Eres el Peregrino Número

Buscador de Temas del Camino de Santiago

viernes, 29 de diciembre de 2023

EL SABLE TORÓ Y PUERTUCHICU: CUANDO EL PRIMER BIKINI LLEGÓ A LLANES (ASTURIAS) LOS CHALETS "OLD ENGLISH" DE LA MARQUESA Y LOS BARRIOS DE PESCADORES Y DE BUSTILLO

El Sable Toró visto desde La Cuesta

Esta es la hermosísima cala de El Sable Toró, al oeste de la parroquia de Cue y a la entrada de la villa de Llanes, capital del concejo homónimo, por su costa oriental, formada por rocas y arena (arena y playa son en Asturias sable, como también hemos visto en Cantabria) y que en nuestros días se encuentra en un entorno semiurbanizado y residencial donde se han edificado numerosas viviendas unifamiliares y chalets, con terreno, muchos segundas residencias, así como apartamentos y alojamientos turísticos, existiendo además establecimientos dedicados al buen yantar


El Sable Toró, cuya arena queda casi toda sumergida en las pleamares, cuenta con aparcamientos, paseo marítimo, así como, en temporada alta, salvamentos, duchas, botiquín y otros servicios playeros, llegando en ocasiones incluso a masificarse


Con la Punta Radón a su derecha, y La Punta Güertu Roque a la izquierda, dos son las características principales a nivel geológico-geográfico: su islote o castru en medio de su coqueta concha y las picudas rocas que emergen tanto del mar como de sus arenas, la "pléyade de pináculos rocosos" como alguien las ha definido


Un poco al oeste, a su izquierda, está el espigón del puerto de Llanes, La Barra, cuya bocana es la desembocadura del Ríu Carrocéu, que forma una pequeña ría, El Riveru. Allí destacan los vivos colores, aunque ya muy gastados, de Los Cubos de la memoria, obra pictórica e intervención artística del genial Agustín Ibarrola en los bloques de hormigón de su escollera


Ahí hay otra playa, Puertu Chicu o Puertuchicu, arenal ya netamente urbano de la villa de Llanes, separado de El Sable Toró por la citada Punta Güertu Roque y de la bocana del Carrocéu por La Punta San Antón, solar de la desaparecida capilla de esta advocación del Faro de Llanes, el antiguo tendedero de redes y los Chalets de la Marquesa, pioneros de los alojamientos turísticos de Llanes, construidos en 1906 ó 1908, según las fuentes


Efectivamente, ni por El Sable Toró, ni por Puertuchicu, ni siquiera por Cue pasa el Camino de Santiago, pero sí es una ruta que emplean algunos peregrinos que se dirigen a Llanes por la Senda Costera de Asturias (GR 204) pero, ya muy cerca de la población, se dirigen a ella por el citado pueblo de Cue, cabeza de la parroquia de su mismo nombre, dejando esta senda en el mirador de La Boriza para llegar más prontamente a Llanes por la carretera de Cue (LLN-2) y luego tomando, en este cruce, La carretera Toró (LLN-1), que nos lleva primeramente a esta playa


Carretera recta hasta el arenal y que pasa por una llanísima pradera, La Vega Toró donde se han edificado algunas casas y posadas turísticas, como los Apartamentos El Horriu, que nos encontramos de frente


Prados de siega y pasto desde los que vemos, a nuestra derecha, La Mata, también en Cue, donde se construyó, en 1788, la iglesia parroquial de San Román, sustituyendo a una anterior capilla en terrenos del conde de la Vega del Sella, en un momento en el que Cue afianzaba su identidad parroquial frente a la villa de Llanes, con la que sostuvo diversos pleitos jurisdiccionales. En el blog La Montera Picona de José Bolado se nos informa de ello:
"Existía una Parroquia, de la que hay constancia, en el año mil trescientos y pico, que se llamaba San Román Extramuros de la Villa de Llanes. Su Iglesia Parroquial estaba emplazada entre La Carúa y La Portilla, cerca del puente. Aún quedan restos de sus muros. Allí se bautizaban, se casaban y se enterraban los vecinos de Cue quienes alternaban su parroquialidad con la de Santa María de Llanes. 
Transcurrían los primeros meses del año 1789, después de haber sido aprobado por el Obispado el año anterior, cuando la Parroquia pasa a llamarse San Román de Cué.
En La Mata había una Capilla de la Santa Cruz, sita en terrenos del Conde de la Vega del Sella. Se tira aquella pequeña Capilla y se construye la actual Iglesia parroquial. (...) 
Donde estaban las campanas se puso el reloj y se le añadió un cuerpo más para colocar las campanas. Esto sucedía en el año 1928. También se añadió la Sacristía grande."

Antes que esta, se sabe de una iglesia de San Román de Extramuros de la Villa de Llanes desde el siglo XIV, situada más al oeste, en La Carúa, y que fue el germen de la actual parroquia. Por entonces las iglesias representaban la independencia parroquial en lo religioso-espiritual a la vez que en lo social y administrativo, son lugares de reunión, de decisión y de apego al terruño. Las juntas vecinales o conceyos tras la misa dominical, así como las primeras escuelas estuvieron allí. Los rituales comunitarios del bautismo o celebración de la llegada de un nuevo miembro a la comunidad, las romerías donde se conocía la juventud, tenían como base la iglesia, a las que continuaba en la iglesia el matrimonio, el bautizo de los hijos, la despedida a los seres queridos en los funerales y entierros


En el año 1928, efectivamente, se amplió la torre para colocar un reloj que costó 10.000 pesetas costeado por el benefactor Juan Gutiérrez y que se hizo popular con el refrán "si oyes el reló de Cue é que'l temporal se h.ué", y es que la iglesia era además referencia para muchas cosas, hasta para dar la hora, pues en sus torres se pusieron los primeros relojes, referencia horaria para ver y oír en la distancia


La torre-campanario tiene dos campanas, San Marcos y Santa María, donadas en 1956. Al lado, asoma el cementerio, de gestión vecinal como hemos dicho, y donde existe un panteón dedicado al indiano benefactor Alonso Noriega Mijares, nacido en Cue en 1823, costeado en su tiempo por los propios vecinos en señal de agradecimiento


Sobre Cue, ya a nuestras espaldas, el monte La Cuesta, por donde va, por su ladera norte y cercana a la cima, la citada senda costera, la cual enlaza con el Camino de Santiago un poco más al oeste, a la derecha, en el campo de la ermita del Cristo del Camino, desde donde baja a la villa de Llanes por La Portiella o La Portilla 


El Cantu H.ariu o Jariu (con hache aspirada), fácil de reconocer por las antenas en él instaladas es, con sus 188 metros, la cota más alta de La Cuesta, que fue el antiguo monte comunal de Cue, cuyo uso pastoril era regulado por sus famosas Ordenanzas, bajo las que se regía antaño la parroquia 


Luego, sobre su amesetada y extensa cima, una de las llamadas sierras planas de Llanes, se hizo un campo de aviación acrobática para los pioneros pilotos de principios del siglo XX, luego transformado en aeródromo militar en la Guerra Civil, posteriormente escuela de vuelo y, más tarde y tras mucho tiempo en desuso, transformado en el Campo de Golf La Cuesta, en la planicie de este monte que en la villa de Llanes es más conocido como La Cuesta'l Cristu y La Cuesta Cue en los demás pueblos de los alrededores


Como podemos comprobar, la divisoria entre Cue y Llanes, así como la independencia de la primera respecto a la segunda, tuvo fluctuaciones que, lo mismo que ocasionaron pleitos jurisdiccionales, afianzaron sin duda aquellas célebres Ordenanzas de Cue vigentes durante tantísimo tiempo y de las que aún quedan reminiscencias en su organigrama parroquial, de las que escribía Fermín Canella que "Fueron nombradas en todo el Oriente de Asturias las Ordenanzas de Cué, tanto en la parte escrita como en usanzas y costumbres de venerable antigüedad, no tan fijadas."


Tal y como comprobamos y como leemos en la Enciclopedia del paisaje de Asturias"El Sable Toró pertenece al Paisaje Protegido de la Costa Oriental; muy urbanizada durante los últimos años, pasó de hallarse inmersa en un entorno mayormente rural hasta el punto de que hoy día a lo que se parece es a una playa urbana"


De momento al menos la urbanización se basa en edificios no demasiado grandes ni altos, a diferencia de lo acontecido en otras playas llaniscas, algunas ya desde el desarrollismo de los años 1960 y otra del neodesarrollismo de los años 1990 que, con diversos avatares, altibajos, crisis y judicializaciones, continúa hasta el presente


A la izquierda hay pintada una senda peatonal, esta es una foto recién acabado el verano, pues en temporada alta la playa y su entorno están concurridísimos, a veces hasta la masificación


A la izquierda, los altos de La Cava y La Galea separan Cue de la villa de Llanes, por ahí estaría aquella antigua iglesia de San Román de Extramuros de la Villa de Llanes en La Carúa


Apartamentos Playa de Toró, la mayor parte de las construcciones en este tramo se sitúan en este margen izquierdo de la carretera, a la derecha se extiende una gran pradería. Eran las antiguas erías de Cue, cuyos usos comunales, como los de La Cuesta, estaban también reglamentados por las Ordenanzas


Cuando apenas aún se apreciaban las playas y el concepto de veraneo o no existía o solamente era algo propio de las clases más pudientes, existió el proyecto de hacer en La Vega Toró un cementerio, así lo recoge la escritora e investigadora Maiche Perela Beaumont en una de sus colaboraciones para la web de la Cofradía de Pescadores Santa Ana de Llanes:
"Corriendo el año 1887, “El Oriente de Asturias” insistía en que el cementerio de Llanes, conocido como de “Los Estacones”, contiguo al Sablón, que por entonces se llamaba la Playa de Estacones, era un peligro, y podía ser todavía de mayor riesgo si se presentaba una epidemia, ya que no estaba situado a conveniente distancia de la población. 
Debido a ese grave riesgo, el semanario solicitaba que el Camposanto fuera trasladado a un lugar más lejano, fijando como mínimo una distancia de 1.500 metros de la villa.   
El lugar que se proponía para el establecimiento del nuevo cementerio era la Vega de Toró. 
Y se abogaba por convertir el antiguo Camposanto en un jardín, y por la dotación de un carruaje o coche fúnebre. 
Afortunadamente, no prosperó la Vega de Toró como cementerio."

Es estos campos al oeste de Cue el topónimo El Brau es especialmente significativo, pues tal vez tenga con branu-veranu, esto es, verano en el significado etimológico de prata veranea (braña), zona de pastos de clima suave, "veraniego", como lo es la costa en relación a la montaña, litoral al que solían bajar los pastores de las brañas altas a pasar el invierno con sus rebaños tras pasar el verano en la Sierra Cuera u otras como La Peñe Villa


Caminando por la llanura, no veremos la playa hasta estar mismamente al lado de ella, aunque sí la caseta de los aseos, blanca, que nos sirve de referencia para sabe donde está el Paseo Marítimo


Pasamos la entrada a los apartamentos mientras vemos, a la izquierda la cuesta de la carretera, por donde continuaremos a Puertuchicu tras ver El Sable Toró


Ahí sobre la carretera está el restaurante Mirador de Toró con sus terrazas y aparcamiento, fundado en 1957 como un pequeño chiringuito fundado por Herminio Borbolla y Cesárea Rivero. Ofrecen en nuestros días grandes exquisiteces gastronómicas de pescados y mariscos, así como carnes y postres


A la izquierda, el parking, con muy pocos coches, pero que en verano se llena con buen tiempo desde muy temprano


A  la derecha, otro restaurante playero allí es el Riomar, también a manera de acogedor chiringuito junto a la arena, con sus terrazas


Del Sable Toró tendremos también estupendas vistas siguiendo camino a Llanes por estas aceras jalonadas por farolas blancas de ambiente marinero, a nuestra izquierda


Aquí empezamos una cuesta, con los aparcamientos a la izquierda y de frente al Mirador de Toró


Al empezar a subir por el paseo marítimo, la caseta de baños, con varios paneles informativos


Plano y panel explicativo de una ruta por Llanes, itinerario por la senda fluvial del Ríu Carrocéu y recorrido urbano


A la derecha están El Sable Toró y  La Punta Radón, se ve el recorrido por San Antón y el puerto, por el río, que lo cruza por donde lo hace el Camino de Santiago, la ría con su puerto, La Barra y espigón de Los Cubos de la Memoria, y a la izquierda El Sablón, la otra playa urbana de Llanes, con La Punta'l Guruñu y el Paseo de San Pedro


Una de las placas de otro periplo andariegu, el de Llanes de Cine, dedicado a los lugares que fueron escenario de películas. Aquí en concreto se filmaron escenas de El Abuelo, de José Luis Garci


Y aquí un gran panel con plano e información de la playa. El Sable Toró cuenta con salvamentos y diversos servicios playeros en temporada veraniega


Desde aquí vamos a dejar la acera para tomar el paseo enlosado con barandillas de madera que sigue el borde acantilado sobre la playa y nos ofrece excelentes panorámicas de la ensenada


La vemos en bajamar con mucha arena en la superficie, ahí tenemos su fabulosa serie de "pináculos rocosos" que a no pocos les recuerda un paisaje lunar


La Punta Radón, que cierra la playa por el este, y su promontorio. Una senda costera y ruta por los acantilados comunica con El Portiellu y, más allá, con Antilles, otras de las playas de la parroquia de Cue


Aquí la fama la llevan estas picudas rocas que se extienden por toda la playa, pero especialmente en sus extremos


Esta es una foto desde el mismo lugar subiendo la marea. En el Cantábrico la diferencia entre pleamares y bajamares es un acusada, de varios metros, algo que todos los años da algún susto a gentes no habituada a ello, aunque a veces también "a los de casa"


Otra de las características de El Sable Toró, además de sus arenas claras y doradas, es su castru o islote rocoso en medio de la concha, El Castru Redondu


Si bien la palabra castru hace referencia etimológicamente a poblados fortificados castreños, en Llanes y gran parte del oriente de Asturias hace alusión a estas grandes peñas rodeadas de mar, abarcando la acepción de la palabra a 'lugar inaccesible' o de difícil entrada


Los castros no tienen vegetación o muy poca, cuando son islotes más grandes y tienen pradería en sus cimas y laderas suelen llamarse islas, islinas e islonas, según el tamaño


Las rocas puntiagudas afloran también el mar, pero no son ni mucho menos comparables con el castru en cuanto a sus dimensiones


Como pasa en la arena, el color más oscuro de la roca delata hasta donde llega el nivel del mar en marea alta


Es espectacular ver los golpes de ola batir en el peñasco, incluso con la mar calma


El Sable Toró mide unos 200 metros de lado a lado, su anchura como podemos percatarnos depende mucho de la marea, es "Un paisaje cubierto de rocas puntiagudas y arena", leemos en Asturias paraíso natural:
"Toró es fácilmente reconocible en cualquier imagen. Su conjunto de rocas puntiagudas en medio de una playa de arena blanca la convierten en única. Esas formaciones con forma de pináculo salpican tanto la costa como el mar. 
Este arenal está situado muy cerca de la villa de Llanes, por lo que es un centro turístico de referencia. Tiene accesos a pie y en coche, un aparcamiento y todos los servicios y los equipamientos necesarios para disfrutar de una jornada de playa. El oleaje es moderado así que el baño no es peligroso."

Subimos con el Mirador de Toró delante de nosotros. Un buen reportaje y crítica del mismo lo podemos encontrar en En Busca Del Restaurante Perfecto, que pondera sus "vistas de escándalo y una carta en la que los pescados del cantábrico predominan... Un placer para el paladar"


Por su parte, el historiador, arqueólogo y colaborador de El Correo Montañés, José Luis Pérez publica en dicho diario el artículo El mirador de Toró, un rincón lleno de encanto y de sabor, que transcribimos aquí:
"En Llanes destaca este restaurante marinero y tradicional. 
La definitiva apertura hace unos meses de la autovía con Asturias ha ‘acercado’ mucho más si cabe enclaves emblemáticos de la comarca oriental de la región vecina, donde también se puede disfrutar de una apetecible y sabrosa cocina tradicional y de producto. A menos de una hora en coche desde Santander está Llanes, donde brilla con luz propia el Mirador de Toró, un restaurante ubicado en un rincón natural conformado por una bella playa muy recomendable.

Este negocio de carácter familiar fue abierto por Herminio Borbolla y Cesarea Rivero en el año 1957; el relevo le cogieron Sergio y Elolína -que aún se mantiene en la cocina-, y hoy lo dirige la tercera generación, Nuria, Sergio, con Arancha en al frente del equipo entre los fogones. Mirador de Toró cuenta con unas modernas instalaciones desde las que se domina la panorámica del mar Cantábrico, que inspira la mayor parte de sus propuestas de cocina tradición. Sin duda, se puede decir que se trata de un rincón lleno de magia, propio de tarjeta postal.

La gastronomía aquí es muy marinera, destacando los pescados, generalmente piezas grandes, que se elaboran con sencillez al horno o a la plancha. Un capítulo especial lo constituyen los mariscos. Junto al edificio de eventos, el restaurante cuenta con un vivero propio con agua natural del Cantábrico, lo que asegura la calidad de las materias primas. Aquí se pueden degustar buenos platos con langosta, bogavante, centollo, nécoras, percebes…

Además, la carta cuenta con una amplia nómina de propuestas, clásicas como entrantes del tipo del salpicón de marisco, los calamares frescos fritos, los calamares a la plancha encebollados, los bocartes, las almejas a la marinera, el pulpo, los fritos de pescado o el gambón al ajillo o a la plancha.

Una buena opción son los arroces, desde la paella hasta el de bogavante o el con almejas. Entre las especialidades de la casa hay que señalar los fideos con almejas, la carne roja de Asturias, el bonito en rollo o a la plancha, el rape, los calamares en su tinta y postres caseros como la leche frita, el arroz con leche, la compota de manzana o la tarta de queso. En otoño organizan jornadas de las fabes."


El punzante roquedo da la sensación de ser una gran muralla almenada de piedra caliza según desde donde lo veas, una formidable barrera natural que nos recuerda a los sistemas de defensa de piedras hincadas que tienen algunos castros, en el sentido de enclave fortificado del término


El acantilado aquí se cubre con un manto de vegetación marítima y el paseo, de nuevo por la acera, en un verdadero balcón sobre el sable


Nos fijamos cómo algunas rocas tienen forma de aristas afiladas y entre ellas hay algo de tierra y hierba. Una buena descripción del Sable Toró la encontraremos en Wikipedia:
"La playa de Toró, conocida también como Entremís, es una playa del concejo de LlanesAsturias. Se enmarca en las playas de la Costa Oriental de Asturias, también llamada Costa Verde Asturiana y está considerada paisaje protegido, desde el punto de vista medioambiental (por su vegetación). Por este motivo está integrada, según información del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en el Paisaje Protegido de la Costa Oriental de Asturias.
La playa de Toró presenta forma de concha con un lecho formado tanto por finas arenas blancas como por grandes pináculos rocosos, de origen kárstico. 
Se la considera una playa semiurbana por estar ubicada muy próxima al casco urbano de Llanes, lo cual hace que tenga una gran afluencia de bañistas. Está rodeada por un paseo que llega hasta un mirador y unos acantilados bajos, vecinos a la Playa de Portiello. Cuenta con gran variedad de servicios que van desde un aparcamiento propio, a aseos, duchas, lavapiés, servicio de limpieza, papeleras, teléfono…hasta establecimientos de comida y bebida o fuente de agua potable. En verano cuenta además con equipo de salvamento. Además cuenta con aseos y duchas para discapacitados, así como un servicio de anfibugui, para el acceso hasta el agua de minusválidos. 
Por su espectacularidad cuenta con la certificación Q de calidad, y desde 1996 cuenta según los años con Bandera Azul, siendo el último año en la que la obtuvo 2014"

La parte más arenosa y los accesos a la playa con el Riomar al fondo, "un esencial para los que les gusta disfrutar de la costa llanisca", leemos en Turismo en Llanes, que en cuanto a esta bellísima concha dicen así:
"Playa de gran belleza y espectacularidad cuenta con la certificación Q de calidad , con forma de concha de unos 220 metros de longitud, caracterizada por una serie de pináculos rocosos que salpican parte de la arena en interior de la concha y que son los restos de formaciones kársticas. 
Calificada como semi-natural, se localiza próxima a Llanes, en un entorno muy humanizado, de carácter residencial, dotado de buenos accesos por carretera, bien desde el mismo núcleo urbano de Llanes, bien desde la carretera local dirigida al núcleo rural de Cue. Dispone de aparcamientos y gran variedad de servicios que contribuyen a la comodidad del usuario, como equipo de vigilancia y puesto de Cruz Roja, limpieza de playas, duchas, lavapiés, aseos, fuente de agua potable, papeleras, teléfonos, paseo y senda peatonal, equipamiento hostelero permanente y de temporada, así como camping en las cercanías. Cuenta también con aseos y ducha para personas discapacitadas, así como servicio de anfibugui para el acceso hasta el agua de minusválidos. 
Por su belleza y calidad medioambiental, los servicios con los que cuenta, la excelente calidad del agua para el baño, su baja peligrosidad, se puede considerar como una de las mejores playas del litoral llanisco y de las más frecuentadas."

Según subimos y aunque el paisaje pueda parecer el mismo, al ganar altura se gana en visión y se alcanzan otras perspectivas


Si nos fijamos nos daremos cuenta cómo se puede ver bien el fondo marino, lo que revela la calidad de sus aguas, ya apreciadas en los albores del veraneo playero, el cual daba lugar a ciertos escándalos morales que saltaban a los bandos del Ayuntamiento y a las páginas de los periódicos, tal que esta noticia del año 1926 que la citada escritora Maiche Perela Beaumont recoge en El Oriente de Asturias y publica en la página de la Cofradía de Pescadores Santa Ana de Llanes, titulada ¡Exhibicionistas en Toró!:
“A juzgar por lo que viene ocurriendo en la playa de Toró, los padres de familia tendrán que prohibir a sus hijas del paseo por aquel delicioso lugar, y las señoras abstenerse de concurrir al mismo, sobre todo por las tardes, a no ser que el Sr. Alcalde prohíba ciertos espectáculos que allí dan algunos mozalbetes.

Decimos esto después de escuchar repetidas quejas femeninas, motivadas por exhibicionistas masculinos, que rayan en inmorales, y confiamos que, si está mandado que los trajes de baño sean completos, se entiende también que nadie pueda en las playas, báñese o no, presentarse medio desnudo”

El tema del Nudismo en Toró ya venía de antiguo, doce años antes, en 1914, el mismo periódico publicaba esta advertencia, encontrada asimismo por Perela Beaumont: 
“A nuestra policía avisamos, creyendo prestar con ello un servicio, que en la playa de Toró hay un fresco que se baña en el traje de Adán. Conviene, pues, que nuestros guardias municipales hagan comprender a ese individuo que la moda es otra y, si no hiciera caso, mandarle a veranear a la playa perruna que existe en el bajo de nuestras Consistoriales”.

De igual manera, la necesidad de un buen camino entre Llanes y El Sable Toró por el barrio de San Antón era una necesidad perentoria que, como localiza asimismo Perela Beaumont, saltaba a las páginas de las gacetas locales allá por 1924. El ensanche del Camino a Toró es como titula esta reivindicación plasmada por entonces en El Pueblo:
“Cada día que transcurre se hace más imprescindible y de pronta realización el ensanche del camino que, desde el Barrio de San Antón, conduce a la playa de Toró.

La necesidad de esta mejora a nadie se le oculta, no solo por ser muy transitado para ir al pueblo de Cue, porque acorta distancia, sino porque es también frecuentadísimo por muchas personas que, a diario, van a visitar la pintoresca playa de Toró y, a la vez, a oxigenar sus pulmones con las salutíferas brisas de mar.

Además  tal camino es tan estrecho, que al llegar al lado de unas de las tapias que circundan el depósito de langostas, paso obligado a todas las personas, por allí casi es imposible el acceso, porque todo él está lleno de malezas, y algunas de aquéllas han sufrido algún siete en sus trajes al engancharse en los pinchos que contienen éstas.

Con lo someramente expuesto, creemos que lo antes posible se realice el ensanche del camino que va desde San Antón a la playa de Toró y la construcción de un muro de poca altura en un sitio que ofrece graves peligros, para evitar posibles desgracias”

Una imagen de El Castru Redondu con la mar brava, chocando el oleaje en él con fuerza. Incluso en verano puede haber jornadas de mar bravía. Maiche Perela Beaumont recoge también esta noticia de 1925 en el periódico El Pueblo, referida a un Salvamento en Toró:
“El día 2, miércoles de la actual semana, ocurrió en la playa de Toró un suceso que pudo tener lamentables consecuencias. 
Se bañaban en aquella playa varias señoritas, pertenecientes a una dignísima familia llanisca, cuando por efecto de la fuerte marejada fueron arrastradas mar adentro por la corriente. 
Los jóvenes llaniscos don Ángel Zubizarreta, don Plácido Pedregal y don Dionisio Madrid, que se dieron cuenta del gran peligro que corría la vida de dos de aquellas señoritas, se arrojaron al agua, logrando, tras muchos esfuerzos, traerlas a la orilla, en donde fueron atendidas convenientemente. 
Este espontáneo rasgo de humanidad, que por unos momentos puso en peligro la vida de los tres jóvenes mencionados, merece que lo tome en consideración nuestra Sociedad de Salvamento de Náufragos”

La mar, en calma, a principios del otoño, aún con buen sol pero ya vacía de veraneantes y bañistas. En esa época se organizan cuadrillas voluntarias para limpiar la playa. Aquí tenemos esta noticia de El Fielato del 18-8-2023
"No es una cita al uso pero no por eso es menos necesaria. Este sábado 21 de octubre entre las 11h y las 13h, la Cofradía de Pescadores de Santa Ana de Llanes además de su ayuntamiento convocan a quien quiera participar, independientemente de su edad, a limpiar la playa de Toró."

Las aceras son anchas y permiten el paso de gente con holgura, que algunos días de verano pueden ser verdaderas multitudes, dado que estamos sin duda en una de las villas más turísticas de Asturias


En grandes bajamares, que se producen periódicamente, es incluso factible llegar a pie al Castru Redondu, si bien lo usual es verlo rodeado de agua


El fondo arenoso resalta a la vista, así como, más oscuras, las rocas sumergidas


La parte más oscura del castru y más batida por el mar es un excelente criadero de mejillones, percebes y especies similares 


Observemos La Punta Radón, totalmente pelada y en roca viva en la parte más expuesta a los embates del Cantábrico. Al otro lado está el sable de El Portiellu, playa más pequeña y agreste, cercana a Llanes pero a la vez lo suficientemente apartada como para que se bañasen en ella los sacerdotes, razón por la que se la llamó La Playa los Curas y como tal figura en muchos mapas, guías y reportajes


Un poco más a la derecha reconocemos bien el sendero que comunica, por La Moría Praos, con la cala de El Portiellu, por allí puede continuarse hacia Antilles, otra de las playas de Cue y la más cercana al pueblo, una ensenada con un pequeño archipiélago de islas y castros guardado por La Punta la Moh.osa o Mojoso (con hache aspirada), al este, solar que fue del campo de la desaparecida ermita de Santa Clara, donde, al decir de la tradición, empezó a bailarse el popular baile del Pericote,  del que en en Wikipedia se nos dice que "Etimológicamente el nombre proviene de la localidad de Cué (Asturias), donde los "pericos" eran mujeres que se vestían de hombres para realizar los bailes. De gran antigüedad, el pericote asturiano nació en esta localidad del oriente de Asturias donde la gente realiza cánticos y giraldillas"


Por su parte el erudito Fermín Canella en su libro de 1896 Historia de Llanes y su concejo escribía al respecto, refiriéndose también a Cue, pero en este caso en la romería de San Antonio con su baile y joguera o h.oguera, el gran tronco que roban y plantan los mozos en el campo de la fiestas:

"El 13 de junio se celebra en Cue la fiesta de San Antonio, y era de rigor en lo antiguo en dicho pueblo que ese día saliesen acompañando a la joguera tres lindas jóvenes, cuyo característico traje consistía en zapato corto, media blanca, saya encarnada y corta, y debiendo ir en mangas de camisa con la trenza colgando y sombrero de copa en la cabeza. Así dispuestas se llamaban pericos, y el baile a que se entregaban, el susodicho pericote"

Naturalmente, se hace imprescindible aportar un video del Pericote de Cue tal y como se interpreta hoy día en la fiesta del pueblo, que ya no en el histórico campo de la capilla donde la tradición asegura que este nació:
"La gente va ataviada con el traje típico de porruanu y de aldeana (nombre tradicional de estos trajes característicos del oriente de Asturias). La utilización del nombre de porruanu tiene dos teorías, una es que se comenzó a utilizar porque el traje masculino más antiguo que se conserva pertenecía a un hombre de Porrúa, y la otra es que donde mejor lana había para hacer los trajes era en Porrúa entonces la gente pedía traje porruano. 
Existen dos versiones del pericote llanisco: el pericote antiguo y el pericote. 
El denominado pericote antiguo, surgido o recuperado según interpretaciones hace menos de 50 años, se interpreta casi exclusivamente en las fiesta de San Antoniu en Cué. El pericote tradicional, del que se viene teniendo constancia hace cientos de años es interpretado, con variaciones, en las demás fiestas del Concejo. Cabe destacar la interpretación del baile que se da en Pancar, lugar del que era oriundo "el Nino de Pancar", persona a la que se atribuye la adaptación de este baile a grupo."

El Sable Toró desde el paseo marítimo, subiendo la marea, a lo lejos La Cuesta Cue y más en la lejanía la Sierra de Cuera. 


Avanzamos en dirección oeste dejando atrás El Sable Toró y encaminándonos a Puertuchicu por la LLN-1 o Carretera Toró


Al fondo, la recepción del Camping Entreplayas, donde está la entrada principal. Nada más pasarlo está Puertu Chicu


Entrada secundaria al camping, aquí se acaba la cuesta y continuamos todo recto por la acera, ya caminando en llano


A la izquierda, urbanizaciones de chalets con terreno en La Galea


A la derecha, una magnífica vista del Camping Entreplayas nada más acabar la temporada y ya vacío. Aquí estaría tal vez aquel huerto de Roque que le daría nombre a La Punta Güertu Roque que separa El Sable Toró de Puertuchicu

De frente, La Punta San Antón cierra Puertu Chicu por el oeste y separa su cala de la bocana de la desembocadura del Ríu Carrocéu, cuya pequeña ría, El Riveru, dio origen al puerto de Llanes, que durante siglos fue el más importante de Asturias junto con el de Avilés, hoy pesquero y deportivo pero que antaño fue comercial y, hasta el siglo XVII con la extinción de los grandes cetáceos del Mar Cantábrico, también ballenero

En primer término y sobre La Punta San Antón vemos El Tendederu, antiguo tendedero de redes donde antiguamente se secaban las redes y los aparejos de pesca, el cual fue restaurado y es un bello mirador sobre Puertu Chicu por un lado y el espigón portuario, La Barra, por el otro. Volvemos a leer a Maiche Perela Beaumont:

"Al final del paseo marítimo de San Antón, después de pasar el faro y con la playa de Puerto Chico a la derecha, en una suerte de península se encuentra el viejo secadero de aparejos de pesca, al que conocemos como el Tendederu.

Esta construcción simple y lineal , consistente en una edificación de ligeros pilares y vigas de hormigón, que fue construida a mediados del siglo XX, pero no tuvo mucho uso, ya que el transporte hasta allí de los aparejos de pesca suponía demasiado esfuerzo. En la actualidad este lugar es un mirador fantástico con vistas privilegiadas de la costa y los Cubos de la Memoria. Por otra parte, no deja de ser afortunado que el Tendedero se hubiera ubicado en ese lugar, pues si ocupara otra sitio más céntrico y accesible, a estas alturas, como le ha ocurrido a la mayoría de ellos, habría desparecido y, casi con seguridad, sería un aparcamiento."


Luego, en La Barra, los bloques de hormigón de su escollera destacan bien por su policromía, son Los Cubos de la Memoria, intervención del artista Agustín Ibarrola, donde se unen la memoria del autor con la de la propia villa y concejo de Llanes, pues unos representan sus recuerdos vivenciales y otros la historia y sociedad llanisca, siendo pues memoria del arte, del artista y del territorio


Por ello se plasman desde los pueblos al puerto y los marineros, los emigrantes y la villa, así como elementos del arte del lugar desde el Paleolítico, como el Covarón de Parres, el idolo de Peña Tú o Cabeza del Xentil, el picu asturiense, la Cueva Trescalabres, el románico llanisco y las inxanas o ninfas asturianas, entre otros motivos


Acabando el siglo XIX se hizo perentoria la necesidad de acondicionar el puerto de Llanes mejorando su entrada, disposición y atraque, quitando peñas y escollos que constituían un peligro para maniobrar en su interior y mejorando su protección y accesibilidad. así, el 6 de mayo de 1897 comienzan las obras del dique de La Osa, cuyo proyecto original era que tuviese una longitud de 80 metros y forma curvilínea, pero en 1900 un temporal destruyó lo construido y una Real Orden al año siguiente ordenó paralizar las obras. Así es que el muelle llanisco siguió ocasionando graves problemas, como el del naufragio de la embarcación la Dolores en 1914, que comenta Maiche Perela Beaumont en base a una noticia del Oriente de Asturias:
"En un día de mediados del mes de marzo de 1914, se metió la mar y las lanchas que habían salido iban entrando sin problemas aprovechando las lentías. Sin embargo,  a la “Dolores”, al enfilar la barra, la cogió al revés un golpe de mar y la estrelló contra las rocas debajo de la Tijerina. José Cue, Pin “el Chulu”  que, desde la proa trató de evitar el golpe con un remo, fue lanzado a la mar por la otra borda. El experto y popular marinero, sin soltar el remo, salió  nadando hasta el Sablín. 
Seguidamente, el Patrón ordenó avante todo y la vapora llegó a Entremuelles, donde se hundió. 
A la noticia del naufragio, el médico Manuel de la Vega Marcos, se trasladó a Cimadevilla, donde tenía su casa Pin “el Chulu”, al que no encontró, previo reconocimiento, nada de cuidado. 
De la lancha hundida solo se veía la chimenea, pero al día siguiente, en la bajamar, se tapó la brecha y se puso a flote. Tras llevarla al muelle de la Dársena, se desmontó la caldera y el motor. Después, se subió por debajo del puente y se varó  en un pequeño relleno, procediéndose a su reparación por un carpintero de la Portilla, al que se conocía por Juancón. Así, quedó la “Dolores” lista para seguir navegando."

No obstante, la necesidad de disponer de un puerto de abrigo entre los de Santander y Gijón/Xixón hizo que los trabajos se reanudasen tras reformarse el proyecto y aplicarse uno nuevo, adjudicado el 22 de noviembre de 1929, que consistía en prolongar el espigón de La Osa construyendo tres cajones de 21x12 metros de planta. Poco antes y en ese mismo año había acontecido otro accidente, como resalta esta noticia del Oriente de Asturias:
“El jueves pasado se reunió en Junta General el Gremio de Mareantes de esta villa. El objeto de esta reunión era tratar de las gestiones verificadas y que deben verificarse en pro del puerto de Llanes. 
La citada sociedad acordó convocar a una asamblea que tendrá lugar mañana domingo a las cinco y media de la tarde en el salón de “El Porvenir”, invitando al efecto a cuantas personas se interesen por las reformas de nuestro puerto. 
También se trató de dirigirse  a la prensa local en súplica de que se abra una suscripción para pagar el importe de las averías sufridas por la motora de don Gabino Díaz, naufragada en días pasados a causa del temporal en la barra de nuestro puerto. 
“El Oriente de Asturias” comprendiendo la precaria situación en que se halla el Gremio de Mareantes imposibilitado para ofrecer ninguna clase de apoyo al honrado y laborioso pescador, encabeza la suscripción con 10 pesetas, esperando que los buenos sentimiento llaniscos se pongan una vez más de manifiesto en esta ocasión”

El primero de aquellos cajones se colocó en 1931 pero la labor no se culminó, avatares políticos y Guerra Civil por medio, no se dio por concluida, tras nuevas e importantes reformas del plan, hasta 1945, quedando el espigón en una longitud de 72,5 metros. Lo cierto es que entre temporales, faltas de presupuesto y demás contrariedades nunca fue posible una reforma total del puerto. De esta manera lo lamentaba El Oriente de Asturias en 1959:
“ Empezaremos por afirmar que el puerto de Llanes era uno de los más importantes de la costa cantábrica hasta hace muy pocos años. Nuestra flota la componían numerosas embarcaciones de distintos calados, entre ellas, que nosotros recordemos, el” Alonso”, los “Santiesteban”, la “llanisca”, los “Don Tomás” (primero y segundo), la “Dolores”, la “Ana María”, la “Concepción”, la “Oliva”, la “Teresa”, el “San Antonio” y otras muchas más que no recordamos, como también los nombres de otras numerosas motoras que existieron, dedicadas a la pesca de bajura. En la época de las costeras de la sardina, del besugo, del bonito y sobre todo de la anchoa y relanzón, arribaban a nuestra ría embarcaciones de los más lejanos puertos: de Ondárroa, Bermeo, Castro Urdiales, Santoña, Laredo, Comillas, San Vicente de la Barquera· y de los muy vecinos de Ribadesella y Lastres, como asimismo de Gijón, Luanco y Candás. Como dato curioso hay que resaltar que algunas de las embarcaciones tenían que ser amarradas a las barandillas de hierro del puente y saltando de una a otra se podía llegar hasta la misma punta de la Osa. Existían fábricas de conservas, de salazones y muchos frescos. Habla más de media docena de camiones de transportes de pescado en rutas continuas para Madrid, Barcelona, Burgos y San Sebastián, entre otras poblaciones españolas. Muchos cientos de familias vivían de la pesca y de su elaboración. Las más importantes playas de pesca del Cantábrico están a escasas millas de nuestro puerto, siendo la más famosa de todas ellas la del Abascal, por la abundancia y riqueza de sus pastos, todas ellas frente a nuestra costa. Hemos de reconocer, como cierto, que nuestro puerto empezó a declinar rápidamente por motivos fundamentales y obligados. Las obras de la prolongación hasta la Osa constituyeron un doloroso fracaso por la colocación de los monolitos fuera de plazo y por la destrucción total de uno de ellos por los temporales. Si esto fue más que grave,  más lo fue aún la construcción de esos paseos laterales desde la Rula hasta la Tljerlna y desde el campo del Gato al Malecón, que estrecharon nuestra ría, haciéndola, por su falta de calado, por sus montones de arena, innavegable para muchas de nuestras vaporas, que hubieron de ser vendidas. Esta es la triste historia del puerto de Llanes, ese puerto pesquero orgullo del litoral Cantábrico y seguro refugio de embarcaciones de todos los puertos de la costa. Mas hace ya bastantes años, el ingeniero jefe de Puertos de Asturias, don José María Álvarez Castelao, recogiendo las justas aspiraciones de Llanes, sus angustiosas demandas, se estudió un nuevo proyecto del puerto para Llanes. Consiste éste en la prolongación de la Osa, en la construcción de un contra espigón desde “Peña Preciada” y el dragado interior de la ría. Proyecto cariñosamente acogido por el entonces Ministro de Obras Públicas, Conde de Vallellano, que todos esperábamos su rápida realización. Pero el Señor Conde de Vallellano cesó en su cargo de Ministro y el señor Álvarez Castelao fue trasladado a Madrid y las cosas quedaron como estaban. No perdimos la esperanza en la realización del proyecto del puerto de Llanes del señor Álvarez Castelao, para lo cual hicimos constantes requerimientos al nuevo Ministro de Obras Públicas, el ilustre asturiano don Jorge Vigón, que demostró gran interés en complacernos”

Precisamente en 1959 hubo un proyecto para abandonar este puerto y hacer otro en El Sablón, la gran playa urbana de Llanes, para lo que se proponía protegerla con un rompeolas. Era un proyecto del ingeniero Juan Argent Ulloa que no llegó a llevarse a cabo; hubiese supuesto la desaparición de la playa en un momento en el que, pasando la posguerra, hubiese supuesto la desaparición de dicha playa en un momento en el que el turismo playero ya era una industria asentada y que se asentaría más con el aperturismo del régimen y el final del bloqueo, lo que implicaba incluso buscar atraer a veraneantes mismamente a nivel internacional


Pero con aquellos turistas extranjeros llegaría también el bikini, un gran escándalo al principio en casi todas las playas españolas, y como tal aconteció en Llanes. El escritor y Director de la Casa de Cultura de Llanes, Higinio del Río Pérez, registra lo sucedido con su característica sorna en su blog Llanes, mis personajes favoritos, un vecino asustado dio la voz de alarma:
"Un día, veranu de 1960, Vencines Junco llegó alborotáu a avisar de que nel Sablón había una mujer mediu en pelotas. ¡Coño! Se despertó una gran expectación. Al final, lo que aquello resultó ser fue, ni más ni menos, un hitu históricu: el primer bikini que se veía en Llanes. Al pocu llegó la pareja de la Guardia Civil, mandó vestise a la desvergonzada dama (que era franchute, como é lógicu y natural) y asuntu arregláu."

Pasados estos primeros sofocos, bikinis y veraneantes de todas las nacionalidades se hicieron habituales y en 1971 se funda en La Punte Güertu Roque este Camping Entreplayas (aquí vacío, insistimos, recién finalizada la temporada) por Pano, el empresario coritu (de Cue) Bravo Noriega, a quien la periodista de El Comercio Andrea Inguanzo le dedica la entrevista y reportaje Con la honradez por bandera, publicado el 22-2-2016:
"Sentado en su sofá orejero, al pie de la ventana y con el calor del hogar, echaba esta semana la vista atrás el empresario llanisco Juan Cipriano Bravo Noriega, más conocido en su Cué natal y en todo el concejo como 'Pano'. A los 13 años aterrizó en la tejera y solo un año después cambió su rumbo hacia la mecánica. Trabajó en varios sitios hasta que decidió embarcarse en la aventura que iba a marcar el rumbo de su vida. 45 años después recuerda con orgullo todos los avances conseguidos, no sin gran esfuerzo y dedicación. 
Es el propietario del camping Entreplayas de Llanes, emplazado a caballo entre El Sablón, Puertu Chicu y Toró, «el tercero más antiguo del concejo». Por ello, por haber estado tantos años en el mismo sector, puede presumir de haber visto mejorar la oferta y la demanda de los campings en Asturias «de cero a cien». Él fue el primer presidente que tuvo la Asociación de Campings de Asturias, que este mismo mes le premiaba por sus años de profesión en un acto «maravilloso y muy emotivo». 
«Cuando empezamos no había más que 10 campings en toda Asturias», recordó. En aquella época la agrupación se movía por todo el Norte de España y incluso al Sur con un objetivo claro «la unión». «Necesitábamos estar unidos ante lo que pudiera pasar. Lo que hoy era un problema para uno, mañana lo podía ser para el resto, y había que trabajar desde la unidad», destacó. Un objetivo que se consiguió y aún hoy dura prácticamente intacto. «De la mano, hemos mejorado mucho. En mi caso, cada año casi invertía lo que había ganado en temporada para mejorar los servicios del camping y más que podría haber hecho», sostiene. Su hijo es ahora quién está al frente del negocio pero él nunca deja de estar para guiarle. «He vivido muchas cosas con muchos clientes, unos que son grandes amigos y se han convertido casi en familia y otros que no han dejado tanta huella. Lo que siempre digo es que para llevar un negocio la honradez tiene que ir por delante de todo», desvela. 
Respecto al sector de los campings señala 'Pano' que, al menos en su caso, «no he notado la crisis, he tenido el mismo volumen de clientes». Sabe que, al menos para el concejo de Llanes, «la presencia de los campings empujó mucho al sector turístico» y celebra que la oferta actual para el visitante es «muy buena». Pero, como en todo, también hay puntos de mejora. 
«Creo que los gobernantes deben tomar medidas respecto a la acampada libre, ya no solo por los campings, sino por todos los vecinos», defiende. Y es que advierte de que, tras dos años con aparcamiento, «en la playa de Antilles ha habido días de hasta 30 caravanas allí estacionadas», algo que considera «inadmisible». «El Ayuntamiento de Llanes está habilitando un aparcamiento para evitar este tipo de situaciones y confío en que tenga intención de cobrar, porque los vecinos pagamos el agua y la basura y ellos vienen aquí y no consumen ni en los bares, normalmente», denuncia el empresario."

También de la mano de Higinio del Río tenemos una semblanza de Cipriano Bravo Noriega (Pano, el del Camping Entreplayas) en Llanes, mis personajes favoritos:
"Después d' ir a la escuela en su pueblu natal, onde enseñaba don Clemente Miguel de la Fuente, un maestru de La Cavada, Pano (Cue, 1936) estudió en La Arquera hasta los 13 años. Jiyu de Amadeo (nacidu en Monte, un barriu de Santander) y de Francisca (corita de pura cepa), fue a trabajar a esa edá a la tejera de Mercadal (Cartes, Cantabria). Marchó movidu por el jechu de qu' el su padre, que trabajaba de forjador en La Lastra, al lau de Cosío, resultó detenidu con otros como sospechosu d' haber participau en un sabotaje de los emboscaos. Pano no vio otra salida y tomó entonces la decisión d' ise a Mercadal (había que ganase' l pan), pero estuvo allí pocu tiempu, pues el padre, una vez que s' aclaró tou y recobró la libertad al cabu d' un mes, inmediatamente fue a buscalu, muy cabreáu. 
Después d' eso, Amadeo Bravo entró en los Talleres Obregón, en Torrelavega, que taban al lau de la Fundición Alonso, a la que iban también él y Pano de vez en cuando a meter horas pa ganar alguna perruca más. 
Pano entraría luego en las fábricas más importantes de Cantabria: primero en Solvay, y luego en la Sniace, onde sufrió un accidente en una mano. 
Regresáu a Cue, abrió en 1971 el camping "Entre playas". Pano e el señor d' una península d' ensueñu, entre Puertu Chicu y Toró, el camping mejor ubicáu, con diferencia, de tou' l Conceju. 
Tien un jiyu, Francisco Bravo Nava, que i-salió muy listu y qu' está estudiando la carrera de Derechu en la UNED de Gijón."

Vemos los paneles solares de la recepción del camping y, sobre ellos y en el Paseo de San Antón asoman los Chalets de la Marquesa, de los que muy pronto hablaremos. A lo lejos, el Paseo de San Pedro, antigua atalaya ballenera sobre El Sablón y, a la derecha, justo detrás de los chalets, está El Faru de Llanes, en La Punta San Antón, construido en 1860 y electrificado en 1920. Destruido por un incendio en 1946, fue reconstruido en 1950. En 1959 entró en servicio un radiofaro. Desde aquí vemos sus muros de cierre, en un terreno de 400 metros cuadrados, cerca del que vivió, en el barrio de San Antón, el escritor Fernando Evaristo García Alonso, más conocido como Fernando Vela, a quien le dedicó el artículo titulado precisamente El Faro:
“ Al anochecer se enciende el faro. Pero en este pequeño puerto no entran grandes buques. La principal finalidad del faro es señalar la posición a los barcos que acaso cruzan a demasiada distancia para poder distinguirle. Pero el faro cumple impertérrito su deber. Tal vez por eso, después de enviar tres breves destellos hacia el mar se entretiene más tiempo iluminando con un haz prolongando el paisaje terrestre, más diverso y divertido, lanzando cables de luz a las cosas náufragas en la sombra. Ahora enfoca un caserío en las montañas, después un boscaje, luego la curva de un camino. 
Por las ventanas de mi casa entran sus rayos, pasean las habitaciones y se van otras vez como fantasmas transparenten, después de mirar mi cama desde la cabecera a los pies, detenerse un instante en un cuadro en la pared y poblar de imágenes, por un momento, el espejo que estaba vació de ellas. A la noche veo, por los resquicios de las contraventanas, sus fulgores cuya periódica regularidad me tranquiliza y me acuna y duerme, como una canción repetida monótonamente. Si una noche el faro se apagase, o cesasen sus pulsaciones, me levantaría sobresaltado porque solo una catástrofe puede extinguir sus latidos de luz”
 
Su torre es octogonal, blanca y se eleva unos 8 metros sobre el suelo y 18 sobre el mar, siendo su alcance de 15 millas marinas. Del faro y de su literario vecino explica lo siguiente el también escritor, y cronista, José Ignacio Gracia Noriega en Cien años de Fernando Vela, escrito en Los Cuadernos de Asturias:
"Próximos a cumplirse los cien años del nacimiento de Fernando Evaristo García Alonso, más conocido literariamente por Fernando Vela (y que en 1960 hizo oficialmente expediente de apellidos paternos, siendo desde entonces su nombre civil Fernando García Vela), le recuerdo en Llanes durante los veranos, pasando todas las tardes delante de mi casa en la Calle Nueva para ir a la tertulia del «Bar Venecia»; al «Café Pinín», donde jugaba la partida de ajedrez, o al cine, al «Teatro Benavente». del que era habitual. Era un hombre de aspecto físico algo pesado, cargado de hombros, que caminaba arrastrando los pies aunque su bastón de caña tan solo fuera un aditamento de su condición de veraneante; y cada año que pasaba, sus pies se volvían más lentos. Tenía la expresión hosca, con los labios muy juntos, como si estuviera haciendo pucheros. A mí, en sus últimos años, me recordaba las fotografías de Giovanni Papini en la vejez; pero en fotografías de época anterior, como algunas que le hizo Nicolás Muller, parecía un hombre más que huraño melancólico, aunque ya entonces sus labios tenían aquel pliegue característico. Solía vestir una sahariana clara, en uno de cuyos bolsillos había una gran mancha de tinta, y para leer se colocaba unas gafas de montura de carey, de modelo anticuado. Fumaba pitillos que liaba él mismo y que permanecían apaciblemente en la comisura de sus labios. La mancha de tinta sobre la sahariana era como una proclamación de su condición de escritor, la insignia de un oficio que él todavía ejercía de un modo artesano: una mancha honorífica. Llanes fue un escenario importante de la biografía de don Fernando. Su padre, don José García Vela, procedía de su concejo, del Valle de Ardisana, una zona en la que las gentes, en lugar de emigrar a Méjico, lo hacen a otros lugares de España, y así, de aquí también procedía el abuelo del famoso torero Rafael Guerra, «Guerrita». El doctor García Vela fue director del Hospital Provincial de Oviedo, y en la capital de la provincia nació don Fernando el 26 de octubre de 1888. Y la muerte le llegó en Llanes, la tarde del 6 de septiembre de 1966, mientras esperaba sentado ante uno de los veladores de mármol del «Café Pinín» a su compañero y contrincante para la partida de ajedrez que en esta ocasión no habría de jugarse, Felipe Vega Escandón, agregado cultural de aquélla en la Embajada de España en Pakistán y fino escritor de obra muy breve. Don Fernando vivía en el Barrio de San Antón, al lado del mar y a la vista de la sierra del Cuera, junto al faro que le inspiró algunas de sus páginas, en una casa de aspecto normando, conocido como el Hotel de Otilia, que hubiera sido el escenario ideal para un film de Alfred Hitchcock. Muchas tardes, al pasar delante de ella, yo escuchaba el tableteo de su máquina de escribir. ¿Qué estaría escribiendo, me pregunto ahora? Tal vez algún artículo, acaso un capítulo de «Ortega y los existencialismos». Quién sabe. Por las noches, de eso sí estoy seguro, escucharía el estallido del mar contra los acantilados y sentiría las acometidas del viento del Norte sobre las contraventanas de madera; y vería la luz del faro filtrándose a través de las rendijas en las noches de galerna. El faro le atraía poderosamente; así lo advierte Teófilo Rodríguez Neira: «Y el faro, almuecín de todas las costas que señala a los barcos con sus gritos luminosos el reposo del puerto, no podía faltar entre los recuerdos de Fernando Vela. Los faros de Llanes, Ribadesella, Gijón, llamaron insistentes su atención. Le traían a la conciencia inmensidades entre las que intercalaba su vigilancia individual e inquieta». 

Cerca del faro estaba, y está todavía, la Caseta del Salvamento de Náufragos, tan solo un año mayor que don Fernando, por lo que su centenario tuvo lugar el pasado año. Es una construcción con dos galerías de cristalera que dan a la mar y al monte, y en una de ellas hay un telescopio sobre raíles; en la sala principal figura un cuadro tremendo, que representa el naufragio de un velero y a los sobrevivientes escapando en un bote, a golpe de remos, y de otra de las paredes cuelga otro cuadro multicolor que contiene las banderas de las naciones de otro tiempo, incluidas las del Imperio Austrohúngaro; y en la planta baja había jarcias, cabos, boyas, remos, un farol de bronce y una pistola de señales. Diversos llaniscos se reunían allí para hacer tertulia y para apostar si los barcos que pasaban por la línea del horizonte iban a Gijón, a Avilés o a Vigo; a Santander o a Bilbao. Cada socio tenía un llavín del edificio. Don Fernando era hombre de tertulias, al menos en Llanes, pero hablando poco; a veces se sentaba en un rincón, se calaba las gafas y se ponía a leer los periódicos. Siempre llevaba un montón de periódicos debajo del brazo, pero nunca le vi con un libro: sin duda pensaba que los libros deben leerse en casa. La Caseta del Salvamento de Náufragos, también llamada la Tijerina, porque en aquel lugar había estado establecido un sastre, tenía biblioteca en la galería de poniente: una mesa de madera · enorme, cubierta de números y más números de revistas marineras, de las que podían obtenerse datos curiosos, noticias pintorescas y relatos de aventuras, de descubrimientos y de naufragios. Este era el Barrio de San Antón, al pie de la colina donde está la ermita de la Virgen de Guía, cuya imagen, como en tantas leyendas marineras, llegó por la mar y fue recogida por unos pescadores. Había también cuatro chalets al gusto de los años veinte, de los que sobreviven tres, lo que, en estos tiempos de especulación inmobiliaria, no es mala media; un tendedero para poner a secar las redes con una caseta para cocerlas, que el mar se llevaba periódicamente, cada vez que entraba con fuerza, y, en las cercanías, una o dos fábricas de conservas de pescado. En este lugar, que no ha cambiado demasiado, afortunadamente, pasaba don Fernando Vela los veranos, aunque solía ir todos los días al centro de la Villa. Como veraneante era tradicional: era de los primeros en llegar y de los últimos en irse, en aquellos tiempos poco menos que felices en los que las vacaciones estivales duraban los tres meses."

A escasos metros del faro estaba la capilla de San Antón, que dio nombre al barrio y al lugar, desaparecida tras la Guerra Civil, cuando fue empleada como refugio contra los bombardeos. Era tradición cada 17 de enero, día de San Antón o San Antonio Abad, acudir a ofrecerle al santo panoyas o mazorcas de maíz y besar la parte posterior del gochín o cerdito de madera muy oscura que se representa a los pies de su imagen en la iconografía, que es en realidad una jabalina relacionada con uno de sus milagros. La imagen se conserva actualmente en la basílica de Santa María del Conceyu, parroquial de Llanes


La capilla de San Antón, dice la tradición, acogió una imagen mariana que los pescadores llaniscos hallaron en el Mar de Irlanda (Gran Sol), algo que pudo haber ocurrido durante las guerras de religión que asolaron las islas británicas en el siglo XVI, la cual, según la leyenda, acabó siendo venerada en el altozano de La Galea, sito ante nosotros y encima del barrio, en una capilla expresamente construida para ella, datada en el año 1515 y dedicada a la Virgen de la Guía, estrechísimamente vinculada con los marineros, pues su nombre es la guía que les lleva a buen puerto, una advocación también muy caminera y que se manifiesta en las viejas sendas. Su misma historia aparece reflejada en el Libro de Apeos de Heredades de la Iglesia de Santa María del Conceyu, en los Libros de Fábrica y en los Libros de Actas del Gremio de los Honrados Mareantes de San Nicolás de Llanes


Dicha capilla, muy grande, la vemos desde aquí, tuvo a lo largo del tiempo profundas reformas y ampliaciones, llamando la atención las altas torres circulares almenadas. La leyenda piadosa afirma que unos marineros, desesperados por una fuerte galerna o tempestad, se encomendaron a la protección de la Virgen cuando de pronto hallaron un objeto, una caja flotando en el mar. Tan misterioso resultaba todo que decidieron atarla a la barca, siendo entonces cuando aparece sobre ellos una paloma, que seguirán y les guiará a tierra firme. Alborozados por sobrevivir a las desatadas furias marinas abren la caja y descubren en su interior una imagen de la Virgen. Deciden pues los marineros venerar a la santa llevándola a la capilla de San Antón, pero la imagen desaparece y, tras buscarla, la encuentran allí en el lugar donde la paloma que los trajo a tierra desapareció. Naturalmente, pensando en alguna trastada de alguien, vuelven con la talla al santuario de San Antón y pero esta vuelve a desaparecer, vuelven a localizarla en el mismo lugar que la anterior y vuelven con ella a San Antón. Una vez más, la tercera, ocurre lo mismo y entonces deciden patrocinar la construcción de un santuario en este sitio, con la advocación de la Virgen de La Guía, siendo llamado desde entonces El Campu la Guía


La Guía pues, nos guía cuando pasamos junto al portón de acceso principal al camping, donde están la recepción y el bar. Su renombrada romería está a cargo de uno de los tres bandos o cofradías existentes en Llanes, el Bando de la Virgen de Guía, que junto con los de San Roque y la Magdalena, entre los que existe una honda y sana competencia, organizan las respectivas fiestas; la de San Roque además, directamente relacionada con las peregrinaciones a Santiago pues fue capilla del hospital del peregrinos que existió en el pasado enfrente de la antigua Puerta de la Villa, uno de los desaparecidos accesos, el principal, al Llanes intramuros


Barrio de San Antón, puerta de la villa de Llanes, y ensenada y sable de Puertuchicu o Puertu Chicu, que tiene aquí uno de sus accesos, una playa eminentemente urbana, recogida y muy acogedora, cuyo nombre, relativamente abundante en estas costas, hace referencia a haber sido arribada de pequeñas lanchas o incluso tal vez embarcaciones de cabotaje. De ella leemos así en la Enciclopedia del paisaje de Asturias:
"Playa situada en un entorno cada vez más urbanizado en la parte oriental de la villa de Llanes. Mira ligeramente al nordeste, su arena es blanquecina y forma una concha muy imperfecta en la que se baña mucha gente con tranquilidad"

Cuando sube la marea, su superficie arenosa, tostada y clara, desaparece sumergida por el mar, como vemos en esta foto. Está separada de otra cala, aún más pequeña, diminuta, situada al pie de los llamados Chalets de la Marquesa, La Playina las Muyeres donde, como su nombre indica, era donde se bañaban antaño las mujeres, apartadas de los hombres:
"Playuquina situada entre el faro de Llanes y la playa de Puertu Chicu, con la que viene a formar una unidad. A principios del siglo XX, en ella se bañaban las mujeres (que eran pocas), cogidas de la mano y separadas de los hombres, quienes tomaban los baños en Puertu Chicu. Sus rocas forman curiosas figuras"

Los chalets de la Marquesa, sobre Puertuchicu, tienen también su historia; ya hemos dicho que fueron hechos construir por la Marquesa de Argüelles, María Josefa Argüelles Díaz, quien tenía un gran palacio a la entrada de Llanes, en la llamada Milla de los Indianos, por la que pasa el Camino de Santiago. Según unas fuentes son construidos en 1906, aunque el escritor e investigador José Bolado, en su blog La Montera Picona, nos da esta noticia:
"En 1908 se subastó la construcción de los dos primeros “hoteles” con que el Marques de Argüelles inaugura el Llanes ideal de San Antón. 
El presupuesto era de 14,000 pesetas. Los mejores postores fueron Angel Oves y Avelino Junco, ambos vecinos de la villa, que se lo adjudicaron por 12.905 pesetas cada uno."

Pero tras su inauguración, la marquesa se decantó posteriormente por Ribadesella/Ribeseya para sus grandes proyectos turísticos y su mismo gran nuevo palacio (donde la visitó Alfonso XIII en 1912) en el por ella empezado a promocionar (tras las desamortizaciones) Arenal de Santa Marina (lo recorreremos haciendo Camino). La razón, según la investigadora historiadora del arte Covadonga Álvarez Quintana, fue el escaso apoyo que tuvo en Llanes la carrera política de su marido Federico Bernaldo de Quirós


A la izquierda vemos otro de los accesos a Puertu Chicu, que baja por los acantilados desde el chiringuito que allí se instala en verano, frente al Edificio Peña Tú. Esos bloques se hicieron sobre unos solares ya apetecidos desde antiguo para edificar, dentro de la urbanización de ese sector de San Antón con la apertura de nuevas calles, como también explica José Bolado:
"En los inicios del siglo XX, desechados los magníficos y antiguos comunales norteños ubicados bajo el paseo de San Pedro se observa con codicia esta zona este de la villa de Llanes con amplios terrenos para cimientos, canalones y tendido eléctrico, iniciativa vista con enfocados ojos por algunos espabilados capitulares de Ayuntamiento y albañiles. Unos y otros, miran de soslayo a indianos retornados y familias veraniegas únicos estratos sociales con posibles económicas para tributar rentas municipales. Los mentideros de la villa de Llanes propagan la urbanización de San Antón auspiciada por intereses privados y, algunos, se ilusionaron con tal ambiciosa iniciativa no siendo ajena a esta ensoñación la prensa local y según los jornaleros, de la tinta nacerían tres calles longitudinales y paralelas hasta la playa de Puerto Chico y seis transversales, todas asfaltadas y con aceras en cuyas estéticas orillas aparecerían casas señoriales, naranjos y trinos de pájaros, un suma un “Llanes ideal”, sin embargo, el desarrollo urbanístico de San Antón quedó reducido a oscura y solitaria calle inundada de charcos que permite acceder a un cuarteto de chales construidos en terreno propio costero."

La concha de Puertuchicu es pequeña y hermosa, guardada entre los acantilados de La Punta Güertu Roque a la derecha y la Punta San Antón a la izquierda, con El Tendederu. En los tranquilos y largos días del verano las aguas de Puertuchicu o Puertu Chicu son casi una piscina natural muchas veces, a resguardo de olas y vientos y siempre dando vista a la escollera de Los Cubos de la Memoria


En la página Llanes.net hallaremos un buen reportaje de texto y fotos de lo llamativos que lucían en el momento de su inauguración:
"El pintor y escultor Agustín Ibarrola realiza sobre los bloques de hormigón que conforman la escollera de defensa del puerto pesquero de Llanes su obra de mayor envergadura. A decir de sus palabras, la actuación, constituye el “mayor reto al que me he enfrentado, convirtiendo la escollera del puerto llanisco en una gigantesca escultura policromada de infinitos escorzos”. A petición del alcalde de Llanes, Ibarrola pintó la superficie de los bloques de hormigón plasmando, según su propia interpretación, el paisaje, la cultura y el modo de vida de los llaniscos a lo largo de la historia. Los temas, tanto figurativos como no figurativos, son engarzados por una estructura ajustada a la geometría de los cubos y a la discontinuidad de sus aristas, prismas y superficies. Las pinturas se componen de múltiples composiciones, para ser observadas desde los más diversos puntos de vista próximos o lejanos, desde tierra o desde el mar. Con esta obra el espigón del puerto pesquero de Llanes tiene, según Agustín Ibarrola, un fuerte impacto internacional, tanto por sus dimensiones como por su originalidad y, también, “porque es mi obra más poderosa”. Con esta actuación, Llanes se convierte en el eje central de la actuación de Ibarrola en la cornisa Cantábrica, tras sus obras en el bosque de Orna (Vizcaya) y el entorno del pueblo de Allariz (Galicia). Llanes dispone, además, de un elemento diferenciador de gran espectacularidad y originalidad, y de un indudable valor artístico"


Por su supuesto, también en Puertuchicu se cometían "faltas contra la moral" como decía en 1912 El Oriente de Asturias, años de trajes de baño hasta el tobillo:
“... bañándose algunos sátiros, sino en traje de Adán, con simple tapa vergüenzas de punto, que la policía brilla allí por su ausencia y que las señoras están disgustadísimas por esto y porque usted, señor alcalde, no le pone la maroma que había el año pasado, aunque sea vieja. Un esfuerzo, señor alcalde, y complazca usted a los de Puerto Chico, que no piden más que justicia…y justicia barata”

A la derecha de los chalets de época seguimos viendo El Tendederu. Antes que este se construyera las redes se desplegaban y ponían a secar en tendederos improvisados, uno de ellos aquí en Puertuchicu, donde además se cosían y reparaban. Era el trabajo de las Rederas, título del artículo que les dedica Perela Beaumont:
"... las primorosas manos de Teresa la Coja, Marina la Patiña, María Conde, Antona la Chula, Rita García, Lola Fuentecilla, Fifí la Cubana, su hermana Águeda y tantas otras, reparaban los destrozos de los aparejos.

En sillas muy bajas o  en el suelo, pasaban horas y horas en esos menesteres, y de vez en cuando Antona, que tenía una voz maravillosa, tatareaba alguna canción marinera, uniéndose las otras rederas, haciendo que las personas, que transitaban por aquellos lugares, se detuvieran a escuchar."

Continuamos caminando por el paseo marítimo, al borde del acantilado y con los chalets de La Galea a nuestra izquierda


Crecen los helechos en el margen del cantil. Antaño, en el puerto de Llanes estuvo La Compuerta, un sistema de cierre que se hizo con la idea de mantener las embarcaciones a salvo durante los temporales, cuando las olas entraban río arriba. Construida en 1932 y colocada al año siguiente. Fue derribada en 1994 pese a que constituía una de las señas de identidad del muelle local pese a que, paradojas, nunca llegó a estar en funcionamiento. De ella también nos cuenta su memoria Perela Beaumont:
"Cuentan que costó mucho instalar la plancha de hierro, la cual estuvo muchos días apoyada en el muelle del Sablín, lo que obligó a que todas las lanchas estuvieran fuera para no interrumpir los trabajos. 
A pesar de que nunca entró en funcionamiento, según dicen porque no llegaron los motores, fue testigo durante 61 años de la vida del Puerto y de la Villa, lugar favorito de los rapaces para lanzarse emulando a los saltadores de la Quebrada de Acapulco, y de famosas anécdotas, como la protagonizada por el recordado y célebre Pedrito Galguera, que llegó a vendérsela, manifestando que era suya, a un industrial vasco. 
Era la señal de identidad del Puerto. No había otra como ella en el Mundo."

Los chalets fueron "Los ensayos de la marquesa", como los denomina el fotógrafo Alejandro Braña en su reportaje para su blog Asturias por descubrir. Y es que fue donde empezaron a tomar forma sus iniciativas turísticas en un momento en el que aún no había nada o casi nada, pues no hacía demasiado que los avances médicos y sanitarios había descubierto los efectos salutíferos de las costas, los baños de sol y de mar y algas


Anteriormente, y salvo excepciones contadas, los arenales y calas no eran considerados lugares salubres, a ellos solían ir a parar los detritus de las poblaciones, se utilizaban como basureros, escombreras o incluso mataderos. Al principio, esta valorización de los litorales llegó solo a las clases más pudientes, pero con el tiempo se extendería a las demás, sobre todo con los avances sociales del siglo XX y la aparición de las vacaciones, un concepto hasta entonces inexistente


Y así, lo que empezó siendo una recomendación médica terminó siendo un fenómeno de masas y una industria de primera magnitud, si bien en Llanes, como en la mayor parte, por no decir la totalidad, del norte de España, muy marcadamente estacional


Y este es El Mirador, con sus excelentes vistas sobre Puertu Chicu y San Antón, con suelo de losas en forma de semicírculo, bancos de hormigón y una estructura de madera en forma de X, con cubierta a manera de tendejón


Dos líneas de tablas dispuestas a la larga hacen de asiento y respaldo de un gran banco corrido y a la sombra que nos permite disfrutar del paisaje


Volviendo a los Chalets de la Marquesa, cabe decir que fueron verdaderamente un ensayo y premonición de lo que luego haría ella en el arenal riosellano de Santa Marina, donde desarrolló su vena de pionera de las empresas turísticas y de construcción de residencias veraniegas


Dice Alejandro Braña que, imitando los modelos de otras ciudades balnearias de Europa, se basó para su construcción en el estilo llamado Old English, pero mezclado con otros. Un estudio del mismo y de su influencia en la cercana costa vasca lo ha hecho María Teresa Paliza Monduate, del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Salamanca, en su trabajo La importancia de la arquitectura inglesa del siglo XIX y su influencia en Vizcaya, estudio del que extraemos esta descripción:
"Uno de los elementos más característicos del Old English fue el uso de ventanas y materiales diferentes en un mismo edificio. Es esta una de las muchas libertades que se tomó el estilo y marcó diferencias entre los diversos arquitectos. Por ejemplo Shaw fue reacio a aceptar las ventanas de guillotina. Unido a esto, está la utilización de diversos de cuerpos con grandes ventanales-miradores comunes en toda la arquitectura inglesa del siglo XIX, aunque más abundantes en la época victoriana final. En general, se engloban bajo el apelativo de bow-windows, aunque la clasificación correcta establece diferencias entre el oriel window (mirador volado de planta poligonal o curva), el bow-window (mirador no volado de planta curva) y el baywindow (mirador no volado de planta poligonal)

Los tejados muy complicados, estaban formados por la intersección de hastiales de diferentes tamaños y formas, aunque predominaban los triangulares. Las tejas de la cubierta de los tejados eran planas, como las empleadas en los antiguos tejados de los cottages. Las chimeneas eran muy estilizadas y elevadas y tenían diversos motivos decorativos a base de estrías, zig-zags, etc. Eran de ladrillo en su mayoría, aunque algunas combinaban el ladrillo y la piedra. A veces, los tubos de salida de humos de tres o cuatro chimeneas se marcaban en el exterior de los edificios, especialmente en el caso de que correspondieran a un inglenook. 

El Old English también impuso variaciones en el interior de las casas. Por ejemplo, los arquitectos diseñaron mobiliario de tipo rústico y pesado para estos edificios, y el inglenook, común a toda la arquitectura doméstica de la época, tuvo su mejor lugar en las casas de este estilo." 

Los arquitectos se sintieron atraídos principalmente por la líbertad que ofrecía el estilo. El Old English continuó muy ligado al Pintoresquismo, en lo que éste había tenido de anticlásico, antiacadémico, dramático y en el gusto por las perspectivas enfáticas y del respeto al paisaje circundante."

En la actualidad vemos tres casas, pero en origen había una cuarta detrás de la primera por la izquierda, la cual tenía torre, al igual que la de la derecha, elemento que le ha desaparecido, tal y como podemos comprobar en el blog de Alejandro Braña. Hoy tal vez no las llamaríamos chalets, sino mansiones, quintas, casonas o palacios, pero por entonces era el nombre que se les aplicaba, por influencia francesa, pues es un término de la suiza francoparlante que en principio se refería a viviendas de madera, pero que se extendió por Europa para denominar a las casas de recreo de las clases pudientes


Más a la derecha, una vista estupenda de La Punta San Antón y La Punta Güertu Roque abrazando esta recogida concha. El color oscuro del mar es el ocle, las algas marinas de arribazón, que la mar arrastra hacia la arena, antaño, y aún ahora, empleadas como abono. En la actualidad son apreciadas por la industria química, pero ya suelen buscarse en altamar, con barcos y buzos. Perela Beaumont nos explica en Productos de la mar que su recogida fue reglamentada en las ordenanzas del concejo:
"En el capítulo X de las Ordenanzas Municipales de la Villa y Término Municipal de Llanes de 1877, se recogía que las algas, ocle y demás productos que arroja la mar a las playas, pertenecían y formaban la propiedad del primer ocupante, y que a fin de evitar las desgracias que sobrevenían por codicia del hombre, sólo se permitía extraer durante las horas del día desde la salida hasta la puesta de sol.

Añadía, además de la prohibición de extracción en determinadas horas durante las temporadas de baños, que para adquirir el dominio absoluto de dichos productos del mar, era preciso que no se dejaran amontonados ni acotados en las playas, sino que había que transportarlos y reunirlos en el depósito destinado al efecto y fuera del alcance de donde llegara el mar en las grandes o vivas mareas.

Asimismo, no se permitía que para extraer dichos productos entraran las personas en el mar, desde el día 15 de noviembre al 15 de abril de cada año; pudiendo en dicha época servirse de balsas, chalanas o botes."

Grandiosa panorámica hacia el Camping Entreplayas y la costa hasta Antilles, La Punta la Moh.osa y Santa Clara. Durante largo tiempo, cuando en el Camino Norte apenas había albergues (unos pocos públicos y ninguno privado dedicado a los peregrinos), los campings constituyeron una alternativa de alojamiento asequible para muchos peregrinos. Aún hoy día no pocos se alojan en ellos, al menos si consiguen plaza en el tan bullicioso verano



Una senda de uso público recorre todo el borde de su acantilado, la cual puede seguirse desde El Sable Toró. Más allá, al este, los acantilados al norte de Cue. Un buen reportaje de esos cantiles podemos encontrarlo en el blog del Grupo de Montaña Los de las Claras


En cuanto a que El Pericote de Cue, una de las versiones tal vez más antiguas de esta danza ancestral, surgió allí, en el campo de Santa Clara, aportamos esta parte del artículo Llanes reclama atención para "su" pericote, de Ramón Díaz para La Nueva España del 18-11-2015, en el que recoge la explicación de la por entonces concejala de Cultura Marisa Elviro:
"Cue, una localidad que es considerada la "patria" del pericote. Elviro aseguró que en Cue se lleva a gala desde hace muchísimos años que el pericote nació en el paraje que denominan Santa Clara, donde hubo una capilla de la que ya sólo se conserva la imagen principal, y que el nombre del baile deriva del hecho de que en sus inicios solía ser interpretado sólo por mujeres, dado que los hombres andaban bien por la tejera, bien metidos en guerras. A las mujeres que hacían el papel de hombres en el baile se les llamaba "pericotes", y de ahí el nombre, según los coritos."

Dejamos el mirador y proseguimos nuestra andadura hacia el centro urbano de Llanes por la Carretera Toró, aquí travesía netamente urbana


Abajo, en la parte más recogida de la playa, es usual encontrar a alguien tomando el sol en cualquier época del año, a poco que este salga con ganas. Tal y como pasa con los bandos, hay una cierta piquilla entre esta playa y la de El Sablón, por lo que suele decirse aquello de:
"Parez mentira que seas de Llanes, y que te bañes en el Sablón, si te bañares en Puertu Chicu, serias llaniscu de corazón"

Avanzando por la acera, la zona residencial que llamaríamos de baja densidad, de viviendas unifamiliares con terreno, muchas dedicadas al turismo pasa a la más urbana con bloques de pisos y apartamentos al acercarnos de La Galea a San Antón. Este frente marítimo ante Puertu Chicu también con mucha vivienda vacacional y un hotel, el Miraolas, a la derecha, este ya mirando al puerto y al lado de La Tijerina, histórico edificio, que no vemos desde aquí pero tenemos que mencionar, del que escribe también, cómo no, Maiche Perela Beaumomnt:

"En el sitio de San Antón y a la embocadura del puerto, existe un edificio que goza del afecto de todos los llaniscos, y que no es otro que el que albergó a La Tijerina, denominación por la que era conocida la Sociedad de Salvamentos de Náufragos, la más entrañable institución del pueblo de Llanes.
Aquella benemérita Sociedad se constituyó el 11 de mayo de 1887 para prestar auxilio a las embarcaciones en peligro de naufragar y coadyuvar al salvamento de náufragos. Aunque fue mucho más, y no me refiero solo a aquellas tertulias, que hicieron también de ella una suerte de casinillo, y que le dieron el nombre popular, sino a que, desde una pequeña caseta, ampliada más tarde con un penduz, que después se cubrió, y con un pequeño presupuesto, veló por los pescadores y por toda la gente de Llanes, recompensó a las personas que participaban en los rescates de los naufragios, además de luchar sin descanso por las obras del puerto y la ría. 
Siempre me he preguntando cómo la simpática y entusiasta Sociedad fue capaz de desarrollar tal cantidad de cosas con cuotas tan reducidas, incluso llegó a comprar una lancha, “ Villa de Llanes”, que luego sustituyó por un buque salvavidas insumergible llamado “Marquesa de Reinosa”. 
Estoy segura, y no creo exagerar, que no hay quien no tenga buenos recuerdos de la Tijerina. A mí no se me ha olvidado que de cría, como a muchos niños de la Villa, me fascinaba mirar por el catalejo que, ubicado en el observatorio acristalado por tres lados de la planta superior, hacía la magia de acercar lo que estaba lejos, de descubrir barcos en el horizonte. Aquel hermoso anteojo, como lo calificaba el acta de la sociedad de 1917, tras cesión del Ayuntamiento, ha cumplido cien años en el mejor lugar donde podía estar ahora: La Cofradía de Pescadores Santa Ana, sucesora moral de la Sociedad de Salvamento. 
Otro objeto inolvidable de la Tijerina es el cuadro del naufragio, óleo sobre tela de grandes dimensiones y cargado de dramatismo, al que solo le falta el sonido, el estruendo de la tempestad. Esta pintura se exhibe en el salón de actos de la Casa de Cultura. Peor suerte corrieron el retrato de S.M. Alfonso XIII, desaparecido, y el cuadro donado por Porfirio Díaz, en manos privadas, que presidían el salón de actos. 
A partir de la década de los sesenta, con la evolución de la tecnología de salvamento, los cañones lanzacabos y los clásicos salvavidas perdieron su utilidad, y la institución fue decayendo. 
A finales de siglo pasado, la Sociedad cedió el edificio a la Cruz Roja, que lo ocupó hasta el traslado a sus nuevas instalaciones en la Moría."

Bifurcación importante: si quisiéramos bajar a la playa, conocer el faro y la punta y barrio de San Antón, iríamos a la derecha, pudiendo desde allí dirigirnos al antiguo Llanes intramuros por la pasarela del Puente Nuevu, sobre El Ríu Carrocéu, o bien seguir hasta el de Las Barqueras para cruzarlo allí, enlazando con el Camino de Santiago


 Nosotros vamos a seguir de frente, para salir al Camino algo antes, al comenzar Las Barqueras, en el cruce con la calle de este nombre y la de Pidal, en la Plaza del Dr. Dolase Sordo, tras pasar al pie de la capilla de Guía


A la derecha, Residencial Llanes, bloques de edificios de apartamentos con buenas cristaleras orientadas al este, a la playa, los cuales se extienden entre esta calle y la del Marqués de Argüelles


Entre edificios de apartamentos la Carretera de Toró sigue recta hasta dos barrios populares que empezamos a ver al fondo, el Barrio de Pescadores y el de Bustillo, ambos construidos a mediados del siglo XX ante la perentoria necesidad de nuevas y dignas viviendas para los marineros y sus familias, así como para el vecindario en general


A la derecha, pasamos frente al Edificio Olmeca, desde el que vemos, al fondo, algunas casas de la calle Marqués de Argüelles, que se dirige a los Chalets de la Marquesa atravesando San Antón: donde hay ahora varias urbanizaciones hubo antaño célebres conserveras, hoy día desaparecidas, como la de Fragardi, fundada por Francisco García Llerandi, así como la de Alfonso Cimino, italiano afincado en Llanes, y la de Anchoas El Sablín, de Manolo Batalla, cuya entrevista en El Oriente de Asturias con motivo de su inauguración transcribe José Bolado en su blog:
"Manolo Batalla, LOLO para sus amigos, nacido en Llanes en el seno de una familia de pescadores y marineros, vinculados al mar desde más de ocho generaciones, salió de Llanes para enfrentarse a otros “temporales” muy distintos, muy lejos de su tierra natal. 
– ¿Por qué, Lolo, no seguiste la tradición familiar, lo que podría suponerse era lo más lógico para ti? 
– Mira, en aquellos tiempos de mi infancia o juventud – pues la barrera estaba muy próxima- en cuanto terminabas en la Escuela, yo estudié en el entrañable Colegio de La Arquera, no tenías más opción que “arrimar el hombro”, y, cosa lógica, lo más normal era que fuera en las labores de los tuyos. Pero a mí, como a algunos hijos de marineros, no me atraía mucho la idea de dedicarme a las faenas de la mar, pues era consciente de lo peligroso y difícil que era vivir de ella. 
Entonces, la alternativa que se tenía era trabajar en la mina o emigrar. 
Yo me fuí para la mina y trabajé dos años en el Pozu de Don Santiago. 
Pero a los 18 años volví a Llanes y comencé a trabajar de pintor, con los “clásicos”, o sea, Samuel y Arriarán. 
– Después de conocer y vivir la aventura de la mima, optas por la emigración, ¿a dónde? 
– En los años sesenta estaba en plena fiebre la emigración a Europa. Casi todos los jóvenes de nuestro Concejo buscaban trabajo en aquellos países que eran algo así como el legendario “El Dorado” del Oeste americano. 
Yo, en aquellos años ya estaba casado y con mi mujer decidimos abrirnos camino en Francia. Allí estuvimos hasta el año 68, trabajando de pintor, de “brocha gorda”, no de pincel, como podrás suponer, y en aquel año, famoso del “Mayo francés”, yo vivía en pleno Barrio Latino y me tocó vivir de cerca los famosos sucesos del Mayo. 
Es entonces cuando decidimos volver para España, concretamente a Madrid, en donde estuvimos otros años que, sinceramente, no fueron muy buenos para nosotros. 
Volvimos de nuevo para Francia ya con mis hijos, pero aquello ya no era lo mismo (¿o quizás no lo éramos nosotros?), aparte que habíamos tomado el sabor a nuestra tierra, a nuestra gente, y no resistimos más que seis meses en París. 
– ¿Decidisteis entonces volver a España? 
– Alguien me indico que había buenas perspectivas de trabajo en Cataluña, que allí no me faltaría trabajo. 
Y allá nos fuimos. 
La verdad es que no nos engañaron, pues en Barcelona empezaron las cosas a marchar bien, al principio con muchos esfuerzos y sacrificios, como todo en esta vida, pero la suerte cambió de rumbo cuando se me ofreció la oportunidad de regentar un bar- restaurante. 
Aquí todo funcionó a la perfección. Mi mujer me ayudaba en estas tareas y así pudimos salir adelante, de tal modo que los dueños del establecimiento nos ofrecieron llevar también otro que ellos tenían en otra zona de la Ciudad Condal. Y así fue como me inicié como empresario, con uno, dos… ¡hasta cinco restaurantes! En la actualidad tengo tres de mi propiedad. 
– Consolidado en Barcelona, regresas a la Villa. ¿A qué vas a dedicarte aquí? 
– Ya hace más de diez años que bullía en mí un mismo tema. En Barcelona, cada vez que se me ocurría pedir una tapa de anchoas y ver el precio a que se cotizaban y su poca calidad, venían a mi mente las que degustábamos en Llanes. De joven había trabajado durante algún tiempo en “La Llanisquina”, la fábrica que regentaban Antonio Maya y Felipe Sordo. Y el recuerdo de aquellas sabrosísimas anchoas llaniscas me “tiraban” con mucha fuerza cada vez que las consumíamos en Barcelona. 
Decididamente, con los negocios bien atendidos por mis hijos en Barcelona, y como de Llanes nunca me había desvinculado (aquí están mis raíces), pues todos los años veníamos a pasar temporadas a nuestra casa, empecé a dar forma a mis ideas. 
Las anchoas, siempre en Llanes pensábamos lo mismo, pregunté una y mil veces a las mujeres que antaño se habían dedicado a ellas, tratando de asesorarme en su proceso. Hablé largo y tendido con Fifi, “la cubana”, con Eloisa, con mis tías, con todo el mundo que había tenido relación con ese mundo apasionante de la fabricación de la anchoa, y todos me animaron a “embarcarme” en esta para mí, nueva empresa. 
Asimismo, recorrí con mi primo Luis González todas y cada una de las fábricas que están en funcionamiento en el Norte. Desde Galicia hasta el País Vasco, pasando por las de Asturias y Cantabria, visitando sus instalaciones y comprobando “in Situ” sus técnicas de trabajo. 
En Llanes, gracias a Dios, no nos faltará nada. De momento tenemos un local adaptado a la producción que ahora queremos lanzar, en espera que se realicen las expectativas de suelo industrial, que competen al Ayuntamiento, pues la idea es montar una fábrica de mayores dimensiones. 
– Me dicen que ya habéis comenzado la fabricación, ¿es cierto? 
– En realidad, no. Lo que sí hemos hecho han sido las pruebas necesarias para la introducción del producto. Compramos una pequeña cantidad para una fabricación limitada, con destino a los amigos y conocidos para obtener el contraste de nuestro producto. 
En Octubre iniciaremos la producción destinada a los mayoristas y para ello, a finales de este mes, adquiriremos 50.000 kgrs. de bocarte que se irá elaborando según su proceso y nuestra técnica “a la llanisca”. 
– ¿Cuántos puestos de trabajo supondrá tu empresa? 
– La intención inicial es que no entre ni una sola máquina en nuestra factoría, excepto, claro, las dos secadoras del bocarte. Por lo tanto, el procedimiento será puramente artesanal, como se hicieron siempre en Llanes. Ello supondrá la creación de treinta puestos de trabajo, que en su mayor parte serán cubiertos por mujeres. 
– ¿Cómo vas a denominar comercialmente tu producto? 
– La empresa se denominará ” El Sablín, S.L.”, que es el nombre de nuestra sociedad familiar."

El Edificio Olmeca revela la intensa relación de la emigración llanisca a México, a donde fueron muchos jóvenes durante tantísimos años, algunos, unos pocos, con fortuna, los célebres indianos, que marcaron la idiosincrasia de muchos pueblos y villas asturianas, siendo aún perceptible en su urbanismo


Las aceras son anchas y bien iluminadas como corresponde a un atravesía ya totalmente urbana


A la izquierda, uno de los bloques de casas del Barrio de Pescadores, construido en los años 1950 en medio de lo que por entonces "eran tou praos", al pie de la capilla de Guía. José Bolado escribe de estas casas marineras, hechas según el molde de la época, en su blog La Montera Picona:
"Juan de Llanes almuerza en casa y después acude a la tertulia donde se discute el emplazamiento de las futuras viviendas sociales para los pescadores.
Se sabe que el lugar ofrecido por los dirigentes de la Cofradía de Pescadores de Santa Ana era en San Antón, en el trozo comprendido entre la Tijerina y el Faro, en la proximidad de nuestros acantilados. Pero esa idea no ha despertado más que comentarios desfavorables. 
La realidad habla por sí sola. El terreno elegido se considera inadecuado, ya que nadie que no sea ciego sabe que en los crudos temporales de invierno y aún en otras estaciones, la mar bate con toda su furia este lugar de San Antón, llegando a veces, la fuerza de sus olas, a inundar los chalets de esta barriada. Se recuerda el aún no muy lejano tiempo -antes de la firme construcción del edificio de nuestro faro, hecho reciente- en que la familia del torrero tenía que abandonarlo por razón de los temporales, quedando él solo en la casa en cumplimiento de su deber. 
Finalmente, se construirán junto al barrio Bustillo, cuyas casas de cuarenta metros cuadrados, también de Protección Oficial, acaban de terminarse. Constan de hermosa cocina-comedor, dos dormitorios, cuarto de aseo con lavabo y váter. La renta es 225 pesetas mensuales de las que 75 corresponden a la amortización de la casa."

A nuestra derecha, el Edificio Olmeca da paso al de la Pensión Verde Mar (en medio de la foto). Al fondo vemos el Edificio Sol y Mar, del año 1971, año en el que la villa de Llanes es declarada Conjunto Histórico Artístico


Pasado el Barrio de Pescadores y llegando al de Bustillo, la entrada a la Plazuela Antonio Batalla "Machi", célebre vecino que fue de este barrio, cuya biografía también glosa Maiche Perela Beaumont:
"Antonio Batalla, al que todos conocíamos cariñosamente como “Machi”, perteneciente a una legendaria familia marinera, nació en Llanes el 1 de marzo de 1919. Fue el segundo de los 22 hijos que tuvieron el matrimonio formado por  Ramón Batalla “Camará”, un marinero de primera división, y  Esperanza Díaz, de muchos afectos en Llanes.  
A la temprana edad de 14 años, comenzó a ir a la mar para contribuir al mantenimiento de su más que numerosa familia. 
Desde el comienzo de la Guerra Civil, con apenas 17 años, participó en la contienda combatiendo en diferentes frentes, tomando parte en la Batalla del Mazucu, donde fue herido y salvado por un compañero. Después de la Guerra, estuvo encarcelado en las  prisiones de Gijón, Bilbao, Navarra y Madrid. 
Cuando al fin regresó a su casa, lo primero que hizo fue preguntar por su novia Gloria García Ruenes “Yoyi”, dos años más joven que él e hija de otro marinero de raza, Manolo García “Garbanzu”, y con la que contrajo matrimonio 31 de marzo de 1943. El matrimonio, que tuvo cuatro hijos, Toño, Lolín, Gloria e Isidro, ninguno de los cuales se dedicó a  la mar, vivió los primeros años de casados con la familia de ella, en la casona de la Magdalena, y la pesca se convirtió en el sustento familiar, primero como marinero y luego como patrón de sus propias lanchas. 
Tuvo en propiedad compartida con Francisco Herrero Melijosa, “Tisto”,la lancha “Corazón de María”, “Sisina” y la “Guía”, luego adquirió en solitario “La Guapa”, con la que salió a faenar hasta que se jubiló a la edad de 63 años. 
Continuó pescando sobre todo calamares y percebes. Diariamente, siempre afable, amable, cariñoso y sin faltarle nunca la sonrisa, acudía a contemplar la mar, siendo un habitual del puerto y la rula. En sus últimos años, era frecuente verlo por la mañana, en compañía de otros marineros jubilados, tomando café en el “Bálamu”.

Son innumerables sus anécdotas en tantos años en la mar, como aquella en que un día de Nochebuena, con una carga de 250 kilos de besugo, no se mataron de milagro, al embestir su barco contra el puerto de Ribadesella, ya que por llegar pronto a casa no esperaron a la marea.  

En el año 2018, a petición de sus vecinos, fue bautizada con su nombre una plaza del Barrio Bustillo.  

Murió, a la edad de 99 años, el 13 de noviembre de 2018, poniendo de luto a todo Llanes, pues fue uno de sus personajes más queridos."


A su fallecimiento, con 99 años y poco después de que se le dedicara esta plaza, la corresponsal de El Comercio Gloria Pomarada publica, el 13-11-2018, publicaba la luctuosa noticia junto con una biografía del "último superviviente de la batalla del Mazucu" que era Machi:
"Llanes ha perdido hoy a uno de sus vecinos más emblemáticos y queridos, Antonio Batalla 'Machi'. El veterano pescador fallecía esta mañana en la villa, a los 99 años, y apenas cinco meses después de que una plaza del barrio de Bustillo fuera bautizada con su nombre tras cursar la pertinente solicitud la asociación vecinal. Este noviembre se cumplía un año de la aprobación de la propuesta en el Pleno del Ayuntamiento de Llanes, en el cual la figura de 'Machi' logró la difícil tarea de poner a todas las fuerzas de acuerdo. 
Antonio Batalla nació en el propio barrio de Bustillo, en 1919, y allí se crió. En la década de los treinta comenzó a trabajar como aprendiz en los grandes barcos que partían del puerto local y también en esa época despertó su inquietud política, que le llevaría a afiliarse a las Juventudes Socialistas. Con apenas 17 años la Guerra Civil se cruzó en su camino y él mismo recordaba hace un año que era el último superviviente de la batalla de El Mazucu. 
Tras la contienda fue condenado a trabajos forzados en las cárceles de El Coto en Gijón, Bilbao, Navarra y Madrid. Tras cumplir la pena regresó a Llanes para continuar en el oficio familiar, el de marinero. Su primera embarcación en propiedad llegaría de la mano de su amigo 'Tisto', con el que compró 'La Sisina'. Su siguiente barco, también junto a su inseparable 'Tisto', fue 'La Guía', armado en un astillero en la provincia gallega de Lugo. En los años ochenta se jubiló a bordo de 'La Guapa', ya en solitario. 
No obstante, el retiro no le alejó del oficio. Su presencia en el puerto llanisco era habitual, bien para pasear con su profunda mirada azul perdida entre las embarcaciones o para comprar pescado en la rula, siempre entre el cariño y el reconocimiento de los pescadores y llaniscos que hoy lloran su muerte."


A la derecha, en el bajo de la esquina de la Carretera de Toró con la calle Ribadedeva del Edificio Sol y Mar, está el Restaurante Casa Güelu, de Pedro José Morán, sede de la activa Asociación de Vecinos de Bustillo y, doblando dicha esquina, la Tienda El Barriu, de Javier Rodríguez Sánchez, a quien Higinio del Río le dedica una de sus biografías en Mis personajes favoritos:
"Con el su buen amigu Brando, guapu ejemplar de labrador cruzáu, Javi sube a diariu a San Pedro. Los dos son de zancada larga, de mirada serena y limpia, amigos de saludar al que se cruza con ellos, y tán ya incardinaos en el paisaje d’ horizontes, vientos y pláganos que compartimos. Ambos transmiten un mensaje de normalidá. D’ una cotidianidá en paz. 
Los padres de Javi son Jose Rodríguez Martínez (de Vigo), y Belén Sánchez Ramírez (nacida en Ronda, Málaga, pero de raíces llaniscas, pues é jiya de Pancho Sánchez, l’ hermanu de Tere Sánchez, la de los trajes d’ aldeana). Se conocieron en Suiza, cuando taban trabajando allí, tuvieron dos jiyos y regresaron con ellos pa establece en Llanes jaz 23 años. 
Viven en el Barriu Bustillo, en mediu de l’ atmósfera castiza heredada de los Camarás y de la familia de Pedro el Sordu. Allí Jose tien la joyería JR, y Belén s’ ocupa de llevar el comerciu d’ alquiler de trajes d’ aldeana que poseía Tere Sánchez.
Javi nació en Lausanne en 1983 (igual qu’ el su hermanu Jorge, 5 años mayor qu’ él). Empezó a jugar al fútbol en Suiza a los 5 años y jugó en un equipu federáu del cantón de Vaud. Aquí lo jizo varias temporadas en el Club Deportivu Llanes. Era' l capitán del equipu y jugaba muy bien de defensa y centrocampista. También jugó en el Urraca CF de Posada, en el Ribadedeva y en el Reocín de Cantabria.
 
Desde 2011 tien la tienda de comestibles del Barriu. Ahora dispón de menos tiempu pa entrenar, pero sigue en activu como futbolista. É unu de los baluartes del filial del CD Llanes."


Aquí en el cruce empieza la calle Cabrales, ante los edificios de Bustillo, construidos en terrenos que fueron también de la Marquesa de Argüelles. Antes que estos bloques de viviendas había unas casas de planta baja, entre prados, "como un pueblín", con árboles en el medio, de los que se tendía la ropa, así como una fuente y lavadero. Una bombilla alumbraba por entonces cada casa de El Barriu, como popularmente se llamaba al lugar, tal como recuerda Isabel Batalla La Chavalina, nacida en Bustillo en 1931, en entrevista a Docllanes, memoria documental de Llanes, el 23-1-2020, un excelente testimonio también de sus memorias como trabajadora en la conservera de Francisco García Llerandi


Pasamos la terraza de Casa Güelu, situada en la acera enfrente del restaurante. Estos barrios de Bustiello y Pescadores fueron rehabilitados en el año 2009. También Higinio del Río cuenta de otros dos ilustres vecinos del lugar, anterior a los actuales bloques, en su entrada de blog titulada Los hijos de Pedro El Sordu y Aurora Bernot:
"El matrimonio formado por Pedro Pérez Villa, “el Sordu” (Ribadesella, 1876-Buelna, 1948)) y Aurora Bernot García (Llanes, 1887-Llanes, 1954) vivía en una casina de su propiedad en el Barrio Bustillo. Él era albañil y pescador (fallecería abatido por una ola y ahogado en la mar, mientras mariscaba en la costa de Buelna) y ella cosía y hacía calzones en tela de mahón para los marineros.  
Tuvieron diez hijos, seis de los cuales aparecen en esta fotografía tomada en el patio de la casina del Barriu, posiblemente en 1991. Son, de izquierda a derecha: 
PEDRO (Llanes, 1925-San Sebastián, 2007). Se había casado con Isabel Fernández Sarriguren. El matrimonio tuvo dos hijos: Juan José y Pedro Pérez Fernández. 
LOLA (Llanes, 1908-Madrid, 2003). Contrajo matrimonio con el madrileño José Benito Rivera el 24 de noviembre de 1933. Tuvo dos hijas, Dolores (Lolita) y Aurora (Titi) Benito Pérez. 
MARÍA (Llanes, 1907-Llanes, 2003), la de la mercería "Empe". Se casó con Enrique Señaris el 15 de febrero de 1930. Tuvo dos hijos: Enrique y Pedro Señáris Pérez. 
PILAR (Llanes, 1924-Llanes, 2008), la de la tienda de comestibles "La Pilarica". Contrajo matrimonio en Llanes con Higinio Gumersindo del Río, de Santa Marta de Tera (Zamora) en 1948. Tuvo tres hijos: Pilar Aurora (fallecida a los seis meses de edad, en 1951), Higinio (Genín) y Juan Pedro del Río Pérez.  
CARMEN (Llanes, 1920-Cevico de la Torre, Palencia, 2012). Se casó con Mariano Rodríguez Portillo, de Cevico, el 17 de octubre de 1942 y tuvo un hijo, Mariano Rodríguez Pérez.  
VÍCTOR (Llanes, 1918-Bayonne, Francia, 1996). Se había casado con Modesta Amieva, de Posada de Llanes, y era padre de cuatro hijos: Viti, Pierre, Jesús y Annie Pérez Amieva. 
Sus otros cuatro hijos fueron los siguientes:  
PELAYO (1910-1963). Estaba casado con Luisa Fueyo, natural de Olloniego. Tuvo una hija, Luisina Pérez Fueyo. 
JUAN (1911-1936), confitero de la Auseva. Murió en la Guerra Civil, en los combates librados por las fuerzas republicanas en la zona de Tarna.  
BLANCA MARÍA, que había nacido en 1914 y murió a los pocos meses.  
JESÚS, “CHICHO” (1916- 1934). Murió ahogado en la mar, mientras hacía la travesía de Celorio a Llanes a bordo de una piragua construida por él mismo. 
Los diez habían nacido en esa casa."


Y es que antiguamente estuvo aquí también el cuartel de la Guardia Civil, a donde vino destinado el  padre de Pedro El Sordu, un guardia civil colungués. Higinio del Río nos lo cuenta también en su blog Llanes, historia, cultura y territorio
"Pedro Pérez Villa era el mayor de ocho hermanos, todos los cuales, menos él, nacieron en Llanes: Julián, que tocaba el tambor en la Banda de Música, se casaría en Vidiago; Angel, en Cue; Antonio, en la villa; Pelayo, guardia civil, participó en la Guerra de Cuba y falleció muy joven al poco tiempo de regresar; y había tres hembras: Blanca, Concha y Serafina (ésta última, Fina, que vivió y murió en Nueva, estuvo casada en primeras nupcias con un miembro de la Benemérita; cuando enviudó, se casó con don Hilario, también viudo, que era jefe de la prisión). 
Pedro había nacido en Ribadesella, pero le trajeron en pañales a Llanes, adonde vino destinado su padre, un guardia civil colungués. La madre, Concha Villa, también natural de Colunga, era conocida como “la Pelaya”. Corría el año 1877 cuando el matrimonio se trasladó a vivir a la villa llanisca con su hijo. El alcalde de Llanes era Román Romano Mijares y el cuartel se levantaba junto a unos prados, en el solar que ahora ocupan las viviendas sociales de los marineros en el Barriu. De “la Pelaya” heredó Pedro la afición a pescar. En aquella época, en la zona de Colunga y Lastres solían mariscar las mujeres. Tanto en La Isla, primero, como en el Faro, Toró y Portiellu, después, “la Pelaya” destacó como pescadora de roca. Empedernida fumadora, que liaba el tabaco en hojas de maíz, llevaba con ella a su primogénito, cuando éste tenía diez o doce años, y siguiendo el ciclo de la vida, Pedro haría lo mismo años después con su hija mayor, María. 
Pedro se casó con Aurora Bernot en 1906. El banquete de bodas se celebró en el restaurante de la Estación, que acababa de abrirse al público. El matrimonio se fue a vivir al Barriu Bustillo, a una casa heredada por ella. Era una casa como de juguete. Aún se conserva en una esquina de la calle Marqués de Argüelles, junto a un establecimiento de alquiler de trajes de aldeana. La había construído su suegro, de quien la heredaron. A medida que nacían sus hijos, Pedro iba agrandando “el nieru” como podía (levantó un piso e hizo la galería). La “Tía Ángela”, suegra del marineru Gerardo, el de “La Menta”, era la partera de Llanes más caracterizada. Todos los hijos que tuvo Aurora los sacó a la luz la “Tía Ángela”, quien, al cortar el cordón umbilical y coger por los pies a cada naciatu, siempre daba a la criatura unos suaves azotes en el culete y cantaba aquéllo de “que soy de La Guía, de la Guía soy...”, como si estuviera transmitiendo un código vital. 
La escalera de madera, en un hueco increíble, se la hizo su amigo Simón Valderrábano Escandón (San Vicente de la Barquera, 1882-Llanes, 1974), que fue sin duda uno de los mejores ebanistas llaniscos del siglo. Enclavada sobre las rocas, por la parte de atrás daba al Riveru, y al acostar a los críos se oía en ella cada noche con diaria puntualidad la exhortación que pronunciaba todo quisqui en las viviendas que se asomaban a la ría: “¡Venga! ¡A mear y pa la cama!” (El muelle hacia la Tijerina no se haría hasta los primeros años de la década de los treinta)."

En esta notica de El Oriente de Asturias se da cuenta de la entrega de llaves del nuevo Barrio Bustillo en mayo de 1957, construido por el Instituto Nacional de la Vivienda, acto presidido por el entonces alcalde Regino Muñiz Cotera, acompañado por varios concejales, con quienes se fotografiaron los vecinos. Sigue escribiendo Higinio del Río:
"El Barriu era un ámbito de supervivencia, de pies descalzos, de menú de pulientas, remiendos y ropa tendida, de casas modestas y gente alegre pese a todo. En la casa de al lado (en la que hay ahora una pizzería y una peluquería), en la planta baja, vivían los Camarás -la familia compuesta por Ramón Batalla, su mujer, Esperanza Díaz, y una prole de veintitantos hijos-; en el primer piso, don Basilio Villanueva, un ex combatiente en la Guerra de Cuba y teniente de Carabineros retirado, que dirigía el grupo de los exploradores llaniscos y vivía con su esposa y su único hijo; y en el segundo, “las Maestrinas”, que daban clases particulares. Después de que fallecieran don Basilio y los suyos, ocuparía ese primer piso la familia de María Asueta “la Peca”. 
Por el día Pedro trabajaba en lo suyo, y de noche pescaba. Era de poco dormir. Con tres o cuatro horas se apañaba. A la luz de la luna, iba andando desde San Antón por toda la costa hacia el Castru de Ballota, y al llegar a Cue daba un silbido muy fuerte para avisar a Angel. Juntos sacaban de la mar una abundante cosecha de lubinas, xáragos y rodaballos que al alba se repartían a partes iguales. 
En el paisanaje de Llanes, ahora tan uniformizado y sin aristas, resulta cada vez más escasa la especie de “tipos célebres”, gente verdaderamente querida por sus vecinos, a la que pertenecían tanto Pedro “el Sordu” como su hermano Ángel, albañiles ambos. Ángel, que tuvo un accidente al caer de un andamio en una casa de la calle Nueva y quedó inútil de un brazo, tenía buena labia y era dado a soltar discursos y mítines en la “Puerta del Sol”, en “Casa Angel” y en las fiestas de San Antonio sobre “la atmósfera que nos rodea”, acompañado de una inseparable perrina peluda, de nombre “Tora”, a la que ponía una pipa, las gafas de leer y una boina. Él y su mujer, Blanca, tuvieron un bar en Cue, donde paraban Pedrito Galguera, Pepete, Miguelete y lo mejor de cada casa. Simpático como él solo, uno de los días más memorables de su existencia fue cuando el aviador Catoira le invitó a dar una vuelta en avioneta. Más contento que unas castañuelas, Ángel tuvo ocasión de vestirse con el equipo completo de piloto, incluido el paracaídas, para hacer realidad uno de sus sueños más acariciados. El momento era tan glorioso para él que al llegar a tierra no quiso cambiarse de ropa. 
- “¡Quítateme de aquí, que vienes borrachu y encima vestidu de payaso!”, le increpó Blanca cuando él se acercó a casa para impresionarla, de la que bajaron de la Cuesta. Angel no se encogió por esta falta de comprensión. ¡Menudo era él! Con la pipa en la boca, la gorra con orejeras, las gafas de vuelo, los correajes, la cazadora de cuello piel de conejo y todo lo demás, Pelayo se paseó por la villa. Con aire de héroe de la RAF entró en varios bares e incluso fue vestido de esta guisa al Benavente, donde echaban una película bélica. En el descanso, si no le llegan a parar sus amigos, improvisa desde el anfiteatro uno de sus encendidos mítines. Aquella noche se vieron negros para que se desprendiera de la ropa militar... 
Pedro “el Sordu” no probaba el pescado, ni el marisco, y cuando la economía lo permitía, se tiraba a la carne, que era cosa de ricos. “Somos probes, pero tenemos buen paladar”, se le oía decir en familia. La mitad de lo que pescaba se lo quedaban. Lo otro lo vendían sus hijas María y Pilar por las casas, y los cuartos que sacaban eran para comprar el martes en el mercado un pollo y una manteca grande, con la que hacían tortillas de manzana. Era muy lambión. Le gustaba mucho la compota de pera y bailar el pasodoble. Nunca echaba juramentos. 
La mar aún no estaba herida de muerte como lo está hoy por causa del hombre, y había una gran abundancia de todo. A “la cabezona”, en la zona de la Rula, algunas noches iba Pedro con su hija mayor a anguilas, que sólo se comían en dos casas de la villa: en la de Pedro el Sordu  y en la de Alfredo Martín, “el Roxu” del Juzgado. Por la “Punta del Guruñu”, cogía centollos a esgalla. Una parte los vendía su hija María, ya cocidos, a la sidrería de La Bombilla (la de Popo), muy baratos. Pero siempre quedaba alguno para consumo doméstico. A la pesca de roca llevaban sacos vacíos de los de cemento y yeso, y regresaban con ellos cargados de andaricas, esquilas grandes, oricios, mundiates, percebes, o lo que fuera. Una mañana divisaron a “el Sordu” a lo lejos cargado con un gran bulto. ¡Rediez!, dicen los que le ven, ¡parece que trae el cadáver de un ahogado! Se corre la voz como la polvora. Cuando llega, los no pocos vecinos que le esperaban expectantes descubren el intrínguilis del misterio: Pedro había tenido la ocurrencia de quitarse los calzoncillos largos y usarlos como saco para poder traer la enorme pila de sardas pescadas. 
Uno de sus íntimos amigos era Cándido García, el fotógrafo de Llanes por excelencia, quien le hizo en 1918 la conocida foto en la que se le ve bien plantado, cargado de centollos y andaricas, con su mostacho rotundo (ver página 25 del V tomo de la colección “La foto y su historia”). El día que le retrataron, Pedro regaló a Cándido todo el marisco que llevaba, y la familia del fotógrafo lo saboreó aquella misma tarde. La fotografía estuvo expuesta varios años a la entrada del estudio que tenía Cándido en la calle Egidio Gavito (págs. 14 del VI tomo y 6 del VIII tomo de “La foto y su historia”). 
El confitero Francisco Menéndez Nachón -Pachín el de la “Auseva”- era también uno de sus grandes amigos. Todos los días a las siete de la mañana, Pachín iba a la casina del Barriu para dar con él una vuelta por San Antón antes de ponerse a trabajar; y en invierno, con el mal tiempo, “el Sordu” gustaba de meterse en el obrador de la confitería y entablar palique mientras ayudaba a pelar y moler almendras. Frecuentemente se les sumaba Tarrana, el llanisco que más veces aparece fotografiado en la colección “La foto y su historia”. Tarrana, que era geniudu y hablaba de un modo inintelible, se ganaba la vida como maletero de la estación del ferrocarril, y hacía recados para los de la “Auseva”. Quería mucho al “Sordu”. 
En el Café  “Zahara”, donde hoy está la oficina del Banco Herrero, se organizaban durante los años treinta espectáculos dominicales con vedettes de plumas y lentejuelas. Pedro estaba siempre en primera fila. Más que imágenes de los hermanos Lumière, lo que le interesaba era “ver pierna” en vivo, por eso siempre solía preguntar: “¿Son de carne?” Cuando la respuesta era afirmativa, se frotaba las manos mientras decía a su esposa: “Aurora, tú no vengas, que pecas”. 
Era también un gran aficionado a los toros. Con las perras que ahorraba limpiando chimeneas, iba a Santander el día de Santiago, y a Oviedo por las fiestas de San Mateo. 
En la confitería “Auseva”, abierta en los años veinte con un aire de distinción vienesa, trabajaban dos de los hijos de “el Sordu”(quien, precisamente, había hecho el horno del nuevo establecimiento): Juan, que moriría en el Puerto de Tarna durante la Guerra Civil, y Chicho, que se ahogaría en medio de un temporal sobre el Cantábrico mientras regresaba a la villa desde Celorio a bordo de una yola fabricada por él mismo y bautizada con el nombre del “Titanic”, el día de la fiesta del Carmen, en 1934. Ninguno de los dos cadáveres apareció. Se supone que el de Juan fue enterrado en una fosa común, mientras que Chicho sería alimento de los peces. 
En la maldita guerra, cuando bombardeaban los aviones nacionales, Pedro y su familia se refugiaban con los colchones a cuestas en la cuevona de Cue: una gruta profunda, larga y de techos altos como una catedral, que tiene su boca principal a la entrada del pueblo. La esposa de Pedro, Aurora, hija de Rufina García Noriega y de Víctor Bernot -un herrero y albañil, descendiente de una saga de metalúrgicos belgas traídos durante el reinado de Carlos III a las fundiciones de la Cavada, en Santander-, había nacido en la villa, como sus padres, y era algo sobrina de Carmen “la Monxa”, la maestra que enseñó las primeras letras a muchos niños llaniscos en su escuela de la Moría. En el libro de Manuel García Mijares sobre la historia de Llanes (en la página 523) se cuenta un hecho asombroso protagonizado por uno de los Bernot, que un día de 1830 se cayó desde gran altura cuando estaba pintando el techo de la iglesia parroquial, y milagrosamente no sufrió daño alguno. 
Aurora, ya casada, zurcía la ropa de los marineros, trabajo que la mayoría de las veces quedaba sin pagar, dada la miseria de aquellos tiempos. De soltera había sentido la vocación de hacerse monja, y siempre se distinguió por su religiosidad. Cuando venía algún probe a pedir a casa, le hacía pasar dentro, le invitaba a acomodarse en el descansillo de la escalera que había hecho Valderrábano y le daba un buen platu de lo que hubiera. Y si las que picaban a la puerta eran monjas pedigüeñas, entonces se desvivía con ellas, y les decía: “Ustedes, hermanas, tienen que ser muy felices sirviendo a Dios así...” Le tiraba la mística y el fragor del apostolado, pero eso no impidió que fuera una buena esposa y una buena madre. 
Del cuidado de la Capilla de San Antón (un pequeño templo del siglo XVII, que estaba cerca de la “Tijerina”, que concitaba cada 17 de enero una popular romería, al ritmo de la música del violín de Juan de Andrín o las pianolas de “el Monosabio” y de Isaac Garavito) se ocupaba la madre de Manuel Tamés, librero, fotógrafo y periodista (fue director y propietario de “El Oriente de Asturias”), y Aurora iba de vez en cuando a fregar los suelos de terrazo rojo. La capilla se convirtió durante la guerra en un refugio antiaéreo, y fue desmantelada en 1944. Parte del solado se conservaba bien todavía en los años 70. En aquellos años anteriores a la conflagración entre hermanos, Manolo Tamés –que tenía su papelería en un inmueble que ocupaba el sitio sobre el que hoy se levanta al “Hostal Peñablanca”, y que era muy amigo de componer dichos y veros- solía recitar: “San Antón era francés; San Antón a España vino; y lo que tiene a los pies San Antón, es un cochino”. 
Durante los casi catorce meses de dominio republicano, la comunidad cristiana, se vio privada de la posibilidad de cumplir con sus deberes religiosos, porque los templos fueron cerrados al culto. Aparte de las ceremonias privadas y clandestinas, al principio, durante un tiempo, se oficiaba Misa en “Villa Vicenta” (el palacio del “Coju la Guía”), hasta que alguien decidió suprimir de golpe esta libertad. Un día, Aurora y otras mujeres fueron recibidas irrespetuosamente por una caterva de paisanos de Llanes ataviados de mono azul y pañuelito rojo. “¡Ala pa casa, beatas, que se acabó lo de ir a Misa!”... Aurora bajó hasta casa y, dolorida y resignada, comentó el suceso con los suyos. Al día siguiente, de la que iba hacia el Puente, en las Barqueras (justo en el lugar que ocupa hoy uno de los dos quioscos de prensa), vio, aparcado como en una alucinación surrealista de André Breton, la estructura de nogal de uno de los viejos confesionarios de la iglesia... Y del interior de la caja, como una psicofonía, salió la voz de Ramón Corces (ex soldado de la Guerra de Cuba, ex guardia municipal, con negocio de ferretería en la planta baja de la casa del médico don José Sordo): “¡Mujeres, venid a salvaros, que yo os doy la absolución!”... 
Todos los críos de la villa se volvían locos por estar con Pedro Pérez Villa. De natural bondad y de carácter siempre alegre y familiar, muchas noches después de cenar se ponía a bailar ante sus hijos el Pericote -danza que había prodigado él de joven, por las fiestas de la Guía, con las mozas de Cue- o la Purrusalda. Habían arrendado un huertín detrás del Palacio del “Coju de la Guía”, donde plantaban patatas y lechugas y guardaban un cordero, que se mataba por la fiesta de San Pedro. La familia se juntaba allí a merendar alguna vez con sidra del duernu comprada en el Cuetu a don Ramón Sánchez, a tres pesetas la botella. 
Su sordera era consecuencia de la coz que le dio de pequeño un caballo. Sordo y todo, fue a la mili, destinado a Bilbao, donde aprendió a bailar la Purrusalda. Leía el movimiento de los labios cuando se le hablaba, fijándose con unos ojos de ardilla para enterarse de lo que le decían. La pérdida del sentido auditivo le jugó alguna mala pasada, pero le sumergió en un mundo de silencio que determinó, al fin y al cabo, su extraordinaria personalidad y le colocó en situaciones épicas “marca de la casa”, como éstas: 
- Una vez le llevaron al Hotel Pelayo, en Covadonga, que era de Enrique Victorero, el  yerno de Pachín, para pintar la habitación frigorífica. A la hora de marcharse, alguien avisó a voces que iban a cerrar, pero él no lo oyó. Cuando ya venían los demás de regreso a la villa se dieron cuenta de que faltaba Pedro. Volvieron a toda prisa y abrieron la cámara, donde lo encontraron como un “parru” a punto de congelarse. 
- En cierta ocasión, fue a pescar estando embarazada su esposa. Esperaban el parto para dentro de una o dos semanas, pero Aurora dio a luz aquella misma noche. Al día siguiente, cuando regresaba, todo el mundo, menos él, conocía ya la buena noticia. “Enhorabuena, Pedro. ¿Qué fue esta vez: críu o cría?”, le pregunta uno. El pensó que le estaban preguntando lo de siempre: que qué había pescado, y respondió: “Nada que preste, salao. Un triste pulpín  que en cuanto llegue a casa lu tiro al riveru por la ventana”. 
- El diálogo sin retorno que mantuvo con un vecino tan sordo como él es también de antología: “Pedro, ¿vas a pescar?”, le pregunta. No, qué va. Lo que voy es a pescar, dice él. ¡Ah, bueno, es que creía que ibas a pescar”, redondea el otro, y ambos se separan tan contentos... 
Esta vida de bonhomía, laboriosidad, simpatía y autenticidad llanisca se rompería bruscamente en 1948. A pie de obra, y a los setenta y dos años de edad, Pedro murió un día de agosto mientras cogía percebes entre Buelna y Pendueles en compañía de su hijo Víctor, la esposa de éste, Modesta, y un nieto, Enrique, hijo de María. Cuando les trajeron a casa la noticia de que se había ahogado, su hija Pilar se estaba lavando la cabeza para ir por la noche a la velada de la Portilla. 
“En su penosa faena el afamado pescador fue alcanzado por una fuerte ola que le lanzó sobre las rocas, sufriendo graves lesiones que le hicieron perder el conocimiento y caer en el mar -informarían los periódicos-. Víctor se lanzó al agua, pero dada la dura marejada que existía le fue imposible rescatar el cuerpo de su padre, ya cadáver, para traerlo a la playa. Su hija política y su nieto comenzaron a pedir auxilio, acudiendo diversas personas que nada pudieron hacer por el infortunado, que seguía a flor de agua, sostenido por uno de los brazos de su hijo a fin de que no se sumergiera. Del puerto de Llanes salió una motora para recoger el cadáver y a Víctor, que se encontraba extenuado del sobrehumano esfuerzo realizado durante más de dos horas sosteniendo a su padre. La fatal desgracia ha causado en Llanes dolorosísima impresión por ser la víctima persona que gozaba de generales simpatías”


Vivían en Bustillo marineros, albañiles, pintores, pescaderas y todos los nobles oficios de la villa y puerto de Llanes, era común que las pescaderas, y también lo pescadores, saliesen a vender el pescado por los pueblos de la contorna, el más cercano Cue, en tiempos de escasez intercambiándolo por productos del campo. Un excelente reportaje televisivo para conocer la intrahistoria del barrio, así como todo San Antón y los de la margen derecha de El Riveru o Ríu Carrocéu es el de la actriz y presentadora María Cotiello en el programa De cai de la Televisión del Principado de Asturias (TPA)


A la izquierda hay un grupo de viviendas de traza bien diferente, una fila de viviendas unifamiliares adosadas en la ladera al pie de La Guía


Están situadas a un nivel más alto que la calle y hay que subir a ellas por unas escaleras


Al final de Bustillo cruzamos la calle Peñamellera Alta y, siguiendo de frente, la calle Cabrales da paso a la de La Guía, cuya capilla si lo deseamos podemos visitar yendo a la izquierda en un corto desvío, para lo que le dedicamos la pertinente entrada de blog, Capilla de la Virgen de Guía, patrona del mar


La acera desaparece ante este muro cubierto de hiedra y comienza una senda peatonal arrimada a los mismos


Caminamos cuesta abajo pasando junto a la parte posterior de una hilera de edificios notables de Llanes, que tienen su entrada por el otro lado, a través de la calle Gutiérrez de la Gándara, más conocida como la Calle Nueva


Gurmesindo Gutiérrez de la Gándara nació en el llanisco pueblo de Buelna, que hemos conocido siguiendo el Camino Norte, a la entrada misma del concejo de Llanes. Ingeniero formado en la Escuela Politécnica de Madrid, llegó a ser Inspector General de Obras Públicas. En 1933 fue homenajeado por el Gremio de Mareantes por sus trabajos de mejora del puerto y a construcción de la rula o lonja del pescado, que según se dice llegó a patrocinar económicamente. En correspondencia, Don Gurmesindo invitó a los marineros a una merienda en su casa de Buelna, según publica El Oriente de Asturias:
“ Para corresponder a las atenciones de los marineros, el ingeniero don  Gumersindo Gutiérrez de la Gándara obsequió el pasado domingo en su casa de Buelna, con una suculenta merienda a cuantos marineros llaniscos pertenecen a la rula de esta villa, abonando de su bolsillo  cuantos gastos pudieran originar el desplazamiento de los pescadores a Buelna.

El viaje fue realizado en el tren de la cinco de la tarde, uniéndose a los marineros la Banda Municipal de Llanes. En la estación de Pendueles fueron recibidos por don Gumersindo en compañía del cual se dirigieron a Buelna, haciendo su entrada precedidos de la Banda y la bandera del Gremio.

Ya en casa del anfitrión, los marineros se distribuyeron en las distintas meses colocadas en el jardín de la finca, sirviéndose la merienda que consistió en borona preñada, jamón, queso, tarta, sidra y cigarros.Terminada ésta, se dio rienda suelta al entretenimiento y se bailó y cantó hasta que se regresó a coger el tren a Pendueles”.

En esta parte posterior de los edificios hay jardines que antaño se cuenta fueron huertos de las casas, cuya fachada de atrás son de galerías acristaladas. Al otro lado de la calle estuvieron las conserveras de Antonio Blanco, de la que era encargado el italiano Alfonso Orlando, y la del vallisoletano Felipe González


Son viviendas de época en distinto estado de conservación, unas arruinadas y otras bellamente restauradas, la cuales en sus bajos tuvieron históricos comercios. Todas están incluidas dentro del Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias. Otra casa de interés de la calle, aparte de este conjunto, es la del escritor y cronista José Ignacio Gracia Noriega


Por esta calle suben los romeros y discurren las procesiones y desfiles de las grandiosas fiestas de la Guía, organizadas por su bando. De ellas escribe su presidente David Prada Torre en la página de esta institución llanisca:
"Posiblemente sea una de las palabras favoritas para muchos de los que estáis leyendo estas líneas. Septiembre es tiempo de disfrutar de familia y amigos, de vuelta a casa de gente que durante el año no reside en nuestra preciosa Villa, y es que septiembre nos une y durante unos días nos olvidamos de los problemas que podamos tener. Empezamos a ver las ventanas y balcones de las casas engalanadas con nuestro escudo y el aroma de los nardos se percibe al caminar por las calles.

Llegó el turno de la Virgen de Guía (nuestro turno) y durante todos estos intensos días estaremos celebrando a la vez que ultimando todos los detalles para que no nos falte de nada.

Prepararemos nuestro disfraz para el carnaval de verano, quedaremos con los amigos para acudir a los conciertos de las Barqueras y subiremos a la Ermita para pasar un bonito día del bollu.

Todos estos actos que vamos a disfrutar no tendrían ningún sentido sin la presencia en nuestras calles de la Virgen de Guía, que abandonará otro año más su preciosa Ermita para bajar a bendecirnos con su bonita sonrisa sobre sus andas iluminadas y custodiada por todos los llaniscos que no podemos apartar nuestra mirada ante tal espectáculo de belleza.

Como es tradicional, la Virgen volverá a detenerse en el puente de Llanes, y es ahí, donde todos nosotros podremos tener nuestra pequeña conversación con ella y sentir más fuerte que nunca la presencia de los que ya no están.

Quiero, en nombre de la Comisión, desearos unas felices Fiestas de la Guía. Disfrutad de todos los actos que, durante todo un año, hemos preparado para vosotros. Poneos el nardo en la solapa, salid a la calle, desfilad al son de los nardos como solo nosotros sabemos hacer y gritad una y mil veces…"

Todo Llanes las celebra animadamente, como las de los bandos de San Roque y la Magdalena, pero de manera muy especial estos barrios de la margen derecha de El Riveru, desde Las Barqueras a El Cuetu, San Antón, Bustillo, Pescadores, que se llenan de banderas y guirnaldas representativas del bando y de la romería


Llegamos ahora a Casa Sotres, construida en 1910 y restaurada soberbiamente


A su derecha, el Hotel Puerto de Llanes, en una casa también hermosamente rehabilitada, todas asimismo con entrada principal por la calle Gutiérrez de la Gándara o calle Nueva


La senda peatonal, marcada por una franja amarilla, llega aquí a una acera, desde la que seguimos bajando, a la derecha


Al final de la bajada llegaremos ya al Camino de Santiago, entrando en La Barqueras desde la calle Pidal y la Milla de los Indianos por la Avenida de la Concepción. Allí a la izquierda reconocemos Casa Contró, una de las muchas obras del que fue el gran arquitecto municipal de Llanes Joaquín Ortiz García, dentro del estilo racionalista propio de la época anterior a la Guerra Civil, arquitecto al que el destacado cronista Higinio del Río, Director de la Casa de Cultura de Llanes, ha dedicado uno de sus libros, publicado en 2012 y del que La Nueva España reseñaba así su presentación:

"El libro de Higinio del Río aborda la vida y obra del arquitecto, así como un detallado recorrido por una década crucial en la historia de Llanes, Asturias y España, la de la Segunda República y la Guerra Civil. Joaquín Ortiz fue arquitecto municipal de Llanes desde 1929 hasta 1937. Cofundador de la Agrupación Socialista Llanisca, presidió en la villa el Círculo Republicano. En la Revolución de Octubre de 1934 jugó un activo papel y durante la Guerra Civil fue uno de los técnicos encargados del programa de fortificaciones militares en Asturias. Después de la derrota del bando republicano en 1939 se exilió en la República Dominicana (1940-1945) y en Venezuela (1945-1977), países en los que desarrolló notables proyectos"

Más allá es la calle del barrio de El Cuetu, esa zona sería Cuetu Baju o Cuetu Baxu, para diferenciarla del alto, donde estaba una de las antaño numerosas boleras de Llanes, que dio nombre al lugar de La Bolera


Y este precioso caserón es el que hace esquina entre esta calle la Guía y la calle Nueva o de Gutiérrez de la Gándara


Salimos a la Plaza del Doctor Dolase Sordo, con la casa anexa a la citada del escritor Gracia Noriega y paso a la Plaza de Abastos, inaugurada el 2 de diciembre de 1994,sustituyendo al antiguo mercado que se celebraba desde antiguo en la Plaza de Parres Sobrino. La celebración de un mercado semanal era una de las características fundamentales de las pueblas fundadas en la baja Edad Media, como esta de Llanes, en algún momento en torno a los años 1225 y 1228, pues formaba parte de sus privilegios, otorgados como sus fueros por reyes desde Alfonso IX, quien le concedió el rango de Populatione, muy posiblemente sobre un puerto pesquero preexistente, hasta Alfonso X El Sabio, que amplió ese fuero y auspició la construcción de sus murallas defensivas, Alfonso XI y los mismos Reyes Católicos ya en 1481


En la esquina, el Hotel Peñablanca, inaugurado en 1954, del que cuenta Maiche Perela Beaumont en El Oriente de Asturias que era su director y propietario el indiano de Purón Aniceto Fernández, que con su mujer Mercedes Cotera lo mantuvieron abierto hasta poco antes de su fallecimiento en 2004, celebrándose en él toda serie de fiestas y reuniones sociales y eventos culturales, así como la famosa cena-cotillón de fin de año, con orquesta incluida


Las Barqueras, el secular paso del río, antes en barca ahora por puente, al menos desde que se construyó el primero en el siglo XVI, por donde se entraba en el Llanes intramuros cruzando la nunca mejor llamada Puerta del Llegar, a un paso del Hospital de San Roque, santo peregrinos por excelencia, que acogía a los romeros jacobitas al paso del Camino y ante otra de sus puertas, la de la Puerta la Villa...
















No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu visita y contribuir con tu comentario... Únete a la Página Oficial en Facebook para descubrir nuevos contenidos....Ultreia!