Eres el Peregrino Número

Buscador de Temas del Camino de Santiago

sábado, 12 de octubre de 2024

DEAMBULANDO POR EL CLAUSTRO DEL ANTIGUO CONVENTO DE SAN VICENTE (OVIEDO, UVIÉU, ASTURIAS) CARAS, ESCUDOS Y SEPULCROS: LOS QUIRÓS Y DOÑA GONTRODO "LA HIJA DE LA LUNA"

 

Claustro del antiguo monasterio de San Vicente

Esta es la segunda entrada de blog que dedicamos al monasterio de San Vicente, desamortizado en 1836 y estrechamente vinculado al nacimiento y origen de la ciudad de Oviedo/Uviéu en la alta Edad Media, el cual visitamos al paso del Camino de Santiago por el casco antiguo de la población, a muy escasos metros de la catedral de San Salvador. En esta ocasión nos dedicamos al claustro, en torno al que giraba la vida del convento y alrededor del que se disponían las celdas de los monjes (piso alto) y otras dependencias monacales, sala capitular, cocinas, comedor, habitaciones de los sirvientes o ayudantes, etc.


Este claustro es estilo gótico-renacentista, pues poco queda del cenobio primigenio, prerrománico, y de su inmediato sucesor, el románico, a no ser elementos arqueológicos expuestos en sus pasillos o crujías, así como en todas las demás dependencias, pues en el desamortizado y extinguido monacato están desde 1952 las salas del Museo Arqueológico de Asturias. Como detalle a tener en cuenta es preciso decir que el claustro fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1934 mientras que el resto del edificio no lo fue hasta 1962


Tras haber llegado al Oviedo/Uviéu intramuros por La Cuesta la Vega o calle Azcárraga, observando un tramo de la antigua muralla o cerca en la calle Paraíso, al lado de la desaparecida Puerta de la Noceda, pasamos delante del monasterio de San Pelayo (el único no desamortizado) y llegamos a su vecino, el de San Vicente, por esta su iglesia, actualmente y tras la desamortización de 1836 templo parroquial dedicado a Santa María la Real de la Corte


Pasando la iglesia subimos por la calle San Vicente, antigua calle de La Noceda, hacia el arco también llamado de San Vicente, comunicación del monasterio con su gran ampliación del siglo XVII hacia las antiguas huertas de los monjes, que se extendían hasta la muralla, para hacer su Colegio de Teología, el cual es ahora Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo. En medio, a finales del siglo XVIII se construyó este gran patio de servicio, en el que se instalaron caballerizas, pajar, matadero, archivo y celdas, actual Plaza del Padre Feijoo, dedicada a Fray Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro, quien fuera su abad durante 30 años y destacadísima figura de la llamada primera Ilustración Española


De esta manera, tras pasar bajo el Arco de San Vicente, donde una placa rememora la fundación de la ciudad en base a la roturación y población del terreno, en lo alto de la colina de Ouetao, por parte de los monjes Máximo y Fromestano en 761 y la llegada de otros 20 miembros a aquella pequeña comunidad 20 años más tarde, el pacto monástico de San Vicente, origen del monasterio (dice la historia más general, sin embargo se vislumbra la existencia de una población anterior), llegamos a la puerta del viejo cenobio, por la que accederemos al claustro y al museo arqueológico


Un poco más allá, está la Corrada del Obispo, acceso a la catedral por el Tránsito de Santa Bárbara, pero antes vamos a culminar nuestra visita al monasterio de San Vicente entrando al mismo por esta soberbia portada barroca, construida en 1670, de la no menos elegante fachada conventual

Así y tras pasar por recepción, accederemos al tan recitado claustro por esta puerta (a la izquierda de la foto). A la derecha está la monumental escalera, hecha en el siglo XVII, para subir a las celdas de los monjes, sitas en los pisos superiores. No obstante para acceder a las plantas del arqueológico hay otras más anchas hechas en la ampliación del año 2004, así como ascensor, por supuesto


El espectacular claustro actual, que sustituyó al románico, fue iniciado en la década 1530 con el maestro Juan de Badajoz el Mozo, de reconocida reputación y figura destacada del tardogótico


Luego, Juan de Cerecedo el Viejo y, tras su muerte, su sobrino y ayudante Juan de Cerecedo el Mozo, acabaron el piso alto en la década de 1570. Del segundo dicen en la Enciclopedia de Oviedo que "se le atribuye el apelativo de arcaizante, ya que el estilo que prefería era el plateresco frente al renacentista que ya se había impuesto en otros lugares"


De todas maneras, el gusto por el estilo plateresco fue, como el gótico tardío o flamígero tan rotundo en Asturias que suele trascender a lo renacentista hasta enlazar directamente con el barroco. En el Informe acerca de la declaración de Monumento Nacional del Claustro de San Vicente de Oviedo de 1934, obra del arquitecto Modesto López Otero, leemos así:
"El claustro inferior está formado por 20 bóvedas de cuatro metros de luz. Su traza es gótica, con crucería de estrella simple, sin diagonales y con claves sencillas. Muy claro de perfiles, se apoyan los enjarges del muro en repisas unidas por un friso renaciente, como lo son también las pilastras, dinteles y arcos de medio punto que forman los huecos exteriores. Sus proporciones son elegantes y su conjunto muy armónico, con esa feliz unidad de las obras de la transición plateresca. Puede atribuirse fundadamente a Juan de Badajoz. Comparándolo con otras obras de este maestro, por ejemplo, el claustro de San Zoilo de Carrión de los Condes (ya de la misma Congregación vallisoletana), se advierte gran semejanza en la traza general, en las proporciones y en el detalle de perfiles. Más sobrio el de San Vicente, con menos ornamentación, pero con el mismo carácter, es digno de consolidarse y conservarse como un estimable ejemplar de la arquitectura del tiempo y del género.
Se elevó mucho después, en el siglo XVIII , el claustro alto, con acierto, en cuanto a las líneas y proporciones generales y con un buen propósito de armonizar con el claustro bajo, como lo prueban las columnas con zapatas sosteniendo un entablamento de perfil muy puro, todo ello con pretendido sabor renaciente. Esta galería de tránsito a las celdas, abierta e incómoda en el clima asturiano, hubo de cerrarse después (1791), ya con menos respeto al estilo general, pero siempre con finura en la ornamentación y el perfilado".

Y esta es la descripción que se nos ofrecen en la web del Museo Arqueológico de Asturias:
"El claustro inferior está formado por veinte bóvedas de cuatro metros de luz, de traza gótica, con crucería de estrella simple y con claves sencillas. Los nervios de las bóvedas apoyan en los enjarjes del muro sobre repisas unidas por un friso de aire renacentista, mismo estilo que se aprecia en las pilastras y los arcos de medio punto que se abren al jardín del claustro.

Las excavaciones arqueológicas efectuadas en el subsuelo del claustro permitieron recuperar numerosas piezas constructivas y decorativas del antiguo monasterio románico y varias tumbas de los siglos X y XI, que ahora podemos ver a través de este cristal sobre el que podemos pasar y pisar

Asimismo, se descubrieron restos de una canalización y de un depósito de agua excavados en la roca


Una estructura semicircular parece que forma parte de este complejo constructivo de captación de agua y está datada entre los siglos VII y IX, por lo que podría formar parte de algunas de las primeras construcciones del primer monasterio y asentamiento o... incluso anteriores, las de la enigmática población que pudo existir antes del año 761

Ello nos lleva al debate sobre el verdadero origen de Oviedo/Uviéu, por lo que aprovechamos para compartir el final del artículo de la web Ástures del arqueólogo Fon S.P. titulado ¿Cuál es el origen de Oviedo? y que nos habla de estos hallazgos y su trascendencia:

"Se trata de un depósito-estanque que fue excavado sobre el estrato rocoso de la colina. No tiene una forma regular aunque parece ser ligeramente ovalado. Su profundidad es de 1,80m por 10 de largo y tiene una anchura de entre uno y 4 metros aunque debía ser mayor ya que no se pudo seguir por estar debajo de uno de los muros del monasterio. Requejo cree que la finalidad de este depósito era recoger y canalizar aguas pluviales, procedentes de escorrentías y del nivel freático.
El estanque estaba colmatado de sedimentos donde se hallaron materiales que se pudieron datar. Se obtuvo una muestra en el nivel inferior que estaba ya en contacto con la capa de roca cuya datación ofreció el siguiente resultado: «con un 68 % de probabilidad se sitúa entre principios del siglo III y principios del V d. C., y, con un 95 %, entre el primer tercio del siglo II y mediados del V«. La conclusión es lógica. Si el estrato en contacto con el fondo es de ese periodo, el estanque es anterior, es decir, primera mitad del siglo V (400 a 450 d.C.) o incluso anterior. (...) 

Más que hacer elucubraciones sobre el futuro, prefiero pensar en que en algún momento del mismo veremos como algo normal y perfectamente compatible, que la colina estuviera ocupada en época romana, y que posteriormente fuera abandonada, como tantos otros asentamientos, para luego ser reocupada en el siglo VIII por los monjes".

Al lado, una placa informativa nos describe resumidamente la historia del lugar



La fundación del monasterio de San Vicente, su evolución y fases constructivas, incluyendo la de este claustro


Plano de R. Casielles del conjunto monástico anexo a la catedral de San Salvador (abajo) con este monasterio de San Vicente (arriba) y el de San Pelayo (a la izquierda), así como el trazado de la muralla (línea gruesa) en este sector


Plano de la ciudad en 1777, tanto intramuros como los barrios y lugares que crecían alrededor

La estructura altomedieval sobre la que estamos pisando, en la crujía este del claustro. La roca madre fue empleada como cantera para las construcciones primigenias

En un principio se pensó en que formaba parte de la que habría sido la primera muralla de la ciudad, y de esta manera lo explicaban en la noticia, fechada el 29-6-2005, publicada en Arqueología Medieval:

"El monasterio de San Vicente está ligado desde sus orígenes a la fundación de la ciudad de Oviedo, vínculo que acaba de ser puesto de manifiesto con el hallazgo de los restos de una primitiva fortificación en lo que en la actualidad es el claustro del Museo Arqueológico de Asturias.

Las excavaciones arqueológicas que se están llevando a cabo en el edificio con motivo de las obras de ampliación y rehabilitación del museo acaban de sacar a la luz antiguos restos de una muralla que podría estar vinculada con los orígenes de la ciudad de Oviedo, lo que no es de extrañar si se tiene en cuenta que todas las fuentes antiguas fijan en ese punto el nacimiento de Oviedo.

En el solar que hoy ocupa el Museo Arqueológico se establecieron en el año 761 el monje benedictino Fromestano y su sobrino Máximo, que junto a otros clérigos levantaron el monasterio y su iglesia, dedicada a San Vicente. Lo que comenzó siendo una simple colonia agrícola de carácter monástico se convertiría años después en la capital del reino de Asturias.

Fruela mandó construir la iglesia de San Salvador en las cercanías del monasterio, y es posible que hubiese vivido algún tiempo en Oviedo y que aquí naciese su hijo Alfonso, que llegó a reinar como Alfonso II, el Casto y que construyó su palacio en las inmediaciones de la actual Catedral.

El monasterio de San Vicente, que según los historiadores está ligado estrechamente a la historia de Asturias, con un papel preponderante en el ámbito religioso, económico y social que duró hasta 1820, fue restaurado en el año 1939, sólo cinco años después de que el claustro fuera declarado monumento histórico-artístico. En ese momento no se realizaron sondeos arqueológicos.

Los nuevos tiempos imponen otras obligaciones, y las actuales obras de ampliación del museo han propiciado un seguimiento arqueológico que ha culminado con la localización de los muros defensivos. Además de los restos de las primitivas murallas se han encontrado fragmentos de ajuar doméstico y restos óseos de antiguos enterramientos.

Las primitivas murallas han sido localizadas bajo una de las alas del claustro, y todo indica que continúan bajo el jardín central, donde se levanta una pequeña fuente, espacio que no ha sido levantado. Aunque los arqueólogos no han realizado aún el informe definitivo de la excavación, todo indica que el hallazgo está vinculado a las primitivas estructuras que permitieron el desarrollo del núcleo urbano de Oviedo.

El primitivo monasterio fundado por los monjes Fromestano y Máximo en el siglo VIII se rehizo en los siglos XI y XII según estructuras románicas. El claustro se reedificó en el siglo XVI después de que el monasterio fuera afectado por un incendio en 1512. El claustro actual, uno de los edificios de mayor categoría monumental de la ciudad, es de dos cuerpos, uno inferior gótico-renacentista y otro superior levantado en el siglo XVIII. El claustro inferior, que conservará su actual fisonomía, muestra proporciones elegantes y la armonía de las obras de transición plateresca

El elemento más significativo de la estructura defensiva localizada en el monasterio de San Vicente de Oviedo, actual Museo Arqueológico, es un bastión semicircular de la muralla levantada por el rey Alfonso II el Casto en el siglo VIII para defender el palacio y los templos ubicados en ese solar.

Dicha fortificación coincide, según Otilia Requejo, directora de la excavación, con el trazado propuesto por Juan Uría, que ya en sus estudios adelantó ese lugar como posible asentamiento de la muralla mandada erigir por el monarca asturiano, que trasladó la corte de Pravia a Oviedo. La arqueóloga relaciona el bastión, localizado durante las obras de instalación de la red de drenaje del nuevo Museo Arqueológico, con el que se conserva en la fachada del monasterio de San Pelayo en la calle Jovellanos, con el que coincide en medida, tipo y factura de materiales.

La muralla coincide también en la calle Jovellanos con la línea defensiva propuesta para la cerca de Alfonso VIII, de la que aún se conservan hoy muestras importantes en la ciudad.

El hallazgo, considerado de gran importancia por los historiadores, porque viene a confirmar que en ese solar nació la fundación de Oviedo, se realizó de manera fortuita mientras se desarrollaban las obras de canalización del saneamiento. Bajo las losas del ala este del claustro de San Vicente aparecieron en primer lugar restos óseos de un enterramiento alterado en fechas posteriores y cubierto por cerámica medieval.

Profundizando en la excavación se pudo comprobar la existencia de más restos óseos, de fauna y cerámicas. La importancia de los materiales extraídos llevó a los arqueólogos a plantearse la continuidad de la excavación, lo que permitió sacar a la luz las antiguas estructuras defensivas de Alfonso II.

Tras extender los trabajos a una buena parte de la crujía han podido comprobar que la muralla discurría bajo el claustro en dirección Norte-Sur, es decir, casi en paralelo a la actual calle de San Vicente. Dentro de ese recinto amurallado Alfonso II mandó construir la iglesia de San Salvador, la iglesia de Santa María, hoy parte de la Catedral de Oviedo, y la iglesia de San Tirso, además de su propio palacio.

Ahora la propuesta de la arqueóloga Otilia Requejo es prolongar las excavaciones hasta la medianera con la iglesia de la Corte para hacer un mayor seguimiento de la estructura. Se sabe que en ese terreno se establecieron en el año 761 los monjes benedictinos Máximo y Fromestano, que levantaron el primitivo monasterio de San Vicente, ligado desde sus orígenes a la fundación de Oviedo. 
Excavar hasta la Corte 
La Consejería de Cultura, que costea el seguimiento arqueológico de las obras del museo, considera por todo ello necesario continuar la investigación y así lo propondrá al Ministerio de Cultura, que, como titular del museo, costea las obras de ampliación y rehabilitación del Arqueológico de Asturias.

Carlos Madera, director general de Cultura, señaló además la conveniencia de integrar los restos en el nuevo museo, para lo que se buscará algún sistema de acristalamiento que permita su exposición al visitante. Madera afirmó que el hallazgo obliga a sacar el saneamiento por otro lado, pero que tanto esta reordenación como la continuidad de las excavaciones no supondrán ningún retraso para las obras.

«Creemos que es un hallazgo que por su vinculación a los orígenes de Oviedo debe contar con toda nuestra atención y queremos que forme parte del discurso museográfico del Arqueológico como una de sus piezas más importantes», afirmó Madera, que destacó, asimismo, la valía de los arqueólogos asturianos. «En Asturias tenemos muy buenos profesionales y lo están demostrando los importantes éxitos de sus investigaciones».

El claustro fue cerrado en 1775 con contraventanas de madera colocadas en estos arcos para resguardarlo del frío y la humedad invernales así como del calor del verano "porque se les estropeaba el vino en la bodega", tal y como dice María Antonia Pedregal Montes, directora de este museo que tiene aquí su exposición permanente. En medio del patio esta fuente procede del vecino monasterio de San Pelayo y se instaló aquí a mediados del siglo XX cuando se hizo el museo, según nos explican en la Enciclopedia de Oviedo:
"Este claustro se construyó en el siglo XVI. Es muy probable que el original del monasterio hubiese sido destruido por el gran incendio que asoló la ciudad de Oviedo el año 1512. Es de planta cuadrada, con 15 metros de lado, y construido en dos tiempos. El piso bajo es gótico-renacentista y algunos, por su semejanza con otras de sus obras, lo atribuyen a Juan de Badajoz. Está compuesto por 20 arcos de medio punto y con bóvedas de cañón de nervios que parten de ménsulas bellamente decoradas. Entre los arcos, gruesos contrafuertes exteriores que rematan en pináculos. Una fuente barroca, que el Museo adquirió al Convento de San Pelayo, se coloca en el centro del claustro. En la fachada norte del patio hay dos inscripciones del antiguo Monasterio de San Vicente. En una de ellas se lee: “Fundose este monasterio año de Jesucristo de 761”. En el antepecho de la otra, dice: “Reedificóse año de 1493, zerrose su claustro el de 1775”.

Del convento de monjas de San Pelayo, del que como dijimos tenemos toda una entrada a él dedicada en este blog, vemos el pico de la torre del campanario, la cual se hizo en el siglo XVII (año 1654) para sustituir a otra más antigua. Fue destrozada en la Revolución de Asturias de 1934 y rehecha en 1953. Dicha torre se hizo imitando, pero en menor tamaño, la torre gótica de la catedral de San Salvador, rematada con una flecha de tracería gótica, por lo que viene a decirse que es su 'hermana pequeña'. Aunque al imitarla, esta estructura se basa en el gótico, la torre, que veremos mejor desde la Plaza de la Catedral o de Alfonso II (al otro lado), es de estilo barroco clasicista y uno de sus primeros exponente ovetenses. En Disfruta Oviedo se nos cuenta que durante su construcción hubo un litigio con la catedral que paralizó un tiempo las obras y que fue la razón de esta imitación:
El cabildo catedralicio la consideraba muy suntuosa y que el tañido de sus campanas impedía celebraciones religiosas en la Capilla del rey Casto. 
Tras la intervención de la Casa Real, se procedió a cerrar los vanos sur que daban a la Capilla del rey Casto , pero hubo otras medidas decretadas a las que las monjas hicieron "oídos sordos" (hacer más baja la torre no renovar sus campanas...) 
Encima las monjas "contestaron" al Cabildo catedralicio coronando la torre con una aguja gótica similar a la de la Catedral (en lugar de las bolas proyectadas por el arquitecto Melchor de Velasco) generando cierta rivalidad en su época".

Ambos monasterios, como la catedral, tuvieron que ser reconstruidos en varias ocasiones, pero si bien en la catedral se conservan edificios románicos no así en San Pelayo y San Vicente, sino únicamente elementos sueltos. Volvemos a consultar la Enciclopedia de Oviedo:
"La fundación del Monasterio de San Vicente está fechada en el año 781, según señalan diversas fuentes. Fue fundado el veinticinco de noviembre de 781, según consta en el documento fundacional. Este documento recoge la llegada de Máximo y Fromestano en 761, para fundar la basílica de San Vicente, mártir de origen valenciano, sobre la colina Oveto. Este promontorio se convertiría de esta forma en el emplazamiento del Monasterio de San Vicente, adscrito posteriormente (aprox. año 1042) a la regla de San Benito, constituyendo el embrión del futuro Oviedo. 
La nobleza y la realeza asturianas impulsan las reconstrucciones del Monasterio en los siglos XI y XII, momento en el que había pasado a depender del Obispo de Oviedo. 
El monasterio tuvo que ser reconstruido en numerosas ocasiones, de tal manera que el edificio original, los elementos incorporados a lo largo de la edad media y el claustro románico ya no se conservan. Durante el siglo XVII fue expandiéndose en dirección a la muralla de la calle Paraíso. La ampliación describe una L que se conecta mediante el Arco de San Vicente, situado sobre la calle homónima, a la casona principal. Es esta última la que hoy está ocupada por la Facultad de Psicología, que da a una plaza dedicada a fray Benito Jerónimo Feijoo. El autor del Teatro Crítico Universal residió en el Monasterio durante más de cincuenta años y fue su abad durante treinta, pudiendo admirarse su celda y su biblioteca en el Museo Arqueológico. 
Fermín Canella recoge en El libro de Oviedo:

 «Una inscripción colocada en la fachada del mediodía de la parte alta del edificio claustral contiene las historia del edificio: "Fundose este monasterio" dice este, "año de Jesucristo de 761. Reedificóse año de 1493, cerrose su claustro el de 1775" (...) No quedó nada de la parte antigua de estilo románico del XI y en el claustro, habilitado por almacenes, desaparecieron antes los viejos sepulcros de que conservaron noticias Tirso de Avilés, Carballo, Yepes, Masdeu y otros escritores.» Fermín Canella, El libro de Oviedo, pág. 139.

El Monasterio de San Vicente fue disuelto en 1836, siendo considerado hasta entonces como el cenobio más influyente de Asturias, merced al apoyo de los reyes y de la nobleza local. En marzo de 1962 fue declarado monumento Histórico-Artístico, gozando su claustro de reconocimiento desde 1934".

Numerosas caras de piedra nos observan, tal que aquí estas tres, entre la crujía este y la crujía sur



Deambulando por el claustro veremos muchas más, arriba, en las ménsulas donde reposan los arcos de la bóveda nervada, que en origen pudieron estar policromados


Santos, santas y patriarcas parecían seguir con la mirada los pasos de los monjes, cuya vida se centraba dentro de los muros del convento, siendo este claustro el pálpito de la vida monacal, yendo y viniendo a las celdas, la biblioteca, el escritorio, el refrectorium o comedor, o para dirigirse, a partir del siglo XVII, a dar clases a su Colegio de Teología, al otro lado de la plaza


Estas puertas de arco de medio punto eran la entrada a dependencias monacales del piso bajo, ahora permanecen cerradas


Arriba, en la ménsula, una figura barbada sostiene una espada y atrás se ven plantas. Nos sugiere la escena de San Pedro en el Monte de los Olivos, pero es solamente una elucubración


Otras caras parecen llevar en la cabeza hábitos religiosos y una banda escrita parece delatar su identidad


Aquí nos parece estar ante un pontífice. Todas tienen mirada fija, gesto serio y ojos grandes


Al otro lado y en las ménsulas entre los arcos aparecen más cabezas


Esta parece tener cabellera y bigote, a sus lados dos bandas donde es posible hubiese antaño una leyenda escrita


Miremos también arriba hacia esta maravillosa bóveda de impronta gótica


Hermosos nervios de piedra que se entrecruzar formando ángulos y formas, con claves en forma de rosetones o medallones florales...


Miramos atrás y arriba, también sobre nuestras cabezas...


Y la puerta por donde hemos entrado en el claustro. La cenefa que recorre la pared del claustro es un recurso artístico-arquitectónico plenamente renacentista...


Detalle de la ménsula a su derecha, en la crujía meridional


Continuamos la marcha hacia la crujía norte. Fijémonos en la puerta de la derecha que daba entrada a una de las estancias del claustro bajo. La del fondo, más pequeña, no era en realidad una puerta sino un confesionario que da, al otro lado, a la iglesia monacal (actual de Santa María la Real de la Corte), y es que los monjes daban confesión a los parroquianos pero desde aquí, sin necesidad de salir del convento


A la izquierda, otra bella estampa del patio del claustro con su fuente central y estanque. Hallamos esta descripción general de un claustro en Wikipedia, lo que nos sirve para familiarizarnos más con este elemento y su estructura:
"Un claustro es un tipo de patio que en sus cuatro lados tiene una galería porticada con arquerías que descansan en columnas o dobles columnas. Está edificado a continuación de una de las naves laterales de una catedral o de la iglesia de un monasterio. Cada galería toma el nombre de panda y en cada panda se distribuyen los distintos espacios necesarios para la vida monacal o catedralicia. Suele ser lugar de recogimiento. El patio está casi siempre ajardinado y en el centro se encuentra una fuente o un pozo. La palabra viene del latín claudere, con el significado de «cerrar». También llamado «clausura»".

Percibimos perfectamente bien la diferencia de estilos entre el claustro alto y el bajo, con una concepción bastante diferente pese a haber transcurrido únicamente unas cuatro décadas entre uno y otro


Tras la desamortización y exclaustración de los monjes, en 1837 este edificio pasó a la entonces Diputación Provincial de Oviedo, convirtiéndose en oficinas y dependencias administrativas. Cuatro años después de ser declarado Monumento Histórico Artístico este claustro fue restaurado, recién acabada la Guerra Civil, bajo la dirección de los arquitectos Luis Menéndez-Pidal, Manuel Bobes Díaz y su hijo Manuel Bobes Ortiz 



Más atrás y más arriba asoma la cabecera de la catedral de San Salvador, la Sancta Ovetensis, con la parte más alta de la pica su única torre gótica, cuyo remate a mediados del siglo XVI (1552) se considera la terminación de las obras de construcción de la catedral, que habían empezado tres siglos antes sobre una anterior románica. Si bien posteriormente se añadieron elementos como capillas y girola, aparte, por supuesto, de numerosos retablos


Según caminamos, seguimos contemplando caras y cabezas asomando sobre nosotros



Personaje con barba y ancha frente y cabeza parcialmente calva que nos mira con atención



Otra cabeza, esta muy desgastada



La verdad es que para no perder detalle conviene mirar en todas direcciones, arriba y abajo, a derecha y a izquierda, arriba y abajo, en todos los ángulos


Encima de la puerta, otras dos ménsulas con sendas cabezas. Fijémonos también arriba en las ventanas de antiguas celdas. Aquí abajo además aparecieron bajo el suelo dos tumbas del siglo X durante las excavaciones arqueológicas



Aquí otro semblante de aspecto más juvenil, es de los que muestra atrás filigranas vegetales

En la esquina, una figura de más difícil interpretación; a la izquierda un ángel. Abajo, el confesionario está cerrado pero si deseamos ver su interior, el asiento de piedra del confesor y la pequeña ventana enrejada con la que hablaba con los fieles, hemos de entrar en Canal Prestosu, donde hay un magnífico reportaje en vídeo de este claustro

Vamos pasando ahora de la crujía oriental a la crujía septentrional, contemplemos además el naranjo que hay en el claustro

En la esquina de la unión de las arquerías de las crujías E y N una ménsula más grande

 Y en ella, lo que parece una imagen de Cristo

Parece en actitud de hablar u orar, estas representaciones están en estudio con objeto de revelar qué y a quienes se representa en esta iconografía

Los escudos de la parte alta de la pared son los que había originalmente en el monasterio, representando a familias a él vinculadas. Los que hay más abajo, empotrados, proceden de otros monasterios ovetenses desamortizados, como Santa María de la Vega, Santa Clara y San Francisco, traídos acá ya a mediados del siglo XIX, con San Vicente recién desamortizado también, en lo que sería el precedente del actual museo arqueológico


Gracias al cartel que mostramos abajo podemos reconocer de dónde proceden



Escudo del antiguo convento ovetense de Santa Clara, con la inscripción:
PRINCIPIO OSE ESTA OBR(a) SIE(endo) AB(adesa) D(oña) ROSA AÑO 1790 


Escudo de los Monte Negro y Peón o Estrada



Inscripción en la que se puede leer:
ACABOSE S(ien)DO ABA DESA LA Sra. Da. MA(ría) CLARA DE LLANES Y AVILÉS AÑO 1755 

Escudo de los Álvarez de León de La Xungarosa, en lo alto del avilesino barrio de La Luz


Armas de la orden franciscana, dos brazos cruzados con la cruz en medio y al fondo, procede asimismo de Santa Clara y leemos:
ACAVOse ESTA OBRA SIE(end)o AB(adesa) D(oñ)a ANC CAB(a)LL(er)o. 
En cuanto la simbología del escudo la hallamos muy bien explicada en la web Franciscanos en Ecuador:
"El Escudo de la Orden de San Francisco nos muestra dos brazos cruzados sobre la cruz Tau o Tao, que es la última letra del alfabeto hebreo. El primer brazo desnudo representa a Jesucristo y el segundo a San Francisco de Asís, fundador de la Orden franciscana. Cada mano tiene una herida en su palma. Estas representan las marcas de los clavos que recibió Jesús en su pasión y muerte. San Francisco experimentó los estigmas: a él se le aparecieron también las mismas llagas que sufrió Cristo. Por esta razón, San Francisco es conocido como el reflejó de Cristo. A veces, también se ponen nubes debajo de los brazos, significativo de que San Francisco ahora disfruta la Vida Eterna al lado de Jesús. 
El significado del escudo de los Franciscanos es la conformidad de san Francisco con Cristo: el crucificado del Alvernia con el Crucificado del Gólgota. En algunos escudos se llega a una conformidad tal, como se ve en un escudo del Sacro Convento de Asís (1478) en que aparece una cruz grafiada y las manos clavadas en ella. 
La difusión del escudo franciscano de los brazos cruzados de Cristo y de Francisco se lleva a cabo durante el generalato de Francisco Sansón (1475-1499), quien a través de las muchas obras de arte que encarga y dona a las iglesias de Asís, Padua, Florencia, Brescia…, hace que se convierta en el escudo propio de la Orden Franciscana".

Armas de Quirós o Bernaldo de Quirós


Bóveda y, en lo alto de la pared, otro blasón más


Armas del apellido Argüelles y Peón, nos informan en Relación de piezas de la exposición permanente del claustro y planta baja del Museo Arqueológico de Asturias. También representaría a los Álvarez de Asturias o Nava


En las ménsulas, sendos ángeles querubines

A la derecha

Y a la izquierda...

Y también en la pared de enfrente

Caminamos por la crujía norte acercándonos a un sepulcro sito en medio del pasillo mientras a la vez contemplamos la bucólica escena del jardín, la fuente con estanque y el naranjo en todo momento. Seguimos además ahondando en las características de este elemento constructivo vinculado especialmente a monasterios y catedrales, con Wikipedia:

"El claustro es una planta cuadrada y cada uno de los cuatro lados recibe el nombre de benedictos. En el centro suele haber un pozo en el que confluyen cuatro caminos, y en el espacio restante, un pequeño jardín. En cada lado del claustro hay una galería o corredor (también denominado panda) cubierto y limitado por arcadas. En la panda este se halla casi siempre una pequeña estancia que servía como habitación o biblioteca, independientemente de la gran biblioteca que tenían algunos monasterios importantes. A continuación se hallaba la sala capitular, pieza que se consideraba de gran importancia y que generalmente se construía con rica ornamentación arquitectónica. Era el lugar de reunión de la comunidad, donde se leían los capítulos de la regla de la orden y donde el abad organizaba las distintas tareas a seguir por los monjes. En esta sala era donde se exponían posibles faltas de alguno de ellos para que el superior le reprendiese. Se decía llamar a capítulo.  
En la panda sur solía estar el calefactorio, lugar caldeado donde podían ir los monjes de vez en cuando para descansar y entrar en calor. A su lado, el refectorio, que era el comedor, y colindante con él, la cocina. 
La panda oeste se solía llamar de legos y tenía el callejón también de legos y la cilla con la bodega. Las celdas de los monjes o el gran dormitorio común (depende de la época y de las distintas órdenes) estaban en el piso superior".


Otra de las caras del claustro, de facciones bien representadas, en la siguiente ménsula


Más allá del sepulcro gótico, a la izquierda, una de las entradas al jardín, en sus tiempos y sobre todo a ciertas horas, esto era como una pequeña ciudad, un trasiego continuo de monjes hacia el templo, el colegio, las cocinas, las reuniones de la sala capitular, la biblioteca... y junto con ellos, el no poco nutrido personal de servicio, si bien este, incluso el que dormía en el mismo convento, normalmente en la planta baja, solía tener accesos propios tanto hacia el exterior como a ciertas dependencias como cocinas, caballerizas, almacenes. Existía asimismo un acceso para los carros, no al claustro evidentemente

El sarcófago, hecho en piedra caliza, pertenece al noble Lope González de Quirós y Diego de Miranda y procede no de aquí sino de otro desamortizado y totalmente desaparecido convento ovetense, el de San Francisco, ubicado donde ahora está la Junta General del Principado y que dio nombre al Parque de San Francisco, donde se conserva una portada románica del mismo


Está datado en el año 1485, una época que anuncia el fin de la Edad Media, si bien no exactamente el de la antigua nobleza feudal terrateniente y guerrera, que se irá haciendo refinada y cortesana tras las convulsas guerras trastamaristas y, sobre todo, con la llegada de los Reyes Católicos


Vemos gustaban de representarse no obstante con sus armas, yaciendo en su lecho de muerte, con la cabeza reposando sobre dos almohadillas, casco, armadura y espada (esta rota o partida), dada la tradición guerrera de la estirpe y el querer ser representados como guerreros de Cristo


Un epitafio recorre la tumba y dice:
Aqui yase Lope González de Quirós fijo de / Goncalo Bernaldo de Quiros y Diego de Miranda su nieto fijo de Martín Vásques de Quirós e doña / Inés Ponce de Miranda su muger esta sepultu / ra mando faser el dicho Diego de Miranda es este su vulto.

Abajo, los escudos de sus linajes sostenidos y mostrados por ángeles que han sido decapitados. 


Un recurso muy empleado es el del sabueso, su perro fiel, a sus pies, símbolo de fidelidad y protección


Se le representa con mirada y pose tristes observando a su amo finado. Se trata en realidad de la simbología de un animal psicopompo, ser que conduce a las almas al mundo de ultratumba


La representación guerrera simboliza la historia bélica familiar, aún relativamente reciente aún, en las citadas guerras trastamaristas en las cuales jugó un papel muy importante el padre de Lope; en  La nobleza asturiana antela revolución Trastámara. El caso de Gonzalo Bernaldo de Quirós, la historiadora Cristina Granda Gallego nos lo cuenta de esta forma: 
"Los enfrentamientos entre Pedro I de Castilla y su hermano Enrique de Trastámara, la guerra civil y el asentamiento del nuevo régimen triunfador son fenómenos suficientemente estudiados. No obstante, Asturias y el papel que desempeñan los nobles asturianos en estos conflictos han sido casi siempre eludidos por la historiografía. ¿No existen datos para su estudio? nos preguntamos, ¿es tan secundaria la actividad de Asturias que carece de interés? 

Nuestro objetivo (...) es ofrecer una visión del comportamiento de la nobleza asturiana en los enfrentamientos civiles entre don Pedro y don Enrique, basándonos para ello en la actuación de uno de los más destacados cabecillas del bando de los rebeldes en Asturias: Gonzalo Remoldo de Quirós (...)

La mayor incidencia que la toma de postura haya podido tener en su supervivencia como privilegiado&, o la real recompensa que familias como los Quirós consiguen de su lealtad incondicional, es lo que vamos ahora a presentar (...)

No poseemos demasiada información sobre el comportamiento regional en los enfrentamientos entre Pedro I y Enrique de Trastámara. Varias fuentes se ocupan de ello, pero los datos que nos suministran son siempre los mismos. Por un lado, las Crónicas de los Reyes de Castilla nos dejan entrever alguna referencia aislada; por otro, Trelles o Carvallo, desde Asturias, nos proporcionan más información siguiendo una fuente común, el Memorial del abad de San Vicente, don Diego; esta fuente, perdida en la actualidad, es la que sistemáticamente es repetida por otros autores, si bien, como Liria sostiene, no es demasiado fiable hasta época de Enrique III (...)

¿Quiénes pueden tener interés en Asturias en sublevarse contra Pedro I? En primer término tenemos a todos los vinculados vasalláticamente a don Rodrigo Álvarez de las Asturias, que, como es conocido, dejó su herencia a don Enrique. Los Quiñones. como señores de importantes dominios en Asturias. también estarán directamente vinculados con la causa del Trastámara. El obispo de Oviedo, en este caso don Sancho, también se apunta a la causa rebelde, y con él los comenderos de las tierras dependientes de la mitra. Si analizamos a continuación el bando de los que «siguieron la voz de don Enrique» nos encontraremos en situación muy parecida a la que nos ocurría con los petristas: nombres conocidos, junto a personajes difíciles de identificar, El más importante grupo tiene mucho que ver con la casa de Noreña. Además de Gonzalo Bernaldo de Quirós, el trastamarista más activo de cuantos tenemos referencia en el marco de la nobleza asturiana, serían los Álvarez de Nava, sobrinos del fallecido Rodrigo Álvarez de las Asturias, los más destacables (...)

Gonzalo Bernaldo de Quirós es el primer señor de Valdecarzana desde 1372 por donación de Enrique II. Por ello, es considerado en muchas ocasiones cabeza de linaje, como nos demuestran las repetidas tablas genealógicas, y sus antecesores quedan casi siempre oscurecidos por su propio prestigio». No vamos a dudar aquí del importante papel que las donaciones de Enrique II desempeñan en la consolidación de muchas familias nobles, incluida la de Gonzalo Bernaldo de Quirós, pero si quisieramos presentarlas en este caso como un paso más de una carrera de adquisiciones y ascenso social que se va produciendo en el linaje de los Quirós desde finales del XIII".

Escudo también a los pies; el ascenso pues de este linaje comienza tiempo atrás, con los primeros trastamaristas, de la mano de Enrique II:
"En la primera mitad del XIV nos encontramos con varios Quirós cuyo parentesco nadie puede asegurar con certeza. Si seguimos las genealogías de Trelles, Gonzalo Bernaldo sería hijo de Gutierre González de Quirós, nieto de Arias González de Quirós, y bisnieto de Gonzalo Bernaldo de Quirós”. Sin embargo, todo esto nos ofrece algunos puntos oscuros. 

Vamos a intentar reconstruir los parentescos: en 1270, un Gutierre González de Quirós y su esposa doña Aldara hacen una donación a San Pedro de Teverga a cambio de oraciones; en 1292, es Gonzalo Bernaldo, quien dona a San Pedro una viña en la Vega del Rey. No parece aventurado afirmar que son padre e hijo. 

Varios poderosos personajes de la Asturias de la primera mitad del XIV, todos ellos vinculados a la órbita de Rodrigo Alvarez de las Asturias, pueden ser hijos de ese Gonzalo Bernaldo. El que más nos interesa es Gutierre González de Quirós que desde 1314 recibe del obispo de Oviedo la encomienda de las tierras de Teverga y Quirós, Riosa, los celleros de Aguera, San Pelayo, Varcena, Palacio y el préstamo de Serandi de la Siera y otras tierras. Su creciente poderio territorial se ve acrecentado en 1325, con motivo de su boda con María Cifuentes, pues el poderoso Rodrigo Alvarez de las Asturias le otorga la villa de Villoria, en Lavíana. Tenemos conocimiento también de sus problemas con los vecinos de Quirós, por los abusos cometidos en la recaudación de fonsaderas, infurciones y mañerías4>. Finalmente, sus buenas relaciones como leal servidor de Alfonso Xl le proporcionan el nombramiento de Caballero de la Banda en l344".

Y llegamos así a nuestro personaje, Lope, a quien Granda Gallego incluye en esta genealogía tan pormenorizada con sus hermanos:
"Otro de los hijos de Gonzalo Bernaldo puede ser Lope González de Quirós, del cual tenemos algunos documentos en el archivo Municipal de Avilés que ponen de manifiesto sus malas relaciones con el concejo44. Más significativo es el hecho dc que Rodrigo Álvarez le nombre en su testamento apoderado de sus bienes, como su vasallo y alférez. 

Finalmente, antes de llegar al Gonzalo Bernaldo señor de Valdecarzana, hay que ocuparse de otra figura de su familia que plantea algunos interrogantes. Nos referimos a Pedro Bemaldo de Quirós, que en 1289 aparece mencionado en el testamento de don Pedro Díaz de Nava, como futuro esposo de su hija Teresa Pérez, entonces menor de edad. En 1314. ambos ya deben estar muertos como consta en la documentación de San Pelayo, y su hermana María de Trubia, figura como hija de Gonzalo de Quirós, lo que nos da una indicación clara de la filiación de Pedro. 

Sin embargo, más que fijar los parentescos exactos, ya que aquí no pretendemos hacer un estudio genealógico, lo que queremos exponer aquí es que los diferentes miembros de la familia Quirós o Bernaldo de Quirós que nos tramos en el siglo XIV, antes de llegar a nuestro Gonzalo Bemaldo de Quirós, están en un proceso de franco crecimiento, económico y social.

Estos hermanos (o parientes muy próximos, en todo caso), están todos vinculados de forma directa al más poderoso señor de Asturias, don Rodrigo Álvarez, de él reciben donaciones de tierras, como Villoria, se casan con mujeres de su familia y son considerados como sus vasallos, y como en el caso de Lope, testamentario y alférez. También existe una vinculación con el otro gran señorío de Asturias. la mitra ovetense: sabemos que Pedro Bernaldo tiene encomendados territorios del obispo de Oviedo como Quirós, Teverga y otros muchos antes de 1314, fecha en que pasan a su tío Gutierre González, hasta 1348, momento en que se encarga de la encomienda Gonzalo Bernaldo de Quirós. Por esta encomienda, la relación que los Quirós tienen con el obispo es claramente vasallática, San Pedro de Teverga, San Vicente de Oviedo y San Pelayo conocen la presencia de esta familia como comenderos y arrendadores de tierras. Finalmente, la monarquía de Alfonso Xl les distingue con el orden de la Banda, y se sabe que participan activamente junto a él. 

Cuando Gonzalo Bernaldo de Quirós se defina claramente a favor de la causa trastamarista, nadie puede afirmar que los Quirós fueran en Asturias unos desconocidos; son una familia en claro proceso de ascenso y consolidación"

La familia nobiliaria guerrera y feudal estaba pues en ascenso ya antes que estallasen los conflictos trastamaristas, pero el tomar partido por el bando ganador consolidó su posición social durante generaciones, empezando por las de los más inmediatos sucesores de quien participó activamente el la contienda, a quien Cristina Granda Gallego le dedica el apartado Gonzalo Bernaldo de Quirós: su papel en la contienda y su recompensa:
"Podríamos, parafraseando a Lope González de Salazar, hablar de las bienandanzas y fortunas de este caballero leal a la causa rebelde, de la que siempre se muestra activo defensor. Empezaremos con sus andanzas, en las que siempre hay que tener presente la estrecha relación de dependencia que la familia tiene con los dos grandes trastamaristas de Asturias, la casa de Noreña y la mitra ovetense. 

Su actuación pública en favor de don Enrique comienza ya en los primeros años de conflictos. El hecho de que la Crónica de Pedro I nos hable varías veces de él ya nos sitúa al de Quirós en un plano superior a la mayoría de los nobles asturianos del momento, cuyo nombre no ha traspasado los límites de la historiografía local. Sabemos que en 1351 don Enrique estaba en Asturias buscando protección contra su hermano, que descontento con su boda con Juana Manuel, le perseguía. En el mes de mayo, posiblemente acogido ya en sus señoríos, los cuales visitaba por primera vez, confirma una donación anterior a Gutierre González de Quirós, padre dc Gonzalo, que probablemente contribuiría a reforzar los lazos de dependencia de los Quirós con su causa.

En 1353 Gonzalo Bernaldo acude junto a su señor a Cigales, donde estaba don Pedro, y es entregado a éste como rehén en prueba de buena voluntad, junto con otros caballeros que se habían destacado en la rebelión de Asturias; se intentaba garantizar asi que el conde de Trastámara no se levantaría contra su hermano y la entrega a éste de varios castillos que Enrique poseía en Asturias. Volveremos a ver a Gonzalo de mediador en la entrevista de Tejadillo, de parte de la reina doña Blanca. 

Durante los tres años de la guerra civil, Asturias no fue escenario de las operaciones militares entre los dos hermanos (si bien no podemos descartar que hubiera enfrentamientos locales entre los partidarios de ambos). Ni siquiera don Enrique se acercó a pacificaría en 1368 aunque «ovíeron entre sí muchas peleas». Pese a esto Gonzalo Bernaldo de Quirós desempeña un papel muy activo, superando los marcos regionales y actuando, podríamos decir, a escala castellana. Su más significativa acción comprobada es su alineamiento con los caballeros de la Banda, distinción que, como hemos dicho, ya tenia su padre, en la batalla de Nájera. 

Tras la muerte de don Pedro, Asturias conoció, según el Memorial del abad unos meses de tensión, al sublevarse los caballeros leales a don Pedro; se ha hablado incluso de una particular guerra civil de ámbito regional. La pacificación de Asturias fue realizada por Pedro Suárez de Quiñones y por el adelantado mayor de Galicia, Pedro Ruiz Sarmiento, pero desde dentro, el encargado de custodiar la ciudad de Oviedo para entregársela al nuevo rey, pues el obispo se la entregará en tenencia mientras tanto, será Gonzalo Bernaldo de Quirós, lo que prueba que es el más poderoso de los trastamaristas que se encuentran en la región".

Más ángeles decapitados o desfigurados, mostrando blasones, a esta parte de la tumba. El orgullo de ser miembro de la estirpe de Gonzalo se mantuvo durante siglos, si bien su poder e influencia no se extendieron apenas más allá del centro de Asturias:
"Gonzalo Bernaldo se ha enriquecido tras la guerra, beneficiándose del trasvase de bienes dc los vencidos a los vencedores. Ha consolidado la fuerza de su linaje y su prestigio: su condición de caballero noble se pone de manifiesto en los documentos y en el orgullo familiar con que sus descendientes le mencionan corno vasallo del rey. Las batallas desgraciadas para los Trastámara de Nájera y Aljubarrota han contado con representación activa de la familia Quirós y eso es un timbre de gloría para cualquier nuevo linaje. En el XV en torno suyo se aglutinarán clientelas y capitanearán numerosos conflictos intestinos dentro del Principado. Se enterrarán con toda pompa en el convento de San Francisco, con esculturas funerarias que insisten en su condición de caballeros.

Sin embargo, su radio de acción difícilmente va a superar el mareo asturiano y, en concreto, la zona centro, El disfrute de cargos públicos va a ser ocasional, dominados siempre por los poderosos Quiñones. Su patrimonio va a crecer, pero la (fundación de mayorazgo será tardía (1474) y antes, el señorío de Valdecarzana se desgajará de los otros bienes de los Quirós para pasar por matrimonio a unirse con la casa de Miranda. Y las encomiendas, ya hemos visto, serán renovadas con extraña dificultad por parte del obispo de Oviedo. 

El salto hacía adelante de los Quirós no es tan espectacular; seguirán ascendiendo poco a poco durante todo el siglo XV. Reúnen la mayor parte de los rasgos de la nueva nobleza. sí, pero hay que dejar constancia de que desde finales del XIII ya han emprendido su ascenso y el impulso que la guerra y Enrique II les otorga es menos importante de lo que pudiera parecer".

El escudo de los Bernaldo de Quirós, también en la cabecera sujetado por un ángel


Cabeza en la ménsula de la derecha, encima del sepulcro y al lado de la entrada al jardín


Ménsulas con ángeles arriba a la derecha


Otra vez el blasón de los Bernaldo de Quirós, así descrito en Tienda Heráldica:
"En campo de plata, dos llaves de azur puestas en aspa, anguladas de cuatro rosas, y acompañadas de cuatro flores de lis, dos en el jefe y dos en la punta; un cordón en orla enlazado en la punta, y en la bordura el lema: Después de Dios la casa de Quirós".

Pasillo de losas hacia el jardín, que de la fuente sigue al otro lado del claustro, a la crujía sur, donde está otro de los accesos. Seguimos leyendo en Wikipedia que fueron estos lugares dados a la lectura:
"Por mucho tiempo, se dio en los monasterios la costumbre de entregarse los monjes a la lectura en los claustros, teniendo en ellos preelecciones escolásticas y permitiéndoles conversar a ciertas horas bajo la inspección del prior, llamado por esta causa claustral. Du-Cange copia en comprobación algunos pasajes de escritores cristianos de los siglos medios, por los cuales se viene en conocimiento de las funciones que tenían lugar en cada localidad del claustro, de su forma cuadrada, y de la significación mística que a la misma debía darse con relación a la vida monástica".


Así, el poeta y diplomático medieval Pedro de Blois escribiría en su sermón 23 que "...de ahí que en el claustro de los conventos se designen cuatro lugares con sus oficios propios: en el lado occidental el sometimiento del erudito; en lo relativo a la Iglesia, la lección moral: al oriente, el capítulo material", mientras que el cardenal benedictino San Pedro Damiano, en su epístola 26, libro 6, dice: "Observa la estructura misma de tu claustro: es cuadrado de modo que el silencio del lugar muestra claramente que debe estar aislado del ruido de las conversaciones mundanas por todos los lados."



Y observemos también nosotros ahora, más arriba, la ampliación, aprovechando un edificio colindante, efectuada para el Museo Arqueológico de Asturias entre los años 2004 y 2008 con proyecto de los arquitectos Fernando Pardo Calvo y Bernardo García Tapia, del cual extraemos parte de su muy interesante preámbulo, pues además de la historia del convento nos informa de la 'prehistoria' del Museo Arqueológico, al igual que la evolución de este:
"El actual Museo Arqueológico de Asturias se encuentra situado en el Monasterio Benedictino de San Vicente, fundado en el año 761 por el Presbítero Máximo y relacionado con el primer asentamiento de la ciudad de Oviedo. Con la protección de reyes y nobles, en los siglos XI y XII se rehace según estructuras románicas. Del conjunto románico, al parecer de gran importancia, no se conserva ningún resto. Se cree que fue destruido parcialmente por un incendio en 1512, que afectó también a la Catedral. Los restos debieron de ser derruidos en el siglo XVII para construir el nuevo claustro, pieza arquitectónica fundamental del conjunto edificado, que se amplió en el siglo XVIII con la realización del claustro alto. Es en esta centuria cuando el Monasterio vive un momento de gran esplendor con la presencia del Padre Feijoo. El claustro actual tiene planta cuadrada de 15 metros de lado y está compuesto por dos cuerpos: el inferior, atribuido según algunos autores a Juan de Badajoz, formado por 20 bóvedas de trazo gótico, y otro superior terminado en 1791. 

En 1934 el conjunto es declarado Monumento Histórico Artístico y en 1939 se procede a su reconstrucción por los arquitectos Bobes y Menéndez Pidal. En 1945 se crea el Museo, que se abre al público el 21 de septiembre de 1952 en su emplazamiento actual. 

Se puede decir que la idea original de este Museo data de mediados del siglo XIX, ya que la primera colección básica de antigüedades asturianas destinada a constituir el Museo Arqueológico de Asturias fue reunida en 1845 por la Comisión Provincial de Monumentos. Sin embargo, aún siendo importante, no se le asigna ningún local para su exposición. En primer lugar, se piensa en la parroquia de Santa Maria la Real de la Corte, abandonando esta idea en 1849. Más tarde, se reúne la colección en la ex Capilla de la Venerable Orden Tercera, junto al Convento de San Francisco. En 1884 se traslada al patio de la Escuela Normal de Maestros, hasta 1919, cuando se instala en los bajos de la llamada Casa de Chantre. Finalmente, en 1949, se decide que se ubique en el Claustro de San Vicente. 

Hoy en día, el edificio se ha quedado pequeño e inadecuado para el cumplimiento de los objetivos confiados a un museo, por lo que se hace necesaria su reforma y ampliación en el edificio colindante, donde se puede producir el crecimiento natural del Museo Arqueológico de Asturias. Este edificio, de Titularidad Estatal, es una construcción de los años cuarenta del siglo pasado, realizada con un lenguaje historicista característico de la posguerra, con profusión de elementos propios del barroco asturiano: soportales, grandes aleros, etc. De ligero valor arquitectónico, ha sufrido diversas reformas para adecuarlo a distintos usos: biblioteca, sala de baile, viviendas, etc., por lo que su interior carece de interés, hecho que permite plantear su total demolición conservando únicamente sus fachadas, que se encuentran integradas en la memoria de la ciudad. Sus bordes posteriores, que limitan con la Catedral, son susceptibles de variación para adecuarlos a su uso futuro como Museo. 

Por tanto, nos encontramos trabajando a la sombra de la Catedral de Oviedo: ella debe dominar. El Museo se va a extender. Su territorio se agranda y la actuación va a llevarse a cabo mediante la reinserción de un edificio. Pero su desarrollo no quiere trastornar el lugar, entendiendo como tal una idea amplia de territorio: el casco antiguo de Oviedo, el “Óvalo de Oviedo”. Vamos a aprovechar la trama irregular: se pondrá en valor y definitivamente se utilizará el espacio dormido que ha ido quedando en la construcción de la ciudad. Al observarla, vemos que está llena de espacios paradójicamente vacíos: los claustros, los callejones, las plazas, el gran templo (la Catedral) y el Cementerio de los Peregrinos".

A la derecha, sobre otra puerta de arco de medio punto, más ménsulas con querubines y arriba en lo alto un escudo


Armas de los apellidos Belderraín, Valdés, Oviedo y Miranda


Detalle de uno de los querubines


Siguiente paso, ya en la transición entre la crujía norte y la sur más escudos por doquier en torno a la esquina


Arriba, el de los Vigil-Quiñones, unión de los Vigil de Siero con la poderosa estirpe leonesa de los Quiñones, con presencia en Asturias tomando partido en las guerras trastamaristas


Más abajo tenemos estos otros dos emblemas heráldicos, uno sobre otro


Arriba es el de las armas de los apellidos Posada, Argüelles, Cabranes y Valdés, rematadas con las insignias episcopales 


Abajo, armas de los apellidos Labandera y Hevia


A la derecha del anterior es el blasón de los Labra; el sol que entra con fuerza por los arcos del claustro quema la parte derecha, que no obstante es lisa, sin ornamentos ni motivo alguno, no porque no los hubiera, sino porque han desaparecido


Representaría a un caballero con su montura y su caballo que clava su lanza en la boca de un cuélebre o serpiente gigantesca, que esta sí se ve, con un castillo al fondo


Otra artística portada claustral, esta ya en la crujía occidental


Sobre ella, el blasón del apellido Moutas o de Heredia


A su izquierda, el epitafio de Doña Gontrodo Petri, fundadora del cercano monasterio extramuros de Santa María de la Vega, también desamortizado pero casi totalmente desaparecido salvo porciones del claustro y algún elemento más, donde luego se hizo la Fábrica de Armas de la Vega o de Oviedo, de la que hablamos, como del convento a nuestro paso por el Campo de la Vega y el Campo de los Patos


Así como a su sarcófago, que veremos un poco más adelante, veamos también la cara de la ménsula de la esquina, a nuestra izquierda, entre las crujías norte y oeste


Y como siempre, en la magnífica bóveda


Si bien sus biógrafos destacan a Gotrondo Petri, además de como fundadora del citado monasterio, como personaje de la alta alcurnia asturiana y amante del rey Alfonso VII El Emperador, con quien tuvo una hija, la célebre Urraca la Asturiana, lo cierto es que su estirpe había sido, e iba a ser, fundamental en la historia de Asturias durante generaciones, hasta Rodrigo Álvarez de las Asturias al menos, en cuyos dominios se disputarían, a su muerte y durante mucho tiempo, las guerras trastamaristas que resultaron decisivas en a configuración de la clase dirigente asturiana posterior y en el devenir del Principado de Asturias proclamado en 1388. Leemos al respecto en Wikipedia:
"Fue hija del magnate asturiano Pedro Díaz de Valle y María Ordóñez.​ Sus abuelos paternos fueron Diego Gutiérrez y Gotina Pérez,​ y los maternos Ordoño Álvarez, alférez real y descendiente del infante Ordoño Ramírez el Ciego, y Gontrodo Sol Rodríguez. Su padre fue tenente de las Torres de León y del valle de Mansilla. Por consiguiente, los progenitores de Gontrodo no fueron, según sostienen algunos autores, simplemente miembros de la nobleza rural asturiana.​ Gontrodo tuvo varios hermanos, entre ellos a Diego Pérez Obregón de quien desciende el linaje de los Álvarez de Asturias.​ Entre los miembros de este linaje se incluyen el cardenal Ordoño Álvarez así como Rodrigo Álvarez de las Asturias.
Gontrodo casó con Gutierre Sebastiániz «potestas» o tenente de Aguilar,​ fortaleza cercana a Oviedo, quien aparece por última vez en 1137 en la documentación del Monasterio de San Salvador (Celorio).​ De este matrimonio nacieron tres hijos: 
Sebastián Gutiérrez 
Diego Gutiérrez 
Aldonza Gutiérrez 
Estando casada, Gontrodo tuvo un idilio y fue la amante de Alfonso VII. Estas relaciones tuvieron lugar en 1132 cuando el rey estaba en la región sofocando una de las varias rebeliones del conde Gonzalo Peláez.​ Fruto de esta relación, en 1133 nació Urraca, quien contrajo matrimonio con el rey García Ramírez de Pamplona".

Y el que sin duda sería el gran episodio culminante de su vida llegaría el 13 de octubre de 1153, cuando fundaría, poco más allá de la Puerta de la Noceda en las murallas de la ciudad, el monasterio de Santa María de la Vega, en terrenos propiedad del rey que, como su mismo nombre indica, se situaban en la gran vega al este de la ciudad que se extendía hacia el Río Nora, regada por este y sus afluentes, donde secularmente estaban buena parte de las huertas y campos que suministraban a la población:
"Las propiedades con las que dotó al monasterio eran todas de su patrimonio; bienes que había recibido del emperador y otros que tenía de sus progenitores. Empezó siguiendo la regla de Fontevrault (poco común en España),​ según las disposiciones de Gontrodo. Hacia el año 1283, el cenobio ya había abandonado dicha regla y había adoptado la benedictina.​ 
Profesó como monja en dicho monasterio. Ahí vivió el resto de su vida hasta que falleció el 26 de junio de 1186 y fue enterrada en el presbiterio en un sarcófago de 1,04 por 0,70 metros tallado con figuras de aves y perros enlazados con tallos y follajes.​ 
El convento fue abandonado el 31 de julio de 1854 por orden de la Junta Provisional de Gobierno de Asturias y el Ayuntamiento de Oviedo. Posteriormente, aprovechando el patio central y otras estancias se construyó la fábrica de armas. Del monasterio que fundó solo se conserva el pórtico de la capilla de Santa Bárbara. Las pocas monjas que ahí habitaban se trasladaron al monasterio de San Pelayo​ y allí llevaron también los restos de Gontrodo. La lápida que estaba sobre su sepulcro en la iglesia del monasterio está ahora en el museo arqueológico de Asturias".

En esta lápida funeraria leemos su epitafio, que dice así:
"Oh muerte, sobrado justa, que a nadie sabes perdonar: si hubieses obrado con menos rectitud hubieras parecido más justa, pues igualando a Gontrodo con los demás mortales, con quienes no era igual por sus méritos, has quitado, con menos justicia, la vida, a quien no debías quitarla. Mas no murió Gontrodo; pasó por tu medio a una nueva vida, y es todavía la esperanza de su familia; la honra de su patria y el espejo de las mujeres. No murió, se nos escondió solamente, porque habiéndose hecho con sus méritos superior a los demás mortales, no debía estar en este mundo. Trocó la Vida de esta tierra con la del Cielo el año de la Era 1224".

La fecha corresponde al 18 de junio de 1186 con el cambio de calendario y, además de esta, hay otras posibilidades y versiones de traducción, como la que encontramos en la placa explicativa de la pared



La lauda y el sarcófago de Doña Gontrodo formaban un conjunto procedente pues de Santa María de la Vega y "constituye una obra sobresaliente de la escultura funeraria del siglo XII conservada en Asturias", leemos en el libro Orígenes. Arte y cultura en Asturias. Siglos VII-XV, de varios autores


Este sepulcro, joya del mejor románico asturiano y peninsular, revela claramente su pertenencia a la clase más alta de la sociedad medieval, así como la importancia que algunas mujeres alcanzan en el medievo astur



La lauda que cubre el sarcófago es de planta trapezoidal y sección cercana a la piramidal, cincelada con motivos zoovegetales con gran virtuosismo



Son dos franjas de cuadrúpedos y "aves de poblados plumajes" en los que han querido verse alegorías al pecado y al arrepentimiento, rodeados de círculos vegetales con tallos y hojas, alegoría de la planta perenne y la inmortalizad. En medio una inscripción dice:
IC RESQIESCTI FAMULA DEI GONTRODO ERA MDDXXIIII

 "Aquí yace la sierva de Dios Gontrodo. En la era de MDDXXIIII" (año 1224, a nuestros efectos 1186)

Antes de la fundación del monasterio de Santa María de la Vega, el 13 de octubre de 1153, acompañada de su hija Urraca, se conocen dos importantes donaciones, las dos a este monasterio de San Vicente, una fechada el 17 de abril de 1147, de la heredad de Entrático, que le había sido entregada por el rey Alfonso VII, "Confirman la donación (1ª columna) Sebastián, Diego, y Aldonza Gutiérrez (sus hijos); (2ª columna) regina Urraca Adefonsi", leemos en Wikipedia; y otra el 11 de marzo de 1143:
"Gontrodo Petri donó al monasterio de San Vicente la villa de Ambás y media heredad en Tedaga con la condición de que estas propiedades no pudiesen ser vendidas ni dadas en prestimonio. Confirman el documento: (1ª columna) Diego, Ordoño, Gonzalo, y Rodrigo Pérez (sus hermanos); (2ª columna) Sebastián Gutiérrez, Diego Gutiérrez, Urraca Alfonso, y Aldonza Gutiérrez (sus hijos)."


Ahonda más en la biografía de Doña Gontrodo la Real Academia de la Historia:
"Si bien se desconoce el lugar y la fecha exacta de su nacimiento, no ocurre lo mismo con sus progenitores; según el autor de la Chronica Adefonsi Imperator, era hija de Pedro Didez (o Díaz), conocido como el Asturiano, y de María Ordóñez, y aunque el biógrafo de Alfonso VII el Emperador, rey de Castilla y León, encomia su linaje (“ex maximo genere Asturianorum et Tinianorum”), parece ser más cierto que éstos pertenecían a la nobleza rural, clase intermedia entre los simples propietarios de tierras y la alta nobleza. La madre, según los testimonios de la época, poseía grandes propiedades en la parte central de Asturias, hasta el punto de permitirse en 1141 construir y dotar el hospital para pobres de Rioseco (Siero) y donarlo (según escrituras del 28 de octubre de 1141, martes) al monasterio de San Vicente de Oviedo, entre otras obras pías. Con todo, así lo dice el Diccionario Histórico de Asturias: “[...] debieron disfrutar con Alfonso VII —de quien Gontrodo, su hija, fue concubina— de unas relaciones muy estrechas, que les situaban muy por encima de cualquier otro miembro de su clase”.

Años antes, sin embargo (1132), hubo un ruidoso pleito promovido por el abad de San Pedro de Eslonza, acusando injustamente a ambos cónyuges de la apropiación indebida del monasterio de San Juan de Berbio".


Así pues, Alfonso VII no era para nada un extraño en la familia, así prosigue el relato de su idilio la RAH:
"Se hallaba el Monarca en Asturias combatiendo al rebelde conde Gonzalo Peláez por aquellas mismas fechas, cuando conoció y mantuvo relaciones íntimas con Gontrodo, una auténtica belleza (“pulchra nimis”), según la Chronica, fruto de las cuales nacería (c. 1133) una niña, Urraca la Asturiana, futura reina de Navarra, que sería educada esmeradamente por la infanta Sancha, hermana del Rey. 
Durante algún tiempo —el concubinato entre los Reyes era casi una situación de semimatrimonio— Gontrodo obró con prudencia y discreción, no intrigando en la Corte ni aprovechándose de su influencia sobre el Monarca; además, poco después sería sustituida por Sancha Fernández de Castro, dama de origen navarro. No obstante, Alfonso no la dejó desamparada, haciéndole muy abundantes y generosos regalos y atendiendo, además, a sus peticiones, especialmente las piadosas".

En 1144, Alfonso VII daba a Urraca por esposa al rey navarro García Ramírez, celebrándose en León las bodas. Muerto Ramírez seis años más tarde Urraca regresó a su tierra con el título de reina y ejerciendo como tal a la muerte de su padre en 1057, e incluso protagonizó un intento secesionista asturiano años después con su segundo marido, el castellano Álvaro Rodríguez de Castro. Pero mientras, su madre Gontrodo ya había decidido retirarse de la vida pública años atrás:
"Gontrodo decidió apartarse del mundo. Dando grandes muestras de prudencia, comenzó solucionando los contenciosos que, al parecer, tenía con sus ocho hermanos. Extendió, el martes, 13 de octubre de 1153, la carta fundacional del monasterio de Santa María de la Vega de Oviedo, tomando el hábito de este cenobio, sometido a la disciplina de la Orden benedictina francesa de Fontevrault, lo que supuso una auténtica novedad en la historia del monacato asturiano de la época, dotándolo con la casi totalidad de los bienes recibidos del Monarca y una gran parte de los heredados de sus padres. Sin embargo, no parece que llegara a desempeñar allí cargo alguno ni que viviese como una monja en el sentido estricto del término; tal vez residió allí de la manera que se designaba “more monasterio”, esto es, acompañada de algunos familiares y servidores, aunque la Chronica alude claramente a su profesión monástica (“Gontrodo [...] Sanctimonialis facto”). Fue también devota de San Vicente (Llanera) y benefactora del cenobio femenino ovetense de San Pelayo. 
Entre el 12 de julio de 1154 (lunes) y el 13 de abril de 1157 (sábado), el Emperador hizo generosos regalos a Gontrodo y a la comunidad en que vivía".


"La memoria de Gontrodo Petri es la de una mujer que era espejo de mujeres", afirma la historiadora del Arte Isabel Ruiz de la Peña, una de cuyas conferencias al respecto adjuntamos aquí



Por otro lado la escritora Pilar Sánchez Vicente recupera su memoria con la novela Gontrodo la hija de la Luna, cuya sinopsis es esta:
"Los deseos del rey no tienen límite, ni freno su ambición. La infanta custodia un pecado que tiene nombre y una flecha que no tiene precio. ¿Qué más secretos oculta? El regente de Asturias se halla enfrentado a la ira regia. ¿Cuál es la razón que llevó al conde a declararse en rebeldía? El Obispo de Ovetum considera que la palabra escrita tiene más fuerza que la espada, pero su mano tiembla. ¿Quién será la persona encargada de empuñar la pluma justiciera? Un puñal clavado al pie de una tumba. Una reina perseguida por la traición. Un reino que no alcanzará a serlo de nuevo. Y una mujer, Gontrodo, que sale de la oscuridad para iluminarnos la noche de los tiempos. Tras el éxito de su primera novela, Pilar Sánchez Vicente regresa al género de la narrativa con esta novela histórica desarrollada en la Asturias del siglo XII, donde realidad y ficción se superponen en una obra entretenida y muy documentada. La idea de escribir sobre este personaje femenino, cuyo sepulcro se encuentra en el Museo Arqueológico de Asturias, había surgido ya durante la realización por parte de la autora de su tesina sobra la condición de la mujer medieval".

En otro orden de cosas Doña Gontrodo da nombre a una célebre cofradía gastronómica femenina dedicada a conservar, promover y divulgar las tradiciones, en especial las gastronómicas de Asturias, así como investigar y difundir la cocina saludable. Escribe de ella Cristina Centeno para La Voz de Asturias del 10-3-2024:

"La cofradía gastronómica Doña Gontrodo de Oviedo es la única de España integrada únicamente por mujeres. Y no es algo que recojan sus estatutos, ni corresponde a que sus integrantes se nieguen en redondo a incluir a hombres entre sus miembros. Tan solo es cuestión de historia. Porque sus primeras impulsoras eran, precisamente, las mujeres de los integrantes de otra de estas agrupaciones que sí era cien por cien masculina. 
«Doña Gontrodo nació como cofradía femenina porque ellas querían pertenecer a la de los Quesos, pero no las dejaron porque era de hombres. Les acompañaban a todas partes, a las comidas y a los viajes, pero les dijeron que no podían entrar. Entonces decidieron crear la suya propia, no por distinguirse ni diferenciarse como exclusivamente femenina», explica Aránzazu Soto, la actual presidenta del colectivo.  
Nació cien por cien femenina como respuesta a una cien por cien masculina. Pero esa condición no está en los estatutos. Eso sí, tanto Aránzazu Soto como Gema Blanco reconocen que pese a no estar cerrada a hombres, «hasta la fecha ninguno pidió entrar, pero en los estatutos no pone nada de que tengamos que ser solo mujeres».  
Aránzazu y Gema forman parte de la nueva generación que ha cogido las riendas de esta cofradía gastronómica para evitar su desaparición. Su historia se remonta a mediados de los años 80, aunque no hay una fecha clara de fundación. Es más, aunque existen documentos como un menú de 1991 con el nombre de la cofradía y ya tenían uniformes que dan fe de su existencia, no se registró oficialmente hasta bien entrado el nuevo siglo. Concretamente, fue en el año 2006 cuando se constituyó, se redactaron unos estatutos y se formó la junta directiva.  
Al frente estuvo, hasta la pandemia del coronavirus, María Luisa Llavona. «Sin ella no hubiera habido cofradía desde hace muchos años, eso es así», reconoce su sucesora en la presidencia de Doña Gontrodo. Por eso fue nombrada presidenta de honor en el último gran capítulo, que se celebró hace justo un mes. «Fue la que tiró por la cofradía siempre, por lo que nos tomamos este primer gran capítulo tras la pandemia como un homenaje hacia su figura», remarca. 
Ese acto supuso una especie de resurrección para Doña Gontrodo después del «corte en seco» que supuso el confinamiento y las posteriores restricciones sanitarias. En la actualidad son 11 integrantes, alguna de las cuales se remonta a las primeras citas de la cofradía gastronómica. Junto a ellas hay una nueva hornada de «gontrodas», como se las conoce. Su actividad principal es reunirse para comer una vez al mes, además de asistir a los actos del resto de cofradías y organizar cada dos años —coincidiendo con número par— su propio capítulo. 
Esa «reunión de amigas» se mantuvo, pero el gran capítulo de este año fue el primero desde hace seis. «En la pandemia tuvimos que parar y en 2022 empezamos a juntarnos de nuevo para comer», explica Aránzazu. Ella llevaba por entonces una década como cofrade y en aquel momento entraron dos nuevas integrantes, una de ellas Gema. Tras ese parón tuvieron que renovarse y hacer los papeleos correspondientes para poner al día las cuentas y formar una nueva junta directiva. Ya en septiembre pudieron empezar a organizar el capítulo de 2024, que se celebró en Las Pelayas. 

"Lo único que teníamos muy claro es que la cofradía no tenía que morir. Entonces nos pusimos manos a la obra para trabajar y que esto continuara. La verdad que el capítulo salió bien, que era nuestro primer objetivo y fue difícil, porque empezamos de cero. Ahora toca ponerse a diseñar el resto de actividades del año"

Su premisa era que Doña Gontrodo siguiera adelante. «Lo único que teníamos muy claro es que la cofradía no tenía que morir. Entonces nos pusimos manos a la obra para trabajar y que esto continuara. La verdad que el capítulo salió bien, que era nuestro primer objetivo y fue difícil, porque empezamos de cero. Ahora toca ponerse a diseñar el resto de actividades del año», apuntan. 
Su actividad se centra en la cultura y en la gastronomía. Siempre intentan promocionar «la cocina tradicional y los productos de kilómetro cero» y lo hacen principalmente en Oviedo, donde se vienen celebrando la gran mayoría de sus comidas. Destacan que la oferta de la ciudad es buena y que «la cocina tradicional también tiene que evolucionar y hay mucha gente haciendo propuestas de vanguardia pero con productos que tenemos aquí al lado de casa, y eso también está muy bien». 
Fue casualidad que su resurgir coincidiera con el año en el que Oviedo ostenta el título de Capital Española de la Gastronomía, pero también califican como positivo este hecho. «Coincidió así, porque cuando empezamos a hacer el papeleo y a retomar la actividad de la cofradía todavía no se sabía, solo que presentarían de nuevo la candidatura. Pero nos ha venido bien, es sí», reconocen. Además, admiten que será algo provechoso para la ciudad porque «está todo lleno» por lo que auguran que «está yendo muy bien».  
«Hemos congeniado muy bien» 
Su unión se ha convertido en una amistad. «Tenemos muy buena relación entre nosotras», reconoce Gema, que entró a través de una amiga: «Me aceptaron y aquí estoy», cuenta. Lleva poco tiempo pero está perfectamente integrada en el grupo, en el que las propias componentes deciden sobre las nuevas incorporaciones. «Hemos congeniado muy bien y hay un vínculo entre nosotras. Estamos abiertas a nuevas integrantes pero lo que no vamos a permitir es que entre alguien a romper eso o a hacer discordia», reconocen.  
También tienen una relación positiva con el resto de cofradías gastronómicas tanto de Oviedo como del resto de la región. La mayoría ya son mixtas, aunque siguen existiendo las únicamente masculinas. «Nos respondieron muy bien al capítulo, nosotras teníamos una expectativa y la verdad es que se desbordó. Todo el mundo nos apoyó para que Doña Gontrodo no desapareciese y vino gente prácticamente de todas las cofradías de Asturias y de otras de fuera», celebran. 
Ese apoyo supuso un espaldarazo para la nueva junta directiva, dispuesta a seguir tirando del carro y que la cofradía no desaparezca. Además, «en Oviedo siempre hay algo relacionado con la gastronomía», defienden, por lo que continuarán luchando por ser las guardianas de esta tradición culinaria a través de diferentes actividades sobre las que ya están manos a la obra".



Alzamos de nuevo la mirada para ver otros dos escudos de linajudas estirpes 



Armas de Rúa o Maldonado con las del sol del apellido Solís e insignias episcopales


De nuevo también las de los Vigil Quiñones



Siguiendo la pared de este crujía hay más ménsulas con cabezas y en las paredes más escudos


Este porta las armas de los Argüelles y Peón


El siguiente es el mismo linaje, debajo hay un habitáculo, donde se halla el pozo que suministraba agua a los monjes benedictinos del monasterio


Al fondo, hay incrustado otro escudo en la pared



Es una variante particular de la Cruz de los Ángeles, cuyo original veremos en la Cámara Santa de la catedral


Es el emblema de la ciudad de Oviedo/Uviéu y de su concejo


El pozo es sencillo al máximo, aprovecha el ángulo de la pared de este cubículo y se cierra con dos grandes bloques de piedra sin inscripciones


La cubierta, por su parte, es de bóveda de cañón



Salimos de la oscuridad de este escondite de nuevo a la luminosidad del claustro, el centro de la vida monacal, insistimos, dentro del concepto del cenobio como la 'ciudad de Dios' o, como lo explican en Arquivoltas. La la guía digital del románico:
"El vocablo "claustro" deriva del verbo latido "claudere": "cerrar" en referencia polivalente tanto a su forma espacial de recinto cerrado como al hecho de estar destinado al recogimiento de una comunidad monástica que en el mismo busca su sosiego espiritual, goza de sus tiempos de distracción o lee el catecismo en piedra de sus capiteles. Es un lugar dotado de una magia y encanto especiales. Constituye el centro de la vida monástica y una refrescante experiencia para los espíritus abiertos que hasta allí se acercan sin importar cual sea el motivo de su presencia. Hay quien reza, pasea, fotografía, conversa, o simplemente deja flotar su espíritu contemplando las parábolas e irisaciones de las gotitas de agua que riegan el jardín central".


No obstante, románico el claustro actual no es, sino gótico-renacentista, recordamos, reparando bien en todo momento en lo diferente que es el claustro bajo respecto al alto


El gótico y el renacimiento se dan la mano en este viejo monasterio, pese a ser oficialmente antagónicos, tanto es así que fueron los renacentistas los que idearon el nombre de gótico para el arte anterior, al considerarlo bárbaro. Pero claramente esto no se dio en todas partes, leemos al respecto en el blog Historia del Arte:
"Arte gótico es una denominación del estilo artístico que se desarrolló en Europa occidental durante los últimos siglos de la Edad Media, desde mediados del siglo XII hasta la implantación del Renacimiento (siglo XV para Italia), y bien entrado el siglo XVI en los lugares donde el Gótico pervivió más tiempo. Se trata de un amplio período artístico, que surge en el norte de Francia y se expande por todo Occidente. Si el Románico había sido el arte de la Europa feudal, y fue un arte agrario y monástico,  el gótico va a ser un arte artesanal, burgués y urbano. Este nuevo estilo va a ser fruto de una nueva sociedad en la que destaca el desarrollo de la burguesía y de las ciudades. Una sociedad urbana y mercantil en la que se configura el nuevo estilo y donde éste se va a reflejar en los nuevos edificios: los príncipes levantan sus palacios y castillos; los gremios, sus edificios de reunión; las ciudades sus palacios públicos; los burgueses sus mansiones y la Iglesia sus catedrales, sus capillas y conventos urbanos. 
El nombre de Gótico con el que se conoce al estilo se debe al gran historiador del arte italiano del siglo XVI Giorgio Vasari, que lo cree de origen germánico (etimológicamente gótico procede de godo, que equivale a arte bárbaro, carente de buen gusto). El arte del medievo, en su conjunto, fue considerado gótico y bárbaro hasta que los historiadores del siglo XIX modificaron sustancialmente la interpretación del pasado medieval, incluidas sus manifestaciones artísticas. Incluso, en arquitectura, llegó a ponerse de moda (Neogótico) y algunos arquitectos y teóricos, como Viollet-Le-Duc, lo rescataron del olvido".

Y de la crujía oeste ya vamos a la crujía sur, donde hay esta otra monumental puerta que es bastante similar a la que empleamos para entrar, sita al otro extremo de esta crujía o panda


Sobre ella, armas de los Peón, Argüelles, Álvarez de las Asturias o Nava


No nos cansamos de mirar arriba ante tan espectacular bóveda gótica. A la derecha del anterior, otro escudo


Otra variante de los de la orden franciscana


En las cuatro crujías o pandas se repite la convivencia entre arquerías góticas y paredes con cenefas y detalles renacentistas


Esta es la crujía sur que nos quedaba por ver, al fondo tenemos la puerta por la que hemos pasado al claustro, a la que nos acabamos de referir, pero antes de llegar a ella aún nos quedan cosas por ver, como el sepulcro de Gonzalo Bernaldo de Quirós, llamado El Bastardo por haber sido concebido fuera del matrimonio y figurar además esa bastardía en los escudos de armas de su tumba, que vamos a ver enseguida. Es además una forma de distinguirlo del otro Gonzalo Bernaldo de Quirós, el gran impulsor de la estirpe con las guerras trastamaristas y padre de Lope González de Quirós, cuyo sarcófago vimos antes


Arriba más angelotes en las ménsulas y de nuevo escudos


Este es el escudo real con las armas de Castilla y León timbrado con corona. Solía colocarse en los monasterios que, como es este el caso, en el siglo XVI fueron pasando a obediencia directa de la Congregación de Valladolid


El sepulcro de Gonzalo Bernaldo de Quirós está en un lugar destacado bajo arcosolio y orientado al norte hacia la otra de las entradas al jardín del claustro, procede no obstante del desaparecido monasterio ovetense de San Francisco


Arriba, en la pared, dos pequeños escudos con las armas de los Quirós o Bernaldo de Quirós, cuyo conocido lema era "Después de Dios la casa de Quirós". La estirpe procede en origen del concejo asturiano de ese nombre pero pronto se expandió, principalmente por el centro de Asturias como hemos dicho


El sepulcro, datado hacia el 1500,  presenta ciertos elementos comunes con el de Lope pero otros son bien diferentes, empezando por su disposición en arcosolio, es decir, no es un sepulcro exento, con cuatro lados, sino pegado a la pared


Sí se le presenta con armadura, casco y espada, conservándose de esta solamente la empuñadura; su cabeza reposa sobre dos almohadillas y a sus pies vuelve a aparecer el perro fiel y psicopompo, junto además con un paje, arrodillado, que porta su yelmo. Una banda con una inscripción dice lo siguiente:
«[Aquí yaze Go(n)za]lo Bernaldo de Q(u)irós, fijo de Jua(n) Bernaldo de Q(u)irós, Bastardo, el qual governó la Casa de Quirós después de la m[uerte de Lope Bernaldo fasta q(ue) / Yvá(n) Bernaldo] fue o(m)bre, e después en vida de Yvá(n) Bernaldo fasta q(ue) Juan Bernaldo, su fijo, fue o(m)bre, e por mandado de Yvá(n) [Bernaldo].

Como hemos dicho, no se considera deshonra la bastardía sino que se plasma en el epitafio, así como, en el sarcófago, en tres escudos labrados en piedra, también con las armas de los Quirós, a los que se añade un tronco de árbol con las ramas cortadas que lo simboliza. En ¿Qué fue de Gonzalo Bernaldo de Quirósel Bastardo?: el misterio de una sepulturaen la Baja Edad Media asturiana, el erudito historiador y profesor Jesús Antonio González Calle nos arroja más luz sobre este personaje a partir de esta tumba y su inscripción: 
"Así reza uno de los epitafios más sorprendentes de la epigrafía funeraria bajomedieval en España. Su extenso desarrollo narra parte de la peripecia vital de Gonzalo Bernaldo de Quirós, destacando su papel de regente dentro de uno de los más importantes linajes de la nobleza asturiana: los Bernaldo de Quirós. Sin embargo, nada se dice de las circunstancias de su muerte (ni tan siquiera un dato tan esperable como sería la fecha del fallecimiento), y en cambio se afirma con rotundidad extraña la naturaleza bastarda de Gonzalo Bernaldo. Por otra parte, no se trata de un sepulcro cualquiera, sino que fue, junto con el de Diego de Miranda, coetáneo suyo, el más destacado de los que hubo en la iglesia del desaparecido monasterio de San Francisco de Oviedo, donde había múltiples sepulturas de diversos linajes asturianos, pero fundamentalmente de los Bernaldo de Quirós. En cualquier caso, ninguna de las tumbas de sus parientes igualaba en monumentalidad a la de Gonzalo Bernaldo, la cual, por fortuna, se consiguió rescatar de la demolición del monasterio, y se conserva actualmente en el Museo Arqueológico de Asturias, en Oviedo. Se trata de un sepulcro concebido para un arcosolio, con un sarcófago decorado con varios escudos, y una tapa o lauda con el epitafio en el borde y una representación yacente del difunto y otros elementos complementarios. En los escudos nos aguarda otra sorpresa, como es la representación de la barra de bastardía cruzada sobre las armas de los Bernaldo de Quirós; es decir, la condición de Gonzalo Bernaldo como hijo tenido fuera del matrimonio no sólo consta en la inscripción del epitafio, sino que se refuerza de manera aún más visual mediante la heráldica, lo cual, si bien es lo correcto de derecho, en cambio es una situación que se suele eludir de hecho, pues por mucha tolerancia que hubiese en algunos linajes y en algunas épocas con respecto a los nacimientos ilegítimos, lo cierto es que los prejuicios sociales siempre desaconsejaron una difusión pública de ese tipo de origen familiar.

Como decíamos, Diego de Miranda y Gonzalo Bernaldo de Quirós ocupaban las dos sepulturas más destacadas de San Francisco de Oviedo; ambos vivieron en la misma época, estuvieron emparentados (eran primos en segundo grado) e incluso sus respectivos sepulcros procederían de un mismo taller artístico. Pero si bien Diego de Miranda, fundador del mayorazgo de la Casa de Miranda, es un personaje conocido en la historiografía asturiana y se halla profusamente documentado, en cambio de Gonzalo Bernaldo de Quirós no se ha escrito prácticamente nada al margen de lo contenido en su epitafio. Entre los historiadores asturianos, esta inscripción ha dado lugar a que se conozca a Gonzalo Bernaldo precisamente bajo el apodo de el Bastardo, pero en vida nunca lo utilizó ni se lo aplicaron (lo que hace aún más singular la presencia de tal calificativo en su sepultura); justamente la falta de un apodo identificativo ha dificultado hasta ahora la distinción en los documentos de la época entre este personaje y algún pariente coetáneo suyo de igual nombre. 
En el momento actual, nuestra investigación sobre los linajes asturianos, entre ellos el de los Bernaldo de Quirós, ha permitido que el epitafio de Gonzalo Bernaldo de Quirós el Bastardo deje de constituir la única referencia conocida sobre su vida para convertirse en el punto de partida que iluminará la interpretación de una breve pero significativa serie de documentos que marcan los años finales de nuestro personaje". 

Bajo cada escudo, tres leones, uno, el del medio, mirando de frente, y los dos laterales hacia arriba y a su izquierda, echados sobre pedestal, apoyan el sepulcro, continuamos con la lectura biográfica de este personaje: 
"Todos los individuos citados en el epitafio del Bastardo son perfectamente identificables en las fuentes cronísticas y documentales asturianas de la época. En dicha inscripción se declara que Gonzalo Bernaldo era hijo de Juan Bernaldo de Quirós, el cual era hijo legítimo de Gutier González de Quirós (quien murió en la batalla de Aljubarrota en 1385) y de su mujer Sancha Quijada. Este Juan Bernaldo encabezará la rama principal del linaje, de la cual ya se había separado otra línea familiar liderada por su tío Lope González de Quirós (hermano de Gutier González) y su primo Martín Vázquez de Quirós (hijo del dicho Lope González); este Martín Vázquez casará con Inés de Miranda, de la que tendrá varios hijos indistintamente apellidados Miranda o Quirós, pero de los cuales uno, Diego de Miranda, fundará en 1504 el mayorazgo de la Casa de Miranda. Con respecto a Juan Bernaldo de Quirós, recordaremos el dato poco conocido de que vendió su mitad del señorío de Valdecarzana de Teverga a su tío Lope González de Quirós, con el que debió de llevarse francamente bien, pues en su testamento de 1406 Lope González dicta varias cláusulas referidas a su sobrino. Continuó además la tendencia, iniciada por su padre, de casarse con damas de la nobleza leonesa y castellana, eligiendo para ello a Aldonza Ramírez de Guzmán. Tanto Juan como Aldonza fueron enterrados en el monasterio de San Francisco de Oviedo, que así se perfilaba como verdadero panteón del linaje, en sencillas sepulturas de pavimento con los respectivos epitafios y escudos de armas. En la tumba de Juan Bernaldo no consta el año de fallecimiento, pero tuvo que ser entre 1434, año en que fue herido en una incursión contra la villa de Huéscar, en manos de los musulmanes granadinos, y 1436, momento en que se data un traslado de una cláusula de su testamento copiado tras su lectura pública, la cual sólo se pudo realizar una vez fallecido el testador.

El siguiente personaje mencionado en el epitafio de la sepultura del Bastardo es Lope Bernaldo de Quirós. Efectivamente, Lope Bernaldo era hijo legítimo de Juan Bernaldo y, por tanto, medio hermano, o hermano sólo de padre, de Gonzalo Bernaldo el Bastardo, al cual debía superar considerablemente en edad. El liderazgo de Lope Bernaldo fue bastante corto, debido a su fallecimiento prematuro, en 1446, al parecer de una caída de caballo. Había estado casado con la leonesa Leonor Fernández de Villamizar, de la cual tuvo varios hijos, entre ellos Iván Bernaldo de Quirós e Isabel de Quirós. Cabe destacar que Isabel de Quirós se casaría con el ya varias veces mencionado Diego de Miranda, tal vez con el propósito de reforzar el parentesco y alianza con los Miranda, pero las consecuencias fueron totalmente inesperadas: desde mediados del siglo xv se manifiesta cada vez con mayor claridad una profunda rivalidad entre los Bernaldo de Quirós y los Miranda, enfrentamiento que tal vez tuviera como detonante alguna discusión sobre la dote matrimonial de Isabel de Quirós o cualquier disputa sobre antiguas herencias familiares, y que marcará de manera importante las luchas entre bandos nobiliarios desarrolladas en Asturias durante el tránsito de los siglos XVI a XVI.

Con respecto a Iván Bernaldo de Quirós, hijo de Lope Bernaldo y Leonor de Villamizar, era menor de edad cuando murió repentinamente su padre en 1446, por lo que se le puso entonces bajo la tutela de su tío Gonzalo Bernaldo de Quirós el Bastardo, a pesar de que pudo haber sido encomendado a cualquiera de sus demás tíos. No sabemos el tiempo que duró la tutoría, a lo largo de la cual el Bastardo habría «gobernado» la casa de Quirós, administrando su patrimonio, pero todo indica que, al término de tal regencia, Gonzalo y su sobrino Iván continuaron manteniendo un estrecho contacto, haciendo ambos frente al poderoso Diego Fernández de Quiñones, conde de Luna y merino mayor de Asturias, a cuya hegemonía política y social en la región se opusieron aliándose con otros linajes. No obstante, el conde de Luna también disponía de una sólida red clientelar de nobles y caballeros vasallos, entre los que se contaba Diego de Miranda, quien de esta manera  marcaba bien las distancias con respecto a sus parientes los Bernaldo de Quirós. 

La enemistad entre el conde de Luna e Iván Bernaldo de Quirós salta a primer plano con la excusa del conflicto dinástico que afectó a la corona castellana entre 1465 y 1468, años en los que el príncipe don Alfonso intentó expulsar del trono a su medio hermano y legítimo rey Enrique IV. De esta manera, entró en Asturias el conde de Luna como merino por don Alfonso, venciendo la resistencia armada que le opuso Iván Bernaldo, el cual había sido nombrado igualmente merino por Enrique IV. En esas luchas, Iván Bernaldo fue auxiliado por un Gonzalo Bernaldo de Quirós que en aquella época sólo podría corresponderse con nuestro Bastardo, el cual demostraba así gran fidelidad a su propio linaje, respondiendo plenamente a la confianza que años atrás le depositara Lope Bernaldo, el padre de Iván. El caso es que el conde de Luna, tras haberse hecho cargo del control parcial de la región asturiana, decide, el 17 de abril de 1467, conceder diversas sumas de dinero en recompensa al deán de la iglesia de San Salvador de Oviedo por el apoyo prestado frente a sus enemigos Iván Bernaldo, Gonzalo Bernaldo de Quirós, Diego Osorio y Esteban de Argüelles. Sin embargo, los Bernaldo de Quirós eran lo bastante poderosos como para que urgiera la necesidad de neutralizar su hostilidad, y por ello el bando de los partidarios del príncipe rebelde enviará a Gutierre de Hevia para negociar con ellos; aunque no sabemos los detalles de las conversaciones, sospechamos que el enviado del príncipe consiguió que Iván renunciase a la merindad mayor de Asturias, tal vez a cambio de reconocerle los portazgos de Mieres, Lena y Campomanes, que poco antes le había concedido el rey Enrique IV. Como quiera que fuese, lo cierto es que, desde Olmedo y a 30 de septiembre de 1467, el propio príncipe don Alfonso otorgará en premio un juro de 2.000 maravedís a Gutierre de Hevia por atraer a su bando a Iván Bernaldo y Gonzalo Bernaldo de Quirós.

La guerra terminó con la muerte del príncipe don Alfonso, tras la cual sus partidarios, y entre ellos el conde de Luna, negociaron la paz con Enrique IV a cambio del reconocimiento de la princesa Isabel, hermana del difunto, como heredera del trono de Castilla en 1468.

Después de ver el cambiante posicionamiento de los Bernaldo de Quirós en el conflicto anterior, no nos extraña que el linaje dejara definitivamente atrás su antigua fidelidad al rey Enrique IV para pasar al bando partidario de la princesa Isabel, pese a que ello suponía negar los legítimos derechos hereditarios de la princesa Juana, hija de Enrique IV. Así pues, cuando fallece este monarca a finales de 1474, los Bernaldo de Quirós se integrarán en el ejército de doña Isabel que se enfrentará en tierras zamoranas a las tropas de doña Juana y de su prometido don Alfonso, príncipe heredero de Portugal. De esta manera, una vez concluida la breve guerra civil con el triunfo de doña Isabel, ya convertida en reina, la nueva soberana y su marido Fernando de Aragón otorgan una carta el 25 de mayo de 1476 por la que, reconociendo los servicios de varios caballeros y escuderos asturianos, les conceden el perdón por ciertos delitos pasados que habían cometido pero que no llegan a especificarse. Y es que el servicio militar gratuito era entonces una manera corriente por la que la nobleza podía eludir fácilmente las sentencias y penas con que a veces se pretendían castigar sus abusos cometidos sobre el resto de la población. Entre los caballeros citados en la mencionada carta de los Reyes Católicos figuran así destacados miembros de los Miranda (como el propio líder del linaje, Diego de Miranda), los Valdés y los Argüelles, así como un Gonzalo Bernaldo de Quirós que sólo podría identificarse con el Bastardo, ya que su sobrino nieto del mismo nombre era aún, con toda seguridad, menor de edad. En cualquier caso, la noticia nos insinúa los métodos más o menos turbios utilizados por Gonzalo Bernaldo para proteger o ampliar sus intereses y los de su linaje (medios por otra parte no muy distintos de los que podría utilizar cualquier otro noble de la época), así como su experiencia guerrera en el ejército real. De hecho, los Reyes Católicos debieron de quedar bastante satisfechos de los servicios de Gonzalo, pues, según veremos en el apartado siguiente, llegaron a concederle una confusa merced sobre ciertos derechos en el concejo de Aller.

Otro asunto poco claro de la actividad de Gonzalo Bernaldo por la misma época es un pleito mantenido en 1476 con Pedro de Remondo, administrador de la Iglesia de León, conflicto que iba a ser juzgado por el bachiller de Valderas. Desconocemos los motivos del pleito, pero dada la extensión de los intereses de los Bernaldo de Quirós hacia León (en la medida en que los líderes del linaje estuvieron casándose durante todo el siglo xv con damas leonesas o castellanas, con la consiguiente adquisición de bienes dotales en aquellas regiones), tal vez se relacionasen con algún tipo de usufructo o de usurpación que el linaje ejerciera sobre bienes pertenecientes a la Iglesia de León. A fin de cuentas, la usurpación de rentas y propiedades eclesiásticas fue una importante vía de promoción de la nobleza asturiana, sobre todo entre los propios Bernaldo de Quirós y sus parientes los Miranda, quienes durante toda la época bajomedieval forzaron respectivamente a la Iglesia de San Salvador de Oviedo y al monasterio de Santa María de Belmonte a otorgarles generosas encomiendas de los señoríos y propiedades de ambas entidades eclesiásticas".

Los parientes de tan largo epitafio continúan saliendo de uno en uno a escena en este impecable trabajo, pues todos forman parte de la vida del difunto y, de alguna manera, desarrollan su experiencia vital hasta su trágico final:
"Nos consta que Iván Bernaldo de Quirós no llegó a sobrevivir a su tío. En 1474, quizá ya como una disposición testamentaria, Iván decide fundar el mayorazgo de los Bernaldo de Quirós, uno de los primeros mayorazgos institucionalizados en Asturias. El mayorazgo estipula una línea sucesoria entre los hijos de Iván Bernaldo y su mujer, la leonesa Beatriz Cabeza de Vaca, de mayor a menor y con preferencia de los varones sobre las mujeres, por este orden: Juan Bernaldo de Quirós, Gonzalo Bernaldo de Quirós, Cristóbal Bernaldo, Nuño Bernaldo de Quirós, Gabriel Bernaldo de Quirós, Gutierre Bernaldo (o González) de Quirós y Leonor Bernaldo de Quirós. De esta manera entra en escena un nuevo Gonzalo Bernaldo, con el cual se ha confundido a veces al Bastardo. Sin embargo, la diferencia de edad entre ambos era notable: cuando en 1476 Iván fallece de lepra, está claro que su tío Gonzalo Bernaldo el Bastardo estaba en plena madurez, mientras que Gonzalo Bernaldo y todos los otros hijos de Iván Bernaldo eran aún menores de edad; ello explica que a este nuevo Gonzalo Bernaldo se lo conozca en alguna ocasión precisamente como el Mozo para distinguirlo de su tío abuelo. 

Parece ser que Iván Bernaldo de Quirós había tenido tan buenas relaciones con el Bastardo que, según recordará el epitafio de este último, le habría encomendado la tutoría de su hijo mayor Juan Bernaldo (y seguramente de todos los demás). En principio, todo apuntaba a que iba a volver a repetirse la experiencia del Bastardo como líder temporal del linaje, salvaguardando fielmente el patrimonio y la posición social de sus protegidos. Pero, por motivos que tan sólo podemos especular, el resultado fue totalmente distinto". 

El guerrero estaría siempre avizor dispuesto a defender sus intereses y su linaje, de ahí vino el "enfrentamiento ocasional con el conde de Luna", como titula González Calle el siguiente episodio de la vida de Gonzalo:
"Como ya hemos visto, Gonzalo Bernaldo de Quirós se había enfrentado a Diego Fernández de Quiñones, conde de Luna, y a sus partidarios, con motivo del conflicto dinástico castellano entre Enrique IV y el príncipe don Alfonso, entre 1465 y 1468, si bien en aquella ocasión también es probable que Gonzalo lo hiciera ante todo por apoyar a su sobrino Iván Bernaldo, quien se disputaba la merindad mayor de Asturias con el conde de Luna (hallándose Iván al servicio del rey legítimo, y el conde al servicio del príncipe rebelde).

Algunos años más tarde, ya bajo el reinado de los Reyes Católicos, surgen nuevas disputas entre Gonzalo Bernaldo el Bastardo y el conde de Luna, que parecen tomar un matiz más personal, pero en las que también es posible que se mezclaran viejas disputas familiares. Tales conflictos surgen en relación con ciertos derechos sobre el concejo asturiano de Aller, donde se habría asentado sólidamente Gonzalo Bernaldo; efectivamente, Aller se sitúa estratégicamente entre los valles del Caudal y del Nalón, principales áreas patrimoniales de los Bernaldo de Quirós, pero es que de Aller procedían asimismo antepasados lejanos del conde de Luna.

El caso es que, ya fuera por herencia o por alguna concesión regia, el conde de Luna cobraba en aquel concejo tributos diversos de fueros, yantares, escribanías, y presentación y patronazgo de iglesias. La situación cambió bruscamente cuando los Reyes Católicos, tal vez en consideración a los servicios militares prestados por Gonzalo Bernaldo, le concedieron a éste una carta y merced en la que le otorgaban la recaudación de tales tributos. La voz de alarma fue dada por los habitantes de Aller, que temían verse obligados a pagar los mismos tributos por duplicado a los recaudadores del conde de Luna y a los de Gonzalo Bernaldo de Quirós. De esta manera, atendiendo a las quejas de los alleranos, los Reyes Católicos, desde Sevilla y a 4 de febrero de 1478, encargan a Pedro de Mazariegos, por entonces corregidor del Principado de Asturias, que investigue el caso.10 La pesquisa correspondiente debió de realizarse con gran prontitud, pues apenas unos meses después, el 16 de junio de 1478, el rey don Fernando, considera probados los derechos del conde de Luna, que se remontarían a dos generaciones atrás, a la vez que anula la merced antes otorgada a Gonzalo Bernaldo por haberse conseguido omitiendo los derechos del conde. La noticia puede ilustrarnos bien acerca de la compleja situación fiscal de Asturias, no muy diferente de la del resto del país, con unos tributos de origen confuso cuya cobranza, a pesar de su teórico carácter público y de realengo, estaba de hecho en manos de linajes nobles entre los que se transmitía como un derecho hereditario más y siendo por tanto susceptibles de ser objeto de enconadas disputas y pleitos cuyas consecuencias más graves solían sufrirlas los habitantes del territorio correspondiente.

No sabemos en qué consistió exactamente la actuación llevada a cabo por Gonzalo Bernaldo y Rodrigo de Salazar en relación con las órdenes regias, pero ambos debieron de ser lo suficientemente eficaces como para que un mes después, el 18 de diciembre de 1480, la misma reina los nombre jueces ejecutores para que, siguiendo las instrucciones de Diego de Soria y Gregorio Pinelo, depositarios de las recaudaciones de bulas de indulgencia destinadas a financiar la conquista de las islas Canarias, cobren todas las sumas que se adeudaban al difunto Ruy Sánchez de la Vega, tesorero de dichas bulas en el obispado de Oviedo. 

Finalmente, la rivalidad que pudiera haber entre Gonzalo Bernaldo el Bastardo y el conde de Luna no debió de perdurar más allá de 1480. A partir de entonces, el muy significativo acercamiento entre nuestro personaje y su primo en segundo grado Diego de Miranda debió de limar rápidamente las asperezas con el conde, de quien el líder de los Miranda fue un activo partidario; incluso parece que Gonzalo Bernaldo acabó casando a un hijo suyo con la hija de un caballero leonés que podría ser vasallo del conde de Luna. Sin embargo, estos hechos marcarán igualmente el inesperado giro de las relaciones del Bastardo con su propia familia originaria".

Nos acercamos al fatal desenlace, Gonzalo se enfrenta a su propio linaje...
"Ha quedado claro cómo hasta 1476 nuestro Gonzalo Bernaldo de Quirós el Bastardo había desempeñado un importante papel en el mantenimiento del prestigio político y social de los Bernaldo de Quirós en Asturias. En aquel año, al morir su sobrino Iván Bernaldo, nuestro personaje se disponía a ejercer la tutoría de los hijos del difunto, tal vez confiado en el buen resultado conseguido en su anterior experiencia como tutor del propio Iván. No obstante, la relación entre los huérfanos y su tutor debió de ser lo suficientemente tensa como para justificar un rápido alejamiento entre ellos. En 1476, Gonzalo Bernaldo ya rozaría los cincuenta años de edad, pero sus pupilos, aunque aún menores (pues de otro modo no habrían precisado de tutor), ya debían de contar con cierta edad, como demuestra el hecho de que tardarán muy pocos años en figurar en la documentación de la época protagonizando negocios y actos públicos. Con ello nos parece más que probable que en ningún momento los pupilos estuvieron dispuestos a dejarse dominar por su tutor, para exasperación de éste.

Pero además hay otro factor importante: el matrimonio de Gonzalo Bernaldo de Quirós con una mujer perteneciente a un linaje rival. Con respecto a la vida privada de Gonzalo, en realidad creemos intuir al menos dos matrimonios o relaciones. De la primera, mantenida con una mujer de la que nada sabemos, habría nacido un Pedro Bernaldo de Quirós que casi habría alcanzado la mayoría de edad cuando tenemos noticia de una nueva y tardía relación de Gonzalo Bernaldo con Elvira de Quirós, con la que se casó hacia 1473. Tal vez el objetivo del matrimonio fuese reforzar el parentesco entre los Bernaldo de Quirós y los Miranda, ya que Elvira de Quirós, a pesar de su apellido, era en realidad una Miranda, como hija de otra Elvira de Quirós y del influyente Juan de Oviedo, antiguo secretario de Enrique IV, y la tal Elvira de Quirós madre era, por su parte, hermana de Diego de Miranda. Estos estrechos parentescos suponían, pues, que Gonzalo resultara ser tío en tercer grado de su propia esposa.

El matrimonio del Bastardo con Elvira de Quirós seguramente había tenido el visto bueno de Iván Bernaldo, pues, en caso contrario, tres años después Iván no habría dejado a sus hijos a cargo de Gonzalo Bernaldo. Pero la concordia entre los Bernaldo de Quirós y los Miranda fue muy efímera a partir de que Diego de Miranda, tío de la novia, casara en segundas nupcias con Isabel de Quirós, sobrina del Bastardo, pues, tal como ya hemos adelantado, este otro matrimonio debió de suponer muchos más problemas que ventajas a los Bernaldo de Quirós, seguramente por las disputas relativas a la dote y la herencia de la novia.

Ante la creciente ruptura entre los Bernaldo de Quirós y los Miranda, el Bastardo no dudó en abandonar la causa de su propio linaje de origen (muy probablemente por el deterioro de la relación con sus sobrinos nietos) para apoyar decididamente al linaje de su mujer, renunciando incluso a las buenas relaciones mantenidas hasta entonces con los funcionarios regios (recordemos su anterior entendimiento con el juez Rodrigo de Salazar).

La prueba de fuego fue la llegada de Luis Mejía como nuevo corregidor de Asturias a comienzos del verano de 1483. Como solía ser lo habitual, Luis Mejía inicia su cargo convocando una junta general en Oviedo, seguramente para informar a los procuradores de los concejos asturianos de las instrucciones que le habrían dado los reyes para la administración del principado. Entonces, contraviniendo la costumbre, Gonzalo Bernaldo de Quirós y Diego de Miranda ocupan el monasterio de San Francisco de Oviedo con una fuerte escolta de 150 hombres armados de lanzas, escudos, ballestas, espadas y casquetes. Y así, el 9 de julio de 1483, el corregidor, visiblemente molesto, les pide, por medio de su propio criado Francisco de Calderón y del escribano Alfonso Álvarez de Oviedo, que se queden sólo con la escolta acostumbrada de cinco o seis hombres para no alterar el desarrollo normal de la junta. Pero es que además se habían planteado ciertos debates y disputas previos, pues el corregidor aprovecha para ordenar a Diego de Miranda que renuncie a su intención de construir una casa fuerte en Ricabo (Quirós), según lo habían denunciado Juan Bernaldo de Quirós, mayorazgo de la Casa de Quirós (y por tanto identificable con el hijo mayor del difunto Iván Bernaldo), y el obispo de Oviedo, señor jurisdiccional del concejo de Quirós, y según una orden dirigida por la reina Isabel al conde de Luna para que no permitiera la construcción de nuevos castillos y casas fuertes en el Principado.

La tensa situación así mantenida entre el corregidor, apoyado previsiblemente por Juan Bernaldo de Quirós y sus hermanos, por una parte, y Diego de Miranda, apoyado por Gonzalo Bernaldo el Bastardo, por otra, se prolongó nada menos que durante veinte días, hasta que, el 30 de julio de 1483, Diego de Miranda y Gonzalo Bernaldo se deciden a enviar una vaga respuesta sobre sus intenciones pacíficas, al afirmar que su presencia se debía a cuestiones tocantes al gobierno de la región y al servicio de la reina, y negando que la casa de Ricabo fuera a ser fortificada. Pero al mismo tiempo se quejan de que su denunciante Juan Bernaldo era quien tenía, en cambio, un castillo en Quirós desde el que se cometían numerosos abusos y atropellos. Y el tono de la carta se eleva al acusar al propio corregidor de tolerar las correrías de Suero de Caso y Alfonso de Caso, quienes habían apresado sin razón aparente a cierto Juan González de la Torre, vecino de Onís, y que habían intentado también asesinar a Diego de Valdés en Villaviciosa. La defensa que los Miranda y nuestro personaje hacen de Diego de Valdés se explica perfectamente si tenemos en cuenta que este individuo estaba casado con Inés de Quirós, cuñada de Gonzalo Bernaldo (como hermana de su mujer) y sobrina de Diego de Miranda.

 Esta carta, que justificaba la actitud de Diego Miranda y de Gonzalo Bernaldo, al tiempo que acusaba de parcialidad a Luis Mejía, debió de provocar la ira del corregidor, el cual amenazó entonces a Diego de Miranda con embargar la casa de Ricabo, ya fuera casa fuerte o no, castigando cualquier oposición bajo pena de muerte y confiscación de bienes. A ello Diego de Miranda replicó que apelaría entonces ante la Corte.Para informar debidamente a los Reyes Católicos sobre la delicada situación, Luis Mejía les envió en aquel verano de 1483 un memorial en el que les recomendaba citar en la Corte a Diego de Miranda y sus hijos Lope de Quirós y Diego de Quirós, a Gonzalo Bernaldo de Quirós y su hijo Pedro Bernaldo, y a otros caballeros de los Valdés, los Caso, los Estrada y los Argüelles, a los que acusaba de diversos abusos sobre los habitantes y concejos de la región, si bien la sugerencia no debió de llegar a ponerse en práctica.

Estos graves incidentes y la autoritaria actitud de Luis Mejía, enfrentado a un Miranda y a un Bernaldo de Quirós, ha inducido a algunos autores a imaginar una alianza entre los dos linajes rivales en contra de un corregidor al que contemplarían como un enemigo común por su empeño en asegurar la autoridad regia y una justicia imparcial que haría peligrar los intereses políticos, sociales y económicos de las dos familias.18 Sin embargo, el único bando que se enfrentó al corregidor fue el de los Miranda, en estrecha unión con el conde de Luna, mientras que los Bernaldo de Quirós mantuvieron siempre un buen entendimiento con Luis Mejía. Así pues, recordemos cómo en el incidente de julio de 1483 se debatía el agravio comparativo entre la persecución a Diego de Miranda por la construcción de la torre de Ricabo y la tolerancia hacia Juan Bernaldo de Quirós ante su ocupación del castillo de Alba de Quirós; además, es muy significativo que en el memorial enviado por el corregidor a los Reyes Católicos no figure Juan Bernaldo ni ningún hermano suyo entre los caballeros acusados de desorden. Y es que por la documentación inmediatamente posterior, Juan Bernaldo será secundado fielmente en sus actuaciones por sus hermanos (Gonzalo Bernaldo, Gutierre González, Nuño Bernaldo, etcétera, que nunca participarían en una denuncia contra su hermano mayor y líder del linaje), por lo cual el Gonzalo Bernaldo de Quirós que aparece aliado con Diego de Miranda y que, junto con su propio hijo, es el único de su apellido que consta entre los acusados en el memorial del corregidor, sólo puede ser el Bastardo, en aquel momento totalmente desligado de su linaje de sangre. Así, desde el punto de vista de los Bernaldo de Quirós, hay que distinguir entre el «fiel» Gonzalo Bernaldo el Mozo, hermano e instrumento ejecutor de Juan Bernaldo, y el «traidor» Gonzalo Bernaldo el Bastardo, antiguo tutor de los hermanos citados y en estos momentos totalmente enemistado con ellos. De esta manera, en los sucesos de 1483 Gonzalo Bernaldo el Bastardo, al aliarse con su familia política, los Miranda, solo lo hace a título individual y nunca como representante de su linaje, en el cual estaría considerado como un verdadero desertor. Así pues, nunca hubo una alianza entre los Miranda y los Bernaldo de Quirós contra el corregidor Luis Mejía, el cual siempre pudo disfrutar del apoyo de estos últimos.

Efectivamente, el Bastardo, al que habíamos identificado también con el Gonzalo Bernaldo sólidamente arraigado en Aller, mostrará de nuevo su afinidad a los Miranda al hostigar desde dicho concejo a los hombres del corregidor Luis Mejía, secundando así otras acciones similares protagonizadas por Diego de Miranda y por el conde de Luna. En el otoño de 1483, Gonzalo Bernaldo llegó a tener preso en Aller al escribano Alfonso Álvarez de Oviedo, al cual ya citamos como enviado del corregidor en las tensas conversaciones mantenidas en San Francisco de Oviedo en el verano previo. Gonzalo Bernaldo obligó a este escribano a pagarle un rescate de 30.000 maravedís a cambio de su libertad. Una vez libre, Alfonso Álvarez denunció el abuso ante los Reyes Católicos, los cuales, desde Vitoria y a 15 de noviembre de 1483, encargaron al propio Luis Mejía que investigara el caso. Sin embargo, la pesquisa correspondiente debió de quedar inacabada debido al inesperado final del acusado".

Y llegamos así ya al final, la muerte violenta de Gonzalo Bernaldo de Quirós a manos de sus propios familiares:
"El año 1483 estaba siendo demasiado intenso para nuestro personaje. Aunque contase con el apoyo de los Miranda, el enfrentamiento con los Bernaldo de Quirós y con el corregidor acabó volviéndose fatal para Gonzalo Bernaldo, que será perseguido incansablemente por sus parientes de sangre con los peores propósitos.

Según manifestarán más tarde su viuda y su suegro, hacia el mes de septiembre de 1483 nuestro Gonzalo Bernaldo el Bastardo estaba escribiendo «una carta de su mano» cuando aparecieron Gonzalo Bernaldo de Quirós el Mozo (que consta como hermano de Juan Bernaldo, con lo que se trata definitivamente de los sobrinos nietos de nuestro protagonista) y Juan de Argüelles, secundados por varios hombres, con intención de matarlo, si bien el Bastardo consiguió huir y refugiarse en su propia casa. Lamentablemente, ignoramos cualquier otro detalle del documento que se hallaba escribiendo en el momento de ser atacado. El hecho de que lo escribiera personalmente («de su mano») implica que no disponía de un notario público, tal vez por tratarse de un asunto urgente o quizá porque ningún escribano quisiera arriesgarse a atender al Bastardo y atraerse así el odio de los otros Bernaldo de Quirós. Por otra parte, el hecho de que nuestro personaje se hallara fuera de su casa, expuesto a los ataques de sus parientes, tal vez se debiera a que necesitara interrogar testigos, con lo cual pudo tratarse de algún tipo de pesquisa. En cuanto al ataque de Gonzalo Bernaldo el Mozo, no podemos precisar si fue provocado por la supuesta pesquisa (porque fuese contraria a los intereses del linaje) o si tan sólo buscaron la circunstancia ideal de que el Bastardo se hallase más o menos indefenso y alejado de casa. Tampoco sabemos si la facilidad que tuvieron para localizarlo se debiera a que el otorgamiento del documento o pesquisa en cuestión era público y notorio (precisamente por requerir diversos testigos o declarantes) o bien a los espías que a buen seguro tenían los Bernaldo de Quirós entre los criados y allegados del Bastardo. Por lo demás, la casa en la que se refugió nuestro personaje tuvo que ser una casa fuerte como para disuadir a sus perseguidores, y estamos tentados de pensar que podría tratarse de alguna de las torres existentes en el concejo de Aller (donde ya sabemos que el Bastardo estaba sólidamente arraigado); de la mayor parte de ellas apenas conocemos datos sobre sus propietarios en el siglo xv, con lo que podría haberse tratado de cualquiera de ellas: la torre de Pelúgano, la de Serrapio, la de Castandiello o incluso el castillo de Soto. 

Aunque en aquel momento le sonrió la suerte, muy poco tiempo después Gonzalo Bernaldo contrajo una extraña y fulminante enfermedad de la que fallecería hacia octubre de 1483. Los que le asistieron entonces declararon que tal dolencia «era de yerbas», es decir, que nuestro personaje había sido envenenado, suponemos que por una persona de su entorno inmediato, que seguiría órdenes secretas de los Bernaldo de Quirós.

De haber sido así, es llamativa la intención del linaje de eliminar a Gonzalo Bernaldo el Bastardo a toda prisa y mediante el recurso que fuera. Aunque creemos que lo que había en juego debía de ser algo más importante que una herencia, por importante que fuese ésta, lo cierto es que la única reacción inmediata por parte de sus supuestos asesinos fue que Gonzalo Bernaldo de Quirós el Mozo, actuando en nombre de su hermano Juan Bernaldo de Quirós, el mayorazgo y verdadero líder del linaje, tomó posesión de la herencia del difunto, seguramente argumentando razones de linaje, pero sin respetar los derechos de la viuda e hijos del Bastardo. Es entonces cuando tienen lugar las quejas y denuncias de Elvira de Quirós y de Juan de Oviedo, respectivamente viuda y suegro del difunto, quienes ruegan a la Corona que imparta justicia sobre el caso, estimando además que la herencia del Bastardo usurpada por sus parientes constaba de bienes y dinero por el valor de los 200.000 maravedís que había aportado como dote doña Elvira en el momento de su matrimonio, así como de los 500.000 maravedís en que se tasarían los bienes adquiridos posteriormente por ella y su difunto marido en los diez años que había durado su matrimonio. Atendiendo a estas peticiones, los Reyes Católicos, por dos cartas dadas en Vitoria a 23 y 24 de diciembre de 1483, ordenan al corregidor Luis Mejía que proteja a doña Elvira en la posesión de sus bienes y que investigue la muerte de Gonzalo Bernaldo. No creemos que tal resolución satisficiera en modo alguno a los demandantes: ya hemos visto cómo unos meses atrás, en la frustrada junta general, se había demostrado tanto la enemistad entre el Bastardo y el corregidor como el entendimiento entre dicho funcionario regio y los Bernaldo de Quirós. Por ello es difícil creer que Luis Mejía se tomase verdaderamente en serio un encargo regio cuyo cumplimiento habría implicado romper sus buenas relaciones con los poderosos Bernaldo de Quirós por atender a la familia de quien, por añadidura, se había mostrado como enemigo del propio corregidor. El hecho de que en los meses siguientes sigan figurando Juan Bernaldo, Gonzalo Bernaldo el Mozo y Juan de Argüelles en la documentación asturiana, protagonizando diversos negocios públicos e incluso nuevos incidentes con la justicia, sin volver a ser citados por el caso del Bastardo, es buena prueba de cómo el corregidor eludió cualquier actuación seria en la resolución del asesinato. 
En cuanto a la familia que dejó nuestro protagonista, es muy poco lo que podemos decir sobre sus hijos. En las cartas regias de diciembre de 1483 antes aludidas, se indica que Gonzalo Bernaldo y Elvira de Quirós habían tenido al menos dos hijas y un hijo cuyos nombres no constan y que aún eran menores de edad cuando murió su padre en aquel año, lo que no podría ser de otra manera si tenemos en cuenta que las citadas cartas indican que por entonces Gonzalo Bernaldo sólo llevaba diez años casado con Elvira de Quirós. Pero tenemos noticias de un Pedro Bernaldo de Quirós que sería otro hijo de Gonzalo Bernaldo y que antes de la muerte de su padre ya estaba casado, lo que nos hace suponer que por entonces ya sería mayor de edad y, por lo tanto, no podría ser hijo de Elvira de Quirós, sino que habría nacido de una relación anterior del Bastardo con otra mujer. Así pues, en un momento previo a 1483, Pedro Bernaldo se habría casado con Sancha Fernández de Ordás, cuyo apelativo indica origen leonés, si bien no pudo aportar los bienes de arras por valor de 100.000 maravedís ni la suma en metálico de 15.000 maravedís que su padre se había comprometido por escrito a facilitarle para su matrimonio. Desconocemos los motivos de Gonzalo Bernaldo para no entregar los bienes prometidos, pero, en cualquier caso, tal hecho no impidió que Pedro Bernaldo pudiera asentarse en Aller (que nuevamente figura como territorio de arraigo de la familia) y que secundase a su padre en sus correrías por la región, pues ya hemos visto cómo en el memorial dirigido por el corregidor Luis Mejía a los Reyes Católicos en el verano de 1483 se solicitaba que, entre otros caballeros asturianos, acudiesen Gonzalo Bernaldo de Quirós y su hijo Pedro Bernaldo de Quirós a la Corte para rendir cuentas de sus actos. Tras el asesinato de su padre, la situación patrimonial de Pedro Bernaldo se habría complicado aún más cuando uno de los inductores del crimen, Juan Bernaldo de Quirós, el mayorazgo del linaje, se apropió por la fuerza de la hacienda del difunto (según hemos señalado ya al indicar las quejas de su viuda doña Elvira al respecto). De esta manera, habiendo sido todo denunciado, desde Medina del Campo y a 28 de febrero de 1489, los Reyes Católicos encargan a Alfonso de Valderrábano, nuevo corregidor en el Principado de Asturias, que investigue la existencia y contenido del escrito que asignaba a Pedro Bernaldo de Quirós su parte de herencia y que sentencie sobre el caso. Desconocemos cómo se desarrolló este proceso judicial, pero tampoco creemos probable que el demandante consiguiera algún resultado positivo de su enfrentamiento con los temibles Bernaldo de Quirós.
 
Sobre la viuda, Elvira de Quirós, parece ser que contrajo un segundo matrimonio con otro pariente suyo, Alvar Díaz de Miranda, el cual nos consta que era hijo de Rodrigo de Quirós (hermano, a su vez, de Diego de Miranda, y por tanto primo en segundo grado del propio Bastardo). De este modo, el 22 de marzo de 1504, Elvira de Quirós, secundada por su nuevo marido, Alvar Díaz de Miranda, por entonces avecindados en el concejo de Salas, ganaron una sentencia favorable en un pleito contra su hermana doña Beatriz de Quirós y su marido Nuño Bernaldo de Quirós (hermano de Juan Bernaldo y de Gonzalo Bernaldo el Mozo) por la propiedad de una casa en Oviedo perteneciente a la herencia de Juan de Oviedo, padre de ambas hermanas.

Finalmente, cabe advertir que los Bernaldo de Quirós no solo se atrevieron con el asesinato de nuestro personaje, sino que en los meses siguientes sus objetivos fueron el referido Juan de Oviedo y algunos de sus hijos. De esta manera, en los primeros meses de 1484, Juan Bernaldo de Quirós y su hermano Gonzalo Bernaldo el Mozo indujeron a su fiel Juan de Argüelles (también implicado en el asesinato del Bastardo) a dirigir dos ataques simultáneos para matar a dos hijos de Juan de Oviedo: así, Julián es asesinado en el monasterio de San Francisco de Oviedo, y a Juan lo matan en la catedral, donde el propio Juan de Oviedo recibe varias cuchilladas. En los años siguientes habrá varias pesquisas y sentencias judiciales, y de nuevo los Bernaldo de Quirós quedarán impunes, si bien en 1493 la Santa Hermandad detendrá y ejecutará a Juan de Argüelles, hecho que marcará la decisión de los Argüelles de abandonar el bando de los Bernaldo de Quirós".

Así de sangrientas eran las reyertas entre la nobleza asturiana cuando la Edad Media agonizaba, en base a estos sucesos y biografía, Jesús Antonio González Calle aporta esta propuesta de interpretación del epitafio de Gonzalo:
"Aunque no parece que el caso del asesinato de Gonzalo Bernaldo de Quirós el Bastardo tuviera una resolución judicial, el acontecimiento debió de levantar gran revuelo en la región, e incluso pudo provocar fuertes tensiones en lo referente al lugar y forma de su sepultura. En principio, causa sorpresa que se enterrase al Bastardo nada menos que en el ábside de San Francisco de Oviedo, cuando dicho lugar era prácticamente un espacio de enterramiento exclusivo para los principales miembros del linaje de los Bernaldo de Quirós, independientemente de que en el crucero de dicha iglesia hubiese sepulcros de otros linajes incluso rivales de ellos, como los Valdés, los Martínez de Oviedo o los propios Miranda. Desde luego, ni Juan Bernaldo de Quirós ni sus hermanos podían aceptar de buen grado que el Bastardo, cuyo asesinato habían provocado, recibiese sepultura en el espacio privilegiado de su linaje, y además en un sepulcro cuyo lujo y ostentación superaba a cualquiera de las sencillas tumbas de pavimento utilizadas hasta entonces por dicho linaje. Por ello, aunque no dispongamos de documentación, la lógica supone que el lugar de enterramiento y el sepulcro de nuestro protagonista resultaran de una difícil y seguramente tensa negociación entre su familia política, representada por Diego de Miranda y Juan de Oviedo, por un lado, y sus parientes de sangre, pero a la vez enemigos, los Bernaldo de Quirós, por otro. El acuerdo final incluiría condiciones impuestas mutuamente que explicarían los rasgos aparentemente contradictorios del sepulcro, cuya datación puede fijarse definitivamente a partir de los últimos meses de 1483:
1) El emplazamiento privilegiado del sepulcro, bajo un arcosolio en el lado de la Epístola de la capilla mayor de la iglesia conventual de San Francisco de Oviedo, tuvo que ser exigido por Diego de Miranda y Juan de Oviedo en la medida en que Gonzalo Bernaldo era, indudablemente, un Bernaldo de Quirós. De todas formas, es posible que, al tener que aceptar la exigencia, los Bernaldo de Quirós consiguieran al menos eludir en parte las evidencias que los apuntaban como los asesinos del Bastardo. 

2) Por otra parte, también era público y notorio que Gonzalo Bernaldo era de naturaleza ilegítima, lo cual, llevado al grado máximo de rigor por parte de los Bernaldo de Quirós, supuso que los tres escudos que se hubieran de labrar en el sarcófago estuvieran todos atravesados por la barra de bastardía, lo cual suponía un claro desprestigio para el difunto. De todas formas, dicha barra aparece formalmente camuflada bajo la apariencia de una rama de árbol, lo cual ha dado lugar a algunas confusiones entre los heraldistas.25 Por lo demás, cada escudo tiene por orla exterior un cordón franciscano, tal y como era común en otros escudos del linaje localizados en la iglesia de San Francisco. Sobre los extremos del arco, reconstruido en el Museo Arqueológico de Asturias, se han colocado dos escudetes de los Bernaldo de Quirós desprovistos de la barra de bastardía pero que tal vez no procedan de este sepulcro.

3) El extraño y algo forzado epitafio tuvo que resultar de condiciones exigidas por ambas partes. El hecho de que el difunto aparezca nombrado como «Go(n)zalo Bernaldo de Q(u)irós, fijo de Jua(n) Bernaldo de Q(u)irós, Bastardo» habría sido exigido por los Bernaldo de Quirós para insistir nuevamente en el origen Bastardo del fallecido. Pero el resto de la inscripción debió de ser una propuesta de Diego de Miranda y Juan de Oviedo para avergonzar a los Bernaldo de Quirós, echándoles en cara indirectamente su ingratitud al recordar los antiguos servicios de Gonzalo Bernaldo prestados a su propio linaje cuando se hizo cargo de las sucesivas minorías de edad de Iván Bernaldo y Juan Bernaldo: «[…] Bastardo, el qual governó la Casa de Quirós después de la muerte de Lope Bernaldo fasta q(ue) / Yvá(n) Bernaldo fue o(m)bre, e después en vida de Yvá(n) Bernaldo fasta q(ue) Juan Bernaldo, su fijo, fue o(m)bre, e por mandado de Yvá(n) Bernaldo». La ausencia de la fecha pudo deberse al acuerdo tácito entre las dos partes de eludir todo recuerdo a las extrañas circunstancias del fallecimiento del Bastardo.

4) La ejecución material del sepulcro debió de correr a cargo de Diego de Miranda y de Juan de Oviedo. El monumento en cuestión consiste en un sarcófago de piedra sostenido sobre tres leones y decorado con los tres escudos, y una lauda con el epitafio y una estatua yacente del difunto que lo retrata de manera simplificada pero resaltando sus atributos guerreros (espada, armadura…), y al que acompaña un paje arrodillado que sostiene el yelmo, y un perro dogo con collar. Desde luego, los Bernaldo de Quirós no iban a aportar suma alguna para honrar a quien habían asesinado por considerarlo un desertor de su propia familia. Tampoco la viuda y los hijos del Bastardo debían de estar en una situación económica muy ventajosa como para costear una tumba monumental, ya que la herencia del difunto había sido usurpada por los Bernaldo de Quirós. En cambio, semejante esfuerzo financiero podría ser fácilmente asumible tanto por Juan de Oviedo como por Diego de Miranda. De hecho, Diego de Miranda había mandado hacer recientemente su propia sepultura en el crucero de la misma iglesia (en un acto de simple previsión, pues no moriría hasta varias décadas después), y seguramente llamó al mismo taller escultórico para que realizara la tumba del Bastardo, ya que la relación estilística entre el sepulcro de Diego de Miranda y el de Gonzalo Bernaldo el Bastardo parece evidente. Su volumen y alzado supusieron además que la sepultura de Gonzalo Bernaldo fuese significativamente la única de las de su linaje situadas en el ábside de San Francisco que era visible para los fieles que asistieran a misa desde el crucero y la nave de la iglesia, que no podrían apreciar las demás tumbas de los Bernaldo de Quirós por estar situadas al nivel del suelo. Desde luego, la costosa inversión de Diego de Miranda en la tumba del Bastardo no se habría debido tanto a la buena relación que hubo entre ambos como, seguramente, al deseo de los Miranda de humillar por los medios más sutiles a sus enemigos los Bernaldo de Quirós en un ámbito con tanta significación como el funerario".

Volviendo la vista más para arriba, observamos una de las ménsulas a la izquierda de uno de los escudos de los Bernaldo de Quirós sitos sobre el sepulcro


Esta cabeza coronada podría responder a un rey


Y ahora veamos la ménsula a la derecha del escudo de la derecha, valga la redundancia


Se ve escrito ZACHARÍAS, sin duda referido al profeta Zacarías


De frente, reiteramos, el otro acceso al jardín y su fuente



Por el claustro alto se extienden las salas del museo arqueológico, que enseguida vamos a recorrer


Aquí vemos las hendiduras practicadas para los anclajes de las puertas y contraventanas que cerraron el claustro


Más y más cabezas entre los arcos


Un enigma más a descifrar en el claustro de San Vicente...


Algunas parece que nos miran con severidad...


¿Tal vez porque un poco más allá estaba el mingitorio en un hueco de la pared?, no es broma, y las aguas menores iban a parar al verde jardín


De todas maneras, en el Museo Arqueológico de Asturias disponemos de servicios, hacia él vamos ahora mientras, las caras... nos siguen mirando









No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu visita y contribuir con tu comentario... Únete a la Página Oficial en Facebook para descubrir nuevos contenidos....Ultreia!