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domingo, 14 de enero de 2024

EL LEÓN DE SOMIÓ EN LA PLACINA: LA FUENTE QUE DONARON UN OBISPO Y UN MASÓN (GIJÓN/XIXÓN, ASTURIAS) A EL CRUCERU, VILLA MARÍA Y VISTA ALEGRE DE LA MANO DE GRANDES PIONEROS DE LA CIUDAD Y DEL CAMINO

 

El León de Somió

Este es el León de Somió, que mira a los peregrinos que se dirigen al centro urbano de Gijón/Xixón tras pasar La Plaza Villamanín, magnífica cabeza de león, hecha de bronce, donación del industrial gijonés Gervasio de la Riera, de los Talleres Riera (luego Astilleros Riera), en los que fue fundida en 1913, destinada para la desaparecida Fuente de Villamanín, dando servicio a la vecindad de esta parroquia en unos tiempos en los que no se disponía de agua corriente en las viviendas. Por entonces, el obispo Ramón Martínez Vigil, que tenía su quinta (desde 1942 convento de las Agustinas Recoletas) frente a dicha Plaza Villamanín, había cedido un espacio de la finca para que instalasen esa nueva fuente

La Placina, Somió

Más adelante, cuando ya se disponía de suministro de agua en cada vivienda, se estimó más necesario instalar un quiosco en su lugar, por lo que La Fuente Villamanín desapareció, conservándose esta artística cabeza leonina, de cuya boca manaba el chorro del caño, aunque trayéndose a un nuevo emplazamiento aquí, en La Placina, barrio de La Redonda, unos metros más al oeste de su emplazamiento originario


A la Placina llegamos desde Villamanín por la calle del Profesor Pérez Pimentel, que viene a seguir el trazado del Camín Real de la Costa en este su antiguo acceso a la villa de Gijón/Xixón por el oriente, hacia el paso por El Puentín de la Guía, viejo y pequeño puente de piedra sobre el río Piles, de un solo ojo y que desapareció al hacerse la Carretera Villaviciosa hacia 1860, la cual sustituyó a este viejo camino por el que transitaron tantos viajeros, entre ellos peregrinos, a lo largo de la historia, y por eso constituye actualmente parte del trazado del Camino de Santiago del Norte


La Placina se encuentra a la derecha del Camino, en el cruce con la calle del Doctor José Muñiz González, antiguo y querido médico de Somió, que tenía muy cerca su casa, antiguamente llamada calle de los Gladiolos (muchas de las calles y caminos de Somió tienen nombres de flores y plantas)


Aquí, en este hermoso lugar, que por su forma es también conocido como El Triángulo de Fandiño, está esta fuente con mucha historia que, algo oculta por la mágica umbría de los árboles, puede pasar desapercibida al peregrino que pasa delante de ella


Su donante, Gervasio de la Riera era, además de empresario naval, persona de inquietudes sociales, culturales y políticas, filántropo benefactor de causas como esta, el suministro de agua, pero también impulsor del Ateneo de La Calzada, uno de los primeros de Asturias y masón, entre otras muchas facetas. De ellas escribe el erudito Víctor Guerra en su blog Masonería en Asturias:
"Gervasio de la Riera, es un hombre que supedita incluso su concepción ideológica en pro del desarrollo una ciudad que lo había visto crecer, y es más en numerosas ocasiones deja patentizado su cariño por el barrio de la Calzada, en se le puede considerar como un concejal cercano a la tesis reformistas pero de carácter independiente. 
Nace el 13 de agosto de 1888, de profesión industrial, concretamente era el propietario de los Astilleros Riera, complejo naviero muy vinculado al barrio de la Calzada, tanto fue así que se le nombró Socio Benefactor del Ateneo Obrero de La Calzada, en cuya fundación participa además desde su cargo de concejal del Ayuntamiento de Gijón.
Así mismo fue un gran impulsor de la gestación y puesta a punto, no solo de dicho Ateneo, donde además participaron prohombres y diversos masones entregando importantes donaciones, como así lo hicieron Lucas Merediz, José María Friera, José María Rodríguez, , éstos dos últimos miembros de masonería gijonesa, sino que aportaron también para el funcionamiento de las Escuelas de La Caridad, un centro de enseñanza privada que se crea en 1902 y que se constituye como el primer equipamiento de enseñanza con que cuenta el barrio de La Calzada, y cuya gestión residía en un patronato compuesto por los tutores familiares y los propietarios de diversas empresas de la zona entre ellas la del Astillero Riera. Este tipo de entidades son el punto de confluencia entre el reformismo republicano y los movimientos obreros del momento. 
Pero Gervasio de la Riera va a marcar no solo industrialmente al barrio de la Calzada, sino que va a estar presente en el Ateneo Obrero y fundará en dicha zona, concretamente en la parroquia de Jove el Respetable Triángulo Evaristo San Miguel con sede en Jove y bajo los auspicios de la Gran Logia Regional del Noroeste (GLRN)." 
Pero Gervasio de la Riera va a marcar no solo industrialmente al barrio de la Calzada, sino que va a estar presente en el Ateneo Obrero y fundará en dicha zona, concretamente en la parroquia de Jove el Respetable Triángulo Evaristo San Miguel con sede en Jove y bajo los auspicios de la Gran Logia Regional del Noroeste (GLRN).
El nacimiento de este triángulo masónico, es fruto del uso que se hace de la masonería en ocasiones de los intereses partidistas, motivo por el cual nace esta nueva formación a finales de 1923. 
Quien propicia la nueva partición en el seno de la logia Jovellanos, para iniciar la aventura de una nueva logia en Jove es el veterano masón y político: Gervasio de la Riera"

Por lo que vemos, las inquietudes de Gervasio de la Riera no se circunscribieron únicamente al barrio de La Calzada y demás de la industria zona oeste, sino también a la este, más rural por entonces, cuando ya llevaba tiempo además fraguándose como espacio residencial, con sus quintas de recreo, y de ocio, con sus bailes y merenderos, auspiciado además con la llegada del tranvía, con terminal en dicha Plaza de Villamanín, donde daba la vuelta


El león tiene un cargado simbolismo, de fuerza coraje y poder, siendo muy empleado en elementos ornamentales de todo tipo y en todas las culturas. Mismamente en nuestro trayecto gijonés veremos unos cuantos más, por lo que no hemos de buscar necesariamente algún tipo de relación con sociedades concretas


Aparecen eso sí, en esta pieza, el año de su fundición, los talleres de Riera donde se ubicaban y el barrio de La Calzada al que Gervasio tanto amó. No deja de ser llamativo que aquella desaparecida Fuente de Villamanín, cuya cabeza de león, desplazada, es lo que se conserva de ella, fuese construida con los auspicios y donaciones de dos benefactores: un obispo y un masón. Sigue escribiendo Víctor Guerra:
"Gervasio de la Riera, se inicia en la masonería en 27 de octubre de 1913 y es exaltado el 19 de mayo de 1916,a Maestro Masón en el seno de la logia ocupa el cargo de 2º Vigilante en 1917 y el de Limosnero al año siguiente y en 1920 . En el año de 1922 ejerce como 1º Vigilante de la logia.
En 1922, ejerce de 2º Vigilante en dicho taller con el grado 18º, y utilizando el simbólico de Benot. En 1923 Gervasio parece que no está dispuesto a secundar los movimientos que se dan en la masonería asturiana encabezadas por Alberto de Lera, y el ala reformista, y producto de tal decide fundar, como ya expuso, el triángulo Evaristo San Miguel. Esta nueva formación masónica de Jove, parece contar con el beneplácito de la GLRN, y dicho pequeño grupo masónico levanta columnas como tal el 31 de diciembre de 1923, Gervasio de la Riera junto con José Antonio de la RieraJesús Fernández Álvarez y Víctor Álvarez Cuervo, todos ellos provenían de la logia Jovellanos nº 337 
Un año más tarde se vuelve a tener noticias de este pequeño grupo y de otros masones al dictarse el edicto de expulsión de la Gran Logia Regional del Noroeste, cuestión que se comunica a todos los Cuerpos y Talleres con fecha del 15 de diciembre de 1924 y que firman Alberto de Lera y Antonio López del Villar ambos como Gran Maestre y Gran Secretario de la G:. L:.R:.N:. 
Su salida de la vida masónica se produce junto con la de otros veteranos masones como José Tenas Pons, Mariano Merediz Díaz Parreño, ambos miembros de la logia Jovellanos; la salida de Patricio Fernández. Armayor, y Pedro Fernández Fueyo miembros de la logia Riego, a las que hay que sumar la de José Antonio de la Riera y la del propio Gervasio, estos dos últimos como miembros del Triángulo Evaristo S. Miguel. 
¿Es la constitución de esta nueva formación y el pretendido espacio que querían ocupar, lo que en parte causa su expulsión? No lo sabemos a ciencia cierta, aunque Gervasio de la Riera en su obligatoria retractación ante los grupos policiales franquistas, dice que había salido de la Orden, porque un hermano masón y consignatario Desiderio Martín acusaba a Mariano Merediz de malversar fondos de la esposa de este, y como Gervasio no creyera en tal versión no adoptó tal resolución que se tomó contra Merediz, y fueron expulsados todos ellos, de lo cual se hizo eco un periódico local. 
Aunque es muy posible que desde dicho triángulo se hiciesen algunas maniobras en pro de lograr algunos apoyos políticos no bien entendidos y que ello provocara tan drástica situación. 
Pese a su alto grado en la masonería, le valió tal y como recoge la sentencia del General Saliquet su expulsión de Orden en 1924 y la aportación de numerosos datos sobre masones, que firmo y aportó en la retractación, lo cual como se aporta le hicieron beneficiario de resultar absuelto en la Causa General 155."

Por su parte, el obispo Ramón Martínez Vigil, fallecido en su quinta de Somió el 16 de agosto de 1904, pasará a la historia principalmente por impulsar la construcción de la Basílica de Covadonga y el Seminario de Oviedo, destacándose de él en su biografía de la Real Academia de la Historia lo siguiente:
"Martínez Vigil fue obispo ejemplar, dinámico, organizador, emprendedor, estudioso, defensor acérrimo del honor de Dios y de los derechos de la Iglesia, trabajador incansable del bien espiritual y material de sus diocesanos. De sólida y amplia cultura, elevó el nivel moral, espiritual e intelectual de su clero diocesano, que llegó a ser uno de los más estimados y valorados en el concierto eclesiástico español de la época y muchos años después de la muerte del obispo. Para conseguir tal objetivo, el padre Vigil se preocupó especialmente del seminario, cor episcopi, redactando e imponiendo sucesivamente varios planes de estudios de los más avanzados y completos de entonces, pues intentó conseguir de Roma por todos los medios que el seminario ovetense pudiera dar grados superiores (doctorado) en Teología y Cánones. En el curso 1898- 1899 el seminario alcanzó la cifra de casi ochocientos estudiantes. Obra de Martínez Vigil fue la construcción e inauguración del magnífico y amplio seminario nuevo de La Vega, por entonces a las afueras de Oviedo y vendido, incomprensiblemente, después de su muerte para cuartel; hoy forma parte del campus universitario de Oviedo. Otra gloria perenne de este obispo “constructor” fue la edificación de la basílica de Covadonga y gran parte de su complejo aledaño."

Si bien sin duda dos vidas muy dispares, el obispo y el masón tenían una importante coincidencia, sus inquietudes socio-culturales, cada uno a su manera y según sus ideas, creencias y actitud ante la vida. La Real Academia de la Historia nos cuenta también las del prelado:
Martínez Vigil, Ramón. Tiñana (Asturias), 12.IX.1840 – Gijón (Asturias), 16.VIII.1904. Dominico (OP), teólogo, filósofo, catedrático, escritor, obispo de Oviedo, senador del reino. 
Pasó su infancia y juventud (1841-1858) entre Villoria y La Pola de Laviana (Asturias), donde estudió las primeras letras con su padre, que era maestro, y Latín y Humanidades con varios de los “dómines” de ambas poblaciones, que instruían a la juventud con vistas a aspirar a estudios superiores. Como dirá más tarde alguno de sus biógrafos, ya en estos años el futuro obispo de Oviedo empezó a distinguirse por su agudeza, vivacidad, energía de carácter, piedad y aplicación a las letras. 
A los dieciocho años (1858) se hizo dominico e ingresó en el convento de Santo Domingo de Ocaña (Toledo), que servía de colegio-seminario de misioneros para Oriente (Filipinas, China, Tonkín). El convento de Ocaña era por entonces el único que tenía abierto en España la Orden de Predicadores, dado que estaban todavía vigentes las leyes de exclaustración. 
En Ocaña, Martínez Vigil tomó el hábito, hizo el noviciado, profesó y estudió la carrera de Filosofía (tres años) y parte de la de Teología, donde tuvo como profesores, entre otros, al famoso moralista padre José María Morán; la Teología la terminó en Manila. 
Ordenado de presbítero en 1864, se embarcó para Filipinas, haciendo de capellán a bordo y fue destinado inmediatamente a la famosa Universidad de Santo Tomás, de Manila. Aquí terminó los estudios de Teología bajo la guía, entre otros, del célebre y futuro cardenal Zeferino González. En la Universidad se doctoró en Filosofía y Teología y enseñó distintas materias de ambas ciencias por espacio de casi doce años (1865-1876). Durante esta época se distinguió por su enorme capacidad organizadora, de inventiva y de trabajo, tanto en lo intelectual-académico como en lo ministerial. Creó el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad, que llegó a ser, en apenas seis años, una completa exposición permanente de todos los productos naturales de Filipinas, de otras partes de Asia y hasta de Europa, demostrando así su gran vocación de naturalista y lo entendido que llegó a ser en ciencias naturales. Participó activamente en el plan de segunda enseñanza para Filipinas, en la reforma de los nuevos estatutos de la Universidad y en la creación y puesta en marcha de nuevas carreras. Fue, también, depositario de la misma Universidad y secretario de la provincia dominicana del Santísimo Rosario de Filipinas. 
No dejó de escribir, de predicar, de organizar conferencias y concursos y de participar activamente en la vida social, literaria y cultural de Manila. Se manifestó como un gran gestor. 
En 1876 regresó a España y fue nombrado poco después procurador general de los dominicos en Madrid y Roma (1878-1884), cargo que desempeñó con gran acierto y diligencia. En la capital de España vivió hasta 1884, relacionándose estrechamente con Alejandro Pidal y Mon, el cardenal Zeferino y otros personajes conocidos del mundo literario, político, civil y eclesiástico de la época, y formó parte del grupo llamado “de La Pasión”. Excelente predicador y buen gestor de los más variados asuntos, el padre Vigil llegó a ser muy conocido y estimado en Madrid, ya que se dejaba escuchar con frecuencia en púlpitos, círculos y cátedras, y escribía en periódicos y revistas, pues fue siempre prolífico y castizo escritor. Del año 1883 es una de sus obras más conocidas, titulada Curso de Historia Natural, Fisiología e Higiene, que alcanzó tres ediciones y se adoptó como texto en distintos centros de enseñanza. 
Durante su estancia en Madrid, Martínez Vigil transformó completamente el convento de la Procuraduría General, sito en la madrileña calle de La Pasión, hoy de fray Ceferino González. Se ocupó activamente de las monjas dominicas de Madrid y de su nuevo monasterio en la calle de Claudio Coello, de las religiosas dominicas de la Anunciata y de otras. En 1880 gestionó la apertura del colegio de segunda enseñanza de Vergara (Guipúzcoa), dirigido por los dominicos hasta la década de 1980. Visitó varios países europeos, conocía el francés, el inglés y el italiano, y en 1883 recogió en Ámsterdam los premios que la exposición universal de ese año había concedido a los dominicos de Filipinas. 
Apadrinado por Silvela, Pidal y Mon y el cardenal Zeferino, fue presentado por Alfonso XII para ser obispo y el 27 de marzo de 1884 fue preconizado por León XIII y consagrado en San Isidro de Madrid el 1 de junio de ese año. Al final de mes entró en su diócesis de Oviedo, que regentó por espacio de veinte años, hasta que murió en 1904. (...) 
Cuando llegó de obispo a Oviedo, Covadonga apenas si tenía puestos los cimientos. Con una fe, tesón y eficacia dignos del mayor encomio, el obispo superó una y mil dificultades pero pudo consagrar el templo y abrirlo al culto en 1901. 
Solícito pastor de su grey, visitó toda la diócesis en tres ocasiones (visita pastoral) e hizo cinco visitas ad limina. Conoció a fondo la realidad de la diócesis, del clero y fieles, y en sus relaciones ad limina dejó una buena síntesis de ello. Reformador enérgico y émulo de León XIII, celebró dos sínodos diocesanos, de los que fue decisivo el del año 1886, que marcó el final de una época y el inicio de otra en la Iglesia asturiana. 
Hizo el arreglo parroquial, establecido en el artículo 24 del Concordato de 1851 y que estaba en suspenso desde entonces; promovió las santas misiones populares, que llegaron hasta el último rincón de la diócesis, ya que se celebraron más de cien en los veinte años que pontificó. Inauguró de nueva planta veinte templos parroquiales y reconstruyó y adecentó muchos más, así como bastantes casas rectorales. 
También reformó la catedral de Oviedo, no sin grandes contratiempos con el Cabildo catedralicio, ya que no siempre fueron buenas las relaciones con algunos de sus miembros. Restauró el palacio episcopal de Oviedo y adquirió para la diócesis la residencia episcopal de Somió (Gijón), donde en verano, sobre todo, se reunía con gentes de letras, eclesiásticos y civiles. 
Su obra material en la diócesis también ha pasado a la historia de Asturias, pues, como se ha dicho, fue un obispo que puso “miles de ladrillos” en la diócesis ovetense. Asistió a los sínodos provinciales de Santiago de Compostela, a algunos congresos nacionales y participó en las, por entonces tradicionales y accidentadas, peregrinaciones de obreros a Roma. 
Con gran entusiasmo e interés se ocupó de la defensa de la vida regular, defendiendo en el Senado sus derechos de asociación y actividad y trayendo a la diócesis a frailes, monjas y religiosas de varias órdenes y congregaciones. 
Senador del reino en dos ocasiones, Martínez Vigil dejó oír su voz en defensa de los derechos de la Iglesia y del clero. Patriota nato, fue galardonado por el Gobierno por su efectiva participación en el batallón del principado, costeado en parte a su iniciativa, para combatir en la Guerra de Cuba. Muy amigo de Pidal y Mon, hasta poco antes de morir, no por ello dejó de ser políticamente independiente cuando su conciencia y los derechos de la Iglesia se anteponían a cualquier otra cosa. Tanto antes como cuando fue obispo, se relacionó con famosos de la época (Clarín, Menéndez Pelayo y otros), para quedar, al final, amigo del autor de La Regenta. Intentó con su ejemplo y su pluma dar luz y resolver el grave problema de la desunión de los católicos españoles y colaboró, en la medida de sus posibilidades, a resolver el problema social según las directrices de León XIII, para lo que abrió varios círculos de obreros católicos, materia en la que sobresaldrá su sobrino carnal, Maximiliano Arboleya Martínez. 
Obispo ejemplar, caritativo y piadoso, de muchas lecturas y vasta erudición, abierto, escritor prolífico, dejó una profunda huella positiva en la diócesis, por lo que es considerado como uno de los grandes obispos de Oviedo. Murió a los sesenta y cuatro años de edad, el 16 de agosto de 1904, en Somió (Gijón)."

Dado que muy pronto pasaremos por El Molinón, solar del Estadio El Molinón Enrique Castro Quini, no podemos dejar pasar la ocasión de recordar que un hijo de Gervasio, José Antonio de la Riera, Pepito Riera, fue el único jugador masón (que se sepa oficialmente) del Real Sporting de Gijón. Escribe de él el prolífico investigador e historiador deportivo Frichu Yustas en Pepito Riera, futbolista del Sporting y Maestro Masón, en el periódico digital Mi Gijón del 8-8-2023:
"¿hubo masones en el Sporting? Es cierto que pocos han sido los futbolistas que se han declarado públicamente pertenecer a una logia masónica. De entre ellos, el más popular es Steve Archibald, delantero escocés que jugó en el Barcelona y en el Espanyol. En el Sporting únicamente hay constancia de un futbolista masón, José Antonio de la Riera, conocido en el mundo del balón como “Pepito Riera”. 
El profesionalismo de los futbolistas asturianos va íntimamente ligado a los clubes fundados por las comunidades asturianas en América. Cuba, muy especialmente, y también México atrajeron a jugadores para correr la aventura de hacer las américas viviendo del deporte. El primero en hacerlo fue José Antonio de la Riera Acebal, “Pepito Riera”, nacido en Gijón en 1890 y hermano de uno de los fundadores del Sporting, Corsino de la Riera. Pertenecía a una familia “de posibles”, económicamente acomodada. Era hijo del conocido empresario naval Gervasio de la Riera Morán, uno de los más relevantes nombres de la masonería asturiana, concejal republicano, propietario de los Astilleros Riera e ideólogo e impulsor de numerosas sociedades culturales en Gijón, entre ellas el Ateneo Obrero de La Calzada. José Antonio, por tanto, no precisaba del deporte profesional para vivir. Y así, durante su primera etapa sportinguista, fue protagonista de una polémica de las más llamativas de la historia rojiblanca: se negó rotundamente a entrenar un domingo, tal y como había planificado el entrenador del club. 
No hubo forma de convencerle. Pepito Riera consideraba que, si no había partido, los domingos deberían ser de obligado descanso para toda la plantilla. No hubo represalia alguna por su acto de indisciplina. Y es que Riera fue un futbolista relevante en su época, jugador del Sporting entre 1916 y 1920, fue en ese último año cuando recibió una oferta para jugar en el Club Fortuna de la Habana por una temporada, la 1920-21. La propuesta era jugosa -mil dólares norteamericanos por un curso futbolístico con los cubanos- y la aceptó. De ahí se fue, también como jugador profesional, al Asturias de México, donde estuvo otro año y al Club Inglés Rovers de Guatemala, viviendo allí su último curso futbolístico en América. Buena parte de la directiva de este último club estaba vinculada a la Gran Logia de Guatemala. Así, en su junta rectora estaban algunos miembros de la familia de origen anglo-alemán Name, seguidores de la masonería simbólica y del Rito Escocés Antiguo que mantenían relaciones con redes masónicas europeas. La pertenencia de Pepito Riera a la masonería sospecho que fue clave para su fichaje por los “ingleses” guatemaltecos. 
Tras su aventura en el Rovers, José Antonio fue requerido por su padre para ayudarle en su actividad laboral en el mundo de los astilleros. Obedeció a su progenitor y puso punto final a su carrera como jugador de fútbol profesional en tierras americanas y retornó a Asturias. A su regreso, volvió al deporte amateur, reincorporándose al Sporting en la temporada 1923-24, el mismo año que fundaría junto con su padre el Triángulo Evartisto San Miguel de Jove, una escisión de la logia Jovellanos. José Antonio, que tenía el rango de Maestro Masón por el Rito de York, siguió jugando al fútbol, compaginándolo con su trabajo de perito industrial en el astillero familiar. Fue un periodo corto y después del verano de 1924 dejó definitivamente el fútbol, que aún no era profesional en España. Curiosamente, ese mismo año tanto él como su padre fueron expulsados de la masonería por sus enfrentamientos con Alberto de Lera, el hombre fuerte de la logia Jovellanos. Pepito Riera se desvinculó para siempre de la Orden a la que pertenecía desde 1916, no así su padre (iniciado en la masonería en 1913), que volvió a vincularse años más tarde (aunque sin pertenecer oficialmente y ya con un papel secundario), lo que le costó serios problemas con la llegada de Francisco Franco al poder. José Antonio de la Riera Acebal -“Pepito Riera”, el futbolista masón- falleció en Gijón el 20 de enero de 1977."

Enfrente de La Fuente del León, La Solana de Somió abre sus puertas y es otro lugar ideal para tomar algo en este coqueto rincón, al paso del Camino, y seguir descubriendo retazos de su historia con Pilar Dueñas en Escrito en el agua - Historia de una parroquia, que encontramos en la página de la Asociación de Vecinos San Julián de Somió:
"En la plaza de Villamanín, adosada a la Quinta del Obispo (hoy Agustinas Recoletas), se construyó en 1913 también, una fuente presidida por una cabeza de león realizada en bronce en los Talleres Riera (más tarde astilleros). Al considerar que ya no era necesaria en ese lugar, para que no se perdiera, la trasladaron a la calle del Dtor. Muñiz González, a la denominada “Placina” donde se encuentra en la actualidad como símbolo del pasado, sin agua. En este entorno son de destacar la mansión de los Masaveu y el convento de las Dominicas que había sido anteriormente clínica neuropsiquiátrica del republicano doctor Fandiño."

Desde La Placina o Triángulo de Fandiño, el Camino de Santiago sigue de frente por la Avenida del Profesor Pérez Pimentel, pionero de la promoción turística de Asturias, antigua Carretera de La Guía a Somió, superpuesta sobre el antiguo Camín Real


Y ya que hablamos de pioneros y del Camino, la familia de La Riera tiene otro gran pionero, el precursor de la recuperación de los caminos de Santiago, y de otras rutas históricas, José de La Riera (nieto de Andrés Corsino de la Riera Acebal, hermano de Pepito Riera y bisnieto por lo tanto de Gervasio de la Riera), maestro de maestros, fundador de la Asociación Galega de Amigos do Camiño de Santiago, miembro destacado de la Fraternidad Internacional del Camino de Santiago y guía viva de todos los aficionados y entusiastas de las rutas jacobitas. Así se describe él mismo en su magnífico libro blog y libro Camino de vuelta:
"Soy José Antonio de la Riera, correcaminos, comepiedras, librepensador y, ahora, blogger. Ay, Señor… llévame pronto. 
Además, y sobre cualquier otra cosa, soy peregrino y hospitalero del Camino de Santiago. Fui fundador y presidente de la Asociación Galega de Amigos do Camiño de Santiago, AGACS, fundador también de la FICS, Fraternidad Internacional del Camino de Santiago, y actualmente me dejo vida y alma en una nueva ruta de peregrinación autóctona por lo más profundo del rural de la antigua Gallaecia, la Vía Mariana. He vivido y he participado a pie de obra en ese milagro que ha sido el renacimiento de las peregrinaciones jacobeas, y me ha sido permitido caminar a hombros de gigantes, uno de ellos nuestro maestro, Elías Valiña, del que muchos aprendimos todo. 
También servidor se define, y vive, como «gaiteiro» (la gaita forma parte de mi equipaje perpetuo por las trochas del Camino, jamás renunciaré a ella) También ejerzo de escribidor y luchador por un rural en el que vivo y al que defiendo sin tregua en todas las instancias que me son posibles. Pero, sobre todo, soy amigo de mis amigos, el mayor tesoro que me ha sido dado. Y considero que la vida es pasión, es alma, es sentimiento o no es nada."

Y aquí, un buen lugar para su lectura, las terrazas de la explanada peatonal de La Placina, frente a La Casina, antigua casa de los caseros de La Rosaleda. He aquí una buena entrevista a José de La Riera que, con motivo de la presentación de su libro, le hacen V. Couto y M. López para La Voz de Galicia el 6-9-2019 y que también podemos encontrar en la página de la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago:
"José Antonio de la Riera Autrán (Vigo, 1953) é unha das voces máis autorizadas no que ao Camiño de Santiago se refire. Fundador da Asociación Galega de Amigos do Camiño e da Fraternidade Internacional do Camiño, colaborou na investigación e sinalización de, entre outros, o trazado actual do Camiño Portugués en Galicia e da prolongación a Fisterra e Muxía. Tamén formou parte do comité executivo que levou a Fisterra, hai vinte anos, o V Congreso Internacional de Asociacións Xacobeas. 
De xeito máis recente, é un dos promotores da Vía Mariana Luso Galaica, un proxecto no que están involucradas ducias de asociacións e institucións de Galicia e Portugal para recuperar un antiquísimo roteiro que une as dúas rexións mediante os santuarios marianos do seu trazado. 
-Que conta en «Camino de vuelta», que presenta hoxe? 
-É algo así como unha homenaxe a toda esa xente que dende hai máis de trinta anos traballou a pé de obra nos Camiños de Santiago. Xente altruísta que practicamente entregou a súa vida á causa, investigando e sinalizando os diferentes itinerarios, abrindo hospitais e albergues... 
Estamos nun momento no que se nos presenta unha gran encrucillada, no que a masificación e a cultura do ocio o están a invadir todo. De aí este libro, no que resumo o «milagre» que foi o rexurdimento do Camiño de Santiago, tanto en Galicia como en toda Europa; e propiciado por xente como o párroco do Cebreiro, Elías Valiña. Vivencias, loitas, sorrisos e lágrimas destes máis de trinta anos. 
-Uns inicios que, dende logo, non foron nada doados. 
-Para nada. Lembramos, por exemplo, o que foi a promoción xacobea a Fisterra e Muxía no ano 1995. Non había absolutamente nada; non existía camiño nin se coñecía por onde ía. A finais dos oitenta o único albergue que había era a palloza do cura Elías Valiña, co chan de palla, no Cebreiro. 
Foron comezos moi humildes, a ras de chan, e impulsados por xente que amaba o que facía. Quizais esa foi a clave do éxito, ese crecemento de abaixo a arriba, e non ao revés. 
-Porén, acabaría converténdose en algo moi grande. 
-Exactamente, e quizais iso daría a unha reflexión, e é que en moitos casos fanse cousas dende «arriba», a base de partidas orzamentarias. Pero fáltalles alma, espírito, unha base coral e colectiva da que partir. 
-Hoxe mesmo presenta ese novo libro, e nun lugar ben simbólico para o Camiño de Fisterra. 
-En efecto, ás sete da tarde e noutro lugar que é verdadeiro un exemplo de hospitalidade, como é o albergue Bela Muxía. Precisamente quixen facer a presentación nun albergue porque creo que é o elemento que mellor representa o camiño, unha das patas máis importantes. A acollida ao peregrino é algo que non se debe perder no Camiño. A hospitalidade é o mellor boca a boca que podemos ter. 
Alí falaremos do que nos gusta, de como foron todos eses traballos de recuperación dos camiños e da alma que se puxo nel. Falaremos como se estivésemos todos sentados arredor do lume do lar, contándonos historias."

De frente, el muro de La Rosaleda; a la izquierda, alguna de las nuevas urbanización de la avenida, junto a Villa Loly. Del otro gran pionero que recordamos en este lugar, Pérez Pimentel, recordar que posiblemente la obra por la que más se lo recuerde sea por impulsar la construcción del célebre Mirador del Fitu, en la sierra de este nombre y acceso al SueveEl mirador que construyeron todos los asturianos, como dice y titula la periodista Lucía Ramos para El Comercio del 2-2-2019, con motivo del homenaje al ingeniero Sánchez del Vallado, quien lo proyectó con los auspicios de Pimentel, contando cómo empezó la historia:
"Más de nueve décadas desafiando a la gravedad en plena sierra del Sueve. Cuando está a punto de cumplirse un siglo de la inauguración del mirador del Fitu, el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales del Principado de Asturias y el Ayuntamiento de Parres homenajeaban ayer al hombre que lo diseñó, el gijonés José María Sánchez del Vallado. Al acto, en el que fue reinaugurada la placa conmemorativa de la construcción de este balcón de hormigón armado tras haberla sometido a trabajos de restauración artesanal durante las últimas semanas, también acudieron dos nietos y una bisnieta del homenajeado.

Para el alcalde parragués, el socialista Emilio García Longo, este reconocimiento era «algo casi obligado, pues tanto este concejo como toda la comarca y Asturias en general están en deuda con las figuras de Sánchez del Vallado y Antonio Pérez Pimentel». Este último, explicó el decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales del Principado, José Esteban Fernández Rico, fue el precursor de la idea de construir un mirador en el Fitu, para lo que logró recabar numerosos apoyos tanto en Gijón, donde ejercía como catedrático de Francés, como en el resto de la región. «La obra tuvo un coste de más de 11.000 pesetas y se sufragó mediante aportaciones de personas particulares e instituciones de diversos puntos de Asturias», relató el ingeniero.

Fue en otoño de 1925 cuando Pimentel visitó por primera vez el alto del Fitu, en pleno corazón de la sierra del Sueve, en compañía de varios representantes municipales que se trasladaron desde Arriondas. Prendado con las vistas que ofrece el lugar, desde donde se pueden contemplar de un solo vistazo las cumbres nevadas de los Picos de Europa y las bravas aguas del Cantábrico, se propuso levantar un mirador. La iniciativa gozó del apoyo de gran parte de la sociedad, si bien fue algo más complicado recabar la adhesión de las administraciones, según relataba ayer García Longo. Finalmente, y «en un tiempo récord», Pimentel y Sánchez del Vallado lograron salvar todos los obstáculos y esta «infraestructura turística totalmente pionera» era inaugurada el 28 de agosto de 1927.

Atrás quedaban dos intensas semanas de trabajos en los que participaron decenas de personas, desde el cantero que transportó materiales desde la zona de Arriondas hasta el alto en un viejo Ford, hasta los operarios que se vieron obligados a actuar previamente sobre la carretera de acceso, que presentaba un pésimo estado. Ahora, es «uno de los lugares más visitados del Oriente», aseveró el alcalde parragués, para quien «esta obra sigue siendo todo un referente». Quiso destacar «cómo Pimentel y Sánchez del Vallado fueron dos auténticos pioneros del turismo, pues fueron capaces de descubrir el potencial de este lugar y ponerlo en valor»..."

En La Placina están también Casa Lola, Casa Tano'l Zapateru y la antigua Casa Oliva, al lado de la Quinta Fandiño, El Centro, que fue colegio de monjas después de la guerra. Fandiño fue un reputado médico que tenía aquí su mansión y hospital, por lo que La Placina también es conocida, urbanísticamente, como El Triángulo de Fandiño. El origen de estas viviendas surge cuando el indiano  José García Cifuentes construye cuatro casas de campo destinadas al alquiler y llamadas popularmente Les Cases de Don Pepito


Al marchar, y mirando atrás, nos fijamos en la forma de esta pequeña pero muy coqueta plaza, uno de los espacios verdes que fueron quedando en Somió con su ingente desarrollo urbanístico, que arrancó en el siglo XIX con las quintas de recreo de los aristócratas, cortesanos isabelinos y alta burguesía industrial, y continúa en nuestros días, a veces muy aceleradamente por la gran demanda de vivienda


Travesía ya plenamente urbana, la Avenida del Profesor Pérez Pimentel dispone de aceras a ambos lados y alumbrado público. Pasamos ahora junto al portón de La Rosaleda, quinta construida en 1924, junto con la de El Gallo en el antaño extenso campo de la romería de Somió, frente a la iglesia, que veremos más adelante


Un alto muro de piedra cierra la quinta. Antaño pasaba por aquí el célebre Tranvía de Somió, la primera línea de tranvías gijonesa, al principio, tirado por mulas. Este es un breve resumen de su historia extraído de Wikipedia:
"El 18 de julio de 1888 Florencio Valdés recibe el visto bueno del Ministerio de Fomento de construir un tranvía en Gijón y el 14 de febrero de 1889 se adjudica la concesión del tranvía al mismo Valdés, comenzando la obra. Se funda la Compañía del tranvía de Gijón, que estaría formada por miembros relevantes de la sociedad gijonesa de la época, tales como Juan Alvargonzález y Rufo Rendueles. El 30 de marzo de 1890 se inaugura la primera línea. Era de tracción de sangre, desde la calle Corrida hasta La GuíaSomió, con un recorrido de 3 km. En los 9 primeros meses de funcionamiento transportó a más de 300 000 viajeros.En los años siguientes se construyeron dos líneas más. El 10 de abril de 1909 se inaugura el primer tramo electrificado, despareciendo las mulas.
En 1912 el tranvía llega al puerto de El Musel, donde los tranvías harían trasbordo de pasajeros con el Ferrocarril de Carreño. 
El fin comenzó en 1947 cuando se inauguró la primera línea de autobuses y culminó en 1964 cuando se cerró definitivamente la última línea. Entre estas dos fechas hubo varios sucesos que determinaron el fin del servicio como aumentos de tarifas y empeoramiento del servicio, sin embargo, el desinterés del Ayuntamiento por este modelo de transporte sería la causa principal. La Compañía de los Tranvías de Gijón alcanzó en 1963 un déficit de 903 000 pesetas. El último servicio de un tranvía saldría a las 23:15 de El Llano el día 10 de mayo de 1964, no habiendo ningún servicio posterior."

Sin duda, el constituirse Somió como la ciudad-jardín de Gijón/Xixón con las mansiones de recreo y veraneo de personalidades influyentes fue fundamental para que esta fuese la primera línea tranviaria gijonesa, antes incluso que a la industriosa zona oeste. En 1890 el tranvía llegaba a La Guía, a donde nos dirigimos nosotros ahora, y al año siguiente venía por aquí a Villamanín


Somió terminaba así de configurarse como la zona residencial y de ocio que sigue siendo en nuestros días, si bien ya con unos parámetros urbanísticos y sociales bastante diferentes a los de entonces. En nuestros días la aldea prácticamente ha desaparecido y las urbanizaciones de "baja densidad" ocupan las antaño extensas fincas de las caserías así como las de las quintas burguesas y aristocráticas de época


Llegamos a uno de los pequeños espacios verdes abiertos que quedan en esta zona de Somió ya próxima a la urbe, El Cruceru, donde nos cruzamos con la Avenida de Dionisio Cifuentes, filántropo gijonés gran benefactor de Somió, que comunica con la iglesia, el lugar de El Cuadrante y El Fielato


Nosotros iremos de frente, siempre por la Avenida del Profesor Pérez Pimentel, pero de la que pasamos podemos mirar un momento a nuestra derecha


Este es propiamente El Cruceru, altar de las procesiones que vienen de la iglesia hasta este cruce de caminos, la multitudinaria romería del Carmen, a mediados de julio. También se celebra, empezando enero, el patrón, San Julián


De la romería del Carmen de Somió encontramos esta estupenda entrada en la web vecinal, muy a recomendar:
"Tenemos constancia de los orígenes de las fiestas de El Carmen de Somió por el libro de actas de la Cofradía del Carmen donde dice “se viene celebrando el Carmen en esta parroquia desde el año 1786”. La Iglesia Parroquial de San Julián obra de Juan Manuel del Busto González y abierta al culto desde el día de San José de 1933 está construida con clara influencia prerrománica de San Miguel de Lillo. 
Los lugares donde se celebraron a lo largo de los años las fiestas del Carmen de Somió fueron rotando; antiguamente se hacían alrededor de la Iglesia Parroquial, siendo testimonio de ello un precioso cuadro del pintor Álvarez Sala donde proliferaban los gaiteros, tamborileros y en donde aparcaban carros con pipas de la una única bebida que había, la sidra. Esta bebida era costumbre servirla en “xarras” de barro, tradición recuperada hace años por la Asociación de Vecinos para nuestras fiestas del Carmen. 
Después de tener varias ubicaciones (Somió Park, Carbayera de Candenal o La Formigosa) la romería del Carmen de Somió retornó en el año 2009 al primitivo lugar, a sus orígenes de alrededor de la Iglesia de San Julián; se ha recuperado por tanto una tradición festiva que ganó en convivencia vecinal con esta ubicación definitiva."

De frente a El Cruceru tenemos precisamente la quinta El Carmen. También desde esta esquina del cruce, mirando a la derecha, veremos parcialmente la iglesia parroquial, en cuyos libros de difuntos se registra, en 1739, el fallecimiento de un peregrino gallego llamado Simón de Leme


Y es que los árboles nos tapan la mayor parte de la iglesia de San Julián de Somió, que sustituye a una más antigua del siglo XVI derribada a finales de 1930 para construir esta nueva, auspiciada por el párroco José María Julián Rubiera e inaugurada en 1933. Más allá es El Cuadrante, calle de casas con bajos comerciales y hostelería. Se sabe que tras el asedio de 1395 durante las guerras trastamaristas la población de la villa gijonesa se asentó aquí durante unos años hasta que se reconstruyese la población destruida. Enfrente, el antiguo Campu la Iglesia, ha resultado también muy edificado pero en él se celebran la fiestas del Carmen en la actualidad:
"El cartel anunciador de les fiestes patronales de Somió fue pintando libremente durante 10 años por Celsa Rodríguez. El motivo base, en el que se inspiró esta vecina de Somió, fue siempre un lugar emblemático de la parroquia, trasladado por la artista al lugar elegido para el cartel una pincelada de la romería asturiana que se celebra en Somió. De un colorido excepcional, el cartel festivo siempre tiene mucho interés por parte del vecindario Somionense que lo guarda a modo de colección.

Preparando la romería más asturiana

Comienzan poco a poco los preparativos en el prau de la romería; primero se engalanan con banderines de colores las calles cercanas al “campu la fiesta” por donde discurre la procesión el domingo y el entorno de la iglesia parroquial. Se instala la carpa, luces de colores, la megafonía y el escenario; luego llega el turno de mostradores, neveras, mesas, sillas, las cajas de sidra… El viernes comienza la fiesta y durante tres días hay actividad frenética en el “prau” de la romería. 

Música y mesa

Desde la carpa montada al efecto en el “Campu la Iglesia” y a lo largo de tres días de fiestes se puede escuchar música ambiente apropiada a la actividad desarrollada en cada momento. Música en directo ofrecida por varias orquestas que amenizan las verbenas. Un público siempre entregado, que aprovechando las espectaculares noches veraniegas se acercan hasta la barraca de la comisión de fiestas “La Ardillina”, formando entre todos un gran ambiente de romería de “prau” para olvidarse de la crisis.

Esfuerzo e ilusión no faltan para programar año tras año unas fiestas patronales del Carmen  para todos los gustos y para todos los públicos. Unas fiestas en las que la diversión y la tradición se dan la mano estando aún vigente el reunirse en torno a la mesa común familiares y amigos.

Actividades culturales en la iglesia

La Comisión de fiestas incluyen en el programa actividades diversas: deportivas, gastronómicas, tradicionales o culturales. Entre estas últimas el primer día de fiesta comienza con el pregón proclamado desde el ambón de la iglesia. Después alguna coral procedente de fuera de Gijón interpreta un programa variado donde no puede faltar la “Salve Marinera” en honor a la Virgen. Previo a los actos anteriormente citados, y según los criterios de las bases establecidas a tal fin, son proclamados la reina, dama y el galán infantil, siendo requisito imprescindible engalanarse con el traje asturiano para su investidura.

Sesión vermut y desfile canino de Somió

Para dar más realce a las fiestas del Carmen se incorporó, al ya variado programa, el desfile canino en el año 2011 que resulta ser del agrado del público y de los numerosos participantes. Al ser Somió una parroquia donde es frecuente ver perros guardianes en fincas o mascotas de niños y mayores, la idea del desfile canino fue tomando forma. Con buena acogida y gran respuesta de participación a la convocatoria, logramos incorporar el desfile canino en las fiestas, participando con disfraces originales que hacen las delicias del público. Al mismo tiempo se puede disfrutar de una sesión vermú con música en directo, una barraca con buena sidra y comida y un buen ambiente festivo.

Concurso gastronómico y merienda vecinal

Se convoca desde el año 2000 un concurso gastronómico de tortillas españolas, tortillas creativas, empanadas, arroz con leche y postres caseros, comida tradicional para unas fiestas populares. Se presenta abundante comida al concurso poniendo en aprieto al experimentado jurado nombrado al efecto. Según las bases del concurso, reciben premio los tres primeros ganadores de las cinco especialidades siendo muy aplaudidos por el público. La gastronomía presentada al concurso queda a disposición de la organización para degustación conjunta, una manera de contribuir a la unión vecinal con motivo de las fiestas que cada año nos aporta más satisfacción.  

 Gran chocolatada

Los más pequeños tienen especial protagonismo en les fiestes de El Carmen. A ellos va dedicada la primera parte del sábado, ofreciéndoles una actuación de entretenimiento y la tradicional chocolatada con churros, servidos por miembros de la Comisión de fiestes.

El escanciado de la sidra

No hay romería Asturiana que se precie sin sidra, cajas y cajas de sidra. Somió parroquia rural por excelencia, tuvo buenas pomaradas y populares llagares que daban a conocer su producto en espichas caseras, que eran muy concurridas por el vecindario pues dominaba el método artesanal para elaborar una buena sidra.

Para dar más contenido a las fiestas y divertirse a la vez, un grupo de entusiastas vecinos convocaron en el año 2007 el I concurso de escanciadores de sidra, creando unas bases y concediendo premios a los mejores.

La “alborada” de Somió

La Asociación de Vecinos mantiene las tradiciones en colaboración constante con los vecinos, incluso va añadiendo nuevos detalles. Primero fue un carro arrastrado por una pareja de vacas y cargado de niños, luego una “xarre” tirada de un caballo y ahora un tractor engalanado para la ocasión, que adaptándonos a los nuevos tiempos, hacen las delicias de grandes y pequeños en la famosa “alborada” de Somió que discurre por los diez barrios de la parroquia anunciando la festividad de El Carmen.

 El “ramu” de El Carmen de Somió

Un componente importante de las fiestas es el tradicional “ramu de El Carmen”. Está formado por un armazón de madera de forma piramidal que será quien sustente los panes, las flores y lazos de colores; es adornado todo él con abundante laurel cortado fresco en los matorrales de Somió; además lleva productos típicos asturianos que se subastarán después de la procesión. El “ramu” se pone a la entrada de la iglesia y los grupos de baile danzan a su alrededor; más tarde entra en la iglesia a hombros de cuatro mozos con el traje regional ofreciéndolo en la misa de fiesta al tiempo que el coro parroquial canta una canción relacionada con el momento. Luego se subasta en el “Campu” la fiesta.

Descarga  de voladores y repique de campanas

A las populares fiestas de El Carmen en Somió acuden foráneos seducidos por la hermosura del lugar, la alegría, la música, los bailes regionales, los encuentros amistosos… todo ello tiene generalmente su origen en un acontecimiento religioso y en ese sentido El Carmen de Somió es un potencial festivo. El tradicional repique de campanas, que ha pasado por las manos de varias generaciones de Somioneses, sirve para anunciar la hora de ir a la Iglesia de San Julián y asistir a la misa solemne, disfrutando también de sus estupendos alrededores en constante explosión de alegría.

Pero no solo las campanas y los campaneros tienen tradición en Somió, la descarga de estruendosos voladores mantiene expectante al vecindario desde el viernes hasta el fin de fiesta con la tradicional traca.

Bailes regionales

La fiesta religiosa y la fiesta profana tienen su punto de encuentro en el folklore. El laureado “Grupo Jovellanos” de Gijón es el encargado de amenizar ambas celebraciones. Por un lado entonan a gaita y tambor el Himno regional en la celebración eucarística; luego desfilan en la procesión sin dejar de animar con sus canciones, castañuelas y panderos sin olvidarse de la gaita y el tambor. En la Plaza de Villamanín la procesión hace una parada obligada y delante de la Virgen el “Grupo Jovellanos” baila en su honor el CORRI-CORRI considerada esta danza como la más ancestral de Asturias, habiendo mantenido con el transcurso del tiempo su pureza. Se acompaña con un canto monorrítmico (más bien un romance) dedicado a la Virgen y el Niño. Como instrumentos musicales se utilizan únicamente un pandero y un tamboril. Suelen bailarlo seis mujeres, con pasos ceremoniosos a las que durante la danza acosa un solo hombre (denominado “bailín”), el cual realiza gestos y cabriolas alrededor de ellas intentando llamar su atención, sin conseguirlo. Las mujeres portan en sus manos sendas ramas de laurel como símbolo de pureza. Su práctica original se sitúa próxima a los Picos de Europa, al este de la región.

Entrega del “bollu preñau y xarra de barro”. 

Espicha de una pipa de sidra del duernu

La parte profana prolonga la alegría provocada por el acontecimiento religioso y la entrega del “bollu preñau y la xarra de barro” facilita el dialogo cordial del vecindario mientras se espicha una pipa de sidra al son y esplendor de los bailes regionales del “Grupo Jovellanos” que llevan tres décadas seguidas acudiendo a Somió, consolidando  una fiesta muy asturiana junto al numeroso público. Las “xarras” de barro para tomar sidra directamente del barril que reparte la Asociación a sus socios y que fueron recuperadas especialmente para esta ocasión, son una replica de las realizadas por los “Tarreros de Somió” entre los años 1908 y 1955 en el barrio de Fuejo. Allí disponían de las condiciones necesarias para el desarrollo de las labores alfareras: una gran veta de barro y abundante agua corriente.  

Juegos rurales tradicionales

El juego del “gomeru” es una costumbre arraigada en Somió; comienza a ser campeonato tras unas apuestas entre vecinos, de esto hace ya bastantes años. Estos concursos tienen origen en el escenario de música del antiguo Somió Park; la diana eran botes de bebida, el “gomeru” debía ser propiedad del concursante no permitiendo el arreglo del mismo, caso de romper, ni cambiarlo por otro. Los gomeros eran realizados con goma de cámaras de bicicleta siendo el “forcau” de diversos materiales como de palo, varilla de hierro o madera. También el juego de la rana y de la llave es una veterana tradición en las fiestas patronales del Carmen. Personas de cierta edad se acuerdan de las aptitudes de algunos jóvenes que eran unos fenómenos jugando. El alma de los concursos ha sido durante años Pachicho Cifuentes, nacido en Somió, siempre vinculado con la parroquia que acudía cada año a la fiesta de El Carmen desde su residencia en Madrid; él aportaba su granito de arena donando los trofeos que encargaba específicamente a un artesano. Desde el año 2000 se hace cargo del concurso la Asociación dando continuidad a la obra de Pachicho."

La historia de la actual iglesia la explica muy bien en La Nueva España del 20-12-2008 Leopoldo Bertrand, Secretario del Consejo Pastoral Parroquial con el artículAniversarios en San Julián de Somió, con motivo de la celebración que conmemoraba los 75 años de la inauguración del templo y los 50 de su consagración:
"Mañana Somió se vestirá de fiesta, sonarán las campanas. Una de las parroquias más extensas del concejo tiene unos orígenes muy antiguos, pues ya en época romana apuntan algunas crónicas la existencia de cierta «Villa Someu», término del que puede derivar Somió. 
En el Somió de 1929, una pequeña comunidad cristiana, unida por una misma fe y siendo testigos de la misma con sus obras, tomó parte activa en los trabajos de la comunidad parroquial, para levantar su actual templo, enseña de la iglesia en Somió, de nuestra aldea, la Iglesia entre nuestras casas. Mañana celebraremos en nuestra parroquia dos importantes efemérides: el LXXV Aniversario de la inauguración de su templo parroquial y el cincuenta de su consagración. 
Un nutrido grupo de sacerdotes concelebrarán junto a Pío Sánchez, nuestro párroco, y Vicente Álvarez, nuestro vicario parroquial, una misa solemne a las 12.00 horas. Durante la misa dos jóvenes feligreses, marido y mujer, aceptarán el sacramento de la confirmación, si bien uno de ellos recibirá el sacramento del bautismo. Nuestro arzobispo Carlos Osoro presidirá los actos. 
Hace 79 años, José María Julián Rubiera, entonces párroco de San Julián de Somió, y la junta parroquial encargaron al joven arquitecto Juan Manuel del Busto redactar un proyecto de la iglesia parroquial «que sustituyera al antiguo templo, insuficiente ya para contener el extraordinario aumento que la feligresía había experimentado, en el transcurso de los años». Trabajo del que el mismo arquitecto dijo: «No recuerdo, a lo largo de mi carrera, haber recibido encargo alguno, no sólo con tanto gusto, sino con tanta emoción». 
Busto proyectó un templo buscando fuentes de inspiración en las trazas y elementos decorativos que ofrece el llamado estilo asturiano o prerrománico. De su personal interpretación nació San Julián de Somió, «uno de los mayores aciertos arquitectónicos del siglo pasado». Afirmación que, el historiador Pedro Hurlé, hace en su artículo «Aportación al estudio de la historia de Somió», publicado en el número 29 de nuestra revista parroquial, aseveración que, sin duda, todos compartimos. Y, sin duda, también compartimos esta otra declaración del mismo historiador: «San Julián constituye una admirable combinación de los estilos visigóticos y prerrománico o ramirense, guardando todo el edificio armoniosas proporciones y ofreciendo su interior aquel aspecto, severo y recolecto, que hizo exclamar a José Caveda que «parecía conservar entre sus muros todo el espíritu melancólico de la Edad Media». Se inauguró en marzo de 1933, entonces como ahora, Somió se vistió de fiesta y sonaron las campanas en Somió. 
Hace 50 años (1958) tuvo lugar la dedicación o consagración de la iglesia. La consagración de un templo fue considerada siempre como una de las más grandes fiestas y de más regocijo popular. No solamente se celebraba con solemnidad el día de la consagración, sino toda la octava y el aniversario y es que «la consagración confiere al templo una santidad y eficacia especiales, que no posee en tan alto grado una iglesia simplemente bendecida»."

Saliendo de El Cruceru, dejamos el barrio de La Redonda y, según el Mapa-callejero de la parroquia de Somió editado por el Ayuntamiento, la Avenida del Profesor Pérez Pimentel marca la divisoria entre el de El Pisón a la derecha y Foxanes a la izquierda, donde tenemos la Casa Rectoral de Somió y, seguidamente el cenador, muros y arbolado jardín de Villa María, otra de las históricas quintas de Somió, donde el industrial Tomás Zarracina Rodríguez fundó en 1857 la primera fábrica de Industrial Zarracina, creada en principio para hacer chocolates y harinas, pero que luego se especializó en sidra achampanada


Fue también Zarracina un pionero en su campo, pues se dice que esta fue la primera empresa que exportó sus productos a las colonias asturianas de ultramar, pasando más tarde, con la quinta, a ser posesión de los condes del Real Agrado, al ser vendida por sus descendientes. En el excelente blog Casonas de Indianos nos cuentan su historia:
"Tomás Zarracina Rodríguez, hijo de Francisco y Mª del Carmen, nació en Gijón en el año 1832. Estudió Náutica en el Instituto de Náutica y Mineralogía que fundara Jovellanos. Se casó con Agapita Menéndez, natural también de Gijón, con la que tuvo tres hijos: Francisco, Mª del Carmen (casada con Alfredo Santos Arana) y Antonio. Su gran talento para los negocios pronto le hizo acreedor de una gran fama, siendo uno de los hombres que más esfuerzo hizo para el progreso de Gijón. En la década de los cincuenta del siglo XIX fundó la fábrica de sidra “La Asturiana”, marca que perdió por problemas de registro pasando a denominarse “Zarracina”. La fábrica se hallaba instalada en Somió y fue la primera que se abrió al mercado americano. En 1863 fundó también la panadería “La Esperanza”, en 1875 un taller mecánico de aserrar maderas donde entre otras cosas fabricaba las cajas para envases, en 1877 la fábrica de chocolate “La Industria” y en 1890 instaló en el barrio del Tejedor una fábrica de harinas “La Caridad”. También presidió durante algún tiempo la sociedad promotora del balneario de "Las Carolinas", situado en la playa de San Lorenzo. En 1873 con la proclamación de la Primera República es nombrado concejal del ayuntamiento. Tras su dimisión poco se sabe hasta que en 1897 aparece entre los fundadores del diario republicano “El Noroeste”. Parece ser que al final de su vida se trasladó a Madrid para tratarse de una grave enfermedad donde falleció el trece de diciembre de 1898.

Don Tomás vivía en la calle Los Moros y mandó construir en la década de los noventa este palacete en el barrio de La Redonda de Somió, siendo el autor del proyecto Juan Miguel de la Calzada. De estilo ecléctico pero muy sobrio en el diseño y con influencias clasicistas en sus pilastras, escalinata de acceso y los remates de los vanos. Rodea el edificio principal un gran jardín de estilo inglés, siendo uno de los jardines más destacables de Gijón. El edificio constituye un excepcional ejemplo de la arquitectura unifamiliar burguesa de comienzos del siglo XX, manteniéndose en un excelente estado de conservación.

El palacete como las Industrias Zarracina pasaron después a manos del Conde del Real Agrado, Amadeo Álvarez-Buylla y García Barrosa (1869-1948) natural de la parroquia de San Martín de Podes, que emigró a Cuba de donde regresó con notable capital, que aumentó al casarse con María Alvera y Núñez de Villavicencio, la hija del ya fallecido conde del Real Agrado. Fue socio fundador del Banco de Gijón que posteriormente presidió, dedicándose también a otras actividades empresariales y siendo en 1923 diputado en las Cortes nacionales representando a Llanes. El nombre de Villa María hace referencia al nombre de su esposa y las iniciales RA y el escudo que presiden el acceso principal al título nobiliario.

En la década de 1960 la propiedad fue adquirida por Dª Paloma Felgueroso, esposa del que fuera alcalde de Gijón Luis Cueto-Felgueroso Granda. A mediados de los 80 fue adquirida por al decorador Francisco Javier Sitges, que realizó un excelente trabajo de rehabilitación."

Pasamos primeramente enfrente de la casa rectoral. Posiblemente el párroco más determinante de los últimos tiempos en Somió haya sido el ya mencionado Don José María Julián Rubiera, artífice de la nueva iglesia, a quien se le concedía en 2005 y a título póstumo el galardón de La Ardilla, emblema de Somió:
"“Hagamos elogio de los hombres ilustres……Su gloria no se borrará”. Es esta una sentencia del libro del Eclesiástico que el entonces Párroco de Somió Don José Maria Julián Rubiera debió tener en cuenta al inscribir el acta de defunción de Don Dionisio Cifuentes Suárez, hoy plausiblemente homenajeado por nuestra Asociación de Vecinos. A los siempre fríos datos de la estadística Don José María añadió el siguiente elogio: “Bienhechor de esta Iglesia y de la Parroquia”. De la mencionada partida consta que el tercero de los seis hijos de Don Bruno y de Doña Isabel, viudo de Doña Carmen Vicario, sin hijos, fallecía en Gijón el 9 de enero de 1951 a los 91 años de edad. Llamado Don Dionisio desde Cuba por uno de sus hermanos, partió en su adolescencia de El Musel hacia la isla caribeña donde fue colocado como dependiente en una tienda de tejidos y confección de otro asturiano apellidado Inclán. Con el tiempo, gracias a su laboriosidad y talento, llegó a ser propietario del negocio, alcanzando una confortable situación económica que, más tarde, viudo y sin hijos, quiso compartir con sus familiares y paisanos regresando a Gijón.

BIENHECHOR DE ESTA IGLESIA, certifica Don José María Julián Rubiera. Cuando en el año 1931 se construye nuestro precioso templo parroquial no faltó el apoyo de Don Dionisio. A sus expresas se debe el artístico decorado de la capilla del Carmen y la dotación del campanario con una nueva campana. Quemada esta Iglesia el 24 de agosto de 1936, habiéndose conservado sólo las paredes y parte del tejado, se gastaron, nos cuenta Don José María alrededor de doscientas mil pesetas, de las de entonces, en su restauración. Nuestro buen párroco no nos dice de donde salieron. Pero sabemos con certeza que al menos los nuevos retablos y parte de las imágenes fueron donadas por Don Dionisio. BIENHECHOR DE ESTA PARROQUIA. Ya en 1913 contribuye a la traída de aguas a las fuentes de Somió. En julio de 1931 crea la que seria la perla de la generosidad: La Fundación Cristiana Benéfica Dionisio Cifuentes. La dota de un capital y de unos terrenos; el que utiliza actualmente el club de fútbol Estudiantes y otro, en el que construyó la Capilla de la Providencia, que sustituyó a la humilde que existía en el Camino del Fuerte, destruida por las hordas en 1936. Sabiamente decidió que todo lo recaudado en la nueva Capilla, después de atender a los gastos del culto, fuese destinado a remediar las necesidades económicas de los pobres de Somió.- el cementerio de Santa Filomena, en el que reposan sus restos, es donación suya.- Dota al barrio de San Lorenzo de una escuela en la que recibieron formación cívica y religiosa varias generaciones de niños. Como justo reconocimiento a su filantropía, que sería preferible llamar amor cristiano, en el año 1933 los vecinos de Somió consiguieron que el Ayuntamiento de Gijón titulase con su nombre la Avenida que discurre desde el Campillo de la Cruz a la carretera del Piles al Infanzón. En 1973 la Asociación de Familias de Somió, presidida por el abogado Don Ricardo Sánchez de la Viña, con la aportación económica del vecindario, le dedicó un busto realizado por el escultor Francisco González Macías, instalado en la Plaza de Villamanín a la sombra del viejo Carballo. La generosidad de Don Dionisio no se limitó a la parroquia de sus mayores. La Asociación Gijonesa de Caridad, La Cocina Económica, el Hospital de Caridad de Jove, el Asilo de los Ancianos Desamparados contaron con su solidaridad. Permitió que se instalase en terrenos de su propiedad el Grupo Covadonga, alquilándolos primero y dado después todas las facilidades para su compra, pero exigiendo que en caso de disolución del Grupo y de reventa pudiesen quedarse en el precio de remate la Asociación Gijonesa de Caridad, o la Cocina Económica. O el Asilo, por este orden, y en su falta, otra institución benéfica local de la misma naturaleza. En 1947 se le otorga la Medalla de Oro del Merito Social y en 1949 se le nombra Hijo Predilecto de Gijón. Y hoy “La Ardilla”, símbolo de buena vecindad, de la laboriosidad y de la astucia para proteger a los suyos. “Hagamos elogio de los hombres ilustres”…

23 de septiembre de 2005"


Este es el cenador de Villa María, adosado a manera de terraza a la tapia de cierre de la finca, un elemento relacionado con el disfrute y mantenimiento del jardín, así como "mirador  y escaparate sobre la vía pública", nos dice el profesor Ramón María Alvargonzález Rodríguez en su libro Somió, la ciudad jardín de Gijón


Este cenador presenta un hermoso balaustre clásico y fue recuperado por Javier Sitges cuando adquirió la quinta


Seguimos por la Avenida del Profesor Pérez Pimentel junto a los muros de Villa María, viendo, a la derecha los de la finca La Rotonda. Hay fotos de época del antiguo tranvía pasando por aquí, iniciativa de otro gran pionero que fue Florencio Valdés, del que el geógrafo urbanista Rafael Suárez-Muñiz nos cuenta lo siguiente en su artículo La Isla de Florencio Valdés. El despertar de la jardinería botánica en Asturias, publicado en El Comercio el 26-12-2021:
"Polifacético. Estaba en todas. Pasas página a un legajo y aparece algo de él. ¿Cuánto le debemos en Gijón? Estamos hablando de Florencio Valdés-Hevia Menéndez-Fano (1836-1910), un emprendedor en toda regla. De todo ello podría hablar el catedrático Ramón Alvargonzález, pues se lo ha cruzado inevitablemente en muchas de sus investigaciones. Para empezar, la redacción de estas líneas es gracias a él: fue uno de los fundadores de nuestro diario EL COMERCIO (decano de la prensa asturiana) en 1878. En 1871, la sociedad Cifuentes, Valdés y Cía. terminó la construcción del muelle de la Victoria, también conocido como el Muellín o el muelle de Valdés, que es donde se asienta la Rula. Tanto El Comercio como Florencio Valdés eran claros partidarios de la causa apagadorista (consolidar el tráfico marítimo en el puerto viejo). Fue una de las figuras clave de la propulsión del ocio en Gijón (en Asturias, por ende, por ser Gijón la capital del ocio).
Florencio Valdés fue el promotor de la primera concesión de la línea de tranvía de Somió, que en 1890 solo llegaba hasta La Guía y al año siguiente se condujo hasta Villamanín; hecho sin precedentes en las comunicaciones intraurbanas de Asturias, que motivó el orden del crecimiento urbano de la urbe y la dirección de los grandes espacios de ocio. A raíz de esta explotación fue socio accionista de los grandes espacios de ocio extramuros que jalonaban su discurso: la plaza de toros y los Campos Elíseos. Formó parte de dicha sociedad (1873) y adquirió, tras lotificarse los terrenos del ensanche del arenal de San Lorenzo (1853), ese rombo verde que eran los jardines de La Florida a lo largo de la avenida de la Costa. Allí construyeron el primer teatro-circo de Asturias, que sobrevivió hasta 1963 como cine Los Campos. En 1899 se celebró la Exposición Regional que fue el germen de la Feria de Muestras."

Aquí nos cruzamos con el Camín de las Orquídeas: el Camino sigue de frente por la Avenida del Profesor Pérez Pimentel pasando junto al muro de la Quinta Vista Alegre, justo donde estuvo su cancha de tenis y ahora hay dos chalets, viendo seguidamente la que fue la casa de los caseros. Rafael Suárez Muñiz nos habla de ella en su artículo, también para El Comercio, titulado La finca Vista Alegre afronta un proyecto se rehabilitación integral, publicado el 23-7-2017:
"Junto a Villa María, en la avenida Profesor Pérez Pimentel, frente al camino de los Rosales que se dirige al Club de Tenis Gijón en el barrio de Fojanes (Somió), se encuentra la quinta de recreo Vista Alegre (4 Ha.). Esta imponente finca fue promovida por el acaudalado indiano Gumersindo García Cuervo en 1901 a su regreso de La Habana –iniciales conservadas en la puerta de acceso– y proyectada por Manuel del Busto. Cuenta con una maciza casa principal de estilo ecléctico ciertamente hibrido por sus aires modernistas –o así lo pretendieron sus titulares a la postre–. En 1914 los hermanos Felgueroso vinieron a Gijón procedentes de La Camocha; hacia 1914-1915 este palacete fue adquirido por el matrimonio Víctor Felgueroso y María Antonia León. (...)
Su jardín, catalogado por el geógrafo Rodrigo Álvarez Brecht en 2008, a pesar del lamentable estado de abandono tiene o tenía un excepcional valor botánico, ornamental (varios pequeños bancos revestidos con azulejos de Talavera similares a los de El Lauredal) y configurativo –por sus espacios auxiliares–. El acceso guarda semejanzas con la quinta Bauer; en este caso, por contar la silueteada entrada con una penetrante doble hilera de tilos –hoy centenarios– con parterres posteriores. La mayor mancha arbórea se establece en forme de L invertida al Sur y Oeste del palacete. En las proximidades de la casa se levantaban varios ejemplares centenarios. Justo en el centro de la finca, se encontraba una de tantas pistas de tenis con que contó Somió, antes de hacerse el Club de Tenis –hoy su espacio lo ocupan dos parcelas con chalet–. En la mitad oriental se encontraba el huerto. Finca que quedaba separada de la occidental por el arroyo Fontanía. Disponía de palomar, cocheras, lavadero, las casas de los caseros pegadas a la avenida Profesor Pérez Pimentel; y especialmente significativa la pequeña reproducción de una mina de galería horizontal que tenían. Los hermanos Felgueroso plasmaban así su empresarialismo minero de la forma más didáctica. Dicha mina sirvió de refugio antiaéreo durante la Guerra Civil. 
Hasta 1977 fue la residencia de la familia Felgueroso. Ese año el palacete fue adquirido por el colegio Valmayor para chicas desde 1º de EGB (250 chicas) y chicos en párvulos –excepcionalmente–. Entre sus promotores se encontraban nombres propios de la sociedad asturiana, como Luis Adaro, Carlos Roces Felgueroso o Juan Suárez. Su uso colegial desde septiembre del corriente fue algo extemporáneo para el curso 1977/1978; el curso 1978/1979 ya dio comienzo en el alto de La Corolla. Entre 1979 y 1982 la parcela de 4 hectáreas de extensión, fue dividida en 18 subparcelas por iniciativa de los descendientes de Gabino Felgueroso González para la construcción de chalets. Señala el catedrático de Geografía Ramón Alvargonzález, que esa fragmentación ya comenzó en la década de 1950. En diciembre de 1984, cuando se produjo el incendio que destruyó el interior del palacete, ya estaba en manos de la ingeniería Erpo. 
La empresa de ingeniería Erpo S. A. –rotulación junto a la verja de fundición– pretendía diseñar, reformar y construir maquinaria para distintas empresas y fábricas a nivel nacional, y el incendio generó cientos de millones de pesetas de pérdidas. En la actualidad, tras el consiguiente abandono, el estado de deterioro se recrudeció, faltando buena parte de la cubierta de teja original. 
En el mes de junio del corriente, el estudio de arquitectura y urbanismo Dolmen se ha hecho cargo del proyecto de derribo, primero; y de la posterior rehabilitación de la finca y de la casa (protección parcial). Para destinarla, en principio, a varias viviendas; respetando el inmueble original y recuperando las fortalezas de su jardinería y arbolado, también catalogados. La extensión actual de la finca resultante es de 7.567 m2.

Pero antes de cruzar y seguir vamos aquí a asomarnos al portón de rejería de Villa María para admirar la casa y sus esplendorosos jardines, glosados por varios autores



Uno de ellos es el jardinero y paisajista José Valdeón Menéndez, que en su libro Jardines clásicos de Asturias nos dice así:
"Cualquiera que acceda a la zona residencial de Somió por La Guía y transite hacia Vollamanín por la Avenida de Pérez y Pimentel se dará de bruces con una residencia que, al contrario de las que pueblan el barrio, muestra al exterior su impecable aspecto actual. La propiedad, perteneciente al decorador Francisco Javier Sitges, es un magnífico ejemplo de rehabilitación de un espacio llegado a sus manos en total estado de abandono. Es una obra que debemos a su indiscutible gusto y al afán que le ha movido a revivir lo que en su día fue una excelente villa de recreo, de las tantas que florecieron aquí en el último tercio del siglo XIX como área de expansión del Gijón urbano."

La casa, Valdeón la data en la última década del siglo XIX, según lo percibe de su estilo ecléctico, "ya que la documentación existente al respecto es casi nula", nos dice, a la vez que nos recuerda sus sucesivos dueños, Tomás Zarracina los condes del Real Agrado, "quienes fueron los que más tiempo la conservaron", Paloma Felgueroso y Francisco Javier Sitges. Del primero leemos en la Real Academia de la Historia:
"Aunque piloto de la marina mercante, desarrolló su vida profesional en el campo de la industria donde logró prestigio y reconocimiento. A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX erigió diferentes e importantes fábricas en suelo gijonés que empleaban a numerosos trabajadores, siendo uno de los principales representantes de la burguesía que colaboraron en el desarrollo industrial de la ciudad. Así, fue fundador de “La Asturiana” (1857) dedicada a la elaboración de sidra achampanada, cuya excelente calidad, aparte de numerosos premios, le proporcionaría un nutrido mercado en América Latina; “La Esperanza” (1863), una panadería mecánica; “La Industria” (1877), de chocolates, y “La Caridad” de harinas (1890). 
Comprometido políticamente, fue un destacado miembro del Partido Republicano Federal participando activamente en el Comité de Gijón, donde en 1869 figuraba como vicepresidente. Con la instauración de la I República fue elegido concejal del Ayuntamiento de Gijón y nombrado primer teniente de Alcalde, formando parte de distintas comisiones municipales. Dimitió de sus cargos tras la sublevación militar del general Pavía, no obstante continuó su dedicación política en el Comité Federal y en la Junta local de Fusión Republicana. 
Hombre inquieto e incansable en la defensa de sus ideales republicanos, fundó junto con sus correligionarios Felipe Valdés y Vicente Innerárity, El Noroeste, un diario que nacía el 11 de febrero de 1897 con la etiqueta de republicano, democrático e independiente y con vocación de servir al interés general. Pero su fallecimiento un año después le impidió ver cómo llegaría a convertirse en el principal periódico de Asturias."

De Tomás Zarracina y su tesón industrial nos va a informar también Rafael Suárez Muñiz en Villa María: el esplendor de un jardín Victoriano en Gijón, artículo publicado en El Comercio el 19-12-2021, en el que también nos informa de su paso a los condes del Real Agrado (de ahí las iniciales R y A coronando la rejería de este portón) y que Villa María fue así llamada en honor a la condesa:
"Tomás Zarracina fue una figura clave en los albores de la industrialización asturiana, con una estructura empresarial tripartita razonada en sidra achampanada, harina y chocolate. La fábrica de chocolate estaba donde la calle que lleva su nombre (detrás de la biblioteca Jovellanos), donde el parque homónimo estaba la de harinas y la embotelladora, mientras que en Somió, en la actual finca Villa María —antes inapelada, estaba el llagar donde elaboraba la sidra achampanada que décadas más tarde absorbió El Gaitero. Hacia 1890, Tomás Zarracina ordenó construir una imponente mansión de estilo ecléctico al arquitecto Juan Miguel de la Calzada, en una finca de unos 22.000 m2, sita entre la avenida del profesor Pérez Pimentel (acceso principal), el camino de Fojanes (S) y el camino de las Orquídeas (O).
En 1940 ya obraba en poder de Amadeo Álvarez-Buylla y María García Alvera, los condes del Real Agrado, quienes dieron el nombre definitivo a la finca y recrecieron lateralmente la construcción principal añadiéndole un tercio más hacia el este donde hoy se acomoda el salón de recepciones."

Sobre el conde del Real Agrado hallamos una completa biografía también en blog Casonas de Indianosen concreto en la entrada dedicada a su casona solariega familiar de Samartín de Podes (Gozón):
"Amadeo Álvarez Builla y García Barrosa, natural de la parroquia de San Martín de Podes, de joven emigró a Cuba donde hizo fortuna. Al regresar a España fue socio fundador del Banco de Gijón que posteriormente presidió, adquirió la empresa “Industrial Zarracina” en la que comercializó un cava con el nombre de “Conde del Real Agrado” que posteriormente fue adquirida por la Compañía Valle, Ballina y Fernández, SA que actualmente elabora vinos en La Rioja con la denominación Real Agrado. Presidió también la compañía de cafés “Golfo de Guinea” y fue consejero de otras entidades bancarias e industriales como el Banco Hispano- Americano, Altos de Alberche, Telefónica e Hidroeléctrica del Cantábrico; en las Elecciones generales de de 1923 fue elegido Diputado por el Distrito de Llanes por el partido Reformista y fue condecorado en 1944 con Gran Cruz de la Orden Civil del Mérito Agrícola.

Se casó con María Silvestra García Alvera y Núñez de Villavicencio, quinta nieta del primer conde del Real Agrado. Fueron padres de tres hijos, dos varones: Gonzalo y Amadeo y una mujer. D. Gonzalo se casó con María Luisa de Urquijo y Losada (1911-1994) siendo padres de una única hija doña María Luisa Alvarez Builla y Urquijo, sucesora del título nobiliario a la muerte de su abuela.

Parece ser que el rey Alfonso XIII en 1931 antes de la proclamación de la Segunda República en agradecimiento a los favores económicos por parte de D. Amadeo rehabilitó el título nobiliario a favor de su esposa. Tenían un domicilio en Avilés, pero con frecuencia residían en Madrid y en esta casa solariega de San Martín de Podes.

Se dice que D. Amadeo no fue querido por sus vecinos ya que en una primera etapa se dedicó a realizar préstamos poniendo como aval las tierras de quien se lo pedía a sabiendas de que tal y como estaba la economía de la época nunca podrían saldar esa deuda y él se quedaría con el terreno. Muestra de ello es el monumento a su memoria que se erigió en 1948 a la muerte del conde a pocos metros de su palacio, en primer lugar fue desfigurado el rostro y posteriormente decapitado. La cabeza se envió a Madrid para su restauración pero se extravió y el busto decapitado permaneció en el suelo a los pies del monumento. En otras fuentes se menciona su generosidad como lo demuestra que este monumento fue financiado por suscripción abierta “en la que participaron personas de todas las clases sociales impulsadas por los mismos sentimientos de admiración y gratitud"

Como apunte de interés, señalar que a un hermano del conde, Celestino Álvarez-Buylla y García Barrosa se le atribuye la construcción de otra quinta en Somió, Villa Lutgarda, cuya finca, en La Guía, fue urbanizada con una colonia de chalets


Llegaríamos así a los siguientes propietarios, Paloma Felgueroso y su marido Luis-Cueto Felgueroso, quien fue, además de médico, alcalde y diputado. Extraemos su biografía de Wikipedia:
"Nació en GijónAsturias, en 1918, hijo de Florentino Cueto y de Asunción Granda. Estudió medicina en Salamanca y Nueva York y ejerció durante algunos años como médico traumatólogo. Se casó con Paloma Felgueroso y tuvo cinco hijos: Luis, Lucía, Paloma, José y Alejandro. 
Fue uno de los máximos impulsores de la descentralización de la Universidad de Oviedo con la creación del campus de Gijón. 
Fue consejero del Real Sporting de Gijón durante las presidencias de Carlos Méndez Cuervo y de Ángel Viejo Feliú, como miembro nato en su condición de alcalde, y continuó en la primera etapa de Manuel Vega-Arango, pese a dejar la alcaldía. Suya fue la idea, en 1977, de remodelar el estadio El Molinón para cubrir la grada este, obra que no se llevaría a cabo hasta 1982.​ También fue presidente del Real Club Astur de Regatas entre 1965 y 1973. 
Dirigió el Centro Sanitario Marítimo de Gijón durante casi treinta años. 
En 1971 formó parte de la junta fundadora de la actual ONG Gijón, una ciudad para todos. 
La que fue alcaldesa de Gijón socialista Paz Fernández Felgueroso es prima segunda suya y prima carnal de su esposa, Paloma Felgueroso. Falleció en la misma localidad en la que había nacido y pasado casi toda su vida el 16 de abril de 2004 y fue enterrado en el cementerio de Somió"


Y así, llegando a Francisco Javier-Sitges, retomamos la lectura que a este palacio y sus jardines le dedica Rafael Suárez-Muñiz:
"En 1986 fue cuando el reconocido decorador Javier Sitges adquirió Villa María a sus últimos tenedores: Paloma Felgueroso y Luis Cueto-Felgueroso. Un muro separa la finca en dos mitades; se hizo sobre la antigua cancha de tenis de los condes, la cual aún conserva ciertos restos cimentados y el farol que la alumbraba. En la década de 1950 se levantó un valioso plano de la finca con el inventario y situación de todos sus elementos materiales. La parte posterior dispone de una superficie pratense con una concentración de frutales y el vestigio de la pumarada junto al muro divisorio. Los elementos físicos se agrupan en torno a la tapia del camino de las Orquídeas: con las caballerizas (posterior cochera) de los condes, el llagar de Zarracina y la casa del chófer. 
Entre 1950 y 1970 todavía disponía de huerta, cuya puerta se conserva, la cual se hallaba orientada —ahora hay unos chalets— y esta faja de terreno fue condonada y su sentido cambió para crear el parking. En esta parte trasera se conserva también el pozo y un depósito de agua de fundición del siglo XIX. El jardín decimonónico delantero fue recuperado y rediseñado por Javier Sitges tanto en lo que a espacios verdes se refiere como a la enorme riqueza de la estatuaria, el mobiliario y el arbolado. Esta preciosidad de jardín victoriano de aire romántico es «una prolongación inseparable» de la casa tal y como apunta el doctor geógrafo Álvarez Brecht."


Y en los jardines, la casa de los caseros, que forma parte, como toda la quinta, de la "rehabilitación ejemplar" al que la somete Javier Sitges, tal como afirma en su libro José Valdeón Menéndez:
"...así se ha hecho y se ha hecho bien, lo que incluye una investigación de su pasado, sin demasiados resultados concluyentes, la conservación de elementos vegetales y de ornamentación, y la reposición de ejemplares arbustivos, arbóreos o de otra índole -como la orla de mosaicultura que acompañaba a la única fuente original a través de una fotografía antigua- conocidos por documentación gráfica o perdidos en el periodo de transición. De las dos esculturas originales de la finca, por ejemplo, una de ellas fue encontrada hecha añicos en el montón de escorias de la calefacción, y reconstruida pieza a pieza hasta devolverle su aspecto primitivo. El proceso de recuperación del arbolado existente contó con podas muy cuidadosas hechas sobre los tejos, el árbol del cielo o las palmeras, siempre en la línea de devolverles su porte natural. Los que estaban secos o perecieron durante el acondicionamiento se repusieron exactamente en su lugar y, por supuesto, siendo de la misma especie. En otros casos, las medidas hubieron de ser más drásticas, como ocurrió con una araucaria de Chile que malvivía entre el ramaje de uno de los tejos: no se encontró más remedio que sacrificarla en beneficio del segundo."

Además de los árboles y arbustos, otros elementos decorativos son las copas, parterres, leones blancos y demás detalles que admiramos desde su entrada. Suárez-Muñiz nos guía en esta inolvidable visita:
"La configuración del jardín se establece a partir de unos enormes e irregulares parterres, impuestos por una red caminera sinuosa de grijo para favorecer el drenaje. Desde la imponente puerta principal se accede a través de un pasillo orlado por bojes donde nos saludan sus dos míticos leones blancos que fueron traídos de un palacio de Cáceres y a sus pies se disponen sendos parterres circulares que se hermosean con flores de temporada. A lo largo de este paseo y del resto del jardín nos encontraremos diversas copas a modo de maceteros provenientes de palacios avilesinos como la casa Pedregal, La Perla de la familia Rodríguez-Maribona o la casa de dirección de Arnao (de la Real Compañía Asturiana de Minas), «las dos copas de la entrada vinieron de casa de los abuelos», indica Javier. La fuente grande, sobre la que bascula el protagonismo del eje simétrico del jardín frontal, vino del palacio de Ferrera, que también era propiedad de Javier Sitges. La fuente mediana junto a la escalera ya estaba en Villa María. Las bolas de boj y la topiaria protagonizan la avenida hasta el cenador-mirador. Este cenador, que combina el balaustre clásico con la escalera ecléctica, fue recuperado por Javier Sitges y dispuesto bajo una estructura metálica cubierta de glicinias.
La tapia occidental del jardín y parte de la septentrional están bordeadas por enormes hortensias, y también parte del muro divisorio. En la parte delantera se yerguen diversas palmeras canarias —una junto a la casa de guardeses— y washingtonianas que superan los cien años; un tulipero de Virginia; robles autóctonos; gigantes robles americanos; castaños de Indias; impresionantes cedros de Líbano y del Himalaya plantados en 1986; un abeto péndula; limoneros; naranjos; un avellano; cerezos japoneses (de unos 30 años); rosales de colores; fresnos; prunos; un árbol del amor; un árbol de Júpiter, y dos gigantescos falsos plátanos que se acercan a los 200 años. De la casa de guardeses, acondicionada ahora como tienda de antigüedades, cuelgan surfinias y buganvillas."

Suárez-Muñiz recoge las palabras de entusiasmo de Javier Sitges referentes a este magnífico espacio verde, así como muestra su satisfacción por la figura de protección que tiene en la actualidad:
«El jardín siempre me volvió loco, como complemento a la decoración, que me gustaba», sostiene Javier Sitges. El gusto simétrico de un esteta como Javier también se plasma en el jardín trasero: las dos estatuas separadas en cada extremo por la fuente central, las estatuas se acompañan de un enorme tejo y cada uno de los cuales se acerca a ser centenario; bajo cada tejo hay una mesa de piedra, que es uno de los elementos clásicos de los jardines de las quintas de recreo. También hay una higuera cuyos higos son de tamaño espectacular y un cerezo. Como curiosidad, cuenta con un pequeño arce japonés que fue un regalo de José Valdeón en 1999. En esta parte también hubo una araucaria de Chile que no sobrevivió. «Siempre se ha ido reponiendo todo lo que había si moría, pero buscando que quede lo más parecido a como estaba», añade.

Es un privilegio poder tener la magia de un espacio así en Gijón, se trata de uno de los pocos jardines históricos del municipio catalogados con un nivel de protección integral. Javier cuenta con una variedad botánica que se acerca al centenar de especies, cuidadas, como la casa, con todo el mimo del mundo. Hay especies exóticas y de todos los continentes fértiles, muchas superan el siglo de vida. Habría que huir del extendido titular de «la casa más cara Asturias» para matizar: la casa con más valor. El que suscribe siempre defiende que Villa María es el mayor museo de Asturias, pero su jardín de las cuatro estaciones sería la alfombra del mismo."

Y es que, años atrás, se anunciaba su venta, la noticia la daba de esta manera para El Comercio el periodista Marcos Moro el 26-3-2015,  añadiendo algunos datos de sumo interés:
"Villa María' está en venta. La familia propietaria, los Sitges, anuncia desde hace menos de una semana el espectacular palacete de Somió en uno de los principales portales inmobiliarios de internet y también se ha puesto en manos de la Agencia Álvarez como comercializadores. Pide por él una cifra récord nunca antes vista en Gijón de 8.250.000 euros. 
La heredad incluye 7.000 metros cuadrados de parcela, 1.800 metros edificados, ocho dormitorios en suite (todos ellos con baños integrados), salón, comedor, biblioteca, una sala de estar y una sala de billar, techos altos, amplia zona de servicios y vivienda de guardeses independiente. 
El palacete fue mandado construir en la última década del siglo XIX para el industrial Tomás Zarracina Rodríguez (1832-1898) en el barrio de La Redonda, en Somió. Constituye un excepcional ejemplo de la arquitectura unifamiliar burguesa y una de las más relevantes posesiones de recreo que florecieron en la parroquia en esa época. El autor del proyecto fue Juan Miguel de la Calzada."

Al ser una rehabilitación y no una reconstrucción, Francisco Javier Sitges incorporó varios elementos respetando la idea original "procurando siempre ceñirse al momento en que fue concebido el jardín", prosigue diciendo José Valdeón:
"Para ello se basó, entre otras fuentes, en una buena colección de ejemplares de principios de siglo de la revista Country Life, que en cada uno de sus números dedica un amplio espacio a la jardinería en boga durante esas fechas. La rica presentación de ornamentos -estatuas, fuentes, jarrones, báculos de farolas, etcétera- suma a todo lo que se ha podido rescatar de la propiedad, piezas adquiridas por él mismo o traídas de diferentes residencias de la familia. Así encontramos una fuente -la que está frente a loa marquesina de entrada al edificios-, las dos alegorías de la Industria y el Comercio -recogidas también en sendos relieves de la fachada principal-  y los pies de las luminarias como objetos originales. Otras esculturas, los jarrones y la fuente que se estableces como elemento preponderante del eje que une la edificación con el mirador, también incorporado, fueron añadidos en el proceso (...) 
En Villa María se acometieron importantes labores para el reacondicionamiento del jardín. Además de las podas y plantaciones apuntadas, hubo que volver a trabajar, velar y sembrar de nuevo las praderas, completamente invadidas por la maleza. Los caminos y paseos fueron realizados al modo de la época, es decir, rematados contra las camperas con un corte en el terreno, sin bordillo, y algo rehundidos con respecto al nivel de aquéllas. El piso se vistió, siguiendo la misma pauta, con un tipo de guijo fino, en este caso no procedente del litoral -lo habitual en ese tiempo- pero con un efecto similar al que podía verse en cualquier buen jardín del pasado cambio de siglo en Asturias. Todos los arriates y maciczo fueron vueltos a entrecavar, perfilados y enriquecidos con tierra nueva, a la vez que se repusieron las faltas en los setos bajos de boj, la cenefas de agapantos o las masas de ortensias. Entre las reposiciones de arbolado en su lugar original hay que mencionar las de numerosos cerezos japoneses, Prunus cerasifera, 'Pissardii' ´-una especie muy abundante en este jardín-, varios fresnos, Fraxinus excelsior, y dos cedros del Líbano, Cedur libani."

El resultado es la recuperación de todo un jardín decimonónico en el que destaca el magnífico edificio palacial de tres pisos sobre semisótano "que luce en sus fachadas el repertorio de un eclecticismo trinufante en la época finisecular", dice también José Valdeón Menéndez:
"logrando así la unidad conceptual que debe reinar entre vivienda y jardín. Éste se manifiesta como una prolongación natural de la casa, tanto en el plano estilístico como en el funcional, sin que pueda concebirse el uno sin la otra y viceversa. Los visos neoclásicos de la arquitectural encuentran claro reflejo en la abundante ornamentación exterior de fuentes, jarrones y esculturas. Las dos figuras originales de la propiedad, alegorías de "La Industria" y "El Comercio", refuerzan el sentido de un tipo de residencia como ésta, perteneciente a la burguesía que creció al amparo de la expansión económica desarrollada durante gran parte del siglo en el que inscribe. El trazado sinuoso de la mayor parte de los viales, los rincones bajo los árboles donde encontramos una mesa de piedra y unos bancos o el mirador desde el que se puede contemplar el discurrir exterior amparado en una posición privilegiada, son sustanciales matices que enlazan con el gusto romántico que tantas veces encontramos en jardines asturianos de ese tiempo"

Tras ver Villa María cruzamos el Camín de las Orquídeas y seguimos por la Avenida del Profesor Pérez Pimentel hacia el muro de la Quinta Vista Alegre y viendo, a la derecha, el magnífico cierre vegetal sobre murete de La Rotonda



En el muro de Vista Alegre, concha y flecha, esta pintada en sus piedras


Seguidamente, llegamos a la casa de los caseros de Vista Alegre, sita en un lugar muy emblemático, el cruce con el Camín de los Rosales que, a la derecha, comunica la avenida con el Real Club de Tenis de Gijón, sucesor del Skating and Tennis Club y del Gijón Lawn Tennis Club, este fundado en 1911 por aquel entusiasta, pionero en tantas cosas, que fue el citado Florencio Valdés, pero no aquí sino en Los Campos, por entonces aún un arrabal del casco urbano (Los Campos Elíseos, ahora en el mismo centro) con amplias zonas verdes


Aquellos clubes pioneros desaparecieron con la crisis de los años 1930 y posterior guerra civil. No sería hasta el 28 de septiembre un grupo de aficionados fundase el Club de Tenis de Gijón, adquiriéndose unas fincas en Somió tras conseguir el objetivo de llegar a los cien socios que hiciesen las correspondientes aportaciones. En 2018 le fue concedido el título de Real por el rey Felipe VI


De las casas de los caseros, un elemento muy común en las grandes quintas históricas de la parroquia,  su función, estilos y características, nos informa asimismo Ramón María Alvargonzález en su citado libro Somió la ciudad jardín de Gijón:
"En tanto que no eran residencias permanentes, las grandes quintas del XIX y las casas de campo de la primera mitad del XX solían precisar de los servicios de un casero, encargado de la guarda y mantenimiento de la posesión. Incluso en el caso de cumplir el papel de vivienda permanente, una mediana finca de recreo incorporaba a su servidumbre un casero con las funciones complementarios de jardinero, horticultor y chófer.

La existencia de un casero solía aparejar la de una vivienda exenta, cuya localización en el interior de la finca era siempre periférica. En las grandes quintas, la casa de los caseros se ubicaba junto a la entrada principal, para subrayar y facilitar su papel de guardas; en otras de menos extensión ocupaba un emplazamiento contiguo al cierre a una distancia de respeto en relación a la casa principal. Tenían entonces su propio acceso, y en no pocas ocasiones la tapia de la finca era medianera de la casa, y en ella se practicaba un acceso peatonal a la vía pública"

Las casa de los caseros o guardeses no competían en tamaño con las de los señores pero las había relativamente grandes y hasta de dos pisos, como esta:
"Casi siempre, las casas delos caseros son viviendas terrenas de programa mínimo, en torno a los 60 m.², con una cocina, un retrete, y un par de dormitorios. En ocasiones ocupan una planta en altura sobre la cuadra o el garaje y sólo con carácter excepcional tienen, por sí mismas, dos alturas. Coetáneas, por lo general, a los edificios principales, suelen seguir sus trazas arquitectónicas, aunque no ocurre lo mismo cuando se levantan en periodos diferentes"

A nuestra derecha, el portón de La Rotonda y, a continuación, en la esquina del cruce con el Camín de los Rosales, el cenador de Villa Margarita. Luego, una de las entradas a la Residencia Somió


Entre el club de tenis y la iglesia estaba El Combé, uno de los grandes bailes del Somió de antaño, inaugurado el 1 de junio de 1913. Una quinta guarda su nombre en nuestros días


A partir de aquí a la Avenida del Profesor Pérez Pimentel hace de divisoria ente el barrio de Foxanes, a la izquierda y el de Fontanía a la derecha, por donde nos dirigimos a La Guía, antigua entrada y salida principales de la villa de Jovellanos por el este, primero por el Camín Real y luego por la Carretera de Villaviciosa o de las Cinco Villas, actualmente también uno de los enlaces principales con la Autovía del Cantábrico (A-8) que conforma la Ronda Sur de la ciudad


La Guía era un lugar de Fontanía en el que estaba la capilla de la Virgen de la Guía, advocación de muy posible vinculación caminera, que dio nombre a dicho núcleo, el cual constituía, además de otro espacio residencial,  un enclave muy importante dentro de la incipiente industria del ocio en las últimas décadas del siglo XX, con sus bailes y merenderos. No en vano allí llegaría el primer tranvía de Gijón/Xixón, tirado por mulas, el 30 de marzo de 1890


Debido a ello La Guía llegó a prosperar tanto que vino a constituir una antesala netamente urbana de la ciudad y prácticamente se le llegó a considerar un barrio aparte. Su nombre prevaleció sobre el de Fontanía para prácticamente todos los que no fueran de Somió, tanto es así que ahora se conoce al barrio oficialmente como Fontanía-La Guía
























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