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domingo, 4 de diciembre de 2022

SAN PEDRU LA LLAMA Y EL MONTE LA LLANA: SUBIENDO A ABÉU, SAN ESTEBAN Y DANDO VISTA A TEREÑES "ENTRE LIBROS Y LIEBRES, CASTROS, PECES Y DINOSAURIOS" (RIBADESELLA/RIBESEYA, ASTURIAS)


San Pedru la Llama y la subida a San Esteban por Abéu

Ya hemos dejado atrás los paisajes marítimos y urbanos de la villa de Ribadesella/Ribeseya a los que tantas entradas de blog hemos dedicado y, saliendo de Santa Marina y su arenal por las urbanizaciones de La Xuncalera y La Llosona, subimos a la aldea de San Pedru o San Pedru la Llama, cuyas casas de extienden a lo largo del Camino, aquí ahora carretera local, y por ladera sur de la parte más occidental del Monte Somos, que cierra por el oeste dicho arenal de Santa Marina, constituyendo un paso natural hacia otra de las grandes playas riosellanas, Vega, a la que llegaremos luego de subir por El Caneyón a Abéu, pudiendo bajar ya entonces directamente a esa playa, camino de Berbes y Caravia, o dirigirnos antes a la cabeza de esta parroquia, San Esteban, algunas de cuyas casas vemos arriba a la izquierda de la foto, pues allí está el albergue público de peregrinos, al lado de la iglesia y enfrente de la carretera N-632


Las casas se disponen a ambos lados del Camino. Estamos efectivamente pues en la parroquia riosellana de San Esteban o San Esteban de Leces/Lleces, pervivencia toponímica del antiguo territorio de Letuas, al oeste del Sella, gobernado por un potestas o representante regio hasta el siglo XIII, cuando tras la fundación de la puebla o población libre y aforada por la Corona de Santa María Magdalena del Puerto, luego llamada Riba de Sella, Ripa de Sella, Ribadesella, Ribeseya... esta pasó a ser el centro administrativo, político, económico, y social de este término sellero, que se uniría al de Melorda (Meluerda), al este del Sella, entre este río y el Mía o Aguamía, constituyéndose el antecedente del actual concejo

 
En San Pedru, la larga cuesta desde La Llosona y los Porqueros nos ofrece una tregua y el Camino llanea un poco entre las casas, haciendo calle, antes de acometer el fuerte repecho que nos aguarda en El Caneyón, a la derecha del monte que tenemos enfrente y llegar a Abéu, otro de los pueblos de esta parroquia de San Esteban


La aldea de San Pedru, como tantas de la zona costera oriental, eminentemente turística, puede decirse que ha pasado de ser rural a residencial. Los usos pecuarios tradicionales han dado paso a las casas vacacionales, segundas viviendas y alojamientos para veraneantes que acuden a la llamada del paisaje y proximidad a las playas 


Bifurcación y de frente. San Pedru es citado documentalmente por primera vez en 1542, pero sin duda existiría desde tiempo atrás, ya que fue una parroquia independiente, con todas las implicaciones no sólo religiosas, sino también sociales, identitarias y organizativas, de pertenencia a nivel vecinal y administrativo que estas entidades parroquial tienen en Asturias, hasta que se integró en la de San Esteban con la reorganización eclesiástica de 1892 o, según otras fuentes, ya en 1880


A pesar de la constitución en la baja Edad Media de una puebla libre de las apetencias señoriales, esta situación, en la práctica, duró poco, la debilidad de los reyes castellanos hizo que pronto los sucesores del fundador, Alfonso X El Sabio, la otorgasen en recompensa a gravosas fidelidades a los grandes señores feudales, en concreto a Rodrigo Álvarez de las Asturias, cuyo ahijado y heredero, Enrique de Trastámara, pronto la implicará, como a todos sus dominios, en sus disputas al trono a partir de 1352, comenzando así un periodo, de casi siglo y medio, en los que los titulares de estas posesiones, condes de Noreña, acostumbrarían a revelarse contra sus parientes desde ellos: las endémicas guerras trastamaristas 


Después de ellos, desposeídos, parecían villa y concejo recuperar sus libertades como territorio realengo directamente dependiente de la Corona, que por entonces era como decir el Estado. Pero la alegría duró poco, llegaron los Quiñones, linaje leonés que iba ganando terreno en Asturias por disposiciones reales. No tardaron demasiado en ser despojados de los mismos pero los pleitos que plantearon para recuperarlos, aunque infructuosamente, ocuparon buena parte de la centuria del 1500, fecha extraordinariamente tardía, pues se suponía había quedado atrás el feudalismo medieval


Pero aquellos grandes señores, Trastámaras, Noreñas y Quiñones, iban a ser sustituidos en el control de la villa y concejo por la pequeña nobleza local, originariamente rural pero pronto asentada también en la villa capital, donde se tomaban las decisiones concejiles, cuyos cargos llegaron a acaparar. Aquí en concreto ejercerían notable influencia los Junco, y sobre todo los Ruiz de Junco, cuya blasonada torre, transformada en casona, se halla al lado mismo de la iglesia y podremos verla si pernoctamos en el albergue de San Esteban


Bifurcación: seguimos por la carretera local, a la derecha, que empieza a hacer curva en una pequeña bajada. De los Ruiz de Junco sabemos que uno de sus más destacados miembros fue Gonzalo Ruiz de Junco, de la citada Torre de San Esteban de Lleces, casado con María González de Oviedo, mayordomo de los Reyes Católicos y, antes que ellos, de Enrique IV


Y un Junco, Benito Álvarez y Junco, nació aquí, en San Pedru la Llama, en 1831, fue emigrante a Cuba, estableciéndose en Viñales, provincia de Pinar del Río haciendo fortuna con propiedades agrícolas y comercio de tabaco, según leemos en su genealogía, haciendo también carrera en la milicia durante los convulsos años que precedieron a la independencia de la isla:

"Alférez del Segundo Escuadrón del Regimiento de Caballería de Voluntarios de Pinar del Río; en esa ciudad, el 29 de abril de 1871 el Coronel Primer Jefe D. José Vélez Caviedes lo propuso para el cargo de Teniente del mismo escuadrón, lo cual aprobó el Capitán General de la Isla en la Habana el 8 de mayo de ese año, según correspondencia del General Sub-Inspector de Voluntarios D. Rafael Clavijo fechada en la capital al día siguiente, dirigida al Brigadier Comandante General de Vuelta Abajo, cuyos documentos reposan en su expediente en el Archivo General Militar, en Segovia (España); Primer Teniente de Alcalde de Viñales y Vocal de su Junta de Beneficencia en 1884. Casó con Da. Felicia Miranda y Puentes, natural de San Cayetano (Viñales), hija de Cecilio y de Rita."


Al dar vuelta en la curva ya vemos, en lo alto, el pueblo de Abéu, en concreto uno de sus barrios, El Cuetu, afamado por sus jardines particulares, uno de ellos premiado en 2014 en el renombrado concurso de floricultura organizado por la Sociedad Cultural y Deportiva de Ribadesella en colaboración con el Ayuntamiento



En 2914b Abéu fue noticia por emprenderse por iniciativa vecinal un proceso de recuperación toponímica de sus barrios, caminos y lugares, algunos de los cuales estaban olvidándose en la memoria popular. El periodista Juan García lo explicaba así en Abéu oficializa sus topónimos, artículo publicado en El Comercio el 22 de octubre de ese año:
"El riosellano pueblo de Abéu ha decidido recuperar sus topónimos. A través de una labor impulsada por su alcalde de barrio, José María González Varas 'Chichi', los vecinos de esta localidad han conseguido reunir más de una veintena de topónimos que quedarán oficializados para que nunca jamás se pierdan y para que esos nombres perduren en el tiempo a beneficio de futuras generaciones. «Cada vez somos menos los que conocemos estos nombres, así que creemos que esta es la mejor forma de evitar su olvido y desaparición definitiva», explicó. En total se han inventariado los nombres de tres barrios (La Viña, La Almadera y La Quintana) y 24 caminos.

En esta última lista están La Cuestona, El Canelón, El Camín Real, El Camín de la Espinera, El Cantarillón, El Canillín de La Rocina, La Canella El Pindal, La Canellona, El Camín del Puriel, El Camín de San Juan, El Camín de la Dehesa, El Camín de La Campellina, el Camín de la Estrada, El Camín del Rondán, El Camín de la Viña, La Cuesta la Rocina, El Camín de la Rotella, El Camín del Pueblo, Camín de Cortines, Caminín de del Mansu, Camín de Casa Sara, Camín del Valle y el camino del Cuetu.

La relación de topónimos se presentó ante el Ayuntamiento de Ribadesella para que quede incluida en la toponimia local de forma oficial."

En cuanto a San Pedru es obligado decir que aquí fundó en 2016 Ana Roza Iglesias la Editorial Delallama, la primera editorial riosellana, especializada principalmente en temas asturianos, entre los que nos apetece mencionar los de las rutas y recomendaciones gastronómicas de Les Fartures y Les Farturrutes, de nuestro amigo David Castañón, que pueden ser útiles también para el peregrino que desee adentrarse en los sabrosos caminos de la buena cocina caminera asturiana, pues de su obra y de su blog extraemos a veces suculentas informaciones para el sufrido caminante que se adentra por los caminos xacobeos del Norte. 


La editorial está presente en ferias monográficas, como la de Barcelona, y el citado corresponsal de El Comercio, Juan García, le dedica el 2-4-2017 este artículo con motivo de unas jornadas celebradas en la Villa del Sella, en las que participaba Ana Roza:
"La última jornada networking celebrada en Ribadesella bajo el auspicio del Ayuntamiento y la Asociación Cotalento sirvió para conocer el proyecto desarrollado por Ana Roza Iglesias, la primera editorial creada en el concejo. Se trata de Delallama Editorial, empresa ubicada en el núcleo rural de San Pedro donde la propietaria tiene ubicados sus orígenes paternos.

Para su iniciativa empresarial, Ana Roza adoptó el sobrenombre de la antigua parroquia de San Pedro La Llama. La puso en marcha en diciembre de 2016 y en menos de tres meses de vida ha conseguido sacar al mercado su primera publicación, el libro titulado 'Asturias: Mar y Montaña'. «Es un libro grande, de regalo, un libro fotográfico sobre Asturias, en edición bilingüe -español e inglés- con textos de Luís Díez Tejón y fotografías de Juanjo Arrojo, los dos asturianos», explicó la editora. Su portada está protagonizada por una instantánea nocturna de la villa y playa de Santa Marina, uno de los emblemas de Ribadesella.

Delallama Editorial quiere centrarse en la temática asturiana, abordando cuantos temas puedan interesar al público en general. Desde la gastronomía hasta el turismo, pasando por el senderismo o las rutas de montaña. «De hecho, el siguiente libro, que esperemos esté en las librerías antes de Semana Santa, está escrito por Javier Chao y dedicado a las rutas de senderismo por Asturias», añadió. El tercero podría estar centrado en la gastronomía.

A pesar de lo arriesgado de su aventura empresarial, Ana Roza cree firmemente en su proyecto porque el papel, según recalca, «ni está muerto ni enterrado, porque este tipo de libros fotográficos tienen salida, tienen público y seguro que van a seguir existiendo». De todas formas tampoco cierra las puertas de su editorial a la publicación digital, bien como apoyo a sus grandes libros fotográficos o de cara a la edición de futuros trabajos narrativos de ficción que quiere publicar."

Otra bifurcación en la curva, por aquí también se puede bajar a la iglesia, nosotros, salvo que deseemos visitarla y conocer un poco su antiguo campo de romerías, en pleno valle, seguimos por la carretera, pues además la veremos enseguida desde aquí


Y esta es Casa Espe, dedicada al turismo rural, justo donde arranca el citado camino a la antigua parroquial


Naranjos y limoneros, higueras y otros frutales abundan alrededor de algunas casas, como estas a nuestra derecha, sobre el Camino, las cuales mantienen en buena medida su traza constructiva eminentemente rural


El pueblo se dispone en la ladera, una antigua reivindicación vecinal era la puesta en marcha de una senda peatonal que arrancase en La Llosona, al lado de Los Porqueros y, siguiendo la carretera, llegase hasta aquí y luego se prolongase a Abéu. En parte se ha hecho realidad, pues por ella hemos venido hasta la entrada misma del pueblo. Otra corresponsal, Patricia Martínez, daba así la noticia el 24-4-2013 para la Nueva España, titulándola San Pedro quiere proteger al peatón:
"Entre la villa riosellana y la cercana población de San Pedro transitan muchos peatones a lo largo del año, tanto peregrinos del Camino de Santiago como otro tipo de paseantes. Por eso el alcalde pedáneo de la localidad, Alfredo González Villarías, pide una senda peatonal desde el camping Los Sauces hasta la vecina San Esteban de Leces, pasando por San Pedro.

La carretera que cruza el pueblo forma parte del itinerario cultural -es uno de los pocos tramos que está sin peatonalizar- y González aclara que hablan de senda, «arcén o algo que proteja al peatón», pues el vial sólo está acondicionado para el tráfico rodado. «Sería un bonito paseo», añade con independencia de su principal argumento, preservar la seguridad de los viandantes. Los vecinos formularon la petición en el anterior mandato, cuando se estaba terminando la senda de Tereñes, y tras hacer un presupuesto les dijeron que, en aquel momento, no era viable económicamente."

Pasamos junto al quitamiedos. El itinerario peatonal se hizo realidad en 2017 dentro del programa de contratación Ribadesella Emplea, ampliado al año siguiente. De nuevo recabamos información de Juan García para El Comercio, el 7-6-2018:
"El primero de los tramos de la senda peatonal a San Pedro, en Ribadesella, ya está operativo. Los trabajos, iniciados en 2017, fueron concluidos esta misma semana tras la puesta en marcha de un nuevo Plan de Empleo Local. El nuevo camino discurre paralelo a la carretera, en su margen izquierda, uniendo la glorieta del dinosaurio con el núcleo rural. Se da cumplimiento así a una reivindicación vecinal y con un resultado «formidable», según manifestó el teniente de alcalde, Pablo García. De hecho, los vecinos están preparando un acto inaugural para dar la bienvenida a una senda muy esperada que les dará servicio no solo a ellos, sino también a los cientos de peregrinos que cada año transitan por allí.

Además, según adelantó Pablo García, el Ayuntamiento de Ribadesella está tramitando darle continuidad a esta senda hasta la localidad de Abéu, «hasta donde se nos permite, porque más allá nos resultaría muy complicado». De momento, se ha solicitado autorización a la Confederación Hidrográfica del Cantábrico y a la Consejería de Cultura del Principado de Asturias para poder llevarla a cabo y ampliarla. La futura senda cruza un arroyo y forma parte del Camino de Santiago."

La población permanente en San Pedru ronda los 50 habitantes pero se duplica en verano con la llegada de los turistas. Como ya hemos dicho buena parte de las casas han sido restauradas y rehabilitadas con este fin, pero también se han construido otras nuevas. En los padrones suelen sin embargo rondar los 500, pues incluye a los de las urbanizaciones situadas al oeste de Santa Marina, que ya pertenecen territorialmente al pueblo, integrado, recordamos, en esta parroquia de San Esteban. Nos lo cuenta también en su artículo Patricia Martínez:
"San Pedro de la Llama tiene una población de unas 50 personas que residen todo el año, una cifra que se duplica en el verano gracias, en parte, a la decena aproximada de viviendas que se han construido en la última década. 
En la época de bonanza, la zona se vio contagiada por la expansión que experimentó el cercano barrio de Los Porqueros y la localidad continúa teniendo terreno urbanizable. No en vano, si la crisis inmobiliaria no hubiera estallado, las construcciones hubieran cubierto el tramo que quieren recorrer con la senda, hasta llegar al pueblo." 
Martínez informa que por entonces la media de edad era de 60 años y solamente dos niños vivían aquí en invierno


Uno de los elementos vecinales recuperados es el antiguo Llavaderu San Pedru, antiguo lavadero público que nos encontramos ahora a la derecha, en desuso desde que por fortuna hace ya años se dispone de agua corriente en las viviendas pero que constituye un legado del patrimonio histórico y etnográfico de San Pedro, arraigado en la memoria popular, pues aquí se reunían las mujeres, para lavar, y se comentaban a viva voz todos los acontecimientos ocurridos en el pueblo y alrededores, siendo un verdadero "periódico local hablado", como se suele decir, tal como leemos en el artículo dedicada a las Rutas del Agua en la página de Alojamientos rurales y turismo de aventura de Ribadesella (ARITUR):
"Estos elementos etnográficos y arquitectónicos son una excusa perfecta para conocer las aldeas, parajes y rincones más especiales de Ribadesella. Algunas se sitúan en espacios especialmente bellos. Bien por el propio entorno, bien porque la propia fuente transforma el lugar en un sitio singular, casi mágico. 
Así, durante el recorrido pasaremos por puentes ancestrales, encontraremos iglesias recoletas, caminaremos por senderos hoy apenas transitados y otrora caminos fundamentales y descubriremos alguna de las aldeas más bellas del Concejo. 
Vestigios de un reciente pasado, nos hablan a través de la caliza que conforma su mampostería. El sonido del agua que fluye a través de sus canales nos susurra leyendas, el sonido del caer murmura alguna fábula. Y el estruendo de sus chorros transporta chismorreos del pasado. 
Hay que tener bien cuenta que estos lugares fueron principales en antaño. Cuando las casas no disponían de agua, en torno a estos hontanares, las gentes se reunían, hablaban, se hermanaban e incluso conspiraban. Y seguro fueron también puntos de encuentro de amores escondidos. 
Si no descubrís alguno de estos manantiales, prestad atención y agudizad el oído para escuchar el fluir del agua hasta encontrarlos. Dejaros llevar por la corriente, probad el agua de todas las fuentes y sentid la historia que transmiten."


Al lado del lavadero, cubierto con tejado a una agua, está el antiguo bebederu o abrevadero del ganado, y al lado la fuente, que toma sus aguas del manantial existente más arriba, en lo alto del monte, cerca del vecino pueblo de Tereñes, otro de los incluidos en las rutas del agua, dos recorridos por el concejo visitando estas construcciones, itinerarios de esta manera explicados en la mencionada página de ARITUR:
"El Ayuntamiento de Ribadesella puso en marcha la denominada  ‘Ruta del Agua‘, un itinerario turístico que recorre las principales fuentes y lavaderos distribuidos por el concejo.

Las fuentes y algunos lavaderos muestran carteles que explican detalles del elemento en cuestión. Datos sobre su fecha de construcción, composición y estructura, leyendas del imaginario astur u otras cuestiones son definidas en estos paneles. Incluso alguna de ellas exhiben fotos antiguas en blanco y negro del paradero en cuestión.

De momento se han restaurado o rehabilitado lavaderos, abrevaderos y fuentes para confeccionar dos Rutas por Ribadesella. Ambas se localizan en la parte occidental del Concejo  sus recorridos discurren en un 90% por carretera.

La primera con una longitud de 20.3 kilómetros comienza y termina en la Punta del Arenal en la Playa de Santa Marina. Recorre los núcleos de  Tereñes, Abéu, Vega, Berbes, Barrèu y San Pedru.

La segunda tiene un recorrido de 21.5 kilómetros. Parte del Hórreo situado al final del Puente de Ribadesella. Recorre las localidades de Sebreñu, Pando, Sardalla, Xuncu, Tezangos y Ardines.

Ambas rutas se pueden recorrer andando. Siendo recomendable, debido a su extensa longitud, y a que en su mayor parte (como anteriormente citamos) se realiza por carretera,  combinar la marcha a pie con el trayecto en coche.

En estas dos Rutas por Ribadesella, el sentido no está señalizado. Para hacernos una idea del recorrido podemos observar los dos mapas que están situados al comienzo de cada una de las rutas. Sí se encuentran señalizados “in situ”, como anteriormente hemos dicho, casi todas las fuentes, bebederos o lavaderos que pertenecen al recorrido."

La fuente sigue en funcionamiento, cuenta con un grifo y en su frontal se ha colocado una concha señalizadora del Camino de Santiago


Son usuarios de ella no pocos peregrinos, que apagan su sed aquí tras la cuesta que han dejado atrás y antes de la que nos aguarda, llenando también de paso sus cantimploras. 


Seguimos bajando mientras nos acercamos ya a las últimas casas del pueblo, antes de bajar al Ríu San Pedru, que pasa al pie del monte La Llana, cuya laderas este y norte están cubiertas de plantaciones de eucaliptos. Es un lugar muy importante y trascendental para la historia de estos parajes, pues en su cima o corona (esta libre de árboles), localizó en 2015 un castro el arqueólogo Eduardo Pérez-Fernández. Esta es parte de su descripción en Arqueoastur, titulado La Llana de Abéu, su muy excelente blog de Arqueología:
"El yacimiento se ubica en una colina amesetada de 106 metros de altitud y morfología amesetada como resultado de la erosión diferencial de conglomerados, areniscas y lutitas. El lugar, que actualmente se dedica preferentemente a pastizal por una explotación ganadera, pese a su escasa altitud se emplaza en un lugar dominante que destaca en el paisaje circundante, en la cabecera del Arroyo de San Pedro.
Su recinto es de muy grandes dimensiones, en torno a unos 220 x 130 metros con una superficie interna de 23.000 m² y presenta una superficie muy amplia y apta para el hábitat. Tras la consulta de una serie de ortofotos correspondientes a los años 70 realizadas en condiciones de luz rasante y los datos LIDAR que ofrece el CNIG se han podido reconocer una serie de elementos en la actualidad de difícil interpretación. 
Al recinto lo defendía un cinturón alomado que circundaba toda la colina a lo largo de sus más de 620 metros de perímetro, siendo más visible en su frente occidental y meridional, perdiéndose su recorrido en el resto de los flancos. Estaba complementado por un monumental aparato defensivo en el frente NW de la collada de acceso conformado por una serie de parapetos y fosos de gran tamaño que fueron completamente arrasados debido a la construcción de un depósito de agua, quedando de éstos solo una gran vaguada de 35 metros de ancho."

El que el Ríu San Pedru nazca precisamente al pie del antiguo castro podría llevarnos a elucubrar en una de las frecuentes cristianizaciones de ancestrales cultos a las aguas, con una iglesia reforzando esta característica, justo aquí abajo, en la misma vega, zona indudable que fue incluso navegable por pequeñas lanchas o saleas hasta épocas históricamente muy frecuentes, pues se sabe que acudían en ellas vecinos de otros pueblos, e incluso algunos de los primeros veraneantes de Santa Marina, a la romería que antaño se celebraba en este santuario conmemorando al santo patrón


La vega y el valle serían por lo tanto zona de marisma y barrio, lodazal, de ahí que se llame La Llama, palabra asturiana de esta significado y equivalente a  llamargallamuerga y similares, de ahí el topónimo de San Pedru la Llama. Dentro de este contexto, la existencia, también al lado del castro, de la iglesia parroquial de San Esteban, de origen medieval y con unos canecillos labrados con misteriosas figuras de peces coronados, puede estar vinculada a todo este contexto y entorno, no digamos ya del conocido enclave arqueológico de El Forniellu, sito poco más allá de dicha iglesia y cercano al albergue de peregrinos, donde se localizaron en 1926 dos interesantes estelas funerarias de época romana de las que hablaremos más cuando pasemos por sus inmediaciones, camino de Vega o del albergue


La actual capilla, que vemos poco más allá, a la derecha de la panera, rodeada de prado y pumarada (el antiguo campo de la romería), es del siglo XVIII, pero dada su trascendencia dando nombre al pueblo y al río es seguro sucede a otro templo más antiguo sito en ese lugar o en sus inmediaciones. No deja de ser tenido en cuenta que la advocación a San Pedro es una de las más repetidas en Asturias en torno a recintos castreños, como podemos comprobar en el apartado El culto cristiano en los emplazamientos de los castros de Asturias, del tomo 2, Asturias protohistórica, de la Historia de Asturias de Ayalga Ediciones, a cargo del gran especialista y pionero asturiano en este campo, José Manuel González y Fernández Valles


La ex-iglesia, ya capilla, por entonces, fue incendiada en la Guerra Civil y posteriormente reconstruida, aunque ha desaparecido el pórtico, del que sólo quedan algunos restos en los muros. Se sabe que la antigua romería fluvial en saleas desapareció en 1897, justo al construirse el primer puente metálico sobre la ría del Sella, a la que desemboca el Ríu San Pedru, y cerrarse el paso por el  mismo más allá del Puente'l Pilar, a donde aún siguieron llegando barcazas con producto para dos conserveras allí ubicadas, justo al pie de los primeros chalets señoriales de Santa Marina e incluso algo anteriores a estos


En nuestros días aquella animada romería de San Pedru desapareció, una misa y una reunión vecinal con picoteo son toda la celebración que aquí acontece en conmemoración al santo. En su campo, aunque no la vemos desde aquí, está otra de la fuentes de la Ruta del Agua, La Fuente San Pedru, de la que, volviendo a la página de ARITUR, leemos así:
"Sin duda la más bella de todo el recorrido. De grandes piedras labradas. Corona la fuente una gran piedra con muescas en su base y un grabado de lo que parece una cruz y números indescifrables. Algunas de las piedras utilizadas en su rehabilitación fueron recicladas del Palacio Plateresco del Palacio de Prieto Cutre, sede del Ayuntamiento de Ribadesella, después de ser igualmente rehabilitado."

El Ríu San Pedru, en verano, apenas llega a ser a veces un hilillo de agua, pero en invierno y primavera, con las lluvias, causa inundaciones en sus crecidas y se desborda. Es entonces cuando sí que podemos imaginarnos aquella romería de barquitas río arriba que sin duda sería diga de ver. En 2010, una canalización mal rematada en el casco urbano de Santa Marina llegó a afectar muy seriamente incluso a garajes, viviendas y jardines en la zona precisamente en la que, con el desarrollismo constructivo de los años 1960, se llegó mismamente a cubrirlo en su desembocadura en el Sella para poder construir encima discurriendo en este tramo subterráneo unos cuantos metros


Otro elemento, este ya mitológico, relacionado con el castro, es la leyenda de los pobladores moros que se asentaron en Abéu, llamándolo así a causa de las buenas panorámicas que se divisan desde sus alturas, que les hizo exclamar "¡Ah veo, ah veo!". Naturalmente nada hay de realidad en ello pero toda leyenda tiene un trasfondo real, no olvidemos que, en origen, en la tradición asturiana, gallega y de otros lugares, moros o mouros son "los antiguos", es decir, antiguos pobladores, "no cristianos" sin necesidad de ser musulmanes o norteafricanos, simplemente "paganos", de las misma forma que mouras moras son seres femeninos encantados que custodian ayalgas, chalgas o tesoros escondidos, por lo general en lugares de interés arqueológico


Dando vista a La Llana nos encontramos precisamente con un tesoro de la historia, una casona que por sus detalles artísticos y arquitectónicos es del siglo XVIII, la centuria en la que se habría edificado la iglesia, independientemente de una más que segura existencia de un templo anterior


Al pasar frente a ella vamos a fijarnos en la puerta, bellamente trabajada, un pequeño blasón destaca arriba, encajado a manera de clave en su dintel, presenta una iconografía muy interesante


Presenta arriba una celada, que es un elemento de claro significado, era un elemento bélico para protección de la cabeza que únicamente solían llevar los más pudientes, los caballeros, la nobleza, por lo que pasó a ser un símbolo distintivo en la heráldica de los linajes. Así lo leemos en la Wikipedia:
"La celada es la primera pieza de las armas y el ornamento principal de las armerías, así como la cabeza lo es del cuerpo humano, para cuya defensa fue instituida. La celada fue llamada con distintos nombres antiguamente por la diferencia de su forma sirviendo las unas a los de armas de a caballo y las otras a los de a pie y aunque según los tiempos y las invenciones de la guerra. Como mencionamos anteriormente, estas tuvieron diversa denominación y forma, no obstante cada uno traía el yelmo, casco, morrión o celada según la calidad de su nobleza, según los títulos y según los derechos que poseía.

Del uso de traer las celadas en la guerra para adorno y defensa de la cabeza con que se distinguían los caballeros por su nacimiento y calidad vino también el ponerlas sobre los escudos por timbre con las mismas diferencias que no era permitido a la gente ordinaria y común y por eso la celada es en el blasón la señal de verdadera nobleza y ninguno que no sea caballero puede ponerla sobre su escudo.

Antiguamente, había reglas ciertas y fijas en la forma de las celadas que se ponían sobre los escudos de los hidalgos, de los caballeros y de otros señores de gran condición pero por la ignorancia de algunos, como por la usurpación de otros, se relajó tanto esta regularidad que fue preciso dar otra forma en que no se padeciera tanta equivocación y por esto acostumbraron sobreponer en las celadas las coronas cual hoy se observa para cada uno de los títulos y dispusieron otras distinciones en aquellas para los que no tenían estos."

Presenta visera abierta y tres rejillas, en principio sería propio de antiguos hidalgos sin jurisdicción y de nobles de tres líneas paternas y maternas. Es totalmente seguro que responden a algún hidalgo o noble local de las líneas de aquellas estirpes rurales que tuvieron torres y casonas más o menos grandes e importantes, por doquier, en los pueblos y en las villas. Las plumas sobre el casco, la cimera, es una costumbre antigua, antiquísima, recibió este nombre por recordar las crestas de plumas que algunas aves poseen sobre las cabezas, la cima o corona. Plumas en la cabeza, como las de los indios, aparecen hasta en representaciones de guerreros prerromanos


Lo que es propiamente el escudo, entre hojas, está dividido en horizontal en dos campos, es por lo tanto de los llamados cortados. La parte de abajo está muy gastada y borrosa, pero la de arriba representa una escena de caza, costumbre que durante siglos estuvo relegada casi exclusivamente a la nobleza, existiendo severos castigos para quien osase cazar sin el pertinente y escrupuloso permiso en tierras ajenas y más si son de los señores, terratenientes, mayorazgos, etc.


Pero no es una caza cualquiera, es evidentemente un perro persiguiendo a una liebre. No parece un lobo ni un perro tipo galgo, sino algún tipo de perro propio de estos lugares. No somos expertos en zoología ni mucho menos en heráldica pero ni nos atrevemos a decir ni qué perro es ni qué representa que persiga a una liebre. Hasta el momento no hemos hallado explicación de esta magnífica representación en San Pedru la Llama, por lo que únicamente podríamos hacer, de nuevo elucubraciones. En ellas, y rebuscando en la heráldica de los hidalgos del concejo, los Prieto son lo más parecido que hemos hallado y su simbolismo se basa sencillamente en dos lobos,  no en un perro persiguiendo a una liebre o conejo. Buscando y rebuscando lo más aproximado que hallamos es en la mitología clásica la corta pero contundente Fábula del perro y la liebre de Esopo, muy corta y que se presenta como alegoría de la honestidad, la sinceridad, y la fidelidad a unos principios, unos magníficos valores de los que gustaría plasmar la nobleza en sus linajudas representaciones de las fachadas. Compartimos de tucuentofavorito.com:
"Cazó un perro en el monte una liebre y al rato la lamía el hocico, a ratos la mordía. Después de pasar un rato así, la liebre se cansó de su constante cambio de actitud y le dijo:

– ¿Quieres dejar ya de besarme y morderme? Necesito saber si eres amigo o enemigo.

Moraleja: «Sé siempre constante en tus principios»

Y basándonos puramente en la iconografía propiamente dicha, a base de indagar, encontramos, y sorprendentemente, el tema de los Canes Villatici, los perros guardianes y de caza de los romanos, algo de cuya historia encontramos en la página dedicada a la Villa romana de Carranque (Toledo):
"El perro ha acompañado desde tiempos inmemoriales al hombre durante la caza. En el arte Mesopotámico, Egipcio, Griego y Romano hay muestras de cómo los perros acompañaban a sus amos en las tareas cinegéticas y cotidianas.  Los griegos utilizaban a los perros para perseguir las presas y llevarlas hasta las redes donde las arrinconaban y los cazadores las apresaban.
“Afirma Jenofonte que todas las liebres que son atrapadas por los perros lo son a pesar de su constitución tísica y por azar. Si él hubiera conocido los perros de la Galia, me parece que es de estos perros de los que hubiese hablado en tales términos y hubiera dicho: todas las veces que los perros no cazan una liebre a la carrera es a pesar de su constitución física o por azar, ya que a estos perros, una liebre nunca se les escaparía a menos que el terreno ofrezca algún obstáculo, que un bosque oculte a su presa, que desaparezcan en un agujero o no protegiesen su fuga bordeando el fondo de un barranco. La ignorancia de esta casta de perros explica por qué Jenofonte, cuando habla de perros que persiguen a la liebre, describe el arte de empujarla hacia redes y trampas y, si las esquiva, seguir sus huellas hasta el momento en que, agotada por la fatiga, renuncie a huir. Jenofonte se contenta, en efecto, con exponer la caza tal como la practican los carios y los cretenses.” (Arriano)

 Los romanos denominaban a los perros de caza venatici y los dividían según la clase de cacería para la que estaban predestinados. Los sagaces eran los que se usaban para seguir los rastros de las presas (sabuesos). Entre ellos estaban los perros Umbros, Carios y Cretenses. Opiano describe un tipo de perro, el Agassaeus, de origen Británico, como de tamaño pequeño, pero fuerte y muy afamado por su capacidad olfativa para  encontrar  la presa siguiendo el rastro por el olor dejado en tierra y en el aire.

Y los pugnaces,  entre los cuales destacan los de Anatolia, Acarnania y los famosos Molosos, usados para atacar a las desdichadas presas, sobre todo, osos, jabalíes y fieras salvajes.

En este fragmento de la obra de Séneca, Hipólito hace recomendaciones a los cazadores sobre cómo dirigir a los perros de caza, mientras vemos las razas de perro que intervienen en la partida.
“Pero vosotros a los perros callados
Dejad las riendas flojas; retengan al ardiente
Moloso las correas y el luchador
De Creta tense las fuertes ataduras
Con su cuello gastado
Y al Espartano, un tipo de animal
Audaz y ansioso, ¡mucho cuidado!, átalo más corto;
Vendrá el momento en que con los ladridos
Resonarán los huecos de las rocas.
Ahora, sueltos con su sagaz olfato
Husmear la brisa, y con su hocico en tierra
Busquen las huellas, mientras la luz no es clave,
Mientras la tierra llena de rocío
Mantiene impresa la señal de los pies. (Séneca, Fedra, act. I)
 Los perros pastores, pastorales, se destinaban al cuidado y transporte de los ganados. Defendían el ganado de los depredadores que acechaban por los caminos, campos y bosques. Los villatici eran los perros destinados a la custodia de casas, villas  o talleres avisando si aparecían extraños. Según los escritores agrícolas el perro de guardar el ganado, en establo o en pastoreo, no debía ser tan ligero como los que perseguían  a los gamos o a los ciervos, ni tan pesado como los que guardaban  la casería y los graneros, pero lo suficiente para que pudieran pelear contra los lobos, y ligero para seguirlos cuando huían, hacerles  soltar la presa y devolverla."


Además de en la cultura clásica grecolatina, otras culturas contemporáneas a ella y tan determinantes en la configuración de Europa, bebieron de estas mismas tradiciones cinegéticas caninas. Seguimos aprendiendo de tan buena página:
"El perro Vertragus revolucionó la caza. Cazaba con la vista, en vez del olfato, y con él el cazador podía seguir la caza a caballo, en vez de correr a pie. Era tan rápido que se empleaba en la caza deportiva, deporte de origen Celta para perseguir a la liebre sin matarla.
“Entre los machos, los mejores son aquellos que, grandes y bien conformados, se parecen a las hembras por su flexibilidad, y entre las hembras, las mejores son aquellas que tienen el ardor y el cuerpo musculado de los machos"
"La perra es ciertamente más rápida y precoz que el macho, pero éste suele ser mejor para soportar la fatiga y corre en toda estación del año. Tiene más alto precio, porque las buenas perras abundan, mientras que no es fácil encontrar un buen perro. Es preciso considerar también que una perra conserva su rapidez hasta los cinco años y un perro puede conservaría hasta los diez. Hay que estimar como un gran tesoro un macho verdaderamente bueno y atribuir a la protección de los dioses el que un cazador dé con uno de estos.” (Arriano)
Marcial escribió un epigrama sobre una perra entrenada para la caza:
“Criada entre los entrenadores del anfiteatro, cazadora, intratable en el bosque, cariñosa en casa, me llamaba Lidia, fidelísima a mi dueño, Dextro, que no hubiera preferido tener la perra de Erígone, ni el de raza cretense que, siguiendo a Céfalo, llegó con él hasta la estrella de la diosa que trae la luz. No se me llevó una larga sucesión de días, ni la edad inútil, como fue el destino del perro de Duliquio. Me mató el fulminante colmillo de un jabalí con espumarajos tan grande como el tuyo, Calidón, o el tuyo, Erimanto,. Y no me quejo, aunque fui enviada prematuramente a las sombras infernales no pude morir con una muerte más noble.” (Epigramas, XI, 69)
Arriano, nacido a finales del siglo II en Nicomedia de Bitinia cuenta cuáles eran las características buscadas por los galos en sus perros de carrera y nos dice: 
“Los galos cazan sin utilizar lazos, y no solo para procurarse carne, sino también por el placer y la belleza misma de la caza. Poseen una raza de perros no menos hábiles que los carios o cretenses, para seguir una pista por el olfato, si bien su forma carece de gracia y es tosca… Estos perros se llaman “segusi” (o perros guía). No andan muy aprisa y son muy ardorosos en seguir una pista. Cuando encuentran el rastro, aúllan lastimeramente, en vez de ladrar.”

Al lado de la puerta, uno de esos numerosos azulejos blancos con letras azules, colocados entre 1859 y 1860 en muchas casas de nuestra geografía, "signo de la modernidad del país" según Real Orden de 31 de diciembre de 1858...
"... en la que se ordenaba que en el plazo de dos meses se reparara la numeración de las casas en las poblaciones que ya la tenían y se pusiera en aquellas que no la tuvieran. A esta orden siguió otra de 24 de febrero de 1860, en la que se establecía, además de la obligatoriedad de la numeración de las casas, la necesidad de tener una buena rotulación de las calles, barrios y pueblos. En cumplimiento de estas órdenes se colocaron los azulejos mencionados con los números de las casas y los nombres de calles, pueblos y parroquias, en los que se nombraba el concejo y el partido judicial al que pertenecían. Asimismo, en todos los edificios de uso público se colocaron también azulejos con el nombre del edificio (iglesia, escuela, etc.). Los rótulos de los pueblos y las parroquias se colocaban en la entrada de las poblaciones, incrustados en la fachada de la primera casa y mirando al camino.
La última real orden disponía todas las reglas que había que seguir para la colocación de los azulejos. Uno de los puntos decía: “Se procurará que en las capitales y poblaciones donde se conserve todavía el uso de algunos dialectos, se reduzcan todos los nombres de las calles a lengua castellana”. Por lo tanto, que nadie utilice nunca el nombre que aparece escrito en ellos como garante de la toponimia del país. 
Detrás de la colocación de todos estos azulejos estaba una política de reorganización del Estado promovida por la burguesía liberal, que había comenzado en 1833 con la división de España en provincias y que buscaba una nueva Administración centralizada y ordenada. Sin embargo, la Administración española desconocía el país que tenía que administrar: no había estadísticas, ni mapas y faltaba la más mínima información. Para favorecer el conocimiento de la realidad de España y de su población se tomaron varias medidas: se crea la Comisión de Estadística en 1856; se regula la realización de censos de población cada cinco años, así como el recuento de casas y demás edificios, etc. El fin último de toda esta política era mejorar la recaudación de impuestos, el servicio militar, las comunicaciones, la enseñanza, etc."

(Juaco López Álvarez, etnógrafo, en la página de la revista Tous pa Tous)


Saliendo de San Pedru, la carretera sigue su suave descenso según deja atrás ya estas últimas casas bajando a La Riega Abéu. Fijémonos en el murete de contención del terreno a nuestra derecha, hecho de piedras, para evitar deslizamientos del terreno o argayos, un problema secular con las fuertes lluvias


Es la entrada, en fuerte pendiente, a este magnífico caserón de gran galería en el cuerpo central, orientada al soleado sur y atalaya sobre el valle


Tal y como leemos en El Camino de Santiago por Asturias. Topoguía 2. Ruta de la Costa (varios autores), "el Camino avanza hacia el oeste bordeando la cuenca del arroyo de San Pedro hasta Llama, por un tramo recientemente asfaltado (año1994) que sigue en todo momento el trazado antiguo..."


Frutales en los campos de la izquierda, que caen al valle, hacia el río


El mismo lugar en primavera. A la izquierda La Llana, de la que seguiremos leyendo lo siguiente en Arqueoastur:
"La ausencia de intervenciones arqueológicas en el lugar, el hecho de no apreciarse restos arqueológicos en superficie y la dificultad de interpretar las estructuras defensivas actuales, complican decantarse por enmarque cronológico concreto para el yacimiento. 
Con mucha prudencia podemos relacionar La Llana con algunos de los restos arqueológicos localizados en su cercanía, como la necrópolis romana del Forniellu o los fragmentos cerámicos de la Edad del Hierro hallados en la Cueva del Cierrón, pero solo como indicadores de un poblamiento en su entorno bastante antiguo."


El Camino se adentra en un paraje densamente arbolado según vamos acabando la bajada...


Es una franja boscosa autóctona en la ribera del Ríu San Pedru, que nace un poco más al norte, al pie de Priesca y La Viña, barrios al norte de Abéu, en los campos de la rasa costera cercanos al mar, bordeando aquí, en los primeros metros de su curso, el monte La Llana


Pasamos al lado de una portilla. La casa está más arriba y no la llegaremos a ver según continuamos carretera adelante


Un azulejo, colocado por un particular en la columna de la portiella, confirma nuestro trayecto...


Los quitamiedos anuncian que pasamos el puente sobre el río en este lugar. Poco más allá recibe las aguas de La Riega Abéu, que nace en La Llana


Eso muy posible que, si nos fijamos, ni siquiera lo veamos, muchas veces oculto completamente por la umbría y la vegetación. Parece mentira, visto así, que provoque las inundaciones que causa a partir de aquí, valle abajo...


En mitad de la rampa un caserón de piedra, Casa Gallo, Los Corzos de Llendón, comienzo de la cuesta de San Pedru a Abéu, donde estaría La Venta del Manso, establecimiento de parada y fonda del viejo Camín Real de la Costa, así citado por Tomás López en 1772, "geógrafo de los dominios de Su Magestad", el más prestigioso cartógrafo de su tiempo, quien recopilaría información para la que sería su gran obra, tal y como leemos en Wikipedia:
"En 1795, propuso a Godoy la creación del Gabinete Geográfico para recoger toda la cartografía de España existente. El primer ministro también le encarga realizar ese año el Atlas geográfico de España, obra terminada y publicada por sus hijos, en 1804, un año después de su fallecimiento. Este Atlas, «a pesar de su inexactitud, debido a la imprecisión de los métodos utilizados... constituirá la obra cartográfica nacional más importante —y la mejor existente— hasta la aparición del Atlas de España y sus posesiones de ultramar (1856) del cartógrafo español Francisco Coello»

Soberbio caserón majestuosamente restaurado y dejado en piedra vista. Fijémonos en los grandes salientes de los alerones del tejado


A partir de esta casona comienza la empinada cuesta por El Caneyón (caleyón, callejón), topónimo frecuente en estos antiguos caminos, tiempo ha domesticados, ensanchados, apisonados y asfaltados, pues a pesar de haber pasado a secundarios, a veces meras vías pecuarias, con la construcción de las primeras carreteras, fueron necesarios tanto para comunicar poblaciones como para la mecanización del campo


Robles, castaños, y por supuesto también eucaliptos constituyen la masa forestal imperante, aparte por supuesto de arbustos y otras especies


Esta subida es un duro recuesto, si bien muchos peregrinos lo acometen con gusto, dada la cercanía ya del albergue de San Esteban



En este lugar baja La Riega Abéu, bajo la carretera y metida en la vegetación, a unirse al San Pedru, un poco más abajo a la derecha. Existe aquí el topónimo El Cantarillón, entre San Pedru y Abéu, lugar de caída de aguas, desagüe, evacuación fluvial, vinculado con la palabra alcantarilla, pues se aprovechaba secularmente para arrojar por ellos los detritus de las poblaciones



Llega ahora esta buena rampa a pleno sol, entre espeso matorral y ocalito



Crecen los helechos en la vereda. La falda que cae hacia el río es una verdadera selva de intrincadas malezas



No nos resistimos a compartir las sensaciones del peregrino J.F.Camino describiendo este tramo en su página Camino del Norte a El Salvador:
"A San Pedro llegamos en descenso y así seguimos unos cientos de metros más hasta la casa de “Los Corzos de Llendón”, a partir de este punto tenemos una dura subida hasta Abéu, además de por los 100 metros de desnivel tiene otros dos posibles motivos: si acabamos de levantarnos aún no hemos calentado y si venimos de marcha desde Llanes para dormir en el Albergue iremos ya bien machacados. Así que a respirar hondo y a no cebarse, poco a poco, piano-piano."


Unas estacas de alambradas de cierre revelan que ya nos acercamos a Abéu. A partir de aquí la cuesta se suaviza un poco



Los cierres de alambre delatan también los usos ganaderos de estos campos. Arriba vemos las primeras casas


Es la zona de El Cuetu, La Viña y Armadera. El Camino no pasa por ellas sino que aquí se dirige al sur-suroeste, a la marte más meridional del pueblo que, ya en el año 2000, solamente tenía a un par de familias viviendo del campo


En la actualidad predominan los usos turísticos residenciales, pero sigue habiendo alguna casería pues se ven vacas en los prados


Según subimos nos percatamos de la caja de la carretera, producto de las pertinentes obras de ampliación y ensanche


Antaño, los vecinos de estos pueblos se dedicaban básicamente a la agricultura y tenían algo de ganado, los cambios sociales y económicos pasada la posguerra hicieron que muchos emigrasen a las ciudades, dejando en campo en el gran éxodo rural acontecido por entonces. Otros trabajaban en las cercanas minas de fluorita en Berbes y Caravia, pero tras su cierre también hubieron de emigrar


Los que quedaron se especializaron en el ganado vacuno para el suministro de leche y carne a la creciente demanda de los grandes núcleos urbanos, otros permanecieron en el pueblo pero con trabajos alternativos a los de la casería, en las villas o dedicados al turismo rural, otros eran pensionistas. Si nos fijamos veremos casas tradicionales con sus antiguas cuadras y graneros y otras nuevas, o viejas casas campesinas restauradas


Sin llegar a ser del todo llano el Camino se suaviza un poco más, en dirección sur-suroeste, empezando a ver los paisajes de esta rasa costera de San Esteban


Al fondo, por ejemplo, empieza a asomar la cresta de la cumbre de La Peñe Pegadín (419 m), al sur de San Esteban, en la vecina parroquia riosellana de Llinares, atalaya natural sobre buena parte de los antiguos territorios de Letuas y Melorda que constituyeron el actual concejo en el siglo XIII



A la derecha más barrios de Abéu, aldea que se extiende linealmente por el Camín del Pueblu, el camino que desde la carretera llega a los acantilados al borde del mar por Les Barqueres



Y es que antaño algunos vecinos compatibilizaban las labores de la casería con el marisqueo y la pesca en los pedrales, especialmente ercinos u oricios (erizos de mar), y pulpos. Hoy en día esa gran riqueza marisquera y piscícola de los pedreros y bajos marinos está seriamente esquilmada



Del Camín del Pueblu abajo, hacia el río, eran todo pastos y tierras de labor, lo mismo que hacia el mar. En esta cuesta se conservan bastante bien, esencia del paisaje asturiano, con pequeñas matas de robles y y castaños, entre otras especies, como algún avellano, así como algunos árboles solitarios, salpicando la campiña, pero en otros lugares han sido masivamente plantados del omnipresente monocultivo de ocalitos para las fábricas de celulosa


Más allá de las casas de Abéu, en la cima del monte, una arboleda señala el solar del Palacio de los Argüelles, que no llegamos a ver desde aquí, grandiosa casona que fue traía piedra a piedra desde Prau, en la vecina Caravia, "en el año del Señor de 1691", que dispone de capilla propia



Sobre la evolución e idiosincrasia del pueblo ya recién pasada la primera década del siglo XXI publica un muy interesante reportaje la reportera Patricia Martínez para La Nueva España el 11-4-2012 y titulado Abéu. un latifundio en la costa riosellana:
"Abeu tiene unos 54 habitantes estables y el doble, aproximadamente, durante el verano. En las circunstancias actuales, los nuevos vecinos lo tienen complicado para comprar vivienda, ya que «el 85 por ciento del suelo urbano es de una sola persona», según explica el alcalde pedáneo, José María González, más conocido como «Chichi». Este empresario de la construcción retirado enseguida aclara que nada tienen en Abeu contra Jacobo Argüelles, el propietario que concentra la mayor parte del terreno, que «es buena gente y aquí da empleo a varias personas».
Esta familia, en cuyo ánimo estaría que no se construya en el pueblo, paga los terrenos más caros que ningún otro comprador, lo que hace que quien quiera vender lo tenga difícil. «La gente normal no tiene acceso», explica Chichi, al tiempo que destaca que «casas nuevas se hicieron muy pocas, las últimas son de 1982». Hace años que el actual alcalde pedáneo y otras personas propusieron ampliar el casco urbano de Abeu, un deseo que sigue vigente de cara al próximo Plan de Ordenación Urbana (...). La población de Abeu está bastante envejecida y prueba de ello es que el último nacimiento se produjo en 2011 después de 26 años. «Aquí, el 20 por ciento de la gente igual pasa de los 65 o 70 años», señala el alcalde, que apostilla que no siempre fue así."


Según los datos, el gran éxodo de población de Abéu, que en 1960 tenía más de 200 habitantes, se produjo cuando cerraron las citadas minas de flourita, en las que trabajaban unas cuarenta personas:
«Marcharon familias enteras con hijos para Ensidesa, Hunosa, La Casera... algunos conservaron la casa, venían todos los fines de semana, y algunos ya no volvieron», rememora el alcalde pedáneo.

Pero Abeu vive en el siglo XXI y Chichi tiene varias ideas para mejorar el pueblo del presente. La principal, la que mayor ilusión le hace, es la de habilitar una senda por el camino que discurre por la costa hasta la localidad vecina de Vega. Este itinerario pasaría por el lugar conocido como Cantu La Braña, un terreno libre de expropiaciones porque es comunal y desde el que se tienen unas vistas «importantes», según el alcalde. Esta senda podría unirse a una ruta muy frecuentada por los turistas en verano, que va desde la playa de Santa Marina al faro, pasa por la localidad vecina de Tereñes y podría atravesar de Abeu a Vega. «Eso es un hervidero de gente por el verano, que viene a coger el Camino de Santiago. Esta es una salida más directa, más corta y con una vista impresionante; se ve hasta Llanes», señala. Según Chichi, la alcaldesa riosellana, Charo Fernández Román, de Foro Asturias, «tiene interés en sacarla adelante». Se trata de acondicionar 1,8 kilómetros de recorrido y una pequeña área recreativa en el Cantu la Braña, una suerte de montículo desde el que la vista humana no alcanza a divisar todo lo que hay a su alcance"

Como comprobamos, ya se estaba perfilando por entonces el Camino de Santiago como algo a cuidar dada la relevancia para este pueblo por el que pasan tantos peregrinos. Realmente la ruta jacobea costera ya estaba señalizada desde aproximadamente el año 1994, pero fue a partir de la segunda década del siglo XX cuando se produjo un notable incremento de caminantes. 


De frente vemos mejor, al sur, la Peñe Pagadín, ante la que recorta su blanca silueta la casa de El Anzor, cuya finca se extiende a nuestra izquierda. Tradicionalmente esa peña era el servicio meteorológico de buena parte del concejo, pues cuando su corona estaba cubierta por las nubes se decía: "cuando La Peñe Pagadín nun se ve, les muyeres de Sotu y La Granda quiten la ropa", es decir, recogen la ropa puesta a secar en los tendales, pues es señal que va a llover


Si bien en la distancia, como reconocimos desde Pría, L'Infiernu, Argunadieyu y otros lugares en el trayecto desde Llanes a Ribadesella/Ribeseya, la cumbre es cónica y única, desde aquí percibimos que tiene en realidad varias cimas, todas de fácil acceso, existiendo varias rutas para subir a ellas


Al otro lado de la montaña, en Calabrez, está Cueva Rosa, una muy interesante agrupación de grutas de gran importancia desde el punto de vista natural, geológico, ambiental e histórico, con diversas especies de murciélagos en lo que viene a ser el mayor refugio de este animal en Asturias, con colonias de murciélagos de cueva, ratoneros grandes, grandes de herradura (Rhinolophus ferrumequinum), pequeños de herradura (Rhinolophus hipposideros) y murciélagos mediterráneos de herradura (Rhinolophus euryale). Hay además más de 30 especies de insectos catalogadas en ese lugar, una de ellas nueva para la ciencia, el Notidocharis calabresi


Cueva Rosa es todo un complejo kárstico que drena las aguas de una gran depresión. Su desarrollo es intrincado y de variada morfología, constituido por galerías que en total se alargan al menos unos tres kilómetros y medio y casi siempre en horizontal, sobre calizas carboníferas. La entrada principal está en el fondo de una gran dolina que abastece al acuífero, que resurge unos 150 metros más abajo, tal y como sabemos por La Página de Bedri, que le dedica un apartado especial, Reserva Natural Parcial de Cueva Rosa, donde realiza un buen compendio de información relativa a la cueva y sus características, que queremos recomendar


En Cueva Rosa se han descubierto también asentamientos humanos prehistóricos del paleolítico cantábrico, culturas solutrense y magdaleniense, leemos en la citada página:
"Los resultados de las excavaciones realizadas desde finales de los años cincuenta en un abrigo rocoso junto a Cueva Urraca, permiten destacar el interés que posee este yacimiento para el conocimiento del arte mobiliar de los períodos Solutrense y Magdaleniense del Paleolítico Cantábrico. Por ello, se ha definido una Zona de Protección Arqueológica que comprende el abrigo rocoso en el que se sitúa el yacimiento.

Dadas las características kársticas de la zona, no se descarta la existencia de otros yacimientos arqueológicos, en depósito sedimentario o de arte rupestre."

Proseguimos por El Caneyón en liviana subida, muy cerca ya del albergue de peregrinos, que empezados a divisar en lontananza, asomando su edificio color salmón, fácil de identificar, tras los árboles de la izquierda, ya en San Esteban, la cabeza de la parroquia. Pronto reconoceremos también la iglesia, a su izquierda, aún tapada por los árboles de la zona oeste de La Llana, el misterioso monte castreño...


El llegar a reconocer el albergue, antigua escuela a la que acudían los escolinos de San Esteban, San Pedru, Bones y Abéu, construida en 1888, suele ser un momento emocionante para los romeros, situada en un alto con buenas vistas al lado de la N-632. Por ello el escritor Pablo Antón Marín Estrada lo llama "lugar de encuentro de peregrinos internacionales" en su artículo jacobita para el ciclo A un paso del Camín de El Comercio:
"Quienes llegan a San Esteban, apartándose unos cientos de metros del antiguo Camino Real, llevan fresca en sus pupilas la diversidad del paisaje riosellano que han recorrido desde su entrada en el concejo cruzando el puente sobre el Guadamía. En Cuerres, a la vera de la iglesia de San Mamés, habrán dejado la llamada Fuente de los Peregrinos, dieciochesca, con las iniciales de JHS y una cruz de Malta grabadas en su dintel. Paso a paso habrán ido llegando a la villa y atravesado su casco antiguo por el interior hasta la actual iglesia de Santa María Magdalena. En esa plaza, abierta al mar hasta entrado el siglo XIX, se levantó el antiguo hospital de San Sebastián, construido en tiempos de los Reyes Católicos. En nuestros días el paso de la ría discurre por el puente del Descenso del Sella, pero durante siglos los romeros compostelanos se dirigían a la llamada Rambla de la Barca para cruzar a la otra orilla arribando a la Punta del Arenal. Desde allí por San Pedro y Abéu, llegan ahora hasta Leces."


Más casas en la ladera debajo del Camín del Pueblu, que va un poco más arriba, por La Rocina



La casa de La Rocina, en lo alto, es fácil de reconocer por su alta torre de tejado a cuatro aguas y con chimenea. Allí empieza también La Cuesta la Rocina, que comunica con lo más alto de Abéu, donde está el citado Palacio de los Argüelles


A nuestra izquierda, prado abajo, nace La Riega Abéu, bajo el monte La Llana, del que Eduardo Pérez-Fernández recoge en ArqueoAstur la tradición local que dice que hubo ahí un campamento de los míticos moros, añadiendo además:
"La mayoría de sus elementos defensivos han sido alterados mediante arrasamientos y colmataciones, sobre todo en su frente SW donde un depósito de agua ha destruido completamente su potente aparato defensivo. Su estado de conservación en muy malo. "

La gran hondonada de La Riega Abéu forma un auténtico foso natural que sin duda favoreció el asentamiento del recinto fortificado en este lugar desde el que se tienen además buenas vistas de las desembocadura del Sella. También dominaría este camín real, que sin duda sigue un paso natural ancestral a lo largo de la rasa costera


Caminamos ahora junto a la finca del Lar Amalur, a cuya entrada veremos varias alegorías jacobitas, empezando por estos indicadores de colores, a la derecha


Luego, en el muro una hornacina con un personaje mitológico y al lado una cerámica con un texto


El trasgu peregrino, el duende casero, con su hábito xacobeo, capa, bordón, calazaza, sombreo de ala ancha con la concha, sandalias...


El texto, firmado por Santiagus, da una explicación a esta composición mitológica:
"A lo largo delCamino hay un mundo mágico que tú no ves, es el guardián protector que te guiará y aguardará dándote suerte Buen Camino"

Seguidamente, una concha nos confirma el buen camino. Fijémonos en este magnífico acceso a la finca, hecho en piedra


De "ahí abajo" salimos nosotros, es el lugar donde La Riega Abéu baja a dar sus aguas al Ríu San Pedru: a la derecha los ocalitos de La Llana, a la izquierda los de La Iyera y L'Anasca, en Tereñes, otro de los pueblos de la parroquia, cuyas casas vemos en los prados llanos a lo lejos, a la izquierda de la foto


Algo más allá El Faru, en el Monte Somos (109 m), solar del Faro de Ribadesella/Ribeseya o de Tereñes, instalado en 1861 con las obras del nuevo puerto


Y en la distancia El Monte Corberu o L'Atalaya, con la ermita de Guía a la derecha y abajo el Paseo de la Grúa, en la boca del estuario desembocadura del Sella. En la cima existió también otro recinto defensivo, quizás contemporáneo de La Llana, del que también nos informa maravillosamente Pérez-Fernández en ArqueoAstur:
"Los restos defensivos que se conservan y que rodean el recinto estan formados por un talud regular en anchura y altura y una plataforma superior que debían rodear toda la cima, conservándose solamente un tramo de 138 metros en el frente occidental. Esta línea defensiva arranca en los acantilados septentrionales y discurre a lo largo de la cima, abrazando el flanco W y desapareciendo en la ladera SW por a un gran desprendimiento natural del terreno. Ladera abajo se observa bastante material arqueológico, como pellas de arcilla rubefactada.

Su continuidad por el sector meridional es mas complicado de interpretar al haber sido afectado por la caja de un camino y por las explanaciones realizadas para levantar una antena de telecomunicaciones en el extremo SE. Es precisamente en este sector donde se aprecian los restos de una pequeña atalaya o bastión presuntamente medieval que se ciñe a los acantilados orientales.

Periodización

Según algunos autores, Ribadesella constituía el límite entre Astures y Cántabros, situando algunos tratadistas modernos la Noega Ucesia citada por Ptolomeo en la desembocadura del Sella (González, 1954:48-61). La tradición considera restos romanos algunos que fueron hallados en el fondo de la ría, junto al puente de San Román (Del Frade, 2000:136-137), mientras que Diego Santos recoge una noticia de principios del siglo XX del coleccionista Sebastián de Soto Cortés, donde afirmaba que «de los altos inmediatos que rodean la población, tengo yo ladrillos, trozos de argamasa y toscos mosaicos que parecen antiquísimos» (Diego Santos, 1977:168).

Todas estas referencias, además del parecido tanto en planta como del talud perimetral con los agger campamentales, sugieren como mínimo una fase de ocupación romana sin descartar otras anteriores. Su reaprovechamiento en periodos medievales lo confirma la pequeña fortificación de La Atalaya.

Estado de conservación

De los 15.000 metros² han sido afectados 4.000 metros² por diversas explanaciones así como una antena de telecomunicaciones y la pista para acceder a ella. Esto se corresponde con un 26,6% de su superficie, por lo que lo incluimos en los recintos fortificados con un estado de conservación malo."

Seguidamente higueras y otros árboles frutales. Un murete de piedra separa la finca del Camino


A la derecha un pozo del agua, con tejadillo a dos aguas, valga la redundancia


Un hermoso rincón integrado en este bello jardín que bien ha de llamar la atención a todos los que pasan a su lado



Un jardín que se prolonga hasta el siguiente cruce, un tramo con más hermosos detalles que merecerán nuestra atención


La casa, mirador sobre el estrecho valle del Ríu San Pedru, con su gran porche acristalado en la planta baja, orientado al este, y su terraza, mirando al norte, al mar. Al lado, una hermosa parra da sombra y frescor a una mesa de madera con bancos, ideal para animadas comidas y tertulias veraniegas al exterior


La cuesta no cesa, pero ya va haciéndose cada vez algo más llevadera, según nos aproximamos, paso a paso, al collado en el que terminará esta subida, un poco más allá de este primer cruce, en el canto del monte en el que se asienta Abéu, un topónimo que parece vinculado a una evolución fonética del latín aquam, de un posible indoeuropeo akwa, agua, referido a estos ríos, a fuentes o a la misma cercanía del mar


Artística composición con el nombre de la casa hecho en madera. A la izquierda  una imagen tallada de Amalur, la diosa Madre personificación de la Tierra en la mitología vasca, de la que leemos en Wikipedia:
"La Tierra se nos muestra como habitáculo de todos los seres vivos, poseedora de fuerza vital propia que ha creado nuestro entorno natural. Es la que hace posible la existencia de animales y plantas, y la que nos da a los seres humanos el alimento y el lugar necesario para vivir. La Tierra es un enorme recipiente, un receptáculo ilimitado, donde viven las almas de los difuntos y la mayoría de los personajes mitológicos. La fe en Ama-Lurra es muy antigua en el pueblo vasco, anterior a la invasión de los pueblos indoeuropeos. Ya que estas culturas que llegaron del este a Europa, fueron las que introdujeron la creencia en las divinidades celestes.

Según cuentan las leyendas, en el interior de la Tierra existen increíbles tesoros, que aunque los humanos persistan en hallarlos y adueñarse de ellos, siempre se hacen inalcanzables, siendo una costumbre muy arraigada dejar ofrendas a Ama-Lurra en las cuevas y simas, ya que estas son las puertas al interior de la Tierra."

Por su parte, y a propósito del topónimo Abéu, leemos en el Diccionario toponímico de la montaña asturiana, de Julio Concepción Suárez, Xulio:
"... parece ser sólo voz toponímica, pues la expresión tar aviáu, tar aviaos, ha de tener otra etimología ("estar preparado para la vía, para el camino"). (...)

Los Abiaos suelen ser lugares donde nace "agua" o próximos al agua: está sobre fuentes, arroyos, regueros, ríos... En definitiva, lo que se llaman hidrónimos ("nombres en referencia al agua")

Verdaderamente la explicación de lugar próximo al agua y a su nacimiento casa muy bien con la razón del nombre de Abéu, pero no deja de ser digno de tener en cuenta la otra posible razón, una evolución del latín viam, vía, referida esta al Camino, paso natural a través de esta orografía hacia o desde el antiguo puerto, también natural, que fue el estuario del Sella en su desembocadura


Al este L'Anasca y otros barrios de Tereñes, situados sobre el pueblo de San Pedru, en la llana rasa costera al oeste del Monte Somos: El Campillín, La Cerra, La Cueñe, La Riega, El Trigal, La Cuesta y El Faru


Destacan en Tereñes los prados llanos de esa citada rasa, donde se asienta este pueblo que también pertenece a esta parroquia de San Esteban, que ha tomado especial renombre dentro de la famosa Costa de los Dinosaurios por su visitable pedral, donde hallaremos las huellas de los grandes saurios. En medio de los prados llanos destaca la pequeña pero muy visible elevación del Monte Redondu, al borde del acantilado, con la casa o lugar de Los Picos casi del todo oculta por la arboleda. Su parte más alta se eleva a 109 metros sobre el mar


La otra entrada al Lar Amalur, también preciosamente hecha en piedra y con tejadillo, a manera de corrada o corralada


Cruce y concha, que nos indica seguir adelante y en recto, siempre subiendo hasta el ya cercano collado entre Abéu y San Esteban


Señalización de la bajada de El Cantarillón


Y vistosos carteles alegóricos del Camino y las distancias a diversas poblaciones y lugares, colocados en este poste al lado de la huerta, en la esquina del cruce


No sabemos si serán obra del entusiasta riosellano Pablo Alonso Margolles, como los que tiene en el ya muy cercano pueblo de Berbes, pero siguen esta misma inspiración, escultura-homenaje a los peregrinos del mundo entero


Como hemos dicho, en el cruce continuamos de frente toto recto hacia arriba, con la cumbre de La Peñe Pagadín de frente, al sur, como un faro que nos guía...


A la derecha, más muros de contención contra los argayos. A la izquierda otra de nuestras referencias visuales, la Casa El Anzor


Y enfrente de ella, otro cruce. A lo lejos empezamos ya a reconocer bien la iglesia de San Esteban de Lleces, a la izquierda del albergue de peregrinos


Preciosa fachada y antoxana o delantera, un muy soleado vergel de bellas flores


Frente al cobertizo está la bifurcación con El Camín de la Espinera: nosotros seguimos a la derecha, subiendo carretera adelante todo en rampa


Ya tenemos, a sólo un paso, el final de la larga cuesta desde El Cantarillón por El Caneyón, con esta bella estampa de los prados que se extienden al pie del núcleo de San Esteban, con sus casas esparcidas a lo largo de la N-632 y sus aledaños, de La Llana a El Forniellu



El prado es un gran pastizal. Empezamos a ver también bien definido el camino que sube a la escuela, donde todos los años los ex-alumnos celebran una jornada de hermandad y confraternización, haciéndose la foto de rigor en la fachada delantera y principal de su gran edificio, que mira al sur, a la carretera


A la izquierda el escarpe que delata el castro o campamento de La Llana de Abéu, justo al lado mismo de la iglesia de San Esteban, santo vinculado a las conversiones, pues al decir de la tradición cristiana su martirio fue presenciado por Paulo de Tarso, quien luego se convirtió, siendo uno de los más conocidos santos cristianos, San Pablo. Parece que su culto en Hispania fue muy temprano, pues ya San Agustín de Hipona en La Ciudad de Dios (originariamente De Civitate Dei contra paganos -La Ciudad de Dios contra los paganos-), ya narraba diversos milagros atribuidos al traslado de sus reliquias, los cuales se divulgarían por las crecientes comunidades cristianas


Vemos las fachadas septentrionales de la iglesia y de la escuela, las más umbrías salvo con el sol de las primeras horas de la mañana, cuando está tomada esta foto. Las escuelas solían hacerse muchas veces cercanas a la iglesia pues los pórticos o cabildos de las mismas fueron algunos de los primeros lugares en los que se impartió clase en los pueblos. Ello se debe a que la función de la parroquial trascendía a lo meramente religioso, siendo en lugar de reunión del vecindario de todos los pueblos y lugares de la parroquia al tañido de la campana, coincidiendo normalmente con la misa dominical. En estos conceyos se trataban asuntos del común y se tomaban decisiones, por lo que solía pedirse que fuese al menos un miembro por familia o casa


Si bien hubo obispos que intentaron diferenciar escrupulosamente las funciones espirituales y mundanas de los templos, como Agustín González Pisador, en el siglo XVIII, estas siguieron manteniéndose hasta tal punto que en el mismo hogar parroquial, pegado al costado norte del santuario, se hizo un cine, fundamental para la historia de los medios de comunicación asturianos pues se dice que en él se vio, el día 24 de marzo de 1960 y por primera vez en Asturias, la televisión, gracias al radiotécnico Ángel Díaz, Angelín el de les radios, quien captó las imágenes directamente desde el repetidor del Monte Sollube, cerca de Bermeo, en Vizcaya


La noticia se propagó a los cuatro vientos y levantó tal expectación que, llegado el mes de mayo y con motivo de la retransmisión del partido de fútbol Real Madrid-F.C.Barcelona, acudieron cientos de aficionados, organizándose excursiones de todos los concejos vecinos y no tan vecinos, pues vinieron no pocos gijoneses, por lo que hubo de habilitarse tanto el cine-hogar parroquial como la escuela para acogerlos. Fue el párroco D. Luis Álvarez Miranda quien inauguró dicho cine del hogar parroquial, hito de la televisión en Asturias


En la escuela se hizo posteriormente un tele-club para ver los programas televisivos con asiduidad, hasta que, avanzados lo años 1960 y los primeros 1970, el nuevo ingenio de masas fue pasando a todas las casas, primero a los chigres-tienda o tiendas mixtas de bar y ultramarinos, de las que en San Esteban llegó a haber cuatro, luego a las demás


Las escuelas estuvieron infrautilizadas hasta 1999, cuando dado el flujo de peregrinos (al principio no pocos pensaron que sería sólo una moda pasajera a raíz del famoso Xacobeo'93) se decidió hacer aquí un albergue, pues a pesar de no estar en el mismo Camino sí a corta distancia, habiendo de salvar una última cuesta para llegar a él


La zona costera riosellana ya era, desde mucho antes del Xacobeo, ya una muy importante potencia turística, como buena parte del litoral oriental asturiano, sin embargo y aunque ya disponía del Albergue Juvenil Roberto Frassinelli, que vimos en la misma playa, este estaba más orientado a veraneantes y grupos, por lo que carecía de este tipo de establecimientos especialmente dedicados a los peregrinos y su idiosincrasia, diferente a la del turista o senderista clásico, pese a los reiterados intentos de turistificación, hechos consciente o inconscientemente, con buena intención o no tanto, que constantemente planean sobre los caminos de Santiago


Se dice que el Camino, por muy planificado que esté, tiene como una de sus características principales ese espíritu de aventura, de cierta improvisación, de decisiones sobre la marcha, de autoexploración y autocontrol de tu propio tiempo, sobre lo qué hacer en cada momento, que conforma su identidad y su entidad, y con ello de lo que lo diferencia de otro tipo de rutas, por lo que, si bien se intenta a veces con más o menos éxito, nunca termina de encajar plenamente con un pack turístico al uso, y de ahí los intensos debates de cómo abordar su divulgación pues, dado que se basa, o eso se pretende y es su fundamento (otra cosa es que se haga así siempre), en trazados camineros históricos, algunos de milenios de antigüedad y por lo tanto muy anteriores al mismo culto a Santiago, habrían de primar las instituciones culturales a las meramente turísticas, algo que no se termina tampoco plenamente d entender, de ahí los "campeonatos de cifras y objetivos", como una agenda comercial en la que se prima más la cantidad que la calidad



En la actualidad, han abierto varios albergues privados, unos especializados en peregrinos y otros no, y tanto otros nuevos alojamientos como los hoteles de siempre, pensiones, casas rurales, etc., aunque no centrados en los peregrinos sí los acogen con gusto, incluso ofreciendo alguna tarifa especial al presentar la credencial correspondiente. En eso, San Esteban puede decirse que es un enclave pionero en ese aspecto, haciendo suya esta máxima de "dar posada al peregrino", una de las obras de misericordia


Desde el albergue, la iglesia y sus alrededores, se divisa además un hermoso paisaje que llega a la ría riosellana y a los cordales costeros como la Sierra Escapa o de Cuana, al sur, que separa tierras riosellanas de canguesas, puerta por lo tanto entre el alto y el bajo Sella, donde está, El Cantu Arriundu o Arriondu (789 m) y, sobre todo, el mítico Mofrechu (897 m), el más alto del concejo


Sin embargo, San Esteban, cabeza de la parroquia de su nombre, tiene un problema similar a este su pueblo vecino. Un año después de aquel reportaje sobre el despoblamiento de Abéu, Patricia Martínez publicaba otro en el mismo periódico, La Nueva España, y sobre el mismo asunto, titulado San Esteban, un dueño y cada vez menos vecinos (fecha 3-4-2013):
"La de San Esteban de Leces parece una historia de despoblamiento rural más, pero tiene un matiz importante. La mayor parte de la localidad riosellana pertenece a Marisol Rato, de la familia Bernaldo de Quirós, quien, por el momento, no quiere vender sus fincas y casas, según explican los vecinos. 
En algunas vivían, en régimen de alquiler, trabajadores del campo que se han ido jubilando y yéndose, como también se han marchado muchos de sus hijos, que no pueden heredar ni comprar. 
El que fuera uno de los pueblos más dinámicos del concejo, núcleo de la importante parroquia de Leces, tiene hoy apenas 14 habitantes. «Fue a menos, se quedó sin gente», señala Dolores Martínez, la alcaldesa pedánea y regente del albergue de peregrinos. A San Esteban lo atraviesa la N-632 y desde la carretera hacia Abeu, la localidad vecina, Rato vendió el terreno a los Argüelles, otra familia con muchas propiedades en la zona. 
De la nacional hacia la otra parte, el pueblo tiene una sola propietaria a excepción de algo de terreno en La Moría de Arriba. Por eso, «hacer una casa en San Esteban, de momento, es imposible, no hay dónde», comentan los vecinos. Mirta Alonso ha vivido en el pueblo «toda la vida». Ha presenciado, por tanto, cómo «la gente empezó a marchar» y el suyo es un ejemplo de los problemas que conlleva que haya prácticamente un sólo dueño, que también posee su casa, por la que paga una renta anual. Pero no puede «arreglarla, no puedo invertir dinero porque no es mía y en cuanto yo me muera se acabó», explica. Su vivienda está «prácticamente en ruina» y ella lamenta que su hija, que nació y vivió en ella, no pueda heredar ni siquiera el contrato de arrendamiento." 


La situación, por supuesto, no siempre fue igual. Patricia Martínez ahonda en la historia del lugar con los vecinos, desde que esto era el corazón de la tierra de Letuas o Leduas hasta los tiempos de esplendor de los chigres, bailes, e incluso industria, y llegando a nuestros días, con el albergue de peregrinos y el arreglo de los caminos:
"La postal no siempre fue la misma en la localidad riosellana, que fue cabecera de un importante territorio, el de «Leduas» (Leces), que se unió al de «Melorda» (Meluerda) para fundar Ribadesella en 1270. También en la historia más reciente, la del siglo pasado, había cuatro bares-tienda, un salón de baile y una industria, el lagar de Ramiro y su hermano. La familia hacía sidra, trabajaba la madera y tenía más cosas en proyecto, pero a Ramiro lo mataron y la fábrica cerró, al igual que lo hicieron los bares conforme el pueblo se fue quedando sin gente.

En el local anexo a la iglesia había un cine en el que se hizo Historia en 1959. Fue el primer lugar no sólo del concejo, sino de toda Asturias, donde se vio la televisión. José María González Varas, alcalde pedáneo de Abeu y vecino de la parroquia, recuerda que «a los pocos años cerró el cine y se hizo un teleclub en la escuela, construida en 1888» y desde 1999 convertida en albergue de peregrinos.

El templo de San Esteban es originalmente románico, pero fue destruido en 1936 y sólo se conservan los canecillos del ábside y la ventana saetera. Hace unos años el Arzobispado vendió la casa rectoral de la parroquia y Dolores Martínez cree que la parte que corresponde al pueblo «bien estaría invertida en arreglar la plaza de la iglesia y hacer un centro de reunión para los vecinos». Además de la mejora de la iglesia y su entorno, ve necesario «abrir caminos que comunicaban diferentes pueblos y ahora están cerrados por la maleza» y una demanda frecuente en muchas localidades no sólo del concejo, sino de la comarca, el saneamiento.

El albergue de peregrinos sí ha sido objeto de obras recientemente. El Ayuntamiento riosellano acometió mejoras con fondos europeos Leader y Martínez apunta que el número de personas se ha mantenido los dos últimos años, mientras que «en los anteriores fue subiendo». Esto se explica porque la crisis ha hecho que muchos alojamientos que antes no frecuentaban los peregrinos -por temporadas, los únicos huéspedes de la zona- realicen ofertas especiales y les bajen los precios, captando a los caminantes que, de otra manera, pernoctarían en el albergue."

En este collado donde hay un cruce en el que acaba la cuesta, está el paso entre San Esteban y Abéu, cuyas casas ya van quedando atrás...


Arriba a la derecha La Rocina y La Cuesta la Rocina, sobre el Camín del Pueblu, que atraviesa sus barrios y lugares hasta los acantilados  


La Rocina es una bella quinta señorial con una pequeña pumarada a sus pies y, a la izquierda, encima del garaje, un estratégico mirador-cenador a manera de terraza sobre el cruce entre El Camín del Pueblu y La Cuesta la Rocina, un perfecto mirador también hacia el valle y el mar


En esta fachada, de similares vistas más terrazas y escalera de acceso, con un magnífico pasillo exterior cubierto por un largo tejadillo. La Torre luce esplendorosa y es una buena referencia para situar Abéu en la distancia



Paso a paso vamos llegando arriba; no nos quejemos, este mismo trayecto era el que tenían que hacer antaño las niñas y niños de Abéu para ir a la escuela, con el camino en muchas peores condiciones y luego emprender la no menos dura bajada para regresar a casa. Parece de todas formas había un atajo por La Llana pero el fuerte recuesto, con posterior descenso, no se lo quitaba nadie


Como en otros lugares del concejo, a la entrada del pueblo hay una explanada con un artístico monolito y el nombre de la localidad, un espacio en esta encrucijada que hasta el año 2013 "estaba comido por los matos", siendo recuperado para este menester, hacer de él una "pequeña pero coqueta plaza pública", como dice en su crónica para El Comercio Juan García el 27 de diciembre de ese año, entrevistando al alcalde de barrio José María González Varas, Chichi:
"Se inaugurará mañana sábado a las doce del mediodía con un 'pinchoteo' para los presentes. «Ha quedado ubicado a doscientos metros de la iglesia de San Esteban, a pie de carretera, en un lugar visible desde todas las procedencias», añadió el representante vecinal.

Éste que termina ha sido un buen año para los vecinos de Abeu. Entre otras cosas, sus vecinos lograron recuperar, después de varias jornadas de trabajo comunal en sextaferia, el antigua lavadero. Más recientemente, en plena Navidad, recuperaban otra tradición perdida, la del belén. Por ese motivo, el pórtico de la iglesia luce desde hace varios días una buena representación belenística. «Llevábamos más de treinta años sin colocarlo. Aquí instalábamos uno de los mejores de la zona, pero esa costumbre se perdió como se acabaron perdiendo otras muchas cosas», añadió 'Chichi'."

Señalización de El Caneyón. Estas señales de caminos y lugares fue instalada en 2015 tras el trabajo vecinal de recopilación de estos antiguos topónimos y del que hablábamos antes, "y aún quedarían otros tres o cuatro más que han dejado de utilizarse y están perdidos por la maleza, pero si algún día se recuperan, habría que señalizarlos también", afirmaría por entonces también Chichi para Juan García


La pequeña y coqueta plaza se alza sobre El Caneyón, por lo que su explanada fue cerrada a esta parte con una barandilla, evitando caídas. Un complemento ideal para este precioso rincón, otro gran mirador orientado al amanecer y desde el que se divisa un maravilloso paisaje


Un caserón que vemos al fondo tal vez fuese aquel Llagar de Ramiro que tan célebre fue en San Esteban antaño. Por ahí pasa el camino que desde el campo de la iglesia se dirige a El Forniellu, el enclave funerario de las estelas romanas, muy cerca ya de aquí


Se acaba la cuesta, bien es verdad que, vayamos donde vayamos, sólo momentáneamente: el Camino sigue de frente, y tras otro breve recuesto iniciará la bajada a Vega y su playa. A la izquierda se va al albergue de peregrinos


Pero de momento nos vamos a quedar aquí, ante el "monolito" a la entrada de Abéu, un lugar perfecto para descansar unos instantes y tomar una decisión en nuestra larga e intensa caminata


Se trata de un homenaje a los emigrantes y recrea una antigua estampa marítima, desde los acantilados de Abéu, junto al mar


Lo que por su vestimenta representaría a dos mujeres saluda a un gran velero, interpretado como el famoso bergantín Habana, que surcó estos mares entre 1862 y 1875, con su mítica singladura a Cuba, a donde fueron tantísimos emigrantes, y del que se cantaba las tan recordada copla cuyo recuerdo llegó a nuestros días:
Somos los marineros
del bergantín Habana
que salimos mañana
para ultramar

Si nos fijamos, el bergantín no sale del puerto riosellano sino que tiene la proa puesta hacia él, pues su proa tiene, vista desde la costa, rumbo oeste. Viene pues a arriba a Ribadesella/Ribeseya:
De Guanabacoa la bella
en una alegre mañana
con rumbo a Ribadesella
salió el bergantín Habana

El pañuelo al viento sería pues de bienvenida, no de despedida. El lugar plasmado sería muy posiblemente El Cantu la Braña, pastizales brañeros, como el topónimo indica, ante los cantiles y pedrales de Abéu, a unos 300 metros al norte de las últimas casas del pueblo, con la Punta los Carreros al fondo, al oeste-noroeste


Su inauguración fue un animado festejo-pinchoteo del que esta es su noticia el 28-12-2013 en Cope Ribadesella:
"Los vecinos del pueblo de Abeu inauguraron este mediodía el panel histórico-decorativo de este núcleo rural, el que pretende honrar la memoria de todos cuantos algún día emigraron de estas tierras. El acto, al que asistió la alcaldesa de Ribadesella, Charo Fernández Román, fue bendecido por el cura párroco de San Esteban de Leces, José María Orvíz. Con las viandas aportadas por los vecinos, todos disfrutaron de un pinchoteo final y brindaron con sidra asturiana, como debe ser. Abeu ya está pensando en su próximo proyecto y sus vecinos, capitaneados por Chichi, no descartan reunirse el día de fin de año para comerse las uvas al son del remozado reloj de su campanario, el de la iglesia de San Esteban de Leces, restaurado el pasado verano." 

Detrás del monolito nos asomamos ahora a este magnífico mirador hecho en el lugar donde se encuentra


Nos apostamos en esta esquina, sobre El Caneyón y El Anzor, con la bajada de El Cantarillón y Tereñes al fondo, donde todos los años los vecinos de estos pueblos se reúnen para celebrar la multitudinaria Fiesta'l Pez, en el mes de agosto, "festividad de confraternización de lugareños y forasteros" dicen en el Diccionario Geográfico de Asturias"creada alrededor de la pesca capturada en sus pedrales" la cual tiene su origen en 1960 y fue recuperada por el activo alcalde de barrio José María González Varas, Chichi, en  2010. Así nos la explican en Ribadesella.com:
"La Fiesta del pez de Tereñes, en Ribadesella, es una cita sin par que consigue el punto sal idóneo en el calendario festivo de Asturias. Fiesta y gastronomía unidos en su esencia más primitiva y genuina. En el pedral de Tereñes todo es comer y pescar para comer, y beber y cantar. Un centenar de hombres se lanza a las rocas armado de aparejos un tanto desfasados y clasiquísimas cañas de bambú como las empleadas antaño. La intención es hacerse con la mayor cantidad posible de piezas a la manera más tradicional posible para poder después disfrutar en una espectacular comilona. Todo comenzó hace muchos años. Lo explica uno de los fundadores del festejo, Francisco Blanco, de 71 años, conocido popularmente como Pachu: «Unos cuantos pensamos en ir a pescar y llevar a los guajes a pasar el día. Fue tal la aceptación que decidimos crear la «Fiesta del Pez». Antes había trofeos para el que pescase el mejor ejemplar y para el que pescase más. Pero como había piques y esto no es una competición, se suprimió».

Los sencillos aparejos recogen a lo largo de la mañana más de mil ejemplares. El cebo es también sencillo: oricios machacados, o gusanos de Xagorra que abren el apetito del pez,  y éste, a su vez, abrirá el apetito a los comensales allí reunidos. Gobitos, xulias y xáragos son las especies marinas que más abundan en los fogones, que, con mano diestra, controla Ramón Costoya, el cocinero de la «Fiesta del Pez», más conocido como Monchu el de La Felguera. Lleva más de treinta y cinco años cocinando sobre estos improvisados fogones de roca. Su receta tiene pocos secretos y unas normas básicas que nunca fallan: «Peces bien lavados en agua de mar, aceite muy caliente, sal y un poco de pan frito, así de simple», explica mientras trajina con sus utensilios de cocina, que le trajeron en un tractor (décadas atrás en burro) una hora antes de comenzar el banquete. Acto seguido, con el pez listo para ser devorado, la gran bota de vino corre de mano en mano entre todos los pescadores.

Termina la jornada con un retrato multitudinario y una pausada subida al pueblo de Tereñes. En la senda que asciende por el acantilado se hacen varias paradas obligadas para el avituallamiento con la bota de vino. Una vez arriba, la fiesta continúa hasta altas horas de la madrugada"

Se trata de una gran pescata , verdadera romería de pescadores de pedreru, con cuyas capturas, escamadas, limpiadas y cocinadas, se realiza allí mismo, en el mismo pedral y prácticamente sobre la marcha, una comida popular de hermandad, regada con abundante vino generoso y siempre al son de la gaita y el tambor, como en toda fiesta asturiana que se precie. A la tarde-noche se hace merienda cena en el campo de la iglesia, en la que destacan los postres caseros


Son los pozos, calas y pedrales de La Llastrina, La Coona, Les Filipines, El Zapatu, L'Asientu y otras que de unos años acá son también celebérrimas por constituir, junto con los de La Punta'l Pozu en Santa Marina, el comienzo de la Costa de los Dinosaurios, al quedar a la la luz, por un capricho de geología, los estratos jurásicos en la franja litoral que se extiende hasta Les Mariñes de Villaviciosa


En todos estos pedrales es fácil hallar las icnitas o pisadas de los grandes saurios, en lo que fueron lechos de barro que quedaron petrificados y que, a causa de los movimientos tectónicos, quedaron a la vista. Muchas de ellas están señalizadas y son fáciles de identificar gracias a ello. Esta es una visita a los pedrales jurásicos de Tereñes, por ejemplo, también de Ribadesella.com:
"Bajamos por un camino empinado al pedral de Tereñes y nos topamos con rocas mil, grandes y pequeñas, por las que se transita torpemente. Una vez abajo caminamos hacia nuestra derecha, hacia la vertiente oriental del pedrero. La mayor concentración de huellas halladas aquí se localizan sobre una roca plana e inclinada como es costumbre en estos casos.  
La primera cata científica de estas huellas concluyó con «dinoturbación», es decir, una masa de huellas arbitrarias, por efecto de una cita masiva de dinosaurios de toda condición, en el mismo sitio. Sin embargo, desde hace poco tiempo se ha cambiado de teoría. Y es que si se analiza la longitud del paso, el tamaño de las mismas, y la orientación respecto a un eje, se descubre, sorprendentemente (y este es un hallazgo de gran relevancia en la Europa continental de los dinosaurios), que los rastros son paralelos entre sícon una simetría pasmosa que nos dice que aquellos «monstruos» caminaban en manada por aquel lugar, dando un paseo sin prisa y sacando a relucir su comportamiento gregario
En su mayoría las huellas corresponden a bípedos herbívoros, si bien choca apreciar cómo en lo más alto de la roca otro rastro diferente avanza perpendicularmente hacia las primeras. Tienen más afilados los dedos, se trata de bípedos carnívoros, los que comúnmente se tragaban a los primeros. Las huellas proliferan por doquier. Además de las clásicas depresiones sobre las rocas, están también los «contramoldes», muy abundantes. Se trata de huellas evidentes que se manifiestan hacia arriba, por efecto de una sedimentación posterior en el tiempo que las fue cubriendo. En su visita a este litoral irán advirtiendo la abundancia de muescas oscuras y diminutas ennegrecidas por el fosfato, puntos negros de la piel de la roca. Pues bien, no son cualquier cosa. Todas tienen un pasado, se trata fundamentalmente de escamas de pez jurásico y fósiles de vegetales marinos y terrestres"

Esos roquedos de roca madre jurásica y los afloramientos rocosos de la franja costera fueron también aprovechados para la explotación de canteras desde tiempo inmemorial, las cuales proporcionaron buena piedra de sillería para iglesias, palacios, casonas y demás edificios notables, al ser muy apreciada por su especial dureza
"Pero hay más descubrimientos, también está la propia tierra, el suelo y subsuelo jurásico que aflora en el pedral con grietas de desecación y caudales inmortalizados en el suelo actual, roto y disperso. Su dura composición ha servido también de cantera propicia para las paredes ilustres de edificaciones humanas. Se observa esto en algunas de las casas medievales de la comarca y también en un buen número de edificios de uso público, como los ayuntamientos"

Prados de La Iyera, la llanura en la que se asienta Tereñes, una pequeña meseta al oeste del Monte Somos, propiciaría la formación de barrizales con las lluvias, de ahí que se diga aquello de 

Cuando voy pa Tereñes
llevo madreñes
porque allí hai muchu barru
peles caleyes

Tal vez también por eso mismo en Tereñes se hizo, en 1964-1965, la primera concentración parcelaria de Asturias. Junto con ella se reacondicionaron diversos caminos, he aquí el Boletín Oficial del Estado (B:O.E.) del 29-11-1965:


Esa rasa llana de Tereñes es ahora un gran pastizal, desde aquí tal vez reconozcamos los rebaños de vaques roxes, raza autóctona Asturiana de los Valles, paciendo apaciblemente junto al mar. Esos terrenos debieron ser pastos naturales desde antiguo, de ahí el topónimo El Cantu la Braña, "palabra clave en la toponimia asturiana" como dice el investigador y toponomista Julio Concepción, Xulio, referente a braña, pastos de branu, de verano, si bien por extensión se aplicaba a asentamientos ganaderos en cualquier lugar y estación. Es un ejemplo de que aún persisten los usos agropecuarios en estas parroquias costeras, si bien adaptados naturalmente a los nuevos tiempos. Ahonda en la etimología de braña también Xosé Lluis  García Arias en Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos:
"En asturiano braña es apelativo de gran vitalidad especialmente en la acepción de ‘pasto alto de montaña donde residen los ganados desde la primavera al otoño’ y ‘aldea de vaqueiros’; sobre braña se forma el verbo brañar que equivale a faer la braña ‘realizar el conjunto de cui dados diarios que exigen los ganados, previos al ordeño y ordeño incluido’. El verbo embrangar o emberangar ‘veranear el ganado en una zona’ supone un étimo IN VERANICARE.

Acerca de la etimología de braña se ha discutido ampliamente y, como en toda cuestión muy debatida, las opiniones son variadas; así para Corominas podría pensarse en un origen céltico, BRAKNA ‘prado húmedo’. García de Diego cree que se trata de un continuador del latín VORAGINE. Más convincente resulta la opinión de quienes quieren partir del latín VERANEAM con un posible sentido de ‘pastos de verano’.

Los que parten de esta propuesta admiten que del neutro plural de ver, veris ‘primavera’ se formó el adjetivo VERANUM (EM) > ast. branu ‘vera no’, de donde se siguen los derivados VERANEUM ( > ast. verañu ‘verano’), VERANEAM (REW) > ast. braña ‘lugar donde pastan los ganados en verano’. Aparece documentado tempranamente en documento del año 853 “braneas pascua quas uulgus dicit seles’ que libremente podríamos en tender como una definición de brañas, ‘pastos que la gente llama seles’.

Asturias ofrece una amplísima muestra de topónimos del tipo braña, de un extremo al otro del país, de los que damos aquí nada más que una referencia. Sólo encontramos una variante Branas (Cn) con una [-n-] debida, quizá, al influjo del apelativo branu."

Los Pinos y Monte Redondu: a sus pies y frente a las casas podremos identificar bien en la distancia el camino que baja a los pedrales jurásicos de Tereñes. Allí, justo al empezar la bajada, una casa roja de tejado a dos aguas es el afamado restaurante Chigre La Portiella, pa "xintar bien en Ribeseya" (comer bien en Ribadesella), según dice su lema, cocina tradicional asturiana y rica sidra al lado mismo de tan espectacular cantil


Un poco más allá El Prau, también de sabrosa cocina tradicional asturiana y ubicado en tan privilegiado enclave y tras él el Bar Pachu, que vino aquí desde el barrio de El Trigal en 1977 y del que hemos podido recabar su historia gracias al artículo de Ana Paz Paredes, Pantrucu y dinosaurios, publicado en La Nueva España el 19-6-2012:
"Reyes Quesada Corral reabrió con fuerzas renovadas el año pasado, y con el mismo buen hacer de siempre ante los fogones, el Bar de Pachu, en Tereñes (Ribadesella), un clásico de toda la vida para los que gustan de comer rico y abundante en bares de pueblo, donde la calidad de la comida y el trato de quien la oferta le dan sobrada fama. La tradición viene de lejos, pues el primigenio Bar de Pachu se regentó durante años en la parte baja de la casa familiar de los fundadores, Pachu Blanco y Lola Toraño, en el barrio de El Trigal, donde ya hicieron famosas algunas de sus elaboraciones, como el pantrucu, producto riosellano por excelencia; las tortillas y les llámpares. En 1977, el Bar de Pachu se trasladó a un nuevo local, en la carretera, el cual se cerró veinte años después tras el fallecimiento del marido de Reyes Quesada, Javier Blanco.

El año pasado, tras un lavado de cara y una remodelación donde cobraron una parte fundamental sus tres hijos, Rocío, Javier y Ramón, el Bar de Pachu, pequeño y acogedor, con 30 plazas en su comedor, se reabrió al público, volviendo a poner sobre sus mesas aquellos platos del pasado que le dieron fama y que ya desde 1977 elaboraba junto a sus suegros Reyes Quesada Corral. Hoy, en este rinconín guapo de Tereñes, tan cerca de sus famosos acantilados por donde, hace millones de años, los dinosaurios dejaron sus huellas, resulta placentero olvidarse de las preocupaciones del día a día mientras desde la cocina huele ya a rico pantrucu fritu o a un buen plato de llámpares. En una de sus paredes sorprende una gran foto en blanco y negro de un buen número de vecinos, todos hombres, de Tereñes, durante la celebración de su famosa «fiesta del pez», y en la terraza dos vecinos, con una pinta de blanco y ante cómodas mesas de madera, releen los periódicos del día frente a un paisaje donde sorprende la abundancia de palmeras

Es cierto, el tiempo ha pasado, pero Reyes Quesada sigue cocinando con la misma ilusión del primer día, realizando del modo más fiel posible los platos que siempre dieron fama al bar de Pachu y que, a día de hoy, se pueden volver a degustar allí, como es el caso del pulpo guisado, «el rey de la casa», según afirma la propia cocinera; el pantrucu (típico de Ribadesella), llámpares, chorizos a la sidra, tortilla de patata -que le ha dado sobrada fama y que también cuenta con una clientela fiel-, chipirones fritos, croquetas caseras, gambas a la plancha, bocartes, sardinas a la plancha, bonito cuando llega la temporada y también uno de los platos que más demanda el turismo: tortos con picadillo y huevos fritos o bien patatas fritas con huevos, chorizo y jamón. Entre los postres, a destacar los flanes de queso y huevo caseros, además de sus tarrinas de arroz con leche.

Tereñes, uno de los lugares con más encanto de Ribadesella, no sólo guarda como tesoros rastros de saurópodos en sus acantilados, también tiene en su camino bares sencillos con platos de siempre, como es el caso del Bar de Pachu. Allí, un día de sol y sintiendo la brisa en la cara, comer en la terraza más que necesidad es un placer"

Tiene Tereñes además su capilla particular, de 1633 y reformada posteriormente, dedicada a la Virgen de las Nieves, La Santina de Tereñes, cuya fiesta se celebra a primeros de agosto, con renombrada romería y concurso de "tortilles y postres". Leemos en la página de apartamentos Los Picos de Tereñes:

"La capilla de Tereñes está bajo la advocación de Nuestra Señora de las Nieves, a la que los vecinos llaman La Santina, y se festeja el 5 de agosto, aunque algunos años se mueve la fecha para no coincidir con las celebraciones de Las Piraguas (Descenso Internacional del Sella). El programa incluye una misa en honor de la virgen seguida por la tradicional subasta de ramos, actuaciones de gaiteros y animada verbena."


Uno de los documentos fechados en el Liber Testamentorum Libro de los Testamentos de la catedral ovetense, cita, a fecha del año 921, a Tereñes enclavado en este antiguo territorio riosellano al oeste del Sella, dentro de una supuesta donación de Ordoño II a la Iglesia asturiana, plasmada de esta manera: "in territoiro Letuas secus flumen Seliam uillam que dicitur Terenias", si bien se trata de una de tantas interpolaciones del obispo Pelayo de un par de siglos después, lo que no quita mérito a la muy antigua historia del lugar, cuyo topónimo se vincula al plural de tereña, brezo pequeño de flor blanca o violeta, , también llamado terenu, bericiu y ganzu


Cuando nos disponemos a reemprender la marcha nos damos cuenta en un texto en cerámica que hay en la parte del monolito que mira al Camín del Pueblu, por lo que nos disponemos a leerlo


A la derecha es el escudo del concejo, con la bandera de Asturias de la Cruz de la Victoria y la proa del bergantín Habana, cuya impronta marcó no sólo a este concejo sino a todo el oriente de Asturias en los años de ir a hacer La Habana, las Américas


Se cuenta la historia de Abéu en base a la leyenda de los moros y las tradicionales labores de ganadería, labranza y, en el siglo XIX, ya también la minería, pero la mayor parte está dedicado a los emigrantes, fundadores de las primeras industrias y de instituciones benefactoras de villa y concejo, pues a ellos está dedicado, a "todos ellos, para los que consiguieron fortuna y para los que no"



Ahora sí, ahora sí que volvemos al Camino: recordamos, a la izquierda al albergue de peregrinos y la iglesia de San Esteban, a la derecha el Camino propiamente dicho, rumbo a Vega y su playa. Los que pernocten aquí lo tienen claro, pues irán al albergue. Los que no pueden pasar de largo y continuar ruta, a no ser que, amantes del arte y de la historia, decidan acercarse también, pues, además de un encantador paisaje a norte y sur, descubriremos los enigmáticos canecillos románicos de la iglesia y veremos la torre-casona de los Ruiz de Junco, los señores del lugar



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