La playa gijonesa de San Lorenzo en su sector occidental subiendo la marea |
Los antiguos peregrinos de las edades Media y Moderna que escogían el Camino más costero llegaban a la entonces pequeña villa gijonesa por el Camín Real de la Costa, el cual tenía varios ramales para acceder a la población, uno de ellos por los grandes arenales, con dunas y algunas marismas, situados al este de la población, hacia la que esta creció tremendamente tras la demolición hacia 1870 de la antigua muralla en estrella, y con foso, construida en 1837 con motivo de la I Guerra Carlista, que encorsetó durante décadas su expansión natural. Estos arenales, para los que en su momento se pensó en un parque-playa o ciudad jardín, desaparecieron a excepción de su orilla cara al mar, La Playa San Lorenzo, cuyo arenal estamos recorriendo
El sector oriental de la playa subiendo la marea |
Un muro de contención, El Muro, construido entre 1907 y 1914, que seguramente hoy se haría unas decenas de metros más al sur, separó al llamado Ensanche del Arenal, origen del barrio de L'Arena, del Mar Cantábrico, que, en marea alta, llega a sumergir, al menos, la mitad de la arena de la playa, tal y como podemos ver en el paseo marítimo hecho a la vez
Tras unas primeras construcciones de chalets burgueses, algunas fábricas y ciudadelas obreras, se llegó a pensar en hacer un parque-playa o ciudad-jardín, pero la demanda de suelo urbanizable, rematada por el desarrollismo posterior a la posguerra civil, que hizo desaparecer aquellas primeras casas, muchas con terreno y abundantes solares, creando un abigarrado barrio con edificios en altura, transformó, de manera ya irreversible, la fachada marítima gijonesa
El primitivo Camín Real, que pasaba unos metros más al sur, donde los desaparecidos arenales dunares dejaban paso a la tierra, quedó encajado entre grandes bloques de viviendas, así como aquel ramal areneru, por lo que, si bien el primero, sustituido por la Carretera de la Costa (ahora Avenida), Carretera de Villaviciosa, luego Ribadesella-Canero y N-632, se ha señalizado con conchas doradas en el suelo, se ha optado por señalizar con azulejos de flechas amarillas un trazado en parte parecido al segundo, aprovechando el Paseo del Muro, que creció al amparo de dicho muro de contención a partir de 1907, siendo reformado varias veces a lo largo de su existencia
Lo mismo que la ciudad también creció el puerto, y tanto que su espacio se quedó pequeño y hubo que sacarlo a más mar abierto, al gran fondeadero natural protegido por El Cabu Torres, que no vemos desde aquí, tapado por el Cerro de Santa Catalina, L'Atalaya o La Talaya, aunque sí sus grandes diques, resultado de sus sucesivas ampliaciones, del Príncipe de Asturias y Torres
La Playa San Lorenzo cuando sube la marea |
"Nace el Club Deportivo Arenal en el año 1925, como su propio nombre indica corresponde a los aficionados al fútbol del barrio gijonés de La Arena, de la mano de D. José Castro junto con D. Marino Arriba que gracias al entusiasmo y valores propios de esos tiempos eran al mismo tiempo directivos, administradores, jugadores y lo que más mérito tiene hoy al transcurrir de los años, FUNDADORES, pues a ellos les cabe el honor de haber sido los pioneros de un club, que unos cuanto años después aún está. En aquellos tiempos el barrio de La Arena contaba con otro representativo equipo, El Cantábrico, que tras una enconada rivalidad terminamos por fusionarnos con el nombre de Unión de La Arena. Llegado el año 1930/31 surge otra vez el nombre de Club Deportivo Arenal, con domicilio en la Calle Aguado, en un reservado de Casa Luengo. En esta etapa la directiva estaba formada por Marcelo, como Presidente, Ramonín (El Cojo), Alfonso Ordieres (El Pocho), El Chato y demás. En la temporada 1932/33 se federa el Club Deportivo Arenal, militando en Tercera Regional, división en la que jugarían cuatro temporadas y, durante ellas, se proclamó campeón y subcampeón respectivamente. Fue en esta etapa, de 11 años de competiciones ininterrumpidas, la primera y más emotiva de la vida de nuestro Club, etapa de formación y consolidación en tiempos difíciles que sólo el entusiasmo de aquellos pioneros pudo superar 1975… Van transcurriendo los años y en 1975 el C.D. Arenal vuelve a resurgir con fuerza de la mano de Francisco Vincelle, Ricardín, Arturo Fernández, Garat, etc… Inscribiendo un equipo en 3ª Juvenil y a partir de ese momento el C.D. Arenal no paró de crecer en resultados y en número de equipos federados. Dentro de nuestra historia, somos el equipo de Asturias que más campos tuvo que construir, debido al desarrollo urbanístico de la ciudad durante los años 70. Comenzamos jugando en el Campo de Tetuán (detrás del Bella Vista), a los pocos años nos trasladamos al Campo del Mesón del Mar en la Providencia, y sobre el año 1983, se construyen los campos de La Nozal en la Guía. Nuevamente, en el año 1993, el CD Arenal tiene que coger las maletas y volver a comenzar en las actuales instalaciones de El Tragamón"
Otra ciudadela obrera desaparecida en este sector de El Muro fueron las humildes viviendas denominadas oficialmente Casas de la Huerta de Herminio Carbajal, desaparecidas con la construcción de estos nuevos edificios a partir de 1960
"Nació cuando El Faro, El Parque, Casablanca, Topolino, México Lindo y otros inolvidables miradores de la playa gijonesa, la cardinal, eran jóvenes. Fue bautizado y echado a andar por un matrimonio de Santander que abrió restaurante casi dos décadas después en la capital cántabra y lo puso en venta. Lo adquirieron Abascal Iglesias, sotrondino, y Mariángeles Méndez, tinetense, con los que también iniciaba aventura Javier, su hijo, un chaval de diecisiete años que se lo tomó muy en serio y acabó Hostelería en cuanto abrió la primera escuela.
Lo de tomárselo muy en serio no sólo tenía (y tiene) que ver con el compromiso y la amabilidad un poco antañonas que muchos notamos escasas en el mundo milenial, también porque la adquisición conllevaba invertir los ahorros conseguidos en Bélgica atendiendo, precisamente, un restaurante español para emigrantes como ellos.Y para flamencos o valones de buen gusto.
El oficio lo poseían y traían. La continuidad, la parroquia fiel, el lugar de cita y tertulia, los ajetreos de los meses estivales y la calma de los otros nueve, además de mantenerse aumentaron. Y deviene un clásico que la mayoría de los gijoneses ubican de inmediato. ¿El secreto? «Cuidar a la clientela y hacer muchas horas», dice Javier. No importa que la crisis y la pandemia hayan prácticamente exterminado las cenas en días laborables, o que El Muro, si tocan frío o viento, resulte intransitable.
Jubilados los padres, con Ana, su hermana, encargada de la cocina, la familia mantiene el rumbo cuyo principal éxito y mayor demanda lo pone un menú diario extremadamente cuidado, con varios primeros y segundos capaces de cubrir todo gusto, del fartón al prudente, mientras la carta resume ensaladas, carnes, pescados, y una buena colección de las recetas asturianas esenciales en nuestra larga vida (para quienes ya disponemos de eso, una larga vida). Sólo citamos (y aconsejamos) tres indudables números uno: la fabada, el rollo de bonito en temporada, y los escalopines al cabrales.
Sí queda un homenaje a la Bélgica previa y facilitadora, donde muchos los probamos por primera vez ahora que andan muy de moda: los mejillones al estilo belga, visualmente muy fáciles pero con punto enrevesado."
"No resulta arriesgado concluir que el Gijón reconstruido durante el siglo XV tuvo que servirse de los restos de aquella imponente estructura para comenzar una nueva historia, por primera vez sin una muralla en sentido tradicional, aunque sí con una construcción similar que deslindase la población del mar, a medida que la primera necesitaba ganar terreno a costa de las aguas y del arenal.Durante los siglos XVI y XVII surge un nuevo perímetro murado al este del Cerro. Sin rebasar su base rocosa, deja atrás ampliamente el antiguo recinto fundacional, gana el cuello del tómbolo y lo convierte permanentemente en tierra firme. Este malecón perfilará en centurias sucesivas la plataforma rectangular sobre la que se asientan la iglesia de San Pedro y el Campo Valdés. El tramo del Muro irá alcanzando el arranque de la actual calle de Cabrales, aunque posiblemente con menor latitud de la que presenta hoy en día.Ya en el XVIII, el crecimiento meridional de la villa hace cada vez más necesaria su defensa oriental tanto de las grandes pleamares como de los daños y molestias causados por la arena. Para solucionarlo, a la par que se ejecutan las obras de renovación del puerto, se erige un tercer muro, el “paredón de San Lorenzo”. Levantado entre las décadas de 1760 y 1770 bajo la dirección de Manuel Reguera González, enlazó el inicio de las actuales calles Cabrales y Ezcurdia y facilitó la idea de Jovellanos de desarrollar un plan de ensanche al sur de Bajovilla.Él mismo lo describe en sus Apuntamientos sobre Gijón como “un paredón en línea curva y de más de 1.000 varas de extensión sobre la playa oriental para defender la población no sólo del mar, sino también de las arenas que, arrojadas por el nordeste, se la iban tragando por aquella parte”.En su Diario, admirará el combate con el Cantábrico: “Vamos don Pedro de Llanos y yo a observar el mar en el nuevo paredón, que bate cruelmente. Horroriza ver con qué facilidad le descarna, casi hasta descubrir el cimiento; es verdad que después le reviste y defiende con arenas, pero más lentamente. Dos fuertes mareas de equinoccio, con tiempo tormentoso por el vendaval, bastan para arruinarle”. Sin embargo, aún resiste en pie dos siglos más tarde."
Vengo de San Llorienzo de la Tierra
voy pa San Llorienzo de la Mar
enguedeyar, enguedeyar, enguedeyeme
nunca me pude desenguedeyar
"Las parvas de carbón que se acumulan junto al muelle de la terminal de graneles sólidos, EBHISA y en los aledaños de la ampliación de El Musel, pueden llegar a alcanzar los 25 metros de altura, más que un edificio de ocho plantas. Proteger de la acción del viento, mediante apantallamientos, estas montañas de carbón, cuya base puede llegar a tener hasta un cuarto de kilómetro de largo, es una de las medidas que tendrá que estudiar la Autoridad Portuaria de Gijón, a instancias de la Consejería de Medio Ambiente del Principado.
La medida no es de aplicación sencilla, como ya adelantó la presidenta de El Musel, Rosa Aza, el pasado jueves, cuando apuntó que habrá que hacer un estudio de vientos para decidir si es una alternativa efectiva, debido a la amplitud de la superficie que se tendría que cercar.
Ante esta propuesta se mostraron ayer escépticos tanto trabajadores portuarios como ecologistas, debido al tamaño necesario de las pantallas para proteger parvas de carbón de 25 metros de alto en un muelle como el de EBHISA, por ejemplo, de casi un kilómetro de largo.
Las citadas fuentes portuarias señalan que las dos alternativas viables son el riego de las parvas con agua durante la operación en las mismas y con tensoactivos para sellarlas cuando no se trabaja en ellas, o almacenar el mineral a cubierto, como hacen concesionarios en los puertos de Coruña y Santander, algo inviable en opinión de la Autoridad Portuaria por su coste económico.
Por su parte, Francisco Ramos, de Ecologistas en Acción, ante las "alturas enormes" de las parvas de carbón "no hay estructura" que pueda aportar un apantallamiento eficaz. Ramos recordó que el Puerto de Avilés obligó a Asturiana de Zinc a guardar a cubierto la blenda. Azsa invirtió 11 millones de euros en una nave para almacenar el mineral, de mayor densidad que el carbón."
El día 31 de diciembre Gijón no solo se despidió del 2023. También dijo adiós a Pablo Ferreira, que falleció un mes después de haberse convertido en un personaje ilustre del centro de la ciudad. Este asturiano, camarero de profesión de 47 años cuyos problemas económicos le habían dejado sin un techo donde cobijarse, se fue dejando atrás una historia difícil de olvidar.
Dormía en un portal, y después de su fallecimiento todavía el día 1 de enero estaban sus cosas en la calle como si se hubieran olvidado de ellas. Pero en noviembre, este hombre había sido noticia. En un acto de generosidad desinteresada ayudó a un policía que, practicando surf, se había lesionado gravemente la espalda.
Después de que sacaran del agua al policía, también de 47 años, estaba helado de frío y tiritando mientras esperaban a la ambulancia. Pablo Ferreira quiso ayudar. Cogió sus pocas pertenencias, su saco de dormir y su manta, y se las puso por encima al surfista.
Él le quitó importancia: "La verdad es que no lo pensé y creo que cualquiera hubiese hecho lo mismo por mí. Otra gente ayudó también. Pero tiritaba de frío y yo era el único que tenía esto a mano", aseguró entonces.
A Pablo Ferreira le dio igual que el lugar donde dormiría esa noche se quedara mojado, incluso teniendo en cuenta las bajas temperaturas nocturnas tan cerca del Cantábrico.
Fue un tema muy comentado en Gijón, y la información duró varios días porque el accidentado resultó ser uno de los policías que había destapado la trama de Villarejo, tal y como publicó La Nueva España. Aunque no quería protagonismo, el humilde héroe de la escalera 9 de la playa de San Lorenzo de Gijón ganó cierta relevancia entre los vecinos.
No era casualidad verle por la zona. En la escalera 9 se encuentra el bar Solimar, un clásico en el barrio, regentado por Jorge García, un hombre a quien Ferreira conocía desde niño. Allí se había hecho sus amistades, y varios vecinos ayudaban como podían a este hombre que vivía en la calle y dormía en un portal desde hacía solo unos meses.
Fue precisamente en este local donde fue atendido por los servicios de urgencias este sábado 30 de diciembre. Acudieron ante la llamada del dueño de la cafetería, que le vio mal aspecto después de varios días con una infección respiratoria y se preocupó al verle ir al baño.
"Cuando llegaron los sanitarios, ya tuvieron que reanimarle. Les estoy muy agradecido: lo intentaron los cuatro, a turnos, durante un buen rato. Y lo hicieron sin asco, sin reparos de ningún tipo. Hicieron todo lo posible", asegura Jorge García, que regenta el bar, a LNE.
Se lo llevaron al HUCA con el diagnóstico de parada cardiorrespiratoria, donde desgraciadamente falleció horas antes de Nochevieja. Un triste desenlace para un hombre que solo hace unas semanas se había convertido en una pequeña celebridad local."
" (...) Gijón dobló la población en pocos años y suponen una fuente de ingresos los visitantes en época veraniega. La elegancia, riqueza y suntuosidad de los tres Balnearios establecidos no se dejan superar por ninguno de los establecidos en las principales estaciones de baños de España. Por ello, para la defensa de las construcciones y la cañería del gas, se propone la construcción de cien metros de Muro a partir de la calle Ezcurdia, la zona más castigada por el mar (...)".
"Su nombre suele causar sorpresa cuando te das cuenta de la cocina en la que está especializado, pero te podemos asegurar que en el restaurante Mi Paisano, la maestría en la tradición china es un espectáculo.
Lo que más destaca es el trato cercano del personal con los clientes y la limpieza de las raciones, todo tiene una pintaza increíble y carece del exceso de grasa que a mucha gente le suele echar para atrás en estos locales.
Se sitúa junto a la playa San Lorenzo, con unas vistas preciosas al mar Cantábrico, respirando el ambiente el puerto de Gijón y a la vez la cocina artesana de Asia.
Si tienes dudas, el encargado te atenderá de primera mano. Ah, y no deberías irte de allí sin probar su cerdo agridulce."
"Esta forma de vivienda, de muy baja calidad, destinada a dar cobijo a los más desfavorecidos dentro de la clase obrera, no fue exclusiva de Gijón. Sabemos de su existencia en ciudades como Oviedo -donde recibían en nombre de barrios ocultos-, Cádiz o Santa Cruz de Tenerife"
"... hay una característica realmente destacable de las ciudadelas, es la de su ocultación tras la fachada principal del edificio que las alojaba. Ningún paseante casual podía sospechar del hacinamiento y la falta de condiciones de habitabilidad que se escondían en eso patios y huertas. A algunas ciudadelas se accedía a través de un pasadizo o callejón, pero otras estaban ocultas tras una casa "tapón". Los motivos de la ocultación eran, en primer lugar, que la evidente precariedad no se hiciera patente y, en segundo lugar, que los propietarios eludieran el pago de cuotas municipales que las casas con fachadas a la calle tenían que abonar.Esta forma de vivienda obrera existió en muchas partes de Gijón paro fue especialmente abundante en La Arena, donde su número llegó a superar el centenar, aunque buena parte fue clausurada por las autoridades municipales en 1890."
"El México Lindo siempre fue un referente de la playa, antes cuando te preguntaban una dirección siempre se decía está antes o después de llegar al México Lindo. Hace años leí un articulo de un diario local, donde se decía que los barcos cuando entraban en el Musel tomaban como referencia el edificio donde está situado el México Lindo."
"Fue en un momento en que el desarrollismo urbanístico aún no había hecho estragos en el principal paseo marítimo y frente al arenal de San Lorenzo aún había huertas y viviendas de planta baja. Las crónicas de la época describen el restaurante como «un local de extraordinarias condiciones, emplazado en un ángulo trascendental de la geografía gijonesa, con anchos ventanales sobre la playa». Sus primeros propietarios fueron Aurelio Céspedes y María Bordoy, matrimonio con raíces en México, que fueron quienes quisieron rendir homenaje al país azteca con el nombre del restaurante y con la decoración con motivos mexicanos."
Foto: Gijón en el recuerdo |
"El Muro se quedará sin una de sus referencias hosteleras a partir del 20 de noviembre, fecha en la que la plantilla de la cafetería y restaurante México Lindo iniciará sus vacaciones para ya no volver a abrir el local en la esquina de la avenida de Rufo García Rendueles con la calle Caridad. En este cierre confluyen varios factores. Por un lado, la inminente jubilación de quien ha sido su propietario desde 1967, José Martínez Fernández, un leonés de Mansilla de las Mulas que sigue ejerciendo como gerente y encargado del negocio al que ha dedicado 47 años de su vida. Tiene un hijo, pero la delicada salud de éste ha frustrado la posibilidad de cederle el testigo.Los coletazos de la crisis y la obsolescencia del restaurante también han puesto de su parte para abocar a esta clausura. El establecimiento mantiene su imagen inmutable, con sus característicos toldos y marquesinas, desde su última reforma, que data de principios de los ochenta. Su carta de 24 platos combinados y ocho sandwichs, que han fidelizado a varias generaciones de clientes, también es la misma desde hace décadas. Las sucesivas ordenanzas de terrazas municipales, con su prohibición de pegar mesas y sillas a las fachadas, influyeron asimismo en la pérdida de rentabilidad de una de las principales terrazas hosteleras de la zona. (...)El México Lindo siempre fue un referente de la playa. Antes, cuando a alguien le preguntaban una dirección en la fachada marítima, siempre se decía está antes o después de llegar al México Lindo. Es más, también se cuenta que los barcos cuando entraban en El Musel tomaban como referencia geodésica el edificio de ladrillo caravista donde está situado este clásico de los sandwichs, las raciones y los platos combinados.Jesús, Kike y Diego son los tres empleados que, junto con su patrón José, pondrán fin el 20 de noviembre a 54 años de trayectoria hostelera en el Muro. El gerente del México Lindo asegura que no pierde la esperanza en que quien se haga con el traspaso del local conserve el nombre y la actividad."
"Quienes en la década de los cincuenta y primeros sesenta teníamos el arenal de San Lorenzo, la pesca con caña y el Parque de Isabel la Católica como motivos preferidos de esparcimiento, desde que nos llevaron de la mano grande nuestros padres o abuelos, el trayecto en mi caso hasta la playa o hasta el parque a lo largo de El Muro se nos fijó en el recuerdo como un camino de ansiedad, con todo a favor para que algunos detalles urbanos de aquel paseo quedaran impresos en el cada vez más difuminado horizonte de nuestra memoria.
Creo recordar que el primer edificio elevado que se construyó en El Muro fue el de la cafetería México Lindo y que a lo largo de los años sesenta fueron cayendo una tras otra todas las edificaciones de una o dos plantas que ocupaban los amplios solares de la avenida, para convertirse en pocos años en esa muralla de altas construcciones que se levantó aceleradamente sin respetar lo que el sol representa para los usuarios locales y turísticos de las playas, máxime para una playa del norte. "
"El Instituto de Ciencia y Tecnología del Carbono (INCAR) ha presentado el Estudio pretrográfico de muestras de carbón recogidas en la playa de San Lorenzo y elucidación de su posible procedencia, realizado a instancia del Ayuntamiento de Gijón.
El informe concluye que el carbón presente en el arenal no procede del buque Castillo de Salas, hundido en 1986 en la bahía de San Lorenzo, si no que su origen estaría en la carga y descarga de grandes toneladas cerca del arenal. Así lo ha determinao la investigadora que lo ha llevado a cabo, Isabel Suárez.
En total se ha recogido 198 muestras a lo largo de las diferentes campañas (2019-2020, y 2018) y se ha realizado una exhaustiva labor de documentación a partir de los archivos del Ayuntamiento de Gijón y del Archivo Histórico de Asturias para conocer qué tipo de carbón portaba el Castillo de Salas. En concreto, los carbones traídos por el buque Castillo de Salas eran carbones del Hemisferio Norte, de minas Norteamericanas, y en el arenal se han llegado a encontrar entre 10 y 13 carbones diferentes. Además, componentes como coque de carbón, coque de petróleo, partículas térmicamente alteradas, grafito y las pizarras carbonosas también identificados en las muestras no formaban parte eran parte de la carga del barco. Asimismo, la presencia del mineral no se limita a la superficie, sino que estos componentes aparecen como mínimo a las profundidades de 45 cm. Por otro lado, los fragmentos de carbón de tamaño > 2 cm son carbones individuales diferentes entre sí y presentan morfologías redondeadas o subredondeadas, lo que indica que han estado largos periodos de tiempo en el mar bajo la influencia de mareas, corrientes y oleaje."
"Ancorada en un tómbolo que protege el cerro de Santa Catalina, a los lejanos orígenes romanos de Gijón se remontan las termas de Campo Valdés y los lienzos y cubos supervivientes de su primer muralla. Sobre esta "civitas" se asentaría, posteriormente, la puebla fundada por Alfonso X en torno al año 1270 y más tarde cercada. Destruida y arrasada en repetidas ocasiones a lo largo de su historia bajomedieval, no será hasta el siglo XV cuando el reducido y apretado burgo medieval gijonés inicie su crecimiento espacial y desarrollo urbano, configurándose tempranamente en un importante centro portuario y mercantil, al calor del cual se gestará y crecerá, no sólo un poderoso gremio de mareantes, sino también una pujante nobleza local"
"Rosa Vílchez, «por fin» se jubila, y aunque su alegría es enorme porque quiere hacer muchas cosas y no tiene tiempo, reconoce que «lo mejor que le ha pasado en todo este tiempo es hacer pasteles sin parar». Siente pena, lógicamente, y se lamenta de que no haya sido posible un relevo generacional para continuar con la tradición que inició su padre y que le legó a ella, pero «los hijos no quieren ni oír hablar de ello, y a mí me ha llegado ya la hora de la jubilación». Vílchez empezó muy joven en el negocio, a pesar de que «jamás había pensado en ello porque a mí lo que siempre me ha gustado es estudiar». Lo hará ahora. Y muchas otras cosas. «Me encanta el campo. Pero lo que quiero realmente es alquilar una casa en Cornualles, que veo en las películas que es muy guapo, y hasta que no aprenda inglés no vuelvo», dice entre bromas.
La confitería Biarritz heredó su nombre de un negocio anterior. «Era la época en que en Gijón todo eran nombres de ciudades turísticas: Palermo, México, Topolino, Miami, Casablanca... Me parece horroroso, pero entonces era muy comercial». Y tuvo, según relata, repercusiones en su propio nombre. «A mí me llamaba mucha gente Beatriz porque les resultaba difícil y extraño el nombre de Biarritz y creía que la confitería se llamaba así por mí».
Francisco Vílchez, su padre, era ayudante de pastelero. Había aprendido el oficio en Granada y decidió abrir un negocio en una zona cerca a San Lorenzo. Eran los años 70 y junto a su mujer, Juana Rodríguez, inició un camino exitoso. Su hija recogió el testigo. Curiosamente, dice que el pastel que más ha vendido en su confitería son los carbayones. Junto a ellos, les casadielles, las marañuelas y las empanadas. El mejor pastel, el que nunca debería desaparecer, el pionono. «Nació en Santa Fe, en Granada. Fui para conocer cómo se hacía y me traje la receta original». Nunca ha dejado de innovar. Una de sus últimas creaciones, 'les chapones' del Muro en chocolate.
El consejo más sabio que ha recibido de sus padres: «Nunca hagas tartas para bodas, porque si en una boda ocurre alguna intoxicación alimenticia, la culpa siempre se le va a echar a la tarta, y aunque luego se aclare la verdadera razón, ya será difícil que te quites el sambenito». Los ingredientes naturales, innovar y adaptarte a los gustos de los clientes cree que ha sido el secreto de su éxito."
"La confitería Biarritz echa el cierre el domingo y a Rosa Vílchez se le van a acumular las anécdotas de los casi 50 años en los que este emblemático y entrañable establecimiento de repostería artesanal ha estado abierto en la calle Caridad de Gijón, frente al Muro de San Lorenzo. «Antes vendíamos muchísimo dulce. Teníamos una ventanuca para atender a los niños a la hora del recreo y, no se me olvida, comían 22 docenes de mojís y unes diez de bombes, pero ahora eso desapareció», rememora de los tiempos en los que sus padres, Francisco Vílchez y Juana Rodríguez, regentaban la confitería que habían abierto en 1971.
«La habían cogido en las navidades de 1970, pero entre una cosa y otra se abrió en el 71», explica la repostera, que va a celebrar un «buen» pincheo «como los que pongo para el vermú» el domingo para despedirse de sus clientes por todo lo alto. «Después de tantos años, más que clientes son amigos. Nos vamos a juntar todos para despedirnos, acabaremos por la tarde y cerramos. Será el último día».
A Rosa Vílchez le toca jubilarse: «Me da pena, pero llegó el momento y con creces. Estoy muy muy cansada del trabajo por la edad». A la despedida de la confitería Biarritz no podrá asistir Joaquín Pixán («quería que cantase el Asturias patria querida y es el único que va a faltar, pero no puede») pero sí lo hará el escultor Fernando Alba, con el que Vílchez tiene amistad debido a que, en 2013, replicó en galleta de chocolate el conjunto escultórico Sombras de luz, mucho más conocido como les Chapones, ubicado en el Mayán de Tierra del paseo del Muro.
«Nos hicimos amigos cuando le pedí permiso para hacerlo. Les Chapones tuvieron que surgir porque los bombones no se vendían por dulzones y porque engordan. Hubo que pensar algo suave: que no lleve de lo que lleve y que aparente que no aparente. Pues eso: la chapona, como ye un crujiente, ya no ye ese mazacote de chocolate». Y triunfó con su versión dulce, pero no tanto, de su escultura favorita de Gijón. Todo un homenaje en forma de galleta de mantequilla, con ralladura de naranja o manzana, bañada en chocolate y que recrea el óxido del original con cacao amargo y, por supuesto, delicadamente agujereada.
Esta creación, como bien explica, respondió a los cambios del gusto por lo dulce de los gijoneses. «No cambié yo, cambió la gente y tienes que adaptarte a la fuerza sí o sí. La proporción del dulce, con la crema y con todo, tuvo que cambiar muchísimo», cuenta. Por supuesto, para menos. «Además, antes, los chiquillos iban al colegio y llevaben todos diez pesetes. Compraban dos helados, un pastel, y ahora no llevan ni un duro, no pueden salir en el recreo… No hay dinero. Antes se gastaba muchísimo. Cambió todo mucho», asegura, poniendo de ejemplo los tiempos en los que los pastelitos de salmón y otros bocaditos salados triunfaban para las bodas. «Salían del horno y los ponías tal cual en el plato. Ahora no los come nadie y, para cualquier cosa, hay que poner puntilla y que todo esté perfecto. La gente antes era menos delicada y gastaba mucho. Nada que ver», insiste.
«Quiero mucho a ese local, ahí está toda mi vida», dice Rosa Vílchez, que se hizo cargo del negocio a finales de los años 70 manteniendo la tradición iniciada por sus padres y eso, entre otras cosas, significa un chocolate con churros que sus clientes-amigos echarán mucho de menos. Desde que anunció el cierre, a la confitería Biarritz le han salido numerosos pretendientes y, entre otras propuestas, podría reabrir como confitería o como cafetería."
Aquella primer casa, desaparecida tiempo ha, estaría algo más atrás, hacia la confluencia con la calle Marqués de Casa Valdés, que vemos transversal, al fondo. Tras la casa, la esposa de Juan Alonso, Eugenia Álvarez, tenía una ciudadela con una sola vivienda, cuya renta le ayudaba a soportar la penuria económica que padeció tras la muerte de su marido en 1885. A causa de ello en 1890 solicitó al Ayuntamiento que no la derribasen
"El principal objeto de la venta era sujetar las arenas que llevadas y traídas por los vientos perjudicaban extraordinariamente a los caminos y fincas próximas; al mismo tiempo que esto se conseguía, se mejoraba el aspecto de aquella dilatada parte exenta de toda vegetación"
Ciertamente, el Marqués cumplió, poco después ya se podían ver "las huertas de hortalizas que han reemplazado al arenal". Las parcelas se van vendiendo a otros particulares y las presiones de los nuevos propietarios exigen firmemente al Ayuntamiento a reclamar la propiedad de las ya inútiles murallas en estrella, sus fosos y terrenos, consiguiéndolo en 1877
Posteriormente se haría un "plano del ensanche de la población de Gijón por el Arenal de San Lorenzo" obra del ingeniero militar García de los Ríos, y los arquitectos Lucas Palacios y Juan Díaz, para planificar el crecimiento de la urbe, si bien con unas premisas de edificabilidad y zonas que no serían cumplidas cuando menos de un siglo después la fiebre especulativa apenas deje palmo sin edificar
Verdaderamente y dado el atractivo de los nuevos terrenos ganados al arenal, ya en 1869 los propietarios de las fincas se resistían a dejar espacio para las calles pese a estar estipulado en contrato
En 1875 las calles ya van trazándose y poniéndoseles nombre, si bien, aún derribada la muralla y salvo algunas escasas viviendas de planta baja, todo seguía siendo una gran superficie de dunas a la que los vecinos de las zonas rurales acudían a buscar arena para sus obras y tareas, metiendo los carros, para disgusto de los propietarios
Una placa metálica en un monolito nos recuerda aquí que, a la altura de esta calle Juan Alonso estuvieron posteriormente Les Cases de Veronda, construidas en 1899 por Mariano Marín para doña Vicenta Peláez, viuda de Veronda
En ellas fue donde estuvo emplazada, entre 1920 y 1937, la sede del Ateneo Obrero de Gijón, fundado en 1881 y del que su primer presidente fue, como hemos dicho, Juan Alonso Caicoya, al quien está dedicada la calle. Estas casas sí fueron derribadas en el mismo plan que promovió la demolición del Hospital de Caridad y los últimos balnearios. Sobre la historia del Ateneo Obrero aquí radicado compartimos parte del artículo dedicado a esta histórica entidad en Wikipedia:
"Un grupo de gijoneses de la época fundó en 1881 el Ateneo-Casino Obrero: entidad cultural privada, sin ánimo de lucro y con dimensión pública. Sus fines fueron los de enseñanza y el fomento de la cultura, comenzando inmediatamente las actividades, con exposiciones, conferencias, representaciones teatrales y, sobre todo, cursos y talleres. Es el decano de las entidades culturales de Asturias y uno de los primeros Ateneos fundados en España. La etapa de mayor esplendor coincide con el comienzo del siglo xx. En 1904 se creó la Biblioteca, que se convertiría en su sección más importante, llegando a contar con unos 19 000 volúmenes. Poco después, el Ateneo fue creando las sucursales de La Calzada, El Llano y la Guía. Este período de continua expansión y desarrollo concluyó bruscamente en 1937 cuando se clausuró e incautaron los bienes de la Entidad.
En 1981, coincidiendo con el centenario de la entidad, se refundó el Ateneo Obrero de Gijón. Esta iniciativa es llevada a cabo por un grupo de antiguos socios ateneístas y por personas interesadas en recuperar las señas de identidad de una institución estrechamente ligada a la historia del Gijón contemporáneo del último cuarto del siglo xix y primer tercio del xx. Asimismo, el Ayuntamiento de Gijón se hizo cargo de la responsabilidad del consistorio de 1937 que clausuró el Ateneo y se incautó de sus bienes".
La calle Juan Alonso fue llamada en sus primeros tiempos Travesía del Pozo de Margarita, en alusión a un popular pozo que había en la esquina con la calle Marqués de Casa Valdés. Entre 1939 y 1990 estuvo dedicada al General Camilo Alonso Vega, quien entró en la ciudad con las Brigadas Navarras en octubre de 1937, ocupando la última ciudad leal a la República en el Frente Norte. Hoy en día, en estos edificios, están la Confitería Blanca Arena, el Bar Serenpidia y en la esquina con la calle Eladio Carreño, la taberna La Sal
Eladio Carreño fue uno de los fundadores el Ateneo-Casino Obrero en 1881, pero ya antes había sido alcalde durante cinco meses al proclamarse la Primera República en 1873. Era además profesor en el Instituto Jovellanos
Aquí, a la altura de la Escalera 6, llegamos al célebre Martillo de Capua, cuyas casas ya veíamos y de ellas hablábamos desde nuestro primer paso por el Paseo del Muro, un conjunto especialmente importante, nunca cansaremos de repetirlo, porque se trata del último vestigio que ha llegado a nuestros días de aquel primer e histórico ensanche por donde la villa de Gijón/Xixón se haría ciudad
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