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jueves, 21 de agosto de 2025

LA PLAZA DEL GENERAL PONTE (GRADO/GRAU, ASTURIAS) EL CORAZÓN DEL MERCADO 'ABIERTO EN DOMINGO': LA BARRACA DE FEDERICO GARCÍA LORCA, EL HOSPITAL DE PEREGRINOS DE LAS CANDELAS, EL TOCINILLO DE CIELO Y LA IGLESIA DE SAN PEDRO

Plaza del General Ponte o del Mercado y monumento a las vendedoras

Por el Palacio de Miranda-Valdecarzana, con su capilla de Nuestra Señora de los Dolores, el Camino entraba en la antigua Grado/Grau intramuros por la desaparecida Puerta del Campo en la también desaparecida muralla, saliendo, frente al Ayuntamiento, donde estuvo la Puerta de la Plaza, del antiguo y pequeño recinto amurallado para salir a la Plaza del General Ponte, el corazón del gran mercado de la villa, que se celebra los miércoles y, principalmente y de forma rotunda y multitudinaria, los domingos. Allí está la escultura en bronce, obra del artista José Luis Iglesias Luelmo, en Homenaje a las vendedoras del mercado, mirando a los puestos de la plaza y a algunos edificios notables de la misma, como Casa Tejeiro, donde nacieron los célebres tocinillos de cielo que, como tantas otras cosas, tanto renombre dieron, dan y darán a la población

El mercado se extiende por buena parte de las calles y plazas de la villa, pero sin duda alguna tiene aquí su centro y corazón, en este campo extramuros que hizo las veces de plaza mayor y que, desde un principio, fue zona de origen, crecimiento y expansión de la ciudad, pues el pequeño recinto amurallado por la pequeña 'cerca' da la impresión que se emplease como alcázar cuando los enemigos acechaban, refugiándose en él sus habitantes, cuyas casas se extendían a partir de la mencionada Puerta de la Plaza

Aquella Puerta de la Plaza, una de las dos portonas que se conocen de la antigua muralla, habría estado al otro extremo de la Plaza del General Ponte, realmente en la actual Plaza del Ayuntamiento, que acabamos de dejar atrás. Aquí sería ya pues la villa extramuros, aunque se sabe, recalcamos, que desde un principio se extendió más allá del diminuto recinto amurallado, que albergaría la iglesia antigua, una torre-castillo sobre la que se edificaría en el siglo XVII el Palacio de Miranda-Valdecarzana y poco más, pues hasta la institución de acogida pertinente, el Hospital de Nuestra Señora de las Candelas, alberguería de pobres y peregrinos, se encontraba fuera de la cerca, unos pocos metros más allá de donde estamos ahora

Según nos explica la arqueóloga e historiadora Alicia García Fernández en Grado (Asturias). Arqueología urbana de una villa medieval en el Camino de Santiago, un itinerario caminero atravesaría el recinto amurallado, que tenía foso, de puerta a puerta y por sus puentes levadizos, y otro bordearía foso y muralla directamente hacia la población extramuros

El paso de la Plaza del Ayuntamiento, en la que antaño se celebraba el Mercado de las Fabas, como unos recuerda una placa, la hacemos entre dos edificios porticados, el de la derecha, con columnas de hierro forjado de la terraza del Bar La Parra, que tiene entrada al otro lado por la calle Manuel Pedregal, la del camino que bordeaba muralla y foso; y la casona de la izquierda, también porticada pero con arcos de piedra en sus soportales, siendo más antigua

Por eso se la llama la Casa de los Arcos, que es realmente la Casa de Arias de Miranda. Los soportales y el primer piso se dice son del siglo XVIII, mientras que el segundo, junto con la buhardilla que veremos desde enfrente, que conforma el ático o bajocubierta, serían un añadido del XIX

La plaza está dedicada al general de artillería D. Pablo Fernández de Miranda y Llano Ponte, que nació en esta antigua Plaza Mayor de la villa en 1821 y falleció en 1895. Llegó a ser director de la Fábrica de Armas de Trubia, escribiendo además muchísimo en prensa, siendo un gran defensor de la villa y el concejo, preocupado especialmente por sus comunicaciones, cuando la nueva carretera Oviedo-Villalba sustituiría al viejo Camín Francés o Camín Real como principal vía entre el centro y el occidente de Asturias y, de allí a Galicia, como bien se resalta en una anécdota de su biografía en la Real Academia de la Historia:

"Nacido en 1821, inició la carrera militar en 1837 en la Academia de Alcalá de Henares. Concluyó los estudios de artillero en Segovia en 1841. Llegó a la guarnición de Gijón como subteniente y ascendió a teniente en 1844, con destino en Figueras y Cardona. 
En Valladolid fue promovido a capitán en 1853 y, al año siguiente, pasó a Oviedo, a la sección de Detalle de la Fábrica de Armas. 
En 1854 contrajo matrimonio con Raimunda de Vives Amat (Barcelona, 1826), hija del reconocido abogado catalán Pedro Nolasco de Vives y Cebriá, traductor y comentador de los Usatges. 
Colaboró en la prensa regional —El Faro Asturiano, El Carbayón El Correo de Asturias— con el seudónimo El Moscón. Sostuvo polémicas campañas a favor del progreso regional y en contra del caciquismo, la corrupción electoral y la permisividad de la oligarquía, bajo el lema “Moralidad y justicia”. 
En 1857 fue enviado a la Fábrica de Pólvora de Granada. 
En 1858 fue nombrado caballero Gran Cruz de Carlos III. Un año después regresa a la Fábrica de Armas de Oviedo. Asciende a comandante en 1861 y sirvió sucesivamente en las guarniciones de La Coruña, Barcelona y Vigo. Pasó a Melilla con el grado de teniente coronel y volvió posteriormente a Barcelona. 
Allí estaba en 1868 cuando estalló la revolución de septiembre. Se negó a secundar el movimiento revolucionario y mantuvo su independencia. 
Era director de la Fábrica de Armas de Oviedo en 1874, cuando el general Pavía dio el golpe de Estado. 
El gobernador militar de Asturias decidió no acatar el Gobierno constituido y llamó a los voluntarios de Oviedo, Gijón y Trubia para que lo secundaran. Fernández de Miranda no obedeció las órdenes del gobernador y acordó con los jefes y oficiales del ejército residentes en Oviedo sostener al nuevo Gobierno. 
Posteriormente, se negó también a proclamar la restauración de Alfonso XII. 
Continuó como director de la Fábrica de Armas hasta 1880, año en que pasó a Bilbao como director del parque y comandante de Artillería, de donde pasó, al año siguiente, a Santa Cruz de Tenerife. En 1882 ascendió a general de Brigada y desempeñó el cargo de comandante general subinspector de Castilla la Vieja. Éste fue su último destino militar. Fue condecorado con la Cruz sencilla de San Hermenegildo y con la Cruz de 2.ª clase del Mérito Militar. Fue nombrado caballero comendador de la Orden Americana de Isabel la Católica. 
Se retiró a sus residencias de Grado y Oviedo y continuó sus publicaciones en la prensa asturiana. Estaba involucrado hasta tal punto en la política regional que, cuando se estaba construyendo la carretera de Grado a Oviedo, el gobernador Uría respondía a las preguntas sobre el desarrollo del proyecto: “Debe de ir bien, porque hace ya días que don Pablo calla”. 
Cubrió el gasto que correspondía al concejo de Grado en la construcción del ferrocarril de Madrid a Oviedo y el pago de las indemnizaciones derivadas de las expropiaciones cuando el Ayuntamiento no contó con presupuesto suficiente para hacerlo. El Ayuntamiento, en agradecimiento, acordó dar su nombre a la plaza donde se encuentra la casa donde nació, construida a fines del siglo XVIII. Fundó y presidió la Liga de contribuyentes de Oviedo, promovió la Exposición asturiana y perteneció a la Sociedad Económica de Amigos del País".

La plaza un día de mercado aún a temprana hora de la mañana. La fundación de la villa se efectuó algo antes de 1256 (cuando se la menciona por primera vez en un documento) mediante carta puebla dentro de la política repobladora del rey Alfonso X El Sabio que, como otros reyes castellanos y leoneses entre los siglos XII y XIII, favorecieron la creación de poblaciones aforadas autosuficientes, libres del vasallaje de la nobleza y de las propiedades eclesiásticas, de cambiantes fidelidades y que, amparadas por la Corona, tuviesen su gobierno propio y rindiesen cuenta directamente al monarca, sin intermediarios feudales

Para ser autosuficientes, estas polas o pueblas tenían el privilegio de celebrar un mercado semanal, cuyas sisas sufragasen su mantenimiento y continuidad, y cuyas actividades comerciales favoreciesen el asentamiento de nuevos pobladores, comerciantes y artesanos principalmente, así como que los campesinos del territorio circundante, que formaría su alfoz, germen de los concejos asturianos, acudiesen a vender sus excedentes y a adquirir o comprar otros, como aperos, enseres, ganado, etc.

Fijémonos en la concha que señala el Camino de Santiago, la placa del Mercado de las Fabas y, arriba, la del callejero, con el nombre de la plaza, que dispone también de concha y flecha, indicándonos que el Camino ha de seguir de frente: una opción es ir hacia la iglesia parroquial de San Pedro, una de cuyas torres vemos de frente, al final de la calle de la Magdalena, donde existió una capilla de esta advocación


Justo donde empieza la calle la Magdalena era donde confluían el camino que salía de la villa intramuros por la Puerta de la Plaza con el que bordeaba la muralla (calle Manuel Pedregal ahora). Allí se fundó el Hospital de Nuestra Señora de las Candelas para acoger a los peregrinos (del que nada queda en pie). En esta confluencia y encrucijada caminera se abrían varias posibilidades para seguir ruta: una continuar por la calle Magdalena hacia la iglesia, como hemos dicho, y otra seguir a la izquierda por la actual plaza tomando seguidamente la calle de los Marqueses de la Vega de Anzo. Ello se basa en el antiguo entramado viario de la puebla extramuros, tal y como nos lo cuenta también Alicia García Fernández: 

"En la confluencia del itinerario extramuros y la plaza principal de fuera de la villa (plaza General Ponte) se ubicó el hospital de peregrinos de la villa de Grado. Existe constancia de su existencia al menos en 1518, fecha en que estaba bajo patronato de la comunidad parroquial y vecinal. En los libros de fábrica del año 1643 es citado bajo la advocación de San Sebastián, pero en el siglo XVIII, cuando su patronazgo es detentado por la nobleza moscona, pasa a ser denominado como de Nuestra Señora de las Candelas. La casa-hospital ocupaba la esquina de la actual plaza del general Ponte con la calle de Manuel Pedregal, extramuros y al pie del camino de Santiago. Se trataba de un edificio sencillo de dos plantas. En la planta baja se situaban tres cuartitos y un establo y en la parte alta estaba la cocina y las estancias destinadas a alberguería. Tenía una solana asomada a la plaza y en el lado oriental una puerta que daba a la tribuna de la capilla de Nuestra Señora de las Candelas. Por el oeste el hospital compartía medianera con otra casa. Fue decayendo hasta desaparecer con la desamortización y actualmente no queda traza alguna ni del hospital ni de la capilla. 

Una vez se cruza el núcleo principal de la villa caben tres posibilidades de continuar la ruta, que serán también los tres ejes principales que desarrollan y configuran el urbanismo moderno de Grado. Desde la salida por la puerta del Ayuntamiento el recorrido podía seguir por las calles Alonso de Grado y El Curato; otra vía está formada por la calle Manuel Pedregal, la plaza de la Iglesia y la calle La Magdalena; finalmente, un tercer eje es el que integran la calle Manuel Pedregal, la plaza General Ponte y las calles Marqués de Vega de Anzo y Cimadevilla.

Todos estos itinerarios confluyen en la zona alta de la villa, en el espacio que actualmente ocupa la Fuente de Arriba, construida por Carlos IV en 1796. Proseguía el camino hacia el barrio de la Cruz, donde la vía se bifurca pudiendo enlazarse con la Ruta de La Mesa o seguir por la ruta Jacobea hacia San Juan de Villapañada..."


A nuestra derecha, tenemos la magnífica fachada del edificio cuyos soportales de hierro forjado hemos visto desde la Plaza del Ayuntamiento. Está datada a finales del siglo XVIII y conjuga elementos barrocos y neoclásicos propios de ese tiempo de transición


Es de planta cuadrada y tiene tres pisos, separados por líneas de imposta y a la vez, por tres calles, esto es, espacios verticales, separados a su vez por pilastras de capitel moldurado y, en su parte más alta, bajo los aleros del tejado, aparecen tres filas de tres óculos cada una


Esta fachada que mira a La Plaza'l Mercáu o Plaza del General Ponte, presenta varios vanos adintelados, tres puertas en la planta baja y balcones enrasados (no salientes) en los pisos superiores, "con antepechos de forja, guardapolvos y tarjetones con espejos y decoración vegetal y floral", nos dicen en la web del Ayuntamiento. Esta fachada aparece rematada con un fróntón en lo alto, en el que se muestra el escudo nobiliario


Una placa recuerda que en esta célebre plaza actuó la compañía La Barraca, dirigida por Federico García Lorca, el 2 de septiembre de 1932, en aquella encomiable iniciativa para acercar el teatro y las inquietudes culturales a las clases más populares, que hasta entonces tenían muy difícil el acceso a algo que actualmente nos parece tan normal como una comedia del Siglo de Oro, actuando para ello principalmente en villas campesinas de toda España. Por eso en ella se lee:
ACERCAR EL TEATRO AL PUEBLO
F. GARCÍA LORCA
HOMENAJE A LA BARRACA
GRADO 1932 1982

A la izquierda, vemos la plaza hasta su extremo meridional en Casa Tejeiro, donde se encuentra la famosa confitería de los tocinillos de cielo que decíamos al principio. A su derecha está la calle Marqueses de Anzo y a la derecha la de Alonso de Grado. Ambas seguirían el trazado de dos de los antiguos caminos de entrada y salida de la puebla, como nos decía Alicia García Fernández. Y es que la villa fue fundada en una encrucijada del Camín Francés o Camín Real de Galicia (eje este-oeste) con un ramal del Camín  Real de la Mesa (eje-norte sur) que enlazaba la capital asturiana (por Peñaflor) con el que, durante siglos, habría sido el puerto más accesible y empleado para comunicar Asturias con la meseta a través de la Cordillera, el puerto de La Mesa, entre Somiedo, Teberga y Babia


Y aquí tenemos los soportales de la Casa de los Arcos o de Arias de Miranda. Esta estructura permitía deambular por la plaza incluso en días de lluvia o de intenso calor


Aquí tenemos una de las placas con un texto explicativo de los monumentos de la villa


Desde un poco más adelante tenemos una hermosa vista de la fachada principal, en la que se comprueba bien a las claras las dos partes del edificio, la antigua, de piedra rosada de sillería, y el recrecido decimonónico (observemos también atrás cómo asoma el edificio del Ayuntamiento, del que hablamos en la correspondiente entrada de blog). De esta Casa de los Arcos nos dicen asimismo en la web municipal:
"Esta edificación corresponde a un modelo de vivienda urbana, que se repite en otras villas de la región y , posiblemente, sea la única construcción que permanece en pie de un conjunto más amplio que bordeaba la plaza. 
Destaca el pórtico con arcos de medio punto en la planta baja y que nombre a la casa. Presenta una distribución simétrica de los vanos, en los que destaca el balcón central del primer piso de hierro forjado, cuyo antepecho volado se cierra con rejería de tornaduras".

Los demás edificios de la plaza son de época posterior, algunos muy reformados o rehechos, como el del Restaurante Linde, famoso por su arroz con bugre, 'bogavante', entre otras especialidades, y del que nos cuentan así en En busca del restaurante perfecto:
"En la Plaza General Ponte, donde todos los domingos se centraliza el «Mercao dominical de Grao», nos encontramos con este restaurante que por edad tiene poco tiempo de vida pero por solera es conocido por todos los moscones de toda la vida ya que antiguamente regentaban el local de al lado, la famosa Parra, donde sus arroces eran conocidos por muchos…
Tras sus puertas se encuentra un local de estética moderna pero con las mismas ganas de siempre. Buena restauración, cocina inmejorable y buenos caldos componen una formula que es un acierto seguro al 100%.

Las terrazas se extienden por todo este frente de casas hacia la calle La Estrella y Más allá. En esta plaza siempre hubo tascas y chigres, en uno de ellos, El Cabaño, estuvo precisamente Federico García Lorca con el famoso escritor, economista y humorista moscón Valentín Andrés Álvarez, según explica el cronista oficial Gustavo Adolfo Fernández en Cuando en Grau se vivió de la sidra, artículo para La Voz del Trubia del 10-4-2024:
"En El Cabaño tomó sidra el poeta Federico García Lorca junto a su amigo Valentín Andrés Álvarez. Fue en septiembre del año 1932 cuando Lorca vino a Asturias con su compañía de teatro La Barraca. La primera actuación fue precisamente en Grado y esa noche estuvieron los dos amigos cenando y de fiesta en la sidrería El Cabaño que estaba entonces en la Plaza General Ponte, donde disfrutaron de una de las mejores voces de la canción asturiana de la época, la del moscón Prudencio Merino “El Polenchu”. Sidra y tonada están muy vinculadas; en los llagares los culines se acompañan frecuentemente de asturianadas y la fama del Polenchu nació y creció en las sidrerías locales."

Luego de la calle La Estrella y en la misma plaza van la Vinoteca Bar Zapa y La Churre de Grao, que también sacan sus terrazas a la plaza. No pretendemos hacer una guía hostelera y comercial pero siempre entendemos interesante hacer mención a sitios donde los peregrinos puedan comer o tomar algo, así como comercios de alimentación donde comprar vituallas y otros. Ni que decir tiene que los nombres, horarios, aperturas y características en general pueden cambiar


Y al fondo Casa Tejeiro, que mencionamos ya varias veces, un ejemplo de las transformaciones del edificio de esta plaza, pues construida en 1798, su aspecto actual se debe a su reedificación en la posguerra, al cargo del contratista Manolo El Tristán siguiendo planos del arquitecto Leopoldo Corugedo, quien antes de la guerra ya había reformado la casa consistorial. Esa intervención cambió toda la fachada y recreció los dos pisos superiores


He aquí un aspecto de esta parte de la plaza cuando se celebra el mercado dominical; en ella y calles adyacentes se concentran los puestos de alimentación. Más allá ya tenemos los de ropa, calzado y otras mercancías


Y el mercado en domingo mirando hacia la Casa de los Fernández de Miranda, por donde hemos salido a la plaza. El mercado original de los primeros siglos se celebraba los miércoles, pero dada la gran producción de las fértiles vegas mosconas y de estar emplazada la villa en un camino de muchísimo tránsito, en el siglo XVIII se amplió a los domingos, es decir, ¡un mercado dos días a la semana!


De este gran mercado escribiría el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos cuando lo visitó el 2 de octubre de 1796, resaltando que ya por entonces se celebraba dos días a la semana, deteniéndose a explicar que se celebraba incluso en festivo y en domingo, estando exento pues de las prohibiciones eclesiásticas imperantes en su época...
 "...pasamos por Grado; inmensa gente en mercado, o por mejor decir, en el festivo. Es de notar que el Sínodo los prohibió en los días festivos; pero puestos en días de trabajo resulta haber dos mercados: uno el señalado, otro el domingo, porque al labrador conviene aprovechar este día de vagar para comprar en las capitales de tráfico y vender lo que le falta o sobra..."

En la actualidad es, con mucho, el mercado del domingo el que lleva la palma de gentes, puestos, extensión y ventas. Conoceremos un poco más su historia en El Mercado de Grado, estudio realizado por el IES César Rodríguez de esta villa moscona:
"Pocas cosas habrá tan importantes en Grado como su mercado tradicional. La historia e incluso el nacimiento de la villa tienen mucho que ver con esta cita comercial que hoy en día sigue vigente y ya mira hacia el futuro. No obstante, no todo fue siempre igual en el mercado. Hubo, hace años, plazas destinadas a productos únicos, como las patatas y las avellanas. También hubo un tiempo en que los mercados de la Flor (la fiesta más popular en Grado) abarcaban varios días. 

El origen del mercado moscón hay que buscarlo en la Edad Media, probablemente tal y como se puede leer en uno de los murales de la muestra, en la concesión de la carta puebla a Grado por el rey Alfonso X el Sabio con anterioridad al 3 de marzo de 1256. En estas concesiones reales uno de los privilegios que se otorgaba era la celebración de un mercado semanal, que en el caso de Grado era los miércoles. Según narran los cronistas y escritos del siglo XII, por 1256 se celebraba ya un mercado tradicional. Desde entonces, y posiblemente con anterioridad, la villa celebra cada miércoles y cada domingo este mercado, donde los productos de la tierra siempre han sido los auténticos protagonistas. 

Todos los miércoles y domingos desde el año 1256. Se pueden comprar productos típicos de Grado: quesos, embutidos, panes, hortalizas, verduras, semillas etc. además de otros productos como ropa, calzado, y todo tipo de relojes, carteras, etc. Uno de los únicos mercados de domingo en Asturias y España donde también abren los comercios de la villa. 

El mercado de Grado durante la Edad Moderna fue una excepción, ya que empezaron a celebrarse dos mercados a la semana -miércoles y domingos, según los documentos de la época- a causa de las fértiles vegas y por el paso por el concejo de las principales vías de comunicación, Camín Real de la Mesa y Camino de Santiago. A lo largo del siglo XIX y principios del XX se produce un cambio en la economía tradicional asturiana con el aumento de excedentes de las caserías y los mercados semanales comienzan su decadencia. Sin embargo, esto no sucede en Grado que en esta época se le conoce como la huerta de Asturias. Los puestos ofrecen cereales, legumbres, manteca, huevos, hortalizas, frutas... Y se exporta gran cantidad de avellanas y fresas. En 1930, el precio de 1 kilo de tomates en Grado era de 1 peseta. El propio Jovellanos, en 1795, en uno de sus viajes que pasa por Grado, afirma: «en sus mercados se surten también los de Trubia, pudieran ir a Oviedo, pero buscan aquí la mayor baratura y abundancia». 

Si por algo es conocido entonces Grado en toda Asturias, es por sus mercados que en los últimos años, tras la apertura de la autovía, han servido para revitalizar la actividad comercial y la economía del municipio. Y del pasado al presente y también al futuro. El Consistorio aprobó el pasado mes la ampliación del mercado, que servirá para dar acogida al aumento de vendedores y visitantes provocado en gran medida por la nueva autovía que une Grado con el centro de la región. Como explicó la edil de Ferias y Mercados moscona, si por algo es reconocido el mercado de Grado es por su tradición: «No es un mercado de abastos al uso”. La gente que se acerca a la villa viene buscando a las vendedoras de toda la vida que mercan sus productos como antaño. Eso hay que mantenerlo, pues es nuestra seña de identidad». Una manera de mirar hacia el futuro pero pensando en el pasado.

El tradicional mercado de Grado se celebra desde hace siglos dos veces a la semana, los miércoles y los domingos, y las calles y plazas de la villa se llenan de puestos que ofrecen los productos de las huertas de la comarca, así como otros artículos de calidad. A lo largo de estos años, el mercado moscón ha evolucionado, pero la esencia se mantiene. Grado fue, es y pretende ser una gran superficie comercial al aire libre con la mejor oferta y demanda".

El 15 de octubre de 2024 el corresponsal del periódico La Nueva España Alberto Gómez publicaba esta muy amena reseña del mercado moscón titulada Cuándo y dónde se va a celebrar el mercado de Grado ( y por qué no vas a querer perdértelo):
"Asentada en la vega de Nalón y el Cubia, la capital del concejo de Grado se caracteriza por situarse en un cruce de los caminos. El de Santiago y el de Carmín Real de la Mesa. Un acontecimiento que siempre ha incentivado una gran cantidad de movimiento en la localidad, tanto de peregrinos como viajeros, los cuales incentivaron la creación de un mercado en la villa. Uno con el que se buscaba saciar el apetito y otras necesidades de esa gente de paso.
Bajo el fin de abastacerlos a todos y conocedores de que el número de visitantes solo iba en aumento, se dió salida comercial a una gran producción de la villa: la creación de un mercado. El mismo que denominó Alfonso X en 1256 como "el mercado de los miércoles" en su Carta Puebla. Aunque, con el tiempo, se terminó extendiendo también a los domingos. Una prolongación que favoreció que se convirtiese en uno de los más relevantes y con más tradición que existen. De hecho, varios miles de visitantes suelen inundar las calles de Grado con el fin de participar en la animación que proporciona el propio mercado. De la misma manera, contribuyen al comercio y a la hostelería moscona 
Aunque si por algo se caracteriza el mercado es por su extensa oferta de productos locales. Quesos, embutidos, carnes -de producción ecológica o casera- presiden los puestos del mercado. ¿Los más destacados? Entre las primeras posiciones, figura el queso Afuega’l Pitu, sidra y, por otro lado, el pan de escanda. Además, la cosecha de las huertas de la comarca pasa revista en el casco antiguo en forma de verdura, hortaliza y legumbre. Todo de temporada. 
El mercadillo cuenta también con secciones focalizadas en el terreno textil. Desde distintas prendas de ropa hasta utensilios de cocina pasando por diversas herramientas, que ayudan a mantener el equilibrio entre lo tradicional y lo moderno. 
La calle Manuel Pedregal es la arteria principal que conecta toda la feria. De la misma manera, en la plaza del General Ponte se agrupan los puestos de agroalimentación. Los mismos que se encargan de envolver al visitante en una travesía única, repleta de sensaciones y agradables sorpresas".

Y he aquí el famoso Quesu d'Afuega'l Pitu al que se refiere Alberto Gómez en su artículo. Podemos adquirirlo en cualquiera de sus variedades: atroncáu roxu (en forma troncocónica y con pimentón), atroncáu blancu (troncocónico y sin pimentón), y también de trapu blancu o de puñu, también roxu o blancu


Es el queso por excelencia de toda esta zona de Asturias, pero también podemos encontrar muchísimos más, el de La Peral, el GamonéuPría, el de Los Beyos o el famosísimo Quesu Cabrales, entre otros...


Y es que en  Asturias se comercializan decenas de quesos de producción propia, siendo, respecto a su tamaño la mayor mancha quesera de Europa en relación a su variedad en un espacio relativamente pequeño



Como postre, en las confiterías, no deje de pedir el no menos célebre Tocinillo de Cielo, de honda tradición moscona, hecho de yema de huevo caramelizada y azúcar, delicioso y dulce manjar


Hablaremos de ello enseguida un poco más cuando nos acerquemos a Casa Tejeiro...



Y en Los domingos al mercado de Grado la web El Campo en Asturias nos ofrece este recorrido por los puestos, conociendo a vendedores y clientes...
"Una de las muchas propuestas agroalimentarias de Asturias son sus mercados semanales, que suelen ofrecer tanto al habitante como al visitante una serie de productos locales, como los de la huerta cultivados como antaño, difíciles de conseguir en una superficie comercial. La tradición de estas muestras ambulantes es muy antigua y está muy arraigada, especialmente en la zona rural. Hasta tal punto estamos habituados con ellas que ni tan siquiera hoy en día, en el que la publicidad marca nuestras preferencias a la hora de consumir y los grandes establecimientos acaparan la oferta de productos de diversa índole en un mismo emplazamiento, hemos perdido la costumbre y las ganas de ver y comprar el género que nos brindan.

El tradicional mercado de Grado se celebra desde hace siglos dos veces por semana, los miércoles y los domingos, y es cuando en el caso histórico de la villa se montan puestos de plantas, productos textiles y, especialmente de sus afamados frutos de la huerta; un escaparate que pone a disposición de vecinos y foráneos artículos frescos, fruta y verdura de temporada, a precios competitivos. 

Y es que la apertura del pequeño comercio coincidiendo con el mercado dominical es una de las características que diferencia a Grado y lo convirtió en un referente donde abastecerse en domingo. De hecho, acuden clientes de diferentes puntos de la región, como Consuelo Menéndez, vecina de Oviedo. “Suelo venir bastante a menudo, sobre todo si quiero comprar algo en concreto, como fabas o manzanas de casa”, apunta. 

Son muchos los agricultores que como medio de vida, o simplemente para vender su excedente se instalan semanalmente en la plaza. 

Ramona González, vecina de la localidad moscona de Llamas, como cada miércoles y domingo desde hace 40 años pone a disposición del cliente gran variedad de fruta y hortaliza, dependiendo de cada estación. Su especialidad, los huevos. 

 Olga Suárez, natural de San Antolín, localidad de Cornellana (Salas), coloca su puesto cada último día de semana compuesto por cebollas, ajos, kiwis, faba de granja, faba amarilla, entre demás variedad, todo cultivado por ella misma. Reconoce que las ventas, aunque generalmente son buenas, “va por días. Hay domingos en que lo vendes todo y otros, en cambio, que llueve y no vendes nada”. Su especialidad, más que la agricultura es la apicultura. “Tengo más de 100 colmenas, y tengo miel de brezo, multiflora y de brezo de calluna”.

La moscona Josefina González acude a la villa los domingos y trae de su huerta, un terreno de unos 1.300 metros en Pereda, patatas, manzanas, nueces y hasta harina, transformada en su propio molino. “Vendo lo que tengo de casa, todo ecológico y plantado de manera tradicional”, destaca, y asegura que hoy en día “en la plaza se vende poco. La gente va a las grandes superficies por comodidad. No valora la calidad”. 
Mª de los Ángeles Feito es habitual al mercado desde hace 7 años. Se presenta desde un pequeño pueblo a 16 kilómetros de Tineo, Luciernas, donde tiene su hacienda con un pequeño invernadero. Puerro, acelga, castañas o membrillo, forman parte de su mercancía. Explica que de la agricultura “se puede vivir tranquilamente. El problema es que el campo lo trabaja gente mayor, y a la juventud no le gusta”.

"Abierto en domingo", reza el lema promocional del Mercáu de Grau, y es verdad, puesto que mercado y comercios abren sus puertas en ese día en el que la gente se agolpa en sus calles y plazas con las bolsas de las compras. Así lo resaltan en la propia web del Ayuntamiento:
"El mercado de Grau/Grado, con más de 700 años de historia, es la feria semanal más auténtica de Asturias.

Lejos del turismo de masas, las plazas y calles más céntricas de la villa son ocupadas cada miércoles y domingo por decenas de productores locales, comerciantes y artesanos. Podrás encontrar lo mejor de a zona: el famoso queso Afuega'l Pitu, las fabas más tiernas, miel, embutidos, frutas, verduras, además de prendas, accesorios y artesanía.

El ambiente se anima aún más gracias a la hostelería y al variado comercio local, que abre todos los domingos por la mañana".

Este es un vídeo del mercado a partir de la Casa de los Arcos, por donde hemos llegado a esta plaza


Y este es el marcado en su prolongación por la calle Marqueses Vega de Anzo, más allá de la plaza
 

También se celebran en la localidad varias de las más concurridas ferias de Asturias, las cuales siguen celebrándose con gran éxito y afluencia: la Flor primera, el domingo que sigue al de Pascua de Resurrección, la Flor Segunda, el domingo de Pentecostés, las dos con mercado de ganado y productos del cerdo, las ferias de los Praos y de la Caída en septiembre, la del Pilar el 12 de octubre, dedicada la ganado, también la de San Simón, de ganado caballar, y alguna que otra más, como El Mercaón. En Mercados temáticos y Mercadones de la web municipal encontramos esta relación del año 2025 que na de servirnos como muestra para cualquier otro año:

Y en Mercados Ganaderos... (las reses se exponen en el mercado de ganados, al sur de la población)
Mercados mensuales de ganado (1º domingo de mes)
(Ganado ovino, bovino, equino y porcino )​​​​

Feria de Ganado de la Primera Flor (27 de abril de 2025
(Ganado ovino, bovino, equino y porcino )​​​​

Certamen Local de Ganado Vacuno de Grau (16,17 y 18 de mayo de 2025)
(Ganado Bovino)

Feria de Ganado de la Segunda Flor (8 de junio de 2025)
(Ganado ovino, bovino, equino y porcino )​​​​

Feria de los Prados (7 de septiembre)
(Ganado ovino, bovino, equino y porcino)

Feria de la Caída (20 septiembre)
(Ganado ovino, bovino, equino y porcino)

Feria de San Simón (28 de octubre)
(Ganado Equino)

Este texto, también de la página del Ayuntamiento puede servirnos para darnos cuenta un poco más de la importancia y trascendencia de este mercado moscón:
"Grau y su mercado tradicional forman un binomio indisoluble desde tiempo inmemorial. En buena medida, la propia existencia de la villa de Grau se justifica por su función de mercado. Un mercado que ha constituido y constituye el principal activo y motor económico del concejo. Buena parte del papel que la villa de Grado desempeña como cabecera comarcal procede de la trascendencia de sus dos mercados semanales hacia los que convergen productores, productos y clientes de toda Asturias y de fuera de nuestra región. Más de 200 puestos de venta ambulante se instalan cada domingo en la villa moscona y miles de visitantes de toda Asturias acuden a este reclamo. 
La propia evolución histórica y crecimiento de la villa son una proyección y una evolución de su mercado semanal a mercado permanente, cuyos locales abastecen de bienes y servicios comerciales, administrativos, financieros y técnicos a toda la comarca. 
La plaza alberga una estatua en homenaje a las tradicionales vendedoras del mercado".

Cuando no hay mercado, la plaza es de gran concurrencia, con sus animadas terrazas, si bien esto tiene que ver, por supuesto, con el día, la hora y la estación del año por la que pasemos. Según se acercan la primavera y el buen tiempo la afluencia de gentes aumenta, entre ellos no pocos peregrinos


Como hemos dicho, dos son las opciones principales que seguían los peregrinos de antaño para salir de la población, una la de la actual calle de la Magdalena (a la derecha) y otra la de la ahora calle de los Marqueses de la Vega de Anzo, que, en principio, es lo que vamos a hacer nosotros, aunque luego volveremos para conocer la iglesia


Como era común, en el campo a la salida o entrada de las poblaciones importantes, que solía constituirse en plaza mayor, se emplazaba el rollo, gran columna de piedra que simbolizaba la jurisdicción de la villa y, a diferencia de otras, en esta no se exponía ni azotaba a los malhechores para escarnio público, como escribe el cronista Álvaro Fernández de Miranda en su obra Grado y su concejo, publicada en 1907:
"El rollo, el famoso rollo que tantas generaciones contemplaron, nada tenía de estético, aunque de ello presumiera: estaba en la Plaza Mayor.

De parda cantería, con un león toscamente labrado sobre una columna levantada en cinco gradas, medía unos cinco metros de altura solamente, y en sus últimos tiempos cambiaron en león por un imperfecto cono, que afeó más el pequeño monumento.

Era el rollo la señal de la exención jurisdiccional de Grado, y no por cierto ignominiosa picota, para azotar á ciertos delincuentes como en otros rollos de los pueblos de Asturias. Su desaparición data de 1842, y debió respetársele por sus honrosos recuerdos: si en la Plaza Estorbaba, pudo ser trasladado a otro sitio menos céntrico"

"Según los maliciosos, destruyóse para utilizar algunos ediles los materiales del monumento, y de ahí el cantar:

"La piedra que tuvo el rollo

cinco mil reales costó

pero en unas cuantas horas

el degorrio se la llevó" 


Alicia García Fernández también nos señalaba la existencia de un camino más que de la Puerta de la Plaza o del Ayuntamiento saldría hacia el oeste: es el que seguiría por la calle Alonso de Grado, detrás de estos edificios de las terrazas, y proseguiría a la izquierda de Casa Tejeiro


En este mapa de la arqueóloga se nos dispone, en trazos verdes, la red viaria dentro y fuera del reducto amurallado, con los edificios conocidos por entonces


Y en este mapa de la misma Alicia comprobamos cómo en base a esos caminos y en su salida al oeste (Camino de Santiago, Camín Real de Galicia o Camín Francés) y sur (Camín Real de la Mesa) creció la población. Más tarde, la construcción de la carretera Oviedo-Villalba (actual N-634), motivó su expansión hacia esa misma zona pero también hacia el norte, hacia el Puente de San Playu, paso del Cubia (este no se ve en la foto, pero por él hemos pasado para llegar aquí)


Como antes decíamos, Casa Tejeiro fue construida en 1798, dos años después solamente de que Jovellanos plasmase por escrito sus impresiones del mercado aquí celebrado. No obstante su aspecto actual obedece a una transformación total del edificio en la década de 1940


"De planta cuadrada, tiene tres pisos, y buhardilla con ventanas pareadas rematadas en frontón triangular. El enmarque de los vanos resalta sobre los muros enlucidos, proporcionando gran vistosidad al edificio.  Combina molduras ondulantes con arquerías corridas de medio punto, que bordean balcones enrasados y en voladizo, algunos de ellos sobre repisas molduradas. Se cubre a cuatro aguas con teja curva", esta es la buena descripción arquitectónica que se nos ofrece en la web del Ayuntamiento


Y aquí llegamos a la escultura en bronce Homenaje a las vendedoras del mercado, obra de José Luis Iglesias Luelmo, inaugurada en 1999 en honor a las vendedoras que cada miércoles y domingo ofrecen sus productos en esta plaza y otras plazas y calles de la villa, dándole fama a este mercado, de los más concurridos de Asturias


La escultura representa a una mujer vestida con mandil y pañuelo a la cabeza, con  un gran cesto en la mano izquierda, en el que lleva los productos a vender. La mano derecha la apoya en la cadera y mira de frente, pareciendo esbozar una sonrisa, acaso pregonando su mercancía a los viandantes


A sus pies y en el suelo una placa explica su razón de ser y la fecha de su inauguración, el 22 de mayo de 1999, siendo alcalde Alfredo Martínez Cañedo


Llamada popularmente La Muyerina, fue trasladada aquí desde su situación original, más hacia el centro de la plaza, según nos explica Sara Arias para el diario La Nueva España del 13-2-2016 en Pasión por "La Muyerina":
"La Muyerina", la escultura dedicada a las vendedoras del mercado de Grado, ha vivido su peculiar semana de Pasión. El Ayuntamiento reubicó la figura, trasladándola de una peana en el centro de la plaza General Ponte a un lateral, a ras de suelo. Un cambio que el Ayuntamiento justificó por motivos de seguridad ya que se han producido varios accidentes a causa del pedestal, así como para ampliar el espacio útil de la plaza. Tanta pasión desata "La Muyerina" que ha logrado dividir a los moscones entre los defensores y detractores de la nueva ubicación. En la red social Facebook ya tiene un perfil que ya supera los 300 seguidores. 
La estatua se inauguró el 22 de mayo de 1999 cuando el socialista Alfredo Martínez Cañedo era el Alcalde del concejo. "La Muyerina" es obra del escultor José Luis Iglesias, quien se mostró sorprendido con la medida: "¡Quedé asustao, quitáronme la muyerina!", dijo al enterarse de la noticia. La estatua se instaló en una peana en el centro de la plaza. Y ahí estuvo diecisiete años, como testigo de todos los eventos que se celebran en General Ponte y espacio fotográfico para turistas, peregrinos del Camino a Santiago y moscones, sus fans más fieles. 
Con el traslado, la polémica estaba servida. Los críticos señalan que el lugar de honor, el centro de la plaza, pertenece a la estatua, e insisten en que debe estar elevada unos centímetros del suelo para darle el valor que merece. Los vecinos que observan el cambio con buenos ojos aseguran que ahora hay más espacio y la escultura se integra entre los vendedores que hoy día siguen llevando sus productos al mercado moscón. 
Sin duda, la reubicación de "La Muyerina" ha sido el tema de conversación de los moscones durante la semana, generando incluso el ánimo a un levantamiento popular para devolver la efigie al lugar donde reinó durante diecisiete años, que se azuza desde las redes sociales. Y en Internet, "La Muyerina" ya tiene su página personal, donde han abierto una votación para enfrentar al no y al sí del traslado".

Desde aquí vemos las terrazas de la Confitería Tejeiro, en el bajo de la casa de este nombre, la del famoso tocinillo de cielo, de cuya apasionante historia, del dulce y de la familia confitera, nos cuentan así en su página web:
"Las primeras referencias del tocinillo en España datan del año 1324, en el convento del Espíritu Santo, en Jerez de la Frontera, donde las monjas Clarisas lo elaboraban dando salida a las abundantes yemas de huevo que les hacían llegar las bodegas jerezanas. Así se comenzó con la elaboración de este postre, sin embargo, el tocinillo no fue conocido en Grado, hasta que la familia Tejeiro, saga de confiteros, comenzó con su elaboración varios siglos más tarde. 
La historia se remonta a finales del siglo XIX, cuando Toribio Tejeiro comenzó a trabajar como mancebo en la farmacia perteneciente a la familia del insigne Valentín Andrés, quien trajo, entre otras muchas cosas, el progreso de las básculas de precisión a la villa de Grado. 
Según cuenta la historia familiar, la tan cotizada fórmula del actual Tocinillo de cielo Tejeiro proviene de Cuba y pudo haber llegado a manos de Toribio durante su época en la farmacia. Este haciendo uso los elementos de medición de los que disponía, mezclando las yemas y el azúcar, y gracias a la leyenda de dicha fórmula magistral, depura la receta original del Tocinillo, logrando esta textura inigualable e inimitable que lo caracteriza y diferencia este postre de los demás, momento a partir del cual comienza a denominarse Tocinillo de cielo. 
Desde entonces han transcurrido más de 100 años, en los inicios y durante muchos años, el prestigio y la fama se lograban con el boca a boca y los medios técnicos a disposición de la familia eran muy limitados, no obstante, gracias al esfuerzo de cuatro generaciones, el tocinillo de cielo Tejeiro es un postre presente y demandado en gran parte del territorio nacional".

Fórmula pues procedente de Cuba, al menos según la memoria transmitida generacionalmente, mejorada con la correcta medida de los ingredientes, pesados con exactitud en las balanzas farmacéuticas de precisión, que alcanzó gran éxito y que se procedió a comercializar en torno al gran mercado del que procedía su misma materia prima...
"El trabajo de Toribio lo continuó Pepe Tejeiro, maestro confitero y gran impulsor de la Confitería Tejeiro. Este junto a sus hijos y tras años de esfuerzo y trabajo, consiguió extender la comercialización del Tocinillo de cielo Tejeiro e inició una tradición que haría resaltar el nombre de Grado incluso fuera de nuestras fronteras. 
El primer obrador de la confitería en Grado estuvo en la zona conocida como la “Mayadera”, posteriormente se abrió la primera tienda en la antigua farmacia de Óscar Rodriguez, hoy en día conocida como Farmacia Fuertes. 
Tiempo después, Toribio compra el edificio de la plaza, donde se traslada el obrador y la tienda, incluso amplía el edificio original, edificando un segundo y tercer piso para que toda la familia Tejeiro viva junta. También se abre un pequeño despacho para vender pasteles junto al conocido hasta la fecha como Café Exprés. 
Nuestro antepasado Pepe Tejeiro, se abastecía en la propia plaza del mercado de Grado, allí compraba a los campesinos los ingredientes que necesitaba para la elaboración de sus recetas".

Una mujer, como la representada en el monumento a las vendedoras, iba asiduamente a Oviedo/Uviéu a recoger los moldes de hojalata retornables en los que se hacían los primeros tocinillos. Era conocida como La Carretona y, con el tiempo, dichos moldes pasaron a ser de aluminio para el tamaño individual "y conforme la demanda fue creciendo se hicieron moldes desechables", explican en la página de la confitería


Y aquí tenemos a su majestad el tocinillo, ante el que sucumben los paladares más exigentes, buen aporte de sabor, vitalidad y energía para el fatigado peregrino, "postre elaborado a base de yema de huevo caramelizada y azúcar, compacto y de color amarillo intenso", aunque hay, naturalmente, siempre alguna sabrosa fórmula secreta, tal y como seguimos leyendo en la web de Tejeiro...
"Actualmente somos la cuarta generación que, de forma interrumpida, y respetando la receta secreta que nos han legado nuestros antepasados, continuamos elaborando el Tocinillo del Cielo de manera artesanal en nuestro obrador de confitería. 
Porque la Confitería Tejeiro es eso, un obrador de confitería que mantiene la tradición y compromiso con la historia lo cual nos limita para fabricar a mayores escalas, pero nos garantiza la calidad final del producto. Los huevos se cascan a mano, con un pincel se untan uno a uno los moldes y el caramelo, se continúa elaborando en los mismos peroles de cobre que utilizaban nuestros bisabuelos, siendo fieles a la misma receta y mismo proceso de elaboración. 
El resultado es un producto de muy alta calidad que se diferencia del resto de tocinillos por su sabor contundente, textura fina y homogénea y como dice Carlos Maribona (crítico gastronómico en el periódico ABC): “sorprende su sabor artesanal y casero en un molde industrial”. 
Hoy en día desde el obrador de Grado, Asturias, hacemos envíos de tocinillos de cielo a restaurantes y tiendas de toda España incluidas las islas, pero también gracias a reconocidos chefs asturianos estamos enviando tocinillos fuera de nuestras fronteras, como por ejemplo a Bélgica o Londres".

Un poco a su izquierda, en la calle Alonso de Grado, vemos Casa Puri, el Bar Portal, antigua parada de postas del viejo camino y que, con motivo de su restauración, mereció este notable artículo de Ángela Rodríguez publicado en La Nueva España del 7-11-2024:
"En el centro de la villa moscona un singular edificio de dos plantas, con entrada a las viviendas en la calle Eduardo Sierra y fachada principal en la calle Alonso de Grado, no hace mucho era una ruina. “Había ratones y palomas por todos sitios y llovía dentro”, explica José Luis Fernández, ahora propietario del inmueble, que forma parte del casco histórico de la villa, declarado en su conjunto Bien de Interés Cultural (BIC). 
“Compramos el edificio en diciembre del 2015 y lo rehabilitamos en 2017. La verdad es que quedó muy bien. La gente nos lo comentaba por la calle y en el Ayuntamiento creo que también gustó”, apunta Fernández. Mucha inversión, muchos desvelos y sobre todo, mucho papeleo después. El inmueble datado en el siglo XIX es hoy de viviendas y lugar de trabajo de María Ángeles Rodríguez, también propietaria.  
“Rehabilitamos todo, entero. Salieron ocho apartamentos, para alquiler. Cuatro en planta primera y cuatro en bajo cubierta. Y en la planta baja tiene mi mujer su parafarmacia”, cuenta Fernández, frente al portal. En él muestra algunos de los elementos que ha respetado, en un edificio con mucha historia. Y es que, el inmueble fue hace décadas sede del Partido Comunista de España (PCE). También albergó negocios como el Bar Portal y Casa Puri, y los más mayores le conocen como antigua casa de postas.  
Se conserva una viga de las originales, que decora la entrada y también se han incluido parte de las antiguas barandillas de forja en los descansillos, además de mantenerse los preciosos ventanales en forma de pequeñas galerías acristaladas. “Queríamos mantener parte de la esencia del lugar. Y que tuviera esa fusión de espacios y materiales antiguos y modernos. Por ejemplo, el primer peldaño de la escalera que conduce al primer piso es el de la piedra original, al que se le grabó el año 2019, cuando se estrenó el edificio”, explican los propietarios.  
La puerta de entrada a los pisos, también la idearon copiando la estructura de los balcones originales de la casa, que fue reformada en el año 1945, según consta en el archivo municipal. Hasta entonces el edificio, con calificación de “protección parcial”, se correspondía con una sola vivienda. Tras la reforma de 1945, pasaron a ser tres.  
En la actualidad, de la casona decimonónica quedan los elementos que sus dueños respetaron. También mucha vida, especialmente en el bajo donde Rodríguez vende toda clase de productos para el cuidado y salud personal, con la experiencia de una vida en farmacias y parafarmacias. Ella fue de las primeras que abrió un negocio de este tipo en Grado y, ahora, al fin, en un espacio propio, amplio y cuidado hasta el mínimo detalle, el negocio prospera. “Ella tira para adelante con todo”, asegura su marido".

Volviendo a Casa Tejeiro, en cuyos bajos hay otros comercios además de la confitería, en la web del Ayuntamiento se nos informa que "En la zona baja de la fachada este, sobre un gran portón adintelado, conserva una inscripción en la que aparece quien la mandó hacer y el año de construcción: "ESTA CASA SE HIZO A ESPENSAS DE DON JOSE ANTONIO GO(.)EZ AÑO DE 1798"


El Camino sigue, en suave rampa ascendente, a la derecha de Casa Tejeiro y en dirección a la calle Marqueses de Anzo, a cuyo comienzo se disponen estas terrazas de la confitería, así glosada por Paula Tamargo, también para La Nueva España, en Grado, "la villa dulce", ruta por la tradición del gremio de confiteros:
Llegar a Grado para conocer la capital del concejo y no probar alguna de las muchas especialidades que ofrecen sus confiterías es perder una oportunidad de saborear una de las tradiciones locales. Porque los pasteles y delicias varias que se ofrecen son seña de identidad de un lugar que bien podría llamarse "la villa dulce" si se tiene en cuenta que la vinculación con este tipo de productos es antigua y que el gremio sigue siendo numeroso hoy en día. Actualmente, en el centro del casco urbano hay cuatro familias que capitanean otros tantos establecimientos. En todos los casos se trata de sagas en las que ya son varias las generaciones que ha visto pasar el negocio. Sucede así, por ejemplo, en la Confitería Tejeiro, cuya historia se remonta a finales del siglo XIX, de la mano de Toribio Tejeiro, responsable de la afamada fórmula del tocinillo de cielo que lleva el apellido de su creador. Desde entonces ha pasado más de un siglo y hoy, con las hermanas Carmela y Silvia Riesco Tejeiro, está incoporada la cuarta generación familiar a un negocio donde además de su producto estrella también son protagonistas pasteles, tartas, bizcochos y otros".

Estamos ante "el dulce más dulce del mundo", como bien apunta, de nuevo en La Nueva España, Paula Tamargo en su edición del 27-12-2024:
"Hablar de tocinillo de cielo es hablar de Grado. Y probarlo lleva a quien lo hace a decir que tal vez este sea "el dulce más dulce del mundo". Sea así o no, lo cierto es que sabe a gloria y que la fama de esta especialidad moscona traspasa fronteras. En pocos lugares se elabora con la maestría con la que se hace en la villa, donde el producto tiene una finura al paladar que el comensal apreciará nada más llevárselo a la boca. Comerlo no solo es un placer para el gusto, sino que puede serlo para alimentar la curiosidad sobre el origen de esta joya gastronómica local de la que se enorgullece el municipio y que, de hecho, es una de las señas de identidad de una localidad de amplia tradición confitera. 
Las confiterías locales, que son varias, cuentan con este producto, que se elabora también en obradores de mayor tamaño localizados en las afueras de la villa. Pero la historia del tocinillo de cielo en Grado está vinculada a la familia Tejeiro, que fue quien lo hizo conocido en la villa y lo sigue elaborando más de un siglo después. El origen está en Toribio Tejeiro, que, a finales del siglo XIX, comenzó a trabajar como mancebo en la farmacia de la familia de un ilustre moscón, Valentín Andrés, a través de quien llegaron a la capital moscona avances como las básculas de precisión, con las que trabajó. 
Las primeras referencias del tocinillo en España datan del año 1324, en el convento del Espíritu Santo, en Jerez de la Frontera, donde lo hacían monjas Clarisas. Pero el origen del de Grado está mucho más lejos geográficamente. Según cuenta la propia familia Tejeiro, saga de confiteros que suma varias generaciones, la fórmula del tocinillo que elaboran provendría de Cuba "y pudo haber llegado a manos de Toribio durante su época en la farmacia". "Este, haciendo uso de los elementos de medición de los que disponía, mezclando las yemas y el azúcar, y gracias a la leyenda de dicha fórmula magistral, depura la receta original del tocinillo, logrando esta textura inigualable e inimitable que lo caracteriza y diferencia este postre de los demás, momento a partir del cual comienza a denominarse tocinillo de cielo", explican quienes son sus descendientes.
Quien continuó después con el trabajo de Toribio Tejeiro fue Pepe Tejeiro, maestro confitero "y gran impulsor de la Confitería Tejeiro", como destaca la familia. Junto a sus hijos amplió los horizontes comerciales de la firma. El primer obrador estuvo en la zona de La Mayadera, después se abrió tienda en la antigua farmacia de Óscar Rodríguez, hoy Farmacia Fuertes. Más tarde Toribio compró el edificio de la plaza General Ponte donde está hoy, y allí se llevó obrador y comercio. Abrieron asimismo un pequeño despacho de pasteles junto al Exprés, que ya no existe, aunque además de la plaza hoy cuentan con obrador y otra tienda en la calle El Bolao. 
Pepe Tejeiro compraba en la propia plaza del mercado de Grado los ingredientes que necesitaba para la elaboración de sus recetas. ¿Con qué se hace el tocinillo? La fórmula magistral de Tejeiro es un secreto que forma parte el legado familiar, aunque la base de este postre es la yema de huevo caramelizada y el azúcar, lo que le da un aspecto y textura "compacto y de color amarillo intenso". 
Recuerdan en la familia que los primeros tocinillos se hacían en moldes de hojalata que eran retornables. Después se hicieron moldes de aluminio para el tamaño individual. De estas antiguas piezas aún se guardan varias en el obrador actual. Con el auge de la demanda, llegaron también los envases desechables, aunque la receta es la original de la casa y la elaboración sigue siendo artesanal. 
Hay un "compromiso con la tradición y la historia", destaca la familia, aunque eso limite la producción a mayores escalas. El objetivo, no obstante, es "la calidad final del producto", que está garantizada. "Los huevos se cascan a mano, con un pincel se untan uno a uno los moldes y el caramelo, se continúa elaborando en los mismos peroles de cobre que utilizaban nuestros bisabuelos, siendo fieles a la misma receta y mismo proceso de elaboración", relata la familia. 
A Pepe Tejeiro le sucedieron hijos y nietos, hasta llegar a la cuarta generación con las hermanas Carmela y Silvia Riesco Tejeiro, que continúan hoy con la historia de esta gran saga confitera y del tocinillo de cielo que viaja por toda España, a restaurantes y tiendas y que está presente, por ejemplo, en cadenas nacionales que los comercializan en sus espacios gourmet. Esta delicia se come también el extranjero, en lugares como Londres o Bélgica, por citar solo dos ejemplos. Los asturianos tienen el privilegio de tenerlo muy cerca, visitando Grado para adquirirlo, y aprovechando para conocer una villa rica en patrimonio, gastronomía, naturaleza y con un mercado con más de siete siglos de historia, el más antiguo de Asturias y que atrae a cientos de personas sobre todo los domingos".

A nuestra derecha es la Farmacia de María Teresa y Nicolás de las Heras Monforte y, un poco más arriba, comenzando la calle Marqueses Vega de Anzo a la izquierda, está el Bar La Plaza, haciendo esquina con la Travesía de Casa Mario, a continuación de Casa Tejeiro


Por aquí podríamos seguir ruta calle arriba por el Camino de Santiago hacia la confluencia caminera de La Fonte de Riba, disponiéndonos a salir del casco urbano por La Podada




Pero vamos a volver sobre nuestros pasos y regresar al otro lado de la Plaza'l Mercáu o del General Ponte para retomar el camino hacia la iglesia por la calle Magdalena


Así volvemos pues a la Casa de los Fernández de Miranda, contemplando toda su gran fachada de la plaza, con la Casa de los Arcos y Plaza del Ayuntamiento a la derecha y la calle Manuel Pedregal a la izquierda, por donde bordeaba la muralla uno de los antiguos caminos que nos señala Alicia García Fernández...


Abría sus puertas en sus bajos el Bar La Parra, con entrada por la calle Manuel Pedregal. La noticia de su cierre la daba así Paula Tamargo en La Nueva España del 18-2-2024:
"Adiós al bar y local de restauración La Parra, un clásico de los vermús de los domingos en Grado. Este fin de semana ya no ha abierto en la calle Manuel Pedregal, aunque en la puerta hay un cartel que invita a los clientes a desplazarse a otro establecimiento a pocos metros, en la Plaza General Ponte, donde los antiguos responsables localizan ahora su actividad.
Este lugar hasta hace un par de días sede de La Parra albergó también durante muchos años otro emblemático negocio, el Juval, muy conocido en la villa moscona y punto de parada fija asimismo para muchos vecinos a la hora de tomar el café o el aperitivo".

Mirando arriba, ahora sí que vemos bien de frente el escudo de la casona en el frontón del tejado


Escudo con yelmo; fijémonos asimismo en la fila de flores hexapétalas situada debajo


Placa dedicada a la plaza y al mercado


En lo concerniente al antiguo hospital de peregrinos, este estaba, como hemos dicho, en la esquina de las actuales calles Magdalena y Manuel Pedregal (antigua del Campo), estando a cargo del vecindario agrupado en sus correspondientes sociedades gremiales, como escribe Álvaro Fernández de Miranda:
"El Hospital de peregrinos y su capilla de las Candelas, eran fundación y patronado de los nobles Gremios ó de sus Caballeros (...). Hacía esquina el pequeño edificio á la Plaza Mayor y á la calle del Campo (Pedrera), y dos de sus estancias estaban destinadas á Hospicio.

Cumplió fielmente la institución benéfica su misión de asilar peregrinos y atender enfermos con mejores ó peores medios durante largo tiempo, pero importancia nunca tuvo. Comenzó a languidecer en los primeros años del siglo XVIII; y aunque algo se rehizo, en sus alternativas siguió marcada la decadencia, la que degeneró en desastrosa, hasta que, por último, sufrió la suerte que á fundaciones análogas impuso la desamortización.

Otras noticias del Hospital y el apeo de sus bienes y rentas las hallará el lector en el Apéndice VII de este libro".






En su libro El Camino de Santiago en Asturias. Itinerarios, el historiador Luis Antonio Alías nos cuenta de la vinculación caminera de la villa y de su relación con los peregrinos, dedicando un especial apartado a este hospital alberguería y citando para ello al erudito medievalista asturiano Juan Uría Ríu, uno de los autores de la magna obra Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, quien a su vez se documenta de una inspección realizada en sus tiempos ya de decadencia:
"Impulsada y protegida por Alfonso X, Grado nació el año 1256 como una amurallada puebla itineraria en plena vía de comercio y peregrinación entre Asturias y Galicia.

Lugar de descanso y aprovisionamiento, contó con un buen hospital, el de Nuestra Señora de las Candelas de Grado, ignorándose la facha de una sin duda temprana fundación. La planificación de este centro urbano con murallas, fortaleza, iglesia y mercado, en pleno Camino Francés -la vía peregrina, entre las dos puertas principales del este y del oeste, constituyó y constituye la calle principal-, no podía olvidar el imprescindible centro de acogida. La decadencia era total el 14 de febrero de 1770 cuando, según documento procedente del archivo del Hospicio Provincial de Oviedo, recibió la visita de don Emeterio Cachi refiriendo, tal como escribe Uría Ríu, "que había un matrimonio de hospitaleros cuyos nombres expresa, que el edificio ocupado entonces por una tienda que pagaba renta, tenía un poco de establo y tres cuartos pequeños. En la planta alta había cocina y dos aposentos deteriorados, un "pedazo de sala" con otros dos aposentos en ella, otro más que servía de dormitorio a los hospitaleros, y pegado a él y al lado del Nordeste había una capilla con su tribuna con título de Nuestra Señora de las Candelas. Solo encontró en el hospital una mujer tullida. Para albergar pobres no había más que ocho mantas del país, viejas y rotas, y algunas otras que se hallaban a medio uso. Este hospital poseía bienes en Castañedo, Peñaflor , Prahúa, Haces, los Panes, Grullos, Llamero, La Caborna, Vío, Panizal y Villandás, según constaba en un cuaderno examinado por el visitador. Del libro de las cuentas  se decuce que acogía peregrinos, pues en las del año 1688 se gastaron cuatro fanegas de pan "por la asistencia y limpieza de dicho hospital y la ropa de él; dar luz y leña a los peregrinos".

Mucho después de la desaparición del hospital aún se registraba el paso de peregrinos por aquí: en la revista Viejo Cubia nº 3 (diciembre 2004), un vecino llamado Joaquín Robles nos deleita con la historia de un peregrino que él conoció, en su artículo Asturias en el Camino de Santiago, referido a su infancia en La Cruz, barrio a la salida de la población, entre la citada Fonte de Riba y La Podada:
"De esto hace ya muchos años, tantos que la mayor parte de las gentes de entonces, ya no viven. Ahora gentes que vinieron de otros lugares no pueden tener el recuerdo de aquellos tiempos, del paso de peregrinos andando a Santiago.

La historia que voy a contar el la de un peregrino muy singular, ya que su peregrinaje lo realizaba anualmente, La Cruz era lugar que señalaba y señala el camino a los peregrinos, cruz de piedra labrada que se alza al lado del camino, al borde de la finca y molino de los abuelos. Desde siempre les ví pasar.

Mi barrio tomó su nombre de esta señal. La calle de La Cruz se alarga hasta la salida de la villa, empieza en la Fuente de Arriba y termina en el puente de La Podada. Casa Tarrazo y detrás Casa Bolívar, el colegio, el almacén de Conrado, la fábrica de galletas de Fernando García, el garaje de Cándido, casa El Valenciano y casi de frente la cochera de Rodas y la Carretera Nueva. El molino, con la cruz de piedra al frente, el estanco o casa Serafín. Al otro lado, casa La Gilda, casa de Pedregal, las casinas y luego la fragua de David, el puente y el camino de los peregrinos que van andando continúa hacia Occidente subiendo por el Camino de San Juan de Villapañada y el santuario de Nuestra Señora de El Fresno. Hoy gran parte de las casas nombradas aún sigue en pie, pero modificadas o encajadas entre modernos edificios de viviendas.

Al llegar a casa, de la escuela, nos encontramos con la noticia que había llegado Costales. Costales era un antiguo peregrino, conocido de los abuelos desde hacía muchos años, que hacía un alto en nuestra casa, en su peregrinación anual a Santiago de Compostela. Paraba a primeros de junio a la ida y a últimos de agosto a la vuelta, Se quedaba una o dos noches a dormir en el cuarto que los abuelos tenían  al lado del taller del abuelo detrás del molino. A la hora de comer se sentaba a la mesa con todos y hablaba de sus experiencias del camino. A los chicos nos fascinaba. Nosotros no le conocíamos por otro nombre que el de Costales, por el par de sacas en las que portaba sus pertenencias, atadas a la espalda con unas correas tipo mochila. Costales era todo un mundo de noticias e información, además no era un peregrino cuatrienial como la mayoría, sino que realizaba el camino en solitario todos los años.

Hablaba con detalle de pueblos y lugares como Santurce, Santander, Santillana y San Vicente de la Barquera, lugares lejanos de la provincia castellana de Cantabria, que a nosotros los chicos se nos antojaban todos lugares "santos", ya que empezaban por "san".

Nuestra niñez transcurría en esta zona agrícola-ganadera, un valle a 26 km de Oviedo, en la carretera del interior que va a La Coruña. El primitivo "camino del interior" que por Asturias siguieron siempre peregrinos que se dirigían a Santiago. Al molino maquilero de los abuelos no lo movían las aguas del Cubia que bajan bravas de las alturas y se domestican al llegar a la vega, sino las más escasas del río Ferreiro, que bajan desde San Juan y Sierra Sollera y por medio de una presa se recogían para dar fuerza a los molinos maquileros de la villa y regar prados y huertas.

Costales el peregrino era muy limpio, olía a humo y a jabón del Chimbo. No se presentaba con la ropa rota o descosida (cosa común de ver en aquellos tiempos), pero sí que era una colección de remiendos y parches. Hasta en el paraguas que llevaba colgado del hombro con una cuerda, tenía llamativos remiendos la mar de curiosos y bien cosidos. Le teníamos por montañés y él se decía pasiego, pero nosotros no sabíamos que era eso. Con los mayores hablaba perfecto castellano con algún acento de La Montaña, pero con los pequeños se hacía pequeño y nos hablaba mezclando infinidad de palabras del bable con el castellano, sabía cómo hacerse querer y nos enseñaba más cosas que nuestra maestra de la escuela. Costales todos los años visitaba Covadonga y desde Arriondas, siguiendo la ruta del interior, por caminos de Infiesto, Nava, Pola de Siero, llegaba hasta la catedral de Oviedo. Luego proseguía su camino hasta Trubia, El Escamplero y entraba en Grado desde Las Regueras y Anzo por el puente romano de Peñaflor. Desde nuestra casa partía hacia el Oeste por el santuario de El Fresno, dejando de un lado la carretera a Cabruñana y pasando por Doriga, Salas, La Espina, Trevías, llegando de nuevo a orillas del Cantábrico, Luarca, Navia y a 46 km Ribadeo y Galicia. Hablaba de la ruta y caminos del Interior y también de esta de la costa, que entrando por Ribadeo, prosigue por Mondoñedo, Villalba, Friol y confluía con el Camino Francés en algún lugar de Arzúa. Describía el Pórtico de La Gloria y los tiraboleiros y el botafumeiro, los castros celtas que visitaba en el camino y un sin fin de monumentos, pueblos y gentes.

De cada lugar nos contaba alguna anécdota o historia. De Trubia, que todos los niños sabíamos que estaba más o menos a medio camino yendo hacia Oviedo e incluso alguno de nosotros había visitado viajando en tren con nuestros mayores, él nos informaba que allí había unas fábricas enormes, que hacían de todo, desde cañones a mecheros. Que allí trabajaban muchos aldeanos que iban de almadreñas y que cuando se rompían en los talleres las correas de transmisión de alguna polea, éstos decían que "rompió el sobeo" (correa con la que en el campo se ata al yugo la lanza o baral del carro)"

No muy lejos, en San Xuan de Villapañada, existió otra fundación hospitalaria, esta de la Orden de San Juan de Jerusalén u Orden de Malta y, no demasiado alejado tampoco, existió otro hospital de peregrinos en Cornellana, como también lo hubo poco antes de llegar a Grado/Grau, en Peñaflor y, algo más atrás, en Premoñu, concejo de Les Regueres, lo que da a entender el paso de numerosos romeros jacobitas al menos hasta el siglo XVIII


La calle la Magdalena, adoquinada, sube hacia la iglesia parroquial. Ya desde mediados del siglo XVII hay constancia del deseo de construir una nueva iglesia parroquial más grande y fuera del recinto fortificado, pero ello no fructificó hasta la inauguración de esta en 1890 tras seis años de trabajos y de demolerse la iglesia antigua


En cuanto a la antigua capilla de la Magdalena que da nombre a la calle, en tiempos de Álvaro Fernández de Miranda ya estaba desacralizada, pues escribe de ella el cronista:
"La llamada todavía capilla de la Magdalena, nada tiene que merezca mencionarse. Cerrada al culto hace mucho tiempo, su modestísimo retablo fué llevado á la antigua iglesia a mediados del siglo anterior; sirvió de cárcel en la primera insurrección carlista; después de escuela, teatro, academia de música, y actualmente sirve de almacén."

La iglesia está hecha en estilo ecléctico pero con muchos detalles inspirados en el arte románico y en el gótico, según proyecto del arquitecto gijonés Lucas María de Palacios, destacando "por su monumentalidad y por la excelencia de los materiales empleados, predominando la piedra tallada", leemos de nuevo en la web del Ayuntamiento. Se encuentra en un rellano sobre la pendiente del terreno, al se se sube por unas escaleras y donde se emplaza la terraza de otra referencia repostera moscona, la Confitería Josmay, que vemos a la izquierda y de la que también escribe Paula Tamargo en la "villa dulce":
"En la confitería Josmay, con origen en 1963 y establecimiento desde 1965, está al frente la segunda generación, las hermanas Betty y Emma González, aunque también la hija de esta última, Julia, que forma parte de la tercera. Pocas especialidades faltan en los mostradores de este local que es despacho y también cafetería. Difícil escoger, aunque pastas, suspiros, mantecados o los croissants tienen gran demanda, entre otros productos".

Curiosamente, la iglesia está comunicada con las casas de la derecha por la llamada Travesía del Infierno, de la que también nos cuenta Paula Tamargo en La Nueva España:
"Travesía del Infierno". Es uno de los nombres más peculiares del callejero moscón y además con la singularidad de que por ella puede accederse a la iglesia parroquial o a la plaza que la rodea por detrás y que lleva el nombre de un queridísimo cura local, don Servando Menéndez, fallecido ya hace años. Es una de las curiosidades de los nombres de las vías de la capital moscona, aunque en este caso tiene una explicación bastante sencilla. 
Lo de "El Infierno" viene de la popularísima sidrería que llevó ese nombre y atraía a cientos de personas y a no pocos personajes ilustres hacia el establecimiento. El lugar se encontraba en el pasaje al que se puede acceder desde la calle Eulogio Díaz Miranda y que lleva a la plaza de la iglesia, en la La Magdalena. Situado a pocos metros del templo, fue uno de los más célebres y populares de la villa durante décadas y vio pasar a varias generaciones de moscones. 
El negocio, abierto en el siglo XIX, fue fundado por Braulio Flórez, que lo puso en marcha con llagar para hacer su propia sidra, según explica José Luis Areces en su libro "Grao, cien años de comercio, industria, ferias y mercados". Tras pasar por varios responsables de la misma familia, cerraría sus puertas a finales del siglo XX, en 1996, según refiere este mismo autor acerca de un local que fue emblema de Grado, punto de encuentro y lugar habitual para la celebración de espichas. 
Quien llegue a Grado y quiera conocer este peculiar punto de la villa no puede perderse si camina hacia la iglesia. Si se desvía solo un poco a la derecha, verá inmediatamente el cartel de la Travesía del Infierno. Y si sube por la calle tras el templo llegara a la plaza de don Servando Menéndez, cuya bondad y buen hacer le hizo ganarse el aprecio y cariño no solo de los feligreses, sino de todo el pueblo".

Y es que además, en El Infierno nació la Hermandad de Santiago y Santa Ana, que organiza estas grandes fiestas de Grado/Grau, escribe Gustavo Adolfo Fernández en Cuando en Grau se vivió de la sidra, artículo publicado en La Voz del Trubia el 10-4-2024:
".... El Infierno, que ha sido no sólo la sidrería más longeva y famosa en la historia de Grau, sino uno de los lugares más emblemáticos y queridos por los moscones y foráneos. El Infierno lo fundó en el siglo XIX Braulio Flórez como llagar con producción propia que se mantuvo hasta 1982, continuó ya como sidrería hasta que el 26 de agosto de 1996 cerraba sus puertas. Hablar del Infierno es hacerlo del lugar de encuentro de todo un pueblo, donde se daban cita personas de todas las generaciones. Quizá por eso no ha de extrañarnos que allá por 1943 se fundara en El Infierno la Hermandad de Santiago y Santa Ana. Las espichas de este llagar se anunciaban lanzando dos voladores, momento en el que se abrían las barricas y se vendía la sidra por culinos. Si en El Infierno se tiraban dos voladores, en Casa Sindo era uno el que explotaba, así todos los moscones sabían distinguir cuál de estos dos llagares era el que había abierto un tonel de sidra, acto que se denominaba “romper”.

Atrás y a nuestra derecha, a continuación de la Confitería Josmay, están la antigua Imprenta la Magdalena, de Mercedes Valdés Cano, la Carnicería David y el antiguo comercio La Allandesa, todos mirando a esta calle de la Magdalena


La iglesia tiene tres naves, transepto o nave transversal que le da su planta de cruz latina y se accede a ella por unas escaleras hacia su portada neorrománica de arco de medio punto. Fue incendiada en la Guerra Civil, lo que provocó la destrucción de su interior y el derrumbe de su torre izquierda, que hubo de ser reconstruida


Esta doble torre-campanario presenta sus chapiteles o remates cubiertos de escamas de zinc y están rematados en sendas cruces


Al pie de la iglesia hallaremos la correspondiente placa explicativa de su historia y características artísticas y arquitectónicas


La portada, como las románicas del medievo, presenta arcos, fustes y capiteles. Más arriba son los símbolos del santo patrón y, seguidamente, un óculo


El frontón de tejado a dos aguas también se remata en cruz, de piedra


Los símbolos de San Pedro son las llaves cruzadas, como portador de las llaves del cielo, y la mitra papal, como primer papa, los cuales se encuentran bien a la vista, dentro de un doble círculo


Las vidrieras, emplomadas, fueron también destruidas en la Guerra Civil, por lo que las actuales son su reposición y, por lo tanto, no las originales


Al entrar vemos las tres naves propias del estilo basilical medieval que esta iglesia también imita: una más ancha y alta en el centro y dos laterales más bajas y estrechas, separadas por arcos de medio punto. Las bóvedas son de crucería


Al fondo está el crucero, ante el altar, donde las naves se cruzan con el transepto. Justo encima hay un cimborrio que veremos bien al llegar allá


Según entramos y a la derecha, recogida en un rincón del lado de la epístola, hay una pequeña pero luminosa capillita cerrada por verja


Es la del Cristo de la Buena Muerte, cuya cofradía fue fundada en 2010


La Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte procesiona esta imagen de su titular el Viernes Santo, junto con la de su madre la Virgen Dolorosa, que veremos después


Fijémonos atrás en la vidriera en la ventana de arco de medio punto y, arriba, en la bóveda de crucería


Seguimos nuestro recorrido siguiendo por la nave del lado de la epístola, viendo cuadros y estampas, imágenes religiosas sobre pedestal, estaciones del Vía Crucis...


Y las magníficas y coloristas vidrieras


San Roque, los santos son fáciles de identificar, pues aparece su nombre en latín, Sanctus Rochus en este caso, con su hábito de peregrino


Sanctus Isidorus, esto es, San Isidoro


San Rafael o Sanctus Raphael. Fijémonos en el extraordinario trabajo de los maestros vidrieros


Vista hacia la nave del lado de la epístola, también con sus vidrieras, cuadros, Vía Crucis y demás imaginería. Al fondo hay un confesionario


"El nuevo templo de San Pedro, de estilo romano-bizantino, tercer período con dos torres, de aspecto sencillo y sólo de relativa amplitud, de abrió al culto solemnemente el año 1890, con asistencia del Prelado ovetense", informa Álvaro Fernández de Miranda en Grado y su concejo, publicado 17 años después de la apertura inaugural de esta iglesia, a la que "contribuyeron el Estado y el vecindario, ó los hijos de la villa, cuya generosidad rayó en algunos el espléndido desprendimiento".


Puerta lateral de arco de medio punto


Y en la vidriera, la Virgen del Carmen con el Niño, ambos portando los escapularios que identifican esta advocación


Y aquí tenemos el Nazareno que sale en procesión con la Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte el Miércoles Santo


Junto con él también se procesiona a su madre la Virgen Dolorosa, que sale asimismo en la procesión del Viernes Santo con el Cristo de la Buena Muerte


Detalle de las vidrieras con sus filigranas...


Las tres naves dan lugar a una cabecera tripartita: aquí a la derecha tenemos el altar mayor y, a la derecha, uno de los laterales


He aquí dos retablos: el de la derecha es el de la Purísima Concepción, donado por D. Martín González del Valle, I Marqués de la Vega de Anzo, en memoria de su primera esposa, Doña Julita


Fernández de Miranda escribe que es de "puro estilo gótico" y nos informa de la inscripción en latín en una placa de mármol blanco existente en el muro de la derecha


En ella podemos leer la dedicatoria del marqués a su fallecida esposa:
Nomine in eximiae Julitae, uxoris amatae
quae in flore aetatis dormiit in Domino,
Machio de la Vega de Anzo, vir nobilis, istud
altare, et statuam contulit aere suuo

M.DCCCXC.
Que acaso podríamos traducir así...
"En nombre de la excelsa Julita, su amada esposa que durmió en el Señor en la flor de su juventud,
el Marqués de la Vega de Anzo, hombre noble, donó este altar y una estatua de bronce en el año 1890"

En el suelo, tumbas de los marqueses y miembros de su familia y estirpe


Retablo lateral, dedicado a San José


"El hermoso retablo mayor fue donado por don Manuel G. Longoria y débense los laterales á D. Carlos Martínez y D. Ramón G. Longoria" cuenta Ferández de Miranda


"Conserva como ajuar mobiliario una serie de retablos con sus esculturas: el mayor, hecho por la casa del Río de Oviedo, fue donado por D. Manuel Longoria y Cuervo, los laterales por D. Carlos González y D. Manuel Longoria, de los que se conserva uno de ellos y el de la Purísima Concepción, donado por D. Martín González del Valle, primer marqués de la Vega de Anzo, en memoria de su primera esposa Doña Julita", leemos por su parte en la web del Ayuntamiento. Fijémonos en la capilla de crucería de esta capilla mayor y en los óculos laterales, así como en las puertas de arco de medio punto que comunican las tres capillas de la cabecera


Ya en el crucero, alzamos la vista y admiramos el cimborrio octogonal que lo cubre y al que antes nos referíamos, "cubierto con falsa cúpula de ocho gajos" o gallones


Ángeles en las pechinas, un Cristo e imágenes de santos constituyen la decoración, así como por supuesto las vidrieras


La cantidad de vanos, cerrados por vidrieras, revelan la preocupación por proporcionar buena luz natural al templo


Las vidrieras filtran la luz y transmiten sensaciones de espiritualidad, recogimiento, meditación, invitando a la introspección y a la oración


San Pedro con su hábito papal y en su mano derecha las llaves del cielo


Recorremos el cimborrio con la mirada, observando todos sus detalles


Este santo con la espada y el libro debe ser San Pablo, con sus epístolas


Seguimos mirando hacia arriba, contemplamos las bóvedas de arista de la nave central, separadas por arcos de medio punto que dividen asimismo sus tres tramos


Y aquí tenemos las tres naves según se ven desde el crucero y en toda su longitud, hasta la portada, sobre la que se sitúan el coro y el órgano


Detalle del órgano...


Y el óculo de la fachada visto desde dentro, con su vidriera, parcialmente tapado por los tubos


Volviendo a mirar a la triple cabecera, pasamos ahora del altar y capilla mayor a la del lado del evangelio


Aquí hay ahora un gran Cristo y un altar con numerosos candelabros pero habría estado otro de los retablos laterales


Cristo crucificado y abajo, en el altar, el sagrario


De la capilla del Cristo pasamos a esta, en la pared del lado del evangelio, donde se encuentra otro de los retablos de esta iglesia, así con varias imágenes religiosas


La capilla tiene en la pared, la meridional de la iglesia, su propio óculo con vidriera


La capilla presenta arco de medio punto y bóveda de crucería. Al lado del retablo, en sendas hornacinas, más imágenes de santos


La imagen del retablo nos recuerda a la Virgen del Fresno o del Freisnu, de gran veneración romera y cuya imagen original, tallada en cedro del Líbano, se encuentra en el santuario de su nombre, en lo alto de las montañas por las que subiremos desde La Podada, Acebéu y Villapañada, haciendo Camino hacia el valle del Narcea, por Doriga y Cornellana, ya en el concejo de Salas


Siempre hay flores a sus pies y en la mesa de su altar


Retrato de San Rafael Arnaiz, monje trapense considerado uno de los grandes místicos del siglo XX, estudiante que fue en el ovetense Colegio de San Ignacio de Loyola


Continuamos por el lado del evangelio, yendo ya ahora en dirección a la salida de la iglesia, pero deteniéndonos en cada capilla y detalle...


Aquí están los confesionarios, y entre ellos una cruz y, en la pared y sobre pedestal, una imagen de la Virgen de Covadonga


A los lados, en la pared, sendas vidrieras...


Proseguimos así nuestro deambular por esta nave del evangelio. Observemos cómo también en estas naves laterales separan los tramos de la iglesia y sus bóvedas de crucería


Más y más vidrieras en los numerosos vanos existentes, haciendo patente la búsqueda de suficiente luz natural exterior para iluminar bien el interior de la iglesia que tuvo el arquitecto que diseñó el proyecto


Y ahora pasamos a otra de las puertas laterales, a su derecha hay una placa...


Placa en honor del párroco Servando Menéndez Cabo, quien ejerció aquí entre 1966 y 1997. A él está dedicada la calle detrás de la iglesia


La puerta dispone también de una vidriera en forma de semicírculo, como la de la puerta correspondiente del lado de la epístola, en la otra nave lateral


Vidriera en la que volvemos a reconocer a San Pedro, advocación patronal de la iglesia


A su izquierda, otra placa...


Esta es en homenaje al también párroco Bernardo Gurdiel, nacido en La Podada en 1876 y fue de los pocos que ejercieron siempre en su lugar de nacimiento, durante 53 años, desde 1901 y hasta su fallecimiento en 1954


Justo antes de salir admiramos la última de las vidrieras...


Entre sus filigranas ornamentales descubriremos más santos


Arriba, en el semicírculo, San Antonio


Abajo: Sanctus Blasius (San Basilio) y Sanctus Joseph (San José)


Visitada la iglesia volveremos a salir por donde hemos entrado, la gran portada oeste


El sol que ilumina la iglesia gracias a sus numerosos vanos lo hace igualmente con esta calle-plazoleta que forma esta explanada al pie de la iglesia


Afuera nos aguardan de nuevo las terrazas de la Confiería Josmay, "de gran tradición y solera en la que podrá degustar desde un rico café hasta cualquiera de sus conocidos luces", leemos en su web


Desde aquí, para retomar el Camino señalizado, no haría falta regresar necesariamente a la Plaza del General Ponte sino que podríamos tomar a la derecha la Travesía Barón de Grado...


Y, por la Joyería Cadavieco, retomar la calle Marqueses de la Vega de Anzo, que avanza recta en suave cuesta hacia la Plaza Álvaro González y, de allí, a La Fonte de Riba y el barrio de La Cruz, a un paso ya de La Podada, a la salida del casco urbano, pasando antes por varios lugares y edificios notables llenos de historia








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