lunes, 12 de agosto de 2013

SAN SALVADOR DE CORNELLANA (ASTURIAS) EL MONASTERIO DE LA LA OSA-MADRE DE LA NIÑA INFANTA: EL FUGAZ PASO DE LOS CLUNIACENSES, LA GRAN REFORMA BARROCA, LA MANTEQUERÍA Y EL CUARTEL


El monasterio de San Salvador de Cornellana. Al fondo la población

Sito en la gran vega formada en la unión de los ríos Narcea y su afluente el Nonaya, el monasterio de San Salvador de Cornellana es una de las grandes joyas del Camino de Santiago en Asturias, tanto por la historia, arte e importancia que atesora, como su potencial según se culmina su restauración y se aprovechan sus grandes estancias vacías para, en base a ello crear actividad que redunde en favor y en beneficio del Camino, de los peregrinos y por supuesto de todos los visitantes y vecinos de esta población y concejo. El monasterio es además una parada que realizan numerosísimos romeros, pues cuenta con una reconocida alberguería, sucesora de su antiguo hospital de peregrinos, localizado en una casa enfrente, barrio de Baoño, y datado en el siglo XV, si bien su origen podría ser anterior, que disponía de capilla dedicada a Nuestra Señora de la O


Su estructura general es barroca que se superpone a una anterior, románica del siglo XII, pero para explicar su origen hemos de ir más atrás en el templo. La historia nos cuenta que posiblemente se encontraba aquí la primitiva villa de Cornelius, villae agrícola tardorromana o altomedieval que dio nombre a Cornellana, la cual aparece registrada documentalmente desde el 897 y que, a finales del año 1000, estaba a cargo del infante Ordoño, hijo de Ramiro III de León, infante casado con su sobrina Cristina Bermúdez, hija a su vez de reyes: Bermudo II y Velasquita. Ordoño falleció en el 1012 y su viuda, la Infanta Cristina , hizo voto de consagración fundando una primer iglesia en este lugar, para retirarse con su servidora, la monja Animia

Foto: Freepik

Poco después, la iglesia se hizo monasterio por solemne documento del 31 de mayo de 1024, dedicado a San Salvador, como la catedral capitalina de Oviedo/Uviéu y otros muchos templos del Camino Primitivo. La dotación para esta fundación era más bien escasa, lo necesario para vivir las dos mujeres y socorrer alguna vez a pobres y peregrinos en tránsito por estas tierras. Hemos de tener en cuenta que, en la alta Edad Media, un 'monasterio' no implicaba necesariamente un gran cenobio, sino que podía ser una muy pequeña comunidad, tal que esta de Cornellana

Dibujo de María Villeya para Historias y leyendas de Asturias de Miguel I. Arrieta Gallastegui

Pero la leyenda siempre quiere añadir más pasión y sentimiento a la realidad, pues asegura que Cristina, siendo niña, se perdió por los montes de los alrededores. La familia y sus criados estuvieron buscándola desesperadamente varios días, hasta que, cuando menos lo esperaban, pues ya no tenían donde mirar, apareció milagrosamente en la cueva de una osa que le daba de mamar. Esta sería la razón por la que, tanto en la parte románica como en la barroca, se repita en bajorrelieves unas seis veces la escena de la osa amamantando a una niña, bien es verdad que para algunos eruditos la representación podría tener, al menos en la representación románica otro significado, como enseguida veremos

Fuente: Wikiwand

Los herederos de Cristina se repartieron el viejo convento y las tierras, incluso con algún pleito entremedias. Pero en el año 1122 Suario Bermúdez, nieto de Cristina, reunió junto con su mujer Enderquina Gutiérrez todas las posesiones de nuevo y, seguidamente, las cedió a los monjes de Cluny, grandes impulsores de las  peregrinaciones a Compostela, quienes rehicieron todo el conjunto y acabaron de terminar de construir la iglesia en estilo románico pleno, dándole vida monacal al abandonado cenobio

Alfonso VII. Tumbo A de la catedral de Santiago

Cuatro años más tarde, en 1126, 
Alfonso VII El Emperador concedió voto de impunidad a estas posesiones, en las que los vecinos quedaban bajo la jurisdicción del abad. No olvidemos que en por entonces y hasta las desamortizaciones del siglo XIX un monasterio no era solo un centro de retiro y oración, sino una verdadera empresa de explotación agropecuaria y administración del territorio, sufragándose con las rentas que abonaban sus colonos, las cuales también sufragaban las actividades generales de la orden a la que perteneciesen. De este su origen y primer periodo histórico de fundación y refundación monástica deseamos compartir lo siguiente de Wikipedia:

"El monasterio se ubica en una zona que cuenta con restos de poblamientos prehistóricos (paleolíticos y neolíticos), así como poblamientos castreños, como el castro de Peña la cabra, el castro de La Rodriga o de la Doriga, así como el castro romano de la villa Murias de la Doriga. También se sitúa cerca del camino de la Mesa, vía de gran uso desde la antigüedad, destacada por ser de uso corriente de los romanos como eje articulado de Asturias, cuando estaba bajo su dominio

Se conserva todavía el documento fundacional, y por él se puede afirmar que la fundación del monasterio, se realizó en el año 1024, cuando la infanta Cristina, hija del rey Bermudo II y la reina Velasquita de León, dona un conjunto de propiedades y una iglesia, que había erigido junto a su marido Ordoño Ramírez el Ciego, ya fallecido. La donación de la infanta se complementaba con algunas villas e iglesias de los alrededores, además de propiedades agrícolas y una cantidad considerable de reses, junto al ajuar litúrgico por duplicado y que incluía dos coronas rituales (utilizadas en la tradición ritual hispánica o visigoda). Este detalle ha hecho pensar a algunos autores en la posibilidad de la existencia de un monasterio dúplice.

La muerte de la infanta, que profesó y probablemente recibió sepultura en el monasterio por ella fundado, supuso el desmembramiento de la propiedad del monasterio entre sus herederos en repetidas ocasiones, hasta que Suero Vermúdez, biznieto de la infanta Cristina,al principio un cenobio familiar que no estaba sometido a la autoridad episcopal, y su esposa Enderquina, consiguieron reunir nuevamente todas estas propiedades permitiendo con ello su crecimiento. Como el matrimonio no dejó descendencia, donaron el monasterio a la Congregación de Cluny, en el año 1122, lo cual supuso para el monasterio una auténtica reforma eclesiástica que elimina los rituales y formas visigodas de los reinos hispanos inaugurando la práctica ritual romana. Este proceso de reforma eclesial supuso también modificaciones del conjunto de las edificaciones, produciéndose en este momento la construcción de un claustro siguiendo los usos benedictinos, iniciándose la construcción de la galería este, llamada también panda, y en ella se distribuyen los distintos espacios necesarios para la vida monacal o catedralicia; pasando más tarde a la edificación de la galería o panda oeste. Más tarde, a partir del siglo XIII se enfrentan a la reedificación de la iglesia. Actualmente de estas intervenciones se conservan algunas paredes del claustro, los ábsides de la iglesia, así como algunos elementos escultóricos."


Al Camín Real de la Mesa habríamos de añadir el Camín Real de Galicia, basado sin duda en la antigua vía romana Lucus Asturum-Lucus Augusti, que reaprovechaba sendas mucho más antiguas y fue especialmente empleada para el control de las minas de oro y su comercialización en la gran veta aurífera del noroeste peninsular, la cual comienza en esta zona. Este camino fue el eje de las comunicaciones asturianas con el occidente astur y Galicia de la misma manera que la del puerto de La Mesa lo era entre la costa y la meseta. Ya vería por entonces el paso de numerosos peregrinos hacia Santiago y San Salvador (de ahí la advocación de este y otros monasterios e iglesias), por lo que sería llamado asimismo Camín Francés, pues procede de Francia y por él entraban muchos romeros y viajeros franceses o francos, como se denominaban en general a las gentes centroeuropeas allende los Pirineos. Es el actual Camino Primitivo


La intervención de Alfonso VII parece deberse a que Suero Bermúdez o Vermúdez intentó en algún momento anular y revertir la donación hecha a los cluniacenses, acaso precisamente por el cambio que efectuaron en los rituales religiosos, por lo que el rey, que sin duda deseaba estar a bien con tan poderosa orden, no solamente les dio la razón sino que les confirmó la posesión de un importantísimo coto, el cual no se integraría en el concejo de Salas hasta la abolición de este sistema señorial en 1827. Nos lo cuenta Arturo Suárez Prendes en su blog:
"Tras la muerte de la infanta el monasterio se repartió entre sus herederos una y otra vez hasta que un bisnieto suyo, Suero Vermúdez y su esposa Enderquina, reunieron de nuevo todas estas propiedades acrecentándolas. Al carecer de hijos donaron el monasterio a la Congregación de Cluny. La llegada de los monjes franceses supone la imposición en este monasterio de la reforma eclesiástica que elimina los rituales y formas visigodas de los reinos hispanos e inaugura la práctica ritual romana. No sin problemas, ya que Don Suero intentó recuperar el cenobio haciendo una nueva donación al obispado de Oviedo, que el rey Alfonso VII sentenció como ilegal. La consecuencia material de todo este proceso fue el comienzo de la edificación de un claustro siguiendo los usos benedictinos: primero la panda este y a continuación la oeste. A partir del siglo XIII se enfrentan a la reedificación de la iglesia. De estas obras conservamos hoy algunas paredes del claustro, los ábsides de la iglesia y algunos elementos escultóricos".
Cuatro Monjes, de Claudio Rinaldi

En el siglo XIV desaparece el poder cluniacense en este convento
, el cual se ve envuelto en las endémicas luchas nobiliarias que se disputaron su posesión, cuyos protagonistas fueron el obispo Gutierre de Toledo, el concejo de Salas, y diversos nobles que deseaban hacerse con todas sus extensas posesionesPrecisamente Gutierre de Toledo quiso, tal vez como excusa para gobernarlo, enmendar la "relajación moral del cenobio", pues había acusaciones de robos y cosas peores. Una medida que aplicó en otros monasterios


Sin embargo y pese a aquellos convulsos años, se llegan a acabar las obras del claustro y a reorganizarse sus posesiones, incluyendo derechos de pesca sobre el Narcea (que era además navegable hasta aquí) e impuestos feudales como los portazgos, antecesores de los actuales peajes:
"Hacia el año 1300 parece haber desaparecido la dependencia de Cluny y el monasterio de Cornellana sobrevive durante la Baja Edad Media en medio de los conflictos nobiliarios que asolan Asturias. Así el obispo Gutierre les acusará de llevar una vida inmoral intentado imponer una reforma que en el fondo es el intento de sujetar este cenobio bajo su palio. Los monjes deben hacer frente también a la presión del cercano poder concejil de Salas y de importantes nobles que intentan recortar su amplio señorío jurisdiccional concedido en el siglo XIIy confirmado por Alfonso VII. Pese a todo, los monjes consiguen completar el claustro y se observan intentos por reorganizar sus territorios imponiendo impuestos feudales como portazgos, simplificados de forma peyorativa en la documentación que acusa a los monjes de bandoleros y ladrones de los comerciantes".

Las luchas nobiliarias en todo el reino no cesarían hasta el reinado de los Reyes Católicos, que iniciaron unas profundas reformas administrativas que continuarían en tiempos posteriores. Así en 1536 el monasterio pasó a depender directamente de la  Congregación de San Benito de Valladolid, acabándose definitivamente el periodo de irregularidades detectadas por Gutierre de Toledo e iniciándose una serie de reformas que supusieron una verdadera reedificación del conjunto, motivada por el deseo de amoldarse a las normas y usos de la Contrarreforma, superponiéndose a la obra anterior románica:
"A partir de 1536 el Monasterio pasa a formar parte de la Congregación benedictina de Valladolid y comienza una larga reedificación de todo el complejo empezando por la iglesia para adecuarla a los nuevos usos y modas de la Contrarreforma. En la fachada de la iglesia se coloca ostentosamente el escudo de Castilla y León, símbolo de la dependencia vallisoletana. Las naves de la iglesia son abovedadas sobreelevando las naves laterales con lo que se logra un efecto extraño al exterior pues el templo resulta un tanto cúbico. Sobre la fachada románica se adosa la actual del siglo XVII.
A continuación los monjes acometen la reconstrucción del claustro comenzando por la fachada que se adelanta pisando media torre de la iglesia. Poco a poco, pero enmenos de un siglo se completa la reedificación del claustro manteniendo las dimensiones del medieval pero aumentando sensiblemente la anchura y altura de las pandas y en consecuencia la zona habitable. Fruto de esa reorganización generalizada del monasterio es la construcción de dos patios de servicios al Este y al Oeste del claustro principal, uno para utilizarlo como granero, exhumado en las excavaciones de 2001, y el otro dedicado a labores artesanales".

La fachada de la iglesia, con sus dos grandes torres de planta cuadrada, portada óculos y demás detalles, es de 1678 mientras que la de las otras dependencias monacales es de 1696, mostrando un gran cuerpo con cierto aire palaciego en balcones, ventanas, marcos, molduras


Casi un siglo más tarde, en julio de 1792, el monasterio sería visitado por el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, quien consultó su biblioteca y plasmó sus impresiones, llegando por la pasarela de madera sobre el Narcea que sustituía a La Ponte Vieya, viejo puente de piedra del que hablaremos prontamente:
"... entrada al monasterio por un puente de madera sobre el río Nonaya. El Monasterio de Cornellana está en la confluencia de éste y el Narcea, ... Edificio nuevo, sólido y cómodo... Estaban cenando en la abacial el prelado y tres monjes con don Pedro [del Hoyo], canónigo de la colegiata de Castelar.. Cené dos ricas truchas; tuve buena cama y buen sueño."

Durante la invasión napoleónica los soldados franceses hicieron del monasterio sus caballerizas, quemándolo en su retirada. Los monjes volvieron, pero ya en pleno proceso de las desamortizaciones eclesiásticas del siglo XIX, siendo suprimido su coto en 1827, como hemos dicho, siendo ellos exclaustrados en 1835, quedando suprimido el convento pasando sus posesiones a particulares, incluyendo los edificios, donde se fundó una fábrica de manteca, mientras que la iglesia monacal pasaba a ser la nueva parroquial de Cornellana, dedicada a San Juan Bautista


En 1878 la propiedad del viejo monasterio volvería, por compra, a la Iglesia, pasando al Obispado de Oviedo, siendo declarado Monumento Nacional en 1931 y restaurado en la posguerra civil por el arquitecto Luis Menéndez Pidal, que acometió el proyecto de obras de la iglesia, con la torre románica y parte del claustro

Iglesia y monasterio antes de su restauración

Luego, el conjunto monacal volvió a a caer en el abandono, hasta la creación de dos escuelas-taller y un taller de empleo en 1999, para rehabilitar el edificio en su totalidad, cosa que solo se logró parcialmente. Ya en 1993 se habilitó un albergue público, pionero de los del Camino de Santiago en Asturias

Iglesia y monasterio antes de su restauración

Posteriormente se precisó la necesidad de más intervenciones firmándose diversos convenios entre administraciones y planteándose incluso la construcción de un hotel, un centro de documentación del Camino de Santiago, biblioteca y sala polivalente, acordándose para ello un convenio entre el Gobierno de España y Principado de Asturias en 2007


Todo quedó sobre el papel hasta que en 2013 un movimiento ciudadano, Salvemos la iglesia y el monasterio de Cornellana de la ruina, logró que al menos se reparase la techumbre, obras concluidas en 2016, consiguiéndose cierta protección con las humedades que amenazaban la integridad del edificio y su derrumbe completo. Las labores de rehabilitación fueron continuando y, de esta manera, en 2024, se celebró el milenario de la fundación del cenobio, con numerosos actos y actividades durante los que se manifestó la necesidad de rematar la recuperación integral del viejo monasterio con su iglesia y dependencias


Un acontecimiento fundamental varió profundamente la vertebración del eje de comunicaciones de Cornellana respecto al monasterio y el crecimiento de la población un poco desplazada al norte del mismo. En 1511 una gran riada del Narcea dejó a su viejo puente, La Ponte Vieya, 'en seco', al cambiar el curso del río


Ante el temor que el paso de gentes, incluyendo gentes y mercancías, se desplazase por otros caminos, lo que haría peligrar los derechos de portazgo del monasterio, se estableció un servicio de barquerías y, luego, un puente de madera que, en el siglo XIX, se sustituyó por otro de piedra, construido un kilómetro más al norte de La Ponte Vieya. Por allí pasaría seguidamente la nueva carretera Oviedo-Villalba (actual N-634 Irún-Santiago) y por allí pasan actualmente los peregrinos


Cornellana creció pues principalmente en torno a esta vía de comunicación, dejando al desamortizado monasterio un tanto desplazado del nuevo eje viario


Por eso, luego de recorrer buena parte del tramo urbano de la N-634 (Avenida Prudencio Fernández Pelló), tomaremos a la izquierda la Avenida José María Caballero


Las correspondientes señales jacobitas nos indican la dirección a seguir en este cruce


Esta avenida, desde la que vemos al fondo las arboledas de El Campillo y, sobre ellas, parte de las torres de la iglesia y fachada barroca del cenobio, está dedicada a quien fuera gobernador civil cuando se abrió esta calle para comunicar directamente la población y carretera con el monasterio, asunto sobre el que surgieron disputas, por lo que Caballero hubo de acudir a Cornellana a mediar, como nos informa David Valiela en el Archivo Fotográfico de Cornellana el 27-5-2017:
Hace 90 años los vecinos de Cornellana ya se preocupaban por el futuro del pueblo.El camino para llegar al Monasterio de Cornellana era una calamidad de "callejuelas sórdidas, donde los pies intentan zafarse del fango y las negruzcas lagunas". Los vecinos pedían un nuevo trazado por 3 motivos:  
- el higiénico, para servir de desagüe al río de la porquería que se acumula en las cunetas,  
- el turístico, para que los extraños puedan visitar semejante joya arquitectónica  
- el religioso para llegar a la iglesia. 
Propusieron un proyecto de trazo recto desde la carretera, cediendo los vecinos sus terrenos a tal efecto, pero el Ayuntamiento de Salas propuso uno en diagonal (desde el actual cruce de Casa Maravilla) hacia el monasterio, mas largo y costoso y con algún supuesto "interés político-industrial", por este motivo el pueblo constituyó una Comisión que se presentó ante el gobernador civil, que en aquella primavera de 1927 era el señor Jose María Caballero Aldasoro, que viajó hasta Cornellana para ver por si mismo cual sería la solución mas lógica y mediar entre las dos partes interesadas. 
Ya sabéis cual fue el fin de la historia, lo que no se si sabíais es el relato de los hechos que os acabo de narrar y el por qué de que la Calle Jose María Caballero se llame de esta forma."

Al cruzarnos con la intersección entre la calle de La Cruz (izda.) y la Avenida de las Flores (dcha.), salimos a la amplia veiga del Nonaya en la que se asienta, al otro lado del río, el monasterio de San Salvador, dejando atrás los edificios de pisos y llegando al barrio de La Llerina


Cruzamos por este paso de cebra y continuamos recto y de frente hacia el monasterio siempre por la Avenida José María Caballero. Las flechas amarillas pintadas en la señalética viaria nos confirmarán la dirección a seguir, así como por supuesto y más claramente, el propio cenobio, que ya tenemos ante nosotros, y del que escribe amenamente Octavio Villa en Todos los personajes del monasterio de Cornellana, artículo para el diario El Comercio del 31-5-2024, en plena conmemoración de su milenario:
"Un monasterio, como cualquier otra construcción humana, no es solo su arquitectura, ni aún solo su arte. Un monasterio es la plasmación de una época, de sus gentes, sus costumbres, sus relaciones de poder, económicas y espirituales. 
Por eso, conocer a las personas implicadas en el desarrollo del monasterio de Cornellana, que cumple mil años, ayuda a entenderlo mejor. Como queda dicho, el primer fundador de una estructura socioeconómica similar a lo que luego fue el monasterio habría sido un ciudadano del Imperio romano asentado en la confluencia del Narcea y el Nonaya, un propietario de tierras que habría creado o usado una villa, similar en estructura a la de Veranes, para controlar la producción agroganadera de sus dominios.




 

La propia madre de Cristina, la reina Velasquita Ramírez, lideró varios de esos procesos. Su historia es curiosa y da indicios de una mujer de fuerte voluntad y fines muy claros. De muy probable vinculación patrimonial con el occidente asturiano, Velasquita se casa con Vermudo II poco antes de la coronación de éste en Compostela, en 982. Hacia 989, el matrimonio parece interrumpirse, bien por la falta de hijos varones, bien porque Vermudo intentó ganar poder en la meseta con un nuevo matrimonio. O hasta por una sublevación de parientes de la propia Velasquita, radicados en Galicia. 
Todo apunta a que fue repudiada por Vermudo, pero sin que ello implicase una mala relación, al punto de que ella seguirá usando el título de reina toda su vida, no menos de 40 años más. Y siempre con poder, autonomía, libertad de movimientos, un muy extenso patrimonio y siendo señora de una pequeña corte organizada a su servicio. Fundadora de San Salvador de Deva como monasterio (quedan restos de la lauda fundacional, con una llamativa cruz con alfa y omega grabada en ellos), parece haber disfrutado de San Juan de Aboño, de San Martín de Salas y de Santa Cruz de Oviedo, además de las rentas del puerto pesquero de Bañugues (Bonnuas) y diversas villas. Son monasterios aquellos que deben entenderse como centros de explotaciones agroganaderas y de aprovechamiento de sus entornos. 
Dos mujeres poderosas, madre e hija, con objetivos claramente marcados, pese a que el documento de cesión haga gala de una aparente beatitud. El devenir del monasterio en el siglo siguiente da muestras de que supieron dejar su destino bien atado. 

La existencia de dos coronas de plata en el ajuar que Cristina cede a la Iglesia en Cornellana apunta a que pudo ser inicialmente un monasterio dúplice, esto es, masculino y femenino a la par. Con un abad al frente, que debió estar en el acto de cesión junto a otros abades del reino, pero cuya filiación no es segura. Lo que sí es claro es que este abad seguía el rito visigodo, resto aún vivo de la transición del Imperio romano a la conformación de las diversas realidades en forma de reinos que fueron apareciendo en la Península. Pasando los siglos, las abadías irían ganando poder territorial, hasta que en el siglo XIV las pugnas entre las familias nobles de Asturias pondría en entredicho su poder. 
Algo más se sabe del obispo de Oviedo en 1024. Agda era titular de la diócesis desde 1013 y lo sería hasta 1025. En su mandato se consagraron notables iglesias, como San Salvador de Fuentes y San Saturnino, en Villaviciosa, pero es más que probable que el acto más relevante al que asistió, más allá de la visita a la diócesis del Rey Vermudo III, fuese precisamente el de cesión de Cornellana. 
La segunda fundación 
A Agda le sucedió el catalán Ponce, que fue su asistente durante casi dos años. Era un obispo de los contundentes, a cuyo cargo estuvo la recuperación de la diócesis de Palencia tras haber sido atacada por las fuerzas califales. Porque los obispos de esta época acumulaban también poderes muy terrenales. 
El poder se ejerce, pero también se muestra. El documento por el que Cristina Vermúdez dota al monasterio es, en sí mismo, una demostración de poderío. Para su elaboración, la hija de Velasquita confió la labor a un presbítero que aparece también como autor material de otros documentos relacionados con la catedral y con Velasquita. El texto en visigótica y su ejecución son magistrales. 
Pasados 98 años, el monasterio había vuelto al control patrimonial de los Vermúdez, en la piel del dinámico y ambicioso conde Suero (aunque a veces él se intitula como 'cónsul', dando muestras de que aún en pleno siglo XII el prestigio de los cargos romanos seguía bien vigente) y de su esposa, Enderquina Gutiérrez. Buscando una solución para el monasterio, decidieron cederlo a la abadía de Cluny en 1122. No era solo una cuestión socioeconómica, también se trataba de facilitar la llegada del culto católico reformado, del que Cluny era el máximo exponente. De nuevo, la ceremonia de cesión tuvo que estar a la altura de la que protagonizó la bisabuela Cristina: esta vez, entre los confirmantes estaban la Reina Urraca y su hijo, el futuro Alfonso VII de León, emperador de todas las Hispanias. 
Y de nuevo una mujer demostró su poder. Enderquina, viuda desde 1138, siguió teniendo preponderancia en Cornellana durante los diez años que siguió viviendo. Fue ella quien, para la primera reforma arquitectónica importante –que incluiría su primer claustro, de tres pandas y aún románico– y su decoración, contrató a Mauscaronio, el primer autor que firma su obra en el románico asturiano y que volvería a hacerlo en Caravia en 1146. Venía Mauscaronio probablemente del sur de lo que hoy es Francia, relacionado con los talleres del Languedoc. Su mera presencia y la calidad de su trabajo muestran el empeño de Enderquina y su notable inversión en Cornellana. 
Fue Alfonso VII, que a su muerte dividió el reino entre sus dos hijos, quien cuatro años más tarde concedería el coto al monasterio, otorgándole un privilegio territorial que ni sus justicias podían infringir. Este coto sería ampliado en 1360 por Pedro I, aquel rey de Castilla fundador del monasterio de Tordesillas, que se servía de Cornellana para controlar un rico territorio mientras estaba enfrascado en sus guerras con Aragón primero y, luego, con Granada. 
Todo lo anterior son relaciones de poder. Y todo se sustentaba en último término en el trabajo de los campesinos, que gestionaban las tierras del monasterio en régimen de foro, usualmente por el tiempo de tres vidas. Todo estaba bien atado.

De 1024 a 1808, el monasterio de Cornellana tuvo, con altos y bajos, con momentos de poder y de incertidumbre, una preponderancia notable sobre su entorno inmediato y, en ocasiones, incluso sobre territorios bastante alejados. Pero tras el siglo de las luces y la Revolución Francesa, la ola de reformas que recorría Europa llegó a Cornellana en la forma de Ejército napoleónico. Y con un inexistente respeto por la comunidad y por el edificio, la oficialidad gala permitió desmanes que fueron de la ocupación y utilización como cuartel, inicialmente, hasta incendiarlo a su marcha. Recuperó el monasterio una mínima actividad monacal en los años siguientes, pero el siglo XIX ya había herido gravemente a Cornellana. Remató a la comunidad la desamortización de Mendizábal en 1836, previa expulsión temporal en 1820, recién iniciado el trienio liberal, y definitiva en 1835. En 1855, los terrenos afectos al monasterio fueron subastados por orden del entonces ministro de Hacienda, Pascual Madoz. Para cuando la propiedad del monasterio de Cornellana volvió a la Iglesia, en 1878, el monasterio amenazaba ya ruina, como atestiguó el benedictino francés Alphonse Guépin en 1880, que cuando estudiaba traer a su comunidad vio los daños, pero también las posibilidades de Cornellana, las posibilidades que seguía, y sigue, teniendo el monasterio."

Un hermoso paseo de naranjos forma un bulevar, junto con las farolas isabelinas, en esta avenida por la que avanzamos rectos al monasterio, cuya historia y la de su inmediato entorno, presenta así Románico digital:
"En la localidad de Cornellana, situada en el punto de encuentro entre el occidente y el centro de Asturias, a 40 km de Oviedo, se encuentra uno de los grandes monasterios del Principado. La fertilidad de sus tierras, regadas por río Narcea, y la cercanía de importantes vías de comunicación, como la ruta de la Mesa o el primitivo Camino jacobeo, que atraviesa la localidad, propiciaron el asentamiento y el desarrollo de la zona desde épocas tempranas. 

Tradicionalmente la toponimia vincula la fundación del lugar de Cornellana con una villae rústica de origen tardorromano, cuyo propietario respondería al nombre de Cornelius. Lo cierto es que, a día de hoy, y tras varias prospecciones arqueológicas, no resta vestigio alguno que pueda confirmar esta teoría. Sin embargo, tampoco podemos descartarla, pues la aparición de diversos restos romanos en el entorno más próximo, como la villa de Murias de Doriga, pone de manifiesto la presencia del Imperio en la zona, que es uno de los espacios más romanizados de la región. En este contexto, y teniendo en cuenta el devenir histórico posterior, no sería descabellado pensar que, cuando a partir del siglo I d. C. las legiones romanas iniciaron la explotación de los yacimientos mineros del occidente asturiano, el territorio de Cornellana, que está situado en la confluencia de importantes vías de comunicación, pudiera haber desempeñado un importante papel en el transporte de mercancías de las explotaciones mineras a los principales centros de poder político y económico: Lucus Augusti (Lugo) y Asturica Augusta (Astorga). 

Durante la Edad Media, tras la crisis y autarquía que caracteriza la transición de la Antigüedad al Medioevo, el territorio del actual concejo de Salas, al que pertenece Cornellana, se constituyó como centro de poder de un amplio sector del occidente asturiano. La presencia o intereses en el lugar de destacados personajes de la realeza y la más alta nobleza dan testimonio de la importancia del enclave. Así, según las distintas interpretaciones de las crónicas, todo parece indicar que fue en este punto donde a mediados del siglo IX tuvo lugar la batalla final de la guerra civil entre los partidarios de Nepociano y Ramiro I que dio la victoria a este último. Es este un capítulo de la historia de Asturias interpretado recientemente (M. Calleja Puerta) como una pugna de poder entre dos facciones aristocráticas dominantes de distintas comarcas de la región, cuya localización en las riberas del río Narcea, frontera natural entre el centro y el occidente, vendría a situar el límite entre las dos facciones en las inmediaciones de Cornellana."

La batalla entre Nepociano y Ramiro, con la victoria del segundo, que pasaría a reinar y a ser conocido como Ramiro I, se habría librado en 842 en La Ponte Vieya, el antiguo puente del Narcea, a un kilómetro escaso más al sur de donde posteriormente se fundaría el monasterio de San Salvador de Cornellana, y por donde pasaba el viejo camino. Con ella se solventaba la sucesión de Alfonso II El Casto, al que la tradición tiene por el 'primer peregrino', quien habría pasado por aquí dos décadas atrás con su séquito para comprobar el hallazgo del que se considera el sepulcro del apóstol Santiago en Compostela, al otro extremo de su reino, si bien no existe seguridad plena de este viaje, documentado muy posteriormente a los hechos, ni sobre qué ruta exacta hubiera seguido el monarca, de haberlo hecho. Si bien la existencia de la calzada o vía Lucus Asturum-Lucus Augusti haría muy probable que fuera este el trayecto, el más directo entre la Sancta Ovetensis y Compostela


Una barandilla metálica delata el curso del río Nonaya pues forma parte de sus sendas fluviales. Un poco más allá, entre la espesura ribereña, entrega su agua al Narcea. Por el otro lado hemos venido hacia el actual puente de Cornellana por La Ponte o Las Casas del Puente (La Ponte Vieya) y La Rodriga tras bajar de El Freisnu por San Marcelo/Samarciellu y La Reaz en la parroquia de Doriga. El trayecto hacia La Rodriga lo hicimos por la pista paralela al corredor del Narcea o carretera AS-15, bajo el monte La Llomba, con sus dos alturas de 215 y 213 metros respectivamente


Toda la zona al este del Narcea y enfrente de Cornellana es la de Las Dorigas, formada por varias parroquias, cuya posesión confirmaba Alfonso VII a los cluniacenses del monasterio de Cornellana en 1126, recién llegado al trono


Allí vemos la planicie de La Sierra Sollera, uno de los cordales, como el de El Freisnu, que separan las cuencas fluviales de los ríos Nalón y Narcea (su principal afluente). Su cota máxima es de 602 m y se localizan en ella la necrópolis megalítica de El Llanu las Ayalgas y el castro astur de El Castiellu'l Pedréu, al norte de Cabruñana, otro de los pasos seculares entre ambos valles y por donde discurre la N-634. En su escuela se habilitó un albergue de peregrinos cuando la ruta oficial quedó cortada durante un tiempo en 2010, a causa de las obras de la Autovía A-63 Oviedo-La Espina, y se estableció una ruta alternativa para bajar a Cornellana, la cual sigue usándose, como el mismo albergue, si bien mucho menos que el itinerario oficial


Un edificio blanco en la ladera es el santuario de Santa Tecla de Eiros, a donde se sube en romería desde Cornellana con motivo de su fiesta en septiembre. Un poco más abajo se encuentra El Castiellu, otro solar castreño, del que procedería la estela de Pelsina o de la hija de Talavo, de época astur romana, con la que acaso se relacionen las leyendas recogidas por antiguos cronistas de una 'reina' de estos parajes. Precisamente en Eiros, al pie del santuario, existe el topónimo La Reina


So todos ellos testimonios que guardan la memoria de los antiguos pobladores del valle y sus montañas circundantes. Románico digital apunta también estos documentos que son de los tiempos inmediatamente anteriores a la fundación de este monasterio de San Salvador:
"El primer documento escrito en el que se hace referencia directa a Cornellana como entidad territorial data del año 896, cuando al arcediano Gonzalo, hijo de Alfonso III, donó varios bienes a la Catedral de Oviedo. Entre ellos se cita la iglesia de San Martín in territorio Corneliana, que se ha identificado tradicionalmente con San Martín de Salas, aunque las últimas investigaciones parecen situarla en el cercano lugar de Boaño y relacionan su fundación con la política de reorganización espacial llevada a cabo por la nobleza a finales del siglo IX, consolidando la estabilidad política y económica del reino. De dicha iglesia no se encuentran nuevas referencias hasta 1020 cuando su abad la cedió a unos particulares, lo que indica que estaba constituida como monasterio. 

Es de destacar que durante los siglos XI y XII, e incluso antes, en gran parte de la documentación conservada, estas tierras aparecen vinculadas a miembros de un mismo linaje nobiliario: el de los descendientes de la reina Velasquita y la infanta Cristina. Un grupo familiar, encabezado por los condes Suero Bermúdez y Pedro Alfonso, ocupa las más altas esferas del estamento noble en Asturias, siendo asidua su presencia en la corte leonesa donde detentaron destacados cargos políticos y militares. Precisamente a este grupo se vincula la fundación y refundación del monasterio de San Salvador que constituye un hito decisivo para el desarrollo de Cornellana, pues como propone M. Calleja Puerta, la presencia del monasterio unida a la privilegiada situación geográfica del lugar propició el crecimiento en su entorno de un pequeño núcleo de población, a la manera de los burgos monásticos, donde se asentaron artesanos y comerciantes dispuestos a cubrir las necesidades de los monjes y de los viajeros que siguiendo las diferentes rutas que confluyen en Cornellana se acercaban hasta el lugar."

Un gran 'tajo' en la montaña es el de la cantera de Calizas la Doriga, junto a la que se unen el Camino de Santiago oficial y la ruta de Cabruñana que pueden emplear los peregrinos que se alojan en su albergue, muy cerca del pueblo de Moratín, origen familiar de la estirpe del dramaturgo y poeta Leandro Fernández de Moratín, autor de El sí de las niñas y La derrota de los pedantes, entre otras obras


Si bien ya Jovellanos, como vimos, se interesaba por la historia del monasterio, e incluso antes que él, el cronista Antonio de Yepes, es con Floriano Cumbreño, que publica sus archivos en 1949, cuando empieza a prestársele aún más atención, notablemente incrementada con las restauraciones e investigaciones acometidas entre los años 1999 y 2001, así como con motivo de su milenario


Es bastante excepcional que se conserve un documento fundacional tan antiguo pero este es el original de la fundación del monasterio de Cornellana, fechado el 31 de mayo de 1024 y firmado por la infanta Cristina Vermúdez, junto con varios religiosos y nobles presentes. Escrito en latín, esta es la versión que nos ofrece el erudito Emilio de Vicente en su blog Las historias de Santueña:
Cristo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que en la Trinidad es un solo y verdadero Dios, por los siglos de los siglos sin fin, amén. A ti, Señor nuestro Dios y creador de todas las cosas, rey de los siglos, junto con los santos apóstoles o todos tus santos, cuya basílica hemos construido bajo el nombre tuyo y se sabe que fue fundada bajo el derecho del monasterio en el lugar llamado Corneliana junto al río Narcea, en la tierra de los asturianos. Yo, tu humilde sierva y esclava tuya, Cristina, quien también es sierva de Cristo, con el peso de los pecados aplastándome, ¿qué podemos ofrecerte, Señor, y a tus santos mártires, digno por todo lo que has hecho por nosotros, que nos formaste del polvo de la tierra y nos redimiste con tu propia sangre para que no pereciéramos? Pero porque ha surgido de nosotros con mente devota y ofrenda pura, con gran fe. Porque toda ofrenda es valorada por la fe en cuanto a cantidad y sinceridad, no creemos que sea insignificante lo que una gran fe consagra a Dios. Recientemente hemos decidido que mientras permanezcamos en este cuerpo, para que no nos arrebate la muerte repentinamente. Y para que sea conocido delante de ti, Señor, una recompensa cumplida, firme y propagada por la eternidad de los tiempos. Por lo tanto, Señor, de lo bueno que hemos recibido de tu mano, damos a la casa de tus santos y mártires, para el sustento de los hermanos que sirven en tu lugar y para los pobres o necesitados que llegan a este hospedaje de peregrinos; es decir, la villa llamada Corneliana, que hemos apartado para nosotros, ya nombrada en los cielos, sobre la orilla del Narcea. Esta villa, con sus casas, edificios, almacenes, graneros, bodegas con sus herramientas, barcos, molinos de viento o todo lo que esté dentro de las casas, con tierras, viñedos, extensos huertos fructíferos o infructuosos, con montañas y fuentes, con sus límites y entradas, con prados, pastos, bosques, con cotos de caza y sus derechos; con huertos y molinos con sus productos; con aguas con su acceso y salida, todo lo que pertenece a la misma villa según lo previamente estipulado, lo donaremos y otorgaremos con nuestro señor y dueño, el difunto señor Ordoño, quien nos lo concedió como don, y con cuanto nosotros mismos obtengamos y aumentemos allí. Por lo tanto, damos a este lugar sagrado la villa de San Juan Medio, con todo lo que le pertenece. Además, también en el monte de Narcea, la iglesia de San Pedro con todo lo que tenemos en ella. También agregamos a esta casa sagrada la iglesia de San Vicente con todo lo suyo, y otra iglesia dentro de Sena, en memoria de San Julián y de Santa Eufemia de manera similar. Todas estas villas con todo lo que poseen, lo concedemos a esta casa, con todos sus derechos y adyacencias, tanto dentro como fuera de las casas. También de la despensa, dos camas con sus colchas; cuatro recipientes de plata; servicio de mesa completo. Del ministerio de la iglesia, dos cruces de plata; dos copones de plata; dos cálices de plata con sus patenas; dos coronas de plata; un candelabro de plata; dos señales de metal; libros eclesiásticos, completos para todo el ciclo del año. Diez vacas, cinco yeguas; cien ovejas; un mulo.Con la condición de que mientras vivimos, tengamos su tolerancia; pero después de nuestra muerte, lo que sea en el mencionado monasterio, como se ha dicho, los devotos de la iglesia reclamen y posean como su beneficio. Que adquieran y no duden en orar por nosotros. Y después de esto, testificamos a todos los obispos y a toda la piedad de la fe cristiana, a través de la Trinidad inseparable, a través del precepto del cuerpo y la sangre de Cristo, que nadie intente infringir este voto nuestro ni siquiera se atreva a alienarlo de ninguna manera, ni tampoco venderlo, ni donarlo, ni tampoco transferirlo a extraños. Por lo tanto, si alguien en adelante y en tiempos posteriores, intenta en contra de este nuestro hecho perpetrado o por audacia intenta llevarlo a cabo, en primer lugar se verá privado de sus luces frontales y será quemado con fuegos vengativos junto con sus huesos en el día del juicio, lamentándose con penas tartáreas, y todas las maldiciones que están escritas en el libro de Moisés sobre él serán sepultadas, y sufrirá la mendicidad y la lepra según sus propias palabras, y además, pagará a la iglesia cinco libras de oro, según lo que está escrito, duplicadas o triplicadas, y las tendrá perpetuamente; y será maldito ante la vista del Padre Dios; y llorará penas eternas junto con el traidor del Señor Judas, y este documento será establecido en todo rigor y firmeza perpetua.Hecha la carta de dotación y testamento, en el día que será el segundo antes de las calendas de junio, era 1162 milésima. Yo, la anteriormente mencionada Cristina, consagrada a Dios, lo he firmado con mi propia mano (Firma).a)Con la ayuda de Cristo, Adegano por la gracia de Dios, obispo de la sede de Oviedo (Firma).Reina Velasquita (Firma) Condesa Mumadona (Firma).Animia, consagrada a Dios, donde estuve presente (Firma).Anaya Tanoiz, rey en servicio, (Firma).Quiriacus, abad (Firma). Fredenado, abad (Firma).Puricellus, mayordomo (Firma).Velascus, presbítero (Firma).Juan, abad (Firma).Pedro, abad (Firma).Sigerico, presbítero (Firma).b)
En base a este y a otros documentos Románico digital nos presenta esta versión de su origen e historia:
"A principios del siglo XI gran parte de este territorio era propiedad de la infanta Cristina, hija de Vermudo II y la reina Velasquita, quien lo había heredado de su esposo el infante Ordoño, hijo de Ramiro III. En mayo de 1024, tras enviudar, dotó como monasterio una iglesia que ella misma había fundado en el lugar de Cornellana, poniéndolo bajo la advocación de San Salvador. Del análisis del documento fundacional se desprende que la institución se creo como una verdadera villa rústica de explotación agrícola, fundada bajo el régimen jurídico de iglesia propia, como era costumbre en la época, quedando así como parte de los bienes patrimoniales de la familia y fuera de la órbita de las autoridades eclesiásticas. 

Formando parte del patrimonio familiar, a la muerte de la fundadora, el monasterio fue dividido en diversas porciones entre sus herederos, una división que debemos entender no como separación y desglose de sus bienes, sino como reparto sobre sus beneficios y derechos. Así en varios documentos de los siglo XI y XII se puede ver cómo porciones del monasterio pasan de unas manos a otras a través de testamentos, donaciones, compras o permutas. Aparentemente algunas de estas donaciones tuvieron como beneficiaria la catedral de San Salvador de Oviedo, dato que sin embargo ha de tomarse con las debidas precauciones ya que la propia evolución histórica del monasterio y el hecho de que estos documentos formen parte del controvertido Liber Testamentorum hacen dudar de su veracidad. 

Uno de los herederos del monasterio fue el conde Suero Bermúdez, biznieto de la fundadora, quien junto con su esposa la condesa Enderquina se propuso la empresa de reunir todas las raciones en que se había ido dividiendo el monasterio junto con sus propiedades. Con estas pretensiones, hacia 1120 inició una política de reunificación haciéndose con los bienes fundacionales de la institución monástica unas veces mediante permuta o compra y otras por la fuerza. Así, por ejemplo, llegó a acuerdos de permuta con sus parientes Sancha Vélaz, Gonzalo Ansúrez y Urraca Bermúdez, al tiempo que se hacía por la fuerza con las raciones que otros familiares, como Cristina Alfonsiz, habían donado al monasterio de Corias. Un patrimonio que los propios condes acrecentaron con sus propiedades particulares, ya que al fallecer la pareja sin descendencia fue el monasterio el único beneficiario. Las motivaciones que llevaron a los condes a la refundación del cenobio y su posterior entrega al monasterio de Cluny, parecen responder a motivaciones que van más allá de lo espiritual y se adentran en terrenos de lo político y lo social. El conde Suero, uno de los hombres más destacados de su tiempo, asiduo de la corte leonesa de la reina doña Urraca y mano derecha del Emperador Alfonso VII, en cuyas crónicas aparece laureado, buscó con este acto una manera de afianzar su estatus y reivindicar el origen de su linaje, descendiente directo de la casa real leonesa, para lo cual nada mejor que poner como símbolo de ello el monasterio familiar fundado un siglo antes por una infanta." 

Y llega ahora el momento de su donación a los cluniacenses, con el posterior cambio de idea de sus benefactores y la toma de partido del rey Alfonso VII:
"En 1122 se produjo un importante hecho que marcaría la historia de la institución: los condes refundadores dona ron el cenobio asturiano al monasterio borgoñón de Cluny, la congregación más importante de su tiempo. Es ésta una donación un tanto controvertida ya que sólo seis años después, según un documento del archivo catedralicio, los mismos condes entregaron Cornellana a la Catedral de Oviedo. No deja de ser éste otro documento polémico, ya que si bien para algunos autores no es más que una de las tantas falsificaciones del obispo don Pelayo, resulta auténtico para otros al interpretarse esta donación como un arrepentimiento de la entrega a Cluny y un intento de modificar la decisión inicial. La situación produjo una serie de conflictos con la casa borgoñona, la cual llevó sus quejas ante el mismo Alfonso VII, quien debió reconocer sus derechos sobre el cenobio asturiano ya que en la confirmación de privilegios y posesiones de la abadía francesa otorgada en 1144 por el Papa Lucio II se incluye Cornellana."

El historiador Luis Antonio Alías dice en su libro El Camino de Santiago en Asturias. Itinerarios que la presencia de estos monjes de Cluny, una de las basadas en la orden de San Benito, "es particularmente significativo, tanto por haber sido el único monasterio cluniacense asturiano como por su ubicación en el Camino que los monjes cluniacenses tanto se preocuparon en fomentar". Sin embargo y llamativamente es un periodo muy desconocido pues no hay documentos al respecto, como siguen explicando en Románico digital:
"La historia del monasterio como cenobio cluniacense es oscura a causa de la carencia de fuentes documentales, pues no existen menciones concretas que vinculen directamente Cornellana con Cluny. De la escasa documentación conservada y teniendo en cuenta que el rector de Cornellana tenía título abacial puede desprenderse que la casa asturiana disponía de cierta autonomía dentro de la organización y que gozaba de independencia ante el representante del abad borgoñón en la Península, dependiendo directamente del abad de Cluny. Por este tiempo, periodo en que deben situarse las piezas románicas conservadas, el poder del monasterio fue creciendo, tanto desde el punto de vista económico, pues sus propiedades se extendían por buena parte del noreste peninsular, como social y político, ya que en el año 1126 el monarca Alfonso VII concedió al monasterio la jurisdicción del llamado Coto de Cornellana, base de su poder señorial y de su prosperidad económica, que fue confirmada y ampliada por otros monarcas en los años siguientes."
Monjes cantando salmos. Getty Center, Los Ángeles (Estados Unidos)

Y es que, en algún momento y por algún motivo, muy posiblemente relacionado con una crisis general en la orden, Cluny, tal y como llega, se va en la centuria siguiente:
"El creciente aumento de su poder y su implicación cada vez mayor en el área de influencia más próxima, que coinciden con la crisis de la propia congregación cluniaciense, propiciaron una autonomía de Cornellana cada vez mayor hasta la total independencia de Cluny. No está muy claro el momento en que se produce este hecho; en 1279, cuando el Papa Nicolás III confirma su protección a la abadía borgoñona y sus filiales, todavía se cita entre éstas el monasterio de Cornellana, pero en los años 1291 y 1295, en los capítulos generales de la orden, ya no aparece citado el cenobio asturiano como parte de las propiedades cluniacenses, por lo que a finales del siglo XIII la independencia era ya total. 

A partir de este momento, definiéndose simplemente como monasterio benedictino, Cornellana se presenta como uno de los grandes monasterios asturianos en su doble faceta de centro religioso y señorial. Poco a poco fue deshaciéndose de sus propiedades más alejadas a favor de su consolidación como poder local, sumando a los derechos parroquiales los derechos jurisdiccionales que desde Alfonso VII fueron concediendo y ampliando otros monarcas. Es de destacar, en este sentido, el privilegio otorgado en 1360 por Pedro I, por el que se prohibía a cualquier otro señor tener vasallos en los territorios vinculados al monasterio, lo que trajo no pocos problemas con la sociedad del entorno, en especial con el concejo realengo de Salas, cuyo desarrollo y potenciación jugó en contra del dominio señorial del monasterio de Cornellana."

Todas estas fertilísimas vegas estarían por entonces llenas de cultivos, muchos de ellos cereales, propiedad directa del monasterio y, en otros casos, arrendados con fórmulas como la del foro o similares a los campesinos. Sin duda la población incipiente se desarrollaría en torno al monasterio. Pero con la decadencia bajomedieval entrarían en la órbita de apetencia de los señores feudales, por lo que el cenobio hubo de solicitar la protección de unos frente a otros por el sistema de la encomienda en tiempos de debilidad de la Corona, antaño su protectora directa:
"Destaca, en este sentido, su relación con Alfonso Enríquez, señor de Noreña, hijo bastardo de Enrique II, quien ejerció dominio sobre el monasterio al menos desde 1373. La etapa de crisis económica y religiosa llegó a su fin en 1536 cuando el monasterio de Cornellana pasó a formar parte de la Congregación de San Benito de Valladolid, iniciándose así la etapa moderna de su historia". 

La población, como hemos dicho se desplazó hacia el nuevo eje de comunicaciones con el nuevo puente y carretera. Tampoco se querría ocupar la parte más inundable de las vegas, que era además la más fértil. Mirando ahora atrás tenemos una buena vista de las casas de la calle de La Cruz


Entre las casas destaca el Chalet El Bollo, así catalogado con este nombre en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Asturias (IPAA), donde se nos dice que es del año 1920 y de planta rectangular con dos plantas (bajo y piso), así como que su arquitectura "sigue las pautas del historicismo, influenciado por la corriente francesa Beaux Art"


El Chalet del Bollo se halla en el extremo meridional de una finca que llega, al otro lado, a la Avenida Prudencio Fernández Pelló, el tramo urbano de la N-634:
"Su fachada principal está orientada al sur y aparece dividida en tres tramos, remarcando la calle central que se adelanta de la línea de fachada en forma de galería acristalada en el piso superior y de pórtico sustentado por pilares de fábrica en el bajo. Los vanos del piso bajo se abren en forma de balcones o puertas abiertos con arcos de medio punto, con rosca muy pronunciada y clave y salmeres remarcados. Los vanos del piso superior son enrasados en forma de balcones adintelados protegidos por antepechos de barrotes torneados de fábrica y decorados igualmente con dinteles enmarcados por amplios alfices. Las fachadas laterales repiten modelos similares, sin galerías acristaladas con vanos ordenados en ejes verticales. La fábrica de la obra se realiza con aparejo de mampostería trabada con mortero, enlucida y pintada, remarcando los recercos de los vanos y las cadenas de esquina revocados y pintados. La cubierta es a cuatro aguas con alero desarrollado sustentado por canes y coronada con cumbrera decorada con crestería de barro calada. Los faldones de la cubierta se apoyan sobre armazón y viguería de madera, protegiéndose al exterior con tejas de de barro planas. La parcela está ajardinada y cerrada con muro bajo y verja de hierro, fragmentada por pilares almohadillados en las dos puertas de entada a la finca". 

Más arriba, las casas de la calle La Novalle, en la ladera de otro monte llamado La Llomba y Monte la Esquita, en La Sierra Faxas o de Folgueirinas


Hermoso edificio de tres plantas todas ellas con galería en esta su fachada sur, sito en la esquina de la Avenida José María Caballero con la calle La Cruz, por donde acabamos de pasar


Y, a nuestra derecha y antes de cruzar el puente, en La Lleirina, se encontraba la casa que fue el hospital de peregrinos, del siglo XV y que dependía del monasterio, "cuyos abades nombraban a su mayordomo y supervisaban su administración. Tenía capilla dedicada a la advocación de Ntra. Sra. de la O, también llamada de la Expectación", informan en el IPAA. En el libro Cornellana: historia y arqueología de un monasterio asturiano, del historiador y arqueólogo Alejandro García Álvarez-Busto, se nos cuenta lo siguiente de este hospital:
"En las inmediaciones del puente, en la ribera septentrional del cauce fluvial, se encontraba el hospital de Nuestra Señora de la O, conocido también como «allende la puente».

El hospital se encontraba bajo patronato del abad y su administrador y mayordomo era un monje del monasterio, o el propio abad (Zaragoza 1986: 894). Contaba con una hospitalera que cuidaba de los enfermos, siendo su finalidad principal asistir a los peregrinos. En las cuentas de 1781 a 1803 se detalla la compra de manteca, aceite, chocolate, platos, escudillas, calderos, sábanas, mantas, paja para los jergones de los pobres, los gastos de porteo de los enfermos hasta Salas o Grado. El hospital tenía planta baja, primer piso y desván, y contaba con capilla, sala, cocina y alcobas. Para su mantenimiento estaba dotado con rentas de censos, ganado en aparcería más diferentes propiedades. Sabemos asimismo que junto con «el beneficio curado de S. Juan de Cornellana incorporado perpetuamente al monasterio, su iglesia inclusa en la monasterial y es servido por un monge. Su valor regulado por un quinquenio es de quatro mil reales en frutos ciertos e ingreso de iglesia, rebajando las cargas de subsidio, escusado, fábrica y misas dominicales. El abad del monasterio de Cornellana es patrono de la alberguería de peregrinos, llamada de Nuestra Señora de la O, sita en dicha parroquia de San Juan de Cornellana. Su renta fija es de quatrocientos reales» 

 Del otro lado del río se encontraba el compás de entrada al recinto monástico, interrumpiendo el recorrido de la cerca que delimitaba el contorno inmediato del monasterio. Aún se mantiene en pie en una parte considerable de su trazado, sobre todo en los costados noroccidental y suroriental, delimitando una superficie en la que principalmente había huertas y tierras de labor, junto con algunas construcciones e infraestructuras auxiliares. Tenía un perímetro aproximado de 1.100 m, del cual se conserva menos de la mitad de la fábrica original, habiendo sido el resto arrasado o sustancialmente alterado. Además, en algunos sectores ha sido reaprovechada como cerramiento de las parcelas actuales. Los tramos mejor conservados son los que cerraban los costados nor-occidental y oriental de la finca monástica. Esta tapia encerraba una superficie aproximada de 8 ha, conserva una altura irregular entre 1,5 y 2,5 m, una anchura entre 70 y 80 cm, y presenta fábrica de mampostería ordinaria que combina mampuestos de caliza, arenisca y cantos rodados trabados con un escaso mortero arenoso. 

El compás de entrada al monasterio se ha desvirtuado muchísimo en las últimas décadas, más si cabe con el paso de la carretera asfaltada al lado de la iglesia. Pero en alguna fotografía de los años sesenta del pasado siglo aún se aprecian algunas de las antiguas viviendas y construcciones auxiliares que delimitaban este espacio de acceso, entre las que sobresale el palomar abacial, de planta circular; el cual fue derribado, lamentablemente, años después."

Era el Hospital de Allende la Puente, así conocido por su ubicación en el antiguo puente del Nonaya, que lo comunicaba directamente con el monasterio, como vemos en este plano de época: a la derecha el hospital, a la izquierda el monasterio y, en medio, el puente y el río


El puente actual es este, de hormigón y cuyo firme se ha adoquinado. A la izquierda, un monolito de piedra en un parterre muestra la placa de la Confederación Hidrográfica del Norte que conmemora la inauguración de este paseo en 2000


Paso a paso vamos viendo mejor la fachada del monasterio que, recordamos, es plenamente barroca. Es el lugar de El Campillo con su plaza y algunas casas


El Camino de Santiago seguía a la derecha por toda la orilla del río Nonaya, pero la construcción de la autovía lo cortó y es necesario hacer un importante rodeo por detrás del monasterio


El Camino subía a partir de El Molín d'Adela o Molín d'Arriba, separándose de la ribera y llegando por La Casada al Barriu Ramón en el pueblo de Soberriba/Suburriba, que será donde enlacemos con el trazado del trayecto original para subir por El Ricabo (arriba a la derecha de la foto), y luego bajar por los bosques de nuevo al valle del Nonaya rumbo a Llamas, parroquia de Villazón, camino de Casazorrina y la villa de Salas, la capital del concejo


Aquí al lado a nuestra izquierda son las casas de La Lleirina, topónimo vinculado a lleira o llera, referida a la piedra suelta, como esta del río. En cuanto al molino citado, formó parte de las propiedades del monasterio, según leemos en el libro Cornellana: historia y arqueología de un monasterio asturiano, de Alejandro García Álvarez-Busto (editor):
"Aprovechando las aguas del Nonaya encontramos el denominado Molín d’arriba, uno de los mejores conservados en la actualidad y que se localiza en el costado noroeste de la cerca que rodeaba el monasterio. Su presa se dispone sobre un salto del río Nonaya unos 200 m aguas arriba del propio molino y presenta una estructura de bloques pétreos que deriva el agua hacia un canal administrado por una compuerta. Este canal, de 1 m de ancho, tiene un desarrollo de 250 m hasta alcanzar el banzáu del molino. El edificio es una construcción de una sola altura resuelta en fábrica de mampostería, con planta rectangular alargada y cubierta a dos aguas con armadura de madera y teja. Aunque muestra importantes reformas estructurales y estéticas de época contemporánea aun conserva el doble cubo en el extremo norte del banzáu; pero al tratarse de una propiedad privada desconocemos el grado de conservación que mantiene interiormente. Del banzáu arranca un segundo canal en dirección al monasterio de 300 m de longitud y 1 m de ancho aproximadamente, aunque su extremo oriental está perdido en superficie y fue sustituido por una derivación de obra de hormigón que gira hacia el norte. Este canal abastecía al  monasterio de agua derivada del río, empleada probablemente para regar las huertas anejas al edificio, para limpiar las letrinas y en otros usos domésticos. 

Sabemos asimismo que al monasterio se accedía «por un puente de madera sobre el río Nonaya», tal y como apuntó Jovellanos en su Diario el martes 17 de julio de Este pontón de madera se mantuvo en pie, aunque remodelado, hasta principios del siglo XX, tal y como atestiguan algunos testimonios fotográficos conservados."

A lo lejos, El Campu los Vaqueiros hace referencia a los ganaderos trashumantes de las brañas cercanas y sus rutas de trashumancia. A su izquierda reconocemos El Picu los Tayos (427 m). Más cerca El Picu la Bruitera (323 m)


Cuando el monasterio de San Salvador de Cornellana se integra en la obediencia a la Congregación de San Benito de Valladolid en 1536 será cuando se acometan profundas reformas que culminarán en la centuria siguiente con sus estructuras barrocas, que se superponen y sustituyen a las románicas en su mayor parte


En cuanto al río Nonaya hemos de decir que, desde su nacimiento en las estribaciones de Brañameana, parroquia de Bodenaya. Al discurrir de oeste a este forma este valle transversal por el que discurren el Camino y las carreteras, pues forma un paso o pasillo natural que estructura este eje de comunicaciones


Aunque a veces subamos a algún monte o nos apartemos ligeramente de él, podemos decir que será nuestro compañero de peregrinación hasta casi llegar al Alto la Espina, en Bodenaya 'fuente del Nonaya'. De él y su relación caminera dicen en la Enciclopedia del paisaje de Asturias:
"Río que cruza de oeste a este la zona central del concejo de Salas, desembocando en el río Narcea a la altura de la localidad de Cornellana. Forma un valle ancho y extenso, apto para los cultivos y el asentamiento humano, por donde discurren las principales vías de comunicación, entre las que destacan el histórico camino de Santiago en el tramo Cornellana-Salas y Salas la Espina y la N-634, a la que pronto se sumará la autovía a La Espina. Nace en las cercanías de Brañameana (parroquia de Bodenaya), y tras un primer tramo encajado donde recibe diferentes afluentes provenientes de la sierra de los Gallos y de Bodenaya, en el lugar de El Llanón forma una pequeña cascada. El camino de Santiago corre en paralelo al cauce del río Nonaya hasta llegar a la capital, Salas, y se puede seguir gracias a la ruta senderista P.R. AS-22. Antes se encuentra el cargadero de la mina de caolín y el secadero de pieles, ambos abandonados. Previo a la entrada de Salas da servicio a la fuente de Pain y la zona libre de pesca. Tras cruzar Salas de oeste a este, corre con dirección este hasta Casazorrina, donde recibe las aguas del río San Vicente. En varios tramos se cruza con el Camino de Santiago. A lo largo del mismo se suceden molinos como el de Quintana. Desde Villazón recorre unos seis kilómetros hasta Cornellana, donde desemboca en la margen izquierda del río Narcea. En Espinedo, pueblo situado a la derecha del río Noanaya, se encuentra una cantera de áridos que afea el cauce del río, por otro lado bien conservado, y que en su cuenca alta mantiene una apreciable riqueza forestal y faunística. Tras cruzar la capital recibe los aportes urbanos e industriales, dado que a la orilla se encuentra ubicada la escasa industria (láctea, montajes, agrícola, etc.) del concejo y los principales núcleos de población, por lo que su ecosistema se degrada."

El mismo lugar de la foto anterior en otra foto, esta en pleno verano, mostrando los cambios de cauce, vegetación, etc. que presenta a lo largo del año. El hidrónimo Nonaya está vinculado, en su raíz, naya,  a la diosa celta (o precelta) Navia, vinculada, como tantas otras deidades femeninas, al agua, y por lo tanto a la fertilidad, las cosechas, la abundancia y la suerte... y que da nombre a no pocos lugares de Europa occidental, relacionados con hidrónimos, como es este el caso

Diosa Navia en Rincón de la Magia Celta

El origen indoeuropeo de naya, navia, etc se hace ya patente en el sánscrito navya (curso de agua), y algunos topónimos de este origen son en Asturias Naviegu, Navelgas, Nava, Navidiellu o Nalón (antiguo Nauilo), así como Fontenavia, y otros. En Galicia podemos encontrar el Navea, río afluente del Sil (Ourense) y el Nabalia, actual Eck, afluente del Rhin, en Alemania, o el Nauaeus, ahora Naver, en Escocia, el Naseby o antiguo Naubesia en el condado inglés de Northants o el Neber, el viejo Nabarcos, hoy Neber, en Gran Bretaña


Río abajo, en el lugar de Baoño, habría existido una iglesia de San Martín, documentada en el siglo IX y anterior al monasterio, existiendo además la tradición popular que dice que hubo una capilla con enterramientos vinculados a ella


Y en el puente tenemos El Carbayón del Campillo, árbol totémico del que se dice tiene cinco siglos de antigüedad, entre otros datos que nos ofrece Ángela Rodríguez en La Nueva España del 14-11-2024:
"El pueblo de Cornellana ha demostrado, en incontables ocasiones, el amor que tiene a su monasterio. También a los productos de su tierra, al Camino de Santiago y, cómo no, a su naturaleza, donde destaca su río salmonero. A la vera del cauce del Nonaya, lleva nada menos que cinco siglos, un imponente “carbayón”, que varios vecinos intentan convertir en “Árbol europeo del año”.  
“Presenté cuatro veces la candidatura y la eligieron en tres ocasiones para optar a representar a España en el certamen europeo. Ya que estamos en el año del milenario del monasterio de Cornellana, sería estupendo redondear la efeméride y homenajear al monasterio y al carbayón, que son prácticamente hermanos”, señala David Valiela, vecino de Cornellana y promotor de la iniciativa.  
Este viernes comenzarán las votaciones para elegir al significativo árbol, en la página web arbolybosquedelaño.es. Y las características del Carbayón salense impresionan. A punto de cumplir 500 años (exactamente tiene 488), este Quercus robur (Roble común) mide 17 metros y tiene un perímetro del tronco en su base de 7 metros. 
“Este majestuoso árbol va ligado de manera inseparable al entorno del monasterio. Ofrece su sombra a los peregrinos que transitan por el Camino Primitivo hacia Santiago, por lo que a diario es visto por decenas e incluso centenas de personas. Además, ha crecido regado por las aguas del río Nonaya, y junto a él, las mujeres del pueblo lavaban la ropa en tiempos no muy lejanos”, explica Valiela, también presidente de la Asociación Salvemos la iglesia y el Monasterio de Cornellana de la ruina. 
A lo largo de su historia, el imponente Carbayón ha sido testigo “de la expansión del coto jurisdiccional del monasterio, de la guerra de independencia y la guerra civil y, en la actualidad, eventos más agradables como la Fiesta del Campanu”. También ha habido sombras. “Hace 100 años estuvo a punto de ser talado, al estar en el recorrido del proyecto de la calle que va desde el pueblo hacia el monasterio. Aquello indignó a los habitantes de la época que se resistieron a perderlo y elevaron sus quejas hasta ser escuchados por el Gobernador civil provincial”, relata Valiela."

Cruzado el puente del Nonaya llegamos a la Plaza del Campillo, que es donde se celebran las fiestas de Cornellana y otras actividades como la Feria del Salmón. Se festeja a Nuestra Señora cuyo día grande es el 15 de agosto y también San Juan, patrón de la parroquia y advocación actual de la antigua iglesia monacal, ahora parroquial, como hemos dicho, desde la supresión del convento en 1835 tras años de decadencia que habrían comenzado con la francesada o invasión napoleónica; volvemos a Románico digital:
"Con la ocupación francesa a principios del XIX el monasterio se convirtió en cuartel de las tropas galas, quienes tras su marcha incendiaron el edificio. Poco tiempo después, en 1827, su coto jurisdiccional llegó a su fin y en 1835, con los procesos de desamortización, el monasterio fue vendido a particulares. La vida monástica desapareció definitivamente de sus dependencias y su iglesia se constituyó como iglesia parroquial de la localidad bajo la advocación de San Juan Bautista. En 1878 el obispado compró nuevamente el edificio, que en 1931 fue declarado como Monumento Nacional. Tras la guerra civil, Luis Menéndez Pidal llevó a cabo algunas obras de restauración en el conjunto monástico, principalmente en la torre y la iglesia. En la actualidad, cuando algunas partes de la estructura arquitectónica se encuentra en un estado de conservación muy deficiente, se han realizado trabajos de restauración en las dependencias domésticas del monasterio para adaptarlas a nuevos usos y se ha aprobado un proyecto para convertirlas en establecimiento hotelero."

Aquí, un panel nos informa del Camino hacia Salas, un poco más allá hay otro sobre fauna del río y entre ambos, un llamativo y alto poste con numerosos hitos kilométricos


León, Sidney, Burgos, El Cairo... y otros lugares cercanos y lejanos, de Asturias y el mundo


Incluso alguien añade algún nombre más, abajo en el poste. De su razón de estar aquí nos cuenta Marcos Palicio en su reportaje para la serie de La Nueva España titulada Asturias. Viejas y nuevas polas, publicada semanalmente al empezar la segunda década del siglo XXI, cuando aún no habían comenzado la campaña de restauración del convento:
"Sidney, 4.400 kilómetros; Montevideo, 11.200; Ushuaia, 13.600; Teruel, 732; Luarca, 61... El indicador múltiple señala destinos en dirección a los cuatro puntos cardinales desde la explanada donde pide auxilio el monasterio de Cornellana. La señal fue una práctica para los alumnos de la escuela-taller que reparó en 2001 el ala oeste del cenobio, pero, bien mirado, precisamente aquí un poste lleno de flechas en todas las direcciones puede ser también un autorretrato. Su sola presencia basta para definir la vocación de encrucijada de caminos, de lugar de paso indispensable que ha acompañado hasta hoy a la población salense. Le gustará saberlo al peregrino que ahora, desdeñando la lluvia y el frío, atraviesa el pueblo tal vez en ruta hacia el albergue o más bien hacia su oferta de calor y litera en la escasa superficie acondicionada de ese convento románico modernizado por el barroco y hoy amenazado de ruina. Va a ser verdad lo que le han dicho aquí, que la punta de un compás pinchando Cornellana en un mapa de Asturias le puede demostrar que ha encontrado el centro. Se diría que casi todos los trayectos hacia el Occidente interior han de pasar por aquí. Otra historia es el beneficio que cobra el pueblo de su equidistancia, un cuento distinto el de los réditos discutibles de esa tarjeta de presentación como primera puerta de acceso al Suroccidente. Eso se apresura a decir una voz de la conciencia desengañada con el rumbo que últimamente toman esos caminos que por aquí, afirma, últimamente pasan de largo sin detenerse".

Y el mismo autor y para la misma serie, publicaría también Románico empedernido, dedicado al monasterio, cuando tampoco estaban en marcha los trabajos de rehabilitación, pasando revista a los sueños y proyectos para él destinados. Cuenta para ello con el artista José Manuel Legazpi...
"El artista se ha detenido a mirar la piedra dolorida del monasterio de San Salvador de Cornellana. La «tristeza» que da el monumento casi abandonado es todavía peor a la luz escasa del cielo gris y la lluvia del otoño, mucho más dura a los ojos de José Manuel Legazpi, un escultor del siglo XXI que ha retrocedido mil años, hasta la arquitectura del XI, para localizar el principio, la piedra angular de lo que hoy es Cornellana. Legazpi no nació aquí, el carné de identidad dice Bres (Taramundi), pero su retirada, que «no es una huida», dura ya 35 años en San Esteban de las Dorigas, sin vecinos a tres kilómetros escasos de esta orilla del Narcea. Le interesaba más el silencio que la soledad y, como conviene aclarar que «tampoco soy un sociópata», su lugar perfecto era un viejo caserón restaurado en el sosiego de «una aldea vacía», pero a la vez casi en el centro geográfico de Asturias, en paz y con las puertas entreabiertas. «Un retiro comunicado» con el resto del mundo. 
Para explicar su Cornellana, para buscar la imagen que define mejor este universo urbano que está más cerca de su refugio, Legazpi se ha parado ante el crucero que señala el itinerario del Camino de Santiago, delante del monasterio, y recorre con ojos de artista esa obra de arte que está a punto de cumplir mil años. No está exactamente aquí el origen de la población que lo aloja -quedan restos de romanización y alguna noticia de la existencia de un castro en La Rodriga-, pero sí buena parte de «lo que ha dado carácter a Cornellana», afirma el artista. «Esto es la historia de Cornellana». Ella no sería ella sin este cenobio, la biografía del pueblo corre paralela a la de las vicisitudes del convento: el germen románico y las superposiciones barrocas, los cambios de manos desde la propiedad privada a la eclesiástica y la vuelta al patrimonio de la Iglesia después de llegar a ser incluso la sede transitoria de una fábrica de mantecas. Es eso y el deterioro que ha llegado hasta hoy, los once años esperando en vano la financiación que necesita para completar el ciclo e incorporarse plenamente al presente y el futuro de la localidad: un hotel con salones para banquetes, un centro cultural sobre el Camino de Santiago... 
Hace tiempo que ése tendría que haber sido ya el final del recorrido que empezó para ser hogar de retiro de una Infanta, Cristina, hija del rey Bermudo II de León, en el año 1024. Ella murió aquí y «mientras vivió», explica sucintamente Legazpi, éste que hoy se cae era el patio de su casa, particular. De lo que fue sucediendo después, de las constantes mutaciones de la propiedad del edificio, quedan huellas físicas reconocibles al dar vueltas alrededor del monasterio, románico modernizado y modificado por el Barroco. Suero Bermúdez, descendiente de Cristina, lo cedió en el siglo XII a la congregación de Cluny, «los propagadores del Románico en Europa», y ellos dejaron aquí los ábsides de la cabecera este del templo, los más antiguos y a simple vista los mejor conservados del inmueble. «Los monjes trajeron la reforma gregoriana, que solapó el ritual visigótico», y el enfado de Bermúdez terminó consiguiendo cancelar la cesión en beneficio del obispo de Oviedo. Con el correr de los siglos, en el XVI la Iglesia volvió a cambiar las manos, y las nuevas, a modificar la apariencia física del edificio. El gobierno del monasterio pasó a la congregación de Valladolid, explica Legazpi, y a un «espíritu renovador» renacentista que «me gusta menos» que el románico puro de los ábsides que dejaron los de Cluny. Superpuso la fachada de la iglesia, recreció y abovedó las naves laterales, completó la obra con el claustro, «típico benedictino», y adosó a la fachada el escudo que hoy la preside, el de Castilla. 
Y a partir de ahí la decadencia, que al parecer no es patrimonio exclusivo del presente incierto de un cenobio casi milenario amenazado de ruina. La Desamortización de Mendizábal, que desposeyó a la Iglesia de sus bienes en el siglo XIX, terminó traspasando la propiedad del monasterio a un fabricante de mantecas «que montó aquí su factoría» y no dejó ninguna huella estética visible, pero sí sacó su producción desde aquí hasta que la recompra del obispado devolvió el edificio a manos eclesiásticas. El tiempo que va de ahí a hoy, incluidos estos últimos once años esperando en vano financiación para otra modificación estética urgente, desemboca en esta «tristeza» que da la vista de los muros desgastados donde crece la hierba, las paredes desconchadas del claustro, las goteras de la iglesia y el frío, no sólo físico, que se siente al entrar...."

Señalización del Camino de Santiago: la artesanal de flechas amarillas y placas de madera


La señalización oficial-institucional, con los mojones y las conchas...


Los peregrinos, que llegan más o menos cansados, suelen dirigirse primeramente al albergue, situado al fondo a la derecha del edificio monástico


Estas casas estuvieron en su época vinculadas al monasterio, que necesitaba nutrido personal a su cargo para atenderlo y servir a los frailes, desde cocineros a mozos de cuadra, sirvientes, asistentes, personal de mantenimiento y cargo de las despensas y almacenes, etc.


Sin duda, han pasado, como el cenobio, por importantes reformas; esta conserva un magnífico corredor entre cortafuegos


Luego, otra hermosa vivienda dividida en dos cuerpos, uno de una sola planta y el siguiente de dos: por allí se va al albergue


Nosotros también iremos al albergue, pero antes contemplaremos las fachadas de la iglesia y del edificio monacal, este "con aire palaciego, es de gran elegancia", afirma Luis Antonio Alías


Un hermoso paseo entre árboles atraviesa esta Plaza del Campillo en dirección a la entrada del monasterio, que tenemos justo enfrente


En 2015, cuando la Unesco declaró a los caminos Norte y Primitivo Patrimonio de la Humanidad, ampliando esta consideración que hasta entonces solamente tenía el Camino Francés (el de la meseta norte pues históricamente eran llamados así todos los caminos reales o principales venidos de Francia), el monasterio de San Salvador de Cornellana fue incluido como uno de los bienes individuales a destacar del Camino Primitivo y, en 2024 Correos emitió un sello conmemorativo de su milenario


Y este es el crucero o Cruz del Campillo, se se yergue frente al monasterio, formada por una gran cruz de piedra sobre una base cuadrada formada por cuatro escalones


Vamos a verla por su parte delantera. El Camino seguirá de frente bordeando la iglesia hacia su cabecera románica antes de subir a Sobrerriba/Suburriba


Una flecha amarilla en la columna metálica que sostiene los focos de iluminación nocturna indica a los peregrinos que salen del albergue la dirección a seguir


Y, a la derecha, una farola isabelina ilumina la plaza al caer la noche. Vamos a fijarnos ahora en la base de la cruz


En ella leemos MISION DE 1877 en una inscripción que parece aludir a su colocación durante la misión evangelizadora celebrada ese año


Pero vamos a observar ahora atentamente la cruz propiamente dicha


Aquí vemos una cruz y el cristograma JHS o monograma de Jesucristo y, al lado, los números romanos XX


Y más abajo, la fecha de 1674. Un par de triángulos parecen ser toda la concesión decorativa labrada en el conjunto


El año de 1674 podría guardar relación sin duda con las obras barrocas efectuadas efectuadas en el cenobio, pues la fachada de la iglesia es de 1678, mientras que la de las otras dependencias monacales es de 1696, un gran cuerpo con cierto aire palaciego en balcones, ventanas, marcos, molduras. Leemos, de nuevo en Románico digital, lo siguiente:
"El conjunto monástico que hoy se conserva en Cornellana está integrado por una serie de edificaciones y reedificaciones en las que se combinan distintos estilos y épocas, que son exponente de las diferentes etapas por las que pasó la institución salense a lo largo de sus casi mil años de existencia. Aunque en su mayor parte la estructura del conjunto es barroca y fue levantada entre los siglos XVII y XVIII, todavía perviven importantes restos de estilo románico, como la cabecera y trazas de la iglesia, la torre y las portadas del claustro, que son muestra de la importante actividad constructiva llevada a cabo durante los siglos XII y XIII." 

La de la iglesia cuenta con dos grandes torres de planta cuadrada, una para el reloj y otra para las campanas, la primera con dos ventanas y la segunda con cuatro pero más pequeñas; ambas con con óculos. También admiramos la artística portada y otros elementos, "de concepción sencilla y clasicista, con un cuerpo central flanqueado por dos torres, y cuya altura se articula en tres tramos. Un tramo inferior que acoge la portada; un tramo intermedio con tres grandes óculos –uno por nave– y hornacina central; y un tramo superior correspondiente al remate del cuerpo central mediante un frontón y de las torres laterales con sendos campanarios", dice Álvarez Busto, mientras que Luis Antonio Alías aporta lo siguiente:
"La fachada principal se añadió, en 1678, a la románica. Dos torres de sección cuadrada con óculos y vanos adintelados se coronan con pináculos. El cuerpo central -puerta adintelada, moldurada y con una columna a cada lado, hornacina óculo, gran escudo en el tímpano-, al igual que las torres, está realizado en buen sillar."

Y este es el gran escudo del tímpano, entre las dos torres, el escudo real de la Corona de Castilla


El escudo que señala la dependencia a la Congregación de Valladolid se encuentra encima del óculo de la torre de la derecha y bajo sus dos ventanas del campanario


Más a la vista, sobre el óculo de la torre izquierda aparece el tan singular escudo del monasterio


En la parte superior es el patrón del cenobio, San Salvador y, debajo, la representación barroca de la escena de la osa y la niña que, según la leyenda, es la infanta Cristina, fundadora del cenobio, cuidada por la osa que le dio de mamar en una cueva según la leyenda que, posiblemente, pudo surgir de la reinterpretación de la escena románica existente en la vieja portada medieval, la cual fue trasladada a la entrada de la huerta y veremos al ir albergue. Comenta de ella Luis Antonio Alías:
"Cuentan que la niña es la infanta, perdida por los espesos bosques cuando tenía muy poca edad y reencontrada en el cubil de una osa que la había prohijado y amamantado. También la imagen recuerda relatos fabulosos sobre la mujer salvaje, ser mitad humano mitad oso que habitaba en lo más espeso y umbrío de los bosques asturianos y que robaba niños para luego criarlos."

En este bajorrelieve la osa pasa la lengua por la cara de la niña, que parece sonreír. La tierna imagen se complementa con los bien visibles pechos de la osa, que acabaría de amamantar a la infanta perdida. Si bien la existencia de niños criados por animales salvajes es conocida y hay noticias fidedignas de ello, tal vez ya en época barroca se interpretase erróneamente el simbolismo de la portada románica original. El relato recuerda al de la loba que amamantaba a los fundadores de Roma, Rómulo y Remo e incluso a las xanas o ninfas ladronas de niños común a buena parte de la mitología europea. Esta es la explicación que otros investigadores esgrimen y que exponía el escultor Legazpi a Marcos Palicio...
"La leyenda popular, Rómulo y Remo a la asturiana, cuenta que una vez una infanta, Cristina, hija del rey de León, se perdió en un bosque siendo niña y allí salvó la vida gracias a un providencial encuentro con una osa que la amamantó; aquella joven creció, se hizo construir un monasterio y quiso rendir homenaje a la «madre adoptiva» inmortalizando en una de sus paredes esta escena, el animal dando cobijo a una persona. A pesar de la inverosimilitud del cuento, todo eso estaría muy bien y habría hecho fortuna para siempre si no fuera por un detalle esencial: esta osa no es una osa. Es un león. Y no se puede saber sin salir de Asturias, para corroborarlo hay que viajar hasta Navarra y comprobar que la talla, «probablemente perteneciente a la época en la que el monasterio fue gobernado por la orden de Cluny, no tiene referente alguno en el patrimonio cultural asturiano». 
Nada que ver con la leyenda que ha traspasado generaciones, el escultor José Manuel Legazpi resuelve el enigma poniendo la obra salense en paralelo con dos réplicas navarras, una decora la catedral de Pamplona y otra el monasterio de Artaiz. Es un león. Un león «engullendo o regurgitando a una persona», una imagen conectada menos con la vida de la infanta Cristina que con cierta imaginería cristiana en la que este animal representa a Cristo «como elemento de resurrección. El león traga a la persona, al pecador, al hombre viejo, y luego lo regurgita convertido en un hombre nuevo». Aquí, como en Artaiz, el animal sobre una persona es «Cristo como guardián», sigue Legazpi, «como celador del alma de la persona, protegiéndola; la catarsis en el vientre del animal para salir purificado». Es la historia del «León de Judá», «que no se ha utilizado demasiado en la imaginería cristiana, y en Asturias, únicamente aquí», corrobora Legazpi. Cuesta, no obstante, oponerse a lo que la muy poderosa sabiduría popular ha difundido tan copiosamente como aquí. Tanto que incluso el escudo que está tallado en los muros del monasterio reproduce en su cuadrante inferior a una osa amamantando a una cría."

Más arriba, en lo más alto de esta misma torre está el reloj (hay dos, este de la cara oeste y otro en la cara norte) y, en el tejado, la campana en una estructura metálica con veleta, entre dos pináculos


Y esta es la imagen de San Benito, fundador de la orden benedictina a la que estaba adscrita el cenobio, colocada en una hornacina sobre la portada. Reparemos en la fila de rosetas de ocho pétalos, octopétalas, que hay debajo 


Antes de visitar el interior vamos a seguir recorriendo el exterior del convento, pasando ahora a la gran fachada del monasterio, también barroca recordamos, y basada en los palacios de este estilo. "Dos largas alas -ventanas enmarcadas por molduras en el primer piso, balcones con antepechos de hierro en el segundo- destacan un bello cuerpo central", destaca Alías. Hace ángulo recto con la iglesia y sus obras se prolongaron hasta 1719


"La puerta y balcón principales, flanqueada la primera por columnas de fuste estriado y el segundo por columnas de fuste torneado, rematan en frontón de gran escudo", continúa, "tampoco faltan pináculos torneados, rosetas, triglifos...". Los canteros avilesinos Domingo Suárez Solar y Francisco González Bango son los artífices de esta portada. Alejandro García Álvarez-Busto abunda en el tema en su libro:
"Dieciocho años después de la renovación de la fachada del templo, se concluye la nueva fachada del monasterio. Esta se articula mediante un frente alargado y achatado resuelto en dos alturas: planta baja y piso superior, tratándose por lo tanto de un proyecto modesto en comparación con otros monasterios, que llegaban a levantar un segundo y hasta un tercer piso en altura, como vemos en Corias o en los principales monasterios ovetenses. 

En medio de esta fachada se dispone un cuerpo central que cobija la portada en la planta baja –enmarcada por columnas exentas jónicas de fuste estriado–; un balcón en el piso alto –jalonado por columnas torsas–; y está rematado por un ático que acoge el escudo de la Corona de Castilla, enmarcado por sendas columnas salomónicas. A ambos lados del blasón heráldico encontramos representado por partida doble el emblema fundacional del monasterio, con la osa abrazando a la infanta Cristina. 

El diseño de esta nueva fachada pudo ser debido al arquitecto avilesino Francisco Menéndez Camina, aunque no hay constancia fehaciente al respecto, mientras que la ejecución a pie de obra corrió a cargo de los maestros Domingo Suárez Solar y Francisco González Bango (De la Madrid y Ramallo 1996). La fecha de finalización de esta sustancial reforma aparece grabada sobre el dintel de la nueva portada: «Año de 1696». 

Se conserva el contrato de la construcción de la fachada, fechado el 5 de diciembre de 1694 mediante escritura dispuesta entre el abad de Cornellana y los maestros avilesinos Francisco González Bango y Domingo Suárez Solar: «(…) hayan de hacer la fachada que corresponde al campo y Iglesia de dicho convento de piedra labrada de sillería, escodada y trinchetada, con sus balcones y ventanas y con dos escaleras de sillería de lo mismo (…) un lienzo del claustro que ha de corresponder a dicha fachada por la parte de adentro; todo ello conforme a dicha planta (…) hayan de demoler toda la fachada que corresponde al campo y cuerpo de la iglesia hasta la esquina que está enfrente de la torre de la mayordomía, al lado que cae a la hospedería, con el cuadro en que se han de hacer las puertas para desembarcar la escalera. Juntamente el paño del dicho claustro que cae al cuarto de dicha hospedería (…)

El documento es sumamente interesante, ya que nos informa de que para construir la nueva fachada principal del monasterio hubo que demoler la fachada anterior, hasta la altura de la mayordomía según relata, la cual ocupaba una torre, con la hospedería aneja. De esta manera podemos inferir que el monasterio en los siglos xvi y xvii, y hasta su reforma barroca, contaba con un claustro jalonado por cuatro torres. La torre románica campanario en la esquina nordeste; la torre renacentista en la esquina sudeste; la torre del palacio abacial en la sudoeste, y esta torre de la mayordomía. Su perfil fortificado debía de resultar imponente por entonces, resultando paulatinamente transformado en una escenografía arquitectónica más residencial y palaciega con las posteriores obras barrocas. 

La reforma de estas dos fachadas, la del templo y la de la casa monástica, no respondió a una misma acción constructiva, sino que por el contrario se diferenciaron temporalmente. En 1678 se concluye una y en 1696 la otra. Ello explica la falta de coordinación entre las dos reformas que se tradujo en un antiestético solapamiento de la fachada del monasterio sobre la fachada de la iglesia, documentado desde la cimentación de ambos edificios. La explicación de este singular hecho podría relacionarse con el agotamiento de las partidas presupuestarias destinadas a las reformas, que impedirían un programa constructivo progresivo y coordinado. Como dato constructivo, que atañe al ritmo de ejecución de las obras, podemos deducir que los trabajos de reforma de la fachada principal del monasterio, dos alturas con abundantes ventanas y balcones, junto con una monumental portada blasonada, ocuparon menos de dieciocho años, según los propios epígrafes conservados en el edificio, y tan solo dos años según el contrato de obras."

La planta alta está dedicada mayormente a habitaciones de los monjes y abajo, entre la iglesia y la portada, se habrían localizado la botica con su almacén o 'depósito de drogas' y, entre ambos, el lavatorio o lavabo monacal. Tras la portada estaría, por supuesto, la portería y, a la derecha, se situaba la Mayordomía, desde la que se supervisaba y administraba el conjunto. Esta es la descripción del IPAA de esta misma fachada monumental y palacial:
"La fachada principal compuesta por un cuerpo alargado con dos pisos, tiene ordenados los vanos en torno a ocho ejes destacando la calle central, ligeramente descentrada, en cuyo bajo se abre la puerta de acceso adintelada, flanqueada por columnas estriadas, y con orejas y dintel decorado, donde figura la fecha de su construcción (Año 1696). El piso superior separado del bajo por imposta decorada con metopas y triglifos resalta igualmente la calle central donde se abre un balcón en voladizo decorado con orejas y flanqueado por columnas corolítica. Sobre él se eleva un frontón rompiendo la cornisa para acoger un escudo con las armas reales de España. 

El resto de los ejes repite el mismo esquema, ventanas adinteladas en el bajo y balcones con voladizo, decorados con molduras de orejas y protegidos con antepechos de hierro."

El gran escudo del frontón es nuevamente el del reino y, arriba y a ambos lados de la corona real, de nuevo se ven no una sino dos representaciones de la osa y la niña, lo que demuestra cuán arraigado estaba este simbolismo en el monasterio. La leyenda, con varias versiones, básicamente es esta que recoge el historiador Javier Rodríguez Muñoz en La infanta Cristina, la osa y barcos en Cornellana, publicada en La Nueva España del 27-3-2014:
"Según la fabulosa historia, siendo niña, la infanta Cristina estaba al cuidado de una sirviente o ama de cría. Un día, en un descuido de ésta, la niña fue arrebatada por una osa que cogió a la criatura por la ropa sujetándola con los dientes, y corrió ladera abajo, en dirección al Narcea, donde desapareció entre el frondoso bosque. Alertados los criados de la casa por el aya, iniciaron la búsqueda de la pequeña, que resultó infructuosa. Entonces un mozo atrevido cruzó a nado el río, hacia la orilla izquierda, y se adentró en el bosque. Tras internarse algunos metros, se detuvo a escuchar, percibiendo unos extraños ruidos. Aproximándose con sigilo, el mancebo observó una maravillosa escena: la osa, con la niña bajo el vientre, amamantaba a la pequeña, que sorbía ávidamente la leche del animal. Gritó valientemente el muchacho y espantó a la fiera, que en tan maternal escena se hallaba, y recuperó a la pequeña, que fue devuelta a brazos de sus padres. En agradecimiento por el rescate, se fundó una iglesia en honor de San Salvador que formará parte de la dotación fundacional del monasterio de Cornellana, años más tarde, por la propia infanta Cristina, hija del rey Vermudo, como se dijo, y casada con el infante Ordoño, hijo del rey Ramiro III."

A la derecha de la mayordomía y siguiendo la planta baja se piensa que podría haber estado la hospedería del monasterio, dedicado a visitantes ilustres o a gentes de cierta alcurnia en sus retiros espirituales o de oración, dado que los peregrinos y pobres disponían de su hospital-alberguería al otro lado del río, como hemos visto. Arriba se cree habría un salón cenador seguido, a la derecha y en la esquina, de la cámara abacial o despacho del abad, desde el que vería, además, las entradas y salidas del monasterio, tanto por su entrada principal como, a la derecha, por la de los carros


La puerta de los carros es a donde se trasladó en el siglo XVIII la llamada Puerta de la Osa o primitiva portada románica que supuestamente representa a la osa protectora de la infanta Cristina en su regazo, siendo además la entrada a la Plaza de la leña, gran explanada por la que se llega al actual albergue de peregrinos


A la derecha, cerrada por artística verja, es la finca de La Panadería, a continuación de cuyo portón hay una fuente


Este topónimo La Panadería podría referirse efectivamente a la antigua panadería del monasterio, siguiendo la costumbre de hacer estos hornos fuera del cenobio para evitar incendios. El grano posiblemente se moliese en El Molín d'Arriba o Molín d'Adela antes citado


En el lugar hay en la actualidad una preciosa casa restaurada, con gran galería hacia el sur


Un poste con una flecha nos indica la entrada al albergue, un tanto 'escondida' en este pasillo


También lo hace una concha en la columna, rematada en jarrón, del cierre de La Panadería


Muro oeste del monasterio, de mampostería. La esquina sí es de piedra de sillería; fijémonos en las características rosetas que componen el elemento decorativo de San Salvador de Cornellana


Otra verja, moderna, cierra el acceso al albergue. Un poco más allá está la antigua portada románica, puerta de los carros o Puerta de la Osa, uno de los elementos conservados de la época cluniacense. En La donación del Monasterio de Cornellanaal de Cluny, el eminente historiador medievalista Juan Uría Ríu diserta sobre este importante asunto de la historia monacal:



Otro letrero de acceso al albergue de peregrinos. Observemos el comienzo de la gran galería orientada al sur en esta parte del cenobio


Y aquí está la antigua portada románica, reutilizada durante las reformas dieciochescas al ser trasladada aquí, en este acceso al que fue el huerto de los monjes, colocada bajo un tejadillo a dos aguas que da acceso a esta corralada por la que se entra al albergue

 
Su construcción correspondería a la primera de las dos fases registradas de la construcción románica, emprendida por los cluniacenses, la cual se superpuso a la prerrománica altomedieval que existiría con la primera fundación, por parte de la infanta Cristina, como explican en Románico digital:
"A modo de resumen, podemos decir que la construcción sobre la que la infanta Cristina fundó el monasterio por el año 1024 debió de continuar básicamente la estética y las formas de los templos altomedievales conocidos en Asturias. Esta primitiva construcción, tras la vinculación del monasterio a Cluny en las primeras décadas de la centuria siguiente, fue sustituida poco a poco para adaptarse a las nuevas costumbres y usos de la orden benedictina..."

Esta primera fase pues, a la que pertenece esta portada, correspondería a un románico temprano, al que le seguiría una segunda entre los siglos XII y XIII, en románico pleno, a la que corresponderían el claustro (luego sustituido por otro barroco) y la cabecera (triple ábside semicircular que se conserva y que veremos prontamente)


Esta portada de arco de medio punto muestra, hasta tres veces, la escena de la osa y la niña, o del león y el fiel que 'resucita' a la nueva vida, y es descrita así por Luis Antonio Alías en su libro:
"El testimonio de mayor antigüedad que el monasterio conserva y que se une, vía leyenda, con la infanta Cristina, es la puerta del cenobio, hoy de entrada a la huerta, único, exceptuando los escasos y derruidos muros laterales, de la primera fundación (siglo XI). Es de arco de medio punto en el intradós y con guardapolvo decorado con motivos vegetales. Apoya en impostas que se adornan de letras cúbifas y tetrapétalas. Bajo las impostas se esculpen dos leones acostados. En la clave del arco aparece una escultura mucho más enigmática y legendaria: una osa da tiernamente de mamar a una niña, motivo convertido en símbolo identificativo y que reaparece en el gran escudo de la fachada del monasterio y en el de la torre de la izquierda de la iglesia" (como acabamos de ver)

Luis Antonio Alías identifica entonces como 'osa que da tiernamente de mamar a una niña' a esta escultura sobre la clave del arco de esta portada y la relaciona directamente con la leyenda de la infanta Cristina


Mientras, a los lados, en las impostas sobre las que descansan los arcos, define las esculturas como 'dos leones acostados'. Sea como fuese este simbolismo debió de ser fundamental sin duda alguna para que se decidiese conservar esta portada, aunque trasladándola. Prueba de ello es que el motivo se repitió hasta tres veces posteriormente en las fachadas barrocas del monasterio y su iglesia. Compartimos ahora la descripción de la portada en Románico digital:
"... la llamada puerta de la osa, posiblemente perteneciente a esta primera fase, aunque el deterioro del relieve dificulta su filiación segura, se localiza actualmente en el acceso a las antiguas huertas del monasterio. Se compone de un sencillo arco de medio punto, con su única rosca moldurada con baquetones y medias cañas y rematada con guardapolvo recorrido por estilizadas tetrapétalas de botón central, inscritas en círculos concéntricos, que apoya sobre impostas con lacerías vegetales."

Este sería el 'león' bajo la imposta de temática vegetal de la izquierda. Seguimos leyendo en Románico digital:
"Debajo de las impostas, en la parte superior de las jambas, se colocan dos cuadrúpedos agazapados que, a pesar de lo deteriorado de las piezas, pueden relacionarse con leones a juzgar por algunos de sus rasgos, como los mechones ensortijados que se adivinan en uno de los ejemplares, la disposición de la cola enroscada encima del lomo y la forma de las garras. La bestia, identificada con Cristo y como guardián de lo sagrado, aparece en numerosas portadas de templos románicos, entre otros en Santo Tomás de Sabugo y San Nicolás de Avilés dentro de Asturias, siendo muy numerosos los que se pueden citar fuera de la región, destacando las dos mochetas de la portada de San Isidoro de León."

Detalle de los elementos vegetales, a manera de hojas o palmas, de la imposta. Este elemento decorativo pudo tener en principio significados alegóricos de naturaleza, paraíso y eternidad, aunque luego quedase en recurso ornamental


Del león se aprecia su melena, rematada en rizos, así como su cabeza, si bien muy gastada. Recordemos que el artista posiblemente no hubiese visto uno real en su vida y se guiase por otros modelos esculpidos en otros lugares y/o por miniaturas y dibujos. Da la impresión que sostiene algo a lo que está mirando, esbozando acaso una sonrisa en su gran boca, que permanece no obstante cerrada y sin mostrar sus fauces


Detalle de cerca de los bajorrelieves naturalistas de la imposta de la derecha, diferentes a los de la anterior pero que comparten inspiración vegetal


Y este sería el 'león' de la derecha, bastante distinto al de la izquierda y que parece agarrar algo que mira o se lleva a la boca. "La Puerta de la Osa se abre al huerto. Se piensa que pudo ser la original entrada al monasterio pero cambiada de lugar posteriormente. Tiene hechuras románicas: arco de medio punto de baquetones, bocel y chambrana sobre jambas con dos cuadrúpedos (posiblemente leones simbolizando los protectores del templo)", es la explicación que nos ofrece por su parte Arteguías...


Es arriba donde la 'osa' sí muestra sus fauces en una gran boca con rictus de esfuerzo en un rostro en el que aparece también con ojos grandes y de mirada fija, transmitiendo bravura


Aquí sí se aprecia claramente como agarra fuertemente con sus garras una pequeña figura humana. Volvemos a consultar en Románico digital sobre sus posibles significados:
"Encima de la clave del arco, una bestia lleva entre las garras una pequeña figurilla humana. La tradición popular identifica el animal con una osa y el ser humano con la infanta Cristina, poniendo así la escena en relación con la leyenda fundacional del cenobio según la cual la infanta fundó el monasterio de San Salvador en el lugar en que cuando era niña, perdida en las montañas de la zona, fue protegida y amamantada por una osa. En realidad este relieve, a raíz del cual debió de surgir la leyenda, debe interpretarse desde un punto de vista más acorde con las iconografías y espíritu del periodo románico en que fue esculpido. Así, por la aparente posición de lucha del hombre intentando escapar de las garras de la fiera y el terrorífico expresionismo del rostro de ésta, podemos relacionar la escena, como ya indicara Uría Ríu, con la imagen del demonio, representado como león, oso o lobo, que trata de apropiarse del alma del cristiano. Distinta lectura hace de la escena M. S. Álvarez Martínez, que identifica la bestia con un león por sus similitudes con los cuadrúpedos de las jambas y la interpreta como representación simbólica de Cristo acogiendo entre sus patas al hombre arrepentido, según una iconografía aplicada en torno a la ruta jacobea que cuenta en el tímpano de la catedral de Jaca con el ejemplo más conocido."

Resumiendo y como es usual en el románico, estamos ante una iconografía de variadas hipótesis de su origen y significado, desde la tradición local de la fundación del monasterio a la cristológica que simboliza a Jesús a un motivo alegórico-decorativo transmitido a través del Camino de Santiago y pasando incluso por la interpretación de un ser maligno. Sea como sea, insistimos, este elemento es absolutamente esencial, tanto que ha dado nombre a esta puerta, como destacan en Wikipedia:
"De estilo románico se puede observar la conocida como Puerta de la Osa, que podría considerarse el antiguo acceso al monasterio, aunque desde luego no en su actual ubicación. Son diversas las interpretaciones que se hacen de la osa, para algunos autores tiene simbología religiosa, para otros tiene su origen en la fundación del monasterio".

Y he aquí un detalle del "arco de medio punto, con su única rosca moldurada con baquetones y medias cañas y rematada con  guardapolvo recorrido por estilizadas tetrapétalas de botón central, inscritas en círculos concéntricos, que apoya sobre impostas con lacerías vegetales", que dice Románico digital


Sobre las tetrápetalas y en un pedestal este es uno de los dos elementos que, situados a ambos lados de la osa de la clave del arco podrían representar figuras zoomorfas


Este por ejemplo nos recuerda a una lechuza, aunque sin cabeza


Este de la derecha es a la vez similar y a la vez diferente, se ve claramente el 'pedestal'


Muestra trazos ondulantes que nos recuerdan melenas, ¿acaso de un león?


Desde la portada, la existencia de un albergue se delata, además de por los correspondientes carteles que ya hemos visto, por la ropa puesta a secar en el largo tendal dispuesto al fondo de la explanada del antiguo huerto, llamada también la Plazuela de la Leña, pues abría sido esta también su utilidad, albergar la gran cantidad de leña, parte entregada a los frailes como tributo, como era tradición, necesaria para calentar todo el enorme conjunto monástico


En este plano del monasterio podemos conocer la disposición de sus dependencias y su denominación, al igual que las campañas arqueológicas en él efectuadas. Lo compartimos del citado libro Cornellana: historia y arqueología de un monasterio asturiano, de Alejandro García Álvarez-Busto (editor), así como este texto:
"En el Expediente de 1844 para la enajenación del ex monasterio de Cornellana se hace referencia al patio occidental exterior del monasterio como la plazuela de la leña «o de otro modo donde estuvo la panera, casa del lagar y cuadras (…) que el lagar consta  de mil ochocientos noventa y un pies cúbicos con una viga, pared y techo bajo sin otros artefactos, cuyo valor conceptúan de quinientos diez reales; que la casa de la panadería se halla en escombros de resultas de la quema que ha sufrido quedándole puramente un mal techo y una pequeña parte de piso sin ninguna puerta ni ventana conteniendo nuevecs (sic) pies cuadrados y vale en venta trescientos reales. Que las cuadras se hallan en mucha parte hundidas y contienen cuatro mil setecientos ochenta y dos pies cubicos cerradas de pared baja sin puertas ni ventanas pesebres sin más instrumentos valiendo en venta seiscientos quince reales». Se trata de un espacio delimitado por un paredón en su lateral meridional y occidental, en la cual se reubicó en el siglo xviii la portada de la Osa como entrada al patio de servicio. Desde este patio se accedía directamente a la bodega y al granero del edificio, dispuestos en la panda occidental del claustro."

Los peregrinos descansan en este rellano, sobre todo bajo la galería, sostenida por columnas, en el acceso al interior del refugio. Se trata de uno de los albergues pioneros del Camino Primitivo, el cual ya estaba en funcionamiento en el famoso Xacobeo'93 que supuso la recuperación efectiva de las rutas jacobitas. Seguimos leyendo a Álvarez-Busto:
"El albergue de peregrinos fue construido por una escuela taller. Su estética siguió las pautas de la arquitectura brutalista: minimalista, con la muestra de sus materiales de construcción desnudos, en este caso, ladrillo. Este acabado disuena con el claustro dieciochesco. La escuela también restauró la panda oeste del monasterio con criterios tradicionales e inició la construcción de las dependencias auxiliares de la hospedería en la plazuela del granero". 

Puede decirse que estamos en uno de los albergues históricos también dentro de la etapa de la revitalización de las peregrinaciones en la Edad Contemporánea, con varias décadas prestando servicio a los romeros. En cuanto a la galería, "Serviría de solarium en el siglo XVIII, en relación también con el calefactorium contiguo", explica Alejandro García Álvarez-Busto. Detrás estarían las celdas de los monjes y dicho calefactorium o sala con calefacción que consistía en una chimenea


Al fondo, otra parte rehabilitada de la fachada occidental del monasterio que, al otro lado, daría al claustro barroco. Según la disposición usual de estos edificios arriba estarían las habitaciones y celdas de los monjes (en la época románica había un dormitorio comunitario) así como otras estancias con ellos relacionadas y, abajo, las dependencias auxiliares. Suponiéndose aquí en concreto la bodega, la cocina y, en el cuerpo saliente de la derecha y también en el bajo, el dormitorio de los criados. Encima de este estuvo la habitación del abad o palacio abacial y, a su izquierda, llegaba la escalera que subía desde la planta baja del claustro por una escalera. Seguidamente y también en el piso alto, estaban la biblioteca y el cuarto del criado 

En este también muy interesante plano de Álvarez-Busto identificamos buena parte de las estancias del monasterio en su planta baja, algunas ya mencionadas y otras no, como la cocina o el refectorio o comedor de los monjes y la despensa 


Y este es el plano de la planta alta con su disposición.  La filóloga Clara Elena Prieto Entrialgo, del Departamento de Filología Española de la Universidad de Oviedo, en su conferencia aquí pronunciada con motivo del milenario de San Salvador de Cornellana, decía al respecto de la desaparecida biblioteca lo siguiente, recogido por Ángela Rodríguez en La Nueva España del 23-11-2024:
"La biblioteca medieval se perdió completamente. Llegó al siglo XVI, pero, por testimonios sabemos que no se conservaba nada de valor. Es una pena porque, evidentemente, el monasterio tuvo que tener códices visigóticos de la época de Cristina Vermúdez y sí que tenemos noticias indirectas de que, como es lógico, en el monasterio había misales y libros de liturgia. Pero de todo eso, por los diferentes episodios violentos que sufrió el monasterio, no conservamos nada" 
"Eran necesarios libros de formación de los monjes y de catequesis, de teología. Y tenemos constancia de que había libros literarios", relató Prieto, sobre una biblioteca, en esencia, "bastante modesta". "La más interesante en la época contemporánea era la de Corias. La de Cornellana tenía alrededor de 500 libros, pero no era un número muy significativo. No se corresponde demasiado la riqueza de la biblioteca con la riqueza patrimonial del monasterio (de Cornellana), que era uno de los más importantes de Asturias", añadió." 

Se supone que, si esto eran las huertas, allí estarían antaño dependencias auxiliares de la granja monacal, en concreto el gallinero y, acaso, el llagar (de sidra y/o vino, pues en la zona se plantaba viña). Hoy ese espacio forma parte de las nuevas dependencias del albergue. Más arriba vemos los árboles de la subida a Soberriba/Suburriba:
"Las excavaciones arqueológicas realizadas en este patio occidental pudieron intuir la existencia de un edificio con planta en forma de L, con diferentes suelos superpuestos; junto con algunas infraestructuras hidráulicas, entre ellas un depósito de agua con planta semicircular de sillería, con una canalización de tubería cerámica encastrada que conducía el agua hacia la cocina, junto con una alcantarilla de desagüe al pie de la panda meridional del claustro. En concreto, y justo en la esquina sudoeste de la plazuela, uno de los sondeos arqueológicos excavados por Gema Adán permitió documentar una estructura hidráulica de cierta complejidad, que se encontraba desmontada y parcialmente arrasada y removida, pero de la que se conservan varias losas de piedra caliza de grandes dimensiones horadadas para encajar un tubo cerámico, así como otros tramos de tuberías y de canalizaciones que se disponían alrededor de este punto. Parece tratarse de una arqueta de distribución hidráulica, que presentaba un cuerpo en forma de cubo cuadrangular del que salían dos conducciones de tubería cerámica, una de ellas en dirección a la cocina.

Desde mediados del siglo XVIII el monasterio se abastecía de agua potable a través de un acueducto situado al sudoeste del edificio. Se trata de una estructura muraria longitudinal en cuyo tramo superior cobija un encañado de tubos cerámicos enroscados. En planta el acueducto se desarrolla en dos tramos. Un primer tramo con dirección SE-NW de 57 m de longitud, y un segundo tramo con dirección SW-NE de 48 m de longitud. El extremo oriental de este segundo tramo fue cortado por la obra de la gran cuadra construida a principios del siglo XX. El encuentro entre ambos tramos presenta un engrosamiento de refuerzo en la planta de la estructura, y es probable que en su interior se conserve una arqueta de empate entre los dos tramos de tubería. En su conjunto esta estructura longitudinal alcanza una altura de entre 1,5 y 2 m, dependiendo del terreno, con una fábrica de mampostería ordinaria que emplea mayoritariamente cantos rodados de pequeño y mediano tamaño trabados con mortero de cal. El remate superior del muro, el cual cobija la tubería, presenta sección sub-triangular."

Y esta es la parte interior de la Puerta de la Osa, por donde hemos entrado y por donde vamos a salir ahora, la cual aparece en el plano como puerta de entrada de los carros


Esta parte es absolutamente lisa y aparentemente carece de decoración. De frente vemos ahora la también gran galería de la casa de La Panadería


Al salir, volvemos a admirar esta totémica portada de 'la osa-madre' u 'osa protectora' pues, independientemente del verdadero significado de tan singular representación, con no muy abundantes ejemplos semejantes en el románico, es su leyenda de la infanta Cristina uno de los elementos del patrimonio, material e inmaterial, más llamativos del cenobio y su historia


Volvemos pues de regreso al portón-verja del albergue, al lado del elegante cierre de la parcela de La Panadería


Y admiramos de nuevo también esta parte de la fachada monacal que mira al oeste, la cual, exceptuando esta  zona Puerta de la Osa, no es demasiado destacada artísticamente, pero sí bien hermosa y robusta dentro de la composición arquitectónica general del monasterio


Como bien se revela, el muro de cierre del antiguo huerto es de una traza bien diferente, mucho más sencillo que las paredes del edificio. La reinstalación aquí de la antigua portada románica debió de realizarse con sumo cuidado y muy posiblemente con gran sensibilidad hacia lo que representaba


Y es que a este monasterio llegaban no solamente peregrinos, arrieros, artesanos ambulantes y demás viajeros 'terrestres', sino también navegantes, al menos hasta que el historiador Luis Alfonso de Carballo (1571-1635) escribiese en su libro Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias que...
"Muy cierta cosa es, y recibida en Asturias, que los Barcos llegavan hasta Cornellana, por el río Narcea; y algunas personas de crédito me informaron, que avían visto cartas de flectar Navíos, por donde consta ser así, y por el Río Nalón entraban los Barcos hasta el lugar de Santo Tirso, y ahora apenas llegan a Pravia"

Corroborando lo anterior, durante la campaña arqueológica aquí efectuada por Gema Adán entre 1998 y 2001 aparecieron dos tejas en las que se dibujaron sendos barcos, reproducciones seguramente de los que remontaban la Ría del Nalón y venían aquí tras tomar el rumbo de su afluente el Narcea en Forcinas (Pravia), Actualmente se exponen en el Museo Arqueológico de Asturias.  El historiador Antonio de Yepes abundaba en ello en 1616, por la misma época que Carballo:
«antiguamente, aun no dos tiros de arcabuz de la casa, avia un puerto que llamavan de San Antón, en donde surgían todos los navios que acudían a aquella costa (…) que el mar se entrava por el caudaloso rio Narcea, y subia más de dos leguas, hasta llegar al puerto de San Anton, y hasta allí entravan los navios, donde los tratantes descargaban sus mercaderías. Pero retirose el mar, o creció tanto el rio Narcea queon la mucha arena embaraço el passo, cegó el puerto, y quitó a la casa muy crecidas ganancias (…) Veense ahora las ruynas y señales de aquellos tiempos, en una puente derribada, que se descubre desde Corneliana y Doriga, a donde dizen que solían llegar los navíos, y no ha muchos años que se quitó de allíuna argolla grande de hierro, en que se solían amarrar»

Y es que aquella villa de Cornelius preexistente al monasterio estaría vinculada al ramal del Camín Real de la Mesa que iba al gran puerto natural que era la Ría del Nalón vía Pravia, la Flavionavia romana en territorio de los astures pésicos que sería capital con Silo y Adosinda y, posiblemente también, con Mauregato, Bermudo I y acaso al principio del reinado de Alfonso II El Casto, que sería quien trasladaría su corte a la antigua colina de Ouetus o Ouetao, fundando el santuario precedente de la Sancta Ovetensis, la catedral ovetense de San Salvador, comienzo del Camino Primitivo. Esto es lo que dice al respecto la Xacopedia:
"Rey de Asturias (759-842). Reinado: 791-842. Fue decisivo en el nacimiento y desarrollo inicial del santuario compostelano, situado, como el resto de Galicia, en su aislado reino cristiano asturiano, en el noroeste y norte peninsular. Hacia los años 820-830 confirmó como pertenecientes a Santiago el Mayor los restos óseos aparecidos en un olvidado edículo funerario de origen romano emplazado en un bosque del occidente gallego. Sobre los motivos y hechos concretos que le llevaron a tomar esta decisión nada se sabe. 
Fue, en todo caso, un primer e imprescindible paso que sólo él podía hacer efectivo con su superior autoridad, emanada de Dios. Y le dio forma estable mandando construir la primera iglesia para el culto y la custodia del sepulcro. El paso siguiente fue la creación de una comunidad monástica responsable de los restos apostólicos, que dio origen al primer cenobio compostelano, San Salvador de Antealtares, actual convento de San Paio. Completó la labor de creación de lo que se iba a conocer como el locus sancti Iacobi -el lugar santo de Santiago- con un baptisterio del que apenas se conservan restos. 
Pero Alfonso II no se conformó con todo lo anterior. En otra decisión que evidencia su interés por el naciente santuario de Santiago, realiza en el año 834, durante una peregrinación desde Asturias, la primera donación de tierras a la naciente Iglesia compostelana. Fue un espacio de tres millas de radio alrededor del locus sancti que daría origen al futuro señorío de Santiago y permitiría la supervivencia de los primeros religiosos del lugar. 
Estas medidas, unidas a su decisión de situar a Oviedo como capital del reino y centro religioso, pretendían reforzar la pequeña iglesia asturiana frente a la situada en territorio musulmán, liderada desde la poderosa Sede Metropolitana de Toledo, que mantenía serias discrepancias teológicas con la del pequeño reino cristiano. 
 
Se cree que Alfonso II solicitó ayuda al emperador franco-alemán Carlomagno, con el que mantuvo contactos, para la consolidación de su Iglesia y la durísima lucha contra los musulmanes, que llegaron a arrasar Oviedo, la capital del reino. Estos hechos pudieron inspirar en el siglo XII el relato legendario de la Historia Turpini -libro IV del Códice Calixtino- donde se sitúa al gran emperador continental como liberador del sepulcro y responsable de la apertura del Camino a Santiago. Se buscaba reforzar la dimensión europea del santuario, a pesar de que la muerte de Carlomagno se produjo en el año 814, varios años antes del hallazgo del sepulcro de Santiago, y de que el texto ignoraba la trascendencia de Alfonso II en el nacimiento del santuario. 
Durante el reinado de Alfonso II podría haber nacido la consideración del Apóstol como “patrón y señor de toda Hispania”, partiendo quizá de fuentes que, como el himno O dei verbum, de finales del siglo VIII, aluden a un patronato anterior. En este confirmado patronato estarían los orígenes remotos de una interpretación de su figura como líder celestial en el largo combate peninsular contra los musulmanes. Esta interpretación va a convivir a través de la historia con su consideración como apóstol y peregrino, que le daría su verdadera dimensión europea. 
Alfonso II está considerado como el primer peregrino jacobeo. Visitó el naciente santuario compostelano al menos una vez (834), llegando previsiblemente a través de lo que hoy se conoce como el Camino Primitivo, entre Oviedo y Compostela."

Volvemos a recorrer la gran fachada barroca del cenobio de San Salvador de Cornellana en dirección a la también barroca de la iglesia. Esta sería la abadía que conoció Jovellanos cuando, el 20 de julio de 1792, escribía en sus Diarios...
"Por la mañana al archivo, donde continuamos copias y extractos, y yo hice el de un catálogo de los abades, manuscrito que es harto curioso, sin pasar de la mitad del siglo XVI, porque ya allí es largo e impertinente. Comimos en buena compañía, y aunque después de siesta amagaba mal tiempo, emprendimos el viaje a Belmonte."

"La fachada del monasterio es barroca; se divide en tres niveles que rematan en un frontón con el escudo de Castilla. El orden compuesto de las columnas se acompaña de una decoración vegetal popular, mientras que la puerta y el balcón presentan molduras de oreja renacentista. El tejaroz posee decoración con canecillos de madera", es como la describen en Vivir Asturias


Nuevamente en la Plaza del Campillo, volvemos a pasar junto al crucero, en cuyos peldaños la gente aprovecha para sentarse


Y hacerse fotos para inmortalizar esta jornada


Vamos pues a visitar el interior del conjunto monástico, empezando por el de la iglesia, actual parroquial de San Juan Bautista, admirando nuevamente su monumental fachada en todos sus detalles


Este primer tramo, accediendo al interior, guarda perfectamente la estructura barroca de las torres y el cuerpo intermedio entre ellas, con su arco carpanel y su bóveda decorada con sus motivos geométrico-vegetales muy del gusto de ese arte. Cuando Jovellanos visitó el monasterio este se encontraba en obras, y de sus escritos se conoce detalles como la procedencia de la piedra empleada, explica Álvarez-Busto:
 "Jovellanos nos proporciona la referencia a una de las pocas canteras en la que conocemos que se extrajo material para el monasterio: «piedra roja que sirvió para solar el presbiterio y coro bajo de esta iglesia de Cornellana (…) La cantera es abundante y capaz de dar grandes columnas. (…) Está situada esta preciosa cantera a un cuarto de legua de este monasterio, entre su norte y oriente, en una heredad llamada La Estremera, término del lugar de Bulsi, parroquia de San Esteban de las Dorigas». Sabemos asimismo que cuando visitó el monasterio el 18 de julio de 1792 se estaba reponiendo una parte del suelo de la iglesia: «Edificio nuevo, sólido, cómodo, sin ningún ornato de gusto… la iglesia se está solando de nuevo de ricos jaspes, sólo bruñidos en el presbiterio y coro bajo, pero sin pulimento. Éste nuevo, de mala invención y mal ejecutado…La arquitectura del interior de la iglesia puede ser del tiempo de la fundación, pues pertenece a la época asturiana; sólo me han parecido nuevos la bóveda y el coro»

Avanzando uno poco más vemos la estructura original románica de planta basilical tres naves divididas a su vez en tres tramos, y separadas entre sí por grandes arcos, románicos, de medio punto, prácticamente sin decoración, muy del gusto, sobrio, de aquella refundación cluniacense, de la Orden de Cluny, reformadores de la Orden Benedictina, simbolizando una vuelta a los ideales sobrios y de pobreza, concepto representado en esa ausencia de dibujos y filigranas tallados en la piedra, todo liso, exceptuando unos mínimos detalles. De todas maneras, "La fábrica medieval románica tan solo mantiene in situ los paramentos y las bóvedas de la cabecera, y los tramos inferiores de los paramentos de las naves laterales", revela Álvarez Busto. Las bóvedas de cañón, por ejemplo, son del siglo XVII, pero la fábrica medieval formaría parte de la segunda fase de la obra románica, ya en estilo románico pleno. Leemos en Románico digital:
"Entre finales del siglo XII y principios del XIII, con anterioridad para algunos autores, continuando con las reformas del monasterio, se iniciaría la reedificación del templo, sustituyendo la primitiva basílica por una construcción más acorde a la nueva liturgia y siguiendo los modelos benedictinos. Modificada en las obras del siglo XVII para adaptarla a la nueva estética de la Contrarreforma, la actual iglesia parroquial de San Juan de Cornellana plantea serias dificultades de interpretación aunque conserva lo esencial de su estructura primigenia. Sigue el modelo benedictino de planta de tipo basilical, con tres naves, la central más ancha que las laterales, y cabecera triple escalonada con ábsides semicirculares precedidos de tramo recto.

La actual disposición del cuerpo de naves, dividido en tres tramos, el primero enmascarado por la construcción del coro alto en el siglo XVIII, plantea no pocas incógnitas. Está articulado mediante grandes arcos de medio punto, con la rosca doblada, que descansan sobre pilares de sección cruciforme con columnas adosadas en sus frentes internos. La excesiva luz de los arcos, impropia del período románico, y la existencia de seis contrafuertes en el exterior del muro norte, algo modificados, llevan a M. S. Álvarez Martínez a considerar que la estructura original de la iglesia, antes de las reformas modernas que la modificaron buscando una mayor diafanidad y teatralidad acordes con el gusto barroco, podría organizarse en seis tramos en lugar de tres, teniendo para ello seis pilares sobre los que gravitarían otros tantos arcos. De ser así, en la estructura actual de las naves sólo restarían de la fábrica original tres pilares, siendo eliminados los intermedios para proporcionar una amplitud espacial adecuada a las exigencias constructivas del estilo barroco y alterando por completo el concepto espacial románico. 

No menor problema que las naves plantea el sistema de cubiertas, también modificadas para adaptarse a los nuevos gustos. En la actualidad presenta bóvedas de cañón corrido, enmascarado con arcos fajones sobre ménsulas, que, como propone el arqueólogo Martínez Villa, aparentando función estructural, son meramente decorativos. Es difícil conocer cuál fue la cubierta original del templo románico ya que, si bien la presencia de contrafuertes pudiera denotar una sistema abovedado, la formulación de los pilares con columnas adosadas sólo en los frentes internos, no parece la adecuada para recibir los arcos fajones que necesitarían unas bóvedas de considerables dimensiones. Con independencia del tipo de cubierta, lo que parece claro es que se elevaría por encima de la altura de la actual, ya que tanto en el muro de la fachada como en el del testero se conservan dos vanos parcialmente tapiados que formarían parte del sistema de iluminación original y se abrirían en el muro por debajo de la primitiva cubierta. El sistema de iluminación se debió completar con una línea de saeteras de derrame interno abierta en la parte superior de los muros laterales, del modo de la que se conserva en la nave sur al lado del ábside, donde, además, se abre un estrecho vano semicircular y pueden apreciarse algunos restos de pinturas simulando sillares."

Como corresponde a la planta basilical de tres naves, la nave central es la más grande (más ancha y más alta que las laterales) y da paso a la capilla mayor, la del altar principal. A la izquierda, el  púlpito de piedra es de factura barroca y antaño "estaba decorado con pintura que imitaba las vetas de mármol y su tornavoz culminaba con macollas y un pináculo", dice Alejandro García Álvarez-Busto. Luis Antonio Alías describe de esta manera el interior de este templo:
"La iglesia -planta basilical de tres naves separadas por cuatro pilares de sección cruciforme, bóveda de cañón descansando en arcos fajones, bóvedas de cuarto de esfera en las capillas- sorprende por la austeridad desornamentada de los capiteles".

Mientras recorremos las naves admiramos también las pinturas barrocas de las bóvedas, también barrocas, pues de la cubierta románica únicamente quedan las tres bóvedas de las capillas de la cabecera, como señala Álvarez Busto:
"De la techumbre medieval únicamente se mantienen las tres bóvedas de horno que cubrían originalmente los tres ábsides de la triple cabecera escalonada. La nave central se cubre con una gran bóveda de cañón con fábrica de mampostería y argamasa, la cual anuló diferentes vanos de iluminación correspondientes a las fábricas precedentes, como ya hemos visto. La fábrica medieval románica tan solo mantiene in situ los paramentos y las bóvedas de la cabecera, y los tramos inferiores de los paramentos de las naves laterales. De hecho, la reforma barroca del templo fue tan intensa que afectó a las arquerías y a los pilares que separan la nave central y las laterales, en las que se aprecia un reaprovechamiento de parte de la sillería y los dovelajes medievales, pero con una reincorporación a una nueva estructura de sustentación que modificó la luz de los arcos formeros que separan la nave central de las laterales."

Y este es el coro, otro de los elementos superpuestos a la obra románica, pues como nos dice Álvarez Busto:
"... la reforma barroca del templo fue tan intensa que afectó a las arquerías y a los pilares que separan la nave central y las laterales, en las que se aprecia un reaprovechamiento de parte de la sillería y los dovelajes medievales, pero con una reincorporación a una nueva estructura de sustentación que modificó la luz de los arcos formeros que separan la nave central de las laterales. En el tramo de los pies se localiza la puerta de acceso al coro alto del templo. Este vano se abre con la reforma barroca del conjunto, permitiendo el paso desde el piso de celdas del claustro a la tribuna de la iglesia. Presenta un recercado de cantería de piedra caliza, con unas orejetas muy sencillas apenas marcadas en los extremos del dintel." 

Pinturas de las bóvedas. Al fondo, puerta que comunica con el piso alto del claustro, del que hablaremos prontamente:
"En el tramo de los pies se localiza la puerta de acceso al coro alto del templo (Figura 127). Este vano se abre con la reforma barroca del conjunto, permitiendo el paso desde el piso de celdas del claustro a la tribuna de la iglesia. Presenta un recercado de cantería de piedra caliza, con unas orejetas muy sencillas apenas marcadas en los extremos del dintel".

Desde aquí vemos la cabecera tripartita románica, el interior de un precioso triple ábside semicircular que luego veremos por el exterior. En ella, "Los arcos de triunfo, de dos arquivoltas, descansan en pilares con columnas adosadas y capiteles troncopiramidales sin decoración alguna -en el arco lateral izquierdo solo uno presenta follajes", sigue diciendo Luis Antonio Alías, y en Románico digital apuntan lo siguiente:
"La cabecera, construida con excelentes sillares de piedra en los que pueden apreciarse algunas marcas de cantero, parece ser la única estructura que quedó libre de las reformas barrocas. Sus tres ábsides, el central de mayor tamaño que los laterales, se cubren en el tramo recto con bóveda de cañón y en el espacio semicircular con bóveda de horno. Se accede a ellos a través de los correspondientes arcos triunfales, compuestos por un arco de medio punto doblado, dispuesto sobre unas pilastras de sección cruciforme con columnas adosadas, más gruesas en los frentes del pilar y con el fuste delgado en los ángulos"

Este es el altar mayor con su gran arco toral y triunfal. "Antes de la reforma del presbiterio (1972), estaba cerrado por un cancel comulgatorio metálico y el altar adosado al retablo sostenía un tabernáculo de segunda mitad del siglo XVIII que (parcialmente y despiezado) se conserva en el convento, al igual que el altar, que se asemeja a los laterales", explica Álvarez-Busto. A la izquierda vemos el único capitel decorado, mencionado por Alías


Detalle de su temática vegetal


A ambos lados del ábside central o capilla mayor, donde está el altar principal, se encuentran los sepulcros de Suero Bermúdez y Enderquina, quienes donaron el monasterio a los cluniacenses en 1122:
"En el interior de la capilla central, en el tramo recto, se abren dos sencillos arcosolios de medio punto, posiblemente construidos en el siglo XVII, donde fueron trasladados en 1604, como comenta Yepes, los sepulcros de don Suero, doña Enderquina y su hijo, que se encontraban en el crucero en tres arcas de piedra."

Y este es el retablo mayor, barroco, restaurado en 2021 y cuya descripción hallamos en la web de la Archidiócesis de Oviedo, sección Parroquias con mucho arte:
"El retablo mayor de la iglesia de San Juan Evangelista de Cornellana, Salas, es uno de los pocos ejemplos que se conservan en Asturias de retablos de inicios del siglo XVII o adscritos al barroco clasicista, que se inspiran todavía en las corrientes renacentistas castellanas de finales del siglo XVI. 
Es una obra excepcional y de gran calidad que fue remodelado a mediados del siglo XX, en una reforma relacionada con el concilio Vaticano II, en la que se suprimió la  gran Custodia central. 
El retablo, de madera de castaño y nogal policromada, se articula en tres pisos o calles: en la parte superior o ático, se encuentra el crucificado, la única imagen de bulto, sobre un panel pintado del Calvario y con dos escudos de Castilla y León a ambos lados. 
En el centro, un magnífico relieve de la Transfiguración y, a ambos lados, San Benito penitente en la cueva de Subiaco, y San Mauro salvando de las aguas a San Plácido. 
En el tramo inferior o predela, se sitúan santos benedictinos: a la izquierda, San Bernardo y San Gregorio Magno, y a la derecha, Santa Lutgarda y Santa Gertrudis. 
En 2021 la parroquia acometió un trabajo de restauración del retablo cuya policromía estaba completamente alterada o enmascarada por un grueso estrato de suciedad y por numerosos repintados del siglo XIX y XX. También se han realizado tareas de conservación como la desinsectación de la madera y la consolación de la estructura de madera. 
Así, la capilla mayor de la iglesia del monasterio benedictino de San Salvador de Cornellana, dedicada a San Juan Bautista, ha recuperado la belleza y protagonismo de su retablo Mayor, un elemento mueble sobresaliente cuya iconografía alude al fundador y a santos de la Orden benedictina."

Arriba en el ático, Cristo crucificado en el Gólgota con una pintura de Jerusalén haciendo de fondo, como es usual en los calvarios. Un pequeño frontón triangular remata el retablo el cual, como era usual, se hacía encajar perfectamente en el espacio disponible del ábside románico


A los lados, de nuevo, los escudos del reino


Debajo, en  la Transfiguración del Señor en la gran escena central. A la izquierda San Benito penitente en la cueva de Subiaco y a la derecha San Mauro salvando de las aguas a San Plácido


Más abajo el Sagrado Corazón en la hornacina de la izquierda. En medio San Juan Bautista, patrón de la iglesia y, a la derecha, hornacina sin talla alguna. En la base del retablo se representan como se ha mencionado a los santos benedictinos San Bernardo y San Gregorio Magno a la izquierda, y  Santa Lutgarda y Santa Gertrudis a la derecha. "En el tabernáculo podemos ver la desaparecida imagen original de San Juan Bautista flanqueada por dos imágenes posteriores al retablo; la de la derecha, fue sustituida en 1953 por una Asunción donada por el párroco", explica Álvarez-Busto


Cuadro de la Sagrada Familia con el Espíritu Santo y Dios Padre en lo alto, entre ángeles y querubines


Una vistosa cenefa esculpida que recorre este triple ábside, incluyendo las columnas de sus arcos triunfales es otra de las muy escasas concesiones cluniacenses a lo ornamental:
"Articulando los paramentos de los ábsides y dando unidad al conjunto, dos líneas de imposta recorren los muros, tres en el caso del ábside central, la inferior de ella con puntas de diamante y las dos restantes lisas. Sin interrupción y abrazando los haces de columnas, pasan de una capilla a otra, y, a juzgar por los restos apreciables en un estrecho paño de pared que se conserva al lado del ábside sur, debían de continuar por los muros de las naves laterales. Junto con algunos detalles en las basas, decoradas con motivos florales, semicírculos, escamas de pez, dientes de sierra o sogueados, estas impostas ofrecen la única ornamentación del templo, ya que los capiteles coronan las columnas con un sencillo esquema de cesta troncocónica desornamentada siguiendo modelos que podemos encontrar en Santa María de Valdediós o en la Catedral de Zamora".

Detalle de la cenefa de 'puntas de diamante' vista de cerca en la parte de las columnas entre la nave central y la del evangelio. Arriba, el único capitel historiado, que vimos antes: 
"Únicamente el situado en el pilar norte del ábside central se decora con elegantes lacerías vegetales, semejantes a las utilizadas en un capitel de la portada de San Pedro de Villanueva en Cangas de Onís".

La cenefa en la capilla septentrional, del lado del evangelio, donde nos fijamos asimismo en el ventanuco tipo saetera y en la bóveda de cuarto de esfera o de horno


La cenefa en las columnas del lado norte de esta capilla, llegando por su muro. Capiteles y arco lisos, sin decoración alguna


Retablo barroco de San José con en Niño, del siglo XVII


En la cabecera tripartita del triple ábside semicircular pasamos ahora desde el crucero a la nave del lado de la epístola, arquitectónicamente similar a la anterior


También con ventanuco central románico, arco de medio punto con capiteles lisos y cenefa recorriéndolo. Se aprecian restos de policromía bajomedieval tanto en la pared como en la bóveda, las cuales se descubrieron cuando se desmontó el retablo de Nuestra Señora aquí existente, lo que hizo que este fuese trasladado a otro lugar para que quedasen a la vista, colocando aquí estas tallas del Nazareno y la Dolorosa, tal y como leemos en la página del Monasterio de Cornellana a fecha 2-11-2014:
"Con motivo de las obras de restauración que se están llevando a cabo en el retablo de Nuestra Señora de la iglesia de Cornellana, y una vez desmontado el mismo, aparecieron una serie de pinturas murales románicas. Aunque sin datar todavia, la estimación inicial las situa en los siglos XII o XIII. 
Esto provocó que desde la consejería de cultura del Principado de Asturias, se haya ampliado la partida destinada a la recuperación del retablo donado por Alonso de Bello, y con este motivo se ha incorporado una técnico especializada en conservación y restauración de pinturas para acometer una obra adicional a la capilla de Nuestra Señora.
Tienen tanta importancia las pinturas encontradas que se están estudiando dos opciones a futuro: 
La primera pasaría por separar del fondo del ábside el actual retablo, una vez restaurado, dejando los lados separados de la pared, de tal forma que quedase un hueco por cada lado desde el que se pudiesen contemplar las pinturas. 
La segunda opción consiste en cambiar el retablo a la capilla de la Dolorosa, y pasar las actuales imágenes a la capilla de Nuestra Señora, de esta forma se podrían contemplar, tanto el retablo, como las pinturas que quedarían situadas detrás de las imágenes."

A la derecha hay un pequeño postigo o puerta menor, de arco semicircular, que comunicaría con una antigua sacristía y, al lado, otro de los retablos barrocos del siglo XVII. Sobre los bienes e imaginería y mobiliario monacales leemos lo siguiente en Cornellana: historia y arqueología de un monasterio asturiano:
"Algunos hechos que determinaron la distinta suerte que corrieron sus bienes fueron: el incendio de la mayor parte del convento a principios del siglo XVI; el traslado de los restos de los refundadores a la capilla mayor (1604- 1607) que, según Ramallo, pudo conllevar su «adecentamiento» y la instalación del retablo; los daños causados por los franceses en 1809; la exclaustración, las confiscaciones y el abandono del monasterio, que («bastante deteriorado») fue vendido en 1844 a un vecino de Salas que instaló una fábrica de manteca y al que se le exigió hacer desaparecer todo signo exterior de su anterior destino (Moro 1981); en cambio, la iglesia mantuvo su función parroquial, atendida en los primeros decenios por antiguos monjes. En 1878 lo compró el Obispado de Oviedo y, en los primeros meses de la Guerra Civil, se produjeron diversos deterioros y pérdidas, especialmente entre las imágenes".
Foto: Las historias de Santueña

Y esta es la capilla de Nuestra Señora, de cuya fundación e historia sabemos gracias al extraordinario blog Las historias de Santueña: de Emilio de Vicente, del que compartimos estas fotos y testo:
"La Capilla de Nuestra Señora de la iglesia de Cornellana fue fundada en 1618 por Alonso de Bello, indiano al que Juan Uria Maqua dedica el libro: Alonso de Bello (1552-1632) Un indiano perulero de los siglos XVI y XVII. 
Libro del que quiero haceros una reseña referida al capitulo correspondiente a la fundación de la capilla dedicada a la Asunción de Nuestra Señora, en mi querida Iglesia de San Juan Bautista perteneciente al monasterio de San Salvador de Cornellana.  
El autor, Juan Uria Maqua, Noreña 1931 Oviedo 2011, hijo del historiador Juan Uria Riu, se doctoró en historia por la universidad de Valladolid, fue profesor de historia en la universidad de Oviedo, y fue un gran especialista en la historia de Asturias de los siglos XIV al XVII. 
Nos cuenta Uria, "En la iglesia de San Juan Bautista del monasterio de San Salvador de Cornellana, y más concretamente en la cabecera del lado de la sacristía, existe una capilla con un retablo barroco de factura noble, aunque de tosca traza, dedicado a la Asunción-Coronación de Nuestra Señora, en el que se contiene la siguiente inscripción:
Y la reflexión que uno se hace cuando lee este epitafio y se pregunta quien será este Alonso de Bello que en el aparece, es a su vez, la de imaginar cuantos en este montón de años se habrían hecho la misma pregunta" 
Para describirnos a Alonso de Bello os cito las palabras que Luis Suarez nos hace en el prologo de la obra: 
"Alonso de Bello, que es un hidalgo, cómo no, en esa tierra asturiana en donde lo normal es serlo, cruza el océano con destino al virreinato del Perú- de ahí el sobrenombre de perulero -desde la humilde calidad de marinero, con tres ducados por salario al mes, para hacer fortuna, pero no para quedarse. Y la hace. Desde 1605 está otra vez en Asturias, como un indiano, es decir, alguien que ha hecho fortuna pero sin echar raíces." 
Ya tenemos la descripción de la fundación y la de nuestro hidalgo, y lo que seguidamente nos preguntamos, son los motivos que llevaron a Alonso a dotar la capilla y las seis tumbas que contiene la misma bajo el retablo, ya que en una de ellas está enterrado desde su fallecimiento nuestro protagonista, y que Uria nos narra así: 
"El día 7 de septiembre de 1632, encontrándose enfermo y en cama en el monasterio de Cornellana, fallecia Alonso de Bello de esta presente vida. Contaba a la sazón 79 u 80 años, una edad que en aquella época solo alcanzaban unos pocos privilegiados y en el caso que nos ocupa aun sorprende más, teniendo en cuenta las difíciles y duras condiciones que a Bello le tocó vivir, dedicado a un trabajo en su etapa americana, el de mercader, que en aquel entonces requería unas cualidades físicas de primera magnitud, y ello sin olvidar las intelectuales, que con un cierto carácter especifico estuvieron siempre presentes en el complejo mundo de los negocios." 
En cuanto a la descripción de la capilla y su retablo situada junto al altar mayor, indicar que constituye una de las primicias de la escuela escultórica regional y que su estilo barroco supone una aceptación sin reservas de lo racional y austero, como indica Germán Ramallo. 
Por ultimo señalar que este retablo, nos dice Uria, pone de manifiesto el protagonismo que en la vida de Alonso de Bello alcanzó su devoción a la Virgen María, cuyo relieve central, entorno al cual se sitúan el resto de las imágenes, preside la escena de la asunción-coronación de María. Directamente relacionado con ella está el relieve que representa al propio Alonso de Bello arrodillado en actitud orante y con un rosario entre sus manos, frente a lo que parece el arcángel san Gabriel, que señala con el indice de su mano derecha el misterio de la Asunción. 
Agradezco especialmente a D. Ceferino Diaz, párroco de Cornellana, sus comentarios sobre la descripción del retablo y las facilidades dadas para el reportaje fotográfico realizado por mi hija Reyes."
Foto: Las historias de Santueña

La Coronación de Nuestra Señora, la gran escena central del retablo, del que nos cuenta así Álvarez-Busto:
"El retablo que el indiano Alonso de Bello dedicó a La Asunción (Figura 209), ha sido cuidadosamente tratado, desmontado, protegido y almacenado en 2014 (a la espera de una deseable reposición) por Natalia Díaz Ordóñez, autora de un informe que revela valiosas informaciones (que constituyen un hallazgo) sobre una obra especialmente interesante por su cronología y por la singularidad del personaje que lo encargó: el mirandés Alonso de Bello (1552-1632), cuya longevidad le permitió reunir una importante fortuna en Perú y administrarla sabia y generosamente durante 28 años en su tierra."
Foto: Las historias de Santueña

Alonso de Bello, representado en este mismo retablo con el arcángel San Gabriel

Foto: Las historias de Santueña

Santiago apóstol con hábito peregrino, bordón y libro


Tallas de Santa Bárbara y el Sagrado Corazón. Foto antigua de Covadonga en la pared y un confesionario


Y aquí, en esta vitrina, una maqueta del monasterio


Abajo a la izquierda la iglesia con sus torres barrocas; a la izquierda la otra torre, románica y de la primera fase de las construcciones cluniacenses, pero con un piso alto añadido en el siglo XVIII. A la derecha las dependencias monacales donde estaban las celdas de los monjes, cocinas, huertos, caballerizas y cuadras, como hemos dicho


Y por supuesto el claustro, recorrido en sus cuatro lados por grandes arcos de columnas cuadradas y, arriba, por los ventanales de los pasillos. Estas fases constructivas las explica así Románico digital:
"De las ultimas investigaciones se desprende que la sustitución de las primitivas dependencias monásticas erigidas en tiempos de la infanta doña Cristina, de las que debieron formar parte las estructuras descubiertas en las inmediaciones de la cabecera del templo, por una nueva construcción románica pudo llevarse a cabo en dos fases diferentes. En un primer momento, datado en las primeras décadas del siglo XII coincidiendo con la refundación del monasterio y su entrega a Cluny, debieron realizarse algunas obras de acondicionamiento adscritas a las corrientes del románico temprano que dejaron como testigos la torre cuadrada, situada ente la iglesia y el claustro, y la llamada puerta de la osa que da acceso al recinto monástico. No mucho tiempo después, posiblemente de acuerdo a las necesidades de la vida benedictina y la nueva liturgia romana, entre mediados del siglo XII y principios del XIII, se llevaron a cabo nuevas labores con la reedificación de la iglesia y la construcción del claustro, siguiendo en este caso la estética propia del románico pleno, con fuerte influencia de las formulas y repertorios del románico borgoñón.

Como decimos la torre y la portada de la osa, son los restos más evidentes de la primera fase románica de Cornellana."

Y este es el claustro, cuyo primer piso se acabó en 1719 y el segundo en 1759, con cuarenta años de diferencia pues entre uno y otro. Para construirlo se echó abajo el claustro románico, del que únicamente se conservan escasos elementos, pero muy destacados e importantes

Foto: Cornellana: historia y arqueología de un monasterio asturiano

Uno es precisamente la iglesia que comunica con el claustro, de dos arquivoltas apuntadas, es decir, un arco ojival de inspiración ya gótica, así como guardapolvo, que se yergue sobre cuatro columnas, dos a cada lado, con sus fustes cilíndricos y capiteles historiados 

Foto: Arteguías

Estos son los de la derecha, "de delicada labra vegetal -bandas de cuadrifolias y hojas de parra-", dice Alías. Sobre ellos hay una imposta de flores 

Foto: Cornellana: historia y arqueología de un monasterio asturiano

En los de la izquierda hay temática también vegetal y águilas, bajo una imposta similar de flores

Foto: Arteguías

Las águilas

Foto: Románico digital

Y al lado, un sepulcro con arcosolio, también gótico. De este conjunto junto con otra portada de arco apuntado que veremos seguidamente, nos cuentan esto en Románico digital:
"También en el claustro, aunque sin formar parte de su estructura propiamente dicha, se conservan dos de las piezas más destacadas del conjunto: la portada que comunica su espacio con el de la iglesia y que se abre en el muro sur de ésta, y un arco que da acceso al zaguán barroco de la entrada principal. Se trata de estructuras con similares características, que desde el punto de vista técnico, formal e iconográfico deben ponerse en relación con las soluciones borgoñas difundidas desde los talleres ovetenses, donde el preciosismo, la minuciosidad y el gusto por los repertorios vegetales, quizás en este caso un tanto menos acusado que en otros ejemplos del grupo, son las notas dominantes. Así, siguiendo estos postulados, la portada de acceso al templo, presenta arco apuntado con dos arquivoltas lisas y guardapolvo con moldura de baquetones, que apoya sobre columnillas acodilladas en las jambas. Estos apeos del fuste liso y basas áticas con garras en forma de lengüeta y bolas se coronan con hermosos y cuidados capiteles rematados por ábacos con decoración de rosetas. Tres de los capiteles presentan decoración fitomorfa, con lacerías de palmetas, hojas de acanto con grandes caulículos y complicadas composiciones vegetales con apomados; mientras que el cuarto ejemplar, siguiendo modelos semejantes a los que podemos encontrar en San Pedro de Villanueva o Santa María de Villamayor, combina los follajes vegetales con dos águilas en cada uno de sus frentes."

El sepulcro gótico del caballero Menendo Enalso, quien peregrinó a Jerusalén en el siglo XII, como anuncia su inscripción

Foto: Cornellana: historia y arqueología de un monasterio asturiano

Y esta es la otra portada, la del zaguán barroco que da acceso a la entrada principal del monasterio que antes veíamos desde afuera. Aquí tenemos otro arco ojival o apuntado, netamente gótico, en el que volvemos a ver el motivo de las puntas de diamante en la ornamentación, así como hojas y otras geometrías


Geometrías como los rombos de esta imposta sobre la que el autor firmó esta su obra, que desentrañamos gracias de nuevo a Románico digital:
"Como se indicó, uno de los artífices dejó constancia de su trabajo a través de la inscripción que se conserva en una de las piezas, donde reza: ME MAUSCARONI FECIT MANUS OFICIOSA, epígrafe muy similar al que, según copiaron Caveda y Jovellanos, se encontraba en la lápida de consagración de la iglesia de Santiago de Caravia, donde, con fecha de 1146, se decía, entre otras formulas relacionadas con la consagración del templo: ME MAUSCARONI FACIT MANUS OFICIOSE. Esto parece indicar que el taller que trabajó en Cornellana lo hizo también antes o después en la iglesia del monasterio de Caravia, que había sido fundado en el siglo XI por Munio Muñóz. Sin embargo, la ausencia de restos materiales procedentes de este cenobio impide establecer relaciones más precisas". 

Y, sobre el arco, dos cabezas humanas sobresalen de la pared

Foto: Arteguías

Ambas parecen llevar hábito de monjes y su característico corte de pelo. Esta es la de la derecha

Foto: Arteguías

Y esta, la de la izquierda

Foto: Ayuntamiento de Salas

Deambulamos por el claustro; es cuadrado y con arcadas de arco de medio punto en el piso inferior. Su cubierta es de bóveda de cañón rebajada, que presenta abundantes módulos de decoración vegetal, así  como pinturas al fresco con motivos geométricos

Foto: Colegio de Economistas

En el piso alto presenta vanos moldurados y "se adorna con pilastras cajeadas y molduras", escribe Alías

Es una balconada adintelada con moldura de oreja, adornándose sus pilares con frisos corridos y más decoración vegetal


Por la fecha aquí labrada sabemos la fecha de construcción de la planta baja


El suelo de las crujías o pandas (los lados del claustro), hechos de empedrado


La escalera que comunica con el piso superior, "de piedra con gruesos pasamanos redondos y se adorna con pilastras cajeadas y molduras", explica Luis Antonio Alías


Esta es la inscripción que informa de la construcción de este piso del claustro: 
PRYNCIPIOSE AÑO DE 1757 EN ? DE JUNIO
ACABOSE EL AÑO DE 1759 EN 13 DE JUNIO

Del anterior, románico, se conserva esta puerta de arco de medio punto que se supone era la entrada al entonces dormitorio comunitario de los monjes


Salimos de nuevo al exterior para, continuando por el trazado actual del Camino oficial, seguir viendo las partes de la iglesia y del monasterio que nos quedan por conocer. A la izquierda, donde en nuestros días hay una casa con terreno, estuvo el antiguo palomar del monasterio


Mirando arriba hacia la torre de los relojes veremos ahora el situado en el lado septentrional


La pared norte de la iglesia es otro de los elementos románicos del edificio que han llegado a nuestros días, con sus seis contrafuertes y sus canecillos románicos soportando el alero del tejado, lisos y sin decoración tallada en ellos, como corresponde a la sobria impronta cluniacense. Vemos abajo una pequeña puerta cegada a la que se le han dejado a la vista sus antiguas piedras de sillería. Las del arco de medio punto se quitaron para abrir un vano rectangular en el siglo XVII (este es horizontal pero hay otros dos verticales a la izquierda). Se trata de la antigua Puerta de los Muertos que daba acceso al cementerio situado al norte de la iglesia como era lo habitual, cegada seguramente con las grandes reformas barrocas del siglo XVII, "cuando se deja de emplear este espacio para las inhumaciones, y que a partir de ahora se ubicarán en el interior del templo o en el cercano cementerio parroquial de San Martín", afirma Álvarez Busto explicando esta parte del templo:
"En el alzado exterior de la nave septentrional se con servan cuatro contrafuertes de la iglesia románica. Dos de ellos fueron cortados a media altura durante la reforma barroca del templo, y sobre ellos se abrieron dos grandes ventanales de disposición vertical, a la vez que se cegaban las anteriores ventanas, de tipo saetera y abocinadas, que iluminaban originalmente la nave lateral norte del templo románico".

Este sería aquel antiguo camino que venía de La Ponte Vieya, el viejo puente de piedra al que una crecida del río dejó 'en seco' en 1511 al variar para siempre el curso del Narcea. A la derecha empezamos a ver el magnífico exterior del triple ábside semicircular de la cabecera tripartita que hace un momento veíamos por dentro, con sus capillas


Orientada a este, como es lo habitual en el románico, pasamos junto a su absidiolo septentrional, más pequeño que el central, tal y como corresponde a las iglesias de planta basilical, pues cada uno corresponde a cada una de sus naves, las laterales más pequeñas que la del medio, como pudimos comprobar en el interior. También aquí contamos con Románico digital para la explicación pertinente: 
"En líneas generales, podemos decir que lo conservado del templo románico del monasterio de San Salvador de Cornellana se caracteriza por la simplificación de las formas, la sencillez y la desornamentación. Una elegante sobriedad y limpieza ornamental que puede relacionarse con los influjos de la nueva estética cisterciense, difusora de la corriente purista del estilo, y que ya evidencian los programas protogóticos que también pueden apreciarse en el arco apuntado de la portada del claustro. Unas características, como vimos, en contraste con lo que debió de ser el primitivo claustro románico, donde las técnicas, formas y repertorios ornamentales presentes en estas dos portadas nos llevan a pensar en un claustro románico de gran riqueza escultórica y calidad plástica, receptor del lenguaje internacional, al tiempo que difusor del mismo, pues, siguiendo la órbita de Cornellana, el estilo románico en su versión arcaizante y popular llegó a los templos rurales de la zona donde los talleres locales lo interpretaron dentro de sus limitaciones técnicas y materiales."

El ideal de pobreza ornamental de Cluny se hace patente también en esta maravilla del arte románico. La cenefa ajedrezada que recorre la cabecera, la cual se corresponde con la interior de puntas de diamante, es una poca de las concesiones ornamentales de este triple ábside semircular



Otro son los muy simples motivos cincelados en los canecillos. Fijémonos en el arranque recto del ábside central



Algunos de estos canecillos presentan bolas o apomados, pero la mayoría tienen forma de quilla, ambos muy usuales en el románico


Vemos también sus ventanas tipo saetera. Arriba, en lo alto del muro oriental de la nave del evangelio, el óculo forma parte de las estructuras barrocas del edificio



Además de una ventana-saetera mayor, el ábside central presenta dos altas columnas desde su base hasta el tejado, cuyos capiteles no están tampoco esculpidos sino que son totalmente lisos


Son estos capiteles además extremadamente 'simplistas' en su composición, buscando al máximo la inspiración ascética cluniacense


Sus canecillos son todos en quilla, sin más repertorio decorativo. Arriba, rematando el tejado una bola de piedra forma parte de los elementos barrocos de la iglesia


Todos los canecillos están hechos por el mismo patrón, salvo los apomados o en forma de bolas a las que agarra una cuña o pico triangular por encima, existentes en el absidiolo septentrional ya citado


Contamos en él hasta cinco de esos canecillos, todos orientados desde su mitad a la derecha


El gran ábside central es recorrido no por una sino por tres cenefas si bien solamente la inferior, la compartida con los laterales, está esculpida. Empezamos ahora a ver el absidiolo meridional, el cual quedó 'encajado' entre el central y la sacristía barroca


También empezamos a ver la 'tercera torre', la románica y más antigua, correspondiente a la que sería la primera fase de las reformas cluniacenses al refundar el monasterio


La torre se supone habría sido erigida sobre lo que habría sido parte de la fundación monacal primigenia de la infanta Cristina en 1024, donde habría existido otra torre previa:
"La torre, situada entre la iglesia y el claustro, cuyo basamento pudiera formar parte de las primitivas dependencias, puede considerarse como centro articulador de todo el conjunto, construyéndose a su alrededor, quizás debido a su función simbólica como emblema de poder, el resto de dependencias. Se trata de una torre cuadrada, elevada en dos alturas, de la que el piso inferior, de gran simplicidad y cubierto con bóveda de crucería, sólo se articula mediante un sencillo vano de medio punto con la rosca doblada y totalmente desornamentado que se abre en cada uno de sus frentes. El segundo piso, fruto de las restauraciones efectuadas en los años cuarenta por Menéndez Pidal, siguiendo posiblemente la disposición original, se articula con dos arcos de medio punto en cada uno de sus frentes. La torre, que a la vista de algunos restos de molduras con ajedrezados y motivos vegetales tuvo en origen una tratamiento plástico mucho más rico y complejo del que hoy se puede observar, sigue una tipología que, salvando las distancias, se encuentra en la Torre Vieja de la Catedral de Oviedo y con algunas variantes se repitió en la desaparecida de Santa María de la Vega y en la de San Salvador de Celorio."

"La torre románica se adosa al lateral derecho", dice por su lado Luis Antonio Alías, "Ventanas de arcos doblados, típicas del románico, se abren en en primer piso. El segundo piso se añade en el siglo XVIII -vanos de medio punto sobre líneas de impostas-". Álvarez-Busto concreta que este piso se habría añadido la centuria anterior:
"Sabemos también que la construcción del actual remate de la torre románica ha podido ser fechada en 1665, gracias a una inscripción que hemos localizado y que está inscrita sobre el mortero de una de las juntas del machón central del costado norte de la torre."

A la izquierda, la citada sacristía, edificio alto y con contrafuertes en el que unas poderosas columnas cuadradas sostienen una galería abierta de estructura de madera. En este lugar aparecieron restos de construcciones anteriores incluso a la fundación del monasterio, lo que indica que en este lugar ya había 'algo' antes de 1024, como explica Alejandro García Álvarez-Busto en el citado libro Cornellana: historia y arqueología de un monasterio asturiano:
"En el año 1989 se realizó una primera excavación en el exterior de la cabecera de la iglesia románica que permitió documentar los restos de unas estructuras de habitación anteriores a la obra románica. Se trataba de muros  de mampostería y de unos toscos pavimentos de cal sobre los cuales se recogieron cerámicas atribuibles a los siglos X y XI. Estas estructuras se encontraban cortadas por el ábside románico de la iglesia, por lo que pertenecían a una fase anterior del asentamiento por estratigrafía relativa, sin que se hubiera llegado a establecer una cronología absoluta. Durante la excavación de 2001 pudimos trabajar en una amplia superficie en esta misma zona, lo que nos permitió definir una compleja secuencia estratigráfica alterada por múltiples revueltos y acciones modernas y contemporáneas. Documentamos la continuación del muro descubierto en 1989, con una dirección oblicua, hacia el sureste, con respecto al ábside central; y asociado a esta estructura se excavó un estrato compuesto por desechos de ocupación sobre un suelo formado por la superficie nivelada de la terraza fluvial con fragmentos de un pavimento de arcilla (Figuras 13-14). Este conjunto formado por muro, suelo y desechos de ocupación se encontraba cortado por la zanja de cimentación de la zapata del ábside románico; tratándose por lo tanto de estructuras de habitación anteriores a la construcción de la cabecera de la iglesia románica, la cual se fecha en el siglo xii. Las dataciones de C14 efectuadas sobre estos restos los sitúan en la segunda mitad avanzada del siglo x (García Álvarez-Busto y Adán Álvarez 2020). Nos encontrábamos por lo tanto con restos constructivos pertenecientes a la primigenia Villa Cornellana, que serviría posteriormente de solar para la fundación monástica en el año 1024."

Este hallazgo confirmaría definitivamente que San Salvador de Cornellana se fundaba sobre propiedades señoriales preexistentes y edificios anteriores, que formarían parte de la antigua villa de Cornelio...
"En definitiva, y con el estado actual de conocimiento, podemos afirmar que entre los siglos IX y X se configuró en la vega de Cornellana, en las inmediaciones de la confluencia entre los ríos Narcea y Nonaya, una propiedad aristocrática que contaba con varias edificaciones de cierta entidad y entre las que destacaba una torre. En todo caso, esta villa de Cornellana no era sino otra, si se quiere un poco más preminente, entre una serie de propiedades señoriales ubicadas en torno a este tramo de la cuenca del Narcea y sus afluentes, como también lo eran la villa de Alava, donde se funda un monasterio propio en 889, el monasterio de San Martín de Salas a principios del siglo X, o la aldea de Quintoños, perteneciente por la misma época al patrimonio de la familia aristocrática de San Rosendo.

En no pocas de estas propiedades señoriales se van a crear monasterios propios familiares entre los siglos IX y XI, como sucedió en Cornellana. Conocemos bastante bien quiénes eran sus promotores, y tanto en las fuentes diplomáticas como en la epigrafía conservada encontramos diferentes protagonistas: la familia regia, las familias condales, miembros de la aristocracia laica, apareciendo en último lugar las élites locales y las propias comunidades de monjes y presbíteros, que fueron las que llevaron a cabo la mayoría de las fundaciones monásticas. Evidentemente tal variedad de promotores originó edificios de diferente enjundia, tanto en lo que se refiere a su monumentalidad arquitectónica como en su refinamiento artístico. (...)

Se trata monasterios que se encuentran bajo el dominio de las familias aristocráticas, y en los que se produce una comunión entre lo laico y lo religioso, en un contexto en el que no había una separación tan definida entre ambas esferas, y en los que tampoco se constata, salvo excepciones, una especial observancia de los preceptos de la vida monástica. Los casos más radicales son los que José Orlandis (1960, 78) ha denominado de una manera muy gráfica como «pseudomonasterios irregulares». De hecho, no todas estas fundaciones monásticas privadas estaban sujetas a un régimen reglado de vida en común, aunque de entre todas ellas las más canónicas estaban regidas por reglas hispanas (regula communis, de San Isidoro, de San Leandro y de San Fructuoso principalmente)".

El componente piadoso de esta y las demás fundaciones monacales revela pues la existencia de uno eminentemente práctico y más pecuniario y relacionado con la propiedad señorial y su administración:
"En muchos casos estos establecimientos se constituían en el seno de familias con un amplio patrimonio rústico, con la intención prioritaria de preservar su unidad; mientras que en otras ocasiones las fundaciones religiosas se encuentran ligadas a presbíteros con cierta capacidad económica, convirtiéndose en centros de recepción de donaciones. De cualquier forma estos monasterios respondían a diversos fines más allá de lo estrictamente religioso, al funcionar como centros de poder y de organización del poblamiento, mecanismos de gestión señorial y de explotación económica del territorio, pero sobre todo trataban de servir como elementos agregadores del patrimonio aristocrático, concentrándolo y acrecentándolo, e intentando evitar así su dispersión y disgregación entre los herederos, algo que en la práctica sucedía habitualmente, y a lo que estaba sujeto recurrentemente el patrimonio familiar."

Sin embargo, y en lo concerniente al primer monasterio, fundado por Cristina en 1024 y que seguiría las pautas del Arte Asturiano, no ha podido discernirse nada en concreto aparte de elementos sueltos reutilizados:
"La excavación arqueológica no ha permitido documentar ninguna estructura susceptible de ser atribuida a la iglesia prerrománica, y los únicos restos materiales que conocemos se deben a hallazgos sueltos, descontextualizados, al encontrarse empotrados en los muros de la fábrica moderna o reaprovechados en estructuras posteriores.

Destaca asimismo la reciente localización de un tenante de altar documentado tras el desmontaje del retablo de época moderna dispuesto en la capilla lateral sur del templo románico. De la primitiva basílica podemos intuir su arrasamiento, quedando probablemente sus vestigios cubiertos por la fábrica románica, de proporciones mucho más grandes. La misma cimentación del templo románico, de gran magnitud, debió alterar en buena medida las estructuras preexistentes. No obstante, aunque no se ha documentado ningún resto in situ de la iglesia prerrománica, en la excavación de 2001 se pudieron localizar algunos enterramientos pertenecientes a este primer periodo. Nos referimos a un conjunto de cuatro tumbas de lajas excavadas en las arenas superficiales del substrato geológico. Cubriendo las tumbas de lajas apareció una capa de tierra muy orgánica con abundantes carbones y fragmentos cerámicos; un estrato que estaba cortado por la zanja de cimentación de la iglesia románica, por lo que era anterior a esta. En otras campañas arqueológicas también han sido documentados enterramientos en otras zonas del monasterio anteriores a la iglesia románica."

Como hemos dicho, la torre, si bien no esta sino otra preexistente sobre la que se construyó la románica, sí habría formado parte de la fundación del año 1024:
"El segundo elemento vertebrador del monasterio propio era la torre, que como hemos visto había sido construida anteriormente, a principios del siglo X, y que se integraría en el monasterio, siendo reformada en una fase posterior entre los siglos XII y XIII. Aunque en la descripción que se hace de la Villa Corneliana en el año 1024 no se recoge explícitamente la mención a esta torre, habría que identificarla con uno de los domibus, edificiis y cassas referidos en el diploma. En esta época temprana de los primeros monasterios estos torreones respondían a diferentes funciones, siendo las más habituales las de albergar el campanario a la par que servía de lugar de refugio, para controlar visualmente el territorio circundante, así como para referencia, como un hito en el espacio, de la ubicación de la propiedad señorial. En el primer piso de la torre, concretamente en su alzado occidental, se localiza una entrada resuelta con aparejo de mampostería y una profunda rosca de medio punto que aun no hemos podido analizar en detalle, pero que o bien podría responder a una apertura contemporánea o bien podría tratarse de la puerta original de la torre, resuelta mediante un acceso en altura. De ser cierta esta segunda hipótesis se reforzaría su carácter señorial y defensivo, erguida dominante sobre su entorno inmediato."

Vamos a acercarnos un poco al ábside central. Fijémonos en las basas de las columnas, con sus pequeñas concesiones estéticas al ornamentación


La cenefa, con motivos ajedrezados tan usuales en el arte románico 


Se dice que estos detalles 'repetitivos' serían de los primeros que perdieron su simbolismo para pasar a ser un elemento decorativo más pero, de la misma manera que aportan una ruptura mínima a la monotonía de las formas lisas, se buscaría transmitir con ellos sensaciones de movimiento, repetición, eternidad...


Vamos a fijarnos ahora en el 'encorsetado' absidiolo meridional


Todos sus canecillos son en forma de quilla


Siguiendo con Alejandro García Álvarez-Busto en su libro sobre el monasterio, este autor nos ofrece esta magnífica descripción de esta triple cabecera el el apartado dedicado al edificio monástico plenomedieval:
"... hay que resaltar que el templo de Cornellana ofrece un testero románico «canónico» para la época, resuelto mediante la combinación de tres ábsides semicirculares escalonados, siendo el central más ancho, más alto y más profundo –es el único que presenta un antetramo recto– que los laterales. El exterior del ábside central se articula mediante tres líneas de imposta horizontales –la inferior recorre también los ábsides laterales– y dos semicolumnas que flanquean la ventana saetera. Toda la cabecera presenta una gran homogeneidad en su fábrica, más allá de las pequeñas acciones puntuales, y tal como refleja el repertorio de marcas de cantero románicas documentado. 

Se trata de muros de cantería de sillares de arenisca perfectamente escuadrados y trabados con argamasa, presentando algunos sillares marcas de cantero. 

Asimismo, la excavación realizada en 2001 permitió documentar en su integridad la zapata de cimentación del ábside central, que está construida con grandes bloques de piedra arenisca que descansan directamente sobre el estrato de cantos rodados de la terraza fluvial (Figura 29). Se trata de una potente banqueta de cimentación que ofrece estabilidad a la fábrica de sillería, la cual, de hecho, se mantiene bastante estable a día de hoy, y no presenta agrietamientos de consideración."

Como era habitual, los enterramientos se efectuaban en 'camposanto', es decir, en el interior de la iglesia, en el claustro y en el entorno más inmediato. Aquí han aparecido dos:
"En esta zona se han recuperado dos individuos de época medieval, uno enterrado en una tumba de lajas y otro en una fosa, que sería posterior al primero. Los restos recuperados en la tumba de lajas corresponden a un individuo no adulto en muy mal estado de conservación, del que apenas se conservan fragmentos muy deteriorados. Por ello, ha resultado imposible la estimación de la edad, el peso y la estatura. 
Tampoco ha sido posible detectar ninguna patología. El individuo adulto enterrado en la fosa es un hombre con una estatura de 165,55+ 3,21 cm y un peso de 54,88+ 6,84 kg. No ha sido posible estimar su edad de muerte" 

Seguimos camino; este muro cierra la llamada Plazuela del Granero que, como la de la leña, se hizo con las profundas reformas dieciochescas. Un poco más allá, al sur de la iglesia, fueron localizadas más inhumaciones:
"En esta zona se han recuperado seis enterramientos, cuatro correspondientes a los siglos XII-XIII y dos a los siglos XIV-XV. Entre los seis enterrados en los siglos XII-XIII, dos de ellos son adultos y dos no-adultos. Los dos individuos no adultos corresponden a un infantil de menos de un año y otro entre los cuatro y los cinco años. El mal estado de preservación del individuo infantil no ha permitido detectar ninguna patología. En el individuo de 4-5 años se ha podido estimar la estatura en base a la longitud metafisaria del fémur, resultando en 82,8+ 2 cm. 

Los dos individuos adultos corresponden a una mujer y un hombre. El mal estado de conservación de los huesos largos de la mujer no ha permitido la estimación de su estatura y peso. Sin embargo, sí se han podido identificar severas patologías dentales, como son caries en el segundo molar y primer premolar inferiores derechos. El primer premolar, además, presenta una fístula a la altura del ápice de la raíz. Toda la dentición posterior inferior muestra reabsorción alveolar completa (excepto el segundo molar derecho), que indica que esos dientes fueron perdidos ante mortem. Los dientes que se conservan muestran signos de enfermedad periodontal y un fuerte desgaste dental con exposición de dentina en gran parte de la superficie incisal.

La edad del individuo masculino es de 32,7 años, con una estatura de 158,18 + 3,21 cm y un peso de 67,53 + 6,84 kg. Todos los dientes presentan un fuerte desgaste dental con exposición de dentina en toda la superficie oclusal.

Del período correspondiente a los siglos XIV-XV se han recuperado dos individuos: uno con una edad en torno a los 9 años y una mujer de aproximadamente 18 años. En el más joven de los dos no ha sido posible realizar ninguna estimación dado su mal estado de conservación. En cambio, en la mujer hemos estimado que tendría una estatura  de 152,10+ 2,92 cm y un peso de 54,12+ 4,44 kg. Esta mujer presenta una serie de patologías dentales, entre las que destaca la enfermedad periodontal en toda la dentición anterior (tanto superior como inferior) y una caries en el primer molar inferior izquierdo".

Además de por un muro, la plazuela estaba cerrada por el sur por un gran edificio en forma de 'L' y de dos plantas del que solo se conserva parte de la fachada meridional


Allí empieza esta parte conservada del edificio, que era un granero en el que los monjes recibían los tributos, en especie (grano de cereal panificable sobre todo), de sus campesinos arrendatarios:
"Los ingresos eclesiásticos por vía de diezmos o las percepciones de otras cantidades como las primicias, no siempre fueron recaudadas de modo directo. Según avanzamos en la cronología se prefirió su arrendamiento o subasta. Fue habitual que esos arrendadores fueran miembros de la hidalguía regional y que actuaran de modo abusivo ante el que contribuía: el campesinado, y el legítimo propietario al intentar evadir el pago o retrasarlo como se colige de la sentencia de ejecutoria que obtuvo Cornellana en el pleito sostenido con Lope de Valdés, vecino de Salas, en el que se le reclamaba la renta de los diezmos de la parroquia y cillero de Villazón, así como los de la iglesia conventual y cillero de Cornellana que llevaba en arriendo en 1559".

"El patrimonio económico de la Iglesia no solo se sustentó en la tierra, sino que durante la Edad Moderna diversifican sus inversiones gracias también a su solvencia monetaria adquiriendo o favoreciendo instrumentos crediticios a través de los censos «al quitar», cuyo interés se estabiliza alrededor del 5 % como ya hubiera estudiado Gómez Álvarez (1979). En ocasiones, el cobro de los réditos podía ser un problema por los retrasos en su abono, sobre todo por parte de la nobleza regional llegando a los tribunales. Pleitos por estos motivos se observa en el que se abrió a Sebastián Bernaldo de Quirós Benavides, titular del mayorazgo de Olloniego, por los impagos adeudados de su progenitor Francisco Bernaldo de Quirós y al que se le había formado un concurso de acreedores."

El suelo original del granero era de arcilla aplanada que fue sustituida por ladrillo dentro de una mejora integral del edificio, coincidiendo con la construcción del muro de cierre de la plazuela, como nos cuenta Álvarez-Busto:
"En un momento posterior el edificio sufre una reforma a gran escala de sus suelos, que consiste en un aumento de cota y un reacondicionamiento de las pavimentaciones. Esta elevación de la cota de suelo se produjo mediante el  relleno de una pedrera de cantos rodados que cubría directamente los suelos originales, y que debía funcionar como drenaje y cámara aislante. Sobre este relleno de piedras se construyeron los nuevos solados, tratándose concretamente de pavimentos de fábrica, como los suelos de ladrillo rojo cocido dispuesto sobre una cama de argamasa. En otros casos el nuevo suelo se plantea con grandes losas de piedra caliza dispuestas sobre un preparado de arena. La diferencia de suelos nos puede estar definiendo diferentes usos para las estancias interiores del edificio. Un uso más «refinado» de la sala sur, y un uso más «grosero», tal vez el granero en sí mismo, para el suelo de la habitación definida por el muro medianero y el muro de fachada norte.

 La reforma de los pavimentos del edificio parece corresponderse con una mejora en su acondicionamiento como almacén, relacionada con las obras de remate del brazo corto del edificio en 1757. Este brazo corto recibió un tratamiento más complejo, abovedado, dignificando estas estancias frente al brazo largo que presentaba el piso sobre estructura de madera y cubierta a dos aguas. Todavía son visibles en la cresta del cierre meridional de la plazuela, la antigua fachada sur del edificio en L, los entalles donde encajaban las vigas de madera que soportaban el piso. Durante esta fase se construye también el muro de cierre de la plazuela del granero. 

Si el edificio en L funcionaba como uno de los grandes graneros del monasterio, en las dependencias de su brazo largo se encontraba la «oficina de recaudación», de la que todavía queda su recuerdo en la memoria oral de los vecinos de Cornellana, como el lugar donde los monjes cobraban los diezmos y primicias. A mediados del siglo XVIII el monasterio cobraba una suma de 200 reales al año en diezmos y primicias, en la forma de 48 fanegas de escanda, 150 fanegas de maíz, 26 de habas, 20 de centeno, 58 de castañas y 30 arrobas en caña."

Una fecha cincelada, 1757, nos señala cuándo se acometerían estas intervenciones en el antiguo granero monacal. La fecha de remate no obstante podría ser otra, según los resultados de las prospecciones arqueológicas aquí efectuadas:
"La construcción del edificio está groseramente fechada por la inscripción que se conserva en el brazo corto. El epígrafe no se localiza en su sitio original, ya que con las obras de ensanche del camino de Santiago para convertirlo en carretera la esquina nordeste del brazo corto fue arrasada. El hueco generado se cerró de nuevo, pero con una solución achaflanada donde se empotró la inscripción. Sujetándonos a esta parca información podríamos relacionar la finalización de las obras del edificio con esta fecha de 1757.

Junto a este dato, la excavación nos ha permitido definir una secuencia constructiva más amplia. Así, junto a las reformas de suelos documentadas, el hallazgo de una moneda en uno de los rellenos que se apoyan sobre el muro medianero del edificio, nos permite retrotraer la fecha de construcción de parte del edificio. Concretamente nos estamos refiriendo a una pieza de 4 maravedíes de 1619 de Felipe III resellada en 1659 por Felipe IV. A partir de este hallazgo numismático se puede intuir que una parte de este edificio del patio de servicio se construyó, ya, a mediados del s. xvii; por lo que la fecha de 1757 que reza la inscripción nos podría estar datando más bien la conclusión del brazo corto del edificio, con las salas abovedadas, obras con las que también se pueden relacionar las reformas de suelos en las estancias interiores. Todo ello con la debida cautela que suponen la escasez y parcialidad de los datos con los que contamos por el momento (García y Adán 2001). En el año 2002 los vestigios de las cimentaciones del edificio en L pudieron ser documentados en su totalidad, en el contexto de seguimiento arqueológico de la retirada de rellenos en esta plazuela."

El Camino coincide aquí con la carretera local SL-7, por la que subiremos a Soberriba/Suburriba. Recorre la ribera del Narcea además el sendero GR 205 Ruta de La Escrita o de los Vaqueiros de Alzada, pues forma parte de las rutas de la trashumancia vaqueira hacia el puerto de Somiedo, otro de los pasos entre Asturias y la meseta a través de la Cordillera. Compartimos parte de lo que de esta ruta podemos leer en la web de la Federación de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo del Principado de Asturias (FEMPA)
"La Vía Escrita tiene un origen incierto, no obstante, no parece construida sobre un recorrido migratorio de animales, más bien su definición está hecha por el hombre prehistórico. 
Claramente, es un camino para garantizar la máxima disponibilidad con mal tiempo, pues desciende muy rápidamente desde el puerto de Somiedo, recorre el valle por las laderas orientadas Oeste, sólo pasa el río Somiedo en el desaparecido puente Espinéu y después, sin justificación geográfica, en La Riera, para deshacer el cambio de ribera 1.500 metros abajo, en Jabriz. Esta disponibilidad se puede constatar cada año, pues los días de invierno en que el hielo hace casi imposible el paso por la carretera del Puerto, este camino se recorre sin mayores dificultades. La alternativa de paso de la cordillera más próxima sería la vía de la Mesa, que está impracticable más de cuatro meses al año, sin pueblo de apoyo desde Torrestío. Básicamente, es un camino de herradura, aunque pueden circular carros, pero en algunos tramos, con múltiples tornos para salvar los pronunciados desniveles, el descenso es muy dificultoso, debiendo de haber sido necesario retener los carros por detrás. 
La Vía Escrita está identificada como calzada romana que une el interfluvio Pigüeña/Narcea del interior de Asturias con Piedrafita de Babia, donde enlaza con las calzadas del valle del río Luna, la de Omaña y la del valle del río Sil."

Este dato es muy importante, dada la antigüedad de las rutas de la trashumancia, posiblemente de los mismos orígenes de la ganadería en el Neolítico, pues añadiría a la confluencia del Camín Real de Galicia o Camín Francés (el actual Camino Primitivo) con el Camín Real de la Mesa, el cruce con otras rutas seculares muy importantes. Volvemos a la lectura de Álvarez-Busto:
"Como ya hemos comentado con anterioridad, el monasterio de Cornellana se emplaza en la confluencia de dos cursos fluviales importantes, el del Narcea y el del Nonaya. En una de sus visitas al monasterio, concretamente en la del 24 de julio de 1792, Jovellanos describía en sus Diarios este entorno que rodeaba al monasterio en los siguientes términos: «este monasterio de Cornellana está situado en un bellísimo anfiteatro: es una vega casi circular, rodeada de montañuelas, la más alta de las cuales se conoce con el nombre de Cerro de la Horca, porque allí está la señal de jurisdicción del monasterio»

Y es que los ríos singularizan y condicionan el emplazamiento del monasterio. No en vano, el estudio geomorfológico realizado en 2001 determinó la existencia de construcciones antrópicas (canalizaciones, taludes), diseñadas con el objetivo de proteger el monasterio de posibles inundaciones. Se trata de un plan que tuvo éxito, ya que, a diferencia de lo que ocurrió en otros monasterios, en Cornellana no hay evidencia de que las dinámicas de los ríos Nonaya o el Narcea afectaran con inundaciones o crecidas excepcionales al edificio monástico, al menos para la época medieval. No en vano una gran avenida acontecida en 1511 había desviado el curso del Narcea, dejando el puente en seco; y un siglo después, concre tamente el 19 de abril de 1611 la Junta de Diputación trataba la necesidad de «hacerse la puente de Cornellana». Así todo, aún a finales del siglo XVIII el Narcea se salvaba a través de un pontón de madera, como aparece reflejado en un plano conservado en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid con motivo de un pleito habido entre el monasterio y Antonio Heredia Velarde. El dibujo, fechado hacia 1773, incorpora asimismo varios elementos que nos informan de la secular lucha del monasterio frente al peligro que suponían las recurrentes crecidas del Narcea, siendo varias las menciones al «brazo en seco por la Vega», al «brazo y nueva irrupción del río», a las «defensas arruinadas en la Vega» en la Vega de Rondero o en El Canalón, o a «defensa y línea de escabazión hacia la parte del Monasterio». Anteriormente el paso de los peregrinos hacia Santiago de Compostela como el de artesanos ambulantes y comerciantes estaba garantizado mediante una barquería. De hecho, a mediados del siglo XVIII había cuatro barqueros en el coto de Cornellana, contando el monasterio con privilegio al respecto."

Y este es el plano citado en el texto, que Álvarez-Busto nos presenta así: "Plano de la vega de Cornellana dibujado hacia 1773 con motivo del litigio habido entre el monasterio y Antonio Heredia por la posesión de diversos terrenos. Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Serie Planos y Dibujos, Desglosados, 364"


A nuestra derecha sigue el largo muro de la Plazuela del Granero, por donde se extendería antaño aquel gran edificio del granero-almacén, estratégicamente emplazado a lo largo del Camino en la llanura de esta veiga:
"La configuración de los principales ejes viarios tiene una relación directa con la disposición de la red hidrográfica. Esta es determinante puesto que las vías de comunicación en muchas ocasiones siguen los cursos fluviales, o bien necesitan de un paso o vado para cruzarlos. El monasterio de Cornellana está emplazado en las proximidades de unos de los puntos de paso del río Narcea, de hecho, hay constancia de la existencia, al menos desde época medieval, y posiblemente anterior, de un puente ubicado unos 600 m en las proximidades de Casas del Puente. Hoy en día ese paso se realiza por un puente localizado unos 650 m al noreste del monasterio. Esto confiere a este enclave un valor estratégico dentro de la estructura viaria histórica, relevancia que mantiene en la actualidad.

La red viaria histórica tiene en el entorno de Cornellana un punto de intersección de dos vías fundamentales, por un lado, el Camín Real de la Mesa, un eje estructurante en dirección norte a sur, ya documentado en época romana (Mañana Vázquez 211). Por otro, el camino a Santiago de Compostela, con dirección este-oeste, cuyo origen se vincula con el itinerario de peregrinación primigenio. Actualmente este ámbito continúa siendo un punto importante en la red de comunicaciones del sector centro occidental de Asturias, uniendo dos ejes importantes. El eje noreste-suroeste conformado por las carreteras AS-16 (Soto del Barco-La Rodriga) y la AS-15 (Puerto de Cerredo-La Rodriga), que conectan este ámbito con la costa y con el suroccidente asturiano y se prolonga hacia Villablino, en León; su trazado discurre siguiendo el cauce del Narcea. Y el eje este-oeste conformado por la carretera nacional (N-634), que recorre el cantábrico desde San Sebastián a Santiago de Compostela y se aprovecha el valle del Nonaya para conectar Cornellana con la villa de Salas; esta vía se complementa desde hace unos pocos años por la A-63 (Oviedo-La Espina), cuyo trazado discurre en altura, mediante grandes viaductos como el que se dispone entre Marcel y Sobrerriba, sobre la vega de Rondero. Todos estos ejes y viales tienen en el entorno de Cornellana un punto de confluencia, cruce y enlace."

A lo lejos, La Sierra Pedroriu o Sierra Miranda, por cuyos montes discurre el Camín Real de la Mesa procedente del puerto de este nombre, es otra de las que separa las cuencas fluviales de los ríos Nalón y Narcea con sus afluentes:
"Como se ha mencionado, la red fluvial tiene un papel destacado en la configuración del entorno del monasterio de Cornellana. El valle principal, el del río Narcea, que en este ámbito tiene una dirección dominante suroeste-noreste, y a él confluye como valle secundario el río Nonaya, con dirección oeste-este. El monasterio, por tanto, se ubica en la amplia vega situada al sur del cauce del Nonaya, muy próximo a su desembocadura en el río Narcea, mientras que el núcleo de población de Cornellana se sitúa en la otra margen del Nonaya, en torno al eje principal que configura el trazado de la carretera nacional. La confluencia de estos ríos genera una extensa llanura aluvial ubicada en torno a los 40 metros de altitud. Esto permite un amplio territorio especialmente apto para el cultivo en el entorno inmediato del monasterio. A su vez, esta vega forma parte del conjunto de destacadas llanuras aluviales del Narcea en la parte final de su trazado, que se disponen a un lado u otro lado del serpenteante río. Estas vegas van reduciendo su extensión progresivamente aguas arriba, hasta Soto de los Infantes, lugar a partir del cual el curso fluvial encuentra materiales más resistentes que le obligan a encajarse."

A la derecha, dos de los accesos a la finca de la Plazuela del Granero. El paisaje netamente rural no ha sido siempre el mismo, pues en la actualidad predominan los prados de pasto y siega, existiendo antaño más cultivos agrícolas:
"Las vegas de la parte final del Narcea y del Nonaya suponen una ventaja desde el punto de vista de la disponibilidad de suelos llanos y fértiles, especialmente aptos para la agricultura, muy escasos en el conjunto de Asturias. Esto ha permitido que la actividad agrícola haya tenido una importancia fundamental en el entorno del monasterio, destacando las vegas de La Rodriga, Cornellana y Ronderos, tradicionalmente cultivadas con centeno, escanda, maíz y habas. Este sistema de cultivos, con algunas alteraciones, se ha mantenido hasta mediados del siglo XX, en el contexto de un modelo productivo caracterizado por el policultivo y una economía mixta, agrícola y ganadera, que aprovechaba los recursos de la zona, tanto del fondo de valle como de las laderas y las sierras del entorno, donde abundaban las erías como áreas de cultivo, los prados y los espacios forestales. Este modelo fue cambiando progresivamente a partir de los años cincuenta del siglo XX con la introducción de nuevas producciones como las plantaciones forrajeras o la reducción de las superficies de cultivo en favor del uso para pradería, fruto todo ello de la especialización ganadera. Aun así, las buenas condiciones de los suelos permitieron la subsistencia de ciertos cultivos en las vegas del Narcea. (...)

En cuanto a los usos agrarios, se mantienen algunas tierras de cultivo ahora con un uso principalmente hortícola y, en otros sectores, se ha intensificado el cultivo con la introducción de nuevas especies, como sucede con la amplia plantación de kiwi en la vega de La Rodriga. A pesar de esto, en términos generales, el progresivo declive de la actividad ganadera y agrícola tradicional ha conllevado un progresivo cambio, de modo que el espacio agrícola pasa a albergar usos ganaderos y el tradicionalmente ganadero pasa al uso forestal. En este contexto, destaca la superficie ocupada por los prados, localizados en los terrenos de menor pendiente y con orientación predominante sur o en espacios favorables de las laderas. Muchos de ellos presentan un cierre perimetral con sebes de seto vivo, configurando un paisaje en mosaico"

Atención ahora a la siguiente bifurcación: nosotros seguiremos a la derecha, siguiendo la carretera SL-7, que sube a la derecha, y dejando la Ruta de los Vaqueiros o GR 205, la cual sigue de frente por la veiga


Aquí dejamos, según la señalética, de la población de Cornellana para subir a la derecha a Soberriba/Suburriba, una de las aldeas de su parroquia, entidad territorial que, en Asturias como en Galicia y otros lugares del mundo, tiene connotaciones de organización vecinal agrupando pueblos y lugares, no solamente en lo religioso sino también en lo civil y administrativo


Según subimos bordearemos la finca del monasterio e iremos viéndolo con sus dependencias, ahora desde el sur y sur-sureste



Aquí tenemos una vista desde el sudeste, con lo que queda del edificio del granero a la derecha, donde también se habría localizado la carpintería del monasterio. Más a la izquierda se conservan restos del antiguo acueducto que surtía de agua al monasterio. Hubo además otra zona de enterramientos al sudeste, localizada durante las prospecciones arqueológicas realizadas coincidiendo con las campañas de restauración del conjunto:
"En esta zona hemos recuperado restos de al menos 15 individuos, 8 no adultos y 7 adultos enterrados durante los siglos XIII-XIV. Debido al mal estado de conservación de muchos de ellos, solo se han podido estimar algunos parámetros en dos individuos. Los restos de uno de ellos pertenecerían a una mujer adulta sin ninguna patología relevante. El otro se trata de un niño de unos siete años con una estatura de 106,72+ 2,2 cm y un peso de 19,04+ 1,38 kg".

Más allá del claustro empieza el claustro de la Plazuela de la Leña, que visitábamos al ir al albergue. A la derecha hay un edificio de cuadras y, al fondo, vemos El Molín d'Arriba. A lo lejos reconocemos el tremendo tajo de la Autovía Oviedo-La Espina, que cortó el camino antiguo, que subía a Soberriba/Suburriba por la casería de La Casada. Arriba en lo alto, Folgueirinas, otra de las aldeas de la parroquia de Cornellana, sobre el valle del Nonaya


En la esquina del claustro existió en el siglo XVI una torre más, "un torreón, que quedaría subsumido posteriormente en el edificio con la construcción en altura de los pisos altos de las pandas del claustro y la reforma de la cubierta". Y en cuanto a los muros de los edificios monacales, en torno al claustro, una "lectura estratigráfica del mismo ha permitido documentar estructuras murarias de época bajomedieval, así como las posteriores reformas que conoció el edificio a lo largo de la Edad Moderna", sigue diciendo Álvarez-Busto


La carretera, que cuenta con un quitamiedos, sube un primer tramo recto en una cuesta continua. Si bien el tráfico es escaso tampoco es infrecuente, no nos descuidemos


Al ir subiendo vamos teniendo nuevas perspectivas del monasterio con su finca y dependencias y, detrás, la población de Cornellana, bajo La Sierra Faxas o de Folgueirinas (cuyas casas vemos al fondo a la izquierda). Esta es la sinopsis histórica de su evolución arquitectónica en Románico digital:
"A modo de resumen, podemos decir que la construcción sobre la que la infanta Cristina fundó el monasterio por el año 1024 debió de continuar básicamente la estética y las formas de los templos altomedievales conocidos en Asturias. Esta primitiva construcción, tras la vinculación del monasterio a Cluny en las primeras décadas de la centuria siguiente, fue sustituida poco a poco para adaptarse a las nuevas costumbres y usos de la orden benedictina, de forma que, mediado el siglo XII comenzaría la construcción del claustro, que se extendería hasta los primeros años del siglo XIII, y quedaría inconcluso. Sería también en estos años o poco tiempo antes, cuando se inició la transformación de la iglesia, siendo sustituido el templo primitivo por una construcción acorde con las necesidades de la orden y siguiendo los modelos imperantes en el momento. Tras la construcción de la iglesia y del claustro, en torno al que sabemos que se disponían, al menos, un dormitorio común y un refectorio, durante la Baja Edad Medía (siglos XIV y XV), el estilo románico deja paso a las fórmulas góticas, de forma que entre la el templo y el mencionado claustro, respondiendo a las inquietudes espirituales del momento se construyeron en Cornellana, un sencillo arcosolio y una interesante capilla funeraria que apuntan a maneras protogóticas, similares a la que podemos encontrar en la Capilla de los Alas de Avilés. Con estas estructuras se mantendría la institución por un largo período de tiempo, épocas de decadencia y declive que durante los últimos años de la Edad Media y primeras décadas de la Edad Moderna sumieron al monasterio en una profunda crisis de la que no consigue salir firmemente hasta que, como hemos visto, en la primera mitad del siglo XVI pasa a depender de la Casa Benedictina de Valladolid, iniciándose un nuevo período de su historia y una nueva transformación de las dependencias monásticas. Así, en la segunda mitad del siglo XVII se inicia la reforma de la iglesia románica, adaptándola a los nuevos gustos de estética barroca y anteponiéndole una fachada de inspiración clasicista. No mucho tiempo después se continuó la transformación con la construcción de nuevas dependencias, encabezadas por la fachada del monasterio con tintes palaciegos, y ya en el siglo XVIII la sustitución del claustro medieval por el actual claustro barroco."

Su aspecto original, en tiempos de la infanta Cristina, hubo de ser muy diferente al actual pues, según se entresaca de las noticias existentes y de otros de la época, se parecerían más a una casería que a lo que hoy entendemos por monasterio. Así lo leemos en Las historias de Santueña de Emilio de Vicente:
"Estos monasterios mantienen en su mayoría las pautas establecidas para las anteriores villas romanas ya que se trataba de explotaciones de tipo agropecuario. Se unieron en ellos dos finalidades: La espiritual y la económica, como también en los monasterios benedictinos posteriores. Por esta razón su apariencia no era diferente en lo sustancial de la de una granja (cuadras, granero, etc) añadiéndose las dependencias necesarias para la vida comunitaria tales como el dormitorio, el refectorio y también una pequeña capilla u oratorio. 
Los diferentes recintos se ordenaban alrededor de un patio, como era habitual en las villas romanas. El conjunto se cerraba con una cerca, para asegurar el aislamiento físico del mundo por parte de los miembros de la comunidad. En esta cerca se abrían dos puertas: la de la entrada o principal, y la que comunicaba con el huerto. En conjunto esta disposición general, con los diferentes recintos ordenados en torno a un claustro, es la que se mantuvo siempre en las plantas de los monasterios de todas las órdenes."

Hermosa vista de la torre gótica entre los demás edificios monacales. Al fondo las casas de La Novalle, encima de Cornellana. El peregrino Jean Pierre Raq ya conocería el monasterio con sus edificios barrocos en 1790, es decir, poco antes que lo visitase Jovellanos, si bien en verdad en su escueta guía, más bien un itinerario, como mismamente la titula: Itinéraire de Bruges á Compostelle, en la que poco más que plasmaba la distancias, únicamente mencionaba a la población


La construcción de un puente un kilómetro aguas arriba de La Ponte Vieya, por donde luego se trazó la carretera Oviedo-Villalba entonces llamada que, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX desplazó al antiguo Camín Real de Galicia o Camín Francés, desplazó el crecimiento urbano algo más al norte ya desamortizado y extinguido el monasterio. Allí al fondo vemos el cementerio, bajo La Llomba (282 m)


Un poco más abajo y a la derecha se encuentra el colegio público, parcialmente oculto por las arboledas. Al fondo está La Cruz de las Arenas con El Picu la Braña (347 m), que ya pertenece al vecino concejo de Pravia


Y en la falda del monte, con sus inmensas plantaciones de ocalitos destinadas a la industria papelera, reconocemos la praviana aldea de Las Campas


Seguimos subiendo, ladera abajo hay huertas, frutales y cobertizos


Vista del valle del Nonaya al oeste, con Folgueirinas en lo alto, en el extremo sur de la sierra de su nombre


Sierra también 'eucaliptalizada', por donde va el secular camino al santuario de Santueña, de honda tradición romera y vinculado a este monasterio de San Salvador


Y aquí tenemos otra soberbia vista del antiguo monasterio con sus edificios claustrales, las torres barrocas y románica y las paredes de su viejo granero, en el que recibían los tributos de su extenso coto, el cual, recordamos, no quedó integrado en el concejo de Salas hasta 1827 y que comprendía a mediados del siglo XVIII 8.791 días de bueyes según el Catastro de Ensenada, lo que vienen a ser unos 12,5 km2 aproximadamente. En el siglo XVI hubo un primer malogrado intento desamortizador:
"En 1579 se consideró la venta del coto por parte de Felipe II, el abad elevó un memorial a la corona solicitando el mantenimiento del status quo amparándose en ser fundación privada del conde Don Suero, y los problemas económicos para el cenobio. El concejo de Salas pretendía su integración. Al final, se falló hacia el monasterio y el abad solicitó que Salas pagara las costas de la averiguación solicitada desde Madrid en 1581." 

Vinculados con sus derechos de pesca y navegación el monasterio poseía otros dos cotos que podríamos calificar de 'marítimos', pues desde ellos remontaban los barcos el Nalón río arriba para tomar el río Narcea en Forcinas y llegar aquí, donde existió un puerto fluvial, los cuales fueron vendidos en aquella misma centuria, pocos años después de la integración del cenobio en el ámbito de la Congregación de Valladolid:
Hasta 1543 también poseían Ranón y La Arena, en la desembocadura del río Nalón, vinculados al entonces más extenso concejo de Pravia. Esta demarcación fue vendida por los religiosos, muy probablemente por los apremios económicos derivados de las deficiencias ya mencionadas, al contino de Carlos V Gutierre González de Cienfuegos, hijo y heredero del contador Rodrigo de la Rúa, por 250 ducados de oro, y una generación más tarde entraron en propiedad de la casa de Miranda."

Aquella venta habría sin duda de abonar también toda la serie de cambios que se pondrían en marcha en el monasterio, los cuales incluirían por supuesto su nueva reconstrucción según los cánones de Valladolid y los auspiciados por la contrarreforma, los cuales culminarían en su fábrica barroca y en un periodo de recobrado esplendor:
"En los siglos XVII y XVIII Cornellana, como ocurriría también con la mayoría de los monasterios asturianos, protagonizó su etapa de mayor esplendor y bonanza económica, algo que tuvo su reflejo en la monumentalización del edificio siguiendo los cánones barrocos del momento. Sabemos, por ejemplo, según el balance de ingresos y gastos presentado al Capítulo General de 1785 durante el abadiato de Fernando Prada, que el monasterio ingresó ese año 323.045 reales y gastó 326.767.

Era por entonces cuando el cenobio acogía una ocupación más elevada en toda su historia. Según el Catastro de Ensenada residían en 1752 en Cornellana 20 religiosos. Trece años después, en 1765, la «Estadística» del obispo González Pisador contabilizaba 15 sacerdotes y un lego. Y cuatro más tarde, en 1769, el Censo de Aranda apuntaba la presencia de 15 religiosos y 11 sirvientes (Dongil 2012: 122-132). De la síntesis de estas cifras se puede estimar que en la segunda mitad del siglo xviii habitaban en nuestro monasterio entre 15 y 20 religiosos, entre sacerdotes y legos, y alrededor de una decena de criados. Un total de 30 personas por tanto que residían en el edificio monástico, al menos tal y como se consigna en los recuentos oficiales, los cuales se quedarían por debajo probablemente de la cifra real. De hecho, en 1787 el Censo de Aranda contabilizaba una cifra aún mayor y más detallada, con 27 profesos, 2 novicios, 2 legos, 7 criados y 4 niños. 42 almas en total. En el momento de su desamortización contaba con 24 monjes. 

Este impulso a la vida en el monasterio se debía en buena medida a la recuperación del noviciado, el cual se había perdido en las décadas anteriores. Así, desde el siglo XVII y hasta su desamortización, Cornellana recibirá regularmente novicios, siendo con Corias los dos únicos monasterios benedictinos en Asturias que contaban con noviciado propio."

Junto con los frailes, y como ya habíamos comentado al pasar junto a las casas inmediatas al monasterio, vivían, unos en dichas casas y otros en el mismo monasterio (por lo común en estancias en la planta baja del claustro, próximas a la cocina y almacenes) o en las proximidades, un buen número de personal de servicio y mantenimiento:
"En torno al monasterio orbitaba una población laica de servicio, que aparece descrita en el catastro de Ensenada, y a quienes pagaba las denominadas soldadas: «quince ducados al mancebo de la botica; cocinero del convento; al ayudante de cocina, dos mozos de mulas, dos carreteros, tres muchachos de sacristía a quienes se les daba de comer y 10 ducados al año, el sacristán, el pastor de los carneros, el cirujano, la panadera, las lavanderas, el correo, el proveedor de pescado de la mar, la proveedora de huevos, el hortelano en cargo de la huerta del convento, el abogado, un doctor, dos procuradores y un escribano»

Las rentas del coto sufragaban el monasterio y mantenían a sus monjes y personal. Aparte por supuesto de lo que se llevaría la Congregación de Valladolid, estos ingresos permitieron pagar las grandes reformas barrocas que le dieron al conjunto su traza actual. Seguimos leyendo a Álvarez-Busto:
"A mediados del siglo XVIII el coto monástico contaba con 12 núcleos de población, con un total de 116 vecinos. Su extensión era de 8.791 días de bueyes. El producto de las tierras del monasterio se estimaba en 18.111 reales, el de un molino harinero en 330 reales, la renta de casas y hórreos le repercutía 22 reales, la utilidad de la botica 500 reales, los foros perpetuos 257 reales, y los vitalicios 844 reales. Percibía 200 reales por cenas de cuaresma y 193 reales por aniversarios. Los censos suponían 250 reales. Los derechos de vasallaje 29 reales. Y los de pesca en el río 120 reales. Pertenecían al monasterio los diezmos (4.025 reales) y primicias (363) de la parroquia de San Juan de Cornellana (Fuentes 2020). Asimismo, el monasterio ostentaba el beneficio de las iglesias de Santa María de Alaba, Santiago la Barca, San Juan de Godán, San Miguel de Linares, San Vicente de Salas, Santa María de Cermoño, San Félix de Villamar, San Vicente de La Espina, Santullano de La Silva, Santiago de Biescas y Santiago de Villazón, «en el conzejo de Salas», Santa María de Fenolleda en Candamo; San Miguel de Luerzes y Santa María de Ballota en Pravia, Santa María de Barrio de Cuña en Teverga.

La riqueza generada por este dominio monástico tuvo su repercusión en la monumentalización del edificio, bajo los criterios litúrgicos, funcionales y arquitectónicos de la Congregación vallisoletana y siguiendo los parámetros propios de la arquitectura barroca, tal como estaba sucediendo por entonces en la mayoría de los cenobios asturianos. De esta manera, entre la segunda mitad del s. xvii y hasta mediados del s. xviii se acomete el más importante proyecto de ampliación, reforma y creación de nuevos espacios acontecido desde la construcción de la iglesia y el claustro románico; duplicándose la superficie del monasterio mediante las reformas en el claustro central y la construcción de dos patios de servicio. De esta manera, Cornellana alcanzaba una planta edificada que le permitiría alojar holgadamente a la comunidad de monjes (entre 15 y 20), al noviciado, a los criados, así como recibir y hospedar a las habituales visitas, tanto de monjes de otros monasterios, como de laicos –el más destacado, Jovellanos–, como las propias visitaciones del obispo. Al respecto tenemos una curiosa referencia de la visita del prelado ovetense Tomás Reluz (1697-1706) según la cual: «visitando su Ilustrísima la Villa de Cornellana, se aposentó en el gravísimo Convento de San Benito, oy está Abad de esta Monasterio el Reverendísimo Padre Fr. José Crespo, quien tuvo a la sazón orden de asistir a su Ilustrísima, y testifica la grande edificación que causó el Religioso porte de el señor Reluz, entre los monjes parecía su Ilustrísima uno de ellos, ni su hospedaje alteró un ápice el regular orden de aquella gravísima Comunidad, ni el señor Obispo dexó de vivir con el mismo sosiego que en su Palacio. (…) un día deseó de ver pescar las truchas en aquel río, que está vecino al Convento». 

Este ciclo de grandes reformas del edificio se inició por el templo. Sobre el dintel de su portada está grabada la fecha de 1678; año en el que se concluyeron un conjunto de reformas que afectaron a la iglesia románica, entre las que destacan la construcción de una fachada-telón barroca, superpuesta al imafronte románico y rematada por dos torres gemelas.

La fábrica de esta nueva fachada supuso el replanteo de una nueva cimentación para los pies de la iglesia. Gracias a la excavación de un sondeo en 2001 supimos que la zanja de la zapata alcanzó la superficie de la terraza fluvial, cortando los enterramientos medievales de tumbas de lajas. A su vez, con esta reforma se arrasaron parcialmente algunas de las cimentaciones de la fábrica medieval, que posiblemente conectaban la iglesia y el claustro o que conformaban un probable pórtico funerario situado originalmente a los pies de la iglesia románica".

Desde el puente de Cornellana dos son los trayectos posibles para llegar al monasterio actualmente: uno, el Camino de Santiago oficial, atraviesa antes buena parte de la población y es el que hemos empleado nosotros en esta entrada de blog. Otro es el Paseo del Nonaya que, desde dicho puente, sigue la ribera del río en su desembocadura, donde forma un meandro, y llega al cenobio frente a su triple ábside semicircular


La llegada de los primeros salmones de la temporada, remontando el Narcea en gran número, era todo un acontecimiento en siglos pasados para una población eminentemente campesina y pobre, por lo que era recibido con gran alegría, repicándose las campanas del monasterio que, recordamos una vez más, tenía los derechos de pesca y cobraría sus correspondientes tasas, las cuales se oirían por todo su coto. De ahí vendría la tradición del famoso campanu, el primer salmón pescado en el Narcea, tradición que se extendió a otros ríos


Viene una furgoneta; la mecanización del campo, sobre todo pasando la posguerra, obligó a acondicionar toda la maltrecha red viaria rural para permitir el paso de maquinaria a las fincas. Acto seguido, la generalización del uso del automóvil hizo que aquellas primeras pistas abiertas en el entramado caminero se ensanchasen y asfaltasen periódicamente, haciéndose carreteras locales, tal que esta


La posibilidad, entonces, que la elaboración del pan, al que se dedicaban grandes terrenos de cultivo, tiempo y recursos (plantar, recoger, moler el grano en los molinos, traerlo de vuelta, hacerlo en casa...) se hiciese innecesaria en las caserías, al poder llegar a ellas a diario y recién hecho desde las tahonas, lo que permitiría al agro asturiano, como al de gran parte del norte, a especializarse en prados de siega y pasto, sobre todo para ganado vacuno, suministro de carne y leche a la muy creciente demanda de las también crecientes ciudades y áreas industriales


Ello llevó a la desaparición de muchos molinos, hórreos y paneras de la secular cultura cerealística campesina. Siguió plantándose maíz, pero ya no para grano panificable sino como planta forrajera para el ganado, como el que pasta en la antigua finca monacal, al lado del muro de la Plaza de la Leña, tras la que vemos la casa de La Panadería


Asoma, también allí, el edificio de La Panadería, que por su nombre tiene una relación directa con esta antigua cultura del pan, base de la alimentación campesina y popular y del pago de diezmos a los monasterios (entre otros productos) tal que este que, de un momento de máximo esplendor, pasaría en pocas décadas a la decadencia y extinción, explica Álvarez-Busto:
"Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que Cornellana arrancó el siglo XIX en uno de sus momentos de mayor riqueza y pujanza de su dilatada trayectoria. Su señorío monástico, aun con sus sombras, era una historia de éxito. A lo largo de la centuria anterior la multitud de propiedades que tenía arrendadas, junto con los derechos y beneficios eclesiásticos que ostentaba, le habían venido aportando unas holgadas rentas que se habían traducido, entre otras cosas, en una considerable monumentalización de la arquitectura monástica, tal y como acabamos de ver en los capítulos anteriores.  

Lamentablemente esta edad dorada duraría poco. En 1809 el edificio sufrió la ocupación de las tropas francesas; en 1820, durante el trienio liberal, una primera ocupación temporal con intención desamortizadora, y en 1835, la exclaustración definitiva con el decreto del ministro Mendizábal . Desde entonces y hasta nuestros días, el monasterio ha pasado por no pocos avatares, sirviendo como fábrica, escuela o cuartel; a lo que hay que sumar décadas de abandono, expolio continuado y desidia generalizada. Inexorablemente, todo ello lo fue convirtiendo en el desnudo edificio que podemos apreciar en la actualidad, no sin tristeza y nostalgia, con la salvedad hecha de la iglesia y la sacristía que, aun estando en mejores condiciones que el resto del conjunto, continúan demandando algunas imprescindibles intervenciones restauradoras. De esta manera, cuando en la actualidad uno recorre las pandas y las dependencias monásticas se encuentra con paredes descarnadas y con salas despojadas de cualquier tipo de amueblamiento y que, en la mayoría de los casos, han perdido sus tabiques y compartimentaciones interiores. El vacío lo invade casi todo. En estas condiciones, con tan escasos vestigios materiales a la vista, resulta extremadamente complicado tratar de identificar aquellos usos y funciones que tenían cada una de estas salas en la etapa final del monasterio, aun cuando recurramos a un empleo combinado y cruzado de la información proporcionada por la documentación escrita y la arqueológica; y, en el caso concreto de Cornellana, aún falta mucha arqueología por hacer al respecto. Así todo, allí donde se ha podido realizar, nos ha permitido identificar algunas dependencias como la cocina, el refectorio o la despensa, así como intuir la ubicación de otras como la bodega o el granero."

Las convulsiones políticas y sociales, incluyendo guerras e invasiones, de la francesada al absolutismo, el régimen liberal, la invasión de los Cien Miguel Hijos de San Luis y, no mucho después la carlistada, tenían como trasfondo una profunda crisis económica que propició las desamortizaciones:
"Las venerables piedras del Real Monasterio de San Salvador de Cornellana, que atestiguan ahora mil años de historia, albergaron una comunidad monacal desde aquel lejano 31 de mayo de 1024 en que un grupo de monjes que se regían por la regla de San Benito optó por una vida cuya hoja de ruta era el silencio de la oración y el trabajo bajo el apotegma «ora et labora». Ese hábito rutinario, segunda naturaleza para aquellos benedictinos, vio turbada su habituación más de ochocientos años después cuando las circunstancias históricas, sociales y políticas nada tenían que ver con las del alto medievo que vio erigir el monasterio. En el siglo XIX se produjo el desmantelamiento de este enclave espiritual quedando reducido a algo tan prosaico como es una mantequería. 

Antes, en 1827, desapareció jurídicamente el coto de abadengo de Cornellana, pasando a formar parte del ayuntamiento de Salas. El contexto que permite entender el acto jurídico de la desamortización del convento de Cornellana, como acto que implica que el cenobio pasa a manos del Estado y este lo vende a un particular que al adquirirlo lo transforma en un bien libre, es el escenario de la quiebra económica arrastrada en España desde tiempos anteriores, como el de Carlos IV y herederos posteriores. Para ello han de tenerse en consideración distintas decisiones políticas y conflictos: la mala política exterior de lucha en favor de Francia contra Inglaterra; el posterior enfrentamiento bélico contra Francia por la ocupación napoleónica; o la lucha contra las colonias latinoamericanas en su proceso de independencia. Todo esto abocó a la España de entonces, atrasada agrícolamente, hacia una importante deuda que había que sanear. Las medidas que se tomaron cobran relieve en el periodo de implantación del liberalismo político en España.

Previo a la desamortización de Mendizábal, durante el Trienio Liberal, este monasterio ya había sido objeto de desamortización y exclaustración por la Ley de conventos y monasterios de 25 de octubre de 1820. Así, en el monasterio salense hubo una exclaustración el 6 de noviembre de ese año. Como consecuencia de ello, según el Archivo Histórico Nacional, solo quedaron en el monasterio, realizando el inventario, el abad Juan Negueruela, el contador de la Aduana de Avilés, Antonio Morón, y el Comisionado por el Crédito Público, Juan Díaz Sala, finalizando sus tareas en septiembre de 1821. Posteriormente, en 1822, fueron subastadas en la villa de Salas, para amortizar la deuda nacional, setenta y siete tierras, erías, prados y huertas del dominio del monasterio en la parroquia de Godán (Crédito Público 1822) Las causas de que el gobierno pusiera su mirada en este tipo de inmuebles provenían de época de Jovellanos que, preocupado por las condiciones de la tierra y su trabajo así como por la pobreza de Asturias, afirmó: «monasterios e iglesias son casi los únicos propietarios de Asturias»

Y de esta manera, se aplican las primeras medidas desamortizadoras, las cuales en Cornellana tienen un efecto inmediato, aunque el proceso de su paso, por venta, del estado que confiscó el monasterio y sus extensas pertenencias, a particulares, se prolongó unos cuantos años...
"En medio de esta situación política y económica empiezan a publicarse decretos desamortizadores. El 29 de julio de 1835, con un Álvarez Mendizábal recién llegado al Ministerio de Hacienda, la Reina Gobernadora María Cristina decreta la supresión de monasterios con menos de doce profesos (Gaceta 1835). Poco después, el Real Decreto de 11 de octubre de 1835 suprime todos los monasterios de órdenes monacales (Gaceta 1835). Los efectos de estos decretos son inmediatos para el monasterio de San Salvador y así el convento de Cornellana fue abandonado por sus diecinueve frailes un mes después, el 12 de noviembre de 1835, siendo el último abad Fray Joaquín Álvarez, quedando abierta al culto la iglesia hasta su subasta. Meses después, el 19 de febrero de 1836 la Regente María Cristina, oído el consejo de ministros, entre ellos Mendizábal, promulga un Real Decreto declarando en venta todos los bienes que hubieran pertenecido a los conventos suprimidos, afectando al de Cornellana (Gaceta 1836). Estas medidas legislativas se justificaban esgrimiendo razones como el beneficio para el Estado, para las familias de la nación, o para las comunidades religiosas, para saldar la deuda pública con los acreedores (Gaceta 1836). Ulteriormente, el 1 de enero de 1837 la Junta de Desamortización de Asturias publica los expedientes de remate de Bienes Nacionales, figurando el monasterio de Cornellana. En este escenario resulta ilustrativa la información sobre adjudicaciones por remate de bienes del monasterio en 1838 (Boletín 1838) figurando 59 tierras, prados, huertas adjudicadas a particulares, destacando Nicolás Fernández Cabañas como comprador en bastantes adquisiciones para José Fernández. Finalmente, durante la regencia de Espartero, el 9 de diciembre de 1840 se decretó la venta de todos los edificios que sirvieron de monasterios, y consecuentemente el de Cornellana (Gaceta 1840). Sea como fuere, los sucesivos gobiernos procedieron subastando y enajenando los bienes conventuales hasta llegar al momento concreto del edificio monacal". 

Otra preciosa estampa de 'las tres torres de Cornellana', restauradas. El proceso de deterioro del cenobio empezó rápidamente a partir de la exclaustración. luego llegaría la malograda mantequería, fracasada empresa cuya caída propició la compra del edificio por la diócesis, pero no volvería a ser convento, aunque la iglesia pasaría a ser la parroquial de San Juan Bautista : 
"Durante el gobierno moderado de Narváez se consumará la enajenación del cenobio benedictino. El estado del monasterio en el momento de la subasta (1844), de acuerdo con el Boletín Oficial de Oviedo, presentaba un aspecto de deterioro generalizado, pero zonas como la fachada norte, el patio y las cornisas conservaban buen estado y demostraban buena arquitectura. Junto al edificio entra en la subasta el lagar, la casa de la panadería –muy destruida–, las cuadras muy hundidas y un solar. Todo ello fue tasado por la contaduría del ramo, como apuntan los la de doscientos cinco mil reales, al vecino de Salas José Onofre López Argüelles.

De resultas de la subasta la Junta Superior de ventas nacionales declaró a Onofre López adjudicatario con efectos del 6 de diciembre de 1844. El pago se realizó en dos plazos en deuda sin interés. Onofre López delegó en la persona de Cristino González para que en su nombre presentase las dos cartas de pago, la primera de ellas por un montante de 105.000 reales con fecha de 27 de diciembre de 1844, y la segunda carta de pago la entregó Victoriano Argüelles por valor de 100.000 reales finiquitando el pago total de la adquisición, un año después en Oviedo. López Argüelles pasaba por ser uno de los mayores adquirientes de posesiones vinculadas al monasterio de Cornellana, tales como dominios públicos, fincas, tierras y otros elementos similares pertenecientes al monasterio de San Salvador, como lo muestran los documentos archivísticos del Principado con diversas adquisiciones a lo largo del año 1844, incluso meses antes de pujar favorablemente por el edificio monacal. Este modus operandi de Onofre López significaba que, casi con toda probabilidad, compraba las propiedades subastadas para ceder, y una prueba de ello es la gran cantidad de dominios directos que llevaban otros particulares en arriendo y que eran comprados por él. En no pocas ocasiones son otras las personas que adquieren el bien, pero el destinatario es José Onofre, tal como recoge el Archivo. La adquisición de este vecino salense tuvo por consecuencia la transformación del edificio conventual en una industria de mantecas que resultó no ser exitosa. Como consecuencia del fracaso empresarial, la diócesis ovetense volvería a adquirir el monasterio en 1878, pero ya no fue convento y sí iglesia parroquial".
 
A la derecha de Cornellana se divisan, asomando entre la vegetación ribereña del Nonaya, algunas casas del barrio de Baoño, solar de otro de los molinos situados en las inmediaciones del monasterio de San Salvador, construido, al menos en la estructura que llegó a nuestros días, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, es decir, en el momento de mayor esplendor monástico pero, a la vez, justo antes de su precipitado declive


Allí nació el 24 de octubre de 1943 José Luis Rodríguez García, Pepe'l Molín, prestigioso cantor de la Misa de Gaita que se celebra en muchos pueblos en actos de resonancia y en las fiestas patronales o sacramentales. De él hablamos ampliamente en la entrada de blog dedicada a la localidad de Cornellana


Durante la Guerra Civil el monasterio fue utilizado como cuartel por ambos bandos. Los republicanos entre el 28 de agosto y el 11 de septiembre, que tuvieron aquí comandancia militar y prisión, y luego los nacionales, con cuartel y centro logístico. "Esta presencia generó en la localidad una profunda huella en forma de memoria oral. De este modo, aún hoy, entre algunos vecinos se puede rastrear esta interacción (civiles-militares) a partir de abundantes anécdotas y recuerdos", dice Álvarez Busto, que localizó y estudio varios grafitis de la época


Entre 1939 y 1941 se acometió un primer trabajo de restauración con Luis Menéndez-Pidal y Álvarez, arquitecto de las regiones devastadas quien escribió que "fueron restauradas las armaduras y las cubiertas de la Iglesia, cubriendo con nuevos tejados las dos Torres con que termina su fachada". Álvarez Busto ahonda en esta y otras restauraciones posteriores hasta las realizadas durante la segunda y tercera décadas del siglo XXI, en gran parte auspiciadas por la reivindicación social de Salvemos la Iglesia y Monasterio de Cornellana de la ruina que, además de permitir como hemos dicho celebrar su milenario con dignidad, promovió sucesivas campañas de rehabilitación, con sus pertinentes estudios arqueológicos: 
"Las obras más importantes se ejecutaron sobre la torre «románica, que, por hallarse en ruinas, así lo requería» –corrección de desplomes, inyección de mortero fluido en grietas y nueva cubierta– . Fue una intervención propia de la época: restauración de lo que se pudo y reconstrucción y rehabilitación con las técnicas constructivas tradicionales (madera y teja) de aquello más deteriorado. 

El proyecto de Mercadé dispuso una estructura metálica sobre zuncho de hormigón en la iglesia, las torres y el ala este del claustro; encima apoyó paneles de uralita, teja y mortero bastardo de cemento, cal y barro con aprovechamiento de parte de la teja existente. Subdividió las dos aguadas de la cubierta de la iglesia en cuatro faldones, hecho que creó importantes problemas: grietas, mala evacuación del agua pluvial y filtraciones al interior, aparte de la aportación de materiales constructivos inadecuados en un edificio histórico. Es buen ejemplo de actuación heredera del desarrollismo: rehabilitación con una solución novedosa que generó nuevos problemas. 

Los proyectos de Rodríguez Noriega Vizcayno (1982, 1984, 1985) fueron actuaciones parciales, escasas de presupuesto, limitadas a intentar subsanar los problemas de la intervención anterior y pequeñas mejoras. Más ambicioso fue el proyecto de Cuenca y Hevia (1988) que supuso una limpieza intensa de interior del claustro y de la iglesia, una nueva iluminación, arreglos de la cubierta y reparación el pavimento de la iglesia, pintado de las bóvedas y paramentos, reparación de la tarima del coro y las porterías con madera de castaño.

A partir de 1997 se planteó un plan director redactado por Salustiano Crespo. Sus objetivos principales fueron la restauración integral del complejo como albergue de peregrinos y dependencias parroquiales (panda oeste y plazuela de la leña), centro de documentación del Camino de Santiago (claustro bajo) y hospedería (claustro alto y plazuela del granero). Esta propuesta no respetó la distribución interior histórica del antiguo monasterio y su ambición fue hija de la época del boom inmobiliario y los fondos europeos. Desde la perspectiva actual cabe preguntarse para qué se necesita ese centro de documentación y quién lo va a sostener. (...)

En 2001 Salustiano Crespo redactó un proyecto básico y de ejecución para la rehabilitación del monasterio que se actualizó en 2007 y 2008; llegó a ser licitado por el Ministerio de Fomento en 2011 por 5,8 millones de euros, pero careció de fondos para su ejecución en 2012. 

Por encargo del Principado de Asturias, Macario Luis González Astorga suscribió en 2014 el proyecto de reconstrucción de las cubiertas como desarrollo de la primera fase del proyecto anterior, por un valor de 1,8 millones. En él se diseñó una armadura de cubierta laminada para sustituir tanto la antigua (pandas norte y sur) como la diseñada por Mercadé (panda este), la cual se apoyó sobre un zuncho de hormigón armado. El plan director había previsto recuperar la armadura de madera en la iglesia y las torres, pero ya el proyecto de 2001 optó por mantener la estructura metálica y los faldones escalonados de las naves de la iglesia, «dado que la intervención estética podría provocar deformaciones estructurales de mayor importancia que el objetivo estético perseguido» (Crespo 2001). Durante las obras, Clara Rey Stolle (2015) redactó un proyecto modificado para recuperar los dos faldones en la cubierta de la iglesia, subsanar así los problemas de la mala evacuación del agua de lluvia y asegurar la estanquidad del edificio. Se restauraron todas las piezas de madera tallada del alero que fue posible y se techó con teja árabe nueva, colocada con gancho para minimizar los problemas crónicos de falta de mantenimiento en los edificios propiedad de la Iglesia. Por lo tanto, estos trabajos combinaron la rehabilitación (nueva estructura) y la restauración (alero), criterios más respetuosos (recuperación de elementos originales, uso de madera y teja) y más impactantes (hormigón armado).

José Javier Felgueroso Carrascal abordó el proyecto de ejecución de las obras de consolidación estructural y cerramientos de huecos exteriores para el mismo órgano autonómico en 2017, consistente en reponer los forjados de las pandas del claustro, restaurar el suelo del piso alto del deambulatorio, reponer las carpinterías de toda la envolvente y enlucir los muros exteriores de mampostería por un total de 1,7 millones de euros. Asumido el coste por el Ministerio de Transportes, en 2020 se completó la propuesta con la previsión de restaurar los enlucidos decorados de las pandas este y oeste, según planteamiento suscrito por Carlos Nodal Monar. De nuevo, convivieron soluciones conservadoras y novedosas: restauración de enlucidos, reposición de elementos volados de piedra, carga de la mampostería, carpinterías de madera, frente a forjados de hormigón armado sobre chapa metálica autoportante. Este proyecto se inició en julio de 2023 con un plazo estimado de dieciocho meses.


En lo que atañe a los estudios históricos y arqueológicos que hoy consideramos imprescindibles en cualquier proyecto de restauración, las intervenciones antiguas no los tuvieron ni se los plantearon. Las primeras excavaciones se realizaron con motivo de los trabajos dirigidos por Hevia y Cuenca (Martínez 1988). La redacción del plan director se acompañó de estudios históricos coordinados por Juan Ignacio Ruiz de la Peña y sondeos dirigidos por Gema Elvira Adán Álvarez con varios profesionales (1997, 1998, 1999, 2000, 2002). Por una parte, todos estos trabajos se caracterizan por ser subsidiarios de las obras concretas planteadas y por partir de enfoques dependientes de la metodología prehistórica; es decir, se echa de menos el objetivo claro por relacionar el subsuelo con las estructuras aéreas y de guiar la redacción de los proyectos arquitectónicos. Por otra parte, el plan director y los proyectos siguientes apenas tuvieron en cuenta los nuevos datos arqueológicos. 

Sin embargo, en los últimos años se ha empezado a subsanar esta faceta. Destaca el esfuerzo de documentación histórica del proyecto de Rey Stolle (2015) para justificar la recuperación de los dos faldones unificados en la cubierta de la iglesia. Con motivo de estos trabajos, el Servicio de Patrimonio Cultural del Principado de Asturias promovió una lectura de paramentos de todo el complejo (García 2015, 2016, 2020; García et al. 2018), que el proyecto de  Felgueroso (2017, 2020) asumió como punto de partida para definir sus propuestas. Asimismo, en 2016 ese mismo órgano autonómico promovió la limpieza arqueológica y la documentación exhaustiva de los restos conservados en la cocina y la despensa del monasterio, espacios de servicio singulares, ya que apenas hay datos sobre los mismos en el resto de cenobios asturianos (García Álvarez-Busto 2016, 2018). 

La historia de la restauración del monasterio de Cornellana sigue en marcha. Es imprescindible actualizar el plan director a la realidad de la sociedad actual, con menos medios económicos disponibles, de forma que se garantice la conservación de sus espacios históricos. Debe plantearse la excavación arqueológica en área de la esquina noreste del claustro y la panda oeste, cuyas cotas sobreelevadas y su configuración arquitectónica evidencian la presencia de restos de interés. En el deambulatorio del claustro bajo hay que restaurar el pavimento y las yeserías que decoran sus bóvedas; en el claustro alto se debe recuperar las pinturas ocultas; en la iglesia está pendiente sacar a la luz toda la decoración pictórica antigua, restaurar los retablos y los muebles de la sacristía. Aprendamos de los desarreglos para realizar un arreglo sensato."


Conviene decir que, aparte de la iglesia como parroquial ya desde el siglo XIX, la primera zona del monasterio que tuvo un uso operativo y continuado fue la de la Plaza de la Leña con el albergue de peregrinos. En base a ello, se sucedieron los proyectos para dar vida al cenobio una vez rehabilitado, muchos vinculados al Camino de Santiago y a los alojamientos de peregrinos y no peregrinos. En el verano de 2024 se comienza la redacción del Plan de Usos, recogido así en esta noticia de La Voz del Trubia:
"La consejería de Cultura dio ayer el pistoletazo de salida a la redacción del Plan de Usos del monasterio de Cornellana, con una reunión en la que participaron la consejera, Vanessa Gutiérrez; el alcalde de Salas, Sergio Hidalgo; la concejala de Cultura, Ana Pérez Feito, y representantes del equipo de arquitectos que redactará el estudio. El proceso de redacción de este Plan han sido consensuado entre la Consejería, el Ayuntamiento y el Principado, pese a las diferencias entre el equipo de gobierno local y el regional, por la no inclusión del monasterio en la negociación del Principado con la Red de Paradores de España. El proceso que se abre ahora es «de carácter técnico», para estudiar los distintos espacios del monasterio y analizar qué usos son compatibles con su protección y sus características arquitectónicas. «La idea de que el Monasterio albergue un parador nacional por supuesto que permanece pero como todos sabemos es algo que tiene que ser apoyado desde Paradores Nacionales. Sería un motor económico muy importante para toda la comarca además de garantizar el mantenimiento del Monasterio. Al final lo que todos queremos es ver el Monasterio finalmente con una rehabilitación integral y una propuesta que garantice su futuro», valora Pérez Feito".

Ángela Rodríguez daba de esta manera la noticia de la conclusión de otra campaña de rehabilitación en el diario La Nueva España del 16-2-2025:
"Ahora se puede pisar por todos sitios, recorrer todas las estancias", cuenta Ana Pérez, tenientede alcalde del Ayuntamiento de Salas, desde el monasterio de San Salvador de Cornellana. Lo relata como un hito, porque lo es. Porque, del cambio, "casi no se reconoce" el inmueble, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad en 2015 y que hace tan solo diez años estaba en riesgo absoluto, incluso de derrumbe. La historia ahora, por fortuna, es muy diferente. Y LA NUEVA ESPAÑA ha podido comprobarlo, desde las entrañas de la abadía salense, ya terminada la segunda fase de restauración. 
"La verdad es que es increíble. Queda mucho, pero ya se ven los cambios", señala el alcalde, Sergio Hidalgo, pisando la madera de castaño que luce en los anchos pasillos del primer piso. Los balcones, los forjados, las ventanas al claustro, todo refulge nuevo, y a la vez ayuda a imaginarse mejor lo antiguo. Aquellos tiempos en que el monasterio estaba habitado y los religiosos recorrían las mismas estancias que hoy contemplan Hidalgo, Pérez y Pablo León, director general de Patrimonio del Principado de Asturias. 
No es un secreto que, en la vega del Narcea, la ubicación del monasterio de Cornellana es privilegiada. En un cruce de caminos por el que pasa la ruta jacobea Primitiva y también el Camín Real de la Mesa, la suerte le viene también por el propio pueblo que lo rodea. Unido bajo la plataforma "Salvemos la Iglesia y el Monasterio de Cornellana de la ruina", el vecindario luchó por su patrimonio, llevando sus quejas a la misma Junta General del Principado, y no paró hasta conseguir que la colosal abadía salense celebrase su primer milenario en pie y en las mejores condiciones posibles. 
"Estamos muy contentos porque no se pierda esta joya. Agradezco a la Administración el esfuerzo económico por mantenerlo en pie. Y confío en que se le de la mejor salida para el bien común", apunta el párroco de Cornellana, Arturo García. Sobre el apoyo vecinal, León reconoce "que la gente se volcó". "Cuando el acta fundacional volvió, la gente aplaudía. Fue emocionante", recuerda León sobre la llegada, el pasado noviembre, del pergamino milenario. También fue un hito. El documento llegó desde el Archivo Histórico Nacional de Madrid después de casi doscientos años fuera de la región, y puede no ser el último trozo de historia monástica salense que se exponga en Cornellana. 
"Por el momento no está decidido si volverán restos que se han hallado en el monasterio, porque depende de las condiciones que se den para su conservación, pero es seguro que habrá un espacio para la Cultura y para que la ciudadanía disfrute de ella", señala León. Aunque, por el momento, no se avanzan detalles del plan de usos futuros, el director general confirma a LA NUEVA ESPAÑA que ya hay una propuesta que se trasladará al Ayuntamiento de Salas muy pronto. Será el Consistorio quién termine las conversaciones con el Arzobispado, propietario del inmueble y con quien, paralelamente, mantiene un convenio de cesión de uso. 
Tras una primera restauración, impulsada por el Gobierno regional entre 2014 y 2016 (donde se abordó la reposición de las cubiertas, con más de un millón de euros de inversión), los trabajos de la segunda fase se iniciaron en junio de 2023. En este caso, financiados por el Ministerio de Vivienda, se centraron en "la consolidación estructural de las fachadas y de los forjados de techo de las plantas bajas y primera, además del cerramiento de los huecos exteriores de fachada, la restauración del solado de madera de la planta primera del claustro y la conexión entre el cuerpo superior de la sacristía y la crujía este del monasterio", detalla Delegación del Gobierno. 
Las siguientes mejoras, la tercera fase, dependerán ahora, directamente, de los usos futuros que se pacten, entre los que sigue teniendo fuerza la idea del parador. Tanto en Oviedo como en Salas esperan que, si no hay contratiempos, este mismo año haya también nuevo proyecto para continuar con la ansiada restauración".

Se nos anuncia una curva cerrada a la izquierda, la cual empieza un poco más adelante, al pasar la torre de la luz que tenemos enfrente


Vayamos por aquí pues especialmente pendientes del paso de vehículos, es probable que los oigamos antes que los veamos, sobre todo si nos roca pasar con las veredas sin desbrozar, como nos pasó cuando hicimos esta foto


Atrás van quedando el granero con su plazuela y la vega en la que el Nonaya se une al Narcea, por donde viene desde el puente el paseo de la senda fluvial



Más allá, las casas del Molín de Baoño y los montes de Las Dorigas, que formaron parte del coto de Cornellana, donde se halló, en El Castiellu, la estela funeraria de Pelsina, 'la reina de las Dorigas', a la que nos referíamos al principio de esta entrada de blog y en la dedicada al paso del puente de Cornellana en La Rodriga


Ahora vemos muy bien la casa y fina de La Panadería, con la Plaza de la Leña y el tejadillo de la Puerta de la Osa a su derecha. Un poco más atrás La Lleirina con el arruinado edificio del hospital de peregrinos y, más atrás, los edificios de la población


La Plaza de la Leña y el albergue de peregrinos, con la galería del monasterio y, enfrente, el antiguo llagar y gallinero


Precioso paisaje de la vega del Nonaya en la que se asienta Cornellana, con la mayor parte de las casas a lo largo de la Avenida Fernández Pelló, tramo urbano de la N-634, antigua carretera Oviedo-Villalba, también conocida como carretera de Galicia o del Occidente


Ribera del Nonaya en La Lleirina. Más arriba, en la ladera del monte, las casas de la calle La Novalle


Y esta es la curva, muy cerrada, en la que seguimos ganando altura haciendo un giro completo, de 180 grados


La visibilidad es escasa, vayamos con atención aunque no encontremos tráfico aparentemente


Y es que, a una curva cerrada sigue otra. Allá arriba vemos las señales de la Autovía A-63 Oviedo-La Espina, cuya construcción afectó muy seriamente al Camino de Santiago, cortándolo en varios puntos, lo que obligó a idear itinerarios alternativos, siendo este uno de ellos


Aunque no hay arcén ni vereda peatonal la calzada es, al menos, bastante ancha. Seguimos subiendo aunque más suavemente


Pasamos ahora bajo la autovía para, al otro lado, pasar al pueblo de Sobrerriba o Suburriba por donde continúa el Camino de Santiago rumbo a Salas, la capital del concejo, a unos diez kilómetros escasos de aquí. Pero antes recorreremos varios pueblos del valle del Nonaya, como Llamas y Quintana, en la parroquia de Villazón, o Casazorrina, en la de Villamar, con muchas cosas que ver, conocer y visitar...













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