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Acantilados del Infiernu y Playa de Arra |
Entre la desembocadura del
Ríu Mía, Aguamía o Guadamía en El Vau l'Arena (Playa l'Aguada) y la del Sella (en Ribadesella/Ribeseya) se extiende una espectacular costa acantilada, son los famosos acantilados del Infiernu, bajo los que se encuentran pequeñas playas como las de Tomasón y las de Arra, además de las de La Talaya, ya en el casco urbano riosellano y en la punta de este nombre, bajo El Monte Corveru, que vemos en esta foto al fondo
El topónimo tiene que ver con varios factores, todos ellos geográficos-orográficos, comparables con el infierno, al menos en lo relativo a la actitud ante el paisaje, según cada época histórica, pues lo que hoy nos parece una costa maravillosa en sus tiempos era visto como un lugar peligroso por sus abismos solitarios, sólo frecuentados por algunos pescadores
L'Infiernu también alude a la franja litoral inmediatamente anterior al acantilado, ahora muy frecuentada pero antaño mucho más solitaria. Ahora predominan los pastizales pero es posible que siglos ha hubiese espesos encinares que le añadirían al paraje un toque aún más tétrico o lúgubre a aquellas soledades, siempre por supuesto desde el punto de vista de los viajeros de antaño, siempre alerta ante asaltos de bandoleros o cualquier peligro, natural o sobrenatural
La palabra
infiernu, como
infiestu, otro topónimo existente en estos acantilados, está asimismo relacionada con lugar
infestado, con mucha vegetación, casi selvático, de dificultoso acceso, también a causa de roquedos o la espesa vegetación de pinchantes tojos que impera en la zona, lo que añadido al vertiginosa sensación de los altísimos acantilados le añadiría aún más aspecto tétrico en sus tiempos
Pero a la vez esta franja litoral del Infiernu proporciona, como toda la rasa cantábrica, un pasillo natural entre las sierras litorales y el mar, paso franco que fue aprovechado desde la más remota prehistoria que se hizo camino principal entre este y el oeste por el que los romanos trazarían su Vía Agripa desde Irún u Oyarzun (Ossaron) a Betanzos o A Coruña (Brigantia). Sobre ella se hizo el Camín Real (del reino, público) de la Costa, que sería la principal comunicación terrestre por la costa norte peninsular hasta la construcción de las primeras carreteras y el ferrocarril empezando el siglo XX
Aquí en concreto el Camino se hacía dos, uno directo a la villa de Ribadesella/Ribeseya, donde un servicio de barquerías pasaba a los viajeros al entonces casi desértico Arenal de Santa Marina, y otro más al sur, a Lloviu, donde aguas arriba había un vadeo del Sella considerado mucho menos peligroso y expuesto a las corrientes
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Bifurcación en Toriellu: el Camino Norte va a la derecha |
Entre aquellos sufridos viajeros de antaño estaban cómo no, los peregrinos, que es muy posible que terminasen decantándose por la ruta directa a Ribadesella/Ribeseya al fundarse en esta villa un refugio de acogida para ellos, el Hospital de San Sebastián (finales del s. XV)
"ospital para acoger los pobres e pelegrinos que aportan a la dicha villa", según documento regio de 1486, el cual era propiedad del Concejo o consistorio. Por eso, al final del pueblo de
Toriellu, la señalización oficial nos indica ir a la derecha en esta bifurcación,
directos al Infiernu y de allí al paso del Sella en su desembocadura en la villa, hoy por el puente, antiguamente por la barca de la capilla de Santa Ana
Hemos de decir, no obstante, que el Camino sigue el trayecto directo del antiguo y no pasa ni mucho menos por el borde de los célebres acantilados, tan visitados de unos años acá, pero sí muy cerca, por lo que pueden visitarse con un pequeño rodeo al que le dedicamos la oportuna
entrada de blog
Dado que hacemos el Camino de Santiago propiamente dicho, no somos en principio partidarios de abandonar el trazado oficial señalizado, que se supone recoge el itinerario jacobita original o lo más aproximado a él posible, pero hay lugares, como este de los acantilados del Infiernu, que pueden ser un complemento ideal del mismo, del que no se separan mucho y aparte de ver sus mismas referencias culturales, históricas y geográficas a nuestro paso le añaden unas nuevas muy interesante, en un trecho no demasiado largo que optamos por hacer regresar prontamente al Camino oficial una vez conocidos estos cantiles
Dicho esto y dado que a la excursión a los acantilados le dedicamos un artículo aparte, aquí nos ceñiremos al Camino oficial, el que siguen mayoritariamente los peregrinos que no ha de ofrecer, al estar bastante bien señalizado, razones de pérdida. No obstante aquí lo plasmaremos casi
metro a metro
Es la zona de
Sierralluenga, que sería como decir sierra larga, tal vez referido a la línea de montículos, ni siquiera colinas, entre Toriellu y el mar, o a lo mejor derivación de un topónimo original muy abundante en la costa,
senra o
sienra y sus derivados, hazas de terreno que forman parte de una heredad. Menos probable aunque por su vinculación con el Camino es interesante, sería que procediese de
sienda o senda
Lo cierto es que estamos en una senda larga, muy llana y muy agradable de caminar, a unos 5 kilómetros del riosellano puente del Sella, conocido internacionalmente por ser la meta del
Descenso Internacional que en él se celebra, popularmente llamado la
Fiesta les Piragües
Los acantilados no están muy lejos, a menos de un kilómetro más al norte. Según nos acerquemos a los cruces con los caminos que van a ellos iremos mencionándolos
En los campos de esta rasa costera la mayor parte de los campos se han aprovechado para prados de hierba, de diente (pasto) o de guadaña (henar o tenada). También hay algunos cultivos, bosquetes (más bien pequeños grupos de árboles aislados), zarzales, matorrales y
cotoyales (tojos). Por supuesto no faltarán las plantaciones de eucaliptos
Es este un
"Paisaje abrupto pero cómodo" dice la
Gran Enciclopedia Asturiana (tomo 12 voz
Ribadesella)
"en el que proliferan diversas especies forestales: robles, hayas, abedules, alisos, avellanos, espineras"
En la siguiente bifurcación después de la de la salida de Toriellu iremos a la derecha. Vemos también abundantes zarzas, laureles y nogales
Fijémonos siempre en los mojones, como este, que suele haber en todos los cruces y bifurcaciones
Y este de la izquierda es uno de esos pequeños bosquetes que forman una mata de arbolado entre campos y fincas
Pastos y más en la distancia los eucaliptales en La Cueste Moru o El Monte Moru, al otro lado del Sella. Domina la escena La Corona Castiellu (544 m) que se alza sobre el valle sellero en Margolles, ya en el concejo de Parres
El Camino avanza ahora en dirección norte y asciende levemente junto a un vivero
Las fincas están valladas, el Camino empieza a hacer una curva a la derecha, recuperando el rumbo oeste
Se forma un poco de caja caminera, cosa que suele delatar la antigüedad de los caminos. A la derecha uno de los abundantes afloramientos rocosos existentes en toda esta franja costera del oriente asturiano
Según va acabando la curva se termina también la pequeña cuesta. Tras Toriellu no encontraremos núcleos poblados de relevancia hasta las inmediaciones del casco urbano de Ribadesella/Ribeseya
El Camino va paralelo ahora a la vía del tren del ferrocarril de vía estrecha. Más allá es la zona de El Cuadrón, cuyo topónimo delata haber sido un cuadro grande, es decir, trozo acotado de tierra laborable para cultivo o de pradera para el ganado. Existían varios sistemas o medias según el sitio, así como costumbres y tradiciones desaparecidas respecto a ellos
Otro topónimo existente en estos parajes es el de L'Ardilleru, que no tiene que ver con ardillas sino con ardinas, encinas, por lo que se refiere a los encinares característicos de este pasillo costero
El campo vallado a nuestra derecha revela su uso agrícola, el pastor eléctrico a nuestra izquierda (llendador) el ganadero. Caminamos ahora en llano un trecho bastante recto
Aquí tenemos ahora un pequeño eucaliptal. Empezamos a bajar suavemente...
Nos dirigimos al paso a nivel de esta vía que fue de los antiguos Ferrocarriles Económicos de Asturias (empresa ferroviaria integrada en Feve en 1972). Su trazado se inauguró con toda pompa y boato el 20 de julio del año 1905, pues iba además a enlazar en Llanes con el de la empresa del Ferrocarril del Cantábrico, con lo que se culminaría la línea férrea Oviedo-Santander cuyas obra fueron arrancando por tramos años atrás
En un momento en el que el transporte ferroviario de pasajeros y mercancías parecía el futuro de las comunicaciones terrestres, frente a las aún renqueantes primeras carreteras de vías de diligencias, y cuando la industria del automóvil era aún una quimera, la llegada del ferrocarril suponía un acontecimiento mayúsculo, de ahí que el día de la inauguración el tren de las autoridades, prensa e invitados fuese recibido con escenas de júbilo indescriptibles a su paso por los pueblos, al son de gaitas vítores y fanfarrias, deteniéndose el convoy en alguna de las estaciones para pronunciarse los solemnes discursos de rigor
Tal era el interés estratégico de la línea que poco más de una década después llegó a ser incluso militarizada, pues con motivo de la
Huelga de 1917 la gran mayoría de los ferroviarios secundaron el paro, siendo despedidos masivamente. Un soberbio trabajo sobre la primera historia de este ferrocarril lo tenemos en la revista
Bedoniana del año 2005:
El tren pasa por San AntolínAproximación a cien años de historia ferroviaria por Jaime Sánchez Merodio, donde entre otras muchísimas cosas habla así del final de este periodo revolucionario:
"Asturias fue la región en la que más se prolongaron los sucesos huelguistas, desde el 13 de agosto al 1 de septiembre; y una vez finalizada ésta, podemos afirmar que hasta el año siguiente prácticamente no se restableció el servicio con plena normalidad entre Oviedo y Santander, si bien con unos horarios provisionales, que adolecieron de una conexión inadecuada en Llanes, con trasbordos y esperas demasiado largas. Por otro lado, los destacamentos de militares se mantienen en lugares estratégicos de la línea para velar por el buen funcionamiento del servicio, tal es el caso del paso de San Antolín, donde permanecieron acuartelados en las proximidades del Monasterio durante bastante tiempo:
«La antigua fragua de San Antolín está convertida en cuartel y en ella se alojan nueve soldados del Regimiento del Príncipe al mando de un cabo. Como la censura prohíbe hablar del movimiento de tropas, nos abstenemos de dar mas pormenores. ¡Quién le diría al primo de la rivera que Ramoncito Narváez era una tímida gacela y un cerato simple de menos efecto que la neutra vaselina! Cosas veredes el Cid…»;
así daba cuenta de los acontecimientos una crónica inserta en El Oriente de Asturias titulada «Soldados de San Antolín»
Dentro de los avatares que padecieron las líneas ferroviarias norteñas de vía estrecha, estas se integran en FEVE (Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha) en 1972. En
Archivos de Asturias encontramos un resumen de su historia:
"El 28 de junio de 1887, se constituyó en Oviedo una Sociedad Anónima denominada Compañía de los Ferrocarriles Económicos de Asturias, que obtendría al año siguiente la concesión de una línea de ferrocarril entre Oviedo e Infiesto, con un ancho de vía de 1 metro. Ésta comenzó a ser explotada en 1891 y doce años más tarde fue ampliada hasta alcanzar Arriondas, gracias a un acuerdo con el Cantábrico, poseedor de la concesión entre Infiesto y Cabezón de la Sal. En 1905, y merced al mismo acuerdo, los trenes de Económicos llegaron a Llanes. Este ferrocarril, junto con el Cantábrico y el Bilbao a Santander, fue durante muchos años la principal vía de transporte y comunicación de la cornisa cantábrica, posibilitando el transito directo entre Asturias y el País Vasco. Como característico de este ferrocarril podemos citar el popular "tren de les piragües" que circula acompañando a las piragüas que efectúan el Descenso Internacional del río Sella entre Arriondas y Ribadesella. La temprana modernización de este ferrocarril, especialmente en el capítulo de tracción, no impidió su crisis económica y así, el 4 de abril de 1972, pasó a formar parte de la empresa estatal FEVE, que continúa con su explotación en la actualidad"
Uno de los grandes inconvenientes de esta línea y que dio disgustos desde su misma inauguración (y los sigue dando hasta nuestros días), fue el de los numerosísimos pasos a nivel existentes. Los de los cruces con la carretera general fueron suprimiéndose pero quedaron los de carreteras locales y caminos, no pocos delos cuales carecen de barreras, por lo que es este el caso. Seguimos leyendo a Sánchez Merodio:
"Transcurridos los primeros años de posguerra y una vez que la economía española parece recuperarse, tanto el tráfico por carretera como el ferroviario aumentaron considerablemente. Los pasos a nivel entre la carretera general Oviedo-Santander y la línea de Económicos constituían un auténtico cuello de botella que limitaba notablemente el transporte, a la vez que resultaban sumamente peligrosos para el tráfico y eran una carga económica importante para la Compañía, entre otras razones (no menores) por el coste laboral que supone la plantilla de guardas. Hacía bastante tiempo que Económicos estudiaba sustituir al personal en aquellos pasos a nivel cercanos a estaciones, susceptibles de ser automatizadas sus barreras mediante sistemas funiculares, atendidos desde la propia estación"
Por ello, en este paso a nivel sin barreras, y aunque a simple vista la visibilidad sea buena, extrememos al máximo las precauciones al cruzar, muy especialmente si vamos en grupos. Los trenes ahora, aunque con mucho menos tránsito de frecuencias que los de antaño, son muy silenciosos y pasan a gran velocidad
Más allá de los bosquetes de árboles autóctonos se reconocen por su altura las plantaciones de eucaliptos, al sur de El Cuadrón y los acantilados de Palu Verde
Estos parajes son conocidos como L'Arena o El Pozu L'Arena, lo que delata su proximidad al mar. Las formaciones arenosas son un fenómeno geológico marino que se da también bastante tierra adentro en los campos de esta rasa
Árboles, arbustos y zarzales forman espesos matorrales pero el Camino es ancho y siempre se mantiene expedito pues además de para caminantes y peregrinos es acceso a estas fincas y a los acantilados, una de cuyas entradas camineras hallaremos un poco más adelante
Volvemos a caminar en dirección norte pero pronto la senda va a seguir la dirección oeste en la siguiente curva a la izquierda
Será precisamente en esa curva donde hallemos el primero de los accesos a dichos acantilados, por El Cuadrón
Ahí vemos el mojón del Camino de Santiago: el Camino como tal sigue a la izquierda, si queremos ir a la costa pues a la derecha: sería el camino largo, que nos permitiría ver también los acantilados de Tomasón, al este de los del Infiernu
Dado que, como hemos, dicho la ruta a los
acantilados del Infiernu la tenemos reflejada en la oportuna entrada de blog nosotros seguiremos por el camino oficial propiamente dicho, directos a Ribadesella/Ribeseya, a ya sólo unos cuatro kilómetros de aquí, lo que viene a ser una hora de camino
Matorrales, arbustos y castañares conforman aquí este precioso túnel vegetal
Saliendo del arbolado llegamos a unos prados de pasto, muy llanos y rodeados de bosquetes: El H.ondón, topónimo vinculado a la hondonada en la que se encuentra
Los postes y alambres de los llendadores o pastores eléctricos revelan siempre el uso ganadero de las fincas en este que fue el antiguo territorio de Melorda en la alta Edad Media, precedente del actual concejo, si bien podría referirse únicamente a su mitad oriental, al este del Sella
Esta es una foto del mismo lugar al atardecer, con el sol de frente. Estamos en la parroquia de Collera, cuyo más antiguo precedente está en el viejo monasterio de San Martín de Collera
"in Asturias territorio Melorda, secus flumen Selian", según documento, al parecer auténtico pero interpolado posteriormente entre otros más tardíos del famoso
Liber Testamentorum del ovetense
obispo Pelayo y fechado en el año 1052
Este Territorio de Melorda o Meluerda estaba al cargo del gobierno de un representante regio, del que se sabe en 1241 era de nombre un tal Sebastián González, gracias a la documentación del
monasterio de Celoriu, otro de los cenobios con intereses en estas tierras. Este delegado real ejercería su mando desde un castillo situado en las inmediaciones de la actual villa de Ribadesella/Ribeseya, cuya fundación, en torno a 1270 y auspiciada por la política repobladora y de reorganización administrativa de
Alfonso X El Sabio, supondría el final de la jurisdicción feudal precedente
Este Territorio de Meluerda o Melorda habría formado parte de otra entidad precedente, la de
Premorias o Primorias, existente en la Asturias altomedieval entre los ríos Sella y Deva, que para otros abarcaría también partes de la actual Cantabria, por lo que sucedería a la organización romana y prerromana de las gentilidades
cántabras de los
orgenomescos y
vadinienses. Dentro de los primeros aquí, comarca del bajo Sella, estaría la gente o gens de los
salaenos, ribereños del
Salia o Sella, aunque se discute su relación real con ellos, citados por el geógrafo
Pomponio Mela
El posterior Territorio de Melorda, en sus términos monacales de San Martín de Collera, topónimo de la actual parroquia riosellana a la que pertenecen estos lugares entre las sierras costeras, el Sella y el mar, sería cedido en ese año de 1052 a la Iglesia ovetense por sus posesores y fundadores
"Vermudo González y su mujer Jimena" según el documento citado anteriormente, en el que se menciona era su abad un tal Froilán y estaba junto al río Sella
El Camino llega ahora a una bifurcación, en la que iremos a la derecha
El mojón, con su correspondiente flecha amarilla direccional, señala el ramal correcto que hemos de seguir
Hay a continuación una muy leve subida casi imperceptible y se ahonda y remarca la caja caminera
Estamos en el lugar de El Clavu, por donde siguen extendiéndose estos pastos, hasta las siguientes arboledas, entre las que se ha plantado otro ocalital
A la izquierda hay unas huertas y poco más allá una pequeña
pumarada. En este siguiente trecho el Camino es recto y llano
Más afloramientos rocosos de piedra caliza. Nos acercamos a un doble cruce en el que siempre iremos de frente: a la derecha eso sí, tendríamos la opción de tomar otro de los caminos que se dirigen a los tan citados
acantilados del InfiernuComo hemos dicho e insistimos, una posible ruta a dichos acantilados puede encontrarse en una entrada expresamente a ella dedicada en este mismo blog, por lo que nos ceñiremos pues en este capítulo al itinerario oficial señalizado del Camino Norte, dejando dicho ramal pues atrás a nuestra derecha
Al sur-sureste, a nuestra izquierda y quedando ya a nuestras espaldas, vemos La Peñe les Pandes y Sierra la Cueva Negra, parte llanisca y parte riosellana, de la que tantísimo hemos hablado dadas las importantes referencias geográficas, históricas y mitológicas de sus picos y quebradas. Abajo se reconocen algunas casas de Toriellu cercanas a la carretera general, casi ocultas por los ocalitos
Los peregrinos de antaño recorrían estos caminos ansiando, pero también temiendo, el cada vez más próximo cruce del sella en la antigua Puebla de Santa María Magdalena del Puerto, primera referencia a la que sería la villa de Ribadesella/Ribeseya, fundada sobre un enclave portuario preexistente, si bien desde al menos 1032 se recoge el término
Riba (y
Ripa) de
Selia, si bien parece relacionarse más a un espacio geográfico en ambas márgenes de la desembocadura del río Sella (lo que sería el actual concejo) que a una población determinada
Cuando Vermudo y Jimena hacen donación del monasterio de Collera y sus tierras el documento hace referencia a la extensión de Melorda, desde es estuario a la actual Sierra la Cueva Negra y el río Mía (
Amia), que también llamado Aguamía y Guadamía marca hoy en día la frontera con Llanes (el Camino lo ha cruzado por su puente medieval, entre Pría y Cuerres):
"in Asturias, territorio Melorda secus flumen Seliam"
"ex una parte per aqua de Selie et per Portum et per Sales es per montem Sancte Crucis et per flumine Amia et per Castro Loroso et per Coua Aguera"
El topónimo
Portum hace mención a la que dos siglos y medio después sería la naciente puebla capital concejil, que sustituiría como centro administrativo a la fortaleza del antiguo delegado regio, estando aforada por los correspondientes derechos de amparo a sus habitantes y a sus actividades comerciales y portuarias. En este caso el nombre de otro enclave,
Sales, delata una muy posible industria salinera relacionada con la salazón del pescado. La primera referencia de la población con su actual nombre aparece en 1284 en el registro de una carta en la
chancillería de
Sancho IV
Pero a pesar de las ventajas de estas nuevas y pujantes villas, que recuperarían de alguna manera y paulatinamente la noción de
civitas, casi desaparecida con la caída del Imperio Romano salvo en casos muy concretos (capitales más o menos estables principalmente), en las que para pobres y peregrinos diversas fundaciones caritativas serían creadas en su auxilio, el paso de las rías era un constante malestar dados sus riesgos y carestías de pasaje, por ello y como ya hemos dicho, no pocos viajeros y peregrinos, como el mismo
Carlos de Flandes y su séquito, harían un importante rodeo hacia el sur, hacia Lloviu
No es este nuestro caso, pues siguiendo los monolitos y flechas jacobitas proseguimos directamente hacia el antiguo paso del Sella por la villa, cuyas inconveniencias de cruce fluvial puede decirse cesaron en 1898 con la construcción del puente de hierro sobre la ría, el cual sustituía a otros precedentes hechos de madera, si bien por entonces ya hacía tiempo había terminado la época digamos
dorada de las peregrinaciones históricas
Es muy posible que Carlos V, que venía en dirección contraria pues desde Colunga (de donde partió el 25 de septiembre de 1517) y vía Lloviu se dirigió a la villa del Sella para pernoctar, es fácil que recorriese con su séquito este mismo itinerario para ir luego a Llanes. donde también sería solemnemente recibido. Entre sus acompañantes Laurent Vital dejaría plasmadas las crónicas de aquel un tanto improvisado viaje (habían esperado desembarcar en Laredo), quien ya diría del puerto riosellano (prácticamente la misma ría y su ribera de la población) que era
"muy peligroso, por llegar allí grandes barcos para abordarlo"
Otro conocido viajero de estos caminos sería, más de dos siglos y medio después (año 1790), el insigne prócer e ilustrado
Gaspar Melchor de Jovellanos, dentro de sus trabajos relativos a conocer fuentes de riqueza locales, especialmente posibles hallazgos mineros, preferiblemente carboníferos. Pero Don Gaspar, que también vendría en dirección inversa a nosotros y en dirección a Llanes, tal vez pasase por aquí un tanto insatisfecho y aún necesitado pues no encontró buen acomodo en la población riosellana a la que encontró como
"lugar desprovisto";
sólo hallamos huevos; ni carne; ni leche; ni pescado; ni confitería, ni aún barbero"
De aquellos viajeros históricos, aquellos que nos han dejado noticias escritas de su paso por aquí antes de la construcción de las carreteras y del ferrocarril, cuando este, el Camín Real de la Costa, era el principal del litoral cantábrico, es imprescindible comentar del famoso
George Borrow, bohemio políglota vendedor de biblias y personaje de gran cultura que tantas veces nos hemos encontrado y encontraremos en este nuestro peregrinar. También él iba en dirección a Llanes, acompañado por un
criado y ocasionalmente otras personas, en octubre de 1837, cuando se sabe duermen en Ribadesella/Ribeseya, pero a esta población ni la menciona en la obra de sus viajes
The Bible in Spain, pero sí describe así sus impresiones del trayecto a Llanes:
«corría entre la costa y una inmensa cadena de montañas que alzaba su barrera formidable a una legua del mar. El terreno por donde íbamos era regularmente llano y parecía bien cultivado. Abundaban los viñedos y los árboles, y a cortos intervalos se alzaban los cortijos de los propietarios, edificios de piedra, de planta cuadrada, rodeados de un muro exterior»
En relación a los peregrinos-cronistas, de los conocidos no sabemos de referencias concretas a Ribadesella/Ribeseya. Por alguno de los pasos del Sella cruzaría el famoso obispo armenio
Martiros de Arzendjan, sin duda el primer
gran guía-cronista del actualmente denominado Camino Norte, pues por su relato de la peregrinación que efectuó en su gran viaje a occidente entre 1486 y 1496, si bien muy asistemático y con muy importantes misterios y
lagunas, se conoce hizo esta ruta costera y de Bilbao llegó a Oviedo/Uviéu, pero de su texto, escrito originalmente en armenio, poco parce transmitir de las poblaciones y trayectos intermedios
Para sabe algo pues de aquellos antiguos romeros jacobitas a su paso por aquí hemos de recurrir no a sus escritos, sino a los propios del Hospital de San Sebastián, del que se sabe documentalmente por primera vez en 1486, el cual estaba situado en el lugar de la actual iglesia parroquial riosellana y al que se denominaba literalmente "ospital para acoger los pobres e pelegrinos que aportan a la dicha villa"
Más tarde, en la Edad Moderna, el hospital tomó la advocación de San Roque, santo peregrino occitano cuya veneración fue divulgada por los peregrinos francos (centroeuropeos en general pero principalmente franceses). No se llevaban registros como se estipula actualmente en los albergues, pero sí cuando alguno moría en el hospital su nombre y noticias se plasmaban en los Libros Parroquiales, al menos en los conservados del siglo XVIII, cuando esta fundación languidecía
En dichos libros y en el apartado de difuntos aparecen peregrinos franceses y alemanes, una peregrina francesa y otra italiana, cántabros, vascos y navarros. Su funeral y entierro de limosna estaba a cargo de la Cofradía del Jesús Nazareno, según rezaban sus propios estatutos, con misa cantada y vigilia. Como nota importante ha de decirse que en el hospital se celebraban las juntas vecinales o conceyos abiertos, por lo que sería además precedente de los edificios consistoriales o ayuntamiento
De aquel antiguo hospital hablaremos abundantemente al llegar a la villa, pues el Camino pasa por la iglesia y su plaza, su antiguo solar. Nosotros estamos ahora en El H.igar, topónimo que revela hubo en tiempos un paraje de higueras, cuyo fruto alimentaría en su época y tiempo a los sufridos peregrinos y caminantes que por aquí pasaban
A nuestra derecha, más allá de las arboledas del fondo, donde acaban los prados, está la franja litoral existente sobre los acantilados, sitos a apenas un kilómetro de aquí pero que no podemos ver. Sin embargo, también más adelante, iremos encontrado más caminos que nos permitirían acercarnos a ellos si este fuera nuestro deseo
La especialización ganadera en lo que fueron siglo ha campos de cultivo ganados al bosque marítimo arrancó en el siglo XIX con la industrialización y se consagró en el XX, se manera absoluta tras la posguerra civil, cuando el agro asturiano, como tantos otros del norte, se especializaron en el suministro de carne y leche a los grandes y crecientes núcleos urbanos y áreas industriales y metropolitanas, abandonándose la producción cerealística tradicional salvo la de plantas a la vez forrajeras como el maíz
Casi a la vez y coincidiendo con el gran éxodo rural del campo a la ciudad, muchos antiguos campos fueron plantados de eucaliptos, árbol foráneo que empezó siendo ornamental para las quintas pudientes, pero que dado su pronto crecimiento pronto se empleó en la construcción, en la minería (entiba de las galerías subterráneas) y en otros menesteres parecidos, hasta para hacer llagares de viga. Más tarde su plantación se masificó para la importante demanda de las industrias papeleras de celulosa hasta hacerse la especie predominante de amplias zonas costeras y de buena parte del interior, transformando drásticamente el paisaje
Por su parte, en los prados pastan las vacas roxas, el ganado de carne. Además de las alambradas se conservan como cierre de estas fincas las viejas murias de piedra. Algunos encinares sobreviven de lo que debió ser un gran bosque, así como otros árboles y arbustos autóctonos, bien solitarios bien formando pequeñas matas de arbolado, tal que aquí, en El Charrudín, al sur de los acantilados de Tomasón
No vemos el mar, efectivamente, pero sí podemos oírlo en días de galerna o temporal. He aquí otro de los caminos que se dirigen a la primera línea de la acantilada costa
Nosotros seguimos de frente en dirección oeste por el camino principal, acondicionado como pista de zahorra, suficientemente ancha para el paso ocasional de vehículos agrícolas y, por supuesto, de peregrinos
Es muy destacable la belleza y tranquilidad de este trayecto, apartado relativamente de lugares poblados, tráfico y aglomeraciones, pero a la vez muy próximo al mar. Dada además lo llano de su recorrido, es un tránsito especialmente apacible y para disfrutar serenamente de nuestro caminar
No obstante, y dados los alicientes de la cercana villa del Sella, con sus alojamientos y sidrerías, muchos son los peregrinos que pasan bien apuradamente por aquí, con ganas de llegar a disfrutarlos. Población eminentemente turística y que se suele
llenar en verano, son los hoteles, pensiones y apartamentos el alojamiento predominante y preferente en Ribadesella/Ribeseya. Aunque por o común no pensados expresamente para peregrinos casi todos los reciben gustosamente y no pocos con especial dedicación y precios adecuados. Como albergue, aunque tampoco expresamente de peregrinos, está el
Roberto Frasinelli, al otro lado de la ría y al lado del espléndido Arenal de Santa Marina, la gran playa riosellana. Más allá y saliendo del casco urbano está el que sería tradicionalmente el gran albergue público por antonomasia, el de las antiguas escuelas de
San Esteban de Leces
También aquí lo prados acaban en otro encinar. El Camino realiza otra de sus ligeras cuestas para ganar un pequeño collado...
Tampoco la mayor parte de las guías jacobeas suelen dedicar demasiadas palabras a este bello periplo entre Toriellu y Ribadesella/Ribeseya, y menos aún a la proximidad a sus impresionantes acantilados, a diferencia de las excelentes descripciones de otras áreas similares de paisaje rural-natural a las que nada tiene que envidiar El Infiernu y sus aledaños de esta preciosa campiña riosellana
Según avanzamos se abren ante nosotros nuevos prados al cruzar el pequeño encinar, con largas
murias de piedra separándolos y solitarios robles y castaños creciendo sobre la hierba
Bifurcación y a la derecha, por la pista más trillada. Si en algún cruce no viésemos la señalización preceptiva tampoco ha de haber mayor pérdida. A la izquierda otra pumarada y más ocalitos...
Y este es el gran paisaje de Sobores, en el camino del Infiernu, hoy en día muy hermoso de caminar, pero que en tiempos, tal vez con tupidos bosques y matorrales umbríos, transmitiese otras sensaciones a los peregrinos, viajeros, arrieros y vecinos de antaño. No olvidemos que, en tiempos pasados, la belleza del paisaje se medía por lo general más por su grado de dificultad (incluyendo los parajes temerosos) que por consideraciones estéticas, las cuales solían pasar a un muy segundo plano
Estos prados seguramente se ganaron en algún momento a los bosques de encinas y otras especies que poblaban esta banda costera, creándose un terreno más abierto. Los que vemos actualmente son, reiteramos, resto y señal de lo que debió ser un tupido manto de encinares, robledales y castañares hace ya unos siglos
De esta manera y relacionado con ello, en el libro dedicado a Ribadesella, Colunga y Caravia de la colección Asturias concejo a concejo del Real Instituto de Estudios Asturianos, leemos así de este panorama que se nos ofrece ante nuestros ojos:
"El espacio de la rasa es el más antropizado de todos, sobre todo en la zona oriental, donde se desarrolla un espacio eminentemente productivo compuesto por tierras de cultivo, praderías y frutales, quedando la masa arbórea reducida, a veces de manera testimonial, a los afloramientos rocosos calcáreos de los llamados cuetos, donde encontramos sobre todo la encina"
Desde que tenemos documentos escritos sabemos que en la Edad Media también tenía intereses y dominios en esta tierra de Melorda el antaño poderoso monasterio ovetense de Santa María de la Vega (transformado tras la Desamortización en la Fábrica de Armas), junto con el ya citado de San Martín Turonense de Bermudo y Jimena, que llegaría a tener categoría de abadía en el siglo XII
En el mismo libro antes reseñado se comenta que San Martín de Collera, como era característico de los monasterios medievales, no era únicamente un centro de retiro y oración sino una gran empresa agropecuaria y de administración y gobierno del territorio:
"El cenobio, además de ejercer funciones propiamente religiosas, era el centro de una gran explotación agrícola -con prados, pastos, canales de riego, salinas, montes, aprovechamientos cinegéticos, etc., cuyas propiedades se extendían desde el río Sella hasta L'Aguamía y del monte al mar, lo que equivaldría a la totalidad del alfoz de Melorda"
No en vano la primer mención documental de una parroquia riosellana se registra en el año 1147 y es la de San Martín de Collera
Con la fundación de la Puebla de Santa María del Puerto el protagonismo de los monasterios decaería, al igual que sucedería con el potestas o representante regio, que desaparecería en favor del nuevo centro administrativo que sería la naciente población aforada, la cual ejercería su jurisdicción sobre un territorio que abarcaría este antiguo alfoz de Melorda junto con el de Leduas o Letuas, ese al oeste del Sella
Más al oeste aún reconocemos otra importante referencia visual, el Sueve, sierra costera que destaca en la distancia con sus crestones y picachos calizos casi blancos, culminados en los 1.161 metros de altura de su cumbre más alta, el Picu Pienzu. Este monte simboliza, como el Sella, el tránsito entre el oriente y el centro de Asturias
Encinas, robles, castaños y prados llanos con más surgimientos de peña caliza, fundamento de la desaparecida industria de los antes tan abundantes
caleros o
calieros, donde se cocía la piedra para hacer de ella cal. Esta es pues la característica paisajística dominante en nuestro entorno más inmediato
Este más que milenario camín real costero vería sin duda un importantísimo trasiego de gentes y mercancías entrando y saliendo del puerto de Ribadesella/Ribeseya. Rutas terrestres que enlazaban en él con otras marítimas. Volvemos a leer en Asturias concejo a concejo:
"El despliegue económico que se generó desde la fundación de la villa produjo un temprano desarrollo de su actividad comercial y marítima, interviniendo incluso en los circuitos mercantiles internacionales, circunstancia que se refleja tanto en el nombramiento en 1295 de Adam Giráldez como recaudador de los impuestos que gravaban el tráfico portuario, como en la noticia aportada en los Gascon Rolls (rollos del gobierno inglés en Aquitania-Gascuña)
en la que algunos mercaderes ingleses protestaban en 1315 por el trato recibido en el puerto de Ribadesella.
El concejo no estaba desconectado de las principales rutas comerciales terrestres. Estaba atravesado por la vía que recorría el litoral cantábrico, conocida como camino costero de Santiago"
Esta vía, con sus ramales y alternativas, tendría su origen en caminos prehistóricos que aprovecharían pasos naturales, mejorados durante la romanización y hechos caminos reales, esto es, del reino o públicos, en el medievo. Constituirían las principales rutas de comunicación durante milenios, hasta la construcción de las actuales carretera y llegada del ferrocarril
En unos casos el viejo
camín real desapareció pues su trazado fue aprovechado por las nuevas vías de comunicación o pasó a integrarse en terrenos de particulares, pero en otros pervivió más o menos conservado, como vía pecuaria, como es este el caso, lo que permitió su recuperación y señalización a partir principalmente del año 1994, y con ello que cobrase nueva vida con el paso continuo de los nuevos peregrinos...
Peregrinos, que a diferencia de los de antaño, cuando llegan a Santiago, o allí donde culminen su peregrinación, emprenden su regreso a casa en autobús, avión o ferrocarril, pero antiguamente había de regresar andando, el famoso
camino de vuelta, tan fatigoso como el de ida o más, y peligroso, pues los caminos guardaban infinidad de peligros, según cada época y momento, pícaros y bandidos, barqueros abusones, pestes y guerras. Tanto era así que muchas veces buscaban regresar por otro sitio
El ahora denominado Camino Norte (denominación que parece haber relegado a la anterior, Camino de la Costa, a nuestro entender quizás más acertada), fue empleado tanto como ruta de ida como de regreso. En la baja Edad Media, cuando el trayecto por la meseta se asentó como el periplo jacobita más empleado, muchos peregrinos empleaban para volver este de la costa, pues enterados del refrán "Quien va a Santiago y no al Salvador visita al criado y olvida al Señor", deseaban visitar las reliquias de la catedra ovetense del Salvador o de San Salvador, de las más importantes de la cristiandad
En otros casos sabremos de peregrinos que, haciendo cuentas y tal vez con ciertos posibles, prefirieron los caminos del mar a los de la tierra, pues a pesar de galernas y demás infortunios, fueron tenidos como más rápidos y seguros. Así, y tras recorrer a pie el trayecto desde sus casas hasta el puerto más cercano o con pasajes disponibles, se dirigían a Santiago. también desde los puertos cantábricos o los más lejanos de Aquitania, Bretaña, Flandes, Inglaterra. Islandia e incluso Escandinavia... y luego al revés, para emprender el regreso
Así, tan gran peregrino como
José de la Riera, entusiasta impulsor de las rutas xacobeas desde mucho antes que las autoridades les prestasen atención, escribió un libro, titulado precisamente
Camino de vuelta, que puede ser una obra de cabecera para nuestro peregrinar por estas sendas de la vida, del que dice así su mismo autor:
"Hay un Camino de ida. Y, para algunos, otro de vuelta pero: ¿cómo afrontarlo?, ¿alguna vez os habéis puesto a deshacer lo andado? Cambia el paisaje, las nubes vuelan al revés, la jodida codorniz que cantaba a la vera de la sirga ya no es la misma, tampoco la anciana que te saludaba sentada al atardecer de todos los soles, las retamas, las jaras, las luces, y también las sombras, no son las mismas, tú tampoco eres el mismo, nada, nada es igual: ¿dónde está el camino? o, lo que puede ser más inquietante: ¿hay camino? (camino, así, ya con minúsculas, el otro es único), ¿cómo afrontarlo?, ¿cómo enfrentarlo?, ¿dónde está el camino? Hace años, muchos ya, un chaval se ajustaba la mochila en Roncesvalles, lleno de miedos, tanteando con el bordón en la niebla mientras daba los primeros pasos de la gran aventura, una maravillosa aventura que dura ya treinta años viviendo en primera persona el renacimiento del Camino y en la que le fue permitido caminar a hombros de gigantes. Ahora hay que marchar solo y también hay niebla, una brétema húmeda y profunda, pero ya no hay campanas gozosas en O Cebreiro indicando el buen Camino, solo niebla, niebla y silencio, las voces de los amigos, de los compañeros del alma, se van perdiendo en la niebla. Pero el viejo bordón sigue en la mano y aquel chaval que un día salió de Roncesvalles sabe, porque en el Camino se ha hecho “viejo”, que si cuelgas tu alma de él no te equivocas… ¡el pobre bordón de peregrino!… sólo hay que dejar que él te guíe de vuelta por las antiguas huellas del Camino de ida, una a una, un paso, y otro paso, y otro más, todos los pasos.
En Camino de vuelta (sí, tal vez ya con mayúsculas) casi todo está permitido: los recuerdos, las algaradas, las risas, las lágrimas, el totus revolutum tal cómo fue parido… y sobre todo tal cómo fue vivido. Ni vale orden ni apetece concierto, así fue la música, así fue la gaita, así lo larga el gaiteiro, no voy a sacar de mí más, pero tampoco menos.
Seguir las antiguas huellas, volver atrás para ir hacia adelante. Tal vez ahí estén las claves, las del conocimiento y reconocimiento, las de las enseñanzas y el aprendizaje. Las viejas y queridas huellas, no puedo perder ninguna, es lo que tengo, sólo eso, pero son mis huellas. Ahí vamos.
“Dieu qu’elles sont loin, ma mie, ma belle,
Les mille étoiles de Compostelle”
En el prólogo del libro, otro gran peregrino, historiador y guía,
Antón Pombo, escribe también estas bellas palabras a propósito del regreso:
"En el Camino de Santiago, antaño la vuelta era parte del viaje, ya que no había otro modo de regresar a casa más que desandando lo andado, lo que en cierto modo desmiente las palabras de Antonio Machado. Pero estar de vuelta no siempre quiere decir que uno se haya tornado escéptico y descreído. En muchos casos, si no se opta por variantes curiosas para conocer más mundo, se tratará del mismo itinerario que nos condujo con ilusión a la meta, pero de otra experiencia, la del envés, sin duda más sabia, sosegada, con máis pouso na cunca, que diríamos en Galicia, y en consecuencia con menor riesgo de tropezar en las mismas piedras; estaríamos hablando, en suma, de una segunda oportunidad"
Entre los cuetos de la rasa costera se forma aquí un precioso valle, El Infiernu o L'Infiernu, al sur de los acantilados de este nombre, cuya etimología ya hemos explicado al principio de esta entrada de blog. Más allá están los parajes de Argunadieyu y cuetos de Fontondín
Una alta antena de telefonía señala la cota más alta del Monte Corberu (más adecuadamente sería Corveru, lugar de cuervos), con sus 104 metros de altura en lo que es la península que cierra por el este la ría y puerto de Ribadesella/Ribeseya, justo al norte de la población y sobre ella, constituyendo por tanto otra importante referencia geográfica
Hay un poco de bajada entre las fincas. Hasta donde llega la vista siguen extendiéndose las praderías de pasto y siega con algunos árboles aislados y a lo lejos algunos bosquetes, un paisaje que llega a las puertas de la misma población, como pronto vamos a comprobar
Este paisaje humanizado sobre los antiguos bosques no siempre fue así. Para empezar hemos de decir que, hasta pasada la posguerra, finales de la década de 1950, el campesinado no optó a la compra de la tierra que trabajaba, cuando los antiguos terratenientes pusieron en venta sus fincas en parcelas, fenómeno que aparece reflejado en el Censo Agrario de 1962, apareciendo explotaciones de pequeño tamaño, la mitad de ellas de menos de tres hectáreas, por lo que se aplicarían seguidamente diversas concentraciones parcelarias
Por entonces ya estaba en marcha el proceso por el que la ganadería predominaría sobre la agricultura. Hacia 1985 el 90% de las fincas rurales estaban dedicadas a la producción lechera, prados
de diente (pasto) y
guadaña (siega), siendo propia una superficie del 80% y estando arrendado a otros propietarios un 15%. Las fincas siguen siendo pequeñas, el 70% de menos de cinco hectáreas, cuando la media asturiana es de unas 12. Solamente un 3% supera las 20 ha. Ya por entonces era más que evidente el abandono del campo y con el éxodo rural, sobre todo de los más jóvenes: el 60% de los campesinos tenía más de 55 años, casi todos con dedicación exclusiva a la casería.
Anteriormente, la explotación de las tierras se realizaba con el régimen del colonato, esto es, colonos y familias que labraban tierras propiedad de particulares. De nuevo abrimos el libro Asturias concejo a concejo para hallar esta explicación:
"Durante los siglos XVII y XVIII el único modelo de explotación agrícola que existía en el concejo era el tradicional, basado en la casería como complejo económico que proporcionaba al campesino los bienes básicos para subsistir. Se trataba por lo general de unidades más bien pequeñas de menos de dos hectáreas. En el terrazgo cerealista, que ocupaba las tierras más fértiles en torno a los núcleos de población, se cultivaba fundamentalmente mijo y centeno, hasta que a mediados del siglo XVII el maíz hace acto de presencia"
Los cereales eran fundamentales para hacer el pan, la base de la alimentación, el cual se elaboraba en casa tras molerse el grano en los numerosos molinos hidráulicos existentes hasta avanzado el siglo XX. Hasta bien entrado el siglo XVIII el maíz no se impondría a los demás cereales, siendo a la vez que empiezan a plantarse patatas, también importadas de América. Junto con ello se plantaba lino para hacer ropa, cáñamo para cordelería, fabes, naranjas y limones (cítricos exportados por el puerto riosellano y otros), así como avellanas. Era muy importante también la producción forestal
En el siglo XIX se incrementan notablemente las producciones agrícolas con el cultivo de nuevas plantas, destacando de nuevo las patatas, siendo esta parroquia de Collera una de las más importantes en ese sentido, donde se plantaba aún algo de trigo y escanda, si bien disminuyendo hasta llegar a desaparecer. Este cambio ocasionó un cambio en la organización del terrazgo en espacios de reglamentación particular, las erías, aprovechadas de manera mixta, individual y comunal. En el paso de los siglos XIX a XX aumenta la producción de manzanas al establecerse en la villa la fábrica de sidra de los hermanos Blanco
Volvemos a ver el Sueve en lontananza. Hemos hablado del Picu Pienzu, con sus 1.161 metros de altitud, pero en la lejanía se distinguen bien otras picas, como las del Picu Babú a su derecha (929 m), también llamado Los Cuervos y Los Foyos. A su izquierda y más bajo es el de Peña Corvera (963 m). Este cordal separa la franja litoral del valle del río Piloña, al sur, afluente del Sella y que constituye otro paso natural entre el oriente y el centro de Asturias
Tras la bajada comienza una breve cuesta. Hasta finales del siglo XVIII más de la mitad de estos terrenos eran de aprovechamiento colectivo. Un siglo después, aunque la propiedad no variaba, la estructura de aquellos grandes propietarios sí, pues más de un tercio de ellos habían emigrado y residían en Cuba. Algunos de estos indianos, al tanto de las novedades agroganaderas americanas, divulgan lo que serían los primeros indicios de la especialización ganadera que impera en nuestros días, siendo estos prados prueba de ello. En esta labor de promoción de las vaquerías participaron intensamente también los sindicatos agrícolas
Dada la necesidad de nuevas tierras en el siglo XIX se roturaron algunos montes del concejo. Más arriba las brañas o majadas eran el destino veraniego de buena parte del ganado local a sus pastos comunales de altura, donde algunos pastores permanecían los meses estivales. A nuestra izquierda vemos, más allá de la vía del ferrocarril, los eucaliptos de La Mata, L'Ancina y La Soleyera, al sur de las aldeas de Meluerda (que conserva el nombre del antiguo alfoz) y Collera (cabeza de la parroquia y antiguo solar del monasterio de San Martín
Más allá está El Monte Oba con
El Picu'l Cabezu (373 m), de donde se sacaba madera antiguamente para uso vecinal. Más al sur El Mofrechu o Picu Mofrechu es, con sus 900 metros de altura, el más alto del concejo, en la sierra del Puertu Cuana, límite con el concejo de Cangues/Cangas de Onís, divisoria de las aguas bajas del Sella y de otro de sus afluentes el Güeña. Un famoso grupo de montaña riosellano lleva su nombre. A su derecha están El Cantu Arriundu o Arriondu (789 m) y El Monte la Cerezal
A la izquierda y más cerca el peñón de El Cabezu, sobre La Molinera y monte La Felguerosa (368 m), situado en el otro gran paso del Sella en este sector, el de Lloviu. Actualmente cruzado por la Autovía del Cantábrico (A-8), antaño por el servicio de barquerías que emplearía Carlos de Flandes
Al otro lado de la montaña de halla la famosa cueva de
El Tinganón, paraíso de la espeleología. En lontananza nos parece reconocer (izquierda de la foto), El Picu Joyadongu o Cantu H.oyadongu (con hache aspirada), de 869 metros de altura, sito al este del Mofrechu y frontera con Llanes
El Cabezu es la estribación más occidental de La Peñe les Pandes o Sierra la Cueva Negra. A su izquierda es el canto oeste del Picu Jorobitaya (719 m), también conocido popularmente de un tiempo acá como La Peña del Taxista o Picu Manolete por el taxista riosellano Manuel Fonticiella, entusiasta de las excursiones a estas montañas, donde amontonó en su cumbre piedras a lo largo del tiempo hasta formar un gran
jitu o hito, ya que ascendía casi a diario a esta cumbre tras jubilarse. Falleció con 84 años pero su recuerdo permanece. El 21 de enero de 2021 el corresponsal Juan García escribía para
El Comercio la noticia de un homenaje en su memoria, titulado
Honores en el Picu Manolete:
"El Grupo de Montaña Mofrechu organiza para mañana domingo una salida a los montes del concejo, una ruta homenaje a un aficionado recientemente fallecido que debido a su insistencia y obstinación puso nombre a uno de los picos de la Sierra de la Cueva Negra. El nombre oficial del picu es Jorovitaya, aunque algunos vecinos de Camangu aseguran que se llama Cueri. Está situado en la mencionada cordillera a unos 720 metros de altitud. Es perfectamente visible desde muy variados puntos del concejo y destaca sobre el resto de cumbres por el montículo de piedras colocado en lo alto de su cima. Un monolito, un torreón calcáreo que fue construyendo poco a poco un popular taxista de Ribadesella fallecido el 5 de diciembre pasado, Manuel Fonticiella, 'Manolete'. Por ese motivo, El Jorovitaya es popularmente conocido en el concejo como el Picu Manolete. El montículo en cuestión tiene más de tres metros de altura y está rematado con un mástil y una bandera de Asturias. Debido a su gran afición por la montaña, el grupo Mofrechu entiende que «está en deuda» con Manolete y por ese motivo quiere que la primera ruta de este año sea en su nombre a la cumbre que le hizo famoso en el concejo.
La ruta propuesta por el colectivo es fácil y muy hermosa. Los expedicionarios tienen programada la salida a las nueve de la mañana del domingo en la plaza de abastos. Esta vez todo el recorrido será a pie, dirección al puente y el Polideportivo. Atravesarán la vega de La Mediana y una vez en L'Alisal se dirigirán a Boquera y cruzarán La Cuevona para llegar al pueblo de Cueves del Agua. Aquí cruzarán el río Sella por la pasarela recientemente inaugurada y tomarán rumbo a Santianes del Agua. Desde este núcleo de población se iniciará la ascensión a Peme, una de las pocas majadas que aún se conservan en el concejo. Pasarán por el caserío de Peme e iniciarán el tramo final, la subida al Pico Jorovitaya (Picu Manolete). El regreso hasta Peme se realizará por el mismo lugar de subida, aunque desde aquí se desviarán para pasar por encima del cueva del Tinganon, alcanzar La Cuadrota de Llovio y finalizar la ruta de nuevo en Ribadesella"
Con estas espléndidas vistas llegamos al final de una de estas suaves cuestas que suben a los pequeños cuetos de la costa del Infiernu, siempre entre prados cerrados por pastores eléctricos y alguna alambrada
Aquí hay otra bifurcación, en la que iremos a la izquierda
Y atención, acto seguido nos encontramos con otra más, en la que iremos a la derecha
Aquí es más fácil confundirse, pero el hito del mojón o monolito caminero xacobeo cumple perfectamente su función
En realidad y siguiendo la normativa del Consejo Jacobeo la concha habría de ir acompañada de su preceptiva flecha amarilla. En contra de lo que suele pensarse popularmente la posición de la concha no es necesariamente direccional, mientras que la flecha sí. Tengamos esto presente pues a veces la concha puede cambiar de postura y llevar a equívocos. Así en las
Directrices para la señalización del Camino de Santiago no enteramos de esta importante disposición:
"El emblema de la concha se creó con la intención de identificar un símbolo con el Camino de Santiago. En su origen, tiene un significado orientativo, de posición, no necesariamente direccional. Representa la convergencia de rutas que desde distintos lugares conducen a un punto, siempre en el oeste. No se creó, por tanto, como indicador de dirección, sino como símbolo del Camino, si bien podría ser usada con ambos fines (posición y dirección) en casos puntuales, como en el entorno de bienes declarados por su interés cultural o en conjuntos históricos, donde se podrá sustituir el cartel indicador por una concha en suelo, a fin de minimizar el impacto de la cartelería.
El Consejo Jacobeo recomienda que el emblema de la concha se utilice como símbolo identificativo del Camino de Santiago y aconseja que su representación, proporciones y colores, así como su utilización, se ajusten a las indicaciones contenidas en el Manual de Uso publicado por el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo en 1989.
Es aconsejable que este símbolo aparezca junto con la flecha amarilla, que indica la dirección, en aquellos soportes que así lo permitan"
Es bellísima y encantadora esta estampa del Camino, serpenteando por la campiña del Infiernu, antesala de Ribadesella/Ribeseya. Pronto la paz del sendero dará paso a las calles, plazas y aceras de la localidad, bulliciosa, a veces incluso masificada, en verano, mucho más tranquila cuando pasa el periodo estival
Al sur-suroeste volvemos a reconocer la inconfundible silueta de La Corona Castiellu, en La Sierra Torañu y al otro lado del Sella. Justo enfrente y a su derecha es La Cruz (333 m) en Piedramala, estribaciones orientales del Monte Moru
Entre los dos montes pasa, a desembocar en el Sella, La Riega Xinestral o Ginestral de Castiellu, río que nace más al oeste, en La Forcada, y hace de frontera de concejos, perteneciendo La Corona Castiellu a Parres y La Cruz a Ribadesella/Ribeseya
Los topónimos tipo castru o castiellu no siempre y necesariamente han de hacer referencia a recintos fortificados prerromanos, romanos o medievales, aunque en la mayor parte de los casos sea así, sino por la semejanza de peñas, montes e islotes con ellos, farallones verticales que por su inaccesibilidad recordaban a un castillo
Este sería el caso de La Corona Castiellu, con sus peñas verticales formando un gran moño en su cima, accesible para excursiones montañeras y donde hay un buzón de cumbres, y es que todas estas alturas ofrecen unas maravillosas vistas del valle bajo del Sella hacia su desembocadura, abarcando sua panorámicas buena parte de la costa y también del interior
Por su lado, La Cruz hace referencia bien a encrucijadas o bien a cruces que se tendían a colocar en alturas prominentes cristianizando posibles lugares de tradición pagana. En ese sentido Moru haría más referencia a eso, los antiguos, paganos, precristianos, que a musulmán, si bien en este caso parece delatar otro origen, la palabra mor, raíz lingüística preindoeuropea vinculada a piedra y roca, como Piedramala. En Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos, el especialista Xosé Lluis García Arias lo explica así:
"En realidad parece que aluden a terrenos que fue ron comunales pero que se caracterizan por ser pedregosos. En este sentido se ha propuesto relacionarlos con una raíz preindoeuropea MOR- ‘piedra, roca’ que parece expandirse por zonas de Italia, Francia y España y que, entre nosotros, acaso explique el apelativo morra ‘cabeza’, morru ‘morro’ y, metafóricamente, ‘elevación del terreno’, así como el diminutivo morriyu ‘pedrusco’, todos ellos presentes en nuestra toponimia menor. La explicación etimológica dada, dentro de ese difícil mundo preindoeuropeo, parece más adecuada que la que quiere partir del lat. MORARI
Mantenemos, sin embargo, alguna reserva acerca del origen prerromano del término pues hay que sospechar que moriya —> La Moría tratándose de terrenos comunales, esto es, sometidos a lo que el uso consuetudinario exige, podrían ser continuadores de un posible término formado sobre el lat. M¯OREM ‘costumbre’, ‘modo de comportarse’, acaso MORILIAM o MORICULAM. No sería de extrañar, por otra parte, que con expresiones similares se hayan cruzado los posibles derivados del también latino MORAM ‘tiempo que transcurre hasta que suceda una cosa’, ‘retraso de tiempo’, todo ello muy en consonancia con la referencia a la regulación de terrenos comunales en cuanto a épocas de apertura y cierra para su disfrute.
Como topónimos que podrían justificarse desde MOR- ‘piedra’ se citaron unos cuantos lugares habitados como La Mora, Mora, La Moral, Morea, Moriyón, Valle Moru, etc. y otros menores del tipo Mora, Moradiellos, Moratín, More, Moreda, Moredina, Morena, Morlongo, Moro, Moru, Moros... y otros muchos"
Avanzamos así por estas preciosas erías al norte de Meluerda y Collera, pueblos de los que existe este viejo cantar:
En Collera está la gloria
en Ribadesella el cielo
y en el pueblín de Meluerda
el galán que yo más quiero
Este cantar y estos parajes constituyen pues la esencia de esta ruta, que
"pasa por el inferno, la gloria y el cielo", una encantadora metáfora cantada basada en la tradición y la toponimia de estos lugares
Algunas fincas parecen volver a los cultivos, en este caso de frutales, parecen en concreto manzanos de sidra que se extienden hacia los acantilados del Infiernu y de Tomasón, donde hay una casa solitaria rodeada de un encinar, de donde cuentan que era el famoso Tomasón que dio nombre a algunos de estos parajes
No vemos el acantilado pero sí su borde, al final de los prados, a nuestra derecha, a lo lejos
Si nos fijamos es posible ver gente caminando, cosa bastante frecuente pues son muy visitados. En la página
Asturias Paraíso Natural hablan así de ellos:
"En cualquier punto de esta ruta disfrutaremos de las esculturas que el mar ha ido esculpiendo en la roca a lo largo de los siglos. Entre monte bajo, vacas y cabras, vemos pequeñas embarcaciones de la cercana Ribadesella/Ribeseya faenar en las aguas del Cantábrico, buscando el pescado para que lo degustemos fresco al acabar su tarea.
Pequeñas penínsulas verticales dan cobijo a los nidos de gaviotas y cormoranes a lo largo del camino. Un enorme tómbolo de roca se erige en un pequeño entrante del acantilado. Dos arcos de piedra gigantes aparecen, mientras caminamos, cual puentes hacia ninguna parte, uniendo fragmentos de acantilado. En el cielo, busardo ratonero y cernícalo común son frecuentes, dos cazadores escudriñando el suelo, listos para dejarse caer sobre los pequeños animales que forman parte de su dieta. (...)
El recorrido no sigue una senda propiamente dicha, sino que discurre parte por caminos y parte por prados, pero hay que fijarse siempre en la línea costera, que es la que marca la ruta"
El Camino es muy directo y casi recto, si bien serpentea ligeramente en trechos como este, subiendo a otro pequeño cueto de este litoral del Infiernu
Disponemos ahora de otra muy buena vista de la Sierra de Cuana, también llamada El Monte Santianes y El Colláu la Escapa, al lado del Mofrechu. Otros dicen que son en realidad una sucesión de sierras cuyos nombres se confunden. Se caracterizan por sus escarpadas vertientes y por sus boscosas laderas, muy afectadas por los incendios
En primer término, en El Monte Oba, vemos ahora, a la derecha del Picu'l Cabezu, el de La Corona (266 m) en El Colláu Castiellu. Aquí si parece haber existido un castro, del que leemos de los montañeros
Bernardo Canga y Carmen Piñán en
Naturaleza y Cultura:
"En la orilla derecha del Sella está el Picu La Corona, también conocido por El Castillu, o Collaú Castiellu. En este último (un viejo castro) se pueden observar ancestrales fortificaciones defensivas, como un pequeño foso y un muro de piedras, así como una especie de cueva-foso natural. Estos picos, aunque se alzan majestuosos y altivos sobre el valle del Sella, tan solo rondan los trescientos metros de altitud sobre el nivel del mar"
En este mismo apartado también leemos lo siguiente relativo al paso del Camino de Santiago:
"El Camino de Santiago, por la costa asturiana, como era normal entonces, iba sobre viejas calzadas romanas, o incluso Vías Prehistóricas acondicionadas por estos (con el esfuerzo de los astures) al igual que sucedía en otros lugares; y ahora se hace con alguna antigua carretera, antes caleya, luego autovías y después autopistas, en ciertos tramos. Esas infraestructuras de antaño con el paso de los tiempos sufrieron múltiples modificaciones, o adaptaciones, para facilitar el paso de los viajeros, arrieros, comerciantes, lugareños, ganaderos o ejércitos. Entre Llanes y Ribadesella se conservan aún, en ciertas zonas, vestigios de esas Vías Históricas, plagadas en su entorno de un patrimonio cultural muy importante, a la vez que de una Naturaleza plena de belleza paisajística. En los concejos limítrofes, por ejemplo Parres y Cangas de Onís, pasa parecido, con viejos caminos o sendas"
Enlaza con este otro camino y nosotros seguimos de frente, siempre en dirección oeste y paralelos a la línea de costa, por los campos de la rasa
Un poco más adelante, en Argunadieyu, llegaremos al acceso principal desde la carretera general (AS-379) a los acantilados. Puede ser el camino empleada por quienes hayan decidido tomar atrás alguno de los ramales que se dirigen a ellos desde el Camino, volviendo allí a retomarlo
No pocos peregrinos, por lo general experimentados y ya conocedores del Camino, que deciden emplear la senda costera en vez del camino oficial. No es la ruta histórica propiamente dicha ni la señalizada con los mojones y las flechas y es sensiblemente más larga, pues sigue la orografía del borde marino, muy sinuosa. Pero a cambio ofrece hermosas vistas del mar, los acantilados y algunas pequeñas playas de difícil acceso, constituyendo un paisaje espectacular
Hay que tener en cuenta otros dos factores, en muchos tramos no hay un camino propiamente dicho sino unos pasos más o menos pisados entre roquedos y espineras, lo que normalmente no permite apurar tanto el paso y hay que mirar más donde se pone el pie, avanzando más lentamente. Ni que decir tiene que nunca hay que asomarse demasiado al despeñadero
Por lo tanto, tomar la senda o paso costero puede incrementar también sensiblemente el tiempo, a veces varias horas, en el que recorramos la distancia entre localidades de pernocta que tengamos programadas, otra cuestión a tener en cuenta
Cerca de aquella cabaña hay una explanada donde suelen aparcar los coches las personas que acceden en vehículo al Infiernu desde la carretera. Luego suben una pequeña loma para acercarse al cantil y contemplar el panorama, recorriendo por ahí la orilla del imponente precipicio
Nosotros no somos en principio partidarios de apartarnos demasiado del camino histórico y oficial, pero hay lugares que merecen una visita, como este de los
acantilados del Infiernu, para el que, insistimos, tenemos en este blog la preceptiva entrada a ellos relativa
Otra ligera cuesta nos lleva a Argunadieyu cuando estamos a un par de kilómetros o dos y medio del casco urbano riosellano y unos tres del puente del Sella, el mítico río
Salia de los
salaenos del citado Pomponio Mela y de la
Noega Ucesia del también geógrafo
Claudio Ptolomeo, identificada con el posible precedente urbano de la villa y situada en la parroquia de
Sanmiguel d'Ucio, al otro lado del río
No obstante, la ubicación exacta de
Noega Ucesia, o exactamente en latín
Noiga Ukesia, no se sabe ciertamente, pues hemos de considerar que existieron varias
Noegas en la costa cantábrica. En el caso de esta hay quien la lleva a
Noja, a
Ucieda (ambas en la vecina Cantabria), o incluso
"osadamente" como dice también García Arias en
Toponimia asturiana, a
Nueva de Llanes. Otras
noegas, como la
Noia gallega el
Oppidum Noega gijonés de
La Campa Torres parecen más descartadas
De una etapa aún anterior a la de aquellas míticas
noegas, la neolítica, han sido halladas muy pocas muestras arqueológicas, lo que no deja de extrañar, dada la relativa abundancia de las de etapas prehistóricas aún más antiguas, como la del
asturiense, civilización de cazadores pero sobre todo de recolectores, asentada en estas costas desde hace unos 10.000 años aproximadamente hasta hace unos 3.000, cuando se sumirían, posiblemente con bastante contacto previo, en ese mundo neolítico aportado por nuevas gentes que traerían por ejemplo las primeras nociones de agricultura, cerámica y minería y trabajo de los metales
Del asturiense cantábrico hay hallazgos verificados a poco más de un kilómetro de aquí, en El Cuetu la H.oz, en las inmediaciones del pueblo de Collera. Uno de sus famosos concheros o detritus de conchas que recogían en la orilla del mar, por entonces más alejada de aquí, a unos tres o cuatro kilómetros más al norte, lo que implicaría que los mayores yacimientos de esta etapa cultural serían actualmente submarinos...
Con el Neolítico llegó la ganadería, si bien las razas autóctonas de ganado y animales domésticos en general parecen haber venido desde el interior del continente con las migraciones de la Edad del Hierro. La raza vacuna casina o de los valles llegó a ser casi sustituida por la frisona especializada en la gran producción de leche, introducida en gran cantidad en los años 60 y 70 del siglo XX, si bien las autóctonas han venido recuperándose de un tiempo acá, más dedicadas a carne
Por todo ello vamos comprobando que lo que llamamos paisaje tradicional no es ni mucho menos algo estático. Las grandes erías dedicadas a pastizal fueron antaño huertas y cultivos, en su origen primordialmente cerealísticos, y más antiguamente aún bosques en muchos casos, predominando aquí los encinares de la rasa marina
El paso de Carlos de Flandes en 1517, futuro emperador Carlos I de España que luego sería además V de Alemania, viene a marcar para los historiadores el final de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna en estas poblaciones por las que discurrían él y su séquito. De alguna manera hubo una vuelta al feudalismo cuando diversas familias nobiliarias, unas de origen bajomedieval y otras nuevas (los Cutre, Ruiz de Junco, Prieto, Ardines, etc.), volvieron a inmiscuirse en los asuntos del concejo al tomar el control absoluto de la corporación municipal, con lo que se perdería su autonomía del poder aristocrático, una situación que se prolongaría hasta 1673
Ya en la baja Edad Media hubo un proceso semejante: tras constituirse aquella naciente villa aforada de Santa María del Puerto como centro del nuevo alfoz que comprendía los antiguos de Melorda y Leduas, el representante regio dejó de ser necesario para gobernar el territorio desde el castillo del Picu les Torres, al sur de Lloviu y la vieja nobleza feudal fue transformando en casonas sus frías torres y fortalezas, que ya iban siendo innecesarias. No pocos se asentaron en las nuevas pueblas, donde ahora se dirimían los asuntos del común, todos intentaron ejercer sobre ellas su influencia o directamente su dominio
Las nacientes pueblas o polas dependerían directamente del rey y ellas y su alfoz estarían teóricamente bajo la protección de la corona, lo que ocasionaría ciertos roces con las propiedades y dependencias monacales y aristocráticas. Para ello se crearon entidades de ayuda mutua intraconcejil, como la Hermandad delos concejos de León y Galicia, constituida en las Cortes de Valladolid de 1295, en la que representaron los intereses riosellanos Domingo Martínez y Martín Pérez
Pero las injerencias nobiliarias continuaron, no sólo aquí sino todo el reino, ya con la minoría de edad de
Fernando IV entre 1295 y 1302 la monarquía castellana protectora de las pueblas entró en periodos de crisis y debilidad, por lo que hubo de recurrir a los apoyos locales de los nobles feudales que desde sus dominios administraban y reclutaban tropas en un periodo de endémicas guerras civiles que durarían más de un siglo
Premiando estas cambiantes fidelidades nobiliarias, la reina madre
María de Molina otorgaría a
Rodrigo Álvarez de las Asturias, conde de Noreña, numerosos términos realengos, entre los que se incluiría la Puebla de Ribadesella. Ello abriría un periodo sumamente convulso, en principio y por su primer testamento de 1331 Rodrigo abría la puerta a que la Corona recuperase sus realengos al incluir una cláusula por la que el rey tendría preferencia de adquisición, pero entonces el hijo y sucesor de Fernando IV,
Alfonso IX, nombra a Rodrigo padrino protector de su hijo bastardo
Enrique de Trastámara, lo que provocará un cambio testamentario en su favor
Rodrigo Álvarez de las Asturias fallecerá en 1334 y cuatro años más tarde Alfonso X (de peste negra en el sitio de Gibraltar). Entonces Enrique se retirará a sus dominios asturianos y desde ellos y otros lugares disputará el trono a
Pedro I, hijo legítimo y sucesor del monarca, otra terrible contienda en la que Enrique ganaría, pasando a ser conocido como Enrique II de Trastámara o de Castilla en 1369, volviendo a repetirse la historia, pues nombra a su hijo bastardo
Alfonso Enríquez conde de Noreña y dueño de sus posesiones asturianas, entre ellas Ribadesella/Ribeseya, a las que, con la excusa de sufragar una guerra con Navarra, exigió un servicio extraordinario a todos los concejos asturianos, que se reunieron en la catedral ovetense de San Salvador para protestar por esta nueva injerencia nobiliaria. En esta asamblea participaron los riosellanos Rodrigo de Camango y fue el precedente de la
Junta General del Principado
En 1395 y tras sucesivas rebeliones y guerras abiertas contra sucesivos reyes, Alfonso Enríquez es despojado de sus posesiones, que vuelven a ser realengas y a disfrutar de sus fueros, pero por poco tiempo. En el año 1440 otro monarca,
Juan II, dona a otro noble,
Diego Fernández de Quiñones, el señorío de Llanes y Ribadesella/Ribeseya en compensación por haberle confiscado las villas de Tineo, Cangas y Allande.
Su hijo Pedro Suárez de Quiñones completará la adquisición riosellana en 1444 comprando los derechos que sobre la villa tenía Fernando Dávalos, de la que sería despojada tras su encarcelamiento por cuestiones políticas en 1448. El territorio vuelve pues a ser realengo y parece sacudirse del yugo feudal, si bien los Quiñones reclamarán su restitución en pleito abierto hasta al menos el año 1539
Mirando ahora al sur disfrutamos de una vista excelente de La Peñe les Pandes y Sierra la Cueva Negra con sus más altos picos y cumbres. De izquierda a derecha el ya mencionado Altu Teyadura, el Bacia (567 m) el Picu Baúa (566 m), El Corte y El Picu Mediudía o Sorrolles (518 m), en lo que geológicamente se denomina la Escama de Ribadesella
Y en la finca de la cabaña de Argunadieyu contemplamos los afloramientos calizos tan característicos de la rasa costera del oriente asturiano y que prácticamente desaparecerán al pasar el Sella. Nos informan de ello en Asturias de concejo a concejo:
"La rasa común a todo litoral asturiano presenta marcadas diferencias a ambas márgenes del Sella. Al este se desarrolla sobre el dominio de la Región de Picos de Europa y es fácilmente reconocible, con anchura de hasta 3 km. Se encuentra marcada por procesos de erosión cársticos y salpicada de cuetos cuya altitud ronda los 100 m. Al oeste se desarrolla sobre una estructura geológica cuya dirección no es paralela a la línea de costa. Compuesta por materiales menos resistentes, el resultado es una unidad mucho más corta y fragmentada que en la zona oriental
Al sur la rasa entra en contacto con una serie de alineaciones montañosas cuya altitud no supera los 900 m. Como en el resto de la unidades del concejo, las sierras orientales se disponen de este a oeste, mientras que las occidentales lo hacen de sudeste a nordeste (...)
La mitad suroriental está compuesta por dos estribaciones paralelas, separadas por el arroyo de Santianes, la sierra Les Pandes y la sierra de Escapa. La primera de ellas se extiende desde las proximidades de Lloviu hasta Nueva, ya en el concejo de Llanes..."
Más allá de la cabaña y bajo La Peñe les Pandes, los ocalitos de Meluerda, montes de La Mata y Les Llombes y al oeste del lugar de Los Robles del Conceyu, otro de los muchos lugares legendarios en el entorno de la montaña, en el que el vate Pepín de Pría recrea en sus versos de La Fonte del Cai un espacio sagrado de rituales druídicos
Entre el arbolado tal vez podamos reconocer la casona de El Retiru (s. XVI), justo encima del tendejón de la cabaña. Más allá apreciaremos muy bien el sistema de sierras paralelas que separan la franja costera de las tierras del interior. En primer término en peñasco de La Molinera, sobre Lloviu y extremo occidental de La Peñe les Pandes, detrás El Monte de Ova y a lo lejos La Peñe, Cantu o Picu Joyadongu
Más a la derecha las también ya citadas alturas de La Escapa y Cuana con el Mofrechu. Más abajo El Colláu Castiellu y La Corona. Más cerca, a la derecha del poste telefónico en medio de la foto, destacan unas construcciones en lo alto de un cueto
Es
El Palaciu Piles, en Collera, también llamado La Casona Piles, comunicada con la anterior de El Retiru en Meluerda por el llamado Camín de Misa, camino que pasa entre la vivienda propiamente dicha y su capilla-panteón, que vemos a la izquierda. Fue mandada construir por el emigrante cangués, nacido en la cercana parroquia de Margolles en 1873,
Antonio Quesada y Soto, quien llegaría a ser el último alcalde español de La Habana entre 1895 y 1897, antes de la independencia de Cuba
La capilla, dedicada a Nuestra Señora del Carmen, se construyó después de la casona, en 1905, enmarcada por cuatro palmeras, donde están enterrados el fundador y su familia. Había emigrado muy joven a Cuba llamado por unos parientes establecidos en La Habana, que poseían un almacén dedicado a la venta de tabaco al por mayor llamado Antero González y Cía. Antonio hizo un importante capital y regresó a Asturias para casarse con su prima Rosario Quesada, con quien tuvo dos hijos. En el maravilloso blog
Casonas de Indianos nos cuentan más de su biografía:
" Tras ser empleado de varios establecimientos pasó a integrarse en la sociedad Gratacós, Coro y Cía., comerciantes banqueros de La Habana, allí fue pupilo del asturiano Manuel Coro. Fue escalando posiciones en la compañía hasta que ésta pasó a denominarse “Coro, Quesada y Cía”, estaba situada en Obrapía nº 11. Al retirarse Coro, otro empleado asturiano, Pérez creó la sociedad Quesada, Pérez y Compañía. Antonio Quesada fue consejero de varias compañías y bancos. Llegó a ser alcalde de La Habana (1895-1897) y presidente de la Cámara de Comercio de la misma capital. Regresó a Gijón donde promocionó diversas firmas industriales. En 1908 fue nombrado consejero del Banco de Gijón. Murió en 1910, siendo sus sobrinos en La Habana los que continuaron con su casa de banca. Fue un gran benefactor para Collera y Ribadesella y por ello se le recuerda en un colorista panel cerámico en el que destacan la iglesia (patrocinó su reforma en 1905) y la antigua escuela de Collera que él financió.
Su hija Conchita se casó con el abogado Alberto de la Guardia, hijo del famoso arquitecto Juan Miguel de la Guardia y Ceinos, y no tuvieron descendencia. En la capilla de la finca descansan D. Antonio y su familia. Posteriormente la casa fue comprada por el profesor Manuel Antonio Martínez García"
Además de los de la capilla, El Palaciu Piles cuenta con más árboles ornamentales, además de cuadras, caballerizas, fuente (de 1892), panera y palomar. Gran parte de los indianos, oriundos del mundo rural, además de su mansión construían establos y sus dependencias, reservando el espacio para huertas y frutales, pues añoraban el ambiente campesino en el que nacieron. En
Casonas de Indianos, además de un excelente reportaje fotográfico del conjunto de edificaciones y de estampas familiares, se adjunta este fragmento de la obra
Recuerdos de un viaje, de quien fuera director del cubano
Diario de la Marina, el villaviciosino
Nicolás Rivero, plasmando una visita a esta casona:
"Llevónos don Antonio Quesada a su preciosa morada de Piles; atendiónos allí su buenísima familia como nosotros no nos merecíamos; paseamos dos días por aquellas huertas llenas de árboles frutales, cuyas ramas se doblaban y algunas se partían por no poder resistir el peso de la fruta ; nos fatigamos subiendo a las lomas vecinas tras del incansable ex-alcalde de la Habana; admiramos la cómoda, limpia, espaciosa, casa escuela que aquel indiano había ayudado en gran manera a edificar; fuimos un día a almorzar al hermoso chalet que don Ramón Cifuentes acaba de fabricar en el Carmen ; colmáronnos también de atenciones su joven, bella y elegante esposa y su señora madre política; visitamos la escuela soberbia que frente a su casa levantó Cifuentes : acompañáronnos hasta Llanes aquellos amigos; pasamos una tarde viendo las antiguas murallas, la ría veneciana y algunos soberbios edificios de la original villa Llanisca ; y, al fin, salimos para la Montaña diciendo adiós, quizás para siempre, a la tierra de Asturias."
Más a la derecha y más cerca hay un cueto plantado de
ocalitos:
El Cuetu Tresmonte (69 m), donde el arqueólogo
Eduardo Pérez-Fernández halló indicios de la existencia de un recinto defensivo, muy posiblemente un castro, con su sistema defensivo de terraplenes y parapetos:
"El sistema de defensas se compone de una serie de terraplenes que rodean todo el promontorio. En la vertiente NE de la plataforma superior está defendida por un potentísimo terraplén escalonado en dos que asciende unos 20 metros desde la base de la elevación hacia la cima. La existencia de una posible muralla que lo culmina lo confirma la gran cantidad de derrumbes de arenisca que se acumulaban a lo largo de una banda de unos 20 metros de longitud en el sector NE. Tanto el flanco SE como principalmente el NW del promontorio presentan unas laderas muy aplomadas bajo dicho talud térreo, indicando claros indicios de haber sido verticalizadas artificialmente en algunos sectores y en otros aprovechado los propios desniveles naturales de la elevación.
En el frente SW del cerro, donde se une la plataforma superior con la inferior, se observa un complejo aparato defensivo, conformado por el referido terraplén superior que se bifurca en dos segmentos. El superior que alcanza hasta los 3 metros y se integra en los desniveles de la ladera occidental. El inferior rodea toda la ladera oriental y parte de la meridional, justo donde se une la plataforma superior con la inferior.
El siguiente elemento defensivo consiste en un parapeto que a modo de barrera corta el frente SW, sobresaliendo como testigo calcáreo, con una ancho de 5 metros y elevándose unos 2 metros sobre la parte interna del recinto. Su escarpe opuesto tiene unos 20 metros de altitud, abriéndose en su base un foso tallado en la caliza de unos 3 metros de ancho del que solo queda un corto tramo, quedando el resto colmatado por las labores de acondicionamiento agrícola que se llevaron a cabo en este sector. Su escarpe exterior presenta una altura muy inferior, en torno a los 3 metros"
En Argunadieyu enlazamos con el camino asfaltado que comunica L' Infiernu con la carretera cerca de El Quérabu. Por él vendrían los peregrinos que optaron por desviarse a conocer los acantilados
Llegados al cruce el hito jacobeo nos indica continuar a la izquierda: a lo lejos El Monte Moru y La Corona Castiellu orientan también nuestros pasos hacia el Sella, acercándonos a la villa de Ribadesella/Ribeseya por
La Espina, Oreyana y San Antoniu
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