Santa María de Lebeña |
Cruce en Lebeña: a la derecha sigue el camino hacia la iglesia de Santa María, Allende y Cabañes |
Así, como hemos dicho, al llegar a este cruce, casi a la salida de Lebeña ya, tomamos el ramal de la derecha, camino de la iglesia de Santa María
El camino baja un poco y ahí tenemos la señalización de ambas rutas
A poco más de 2 kilómetros de Allende, a poco menos de 15 de Potes y a 17 kilómetros largos de Santo Toribio de Liébana. Por la Concha la Cova o Camino Viejo a algo más de 3, si bien dadas sus características en montaña las distancias reales parecen multiplicarse
La actual Lebeña es mencionada por primera vez en el año 825 como Flebenia y posteriormente su núcleo fundacional será conocido como Quintanilla. En esta zona estaría el lugar que se conocía como La Torre, lo que podría dar que pensar en una torre de control del paso del camino, similar a las existentes en muchos lugares
De frente, los campos que se extienden hacia el río y la iglesia son conocidos como El Cuerne, un terreno antaño llamado Campo de San Román por la existencia de una antigua capilla que desapareció no hace demasiado tiempo pues aún tuvo arreglos en 1946 y sus ruinas aún eran visibles en 2009 a un lado de este Camino de la Iglesia, tal y como nos dice Alberto Ansola en De Lebeña a Flebenia y viceversa: un recorrido geohistórico a través de la toponima de una aldea lebaniega (Cantabria)
Desde aquí veremos buena parte del trayecto que tenemos hasta Cabañes: arriba en la ladera de enfrente se reconocen bien las casas de Allende en medio de los prados. Hasta allí sube la senda tras cruzar el puente sobre el Deva. En Allende hay dos rutas para subir a Cabañes: una va a la izquierda, siguiendo la garganta del río Rubejo, uno de los varios desfiladeros trasversales del de La Hermida, cerrado a la izquierda por el Picu Aliago (627 m)
El otro camino sube hasta una cota más alta, por la ladera boscosa de La Prada y bajo su rocosa cumbre caliza que llega en su cota más alta a los 825 metros de altitud. Este trayecto llega a la collada que vemos al lado de las paredes verticales de la peña, la Corona del Pando (595 m) y baja hasta encontrarse con el que sube por la garganta antes de entrar en Cabañes, donde hay dos albergues de peregrinos, público y privado y cuyas casas asoman un poco encima de dicha garganta, justo encima del Picu la Llosa (1.314 m), el Picu Paña (1.356 m), Los Castros (1.559 m) y otras cumbres de Ándara, el macizo occidental de los Picos de Europà
De frente a nosotros hay otro gran murallón calizo, el de Agero, con varias cumbres que guardan ese sector del desfiladero de La Hermida. En primer término está el Cuetu Agero, de 1.022 metros de altura
A mediados del siglo XIX, durante unas obras de restauración de la desaparecida capilla de San Román se encontró entre las piedras de fábrica una estela funeraria cántabro-romana, que dice así:
"A Aelio Albino, hijo de Lucio, de edad de 75 años. Su hija Turennia le hizo este monumento"
De la estela de Aelio Albino dio noticia por primera vez el erudito Ildefonso Llorente, quien en 1882 llegó a plantear que ese extinguido santuario de San Román sería incluso más antiguo que Santa María de Lebeña, y que pasó a capilla al fundarse esa iglesia. Independientemente de otras consideraciones el que halla una estela funeraria en las piedras de un templo cristiano parece delatar que este se habría hecho sobre un lugar de culto pagano
Actualmente esta estela se encuentra en la fachada de una casa
Sin duda Lebeña está en un transitado paso natural en el que habría presencia de población desde tiempos muy remotos. En ese contexto el mismo río Deva lleva el nombre de la diosa celta de la naturaleza, venerada en las aguas, origen de vida
Al norte de Lebeña destaca el Picu del Valle (705 m), a cuyos pies llega el Camino Lebaniego procedente de Cicera, bien por La Canal de Francos o bien por el Colláu Argeón
Otro ejemplo del antiguo poblamiento de estos parajes es el Corral de los Moros, en la Peña Encinal, prolongación a la izquierda del Picu Aliago (a la izquierda de la foto), donde hay señales de fortificación y cabañas circulares, así como el Mirador del Moro, atalaya sobre los caminos que salvan el desfiladero. Para unos se trataría de un castro cántabro habitado hasta la alta Edad Media, para otros una fortaleza de vigilancia posterior, de los tiempos en que Liébana formó parte de los primeros territorios del naciente Reino de Asturias, y para algunos más el Corral de los Moros sería un baluarte de dominio señorial. Sea como fuere parece muy en relación con otro situado algo más al norte, el de La Pica de las Puertas o Monte de Santa Catalina con su Bolera de los Moros, encima de Cicera, del que ya hablamos en esa etapa del Camino
En este panorama de poblamientos, caminos y pasos naturales en contextos altomedievales, aparece la fundación de la iglesia de Santa María de Lebeña en el año 924, justo en este estratégico valle encrucijada de tránsito obligado entre la costa y el interior pues por él se salvan algunas de las mayores alturas de la Cordillera Cantábrica. De todas maneras, una de sus estructuras más llamativas, la torre del campanario, que se ve desde la lejanía, nada tiene que ver con su fundación, pues se trata de una construcción añadida en las restauraciones a finales del siglo XIX
Siguiendo el Camino de la Iglesia, secular comunicación entre el pueblo y el santuario, pasamos junto a la última casa de lo que fue el Campo San Román
A mediados del siglo XVIII el famoso Catastro del Marqués de la Ensenada dice que por aquí estaban los terrenos de Los Cantones y Cuérano
También, a la derecha del camino, Sovargano y Cotero
Más a lo lejos hacia el río, campos de Barcemaño, Tobal, Argobias y El Vallejo, en una ribera en la que funcionaron varios molinos, como el de Lera
Ante la mítica mole de Agero recordamos los versos del lebaniego Herminio Señas, El Juglar de Liébana...
Recia cresta del Agero
fuiste pared de mi cuna
por ser soberbia te quiero
tú eres bella cuan ninguna.
Desde este hermoso rincón
con gran nostalgia te miro
me ensanchas el corazón
para arrancarme un suspiro.
Aún te admiro porque fuiste
el campo de mi andadura
con qué arrogancia supiste
desplazarme de tu altura.
Y cuando repose en mi lecho
del mentón de tu blancura
me has de reflejar el sol
en la misma sepultura
Más abajo sería La Granada y junto a la iglesia, a la derecha Huerta Redonda, a la izquierda el revelador topónimo de Monasterio
Justo antes de llegar a la iglesia pasaremos junto a los viñedos de Lebeña, una comarca en la que llegaron a tener posesiones hasta una veintena de monasterios en la alta Edad Media, quienes fomentaron el cultivo de la vid al ser el vino elemento esencial de la liturgia. Las tierras bajas se especializaron en la agricultura, siendo las viñas la mayor riqueza, mientras los pueblos altos lo hicieron con el ganado
Siendo posible que ya hubiese producción vinícola con la romanización, el primer documento que informa de esta actividad en Liébana es del año 822 cuando se vende una viña y una tierra en Piasca por un buey negro, un carnero y grano. Poco después, año 826, se registra la donación de una viña al abad de San Esteban de Mesaina en Mieses, muy cerca del actual monasterio de Santo Toribio. A partir de entonces las referencias se multiplican, llegando los vinos lebaniegos a ser, tras los cereales, el segundo producto agrícola de la comarca, siendo tan apreciados que se exportaban a Castilla, cultivándose garnacho, malvasía, mencía, tinta Madrid, neruda, jerez, moscatel... no estando de màs recordar que el vino fue tenido no solo como bebida sino como alimento dado su aporte calórico
Las variedades de uva autorizadas en la producción acogida a la indicación geográfica son Mencía, Tempranillo, Garnacha, Graciano, Syrah y Cabernet Sauvignon para el tinto y Palomino, Godello, Gewürtztraminer y Chardonnay para uvas blancas
Y así, de las viñas, vamos acercándonos ya a la iglesia de Santa María de Lebeña, uno de los monumentos más visitados de Liébana tras el monasterio de Santo Toribio o la Torre del Infantado en Potes. Esta es la explanada de los primeros aparcamientos
Uno de ellos es un tejo, que de alguna manera sustituye al que hubo frente al santuario en el pasado, árbol totémico ya en tiempos de los antiguos cántabros y vinculado con lugares sagrados pues su hoja perenne es símbolo de la vida, sus elementos tóxicos de la muerte y su longevidad de la eternidad
Pasamos el chiringuito y llegamos a un cruce frente a los segundos aparcamientos
A la izquierda sigue el camino hacia el puente sobre el Deva, a la derecha se va a la iglesia, que es lo que vamos a hacer nosotros primeramente
Una serie de carteles nos explican cosas del camino y del lugar
Panel del Camino Lebaniego
Con fotos, textos y un mapa del tramo que nos queda hasta Santo Toribio
La subida a Allende y Cabañes, por el río y por el monte, y continuación hacia Pendes
En dirección sur la ermita de San Francisco, unión con el Camino de la Concha la Cova, y ruta a Tama, capital de este municipio de Cillorigo
Y luego a Ojedo y a Potes
Para por fin llegar a Santo Toribio de Liébana por Mieses. Vemos también las llegadas de la Ruta Castellana y la Ruta Leonesa de Santo Toribio y el Camino Vadiniense si queremos salir a la meseta a enlazar con el Camino Francés hacia Santiago
Explicación de la iconografía
Explicación del Camino...
Y los demás caminos de peregrinación
Poste con wifi y placa solar del Peregrino Lebaniego Digital
Otros itinerarios, el de la Braña de los Tejos
Y otro panel del Camino Lebaniego
Subida por el monte, en puntos naranja, y por el río, en puntos verdes, y luego de Cabañes a Pendes por la carretera (línea naranja), o por sendero (línea de puntos. Y abajada al Valle de Cillorigo. A la derecha con puntos azules el Camino de la Concha la Cova
Información de Lebeña
Consejos cívicos
Curvas de nivel por el Camino de la Concha la Cova
Y ya vamos a la iglesia de Santa María de Lebeña, Monumento Nacional desde 1893, pasando sobre el puente del arroyo de Los Casares. Su fundación se data en el año 924 según un documento fechado en el 925 en el Cartulario del monasterio de Santo Toribio de Liébana, aunque realmente podría tratarse de una transcripción bastante posterior, del XIII, no obstante se atribuye verosimilitud a su información, por la que habría sido fundada por los condes de Liébana don Alfonso y doña Justa con la idea de albergar las reliquias de Santo Toribio (pero que no llegaron a venir aquí) guardadas en el convento de San Martín de Turieno, advocación anterior del de Santo Toribio, afirmando que lo hacía en señal de arrepentimiento tras haber quedado ciego el conde, junto con sus hombres, al tratar de desenterrar el cuerpo del santo, recuperando la visión al desistir de su empeño
"En nombre de Dios. Sea notorio y manifiesto que yo el conde Alfonso y mi esposa la condesa Justa, edificamos la iglesia de Santa María de Lebeña para trasladar el cuerpo de Santo Toribio a ella y mis siervos lo tomen y entierren, y como lo hubisen tomado para enterrar, fui castigado por el juicio divino y quedé ciego hasta el presente, y mis soldados, que eran inocentes, al empezar a cavar con azadas quedaron también ciegos. Entonces ofrecí mi cuerpo y todo cuanto tengo en Liébana aSanto Toribio y a ti, abad Opila, y a los clérigos que allí sirven a Dios"
De todas formas se sabe que aquí ya había un monasterio de San Salvador de Flevenia en el año 779, mencionado como de Santa María en el año 796, según contrato de compraventa y donación firmado por un tal Pruello y un grupo de monjas y monjes, por lo que habría aquí uno de los muchos monasterios del valle, a veces pequeñas comunidades monacales que regían en territorio y cobraban rentas a los colonos, una efervescencia fundacional en los momentos en que el Asturorum Regnum, ya en expansión, acogía a numerosos refugiados mozárabes del sur, los cuales inspirarían sin duda la arquitectura del santuario. Algo más tarde se conoce una venta fechada en 827 a los hermanos de la iglesia de San Salvador en Lebeña, pues no en vano su primera advocación fue la de Santa María, San Salvador, San Román, Santa Prisca y Santas Justa y Rufina
Durante dos siglos no se sabe a ciencia cierta quien sería el amo del monasterio y sus tierras, es notorio que el rey Alfonso VIII lo dona a los benedictinos de San Salvador de Oña en Burgos, desconociendo cómo había pasado a la corona. En el siglo XIV era ya propiedad del monasterio de Santo Toribio, cuyos frailes cobraban las rentas y tenían en Lebeña muchas propiedades, pues bastantes vecinos les donaban tierras a cambio de la salvación de su alma, mientras otros arrendaban o permutaban campos y viñas. La situación cambió cuando a partir de 1510 los habitantes de Lebeña empezaron a pleitear para sacudirse esta dependencia monacal negándose a pagar tributos al abad, logrando finalmente independizarse de este y constituirse en parroquia, llegando así a nuestros días
En 1896, tres años después de su declaración de Monumento Nacional, la iglesia fue restaurada por el arquitecto José Urioste y Velada, quitándosele una torre añadida en 1830 en el ábside, recuperar muros y canecillos y limpiar las columnas y las dovelas, que estaban pintadas imitando mármol
Las obras acabaron en 1897 y durante las mismas se construyó esta nueva torre. En algún momento se pensó que las iglesias prerrománicas habían tenido una y se procedió a su construcción en varias de ellas con motivo de su reconstrucción, cuando hay señal arqueológica ni documental de que la hayan tenido
Al llegar tenemos también información de la iglesia
Aquí vemos una foto de la venerada Virgen de la Buena Leche, del siglo XV, robada tras forzar la cerradura del templo en 1993, recuperada ocho años después en un chalet de Alicante y devuelta a este su lugar
Es de madera policromada, azul, rojo, dorado, carne, etc y se le aprecia una notable influencia flamenca
Es una Virgen coronada...
No habría pasarnos desapercibido el tronco de un tejo derribado por un rayo en el año 2007. La leyenda dice que fue plantado por el conde don Alfonso cuando se terminó la obra de la iglesia, quien en su honor plantó enfrente, al otro lado del templo, un olivo en homenaje a su mujer, doña Justa, pues procedía del sur. Naturalmente es una historia fabulosa pero todo tiene su trasfondo real, pues ejemplifica la llegada de refugiados mozárabes a los valles lebaniegos en aquellos convulsos siglos
Un elemento añadido que se ha conservado es el ábside, del siglo XVIII, pero no nos distorsiona demasiado para hacernos una idea de las trazas originales del santuario
Se trata de un edificio de gran unidad estilística inspirado en modelos mozárabes, asturianos y visigodos, lo que delata que, al no haberse detectado cambios ni reformas en base al plano original, se construyó en relativamente poco tiempo, mientras que su estructura de planta centralizada y basilical, con tres ábsides y tres naves parece mostrar tendencia a ser capilla funeraria. Todo ello avalaría que sus constructores serían poderosos nobles, como don Alfonso y doña Justa, quienes lo patrocinarían para acoger los restos de Santo Toribio. Está hecho con piedra de mampostería a excepción de esquinas y vanos, que son de sillería. Su forma exterior es casi cuadrangular destacando el volumen de los dos primeros tramos de la nave central más altos que los demás
La planta es rectangular, siendo su cabecera recta y orientada al este, con tres ábsides paralelos y tres naves. Su planta y alzado son de tradición visigoda, el aparejo y los ábsides asturiana y los pilares, los arcos, el alfiz, las técnicas decorativas y el concepto espacial plenamente mozárabes
La planta basilical de tres naves, siendo la central más ancha que las otras, imita a los templos prerrománicos del Arte Asturiano
Apenas tiene decoración, a excepción de la imposta que recorre sus muros, de tradición ornamental visigoda y, sobre todo, los modillones de rollo, de honda traza mozárabe, que sostienen los aleros del tejado
En ellos se representan llamativas filigranas geométricas que dan sensación de movimiento, estrellas y símbolos solares
Vamos a dar pues la vuelta al templo...
Aquí está el olivo que según la tradición plantó don Alfonso en honor a su mujer doña Justa
Seguimos viendo imposta y modillones
Vamos rodeando la iglesia por el exterior de la nave lateral que mira al sur hacia los ábsides
La imposta y sus motivos, también geométricos, con sensaciones también de movimiento, eran elementos decorativos que en origen, por su repetición constante, podían dar noción de representar lo eterno o el infinito
Vemos los tres ábsides
Se repite el esquema decorativo en los modillones
Con los símbolos solares pasa otro tanto, decoración basada en la idea del sol en rotación, o las estrellas, presentes en representaciones de todos los tiempos y lugares. Plantearían la unión con la divinidad, el alma al encuentro de la luz. No en vano las rosetas, de inspiración similar son símbolos de Cristo. En este mismo sentido algún investigador ha querido buscar la etimología de los topónimos Lebeña y Liébana en el dios Vindio o Vindonnus, del que se derivaría a Lavindia, Lebania, Lebeña y Liébana. Vindonnus es un equivalente celta del Apolo romano y se trataría por tanto de un culto solar. El Monte Vindio aparece mencionado repetidamente por los autores clásicos como uno de los escenarios principales de las guerras contra Roma de cántabros y ástures entre los años 29 al 19 a. C y puede estar relacionado con los actuales Picos de Europa o con otros lugares de la Cordillera Cantábrica sino a ella en general, pues se han encontrado fosos, baluartes, campamentos y otras señales de combates desde Cantabria al occidente asturiano
De todas maneras la etimología de Liébana y Lebeña no está clara. Unos ven su razón en los vocablos de origen celta bein (peña) y binia (colina), otros en el latín fluviales (fluvial) en relación con el río y con el nombre medieval de Flebenia. También se buscan antropónimos, filiación euskérica, germánica, y otras posibles acepciones comparándolos con topónimos similares existentes en otros lugares de Europa
Pasamos ahora por el exterior del ábside mayor
El ventanuco central, que da luz al altar
Magnífica cabecera
Muro sur
Abajo se ve una pequeña puerta cegada
Más modillones
La famosa hexapétala o estrella de seis puntas
Al lado de la iglesia están los campos llamados del Monasterio, perviviendo en el topónimo la antigua dependencia monacal de esta tierra
Damos así la vuelta entera a Santa María de Lebeña, regresando al pórtico
La portada del interior es también dieciochesca
Aparece la fecha de 1794
En el interior las tres naves están comunicadas por arcos de medio punto y sus capìteles, de aspecto corintio, muestran hojas de acanto cinceladas en la piedra, que simbolizan la eternidad. Las cubiertas son de bóveda de cañón, longitudinal en la nave central, y transversales en las naves laterales
En el altar hay una gran estela grabada con círculos que es otro de los elementos más llamativos para el gran público, son grandes discos solares o rosetas cuya cronología puede abarcar muchos siglos. Es fácil que pueda ser contemporánea de la iglesia o incluso anterior, abriéndose todo tipo de especulaciones
Visitada la iglesia volvemos al exterior
Y reempendremos el camino...
Pasamos junto al tronco del viejo tejo...
Y regresamos al cruce, yendo hacia la derecha
Veamos los kilómetros que nos faltan
A Cabañes 4,2 kms, a Potes 12,5 kms y a Santo Toribio de Liébana 15,5 kms
Dejamos los aparcamientos y seguimos adelante
Y a la derecha, al otro lado del Deva el Picu Aliago con el Mirador del Moro y el Corral de los Moros, testimonio de los antiguos pobladores de estos parajes. Más cerca ante nosotros las vegas de Monasterio y La Muela, esta segunda sin duda referencia a la actividad del antiguo Molino de La Lera que aquí estuvo
Abajo, también al otro lado del río pero más cerca, las casas de El Puente, a donde nos dirigimos
Atrás ha quedado ya Santa María de Lebeña, bajo las cumbres del Agerón
La Cuerne, parte aún del antiguo San Román
Arriba La Cuesta, por donde sube a los encinares el Camino de la Concha la Cova. Más allá en lo alto las cumbres de Peña Ventosa
A la izquierda más viñas
En lo alto el Picu del Valle
Y más arriba Cuetu Torcal o La Coterona (1.104 m) con los collados de Arcedón o Arceón a la izquierda (una de las bajadas desde Cicera) y Pandocento a la derecha
Carretera adelante por La Cuerne
Fila de árboles ornamentales cerrando una casa con parcela
Llegamos a un cruce, en el que vamos a la derecha
Fijémonos en el monolito del Camino Lebaniego al lado de las señales
Antaño era conocida como el Camino de La Puente
De frente la garganta del Rubejo, entre el Picu Aliago a la izquierda y la Collada del Pando a la derecha, al pie de La Ptada, accesos de Allende a Cabañes
Abajo el río Deva
Casas de El Puente
Arriba Allende y La Canal de Agerón
Camino de La Puente, con La Prada enfrente y la Corona de Pando, una de las rutas a Cabañes
El Puente del Deva
Deva, nombre de origen céltico, que denomina una diosa de la naturaleza de raíz indoeuropea, la Gran Diosa Madre que da la vida, simbolizada en las aguas y el nacimiento de los ríos. Esta Diosa Madre de la Naturaleza (agua es germen de vida) quedó cristianizada en la advocación a la Virgen María, pues según el cristianismo es también una Gran Madre del género humano
La adoración a Deva es un ejemplo de la veneración y el respeto de las antiguas culturas para con el entorno natural que hace posible la vida y de la que el agua es el principal fundamento. No es de extrañar que un elemento fecundador y femenino como es el agua quedase divinizado por un ser también femenino, Deva, y este fuese con el tiempo transformado o asimilado a nuevo nombre, aunque no de función, cuando una nueva religión se superpone a las anteriores. Tanto el río como su nacimiento en Fuente Dé (Fuente Deva), portan esta etimología
No muy lejos de aquí, en la cercana Asturias, encontramos reminiscencias de Deva en varios topónimos, como la Isla la Deva casi enfrente de la desembocadura del Nalón, el río Deva que nace en el Monte Auseva en Covadonga, al otro lado de los Picos de Europa, o la parroquia de Deva, en Gijón, nombre antiguo de su río Peñafrancia, pero hay muchas más desde Europa hasta la India y entre ellos destacamos en Galicia el río Deva en Pontevedra, Deba en el País Vasco, que también denomina a un río y a una villa, el Deventer en Holanda, la ciudad de Devon y Devonshire en Inglaterra, las Divonna de Francia, Diviciacos, famoso druida galo; el Dvina, río de Rusia y Letonia, la Diva de los persas y un larguísimo etc que sería harto prolijo enumerar. También este culto a Deva parece estar muy emparentado con las creencias en los seres femeninos del agua y las cuevas que existen en la mitología de todas las culturas y que en Cantabria y Asturias están representados por las anjanas, injanas o xanas, que se aparecen en fuentes, ríos y lagos
Ahora en la lejanía mirando al sur divisamos el Jozarcu, La Pica de las Puertas o Monte de Santa Catalina (757 m), justo entre el Agero y el Picu del Valle. Un cueto que fue el solar del llamado Castillo de Piñeres, fortaleza de la que quedan vestigios, edificada como atalaya de vigilancia de estos estratégicos caminos en los tiempos del naciente Reino de Asturias, del que era este uno de sus primeros enclaves
En su cima, visible desde el Picu Aliago y Corral de los moros, está la llamada Bolera de los Moros, explanada interior de la fortificación que tiene forma de bolera y está llena de leyendas sobre tesoros guardados por los moros, bolos de oro y similares, teniendo en cuenta que la acepción tradicional de moros se refiere en general a los antiguos pobladores, más que a posibles asentamientos norteafricanos. A veces incluso el término se refiere a no cristiano, incluyendo todo lo anterior al cristianismo. En ese sentido es preciso decir que el lugar, si bien no se ha demostrado estuviese construido sobre una fortaleza romana o castro prerromano, sí tiene señales de asentamiento anterior, pues en un tombo o abrigo natural ha aparecido un ídolo grabado atribuido a la Edad del Bronce, unos 4.000 años atrás. En su rocosa cima hay un repetidor y, al otro lado, que no vemos desde aquí, el famoso Mirador de Santa Catalina, con impresionantes vistas sobre el desfiladero de La Hermida
A sus pies, pero bastante más cerca, otra vista de Santa María de Lebeña, en concreto su cara oeste, acceso al interior del templo, con su pórtico
Así, vamos acercándonos a El Puente
Aquí hay una advertencia muy importante
Que a nadie se le ocurra ir a Potes por la N-621, es sumamente peligroso y está prohibido. En esa dirección y durante algunos kilómetros no hay arcenes y apenas existe siquiera espacio para que se crucen dos vehículos
Iremos pues a la derecha con cuidado, pues suele haber bastante tráfico las más de las veces, dado que es la principal comunicación de Potes con la costa cantábrica
Hay un poquito de arcén y en esta curva los coches suelen aminorar la marcha, pero extrememos las precauciones
Pasamos sobre el Deva, admirando sus riberas...
Orilla con verdaderos acantilados fluviales en la margen derecha
A partir de la curva el arcén tiende a desaparecer, por lo que lo mejor será ir cruzando con cuidado a la izquierda
Aquí hay un poquito más gracias a las obras de ensanche
Por suerte no hemos de andar muchos metros ya que, antes de las primeras casas del barrio de El Puente, tomamos a la izquierda el desvío a Allende
Aquí empieza la carretera a Allende, pero nosotros no subiremos por ella, sino por la senda que arranca también aquí a su izquierda
Por aquí pues empezamos el ascenso a Allende y a Cabañes
Ahora según este cartel estamos a 17 kilómetros de Santo Toribio de Liébana, cuando el que vimos junto al cruce de la iglesia de Lebeña decía que 15, 5. A veces la información se contradice
Vemos en el suelo la señalización oficial y un poste caminero con la cifra de 0,7 kilómetros hasta Allende
Y allá subimos junto al cobertizo de ladrillos
La pista sube recta y directa flanqueada por espeso arbolado
Pronto se da vista a las praderías en las laderas que caen al río
Peñascos que han caído tiempo ha de la mole caliza del Agero
Atrás abajo tenemos ahora una hermosa vista de Lebeña bajo las estribaciones de la Sierra de las Cuerres. A la izquierda de nuevo el Picu del Valle, asomando un poco detrás Mesa Sin Pan, por donde baja a Lebeña uno de los caminos que baja de Cicera, el de La Canal de Francos y Cuesta la Matilla. A su derecha el Cuetu Torcal, entre los dos se ve el Colláu Arceón, que con sus 971 metros de altura llegó a ser el paso más empleado entre en los valles del Nansa y los de Liébana pese a ser solo de herradura, impracticable para los carros y solo para caballerías, pues era el que menos padecía los rigores de temporales y nevadas. A la derecha está el Colláu Pandocentu (1.067 m), La Mesa, y Cuetu San Pedru (1.028 m), nombre de una de las antiguas capillas existentes en otro de los pasos históricos de estas montañas, el de Pasanéu, que en algunos trechos sí permitía el tránsito de carros
Ese camino sigue bajando el curso del arroyo de Los Casares, que atraviesa Lebeña hacia la iglesia y el Deva
A nuestra derecha una riega va también a desembocar al Deva
Grandes troncos cortados. La riqueza maderera de Liébana fue célebre desde tiempos remotos, exportándose a Castilla
A la derecha empezaremos a ver ya las casas de Allende
Sobre nosotros La Prada
A su derecha, sobre las casas, el Cuetu la Sejuca, y más arriba el Cantu Agero y La Jontaniella
El repecho es muy fuerte, pero nos sirve de entrenamiento para el ascenso que nos espera de Allende a Cabañes
Ganamos altura y tenemos nuevas perspectivas de Lebeña y sus serranías
Cuando se abrió la carretera de La Hermida en 1863 para transportar hacia la costa la producción minera de los Picos de Europa, los pueblos de la montaña quedaron relegados a un segundo plano al dejar como consecuencia de ser el paso principal de arrieros y mercancías, trasladándose a los pueblos de abajo el eje económico, social y poblacional de la comarca
Vemos la importante encrucijada de Lebeña, con el camino que baja a la iglesia, solar de la antigua y extinguida ermita de San Román, y justo encima, el viejo camino que viene de Pasanéu. A la izquierda el que viene de Cicera y que hemos seguido pues es el itinerario oficial del Camino Lebaniego. A la derecha sale la CA-880 que enlaza con la de la Hermida
Muro de contención de las fincas, hecho de piedras
Los altos peñascos de la subida a Cabañes
Allende y sus pastos de montaña. En este pueblo existe la tradición que tuvo solar y casona el Comendador Mayor y Señor de Liébana y Pernía, conservándose su palacio y blasones
Secularmente, los pueblos altos de Liébana se dedicaron principalmente a la ganadería, como hemos dicho, mientras que los valles lo hicieron con la agricultura, sobre todo de cereales y vid
Curva a la derecha...
Y otra buena rampa
A la derecha ahora Peña Ventosa (1.434 m) también llamada Corroble. Por esta parte, falda oeste, discurre el Camino de la Concha, por el borde de abismo sobre el río y la carretera de La Hermida
Vaquerías de Allende, fundamento de la riqueza lechera de estos lugares, afamados por sus quesos como todos los pueblos de los Picos
Arriba La Canal de Agero
A su derecha, en la pared de un cobertizo, vemos expuesta una verdadera colección de enseres tradicionales de las labores de labranza y ganado, casi un pequeño museo etnográfico local
Pasamos seguidamente junto a la puerta de la vivienda
Y en el siguiente cruce seguiremos a la izquierda
Subiendo sin descanso hasta el siguiente grupo de casas
A la izquierda la cuadra
A la derecha la vivienda, con numerosas ventanas mirando al valle y a la salida del sol por el este
Subimos todo recto
Aquí toca tomar una decisión
En este cruce, bajo el peñón de La Prada, el camino se bifurca, las dos rutas van a Cabañes y están señalizadas: podemos seguir a por la derecha monte arriba hacia las alturas de La Corona del Pando, o por la izquierda, en dirección a la capilla de Santa Olaya o Santa Eulalia y la garganta del río Rubejo. La distancia es similar, pues no llega a los tres kilómetros, si bien el de la derecha sube un poco más y ofrece durante la ascensión hermosas vistas, mientras el de la izquierda va casi todo el tiempo bajo una acogedora sombra y en días de calor se agradece su frescor y el de las aguas del río. Nos toca escoger
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