Torres románica y gótica de la catedral de San Salvador desde una ventana del Arqueológico |
Los peregrinos que han entrado en la antigua ciudad intramuros pueden visitar el antiguo monasterio de San Vicente, situado justo detrás de la catedral de San Salvador de Oviedo/Uviéu que, desamortizado en 1836, acoge desde 1952 el Museo Arqueológico de Asturias en su claustro, desde una de cuyas ventanas podemos admirar dicha catedral, con su torres románica (izquierda de la foto) y gótica (a la derecha), además de parte del crucero, la cabecera y zona de la Cámara Santa y antiguo cementerio de peregrinos (abajo), además, por supuesto, de recorrer sus salas, donde hallaremos numerosas piezas arqueológicas halladas en Asturias desde la Prehistoria hasta la Edad Media, pasando por el Neolítico, la época castreña, la romanización y el Asturorum Regnum
Museo Arqueológico de Asturias y a la derecha el Arco de San Vicente |
"Este edificio, de Titularidad Estatal, es una construcción de los años cuarenta del siglo pasado, realizada con un lenguaje historicista característico de la posguerra, con profusión de elementos propios del barroco asturiano: soportales, grandes aleros, etc. De ligero valor arquitectónico, ha sufrido diversas reformas para adecuarlo a distintos usos: biblioteca, sala de baile, viviendas, etc., por lo que su interior carece de interés, hecho que permite plantear su total demolición conservando únicamente sus fachadas, que se encuentran integradas en la memoria de la ciudad. Sus bordes posteriores, que limitan con la Catedral, son susceptibles de variación para adecuarlos a su uso futuro como MuseoPor tanto, nos encontramos trabajando a la sombra de la Catedral de Oviedo: ella debe dominar. El Museo se va a extender. Su territorio se agranda y la actuación va a llevarse a cabo mediante la reinserción de un edificio. Pero su desarrollo no quiere trastornar el lugar, entendiendo como tal una idea amplia de territorio: el casco antiguo de Oviedo, el “Óvalo de Oviedo”. Vamos a aprovechar la trama irregular: se pondrá en valor y definitivamente se utilizará el espacio dormido que ha ido quedando en la construcción de la ciudad. Al observarla, vemos que está llena de espacios paradójicamente vacíos: los claustros, los callejones, las plazas, el gran templo (la Catedral) y el Cementerio de los Peregrinos".
Accedemos a la sala de la Prehistoria o, como señala el cartel que hay a la entrada, Los tiempos prehistóricos donde, en un texto, podemos leer:
"La presencia de grupos humanos en Asturias se remonta a unos 300.000 años. Distintas especies poblaron nuestra región a lo largo del Cuaternario, una etapa geológica con oscilaciones entre periodos fríos y cálidos. En respuesta a las condiciones ambientales, las gentes prehistóricas ocuparon cavidades y abrigos cercanos a los ríos. La investigación arqueológica ha permitido conocer sus estrategias de subsistencia (caza, pesca y recolección) y averiguar los avances técnicos en la fabricación de herramientas. Del mismo modo, podemos acercarnos al enigmático mundo de las mentalidades, que encuentra su expresión más elocuente en el arte paleolítico parietal y mueble. En Asturias existen casi medio centenar de cuevas con imágenes de enorme belleza donde nuestros más remotos antepasados grabaron o pintaron animales y signos. También esculpieron sobre diferentes soportes representaciones sumarias del cuerpo humano"
Texto titulado evocadoramente Paisajes milenarios
"No se han encontrado restos humanos en Asturias de estas lejanas épocas y, aunque solo contamos con los instrumentos utilizados en sus actividades diarias, podemos deducir que los primeros habitantes serían del grupo humano Homo heidelbergensis. Seguramente no hubo continuidad entre estos primeros humanos u la siguiente llegada de homínidos, los neandertales antiguos, hace unos 90.000 años"
"Las primeras herramientas y las más sencillas, cantos trabajados y esferoides de trabajaron sobre cantos rodados. También sobre cantos se tallaban hendedores, bifaces y picos, herramientas más elaboradas que aumentaron el filo disponible. Estos útiles permitían despiezar animales, cortar vegetales, carnes y pieles o triturar huesos para obtener el tuétano. A partir del retoque de las lascas se realizaron otros utensilios, es el caso de las raederas y los raspadores, que se utilizaban para trabajar la madera o pieles"
Y llegamos al apasionante Mundo Neandertal, al que nos da paso este gráfico
El descubrimiento de la especie, caracterizada por su gran movilidad
Los neandertales en Asturias, la cueva de El Sidrón
"El tipo de herramientas de piedra que se han encontrado, y a las que se les asocia, se adscriben a la denominada cultura Musteriense, característica del Paleolítico medio. En los últimos años de existencia de esta especie, aparecen en el registro arqueológico herramientas diferentes que se incluyen en la cultura Châtelperroniense, que algunos autores atribuyen al Homo sapiens. En cuanto a su organización social, se cree que, debido al pequeño tamaño de los grupos y a su estilo de vida nómada, los neandertales sentían poca predilección por confraternizar con grupos externos, concentrando las interacciones sociales en torno a los individuos del clan. Incluso se han encontrado restos que apuntan a una división sexual del trabajo. Respecto a sus hábitos alimenticios, los neandertales eran omnívoros y explotaban una amplia variedad de alimentos pesqueros, mariscos, vegetales, etc. Es muy probable que también fueran capaces de aplicar ciertas técnicas de cocción de alimentos".
Algunos objetos son además bastante diminutos, podemos figurarnos la tremenda labor de localizarlos, descubrirlos y verificarlos
Y por fin llegamos al Homo neardenthalensis, figura a tamaño natural hecha en base a los restos localizados en El Sidrón, alguno de los cuales se exponen a sus pies
Descripción resumida del hallazgo
"El neandertal (Homo neanderthalensis, también a veces conocidos por el nombre en desuso de Homo sapiens neanderthalensis) u hombre de Neandertal es una especie o subespecie extinta del género Homo que apareció en el Pleistoceno medio y que habitó en Europa, Oriente Próximo y Asia Central hasta hace unos 40 000 años antes del presente, por lo cual llegaron a coexistir con los humanos anatómicamente modernos. El primer resto fósil denominado Neanderthal 1 fue descubierto en el Valle de Neander en lo que actualmente es Alemania a mediados del siglo XIX. Cuando se descubrió, se lo nombró Homo neanderthalensis y se clasificó como una especie distinta al Homo sapiens. No obstante, algunos autores consideran que es una subespecie de Homo sapiens y suelen referirse a dicha subespecie como Homo sapiens neanderthalensis.
Los estudios paleogenéticos indican un origen común para humanos modernos y neandertales, así como convivencias e hibridaciones entre ambas especies de homínidos, al menos en dos lugares y momentos: Próximo Oriente y Europa occidental. Los neandertales son agrupados dentro de la categoría de humanos arcaicos. Sin embargo, y a pesar de ser vistos en el imaginario popular como cavernícolas toscos y poco inteligentes, los hombres de neandertal eran sofisticados en muchos aspectos. Además de las herramientas, también utilizaban el fuego, eran buenos cazadores y cuidaban de los enfermos. Incluso hay quien reconoce en ellos capacidades estéticas y espirituales similares a las del hombre actual, como las que revelan algunas de sus tumbas. Sin embargo, la existencia de una cultura simbólica tardó en ser plenamente aceptada, a pesar de las pruebas que avalan su existencia.
Los neandertales y los humanos modernos comparten grandes porciones similares de secuencias de ADN. Además, la secuenciación del ADN nuclear neandertal ha demostrado un antiguo flujo genético entre los humanos neandertales y los humanos euroasiáticos de la actualidad, indicando que hubo un cruzamiento entre ambas especies y que ocurrió un mestizaje entre humanos arcaicos y modernos. Los humanos actuales no africanos tienen entre un 1 y un 4 % de genes neandertales adquiridos por hibridación hace unos 50 000 años, poco después de su salida de África según la teoría de la emigración africana, mientras que más del 20 % del genoma neandertal sobrevive en toda la población actual en distintas localizaciones del genoma humano.También se cree que una pequeña parte de estos genes adquiridos por hibridación que están ampliamente presentes en los humanos han sido seleccionados en nuestra especie para aportar ventajas adaptativas.
No obstante, a pesar de la similitud genética entre las dos especies y de la existencia de hibridación entre ellas, hoy en día la clasificación de los neandertales como especie separada de los humanos actuales cuenta con pruebas más o menos sólidas. Tenían una anatomía más robusta que la del humano moderno con tórax y cadera anchos y extremidades cortas. También poseían más reservas de grasa y narices más grandes, por lo que se cree que estaban mejor adaptados al clima frío. El cráneo se caracterizaba por su doble arco superciliar, frente huidiza, la ausencia de mentón y una capacidad craneal media más grande que la del Homo sapiens sapiens, si bien los estudios anatómicos y genéticos señalan la posibilidad de que también tuvieran un lenguaje articulado".
En El Sidrón se recuperaron más de 2.500 elementos fósiles de homínidos que permitieron saber que se trataba de un grupo de al menos 13 individuos, tres hombres, cuatro mujeres, tres adolescentes y tres niños, datados 49.000 años atrás
Se han barajado diversas hipótesis de cómo toda una familia o grupo relativamente numeroso pudo acabar en una misma cueva y morir prácticamente a un tiempo, todas especialmente traumáticas:
"El hecho de que los huesos estén excelentemente conservados, con una erosión muy limitada y sin marcas de dientes de grandes carnívoros, y la inusual deposición de los huesos, mezclados en un amasijo de grava y barro, sugiere que estos neandertales no murieron en este lugar, sino en una localización exterior. Una serie de escenarios de cómo estos "miembros de una familia extendida" podrían haber terminado en un espacio del tamaño de una habitación 6 m² (7,2 yd²), apodado el Túnel de los Huesos incluyó la inundación, el colapso de la cueva, y la eliminación por parte de caníbales. Las pruebas de canibalismo incluyen "la presencia de marcas de corte, escamas, picaduras de percusión, cicatrices concoides y escamas adheridas". Existe la proyección de que se dejaron caer en la cueva en un solo evento a través de un colapso de las fisuras cercanas por encima del sitio o, por la afluencia de agua de la tormenta".
"Durante el Último Máximo Glacial, un periodo de rigor climático muy acusado, el frío obligó a las poblaciones del Cantábrico a diversificar sus estrategias para obtener alimentos: se intensifica la caza y la pesca especializadas y se explotan nuevos ecosistemas marinos, recogiendo moluscos y cetáceos. Esta nueva forma de vida, al Solutrense, se caracteriza de nuevo, por la gran movilidad de los grupos, por la combinación de la talla tradicional sobre la lascas con la talla laminar y por la riqueza y variedad de los ajuares, que incluyen colgantes de materiales poco frecuentes como ámbar, azabache o marfil"
La cultura solutrense (ca. 22.000-17.000 BP) ocupa, dentro de la secuencia del Paleolítico Superior, un lugar transicional entre el Gravetiense y el Magdaleniense. Su desarrollo se dio en Europa Occidental, concretamente en territorio francés y en la península ibérica. El nombre proviene tras el descubrimiento de los yacimientos en Crôt du Charnier en Solutré, distrito Mâcon, en el departamento de Saona y Loira, al este de Francia (región de Borgoña).
Estudios recientes han identificado a la cultura solutrense con los humanos que vivían en Europa antes del último máximo glacial y que solo sobrevivieron en la península Ibérica y el sur de Francia.
El Solutrense europeo se encuadra en el Paleolítico Superior Medio. Durante esta fase del Paleolítico Superior se produjeron una serie de avances técnicos ciertamente rupturistas con lo anterior y que se propagaron por todo el continente. Tanto en la cultura anterior al Solutrense, la Gravetiense, como en el propio complejo Solutrense se desarrollaron nuevas formas de enmangue y de utilización de los útiles (los compuestos sobre astiles de madera); estas nuevas formas pervivirán durante el resto del Paleolítico Superior y llegarán incluso al Mesolítico y en mucha menor medida al Neolítico. En este periodo también se desarrolló de una manera muy notable el arte, con un gran auge del arte rupestre durante el Solutrense al igual que el arte mueble lo tuvo durante el Gravetiense, con el auge de las «Venus».
Esta industria es obra del Homo sapiens sapiens, que a principios del Paleolítico Superior desplazó progresivamente a los Neandertales como especie dominante; está probada una etapa de coexistencia, una etapa relativamente larga estimada en unos 10 000 años de coexistencia de ambas especies; los fósiles de Neandertal son escasos después de los 40 000 años y desaparecen hace aproximadamente 30 000 años. Los Sapiens siguieron proliferando y terminaron por ocupar todo el planeta durante el Paleolítico Superior. No obstante, el tema de las relaciones Neandertal-Sapiens es un tema complejo y que aún hoy sigue siendo objeto de nuevas teorías y reinterpretaciones."
"Los cazadores y recolectores magdalenienses muestran una gran eficiencia técnica y una mayor complejidad conceptual manifestada en su rico arte mueble y parietal. Es la última gran cultura paleolítica paneuropea que alcanza desde las estepas rusas hasta el occidente del Cantábrico, especialmente durante el Magdaleniense Medio. Los asentamientos se multiplican y la economía se especializa, incorporando nuevos recursos. Numerosos yacimientos muestran la explotación cíclica de varias especies de ungulados (animales de pezuñas), de las actividades de marisqueo y de la pesca".
"La cultura Magdaleniense es una de las últimas culturas del Paleolítico superior en la Europa occidental, que fue caracterizada por los rasgos de su industria lítica y ósea. Su nombre fue tomado de La Madeleine, cueva francesa de la Dordoña. Sucede a la cultura Solutrense
El Magdaleniense, que se extendió a lo largo del Würm IV, tuvo una secuencia alterna de clima frío y seco, y fresco y húmedo. El cambio climático acaecido hace unos 12 000 años hizo modificar los hábitos cinegéticos y alimenticios, dando por finalizado al Magdaleniense con la transición al Aziliense.
Las subdivisiones dependen según autores y según zonas geográficas, y los sistemas de periodización se pueden fijar en distintos métodos u objetos y su evolución.
Estudios recientes han identificado a la cultura magdaleniense con los humanos que, procedentes de Anatolia y los Balcanes, repoblaron Italia y el resto de Europa tras el último máximo glacial, reemplazando a los practicantes de la cultura solutrense que solo habían sobrevivido en la península Ibérica y el sur de Francia".
"La cultura Magdaleniense se extendió por Francia, Suiza, España y Alemania hace 17.000 años, perdurando hasta hace 12.000 años; es decir, hasta el inicio del Holoceno (ca. 11.700 BP). Se divide en inferior y superior, cada una a su vez subdividida en tres estadios (I, II y III). En Inglaterra existe una cultura paralela al final del Magdaleniense, llamada creswelliense. En la península ibérica, la obra magdaleniense más famosa son las cuevas de Altamira.
Puede considerarse como la primera civilización europea occidental, pues debido a un aumento demográfico sobrepasa los límites de su foco originario y se extiende prácticamente por todo el continente europeo. La necesidad de materias primas líticas de buena calidad es un motivo importante para desplazar a un grupo a buscarlas, a veces a varias decenas de kilómetros. Utensilios de un sílex especial denominado tipo Urbasa, procedente de la sierra navarra homónima, han sido encontrados a lo largo de la cornisa cantábrica y suroeste de Francia, a 400 kilómetros.
Las oscilaciones del clima entre cálidas y frías, y húmedas y secas, tienen una gran influencia tanto sobre la fauna como sobre la flora. En las etapas templadas, predominan los caballos, bosques de hoja caduca y extensas praderas de gramíneas, mientras que en las épocas más frías, la especie representativa es el reno y hay una regresión de los bosques en beneficio de las praderas.
Enterraban a sus muertos, pero se conocen escasas sepulturas, comúnmente son simples fosas poco profundas. Se han encontrado extensos campamentos al aire libre, organizándose en tiendas o cabañas. Esta tendencia al agrupamiento se ve reforzada, pues determinados yacimientos son auténticas necrópolis.
Fue una cultura de cazadores. Su base era la caza del caballo, mientras que en la Europa del Este el mamut era la especie más codiciada. Surge un aprovechamiento completo de las especies animales.
El tipo humano que da lugar a este periodo es el cromañón u Homo sapiens".
"Muchas cuevas cantábricas muestran el uso de materias primas de calidad mediocre, recogidas en su entorno natural, junto a sílex de excelente calidad traído de lejanos lugares. En Las Caldas (pocos kilómetros más al sur) se ha localizado sílex procedente de Treviño en Burgos, Urbasa en Navarra, Kurtzia en Vizcaya o Bidache y Chaiosse en Francia"
Bloque de colorante, plaqueta y canto con ocre; buriles y buril-raspador, lápices de ocre, más buriles, lámparas...
Representaciones de cabezas y cuerpos de animales y composiciones simbólicas más abstractas
Un buen dibujo y los textos adecuados nos adentran en el contexto de un nuevo periodo, Aziliense y Asturiense
"El Aziliense es una cultura del Epipaleolítico denominado así debido al yacimiento epónimo Mas d'Azil, en los Pirineos franceses.
Este término lo creó É. Piette en 1889 para designar un grupo cultural extendido desde Francia hasta Asturias. En la península ibérica, el Aziliense se centra en la región cantábrica, situándose en el mismo territorio donde se desarrolló el Magdaleniense.
Su origen está en el Magdaleniense Superior, pues hay una continuación con el material lítico y óseo, aunque su industria ósea es más pobre. Los azilienses ocupan cuevas, generalmente situadas a escasa altura sobre el nivel del mar.
Se caracteriza por la existencia de menos buriles y más raspadores. Surgen las llamadas puntas azilienses. Arpones aplanados con fuste en forma ahusada, con un orificio alargado en su base y los dientes no sobresalen del fuste sino que están dentro del huso (a diferencia de los arpones magdalenienses, que además de ser alargados y más o menos de sección circular, sus dientes sobresalen mucho del fuste). Son frecuentes las laminillas del dorso. Hay una reducción en la cantidad de industria ósea, posiblemente en favor de los útiles en madera. Aparecen nuevas armas como el arco y la flecha.
Es el final del Würm, con el aumento de la temperatura y la humedad, con lo que se produce el progresivo retraimiento de los hielos hacia zonas más septentrionales. Esto provoca que especies como el reno emigren hacia zonas más frías. Los bosques colonizan los territorios liberados por el hielo. El nivel del mar sube e inunda zonas amplias costeras, con lo que aquellas gentes deben abandonar algunos de sus lugares de habitación. Aparecen lagos, estrechos (Sicilia se separa de la península itálica) e incluso el mar Báltico que en un principio fue un inmenso lago. Todo esto supone un cambio en las formas de vida de esas gentes que provocó la emigración siguiendo a los renos hacia el norte. Fue un período de cambio que puede responder a la incógnita de la desaparición del arte parietal.
Continúa el esquema económico cazador recolector. Hay diversificación de la dieta, con incorporaciones de animales como el jabalí o el corzo, animales de bosque templado. También se intensifica la explotación de recursos acuáticos.
Hay un decaimiento de las manifestaciones artísticas, el arte rupestre desaparece y el arte mueble se restringe a manifestaciones abstractas. Arte en cantos rodados pintados y plaquetas grabadas con motivos geométricos o coloreados, con una significación religiosa. En la cueva de Birsek (Suiza) se han encontrado 133 cantos rodados pintados, la inmensa mayoría rotos, como si hubiese sido obra de posibles enemigos para destruir su poder mágico religioso".
Los pies, sobre las piernas se colocó una gran piedra que ha dado origen a diversas conjeturas sobre su razón de estar ahí. Junto a la pared y frente a ella se colocaron otras dos
El cadáver se colocó en una fosa poco profunda, tendido sobre sus espaldas; la cabeza, situada cerca de la pared, fue arroyada por un regato y desapareció
El lado derecho del cadáver quedó bordeado por pequeños bloques de piedra y sobre el conjunto se echó una capa de tierra y guijarros. El historiador y arqueólogo Juan A. Fernández-Treguerres Velasco escribe en el apartado Epipaleolítico en Asturias: El fin de los cazadores recolectores (Del X milenio al IV a. de C.) del Tomo I de la Historia de Asturias del periódico La Nueva España lo siguiente:
"Todo este ritual, del que han desaparecido para siempre todos los gestos y del que sólo nos quedan unos pocos restos materiales, resulta sorprendente si tenemos en cuenta la avanzada edad (para la época) del individuo y su posible inutilidad para la vida práctica. A pesar de ello parece que fue cuidado durante toda su vida y luego enterrado minuciosamente. Es posible que sea testimonio de la solidaridad existente entre los miembros que pertenecen al mismo grupo"
"El Asturiense es una cultura del Epipaleolítico (fase inicial del Mesolítico) identificada por Ricardo Duque de Estrada, VIII conde de la Vega del Sella, en 1923.
Historia de la investigación
A partir de la definición del Conde de la Vega del Sella, la investigación sobre el Asturiense ha evolucionado considerablemente. En un primer momento, debido al tosco carácter de su industria lítica, surgieron muchas dudas sobre la cronología de estos grupos, adscribiéndole incluso algunos autores cronologías claramente inferopaleolíticas. La primera excavación donde el Conde de la Vega del Sella pudo describir la industria tipo del Asturiense y posteriormente sus rasgos culturales, fue la Cueva del Penicial en Nueva de Llanes. Yacimiento reexcavado por Geoffry Clark en los años setenta y que formaron parte de su revisión sobre esta cultura epipaleolítica. Posteriormente el profesor Manuel González Morales prosiguió con el estudio del Asturiense dándole una nueva perspectiva al analizar las formas de explotación del medio por parte de estos hombres de finales del paleolítico asturiano. Son muy interesantes las aportaciones de Pablo Arias sobre el este periodo prehistórico y su contacto con las primeras comunidades neolíticas. Las investigaciones en Sierra Plana de la Borbolla en Llanes o las cuevas de Arangas y Los Canes en Cabrales han sido claves".
"Hacia el 9.000-8.000 a.C., la suavización del clima a escala global provocó la retirada de los fríos de las sucesivas glaciaciones lo que ocasionó la fusión masiva del hielo de los glaciales y una elevación del nivel del mar, a la vez que el calentamiento de las aguas del mismo. Estos acontecimientos ocasionaron un gran incremento en los recursos disponibles en las costas y los habitantes de la Cornisa Cantábrica aprovecharon esta abundancia de comida, salieron de sus cuevas en el interior y se trasladaron hacia la costa, donde se instalaron en otras en la misma línea costa (Cueva de Pindal) o en sus proximidades (Llanes), o en campamentos o asentamientos en las mismas playas (Bañugues, Verdicio,…).
Las gentes asturienses se especializaron en la explotación de los recursos costeros (“cultura de los concheros”), sus yacimientos se sitúan normalmente sobre la plataforma litoral, en zonas de fácil comunicación, tanto hacia la línea de costa rocosa y de ensenadas como hacia el interior del país. La recogida de crustáceos, percebes, erizos de mar, diversos moluscos, es decir, el marisqueo y la pesca de peces de roca y playa, que se complementa con la caza de ungulados propios de bosque y sotobosque (caballos, corzos, jabalíes y ciervos), especialmente de sus crías, y de otros animales de zonas mas agrestes próximas a la línea de costa (rebecos y cabras), era su actividad principal
Así en la costa cantábrica comienza una cultura epipaleolítica propia: el Asturiense, de la que el instrumento lítico más característico y representativo es el “pico asturiense”, elaborado a partir de un canto aplanado con retoque unifacial que lo apunta hasta lograr una herramienta con más metros de filo por kilo de piedra que ninguna de las fabricadas por otras culturas paleolíticas.
Las dataciones de los concheros por el método del C14 precisan el desarrollo del asturiense cantábrico desde comienzos del VIII milenio hasta poco después de concluido el VI (Mazaculos II en 7.340 +- 440, Coberizas en 5.150 +- 170), prolongándose en un inmediato postasturiense según indican las dataciones de los concheros de Les Pedroses (3.830 +- 180) y La Lloseta (2.510 +- 660), ya en contexto “neolítico”.
Las fechas más antiguas del asturiense se solapan con las del aziliense de algunos yacimientos de la zona cantábrica.
Al constituir el aprovechamiento de los recursos marinos la base de la alimentación de la población, el marisqueo se convirtió en una de las actividades principales y para facilitar este trabajo se diseñó una herramienta específica que suplía a lo que en Asturias se conoce como un “cuchillu ferruñosu”, es decir, un cuchillo o navaja vieja y oxidada utilizado para arrancar el marisco (principalmente les llámpares o lapas) de la roca.
El “picu asturiente” era el “cuchillu ferruñosu” de aquella época. La herramienta se asiría y por golpeo desprendería al marisco de las rocas. Miles de ellas se han encontrado a lo largo de toda la Cornisa Cantábrica desde Biarritz (Francia) hasta Nigrán (Pontevedra).
El marisco recolectado era consumido en los asentamientos o en las cuevas. Los restos de esas primitivas mariscadas eran depositados en las proximidades dando lugar a los típicos “concheros” tan abundantes en Asturias y que definen a la cultura asturiense. Si tenían sidra para acompañar al marisco, eso ya no lo sé, pero tampoco seria de extrañar..."
"Es el período de la historia humana en el que apareció y se generalizó la agricultura y el pastoreo de animales (ganado), dando origen a las sociedades agrarias. Generalmente, pero no necesariamente, fue acompañado por el trabajo de cerámica. En el Neolítico aparecen los primeros poblados y asentamientos sedentarios humanos. El período Neolítico fue seguido, según las regiones, por la Edad de los Metales o directamente por la Edad Antigua, en la que surgieron la escritura y las civilizaciones agrícolas.
En el Neolítico se produce la sedentarización del ser humano. La agricultura y la ganadería garantizan la provisión de alimentos, y se construyen los primeros asentamientos permanentes. Se pasa de una «economía depredadora» (cazadores/recolectores) a una economía productora a causa de la revolución agrícola".
"El término megalitismo procede de las palabras griegas mega (μεγας) grande y lithos (λιθος), piedra. Aunque en sentido literal podemos encontrar construcciones megalíticas en todo el mundo, desde Japón a los gigantes de la Isla de Pascua, en sentido estricto muchos autores únicamente denominan megalitismo al fenómeno cultural cuyo foco se localiza en el Mediterráneo occidental y la Europa atlántica, que se inicia a partir de finales del Neolítico y dura hasta la Edad del Bronce y que está caracterizado por la realización de diversas construcciones hechas con grandes bloques de piedra escasamente desbastados y denominados megalitos. Así, según estos investigadores, cuando se habla de megalitismo no se deberían incluir las construcciones ciclópeas correspondientes a otras dinámicas culturales como las del Bronce egeo, las baleáricas o las sardas, ni mucho menos las de Egipto o Polinesia.
Se encuentran grandes monumentos megalíticos diseminados por buena parte de Europa occidental, pero los focos más importantes se encuentran en Bretaña, sur de Inglaterra e Irlanda, y sur de España y Portugal.
Este fenómeno se identifica esencialmente con la construcción de tumbas monumentales del tipo dolmen (en bretón mesa de piedra), en cuyo interior se fue enterrando sucesivamente a los fallecidos de un grupo humano, apartándose cuidadosamente los huesos de los anteriores difuntos (enterramientos colectivos). Los dólmenes pueden ser simples o de corredor, en galería, o cistas, y la mayoría estuvieron inicialmente cubiertos por un túmulo de tierra o piedras, que actualmente suele haber desaparecido en su mayor parte. Además de los dólmenes, dentro del contexto megalítico, se pueden encontrar otra tipología constructiva no funeraria denominada menhir, monolito hincado en el suelo que puede aparecer aislado o formando alineaciones (en Carnac) o círculos (henges, como en Stonehenge). También abundan los crómlech, círculos de piedras más o menos grandes que rodeaban el túmulo de un dolmen, los tholoi, los falsos dólmenes y las cuevas artificiales".
"Las hachas, azuelas y gubias son útiles neolíticos propios del trabajo de la madera que aparecen habitualmente depositados en las tumbas. Estas piezas, necesarias para la tala del bosque, reflejan la progresiva domesticación de la naturaleza. Para su elaboración se utilizaron rocas traídas de lugares lejanos. Poseían también valor simbólico, como expresión del estatus de los difuntos."
"El almacenamiento de los excedentes alimenticios es esencial en una sociedad previsora. La alfarería favorece tanto la conservación de sólidos o líquidos como su cocinado al fuego. Conviviendo con la cestería y los recipientes de piel y madera, la cerámica desvela técnicas, modas y usos diversos".
De frente, depósito de hacha plana y tortas de fundición procedente de Gamonéu (Onís), en total tres kilos y medio de cobre. A la derecha, punta palmela y hacha plana, ambas de cobre, y un canto rodado de cuarcita procedente de la canguesa Cueva del Cuélebre de Corao que representa en su decoración a un ser especial o un antepasado, pareciéndose al ídolo de Peña Tú
Las minas de cobre del Aramo, a no muchos kilómetros al sur, explotadas entre el 2.500 y el 1.500 antes de Cristo
"La presencia de esqueletos humanos es un rasgo particular de las minas de Asturias. En las galerías del Aramo se han localizado más de dos docenas de esqueletos, que se interpretan como depósitos funerarios, a modo de ofrenda a los seres que rigen las minas. La entrega de los cuerpos sería el pago por la sustracción de la riqueza subterránea"
El esqueleto ha quedado teñido de verde a causa del cobre de la mina. Se ha barajado también la posibilidad que se tratase de sacrificios humanos o incluso de un accidente minero. En El Gamusino, blog de Armando Murias Ibias, se recrea así esta última opción en la entrada La mina de las calaveras:
"...fue en los últimos momentos del Neolítico cuando un clan cavernario de cazadores y recolectores comenzó su labor de escarbar en un lugar que estaba teñido de un color especial, con unos brillos desconocidos. Hozaron la tierra con sus propias manos y con las cornamentas de los animales que cazaban hasta que lograron separar los primeros minerales, sobre todo el cobre. Este gesto, aparentemente inútil, insignificante, fue en realidad un paso de gigantes porque con la manipulación de los minerales el ser humano deja atrás el Neolítico o Edad de la Piedra para comenzar la Edad de los Metales, que en su primera fase se caracteriza por el manejo del cobre, que unido en aleación con el estaño dará paso a la siguiente etapa, la Edad del Bronce, previa a la del Hierro.
Con el mineral hicieron herramientas como cuchillos y punzones, también armas como puntas de lanza por lo que es de suponer que se pudieron imponer con facilidad sobre las tribus limítrofes que desconocían esta manufactura. Un paso más en la evolución humana. Muchos años después Armando Palacio Valdés volvería a presentar la misma oposición entre campesinos y mineros en su novela La aldea perdida.
Dentro de la mina se encontraron 16 esqueletos que nos permiten datar su antigüedad con la fiabilidad que ofrece el carbono 14. Es muy posible que sean las primeras víctimas laborables de las muchas que producirá la minería hasta nuestros días. Es así porque aparecieron sepultados con sus rudimentarias herramientas de trabajo en el tajo, algo poco probable si se tratara de un ritual funerario, como opinan algunos.
La explotación minera está situada en la falda suroriental del macizo del Aramo, en el centro de Asturias, y su explotación casi llega hasta nuestros días porque los ingleses la explotaron desde finales del XIX hasta 1931. Posteriormente, la autarquía franquista la mantuvo abierta hasta los años sesenta en que se cerró definitivamente".
"La minería prehistórica del cobre cuenta con cuatro distritos bien establecidos en el sector norte peninsular: tres en el espacio astur-leonés y el cuarto en Guipúzcoa. De todos ellos es el de la sierra del Aramo (Asturias) el más notable por la extraordinaria variedad de información que vino aportando. Las investigaciones de campo reiniciadas en 2005 no sólo enriquecen y precisan lo ya establecido sino que abren amplias y variadas perspectivas al proceso minero, a su amplitud física y extensión cronológica, a las técnicas laborales y medios instrumentales. La localización reciente de áreas de actividad cerca de las explotaciones documenta tanto las actividades campamentales —vestigios de los asentamientos estivales de los prospectores a 1.100 metros de altitud—, como un primer proceder metalúrgico al que se asocian las primeras cerámicas campaniformes conocidas en el cantábrico centro-occidental. La cuantiosa presencia de esqueletos humanos en las galerías prehistóricas constituye además la posibilidad de vislumbrar algunas creencias de los mineros, en particular la probable comprensión de su trabajo como el expolio de bienes subterráneos".
"El hallazgo de esqueletos en las galerías del Aramo es una circunstancia reincidente desde el descubrimiento de las labores en 1888 hasta las últimas explotaciones a mediados del siglo XX y por último, ya bajo control arqueológico, en 1987 y 2006-2007. A la interpretación primera, repetida después irreflexivamente, de la muerte por asfixia al permanecer encerrados los mineros en las labores, se oponen los hechos consignados. Un último cómputo de los hallazgos contrastados sitúa entre 22 y 29 el número de esqueletos, recuento en el que no se incluyen las referencias orales de los trabajadores del último episodio extractivo que insisten en la relativa frecuencia de la aparición de esqueletos, completos y yacentes en galerías hasta entonces desconocidas, reabiertas durante el avance industrial.A un número tan crecido de lo que en su momento fueron cadáveres humanos se suma su dispersión por el sistema minero con zonas de una discreta concentración, una distribución fúnebre poco compatible con la muerte por accidente y, desde luego, con la defunción por ahogamiento en unas labores en las que todavía hoy circula el aire con un potente flujo renovador.Los esqueletos fueron siempre hallados en exposición aérea y cuando se aportan detalles, como hiciera A. Dory en 1893, se llega a señalar la posición tendida o en cuclillas e, incluso, el que los instrumentos de percusión estuvieran junto a ellos, circunstancia que también fue destacada por el ingeniero R. Oriol tras su recorrido de los minados al aludir a “las herramientas de sílex [sic] que todavía permanecían junto a la mano que las empuñara…” (Oriol, 1893). Los esqueletos, en suma, no se hallaban en galerías hundidas, sino en ámbitos que eran transitables y que, cuando se conservan, aún lo son hoy.No hay tampoco en los casos estudiados patologías evidentes de las que se puedan inferir causas de muerte por aplastamiento, e incluso la considerable madurez de alguno de los individuos parece inadecuada para un trabajo que no sólo requería vigor, sino también una considerable agilidad.Nada tendría de extraño, como en cualquier actividad de riesgo, la muerte inesperada, pero el registro mortuorio de la mina sólo resultaría así consecuencia de una catástrofe de la que no se observa el menor indicio.Por otra parte, la hipótesis de que mina y cuerpos nada tuvieran que ver, al menos en términos amplios, considerando acaso el uso de las galerías como recinto sepulcrales en tiempo posterior, queda descartada por la cronología de los individuos que pudieron ser datados. Sus fechas C14 corresponden al mismo largo segmento temporal que conoció la actividad minera; minas y esqueletos guardan pues relaciones de contemporaneidad".
"La distribución de los esqueletos se produce además, de acuerdo con el proceso de apertura de las galerías que hemos podido reconstruir, en zonas ya explotadas, parajes mineros de raro tránsito o definitivamente marginales (lám. VI). La explotación del sector conocido como “Punto de Partida”, con su elaborada estructura de pilares y arcos, corresponde a una etapa avanzada en la historia del complejo minero en la que no se produjo ningún descubrimiento de huesos humanos. Sin embargo, en la misma época sí fueron depositados esqueletos en labores abiertas siglos antes como ocurre en el tramo alto de las labores sobre el filón “San Alejandro”. En suma, el proceso de abandono de cadáveres elegía lugares en los que ya no existía actividad extractiva ni, probablemente, visitas habituales.La serie de factores rápidamente considerada niega, en definitiva, la recreación romántica del esclavo minero abandonado a su suerte, asfixiado, encerrado en vida, de la que todavía se haría eco algún estudioso de la minería en la antigüedad.No es, consideramos, la muerte accidental lo que adquiere notabilidad en el Aramo, sino la misma presencia de los esqueletos en las galerías, circunstancia nuclear que tampoco se compadece con la hipótesis de las galerías aprovechadas como cuevas sepulcrales, elección innecesaria en un territorio donde las grandes masas de caliza de montaña ofrecen para tal uso cavidades en abundancia, diversidad formal y posiciones contrastadas de las mismas para satisfacer cualquier imposición ritual, además de ubicarse en altitudes bajas.Es la mina, en fin, la que determina la presencia de los cadáveres; la mina como espacio de relación entre los humanos y la riqueza subterránea sustraída; el lugar del conflicto entre la posesión del mineral y la conciencia del expolio. Pero hablar de expolio significa reconocer la existencia de unos propietarios despojados cuya consecuente furia debe ser temida y, si ello fuera posible, aplacada. La mitología minera universal ofrece a este respecto ejemplos muy diversos aunque compartiendo, pese a las distancias física y cronológica —en unos y otros continentes en el pasado y aún en tiempos próximos—, la necesidad de neutralizar a los poseedores de los tesoros minerales, seres del inframundo a quienes la oblación tangible puede episódicamente contentar.Ya expusimos en detalle los argumentos aquí condensados (de Blas, 2010), concluyendo en la propuesta de que los cadáveres presentes en la mina no son arbitrarios sino fruto de la imposición ritual del pacto: los cuerpos humanos como máxima entrega, ignorando, obviamente, si los cadáveres-oblación responden a sacrificios expresamente cumplidos o a defunciones por cualquier otra causa, recordando que hasta en las promesas más solemnes también se puede producir la sustitución oportunista o incluso el engaño.Con una nueva apertura a la reflexión, el estudio antropológico, incluida su caracterización genética, de algunos de los individuos encontrados en las minas revela la presencia exclusiva de varones adultos. No conocemos hasta el momento mujeres o niños. La impresión del exclusivo carácter masculino de la ofrenda se hace inevitable, quizá como testimonio de la división sexual del trabajo e, incluso, siendo lo entregado en ofrenda, al menos en apariencia, hombres fuertes y sanos, precisamente como los que podían enfrentarse al trabajo en las profundidades.Tampoco cierran el paso a consideraciones inquietantes los datos genéticos de que disponemos, bastante congruentes con la morfología craneal de lo individuos ofrendados. Tipos braquicráneos y agrupables genéticamente frente a los meso-dolicocráneos. Dos poblaciones además, y dos tiempos sucesivos: aquellos de la segunda mitad del tercer milenio; los meso/dolicocráneos ya posteriores, de la primera mitad del segundo milenio.Así pues, ¿relevo en la gente minera, pero continuidad en creencias y elaboraciones mentales? Aún se podría alimentar el campo especulativo considerando que los braquicráneos actuaron en los siglos durante los que fueron usados los campaniformes de tipo marítimo en las acampadas en el exterior de las labores".
"Entre los siglos XII y VIII a.C. el occidente atlántico europeo está inmerso en un momento cultural dinámico en el que podríamos destacar dos factores: El comercio de metales (cobre, estaño, oro, etc…) y productos elaborados de bronce, y por otro unas sociedades que, no llamaría seminómadas, pero que tampoco son sedentarias, presentando un patrón de desplazamiento por el territorio probablemente en base a una ganadería y al aprovechamiento deficitario (y hasta la extenuación) de los territorios cultivables, lo que les hace desplazarse periódicamente. Son las últimas sociedades del Bronce. Aquellas que elaboran las hachas de talón y anillas, hoces tipo Castropol, o las espadas pistiliformes.
Tanto al norte, como al sur de la cordillera vemos centros de producción minera (del cobre) y metalúrgica que no presentan grandes diferencias, en esencia, ni entre ellas ni entre los otros territorios de la fachada atlántica, más allá del dinamismo que se observa en aquellas zonas donde se produce el estaño (atlántico gallego, Bretaña, sur de Inglaterra, etc)".
"La ermita de la Santa Cruz fue edificada bajo el mandato del rey Favila en el año 737, con el objeto de venerar y guardar el símbolo del reino asturiano que acababa de nacer: la Cruz de la Victoria, que según la tradición fue estandarte de su padre Pelayo en la Batalla de Cuadonga, la cual siglos más tarde sería cubierta de chapas de oro con incrustaciones de piedras preciosas en el Castillo de Gauzón (Castrillón), bajo el reinado de Alfonso III El Magno, y trasladada posteriormente a la Cámara Santa de la Catedral de Uviéu.
El lugar escogido para levantar el nuevo templo de la Santa Cruz fue La Vega Contranquil, cerca de la unión de El Ríu Güeña a las aguas del Sella y muy próximo a la primera corte de la monarquía asturiana, así como encima de un dolmen prehistórico, un enterramiento megalítico de más de 3000 años de antigüedad, el cual sin duda sería un espacio de culto sagrado desde mucho primero de la llegada del cristianismo
Muchos años antes de esto parece ser que ya se levanta un templo en los comienzos de la evangelización de los astures y los cántabros, allá por el año 437. La consagración de los altares estuvo a cargo del "vate Asterio", según la estela de consagración que se conservaba en el templo:
"Por disposición divina vuelve a levantarse esta santa fábrica, de modesta obra, que ha de recibir las puras oraciones de los fieles.Que resplandezca con todo su esplendor este templo ante los ojos de Dios. Figura en honor de la Santa Cruz. Esperemos que a Cristo le resulte acogedora esta casa que, bajo la consagración de la Cruz, lleno de fe y de acción, le dedica su siervo Favila juntamente con su mujer Froiluba y sus amados hijos. Que Dios les conceda su Gracia en esta vida y, al final de ella, vayan a disfrutar de su divina misericordia. Aquí el vate Asterio consagró estos altares en la fachada de la sexta edad del mundo y día tricentésimo del año setecientos setenta y cinco de la Era"
Aunque varias veces se quiso traducir "vate" como "sacerdote" u "obispo", lo cierto es que se trata de un título religioso no cristiano, es realmente un cargo druídico, poeta, adivino, augur, por lo que se delata que estaríamos ante los albores de la cristianización de la zona, entremezclándose cultos y creencias. Del propio texto sacamos que la iniciativa de Favila sería una refundación de un santuario cristiano en un centro de veneración mucho más antiguo, tal y como se decía en la lápida fundacional que estaba en la primitiva ermita, destruida por las bombas de la guerra civil".
"En la guerra civil las bombas además de acabar con la ermita dejaron a la vista el dolmen del enterramiento sobre el que se erigió. Después, en 1951 se hizo una nueva capilla con planos de Emilio Antonio G. Capitel y Luis Menéndez Pidal, colaborando en ello el escultor Gerardo A. Zaragoza. El nuevo templo estaba inspirado en otras capillas rurales del mismo conceyu de Cangues, como las de Isongu y Sobrecueva. Se trata de un oratorio de planta rectangular, cabecera plana y un cabildo con escaleras, así como un altar protegido por una reja de madera. En el entorno se han hallado varias sepulturas"
"El dolmen ya aparece citado en el siglo XVI en escritos de viajeros y cronistas. La tradición asegura que allí estaba enterrado Favila y que unas xanas encantaban la cueva, así como que había un largo túnel que comunicaba el lugar, vía subterránea, con el monasterio de San Pedro Villanueva. Los primeros estudios serios fueron realizados en 1857 por M. Asas, quien lo llama "Gruta de las Hadas". Años después, en 1871 organiza excavaciones el arqueólogo Juan de la Rada y Delgado, en las que estudia el túmulo de tierra y piedras del enterramiento y la cámara funeraria o dolmen, levantando un plano tras descubrir las cinco grandes losas de piedra que lo forman, al igual que diversos utensilios y ofrendas, apuntando además que de allí se sacaron en las primeras excavaciones armas de piedra y bronce (suponemos que hachas votivas)"
"En su parte inferior posee un pequeño abrigo en el que se ubican las pinturas y grabados, manifestaciones de arte rupestre prehistórico, que consisten las más numerosas en figuritas muy esquemáticas representando seres humanos, uno de ellos con un gran bastón en su mano derecha, además de concentraciones de puntos y algunas figuras más, hoy ininteligibles, entre las cuales parece adivinarse un animal cuadrúpedo. Todas están pintadas en rojo, pero tan decoloradas, que se observan con dificultad. Su estado de conservación es deficiente, debido fundamentalmente a los efectos de la erosión y la falta de civismo de algunos visitantes. Entre estas figuras se pueden distinguir tres tipos de representaciones:
El primero se compone de esquematizaciones pintadas, concretamente series de puntaciones y antropomorfos.
El segundo, pintado y grabado, incluye al ídolo propiamente dicho y un puñal. Esta disparidad estilística y temática no es el reflejo de diferentes cronologías, dado que el conjunto parece corresponder a un mismo momento.
Ya de época moderna, se conserva un tercer grupo formado por cruces grabadas y piqueteadas (...)
Las características iconográficas del "ídolo" parecen constituir un antecedente de los "Guijarros-Estela"con representación antropomórfica de Extremadura y Portugal, insculturas con un claro sentido funerario, y la estela leonesa de Tabuyo del Monte.
La presencia de estos dos motivos, junto con las características de su ubicación ( en un destacado abrigo rocoso ubicado en un entorno consagrado en época megalítica como área funeraria ), son los factores que permiten relacionar el conjunto rupestre de Peña Tú con la presencia del enterramiento de alguna persona de relieve
os paralelos anotados abarcan una cronología comprendida entre el 1700 y el 1400 a.de.C, en el período prehistórico conocido como Bronce Antiguo.
El extraño ídolo dio pie a numerosas leyendas populares en Asturias. Una de las más llamativas versa sobre un druida. Este personaje, sabio en asuntos del cuerpo y del alma, iba paseando un día por el bosque en busca de plantas curativas y descubrió la curiosa roca. Pensó que era una señal divina, procedente de la Diosa Blanca a la que el pueblo veneraba, y en homenaje a ella, encomendaron al artista de la tribu su decoración.
Con el transcurrir incesante del tiempo, aquel ídolo, tótem, divinidad de lo humano, pasó a convertirse para nosotros en Monumento Nacional, sujeto a preservación y conservación por la Administración, una Administración que en aquellos remotos tiempos donde la sociedad era aparentemente más sencilla, estaba representada por el personaje druídico que velaba por su tribu"
"Los castros constituyen el modelo de hábitat en Asturias entre el final de la Edad del Bronce y la implantación romana. A lo largo de la Edad del Hierro se generalizan el uso del hierro y la mejora de las técnicas de cultivo. El incremento demográfico y el desarrollo de una estructuras de poder cada vez más estables impulsan la creación de los primeros poblados fortificados. La sociedad se encuentra fragmentada en pequeñas comunidades divididas en clanes.Durante la Edad de Hierro las aldeas castreñas mantienen su carácter autárquico y las defensas se muestran como el elemento delimitador más notable de los poblados y además de emblema de la comunidad los castros siguen siendo hoy en día uno de los elementos más visibles del paisaje asturiano".
"Un castro es un poblado fortificado, por lo general prerromano, aunque existen ejemplos posteriores que perduraron hasta la Edad Media en Europa y propios de finales de la Edad del Bronce y de la Edad del Hierro. Se encuentran con frecuencia en la península ibérica, en particular en el noroeste con la cultura castreña y en la meseta con la cultura de las cogotas.
La palabra castro proviene del latín castrum, que significa "fortificación militar" (de ahí viene la palabra española castrense, "relativo a lo militar").
Otro nombre con el que se conoce a los castros es oppidum (en plural oppida), en particular cuando son de gran tamaño.
El castro es un poblado fortificado que se empezó a habitar desde el siglo VI a. C., carente de calles que formen ángulos rectos y llenos de construcciones de planta casi siempre circular. Las casas más antiguas eran mayormente de paja-barro y las más recientes de mampostería. El techo era de ramaje y barro y después de varas largas. Fundamentalmente, eran estancias únicas. Se sitúan en lugares protegidos naturalmente (alturas, revueltas de ríos, pequeñas penínsulas), cerca de fuentes y terrenos cultivables y en el límite entre estos y zonas más altas de pastoreo.
Los castros estaban protegidos por uno o más fosos, parapetos y murallas que bordeaban el recinto habitado, pudiendo tener en sus accesos un torreón que controlaba las vías de entrada al mismo o en otro lugar estratégico.
En tiempo de conflictos, las gentes que vivían en campo abierto se trasladaban a estas construcciones, situadas en lugares estratégicos con el fin de garantizar su seguridad. Asimismo podían tener otras finalidades como la de control del territorio, vigilancia de sembrados, etc.
Su situación en el territorio respecto a otros castros hace pensar que existía una estrategia definida a la hora de elegir su localización, permitiendo la comunicación por señales entre ellos a modo de red defensiva.
La época de máximo florecimiento está entre los siglos IV-II a. C. y demuestran mayor contacto comercial con el exterior los del sur que los del norte, y los costeros que los del interior. El historiador Ferreira de Almeida sostiene que en la primera mitad del siglo I a. C. parece haber una multiplicación de los castros (bien por aumento demográfico, bien por otras razones). Al final de ese siglo y coincidiendo con la fase final de la conquista romana, algunos presentan indicios de destrucción de las murallas y en algunos casos de inmediata reocupación".
"Pertenece a la familia de las espadas de tipo pistiliforme con lengüeta tripartita de carácter atlántico. Sus rasgos más notables son la hoja y la empuñadura con calados en ranura y remate en talón corneado. Este arma, seguramente procedente de un enterramiento o de una ofrenda, es un testimonio de la condición de guerrero durante el bronce final. Es un objeto único en el repertorio arqueológico de Asturias.Donada en 2019 en memoria de Maximino Blanco del Dago (1949-2012)"
"La Edad del Hierro es el periodo en el cual se descubre y populariza el uso del hierro como material para fabricar armas y herramientas necesarias para el uso cotidiano. En algunas sociedades antiguas, las tecnologías metalúrgicas necesarias para poder trabajar el hierro aparecieron en forma simultánea con otros cambios tecnológicos y culturales incluyendo muchas veces cambios en la agricultura, las creencias religiosas y los estilos artísticos aunque este no ha sido siempre el caso.
La Edad del Hierro es el último de los tres principales períodos en el sistema de las Tres edades, utilizado para clasificar las sociedades prehistóricas, siendo precedido por la Edad del Bronce, así mismo la fecha de su aparición, duración y contexto varía según la región estudiada. (...)
La Edad del Hierro se dio aproximadamente cuando su producción se constituyó en la forma más sofisticada de la metalurgia. Si bien requiere una alta temperatura de fusión, su dureza y la abundancia de fuentes de mineral de hierro lo convirtieron en un material mucho más deseable y fácil de obtener que el bronce, lo que contribuyó de forma decisiva a su adopción como el metal más usado (...)
"En Europa los primeros objetos se obtuvieron por martirio, no se sabe si se los fundía o se añadía carbono, aspectos ya conocidos por los hititas. Diferentes fragmentos de hierro y puñales se han encontrado vallados en Suecia, Países Bajos, Eslovaquia y Chequia (siglos XV-XI a. C.). Luego tenemos piezas más modernas como una hoja de hierro, en el norte de Europa, año 1100 a. C. y anillos de hierro en Austria, en el 1000 a. C. Posiblemente llegaron a través del comercio con los países orientales. Teniendo en cuenta esto hay dos vías de difusión: la marítima y la continental.
-La continental: su centro de difusión fue Anatolia, Siria y Chipre. El hierro se difunde a través de los Balcanes y el Cáucaso, llegando a las islas británicas en el siglo VII a. C.-La marítima, por el mediterráneo, en la que las colonizaciones fenicia y griega desempeñaron un papel importante. Implica especialmente a los territorios ribereños del Mediterráneo, donde se implanta más rápidamente que en las tierras del norte. A Italia llega alrededor del siglo X a. C., Calabria, y un poco más tarde a la península ibérica. (...)
Algunos autores, como Vere Gordon Childe, defienden que el hierro llega por invasión de gente oriental que introducen la nueva tecnología y se asientan en castros. Otros defienden un difusionismo limitado, el cual no requiere de personas foráneas, pues el factor más importante es la difusión de las técnicas. Las personas ven las ventajas del nuevo metal y por eso lo asimilan."
"Tras este momento, a partir del siglo IX a.C. comienzan a observarse en la cultura material una serie de cambios regionales que podríamos calificar como ruptura de esa relativa unidad del Bronce. El territorio se regionaliza, o se acentúan las diferencias regionales entre determinados espacios. Uno de los factores que presentan en común todas estas zonas es que parece que las producciones de bronce, por ejemplo, adquieren un carácter mucho más local. En nuestro territorio se traduce en una producción masiva de hachas de talón y anillas cuya aleación cada vez presenta más plomo (ternarias) lo que tiene el sorprendente resultado de que son elementos inservibles para un uso práctico.
Pero lo más sorprendente, para mi, no es tanto las producciones de bronce, que al fin y al cabo siguen ciertos patrones que ya son antiguos, sino la distinta percepción del espacio por parte de estas sociedades. Comienzan a sedentarizarse, lo que hasta ahora es una completa novedad en el paisaje. Se ha especulado con que las élites que demandan los productos de lujo procedentes del comercio adquieren un cierto estatus al final de este periodo que hace que centralicen su preeminencia en ciertos espacios protegidos y en altura desde donde pasan a controlar el espacio circundante. Nacen los primeros castros.
No son los castros que vemos a mediados del primer milenio a.C. pero en esencia tienen sus características básicas. Espacios en altura, fortificados (en un primero momento con empalizadas que darán paso a murallas cada vez más desarrolladas), y sobre todo bien situados respecto a dos factores; las vías de comunicación, por las que transitan ganados y mercancías, y por otro recursos necesarios para la ganadería, como son los pastos de montaña, etc. También explotan los terrenos agrícolas circundantes".
"En esencia, esto nos dice que el patrón de subsistencia no ha cambiado tanto, pero sí lo ha hecho la relación que estas gentes tienen respecto al paisaje, como dije arriba. En las sociedades ganaderas el paisaje se articula en torno a las vías de comunicación por las que desplazarse con los ganados estacionalmente, sin un sentido cerrado de territorialidad, con pastos comunales en muchas ocasiones, e intercambios entre comunidades. Sin embargo, en este nuevo modelo, el espacio se vuelve restringido y el territorio es todo aquello que comprende el entorno del poblado fortificado, el castro, donde la población obtiene los recursos necesarios para la subsistencia. Evidentemente no es ni un cambio drástico ni total, sino paulatino. Lo vemos en la larga persistencia de patrones socioeconómicos del Bronce durante la Primera Edad del Hierro en territorios como el norte de la Cordillera Cantábrica cuya dinámica es completamente distinta a la del sur..."
"Tradicionalmente se ha venido identificando la cultura castreña con una serie de rasgos culturales que se observan en los contextos arqueológicos de la Edad del Hierro, en un territorio que podríamos definir de forma general como el noroeste de la Península Ibérica. Este territorio, poblado por etnias cuyos nombres nos han llegado a través de las fuentes clásicas y la epigrafía, ya que los pueblos que las componen carecían de escritura propia, estaría compuesto básicamente por los pueblos galaicos y astures.
De cualquier manera los límites de la cultura castreña en la historiografía contemporánea han sido objeto de redefinición en cuanto a que inicialmente se ha considerado, por parte de un grupo de investigadores gallegos principalmente, que esta cultura sólo puede ser llamada así en el territorio estrictamente galaico, que incluiría por el oeste hasta el río Navia en Asturias, el oeste de León y bajaría hasta el norte de Portugal con el Duero como límite inferior (Romero, 1976:2), y que considera los territorios astures como una zona de influencia de la cultura castreña, que también recibe influencias de las culturas celtibéricas de la meseta.
Este planteamiento simplista ha quedado obsoleto a medida que se han realizado excavaciones, tanto en territorio astur augustano (al sur de la Cordillera Cantábrica) como en el territorio transmontano (en la Asturias actual, entre los ríos Navia y Sella). Fruto de estas investigaciones se ha documentado una cultura de la Edad del Hierro entre los astures transmontanos con una gran similitud a los castros del conventus lucense, no sólo en los castros del occidente de Asturias, de ámbito galaico sino en los del centro de la región como el de Llagú e incluso en los orientales como Moriyón. (Camino Mayor, 2003:160)
Actualmente se considera que no existe una sola cultura castreña, sino que deberíamos hablar de culturas castreñas (Álvarez et ali.,2011:221) que se definen en el territorio en base al estudio de ciertos elementos arqueológicos que las definen. Por otro lado, la pretendida independencia de la cultura castreña concebida como algo exclusivamente galaico, separado del resto de la Península, carece de sentido cuanto más avanza la investigación y se constata la influencia de la Meseta, e incluso del Mediterráneo, así como del Atlántico en su territorio.
En cuanto al marco temporal veremos que los límites temporales han sido objeto de debate, sobre todo los relacionados a los momentos de fundación de los castros, teniendo en cuenta como media que los más antiguos son del siglo VII .C. el momento final de los mismos podríamos establecerlo entre los siglos II y III d.C. cuando el modo de poblamiento sufre transformaciones de calado en el territorio astur transmontano".
"El reducido tamaño de los castros, su moderada densidad de ocupación y una corta esperanza de vida perfilan una sociedad débilmente poblada, si bien parece probable la existencia de otras formas de habitación abierta y dispersa en torno a los poblados fortificados. Los vestigios materiales muestran una sociedad de base campesina, con apenas signos de jerarquía económica en lo que la dignidad, siguiendo a escritores clásicos como Estrabón, se establecía por conceptos como la edad o el honor. Es probable que todos los miembros de la comunidad contribuyesen en la construcción de las fortificaciones, en la defensa ante cualquier agresión y en todo caso, siempre en conflictos de baja intensidad basados en el pillaje o la razia ocasional"
Vasijas y fragmentos de vasijas
"El uso de este nuevo metal es uno de los factores que aceleran los cambios. La introducción de la metalurgia del hierro acelera la transición entre un mundo del Bronce al Hierro al sur de la Cordillera. Estos territorios al norte del Duero han recibido nuevas técnicas metalúrgicas procedentes del Mediterráneo a través de distintas vías. Seguramente el Valle del Ebro es una de ellas. En estos territorios, que están más en contacto con ese ámbito oriental que las poblaciones ribereñas del Cantábrico aparecen culturas como la de Cogotas en un momento temprano y posteriormente la del Soto en la primera Edad del Hierro de la Meseta Norte.
El Soto se caracteriza por poblados con casas en adobe o tapial, de planta redonda, con bancos corridos. Una cerámica característica y metalurgia de bronce y de hierro. Todo el paquete ya en torno a los siglos VIII y VII a.C. En los castros astures cismontanos, como el de Sacaojos, por citar uno de los ejemplos más reconocibles, aparece esta fase en su evolución más antigua.
Al norte de la Cordillera no hay nada similar. Bueno, en realidad autores como Jose Luis Maya quisieron ver en la Campa Torres algunas características de la cultura del Soto, pero lo cierto es que esta teoría fue duramente criticada puesto que la presencia de algunas cerámicas de estilo meseteño tampoco servían para adscribir un asentamiento a una cultura, que no aparece en el resto de castros del entorno y que además no presenta el resto del paquete cultural. Por ejemplo el hierro.
En el territorio astur transmontano el hierro se comienza a utilizar en un momento mucho más tardío, básicamente a finales de la primera Edad del Hierro, aunque se han documentado objetos, y partes de objetos de hierro en piezas de bronce (puñales, fíbulas, etc…) pero no hay constancia de su explotación y fundición, forja, etc… hasta mediados del milenio. Se acepta generalmente que entre los siglos V y IV a.C. ya hay una difusión total del hierro por la cultura de los castros astures transmontanos, con aprovechamiento minero incluido. De hecho esta es uno de los factores esenciales a la hora de elegir la ubicación de un castro en este nuevo periodo.
Por tanto, tenemos una primera Edad del Hierro en el norte del futuro conventus asturum donde prácticamente no hay hierro. En realidad lo que aparece en el registro arqueológico más bien, es un largo epílogo de la Edad del Bronce en el que poco a poco van apareciendo transformaciones paulatinas pero esenciales. Yo hablaría de tres. La primera el cambio en la percepción del espacio como tal, propiciada por el florecimiento de élites que han medrado durante el Bronce Final y que expresan en su dominio del territorio su poder. La segunda, como consecuencia de la primera es el establecimiento de los primeros asentamientos fortificados sedentarios, llamémosles castros. Se ha especulado con que sirvieran como lugar donde proteger la tecnología metalúrgica, acaparada por estas élites. La tercera la progresiva difusión del hierro en este espacio. El colapso de los sistemas comerciales del Bronce Final y la aparición de un nuevo metal, más duro, resistente y para el que no hacen falta aleaciones ni por tanto importar metales como el estaño, de la que Asturias es deficitaria, propiciarían la transición y el nuevo patrón definitivo de poblamiento.
Todos estos cambios en el norte seguro que estuvieron apoyados en las relaciones culturales y comerciales con el sur de la cordillera, donde todos estos cambios que cristalizan entre los siglos VI y V a.C. ya llevaban por lo menos dos siglos de ventaja allí.
Es un esquema muy simplificado y resumido, pero en esencia creo que queda claro por qué me parece que los astures transmontanos no tuvieron una verdadera primera Edad del Hierro, pero que es un término que nos es útil para definir un espacio temporal y de transformaciones culturales".
"Tenía entre 17 y 18 años, medía 1,60 y aparentemente un buen estado de salud. Su constitución física era fuerte. Quizá padeció algunas molestias en el hombro a causa de cargar peso. Sus piernas presentaban indicios de una buena musculatura, como la de alguien acostumbrado a caminar por un entorno de montaña similar a las laderas del Cuera. Quizá era pastora y frecuentaba los pastos en torno a la sima donde fue depositado su cadáver en un momento entre el 2500 y el 2700 a.C.
El cuerpo se encontró en una sima en Peñamellera alta el 11 de agosto de 2001 por el grupo de espeleólogos GIS de Alcalá de Henares. Tras su notificación a la comandancia de la Guardia Civil, el juez ordenó el levantamiento del cadáver, lo que provocó la imposibilidad de estudiar el contexto arqueológico como se había mantenido durante los últimos 2700 años. Aún así tras comprobar la antigüedad de los restos se desplazó allí a un equipo de arqueólogos de la Universidad de Alcalá especializado en Prehistoria.
Se reconstruyó todo lo posible el estado original del lugar gracias a las fotografías tomadas en el momento del descubrimiento y las tomadas por la Guardia Civil".
El cuerpo estaba en el fondo de la cueva, en una pequeña sal oval de un metro por metro y medio; la cubierta de sedimentos y costras calcáreas evidenciaba su antigüedad. No fue enterrada, sino que su cuerpo se depositó en este pequeño espacio, tal vez con una línea de bloques de piedra en paralelo a la pared, algo común en los cuerpos depositados en cueva en ese periodo:
La dejaron boca arriba, con los brazos flexionados y una mano sobre el hombro izquierdo. Las piernas también estaban flexionadas hacia la izquierda, como veis en la imagen. Algunas partes de su cuerpo todavía presentaban conexión anatómica".
"Su factura es común a objetos del mismo tipo encontrados en Asturias y otras partes del Atlántico europeo en este periodo. Simples brazaletes sin terminaciones destacadas más que por un adelgazamiento de la pieza. Creadas a partir de una estrecha barra de bronce, de sección cuadrangular en la terminación de una de ellas. Sin decoración. El cierre se haría ajustándolas a la muñeca sin más".
"Lo es por muchos motivos. El primero, que es de los pocos indicios funerarios que tenemos sobre el mundo funerario en el Cantábrico occidental, de un periodo clave, el de la transición del Bronce al Hierro, en el que se erigen los primeros castros del territorio.
Su buen estado de conservación permitió conocer algunos detalles cotidianos de su vida, como hemos visto. Todo lo visto en este lugar pone en evidencia una continuidad con el periodo del Bronce Final. El lugar y el modo elegidos para depositar su cuerpo siguen una tradición ya utilizada siglos antes.
Los posteriores descubrimientos como el de La Cerrosa-Lagaña parecen incidir en la persistencia de estas prácticas como apuntan los más recientes descubrimientos en la Sima. Aún así no es posible que esta sea la única forma de expresión funeraria de este periodo. Quizá habría que profundizar más en la pervivencia de modelos anteriores como la fase final del megalitismo, cuando a todas luces este periodo no es más que el epílogo del anterior".
"En Piloña tenemos la fortuna de de contar con una de las joyas de la orfebrería castreña “La diadema de Moñes”. Alrededor de este hallazgo existe la leyenda de un rico príncipe enterrado en el lugar de La Carenda (Moñes), de ahí su nombre El Príncipe Carendón, junto con un rico ajuar de oro. Cerca de allí en otro lugar llamado La Follaza se tiene noticia del hallazgo de una espada de oro con campanillas en su empuñadura, desconocemos que fue de ella
Sobre la diadema reina la controversia desde su aparición, primero se trato de situar en Ribadeo, pero los testimonios de Constantino Cabal, Julio Somoza y Martínez Hombre (este último atribuye su aparición a la voladura de varios dólmenes con la intención de allanar una finca en Moñes) no dejan lugar a dudas de su procedencia piloñesa. Y recientemente en la Historia de Asturias de KRK (Oviedo, 2005) se dice respecto al dicha diadema: “…diadema con escenas procesionales de guerreros tenida por largo tiempo como originaria del extremo occidental de la región y que resultó ser oriunda de Moñes en Piloña…” (Camino Mayor, 2005, 92)
Otro problema añadido es el de su cronología, los distintos autores que han visto la pieza no se ponen de acuerdo y el resultado es un arco temporal que iría desde el siglo VIII a. C. hasta el siglo II a. C. También se sostienen diversas teorías a la hora de adscribirla a un momento cultural concreto, influencia atlántica, mediterránea, etc. Pero no acaban aquí los problemas otro punto de discrepancia es su interpretación, unos hablan de culto a las aguas, otros de sacrificio ritual y otra postura es la de los que hablan de la representación de los honores recibidos por un príncipe guerrero en su transito al más allá.
En fin una joya arqueológica y artística piloñesa que en la actualidad, por los avatares de su historia, se encuentra desperdigada e tres museos. Una parte de ella esta en el museo de Saint Germain-en-Layne (Francia), otra en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid) y una última en el Instituto Valencia de don Juan (Madrid). Amen de otras piezas o fragmentos similares de los que desconocemos su paradero hoy en día. Si cerramos los ojos aún podemos oír los cascos de los caballos, asturcones del Sueve quizás, montados por valientes guerreros que en procesión van a rendir homenaje al poderoso caudillo piloñés, el príncipe Carendón, el día en que se dispone a transitar hacia el más allá haciendo demostración de su poder y riqueza"
"En dicha pieza se observa una procesión de guerreros tricornes que avanzan a pie o a caballo por encima del agua. Las figuras humanas vienen acompañadas por aves acuáticas y peces que probablemente sean salmones de río. Algunas figuras, que tal vez sean divinidades cornudas, sostienen dos calderos, en clara analogía con el caldero de Gundestrup, en la que se puede observar a una divinidad introduciendo guerreros muertos en el caldero que, tras ser resucitados, salen de él.
La diadema de Moñes ha sido objeto de multitud de interpretaciones. Algunos autores consideran que se trata de una escena de sacrificio (Blázquez y García Bellido) o de un culto acuático (Jordá), si bien otros autores, como Marco Simón, opinan que se trata más bien del reflejo de las creencias célticas relacionadas con el Otro Mundo.
A este respecto es de resaltar la gran cantidad de reminiscencias de mitos célticos que presenta la diadema: La figura humana cornuda sosteniendo dos grandes calderos es muy similar a aquella del caldero de Gundestrup en la que se puede observar a una divinidad introduciendo guerreros muertos en el caldero que posteriormente salen de él. En realidad, ambas escenas son reflejo del arquetipo céltico del caldero de la regeneración, que aparece en multitud de relatos tanto de la mitología irlandesa como de la galesa."
"En este sentido, uno de los dioses más importantes del panteón de Irlanda, el Dagda, poseía un caldero que tenía la propiedad de proporcionar comida inagotable y de restaurar la vida, y que fue traído por los Tuatha Dé Danann de la ciudad de Murias. El caudillo británico Bran el Bendito tenía en su poder un caldero similar que permitía resucitar la los guerreros muertos en la batalla con la particularidad de que una vez vueltos a la vida, los hombres quedaban privados del poder del habla. En el poema Preiddeu Annwfn, uno de los más antiguos del ciclo artúrico, se narra el descenso de Arturo y sus compañeros a Annwn, el inframundo galés, en busca del caldero de la abundancia, que por otra parte es el antecedente pagano del Grial de las leyendas artúricas."
"En este sentido, en la mitología galesa se recoge el mito del caldero de Cerridwen. Ésta era una bruja galesa, que tenía un hijo, Morfran, de aspecto desagradable al que quería otorgar el don del arwen, la inspiración universal. Para ello preparó una pócima y ordenó al niño Gwyon Bach que lo cocinase durante un año. La mano de éste fue salpicada por tres gotas hirvientes del líquido mágico, y tras lamerse la mano adquirió el conocimiento pleno. Cerridwen, furiosa, persiguió a Gwyon durante una ajetreada cacería en la que el niño asumió diversas formas. Finalmente Cerridwen dio caza a Gwyon y lo devoró, tras lo cual lo albergó en su vientre durante nueve meses hasta que dio a luz a un hermoso niño, el futuro bardo Taliesin.
En la mitología asturiana existe una historia similar, relativa al cáliz que se alberga en la iglesia de Santiago d'Aguinu, en Somiedo. Originalmente, dicho cáliz pertenecía a una xana, que vivía en una de las fuentes de la parroquia. Un día, un pastor, atraído por el brillo del oro, le arrebató el cáliz y escapó corriendo. La xana fue tras él y comenzó a rodearlo de una nube negra, espesa y mágica. Entonces, cuando estaba ya a punto de alcanzarlo el pastor se encomendó a Santiago de Aguinu diciendo "¡Santiagu d'Aguinu valmi, que pa ti ye lo que quiero!". En ese momento la xana se detuvo y exclamó: "Porque dixiste eso, sinón el mayor piazu que quedaría de ti nun sería más grande que la cabeza d'un anfiler". Según la interpretación que Constantino Cabal e Ignacio Abella dan a este mito, en esta historia se trasluce, como en la de la bruja Cerridwen, el despedazamiento y renacimiento míticos del pastor en la matriz representada por el seno del caldero, en un procedimiento que es abortado felizmente por la intervención del santo".
"Además del caldero, otro motivo muy común en la mitología celta que aparece en la diadema de Moñes es el de los pájaros del Otro Mundo: dichos animales son a menudo mensajeros del Más Allá y encarnación de criaturas feéricas y aparecen en multitud de historias como la Enfermedad de Cú Chuláinn, en la que el héroe dispara accidentalmente a dos cisnes que resultaban ser sidhe (hadas) disfrazadas, o los viajes de San Brandán y Mael Dúin a las Islas del Paraíso, en una de las cuales se topan con pájaros que son encarnación de ángeles caídos o difuntos recién salidos del Purgatorio. En el folklore bretón y en el gallego se recogen historias de monjes (Yves, Ero de Armenteira) que, buscando alcanzar el Paraíso, entran en éxtasis al contemplar un pajarillo, y permanecen en ese estado durante siglos. La vinculación entre los pájaros y el Más Allá está presente en la mitología asturiana, en la que las cornejas y los cuervos son mensajeros de la muerte, y las lechuzas (coruxas) son aves en las que se encarnan las brujas"
"Además de los pájaros y los caballos, se distingue en la diadema la presencia de peces de tamaño mediano que la mayoría de los especialistas han identificado con salmones de río. Dicho pez es protagonista de uno de los mitos más fascinantes contenidos en el Ciclo de Leinster: El del Salmón del Conocimiento. Según la tradición, en las fuentes del río Boyne existía un estanque mágico que estaba flanqueado por nueve avellanos que representaba al Árbol del Conocimiento. Un salmón aleteaba en el estanque, y se decía que aquel que capturase el salmón inmediatamente después de que éste hubiera comido una de las avellanas mágicas se haría con el conocimiento universal. El druida Finneces esperó pacientemente durante siete años hasta que tuvo lugar el feliz suceso, pero cuando estaba cocinando el salmón, el joven Fionn se acercó a él y comió accidentalmente una porción de su piel, lo que le proporcionó el imbas forosnai, el don de la inspiración.
Es de resaltar el hecho de que toda la escena tiene lugar en un ámbito acuático, y en este sentido Procopio de Cesárea (IV, 48-57) narraba que era creencia entre los galos que el último viaje se realizaba a través del agua. En las tradiciones paganas irlandesas, el destino de las almas los muertos era atravesar el mar hasta llegar a Tír na nÓg, la tierra de los bianaventurados, cuyo color era el verde, que en la cultura celta es el color del inframundo. En la mitología bretona se recoge el supuesto de la Bag Ann Noz, la barca de noche, que transportaba las almas de los difuntos hasta el Más Allá. En Galicia, las creencias que rodean el santuario de San Andrés de Teixido no son más que reminiscencias de la antigua cosmovisión céltica que consideraba el Cabo Ortegal como el lugar donde se acababa la tierra y donde las almas embarcaban con destino al paraíso"
Joyas ceremoniales y adornos, como los célebres torques de cuello
"Unos años antes del cambio de Era, Roma conquistó los finisterres cantábricos y las tierras asturianas fueron ocupadas por los ejércitos del emperador Augusto. Bajo su dominio se produjo una auténtica articulación del territorio con la creación de núcleos urbanos y rurales conectador por una extensa red viaria. El beneficio de las minas de oro centró los intereses de Roma en el sector occidental de la región, cuyos yacimientos fueron explotados a gran escala. Se desarrollaron nuevas actividades económicas y comerciales que impulsaron la transformación de los usos y costumbres de una población de larga tradición minera y campesina. La presencia romana en Asturias supuso la entrada de nuestra región en las esferas culturales del mundo clásico."
"A finales del siglo I a. C. Roma logró conquistar todas las tierras de la Península Ibérica. Motivos de carácter político, militar, estratégico y económico determinaron las acciones bélicas de Augusto contra cántabros y astures, los últimos pueblos de Iberia todavía no sometidos. Un numeroso ejército se adentró a través de las cumbres de la cordillera cantábrica hasta dominar los territorios vecinos al mar Cantábrico. Seña inequívoca del poder romano instalado en la región fue el monumento dedicado a Augusto en el castro de la Campa Torres, Su inscripción posee un gran valor simbólico, y formaba parte de una torre que actuaría también como faro señalizador del puerto gijonés."
Monedas, cerámica, tachuelas de calzado legionario, azada, semillas...
La inscripción dice así:
IMP.CAESARI.AVGVSTO.DIVI.F.COS.XIII.IMP.XX.PONT.MAXPATR.PATRIAE.TRIB.POT.XXXIIISACRUM
"Al emperador César Augusto, hijo del Divino [César] tres veces cónsul, emperador con veinte salutaciones imperiales, pontífice máximo, padre de la patria, treinta veces investido con la potestad tribunicia (Cneo Calpurnio Pisón, hijo de Cneo, legado propretor) consagró este monumento".
Realmente el nombre de Cneo Calpurnio Pisón fue borrado al caer en desgracia, así nos lo explica el periodista Javier Neira en el periódico La Nueva España del 6-2-2009 con el artículo El ara sextiana cumple 2.000 años, en el que repasa los avatares de la pieza original:
"Francisco Manzanares, hijo de Joaquín y actual director del Tabularium, mostró ayer a LA NUEVA ESPAÑA la magnífica lápida de mármol de 2.700 kilogramos de peso que se conserva en Oviedo, en su museo, y explicó los mil avatares que ha atravesado.
"El estudio del ara sextiana -denominación discutible aunque comúnmente aceptada- se debe a Francisco Diego Santos, nonagenario historiador que ha analizado prácticamente todos los epígrafes asturianos y que la llama lápida de Augusto. La inscripción se realizó en honor del emperador, que acababa de sofocar a los últimos rebeldes asturianos. Dice que estaba en «tribunicia potestad XXXII sacrum» que corresponde al año 9 de nuestra era, así que hace exactamente dos mil años fue esculpida.
La lápida estaba en el cabo Torres -sobre el actual puerto del Musel- donde había dos importantes edificaciones romanas. Es una dedicatoria de Cneus Calpurnius Piso, el gobernador de la provincia Tarraconense a la que pertenecían los territorios de los astures, al emperador. Como el gobernador, después, participó en una conspiración que le costó la vida a Germánico, su sobrino el emperador Tiberio decretó una «damnatio memoriae» y fue borrado el nombre de Cneus de todas las inscripciones. También del ara sextiana, las señales de la censura son evidentes.
La lápida reaparece en función de altar en una capilla «entre Carreño y Candás», según anota Tirso de Avilés «cerca del río Aboño y del mar». Se supone que fue arrojada desde la Campa Torres. El padre Carballo y Constantino Cabal también la citan en ese paraje, en la capilla de San Juan. A mediados del siglo XVIII es trasladada, según Julio Somoza, a la capilla de Santa Clementina de la casa que tenían en Carrió los condes de Marcel Peñalba. Ahí la cita a su vez Jovellanos. Y en 1894 se traslada a Luanco. Estuvo instalada en el huerto de Atanasio Ávila y después en el rellano de la escalera de su casa, «ahí estaba cuando en 1960 la compró mi padre», según recordó ayer Francisco Manzanares.
El ara sextiana o lápida de Augusto mide 1,66 centímetros de largo, 80 centímetros de alto y 50 centímetros de fondo. Cada letra tiene una altura de 12 milímetros".
Una de las causas principales de la conquista romana fue la abundante existencia en territorio astur de minas de oro, que es a lo que está dedicada la siguiente sección:
"Augusto estableció el oro y la plata como patrón del sistema monetario. Los abundantes depósitos auríferos del occidente de Asturias adquirieron un extraordinario interés para Roma. Las comunidades castreñas, experimentadas en la explotación del oro, desempeñaron un papel esencial en el desarrollo de la actividad minera a gran escala. El oro, sedimentado en los depósitos fluviales (yacimientos secundarios) o mineralizado en roca (yacimientos primarios), se obtenía mediante intensas labores al aire libre o a través de galerías y pozos subterráneos. Hoy todavía son reconocibles centenares de minas, así como los canales y depósitos de agua utilizados en el abatimiento de la roca y la recuperación del mineral".
Para una verdadera explotación industrial se aplicó en la minería la técnica del ruina montium o arrugia, consistente en perforar grandes galerías en las montañas auríferas, a las cuales prendían fuego y, con agua embalsada y canalizada la dirigían a su interior. La diferencia de temperatura era tal que se provocaba una reacción explosiva que hacía desmoronarse la montaña en sus cimientos. Después, tocaba el lavado del mineral para extraer el oro. La técnica, si bien se pensaba romana, era en realidad empleada ya por los astures antes de la conquista, leemos en Wikipedia:
"Ruina montium o cortas de minado era un sistema de minería usado en la Antigua Roma. Se basa en la fuerza del agua para derrumbar extensiones amplias de montaña y fue descrito por el historiador Plinio el Viejo.
Técnica
Mediante este sistema los mineros excavaban galerías verticales de donde en diversos puntos partían otras horizontales y ciegas. En un momento dado, se soltaba en tromba a través de ellas agua, que previamente había sido acumulada en depósitos y presas, lo que provocaba la compresión del aire atrapado en su interior y hacía explotar el conglomerado de arcilla y roca que formaba la montaña. La masa de lodo obtenida se conducía por gravedad hasta los canales de lavado y filtrado. Los canales de filtrado eran estructuras de madera en las que se hacía pasar la masa resultante, una vez extraídos los cantos rodados, que se amontonaban formando lo que hoy conocemos como "murias" o "pedreiras", y se obtenía el oro a través de filtros realizados con ramas de brezo. Se precisaba de una gran cantidad de agua que se recolectaba por los alrededores mediante grandes infraestructuras hidráulicas y, así, en Las Médulas hay más de 400 km de canales con algunos de más de 100 km, y siempre a una altura superior a la de la explotación.
Tradicionalmente esta técnica fue atribuida a la ingeniería romana; sin embargo, el estudio de diversos castros astures cuyos materiales se adscriben únicamente a la Edad del Hierro (Castro de Ceruñales, Noceda del Bierzo, La Cogollina, Teberga) y cuyas defensas han sido excavadas mediante la técnica de Ruina Montium, permiten hoy día afirmar que se trataba de un sistema prerromano y tradicional de la minería de los astures.
Fue muy usado en la zona de Las Médulas, España, cuyo paraje ha quedado marcado con una singular y única forma a raíz de las obras realizadas bajo el dominio romano".
Estelas funerarias de la época, pervivencia de estructuras autóctonas ahora bajo administración romana:
"Tras la conquista romana y hasta el siglo III d. C. el poblamiento castreño de la Asturias occidental y la minería aurífera formaron parte de una misma realidad. El castro perdura como asentamiento preferente si bien mudando su naturaleza, en un origen defensiva, autárquica e igualitaria, por otra dependiente de la administración imperial. Roma propiciará el ascenso social entre las comunidades indígenas de determinados grupos familiares como representantes de su poder"
Pasillo adelante continuamos la visita por el museo
A la derecha, echamos un vistazo a las monumentales escaleras. Fijémonos en el gran óculo que da a la calle San Vicente y que proporciona buena luz natural
Este claustro alto forma parte de las obras de Juan de Cerecedo el Viejo y, a su muerte, de su sobrino Juan de Cerecedo el Mozo en la segunda mitad del siglo XVI
"Documentos gráficos excepcionales que ilustran los mecanismos que utilizó Roma en el proceso de integración de la poblaciones locales tras la conquista de los astures.El edicto de Bembibre recoge las medidas adoptadas por el emperador Augusto en relación con las poblaciones recién sometidas, premiando a los grupos que le fueron fieles durante la conquista y la organización del territorio.El pacto de hospitalidad de los Zoelas muestra un acuerdo, renovado a lo largo del tiempo, entre grupos gentilicios que buscan consolidar su posición de poder ante los romanos.En ambas inscripciones de pone de manifiesto el interés de Roma por relacionarse con las comunidades locales a través de los grupos de poder de cada territorio, estableciendo así las bases sociopolíticas y fiscales de cada civitas".
El cabildo catedralicio la consideraba muy suntuosa y que el tañido de sus campanas impedía celebraciones religiosas en la Capilla del rey Casto.
Tras la intervención de la Casa Real, se procedió a cerrar los vanos sur que daban a la Capilla del rey Casto , pero hubo otras medidas decretadas a las que las monjas hicieron "oídos sordos" (hacer más baja la torre no renovar sus campanas...)
Encima las monjas "contestaron" al Cabildo catedralicio coronando la torre con una aguja gótica similar a la de la Catedral (en lugar de las bolas proyectadas por el arquitecto Melchor de Velasco) generando cierta rivalidad en su época".
Fijémonos en la diferencia de estilos entre el claustro alto y el claustro bajo aún hechos en la misma centuria
"Pintaius, hijo de Pedicilio, astur transmontano, del castellum intercatia, portaestandarte de la cohorte quinta de los astures, muerto a los 30 años, tras seis de servicio militar. Sus herederos se encargaron de hacer el monumento."
"A mediados del siglo I d.C, el Cantábrico se configura como un nuevo mar romano, ruta de tránsito entre el Atlántico Norte y el Mediterráneo. Desde Roma o Aquitania, las mercancías arribaban a los puertos cantábricos. Productos del Valle del Ebro, la Meseta, Lusitania o de la cercana ciudad de Lucus Augusti (Lugo) llegaron a Asturias por vía terrestre".
Y ahora y también a nuestra derecha, un inciso en la 'romanidad', asomándonos a esta puerta, justo antes de la del arco de medio punto a la que antes nos referíamos
Es la recreación de la celda de quien fuera abad durante treinta años de este monasterio, el erudito pionero de la Ilustración, el Padre Feijoo, Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro, del que tanto hemos hablado al pasar por la plaza de su nombre en la correspondiente entrada del blog
La civitas de Gijón/Xixón (antaño mal interpretada como la Gigia de Ptolomeo), su muralla y diversos hallazgos de época romana
Las paredes de una casa principal, las paredes se pintaban con colores muy vivos según el estilo de aquel tiempo
Pasamos al siguiente expositor
Nos detenemos ante los textos dedicados a las villae como unidad de población rural y explotación agraria
Villas romanas confirmadas y posibles en Asturias
"El descubrimiento de la Villa Romana de Andayón, también conocida como la villa de La Estaca, se produjo en 1958, cuando vecinos locales, durante los trabajos de apertura de un camino para vehículos entre Andayón y La Estaca, encontraron accidentalmente un mosaico romano. Este hallazgo fortuito ocurrió en el concejo de Las Regueras, una zona de la parroquia de Biedes con tierras fértiles que, en la antigüedad, servía como escenario ideal para la explotación agropecuaria romana. La villa se situaba en el paraje conocido como El Pedregal, concretamente en el Prao Samartín, una localización que más tarde se incluiría en la Carta Arqueológica del concejo de Las Regueras.
El mosaico romano fue el primer indicio sólido de que esta zona había sido habitada por una familia romana acomodada. Aunque ya había rumores y noticias previas sobre la posible existencia de una villa romana en la región, este hallazgo confirmó las sospechas. En abril de 1959, la villa fue visitada por el arqueólogo José Manuel González, el secretario de la Comisión Provincial de Monumentos, Joaquín Manzanares, y el párroco local, Celso Díaz. Este grupo reconoció la importancia del hallazgo y, a principios de 1961, el Servicio de Investigaciones Arqueológicas de la Diputación Provincial de Oviedo, bajo la dirección del arqueólogo Francisco Jordá, emprendió los trabajos de documentación del mosaico.
Los estudios iniciales del mosaico incluyeron fotografías y un dibujo detallado realizado por el arquitecto Magín Berenguer, que proporcionó una primera visión del diseño geométrico del mosaico. Posteriormente, este fue extraído de su ubicación original mediante un proceso cuidadoso que lo dividió en varias piezas más manejables, que fueron numeradas y almacenadas en el Museo Arqueológico de Oviedo. Allí permaneció durante varias décadas, sin ser exhibido, hasta que en 2011 se decidió restaurarlo y exponerlo en el renovado Museo Arqueológico de Asturias. El mosaico, tras su restauración, ha permitido a los expertos establecer una cronología probable de la villa entre finales del siglo III y principios del siglo IV d.C..
Este primer descubrimiento, aunque importante, no fue seguido por excavaciones sistemáticas inmediatas. Sin embargo, la documentación recogida en aquel momento y el traslado del mosaico al museo fueron fundamentales para preservar el arte decorativo de la villa. Este mosaico es el primer indicio del lujo y sofisticación que caracterizaba a la Villa Romana de Andayón, un aspecto que sería confirmado por futuros hallazgos en el sitio".
"A pesar de la importancia del descubrimiento inicial en 1958, no fue hasta muchos años después, durante las obras de ampliación de la carretera local que conecta Andayón con La Estaca en 2013, cuando se realizaron nuevas excavaciones arqueológicas en el área. Estas intervenciones, motivadas por la necesidad de supervisar los trabajos de construcción, permitieron ampliar significativamente el conocimiento sobre la villa. Los arqueólogos encontraron nuevas estructuras subterráneas que no habían sido documentadas en las excavaciones previas de los años 60.
Una de las revelaciones más sorprendentes fue la aparición de nuevas estancias pavimentadas con opus signinum, un tipo de revestimiento que utilizaban los romanos para crear suelos impermeables, muy utilizado en las villas de esta época. Estas estancias mostraban características propias de las villas romanas de lujo, lo que indicaba que la villa no solo era un centro de explotación agrícola, sino también un lugar de residencia señorial con todas las comodidades de la época."
"Los colores predominantes eran tonos ocres, rojos y negros, aplicados sobre una base de mortero. Estas decoraciones son indicativas de un tercer estilo pompeyano, que era popular en las provincias del Imperio Romano entre los siglos II y IV d.C.
El hallazgo de las estructuras adicionales sugirió que la villa era más extensa de lo que se había pensado originalmente, con múltiples habitaciones decoradas y conectadas por pasillos. Estas nuevas estancias probablemente tenían una función residencial, albergando a la familia del propietario y posiblemente a trabajadores y esclavos que se encargaban de las labores diarias de la villa. También se descubrieron cimientos y restos de suelos, lo que permitió a los arqueólogos realizar un análisis más profundo de las técnicas de construcción utilizadas en la villa.
En cuanto a la conservación de los nuevos hallazgos, los arqueólogos decidieron realizar una intervención de consolidación de los muros y suelos localizados para garantizar su estabilidad y evitar su deterioro mientras se preparaban futuros proyectos de excavación. Los trabajos de limpieza y consolidación de las estructuras incluyeron la eliminación de raíces, piedras sueltas y otros elementos que podrían afectar la preservación de los restos arqueológicos. Además, se aplicaron técnicas químicas para limpiar los fragmentos de pintura mural y se utilizó resina acrílica para consolidar las capas pictóricas que aún permanecían en los muros".
"Uno de los descubrimientos más fascinantes realizados durante las excavaciones en la villa fue la identificación de nuevas decoraciones murales y, sobre todo, un segundo mosaico que, aunque menos espectacular que el encontrado en 1958, revelaba un espacio que probablemente desempeñaba una función importante dentro de la villa. Este mosaico estaba ubicado en una estancia más modesta en comparación con la sala principal, pero su existencia confirmó que la villa tenía varios espacios decorados con lujo, lo que sugiere que los propietarios no solo vivían en la villa, sino que también recibían a invitados y organizaban eventos sociales en su interior.
El segundo mosaico y las pinturas murales recuperadas destacan por sus motivos geométricos y colores vibrantes. El esquema decorativo más frecuente en los mosaicos y las pinturas de la villa es el uso de peltas, un motivo ornamental geométrico muy común en la decoración romana desde el siglo I d.C. En este caso, las peltas estaban organizadas en patrones alternos con triángulos y líneas quebradas que enmarcaban estrellas de ocho rombos. Este tipo de diseño era utilizado para adornar espacios representativos como los oeci, o salas de recepción, lo que indica que los mosaicos y las pinturas no solo cumplían una función decorativa, sino también simbólica, destacando el poder y el estatus social del propietario".
Los famosos nudos, rombos, entrelazos y zigzags que en origen tuvieron un significado mágico-religioso o similar pero pasaron a recursos decorativos, pero más que elementos ornamentales se localizaron en la villa:
"Además de los hallazgos decorativos, las excavaciones revelaron elementos arquitectónicos importantes, como hornos de cal utilizados para la producción de materiales de construcción. Esto sugiere que la villa no solo dependía de su propia producción agrícola, sino que también podía estar implicada en la fabricación de cal para sus propias construcciones o incluso para otras villas cercanas. Esta autosuficiencia era característica de las villas romanas, que combinaban la producción agrícola con la manufactura y la gestión de recursos locales.
Otro aspecto interesante es la posible existencia de un estanque o piscina en la villa, lo que indicaría que los ocupantes no solo trabajaban en el campo, sino que también disfrutaban de comodidades propias de las clases altas romanas, como instalaciones de ocio y recreación. Estos elementos muestran que la villa estaba equipada no solo para la vida diaria, sino también para el disfrute y la representación del estatus social de su propietario".
"Las excavaciones realizadas en la Villa Romana de Andayón han sido fundamentales para reconstruir cómo era la vida en esta zona rural de Asturias durante la época romana. La calidad de los materiales encontrados, desde los mosaicos hasta las cerámicas y los fragmentos de pintura mural, subraya el carácter señorial de la villa, que debía pertenecer a una familia romana de cierto poder y riqueza. Además, el hallazgo de artefactos personales como monedas y herramientas ha permitido a los arqueólogos establecer con mayor precisión las fechas de ocupación del sitio y las conexiones comerciales que los habitantes de la villa mantenían con otras partes del Imperio Romano.
El reciente descubrimiento de nuevas estancias y estructuras en 2013 ha ampliado el conocimiento sobre la extensión y la complejidad de la villa, y ha dejado claro que todavía hay mucho por descubrir en este yacimiento. Con la declaración de la villa como Bien de Interés Cultural (BIC) en octubre de 2024, se espera que el sitio reciba más recursos para su conservación y que las futuras investigaciones puedan revelar más detalles sobre cómo los romanos vivían, trabajaban y se relacionaban en esta parte de la Península Ibérica.
El futuro de la Villa Romana de Andayón parece prometedor, ya que el estatus de BIC asegura que se destinarán recursos a su estudio y preservación, y que más personas tendrán la oportunidad de conocer este valioso legado. Las nuevas intervenciones arqueológicas podrían ofrecer más detalles sobre la organización de la villa, sus conexiones con otros asentamientos romanos en Asturias y su función dentro de la economía regional.
En resumen, la Villa Romana de Andayón es un ejemplo excepcional de la presencia romana en el noroeste de España, y los hallazgos realizados hasta ahora nos han proporcionado una visión fascinante de la vida en esta parte del Imperio. A medida que continúan las excavaciones y los estudios, es probable que se descubran más detalles que completen nuestra comprensión de este lugar tan importante en la historia asturiana".
Materiales descubiertos en algunas villae
En el suelo, otro hermoso mosaico, más pequeño que el anterior dado que es una porción del original que es mucho mayor, el de Mamorana, en La Vega'l Ciegu (Lena/L.lena y paso del Camino del Salvador); a este le dedica su artículo el erudito profesor Julio Concepción Suárez en su blog:
"En la "Villa Memoriana", el pueblo de Mamorana actual, se descubrió en 1921 el mosaico famoso: un mosaico hoy en una tierra de semar.
Resulta de especial interés el caso del Mosaico Romano, situado en una derivación de la vía romana que procede de la Legio VII Gemina (León) y continuaba a Lucus Asturum (Lugo de Llanera). El mosaico se halló ocasionalmente labrando las tierras del Fabón y La Barrosa, La Foxaca, Cortinietsas, L'Ablenu, la iría Vidriales..., bajo la villa acual de Mamorana, justo sobre La Vega'l Ciegu y las vías del tren. Se trata de un polícromo entarimado de baldosas combinadas, que forman varios grabados (aves, peces, panes...), hoy en el Museo Arqueológico de Oviedo.
Los lugareños todavía recuerdan hoy la excavación por aquellos años cincuenta cuando contemplaron perplejos aquel pequeño tesoro escondido bajo las tierras de semar patatas, maíz, arveyos... Y lamentan que durante tantos años hubieran estado pasando la reya del aréu y el setsuru de la cambietsa.
Pero, una vez rellenadas las excavaciones, se volvieron a semar patatas y arveyos como si nada hubiera ocurrido.
Nos describen con detalle aquellos vecinos y vecinas de La Foxaca el diseño enterrado en el suelo que albergaba el mosaico: una serie de pequeñas paredes de sólidos ladrillos, en tonos rojo oscuro-intenso, a un metro de la superficie de las güertas.
Las paredes estaban unidas por fuertes esquinas de piedra talladas con cuidado. Según los vecinos, sólo se excavaron unos 25-30 m cuadrados, cuando aquellas güertas, donde sigue saliendo ladrillos, tienen unos 3000. Sólo se excavó lo justo del entramado de l mosaico.
En 1921 el mosaico fue descubierto por por los labriegos de la finca, pero no se investigó hasta 1951, razón por la que se fue deteriorando bastante: por los araos, la erosión, los trozos arrancados, la intemperie... En esta fecha fue trasladado al Museo Arqueológico de Oviedo, donde se conserva hoy, una vez restaurado, recomponiendo y pintando las partes más deterioradas
Datos del Mosaico.
El Mosaico tiene unos 36 m cuadrados (6 m por cada lado), y podrían ser el patio de alguna estancia señorial de la Villa del Sr. Memorius, una habitación, el baño... Tiene un firme de hormigón de ladrillo y cantos rodados del río, y varias capas de cal sobre las que se asientan las teselas, en variedd de colores: son blancas, moradas, negras, amarillas, rojas, dentro de un contorno ajedrezado. Con diversos motivos: peces, pájaros, flores, jarrones, cruces, estrellitas, figuras zoomórficas...
El conjunto podría ser la mansión señorial. Según algunos arqueólogos se calcula que puede ser de los ss. III-IV, por el estilo que ofrecen. Las gruesas paredes indicarían que encima había otro ediificio. Y los pequeños cuadrados de cerámica brillante (las teselas) quedan ensambados y enmarcados por una especie de orla de diminutas cuadrículas también.
Descripción del Mosaico por Cayetano y Valentín del Rosal:
"El mosaico se halla formado por piedrecitas de barro cocido, de forma cúbica de un centímetro escaso de arista. Los colores son el negro, el blanco muy puro, el amarillo, el color de rosa, el rojo en diferentes tonos, el morado y un pardo oscuro, como de las pastillas de chocolate.
El dibujo del mosaico formaba un gran cuadro, que cubre toda la habitación, orlado por una gran cenefa o marco de 60 centímetros de ancho, a dos colores, morado y blanco, formando combinaciones de cuadritos de tamaño y forma semejante a los tableros de ajedrez.
El espacio comprendido dentro de ese marco se halla igualmente dividido en cuadros de unos cincuenta y cinco centímetros de lado, por hermosísimas grecas a tres colores, formando un entretejido de líneas rectas y curvas caprichosas.
Cada uno de estos cuarterones encierra un dibujo admirablemente terminado y todos son diferentes. Unos representan esbeltos jarrones a cuatro o cinco colores, cuyas asas y líneas recuerdan las formas griegas. Otros figuran estrellas, medallones, flores también policromadas, etc.
El pavimento del recinto se halla suavemente inclinado hacia uno de los lados y tiene canales de entrada y salida para el paso de aguas, que en otro tiempo debieron correr por allí y el tapiz del mosaico que lo cubre se halla en bastante buen estado de conservación.
La gran extensión de estas inexploradas ruinas, el considerable número de paredes subterráneas y varios otros indicios obligan a sospechar la existencia de otros diferentes mosaicos y de otros objetos que pudieran tener gran valor arqueológico y artístico".
Y de La Vega'l Ciigu, al Museo Arqueológico de Oviedo
El traslado del Mosaico desde el lugar de origen hizo desaparecer el tono brillante y reluciente que nos cuentan los privilegiados que contemplaron la excavación "con el sol, aquellos cuadrinos cegaban la vista al mirar pa ellos" -nos dicen los vecinos. En la reconstrucción ovetense posterior el brillo casi ha desaparecido. Tal vez de ahí el nombre de Vidriales que lleva una de las fincas. Junto al Mosaico se encontró también un pequeño puñal.
Y los ladrillos que salen, al pareón o a la reguera....
Pero el contorno próximo del yacimiento arqueológico ofrece otros datos complementarios. Por ejemplo, en la misma finca se siguen encontrando canales con ladrillos, que los arados, cada vez más profundos, de los tractores sacan a la superficie en forma de trozos sueltos.
Y los que nadie se lleva como recuerdo "tirámoslos a la reguera a cestonaos" -nos dice preocupado un vecino. ¡Qué yos-vamos a facer...! ¡Ye una pena, pero tenemos que semar las güertas...!
Fuera de la finca del Fabón, en La Teyera, se descubrió un forno de teyera semienterrado, con abundantes restos de cerámica rota, ya apelmazada con barro y tierra. Tal vez el forno de la cerámica.
Y junto al Fabón sigue el llamado Puente Romano de La Foxaca, que de romano ya no tiene más que el nombre, claro: un sólido puente de medio arco, con sólidos cimientos de piedra sillar, pero casi completamente reconstruido en ladrillo. Con él se salvaba el profundo vado de la reguera encajonada entre el arbolado y las fincas. Sobrevive, de momento, el nombre. En todo caso, El Puente La Foxaca sería transformado muchas veces en tantos siglos, hasta llegar a la situación actual, irreconocible ya.
Ecología rural del Mosaico.
Actualmente la tierra del Fabón sigue ofreciendo cada primavera nuevos vestigios a flor de tierra, cada vez que el arado del tractor vuelve sobre los mismos pasos. Siguen apareciendo ladrillos en tamaños diversos y grosores (algunos de 40 x 40 cm), algunos cos signos diversos de difícil interpretación.
Y siguen apareciendo trozos de cerámica rota. Todos tienen el mismo destino: el pareón de las fincas, las vitrinas de los aficionados o la reguera. Como estorban pa semar... ¡Un mosaico bajo una tierra de patatas, arveyos, fabas prietas...!
En cuanto al topónimo, no hay problemas: el posesor de la villa Mamorius, más sufijo -ana, con el sentido de 'pertenencia'. El posesor de la villa.
Situación del entorno actual de la villa: el deterioro ecológico, otra vez.
Lamentablemente, llegaron más obras al entorno del mosaico, y el espacio circundante de estas corre peligro inminente de un deterioro irreparable. Toda la zona entre el descubrimiento del mosaico y el pueblo de Mamorana está siendo expropiada y arrasada por las máquinas de la llamada variante de Pajares (AVE). Como no se ha investigado nada más desde los años 50, todos los otros posibles restos que pueden sobrevivir bajo las tierras sembradas o los praos de alreor, corren el peligro de ser engullidos bajo las garras de los bulddozer sin que nadie se entere.
De un lado, se va a realizar el túnel pocos metros más arriba del Fabón y Vidriales; de otro, se están vertiendo escombros que invadirán poco a poco las zonas llanas en torno al mosaico anterior. Finalmente, todos los restos que ahora se superponen por los pareones de las fincas serán objeto de verdaderos saqueos para llevar a la vitrina de casa, como tristes símbolos de lo que fue la indiferencia cultural por los políticos responsables de turno (lenenses y no lenenses) en estas últimas décadas.
En definitiva, el silencio programado sobre el hallazgo del mosaico supone un pésimo ejemplo educativo para los escolares, estudiantes, turistas..., en un momento en que se dice que en este país se lee poco, se escribe menos y casi no se investiga (por lo menos, el patrimonio rural). Como lo dice el informe PISA europeo, algo habrá de todo ello. Pero con la destrucción de lo que hay a la puerta casa, pocos trabajos podrán hacer los escolares en Historia, Arte, Ecología, Tecnología..., que no sea con el 'recorta y pega' de interné tan criticado.
Un pésimo ejemplo de desprecio por la investigación de este entorno rural de Mamorana, nada constructivo. Por lo menos habría que investigar la arqueología de la zona antes que las máquinas terminen por uniformar todo bajo el cemento o los escombros. Y sólo es un ejemplo".
Pantalla de vídeo y más estelas
Estela de Domicio Flavo
En los carteles, ficha de cada estela con su origen, pertenencia (nombre de la persona a la que está dedicada y de los dedicantes) y traducción. A la izquierda mapa de estelas y divinidades en ellas mencionadas
Estela de Cantia
Mapa de yacimientos
"... inscripción desarrollada sobre dos piezas de pizarra descubierta en el lugar de Carrio, en el concejo asturiano de Villayón. Por el tipo de letra, similar a las pizarras de Salamanca y Ávila, fue relacionado por Gómez Moreno con lo primitivo mozárabe. Está datada en torno al año 750.
Texto de carácter mágico que evidencia el vigor con que pervivían creencias ancestrales en los albores de la Edad Media. De su vigencia aún en el siglo VI da cuenta el subsidio práctico De correctione rusticorum, de San Martín de Dumio, en el que se compendian las tradiciones paganas a enmendar. El valor reconocido a la roca como hito litúrgico evoca el destacado papel otorgado también a la gran roca que presidía el recinto de la Acrópolis del Chao Samartín, primera delimitación monumental del asentamiento establecido a fines de la Edad del Bronce.
La reproducción de la pieza, hoy en el Museo Arqueológico de Asturias, estaba integrada en la exposición permanente del Museo Castro de Chao Samartín y en su ficha de catálogo.
Os adjuntamos su ficha de catálogo (nº8) y la transcripción según Francisco Diego Santos.
“En la piedra desde la que un día decidí comprar los derechos necesarios sobre la casa y terrenos del siervo difunto, os ordeno y conjuro a vosotros todos los patriarcas, Miguel, Gabriel, Oriel, Rafael, Ananiel, Marmoniel, que tenéis sujetas en vuestras manos las nubes, deteneos, dejad libre la villa de nombre Ciuscau, donde habita su siervo Auriolo, cerca de mi posesión, con sus hermanos y vecinos. Que se alejen de todas sus posesiones, de la villa y de aquellos edificios suyos, que vayan y vuelvan por los montes, donde ni el gallo canta ni la gallina cacarea, donde ni el arador ni el sembrador siembran, donde no hay nada para darle nombre. Te conjuro a ti, Palorao, por el mismo señor de nuestros hermanos, que te recluyó en la ciudad de Cirbes, donde no dañes ni árbol, ni a los segadores, ni a los huertos, ni los frutales, ni otros árboles, ni cualquier oveja, ahí tienes a mi gran señor con firme cetro. Que con arte furtiva consigas que Rufilirio, en nombre del Señor, acepte traer consigo a la niña Aviene, desde su retiro.
Atribuirás su apartamento, santo Cristóbal, a su dejadez, y sin temor ni a granizo ni a perro, en Puvigina, oré por intercesión de Cristóbal ante el Señor diciendo: señor Dios mío, dame confianza para hablar, que el Señor os conceda volver al único puerto astur, y, señor, no te entristezca el estar sediento, estar verdaderamente sediento de los bienes que poseyeras suyos, por dejarlos; tendrán que comprar rápidamente tus terrenos, Señor, junto a los míos. Que habites en Regiela, vuelve más allá hacia levante, ven a dar a mi residencia, utilizarás la casa de Brosigena, de mañana se cambió a Glatio. Que conceda terminar el martirio en domingo, a la hora séptima, y que trueques el granizo en lluvia hacia otra parte que mi residencia, que llegues en el día de hoy. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu (Santo), en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu (Santo), amén. Dirás amén, siempre amén, aleluya (Siguen tres pentalfas y, en el borde inferior, se repiten otros amén hasta siete veces).”
"El arte asturiano o prerrománico asturiano es un estilo artístico altomedieval englobado dentro del prerrománico y vinculado al reino de Asturias, primer reino cristiano establecido en la península ibérica tras la conquista musulmana. Su desarrollo tuvo lugar en lo que actualmente es el Principado de Asturias entre finales del siglo VIII y comienzos del X, cuando es absorbido por el arte románico venido de Francia. Durante este periodo se cultivaron disciplinas como la pintura, la orfebrería o la arquitectura, destacando esta última por el amplio número y buena conservación de los monumentos que han llegado hasta nuestros días, los cuales constituyen el más completo y homogéneo conjunto de arquitectura altomedieval de Europa Occidental.
La singularidad artística e histórica de estas edificaciones ha sido reconocida por la Unesco, declarando a seis de ellas como Patrimonio de la Humanidad bajo el nombre de Monumentos de Oviedo y del Reino de Asturias."
“Cristo, Hijo de Dios, que entraste en el vientre de la Virgen Santa María sin concepción humana y saliste sin corrupción; que mediante tu siervo Ramiro príncipe glorioso con la reina cónyuge Paterna renovaste esta morada consumida por la mucha antigüedad, y por medio de ellos edificaste este ara de bendición a la gloriosa Santa María en este lugar elevado; óyelos desde tu morada de los cielos y perdona sus pecados. Que vives y reinas por los infinitos siglos de los siglos. Amén. Día noveno de las kalendas de julio de la Era 886” (23 de junio de 848).
"Pon, Señor, el signo de la salvación en esta casa, para que no permitas la entrada del ángel exterminador. En nombre de Cristo, el príncipe Alfonso con su esposa Jimena, ordenaron construir esta morada, en la era de DCCCCXIII" (año 875)
Avanza la Edad Media, Asturias tras el traslado de la corte a León
Objetos de aquel tiempo
Herramientas y más recipientes
Aquí en medio unas espuelas por ejemplo...
Adorno de atalaje procedente del ovetense castillo de Tudela
Puntas de proyectil de ballesta
A la derecha dos puntas de jabalina y a la izquierda teja con dibujo inciso de dos caballeros
Un nuevo impulso urbano y comercial
"El sarcófago de Rodrigo Álvarez de las Asturias, del siglo XIV y que se encuentra en el Museo Arqueológico de Asturias, en Oviedo, es una pieza singular por muchas razones: desde las vinculadas al intrigante y poderoso personaje para el que sirvió de última morada a la propia factura y diseño del sepulcro, de características nada habituales en la región. Mucho se ha escrito sobre esta figura que llegó a liderar el más importante señorío laico que había habido en Asturias hasta entonces y que abarcaba territorios de los actuales concejos de Noreña, Siero, Llanes, Ribadesella, Gijón o Allande, entre otros de fuera del Principado, si bien el centro de sus dominios era la casa de la Villa Condal, sede familiar de su emblemático linaje. Su historia y su capacidad de influencia en los monarcas o regentes de la época siguen hoy suscitando gran interés. Y, muchos siglos después, también su tumba, que ha merecido numerosos análisis de estudiosos del arte funerario.
De esto último, del sepulcro, se ocupa la historiadora del arte Raquel Alonso en un artículo incluido en una de las publicaciones anuales del Arqueológico. Destaca la autora que el sarcófago se conserva en el museo pero procede originalmente del monasterio de San Vicente, donde tuvo un lugar preeminente, próximo al altar. “Debido a su posición en altar se decoró por los cuatro costados, cubriéndose a doble vertiente o albardilla. Este hecho ya resulta llamativo en la región, en la que los sepulcros bajo arcosolio son la tipología más común. Más aún extraña su riqueza en una zona en la que estas piezas suelen ser más toscas. La caja y tapa se recubren de una tupida red de follaje en la que se inscriben escudos vacíos (…) Cuando Tirso de Avilés los vio en el siglo XVI aún conservaban la policromía que representaba las armas de don Rodrigo: siete jaqueles en campo de oro, azules y blancos hechos veros, con cada tres azules vueltos arriba, y cada dos blancos vueltos abajo (… ) Cubierta de color la pieza debía presentar un aspecto mucho más rico y llamativo”, escribe Alonso sobre esta tumba, hoy visible en la tercera planta del museo y uno de los elementos de la muestra que más llama la atención del visitante.
Explica el artículo asimismo que “han desaparecido los leones” que sustentaban el sarcófago, con lo que “el conjunto se halla menoscabado”. No obstante, “su calidad es inusitada y nos remite a una importación de modelos castellanos, más teniendo en cuenta que se corresponde plenamente con la estética mudéjar tan a la moda en el XIV en Castilla”. La tumba, añade la historiadora, “merece tratamiento aparte”. Este personaje, recuerda, “puede considerarse excepcional ya que transciende los límites de la región para asumir importantes misiones en la Corte, hecho infrecuente en una región en la que la nobleza es tumultuosa y agresiva, pero con poco que decir fuera de sus límites territoriales”.
En efecto, la vida de este noble fue excepcional. Y aunque muchas veces nombrado preferentemente como “señor de Noreña”, también lo fue del vecino concejo sierense. De hecho, en el interior de la sede del magnífico Archivo municipal de Siero, en la Pola, un panel colgado en una de las paredes recuerda a esta figura y sus avatares. De Rodrigo Álvarez de las Asturias, al que se cita en esta ocasión como “señor de Siero”, se explica que fue el segundo hijo de Pedro Álvarez de Noreña, quien ocuparía el cargo de Mayordomo Real. “Rodrigo se convirtió en una de las figuras destacadas de la política castellana durante las minorías y reinados de Fernando IV y Alfonso XI, heredando asimismo, con las muertes de su padre y de su hermano, una importante cuantía territorial, donde el condado de Noreña llevaba preeminencia por su situación geográfica”, se añade.
Según diversos investigadores, fue “un sujeto vicioso y oportunista, apoyó la causa realista y la rebelde según sus propios intereses, aumentando con ello sus tierras y privilegios”. “Efectivamente, la reina regente María de Molina enseguida inició gestiones para atraerse a Rodrigo Álvarez a su bando durante la minoría de Fernando IV, ya que sus posesiones en Asturias le convertían en un hombre clave para controlar la situación”, dice el resumen histórico que puede leerse en el archivo sierense. En el texto se recuerda asimismo que a cambio de su “colaboración” recibió las villas de Gijón, Allande, Llanes y Ribadesella.
Sus dominios se extendieron más allá del Principado, pues “llegó a ser Adelantado Mayor de de León y Asturias y con el tiempo Mayordomo Mayor del Rey, como fuese su padre”. Fue también guerrero. “En sus hechos de armas en el bando realista destacan la conquista de las Torres de León para el Rey, perdidas por el levantamiento de don Juan, así como su ayuda contra el reino de Granada al rey Alfonso XI en 1329. Participó asimismo en el cerco de Tordehumos en 1307 y en la defensa de la ciudad de León contra el infante don Juan y Juan Núñez de Lara en 1320. Como apoyo de los insurrectos en diversas fases de su vida desafió a la débil autoridad real de la época como ocurre en el cerco a Oviedo (…)”, relata la síntesis sierense sobre su presencia en conflictos y enfrentamientos de su época".
"De lo que ocurre a su muerte también se da cuenta en este texto del Archivo de Siero. Había realizado su testamento en León en 1331, “otorgando buena parte de sus tierras y fortuna a monasterios y hospitales al carecer de herederos naturales”. “Esto se subsanó dejando a cargo del condado de Noreña a su sobrino Rodríguez de Villalobos. No obstante, sería finalmente Enrique de Trastámara, hijo bastardo de Alfonso XI, quien heredaría los dominios asturianos de los Álvarez de las Asturias, lo cual provocaría numerosos conflictos en la región por su levantamiento y guerra contra su hermano, Pedro de Castilla”, concluye la descripción, a grandes rasgos, de la trayectoria y herencia de don Rodrigo.
Quien hoy visite el Museo Arqueológico podrá ver también, en el claustro, dos muestras de escultura funeraria procedentes, en este caso, del desaparecido convento de San Francisco de Oviedo, los que pertenecieron a Gonzalo Bernado de Quirós y a Diego de Miranda. Tanto el estudio de la historiadora Raquel Alonso como los de otros autores las menciona también como modo de señalar las diferencias entre estos -en los que se representa “al yacente ataviado con arnés y yelmo” en la cubierta- y el sarcófago de Rodrigo Álvarez de las Asturias.
“(…) Las familias de la nobleza emplean nuevos elementos que reforzaban, aún en la muerte, el prestigio de la estirpe y del yacente. Los sarcófagos exentos, depositados sobre pies con forma de león, símbolo de la fortaleza ante la muerte, alcanzan preponderancia en las mejores familias. En algún ejemplar temprano del XIV, como la tumba de Rodrigo Álvarez en el monasterio de San Vicente, se introducía el sarcófago con lauda albardillada a dos aguas, emulando las tumbas de la alta nobleza castellana (Alonso Álvarez, 1992). A lo largo del siglo XV una mayor sensibilidad hacia el individuo hace que se imponga la representación escultórica y naturalista del fallecido, que aparece de bulto redondo encima de la tapa del sarcófago, con la cabeza recostada en la almohada mortuoria y portando sus vestimentas fúnebres, emblema del estatus social. Encontramos modelos en los sepulcros de Gonzalo Bernaldo de Quirós el Bastardo, en San Francisco de Oviedo, o en los de Martín de las Alas y Aldonza González de Oviedo y Juan Alonso, estos en San Francisco de Avilés”, se lee en el análisis “Comportamientos funerarios en la Asturias medieval: una revisión arqueológica”, de Alejandro García Álvarez-Busto e Iván Muñiz López, publicado por el Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea) en 2018.
Se abunda en este último texto en la razón por la que, entre otros casos, los escudos del sarcófago de Rodrigo Álvarez de las Asturias aparecen lisos y no es posible apreciar las armas del linaje. “En los laterales del sarcófago se incluyen desde el XIV los blasones nobiliarios de la familia, muchas veces reproducidos mediante pintura polícroma sobre la superficie alisada del escudo, lo que hace que hoy, al perderse la policromía, hayan desaparecido las armas del linaje y los blasones presenten apariencia inacabada. Así los encontramos en la tumba de Rodrigo Álvarez o en las de Martín Peláez y Gonzalo Bernaldo de Quirós, y así acompañan el sepulcro del arcediano García González de Oviedo, originalmente enterrado en la capilla del obispo Gutierre de la catedral ovetense”, concluyen los autores."
Cabecera, crucero, remate de la torre, son los elementos plenamente góticos. A la izquierda asoma un poco la torre románica y aquí abajo están la Cámara Santa con la cripta de Santa Leocadia y el cementerio de los peregrinos. A la derecha de nuevo vemos el edificio ampliado de este museo
Como en los anteriores apartados de las épocas del museo, nos sumergimos ya en el mundo de las creencias y espiritualidad
"Laudari digna satis ac generosa, benigna, Sancia, sacra colens cun virginitatis honore, que prelata fore meruit cum [p]acis odore hac in sede Dei prius almi Bartolomei. Hic iacet unbra, cinis, mortalibus aspera finis. Sis memor hec flere, recitans pro se miserere, ut presens sit ei gloria summa Dei. Era dabat Christi ter centun mille viginti"
(Sancha, muy digna de alabanza y generosa, benigna, consagrada a Dios con el honor de la virginidad, que tuvo méritos para presidir, entre efluvios de paz, esta santa casa de Dios (antes de San Bartolomé), aquí yace sobre y ceniza, triste fin de los mortales. Acuérdate de llorar por ello, recitándole el miserere, para que esté presente ante la gloria celeste de Dios. La era de Cristo daba mil trescientos veinte).
La visita al Museo Arqueológico de Asturias incluye el acceso al claustro bajo, al que dedicamos una entrada completa dados los numerosos elementos que pueden verse en él, posteriormente el Camino sigue hacia la catedral de San Salvador por la Corrada del Obispo
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