Simancas y el río Pisuerga |
Llegando a Simancas, ante el puente medieval sobre el Pisuerga |
Procedente de Valdestillas y Puente Duero llega el Camino de Santiago de Madrid al puente medieval sobre el río Pisuerga, dando vista a la villa de Simancas, capital del municipio de este nombre, histórico hito y población caminera de la Tierra de Pinares, famosa entre otras cosas por albergar, en su histórico castillo, el célebre Archivo General de Simancas, archivo de la corona castellana existente desde el año 1540 y que merece ser visitado si tenemos la oportunidad, así como otras maravillas que iremos conociendo paso a paso...
Unas figuras en chapa de dos peregrinos simbolizan el paso del puente por los peregrinos, encaminando el rumbo a la población
Existe asimismo en esta ribera una placa con información y mapa del Camino, aquí llamado Camino Real de Madrid
Vemos aquí el itinerario en este tramo de recorrido, con sus pueblos y lugares, así como la variante que nos permite dirigirnos a Valladolid desde Puente Duero y luego enlazar ambas rutas en Ciguñuela, pero estimamos oportuno recomendar el paso por Simancas, siguiendo el histórico trazado caminero
Y esto es el itinerario completo hasta Sahagún, donde se enlaza con el llamado Camino Francés, poco antes de León
Tomamos pues la dirección del puente en dirección a Simancas, la antigua Septimanca en el territorio de los vacceos bajo dominación romana, citada como oppida o castro vacceo por los historiadores Plinio y Ptolomeo, luego como mansio (lugar de parada para una calzada imperial) en el famoso Itinerario de Antonino y más tarde como civitate de ciudadanía romana situada en un ancestral paso por el que discurre la vía romana antecesora del Camino Real que sería paso de viajeros, arrieros, peregrinos...
En el muro al principio del puente una placa de cerámica, muy artística, representa a la villa bajo el campanario de su iglesia y las torres del castillo, junto con una concha jacobea símbolo precisamente de este histórico camino por el que estamos transitando y ya existente desde tiempo inmemorial...
Antes de los vacceos, que se asentaron en el promontorio natural que guarda el paso del río, estos lugares ya estaban poblados, si bien sin duda con muchos menos habitantes, desde varios milenios atrás, pues se ha hallado en las cercanías el crómlech megalítico de Los Zumacales, de unos 5.500 años de antigüedad. Se trataría de ancestrales civilizaciones pastoriles preferentemente nómadas. El origen de estos caminos está en aquellas rutas de la trashumancia que existirían desde que los humanos domesticaron a los grandes rebaños de herbívoros que se desplazaban de norte a sur buscando en verano los pastos de las cordilleras norteñas y en invierno los de las estepas cuando la nieve cubría los puertos
El actual puente medieval románico, el Puente de Simancas, tiene también su origen en uno anterior romano que facilitaba el cruce del Pisuerga a gentes y rebaños por la calzada. Tras los convulsos siglos de la caída de Roma se produce la llegada de los godos, de los que también han aparecido hallazgos, siendo los más señalados para la localidad los de un tipo de cuchillo o puñal denominado tipo Simancas, si bien su área de localización se extiende por buena parte de la meseta hacia el norte, hacia el Cantábrico. Luego, con la venida de los árabes y sus aliados, cuando se llamó Baruva, Simancas llega a ser ocupada en el año 753 por Alfonso I de Asturias en un momento de debilidad del dominio musulmán, sumido en los enfrentamientos de los abasíes con los omeyas de Damasco que darían independencia al Emirato de Córdoba, pero no tarda en perderse para los reinos del norte, que la ocuparán y perderán varias veces hasta la conquista definitiva por parte de Alfonso III en el año 883, lo que no le evitó dejar de ser objetivo militar, pues aquí se libró en el 939 la Batalla de Simancas, entre las huestes de Ramiro II y Abd al-Rhaman III
Existe una leyenda, muy popular, que dice el nombre de la población viene de los primeros tiempos de la llamada Reconquista. Está relacionada con los tributos que algunos de los primeros reyes asturianos hubieron de pagar a los cordobeses y que comprendían incluso jóvenes doncellas. Se atribuye el aquí narrado al reinado de Ramiro I, hacia el año 844, cuando siete doncellas del lugar iban a ser entregadas al emir Aberramán II y ellas prefirieron antes cortarse las manos y llenarse de sangre rostro y cabellos para que sus nuevos dueños las viesen horrorosas y las rechazasen, tal y como aconteció, exclamando el emir "Si mancas me las dais mancas no las quiero", quedando al enclave el nombre de Simancas. Aunque la leyenda no tiene ningún viso de realidad en lo relativo a la toponimia se discute si no sería el resultado de algún trasfondo verdadero con pagos de rescates o alianzas que sí existieron. Realmente el favorecer y afianzar matrimonios mixtos entre dos partes enfrentadas se sabe ya existía en Hispania al menos desde época de los romanos y visigodos, sea como fuere, la tradición de Simancas da paso a otra, la de la Batalla de Clavijo, también muy discutida en su verosimilitud pero que sería el nacimiento del patronazgo de Santiago en España. Clavijo es según esto la consecuencia del resultado del enfrentamiento causado cuando los emires pidieron más doncellas tras la afrenta de Simancas y Ramiro se negó ante ello a enviar más
Fronteriza con territorio musulmán, llegó a ser centro de la Diócesis de Simancas, fundada por Ordoño III de León hacia el año 953, siendo su primer obispo Ilderedo. Poco no obstante duró aquella sede episcopal pues en el año 574, al llegar al trono Ramiro III, hijo del rey fundador (si bien por su corta edad, 5 años, tutelado por su tía Elvira Ramírez). Los obispos de Astorga y León, afectados por la extensión de Simancas por territorios antaño suyos, solicitaron y consiguieron que la nueva diócesis quedase extinguida y anulada alegando que no había existido con anterioridad (buscaba restituirse la organización anterior visigoda) y que estaba muy al sur expuesta a los ataques musulmanes. Lo cierto es que no mucho después Simancas sufrió las razzias de Almanzor y hubo de ser repoblada por Alfonso VI en el siglo XI. Su emplazamiento en las proximidades del mencioando territorio musulmán y enclavada también durante tiempo entre el reino de Castilla y el de León, Simancas llegó a tener gran prosperidad al ser un lugar sumamente estratégico hasta que con la conquista de Toledo en el año 1085 y el desplazamiento del eje vital de los reinos cristianos más al sur su trascendencia fue decayendo, si bien muy pausadamente, pues es en el siglo XIII cuando se construye este puente para mejorar, reparar o sustitutir al de la calzada romana entre Augusta Emerita (Mérida) y Caseraugusta (Zaragoza), así como otros ramales hacia Astúrica Augusta (Astorga), dando vista a la ciudad fortificada, en un lugar en el que el Pisuerga corre presto a desembocar en el Duero, en Pesqueruela, muy cerca de aquí, unos kilómetros más allá de Simancas, al oeste
Pasó Simancas a depender del alfoz de Valladolid allá por 1255, cuando esta localidad se perfilaba como capital castellana, no sin notable resistencia, hasta que en 1465 fue recompensada por Enrique IV por su fidelidad en las guerras dinásticas contra Alfonso de Castilla, declarando a sus habitantes hidalgos e independizándolos de la administracción vallisoletana, llegando una nueva época de esplendor, entre los siglos XV y XVII, que es cuando se instala aquí el archivo de la corona, aprovechando su situación y fortificación. Así, en el siglo XVIII, concretamente en 1755, leemos en un manuscrito de Manuel Bachiller que...
"Tiene la villa tres edificios principales, el uno la fortaleza o Archivo Real, labrado en sillería donde los Reyes de España, tienen su archivo de todos los papeles pertenecientes a su corona, y de todo el reino, así de patronato real, como de los caballeros de España, Nápoles, Sicilia. Sobre el río hay otro palacio, grande y de hermosa vista, y en este se crio el emperador Ferdinando, hermano de Carlos V, pues aquí estaba cuando murió el Rey Católico su abuelo, y aquí vinieron su chancillería de Burgos a entregarse a él como consta en la historia de Carlos V escrita por Prudencio de Sandoval su cronista. Y en medio de la villa está la iglesia de El Salvador, de hermosa y magnífica arquitectura de mármoles y bóveda de piedra como demuestra la misma fabª"
Simancas volvería a ser escenario bélico en 1812 cuando tras la derrota de Los Arapiles, al sur de Salamanca, las tropas francesas se retiraban por este puente, que resultó dañado por los cañonazos procedentes de la artillería de las tropas aliadas, españolas, inglesas y portuguesas, que los perseguían, mandadas por Wellington. En nuestros días nada parece recordar aquellos trágicos combates, en este plácido paseo por el que caminan los peregrinos del Camino de Santiago de Madrid
Es el Pisuerga un río caudaloso y ancho, aquí casi al lado de su Desembocadura aún más que el Duero. Las riberas son de frondosa vegetación verdísima que en verano contrasta con el color predominantemente pardo de las llanuras de la arenosa meseta circundante. Viene su nombre de Pisoraca, la ciudad de los turmogos, actual Herrera de Pisuerga, donde se acantonó la Legio IV Macedónica tras las últimas guerras contra los cántabros y los ástures entre el 19 a.C. y el 40 d.C.
Hacia la mitad del puente, a mano derecha según avanzamos hacia la otra orilla, hay un pequeño altar
Es una hornacina cerrada con cristal y reja metálica y arriba una cruz grabada en piedra
Suele haber flores y plantas silvestres o ramas, cogidas a su paso por algún peregrino o transeúnte, a manera de ofrenda a la patrona de Simancas, la Virgen del Arrabal
La advocación procede de la antigua ermita de la Virgen de la Consolación, con ermita situada en un arrabal de la población, La Gasca, como también se denomina a la santa, un descampado de las inmediaciones, la cual fue trasladada en 1725 a un nuevo emplazamiento a causa de la ruina de su santuario. Esta es una de las reproducciones de su imagen, la otra está en la fachada del templo de San Salvador
El puente tuvo reformas y reconstrucciones pero su perfil plano parece delatar su antecedente romano reconstruido en románico en la baja Edad Media. Sus 17 puentes, ojivales y de estructura por tanto gótica, los veremos mejor al pasar al otro lado, sobre todo desde las casas que suben al centro de la población
La estructura del puente presenta varios salientes entre los arcos, verdaderos miradores sobre el río y ante la villa, que se refleja con su altozano en las aguas del Pisuerga
Languidece allí, al pie del Camino que sube hacia la iglesia, la antigua Fábrica de Harina, hecha una ruina y amenazando venirse abajo definitivamente hasta que se acometa algún plan de restauración o, al menos, de consolidación. Dejó de funcionar en 1961 y es un exponente de las muchas que existieron en esta tierra de pan y trigo
Simancas y el Pisuerga, embelmático río que nace en el palentino lugar de Sel de la Fuente, cuenca glaciar de Covarrés, sita entre el Pico Valdecebollas y la Sierra del Híjar y cerca de Brañosera, paraje de manantiales, lagunas y regatos que desaguan en una sima. Luego de tres kilómetros bajo tierra vuelven sus aguas a la superficie en Fuente del Cobre, dirigiéndose en dirección suroeste a Tierra de Campos, haciendo en varios tramos frontera natural entre las provincias castellanas de Palencia y Burgos. Pasando por Torquemada, Venta de Baños y Dueñas llega a la provincia de Valladolid, siguiendo su curso por la capital provincial, donde a lo largo de su historia provocó varias grandes inundaciones. Viene a Simancas y luego de Pesqueruela, en Geria, se une al Duero tras recorrer 383 km. A partir de aquí por su margen derecha y saliendo de Simancas discurre la Cañada de Tordesillas, que se dirige a esa población
El puente es actualmente peatonal, formando un hermoso paseo que enlaza con calles, caminos, y sendas fluviales en ambas márgenes
Según avanzamos por el puente vemos una mejor panorámica del curso fluvial dirigiéndose al oeste. Allí hay una presa o aceña que acumulaba el agua que, como fuerza motriz, alimentaba la maquinaria molinera de la antigua harinera
Esta es la arenosa orilla que vamos dejando atrás, en la zona de El Plantío
Asomándonos a los salientes de los bordes vemos alguno de los 17 arcos ojivales que descubren alguna reconstrucción gótica posterior a la obra románica. Al otro lado del puente el Camino se dirigirá a la izquierda para entrar en la villa, discurriendo por una llana pradería bajo el arbolado ribereño donde hay bar con bancos y mesas: El Rabil
Al fondo, al este, vemos el puente nuevo que sustituye a este para el tráfico rodado, por donde pasa la carretera CL-600
La ribera de El Rabil hacia los edificios de la fábrica de harinas
Las desvencijadas ruinas bajo El Mirador, explanada ya en el centro de la "villa de las siete mancas", cerca de la que pasa el Camino, tras subir de la ribera. Al fondo nuevas urbanizaciones
En días de sol, principalmente castigador en verano, los árboles dan una agradable sombra
Ahora reconocemos bien la presa del Pisuerga
Atención al llegar al otro lado
Tomamos este ramal, que se dirige a las terrazas de La Baruva, El Chiringuito de Simancas, un buen lugar para el descanso
Atendamos a la señalización. Aquí el Camino de Santiago de Madrid coincide con otras sendas
Este es el mojón del Camino de Santiago
Que nos informa que estamos a 469 km de Compostela
Las terrazas del verano, al lado del bar
A nuestra izquierda placas informativas
Mapas y textos relativos a la Cañada Real Burgalesa
Mapa de situación. Nosotros no seguiremos la línea verde de la orilla del Pisuerga, sino que nos dirigiremos al norte, luego de atravesar Simancas
Panel de la Senda del Duero
Camino de losas, también jalonado de farolas, que pasa junto a las terrazas y el chiringuito
Estamos al pie mismo de la villa
Cruzamos esta calzada por el paso de cebra. Fijémonos en las flechas amarillas pintadas en el suelo que nos indican subir por aquellas escaleras
Estamos en la calle del Rollo
La subida hacia el centro urbano
Veamos la flecha en la acera, justo en la esquina
Predominan las viviendas unifamiliares, abajo con su bodega, almacén o garaje
Al fondo El Rollo, una gran columna de piedra que se erigía como símbolo de la independencia administrativa y jurisdiccional de los municipios, tanto si dependían de la corona como de su propio concejo, de un señor, o de la Iglesia. En Castilla en concreto se levantaban en los municipios que tenían alcalde, con poderes otorgados para impartir justicia, delimitando también su límite jurisdiccional
En el año 1255 Alfonso X El Sabio integró a Simancas en la jurisdicción de Valladolid, de la que le eximió definitivamente Felipe II en 1.558, siendo por lo tanto El Rollo un símbolo de la independencia municipal, siempre disputada con la capital pucelana
En estos rollos también se exponía a los delincuentes para escarnio, a la entrada de las poblaciones, comparándose en este caso su uso con el de la picota, si bien se trata de dos elementos diferentes
El 26 de mayo de 1813 las Cortes de Cádiz ordenaron demoler todos los rollos y demás símbolos de vasallaje existentes en España por ser signos de humillación. La norma no fue seguida en todos los sitios y se conservan unos 150, media docena en esta provincia de Valladolid
Ante el Rollo, un lienzo de las antiguas murallas
Seguimos la cuesta por este recorrido peatonal
El Rollo señala asimismo la entrada a la que fue la ciudadela amurallada
Finaliza lo más duro de la corta subida
Y luego vamos aquí a la izquierda, subiendo más suavemente
Al subir tenemos un admirable paisaje del río Pisuerga y sus orillas
El Puente de Simancas, por el que acabamos de pasar, con sus 17 arcos góticos, siendo los dos de la izquierda los más afectados por los cañonazos de la artillería de Wellington en 1812. Más allá es El Plantío, donde hay camping
Subimos junto a las casas por la calle Costanilla
Los puentes y el río. Nos asomamos a este auténtico balcón
Al fondo a la derecha vemos ahora la urbanización Las Aceñas. A la izquierda a lo lejos La Huelga, por donde viene el Camino de San Esteban
Abajo la Fábrica de Harinas. El río forma varias pequeñas islas en medio de la corriente. Por la orilla discurre la antigua cañada, recuperada aquí como un verdadero sendero fluvial. Fijémonos también en la presa
A nuestros pies la subida por El Rollo, por donde hemos venido desde el puente. En la distancia la Granja Tohuer, entre el Camino de la Huelga y el Camino Viejo de Arroyo, con las colinas de El Mosquero. Allí está la necrópolis megalítica de Los Zumacales, de la que ya hemos hablado
En la lejanía reconocemos los altos edificios de la gran urbe, Valladolid, a unos 10 km de distancia, otro lugar de asentamientos vacceos romanizados cuya etimología toponímica es harto discutida, tal vez un Vaccea Tollit o promontorio de los vacceos, si bien en la Edad Media es llamada Valle Solletum, valle soleado, pero hay más posibilidades
También su segundo nombre, Pucela, es objeto de diversas teorías. las más plausibles sostienen que tiene que ver con alguna poza de agua formada por el Pisuerga que varias veces inundó el territorio. Más legendaria es la que narra que algunos caballeros del lugar sirvieron con la Pucelle o Doncella de Orleáns (Juana de Arco), pero hay más. Especialmente interesante es saber que desde el Renacimiento se pensó que era la antigua Pintia de los vacceos, si bien esta ha sido lcalizada más al este, en Padilla de Duero (Peñafiel). Hasta allí llegaría también el reino de Alfonso III en su expansión hacia el Duero, formando parte del Condado de Castilla y siendo repoblado el territorio por el conde de Saldaña y Carrión Pedro Ansúrez y su esposa Eylo Alonso según mandato de Alfonso VI, creciendo el poblamiento y fundándose palacios, iglesias y colegiata, alcanzando el título de villa y en 1255 Fuero Real de Alfonso X El Sabio, con privilegios de ferias y mercados y afianzándose como capital judicial del creciente Reino de Castilla, siendo centro durante siglos de la política real, afianzándose como capital, lugar de nacimiento de reyes y escenario de episodios capitales de la historia de España, sede de la Real Audiencia y Chancillería, si bien hemos de recordar que cortes y demás instituciones y organismos eran itinerantes. En 1561 Felipe II, pese a ser nacido aquí, trasladó la que sería la primera capital centralizada a Madrid, volviendo a serlo Valladolid entre 1601 y 1606 con la corte de Felipe III y a instancias del Duque de Lerma, interesado en inversiones inmobiliarias y otros negocios, pues Valladolid pasaría en ese corto periodo de los 30.000 a los 70.000 habitantes
Perdida la capitalidad definitivamente en 1606 (hemos de recordar que hasta entonces cortes e instituciones eran itinerantes), Valladolid sufre una rápida caída demográfica a 18.000 habitantes, ejemplo de decadencia compensado en parte con la instalación de industrias textiles en 1670, gracias a la abundante lana de las ovejas de los caminos de la trashumancia, mestas y cañadas. En 1856 la llegada del ferrocarril fue otro gran aliciente económico muy favorecedor, si bien no recuperaría los 70.000 habitantes hasta el año 1900. La ciudad fue extendiéndose enormemente fuera de su núcleo originario por los campos y tierras circundantes, siendo su población actual de más de 414.000 habitantes
Al sur de la ciudad de Valladolid, el Polígono de San Cristóbal, bajo el Pico del Águila (846 m), la Cuesta del Pico (845 m) y el Cerro de San Cristóbal (842 m) guardián del valle del Duero, río que viene a recibir las aguas del Pisuerga. Más cerca de nosotros La Huelga con sus bosques de ribera y aquí mismo El Rabil, con la factoría de Castellana de Carnes
Seguimos otro poco de cuesta en La Costanilla adentrándonos ya en el declarado Conjunto Histórico-Artístico que es la villa de Simancas, escenario también de la famosa novela de Rosa Chacel Memorias de Leticia Valle (1946), llevada al cine por Miguel Ángel Rivas en 1980. Obra galardonada con el Premio Castilla y León de las Letras 1991
Si bien la calle no es peatonal el paso de automóviles suele ser lento y escaso, eso sí, no hay demasiado espacio y la acera existente es estrecha, estemos atentos
Contemplamos las características fachadas de ladrillo al ir llegando a la Plaza del Mirador y acabarse la subida
Este cruce es muy importante: el Camino sigue a la derecha por la calle General Arana. Pero antes podemos hacer un alto a la derecha, descansando en la Plaza del Mirador
Es una pequeña pero muy coqueta plaza cuadrada arbolada
También hay aquí terrazas, en esta bella explanada-mirador, pues al fondo podremos también admirar otro gran paisaje del Pisuerga
El Pisuerga, la fábrica, la presa, los puentes, El Plantío... valles del Pisuerga y el Duero, escenario de aquella terrible Batalla de Simancas, En la ribera del Pisuerga, al noreste de Simancas, aconteció entre los días 6 y 10 de agosto del año 993 la batalla de este nombre, a la que ya nos hemos referido, que supuso una severa derrota musulmana por la que el Reino de León se extendería más allá del Duero, llegando a la línea del Tormes
La contienda había empezado con la intervención de Ramiro II en Zaragoza tres años atrás, cuando conquistó la plaza a su gobernador Muhammad Ibn Hashim, también llamado Abu Yahya o Abohaia, que se rindió, lo que enfureció a su señor el califa Aberramán III. Así recoge la crónica de Sampiro la toma de Zaragoza
"Ramiro reuniendo su ejército se dirigió a Zaragoza. Entonces el rey de los sarracenos, Aboyaia, se sometió al gran rey Ramiro y puso toda su tierra bajo la sobernaía de nuestro rey. Engañando a Abdarrahmán, su sobernao, se entregó con todos sys dominios al rey católico. Y nuestro rey, como era fuerte y poderoso, sometió los castillos de Aboyaia, que se le habían sublevado, y se los entregó regresando a León con gran triunfo"
Tropas navarras aliadas de Ramiro II quedaron de guarnición en estos castillos pero Aberramán o Abd al-Rhaman III contraataca y los recupera tras tomar Calatayud, así como la misma Zaragoza con la nueva rendición de Abu Yahya, con el que unió sus tropas y entró en Navarra, forzando la capitulación y vasallaje de su reina Toda
Animado por estos triunfos Aberramán elabora un plan para acabar con el poderío leonés, la Campaña de la Omnipotencia o del Supremo Poder, gazat al. kudra, llamando a la yihad o guerra santa formando un gigantesco ejército de 100.000 guerreros, entre soldados profesionales, voluntarios, tropas fronterizas, soldados de provincias militarizadas, bereberes y mercenarios andalusíes, que salió de Córdoba en junio del 939 y dirigiéndose a Toledo y pasando el Guadarrama por el puerto de Tablada atravesó la Tierra de Nadie al sur del Duero asaltando Olmedo, Íscar y Alcazarén, acampando en Cega y acantonándose en el Castillo de Portillo, que domina esta Tierra de Pinares
Ramiro II, al tanto de tan peligrosa amenaza, forma una gran coalición y reúne tropas leonesas, gallegas y asturianas, contando también con los efectivos de los condes de Castilla, Fernán González y Ansur Fernández y los del rey de Pamplona García Sánchez I, que se encuentran en estas riberas con las del califa el 6 de agosto en un cruentísimo enfrentamiento que duró cuatro días pues un eclipse de sol envolvió la tierra de tinieblas durante dos jornadas, causando temor en ambos contendientes, que paralizaron las operaciones, dato reflejado por las crónicas de los dos bando como la musulmana del Kitab ar-Rawd, El libro del jardín fragante:
"Encontrándose el ejército cerca de Simancas, hubo un espantoso eclipse de sol, que en medio del día cubrió la tierra de una amarillez oscura y llenó de terror a los nuestros y a los infieles, que tampoco habían visto en su vida cosa semejante. Dos días pasaron sin que unos y otros hicieran movimiento alguno"
Y Manuel Bachiller en Antigüedades de Simancas dice:
"El sol padeció terrible eclipse, en el día en el que en España Abderramen rey de los sarracenos, fue vencido en una batalla por el cristianísimo rey D. Ramiro"
Por ello la batalla duró cuatro días, siendo estrepitosamente derrotados los ejércitos califales, que no pudieron tomar la fortaleza de Simancas, padeciendo 3.000 bajas, Abderramán escapa pero su aliado zaragozano es apresado, tal y como relata Manuel Bachiller
"Después de esto tornase el rey D. Ramiro con los suyos con grandes ganancias de oro, y de plata, y piedras preciosas y con muchos cautivos, y entre ellos llegó Abenaua, ca puesto caso de Abenaya había sido preso por el conde en lo de Haza"
En su retirada de Simancas lo musulmanes arrasan la zona del río Riaza y sufren otro desastre en Soria, la llamada Jornada de Alhándega o del Barranco, nombre del lugar de su emboscada, tal y como narra Ibn Hayyan en Al-Muqtabis...
"... y en la retirada el enemigo los empujó hacia un profundo barranco, que dio nombre al encuentro, del que no pudieron escapar, despeñándose muchos y pisoteándose de puro hacinamiento: el califa, que se vio forzado a entrar allí con ellos, consiguió pasar con sus soldados, abandonando su real y contenido, del que se apoderó el enemigo"
La coalición cristiana tuvo muchas bajas pero la magnitud de su victoria causó sensación en toda Europa, la ganancia territorial hacia el Tormes no fue muy grande en extensión pero favoreció la repoblación del valle del Duero. Al regresar a Córdoba Abderramán III mandó ejecutar a algunos mandos acusándolos de incompetencia, si bien la derrota no tuvo consecuencias para su poder pues la nueva línea cristiana aún se encontraba muy lejos de su capital. No volvería a mandar ejércitos en combate pero estos sí realizarían varias incursiones durante los años siguientes, como las de Almanzor, algunas muy cerca, como la que causó la Batalla de Rueda
Por allí, mirando al sur, viene el Camino Real de Madrid o Camino de Santiago de Madrid, por donde hemos caminado para llegar a Simancas
En un arenal de la Ribera del Pisuerga llama la atención aquel tronco pintado de azul...
A nuestra derecha el Pisuerga corre a unirse con el Duero, riberas de Gallo, Vega Sorda y Latina, a la derecha, por donde viene el Canal de Simancas, junto al Camino de Valdeobispo
Estrecha y umbría callejuela que nos lleva a la Plaza Mayor, pasando al lado del Mesón-Bodega La Ceaza, típicamente castellano
Al fondo la Plaza Mayor
Señalización caminera
Más fachadas de ladrillo
La Plaza Mayor, con numerosos tenderetes y puestos de las fiestas
Seguimos de frente atravesando la plaza y de frente descubrimos el Ayuntamiento de Simancas, viendo a la derecha la torre-campanario de la iglesia del Salvador
Su fachada dieciochesca es de estilo neoclásico
En sus soportales alberga la Casa de Cultura, en el piso presenta balcones y arriba un frontón triangular ostenta el escudo real
Los soportales continúan en las casas de su izquierda, donde está el bar Plaza Mayor
Por allí seguimos nosotros, de frente a la Taberna el Buen Sabor, y continuamos a la derecha
Es la también estrecha y típica rúa de la calle Salvador, junto al bar Alambique
Las flechas nos envían, escaleras arriba, a pasar al pie de su fachada sur
En las escaleras vemos una vez más la placa con los símbolos del paso del Camino de Santiago en Simancas
Se supone que la primitiva iglesia románica fue destruida por las llamas en el siglo XVI durante la Guerra de las Comunidades o Revuelta de los Comuneros contra los afanes de Carlos I y solo se conserva la citada torre. Un nuevo incendio, este aparentemente fortuito, en 1578, provocó la reforma de la citada torre añadiéndosele un cuerpo de ladrillo para instalar las campanas
Atrás, escaleras abajo, han quedado, en la calle del Salvador, el estanco, junto a la Fábrica de Pan Milagros y el Kiosko Simancas
Ya estamos delante de la monumental iglesia parroquial de Simancas. tal vez aquí estuvo, en un santuario antecesor del románico del que nada parece haber llegado a nuestros días, la sede de la efímera Diócesis de Simancas. Los amantes de las especulaciones históricas no tardarán en fijarse que está en el centro mismo y lo más alto de la antigua ciudad romana asentada sobre el poblado vacceo, vislumbrando quizás cristianizaciones de espacios sagrados ancestrales
Aquí estuvo antaño el cementerio
Admiramos la monumental y majestuosa portada, en la fachada donde una concha representa el paso de los peregrinos jacobeos
La portada se abre a dos puertas muy bien rematadas con su clásico estilo gótico tardío o flamígero del primer cuarto del siglo XVI, bajo una pequeña hornacina carente de figura
Una antigua placa delata que entramos en la Iglesia del Salbador, escrito así, con b, pues es anterior a la existencia de una normativa ortográfica castellana general y afianzada
Al entrar la inmensidad de las tres naves, las laterales y la maravillosa nave mayor, nos da la impresión de estar en una pequeña catedral, bajo un firmamento de artística crucería estrellada
Gruesas columnas separan el espacio entre las tres naves, con numerosas capillas y oratorios laterales
Nos dirigimos al altar mayor, fijándonos también en el púlpito de la columna de la izquierda
El altar con el retablo mayor de estilo plateresco, dedicado al patrón del templo, San Salvador
Es por ello que representa numerosas escenas de la vida y resurreción de Cristo, El Salvador, en cuya onomástica se conmemora también la Batalla de Simancas, el 6 de agosto del 939
No deja de llamar la atención la advocación al Salvador, lo mismo que la catedral de San Salvador en Oviedo/Uviéu (Asturias), otro gran centro de peregrinación medieval, anterior incluso a Santiago de Compostela, donde se hallan las Reliquias del Arca Santa, reliquias de Cristo, la Virgen María, santos, apóstoles, traidas a Toledo y posteriormente a la capital asturiana, desde Jerusalén huyendo de las guerras y expansión de persas y árabes por el Mediterráneo. Así, luego de enlazar con el ahora llamado Camino Francés (realmente todos los caminos por los que pasaban peregrinos francos -centroeuropeos- se llamaban tradicionalmente asi), subían desde León a los puertos de montaña del Norte por el denominado Camino del Salvador para venerar tan importantes reliquias
Escenas bíblicas: la Venida del Espíritu Santo
La Ascensión
Milagros de Jesús...
Adoración de los Magos
El Sagrario
Miramos a lo alto
Cristo crucificado
La impresionante bóveda de crucería...
Impresionante sensación al mirar arriba... equilibrios y formas trazadas por las nervaduras
A los lados sendas capillas y retablos presidiendo las otras dos naves
Vamos a empezar por el de la derecha, del siglo XVII y autor desconocido, dedicado a Santiago, hecho en madera policromada y pintura
Abajo se representa a San Mateo, la Huida a Egipto, el Hogar de Nazaret y San Marcos. En medio está la representación bélica del Apóstol, Santiago Matamoros, extendida a partir de la mítica batalla de Clavijo. A la izquierda vemos abajo a Jesús entre los doctores y arriba a Santiago ante el rey. A la derecha abajo la Sagrada Familia y arriba el Traslado del cuerpo de Santiago. En el ático la aparición en Zaragoza de la Virgen del Pilar a Santiago está en medio; a la derecha es el medallón de San Pedro Mártir y a la izquierda San Lorenzo. Al lado derecho del retablo la Virgen del Arrabal, patrona de Simancas
A la derecha de la Virgen del Arrabal veremos el retablo de la Resurrección, en la capilla de la familia Alderete y a su derecha a su vez el de la capilla de La Piedad
El primero es obra del siglo XVI de madera policromada y óleo sobre tabla del que son autores Gaspar de Tordesilla en la parte escultórica y Antonio Vázquez la madera y policromía. En el banco (abajo) vemos la Sagrada Cena a la izquierda, en el medio el Descendimiento y a la derecha la Duda de Danto Tomás. En el mismo orden vemos en medio, más grande, las Tres Marías, la Resurrección, y los Discípulos de Emaús. En el ático el Crucificado entre la Virgen María y San Juan. En el lateral izquierdo están los donantes y San Gregorio y en el derecho las hijas de los donantes y San Jerónimo. Debajo del retablo está la inscripción y escudo de los Alderete
El de la capilla de La Piedad es de Francisco de la Maza, siglo XVI y madera policromada
Tumbas de los miembros de las familias aquí enterradas. Tener el sepulcro en el interior de la iglesia, cerca del altar o con capilla propia era considerado un gran honor, reservado para quienes sufragaban los gastos del templo o patrocinaban obras, por lo general las estirpes más linajudas y pudientes, haciendo de ello muestra de su estirpe
A continuación la gran capilla de la familia Peralta, guardada por reja de hierro y madera de 1596
El retablo de madera policromada y óleo sobre tabla es de algún autor desconocido del siglo XVI. Sí sabemos el autor de las esculturas de la Virgen y San Juan: Pedro de la Cuadra
Enfrente, en una columna, pila del agua bendita
Vista de las tres naves con sus altares. Recorreremos toda la iglesia hasta llegar al de la izquierda
Ahora, al lado de la entrada, la capilla de Jesús atado a la columna
El retablo es de autor desconocido del siglo XVII, madera policromada. "Arriba vemos la leyenda Xto atado a la columna"
La escultura es de la misma centuria, obra de algún discípulo del maestro Gregorio Fernández
Pasamos ahora a la capilla bautismal, con su pila de piedra. Está bajo la torre y pudiese ser románica
Hay un retablo de madera policromada de Santiago Peregrino del siglo XVI y autor desconocido
Al lado de la escalera de piedra hallamos un elemento sumamente interesante
Es el reloj de la iglesia, fabricado en Francia en 1897, que estuvo antaño en la citada torre. Fue restaurado en el 2016 por varios vecinos de Simancas luego de medio siglo de abandono
Pasamos ahora al muro norte. A la izquierda está la puerta que da acceso al claustro, que veremos luego al salir al exterior
Al lado de dicha puerta tenemos la capilla de la Asunción
A la izquierda están las imágenes de Nuestra Señora del Carmen, el Sagrado Corazón de Jesús, el Sagrado Corazón de María y Santa Ágeda, así como una tabla pintada al óleo del siglo XVI pintada por Antonio Vázquez
Vemos las capillas que se extienden por esta nave lateral, presidida por el retablo del fondo
Un libro de partituras
Y a continuación la capilla de los Gallo de Andrada, con su reja de hierro de 1603 que muestra arriba figuras del Calvario y el blasón familiar
Tumbas de la familia. Adentro el frontal del retablo es de azulejos talaveranos, fechado en el siglo XVII
En el retablo vemos abajo escenas de San Juan Bautista, el Nacimiento de Jesús, la Adoración de los Magos y San Juan Evangelista. Arriba un gran cuadro de la Anunciación, que da nombre al retablo, y arriba la Asunción. Hay una talla del Niño Jesús en madera policromada del siglo XVII y autor desconocido
Más sepulcros en el suelo
Ahora van las capillas de Teresa Bretón y del Nacimiento de Jesús
En la de Teresa Bretón hay un retablo del Cristo del siglo XVI cuyo autor fue discípulo o seguidor de Alonso Berruguete, hecho en óleo sobre tabla
Una Dolorosa está en el espacio existente entre estas capillas
Esta es la del Nacimiento de Jesús, hecho su retablo por algún seguidor del pintor Antonio Vázquez en el siglo XVI, en madera policromada y óleo sobre tabla. Abajo en el banco vemos de izquierda a derecha la Anunciación, la Adoración de los Reyes Magos y San Miguel
En el primer cuerpo la Visitación, el Nacimiento de Jesús y San Juan Bautista. En el ático San Pedro ante Jesús atado a la columna, la Ascensión y la Piedad
A la izquierda el retablo de la Inmaculada y Santa Lucía y delante el de Nuestra Señora del Rosario. donde completaremos el recorrido alrededor de las capillas interiores de la iglesia
El primero presenta las imágenes de la Inmaculada Concepción a la izquierda, del siglo XVI y del que tal vez sea su autor Berruguete, y la de Santa Lucía a la derecha, esta de artista desconocido del XVII, como también desconocido es el maestro del retablo. Todo el conjunto es de madera policromada
Arriba hay un frontón de remate triangular y un hueco cerrado
Y ya en la cabecera de la izquierda tenemos el retablo de Nuestra Señora del Rosario, atribuido a varios autores, siendo la fábrica del siglo XVI y la pintura del XVII. Madera policromada y óleo sobre tabla
En el primer cuerpo se representa a la izquierda el Abrazo ante la Puerta Dorada y a la derecha la Purificación
En el segundo cuerpo el Nacimiento de María, la escultura de la Virgen con el Niño y la Circuncisión
En el tercer cuerpo la Presentación de María y la Visitación
En el ático, también de izquierda a derecha, Santa Catalina, escena de la Anunciación y Santa Gertrudis. En lo más alto Dios Padre
Y por la nave central regresaremos a la puerta, saliendo al exterior
Volvemos a la explanada de la iglesia
Pasando junto a la cruz de piedra en lo que fue el antiguo cementerio
Fue colocada en 1716 para el camposanto, siendo sus autores los canteros de Ciguñuela Tomás Ortiz y Tomás García
Las señales nos indican ir a la derecha
Bajo la alta torre del templo del Salvador
Es la calle Soledad
Sigamos también las flechas amarillas
Pasamos al pie de la torre románica
Más placas camineras
La torre tiene tres cuerpos de sillería con diferente altura. El de abajo es el mayor pues tiene dos plantas, abajo está la primitiva portada románica, de arco de medio punto y molduras lisas, que como es natural en aquel entonces mira al oeste. En la actualidad ha sido cerrada pero presenta una asplillera. Su pórtico tiene bóveda de cañón, existente también en la planta alta, con ventana también románica. Una línea ajedrezada separa el segundo cuerpo, con ventanas románicas en cada frente y un grueso pilar como parteluz en la que hay capiteles labrados, uno con una figura humana que parece representar a Daniel en el foso de los leones y otros con motivos vegetales. El tercer cuerpo es muy parecido a este, si bien con capiteles lisos. Lo más alto es el añadido citado tras el incendio de 1578, hecho de ladrillo, para las campanas
Aquí hay otra cruz de piedra. Al fondo vemos parcialmente, pues está oculto casi del todo por las casas, el Castillo de Simancas, sede del Archivo
Esta es la puerta que da acceso al claustro por el exterior
Este claustro de piedra, hecho con arquería de medio punto, comenzó a hacerse en 1552, sabiéndose que aún en 1561 estaba en obras. Fue su director el cantero Miguel Corlado. Se realizan a veces actividades como exposiciones y comedias, tal y como la obra "Exilio" de Cañuelo Teatro
Volvemos al exterior, también aquí vemos los contrafuertes góticos del edificio
Y desde la cruz continuamos por la calle Soledad
Otra de esas encantaduras rúas tan características de Simancas, predominando aquí los edificios de piedra de sillería, aunque también con ladrillo en los vanos de las ventanas
Vamos viendo mejor las torres del Castillo de Simancas, reconstrucción de una vieja fortaleza árabe por iniciativa de los Almirantes de Castilla, la familia Enríquez, en la baja Edad Media (s. XV, psiblemente entre 1467 y 1480), posteriormente reclamada y transformada en prisión por los Reyes Católicos y más tarde Archivo General del Reino con Felipe II
Pasamos así junto al restaurante Los Infantes
Llaman la atención sus puertas de arco de medio punto
Vemos la entrada
Y mirando atrás la torre de la iglesia
Seguimos de frente por la adoquinada calle
Las Tercias, a la izquierda el hostal
A la derecha el restaurante con su terraza. Aquí salimos a la calle del Hospital. El Camino como tal va a la izquierda pero si vamos primeramente a la derecha podremos conocer el antiguo Hospital del Salvador, otro elemento muy importante de la historia y el patrimonio de Simancas
Y este es el Hospital del Salvador, fundado en el siglo XVI, posiblemente por iniciativa del obispo Don Diego Bretón de Simancas para recoger y curar pobres forasteros, incluyendo peregrinos, y huérfanos de esta villa
Más tarde su advocación pasó a ser Hospital del Divino Pastor y estuvo en activo hasta el año 1840
En sus fachada de ladrillo vemos la portada de arco de medio punto, los blasones heráldicos y unas hornacinas que en su momento tuvieron imágenes de santos
Una placa recuerda su historia
Otra lo hace con esta calle del Salvador, con la que hace esquina
Volvemos por donde hemos venido en la calle del Hospital
Dejamos Las Tercias a nuestra derecha, por donde veníamos de la iglesia
Y seguimos por estas entrañables callejuelas de arquitectura popular. En la siguiente esquina está la Cueva de la Mora, donde la tradición asegura que había un pasadizo subterráneo que, saliendo del castillo, atravesaba la población. En el lugar un establecimiento hostelero es famoso por sus conciertos de música en vivo y por presumir de "tener un castillo en la terraza"
Es por ello que justo aquí vamos a desviarnos brevemente del Camino a la derecha, tomando la calle del Archivo unos instantes
La calle del Archivo sube un poco al lado del bar La Barbacana
Y aquí se nos ofrece una muy buena vista del Castillo de Simancas, sus edificios, torres y almenas. Siendo cárcel fue en ella encerrado, como conjurado y capitán de los Comuneros de Castilla, el obispo de Zamora Don Antonio de Acuña tras la Batalla de Villalar (23 de abril de 1521), por orden de Carlos V. A diferencia de los otros cabecillas, Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, que fueron decapitados al día siguiente, al prelado se le envió preso a Simancas para darle oportunidad de arrepentirse, no sólo no lo hizo sino que además estranguló al alcaide de la fortaleza e intentó huir, pero fue inmediatamente capturado, por lo que el alcalde, el Licenciado Ronquillo y Briceño dispuso su ejecución a garrote vil, propia de malhechores. El lugar donde estuvo preso es conocido como Torre del Obispo, que es la torre acampanada cuya estructura actual obedece a las obras acometidas posteriormente para hacer el archivo
Poco después, a principios de 1523, fallecía el mariscal Pedro de Navarra, prisionero desde 1516 cuando, durante la Guerra de Navarra e intentando recuperar su reino, las tropas españolas le hicieron preso en Roncal. Llevado primeramente a la fortaleza de Atienza, negó una oferta de perdón real y fue trasladado a este castillo y el 24 de noviembre de 1522 fue hallado moribundo en su celda, herido por unos cortes que se presumió eran obra suya en tentativa de suicidio, muriendo unas semanas después
En el año 1540 Carlos V decidió crear un archivo oficial y general de la Corona de Castilla en este Castillo de Simancas, haciéndose para ello obras ya entre los años 1542 y 1543 y siendo ya una realidad con Felipe II, llegando con el tiempo a guardar nada menos que 35 millones de documentos, siendo uno de los más importantes de Europa
Y esta es la terraza de la Cueva de la Mora, por donde regresamos a la calle del Hospital
En la calle del Hospital retomamos el Camino y en el siguiente cruce vamos a la derecha, a la calle Miravete
Llegamos a la Cuadrilla de la Fabiana
Placa del lugar
Se trata, como aquí se explica, de una portezuela o puerta menor de la antigua muralla
Seguimos por la calle Miravete
Y llegamos a la Plaza de la Cal, donde nos topamos con el famoso monumento de las Siete Doncellas de Simancas, las del legendario tributo
Es una obra del año 2009 del escultor Gonzalo Coello y en ella se representa a las siete doncellas, las Siete Mancas de Simancas, con sus manos derechas cortadas. Sus nombres eran, al decir de la tradición, Leonor, Lucía, Laura, Eva, Isabel, Yolanda e Inmaculada
Una placa rememora escuetamente la leyenda, pero podríamos ir a alguna de las fuentes que la describen de forma más extensa, en concreto la historia manuscrita de Antigüedades y sucesos memorables sucedidos en esta muy noble y muy antigua villa de Simancas, por D. Antonio Cabezudo, cura de la parroquia de la misma villa, beneficiado de preste, año de 1580, cuyo original se ha perdido pero sí copias de los siglos XVII y XVIII que dicen así
«CAP. VII.— Historia de las siete doncellas de Simancas.
»Queriendo Abderramán, Rey de Córdoba, exigir el abominable tributo que de cien Doncellas había ofrecido a los Moros Mauregato, metad nobles y metad del pueblo, y haviendo enviado a ese fin su Embaxador al Rey de Leon Don Ramiro I.º, viendo éste lo apretado y exausto de su Reyno, i queriendo tomarse tiempo para una valerosa defensa, mandó que por aquel año se repartiesen las cien Doncellas entre los pueblos de sus dominios. En esta triste situación, tocó a la villa de Simancas el entregar siete Doncellas, si acaso no eran de las aldeas o pueblos inmediatos. Los Governadores o superiores de la Villa tomaron el nombre de las que estuviesen en edad de casarse, assí nobles como pleveyas, y poniendo guardas a las Puertas para que no escapase alguna de ellas, hecharon suertes; y llegada la hora de tal desventura, andava toda la gente como fuera de sí, y tan alterada como si fuera día de Juicio, temiendo cada uno que tocase la suerte a su Hermana, Hija o Parienta. Acudían a la Iglesia a hacer votos y promesas a Dios, con muchas lágrimas y sollozos, para que los librase de tal trabajo e infortunio.
»Estava la mayor parte del pueblo presente al sorteo, y quando leyeron los nombres de las que tocó tan infeliz suerte, levantaron los gritos al cielo, viendo una lástima que no podían remediar. Los Ministros de Justicia llevaron a las pobres Doncellas a quienes tocó la suerte al Castillo, donde las depositaron, siendo vanos todos los esfuerzos que hicieron sus parientes para defenderlas, siguiendo sus huellas con alaridos que traspasaban los corazones. Las Doncellas, con la priessa i fuerza que las llevaban, iban a cuerpo, esparcidos los cavellos al aire, todas desgreñadas, los rostros amarillos y los ojos sangrientos de tanto llorar, dando grandes suspiros, porque el mucho dolor las tenía anudada la garganta para dar voces, y el pavor las ocupaba los sentidos. Las Madres iban detrás de ellas, atronando el ayre con voces y lamentos, mostrando tan gran dolor y sentimiento, como si los enemigos entraran y saquearan la villa. Estuvieron aquella noche encerradas las siete Doncellas en una torre del Castillo, revolviendo cada una en su memoria los trabajos que tenían a la vista, sin esperanza de remedio, y destituídas de todo consuelo y alivio; pero como los ánimos generosos suelen en la tribulación estar más ingeniosos y despavilados, subcedió que, siendo una de ellas de más valiente espíritu, y de la que como tal reconocían sus compañeras, levantándose entre todas, las rogó encarecidamente que la oyesen; y reprimiendo su dolor, enjugando sus lágrimas y lanzando un suspiro de lo íntimo de su corazón, las dijo con la mayor gravedad estas palabras:
«Ya sabeis, queridas Hermanas, que nuestra desventura nos ha traído a tiempo que no volveremos a ver nuestra amada tierra. ¡Desventurados Padres, que con tanto regalo criasteis buenas hijas para zebo de los Perros Moros; mejor fuera que de Niñas nos huvierais ahogado en vuestras manos, y no fuéramos a ser despojo de su lascivia, vendidas y vituperadas de los Bárbaros! ¡O Dios misericordioso, no permitáis que estas desdichadas doncellas sean entregadas a los Hijos de perdición, que nos fuerzen a cumplir sus torpes deseos y renegar de tu santa ley! ¡No permitáis, Señor, que se pierdan nuestras Almas; volved por nosotras, y ya que no es lícito quitarnos las vidas con nuestras propias manos, mueve, Señor, la yra de quien sea tu voluntad; que mejor es padecer en breve la muerte, que no esperar tan largo dolor y tan grande infamia! Tiempo nos queda, Hermanas mías, para llorar este daño, y ahora es corto para buscar algún remedio: uno havía bueno, que era la muerte; pero ésta ni los Moros nos la darán, ni conviene tomarla por nuestras manos; y assí lo que me parece es que les quitemos el regalo que apetecen, afeando nuestros rostros, para que assí seamos de ellos desechadas, que más vale quedar con alguna mancha en nuestra tierra, que ir a las extrañas a padecer tal desventura: cortémonos las manos y cavellos, y con heridas y sangre desfiguremos nuestros rostros, y assí quedaremos inhábiles y horrorosas para toda lavor, y creo no será posible que de este modo quieran llevarnos a sus tierras.»
»Aquí, faltándola la voz, cayó desmayada; pero volviendo en su acuerdo, i animándola las demás, que todas aprobaron el precepto, tomaron unos cuchillos que llevaban consigo, i empezaron a cortarse el pelo, herir los rostros, y cortarse las manos por las muñecas, de suerte que quedaron mancas, y para ello unas a otras se animaban y consolaban. A los gritos y sollozos, especialmente de una, que era la más pequeña, despertó el carcelero, el qual, acudiendo a toda prisa al Aposento donde estaban encerradas las halló a todas con tantas heridas y sangre, que las unas estaban desmayadas, y las otras, penetradas del dolor y sentimiento, no sabían qué hacer, ni adonde acudir, con que, dejándolas en su lastimoso estado, fué sin detenerse a contar el subceso a los Juezes. El día siguiente, aun antes de amanecer, ya estaba divulgado por la Villa, acudiendo toda la Gente al Castillo a saber lo que había subcedido: pero llegando a noticia de los Moros que debían recoger las Doncellas, y viéndolas tan desfiguradas i mancas, no las quisieron recibir ni llevar, por estar inútiles y de ningún provecho, y digeron a los que gobernaban la Villa que eligiesen otras con toda brevedad. Esta proposición pareció muy dura a los Magistrados, y assí acordaron que se diese cuenta al Rey, para que mandara lo que debía ejecutarse: y en efecto, despacharon deputados a León, a donde se hallava el Rey Don Ramiro, al qual y a su corte informaron largamente del lastimoso lanze subcedido en Simancas.
»Al oírle, dice Luis Vives que, levantándose entre todos un Obispo, dió un suspiro y dijo al Rey y demás circunstantes: «¿Qué hacemos los Hombres tan sosegados, quando las tiernas Doncellas se ofrecen a la muerte por librarse de tan infame esclavitud, y nos dan exemplo para que volvamos por su honra y por tan justa causa?» A estas palabras todos respondieron que más querían morir como cavalleros que sufrir tan grande afrenta como cobardes, y acordaron que todos los Pueblos se pusiesen en armas, y publicada la guerra, subcedió la memorable Batalla de clavijo, publicada bien a lo largo por todos los Autores antiguos Hespañoles; debiendo notarse, para nuestro assumpto, que muchos cavalleros llevaban por insignia en esta guerra unas vanderas pequeñas en las lanzas, y en ellas pintadas siete manos, en señal de las doncellas que se mancaron voluntariamente en Simancas. También llevaban en un cendal atado a la lanza quinientos sueldos de la moneda que entonces se usaba, porque habiendo ofrecido el Rey Don Bermudo el I.º el pagar a los Moros 500 sueldos por cada una de las cien Doncellas, que su antecesor Mauregato les ofreció, y negando uno y otro tributo el Rey Don Ramiro, decían los cavalleros que allí se le llevaban a los Moros, y que vinieran a tomarle de la punta de sus lanzas.
»De esto nació el honor i renombre que se da a los Hidalgos, de solar conocido —digo—, diciéndose en los privilegios: «Os hazemos hijosdalgo de solar conocido y devengar quinientos sueldos»; como si dijera: os hacemos hijos dalgo para que gozéis la libertad y nobleza que ganaron aquellos nobles que vengaron el tributo de las cien Doncellas, y los 500 sueldos que se daban por cada una de ellas; siendo de esta opinión el doctor Montalvo y Peñalosa, en el libro 4.º, era 1360. Las siete Doncellas que se hicieron mancas, es común tradición de Padres a hijos, que conservaron su virginidad, y se metieron Monjas en el Monasterio de Sta. Olalla, que era adonde hoy Aniago, y en el que están sepultadas con fama de mucha virtud, haviendo hecho mudar el antiguo nombre de Bureba o Gureba en el de Septimancas con que nombran a esta villa el Arzobispo D. Rodrigo, Nebrija, Vasseo, Sepúlveda y otros, y del que ha quedado el de Simancas que hoy tiene. Con el motivo dicho tomó esta villa por armas un castillo en campo azul con una estrella dorada encima, y por orla siete manos en campo de sangre o encarnado de lo que haze memoria Luis Vives en su libro de La Mujer christiana, diciendo:
«Por librarse de Paganos
Las siete Doncellas francas,
Se cortaron sendas manos,
Y las tienen los christianos
Por sus armas en Simancas.»
Las siete Doncellas francas,
Se cortaron sendas manos,
Y las tienen los christianos
Por sus armas en Simancas.»
»En otro romance viejo se hace memoria de este subceso, y empieza assí:
«En Córdoba Abderramán,
Lleno de gran ufanía...»
Lleno de gran ufanía...»
»Otro romance hai impreso, que empieza con los versos siguientes:
«El primer Rey que en León
Don Ramiro se llamó,
Al principio tuvo paz,
Y al fin guerra le sobró;
Que Almanzor, Rey Cordovés,
En batalla le venció,
Y le puso en tanto estrecho,
Que grandes parias le dió;
Y en las parias cien doncellas
Dar cada año se obligó;
Las cincuenta hijasdalgo,
Las otras cincuenta no.
El tributo, que era grave,
Mucho tiempo no duró;
Que la villa de Bureva
La su paga defendió
Por no pagar el tributo,
El qual después no pagó,
Que siete Donzellas nobles,
Que para dar escogió,
En la torre de una Puerta
De esta villa acaesció
Que una noche allí encerradas
En llorar se las pasó;
Y al tiempo que amanecía
La una así las habló:
Don Ramiro se llamó,
Al principio tuvo paz,
Y al fin guerra le sobró;
Que Almanzor, Rey Cordovés,
En batalla le venció,
Y le puso en tanto estrecho,
Que grandes parias le dió;
Y en las parias cien doncellas
Dar cada año se obligó;
Las cincuenta hijasdalgo,
Las otras cincuenta no.
El tributo, que era grave,
Mucho tiempo no duró;
Que la villa de Bureva
La su paga defendió
Por no pagar el tributo,
El qual después no pagó,
Que siete Donzellas nobles,
Que para dar escogió,
En la torre de una Puerta
De esta villa acaesció
Que una noche allí encerradas
En llorar se las pasó;
Y al tiempo que amanecía
La una así las habló:
«Desventuradas doncellas,
»¿Quién en el mundo pensó
»Que para echar a los Perros
»Estáis vosotras y yo?
»¡Oh! ¡La mayor crueldad!
»Que jamás se vió ni oyó!
»¿Qué corazón hubo humano
»Que tal hizo y permitió?
»¡Más le valiera morir,
»Que aceptar lo que aceptó!
»Cortémonos, pues, las manos;
»La primera seré yo...», etc., etc.
»¿Quién en el mundo pensó
»Que para echar a los Perros
»Estáis vosotras y yo?
»¡Oh! ¡La mayor crueldad!
»Que jamás se vió ni oyó!
»¿Qué corazón hubo humano
»Que tal hizo y permitió?
»¡Más le valiera morir,
»Que aceptar lo que aceptó!
»Cortémonos, pues, las manos;
»La primera seré yo...», etc., etc.
»Sigue despues este Romance, que es muy largo, contando todo el subceso y diciendo que por él se nombró la villa Septimancas o Simancas, dejando el anterior de Bureva...»
Esta obra parece haber inspirado al gran poeta y dramaturgo Lope de Vega para su comedia Las Doncellas de Simancas. Existen otras versiones, narraciones, romances... como el de Francisco Javier Alonso del Pino en la Leyenda de las Siete Doncellas de Simancas:
Escuchen con atención
Lo que en Simancas pasó
A siete de sus doncellas
En el Reino de León.
Según nos cuenta la historia
Sucedió en esta villa
Que siete bravas doncellas
Casi se quitan la vida
Por no pagar el tributo
Que el moro las exigió
Se cortaron sendas manos
Con gran determinación.
Abderramán Rey de Córdoba
A Don Ramiro pidió
Tributo de cien doncellas
Y este no se lo negó.
Prometió aquel vil tributo
A los Moros Mauregatos
A León mandó emisarios
Que a Don Ramiro le hablaron.
Viendo éste lo apurado
Y essauto de su mandato
Quiso ganar algún tiempo
Y aceptó con gran recato.
Mandó que por aquel año
A los pueblos de su Reino
Se repartan el tributo
Que los moros le pidieron.
A la villa de Simancas
En tan triste situación
Le tocan siete doncellas
Tanto nobles como no.
Los gobernantes señores
Tomaron conocmiento
De todas aquellas mozas
En edad de casamiento.
Ponen guardas a las puertas
De las mozas elegidas
Para que ninguna de ellas
Haya de emprender la huida.
La mozas pasan la noche
Entre sollozos y lloros
Pues las quieren sortear
Para entregar a los Moros.
Anda la gente alterada
Y como fuera de sí
Pues se ve llegar la hora
De aquel sorteo tan vil.
La gente sufre en silencio
En espera del momento
Hijas, parientas y hermanas
Entran en aquel sorteo.
Como Cristianos devotos
Todos a la Iglesia van,
Hacen promesas y votos
“Pa” que les libren del mal.
Acudían a la Iglesia
Con lágrimas y sollozos
Libra Señor a tu pueblo
De este yugo de los Moros.
La mayor parte del pueblo
Está presente al sorteo
Y cuando los nombres leen
Algunos se caen al suelo.
Levantan gritos al cielo
Al no poder remediar
Que a siete de sus doncellas
Se las tiene que llevar.
Los ministros de Justicia
Se llevan a las doncellas
A quienes tocó la suerte
Por desgracia para ellas.
Al castillo las llevaron
Y en él las depositaron
En espera del momento
Que al Moro las entregaron.
Todos esfuerzos que hicieron
Padres, parientes y hermanos
Para defender su honra
Todos fueron hechos vanos.
Las doncellas con la prisa
Y fuerza que las llevaban
Iban a cuerpo llorando
Iban todas desgreñadas.
Los ojos llevan sangrientos
Y los rostros amarillos
De tanto llorar su suerte
Todas dan grandes suspiros.
El mucho dolor que tienen
Las anuda la garganta
No dan gritos van calladas
El temor las amedranta.
Las madres iban detrás
Dando gritos y lamentos
Mostrando tan gran dolor
Que estremece el firmamento.
La villa entera en la calle
Acompaña a las doncellas
Dando gritos contra el Moro
Que les quita tan gran prenda.
En la torre del castillo
Están todas suspirando
Esperando el gran momento
La siete estaban llorando.
El primer Rey que en León
Don Ramiro se llamó
Al principio tuvo paz
Y al fin guerra le sobró.
Que Almanzor Rey Cordobés
En batalla le venció
Y le puso en tan estrecho
Que grandes parias le dio.
Y en las parias cien doncellas
Dar cada año se obligó
Las cincuenta hijas dalgo
Las otras cincuenta no.
El tributo que era grave
Mucho tiempo no duró
Que la villa de Bureva
La su paga defendió
Por no pagar el tributo
El cual después no pagó
Que siete doncellas nobles
Que para dar escogió.
En la torre de una puerta
De esta villa acaeció
Que una noche allí encerradas
En llorar se las pasó
Y al tiempo que amanecía
La una así habló.
Desventuradas doncellas
Quien en el mundo pensó
Que para echar a los perros
Estáis vosotras y yo.
Oh la mayor crueldad
Que jamás se vio ni oyó
Que corazón hubo humano
Que tal hizo y permitió.
Más le valiera morir
Que aceptar lo que aceptó
Cortémonos pues las manos.
La primera seré yo.
Cuando esto les hubo dicho
Con gran determinación
La mayor de las doncellas
A las otras así habló.
Ya sabéis queridas mías
Que el tiempo nos ha traído
Una grande desventura
Que aquí nos ha reunido.
No volveremos a ver
A nuestros padres y hermanos
Los vecinos, los amigos
De ellos nos van separando.
Desventurados los padres
Que con regalos criasteis
A vuestras queridas hijas
Y al Moro las entregáis.
Señor misericordioso
No permitáis más desmanes
Los hijos de perdición
No nos fuercen al ultraje.
No nos fuercen a cumplir
Sus radicales deseos
Que la Santa Ley nos guíe
Para salvar nuestro pueblo.
Por no cumplir sus deseos
A ti pedimos Señor
Que es mejor perder la vida
Que servir al invasor.
Haz Señor tu voluntad
Mueve Señor tu perdón
Mejor quisiera morir
Que esperar tan gran dolor.
Una y mil veces la muerte
Que vivir en deshonor
Hermanas tiempo tenemos
De llorar tan gran dolor.
Es el momento queridas
De buscar algún remedio
Uno hay, ese es la muerte
Pero tomar no podemos.
Dejad descansar la mente
Los ánimos reposemos
Somos cautivas Cristianas
A Dios nos encomendemos.
A mi lo que me parece
Que deberíamos hacer
Es afearnos los cuerpos
Y al Moro no apetecer.
Que más me vale quedar
Con una mancha en mi pueblo
Que padecer desventuras
Con el Moro allá en su reino.
Cortémonos los cabellos
Cortémonos pues las manos
Desfiguremos los rostros
Con la sangre que manamos.
Pongamonos horrorosas
Así no querran llevarnos
No querran tomar favor
Si el cuerpo desfiguramos.
Aquí faltando la voz
A la que así las habló
La doncella cayó al suelo
La pobre se desmayó.
Las doncellas asustadas
Rodean a la mayor
Tratan de reanimarla
Y al momento despertó.
Sacaron unos cuchillos
Que entre la ropa llevaban
Se cortaban los cabellos
Los rostros desfiguraban.
Y sin pensarlo dos veces
La mayor que las habló
Con un firme y diestro golpe
Una mano se cortó.
Las doncellas una a una
Tomaron la decisión
Y cortándose las manos
Imitan a la mayor.
Siete eran las doncellas
Siete mancas se quedaron
Siete gritos de dolor
Que al guardián han despertado.
El sobresalto fue grande
No sabía que pasaba
Aquellos terribles gritos
Le sobrecogían el alma.
Confuso y con gran temor
Aquel pobre carcelero
Se dirige hacia la torre
Con cuidado y grande miedo.
Se horroriza el carcelero
Es terrible lo que ve
Siete doncellas sangrado
No se lo puede creer.
No sabiendo lo que hacer
Las miraba horrorizado
Tantas heridas y sangre
Se siente atemorizado.
En tan lastimoso estado
Encerradas las dejó
Presto a los jueces informa
Lo que en la torre ocurrió.
Mientras tanto en un rincón
con gran firmeza y valor
La más pequeña de todas
A las otras así habló.
Estas manos tan pequeñas
Tan pequeñas como yo
Cuantas caricias han hecho
Cuantos gestos, cuanto amor.
Cuantos bordados hicieron
Cuantos dulces prepararon
Cuantas rosas y claveles
Cuanto cuanto han trabajado.
Cogían frutos del huerto
Tañían con gran fervor
Acariciaba a mis padres
Con ternura y con amor.
Ahora reposando lánguidas
En un gesto de oración
Oh mis queridas hermanas
Se las debo a mi Señor.
|
Con lágrimas en los ojos
Rodean a la menor
Se funden en un abrazo
Llenas de gran comprensión.
Ante este gesto tan tierno
Les respondió la mayor
No perdamos la entereza
Defendamos nuestro honor.
Un galán me está esperando
Junto a la calle mayor
Es el galán de mis sueños
Nunca más lo veré yo.
Nunca más y bien lo siento
El Moro me lo quitó
Al separarme por fuerza
De éste que es mi gran amor.
No perdamos la esperanza
Recemos con gran fervor
Que tenemos caballeros
Que vendrán por nuestro honor.
No puede ser mis hermanas
Que ante tanto desagravio
Caballeros y plebeyos
Queden de brazos cruzados.
En defensa de nosotras
Se levantarán los pueblos
En defensa de nosotras
De su honor y de su Reino.
Que en este Reino de siempre
Ha habido gente de honor
No volverán la cabeza
Ante tan gran deshonor.
Aún antes de amanecer
Se divulga la noticia
La gente acude al castillo
Por ver lo que sucedía.
En la puerta del castillo
Estaba la villa entera
Escuchando lo ocurrido
A sus queridas doncellas.
La gente toma conciencia
Los ánimos exaltados
No queriendo permitir
Lo que allí estaba pasando.
En este tiempo llego
A los Moros la noticia
Que en Simancas las doncellas
Casi se quitan la vida.
Hasta el castillo llegaron
Los Moros en comitiva
Se encontrarom las doncellas
En estado de agonía.
Desfiguradas están
Las doncellas de Simancas
No las quieren recibir
Desfiguradas y mancas.
A los que gobiernan dicen
Que con toda brevedad
Elijan otras doncellas
Para poderse llevar.
Más dura les pareció
A los que allí gobernaban
Esta segunda propuesta
Que los Moros les mandaban.
Acuerdan dar cuenta al rey
Y hacia León despacharon
Diputados con noticias
Que al rey al fin informaron.
Al Rey Ramiro informaron
Al llegar los Diputados
A Don Ramiro explicaron
A Don Ramiro le hablaron.
Le explicaron largamente
Lo que en Simancas pasó
El Rey escucha en silencio
El rostro lo endureció.
La corte entera escuchando
La información de Simancas
Los rostros desencajados
Con ánimo de venganza.
Levantándose entre todos
Un obispo que allí había
Increpando a los demás
El obispo así decía.
Se levantó, dio un suspiro
Y al Rey Ramiro le dijo
Que levantara a los pueblos
Que defendieran a sus hijos.
Que hacemos los hombres quietos
Cuando las tiernas doncellas
Solas defienden su honra
Solas con gran entereza.
Ejemplo nos dan a todos
Aguerridos caballeros
Que aquí impasible escuchamos
Esos terribles sucesos.
Nos dan ejemplo y nos dicen
Que por su honra volvamos
Somos todos caballeros
Os invito a demostrarlo.
A estas palabras responden
A una todos caballeros
Que por defender su honra
Todos partirían prestos.
Que más valiera morir
Como nobles caballeros
Que tener como cobardes
Vida paz y sosiego.
En armas se han levantado
Los nobles y caballeros
La guerra le han declarado
Al Moro todos los pueblos.
Se levantaron en armas
Las pueblos y las ciudades
Y hacia Simancas partieron
De todas las capitales.
Ya levantados en armas
Y publicada la guerra
En Simancas sucedía
La más terrible de aquellas.
Que en Simancas se enfrentaron
Como el León ya se dijo
En la celebre batalla
Que llamaron del Barranco.
Célebre batalla aquella
La batalla del Barranco
En Simancas se recuerda
Para orgullo de sus hijos.
Los cronistas de la época
La describen con ardor
De cómo los caballeros
Lucharon con gran valor.
“Pa” ejemplo mío os diré
Que como insignia llevaban
Unas banderas pequeñas
En las puntas de sus lanzas.
En las lanzas las banderas
Y en las banderas llevaban
Pintadas las siete manos
De siete doncellas mancas.
Las manos de las doncellas
Que en Simancas se cortaron
Para defender su honra
Y no ser de los paganos.
También dicen que un cendal
Bien atado iba a la lanza
Y en el cendal unos sueldos
De la moneda que usaban.
Quinientos sueldos pagar
El Rey Bermuda el primero
Había ofrecido a los Moros
Si no cumplían el acuerdo.
Acuerdo que consistía
En pagar quinientos sueldos
Por cada una de las cien
doncellas de aquel acuerdo.
El Rey Ramiro negó
El uno y otro tributo
Y a los Moros incitó
Que vinieran a tomarlo.
Que vinieran a tomarlos
De las puntas de sus lanzas
Que no permitamos más
Ni tributos ni amenazas.
Los plebeyos y los nobles
Con gran ardor se emplearon
Para defender su honra
Y así al Moro derrotaron.
Que en Simancas se libró
Por defender sus doncellas
Una cruenta batalla
Que la historia aún nos recuerda.
Y con orgullo Simancas
Esta batalla recuerda
De cómo sus caballeros
Defendieron sus doncellas.
Novecientos treinta y nueve
Seis de agosto el día era
Que memorable batalla
En Simancas sucediera.
Se atribuyo la victoria
A Santiago y San Millán
Que la leyenda nos cuenta
Que los vieron pelear.
A caballo pelearon
Al lado de los Cristianos
A caballo pelearon
Por expulsar los paganos.
Sucedió que al día siguiente
Un eclipse hubo de sol
Cubrió la tierra aquel día
De tinieblas y terror.
Dos días al menos pasaron
Sin que nadie se moviera
Pués temerosos estaban
Por ver lo que sucediera.
Supersticioso el Cristiano
Pero más el Musulmán
Han empezado la huida
Y hacia Zamora se van.
Fuertemente derrotado
Fue Abderramán en Simancas
Nunca se lo perdonó
Que en Simancas le humillaran.
En Simancas eran siete
En el reino en total cien
Por todas ellas lucharon
Y las defendieron bien.
Siete tempranos claveles
Siete orquídeas, siete rosas
Siete jazmines en flor
Siete flores olorosas.
Leonor tu eres la mayor
Negro tienes el cabello
Negro como el azabache
Tu destino también negro.
Tú mi querida Lucía
Tus ojos son azul cielo
Que derraman alegría
Y amor si buscas consuelo.
Laura tienes una cara
Suave como terciopelo
Rasgos duros rasgos bellos
Que resaltan en el cielo.
Eva tu nombre es bonito
Como un rosal cuando brota
Con sus pétalos y flores
Así tienes la boca.
Son tus brazos Isabel
Fuertes como el pedernal
Cuando abrazas das cariño
Cuando abrazas para amar.
Tienes un cuerpo Yolanda
Con tu gracia al caminar
Flexibles como una mimbre
Que enamoras al pasar.
Inmaculada tu gracia
Y tu cara de bondad
Eres dulce y cariñosa
Eres como una deidad.
Son estas siete doncellas
Las más bonitas del Reino
Las más dulces no habrá duda
Al amor no ponen precio.
Nos cuenta la tradición
Que de padres a hijos pasa
Que las doncellas cristianas
Ya no fueron a sus casas.
Que en un convento de monjas
Vírgenes se conservaron
Y como buenas Cristianas
En Aniago Terminaron.
En Aniago un buen día
La muerte las visitó
Aniago las dio la muerte
Aniago las sepultó.
Era su nombre Bureva
Pueblo de las Sietemancas
Le hicieron cambiar de nombre
Y hoy le llamamos Simancas.
En esta historia tan bella
Una coplilla quedó
Que Simancas con orgullo
De esta manera cantó.
POR LIBRARSE DE PAGANOS
LAS SIETE DONCELLAS MANCAS
SE CORTARON SENDAS MANOS
Y LAS TIENE LOS CRISTIANOS
POR SUS ARMAS EN SIMANCAS.
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El 6 de agosto, fiesta patronal del Salvador, se escenifica tradicionalmente el nombramiento de las Siete Doncellas de Simancas...
Dejando así el monumento de las Siete Doncellas y la Plaza de la Cal continuamos calle adelante
Poco a poco iremos saliendo del centro de la villa
Aquí estaba la Puerta del Arco Miravete, uno de los accesos históricos a la población, el cual permaneció en el lugar hasta 1852, cuando que fue derribado durante las obras efectuadas para recibir a la reina María Cristina
Al llegar a la última casa de esta hilera una placa lo reseña...
Esta casa es actualmente la Oficina de Turismo de Simancas
Enfrente de la Oficina de Turismo, al otro lado de la calle Miravete, está la Escuela de Música, junto a la rampa de acceso al Castillo de Simancas
Antes de continuar camino vamos a visitarlo
Es una calle adoquinada y peatonal, que también sube un poco
El aspecto actual del Castillo de Simancas obedece a las reformas de 1950, de las que hablaremos prontamente, el cual se basa en el castillo bajomedieval con sus murallas, foso, almenas, cubos y puentes. La estructura general se debe a las reformas que fueron haciéndose para habilitarlo como archivo, principalmente las de Juan de Herrera y Francisco de Mora en el siglo XVI, que es cuando se le pone a la Torre del Obispo su característico tejado de aspecto campaniforme, pero también las posteriores inervenciones de los siglos XVII y XVIII fijaron su impronta
Desde el puente de piedra admiramos el profundo foso, ajardinado, dando vista al conjunto histórico de la villa
Los muros de la fortaleza son imponentes
Llegamos así a la entrada, ante la Torre del Obispo
Aquí hay dos placas, una recuerda a la investigadora Miss Alice B. Gould que trabajó en Simancas nada menos que cuatro décadas, falleciendo justo en este lugar en 1953. En la actualidad una Asociación Cultural de Mujeres de Simancas lleva su nombre. La de abajo, con un texto en castellano y otro en irlandés recuerda a Hugo O´Donnell (Red Hugh Donnell), Príncipe de Tir Chonaill, quien falleció aquí en 1602 en camino a Valladolid para solicitar ayuda militar a Felipe II contra los ingleses, que habían derrotado a los irlandeses en la Batalla de Kinsale
Con su muerte el plan de invasión de Irlanda fue abandonado para siempre
Tal y como hemos dicho la fortaleza árabe reconstruida como castillo cristiano no tardó mucho en ser cárcel pero además la corona castellana tenía otras prioridades. Urgía desde tiempo atrás tener un archivo general de todos los documentos de relevancia de su cada vez más crecientes dominios, cosa de la que ya disponían otros muchos reinos europeos, incluyendo Aragón. Esta fue la razón por la que se funda el Archivo General de Simancas, emplazado en una plaza fuerte, bien defendida, al lado del Pisuerga pero alta y libre de inundaciones, siendo su primer encargado el licenciado Antonio Galán en 1545, empezando a llegar los primeros documentos. Dos años después y por fallecimiento es tenedor del AGS el también licenciado Diego Briviesca de Muñatones, si bien delegó sus funciones en su hermano y en 1559 renunció para irse a América. No fue hasta 1561 cuando Felipe II nombra para tal efecto no uno sino dos responsables, uno entendido en leyes, el licenciado Sancti, y otro en letras, Diego de Ayala, siendo elegido Tomás Bretón alcaide de la fortaleza. Fallecido el primero y caido en desgracia el tercero en 1566 quedó Diego de Ayala al mando, ordenando y catalogando el archivo y realizando ampliaciones, siendo el arquitecto Juan de Herrera quien estuvo al frente de las mismas, que no interrumpieron las labores archiveras, si bien Diego de Ayala protestaba que hubiesen de compatibilizarse con la existencia, no interrumpida, del presidio, lo cual no era en absoluto seguro, sobre todo para la gran lacra de todo archivo, los incendios. En 1588 se emite una Instrucción de Felipe II sistematizando el trabajo de recogida documental, conservación, descripción y difusión, visitando el monarca el AGS cuatro años más tarde y planteando reformas para las que luego no había presupuesto, llegando a faltar dinero para Diego, sus ayudantes, y los trabajadores de las obras. Además de archivo y presidio el castillo era almacén de muebles, ajuares, armas y dinero. Pese al esfuerzo fructífero de recopilación Diego de Ayala fallecía en 1593 prácticamente en bancarrota, amargado por su mala salud y la escasez económica, sucediéndolo su hijo, Antonio de Ayala Manuel, quien ya sustituía a su padre por enfermedad, desempeñando el cargo hasta 1610 y ampliando el personal. Los documentos que se amontonaban en los ministerios y que perdían su valor y utilidad eran mayoritariamente los más traídos a Simancas,llegando los primeros investigadores, como Pedro de Valencia, si bien el permiso para su estudio e inspección no era una concesión fácil
Luego del fallecimiento repentino de Antonio de Ayala en 1610 se suceden varios archiveros de escasa duración hasta que Diego de Cepeda toma el cargo en 1617, reconociéndose la ingente labor de Diego de Ayala pero padeciendo varias interferencias en su gestión, que en realidad era un periodo de transición hasta la mayoría de edad de Juan Ayala Tello quien llegó al puesto en 1630, otro de la excelente saga de archiveros que, pese a su experiencia y juventud, escogió un mal equipo que le dio problemas, especialmente importantes con su hermano Diego, circunstancia agraviada por la Instrucción de Felipe IV en 1633 que ordenaba seguir el método de trabajo de Antonio de Hoyos, uno de los que interfirieron en la labor de su antecesor Diego de Cepeda (el otro era el propio padre de Antonio, Francisco de Hoyos). Poco afortunada para el AGS fue asimismo la concesión real para que el poderoso Conde-Duque de Olivares tuviese su propio archivo. En 1640 Juan de Ayala deja el sitio a su hijo, también Juan, pero este solo está dos años y Juan de Ayala sigue hasta su jubilación en 1656, llegando otro miembro de la estirpe, Pedro de Ayala, que se topó con las obras paradas y la financiación inexistente, además de muchos papeles que ordenar, dedicándose a buscar aportaciones y amenazando con dimitir en 1670 hasta que, con muchísimo esfuerzo, juntó 30.000 ducados para los trabajos, mientras llegaban documentos sin parar, entre ellos 61 cajones de la Secretaría del Consejo de Guerra y Estado. Pese a ello muy pocos estudiosos tenían acceso a ello. A su muerte en 1698 le sucede su primogénito Francisco Antonio de Ayala, llegando en su mandato la documentación de los últimos Austrias españoles y los primeros Borbones, como el testamento de Carlos II o la renuncia de Felipe V (quien visitó Simancas en 1710) al trono francés. De aquella la práctica totalidad de la plantilla serán miembros de la familia Ayala, una circunstancia que se prolongaría hasta 1818. Como nota negativa hubo que emplear muchos recursos en labores de urgencia, como paliar el derrumbe de una de las torres
Tras la muerte de Francisco en 1743 ejerce su hijo Manuel Santiago de Ayala Gallo y el archivo va abriéndose más a las tareas de los investigadores que, como Ascencio Morales, describieron además el método de trabajo del archivo. En 1749 hay labores de reparación general de la fortaleza por problemas de humedad y llegan documentos tan importantes como el Concordato de 1753. Dos años después el edificio resultará afectado por el Terremoto de Lisboa. Como es costumbre, al morir Manuel le sigue en el puesto su hijo Manuel de la Cruz Ayala y Rosales que, al tener solo siete años, espera la mayoría de edad ejerciendo su cargo un coordinador. En 1773 se recibe la visita del Secretario de Estado, Conde de Floridablanca, y en 1785 se trasladan todos los documentos relacionados con las Indias al Archivo General de Indias fundado en Sevilla. En 1791 el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos criticó tras su visita lo poco trabajador que era en su opinión el personal del AGS
Empezando el siglo XIX la Guerra de la Independencia también afectó sumamente el archivo, donde se alojaron tropas napoleónicas, parando toda actividad archivística y cocinando y comiendo en el mismo edificio, lo que provocaría un incendio en el que se perdieron algunos legajos y otros se reordenaron y traspapelaron, mientras varios más fueron enviados a Francia siguiendo la idea de Napoleón de hacer un gran archivo europeo central en París. Manuel de la Cruz fallecería en 1811 siendo el útimo de los Ayala a su frente. Acabada la contienda muchos documentos regresaron pero otros no volverían hasta la derrota francesa de 1940. En 1817 se emite un informe de desperfectos ocasionados por la contienda napoleónica y se nombra a Tomás González como nuevo director. El AGS reconduce sus tarea y se convierte en un archivo cerrado a no ser algunas remesas traídas en 1852, las últimas de su historia. Por Real Orden de 24 de abril de 1844 se abre definitivamente a los estudiosos, exceptuando documentos relacionados con la vida de los monarcas. En 1858 se crea el Cuerpo Facultativo de Archiveros y el AGS se dedica plenamente a la catalogación y difusión, pasando a museo en 1877 e instalándose vitrinas y expositores de documentos. Alfonso XII lo visitaría en 1878, llegando a ser su director en la última de´cada del siglo Claudio Pérez Gredilla
Avanzando el siglo XX se incide en la musealización del edificio, mejorándolo notablemente, siendo el Archivo considerado una institución cultural de conservación, estudio, divulgación y exposición dependiente del Ministerio de Cultura, creciendo tanto su aprecio que un intento de sacar algunos papeles para ser estudiados en Madrid en 1914 ocasionó tan serias protestas que se frustró la tentativa
Al estallar la Guerra Civil el frente estuvo muy alejado y el AGS no sufrió la contienda. En 1941 llegaron los legajos de Simancas, unos 58.000 documentos de los llevados durante la francesada, tras un acuerdo de intercambio de elementos culturales y artísticos entre España y la Francia Vichy. En los años 50 se hicieron obras de mejora de acceso y una residencia para los investigadores coincidiendo con los 400 años de la muerte de Carlos V
En 1999 se acometieron nuevas intervenciones que se pensaba durarían hasta 2004 pero su prolongación tres años más echó abajo la idea de conmemorar el quinto centenario del fallecimiento de Isabel la Católica y también del de Cristóbal Colón. Fue reinaugurado en 2008 por el Ministro de Cultura César Antonio Molina, pudiendo visitarse a partir de entonces rincones no accesibles para el visitante, como las salas de investigación o la capilla del castillo. En 2017 la Unesco lo incluye en el Programa Memoria del Mundo
Volviendo al exterior y tomando la calle Miravete, que sube ligeramente en una bella explanada, pasamos ante el edificio anexo construido a principios del siglo XXI para salón de actos, centro de archivística, departamento de difusión y sala de exposiciones
Nos acercamos a la entrada
Y vemos los escudos con la fecha del año 2005
Una manos jalonan el suelo de este paseo, es la Ruta de Miguel Delibes, escritor que describe en sus obras paisajes, lugares e impresionas de numerosas localidades vallisoletanas, entre ellas Simancas
A la derecha un monolito de la ruta, con la D de Delibes
Allí leemos las frases de una de sus obras, Mi vida al aire libre, de 1989, libro autobiográfico
"Todavía recuerdo a mi padre en las onduladas siembras sacando grillos de su huras cosquilleándoles con una paja"
Pasamos así junto a la Fuente del Rey
A nuestra derecha otra vista del Castillo de Simancas
Seguimos de frente todo recto
Fijémonos en las señales
Pasamos junto al restaurante El Archivo y seguimos por la acera
Fachada norte del castillo
Aquí vamos a la izquierda: veamos las flechas en el suelo
Y la señalización vertical
Estamos ante la carretera Burgos-Salamanca, A-62
Hay unos bancos para sentarse. A lo lejos vemos los montes de Cagahornos y Perdigueras (842 m). A la izquierda el lugar de El Silo
Vamos a cruzar al otro lado, a Casas Nuevas, por el paso subterráneo para peatones
El tráfico es muy intenso y veloz
Bajamos un poco
Y entramos en el subterráneo bajo la carretera
Es subacuático pero está decorado con estampas subacuáticas de fauna marina, una mar figurada en tierra de interior
Llegamos a Casas Nuevas y seguimos a la derecha
Seguimos las flechas amarillas
Todo recto cuesta arriba
Hay una estrecha acera pero el paso de vehículos es escaso
Salimos del núcleo poblado dejando a nuestra izquierda la calle de Ciguñuela y subiendo un poco más
Simancas va quedando atrás
Subida que acaba junto a estas naves
Cruce y de frente todo recto
Siempre atentos a las flechas
La pista de zahorra baja un poco y serpentea
Hito del Camino
Estamos a 468 kilómetros de Santiago de Compostela
Predomina el intenso color ocre de los campos de Castilla
Al este Valladolid y sus arrabales. En primer término el área megalítica de Los Zumacales, en la distancia la Urbanización Sotoverde y Arroyo de la Encomienda
La Vega, La Flecha, Parquesol, La Rubia, Las Delicias...
La autovía y sus ramales
Laderas de Valsordo...
Rodadas de tractores
Más vistas de Valladolid al este
San Cristóbal y sus montes, cerca de Laguna de Duero
Un poco de sombra y matorral
Paisaje verde entre los ríos Pisuerga y Duero
Extenso bosque...
Llegamos a Cuatro Caminos
Nosotros vamos a la izquierda
Por aquí
Los hitos nos lo indican, rumbo a Ciguñuela y Peñaflor de Hornija
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