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lunes, 17 de marzo de 2014

EL SEMINARIO DE SANTA CATALINA Y SU ESCUELA POÉTICA, LA IMPRENTA EN MONDOÑEDO Y LA CASA NATAL DE PASCUAL VEIGA (GALICIA)

Real Seminario Conciliar de Santa Catalina

Sito muy cerca de la Praza da Catedral, detrás mismo de la Catedral Basílica da Asunción y a escasos metros de A Fonte Vella, y por lo tanto muy cerca también de los DOS TRAZADOS del Camino Norte que entran en Mondoñedo, tanto del que viene de Ribadeo como el antiguo que pasó a Galicia por Abres y Trabada entrando desde o Val de Lourenzá a Mondoñedo por Lindín, el peregrino puede acercarse al histórico Seminario de Santa Catalina de Mondoñedo o, más oficialmente Real Seminario Conciliar de Santa Catalina,
el edificio más grande de Mondoñedo, y una referencia indispensable para la historia de esta ciudad y para entender su impresionante acervo social y cultural, que dio abundantísimas personalidades, escritores, periodistas, poetas, músicos, artesanos y artistas a Galicia y al mundo


Se trata, además del tercer seminario fundado en España, resultado de la decisión tomada en el famoso Concilio de Trento (1563) de crear un seminario en cada diócesis, dentro de las disposiciones de la Contrarreforma para hacer frente a la extensión de las ideas protestantes. Por ello, ya en 1565 se solicitó su puesta en marcha, hecha realidad en 1573, si bien en un principio no se instaló aquí sino en la misma Praza da Catedral prácticamente, en unas casas los números 1 y 2 de la rúa do Colexio, después llamada de Padilla y en la actualidad de Alfonso VII, al lado del Consistorio VelloAllí, en 1699 se acometen las primeras ampliaciones y, en 1770 se decide, por intervención del obispo Losada y Quiroga, construir un nuevo edificio, este que llegó a nuestros días, detrás mismo de la catedral, acabado en 1775 cuando, contando con el patronazgo del rey Carlos III, se le concede el título de Real Seminario Conciliar de Santa Catalina, con doscientos seminaristas


Después de la inmensa conmoción de la ruptura religiosa con Lutero y la extensión de las ideas protestantes, se reafirmó la doctrina católica con una serie de ideas y mecanismos de toda índole, con la idea de atajar de raíz todo conato de luteranismo o similares, pero a la vez también se estimó conveniente corregir ciertos errores por los que se había colado la herejía: se adoptaron medidas para que los religiosos, empezando por los obispos, presentasen capacidades éticas intachables, llevasen una vida ejemplar, y tuviesen un buen argumentario, disposición, conocimientos, oratoria, valores, etc. que les hiciese ser considerados, no solo por su rango, sino por su actitud, merecedores de confianza entre los fieles, siendo siempre capaces de argumentar sus dudas, e incluso de debatir, y para ello se necesitaban toda una serie de conocimientos que requerían una enseñanza especial. De ahí el que se hiciese tanto hincapié y urgencia en poner en marcha estos seminarios, verdaderos centros de formación, como arma contra desviaciones de la fe, tanto externas como internas, entre los fieles y mismamente, dentro de la misma iglesia, tal y como leemos en la misma Wikipedia...
"En este concilio, que culminó bajo el mandato del papa Pío IV, se decidió que los obispos debían presentar capacidad y condiciones éticas intachables, se ordenaban crear seminarios especializados para la formación de los sacerdotes y se confirmaba la exigencia del celibato clerical. Los obispos no podrían acumular beneficios y debían residir en su diócesis"

Y así, según lo estipulado en Trento cada diócesis, normalmente en su sede catedralicia, habría de crear urgentemente un seminario, para formar a los jóvenes, no menores de 12 años, que fuesen  a seguir carrera religiosa. Debían de entrar sabiendo leer y escribir, y se prefería a los hijos legítimos de familias humildes, lo que no quiere decir que se excluyese a los de clases pudientes. Habrían estos colegios estar regidos por el obispo y los cabildos. Evidentemente, no todos iban luego para curas, pero dada la formación que recibían, fueron estos seminarios una verdadera cantera de ingenios, comparable sin duda a los de la universidades, espacio que aún estaría vedado mucho tiempo para alumnos sin posibilidades económicas


Por ello, en fecha tan temprana como el 22 de octubre de 1565, el pleno consistorial mindoniense ya trata de este tema y de ponerlo en marcha, pues era nada menos que preceptivo, pero bien sabido es que, a la hora de hacer los preceptos realidad, todo es otro cantar. Indudablemente, además de en los bienes espirituales, también se pensaba en los rendimientos económicos de esta fundación, con cientos de alumnos, decenas de maestros, personal de servicios, suministros, etc. que daría a la ciudad, en un tiempo en el que, además ya se vaticinaban las crisis del final de esa centuria y que continuarían la siguiente


Ese mismo año aún no se pone nada en marcha, pero hay indicios que el prelado fray Pedro Maldonado, fallecido al año siguiente, se interesó especialmente en el tema. De todas maneras ya no hay más noticias hasta 1573, cuando se sabe documentalmente que el primer colegio ya impartía enseñanza, por lo que se supone que, estando por entonces vacante el obispado, aquel antiguo seminario de la rúa do Colexio hubo de crearse en el corto mandato obispal de fray Antonio de Luján, entre 1570 y 1572, justo antes que lo hiciese el de Lugo, en 1575, si bien hay autores que dan otras fechas, como incluso que la creación efectiva no fue tal hasta 1582-1593 con el prelado Isidro Caja de la Jara


Lo cierto es que no iba a ser hasta 1594, con Gonzalo Gutiérrez Mantilla de obispo, cuando se publicasen las normas trentinas que lo regían, admitiendo a 12 chicos de 12 a 17 años, que habían de ser pobres, de la diócesis, y sabiendo ya leer y escribir. Se sabe el seminario primigenio no presentó en principio excesiva problemática en su construcción, pues era adecuar un par de casas preexistentes, prueba de lo perentoria que se veía su puesta en marcha. Loe estudiantes eran entre 12 y 15 y vivían en seis habitaciones, y había otras para maestros, encargados, criados, etc.

En 1684 la Compañía de Jesús quisiere instalarse en ese seminario: el Concello lo ve bien, pero el obispo Gabriel Ramírez de Arellano dice es un asunto importante y ha de estudiarlo. No se sabe más hasta 1687, cuando el consistorio vuelve a insistir. Así en 1688 residen ya entre dos y tres jesuitas en la fundación, que buscan donaciones para su mantenimiento, pero, tal y como nos explica Javier Gómez Darriba en El Seminario Conciliar de Mondoñedo, surgieron diferencias, por lo que terminan yéndose en 1890, aunque no mucho después, en 1691, con el obispo fray Miguel Quijada, se retomó el asunto, el cual fue también alargándose en una decisión. Veinte años más tarde llegan dos jesuitas solicitando asentar a la Compañía, tienen el apoyo del Concello, pero de nuevo el Cabildo dice que ha de pensárselo, quedando todo como estaba. Luego, en 1751 se sabe de unas monjas que se hacen cargo del Seminario, pero se desconoce a qué orden pertenecían


Aquel viejo seminario, que pasó por no pocos avatares, viene en 1775 a este nuevo gran edificio aquí, dentro de un proceso que arranca en 1768, cuando Carlos III emprende diversas reformas que abarcan también a la Iglesia. Es entonces cuando José Martínez de Arce, arcediano de Trasancos del Cabildo catedralicio de Mondoñedo, aportó 70.000 reales para construir una escuela de primeras letras con la que combatir el analfabetismo imperante. Era su albacea para este fin otro arcediano, el de Azúmara, Antonio Arias y Somoza, que cumple con lo dispuesto, invirtiéndolo en la construcción de una nueva sede para el seminario, porque en él habría de estar esta escuela, que habría ser dotada de un maestro, haciéndose palpable el cambio de conceptos de los seminarios en estos dos siglos de su existencia, también patrocinando ahora formación básica en sus sedes


El nuevo seminario iba a ser enorme, por lo que necesitaba un sitio grande y espacioso, fuera de la ya por entonces decadente muralla medieval, pero a la vez cercano a su regidora catedral, por lo que vino aquí, a lo que era por entonces una huerta propiedad de ella, llamada en los documentos Horta do Torrillón, frente al que fue uno de los torreones de la dicha muralla, que es el que le da nombre al lugar, torreón o torrillón cuyos cimientos fueron localizados en el año 2011 en la esquina sureste de la huerta del Pazo Episcopal, esto es justo enfrente del actual seminario, en la rúa da Fonte


Tras ser descubiertos y estudiados aquellos volvieron a ser tapados pero, en el suelo, un espacio adoquinado señala su ubicación y forma semicircular, adosada a lo que era la pared de la muralla


Una placa nos muestra una explicación, así como fotos del lugar, antes y después de la excavación y hallazgo arqueológico. Javier Gómez Darriba, Doctor en Historia del Arte por la Universidade de Santiago de Compostela, en su tesis La ciudad de Mondoñedo en los siglos XVII y XVIII. Construcción y nueva imagen de un centro de poder episcopal nos informa así de esta construcción desaparecida:
"El Torrillón era una torre de la muralla de formato circular que se ubicaba en el ángulo suroriental de la misma . Es probable que existiese en Época Medieval, pero no tenemos constancia de ello. Dada su situación y tipología, pudo cumplir en origen las funciones de torre vigía, pues tras él se hallaban algunos de los edificios más importantes de la Iglesia mindoniense, caso de la Cárcel Eclesiástica que mandó construir el obispo Juan de Liermo en la década de 1570; del Palacio Episcopal –con sus huertas limítrofes con la propia torre–; o de la propia catedral. Además, inmediato a este cubo corría el foso del riachuelo de Sixto. Este elemento arquitectónico fue el culpable de que las huertas extramuros que tenía enfrente, hacia el este, adquirieran asimismo el nombre de Torrillón. En 1618 eran propiedad del Ayuntamiento. Pero en el último tercio del XVIII de la dignidad episcopal, y sobre estos solares se erigió en la década de 1770 la sede definitiva del Seminario de Santa Catalina.

Existen varias referencias muy explícitas del Torrillón que datan de la década de 1650, pues citan el “muro y çerca y cubo della que çerca la guerta de los palaçios episcopales y por delante testa con el camino y rio de sisto” 244. En 1766 este cubo hacía las funciones de mirador245 . Y en 1834 muy posiblemente las de palomar episcopal246. Fue precisamente en dicho año cuando se comenzaron a derribar los últimos vestigios más significativos de la muralla, empezando por la Porta da Fonte, alineada con este cubo a una distancia de 70 metros. Finalmente en marzo de 1836 se demolió el Torrillón, al igual que el resto de lienzos que cercaban la huerta del Palacio Episcopal. Con dicha piedra se hicieron “dos grandes tambores, rodeados de fosos, á la entrada del Seminario”, así como puentes levadizos ante este. De todo ello se encargó el maestro de obras Francisco Domenech acompañado de Miguel Pedreira y Gerónimo Chorén. Esta fortificación provisional fruto de la Guerra Carlista se destruyó en 1841."

Esta parte de la muralla, que aún permanecía en pie, fue derribada en 1835 para evitar ser parapeto de atacantes cuando el seminario hizo las veces de cuartel improvisado. Los restos del torrillón sirvieron entonces como palomar del pazo episcopal hasta que se reformó el cierre de su huerto, dándole la forma esquinada con la tapia que vemos ahora. El palacio lo vemos un poco más allá, en concreto las ampliaciones de los años 1788 a 1790 efectuadas por el obispo Cuadrillero y Monta, que lo agrandaron  con un nuevo gran pabellón hacia la Fonte Vella


La misma placa nos muestra la disposición de estos enclaves: a la derecha el seminario, a la izquierda el Pazo Episcopal y la Catedral de la Asunción y, abajo en medio, el lugar que ocupaba el torrillón. Asimismo en este plano podemos comprobar que, efectivamente, es el seminario el edificio más grande de Mondoñedo, más aún incluso con la catedral, pazo obispal incluido


Este nuevo Real Seminario Conciliar de Santa Catalina en la Horta do Torrillón, construido con la pizarra del país, además de incluir primeras enseñanzas, había de suplir las tremendas carencias del antiguo, que se había quedado pequeño y obsoleto, con capacidad solamente para doce alumnos, por cuatro años como máximo y únicamente con enseñanzas de Gramática, careciendo de fondos para ofertar las de Filosofía y Teología, por lo que muchos estudiantes se iban fuera


Tras los papeleos de rigor las obras comienzan en 1770 (primer noticia por la que se conoce están en marcha, el 1 de marzo), si bien no sabemos quien era su arquitecto, aunque sí su aparejador, Ignacio Estévez, y que la cuadrilla de trabajo procedía de Tabeirós, Terra de Montes, actual provincia de Pontevedra, durando las obras, al menos, hasta 1775, fecha en la que el obispo José Francisco Losada y Quiroga donaba su biblioteca al seminario cuando falleciese


Sus líneas generales son muy similares al del Hospital de San Lázaro y San Pablo, construido unos años antes, si bien el seminario tiene cuatro lados y patio central mientras el hospital tiene forma de U, aunque en principio un solo piso. Tardaría en levantarse el segundo, antes el seminario sería transformado en cuartel-fortaleza en 1835, durante las guerras carlistas, para lo que primeramente se derriba frente a él el lienzo de muralla medieval que aún se conservaba, haciendo con sus piedras fosos y parapetos, todo lo cual, provisional, se retiró en 1841


Después, para acoger más seminaristas, a mediados de esa centuria , el obispo Telmo Maceira Pazos reformó algunas habitaciones, mientras su sucesor, Ponciano de Arciniega, encarga un proyecto de ampliación al arquitecto Rafael de Luque y Lubián, con la idea de ampliarlo hacia el norte, hacia las carnicerías municipal y capitular, pero el fallecimiento del prelado truncará la empresa


No será hasta el pontificado de José María Justo Cos y Macho cuando se emprenda una gran obra de ampliación, en 1888, pero no hacia ningún lado sino hacia arriba, añadiéndole un nuevo piso, acabando el trabajo al año siguiente, ya con el asturiano Manuel Fernández de Castro, O Santo, al frente de la diócesis. El arquitecto provincial Nemesio Cobreros proyectó la intervención, siendo contratista José Rivas. El segundo piso se basaba en la traza del primero y en la parte superior se remató con detalles que recuerdan a los de la Casa do Concello de Lugo, joya del barroco gallego. Se supone que las torrecillas laterales imitarían también a las anteriores, cuando solo tenía un piso, similar a las del Hospital de San Pablo y San Lázaro


En 1910, con el obispo Juan José Solís y Fernández, se levantó un nuevo pabellón al costado norte, la vieja idea de Arciniega, destinado a cocina y comedor, pero este sería derribado (a la vez que desaparece el seminario menor por él promovido en 1930), para construir otro en su lugar, durante las últimas grandes reformas del edificio, las del decenio 1947-1957 con Fernando-Quiroga Palacios y luego con Mariano Vega-Mestre, que le dieron su aspecto actual y duplicaron su capacidad, en una nueva edad dorada del seminario


En ese nuevo gran bloque adosado en este lateral hay un segundo patio o claustro y, junto con él, se levanta la capilla, inaugurada en septiembre de 1954, que es la parte más interesante de la nueva construcción, imitando el arte barroco


Destacan los escudos de los obispos fundadores de esta construcción, Fernando-Quiroga Palacios y Mariano Vega-Mestre


Y en medio, sobre la portada, una gran imagen de la Asunción, patrona de la catedral


En 1967, siendo obispo Jacinto Argaya Goicoechea, se crea la Diócesis Mondoñedo-Ferrol (antes sólo de Mondoñedo) y se traslada el Seminario Mayor a Salamanca, con la creación del Teologado Dicesano San Rosendo, asistiendo los alumnos a las clases en la Universidad Pontificia de Salamanca, residiendo en el salmantino Colegio Mayor de Nuestra Señora de Guadalupe


Diez años después, en 1977, los seminaristas de Mondoñedo-Ferrol van a Santiago de Compostela, con la idea de hacer un Seminario Regional junto con los de otras diócesis gallegas y, casi una década más tarde, en 1986, día 5 de enero, se imparte Teologado Diocesano en Santiago de Compostela. Era un momento en que la diócesis estaba vacante y era Administrador Diocesano Uxio García Amor, celebrándose las clases en el Instituto Teológico Compostelano, centro afiliado a la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca


El 5 de octubre 1988 se inaugura el nuevo Teologado Diocesano en Compostela, con acuerdo de los obispos de Santiago y de Mondoñedo-Ferrol: Monseñor Rouco Varela y Monseñor Gea Escolano, respectivamente, en solemne acto con participación de los obispos gallegos, representantes del clero diocesano y de las otras diócesis gallegas


En 1992, en lo que era el Seminario Menor, a iniciativa del prelado Gea Escolano, se remodelan las habitaciones de los seminaristas, la residencia sacerdotal y la hospedería, siendo bendecidas las obras en 1993 por el Nuncio de S.S. Mons Tagliaferri en presencia del prelado y numerosos sacerdotes


De 1994 a 2006 hay obras menores, de mejora la hospedería, así como la fabulosa biblioteca, de más de 25.000 libros, con incunables y un manuscrito del siglo XIII. También, con el obispo Manuel Sánchez Monge, se restaura esta capilla mayor y se mejoran los claustros y el comedor principal, haciéndose una sala de visitas en la entrada principal


Siguieron más actuaciones en el año 2007, pues con la celebración del Año Jubilar de San Rosendo, santo obispo de Mondoñedo, se crea la sala de exposiciones que lleva a nombre y, al lado, otra, de proyecciones y audiovisuales. Al tiempo, se va adecuando el fondo de libros y se mejora la biblioteca histórica


En 2008 hay labores de conservación del enlosado en dos partes del edificio, quedando renovada toda su cubierta, y se hacen dos nuevas estancias en el claustro principal del segundo piso, dedicadas a salas de investigaciones, entrando a ser parte de los locales anexos a la biblioteca histórica


El 21 de junio de 2013 se suspende la actividad docente que aún se impartía (cuatro unidades de educación secundaria obligatoria y dos de seminario), poniendo fin a siglos de docencia y cerrando todo un gran capítulo de la historia de Galicia, pero continuando como casa e institución diocesana, con reuniones, ejercicios espirituales, asambleas, y también residencia de sacerdotes jubilados, y en activo. La noticia del final de la docencia era recogida así ese día por Inma Eiroa en La Voz de Galicia:
"Hoy es el último día de clase para los 15 alumnos de ESO que han estudiado este curso en el Real Seminario de Santa Catalina, de Mondoñedo. Es un fin de curso histórico, porque el centro suspende la actividad docente que viene desarrollando desde que se fundó en 1583. Que se sepa, en estos 430 años de historia no solo no ha interrumpido nunca la docencia, sino que ha vivido períodos de esplendor. De sus aulas han salido figuras destacadas de la cultura y literatura, desde Iglesia Alvariño a Noriega Varela, Díaz Castro o, ya más recientemente, Ramón Villares, presidente del Consello da Cultura Galega"

Destaca, en el centro del edificio histórico y principal, en la parte más antigua, la gran portada, así, como, encima toda la estructura superior, la primera planta original, el piso añadido, y otros detalles


En la fachada veremos dos escudos obispales, el de la derecha es el del obispo José Francisco Losada Quiroga, bajo cuyo mandato se construyó el nuevo seminario


Cara a los peregrinos y viajeros es de suma utilidad su citada hospedería, situada en la planta alta y con dos secciones, una la de San Rosendo, con diez habitaciones dobles y dos individuales y la otra la de Santa Catalina, con 18 habitaciones, cuatro de matrimonio y 14 dobles. Antaño fue colonia de aprendizaje de inglés promovida por los jesuitas


Sería ardua y extensa labor compilar los muchos estudiantes que pasaron por este seminario y que llegaron a marcar impronta y relevancia, solo por citar algunos podemos recordar a los escritores Xosé Ramón Crecente Vega, Antonio Noriega Varela, Nicomedes Pastor Díaz, Xosé María Díaz Castro o Aquilino Iglesia Alvariño... pero también, cómo no, hemos de pensar en ilustres maestros, como Ramón González Barrón, músico zamorano y sacerdote que ejerció ambos cometidos en Mondoñedo y del que extraemos de la biografía que le dedica el investigador Andrés García Doural en Miscelánea Mindoniense un par de noticias que le vinculan con catedral y seminario:
-"Antes de recibir las órdenes sagradas, en agosto de 1921 obtuvo por oposición la plaza de Maestro de Capilla de la catedral de Mondoñedo. Tomó posesión del nuevo cargo, después de horas canónicas, siendo obsequiados los asistentes al acto con pastas, licores y puros. El 11 de marzo de 1922 fue ordenado sacerdote por el prelado de Lugo Dr. D. Fray Plácido Ángel Rey Lemos (...)"

-"Como profesor en el Seminario de Mondoñedo y Astorga dejó huella de su actividad didáctico-musical reorganizando e intensificando la formación artística de los futuros sacerdotes y formando Scholae Cantorum"

Por su parte, Álvaro Cunqueiro, el gran escritor mindoniense, no estudió en este seminario, pero Armando Requeixo, en su libro Álvaro Cunqueiro e Mondoñedo. Guía literaria, nos descubre que el autor de Merlín e familia, siendo pequeño,  se arrimaba a las ventanas abiertas de la sala del seminario, para escuchar las lecciones del gran latinista Francisco Fanego Losada, a quien dedicó este sentido artículo a su muerte, El Gramático, publicado en Destino el 30-7-1974:
"En mi ciudad de Mondoñedo ha muerto en canónigo dignidad de Maestrescuela de la Santa Iglesia Catedral de la Asunción. Se llamaba Francisco Fanego Losada, y durante cincuenta años había enseñado latín en el Seminario de Santa Catalina: fue poeta en lengua latina y se la enseñó muy bien a docenas de discípulos, algunos de los cuales, como Aquilino Iglesia Alvariño, fueron grandes poetas de la lengua nuestra gallega: Don Francisco tenía su cátedra en la planta baja del Seminario, con dos ventanas enrejadas que daban al mercado, justamente donde los alfareros del país ponían a la venta ollas y cuencos, y a su lado ponían los labriegos los haces de paja. Unos pasos más, y ya dábamos con los carros acanastrados de los carboneros. Sobre el hablar gallego de los que vendían y los que compraban, la impronta grave de don Francisco, que casi en gritos intentaba inculcar una frase de Virgilio o de Horacio en la mente, acaso reacia, del alumno montañés o valeco. Al decir latino, seguía la grave advertencia: "Muy clásico!"

Yo he atendido, desde el exterior, varias veces, a las lecciones del maestro Fanego, y he recordado alguna vez, y se lo he recordado a él como en una hora de particular irritación -irritaciones que nada quitaban a su particular bondadoso, y aún inocente-, un jueves de mercado, sobre el bullicio del trato cerámico y agrario, se impuso su rotunda voz con un ejemplo: "¡Conscendere navibus acquor!". Por las ventanas abiertas de la cátedra llegaba el latín a los artesanos y labriegos, quienes callaron. Por segunda vez la voz del maestro Fanego gritó la frase, "¡Conscendere navibus acquor!". Y explicó "¡Virgiliano! Embarcarse. Hacerse a la vela. Salir en las naves al mar!"

En lo más alto, en la cúspide, Santa Catalina, con la rueda de su martirio, presidiendo su seminario. Es muy posible que se dedicase a esta santa desde el principio, desde sus primeros tiempos en el siglo XVI en la rúa do Colexio (primera mención a su patrocinio en 1608), pues dadas las virtudes doctas de la santa era común su patronazgo de colegios y universidades, pero también es cierto que existía una capellanía en Mondoñedo con esa advocación desde la Edad Media, y lo cierto es que parece ser se bautizaban, a tenor de los registros de bautizos de la época, muchas niñas con este nombre


La estatua de Santa Catalina, en cuya cabeza se posan tan graciosamente a menudo gaviotas y palomas, tiene también una interesante historia, dentro de la gran reforma de ampliación a un piso más con el obispo d. José María de Cos y Macho, encargada al arquitecto Nemesio Cobreros Cuevillas, junto con una nueva estatua de su patrona para coronar su fachada... mejor que nos lo cuente, pulcramente detallada, el gran investigador y divulgador mindoniense Andrés Gacría Doural:
"La estatua de Santa Catalina fue encomendada al artista D. Ramón Martínez de Insua, habilitado del clero mindoniense (abuelo paterno de nuestro vecino Paco Fanego). El modelo, pero en menor escala, en un principio fue hecho en barro y fue expuesto en el escaparate de la farmacia del Sr. Ferreiro de la calle Progreso para "censura de los contertulios". 
Se trataba de una obra de relativa importancia, no solo para el autor, sino para el propio pueblo. Cuando el Sr. Cobreros inspeccionó las obras del Seminario, se mostró complacido con la obra del Sr. Martínez de Insua. El artista, acompañado de dos operarios, trabajó con intensidad.  
D. Ramón, que ya había demostrado que manejaba con gran soltura la gubia y el formón, demostró que también manejaba el puntero y el cincel. La nueva estatua de Santa Catalina, que corona el edificio del Seminario mindoniense, es de granito, de la misma clase que el empleado en las torrecillas de las esquinas de la fachada, del que se utilizó en el cuerpo apilastrado y que popularmente llaman de "Toxoso" (Abadín). La estatua tiene de altura tres varas aproximadamente o dos metros y medio. 
Como la mayoría de las cosas que se realizan en Mondoñedo, tampoco faltaron detractores a la talla de D. Ramón Martínez"

Cuando en 1961 fallece su amigo Aquilino Iglesia Alvariño, antiguo alumno de este seminario, Álvaro Cunqueiro le dedica este obituario en El Faro de Vigo el 1 de agosto:
"con la roja beca sobre el negro ropón. La cabeza tapada, como era de rigor, soportaba un insolente mechón sobre la frente. Él hacía sus primeros versos y yo los míos. No nos habíamos hablado nunca, pero nos conocíamos. Y yo salí alguna vez a esperar el paso de las filas escolares por el Sixto o por el Carrascal, para decirle un tímido adiós. Él me sonreía y se quitaba el bonete, con una cortesía que sería de príncipe si no fuese montaña natural. Yo tenía catorce años y él dieciséis"

Existe pues, y no es de extrañar, lo raro sería que no existiese, una verdadera Escola Poética do Seminario de Mondoñedo, a la que se han dedicado estudios, investigación, publicaciones y libros, como Os Poetas do Seminario de Mondoñedo, de uno de sus antiguos alumnos, Félix Villares Mouteira, quien también ha escrito artículos como Díaz Castro e a Escola do Seminario de Mondoñedo, donde plasma estas palabras:
"El Real Seminario Conciliar de Santa Catalina de Mondoñedo tuvo, y podemos que sigue teniendo, una gran importancia para nuestras letras. Si echamos una ojeada a la Historia da Literatura Galega, vemos que, hasta hace poco tiempo, la totalidad de los poetas y escritores del norte de la provincia de Lugo pasaron por las aulas del Seminario mindoniense o estuvieron de alguna manera vinculados a él a través de sus profesores o a través del contacto con alumnos que allí cursaban sus estudios. Se puede decir que no hay en Galicia, a excepción de la Universidad de Santiago de Compostela, un centro de enseñanza por el que tengan pasado tantos y tan buenos poetas y escritores (...)

Hasta hace pocos años, la mayor parte de los escritores del Seminario de Mondoñedo fueron poetas. Así los estudiosos de la Literatura Galega hablan, o se refieren a estos escritores, de la llamada Escola Poética do Seminario de Mondoñedo. Manuel María en Noticia da vida e poesía de Xosé Crecente Vega, publicado en Cimbra, dice: "El Seminario de Santa Catalina de Mondoñedo viene a ser una escuela, por lo menos desde el siglo XVIII, de poesía gallega, que llega hasta a nuestros días. Importantes poetas gallegos se formaron en sus aulas"

Si tenemos la oportunidad de pasar al interior, nos deleitamos con la mente pensando en las muchas vivencias aquí transcurridas. En el año 2015 se promueve el Homenaje al Seminario de Mondoñedo, que se celebró el 17 de octubre, pero cuya página es un activo lugar de encuentro de sus antiguos alumnos a partir de entonces, además de para amigos e investigadores, con noticias y excelentes artículos:
"El sábado 17 de octubre de 2015, víspera de San Lucas, más de doscientos antiguos seminaristas (sacerdotes y laicos) del  Seminario Conciliar de Santa Catalina de  Mondoñedo se congregaron en sus antiguos pero remozados pabellones para rendir homenaje a esta institución docente, tras el cierre de su agenda  lectiva en 2013 dejando para la historia diocesana y de la cultura gallega  más de cinco siglos y medio de fecunda actividad (...)
Esta misma página web sirvió de plataforma promocional para aquellos actos del 17 de octubre. Confluyeron en estas páginas fervientes y plurales  opiniones que permanecen en el archivo. Hoy, esa página se prepara para un nuevo servicio: actuar de enlace entre los antiguos compañeros, dando cuenta de sus actividades y dando testimonio, a la vez, de la impagable labor que el Seminario prodigó sobre ellos"

El Seminario fue además Medalla de Oro de Mondoñedo aquel día del Homenaje. Leemos en El Progreso el 18-10-2015:
"Unas 250 personas, entre profesores y alumnos, muchos de ellos acompañados por sus esposas, se reencontraron el sábado en Mondoñedo, llenando de nuevo de risas, bullicio y confidencias el Seminario de Santa Catalina, al que volvieron para participar en el homenaje a la institución, la primera que recibe la Medalla de Oro del Ayuntamiento mindoniense, en reconocimiento a la labor educativa desarrollada durante siglos y que va unida a su historia (...)
Fueron muchos los recuerdos que el sábado se despertaron entre los asistentes. "Houbo xente da miña promoción que non recoñecín, nin eles a min, porque eu era delgado e agora...", aseveraba Félix Villares, uno de los pocos alumnos que continuó su formación eclesiástica y que fue docente del centro "onde tivo xa a fillos dos meus alumnos". 
Niños que ingresaban con once años y que estudiaban ocho, tanto en el centro como posteriormente en el instituto, como en el caso de Antonio Gavín, matriculado del 71 al 79, que compartió con sus compañeros recuerdos de un tiempo "no que non aburrías", pues "ademais das clases había lecer, estudio e deporte" y define su paso por el centro como "unha experiencia en todos os sentidos". 
Otros recuerdos lo eran también de momentos puntuales, como el de José Antonio Pernas, alumno del 1959 al 67, que no borra de su memoria el día que mataron al presidente Kennedy, "porque nos levantaron a las cuatro de la mañana para una misa"  
Su primer día en el centro está aún reciente para José Luis Pía y eso que hace 52 años, pero cuando echa la vista atrás ve a un niño pequeño "con una maleta desproporcionada para mis fuerzas" y la mano amiga de un chico mayor "que cargó conmigo y con la maleta" y al que el sábado buscaba para agradecerle el gesto. Volver a pisar el Seminario le produjo nostalgia del pasado, lamentando que el centro apenas tenga uso en la actualidad. "Yo estaría encantando de que mis nietos, claro adaptándose a los tiempos de ahora, pudieran estudiar en un sitio como éste", aseveró con un deje de tristeza por el estado de un edificio sin bullicio ya de alumnos"

Nos despedimos pues así del seminario pues con esta lectura sacada de su página del Homenaje
"Dicen que aquellas nieblas venidas de Foz o tal vez el viento del Padornelo cuando no la densa humedad del Masma curtieron entre latines el carácter de nuestros seminaristas"

Al salir, de frente al seminario, la tapia del Pazo Episcopal y la catedral con sus dos torres. Es una buena oportunidad de ver, sólo sea parcialmente, su gran ábside central contemporáneo a su fábrica original medieval. Tenía otros dos, laterales, más pequeños, que desaparecieron al hacerse la girola en torno al altar mayor, deambulatorio con capillas para ver las reliquias, hasta entonces más o menos desperdigadas por diferentes puntos del edificio, según también disposiciones del Concilio de Trento. Todo Mondoñedo fue un gran taller, un obradoiro de constructores en permanente labor, durante no pocas etapas de su historia


Como ya supimos leyendo a Cunqueiro, aquí estuvo el mercado de abastos de la ciudad hasta el siglo XX. En 1854, pasada la Desamortización de Bienes eclesiásticos, se expropian terrenos a la catedral, pues su cementerio estaba en las proximidades, para mejorar la salubridad de esta zona, pues era donde se instalaban los puestos de venta de pescado. Durante las referidas obras de 2011 aparecieron aquí también cimientos de la muralla mindoniense erigida en 1320, que tras su estudio volvieron a taparse


Una placa nos recuerda este lugar y su historia...

Al lado, también de frente al Seminario de Santa Catalina y de espaldas a la catedral, está la Casa dos Cóengos (canónigos)el Museo da ImprentaCentro de Interpretación da Imprenta (de las dos maneras lo podemos hallar designado), inaugurado el 16 de septiembre de 2019, un invento e industria que fueron fundamentales en Mondoñedo, pues para todo este gran elenco de literatos y gentes de cultura, publicar rápido y bien sus obras, desde libros hasta periódicos, con toda la influencia que estos podían constituir, revistas, fancines, carteles, pasquines, y tener acceso a los mismos, era fundamental, por ello se instaló en Mondoñedo una de las primeras, cuando aún era el siglo XV


La imprenta, "método mecánico destinado a reproducir textos e imágenes sobre papel, tela u otros materiales", es un invento atribuido, no sin cierta discusión, a Johanes Guttemberg en Maguncia (Alemania) en 1450. En torno a esas fechas existen otras atribuciones y, anteriormente, ya existían precedentes en Roma, China, y otros lugares. Sea como fuere la imprenta, modelo tipografía tal y como la entendemos, nace en ese siglo XV y, siguiendo en principio, como es natural, un proceso totalmente artesanal, se extiende rapidísimamente por toda Europa. Las grandes poblaciones, como Mondoñedo, una de las históricas capitales del Reino de Galicia, la tuvo en pocas décadas


Se sabe que ya en 1495 sale la primera obra impresa en esta ciudad, un incunable del que solo que conserva un ejemplar en la Biblioteca de Braga, titulada Breve Forma de Confesión de Alonso de Madrigal


En 1550 Se conoce la de Agustín de Paz, que confeccionaba ya por entonces varias obras, la cual existió varios siglos, hasta mediados del siglo XIX. En 1850 llega la segunda, cuando José Pérez trae aquí parte de la que tenía en Lugo. adquirida a Viuda e Hijas de Riesgo


En 1870 se inaugura, también en Mondoñedo la de Hermenegildo Mancebo, fundador de toda una saga de impresores. Su padre, Andrés Mancebo, del que se sabe en Mondoñedo desde 1816 por un papel de cumplimiento del Real Servicio (servicio militar), sería la primera persona cono este apellido en la ciudad, y figuraría tiempo después como militar retirado (sargento) que se había dedicado a la enseñanza y vivía en A Ponte Vella. Sus padres eran de Lalín (Pontevedra), según datos que proporciona Andrés García Doural en su artículo Los Mancebo de Mondoñedo.


Hermenegildo ya figura como escribiente desde mediados de esa centuria, por lo que ese oficio le llevaría sin duda al de impresor, teniendo en su local de la calle Batitales Baja, actual rúa Lence Santar, de una imprenta automática, adquirida en Alemania a la casa Carlos Blors por la nada desdeñable suma de 3.000 reales, un fortunón en esos tiempos. Como curiosidad era también un apasionado músico, transcribimos esa faceta de la Miscelánea de Doural:
"El 13 de enero de 1881, D. Hermenegildo Mancebo es nombrado por el Ayuntamiento de Mondoñedo Director de la Banda municipal de música ?en atención a las cualidades de honradez, celo y suficiencia?. El 21 de junio, ante el Notario de Mondoñedo D. Antonio Ferreiro Hermida, firma un acuerdo con el Ayuntamiento, en el que se compromete a tocar la Banda un determinado número de días, en el paseo público y en otros actos. Posteriormente este acuerdo sería anulado

D. Hermenegildo Mancebo, fue miembro de la capilla de música de la catedral de Mondoñedo. En ella tocó el bajo (1875-1884); tocó el figle (1875-1884) y tocó la trompa desde (1860-1884)"

En su faceta de impresor fundó varios periódicos, el Hermandino entre 1882 y 1885, El Eco Mindoniense, El Semanario Católico entre 1887 y 1888. El 7 de enero de 1888 sale a la luz El Mindoniense, de tendencia liberal. Luego serán El Baluarte de Galicia en 1893, así como otros que abarcan informativamente extensas comarcas gallegas y del occidente de Asturias, como Río Navia, Luarca, Ecos Vegadenses, La Comarca, etc.


Como capital episcopal desde tiempo atrás, los temas religiosos y eclesiales eran fundamentales, al igual que los reglamentos de las numerosas asociaciones y entidades de Mondoñedo. Era también gran fotógrafo, siendo célebres sus postales de Mondoñedo, un lujo actualmente para los coleccionistas


El siguiente miembro de esta saga es su hijo Edesio Mancebo, del que Doural dice que ya en 1887 estaba al frente de la imprenta de su padre en Batitales, heredando también de él su faceta musical. Su fuerte era la encuadernación y venta de libros litúrgicos, abriendo por ello además con el tiempo una librería y siendo galardonado el 9 de octubre de 1896 en la Exposición Regional de Lugo con diploma y medalla de plata por la impresión del libro Previsión de Prebendas y Beneficios de la Iglesia de España. En 1889 entra en la Banda Municipal de Música y poco después es concejal con la corporación de José María Lage


Edesio Mancebo fallece en enero de 1930 y sus herederos (tenía mujer y tres hijos), venden entonces la imprenta a uno de sus empleados, Jesús López Díaz quien más tarde trasladará el negocio a la rúa do Progreso, conservando el apellido que la hizo famosa al registrar el nombre Sucesores de Mancebo, que en 1936 imprimirá el periódico La Voz de Mondoñedo en su segunda época, siendo él propietario y director. Su hijo, Fernando López, la trasladó a un local mayor, en la rúa llamada precisamente Imprenta, donde continuó la tradición


Enfrente del centro de interpretación, la Praza do Seminario da paso a la intersección de la rúa imprenta a la izquierda y la de Pascual Veiga a la izquierda, que es por donde vamos a ir ahora


Pascual Veiga, es uno de los más ilustres hijos de Mondoñedo, insigne músico cuya casa natal, en esta calle a la que ahora da nombre, es la primera a la derecha, hacia la que nos acercamos según damos vista a una de las torres de la catedral


Pascual Veiga nacido aquí el 9 de abril de 1842, es especialmente conocido por su Alborada Gallega pero, principalmente, por poner música al poema Os Pinos de Eduardo Pondal, es decir, el Himno de Galicia:

¿Qué din os rumorosos
na costa verdecente
ao raio transparente
do prácido luar?
¿Qué din as altas copas
de escuro arume arpado
co seu ben compasado
monótono fungar?

Do teu verdor cinguido
e de benignos astros
confín dos verdes castros
e valeroso chan,
non des a esquecemento
da inxuria o rudo encono;
desperta do teu sono
fogar de Breogán.

Os bos e xenerosos
a nosa voz entenden
e con arroubo atenden
o noso ronco son,
mais sóo os iñorantes
e féridos e duros,
imbéciles e escuros
non nos entenden, non.

Os tempos son chegados
dos bardos das edades
que as vosas vaguedades
cumprido fin terán;
pois, donde quer, xigante
a nosa voz pregoa
a redenzón da boa
nazón de Breogán.  
¿Qué dicen los rumorosos
en la costa verdescente
al rayo transparente
de la plácida luz de la luna?
¿Qué dicen las altas copas
de la oscura hoja del pino arpado
con su bien compasado
y monótono zumbar?

De tu verdor ceñido
y de los benignos astros,
confin de los verdes castros
y tierra valerosa,
nunca te olvides
de la injuria y el rudo encono;
despierta de tu sueño,
hogar de Breogán.

Los buenos y generosos
nuestra voz entienden,
y con arrobo atienden
nuestro ronco sonido,
pero sólo los ignorantes,
los fieros y duros,
imbéciles y oscuros
no nos entienden, no.

Ya ha llegado el momento
de aquellos antiguos bardos,
que a vuestras ilusiones
cumplido fin darán:
pues, donde quiere, gigante,
nuestra voz pregona
la redención de la buena
nación de Breogán.  

El texto del himno, leemos en Wikipedia, es fruto de la correspondencia que mantuvieron Eduardo Pondal y Pascual Veiga allá por el año 1890, cuando el segundo le pedía al primero un texto para una partitura que quería presentar al certamen convocado para elegir el mejor himno gallego:
"Después de varias redacciones, Pondal le envía un primer texto que tituló BreogánPascual Veiga le solicita algunos cambios en la acentuación para adaptarlo rítmicamente a la música que había compuesto. 
El texto definitivo se publicó ya como Os Pinos por primera vez el 22 de mayo de 1890 en un folleto del certamen musical que había convocado el Orfeón n.º 4 de La Coruña para elegir la mejor Marcha Regional Gallega. El texto apareció también en A Monteira de Lugo y en El Eco de Galicia de La Habana. Al final, aunque hubo ensayos, el himno no se interpretó (la mayoría de las versiones de la letra del himno derivan del texto que apareció en la número 18 de la revista Galicia de La Habana en 1905; en 1978 el texto se integró en la segunda edición, realizada por la Real Academia Gallega, de Queixumes dos pinos, base de las versiones modernas del texto). 
Al igual que otros símbolos de Galicia, como la bandera, el establecimiento del himno gallego fue fruto de la emigración. En 1907, Xosé Fontenla Leal le encargó a Manuel Curros Enríquez (uno de los mayores exponentes del Rexurdimento gallego, que residía en La Habana) que escribiese la letra, y a José Castro "Chané" la música, pero Curros no fue capaz de componer la letra rápidamente y Fontenla decidió escoger el poema de Pondal con la música de Veiga. Se estrenó el 20 de diciembre de 1907 en el Centro Gallego de La Habana -hoy Gran Teatro de La Habana- y hasta 1923 fue entonado por regionalistas y agraristas en sus actos, consolidándose paulatinamente como símbolo de Galicia. Cuándo se prohibió su uso durante la dictadura de Primo de Rivera, las sociedades gallegas de América intensificaron su interés por su interpretación pública. Con la Segunda República alcanzó el reconocimiento oficial. 
Se evitó su uso durante la dictadura franquista e incluso durante la etapa de aperturismo del régimen sólo se cantaba, en todo caso, en actos culturales y como una canción más dentro del folclore gallego. Sin embargo, desde 1960 comienza a interpretarse de manera más explícita, aunque disimulando sus aspectos ideológicos. En concreto, se cantaba sólo la primera parte. 
En 1975, mientras tenían lugar unos actos folclóricos en la fiesta del Apóstol Santiago, la gente comenzó a erguirse para cantarlo. Al año siguiente,( muerto ya el dictador), se instauró esta costumbre de manera definitiva en la Plaza de la Quintana, ratificado también por las autoridades asistentes. Los partidos no nacionalistas lo asumirían, finalmente, en la campaña de las primeras elecciones democráticas (1977)"

El entusiasmo de Pascual Veiga por la música le vino cuando niño como cantor del coro, llegando a componer un septenario dedicado a Nosa Señora dos Dolores, Virgen de gran devoción en su santuario mindoniense. Se presentó a las oposiciones para organista de la Catedral de Mondoñedo y de la Colegiata de Covadonga (Asturias), que no gana por ser demasiado joven, pero sí llegó a ser organista de la Iglesia de Santo Domingo de Betanzos y de la Colegiata de A Coruña


Fue fundador y director de varios orfeones, siendo reiteradamente galardonado por su trabajo y esfuerzo. A la vez compone su Alborada Gallega o Alborada de Veiga, estrenada con gran éxito en Pontevedra 1880, así como una repercusión notable en Galicia y en la emigración, así como en el incipiente movimiento galleguista. Poco después funda El Nuevo Orfeón, luego Orfeón El Eco, que sigue existiendo y, enseguida el Orfeón Coruñes nº 4, y durante la Exposición Universal de París (1889), gana con él la medalla de oro y las Palmas Académicas. En 1896 reside en Madrid y dirige el Orfeón del Centro Gallego y el Orfeón Matritense mientras ejerce como profesor del Conservatorio Nacional


Otra obra sumamente importante es La escala, pero por lo que se hará totalmente reconocido será, como dijimos por componer la música de Os Pinos el Himno Gallego), nacido de su correspondencia con el autor de la letra Eduardo Pondal, autor de la letra, y el propio Veiga, el cual se estrenará en Cuba el 20 de diciembre de 1907 en el Gran Teatro de La Habana por iniciativa de Xosé Fontela Leal, Presidente de la Unión Redencionista Gallega e impulsor da Real Academia Galega



El estreno se celebró seis meses después del fallecimiento en Madrid del propio Pacual Veiga el 12 de julio anterior. Los emigrantes gallegos en Argentina sufragaron su monumento y sepulcro en el cementerio de Mondoñedo con el epitafio Homenage a Pascual Veiga, autor de la Alborada. Su hijo José Adolfo Veiga siguió como su padre la carrera musical de compositor


Es muy importante saber que cuando Pascual Veiga murió en Madrid, fue enterrado sin hábito ni traje, en caja de cedro con asas y abrazaderas de metal y, de no retirarse sus restos mortales en el plazo de dos años, serían trasladados a la fosa común. Andrés García Doural nos explica en su artículo Una Comisión cómo un grupo de mindonienses evitaron que eso sucediera (puede verse en este trabajo su foto, pinchad en el título del artículo):
"Por feliz iniciativa de varias personalidades los restos mortales de Pascual Veiga son trasladados el 18 de septiembre de 1912 para siempre a la tierra que lo vio nacer. Acompañando sus restos, entre otras muchas personalidades, vino su primo hermano D. Jesús Martínez Veiga, capitán de infantería, destinado en el Regimiento Garellano"   
(...) D. Dodolino Trigo Paz (perito agrimensor y director de un periódico mindoniense), D. Ángel Alejo Ferreiro Soilán, farmacéutico natural de S. Félix de Muja (Lugo), residente en Mondoñedo y D. Ramón Martínez González de Insua (habilitado del clero, tallista y pintor): De pie: el concejal D. Antonio Pardeiro Cabado (comerciante) y D. César González Seco (abogado, propietario y músico).
La fotografía fue realizada en el estudio de D. Santiago Pernas Salazar, habitante en la calle del Puente de Mondoñedo. 
D. José María Salgueiro fue el iniciador en La Habana del gran homenaje tributado al maestro Pascual Veiga. A él se debe también el haber reunido algo más de siete mil pesetas para realizar el traslado desde Madrid a Mondoñedo de los restos mortales del autor de la Alborada"

En el año 2007 un congreso ensalzó su figura conmemorando el centenario de aquel estreno y en el año 2014 se descubrió en Mondoñedo un busto en su honor, dándole también su nombre al auditorio. En los años 60 el grupo musical Los Relámpagos versioneó su Alborada Gallega, pero es el Himno de Galicia, Os Pinos, la obra de Veiga que lleva indiscutiblemente la fama más absoluta


Avanzamos hacia la Praza da Catedral por esta antiguamente llamada rúa Templarios, donde estaba, en su unión con la también antigua rúa Ferreyros, solar de la llamada Torre Vella, la cual pudo sucumbir en el incendio, pavoroso, de 1425 que destruyó buena parte de la ciudad. En Mondoñedo monumental, fuentes para su estudio, se desprende que el nombre templario se refería más a servidores del templo catedralicio, templarios, que a caballeros de la Orden del Temple



Es muy posible que aquella torre formase parte de la antigua población de Vilamaior de Val de Brea, la precedente al Mondoñedo actual, que cambió su nombre al trasladarse aquí la sede episcopal de San Martiño de Mondoñedo, en Foz, cerca de la costa, en el año 1112


Su solar se extendería entre esta rúa y su paralela a la derecha, la de Pardo de Cela, por donde entra en Mondoñedo el Camino de Santiago procedente de Ribadeo vía Vilanova de Lourenzá y Abadín, la antigua Rúa do Perexil que entraba por la Porta Nova, según nos explica el citado Gómez Darriba en su tesis:
"Parte de la historiografía que ha estudiado Mondoñedo ha creído que la llamada Torre Vella era un elemento perteneciente a la muralla. Son muy escasas las referencias que se tienen sobre la misma, pero la gran mayoría indican explícitamente que su propio muro lindaba con la Rúa dos Ferreiros, y que aparte de situarse tras esta calle tenía contigua a la del Perexe o Perejil. Ello significa que ocupaba un solar existente entre lo que hoy son las Rúas Alfonso VII y Pardo de Cela. Enrique Cal Pardo la consideró el primer Ayuntamiento mindoniense. Sin embargo, este mismo autor transcribió varias notas documentales de las que se desprende que constituía la sede de un merino que regentaba una determinada jurisdicción en la cual impartía justicia, aunque en última instancia este se debía al obispo, señor de la ciudad. La primera alusión a la Torre Vella data de 1258, y la última de 1461. En dichas referencias resulta muy frecuente que se cite su “vallado”, “muro” o “pared”. Esto es indicativo de que aparte de ubicarse intramuros contaba con una protección mural independiente."

Y allí al pie de la Torre da Paula, una de las célebres campanas del templo catedralicio, salimos a la Praza da Catedral, desde donde podemos seguir ruta por las rúas mindonienses, no sin antes recordar que, en la misma esquina del templo con esta calle, yacen la doncella y el templario enamorados, una historia, tradición o leyenda, romántica pero dramática, de los Romeo y Julieta mindonienses, del que hablamos en el artículo dedicado a esa plaza









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