Casamoria, Llantáu, Bárcena y arriba El Curviellu, dando vista a Gijón/Xixón |
Casa Pepito en Casamoria, al fondo a la izquierda las primeras casas de Llantáu |
Desde la popular parrilla y restaurante-merendero de Casa Pepito, en Casamoria, nos dirigimos a las vegas del Ríu España para pasar al también barrio pionesu de Llantáu contemplando El Monte'l Conde o Piedresblanques (343 m), hábitat castreño que domina el valle, sus accesos y la cercana costa de Les Mariñes, de la que tanto azabache o acebache se sacó para los artesanos azabacheros de Santiago de Compostela. A sus pies, por Bárcena, se iniciará la subida a El Curviellu, con bajada directa a la gijonesa parroquia de Deva por La Olla
Y pasamos el puente del río España, el gran "hacedor" de tan bello valle, aquí parcialmente canalizado para evitar desbordamientos. El origen de su topónimo-hidrónimo ha querido vérsele en plantas estilo espadaña o espinadal, si bien también en la voz asturiana españar, que en sus diferentes acepciones podría ser estallar, reventar y explotar... lo que estaría vinculado al ruido de su torrente en su curso alto, bajando con fuerza de La Fumarea, lugar de su nacimiento, al sur, en la vecina parroquia de Candanal, independizada de esta de Pión en 1791, en la cabecera del valle
Aquí, en las tierras más llanas del valle, y salvo en temporadas de lluvias y riadas, El Ríu España forma un bellos remanso en el que antaño se pescaban truchas, reos y anguilas, donde los vecinos, en algunos de sus pozos, aprendían a nadar
"Cuando el director de la Orquesta de Cámara de Siero (OCAS), Manuel Paz, supo que el compositor Javier Blanco había incluido en la partitura del espectáculo 'El Faro' la percusión de unos tambores taiko japoneses y buscó en internet, las imágenes que vio le hicieron pensar. «¡Parecen barricas de sidra!». Ahora, cuando se dan los últimos preparativos a la función que protagonizará Ana Belén el próximo día 15 de diciembre en el teatro de La Laboral, explica que se trata de un instrumento «con una sonoridad épica, muy impactante, como de 'El Señor de los Anillos'». Se utiliza en ciertos rituales de la tradición nipona y no resultan fáciles de conseguir. Entonces le vino a la cabeza aquella primera impresión y se le ocurrió que no sería ningún disparate fabricar un taiko con una pipa de llagar. Ayer, Paz, junto a su asesor en la materia, el percusionista David Valdés, y algunos músicos de la OCAS, materializaban la idea en el taller del tonelero Rafael Vigil Vallina, en Peón.
El carpintero -especializado en pipas de sidra, hórreos y paneras- aceptó el encargo sin darle más vueltas y ayer asistía también en calidad de asesor al montaje del tambor en una de sus barricas. Acostumbrado a trabajar «para el 99% de los llagares asturianos y parte del País Vasco» y a realizar cualquier tipo de pieza personalizada se sumó encantado a la iniciativa. El suyo será un nombre más a añadir al del centenar de personas, entre artistas y técnicos, que componen el equipo de un proyecto en el que Manuel Paz y Javier Blanco llevan embarcados desde hace tres años. Un trabajo titánico para una única representación que contará en el elenco, junto a Ana Belén (la diosa Atenea en la obra) con el actor asturiano Alberto Rodríguez (El farero), bajo la dirección escénica de Laura Iglesia y Cárlos Dávila, de Higiénico papel. En la parte musical, además de la OCAS, estarán el coro Voces Blancas del Nalón, el músico Andreas Prittwitz y un conjunto de solistas de los más diversos estilos de la escena asturiana. Prittwitz es autor de la partitura adicional junto a Víctor Manuel, que aporta una canción, y el poeta Luis García Montero el autor de los textos dramáticos.
Los artífices de este taiko probaban ayer las garras y barillas que ajustarán los parches de 22 pulgadas a las dos caras del tonel. El resultado de la pieza final, que se montará y afinará en el llagar de Sidra Piñera -patrocinador del invento-, no tiene por qué ser distinto de un tambor original. «En esencia, la sonoridad será la misma», explicaba el director de la OCAS, ante el asentimiento de Fernando Iglesias, uno de los percusionistas que tañerá el instrumento (se toca en horizontal, golpeando cada músico por una cara), quien afirmaba con humor: «Tengo ganas de ponerme a zurrarlo ya». Paz elogiaba la labor del tonelero de Peón. «Dimos en el clavo con Rafael, el ajuste es perfecto». Uno más de un proyecto que su co-autor calificaba de «una tarea descomunal para una sola vez: su producción es equivalente a la de un gran musical».
Aquí la antigua cuadra de Pepe Llantáu, con su hermoso y renovado corredor, llama la atención de todo el que pasa
Abajo, un ejemplo de lo que suele hacerse con los toneles reciclados, transformándolos en llamativos reclamos decorativos, principalmente para hostelería, pero también para casas particulares
Esta parte delantera o antoxana sirvió a más de un peregrino para guardarse, bajo el corredor, de alguna tormenta y chaparrón
"El corredor de madera es un elemento que se encuentra reiterativamente en casas repartidas por toda la región asturiana: por su ubicación. disposición y diseño son posibles múltiples alternativas en la composición de fachada de las viviendas y servicios que adoptan esta solución constructiva.Determinados tipos de corredor predominan en área s concretas. unas veces de forma tan clara que caracterizan por completo su arquitectura. como es el caso del corredor volado diáfano en concejos centrales. mientras que en otras áreas coexisten dos. tres o más tipos de corredor -por ejemplo volados. sobre machones y entre muros cortafuegos en concejos costeros o incluso es la importancia que adquieren sus cerramientos el denominador común más evidente. como sucede en los concejos de l tercio occidental y en asentamientos de montaña."
"El corredor se desarrolla a lo largo de toda la fachada principal de la casa, cerrándose sus laterales por la prolongación de los muros piñones, en los que encajan o apoyan las carreras sustentantes de aquél Estos muros, denominados cortafuegos, protegen lateralmente del viento y de la lluvia tanto el zaguán como el corredor. Se consigue con esta composición una lectura similar a la que proporciona el corredor sobre machones; en ambos casos toda la fachada es un espacio de transición entre el exterior y el interior."
Y esta es la ya mencionada Casa Pepe Llantáu, la última de la fila, que tuvo estanco y cartería
"Aprendiz de ‘El Moyáu’, el artesano ha trabajado la madera desde los diecinueve años y sigue haciéndolo en su taller de Peón, en Villaviciosa; pero, señala, “solo reparando” ya que no hay encargos nuevos de tonelería La trayectoria profesional de Rafael Vigil Vallina arranca a los dieciséis años como camarero en el restaurante El Pinal, donde trabaja los fines de semana durante quince años. Al volver de la mili, a los diecinueve, conoce a José Manuel Sánchez Blanco, ‘el Moyáu’, fallecido el pasado 23 de noviembre, considerado como el mejor tonelero que ha tenido Asturies y el pionero en su fabricación en curva para evitar su rotura por efecto de la presión. Este le ofrece trabajar en su taller durante unos meses, que se convierten en 22 años, y es allí donde aprende a hacer toneles y hórreos. Esta tarea la llevaban a cabo dos personas, número que aumentaba hasta diez en épocas de mucha demanda tonelera.
Hoy en día, y desde hace casi once años, trabaja como autónomo junto a Víctor Menéndez, en un antiguo llagar convertido en taller, Carpintería Vigil Vallina, en Pión, Villaviciosa. Y desde hace ocho, se dedica a reparar los ya fabricados, ya que no hay encargos nuevos.
Paradójicamente, este concejo fue cuna de la tonelería en Asturies (solamente en Venta les Ranes había cuatro talleres) y hoy es un oficio en vías de extinción.
Actualmente, se estila más el uso de toneles de fibra o acero inoxidable, ya que su mantenimiento no supone tanto trabajo, aunque la mayoría de llagares tradicionales aún conservan una zona de toneles de madera. Es donde se elabora la primera sidra del año, ya que la madera produce menos gas que el acero, y es lo más tradicional a la hora de mostrar a los visitantes del llagar.
Cada tonel es una obra única, pues aunque su capacidad sea la misma, cada pieza que lo compone tiene un tamaño distinto, ya que vienen de sierra y se aprovecha al máximo la madera. Cada duela tiene una tirada o curvatura diferente y se ensamblan, no por un cálculo exacto sino, como dice el dicho, “a ojo de buen cubero”.
En su taller realiza todo tipo de proyectos. Suyas son todas las piezas de madera (mesas, bancos, etc…) del merendero Casa Pepito, el restaurante Tierra Astur de Avilés, el emblemático tonel de Gascona, el tejado de la réplica de Covadonga del restaurante El Pinal, hórreos, paneras y hasta un tonel transformado en oficina con ventanas. Rafa siempre ha trabajado con madera de castaño, aunque ha realizado algún pedido en roble, una madera más difícil de trabajar. Toneles grandes, enormes, con capacidades de hasta 52.000 litros: todos los de Sidra Menéndez, los de mayor capacidad de Trabanco y, en general, de todos los llagares asturianos y parte del País Vasco.
Pero su fama trasciende nuestras fronteras. Hace tres años recibió una llamada de Estados Unidos para reparar siete toneles que la sidrería Brooklyn Cider House de Nueva York había llevado del llagar Canal, el primero donde había trabajado como autónomo, un año antes.
Regentada por dos hermanos americanos de origen coreano que conocieron y se enamoraron del mundo de la sidra en nuestro país, poseen un enorme rancho con 12.000 pomares, con cuya manzana se elaboran cinco tipos de sidra. Ganadores de varios premios internacionales, disponen de un restaurante donde se sirve sidra y comida tradicional de espicha. Y Rafa ha vuelto en varias ocasiones para realizar labores de mantenimiento de sus toneles y que todo funcione a la perfección.
La última aventura profesional de Rafael Vigil ha sido embarcarse en la tarea de realizar un taiko, instrumento tradicional japonés, por encargo de Manuel Paz, director de la Orquesta de Cámara de Siero (OCAS). Se trata de un instrumento con una sonoridad muy impactante que ha sido fabricado con un tonel rematado con tela de tambor mediante unos tensores y al que se golpea con unas baquetas de madera llamadas bachi. Un espectacular trabajo de cuyo sonido pudieron disfrutar los asistentes al espectáculo “El Faro”, protagonizado por Ana Belén, que tuvo lugar en el teatro de La Laboral de Xixón el pasado mes de diciembre."
"Fabricó su primera barrica a los dieciséis años y se mantuvo en activo hasta hace muy poco tiempo. El popular tonelero José Manuel Sánchez Blanco 'El Moyau', natural del núcleo de La Moyada, en Arroes, conocía a la perfección los entresijos de un oficio que le venía de familia (su abuelo, que falleció tres años antes de que él naciese, ya se dedicaba a ello ). Anteayer falleció en Gijón a los 92 años.
Su pérdida causó gran conmoción en el concejo maliayo y, más en concreto, en Venta Les Ranes, donde tenía su taller, muy conocido junto al de José Riera. Su intensa actividad entre los años cincuenta y noventa le permitió generar un importante número de empleos en la zona, de donde salían un alto porcentaje de los toneles empleados por los llagareros de Asturias. Prueba de su ritmo de trabajo es que llegó a fabricar 144 unidades en solo catorce meses. Algunas, de hasta 48.000 litros de capacidad. «Eso, es verdad, no lo ha hecho nadie», señaló en 2010, cuando fue distinguido con el Tonel de Oro en la Fiesta de la Sidra Natural de Gijón.
En aquella ocasión detalló cómo era el proceso de fabricación. Decía que seguía siendo «muy manual» y apuntaba que «el truco para un buen tonel es, primero, tener una buena madera». En su opinión, la mejor era la de castaño. «Es más noble y da más calidad. Solo hice dos de roble y no quedé satisfecho, porque es una madera mala de trabajar. Dura, problemática. Sale una sidra distinta, pero no mala. Yo diría que un poco 'cabezona'». Otro secreto es que hay que montarlo sobre suelo de tierra para evitar romperlo al moverlo.
Como otros expertos, subrayó que «los toneles de madera que se hacen están como nuevos y no hace falta cambiarlos». De ahí la baja demanda. Ahora bien, añadía que «si algún llagar se decide a ampliar, recurre al acero, porque el tonel de madera es un artículo caro». Uno de 20.000 litros, manifestaba, puede costar 20.000 euros. Su funeral tuvo lugar ayer por la tarde en la iglesia parroquial de Quintueles. Con posterioridad, fue enterrado en la localidad. Deja hijo, nuera, dos nietos y una hermana."
"El tonelero maliayés José Manuel Sánchez Blanco, popularmente conocido como "El Moyáu", ha fallecido y se enterró ayer por la tarde en la iglesia parroquial de Quintueles. Tenía 92 años y casi murió con las botas puestas porque hasta hace bien poco seguía con un oficio, el de tonelero, que vivió siempre con intensidad. Se casó con Margarita Morís Valdés, con quien tuvo un hijo, José Manuel Sánchez Morís, que les dio dos nietos. Su fallecimiento ha sido muy sentido en Villaviciosa y, sobre todo, en Venta Les Ranes, donde está su taller, en el que ejerció con éxito y reconocimiento tonelero durante décadas. Sus barricas eran demandadas incluso fuera de Asturias."
"A principios del siglo XX, Ramón Álvarez de Arriba, un emigrante natural de Peón que hizo fortuna en Cuba, legó en su testamento la finca El Poreñu para la creación de un centro de formación agraria y una escuela agrícola. Este centro, conocido por los vecinos de Peón como “la granja”, nació con un espíritu eminentemente práctico y revolucionario para la época. La cría del ganado, la elaboración de sidra o la siembra y mantenimiento de cultivos propios de la zona fueron algunas de las materias que se impartieron en esa escuela. A mediados del siglo XX, la granja escuela se convirtió en escuela rural, actividad que se mantiene hasta hoy. La fundación encargada de la gestión de la finca cedió su uso al Ayuntamiento de Villaviciosa, que construyó un segundo edificio para artesanos, ahora en desuso. En los últimos años, al disolverse la fundación, ésta donó la finca al Centro Tecnológico de la Información y la Comunicación (CTIC) con la idea de seguir con su objetivo fundacional adaptándolo al futuro. Para ello, CTIC mantendrá la actividad de la escuela rural y ubicará una de sus sedes en el antiguo edificio de artesanos conformando un proyecto único en España. Además, utilizará los 17.000 metros cuadrados de los que dispone El Poreñu para desarrollar demostradores y proyectos relacionados con la tecnología aplicada al medio rural. De esta forma, tanto la finca como el valle de Peón se convertirán en un sandbox o banco de pruebas que servirá para definir y pensar la aldea del futuro.
Entre los experimentos que CTIC quiere llevar a cabo en Peón podemos encontrar la monitorización de los terrenos de cultivo mediante sensores que determinen la humedad o la maduración de las plantas. A su vez, se aplicará la inteligencia artificial y la analítica de datos para mejorar la rentabilidad de las explotaciones agrícolas y forestales. Por otra parte, CTIC prevé implementar un seguimiento exhaustivo del ganado, pudiendo conocer su ubicación, su alimentación, su salud y hasta su grado de estrés en tiempo real gracias a tecnologías como el IOT o internet de las cosas o el blockchain. La robótica también tendrá protagonismo en el manejo del territorio. La experimentación con maquinaria para desbroce y su control de forma remota permitirá eliminar tareas manuales y penosas para los agricultores y ganaderos mejorando sus condiciones de trabajo. Otro de los sectores beneficiados será el comercio, posicionando los productos de la zona en las principales plataformas digitales de venta y asociando a productores para conseguir denominaciones de origen certificadas que les aporten un alto valor añadido.
Uno de los proyectos que más impacto puede tener en los vecinos de Peón es la teleasistencia médica y la monitorización de la salud de las personas mayores. Mediante pequeños dispositivos conectados a internet se podrán conocer sus constantes vitales y su movilidad, previendo futuras enfermedades y haciendo más eficaz y accesible la asistencia sanitaria. A su vez, este proyecto permitirá desarrollar tecnología que actúe sobre el envejecimiento activo de las personas, mejorando su calidad de vida e implementando los servicios a su disposición. Otro de los aspectos más relevantes de este proyecto es la integración de la escuela rural en el centro de innovación tecnológica, aunando la educación convencional con los conocimientos de los expertos e ingenieros que trabajarán en la finca El Poreñu. El objetivo es generar una serie de innovaciones educativas que permitan enlazar el saber tradicional con las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Atraer población El abandono del medio rural en favor de la vida en las ciudades ha sido una de las consecuencias de problema demográfico en Asturias en las últimas décadas. Con el “sandbox” y el apoyo de vecinos y administraciones, CTIC pretende crear un núcleo de conocimiento tecnológico que atraiga a profesionales que busquen vivir en el campo sin renunciar a las ventajas de los entornos urbanos. La conectividad y un acceso de alta velocidad a internet serán dos de las herramientas fundamentales para este fin. Pero, en definitiva, y como señalan desde el centro tecnológico, “que los vecinos sientan el proyecto como algo suyo es lo más importante”.
Tradicionalmente esta fuente era donde los peregrinos llenaban sus cantimploras, secas ya muchas veces después de la larga y dura subida de Niévares al Altu la Cruz, con posterior bajada prolongada a Casamoria y Llantáu, y antes de la siguiente cuesta, no tan dura pero sí importante, al Altu'l Curviellu
Al llenar agua en las cantimploras es cuando se suele reparar más en la placa de esta fundación
No obstante, y pese a que el caño, de acero inoxidable, es nuevo, se ha colocado en su momento un cartel que advierte que es agua sin garantía sanitaria
Pero el cartel, de papel, es común caiga o desaparezca, por lo que la advertencia también desaparece con él. Lo cierto es que por lo general lo mejor es llevar siempre provisión de agua embotellada para estos casos
De todas maneras, un buen lugar para abrevar y tomar algo nos espera arriba en El Curviellu, el histórico chigre-tienda de María Luisa Meana Pidal, toda una vida al lado de la barra de despachar, que ya tenemos muy cerca de aquí
Seguimos pues todo recto y de momento en llano por la AS-331, pasando al lado de la parcela de la empresa forestal y de biomasa, que ocupa una buena extensión a nuestra izquierda. Con motivo de la apertura del centro tecnológico que lo que fueron las escuelas y la granja-escuela, el periódico La Nueva España publica el 25-7-2020 y firmado por José Luis Salinas, el artículo Peón, el laboratorio de la aldea 4.0, en el que, entre otras cosas, cuentan con la opinión del empresario de esta industria local, enormemente preocupado por el estado de estas carreteras, extracto que compartimos:
"Vallina, que tiene una empresa maderera con una veintena de trabajadores, está muy preocupado por el estado de una de las carreteras que conecta al valle con el concejo de Siero. A ratos la vía está prácticamente intransitable. Reconoce que está cansado de luchas con las administraciones en busca de un arreglo. Nada.
El forestal es otro de los sectores –por ser uno de los principales medios de vida de esta zona– con el que también quiere experimentar el CTIC, no solo se van a monitorizar animales. También para mejorar su eficiencia. Hacerlo más productivo. La empresa de Vallina, que lleva su apellido, se dedica a comprar madera a los vecinos, a explotar el terreno y a mandar en grandes tráilers de madera a una fábrica de Zaragoza, Torraspapel, donde se encargan de transformar el producto en papel. También hacen los pinitos en la obra pública. “Hasta hace poco estuvimos trabajando en las obras de la variante de Pajares”, asegura
–¿Y ustedes usan la tecnología en la empresa?–(Duda) En el sector forestal no tenemos ni siquiera cursillos para el personal. Tenemos que ser las propias empresas las que demos la formación a los empleados. El valle ronda los seiscientos vecinos. Aunque durante la semana muchos de ellos hacen vida fuera de allí. Van a trabajar, generalmente, a Gijón, Siero u Oviedo."
Con El Curviellu siempre de frente y el Altu la Olla con La Llomba a su izquierda, apuramos el paso en buen andar, pues aunque pisando asfalto se avanza bien
Vamos a coincidir con muchos ciclistas seguramente pues el valle y sus montañas circundantes ofrecen infinidad de rutas tanto para bici de carrera como para la de montaña, además de senderistas y montañeras. Seguimos leyendo el artículo Peón, el laboratorio de la aldea 4.0:
"Al valle le da la bienvenida un cartel impropio del resto del paisaje. El verde de la vaguada está atravesado por una gris carretera que sirve de ruta para ciclistas y turistas que buscan en esta zona de Asturias un lugar de paz donde hacer ejercicio y estirar las piernas. El silencio lo interrumpe el constante tráfico. No hay aceras, así que los vecinos se mueven de un lado para otro en coche. En un jeep aparece en la bucólica escena el presidente de la asociación de vecinos de este valle (y del vecino de Candanal), Eliseo Vallina, “aquí (en Peón) problemas hay de todo tipo. De carreteras, de suministro de agua… hay mil cosas que contar, pero tampoco tenemos mucho con quien contar porque las administraciones pasan un poco de nosotros”. Los problemas que denuncian los vecinos, así a simple vista, parecen bastante terrenales. No citan nada relacionado con la falta de velocidad de internet, ni con el almacenamiento de datos en la nube, ni con las redes sociales, ni con el internet de las cosas (el IOT)…"
La carretera la vamos a dejar enseguida, en Casa Juan de la Torre, cuyo tejado reconocemos al fondo. Está bien señalizado pero estemos atentos, pues el itinerario por la carretera es bastante más largo
Más arriba, por las casas sabemos el trayecto, en cuesta, por el que vamos a subir, por el barrio de Bárcena arriba hacia el lugar de La Garita
Y en La Garita, por El Caserón o Casa José Ramón de la Casería, donde hay excelentes vistas del valle, llegaremos a Casa Filomena la Pega, donde el Camino se mete a la izquierda en la ocalital, pasando bajo la primera casa del lugar Fuentescala (tal vez podamos intuir su itinerario entre los árboles, bajo los prados de la ladera)
Por El Monte'l Conde arriba, entre ocalitos, va el camino que une el barrio de Piedres Blanques con El Curviellu por dicho lugar de Fuentescala, a él saldremos, poco antes de llegar al collado y al chigre de María Luisa, donde volveremos a enlazar con la AS-331
".... Es artesano y trabaja haciendo barriles de gran tamaño –con capacidad para 20.000 o 30.000 litros– para sidrerías y lagares. Ha llegado a montar un negocio en Brooklyn, en Nueva York. Otro enorme centro experimental del mundo, después del valle de Peón.
–¿Usted es muy tecnológico?
–(Ríe sin dejar de trabajar). ¿A qué se refiere por tecnológico?
–Bueno, ya sabe, a diseñar sus productos con ordenador o con el móvil…
–Qué va. Una vez fui a Haro (en Logroño) a ver cómo trabajaban unas empresas que hacen barricas, todas diseñadas por ordenador. Me preguntaron cómo hacía yo las mías y les expliqué que mi método era el lápiz y el papel. Cada pieza que hago se trabaja de forma manual porque cada una es diferente. El CTIC piensa en él para que les cuente su experiencia. Para ver cómo trabaja, qué métodos utiliza… Porque el “feedback” entre los habitantes y el futuro centro tecnológico va a ser fundamental. De los contrastes pueden salir cosas positivas. Están convencidos. "
"Uno de los proyectos que más impacto puede tener en los vecinos de Peón es la teleasistencia médica y la monitorización de la salud de las personas mayores. Mediante pequeños dispositivos conectados a internet se podrán conocer sus constantes vitales y su movilidad, previendo futuras enfermedades y haciendo más eficaz y accesible la asistencia sanitaria. A su vez, este proyecto permitirá desarrollar tecnología que actúe sobre el envejecimiento activo de las personas, mejorando su calidad de vida e implementando los servicios a su disposición. Otro de los aspectos más relevantes de este proyecto es la integración de la escuela rural en el centro de innovación tecnológica, aunando la educación convencional con los conocimientos de los expertos e ingenieros que trabajarán en la finca El Poreñu. El objetivo es generar una serie de innovaciones educativas que permitan enlazar el saber tradicional con las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Atraer población El abandono del medio rural en favor de la vida en las ciudades ha sido una de las consecuencias de problema demográfico en Asturias en las últimas décadas. Con el “sandbox” y el apoyo de vecinos y administraciones, CTIC pretende crear un núcleo de conocimiento tecnológico que atraiga a profesionales que busquen vivir en el campo sin renunciar a las ventajas de los entornos urbanos. La conectividad y un acceso de alta velocidad a internet serán dos de las herramientas fundamentales para este fin. Pero, en definitiva, y como señalan desde el centro tecnológico, “que los vecinos sientan el proyecto como algo suyo es lo más importante”
"Entre los experimentos que CTIC quiere llevar a cabo en Peón podemos encontrar la monitorización de los terrenos de cultivo mediante sensores que determinen la humedad o la maduración de las plantas. A su vez, se aplicará la inteligencia artificial y la analítica de datos para mejorar la rentabilidad de las explotaciones agrícolas y forestales. Por otra parte, CTIC prevé implementar un seguimiento exhaustivo del ganado, pudiendo conocer su ubicación, su alimentación, su salud y hasta su grado de estrés en tiempo real gracias a tecnologías como el IOT o internet de las cosas o el blockchain. La robótica también tendrá protagonismo en el manejo del territorio. La experimentación con maquinaria para desbroce y su control de forma remota permitirá eliminar tareas manuales y penosas para los agricultores y ganaderos mejorando sus condiciones de trabajo. Otro de los sectores beneficiados será el comercio, posicionando los productos de la zona en las principales plataformas digitales de venta y asociando a productores para conseguir denominaciones de origen certificadas que les aporten un alto valor añadido."
"En el marco del proyecto Aldea O, con sede en el CTIC RuralTech, las asociaciones vecinales de Peón-Candanal y Arroes han desarrollado una plataforma colaborativa intergeneracional con la que esperan poder digitalizar la identidad de estas aldeas, y conseguir que todas las historias que se han transmitido entre generaciones puedan perdurar en el tiempo. Esta se une a un proyecto similar iniciado en Porrúa, y en ambos casos se busca apoyar la divulgación de la propia cultura, dotando de orgullo de pertenencia a los habitantes de una comunidad.Con proyectos como este, que se espera que pueda extenderse próximamente a localidades de otros concejos, se conjugan la memoria de las personas de más edad con la mayor capacitación tecnológica de las más jóvenes, empleando la tecnología como un elemento que permite trabajar sobre el territorio y la comunidad. A través de las plataformas se incluyen elementos como localizaciones, imágenes o descripciones, y elementos que forman parte del patrimonio cultural de cada localidad, como hórreos y paneras, molinos, fuentes, lavaderos, vestigios arqueológicos, casas, casonas y palacios. También hay elementos audiovisuales con los que se narran los oficios, conocimientos, vida diaria, canciones o leyendas populares que se han transmitido de generación en generación. Se espera que los vecinos se animen a participar y compartir conocimientos para las generaciones futuras."
Al fondo la Casa Ramón de Nolo y la Casa Ramón de Carmina nos sirven de referencia, ahí se acaba esta llanísima vega y es donde empezaremos a subir la larga cuesta a El Curviellu
"Finca labrantía cercada sobre sí. Terreno cercado poco extenso y próximo por lo común a la casa. Heredad o terreno cerrado y labrantío. Finca de labor cerrada, cercana a la casa o casería, fértil y productiva. Pequeña extensión de terreno cercado de pared junto a un corru. Prado grande y cercado sobre sí. Prado, finca pequeña con sus límites propios. Prado cercado, menos extenso que una pradería. Prado pequeño y cerrado. Terreno cerrado al lado de la casa con prado y huerta. Prado cercado con un único propietario. Prado generalmente llano, como de cien metros de largo, cercado con un muro bien visible. Tierra sembrada, llana, cerrada o sin cerrar. Heredad cercada de un solo propietario, mayor que el bosque. Huerto cerrado. Pieza a labrantío cerrada sobre sí. “Llosa, la mejor porción de tierra de labor y que está cerrada, cerca de casa y que no es grande pedazo, y es propia de un solo dueño, a distinción de la ería, que es más grande y de muchos amos”Conjunto de tierras. Grupo de fincas de labor, las más cercanas al pueblo y donde cada vecino tiene su parcela. Terreno labrantío. Terreno labrantío, llano y grande, dividido en trozos. Cortinal. Terreno de labor del pueblo y dividido en pequeñas parcelas separadas por mojones [Mi. Ll]. Tierra de labranza junto a un prado, por lo general más pequeño (casi siempre la llosa tiene varias tierras de labor). Terreno de labranza cerca del pueblo, dividido para varios vecinosCercado pequeño, existente junto al corru para meter ovejas, cabras, etc."
"Para una serie de palabras como el catalán llosa, castellano losa, portugués lousa, gallego, asturiano llosa etc. se pensó en una etimología prerromana y céltica más concretamente LAUSA ‘losa'. El hecho de que tanto en territorio asturiano como catalán abunden los topónimos del tipo llosa aconseja a Menéndez Pidal buscar una explicación diferente del lat. CLAUSAM ‘cerrada’ pues el grupo CL- no palataliza en catalánA nuestro modo de ver ha de entenderse que bajo una misma expresión del tipo de las asturianas llosa o llousa, se ocultan dos palabras de orígenes diferentes. Por un lado una de clara ascendencia latina, CLAUSUS, A, UM ‘cercado, cerrado’ (OLD) que se aplicaría a realidades como la ería o a otra propiedad comunal caracterizada precisamente, frente a otras, por estar cercada o “cerrada sobre sí” en expresión de documentos tardíos (...)
Otra palabra, ahora la citada céltica LAUSA ‘losa’ > asturiano llouxa o llosa, será responsable de algunos topónimos asturianos de la misma expresión que los anteriores pero relacionables con la terminología de la piedra. Es probable que alguno de los que siguen tengan este origen aunque siempre debe observarse el terreno para diferenciarlos de los que hacen referencia al lugar cercado."
Su longitud es de 619 m y su altura máxima de pilar de 85 m, se trata de una de tantas mastodónticas obras de ingeniería hechas para salvar los profundos valles y rías de la cornisa cantábrica que tantos quebraderos daban a los viajeros de antaño, tanto en los tiempos de las peregrinaciones históricas y los viajes a pie o en caballería, como los conductores de las muy sinuosas (y peligrosas) carreteras nacionales
"A la casa donde se está instalando el CTIC se la conoce como “La Granja” y el apodo tiene su historia. Los terrenos fueron levantados por un indiano, Ramón Álvarez de Arriba, que hizo fortuna en Cuba. Allí montó una escuela rural para los niños de la zona y otra sobre ganadería para que aprendieran todos los intríngulis de ese negocio. “Estaba, sin saberlo, poniendo en práctica lo que unos antes habían dejado escrito el colungués Fray Toribio Santo Tomás y Pumarada (autor del arte de ganaderías)”, explica Pablo Priesca. Ahora este centro tecnológico quiere replicar aquel modelo, pero adaptado a los nuevos tiempos para que Peón pegue el salto definitivo. “Necesitamos la implicación de los vecinos. Queremos que, igual que vieron a ‘La granja’ como algo suyo, tomen como propio cualquier proyecto de tecnología rural que pongamos en marcha”
"Ramón Álvarez de Arriba fue, pese a su importante legado, «una persona afectada por la desmemoria». A pesar de haber contribuido enormemente al desarrollo de Peón, su pueblo natal, poco se sabía hasta hace nada de su historia. Un desconocimiento al que el CTIC ha querido poner fin con la publicación del libro 'Un legado indiano para el siglo XXI'. «Es una deuda histórica que teníamos con él», aseguró ayer Pablo Priesca, director general del CTIC en la presentación celebrada en la sede de la Fundación Cardín.El centro de innovación se ubica en una parcela perteneciente a la desaparecida fundación creada por Álvarez de Arriba y su esposa para fomentar la formación de los vecinos de Peón. De ahí su interés por recuperar la historia de este indiano que para su época «fue un innovador», como señaló el alcalde, Alejandro Vega.
Entre las actuaciones que financió en su pueblo natal están la traída de agua, la escuela pública, la reforma del cabildo de la iglesia y la escuela de agricultura. Aunque también en Gijón dejó un pequeño legado. Allí fundó un colegio comercial y a su muerte parte de su patrimonio se vinculó a la fundación benéfica encargada de crear el instituto obrero.
Todos estos datos se han recuperado a raíz de una exhaustiva investigación realizada por Cristina Cantero.
En el acto también estuvieron el presidente de la Fundación Cardín, José Cardín, y el presidente de CTIC, Roberto Paraja. Este último hizo hincapié en la importancia de realzar la figura de Álvarez de Arriba y de que el libro sirva para que las generaciones futuras no lo olviden"
"La Cueva del Lloviu se localiza en el concejo de Villaviciosa, entre el puente Arroes y la localidad de Peón, a dos kilómetros al Norte de esta localidad, junto al río España.Conocida también como cueva de Pión, se trata de una notable cueva-surgencia de un desarrollo total de 1841 metros de galerías. Se trata de una cavidad de notable interés geomorfológico, pues se abre en un roquedo calizo-dolomítico de edad Lías (Jurásico) y probablemente se trate de la cavidad de mayores dimensiones sobre calizas del Jurásico de toda la región.La presencia de 5 especies de murciélagos, algunas formando grandes colonias y una nueva especie de coleóptero, otorga a esta cueva un especial interés desde el punto de vista de la conservación. Por este motivo, la entrada a la cueva está prohibida, para no molestar a estos animales y por seguridad ante posibles derrumbes."
"El amor que Alonso Cienfuegos y García-Baxter, II Conde de Cienfuegos, sentía por Peón y sus gentes era recíproco. Su hija Leticia se encarga de dejar constancia de este sentimiento pues, aunque ella no vivió su niñez en este valle maliayés, su padre se lo ha transmitido. Los escritos que dejó tienen parte de culpa, al igual que los manuscritos de su abuela, Victoria García-Baxter. Prueba de ese vínculo tan estrecho entre «el conde», como era conocido, y los habitantes de la zona es que, con motivo de las fiestas, la asociación de vecinos del Valle de Peón y Candanal le rindió un homenaje póstumo. Su viuda, María Ángeles Benito, y su hija lo recibieron muy emocionadas. Esta última agradece públicamente este emotivo acto de un pueblo al que Alonso Cienfuegos siempre estuvo muy unido.
El padre del aristócrata era José María Cienfuegos-Jovellanos Bernardo de Quirós, pero al ir a inscribir a sus hijos en el registro civil optó por acortar el apellido olvidando el vínculo que le unía con el prócer asturiano Gaspar Melchor de Jovellanos. El padre de Alonso Cienfuegos fue director de las Reales Caballerizas de Alfonso XIII, en Madrid, y mano derecha del rey, cuenta su nieta. Por ello el monarca le concedió el título de conde de Cienfuegos. «Tenían una relación profesional y de amistad», apunta la mujer, que explica que su padre nació en Caballerizas Reales, que se ubicaban en la calle Bailén, el uno de noviembre de 1922. La madre de Alonso Cienfuegos era Victoria García-Baxter, de ascendencia irlandesa.
El palacio de Buznego pertenecía a la familia, pero por la vía de los Jovellanos. De hecho, el progenitor del ilustrado nació en esa casa y es su hijo quien ya escribe sobre la torre de defensa de la vivienda, que se cree que es la única de la época con forma redonda que queda en pie en Asturias. La familia creía que databa del siglo XII, pero un documento que han encontrado estos días les hace pensar que pueda, incluso, tener origen celta. La heredó una hermana del primer conde de Cienfuegos, pero no tenía demasiado interés en el edificio. Victoria García-Baxter, «que era una romántica», apunta su nieta, se enamoró del palacio y del entorno. Así que lo compraron en 1927.
Leticia Cienfuegos relata que la primera vez que su padre llegó a Peón tenía cinco años y fue toda una experiencia. Viajó con su padre desde Madrid y, de repente, se encontró en plena naturaleza, teniendo que recorrer un buen trecho desde la Llantada, donde habían aparcado el coche, hasta el palacio, por caminos de tierra que se abrían entre los castaños. Fue el gran flechazo con Peón.
Sus padres reforman la vivienda y utilizan 86 castaños de los bosques de la familia para construir el suelo, que hoy se conserva intacto. José María Cienfuegos-Jovellanos fue uno de los pioneros en la plantación de eucaliptos. Su explotación fue un gran filón porque su principal destino era la minería. La madera de pino rompe directamente, mientras que la de eucalipto primero cruje, lo que permitía a los mineros tener un tiempo para salir corriendo y abandonar la mina en caso de derrumbe, explica Leticia Cienfuegos.
En 1929, el padre de Alonso fallece de forma repentina. Su madre encontró refugio en este valle para superar la muerte de su esposo y sacar adelante a sus cuatro hijos. Dormía y escribía en la torre. De su pluma salieron más de seis novelas, un testamento espiritual para sus hijos, sus memorias, un diario e infinidad de cartas.
A pesar de haberse puesto como seudónimo «Millán de Leste», pidió por escrito que nunca se publicara nada de lo redactado por ella. También ordenó quemar, tras su muerte, la correspondencia entablada con su marido. «Era una gran escritora y tenía gran dominio de la palabra», explica Arcadio Martínez Cobo, yerno del conde, que al igual que su hija bucea todo lo que pueden en los documentos y escritos familiares para darles forma y orden, a la par que conocer un poco más los entresijos de esta estirpe.
Alonso Cienfuegos heredó de su madre su facilidad para la escritura y legó a los suyos obras como «Casas», un «documento precioso», según su hija, a través del que relata su vida y experiencias tomando como disculpa las viviendas en las que residió.
En Peón, la familia quiso ser una más del pueblo y prueba de que lo consiguió es que supieron integrarse con los vecinos. Encarna se encargaba de las labores de la casa y una institutriz inglesa de la educación de los hijos. «Recibieron tanto cariño de los aldeanos que se sienten muy queridos. Mi padre guardaba muy buenos recuerdos de su niñez», apunta Leticia Cienfuegos.
Estalla la guerra civil española y tienen que exiliarse a Italia. Allí permanecerán hasta su regreso a Peón. Entonces, Alonso Cienfuegos ya tenía 17 años. Su hija cuenta como anécdota que su abuela le compró a su padre y a su tío José María una bicicleta de quinta mano por 25 pesetas (0,15 euros). Les dará la libertad de poder ir a Gijón y a Villaviciosa en unos cuarenta minutos. La madre delegó entonces en ellos el negocio de la madera y su relación con la gente del pueblo se intensificó.
Los primeros cortejos también fueron con las mozas de la zona. Los dos hermanos tenían como hora de regreso las once de la noche, momento en el que su madre cerraba la puerta. Poco les importaba, porque muchas veces acaban durmiendo entre la hierba. Alrededor de 1941 se marchó a trabajar a Madrid, donde fundó varias empresas y llevaba tierras de cultivo, por lo que vivía a caballo entre la capital, Guadalajara y Asturias. Cuando se casó en segundas nupcias con María Ángeles Benito trasladó su residencia a Puerto de Pollença (Mallorca), donde falleció en marzo.
Más allá de ser un benefactor del valle, que siempre estaba dispuesto a echar una mano y poner dinero para lo que se necesitase, el aristócrata fue «un punto de referencia», llegando incluso hasta a mediar entre unos y otros. Era un hombre muy querido y respetado en Peón. Su hija está orgullosa de continuar con la tradición familiar y mantener viva la memoria de su padre.
Leticia Cienfuegos siente verdadera devoción por su padre quien, a través fundamentalmente de sus escritos, le transmitió el amor por Peón y por sus gentes. Es un legado similar al que dejó su abuela. Leticia Cienfuegos y su esposo, Arcadio Martínez Cobo, tratan de poner orden, revisar y recopilar esos papeles y el resto de la documentación que cada día les descubre algo nuevo de la familia. En la imagen, la mujer posa sonriente con su padre en una de las estancias del palacio maliayés de Buznego, en Peón"
"La conquista de América ha nutrido no sólo las páginas de los libros de historia, sino también las de algunas celebradas novelas de aventuras. En la que quizá sea su serie más entonada, «Cienfuegos», Alberto Vázquez-Figueroa relató las peripecias de un pastor de La Gomera que se embarca, de manera fortuita, en el primer viaje de Cristóbal Colón. Pero por esas casualidades que ponen sal a la vida y pimienta a la literatura, otro aventurero español con ese mismo nombre, ovetense para más señas, surcó los mares del Caribe allá por el siglo XIX, dejando tras de sí una historia plagada de hazañas y una próspera ciudad bautizada en su honor.
Se llamaba José María González de Cienfuegos-Jovellanos y era el tatarabuelo del añorado Alonso Cienfuegos y García-Baxter, el II Conde de Cienfuegos, fallecido el pasado marzo y que encontró su verdadero hogar en el palacio de Buznego de Peón y entre las gentes de esta localidad de Villaviciosa, que le acaban de homenajear a título póstumo durante las fiestas.
La sinuosa biografía de José María González de Cienfuegos está narrada, en modo novelado, en el volumen «Memorias del artillero José María Cienfuegos Jovellanos (1763-1825)», escrita con rigor de historiador y alma de poeta por otro descendiente del militar ovetense, Francisco de Borja Cienfuegos-Jovellanos. El protagonista era sobrino de Melchor Gaspar de Jovellanos, quien le marcó muy profundamente.
Entre 1782 y 1783, un joven José María Cienfuegos combatió a los ingleses en tierras de Menorca y Gibraltar, y apenas diez años después puso rumbo a Francia para combatir el ardor revolucionario. En el país vecino, Cienfuegos fue hecho prisionero y permaneció en cautiverio durante varios meses, hasta que en septiembre de 1795 fue liberado merced a la Paz de Basilea. El ovetense, no obstante, tuvo ocasión de desquitarse. En 1808, cuando los franceses invadieron España, Cienfuegos fue uno de los numerosos asturianos que se levantaron en armas. Apenas dos años después, como presidente del Consejo de Guerra, se encargó de la organización de las guerrillas en toda la región, y para 1813, cuando finalmente se expulsó a los franceses, era miembro destacado del Consejo Superior de Guerra.
Sus méritos durante la ocupación no pasaron desapercibidos para el repuesto rey, Fernando VII, que en mayo de 1816 le encargó una delicada misión: limpiar el Caribe de la amenaza de piratas y bucaneros. Así, el asturiano fue nombrado Capitán General de la Isla de Cuba y puso rumbo a La Habana.
Con el objetivo de fortalecer la isla y hacerla menos vulnerable a las incursiones piratas, Cienfuegos comenzó a promover la colonización de extensos territorios costeros aún deshabitados. Se propiciaron asentamientos en zonas hoy tan emblemáticas como Guantánamo, además de fortificar otras zonas como la mítica bahía de Cochinos. Pero el mayor hito de esta expansión fue, sin duda, la colonización de Jagua, al sur de la región central de Cuba.
La idea de poblar esta región partió de un militar francés, Juan Luis Lorenzo de Clouet, quien propuso crear un asentamiento en la bahía de Jagua. Una iniciativa en la que contó con la aprobación inmediata de Cienfuegos. Al asturiano, no obstante, no le quedaba mucho tiempo en la isla. Con una incipiente dolencia pulmonar, el militar solicitó a la corte su retorno a España y a finales de agosto de 1819 fue relevado como Capitán General por Juan María Echéverri. Fernando VII, no obstante, aún tendría tiempo de reclamar una vez más los servicios del asturiano en 1822, cuando le nombró, pese a sus reticencias, Secretario de Estado de la Guerra, cargo equivalente al de ministro.
El desempeño de ese cargo fue el último servicio a la patria del militar ovetense. Pero sus desvelos fueron recompensados pocos años después de su muerte, cuando el monarca, a petición del mismo Juan Luis Lorenzo de Clouet que había fundado Jagua, renombró la colonia como Cienfuegos y a darle rango de villa.
Era el 20 de mayo de 1829, y empezaba así el rutilante desarrollo de la colonia, cuya distinción la haría merecedora del apelativo popular de «La perla del sur». Una joya del Caribe que, curiosamente, tiene un antepasado común con ese conde entrañable y vivaz que se ganó el corazón de las gentes de Peón."
"Cuenta el pueblo con dos Escuelas nacionales, niños y niñas, con una matrícula superior de 330 alumnos; creemos justa la aspiración del vecindario que aboga por la creación de otras dos Escuelas, manera de combatir el analfabetismo y poder los maestros llevar a cabo una labor cultural y urgente."
"El edificio vecino a las escuelas de Peón, en el concejo de Villaviciosa, está vacío, pero por poco tiempo. En unas semanas las amplias habitaciones de lo que en su día fue un centro de formación para que los habitantes del valle aprendieran los oficios del campo se llenarán de ordenadores y de informáticos ávidos de experimentar con todo lo que se encuentren alrededor. La imagen será de un contraste, cuanto menos, curioso. El conejillo de Indias será el propio Peón –a 18 kilómetros de Gijón y a 44 de Oviedo– y sus gentes. En el edificio encontrarán techo los investigadores del Centro Tecnológico Fundación CTIC, una organización sustentada por manos privadas y sin ánimo de lucro y con sede en el Parque Tecnológico de Gijón, que buscará enchufar el valle al futuro. Monitorizarán vacas, abejas, ovejas, experimentarán con oficios tradicionales, vigilarán a las personas mayores mediante tecnologías de telemedicina… Su objetivo: ver cómo va a ser el medio rural del futuro. Vamos, que en Peón está a punto de nacer la aldea 4.0.
“Será un laboratorio en tiempo real”, asegura Pablo Priesca, director general del CTIC, “aquel es un valle rural, pero bien conservado. Va a ser un experimento curioso”. Desde el piso superior, ahora vacío, de lo que será este centro de innovación se ve buena parte del valle y, a las espaldas del edificio, un montón de ovejas duermen bajo una de las pocas sombras. Son de un vecino. “Ya le hemos comentado a ver si podemos ponerles unos sensores”, asegura Carlos Charro, uno de los técnicos del CTIC. Quieren ver cómo se comportan para poder sacarles el máximo rendimiento posible. Solo es una idea de las muchísimas que tienen en mente.
"Para que tenga éxito esta historia debe tener otro actor protagonista, los habitantes de la zona. (...). Porque, como señala Jaime Izquierdo, experto en desarrollo rural, geólogo, escritor y actual Comisionado para el Reto Demográfico del Principado, para que este experimento salga bien “debe tener una comunidad local que lo apoye”
Hermosas vistas también hacia La Cabañina, sus prados, bosques y ocalitales
"Ramón Álvarez de Arriba, emigrante de Peón en Cuba, deja a su muerte, en 1920, un legado para la creación de una Escuela de Agricultura en Peón. Fue un proyecto revolucionario y adelantado a su tiempo.En 2019 la Fundación Ramón Álvarez de Arriba se extingue y dona a CTIC la finca el Poreñu con el objeto de crear un centro de innovación tecnológica rural."
"Almacenar el conocimiento tradicional de la aldea con tecnología del siglo XXI. Bajo esa premisa nacía a principios de 2021 el proyecto piloto "Aldea 0" en Peón, Villaviciosa, primera piedra sobre la que se edificó CTIC RuralTech, un centro de innovación tecnológica rural pensado para impulsar la línea de trabajo "territorios inteligentes", que ancla sus raíces un siglo atrás, cuando el villaviciosino Ramón Álvarez de Arriba se embarcó siendo niño en El Musel, rumbo a Cuba a finales del XIX.
Ese fue el germen de esta incubadora de nuevas ruralidades mediante la aplicación de la inteligencia artificial que es CTIC RuralTech. Ramón volvió a Asturias años después de su forzada emigración como "acaudalado comerciante". Su esfuerzo por devolver a su tierra algo de lo que él logró en la isla caribeña como representante de la compañía manufacturera Singer, quedó plasmado en su testamento, de 1910.
Antes de fallecer, el 27 de marzo de 1920, creó el Instituto Ramón Álvarez de Arriba y esposa por la educación femenina. Y su carácter filántropo le llevó a financiar, entre otros proyectos, la construcción de las escuelas públicas de Peón, que hoy son la base de CTIC RuralTech. El centro, orientado a hibridar el conocimiento campesino de la aldea con la innovación tecnológica, es un referente en el desarrollo de nuevos modos de tejer y sostener el conocimiento de la aldea mediante la tecnología del siglo XXI.
"Somos especialistas en obtener, procesar y almacenar datos para ponerles inteligencia artificial", precisa Pablo Priesca, director de CTIC Centro Tecnológico, la matriz de CTIC RuralTech, asentada en el enclave original del Parque Científico y Tecnológico de Gijón.
En 2019 recibieron la donación de la Fundación Álvarez de Arriba del espacio situado en el edificio anexo a las escuelas de Peón. "Se trataba de recoger el legado de Ramón Álvarez de Arriba –cuya Fundación se encontraba inactiva en ese momento– y proyectarlo y mantenerlo en pleno siglo XXI", continúa Priesca.
Hoy, CTIC RuralTech es un espacio de experimentación de lo que los expertos en ordenación del territorio y reto demográfico han dado en llamar "Aldea 0", un plan presupuestado en algo más de 700.000 euros, de los que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico aporta casi 580.000 y 150.000, CTIC. con el objetivo es poner a prueba una nueva viabilidad económica, comunitaria y ecológica del espacio rural.
Junto a Peón, donde está ubicado el Centro Tecnológico de CTIC para el medio rural, participan en este novedoso programa piloto las localidades de Porrúa (Llanes), Asiegu (Cabrales) y Moal (Cangas del Narcea), junto con otras aldeas del Norte de Portugal y de Galicia.
"La idea es reconocer la cultura del medio rural e hibridarla con tecnología para ganar en productividad y calidad de vida", subraya Pablo Priesca. ¿Y cómo funciona ese híbrido? Lo han logrado representar con un proyecto de vallado virtual para las cabras en Somiedo. Reducen el coste que supone mantener las cabañas ganaderas en zonas de montaña gracias al apoyo de la tecnología que permite cartografiar una determinada superficie.
Lo explica Emilio Teleña, trabajador de CTIC RuralTech, ante una pantalla: "El ganadero puede controlar virtualmente a las cabras lanzando un aviso desde su móvil (a collares con GPS en los animales) que realizan pequeñas descargas eléctricas si el ganado se aleja de su zona de pasto, como si se tratara de un pastor eléctrico". ¿La ventaja? Que el propietario del rebaño no se tiene que desplazar y puede llegar a plantearse una suerte de trashumancia virtual. "Es algo revolucionario", confirma Pablo Priesca y, además, "una forma de apoyar a los ganaderos en el mantenimiento del territorio a costes asumibles".
Del centro de innovación de Peón, donde hoy trabaja una veintena de personas, salió antes del vallado virtual un proyecto de telemedicina del Hospital Covadonga de Gijón para los propios vecinos del valle maliayés y para los de Asiegu. Funcionó a modo de plataforma de consultas Aquel plan piloto sentó las bases de otro más reciente: la creación de una comunidad energética local.
Lo explica así Emilio Teleña: "Se trata de experimentar con la tecnología para la acumulación de energía y aprovechar para consumirla, por ejemplo, en la franja nocturna". En la zona posterior del centro de ubicarán los paneles fotovoltaicos, suministrados por la empresa Ergón, responsable, entre otros proyectos, de una cubierta similar en el área del Bobes. Colaboran también con la Fundación Asturiana de la Energía (Faen) y Asturenerxía.
"La idea es analizar la infraestructura necesaria para un consumo energético comunitario", explica. Luisa María Paz, también vinculada al proyecto de CTIC RuralTech, quien precisa que los primeros en sumarse han sido un taxista de Peón con un coche eléctrico, un ganadero y un vecino con perfil de más edad y consumo doméstico. "Se trata de un demostrador a escala local", añade. Teleña apunta algunas ventajas más: "Abarata los costes de la energía, mejora el rendimiento, es una oportunidad grande para dinamizar a partir del grupo", recalca.
El otro gran desafío para mantener población en el medio rural pasa por realizar un sostenimiento adecuado de la cultura tradicional. Lo han logrado a través de una "comunidad multipolar" en Porrúa con quienes están trabajando el uso de la tecnología para recuperar las tradiciones locales. "Se trata de centralizar actividades, que los grupos locales se puedan comunicar y plasmar cómo comunidades rurales son capaces de prosperar", concreta Paz.
En el caso de la escuela de Peón, el uso de la realidad aumentada con los niños del centro, que forman parte del CRA de La Marina, ha permitido impulsar una actividad intergeneracional de forma que las personas mayores de la parroquia practican en talleres de memoria cómo identificar a los protagonistas de fotografías tomadas hace décadas que luego los niños digitalizan. "Es un recurso educativo más", continúan desde CTIC.
El blockchain, la tecnología empleada para realizar transacciones con criptomonedas, donde se utilizan grandes bases de datos de forma distribuida y segura, se ha convertido también en aliada para los llagares.
Marcas como Castañón lo han introducido en el manejo habitual de sus clientes que mediante la lectura en un código QR pueden obtener una lectura detallada de todo el proceso previo a la elaboración de la sidra: desde las variedades de manzana que fueron utilizadas, la ubicación de la finca, el período de fermentación de la bebida, los propietarios de las pomaradas...
Sería algo así como el DNI de la sidra. "Hace visible a través del dato la confianza entre los diferentes agentes que participan", garantiza Pablo Priesca. "Blockchain viene a sustituir la confianza de toda la vida en la casería", resume Luisa Paz.
Esa fusión de la tradición y el conocimiento de la aldea a través de la tecnología tiene una razón de ser, a juicio de los responsables de CTIC. "Aprovechamos el valor del medio rural y les damos calidad de vida para atraer nuevos pobladores", afirman. "El dato es nuestra gasolina, y para los vecinos de la aldea también, un medio en el que todo está interconectado", concluye.
Idéntico operativo que el de la sidra lo han seguido para la trazabilidad del queso azul Vega de Tornín o para optimizar la red de distribución de una cooperativa de piensos.
De inteligencia artificial también han dotado a varias queserías asturianas mediante ‘gemelos digitales’ de la planta que evitan el desplazamiento del maestro quesero, ya que se puede realizar un control de la producción a distancia.
El último experimento en ese aprovechamiento del dato es el invernadero climático del centro. De la mano de expertos del Serida comenzarán a simular próximamente escenarios diferentes para cultivos, en cuanto a luz, temperatura, precipitaciones... "Serviría como banco de pruebas, por ejemplo, para ver cómo responden ciertos cultivos al cambio climático", avanza Pablo más en su buen hacer para la construcción de "territorios inteligentes".
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