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jueves, 8 de diciembre de 2022

EL CRUCE DE ABÉU Y EL FORNIELLU: EL CAMINO DE LOS DIOSES MANES Y LA ROMERÍA DE SANTA RITA EN BARRÉU "LA FIESTA QUE HUELE A ROSAS" A LA SOMBRA DEL CORQUIÉU (RIBADESELLA/RIBESEYA ASTURIAS)


El Cruce de Abéu desde San Esteban: a la izquierda sube el Camino por El Caneyón

Tras cruzar el Sella y su ría, el Camino de Santiago del Norte deja el Arenal de Santa Marina y, por el valle del Ríu San Pedru arriba entra en la parroquia riosellana de San Esteban, donde las cuestas de El Cantarillón y El Caneyón, parte del Camín Real, le llevan al cruce de Abéu, justo a la entrada del pueblo, que se extiende longitudinalmente desde este cruce hacia el mar, con sus casas extendidas por la ladera sobre este río, a lo largo del Camín del Pueblu, mirando a La Llana, antiguo recinto fortificado que dominaba el estuario, el valle y el Camino

El cruce de Abéu: a la izquierda sube el Camín Real, para luego bajar a Vega y su playa

En el cruce de Abéu, el Camín Real (izquierda de la foto, entre los árboles) deja la cuesta de El Caneyón y sigue el trazado oficial del Camino Norte rumbo al oeste, para poner rumbo a Vega y su playa, en la ruta a Berbes y Caravia, pasando bajo el barrio de La Rocina y la quinta de Palacio de los Argüelles (arriba a la izquierda, oculto por los árboles) del año 1691 y que fue trasladado aquí, piedra a piedra, desde Caravia

Cruce de Abéu: abajo La Cuestona: camino al albergue. A la izquierda: el Camín Real

Pero hay otra opción, abajo en la foto vemos el camino de La Cuestona, que pueden tomar el camino al cercano albergue de peregrinos de San Esteban de Leces o Lleces, en la antigua escuela, al lado de la iglesia, uno de los emblemáticos y pioneros refugios públicos jacobitas en este tramo del Camino de Santiago del Norte en Asturias

Los caminos desde el cruce, a la izquierda al albergue, a la derecha a Vega

Aquí estamos ahora en el medio del cruce, donde tenemos la bifurcación que nos concierne: si queremos pernoctar en el albergue iremos a la izquierda, a San Esteban. Si queremos seguir camino iremos a la derecha, rumbo a Vega y su playa


El Camín Real se torna aquí pues pista hormigonada a nuestra derecha: fijémonos en el mojón caminero indicador, al comienzo de la cuesta, y al fondo el albergue de peregrinos, en las antiguas escuelas, construidas en 1888, noble edificio cargado de historia, así como su entorno más inmediato


A la visita al albergue y el pueblo de San Esteban, le dedicamos una entrada de blog aparte dada la importancia del lugar en la senda xacobea costera. En esta, vamos a presentar el camino a Vega, por lo que continuamos por el Camín Real


Aparte de otras señales complementarias el monolito es claro. Una concha indica el camino y otra el albergue. Además, la concha caminera está correctamente complementada con las necesarias e imprescindibles flechas amarillas direccionales, pues en contra de la creencia popular (y a veces incluso institucional) las conchas en sí mismas NO son necesariamente direccionales, esto es, marcan y jalonan el recorrido pero no forzosamente su posición indica dirección, según podemos comprobar en la reglamentación y directrices existentes al respecto del Consejo Jacobeo, por lo que lo correcto es esto: acompañarlas de la flecha amarilla correspondiente, que esta SÍ es direccional


Precioso es el pequeño valle, a manera de vaguada entre dos colinas, que se extiende a nuestra izquierda, todo él un gran pastizal, salpicado de árboles al pie del camino que de San Esteban se dirige al lugar de El Forniellu, donde fueron hallados importantes restos arqueológicos correspondientes a un asentamiento de época romana, con dos estelas funerarias en las que se implora a los Dioses Manes guardianes de los espacios sagrados de las sepulturas y vinculados también, como los Lares Viales, a los antiguos caminos, tránsito entre mundos...


Más allá del camino de El Forniellu, que sigue la cresta o canto de la colina, vemos la cima rocosa de La Peñe Pagadín (419 m) famosa por su gruta de Cueva Rosa, refugio de varias especies de murciélagos y de curiosos insectos, uno mismamente único de ese lugar, llamado para la ciencia Notidocharis Calabresi, referido al lugar de Calabrez, próximo a la cueva. Hay además restos de hábitats paleolíticos de las culturas Solutrense y Magdaleniense


Coloristas flores crecen en la vereda que cae a la vaguada mientras nos acercamos a los depósitos de agua, en plena cuesta cuyo final ya se adivina al fondo en las arboledas que tenemos enfrente, "Nuestra particular montaña rusa, aunque suave", llama en su Guía del Camino de Santiago Camino NorteAntón Pombo, especialista en caminos históricos y rutas de peregrinación, a este tramo de la senda xacobea costera hasta Caravia, por sus sucesivos sube y baja, si bien será uno de los trechos en los que pasaremos al lado mismo de más playas, prácticamente a veces pisando la arena


Allí en el camino a El Forniellu vamos a ver también las ruinas de unos antiguos edificios, grandes, asomando entre los árboles. Se trata de una de las que fueron incipientes ejemplos de las primeras industrias riosellanas, un almacén frigorífico de manzana de mesa, el cual se dice exportaba a ultramar, vía Cuba y Nueva York, tal vez con alguna relación con la fábrica de sidra, también industrial, fundada por los hermanos Blanco en 1880 en el Arenal de Santa Marina, considerada pionera de la industrialización asturiana y construida unas tres décadas y media antes que los primeros chalets y villas indianas y burguesas en esa playa


Más a la derecha, una muy buena referencia visual y geográfica, el Puertu Sueve, en concreto sus más altas cimas, que culminan en el Picu Pienzu, que con sus 1.161 metros de altitud se afirma constituye  uno de los mayores desniveles de proximidad entre mar y montaña del mundo


Las ruinas recuerdan los tiempos de esplendor de este pueblo de San Esteban, cabeza de la parroquia homónima, que gracias a su comunicación por medio de la Carretera de la Costa, la Ribadesella-Canero, luego N-632, tenía un gran trasiego de gentes, con esta fábrica, llagares de sidra, cuatro chigres-tienda (bar-ultramarinos) y un animado baile en el que danzaba la mocedad de todos los contornos


La actividad de concentraba en el núcleo de San Esteban, en torno a la iglesia, en cuyo campo se celebraban multitudinarias romerías y una muy renombrada feria de ganado. En la actualidad una muy activa asociación de vecinos, que engloba a San Esteban y Abéu, mantiene vivas, adaptadas a estos tiempos tan afectados por el éxodo rural, aquellos festejos y otras tradiciones e iniciativas


Ahí vemos la iglesia, al final de La Cuesta, así como las antiguas escuelas, gran edificio que da idea de la magnitud del número de escolinos que acudían a ellas, y esos de los pueblos más próximos de la parroquia, pues otros, más alejados, tenían la suya propia

Les Escueles de San Esteban, de las que vemos su parte posterior, orientada al norte, fueron fundadas en 1888 y son hoy las más antiguas del concejo, si bien ya antes que estas hubo otras, estas auspiciadas por uno de los miembros de la nobleza rural local, José Ruiz de Junco y Bernaldo de Quirós, Regidor Perpetuo y Alférez Mayor de Colunga y Regidor Perpetuo de Oviedo (1685-1774). Finalizada su función en 1973 al implantarse la concentración escolar, en 1999 fueron habilitadas y abiertas como albergue de peregrinos


Pasamos los depósitos de agua de Abéu y seguimos subiendo. A nuestra derecha el espeso seto silvestre, matu o sebe, separa el Camín Real de las fincas al pie de La Rocina


Nos cruzamos con el ramal que comunica con La Cuesta la Rocina, acceso a dicho palacio, y nosotros continuamos de frente. A la izquierda un frondoso bosque autóctono de robles, castaños y otras especies, se extiende al pie de El Forniellu, cuyas tejados empezamos a ver en lontananza


La carretera N-632 pasa al otro lado de la colina, bajo El Forniellu, su apertura supuso el final del Camín Real como la principal vía de comunicación costera. Todo ello coincidió, más o menos, con el ensanche de Ribadesella/Ribeseya ganando terreno a la ría, la construcción del primer puente, de madera, sobre el Sella en 1865 y su posterior sustitución, en 1898, por el puente metálico, lo que supuso el final del servicio de barquería para cruzar la ría, empleada por los viajeros y peregrinos de antaño, y cuya continuidad terrestre hacia el oeste era el Camín Real


Precisamente en el siglo XVIII, cuando el antiguo hospital riosellano de San Roque languidecía, se registra el fallecimiento aquí de dos peregrinos franceses, uno en 1742 y otro en 1764, que fueron enterrados en el antiguo camposanto de la parroquial de San Esteban. Es posible que les cogiese la muerte aquí, en la fuerte cuesta desde el valle de San Pedru, o que se hubiesen hospedado sino en dicho hospital, sí en Venta del Manso, posada caminera situada en Abéu y citada por el geógrafo Tomás López en 1772


La escuela, la iglesia y otras casas de Esteban, recortan su silueta contra la Sierra de Escapa, donde está el Mofrecho (897) metros, el más alto del concejo. A su derecha El Cantu Arriundu o Arriondu (789 m) y a su izquierda el Joyadongu (869 m) gran barrera natural entre el alto y el bajo Sella. Más cerca, a la izquierda de la iglesia, La Llana


La iglesia parroquial es de origen medieval, en concreto románico. Diversas fuentes dicen que construida en 1259, bien sobre un templo anterior o bien traído de El Forniellu, por lo que podría tratarse de una cristianización de un lugar de culto anterior, relacionado también con el recinto fortificado, tal vez castreño, de La Llana


Sea como sea la iglesia fue muy transformada a lo largo del tiempo y, tras su destrucción en la Guerra Civil y posterior reconstrucción aún más. Sería entonces cuando se hizo, en el costado a su izquierda, el Hogar Parroquial, transformado en Cine-Hogar parroquial en 1954 por iniciativa del párroco D. Manuel Álvarez Miranda. Dieciséis años después, el 24 de marzo de 1964 recogen los anales que fue ese cine el primer lugar de Asturias donde se vieron imágenes de televisión, gracias al buen hacer del técnico Angelín el de les radios, que logró captarlas del repetidor vizcaíno de Sollube en Bermeo


Poco después y con motivo de la retransmisión del partido Real Madrid-Barcelona F.C. se levantó tal expectación que acudió a verlo a San Estaban gente procedente de todas partes, hasta de ciudades del centro de Asturias, que hubieron de ser acomodadas donde se pudo, habilitándose incluso la escuela para ese mester. Más tarde llegó a funcionar en ella, como en muchas escuelas rurales, un teleclub, hasta que el nuevo aparado del medio de masas se extendió por todas las casas


La parte superior era la casa de los maestros, hacia donde creció el albergue en sus ampliaciones, Dispone de un bello jardín, solaz ahora de los peregrinos. Todos los años los antiguos alumnos celebran una jornada de confraternización. Quedan en la explanada de la fachada principal, al otro lado, donde se celebraban y celebran fiestas y romerías, se hacen la foto de rigor con el edificio al fondo y seguidamente se dirigen a comer a algún establecimiento de las proximidades


Seguimos camino y acabamos la subida. Las estacas de las alambradas, algunas cubiertas de hiedra, revelan los usos ganaderos de estas praderías


Y nada más subir, empezamos a bajar dando vista a El Forniellu, sobre el bosque. La tradición dice hubo allí antaño una fragua o ferrería que daría nombre al lugar, por lo que se pensaría en forniellu como algo relacionado con el fuego necesario para la forja (hornillo). Pero es que en asturiano forniellu denomina una pequeña quema controlada en un prado con fines pecuarios. El Diccionario General de la Lengua Asturiana (DGLA), da en ese sentido estas acepciones:
"Montón de tepes que se quema cuando se rotura una tierra. Montón de broza cualquiera que se quema en el prado. Hoguera hecha con residuos vegetales en los terrenos que se labran o roturan . Montón de tepes, hierbajos que se queman (borrón) . Hoguera hecha, por lo general, en tierra de labor"
Esta es la etimología que parece más adecuada para el topónimo, empleándose también la forma El H.orniellu, pronunciada con hace aspirada


Allí había una casa muy humilde, aún conservada, en la que nació Ramón Capín, que tenía otros dos hermanos, los cuales quedaron huérfanos de madre aún muy jóvenes. El padre se volvió a casar pero tenían muchos problemas con su madrastra. Por ello, y dada la precariedad económica en la que vivían, los tres hermanos decidieron emigrar a Cuba, cuando Ramón sólo tenía apenas doce años. Trabajaron en La Habana en un almacén y a continuación en una muy renombrada joyería y casa de empeños, por entonces llamada La Regente, de la que Ramón Capín se haría cargo cuando se retiró su dueño


Ramón se casó con Carmen García, una viuda del concejo de Cabranes, con la que tuvo dos hijos, Jesús y Manuel, que se sumaban a la hija que ya tenía Carmen de su anterior matrimonio, Amelia Corrales. Para sus vacaciones, que tendían a ser largas, el matrimonio venía a Asturias con su familia, razón por la que encargaron a un arquitecto madrileño hacer una espléndida quinta al lado de la casa familiar de Ramón, inaugurada en 1916


No la llegamos a ver, apenas los tejados sobre los árboles, pero se dice que, si bien su exterior no es especialmente destacable, su interior era de un soberbio estilo victoriano. Tenían incluso su propio depósito de agua, que les proporcionaba suministro al interior de la vivienda, un lujo en aquellos tiempos, depósito elevado que aún se conserva


Fallecido Don Ramón, como se le conocía, sus hijos Jesús y Manuel acudían a esta casa también únicamente en vacaciones. Al ser ya dos familias se hizo otra casa y esta es la razón por la que vemos varios tejados. Su hermanastra Amelia se había ido a México a vivir con el también emigrante, de origen gallego, Ricardo Montero, con quien se casó hacia 1924. El matrimonio regresó a España y, habiendo Amelia heredado el usufructo de esta casa, que no la propiedad, terminó el matrimonio viviendo en ella hasta que, finalmente, se la compraron a los hermanos y pasó a sus descendientes


Vamos bajando suavemente, por el Camín Real hay cierto trasiego de gentes en verano, pues aparte de por peregrinos del Camino de Santiago es frecuentado por numerosos senderistas y paseantes al formar parte de otras rutas andariegas por los pueblos y playas del concejo


Al fondo, son los montes entre los pueblos de Barréu y Vega, al oeste de la parroquia de San Esteban. Entre ellos está el famoso desfiladero de Entrepeñes, labrado por el Ríu Acevu antes de desembocar en la playa del segundo, paso a la parroquia de Berbes. Tampoco lo veremos pues no pasa el Camino por allí pero si se diese el caso que tuviésemos oportunidad, por ejemplo por que nos alojemos en Vega, es digno de tenerse en cuenta


El Forniellu, ahora a nuestra izquierda, y a lo lejos la Sierra del Fitu, prolongación occidental del Sueve, donde destacan las picudas alturas gemelas del Picu Gobia o Cantiellu (538 m) a la derecha, donde hay un vértice geodésico, y el Bustronci (534 m) a la izquierda 


Según se desprende de las noticias de la época, es en el verano de 1926 cuando aparecen casualmente en El Forniellu importantes hallazgos de la época de los romanos. Según el estudio a ello dedicado por Ramón Gutiérrez González, quien da la primera noticia de ello es el periódico La Vanguardia a fecha 14 de agosto, cuando informa, pero ubicándolo erróneamente "En Llanes", que "don Ramón Capín Migoya, rico propietario de Cuba", había ordenado que se hiciesen trabajos en una cantera próxima a la casa con el objeto de habilitar su finca para residencia veraniega:
"Cuando trabajaban los obreros, hallaron dos sepulcros de piedra y cuatro esqueletos, que se deshicieron al sacarlos. También se descubrieron dos figuras, toscamente labradas en piedra y numerosas armas y útiles metálicos, que también se deshicieron por el enorme grado de oxidación en que se hallaban.

Hallaron luego dos lápidas, a quienes se les da un interés incalculable. Dichas lápidas tienen una inscripción votiva romana.

A todos los descubrimientos se concede gran importancia. Don Ramón Capín mandó suspender los trabajos, pasando aviso al Instituto de Turismo para que se haga cargo de las antigüedades, destinándolas al Museo Provincial. Créese se trata de una necrópolis romana"

 Dos meses después, el 16 de octubre, el ovetense diario Región publica una entrevista en la que incide en estos sorprendentes hallazgos. Se supone sería escrita por el erudito Constantino Cabal que, además de ser su director, se haría cargo de la excavación arqueológica del lugar, en la que son halladas en total unas doce inhumaciones, ídolos. armas y cerámica, además de una pequeña moneda de cobre 


Moneda de Constancio Galo (NO es la de El Forniellu): 

En base a sucesivas investigaciones se desprende que la necrópolis habría sido empleada entre mediados del siglo II d.C. a inicios del siglo V d.C. y que los ajuares corresponden a los de miembros de una clase social privilegiada, sin duda dominante en este espacio y relacionada con las rutas comerciales incluyendo las transacciones monetarias, demostrada con dicha moneda, acuñada el año 354 y que presenta la efigie de Constancio Galo, césar del Imperio Romano de Oriente entre los años 351 y 354, llamado por su primo el emperador Constancio II, hijo del célebre emperador Constantino I que, con el Edicto de Milán, promulgó la libertad de cultos, acabando con las persecuciones a ciertos grupos religiosos, principalmente los cristianos, no tolerados hasta el momento y sometidos a persecuciones


La estelas localizadas, sin embargo, no son cristianas, ya que su texto funerario menciona a los Dioses Manes, protectores de las necrópolis. Esta es la llamada estela antropomorfa de El Forniellu, pues está rematada en redondo, representando una cabeza, pues se le esculpieron boca nariz y ojos. Esto y los nombres autóctonos no latinos en ella labrados parece demostrar la pervivencia de la cultura y tradiciones prerromanas. Esta es la transcripción de su texto:
D M
QE P BO
CLv CM
XXXXV
Dadas las abreviaturas, el contexto y el desgaste, pueden ofrecerse diferentes traducciones e interpretaciones de su texto. Francisco Diego Santos en Epigrafía romana en Asturias, propone la siguiente
D(iis) M(anibus) 
Qe... p. Bo
clu
c. m.
(annorum)
 Arriba, la primera frase está claro se refiere a los Dioses Manes. En la segunda y tercera Diego Santos ve los nombres indígenas de este área cántabro-astur: Quelia o Quemia y Bo/clu o Bocco. Sin embargo Ramón Gutiérrez González hace hace esta propuesta:



La siguiente estela, el epitafio de Marco Licinio, presenta ya un nombre eminentemente romano. Para Diego Santos el remate en la cabecera de dos prominentes abultamientos son símbolos de fecundidad. Otro erudito, Narciso Santos Yanguas, afirma tendrían que ver con representaciones astrales que garantizarían el paso del difunto al otro mundo. Ramón Gutiérrez se adhiere que son dos puluini o elementos decorativos de las estelas-altar funerario libremente interpretados por un artista local


Más abajo y entre las letras de la primera línea un pequeño hueco serviría para colocar alguno de los pequeños ídolos antropomorfos encontrados en torno a estas estelas, que guardarían una estrecha relación con ellas y su contexto. Santos Yanguas ve un espacio para el alma del finado y conducirlo por los avatares del más allá, actuando las figurillas como sus sirvientes o esclavos. Abajo al final de la última frase se dibuja un símbolo en forma de hoja. En este texto vienen a coincidir todos sus investigadores:


En lugar, en lo alto de la colina o de un cerro, no es el principio el habitual en el espacio funerario de esa época tardoantigua, pues aunque existen, abundan más en vegas y llanuras. Gutiérrez González lo atribuye a que el lugar sería ya sagrado anteriormente a esta necrópolis. En este sentido, en el Diccionario Geográfico de Asturias de La Nueva España, se nos da un importante dato, que la finca del yacimiento se llama El Robledal, por lo que ya es imposible soslayar la existencia de un nemeton, un santuario natural prerromano en un bosque de robles o en su claro, correspondiente con el lucus romano, prácticamente en origen con su mismo significado


En su estudio, González hace hincapié en la cercanía de un camino importante habría sido fundamental para determinar la existencia de este espacio funerario de origen altoimperial pero que siguió empleándose durante el bajo imperio. Además de este, el Camín Real de la Costa propiamente dicho, por donde vamos nosotros, tal vez el mismo camino que desde la iglesia de San Esteban y la escuela va a El Forniellu forme parte de otro paralelo que vadeaba el Sella por un sitio menos profundo, más estrecho y más seguro que por su desembocadura, el de Lloviu, con la barquería de L'Alisal, que estuvo en funcionamiento hasta la fecha, extraordinariamente tardía, de 1968


Ese vadeo por Lloviu, que llegó a ser el preferido para pasar por Carlos de Flandes con su séquito en 1517, sube aquí por Samiguel d'Ucio, donde no pocos quieren ver a la mítica ciudad de Noega Ucesia (Noiga Ukesia) de la Geografía de Ptlolomeoy vendría a unirse a este, tras haberse separado de él en la zona de Cuerres o Toriellu vía Collera, en algún lugar de esta bajada a la playa de Vega. Ambos formarían parte de la vía romana de Ossaron (Oyarzun o Irún) que recorría la franja litoral cantábrica hasta Briantia (A Coruña o Betanzos), la cual tendría diferentes ramales o alternativas y a la vez se cruzaría con otros caminos, los que de los puertos de la costa comunicaban con los de las montañas, el costero de este a oeste, los segundos de norte a sur. Todos ellos ya caminos prerromanos, entre castros y otros enclaves y a la vez basados en pasos naturales existentes desde la más antigua prehistoria


Estas rutas terrestres que por aquí pasaban, junto con el puerto natural que fue la ría del Sella desde épocas romana y prerromana, serían el fundamento de aquella comunidad, que podríamos llamar pudiente, que honraba a sus muertos en este nemeton o lucus de El Forniellu, que comerciaba y que estaba en contacto habitual con otras gentes, sus sestercios pero también sus ideas, de ahí, que del largo periodo de utilización, se extraiga que se trataba de un grupo de gentes de raíces autóctonas que, a lo largo de esos siglos, fueron perdiendo sus raíces prerromanas, empezando por sus nombres, dice Gutiérrez González:
"Pocos son los datos que pueden extraerse de los hallazgos pertenecientes a la fase altoimperial (la estela antropomorfa y el epitafio de Marco Licinio). Estos parecen remitir a un entorno rural en que las raíces indígenas iban retrocediendo, sin duda como consecuencia del impulso aculturador que el Noroeste hispano experimentó a partir de la época flavia
La información que nos proporcionan los hallazgos tardorromanos del yacimiento es más rica, y apunta a los cambios sociales y económicos que debió de producir en el Oriente asturiano la introducción de nuevos modelos de explotación agrícola y de ocupación del territorio durante el Bajo Imperio. Los ajuares (fundamentalmente las armas) nos remiten a una comunidad rural en la que existe una clase socialmente privilegiada, que quizás haya que identificar con possesores. A su vez, el numerario hallado testimonia la conversión en moneda de los excedentes agrícolas en los circuitos comerciales locales (sin duda, a través de la "vía de la costa"), confluyendo estos en otros más amplios, que conectaban diversas zonas del mundo romano"

La contemplación del Puertu Sueve, antiguo Sove, que más que a suevos se referiría a Júpiter, padre de los dioses y señor de la tormenta, desde aquel nemético paraje de El Forniellu, contribuiría a aquellas sensaciones de espiritualidad que impregnaban el lugar. Aquellos contactos exteriores es seguro propiciarían la cristianización del lugar, bien fuese realmente por fe, o por cuestiones económico-políticas como sería la declaración del cristianismo como religión oficial del Imperio con el Edicto de Tesalónica en 380. Ciertamente no se han podido localizar ni cimientos ni edificios ni siquiera estelas que pudiésemos calificar de cristianos, pero es verdad que le enclave deja de ser necrópolis no mucho después. 


En ese contexto, la tradición local que afirma que en El Forniellu estuvo la primera iglesia de San Esteban no carece de sentido. La transmitió, ya en 1802, el párroco D. Lope José Bernardo de Miranda y Quirós al filólogo, jurista y también sacerdote Francisco Martínez Marina, quien estaba recopilando información para su Diccionario Geográfico, mediante unos apuntes en los que informaba que anteriormente a la actual iglesia del siglo XIII, existió otra en El Forniellu "distante como mil varas del que hoy nos ocupa". Es claro que D. Lope recogía una tradición, similar a otros muchos lugares, sobre la cristianización de espacios sagrados precristianos, sino directamente sobre la necrópolis de El Forniellu, sí continuadora de las inquietudes espirituales de aquella lejana comunidad


Sigue el Camino bajando por estas arboledas autóctonas tal vez descendientes de aquellos espacios sagrados, nemeton y lucus, que constituyeron, para aquellas poblaciones castreñas luego romanizadas, el lugar para despedirse de sus antepasados, pero así del mismo modo para tenerlos presentes y honrarlos con sus estelas a ellos dedicadas, sus ofrendas y sus oraciones, al paso del Camino, de uno de estos ancestrales caminos, o de sus inmediaciones


De cómo lo hacían, y cómo dejaron de hacerlo, se desprende su evolución como colectividad humana, desde sus nombres a sus ajuares, de los Dioses Manes a San Esteban, el mundo prerromano, el romano, y el cristiano como nexo de este con el medieval en estos lugares por los que van los caminos de la tierra y el mar, cerca ya del Finis Terrae. en noroeste ibérico, la última frontera del imperio de los césares y augustos antes del Mare Tenebrosum o Mar CélticoCantabricus Oceanus, Britannicus Oceanus o Gallicus Oceanus, antesala de la inmensidad atlántica, la de las enigmáticas rutas de San Balandrán


Ya casi no vemos los tejados de El Forniellu, la necrópolis de un grupo humano que transmitió su evolución a lo largo del Imperio, desde su asentamiento de manera efectiva dentro del proceso romanizador de los emperadores flavios de cántabros, astures, galaicos y otros hasta la misma desaparición del poder de Roma y con ella de la necrópolis, pero seguramente por evolución a los nuevos tiempos que trajo otro periodo, el de la cristianización. El arraigo de la veneración a San Esteban, que hasta dio nombre a la parroquia, no habría de pasarse por alto. Es un santo especialmente relacionado con las conversiones, pues según la historia cristiana el mismo San Pablo se convirtió tras contemplar su martirio. Tal vez a aquella influyente comunidad le inspirase aquel ejemplo


Y por la misma razón, que Leces o Lleces, complete el topónimo parroquial, San Esteban de Leces, al menos cuando se desea diferenciarlo de otros homónimos, no es casualidad, es el corazón de la antigua tierra de Leduas o Letuas, que abarcaba del Sella hasta las primeras estribaciones del Sueve en su prolongación, la Sierra del Fitu, la Tierra de Letio o Lettius, uno de aquellos possesores, tardorromanos o altomedievales, descendientes de estirpes indígenas romanizadas, que habrían de tener continuidad en los linajes locales del medievo y la Edad Moderna


Del Sueve, vemos su vertiente oriental y parte de la meridional, esta, que mira a los valles del Piloña y su afluentes. Cuando avancemos un poco más, camino de Caravia, contemplaremos más sus faldas este y nordeste, caminando casi al pie de tan magnífica montaña de la que Aurelio de Llano, pionero de la etnografía asturiana, afirma en su obra El libro de Caravia, del año 1919, que se ve toda la costa "desde el cabo Ortegal hasta Vizcaya"


Y citando a Aurelio del Llano otro gran etnógrafo, Ramón Baragaño, escribe al prologar la obra de Luis Díez Tejón Víctor Manuel Villar PisEl Sueve. Geografía, historia y rutas de montaña:
"El gran folklorista Aurelio de Llano, nacido en Caravia, dice que "en esta zona, paralela al Sueve, fue donde recogí mayor cantidad de leyendas míticas". Así, la de que en el fondo de la espesura del bosque de La Peña (formado por hayas milenarias, robles y tilos, y en el camino que desde la costa lleva a la majada del Bustacu) tiene el diablo su morada. O aquella otra, de gran importancia para confirmar el valor mítico y sagrado de Sueve, que cuenta cómo el Nuberu (el genio director de las tormentas) "venía corriendo una nube y cayó en el puerto Sueve, en la majada de Merguyines; allí se hospedó en la cabaña de un pastor, y este le obsequió con leche espesa, queso, pan de centeno y avellanas. Al día siguiente, el Nuberu se despidió del pastor diciéndole: -Si vas a la ciudad de Orito, pregunta por Juan Cabrito" Años después, el Nuberu tuvo la ocasión de devolverle el favor al pastor, transportándole mágicamente desde aquella ciudad a su pueblo asturiano a fin de que pudiera reunirse con su mujer, quien ya le daba por muerto"

El Picu Pienzu se hace reconocible por ser el cimero de la serranía, no siendo difícil, mejor con un zoom o con prismáticos, aunque a veces también a simple vista desde la distancia, su cruz, La Cruz de Pienzu, gran ingenio metálico que sustituye a otras anteriores, de madera, derribadas por el Nuberu, transformación mitológica de los dioses del rayo y la tormenta Júpiter y Taranis, colocadas todas ellas a partir de la primera, en 1914, en acción de gracias por los hermanos Lucio Victorero, emigrantes a ultramar, al haber salido indemnes en 1910 de la Revolución Mexicana


Un poco desgajado de la gran mole principal de la majestuosa montaña mitológica, pero por ello precisamente muy destacado de identificar, es el no menos legendario Picu Babú, Picu los Foyos o Picu los Cuervos (929), con su célebre bosque de La Biescona y su forma cónica o casi piramidal que hizo de él otro referente de ancestrales tradiciones. Continúa Ramón Baragaño, con citas de Aurelio de Llano:
"También el Sueve aparece relacionado con los ritos y prodigios que tenían lugar en la mágica mañana de San Juan (24 de junio). Los mozos y las mozas de Caravia tenían la costumbre de subir al pico Babú "para ver el sol bailar en el momento que aparece bañándose allá donde las aguas del mar se unen al cielo y se besan". El culto al sol esa mañana proviene de su coincidencia con el solsticio de verano, que ya era venerado por los celtas."

A la izquierda del Picu Babú y delante del Picu Pienzu se extiende un murallón que tiende la verticalidad en la parte más alta. Allí están el Sellón (1.027 m), también sobre La Biescona, en su ladera sur, concejo de Parres, el único gran bosque autóctono del Sueve, de hayas, tilos, texos, acebos y avellanos. También es llamado La Biesca la Toya (la v y la b en este topónimo y palabra relativos a bosques alternan muchísimo) por que se extiende a lo largo de lariega o arroyo de este nombre, por donde entra un poco, por la vertiente norte, en el concejo de Colunga


A su izquierda, El Cuetu les Duernes (1.059 m), que cierra por el sur la majada del mismo nombre, braña pastoril que quizás le haya dado el topónimo, referido a hondonadas y que por extensión de aplica a recipientes de piedra o madera para diferentes usos domésticos. Seguidamente va La Gobieta (1.044 m), de gobia o bobia, pasto de ganado bovino, en principio reservado a los muy preciados bueyes de labor pero que luego se extendió al vacuno en general


El murallón es La Paré de la Múa, de muda, cambio del ganado de una braña a la otra, que cae sobre las majadas de pastos de altura de Merguyines o Mergullines y El Bustacu, antiguas majadas, regadas por la riega de La Corteguera, en el camino del Mirador del Fitu al Sueve, desde donde suele acometerse su ascensión por la mayor parte de los montañeros, ya que viene a ser el mejor camino


Más allá del Bustacu está Peña Corvera (963 m), con El Colláu Beluenzu a su derecha, puerta del Pienzu. Un poco más abajo y más cerca El Cantu la Teya (729 m), por donde se sube desde La Cruz de Llames (El Mirador del Fitu) al Pienzu, desde la carretera AS-260, a unos 598 metros de altura, de la que dice el cantar:
Carretera la del Fitu
cuando yo te paseaba
tola noche llovía
pero yo nun me moyaba

Más a la izquierda y un poco más lejos, El Picu Tiegu (845 m), con sus laderas del Pasadoriu, otra de las rutas de subida al Sueve, esta desde el sur, por Robléu en Piloña o por Cofiñu y Villar de la Cuesta, en Parres


Esas estribaciones están muy cerca ya del extremo más occidental del Sueve, el valle del Ríu Borines, que nace en el Altu la Llama, considerado el límite occidental de esta sierra, río afluente del Piloña, paso de la celebérrima Travesía Andariega Xixón-Cuadonga/Gijón Covadonga


Continúa la prolongada bajada por El Calerón, que es como se llama a esta parte del Camín Real. Seguimos coincidiendo, además de con peregrinos, con paseantes y senderistas. La vegetación, árboles, arbustos y matorrales crecen profusamente en la espesura de las veredas


Entre ellos y a nuestra izquierda podremos ver esta preciosa vista del valle al pie de El Forniellu, una isla de bosque autóctono entre un paisaje forestal en el que domina el ocalito, y en medio, este claro que parece también verdaderamente nemético, como en los tiempos de la veneración de los Dioses Manes, una creencia que de Roma se extendió por el Imperio, vinculada a otras divinidades domésticas, como los no menos conocidos, Lares Viales, protectores de los caminos. Extraemos parte de la definición que nos ofrece la Wikipedia:
"Los manes, en plural siempre, en la mitología romana, eran unos dioses familiares y domésticos o caseros por lo general asociados a otros llamados lares o dioses familiares y penates o dioses de la despensa. Eran espíritus de antepasados, que oficiaban de protectores del hogar. El pater familias o padre cabeza de familia, era su sacerdote y oficiaba sus ceremonias religiosas y ofrendas en las viviendas.

Los antiguos daban el nombre de manes a las almas de los muertos que suponían errantes de un lugar a otro a manera de sombras y a las cuales tributaban en ciertas ocasiones una especie de culto religioso. Los antiguos decían que eran hijos de la diosa Manías y Hesiodo supone que tuvieron por padres a los hombres que vivieron durante el siglo o edad de plata pero Bauier opina que su verdadero origen nació de la idea de que el mundo estaba lleno de genios, unos para los vivos, otros para los muertos: unos buenos y otros malos, etc. Los antiguos no tenían ideas enteramente estables o fijas relativas a los manes: así es que tan pronto los tomaban por las almas separadas de los cuerpos, tan pronto por los dioses infernales o simplemente por los dioses o los genios tutelares de los difuntos.

De todos los autores antiguos, Apuleyo es el que en su libro De Deo Socratis habla con más claridad de la doctrina de los manes:
El espíritu del hombre después que ha salido del cuerpo pasa a ser o se trasforma en una especie de demonio que los antiguos latinos llamaban lemures. Las almas de aquellos difuntos que habían sido buenos y tenían cuidado y vigilancia sobre la suerte de sus descendientes, se llamaban lares familiares pero las de aquellos otros inquietos, turbulentos y maléficos que espantaban los hombres con apariciones nocturnas se llamaban larvae y cuando se ignoraba la suerte que le había cabido al alma de un difunto, es decir, que no se sabía si había sido trasformada en lar o en larva, entonces se la llamaba mane.

 De muchos autores antiguos resulta que estos atribuían o suponían a las almas de los difuntos una especie de cuerpos muy sutiles de la misma naturaleza del aire, pero no obstante, organizado y en disposición de ejercer varias funciones de la vida humana como ver, hablar, entender, comunicar, pasar de un lugar a otro, etc.

Aunque los antiguos no deificaban todos los muertos, no obstante creían que todas las almas de los hombres de bien pasaban a ser una especie de divinidades, por cuya razón solían grabar sobre los sepulcros estas tres letras iniciales D. M. S. Dis manibus sacrum, consagrada a los dioses manes."


A nuestra derecha, un antiquísimo muro sobre el que crece profusamente la maleza cierra una finca de una frondosidad verdaderamente selvática. Es el oscuro bosque que se extiende por las laderas del cueto en el que se asienta el Palacio de los Argüelles que miran al oeste. Un lugar muy adecuado para pensar en aquellas deidades protectoras también de los caminos. La investigadora Marta Plaza Beltrán realiza con compendio de dioses protectores camineros en Culto a los caminos, límites y fronteras: dioses protectores, publicado en la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes:
"El culto familiar o popular romano estaba dividido entre los Lares (protectores del hogar, caminos y ciudades), los Penates (protectores de las despensas), los Manes(antepasados de los muertos) y los Lemures (espíritus malévolos que atormentaban a los vivos). Este pueblo asimiló los antiguos dioses protectores de los caminos para convertirlos en sus dioses Lares, a los que rendían culto en estos caminos –Lares Viales–, en las encrucijadas –Lares Compitales –  o en límites de terrenos y localidades –Lares Praestite–. Respecto a estos últimos señalar que el emperador Augusto colocó altares en honor a ellos con bancos para meditar, motivo por el que también se les conoció como Lares Augusti. De igual forma, en los cruces de las vías, denominados compitum, también era habitual edificar altarcillos o pequeñas capillas dedicadas a los lares compitales, a los que se les realizaban ofrendas durante la festividad de la Compitalia

Esta erudita, profesora titular de Bellas Artes y especializada en iconografía religiosa europea, vincula estas deidades con la misma ruta xacobea:
"La piedad popular profesada hacia estos lares ha sido muy criticada desde épocas muy antiguas, tanto dentro como fuera del cristianismo. La llegada de esta religión supuso que los antiguos Lares viales romanos fueran sustituidos por marcas cristianas, como las que discurren a lo largo del Camino de Santiago, que conducen al Locus Sanctus, al Lugar Santo"

El Camín Real también tuvo su tradición funeraria. Por aquí subían antiguamente los vecinos de Vega y Barréu, los pueblos más occidentales de la parroquia, a sus difuntos, llevando el ataúd a hombros y realizando las oportunas paradas y relevos, para su funeral y entierro en la parroquial de San Esteban, en tiempos en los que no tenían ni coche ni carretera


Los árboles se cubren de hojas en verano, proporcionándonos buena sombra, y se desnudan en invierno, cuando nosotros, como los caminos, necesitamos el tibio solo de la estación para secarnos de fríos y humedades. La Naturaleza es sabia...


Aquí nos encontramos con el gran mural, alegoría precisamente del Camino de Santiago, obra del artista urbano madrileño conocido como El Rey de la Ruina, tal como firma sus obras, incluida esta. Suele actuar en muros y espacios degradados. Este lo pintó en el verano de 2020 y posteriormente invitó a los riosellanos a descubrirlo, con motivo de una entrevista que le ofrecieron en Cope Ribadesella, el 25 de noviembre de ese año, presentando otro de sus murales riosellanos:
"Según explicó Toni, El Rey de la Ruina, “está perdido en un lugar que os invito a descubrir. Está en una especie de muro de contención, casi metido en el monte. No es difícil de encontrar así que hay que animarse a caminar, a darse un paseo y a descubrir lo que es parte del encanto que tiene el arte urbano”.

Toni tiene familia en el concejo y no es la primera vez que visita Ribadesella. Siempre está buscando nuevos espacios para plasmar su arte. Le gustan los lugares públicos que estén “apartados y degradados”(...)

“Es un pequeño guiño, una pequeña ironía y paralelismo con el estatus que tiene el graffiti y el arte urbano en las ciudades de hoy. Por un lado es apreciado y por otro es perseguido al verse como una agresión, como algo sucio y vandálico. Recordemos que las pinturas rupestres también fueron durante mucho tiempo olvidadas o despreciadas como algo anecdótico, hasta que la modernidad les dio el gran valor histórico que tienen”, añadió."

Dos manos artísticamente pintadas y vivamente coloreadas, la de la derecha mostrando el brazo extendido, señalan con el dedo índice la frase TODOS LOS CAMINOS SON EL CAMINO. El 28-11-2020, tres días después de la entrevista, la misma emisora Cope Ribadesella daba la noticia de su hallazgo:
"El pasado miércoles hablábamos con el artista urbano conocido como El Rey de la Ruina y nos invitaba a caminar y descubrir el primer mural que pintó este año, el pasado verano, en Ribadesella. Nos dijo que suprimiera obra riosellana estaba perdida en un lugar situado entre los pueblos de Tereñes y Vega, en pleno Camino de Santiago.

Con esta descripción, hoy nos hemos puesto en marcha y lo hemos encontrado. Es una oda a la Ruta Jacobea en la que destacan dos enormes manos que señalan la dirección de ida y vuelta con el dedo índice y una frase, cosecha de su autor: Todos los caminos son el Camino.

Animamos desde aquí a descubrir este mural con una simple pista. Partir de la iglesia de San Esteban de Luces y desde allí seguir el Camino de Santiago. No tardarán en encontrarlo.

También recordamos que este no es el único mural pintado en el Camino de Santiago a su paso por el concejo de Ribadesella. En el mismo pueblo de Vega, existe otro pintado por Carlos Jiménez Escolano."

Y solamente dos días más tarde, el 30 de noviembre, era el mismo alcalde de barrio de Abéu quien invitaba al artista a decorar otro gran muro situado en medio del pueblo:
"El alcalde de barrio de Abéu (Ribadesella), José María González Varas ‘Chichi’, ha ofertado uno de los muros del pueblo para que sea decorado por El Rey de la Ruina, el artista urbano madrileño que pintó el Graffiti Rupestre de El Pixuecu, en la villa de Ribadesella y el mural dedicado al Camino de Santiago en el mismo pueblo de Abéu.

Había sido el propio artista quien en la COPE se ofreció a decorar y pintar “cualquier muro aburrido del concejo al que se le quiera dar color”. Pues en Abéu no le han ofrecido un muro cualquiera sino uno de 125 metros cuadrados de superficie que se encuentra en el centro del pueblo, entre los barrios de La Almadera y La Quintana.

“Es un muro que se construyó en 1970 y que este año cumple medio siglo de existencia. Tiene unas dimensiones importantes, 37 metros de largo y una altura máxima de 4,60 metros, así que si él está dispuesto nosotros también”, afirmó Chichi.

Al alcalde de barrio de Abéu le encantaría un mural alusivo a la ruralidad del pueblo, “donde antaño hubo alrededor de 24 hórreos de los que sólo quedan la mitad y de estos solo siete en buen estado de conservación, los cinco restantes en estado de ruina”, aunque el artista tendría libertad de acción para pintar lo que estime oportuno. El alcalde de barrio le facilitará las cosas para que pueda llevar a cabo su proyecto si al final se interesa por él."


Y aquí están la firma y la fecha. Este artista lleva 20 años pintando en las calles de Madrid, aunque en todo este tiempo ha tenido diferentes nombres. Estudió Bellas Artes y se sintió atraído por esta forma de expresión. Al actuar siempre en paredes en mal estado, en una ocasión pintó en una de sus composiciones la frase "vuestras ruinas son mi reino", firmando a partir de entonces de esta manera. En una entrevista concedida a El País el 21-5-2021 decía:
underground

Unos años antes, el 30-1-2017, la redactora Ana Arranz publicaba para Madrid Diferente una crítica de este artista en la que, entre otras cosas, comentaba lo siguiente:  
"... se dedica a pintar ‘allí donde haya muros vacíos’. Su alias tiene historia: desde pequeño sueña con lugares en ruinas, espacios que le atraen mucho por sus relaciones con la literatura y el cine distópico o postapocalíptico. ‘Creo que los lugares abandonados, los márgenes de la ciudad, las fronteras, son los lugares donde realmente pasan cosas autenticas, sin que medie el consumo o el espectáculo’. 

Su soporte favorito son los muros grandes y limpios y, a la hora de crear cada una de sus piezas, se inspira en prácticamente todo lo que le rodea, aunque la poesía y la política son dos de los temas que más le movilizan para dar forma a sus lemas. Para El Rey de la Ruina, las paredes de la ciudad son como un diario público, como un bloc de notas abierto a todo el mundo. De hecho, lo que más le interesa de intervenir el espacio público, además de la inmediatez, es precisamente esa respuesta del ‘espectador’ que camina por la calle y se encuentra de repente con alguna de sus obras. Aunque tiene algunos proyectos más pensados y sostenidos que las piezas por las que se ha hecho más célebre, reconoce que por norma general improvisa mucho, incluso cuando lleva una idea previa en la cabeza: ‘confío en el proceso y es durante la realización del muro cuando maduro la idea’.  
El Rey de la Ruina afirma no sentirse demasiado representado por muchos de los que hoy en día se definen como artistas urbanos, que ven en esta forma de expresión un canal de promoción personal más que uno de comunicación. ‘Creo que el arte urbano es una disciplina libre, no comisariada, de intervención en el espacio público que busca la complicidad, la respuesta o la comunicación con todo el que vive en la ciudad’. 

Y, tras el Rey de la Ruina, el Rey del Camino, la encrucijada, o más que el rey el dios, la polifacética deidad céltica Lug o Lugus, múltiple artesano y omnipresente pues realizaba las labores de los demás dioses, no como dios supremo pero sí acaparando las funciones de todos ellos, pues era héroe y guerrero, carpintero y herrero, artesano y músico, historiador y cuentacuentos, médico y escanciador, garante de los pactos y de la autoridad. Sólo le restaba reinar sobre los caminos y los caminantes como los que al llegar aquí siguen por el de la izquierda, el principal y señalizado para continuar a Vega, el Camino de Santiago. Pero dejemos que nos guíe, una vez más, Plaza Beltrán, por los caminos de estas divinidades viarias:
"El pueblo celta ha creído en los cruces de caminos como lugares vinculados a la muerte y la oscuridad; eran contemplados como puntos de comercio entre el demonio y las almas que vagaban por allí. Este hecho motivó la presencia de algunas divinidades en los caminos y encrucijadas, a las que se ofrecían piedras al mismo tiempo que oraciones. La acumulación de las mismas en un punto fijo originó la posterior erección de elementos indicativos del lugar, como pilastras, bustos o cruceros. Las divinidades a las que se rendía culto y heredadas de la mitología indoeuropea, serán asimiladas por los romanos y surgirán, como veremos más adelante, las aras votivas o los edículos destinados a honrar a los Lares Viales y Compilares.

Uno de los dioses más importantes dentro del panteón celta es Lugo Lugh, que en la epigrafía romana aparecerá como Lugoves, Lugovibus, Lougesterico, Lucoves, Lugu, Lucubi, Louigi, Luges, etc. Dios directamente relacionado con las almas de los muertos al ser el encargado de transportarlas al más allá. Se trata de un dios sin una función determinada al que se rendía culto en los caminos, montes, fuentes y bosques, según queda constancia en algunas lápidas funerarias y aras halladas en estos lugares. Un ejemplo es el ara descubierta en Osma (Soria) dedicada a Lugoves por un Collegium Sutorum (asociación de zapateros, oficio relacionado con el caminante)"

Tras el cruce del mural del Rey de la Ruina el Camino llanea y sigue un trecho recto. Su caja caminera es profunda y aún la hace más la frondosidad de el bocage, la sebe


Luego realiza esta curva a la izquierda en un tramo que va quedando más libre de árboles


Saliendo del bosque disfrutamos de esta magnífica vista del valle en el paraje de Llames, de llamallamarga o llamuerga, con el significado de barrizal, lodazal, marisma... como la que aquí se forma cuando llegan las lluvias


Montes de El Forniellu, las estelas localizadas se atribuyen a los cántabros salaenos u orgenomescos, que, precisamente, en este territorio que luego sería Letuas, hacían frontera con los astures luggones, o como su nombre indica, los hijos de Lug, que tenía correspondencia, si duda herencia común indoeuropea, con el romano Mercurio y ambos a la vez con el griego Hermes. Lug está además relacionado con el culto xacobeo y el Camino de Santiago y la misma Xacopedia le crea esta entrada:
"Dios pagano adorado por los pueblos célticos que se ha relacionado con el Camino de Santiago. Es una divinidad solar. Desde presupuestos esotéricos fundamentalmente, pero no de forma exclusiva, se ha vinculado a este dios, extendido por distintas zonas atlánticas europeas, con la Vía Láctea, adorada como el arco iris de Lug y, a través de esta, con el Camino. Mantienen este tipo de creencias que con la romanización habrían desaparecido gran parte de los santuarios y rutas sagradas de los pueblos europeos primitivos. Solo habría sobrevivido la ruta del arco iris de Lug -todavía se cita en Irlanda como el arco o honda de Lug-, coincidente con el trazado de la Ruta Jacobea, esencialmente el Camino Francés, donde debido a las dificultades civilizadoras del Norte de España, acabarían refugiándose sus seguidores.

Lug, representado con frecuencia como un lobo o un perro, se ha relacionado con la leyenda de la reina Lupa y la traslación del cuerpo de Santiago desde Palestina hasta Galicia. También se le ha citado en algunos lugares de Europa como dios asociado al conocimiento y al juego de la oca. Con Lug se han querido vincular, además numerosos topónimos, como los de las ciudades de Lugo (España) y Lyon (Francia), a los que se les concede igualmente origen romano"

A nuestra derecha prados y fardos de hierba empacada en la ladera del Monte Redondu, al oeste de Abéu 


Otro trecho recto durante unos metros hasta meternos en este túnel vegetal de pequeños robles, castaños y avellanos


Curva a la derecha, el Camino sigue siendo llano y así seguirá hasta una pequeña cuesta al sur de Barréu, antes de llegar a Vega


El valle forma un pasillo natural entre estos montes, por donde discurre el Camino. Es un trayecto precioso pese a la ocalital, los eucaliptales, que, en las alturas, han sustituido a los pastos y al arbolado autóctonos


En la pradería del valle crecen las plantas de entornos acuáticos, señal de las charcas, regueros y lagunas que aquí se forman. Una pequeña riega, prácticamente seca las más de las veces, discurre por la vega


Sin embargo, a simple vista no se ve ningún arroyo en esta extensa campera verde. Atrás han quedado El  Forniellu y su monte sagrado, Abéu y el pueblo de San Esteban, que ya no vemos desde aquí


Seguramente muchos de los peregrinos que por aquí caminaron en los tiempos de las romerías históricas tuviesen la idea de hospedarse en Berbes, el último pueblo riosellano antes de Caravia, donde en 1678 el párroco Alonso Ganancia, había fundado un hospital, con casa y huerta a los "pobres peregrinos que pasasen por aquella parte en donde se les diese agua, lumbre y leña y se conservasen en él dos camas de ropa" tal y como dispuso en su testamento


No obstante aquel hospital de Berbes duró pocos años, de escasas rentas y por lo tanto malo de mantener, no apetecía tampoco a ningún vecino asumir el cargo de hospitalero. Por si fuera poco algunos peregrinos no contribuyeron a mejorar la situación sino todo lo contrario, los Autos de Visita parroquiales registran  que algunos robaron las ropas de las camas y hubo quienes alimentaron el fuego del llar o lumbre haciendo leña de las mismas tablas del edificio. En 1702 fue vendido y subastado


Ese hospital habría dado un muy buen servicio a los peregrinos, acortando el largo camino que separa s los hospitales, algo más provistos pero también en decadencia por entonces, de San Roque en Ribadesella/Ribeseya y del de Santa Ana en Colunga


Por el tramo en sombra la hierba más alta delata el paso del regato, que cuando tiene agua la lleva a alimentar al río Acebu, con el que se une en Barréu, sal otro lado de este monte. En el prado vemos, bien trillado y marcado, un estrecho sendero que discurre, linealmente, toda esta vega


Cierto es que, entre los hospitales de San Roque y Santa Ana por el medio, esparcidas por los pueblos,  había varias ventas y posadas camineras que también emplearían los peregrinos, los cuales compartirían espacio, lumbre, lecho (suelo de paja) y olla con los arrieros, los grandes transportistas de la antigüedad, con sus recuas de mulas, así como artesanos ambulantes, como aquí los famosos erguinos o canteros riosellanos, pastores trashumantes, y otros nómadas y viajeros que pululaban por los caminos de antaño, incluyendo pícaros, funcionarios en ruta, correos, vagabundos, tratantes de ganado y demás caminantes y gentes a caballo


Para carros y carretas pocos caminos estaban acondicionados, si bien hacia mediados y finales el siglo XVIII ciertas mejoras permitieron el tránsito de carruajes, al menos con relativa seguridad en algunos tramos, en otros a veces los pasajeros habían de apearse y caminar, o incluso empujar en alguna pendiente o arrastrar en algún lodazal, según leemos de algunos de los relatos consultados. También había espoliques y similares, mozos que alquilaban su caballo y acompañaban al viajero andando, haciendo de guías y a veces de intérpretes, pero no sería este un servicio muy solicitado por los peregrinos


Al fondo, el Monte El Calerón (126 m), que entre Barréu y Vega cierra por el este la foz o desfiladero de Entrepeñes, monumento natural


Su cima es alargada y ha sido totalmente plantado de eucaliptos que crecen entre sus mismas peñas, de ahí el topónimo Entrepeñes. A sus pies nos uniremos con el camino que viene de Barréu antes de entrar en Vega


Casi imperceptiblemente, la Camino, siempre de suelo hormigonado, tiende a ir subiendo ligeramente y mismamente serpentea para ganar un poco de altura


Antes de aquellas crónicas dieciochescas, los peregrinos de la Edad Media, de los que tan pocas noticias registran las crónicas, tendrían, antes de Colunga, otro centro hospitalario, este monástico, el antiguo monasterio de Santiago de Caravia, cuya advocación xacobea delata su relación con el Camino. La tradición quiere ver un cenobio benedictino fundado por el conde Nuño González, El Can, en 1040. Desapareció en el siglo XVI, en los albores de la Edad Moderna, recién dejado atrás el medievo, y se supone estaba en algún lugar cercano al Camín Real, entre la actual parroquial de Santiago de Caravia, que mantuvo el patronazgo del Apóstol, y la desembocadura del Ríu los Romeros, que divide secularmente las Caravia alta de la baja


Pero, aún falta para llegar allí. En nuestros días, en Vega, dispone el peregrino de diversos lugares para alojarse, como el albergue Tu Casa, en pleno Camino, que allí se hace estrecha y coqueta callejuela bajando a la playa y, también en el mismo Camino, la Casa Rural L'Arcu, sólo por citar dos que acogen con gran deleite a los romeros sin desviarse nada de la ruta oficial señalizada, a pie de Camino. Cuando lleguemos allá comentaremos de alguno más


Que pronto faltará para llegar, pues al fondo vemos el paso entre las laderas del Monte Redondu por La Cruz y bajo La Campellina y las de Calerón: a la derecha, entre ellas, se llega a Vega por la parte alta del pueblo, camino del barrio de La Sertal


Vemos ya al fondo, en medio de esa confluencia de valles, las primeras casas de Barréu.El Camino sube ya de manera más perceptible pero muy suavemente


Por Barréu pasan los caminos que unen Vega con la N-632. Nosotros vamos a emplear el secundario, que tal vez, o sin duda era el más antiguo, al que llegaremos al pie de El Calerón, como hemos dicho. El otro es la carretera, la RS-4, que pasa al otro lado del monte, por el recitado paso de Entrepeñes, cuya parte más estrecha salva por un túnel


Bifurcación: no hay pérdida, siempre hay que ir por el camino principal, que sigue subiendo. Ahí tenemos además el mojón para confirmarlo


Incluso cuando la ruta a seguir parezca evidente, incluso cuando no haya cruces ni desvíos, cada ciertas decenas de metros, cualquier señal que nos confirme que vamos por buena dirección y que no nos hemos dejado ninguno de esos cruces atrás que nos hayamos pasado por alto, se agradece enormemente. Bueno, cualquiera no, respetuosas con el medio y la ruta sin estridencias y sin abusos de señalética como hay en algunas partes, como si fuese la rotonda de enlace de una autopista


El valle de Llames se va abriendo a la confluencia con el de Barréu. Cerrado al oeste por El Calerón, cuya loma se extiende de norte a sur formando otro pasillo natural, este entre Barréu y Vega


El paisaje de Entrepeñes estará institucionalmente protegido pero en sus montes imperan las masivas plantaciones de ocalitos a nivel industrial para las factorías de celulosa


Bajo la ocalital hay una campera verde con algo de arbolado. Si nos fijamos bien, veremos subir  a sus pies el camino que viene de Barréu y al que vamos a salir enseguida


En esa vaguada o collada entre los montes se efectuará esta unión de ambos caminos. Pasados los árboles, desde el lugar de La Cruz, otra de esas evocadoras encrucijadas históricas, emprenderemos la bajada a Vega, con una fantástica vista del pueblo y su extensa playa, que comparte con la vecina parroquia de Berbes


Tal vez sea ese, es muy posible, que ese sea aquel antiguo camino que procede del otro paso del Sella, entre Lloviu y L'Alisal, del que nos hablan las crónicas


Más al sur, por donde se hizo la carretera general, el paso caminero se complicaba por las abruptas montañas que, desde las últimas estribaciones de El Fitu, alargan sus cuetos, lomas y colinas hasta la misma playa y acantilados, entre Vega y Berbes, en Les Llanaes de la Caxigosa, por lo que las vías principales tenderían a buscar el paso menos difícil, casi por la misma playa, juntándose aquí, siguiendo estos valles que aquí confluyen, Barréu, lugar de barro


Es una precisa vista de prados de siega y pasto con alguna pumarada y un par de cabañas y cobertizos, manto verde hacia las primeras casas, al norte de este pueblo de la parroquia de San Esteban que, además de rural, fue minero y en parte sigue siéndolo, pues al fondo está el lavadero de fluorita de Minersa, Mina Ana, el único de estas características que funciona actualmente en Asturias


Se reconoce desde la distancia por sus instalaciones, especialmente su casi blanca y alta escombrera. Está al sur de Barréu y al norte de Torre, pueblo también de la parroquia de San Esteban


Más al sur destacan dos altas montañas, a la izquierda, el Monte Corquiéu (333 m) y a la derecha, La Gobia o El Cantiellu (538 m), en la Sierra del Fitu y por cuya cumbre pasa la frontera con Caravia. Más abajo son los montes de La Caxigosa (224 m), La Gavia, Grandamiana, El Picu'l Robléu, El Grayu, etc., todos en torno a Mina Ana, que en origen no fue, efectivamente, un lavadero sino una mina, de la que se tienen noticias por primera vez en 1910, cuando fue abierta para explotar hierro


Más tarde, en la posguerra, la empresa Minersa (Minerales y Productos Derivados S.A.), fundada en 1942, comenzó a explotar el espato flúor o florita, mineral estratégico que se había empezado a extraer en esta zona entre Ribadesella/Ribeseya hacia 1931 y que, dada su capacidad calórica como fundente para hacer buen acero, junto la alta calidad del asturiano, con pocas impurezas, y relativa abundancia, le hacía especialmente codiciado, tanto, que llegó a ser exportado, y los dos bandos, el Eje y los Aliados, en la II Guerra Mundial


Cuando Minersa empezó su extracción, perforó un pozo vertical y sobre él instaló un primer castillete de madera, que en 1954 sustituyó por otro metálico, de 9 metros de altura hasta el eje de poleas, al tiempo que profundizaba más, llegando a los 110 metros bajo tierra, según información de MTI Blog. Mineralogía Topográfica Ibérica


Era el llamado filón Ana, llamado así siguiendo una tradición minera muy extendida de poner a muchos pozos nombre de mujer, relacionado con alguna pariente del gerente, dueño, directivo, registrador, etc., de ahí Mina Ana. Era de unos 700 metros y tenía una potencia de 8 metros,  cerró en mayo de 1968 "ante el empobrecimiento del yacimiento y los constantes problemas que el agua ocasionaba en las labores más profundas". El castillete fue derribado con todas las instalaciones, pero el pozo fue reaprovechado como depósito de agua para suministro de la capital del concejo


Tomó el relevo el lavadero, inaugurado en 1957, en el que se trataba el mineral procedente de las minas de Berbes, Caravia, Villabona (Mina Cucona) y otras. En los años 1980, decayendo y desapareciendo las de Caravia y Berbes, continuó con el de Mina Cucona a la que se le añadieron las de Mina Moscona en Solís (Corvera), que sigue en activo; Mina Rosario (Huesca) y El Cuetu L'Aspa, esta aquí al lado en Berbes. Les seguirán las de Mina Emilio (Colunga) y Mina Jaimina en Prau (Caravia)


Reconocemos los edificios de sus instalaciones: machacado, cribas, conos, molinos de bolas, tanques espesadores y celdas de flotación, además de otras dependencias auxiliares, almacenes, oficinas, vestuarios, etc.etc.etc.


Tras ser lavado y concentrado el producto, este es enviado en camiones a la fábrica de Derivados del Flúor que Minersa tiene en Ontón, Cantabria, que el peregrino del Camino de Santiago del Norte habrá conocido camino de Castro Urdiales. De allí y tras su tratamiento es enviado a la siderúrgica de Arcelor (este el mejor, pues posee una riqueza en flúor del 85%) y a las cementeras asturianas, catalanas y valencianas (este de un 65% de riqueza):
"Se trata, sin duda, de una de las mejores y más completas instalaciones para el concentrado de fluorita existentes a nivel mundial. En el año 2007, su producción fue de más de 450.000 toneladas."

Las primeras noticias de este mineral, desconocido aún por entonces pero cuya vistosidad y belleza no pasaban desapercibidas, las aportaba precisamente también en 1802 el mismo párroco de San Esteban de Lleces, D. Lope José Bernardo de Miranda, que enviaba sus informes a Martínez Marina. Pero el pionero de la minería de fluorita en Asturias fue a principios del siglo XX (1905) el ingeniero gijonés Felipe Valdés Menéndez con su explotación en La Collá (Siero). A estas parroquias riosellanas, junto con las de Caravia y Colunga, llegó con Celestino Llaneza, quedando paralizada con la Guerra Civil y reanudándose con fuerte impulso durante la II Guerra Mundial, al ser vital para la industria armamentística de ambos bandos, que lo necesitaban con urgencia y en ingentes cantidades como fundente y agente endurecedor de los blindajes de acero


La minería, obviamente, precisó de abundante mano de obra y fue una fuente de ingresos para muchos vecinos que allí trabajaron de empleados y otros con empresas, medianas y pequeñas, de todo tipo, que trabajaban al amparo de las minas, directamente, desde mantenimiento y proveedores hasta vigilancia, seguridad, transporte, etc., o indirectamente, con chigres y bailes que había en estos pueblos y a lo largo de la carretera, así como tiendas y comercios.


El mismo puerto de Ribadesella/Ribeseya pudo prolongar su actividad como puerto comercial, cuando hacía ya tiempo esta se centraba en Asturias ya en los de Avilés y  el gijonés de El Musel, hasta los 1970, dedicado ya casi únicamente esos últimos años a este tráfico portuario de minerales. Su definitivo cierre y el quedar únicamente reducido al muelle pesquero, vino con el declive de estas minas


Aún en 1970, en la primera edición de la Gran Enciclopedia Asturiana (tomo 6 voz Espato-flúor), hablaba del "futuro halagador a esta minería en la que Asturias aporta aproximadamente el 70% de la producción nacional". En la segunda edición (1981 y tomo 16), tras manifestar la "expansión extraordinaria que convirtió esa rama minera en la segunda, por su importancia, dentro de la región" (la primera el carbón) en la primera mitad de los años 1970 ya plantea las grandes crisis subsiguientes:
"La fluorita, que se emplea como fundente siderúrgico, en la obtención de aceros especiales y en diversas síntesis químicas, conoció una gran demanda por parte de la industria americana relacionada con el armamento. La guerra del Viet-Nam (que finalizó en 1975) había sido un impulsor directo de esta demanda. El año 1976 fue el año que marcó el comienzo de la crisis. La producción de ese año (488.321 Tm.) era superior al doble de la obtenida siete años antes. Fue 1976 el año que significó el récord regional de producción. A partir de entonces la producción se estanca (en 1977 y 1978) y comienza a descender en 1979). La demanda internacional de fluorita se ha reducido considerablemente por dos causas: una, el final de la guerra en el Extremo Oriente; otra, el afianzamiento de la crisis económica general, que se inició en todo el mundo a partir de las sucesivas crisis petrolíferas que ocurrieron desde 1974. La crisis del espato flúor en Asturias causó la desaparición de una de las principales empresas productoras, Fluoruros S.A., que presentó expediente de crisis en octubre de 1975"

Para agravar aún más la situación, empezando los años 1980 en las minas empieza a escasear el mineral y es entonces cuando ocurre la gran tragedia de la Mina Foncaravia el 17 de marzo de 1982, cuando fallecen cinco mineros tras derrumbarse una galería, ello llevó al cierre de la explotación unos meses después y a las demás del vecino concejo en años posteriores, la última Mina Jaimina en 2017


El impacto en estos concejos del área fue dejándose notar, despoblándose estas parroquias, donde no pocos compatibilizaban minería o empleos y actividades relacionadas con labores agropecuarias. Mina Ana, el lavadero, es el último exponente de aquella saga minera del espato-flúor 


Más allá de la mina, al sur de Torre, el Corquiéu, emblemática cima (333 m) que inspiró el nombre y los sones del grupo folk de este nombre, Corquiéu, fundado por el gran riosellano, maestro musical y renombrado deportista, Manuel Mateos, Puru, cuya memoria permanece para siempre unida a la de esta totémica montaña, y así lo escribe Juan García, corresponsal de El Comercio, cuando el 31 de diciembre de 2012 publica la crónica del gran homenaje que se le tributó al pie de la sierra, Puru queda inmortalizado a la sombra del Corquiéu:
"Un monolito de piedra ubicado a la sombra del pico Corquiéu fue el lugar elegido por amigos y familiares para honrar a perpetuidad la memoria del joven deportista y músico riosellano David Mateos 'Puru', repentinamente fallecido el pasado verano. Su nombre quedaba ayer inmortalizado junto al río «donde buscó la salvación», como bien recordó su padre Javier Mateos. Pero también en la falda de un pequeño monte «que David hizo grande, llevando su nombre más allá de nuestras fronteras», como se afirmó en el manifiesto público leído por Estela Rosete en nombre de todos los presentes. Un monte que «fue testigo de su infancia, de sus entrenamientos, la musa de sus creaciones musicales». Como la vida de David Mateos «giró» en torno a ese monte, su memoria queda así unida para siempre al Corquiéu, formando parte de su entorno. En breve también se plantará en el lugar un alcornoque, árbol que en asturiano se denomina corquiéu.

La simpatía que David Mateos despertó entre quienes lo conocieron quedó una vez más demostrada en el acto de ayer. Hasta la falda del Corquiéu se acercaron los clubes ciclistas de Arriondas (Tandem Bike) y Ribadesella (SCD Ciclismo). También estuvo presente la escudería Llanes Motor de la que formó parte, acudiendo al homenaje con uno de los vehículos que 'Puru' pilotó por las carreteras del Fitu. La Banda de Gaites Ribeseya puso la nota sensitiva y musical mientras sus compañeros de grupo contenían la emoción. La Corporación municipal estuvo representada por la alcaldesa, Charo Fernández Román y los concejales Verónica Blanco, Vanesa Sánchez Roa, Pablo García y Juan González Martino. Familiares, amigos, conocidos y gentes de toda índole y condición se dieron cita en ese rincón de Torre. No faltó nadie. Tal fue la asistencia que el mismo párroco encargado de bendecir el acto la acentuó con estas palabras: «Algo tiene el agua cuando se la bendice, así que algo debía tener 'Puru' cuando ha sido capaz de congregar aquí a más gente de la que yo congregué entre ayer y hoy en siete misas. Por eso estamos hoy aquí, en gratitud a esa virtud que él tenía», afirmó José María Orviz, cura de San Esteban de Leces, entre otras parroquias.

El nombre del joven músico y deportista riosellano quedó grabado e inmortalizado en siete palabras y dos cifras numéricas con este corto y sencillo mensaje: «En memoria de David Mateos Rosete 'Puru'. 1980-2012». Unas letras y números en fondo azul, como la bandera de Asturias, que nunca podrá leer su fiel mascota, el perro 'Pachi' también presente en el homenaje. «Quise traerlo hoy aquí porque fue quien más horas pasó con él, quien mejor lo conocía y quien más veces subió a la cima del Corquiéu con David», destacó un emocionado Javier Mateos. Así quedó de manifiesto en un paraje del riosellano pueblo de Torre que a partir de ahora debería de convertirse en «lugar de encuentro de amigos y personas de buena voluntad para que todos pasemos por este mundo al igual que David, haciendo el bien», añadió José María Orviz."


El Picu o Monte Gobia, el del vértice geodésico y frontera riosellana con Caravia, conforma una pequeña sucesión de pequeños picachos que le hacen especialmente característicos, llegando a verse muy bien desde la distancia la pista que sube a él desde Prau, capital de Caravia


En este tramo en curva sí puede decirse que hay un poco de repecho más pronunciado antes de enlazar con el camino que sube de Barréu, que tampoco es nada en comparación con las subidas y bajadas a las que más o menos se habrá habituado el peregrino del Camino del Norte hasta llegar hasta aquí: la célebre montaña rusa


Según subimos, cambia la perspectiva y vamos descubriendo nuevos rincones y detalles de este hermoso valle rodeado de montañas y a la vez al lado del mar, el valle del Ríu Acebu, que tras pasar por Barréu forma el impresionante tajo de la foz de Entrepeñes, viniendo de su nacimiento, ocho kilómetros más al sur, pues tiene sus fuentes en tierras parraguesas, entre el Picu Moru y Les Corones


Este valle constituye otro de esos numerosos pasos naturales se norte a sur entre los cordales costeros que separan el litoral del gran valle transversal del Piloña, afluente del Sella. Entra en tierras riosellanas por Calabrez y a la altura de Mina Ana se une a él su principal afluente, el Ríu Castañar


El Ríu Acebu es conocido también en Barréu como Ríu Utrera (del asturiano utre -buitre-) y Pascual Madoz, en la descripción de la parroquia de San Esteban hecha para su célebre Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, lo llama, a mediados del siglo XIX, la Torre, siguiendo la costumbre de denominar a los ríos según el pueblo o lugar por donde pasen, aunque añadiéndole un artículo inexistente al topónimo real, Torre:
«la cruza el arroyo llamado la Torre, que nace en los montes de Sueve y después de atravesar la feligresía de Moro, penetra en el mar junto al pueblo de Vega: tiene dos puentes, uno de sillería en dicho lugar de Vega y otro muy notable por ser un arco de peñaviva de más de 40 pies de elevación, 50 de luz y 20 de ancho, pasando por encima de un camino. El terreno es arenisco y flojo, no tiene montes considerables y abunda en bosques de robles pertenecientes a particulares; encontrándose también bastantes castaños y prados naturales con buenos pastos».

«reinan con más frecuencia los aires del NE y O; el clima es benigno, y las enfermedades comunes fiebres y pulmonías».

El Ríu Acebu alimentaba con la fuerza de sus aguas el funcionamiento en Barréu de varios molinos harineros y una antaño famosa ferrería, anterior al siglo XIX. Frente a Mina Ana Arranca la carretera que comunica con Vega (RS-4) por Entrepeñes, pero la mayor parte de las casas de Barréu se extienden por el el otro Camín Real, el que viene del valle del Ríu Acebu desde el sur, se une al procedente de Lloviu y L'Alisal por Samiguel d'Ucio y El Forniellu, y antes de Vega se une al nuestro. 


Allí, justo al empezar Barréu, en la carretera a Vega y ante Mina Ana, está la capilla de Santa Rita de Cassia, que no vemos, oculta por algunos arboles. Es del año 1783 y de gran tradición romera, "la fiesta que huele a rosas", la llama el genial cronista riosellano Toni Silva (La Nueva España 18-5-2019), en la que es tradición, tras la procesión, la "bendición de los cientos de rosas que perfuman la ermita y reparto entre el público, según la costumbre ancestral":
"La santa italiana se venera en la capilla "de Santa Rita", que en realidad está consagrada a San Antonio, cuya imagen comparte con la de ella la presidencia de este templo, levantado en el siglo XVIII sobre otro anterior. Hasta la guerra civil también se honraba aquí a San Benito, pero tras la quema de las tallas en 1936 solamente se repusieron las dos mencionadas. Se dice que Santa Rita es la patrona de los casos imposibles, pues en su lecho de muerte (en Cascia, provincia de Perugia), en pleno invierno, quiso que le trajeron una rosa y un rosal floreció para ella en ese instante. También se la considera la patrona de los funcionarios, seguramente por aquello de "lo que se da no se quita", en alusión a la seguridad laboral de los empleados públicos. Y debería ser también la patrona de las víctimas de la violencia doméstica, tan presente hoy en los medios de comunicación, pues parece ser que cuando estaba casada recibió malos tratos del marido, que murió pronto. También fallecieron jóvenes sus dos hijos gemelos, por lo que ella quedó sola e ingresó en un convento agustino, que era lo que siempre había deseado hacer. En sus últimos años padeció de una llaga en la frente, un estigma recordatorio de la corona de espinas, por lo que el sufrimiento la acompañó toda su vida. Desde luego que hay en ella elementos para un drama, una tragedia clásica o incluso una ópera italiana, trascendiendo el asunto religioso."

La romería de Santa Rita animaba y alegraba el valle y la fragancia de las rosas embelesaba a los romeros. Había poco tráfico y la gente ocupaba la carretera, que cuando se trazó pasó sobre el campo de la capilla y prau de la fiesta. Desde la puerta del santuario todo era alborozo y algarabía y las atracciones se extendían por la ribera del río, en la que sigue habiendo una buena explanada:
"La fiesta de Santa Rita en Barréu era grande a su manera, pues el gentío ocupaba el campo de la capilla, minúsculo, y la carretera, que tampoco era gran cosa. En el lado del monte se ponían los vendedores de baratijas, las avellaneras, imprescindibles en las todas las romerías, y la tómbola, que era el otro elemento fundamental de cualquier fiesta, grande o pequeña. En el lado del río se ponían "las barcas" (versión básica, resumida y espectacular de la noria), movidas por un hombre-gato que saltaba y se colgaba para impulsarlas. También estaba el puesto de tirar bolas a unas latas (con botella de sidra champanada de premio), el de clavar una punta de un martillazo o el de meter gol por un furaco con un balón prendido de una cuerda, con una cajetilla de Bisonte de regalo. Cuando llegaba el baile los músicos se colocaban apretujados en el atrio de la capilla, al que incluso se le levantó el piso para que hiciera de kiosco, y así estuvo bastantes años. Recuerdo el "Sucu Sucu", "A Santiago voy" o "Cartagenera", y también al vocalista de pajarita anunciando el extravío de un sujetador... de corbata. El viejo chiste de las verbenas que siempre hacía reír a alguien. Se bailaba en medio de la carretera, sin problema alguno. Y los rapaces enredábamos por allí, a lo nuestro."

No llegamos a ver la capilla ni tampoco la N-632, pues también la ocultan los árboles ribereños, donde hay una constante circulación de camiones, que entran y salen del lavadero. Las faldas del monte al otro lado de la factoría de Minersa, plagadas de ocalitos, nos ocultan asimismo y pese a su proximidad, el pueblo de Torre, cuyo nombre viene de una torre defensiva existente en ese otro camín real, la cual fue transformada en casona y se supone sería el denominado Palacio de Montoto. Toni Silva, nacido y criado en Torre, evoca en su bella semblanza de la fiesta de Santa Rita la unión de los pueblos del valle en su curso bajo: Barréu, Torre y Vega:
"Santa Rita era nuestra fiesta, de la misma manera que la playa de Vega era nuestra playa, Entrepeñes era nuestro Despeñaperros, el río Acebo era nuestro río y su contaminación también era la nuestra, nuestra pesadilla común, como lo fueron sus inundaciones. En resumen, la gente de Barréu era nuestra gente, pues Torre y Barréu eran la misma cosa, la misma escuela, el mismo andar en madreñas, el mismo cementerio de San Esteban y el mismo trabajo en el lavadero de mineral, que daba de comer a los dos pueblos y a alguno más. Y fue también el mismo éxodo a la villa, a Gijón y a otros lugares.

Poco queda hoy de aquella forma de vida, pero queda la fiesta de Santa Rita cada 22 de mayo, al menos mientras siga habiendo vecinos como Rosita Cerra para tirar por ella. Y queda la memoria, como un tesoro, en cada uno de nosotros. Estemos donde estemos."

La febril actividad fabril contrasta, a sus mismos pies, con un monumento natural que queremos mencionar, El Puente del Arcu, portento de la erosión del Ríu Acebu, galería subterránea labrada por sus aguas a lo largo de miles de años en la roca madre de calizas carboníferas y que fue aprovechado como paso del camino del valle. De él ya contaba en 1772 el eminente geógrafo y cartógrafo Tomás López lo siguiente: 
"ay un gran puente que llaman del Arco echo por la naturaleza por la mejor arquitectura, no le sacaría más perfecto, sirve de camino real"
Y a mediados del siglo XIX también se menciona en el ya citado Diccionario de Madoz:
"arco de peñaviva de más de 40 pues de elevación, 50 de luz y 20 de ancho, pasando por encima un camino"

Hemos de decir además que la fiesta de Santa Rita tiene su propia ruta de peregrinaciones, pues romeros de la cercana villa de Colunga acuden a venerar a la santa, según informa el 23-5-2014 el corresponsal P. Martínez para La Nueva España en La fe de las rosas:
"... a la localidad riosellana de Barréu llegaron centenares de rosas procedentes del concejo y de otros municipios vecinos, que fueron colocadas en una malla habilitada para la ocasión en las columnas de la capilla. El párroco, José María Orviz, bendijo las flores a la vuelta de la procesión y antes de oficiar la misa, durante la que agradeció a los integrantes de la asociación colunguesa La Huella que acudieran a Barréu caminando para honrar a Santa Rita. La celebración en la localidad riosellana concluyó con la entrega de las flores bendecidas y estuvo animada por la música de cinco gaiteros."

Santa Rita de Casia puede ser sin duda, tanto para el peregrino con fe como para el que gusta de buenos ejemplos, una santa estrechamente vinculada con los avatares del Camino, es la santa de los imposibles y de los casos desesperados, pero también de las parejas y el amor, que tan abundantemente prosperan en estas sendas y, por supuesto, inspiradora de la frase "Santa Rita Rita, lo que se da no se quita"


Al pie del árbol, ya acabando la cuesta, podemos detenernos un instante más para despedirnos del valle de Barréu, que es casi tanto como decir del valle de Santa Rita, antes de emprender el último repecho que nos aguarda antes de entrar en Vega, donde estos bucólicos paisajes de la campiña interior darán paso a los marítimos de la playa y los cantiles, los montes de las antiguas minas de espato-flúor, y el callejear del Camino por la antigua "calle mayor" de Vega, el camín real una vez más, bajando al arenal


Valle que también recibió muchos años "a los famosos", desde el torero Curro Romero a la presentadora Anne Igartiburu, buscando, en la N-632, el célebre establecimiento de Nolu y María Rosa, en Torre, La Rambla, fundado en 1909 por José Sánchez, El Ferreru, que en 1919 pasó a su hija María Sánchez y a su marido Manuel González Cuétara, siendo llevado posteriormente y hasta su jubilación, por su hijo Manuel González Sánchez, Nolu, y su mujer María Cue, el olor de cuyos guisos, desde fabadas a pulpo al ajillo, era otra de las fragancias de esta pequeña pero preciosa cuenca del Ríu Acebu, junto con las rosas de Santa Rita


Ahora desde aquí sí vemos en profundidad el valle del Ríu Castañar, el afluente del Acebu, con el Corquiéu a la derecha y a la izquierda la ocalital que es ahora el monte de Trasveneros (209 m). Este enclave estuvo habitado desde la prehistoria, a tenor de los hallazgos epipaleolíticos de la Cueva del Molín. El hábitat es pues muy antiguo y tuvo continuidad, pues se han hallado también testimonios de la romanización en base a ladrillos y otros restos


Otra perspectiva de Mina Ana, el lavadero de Minersa. En el año 2009 y con el apoyo del Departamento de Geología de la Universidad de Oviedo, se publicó una magna obra que recoge la historia de la minería de fluorita, llamada comercialmente espato flúor, en estos concejos, La fluorita, un siglo de minería en Asturias, del que son autores los profesores J. Ramón García Álvarez, M. Gutiérrez Claverol, el gemólogo L. M. Rodríguez Terente y Carlos Luque Canal, jubilado de Hunosa y de Explosivos Río Tinto, colaborador de la Universidad y especializado en tareas de documentación. Una obra que aunque no la llevemos con nosotros "porque pesa", como diría cualquier peregrino, nos servirá para avanzar, de aquí a Berbes y Caravia, y poder explicar muchas cosas que vamos a ver, restos de aquella antigua minería que constituyó una de las grandes bases económicas de estos concejos


Nos parece reconocer a lo lejos alguna de las estribaciones de Les Corones o Peñes les Corones, larga sierra caliza, muy llamativa que se extiende en dirección nordeste entre los ríos Castañar y Acebu. Es posible que sea la Peña la Xunca (476 m), encima de Alea al sur de la vecina parroquia de Llinares y paralela a la Sierra del Fitu


Sea cual sea se trata de uno de los espolones calcáreos (corones) que, vistos desde El Fitu, se asemejan a la cresta de picos que recorre la espina dorsal de un dragón desde la cabeza a la punta de la cola. Como dicen en Mendikat:"Se trata de una cresta muy vistosa e interesante que no desmerecería en un entorno de cumbres mayores"


El valle se va ocultando a nuestra vista prados abajo según seguimos subiendo. Como ya hemos dicho, a partir de aquí los paisajes de costa van a predominar un buen trecho: primeramente será de Vega a Berbes y luego, pasado Berbes, ya por las playas de Caravia y Colunga, hasta La Espasa y La Isla


Y llegamos a otro de esos cruces de los milenarios caminos en los que legendarios dioses y entes se hacían presentes como espíritus protectores de estas varias veces milenarias sendas, la unión de los viejos caminos reales que quedaron postergados a vías secundarias, o meramente pecuarias, con la construcción de las carreteras pero que ahora gustamos de recorrer, "apartados del mundanal ruido", como suele decirse


Esta cruciada o encrucijada hay unas señales y también vamos a distinguir un mojón jacobeo que nos indica seguir a la derecha, rumbo al mar


Al mar y a Vega, pues el pueblo toma el nombre de la vega que forma el Ríu Acebu antes de su desembocadura en un maravilloso conjunto dunar de una extensa playa, muy concurrida en verano


Por esta carreterina que sube de Barréu por suerte apenas pasan vehículos, ni siquiera en verano, los veraneantes emplean la RS-4 al otro lado de la montaña, por Entrepeñes, al revés que antiguamente, que este fue camino principal, el Camín Real de la Costa, con sus opciones y alternativas, pero el principal, máxime aquí cuando los dos se hacen uno para salvar las estribaciones costeras de El Fitu, que se prolongan hasta el mismo acantilado


Todavía tenemos que subir un poco más. El Camino presenta una buena caja, lo que suele delatar su antigüedad, aunque por supuesto hubo trabajos de ensanche y de pavimentación. Su antiguo aspecto no era este


Recordemos que por lo general y hasta aquellas intervenciones dieciochescas, eran caminos de herradura, para caballerías, y por supuesto para caminantes. No había siquiera muchos tramos fáciles para carros


Y así, "bordeando por la base el Monte Redondo", como dice el libro El Camino de Santiago por Asturias. Topoguía 2. Ruta de la Costa, iremos llegando a Vega "Sin abandonar el término parroquial de Leces", cuya importante extensión costera, desde la misma villa de Ribadesella/Ribeseya hasta casi Caravia nos recuerda que San Esteban es la parroquia que sucede directamente a aquel mítico Territorio de Letuas, que a la vez habría formado parte una aún más antigua Primorias o Provincia Premoriense


Una antena de la luz señala que estamos a las puertas de Vega. Al norte ya se ve el Mar Cantábrico. Efectivamente, el paisaje va cambiando al acercarnos a la costa...


Y este es el cruce de La Cruz, de nuevo la mágica encrucijada y aquí aún más, pues el topónimo, además de por el cruce, es porque hubo una cruz de piedra. Muy a propósito, plasmamos una vez más lo que tiene que decir al respecto Marta Plaza Beltrán:
"El carácter sagrado de los caminos no reside únicamente en el camino en sí, sino en el cruce de los mismos, en las encrucijadas; puntos con una gran carga simbólica y que desde siempre han estado envueltos en multitud de leyendas negativas e incertidumbre: comercio con demonios y brujas, almas en pena vagando por ellos, Santa Compaña, etc. He aquí el motivo principal para cristianizar estos lugares de paso, aunque es necesario precisar que, a pesar de la cristianización de estos puntos estratégicos, en algunas regiones todavía pervive ese sentido mágico del cruce. El conjunto de creencias vinculadas a estos lugares, unidas a los numerosos ritos paganos celebrados en torno a los mismos, han dado lugar a la erección de las cruces y cruceros protectores de caminantes. El miedo a transitar por los caminos de noche hizo que los viajeros buscaran la compañía de la cruz, pues existía la creencia que los caminos eran para los vivos de día y para los muertos de noche. Este recelo ha existido desde épocas muy antiguas y entre culturas muy dispares, todas ellas con un nexo común: el miedo a la muerte; hecho que provocó en el hombre la necesidad de buscar protección en determinados dioses, considerados guardianes de los caminos."

En medio de La Cruz hay una buena explanada antes de empezar a bajar. El camino de la derecha viene también de Abéu, pero por lo alto del monte, por La Desa, La Teyera y La Campellina. Nosotros seguimos todo recto, mientras vemos cuesta abajo las primeras casas de Vega: La Sertal


Aunque la dirección a tomar sea evidente no está de más nunca que el mojón, con la concha y su pertinente flecha amarilla, nos confirmen que vamos siempre con buen pie


Un "Camino de cemento, ornado con una franja central compuesta por cantos de río" describe este cuidado trayecto que aquí comienza Antón Pombo en su solicitadísima guía del Camino Norte, camino que "nos desciende por la aldea de Vega, que acoge buenas muestras de arquitectura popular y la ermita de la Magdalena".


Efectivamente, y dada la lejanía de Vega de la cabeza de la parroquia de San Esteban, tenía este, como los demás pueblos de la misma, su propio santuario vecinal, "salvo Abéu, que compensaba por ser la residencia del cura" dice el escritor-cronista Gracia Noriega


En nuestros días y pese a la afluencia de gente a su gran playa, junto con el de Santa Marina los dos grandes arenales riosellanos, su fiesta, en julio, reviste un carácter casi familiar. Ubicada un poco más abajo, en pleno camín real, la calle Sol, está en la actualidad relativamente alejada respecto a lo que es la vía principal de acceso, la tan citada carretera desde la N-632 por Barréu y Entrepeñes


Asomados a esta vieja muria de piedras, es magnífico el paisaje que se contempla desde aquí: abajo las casas del pueblo, enfrente su grandísimo arenal, a la derecha las laderas del monte La Braña y La Mortera, que lo cierran por el este. A la izquierda El Cuetu, por donde sube el camín real hacia Berbes, siendo aún visibles las cicatrices de la minería del espato flúor y, a lo lejos, en el horizonte, El Cabu Llastres, con su pueblo de pescadores, que fue también de marineros, balleneros y corsarios y, aunque alejado relativamente de la ruta principal tuvo su propio hospital de peregrinos: este es el fantástico panorama que se nos ofrece a la entrada en Vega...









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