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domingo, 21 de abril de 2024

DE SANTA OLAYA A CUATRO CAMINOS (GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS) LA CERVEZA "LA ESTRELLA DE GIJÓN", EL NATAHOYENSE Y EL PARQUE DEL MÉDICO BUENO

 

Grúas de los Astilleros Armón vistas desde la Avenida de Galicia en Santa Olaya (El Natahoyo)

Las grúas de los únicos astilleros que siguen trabajando en la bahía gijonesa se hacen visibles desde el Camino según avanzamos por Santa Olaya, en el barrio de El Natahoyo. Es posible que al peregrino que pasa raudo y veloz con la vista al frente le pasen casi desapercibidas a no ser que sus imponentes siluetas le llamen la atención y vuelva la vista a ellas acaso un instante cuando cruza las calles en dirección a La Calzada, presto ya a salir del casco urbano

Es también muy posible que le pasen asimismo desapercibidos los cada vez más borrosos murales que, en el muro del Colegio Santa Olaya, recuerdan los años de la lucha del sector naval en estos barrios del oeste en el que lo industrial ha ido dando paso a lo residencial, desapareciendo antiguas factorías y viejas ciudadelas obreras para dar paso a nuevas urbanizaciones y bloques de pisos y apartamentos

Estamos en la Avenida de Galicia, la histórica Cuesta de Santa Olaya en el antiguo Camín Real de la Costa, secular entrada y salida de la antaño pequeña villa gijonesa cuando esto era un coto señorial, de campos huertas y bosques de caza, propiedad del Marqués de San Esteban del Mar del Natahoyo, en el que aparecieron señales de antiguo poblamiento romano o altomedieval, incluyendo una factoría de salazones

En la actualidad, grandes bloques de pisos se alzan sobre la avenida, donde abren sus puertos numerosas tiendas negocios, en lo que se ha configurado como una gran arteria comercial, alguno de ellos veterano, como Almacenes Costa Verde, fundado en el año 1969, hay también varias tiendas de alimentación, panaderías, confiterías, supermercados y similares donde el peregrino puede proveerse sobre la marcha, así como farmacia y, por supuesto, acá y allá lugares para tomar algo

Si bien desde la apertura de rondas y autovías el tráfico ya no atraviesa la ciudad, el trasiego de gentes y vehículos es enorme la mayor parte de las veces en este gran e histórico eje viario basado en el histórico camino costanero que seguían los viajeros, arrieros y transeúntes de antaño, incluyendo los peregrinos, recuperándose por aquí el trayecto del Camino de Santiago y señalizándolo


Un poco más allá de la farmacia y está la panadería de Pan Luis, también con confitería, fundada en 1999. Pocos metros más adelante está la Sidrería Pancho

Las reformas urbanísticas han ensanchado aceras y se han plantado árboles, haciendo un verdadero bulevar agradable de pasear pese al trajín de gentes y vehículos que suele haber casi todos los días desde muy temprano

A la derecha es la calle La Estrella, así llamada por la famosa fábrica de cervezas La Estrella de Gijón, antaño aquí existente, fundada en 1893 por Manuel Suardíaz Valdés, el alemán Ernesto Bachmaker y Florencio Rodríguez, quien luego fundaría Seguros la Estrella. La factoría trabajó hasta 1970 y por eso a la calle se la denominó alguna vez de la Fábrica de Cerveza, de cuyo edificio e instalaciones nada ha quedado en pie salvo un antiguo pozo de agua y restos de un muro

Había "tres hermosos edificios" dicen las crónicas de la época, que formaban parte de la fábrica, uno central de 75 metros de largo y 12 de ancho con planta baja y cuatro pisos sobre él, destinado a la germinación, limpieza, tostado, almacén de cebada, lúpulo y malta; comunicados por montacargas y ascensores. Los otros dos edificios, de tamaño similar, eran fábrica de hielo, sala de embotellado, cuevas de fermentación, fábrica de gaseosas, bodegas, sala de preparación de remesas, carpintería, tonelería y cuadras

Al llegar aquí hemos de mencionar dos instituciones que, aunque no vemos desde aquí y no están a nuestro paso, son de gran raigambre gijonesa, una es el Restaurante Savannah, que se fundó en esta avenida en 1947 como El Trole, con "restaurante, pensión y gallera", siendo luego trasladado para agrandarlo unos metros más allá de La Estrella de Gijón, llamándose Torre Coroña (en relación al apellido del dueño, Corsino Torre, y al mítico Monte Coroña, promontorio costero situado enfrente) hasta el 22 de diciembre de 1967. Cuando Corsino falleció el periodista Guillermo Maese le dedicó este obituario en el periódico El Comercio del 19-3-2022:

"Corsino se hizo cargo del restaurante familiar a principios de los años 70 para convertirlo en un salón de festejos de referencia en la ciudad. Sus padres, Rufino y Mercedes (también conocida como Maruja), tenían un restaurante llamado El Trole en el Alto de Pumarín. 
Cuando Corsino se hizo cargo del negocio familiar apostó por crear una discoteca, que poco tenía que envidiar al Rocamar, El Jardín, El Parque del Piles y el Oasis. Llegó incluso a introducir, con gran acogida vecinal, la sesión vermú. Su otra gran apuesta fueron los eventos, donde hizo gala de su gran talento comercial. Pocos vecinos de El Natahoyo y La Calzada se han quedado sin celebrar su boda, cumpleaños o aniversario en casa de Corsino. «Me casé allí y siempre celebré los cumpleaños de mis hijos. Todos nos sentimos siempre como en casa cuando íbamos a su restaurante. Siempre ha sido una gozada disfrutar de sus salones», explica Indalecio Rodríguez, vecino y amigo del fallecido. Hubo quienes, incluso, se conocieron en la discoteca, se casaron en el restaurante y celebraron las comuniones y cumpleaños de sus hijos en el Savannah. Cansado del ocio nocturno, el negocio de la discoteca lo clausuró a mediados de los años 80. Corsino deja viuda, María José Pereiras, y dos hijos, Corsino y Mercedes, esta última encargada de gestionar el restaurante en la última década. La tradición hostelera de la familia tiene, 75 años después, el relevo generacional asegurado. Un hecho que era motivo de orgullo para Corsino, más aún tras la modernización que ha sufrido el restaurante en los últimos años porque «el mercado así lo ha querido». 
Además de a su esposa, Corsino siempre mantuvo a su lado a quien lo cuidó de pequeño, Luisa, quien debido al temprano fallecimiento de su madre ejerció como tal durante toda su adolescencia. «Siempre fue unos de sus grandes apoyos», recuerdan quienes la conocieron. Luisa falleció hace cinco años a la edad de 94 años. 
«Ha sido un final duro, largo y triste. Mi madre siempre ha estado a su lado cuidándole. Nunca dejó de estar al pie del cañón. Es una gran mujer», explicaba ayer su hijo Corsino, quien definía a su padre como «la persona más espléndida que he conocido jamás». En el recuerdo de sus hijos quedan las «grandes tardes» que pasaron en la cocina. «Jugábamos y ayudábamos a nuestra madre en la cocina. Meternos debajo de la mesa era meternos en nuestro mundo», rememoran. 
«Siempre recibía a los clientes con una gran sonrisa. Era un hostelero de los de antes. Quedan pocos como él», destacaba Jose Antonio Viesca, quien fuera vicepresidente del Santa Olaya. Viesca recordó asimismo que «siempre fue una persona muy del barrio porque miraba por el bien de la comunidad». 
Corsino era además un gran aficionado a la náutica. Su pequeño barco de madera dio muchas tardes de divertimento a su familia y amigos. Muchas tardes de sábados y domingos navegaban hasta Candás o a El Puntal, en Villaviciosa, donde tenía un pequeño terreno. Famosas se convirtieron la reuniones en torno a una paella en las playas de Candás y Gijón. «Le encantaba estar con su familia y sus amigos. Éramos su perdición», asegura su hijo Corsino..."

Poco más allá se encuentra el Club Natación Santa Olaya, más a continuación, fundado en 1953 y cuna de grandes deportistas. Esta es parte de su extensa historia, extraída de Wikipedia:

"Al principio el club fue un grupo de amigos de los barrios gijoneses del Natahoyo y La Calzada, que pretendían crear un espacio que compensase las carencias de la zona, ya que no existía un club o asociación que diera posibilidades a la juventud para la práctica del deporte. En una reunión celebrada el 22 de septiembre de 1953, se constituye la primera directiva del club, creándose ese aquel día el Club Natación Santa Olaya. Para evitar que sus reuniones fueran tomadas por ilegales, ya que en aquella época, el derecho de libre asociación estaba abolido, se inscribió en la Federación Astur-Leonesa de Natación, por lo que en 1954, el Club Natación Santa Olaya estaba ya registrado como sociedad oficialmente para cualquier contingencia a efectos administrativos. 
Entre sus actividades y proyectos estaban la creación de un equipo de natación. Los entrenos se realizaban en el mar y se participaba en travesías como la de Musel-Gijón, en el puerto de El Fomento, en el río Piles. Las actividades y demás acontecimientos que organizaban, junto con las cuotas que habían fijado, iban aportando algo de dinero al presupuesto del club. Poco a poco la fama del club se extiende por Gijón. 
En aquel momento, el club contaba con más actividades aparte de la idea de un equipo de natación, pero sería esta última la que saldría adelante, entre otras cosas, por la idea de construir una piscina. Así que, sin permisos y de forma rudimentaria, se comienza a construir (entre las zonas donde actualmente se extienden la Playa del Arbeyal y el Astillero de Juliana) una piscina de 25 metros de agua salada. Las obras se llevaron a cabo entre los socios (directiva incluida), cada uno aportando lo que podía. Comenzaron el 26 de marzo de 1959 y terminaron el 21 de agosto de 1960. En ese casi año y medio de obras, los vecinos de la zona y todos cuantos tuvieron noticias de la construcción de la piscina, no les pareció al principio que saliera adelante el proyecto, pero al ver que las obras continuaban, los vecinos aportaban medios para la construcción, convenciendo cada vez de que iban en serio con la piscina. Se va extendiendo por Gijón la noticia de que el Santa Olaya está construyendo una piscina, apareciendo en publicaciones de la prensa local. El 6 de octubre de 1959, comenzaron los entrenamientos en la piscina. 
Años 1960 
El 21 de agosto de 1960, acudieron todos cuantos participaron en las obras, socios del club, vecinos y autoridades locales y regionales a la inauguración de la primera piscina del Santa Olaya, en la que se celebraron pruebas de natación. La labor realizada hasta el momento, es contada por los periódicos locales, regionales e incluso nacionales, donde se destaca lo conseguido, hecho con tan poco. A la fama conseguida, le siguen las felicitaciones y subvenciones por parte de las instituciones. 
A partir de ahora, se trabaja en los entrenamientos y organizando pequeñas competiciones, para encontrar a jóvenes nadadores para el equipo, el cual, comienza a competir en campeonatos regionales (donde empieza a destacar como equipo) y nacionales (donde empiezan a asistir sus nadadores). Al mismo tiempo que el equipo crece, lo hace también la fama en el barrio y la ciudad y también el presupuesto y el número de socios. 
Años 1970 
En la Asamblea Ordinaria del 2 de octubre de 1970, entre otros asuntos, se acordó la compra de parcelas colindantes para la ampliación del club 
El 21 de agosto de 1971, acompañado de otras autoridades, visitó el club Torcuato Fernández Miranda, visita, en la que se habló de mejorar las instalaciones y construir una piscina de 25 metros cubierta. Se da una subvención para las obras de ampliación, la cual es aprobada el 26 de mayo de 1972. Mientras, el proyecto se va posponiendo, por lo que el vocal del club, Primitivo Morrondo, visita a Torcuato Fernández para hablarle de la situación de las obras de ampliacióm y pedirle ayuda. En 4 de octubre de 1973, gracias a su intervención, las obras de la piscina cubierta comienzan oficialmente, que se inauguró el 1 de septiembre de 1976. Las nuevas obras que empezaron a funcionar el 14 de septiembre de ese mismo año, constaban de: oficinas, cafetería, sala de lectura y televisión, vestuarios, gimnasio, cancha polideportiva, la vieja piscian, y la nueva cubierta de 25 metros. 
Entre sus éxitos deportivos, destaca la mejor marca nacional del relevo 4x50 metros estilos femenino. 
En 1979, varios socios reclaman, que si bien el club está dedicado a la natación, quieren poder emplear las instalaciones para practicar otros deportes aparte de la natación 
Años 1980 
En ese año, con un Reglamento de Régimen Interno aprobado, unas situació económicamente favorable, el número de socios en aumento y los éxtios que va consiguiendo el equipo, el club planea extender los terrenos hacia el mar, que tendrían que ser donados por el Ministerio de Obras Públicas y por el Puerto de Gijón. Además, realiza la compra de terrenos colindantes, previstas dentro del proyecto de ampliación. 
En 1981, regresa al club, como ayudante del entrenador, Luis Armando Menéndez, exnadador del club. Además, en sustitución de Adolfo Carbajosa, y con miras a objetivos deportivos más altos, se contrata a Manolo Escudero. 
El 23 de noviembre de 1982, se recibe el permiso de cesión de la superficie para realizar la ampliación. Las obras comenzaron en febrero de 1983, tras aprobar los presupuestos para la ampliación. 
En agosto de ese año, tras la marcha de Escudero como entrenador, por no llegar a un acuerdo en su renovación, le sustituye Carlos Carnero. 
El 8 de junio de 1984, se incorpora como ayudante del entrenador el exnadador José Luis Sánchez "Josín". 
El 25 de enero de 1985, se celebra el primer Festival de la Natación CNSO, tradición en el club desde entonces. En ese mismo mes, Cesar Sanmartino, Victoria Maclanda y Pilar Fernández, son elegidos para participar con la selección española absoluta en diversas competiciones, junto con el entrenador Carnero y el gerente del club como delegado. 
En marzo de 1986, se anunció que en breves se abriría en el club un servicio médico tanto para el equipo, como para los socios. A finales de año, surge la idea de hacer una piscina de 50 metros. 
El 3 de marzo de 1988, es instalado en la piscina cubierta de 25 metros, el marcador electrónico y unos días después, es registrado el nombre y el escudo del Club Natación Santa Olaya. 
En los primeros meses de 1989, es presentado un estudio de construcción de la piscina de 50 metros, que tuvo variaciones respecto a su ubicación. 
Ponía fin a los ochenta, con varios éxitos deportivos a nivel regional y nacional, con participaciones de nadadores en la seleciión española. Sin embargo, no acabó bien la década en el aspecto social, pues varios socios estaban disconformes con los presupuestos, por lo que el presidente dimitió y el vicepresidente tuvo que ponerse al frente hasta la próxima asamblea. 
Años 1990 
El 23 de febrero de 1990, es elegido presidente Jorge Luis Espinosa. 
En 1992, el club organizó la Copa de España de Primera División, donde lograron su primer ascenso a División de Honor y a finales de este año, tras los trámites debidos, comenzaron las de construcción de la piscina de 50 metros. 
En la edición del Trofeo Internacional Villa de Gijón, del año 1993, participaron nadadores estadounidenses como Jon OlsenMark Henderson y nacionales como María Peláez; también tiene lugar en este año la participación de María Olay en el Campeonato de Europa Junior con la selección nacional. 
El 4 de mayo de 1994, el Club Natación Santa Olaya fue galardonado con la Copa Stadium y el 19 de noviembre de 1994 se inauguró la piscina de 50 metros, así como el cronómetro con el que contaba. 
En 1996, las nadadoras del Santa Olaya, María Olay García y Eva Piñera Piñera, fueron las primeras nadadoras asturianas en participar en unos Juegos Olímpicos, donde participaron en sus pruebas individuales y en el relevo de 4 x 100 metros estilos. 
En 1997, con la nueva directiva recién constituida, el club atravesó una mala etapa cuando, por una falta de entendimiento a causa de desacuerdos entre la directiva y el técnico Carlos Carnero. En este tiempo en que se desarrolló este hecho, se produjeron encierros de los nadadores en las instalaciones, mostrando así su apoyo al técnico; este último se marchó junto con nadadores que decidieron irse con él tras conocer su decisión. El club entró así en una crisis deportiva que le llevó incluso hasta descender a Segunda División. En sustitución a la marcha de Carnero, vino Juan Carlos Vallejo "Kimbo" para ponerse al frente del equipo absoluto. 
Años 2000 
Las incorporaciones para la temporada 2001-2002 fueron: Elba Fernández, Hernán García y Roberto Rúa del Real Grupo de Cultura Covadonga y Sergio García del C. N. Sabadell. 
En el año 2003, el Santa Olaya celebró su cincuenta aniversario, organizando actos, como la Gala del Club en el Teatro Jovellanos de Gijón, o la organización de la Copa de España Absoluta de Natación donde los equipos masculino y femenino lograron el ascenso a División de Honor al ganar en sus respectivas categorías de 1ª División. En este año, y también dentro de las conmemoraciones de su cincuenta aniversario, presentó su candidatura al Premio Pueblo Ejemplar de la Fundación Príncipe de Asturias, el cual perdió ante la localidad de Navelgas. 
En el año 2006, el relevo de 4 x 200 metros libre, logró la medalla de bronce en los Campeonatos de España Absoluto de Verano, celebrados en Almería. 
Durante este tiempo, se construyen y remodelan algunas de las instalaciones. 
Para la temporada 2007-2008, el club fichó a Marco Rivera Miranda, procedente del Club Valenciano de Natación, a Gregorio García Alonso "Goyo", procedente de la A. D. Manuel Llaneza y a Víctor Manuel Mendoza "Pizo", procedente del Club Natación Carballo. Sin embargo, la nadadora Sonia González, se marchó al Club Tenis Elche. En la Copa de España Absoluta de Natación, celebrada en las instalaciones del C.N. Hospitalet, el equipo masculino se proclamó campeón de Primera División, con lo que logró el ascenso a División de Honor. Por el contrario, en la Piscina del Centro de Natación M-86 de Madrid las chicas descendieron de División de Honor a Primera División. Días después, Marco Rivera fue seleccionado para participar con la selección nacional en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008"

A la izquierda la Avenida de Galicia se cruza con la calle Ceriñola, antes llamada El Cortijo porque así se conocía una fábrica de curtido de pieles asentada aquí en 1922 y que dio nombre a toda una barriada obrera, tipo ciudadela, dentro de El Natahoyo. El Cronista Oficial, Luis Miguel Piñera escribe de ello en su libro Las calles de Gijón historia de sus nombres:

"Las antiguas tenerías o fábricas de curtidos fueron el origen de la palabra Cortijo. En este caso, un taller de manufacturas de pieles en la zona donde luego se instalaría la Fábrica de Loza. Los propietarios eran Antonio Ibarrola y Diego Noble, que allí se establecieron en 1772. En un anuncio publicado en el Boletín Oficial de la Provincia del día 14 de enero de 1870, leemos: «José Suárez Hevia. Vende posesión conocida por El Cortijo sita en El Natahoyo; consta de doce casas altas y bajas que dan frente a la carretera que va a Avilés, varios almacenes y cuadras, árboles frutales, un molino harinero. Hay, independiente, la fábrica de curtidos que puede ser arrendada con existencias o sin ellas»."


En un expediente del  Archivo Municipal de Gijón del año 1842, cuando esa parte de El Natahoyo pertenecía a la parroquia de Tremañes, aparece el nombre peculiar de Callejón de las Ánimas:
«Cuenta de los jornales y materiales invertidos en la composición del camino a Avilés que pasa tras El Cortijo de Tremañes para salir a Jove en el sitio denominado callejón de las Ánimas; todo en virtud del acuerdo del Ayuntamiento»
Las referencias a las ánimas no son infrecuentes en la toponimia y no se refieren necesariamente a la existencia de oratorios de ánimas o leyendas de apariciones, sino que, las rentas de ciertos prados, o el producto de su siega, se destinaban, por ejemplo, a misas de difuntos

A nuestra derecha la Sidrería Parrilla Santa Olaya, de la que escriben en la revista La Sidra del 10-5-2023:

"A cinco minutitos de la playa L’Arbeyal tenemos esta agradable sidrería que acaba de reabrir con el nombre de Parrilla Santa Olaya y a la que no se le pone nada por delante. 
Aparte de la calidad de su parrilla, que pudimos comprobar en otra ocasión, su cocina pasa la prueba, tanto de los platos de mar como de los de tierra. 
El Bombón de Merluza con patatas panadera sorprende por sacar lo mejor de este pescado con una salsa espesita y sabrosa pero que en ningún momento oculta el sabor propio de la merluza, que resulta muy jugosa. 
La opción más carnívora nos lleva a una ración de Rabo de Toro, un plato siempre complicado porque la especial intensidad de este tipo de carne corre el peligro de resultar excesivo para algunos paladares si no se prepara con mucho cuidado. 
Además hay que conseguir que quede tierno y no seco, pero tampoco es recomendable servirlo poco hecho, un equilibrio que en la Parrilla Santa Olaya consiguen. Acompañan la carne con patatas fritas y ensalada mixta. 
Los dos platos maridan muy bien con unas botellas de Sidra Contrueces Etiqueta Oro, servidas a la temperatura correcta."

Seguidamente, y en una de las dos casas antiguas que quedan en este tramo de calle está la también Sidrería Parrilla El Mostachu, y también escriben de ella en La Sidra, a fecha 5-11-2023:

"Pensado para dos personas, el Menú Chuletón que nos ofrecen en la Sidrería El Mostachu comienza con unos chipirones angulados para relamerser, frescos y tiernos con salsa para mojar. 
A continuación, el chuletón en sí mismo, que traen en plato caliente para que vayas dejándolo hacerse al gusto de cada uno. Generoso, de Xata Roxa, el chuletón es de una calidad que llama la atención incluso a quienes estamos de probar las mejores carnes. Varios postres a escoger, entre ellos tarta San Marcos y tarta Selva Negra. 
Dos botellas de sidra «El Mostachu» y muy buena atención, con la sidra bien escanciada por camareros atentos. La sidra va incluida en el menú."


A continuación y en la segunda de las dos casas antiguas, que como la primera ha sido dejada a piedra vista, tenemos la Pulpería Galicia 84. Detrás de ella es el famoso edificio La Estrella, que en realidad son dos altísimas torres que fueron construidas en 1976 en el solar de la antigua empresa cervecera de este nombre, proyecto de 248 viviendas mas locales comerciales a sus pies y mirando a las calles circundantes, proyecto del arquitecto Joaquín Aranda


De grandes proporciones, dispone de jardines, siendo la superficie total construida de 24.373 m². La fachada fue reformada con el tiempo para homogeneizarla, "Cada torre consta de 8 viviendas por piso, por lo que al distribuir la planta, partiendo de un sólo núcleo de comunicaciones, se obtenía una estrella, lo que rememoraba el uso anterior del solar: la Fábrica de Cervezas «La Estrella de Gijón»". leemos en Aranda Arquitectos


Bloque de pisos con grandes bajos comerciales a nuestra derecha, enfrente de donde estaba El Prau del Moro, un terreno propiedad que fue de la familia Riva Suardíaz donde estuvo el campo de fútbol La Estrella


No se sabe la razón verdadera del topónimo original del prau, existiendo únicamente la tradición que afirma se debe al apellido de un vigilante, antiguo trabajador de los Astilleros Riera, que lo guardaba cuando, tras la desaparición del estadio local, fue cerrado, impidiendo el acceso. Luis Miguel Piñera en su Diccionario de El Natahoyo, cuenta así esta historia:
"Los chiquillos del barrio, cumpliendo con el deber de la edad, entraban en el recinto y de los gritos infantiles avisando ¡Que viene Moro! ¡Que viene Moro! se pasó a denominar el terreno como Prau del Moro"

El día 20 de junio de 2000, cuando se celebró el acondicionamiento del terreno como parque, inaugurado por la entonces alcaldesa Paz Fernández Felgueroso, la Asociación de Vecinos Atalía solicitó que pasase a llamarse Parque de la Estrella, como se oficializó a los pocos meses


Aquel acto sirvió para que, aprovechando la presencia institucional, los representantes vecinales reclamasen mayor atención para El Natahoyo, siendo cuando el presidente de Atalía, Álvaro Tuero, pronunció su famosa frase "En El Natahoyo no somos ciudadanos de tercera, no somos hijos de un dios menor"


En 2014 el Parque la Estrella volvió a cambiar de nombre, pues pasó a ser, tras otra petición vecinal, del Doctor Eguiburu Banciella, que aquí ejerció su labor, fundador del Laboratorio Médico Quirúrgico y del Sanatorio Begoña, colaborador además desinteresadamente con varias iniciativas de estos barrios del oeste como el Club Natación Santa Olaya y la organización de la Vuelta Ciclista de La Calzada



Esta es una imagen del parque al empezar la primavera, muy verde y con margaritas, saliéndoles las primeras hojas a algunos de los árboles, viendo al fondo la calle Rosalía de Castro, que se une, a la izquierda, con la calle Las Mercedes, donde se construyeron las viviendas para los trabajadores de los antiguos Astilleros del Cantábrico y Riera


El parque en verano, seco y casi pardo el césped, pero con los árboles repletos de hojas y dando buena sombra. Nos acercamos a ver la placa dedicada al Doctor José Eguiburu Banciella, donde se lee:
"Los valores que practicabas,
que sean los que permanezcan
siempre entre la gente a la que
te entregaste. Nunca quisiste
abandonar el barrio y aquí estás, 
entre nosotros"

El doctor Eguiburu arraiga en El Natahoyo, titulaba la noticia de su inauguración M. Moro para El Comercio a fecha 21-6-2014:
"El parque de La Estrella, también conocido en El Natahoyo como prau del Moro, es desde ayer el parque en memoria del doctor José Eguiburu Banciella. El cambio de denominación fue solicitado al Ayuntamiento por la Asociación de Vecinos Atalía en 2001 (el médico falleció en 1999), pero no ha sido ahora cuando ha cristalizado la iniciativa para incorporar al callejero municipal el nombre del ilustre galeno, quien fue durante su vida «un ejemplo de generosidad, humanidad y altruismo» en el desempeño de su profesión. José Eguiburu Banciella fue fundador del Laboratorio Médico Quirúrgico y del Sanatorio Begoña. Pero se ganó el cariño de los vecinos de la zona Oeste de Gijón porque fue el primer médico que colaboró altruistamente con el Club Natación Santa Olaya y con la organización de la Vuelta Ciclista de La Calzada. 
Trabajó inicialmente en un dispensario de los Jesuitas de la mano del padre Montero y posteriormente en la Seguridad Social. A lo largo de su trayectoria profesional atendió a pacientes de El Natahoyo, Jove y Veriña. Todos le recuerdan por sus obras sociales, su estilo de vida, su devoción por los demás y el exquisito trato humano. 
El acto de redenominación del parque de El Natahoyo estuvo presidido por la alcaldesa Carmen Moriyón y contó con la presencia de ocho de los once hijos que aún viven del recordado doctor, nietos, biznietos y tataranietos. 
Carta de la nieta 
Su nieta menor, María, leyó una emotiva carta dedicada a su abuelo José: «Gracias por haber hecho junto a la abuela un hogar donde el cariño y el amor era el mandamiento que imperaba cada día. Gracias por haber sido ejemplo, por haberlo dado todo por los demás, por ser un referente para mí y creo que también para muchos de nosotros. ¡Cuánta falta hace gente como tú en los tiempos que corren, abuelo!». 
Además de la numerosa familia acudieron a rendir homenaje al doctor Eguiburu vecinos y amigos como Faustino Antuña, fundador del Club Ciclista de La Calzada, quien definió al médico como «la más humana y bella persona de La Calzada». «Durante todas las carreras que colaboró con nosotros nunca cobró ni una peseta», enfatizó. 
El párroco de Santa Olaya, Pedro Jiménez, bendijo con un hisopo la placa conmemorativa descubierta en el parque por la alcaldesa y uno de los hijos del médico."

Un día después es L. Palacios quien firma la noticia del acto en La Nueva España titulándola El Parque del médico bueno:
"Fue el doctor José Eguiburu Banciella, fallecido en 1999, un profesional "generoso para quien más lo necesitaba", honrado y voluntarioso. Por eso, y por el gran cariñoñ que todo el barrio de La Calzada le profesa, el parque de La Estrella pasó a llevar ayer su nombre, por iniciativa de la Asociación de Vecinos Atalía. 
Eguiburu fue el primer médico que colaboró altruistamente con el Club Natación Santa Olaya. Trabajó inicialmente en un dispensario de los Jesuitas y posteriormente en la Seguridad Social y atendió a pacientes desde los barrios de El Natahoyo hasta los de Jove y Veriña. Además, "colaboró altruistamente con el mundo del ciclismo, siempre nos echó una mano y nunca cobró una peseta", señaló en el emotivo acto de inauguración uno de sus amigos, Tino Antuña, fundador del Club Ciclista de La Calzada. 
Junto a él intervinieron también su hija mayor, María Isabel Eguiburu, y su nieta María. Las dos agradecieron con emoción "la vida que hemos vivido contigo", en un hogar "donde el cariño y el amor eran el mandamiento que imperaba cada día", apuntó su nieta María Eguiburu Hevia en una emotiva carta. 
Ahora "podremos explicar a tus biznietos y a todos los niños que pasen por el parque quién eras", concluyó la misiva. Y las decenas de personas que acudieron al acto no pudieron menos que aplaudir la memoria de "un médico bueno"

Al fondo, al otro lado del parque, el Espacio Comercial Cortijo, que lleva el nombre de la vieja fábrica y antigua ciudadela industrial pero sin su artículo 'El', y el Café La Naval, que rememora la impronta de los astilleros en la configuración del barrio. En el antiguo terreno de juego jugó El Natahoyense, fundado en 1915 y cuya equipación consistía en camiseta a rayas negras y amarillas y pantalón azul, transformado en 1922 en El Natahoyo Club de Fútbol


El campo de La Estrella fue inaugurado oficialmente el 26 de septiembre de 1948 siendo presidente Enrique Barrio y ejerciendo de madrina Manolita Barrio, quien efectuó el saque de honor en partido disputado contra el Marino de Luanco


Por su parte, sobre la historia de la antigua fábrica de cerveza La Estrella de Gijón, hemos de decir que en  1899 inauguró un "restaurant campestre" en sus jardines en el que "se servirán meriendas a 2,50 pesetas consistentes cada cubierto en tres principios, dos postres y una cerveza de botella de mesa. El restaurant está a cargo de Cesáreo Oria como jefe de cocina". De esta manera se popularizaba el consumo de cerveza compitiendo con el de sidra y vino. Había también bailes los domingos y festivos, según relatan los investigadores José Luis Carmona García y Luis Arias González en Comer fuera de casa: tres siglos de restauración gijonesa (1700-2000)

Se fabricaban cinco tipos de cerveza además de gaseosas, agua de seltz y refrescos carbonatados de limón, naranja y grosella. En 1899 la revista Épocas publica un artículo de Jerardo Pardo mencionando que de sus 12.000 metros cuadrados la mitad son jardines, describiendo sus máquinas, cuevas de fermentación, abastecimiento de agua con un pozo de 30 metros de profundidad y sus nueve carruajes, cuatro carros, seis caballos percherones, 20 mulas y cuatro parejas de bueyes, siendo su producción de 40.000 hectólitros. Sus cervezas eran la Extra, para la exportación, Bok dobleBok moreno, cerveza de mesa y la C.D. clase especial peculiar de esta casa


Según avanzamos por la Avenida de Galicia empezaremos a ver el otro de los edificios que componen La Estrella asomando a nuestra derecha, más allá del primero. De la historia de la preciada cerveza escribe en El Comercio del 10-12-2023 la historiadora Arantxa Margolles Beran en A la rica cerveza gijonesa:
"Eran los tiempos gloriosos para la iniciativa industrial en Gijón, aquellos en que los sueños se hacían realidad y el esfuerzo, pero también el capital, premiaba «a los laboriosos hijos del pueblo de Jovellanos», padres de toda clase de sectores que llegaron a nuestra villa con el fin de siglo. Hoy nos toca en este 'Viejo Gijón' hablar, mor de la efeméride, de uno en particular. Dorado, efervescente, inolvidable. La idea de elaborar en nuestra villa cerveza industrialmente, con las técnicas más modernas y una producción que ya rondaba, en 1898, los 40.000 hectolitros, surgió en 1893, y cinco años más tarde, tal día como hoy, lo contamos en portada. La Estrella de Gijón había nacido bajo la gerencia del ingeniero Manuel Suardíaz y el conocimiento del señor Bachmaier, «alemán muy competente en la fabricación de dicha bebida», y se asentó sobre un terreno de quince mil metros cuadrados entre Santa Olaya y El Natahoyo, muy cerca de la estación de ferrocarril y el puerto, La Estrella de Gijón contaba con «los mejores aparatos construidos por la Machinen fabrik Germania de Chemnitz». Yhacían, o eso se decía, una cerveza que brillaba «como un astro de primera magnitud». 
Así era la fábrica de La Estrella, y así lo contamos: en el centro, una nave de 75 metros de largo y cuatro plantas, destinada a la germinación. A la izquierda, las salas de máquinas, las bodegas y una fábrica de aguas gaseosas («donde se fabrican 300 docenas de sifones de agua seltz, sin contar las limonadas»); a la derecha, la toneladora, «donde se fabrican pipas, cubas y demás recipientes usados en la casa». Y más. «En los espaciosos sótanos está la cueva de fermentación, donde se mantiene una temperatura de cinco grados sobre cero, y donde se admiran 36 enormes cubas que hacen un mar de cerveza». 
Un pozo abierto en roca, de 30 metros, extraía de las profundidades de Gijón el agua necesaria para elaborar la bebida, y las naves contaban con un ascensor, 'rara avis' de la época, que las interconectaba. 26 bocoyes de 35 hectolitros formaban las cuevas de reserva y, en el meollo, las máquinas: a vapor, magníficas, de 40 y 60 caballos; dos para hielo. En la carta, para elegir: cerveza para mesa; CD 'bok doble' y 'bok' morena, y la extra, para exportar a ultramar. Fuimos una ciudad con 'estrella' hasta 1974, cuando cerró. ¡O tempora, o mores! Todo, hasta los sueños, se acaba."

En el blog Tres Milenios de Cerveza Asturiana hallamos el interesante artículo, con abundantes fotos, titulado Así era La Estrella de Gijón en 1899, del que plasmamos aquí el texto:
"En 1899, a los seis años de iniciar su actividad, La Estrella de Gijón se vio en la urgente necesidad de duplicar la producción para satisfacer la demanda tras el éxito alcanzado por sus cervezas. 
La marca de Suardíaz, Bachmaier y Cª acababa de obtener entonces la Medalla de Oro en la Exposición Regional de Gijón de 1899, un año después de haber ganado la Corona Cívica y Medalla de Oro en la Exposición Internacional del Progreso de Bruselas de 1898 y tres después de recibir la  Medalla de Oro y Cruz de Distinción en la Exposición Internacional de Londres de 1896 
Tenía sus oficinas en la calle Corrida nº 56 pero la fábrica estaba en la zona de Santa Olaya, en el límite de los barrios de La Calzada y Natahoyo, próxima a la estación de ferrocarril del Norte y del puerto, de aquella todavía en construcción, de El Musel. 
La Estrella de Gijón ocupaba un solar de 15000 m², de los cuales 5000 m2 eran jardines, con restaurante incluido, en el que se organizaban diversos eventos los domingos de verano. 
La fábrica constaba de tres edificios, en los que, hacia 1899, trabajaban unos 70 obreros. El principal tenía dos pisos bajo el nivel del suelo y otros cuatro sobre él, y se destinaba al malteado. La germinación se llevaba a cabo en los pisos situados bajo el terreno, mientras que los superiores se dedicaban a la limpia y al almacenamiento de cebada, lúpulo y malta. Todos los pisos se encontraban comunicados por medio de montacargas y ascensores. 
A continuación del edificio principal, estaba el que albergaba la maquinaria, que era alemana en su mayoría. Disponía de generadores de vapor, con una superficie de caldeo de 400 m², máquinas de hielo por compresión de amoniaco (dos destinadas a la refrigeración de las bodegas y otra a la producción de hielo), compresores de aire para envasar la cerveza, dinamos para abastecer el alumbrado y la potencia generatriz de varios electromotores, bombas de agua, cuadros eléctricos y acumuladores.  
El último de los bloques se destinaba a la cocción y allí estaban también las cubas de fermentación, refrigeradas en dos pisos subterráneos, y las bodegas, con capacidad para almacenar un millón y medio de litros de cerveza.  
En 1899 la cerveza todavía se fermentaba en cubas o tinas abiertas. La capacidad de estas tinas solía ser de unos 3000 litros - 3500 litros. Posteriormente fueron sustituidas por balsas abiertas de fermentación y, a partir del primer tercio del siglo XX, comenzaron a utilizarse tanques cilindrocónicos cerrados. 
En frente del edificio principal, se encontraban los almacenes de barriles y botellas, la carpintería, donde hacían sus propios toneles y las cajas de madera para las botellas, el taller de carros y las salas de embotellado. 
El suministro de agua lo proporcionaban tres bombas que la extraían de un pozo cavado en roca y revestido de albañilería, de 30 metros de profundidad. Como escribía Víctor Labrada en su libro "Curiosidades de un Gijón inolvidable” (Gijón, 1991), dicho pozo causaba gran admiración ya que, incluso, acudía gente con prismáticos para ver su fondo. 
Aquel lejano 1899, hace ya casi 120 años, la empresa de Suardíaz y Bachmaier se anunciaba en todos los medios como Gran Fábrica de Cervezas... ¡Y verdaderamente lo era! 
Tal y como describía Patricio Aduriz en sus Viñetas Asturianas para El Comercioun tercio de la cerveza que se elaboraba entonces en España se producía en La Estrella de Gijón."

Cruzamos la calle Rosalía de Castro en su intersección con la Avenida de Galicia de frente al Edificio Algarve, donde vamos a fijarnos en su fachada


Allí hay una placa a ella dedicada obra de Juan Zaratiegui inaugurada el 12 de abril de 1991 con presencia institucional municipal, de la Xunta de Galicia y del Centro Gallego. Una concha peregrina revela además la vinculación de estas calles con el viejo camino xacobeo costanero


Justo aquí tenemos un buen lugar para hacer un alto y volver la mirada...


Y es que, mirando atrás, tenemos una buena vista de los dos edificios de La Estrella. El 7-5-2017 el periodista J.M. Requena noticiaba en La Nueva España una iniciativa para recuperar la marca y su fabricación, la cual tropezaba con diversas controversias legales:
"Serxu Solares nunca llegó a conocer abierta la antigua fábrica de La Estrella de Gijón, que cerró sus puertas en 1974, un año antes de su nacimiento. Sin embargo, este gijonés que pasó su vida a caballo entre La Calzada y El Natahoyo, como la factoría cervecera, siempre tuvo una ilusión: volver a verla abierta. Y está cerca de cumplirlo. 
Solares, muy ligado al mundo cervecero, es el propietario de Bayura, una empresa que décadas más tarde del cierre de La Estrella volvió a traer a Gijón la fabricación de cerveza. Así, en su fábrica del Polígono de Roces elabora varias decenas de referencias y, desde hace escasas fechas, una muy especial: La Estrella de Gijón. 
"Era un proyecto con solera, que yo tenía desde siempre y ahora, poco a poco, va tomando forma", asegura Solares, que no se conforma con volver a elaborar la mítica cerveza, sino que quiere ir un paso más allá y devolver La Estrella a sus orígenes, a la zona oeste de Gijón. 
Así, esta semana Solera creó una campaña de crowdfunding con la que busca recaudar alrededor de 6.000 euros para poder alquilar un local en la zona, donde "producir la cerveza y crear una zona de catas y venta al público", algo aparentemente sencillo ya que "los materiales ya los tengo en la productora de Roces". 
La idea, que lleva rondando en la cabeza de Solares "toda la vida", como él mismo afirma, comenzó a cristalizar hace unos años cuando la Oficina Española de Patentes y Marcas obligó al grupo Mahou-San Miguel, propietario de la marca, a "soltarla, ya que no la utilizaban", momento en el que Solares la registró a su nombre. "A las dos semanas comenzaron las oposiciones", relata al gijonés, "tanto desde la anterior propietaria como de otras marcas como Estrella de Galicia o Estrella Damm", una reclamación, la de Mahou-San Miguel, que llegó hasta el Tribunal Europeo de Patentes y Marcas, quien finalmente dio la razón a Solares, que se convirtió en legítimo dueño de la marca La Estrella de Gijón, después de que ésta pasara a manos de El Águila Negra de Colloto y de ellos a Cervezas Alhambra, antes de llegar a la anterior propietaria. 
El anhelo de Solares tiene una razón de ser ya que su padre, Fermín, trabajó en la fábrica durante tres años y su abuelo, también Fermín, hizo lo propio "toda la vida, hasta que cerró", al igual que hasta media docena más de "Solares" que desarrollaron sus labores en la enorme factoría gijonesa, que contaba con "tres edificios de cuatro plantas más dos subterráneas", en las que "incluso vivían varias familias" y de la que hoy en día únicamente queda en pie un muro, el que divide la asociación Adansi de la bolera que hay en la calle Pachín de Melás, frente al Club Natación Santa Olaya."

Efectivamente se aprecia muy bien su forma de estrella, haciendo honor y memoria a la célebre industria cervecera, algunos de cuyos productos comercializaron luego otras marcas. Volvemos a consultar las publicaciones de Tres Milenios de Cerveza Asturiana:
"... la Kronen Bräu de La Estrella de Gijón, una receta que pasó a elaborar El Águila Negra de Colloto a partir del cierre de la cervecera gijonesa en 1974.
El Águila Negra la comercializó con un logo diferente, cambiando el diseño de la corona que le daba nombre, y reconoció siempre que la autoría original del producto era de La Estrella de Gijón."

Otra línea de bajos comerciales en el recinto exterior de los jardines de La Estrella que, como hemos dicho, ocupan una gran superficie. Aquí tenemos, referido a alimentación el Horno de Lugo, especializado en productos gallegos y un par de fruterías, así como otros establecimientos 


Como gran superficie es la que ocupa también el Edificio Algarve, el cual además está porticado y con numerosos negocios en sus bajos, entre ellos el Café Algarve, de desayunos, cafés, meriendas, churros, pinchos y tapas, así como el Café Bar Los Escalones (referido a los peldaños que hay que subir para acceder a los soportales), desayunos, tapas y tortillas...


A la derecha, al fondo y en la siguiente esquina, otra de las numerosas panaderías de esta avenida, Pan de Ibias, de cuya historia cuentan así en su página:
"La afición a la panadería la heredamos de nuestros padres. Nuestra madre Virginia elaboraba periódicamente los panes en horno de leña, y nuestro padre Manuel, molinero maquilero, molía para todos los vecinos del Concejo. Con estos antecedentes, los hermanos Manuel y Baldomero Méndez fundamos en 1985 la primera panadería, localizada en Folgoso, con el nombre de Panadería La Cancela. 
Sin sospechar que disfrutaríamos de tanta demanda y aceptación en el concejo, nos animamos en 1997 con la apertura en Gijón de una segunda panificadora. Ayudados por nuestro hermano José María y por nuestros sobrinos, inauguramos en 2005 nuestra primera tienda. El éxito dio paso a otras 7 aperturas más en la ciudad, y al proyecto de una nueva fábrica para el 2016. 
A todos nuestros amigos y vecinos de Ibias. A la hostelería asturiana, nuestro primer cliente al inicio de esta andadura. A todos y cada uno de nuestros clientes, cuya fidelidad nos anima a mejorar y a tratar de ofrecerles la mejor calidad al mejor precio. Sin olvidarnos de todos los trabajadores que han formado y forman parte de nuestra empresa; sin vosotros esta aventura no hubiera sido posible."


Damos estos apuntes (obradores, tiendas, super, bares -la comida y el beber-) pues suelen ser de los más solicitados como información por muchos peregrinos, como por ejemplo que a continuación está el Café Campanaes, en la esquina con la calle dedicada al escritor asturiano Pachín de Melás (Emilio Robles Muñiz), quien además de su reconocida trayectoria cultural y literaria salvó los restos del ilustrado Jovellanos en 1936


Muy a lo lejos, al final de la calle, llegaremos a ver desde aquí las grúas de El Musel con el rocoso acantilado del Cabu Torres y el faro, que cierra por el oeste la bahía gijonesa


También reconocemos el faro, en lo alto del cantil (arriba a la derecha de la foto), en funcionamiento desde 1924 y electrificado en 1936. Más abajo y más cerca  divisamos parte de la escollera que cierra por ese lado  L'Arbeyal, playa que antaño se extendía desde el Monte Coroña a La Punta l'Otero (actual Muelle de La Osa), quedando ocupada en gran parte por astilleros e industrias


 Esa zona del arenal, donde había una fábrica de gaseosas y por eso fue conocida como La Casera, la recuperó el Ayuntamiento en 1994, pero vendría a ser únicamente la mitad de la antigua playa, que era un auténtico vertedero ya en 1918, cuando fue calificada como "charca inmunda y fétida" a donde iban a parar los vertidos industriales de fábricas como la Fábrica de Sombreros y L'Algodonera, aprovechándose su grava y arena para la construcción del puerto de El Musel; este hecho, junto a los vertidos industriales de la Fábrica de Sombreros o de L’Algodonera,


A mediados del siglo XX, iban a desaguar a ella los colectores y los residuos de los Astilleros Riera. En su recuperación, como en la del Natahoyo o Pando (oficialmente Poniente), se trajo arena del fondo marino de Antromero, en Gozón, cerca del Cabu Peñes. Más allá de las instalaciones portuarias asoma el peñón del Cabo Torres, que cierra la bahía por el oeste.


Se sabe que a finales del siglo XIX había una finca parcelada llamada L'Arbeyal, cuyo nombre podía venir de haber en algún momento una plantación de arbeyos o guisantes, o bien que los pequeños guijarros de la playa, redondos y pequeños por la erosión marina, asemejasen arbeyos. Ya en los documentos y planos del siglo XVIII aparece mayoritariamente en los documentos y planos como Playa del Arbeyal, salvo en dos ocasiones, sin duda por error: el Plano del Puerto de Gixon de Andrés de la Cuesta de 1775, donde aparece citado como "El obejal de Jobe", y en el Plano de la Concha de Gijón de Vicente Tofiño en 1787, donde se lee "Playa y Arroyo de Orbeyal"



Pasamos el cruce con la calle de los Laboratorios, dedicada a la memoria de la sociedad de este nombre, fundada en 1902 por el perito químico Antonio Camino Díaz para enseñanzas técnicas a los obreros y que tenía su sede en la Casa de los Laboratorios, de propiedad municipal, sita antes en esta misma calle. Colaboraban con su fundador el fotógrafo Julio Peinado, el ingeniero Emilio Manso y el doctor en Ciencias Valentín Escolar. De sus fines, y su transformación luego en cine y salón cultural, nos informa el geógrafo y urbanista Rafael Suárez Muñiz en su libro Cines, teatros y salones de variedades de Gijón (1896-2018):
"El objetivo de la sociedad era ayudar a la instrucción y promoción de los obreros industriales de Gijón en reñida competencia con el contingente de obreros especializados extranjeros que importaban las grandes industrias. Mediante esta formación se aportarían mayores conocimientos técnicos a dicho colectivo. Casualmente entre el equipo docente y directivo ya podemos encontrar la primera vinculación al mundo del cine, en lo que luego deparó este edificio. Entre sus profesores se encontraban maestros de fotografía como Julio Peinado y Arturo Truán, que fueron de los primeros en suministrar fotogramas para las secuencias fílmicas primiseculares. El edificio comenzó a construirse en julio de 1903."

El edificio de sociedad sería una década después el Salón Popular, fundado en 1913 y que fue clausurado en 1937 con la caída de la ciudad en poder de los nacionales en la Guerra Civil. 
"El Salón Popular  (138 m²) estaba situado en la calle Los Laboratorios, pues fue esta sociedad la promotora del edificio. El  origen de su denominación se debe, como apunta Ángel Mato (1910), a que conforme iban abriéndose nuevos ateneos y sociedades culturales semejantes en la segunda década del siglo XX, en lugar de "apellidarlos" obreros empelaban el término populares, a fin de captar mayor masa social,. es decir, que no solo se vinculase a la clase obrera el disfrute de este tipo de centros socioculturales.

Antonio Camino vendió al Ayuntamiento el edificio de la sociedad Los Laboratorios en 1912 para la instalación de unas escuelas -unos que nunca se dio- y un salón de actos polivalente. Comenzó a funcionar como salón de variedades en 1913. Del Salón Popular se hacía cargo Emilio Morán -propietario- desde la década de 1930, y allí el  Ateneo Obrero de La Calzada también organizaba sesiones de cine instructivo, desde 1927 como mínimo. Durante la revolución de octubre de 1934 y la Guerra Civil se celebraron mítines y conferencias. Causas y fechas posibles del cese de su actividad.

El Salón Popular, al recibir las películas originales de los respectivos países, como ocurría en las primeras salas cinematográficas que importaban títulos, las proyectaba en versión original, de forma que el público asistente, a la vez que se entretenía, aprendía idiomas. Las escasas apariciones de anuncios sobre el Salón Popular en la prensa se debían probablemente a la poca relevancia que tendría en el conjunto de la ciudad y a que, además, era para socios."

Eran los tiempos que por aquí circulaba el tranvía, línea inaugurada el 13 de diciembre de 1895 la cual salía de la céntrica calle Corrida y entraba en El Natahoyo por la Estación del Norte (actual Museo del Ferrocarril), el cual al principio era de mulas hasta que en 1909 pasó a ser eléctrico. En 1912 el tranvía llegaba al puerto de El Musel, ya operativo desde 1907 aunque las obras se prolongaron un tiempo más. Circulaba cada ocho minutos entre las cinco de la mañana y las ocho de la tarde y cada media hora entre las ocho y las doce de la noche. Tenía dos paradas en El Natahoyo, una frente a la sidrería La Carreña y otra aquí en Santa Olaya. La línea, muy afectada por la llegada de la competencia de los autobuses, fue clausurada en 1961, dos años antes de la total supresión del servicio de tranvías en la ciudad


Nos cruzamos con la calle dedicada al escritor Pablo Neruda, cerrada al paso del tráfico rodado a la derecha por la marquesina del autobús de la parada de Cuatro Caminos, el gran cruce de calles y avenidas que tenemos unos metros más adelante (a la izquierda de la foto), antiguamente era llamada calle del Prado, "Por ser las casas llamadas del Prado las primeras en edificarse allí. Algunas existen todavía y ocupan los números 6, 8 y 10.", nos dice Luis Miguel Piñera


Piñera nos informa también que al principio el tranvía causó muchos accidentes mortales en este vecindario, no habituado al nuevo medio de transporte de pasajeros, siendo uno de los accidentes más comentados el de Miguel Menéndez Álvarez, trabajador de la Fábrica de Loza, más conocido como Miguelón Niño, pues el 14 de diciembre de 1915 fue arrastrado, desde aquí desde Santa Olaya hasta La Calzada, sin que ni siquiera los conductores se percatasen de ello


A nuestra izquierda, otra confitería y panadería, Dulcepan y, en la esquina de la Avenida de Galicia, el Bar La Pipa, veterana sidrería que, como dice el historiador y gastrónomo Luis Antonio Alías en El Comercio del 20-9-2019, nació cuando estos barrios eran "más aldea que barrio y pasó a convertirse en rey de pescados a la plancha y callos monumentales", a lo que añade:
"¿Cuándo abrió? Es difícil saberlo, pero supera el siglo con holgura. Gonzalo y Josefina, el matrimonio que le da brillo estos últimos veinticinco años, han recopilado doce dueños precedentes sin aún adivinar el inicial. 
Antes de que la graciosa casa colorada, esquinera y baja, cuyo bajo ocupan, se viera avasallada por enormes medianeras, tuvo patio, bolera, juegos de rana y llave, y pipas de espicha; luego las industrias de casi todo multiplicaron viviendas aprovechando huecos, y ahora prejubilados, jubilados, parados y autónomos mantienen el día a día. 
No importan los cambios: impasible y prestigiado, este humilde chigre sigue con su plancha de lujo para pescados y mariscos elegidos exclusivamente de las mejores selecciones y ofertas, y otrosí para cortes vacunos traídos de Allande. 
Y lo del concejo occidentaliego que divide el puertu'l Palo posee especial garantía y significado para Gonzalo, que nació en Villadecabo, aldeína allandesa del cordal de Berducedo donde todo gira alrededor de la vaca: «Desde niño me dediqué a llendarlas por montes y brañas maravillosos, pero lejanos y casi incomunicados», recuerda. 
Y así vino a Gijón. Durante siete años aprendió en Casa Oliva de La Pedrera, luego pasó a la inolvidada Botica de los bajos del Ayuntamiento. Y junto con Josefina, cocinera de Santa Marta (Soto del Barco) que guisaba en Las Peñas de Santurio, sintió la lógica necesidad de (casados casa quieren) debutar solos. 
Bien hicieron. Y hacen, de su popular cachopo a los chipirones y bocartes que coronan cualquier tapeo. Y aunque la plancha sea ciencia difícil, y poco comunes los callos verdaderamente caseros y sicalípticamente seductores, al probarlos sentiremos que no rozan la perfección: directamente la abrazan."


La Pipa está también en una de las antiguas casas que quedan en la avenida, de aquellas de planta baja y piso superior que fueron de las más abundantes, además de las ciudadelas, durante la primera urbanización del barrio


Delante de nosotros, en Cuatro Caminos, la Avenida del Príncipe de Asturias, que se cruza con esta y comunica la ciudad con El Musel, señala el paso de El Natahoyo a La Calzada, otro topónimo de evidentes resonancias camineras, antigua zona de la parroquia de Xove que, como El Natahoyo, creció al amparo de la industria y la actividad portuaria, donde también hubo ciudadelas y fábricas y ahora es zona de expansión urbanística y residencial


Allí mismo estuvieron Les Cases de la Fornera o El Forneru (apodo de Francisco Sánchez), un verdadero poblado prácticamente de chabolas con 18 casas y 72 residentes que, residían en muy pésimas condiciones. Eran conocidas popularmente como El Barrio Chino de La Calzada, figurando así en el censo, si bien no con el sentido habitual sino a consecuencia de los muchos emigrantes que vivieron en ellas a partir de 1960. Desaparecieron la década siguiente


Multitud de tiendas de todo tipo, hasta ropa y calzado que nos haga falta. Gracias al Anuario-Almanaque del año 1900 podemos saber de algunos comercios pioneros en el barrio, como las dos tiendas llamadas por entonces "de todo" o más oficialmente abacerías o colmados, puesto que ultramarinos era un término que se empezaba a emplear por entonces, pero más para las del centro de la ciudad. Eran la de Guillermo Junquera y la de Carlota Rodríguez


Dos tiendas y fábricas de gaseosas eran de aquella la de Ángel Amor y la de Gerardo Lavandera, contando el barrio con una carnicería, la de Virginia García, junto con la tahona de Josefa Escriga, la mercería de Carlota Rodríguez, el horno de pan de Filomena Hevia González y varios "almacenes de vinos al por menor" que era lo que después se llamarían bares. Una veintena de años después la tienda más famosa de El Natahoyo era la Sin Rival de Cándido Noval, que se anunciaba de esta forma:
"Algo quiere decir este título. Y es que en comestibles, vinos licores y demás artículos del ramo, no hay quien compita con la Sin Rival. Teléfono nº 1117 Nartahoyo


La tiendas de alimentación abundan también llegando a Cuatro Caminos que, como dice el filólogo Ramón d'Andrés en el Diccionario toponímico del concejo de Gijón"se da el nombre de Cuatrocaminos a los alrededores del punto donde se entrecruzan la Avenida del Príncipe de Asturias con la continuidad de les Avenidas de Galicia y de La Argentina."


Esta es la Avenida Príncipe de Asturias, que en origen fue la Gran Vía a El Musel, comunicación con el gran puerto gijonés y asturiano. Durante un tiempo fue también Gran Vía a secas y Avenida de Portugal, continuación de la actual avenida de este nombre, que llegaba antaño hasta el puerto


Por aquí pasaba también desde 1912, como hemos dicho, el célebre Tranvía del Musel, una de las líneas más concurridas de los tranvías gijoneses pues iba hacia los barrios más fabriles y, en buena medida por tanto, de los más populosos, al ir configurándose la zona oeste como la más industrial de la ciudad


La Gran Vía al Musel se planificó incluso dos años después de que empezase a circular el tranvía, siendo un proyecto que, arrancando de la Plaza del Humedal, estuvo a cargo del arquitecto municipal  Miguel García de la Cruz, quien por entonces abordaba la prolongación del Paseo del Muro, con su paredón, desde La Garita (actualmente El Martillo de Capua) hasta el río Piles


Los viejos edificios, derribados en 1987, albergaban negocios como la ferretería El Sol o el chigre de Casa Miguel, por aquí cruzaremos la avenida nosotros ahora para pasar a La Calzada, barrio en cuyo nombre se percibe el pasado caminero y ancestral del Camín Real de la Costa y también ruta jacobita, del que dice Luis Miguel Piñera:
"El obrero y popular barrio de La Calzada, más allá de Cuatro Caminos, así como El Cerillero (antes La Calzada Alta) tuvieron influencia decisiva en el desarrollo de El Natahoyo al ser éste último lugar de paso obligado para ir a las amplias zonas industriales del occidente gijonés que terminaban en el puerto de El Musel. La Algodonera de Gijón, Gijón Fabril, Gijonesa de Hilados y Tejidos, La Sombrerera... fueron factorías de La Calzada que, rodeadas de múltiples pequeños y medianos talleres estaban "más allá de El Natahoyo" pero donde trabajaron muchos vecinos del barrio"

La Calzada sería pues el siguiente hito caminero y jacobita de nuestro Camino de Santiago del Norte, aunque, si lo deseamos, también podríamos desviarnos unos instantes de la ruta xacobea para acercarnos a conocer L'Arbeyal, otra de las playas urbanas gijonesas, para luego regresar y retomar aquí el Camino...






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