El Peral (Ribadedeva) desde el Camino |
El Camino Norte de Santiago acaba de entrar en Asturias procedente de Cantabria y, tras atravesar la capital del concejo de Ribadedeva, Colombres, al que hemos dedicado dos entradas o artículos en este blog, salimos de su casco urbano, Bien de Interés Cultural, por el barrio de Badalán, bajando ahora al valle del río La Salcea para Llegar a El Peral, otro de los pueblos del concejo, que extiende buena parte de sus casas a lo largo de la N-634. Al fondo vemos la Sierra Plana de la Borbolla (221 m),, separado de la Sierra Plana de Pimiango (a la derecha) por el estrecho valle del Ríu Cabra, paso y divisoria de concejos, Llanes y Ribadedeva, que desemboca en la playa de La Franca, una de las más bellas y visitadas del oriente asturiano
Un poco más allá de La Franca está El Bau o El Vau (del latín vadum, vado, paso de río), solar de la emita del Cristo, de gran tradición romera y milagrera, a unos metros de la actual gasolinera. Del pueblo de La Franca solamente llegamos a ver un par de tejados (en medio de la foto, entre los árboles). Poco más allá es Santiuste, el primer núcleo de población llanisco que vamos a conocer nada pasar pasar el citado Ríu Cabra, desde cuyo puente medieval o romano subiremos a las cuadras donde estuvo La Venta Santiuste (a lo lejos a la izquierda), hito del Camino y antigua parada y fonda de viajeros y peregrinos visitada por Jovellanos. Ahí se terminará la subida desde el río, viendo a la derecha el Palacio de los Rubín de Celis, dando vista al Mar Cantábrico
Con templamos todo este sector del valle: la Sierra Plana de Pimiango, Rasa de Pimiango o Sierra de Tina, hoy plantada de ocalitos, guarda el testimonio de un camino antiquísimo que debió ser también ancestral vía de peregrinaciones, el cual cruzaba la Ría de Tina mayor en barca a Puertu Chicu, subiría al hoy sugerentemente arruinado monasterio de Santa María de Tina y, luego de pasar por la cueva-santuario de El Pindal y capilla de Santu Medé o San Emeterio, continuaría por esa rasa de ancestrales cultos cristianizados, por donde también acudían peregrinos pero en sentido inverso, muchos de ellos acudiendo ofrecidos a los santos milagreros, de ahí la popular canción del popular baile de El Pericote:
Válame, Válame
mío tíu coxu
rompió un pie
y depués que lu rompió
llevólu a Santu Medé
Esto se debe a que tradicionalmente, en la Fuente Santa cercana a la capilla de Santu Medé allí existente, se mojaban las partes del cuerpo afectadas por huesos rotos o torceduras, pues su agua era tenida por curativa y milagrosa
A la derecha de El Peral El Cierrucu, histórico local musical donde arranca la carretera local que enlaza la N-634 con Colombres. Un poco más allá está el cementerio parroquial de Colombres, otra aportación de los indianos, en concreto Manuel Ibáñez Posada, año 1885
Desde la distancia se divisan parcialmente los panteones de algunas familias notables que tuvieron miembros emigrantes, como los Sánchez Escalante, el de Luis Caso, el propio Manuel Ibáñez Posada (primer Conde de Ribadedeva), Carlos Pérez, Florencio Noriega, Gestera... la capilla del camposanto está dedicada a Nuestra Señora de la Merced
Prestigiosos arquitectos participaron en la construcción de estos panteones, como Mauricio Jalvo Millán. El propio cementerio fue un encargo del conde a su primo, Manuel Posada Noriega, el gran urbanista de la villa indiana de Colombres. Para evitar el paso por la carretera, el Camino pasa muy cerca de çel para ir de Colombres a La Franca
Al lado del depósito de agua y dejando a la izquierda los edificios del puesto de la Guardia Civil de Colombres en Badalán, contemplamos este bello paisaje bajando a El Peral por este viejo camino real costanero
Más allá, en los montes de La Franca, esta la Cueva L'Espinosu, el primer enterramiento colectivo de la Edad del Bronce en Asturias, descubierta en 1978 y excavada en 1993, se han hallado restos que corresponden a seis mujeres, seis niños y un individuo no identificado, así como el ajuar funerario
Estas sierras litorales, paralelas y muy próximas a la costa, guardan el testimonio de las más antiguas civilizaciones que poblaron estos parajes desde la más remota prehistoria, desde las cavernas-santuario hasta los concheros asturienses y, ya en el neolítico y edad del bronce, las necrópolis tumulares y los ídolos ancestrales grabados en peñascos
A lo largo de los viejos caminos, como en la ribera de ríos y regatos, sobreviven árboles y arbustos autóctonos, a veces solitarios y a veces formando incluso matas y pequeños bosquetes: encinas, álamos, castaños, fresnos, plátanos alisos y algunos robles
El Camino, de tierra y de hierba, es ancho y muy agradable de caminar, alternando tramos al sol y a la sombra, siempre en suave descanso hacia el valle
El crecimiento de los grandes núcleos urbanos hizo que gran parte del campo asturiano se especializase en pastos de vacuno para suministro a los mismos de carne y leche, relegando en buena parte la agricultura. Las pequeñas explotaciones familiares, de autoconsumo y con pequeños excedentes para los mercados locales, fueron dejando de ser rentables, llegando a desaparecer. El éxodo rural dejó sin utilidad muchos pastizales, que fueron plantados de eucaliptos u ocalitos, especie foránea de crecimiento rápido para la industria papelera (antes para la construcción y minería)
Y así, enormes extensiones fueron plantándose intensamente de este monocultivo que casi monopoliza el paisaje arbóreo del litoral cantábrico, como la Rasa de Pimiango o Sierra de Tina, donde se sabe hubo en siglos pasados reservas arbóreas destinadas a la construcción naval, tanto mercante como de la armada de guerra
Se sabe que en el siglo XVIII, justo antes de la construcción y apertura de las primeras carreteras, muchos milenarios caminos reales, tal que este, fueron ensanchados para el paso de carros grandes de los carreteros y sobre todo de las primeras líneas más o menos regulares de las diligencias. Luego estas vías ancestrales quedaron relegados a vías pecuarias o sencillamente desaparecieron, ocupadas por monte, fincas o por esas nuevas carreteras
No se sabe a ciencia cierta si el documentado Camino Real de la Costa, con sus cambios y variantes a lo largo de los siglos, se basaba en vías naturales prehistóricas romanizadas en vías y calzadas romanas, o era una red de caminos norteños, entre los pasos de las cordilleras y el mar, por los que caminaron los peregrinos, así como arrieros, artesanos ambulantes, pastores trashumantes, etc., realizando paradas en ventas, posadas y demás hospederías o refugio. En el caso de los peregrinos estos buscaban principalmente sus hospitales caritativos de acogida que, según se iban fundando (o desapareciendo), favorecerían cambios en su itinerario jacobita y/o a otros santuarios de peregrinación
Dos de esos santuarios de peregrinación local ya los hemos dicho y están aquí, el de Santu Medé o San Emeterio, relacionado con Santa María de Tina y tal vez con cultos paganos cuyo primer precedente en el tiempo sería El Pindal, y por supuesto la ermita del Cristo en El Vau, que hallaremos próximamente, si bien y para evitar el peligroso trasiego por la N-634 se ha señalizado una ruta alternativa para ir a La Franca
Los paisajes de pumaradas serán también muy habituales en Asturias, tal que este, de manzanos de sidra. Los de viñas han desaparecido (salvo en el vinícola suroccidente astur), tanto es así que no queda ni memoria, salvo escasos documentos y algunos topónimos como el de La Viña, muy cerca de aquí, entre El Peral y la Sierra de Tina
Registrada desde la Edad Media, la sidra y el cultivo y mejora de las especies manzaneras pertinentes para ello, evolucionó en Asturias y se mantuvo más que en otros lugares llegando a crearse toda una cultura, material e inmaterial, en torno a ello, pues abarca desde lo gastronómico a lo literario, lo festivo, el folklore, el vocabulario y expresiones, la mitología, el arte.... iremos comprobándolo, paulatinamente, según nos adentramos en tierras asturianas
Y aquí están Las Riegas, grandes fincas de pastos al pie de El Peral, en lo que fue el dieciochesco Real Valle de Ribadedeva que, formando parte del Alfoz de Ribadedeva en la medieval provincia de Primorias o Premorias y Tierra de Aguilar, pasó en 1230 de las Asturias de Oviedo a las castellanas Asturias de Santillana, por disposición de Fernando III dentro de su reajuste administrativo con la unión definitiva de los reinos de Castilla y León
Sin embargo, tanto Ribadedeva como Peñamellera, también incluida en esa reforma administrativa, siguieron perteneciendo en lo eclesiástico a la diócesis asturiana, y en lo civil tuvieron una importante autonomía respecto a Santillana del Mar, según privilegio otorgado en 1376 que, por ejemplo les daba derecho a los vecinos para nombrar sus propios jueces y cargos concejiles, no estando obligados a salir de su territorio a juicios o llamamientos, salvo los emanados directamente de la Corte
El espacio, organizado en torno a torres y monasterios fue despegándose del feudalismo paulatinamente, pero pese a estos privilegios nunca llegó a crearse una población con la entidad urbana suficiente como Llanes y San Vicente de la Barquera, con su carta puebla que favorecía su poblamiento y configuración urbana en base a puerto y mercado, que eran amurallados para su defensa, tanto de enemigos exteriores como de las ambiciones, tantas veces sostenidas por las armas, de la nobleza terrateniente que a veces, como señores de la guerra y aprovechando disputas dinásticas y periodos de debilidad de la Corona, ansiaba dominarlas
Esta ausencia de núcleo urbano propiamente dicho hizo que el lugar no pareciese asombrar mucho a Laurent Vital cronista de Carlos I, cuando el joven flamenco recorrió la costa asturiana con su séquito tras desembarcar en Tazones muy desviados de su singladura a Santander, realizando en Colombres (otros dicen que en Pimiango) una de sus paradas el 28 de septiembre de 1517
Esta franja en torno al Deva formaría parte de la línea defensiva de Colombres durante la francesada, defendida por Francisco Ballesteros y luego por Llano Ponte, sería en ocasiones rota por las tropas napoleónicas durante sus sucesivas incursiones y repliegues en Asturias
Tras la Guerra de la Independencia llegarían los enfrentamientos entre liberales y absolutistas que darían pie a la liquidación del llamado Antiguo Régimen y a nuevas reformas políticas que conllevarían las consiguientes transformaciones administrativas, entre ellas la vuelta de Ribadedeva y Peñamellera a Asturias en 1833, la creación del primer Ayuntamiento de Ribadedeva en 1834 y la posterior devisión de la vecina Peñamellera en dos, El Valle Baju y El Valle Altu
Caminando ya en llano, por Las Riegas, el paisaje es extraordinariamente bello y verde entre prados cuyos cierres de alambrada delatan sus usos ganaderos
Muy cerca, uno de esos bosques autóctonos, entre La Serropia y El Vau, nos señalan la cercanía a la milagrera ermita del Cristo
A la derecha, vacas pastando al pie de las casas de El Peral, entre la N-634 y El Cierrucu
La verdad que el trayecto es una preciosidad: avanzamos con paso firme y resuelto por esta vega entre Colombres y El Peral. El Camino sigue un trecho mayormente recto
Se dice que antaño un ermitaño prendía una fogata, vela o farol en el santuario de El Vau, la cual se veía desde muy lejos, guiando en la noche a viajeros, nómadas y peregrinos, pues no había alumbrado público. Esto era una costumbre muy usual en muchos sitios, los antiguos faros de la tierra, tan importantes como los del mar, a veces, con niebla o mal tiempo, acompañado de las correspondientes señales acústicas de campanadas, voces o palmadas, si bien esto más quizás en la montaña
Sin duda, los peregrinos de antaño verían, ya al empezar a bajar desde Colombres, de aquella luz en la oscuridad que les anunciaba además lugar para pasar la noche a cubierto, así lo dice María Josefa Sanz, coordinadora del libro El Camino de Santiago por Asturias. Topoguía 2. Ruta de la Costa:
"Dejando a sus espaldas Colombres, los romeros se dirigían a la ermita del Santo Cristo de El Bao. Santuario de gran devoción local, al cuidado del mismo estaba un devoto o ermitaño, quien mantenía encendida una luz durante las noches, auténtico faro que guiaba a los viandantes, indicándoles un sitio un sitio donde podían recogerse a pasar la noche"
Si bien habría varios refugios similares, y hasta algún modesto hospital de peregrinos en Serdio y Pesués, sería en las aforadas villas portuarias de San Vicente de la Barquera y Llanes donde estarían los hospitales de romeros más prestigiosos y amparados, por ello podríamos suponer que los caminantes jacobitas de antaño procurasen hacer en una jornada, de un tirón, la distancia entre ambas poblaciones.
No siempre sería factible por múltiples razones, por lo que buscarían otras alternativas, a veces incluso durmiendo a raso, por eso solían reunirse en grupos, al veces ya saliendo de sus poblaciones de origen, otras a lo largo del Camino, buscando normalmente afinidades según su idioma, procedencia, etc., esto era una ventaja ante posibles bandoleros, pícaros, ladrones salteadores, y demás peligros, aunque a veces también se producían problemas de convivencia entre ellos, como registra en su relato el peregrino Guillame Manier, que rompió su bordón golpeando a un compañero
El bordón, que no era un cayado al uso, era el arma de defensa (o de ataque) de un peregrino, además de herramienta indispensable, a veces para saltar un obstáculo a manera de pértiga, para tantear el paso en la oscuridad, para coger fruta de los árboles y para un sinfín de utilidades. La Xacopedia le dedica todo un artículo, del que plasmamos esta parte:
"El bastón con el que viajaba el antiguo peregrino jacobeo no es un bastón al uso, sino uno especialmente preparado conocido como bordón. Consistía en una larga y recta vara, casi siempre superior en altura al hombro del usuario, hecha de madera resistente y de cierto grosor, rematada en su parte superior en un pomo, a veces con una gruesa moldura circular hacia el centro, y que podía incluir en el borde inferior una contera metálica terminada en punta.
También se cita como “báculo”, ya que en algún caso podía finalizar en forma curva en la parte superior. Era una herramienta indispensable en el escueto equipo del antiguo peregrino para hacer frente a las dificultades y peligros del camino, para muchos también algo más que un simple instrumento utilitario. El bordón se sigue utilizando con cierta frecuencia en el presente, más como símbolo que como necesidad.
Para entender el origen del bordón -de etimología discutida- debemos acudir al francés antiguo. En este idioma el término bourdon se refería a una especie de lanza que, con el inicio de las grandes peregrinaciones a Santiago acabó denominando también al largo bastón utilizado por los peregrinos galos en el complicado camino que les aguardaba. Uno de los motivos que justifican este posible origen está en que en los idiomas de otros países vinculados a la peregrinación el bordón tiene grafía parecida. Tal es el caso del español y el gallego -bordón- del italiano -bordone- del catalán -bordó- o del portugués -bordâo-. El inglés se refiere a él como bead o, de manera muy clarificadora, como pilgrim’s staf.
El bordón, que aparece representado en gran número de imágenes desde la Edad Media, parece, visto hoy, un utensilio de viaje algo pesado, pero hacía más llevaderos los caminos medievales, casi siempre de complicado trazado. Permitía superar más fácilmente ciertos obstáculos, como zonas cubiertas de agua o lama, pequeños riachuelos, etc. Apoyándolo adecuadamente, y con un pequeño impulso, era fácil saltar por encima de estos obstáculos sin necesidad de apartarse del camino"
Y, efectivamente, se empleaba como arma, también contra los no infrecuentes animales agresivos que pudiesen encontrarse por los caminos, desde lobos y osos culebras, jabalís y otros que, aunque más domésticos pudiesen ser hostiles, perros y hasta gallos, mulos, caballos o cerdos, que tradicionalmente estaban sueltos. También se usaba para atar a él la calabaza que hacía las veces de cantimplora, también a veces el zurrón, o se marcaban en su madera las muescas que señalaban los días de peregrinación. Llegó por ello a constituir todo un símbolo del que cuenta también así la Xacopedia:
"De la importancia concedida al bordón como elemento intrínseco al peregrino habla el hecho de que el Codex Calixtinus (s. XII), primer texto donde aparece descrito, señale que se bendecía en las iglesias, al igual que el zurrón, en una ceremonia de partida hacia Santiago. Se conservan en distintos puntos de Europa, especialmente en Alemania, referencias y representaciones artísticas de este ritual. Jacopo Caucci, en un trabajo sobre el sermón Veneranda Dies, el texto del Codex que incluye este ceremonial, lo destaca como una asunción del hábito del peregrino, una exaltación de sus valores simbólicos.
En este sentido, el Codex habla del bordón como el tercer pie del peregrino, “símbolo de la fe en la Santísima Trinidad”, y medio de “defensa del hombre contra los lobos y los perros”, a los que compara con el diablo tentador, quizá aprovechando el miedo casi reverencial que los peregrinos tenían a estos dos característicos animales. En el libro II -capítulo VI- se le conceden propiedades taumatúrgicas: Santiago cura con el bordón de un mendigo a un peregrino enfermo.
Por su capacidad para ayudar a superar las dificultades del Camino, itinerario hacia una meta sagrada, el bordón se ha relacionado en alguna ocasión con la virtud de la esperanza. Confirma este vínculo tan especial el empeño que se ponía en muchos casos en su diseño. Algunos eran pequeñas y costosas obras de arte y casi un símbolo de identidad, aunque la mayoría, por motivos económicos, consistían en simples varas labradas y adaptadas a las características físicas del caminante.
En la Baja Edad Media el simbolismo del bordón se acentúa, amplifica y perfecciona. Se reproduce en metales nobles como presente para determinadas personalidades que peregrinaban a Santiago. Es famoso el obsequiado por el arzobispo compostelano Berenguel de Landoira a la reina peregrina Isabel de Portugal (s. XIV). A finales de la Edad Media se incorporara como emblema, al igual que la concha de vieira, al atuendo de los peregrinos, tanto bordado como reproducido en hueso, marfil o metal. Son los bordoncitos. Se colocaban sobre todo en los sombreros. Denise Péricard-Méa y Louis Mollaret destacan que en Francia estas miniaturas se conocían como bourdonnets. Afirman que en Santiago en el año 1553 era habitual su fabricación, mencionándose en un inventario más de quince mil. Se cosían a la vestimenta del peregrino, ya fuese uno solo o dos en forma de cruz"
Y del Bordón se llega al bordonazo, como el de Guillaume Manier:
"Golpe fuerte dado con el bordón. Se citan en distintos textos las dificultades y peligros que afrontaban los peregrinos en el Camino. El bordón, elemento casi sacro, se transformaba, llegado el caso, en el único medio de defensa a mano. Los golpes que con él se podían propinar -los bordonazos- servían de medida disuasoria a alimañas, ladrones y posibles enemigos.
La amenaza de un bordonazo actuaba incluso como medida disuasoria para resolver los enfrentamientos entre compañeros enemistados, aunque a veces, no siempre. El peregrino Guillermo Manier (1726) cuenta como rompió su hermoso bordón torneado sobre las costillas de Jan Hernand, uno de sus acompañantes en la peregrinación a Santiago al final de una fuerte discusión en Burgos. Pablo Arribas especula con que en las causas del enfrentamiento “se vislumbran los celos y los efluvios alcohólicos”
Y ya llegamos a El Peral, pueblo de Ribadedeva que pertenece a esta parroquia de Colombres, lugar en nuestros días más residencial que rural, con chalets, viviendas unifamiliares, alojamientos vacacionales y hoteles, favorecido ello por estar en la carretera N-634 y cercano a uno de los enlaces de esta con la Autovía del Cantábrico (A-8).
Uno de esos hoteles es el de Casa Junco, cuya parte posterior vemos desde el Camino, fundada fundado en los años 50 del siglo XX por Luis Junco, llanisco del pueblo de Parres, y su mujer Carmen, en un lugar de obligado tránsito y parada en la N-634. Primero abrieron un restaurante y luego este hotel, siguiendo sus hijos el negocio: adquirieron en Unquera las cafeterías Pindal, las de las célebres corbatas, y abrían también discoteca
Su hijo, José Luis Junco Lamadrid, continuó al frente del negocio y su expansión, siendo un empresario muy implicado en la comarca, profesional de la hostelería y patrocinador de equipos deportivos y asociaciones locales a quien se homenajeó a título póstumo en 2018 con el Premio Ribadedeva. Así lo narraba Lucía Ramos para El Comercio el 26 de noviembre de aquel año:
"Tres años después de su muerte, el reconocido empresario ribadedense José Luis Junco Lamadrid estuvo ayer más presente que nunca. Y es que el patio central de la Quinta Guadalupe, sede del Archivo de Indianos en Colombres, se llenó de gente deseosa de participar en el homenaje que desde el Ayuntamiento quisieron realizar mediante la entrega del Premio Ribadedeva 2018 a su mujer e hijos, Carmen Corral Mier y Carmen y Francisco José Junco. El galardón, señaló el regidor, Jesús Bordás, es la forma que tiene la sociedad ribadedense de agradecer a José Luis Junco toda una vida dedicada al concejo.
Javier Cueli, secretario del jurado del premio, fue el encargado de explicar cómo los veintiún miembros del mismo se decantaron por el empresario frente a otras candidaturas, como la de Eloína Fernández Vega y Guadalupe Cabezas. Tras su elección, destacaron cómo José Luis Junco fue «un ejemplo y estímulo para la práctica y la promoción del deporte, especialmente el ciclismo, en Ribadedeva y la comarca». Recalcaron también su carácter «trabajador, emprendedor y generoso» y recordaron cómo «colaboraba siempre con todas las asociaciones que se lo solicitasen y en cualquier tipo de iniciativas vecinales».
Cueli realizó también una semblanza del galardonado, repasando cómo pasó su niñez en el concejo que le vio nacer para irse un tiempo a estudiar cocina a Oviedo. Profesión a la que se dedicó en el negocio familiar, Casa Junco, abierto por sus padres, Carmen y Luis, hasta que en 1981 se trasladó a Unquera (Cantabria) para ejercer de gerente en dos negocios que adquirió: Corbatas Pindal y Discoteca Lis. El secretario del jurado recordó cómo José Luis Junco compaginó su trabajo con la creación de la comisión de festejos de Las Nieves, en El Peral, así como con el Club Ciclista Occidental.
Jesús Bordás, por su parte, se refirió al premiado como «una persona correcta y amable en el trato que dejó tras de sí una vida llena de trabajo y perseverancia». Recalcó, asimismo, la «generosidad» y el «espíritu colaborador» del homenajeado, quien «fue un gran empresario de la comarca, destacando por su emprendimiento comercial generador de riqueza y puestos de trabajo». Una labor que, apuntó, continúa hoy su familia. Estos se mostraron «enormemente agradecidos» por el cariño que todo el concejo demostró ayer por José Luis Junco"
Aquí es donde nos percatamos de las dos posibles opciones para continuar camino e ir de El Peral a La Franca
-Un camino, el original, va a la izquierda encaminándose a la ermita de El Bao, El Bau o El Vau, si bien luego sale a la carretera N-634, que habríamos de seguir unos metros por el arcén, cruzando un par de rotondas antes de llegar a La Franca
-El otro se dirige a la derecha, cruza la carretera y seguidamente pasa sobre la Autovía del Cantábrico por un puente en el camino al cementerio, llegando a La Franca por una pista paralela a la citada autovía. Es más seguro que ir por la N-634 y sus rotondas pero no pasa por ese históricosantuario tan vinculado al Camino
Primeramente y al empezar una pequeña cuesta pasaremos junto a este par de casas, la segunda con dos peculiares torres laterales
"dejar consignados ciertos sucesos en esta parroquia que han sido semillero de hondos disgustos entre las familias y que han proporcionado a la fe no pocos quebrantos (...)
La causa inicial de todo ello la hicieron depender ciertas gentes "inquietas y revoltosas" de la venta efectuada por el obispo de una casa contigua a la Capilla del Cristo del Bao, conocida con el nombre de casa de la Ermitaña, por servir de habitación a la persona que tenía el cargo de cuidad y limpiar aquella ermita. Ocurrió esto en el año 1925. Unas cuantas personas ganosas de armar ruido y promover escándalos desvirtuaron la verdad y propalaron la especie de que el Obispado vendía la capilla"
"muy milagrosu, al menos el de antes que intentaron quemalu durante la guerra y solo se ampolló: este que pusieron luego ya non val tanto como el otru"
"César González, sevillano de nacimiento y con residencia en la localidad ribadedense de Pimiango, se proclamó el sábado campeón del II Concurso de Olla Ferroviaria que se celebró en la sidrería-restaurante El Bau, ubicada en El Peral y regentada por Vanesa Fernández.
La olla ferroviaria es un guiso con más de cien años de antigüedad. Era la comida habitual de los ferroviarios que trabajaban en el transporte de carbón de las minas leonesas, entre La Robla y Bilbao. A principios del siglo XX tardaban entre seis y quince días en recorrer los 750 kilómetros de ida y vuelta, y el plato caliente y económico era el más adecuado para un trayecto largo y un clima extremo. Los principales ingredientes del puchero son patatas y carne de cerdo o ternera, aunque podía elaborarse con legumbres, como alubias o garbanzos, y añadirle chorizo, tocino y morcilla.
Se cocina en una gran cazuela, de barro o porcelana, que se introduce en una estructura metálica. En el fondo del artilugio se coloca carbón vegetal. El recipiente tiene un asa por lo que se puede transportar mientras se sigue cocinando, algo que resulta muy útil en los viajes.
Al concurso de El Bau se presentaron siete marmitones: Manuel Noriega, Juan Fernández, Rubén Duarte, Elías Álvarez, César González, Sergio Narciandi y Pablo Santiago. Las bases especificaban que la olla sería de patatas con carne y que cada concursante tenía que aportar la materia prima. Seis cocinaron con aguja de ternera y uno con aguja de cerdo. Y, salvo algún toque exótico y especial, todos arrancaron con un sofrito previo tomando como ingredientes cebolla, pimiento rojo y verde, puerro, zanahoria, ajo y un golpe de vino blanco. Algunos añadieron salsa de tomate, champiñones, ají molido, especias y hierbas provenzales o brandy. El argentino Pablo Santiago comentó que «venimos para crear ambiente y perpetuar una tradición que nos enseñó Manuel Noriega, nuestro guía, mentor e instructor».
Las ollas ferroviarias eran de entre doce y quince raciones, cada una, y a primeras horas de la tarde se aproximaban al centenar los comensales dispuestos a dar buena cuenta del guiso centenario, que se vendió a diez euros, incluyendo pan, postre y bebida. El llanisco Manuel Noriega, a quien todos señalaban como el impulsor de la actividad, lleva 42 años trabajando en el ferrocarril y matizó que había aprendido a elaborar el guiso «en la estación cántabra de Bezana, con un obrero veterano del ferrocarril La Robla-Bilbao»
"Los andariegos han vuelto a la capilla del Santo Cristo del Bau. El primer encuentro de peregrinos tenía lugar hace nueve años con motivo de los tres siglos que cumplía el templo ribadedense ubicado en la localidad de El Peral y ayer decenas de asturianos y cántabros volvían a recorrer el tramo del Camino de Santiago que lleva hasta allí para participar en la tercera edición del evento, organizado por la Unidad Parroquial de Ribadedeva con la colaboración del Ayuntamiento y la Comisión de Fiestas de Nuestra Señora de las Nieves de El Peral.
El punto de encuentro oficial quedó establecido a las once de la mañana en Bustio, junto al puente que une la localidad ribadedense con Unquera (Cantabria), si bien hubo un grupo de andariegos procedentes de Pimiango que ya a las nueve y media habían salido desde el entorno de San Emeterio, pasando por el antiguo monasterio de Tina. Una vez reunidos, y tras ser bendecidos por el párroco Amador Galán, los peregrinos continuaron su camino hacia el templo tres veces centenario
Allí les esperaba una remozada capilla, y es que la peregrinación de ayer sirvió también de inauguración del lugar tras las obras llevadas a cabo durante los meses de mayo y junio. «Se renovó la techumbre y se cargaron, sanearon y pintaron las paredes para evitar que entre el agua», explicó el sacerdote. Además, el templo estrena un Vía Crucis con catorce estaciones obra del pintor mierense Inocencio Urbina Villanueva
«En esta zona siempre hubo una gran devoción por el Santo Cristo del Bau y no queremos que se pierda», explicaba la parroquiana Lidia Martínez, una de las participantes en el peregrinaje. Además, agregó Galán, con estos encuentros se pretende «poner en valor algo tan precioso e importante como es el Camino de Santiago, refleja a la perfección lo que es la vida: un viaje».
Una vez en la capilla, los peregrinos participaron en una misa y disfrutaron de un concierto de rabel a cargo de Sara Gil antes de compartir una comida campestre"
"La inauguración hace dos meses del tramo Unquera-La Franca de la autovía A-8 ha supuesto una pequeña puesta en servicio de 4,5 kilómetros entre Cantabria y Asturias, pero un salto cualitativo para las comunicaciones en el norte peninsular. Ya existen algo más de 500 kilómetros de vías rápidas transcantábricas que abren la posibilidad de despertar en Galicia, bañarse en Asturias, visitar un museo cántabro y pernoctar en un agroturismo vasco… el mismo día. Las posibilidades tienden al infinito"
Ya desde aquí se anuncia el enlace de la autovía con la N-634 para acceder a La Franca y su preciosa playa, que no llegaremos a ver desde el Camino por muy poco, si bien sí hay posibilidades de acercarnos sin mayor problema desde el mismo, algo muy común a muchas playas asturianas que, no estando en el mismo camino, son factibles de visitar
A nuestra derecha la Estación de Colombres, inaugurada el 20 de julio de 1905 junto con este tramo de vía entre Llanes y Cabezón de la Sal que completaba el trayecto entre la capital llanisca y Santander de la compañía Ferrocarril del Cantábrico, línea pasó a FEVE en 1972 cuando se acabó la sí que muy retrasada y prolongada Ferrol-Gijón, de la que tantísimo hablaremos en las correspondientes etapas por el centro y occidente asturianos
"El Ferrocarril del Cantábrico inició sus servicios en 1895 con el tramo Santander-Cabezón. El parque motor en sus comienzos estuvo formado por cuatro locomotoras del tipo 120-T construidas el año anterior, por el fabricante Dübs, con números de fábrica 3044/3047, que recibieron los números 1/4 y los nombres de “Pas”, “Besaya”, “Saja” y “Nansa”, respectivamente
La última de éstas, acabó sus días en el ferrocarril prestando servicio de maniobras en Llanes, siendo traspasada a la Real Compañía Asturiana de Minas que la empleó en las instalaciones de Reocín, en Cantabria.
Cedida por la actual Asturiana de Zinc S.A. a la Asociación Montañesa de Amigos del Ferrocarril, permaneció varios años en una nave próxima a la estación de Torrelavega-FEVE, hasta 1997 en que fue trasladada al Museo del Ferrocarril de Asturias, en Gijón"
Un muy buen artículo de este tren y línea es el que encontramos en Trenes y tiempos, publicado el 8-1-2020:
"En el último decenio del siglo XIX, cuando en Bilbao se fundaba la Compañía del Ferrocarril de Santander a Bilbao (1894), en Santander se estructuraba ya la del Ferrocarril del Cantábrico (1890) y en Oviedo lo hacía la Compañía de los Ferrocarriles Económicos de Asturias (1889). Si bien la finalidad de la primera era la construcción de la línea entre Zalla y Solares, de modo que contando con las dos ya existentes se consiguiera la conexión directa entre Santander y Bilbao, las otras dos se planteaban en principio recorridos menos ambiciosos pero con la decisión final de conectar ferroviariamente en vía estrecha Bilbao con Oviedo. Ello se logró el 30 de mayo de 1905 cuando las vías de Económicos de Asturias y las del Cantábrico se unieron en la estación de Llanes. Aunque los acuerdos para una explotación conjunta y directa del recorrido entre Santander y Oviedo se establecieron desde el principio entre ambas compañías, lo cierto es que cada una de ellas tuvo vida independiente hasta su absorción por FEVE en abril de 1972 en el caso de Económicos, y en junio de ese mismo año el de la Compañía del Cantábrico. Es interesante por tanto estudiarlas por separado y por tanto dedicamos esta entrada a la del Cantábrico mientras que la siguiente estará centrada en Económicos"
El Ferrocarril del Cantábrico estaría en ciernes cuando ya en 1889 se solicita concesión para crear un tranvía de vapor entre Torrelavega y Cabezón de la Sal que, con las oportunas modificaciones, pasó a la categoría de Ferrocarril Económico y se dispuso arrancaría desde Santander, otorgándose la concesión en junio de 1890 y al mes siguiente constituyéndose la Compañía del Ferrocarril del Cantábrico para su construcción, puesta en marcha y explotación, inaugurándose el servicio el 2 de enero de 1895:
"Para esta primera explotación se adquirieron a la factoría Dübs cuatro locomotoras del tipo 120, que fueron numeradas del 1 al 4 y recibieron los nombres de algunos ríos cántabros: "Pas", "Besaya", "Saja" y "Nansa". El primer material de viajeros fue adquirido a Bristol Wagon. Eran tres coches de primera clase, tres mixtos de segunda y tercera y nueve de tercera. Para mercancías llegaron cinco furgones de equipaje, doce vagones cerrados y doce abiertos"
La prolongación de la línea hacia Asturias ya se hizo de acuerdo con la Compañía de los Ferrocarriles Económicos de Asturias, con la cual se conectaría en Llanes, a cambio y según acuerdo entre ambas, el Ferrocarril del Cantábrico cedió a Económicos las concesiones ferroviarias adquiridas para el tramo Infiesto-Llanes:
"La construcción del accidentado tramo de 55 km entre Cabezón de la Sal y Llanes culminó el 30 de mayo de 1905, cuando empalmaron en la estación de esa población las vías de ambas compañías, y con la aparición el día siguiente en su estación de las locomotoras "Pas" y "Besaya" del Cantábrico y "Covadonga" de Económicos. Por fin, la inauguración oficial del conjunto de la línea entre Oviedo y Santander tuvo lugar el 20 de julio de ese año"
Se suponía por entonces que el futuro de las comunicaciones terrestres sería dominado por el ferrocarril. La carreteras eran pocas y más para pensadas para los grandes carros carreteros y arrieros, lentos y de no mucha capacidad de tonelaje, así como diligencias de caballos, las primeras que desaparecieron con el ferrocarril, rápido, seguro, rentable, con gran capacidad de transporte de gentes y mercancías
Pero la mejora, lenta pero inexorable de las carreteras, la mejora de los vehículos, el paso del vapor a la gasolina y su abaratamiento con la construcción en serie, hicieron que el automóvil, coches, camiones y autocares y autobuses, fuesen ganando la partida al ferrocarril. En este tramo tenemos un compendio de vías que van desde los viejos caminos reales hasta las autovías
Al otro lado veremos ahora la Sidrería Parrilla de El Bau, desde donde dimos la vuelta tras ver la ermita del Santo Cristo
Ermita que solamente reconocemos muy parcialmente, en su fachada norte, la más sobria, distinguiendo bien, eso sí, su casa anexa de la ermitaña
Una de las torres de la casa que está detrás del santuario. Arriba los prados de las inmediaciones del Pasu la Mula
En los primeros años del siglo XX, cuando aún ni la aviación existía, el Ferrocarril del Cantábrico siguió creciendo, y según avanzaba la centuria aún más:
"En 1900 se volvió a adquirir a Dübs una locomotora del tipo 131T denominada "Deva", que recibió el número 6. El gran refuerzo para la tracción vapor llegó de la mano de la factoría alemana Krauss. Así, en 1903, se adquirieron a esta factoría dos locomotoras del tipo 131T muy parecidas a las de Vascongados. Fueron las 7 y 8, bautizadas como "Cabra" y "Purón", y renumeradas posteriormente como 10 y 11.
En 1904 y también de Krauss llegaron cuatro 130 tipo Engerth; fueron las 9 a 12 y posteriormente 20 a 23. Recibieron los nombres de "Gornazo", "Mortera", "Escudo", y "Turujal". También en ese mismo año de 1905 llegaron otras dos Krauss más pero en este caso del tipo 041T para mercancías; fueron las 14 "Acebosa" y 15 "Serdio", numeradas posteriormente como 40 y 50.
En 1906 Krauss sirvió otra 130 "Engerth". Fue la número 16 "Pesúes" que luego pasó a ser la 24. En 1908 se adquirió otra 131T: la número 19 "Acebal" y luego matriculada como 12
El parón producido en Krauss por la Primera Guerra Mundial llevó a la compañía a adquirir a la casa norteamericana Baldwin dos locomotoras de cuatro ejes acoplados recibidas a principios de 1917 y numeradas como 70 y 71 (probablemente antes habían sido las 22 y 23)
Tras la finalización de la Guerra Krauss sirvió en 1921 otra 131T que no había podido entregar en 1914; fue la nº 24 "Llanes", renumerada posteriormente como 13. En 1926 llegó la última Krauss 041T. Fue la 25 "Cabezón" que después se convirtió en la 52.
Ya en 1929, El Cantábrico se orientó hacia el mercado nacional y en ese año adquirió a Babcock&Wilcox (B&W) cuatro máquinas tipo 141T. Fueron las 60 a 63 y ya no recibieron ningún nombre.
Pasaron varios años sin adquirir nuevas locomotoras pero, a finales de los años cuarenta, la situación general de la sociedad y la economía hacía necesario el reforzamiento del transporte ferroviario y, por tanto, de material de tracción. A ello respondió la adquisición de dos nuevas locomotoras a B&W que, aunque pedidas en 1949 y por exceso de carga de trabajo no estuvieron disponibles hasta 1951 y 1952: fueron las 64 y 65, las últimas locomotoras de vapor adquiridas por la compañía"
Realmente, ya en 1949, se había planteado por parte de amabas compañías el adquirir automotores diésel para un servicio rápido Oviedo Santander:
"Fue así como se llegó a un acuerdo entre estas compañías y la del Santander a Bilbao para la adquisición conjunta de un conjunto de automotores y remolques de la factoría francesa Brissoneau&Lotz que habían quedado excedentes tras el cierre de la línea francesa del Ferrocarril de Provenza. Este fue el comienzo de la tracción diésel en El Cantábrico de la que nos ocuparemos más extensamente en la siguiente entrada.
Por lo que se refiere a la evolución de los coches de viajeros, se pasó de los quince coches iniciales a 34 en 1939, si bien todos ellos con caja de madera. En 1942 se adquirieron tres más al Ferrocarril del Bidasoa pero se inició un amplio programa de reconstrucción del material, incluida la metalización. De esta forma el parque final era de 31 coches todos ellos metalizados.
Por lo que respecta a vagones de mercancías se pasó de los 24 iniciales a nada menos que 579 en 1939 aumentando en otros 228 hasta 1964."
En 1972 Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha (FEVE), empresa estatal fundada en 1965 para explotar la red española de vía estrecha tras la extinción de las compañías privadas propietarias, se hizo cargo de la línea. Desapareció el 31 de diciembre de 2012 dentro del plan de unificación aplicado por entonces, pasando su gestión a Renfe Operadora y sus instalaciones a Adif
Esta Estación de Colombres abrió sus puertas 20 de julio de 1905, cuando la Compañía del Ferrocarril Cantábrico puso en servicio un nuevo tramo de la línea entre Llanes y Cabezón de la Sal, de su historia y trascendencia leemos así en Villa de Colombres:
"El ferrocarril cantábrico a finales del siglo XIX se podía dividir en tres empresas: Compañía de los Ferrocarriles Económicos de Asturias, nacida en 1889 con sede en Oviedo, Ferrocarril del Cantábrico, nacida en 1890 y con sede en Santander, y la Compañía del Ferrocarril de Santander a Bilbao, nacida en 1894 y con sede en Bilbao ¿El objetivo final? Crear un ferrocarril que uniera Bilbao y Oviedo en función a cada pequeño proyecto que se iba ejecutando por tramos.
El 30 de mayo de 1905 las vías de Económicos de Asturias y las del Cantábrico se unieron en la estación de Llanes, solo quedaba la inauguración, hecho que llegaría ese mismo verano. La construcción del tramo de 55 km entre Cabezón de la Sal y Llanes terminó al empalmar en la estación de Llanes las vías de las empresas Compañía del Ferrocarril Cantábrico y Compañía de los Ferrocarriles Económicos de Asturias. Al día siguiente, llegaron a la estación las locomotoras «Pas» y «Besaya» del Cantábrico y «Covadonga» de Económicos. La inauguración oficial del conjunto de la línea entre Oviedo y Santander tuvo lugar el 20 de julio de ese año.
Como dato anecdótico relacionado con el entorno de la Estación de Colombres comentar que, en el ferrocarril de vía estrecha de Llanes a Santander, circulando por las vías de la red del Cantábrico, existieron unas máquinas locomotoras Krauss 041-T adquiridas en 1907 llamadas «Colombres», máquina número 17, y «Santiuste», máquina número 18. Antes de todo aquello, en el año 1900, fue adquirida una máquina Krauss 131-T bautizada con el nombre «Deva».
El 10 de enero de 1905, la revista quincenal de Panes El Eco de los Valles anuncia la ya por entonces inminente llegada del ferrocarril de esta manera:
«La terminación de las obras del ferrocarril se aproximan. Con ello ganará mucho la facilidad en el transporte de mercancías y viajeros, pues es lo cierto que los pueblos del tránsito suspiran principalmente por la llegada de este feliz momento para recobrar la antigua tranquilidad que gozaban anteriormente».
Dejando a la derecha la estación, continuamos pista adelante, ahora en un poco de cuesta, donde elsuelo pierde el asfalto y se convierte en firme de muy clara zahorra
En esta explanada tuvo que haber antaño gran actividad. Hasta 44 estaciones con personal, Jefe de estación, ayudantes, mantenimiento, etc., tuvo Feve en Asturias. Hoy en día únicamente nueve lo tienen, siendo las demás, en la práctica, simples apeaderos, como es este el caso, según seguimos leyendo en Villa de Colombres:
"Las estaciones de tren, en la actualidad, han decaído mucho en volumen de uso, así como en su capacidad de generar vida; hace no mucho tiempo en una estación siempre existía personal, hoy en día prácticamente no hay nadie allí… son edificios sin vida. Y, como todas las estaciones localizadas en zonas de pequeña densidad de población, la Estación de Colombres se encuentra en un estado de semi-abandono, situación común al resto de estaciones, sobre todo en una red de FEVE cuyos años de gloria hace tiempo dejaron pasar a los de decadencia. Y, por ello, muchos edificios que antaño eran gran lugar de encuentro, hoy en día atesoran una necesidad urgente de rehabilitación y reforma con el fin del mantenimiento histórico de edificios de singular uso·
La vieja estación, conserva al menos sus edificios, por lo que fue uno de los escenarios del cortometraje Sueños de Ultramar, de Rubén Peña, dedicado a la emigración y filmado en 2019, participando en él grupos de teatro locales. De esta manera daba la noticia Eugenia García para El Comercio:
"Un viaje duro, largo y sacrificado, cargado de incertidumbre, pero también ilusión. Una travesía en la que el verdadero éxito era regresar a las raíces y contribuir al desarrollo de la 'tierrina' con los frutos del trabajo realizado a miles de kilómetros. Es lo que retrata el corto 'Sueños de ultramar', dirigido por el cineasta aficionado Rubén Peña (Bilbao, 1977) para promocionar la Feria de Indianos de Colombres.
Tras la idea de retratar la búsqueda de fortuna en América está, precisamente, una migración. El propio padre del director, nacido en Colombres, se trasladó a Bilbao. Aunque el viaje al País Vasco es considerablemente más breve que el que emprendieron tantos asturianos de la zona entre finales del siglo XIX y la primera mitad del XX, José Antonio Peña siempre guardó su tierra en la memoria y el corazón. Un amor que casi inconscientemente trasladó a su hijo, ya que siempre regresó. Y con él, Rubén Peña, que pasó los veranos de la infancia observando con curiosidad la inconfundible huella indiana en el lugar de origen de su padre.
Por eso, cuando el año pasado Javier Sampedro, responsable de la Casa de Cultura de Colombres, le planteó realizar un clip sobre el origen y motivaciones de estos viajeros para promocionar la Feria de Indianos, Rubén Peña no lo dudó. «La idea fue madurando a lo largo del año y empecé a escribir», explica. Recuerda también que aquel primer borrador de la historia «daba para toda una película». Finalmente, logró reducirlo a una historia de apenas diez minutos en la que «queríamos narrar el sacrificio de esta gente que dejaba todo atrás, que decía adiós a sus seres queridos para embarcarse en una aventura con futuro incierto». «Buscábamos trasladar la historia de quienes lo arriesgaban todo para trabajar y labrarse una fortuna, pero que no se quedaban allí, sino que volvían para invertir en la comunidad y dejaban un legado que más de cien años después aún transmite su impronta a gente como yo». Aunque el director es consciente de que «existe una versión más negativa de estas historias, elegimos mostrar la cara optimista».
El corto se rodó a mediados de junio en Colombres, El Peral y la taberna Velarde, de Bustio. Fueron tres días «de diversión» para el equipo de rodaje, formado por entre treinta y cuarenta personas. «Hicimos un llamamiento y mucha gente de la zona se involucró de manera altruista», agradece Peña. En el vídeo, que cuenta la historia de un joven que se embarca en esta aventura, trabaja duro y vuelve como un hombre de provecho, participan los grupos de teatro de Ribadedeva y Noriega.
El corto se proyectará este mismo viernes en la plaza de Colombres, como anticipo a la actuación del grupo de teatro de Ribadedeva. Pero seguramente no quede en esto: el director está inmerso en un proceso de investigación para recabar más historias personales y elaborar un relato aún más completo que refleje «esta figura histórica que, sin embargo, no he visto reflejada en grandes series o películas».
A la izquierda, el pertinente vallado nos separa de la autovía, donde van creciendo árboles, plantas y arbustos, creando una barrera visual y acústica. Nuestra pista sube ahora un poco, un repecho no muy duro pero si un tanto prolongado, donde castiga el sol cuando sale con fuerza...
Bifurcación: nosotros seguimos de frente por la pista principal, ancha como una buena carretera
A la derecha, buenos pastos al pie de la Sierra Plana de Pimiango o Sierra de Tina
Aquí parece empezamos a llanear. En esos campos y bosquetes está la Fuente San Sebastián, que revela en su topónimo que pudo haber una capilla de esta advocación
Un cueto o cerro, con algo de peña caliza en su corona, se alza sobre el Camino. En el horizonte occidental, ante nosotros, la Sierra Plana de la Borbolla marca el camino a Llanes
Al sur-suroeste las altas cimas del Cuera ocultan sus picos entre las nubes
A nuestra izquierda y más allá de la A-8, montes y bosques de Los Regueros
La Pica o Cabeza Torbina no se sacude la manta ni se despereza, no dejándonos ver sus magníficas 1.525 metros de alturas. La veremos más adelante, en las etapas de aproximación a Llanes
Más a nuestra izquierda, las estribaciones orientales del Cuera, menos altas, dejan ver sus picudas cresterías. Más cerca asoman las casa de La Mata Vieja
La recta de la N-634, entre El Peral y La Franca. Más allá, camino de Noriega, pasa la Ruta de las Tradiciones, que recorre diversos lugares de interés etnográfico, histórico y paisajístico de este concejo de Ribadeva o Ribadedeva...
Y junto a la carretera otra vista, ahora completa, del Hotel San Ángel
El matojo crece cual pantalla vegetal en la vereda izquierda
A la derecha, paisaje de majada, brañas ganaderas bajo la sierra costera
Ahí también a la derecha vemos ahora los altos de La H.igar o La Jigar (152 m)
Empezamos a bajar, la pista serpentea un poco para perder algo de altura y volver a ganarla seguidamente, antes de llegar a La Franca, otro enclave de esta parroquia de Colombres, paso a la famosa playa de su nombre y puerta ya del vecino concejo de Llanes, al que entraremos por Santiuste
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