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domingo, 8 de mayo de 2022

LAS BARQUERAS Y EL PASO DEL PUENTE SIN NOMBRE: EL PUERTO DE LLANES, EL RIVERU Y LA HISTORIA INTERMINABLE EN LA PUERTA DEL LLEGAR (ASTURIAS

Llegada al barrio de Las Barqueras (Llanes)

Entrando en el casco urbano de Llanes por La Portilla y recorriendo la famosa "Milla Indiana" con sus famosas quintas de los antiguos emigrantes de ultramar a lo largo de la calle Pidal, que antes fue Carretera de Santander y antes aún tramo del Camino Real de la Costa, pasamos a Las Barqueras, barrio llanisco que recibe este nombre por ser el lugar donde estaban las antiguas barquerías para cruzar el Ríu Carrocéu, en Llanes más conocido como El Riveru y entrar en la antigua población intramuros por la bien llamada Puerta del Llegar, servicio de lanchas que debió de desaparecer al construirse el primer puente sobre el pequeño estuario y sus marismas, en algún momento del siglo XVI. pues en un libro de cuentas del concejo de 1568 se dice "se arregló el camino del puente"


El gran edificio del Hotel Peñablanca domina esta encrucijada, inaugurado en 1954 por el indiano de Purón Aniceto Fernández y su esposa Mercedes Cotera, donde se celebraban grandes bailes, eventos sociales y culturales y la famosa cena-cotillón de fin de año, con orquesta. Estuvo abierto medio siglo, hasta 2004


A su derecha está la Plaza de Abastos, inaugurada el 2 de diciembre de 1994,sustituyendo al antiguo mercado que se celebraba desde antiguo en la Plaza de Parres Sobrino. La celebración de un mercado semanal era una de las características fundamentales de las pueblas fundadas en la baja Edad Media, como esta de Llanes, en algún momento en torno a los años 1225 y 1228, pues formaba parte de sus privilegios, otorgados como sus fueros por reyes desde Alfonso IX, quien le concedió el rango de Populatione, muy posiblemente sobre un puerto pesquero preexistente, hasta Alfonso X El Sabio, que amplió ese fuero y auspició la construcción de sus murallas defensivas, Alfonso XI y los mismos Reyes Católicos ya en 1481


Por la derecha enlaza también con este cruce el camino de la ermita de La Guía, de gran tradición romera y origen de uno de los famosos bandos de las romerías de Llanes. Junto con él también el de las playas de Puertu Chicu y Toró, que puede ser escogido por aquellos peregrinos que, llegando a Llanes por la Senda Costera en vez de por este el camino oficial, decidan dejarla para bajar directamente a la población por Cue, visitando seguidamente esos arenales antes de llegar aquí, a Las Barqueras


A nuestra izquierda es la calle del barrio de El Cuetu, esta zona sería Cuetu Baju o Cuetu Baxu, para diferenciarla del alto, donde estaba una de las antaño numerosas boleras de Llanes, que dio nombre al lugar de La Bolera. Nosotros seguimos de frente, delante de uno de las antiguas casas del barrio, donde ahora está la librería La Beluga


Se sabe que antaño la pequeña ría del Carrocéu era algo más ancha, llegando hasta aquí la marisma, por lo que todo el que quisiese entrar en Llanes (o salir) había de cruzar en las barcas de los barqueros de entonces, uno de los oficios más detestados por los peregrinos medievales y viajeros en general, pues el mismo Codex Calixtinus los pone finos


De todas maneras la huella de las antiguas barquerías se ha mantenido firmemente en la toponimia a pesar de los siglos pasados, tal y como vemos aquí y en numerosos vados fluviales de los caminos del Norte, tanto para orillas y riberas como barrios y poblaciones enteras, como San Vicente de la Barquera, otro gran hito caminero que ya hemos dejado atrás, cuyo fuero, otorgado en 1210 por el rey castellano Alfonso VIII, pudo ser la causa que, en respuesta, el leonés Alfonso IX, hiciese lo mismo con Llanes una década y media después, tal y como dice el gran historiador medievalista Juan Ignacio Ruiz de la Peña
"creaba un centro local fuerte, capaz de competir económicamente con la villa marítima castellana y de potenciar a defensa de las tierras fronterizas de la marca oriental de Asturias"

La calle sigue recta hacia la Plaza de las Barqueras, paso del puente. El Camino entraría en Llanes por la citada Puerta del Llegar, que estaba un poco más a la derecha, también llamada de Los Remedios por la advocación de la capilla allí ubicada. Un poco más allá del actual puente estuvo el Hospital de San Roque, fundación benéfica fundada en 1330 por Juan Pérez de Cué para atender a pobres y peregrinos situada frente a la puerta principal del Llanes intramuros, la Puerta la Villa, cuya capilla, muy reformada, se conserva y es centro del también festivo Bando de San Roque


Las actuales casas de Las Barqueras fueron construyéndose al sir desecándose los terrenos de las marismas, pero de las antiguas no queda nada. Buena parte de las que vemos se hicieron durante la reurbanización del lugar con las obras de la antigua Carretera de Santander y capitales de los indianos. Algunas estaban hechas sobre las mismas rocas del río y fueron demolidas en 1907 con las obras del puerto interior. Había un horno para cocer el pan y la masa la hacía cada familia en su casa


Estas son de traza netamente urbana y no pocas han sido muy bien restauradas. A nuestra izquierda las terrazas de la sidrería La Casi Llena, sita en un local de larga tradición hostelera


Sin duda, un buen lugar para tomar unos culinos de sidrina, afuera o adentro...


La alta fachada del Hotel Peñablanca sigue dominando esta parte de la calle al principio de Las Barqueras. Aquí trabajo Rosa Balmori Otero, galardonada en 2014 por su larga trayectoria profesional con el premio Mujer Concejo de Llanes. Así recogía su biografía El Comercio el 4 de marzo de ese año:
"Rosa Balmori Otero. Nació en la localidad llanisca de Vibaño hace 89 años. Su padre era albañil y su madre ama de casa, pero ambos también trabajaban como ganaderos y agricultores. Es la segunda de nueve hermanos y en su casa, como en muchas de la época, todos los miembros de la familia, incluida ella, trabajaron en el campo y con el ganado desde edades muy tempranas. 
Con 19 años se trasladó a la villa de Llanes para trabajar de limpiadora en Casa Ángel (Restaurante y Bar). Lugo estuvo en diferentes hostales y hoteles de la Villa, como Paraíso y Hostal Peña Blanca. Se casó a los 30 años y continuó trabajando en el Hostal Peñablanca hasta que en 1965 emigró a Bélgica con su marido. Allí se instalaron en una casa particular para servir a los dueños durante ocho años. Después se ocupó de la limpieza en un cine y en un hospital, donde se pensionó con 60 años. Su marido murió en Bélgica y ella regresó a España, a Pancar, donde con mucho esfuerzo compró una casa a sus familiares, en la que reside actualmente"

Las Barqueras surgió como barrio extramuros tras el gran incendio de Llanes en la Semana Santa de 1509, cuando dentro del recinto amurallado únicamente quedaron en pie la iglesia y un par de casas de piedra. Ello motivó que fuese necesaria una total reconstrucción, pero entre tanto la vecindad, y entre ellos muchos artesanos y mercaderes, hubo de establecerse en los alrededores de la villa, como es el caso de este lugar de Las Barqueras. Es muy posible que a raíz de ello se construyese el primer puente


A la izquierda el Gran Hotel Paraíso y La Chocolatería del Paraíso, famosa por su chocolate artesano y sus churros
 

La calle, adoquinada, continúa hacia la plaza. Sabemos que antes de hacerse la antigua carretera de Santander sobre el camino real, el suelo de Las Barqueras era sensiblemente más bajo, inundándose de agua en las pleamares. Era un barrio marinero del que nos cuenta así Guillermo F. Buergo en Llanes, trabajar en calles vetustas, artículo publicado en El Comercio el 10-10-2010:
"Antes de construirse la actual carretera había un camino desde el puente hasta la bajada del Cuetu, con alcantarillones para el paso del agua de un lado a otro de la marisma. Aquello se cerró y quedaron en seco el barrio de la Calzada y la plaza de Las Barqueras, que se inundaba en días de grandes lluvias.

Era un arrabal típico de familias marineras, profesionales que utilizaban traineras tripuladas por una docena de hombres. Barcas fáciles de manejar y muy rápidas, herederas de las antiguas lanchas balleneras que hicieron a Llanes famoso entre los siglos XV y XVIII"

En 1809 en Las Barqueras, durante la francesada, se improvisó un cementerio en una huerta, a causa de una epidemia de peste que se había producido primeramente entre las tropas del general Francisco Ballesteros, cuyos soldados afectados fueron llevados al Palacio del Conde de la Vega del Sella o de los Duques de Estrada, pero que rápidamente se propagó por toda la población, afectando a unas 200 personas


La Plaza era un gran centro de reunión social del barrio y sigue siéndolo. Al estar al lado mismo de la plaza de abastos es común ver tenderetes y puestos de venta. Sigue contando Guillermo F. Buergo:
"En el recinto de la plaza de Las Barqueras se instalaban las compañías de comediantes que visitaban la villa y hacia 1860 llegó un grupo que se acompañaba del primer elefante que se vio en Llanes. Venía al cuidado de un joven negro, de pelo ensortijado, la primera persona con ese color que apareció por la localidad. Así lo contaba Cayetano Rubín de Celis, memoria viva de la villa y fallecido centenario"

Y es que aquí se celebra actualmente ahora el mercado semanal, tras acordarlo con los vendedores, desde el año 2008. Todos los martes de 8:00 a 14:00. Hasta entonces se celebraba en la Plaza Parres sobrino, al otro lado del puente y antes de la capilla de San Roque, esto es, justo enfrente de la Puerta de la Villa y fuera de las murallas, como estaba establecido desde la Edad Media


La celebración de un mercado semanal era uno de los privilegios de las pueblas asturianas fundadas en la Edad Media, una institución jurídica y económica que garantizaba el abastecimiento de la villa, que en el caso de Llanes se unía a la actividad del puerto, comercial y pesquero. Se supone que la celebración del mercado público semanal de los jueves y las dos ferias anuales de San Juan en Junio y San Miguel en septiembre, formaba parte de lo concedido por Alfonso XI tras confirmar en 1333 los fueros llaniscos de Alfonso IX ampliados por Alfonso X El Sabio


En nuestros días, Las Barqueras es un enclave en el que predominan los edificios erigidos por los indianos o con sus auspicios, las galerías acristaladas, si bien no es una solución arquitectónica exclusiva de su influencia, sí les debe mucho, pues la época dorada indiana coincide en Asturias con la implantación de importantes industrial del vidrio, permitiendo estas cristaleras integrar balcones y corredores, normalmente a la intemperie, dentro del espacio térmico interior de las viviendas. Se promovieron estas galerías de cristal tanto en edificios de nuevo cuño como en reformas de los antiguos


A la izquierda La Calzada, otro de los barrios que nacieron en los arrabales de la puebla amurallada al desplazarse a ellos la población tras el dramático incendio de 1509, del que solamente quedaron en pie la parroquial de Santa María del Conceyu y las casas de Rivero y de Juan Pariente, debido a que eran las únicas construcciones de piedra aparte de la misma muralla. Las viviendas intramuros eran de madera y formaban calles pegadas unas a otras. El rey Fernando El Católico concedió un millón de maravedís para la reconstrucción

 
Tradicionalmente los indianos también construían, aparte de viviendas propias, casas de vecindad, cuyo arriendo les proporcionaba rentas. Los bajos solían ser para establecer negocios, especialmente de ultramarinos estilo tienda mixta, el chigre-tienda, pero con el tiempo se instalaron de otras muchas clases. De alguna manera esta calle, arteria comercial de Llanes, es una evolución y extensión de la de Mercaderes, al otro lado del puente, donde se establecieron muchos comerciantes tras el incendio de 1509 y donde ya desde la Edad Media se celebraba el mercado. De alguno de estos negocios de Las Barqueras nos habla el escritor José Ignacio Gracia Noriega en La Nueva España (14-2-2015), con motivo del cierre de uno de ellos, la Peluquería Félix:
"La de Félix debía ser la más antigua de Llanes. Primero, a comienzos del siglo XX, fue la peluquería "Higiénica", y aunque creo que siempre mantuvo ese nombre, con el paso del tiempo fue recibiendo los nombres de sus sucesivos propietarios, todos miembros de la misma familia. Su primer dueño fue Florentino, a quien le tocó la lotería y compró por catálogo dos sillones hidráulicos en Denver (Colorado), con sus mandos niquelados y respaldos de rejilla y de tanta calidad que duraron tanto como la peluquería. Y si Félix no se retira, es seguro que el sillón de la izquierda seguiría en activo un siglo más. 
A Florentino le sucedió al frente de la peluquería su sobrino Abundio, un hombre alto, delgado, con gafas, muy serio, por lo que los de mi época ya la llamábamos "la peluquería de Abundio". Si hay un dato cierto de mi biografía es que Abundio fue quien me cortó el pelo por primera vez, en la galería de mi casa, en un sillón sobre el que habían puesto una banqueta para que me sentara, pues queda dicho arriba que Abundio era un hombre alto. 
La peluquería se encontraba en el cogollo comercial de la villa. En aquella sucesión de casas en las que, perfectamente alineadas, con miradores y galerías y una de aspecto tirolés, se sucedían los negocios: la tienda La Guía de ultramarinos, la farmacia Mijares, la peluquería de Abundio, el estanco que posteriormente regentó Mandi, el futbolista del Real Oviedo y del Barcelona; el Banco Asturiano (en los bajos de la casa tirolesa) y el bazar El Siglo, cuyos ventanales de la parte de atrás ya daban al puente y al puerto. Enfrente estaba el bar del Muelle, en el que comieron el cardenal Roncalli y el dictador Fulgencio Batista, recién derrocado. A Batista fueron a increparle unos indianos de Nueva que lo habían perdido todo con la llegada de Castro, pero el exsargento los escuchó como quien oye llover. 
Al final de la época de Abundio, la peluquería "Higiénica" cruzó la calle para instalarse enfrente, en la plazuela de las Barqueras, en los bajos de una casona indiana. El local era un poco más grande, con más luz (tenía dos ventanales a la plaza), pero la decoración era la misma y es la que fotografía Emilio G. Cea en el reportaje de LA NUEVA ESPAÑA donde nos comunica su cierre. Los dos excelentes sillones de la época de Wyatt Earp, un mobiliario sobrio y elegante, una tira cómica en la que un aprendiz de barbero afeitando a un cliente le corta una oreja... todo seguía igual, como si el tiempo no hubiera transcurrido a lo largo de un siglo, con la única diferencia de que ahora cortaba el pelo Félix, un mozo tan serio, tan discreto y tan buen peluquero como su padre. 
Las peluquerías suelen ser el mentidero de la villa. Félix, cosa rara en un peluquero, hablaba poco, lo indispensable. Siempre educado, siempre seguro en su oficio. La peluquería fue su escenario durante medio siglo. Fue mi amigo, leal y afectuoso. Te deseo lo mejor, Félix, paseando como te gusta por los alrededores de la villa, con tu mujer y tu bastón" 

El Director de la Casa de Cultura de Llanes, Higinio del Río, gran cronista de esta villa y concejo, habla también muy bien de Félix El Peluquerudedicándole esta glosa en Llanes, mis personajes favoritos:

"Félix, el de Abundio, nació en Llanes en 1936. Hijo y nieto de peluquero. Empezó a trabajar en la peluquería "La Higiénica" cuando tenía 12 años, recién terminados los estudios en La Arquera. De entrada, su padre, Abundio López, le puso a barrer el establecimiento, para que el rapaz fuera cogiendo el tranquillo a la cosa. 
Abundio había llegado a Llanes en 1923 o 1924 junto a Felipe González, primo carnal de su madre. Procedían de Medina del Campo (Valladolid), de donde eran naturales.  
Felipe González abriría aquí la que sería en seguida una renombrada y acreditada peluquería: "La Higiénica", en la calle Pidal. Era un emprendedor en toda regla que iba a dejar una honesta huella en Llanes (tendría también una fábrica de conservas de pescado en la calle Nueva y compraba caracoles en cantidad para venderlos luego en Bilbao). 
También Abundio dejó rastro de honradez y laboriosidad, del mismo modo que la dejaría después su hijo Félix.  
A los 78 años Félix aún continuaba al pie del cañón en su peluquería “La Higiénica” de la plaza de las Barqueras, en el sitio donde antiguamente paraban las diligencias. Estaba casado con Angelina María Traviesa Zaragoza, Gely, una de las voces más guapas de la Schola Cantorum, el coro parroquial de Llanes, y tuvieron cuatro hijos: Marta, Félix, Susana y Carlos.  
El buen Félix falleció en noviembre de 2021. Tenía 85 años"


A la derecha y en medio de la plaza el Kiosko de Lolina, fundado por Lonina Muñoz Tocornal, nacida en Llanes en 1926 y que estuvo durante décadas al frente de este kiosko de la Plaza de las Barqueras. En el año 2009 el Patronato de Turismo y Comercio le concedió el Premio de Turismo de Llanes en su XIX edición, fallecida en 2012, Guillermo F. Buergo plasma esta biografía en El Comercio el día de su funeral, 24 de octubre:
"Lolina había nacido en Llanes, en 1926, y pasó casi toda su vida en la villa con residencia en dos de los barrios más emblemáticos de la capital del concejo: El Cuetu y La Moría. Estudió en el recordado colegio de las hermanas Mantilla hasta cumplir los 12 años y fue modista de academia con trabajo en Llanes y Madrid para indianos y la entonces aristocracia llanisca. A partir de finales de la década de los sesenta, con niños pequeños y sola frente al mundo, se decidió a salir a vender por las fiestas de la comarca. Más tarde, abrió un puesto de caramelos y chucherías junto al Instituto de Llanes y un kiosko en la plaza de Las Barqueras, dedicado a la venta de periódicos y revistas, que hoy regentan sus hijas. Lolina trabajó a destajo pero sus vecinos tampoco la abandonaron. 
Como mujer curiosa que era, una vez que alcanzó la edad de la jubilación se convirtió en viajera infatigable y la primera en apuntarse a las excursiones colectivas que promovían el sacerdote José Antonio San Emeterio y el dinámico poíco José Ramón Rodríguez. Recorrió casi todos los países de Europa y también llegó a Egipto y Argentina. Sus hijos José Manuel, Loli y María recordaban ayer que a la vuelta de sus aventuras «la escuchábamos embelesados». 
En su kiosko, Lolina jamás estableció fronteras a la hora informar a los visitantes que llegaban a la villa y nunca se le conoció un mal gesto. Sus hijos, la recordaban ayer como «una madre protectora, trabajadora, infatigable y que se desvivía para que no nos faltara de nada. Su vida es para nosotros una página abierta: una lección como madre, mujer y empresaria»

Al día siguiente es Emilio G. Cea quien informa de su funeral en La Nueva España con el titular Llanes llora la muerte de Lolina la quiosquera:
«Mi madre desde el cielo, quiere dar las gracias desde lo más profundo de su corazón a todas las personas que han demostrado tanto cariño hacía ella durante estos días. Sus hijos y sus nietos nos sentimos orgullosos de ella y de todo el aprecio que le tenían todas las personas que la han conocido». Llanes está de luto y llora la muerte de la popular quiosquera Lolina Muñoz Tocornal, fallecida el lunes en el Hospital Universitario Central de Oviedo a los 86 años.

Hablar de Lolina es hacerlo de una de las personas más queridas en Llanes, donde era toda una institución y donde gozaba de una enorme popularidad merced al quiosco que durante muchos años regentó, primero junto al Instituto de Llanes y después en la plaza de las Barqueras. Ayer, cientos de personas llenaron la basílica llanisca para dar su último adiós a Lolina y acompañar a sus familiares en estos duros momentos.

Definida por sus hijos como una persona «decidida, valiente, luchadora y con un enorme tesón», Lolina Muñoz, nacida en Llanes en 1926, comenzó a vender golosinas por las fiestas del concejo en la década de los años sesenta. Durante el invierno trabajaba como bordadora. La vida de Lolina cambió para siempre cuando una mañana fue a vender las golosinas que le habían sobrado durante el verano delante del Instituto de Llanes. Sacó 25 de las antiguas pesetas de las ventas y los chavales quedaron encantados. «¿Vuelves mañana Lolina?», le preguntaron varios, a lo que contestó: «Por supuesto».

Lolina instaló un quiosco con el prosperar de las ventas junto al Instituto. El negocio siguió creciendo y años más tarde abrió el popular quiosco ubicado en la plaza de las Barqueras, que hoy en día regentan sus hijas Loli y María. En este lugar comenzó a vender prensa y revistas, siendo una de las primeras distribuidoras de LA NUEVA ESPAÑA en Llanes.

Las muestras de condolencia se han sucedido en la villa desde que se conoció su fallecimiento. Sus hijos mostraban ayer con orgullo los pésames llegados de todas las partes de España y del mundo al correo electrónico del tanatorio de Llanes. La muerte de Lolina se ha sentido en Argentina, México, Bruselas o Eslovenia. «Muchas de estas condolencias son de ex alumnos del Instituto que conocían a mi madre, y que por razones profesionales se encuentran trabajando en estos lugares», aseguraba ayer su hijo José Manuel.

«Muchos nos recuerdan que mi madre, cuando vendía en el instituto, les fiaba dinero para el autobús, o para comprar algo de comer en los recreos. Era una persona muy generosa», aseguraba ayer su hija Loli. Lolina -que deja cuatro hijos y dos nietas- fue también una infatigable viajera, afición esta que cultivó con pasión después de su jubilación. La trayectoria de Lolina fue premiada en diciembre de 2009 por el Ayuntamiento de Llanes, siendo una de las galardonadas durante la gala de los premios de Turismo que cada año otorga el Consistorio llanisco"

Otra muy buena biografía de Dolores Muñoz Tocornal, Lolina la del Kiosku, es la que publica Celoriu.com el 22-10-2012.
"Dolores Muñoz Tocornal (Lolina) fallecía esta tarde a los 86 años de edad en Oviedo. Lolina había gestionado durante muchos años un kiosko de prensa y revistas junto al instituto de Llanes (el kiosko azul), para después gestionar uno de los dos kioskos situados en la plaza de las barqueras. También recibió e en 2009 el  premio a la mujer trabajadora «Mujer Concejo de Llanes» por parte del Ayuntamiento de Llanes en reconocimiento a su trayectoria profesional en la villa llanisca. 
Llanisca nacida en el barrio de El Cuetu en 1926, y vendedora de prensa desde hace más de cuarenta años. «Empecé vendiendo golosinas y avellanas en un cesto de fiesta en fiesta, pero un verano me sobró algo, lo llevé a la puerta del Instituto y me fue bien», afirmaba. Del cesto bajo el brazo pasó al carrito desmontable y más tarde al quiosco que durante el invierno situaba a las puertas del Instituto y que en verano trasladaba a la plaza de Las Barqueras, donde sigue hoy en día.«Llevo toda la vida trajinando sin parar, desde los doce años trabajando», reconoció ella misma en 2009. Ella sola sacó adelante a sus cuatro hijos. Bordó «sábanas y juegos de cama» y hace más de cuarenta años se convertía en vendedora de juguetes y chucherías en las fiestas veraniegas. 
Lolina Muñoz Tocornal estudió en el Colegio de Las Mantillas hasta los 12 años. Después se formó como modista en una academia y pronto encontró trabajo en casas particulares. Vivió y se casó en Madrid en la Basílica de Las Maravillas. Allí fue bordadora para varios Indianos y los Marqueses de Llanes. Empezó con un cesto vendiendo en las fiestas chuchearías, avellanas…Un verano le sobró bastante mercancía y decidió venderla a la puerta del Instituto. Animada por los buenos resultados reunió dinero suficiente para construir su primer kiosco. Así por el invierno estaba en el Instituto y por el verano en Las Barqueras. 
Lolina se convirtió en una institución en Llanes por su carácter abierto y simpático. Es una excelente relaciones públicas que sabía vender como pocos nuestro municipio a todo el turista que se dejaba caer por su kiosco"

Pasamos al pie del edificio de Joyería Llanes, el número 3 de la Plaza delas Barqueras, cuya fachada sur puede decirse que es toda de cristal, antiguamente era Joyería Monje, fundada por Jesús Monje Sánchez y Marta Blanco Frade. Jesús, nacido en Madrid el 26 de agosto de 1939, trabajó desde los nueve años en artesanía de joyería, aprendiendo el oficio y ejerciéndolos en varias joyerías madrileñas, donde estuvo 30 años trabajando con talleres propios para satisfacer sus pedidos. En 1993 viene a Llanes y conoce a Marta Blanco, quien le ayudaba a vender sus diseños por todo el oriente de Asturias. Así prosigue esta historia en la página web de la joyería:
"La relación funcionó tan bien y su prestigio creció tanto que decidieron abrir una joyería en Llanes que emplazaron en un local situado en pleno centro de la Villa. Su taller sigue la senda del éxito con sus diseño exclusivos y adaptándose a cualquier sugerencia que el cliente demande. Destaca la rapidez e inmediatez con que se realizan las reparaciones y composturas 
En el 2005 se reformo la joyería para facilitar el acceso de los clientes a las distintas vitrinas interiores, así como unos escaparates más llamativos para poder exhibir nuestras joyas"

En sus escaparates se exhibieron las joyas de la serie televisiva española Velvet. Guillermo Fernández lo publica en El Comercio el 15-11-2015, Las joyas de "Velvet" llegan a Llanes:
"El fenómeno de la serie 'Velvet', un breviario de pasión, celos, venganzas y moda, traspasa la pantalla del televisor y llega a las tiendas con una colección de joyas inspirada en la historia romántica por excelencia del momento, de la que son protagonistas principales Paula Echevarría (Ana) y Miguel Ángel Silvestre (Alberto). La idea da respuesta a decenas de miles de fans encantados en demandar productos de una serie que cada semana congrega a más de 4.000.000 de personas frente al televisor y consigue un 22% de cuota de pantalla. 
'Velvet' proyecta su tercera temporada y, en los nuevos capítulos, dos de las protagonistas se convertirán en creadoras de una colección de joyas formada por más de medio centenar de piezas bañadas en oro amarillo o rosa. Esas piezas ya están en el mercado y de presentarlas en la feria MadridJoya, donde acudieron más de 43.000 profesionales de 80 países, se encargaba el pasado mes de septiembre la firma Platacero. A Madrid, a esa explosión de nuevos diseños, acudió la llanisca Marta Blanco Frade, de Joyería Monje, en cuyo escaparate y en primicia acaban de ver la luz las pulseras, sortijas, gemelos, gargantillas y pendientes que van a lucir las protagonistas de la serie 
Explicaba esta semana Marta Blanco que la colección «está inspirada en las galerías más famosas de la alta costura y llega al mercado con un aire vintage». Confirmaba que Joyería Monje «consiguió en exclusiva para Asturias las joyas de 'Velvet'» y comentaba que resulta «muy importante» que una localidad como Llanes alcance semejante respaldo de la firma que las pone en el mercado. Para ello, los responsables de la empresa Platacero «valoraron que Llanes es un buen escaparate, una localidad con un movimiento importante de vecinos, turistas y visitantes y, además, el nombre y la trayectoria de Jesús Monje siempre es un plus, algo muy a valorar en una persona que cuenta con 66 años de experiencia en el sector»"

En cuanto al edificio, de planta cuadrada, es realmente llamativo, no solamente por sus galerías, sino por esta fachada azulejada en motivos florales y geométricos azules sobre fondo blanco


Seguidamente y también a la derecha de la plaza, las terrazas del Café Bitácora. Una buena oportunidad para sentarnos a degustar alguna exquisitez llanisca y... un buen café. Pueblo de pescadores y por lo tanto de madrugadores, siempre necesitaron un espabilante café antes de salir a faenar. Maiche Perela Beaumont escribe de aquellos antiguos cafés del Llanes de antes en El primer café del día en la página de la Cofradía de Pescadores Santa Ana de Llanes:
"Por las viejas crónicas de “El Oriente de Asturias” y “El Pueblo”, sabemos que en Llanes, como en todos los pueblos de la costa, al amanecer, hasta hace 100 años, se escuchaban voces marineras: 
-¡Camará, a la mar! 
-¡Batalla, a la mar! 
Era la hora de la marinería, pero antes de salir a pescar era obligado  beber un tazón de humeante café. Entonces, eran varios los chigres con los que contaba la villa, entre ellos: “La Venta de la Uña”, “La Bombilla” ,“El Camarote” ,“La Casa de Xupila” y “El Catipunan”, todos frecuentados solamente por hombres y generalmente gestionados por una mujer. Según nos cuenta Elviro Martínez, en una de sus magnificas colaboraciones en el decano de la prensa asturiana, la estación favorita del ritual del primer café del día de los marineros era “El Catipunan”. A sus puertas los esperaba la tía Vicenta, que abría a las cuatro de la mañana y servía el café con terrones de azúcar y unas gotas de caña  de la Habana, por el módico precio de un cuarto. Después, el primer pitillo del día, y así  más animados  y a la contraseña de “pa la mar”, Castro, Camará, Batalla, Herrero, Manzano, Patiño y tantos otros, durante generaciones, emprendían el camino del puerto. 
Posteriormente, “El Catipunan” se convirtió en una suerte de sociedad a la que no le faltaba reglamento y un lema que rezaba: “Para cuatro días que vamos a vivir”, el cual figuraba en el membrete del papel que para actos “oficiales” utilizaba"

A la derecha, dos edificios anexos compiten también en galerías con el de la Joyería Llanes. Sus fachadas meridionales son enteramente de cristal salvo el piso bajo, acceso a la calle


Nosotros seguiremos caminando siempre recto y en dirección al puente


A la izquierda estuvo el Baco Asturiano, que estaba al lado del Salón Moderno, uno de los cines que había en Llanes, inaugurado en 1926 y cuya puerta vemos a continuación del actual supermercado, fue construido por el indiano llanisco en México Bruno García. Es de nuevo Maiche Perela Beaumont quien nos guía por su historia, ahora en Diario del Oriente:
"Corriendo el año 1926, exactamente el domingo 26 de septiembre, tuvo lugar en la villa un gran acontecimiento, en el cual se dio cita todo Llanes y familias del Concejo. Se trataba de la inauguración del Salón Moderno, que vino a sumarse al teatro Benavente en cuanto a la oferta cinematográfica, siendo su propietario el riosellano Antonio Blanco Junco. 
El postrero de los antiguos Coliseos de la villa de los que ya, desgraciadamente no nos queda ninguno, que compitió lealmente con el Bevavente, presentaba su entrada principal por la calle de las Barqueras, por un pasillo inmediato al Banco Asturiano, en el cual unos llamativos marcos con espejos anunciaban los estrenos de la temporada. Tras el pasillo, una mampara daba acceso a una sala de espera que se abría a más de 300 butacas, 9 plateas, 25 delanteras de grada y 122 entradas de grada. No faltando cortinajes de terciopelo de elegante color en cuyo centro se destacaba el blasón de Llanes. 
Contaba con pianola eléctrica, receptor de telefonía sin hilos, alumbrado con todos los modernos adelantos y las lámparas esmeriladas del techo disponían de luces rojas que se apagaban en los entreactos. No le faltaba manga de agua para incendios, tres puertas a la calle de La Calzada para casos de alarma, calefacción, caja de resonancia y una coqueta cantina muy bien decorada y mejor surtida. 
Asimismo, el aparato de proyecciones era de los más modernos que se conocían entonces, presentando una imagen limpia y fija. 
Cuentan que en originalidad, elegancia y comodidad se podía comparar con los mejores cines de la capital de la nación. 
El día de la inauguración se proyectó “La casa de la Troya”, dirigida por Manuel Noriega, cineasta natural de Bustio, bien conocido en Llanes, donde había rodado algunas escenas de su más famosa película: “Bajo las nieblas de Asturias”, estrenada en aquel mismo año. 
Además de mucho cine, como las primeras versiones de“Los tres mosqueteros”, “Ben-Hur”, “¿ Quo vadis?”, “El fantasma de la ópera”,“Drácula”, “Frankenstein” y “El hombre malo”, obra adaptada al español por el llanisco Baltasar Pola y multitud del popular género del Oeste; se celebraban fiestas de Carnaval, bailes de disfraces, conferencias, recitales, folclore, concursos de copla de Llanes y sonados homenajes con cenas multitudinarias. También, desfilaron por su escenario artistas de la talla de Rosario y Antonio, Carmen Flores, tenores y el que se dice que fue el mejor gaitero de todos los tiempos: Manolo Rivas. 
La vida de aquel coliseo llanisco, testigo del paso del cine mudo al sonoro, fue muy corta, apenas 11 años, ya que en plena guerra civil las bombas, que lo confundieron con el cercano Benavente, por entonces convertido en arsenal, lo destrozaron. 
El adiós definitivo de aquella ruina irreversible, de aquel abandonado caserón, que conocimos varias generaciones de llaniscos, tuvo lugar en el año 2004 y dio paso a un grupo de viviendas"

A la izquierda, grandes galerías también en el edificio de la Farmacia Mijares


Banderas de las fiestas de La Guía en el edificio de El Siglo, justo antes del puente. David García Goñi, en su blog David al día, habla así de este veterano comercio Llanisco fundado en 1933, diciendo para encabezar El Siglo tiene de todo:
"Desde que descubrí Llanes por primera vez es una tienda que me sorprendió, es la tienda que tiene de todo para los turistas, me enamoraba de sus postales intentando descubrir donde estaban esas playas de las fotos, las miraba y luego anotaba los nombres de las playas para descubrirlas cual explorador marítimo.
En su entrada tienen dos muebles que recuerdan las tiendas de la costa mediterránea y sus escaparates son contemplados por un montón de gente atónita con las cosas que tienen, desde un asturiano sosteniendo una botella de sidra al lado de un pokemon amarillo, o una figura de coleccionismo y miniaturismo con una maqueta de las obras actuales en la dársena del puerto de Llanes. 
Por dentro el universo de un niño, juguetes, disfraces repartidos por toda la tienda, igual te encuentras unas telas y blondas, como cualquier detalle para mercería, no hay disfraz que no te puedas hacer aquí, también posters y camisetas de Fernando Alonso, el planeta Asturiax y Llanes glamour. 
Por arriba, por abajo, todo esta lleno de cosas, el tejado de madera y las vigas indican como sería la tienda en los momentos de su apertura, una tienda de esas con encanto, llenas de artesanía y de cosas curiosas. 
El Siglo es una tienda muy curiosa, uno de esos negocios que los tiempos actuales arrasan por desgracia, una tienda de esas que no están definidas en un plan de marketing y por eso la hace únicas, una tienda que no nos debería faltar por que en algún lado hay que comprar unas palas para jugar en la playa a última hora. El Siglo forever"

Naranjas de los naranjos en el bulevar de La Barqueras, antaño de gran producción en la marina cantábrica gracias a su benigno clima, tanto es así que se exportaban a Inglaterra. Un pequeño puerto llanisco se especializaba en eses menester, el de la Ría de Barru o Niembru, si bien sus tráficos comerciales, de estas y otras mercancías, había de contar con el visto bueno del de Llanes. En 1605 llegaron a exportarse por él nada menos que 30 millones de naranjas. De ellos hablamos ampliamente en nuestra correspondiente entrada de blog: http://xurdemoran.blogspot.com/2014/02/ria-de-barru-o-niembru-llanes-asturias.html



A la derecha y a continuación del Bitácora tenemos la histórica Heladería Revuelta, inaugurada en 1922 con la llegada a Llanes del matrimonio pasiegu formado por Lisardo Revuelta y Virginia Saiz. El corresponsal de El Comercio Guillermo F. Buergo les dedicó este artículo el 9-5-2012 conmemorando sus 90 años de existencia:
"En 2012, Helados Revuelta cumple 90 años de presencia ininterrumpida en el concejo de Llanes y ya va por su tercera generación con los cuatro hermanos Rumayor Revuelta en el puente de mando: Virginia, Maite, Alfonso y Lisardo. Y para celebrar sus nueve décadas de gloria en el municipio, el próximo miércoles, 16 de mayo, van a inaugurar un moderno obrador en el polígono industrial de Posada. La historia la iniciaba en 1922 el matrimonio formado por Lisardo Revuelta, un barquillero pasiego del pueblo cántabro de Alceda, y su esposa Virginia Saiz, también pasiega pero emigrante en la localidad francesa de Cherburgo. Lisardo ya había acudido en tren a la villa como vendedor de barquillos en las fiestas locales. 
Del matrimonio pionero nacieron siete hijos: Lisardo, Alfredo, Antonio, Arturo, Salvador, Carmen y Tere. Acompañados por carros artesanales, todos vendieron helados por los lugares más transitados o recónditos del concejo. Los varones emigraron o encontraron trabajos más estables y el negocio quedó en manos de Carmen, la sexta de la saga en línea descendente, y de su marido Alfonso Rumayor. Y hoy son los cuatro hijos de esta unión los encargados de enarbolar la bandera verde, el color familiar, del clan llanisco de los Revuelta. 
El primer obrador, y la vivienda de la familia, se situaba en el barrio de La Calzada y años más tarde pasó a un bajo en la calle Pidal. Los carros de venta movidos por tracción humana fueron sustituidos por motocicletas y más tarde por furgonetas. La empresa da trabajo hoy a ocho personas a lo largo del año y a 18 en temporada alta. Algunos empleados llevan 26 años en la industria y sus patrones destacan que son personas «implicadas, leales y que ofrecen una imagen muy adecuada de nuestro negocio». 
Llanes encaja dentro de la media española en el consumo de helados y se estima que en el concejo se devoran anualmente 105.000 litros. Y de esa cantidad, más de la cuarta parte, 30.000 litros, son los que elabora la empresa local Helados Revuelta. Eso exige compromiso y son ellos los únicos que continúan acudiendo diariamente a las playas y pueblos del concejo. 
A pesar de seguir siendo una empresa familiar, quienes soportan el peso de la actividad a lo largo de los doce meses del año son los hermanos Alfonso y Virginia. Alfonso pasa la mayor parte del tiempo dedicado aspectos relacionados con la producción y del resto se encarga Virginia, una mujer hipermotivada. 
Virginia sabe de que va la cosa porque su madre rompió aguas, un 12 de agosto de 1971, en el puesto de los helados. Estudió con las monjas del Divina Pastora y en el IES de Llanes. Cursó Magisterio en Oviedo y pasó tres lustros en la localidad francesa de Caen. Regresó hace tres años para ponerse al frente del negocio familiar y con ella vino 'Sarkozy', un can de la raza Jack Russell Terrier, reconocido mundialmente como un «perro de compañía para personas activas». 
Y explica Virginia que el futuro de la empresa «pasaba por estancarse o especializarse y crecer». Optaron por la segunda opción y fruto de ello será la inauguración del nuevo obrador. ¿Cuál es ahora el objetivo? «Crecer en base a desestacionalizar. Poder trabajar fuera de la temporada habitual en Llanes y penetrar en mercados nuevos, como restaurantes y tiendas de delicatesen. Para ello ya contamos con un distribuidor para Oviedo y Gijón». 
Y ¿qué hay del producto? «Alfonso se encarga de la producción y mantiene las fórmulas familiares. Muchos clientes evocan las elaboraciones del abuelo en los mantecados y el corte de nata. Llevamos más de medio siglo trayendo la leche de Porrúa y la nata de Pría»


Virginia Rumayor Revuelta (de los helaos de siempre) es como titula uno de sus glosas en Llanes, mis personajes célebres, el Director de la Casa de Cultura y gran cronista llaniscu Higinio del Río:
"A Alfonso Rumayor, el padre de Virginia, lu dio el día 29 de junio en Pancar, en la fiesta de San Pedro, un ictus. Ya va muchu mejor, gracias a Dios, muchísimu mejor, recuperando de día en día, y desde' l banquillu, Alfonso ve lo bien engrasáu qu' está su equipu. La su mujer, Carmen Revuelta, y los cuatro jiyos del matrimoniu, Virginia, Maite, Alfonso y Lisardo, ahí tán, bordándolo. 
Estoy jablando d' una de las empresas más tradicionales, más queridas y más eficientes d' esti Llanes de nuestras entretelas. 
Con más de 20 empleaos, el negociu HELADOS REVUELTA, sigue p' arriba. Virginia tá al timón, podíamos decir; su hermanu se ocupa de la fabricación; y Maite y Lisardo dan el cayu en la sombra. Un equipu perfectu. 
La empresa fundada en 1922 por el santanderinu Lisardo Revuelta forma ya parte del alma de Llanes. 
Virginia, que estuvo 15 años en Caen (Normandía, Francia), onde vivió enriquecedoras experiencias profesionales (en la Cámara de Comercio d' allí y en colegios de críos discapacitaos, entre otros trabajos), ya lleva 5 años entre nos. Ella y sus tres hermanos representan la tercera generación d' una empresa familiar. 
El regresu de Virginia coincide con un nuevo impulsu p' alante de los Helaos Revuelta: ahora cuentan con una nave nueva; producen más, siguiendo la fabricación tradicional (todos los productos son d' aquí) y ampliaron el mercáu (ahora proveen directamente a restaurantes y hoteles). Y todo eso sin dejar de lau las prácticas de casi cien años: el puestu d' helaos en las fiestas de prau y en las playas, a piñón fiju, pero ahora con una furgoneta qu' expresa l' adaptación a los tiempos"

El blog gastronómico Les Fartures también les dedica una buena semblanza a estos helaeros llaniscos:
"Siempre hablamos de la lucha desigual que sufren los productores artesanos respecto a las grandes industrias alimentarias. Y el mundo de los helaos no se iba a quedar atrás. 
Helados Revuelta lleva desde 1922 proporcionando felicidad en Llanes, y hoy en día son sus nietos, los 4 hermanos, los que mantienen el testigo que iniciaron Lisardo y Virginia. 
Presentes con sus furgonetas, camiones, motos con sidecar, bicis o cualquier cosa que pueda transportar helaos en cualquier rincón de Llanes durante todo el verano, centran su actividad el resto del año en su famosa cafetería en pleno centro de Llanes, en una maravilla de enclave junto al puerto deportivo.  
En 2012 inauguraron su nueva nave en el polígono industrial de Posada de Llanes, modernizando y automatizando procesos para continuar creciendo, tanto, que consiguieron desde entonces duplicar su producción. Y no paran de crecer y apostar por la innovación, tanto que acaban de adquirir nuevas máquinas para trata el chocolate que provienen directamente de Brasil ya que en Europa no se fabrican.  
Esta innovación y calidad, sin perder un ápice de mimo y artesanía, hacen que cada vez estén más presentes en los restaurantes asturianos, desde Bulnes hasta Uviéu, y por supuesto en toda la zona oriental de Asturies. Son famosas sus tarrinas de todos los sabores posibles (la de yogur es brutal) y sus GigaBom (el de 2 chocolates es espectacular). Pero su helao más mítico es el mantecao. Últimamente diversificaron sus productos para cubrir todas las intolerancias, para que todo el mundo pueda seguir disfrutando de sus helaos.  
Cada lunes reciben la leche fresca, el yogur de Porrúa y la nata de Pría. Cada semana elaboran el chocolate y los yogures con las frutas que ellos mismos seleccionan. Un trabajo con mucho mimo que pudimos comprobar en su obrador, y que, por supuesto, probamos siempre que podemos allá donde vamos.  
Helaos asturianos. Apostemos por ellos"

Y así, a la sombra de los naranjos, las naranjales de Las Barqueras, nos dirigimos a la gran explanada que es ahora el puente, muy posiblemente construido, el más antiguo, tras del incendio que asoló a la población intramuros en el año 1509, cuando el rey Fernando, temeroso sin duda que una de sus fieles pueblas se despoblase, sufragó su recuperación. No es imposible que a Fernando le remordiese la conciencia cuando en 1493 y con su mujer Isabel I de Castilla, rescindiesen a Llanes el privilegio del alfolí de sal, el almacenamiento y comercio de sal, único modo útil y perdurable en aquellos tiempos de conservar alimentos perecederos, como era el pescado del puerto, algo que les había otorgado Alfonso XI en 1338, y eso pese a su fidelidad a la muy cambiante titularidad de la Corona castellana con las endémicas guerras trastamaristas y haber vuelto al poder y titularidad de la también cambiante nobleza feudal imperante, que cuando apoyaba a unos y cuando a otros. Casi treinta años antes, en 1480, Llanes había padecido otro incendio y los Reyes Católicos confirmaron al año siguiente los fueros de la población


Al encaminarnos al puente y dejar Las Barqueras, admiramos toda la artística traza del edificio de El Siglo, con su gran galería asomada a El Riveru. Como historia curiosa se dice que Ramonín El del Siglo, gran fotógrafo, fue el inventor del selfie, pues desde 1991 llevaba empleando una vara de autofotos hecha artesanalmente para fotografiarse a sí mismo pero que nunca llegó a patentar. La historia del primer palo de selfie la encontramos en Asturias. Concejo a concejo de RTPA (Radio Televisión del Principado de Asturias):
"Nunca lo llegó a patentar, pero este llanisco de nacimiento se podría haber convertido en el inventor del palo de selfie. Ramonín 'el del Siglo' lleva tres décadas utilizando una vara que le permite enfocar a una distancia más allá de los límites normales del brazo. 
Su primer selfie fue una imagen de altura. La hizo en 1991, 14 años antes de que un canadiense patentara este utensilio de autofotos. 
Su afición por la fotografía la compaginó con su vida profesional. Sus padres regentaron una juguetería desde 1933, 'la del Siglo'. Ramonín aprendió las claves de este negocio cuando sólo era un niño y, además, le dio un plus poniendo a la venta estas postales turísticas, que él mismo fotografiaba. 
El amor por su tierra y por sus gentes también le llevó a inmortalizar, principalmente, las fiestas de la villa llanisca con su famosa pértiga que llegó a medir, nos confiesa, hasta siete metros de altura. 
La ilusión por inmortalizar este concejo a vista de pájaro también le llevó a recorrer la sierra del Cuera. Su mayor proeza fue la de hacerse de un tirón los 30 kilómetros del Cuera, pasando por todas sus cumbres, la más alta, la del Turbina, a más de 1.3000 metros de altitud. 
A sus 78 años de edad, Ramonín, ya jubilado, continúa soportando el peso de su palo de selfie, y atesorando imágenes y recuerdos de su paraíso llanisco"

Es de suponer que los antiguos barqueros que dieron nombre al barrio de Las Barqueras no tuviesen momentos de euforia con la construcción del puente sobre El Ríu Carrocéu, El Riveru, pero sin duda sabrían reconvertirse rápidamente, no les quedaba otra. El puente, llamativamente, no tiene nombre, como tampoco tiene fecha. Se supone del siglo XVI y posiblemente sobre una anterior y muy endeble pasarela de madera, puente de piedra que por la documentación comentada estaría en servicio demostradamente en 1568, si bien sus remates de cantería no se terminarían hasta 1612. Marta Álvarez Carballo, de la Universidad de Oviedo, estudia su historia en El impulso constructivodel regimiento de Llanesdurante el siglo XVI:
"Durante el quinientos, los aledaños del Ribero y el margen derecho de la desembocadura del Carrocedo fueron profusamente urbanizados. A la construcción del muelle durante la segunda mitad de la centuria debe añadirse la edificación del puente, infraestructura que habría de revelarse esencial para la articulación viaria extramuros y para el desarrollo urbano de la zona denominada Allende la Puente, integrada por los arrabales El Cueto y Las Barqueras, documentada desde el año 1527. De la existencia de Allende la Puente se deduce, en efecto, la coexistencia del puente, si bien la primera mención fehaciente de su fábrica se fecha en 1568. Además, la información recogida en el Libro de Cuentas alusiva a lo que faltava de la puente, no parece dejar lugar a dudas, por lo que el debate gira en torno a la cronología en que pudo ser edificado. La hipótesis más razonable es que existiese una primitiva estructura de madera o que combinase ésta con pilares de piedra -al igual que ocurrió en el puente de Ujo o el de Los Pilares, en Avilés-, sustituida durante los años centrales del siglo por un puente pétreo, concluido en el año 1568, según constatan las fuentes textuales municipales. Las obras realizadas en esa fecha no se limitaron a la construcción del puente, sino que, además, se remozó la calzada que lo completaba, en un claro intento del regimiento por mejorar las infraestructuras viarias y los accesos a la villa. 
Durante la última década de la centuria fueron ejecutadas ciertas faenas por un cantero, quien recibió a cambio de sus trabajos y del material empleado la suma de seis reales76. Poco después, Nicolás de Po, maestro de cantería, aderezó el extremo norte de la estructura, mientras que en la zona meridional de la misma realizó una obra de cantería al pie de la puente. En 1601-1602 se asentó un mármol en la zona superior del viaducto, cuya finalidad fue, probablemente, servir de amarre para alguna nave. Asimismo, en 1611-1612 se construyó un paredón de piedra en la otra parte de la puente, camyno de Santo Antonyo

Fotografías antiguas revelan que el puente de Llanes se estructuraba mediante tres arcos, de medio punto y mayor altura el central, mientras que los laterales eran apuntados. Su perfil era plano, a diferencia de los viaductos medievales, lo que facilitaba considerablemente el tránsito de carros. Para su fábrica se emplearon sillares, dispuestos en las zonas de mayor carga estructural –arcos y pilares-, edificándose el resto en mampostería y disponiéndose dos tajamares adosados a los pilares, aguas arriba y abajo. La estructura, objeto de continuos trabajos de mantenimiento por parte del consistorio, fue sustituida por un puente de moderna factura durante la segunda mitad del siglo XIX."

Al otro lado había una cruz de piedra sobre base poligonal y planta cuadrada, donde paraban los sepelios que, desde este lado del puente, se dirigían con los muertos al hombro hacia la iglesia parroquial. Esta cruz sería restaurada en 1674 por el cantero Lorenzo Guardo y a expensas del linaje de los Posada. El aspecto actual del puente, una gran explanada peatonal y un paso adoquinado de vehículos a poca velocidad, es fruto de las reformas de ampliación y reforma del año 2007, desarrollado por los arquitectos Fernando Nanclares y Nieves Ruiz, que incluían las calles y plaza de Las Barqueras, pero durante las subsiguientes labores de peatonalización se comprobó la necesidad de reforzarlo, esto lo muestra el corresponsal Miguel Rojo Moro en El Comercio del 18-3-2011:
"Una actuación que comenzó con la pavimentación de las diferentes calles de este barrio a principios de octubre y cuya ejecución supuso al Ayuntamiento de Llanes un coste total de 1.434.440 euros. El proyecto de remodelación afectó, además de al puente, a la plaza de Las Barqueras, a la calle de Marqués de Canillejas y a las vías adyacentes a la plaza de abastos municipal. 
Sin embargo, durante la ejecución de las obras de peatonalización iniciadas el año pasado, se observó entre otras cosas, que el nivel de deterioro del puente primitivo (correspondiente al tercio central de todo el ancho) era importante, presentando pérdida de piezas de sillería, pérdida de los elementos de protección en los arranques, fisuraciones longitudinales y transversales en la bóveda, eflorescencias y costras; también daños diversos debidos a intervenciones anteriores. 
Para solucionar el problema se decidió que la mejor solución técnica era la ejecución bajo el pavimento de una estructura prácticamente simétrica de hormigón armado tipo losa nervada en voladizo, apoyada lateralmente sobre sendas filas de micropilotes, y equilibrada mediante contrapesos de hormigón. La estructura de refuerzo citada, compuesta de una losa nervada de espesor variable, está cimentada profundamente mediante micropilotes que se empotran en el sustrato rocoso"

El puente sin nombre en la actualidad tiene una longitud de casi 22 metros y una anchura de 9,5 metros



La ría aquí formada, con sus marismas, era lo suficientemente capaz de albergar lo que fue durante siglos un importante puerto para la época, pesquero, ballenero y comercial, con todas sus dependencias, almacenes y personal, alfolís de sal y astilleros de ribera, en las orillas de El Sablín y El Campu del Gatu. La pesca traía consigo las importantes industrias del salazón y las estratégicas rutas comerciales salineras que, por los caminos del mar y de la tierra, confluían en los puertos que tenían otorgado ese derecho al alfolí, literalmente el nombre del almacén de sal pero que abarcaba a todo su tráfico y usos


Desde el puente admiramos la ría. El Riveru, como se conoce al Ríu Carrocéu al pasar por Llanes. Ahora está canalizada y El Sablín ha desaparecido, era una pequeña playa o arenal (sable, arena) que se formaba en el meandro de La Media Luna, situado un poco más allá, a causa de las rocas existentes. Era frecuentado por bañistas e incluso había algunas casetas playeras. Ahora el viejo muelle ha pasado a ser puerto deportivo, el aspecto actual de la dársena es producto de las obras realizadas desde el año 1.994, como explica muy bien María de las Cruces Morales Saro en La remodelación intensiva de los puertos históricos de Asturias:consecuencias urbanísticas y patrimoniales:
"En 1994 tuvo lugar una primera operación con una inversión de 6 millones de euros, para ampliación de la antigua barra y refuerzos de la escollera, habilitando una primera zona de amarres deportivos en la vieja dársena. Años después entre 2010 y 2012 se hace de nuevo la remodelación total del puerto y la ría sobre unos 74.964 metros cuadrados19 . Fue una obra de gran envergadura con el dragado total de la dársena interior, la remoción de casi 33.000 metros cúbicos de roca y arena y con el fin de efectuar «una mejora total de todas las infraestructuras existentes» y para aumentar el calado. Se instalaron pantalanes para 140 barcos deportivos. La parte mas agresiva de esta obra consistió en el desmontaje de la antigua compuerta de hormigón y hierro y la demolición de los diques históricos de cal y canto como el de La Cabezona y El Sablín. La alteración principal de este puerto histórico se debió al derribo y reconstrucción posterior de muelles documentados de los siglos XVII, XVIII y XIX. Se hicieron voladuras de elementos rocosos del acantilado natural que fueron totalmente eliminados y que eran un testimonio de la unidad entre paisaje humanizado y geológico, dando paso a una uniformización del perfil totalmente ajeno a la imagen anterior y al paisaje de este puerto de origen medieval

En la bocana de salida de la dársena interior se construyeron dos nuevos diques transversales de hormigón para alojar una compuerta de cierre de la dársena, que en el presente da malos resultados y es discutida"

Muchos de los mejores puertos de la antigüedad estuvieron ubicados en rías, lo hemos visto en muchas poblaciones portuarias de este Camino Norte y lo seguiremos viendo hasta Ribadeo. Solamente a finales del s. XIX con el vapor y sobre todo avanzando el s. XX, se fue necesitando más calado para los nuevos y enormes barcos mercantes y también para los gigantescos cruceros, quedando los de las rías, salvo casos concretos, relegados a pesqueros y luego a deportivos, haciéndose necesario sacar las embarcaciones y con ellas las instalaciones portuarias fuera de los estuarios que les habían dando origen

En este contexto y ciñéndose a los asturianos, es muy interesante lo que sigue contándonos María de las Cruces Morales en su obra, pues lo que dice encaja perfectamente en la evolución de este puerto de Llanes, sus murallas, los barqueros y la construcción de puentes:

"Los puertos comprendidos entre las desembocaduras de los ríos Eo y Deva, participan de unas características comunes en cuanto a origen, supervivencia en mayor o menor grado de un patrimonio histórico urbano, una fuerte relación con los barrios de pescadores de las poblaciones y sobre todo en cuanto que integran y caracterizan un paisaje costero. En nuestra costa se alojaron los primeros puertos aprovechando pequeñas calas, desembocaduras de rías, ensenadas y abrigos naturales. Las noticias documentales comienzan en la Edad Media en torno al siglo XIII, cuando se otorgaron las cartas pueblas de las villas y abundan a partir de los siglos XV y XVI. En ese momento aparecen en los archivos algunos croquis de nuevos cays y ramblas, al mismo tiempo que en los Libros de las Cofradías de Mareantes se va señalando el fuerte desarrollo de la actividad pesquera incluyendo la pesca de ballena, así como fuerte actividad comercial con Francia, Inglaterra y países del Báltico, industrias de carpintería de ribera, astilleros y actividad conservera o de salazones. La alteración del litoral fue lenta y progresiva, apenas perceptible con la construcción de los primeros muelles a base de sillares y mampostería que subrayaban los bordes de las rías y las líneas sinuosas de la geología. Sobre ellos se levantaron construcciones defensivas de «casas fuertes» y baterías de cañones. A lo largo de la Edad Moderna se intensificará la comunicación y diálogo con el asentamiento urbano instalado en su entorno. Una actuación generalizada fue el progresivo secado y relleno de terrenos de marismas, con la necesidad de aumentar el suelo urbanizable, exigido por el crecimiento de la población en tiempos de cierta bonanza económica, y se fue ganando cada vez más terreno al mar en la franja costera. Es notoria la construcción de puentes, primero de madera y luego de piedra para facilitar el tránsito, y mejorar la comunicación entre barrios, que antes se realizaba mediante barqueros"

Siguiendo a esta investigadora de la Universidad de Oviedo, los antiguos muelles o cais tenían varias funciones portuarias muy necesarias, por una parte regularizaban la zonas arenosas o de acantiladas, proporcionaban una superficie protegida del agua, facilitaban el acceso por medio de rampas que permitían subir la carga y las embarcaciones para ser reparadas o en caso de temporales:

" Los muelles construidos alrededor de dársenas y calas iniciales se convierten en lugares más seguros de atraque. En los centros históricos se abrían nuevas puertas o entradas en las murallas para facilitar la comunicación con el puerto"

Y justamente enfrente estaba una de esas puertas de la muralla, la del Buen Llegar, el principal acceso a Llanes por el este y a donde llegaban las barcas de Las Barqueras, entre el edificio de la derecha y el del medio de la foto, actual calle Manuel Cué, también llamada de los Remedios por la capilla antaño existente en el lugar, la cual daba nombre también a una fuente que estuvo aquí, justo a sus pues y al otro lado del puente, La Fuente los Remedios, suministro de agua al vecindario antes de que se dispusiese de ella en las casas

Algo más allá estaba la Puerta de San Nicolás, propia y exclusiva del antaño poderoso Gremio de Mareantes de Llanes, por la que entrarían desde sus naves al arribar a puerto o saldrían al zarpar. El mayordomo del gremio guardaba su llave


La Puerta de San Nicolás se llama así por otra capilla, esta sí existente, pero más conocida en nuestros días por otra de sus advocaciones, la capilla de Santa Ana, nombre de la actual Cofradía de Pescadores de Llanes, sucesora del Gremio de Mareantes de San Nicolás tras las reformas liberales del siglo XIX. Esa capilla que como hemos dicho se conserva, tiene una tercera advocación, la de San Telmo, santo marinero por excelencia. Allí tenía su sede el histórico gremio marinero llanisco y allí celebraban sus juntas para elegir cargos. La Puerta de San Nicolás fue derribada en 1873 pero se conserva el Palacio de Rivero o de Gastañaga, construido sobre las antiguas murallas y que sobrevivió a los incendios de 1480 y 1509, el cual vemos desde aquí, en lo alto del barrio de Cimavilla


Entre ambas puertas, del Llegar o de los Remedios y de San Nicolás, había pequeñas puertas o portiellos. De la antigua muralla se conservan porciones, se conoce su trazado y por ello sabemos que tenía un perímetro de unos 800 metros que guardaban un espacio interior de siete hectáreas. Defendía la población de apetencias señoriales extraña y era un símbolo de sus fueros. Se supone su construcción fue auspiciada por Alfonso X El Sabio cuando le concedió a la población el Fuero de Benavente hacia 1270, incorporando a él parte de la Carta Puebla de Alfonso IX. La población de la puebla se calcula llegaría a las 1.000 ó 1.500 personas


Al otro lado del puente y a la izquierda del edificio donde antaño estuvo el célebre Bar Ángel, sigue la mencionada calle Mercaderes, espacio extramuros donde se establecieron como hemos dicho muchos comerciantes tras el incendio de 1509. Poco más allá estaría la Puerta de la Villa, de la que también hablamos ya en su momento, y donde además de celebrarse ante ella, extramuros, los mercados, se reunía el conceyu vecinal y se administraba justicia. Una cuarta puerta, al otro lado de las murallas, era la del Castillo, cuyo gran torreón circular conservado es un símbolo de Llanes que estimamos muy conveniente conocer, así como los lugares que estamos mencionando y otros más del casco histórico


El derecho de vecindad estipulaba que para tener derecho a los privilegios y fueros otorgados a la población, así como para participar en los conceyos había que poblar una casa en el núcleo urbano o en su alfoz. De todas maneras los alfoceros o residentes en las aldeas de dicho alfoz, actual término del concejo de Llanes, aunque gozaban de los privilegios de carta puebla y foros bajo la autoridad de las mismas autoridades concejiles, tenían una relación de dependencia señorial respecto a la población intramuros, por lo que la muralla señalaba el territorio plenamente aforado 


A la izquierda de la calle Mercaderes: Las Marismas, barrio cuyo nombre recuerda los antiguos terrenos marismeños aquí existentes hace tiempo


Las galerías de Las Marismas miran al río. En este soberbio edificio fue mandado construir a finales del siglo XIX por el industrial Juan García Varela, siendo diseñado por Juan Sordo Mijares. En sus bajos, que miran atrás a la calle Mercaderes, tendría su sede el Banco Mercantil y, años después, la Ferretería Sobrado. Volvemos a leer a Morales Saro en La casa de galerías, un patrimonio definitorio de "las marinas" :
"Por su originalidad y adaptación al medio merece una consideración a parte la casa de galerías acristaladas, que mantiene su vigencia en la actualidad y ha llegado a constituir una imagen elocuente de la arquitectura litoral. 

Este tipo de viviendas, coexiste en los puertos actuales con edificios de aduanas, administrativos o lonjas, y fábricas conserveras todo ello valorable como conjuntos eclécticos, modernistas, racionalistas o de arquitectura industrial. 

En las últimas décadas aparecen además nuevas construcciones destinadas a equipamientos náuticos, museos y aulas de interpretación, y hostelería. 

La casa de galerías es fruto de una evolución en la que se renueva el elemento de apertura de fachadas que ya estaba presente en la arquitectura regionalista: el corredor o solana que aligeraba las fachadas y proporcionaba soleamiento. 

Los corredores o solanas proceden en Asturias de la influencia cántabra y se constatan en palacios y casonas a partir del siglo XVII. Pero el acristalamiento de amplias superficies exigió otra situación técnica y económica que no se produce hasta el siglo XIX y se afianza en el XX, en deuda con el abaratamiento y disponibilidad del vidrio. 

La casa de galerías responde a un concepto novedoso. Las galerías pueden llegar a ocupar todo el desarrollo horizontal y vertical hasta llegar a envolver prácticamente las fachadas. El material portante además de la tradicional madera, (preferida en los ejemplos regionalistas), fue la fundición de hierro y después de 1900 el cemento e incluso el ladrillo. Modernamente se hacen galerías en otros materiales que resisten mejor la corrosión, como aluminio lacado, PVC, maderas tratadas etc."

Prosigue Saro diciendo que, en esta cuestión de las galerías se plantearon contradicciones con las ordenanzas municipales que solían prohibir los cuerpos demasiado salientes y voladizos en las fachadas, sean vanos, frontales y hasta las escaleras exteriores o «patín» que era un elemento definitorio de la arquitectura popular de esta zona:

"A pesar de esto comenzaron a colocarse galerías acristaladas en casas ribereñas cada vez con mayor frecuencia. Contamos con frentes completos en muchos puertos. Destacar el conjunto de la Marisma y Ría del Carrocedo en Llanes, En Las Marismas, como en la plaza de las Barqueras y tramos iniciales de los muelles se fueron generalizando a lo largo del siglo XX mediante reformas para embellecer las fachadas y también para obtener ese soleamiento añadido, que en los puertos es además protección del viento y de la corrosión y facilidad para ver la entrada de los barcos o el estado de la mar. 

La sustitución de los corredores abiertos por galerías acristaladas fue progresiva, se acristalaron inicialmente pequeñas superficies, por ejemplo solo el paño central o se adosan en el piso superior. Con el tiempo la galería se amplía y tiene mayor protagonismo ocupando dos plantas o las fachadas completas. En las reformas se dejó un sistema mixto que consistía en dejar sin desmontar el primitivo corredor, que queda cerrado mediante vidrio, pero sin perder el antepecho de madera de su origen (...)

Las estructuras de madera de las galerías que siguen modelos tradicionales en las fachadas portuarias de Asturias, tienen acabados variados y no reglamentados, bien en color madera, o a tono con el resto de la carpintería de la casa, y se utilizó bastante el gris claro en los ejemplos que conservamos de mayor antigüedad. 

Si nos fijamos en las galerías acristalados de Llanes, y considerando en este caso solamente el borde portuario y las lindes de las antiguas marismas, quedan algunos testimonios muy interesantes y también se constata la presencia de nuevos conjuntos acristalados en los edificios modernos de los dos márgenes del puerto, algunos de finales del siglo XX e incluso del XXI. 

Se trata de un interesante patrimonio urbano que a pesar de no haber alcanzado el sentido unitario que tiene en el ejemplo gallego, y no haber encontrado protección u obligatoriedad en las ordenanzas municipales, sigue siendo del gusto de la clientela y de los arquitectos y por ello tiene un buen futuro"


Sobre el mismo Ríu Carrocéu o El Riveru, y donde ahora está el Paseo de las Marismas, se construyó en 1924 el Teatro Benavente, uno de los tres que existieron en Llanes, demolido en 1993. En Prospectos de cine de Paco Moncho leemos acerca de su historia:

"Teatro inaugurado en Llanes con el nombre del glorioso dramaturgo en fecha 28 agosto 1924, con la compañía dramática de María Palou que interpretó "¡Calla corazón!". A lo largo de aquellos tiempos por su escenario pasaron compañías de la categoria de Margarita Xirgu, María Guerrero-Pepe Romeu, Irene López Heredia, Bódalo-Zúffoli, la saga de los Calvo, y figuras del mundo del arte y del espectáculo como Pilar López, La Argentinita, Marienma, Regino Sáiz de la Maza, etc. Tres empresas rigieron los destinos de este coliseo: Bengoa-Montalban; Maruja Santos y, por último, Fernández-Elvira. 
Según cuenta José Bolado, el día 19 de marzo de 1931 se presentó el cine sonoro en Llanes. Fue con la película «¿Cual es la amada?» con Patsy Ruch Miller, Malcom McGregor y Eve Southern, con James Flood como director. Escenario el Teatro Benavente y las entradas costaban una peseta en general, 2,50 la butaca de anfiteatro, 2,50 el asiento de palco y cuatro pesetas la butaca de patio. A partir de este momento y hasta los años sesenta en que todavía se programan espectáculos, este teatro se convertiría en el centro de la vida social para varias generaciones de llaniscos. Estas actividades teatrales y Cinematográficas cesaron 39 años después, en junio de 1963. Permaneció como un barco varado una eternidad hasta ser demolido en 1993"

En su momento se planteó construir una losa que cubriese aquí el río y aprovechar el espacio, pero no parece casar bien con la legislación existente al respecto. R. González Noriega explaya también en su blog Renglones perdidos sus añoranzas por el viejo teatro:

"En El Puente los mocitos de ahora, el pelo erizado a colores, desfilan hasta el lugar de encuentro junto al muelle. Al otro lado de la ría con los prados de Tieves de fondo y un bosque de eucaliptos moteando el horizonte se levanta aquel magnífico Teatro Benavente que aguanta orgulloso el embate, a duras penas, del tiempo y del abandono. En su tejado "las gallinas del contramaestre" como decía el gran Remigio, engrasan con el pico su plumaje y lo secan al trémulo sol de mayo. Las hierbas también ascendieron a él seguramente queriendo ver la mar o a los vecinos. Porque es difícil para los que lo conocimos en su esplendor todavía no girar la cabeza y así humedecer nuestros ojos. Abajo, la puerta enrejada es como un rayado en el paisaje. Entorno los ojos para mejor recordar y aún veo la gente salir ya de noche comentando las escenas, abrochándose la gabardina y el abrigo y levantando el cuello al estilo del hampa. 
La rampa de bajada al cine, siempre será para mí el arquetipo de todos los teatros del mundo cuando leo un relato. El teatro y dos farolas que custodian la entrada desde el puente dan al lugar un halo de ensueño y misterio a la vez  

(...) Bien es cierto que los edificios ahora están arreglados y ganó en belleza la villa, pero perdió en antigüedad porque le falta el Benavente. El puente ganó en seguridad y amplitud. La gente puede sentarse un rato sobre los bancos metálicos a mirar las barcas, a comerse un helado de "Revuelta" o a leer "El Oriente", en lugar de hacerlo sobre la panda de piedra del viejo puente. Pero si miran al otro lado, verán el recorte del viejo Hospital de los Altares acicalado hoy y travestido en casa de contratación laboral moderna, "INEM" y los prados de Tieves. 
Tan sólo unos pocos podemos ver recortado el vacío producido por la silueta desparecida del viejo teatro llanisco. Algo del ayer desaparece con estos mudos testigos de piedra y teja"

Vemos las terrazas de El Campanu, uno de los restaurantes que encontramos recomendados por la Cofradía de Pescadores Santa Ana para comer buen pescado de la lonja llanisca. Hasta aquí, por La Calzada, llega El Cuetu, barrio del que se dice había antaño numerosos telares. Es el centro neurálgico de las fiestas de El Morru, que se extienden por El Riveru con sus famosas cucañas fluviales

Otra estupenda vista de la galería del edificio de El Siglo. Como nota curiosa hemos de añadir que en esta juguetería causó sensación una maqueta expuesta dedicada a las inacabables obras de la dársena local en el año 2011. De esta forma lo publicaba María Toraño para La Nueva España en el artículo: Las obras del puerto, un juego de niños:

"En un lateral del escaparate de la juguetería El Siglo se puede observar desde hace algún tiempo la obra reproducida con todo lujo de detalles. Por faltar no faltan ni los muros de refuerzo con los que se contienen desde el verano las continuas filtraciones de agua de mar que se cuelan por debajo del Fuerte y del barrio de La Moría. «Los modelos de maquinaria son los más parecidos a los de la obra», explica María Dolores Rodríguez, en referencia a los vehículos que no son más que reproducciones en juguete que ellos mismos venden. 
Se ven carrocetas, excavadoras y grúas naranjas. Más allá del dique artificial están los barcos pesqueros y al otro lado asoman las bombas que extraen el agua de la dársena para permitir trabajar en seco. También se aprecia bien grande el cartel azul con el nombre de la empresa constructora en letras blancas y el enorme cubo luminoso que iba destinado a punto de información turística y al final se quedó en adorno. Con esta descripción, casi cualquier llanisco o visitante habitual de la villa diría que se está hablando de las obas del puerto. Pero sólo acertarían en parte, ya que a la descomunal intervención le ha salido competencia en miniatura 
Rodríguez es la responsable de la idea y encargada de ir moviendo el escenario, porque si la obra real evoluciona, el escaparate del establecimiento también. «Pusimos una grúa enorme para simular el rescate de la pala que se cayó al agua», asegura en referencia al incidente ocurrido a mediados de enero. La idea es «seguir ampliándolo» y el próximo paso será añadir «la compuerta en cuanto la coloquen», afirma Rodríguez, quien reconoce que lo pasan «muy bien montando el escaparate, aunque también lleva muchísimo tiempo», dado el nivel de los detalles"

Pese a su importancia durante siglos, la decadencia del puerto de Llanes comenzaría en el siglo XVII con el final de los balleneros al extinguirse prácticamente los cetáceos de las costas cantábricas. Se sabe que los armadores llaniscos salían a la ballena en compañía de los vizcaínos, pagando a la Iglesia como diezmo y según inmemorial costumbre un ala de cada ballena pescada

Lo cierto es que, desde los fueros de Alfonso IX hubo establecido un derecho de que el monasterio de Valdediós (Villaviciosa) tuviese de este puerto derecho a la décima parte de sus portazgos, y otro tanto pasaba con un tributo en sal. Esto fue confirmándose por todos los reyes posteriores hasta nada menos que 1827. A pesar de ser villas de dependencia directa de la corona los monarcas querrán siempre tener buena disposición con los monasterios más importantes y las órdenes religiosas en ellos establecidas. Leemos en la página de la Cofradía de Pescadores Santa Ana este artículo extraído de El Oriente de Asturias:

"Mucha es la documentación que existe de las relaciones de Llanes con el Real Monasterio de Santa María de Valdediós. El origen y la causa son los interminables pleitos a consecuencia de que el Monasterio poseyera sobre el puerto el derecho a la décima parte de su portazgo. 
A lo que hay que añadir el tributo anual de la sal, el cual, también por privilegio de Alfonso IX, confirmado por Alfonso XI, obligaba a todos los puertos del litoral asturiano, entre los que se encontraba el de Llanes por derecho propio, a entregar al Monasterio de Valdediós, para homenaje y sustento y manutención de los monjes,“treinta fanegas de sal y 28 fanegas de cada embarcación de sal que entrara en los puertos de Asturias”. 
Posteriormente, todos los reyes lo confirmaron, haciéndolo Carlos I en el año 1531.  
La carga no debía ser muy llevadera, como lo acredita que tanto Fernán Duque de Estrada como los mareantes y vecinos de Llanes se volvieran remisos al tributo. Ante tal insumisión se decretó en 1557 la obligatoriedad judicialmente, y continuó  vigente en tiempos de Felipe II a pesar de incorporarse las salinas al Real Patrimonio. 
Pocos años después (1574), se inician varias campañas para evitar el tributo, por lo que el Monasterio recurre a la Correduría Mayor de Hacienda. 
Sin embargo, no será declarado abolido el privilegio hasta 1827. 
Las cuentas y las noticias del tributo llanisco son suficientes para acercarnos al movimiento portuario de la villa y a la importancia de su comercio y pesca, constando una vez más el florecimiento económico que nuestro puerto gozaba en aquellos tiempos"

Francisco Mijares en su Monografía Geográfico-histórica del concejo de Llanes, publicada en 1904, afirma que el Gremio de Mareantes era del siglo XIII y que los marineros locales habían disputado en Holanda el premio a los mejores arponeros, armando lanchas de altura, buques de pequeño porte y barcos de cruz para cazarlas. Había además una Casa delas Ballenas para despiezarlas y en los siglos XV y XVI se pagaban multas al Ayuntamiento en grasa de ballena "para alumbrar al Santísimo".  Marta Álvarez Carballo cuenta también la historia del puerto en El impulso constructivo del regimiento de Llanes durante el siglo XVI:

"Con anterioridad a la construcción del muelle durante la segunda mitad del siglo XVI, la costa llanisca había sido definida por L. Vital como la más peligrosa desde Asturias hasta Vizcaya. Por ello, los continuos peligros a que se veían sometidas las naves que intentaban alcanzar su puerto motivaron la creación de una estructura portuaria segura en el margen derecho de la ría, en la zona conocida como San Antón. 

Las gestiones oportunas debieron iniciarse poco antes de 1552, pues en agosto de ese año Carlos V envió al corregidor del Principado una Real Provisión en la que explicaba que los vecinos de la villa de Llanes habían solicitado licencia para poner sisa en algunos de los productos que entrasen por su puerto con la finalidad de recaudar la suma necesaria para edificar un cay y abonar las deudas pendientes con ciertos maestros de cantería. Los primeros trabajos no debieron demorarse mucho, puesto que el 2 de abril de 1555 el concejo, justicia y regimiento, firmaron un contrato con el cantero guipuzcoano Pedro de Ornieta, maestre de los hedeficios de cae y muelle, responsable de su traza e incluso de la fábrica de una grúa, empleada para instalar los grandes bloques de piedra perdida. A partir de las informaciones que brinda el texto, es posible fijar el inicio de las obras entre los años 1552 y 1555, puesto que en el mismo se recoge que la obra estaba comenzada.

Las condiciones pactadas fueron las siguientes: Ornieta debía comenzar la obra del muelle por la parte interior del mismo; cortar y labrar las piedras de manera que no dificultasen el amarre de navíos durante la bajamar; se establecieron las medidas de la estructura: la altura sería la misma que la de la cabeza del muelle y la anchura de seis codos. También se acordó que construyese dos escaleras para facilitar el acceso, una al comienzo del muelle y otra, de buenos pasos, en su parte final. Por último, se estipuló que el cay debía tener, en su parte alta, cuatro mármoles para amarre de las naves. Asimismo, en 1556, el concejo concertó con el maestro el lugar dónde debía rematarse la cabeza del cay, caída poco tiempo atrás, y disponer la cimentación, realizada mediante el procedimiento de la piedra perdida.

 La ausencia de documentación alusiva al maestro Ornieta impide establecer la fecha a partir de la cual se hizo cargo de las obras Toribio Gutierrez, cantero natural de Hontoria (Llanes), documentado al frente de las mismas desde 1596. En esa fecha se le hizo un requerimiento para que concluyese los trabajos, recibiendo, cinco años después, 530 reales por sus servicios. Las obras, continuas durante la segunda mitad del siglo, finalizaron en 1606. El resultado de esta ingente empresa edilicia fue la construcción de un muelle de 82 metros de longitud, 7,5 de ancho y 3 de alto, capaz de canalizar el creciente flujo circulatorio y comercial experimentado por la villa. Además, para proteger la entrada a puerto, se levantó en La Moria un baluarte defensivo conocido como la Casa del Rey, fuertemente parapetado, cuya construcción debe situarse entre los años 1572 y 1573. El puerto de Llanes contó con otra estructura complementaria de defensa, la trinchera de San Antón, emplazada en el margen derecho del Ribero, próxima a la capilla homónima pero, atendiendo a su omisión en las fuentes documentales hasta los años veinte del siglo XVII, es probable que fuese edificada con posterioridad al fuerte"

El comercio portuario era fundamental: se importaba la preciada sal, granos y vino, que eran más baratos de traer por mar que por vía terrestre, así como paños, manufacturas y artículos suntuarios, que además de satisfacer la demanda local se transportaban al interior, traspasando los puertos, a la meseta, si bien la formidable barrera de los Picos de Europa podía hacer duro y poco rentable ese comercio, hecho en recuas de mulas de arrieros. Por otra parte se exportaba pescado salado o seco seco, madera, salazones de carne, fruta, manteca y otras materias primas y artesanía. Muchas mujeres trabajaban en las salazoneras que había en ambas márgenes de El Riveru

Llanes tenía una importante actividad comercial con otros puertos asturianos y del litoral Cantábrico, así como de toda la fachada Atlántica europea (portugueses, franceses, ingleses y flamencos), así como del Mediterráneo, tal es así que llegó a haber ciertos trasvases de población. Al mismo tiempo, cuando se estaba en guerra con esos países,  Llanes estuvo expuesto a ataques de corsarios y flotas enemigas

Al menos desde 1523 se tienen noticias seguras de pescadores llaniscos que llegaban hasta Irlanda en sus singladuras. En 1528 algunos fueron hostigados, junto con sus homólogos de Viveiro, por naves inglesas y francesas en 1528, siendo varios apresados, por lo que algunos de ellos, como Alonso Hernández de Ribero, Juan de Nieto, Juan de Ribero, Gutiérrez González y Diego García, solicitaron al rey la patente de corso, es decir, hacerse también corsarios, llegando a tomar por la fuerza al navío inglés Cristo de Southampton. En 1558 se armaron milicias para defensa del puerto y costas, en 1574 se artilló el puerto: se tienen noticias de ataques repelidos en 1635, 1639 y 1683, año en que tres navíos franceses intentaron desembarcar en este puerto

En el siglo XVIII salían de Llanes navíos cargados de naranjas, limones, nueces, avellanas, castañas y cal, trayendo de regreso telas, quincalla, loza, vino de Ribadavia, aceite, etc. En el s. XIX pescados frescos y salazones, agrios, nueces, madera, carbón vegetal y otros artículos, mientras se seguía importando aceite, sal y grano, llegando productos coloniales, hierro y ropa. Pero en ese siglo ya se manifestaba la imperiosa necesidad de mejorar notablemente el puerto, la Reivindicación histórica de los llaniscos la llama Guillermo F. Buergo en su artículo de El Comercio del 27-1-2013: 

"Acondicionar el puerto de Llanes fue una reivindicación histórica de los marineros llaniscos y el principal anhelo de los modernos pescadores deportivos. A marea baja, sucesivas generaciones de lugareños contemplaron impávidos a los barcos varados en la Dársena y el Sablín. A lo largo del siglo XIX cualquier político que se acercaba a Llanes en busca de un sillón en el Senado o el Congreso de los Diputados, traía como principal promesa electoral la remodelación definitiva del puerto de Llanes. Una vez obtenido el puesto, el compromiso electoral terminaba diluyéndose en las oficinas del Ministerio de Fomento. Por fin, desde hace un año, las aguas cubren completamente la rada. Existen testimonios escritos de la actividad portuaria en Llanes desde el siglo XIII, pero la primera instancia del Ayuntamiento de Llanes, dirigida al Ministerio de Marina solicitando la reparación de los muelles del puerto, data del 13 de febrero de 1827. El 9 de marzo de ese año se elaboró un informe para «reparos radicales en la estrechísima entrada del puerto», que recogía un presupuesto de obras de 1819 por importe de 341.999 reales de vellón. 
El estudio de 1819 no veía viable ni necesario invertir en el puerto de Llanes por tres razones: «Llanes y Cabrales carecen de producciones dignas de exportación; los barcos matriculados son pocos; Llanes se ubica entre Ribadesella y San Vicente de la Barquera, lugares más capaces y con caminos abiertos para la exportación». Y como detalle económico de gran relevancia se explicaba que «los llaniscos sufren importantes contribuciones y gravámenes, por lo que sería imposible imponer un nuevo arbitrio». 
Por todo ello, la petición del Ayuntamiento de 1827 llevó a cerrar el expediente «por ser insuficientes las medidas propuestas», a pesar de que se había rebajado el presupuesto a 180.000 reales. Entre 1833 y 1861, otros seis intentos de remodelar el puerto de Llanes resultaron infructuosos. 
Una nueva petición del Ayuntamiento, mejor fundamentada, se produce el 19 de septiembre de 1872. La necesidad de las obras de remodelación se apoyó en tres mejoras: «Para la entrada y salida del puerto; para el abrigo de los barcos que lo frecuentan y para facilitar la carga y descarga en los muelles interiores». La contestación de los técnicos volvió a ser demoledora para las aspiraciones llaniscas: «La decadencia de la pesca no se debe al estado del puerto; Llanes carece de las condiciones naturales de Ribadesella y San Vicente para ofrecer refugio a los barcos, y la carretera Torrelavega-Ribadesella y la del Pontón, dan mejores servicios a cualquier otro puerto del litoral que al de Llanes». 
En esas condiciones se llega al siglo XX. En marzo de 1900 se inician las obras del espigón de la Osa, conocido como la Barra, pero nueve meses más tarde el temporal destruye la obra de cimentación. El 25 de junio de 1901, por Real Orden, se desestima la construcción del muelle de la Osa porque «sería dudoso el éxito, dadas las circunstancias y condiciones de emplazamiento. El Estado no debe comprometerse en obras tan costosas dada la escasa importancia comercial de Llanes». La obra contaba con un presupuesto de 1.256.239 de pesetas y se iba a realizar en «grandes cajones asentados a cinco metros por debajo del nivel del mar sobre la escollera natural, defendida del exterior por un manto de bloques artificiales que recibirán el primer choque de la ola». 
Los llaniscos, y los políticos de la nueva hornada, debieron resultar pesadísimos para los ministros de Fomento de turno y en octubre de 1931 se inició la construcción del espigón de la Osa. A pesar de que un informe de 28 de octubre de 1924 explicaba que «el muelle de la Osa no dará al puerto de Llanes carácter de refugio, pero beneficiará la posibilidad de ofrecer entrada a los barcos y mejorar las condiciones como puerto pesquero». 
Así estuvo el puerto de Llanes hasta la remodelación de 1993 que, por fin, dejó a la infraestructura cumpliendo la doble función de ensenada útil para la pesca y el refugio. Además, los bloques de hormigón fueron aprovechados por las brochas y pinceles de Agustín Ibarrola con el fin de llevar el nombre de Llanes por los cinco continentes y atraer a miles de visitantes. 
En febrero de 2012 se entregaban las obras del puerto deportivo, ejecutadas por la empresa Sato con un coste de 3,7 millones de euros, aunque el presupuesto de licitación previsto por el Principado de Asturias era de 5,4 millones. Parecía que los sueños de ocho siglos se habían hecho realidad pero la rotura, el pasado martes, de los hidráulicos del cierre de la compuerta traían a la actualidad las palabras de Laurent Vital, cronista de Carlos I, cuando visitó la villa el día 26 de septiembre de 1517:
«El puerto de Llanes está situado a un tiro de ballesta cerca de la mar, la cual llega por una entrada muy peligrosa hasta dentro de la villa y bate incesantemente contra las rocas, que son altas en sumo grado, pareciendo que es una sima del infierno por el ruido del agua, la cual salta continuamente más alto que una lanza a causa de las grandes olas que allí se encuentran y redoblan contra aquellas rocas cavadas y partidas en grandes hoyos. Y cuando esos hoyos están llenos, entonces vuelve a salir fuera, saltando, espumando y subiendo tan impetuosamente que apenas si se oye uno a otro gritar, no hablar. Lo que es una cosa horrorosa y espantosa de ver y oír. Y cuando hace tiempo rudo es muy peligroso para los barcos entrar en esta villa y también salir».

Efectivamente Carlos I de España venía con su séquito por este mismo camino real en dirección inversa a nosotros, fue agasajado al llegar ya anochecido y entrar por la Puerta de la Villa con algarada popular, procesión religiosa, calles alfombradas de hierba y casas engalanadas con ramos. Durmió en la casa de Juan Pariente de la calle Mayor  (no sin antes ser obsequiado por la nobleza local con vino, pan y carne) y, al día siguiente y por ser domingo, acudió con su séquito a misa en la parroquial y seguidamente presidió una corrida de toros en su honor. Simbólicamente esta fugaz y casi inesperada visita imperial (una tormenta alejó a su flota procedente de Flandes de su destino en Santander, acabando Tazones y Villaviciosa), viene a poner fin a la Edad Media en Llanes

Al otro lado del puente, en este caserón estaba antiguamente el bar de Casa Ángel. Por entonces no tenía este aspecto, con buenos balcones y amplias ventanas. Se trataba de un verdadero refugio de pescadores contra las inclemencias meteorológicas cuando en invierno no se podía faenar. Estaban a su frente Ángel Gutiérrez Cibrián, una persona de gran memoria y con soluciones para todo, según la gran cronista Maiche Perela Beaumont, y junto con él su mujer Josefa García Llerando "afable y comunicativa":

"En casa Ángel se escuchaban a los viejos pescadores contar aventuras de cuando andaban a remo y hacían singladuras hasta las playas de pesca de la Blancona y Abascal, donde solían coger langostas, congrio y mero. 
También, eran habituales en aquellos días en tierra los juegos de mesa, sobre todo la subasta y prácticamente todos los pescadores conocían los entresijos de este juego"

De la antigua Casa Ángel rememora esta escena costumbrista y marinera Higinio del Río en Llanes y su cofradía: marinería de raza:

"La zona del Muelle era un retablo digno de Sebastián Miranda, un friso con héroes de mahón, cincelados por el nordeste, y colores impregnados de olor al Riveru y a pulientas. En las mesas de mármol de “Casa Ángel”, los marineros hacían a lápiz las cuentas de las soldadas; “Petete” Sobrino (hijo de Vicente, el peluqueru), que era un gran artista, dibujaba en una mesa de al lado billetes de cien pesetas que parecían de verdad; en la barra del bar, cuando “Planché” oía a algún fulero una trola muy gorda, se quitaba la boina y se la calaba significativamente al revés, como diciendo: “¡Ésa te la fallo, amigu!”; y la simpática Elisa “la Colilla” contaba sus cosas a los que se cruzaban en su camino: “Pues cuando me dieron el alta en el Hospital y pasé por el Puente Cagalín, chacha, caí y por pocu rompo la castaña”...

Sí se conserva en la fachada el viejo blasón familiar de la antigua estirpe que fundó e hizo construir este caserón, siglos atrás, si bien en un lugar diferente al original, pues ahora está muy centrado en medio de la fachada y antes, según fotos antiguas, más a la izquierda y cercano a la esquina de la calle Mercaderes

En el escudo un castillo con un águila encima representa a la antigua Tierra de Aguilar, que era el territorio del actual concejo de Llanes, gobernado por un representante del rey desde esa fortaleza, la de Soberrón, situado en un espolón de la falda norte de la Sierra de Cuera, unos kilómetros más al sur, hasta que con la creación de la puebla llanisca ese centro administrativo pasó a la naciente población, a la que también acudió a establecerse prontamente la vieja nobleza rural abandonando sus lúgubres y fríos castillos pero mostrándolos siempre como emblema de su linaje. Además de los apellidos correspondientes se lee la fecha de 1610

A la izquierda de Casa Ángel y a la derecha de la calle Mercaderes una prestigiosa pastelería, El Fito, cuya historia recogemos de su página:

"La actividad de las confiterías El Fito, Ortegal y Guirlache comienza a mediados de la década de los 60 cuando José Otero, casado con Juani Martín, decide abrir en El Fito la primera de las confiterías, que más tarde, darían lugar a la empresa actual, con tres confiterías, obrador propio, y chocolatería también con obrador propio.  
En un principio, no teniendo obrador, es otro confitero el proveedor, y aunque el local es muy pequeño, está ubicado en el centro de Llanes, y esto y el buen hacer de quienes lo trabajan, lleva al negocio a buen puerto.   
Tanto es así que en el año 1977, la segunda generación, los hermanos Mª Elisa, Alfredo y Pepe, deciden crear una nueva empresa, abriendo una nueva confitería: Ortegal, cercana a El Fito, y deciden instalar obrador propio en El Cuetu.    
Día a día se va viendo el éxito de los productos y la apreciación de la clientela a la calidad e innovación constante de los mismos, permitiendo consolidar la empresa.    
La incorporación de una nueva generación al negocio permite abrir una nueva confitería: Guirlache, en el año 2000.    
Llegamos, con más de 40 años de profesión, al año 2018. La empresa compra en junio de ese año el obrador de chocolate Monte Naranco, por jubilación de su anterior dueño, que ha estado surtiendo a muchas de las más afamadas confiterías de Asturias durante años.   
Se reforma Guirlache para dar cabida a esta nueva experiencia, y se pone en marcha la industria del chocolate con enorme éxito. También en este año, se nos invita a confeccionar el postre para la cena de SS. MM. los Reyes de España, con motivo de los premios Princesa de Asturias, con un éxito extraordinario"


En Casa Ángel abrió sus puertas en 1968 otro bar, Los Candiles. También aquí cedemos la palabra a Higinio del Río Pérez cuando escribe Hosteleros al pie del cañón en La Nueva España el 22-8-2008: 
"Manolo «Candiles» (Manuel Fernández Sañudo), propietario del bar Los Candiles de Llanes durante los años setenta del pasado siglo, no se andaba con bromas cuando invadían sus dominios clientes indeseables. El carácter y la personalidad de aquel hombre singular dieron mucho juego y están asociados al anecdotario antológico de la hostelería local. 
Su acreditado restaurante (antigua Casa Ángel, que había pertenecido a Ángel Gutiérrez Cibrián, armador y ex concejal del Consistorio republicano en 1934-1935) tenía la mejor terraza de Llanes, frente al puente y a pocos metros del teatro Benavente. Una tarde plácida de aquellos plácidos estíos de entonces se le sentaron a una de las mesas dos parejas de turistas de mediana edad y allá salió en mandil el buen Candiles, como un cohete. 
-Buenas. Ustedes me dirán. ¿Qué ponemos? 
-Nada, buen hombre, muchas gracias. Es que venimos de hacer un paseíto desde la playa de Toró, sabe usté, y nos hemos sentao un momentito a descansar, si a usté no le importa, que aquí se está muy bien? 
Candiles empezó a calentarse y casi a echar humo por las orejas. Por enésima vez, el destino ponía a prueba su frágil paciencia. Depositó la bandeja en el suelo, cogió en volandas la mesa, la llevó al borde del muelle y la arrojó al agua, ante los ojos horrorizados de los forasteros. «¡Mesa que no produce a la puta ría!», exclamó y se volvió a meter en el bar. 
El porcentaje de malos turistas -habitualmente pequeño, pero que nunca falta en la estadística- se está manifestando ahora en una desconcertante y creciente proporción y es seguro que resultaría demasiado para la baqueteada adrenalina de Candiles. La casuística de la que fue testigo él empezaba en su época a ser puñetera, ciertamente, pero era todavía «pecata minuta». Candiles, que supo dar respuesta a los desafíos de su tiempo, hoy se aceleraría al máximo en pleno paisaje de la desaceleración. De haberle tocado vivir en 2008, habría lanzado este verano al «riberu» más de una mesa, dadas las cosas tan raras que se están viendo. 
Queríamos tres menús -pedían el otro día seis turistas que iban juntos. 
-¿Tres o seis? -preguntó el escaldado camarero. 
-No, no, tío. Ponnos tres, si haces el favor, tío. 
En otro sitio, una familia devoraba a mil por hora dos raciones de parrochas. Daba gusto verlos comer. Casi no dejaron ni las raspas. A los postres, se levantó el «pater familias», con la dignidad de un jefe apache y se dirigió a la barra. 
-¿Usté es el encargao? 
-Sí. A su disposición -le contesta el chigrero. 
-Pues mire lo que le digo: el pescao estaba pasao. Era una mierda y olía fatal. Así que ya pue usté rezar pa que no nos haga daño. Como se me pongan malos los niños le cae a usté er pelo? 
Pero para picaresca de mérito, he aquí la que se verificó en una terraza de la calle Manuel Cue: dos hombres eligen entre el menú fabada que te crio. Cuando acaban con ella, el camarero retira los platos y regresa, instantes después, con los segundos. «¡La madre que me parió! ¿Pero no había aquí unos señores ahora mismo?», dice el mozo, alucinado, al llegar a la mesa y comprobar que los caballeros se habían evaporado y que habían sido reemplazados por dos mujeres. 
-Eran nuestros maridos, que tuvieron que irse, verdá usté? Si no le importa, seguimos nosotras con el menú y luego nos pasa la cuenta"

Pasamos el puente y algunos peregrinos se encuentran con un dilema, seguir de frente y atravesar Llanes por la calle Mercaderes ya directamente hacia La Puerta la Villa, San Roque y el Ayuntamiento o adentrarnos antes en las callejuelas de su casco histórico yendo a la derecha, como recomendamos y vamos a hacer nosotros y como parece indicar la concha


Es una opción estupenda para conocer cosas y lugares que van a merecer la pena en Llanes. Pero no sin antes decir que, a la izquierda de la calle Mercaderes, después del bajo donde estuvieron el citado Banco Mercantil y la Ferretería Sobrado, en el segundo edificio a la izquierda, hay otra célebre buena confitería: Casa Vega, fundada en 1890. También en su página web hallamos su historia:
"Fue en 1890 cuando se fundó como pastelería, a partir de 1950 pasó a llamarse «Confitería Vega».
Desde entonces,  ya somos la tercera generación mimando la artesanía, conservando las fórmulas de siempre y, a la vez, poniéndonos al día con nuevas ideas; siempre con productos de primera calidad.

Descubra nuestras especialidades pasteleras y nuestros dulces de temporada, elaborados con materias primas de primer orden, seleccionadas siguiendo un riguroso proceso, asegurándonos que lleve a Confitería Vega a una imagen relacionada con las mas alta calidad pastelera"

A  Higinio Sánchez Manéndez, Genín El Confiteru, realiza Higinio del Río este precioso retrato:

"Genín (Llanes, 1940) e unu de los grandes confiteros que vien dando Llanes a lo largu de la historia. Como el difuntu Quico Pérez Guitián, otru grande entre los grandes (De toda la vida, una de las cosas que distingue a Llanes es la buena confitería, cuyos fundamentos quedaron bien establecidos desde finales del siglu XIX por gente como Nachón, Pachín, Bengoa, Parás y Abelardo, por poner sólu cinco ejemplos).
Genín había estudiáu en La Arquera, pero pocu tiempu. Solu hasta las 11 o los 12 años, porque enseguida se puso a trabajar en la confitería Vega, onde permaneció unos cinco años.
Marchó pa Venezuela y estuvo allí desde 1957 hasta 1973. En Caracas. Siempre de confiteru. Muchu trabaju y mucha calidad en el trabaju que jacía.
Jiyu de Eugenio Sánchez Fernández, de Meré, y de Maruja Menéndez Vallina (hermana de Cosme y de Juan, de la familia de los Lechuga).
Hermanu de René (ya fallecida) y de María Luisa, que lleva años viviendo en los Estados Unidos.
Genín tá casáu con Rita Revuelta Fernández. El matrimoniu tien una jiya, María Eugenia.
Siempre generosu. Siempre atentu. Apreciáu por todos. E una suerte tener a Genín y a los suyos de vecinos"


Y haciendo caso a la concha, que realmente no es direccional y debería ir acompañada de una flecha amarilla, según la normativa señalética del Consejo Jacobeo, vamos a tomar la calle del Muelle, donde ahora el Restaurante Uría es como se llama desde marzo de 1977 lo que fue Los Candilones y antes Casa Ángel. Está regentado por Manuel Batalla Lolito y su esposa Marisa Uría, que galardonados con el Premio de Turismo 2010 dice de ellos Guillermo F. Buergo de El Comercio:
"Manuel Batalla 'Lolito' y su esposa Marisa Uría están al frente del llanisco bar-restaurante Uría desde marzo de 1977. Batalla fue repartidor de periódicos, pastelero, repostero y jefe de cocina durante doce años en el hotel San Ángel. Trabajador infatigable, no duda en comentar que lleva 33 años «llegando al negocio a las cinco de la mañana y marchando a la una de la madrugada». Son padres de tres hijos, trabajadores en el negocio familiar, y tienen seis nietos.

Y cómo no, en Mis personajes favoritos de Higinio del Río, este también habla así de ellos:
"Manuel Batalla Gómez, a quien todos llamamos Lolito o Lolo, es hijo de Ángel Batalla Bustillo (Chaval) y sobrino, por parte del padre, de Ramón (“Camará”), de Martín (“Pitito”), de Ricardo (“Manzano”, que fue comisario del Ejército de la República en la Guerra Civil), de Nati (“la Raposa”) y de Silvestre Batalla Bustillo, que fue guardameta del Club Deportivo Llanes. 
Tiene una hoja de servicios envidiable. Había empezado vendiendo periódicos en la Estación; luego fue confitero con Julio Bengoa (en lo que hoy es la confitería Vega), y después de hacer la mili, sobre 1962, entró a trabajar en el San Ángel, donde estaba de encargado Óscar Muñiz. En ese hotel situado en El Peral, Colombres, Lolito permanecería doce años. No era raro que, de la que llegaba a trabajar, la Guardia Civil le echaba el alto y le pedía que le mostrase el carné. Era por cuestiones de seguridad, porque en el San Ángel solía alojarse mucha “gente gorda”, como decimos en Llanes: ministros del Régimen, como Manuel Fraga Iribarne, Carlos Arias Navarro o Gregorio López Bravo, que llegaban al oriente asturiano a la pesca del salmón.

Lolito está casado con Marisa Uría Pernía, de La Franca, con la que forma un gran equipo profesional, honesto y trabajador, dentro de la hostelería llanisca, junto a sus hijos, Marisa, Susana y Joaquín (Quini), en el acreditado restaurante Uría. Están rodeados de nietos y biznietos y forman una familia muy querida entre nosotros. 
El traspaso del bar que regentan frente al Puente de la villa lo habían cogido en 1977. Se trata de un establecimiento que había puesto en marcha, décadas atrás, un importante armador de los años treinta: Ángel Gutiérrez Cibrián, concejal durante un breve tiempo en el Ayuntamiento de la Segunda República. Se llamaba “Casa Ángel”. Después, lo tuvieron Manolo Candiles, Manolo el del Campanu y los hermanos Del Río (con la Nena a la cabeza), sucesivamente, antes de que lo cogieran Lolito y Marisa. El Uría respira barcelonismo y sportinguismo. Allí se reúne, como en un cine-fórum, un grupo de fieles aficionados al fútbol para ver, rumiar y discutir amigablemente los partidos que da la tele, mientras pasan a su lado los camareros llevando a las mesas de los comensales apetitosos platos de paella, rabas, xáragos o chuletones de ternera"

Seguidamente, el Bar Colón, restaurante y sidrería de la lista de los emblemáticos de Llanes, y a su cargo, otro personaje llaniscuJuan Ángel Rodríguez Díaz, y con él otra biografía perfecta para del Río y para nosotros:

"Juan (Gijón, 1975) e muy joven, pero desde 2005 lleva' l timón d' unu de los grandes establecimientos hosteleros de Llanes: EL BAR COLÓN.
Jiyu de Leonardo y de Juana María. Tien un hermanu, Rafael. 
Por parte de la madre, e nietu de Juan Díaz Lledías, de Riucaliente, que había cogidu El Colón en 1952 y estaba casáu con María José Castaño Larea, de la parte de Arriondas.
Al Colón íbamos de críos a ver la tele (en las casas de los probes no había tele, y eso era lo que ganábamos). Nos dejaba Juan sentanos en la primera fila, que era como el patiu de butacas de nuestru cinema Paradiso. Veíamos "Superagente 86", "Viaje al fondo del mar", "Bonanza" y "Rumbo a lo desconocido", que nos daba muchu miedu.
 
Con los pies en el suelu, Juan, el nietu de Juan, tá dando continuidad al negociu, que d' eso se trata, Lo jaz con criterios de modernidad, con conocimientu del márketing y del percal. Jizo una reforma absoluta del local y de la terraza, y e un emprendedor que siempre está dando-i vueltas a la cabeza pa mejorar el negociu. E un valiente con ideas y con iniciativa. Siempre colaborando y poniendo el huevu en lo que beneficie a la buena imagen de Llanes. 
Aficionáu al deporte (automovilismo, vespas, bicicleta), Juan entra juntu a otros establecimientos en el patrociniu de muchas cosas, sobre todo en lo que tien que ver con el deporte base: CD Llanes, Voleybol "Playas de Llanes", Club Ciclismo Altitud, trofeu de los Rallies, trofeos de golf..."

Como hemos dicho, entre el Bar Colón y el siguiente edificio está la calle Manuel Cué, dedicada al indiano fundador en 1900 del colegio de L'Arquera. Esta calle constituía la entrada a Llanes por el este a través de la Puerta del Llegar, desaparecida como este sector de la muralla o cerca sobre cuyos cimientos se construirían estas casas


Al otro lado Las Barqueras, donde estaban aquellas célebres barquerías que le dieron nombre y desde las que arribaban a dicha puerta las barcas de la otra orilla hasta la construcción del puente. Por esa calle, Marqués de Canillejas, se extienden los puestos del mercado semanal. Antaño y dado el volumen de pesca de tiempos pasados, había en esta calle varias fábricas de conservas, salazón y escabeche, como la de Domingo Hernández, La Llanisquina de Antonio Maya Conde y la de Rafael Balán, pero La Llanisca, de Conde y Teresa, sería sin duda la más importante, fundada en 1914, al estallar la I Guerra Mundial, Volvemos de nuevo a del Río Pérez en Conservas con destino al frente para que nos cuente de ella y de lo que supuso:
"En 1914, en pleno conflicto desencadenado a raíz del asesinato del archiduque Francisco Fernando, la fábrica “La Llanisca”, fundada por José Conde Rodríguez (Burguillos del Cerro, Badajoz, 1876-Vibaño, Llanes, 1953), y dedicada “a beneficiar bonito y sardina y a toda clase de salazón de anchoa”, era pionera en la elaboración y comercialización de latas de filetes de anchoas en aceite de oliva. Una exquisitez. Sus productos (sobre todo las sardinas en aceite) se exportaban a Francia e Italia, y eran consumidos por los soldados en el frente. Las latas de anchoas, presentadas con un envoltorio de artística litografía, a modo de bombones de lujo o de inalcanzables perfumes, entraban en los lotes a exportar, pero probablemente iban a destinos de la retaguardia, lejos de las trincheras de barro y sangre. Acaso, al “Maxim’s” de París. O, tal vez, incluso, a la mesa de los estadistas firmantes en Versalles del tratado de paz que ponía fin a la Primera Guerra Mundial. 
El fundador de “La Llanisca” se había establecido en Llanes en 1909, tras haber dirigido empresas de conservas en Santoña, Lastres y Comillas. En 1911 se ubicó, provisionalmente, en un edificio a la entrada de la calle Mayor, donde luego estaría el hotel “Crumar”, y pronto pasaría a ocupar un amplio inmueble en el Barrio Bustillo. En el proyecto le acompañarían como socios Vicente Pedregal Galguera (alcalde de Llanes entre junio de 1917 y enero de 1918) y, sobre todo, Gabriel Teresa Robles (que en octubre de 1934 sería nombrado alcalde por la autoridad militar, como consecuencia de los hechos revolucionarios de Asturias).  
La fábrica hizo posible el reparto de bastantes jornales, algo que en el Llanes de hoy sería una auténtica bendición. En la planta baja se había instalado una caldera de vapor y un cocedero de procedencia vizcaína, y allí se salaba y preparaba la pesca, mientras que en el primer piso estaban la oficina, el almacén y salas para armar y soldar las latas.   
Conde aportó a la economía del lugar un dinamismo inusual. Contribuyó a modernizar la flota pesquera (construyó embarcaciones como “La Dolores”, “Don Tomás I” y “Don Tomás II”), y por iniciativa suya se crearía una lonja. Era en la villa todo un personaje, sin duda, como lo fueron también otros muchos impulsores de fábricas de conserva"

Al fondo, en la calle Tomás Gutiérrez Herrero, estuvo la fábrica de conservas de Ángel Gutiérrez, cerca del Campu'l Gatu. También el mencionado industrial Juan García Varela fundó en 1904 una industria salazonera y escabechera en San Antón, así como el dueño del bar Casa Ángel y otros muchos:
"Antonio Blanco Junco, comerciante (que se anunciaba con el eslogan “Esta casa da el peso completo”), banquero, dueño de una fábrica de escabeches y promotor de la construcción del “Salón Moderno” en los años 20; Felipe González Hernández, el peluquero de “La Higiénica” y antiguo tesorero del comité local del Partido Republicano Liberal Demócrata de Melquiades Álvarez; Cayetano Rubín de Celis, fugaz alcalde tras la entrada de los nacionales en septiembre de 1937 y ameno cronista del tiempo pasado; Ángel Gutiérrez Cibrián, dueño del popular restaurante “Casa Ángel” (hoy, Bar Uría), concejal en la Segunda República y armador, con fábrica de salazón en Cimadevilla; el italiano Alfonso Cimino Romeo, Francisco García Llerandi… En 1933, este sector llegó a contar en Llanes con catorce empresas, que en conjunto daban trabajo a más de trescientas personas, según ha estudiado el investigador Manuel Ramón Rodríguez, máximo experto en la historia de la industria de las conservas asturianas de pescado"

Pero no nos olvidemos a nuestra Puerta del Llegar, que en algunos momentos se da en llamar del Llagar, pensando sin duda en la existencia de un llagar de sidra. Lo cierto es que como hemos ya dicho se la conocía también como de los Remedios, por una capillita dedicada a esta advocación mariana

Si nos fijamos aún se conserva, a la entrada de la calle y en la pared sin ventanas sobre ella de este gran caserón después del Bar Colón, un elemento procedente del extinguido santuario

Se trata de un ajimez, una especie de ventana bífora reaprovechada en la construcción de este edificio, como lo debieron de ser las demás piedras de la capilla y de la misma muralla, como era lo habitual

Llama poderosamente la atención en ella el símbolo cincelado en la piedra de dos culebras mordiéndose la cola mutuamente. Lo más parecido que hemos encontrado es el símbolo de posible origen celta llamado Wuivre, el cual popularizó con el nombre de Auryn la novela del alemán Michael Ende llevada al cine La historia interminable. Nos metemos en u terreno escurridizo de mitología y fantasía pero su explicación como símbolo espiritual es realmente fascinante: 

"La historia interminable es un libro escrito por Michael Ende, el cual pasó de generación en generación. Una obra llena de metáforas sobre la vida como ser: la falta de imaginación que acaba con la belleza de ser un infante. Al igual, esta nos muestra que la fuerza de la fantasía y el poder de la mente son abrumadores. La capacidad de plasmar la bondad y el amor de la gente en personajes tan variados e increíbles. Un libro que nos narra la historia de un niño el cual tiene que salvar Fantasía con su imaginación. Esta historia está cargada de simbologías. Y una de ellas, y la más impórtate es el amuleto de Auryn. Un objeto que tiene algo más que un significado fantasioso. Siendo importante poder profundizar más sobre el significado de este objeto.  
El Auryn es un amuleto que es muy importante en la historia interminable. Este amuleto está compuesto por dos serpientes del mismo tamaño. Una clara y otra oscura. Las serpientes se muerden la cola una a la otra y con sus cuerpos entrelazados forman un símbolo de infinito, que viendo el espacio ocupado por cada una se puede entender como el equilibrio. La serpiente blanca llegaría a representar a la fantasía e imaginación; mientras la oscura, al realismo. Las dos en un equilibrio, siendo que cada una necesita de la otra para subsistir. “Se cree que Auryn está basado en un símbolo celta conocido como –Wuivre-. Se trata de igual forma, de dos serpientes entrelazadas mordiéndose la cola. Su simbología se asocia a la fuerza de la tierra, por lo cual no puede ser tocado por el agua del mar o perdería su poder. A la unión de lo terrenal y espiritual. Este concepto de la serpiente engulléndose su propia cola, se conoce dentro de la iconografía alquímica como -Uróboros-, que simboliza el ciclo eterno de las cosas” Su primera aparición sucede en el capítulo dos. En este capítulo se lo describe tal y como es. El centauro Caíron lo porta para luego dárselo a Atreyu. En ese mismo capítulo, Bastián se da cuenta de que es el mismo amuleto de la portada del libro. Además nos cuentan que este amuleto tiene distintos nombres. Este medallón daba la capacidad de actuar en nombre de la Emperatriz Infantil. Después de esto, el amuleto tiene más apariciones cortas, pero otra de las más importantes es cuando se extravía, pero logra ser recuperado. 
Y por último, otro suceso muy importante es cuando, “al final del libro se refieren a éste como un lugar, al llegar Atreyu y Bastián (o Sebastián) a éste a través del Áuryn/objeto. El Áuryn como lugar físico es un portal formado por dos serpientes gigantes, una clara y otra oscura, que se muerden mutuamente la cola, las cuales se sostienen y controlan para mantener el orden del universo. En medio del Áuryn como portal y las serpientes, se encuentra la Fuente donde brotan las Aguas de la Vida que hablan en una lengua de la suerte que sólo entiende Fújur, el Dragón de la suerte. Este portal es la conexión ente Fantasía y nuestro mundo”   
Como se puedo saber, el Auryn es un símbolo con más significado de trasfondo de lo que parece. Siendo que este simboliza el equilibrio que tiene que existir entre la fantasía y la realidad. Teniendo muchas apariciones importantes en el libro, desde el capítulo dos hasta el final. Después de analizar mucho más afondo todo este tema, es claro cómo hay que percatarse de este tipo de metáforas en La historia interminable. Y, siempre tener en cuenta que debe existir un balance entre el realismo y la fantasía, todo esto para un mejor mundo y mejor calidad de personas"

La muralla ya había padecido destrucciones en el cerco del Conde de Luna durante las guerras dinásticas castellanas, años 1466 y 1471, así como en los incendios de 1480 y 1509, por lo que hubo de reconstruirse o repararse varias veces. En el siglo XIX sufrió serios daños durante la Guerra de Independencia y luego con la I Guerra Carlista. Al carecer de interés defensivo por entonces y como sucedió en casi todas las murallas medievales, se consideró un estorbo y fue derribándose según necesidades urbanísticas, como aquí el acceso inmediato al puerto, cuando aún no existían criterios conservacionistas ni sensibilidad hacia el patrimonio

También aquí, en lo alto de la fachada vemos, en un lugar muy centrado de la misma, el antiguo blasón de la casona, mandada levantar en 1671 por don Iván Posada Estrada

Sin embargo en este aparecen sus armas totalmente borradas, no sabemos si bajo capas de pintura, por la erosión, por desgaste provocado en alguna época o por un poco de todo

Las conchas jacobitas señalizadoras del Camino nos adentran en la calle Manuel Cué, antigua calle de los Remedios, el acceso directo del Camino para los que llegaban en las embarcaciones de Las Barqueras directo hacia la iglesia parroquial, la Puerta del Castillo y la salida del Llanes intramuros por la Puerta de la Villa hacia el Hospital de San Roque

La calle, aunque no conserve edificios medievales pues al ser estos de madera se entiende perecieron en los incendios, sí parece conservar la estrechez de aquellas rúas, pues el espacio fundacional de las casas, alineadas en fila, de las pueblas medievales fundadas ex novo,  se establecía en este tipo de separaciones o quadriellas. Se trata sí por tanto de una rúa típicamente llanisca, de traza o estructura medieval sobre cuyas quemadas casas se construyeron posteriormente nuevas casas de piedra

Nosotros sin embargo vamos a proponer, antes de ir hacia la iglesia, continuar un poco más a la derecha para descubrir algún resto sí conservado de la vieja cerca de Llanes, recorriendo un poco más el puerto y acercándonos hacia la capilla de Santa Ana del Gremio de Mareantes, con su plaza y Palacio de Rivero-Gastañaga y, antes aún, a la de la Magdalena, que se dice fue la primera parroquial de Llanes, mientras se construía la de la Asunción, Nuestra Señora del Conceyu


Vamos pues al Llanes intramuros haciendo caso plenamente a lo que dice el historiador Luis Antonio Alías en su muy recomendable libro El Camino de Santiago en Asturias. Itinerarios
"Si el peregrino costero medieval llegaba a Llanes la primera villa asturiana de importancia, con dos objetivos concretos, hospedarse en el hospital de San Roque, extramuros de la villa y construido por don Juan Pérez de Cué hacia el 1330, cuya existencia aparece documentada al riscar el siglo XIV, y rezar en la iglesia de Santa María, el peregrino actual llega a Llanes para perderse por callejuelas, plazas y recovecos sin seguir ningún itinerario especial, dejándose sorprender por una villa portuaria crecida irregularmente alrededor dela pequeña ría"
Y exactamente eso es lo que vamos a hacer





























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