El Fomentín y El Fomento desde la Dársena Interior o Muelle de Oriente |
Desde la Dársena Interior del antiguo puerto pesquero y comercial gijonés nos acercamos, pasando por los Jardines de la Reina, a la zona conocida como El Fomentín y El Fomento, con su fila de edificios frente a las dársenas de este nombre, construidas a partir de 1875 en lo que fue La Playa Pando, Mar de Pando o Arenal del Natahoyo, que desapareció al construirse estos nuevos muelles y ganarse terreno al mar para abrir la calle Rodríguez San Pedro, tránsito de los almacenes y navieras ubicados antaño en los bajos de estos edificios con los nuevos muelles de esta ampliación portuaria, ahora empleada como puerto deportivo al trasladarse sus tráficos marítimos al gran puerto de El Musel, al otro lado de la bahía
"El histórico edificio del Muelle recuperará la actividad en su interior, tras una década sin uso, coincidiendo con su centenario. Fue diseñado por el arquitecto Enrique Rodríguez Bustelo, autor también de la iglesia de San José. El palacete se construyó entre 1918 y 1920 para albergar la Sociedad de Fomento de Gijón, aunque finalmente su primer uso fue como sede del Banco Minero Industrial. Durante la Guerra Civil fue utilizado como checa republicana y en 1942 el Banco Urquijo tomó el control directo. Los años de mayor pujanza de la sede bancaria se vivieron en los años 60 y 70, cuando llegaron a trabajar allí más de medio centenar de personas. Su nombre no paró de cambiar a partir de los años 80. Fue Banco Urquijo y Unión, Herrero y Caja España. En 2017 fue adquirido por un grupo asturmexicano que lo alquiló a la firma Spaces para esta nueva singladura como centro de trabajo flexible."
"Aunque la calle del Comercio era la actual, Joaquín Alonso Bonet parte de que lo que se conocía como Comercio ocupaba algo de la actual Marqués de San Esteban, concretamente desde los Jardines de la Reina hasta el paso a nivel. Es el 7 de mayo de 1910 cuando se pierde el nombre de Comercio para ese tramo (sí lo mantendría la actual Joaquín Alonso Bonet) convirtiéndose en Marqués de San Esteban, tal como hoy la conocemos"
"Entre 1875 y 1885 un grupo de inversores integrados en la Sociedad de Fomento de Gijón construyeron un dique curvo de abrigo sobre la Playa de Pando llamado Muro Faustina y un muelle de ribera que delimitaba una lámina de agua dividida en dos dársenas, la de Fomento al oeste y la del Fomentín al este, por un muelle de madera que en 1891 se sustituyó por el actual espigón central de mampostería. Tanto este espigón como el muelle exterior estuvieron surcados desde su construcción por las vías del Ferrocarril del Norte.La nueva infraestructura introdujo también una transformación urbanística puesto que con los terrenos ganados al mar se creó una franja urbana paralela al nuevo muelle de ribera creando un nuevo frente que coincide con la actual calle Rodríguez San Pedro y convirtiendo la anterior fachada marítima, el paseo del Comercio, en una amplia arteria de comunicación que unía y une la estación de ferrocarril con los jardines de la Reina y por tanto con el núcleo urbano. La nueva vía, Marqués de San Esteban, seguía el modelo de la parisina rue Rívoli, y así, con sus edificios porticados, creaba un gran paseo cubierto y con función comercia que fue ocupado por consignatarios, almacenes y todo tipo de negocios relacionados con la mar ocupando los locales que hoy concentran establecimientos de ocio en consonancia con la nueva función portuaria".
"El blanco edificio con abundantes elementos historicistas y torres montañesas, se terminó de construir para la Sociedad de Fomento allá por 1920, cuando la mal llamada 'gripe española' hacía sus últimos estragos mundiales. Tras darle sede al Banco Minero Industrial, posteriormente Banco Urquijo y brevemente Herrero/Sabadell, cayó en un letargo del que despertó recientemente. Un ejemplo de supervivencia y firmeza: nació en pandemia y renació en pandemia. De su renacimiento se encargaron varios profesionales asturianos con Félix por principal cabeza imaginativa. Este gijonés, de familia apasionada por el arte y propietaria de galerías, cuya colección de principales y promesas disfruta de un continuo crecimiento, ejerció la abogacía en México y regresó buscando ocupaciones más amables. El singular edificio de los Jardines de la Reina le ofreció un primer reto, el de su restauración y apertura al disfrute ciudadano. ¿Y qué mejor apertura que un restaurante cuya terraza, fronda de camelias y palmeras, pone gotas de Saint-Tropez ante el superior paisaje del puerto pesquero y Cimadevilla? Luego el interior de línea clara, cuelgan obras de Valle, Piñole, Orlando Pelayo, Aurelio Suárez, Camín, o de lo que en cada momento Félix desee compartir con sus clientes.
Raúl 'Chipi' guía la cocina. Este bilbaíno al que pronto su madre le vio más futuro entre fogones que entre pupitres (y acertó) forjó la práctica en el Nodo o el Santomauro madrileños, en Las Rejas de Manolo de la Osa, en Eneko Atxa de Azurmendi o en Casa Marcial y La Salgar de los Manzano.
A tal bagaje añade técnica e imaginación propias y parte, como mandan los cánones de la excelencia, del mercado próximo, la temporada reinante, el trato y punto adecuados a cada ingrediente, las presentaciones sugestivas y -de eso se encarga el mestresala Alexis- la atención puntillosa.
Hay ofrecimientos que no necesitan otro título que el de siempre: gazpacho, calamares de potera, arroz con pitu de caleya, solomillo de vaca en su jugo, torto con sardina y alioli, lomo de lubina al vapor con verduras; hay otros que añaden distintivos sustanciales: merluza del pinchu con su pil pil, algas, piparras y cebollino; steak tartar a las tres mostazas; carré de cordero con polenta, ajo negro y curry...
Y hay otros que aportan especialísimos gozos a la actual dureza cotidiana: el huevo frito de aldea con foie y trufa, una vez elegido el pan, rota la yema y mezclados los colores, activa olas de serotonina."
"Muy feo tiene que estar el día en el que nadie se haga una fotografía con las letronas. Con las cinco letras que conforman la palabra Gijón y que están instaladas en un rincón de los jardines de la Reina con el puerto deportivo y Cimavilla de fondo.
Las letronas reproducen a gran escala la marca turística de Gijón que se estrenaba en 2009 y se convirtieron en emblema escultórico en 2011. Justo hace ahora ocho años, también entonces con la Semana Santa como el primer gran periodo festivo de su historia como gran reclamo turístico de la ciudad.
Están hechas en acero macizo con el color rojo característico de la ciudad, miden más de tres metros de alto, tienen un grosor de 25 centímetros y cada letra pesa más de dos toneladas, casi diez en total. La adaptación de la marca a la escultura fue realizada por el diseñador Juan Jareño. Las letronas fueron donadas y fabricadas sin soldadora por empresas integradas en la Federación de Empresarios el Metal y Afines del Principado de Asturias (Femetal), en respuesta a la petición hecha entonces por el Ayuntamiento de Gijón para reproducir la imagen de Gijón en tres dimensiones.
Los gijoneses también tuvieron mucho que ver en su ubicación en el muelle de puerto deportivo, en plenos jardines de la Reina, ya que este emplazamiento fue el elegido en una consulta popular que realizó el ayuntamiento a través de internet. Los jardines de la Reina se impusieron a otros espacios singulares de la ciudad como la plaza del Marqués, el Náutico, el cerro de Santa Catalina o incluso el puente del Piles.
El objetivo era buscar un lugar céntrico o zona de paseo habitual para gijoneses y visitantes, de manera que se convirtiera en un punto de referencia para realizar fotografías de recuerdo de la ciudad, con un fondo que inmortalizase el paso por Gijón.
Y, sin duda, así ha sido y seguirá siendo puesto que, tras el Elogio del Horizonte, es el enclave de la ciudad que más fotografías y reseñas acumula, por ejemplo, en Google: casi 2.000, y en estas fechas una media de diez diarias.
En la mayoría, gijoneses y visitantes destacan que es parada obligatoria para hacerse una foto de la estancia en la ciudad, el objetivo para el que fueron diseñadas. «Es el típico sitio en el que hacerse la foto de haber estado en Gijón», se indica, de hecho, en algunos comentarios. Otros incluso lo consideran un clásico de la ciudad pese a que las letronas no llevan ni mucho menos tanto tiempo y hay quien considera que es un «recuerdo simpático» y hasta un «lugar mítico». Lo que está claro es que es uno de los emplazamientos más fotografiados de la ciudad, debido también a su acertada situación en un lugar de paso frecuente para locales y foráneos. "
"Cimavilla se desperezaba como gata de su siesta. Orgullosa por ofrecer otra vez unas grandes fiestas. El martes 20 de septiembre dio el fuego un zarpazo en la cocina del Bar Mercante, pillando por sorpresa al personal que comía fuera de hora como marca la costumbre hostelera. Sofocaron los bomberos con celeridad un incendio que se llevó por delante vigas, cubiertas de madera y 57 años de trabajo llorados por Marisa, una de sus propietarias. Medio mes después del «susto» sin heridos, afortunadamente, sigue El Mercante clausurado, quemado, olvidado. Cuatro vallas de la policía local cierran el paso al brindis haciendo un torniquete en la Cuesta del Cholo. Al parecer el edificio no sufre daños estructurales pero todo sigue congelado en una suerte de foto fija, supongo que la burocracia tendrá que ponerse a dar pasos en cualquier momento. Me imagino un interminable juego de ping pong con dos contrincantes complicados. Una tortuga llamada administración y esa compañía de seguros que pone mil pegas.
En un país que es muy rápido para la sanción y muy lento en la solución. Son muchos los que echan de menos la animada terraza del Bar Restaurante Mercante: Paloma se enamoró, en una primavera extraña y adolescente, de una italiana de la que nunca más se supo, pero sus besos largos, las jarras de sangría y los cigarrillos compartidos, apurados, están prendidos a su memoria. Rubén improvisaba música con latas de cerveza a la puerta del bar hace ya tantos años que duelen, Manolita felicitaba al artista y Celso le ponía vino caliente cuando la noche de febrero hacía temblar los dientes y la escarcha entraba como un cuchillo por los pies. David tomaba churros finísimos en El Mercante, en las tardes de invierno, con su güela Carmina y su madre, Aurina. De rapazón cambió el chocolate y los churros por los culetes de sidra y algunos ginkas fabulosos. Pilar se enamoró en agosto de Cimata cenando chipirones y parrochinas en la Cuesta del Cholo, fijando sus ojos de océano entre la luna y el muelle, imaginando su vida partida por una mitad cántabra y otra asturiana. Todos los viernes, a la salida del trabajo, Javi saludaba al verano en la terraza de las mesas danzarinas con un cañón de cerveza bien fría en una mano y un sandwich vegetal riquísimo en la otra. El mejor sandwich vegetal de Jovellanos City que de vegetal solo tenía la lechuga y el tomate.
Ayer mismo volví a pasar por Artillería con la esperanza de ver el paso libre, sin vallas. Con la esperanza de encontrar señales de recuperación: pintores, albañiles, camareros. Allí solo me topé con otros curiosos como el menda, pude oír de pasada como alguien decía recordar una panera que fue reformada en aquel mismo lugar, otro citaba al pintor Juan Mieres que en sus acuarelas hacía justicia a las perdidas jornadas de estío. Lo último que silbó mis oídos fue el ladrido de un perro pequeño con mirada triste que se cruzó fugaz en mi camino."
"Su vida siempre estuvo ligada al mar. Primero como marinero y después como propietario de un restaurante cuya fama a la hora de servir el pescado traspasa fronteras. José Luis Cristóbal Morís, dueño de El Planeta, falleció ayer por complicaciones de una leucemia que padecía desde hacía meses. La misma que no fue capaz de arrebatarle la característica sonrisa con la que, desde hace 47 años, recibía a todo aquel que franqueaba la puerta de su establecimiento.
Hasta que José Luis y su mujer, Concha Victorero, compraron el restaurante, él siempre se había mantenido en el lado de fuera de la barra. Su relación con el mundo acuático comenzó en Luces (Colunga), donde trabajó varios años como marinero. Pero el destino había reservado algo distinto para él, y en 1967 se trasladó a Gijón, tomando las riendas de El Planeta, el restaurante más antiguo de la ciudad. Con la compra, el matrimonio adquirió también una gran responsabilidad, pues el establecimiento abierto en 1865 era uno de los puntos de encuentro más apreciados por los marineros de su barrio, Cimadevilla.
Pese a la presión, José Luis y concha no defraudaron, y el cariño y esmero con que ésta preparaba el pescado pronto caló entre gijoneses y visitantes, haciendo de El Planeta uno de los referentes culinarios de la ciudad. «Quizás porque siempre vivió cerca del mar, mi padre era especialmente cuidadoso con la elección de la materia prima», recuerda su hijo mayor, José Luis. Pero el mimo a la hora de seleccionar las piezas no fue lo único que el colungués aportó al emblemático local. Su llegada imprimió un aire más fresco y actual al negocio. «Cogió un bar de barrio y consiguió que fuese un restaurante de referencia dentro y fuera de Gijón», señala su hijo.
José Luis llevaba más de veinte años jubilado, siendo sus tres hijos, José Luis, Rosa y Roberto, los encargados de mantener a flote el negocio donde se criaron. Sin embargo, el apego que el hostelero sentía por el mismo era tal, que no pasaba un día sin que se diese una vuelta por el robusto edificio de piedra que preside la cuesta de las Ballenas. «¿Cómo lo iba a dejar? Él era el relaciones públicas del restaurante, en el barrio todo el mundo lo conocía y le tenía cariño», apunta su hijo mayor. Un cariño que él siempre devolvió.
«Desde pequeños, mi padre nos enseñó a querer a Cimadevilla y a su gente que tan bien nos acogió desde el principio», rememoraban ayer sus hijos.
Así, cuatro décadas después de hacerse con El Planeta, la familia Cristóbal Victorero decidió invertir en el barrio adquiriendo un palacio del siglo XVII situado a pocos metros de la sidrería, al que hicieron resurgir de sus cenizas. Nacía entonces El Zaguán, restaurante especializado en carnes que hoy, bajo el nombre de Vinoteca Caprichos, combina recetas tradicionales con singulares hamburguesas.
Casi cinco décadas dan para mucho, y las personas que pasaron por El Planeta en todo este tiempo se cuentan por miles. «Nunca pensamos que la cosa iba a durar tanto. Esto es como una enfermedad contagiosa: cuando lo coges ya no lo sueltas», declaraba José Luis hace unos años a EL COMERCIO. Una enfermedad que, en su caso, funcionó como elixir de juventud, manteniéndolo fresco y jovial hasta el último momento."
"Antes de El Colonial, tantos combinados, tantas noches musicales, tantas citas con la pandilla (o con la pareja segura o por asegurar), hubo aquí un lavadero de coches. Y aún antes un almacén de pesquerías. Y quedan muchos antes, hasta los dos mil años que iniciaron romanos y cilúrnigos construyendo el primer cay y cargando rumbo a Roma barcos con garum.
Pero centrémonos en el ahora que nos ofrece La Rula, desde la que se ve, perpendicular y vecina, la antaño rula de campana, cuenta atrás y retablo de pescaderes, restaurante joven de frente acristalado, interiores modernos a fuer de clásicos, zócalos y barra de cerámica, originalidades decorativas y cuadros con fotos del Gijón en blanco y negro que los mayores llegamos a conocer. O casi.
El mar manda por lógica de emplazamiento y lógica de sentimiento. Y también el clasicismo puesto al día y la atención de principio a fin que se traduce, gustativamente, en almejas, coquinas, bocartes, parrochines, zamburiñas, calamares a la romana, salpicón de pixín y langostinos o pescados del día con el toque Andrea, cocinera playa pasada por El Veleru. Y si toca bonito, o angulas, o percebes, u oricios, o lo que la costera y los mariscadores proporcionen, al punto y al plato. Además de las sabrosas croquetas de pulpo o la ensalada templada de bacalao, ambas cuaresmales. Pero la tierra también manda, que se criaron pitos, gochos y vaques felices y lustrosos de aquí a Santa Catalina. De ahí el crujiente y tierno lingote de cordero lechal a baja temperatura, el solomillo a la plancha, o los pétalos rojos del roast beef.
Aúna y concierta los esfuerzos Eduardo, un gijonés nacido en Valdesoto al que la hostelería, hijo de padres chigreros, le vino por genética, y que dada su juventud, inició carrera propia en la noche, aquella noche del cambio de siglo animada y confiada de Liquerique a Poniente hasta el derrumbe del ladrillo. Tocaba cambiar de tercio, y a las capacidades del local, renovadas y reavivadas por las capacidades del equipo, con una terraza sobre el paseo y ante el muelle que ni en Niza ni en Saint-Tropez, el restaurante le venía que ni pintado. Dicho y hecho."
"Nací el 25 de marzo de 1875, en la Garita, en la misma casa de las Ballenas, y fui bautizado a los dos o tres día en la pila de San Pedro. No supe lo que era ser rapaz de lancha, pero a los dieciséis años ya formaba parte de la "compaña" en la lancha "La Lola" que mandaba como patrón Xuan Laviada, que, con el Vázquez y Crisanto Morán, "El Talón", formaba el triunvirato de los pesquines de aquellos tiempos."
Este es el testimonio, en primera persona, de Julianín, uno de tantos pescadores de antaño que glosa Víctor Labrada, el gran cronista gijonés y, muy especialmente del barrio de Cimavilla, nacido cuando aún no existía ni la rula y, como se ha dicho, se vendía el pescado en la misma lancha o por las calles y las plazas, además de en los primeros edificios dedicados a pescadería:
"Cada patrón tenía una mujer encargada de vender el pescado y que se conocía por el sobrenombre de "baldonas". Cada cual pescaba con arreglo a lo que aquella pudiera vender. En una sola tirada y en solo dos redes podían pescar hasta cuarenta millares, cantidad más que suficiente para una buena pesca, si tenemos en cuenta que en aquellos tiempos no había la facilidad que hoy tenemos para enviar el fresco a todas partes. El pescado grande se llevaba bien embalado con hojas de laurel que lo conservan en buenas condiciones"
"El abanico de productos que conforman el comercio decimonónico delimitan con precisión lo que es y será en el siglo XX la economía asturiana. Junto a el carbón encontramos el mineral de hierro que la fábrica de Mieres, la planta de Duro Felguera en Langreo y la gijonesa Moreda demandan. Hierros y manufacturas metálicas, madera, materiales de construcción, productos químicos como jabón, petróleo (desde 1872), alquitrán (1892) y abono (1893), semillas y forrajes, productos textiles y calzado y alimentos. Estos tráficos, a grandes rasgos, son los mismos que ocuparán los muelles de El Musel"
"colaboró en el desarrollo de Gijón con la creación de diversas empresas, como La Algodonera de Gijón, en La Calzada, la Sociedad de Fomento y la Azucarera de Veriña. Parece ser que fue el primer gijonés nombrado hijo predilecto, en 1908, muriendo en 1925, a los 92 años, después de haber sido consejero de la Corona y vicepresidente del Senado. Aunque la grafía originalmente correcta del apellido (y así es como aparece en el Acta Municipal el día que se le concede la calle, el 14 de mayo de 1892, es San Pedro), es muy corriente que aparezca tanto en callejeros, mapas, expedientes de obras o incluso en artículos que se refieran al personaje titular como Sampedro, y la costumbre hizo que esta rotulación de Rodríguez Sampedro llegara a ser considerada correcta. Más discutible es la expresión que vemos en diversos callejeros llamando a la calle Rodríguez S. Pedro."
"Se entra por Marqués de San Esteban, soportales que acomodan la terraza. Cruzado el umbral con sus tanques de cerveza, su barra larga y activa, sus mesas altas para charlas a dúo, sus botelleros y sus plantas añadiendo naturaleza viva y enramada a la naturaleza reposada de vinos y cañas, alcanzamos el ángulo del comedor. Enfrente quedan los diques de Fomento y Fomentín mientras el mar se encarga de dibujar el horizonte por las cristaleras. Las mesas esperan y nos acogen y acomodan de inmediato, si bien la bienvenida del personal, todos, desde Pedro y Pablo mestresalas, o Tere la recepcionista, al resto de impecables camareros, resulta próxima, cálida e impecablemente medida. Mamaguaja, que une las palabras madre y niña, un asturianismo con sonoridad caribeña, cuida cada detalle al mejor extremo.
El chef, Fernando, es un veterano y querido colaborador de estas páginas, con larga experiencia en cocina y geografías. Muy joven marchó a estudiar inglés por el Reino Unido e inició la carrera 'peeling potatoes' para ganarse unas libras. Retornó directamente a la escuela de Begoña, y luego nos cautivó abriendo 'La Viñuela' por su capacidad y gracia compositiva: coge una receta tradicional, le suma algunas pertinentes innovaciones, añade una nueva presentación, y de resultas fuerza amablemente el paladeo de porción corta y tránsito largo, con amplitud de gusto y renovados matices. «El pescado y el marisco son, aparte de mi especialidad, mi principal pasión», subraya. Y además posee la difícil ciencia de la parrilla, del golpe de calor justo, del tostado exterior y la intensidad interior. Y también la difícil ciencia de los arroces marineros.
Mentiéndonos en tema manducatorio, el tartar de ostras y carabineros con helado de yuzu y citronella, el carpaccio de bonito de temporada con vinagreta de cigalas, y el tartar de tomate con esferas de burrata, muestran hasta qué punto la magia del corte mínimo, del especiado medido, de los jugos y aceites, de las maceraciones, enjoyan las crudités, mientras las croquetas de chipirones en su tinta y las de leche fresca y jamón ibérico ponen nuevos vestidos y ternezas a las nostálgicas de la abuela. Después, la lubina a la brasa con ragout de vieiras, tirabeques y emulsión de oricios conforma un todo perfumado y cremoso que centra el lomo del pescado de los refinamientos, y el jarrete de ternera asturiana, glaseado a baja temperatura añade el certero corte y migado alrededor del hueso de Pedro Heres o Pablo Menéndez, un espectáculo que hace boca.
Al lado de Fernando trabaja Javier Marcos, otro de los jóvenes rompedores, mejor cocinero asturiano del 2000 al que aplaudimos sus propios restaurantes -Mar de Tapas, La Volanta- ejerciendo clasicismos refrescantes."
"El astillero Cifuentes, Stoldtz y Compañía (Dique Duro Felguera desde 1940), origen de Naval Gijón, fue fundado en 1888 y fue el primero en ubicarse en Gijón. En 1900 se funda Constructora Gijonesa en un emplazamiento contiguo al dique de Stoldtz, que es adquirida por Manuel Loring, conde de Mieres en 1909. En 1917 se amplían sus instalaciones, y en 1925 lo adquiere la familia Juliana, por lo que adopta el nombre de Juliana Constructora Gijonesa, para ser vendido en 1956 a Astilleros Euskalduna, que a su vez se convirtieron en Astilleros Españoles en 1969 y en IZAR en 2000. La factoría de Juliana se denominó entonces IZAR Gijón, pero recuperó el nombre de Factorías Juliana cuando es adquirida en 2006 por Factorías Vulcano S.A., que, a su vez, vende las instalaciones a Astilleros Armón en 2010. En 1902 la sociedad comanditaria Riera, Menéndez y Cía. creó un tercer astillero en Gijón: Astilleros G. Riera en La Calzada, y en 1906 se crea un cuarto: Astilleros del Cantábrico, en el Natahoyo, a continuación de los muelles de Fomento. En 1939, la propiedad de Astilleros del Cantábrico pasa a Ángel Riva Suardíaz, y en 1952 se fusiona con Astilleros G. Riera, convirtiéndose en Astilleros Cantábrico y Riera, que cierra en 1985. Sobre sus dársenas se halla hoy el Acuario de Gijón."
"En 1911 se funda en Gijón el cuarto astillero de la ciudad con el nombre de Constructora Gijonesa. Anteriormente se habían fundado Cifuentes, Stoldtz y Compañía (1888), Astilleros G. Riera (1902) y Astilleros del Cantábrico (1906). Constructora Gijonesa se ubica en un emplazamiento contiguo al dique de Stoldtz. En 1925 es adquirido por la familia Juliana y cambia de denominación a Juliana Constructora Gijonesa, para ser vendido en 1956 a Astilleros Euskalduna, que a su vez se convirtieron en Astilleros Españoles en 1969 y en IZAR en 2000.La factoría de Juliana se denominó entonces IZAR Gijón, pero recuperó el nombre de Factorías Juliana cuando es adquirida en 2006 por Factorías Vulcano S.A. Finalmente, en 2010, Astilleros Armón compra las instalaciones de Factorías Juliana a Vulcano y funda Astilleros Armon Gijón S.A. en 2011."
"Presumir de "playu", por ejemplo, es tanto como tratar de demostrar que se es más gijonés que cualquier otro que haya nacido, pongamos por caso, entre los "Cuatro Cantones y la Cruz de Ceares, pasando por los barrios del Carmen o de la Arena". En realidad, es un orgullo que no puede molestar a nadie, porque fuera de casa, todos tenemos a gala ser "playos"
"Esta Capilla del Patriarca San José que para mayor honra de Nuestro Señor la hizo a su costa don Francisco Álvarez Tejera, vecino de esta villa, por sí y Ana González Cienfuegos, su primera mujer, en el año 1705, y la dotó de una fanega de pan de su fábrica y con 330 reales en dinero y 30 fanegas de pan cada año para el capellán de ella"
"Desde la segunda mitad del siglo xvi existía un puerto de una dársena en Gijón. Después de los destrozos que el mar produjo durante la primera mitad del siglo xviii, se sucedieron los proyectos de arreglo y ampliación. En 1872 Amadeo de Saboya promulga un Real Decreto para construir un muelle de más de 500 metros que se internaría en el mar desde la playa de Pando, ampliando así el puerto de Gijón, que tenía una dársena acabada en 1790. La construcción se realizó entre 1875 y 1885, con un dique en redondo y un espigón que separa El Fomento de otra dársena más pequeña, que la gente llamó y sigue llamando El Fomentín, que a finales de los años 60 del siglo xx estuvo a punto de ser rellenado para levantar edificios. Toda esta zona de Gijón fue de uso industrial. En 1979 cerró el desguace de barcos que todavía trabajaba en El Fomento; desde entonces, se produjo la progresiva recuperación de ese espacio urbano, hasta convertirse en una de las más animadas de la ciudad."
"El semiabandono funcional del puerto a comienzos de los ochenta era consecuencia de la ausencia de tráfico carbonero desde 1965, de un desplazamiento de los pescadores hacia las modernas instalaciones de El Musel y del cierre en 1979 del desguace de buques situado en el arranque del muelle curvo de Fomento. Esta situación devino en una iniciativa pública en la que participaron el Ayuntamiento de Gijón, el Principado y la Junta de Obras del Puerto que pretendía renovar una infraestructura histórica emplazada en pleno centro urbano. El uso deportivo de la misma es una expresión más de la monocorde solución que el Estado, más lejano o más cercano, ha dado a la crisis industrial gijonesa. El ocio, enfocado hacia la consecución de un turismo como nueva actividad que encaje las largas listas de parados que los cierres y las reestructuraciones masivas de empresas han dejado en la ciudad, tiene una expresión más"
"El frente marítimo de la ciudad de Gijón, uno de los más importantes a nivel comercial dentro del Arco Atlántico, se asoma a orillas del mar Cantábrico con un marcado aire medieval. Conocida turísticamente como la capital de la Costa Verde, Gijón se presenta como una ciudad abierta y vibrante, en la que conviven diariamente más de 270.000 personas. Y quien dice diariamente, también dice ‘de noche’. Porque la animada vida nocturna de la cual goza Gijón no es sino una prolongación de la vida que respira hora tras hora desde su fundación hace 2.500 años. La oferta de ocio nocturno es amplia y variada, y permite elegir según el gusto particular: sidrerías y pubs, bares de copas y discotecas… Todo espacio es bueno a la hora de indagar Gijón bajo la luz de la luna."
"Descendiendo la cuesta del Cholo desde Cimadevilla, rápidamente llegamos al puerto deportivo de Gijón, un importante lugar de amarre dentro del Cantábrico, y hogar de escasas, pero muy apreciadas salas de fiesta. Más grandes y con música más comercial, aquí los disco-bares se centran en un público más selecto. El Ocean, situado en una de las dársenas del puerto, es una moderna terraza con vistas al mar, cuyas cartas de cócteles y de platos de cocina fusión representan a la perfección este tipo de espacios.
Y en el extremo izquierdo del puerto, encontramos el café Trisquel, un retorno al ambiente más sosegado, donde es posible tomar unas cañas a ritmo de música folk.
Fomento, un barrio genuino con ritmos latinos
El otro gran espacio nocturno de Gijón se encuentra a menos de veinte metros del mar, en una calle paralela al puerto deportivo. Marqués de San Esteban —o como se conoce popularmente, la “calle de los arcos”—, reúne, junto a sus aledaños, lo que comúnmente se ha denominado Fomento. Todavía inserta en el casco viejo de calles irregulares, se dice que esta zona se mueve con ritmos latinos debido a la abundancia de pubs con temática tropical que acoge, tanto en decoración como en banda sonora. El pub Bananas o el pub La Habana son dos buenos ejemplos de esto que venimos diciendo.
Por su parte, la zona de Fomento también reúne lugares tan variopintos como el Blow-up, cuya debilidad por la música ye-ye se hace patente al instante; o el pub Buddha Gijón, una discoteca con marcado estilo oriental en la que las estatuas de Buda y los techos de madera marcan el contraste con la música de los años sesenta y setenta que suele sonar en la sala. Es, además, lugar habitual de bolos mediáticos de estrellas televisivas.
Si nos entra hambre antes de tiempo, el Dosmasuno Gastro, en la cercana calle del Carmen, sirve unas patatas bravas de gran fama en la ciudad; y la Cava Baja, en la también cercana calle de Cervantes, se gana el reconocimiento a base cachopos y quesos de Asturias.
En definitiva, la calle Marqués de San Esteban y sus alrededores resultan fáciles de encontrar. Su extremo oriental, el que más pega con Cimadevilla, es famoso por acoger las famosas letronas rojas de Gijón. Un punto de reencuentro impagable si la noche gijonesa se desmadra (aquí los pubs y disco-bares suelen abrir hasta las 6 de la mañana cada fin de semana). Que no te sorprenda encontrar aquí alguna que otra despedida de soltero o de soltera."
"«¿Se puede entrar?», pregunta el desavisado. Hay razón. Se trata de un club, bien lo destaca el letrero superior, y el anglicismo suena a establecimiento privado con miembros exclusivos. Pero no es el caso. Los navegantes de lancha, caña y altura que aquí disponen de su centro social y de su punto de encuentro, han abierto hace años el comedor a todo gijonés deseoso de un plato de mar mirando al ídem. Y quien dice mar, dice tierra con igual entusiasmo que Rodrigo de Triana.
Luego, se puede entrar; aún mejor, se debe entrar.
Pino cocina. Y nuestro viejo buen amigo -vaya lo de viejo exclusivamente por tantos años de complicidades y colaboraciones- forma parte del grupo de chefs indiscutibles en conocimientos y reconocimientos.
Tracemos una somera biografía, difícil por extensa y compleja en etapas, subrayando -eso sí- que nació en Villaseca de Laciana casi al mismo tiempo que otro colega de bemoles, Lolo, de quien es hermano de leche. Y alegrándonos que dejó la minería -duro ofició ejercido con diecisiete años- no obstante ya llevara disfrutando de una buena jubilación luengos años: su destino, caprichos y entretejidos de la vida, pasaba por los guisos.
¿El responsable principal del cambio? Vitorón, maestro inolvidable, que por la otra vertiente de Somiedo y Cangas del Narcea tenía su cazadero, y bajo cuya tutela entró (igual que Lolo) en los secretos de sofritos, salsas, muselinas y marinados. Después, llegado el momento del vuelo libre, y tras darle lustre a algunas aventuras ajenas, montó iglesia propia en el bar Somió y sus homilías como arrocero, marinero y cazador ganaron fama.
Pasaron los años, dejó la aldea por la villa, acompañó a Lolo en la primera etapa de su referente de La Arena, y desde julio del 2017 regenta el Club que -repetimos- nos abre de par en par puertas, comodidades y selectos fartucamientos.
La fachada destaca por novecentista, simétrica de miradores y balcones, y con arranque de arquerías que enmarcan cristaleras sobre Fomento y Liquerique; los interiores, claros y ordenados, distribuyen sillas isabelinas, modernidades claroscuras y detalles marineros, mientras un segundo comedor amplía capacidades en la bodega.
Los arroces de Pino pasman y obnubilan, sea con pulpo y oricios, con bonito y pisto, con boletus y bacalao, con pitu de caleya, con verdura o con lo que el mercado le inspire. Arrocero, pues, antológico, no pica menos alto en les patatines con pulpín o con tiñosu, las delicadas cocochas de merluza, los bacalaos y los pescados de roca conseguidos y preparados a la simpleza de su frescura -chopa, rey, pixín, lubina, rubiel, rodaballo- ni tampoco trabajando carnes de carnestolendas el año entero: pote, callos, picadillo (y venado o el jabalí o arcea si las escopetas los proporcionan).
«Tengo una carta corta y cambiante porque me guío siempre por las compras diarias: si hay bonito, bonito; si buena carne, carne», testimonia. Y en agosto tocan bonito y sardina a las mil y un maneras, igual que la mágica recopilación de cuentos orientales, del tartar a la pota y de la parrilla al tataki.
Afuera la gente pasea, alterna, llena terrazas, se baña, toma el sol, zarpa y atraca: Gijón en su plenitud. Adentro rascamos competitivamente el socarrat, repartimos las almejas, mediamos la segunda botella de mencía y celebramos la vida: el comensal en su plenitud."
"A veces, uno se levanta con antojo de comer algo ¿verdad?, a mi me suele ocurrir con el arroz. Tengo la necesidad de comer un rico arroz, y acordándome de la anterior visita que hicimos, pensé en volver al Club Marítimo Astur en Gijón, a probar uno de los deliciosos arroces que trabaja Pino, en su cocina.
Como sabéis se encuentra en la calle Rodríguez San Pedro 15, en la zona del puerto deportivo y conocida popularmente como Fomento. A pesar de ser un local del Club Marítimo Astur, el acceso es libre para su restaurante.
Una carta sencilla, con varios entrantes, como salpicón, jamón, croquetas, ensaladas, anchoas,…seguido de sus arroces, pescados y alguna carne.
Para compartir y como entrantes pude probar las croquetas, bastante ricas, muy cremosas, los calamares, como siempre deliciosos, y el cachopo, bastante bueno, carne tierna, pero poco hecho. En cuanto al arroz, optamos por el marinero, con calamares, almejas y langostinos. Estaba delicioso, no se puede decir más, con ese puntito de socarrat tan bueno.
De postre no pude dejar pasar la tentación de pedir charlota, un postre que seguramente no tomaba desde los 90, tan nuestro y a la vez tan olvidada de nuestros recetarios. Para beber un Albariño Do Ferreiro, D.O. Rías Baixas y agua. El precio fue de unos 20-23 € teniendo en cuenta que había niños. El servicio y atención perfectos."
"Pino se ha jubilado. Cocineros así deberían tenerlo prohibido, incluso argumentando que lleva cocinando y cotizando casi desde la primera comunión. ¿Y lo que perdemos sus parroquianos? Respiremos tranquilos. Para que no se pierdan sus arroces, sus pescados al horno y a la espalda, o sus guisos y guisados de prau y monte, deja heredera, una alumna ya maestra largamente formada en su estilo y pericia que suma, además, el talento propio.
Trinidad Llera nació en La Providencia, ante los cantiles del cabo San Lorenzo, y no puede vivir sin el mar delante. Pronto siguió el camino de su madre, abuelas y tías, hosteleras y catedráticas de marinados, pochados y puntos de cocción; aún adolescente ganó seguidores en chigres y merenderos por las gracias que encerraban sus tortillas, calamares o tacos de bonito.
Pino descubrió el filón y le ofreció compartir fatigas y honores en el Bar Somió, recordado pórtico de tan gastronómico barrio donde vaciábamos gozosamente paelleras y besugueras antes de que trasladase tal espíritu aquí, frente al Cantábrico parcelado por los diques de Fomento y Lequerica.
Trini ofrece clasicismo de fondo y forma sin saltarse paso alguno, del sofrito lento a la ajada en punto dorado. Sus selecciones y lentitudes primorosas construyen lo que cada día mejor resulte, trátese de calasparra con almejas, de pescados de roca con panaderas, de bacalaos con gruesas lascas de nácar, de cabrito con patatinos, de vacuno con jugo y terneza, o de potes con pringue de pan obligatorio. Es club privado de marinos, pero también comedor de par en par abierto a todo el público."
"... importante obra acometida, a medio camino entre la reforma interior y la expansión, fue la ocupación del arenal occidental, o de Pando, sobre cuyos terrenos se llevó a cabo la ampliación del puerto viejo en la década de 1880. Todo comenzó en 1872, cuando el industrial Faustino Fernández, promotor de la denominada Sociedad de Fomento, obtuvo la concesión municipal para ampliar las instalaciones portuarias. La concesión preveía ganar terrenos al mar para construir la nueva dársena de Fomento, y además un pequeño ensanche residencial que finalmente dio origen a una nueva calle, la del marqués de San Esteban, cuyo frente porticado septentrional se levantó a lo largo del año 1891, y que servía además para unir el casco histórico con la nueva estación de los Ferrocarriles del Norte, ya muy cerca del barrio del Natahoyo."
"Los recrecidos son esas alturas que se dan sobre edificios existentes que, generalmente, gozan de un nivel de protección urbanístico establecido por la normativa municipal y que exige al promotor y al constructor de la obra mantener una serie de parámetros estéticos que preserven la esencia, la belleza, el estilo y la historia del edificio. Pues bien, mientras eso se hace, con mayor o menor acierto, sobre el edificio existente, encima de él se construyen, a mayor gloria de la edificabilidad y rentabilidad del suelo, el mayor número de viviendas posibles y donde el estilo arquitectónico ya es ‘libre’. Este proceso, del que hay pocas ciudades en España con más ejemplos que Gijón, trae como resultado (...) que, a poco que levantéis la cabeza en cualquier de vuestros paseos por la ciudad, encontrareis numerosos ejemplos de esto que os digo.
Son ejemplos que acaban cercenando lo poco que queda de lo que un día aspiró a ser una ciudad dotada de cierta elegancia en sus edificios, en sus formas, reflejando ese carácter de sus habitantes: obrero, burgués y comercial. Nada de eso queda ya.El origen de la barbarie urbanística arranca en los años cuarenta del siglo pasado y dura hasta prácticamente los años setenta. Durante este periodo, al son de la dictadura imperante en el país, se perpetraron atrocidades de alturas imposibles y densidades de viviendas en edificios hoy intolerables. De ese proceso salieron cientos de manzanas donde convivían edificios clásicos con nuevos edificios adyacentes de cinco, siete o hasta diez alturas más, con un resultado final que propiciaba esos murallones ciegos que se veían, y se ven, en casi todas las calles de la ciudad.
Posteriormente, con la ordenación urbanística de la democracia, especialmente con el primer plan urbanístico riguroso de la ciudad, el Plan Rañada, de 1986, (debe su nombre a Ramón Rañada, el arquitecto que dirigió el equipo que trajo la cordura al urbanismo gijonés) se pone freno a mucho de todo esto. Aunque con el ‘boom’ de la construcción en la primera década del siglo XXI el asunto se volvió a desmadrar un poco, pero nunca como antes, puesto que la legislación del momento hacía de cierto freno.
El origen de la barbarie urbanística arranca en los años cuarenta del siglo pasado y dura hasta prácticamente los años setenta. Durante este periodo, al son de la dictadura imperante en el país, se perpetraron atrocidades de alturas imposibles y densidades de viviendas en edificios hoy intolerables. De ese proceso salieron cientos de manzanas donde convivían edificios clásicos con nuevos edificios adyacentes de cinco, siete o hasta diez alturas más, con un resultado final que propiciaba esos murallones ciegos que se veían, y se ven, en casi todas las calles de la ciudad.
Posteriormente, con la ordenación urbanística de la democracia, especialmente con el primer plan urbanístico riguroso de la ciudad, el Plan Rañada, de 1986, (debe su nombre a Ramón Rañada, el arquitecto que dirigió el equipo que trajo la cordura al urbanismo gijonés) se pone freno a mucho de todo esto. Aunque con el ‘boom’ de la construcción en la primera década del siglo XXI el asunto se volvió a desmadrar un poco, pero nunca como antes, puesto que la legislación del momento hacía de cierto freno.
Después de todo esto os preguntaréis: ¿pero entonces, todos estos recrecidos son legales? Evidentemente sí, pero lo son, y de ahí mi pequeña disertación sobre la historia del urbanismo gijonés, porque derivado del aprovechamiento (el número de viviendas) que se ha dado en esas manzanas durante décadas de expolio, aun a día de hoy es jurídicamente muy complejo que en una manzana donde hay un edificio de trece plantas al lado de otro de cuatro, no se permita al de cuatro el famoso ‘recrecido’.
Y así estamos, en el año 2023, viendo en Gijón como los pocos edificios que han resistido durante décadas a que les coloquen un sombrero horrible de plástico y hormigón, han de sufrir, hasta el fin de su existencia, la presión urbanística.
Seguro que a todos se os ocurren ejemplos de este tipo, unos mejor resueltos que otros, pero todos robando la esencia del edificio que colonizan. Sin un urbanismo sostenible es difícil que podamos vivir en una ciudad sostenible.
No hubiera podido escribir estas líneas sin la colaboración de Román, Sara y Dani, a quienes agradezco profundamente su interés en este asunto y el abastecimiento de numerosos ejemplos de recrecidos de edificios que asolan nuestra ciudad."
"... ejemplos de fagocitación arquitectónica, de «containers» adosados a edificios originales de gran valor arquitectónico. Cuerpos que nacen de otros como si de aliens se tratara. ¿Ese es el futuro de la arquitectura? Parece que volvemos a aquel pretérito adagio de «los malos arquitectos hacen edificios y los buenos: museos», pero más que nunca cabe secundar aquellas palabras del starchitect Frank Ghery (2014) en los momentos previos a la entrega de los Premios Príncipe de Asturias: «En el mundo en que vivimos, el 98% de los edificios construidos son pura m****a. No hay sentido del diseño, ni respeto por la humanidad, por el buen criterio, ni por nada. Sólo hay edificios bobos».
¿Los servicios de arquitectura municipales de verdad conciben como algo bello (entendiendo el concepto griego clásico de lo «bello») y necesario la añadidura de semejantes atrocidades en edificios históricos respetuosos con la escala del entorno?
No se puede redactar un Plan General que en lugar de proteger: desproteja. No se puede convenir la segregación de jardines del elemento construido en aquellas parcelas de interés; la vivienda principal no es más que otro elemento del jardín y viceversa, son todo uno, un conjunto y, sobre todo, las importantes posesiones con jardines históricos. El resultado lo estamos viviendo ahora: jardines históricos en proceso de abandono, parcelaciones de fincas periurbanas para la construcción de chalets que no guardan ninguna relación morfotipológica con los colindantes.
Es el momento del repliegue urbano, de crecer hacia dentro, de las tendencias inmobiliarias centrípetas, sí, pero no amparadas en la gentrificación ni en la destrucción creativa que está expulsando a los antiguos activos sociales y económicos de los cascos históricos y de los ensanches de las ciudades españolas.
Tampoco es comprensible que la ciudadanía no actúe ni intervenga en las decisiones municipales. El urbanismo es ciudadano, se hace desde la base (bottom up), y el urbanismo es algo amplísimo que nos atañe a todos en múltiples líneas. El patrimonio puede ser de titularidad privada pero su disfrute, aunque sea visual / contemplativo, es general. Las ciudades se las están quedando los promotores y se las están alquilando o vendiendo a las clases más altas que ni siquiera residen en las mismas generando sectores inertes. Como decía el doctor geógrafo David Harvey en 2019, construimos y planificamos las ciudades para invertir en ellas en lugar de para vivir en ellas.
Contra la acumulación capitalista, el desinterés municipal y la especulación urbanística solo caben posturas frontalmente opuestas."
"Las tres fachadas que dan a Marqués de San Esteban, Pedro Duro y Rodríguez Sampedro serán ventiladas e irán revestidas de piedra arenisca traída de una cantera de Alcañiz (Teruel). Habrá un tratamiento diferente de la piedra en la franja de planta baja y entreplanta para dar continuidad en todos los frontales a la zona porticada de los reconstruidos arcos de Marqués de San Esteban.
Por encima de esa altura la distribución de huecos será distinta, con ventanas de mayor tamaño (de 1,50 metros por 1,50). Ese envoltorio pétreo permitirá adaptar el edificio a su céntrico entorno urbanístico.
En las dos esquinas del inmueble se instalarán dos muros cortina de vidrio azul. Esas cristaleras harán el mismo efecto espejo que los elementos embellecedores de las fachadas del plan del Muro. Son como una especie de parasol, que permite la entrada de la luz, pero en cambio amortigua el calor. El arquitecto del proyecto ha tenido como fuente de inspiración para esos miradores, que en la parte que da a Rodríguez Sampedro ofrecerá vistas privilegiadas a la playa de Poniente y al balneario, el remate en torreón de un edificio catalogado de Manuel del Busto en Marqués de San Esteban.
El proyecto de ampliación de la sede de la Agencia Tributaria en Gijón, explicó Arturo Tuero, ha supuesto un desembolso a las arcas estatales que supera los 7,5 millones de euros. De esa suma un millón se ha ido sólo en obras de consolidación del arenoso subsuelo, para garantizar la estabilidad del edificio y de los inmuebles colindantes. La cimentación, al igual que pasó con el cercano balneario, ha tenido que reforzarse con micropilotes mediante la técnica utilizada durante la construcción del túnel del metrotrén denominada 'jet grouting'."
"La organización de la Semana Negra de Gijón, habituada a bregar con toda clase de dificultades en sus 35 años de existencia, recibía ayer uno de sus mayores mazazos. Rafael Álvarez, su jefe de producción, «el hombre que era capaz de resolverlo todo» -en palabras que repiten sus compañeros-, fallecía el pasado martes en Madrid después de luchar durante meses contra una grave enfermedad. Puntal imprescindible del festival desde sus primeras ediciones, Rafa, como era conocido por sus numerosos amigos de los más diversos ámbitos de la ciudad, no pudo estar al pie del cañón en la cita de este año, pero estuvo muy presente en el recuerdo de quienes formaban equipo con él y su imagen, sonriente -la que todos evocan-, aparecía en un cartel colocado en la Carpa de Encuentros con la frase: «Maestro, mejórate pronto». Esa sonrisa y lo que reflejaba estaba en la memoria de las muchas personas que se acercaron en la tarde de ayer a recibir sus restos en el tanatorio de Cabueñes. Hoy a las doce del mediodía se ha celebrado allí un acto de despedida.
Desde que se difundió la noticia, las redes se llenaron con testimonios de decenas de cómplices que habían compartido con él diferentes episodios de un recorrido vital tan inquieto y rico como su propia personalidad. La Librería Paradiso rememoraba al chaval de dieciséis años que entró en su antiguo local de Cimavilla para trabajar y lo hacía con la foto de un joven con el pelo largo y bigote incipiente que sostenía un banjo en las calles de Lorient. Fue tomada en 1980 por su amigo el músico José Luis Carnero. La imagen desvelaba al pionero del folk, que reconocían otros de sus compañeros de viaje de aquellos días y que le llevaría también a fundar con Beto García el Café Trisquel en la calle Pedro Duro. En la Semana Negra encontraría un lugar en el que volcar su versatilidad profesional y creativa.
Ambos aspectos eran los que subrayaba el director del festival, Ángel de la Calle, del amigo desaparecido: «Lo dije en la clausura y lo recalco. No solo era un jefe de producción, era un artista, un creativo capaz de poner en pie cualquier idea. Tenía una cultura muy amplia y, como venía de tantos mundos, siempre aportaba muchas cosas. Humanamente, es un palo muy fuerte y, en lo profesional, ni le cuento», expresaba. «Lo veo con su sonrisa y su camisa blanca, su energía vital. Era alguien que todo lo hacía posible, tenía solución para todo, una persona excepcional», apuntaba su compañera de equipo, la escritora Beatriz Rato Rionda. Los dos coincidían en que la Semana Negra será otra sin él."
"Los usuarios no son demasiados, «pero sean muchos o sean pocos, el Camino de Santiago tiene que estar señalizado a su paso por el centro urbano de Gijón, para evitar que los peregrinos se pierdan por la ciudad». Esa es la razón que esgrimió el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Gijón para justificar la colocación de 213 conchas de bronce, de cinco milímetros de espesor, que guiarán al caminante desde el monolito de la rotonda de La Guía hasta el de Puente Seco, en Veriña.
«Esta señalización urbana, de la que ya disponen Oviedo, León, Burgos y Santiago, la teníamos pendiente en Gijón desde que en 1999 la Consejería de Cultura decidió marcar el Camino de Santiago a su paso por Asturias, dejando fuera del proyecto las zonas urbanas», explicó Justo Vilabrille, quien, en compañía del también concejal Tino Venturo, clavó la simbólica concha dorada delante del monolito de La Guía. Para llegar hasta Puente Seco se precisarán dos semanas y 16.000 euros.
La señalización se irá instalando en los próximos días en las aceras de la derecha del recorrido que, en su día, recomendó la Consejería de Cultura como «la real e histórica» ruta del Camino de Santiago a su paso por Gijón y que transcurre desde La Guía, Carretera de Villaviciosa, avenida de La Costa, plaza del Humedal, calles de Álvarez Garaya, Pedro Duro, Rodríguez San Pedro y Mariano Pola, para continuar por la avenida de Galicia, cruce de Cuatro Caminos, la avenida de La Argentina y desembocar, finalmente, en el monolito de Puente Seco.
«No tenemos contabilizados el número de peregrinos que pasan por Gijón, porque unos van a pedir información al Ayuntamiento y otros no, pero no es un camino que tenga mucha afluencia. El recorrido asturiano que más caminantes tiene es el de Villaviciosa y Oviedo, que cuenta con la catedral de El Salvador. De hecho, hay un refrán, que debe de proceder del medievo, que dice que 'quien va a Santiago y no pasa por El Salvador, honra al criado y desprecia al señor'», recordó Vilabrille.
En realidad, el itinerario que en 1999 estableció la Consejería de Cultura para el Camino de Santiago en Asturias atraviesa Gijón de Este a Oeste, pero por un trayecto que la modernidad ha convertido en intransitable. Y es que, a fuerza de ser estrictos en el recorrido, los peregrinos que quisieran llegar a Santiago de Compostela atravesando Gijón, al llegar a la plaza del Humedal deberían de proseguir por la playa de vías de FEVE y Renfe hasta conectar con la calle de Mariano Pola, pero eso hoy día sería imposible.«Hemos mantenido conversaciones con la Consejería de Cultura y nos ha admitido el trazado alternativo de Pedro Duro y Rodríguez San Pedro», justificó Vilabrille quien, sin embargo, no aseguró que cuando esté ejecutado el plan de vías, el trayecto transcurra por la vía original. «A ver cómo queda el plan de vías. Si queda bien, volveremos a hacer el camino oficial», puntualizó el concejal."
"El jurado del concurso de ideas para la remodelación y ordenación del ámbito del paseo marítimo Fomento-Poniente ha seleccionado a Foment-On como el proyecto ganador de las 13 propuestas presentadas. Es el más votado, después de que en una primera ronda de votación empatara con el denominado Gijón Simétrico.
Foment-On presupuesta una inversión de 7,6 millones de euros y plantea, entre otras actuaciones para humanizar el espacio y darle prioridad a peatones y ciclistas, plantar 400 árboles, crear una grada en la cuesta del Cholo, una playa sin arena o llenar de verde la explanada de Poniente. (...)
En primer lugar la propuesta incluye un plan para la reordenación del tráfico, que pasa por la priorización de los desplazamientos a pie o en bicicleta. Según la memoria del proyecto, los accesos a Cimavilla correspondientes a la zona de la propuesta se mantendrían como en la actualidad, con la reciente modificación del tramo de la calle Claudio Alvargonzález, convertida en vía de único sentido y salida de residentes y vehículos autorizados del barrio.
También se plantea el aumento de dos estaciones Gijón Bici en la Cuesta del Cholo y Jardines de la Reina, así como un incremento de los espacios para estacionar las bicicletas.
El proyecto presenta la opción de eliminar el tramo de doble altura peatonal de Rodríguez San Pedro, junto con todo el trecho de escaleras de acceso a la playa de Poniente y el paseo mirador que recorre todo el borde de la playa desde el edificio de La Buena Vida hasta el de Talasoponiente."
Foment-On concibe el desarrollo moderno del urbanismo como una actividad en paralelo a la sostenibilidad. En su memoria se contempla un considerable aumento del número de árboles entre la Cuesta del Cholo y Poniente y el uso de un tipo de pavimento que permita la filtración de aguas pluviales para su reutilización en tareas de riego.
En total se plantarán 400 árboles nuevos (tamarindo, tilo, sauce cenizo…). También se empleará vegetación tapizante para disolver el límite entre la playa y el paseo (gramínea ornamental, romero, rosa de playa, clavelina de mar, gaura blanca, margarita marroquí, hierba de San Agustín…).
Este plan de desarrollo considera dos espacios diferenciados. Por un lado, el de paseo, que comprende las calles Claudio Alvargonzález, Muelle de Oriente y la mitad de Rodríguez San Pedro. Por otro estarían los alrededores de Poniente."
"... el "Gremio de Mareantes" festejaba con toda pompa en honor a la "Virgen de las Mareas", venerada imagen que fue llevada desde la capilla levantada en el Cerro de Santa Catalina, en compañía de la milagrera de San Roque, para dejarlas al amparo de la por siempre marinera capilla de la Soledad. Ambas imágenes han desaparecido en el año 1936.Nada queda ya del famoso "Gremio de Mareantes". De aquel "Gremio" que, según escribiera el licenciado Cura Bolde, financiaba la pesca de la ballena y del besugo, y se encargaba de poner las condiciones para los desaparecidos "Remates" de cuyos fondos salían todos los gastos para previsión, defunciones y entierros, mandas, cirujano, escribano, naufragios y fiestas patronales, siendo la principal la del "Señor San Pedro", el primero y más sublime pescador de la Cristiandad.Desde que se vendiera, según tradición, el antiguo solar del "Gremio" en Santa Cataliba, en cuatro onzas de oro, no queda ni la pulida "Vara de plata", aquella vara que tenían a gran honor portar por turno organizando la procesión, todos los componentes del "Cabildo" vestidos con la parda capa de fuerte estameña.Esta vara quedó en poder de Aurelio Marino, pasando, al fallecer, éste, a manos de su hijo Cesáreo. De éste pasa a pertenecer a Faustino Pidal (práctico del puerto, conocido por "Fausto Prin"), quedando por último la dueña de la misma, su viuda, "Elisa la Perana". Aquí se pierde la propiedad, para aparecer la vara un día en la hermosa villa marinera de Luanco, donde aún está en la actualidad.La Cofradía de la Soledad trató de hacer gestiones para recuperarla, pero nada en firme se hizo por falta, como siempre, de dinero..."
A lo largo de la última gran manzana de Rodríguez San Pedro abren también al público unos cuantos negocios de copas, música y comidas, pero sin duda de los más señeros es La Bodeguita del Medio, "bar de cócteles" de gran veteranía y renombre. Ya en 2014, cuando, La Bodeguita llevaba unos 30 años en El Fomento, su gerente Amaro Ruiz, es entrevistado para El Comercio por L. Ramos con motivo del Premio al local con encanto con el que había sido galardonado y lo titula "El encanto lo da la actitud del personal", una de las frases de Ruiz, publicado el 11 de junio:
"Casi tres décadas animando las noches gijonesas dan para mucho, aunque Amaro Ruiz se queda con la satisfacción de haber hecho pasar más de un buen rato a sus clientes.
Premio al local con encanto. ¿Cómo han recibido la noticia?
Con una mezcla de alegría y sorpresa, pues no estamos acostumbrados a recibir reconocimientos de estas características.
¿Cómo nació La Bodeguita?
Fue tras una visita a Cuba de los propietarios, Pío Ruiz y Javier Rodríguez. Les gustó mucho el ambiente y, como en Gijón no había ningún local especializado en música latina, decidieron abrirlo ellos.
¿Qué hace que un local tenga encanto?
Yo creo que entran en juego varias cosas, como la decoración, aunque lo primordial es la actitud del personal, que al fin y al cabo es lo que hará que el cliente vuelva.
Tras 27 años en la brecha, ¿qué se lleva?
Las vivencias, las amistades que he hecho gracias al bar y, sobre todo, la satisfacción de saber que la gente viene con la idea de pasarlo bien y lo consigue."
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