción del nuevo puerto, cuyos trabajos de prolongaron entre 1785 a 1854, se venía planteando que si se quería seguir apostando por la continuidad de Ribadesella/Ribeseya como puerto comercial habría que acometer nuevas intervenciones, la cuales se acometieron a primeros de los años de la década de 1930, con la II República
"Puerto de la parroquia de Zardón emplazado en el entorno de la Xerra Santianes y concejo de Cangas de Onís. Sus pastos desempeñan función para el rebaño en el accesos escalonado desde los lugares de invierno, Santianes de Ola y Zardón principalmente, hasta las brañas del Mofrechu, identificadas por oposición a la zona de invernales como puertu arriba"
Sin embargo no todos los peregrinos ni viajeros pasaban la ría por aquí, muchos preferían hacerlo en un lugar que se tenía por más seguro, aguas arriba, entre L'Alisal y Lloviu, donde hubo un servicio regular de barquerías, este a cargo del concejo, desde el siglo XVIII, si bien existiría desde mucho antes, pues en 1517 fue el empleado por Carlos de Flandes y su numeroso séquito, para venir a pernoctar a Colunga viniendo de Villaviciosa
Pensando en desembarcar en Laredo, la flota del futuro emperador, que se dirigía a Castilla para confirmar la posesión de la herencia de los Reyes Católicos, acabó en Tazones y la gran comitiva formada hubo de pernoctar, muy improvisadamente, en Villaviciosa y Colunga, pues se desaconsejaba tanto continuar por mar como ganar la meseta por los puertos asturianos (parece se había barajado visitar la catedral y Reliquias de San Salvador de Oviedo pero se desestimó). Así pues se decidió seguir por este viejo camino costero hacia San Vicente de la Barquera y pasar a Valladolid vía Reinosa
Fuente: Itinera Carolus V Imperator. Consejo de Europa |
No obstante poco o nada se sabía de esto en la poblaciones que, inesperadamente casi, recibieron al emperador, sobre todo a estas que les tocaron los primeros días tras el improvisado desembarco. Recibir a un rey, o realmente futuro rey, no era nada habitual, por lo que fue bien Carlos y sus gentes fueron normalmente muy bien agasajados dentro de las posibilidades. Estas villas habían tenido fueros y leyes gracias a unos reyes pero otros las cedieron a la nobleza. En aquel momento Ribadesella/Ribeseya había vuelto a ser realengo pero los Quiñones, sus últimos dueños, aún pleiteaban para recuperar su dominio y vasallaje sobre ella, por lo que era importante agradar al futuro monarca pues no había ganas de repetir la experiencia feudal que tantos disgustos había causado
Aquellas rutas tenían sus ramales, cruces y alternativas, enlazando unos con otros de norte a sur y de este a oeste conformando una amplia red viaria. En este caso una rasa costera favorecía ampliamente el paso pero un momento de desazón eran las rías, decidiendo muchos que era mejor cruzarla en Lloviu, como se decidió, tal vez casi sobre la marcha, el 24 de septiembre de aquel año de 1517, tras una jornada no muy larga pero sí de fatigosa y peligrosa marcha, rematada con un vadeo sellero que tampoco fue sencillo, o al menos eso plasmó por escrito el acompañante del emperador y cronista de su viaje, Laurent Vital:
"Para llegar a este punto, había necesidad de pasar un brazo de mar de dos tiros de flecha de anchura, teniendo que meter hombres y cabalgaduras en barcas para salvar las grandes olas que allí se forman cuando hace mal tiempo y, en cuyas barcas á causa de la altura de las bordas se negaron a entrar nuestros caballos habiendo necesidad de dar un rodeo de más de dos leguas para llegar a Ribadesella por un camino entre montañas, de lo más penoso y áspero que imaginarse puede y en el cual sudamos muchos á causa del trabajo y del miedo de despeñarnos"
Lo cierto es que aunque a veces Vital parece incurrir en exageraciones, los caminos estaban secularmente mal, tanto es así que la barquería de Lloviu-L'Alisal, a cargo de una familia concesionaria de barqueros, llegó a estar en servicio hasta 1967, un siglo después de construido el primer puente. Luego, en ese mismo lugar, se construyó el actual viaducto de la Autovía del Cantábrico (A-8), allado mismo del Picu les Torres, castillo desde que un potestas o representante regio gobernaba el territorio antes de la fundación de la puebla
El hallazgo de dos cascos datados en el siglo VII a. C. en el Picu les Torres han confirmado que aquel castillo medieval, que había sido posesión antaño del legendario conde Piniolo su esposa Aldonza, el castillo de Bivaone, estaba hecho sobre una fortaleza prerromana, la cual formaría parte de toda esta red defensiva en torno al Sella y su valle, la cual enlaza, con los caminos, con la existente a lo largo de la costa, y es que existió además otro paso, muy empleado en su tiempo por los peregrinos, para enlazar este camino costanero con el interior siguiendo la ribera del río, continuando por el valle del Piloña, afluente del Sella, y de allí pasar al del Nora, afluente del Nalón, para llegar por ese gran pasillo natural a la ovetense catedral de San Salvador con sus valiosas reliquias, para muchos de las más importantes de la cristiandad, pues por ello se decía que "Quien va a Santiago y no al Salvador visita al criado y olvida al señor"
Además de los pasos del valle existieron otros más dificultosos pero factibles, los de los collados y puertos de las montañas, solamente empleados por pastores o viajeros que por alguna razón preferían esquivar el valle, por ejemplo en casos de riadas o por otros motivos. En algún momento fueron parajes peligrosos pues actuaban bandoleros como El Bernabé, Bernabé Ruenes Santoveña, que no era un maquis (guerrilleros antifranquistas) como alguien ha dicho, pues no operaba por motivos políticos sino económicos, al haberse fugado del servicio militar tras romper un fusil por la culata contra la cabeza de un superior.
Fue llamado El último bandolero pues en pleno siglo XX actuaba por pueblos y montañas como los bandoleros del siglo XIX, robos, atracos, secuestros, colaboradores y compinches, se le dio por muerto tras agonizar tras una refriega a tiros con la Guardia Civil en 1957, su cuerpo fue enterrado y desenterrado varias veces para no ser localizado y sus ayudantes fueron detenidos, torturados y encarcelados, saliendo los últimos de la cárcel en 1975
Uno de los golpes más sonados de El Bernabé fue en el cercano pueblo de Collera, cuya parroquia, de la que se desgajó Ribadesella/Ribeseya al fundarse su puebla, empieza al otro lado de La Cuesta. De todas formas esas montañas también fueron el teatro de operaciones del maquis, en concreto de la guerrilla de Cándido Camblor
Siguiendo camino y antes de las siguientes casas, andamos a la sombra de un trecho arbolado, pero viendo continuamente el estuario a nuestros pies
A nuestra izquierda vamos a ir llegando a la altura de La Punta L'Arenal, que fue escenario de otro naufragio, el del velero bergantín Francisca, uno de los que hacían la travesía de las Américas
Sobre Santa Marina sigue, alargado, el monte de Ardines, su topónimo se debe a uno de los nombres de la ercina, ardina, muy abundante en estas costas. En la distancia seguimos reconociendo la cumbre del Pagadín, el Sueve y la Sierra del Fitu
Más al sur, la también muy alargada silueta del Monte Moru, con el moño calizo de La Corona Castiellu asomando sobre sus lomas. Entre ambos hay un profundo valle, el del río Xinestral de Castiellu, que hace frontera con Parres. Durante la primera mitad del siglo XIX existió un comercio por el Sella, pues era navegable con barcazas hasta Arriondas/Les Arriondes, la capital parraguesa, elcual se vio grandemente favorecido por la construcción de este nuevo puerto, una vieja aspiración de aquel antiguo Gremio de Mareantes que, justo cien años después de su finalización, reformas años 1930 por medio, perdería su condición comercial
Ahora, con la menguante flota pesquera, aparece como única alternativa a la decadencia portuaria el muelle deportivo. Es muy interesante conocer, por medio de la página marinera Guías masmar, sus características y maniobras de entrada:
"Resulta fácil el reconocimiento de la embocadura de la ría de Ribadesella, entre los montes Corbero al E y al W el Somo, con una distancia entre barras de 800 metros, se presenta como cerrada por la playa de Santa Marina.En esta playa se encuentran edificaciones visibles desde la mar.
Corre al principio al E al pie del monte Corbero, doblando posteriormente al S, ensanchándose y formando la dársena del puerto.
La entrada necesita un buen conocedor de la zona , pues varía mucho sus canales.
En pleamar se llegan a tener hasta 6 metros de calado.
Con mal tiempo del NW la rompiente comienza por el N de la Pta.del Caballo (poniente de la barra).
Con mal tiempo del NW es peligroso abocar la barra (producen amontonamiento de arena en la barra, disminuyendo el calado.).
Una vez dentro la dársena está dragada a 4.5 metros de agua. Calado de la Marina deportiva.
La corriente en vaciante es de 1,5 nudos en condiciones normales, 2 nudos en mareas vivas y puede llegar a 6 nudos en avenidas del río Sella.
Marcas para la navegación
En la cumbre del Monte Somo el Faro de Ribadesella. A poniente de la entrada
En la parte E de la ría la luz del faro de la Punta de la Guía
La iluminación que tiene el paseo al borde de la playa de Santa Marina puede ser una buena orientación.
Recalada
Una vez reconocidos los montes Somos y Corberu se gobernará por la medianía de estos hasta avistar la cabeza del muelle, cuyo frente alto de 8 m. en pleamar se percibe de bastante lejos. Se pondrá la proa a la cabeza del muelle, a fin de pasar de esta parte como a 17 m., para evitar algunas piedras sueltas que hay al pie de la punta. Una vez vencida la barra la mejoría de mar es constatable. Seguiremos la canal que está balizada por tres postes rojos en la parte E y dos boyas cilíndricas verdes en el lado de la playa (W).
Ribadesella dispone de una buena instalación para barcos recreativos, sin duda la segunda más amplia de Asturias después de Gijón.
Los pantalanes deportivos están situado en la margen derecha de la ría.
Recientemente remodelado, y aumentado a 240 plazas para embarcaciones hasta 12 metros, con una buena"
Más allá del puerto, a la derecha de la foto, vemos el muro de hormigón de la entrada a La Cuevona de Ardines, en la misma carretera que, desde el cruce de El Picu, va al polideportivo y al centro de interpretación, la RS-2, comunicación con los barrios y lugares de la citada parroquia de Samiguel d'Ucio. Precisamente un río, el Ríu Samiguel, forma un curso subterráneo en el monte de Ardines, donde se hunde en la tierra en el lugar de La Gorgoncera para resurgir en La Cuevona
Saliendo del arbolado llegamos al siguiente grupo de casas, la primera esta
A la izquierda un balcón-mirador, cerrado, sostenido sobre columnas
Ahí divisamos perfectamente La Punta L'Arenal y ya toda la extensión del Arenal de Santa Marina, tradicionalmente llamado La Playa o El Sable, de kilómetro y medio de extensión y que se extiende desde aquí al Monte Somo en forma de concha. De ella leemos en Asturias.com:
"A pie de arena descubrimos que la playa de Santa Marina no es un playa más, sino un espacio de un kilómetro y medio de longitud donde se conjuga patrimonio, historia, turismo, sociedad y ecología. La idiosincrasia de este arenal deriva de un pasado diferenciador. Antes del siglo XIX permaneció inalterable, en bruto, comunicada por lanchas, como una isla solitaria en forma de concha, próxima a un extenso humedal que era el hábitat idóneo para numerosas especies de aves migratorias. La playa estaba flanqueada por el monte Somos y el Corberu, dos promontorios igualmente vírgenes por aquel entonces.
Cuando en 1898 entró en servicio el puente metálico sobre la ría, el Arenal recordaba los parajes inhóspitos que tanto inspiraban a los pintores de la época. Pero la mejora de la comunicación con el arenal trajo la primera colonización urbanística de la zona. Villas, palacetes y chalets modernistas que hoy en día guardan todo su encanto y que confieren a Santa Marina esa estampa única con la que se deleita el paseante contemporáneo, sorprendente por su coquetería arquitectónica.
La playa de Santa Marina es arena, mar, baño, sol, surf, footing, … pero es también contemplación y admiración. Transitando por su paseo marítimo la playa transmite muchas sensaciones nuevas para el que no la conoce. La playa forma parte también del Camino de Santiago, desde ella el Camino se dirige a San Pedro, Abeu y Leces, donde hay un albergue de peregrinos."
A la derecha de la ría vemos el arranque, o el final, según se mire, del Paseo de la Grúa. La Punta'l Caballu, sobre la que se construyó la ermita de La Guía, que tenemos más próxima, justo al final de la última cuesta de este itinerario, encima de las casas
A la izquierda del Gran Hotel El Sella vemos casi la de frente la calle Ricardo Cangas, continuadora del Camín Real, y la rampa de acceso a la arena. Por ahí estarían la capilla de Santa Marina y la Casa de las Ballenas, cuya caza masiva provocó su práctica extinción del Cantábrico en el siglo XVII, lo que, unido a la peste y a la implantación del sistema de matrículas del mar y las guerras contra Ingleterra, Francia y Holanda que amenazaron comercio marítimo, costas y poblaciones ocasionaron una importante decadencia
Llegó un momento en el que el tráfico portuario quedó reducido a un menguado comercio con otros puertos cantábricos y con Andalucía. Para contrarrestar esa coyuntura el Gremio de Mareantes solicitó la construcción de un nuevo puerto, algo que se intentaría conseguir a lo largo del siglo XVII antes de empezar por fin las obras en 1784
Y aquí tenemos el vistoso triángulo arenoso de La Punta L'Arenal cuando el Sella se abre al mar, enfrente del Gran Hotel del Sella, así como toda la concha
Es una magnífica estampa entre el Paseo de la Grúa y El Cobayu, prácticamente toda la extensión urbana actual de Ribadeseya/Ribeseya
A la izquierda la rula o lonja de la Cofradía de Pescadores, en aquellos terrenos que se ganaron a la ría en 1933 y en cuyo muelle vemos atracadas algunas lanchas de pesca. Justo detrás, en el primer piso del edificio que hace esquina con la calle Santa Marina, estuvo el Ayuntamiento antes de pasar en 1976 a su sede actual en el Palacio de Cutre, que vimos al pasar por la Plaza de la Reina María Cristina
En un principio las juntas vecinales a conceyu abiertu se celebraban, como era tradición, en el pórtico de la iglesia parroquial de Santa María Magdalena. No la actual, cuyas altísimas torres reconocemos bien desde aquí, sino en la viaja, situada en las inmediaciones de su misma plaza, derruida para construir una nueva en 1924, que hubo de reconstruirse a su vez tras la guerra según proyecto de los arquitectos Miguel Ángel García Lomas y Urbano de Manchobas Careaga que hubo de reconstruirse de nuevo tras la Guerra Civil. Llaman la atención sus dos altísimas torres cuadradas y su gusto historicista
La escollera y, más atrás las marismas de El Cobayu. La expansión urbana riosellana sigue siendo lineal, hacia La Barquera, donde se sabe hubo antaño astilleros de ribera. El antiguo Gremio de Mareantes tuvo un importante astillero "donde, con las maderas que de Cangas y Ponga descendían por el Sella, se construían los galeones que viajaban a las recién descubiertas Américas", leemos en la Gran Enciclopedia Asturiana (tomo 12, voz Ribadesella)
Poco más allá otro de los grandes meandros del Sella y a la derecha las marismas de esa margen, entre Sardalla, parroquia de Samiguel d'Ucio, y L'Escayón, parroquia de Xuncu. En Sardalla se elaboran las famosas Galletas de la Abuela, empresa fundada en 1996 por Toñi Junco y su marido Ángel Blanco, en la que también trabaja su hijo Iván Blanco Junco. El 12-3-2012 El Comercio les dedica este reportaje:
"Galletas, magdalenas, tartas o bizcochos. Estos son los productos en los que se ha especializado la empresa familiar Blanco Junco, ubicada en la localidad riosellana de Sardalla. Nacieron como una panadería en 1996 pero con el paso de los años se han ido reconvirtiendo y especializando en la repostería tradicional. «Hacemos nuestras galletas con la receta de mi abuela actualizada a los tiempos de hoy», explica Toñi Junco, quien se muestra satisfecha de que este negocio de para vivir a su familia. «Las llamamos 'Galletas de la abuela' y se venden, además de en Asturias, en Cantabria, Madrid o Burgos. También se pueden comprar por internet», destaca esta activa pequeña empresaria.
Esta familia utilizó los fondos del Leader para ampliar el obrador y también para comprar otro horno. Esto les ha permitido modernizar su proceso productivo y aumentar su capacidad de producción. Con el paso de los años han ido adaptando esta receta tradicional asturiana heredada de sus antepasados y creando también variedades con avellanas y manzana de chocolate. De hecho, esta última receta se la trajo de Suiza, un país a donde emigró y en el que estuvo viviendo varios años."
El Paseo de la Grúa empezó a hacerse, como el puerto, en el siglo XVIII. Era un camino de sirga, es decir, un paso que habían de dejar los propietarios de terrenos ribereños para usos marítimos. De aquel entonces es La Rambla de la Barca y la Casa de la Barca, embarcación que estableció por entonces un sistema regular para el trasiego de una a otra orilla, el cual sustituiría sin duda a alguno anterior más rudimentario, como se hizo en L'Alisal
Dado que L'Alisal fue un servicio de barca que se mantuvo hasta la década de 1960, tenemos la suerte de contar con muy buenas referencias documentales. Si bien ya era una poca tardía, y por ejemplo había desaparecido las peregrinaciones históricas, sus noticias pueden servir para hacernos una idea de cómo funcionaban aquel sistema de vado. Compartimos de la página del Ayuntamiento de Ribadesella, en la entrada Muyeres Barqueras:
"El servicio de barcaje de El Alisal a Llovio, fue creado por el municipio en el siglo XVIII y fue el medio de transporte más antiguo destinado al trasvase de mercancías, ganado y personas entre las márgenes del río Sella en su tramo final, que se mantuvo hasta el año 1967.
El Alisal se encuentra a 4 kmts. río arriba de la villa de Ribadesella, siendo el paso más estrecho para cruzar el Sella en su desembocadura, por lo que fue muy utilizado durante siglos. El hecho más notable sucedió en 1517, cuando el futuro Rey Carlos I y su séquito utilizaron el servicio de barcaje para cruzar el Sella y poder descansar en nuestra villa, para continuar hasta la Corte en Valladolid.
El servicio de barcaje funcionaba como una concesión con el Ayuntamiento, que entregaba un dinero en efectivo como compensación por transportar sin coste alguno a quienes no podían pagarlo.
La propiedad de la barca pertenecía a la familia concesionaria. Era de fondo plano, popa plana, calafateada y tenía capacidad para 6 o 7 personas. Con la marea alta utilizaban unos remos para maniobrar y con marea baja, el "cuentu", una vara de fresno o de eucalipto para apoyarse en el fondo del río e impulsarse mejor.
El manejo de la barca lo realizaban indistintamente hombres o mujeres, a decir verdad, niños y niñas ya que comenzaban desde edades muy tempranas.
Al grito de ¡¡¡Barqueraaaaaaa!!! Las llamaban para cruzar el río. La familia se turnaba: padres, madres, hijos e hijas para realizar la labor los 365 días del año y desde la mañana hasta bien entrada la noche.
El precio del pasaje lo establecían las barqueras. Iba desde unos céntimos hasta 2 pesetas (0.012 euros) el último año, en 1967, que se cobraba a cada persona, ida y vuelta. Aunque los y las habituales disfrutaban de alguna rebaja, pagando sólo 1.25 pesetas (0.007 euros). ¡Eso sí, el Día de les Piragües como llamamos al Descenso Internacional del Sella, la tarifa subía! "
Los pasajeros por entonces, eran vecinos de los pueblos de la zona, yendo y viniendo del mercado de los miércoles, recados, asuntos, fiestas, entierros.... luego, ya con el puente los viajeros de a pie, caballería o carruaje irían mayormente por la nueva carretera luego de coche, tren y autocar. También empleaban el puente los obreros de las talas de madera, el cartero, sanitarios...
"... el personal de correos pagaba tarifa normal por cruzar, pero de la tarifa del personal sanitario se hacía cargo la persona a la que iban a atender.
Otros recuerdos rememoran las mañanas heladas, los días de lluvia y el impermeable que utilizaban era un saco puesto de picota.
Una vez embarcaron a un probe (pobre) que llegó con mucho miedo, que explicó que iba huyendo de una casa en la que paró a pedir limosna, al abrir la dueña de la casa le dice: "espera un pocu que estoy colgando probes" por lo que puso pies en polvorosa.
Probes se llama al pantrucu o morcilla envuelta en berza, típica de Ribadesella."
Entre Sardalla y Xuncu el indiano Manuel Martínez construyó el majestuoso palacio de La Piconera. Tal vez podamos reconocerlo en la distancia, a lo lejos, sobre el Campu San Xuan, algo oculto por el arbolado que tiene enfrente. De ella se ha llegado a decir que es la más magnífica quinta indiana del concejo
Más allá del Monte Moru son las montañas del Alto Sella. En días claros nos parece reconocer la Mota Cetín (1.134 m), la cumbre más alta de Parres, paso a Amieva y Ponga
Allá, en la vega de La Mediana, los marineros riosellanos practicaban también la pesca fluvial del salmón, con red. El poeta Bruno Fernández Cepeda ya glosaba en el siglo XVIII esa riqueza piscícola en su Colección de Poesías en Dialecto Asturiano:
Aquí hay salmón como cuchu,
en Ribadesella y Pravia,
que sangre de puro fresca
pa la boca y pela galla
(*cuchu, estiércol, empleado como sinónimo de abundancia, pues en las áreas rurales había por doquier)
En el Sella, como en otros ríos asturianos, se celebra la pesca del campanu, el primer salmón de la temporada. Se dice que el nombre procede de las campanadas de los monasterios anunciando su avistamiento en el río al empezar la temporada de pesca. Los salmones nacen en el río, salen al mar, donde pasarán la mayor parte de su vida, y vuelven al río para reproducirse. Cómo reconocen el río y lugar en el que nacieron tras miles de kilómetros de océano sigue siendo un misterio. En la actualidad su población está muy seriamente amenazada a causa de la contaminación y la construcción de presas
Algunos investigadores sostienen que los salmones del Cantábrico serían los más antiguos de Europa, ciertos análisis biológicos demostrarían que son los descendientes directos de aquellos que, al comenzar las glaciaciones, hace unos 40.000 años, buscaron refugio en las cabeceras de estos ríos. En el siglo XVIII se llegaron a pescar sólo en el Sella 12.000 salmones. El monasterio cangués de San Pedro de Villanueva tenía especial derecho sobre la pesca, tanto es así que los vecinos que trabajaban para ellos les exigieron que no se les de salmón para la comida más de dos veces por semana
Siguiendo camino, recordamos que el ilustrado Jovellanos, en sus pesquisas sobre minas de carbón, materia prima fundamental para las máquinas de la Revolución Industrial ya en marcha, señaló la existencia de yacimientos en este Monte Corberu, basándose en un informe anterior:
"Minas de carbón contenidas en la representación o informe del Sr.Piles, de 24 de febrero de 1790:
En la hería de Ballota y Castro-Molina, en el partido de Llanes.
En las parroquias de Ontoria y Pría en este concejo (...)
En la jurisdicción de Ribadesella; en el monte de Corvero y otras partes, a poca distancia de esta Villa"
Sin embargo, estas minas, tal vez por su falta de rentabilidad, nunca fueron explotadas. Es más, la cercanía a la cuenca minera asturiana fue fundamental para que se decidiese prontamente fomentar los puertos gijonés (primero el local, luego el de El Musel) y Avilesino (en la ría, en distintas ubicaciones) como los grandes puertos asturianos (sobre todo el primero), lo cual se acentuó a partir de 1950 con la creación de la gran siderúrgica Ensidesa, relegando con ello a Ribadesella/Ribeseya, donde había llegado incluso el proyecto de hacer un puerto exterior con un gran dique cerrando la bahía desde el Monte Somos. En su Breve historia del puerto de Ribadesella publicada en La Nueva España, Ramón Capín Rama cuenta así:
"Siglos antes de que Gijón se convirtiese en puerto de cabotaje (gracias a la intensa labor de Jovellanos), Ribadesella ya rivalizaba en la carga y la descarga de buques con otros puertos peninsulares. Desde el siglo XVI en el puerto riosellano atracaban barcos franceses, ingleses, portugueses y nórdicos. Por el río Sella se traían maderas del concejo de Onís sobre barcazas, para ser cargadas y transportadas a astilleros de la Armada Real; también se cargaban los productos extraídos de las ballenas, además de salazones, frutos secos, sidra y minerales como manganeso, carbón, calcita, hierro... Asimismo, se descargaba sal, cereales, vino y tejidos.
Pero no era sólo en la bahía donde había movimiento. En este sentido, Lorenzo Cordero comenta que «llega un momento en el que no se sabe a ciencia cierta si lo importante es el río o la mar», pues desde el puerto hasta Arriondas subían gabarras cargadas de artículos de vestir, licores, galletas, pescados salados, harinas, etcétera; y bajaban cargadas de duelas, avellanas, nueces, castañas, sidra, etcétera.
Esta intensa actividad comercial atraería una vez más a la piratería. Se sabe que el corsario francés Pie de Palo y el pirata inglés Drake asomaron sus proas por estas costas. Por ello, y por las sospechosas rondas en el Cantábrico de escuadras francesas y holandesas, se decidió instalar en el promontorio de Guía una batería de cañones, así como crear una milicia local bien adiestrada."
Anteriormente parece ser hubo abajo, en La Punta'l Caballu, otra fortificación, más antigua, la que aparecía en la inspección de las defensas de 1574 por el comisario Fernando de Valdés mencionada como El Torrejón de los tiros:
"Poco se sabe de un castillete ubicado posiblemente al final del paseo de la Grúa. En un artículo publicado en el periódico local «Somos» el 25 de noviembre de 1956, Uría-Aza nos dice que el castillo «estaba ubicado en lo que actualmente es La Grúa, y en un plano un poco superior que desmontaron para hacer la actual rasante. El lugar que ahora denominamos la Grúa, por haber dejado en ella sus constructores una máquina de este tipo, se llamó durante siglos la Punta del Castillo, el cual tenía su acceso por un camino ladeando la montaña y a pocos metros sobre el agua»"
Hubo además una cetárea, llamada precisamente La Cetárea, que veremos cuando bajemos de la ermita al Paseo de la Grúa, la cual fue utilizada como cárcel en la Guerra Civil. Queda únicamente el criadero en la misma punta del cabo, pues el edificio fue demolido. Pasada la contienda se criaban langostas procedentes de Canadá vía aérea, llegando a producirse hasta 2.000 kilos, hasta que, en 1977 una galerna o temporal marítimo destruyó las instalaciones, no volviendo a levantar cabeza
Vamos apreciando mucho mejor toda la forma y longitud de la concha riosellana y toda su extensión de construcciones ante el arenal bajo Ardines y Sebreñu, donde hay camping, y en uno de sus altozanos, La Torre, es posible hubiese habido otro torreón defensivo, este sobre la playa
Al final de la playa apareció, durante las dos últimas décadas del siglo XX, el fenómeno de los adosados y otros estilos constructivo-urbanísticos similares, que se extienden desde ese extremo hacia el oeste, siguiendo el valle del Ríu San Pedru
A la Urbanización Astursella le siguieron otras. A la izquierda la de El Pedral y más al fondo, en la zona de Los Porqueros, algunos bloques de pisos, como los de la Urbanización Ría del Sella, que fue noticia al quebrar su promotora y nueve años después ponerlos a la venta el banco malo
El 7-4-2017 Juan García publica un artículo para El Comercio sobre este tema de la venta de los pisos, en el que recoge la historia de la urbanización:
"La historia de Los Porqueros se remonta al año 2002, cuando el Ayuntamiento de Ribadesella firmó un convenio urbanístico con la entidad mercantil Rústicas del Sella S.L. para el desarrollo de trece hectáreas de monte situadas entre la capital del concejo y el núcleo rural de San Pedro. Esa zona fue recalificada para más de 300 pisos. A cambio, la promotora se comprometió a construir la Ronda Oeste, un vial de conexión entre la carretera de San Pedro y la N-632. Aquel crecimiento nunca sospechó lo que se le venía encima, el estallido de la burbuja inmobiliaria' que, en 2008, se llevó por delante a la promotora de Los Porqueros."
Todo ese valle urbanizado es recorrido por el Camino una vez dejado ya atrás el Arenal de Santa Marina. Primero se sube a la aldea de San Pedru y después a Abéu para luego bajar a Vega y su también hermosa playa, icnitas incluidas...
A lo lejos, la Sierra del Fitu forma parte de la extensión más oriental del Sueve, tu topónimo, vinculado a hito, en el sentido de límite, junto con otros similares cercanos como Cofiñu, y diversos hallazgos arqueológicos en estelas romanas pero de individuos locales, definen para muchos historiadores la franja límite, al oeste del Sella, entre los cántabros salaenos y los astures luggones
Mirando al Sueve, a la playa y a la ría, no nos extraña que la marquesa hubiese elegido este lugar para establecer uno de sus palacios, el primero del arenal. Precisamente la fachada que mira a la playa es la que ha tenido más reformas en lo que es el edificio original, como veremos cuando pasemos por allí siguiendo camino
Si bien al topónimo Sueve se le ha querido ver un origen etimológico vinculado con los suevos, la historiografía y la filología de decantan más por un Iovi (Júpiter), divinidad romana que es el padre de los dioses y especialmente relacionado con el rayo, lo que casaría con las abundantes tormentas de las montañas, en las que la antigua deidad habría quedado transformada en un genio de las nubes, el nuberu asturiano, que se dice se sienta en la cumbre del Pienzu a otear los campos y ver dónde arrojar lluvias o granizo
Y aquí está la ya muy cercana Peñe Pagadín, otra importante referencia arqueológica pues a sus pies se encuentra otra de las importantes cavernas del entorno del Sella, la de Cova Rosa, gran abrigo de unos 25 metros de luz que da paso ala cueva propiamente dicha, ocupada durante el Paleolítico Superior, pues durante su excavación se encontraron niveles solutrenses, magdalenienses y azilienses. Además Cova Rosa un gran sumidero de aguas y está declarada Reserva Natural Parcial. Alberga una gran variedad faunística, varias especies de murciélagos y de insectos, uno descubierto aquí y que ha recibido el nombre de Notidocharis calabresi en honor a la localidad donde está la cueva, Calabrez, parroquia de Llinares
Y aquí tenemos el gran recodo del Sella en Santa Marina: si no fijamos veremos muy bien la calle Ricardo Cangas, muy recta a la izquierda del Gran Hotel del Sella. Al ser la que mantiene el trazado del antiguo camín real es por donde se ha señalizado el trayecto oficial del Camino Norte con sus pertinentes conchas y flechas amarillas
No obstante, y aunque no somos muy partidarios de desviarnos del camino oficial, que se supone es el histórico, hay casos en los que se puede recomendar pues no supone una gran variación y se gana en belleza paisajística: este el caso que nos ocupa, pues nosotros vamos a proponer seguir no por la calle Ricardo Cangas sino por el paseo marítimo, junto a la playa, el Paseo Agustín de Argüelles Marina
Antiguamente, los peregrinos y viajeros tuvieron una gran vista despejada del arenal, pues no había construcciones, ahora dicha calle pasa encajada entre casas y hoteles y nos quedaríamos sin disfrutar de las vistas del mar. Únicamente en aquellos casos que veamos uno de aquellos palacetes de época, todos con su historia, que jalonan la primera línea de playa nos detendremos, tomaremos una calle adyacente, y veremos sus otras fachadas, especialmente la de la calle Ricardo Cangas, que es la entrada principal
Es cierto que los antiguos peregrinos y viajeros en general no solían tener el mismo concepto de belleza del paisaje, y menos en las costas. Hasta ya avanzado el siglo XIX las playas eran consideradas mayormente parajes insalubres a las que iban a parar los detritus de las poblaciones. Empleadas únicamente por los pescadores, contrabandistas y corsarios para sus sorpresivos desembarcos, tenían incluso casi todas un cierto halo de peligrosidad
Tras las guerras y epidemias de las primeras décadas del siglo XIX, los avances médicos descubrieron los beneficios salutíferos de los baños de mar, también de los de sol, y los recomendaros a sus pacientes. Naturalmente eran los médicos más avanzados, normalmente de reyes y príncipes, que fueron los que los pusieron en boga pues empezaron a frecuentar playas y sus poblaciones, con gran despliegue de prensa ante aquella novedad de la realeza. Tras los reyes siguieron sus séquitos, la aristocracia, la burguesía industrial... y enseguida todas las clases populares
De ahí viene que hubiese sido la Marquesa de Argüelles, invitando seguidamente a Alfonso XIII, la que inauguró las construcciones playeras de recreo en este sable y no sólo eso, el primer hotel, el del Hospitalillo, siguiendo seguidamente su ejemplo otros potentados
Aquellas quintas primeras se extendieron rápidamente por toda la playa, casi hasta el final. Una de las últimas es la de Villa San Pedro, construida en 1917, buena de reconocer en la distancia por su finca arbolada. Era de Emma Tiedemann, construida por su yerno el arquitecto Miguel García Lomas, pasando luego a ser propiedad de Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, que la compró y de ahí su nombre
Luego ya llegarían otras quintas más pequeñas, chalets, palacetes, y al final los adosados. Así, en menos de un siglo, Santa Marina se llenó de construcciones, tanto que incluso creció hasta bastante más allá de acabada la playa, si bien en su mayoría son segundas residencias, viviendas vacacionales, hoteles, apartamentos, etc.
Más allá, en Abéu, nos puede llamar la atención una gran finca en lo alto del monte, es la del Palacio de Argüelles, que se piedra a piedra trajo de su emplazamiento original en Caravia. Encontraremos muchos palacios de Argüelles en Asturias dado que es un apellido extendidísimo
Subiendo desde San Pedru por La Venta del Manso, el Camino pasará bajo las casas de la izquierda, El Cantarillón, para seguidamente bajar a Vega
A la izquierda del Camino, separada del él pero muy cercano, está el albergue público de San Esteban (de Leces o Lleces, el antiguo territorio Letuas, al oeste del Sella), pionero del Camino Norte, en las antiguas escuelas, junto a la N-632, que no podemos ver bien desde aquí, semioculto por unos árboles, pero sí al lado la iglesia parroquial, cuyo ábside románico mira a Ribadesella/Ribeseya.
La iglesia fue destruida en la guerra civil y el ábside, o al menos algunos de sus elementos, como la ventana y los canecillos del tejado son románicos. Hablaremos de ellos cuando pasemos por allí en la correspondiente entrada de blog, así como de la Torre de Leces o de los Ruíz de Junco, a su izquierda al otro lado de la carretera
El diseño del Barrio Residencial del Arenal fue luego diseñado por el arquitecto Darío de Regoyos Molenillo, padre del pintor y también autor del proyecto del ensanche de la población hacia el nuevo puerto. El que luego con el desarrollismo desatado tras la larga posguerra se hubiesen seguido pautas racionales de crecimiento ya es otra cosa, pero se estimaba la creación, como en otras villas costeras asturianas y de interior, de lo que se llamaba una ciudad-jardín
"Agradable es en verdad que Ribadesella nos ofrece... A la derecha el mar; un poco más al frente las dos montañas que ciñen la entrada del puerto; a la izquierda la cuenca del río Sella, que con sus empinadas laderas y copiosa arboleda le presta su nombre; y casi a nuestros pies la población de agradable aspecto"
A escasos metros ya del campo de la ermita de la Virgen de La Guía, nos encontramos con esta fila de casas en torno al cruce citado con el camino que sube del paseo
"Llegamos a comer a Ribadesella (...) se pasa el canal de la dársena en barco. Hay al pie de la gran cuesta un estero que entra en el hueco de dos collados; se pasa por un puente en el que se unen sus brazos; por el costado entra el río Sella, que desemboca en la dársena. Ésta comunica con la mar por la parte opuesta (...)"
"En 1789 los ministerios de Marina de Avilés y Ribadesella se funden en uno, cuya capital muy convenientemente se ubicará en Gijón, lo que finalmente beneficiará las inversiones en ese puerto en detrimento del riosellano. No obstante, y a pesar de los ya endémicos impedimentos, la construcción del puerto seguiría su lento caminar hasta su terminación, pues las actividades pesqueras y el abundante movimiento de navíos exigían las inversiones"
"Algunos autores, entre ellos Adolfo Schulten, apoyándose en los confusos textos de Mela y Estrabón, afirman que la frontera de los cántabros con los astures era el Salín, Saelia o Sella. Ello supone la existencia de un núcleo urbano, muy anterior a los romanos, situado en la desembocadura del Sella. De la dominación romana existen noticias patentes en el municipio. En primer lugar, varios "castros" repartidos por el concejo podrían ser de esa época; además, bajo Torres, aparecieron ladrillos y piedras con vestigios de los invasores imperiales. Asimismo, numerosos hallazgos de restos de construcciones de las partes altas de la villa, particularmente en La Cuesta, invitan a corroborar la tesis de una posible infiltración romana en el municipio; parece tratarse de vestigios de torres de vigilancia, que también se levantaron en el monte Corbero, en otro tiempo una isla, pues penetraba un brazo de mar que hoy se utiliza para el mercado de ganados y concha de La Atalaya"
"... la puebla se estableció en un paraje llano de la rasa costera, al pie del monte Corberu y del cerro de La Cuesta, articulándose su caserío en torno a dos calles axiales, perpendiculares entre sí (calle Oscura y La Marina) que aún se apreciaban en el plano que Francisco Coello elaboró a mediados del siglo XIX. Puebla abierta, circunstancia compartida con otras villas asturianas -caso de Tineo, Cangas o Luarca-, su primitivo templo de Santa María del Puerto, advocación evocadora del antiguo enclave, asimiló parte de la feligresía de la parroquia de San Martín de Collera"
Con el ensanche de 1855 las nuevas calles de la Gran Vía, Comercio y esta de los Marqueses de Argüelles trasladarían a ellas ese gran eje poblacional. Pocas edificaciones relativamente se construyeron en La Cuesta, al menos hasta el siglo XX solamente alguna casa aislada. Ahora ya vemos alguna más, en la zona de El Fuerte hacia La Estación principalmente, siguiendo la antigua carretera de Llanes, luego N-634 y ahora AS-379 o carretera de La Estación
"El verano llena de bullicio la tranquila vida cotidiana de Ribadesella. El largo puente puente que salva la desembocadura del río es la meta, cada primer sábado de agosto, de piragüistas venidos de todo el mundo para competir en una fiesta deportiva y popular, Les Piragües, que congrega a miles de asturianos hasta el amanecer del día siguiente. También es un buen lugar para presenciar la pintoresca procesión de Santa Marina, integrada por las engalanadas lanchas de los pescadores y presidida por la imagen de la patrona."
Es el cruce con el acceso rodado a estas casas desde el Paseo de la Grúa, otro magnífico mirador sobre la ría. Sigue diciendo en su libro Luis Antonio Alías:
"Crecida en la desembocadura del Sella, allí donde mar y río se funden para formar una ancha ría que cruza y divide la villa, En la orilla derecha del estuario, el histórico barrio de pescadores, llenos de hermosas casonas delos siglos XVII, XVIII y XIX, recuerda la activa vida comercial del puerto. En él atracaban naves venidas de Portugal, Francia, Inglaterra, Irlanda y otros países cargadas con madera, maíz, sal, tejidos...; y partían llevando carbón, espato flúor, plomo ,manzanas, avellanas... También hubo una importante actividad de salazones y conserveras; pero hoy no deja de disminuir el número de pesqueros y aumentar el de veleros y yates"
Aquel siglo XVIII había sido de esperanza y de transición en la actividad portuaria, por un lado se arrastraba la crisis de las extinguidas ballenas per por el otro, y con el tesón del Gremio de Mareantes, se daban pasos para su transformación en el gran puerto de Asturias, cosa que al final no se consiguió. Llegó en sus buenos tiempos a haber 17 buques balleneros, 70 lanchas de altura y más de 150 bateles en sus pesquerías
Las pesquerías de la villa y las de los pueblos ribereños estaban en conflicto por la pesca fluvial con los pueblos ribereños situados más al sur, los derechos sobre los cotos salmoneros o el empleo de artes prohibidas por parte de los pescadores de río de las aldeas eran su principal origen
Para conservar los productos de aquella ingente actividad pesquera fluvial y marítima, incluyendo la ballenera, hacía falta abundante sal. En la primera mención al Portus en 1052 se hace referencia a un lugar llamado Sales, que sin duda se trataría de una salina ubicada en alguna de estas marismas. De ser así se abandonó, pues Ribadesella/Ribeseya se convirtió en puerto salinero por excelencia de importación y reexportación del preciado producto, consiguiendo la concesión del alfolí de sal, término que en principio se refiere a su almacén y que por extensión abarcó al derecho a su comercio y trasiego, algo que muy pocas villas conseguían
Aquel alfolí sería el fundamento de una importante industria de salazones que sería posteriormente la antecesora de las conserveras, que fueron muy numerosas, si bien no todas coincidieron en el tiempo a la vez, algunas incluso solamente trabajaban durante las costeras. Las más importantes fueron las de Albo, Scola, Sergio González Fernández y Segundo González
La fábrica de Sergio González Fernández abrió en 1932 en esta misma calle de los Marqueses de Argüelles, en el mismo puerto, la de Albo ya la vimos en los terrenos ganados enfrente de El Portiellu hacia El Cobayu; la de Segundo González entre esta misma calle y la paralela por detrás, la del Comercio, desde 1940; la de Scola empezó en 1924 en El Cobayu y luego la subió El Portiellu de arriba, cerca de La Estación (hablamos de ella en en el artículo dedicado a la entrada del Camino en la población). De estas conserveras la última en cerrar fue la de Segundo González, en 1975. Las otras lo habían hecho en 1969
Dada la anchura de la calle y el paseo, hay abundante espacio de aparcamientos en el mismo puerto, pero se queda escaso todos los veranos, al menos con buen tiempo y máxime en fines de semana. Ahora vemos en La Ribera las escasas lanchas de la flota pesquera actual, al lado de la rula de la Cofradía de Pescadores Virgen de La Guía
La rula o lonja de pescadores se construyó en 1933 a la vez que se rellenaron esos terrenos de La Ribera. Nuestra idea es pasar enfrente de ella camino del Puente del Sella tras regresar a retomar el Camino desde el Paseo de la Grúa, al que bajaremos desde La Guía
Vemos la zona del antiguo barrio de L'Aguda, de pescadores y del antiguo Ayuntamiento. También de la capilla de Santa Ana, oculta por los edificios de la izquierda. De Santa Ana y de las Ánimas, según plasman documentos antiguos del Gremio de Mareantes, que organizaba sus cultos
Empezamos pues a subir entre las últimas casas de la cuesta de ermita, a veces llamadas en algunos textos las Casas colgantes de La Guía
Algunas, sino todas, denotan ser de alquiler vacacional, apartamentos o segundas residencias. ¡Qué maravilla de paisaje pueden otear desde aquí!
A la izquierda, otras dos en un rellano-terraza sobre el acantilado, con sus jardines
A la altura de la última casa más bellas estampas de Santa Marina y el Sella, El río que nace en Jonseya, municipio leonés de Oseja de Sajambre, y recorre buena parte del oriente de Asturias a lo largo de sus 73 kilómetros por los concejos asturianos de Ponga, Amieva, Cangas de Onís/Cangues d'Onís, Parres y Ribadesella/Ribeseya, formando una gran cuenca fluvial con numerosísimos afluentes
De ellos dos son muy importantes y ya los hemos recitado: el Piloña, ruta al centro de Asturias por el interior, y el Güeña, ruta al oriente y las entrañas y puertos de los Picos de Europa, rutas de peregrinaciones a Covadonga y Santo Toribio de Liébana
Abajo a la izquierda de la foto, de nuevo el arranque de la calle Ricardo Cangas, donde por el verano se instala uno de los chiringuitos de playa de Santa Marina
Otra estampa del Gran Hotel El Sella, con el antiguo Chalet de la Marquesa, su fachada playera reformada y su edificio anexo...
Vamos viendo ya el final de la cuesta, no muy larga ni especialmente dura pero que constituye el último esfuerzo para ganar este repecho antes de llegar a la ermita
"El 7 de febrero de 1906 se comunica a la Corporación riosellana que los estudios han costado 40.839 ptas., de las que ya se habían pagado 16.000 a los tres ingenieros redactores. De esas 16.000 le reclaman a esta villa 759 ptas., pero la Corporación observa que los ingenieros no habían cumplido el plazo de entrega. No habían cumplido el plazo original de mayo de 1904, ni las prórrogas de julio y noviembre de 1904, ni la última, de enero de 1905, pues en realidad habían entregado el proyecto en diciembre de 1905, alegando que no habían podido cumplir a tiempo por las persistentes lluvias invernales, que habían dificultado los trabajos de campo. La Corporación de Ribadesella estima que los ingenieros deberían haber rebajado 12.000 ptas. “en concepto de multa”, por la cláusula penalizadora del contrato de 1.000 ptas. por cada mes de retraso. En consecuencia, el pleno acuerda no aprobar la liquidación hasta que se les explique por qué no se había tenido en cuenta esa circunstancia"
La cuesta se suaviza y ya tenemos enfrente el campo de la ermita, ahora tapada por este muro
A este lado de dicho muro, dos placas...
La de arriba está dedicada "A Don Eugenio Campandengui, con cariño, de los riosellanos", párroco que fue de esta villa, nacido en Pimiango (Ribadedeva) en 1937, fue un gran estudioso del argot gremial de los artesanos locales, de la que escribió el libro La mansolea. Una Jerga gremial de los zapateros de Pimiango, publicado en 2008, pero su labor, no sólo cultural, ya había comenzado tiempo atrás. Destinado en Parres en 1993, organizó la construcción de las carreteras de Arobes, Llerandi y Cibidiellu a la vez que era profesor en el Instituto de Arriondas/Les Arriondes
En 1970 fue nombrado párroco de la parroquia avilesina de San Juan de Ávila y sería también profesor en el Instituto Menéndez Pidal y luego en el Colegio San Fernando. Fue capellán del club de fútbol Real Avilés, de la Sociedad Atlética Avilesina, del Lar Galego, del Centro Asturiano de La Habana y de la Asociación de Sordos. Muy vinculado socialmente con el Asilo de Ancianos, se le conoció también como El Cura del Mus, presidente durante 13 años del Campeonato Avilesino de Mus. Luego de 23 años en Avilés y a petición propia, llegó a esta parroquia, donde continuó su ingente labor, además de espiritual, muy comprometida con el día a día de la población. En el ámbito cultural promovió la restauración de la iglesia (incluyendo el órgano y el reloj de la torre) y fomentó el valor de sus impresionantes murales pictóricos delos hermanos Uría Aza, así como las de las históricas capillas de Santa Ana y La Guía. Fue capellán del Ribadesella C.F y tras su fallecimiento, el 26-12-2008, con 71 años, se le galardonó a título póstumo con el Premio Ribadedeva 2009 por su "humanidad, compromiso y dedicación", inaugurándose seguidamente en Pimiango un busto de bronce en su honor y posteriormente, el 4 de abril de 2010, este en Ribadesella/Ribeseya
Y aquí llegamos por fin a lo alto de aquel cerro de La Guía que aparecí en algunos documentos antiguos, con la capilla, con gran pared almenada en su parte posterior, bien pintada de blanco, como es bastante común un muchos santuarios de las entradas a puerto, como secular orientación de los marineros para enfilar adecuadamente la entrada al muelle
A la izquierda, nuestra ya familiar panorámica del Arenal de Santa Marina, joya del Cantábrico
Un excelente doble mirador pues a ambos lados de este cabo o punta que como una cuña se adentra en el mar, separando al Sella durante unos metros más de su desembocadura, y protegiendo un estero que fue un excelente puerto natural desde la misma alborada de la humanidad
Ahora, viendo este gran brazo arenoso de Santa Marina, nos damos cuenta aún mejor de lo resguardado que estaba el antiguo puerto medieval, romano y prerromano, de las bravuras del mar, de ahí que Capín Rama, también en su Breve historia del puerto de Ribadesella, publica en La Nueva España lo siguiente:
"Pocas son las localidades españolas que pueden presumir de un puerto cuya actividad se remonta a varios milenios. El hecho de que hace catorce mil años se grabase un cetáceo en las paredes de la cueva de Tito Bustillo podría considerarse una prueba de la importancia que tenían ya entonces los recursos pesqueros para aquellos primeros habitantes de nuestro pueblo. A través de estas líneas trataremos de conocer los rasgos más destacados de la historia del puerto de Ribadesella.
Se sabe que dos mil años antes de Cristo existía ya comercio de metales a través de los ríos y las rías de Asturias. Las primeras referencias a la ría del Sella aparecen en textos romanos. Según el geógrafo griego Estrabón, al servicio de Roma, en el siglo I a. C. existían ya embarcaciones rústicas para cruzar el río y para la pesca. Asimismo, a partir del siglo I d. C. los romanos utilizaron la ría como atracadero para sus galeras, así como para la exportación de minerales y aprovisionamiento de tropas. Según el fallecido ilustre reverendo Raúl Arias del Valle, «el "portus" riosellano era un fondeadero natural magnífico y seguro, desde la Fonte del Cay hasta las mullidas rampas de La Piconera y Campos de Oba»
El ancla (que según la norma puede ser masculino o femenino, principalmente si empleamos el léxico de la mar) es el monumento de Homenaje a los pescadores fallecidos en la mar, memoria de los marineros, como los de aquel Gremio de Mareantes que fundó esta capilla donde se erigieron nuevas fortificaciones allá por el siglo XVI. Es fácil que anteriormente hubiese alguna atalaya de observación, avisando de la presencia de cetáceos para salir a su captura, e incluso de flotas hostiles. También de mujeres ansiosas por el regreso de sus maridos, hijos, padres, así como algún faro, en el sentido antiguo del término, alguna señal, de noche con fogatas, para dirigir a pescadores y navegantes
Por lo que sabemos, la capilla, en principio renacentista, fue totalmente reformada en el año 1892 y a esa reforma obedece esta gran pared almenada, hecha a partir del lugar en el que le falta el ábside donde estaría el primitivo altar, pues ese arco toral o triunfal cegado en ella lo delata. La causa fue un argayu o desprendimiento del borde acantilado que afectó a esa parte del santuario
El arco presenta estructura gotizante de arco de medio punto y a los lados puede verse el arranque de los nervios de la bóveda de crucería desaparecida
Mirando ahora atrás, descubrimos toda la cima del Monte Corberu, donde estaba aquella primera fortaleza, castreña o atalayera, hollada por las antenas de repetición. Los antiguos fuertes y castros prerromanos tuvieron emplazamientos reaprovechables durante siglos, hasta la Edad Media, pero con la llegada de la pólvora se hizo necesario reinterpretar la estrategia, haciendo nuevos baluartes para baterías de costa, como puede ser fácilmente este el caso
Y al otro lado otro promontorio, Arvidel, este cerrando por el este la playa y pedral de L'Atalaya que también visitábamos separándonos ligeramente del Camino oficial. Más en la distancia Socampu y el Picu Mediudía, la parte más oriental de la Sierra la Cueva Negra, la de la leyenda de la Corona de Estrellas, la de la Virgen atravesando las montañas camino de Covadonga desde Cuevas del Mar
"El día grande de las celebraciones en honor a la Virgen de Guía que comenzó por la mañana con la celebración de una misa solemne en la iglesia de Santa María Magdalena tuvo su punto culminante por la tarde con la procesión marítima. La Virgen recorrió el trayecto que separa la iglesia de Santa María Magdalena del puerto arropada por los integrantes de la Banda Gaitas de Ribeseya, casi una veintena de niños vestidos para la ocasión con indumentaria marinera y cientos de personas. La imagen portada a hombros por Juan Martino, Pablo Peñil, Santiago Rosete, Juan Gutiérrez, Juan Luis González y Eduardo Gutiérrez llegó al puerto entre el sonido de sirena de la rula y la explosión de voladores. Allí la imagen de la Virgen de Guía fue recibida por el patrón de la embarcación «Azkena», Emilio Peñil, encargado de llevarla en procesión por las aguas riosellanas"
"El cañón, aunque de una sola pieza, se presenta en su exterior como un conjunto de tres conos truncados unidos por sus bases que se llaman cuerpos del cañón."La figura representa un cañón, cuyas partes se nombran del modo siguiente: AB o CD culata del cañón, es la parte de la pieza opuesta a su boca, comprendida entre el plano DE que pasa por la extremidad del hueco interior, y el plano CA que se concibe tangente al fin del cañón. La parte de la culata AF o bien CG, que es a modo de una bala, se llama cascabel; FH o bien GI cuello del cascabel; y JB o bien KD refuerzo o espesor de metales que se da a la pieza desde el fondo del hueco interior. JL o KM longitud del cañón, bajo cuyo nombre se entiende regularmente la extensión de la pieza comprendida entre el plano ML rasante a la boca y el plano KJ que pasa por el fin del refuerzo BJ. Esta longitud se divide por lo general en tres partes, de las cuales NO o bien KY se nombran primer cuerpo, la segunda OP o bien YQ segundo cuerpo, y la tercera PR o QM tercer cuerpo o caña, y la parte de esta RS o MT que termina el cañón hacía la boca, se llama cuello o brocal.En el segundo cuerpo tienen colocados los cañones dos cilindros o conos truncados macizos llamados muñones “x, x”, y estos son los que descansando o pasando sobre otros dos ojos dispuestos en la cureña, que más tarde se hablará, le sirven de eje para su rotación y fácil manejo. Su situación debe ser tal, que apoyado sobre ellos el cañón quede casi en equilibrio, pero de forma que la parte de la culata exceda algo en peso a la de la boca, a fin de evitar el cabeceo o embique de esta con los tiros (...)WXRV es el hueco cilíndrico de la pieza llamado anima, el cual debe hallarse colocado en el medio de los metales, de forma que su eje BL sea coincidente con el cañón AL.ZW oído o fogón, es un taladro cilíndrico que se hace en la pieza en el primer cuerpo para comunicar el fuego a la carga; su situación es por lo general rasante al fondo del ánima, y su dirección perpendicular al eje, pero es más conveniente que tenga algún adelantamiento, y también se estima preferible en el concepto de muchos que tenga alguna oblicuidad hacia la culata, formando un ángulo agudo en esta parte."
Fuente: www.iconet.com vía Diccionario Visual Y esta otra imagen es del Diccionario Visual
En estos acantilados de La Punta Corberu se hallan pues al menos hundidos otros dos cañones, si los datos no mienten o fueron en alguna ocasión extraídos sin que ello quedase registrado
Más allá La Punta Borines, impresionante tobogán acantilado sobre los pedrales, un característico paisaje marino del nos hablan en Ribadesella.com:
"Los pedrales de Ribadesella son un conjunto de piedras de todos los tamaños unidas por un cemento invisible; un encaje de siglos que continúa su devenir hacia un futuro de arena lejano. Azotados por los vientos, los pedrales se cubren y descubren por el juego diario de las mareas. A veces se visten de colores claros y otras veces de la vestimenta agreste y turbia de las marejadas. Uno puede verlos paseando por la costa alta riosellana desde distintos promontorios privilegiados: la punta del Caballu, el monte Somos, Guía o la zona del Infierno (con área recreativa incluida). La cala del Portiellu, Vega, Abeu, Tereñes, la punta el Pozu, la Cetárea, Canales, Socampo, Borines, la Atalaya, Xico, Arbidel, Arra y Tomasón. Además, el lenguaje humano ha ido designando cada rincón, cada peña, cada regato…"
Vamos caminando ahora ante la fachada norte de la ermita, la que siempre suele estar a la umbría
Los mismos acantilados constituían evidentemente una formidable defensa natural para las fortificaciones que sobre ellos se dispusieron a lo largo de la historia...
Impresionantes paredes verticales de un vertiginoso precipicio. Más allá la mar se extiende hacia El Cachucho, la primera Reserva Marina Protegida de España, los llamados Picos de Europa del Mar, refugio de especies como el mítico kraken, el calamar gigante
Y también el Cantábrico guarda en sus profundos fondos pecios como el del Neretva, buque croata hundido en 1992 por un corrimiento de carga y transformado con el transcurrir del tiempo en un arrecife artificial que atrae a numerosos buceadores profesionales
Un murete de piedra y sobre él un pasamanos de madera nos separan del borde del abismo. Más allá está la famosa Punta Borines, inmortalizada en los cantares populares y en los versos de quien fuera cronista de esta villa y concejo, el gran Guillermo González
El caminín de Borines
prendido sobre la mar,
es una gaviota herida
que tenemos que cuidar:
mal haya con los argayos
que nos hacen tanto mal,
y nos privan de una fuente
un camino y un pedral.
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