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domingo, 28 de enero de 2024

DEL ENSANCHE DEL ARENAL AL MÉXICO LINDO, BIARRITZ Y LES CASES DE VERONDA (GIJÓN/XIXÓN ASTURIAS) EL NACIMIENTO DE UN BARRIO Y LA HISTORIA DE UN HÉROE QUE VIVÍA EN LA CALLE

La playa gijonesa de San Lorenzo en su sector occidental subiendo la marea

Los antiguos peregrinos de las edades Media y Moderna que escogían el Camino más costero llegaban a la entonces pequeña villa gijonesa por el Camín Real de la Costa, el cual tenía varios ramales para acceder a la población, uno de ellos por los grandes arenales, con dunas y algunas marismas, situados al este de la población, hacia la que esta creció tremendamente tras la demolición hacia 1870 de la antigua muralla en estrella, y con foso, construida en 1837 con motivo de la I Guerra Carlista, que encorsetó durante décadas su expansión natural. Estos arenales, para los que en su momento se pensó en un parque-playa o ciudad jardín, desaparecieron a excepción de su orilla cara al mar, La Playa San Lorenzo, cuyo arenal estamos recorriendo

El sector oriental de la playa subiendo la marea

Un muro de contención, El Muro, construido entre 1907 y 1914, que seguramente hoy se haría unas decenas de metros más al sur, separó al llamado Ensanche del Arenal, origen del barrio de L'Arena, del Mar Cantábrico, que, en marea alta, llega a sumergir, al menos, la mitad de la arena de la playa, tal y como podemos ver en el paseo marítimo hecho a la vez

Tras unas primeras construcciones de chalets burgueses, algunas fábricas y ciudadelas obreras, se llegó a pensar en hacer un parque-playa o ciudad-jardín, pero la demanda de suelo urbanizable, rematada por el desarrollismo posterior a la posguerra civil, que hizo desaparecer aquellas primeras casas, muchas con terreno y abundantes solares, creando un abigarrado barrio con edificios en altura, transformó, de manera ya irreversible, la fachada marítima gijonesa

El primitivo Camín Real, que pasaba unos metros más al sur, donde los desaparecidos arenales dunares dejaban paso a la tierra, quedó encajado entre grandes bloques de viviendas, así como aquel ramal areneru, por lo que, si bien el primero, sustituido por la Carretera de la Costa (ahora Avenida), Carretera de Villaviciosa, luego Ribadesella-Canero y N-632, se ha señalizado con conchas doradas en el suelo, se ha optado por señalizar con azulejos de flechas amarillas un trazado en parte parecido al segundo, aprovechando el Paseo del Muro, que creció al amparo de dicho muro de contención a partir de 1907, siendo reformado varias veces a lo largo de su existencia


El Muro creció a su vez a partir de una primera gran tapia de piedra que, a finales del siglo XVIII, se erigió para proteger a la villa de los temporales marinos, que arrojaban tanto al mar, como grandes cantidades de arena, contra las casas de lo que ahora es Cimavilla, el barrio Alto, que ya había crecido hacia el sur, hacia Bajovilla, en el tramo que vemos desde aquí aproximadamente en esta foto


Los peregrinos de antaño se dirigían al Hospital de los Remedios, más conocido como de los Corraxos (peregrinos pobres, enfermos y transeúntes desamparados), el cual se hallaba en dicho barrio alto, origen de la villa y puerto, y cuya capilla se conserva, algo más allá de la iglesia de San Pedro, construida tras la destrucción de la anterior, gótica, destruida en la Guerra Civil y que, a la vez, sustituía a otra más antigua aún también destruida, esta en las guerras trastamaristas (asedio de 1395) y tal vez acogida a la advocación de San Salvador, de indudable vinculación con las reliquias de este nombre, depositadas en la Cámara Santa de la catedral ovetense, también de advocación salvadorana
y centro de peregrinación que se prolongaba posteriormente y en muchos casos hasta Santiago, por eso se decía "Quien va a Santiago y no al Salvador, visita al criado y olvida al señor"



Lo mismo que la ciudad también creció el puerto, y tanto que su espacio se quedó pequeño y hubo que sacarlo a más mar abierto, al gran fondeadero natural protegido por El Cabu Torres, que no vemos desde aquí, tapado por el Cerro de Santa Catalina, L'Atalaya o La Talaya, aunque sí sus grandes diques, resultado de sus sucesivas ampliaciones, del Príncipe de Asturias y Torres


El Paseo del Muro que vemos actualmente es, básicamente, el resultado de la última gran reforma integral del mismo entre 1991 y 1993, a la que se le añadieron algunos detalles posteriores, pero que conserva otros antiguos, algunos que le caracterizaron desde su origen, como sus clásicas barandillas estilo Gijón. A la vez, muchos descomunales edificios erigidos en primera línea de costa fueron sometidos a un plan de fachadas a partir de la primera década del siglo XXI que, ante la imposibilidad de demolición o disminución en altura, les dulcifica el aspecto con cristaleras y otros elementos


Un carril-bici fue trazado entre el paseo y la Avenida de Rufo García Rendueles, dedicada a quien, desde su puesto de subsecretario de Obras Públicas, auspició la construcción de este paseo sobre El Muro, proyecto del arquitecto municipal Miguel García de la Cruz. En los bajos de los actuales edificios hay numerosas tiendas, comercios y hostelería, con algunos establecimientos señeros, mismamente de los tiempos en los que se construyeron algunos de estos edificios


Los tamarindos, como se les conoce, pero que en realidad son tamariscos, del género Tamarix, son otro ejemplo, este natural, que está presente en El Muro desde sus primeros comienzos, bueno de plantar en estos lugares pues, si bien no es especie autóctona, se adapta perfectamente dada sus extraordinaria resistencia, pese a su porte grácil, a ser derribado por los temporales, gracias a el extraordinario crecimiento de sus raíces en terrenos arenosos


Tal y como leemos en El arenal de San Lorenzo. Historia del ensanche de La Arena, del Cronista Oficial de Gijón, Luis Migue Piñera, el nacimiento del barrio de L'Arena podría fecharse el 22 de agosto de 1850 cuando, aún con la muralla de la carlistada en pie y operativa, el marqués de Casa Valdés, Félix Valdés de los Ríos, solicitó al Ayuntamiento que vendiera los terrenos de los arenales, los cuales eran de propiedad municipal, para preparar el crecimiento de la población al este

El sector occidental de la playa en bajamar

El consistorio le hizo caso y procedió a su subasta, la mayor parte la adquirió el marqués, otra, mucho más pequeña, al ingeniero, político y empresario Romualdo Alvargonzález Lanquine, y una tercera se la reservó el mismo Ayuntamiento con la idea de hacer una zona de recreo, La Florida, al paso del camino, luego carretera, de la Costa que, con la especulación urbanística y el desarrollismo, fue también edificada con bloques de pisos, como aconteció con todo el llamado Ensanche del Arenal
 
La Playa San Lorenzo cuando sube la marea

De ahí viene que, en un planto del ensanche de principios del siglo XX se le llame a este el Barrio del Marqués de Casa Valdés y que, en noviembre de 1937, la primera corporación franquista, tras la caída del Frente Norte unos días antes, le dedicase en el barrio una de sus calles, la que primeramente fue llamada de San Nicolás, por la desaparecida capilla de esta advocación en El Bibio, donde empezaba, un lugar por donde se acercaba a la antigua villa el Camín Real de la Costa y uno de sus ramales atravesaba sus ramales para entrar en ella por el oeste, muy cerca de por donde caminamos ahora nosotros, un poco más al sur


El Muro fue prolongado una vez más entre 1951 y 1958 para llegar a Los Mayanes y El Rinconín, en el gran saliente que cierra la bahía por el este hasta la Punta del Cervigón, lugares de pedreros y pequeños cabos, El Mayán de Tierra y El Mayán de Tierra, con las rocosas y pedregosas ensenadas playeras de Los Mayanes, en el barrio de El Pisón, parroquia de Somió


Rematando la construcción de El Muro en 1914 se hizo el Puente del Piles, por donde empezábamos, viniendo de La Guía por El Molinón y el paseo del río, nuestro periplo por esta concha gijonesa. Seguidamente se abrieron las carreteras de que de allí suben a L'Infanzón, a lo lejos, en la zona más oriental del concejo y a La Providencia, a la izquierda, junto a la que cuarenta años después se ampliaría El Muro hasta El Rinconín, playa más arenosa que las de Los Mayanes


En esta foto, sin gente y en una gran bajamar, vemos el puente, hecho como El Muro con piedra sacada de las canteras de la parte más inmediata de la zona rural gijonesa, Roces, La Coría y otras. Es de dos ojos y sustituía a una endeble y peligrosa pasarela de madera colocada en 1901. Anteriormente o se cruzaba el río descalzos en bajamares, o con carro o caballería, o había que ir a La Guía, donde había de antiguo un viejo puente de piedra en el camín real, sustituido por otro más ancho en 1860 al hacerse la Carretera Villaviciosa



La construcción de estas carreteras favoreció la transformación de la parroquia de Somió de rural a residencial en un proceso que ya se había iniciado con las quintas de recreo burguesas y aristocráticas y vino a culminar con la construcción de grandes colonias de chalets, chalets individuales con terreno, viviendas y urbanizaciones a lo largo de los siglos XIX y XX


Y, a la vez, también de ocio, especialmente el lugares como este litoral, donde abrieron merenderos y bailes que, adaptándose a los nuevos tiempos, se transformaron en salas de fiestas, restaurantes y terrazas y bares de copas, de cuya historia y evolución hemos hablado en los artículos correspondientes a los anteriores tramos camineros de este Paseo del Muro



Tal fue la impronta que marcaron que alguno de ellos, como el Casablanca, si bien ha desaparecido tiempo ha, ha dado nombre a este lugar de la costa, que también tiene como referencias geográficas el Bellavista, El Pery, o El Faro del Piles, los cuales, si bien muy reformados, siguen abriendo sus puertas en nuestros días


Más allá, en 1945, en lo que por entonces era un paraje muy apartado fuera del casco urbano, se construía uno de los centros sanitarios señeros de la parroquia de Somió, el Sanatorio Marítimo, del que también hablamos en anteriores ocasiones. Más arriba, los verdes prados de la campiña, donde aún se ve pastar a buenos rebaños de vacas, y algún antiguo caserío campesino, recuerdan la razón del nombre de otro de los barrios de Somió, Les Caseríes



Allí en lo alto, a la izquierda de la foto vemos la Casa de Rosario de Acuña, que fue vivienda de Rosario de Acuña y Villanueva, gran personalidad de la historia gijonesa y española en general, dentro de la lucha por la igualdad de las mujeres, quien llegó aquí tras una azarosa vida gracias a los auspicios del Ateneo Obrero de Gijón


Más allá de El Rinconín, El Cervigón, por donde pasa la senda costera que como prolongación peatonal del Paseo del Muro pero respetando el acantilado, continúa más allá de El Rinconín y sube por Les Caseríes arriba al Parque del Cabo San Lorenzo y la Providencia, para continuar al este hasta el límite con Villaviciosa y pasando sobre las playas de Peñarrubia, Serín, La Cagonera, Estaño y La Ñora, que ya no vemos desde aquí


La Senda del Cervigón es llana hasta llegar a La Calada'l Bruscu, cala de pesca muy apreciada por los pesquines o pescadores de caña. A partir de allí vemos la cuesta por Les Caseríes arriba hacia Peñarrubia. En una explanada natural rocosa sobre la punta unos pequeños blancos son parte del conjunto escultórico Cantu de los díes fuxíos de Adolfo Manzano


Con entrada de vehículos por la carretera del Piles a La Providencia, se hizo en 1961 el camping del Rinconín, actualmente Camping Gijón Costa Surf, en plena Punta del Cervigón, proyectado por el arquitecto Antonio Álvarez Hevia para Enrique Sánchez Fernández, El Moreno, en terrenos propiedad de su mujer Mercedes Loché, con quien regentó el negocio, el cual pasó luego a su hijo Antonio


La Senda del Cervigón es parte de una gran senda litoral que, desde la Playa de Poniente (recuperación en 1991-1992 del que fue La Playa Pando o Arenal del Natahoyo, al oeste de la ciudad), sigue la franja costera gijonesa hasta la misma desembocadura del Ríu la Ñora, en la playa de este nombre, frontera con Villaviciosa


A su vez, como continuación de la última gran reforma integral del Paseo del Muro entre 1991 y 1993, se hizo el gran paseo sobre la parte de El Muro entre El Puente del Piles y El Rinconín, en lo que fue un gran cambio del litoral urbano gijonés


La reforma de El Muro entre 1991 y 1993 fue proyecto del arquitecto Diego Cabezudo, quien dio forma a este nuevo diseño, renovándose todo el pavimento y ganándose cuatro metros de anchura para el paseo, entre otros elementos y detalles


Por ejemplo, las banderas de países del mundo, con sus respectivos mástiles, fueron suprimidas, salvo la gijonesa que hay en cada escalera. En cuenta de ellas se colocaron farolas, que habían sido quitadas para poner los estandartes en una gran reforma anterior, la de 1951


Llegamos así a la Escalera 10. Fijémonos en las llamadas farolas modelo Gijón y en los contenedores, que imitan a las casetas de lona de la playa. El geógrafo Héctor Blanco les dedica este excelente artículo en La Nueva España del 31-1-2022:



El Muro es un compendio en el que se puede abarcar toda la historia de la ciudad desde su nacimiento y crecimiento primigenio hasta su expansión entre los siglos XIX, XX y XXI, llegando a ocupar lo urbano, en la práctica, a varias parroquias circundantes antiguamente rurales, como la de Somió, ya integrada censalmente en la urbe gijonesa


Aparte de las acusadas diferencias del nivel entre bajamares y pleamares, comunes a todo el Cantábrico, una característica es la gran fluctuación en la forma de la superficie arenosa, que según temporadas y dependiendo de cada zona de la playa, llega a cubrir varios peldaños de las escaleras o, al revés, deja a la vista la roca madre


Es la parte oriental del arenal la que, incluso en las mayores pleamares, conserva una considerable superficie de arena no sumergida, eso hace que, según suba la marea, quien quiera seguir tomado el sol y pasando el día en la playa, vaya desplazándose en esa dirección, llegando en ocasiones a quedar atestada de gentes con sus toallas y sombrillas


No poca gente prefiere los pedreros, pero estos también desaparecen en las pleamares, sobre todo los situados a la izquierda de El Tostaderu, la parte más resguardada de la playa, donde hay gente tomando en sol en cualquier época del año


El paseo por la arena húmeda es una hermosa sensación que también el peregrino puede experimentar haciendo Camino, descalzándose y paseando a lo largo de toda la orilla, un gran placer para nuestros sin duda doloridos pies, dejando que a ellos llegue y los moje la espuma de las olas del mar...


Surf y Paddle Surf, haya olas o no estamos en una de las capitales surferas del Cantábrico, y para ello baste como muestra la cantidad de escuelas y tiendas que hallaremos en los bajos comerciales de la Avenida de Rufo García Rendueles


La cantidad de arena de la playa es también una de las grandes polémicas que se repiten cada cierto tiempo en la ciudad. Cuando hay mucha no pasa nada normalmente, pero en temporadas que esta disminuye se reabre el debate que busca sus causas y la razón de los cambios en las corrientes marinas


A nuestra izquierda, donde salen a dicha avenida las calles Premio Real y Emilio Tuya, se levantó una de los primeros grandes edificios del barrio, con 46 viviendas, promovidas por Construcciones Ibáñez S. A. Antes hubo algunas casas de planta baja y un campo de fútbol, el Jovellanos, donde jugaron equipos como el Cimadevilla, el Instituto, el Plazuela, los Once Stukas, el Tucán o el Club Deportivo Arenal, este fundado en 1925 y cuyo campo actual se encuentra en El Tragamón (Cabueñes). Esta es parte de su historia, según nos la explican en Fútbol Base Spain:

"Nace el Club Deportivo Arenal en el año 1925, como su propio nombre indica corresponde a los aficionados al fútbol del barrio gijonés de La Arena, de la mano de D. José Castro junto con D. Marino Arriba que gracias al entusiasmo y valores propios de esos tiempos eran al mismo tiempo directivos, administradores, jugadores y lo que más mérito tiene hoy al transcurrir de los años, FUNDADORES, pues a ellos les cabe el honor de haber sido los pioneros de un club, que unos cuanto años después aún está. En aquellos tiempos el barrio de La Arena contaba con otro representativo equipo, El Cantábrico, que tras una enconada rivalidad terminamos por fusionarnos con el nombre de Unión de La Arena. Llegado el año 1930/31 surge otra vez el nombre de Club Deportivo Arenal, con domicilio en la Calle Aguado, en un reservado de Casa Luengo. En esta etapa la directiva estaba formada por Marcelo, como Presidente, Ramonín (El Cojo), Alfonso Ordieres (El Pocho), El Chato y demás. En la temporada 1932/33 se federa el Club Deportivo Arenal, militando en Tercera Regional, división en la que jugarían cuatro temporadas y, durante ellas, se proclamó campeón y subcampeón respectivamente. Fue en esta etapa, de 11 años de competiciones ininterrumpidas, la primera y más emotiva de la vida de nuestro Club, etapa de formación y consolidación en tiempos difíciles que sólo el entusiasmo de aquellos pioneros pudo superar 1975… Van transcurriendo los años y en 1975 el C.D. Arenal vuelve a resurgir con fuerza de la mano de Francisco Vincelle, Ricardín, Arturo Fernández, Garat, etc… Inscribiendo un equipo en 3ª Juvenil y a partir de ese momento el C.D. Arenal no paró de crecer en resultados y en número  de equipos federados. Dentro de nuestra historia, somos el equipo de Asturias que más campos tuvo que construir, debido al desarrollo urbanístico de la ciudad durante los años 70. Comenzamos jugando en el Campo de Tetuán (detrás del Bella Vista), a los pocos años nos trasladamos al Campo del Mesón del Mar en la Providencia, y sobre el año 1983, se construyen los campos de La Nozal en la Guía. Nuevamente, en el año 1993, el CD Arenal tiene que coger las maletas y volver a comenzar en las actuales instalaciones de El Tragamón"

Otra ciudadela obrera desaparecida en este sector de El Muro fueron las humildes viviendas denominadas oficialmente Casas de la Huerta de Herminio Carbajal, desaparecidas con la construcción de estos nuevos edificios a partir de 1960

En la esquina del edificio a nuestra izquierda, el Restaurante El Galeón (un poco más adelante, en la esquina, es uno de los que abrieron al remodelarse el barrio urbanísticamente y testigo de muchos acontecimientos. De él escribe el gran historiador y excelente gastrónomo Luis Antonio Alías en el diario El Comercio del 11-11-2023, y es que "no solo de Camino vive el peregrino":
"Nació cuando El Faro, El Parque, Casablanca, Topolino, México Lindo y otros inolvidables miradores de la playa gijonesa, la cardinal, eran jóvenes. Fue bautizado y echado a andar por un matrimonio de Santander que abrió restaurante casi dos décadas después en la capital cántabra y lo puso en venta. Lo adquirieron Abascal Iglesias, sotrondino, y Mariángeles Méndez, tinetense, con los que también iniciaba aventura Javier, su hijo, un chaval de diecisiete años que se lo tomó muy en serio y acabó Hostelería en cuanto abrió la primera escuela. 
Lo de tomárselo muy en serio no sólo tenía (y tiene) que ver con el compromiso y la amabilidad un poco antañonas que muchos notamos escasas en el mundo milenial, también porque la adquisición conllevaba invertir los ahorros conseguidos en Bélgica atendiendo, precisamente, un restaurante español para emigrantes como ellos.Y para flamencos o valones de buen gusto. 
El oficio lo poseían y traían. La continuidad, la parroquia fiel, el lugar de cita y tertulia, los ajetreos de los meses estivales y la calma de los otros nueve, además de mantenerse aumentaron. Y deviene un clásico que la mayoría de los gijoneses ubican de inmediato. ¿El secreto? «Cuidar a la clientela y hacer muchas horas», dice Javier. No importa que la crisis y la pandemia hayan prácticamente exterminado las cenas en días laborables, o que El Muro, si tocan frío o viento, resulte intransitable. 
Jubilados los padres, con Ana, su hermana, encargada de la cocina, la familia mantiene el rumbo cuyo principal éxito y mayor demanda lo pone un menú diario extremadamente cuidado, con varios primeros y segundos capaces de cubrir todo gusto, del fartón al prudente, mientras la carta resume ensaladas, carnes, pescados, y una buena colección de las recetas asturianas esenciales en nuestra larga vida (para quienes ya disponemos de eso, una larga vida). Sólo citamos (y aconsejamos) tres indudables números uno: la fabada, el rollo de bonito en temporada, y los escalopines al cabrales. 
Sí queda un homenaje a la Bélgica previa y facilitadora, donde muchos los probamos por primera vez ahora que andan muy de moda: los mejillones al estilo belga, visualmente muy fáciles pero con punto enrevesado."


L'Arena dio siempre muchos y buenos futbolistas, no siendo este el único terreno de juego, los más frecuentados por las promesas y aficionados del balompié fueron los improvisados hechos en la misma arena de la playa y que dieron origen a uno de los varios equipos del barrio, el Playino



Los domingos, fuera de temporada veraniega, buena parte de la playa es, en marea baja, una sucesión de improvisados campos de fútbol de los muchos aficionados locales, el el Fútbol Playa, con su apasionante campeonato. El paseo y las barandillas forman parte de un también improvisado pero magno estadio


A la izquierda de esta foto está la manzana de casas del Martillo de Capua, prácticamente el último exponente conservado de lo que fue el primer ensanche urbano del Arenal luego de derribarse la muralla de la carlistada. A su altura está La Garita, desde donde empezó la construcción del actual paredón de El Muro en 1907


Ese muro era a su vez prolongación del hecho a raíz del Plan de Mejoras propuesto por el prócer gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos en 1782 desde la iglesia de San Pedro hasta La Garita que protegía a la aún pequeña villa gijonesa. Previamente ya se había construido un paredón entre las décadas de 1760 y 1770 obra del arquitecto Manuel Reguera González, iniciativa del Alférez Mayor Francisco de Paula, hermano de Jovellanos, una idea que ya rondaba desde 1723 pero que no se había acometido por problemas de presupuesto. En la publicación auspiciada por el Ayuntamiento y titulada Muro de San Lorenzo. Abrazo de mar (1907 - 2007) , obra del geógrafo e historiador Héctor Blanco González, se repasa la historia de estas defensas de la villa ante el bravío Mar Cantábrico
"No resulta arriesgado concluir que el Gijón reconstruido durante el siglo XV tuvo que servirse de los restos de aquella imponente estructura para comenzar una nueva historia, por primera vez sin una muralla en sentido tradicional, aunque sí con una construcción similar que deslindase la población del mar, a medida que la primera necesitaba ganar terreno a costa de las aguas y del arenal. 

Durante los siglos XVI y XVII surge un nuevo perímetro murado al este del Cerro. Sin rebasar su base rocosa, deja atrás ampliamente el antiguo recinto fundacional, gana el cuello del tómbolo y lo convierte permanentemente en tierra firme. Este malecón perfilará en centurias sucesivas la plataforma rectangular sobre la que se asientan la iglesia de San Pedro y el Campo Valdés. El tramo del Muro irá alcanzando el arranque de la actual calle de Cabrales, aunque posiblemente con menor latitud de la que presenta hoy en día. 

Ya en el XVIII, el crecimiento meridional de la villa hace cada vez más necesaria su defensa oriental tanto de las grandes pleamares como de los daños y molestias causados por la arena. Para solucionarlo, a la par que se ejecutan las obras de renovación del puerto, se erige un tercer muro, el “paredón de San Lorenzo”. Levantado entre las décadas de 1760 y 1770 bajo la dirección de Manuel Reguera González, enlazó el inicio de las actuales calles Cabrales y Ezcurdia y facilitó la idea de Jovellanos de desarrollar un plan de ensanche al sur de Bajovilla. 

Él mismo lo describe en sus Apuntamientos sobre Gijón como “un paredón en línea curva y de más de 1.000 varas de extensión sobre la playa oriental para defender la población no sólo del mar, sino también de las arenas que, arrojadas por el nordeste, se la iban tragando por aquella parte”. 

En su Diario, admirará el combate con el Cantábrico: “Vamos don Pedro de Llanos y yo a observar el mar en el nuevo paredón, que bate cruelmente. Horroriza ver con qué facilidad le descarna, casi hasta descubrir el cimiento; es verdad que después le reviste y defiende con arenas, pero más lentamente. Dos fuertes mareas de equinoccio, con tiempo tormentoso por el vendaval, bastan para arruinarle”. Sin embargo, aún resiste en pie dos siglos más tarde."

El primer gran muro pues, arrancaba de la primera parroquial de la villa y puerto desde su parte de atrás. La iglesia actual poco tiene que ver con aquella, gótica, destruida en la Guerra Civil, pero su ubicación es la misma. En ese primer tramo un calvario de piedra, a manera de vía crucis, se disponía sobre El Muro santificando el campo de la iglesia, tal y como sigue haciendo, reformado, en nuestros días


Por entonces, en tiempos de Jovellanos, ya había desaparecido, destruida en 1395, otra muralla anterior, la romana, que en base a sus cimientos se ha marcado en el suelo entre la iglesia y el borde de El Muro y ser ha reconstruido-recrecido a base de ladrillos, en algunos lugares, como detrás del Real Club Astur de Regatas, ubicado donde antaño hubo una batería de cañones y luego el balneario La Cantábrica



Más allá, el acantilado de Santa Catalina formaba parte de la defensa natural de la población, debiendo su nombre a una capilla de esta advocación situada arriba, en el campo de La Talaya, terrenos que pasaron al ejército con las crisis cubanas (se temía una guerra con Estados Unidos -como al final ocurrió- y no se descartaba un ataque de su flota a la misma península) y no retornaron al Ayuntamiento para ser parque público hasta 1981. Cerrado con vallas y alambradas fue llamado el Gibraltar gijonés


La calle Emilio Tuya, que entronca a nuestra izquierda con la Avenida de Rufo García Rendueles, fue antiguamente llamada del Molino, al parecer por ser el viejo camino a un viejo molino harinero de la ribera del Piles, luego fábrica de harinas La Hormiga y que daría nombre a El Molinón, estadio del Real Sporting de Gijón, como vimos al pasar junto a él viniendo de La Guía. Estuvo también dedicada al último presidente de la Primera República, Emilio Castelar, quien visitó la ciudad varias veces. Por acuerdo del 20 de septiembre de 1920 se dedicó al citado Emilio Tuya, alcalde entre 1926 y 1930, pese a que, cuando dejó la alcaldía, había rechazado rotundamente que se le diese su nombre a un tramo de la entonces Carretera de la Costa


Aquí estuvo el Zafiro, bar especializado en bocadillos desde la década de 1980, cerrado en 2015



El Muro es un paseo marítimo muy agradable, frecuentado y transitado incluso en invierno, cuando los vientos destrozan los paraguas desplegados de los viandantes, no digamos en verano, con la playa en ebullición, los puestos de helados a pleno rendimiento y los vendedores ambulantes pululando por la arena, proclamando al altu la lleva su mercancía, al grito de "¡hay patata cacagüéee, a la rica avellanaaa!, ¡ hay agua del Sáhara!". o "¿qué coméis que nun tenéis sede?" y otros muchos


A la derecha del Martillo de Capua comprobamos claramente cómo los edificios desarrollistas no solamente se construyeron en el nuevo Ensanche del Arenal, sino también sobre otros más antiguos del centro de la ciudad y hasta Cimavilla


Ahí está El Náutico o los Jardines del Náutico, un espacio ganado en 1937 con el gobierno municipal del Frente Popular que fue respetado y reorganizado por las corporaciones sucesivas, no volviendo a edificarse en él (estaba el Hospital de Caridad y otras casas y edificios) a no ser el bar, que ha pasado, como el lugar, por diferentes reformas



Una manzana de edificios antiguos, entre las calles Rectoría (izquierda) y Julio Somoza (derecha), frente a la Escalera 3, sí fue respetada. Entre ellos destaca el Edificio Varsovia, llamado así por el pub que abre sus puertas, desde hace años ya, en sus bajos, mirando a la playa


Es de estilo modernista encargado por Celestino García López al arquitecto Manuel del Busto del año 1902. Si no derribado si transformado con la moda desarrollista, tras la rehabilitación del también arquitecto Fernando Martín en 2006 le fue devuelto todo su esplendor, y aspecto originales. Fijémonos enfrente en el puesto de helados, otro de los elementos que imitan las casetas veraniegas de esta playa


Del Edificio Varsovia ya hemos hablado en otras entradas de blog y volveremos a hacerlo cuando pasemos enfrente de él. A su derecha hay otro gran bloque de pisos y, a continuación, un conjunto de edificios históricos muy a destacar. De todos hemos dicho algo ya al ir avanzando por este Paseo del Muro, pero volvemos a hacer hincapié en ellos dada su importancia


Ahí tenemos el conjunto del Colegio San Lorenzo con la capilla de esta advocación a su derecha y la Torre de los Jove Hevia, del siglo XVII. Se trata de la capilla tradicionalmente conocida como de San Llorienzo de la Tierra, que dio nombre a la playa. De aquí partía hace tiempo una procesión marinera de lanchas hacia otra capilla dedicada a este santo, San Llorienzo de la Mar, que estaba en la Isla La Tortuga o La Fontica, frente al Cabo San Llorienzo, al otro extremo de la bahía. La forma original del topónimo, San Llorienzo, aparece ya recogida por el prócer gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos en una carta del 5 de diciembre de 1804 en la que, hablando del término asturiano enguedeyar desenguedeyar nos presenta este cantar propio de aquella celebración entre las dos capillas diciendo "ahí va su texto gijoniego":

                                                         Vengo de San Llorienzo de la Tierra
                                                         voy pa San Llorienzo de la Mar
                                                         enguedeyar, enguedeyar, enguedeyeme
                                                         nunca me pude desenguedeyar

Dentro de las múltiples acepciones del verbo enguedeyar en este caso parece claro que, como otras muchas similares, las estrofas hacen referencia al significado de mantener relaciones amorosas con otra persona, algo totalmente corriente en las fiestas. El actual santuario de La Providencia es, emplazado más arriba del antiguo, el sucesor del de San Llorienzo de la Mar


Al lado está la calle Ventura Álvarez Sala, prestigioso pintor en ella nacido en 1869 y que falleció en 1912, años antes que se construyese la antigua Pescadería Municipal en la zona donde antes estuvo el Mercáu del Adobu, de 1897, así llamado por vender principalmente carne de gochu (cerdo). mercado que fue sustituido por esta pescadería, la cual se construyó para darle el relevo a otra más antigua que no reunía las condiciones necesarias, del año 1860 y que arrojaba los vertidos a la misma playa cuando esta aún apenas era visitada para los baños de ola, pues la gente acudía mayormente a Pando, el Arenal del Natahoyo, al otro lado del istmo de Cimavilla


La antigua Pescadería Municipal, ahora dependencias del Ayuntamiento, destaca por su peculiar forma, con sus grandes ventanales, los arcos de su entrada, las columnas y escalera, obra proyectada por el arquitecto municipal Miguel García de la Cruz en 1922 y reformada en 1927, construyéndose entre 1928 y 1930 con mostradores para unas 25 vendedoras que disponían de su propio puesto, dotado de mostrador para vender pescado al peso y "marisco mayor", es decir, bugre (bogavante) y langosta


Y, seguido a la Pescadería, el Ayuntamiento de Gijón/Xixón, que empezó a construirse en 1858 según proyecto del arquitecto Andrés Coello, terminándose en 1865, se trata del lugar en el que estuvo el solar de Casa José María Rato donde, en unas viviendas tiradas en 1778, aparecieron enterramientos del tiempo de los romanos


En un principio esta fachada, que mira al mar, estuvo porticada, pero solo por breve tiempo. Actualmente la porticada es la fachada principal, que mira a la Plaza Mayor. Hacia donde nos dirigimos


En la lejanía, Les Bombones, depósitos de gas licuado en La Campa Torres, sobre El Musel y al lado del castro de la antigua Noega, precedente urbano de la población. Más a la derecha asoma, sobre los tejados de Cimavilla, la Torre del Reloj, reconstruida prácticamente en su totalidad en 1989 dentro del plan de rehabilitación general del barrio y de la recuperación de la antigua muralla romana, inaugurándose en 1995 el centro de interpretación, sede del archivo municipal y exposición permanente de la Historia local



La torre primitiva se erigió en 1572 sobre el cimiento de una torre romana-medieval donde estaba una de las puertas de la fortificación. Primeramente fue ayuntamiento, hasta 1680, y luego cárcel; disponía de un reloj que daba la hora a la población, con un relojero responsable de su perfecto funcionamiento, y fue derribada en 1911, tras el traslado de los presos a la nueva cárcel de El Coto dos años antes



Antiguos cronistas quisieron ver en la construcción más primitiva, la torre anterior al siglo XVI, parte del castillo en el que pretendidamente se asentó Pelayo tras expulsar de aquí al gobernador bereber Munuza, una tradición legendaria pero que parece ser la razón por la que este rey está representado en el escudo de Gijón/Xixón, por lo menos desde 1649 que se sepa, y aunque su dibujo tuvo grandes variaciones en todos estos siglos, la figura de Pelayo sigue siendo protagonista absoluta del blasón de ciudad y concejo


El terreno que se extiende entre el Ayuntamiento y la iglesia, el Campo Valdés, del las primeras noticias que así lo mencionan son de 1654, aunque parece ser que no contó con árboles hasta algo después, cuando olmos, álamos y fresnos fueron sus especies primigenias. Luego los tilos sustituyeron a los negrillos enfermos. Allí se localizaron las termas romanas, cuyo museo, subterráneo, se extiende bajo dicho campo


En esta foto de principios de primavera, con aún pocas hojas en los árboles, podemos ver el antiguo Palacio Valdés, construido entre los siglos XVI y XVII, actual Colegio Santo Ángel



La actual iglesia de San Pedro fue construida entre 1945 y y 1955 según proyecto de Francisco y Federico Somolinos. Recuerda a la iglesia anterior, gótica y con elementos renacentistas, en su alta torre y en el pórtico neoclásico, aunque buena parte de sus características artísticas y arquitectónicas emulan el Arte Asturiano prerrománico y el románico


 El templo antiguo había sido construido cuando la antigua villa medieval se recuperaba del total destrozo de 1395 en el asedio trastamarista. Algunos documentos dicen que las obras comenzaron en 1410 pero diversos eruditos señalan la fecha como muy temprana y dudan de la autenticidad del escrito que así lo señala, optando por una edificación algo posterior en el tiempo, que además tardó bastantes años en acabarse


La iglesia se asume puede estar sobre sucesivos santuarios que se irían superponiendo sobre un lugar de culto precristiano vinculado a las termas, la cuales como dijimos fueron empleadas como lugar de inhumaciones tras la caída de la autoridad romana. Dato muy importante porque durante siglos se estimaba que los enterramientos solo podrían hacerse en lugares sagrados de iglesias y templos de importancia. Detrás seguía la muralla romana hasta que el mismo acantilado conformaba la defensa natural. Luego, desaparecida, esta, se instaló una batería de artillería y, más adelante, el balneario La Cantábrica


En 1920 sería adquirido por el Real Club Astur de Regatas, que vemos aquí preciosamente, desde las terrazas y edificios centrales hasta las piscinas, donde estaba el balneario, club del cual se inauguró en 1922 el pabellón, embellecido por Juan Morán, siendo en 1930 Manuel del Busto el encargado de darle más empaque con nuevos añadidos. El club, aunque fundado en 1911 en el Casino de Gijón del Paseo de Begoña, intentó primeramente adquirir los terrenos para su sede en la antigua aduana del muelle pesquero, que se dedicaron finalmente a rula o lonja de pescado, habiendo entonces de instalarse momentáneamente en la calle Corrida hasta que apareciese un espacio más cercano al mar


Por fin se compraron en 1913 unos terrenos al pie de la antigua Batería de San Pedro, otra de las defensas artilladas de la ciudad que aquí se ubicaba en 1787, aceptando entonces el rey Alfonso XIII ser su Presidente de Honor, participando en las regatas de los años 1912 y 1913. Luego sus terrenos se ampliaron en 1920 con el solar del balneario de La Cantábrica, como acabamos de reseñar


Asoman a la izquierda los edificios del Camín de La Fontica-La Salle, la subida a La Talaya o L'Atalaya. La Fontica es una antigua fuente existente en el cerro, fundamental para el asentamiento en lo que ahora es Cimavilla de la población que, en época romana, debió venir del antiguo castro de Noega, en La Campa Torres, puesto que sus aguas suministraron aguas a la naciente población y a sus termas. Antes de la extensión de la red de agua corriente el vecindario acudía a ella a por agua para casa y se decía que en ella se aparecían las xanas o ninfas asturianas, en la mágica mañana de San Juan


En la lejanía, el Dique Príncipe de Asturias, con sus grandes montañas de carbón, "más altas que un edificio de ocho plantas", leemos en La Nueva España del 4-8-2015:
"Las parvas de carbón que se acumulan junto al muelle de la terminal de graneles sólidos, EBHISA y en los aledaños de la ampliación de El Musel, pueden llegar a alcanzar los 25 metros de altura, más que un edificio de ocho plantas. Proteger de la acción del viento, mediante apantallamientos, estas montañas de carbón, cuya base puede llegar a tener hasta un cuarto de kilómetro de largo, es una de las medidas que tendrá que estudiar la Autoridad Portuaria de Gijón, a instancias de la Consejería de Medio Ambiente del Principado. 
La medida no es de aplicación sencilla, como ya adelantó la presidenta de El Musel, Rosa Aza, el pasado jueves, cuando apuntó que habrá que hacer un estudio de vientos para decidir si es una alternativa efectiva, debido a la amplitud de la superficie que se tendría que cercar. 
Ante esta propuesta se mostraron ayer escépticos tanto trabajadores portuarios como ecologistas, debido al tamaño necesario de las pantallas para proteger parvas de carbón de 25 metros de alto en un muelle como el de EBHISA, por ejemplo, de casi un kilómetro de largo. 
Las citadas fuentes portuarias señalan que las dos alternativas viables son el riego de las parvas con agua durante la operación en las mismas y con tensoactivos para sellarlas cuando no se trabaja en ellas, o almacenar el mineral a cubierto, como hacen concesionarios en los puertos de Coruña y Santander, algo inviable en opinión de la Autoridad Portuaria por su coste económico. 
Por su parte, Francisco Ramos, de Ecologistas en Acción, ante las "alturas enormes" de las parvas de carbón "no hay estructura" que pueda aportar un apantallamiento eficaz. Ramos recordó que el Puerto de Avilés obligó a Asturiana de Zinc a guardar a cubierto la blenda. Azsa invirtió 11 millones de euros en una nave para almacenar el mineral, de mayor densidad que el carbón."

Y el Dique Torres, la última gran ampliación de El Musel, el llamado Muselón, del 1.530 metros de longitud


Cuando el marqués de Casa Valdés adquirió estos terrenos en 1853 se comprometía a seguir las directrices de urbanización previstas en el plano del Ensanche de la Población de Gijón por el Arenal de San Lorenzo, obra del arquitecto municipal Luis María Palacios Rodríguez en colaboración con el también arquitecto Juan Díaz y con el ingeniero militar Francisco García de los Ríos, que ya contemplaba la construcción de este muro y su paseo


De todas maneras el ensanche gijonés del Arenal no sería realidad verdaderamente hasta 1868, cuando la ciudad pierde la condición de plaza fuerte al derribarse la tan recitada muralla carlista, culminada en 1839, es decir, que durante tres décadas cortó el natural crecimiento urbano y marcó luego este a partir de su estructura en forma de estrella


Primeramente, se cubrieron los arenales con lodos sacados del dragado del muelle local con la idea primigenia de ganar tierra cultivable en las parcelas resultantes, las cuales pasaron a numerosos propietarios al ser vendidas por su dueño, el marqués de Casa Valdés. Estos propietarios primeros, a su vez, la vendían a más particulares, lo que dio lugar a diferentes interpretaciones en el perfil de las nuevas calles proyectadas, en forma de cuadrícula, incluso se llegaron a construir casas y edificaciones anteriores al plano que regulaba el crecimiento de L'Arena y otros barrios surgidos de estos nuevos grandes espacios areneros



Al llegar a la Escalera 9 vemos, a nuestra izquierda, el alto edificio que hace esquina con la calle la Playa, donde estuvo la Ciudadela de Mon, luego llamada Patio de Urcisa. Antes de desaparecer hubo también, décadas de 1960 y 1970, un solar donde se instalaron varios murales para colocar anuncios de publicidad comercial


Mucho más antiguamente, aún en el siglo XIX, hasta aquí llegaba la parroquia de Ciares, según nos informa Agustín Guzmán Sancho en La Parroquia de San Lorenzo de Gijónpues esta abarcaba terrenos comprendidos en los actuales barrios y calles de "Contrueces, El Llano, Pumarín hasta la actual Avenida de la Constitución, para seguir por la Puerta la Villa, la actual calle Covadonga, Plaza San Miguel, a salir a mitad de la playa hacia la altura de la calle Vázquez de Mella (actual calle La Playa), siguiendo por la costa hasta el Piles (comprendiendo la zona del parque Isabel la Católica y del coto de San Nicolás, donde estaba la capilla de San Nicolás del Mar). El Piles servía de divisoria hasta el puente de Viñao, enlazando por la Coría con Contrueces..."


En el bajo, unos de los clásicos de la hostelería en El Muro, el Bar Solimar, de Jorge García, quien recuerda a quien la prensa llamó "El héroe que vivía en la calle". Recogemos esta crónica de El Independiente del 2-1-2024:
El día 31 de diciembre Gijón no solo se despidió del 2023. También dijo adiós a Pablo Ferreira, que falleció un mes después de haberse convertido en un personaje ilustre del centro de la ciudad. Este asturiano, camarero de profesión de 47 años cuyos problemas económicos le habían dejado sin un techo donde cobijarse, se fue dejando atrás una historia difícil de olvidar. 
Dormía en un portal, y después de su fallecimiento todavía el día 1 de enero estaban sus cosas en la calle como si se hubieran olvidado de ellas. Pero en noviembre, este hombre había sido noticia. En un acto de generosidad desinteresada ayudó a un policía que, practicando surf, se había lesionado gravemente la espalda. 
Después de que sacaran del agua al policía, también de 47 años, estaba helado de frío y tiritando mientras esperaban a la ambulancia. Pablo Ferreira quiso ayudar. Cogió sus pocas pertenencias, su saco de dormir y su manta, y se las puso por encima al surfista. 
Él le quitó importancia: "La verdad es que no lo pensé y creo que cualquiera hubiese hecho lo mismo por mí. Otra gente ayudó también. Pero tiritaba de frío y yo era el único que tenía esto a mano", aseguró entonces. 
A Pablo Ferreira le dio igual que el lugar donde dormiría esa noche se quedara mojado, incluso teniendo en cuenta las bajas temperaturas nocturnas tan cerca del Cantábrico. 
Fue un tema muy comentado en Gijón, y la información duró varios días porque el accidentado resultó ser uno de los policías que había destapado la trama de Villarejo, tal y como publicó La Nueva España. Aunque no quería protagonismo, el humilde héroe de la escalera 9 de la playa de San Lorenzo de Gijón ganó cierta relevancia entre los vecinos. 
No era casualidad verle por la zona. En la escalera 9 se encuentra el bar Solimar, un clásico en el barrio, regentado por Jorge García, un hombre a quien Ferreira conocía desde niño. Allí se había hecho sus amistades, y varios vecinos ayudaban como podían a este hombre que vivía en la calle y dormía en un portal desde hacía solo unos meses. 
Fue precisamente en este local donde fue atendido por los servicios de urgencias este sábado 30 de diciembre. Acudieron ante la llamada del dueño de la cafetería, que le vio mal aspecto después de varios días con una infección respiratoria y se preocupó al verle ir al baño. 
"Cuando llegaron los sanitarios, ya tuvieron que reanimarle. Les estoy muy agradecido: lo intentaron los cuatro, a turnos, durante un buen rato. Y lo hicieron sin asco, sin reparos de ningún tipo. Hicieron todo lo posible", asegura Jorge García, que regenta el bar, a LNE. 
Se lo llevaron al HUCA con el diagnóstico de parada cardiorrespiratoria, donde desgraciadamente falleció horas antes de Nochevieja. Un triste desenlace para un hombre que solo hace unas semanas se había convertido en una pequeña celebridad local."

Ciertamente, cada escalera tiene sus historias, pues además de accesos a la playa desde la ciudad, son referencias geográficas y vivenciales. Quedar en una escalera determinada, o señalarla pues a su altura tienes tu tienda o domicilio, es muy habitual, más a veces que los nombres de las calles o sus números y direcciones. Además, es común que cada bañista o veraneante tenga, en San Lorenzo, su escalera favorita


Verdaderamente, y aunque hoy en día nos parezca mentira, hasta ya avanzando el siglo XIX, las playas eran consideradas poco menos que vertederos a la espalda de las poblaciones costeras, solo recorridas por pescadores, en este caso los de Cimavilla que por eso los llaman playos. Pero, pasadas las guerras napoleónicas y tras algunas epidemias posteriores, los avances sanitarios redescubren las propiedades salutíferas del agua, casi olvidadas desde época clásica salvo para las malaterías, y especialmente aconsejan los baños de ola, y empiezan a acudir a los arenales, primeramente del norte, miembros de la burguesía europea y posteriormente catalana y madrileña, extendiéndose luego la costumbre a las demás clases sociales, no solo por salud médica sino como forma de bienestar, ocio y relación social, naciendo el término vacaciones en el sentido actual de la palabra


Al principio en Gijón/Xixón se iba mayoritariamente a La Playa de Pando o Arenal del Natahoyo, más resguardada, al otro lado del istmo de Santa Catalina, donde en 1858 se bañó la reina Isabel II, pero su industrialización con puerto y astilleros hizo que la gente se fuese trasladando aquí, a San Lorenzo, no sin cierta resistencia a causa del temor a que fuese más insegura por sus ollas, pozos en los que de repente no se hacía pie


Realmente ya en el Diccionario de Madoz de 1845 se señalaba Pando y San Lorenzo como playas bañistas pero no sería hasta 1874, iniciadas ya obras industriales en Pando, cuando el erudito profesor Justo del Castillo inaugura la primera caseta de baños en San Lorenzo, a donde la gente empezaba a acudir, no sin añoranza de aquella Playa de Pando


La caseta de baños, antecedente de los balnearios, y la primera concurrencia a la Playa San Lorenzo estaban en la parte más occidental del arenal, antes aún que se hiciese El Muro, cuya construcción ya era solicitada de forma perentoria en 1888 por parte de la comisión municipal encargada del tema:
" (...) Gijón dobló la población en pocos años y suponen una fuente de ingresos los visitantes en época veraniega. La elegancia, riqueza y suntuosidad de los tres Balnearios establecidos no se dejan superar por ninguno de los establecidos en las principales estaciones de baños de España. Por ello, para la defensa de las construcciones y la cañería del gas, se propone la construcción de cien metros de Muro a partir de la calle Ezcurdia, la zona más castigada por el mar (...)".

Aunque también parte del Ensanche del Arenal, los edificios a partir de este y hacia el oeste no están considerados del barrio de L'Arena a nivel oficial sino ya del barrio del Centro. En sus bajos, y entre otros célebres establecimientos hosteleros tenemos Mi Paisaje, que en la página Restaurantes en Gijón califican como uno de los diez mejores restaurantes chinos de la ciudad:
"Su nombre suele causar sorpresa cuando te das cuenta de la cocina en la que está especializado, pero te podemos asegurar que en el restaurante Mi Paisano, la maestría en la tradición china es un espectáculo. 
Lo que más destaca es el trato cercano del personal con los clientes y la limpieza de las raciones, todo tiene una pintaza increíble y carece del exceso de grasa que a mucha gente le suele echar para atrás en estos locales. 
Se sitúa junto a la playa San Lorenzo, con unas vistas preciosas al mar Cantábrico, respirando el ambiente el puerto de Gijón y a la vez la cocina artesana de Asia. 
Si tienes dudas, el encargado te atenderá de primera mano. Ah, y no deberías irte de allí sin probar su cerdo agridulce."

La Sidrería Valentín, y la Sidrería Tropical van a continuación y, ya en la esquina, tenemos el México Lindo que, pese a haber cerrado en 2015 tras 54 años de actividad en El Muro, ha dado nombre a este rincón de la ciudad, pues, como las escaleras de la playa, era una referencia de ubicación y para alternar para varias generaciones


Les Barandilles del Muro, con su clásico porte gijonudo, se extienden por todo el paseo hasta la Escalera 2, justo antes de la iglesia de San Pedro. Se adoptaron en 1912 mientras avanzaba la obra de El Muro. Sus pilastras de piedra caliza fueron traídas de las canteras del ovetense Monte Naranco, y están separada una de otros unos 20 metros de distancia



El Ensanche del Arenal, salvo algunos chalets y quintas, no tuvo en sus primeras décadas de existencia los mismos servicios urbanos ni salubridad que el centro de la ciudad, la mayor parte de la vecindad vivía en ciudadelas obreras, promovidas, a veces muy precariamente, por propietarios de terrenos. Solían llamarse Les Cases de tal  o El Patio de cual, figurando ciudadela normalmente en los censos y documentación oficial del Ayuntamiento. Escribe Luis Miguel Piñera:
"Esta forma de vivienda, de muy baja calidad, destinada a dar cobijo a los más desfavorecidos dentro de la clase obrera, no fue exclusiva de Gijón. Sabemos de su existencia en ciudades como Oviedo -donde recibían en nombre de barrios ocultos-, Cádiz o Santa Cruz de Tenerife"

Sus nombre de ciudadela, patio o barrios ocultos se debe a que suelen estar cerradas sobre sí mismas o dentro de un gran patio de vecindad, comunicado con la calle por un portón, que es lo único que se ve desde el exterior. Este es el caso por ejemplo de la Ciudadela de Celestino Solar, situada en el interior del Martillo de Capua, que podremos visitar pues ha sido rehabilitada como museo dedicado a aquella época, sus gentes y sus viviendas:
"... hay una característica realmente destacable de las ciudadelas, es la de su ocultación tras la fachada principal del edificio que las alojaba. Ningún paseante casual podía sospechar del hacinamiento y la falta de condiciones de habitabilidad que se escondían en eso patios y huertas. A algunas ciudadelas se accedía a través de un pasadizo o callejón, pero otras estaban ocultas tras una casa "tapón". Los motivos de la ocultación eran, en primer lugar, que la evidente precariedad no se hiciera patente y, en segundo lugar, que los propietarios eludieran el pago de cuotas municipales que las casas con fachadas a la calle tenían que abonar.

Esta forma de vivienda obrera existió en muchas partes de Gijón paro fue especialmente abundante en La Arena, donde su número llegó a superar el centenar, aunque buena parte fue clausurada por las autoridades municipales en 1890."

Aún así, siguieron siendo muchas las ciudadelas que se construyeron hasta 1920 con el aumento de población acontecido por entonces. A partir de ese año disminuyen y, pasado 1950, buena parte de las que aún existían se transformaron en talleres o almacenes, sin embargo algunas pervivieron más tiempo, incluso con el desarrollismo y posteriores intervenciones, hoy en día solamente quedan sus restos o señales de su existencia y únicamente, restaurada pero no habitada, la mencionada de Celestino Solar


El fenómeno de las ciudadelas obreras no fue tampoco exclusivo de los nuevos barrios surgidos del ensanche y de la primera industrialización. También aparecieron en el barrio histórico de Cimavilla, por ejemplo, tal y como podemos saber, también gracias a Luis Miguel Piñera, con su libro Ciudadelas, patios, callejones y otras formas similares de vida obrera en Gijón (1860-1960)


Allí por ejemplo, la antigua Fábrica de Tabacos, instalada en 1822 en el Palacio de los Valdés (Campo Valdés), formaría parte de la incipiente primera revolución industrial a nivel local, luego trasladada, más arriba y en el mismo barrio, al desamortizado convento de las Agustinas Recoletas. Luego, muchas nuevas industrias se emplazarían en los grandes terrenos liberados más allá de la muralla de las guerras carlista (alguna antes incluso antes de su demolición), no pocas en el barrio L'Arena


Luego, la presión urbanística de los años 1960 y 1970 desplazó a aquellas industrias más al extrarradio para hacer del viejo Ensanche del Arenal un terreno básicamente residencial de intensa densidad


Llegamos de esta manera el edificio del México Lindo, proyectado por Juan Corominas Fernández Peña dentro del estilo Movimiento Moderno en 1954, cuando el desarrollismo aún no había causado estragos en el barrio. Tanto es así que ha llegado a decirse que fue una referencia visual para los barcos cuando todavía apenas había en L'Arena edificios altos, tal y como leemos en el blog Gijón el el recuerdo:
"El México Lindo siempre fue un referente de la playa, antes cuando te preguntaban una dirección siempre se decía está antes o después de llegar al México Lindo. Hace años leí un articulo de un diario local, donde se decía que los barcos cuando entraban en el Musel tomaban como referencia el edificio donde está situado el México Lindo."

En sus bajos, haciendo esquina, abría sus puertas el 22 de junio de 1961 el México Lindo "con una concurrida merienda", su nombre se debe a que sus primeros propietarios estaban vinculados con México, según nos informa Marcos Moro en El Comercio del 1-10-2015:
"Fue en un momento en que el desarrollismo urbanístico aún no había hecho estragos en el principal paseo marítimo y frente al arenal de San Lorenzo aún había huertas y viviendas de planta baja. Las crónicas de la época describen el restaurante como «un local de extraordinarias condiciones, emplazado en un ángulo trascendental de la geografía gijonesa, con anchos ventanales sobre la playa». Sus primeros propietarios fueron Aurelio Céspedes y María Bordoy, matrimonio con raíces en México, que fueron quienes quisieron rendir homenaje al país azteca con el nombre del restaurante y con la decoración con motivos mexicanos."
Foto: Gijón en el recuerdo

Esta es una reseña de prensa publicada al día siguiente de su inauguración en el desaparecido diario Voluntad y a la derecha el local con su terraza en aquellos sus primeros años, con el barrio en construcción, de la página Gijón en el recuerdo


Seis años después, en 1967, cogieron el México Lindo dos socios, José Martínez Fernández y Manuel Fernández Blanco, quedando posteriormente el primero, leonés de Mansillas de las Mulas, como único gerente, logrando "rodearse de buenos profesionales" 


El final del México Lindo llegaría en 2015 a causa de diversas razones, las cuales explica Marcos Moro en su artículo, titulado precisamente El Muro se queda sin México Lindo:
"El Muro se quedará sin una de sus referencias hosteleras a partir del 20 de noviembre, fecha en la que la plantilla de la cafetería y restaurante México Lindo iniciará sus vacaciones para ya no volver a abrir el local en la esquina de la avenida de Rufo García Rendueles con la calle Caridad. En este cierre confluyen varios factores. Por un lado, la inminente jubilación de quien ha sido su propietario desde 1967, José Martínez Fernández, un leonés de Mansilla de las Mulas que sigue ejerciendo como gerente y encargado del negocio al que ha dedicado 47 años de su vida. Tiene un hijo, pero la delicada salud de éste ha frustrado la posibilidad de cederle el testigo.

Los coletazos de la crisis y la obsolescencia del restaurante también han puesto de su parte para abocar a esta clausura. El establecimiento mantiene su imagen inmutable, con sus característicos toldos y marquesinas, desde su última reforma, que data de principios de los ochenta. Su carta de 24 platos combinados y ocho sandwichs, que han fidelizado a varias generaciones de clientes, también es la misma desde hace décadas. Las sucesivas ordenanzas de terrazas municipales, con su prohibición de pegar mesas y sillas a las fachadas, influyeron asimismo en la pérdida de rentabilidad de una de las principales terrazas hosteleras de la zona. (...)

El México Lindo siempre fue un referente de la playa. Antes, cuando a alguien le preguntaban una dirección en la fachada marítima, siempre se decía está antes o después de llegar al México Lindo. Es más, también se cuenta que los barcos cuando entraban en El Musel tomaban como referencia geodésica el edificio de ladrillo caravista donde está situado este clásico de los sandwichs, las raciones y los platos combinados.

Jesús, Kike y Diego son los tres empleados que, junto con su patrón José, pondrán fin el 20 de noviembre a 54 años de trayectoria hostelera en el Muro. El gerente del México Lindo asegura que no pierde la esperanza en que quien se haga con el traspaso del local conserve el nombre y la actividad."

Según avanzamos vemos la fachada oeste del emblemático edificio. En Detrás de la urbe está lo que fuimos, Félix Población publica en Nortes el 3-9-2021 sus recuerdos de infancia en El Muro, de los que forma parte este lugar, por lo que de su escrito plasmamos lo que a él se refiere:
"Quienes en la década de los cincuenta y primeros sesenta teníamos el arenal de San Lorenzo, la pesca con caña y el Parque de Isabel la Católica como motivos preferidos de esparcimiento, desde que nos llevaron de la mano grande nuestros padres o abuelos, el trayecto en mi caso hasta la playa o hasta el parque a lo largo de El Muro se nos fijó en el recuerdo como un camino de ansiedad, con todo a favor para que algunos detalles urbanos de aquel paseo quedaran impresos en el cada vez más difuminado horizonte de nuestra memoria. 
Creo recordar que el primer edificio elevado que se construyó en El Muro fue el de la cafetería México Lindo y que a lo largo de los años sesenta fueron cayendo una tras otra todas las edificaciones de una o dos plantas que ocupaban los amplios solares de la avenida, para convertirse en pocos años en esa muralla de altas construcciones que se levantó aceleradamente sin respetar lo que el sol representa para los usuarios locales y turísticos de las playas, máxime para una playa del norte. "

Los tamarindos, o mejor dicho tamariscos, pues si los botánicos no mienten no es lo mismo el Tamariscu indica que el Tamarix gallica, además de enraizar bien, ser una estupenda pantalla vegetal y ser resistentes a los vientos marinos, ofrecen buena sombra muy de agradecer en verano según el sol va castigando al ir avanzando el día


Y esta es la Escalera 8. Fijémonos que los números de cada una están en el suelo, dorados, y en el panel situado enfrente, sobre los pequeños y atractivos contenedores de reciclaje


Esta es una imagen veraniega pero en día laboral, con marea baja y a hora temprana, con la playa aún muy poco concurrida y arena de sobra. Los más tempraneros parecen gustar de pasear por la orilla y algunos darse ya el primer baño


Fijémonos en las ocasionales manchas oscuras de carbón que aparecen ocasionalmente y cuyo origen lleva décadas de controversia. Al principio se achacaron a un barco naufragado delante de esta concha en enero de 1986, el Castillo de Salas, análisis posteriores delatan a los actuales tráficos portuarios. Así lo leemos en esta noticia del 17-12-2020 en la página Gijón:
"El Instituto de Ciencia y Tecnología del Carbono (INCAR) ha presentado el Estudio pretrográfico de muestras de carbón recogidas en la playa de San Lorenzo y elucidación de su posible procedencia, realizado a instancia del Ayuntamiento de Gijón. 
El informe concluye que el carbón presente en el arenal no procede del buque Castillo de Salas, hundido en 1986 en la bahía de San Lorenzo, si no que su origen estaría en la carga y descarga de grandes toneladas cerca del arenal.  Así lo ha determinao la investigadora que lo ha llevado a cabo, Isabel Suárez.  
En total se ha recogido 198 muestras a lo largo de las diferentes campañas (2019-2020, y 2018) y se ha realizado una exhaustiva labor de documentación a partir de los archivos del Ayuntamiento de Gijón y del Archivo Histórico de Asturias para conocer qué tipo de carbón portaba el Castillo de Salas. En concreto, los carbones traídos por el buque Castillo de Salas eran carbones del Hemisferio Norte, de minas Norteamericanas, y en el arenal se han llegado a encontrar entre 10 y 13 carbones diferentes. Además, componentes como coque de carbón, coque de petróleo, partículas térmicamente alteradas, grafito y las pizarras carbonosas también identificados en las muestras no formaban parte eran parte de la carga del barco. Asimismo, la presencia del mineral no se limita a la superficie, sino que estos componentes aparecen como mínimo a las profundidades de 45 cm. Por otro lado, los fragmentos de carbón de tamaño > 2 cm son carbones individuales diferentes entre sí y presentan morfologías redondeadas o subredondeadas, lo que indica que han estado largos periodos de tiempo en el mar bajo la influencia de mareas, corrientes y oleaje."


Otra hermosa vista de Cimavilla, "cuna donde estuvo el hospital de peregrinos", nos dice Luis Antonio Alías en su libro El Camino de Santiago en Asturias. Itinerarios"Viejo barrio de pescadores, corazón y principio de la cabeza demográfica asturiana. Corazón y principio que guarda los únicos vestigios arqueológicos de una villa moderna de urbanismo poco ejemplar", añade 


"Bordeando la playa de San Lorenzo ya llegamos sin pérdida a Campo Valdés (iglesia de San Pedro) y la plaza Mayor", indica Antón Pombo, historiador y pionero de la divulgación de las rutas xacobeas, en su tantas veces reeditada Guía del Camino de Santiago. Camino Norte. Mientras, Víctor Manuel Rodríguez Villar, uno de los autores de El Camino de Santiago por Asturias. Ruta de la Costa, libro coordinado por la catedrática María Josefa Sanz, nos deja esta sinopsis histórica:
"Ancorada en un tómbolo que protege el cerro de Santa Catalina, a los lejanos orígenes romanos de Gijón se remontan las termas de Campo Valdés y los lienzos y cubos supervivientes de su primer muralla. Sobre esta "civitas" se asentaría, posteriormente, la puebla fundada por Alfonso X en torno al año 1270 y más tarde cercada. Destruida y arrasada en repetidas ocasiones a lo largo de su historia bajomedieval, no será hasta el siglo XV cuando el reducido y apretado burgo medieval gijonés inicie su crecimiento espacial y desarrollo urbano, configurándose tempranamente en un importante centro portuario y mercantil, al calor del cual se gestará y crecerá, no sólo un poderoso gremio de mareantes, sino también una pujante nobleza local"

"Este esplendor económico y social quedará reflejado, asimismo, en una serie de suntuosas construcciones nobiliarias, las cuales pasarán a componer el escenario arquitectónico-monumental por el que vagaban los andariegos romeros"
, prosigue diciendo Rodríguez Villar, no obstante, la ciudad blasonada solamente aparecerá ante nosotros cuando lleguemos al casco histórico


De momento estamos en el Ensanche del Arenal, edificios construidos sobre la misma arena de la antaño extensamente profunda playa y sus dunas, tal que estos, donde la Avenida de Rufo García Rendueles da paso a la calle Ezcurdia, dedicada a quien fuera secretario del Ayuntamiento a mediados del siglo XIX y durante 26 años, Vicente de Ezcurdia Cuéllar


Antes aún fue, en los primeros documentos de parcelación del Ensanche del Arenal, llamada Santo Domingo. Luego era la calle de la Fábrica del Gas, pues dirigía a su emplazamiento. Durante el Gobierno del Frente Popular en la Guerra Civil se dedicó al Seis de Octubre, fecha en la que había estallado la Revolución de Asturias de 1934. Allí, en medio de este bloque de edificios, está la sidrería El Rincón de Milio


Más a la izquierda, en la esquina con la calle Caridad, está la cafetería-pastelería Punto Caramelo, especializada en repostería argentina


La calle Caridad pasó a tener este nombre por acuerdo del 17 de noviembre de 1898. Luis Miguel Piñera, en sus estudios sobre el callejero gijonés, nos informa que las primeras casas que se construyeron en esa calle aparecían situadas en La Garita, "denominación más propia de toda una zona anexa que de la calle únicamente". Y es que dicha garita sería la que estaba situada a la altura del Martillo de Capua, de donde arrancó la construcción de El Muro en 1907


Allí, en la esquina de la calle Caridad con la calle Ezcurdia, está el Colegio San Vicente de Paúl, cuya estructura actual corresponde a las grandes reformas de ampliación de 1952, resultando un edificios de tres plantas con grandes ventanas, sótano, patio interior y jardines


Su origen data de una más antigua fundación de las Hijas de la Caridad en 1890, con doble planta y buhardilla, cuyo patio era la misma playa, pues aún no estaba hecho El Muro. Las monjas venían del Hospicio de Oviedo (actual Hotel de la Reconquista), que regentaban desde 1830, pero en 1895 ese gijonés ya tiene entidad propia, independizándose de su matriz ovetense. En 1916, con El Muro ya hecho, adquirieron el inmueble de la antigua Escuela de Comercio, sito en esta esquina


Durante la Guerra Civil mudó su nombre al de Grupo Escolar y Orfanato Alfredo Coto, destacado maestro republicano, mientras que, poco antes, en marzo de 1936, la calle pasó a nombrase de Aquilino López Fombona, reconocido anarcosindicalista que criticó los métodos de represión contra los involucrados en la Revolución de 1934. Vuelta a denominar calle Caridad el 22 de noviembre de 1937, aconteció cierta confusión con el nombre de esta vía y a quienes estaba dedicada realmente


En la guerra fue además hospital para la atención de heridos, dándose la circunstancia que, al reanudarse las clases en febrero de 1938, aún se atendían 175 camas con otros tantos afectados por la contienda. En 1939 pasó a Colegio de Enseñanza Media. En 1951 se inician las obras que le dan su configuración actual, en 1958 es reconocido como centro superior y, con sucesivos planes de estudios, sigue su actividad en nuestros días


Ahora vemos bien, en el edificio del México Lindo, otro establecimiento renombrado, la Confitería Biarritz, fundada en los años 1970 por el matrimonio de Francisco Vílchez y Juana Rodríguez. En 1979 su hija Rosa siguió al frente del negocio con su marido Gerardo


Si bien se anunció su cierre, sigue abierto con el mismo nombre pero con otra dirección. La feliz jubilación motivo hermosos artículos de prensa, como este de Susana D. Tejedor para El Comercio del 6-9-2019, que nos permite conocer la historia del negocio y de sus gentes:
"Rosa Vílchez, «por fin» se jubila, y aunque su alegría es enorme porque quiere hacer muchas cosas y no tiene tiempo, reconoce que «lo mejor que le ha pasado en todo este tiempo es hacer pasteles sin parar». Siente pena, lógicamente, y se lamenta de que no haya sido posible un relevo generacional para continuar con la tradición que inició su padre y que le legó a ella, pero «los hijos no quieren ni oír hablar de ello, y a mí me ha llegado ya la hora de la jubilación». Vílchez empezó muy joven en el negocio, a pesar de que «jamás había pensado en ello porque a mí lo que siempre me ha gustado es estudiar». Lo hará ahora. Y muchas otras cosas. «Me encanta el campo. Pero lo que quiero realmente es alquilar una casa en Cornualles, que veo en las películas que es muy guapo, y hasta que no aprenda inglés no vuelvo», dice entre bromas.
La confitería Biarritz heredó su nombre de un negocio anterior. «Era la época en que en Gijón todo eran nombres de ciudades turísticas: Palermo, México, Topolino, Miami, Casablanca... Me parece horroroso, pero entonces era muy comercial». Y tuvo, según relata, repercusiones en su propio nombre. «A mí me llamaba mucha gente Beatriz porque les resultaba difícil y extraño el nombre de Biarritz y creía que la confitería se llamaba así por mí». 
Francisco Vílchez, su padre, era ayudante de pastelero. Había aprendido el oficio en Granada y decidió abrir un negocio en una zona cerca a San Lorenzo. Eran los años 70 y junto a su mujer, Juana Rodríguez, inició un camino exitoso. Su hija recogió el testigo. Curiosamente, dice que el pastel que más ha vendido en su confitería son los carbayones. Junto a ellos, les casadielles, las marañuelas y las empanadas. El mejor pastel, el que nunca debería desaparecer, el pionono. «Nació en Santa Fe, en Granada. Fui para conocer cómo se hacía y me traje la receta original». Nunca ha dejado de innovar. Una de sus últimas creaciones, 'les chapones' del Muro en chocolate. 
El consejo más sabio que ha recibido de sus padres: «Nunca hagas tartas para bodas, porque si en una boda ocurre alguna intoxicación alimenticia, la culpa siempre se le va a echar a la tarta, y aunque luego se aclare la verdadera razón, ya será difícil que te quites el sambenito». Los ingredientes naturales, innovar y adaptarte a los gustos de los clientes cree que ha sido el secreto de su éxito."

Pocos días después, el 19 de septiembre de ese año, es La Voz de Asturias la que publica otro buen reportaje en el que se pasa revista a toda una época:
"La confitería Biarritz echa el cierre el domingo y a Rosa Vílchez se le van a acumular las anécdotas de los casi 50 años en los que este emblemático y entrañable establecimiento de repostería artesanal ha estado abierto en la calle Caridad de Gijón, frente al Muro de San Lorenzo. «Antes vendíamos muchísimo dulce. Teníamos una ventanuca para atender a los niños a la hora del recreo y, no se me olvida, comían 22 docenes de mojís y unes diez de bombes, pero ahora eso desapareció», rememora de los tiempos en los que sus padres, Francisco Vílchez y Juana Rodríguez, regentaban la confitería que habían abierto en 1971. 
«La habían cogido en las navidades de 1970, pero entre una cosa y otra se abrió en el 71», explica la repostera, que va a celebrar un «buen» pincheo «como los que pongo para el vermú» el domingo para despedirse de sus clientes por todo lo alto. «Después de tantos años, más que clientes son amigos. Nos vamos a juntar todos para despedirnos, acabaremos por la tarde y cerramos. Será el último día». 
A Rosa Vílchez le toca jubilarse: «Me da pena, pero llegó el momento y con creces. Estoy muy muy cansada del trabajo por la edad». A la despedida de la confitería Biarritz no podrá asistir Joaquín Pixán («quería que cantase el Asturias patria querida y es el único que va a faltar, pero no puede») pero sí lo hará el escultor Fernando Alba, con el que Vílchez tiene amistad debido a que, en 2013, replicó en galleta de chocolate el conjunto escultórico Sombras de luz, mucho más conocido como les Chapones, ubicado en el Mayán de Tierra del paseo del Muro. 
«Nos hicimos amigos cuando le pedí permiso para hacerlo. Les Chapones tuvieron que surgir porque los bombones no se vendían por dulzones y porque engordan. Hubo que pensar algo suave: que no lleve de lo que lleve y que aparente que no aparente. Pues eso: la chapona, como ye un crujiente, ya no ye ese mazacote de chocolate». Y triunfó con su versión dulce, pero no tanto, de su escultura favorita de Gijón. Todo un homenaje en forma de galleta de mantequilla, con ralladura de naranja o manzana, bañada en chocolate y que recrea el óxido del original con cacao amargo y, por supuesto, delicadamente agujereada. 
Esta creación, como bien explica, respondió a los cambios del gusto por lo dulce de los gijoneses. «No cambié yo, cambió la gente y tienes que adaptarte a la fuerza sí o sí. La proporción del dulce, con la crema y con todo, tuvo que cambiar muchísimo», cuenta. Por supuesto, para menos. «Además, antes, los chiquillos iban al colegio y llevaben todos diez pesetes. Compraban dos helados, un pastel, y ahora no llevan ni un duro, no pueden salir en el recreo… No hay dinero. Antes se gastaba muchísimo. Cambió todo mucho», asegura, poniendo de ejemplo los tiempos en los que los pastelitos de salmón y otros bocaditos salados triunfaban para las bodas. «Salían del horno y los ponías tal cual en el plato. Ahora no los come nadie y, para cualquier cosa, hay que poner puntilla y que todo esté perfecto. La gente antes era menos delicada y gastaba mucho. Nada que ver», insiste. 
«Quiero mucho a ese local, ahí está toda mi vida», dice Rosa Vílchez, que se hizo cargo del negocio a finales de los años 70 manteniendo la tradición iniciada por sus padres y eso, entre otras cosas, significa un chocolate con churros que sus clientes-amigos echarán mucho de menos. Desde que anunció el cierre, a la confitería Biarritz le han salido numerosos pretendientes y, entre otras propuestas, podría reabrir como confitería o como cafetería."

Tomando como referencia las escaleras de El Muro, nos acercamos ahora la Escalera 7


Y como siempre, a cada paso, una historia que contar...


A nuestra izquierda, en la calle Ezcurdia, vemos el cruce con la calle Juan Alonsoallí estaba la que fue la que se tiene por primera casa construida en el Ensanche de L'Arena en 1870, cuando todavía estaba en pie, un poco más allá, la muralla con forma de estrella levantada en 1837 para prevenir un posible ataque carlista. Era la casa de Juan Alonso, trabajador cualificado en la Fábrica de Vidrios la Industria y primer presidente del Ateneo Obrero



Aquella primer casa, desaparecida tiempo ha, estaría algo más atrás, hacia la confluencia con la calle Marqués de Casa Valdés, que vemos transversal, al fondo. Tras la casa, la esposa de Juan Alonso, Eugenia Álvarez, tenía una ciudadela con una sola vivienda, cuya renta le ayudaba a soportar la penuria económica que padeció tras la muerte de su marido en 1885. A causa de ello en 1890 solicitó al Ayuntamiento que no la derribasen



En esta esquina y confluencia de calles vemos, a la izquierda, el restaurante El Mirador de la Playa y, calle adelante a la derecha, la Sidrería Dakar. Al fondo, la calle Marqués de Casa Valdés, dedicada a quien se considera artífice del nacimiento del barrio L'Arena, el Marqués de Casa Valdés, Félix Valdés de los Ríos, maestrante de Sevilla, teniente coronel de Artillería e ingeniero de caminos


El marqués está considerado el fundador del Ensanche del Arenal, al rellenar con la tierra de los lodos de la dársena del puerto local todos estos antiguos arenales, luego de conseguir en subasta del Ayuntamiento en 1853 dicha limpieza del puerto. Su casa fue también una de las primeras, junto con la de Juan Alonso y el "almacén pajar de la Sociedad Cifuentes, Pola y Cía"


Realmente, pese a las trabas con la aún existente muralla, estos terrenos permanecían en reserva y el marqués, que era contratista, los había conseguido previamente también en subasta del Ayuntamiento con la premisa de que...
"El principal objeto de la venta era sujetar las arenas que llevadas y traídas por los vientos perjudicaban extraordinariamente a los caminos y fincas próximas; al mismo tiempo que esto se conseguía, se mejoraba el aspecto de aquella dilatada parte exenta de toda vegetación"


Ciertamente, el Marqués cumplió, poco después ya se podían ver "las huertas de hortalizas que han reemplazado al arenal". Las parcelas se van vendiendo a otros particulares y las presiones de los nuevos propietarios exigen firmemente al Ayuntamiento a reclamar la propiedad de las ya inútiles murallas en estrella, sus fosos y terrenos, consiguiéndolo en 1877



Posteriormente se haría un "plano del ensanche de la población de Gijón por el Arenal de San Lorenzo" obra del ingeniero militar García de los Ríos, y los arquitectos Lucas Palacios y Juan Díaz, para planificar el crecimiento de la urbe, si bien con unas premisas de edificabilidad y zonas que no serían cumplidas cuando menos de un siglo después la fiebre especulativa apenas deje palmo sin edificar



Verdaderamente y dado el atractivo de los nuevos terrenos ganados al arenal, ya en 1869 los propietarios de las fincas se resistían a dejar espacio para las calles pese a estar estipulado en contrato



En 1875 las calles ya van trazándose y poniéndoseles nombre, si bien, aún derribada la muralla y salvo algunas escasas viviendas de planta baja, todo seguía siendo una gran superficie de dunas a la que los vecinos de las zonas rurales acudían a buscar arena para sus obras y tareas, metiendo los carros, para disgusto de los propietarios



Una placa metálica en un monolito nos recuerda aquí que, a la altura de esta calle Juan Alonso estuvieron posteriormente Les Cases de Veronda, construidas en 1899 por Mariano Marín para doña Vicenta Peláez, viuda de Veronda



En ellas fue donde estuvo emplazada, entre 1920 y 1937, la sede del Ateneo Obrero de Gijón, fundado en 1881 y del que su primer presidente fue, como hemos dicho, Juan Alonso Caicoya, al quien está dedicada la calle. Estas casas sí fueron derribadas en el mismo plan que promovió la demolición del Hospital de Caridad y los últimos balnearios. Sobre la historia del Ateneo Obrero aquí radicado compartimos parte del artículo dedicado a esta histórica entidad en Wikipedia:

"Un grupo de gijoneses de la época fundó en 1881 el Ateneo-Casino Obrero: entidad cultural privada, sin ánimo de lucro y con dimensión pública. Sus fines fueron los de enseñanza y el fomento de la cultura, comenzando inmediatamente las actividades, con exposiciones, conferencias, representaciones teatrales y, sobre todo, cursos y talleres. Es el decano de las entidades culturales de Asturias y uno de los primeros Ateneos fundados en España. La etapa de mayor esplendor coincide con el comienzo del siglo xx. En 1904 se creó la Biblioteca, que se convertiría en su sección más importante, llegando a contar con unos 19 000 volúmenes. Poco después, el Ateneo fue creando las sucursales de La CalzadaEl Llano y la Guía. Este período de continua expansión y desarrollo concluyó bruscamente en 1937 cuando se clausuró e incautaron los bienes de la Entidad.​ 

En 1981, coincidiendo con el centenario de la entidad, se refundó el Ateneo Obrero de Gijón. Esta iniciativa es llevada a cabo por un grupo de antiguos socios ateneístas y por personas interesadas en recuperar las señas de identidad de una institución estrechamente ligada a la historia del Gijón contemporáneo del último cuarto del siglo xix y primer tercio del xx. Asimismo, el Ayuntamiento de Gijón se hizo cargo de la responsabilidad del consistorio de 1937 que clausuró el Ateneo y se incautó de sus bienes".


La calle Juan Alonso fue llamada en sus primeros tiempos Travesía del Pozo de Margarita, en alusión a un popular pozo que había en la esquina con la calle Marqués de Casa Valdés. Entre 1939 y 1990 estuvo dedicada al General Camilo Alonso Vega, quien entró en la ciudad con las Brigadas Navarras en octubre de 1937, ocupando la última ciudad leal a la República en el Frente Norte. Hoy en día, en estos edificios, están la Confitería Blanca Arena, el Bar Serenpidia y en la esquina con la calle Eladio Carreño, la taberna La Sal



Eladio Carreño fue uno de los fundadores el Ateneo-Casino Obrero en 1881, pero ya antes había sido alcalde durante cinco meses al proclamarse la Primera República en 1873. Era además profesor en el Instituto Jovellanos



Aquí, a la altura de la Escalera 6, llegamos al célebre Martillo de Capua, cuyas casas ya veíamos y de ellas hablábamos desde nuestro primer paso por el Paseo del Muro, un conjunto especialmente importante, nunca cansaremos de repetirlo, porque se trata del último vestigio que ha llegado a nuestros días de aquel primer e histórico ensanche por donde la villa de Gijón/Xixón se haría ciudad 









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