Eres el Peregrino Número

Buscador de Temas del Camino de Santiago

martes, 5 de noviembre de 2024

EN LA PLAZA DE PORLIER: MEMORIA DE LA FORTALEZA DE ALFONSO III EL MAGNO CONTRA LOS NORMANDOS (OVIEDO/UVIÉU, ASTURIAS)

Plaza de Porlier y edificio de Telefónica

Al lado mismo de la Plaza de Alfonso II El Casto o de la catedral de San Salvador, la Sancta Ovetensis, la Plaza de Porlier, guarda una grandísima importancia histórica para la ciudad y trascendencia para el Camino: aquí se alzaba la llamada 'Fortaleza de Oviedo', el castillo del rey Alfonso III El Magno, erigido, según una inscripción que vimos en la catedral, para librar a la ciudad de los temibles 'piratas marinos', es decir, los 'hombres del norte', los normandos o vikingos, quienes además de asolar las costas se internaban muy tierra adentro

Esta fortaleza, El Castiello, dio nombre a una de las antiguas puertas de la casi desaparecida muralla de la ciudad, la Puerta de Socastiello, 'debajo del castiello', por donde salían de la ciudad los peregrinos del actualmente denominado Camino Primitivo. La fortaleza se hallaba donde hoy día está el edificio de Telefónica y la puerta, desaparecida, como la muralla en todo este tramo, justo detrás, donde estaba además la antigua judería, muy próxima a la Rúa de los Albergueros (actual calle Schulz), donde peregrinos y viajeros se alojaban, los primeros también en el Hospital de San Juan, sito en dicha rúa y habilitado como tal en 1096 sobre el antiguo Palacio de Alfonso III El Magno (pueden verse sus cimientos), al ser cedido por el rey Alfonso VI al obispo Martín, haciéndose cargo de él el cabildo catedralicio


Esta antigua Plaza de la Fortaleza era, hasta principios del siglo XX, una explanada algo más alta que las aceras de la Audiencia, estando aquí, por la actual calle Mendizábal (a la izquierda de la foto), sostenida por un muro que servía de paseo. En 1903 el Ayuntamiento decidió ajardinar este espacio y traer una baranda del Campo de San Francisco y en 1929 se instaló en el lugar del viejo fuerte el edificio de Telefónica que vemos en nuestros días. El cambio de nombre a Plaza de Porlier se produjo en 1820, empezando el Trienio Liberal, en honor del militar de esta ideología Juan Díaz Porlier, héroe de Trafalgar y de la francesada o Guerra de la Independencia que se había sublevado en 1815 contra el absolutismo de Fernando VII.



La citada Audiencia, creada por Felipe V en 1716, vino a establecerse aquí a esta plaza, llamada ya de Porlier, en 1862, en el Palacio de Camposagrado, tras haber estado primeramente en el Palacio de Vistalegre y en la calle Cimadevilla


Este palacio se encuentra al este de esta plaza y fue de la familia Bernaldo de Quirós, poderoso linaje asturiano, que oriundo de Quirós, se extendió por toda Asturias, asentando una de sus ramas más poderosas aquí en la capital



El palacio se construyó al empezar el siglo XVII, momento en el que esta estirpe emprendió una reforma general de sus casonas, entre ellas esta de la capital, cuando José Manuel Bernaldo de Quirós encargó su reforma en 1698 a los arquitectos Pedro Fernández Lorenzana y Domingo Suárez Solar, desestimándose no obstante su proyecto


No será hasta 1719 cuando se escoge la idea de Francisco de la Riva Ladrón de Guevara, otro arquitecto de la catedral, pero este únicamente llega a hacer los cimientos, por lo que llegamos a 1744 cuando se encarga a Pedro Antonio Menéndez de Ambás de acabar las obras del segundo piso respetando el proyecto de Ladrón de Guevara, salvo ciertos cambios en el piso bajo y en patio, dándose por terminado en 1752, si bien las rejas, balcones y demás obras de hierro y forja se prolongaron cinco años más


Incendiado en 1934, fue restaurado en la posguerra por el arquitecto Enrique Rodríguez Bustelo, siendo actualmente sede del Tribunal Superior de Justicia de Asturias 


Uno de sus accesos es este, el occidental y principal, por esta Plaza de Porlier, mientras que el otro es al este, detrás, en la calle de San Juan, cuyo nombre recuerda al antiguo hospital de acogida de peregrinos situado en la muy cercana Rúa de los Albergueros. De su estructura leemos esto en Wikipedia:
"La intervención de varios arquitectos supone diferentes estilos en los pisos de la fachada. Por una parte, el inferior es más barroco, con la puerta enmarcada en una moldura con orejas. El piso superior es de corte más clásico y sobrio, articulado con pilastras adosadas. Posee sillares almohadillados en los ángulos. Es de planta rectangular y se articula en torno a un patio central. Se accede a través de dos fachadas: una de ellas frente al palacio de Valdecarzana, por la calle de San Juan, y la otra por la plaza de Porlier. De ambas puertas de entrada parten ramales de escalera para acceder al piso superior".

En lo alto se muestra, no el blasón familiar sino el escudo real, dado que se trata de un edificio público desde el año 1862


He aquí la completa descripción e historia por Miguel Lasso de la Vega y López de Tejada, quien firmaba con su título nobiliario del Marqués del Saltillo en su libro Palacios ovetenses. Datos para su historia /1474-1786):
"El Marqués de Campo Sagrado don José Manuel Bernaldo de Quirós, poseído de fervor familiar, levantó este hermoso edificio. Era el más monumental de las residencias ovetenses por su situación en la hermosa plaza que señoreaba, antes de su destrozo e incendio (...), bien ajeno el prócer asturiano que lo construyó para residencia de sus descendientes, del ulterior destino que podría caberle. Alterada la organización familiar sólida del pasado, por la desvinculación, quedó aquella desprovista de su base y hubo de perecer, conculcadas las esencias fundamentales en que estribaba su permanencia. Paralela a ese movimiento la democracia en sus lógicas consecuencias, que espíritus perversos o miopes no lograron prever, realizó la obra nefasta que le era peculiar y el obrero consciente sucesor del plácido aldeano de Mieres contemporáneo del Marqués, procedió a la devastación y al saqueo de un monumento que por incomprendido estorbaba a sus instintos desatados y a su necesaria rebeldía incompatible con nada bello y ordenado.
"Declaro -decía en 1757-que esta mi casa de habitación, con su jardín situada al frente de otras del señor Marqués de Valdecarzana entre las calles de S. Juan y de la Balesquida, Plazuela del Real Castillo y Fortaleza y Calleja que sigue y traviesa de ella, a la parroquia1 Iglesia de San Juan el Real de esta ciudad, la fabriqué de nuevo en suelos de otras vinculadas la una de dicho mi mayorazgo de las Alas, otra del de mi Casa de Carreño, otra del mayorazgo de la Casa de Villavona de que es actual poseedora la
señora doña Josefa de Junco mujer del señor don Tomás Bernaldo de Quirós y Bellavides Regidor de esta ciudad y otra del anunciado señor Marqués de Valdecarzana que le servía de caballeriza y pajar, para cuya recompensa le di fabricada de nuevo otra de
caballeriza y pajar con su cochera junto a esta mi casa sin más intermedio que el de la calleja referida que también era de vínculo perteneciente a los padres y abuelos del Licenciado don Antonio Fernández Llana, Abogado de esta ciudad. A quienes para su recompensa di en permuta dos caserías correspondientes.al mayorazgo de la mi casa de Huergo en el Concejo de Siero donde las goza hoy el mismo don Antonio de la Llana y al dueño de dicho mayorazgo de Villavona, di en permuta y recompensa de la suya
que demolí para el jardín de la mía, otra perteneciente al mayorazgo de la mi Casa de Quirós en la calle de la Platería de esta ciudad donde la goza y habita la anunciada señora doña Josefa de Junco y su marido todo con Real Facultad y licencia de S. M.
que para ello pedí y me fue librada".
En la casa había archivo y movióle a ello su deseo de que los sucesores en su casa tuviesen noticia de los papeles y derechos; «de la que carecí yo, muchos años por no tener el archivo de los papeles en esta ciudad a falta de casa propia y cómoda y careceré acaso de otras muy importantes a la conservación de mis casas y mis mayorazgos por dicha razón, cuya disculpa no tendrán mis herederos y sucesores, por haber hecho de intento cuarto de archivo en ésta mi casa al tiempo de su fábrica, en que al presente tengo colocados todos los papeles para que teniéndoles ahí a mano puedan con facilidad manejarlos e instruirse bien de sus derechos y obligaciones como se lo encargó.

Deseaba el Marqués que su sucesor don Francisco pidiese licencia a sus Amos para retirarse del servicio «y en caso de no poder ni querer desprenderse de la servidumbre pidiendo el retiro que contemplo tan preciso si no quiere perder y abandonar su Casa, se mantengan aquí don Antonio y don Francisco sus hijos a la continuación de sus estudios bajo la dirección del doctor don Domingo Alonso Canella, Cura de Sariego y Catedrático de la Universidad y al cuidado de su Capellán don José García Barbón».

Don Francisco Conchelo Capellán de sus nietos estaba poco tiempo ha encargado de ellos y si su hijo tomaba alguna providencia esperaba le atendiese en sus pretensiones, si se retardase su acomodo. 

También tuvo a su servicio a don Juan García Cienfuegos vecino de Casorvida sobrino de los Curas de Carroceda del Concejo de Valdeviñayo en el reino de León de que era dueño espiritual y temporal y porque su familia le sirvió con puntualidad y amor, pensó emplearlo para en su día poder hacer algún bien a él o los suyos, pero «viendo que sin culpa suya Dios no le ha dado los alcances correspondientes para su desempeño y que me mortificaba continuamente y le mortificaba a él sin que lo pudiese remediar me resolví a despacharlo al año sobre día más o menos y encargo a mi hijo sin perjuicio de los criados de más antigüedad y mérito a quienes es mi intención preferir, le ayude a cualquier acomodo a que dirigiese sus pretensiones». D. Manuel Alas natural del Concejo de Carreño hijo del Escribano Fernando García Alas, graduado de Bachiller en Teología en esta Universidad llevaba poco tiempo en su servicio, por lo que si a su hijo pereciera no mantenerlo después de los funerales y dándole vestido de luto se restituye a su casa o posada de esta ciudad, aunque siendo mozo de habilidad y conducta rogaba le ayudara. 

Era su Secretario don José Bruno Linares, natural de Llanes y también Ayuda de Cámara hacía cuatro años y aunque le despidió volvió a su servicio por haberse corregido y estar acostumbrado al manejo en el despacho del correo, lo recomendaba a su sucesor no sólo para el oficio de Secretario sino para el de Ayuda de Cámara-«pues peina y afeita bastante y encargaba no le desamparase y lo llevara consigo para su servicio o el de sus hijos por estar congeniados con él y acostumbrado a asistirlo se hallan mejor que con otro, y si sus partidas de cristiandad y frecuencia de sacramentos le hiciesen acreedor al estado eclesiástico y el manifestase esa vocación, pues hábil le considero bastante, por estar bien gramático encargaba a su hijo que si él descubriese esa vocación le atienda y confiera algún curato decente con que pueda pasar su vida y con hábil prevención, añadía, que si su vocación no fuese esa y a su hijo así se lo pareciere lo mantenga en su servicio hasta proporcionarle algún empleo suficiente para su decente manutención».

A sus criadas mayores doña Micaela García de la Cabezada y doña Teresa de Miranda dejaba 200 ducados, a 1,a segunda para el caso de tomar estado por ser muchacha que se le pueda proporcionar y no tomándolo, cien ducados y como doña Micaela era de más edad y puede que ni le apetezca ni se le proporcione tomar estado, le dejaba por los días de su vida media docena de fanegas de pan en cada año y si se le proporcionare matrimonio se le darían doscientos ducados por una vez.

Miguel Moñíz, hijo de Andrés Moñíz de Felechosa por los respetos de su padre que fue siempre de los caseros más antiguos y leales de aquella parroquia abrigó en su caso sin perjuicio de su conciencia para libertarle de la prisión a que estaba amenazado en una causa matrimonial y porque no comió el pan celoso mientras estuvo en su casa cuidando del prado y asistiendo a todo lo que se le mandaba, ordenaba se le den diez ducados de salario por año y que se restituyese al lado de su padre. 

Francisco Piñeres su criado comprador, le consideraba preciso, era su voluntad se mantuviese en ella y le mandaba 200 reales de gratificación. Al lacayo por ser moderno que se le despida después de los funerales, pues para asistir a sus nietos y peinarlos sobra su ayuda de Cámara Linares y el cochero también moderno, había de permanecer al cuidado de los caballos de la caballeriza y la dispensara Josefa Morán también moderna, se la despida con gratificación de sesenta reales, por el trabajo que tuvo en la asistencia del pariente Canónigo de Sevilla D. Joaquín de Quirós que vino a las pruebas de D. José de Sierra y Cienfuegos Canónigo de Valladolid y Colegial de Santa Cruz.

Declaraba que con su poder compró D. Joaquín del Rivero y Lamadrid al indiano Barrio la negra llamada Lucía de Quirós por ponérseles siempre el apellido de sus amos, la trasmitía a su hijo si la consideraba útil y le agradase en el ministerio de la cocina que aunque pesada y a su paso no deja de tener alguna 'razón para componer una comida regular. Después de los días de su hijo y atendiendo a las ansias con que estos infelices apetecen su libertad, o antes, si al propio mi hijo no le agradase en casa ni le pareciese conveniente, quiero que desde luego la ponga en libertad para que pueda buscar su fortuna y serme agradecida enconmendándome a Dios como lo espero. Bien que siéndole útil a dicho mi hijo-le encargo-procure tratarla con aquel amor y caridad que la ley de Dios manda y al mismo tiempo con el rigor que la rudeza y terquedad de estos naturales suele ocasionar a tiempos. 

No permitiéndose echar mano de Mayordomos eclesiásticos como lo hacían antes con distinta utilidad de nuestras Casas y aun de los mismos mayordomos, era su voluntad que los hijos de los seglares sean atendidos en las presentaciones de la Casa según el mérito de sus padres especialmente los de D. Manuel López Longoria Mayordomo de su Casa de Mieres por haber sido su criado antiguo antes de encargarse de la mayordomía y por la satisfacción de su conducta habilidad y ley, y los del Mayordomo de Avilés, don José Cancio Villar por ser un mozo de acreditada conducta fidelidad y ley. «Y encargo de nuevo a mi hijo disponga desde luego retirarse al cuidado de su caca y disposición de sus hijos según le pareciere más conforme, bien que a su primogénito don Antonio María Bernaldo de Quirós mi nieto no soy de dictamen ni tengo por conveniente le separe de si desde mi fallecimiento hasta darle estado, por las contingencias que pueda tener que como a niño le asesten y procuren engañar por la facilidad con que a los de su edad se les engaña para cuya precaución se hace preciso estar siempre a la mira de sus operaciones. Ni siquiera que por llevarle y darle estado perdiese la afición de su Patria, y en caso de tomarle fuera de ella, le encargo procure retirarle a su casa para que no pierda a esta el amor y cariño que es tan necesario para no abandonarla y perderla como indefectiblemente sucedería si no lo hiciese así. Porque las haciendas y Cilsas de Asturias no son pura desampararlas, sin el riesgo de su perdición ni para dejar de tener entendido que aba'ndonadas y desamparad~s todos procuran meterse a usurpur sus regalías y utilidades*. Una joya y aderezo de diamantes la empleó en su nuera doña Francisca de Sales Mariño de Lobera y otro de esmeraldas lo mandaba para la que casase con su nieto don Antonio Bernaldo de Quirós y otras sortijas pequeñas de diamantes y esmeraldas que no empleó por la intempestiva muerte de su primogénito don José-Manuel Bernaldo de Quirós y por la fatualidad en que cayó su otro hijo don Gabriel. Exceptuaba una sortija grande de esmeraldas por ser proporcionada para su hermano el arcediano de Toledo discurriendo que la dejara a su casa como todo lo demás sobrante de su precisa decencia. También le dejaba una cajita de oro con esmalte realzado que le regaló después de comprarla en la almoneda de la Reina Madre y la otra la compró en la Almoneda del Regente señor Barrera. Un lignun Crucis esmaltado en oro, lo legaba a su nieta Mariquita educanda en las Descalzas Reales y otra de plata con los retratos grabados del Rey y de la Reina al Capellán don José García Barbón.» 

La tercera restauración que habrá de sufrir el palacio de Campo Sagrado mantendrá por mucho tiempo su conservación y prestanza, para admiración de las generaciones venideras y merecido tributo de gratitud al prócer insigne que lo edificara".

Y en esta su fachada sur, no tan ostentosa como las del este y el oeste, hubo una puerta que comunicaba con un antiguo jardín privado


Este palacio, junto con la capilla de La Balesquida, al otro lado de la calle Eusebio González Abascal, conforman el paso entre la Plaza de Alfonso II El Casto o de la catedral, la cual vemos al fondo, y esta de Porlier, antaño de la Fortaleza, de todos estos edificios hablamos en la entradas de blog correspondientes a la catedral de San Salvador y esta explanada, resultado de las obras de demolición de un barrio de casas en 1928, no sin gran polémica, para hacer esa gran plaza catedralicia


Justo detrás de este palacio y a su izquierda, por la calle Schulz y antes Rúa de los Albergueros, comienzan los primeros metros del Camino Primitivo de Santiago tras arrancar al pie de la torre de la catedral y separarse del Camino de Santiago del Norte en el cruce con la calle del Águila. Y aquí detrás, al cruzarse con la de San Juan, baja a la izquierda a la Plaza de Juan XXIII, donde estaban la antigua Puerta de Socastiello y el barrio de juderías


En cuanto a la antigua fortaleza, hemos de decir que en uno de los muros de la catedral existe una lápida en latín, de tiempos de Alfonso III, en concreto entre los años 872-873, donde se expresa el temor ataques de piratas gentiles 'paganos', referencia a los normandos. Es traducida así por el erudito catedrático y filólogo Francisco Diego Santos en su libro Inscripciones medievales de Asturias:
"En el nombre del Señor Dios y Salvador nuestro, Jesucristo de la gloriosa santa María Virgen, timbre de gloria para todos, de los doce apóstoles y demás santos mártires, en cuyo honor fue edificado en este lugar de Ovetao por el entonces piadoso príncipe Alfonso: sucediéndole pues en el reino, desde su muerte hasta hoy, el cuarto de su estirpe, con similar nombre, el Príncipe Alfonso, hijo del rey Ordoño de santa memoria, aprobó con su esposa Jimena y la joya de sus dos hijos, construir estas defensas, para mantener incólume la protección y defensa del tesoro de la mansión de esta santa iglesia, evitando se dé que, puesto que suelen arribar por mar los gentiles con su ejército de piratas, veamos que aquellas sufran algún daño. Esta misma obra la hemos ofrecido y sea concedida a la iglesia con derechos para siempre"
Recreación del Castillo de Oviedo desde su entrada principal (sin las murallas) mirabiliaovetensia.com

Este castiello estaba en esta zona del ángulo oeste de la muralla prerrománica, reforzando las defensas de la ciudad incluyendo sobre todo su basílica, luego catedral, de San Salvador, tesoro y reliquias, se sabe que tenía una torre de 20 metros de altura anexa a un recinto cerrado con muros, el cual disponía de patio central y diversas dependencias, con paseo de ronda almenada y paseo de ronda cubierto, si bien no es seguro si ya lo tuviese desde el principio o fuese producto de reformas posteriores, dado que su descripción no es contemporánea a la de su construcción primigenia

Cárcel del Real Castillo y Fortaleza construida en 1818 sobre el antiguo castillo

Esa fortaleza fue destruida accidentalmente por una explosión en 1716 a causa de un accidente con varios barriles de pólvora depositados por la Junta General del Principado. La situación del recinto fortificado ya venía siendo mala pues en 1640 se había tratado de su posible reconstrucción. Durante la francesada fue destruida  por el general napoleónico Jean Pierre François Bonet y luego, en 1818, fue construido un nuevo edificio llamado Real Castillo y Fortaleza en recuerdo del anterior, sufragado con impuestos por la Diputación, empleado como cárcel de hombres y del que se sabe tenía trazas barrocas. Leemos en Wikipedia:
"...en el año 1818 la Diputación recargó entre los vecinos del Principado la cantidad de 500.000 reales para reedificar el Real Castillo y Fortaleza con el fin de habilitarlo con destino a cárcel de hombres. Esta cárcel pública fue construida por Muñiz sobre las ruinas de la antigua fortaleza, su fachada principal estaba orientada al mediodía y conservó el nombre de «Real Castillo y Fortaleza»

El Real Castillo y Fortaleza fue derribado en 1909 tras el traslado de los presos a la nueva Cárcel Correccional de Oviedo, siendo el solar adquirido por la empresa Telefónica en 1925 para construir en 1929, coincidiendo con la reurbanización de la zona con el derribo de las casas de la vecina plaza de la catedral, este edificio que vemos actualmente, de estilo regionalista, proyecto del arquitecto Jesús Álvarez de la Meana y que nada conserva de la antigua fortaleza, cuya pormenorizada descripción hallamos en Mirabilia Ovetensia:
"Con su entrada orientada hacia la actual plaza de Porlier, donde se ubicaba -según los cronistas de época moderna que allí la vieron situada-, una inscripción conmemorativa de la fundación por parte de Alfonso III y su esposa Jimena, se penetraba en un estrecho patio, donde se ubicaban, posiblemente, unas caballerizas, y, probablemente, las escaleras de acceso a una serie de habitaciones situadas en el lateral E. 
Sucedía al patio de la entrada otro, rectangular, que contenía al O, posiblemente, una serie de dependencias, al N, la entrada a los calabozos, que eran cuatro, según se conoce por testimonios contemporáneos. En el lado E se situaba la escalera de acceso a los pisos superiores de la torrre, donde, según Jovellanos, se situaba otra inscripción, apócrifa, conmemorativa de la apertura de una puerta. 
Planta principal 
A este nivel del primer piso, se situaba la planta principal de la torre, y, según todos los indicios proporcionados por el dibujo de la planta conservado, anterior a su voladura por parte de los franceses del general Bonet, una serie de aposentos situadods en el lateral E, a los que se accedía desde las escaleras situadas en el antepatio. 
Existen testimonios de época moderna y contemporánea, anteriores a su destrucción, en el castillo existían un salón, y dos estancias, que se destinaban a alojar a los presos "notables" (es decir, represaliados políticos), las cuales, en nuestra opinión, tuvieron que situarse en esta planta principal, a cuya entrada, además, hemos situado un zaguán, que albergaría la sala de armas y el cuerpo de guardia. 
Ronda Almenada 
Con acceso desde la ronda cubierta situada en la planta anterior, tuvo que situarse inevitablemente, como culminación lógica en esta clase de construcciones militares, una ronda descubierta, almenada, con finalidad tanto ofensiva -fundamentalmente, posibilitar el lanzamiento de proyectiles y armas arrojadizas de mayor calibre que las flechas-, como de vigilancia, ya que estaría dotada de algún tipo de dispositivo para la realización de señales -un hogar, para hace un fuego y señales de humo, o bien un bastidor de madera forrado de metal pulimentado, a fin de generar señales mediante el reflejo de los rayos solares. 
Estos sistemas de señales son los típicos en la Alta Edad Media, y sirven para explicar la profusión de torres y atalayas, situadas en enclaves estratégicos y que posibilitaban una alarma eficaz en caso de peligro. 
Ronda Cubierta 
Por encima de la planta principal, de uso preferentemente habitacional -función esta necesaria, y muy probable, habida cuenta la inseguridad de la época, con frecuentes ataques por parte de los piratas daneses, y la inmediatez al palacio de Alfonso III-, se tuvo que situar la parte propiamente militar de la edificación, constituida, muy posiblemente, por una ronda cubierta, de finalidad defensiva, provista de numerosas saeteras, y que, además, tuvo que servir para almacenar los numerosos pertrechos consustanciales a la finalidad militar de la edificación. 
El posible hecho de servir de almacén de pólvora desde época moderna, pudo ser la causa de la destrucción de esta planta y la ronda almenada situada sobre ella, en la explosión fortuita ocurrida en el s. XVIII, ya que la misma no aparece en las fotografías conservadas de la fortaleza, de finales del s. XIX."

Por su parte, en Recuerdos de Oviedo: El Edificio de la Telefónica, el escritor Luis Arias-Argüelles Meres nos deleita con sus Recuerdos de Oviedo a propósito de este lugar, publicado en el periódico El Comercio del 12-6-2016:
"Era una de esas tardes desapacibles en las que nos vemos obligados a proteger el paraguas ante las embestidas de un viento atroz que azota. Era una de esas tardes invernales en las que la sensación de oscuridad y frío se hace eterna, en las que nos parece que el buen tiempo nunca va a llegar. Era una tarde de febrero de 1974. 
El recorrido entre la calle Toreno y el edificio de la Telefónica en la plaza Porlier se me hizo largo y difícil, sólo tuvo una tregua balsámica, pero muy corta, y fue el pequeño trayecto a techo por el Pasaje, entre Uría y la calle Pelayo.
Aquel día, el teléfono en casa se había estropeado, no daba señal, y, por lo que nos habían dicho, tardarían al menos veinticuatro horas en ir a repararlo. Me encargaron que fuese el edificio de la Telefónica a hacer una llamada para dar el pésame a la familia de un maestro de escuela, antiguo compañero de mi padre, que acababa de fallecer. 
En muy pocas ocasiones había estado dentro de aquel edificio que, por entonces, tenía un importante ajetreo de gente. Y, al llegar allí, tuve la impresión de que, en los días de temporal, todo se acrecentaba y se complicaba: los atascos en las calles, la posibilidad de encontrar un taxi en una parada, el dar con un sitio cómodo en una cafetería, y así sucesivamente. Y, por otra parte, siempre creí percibir, que, cuando la lluvia es intensa y los temporales resultan despiadados, la gente, en los locales cerrados, habla mucho más alto, lo que contribuye, por otro lado, a hacer los ambientes irrespirables e incómodos. 
Y, a propósito de esto último, de la elevación del sonido ambiente, nunca olvidaré que me llamó la atención el contraste de sosiego que había en aquella enorme sala en la que tanta gente hablaba por teléfono. Pudo ser una casualidad que se dio en aquel momento, pero allí nadie elevaba la voz, ni las personas que estaban en las cabinas ni tampoco lo hacían quienes solicitaban su conferencia y esperaban turno. 
Y, bueno, tardé un tiempo considerable en poder efectuar la llamada que me habían encargado en casa, estaba todo ocupado y tenía que esperar también a que hablasen varias personas que se habían puesto a la cola antes que yo. 
Puedo asegurar que tuve una extraña y, al mismo tiempo, grata sensación, y ello fue así no sólo por estar protegido del tremendo temporal, sino también porque aquel trasiego de personas, en la mayor parte de los casos, solas, que no necesariamente solitarias, me pareció que daba mucho de sí a la hora de poder imaginarme historias. 
Y es que, por extraño que parezca, el ambiente que allí capté me hizo recordar al que era propio de estaciones de tren o de autobuses. Como si cada cabina en la que se hablaba fuese, de algún modo, una suerte de vehículo en el que la gente viajaba, bien es cierto que a ninguna parte en lo que era la realidad tangible, pero, para ser precisos, se diría que cada cual se trasladaba al lugar donde se encontraba la persona con la que estaban hablando. 
Por eso, puedo decir que el interior del edificio de la Telefónica me hizo recordar a estaciones de trenes o autobuses, con la particularidad de que los vehículos que transportaban a las gentes eran las cabinas y los teléfonos. O sea, que, por un lado, toda la clientela del momento compartía un punto de partida, pero cada cual se iba a un sitio distinto. En eso radicaba el encantamiento que de algún modo intuía. 
Viajar sin moverse del sitio. Por lo tanto, el pequeño recibo que entregaban a cada cliente para que pudiese hablar y que, al mismo tiempo, servía, de algún modo, de factura, venía a ser como una especie de billete de tren o de autobús. Prodigioso, a decir verdad.
No puedo recordar cuánto tiempo estuve allí hasta que llegó el turno de poder efectuar mi llamada, pero lo cierto es que la espera no se me hizo pesada, sino todo lo contrario. Más bien podría decir que me supo a poco. 
Aquella tarde de febrero en el edificio de la Telefónica en la plaza Porlier, puedo decir que compartí allí adentro muchas y variadas geografías y que, además, asistí a un montón de historias. Me resultó muy divertido poner nombre a cada persona que observaba hablando por teléfono. Poner nombre también a la persona con la que cada cual se conunicaba. Y dar una trama a todo aquello cuyo hilo conductor pasaba por la conversación de turno. 
Ya en casa, después de dar el recado acerca de la conversación que se me había encargado, me dispuse a seguir leyendo un libro que había empezado días atrás. Se trataba de “El Jarama”, de Sánchez Ferlosio. Leer en un día de invierno una novela que tenía lugar en verano, pero que contaba una historia heladora en lo que se refiere no sólo a los hechos que ocurrían, sino también a la atmósfera prosaica en la que vivían. 
De todos modos, no dejé de tener presente en todo momento la grata sensación que me produjo aquel trasiego en el edificio de la Telefónica, trasiego de viajeros que, aunque ellos no lo supieran, viajaban a un destino determinado sin salir del raquítico espacio habilitado dentro de una cabina. 
Por eso, cuando muchos años más tarde, concretamente en el 93, se instaló en la plaza Porlier la escultura de Úrculo que tiene por título “El regreso de Williams B. Arrensberg”, puedo decir que aquello me resultó mágico, esto es, que, muy cerca del edificio de la Telefónica, se erigiese una obra de arte que rinde culto al viajero, a ese viajero que, seguramente, nunca pudo imaginarse que, muy cerca del lugar donde fue ubicado, se encuentra un edificio en el que la gente viajó durante décadas y décadas sin moverse físicamente de un espacio reducido. 
No sabía decir si el viajero de Úrculo rinde homenaje a esos otros viajeros que hablaban por teléfono, o si estos últimos no hicieron más que adelantarse a una obra de arte que completa todo un prodigio, tan cierto como oculto, tan intenso como intangible.
Y es que también se viaja hablando. 
A veces, ocurre tal cosa. Y, en algunos de esos viajes, la travesía es todo un milagro que hace frente a eso que se viene llamando realidad."

Una estatua del artista Eduardo ÚrculoEl Regreso de Williams B. Arrensberg da la que se refiere Argüelles-Meres, en esta misma explanada de la plaza, verdadera alegoría viajera, representando a un hombre rodeado de baúles y maletas


Por ello es llamada popularmente El Viajero, es del año 1993 y sus claves y razón de ser las encontramos en Wikipedia:
"El conjunto representa a un hombre de pie, con sombrero de ala y abrigo, rodeado de varias maletas, contra las que descansa un paraguas, como acabado de llegar a la ciudad. El conjunto de tamaño natural está descansando directamente en el suelo de la calle, sin pedestal. 
La escultura la hizo Eduardo Úrculo, retratando a su amigo Williams B. Arrensberg".

Cierran la plaza por el oeste el antiguo Banco Asturiano, que también fue el Hotel Covadonga, y a su derecha, el Teatro Filarmónica en la actual calle Mendizábal. El Banco Asturiano fue construido en estilo modernista, con su llamativa cúpula, a finales del siglo XIX por el ingeniero y arquitecto Juan Miguel de la Guardia allí donde estaba antes el Colegio de San Gregorio, fundado por el arzobispo e inquisidor general Fernando Valdés Salas, quien también crearía la Universidad de Oviedo, aunque esta no llegaría a verla funcionando en vida (su edificio histórico lo veremos seguidamente desde esta plaza)


Este colegio de San Gregorio era llamado de Los Pardos a causa del color de la beca de los estudiantes residentes. El acta de fundación es del 8 de enero de 1557 si bien ya llevaba tiempo dando sus clases. Viene a ser el precedente inmediato de la universidad ovetense pues en ese año adquiere un solar donde iba a hacerse en primer edificio de la Universidad de Oviedo. Este era entonces un arrabal de origen medieval, aunque rehecho tras el incendio que destruyó la ciudad (salvo la catedral y la Casa de la Rúa, por ser de piedra) la nochebuena de 1521, llamado El Campo, por lo que a la puerta de la muralla aquí existente se la llamaba Puerta del Campo o de Santa María del Campo


Por su parte, el Teatro Filarmónica, al fondo, abrió sus puertas en 1944, obra de Ramón González Villamil, a raíz de la necesidad de la Sociedad Filarmónica de Oviedo, nacida en 1907, de disponer de un local propio. Es uno de los teatros históricos de la ciudad, pues antes la sociedad ofrecía sus conciertos en el Teatro Campoamor, no muy lejos de aquí, inaugurado en 1892


Ya desde 1907, la Sociedad Filarmónica de Oviedo buscaba un local propio, por lo que casi cuarenta años pasaron, con cambios de régimen, revoluciones y guerras, hasta su consecución e inauguración el 17 de mayo de 1944 con la participación nada menos que de la Filarmónica de Berlín, en un momento en el que España aún mantenía fuertes compromisos con Alemania a menos de un año del fin de la Segunda Guerra Mundial


Fue reinaugurado en 2005 tras una profunda restauración, tiene una capacidad de 700 localidades y, además de conciertos y actuaciones musicales, hay teatro, cine y diversas galas


Como hemos dicho, desde esta misma Plaza de Porlier, en concreto desde esta misma estatua de El Viajero, veremos el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo, fundada, como el Colegio de San Gregorio, por Fernando Valdés Salas, arzobispo e inquisidor, aunque inaugurada en 1608, cuarenta años después de su muerte


Este edificio universitario primigenio fue diseñado por los arquitectos Rodrigo Gil de Hontañón y Juan del Ribero Rada, justo extramuros de la antigua cerca o muralla que salía, o entraba, aquí de la ciudad por la Puerta del Campo, antes Puerta Rutilante, donde ahora está, a la derecha, la calle San Francisco. La cerca continuaba, a la izquierda, por la actual calle Ramón y Cajal, donde, a unos metros de distancia, estaba la Puerta de la Brotería


La torre es de 1859, hecha por Luis Céspedes para campanario y observatorio astronómico, ahora es para el reloj. Observemos en la esquina del edificio el escudo universitario, del que leemos en el apartado Identidad corporativa de la web de la Universidad de Oviedo lo siguiente:
"El emblema oficial de la Universidad de Oviedo está compuesto por el escudo y el logotipo "Universidad de Oviedo". El escudo de la Universidad de Oviedo, fundada en 1608 por deseo y disposición de Fernando Valdés-Salas, deriva de la heráldica del linaje Valdés. Su actual representación oficial se basa en las labras esculpidas en las piedras esquineras del edificio originario de la Universidad de Oviedo, construido entre 1574 y 1608, y en la piedra armera del primitivo Colegio de San Gregorio, fundación valdesiana también, colocado hoy en el muro testero del Paraninfo. Tanto las labras esquineras como la piedra del Paraninfo constituyen las representaciones más antiguas del escudo de la Universidad de Oviedo".

Dada la trascendencia de este edificio universitario, de la propia universidad y de sus inmediaciones, paso hacia la Plaza de la Escandalera y el Campo de San Francisco, le dedicamos a esta zona su oportuna entrada de blog


Enfrente, en la esquina, un edificio de época soberbiamente restaurado, el de El Reloj de Porlier, zona de animación y terraceo, justo donde estaba la Puerta del Campo, a la que se propuso demoler en 1808, al haberse convertido en un basurero


Terrazas que se extienden a esta misma Plaza de Porlier, de frente al Palacio del Conde Toreno, que la cierra por el sur, al otro lado de la calle Eusebio González Abascal, construido entre 1673 y 1675 por el arquitecto trasmerano Gregorio de la Roza a encargo de otra familia nobiliaria asturiana asentada en la capital, los Malleza Doriga


Se le considera uno de los edificios pioneros de la arquitectura palacial barroca ovetense, con su fachada hecha a base de sillares, portada de acceso entre columnas y, arriba, balcón central entre escudos solariegos. Los vanos son saeteras, balcones y ventanas, existiendo en el interior un patio de columnas toscanas, actualmente cubierto por claraboya


Perteneció a la familia fundadora hasta finales del siglo XVII, pasando después a los Malleza y otros propietarios, siendo de 1958 a 1987 Biblioteca Pública Provincial y posteriormente sede del Real Instituto de Estudios Asturianos, en cuya web encontramos esta descripción, la cual forma parte del estudio sobre la arquitectura barroca del Doctor en Historia del Arte Vidal de la Madrid Álvarez
«La estructura esencial reitera la disposición de las crujías de habitación en torno a un patio porticado de planta cuadrangular. En este caso, la disposición entre medianeras solo permitió la elaboración de una fachada, pero en la parte posterior se dispuso un amplio jardín, orientado a mediodía, que inauguró la serie de parques privados que acompañaron desde entonces a las residencias nobiliarias urbanas. A su vez, el patio interior transmite un indudable sentido monumental, gracias a las grandes columnas de orden toscano que lo componen. 
La propuesta de Gregorio de la Roza para este palacio resulta novedosa por varios motivos. En primer lugar se trata de uno de los primeros edificios civiles cuya fachada se adorna con columnas, un recurso reservado hasta poco antes para la arquitectura religiosa que ya había comenzado a emplearse en las viviendas señoriales de la región. Además, su estructura ha prescindido por completo de las torres, lo cual le proporciona un diseño más integrado en la ciudad y alejado de los recuerdos defensivos que caracterizaron estas construcciones durante la mayor parte del siglo XVII. Por último, la concepción de la portada marca el paso hacia las formas barrocas y abandona parcialmente las rigideces post-herrerianas. Los elementos que configuran la calle central son clasicistas pero su combinación tiene un sentido más arbitrario. No obstante, la fachada evita el movimiento en planta, los recursos ornamentales son escasos y carecen de volumen y se mantiene la ordenación de los vanos, aunque su ritmo aumente hacia la calle central, todo lo cual nos habla de una etapa inicial en los planteamientos barrocos.»


Una placa nos informa que aquí nació José María Queipo de Llano, VII Conde de Toreno, embajador en Inglaterra de la Junta General del Principado al declarar esta la guerra a Napoleón en ese mismo año de 1808. He aquí su biografía en Wikipedia:
"José María Queipo de Llano y Ruiz de Sarabia (Oviedo, 26 de noviembre de 1786- París, 16 de septiembre de 1843), VII conde de Toreno y vizconde de Matarrosa, fue un político e historiador español, segundo presidente del Consejo de Ministros de la historia de España. 
Cursó sus estudios de Humanidades y Ciencias en CuencaSalamanca y Madrid. En Cuenca vivió en un palacio heredado por su madre en la noble calle de San Pedro, muy cerca de la iglesia homónima. En 1803 regresó a Asturias donde formó parte como vocal de la junta revolucionaria durante la Guerra de la Independencia, para ser posteriormente miembro de las Cortes de Cádiz que aprobaron la Constitución española de 1812. Fue uno de sus grandes impulsores y el principal defensor de un texto constitucional no muy diferente del francés de 1791. Era un auténtico revolucionario que quería limitar el poder del rey fomentando la división de poderes.
En 1814, Toreno se exilia en Londres al llegar Fernando VII otra vez al poder. Allí se entera de que Fernando VII le había condenado a muerte y confiscado sus bienes por rebelde. Desde Londres se traslada a París, donde se va transformando en un liberal moderado que quiere encajar la monarquía dentro de un marco constitucional. También vivió en Lisboa y Berlín. Tras el alzamiento de su cuñado, Rafael del Riego, el 1 de enero de 1820 en Las Cabezas de San Juan, se inicia el Trienio Liberal, por lo que se le devuelve lo perdido y pasa a ser diputado y presidente de las Cortes. 
En su destierro escribió su primera obra, publicada en Francia en 1832 sobre la Guerra de la Independencia Española. Tras la amnistía general por la muerte del rey, y a su regreso a España es nombrado ministro de Hacienda en el gobierno de Francisco Martínez de la Rosa en 1834, donde no consiguió llevar a cabo reformas que permitieran la modificación del sistema financiero y la superación de la crisis económica derivada de la Primera Guerra Carlista. Tras el paso de Mendizábal, ocupó la Presidencia del Gobierno el 7 de junio de 1835 durante apenas tres meses en la convulsa situación de la regencia de María Cristina con los levantamientos liberales en toda España. Toreno dimitió "no sin antes haberse embolsado un soborno de unos cinco millones de reales de los Rothschild, a cuenta de los contratos sobre el mercurio de Almadén, y tal vez una suma mucho mayor como consecuencia de un desastroso arreglo de la deuda". Regresó a París en 1840 donde falleció en 1843. 
Como historiador fue autor de Historia del levantamiento, guerra y revolución de España, sobre la Guerra de la Independencia, que él vivió en primera persona".



Aportamos ahora la explicación que nos ofrece de este edificio dedicado a los palacios ovetenses el Marqués del Saltillo:
"En la antigua plaza de la fortaleza, se levanta la casa en que nació do11 José María Queipo de Llano y Ruiz de Saravia, el famoso historiador de la guerra de la Independencia que es su verdadero título de gloria. Es una casa del tipo asturiano de patio con columnas monolíticas y hermosa escalera, fachada de sillería que se desenvuelve armónicamente en el reparto de huecos sobre un cuerpo central de columnas estriadas de orden dórico y frontón. Se edificó en parte de solar procedente de la casa de la Rúa, denominada la Casita cedido por don Sebastián Vigil de Quiñones, Marqués de Santa Cruz el 20 de julio de 1570 a cambio de la casa que llamaba del Pozo y doscientos ducados, a Don Fernando de Malleza Dóriga, Caballero de la Orden de Santiago Regidor perpetuo de Oviedo marido de doña Isabel de Malleza y Miranda Señora de las Casas de sus apellidos. Estos señores por escritura en Oviedo
el 29 de julio de 1673 declararon: "Por cuanto de su orden se están fabricando en la plazuela de la fortaleza de dicha ciudad unas casas que arriman a la muralla por la parte de abajo como se va al convento de San Francisco y por la parte de arriba arrimada a obras que tiene don Sebastián Vigil de la Rúa Caballero de la Orden de Calatrava, Regidor así mismo perpetuo y antiguo de ésta ciudad. En cuyas casas el otorgante hizo hacer una puerta de arte con sus columnas y saledizos en la manera que se halla al presente. Y por que entre dicho don Sebastián Vigil y el otorgante se prometía no hacer embarazo por excusarle y profesar la amistad de caballeros dicho don Fernando de Malleza Dóriga por sí y en nombre de dicha su conjunta se allana y consiente que en caso que dicho don Sebastián Vigil en dichas sus casas que tiene en la dicha plazuela de la fortaleza quisiera hacer y fabricar otra puerta con
el mismo arte, que la arriba declarada lo pueda hacer cada y cuando que le pareciese y lo mismo sus hijos y herederos sin que el otorgante y los suyos le puedan poner embarazo ni contradicción ninguna. En el caso que otra persona lo haga y le ponga embargo se obliga con su persona y bienes luego que sea sabedor a salir a la voz y defensa a su costa y si saliera vencido, dar a dicho don Sebastián Vigil y a sus herederos doscientos ducados de vellón pena de ejecución y costas sin réplica ninguna». 

Los mayorazgos de la Casa de Dóriga eran: El fundado en primero de agosto de 1588 por Fernán García de Dóriga y la agregación hecha por Fernando García de Dóriga y Guiomar de Prado el 12 de mayo de 1606. El de Guiomar Queipo de Llano instituido el 13 de noviembre de 1612. El de Fernán García de Dóriga y María de Arango que se hizo el 13 de mayo de 1615, y el constituido en la escritura de capitulaciones de 22 de mayo de 1624 de García de Dóriga con Antonia de Flórez Valdés. Por el matrimonio de doña Emilia Francisca Dóriga Malleza hermana segunda de la Señora de estas Casas (la cual casó con el Brigadier de los Reales Ejércitos don Juan de Prado Portacarrero, hijo de los primeros Marqueses de Prado) con don Fernando Queipo de Llano, Conde de Toreno, recayó en ésta casa más adelante su representación, a la muerte del Marqués de Villel don Fernando de Prado Dóriga y Malleza, Capitán de Guardias Españolas y Brigadier de los Reales. Ejércitos, y en ésta casa falleció el 20 de diciembre de 1808 el padre del Conde don José Queipo de Llano y Ruíz de Saravia en cuya sucesión se mantuvo hasta fecha no remota.

Los Toreno poseían vinculaciones así como el cargo de Alférez Mayor del principado concedido el 13 de marzo de 1636 en favor de don Álvaro Quiepo de Llano y perpetuado por real carta de 7 de abril inmediato. La nueva creación de un cargo de Alférez (cuando ya existía el de Oviedo, patrimonio de la familia Solís a quienes se les otorgó por privilegio de 16 de septiembre de 1558), produjo algunos rozamientos tan frecuentes en la sociedad española del seiscientos, origen a veces de graves conflictos que alteraban la monotonía de la vida espaciada y grave, tan sólo conmovida por las tardías nuevas de las guerras lejanas o las noticias episódicas de los ausentes deudos. La solución encontrada satisfizo a ambas partes, el Alférez Mayor de Oviedo salía del Ayuntamiento tremolando el pendón acompañado de los. Regidores y lo conducía al tablado de la plaza Mayor para verificar la proclamación del nuevo Monarca, cometido suyo. Una vez realizada allí lo entregaba al Alférez Mayor del Principado o su Teniente, quien lo conducía a la plaza de la fortaleza y procedía a análoga ceremonia.

La villa de Toreno, cabeza del Condado, comprendía los. lugares de Librán, San Pedro de Mallo, Santa Leocadia, Langreo y la villa de Tombrio, tenía una legua de largo y dos y media de contorno y en la montaña de Asturias «tierra, -decía un documento de la época-, que como es notorio es la más áspera e inhabitable que se conoce» perteneció a Antonio Vázquez Vuelta y luego a Sancho de Merás a quien le confiscó por delitos de contrabando en 1613, la casa de Contratación de Indias. Duró el embargo diez y siete años al margen de un litigio que suscitaron doña Clara Queipo de Llano, mujer de Merás y su hermano don Suero, Caballero de Santiago, los hijos de Vázquez Vuelta representados por Fray Alonso de Carmona de la Orden de predicadores y un aspirante a obtenerla por gracia de S. M. en remuneración de sus servicios en Bohemia, el Barón Esdenco de Colobrat hijo del Condestable de Bohemia, Camarero Mayor del Emperador Rodolfo. Pero por real cédula de 16 de febrero 1616 refrendada de Pedro de Ledesma se dio por acabada la causa y libre a los inculpados, en su virtud el Capitán Sancho de Merás estando en Sevilla en la colación de la Magdalena dio poder a su mujer, a su cuñado don Suero Queipo de Llano y al Licenciado Pedro de Merás su sobrino, para tomar posesión en su nombre de dichas villas, ante Juan Bautista de Contreras el 8 de abril de 1617. Las heredó doña Clara y pasaron a su linaje, en la persona de don Álvaro Quipo de Llano creado Conde de Toreno por Real Despacho de 13 de octubre de 1659 refrendado de Antonio Carrero, habiendo muerto sin sucesión el hermano mayor de ambos don Suero Queipo de Llano".

Fijémonos en toda la estructura constructiva de balcones de hierro forjados, ventanas con rejas y saeteras


Los escudos solariegos a ambos lados del balcón central...


A la derecha, escudo de los condes de Toreno y de Malleza


Y a la izquierda


Y la monumental portada barroca entre columnas y, arriba, el frontón triangular partido, abierto por arriba para encajar el hermoso balcón central de los blasones


Desde aquí podemos continuar a ver el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo antes referido y dar un paseo hacia La Escandalera y el parque del Campo de San Francisco


O bien retomar el Camino al pie de la catedral, el cual se divide en dos a sus pies, en la Plaza de Alfonso II El Casto



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu visita y contribuir con tu comentario... Únete a la Página Oficial en Facebook para descubrir nuevos contenidos....Ultreia!