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lunes, 13 de enero de 2025

NOREÑA Y ARGÜELLES EN EL CAMINO DE SANTIAGO EN ASTURIAS (3) LA PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN, EL QUIOSCO DE LA MÚSICA Y EL PASEO DE FRAY RAMÓN

 

Quiosco de la Música de Noreña y casas del Paseo de Fray Ramón, a la derecha Plaza la Constitución

Procedente de La Pola Siero por La Carrera, el Camino de Santiago atraviesa la villa de Noreña y, desde la Plaza de la Cruz, antiguo cruce de los 'caminos de los puertos secos y húmedos' (de la costa a la Cordillera) con el de la Sancta Ovetensis (catedral de San Salvador) y, por la Plaza la Constitución que, como la anterior, fue otra antigua plaza de mercados, llegaremos al Paseo de Fray Ramón, antigua calle del Hospital, pues se dirige al antiguo hospital de pobres y peregrinos


Calle donde están estos bellos jardines del Quiosco de la Música, construido en 1892 y "motivo de orgullo para los noreñenses por su hermosura y ser una de las obras más antiguas de la arquitectura del hierro en nuestra región", como escribe el erudito noreñense José Antonio Fanjul Cabeza en su libro Noreña entrañable, verdadera guía histórica y sentimental por esta villa y concejo

La Plaza la Cruz y, enfrente, la Plaza de la Constitución

En ese mismo año de 1892 se hizo la cruz de mármol que da nombre a la Plaza la Cruz, desde donde empezamos esta entrada de blog, sustituyendo a otra anterior barroca que, con la imagen de un Cristo crucificado, a manera de crucero, marcaba este antaño importantísimo cruce de los caminos de peregrinación y arriería del este al oeste por el valle del Nora y del norte al sur desde la bahía gijonesa a los puertos de la cordillera


La Plaza de la Constitución empieza justo enfrente y, como tantas otras, cambió de nombre según los avatares políticos de cada época; fue la Plaza de los Condes, por los antiguos Condes de Noreña, título que de los Álvarez de las Asturias pasó a algunos miembros de la familia trastámara y luego a los obispos de Oviedo según premio o castigo a fidelidades varias. Pasó en 1926 a ser Plaza Manuel Rionda Polledo (El barón del azúcar, emigrante noreñense a Cuba y benefactor de su villa natal), luego Plaza de la República, del Generalísimo y, desde 1978, de la Constitución, popularmente era simplemente 'La Plaza', se distinguía de la de La Cruz y se ahorraban palabras. A la derecha dejaremos la calle del Reloj, que sube a la Torre del Reloj y Palacio del Rebollín, lugar al que también le dedicamos su merecida entrada de blog


Ambas plazas, La Cruz y Constitución, fueron remodeladas urbanísticamente en 2004 y en la segunda, cuando era de los Condes, se celebraba el antiguo mercado de abastos en días laborables, ya mencionado en el Catastro de Ensenada en 1751: "Se celebran dos mercados, el domingo y viernes de cada semana, de granos y cosas comestibles". En 1835 el Ayuntamiento de Noreña quiso ampliarlo pero se opuso su vecino el de Siero, pues podría hacerle competencia, por lo que alegó que "Noreña no tenía Real Licencia para celebrar el que pretendía ampliar". Aún así tenía mucha concurrencia, como la tenía el de ganado, que se celebraba en la Plaza de la Cruz


A este mercado venían las gentes de las aldeas de la zona a vender sus productos del campo, previo pago de las correspondientes tasas, que cobraban los llamados consumeros de los fielatos o aduanas locales, como escribe el vecino Abelardo Álvarez Riestra en Desde la emigración de Noreña a la Argentina, publicado en el porfolio de las fiestas del Ecce-Homo Noreña de 1997:
"En Noreña, típica villa asturiana del norte de España, en el lugar llamado Arrebalde existe un frondoso castañeo sobre la carretera de Gijón, y en esos añosos árboles de castaños hay uno de enorme diámetro totalmente hueco con una puerta y llave, que sirve de oficina al recaudador de impuestos a los agricultores de las aldeas vecinas que traen sus productos al mercado de la villa, costumbre centenaria que llaman Fielatu."

Esta calle forma parte ya de la Plaza de la Constitución, cuyo rellano vemos al fondo, pese a tener algo de cuesta el mercado se celebró siempre con gran éxito hasta 1959, cuando se inauguró para tal efecto una plaza cubierta para Mercado de Abastos, si bien en la década de 1990 renació el mercado de los sábados con vendedores ambulantes 



En la antigua plaza "se celebraban las tradicionales verbenas del Ecce-Homo" nos dice Fanjul Cabeza, en septiembre, así descritas por Evaristo Vigil-Escalera Suero en El Ecce-Homo de Noreña. Asturias, publicado en la Revista Gráfica semanal de La Habana del 24-10-1915:
"Fue en los tiempos en que gobernaba este pueblo el reputado doctor en medicina don Dionisio Cuesta Olay, alcalde celosísimo de Noreña, cuando a las fiestas religiosas en honor del Ecce-Homo se mezclaron los grandes espectáculos de recreo y divertimento, los fuegos artificiales sorprendentes, las lindas veladas con iluminaciones venecianas, con agradables conciertos de la Banda del Hospicio de Oviedo. ... Entonces, colaboraba con D. Dionisio, en todo lo tocante a la brillantez de las fiestas.., Fecundo Valdés, ..., persona con habilidad extraordinaria en la confección de globos, en la preparación de adornos decorativos y en todo lo que fuera organización de números en el programa de las públicas diversiones".

En 1923, cuando esta era todavía la Plaza de los Condes, siendo alcalde Secundino Mata-Moro, escribe también de estas fiestas de la plaza Manuel Rodríguez González, El Pravianu:
"En la villa Condal nadie recordaba fiestas tan rumbosas.

Debido a la plausible iniciativa del Sr. Matamoro, alcalde de Siero, de las verbenas que pudiéramos llamar morunas, en las que se quemaban sendos haces de árgomas, única luz con la que se alumbraban las tradicionales fiestas y en cuyo rededor la incansable juventud danzaba alegre, se había pasado en transición rapidísima a otras más esplendorosas en las que se deslumbraba al atónito vecindario con la para él novísima iluminación veneciana.

El año que nos ocupa, se había echado el resto, según la expresiva frase vulgar. En medio de la plaza se alzaba majestuoso un magnífico arco en el que con inusitado fulgor lucían dos mil luces colocadas dentro de artísticos fotos. Arrogantes gallardetes lo cercaban, orgullosos de hacerle guardia de honor. La notabilísima banda de música de Santa Cecilia de Oviedo y la de aficionados locales, convenientemente situados en engalanados templetes, saturaban de dulce armonía el caliginoso ambiente, El redoble de varios tambores, los trinos jubilosos de las gaitas, el estampido de numerosos cohetes, las mareantes voces de los "Ruederos"... Toda esa balumba, en fin, que es característica de las verbenas de Asturias donde aún no se extinguieron las costumbres de los cletas, ,prestaban a nuestro pueblo una animación extraordinaria..."

A nuestra izquierda estuvieron las casas de los Vigil Escalera, de los que hablamos en la entrada de blog de la Plaza la Cruz, el escribano Francisco Vigil-Escalera Martínez, su hija Anastasia y sus hijos Evaristo, Juan y Regino, los tres escritores y el segundo, además, militar. A lo largo de las dos plazas varios bares sacan sus terrazas a la calle


En 1903 ya se ilumina la verbena con "sorprendente iluminación de luz eléctrica, con lámparas de diversos colores y focos de arco voltaico", y es que, como dice Fanjul Cabeza en su libro. Ya habían pasado tres años desde el contrato con la Sociedad Electricista de Siero y Noreña para el alumbrado público y de la población, por lo que en 1904 la Comisión de Fiestas anunciaba para el 17 de septiembre "Por la noche, primera iluminación de luz eléctrica y a la veneciana en las calles Fray Ramón, Plaza y Cruz", es decir, a lo largo de toda esta travesía. Sin embargo, había un problema, la climatología, como escribía Regino Vigil-Escalera en 1915:
"Raro es que en el Ecce-Homo y San Mateo, cuyas festividades casi coinciden, vean estas jubilosas demostraciones en su honor sin que se repita, en pequeño, el diluvio universal. Pero esta vez, aunque hubo de todo, Febo venció a Neptuno y Oviedo y Noreña viéronse favorecidos por grandísimas patrullas de turistas de los más importantes pueblos de la provincia"

Esta casa era la de Vicenta Ortea Bobes, del siglo XVIII pero con reformas posteriores de los siglos XIX y XX y se encuentra en la esquina con la Travesía del Conde, en las que las casas de los dos lados eran de los Vigil-Escalera, como escribe Fanjul:
"En dicha Travesía heredó Macrina Bobes Vigil-Escalera, la finca y la "casa de atrás" de los edificios situados a la derecha que antiguamente se comunicaban entre sí. Dicha señora, tras enviudar de Rafael Ortea Rodríguez, adquirió a su primo José Valdés Vigil-Escalera la hermosa casa de dos plantas, del siglo XVIII, situada en la esquina superior izquierda de esta travesía para dársela como dote a su hija Vicenta cuando contrajo matrimonio."


En la planta baja estuvo la primera librería-imprenta de Eloy Cuesta Rodríguez, El Mosquitu, cronista oficial de Noreña, de quien escribe Enrique Medina para el periódico La Nueva España el 19-2-2008 con Eloy Cuesta y las ocurrencias del Miolín:
"Eloy Cuesta Rodríguez nació en Noreña a finales del siglo XIX, concretamente el 4 de febrero del año 1896. Era nieto de un tal Dionisio, apodado «El Mosca», de ahí que firmase muchas de sus crónicas con el seudónimo El Mosquitu, aquellas que escribía siendo un jovenzuelo para «La Cruz», revista local, y después las que asiduamente se leían a partir del año 1921, publicadas en «El Progreso de Asturias», revista ilustrada que se hacía en Cuba, en la ciudad de La Habana. Más tarde, por los años sesenta, las remitiría para el «Boletín del Instituto de Estudios Asturianos»; se retransmitieron también por Radio Noreña y fueron apareciendo a lo largo del siglo XX en todos los porfolios festivos del Ecce Homo. Sin embargo, cosa extraña, siendo Eloy propietario de una imprenta y de una librería en esta villa, jamás se preocupó de editar un libro que recogiese algo de su extensa e interesante obra literaria.

De esta manera precisa él mismo definía a ese Mosquitu: «El que pica más que la madre que lo parió».

Era un hombre de memoria privilegiada. Fue archivo viviente de este concejo noreñense y un estudioso y admirador de Ramón Pérez de Ayala. Cuenta José Luis Mata, con motivo de su muerte: «Vivió una juventud casi convulsiva, metido de lleno en borrascas de política local, redactando e imprimiendo volanderas publicaciones del partido, en las que el mejor argumento era la punzada satírica inmisericorde, para la que tenía sobrado ingenio, y naturalmente se convirtió pronto en la eminencia gris del grupo.

»Fue durante su juventud un progresista, impulsivo, temperamental, apasionado y fervorosamente liberal. Con los años, poco a poco y sin prisa, se fue convirtiendo en conservador, en un nostálgico que contaba sus añoranzas, saliendo de su pluma centenares de relatos de personajes del pueblo (algunos conocidos y otros inventados) con los que se iba identificando».

Vuelve de nuevo Mata, en otro apartado, a recordarnos algo de su paso por la radio, por aquella emisora de Noreña, y dice: «Cuando la emisora parroquial empezó a ser escuchada con interés por ser algo más que la modosa expansión de sacristía con que salió a las ondas -un diablo local sobrado de malicia e inteligencia escribió de ella que después de Trento no había ocurrido en la cristiandad cosa alguna más reaccionaria- él estaba ante el micrófono en triple pelea con la actualidad de Noreña, con la novedad del medio y hasta con su laringe, que no producía una voz con medianas virtudes radiofónicas. ¿Supo sacar Eloy ingenioso partido a esa deficiencia o fue una coincidencia feliz? El personaje de ánima popular que se había inventado para ser vocero de aspiraciones y contratiempos del común tenía un bautismo que resultó previsor: El Floxín. Con este nombre, la voz estragada, impostada afanosamente sobre un estertor de fuelle fatigado, pudo ser aceptada sin reparos por los radioyentes como una peculiaridad inseparable de la avisada criatura».

Eloy Cuesta, «El Mosquitu» de Noreña, con su imaginación y su pluma presentaba así, en aquel ayer, a otro tipo excepcional de su pueblo, a Miollín, el poeta, posiblemente gran desconocido ahora o ya olvidado.

Con frecuencia se tropieza en el suelo asturiano con hombres de ingeniosas ocurrencias que hacen reír al más serio y pensar al más inteligente. Pues, casi siempre, el más tonto -aunque dicho por mí pueden tomarlo a broma- deja en confusión al más listo con sus inusitadas preguntas. Y es que muchas veces no llegamos a comprender las simplezas de los inocentes o tontos, pues ya decía el glorioso maestro de «Los episodios nacionales» en una de sus inmortales obras: «Los tontos más tontos, y los niños más niños, nunca hacen sus simplezas sin alguna razón».

Así, había hace tiempo en nuestro querido pueblín de Noreña, un hombre que era calificado de tonto o loco de remate pues, sin apenas saber leer y escribir, tenía la manía de sentenciar en versos todas las cosas que merecían comentario.

De su figura sólo diré que no era gallarda, pues inclinaba la espalda en actitud ceremoniosa para andar, porque le faltaba la fuerza en la pierna izquierda; más bien hacía contraste con su imaginación, que sí era mucha como iremos viendo.

Aparte de su afición por la poesía, tenía un pequeño taller de zapatería en el que oficiaba de maestro y operario, y del que salían muchas veces mezcladas las composturas de una media suela y la forma más o menos bella de una copla.

Lamábanlo Miollín, quizá por haber perdido de casi niño la dentadura y no poder masticar la corteza del pan. Cierto día se le ocurrió al cura párroco que había entonces en el pueblo hacer una fuente en un terreno completamente seco y empezaron con calma las obras, durando algún tiempo los trabajos con gran satisfacción de algunos vecinos, no tardando la sentencia de Miollín en hacerlos cambiar de propósito.

A la salida de la misa de doce de un domingo se encaramó en un pequeño montón de endurecida cal, que había sobrado de una reforma que hicieron en la iglesia, y con el sombrero en una mano y el cayado en la otra, inclinóse hacia la pared y dijo:

«De la fuente del señor cura / (los que vivan lo verán) / del agua no beberán, / pero verán su locura».

Produjo una carcajada general la ocurrencia del «tonto», y el tiempo se encargó de demostrar que no andaba tan falto de conocimiento como algunos suponían.

Por el estilo, había otras muchas producciones verbales que es una verdadera lástima que se hayan borrado de la memoria de los de su época, pues ya hace mucho tiempo que Miollín desapareció de entre los vivos. Pero a falta de ellas, citaremos otras dos de las muchas ocurrencias que tenía.

Como dicta la ley inmutable de los poetas, amaba a las aves con ternura. Criaba gran número de gallinas entre las que destacaba un hermoso gallo, que bautizó con el nombre de «Bartolo», y según el decir de los que calificaba a Miollín de tonto, le hacía cantar cuando se le antojaba.

Efectivamente, cuando algún incrédulo se acercaba a su casa para convencerse del poder que ejercía sobre el gallo, le abría a éste la puerta del corral, esperaba con estudiada intención que se subiera a una pared que había delante de la casa y entonces gritaba Miollín «¡canta, Bartolo!», y el gallo lanzaba un sonoro ¡quiquiriquí!, dejando confuso al que ignoraba que un gallo, al salir de su guarida y con el aleteo que ejerce al subir a cualquier montículo, casi siempre lanza un canto. Como casi todos los mortales, Miollín tenía un íntimo amigo que se llamaba José, el cual el día de su santo olvidó por completo la amistad de Miollín, cosa que contrarió a éste sobremanera. Pero procuró ocultar su disgusto y siguió adelante la amistad sin que José se enterara de la falta cometida al no invitarle al convite. En estas condiciones llegó el día de San Jacinto (nombre de pila del Miollín) y un día antes le dijo su amigo:

-Mañana convidarás ¿eh, chacho?

-Sí, hombre ¿non voy a convidar? Pasa por casa a las once.

Alegre y confiado, al otro día se presentó José en su casa, y al penetrar en el taller donde trabajaba Miollín, lo primero que se echó a la cara fue un cartón que pendía colgado de la pared. Era de un metro de largo por medio de ancho y veíase en él la siguiente cuarteta, que lo ocupaba completamente:

«Pasó el día de San José / y nadie me convidó; / hoy que es día de mi santo, / a nadie convido yo».

Cuentan que el José se quedó tan confuso que no acertó más que a tomar la puerta con no poca velocidad, y que Miollín, sin inmutarse, siguió tranquilamente echando unas medias suelas.

Y trabajando unas veces y haciendo chistes en verso otras, continuó el protagonista hasta que a la encargada de cortar el hilo de la existencia se le ocurrió llamarle a su seno del silencio y de la paz.

A la espera quedan otras confidencias y ocurrencias de Eloy Cuesta Rodríguez, el que fue en tiempos pasados cronista del condado de Noreña."

José Manuel Fanjul Cabeza, el gran erudito e investigador noreñense autor de Noreña entrañable y numerosas publicaciones de temática local, nació en esta casa, como bien le glosa su amigo Evelio González Palacio, subdirector de La Nueva España, en el prólogo de dicho libro:
"... el 18 de marzo de 1940, en La Plaza, en el segundo piso de la casa de doña Vicenta Ortea, a las tres de la tarde de una Noreña condal, nació José Manuel Fanjul Cabeza (...). Hijo de Benigno y Ángeles. El cuarto de ocho hermanos, cinco mujeres y tres varones. Familia chacinera de recia tradición, de embutidos selectos que dieron lustre a la villa. De vocación industrial que ninguno de los vástagos heredó. Esta casado con Isabel Arias. Tienen cinco hijos, siete nietos..."

Fanjul Cabeza es también el padre de Noreña entrañable, el libro que usted, lector, tiene ahora en sus manos. Es su primer libro y, no sólo por eso, muy especial. Estas páginas son el fruto de una vocación tardía pero de un amor eterno: el que siente Fanjul desde ese mismo 18 de marzo de 1940, a las tres de la tarde, por la villa a la que le alumbraron. Nunca es tarde si la historia es buena. Lo confiesa ante el escriba: "Es una aventura extraña, nunca pensé en escribir un libro sobre Noreña. Empecé a guardar cosas, conocer detalles... todo fue creciendo y creciendo, y salió esto". Esto es ver como nace un contador de historia.

La vocación por el ayer de Fanjul Cabeza nace del mañana. Llegó al estudio del pasado de rebote, beneficio colateral de dos técnicas modernas: la fotografía y la informática. Como cuando al tirar una cereza sale un racimo, lo uno trajo lo otro, y nuestro hombre se prendó de beber en archivos, papiros, viejos porfolios y periódicos de época. Le atrapó el vicio de saber cómo fueron las cosas y qué orígenes tenemos. De la fotografía nació una colección de imágenes; de la colección, una ventana en Internet; de Internet un libro, este libro, que es el primer intento de abordar una historia global de Noreña. La gran enciclopedia de la villa. De la vida de la villa.

La fotografía se la inculcó Ovidio, un retratista de la Pola, allá por los tiempos de la Fundación don Manolín. Desde entonces, cámara en ristre, se dedicó a plasmar lo que veía a través de su ojo hecho objetivo. Las puertas de la informática se las abrieron de par en par sus hijos. Decidió traspasarlas con tanto interés que el gran futuro es hoy una web, fanjulcabeza.com. Una encomiable experiencia que coloca a Noreña en el mundo. "Es como tirar algo por la ventana. Nunca sabes quién va a recogerlo, pero a alguien "llega", rememora hoy, delante del escriba, sobre ese proyecto singular, único privado e innovador, que le ha permitido fundar un concejo virtual. Noreña será el municipio más pequeño de Asturias pero se extiende ya hasta Cuba, Florida y Australia, gracias a una página en red. El virus de la historia se lo inyectó él mismo. Diagnóstico: adicción

Los derroteros de la vida le apartaron pronto de Noreña. A los ocho años, en los tiempos en los que para ir y volver a Oviedo en el Castromocho se invertía un día, salió de la villa a estudiar. Era para los compañeros Noreñina. Una premonición de una personalidad unida a un pueblo. Desde la infancia no volvería a vivir en su solar natal. Quizá por ello, para curar la distancia, devuelve cariño en estas entrañables páginas.

Cuando alguien trae peces es porque hay quien le enseñó a pescar. "No soy un historiador", se sincera Fanjul. Pero hace historia que le gratifica, descubriendo por ejemplo el origen de su apellido o la fuente de Tiñana, la de Fanxul, entre Fonciello y Meres, de la que nació la saga de los fanjules que en el mundo han sido. El pescador que le enseñó este río es un tocayo, José Manuel Rodríguez Hevia, funcionario de Justicia, historiador. El hombre que le entregó la llave de los archivos y las bibliotecas. De museos y bibliografías. Quien le orientó en los documentos y las fuentes. Quien le dio el método y la pauta. Quien es, además, el autor de todos los pies de foto, documentados y certeros, de este trabajo.

Fanjul Cabeza es, por encima de todo, médico. De devoción y vocación. Cirujano ortopédico, se nos revela aquí también como cirujano de la memoria. Con la misma precisión que maneja un bisturí disecciona legajos o selecciona pasajes. Fue médico residente, de la primera promoción, en la Ciudad Sanitaria de La Paz, de Madrid. Al terminar la residencia, aceptó un contrato como jefe de sección en el subsector norte de la Seguridad Social en Almería, con un hospitalillo en Huercal-Overa donde comenzó a colocar alguna prótesis total de cadera. Llegó después a casa, a la vieja residencia Nuestra Señora de Covadonga, ahora transmutada en Hospital Universitario Central de Asturias. Rodó por centros de estudios de aquí y acullá. Pero nunca se sintió como en Noreña, Cualquier día cuelga la bata, y eso que engordará la investigación sobre la villa..."

De estas casas de los Vigil-Escalera a ambos lados de la esquina con la Travesía del Conde nos cuenta precisamente Fanjul que fue Macrina Bobes Vigil-Escalera quien heredó la llamada Casa de Atrás con su finca y que, tras enviudar de Rafael Ortea Rodríguez, alcalde de Noreña nacido en dicha travesía, "adquirió a su primo José Valdés Vigil-Escalera la hermosa casa de dos plantas, del siglo XVIII, situada en la esquina de la parte superior izquierda de esta Travesía para dársela como dote a su hija Ventura cuando contrajera matrimonio."


A nuestra derecha, la Casa la Malaína, en la esquina con la calle del Reloj


En la siguiente esquina de La Plaza con la calle del Reloj, en un edificio más antiguo, estuvo Casa Macrina, tienda de ultramarinos, luego llamada Casa Lustinda, propiedad de Rafael Ortea Rodríguez, administrador del Palacio de Miraflores que llegó a alcalde de Noreña), "fabricante de licores y dueño del Café Ortea, al que dotó de una mesa de billar", dice Fanjul en la web de Noreña entrañable, así como que en aquella misma casa, perteneciente a los bienes de Miraflores, hubo "Cátedra de Latinidad y Castellano Municipal". En ella se estableció la familia Rionda Polledo, uno de cuyos miembros, Manuel Rionda Polledo, fue el indiano benefactor que durante unos años dio nombre a esta plaza


Rafael Ortea fue alcalde entre 1887 y 1894 y fue quien, en 1891, logró se hiciesen los jardines de la calle y Paseo de Fray Ramón, hacia los que nos dirigimos y cuyo arbolado empezamos a ver desde La Plaza, al igual que el Quiosco de la Música allí existente y la renovación del crucero de la Plaza de la Cruz que acabamos de dejar atrás, auspiciando además la creación de la Banda de Música Municipal, "Obras realizadas con tanta rapidez que ya figuran inauguradas en el programa de Fiestas del Ecce-Homo de 1892, participando la Banda de Música Municipal que tocó en el Kiosco y ante la renovada cruz de mármol en su plaza", nos informa Fanjul en su web Noreña entrañable, ampliando esta información en su libro:
"Rafael Ortea Rodríguez (20-III-1849), a quien apodaban El Ponguetu pese a ser natural de Noreña, fue administrador de los bienes de Miraflores, fabricante de licores y dueño del café Macrina al que dotó de Billar; conocido posteriormente como Café Ortea. En 1906 adquirió y dio de altar una tienda de ultramarinos en casa de La Plaza que hacía esquina con la calle del Reloj, en la que vivió Bernardo Rionda Álvarez con su familia y en la que también estuvo la Cátedra de Latín y Castellano, cuando pertenecía a la heredera de los bienes de Miraflores, Eulalia Busto-D.ª Laína).

D. Rafael fue alcalde de Noreña durante siete años y tuvo como secretario a Justo Rodríguez Fernández; que luego sería su consuegro. Entre sus obras figuran los Jardines de la Plaza Mayor de la Calle del Hospital. Como el 9-XII-1891 se creó la Banda de Música Municipal también decidieron construir el Kiosco en dichos jardines. Se sustituyó la deteriorada cruz de piedra arenisca que existía en la Plaza de La Cruz por la de mármol con pedestal que figura actualmente en dicho lugar. Dado el mal estado en que se encontraba la Plaza de la Calle de Los Condes se retiró el empedrado, se recubrió con un firme de piedra caliza, se construyeron las aceras y se dotó de una farola en el centro con basamento de piedra, similar a la que se colocó en la esquina inferior de los jardines del Kiosco, construidas por Bertrand. Tales obras fueron propuestas por los concejales Evaristo Rato Montera y José Alonso Nuño, siendo inauguradas, todas las citadas, el sábado 17 de septiembre de 1892, "en que se celebraban las funciones a Jesús Nazareno".

Rafael fue uno de los cuatro alcaldes de Noreña que nacieron en la Travesía del Conde, sita a la izquierda, entre las casas que fueron de los Vigil-Escalera y que comunica esta plaza con la calle de Benigno Escalera. Otros dos alcaldes fueron Alejandro Rodríguez Bustelo, que asfalto, entre otras, estas plazas de los Condes y La Cruz, y César Ortea Bobes, este ya en la posguerra, heredero de la Casa de Atrás o del Café-Bar de Macrina, que pasó a ser Café Ortea y fue el director de la primera Caja de Ahorros que se instaló en Noreña, el 3 de marzo de 1947


Esa entidad bancaria se estableció en estos bajos con arcos escarzanos rebajados en los que antes estuvo la librería-imprenta de El Mosquitu, de la que dice Fanjul que pudieron ser las antiguas caballerizas de esta casa, enfrente de la que en nuestros días está el Café-Bar El Retiro, en la Travesía del Conde nº 2, que con motivo de su trigésimo aniversario publica el periódico El Comercio, de fecha 30-11-2019 y con la firma de M. Rivero, este artículo conmemorándolo:
"Treinta años, que se dice pronto, celebra esta noche el histórico bar El Retiro, de Noreña. Un local por el que han pasado ya hasta tres generaciones de noreñenses y alguna que otra familia polesa. Los tiempos, sin embargo, han cambiado. 
José Carlos Baragaño, 'Liti', está al frente. Cogió el relevo del local un 4 de diciembre -Día de Santa Bárbara- junto a su mujer Carmen. Vio que se traspasaba y no se lo pensó dos veces. Habían pasado seis años desde que José Manuel Prado, reconvirtiera el bar y sidrería 'El Conde' en El Retiro. En aquel momento, la idea era «imitar a los bares míticos de la Pola», como el 'JB', el 'Abre César' o el 'Florida', de Nava, cuenta Baragaño. 
Tres décadas después, el hostelero bromea y dice que El Retiro es su «hijo» y también, con un poco de amargura, «el único que subsiste». Aunque la mayoría lo recordarán como punta de lanza de la noche noreñense, El Retiro comenzó como un bar de diario al que se le incluyó música, con posterioridad, y «fue cogiendo tirón», rememora 'Liti'. Aun así «seguía teniendo más gente de día», admite. 
La barra del bar ha conocido ya a tres generaciones de la villa condal. «Ya veo a alguno que es nieto de los primeros clientes», y han sido muchas las parejas, algunas ya casadas, que se conocieron en El Retiro, cuenta con picardía el hostelero. 
Constantino Romero 
El desfile de los homenajeados de las fiestas del picadillo por la puerta del bar pasó a ser casi una tradición. No hay cliente vitalicio que no recuerde la noche en la que el ya fallecido periodista Constantino Romero tiró las cajas vacías del bar que se amontonaban en la puerta que da al baño en plena celebración y terminó junto a ellas, cuenta divertido 'Liti'. 
El Último de la Fila, Celtas Cortos, U2, Loquillo o Bowie fueron la banda sonora de las noches de 'El Retiro'. Era «la movida» en una época que el dueño del local recuerda con especial cariño. «Ahora la gente es más mayor y más tranquila», dice. Tampoco se sirven las mismas bebidas. La cerveza ha triunfado por encima de los clásicos combinados de ron con Coca-Cola y la moda del gin-tonic de diseño no ha sido ajena a El Retiro: «Antes, cuando abría una caja de tónica me duraba tres meses y ahora no me llega a la semana». 
Clientela, gustos e incluso decoración han cambiado. En junio se reformó el local y su propietario admite que le «gustaba más antes». Sin embargo, las ganas de seguir detrás de la barra siguen intactas: «Mientras podamos y tengamos que hacerlo, seguiremos aquí», asegura 'Liti', para alivio de muchos noreñenses. 
Con motivo de los 30 años desde la apertura del bar, en el 89, 'El Retiro' acogerá esta noche una fiesta aniversario con música, copas y la compañía de muchos fieles."

El cuarto alcalde fue Alejandro Ortea Nachón, heredero también de las fincas y Casa de Atrás de los Vigil Escalera, la cual reformó para hacer de ella su vivienda. Su profesión era la de veterinario municipal


En esta casa dieciochesca fue donde vivieron los hermanos Evaristo y Regino Vigil-Escalera, del primero nos cuenta Fanjul que nació en 1893 y 1896 en La Pola, capital de Siero, viniendo a vivir de pequeño a Noreña, a donde se trasladaron sus padres y que "Fue un hombre de enciclopédica y sólida cultura y en sus escritos no utilizó el apellido Vigil. Destacó como poeta, historiador, economista, político y periodista. En su obra Recuerdos de Asturias (1865) cuenta alguna de sus vivencias en Noreña"


Regino estuvo muy vinculado a su hermano, al quedar huérfano a los cuatro años (nació en 1849), fue criado por su tío materno Manuel Suero Carreño, por lo que se fue con él a vivir a La Pola, aunque a los veinte años se fue con su hermano a Manila, regresó para estudiar Derecho a la Universidad de Oviedo y regresó a Filipinas como funcionario de la Intervención de Hacienda, luego destinado en España, llegando a Delegado de Hacienda en Madrid en 1905. Tuvo diversas condecoraciones españolas y la Cruz de la Legión de Honor francesa. Escribió en varios periódicos y obras teatrales como Una página de Gloria, República Doméstica y textos para zarzuelas como Viaje Redondo


Su padre fue Francisco Vigil-Escalera, escribano que de La Pola se trasladó aquí, como hemos dicho, y tuvieron otra hermana, Anastasia y otro hermano más, Juan Vigil Escalera, militar de la Guerra de Cuba de 1868, donde llegó a capitán, escribiendo sus memorias de la misma a su regreso, Campaña de Cuba (1869-1875. Recuerdos de un soldado


Aquí La Plaza sigue su ligera per evidente bajada hacia el Paseo de Fray Ramón y Quiosco de la Música


La Plaza, tantas veces reformada, al igual que sus casas, presenta esa leve inclinación que no la hizo decaer como sede de mercados y verbenas durante largos años. Pese a que como vimos intentó ser ampliado en 1835, el vecino concejo de Siero se opuso a ello, ese contratiempo no le restó importancia, así como al de ganado que se celebraba en la Plaza de la Cruz



A partir de 1910 el mercado, mixto, cobró gran auge al pasar a celebrarse tres días por semana, pero como hemos dicho, en 1959, al inaugurarse la plaza cubierta decayó la costumbre de hacerlo aquí, si bien en los años 1990 renació la instalación de algunos puestos los sábados


A la derecha pisos y alguna casa de época, notablemente restaurada, como la de los Hermanos Argüelles, de 1880. La que desapareció en esta plaza, como hemos dicho, fue la de la familia Rionda Polledo, derribada a principios de la década de 1970, "para construir un edificio de viviendas que tuvo mucha polémica en sus días", leemos en Noreña entrañable, "formada por los noreñenses Bernardo Rionda y Álvarez (n 28-III-1821), -hijo de Francisco Antonio y Ramona- y Concepción Polledo y Mata hija de Ciriaco y Bárbara", que vivían en el barrio El Truébano pero se trasladaron aquí "para vivir en un lugar más céntrico". Fueron sus hijos Francisco, emigrante a Cuba; y Manuel, a Cuba y Estados Unidos, es Manuel Rionda, el barón del azúcar, como lo llama José Julián Rodríguez Reguero en La Nueva España del 30-4-2017:
"La trascendental participación de la familia Rionda en el desarrollo de la vida local ha suscitado muchos interrogantes. Aunque no solamente, la respuesta a muchos de ellos podría estar al otro lado del Atlántico. Todas las historias familiares de emigración tienen muchas aristas y la prosperidad de la nuestra tiene su punto de partida en las plantaciones azucareras cubanas. 
Manuel Rionda nace mediado el siglo XIX en la Plaza, en la casa que luego sería la tienda de Lustinda. Tuvo poco tiempo para jugar allí a piocampo como haríamos nosotros cien años más tarde. Sólo contaba con 16 años cuando viajó a La Habana siguiendo los pasos de sus dos hermanos mayores, a los que su tío materno Joaquín Polledo, que en aquellos años ya era un comerciante de fortuna en La Habana y Matanzas, había iniciado en el activo mundo del comercio del azúcar. Afortunadamente para él sería el primero en estudiar durante cuatro años en el estado americano de Portland. Los conocimientos adquiridos resultarían pronto decisivos para el desarrollo de su actividad empresarial. 
El azar y la necesidad (fallecimiento prematuro de sus dos hermanos) le sitúan a finales del siglo como tutor de sus sobrinos al frente de los negocios familiares. Desde ese momento Manuel contaría siempre con sus allegados para dirigir las múltiples empresas en las que participó. Sin hijos, buscó y obtuvo el apoyo de su cuñado Pedro Alonso (que dirigió la plantación de Tuinucú) y de sus sobrinos, fundamentalmente de Manuel Enrique Rionda Benjamín al que finalmente adoptaría. 
En los primeros años sus empresas sufrieron serios reveses por la inestabilidad del mercado mundial del azúcar originada fundamentalmente por la guerra hispanoamericana en la isla. Sin embargo, a finales de 1915, en plena Primera Guerra Mundial, logra sacar adelante su proyecto estrella, la Cuba Cane Sugar Corporation. Nada menos que 50 millones de dólares de capital social (1.220 millones de dólares 2015) y con la producción del 17% del azúcar cubano en un mercado claramente en alza por la crisis de la remolacha europea. 
Y ahí es donde comienza nuestra historia. Prácticamente al mismo tiempo Pedro Alonso llega aquí a la Alcaldía, aunque sólo estará un año en el cargo. 
Sin embargo, los proyectos impulsados por la familia Rionda-Alonso serán decisivos para Noreña: Fundación de enseñanza, al menos tres grupos de viviendas sociales en la plaza de la Nozalera, calle de Pío XII e iglesia (ahora llamadas de zapateros), cine y, cómo no, la traída de aguas. Además, también hicieron préstamos a bajo interés para ayudas familiares. Hay constancia de que el apoyo económico desde América fue permanente. 
Por eso no son de extrañar las muestras mayoritarias de reconocimiento del pueblo a sus obras durante la tercera década del siglo pasado. Se inician con la participación en el entierro de Pedro Alonso para continuar con la visita en 1926 de un Manuel Rionda ya viudo de su gran amor Harriet Clarke, el descubrimiento de la estatua de Benlliure y la inauguración en la plaza de la Cruz de la traída de aguas comunitaria (1929). 
¿Y después qué sucedió? Solamente el olvido cómplice y la desaparición progresiva de su enorme legado. Se suele decir que la historia la escriben los vencedores y nuestros personajes no lo fueron en la desgraciada guerra civil. Las rivalidades políticas locales por su apoyo al partido Reformista de Melquíades Álvarez pesaron más que la denodada lucha familiar por llevar a Noreña hacia el futuro. Trabajando incansablemente en sus empresas, Manuel y su hermana Ramona fallecieron lejos de su tierra añorando el cariño de su pueblo. Aunque es una historia con un final infeliz también para los noreñenses todavía no es el final de la misma. 
"El olvido que seremos" (Héctor Abad Faciolince); "Manuel Rionda" (Carlos Monasterio Escudero); "Noreña en tiempos de Pérez de Ayala" (Contigo, 2007); "Noreña entrañable" (José Manuel Fanjul Cabeza, 2008); "El barón del azúcar. Manuel Rionda y las fortunas de la Cuba precastrista" (Muriel McAvoy 2003); Archivo Fundación Braga Rionda, Florida."

Antiguamente hubo en esta plaza una gran columna de alumbrado con pedestal de piedra que fue instalada en 1892, la cual ya no existe


De frente, la casa de Lorenzo Villa Fonseca, construida en 1942 con proyecto del aparejador municipal Celso Bautista Martínez Corte. A la derecha, la calle Doctor Cuesta Olay era la antigua Carretera del Hospital, llamada popularmente la Calle Arriba, antiguo tramo de la que fue la calle de los Condes, que  comunicaba con el antiguo hospital de peregrinos, que estaba un poco más adelante, como enseguida vamos a ver. Esto es lo que dice José Antonio Fanjul Cabeza en Noreña entrañable:
"Es conocida vulgarmente como Calle Arriba aunque formaba parte de la Calle de los Condes. Por acuerdo municipal del día 4-III-1906, pasó a ser la Calle del Dr. D. Dionisio Cuesta Olay, a propuesta de D. Justo Rodríguez Fernández, Alcalde presidente, quien tras comentar su muerte en Oviedo el día 27-II-1906, dijo:
"... ha sido uno de los más preclaros hijos de Noreña, nacido de una familia humilde, ha conseguido, debido indiscutiblemente a su talento y virtudes cívicas, ocupar los más elevados puestos de la ciencia y en la política. En medicina su reputación y mérito fue universal en Asturias; en política fue elegido para ser Diputado a Cortes por la circunscripción de Oviedo, representando también varios años el cargo de Diputado Provincial y el de Alcalde de Oviedo. Estos méritos unidos al amor entrañable que profesaba a esta Villa en donde tantos años ejerció su profesión como Médico de la Beneficiencia municipal, le hacen acreedor a nuestros respetos y homenajes amorosos..." (Act. 9-III-1906. AM)
Resulta sorprendente que tanto en el párrafo anterior como en la reseña bibliográfica que figura en el libro de Higinio Monte Cuesta, se omita que Dionisio Cuesta Olay fuera alcalde de Noreña. Lo cita como tal Regino Escalera en el artículo publicado por la revista Asturias, La Habana, en 1915. Desempeñó tal cargo desde el 1º de junio de 1869 hasta el 29 de enero de 1871, si bien es cierto que durante su mandato le sustituyó, durante largos períodos, su hermano Segundo, quien le sucedió en tal cargo hasta el 16-1-1874, fecha en la que lo ocupa José Cuesta Cuesta..."

Nosotros seguimos a la izquierda de la casa de Lorenzo Villa Fonseca, viendo ya el famoso Quiosco de la Música de Noreña, del año 1892 como hemos dicho, con los Jardines de Joaquín García Esteban, del mismo año. Los vemos según continuamos a su derecha, bajando por el Paseo de Fray Ramón, obispo de Oviedo y, honoríficamente, conde de Noreña entre 1884 y 1904, pues desde la extinción de los señoríos en 1827 los obispos ya no ejercieron de otra forma este título hasta su supresión definitiva en 1954. Su nombre fue acordado en sesión municipal del 25-2-1894, nos dice Fanjul, sustituyendo a su nombre anterior, la calle del Hospital, pues se dirige también al antiguo hospital de pobres y peregrinos, actualmente La Playina. Ambas calles forman parte del antiguo callejero noreñense y por lo tanto del itinerario jacobita por el casco urbano:
"Desde la Plaza de La Cruz hasta la Iglesia Parroquial, el camino va por la Calle de los Condes –que hoy integran la Plaza de La Constitución y la Calle Dr. Cuesta Olay (citada como Calle Arriba desde tiempo inmemorial)-, o bien por lo que fueron Plaza y Carretera del Hospital, que hoy corresponden al Paseo y Calle de Fray Ramón. Ambas rutas bordean el solar del Hospital de Pobres y Peregrinos -hoy jardín de La Playina- y se enlazan en la Plaza de Eulalia Busto para seguir por la calle de la Iglesia para seguir por la cara N de la Parroquial de la villa." 

Esta era la antigua Plaza Mayor de la calle o carretera del Hospital, que se encontraba a continuación, como pronto vamos a ver, "motivo de orgullo para los noreñenses por su hermosura y ser una de las obras más antiguas de la arquitectura del hierro en nuestra región", afirma Fanjul Cabeza en su libro, un lugar también especialmente emblemático de la Villa Condal, que "sigue siendo el escenario de las actividades musicales de la villa y lugar de encuentro social", construido como hemos dicho siendo alcalde de Noreña Rafael Ortea Rodríguez


Ahora iremos hacia la derecha, en ligera bajada. Fijémonos en la pequeña flecha amarilla en la esquina del murete que cierra el jardín. Según acuerdo del 13-1-1892 se manifestó la necesidad de construir "un bonito Kiosco de hierro con basamento de cantería para que puedan instalarse de treinta a cuarenta músicos, número á que pueden ascender los que componen hoy la Banda municipal de música de esta Villa, creada por acuerdo de la Corporación". Junto con ello se acuerda comprar los instrumentos correspondientes. El proyecto del quiosco musical se aprobó a la semana siguiente


A la derecha tenemos la casa de las Hermanas Menéndez Olay, construida en 1909 sobre otra más antigua, con proyecto del ingeniero militar Leopoldo Olay Argüelles. Aquí tenemos Casa Alicia, fundada en 1932 por José Álvarez, antiguo zapatero, y Alicia Rato, quienes al casarse quisieron abrir una tienda-bar en Noreña. El 9-4-2008 Franco Torre da noticia en La Nueva España del homenaje celebrado en su honor, titulándola Noreña recuerda a José Álvarez, "Pepe el de Alicia", con una placa en su memoria:
"Los vecinos de Noreña participaron el viernes en un cálido homenaje a la memoria del popular José Álvarez (1900-1976), más conocido como «Pepe el de Alicia». El acto, organizado por la Orden del Sabadiego y la Cla El Corchu, consistió en la colocación de una placa en la fachada de la confitería Casa Alicia, carismático establecimiento fundado en 1932 por Álvarez y su esposa, Alicia Rato. La placa fue adquirida merced a las donaciones de familiares, amigos y conocidos del popular hostelero.
Pese a que en su juventud José Álvarez fue aprendiz de zapatero, tras contraer matrimonio con Alicia Rato decidieron abrir una taberna y tienda de comestibles en la villa. Así nació Casa Alicia, ubicada ante el quiosco de la música de la localidad y que hoy regentan los sucesores del matrimonio noreñense. Además de por su calidez en el trato, el establecimiento fundado por el matrimonio noreñense goza de una gran popularidad desde sus orígenes tanto por sus tertulias como por garantizar la supervivencia de la receta de las míticas «rosquillas de Pepona», emblema gastronómico de Noreña."

Casa Alicia fue de siempre célebre por sus tertulias como por mantener la receta y elaboración de les rosquilles de Pepona, galletas de mantequilla símbolo de la gastronomía de Noreña, de la que nos informan así en el blog La Cocina de las casinas:
"De pequeñ@s y median@s, jajaj, salíamos todos los domingos por la mañana con mi abuelo, bien a caminar por el Naranco y a tomar un par de aperitivos, o a Noreña a ver a su hermana la buena y siempre alegre Tía Bernarda y a nuestras primas. Llegábamos a su preciosa casa, con su tienda en el bajo y una enorme y maravillosa cocina repleta de aperitivos, sobre todo excelentes embutidos de Noreña. Era una gran cocinera y mi abuelo un gran comión !! qué felices estaban juntos !!. Recuerdo el bar al que íbamos a recoger los calamares fritos que ella había encargado, donde nos dejaban entrar en la cocina para ver como los preparaban. Me entusiasmaba el enorme tamiz de aluminio para retirar la harina, creo que estaba al lado del Kiosko de la Música y que se llamaba La Imperial. Recuerdo también una señora que vendía en un diminuto local pastillas de leche de burra jajaja, menudo nombre, o unas bolitas de chicle fucsias. Sobre todo recuerdo las riquísimas Rosquillas, finas, suaves, crujientes y muy delicadas que ella nos compraba para llevárselas a mi madre, byPalmiría
El otro día me acordé de ellas y brujuleando por ahí encontré el blog de Angela y su receta. Las dos avisamos, tienen un agujero en medio que al menos yo no lo he hecho por pereza, no sé si a ella le ha pasado lo mismo. la Confitería se llama Alicia aunque by Palmiría la llamaba "de las Vigil".

En una de estas casas nació Higinio A. Fanjul Rionda, presidente de la Cuban Comercial Company de Azúcar, tal como relata José Manuel Fanjul Cabeza en su libro


El Quiosco de la Música fue construido por el afamado arquitecto municipal de Oviedo Juan Miguel de la Guardia, que había proyectado el de El Bombé ovetense en 1888, siendo adjudicado en subasta en 5.600 pesetas el 30 de mayo de 1892 a Arturo Bertrand Renard de la empresa, también ovetense, Fundición y Construcción Bertrand, que la construyó en menos de tres meses, pues fue inaugurado el día del Ecce-Homo de ese mismo año


En 1904 estos jardines del quiosco fueron cerrados con una artística verja de hierro del contratista Nicanor Fanjul Fernández, que arrancaba desde el suelo, formando una parcela triangular de unos 600 m2, la cual construyó el contratista Nicanor Fanjul Fernández por 6.000 pesetas que incluían la construcción de otra en la Calle Arriba o de los Condes . En 1913 el lugar fue reformado, y así lo describe el historiador José Manuel Rodríguez Hevia en El quiosco de la música de Noreña. Siero, Llanera y Noreña:
"La verja decimonónica ya no arrancará desde el suelo; fue sustituida por una nueva sobre el cierre actual, formado por un muro de piedra con un recorrido separado por columnas de sillería. En el quiosco se procede a anular el lambrequín que colgaba de la cornisa para dejar más a la vista  la arquería de arcos rebajados, con lo que se intentaba quitarle pesadez y dar mayor embellecimiento a la construcción. Esta reforma vino impuesta por la estética modernista de la época; lo que imitaron otras poblaciones españolas, como fue el caso de Oviedo con El Bombé"



A la izquierda eran las Casas de Francisco Nuño, donde estuvo la Cafetería Tras el Gochu, antes Maryant, sede que fue del Ateneo Popular, fundado en 1926. A su derecha la casa donde vivió Amaro Monte Cuesta, alcalde que en los años 1940 gestionó la construcción del nuevo Ayuntamiento, sito un poco más allá, en lo que era el barrio de La Portilla. Del Ateneo nos cuenta esto Fanjul Cabeza:
El centro cultural Ateneo Popular, fundado el 22-V-1926, estaba en el primer piso del Paseo de Fray Ramón 4, sobre la Confitería Nueva o de Angelina, que luego se llamó Maryant. (Posteriormente, fue Centro de Acción Católica). Dicho Ateneo se adhirió a la petición de Premio Nobel para Palacio Valdés; contribuyó económicamente a la construcción del Mirador de El Fito y Jardín Concha Espina. En el nº 2, haciendo esquina en este mismo paseo, está la casa del que fue alcalde, durante 11 años, D. Amaro Monte Cuesta. Su hermano D. Higinio fue el autor del libro Apuntes Sobre Noreña, en el que supo plasmar una amplia, ordenada y meticulosa historia, llena de datos pormenorizados , "motivo de solaz y grato esparcimiento", cuya lectura " ... despierta el orgullo de haber nacido en un pueblo"; como dice en su prólogo, el también ilustre noreñense D. Amaro Alonso Campal, Abad de Covadonga."


Al fondo a la izquierda la casa de Justo Rodríguez Bustelo, hijo de zapateros, promotor de la industria cárnica, alcalde que puso en marcha diferentes obras en Noreña, construida en el año 1900 y restaurada en 1930


En 1930 los jardines pasan por una gran transformación siendo alcalde Alejandro Rodríguez Bustelo y que desde el 30-12-1980 llevan el nombre de Joaquín García Esteban, correspondiendo dicha fecha con el homenaje póstumo que le organizaron los últimos componentes de la Banda de Música Municipal. Este gran director desempeñó tal cargo desde 1927 y su jubilación, en 1957, que condujo a la desaparición de la misma


Otra importante reforma se produjo en 2005, cuando se hizo una acera por el interior del cierre que linda con la calle Fray Ramón, eliminándose además la gasolinera que en 1915 instaló José Antonio Olay Argüelles en la esquina inferior de estos jardines


La Banda de Música Municipal de Noreña fue fundada en 1891, unos meses antes de que se aprobase la construcción de este quiosco, en un pequeño taller de zapatería, gremio que durante siglos fue fundamental en el devenir de la villa de Noreña, compuesta por entre ocho a diez oficiales de diferentes talleres zapateros, si bien anteriormente existió una "banda popular" para las fiestas del Ecce-Homo, reforzada por músicos de las bandas de Santa Cecilia y Ovetense, formada por músicos que habían sido del Regimiento Militar. Su primer profesor fue Francisco Rodríguez Olay, Pachu Sacristán


Tras años de esplendor llegaron los de decadencia y prácticamente quedó disuelta en 1955 tras las fiestas. Renació en 1979 con Francisco Junquera Hevia, contando con antiguos miembros como Ramón García, Pepín el Castañeru, Cipriano, Celestino, Evaristo. El primer concierto de la nueva banda se celebró en la iglesia en 1985 con 36 maestros, creándose a posteriori la Asociación Academia y Banda de Música, para comprar instrumentos y crear la Escuela de Música


El Quiosco de la Música fue rehabilitado en 2014, tal como señala esta placa. De la historia del quiosco y banda nos amplía información José Antonio Fanjul Cabeza:
"La antigua plaza Mayor, actualmente paseo de Fray Ramón, con sus jardines y airoso kiosco, sigue siendo el escenario de las actividades musicales de la villa y lugar de encuentro social."  
 Según D.  Fermín Canella, las obras que para mejorar el aspecto de la villa se iniciaron por la influencia que ejerció  sobre los Alcaldes que le sucedieron en el cargo y médico de la villa Dr. D. Dionisio Cuesta Olay, quien también fue Diputado Provincial y A Cotes.  
Se han citado algunas de las grandes mejoras realizadas por el alcalde Rafael Ortea Rodríguez, quien tuvo como Secretario a Justo Rodríguez Fernández quien le sucedió en el cargo y continuó su obra. Fueron consuegros a partir de 1919  
Según consta en las Actas Municipales  
- En Julio de 1891, se acordó  la construcción de unos jardines "a la inglesa" entre El Paseo del Hospital de Peregrinos (hoy C/ Fray Ramón) y la Plaza Mayor (hoy Paseo de Fray Ramón)  "... utilizando la tierra sacada para la construcción de la Sacristía de la Iglesia Parroquial".  
- Dic 1891 se creó la banda de música municipal que contó inicialmente con 31 individuos y cuyos instrumentos se encargaron a Alemania; siendo la segunda que existió en Asturias. Fueron Directores de la Banda Municipal: Francisco Rodriguez Olay- Pachu Sacristán (gran aficionado noreñense), Antonio Iglesias, Emilio Veiga, Solutor Buey, Cipriano Pedrosa, José Ortega, Antonio Manzano, José  Barniol y finalmente Joaquín García Esteban.   
"La tradición musical de Noreña figura documentada en el año 1815, en uno de los libros de fábrica de la parroquia de Pola de Siero, figura un descargo de 24 reales a los músicos de Noreña, por asistir a la procesión del Corpus. (EGO: Región 14-IV-1942) De igual modo, en 1850, en los gastos de la Cofradía Ntra Sñra del Socorro de Argüelles figura: 40 reales a los músicos de Noreña.  
En lo que a bandas de música se refiere, arranca desde mediados del siglo XIX con la creación de una "banda popular" de cuya existencia hay constancia en el programa de fiestas publicado por el diario ovetense "El Carbayón", el15 de septiembre de 1885. Existió una, dirigida por Antonín Iglesias, que ya tocaba durante las fiestas del Ecce-Homo, reforzada con músicos de las bandas  Sta Cecilia y Ovetense, formada por músicos que habían sido del Regimiento, y "era una delicia oírles tocar."   "... tuvo su feliz nacimiento en un pequeño taller de zapatería... la componían un grupo de ocho o diez oficiales de zapateros de distintos talleres." En los veranos tocaba en Les Campes, antes de que dicho terreno municipal pasara a pertenecer al Palacio de Miraflores, "... donde se formaba una romería en toda regla". También tocaban en aldeas limítrofes (Lugo de Llanera; Bobes- fiesta de La Novala), amenizando las romerías y solemnidades religiosas.  
- Figuraba entre los proyectos a realizar el Ayuntamiento, en 1892, la construcción de un edificio destinado a  Escuelas Municipales, con un presupuesto de 52.325'86 pts. y realizado por el arquitecto provincial Sr. Aguirre; pero no  se llegó a ejecutar.  
- 13-1-1892, se acordó construir el Kiosco de Música " ... de hierro con basamento de cantería y pueda dar cabida a todos los componentes de la banda, cuyo número oscilaba entre 30 y 40 músicos…".  
 El Kiosco fue proyectado por el arquitecto municipal de Oviedo D. Juan Miguel de la Guardia, que había realizado el del Bombé cuatro años antes. Se adjudicó la subasta de construcción en unas 6.000 pts y fue construido, en menos de 3 meses, por D. Arturo Bertrand Renard, de la empresa Fundición y Construcción Bertrand; de Oviedo; (época que se corresponde con la construcción del Palacio Llano-Ponte). Se inauguró el 17-Septiembre-1892; primer día del Hecce-Homo.  
Al poco tiempo de construirse el Kiosco se inauguraron los jardines en lo que se conocía como Plaza Mayor de la Carretera del Hospital,  y que, en 1893, cercaron una parcela con una artística verja de hierro que arrancaba desde el suelo.  
El cierre actual se llevó a efecto, según consta en el Acta 22-/-1904: "En vista del mal estado en que se encuentran las verjas que rodean el jardín de la / Fray Ramón y el peligro que ofrece la de la C/ de Arriba y se aprueba sacar a subasta en 6000 pts." Tal obra se adjudicó al empresario Nicanor Fanjul Fernández, natural de La Carrera y en ella se incluía la colocación de otra verja en la Calle de los Condes, como por entonces se llamaba la Calle de Arriba.  
En 1913, una de las veces que volvió a ser alcalde D. Justo Rodríguez Fernández, se introdujeron importantes reformas en dichos jardines y, también, en el quiosco:  
Nuevamente se volvieron a diseñar estos jardines del Kiosco en 1930, sufriendo una profunda modificación con D. Alejandro Rodríguez Bustelo. Así siguieron hasta el año 2005, momento en que la acera exterior se pasó al interior, en su limite con la Calle Fray Ramón.  
Desde 1955 estos jardines llevan el nombre de D. Joaquín García Esteban, ultimo director de la banda de música municipal; desaparecida tras su jubilación. La Banda Municipal tuvo épocas de gran esplendor,...." "..cuando la industria del calzado era casi única en la villa, los componentes de la Banda tocaban el mismo instrumento desde su juventud hasta avanzada edad, llegando a perfeccionarse y destacar como excelentes músicos. En los últimos años la Banda no contaba con músicos estables, sino que se renovaban con bastante frecuencia, por lo que se encontraba casi siempre en período de formación. En esto consistió el mérito del gran maestro que fue D Joaquín; pese a todo y gracias a su inagotable paciencia y constante labor, logró mantenerla con un alto nivel musical. 
En 1.979 la Banda de Música de Noreña ha vuelto a resurgir tras un periodo de inactividad de 24 años, por iniciativa de D. Francisco Junquera Hevia y un grupo de entusiastas. Lograron la colaboración de antiguos componentes de la banda municipal que desempolvaron sus instrumentos (Ramón García, Pepín el Castañeru, Cipriano, Celestino, Evaristo....) para formar parte y colaborar en la formación de nuevos maestros. Dieron su primer concierto en la Iglesia Parroquial en 1.985 contando con 36 maestros. Se ha formado una Escuela de Música en la que figuran inscritos cerca de 60 niños, desde los 6 años de edad. En ella realizan estudios de solfeo e instrumentación y, luego, se inician como agrupación musical en La Bandina; de la mano del infatigable y prestigioso maestro D. Jonh Falcone."

Al otro lado de los jardines la calle está también dedicada a Fray Ramón y constituye en la actualidad, con las de Flórez Estrada y de la Iglesia, el eje principal de Noreña. Enfrente, en la esquina con la calle Alfredo Barral, hay un edificio del siglo XVII en el que tuvo su estudio fotográfico José González Merás. En la actualidad está Restaurante Carbón, del que escribe el historiador y gastrónomo Luis Antonio Alías en el periódico El Comercio del 25-11-2021:
"Aurelio es de Noreña. De chaval le desalentaba la dureza de la hostelería, siempre sin horarios ni beneficios fijos, pero por inclinación heredada de sus abuelos mesoneros se diplomó cocinero en la escuela de Oviedo. 
Con el título bajo el brazo y un cambio de siglo lleno de grandes oportunidades, trabajó doce años por Cataluña, de la costa tarraconense a las nieves de Baqueira, y de paellas y suquets al vanguardismo. «En cuanto comencé, la profesión pasó a pasión, y encontré el acomodo definitivo rodeado de hornos y potas, al calor de los fogones, tan acogedor ahora que el invierno llega crudo», apunta el hostelero. 
Ocurre que a la necesidad de irse suele seguirle, síndrome indiano recurrente en los asturianos, la nostalgia de volver. Y volvió para formar equipo con nombres mayores (los Loya o los Ron) deseando poseer sitio propio. Noreñés ante todo, un día encontró La Tená cerrada y necesitó reabrirla. Lo logró entre los dos últimos confinamientos.
Recordemos a los poco avisados que, en la villa de don Rodrigo Álvarez de las Asturias, Carbón fue antes La Tená, capítulo moderno de la Cuadra de Alfredo, chigre tan paisano, tan de buen comer, tan singular y vernáculo, que dispone de libro propio por obra y memoria del cronista local Miguel Ángel Fuente Calleja. Lo abrió Cuqui, nieto de Alfredo y Socorro, pareja que trasciende al recuerdo de los mejores potes y barricas. 
Tras vicisitudes de crisis y cambios La Tená, rebautizada Carbón por Aurelio, revive nuevamente desde su emplazamiento central y esquinero, su puerta batiente, sus interiores de madera y ladrillo o su chapa de carbón enmarcada. El imprescindible toque madreñero y carnicero del terruño combina suavidades de trattoria costera. Y los ofrecimientos igual. Los callos y el sabadiego con patatas puro kilómetro cero pueden venir tras el wok de fideos y langostinos, shitake, salsa de ostras y teriyaki con verduritas. Y el lomo de bacalao confitado con guiso de oreja puede acompañar a un tataki de salmón marinado con mahonesa de soja y huevas de arenque. El entrecot y el solomillo se crían en la vecindad, las croquetas cremosas con compangu llevan sello condal, y la berenjena con sobrasada, sabadiego y gratén parmesano ejerce de punto de encuentro. 
Una cocina, por tanto, local y para todo el mundo, que conserva y abre puertas, respetuosa de fundamentos y libre de inventiva, que prohíbe aburrirse y, según reza un aviso, permite chuparse los dedos."

El origen de esta saga fue La Cuadra de Alfredo, establecimiento también de gran historia en Noreña, regentado por Alfredo y su mujer Socorro, gran cocinera y criadora de pitos, gochos y xatos (pollos, cerdos y terneros), fundamento de sus excelentes callos, potes, fabes, adobos y carnes. Fueron sus sucesores su hijo y nuera Luis y Sabina, y luego el nieto, Cuqui, quien abrió La Tená, luego La Tená de Carmen, tras hacerse cargo del negocio, que había cerrado tras 80 años de historia, la gallega de Foz Carmen Río Cancio, quien mantuvo viva la tradición culinaria del lugar y al la que también visitó Alías para El Comercio del 1-12-2016:
"Carmen se ha situado. Y en el centro de Noreña, el geográfico y el gastronómico. No lo tenía fácil. Claro que a positiva, trabajadora y artista de cazuelas, sartenes, besugueras y potas habrá quien la iguale mientras quienes la superen probablemente puedan contarse con los dedos de una mano. Y sobren. 
Y no lo tenía fácil porque se estrenaba en plaza difícil, que la villa condal, villa y concejo al mismo tiempo (¿porqué carece del título de ciudad si fue quien restó bastardía y aseguró la corona a los Trastámara?) maneja ingredientes propios, comparte con Tineo las mejores carnalidades asturianas, y hay capítulos callos, sabadiegos, picadillos, compangos, manos de ministro donde no transige fallos, perdona calidades o acepta simplificaciones. 
Encima, nuestra cocinera de hoy abría el restaurante propio y anhelado en la antigua Tená de Alfredo, que continuaba así funcionando como tená o almacén de sabores pensados, guisados, servidos y celebrados especialmente durante los meses invernales, cuando pacer y placer se sueldan para mejor huir del frío;sólo que ahora pasaba a rebautizarse La Tená de Carmen:a cada propietario, responsable y timonel, lo suyo. 
Recordémoslo y resumámoslo: durante buena parte del pasado siglo, la Cuadra de Alfredo siempre fue el chigre rey, y Alfredo un paisano de madreña, boina y sorna que jamás permitía en su establecimiento un mal palo de sidra o un vino peleón. Su esposa, Socorro, sabía cómo criar, cocinar y darles Samartín a pitos, gochos y xatos, y los callos, potes, fabes, adobos y carnes gobernadas que guisaba adquirían, en su sencillez, una rara perfección. Tras ella les tocó el turno a Luis y Sabina, hijo y nuera; y en su momento se sumó Cuqui, el nieto, que abrió pocos metros más allá el restaurante que los nuevos públicos y tiempos demandaban: La Tená. Desgraciadamente (y va para dos años)ambos establecimientos cerraron; el fallecimiento de la primera generación y la corrosiva crisis unida a una difícil situación personal y económica, acabó con ochenta años de historias y vivencias que nuestro colaborador Miguel Ángel Fuente Calleja sintetizó en un entrañable y documentado libro de historia pequeña y anécdotas grandes: la unamuniana intrahistoria. 
Entonces vino Carmen al rescate de La Tená resucitándola con juventud y energía renovadas. 
¿Y quién es Carmen? Carmen Río Cancio nació en una aldea de la lucense (y veraniegamente bastante asturiana)Foz; sus padres regentaban un bar tienda, y hasta la bisabuela todas las mujeres ejercían de guisanderas por encargo para bodas y tornabodas. Vemos y comprobamos que la influencia familiar o prende, o espanta, y en este caso concreto prendió hasta el punto de iniciar a los 17 años una vida laboral por salas y fogones que incluye las mayores responsabilidades culinarias en Casa Pepita o El Asador de Abel. 
¿Y cómo cocina? Igual que si su abuela y su bisabuela trabajaran hoy con el plus tecnológico y refinado de un cosmopolitismo que integra en platos tradicionales asturianos saberes franceses o japoneses, si bien Carmen, al abordar la temática asturiana, prefiere moverse exclusivamente por el mercado local, pequeño pero pródigo: sopa de marisco resucitadora, pote denso, fabes mantecosas, menestra recopiladora de cada temporada, arroz marisquero entre caldoso y meloso siempre mimoso, secreto ibérico confitado casi lírico, cabritu que prolonga la Pascua el año entero, cachopo crujiente y de corazón cremoso y tierno, merluza jugosa y bien vestida de sazones, tartas y cremas especiadas y seductoras 
Y callos. Sólo faltaría. Callos canónicos por densos, por pequeñinos, por enriquecidos de jamón, morro, pata y secretos, dispuestos a sentar ejemplo y escuela durante la larga semana festiva de diciembre que hará del fortín de don Rodrigo Álvarez de las Asturias la capital mundial de los callos. 
No olvide quien visite La Tená en las jornadas triperas, centenaria casa esquinera pintada de añil, con sus puertas batientes, sus interiores de ladrillo y madera y su luz tenue proporcionando un ambiente refinado y popular a partes iguales, que una cazuela de callos humeante, gelatinosa, suave y alegre, conlleva previamente fatigas que rozan la esclavitud: lavarlos, rasparlos, acidularlos, cortarlos, cocerlos, mezclarlos..."

A la derecha, llaman la atención las fachadas con corredores de madera y galerías de estos edificios, por eso, cuando Luis Antonio Alías, en sus recorrido gastronómico-literario por Noreña, llega al apartado de la pregunta ¿Qué visitar? la respuesta es esta:
"Plaza del paseo de Fray Ramón. La tenemos en frente, pendiente y ajardinada, antigua Mayor, con su amplio y fino templete de música rematado por cúpula y filigranas. A la derecha, y firmado por Benlliure, podemos admirar también el monumento dedicado al benefactor Pedro Alonso: muchos noreñenses aseguran que para el niño o la niña portadores del homenaje floral desde la basa hizo de modelo un antepasado suyo. Poco más abajo, sonriente, dulce, sabroso, encontramos la escultura del gochu en homenaje de admiración y agradecimiento popular. Enfrente, el clasicista ayuntamiento de los años cuarenta, pone ante él una cantarina fuente. Y alrededor las casas se llenan de galerías, corredores acristalados y miradores: mucho para admirar sin movernos del sitio."

Este es el aspecto del paseo cuando los bares sacan sus terrazas a la calle


Este Paseo de Fray Ramón se dirige a la calle de igual nombre, justo antes de La Playina, que aún no vemos desde aquí, donde estuvo el hospital de peregrinos, u hospitales, de Arriba y de Abajo para ser exactos


En la calle abren sus puertas varios bares, cafés, restaurantes y sidrerías donde tomar algo y dar cuenta de los manjares de la tierra

Foto: Embutidos El Hórreo

 Entre los numerosos y abundantes productos cárnicos noreñenses reviste especial interés por su peculiaridad el sabadiego, un embutido popularizado en el siglo XVIII cuando la Iglesia permitió comerlo incluso en vigilia (de ahí sabadiego, de sábado de vigilia) pues se elaboraba con lo que se tenía entonces por carnes de "calidad menor", vísceras, pulmones, corazón, piel cocida y un poco de magro de cerdo. Adjuntamos el artículo de David Remartínez para el periódico El País titulado Sabadiego: el chorizo asturiano bendecido por un Papa, del 21-9-2012:
"La historia de la alimentación es la del ingenio ante la escasez. Lo que hoy denominamos cocina de las abuelas no es sino la cocina burguesa, que hermoseó las cazuelas de los pobres y abarató las recetas de los ricos cuando empezamos a tener clases medias. El mundo avanza conforme más gente puede comer mejor, algo a lo que también ayudó la cocina industrial en sus inicios. 
Pero hete aquí que hoy tragamos cada comistrajo empaquetado que mete miedo, y por el camino del poliespán mueren muchos condumios caseros que ya no se preparan, que se olvidan, que adiós sin el más mínimo agradecimiento. El sabadiego, bandera del concejo asturiano de Noreña, estuvo a punto de hacerlo. Vamos a hablar de un chorizo negro, de un embutido robusto, de un sabor antiguo que por fortuna todavía pelea con los fuets de plástico y las mortadelas de polvos rosas. De algo que solo se puede hacer con manos artesanas. 
El sabadiego se llama así porque se elaboraba con la denominada Carne de Sábado, esto es, con las carnes que los humildes aprovechaban los sábados de vigilia y Cuaresma en los que la Iglesia dispensaba de su prohibición de hincarle el diente a los animales terrestres. En Noreña aprovechaban las partes menos nobles del cerdo, las vísceras y los restos despreciados, y los embutían en una tripa junto con lo que había por casa, “incluso con calabaza, con tal de dar forma choricera a la tripa”. El invento no contaba con mucha fama, a tenor del refrán: “Carne en calceta, que la coma quien la meta”. 
Orden, chacinas y cuestión de fe

Miguel Ángel Fuente Calleja es uno de los fundadores de la Orden del Sabadiego, una cofradía de capa negra y montera picona que en 1988 se congregó con el propósito de recuperar una chacina que era historia y tesoro, cuando ya estaba en desuso en las carnicerías y se olvidaba en las recetas. La Orden lo convirtió en bandera. Literalmente. 

Cuenta Calleja que la historia de este orgullo local se remonta al XVIII, y que en su alumbramiento participaron una sarta de próceres tremebunda, las fuerzas mayores del Estado y la Iglesia: “Un noreñés ilustre, hijo de Don Menendo de Llanes y de Doña María Antonia Argüelles, de nombre Alonso Marcos, nacido en el palacio de El Rebollín, que fue obispo de Segovia y arzobispo en Sevilla, cristianizó el embutido más humilde de cuantos se podían elaborar en cualquier sanmartín, contando para ello (faltaría más) con el beneplácito del rey Carlos III y por supuesto con la bendición papal de Su Santidad Pío VI”. Amén.

El objeto de tamaño bautismo sacralizado era el de siempre, llenar aquellos torsos de costillas asomadas con algo que les permitiera seguir deslomándose en el campo y rezando ante el altar. O sea “dar color y algo de sabor al pote (porque nadie tendría el estómago dispuesto para consumirlo) en tiempos de vigilias, ya que carne, lo que se dice carne, debía llevar más bien poca”. Las tajadas buenas ya se habían despachado en la matanza de San Martín y en otras fiestas. 

Hoy, por contra, el sabadiego es delicia que encapsula magros y papadas, cebolla, pimentón por supuesto, y ese punto de sangre que proporciona un aroma, sabor y apariencia similar a la morcilla. Pero el sabadiego abre una nueva veta, no es ni una cosa ni la otra, ni chorizo ni morcilla, sino un artefacto que despierta los ojos y las entrañas con una personalidad propia. Está riquísimo. Una rodaja conduce inevitablemente a otra, y a otra, y a otra. Y no hay mejor crítica gastronómica que esa.

Ayer era ayer hoy es hoy

La Orden lleva más de dos décadas empeñada en promocionar a este superviviente de las vacas flacas, al embutido que sacaba sabrosura de donde casi no había nada. La capa que portan los caballeros en sus capítulos, celebraciones y viajes homenajea a la industria zapatera de Noreña del siglo XIX, la primera que le dio fama al municipio, que posteriormente fue sustituida por la cárnica, que hoy sigue enluciendo sus calles. El que no se reinventa, muere. No hay concejo en Asturias como este para ponerte tibio de callos, de solomillos, y sobre todo de embutidos. Solo al entrar en sus lindes ya huele que alimenta. 
Calleja relata que el sabadiego antiguo ha evolucionado hasta convertirse en una vianda de lujo, afortunadamente. Antiguamente “contaba con algunas similitudes con el sabadeño castellano y con el sabadiegoa vasco, el butago de Alba de Tormes y el bofe salmantino, llamado curiosamente también como chorizo de los sábados”. Hoy la fórmula ha mejorado, aplicando la tecnología de embutir y curar, que ha convertido el sabadiego en moderno. Algo similar a lo que ha ocurrido con la moscancia, otra suerte de chorizo que encapsula carne y sebo de vaca y que cuenta igualmente con una biografía larga. En La Nave, una de tantas empresas del lugar, ahúman con madera sus productos y los secan. El sabadiego está listo “en cinco días”, cuenta Joaquín García Muñiz, con más de 20 años de oficio. “Es una pena porque fuera de Asturias no se conoce, y aquí, incluso, también poco en algunas zonas”. 

¡A la cazuela!

Como todo producto destinado a sustanciar cuanto toque, este chorizo negro se amolda de maravilla a cualquier imaginación culinaria. El desaparecido Pepe Iglesias, uno de los gastrónomos más cultivados y a la vez más polémicos que ha disfrutado Asturias, reúne aquí algunas de las fórmulas en las que el sabadiego participa de forma definitiva, desde emparedados en tortos de maíz hasta gratinados sobre manzana. 

Si algo hay de alucinante en la comida española, en su sustrato, es la increíble capacidad de retroalimentación (nunca mejor dicho) de los ingredientes de los que se disponía en cada lado. Con cuatro piezas de cuanto crecía, pastaba o brincaba alrededor, cada provincia de esta piel de toro que se pasa el día poniéndose a sí misma banderillas se sacaba de la boina un plato monumental. Si nuestros antepasados nos vieran discutir hoy sobre lo que lleva o no llevan las recetas, la paella, el pote o las migas, aparte de reírse hasta enseñar sus bocas desdentadas nos dirían que entonces no había recetas. Qué carajo. Había hambre y había cazuelas. Y luego, lo que se podía arrojar. 

Hoy la culinaria es bien distinta. José Antonio Campoviejo, cocinero del restaurante El corral del Indianu, en Arriondas, y uno de los chefs con más carácter de estas tierras, ha convertido en sabadiego en uno de los platos más delicados de su carta, nada menos que presentándolo en un macaron afrancesado. Aquí tenéis la receta, por si os animáis en casa. Aunque sin duda, lo mejor es acercarse hasta la de Campoviejo y degustar su genio, pionero precisamente en conceder a la cocina tradicional la renovación que merece.

Cuando el embutido es cultura

El sabadiego ha recibido elogios a lo largo de su accidentada historia de muchos personajes célebres por distintos méritos o vergüenzas. Camilo José Cela, ese escritor que hablaba como si siempre pregonara, lo ensalzó como “un embutido para hombres con pelo en el pecho y para mujeres, muy mujeres”. Porque Cela entendía todo, los libros o las cazuelas, desde las gónadas. Otro señor de aquellos de antes, Manuel Fraga, sostenía que “su fortaleza como la de un toxo se debía al perfecto maridaje en el desayuno de un sabadiego de Noreña con un vaso de Albariño”, según rescata Calleja, que atesora anécdotas para dar y vender. 

La siguiente es especialmente divertida: “Paco Ignacio Taibo I se atrevió con él en una cena en México, donde lo quisieron comparar en exotismo con un guiso preparado a partir de trompa de elefante, llevándose la mayoría de los aplausos el embutido de Noreña, que había llegado al Distrito Federal a través del correo postal, bajo el indicativo de difusión de la cultura, considerando que no había falsedad alguna en ello, ya que efectivamente, era la forma de difundir la cultura chacinera de un pueblo. Aunque sí había una clara infracción a las normas aduaneras mexicanas, por lo estrictas que son las restricciones para introducir en aquel país productos cárnicos”.

El sabadiego nació de una prohibición y en sus siglos ha sorteado otras, incluidas la actual condena de las grasas. Incluso ha superado la pandemia, merced a las Fiestas del Picadillo y Sabadiego de Noreña que todos los años en abril aromatizan el pueblo y que con la pandemia han procurado ayudar a los zarandeados hosteleros. Esta es, en definitiva, y en palabras del gran Calleja, “la sencilla historia de un embutido común, con características similares en media España, que fue decayendo paralelamente con la desaparición de las hambrunas de la posguerra, y que en Noreña y en otras localidades del Principado, ha alcanzado cotas verdaderamente insospechadas en producción y consumo en el alborear del siglo XXI”. 

Porque somos lo que comemos, pero en esa misma ingesta nos convertimos en todos los que antes que nosotros han comido. Si además ese hermanamiento se produce a través del ingenio de la escasez, añadimos al proceso un merecido homenaje, un saludo a todos los brazos que lograron prolongar la comida, los pueblos, la gente, el sitio que hoy disfrutamos."


Tras años de abandono fue recuperado y en 1988 se creó la Orden del Sabadiego, mejorándose la calidad de los ingredientes, añadiendosele chorizo asturiano y pimentón, cebolla y sangre, ahumado con leña de roble... regado cómo no con rica sidra bien escanciada. Copiamos la carta de presentación de la Orden...

CABALLEROS DE LA ORDEN DEL SABADIEGO
"La orden del sabadiego fue fundada inicialmente por ocho miembros, en el año 1.988, es presidente de Honor S.M. El Rey D. Juan Carlos I, y son miembros honoríficos, entre otros: D. Camilo José Cela +, D. Alfredo Landa, D. Emilio Alarcos Llorach +, D. Manuel Fraga, de Alfredo Amestoy +, D. Gustavo Suárez Pertierra, D. Rafael Fernández, Dña. Concha García Campoy,  D. Arturo Fernández,  Dña. Sofía Mazagatos etc 
Según sus estatutos, su fines son: Promover lazos de amistad entre las personas, conservar,  fomentar y divulgar la gastronomía local, manteniendo la cocina tradicional, promover nuevos platos, animar a la hostelería y chacinería  a ampliar nuevas ofertas, premiar a personas e instituciones publicas y privadas que a juicio de los Caballeros de la Orden del Sabadiego se distingan por su bien-hacer en cuestiones del municipio o en otras que directa o indirectamente se relacionen y beneficien al mismo, abarcando áreas industriales, laborales, comerciales, literarias, artísticas, científicas, deportivas, políticas etc., en general desde cualquier actividad que se estime ha proporcionado contribución valiosa con los mismos fines que tiene la Orden 
Desde su fundación organiza anualmente el Capitulo y las Fiestas del Picadillo y Sabadiego, en el mes de abril, coincidiendo con la  Festividad de SAN MARCOS, patrón de las industrias cárnicas, y que han sido declaradas de “Interés Gastronómico Regional”, al mismo asisten cofradías del resto de España, así como de Francia y Portugal. En estas mismas fechas, promueve anualmente el PREMIO NACIONAL DE PERIODISMO. En el año 2001 promovió el “monumento al Gochu”, figura de un cerdo a tamaño natural en bronce, situada en una céntrica plaza de Noreña. En noviembre de 2.002 promovieron y se inauguro el “Parque de los pueblos” con la plantación de un olivo milenario 
Nos han sido concedidos los galardones siguientes: mejor labor de relaciones Sociales del Instituto Torres Padial, mejor labor de relaciones publicas concedido por Apas, Arandano de Plata de Navelgas, Embajadores de la Asturianía de la Asoc. de Hostelería del Pdo. De Asturias, Matanceros de Honor de los pueblos de Guijuelo y Burgo de Osma, Llaves de Oro de Cande"

Atrás vemos El Parque, donde primeramente estuvo la Plaza de la Portilla, en el barrio de este nombre, antiguas tierras de labor con hórreo, transformadas en espacio público siendo alcalde Justo Rodríguez Bustelo. Fue también la Plaza de Flórez Estrada pero popularmente siempre ha sido El Parque. La idea era que en esta plaza se construyese el edificio del Círculo Católico de Obreros, por lo que también fue llamada Plaza del Círculo, cuyo edificio sirvió para que se hiciese en base a él el ayuntamiento nuevo, que vemos al fondo, tras la destrucción del anterior, sito en la planta alta del antiguo hospital de peregrinos, durante la Guerra Civil


Dado que por esta calle se ha señalizado también la ruta y hay varias cosas interesantes que ver, como dicha plaza y el Ayuntamiento, pero también el famoso Monumento al Gochu y el Monumento a la Chacinera, explicamos su historia en la oportuna entrada de blog, Noreña capital chacinera; sí decir que la primera acometida de luz eléctrica en Noreña se hizo en esta calle de Fray Ramón desde El Parque


El Parque, como Jardines del Círculo Católico, fue inaugurado el 13 de septiembre de 1930, sábado y fiesta del Ecce-Homo, con el alcalde Alejandro Rodríguez Bustelo, si bien ese espacio ya estaba acotado desde 1908 bajo el mandato de Justo Rodríguez Fernández, al igual que las aceras que lo rodeaban. El Parque fue un proyecto del arquitecto Francisco Casariego y lo ejecutó Pedro Múgica, "que era un prestigioso arquitecto de Gijón" dice Fanjul. El Ayuntamiento, que no vemos desde aquí, lo es del arquitecto Enrique González Bustelo


Sí asoma un poco al fondo, a la izquierda de El Parque y detrás de las columnas del Quiosco de la Música, la fachada occidental del antiguo Bar-Fonda La Noreñense, Gran Fonda o Bar Noreñense, que fue de Higinio Rodríguez, El Chuca, la cual tuvo mucho éxito en las décadas de 1920 y 1930, antes de la Guerra Civil. En 1947 el edificio fue arrendado para instalar provisionalmente el Ayuntamiento de Noreña hasta la inauguración del nuevo consistorio al año siguiente. A sus pies está el Monumento al Gochu, del que como hemos dicho hablamos en la pertinente entrada de blog


Justo a su izquierda (detrás del Quiosco de la Música), aparece de nuevo la casa de Amaro Monte Cuesta, el alcalde que gestionó la construcción del nuevo Ayuntamiento, la cual recordamos fue construida en 1900, se piensa que con proyecto del mencionado arquitecto Juan Miguel de la Guardia, y restaurada en 1930


Ahí están también Les Cases de Nina, edificio reformado en 1941 con proyecto del aparejador municipal Celso Bautista Martínez Corte y la de Gloria la Xarra, de finales del siglo XIX y restaurada en 2006. Sobre otra casa de la que ya hemos hablado, la que fue del Ateneo Popular de Noreña, queremos traer aquí el artículo de la historiadora María Dolores Alonso Cabeza a él dedicado:
"La inauguración oficial del Ateneo Popular de Noreña tuvo lugar el 22 de mayo de 1926. Se inició el acto con unas palabras del presidente, D. Alfredo MonteCuesta y después ocupó la tribuna D. JuanUría Ríu. El 4 de junio de 1936 fue clausurado por la autoridad gubernamental. 

Durante sus 10 años de existencia desarrolló una extraordinaria actividad que lo situó entre los Ateneos asturianos más significativos. Desde los comienzos contó con la incesante y laudable colaboración del presidente honorífico, D. Justo Rodríguez. 

La formación de una Biblioteca se consideró de primordial importancia. Además de la organización de exposiciones, estudios de fotografía, conciertos y excursiones de carácter cultural y recreativo, las actividades fundamentales se orientaban, cada año, en dos direcciones: el gran ciclo de Conferencias, por importantes figuras de diferentes campos del saber, y abierto a todos los públicos, Y los cursos de verano que comprendían clases de asignaturas básicas, Lengua Española, Matemáticas e Historia, más cursillos de conferencias a cargo de los socios y para los socios. 

El gran ciclo del año 1928 contó , para su apertura, con una conferencia del novelista D. Ramón Pérez de Ayala, y el año siguiente fue clausurado por el Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo, D. Leopoldo Alas Arguelles. En fechas sucesivas otros catedráticos de la misma Universidad, Sánchez Tejerina, Lomba de la Pedraja, D. Benito A. Buylla, D. Ramón Prieto Bances, etc ... colaboraron a la ilustración de los noreñenses con sus interesantes y variadas disertaciones. 

Con una conferencia de D. Antonio Giménez, miembro de la Federación Esperantista Asturiana, se inició, en la primavera del 1929, un cursillo de Esperanto que despertó especial curiosidad en buen número de alumnos, y finalizó coincidiendo con el Congreso Internacional Esperantista celebrado en Oviedo en el mes de septiembre, y la visita de los congresistas a Noreña en las fiestas del Ecce-Homo. 

Cada año se exponían diferentes temas por personas de notoriedad, médicos como los ovetenses D. José Antonio Fernández Vega y D. Jesús Morán, o el doctor Fandiño de Gijón; ingenieros como D. Fermín García Bernardo; el escritor y humorista D. Emilio Robles Muñiz (Pachín de Melás), el pintor D. Eduardo Moure que hizo un buena exposición de cuadros; se añadían actuaciones musicales, recitales poéticos, etc., etc. En una relación armónica de conocimientos intelectuales con la formación para las valoraciones artísticas y el estímulo hacia contenidos de satisfacción para el espíritu y buen gusto.

Las conferencias de los socios y para los socios solían centrarse en temas relacionados con los estudios de los conferenciantes, que frecuentemente eran miembros de la junta directiva. Por ejemplo, en los veranos de 1929 y 1930 hacen sus disertaciones sobre el "Régimen feudal" y sobre "Cervantes", respectivamente, Rafael Junquera Vallina, estudiante de magisterio. En agosto de los años 30 y 31, Manuel Alonso Cabeza, miembro de la junta fundadora y, entonces, cadete de la Academia de Ingenieros de Guadalajara, presentó varias conferencias sobre el petróleo y su problemática en España. Asimismo destaca la colaboración de Jacobo de la Vallina, empleado del Ferrocarril de Langreo y corresponsal de "El comercio" de Gijón, como también la del subdirector de la Banda municipal, José García Renedo. 

No estuvo ajeno el Ateneo a las manifestaciones culturales de otros lugares, en su momento manifestó su adhesión a homenajes en honor de Palacio Valdés, Concha Espina, Jacinto Benavente y J. Mª de Pereda. 

Al cerrarse el año 1929, la Biblioteca circulante llegaba al volumen nº 1000, la celebración de esta circunstancia se unió al banquete que tuvo lugar a principios del año siguiente en agradecimiento al primer presidente, D. Alfredo Monte Cuesta, que iba a cesar en el cargo para dedicarse a su carrera. Entre elogios y muestra de afectuoso reconocimiento, recibió un artístico pergamino con el nombramiento de miembro del Comité de Honor del Ateneo. 

Otras personas se fueron sucediendo en los cargos, Amaro Monte Cuesta, presidente; Jacobo de la Vallina Casares, vicepresidente; Rafael Junquera Vallina, secretario; Vicente Junquera Monte, tesorero; Maximino Calleja Cuesta y Rudesindo Cabeza Colunga, Bibliotecarios; etc, etc (se disculpará la imposibilidad de nombrarlos a todos). Mantuvieron con entusiasmo el nivel educativo y cultural del Ateneo de Noreña hasta su clausura."

Camino de La Playina abren sus puertas hoy en día aquí la hamburguesería Hatchet y, en la esquina, el Café El Viejo Almacén, del que leemos en Birrapedia que "Si de algo presume este establecimiento es de ser lugar de paso del Camino de Santiago. Una de las conchas que indican la ruta luce en la fachada. Abre al público -y espera a los peregrinos- todos los días del año."


No obstante, como podemos leer en la primera entrada de blog dedicada al Camino de Santiago en Noreña, cuando entramos en el concejo por Ferrera y La Mariscala, que pese a, tras las reiteradas reclamaciones que consiguieron esta ruta fuese reconocida oficialmente reconocida en 2014, apenas puede decirse que salga en las guías jacobitas más difundidas, no demasiado bien señalizada y, por ello, de momento no vemos el trasiego de peregrinos que sí podemos ver, por ejemplo, en la ruta más conocida y publicitada, la de El Berrón, un par de kilómetros más al sur. Leamos también al respecto El Camino de Santiago por Noreña, estudio del que también es autor José Manuel Fanjul Cabeza


A la izquierda, en la esquina con la calle Alfredo Barral, La Carnicería de Marco, que tiene tienda. Abrió sus puertas en 2007 con Marco Casas y Rosi Cueva


Seguidamente y a su derecha, en la misma fila de casa está La Cuadra, que antaño fue La Cuadra de Alfredo ya mencionada, que cerró en 2014, nos explican en el periódico comarcal El Fielato y El Nora:
"...fundada en 1934, se había desdoblado en 1998 en la Tená de Alfredo, restaurante en el que convivía el buen hacer de la cocina de toda la vida, con platos evolucionados, que lo habían convertido en un establecimiento referencia de la villa Condal."


He aquí una foto más antigua con el cartel de La Cuadra de Antón, dada su vinculación con La Tená y La Tená de Carmen, adjuntamos este artículo de Luis Antonio Alías para El Comercio del 27-8-2015:
"En Noreña, y durante buena parte del pasado siglo, la Cuadra de Alfredo siempre fue el chigre del buen comer. Y Alfredo un paisano de madreña, boina y sorna que jamás permitía en su establecimiento un mal palo de sidra o un vino peleón. 
Socorro, su mujer, sabía cómo criar, cocinar y darles Samartín a pitos, gochos y xatos, y los callos, potes, fabes, adobos y carnes gobernadas que guisaba adquirían, en su sencillez, una rara perfección. 
Tras ella les tocó el turno a Luis y Sabina, hijo y nuera;y en su momento se sumó Cuqui, el nieto, que abrió, pocos metros más allá, el restaurante que los nuevos públicos y tiempos demandaban: La Tená. 
Hace unos meses, ambos establecimientos cerraron. Una difícil situación personal y económica discretamente manejada acabó con ochenta años de gozos y nostalgias que nuestro colaborador Miguel Ángel Fuente Calleja sintetizó en un admirable libro. 
Ahora La Tená, independizada de la Cuadra y tras la sentida clausura, acaba de iniciar una nueva aventura como La Tená de Carmen. 
¿Y quién es Carmen? 
Carmen Río Cancio nació en una aldea de la lucense Foz; sus padres regentaban un bar tienda, y hasta la bisabuela todas las mujeres ejercían de guisanderas por encargo para bodas y tornabodas. Y la influencia familiar o prende, o espanta, y en este caso concreto prendió hasta el punto de iniciar, a los 17 años, una vida laboral por salas y fogones que incluye las mayores responsabilidades culinarias en Casa Pepita de Lugones y El Asador de Abel. 
¿Y cómo cocina? 
Igual que si su abuela y su bisabuela trabajaran hoy, situando el ayer en el hoy, con el toque cálido y sentimental de la cocina local y regional vestida de mercado y refinamiento, un poco como anuncia la mezcla entre popular y elegante de la casa esquinera pintada de añil y de sus interiores ladrillo, madera, luz tenue que casi recuerdan más al petit restó familiar y rural francés, que a la casa de comidas asturiana, coquetería incrementada por los recientes arreglos. 
Los ofrecimientos, familiares de nombre y de contenido evocador, pero nada usual por la delicadeza añadida: calamares a la romana, croquetas de langostinos, huevos rotos con gambas, merluza en todas sus posibilidades frita, a la cazuela, al horno, en cachopo, a la asturiana y prolónguese el etcétera, bacalao al pilpil con compota de tomate, pescados diarios de rula a la espalda o plancha destacando el delicado pixín, entrecotes de ternera y buey, cachopo crujiente y tierno, escalopines al cabrales, secreto ibérico confitado, cuartos de lechazo 
La cuchara resume esencias inmortales: sopa de marisco, arroz caldoso con marisco, fideuá, garbanzos con langostinos, pote y fabada. Y lo mismo ocurre con los postres: brazo de gitano, tarta de galleta, frixuelos, arroz con leche, leche frita; todo grandes clásicos bajo una destacable dirección que interpreta las notas con fidelidad y devoción. 
Noreña, el segundo concejo más pequeño de España tras Mondariz, puede seguir presumiendo de una hostelería para vecinos, cofrades y peregrinos a la altura de sus blasones condales, sus tablajeros, sus materias primas y su capacidad de convertir la gula en virtud capital. Y también su capacidad de renovación: a la tristeza ante el cierre de una larga presencia sucede la alegría de un nacimiento robusto y guapo."

Y así luce La Cuadra, el restaurante 'sucesor' de esta saga hostelera


Calle arriba están El Fíu Chiti La Churre, antigua Ca Sabi y, seguidamente, Casa El Sastre, enfrente de La Playina, aquí a nuestra derecha, lugar que fue solar del Hospital de Peregrinos de Nuestra Señora del Rosario, auspiciado en 1593 por Gabriel de Lorenzana y Clara Argüelles, señores del Palacio de Miraflores, albergue caminero del que se conserva abundante documentación


Según estos documentos, se trataba en realidad de dos hospitales, uno en cada planta del edificio: el Hospital de Arriba, dedicado a los Santos Mártires San Fabián y San Sebastián, y el Hospital de Abajo, propiamente el de Nuestra Señora del Rosario. Posteriormente estuvo en el edificio el antiguo Ayuntamiento de Noreña, desaparecido en 1936. Al fondo, una placa al final de La Playina, más allá del monumento al benefactor Pedro Alonso, que también veremos al pasar, recuerda a estos hospitales de acogida de la Villa Condal










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