En Muradelo, parroquia de Codesoso, el Camino Norte de Santiago deja el asfalto de las carreteras para tomar la vieja senda del Monte dos Castros e ir hacia Sobrado dos Monxes, capital del concello del mismo nombre, que estamos recorriendo tras haber entrado en él por O Marco das Pías, por donde a la vez hemos pasado de tierras lucenses a coruñesas procedentes de Corteporcos en Silvela (Friol)
Este Monte dos Castros fue investigado en su momento, como otros de este concello, por Antonio López Rico, que publicó sus conclusiones en su Estudio actualizado de los castros de Sobrado de los Monjes, recopilando desde sus prospecciones sobre el terreno (no excavaciones) a cuentos y tradiciones con ellos relacionados
Este por ejemplo lo llama Os Castros das Lagoas o de Muradelo, diciendo que es el punto más elevado del Monte dos Castros (681 m), parroquia de Roade, y que presenta cierta irregularidad en su estructura, siendo el único de la zona con dos puertas. Sus estudios son especialmente de agradecer pues tras siglos de abandono el solar castrexo ha sido muy modificado y transformado. Además de las tradicionales labores agropecuarias, la plantación de eucaliptos ha trastocado notablemente su aspecto. Esta además es su parte norte, donde no presenta demasiada altura ni su parapeto exterior. También dice que en las tierras de labor en torno al castro se han hallado morteros de mano y que no sería extraño localizar restos de otros elementos, como restos de construcciones o cerámica
Por aquí a nuestra izquierda estaría su puerta este, desparecida al estar tapiada por un muro construido posteriormente. Sin embargo es la zona que presenta un mayor tajo para su defensa, con una anchura de 4,5 m.
Árboles, vegetación, movimientos de tierras, etc. insistimos han hacho casi invisibles sus trazas. El Camino discurre por su ladera norte, atravesando parajes boscosos.
Tradicionalmente la gente de los pueblos venía al castro a por piedra de sus murallas y antiguas construcciones, era pues este, como prácticamente todos los castros, una verdadera cantera pública. Una leyenda, de la que hablábamos en el capítulo correspondiente al tramo anterior del camino, afirma que uno de estos vecinos, buscando piedra para hacer un horno, halló un tesoro de oro, haciéndose rico. La leyenda puede tener un trasfondo real. Hay no pocos casos de hallazgos similares en otros lugares. La cultura castrexa abarca unos siglos antes y otros después de la conquista romana. El final del Imperio, con su seguridad, invasiones, etc. ocasionó que las gentes pudientes ocultasen sus pertenencias
Otra leyenda dice que los castrexos o pobladores del castro, llamados popularmente mouros, iban a Muradelo a llamar a los hombres para defender el castro, atacado por enemigos, aprovechando entonces para descabalgar y meterse en casa con sus mujeres. Tal vez la leyenda transmita alguna reminiscencia de superposición y mezcla de gentes, pues se revela que la cultura castreña nace de la superposición de poblaciones indoeuropeas con anteriores moradores megalíticos
También afirma López Rico que este castro es el de mayor profusión de moles rocosas en su interior, incluso alguna formaría parte de sus defensas
Por esta falda norte, casi en la cima, discurre una profunda caja caminera. Podríamos elucubrar que fuese parte de algún antiguo foso
Llamativos penedos al borde del camino, una de las formaciones rocosas descritas por López Rico, cuyas fotos publica además en su mencionado estudio
Desde estas alturas, si los eucaliptos nos dejan, tenemos una vista de la parroquia de Cumbraos, al norte de la villa de Sobrado. Se dice que allí se asentaron vecinos de Coimbra entre los siglos VIII y IX, refugiados ante la llegada de los musulmanes, de ahí su nombre
De la ladera norte el camino avanza ya por la falda oeste del monte. En ocasiones en el suelo aflora la roca madre
Empezamos a bajar. En la zona oeste estaría la otra puerta del castro, que sería según Antonio López Rico la más practicable y accesible por estos senderos
De todas maneras sería para nosotros los profanos difícil de localizar en esta intrincada espesura que cubre el monte
Hoja suelta caída de los eucaliptos. Tampoco sería extraño que el castro guardase además un antiquísimo camino del que este sería el sucesor. En las cercanías se han hallado vías y calzadas romanas, que en muchos casos son superpuestas o alternativas a pasos naturales existentes desde la más remota noche de los tiempos
Otro gran penedo al borde del camino, tal vez parte de la estructura defensiva de la que nos habla López Rico
Salimos ahora a una carretera local y seguimos a la izquierda, hacia aquella gran nave
Gran pila de estiércol detrás de la cuadra
Y una buena parra en esta casa: hemos llegado a A Lagoa, topónimo relacionado con alguna antigua laguna que existiría en las inmediaciones, que no sería la llamada de Sobrado, que veremos justo antes de llegar al monasterio, aún a cierta distancia de aquí
La misma parra en invierno
Cruce y recto de frente, hacia aquella arboleda o fraga que vemos al fondo
Unos metros más adelante tomamos en la siguiente bifurcación este camino sin asfaltar, a la derecha
Por aquí ya vamos dejando atrás las laderas y camperas en torno a Os Castros de Muradelo
Extensas fincas a ambos lados: las alambradas que las separan revelan sus usos ganaderos como pastos
Es fácil que en estas llanuras estuviese la laguna de que da nombre al lugar, desecada para estos pastizales. Aún se forman buenas charcas cuando llueve
Extensos prados entre los lugares de A Raíña y A Androeira, parroquias de Cumbraos y Roade
Castiñeiros en el camino, lo cierto es que este tramo es un precioso paseo por el bosque y la campiña de la zona este del concello de Sobrado, bastante llano o en ligera bajada a partir de aquí
Otro mojón con su concha y flecha, a la sombra de carballos jóvenes
Y entre las praderías y las fragas va el sendero, en muy suave descenso
La caja del camino sigue siendo llamativamente profunda, lo que demuestra su antigüedad
Se han conservado las tradicionales arboledas en fila de los antiguos caminos, que dan sombra a los viajeros y peregrinos
Montes de A Raíña: se ve alguna plantación de eucaliptos, aunque en esta zona predominan las especies autóctonas
Así el camino es una grande y buena galería vegetal protectora cuando el sol castiga cayendo a plomo en estas verdes camperas. También cuando llueve y ventea hace algo de barrera...
El camino no tiene pérdida, sendero bien marcado y bien trillado todo cuesta abajo
A la izquierda carballos a la derecha matorral
Otro gran peñasco con una extraña hendidura... ¿capricho geológico u obra humana?. Tal vez nos recuerde a la Pena do Unto en el Coto da Recadieira de Mondoñedo, cerca de Viloalle, en el Camiño Cultural das Catedráis y a escasa distancia del barrio mindoniense de San Lázaro, paso del Camino Norte procedente de Ribadeo
Nos ahora adentramos en una bella fraga antes de entrar en A Anuqueira
El camino se ensancha en este lugar, bajo la arboleda
Y ya estamos en A Anuqueira, también en la parroquia de Codesoso y concello de Sobrado
El camino llega a esta gran explanada, rodeada de casas y al lado de la carretera local, que tiene en medio un árbol con banco a su sombra, y al lado un pequeño hórreo. Comprobamos que ya predomina totalmente la teja en los tejados, pues hemos dejado atrás la gran veta pizarrosa del oriente gallego y occidente asturiano
Cruzamos entonces esta carretera y seguimos de frente
El mojón nos indica proseguir hacia las casas del fondo, donde hay también otro hórreo
El hórreo es del estilo más abundante en el concello, sus paredes laterales son de listones de madera o doelas, con un pequeño espacio intermedio para el paso del aire. Se sostiene sobre tres pilares con su correspondiente tornarratos cada una para que no suban los ratones. Aquí iremos a la izquierda
Por aquí a nuestra izquierda estaría su puerta este, desparecida al estar tapiada por un muro construido posteriormente. Sin embargo es la zona que presenta un mayor tajo para su defensa, con una anchura de 4,5 m.
Árboles, vegetación, movimientos de tierras, etc. insistimos han hacho casi invisibles sus trazas. El Camino discurre por su ladera norte, atravesando parajes boscosos.
Tradicionalmente la gente de los pueblos venía al castro a por piedra de sus murallas y antiguas construcciones, era pues este, como prácticamente todos los castros, una verdadera cantera pública. Una leyenda, de la que hablábamos en el capítulo correspondiente al tramo anterior del camino, afirma que uno de estos vecinos, buscando piedra para hacer un horno, halló un tesoro de oro, haciéndose rico. La leyenda puede tener un trasfondo real. Hay no pocos casos de hallazgos similares en otros lugares. La cultura castrexa abarca unos siglos antes y otros después de la conquista romana. El final del Imperio, con su seguridad, invasiones, etc. ocasionó que las gentes pudientes ocultasen sus pertenencias
Otra leyenda dice que los castrexos o pobladores del castro, llamados popularmente mouros, iban a Muradelo a llamar a los hombres para defender el castro, atacado por enemigos, aprovechando entonces para descabalgar y meterse en casa con sus mujeres. Tal vez la leyenda transmita alguna reminiscencia de superposición y mezcla de gentes, pues se revela que la cultura castreña nace de la superposición de poblaciones indoeuropeas con anteriores moradores megalíticos
También afirma López Rico que este castro es el de mayor profusión de moles rocosas en su interior, incluso alguna formaría parte de sus defensas
Por esta falda norte, casi en la cima, discurre una profunda caja caminera. Podríamos elucubrar que fuese parte de algún antiguo foso
Llamativos penedos al borde del camino, una de las formaciones rocosas descritas por López Rico, cuyas fotos publica además en su mencionado estudio
Desde estas alturas, si los eucaliptos nos dejan, tenemos una vista de la parroquia de Cumbraos, al norte de la villa de Sobrado. Se dice que allí se asentaron vecinos de Coimbra entre los siglos VIII y IX, refugiados ante la llegada de los musulmanes, de ahí su nombre
De la ladera norte el camino avanza ya por la falda oeste del monte. En ocasiones en el suelo aflora la roca madre
Empezamos a bajar. En la zona oeste estaría la otra puerta del castro, que sería según Antonio López Rico la más practicable y accesible por estos senderos
De todas maneras sería para nosotros los profanos difícil de localizar en esta intrincada espesura que cubre el monte
Hoja suelta caída de los eucaliptos. Tampoco sería extraño que el castro guardase además un antiquísimo camino del que este sería el sucesor. En las cercanías se han hallado vías y calzadas romanas, que en muchos casos son superpuestas o alternativas a pasos naturales existentes desde la más remota noche de los tiempos
Otro gran penedo al borde del camino, tal vez parte de la estructura defensiva de la que nos habla López Rico
Salimos ahora a una carretera local y seguimos a la izquierda, hacia aquella gran nave
Gran pila de estiércol detrás de la cuadra
Y una buena parra en esta casa: hemos llegado a A Lagoa, topónimo relacionado con alguna antigua laguna que existiría en las inmediaciones, que no sería la llamada de Sobrado, que veremos justo antes de llegar al monasterio, aún a cierta distancia de aquí
La misma parra en invierno
Cruce y recto de frente, hacia aquella arboleda o fraga que vemos al fondo
Unos metros más adelante tomamos en la siguiente bifurcación este camino sin asfaltar, a la derecha
Por aquí ya vamos dejando atrás las laderas y camperas en torno a Os Castros de Muradelo
Extensas fincas a ambos lados: las alambradas que las separan revelan sus usos ganaderos como pastos
Es fácil que en estas llanuras estuviese la laguna de que da nombre al lugar, desecada para estos pastizales. Aún se forman buenas charcas cuando llueve
Extensos prados entre los lugares de A Raíña y A Androeira, parroquias de Cumbraos y Roade
Castiñeiros en el camino, lo cierto es que este tramo es un precioso paseo por el bosque y la campiña de la zona este del concello de Sobrado, bastante llano o en ligera bajada a partir de aquí
Otro mojón con su concha y flecha, a la sombra de carballos jóvenes
Y entre las praderías y las fragas va el sendero, en muy suave descenso
La caja del camino sigue siendo llamativamente profunda, lo que demuestra su antigüedad
Se han conservado las tradicionales arboledas en fila de los antiguos caminos, que dan sombra a los viajeros y peregrinos
Montes de A Raíña: se ve alguna plantación de eucaliptos, aunque en esta zona predominan las especies autóctonas
Así el camino es una grande y buena galería vegetal protectora cuando el sol castiga cayendo a plomo en estas verdes camperas. También cuando llueve y ventea hace algo de barrera...
El camino no tiene pérdida, sendero bien marcado y bien trillado todo cuesta abajo
A la izquierda carballos a la derecha matorral
Otro gran peñasco con una extraña hendidura... ¿capricho geológico u obra humana?. Tal vez nos recuerde a la Pena do Unto en el Coto da Recadieira de Mondoñedo, cerca de Viloalle, en el Camiño Cultural das Catedráis y a escasa distancia del barrio mindoniense de San Lázaro, paso del Camino Norte procedente de Ribadeo
Nos ahora adentramos en una bella fraga antes de entrar en A Anuqueira
El camino se ensancha en este lugar, bajo la arboleda
Y ya estamos en A Anuqueira, también en la parroquia de Codesoso y concello de Sobrado
El camino llega a esta gran explanada, rodeada de casas y al lado de la carretera local, que tiene en medio un árbol con banco a su sombra, y al lado un pequeño hórreo. Comprobamos que ya predomina totalmente la teja en los tejados, pues hemos dejado atrás la gran veta pizarrosa del oriente gallego y occidente asturiano
El mojón nos indica proseguir hacia las casas del fondo, donde hay también otro hórreo
El hórreo es del estilo más abundante en el concello, sus paredes laterales son de listones de madera o doelas, con un pequeño espacio intermedio para el paso del aire. Se sostiene sobre tres pilares con su correspondiente tornarratos cada una para que no suban los ratones. Aquí iremos a la izquierda
Al pasar veremos la puerta y la otra parte del hórreo, con la cruz en lo alto encima de la sobrepena
Amigo en el camino, que acude a darnos la bienvenida
Dejamos el asfalto y salimos a estas huertas que se extienden al oeste de las casas
El camino continúa recto, preciosamente flanqueado por altos setos
Gran fila de árboles, muy altos también. A la derecha un tramo de seto ornamental, cerrando una finca
Algunos árboles se comban sobre el sendero, haciendo caprichosas formas
Más fincas de pasto, esta con un hermoso cierre a modo de cancela de palos
Campos al norte de O Quenllo, cerca de O Picoto
Un encantador entorno rural y natural en el bello itinerario a la villa de Sobrado
La magia de las carballeiras... que aún nos acompañará un buen trecho
Bifurcación el el bocage: vamos a la derecha
He aquí el mojón que hemos de ver, siempre en los cruces y otros lugares
Verdaderos "Senderos de Gloria" de gran belleza, por los que caminar es una auténtica maravilla
En lugares como estos siempre hay alguien que dice "ya podía ser todo el camino así", pero bueno, en la variedad está el gusto
Aunque el firme es bastante llano no lo es del todo, seguimos bajando poco a poco hacia Sobrado
Otra vez la caja del camino se hace honda en este trayecto
Cruce y de frente. Estamos entrando en la parroquia de A Porta, llamativo nombre que parece indicar la puerta de algo, tal vez la propia villa de Sobrado, a la que pertenece
Siempre en descenso, seguimos bajando muy suavemente
Si bien a partir de aquí presenta un poco más de cuesta, pero siempre en bajada
Ya vemos las casas de la carretera, pronto llegaremos a ella
Últimos metros cuesta abajo...
Ahí está la carretera AC-934, que habíamos dejado en O Mesón, tal y como habíamos hecho en el capítulo del tramo anterior, para ir a A Esgueva y Muradelo
Salimos a ella y seguimos de frente, ahora todo en llano
Prados de Os Penedos. Aquí nace el Rego de Lamas, con cuya agua embalsada para funcionamiento de un molino da origen a la pequeña Lagoa de Millares, al sur de la de Sobrado, un poco más al sur, que no vemos desde aquí
A la derecha, prados arriba y más allá de estas primeras casas, Couso, entre los árboles, también aldea de esta parroquia de A Porta
La carretera carece prácticamente de arcén, suele haber tráfico, Sobrado, su monasterio y su laguna son un importante polo de atracción, con no pocos visitantes. Seamos precavidos
Para amenizar nuestro paso por este lugar qué mejor que la melodiosa gaita interpretando la Xota de Guitizá:
Y con ella... la Danza de Guitizá:
Bifurcación: seguimos a la izquierda, recto por la AC-934, bien arrimados al borde
Otro cruce y también en recto
Maíz y fabas entre la carretera y las casas de Guitizá
Gran finca vallada con un hórreo en ella
Cruce y recto de frente
Desde Guitizá vemos al sur los Montes do Bocelo con su parque eólico, divisoria con el concello de Toques. Allí destaca A Pena da Moura (739 m), lugar de numerosas leyendas, pues como en gran parte de estas serranía, existen restos de grandes necrópolis tumulares o campos de mámoas. Algunas de estas tradiciones de transmisión oral fueron recogidas por el investigador Antonio Río López:
"Cuentan por ejemplo, que esa roca fue traída en la cabeza por una mujer "moura" y que al colocarla un momento en el suelo para descansar, comprobó asombrada como la piedra iba creciendo cada vez más, hasta convertirse en la enorme mole con la que, lógicamente, no podía continuar"
"La tienen los lugareños como colosal barómetro que predice la llegada del invierno; así el dicho de: xa chegou o inverno á Pena Moura, significa que ineludiblemente el invierno está ya a la puerta".
"Un sacerdote haciendo su habitual rezo en aquel lugar, un buen día pudo ver como la roca se abría ofreciendo ante sus ojos estupefactos un precioso altar de oro; más por querer acercarse, dejó el breviario sobre el suelo y un golpe de viento removió sus páginas lo que motivó que la piedra volviera a cerrarse al instante".
“Ten esta pena moita nombradía en toda a bisbarra do Bocelo, non soio pol-a sua manitude, pois asegún os paisanos non-a hai maor en toda España, senón tamén pol-a fartura d´ouro que garda nas entranas.
Non nacéu a pena alí, senón qu´a trouxo unha vella na cabeza, e a vella viña ó mesmo tempo fiando. (O qual cóntase de moitismos penedos redondos da nosa terra). Mais esta debía pesar moito, pois a vella, cand´a deixou, dixo:
—Vaite, pena, qu´inda pesas ben; inda veña un raio que te parta!
E naquil mesmo instante, baixóu un raio do ceo e tiroulle á pena un anaco qu´ainda hoxe se pode ver á carón mesmo d´ela.
Esta pena foi encantada c´unha caldeira de cobre chea d´ouro, un adibal de seda e un bastón. Enrolaron o adibal na caldeira, e facendo tres cruces sobor d´ela, co bastón, dixeron:
—O que d´aquí te desencantare, tres paus co iste bastón che ha de dare!
Mais non ben dixeron isto, o adibal volveuse un culebrón feísmo, que fuxeu para o fondo da terra coa caldeira. Agora, pra desencantala, hai que buscal-o bastón e mais o libro de San Cibrao, que sei qu´o tiña un crego do lado das Corredoiras.
Os montañeses traballaron moito pra desenterrar o tesouro, e algunhas noites téñenas pasado en craro, sudando pra non atopar máis que desilusiós.
Contan que s´atopóu unha pel de boi (tamén cousa repetida, e relacioda co becerro d´ouro d´outros lados), chea de cartos, que nadia poido apreixar, e tamén unha ucha acugulada d´ouro, mais coberta c´unha pedra moi grande que non poideron Mover.
Un día tamén, chegou un crego perguntando pol-a ditosa pena, que ll´amostróu e ata o acompañou alí un veciño da Amaruxosa. Enchegando á veira d´ela, dixo o crego ó home:
—Mire: vostede ha de facer canto eu faga, mais sen falar nen unha soila verba.
Logo de dicir isto, púxose o crego a ler e a desler n-un libro, e conforme ía lendo, o penedo abríase pouco e pouco ata que s’abréu de todo e deixóu ó descoberto un lindo altar con moi relumantes santos d´ouro. Entón o cura pousou o libro aberto, c´unhas pedriñas nas puntas pra que se non pechase, pois s´isto acontecía, tamén se pechaba a pena, e entrou deica ó altar e colleu un santo. Mais o peisano tivo medo e non quixo seguir ó crego, o qual, ó sair, con moito enoxo contra d´il, tocou sen darse conta ó libro, e o libro cerrouse, e ó cerrarse o libro, tamén se pechou a pena. Mais anínda se nota hoxe a regandixa por onde abreu.
Outra vez veu tamén un crego á desencantar o tesouro da pena, e convidóu á dous compadres pra que foran co-il, e os dous ofercéronse ó istante. Mais cando foi a hora do desencanto, soilo apareceu un. Puxéronse o crego e máis o compadre á traballar á beira da pena, mais por moito que fixeron e leu e desleu o crego, nada poideron atopar dos tesouros que buscaban. Entón, por non voltaren bulrados onda ó outro compadre, encheron un saco de cornos de carneiro e leváronllo á casa. Il estaba inda na cama, e cando chegaron lles non fixo moito caso. Mais de que se levantóu, foise ó saco ver o qu’había, e non ben o abríu, víu qu’estaba cheo de cornos, pro non de óso, coma denantes os colleran os outros, senón d’ouro. Entón dixo pra sí:
—Recorcio! Cand’esto me deixan á mín, sabe Dios o qu´iles levan!
E foise á casa do compadre, o qual quedou parvo ao ouvir o miragro que tivera nas maus e que deixara voar.
Con los sones y leyendas del concello de Sobrado y toda esta comarca de la Terra de Melide avanzamos cuesta abajo por la carretera
Prados da Rega, a nuestra izquierda
Tierras de labor junto a la carretera: atención al pasar la siguiente curva
Mojón a la altura del Km 20 de la AC-934
Bajamos por la senda hacia otro bosque
Pronto llegamos a un claro
Y ante nosotros A Lagoa de Sobrado, la gran laguna de Sobrado dos Monxes, hecha por los propios monjes del monasterio como reserva de agua y pesca, canalizando el agua de varios arroyos. Aquí nace el Tambre, un de los ríos más emblemáticos de Galicia, que al desembocar en el Atlántico formará la Ría de Muros y Noya. Volveremos a encontrarlo al salir de Sobrado, y uego, los peregrinos que, más allá de Santiago, continúen hacia Fisterra, los cruzarán nuevamente en el significativo lugar de A Ponte Maceira, entre Ames y Negreira
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