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miércoles, 22 de abril de 2020

LA PLAYA LA FRANCA (ASTURIAS) EL ARENAL DEL CÍCLOPE OJÁNCANU, EL CASTRUCU Y EL CASTRÓN DE SANTIUSTE Y LA DESEMBOCADURA DEL RÍU CABRA

La Playa la Franca

Si bien no en el mismo Camino de Santiago, aunque sí bastante cerca de él para quien vaya andando, La Playa la Franca, donde desemboca El Ríu Cabra, frontera de los concejos de Ribadedeva (derecha) y Llanes (izquierda), es un hermoso arenal bien resguardado en una encantadora concha, de una longitud de unos 265 metros y una considerable anchura que abarca una gran extensión de arena en bajamares. Próximo al pueblo de su mismo nombre, La Franca, a comienzos del siglo XVI un vecino denuncia por competencia desleal la existencia de un puerto clandestino por el que entraban mercancías en desembarcos "francos de alcabala", esto es, libres de impuestos, y de ahí el topónimo de este lugar perteneciente a la parroquia de Colombres, capital de Ribadedeva


Aquí vemos el arenal casi vacío, justo recién acabado el verano, pero en temporada estival es un gran polo de atracción turística, lleno de bañistas y veraneantes que aprovechan su buena superficie de arenal. Los peregrinos del Camino de Santiago del Norte también pueden disfrutar de ella, haciendo un corto y momentáneo desvío, sobre todo si van a pernoctar en el pueblo (Albergue Triskel, de peregrinos y privado, abierto en 2018), en algunos de los alojamientos a pie de playa o en alguna localidad de las cercanías


Para ir andando a La Playa la Franca lo mejor es evitar la carretera general y seguir el mismo Camino, saliendo del pueblo de La Franca por el Barrio El Corral, tomando la carretera local AS-346, por donde está señalizado el Camino Norte y, haciendo caso a dichas señales, dejarla a la derecha nada más pasar la casa de La Peña tomando esta senda en El Campu, que sigue el antiguo Camino Real que baja al Ríu Cabra para luego subir a Santiuste, ya en Llanes


Fijémonoa a la izquierda en el mojón jacobita; nosotros vamos a dejar también el Camino justo donde señala aquella peregrina con el bastón, a la derecha, tomando como referencia el poste telefónico de hormigón que está a la derecha 


Prestemos atención, en un principio no hay señal alguna de camino pisado a la derecha de este, solo campos verdes con afloramientos rocosos calizos, característica dominante del paisaje natural de la rasa costera


Pero si nos fijamos, en el citado poste hay reconoceremos pintadas unas letras amarillas, escritas en vertical
 


 Al acercarnos y pasar al lado veremos que en ellas se lee PLAYA


Y por aquí es por donde va el sendero que se dirige al arenal, dejamos pues el Camino de Santiago en este lugar para dirigirnos a él, a unos 600 metros de aquí, más al norte


Según avanzamos nos percatamos que es 'paso franco' a 'La Playa la Franca' y que está bien pisado, si bien no usado por demasiada gente


El sendero se abre paso entre brezos y tojales y en su vereda crece la hierba, los arbustos forman un bosquete; muchos son encinas (Quercus ilex rotundifolia) y hay algunos madroños e incluso puede que algún acebuche u olivo silvestre, aunque estos son muy escasos


Aunque en ocasiones parece que el sendereo se estrecha demasiado siempre hallaremos buen paso. Estas fotos son de un día soleado a mediados del invierno y no tuvimos necesidad de apartar ninguna zarza ni rama, pero por si acaso llevemos un palo o un bastón, si bien es fácil que no sea o apenas necesario


Si bien no hay señales indicadoras tampoco hay pérdida posible, el camino es uno y se encuentra flanqueado por tupida vegetación, es como avanzar por un pasillo


El cable telefónico, ahora dispuesto entre postes de madera, sigue a nuestra derecha


Ante nosotros sobresale, por encima de los matojos, la cima amesetada de las estribaciones más orientales de la Sierra Plana de la Borbolla, que se alza sobre el valle del Ríu Cabra poco antes de su desembocadura y que sigue al occidente durante unos cuantos kilómetros hasta El Ríu Purón, al sur de Puertas de Riegu o de Vidiago, cerca de la villa de Llanes


Tremendamente plantado de monocultivos de eucaliptos para la industria maderera, existían antaño turberas de las que se extraía carbón mineral y sigue teniendo en partes aprovechamiento ganadero, cuyo origen puede datarse en la prehistoria a tenor de los yacimientos paleolíticos, neolíticos y de la Edad del Bronce localizados en su rasa


La Sierra Plana de la Borbolla será pues una referencia visual y geográfica muy importante durante un buen trecho de nuestro caminar por tierras llaniscas, como también lo será, más al sur, la Sierra Cuera, más alta y cuyos picachos destacan en la distancia, mirando ahora nosotros al este-sureste, los cuales se extienden a lo largo de varias franjas de cumbres en dirección este-oeste, paralelas al mar, como la Sierra Plana de la Borbolla


En primer término tenemos El Cantu'l Caleru y El Llanu Tresgrandas (223 m), que se alza entre la Sierra Plana de la Borbolla y la Sierra Cuera. Como podemos comprobar, el crecimiento rápido de los eucaliptos forma una barrera vegetal que tapa gran parte del paisaje


Aún así nos parece reconocer picachos de Cuera como La Cabeza Liñu (1.178 m), El Picu Ubricario (1.137 m) y El Picu la Muesca (1.086 m) en el concejo de Peñamellera Alta (El Valle Altu), al sur de Llanes


Otra cumbre a destacar podría ser, más a la izquierda, El Coteru l'Espinu (911 m), este en la frontera de ambos concejos


Se reconocen magníficamente bien El Picu Paisanu (818 m), situado entre El Valle Altu y El Valle Baju (Peñamellera Baja) y, más a la izquierda, El Picu Llueres (706 m), que se alza sobre Alevia, en El Valle Baju


El Picu Llueres es bien reconocible por su altísima antena. A su derecha se encuentra El Colláu los Gamones y a su izquierda Los Coterones (641 m)


Caminando hacia la playa lo que nosotros tenemos de frente es las citadas estribaciones en las que empieza la Sierra Plana de la Borbolla, cuya cima, recalcamos, es una extensa meseta sin una cima prominente precisa, pero podemos decir que la cota más alta de su planicie son 211 m


Otro poste de madera de teléfonos, fijémonos en el cable que lo asegura al suelo, forrado de cable amarillo


Apenas la veremos, pero durante un corto trecho pasaremos al lado mismo de la caja del tren, de los ferrocarriles de vía estrecha (FEVE), línea Oviedo-Santander


El sendero, bien trillado, pasa ahora por un tramo boscoso pero no hay problema de paso ni para seguir el camino


Un pequeño rellano se cubre de hojarasca, es un trayecto por la fresca umbría en verano, aunque ahora, en invierno, la luz solar penetra entre las ramas desnudas... o casi


Y aquí llegamos a la vía del tren, que cruzaremos, sin problema, al otro lado


Justo allí, entre el murete de la izquierda y la peña arbolada de la derecha sigue el camino a la playa


Estamos justo al principio del puente por el que el ferrocarril pasa sobre El Ríu Cabra. Al fondo el monte de La Vaca, Covarríu o El Picu Santiuste (142 m), abajo a su derecha está la playa


Vista del puente al cruzar; tenemos buen campo de visión a derecha y a izquierda, pero comprobemos bien, ni que decir tiene, que no hay peligro alguno antes de pasar


Puede parecer que el camino no sigue, pero cuando lleguemos al otro lado veremos que sí


Por aquí, entre las vías y este roquedo, hay unos escalones...


Luego, una barandilla 'artesanal' separa el camino de la caída al río, una escarpada ladera también cubierta de vegetación


Se pasa perfectamente bien, el camino sigue junto al paredón calizo que forma aquí este peñón


A la izquierda, vemos la estructura del puente, con sus arcos de piedra en este primer tramo; abajo el río no se ve, oculto por el arbolado ribereño, que forma una verdadera selva


Luego el entramado metálico, la línea abrió al tráfico el 20 de julio de 1905 con el tramo Llanes-Cabezón de la Sal de la compañía del Ferrocarril Cantábrico, con el que se completaba la línea Oviedo-Santander, compañía integrada en la estatal Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha (FEVE) en 1972



La peña forma con el camino un pequeño abrigo natural, aquí empieza una corta cuesta


Y después de este corto trayecto boscoso salimos a la luz...


Acaba la pequeña subida y llegamos a una pradería


Son las instalaciones de la EDAR (Estación Depuradora de Aguas Residuales) de La Franca


Un vallado de red sujetada postes metálicos cierra la depuradora, pero hay buen paso, llano y recto, a este lado


Inaugurada en 2011, tras tres años de trabajo, completando el saneamiento de La Franca, Colombres, El Peral y Pimiango en este concejo de Ribadedeva 


El paso es cómodo y agradable, suficientemente ancho en todo este trayecto


Llegamos al final del vallado y nos acercamos a los accesos a la depuradora


De frente, otra vista del monte Covarríu o Picu Satiuste; que nos señala la dirección hacia la playa, que aún no vemos pero que sabemos está a sus pies, como el río y su desembocadura


Salimos de la zona vallada de la depuradora, a la derecha, en el bosque, se encuentra la Cueva Mazaculos II, abrigo prehistórico del Asturiense que presenta pinturas rupestres esquemáticas en forma de zigzag y otros trazos. Este refugio es además un conchero, uno de los característicos depósitos de conchas de moluscos, una de las bases alimenticias de esta cultura, de las últimas de cazadores y recolectores, que recogerían en la cercana costa. He aquí su descripción en Asturnatura:
"Situada en las cercanías de la playa de La Franca, forma parte de un complejo sistema de galerías que se extiende por la zona. Se encuentra en una especie de anfiteatro de paredes verticales en un cerro de calizas aptenses, en la parte derecha del río Cabra antes de su desembocadura, a unos 300 m del mar. Fue descubierta por el cántabro Hermilio Alcalde del Río en 1908 y sus pinturas se dieron a conocer por primera vez en la gran obra Les Cavernes de la Région Cantabrique de 1911. También se conoce localmente con los nombres de Cueva de los Antiguos o Cueva de la Franca. 
Cerca de esta cueva se abren otras dos bocas comunicadas entre si y que forman otra cueva de grandes dimensiones; un grupo de espeleología la dio a conocer en 1975 mediante el periodico Asturias semanal. Para diferenciarla de la primera, se le dio el nombre de Mazaculos I.
Mazaculos II 
La entrada de la cueva, de amplias dimensiones y orientada al NO, se abre en una pared caliza de unos 10 m de altura y está protegida de los vientos por un pequeño monte cercano. El abrigo tiene unos 22 m de ancho, y hasta la propia boca de la cueva, orientada al SE, desciende en fuerte pendiente. Se llega a ella por un pequeño camino que comienza al principio de la bajada a la playa de la Franca. La resolución de 5 de febrero de 2008, de la Consejería de Cultura y Turismo, establece una zona de protección para la cueva que va del eje de la vía de FEVE con el río Cabra a su encuentro con la N-634, de ésta al río Ahijo, del río a su encuentro con la vía de ferrocarril y de aquí hasta el punto inicial. 
Representaciones artísticas  
Las manifestaciones artísticas que aparecen en Mazaculos II son bastante sencillas. Desde la entrada una galería conduce a una gran sala; en la pared derecha de esa galería aparecen varios trazos cortos pintados en rojo que se cortan en zigzag; en la sala, un pequeño entrante en la derecha alberga otra serie de trazos rojos dispuestos en torno a una grieta de forma ovoide.  
Excavaciones  
La primera excavación en Mazaculos II fue realizada por el Conde de la Vega del Sella el 15 de diciembre de 1915 y, a pesar de su brevedad, pues duró tan sólo un día, localizó un potente conchero asturiense sobre una gruesa capa de arcillas rojas que buzaba al interior de la cueva; encontró también algunos cantos rodados con el borde cortante. Otras prospecciones futuras revelaron la existencia en el yacimiento de una importante masa de depósitos revueltos; tanto en el talud que baja a la cueva como en el abrigo están ocupados por el conchero.  
González Morales realizó en 1975 - 1977 unas campañas en las que reveló: 
Industria: el estudio de la industria se puede hacer atendiendo a los materiales localizados: 
Útiles: tan sólo se encontraron 55 útiles, de los cuales 14 aparecieron en niveles no revueltos; 23 de ellos eran picos asturienses, pero también se localizaron cantos trabajados como choppers. El utillaje en lasca, tan abundante en niveles azilienses cronológicamente próximos en la región, es aquí escaso; tan sólo 1 escotadura, 3 denticulados, 1 cuchillo de dorso natural y un buril. Además se extrajeron un pico triedro y una pieza bifacial caliza. 
Productos de talla: se desenterraron numerosas lascas de decorticado secundario, lo que junto con las de decorticado primario y los numerosos núcleos o restos de núcleo con corteza, hace pensar en la talla de la materia prima en el propio yacimiento. No aparecieron hojas y apenas hojitas y lascas de retoque. 
Materiales sin tallar: cantos rodados y materiales amorfos. 
Industria ósea: como en el resto de los concheros asturienses es pobre, habiendo localizado cuatro piezas finas, biapuntadas (anzuelos), una de ellas con un estrangulamiento central no muy marcado.

  Mazaculos II

Las representaciones aparecen en varias partes del interior de la cueva. Presenta trazos grabados, que no forman figuras, y pinturas rojas (situadas en la parte de acceso a las galerías de la parte norte), unas que aparentan un signo de aspecto cuadrangular acolado, muy desvaído, y otras que representan una serie de puntos a ambos lados de un saliente de la pared, ocupando una suave concavidad; aparecen además figuras informes pintadas."

Y ahora de frente, otro monte L'Espinosu (135 m), donde hay otra cueva prehistórica, explorada desde 1854 en la que se ha hallado el que se tiene por primer enterramiento colectivo de la Edad del Bronce en Asturias y es una maravilla geológica formada por cuatro corredores superpuestos. En el lugar de las inhumaciones aparecieron restos de 20 individuos de ambos sexos y diferentes edades


La cueva debió ser habitada y/o utilizada desde el paleolítico, estudiada por varios especialistas, como Ana B. Marín-Arroyo, Agustín Diez Castillo y Oscar Moro-Abadía, autores del libro Arte, pensamiento simbólico ymodos de vida en la Prehistoria, del que compartimos lo siguiente:
"La cueva de El Espinoso se halla en la localidad de La Franca (Asturias). En realidad, se trata de un sistema de tres bocas a diferentes alturas localizadas en un farallón calizo en las cercanías de la Playa de La Franca y a escasa distancia de la desembocadura del río Cabra. 

En la boca más alta del sistema, orientada al SO se identificó un importante depósito arqueológico que fue excavado en 1979 y 1980 bajo la dirección de Manuel R. González Morales. La campaña de 1979 estuvo destinada a la excavación del depósito funerario de la Edad del Bronce localizado en el vestíbulo (González-Rabanal et al., 2017), mientras que en 1980 los trabajos se centraron en la realización de un sondeo en el fondo del vestíbulo con el objetivo de caracterizar la estratigrafía en esa zona de la cavidad. La intervención documentó la siguiente secuencia estratigráfica (González Morales, 1995): • 

Nivel 0: Costra estalagmítica de espesor variable y estéril desde el punto de vista arqueológico. 

Nivel 1: Sedimento pardo oscuro localizado en la base de la costra, con abundantes lapas de la especie Patella vulgata, huesos, lítica y algunos éboulis. 

Nivel 2: Sedimento negro grasiento con abundantes lapas y otros restos orgánicos. 

Nivel 3: Sedimento pardo arcilloso con zonas de limos. Presencia de abundantes lapas y materiales arqueológicos.

Las dataciones llevadas a cabo sobre material óseo de estos niveles sitúan la ocupación de los niveles 1, 2 y 3 entre ca. 20800 y 21 300 cal BP. Estas dataciones se sitúan en el tránsito entre el Solutrense y el Magdaleniense inicial en la región cantábrica, un momento de cambio cultural poco documentado, lo que complica la atribución cultural de los contextos datados en esos momentos. Los materiales líticos y óseos recuperados durante la intervención no son diagnósticos desde el punto de vista cronocultural, si bien la ausencia de los elementos líticos más típicos del Solutrense, sugiere que la ocupación del yacimiento se produjo durante el Magdaleniense inicial (...)

Conclusiones

Ante la idea tradicional de aprovechamiento intenso de recursos marinos únicamente a partir del Magdaleniense superior, los resultados de El Espinoso sugieren que existieron eventos de intensificación, al menos, desde el Magdaleniense inicial. Por otra parte, la incorporación de elementos tecnológicos en concha al conjunto de medios de trabajo empleados por los grupos de cazadores-recolectores no puede estar sujeto a una valoración exclusivamente cuantitativa. En este sentido, y a pesar de los debates que ha suscitado la explotación de los recursos malacológicos por parte de los grupos humanos durante el Paleolítico superior, generalmente muy infravalorados frente a la aportación de elementos de origen terrestre, es destacable la variabilidad de productos de consumo obtenidos a partir de su captación. De esta forma, la documentación en contextos adscritos al Paleolítico superior de la región cantábrica de un uso alimenticio (Gutiérrez Zugasti, 2009; Gutiérrez Zugasti et al., 2012), ornamental (Álvarez Fernández 2006, Gutiérrez-Zugasti y Cuenca-Solana, 2015, entre otros) y tecnológico (Cuenca-Solana et al., 2013, 2016) de recursos malacológicos demuestra su importancia dentro del marco económico, social y simbólico de los grupos de cazadores-recolectores de esta cronología."

No deja de ser sorprendente que a pesar de la plantación intensa desde hace tantas décadas de eucaliptos para la industria papelera se hayan conservado estos enclaves arqueológicos tan sumamente importante para descubrir el antiquísimo poblamiento de este litoral


El monte, con sus acantilados costeros, cierra y guarda la concha de la playa por la derecha, tal y como el Covarríu o Picu Santiuste lo hace por la derecha


Salimos al camino asfaltado que comunica la depuradora con la carretera general, por el que bajamos suavemente, sin ver aún la playa


Realmente, flanqueada por estas montañas, se encuentra en una pequeña cuenca cerrada en la desembocadura del Ríu Cabra y no la veremos hasta acabar toda la bajada y llegar a sus orillas, que es donde empieza además la lengua de arena más meridional


La playa se encuentra justo aquí abajo a nuestra izquierda, a apenas unos 200 metros cuesta abajo, pero una densa mancha boscosa, esta mayormente autóctona en este trecho, forma un compacto muro verde por la ladera


En la mañana, esta pista asfaltada puede en ocasiones rezumar humedad, pisemos con precaución si se da el caso. No sabemos si Mazaculos, de mazar, 'agitar', 'golpear' es un topónimo que acaso tenga que ver con estas pendientes que caen hacia el río y la playa


Dejamos este rellano a la izquierda y seguimos la bajada sin más problema. Recordemos que no estamos en ninguna ruta señalizada en este momento y que nuestra única orientación es bajar y bajar hasta el final de la cuesta


No suele haber más tráfico que el de mantenimiento de la depuradora pero, como siempre, estemos pendientes del posible paso de vehículos viniendo o marchando


Aquí hay una curva bastante cerrada a la derecha siguiendo la sinuosidad de la ladera del monte Mazaculos


Es un pequeño zigzag en el que se pierde altura rápidamente


Y esta es la portilla de entrada en la depuradora, advirtamos el muro de contención, hecho de rocas, en la ladera, para evitar corrimientos de tierras


Si la encontramos cerrada, como aquí, hay un paso a la derecha para los peatones, entre la señal de stop y dicho muro de contención


Llegamos a la zona conocida como El Pontarrón, donde baja a la playa, a la izquierda, la vía asfaltada que sale de la N-634, la cual vemos detrás de la casa


Y a la izquierda bajamos nosotros siguiendo la senda peatonal existente, una franja pintada de rojo en la vereda izquierda


Esta carretera a la playa veos hace un par de revueltas muy cerradas antes de llegar a la playa, que empezaremos a ver al pasar el puente-viaducto de la N-634, que vemos al fondo, acabando ahí este descenso


Es el valle del Ríu Cabra, bajo las alturas de Covarríu, un topónimo que alude a las cuevas existentes en su desembocadura, las cuales veremos recorriendo el arenal


En cuanto a La Vaca acaso tenga que ver con la forma del monte visto desde algún lado o, muy fácilmente, su secular aprovechamiento ganadero antes de ser plantación de eucaliptos. Al otro lado, en la rasa costera de Santiuste hacia Buelna y Pendueles, encontraremos buenas vaquerías pastando por los prados de la rasa litoral, cercanos al acantilado


El Picu Santiuste se refiere a la aldea de este nombre, la primera del concejo de Llanes por la que pasa la carretera, al lado del palacio de los Rubín de Celis. El Camino pasa más arriba, saliendo a la costa en La Venta Santiuste, antigua posada caminera del viejo Camino Real al que sustituyó la carretera general, parada antaño de viajeros, arrieros y peregrinos, citada por el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos en sus viajes. Santiuste es una versión toponímica de San Justo referida a una capilla u oratorio con esta advocación, la cual dio nombre al enclave


Zigzagueamos pues pasando ahora al pie de la casa y la N-634. En verano el tráfico puede ser bastante importante en días de sol y playa, así como el trasiego de gentes yendo y viniendo de la playa
 

Y ya tenemos enfrente el puente de la carretera y el final de la bajada. Sigamos siempre por la senda peatonal de la izquierda, aunque aparentemente no haya un coche la playa es bastante visitada cualquier día del año


El Covarríu siempre prominente ante nosotros. La inauguración del tramo Pendueles-La Franca de la Autovía del Cantábrico (A-8) en 2014, demorada largos años por procesos judiciales, hizo que la N-634 soportase todo el tráfico entre Cantabria y Asturias, sobre todo el pesado, pero siguen teniendo muchísimo trasiego de vehículos, mayoritariamente, insistimos, en verano


Bajo el viaducto hay una curva cerrada a la derecha, sin visibilidad, volvemos a insistir en prestar mucha atención aunque no apercibamos paso de vehículos, pues pueden venir de frente en un instante


Y es el dada la estrechez de la vía, que ya va en llano, desaparece incluso nuestra vereda peatonal en este trecho. Arrimémonos bien pues al guardarraíl



Y ya estamos en el borde de la orilla del Ríu Cabra, que forma un poco de meandro al llegar a la playa, cuyo arenal ya empezamos a ver desde aquí, más allá del comienzo de las barandillas del paseo marítimo


Vemos el río, el comienzo de la superficie arenosa, pero no así todavía el mar, cala bien a resguardo, insistimos de los montes y acantilados de L'Espinu a la derecha y El Covarríu a la izquierda


Los aparcamientos y la explanada, sin ningún vehículo, una imagen que contrastará si pasáis en verano


A la derecha el Camping Playa de la Franca, donde está el Restaurante-Bar Las Gaviotas, "Aunque no somos específicamente un albergue, sí que disponemos de instalaciones específicamente pensadas para los peregrinos, con tarifas especiales para ellos", leemos en la información que proporciona en la web de la Federación Española de Asociaciones de Amigos de los Caminos a Santiago de España, a lo que añaden:
"Así, además de nuestra zona de acampada, en la que ofrecemos un descuento del 10% a los peregrinos, desde la temporada pasada disponemos de unas bonitas cabañas de madera con 2 camas o 4 camas en literas, con un precio que para los peregrinos es de 10 euros persona/noche. Las cabañas disponen de camas con colchón, mesita de noche, armario, electricidad para poder recargar el móvil o pequeños dispositivos , tendedero para la ropa y espacio para estacionar la bicicleta.

No se facilita mantas, sábanas ni almohada.

En el precio está incluido el acceso gratis a los sanitarios del camping con duchas de agua caliente, la piscina y la señal wifi. Además, poseemos otros servicios de pago como lavadoras y secadoras y también cafetería-restaurante, con desayuno y menú especial peregrinos, minimarket con productos básicos como pan, leche, etc., ordenador con conexión a internet y caja de seguridad, entre otros."

El Ríu Cabra, frontera de concejos, hace aquí una estrecha vega que se inunda con las crecidas y algunas grandes mareas. Un poco más adelante recibe las aguas de su afluente, El Ríu Aíjo, a la derecha


Las farolas jalonan el paseo, como la playa, lleno de gente en verano, ahora en invierno tranquilo y solitario


Según avanza la mañana, sobre todos los fines de semana, sí empieza a haber cierto tráfico y llegan algunos vehículos. Es una ensenada hermosa para descubrir y pasear, tanto en este paseo como en su arenal, que apenas aún empezamos a ver


El Ríu Cabra es un "Río truchero y molinero que nace en El Oju de la Borbolla y tras un recorrido en el que separa los concejos de Llanes y Ribadedeva desemboca en la playa de la Franca, entre Santiuste (Llanes) y La Franca (Ribadedeva)", señalan en la Enciclopedia del paisaje de Asturias, destacando sus continuos meandros desde su nacimiento hasta su llegada al mar:
"Su recorrido es muy serpenteante, sobre todo en su primer tramo, el que discurre entre los pueblos llaniscos de La Borbolla, Santa Eulalia de Carranzo y Tresgrandas y los de Porquerizo y Bojes en Ribadedeva. Posteriormente, desde El Molinu de Gasparín ya fluye más hacia el norte, pero no de forma muy rectilínea"

Hay abundante vegetación ribereña silvestre en este su margen derecho, en el izquierdo un poco de pradería. En la abrupta falda del monte crece una franja de arboleda autóctona que enseguida da paso al eucaliptal, con sus árboles plantados hasta el mismo acantilado y desembocadura


Este tramo final del Ríu Cabra es el más caudaloso y en él puede verse a veces incluso algún salmón. Para Llanes es su segundo río en importancia tras el Bedón, de la misma que para Ribadedeva lo es también, después del Deva, por donde hemos pasado de Cantabria a Asturias por su puente entre Unquera y Bustio


Dejando atrás la explanada y aparcamientos al pie del viaducto y delante del primer camping, nos disponemos a cruzar el puente sobre El Ríu Ahíjo, otro "río que fluye, muy serpenteante, por la parroquia de Noriega", dicen también en la Enciclopedia del paisaje de Asturias
"Nace al sur del pueblo de Noriega y, tras discurrir entre éste y el barrio de Bojes (también en Noriega), flanquea por el oeste la localidad de La Franca, para acabar muriendo en la playa de este pueblo. Debe su nombre al cercano caserío de Aíjo, que forma parte de la parroquia de Colombres."

De frente, pinos en la ladera de L'Espinosu, sobre la carretera de la playa, construida sobre un poderoso muro de hormigón. Durante todo el recorrido hasta los accesos al arenal disponemos de buena acera


Observemos asimismo desde la barandilla el muro de grandes rocas que canaliza el Aíjo en esta zona inundable en su confluencia con El Ríu Cabra, un topónimo de vinculación evidente con este animal aunque no se descartarían otras etimologías, como el nombre de algún antiguo posesor del territorio, llamado Capralus o similar, en época romana o altomedieval


Incluso en invierno, sobre todo según van creciendo los días, es frecuente ver a gente tomando el sol en este pasillo fluvial y arenoso a resguardo de los vientos, algo que debió sin duda favorecer el antiquísimo poblamiento de estos parajes, leemos en Wikipedia:
"Dada la existencia de varias cuevas de origen prehistórico (en las que se han encontrado concheros, depósitos de cáscaras de moluscos que dan muestra de que fueron habitadas en tiempos remotos), como la Cueva de Mazaculos de la época asturiense, que presenta restos de pinturas en zig-zag y de motivos menos complicados como trazos;​ se cree que la zona de la playa de La Franca debió contar con habitantes en épocas muy remotas, debido a que era una zona que prestaba abrigo y al tiempo alimento."

En el puente también tenemos acera a la derecha, es un buen lugar para ver el Aíjo sin su escollera


Una hermosa senda recorre su ribera, se trata del camino antiguo entre La Franca y su playa; ahí está el lugar denominado El Torreón, acaso alguna vieja torre de vigilancia en esta playa "libre de alcabala"


Playa hacia la que proseguimos nosotros pasando ya el puente y continuando por este delicioso paseo marítimo de aceras anchas y blancas barandillas


Observemos asimismo los trabajos de desmonte efectuado en su momento en esta falda de la montaña para ensanchar la carretera. Un poco más arriba se han plantado algunos pinos


Y esta es la primera de sus rampas de acceso, donde hay algunas dunas, por ella ya podríamos bajar a la arena y continuar hasta el mar, pero de momento optamos por seguir por el paseo


A partir de aquí la carretera de la playa serpentea ligeramente y sube suavemente a lo largo de la ladera


A continuación de la rampa, una franja de arena forma un pasillo natural entre el muro de la carretera y las dunas. A partir de aquí en verano vemos a las gentes con sus toallas y sombrillas, tomando el sol en esta, una de las turísticas playas del oriente asturiano por su accesibilidad, volvemos a leer en Wikipedia:
"... es de larga tradición turística entre las playas del oriente asturiano. De hecho, en el siglo XIX contaba con un balneario marítimo costeado por los indianos, que una vez hecha fortuna en América venían a vivir nuevamente a su lugar de nacimiento."

'Todo el paseo para nosotros', podemos decir, en aquel antiguo balneario hay ahora un hotel, que veremos enseguida, al llegar al final de esta curva y cuesta. Este acceso empezó a ser abierto por aquellos primeros indianos fundadores


La arena es muy fina, tostada y casi blanca, la casi ausencia de afloramientos rocosos en su superficie la hace especialmente atractiva para los veraneantes, "ocupa una superficie triangular de unos 300 m de longitud", nos dice la Enciclopedia del paisaje de Asturias, una forma que no descubriremos hasta dar vista al Cantábrico, está además orientada al nordeste


Ya aquí la playa se nos hace especialmente atractiva, con mucho espacio entre la carretera y el río, al otro lado empieza la parroquia llanisca de Pendueles, a la que pertenecen Santiuste y Buelna, el siguiente pueblo del Camino de Santiago en Asturias


Ansiamos pues dar vista a la ensenada, allí los acantilados de Santiuste señalan nuestra inmediatez ya a la misma, donde el arenal se abre a una preciosa concha


Como hemos dicho, al acabar la cuesta es donde tendremos las más magníficas vistas, justo donde hay un cartel informativo, al lado de un cubo de contenedores y junto a otra de las bajadas al arenal


Un poco más a la derecha, hay un coqueto mirador en forma de media luna que se dispone sobre la playa, un excelente lugar para contemplar el paisaje


Justo antes es la bajada al arenal, por donde vamos a ir nosotros


Estamos pues en un muy buen lugar para contemplar el entorno desde esta verdadera atalaya del mar


A la derecha, una explanada se extiende hacia la entrada del hotel y comunica con otro de los campings. Nuestra idea es recorrer la playa y regresar por allí


Primeramente, un cartel puede orientarnos bien y hacernos una composición de lugar


Es de la Mancomunidad del Bajo Deva, formada por el municipio cántabro de Val de San Vicente y el asturiano de Ribadedeva, una de las primeras de España formadas por ayuntamientos de diferentes comunidades autónomas


Reparemos, lo primero, en la diferencia de superficie arenosa entre pleamar y bajamar, algo cotidiano y habitual para los habitantes del Cantábrico pero que puede causar sorpresas, y algún disgusto, a los visitantes de otras latitudes, sobre todo si gustan de explorar los pedrales y acantilados al este de la playa. Aquí tenemos la disposición de hotel, camping, servicios, duchas, parkings, etc. Recordemos que en temporada baja la hostelería suele estar aquí cerrada


Y un poco de información general, práctica, histórica y natural


Dicho esto proponemos bajar a la arena aquí a la izquierda por este paseo enlosado, admirando ya ante nosotros esta encantadora ensenada de La Franca, de la que nos dicen en la web de la Cofradía de Pescadores de Llanes Santa Ana lo siguiente:
"En la desembocadura del río Cabra, que hace de frontera natural entre Ribadedeva y Llanes, entre los extraordinarios acantilados de Santiuste y la rasa de Pimiango, se encuentra la Playa de la Franca, que llegó a contar en el siglo XIX con un balneario marítimo. 
Durante la pleamar se convierte en una piscina y en bajamar, se comunica con otros arenales, la playa del Oso, la del Vivero y la preciosa Mendía. 
Se dice que su nombre tiene origen en aquellos lejanos tiempos en los que los puertos de Llanes y San Vicente se pagaban impuestos por las mercancías que se desembarcaban, y la Franca, entre ambos, estaba a la distancia suficiente para esquivar el pago obligatorio, lo cual era aprovechado por algunos mercaderes para desembarcar sus mercancías “francas de alcabalas”, libres de impuestos."

Al fondo, los acantilados de la Cueva del Osu, refugio del ojáncanu o cíclope autóctono, personaje mitológico bien presente en Cantabria y también en la zona más oriental de Asturias, ser monstruoso y desgreñado de un solo ojo que suele representar lo salvaje y el mal, la fiereza y la crueldad, habitando profundas y lúgubres grutas. Según algunas tradiciones se cuenta que desfiladeros y barrancos fueron hechos por estos seres y, en ocasiones como estas, los mismos acantilados


A nuestra derecha y más allá del mirador asoma el Hotel Mirador de La Franca, donde estuvo el antiguo balneario, arriba, los alto de L'Espinu, hábitat de antiguos pobladores, que acaso fueron transmitiendo de generación en generación y durante milenios, la leyenda de los míticos personajes marinos de este litoral


A la izquierda, al otro extremo de la playa, desemboca El Ríu Cabra al pie del acantilado


En la bocana hay una escollera, bien visible, que en bajamares queda rodeada por la arena pero que al subir la marea cumple su función


En bajamares puede cruzarse bien el río a pie, mojándonos eso sí hasta las rodillas, y pasar al otro lado entre aquellos roquedos y pedrales. Un sendero comunica al pie del cantil con la cercana cala arenosa de La Jorconera o H.orconera ('H.' es el sonido de la hache aspirada), pero no es muy practicable, terminas siguiendo el pedrero al pie del acantilado por el otro lado, entre agua normalmente, por lo que es casi inaccesible a no ser en lancha, por mar. También se la conoce como Playa de la Acacia o de las Gaviotas


Desde aquí ya reconocemos la forma triangular de la playa, con dos de sus vértices en los acantilados que cierran su ensenada y el tercero donde el río llega a la arena en su estrecho valle y desembocadura


A nuestra derecha baja otro de los accesos al arenal, además del hotel y los campings, anualmente se realizan concesiones para explotar algunos chiringuitos de playa


Llegamos en bajamar, cuando "queda al descubierto un amplio arenal, formándose además pequeñas calas ricas en pesca.​Durante la marea baja, la Franca se comunica con otros territorios arenosos, como la playa del Oso o la playa Mendía (o playa Regolguero)", leemos en Wikipedia


Por otra parte, "Durante la pleamar se convierte en una auténtica piscina natural, lo cual la convierte en una zona de baño muy segura, sobre todo para los niños, al tiempo que la hace idónea para la práctica de deportes náuticos, pesca de roca y submarina". Wikipedia también incide en la toponimia del lugar:
"Su nombre puede que tenga origen en la Edad Media, ya que, en aquella época, en los puertos de Llanes y San Vicente las mercancías que se desembarcaban tenían que pagar un impuesto. La Franca está entre ambos puertos, pero a distancia suficiente de ambos como para no entrar en los límites del pago obligatorio. Esto hizo que comenzara a utilizarse ésta, por parte de mercaderes avispados que desembarcaban sus mercaderías “francas de alcabala”, libres de impuestos, lo cual ocasionaba disgusto y protesta a los trabajadores de los puertos afectados."

Y en el apartado de historia se resalta la existencia de yacimientos arqueológicos que rebelan el remoto asentamiento humano en estos parajes en los que hallaban refugio y alimento:
"Dada la existencia de varias cuevas de origen prehistórico (en las que se han encontrado concheros, depósitos de cáscaras de moluscos que dan muestra de que fueron habitadas en tiempos remotos), como la Cueva de Mazaculos de la época asturiense, que presenta restos de pinturas en zig-zag y de motivos menos complicados como trazos;​ se cree que la zona de la playa de La Franca debió contar con habitantes en épocas muy remotas, debido a que era una zona que prestaba abrigo y al tiempo alimento. ​En las proximidades se encuentra un puente y una calzada que se datan en el época de la dominación romana de la península."

Y aquí tenemos una hermosa vista de la playa hasta el mar, una perspectiva en profundidad. Seguimos por la arena acercándonos a la orilla


Al extremo oriental de la playa y en la desembocadura del Ríu Cabra hay varias formaciones geológicas interesantes que divisamos bien ya desde esta zona


Hay un bolu o formación rocosa vertical muy llamativa, llamada El Castrucu, y atrás y a su izquierda asoma un poco El Castrón de Santiuste, un islote rocoso que se alza enfrente de la Punta entre La Franca y La H.orconera


Así se ve este mismo lugar cuando empieza a subir la marea, las peñas que afloran en la superficie arenosa se convierten en islotes rodeados de agua o quedan sumergidos por ella


Siempre hay alguna gaviota posada en las crestas o picos rocosos más prominentes, oteando el panorama, como aquí, en El Castrucu


En bajamar el panorama cambia y es cuando los pescadores de caña y los mariscadores de aventuran por el pedral o pedreru. En la parte que en altamar quedan cubierta crece el musgo y se ve verde, también se depositan las algas de arribazón, el ocle


La playa también tiene sus historias trágicas, acontecidas durante la Guerra Civil y la posguerra, la primera, en agosto de 1937, cuando el Frente Norte republicano se replegaba, fueron asesinados 107 leales al bando nacional que estaban presos en la cárcel de Santoña, trasladados aquí ante la inminente caída de la población en manos franquistas, entre ellos 84 guardias civiles que se habían sublevado en julio de 1936 en el cuartel gijonés de Los Campos. No muy lejos existe también una fosa común, esta de presos republicanos


Tras la caída de Asturias no pocos republicanos se echaron al monte y continuaron la guerra de guerrillas durante muchos años. Así en1948 cayeron muertos en La Franca, en una emboscada preparada por infiltrados, tres miembros de la partida de Los Castiellos, dos de ellos Corsino y Eduardo Castiello, de los que habían formado la guerrilla en 1941, la cual operaba en la zona de Villaviciosa. La excusa para organizar la reunión en este lugar era un pretendido desembarco de armas


Hasta un poco más adelante es donde llega el agua en pleamares, cuando se forma la gran piscina natural que favoreció la creación de un balneario en los incipientes albores del turismo playero

 
Y esta es la zona oriental de la playa, también con sus roquedos y llamativas formaciones geológicas 



Es el acceso a La Playa l'Osu, que también queda sumergido bajo las aguas al empezar a subir la marea


Y lo que son rocas sobre la arena se transforman en islotes, no pocas veces se han tenido que rescatar personas en helicóptero que han pasado pero no han podido volver, y es que además existe una bella ruta senderista por esos pedreros, como la que nos presentan en el maravilloso blog Montañas para dos, que queremos recomendar, en el que insisten en que es "un recorrido con algún tramo algo "enrevesado" pero muy bello. Se debe estar muy pendientes de las mareas"


Aunque el sol seca prontamente la arena que queda en la superficie cierto cambio del tono de su color rebela las fases intermareales cuando esta va bajando


Y en la banda más cercana al agua la arena siempre está húmeda, incluso encharcada en su mismo borde


Es normal la aparición de troncos y ramas, arrastrados por el río, sobre todo en las crecidas, también por las mareas. Antes de la temporada veraniega suele hacerse en estas playas una limpieza general, pues con ellos pueden ir además piedras y detritus


En invierno y en días de sol mucha es la gente que realiza largos paseos recorriendo esta concha, mucho más solitaria y tranquila que en verano, con gran bullicio en días de buen sol, sobre todo festivos, llegando incluso a veces a masificarse. Los días grises y nublados la afluencia es sensiblemente menor


Multitud de pisadas revelan que desde buena mañana ha habido bastantes visitantes, no nos cansamos de mirar al mar en esta bella ensenada


Ya tenemos ante nosotros el otro extremo de la playa y en final de su paseo marítimo, ahí, a la sombra mañanera, está El Chiringuito Mareal, bar playero con terraza, donde se celebran conciertos. Abierto solamente en verano


En esta foto al sol de la tarde veremos mejor esta zona oriental de la playa, en sus laderas que miran al oeste



A la derecha del Chiringuito Mareal, otro bar playero, Los Emilios, también con su amplia terraza, junto a otro de los accesos a la playa


Y esta es la gran fachada del Hotel Mirador de la Franca que mira al mar, sobre la playa, donde estuvo el balneario


Pasamos aquí al pie de la terraza de su Restaurante Bendía, del que escribe magníficamente bien el erudito historiador y experto gastrónomo Luis Antonio Alías en el periódico El Comercio del 6-9-2018, ya a punto de terminar la temporada veraniega, y en su artículo leemos con interés cómo nació el balneario de La Franca:
"En los últimos años del siglo XIX los balnearios a pie de playa vivían su máximo esplendor, y los inquietos abuelos de Felipe y Marta Sordo, usuarios de Gijón a Biarritz, tuvieron la ocurrencia de aprovechar una de sus fincas, hasta entonces práu de vacas, para construir el propio pequeño y completo. Un balneario salutífero y prestosu con sus bañeras de mármol, sus algas, sus carquexas y sus almuerzos sanos y fortificantes. 
Así nació el Hotel Balneario La Franca, casi al borde del punto alto de mareas y al lado del río Cabra, para gradualmente crecer y modernizarse hasta la actual dirección de los hermanos Felipe y Marta, herederos de los herederos: las primeras disposiciones legales, enmarcadas y expuestas, datan de 1884. 
En línea discreta pero siempre ascendente, fue adquiriendo fama entre viajeros y peregrinos, que a su vuelta contaban el asombro causado por el lugar y el edifico, aquel de inusual belleza, éste con un cuerpo central y dos alas laterales rodeadas de arenales, olas, cuevas y cantiles. Y poco a poco familias británicas, francesas, alemanas y españolas de tierra adentro comenzaron a repetir temporadas y a sucederse hasta el punto de crear una 'asociación de amigos' que aún mantiene lazos, reuniones y actividades. 
Hay pues, una sesentena de habitaciones modernas con toques clásicos y vistas panorámicas, prácticamente salpicadas por las pleamares, también elegantes salas y salones para la lectura, el juego o la escucha del a veces suave, a veces bronco, cantar cantábrico. Por ellas se reparten ordenadamente alfombras, jarrones, bustos, cuadros, bargueños barrocos, mobiliario de estilo, fotografías nostálgicas y siglo y cuarto de crónicas históricas, administrativas y humanas. 
Centrémonos en el Bendía, restaurante abierto a todos que recibe su nombre de uno de los escarpados acantilados vecinos, con comedores clásicos llamativamente cubiertos por vigas de madera y abierto en cristaleras al privilegiado exterior, y una terraza balaustrada y entoldada donde el triste pasa a feliz, y el feliz al karma. O casi. 
La cocina gasta y gusta de la tradición y de la proximidad: ensalada de quesos asturianos con frutos secos y compota de manzana, croquetas de centollo y de cabrales con espinacas, paté de pescados de roca, caldo tradicional de pescadores, sopa de aldea de receta antigua, fabada asturiana con su pantruque (que el Oriente así lo exige), garbanzos con callos o canelones Rossini rellenos de picadillo y cubiertos de besamel. 
De enfrente llegan pescados de rula al gusto, merluza del pinchu igualmente al gusto y calamares en su tinta con arroz blanco o patatas fritas; de los valles vecinos (que si el mar pone la recta línea delantera del horizonte, el Cuera nace, crece y eriza de picos el horizonte posterior) variados cortes de vacuno y pitu de corral guisado que, para recordar a los muchos ribadedenses mejicanos (algunos casi reyes de Jauja),puede tomar forma de pollo en torto casero y –salsa tan compleja como sabrosa– mole. 
Quedan los arroces que exigen espera en la elaboración y puntualidad absoluta en el comensal: arroz con pitu de caleya y setas silvestres, arroz con bugre, arroz caldoso marinero, arroz con sepia, almejas y alcachofas; arroz ciego del pedrero, arroz con verduras y –prima carnal– la fideuá de pescados y mariscos. Postres, los adecuados. Y para licores y cócteles, un magnífico pub. 
Un reino tan complejo lo administran Felipe y Marta, tercera generación que, antes de cumplir con sus estudios de turismo, crecieron ayudando a sus padres en todo, de la cocina a la colocación de hamacas, y de la limpieza de habitaciones a los servicios playeros. 
Hace dos años Felipe Sordo recibió el premio de la Facultad de Turismo, y viendo la meticulosidad que gastan y la disposición de la gente que emplean, resulta reconocimiento hecho a la medida."

Lugar estupendo sin duda para disfrutar de los manjares de la tierra en este entorno marítimo que aguarda la llegada de los veraneantes


Y es entonces cuando abre también Los Emilios, fijémonos en su gran terraza, ahora vacía, y en el acceso a la playa que baja entre su local y el hotel


Justo detrás se reconoce el vallado del Camping Las Hortensias,cuyo espacio de distribuye en terrazas a distintos niveles. Alrededor hay algunos pinos y otros árboles pero monte arriba impera la plantación de eucaliptos


Estamos en la zona del Paisaje Protegido de la Costa Oriental"uno de los elementos catalogados en la Red de Espacios Protegidos de Asturias que protege un pequeño sector de la costa oriental asturiana. Dentro de este espacio protegido se dan otras figuras de protección que van desde los LIC a las zonas de especial protección para las aves.", explica Wikipedia que, en lo relativo a esta concha destaca su riqueza de avifauna:
"Es importante mencionar la presencia en la zona de aves incluidas entre el Catálogo de Especies Amenazadas. En invierno abundan las aves típicas de montaña, que utilizan con frecuencia los acantilados llaniscos."

Entre esas aves de montaña que frecuentan la playa en invierno destacaríamos al treparriscos y, entre las amenazadas de extinción, el cormorán moñudo y el paíno, Bo obstante la fauna, como la vegetación, están altamente influenciadas por el alto grado de humanización del litoral


Ya divisamos casi entero El Castrón de Santiuste o, simplemente, El Castrón, islote rocoso muy abrupto con algo de vegetación herbácea. El Castrón es un aumentativo de castru y alude a su gran tamaño. Etimológicamente estos castros costeros no tienen que ver con los clásicos castros en el sentido de recintos fortificados, tan abundantes arqueológicamente, sino con la acepción de castru como lugar inaccesible. El Castrucu es lo mismo pero en diminutivo


Así, se llama castros a estos peñascos isleños que, además de rodeados por mar, son muy difíciles de abordar dada su verticalidad. Nos cuenta de ello el filólogo Xosé Lluis García Arias en Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos:
"Los colonizadores romanos llamaron CASTRUM (EM) a los pobla dos de los indígenas, probablemente por el aspecto de fortifica ción que ofrecían (...). Recuerdo de ello podría guardarlo la referencia a terreno difícil a que debía ir asociado el término CASTRUM pues pervive hoy en asturiano el apelativo castru con el significado de ‘islote de difícil acce so’. A veces pueden recibir el nombre de castru algunos puntos del territorio situados en zonas muy agrestes y no habitados. La idea de lugar de máxima protección se mantiene en la terminología del juego de bolos donde castru es el círculo donde se colocan y concentran los bolos en la bolera.

Podemos ahora dejar un momento el arenal para recorrer el tramo final del paseo náutico de La Franca, al pie de Los Emilios


Y aquí tenemos los restos de los arrastres de materiales de las mareas, sobre todo vegetales, que suelen verse en la arena en invierno y son retirados antes de la temporada veraniega


Ante nosotros, toda la explanada del paseo hasta su final en la pared del acantilado


Recomendamos este tránsito dadas las bellas vistas que desde él vamos a disfrutar de la concha, resguardada por las dos puntas acantiladas y, al fondo, El Castrón de Santiuste en todo su esplendor, como una Atlántida surgida de las aguas


El paseo sigue la forma de la concha en forma de media luna 


Como contraste, adjuntamos un vídeo tomado desde esta parte en verano, un día de sol pero sin embargo con no demasiada gente. Y, pinchando aquí, un vídeo de Los Emilios

Foto: Mareal Chiringuito

Y esta es una foto en verano desde el Chiringuito Mareal, al final del paseo

Foto: Mareal Chiringuito

Y esta es una foto del lugar al caer la tarde y encenderse las bombillas de la iluminación nocturna, con una bajamar espectacular


Volvemos sobre nuestros pasos y regresamos al arenal, caminando por sus suaves arenas, mejor sin duda descalzos, a no ser que el frío, en invierno, nos mortifique los pies



Invitamos a recorrer ahora la playa hacia el otro extremo, de izquierda a derecha, en dirección este-oeste


Aquí tenemos todo el gran murallón acantilado, y eucaliptalizado, del monte sobre la desembocadura del Ríu Cabra, donde antaño los naturales pescaban también angula


En la cima, asoma la pared de un peñasco, gran atalaya sobre parte de la costa oriental asturiana y la occidental de Cantabria


En un principio vamos a bordear todo el acantilado oriental, el de la derecha, para luego seguir toda la orilla hasta la desembocadura del río, ante El Castrón


Y es que, gracias a esta bajamar, es un placer recorrer estos rincones de la playa, sus cuevas y pedrales, sobre todo aprovechando la placidez de un día de sol en invierno, sin gente


El Castrucu y, sobre todo, El Castrón, nos sirven de faro y guía, señal y referencia, hacia ellos nos dirigimos


El Castrucu no puede competir en tamaño con El Castrón, pero sí en su espectacular verticalidad, irguiéndose bien derecho, como un bolu o pilar


Y allí, el difícil paso hacia La H.orconera, imposible sin mojarse aún en bajamar podríamos decir. Mejor no nos aventuremos por él y que siga siendo dominio de sus guardianas, las gaviotas


Con el sol de la mañana los eucaliptos proyectan sus sombras sobre la arena. A la derecha un arroyuelo, acaso el de La Fuente la Franca que menciona la Enciclopedia del paisaje de Asturias, dirige su pequeño caudal hacia el mar


A nuestra izquierda, el hotel será también nuestra referencia, pues luego regresaremos por él, para conocer su fachada principal, donde está la entrada, cara a la explanada de acceso a él y a los demás negocios de esta parte de la playa


Y aquí vamos llegando ya a la arena húmeda, más oscura, aún no secada por el sol y más cómoda para caminar, al no hundirse tanto los pies como en la seca, con su superficie más blanda


Más allá, la arena más que húmeda está encharcada y una fina película de agua forma un espejo natural en el que se refleja el paisaje


Y así, según nos acercamos, admiramos cómo se reflejan El Castrón, El Castrucu y el cantil en esta charca ribereña del mar, con todo el encanto de una imagen inversa, un lugar en el que podremos sacar todo el partido a nuestras fotografías


El Castrucu, más adelantado, camufla su silueta con la de El Castrón, bastante más atrás; a los lados surgen más peñascos, pero ninguno tan llamativo como estos dos. A la izquierda se alza el paredón vertical del cantil de la montaña


El propio Castrón es una isla acantilada, testimonio, como El Castrucu y las demás rocas, del avance del mar en un litoral que, muchos milenios atrás, tendría su línea costera algo más al norte


"Recortadísima y abrupta isla de tres hectáreas de superficie", se suele describir de El Castrón de Santiuste que, en algunos casos aparece escrito como de San Yuste o San Yusti, como es el caso del libro Derrotero de las costas de España en el Océano Atlántico y de las Islas Azores ó Terceras, para inteligencia y uso de las cartas esféricas, del año 1789 y escrito por el cosmógrafo Vicente Tofiño de San Miguel, en el que llama también al río como San Yusti:
"Al O. tres millas de la punta oriental de la Tina Mayor se encuentra el islote Castrón de San Yusti, alto y escarpado. En este punto desemboca el río de San Yusti, y forma la Tina pequeña o del O., que es de muy corta utilidad, desabrigada y de poco fondo. El puente de San Yusti es el límite de la provincia de Santander y la costa de Asturias."

El concejo de Ribadedeva fue separado de Asturias, junto con las Peñamelleras, en 1230 con Fernando III El Santo, añadiéndolo a la Asturias de Santillana, en la órbita castellana, regresando a Asturias en 1833, de ahí que Tofiño de San Miguel señalase aquí el límite de la por entonces llamada Provincia de Santander (actual Cantabria) con las llamadas Asturias de Oviedo


A nuestra derecha una de las numerosas cuevas de los acantilados a ambos lados de la playa, esto son los refugios del Ojáncanu, del que nos cuenta la Wikipedia:
"Este gigante antropomorfo posee un aspecto descomunal, con un único ojo similar a un cíclope, su voz es grave y profunda como un trueno. Todo su enorme cuerpo está cubierto por un pelo áspero y rojizo proveniente de la espesa melena y la barba, de donde le crece un pelo blanco, el único punto débil del ojáncanu. Suele tener diez dedos en cada mano y en cada pie, y dos hileras de dientes. Si se le consigue arrancar el pelo blanco tras cegarle el único ojo que tiene en su frente, muere. 
Por otro lado la tradición dice que tienen mucho miedo a los sapos voladores y a las lechuzas. Cuando un sapo volador toca al ojáncanu este muere si no consigue una hoja verde de avellano untada en sangre de raposo. 
Los ojáncanos se alimentan de bellotas, de las hojas de los acebos y de los animales y panojos de maíz que roban. Pero también come murciélagos y aves como las golondrinas, además de los tallos de las moreras, y suele hurtar a los pescadores las truchas y las anguilas. 
Entre las maldades que la mitología cántabra atribuye a este ogro está el de derribar árboles, cegar fuentes, robar ovejas, raptar a jóvenes pastoras, destruir puentes, matar gallinas y vacas, abrir simas y barrancos, arrastrar peñas hasta las camberas y brañas donde pasta el ganado, romper las tejas, robar imágenes en las iglesias y dejar bojonas (con cuernos defectuosos) a las vacas. Además, siembra entre los lugareños el rencor, la soberbia, la envidia y el hurto. A los recién nacidos se les protegía para que no fuesen raptados por ellos con ungüentos de agua bendita. 
Paralelamente existen versiones que cuentan la existencia de ojáncanos bondadosos, nacido uno cada cien años, a los que se les podía incluso acariciar y ellos agradecidos avisaban de la llegada de los ojáncanos malos."

Son cuevas de no mucha profundidad, que quedan al descubierto en bajamares, nos adentramos en ella un instante, su suelo es todo de arena y se camina por él muy bien


Al ir avanzando por su interior la gruta empequeñece


Sin embargo se pasa bastante bien hasta su final, situado unos pocos metros más allá


Incluso llega luz hasta el fondo de la galería, las piedras son de una hermosa policromía, al término hay un pequeño pedregal de cantos amontonados


Al salir reparamos mejor en su forma, vertical y algo inclinada, formando una línea diagonal


Estamos ante otra de las maravillas geológicas de La Playa la Franca...


Arroyuelo y charca al pie del acantilado, los del fondo se reflejan también en el agua que aflora en la franja arenosa más cercana al mar


Cambiando de posición según nos movemos se vuelven a perfilar las siluetas de El Castrucu y El Castrón bien diferenciadas


Vemos El Castrucu más ancho y grande por su pared oriental, pero nunca comparable en tamaño a El Castrón, con el 'paso' a La H.orconera siempre a su izquierda, "paradigma de las playas semivírgenes" de Asturias y la más oriental de las ubicadas enteramente en el concejo de Llanes, dado que esta de La Franca es llanisca solo una parte, la más occidental


Se dice que antiguamente se pasaba ganado menor, cabras y ovejas, a pastar en las praderías de El Castrón de Santiuste, algo común a numerosas islas y castros de la costa asturiana, como iremos viendo al recorrer su litoral. Estos animales estaban muy habituados a trepar por las enriscadas peñas


Mismamente, existe en El Castrón un pequeño bosque, Los Augales, al otro lado de la cresta de su cima, formado por saúcos, auténtico prodigio de la naturaleza. De El Castrón de Santiuste, también llamado El Castru, sin aumentativo, nos cuentan en la Enciclopedia del paisaje de Asturias lo siguiente:
"De 64 metros de altura, está situado enfrente de la playa de La Franca, al noroeste de la desembocadura del río Cabra. También es denominado El Castrón de Santiuste y es el más grande y alto de la costa oriental asturiana. En su parte oeste presenta un profundo entrante de la mar y son dos sus cimas: la meridional (esta que estamos viendo) alcanza unos 64 metros de alto y la septentrional unos 54 ("arriba es una llaná"). Se accede a él en lancha; el desembarco, que se suele efectuar por la costa sur, es fácil, pero coronar sus cumbres es peligroso por todos sus lados"

A la derecha, más cuevas en el acantilado


Son algo más pequeñas que la que acabamos de visitar pero su superficie es también llana y arenosa, rezuman humedad y salitre


Estamos al pie del Picu las Gaviotas, que separa La Franca de La Playa l'Osu, donde se encuentra la cueva del mismo nombre. El topónimo no implica que fuese hábitat de un oso, algo extraño en una zona inundable al borde del mar, sino que fuese "apropiado para el oso" o parecido a una guarida de osos, ¿acaso una referencia animista vinculada al ojáncanu o a los antiguos pobladores de estos lugares?


Paso a paso nos acercamos a la zona más oriental de la playa y al mar


Al seguir avanzando tenemos otra preciosa vista, al oeste, del acantilado de la desembocadura del Ríu Cabra, El Castrucu o Castru y El Castrón, estos ahora muy bien perfilados. Seguimos leyendo de la Enciclopedia del paisaje de Asturias en lo concerniente a su fauna:
"En El Castru se crían varias especies de aves acuáticas y marinas, como son el paíño común (con la mayor colonia del Cantábrico), el cormorán moñudo, la gaviota patiamarilla, la garceta común y ocasionalmente la garcilla bueyera. Es el islote que alberga las mayores colonias de aves matinas de toda la costa oriental asturiana. También viven en él la salamandra común, la musaraña común y conejos asilvestrados de pequeño tamaño que causan daño a tan singular sistema"

El Castrucu, al estar más cerca, da la impresión desde aquí que fuese casi tan alto como El Castrón, pero no, son 19 metros de altura los que tiene. Dicha enciclopedia dice que es un "Curioso islote calizo que se ofrece a la vista de los bañistas de la playa de la Franca, pues se encuentra entre esta y El Castru (El Castrón de Santiuste). Situado a escasa distancia de la costa", y tanto es así que está unido a ella en las bajamares


Un nuevo paisaje marino se ofrece ahora al este para nosotros, el acceso a La Playa l'Osu desde La Franca, con La Punta Cebollera en lontananza, que cierra por el oriente la llamada Ensenada de Bendía, donde se encuentra la playa de este nombre, conocida asimismo como Regolgueru


Entre esta y la del Osu hay una más, El Viveru, conocida así por sus viveros de mariscos existentes en la misma roca. De todas ellas tenéis un excelente reportaje fotográfico en el citado blog Montañas para dos


Nos damos cuenta que está subiendo la marea y, dada la dificultad de su acceso y que desplazarse a La Playa la Franca ya es un desvío más que considerable para un peregrino que va andando y con muchos kilómetros a lo mejor a sus espaldas (y los que le aguardan), os recomendamos una vez más ese reportaje 


Y es que, en caso de poder pasar pero no poder regresar por este mismo lado no quedaría más remedio que subir a Pimiango, lo que supone un importante alejamiento del Camino de Santiago, desde donde habríamos de volver por el pueblo de La Franca, o bien a la playa pero por arriba, por el monte. En Montañas para dos tenéis además un mapa de la ruta


A lo lejos, los acantilados de La Punta Cebollera, con sus 42 metros de altura sobre el mar cierran la bahía por el este. Las playas de ese sector son bastante peligrosas para arribar a ellas desde el mar, pedregosas y pequeñas, en contraste con esta de La Franca, verdadero 'paso franco' y puerto natural desde la antigüedad que, si bien no muy apto para grandes desembarcos, fue lo suficiente para hacer competencia a Llanes y San Vicente de la Barquera en determinadas épocas


La Ensenada de Bendía, nos dice asimismo la Enciclopedia del paisaje de Asturias, se encuentra en terrenos del pueblo de Pimiango, célebre antaño por sus artesanos zapateros:
"es una larga y abrupta ensenada localizada entre el castru La Robla y la playa del Osu y que comprende la playa de Las Cuevas Colorás, las playas de Bendía y el arenal de Los Viveros. De 450 m de longitud, dicha ensenada mira al norte -hacia el mar abierto- y es arenosa (con un color tostado) pero salpicada de abundante roca. Se accede a ella desde Pimiango y, en bajamar, desde la playa de La Franca."

Bendía o Braña Bendía (alusión a los usos ganaderos de la campiña costanera), es además un tramo de costa "entre Bendía (en concreto entre Peña que Moja) por el oeste y la canal de Andrés por el este."


Ahora sí que seguimos definitivamente al oeste con El Castru o Castrón de Santiuste ya muy cerca, admirando mejor su llamativa formación geológica:
"El Castru constituye una zona de contacto entre la cuarcita (que conforma el acantilado vecino), la caliza griotte y la caliza de montaña en este sector de la comarca oriental"

Evocadora estampa que no nos cansamos de fotografiar, más conforme nos acercamos a la orilla del Cantábrico:
"Dentro de El Castru se encuentran los siguientes topónimos: El Rastrillón del Norte, Los Augales, La Cueva el Castru, La Ensenada y Las Berzas (este último mira al faro de San Emeterio)"

Ahora El Castrucu queda camuflado en la pared del acantilado, que tiene detrás, como formando parte de él


Y ahí está lo que Vicente Tofiño de San Miguel llamaba, un tanto optimistamente, la ría Tina pequeña o del Oeste, diferenciándolo de la de Tinamenor, en la desembocadura del Nansa. Y de Tinamayor, o simplemente Tina, la desembocadura del Deva, etimológicamente del latín tinam, 'vasija', aplicado geográficamente a 'valle' o 'cuenca fluvial' 


Mirando hacia el sur nos percatamos de la profundidad del arenal y de su forma de triángulo


El Mirador de La Franca, ya algo alejado, con el paseo marítimo. En la lejanía la Sierra Cuera en sus estribaciones más orientales, ya citadas al comienzo de esta entrada de blog. Desde sus cimas se ve un amplísimo panorama desde el Mar Cantábrico a los Picos de Europa


Sube poco a poco la marea pero en la arena no tenemos problema de quedar aislados, pues siempre podemos desplazarnos hacia el sur según va llegando el agua, pero ya decimos que es un proceso lento de varias horas, por lo que aún llegaremos andando bien a la punta de la escollera donde desemboca El Ríu Cabra 


Vistosas formaciones geológicas en el acantilado, algunas bastante coloristas. Las aves marinas tienen allí sus nidos


Tal y como dijimos, las peñas rodeadas de arena se convierten en islotes


Otra llamativa peña, bien picuda y horizontal


Pero ninguna compite en majestuosidad con El Castrón de Santiuste, un hagiónimo que se repite en esta zona fronteriza entre Ribadedeva y Llanes, cuyo origen, insistimos, pudo estar en una capilla situada en el núcleo de población de este nombre. Además del castru el investigador José Carlos Canalda halla, en su trabajo sobre La presencia de los Santos Niños en Asturias (San Justo y San Pastor) un torreón, un humilladero, un bufón o bramadoriu (salida de agua marina a presión), un puente, un cabo (Punta de Santiuste) o que esta playa y río también fueron así llamado. Mismamente el túnel de la Autovía del Cantábrico es llamado Túnel de Santiuste


La arribada a esta playa tiene sus complicaciones y peligros, asoman algunos bajíos, peligro para la navegación que llegaba al arenal 


En la actualidad son muy tenidos en cuenta por los pescadores de bajura de los cercanos puertos de Bustio y Llanes


Buena parte de estos escollos cercanos a la orilla en bajamar quedarán sumergidos en pleamar


La marea, subiendo, hacia la Ensenada de Bendía, que vamos dejando atrás...


El paso a La Cueva l'Osu y El Viveru, bajo El Picu las Gaviotas, va haciéndose impracticable según avanzan las aguas


Acercándonos al mediodía llegan más gentes a la playa


Llegar lo más cerca de El Castrón de Santiuste es uno de los paseos más frecuentados del arenal, esta zona es además apetecida por los amantes del buceo y, por supuesto, del surf, por eso La Franca tiene su lugar en la web Paradisiacas:
"La Playa de La Franca es una encantadora extensión de arena dorada situada en la ciudad costera de Ribadedeva, en el norte de España. Su belleza natural es impresionante, con aguas cristalinas y un paisaje de acantilados que brinda un telón de fondo espectacular. Esta playa es conocida por su ambiente tranquilo y su ambiente familiar, lo que la convierte en un destino popular para visitantes de todas las edades. Con sus suaves pendientes, es ideal para nadar y disfrutar del sol, mientras que los más aventureros pueden explorar las formaciones rocosas y cuevas cercanas. La Franca también ofrece servicios como alquiler de sombrillas y tumbonas, así como opciones para practicar deportes acuáticos. Sus tranquilas aguas la convierten en un lugar perfecto para familias con niños pequeños. Además, su ubicación privilegiada cerca de pintorescos pueblos costeros y del Parque Nacional de los Picos de Europa la convierte en una parada obligatoria para los amantes de la naturaleza y la tranquilidad."

No fueron siempre las playas y el paisaje marítimo igual de apreciados, desde la caída del Imperio Romano, donde sí se gustaba gratamente de los baños, hasta las primeras décadas del siglo XIX y salvo contadas excepciones la creencia general era que eran lugares húmedos e insalubres, a los que se arrojaban los detritus de las poblaciones sin mayor miramiento. Las que estaban más alejadas de los núcleos poblados eran parajes solitarios, peligrosos, dados al contrabando y a incursiones hostiles, el panorama cambiaría con los adelantos médicos acontecidos por entonces


Primero las clases pudientes, las que primero se beneficiaban de los avances médicos, gustaron de los baños de ola, lo cuales fueron extendiéndose entre las demás clases sociales, construyéndose los primeros balnearios, pues se consideraba la manera más efectiva y segura de de disfrutar del mar y sus efectos salutíferos


Pronto, el acudir a los baños de mar, acompañados por los de sol, se consideró una forma de relajarse, descansar y, cuando las conquistas sociales del siglo XX las crearon y extendieron, las vacaciones, siendo una forma de veranear o acaso, la más popular, al menos durante décadas, sobre todo desde que se extendió a todo el mundo según pasaba la posguerra. Nos lo explica así José María de la Peña Olivas, Doctor Ingeniero de Caminos Canales y Puertos. Coordinador Técnico Científico del área de Estudios de Costas del Centro de Estudios de Puertos y Costas del CEDEX, Ministerio de Fomento, en su estudio Las playas y la historia:
"Cuando se inicia el verano, una vorágine de personas toman, sombrilla en ristre, el camino de la playa. Esa emigración estival, hoy en día masiva y casi obligada si queremos decir que hemos veraneado como “Dios manda”, cada día dura menos: Hoy, en muchas ocasiones, una semana; el más afortunado, quince días; y, ya casi impensable, un mes. Pero no hace muchos años, siempre en nuestro propio recuerdo, el veraneo era de un mes. Esta monótona costumbre de veraneantes invadiendo y disfrutando de las playas en una espiral que ha ido en aumento a lo largo de los años. En realidad el “boom” turístico y la ocupación del litoral de la manera masiva que conocemos hoy en día, comenzaron en este país en los años 50 del pasado siglo. 

En aquel tiempo se acababa de salir del racionamiento y la gente volvía a respirar. Entonces el “recatamiento moral” obligaba en algunas playas, como en la de Baños del Carmen en Málaga, a crear barreras artificiales que separasen a hombres y mujeres en el uso y disfrute de la playa y hoy en día en un estado lamentable, en espera de su remodelación y rehabilitación.

Todavía, en aquellos momentos se conservaban restos de las antiguas tradiciones del veraneo antes de la Guerra Civil Española; solamente apto para las clases acomodadas y media altas. Entonces los centros de veraneo, también diferentes, eran las plazas del norte como San Sebastián, Santander o Gijón y algunas del litoral mediterráneo como Alicante, otras que obedecían a un turismo más local (...)"

Y llegamos a la desembocadura del Ríu Cabra ante El Castrón de Santiuste, una maravilla natural ante nuestra perspectiva actual, pues, según el historiador Juan Carlos De la Madrid, "la playa se inventó en 1840", y así lo mantiene en la entrevista que concede a Eloy Méndez, del periódico La Nueva España del 18-4-2010 con motivo de la publicación de su libro Aquellos maravillosos baños. Inicios del turismo en Asturias (1840-1940):
«La playa se inventa en torno al año 1840», asegura De la Madrid, que considera que los arenales fueron hasta bien entrada la centuria decimonónica «unos desconocidos para la ciudadanía», que los veía como «vertederos, lugares peligrosos donde morían las olas y que constituían la parte trasera de los pueblos y las ciudades». Una visión que cambiará radicalmente con la llegada de «los primeros bañistas», que aparece recogida en los periódicos de la tercera década del siglo XIX.
En este despegue fueron determinantes los cambios sociales y económicos de la época y jugó un papel clave la Corona. «1856 es la inauguración oficial de la costumbre de bañarse en las playas asturianas», dice el estudioso en relación a la visita oficial que la reina Isabel II realiza al Principado, durante la «que toma baños en Gijón para curarse de una patología cutánea». A pesar de esta acontecimiento histórico, la provincia será posteriormente marginada de los veraneos regios, de los que sí se beneficiarán San Sebastián y Santander. «Durante cuarenta años, la región intentó captar a la Familia Real, sin ningún éxito», hasta la visita que rindió Alfonso XIII en 1912. Aún así, la costumbre de meterse al agua cala hondo y se extiende sin parar."

 Al otro lado del río, en la diminuta parte del arenal que pertenece a Llanes, llegamos frente a El Castrucu, que "consta de una base llana rocosa y de una cumbre también rocosa que se eleva puntiaguda hacia el cielo", resaltan en la Enciclopedia del paisaje de Asturias


Y a su derecha, el gran acantilado, acabado en pico, que separa La Franca de La H.orconera, también con sus cuevas en la base


Y aquí tenemos la policromía de la roca, aquí acompañada del verde de musgos y algas del pedral de la ribera



Tal y como nos dice la ficha del Inventario Español de Lugares de Interés Geológico, la rasa costera del oriente asturiano "se encuentra interrumpida por algunas pequeñas desembocaduras fluviales encajadas en valles muy estrechos", como es este el caso, el del Ríu Cabra:
"... un complejo de alto interés morfológico, reuniéndose en una pequeña extensión de fácil acceso al curso bajo del río cabra, cuya desembocadura es un pequeño estuario, una playa desarrollada al pie de un acantilado, y una serie de superficies y sedimentos relictos de la última glaciación. 
Al este de la playa actual, la base del acantilado se prolonga en una amplia superficie de arrasamiento situada a 5-6 m, con suave pendiente hacia el mar, sobre la que se encuentra una cubierta de sedimentos marinos que representan una antigua playa datada como Ouljiense por Guilcher (1955). Estudios posteriores basados en polen, indican un edad de 35.000 años b.p. sobre estos depósitos se sitúa un coluvión periglaciar, con señales de solifluxión. 
Los ejemplos de estructuras de este tipo, son frecuentes en Asturias, pero sin embargo, es anormal la conservación de la cubierta sedimentaria, lo que concede especial importancia al lugar. 
Como rasgos complementarios, deben resaltarse los sedimentos de base de acantilado y de playa, y la posibilidad de observar en muy pequeño espacio la dinámica fluvial y marina. Por otra parte, el corte del acantilado, suministra una excelente sección de la cuarcita ordovícica, en la que se pueden observar numerosas estructuras sedimentarias (bioturbación, estratificaciones cruzadas, etc.)"

Los eucaliptos ocultan a nuestra vista gran parte del valle, aunque sí se reconocen bastante bien las cumbres de la Sierra Cuera


Observemos cómo la marea sube y ya llega al pie de los acantilados en el paso de La Franca a La Playa l'Osu y su cueva. Sin duda, de haber continuado por allí, hubiésemos tenido algún problema. No sería la primera vez que ha de sacarse en helicóptero a gentes en apuros, atrapada por la pleamar. Esta es, por ejemplo, una noticia de La Nueva España del 30-8-2024:
"La cala El Vivero de Ribadedeva, próxima a la playa de La Franca, ha sido escenario de un rescate de dos personas que se habían quedado atrapadas por la subida de la marea. A las 14.07 horas la sala del 112 de Asturias recibió una llamada de socorro señalando que un hombre y una mujer necesitaban ayuda al no poder salir de la playa. 
Hasta el lugar se trasladó el helicóptero medicalizado del SEPA (Servicio de Emergencias del Principado de Asturias), que pudo rescatar ilesas a las dos personas y trasladarlas hasta el parking de La Franca, donde tenían estacionado el coche. También se avisó y se desplazaron los efectivos del parque de Llanes, pero no fue necesaria su intervención."

Toda esa serie de playas que se extienden hacia La Punta Cebollera desaparecen incluso prácticamente sumergidas por el mar


El topónimo Cebollera sin duda hace referencia a plantas de la familia o similares a la cebolla doméstica que abundarían en los pastizales de la rasa del cabo


A lo lejos asoman un poco otros acantilados imponentes, los de Santu Medé o San Emeterio, donde están el cabo, el faro y la capilla de Santu Medé de la célebre canción asturiana del Pericote:
Valamé, valamé
mi tíu coxu rompió un pie
y depués que lu rompió
llevólu a Santu Medé

También, muy cerca y en esa misma zona, las ruinas del monasterio de Santa María de Tina y la cueva-santuario de El Pindal, otro de los pretéritos legados de los más antiguos pobladores de estas costas


Siempre a la vista del paseo marítimo del hotel, volvemos hacia allí volviendo a recorrer la playa de parte a parte, ahora de oeste a oeste



Ahí enfrente, fijémonos, tenemos la escollera del río, hasta donde llegará el mar en la pleamar


Y a la derecha, al otro lado del río, una sugerente caverna, morada sin duda también del ojáncanu


Con la marea pisándonos los talones, nos despedimos de El Castrucu y El Castrón de Santiuste, que ya vamos dejando atrás


De frente, también el hotel se refleja en el agua de las charcas playeras...


En un santiamén, ya estamos de nuevo en la escalera de acceso al pie de Los Emilios...


Y ya estamos de nuevo en el paseo de la playa...


Y subimos ahora por la rampa, bajo este mirador


Seguimos la cuesta pasando bajo las habitaciones que miran a la playa



La Playa la Franca, de la que también nos despedimos con esta encantadora estampa del arenal y su concha



La entrada a Los Emilios, a nuestra izquierda, con la terraza vacía, en invierno...

Foto: Los Emilios

Llena, en verano...

Foto: Los Emilios

Y la barra, con las ricas viandas


Desde Los Emilios seguimos subiendo unos metros más de cuesta en suave rampa...


A la izquierda, la entrada al bar, al fondo, al final de la cuesta, la entrada a Camping Las Hortensias


Aquí empieza la explanada de aparcamientos entre este camping y el hotel, por donde volveremos a la entrada de la playa


No nos resistimos a volver la vista atrás una vez más, contemplando el arenal y sus totémicos castros...



Siguiendo camino, dejamos el camping a nuestra izquierda


Y esta es la entrada, aquí hay un supermercado campista, cerrado en invierno...


A la derecha, los jardines del hotel sus accesos


El parking, casi vacío, pronto se llegará de coches, nosotros volveremos por donde hemos venido a retomar el Camino de Santiago en La Peña, en ruta de La Franca a Santiuste...















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