Foto: Palacio de Meres (por abajo pasa el Camino) |
A solamente 8 kilómetros de la catedral de Oviedo/Uviéu, la Sancta Ovetensis, los peregrinos que han hecho suyo el lema de "quien va a Santiago y no va al Salvador, visita al criado y olvida al señor" llegan al Palacio de Meres, uno de los más importantes conjuntos palaciales de Asturias, de la Casa de Argüelles, sito al paso mismo del Camino de Santiago en este barrio de Meres en la parroquia de Tiñana, al oeste de Siero y a escasa distancia del venerado santuario de la Virgen de la Cabeza, que también puede visitarse en un corto desvío por ramal alternativo
Foto: Palacio de Meres (véase abajo el Camino) |
El Palacio de Meres es, efectivamente, todo un conjunto formado por dos edificios palaciales residenciales, uno de finales del siglo XVI y otro de finales del XVII, el primero adosado a una capilla, dedicada a Santa Ana, con dos torres y que con las reformas acometidas pasó a ser parroquial hijuela de Tiñana con el patrocinio de Nuestra Señora del Amparo. El segundo edifico, a la izquierda del primero, cuenta con dos torres, cuerpo central, y otras dependencias, como cuadras, caballerizas y llagar, donde se conservan restos de una torre circular medieval que fue sobre la que se construyó una primera mansión en el siglo XV para Gonzalo Rodríguez de Argüelles, contador del rey Juan II y comisionado del príncipe Enrique
Foto: De Alejandro - Flickr, CC BY-SA 2.0 |
Foto: De Alejandro - Flickr, CC BY-SA 2.0 |
"El primer asentamiento conocido en Meres, corresponde a la torre circular de defensa (S. XIII - XIV) destruida por orden de los Reyes Católicos. Actualmente se pueden observar únicamente sus restos en la parte posterior del llagar.
La construcción inicial del Palacio de Meres data de la primera mitad del siglo XV. Pedro Argüelles, “el Negro”, fue primer señor de la Casa de Meres y su jurisdicción, Regidor de Oviedo, de Siero y de los puertos de mar del Principado. En relación con este cargo, recibe una carta del Emperador Carlos I de España y V de Alemania para alertar de posibles invasores por la costa. (Archivo de la Casa de Meres).
No es hasta finales del siglo XVI cuando se rehace y se amplía; este dato se pudo constatar al descubrir en el año 1998, durante una de las restauraciones del tejado, uno de los escudos de la Casa en el que figura: "reedificado en 1.590".
A la Casa de Meres pertenecía el Coto de la Paranza, donde existió una Malatería de la cual tenía su jurisdicción. (S. XVI - S. XIX)."
La capilla desde el Camino |
Su capilla-iglesia es lo primero que vemos desde el Camino, en lo alto del boscoso Monte'l Palacio, hacia el que sube el Camino desde el pueblo de Meres, para luego bajar a las orillas del Río Nora entrando en la vecina parroquia de Granda. Su traza actual pertenece a finales del siglo XVII cuando Antonio Quiñones y Valdés, marqués de La Paranza y Vizconde de las Arenas, promueve una ampliación en base a la capilla anterior, originaria del siglo XV y ya ampliada en 1585, cuando Pedro Argüelles Carrio El Mozo acrecienta el patrimonio familiar y transforma la antigua ermita, dedicada a Santa Ana, obteniendo autorización eclesiástica para celebrar los actos de culto en días festivos, haciéndose hijuela de la parroquial de Tiñana, parroquia a la que pertenece Meres
Esta situación venía dada porque los vecinos de estos pueblos de la parte baja de la parroquia tenían dificultades para subir a la iglesia parroquial de Tiñana a causa de las frecuentes inundaciones. Así, en 1707, el abad de Arbas, D. Francisco Argüelles, hermano del marqués, bendecía el templo, dedicado ahora a Nuestra Señora del Amparo:
"Desde entonces y hasta ahora, el Palacio celebra cada 15 de Agosto, el Día del Amparo, la festividad de la Virgen, y es motivo de reunión de la familia y el pueblo.
En la actualidad, el Palacio pertenece a los hijos, nietos y biznietos de Dña. Laina Uría Ríu y D. Joaquín Cores Masaveu, descendientes directos de todos los anteriores, siendo la vigesimoprimera generación la que, con las numerosas obras de restauración que se llevan a cabo cada año, devuelve al Palacio el esplendor de antaño".
Aquí, donde volvemos a llanear, vamos a encontrarnos, un poco más adelante, con un cruce, en el que iremos a la izquierda
El de la izquierda es seto cultivado y el de la derecha, que nos separa de la gran finca de El Prau Casares, es natural o sebe, cierre vegetal tradicional de los prados en gran parte de Asturias
Desde aquí, uno de sus accesos, tenemos una buena vista de dicho prado
Aquí conocemos porqué el concejo era llamado en el alto medievo la Llanera de Siero, formada por el Nora y sus afluentes, sobre todo El Río Noreña, que pasa algo más al norte
Al otro lado de los árboles y al pie de aquellas casas está la Estación de Meres, abierta al tráfico el 13 de noviembre de 1891 cuando la empresa de los Ferrocarriles Económicos de Asturias abrió este tramo de la línea que, en 1905, enlazaría en Llanes con la procedente de Santander del Ferrocarril del Cantábrico
"La Casa de los Argüelles de Meres se afianza como solar originario con D. Pedro Argüelles de Meres, casado con Dª Teresa Argüelles de Cienfuegos, tuvo numerosa familia. En 1542 fundó Mayorazgo con su Casa solar, tierras circundantes y el Coto de la Paranza con su Malatería, en favor de su hijo mayor. Otros de sus hijos fueron cabeza de solares secundarios.El segundo sucesor y homónimo, Pedro Argüelles Carrio, transformó la antigua ermita de Santa Ana en iglesia a petición del párroco de Tiñana que obtuvo autorización eclesiástica para celebrar en la nueva edificación como hijuela de la parroquial, los actos de culto en los días festivos, y pudieran asistir vecinos de Carbajal, Fonciello y Meres que tenían dificultad para acudir a Tiñana por la distancia y las crecidas del Nora en días lluviosos. El mismo heredero hizo restauraciones en su palacio."
Foto: Palacio de Meres |
"Don Pedro Argüelles Carrió, descendiente de don Gonzalo, legó cuantiosos bienes para mejorar y ampliar lo que hasta entonces era una modesta capilla dedicada a Santa Ana. Las obras serían iniciadas un siglo más tarde por don Antonio Argüelles Posada y su hermano Francisco, abada de la jacobea Arbás. La capilla terminó siendo iglesia de grandes dimensiones -dos torres campanario, planta de cruz latina, capilla en el lado sur, dependencias alrededor de la cabecera, retablo del siglo XVII- de espléndida portada barroca..."
Hay además abedules, tejos, boj, encinas, alcornoques, pues "A lo largo de la historia se han plantado numerosas especies arbóreas tales como el roble americano, aliso, ginkgo biloba, haya roja, entre otras", conformando esta maravillosa selva, en parte autóctona y en parte exótica
"Hábitat perfecto para gran cantidad de artrópodos, vertebrados, mamíferos, moluscos y otras especies animales que viven en libertad dentro del bosque.
Destacando entre ellas las aves, ya que en el entorno del Bosque del Palacio de Meres cohabitan más de cincuenta especies catalogadas de aves. Por su abundancia destacamos el petirrojo, el herrerillo, el pinzón común, el carbonero; así como rapaces: gavilán, cernícalo, ratonero, alcotán y rapaces nocturnas: lechuza, carabo, mochuelo. Entre las aves más interesantes nombrar: el pico menor, pico gordo y el pinzón real.ç
Ciervos, tejones, ardillas, jabalíes inundan el bosque de vida".
Fin ya de la cuesta ante uno de los texos del campo de la capilla-iglesia. Nosotros iremos a la izquierda
Ahí está el hito jacobita con las flechas amarillas que nos confirman continuar a la izquierda; detrás se vislumbra, entre los árboles, un poco del palacio; esta es la historia de su estirpe fundadora en Archivos de Asturias:
"Los Argüelles descienden de Gonzalo Suárez Argüelles, valedor de Enrique II en Asturias, constituyendo, a partir del siglo XV, un linaje de fuerte influencia en el Principado. No se conoce con exactitud la fecha en que los Argüelles se establecen en Meres, pues se carece de noticias hasta la época de Carlos V, cuando era dueño de la Casa, su jurisdicción y el coto de La Paranza, Pedro de Argüelles "el negro". En 1520 se le concede por cédula real la facultad para formar mayorazgo y en 1542, cuando ya aparece como encomendero del hospital de malatos de La Paranza y regidor de la villa de Siero y de Oviedo, se efectúa la fundación a favor de su primogénito Lope de Argüelles. Otros descendientes de Pedro de Argüelles crearon casas secundarias también asentadas en el concejo de Siero: Pedro Argüelles Gutiérrez creó la casa de Bobes, Gonzalo de Argüelles fundó mayorazgo en Celles y Lope Argüelles Quirós y Miranda funda el mayorazgo de Vega de Poja en favor de su primogénito Juan Argüelles Estrada en 1573. Enlazaron con los Quirós, con los Hevia y los Huergo. En 1694, correspondió la sucesión a Antonio Argüelles Posada, que había sido alcalde del crimen de las Chancillerías de Valladolid y Granada, fiscal de la casa de Indias y gobernador del Consejo de Castilla, tras la muerte de su hermano sin sucesión. A él corresponde la reedificación del antiguo palacio familiar, que databa de la primera mitad del siglo XV y el rey Carlos II le concedió el título de marqués de la Paranza y Vizconde de Arenas. No tuvo descendencia y le sucedió su hermana Ana María Argüelles Posada, casada con Diego de Argüelles Estrada, señor de la casa de Vega de Poja. En 1718, se unificaron las casas de Meres y Vega de Poja en la figura de Lope José Argüelles Estrada. El poder económico de esta familia se basó, sobre todo, en los recursos agrarios y ganaderos, característica común a los linajes de la nobleza media asturiana. Se debe destacar que muchos miembros de los Argüelles de Meres, tanto mayorazgos como familiares colaterales, desempeñaron el oficio de escribano público en Siero. A mediados del siglo XVI, el fundador del mayorazgo es escribano principal del concejo de Siero y en el siglo XVII se le otorga la concesión perpetua de la escribanía a Diego de Argüelles de Vega, que se convirtió en titular de un derecho patrimonial susceptible de transmisión, y, de hecho, la incorpora al mayorazgo. Algunos miembros de la familia renunciaron al desempeño directo del oficio, aunque conservan la propiedad, y lo ceden a cambio de un canon."
Al lado, un monolito con placa de información histórica del Palacio de Meres, nosotros la iremos explicando según deambulemos por sus rincones y dependencias
Justo donde acaba el seto y empieza el muro de piedra podremos acceder a él, sin embargo, miremos antes un momento a la izquierda
"Fue lugar de paso frecuente en la comunicación de Oviedo y Siero con Langreo. Un importante camino real que desde Oviedo por las cercanías de San Esteban de las cruces, el monte de la Grandota, bordeando después el extremo suroccidental de Siero por la parroquia de Tiñana, pasaba delante de la ermita de San Pedro situada en la zona llamada Los Campos, en la divisorio con Tudela Veguín, llegaba a La Paranza. Desde aquí (en la actualidad camino vecinal) descendía hacia el valle del Nalón por Riaño y Frieres en el concejo de Langreo. Otro, en la dirección Norte conduce al centro del Concejo por Santa Marina y Hevia o por Tiñana.El Camino de Oviedo a Langreo por la Paranza continuaba a Castilla. Documentos del Archivo de la Casa de Meres informan del viaje que en el verano de 1591 realizó Pedro Argüelles Meres, regidor de Oviedo, a la capital del Reino para resolver cuestiones del Principado, y fue acompañado desde su casa hasta el lugar de la Paranza por el Escribano que certifica su salida, dice que iba con su maleta y dos caballerías. Otro documento con fecha 1746 expone: "por la Paranza pasan los pesqueros que van y vienen a Castilla con pescado"..., "la Paranza es camino por donde van las recuas a Castilla".A la importancia del lugar como núcleo de comunicación entre Oviedo, Siero y Langreo y paso hacia Castilla, se añade la existencia en la Paranza de una Malatería, hospital para enfermos de lepra, muy solicitado por la salubridad del lugar.Las primeras noticias de la Malatería proceden de disposiciones testamentarias: D. Bartolomé, canónigo de Oviedo, en 1275 lega a la malatería de la Paranza 10 sueldos. El Chantre de Oviedo D. Aries Pérez en 1280 le asigna 4 maravedís. Por testamento de Pedro Díaz de Nava en 1289 le corresponden 100 maravedís. En 1331 Rodrigo Álvarez de las Asturias dispone el legado de 400 maravedís.Hay noticias de su situación, en los comienzos en un lugar más al Sur, en el monte Peñoba, por el aislamiento se temía que los enfermos fueran atacados por los lobos, hecho probablemente ocurrido en una ocasión, y se trasladó a la Paranza.Colaboraban a su sostenimiento las feligresías de Tudela, Langreo, Limanes, Tiñana, Santa Marina, Hevia, La Carrera, Celles, Argüelles, Bobes, Viella y San Esteban de las Cruces y los vecinos tenían preferencia para ingresar en ella. Podía albergar de 6 a 12 malatos, número bastante elevado en la época para este mal incurable.Los enfermos habitaban cerca de la iglesia, en la fachada posterior de esta tenían capilla con advocación de San Lázaro. Podían pedir limosna a los pasajeros pro el camino real, sólo en aquel pequeño recinto. Los mayordomos de las parroquias vecinas recogían en ellas los donativos.Para que los malatos tuvieran cierta protección a su favor y en su caso para defensa de alguna propiedad que les perteneciera, estaban encomendados a personas nobles de localidades próximas como Hevia y Riaño. El último encomendero fue D. Antonio Argüelles, Señor de la Casa de Meres y del Coto de la Paranza.Esta malatería prestó su funcionamiento con regularidad hasta finales del siglo XVII, a mediados del XVIII estaba en ruinas. Antes de finalizar esa centuria sus propiedades, lo mismo que las pertenecientes a las restantes malaterías de la provincia fueron enagenadas a favor del Real Hospicio de Oviedo, a cuyo cuidado pasaron todos los malatos del Principado.Las rutas y hospitales situados en las rutas de peregrinación prestaban funciones asistenciales a enfermos, pobres y caminantes, y llevaban frecuentemente el calificativo del Camino.
La parroquial de la Paranza se denominó Iglesia de Santa María del Camino en el "Becerro antiguo", Libro Becerro del obispo D. Gutierre en 1385. Así lo hace constar D. Jerónimo de Chriboga en su informe del año 1613 después de visitar las iglesias de Asturias por orden de Felipe III para averiguar cuáles eran de patrimonio real.
Esta denominación de Santa María del Camino sugiere que en época del obispo D. Gutierre por el camino real de Castilla, por Langreo y la Paranza llegarían peregrinos a San Salvador de Oviedo, como una de las rutas secundarias de peregrinación.
Apoyaría esa idea el hecho de que un prado situado entre Siero y Tudela de Veguín "en la feligresía de San Julián de Box en el territorio que llaman de San Pedro de la Paranza, junto a la ermita", y que en 1668 pertenecía al monasterio de San Pelayo de Oviedo, por uno de sus lados limitaba "por el Camino Real Francés hasta un cierro y hórreo antiguo"
"Pertenecía a la Casa de Meres, uno de sus miembros, Francisco Argüelles, que fue abad de Arbas, en el año 1700 escribió sobre las relaciones entre señores y colonos del lugar, también sobre la malatería.El señor de Meres, Prior de los malatos, recibía 6 fanegas de escanda como encomendero de los enfermos. Los vecinos como vasallos del dueño y señor "de estas casas y tierras del Solar de Meres" debían de servir dos días al año, tanto los hombres como las mujeres cuando fueran llamados para las labores que se les ofrecieran en las casas de Meres.Era antigua costumbre que los matrimonios y las viudas acudieran el día de Navidad a comer con los señores de la casa de Meres. Cada mujer, menos las viudas, tenía que llevar una cesta con 4 panes cocidos, de escanda, de medio copín cada uno y en su lugar buenas gallinas. Acostumbraban a darles uno de los 4 panes para volver a casa, días antes tenían que llevar un carro de leña para preparar la comida y pagaban un pellejo de vino.Era también antiquísima costumbre que cada año, la víspera de la Ascensión de Jesucristo, "que es día de rogaciones por los frutos y buenos temporales" concurriera a la iglesia parroquial de Santa María de la Faya que es la de dicho coto y villa de la Paranza, con sus procesiones generales, toda la gente de las parroquias y curas de Santa María de Tiñana, Santa Marina, de Hevia, de Riaño, San Julián de Box, San Esteban de las Cruces, como más cercanas a dicha iglesia y villa de la Paranza. En los últimos años faltaban las de las cruces y Riaño.En el Catastro del Marqués de la Ensenada.El 22 de enero de 1752 tuvo lugar la reunión para obtener las respuestas generales correspondientes a un territorio que en la primera de ellas denomina Coto de la Paranza, alias Santa María de la Faya, jurisdicción inclusa en el concejo de Siero, pero independiente de él en todos sus términos concejiles. Se hace constar que es señorío perteneciente "a las Casas de Meres y sus dueños", cuyo titular, entonces D. Diego Ramón Argüelles Quiñones, vecino de Oviedo, por razón de su señorío, recibía habitualmente de cada vecino copín y medio de pan y dos gallinas en su casa de Meres el día de Navidad. Tenía la obligación de dar ese día una comida a todos los vecinos y sus mujeres, de modo que acudiesen dos personas por cada casa.Los derechos recibidos solían ascender a 3 fanegas y media de pan y 18 pares de gallinas, cada par valía aproximadamente 3 reales. El valor de la comida del día de Navidad se calculaba en 2 reales por persona.El alcalde mayor del Coto tenía facultad de nombrar teniente, regidores y demás oficios públicos, excepto el de escribano, cuya función era realizada por uno de los del concejo de Siero.Medía el coto, aproximadamente, un cuarto de legua de Este a Oeste, y otro de Norte a Sur, tendría dos leguas de contorno, "que por horas se tardarían en andar naturalmente 6 sobre poco más o menos".Se califica el terreno de escaso y frío, con una extensión de 322 días de bueyes, de los que 79 se dedican a tierra de labor, 43 a prados y los 200 restantes son de "tierra inculta y brava por naturaleza en abertal y común".En las tierras de labor se siembra un año pan y otro maíz y habas. Un día de bueyes de buena calidad sembrado de pan, en una cosecha ordinaria, produce un carro de hierba.El rendimiento de los árboles frutales, manzanos, perales, nísperos y cerezos es pequeño; hay algunos robles y abedules.El valor de los productos se señalaba por el mercado de la Pola, Para la fiesta del Corpus cada vecino pagaba un real.Se pagaban diezmos de pan maíz, habas, y también por las crías de ganados y por la leche. Por las crías de ganados mayores se pagaban 4 maravedís y por las menores (corderos, cabritos y cerdos) "de cada diez" se pagaba "uno".El diezmo de la leche consistía en entregar toda la que se ordeñase en 10 domingos señalados por el párroco, al cual correspondían todos los diezmos del coto.Habitaban el lugar 21 vecinos y 3 viudas, aunque la mayoría eran pobres no necesitaban pedir limosna, lograban vivir de su trabajo. Había 22 casas habitables y dos en ruinas. Disponían de una taberna que el dueño de la jurisdicción alquilaba en 50 reales al año.Se criaba ganado vacuno, lanar, cabrío y de cerda; muchas ovejas y cabras morían por el frío y las lluvias.Había un sastre que vivía del campo más que de su profesión, trabajaba dos meses al año por un real y medio y la comida, al día.En respuesta a la pregunta número 30 se dice: En este Coto hay un hospital o Malatería para curar o asistir enfermos de lepra, con el título de San Lázaro que goza de renta de 44 fanegas de pan anuales. Unas de bienes que arrienda y otras de foro sobre bienes particulares de este Coto y en los concejos de Siero, Langreo, San Julián de Box y otras partes. Cuya renta se distribuye de esta manera anualmente: 6 fanegas al dueño de la jurisdicción como Prior que se intitula de dicha malatería, 18 fanegas al Abad, cura, párroco de este Coto por el servicio y asistencia a los malatos, 6 al que hace oficio de mayordomo para recaudar las rentas y repartirlas, y 6 a cada malato para su alimento (aunque es cierto que habrá de unos 26 a 30 años que no hay malato alguno)..."
Visto ya, en la distancia, el antiguo coto de La Paranza pasamos ahora a visitar el palacio de la Casa de Meres, la residencia de sus señores y del que llegaron a marqueses; para ello dejamos el Camino unos instantes y tomamos un pequeño acceso entre los setos a nuestra derecha
Según avanzamos prado adelante veremos mejor algunas estructuras de las dependencias del palacio
Tanto los exteriores como algunos interiores del palacio y de la capilla fueron escenario cinematográfico en varias películas del director José Luis Garci (El abuelo, You're the One, Historia de un beso, etc.) o en la serie La Regenta, de Fernando Méndez-Leite. Hallaremos además el palacio numerosos vídeos, documentales, artículos y reportajes, bien dedicados exclusivamente a él, a la zona o a la historia, o a la arquitectura palacial
El muro, almenado en la parte más próxima a la capilla, nos oculta gran parte del espacio residencial de la mansión y la capilla por su parte, se guarda, casi enteramente, detrás de otros dos preciosos y venerables texos situados además delante mismo de la "espléndida fachada barroca" de la que nos habla Luis Antonio Alías de esta capilla de Santa Ana construida entre 1606 y 1706 sobre otra anterior que ya cumplía las veces de parroquial para estos barrios de la zona baja de Tiñana, al norte del Nora
Por lo tanto, para admirarla en detalle, y casi que 'por partes', no va a quedar más remedio que arrimarse a sus mismos muros y, en ocasiones, alzar bien la vista arriba para deleitarnos con los detalles de esta joya del barroco asturiano, declarada como todo el palacio Monumento Histórico-Artístico
Arriba, los capiteles corintios apoyan un frontón curvo partido en cuyo interior vemos el escudo de Antonio Argüelles Meres Valdés entre pináculos y bolas
Debajo del escudo el entablamento muestra doble línea, la de abajo de tetrapétalas y la de arriba rosáceas
Sobre la corona de la cabeza del águila, una Cruz de los Ángeles, similar a la de la Cámara Santa de la catedral de San Salvador de Oviedo/Uviéu
Encima de todo, "Una ventana de profundas molduras y una decorada cornisa completan la fachada", dice Alías, mientras que en la web del Palacio de Meres la explican de esta forma:
"...una gran portada de concepción barroca en la que destacan dos columnas corintias sobre plinto enmarcada por molduras y orejas. Frisos con decoración vegetal, trozos de entablamento y cornisas de acusado movimiento, completan el conjunto, rematado por un frontón curvo y partido, además de pináculos y bolas"
"Atravesar el frondoso bosque autóctono de seis hectáreas que abraza literalmente el palacio de Meres y su imponente capilla barroca es una experiencia mágica que el visitante vive con los cinco sentidos y alguno más. Si unas veces son los carballos centenarios los que nos saludan entre trinos de petirrojos y herrerillos, otras son los tejos, hayas y bojes los que jalonan el camino hasta desembocar ante su sobria y elegante fachada, ejemplo de la mejor arquitectura señorial asturiana de su tiempo. En su interior, organizado alrededor de un patio central sustentado por columnas toscanas que nos remiten a la Italia renacentista, hasta trece generaciones de descendientes de don Pedro Argüelles, el Negro, primer señor de la Casa de Meres y regidor de Oviedo durante el reinado del emperador Carlos V, nos «hablan» de las maravillas de un rico y nobilísimo patrimonio familiar que, increíblemente, nunca ha cambiado de manos. Gonzalo Cores y Laína González, tío y sobrina, son en buena parte responsables de este ejemplar milagro patrimonial que ya dura más de cinco siglos al haber creado una sociedad que, además de ocuparse de su restauración integral a raíz de la catalogación del lugar de Meres como Bien de Interés Cultural, explota el palacio como escenario privilegiado de rodajes, eventos y celebraciones nupciales".
Es normal ver la entrada engalanada con flores, sobre todo si venimos antes o recién celebrada una boda. Incluso se ha colocado un paragüero para los invitados
La nave, crucero y capilla del lado de la epístola, que revela la estructura de la capilla antigua, según leemos en Palacio de Meres:
"La planta original, del S. XVI, habría de tener capillas a uno y otro lado de la nave central, pues se las menciona en la escritura del contrato; sin embargo se debieron eliminar y tan sólo de la epístola, cubierta con crucería simple, que nos hace pensar en un elemento medieval preexistente, quizás primera capilla del palacio del S. XV, que incluso queda bien orientada, cosa que no sucede con la capilla mayor de la iglesia nuevamente construida".
Llegamos así a la cabecera, el muro separa el campo de la capilla del bosque y de la finca
Encontramos la cancela abierta y pasamos a ver la finca de la parte posterior, admirando de paso la robustez de esta cabecera
Es un bello pasillo de hierba entre la pared del tempo y el muro de piedra, en el que crece la hierba
Aquí nos unimos al pasillo que viene del pasadizo que vimos antes, y pasamos a la parte posterior del palacio
Y por la portada barroca ya descrita accedemos ahora al interior
Foto: Palacio de Meres |
Es como entrar en una basílica o una catedral, "El templo, de planta de cruz latina y bóveda de crucería, sorprende por su magnificencia y alguna de las obras que allí se conservan", nos dicen en el blog del Centro de Estudios Borjanos, mientras en el apartado de Arquitectura de la web del palacio podemos leer lo siguiente:
"El templo, de planta de cruz latina y bóveda de crucería, sorprende por su magnificencia y alguna de las obras que allí se conservan.
El impulso de su construcción se debió al Marqués de La Paranza. Los trámites se rigieron por su hermano, abad de Santa María Real de Arbás, D. Francisco Argüelles Meres. Se contrató la obra con los arquitectos: Pedro Fernández Lorenzano y Pablo de Cubas Caballos, y Miguel de Sierra, los dos primeros ya muy conocidos por haber actuado en obras de interés en el Principado, y el último más desconocido por ese tiempo. Se concebía como iglesia parroquial aunque se hacía junto al palacio y de inmediato sería adosada a él por unas dependencias que lo ponían en comunicación directa con la parte alta del coro. La planta la envió desde Madrid el citado D. Antonio y tras su revisión por los arquitectos se hicieron sus condiciones de obra.
En ellas, como era usual, se habla principalmente de asuntos de puro valor constructivo y de materiales a usar, pero asimismo se acuerda utilizar el orden toscano, como así se hizo, realizar hundidos en los fuertes del crucero para colocar retablos y otros en el presbiterio para sepulcros, cosa que también se respetó; hacer dos sacristías a uno y otro lado de la capilla mayor (ahora una de ellas panteón) con pasadizo que las uniera y zona alta que sirviera de transparente (como la basílica de El Escorial), y por último cubrir los tramos de nave y crucero con bóveda de arista y el tramo central del crucero con media naranja (como en San Vicente de Oviedo, dice la escritura), cosa que no se llevó a cabo por usarse complicadas estrellas de diseño tarde gótico, algo que se iba a poner muy de moda en el primer tercio del S. XVIII, así como en Cantabria y Pais Vasco, y hasta el Asturias, Burgos y otras zonas del norte. Con esto se consiguió una vistosa construcción, amplia y sólida que se precede de fachada de cantería con portada flanqueada por dobles columnas y recias torres cuadradas en sus extremos que parecen querer suplir las inexistentes en el palacio. (...)
Debemos puntualizar la labor de conservación realizada por los propietarios del palacio a lo largo de la historia, centrándonos en los hermanos Cores Uría, D. Joaquín y D. José Ramón, arquitecto y decorador respectivamente, y en la actualidad a sus familiares y descendientes, que supervisan y dirigen las obras de restauración y mantenimiento periódico.
Buen ejemplo de estas actuaciones de recuperación del bien patrimonial, son las llevadas a cabo en la Capilla de Santa Ana en el año 2022 cuando se descubrió el retablo en piedra policromada del año 1585, que se encuentra perfectamente conservado detrás del retablo barroco actual. Se dispone de un reportaje fotográfico para su disfrute, ya que dicha joya queda oculta. Así como en las obras de restauración ejecutadas en el año 2023, en las que se sacó a la luz el altar original de la primera capilla medieval construida en torno al año 1420".
"En 1420 era una ermita anexa al conjunto palaciego; después, en 1585, se reformó para convertirse en parroquia de los fieles merenses. Aparte de un tesoro familiar, la capilla de Santa Ana, en el Palacio de Meres, constituye un ejemplo perfecto de cómo debe abordarse un proyecto de restauración. Tanto es así que la Fundación Casas Históricas ha reconocido la labor de los dueños del inmueble a la hora de conservar el conjunto palaciego y, en especial, su oratorio. «Este premio es un orgullo para toda la familia, llevamos 30 años tratando de dar lustre al conjunto», destacó ayer Laína González Cores, directora del palacio durante la presentación de los trabajos ante vecinos y autoridades.
Lo cierto es que no fue un proceso sencillo. El elevado coste de las obras obligó a espaciar los trabajos en el tiempo. De hecho, todavía quedan partes pendientes de mejora. Hasta el momento, con las ganancias de los eventos organizados en el Palacio, la familia ha acabado con las goteras de la cubierta y drenado su perímetro para que la humedad no penetrase al recinto por capilaridad.
En estos años han restaurado también parte del retablo así como cuadros y hasta nueve tallas de vírgenes esculpidas entre los siglos XV y XVII. «Ha sido un trabajo reposado, realizado con el máximo respeto hacia el patrimonio y su conservación», adujo González Cores. No en vano, la familia cuenta con presentar los trabajos de restauración del conjunto palaciego las últimas tres décadas a una convocatoria europea, esta sí, dotada con un valor económico".
"Fue en los año finales del siglo XVII y principios del XVIII cuando tuvo lugar la restauración definitiva del palacio de Meres y de su iglesia por iniciativa de D. Antonio Argüelles Meres y Valdés, destacada personalidad por los estudios en el campo de las leyes y sus altos cargos en el Reino. Carlos II le concedió el título de Marqués de la Paranza por los servicios a la Corona.En colaboración con su hermano D. Francisco, abad de Arbas, transformó en el suntuoso templo actual la iglesia que por el año 1585 había erigido el bisabuelo de ambos, Pedro Argüelles Carrio.La capilla sobresale por sus grandes dimensiones, tiene planta de cruz latina, cubierta con bóveda de complicadas estrellas, el retablo mayor es de comienzos del siglo XVIII. (...)En 1707 el abad de Arbas, D. Francisco Argüelles, bendecía el nuevo templo que fue dedicado a Nuestra Señora del Amparo, colocada su imagen en un nicho de cristal sobre el lugar de la custodia, sin perder la advocación anterior para la que se reservó una capilla y en ella fue colocado el grupo escultórico de Santa Ana, La Virgen y el Niño, hoy en la parte alta del retablo mayor. Es obra de Antonio de Borja".
Foto: Flores El Invernadero |
"En el primer trimestre de este año 2022 se ha procedido a la restauración de la hornacina que expone la talla de la Virgen del Amparo, situada en el retablo central de la Capilla de Santa Ana del Palacio de Meres, así como la propia talla de la virgen y sus vestiduras. Se trata de una imagen de vestir.
Se restauró la talla en madera policromada y se le confeccionó un nuevo traje a partir del vestido de novia de un miembro de la familia, como ha sido tradición familiar desde el s. XIX.
Podéis descargaros la memoria final de ambas restauraciones realizadas por Marta Flórez Igual.
Tenemos que agradecer a muchas personas su aporte a esta emocionante restauración: Laina Cores Uría, Ana Álvarez-Buylla Cores, Joaquín Cores Rambaud, Casilda Uría Ríu, Consuelo Uría Ríu y Tintorería América".
Foto: Centro de Estudios Borjanos |
Arriba, en el ático, Santa Ana, con la Virgen María niña en brazos, del gran maestro del barroco asturiano Antonio de Borja, "único vestigio de la primitiva ermita", informan también en Un día en Meres, de palaciodemeres.com. Más abajo una escena de los Desposorios de María, "Rematan las volutas churriguerescas del retablo dos bellísimos ángeles trompeteros"
"El mueble policromado con guirnaldas y roleos es otro bello ejemplo del fino trabajo de los pintores que intervinieron en la decoración de la iglesia en los últimos años del siglo XVIII. A la derecha, sobre una solera de baldosa hidráulica original de diseño geométrico y vegetal de fines del XIX, banco–trono de taracea asturiana con cojines hechos con corporales de la capilla".
Foto: Asociación Folklórica El Piñote |
"El 15 de agosto feligreses de todos los barrios de la parroquia y de algunas cercanas como Granda, Santa Marina y San Miguel, acuden al "Amparo de Meres", a la hermosa capilla del palacio.El día anterior con voladores y música del país empieza el festejo y la animación de la gente joven. Personas de todas las edades llenan la capilla en el acto central de la FIESTA, la misa solemne en honor a Nuestra Señora del Amparo, y siguen la procesión acompañando a su imagen alrededor de la capilla. Se realizan después subastas, rifas, fotografías, entre charlas, tambor y gaita, baile, canciones, diversión; el vermú, la mejor sidra de pueblos y aperitivos en el bien surtido puesto, instalado en el campo, delante de la capilla, con árboles centenarios.Es una participación general de vecinos, la extensa familia de los dueños del palacio, invitados y amigos. Todo transcurre en un agradable ambiente de sencilla amistad, y la mejor convivencia. Por la tarde continúa la romería con actividades folklóricas."
"El palacio de Meres, en Siero, está de celebración y ha querido compartirla con vecinos y amigos en una jornada de puertas abiertas con visita a la capilla del complejo histórico. Las sucesivas obras de recuperación y mantenimiento acometidas en la ermita de Santa Ana, dentro del recinto del palacio, han merecido el premio que la Fundación de Casas Históricas y Singulares de España otorga para distinguir la ejemplaridad de una restauración, reconociendo así por extensión la labor de tres décadas de los propietarios, que gestionan el complejo a través de una empresa familiar que dirige Laína González Cores.
Tras recoger el premio en Madrid, ayer tocaba celebrarlo con familia, amigos y vecinos. Estuvieron presentes, entre otros, los historiadores José Manuel Fernández Fanjul y Manuel Orueta; el paleógrafo de la Universidad de Oviedo Guillermo Fernández; los propietarios de la confitería Camilo de Blas; el vicario general, Jorge Fernández Sangrador; el párroco local, Manuel Alonso; los empresarios Juan y Pelayo Roces; el director del Museo de Covadonga, Javier Remis, y representantes de la asociación de vecinos y de fiestas de Meres.
Ante todos ellos, Laína González expuso la historia del palacio, acompañada por su madre, Laína Cores, ambas orgullosas propietarias de un palacio con raíces en la Edad Media. "El primer asentamiento conocido de Meres fue una torre circular de la que se conservan restos en la parte trasera", indicó. Y recordó cómo la primera ermita de Santa Ana data del siglo XV, con la construcción en 1585 de un templo para los feligreses a cargo de Pedro Argüelles. El definitivo fue erigido en 1690 por Antonio Argüelles. Hoy, es la generación número 21 de la familia la que se ocupa de la gestión del palacio y la capilla. "Llevamos treinta años dedicados a mejoras de la techumbre, el drenaje y las imágenes", expuso Laína González. Dedicación que alumbró alguna grata sorpresa, como el descubrimiento del retablo original de piedra. "Seguiremos haciéndolo, porque la casa lo merece", prometieron".
Foto: Asociación Folklórica El Piñote |
Foto: Asociación Folklórica El Piñote |
"El palacio de Meres acogió ayer las tradicionales fiestas de Nuestra Señora del Amparo, una celebración de carácter eminentemente local, casi familiar, que se celebra cada año en la mañana del 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen.
«Es una fiesta pequeña, podríamos decir que es familiar, ya que sólo acuden la familia Cores, los vecinos de Meres y los amigos invitados por los vecinos», señaló Avelino Fernández, de la Sociedad de Festejos «Virgen de la Cabeza». Esta asociación se encarga también de la organización de las fiestas de la Virgen de la Cabeza, celebración mayor de la parroquia de Meres, que desde hace 28 años se desarrolla en paralelo a Nuestra Señora del Amparo.
Los festejos comenzaron al mediodía, con la misa solemne en honor de la Virgen en la capilla de Santa Ana, anexa al palacio. Una vez finalizado el oficio, la imagen de la Virgen salió en procesión alrededor del templo. Antes de ser devuelta al templo, el grupo folclórico «El Piñote» de Argüelles ofreció bailes regionales a la Virgen.
«El desarrollo de la fiesta es siempre el mismo: comenzamos a las doce, y tras la misa y la procesión, siempre amenizadas por "El Piñote", procedemos a la subasta del "ramo dulce", con la que financiamos la celebración», explicó Avelino Fernández.
A diferencia de otros ramos que se subastan en las distintas fiestas de la región, los de Meres son «ramos dulces», tartas por las que los presentes pujan y que sirven para financiar la fiesta. Este año, la organización entregó un total de 25 ramos, que el propio Avelino Fernández subastó entre las docenas de asistentes a la celebración.
Las celebraciones concluyeron a primera hora de la tarde. Poco a poco, los vecinos de Meres fueron abandonando el prado del palacio para volver a sus casas y, en el caso de que hubiesen ganado alguna de las pujas, disfrutar con su familia de uno de los deseados «ramos dulces».
El año que viene, el mismo día de la Asunción de la Virgen, los de Meres volverán a reunirse ante la capilla de Santa Ana para celebrar la fiesta de Nuestra Señora del Amparo. Como cada año, será una fiesta pequeña, casi familiar, para vecinos y amigos de la parroquia sierense. Una celebración secreta al abrigo de los vetustos árboles que pueblan los prados del palacio de Meres".
Desde el prado de la capilla podemos acceder directamente a la parte residencial del palacio por la portezuela del muro almenado que separa ambos espacios (a la izquierda de la foto)
Suele también estar cerrada salvo celebración o visita concertada pero desde ella puede verse bastante bien la fachada principal del palacio o los palacios
Según entramos tenemos a la derecha el palacio del siglo XVI, seguidamente el del siglo XVIII y, al fondo, el llagar, donde como decíamos al principio se encuentran los restos de la torre circular primigenia
Este llagar ya aparece en el Catastro de Ensenada a mediados del siglo XVIII como propiedad del entonces señor de esta Casa de Meres, Ramón Argüelles de Quiñones
El palacio dieciochesco presenta trazas muy comunes a otros palacios rurales y urbanos asturianos de la época, de dos torres con cuerpo central de dos pisos, el de abajo con tres arcadas de medio punto bajo otros tantos balcones
Luis Antonio Alías lo describe como "un nuevo conjunto palacial con cuerpo central de dos pisos -triple arcada sobre pilares en el bajo, balcones enmarcados por molduras de oreja en el superior- y torres laterales blasonadas". Detrás hay un patio central con arcos de piedra en el primer piso y corredor en madera en el segundo piso. La planta baja era, según costumbre, para el servicio y la alta para los señores, con cuartos, despacho y biblioteca
"En Meres, Asturias, se conserva procedente de Extremadura una de las notables «estelas de guerrero» del Suroeste. Los motivos grabados —un antropomorfo con casco de cuernos, espada, lanza, escudo, espejo y peine, además de un icono cuadrangular de incierto significado (¿lingote chipriota, placa orfebrística con la forma de una piel de toro…?)—, nos remiten a la fase temprana de la arribada de influjos mediterráneos, precoloniales, al cuadrante sudoccidental de la península ibérica. La singularidad de algunos de los motivos inscritos, en particular el raro escudo con su campo cubierto de bandas paralelas, y la enigmática figura cuadrangular dan pie a distintas consideraciones sobre su frecuencia y posible filiación material y cultural".
"En el salón viejo, ubicado en la parte del palacio construida a fines del XVI, una lámpara veneciana da colorido al retrato de Laína Uría Ríu pintado por su padre, José Uría y Uría, pintor de la escuela realista asturiana que abordó en muchas de sus obras la temática social asturiana y que también firma el óleo Pastorcilla asturiana, que vemos abajo sobre un caballete vestido con una tela de seda de Nobilis. El tresillo con talla floral y concha de madera de cerezo es de estilo isabelino, lo mismo que la consola con patas de media luna. El suelo es el original, de tarima de roble.
El salón nuevo, en cambio, corresponde a la última y definitiva ampliación del palacio, de finales del siglo XVII, promovida por Antonio Argüelles Quiñones y Valdés —al que vemos rretratado al fondo, en la pared de la izquierda—, marqués de la Paranza y presidente del Consejo de Castilla durante el reinado de Carlos II. Al otro lado de la puerta de cantería que da acceso, sucesivamente, al salón viejo y al coro de la iglesia del palacio, vemos a otro ilustre miembro de la familia: Juan de Llano Ponte, obispo de Oviedo en los primeros años del siglo XIX. Otro retrato de José Uría y Uría, Pastora en Roma, hace frente a un conjunto francés de espejo con copete y consola de estilo barroco de principios del XVIII. El tresillo con tapicería adamascada y pata cabriolé es isabelino; los cojines de Usera Usera lucen una tela de Designers Guild. Las carpinterías de las contraventanas son las originales y ofrecen la particularidad de no repetir ninguno de sus diseños geométricos.
«Nuestros antepasados, entre los que destaca de modo muy especial la figura de mi abuelo José Uría y Uría, pintor de la escuela realista asturiana formado en la Real Academia de San Fernando, lo enriquecieron sin cesar —apunta Gonzalo con orgullo indisimulado mientras nos invita a subir las escaleras en dirección al salón viejo—. Y su huella es visible en estas paredes que nos miran a través de sus ojos». Suyos son muchos de los paisajes, marinas y retratos que nos salen al paso: unos de damas melancólicas elegantemente vestidas, otros de bucólicas pastorcillas que nos hacen viajar en un instante hasta la Campania romana, como si estuviésemos asistiendo a la representación de una briosa pieza romántica.
El Isabelino impera
El elegante estilo decorativo que triunfó en los salones artísticos y ambientes románticos del siglo XIX y buena parte del XX, la delicada versión española del Imperio francés, proporciona unidad a las estancias que se van sucediendo a lo largo de la crujía principal. El estrado, el salón viejo, el salón nuevo..., todos ellos están recorridos por altos ventanales que hacen participar al bosque de la decoración y que se cierran con carpinterías que nunca repiten sus diseños geométricos. «Hemos restaurado —concluye Laína dirigiendo sus pasos hacia el comedor en el que vivió algunos de los momentos más entrañables de su infancia— todo el mobiliario del palacio: consolas francesas, bargueños españoles, sillerías isabelinas y arcones asturianos, y catalogado las valiosas colecciones de arte suntuario: relojes románticos, lámparas venecianas, cristales tallados antiguos y vajillas de Limoges y de la Compañía de Indias. Y lo más increíble de todo es la actualidad de aquel estilo de vida tan nuestro, tan romántico y familiar»
Fiesta en palacio. Hoy como ayer
El título de la célebre rima becqueriana no podía ser más adecuado para celebrar el renovado esplendor del palacio de Meres como escenario privilegiado de las más diversas reuniones y festejos, lo que ha permitido por lo demás mantener unido el patrimonio y, sobre todo, restaurarlo. Vestir de fiesta sus salones, engalanar su bellísima iglesia o revestir a capricho el parque que lo rodea es una tarea de la que se ocupan a diario Laína González y Gonzalo Cores (en la foto, en el balcón del Salón Viejo), directora y presidente respectivamente de la empresa familiar. Cerca de un millar de celebraciones sociales (bodas, bodas de oro, cumpleaños, bautizos...) de las principales familias asturianas, congresos, premios, homenajes y una larga lista de rodajes de cine (La regenta, El abuelo, Historia de un beso...) son habituales en este espacio abierto y vivo a sólo 7 km de Oviedo".
La vuelta de Pin de Rosa, de José Uría Uría |
"De familia aristocrática de tradición liberal, tras un aprendizaje en Oviedo con el pintor Antonio Fernández Cuevas participó en 1875 en la Exposición Provincial Asturiana, en la que obtuvo diploma de tercera clase por dos dibujos. En 1877, se trasladó a Madrid, donde realizó copias, principalmente de Velázquez, en el Museo Nacional de Pinturas, y asistió a la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado y al estudio de Salvador Martínez Cubells, cuya influencia refleja la obra El Príncipe D. Carlos y el Duque de Alba (Museo del Prado, depositado en la Universidad Complutense de Madrid), que presentó a la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de 1881. Pasó después a Roma, donde permaneció hasta 1890 con alguna estancia intermedia en Asturias. Sus principales cuadros de ese período son Lope de Vega en el cementerio (Museo del Prado), tercera medalla en la Exposición Nacional de 1884; El Campo de San Francisco (primer grito de Independencia) (destruido en 1934 en la Universidad de Oviedo), enviado a la Nacional de 1887 y Hernán Cortés ante Carlos V (México, Casino Español), que figuró en la de 1890.
En Italia pintó también acuarelas y tablitas en un estilo próximo al de Francisco Pradilla, como El arco del rey Casto (Museo del Prado, depósito en el Museo de Bellas Artes de Asturias), de 1887, y al de Francisco Domingo, como Fausto (Museo del Prado) de 1889. En 1892 obtuvo segunda medalla por Antes de dar el sí (adquirida por el Estado, destruida en la Embajada de Lisboa) y también presentó Costumbres asturianas, que continuaba la tradición costumbrista que ya había mostrado en 1887 La parva. En 1893, consiguió la plaza de ayudante, primero interino y luego numerario, de la clase de Dibujo de Figura de la Escuela de Bellas Artes de Valladolid. Allí comenzó a pintar temas de trabajo industrial. Con Después de una huelga (Museo del Prado, depósito en el Museo de Bellas Artes de Asturias), ambientada en los Talleres de Ferrocarriles del Norte, obtuvo una medalla de segunda clase en la Exposición Nacional de 1895. Al año siguiente, pasó a ocupar interinamente la Cátedra de Dibujo Aplicado a las Artes y a la Fabricación de la Escuela de Bellas Artes de Oviedo, pero hubo de volver a principios de 1898 a Valladolid. Consiguió el traslado definitivo, previa oposición, en 1900.
Entre tanto, continuó con sus cuadros de trabajo industrial, como los que realizó para la Fábrica Duro- Felguera Bautismo de fuego, de 1897, y Cargadoras de carbón, de 1899 (Gijón, colección particular). Cultivó en las dos últimas décadas del siglo el retrato de gran estilo, del que son ejemplos las efigies de La marquesa de Vega de Anzo (colección particular), el de Amparo Ríu (Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias), con la que se casó en 1890, ambientado en su Palacio de Meres, pero se aproximó al naturalismo de Sorolla en su obra de mayor calidad, ya de 1903, El marqués de Valero de Urría (Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias). Pintó paisajes del centro de Asturias y de montaña en Laciana (León), Somiedo y los Picos de Europa, y captó a los animales de modo muy vivo en escenas de caza, a la que era muy aficionado. Destacó como excelente acuarelista. Ocasionalmente modeló el barro, talló la madera y diseñó vidrieras. En la Escuela de Oviedo, de la que fue secretario en 1902- 1903, y director a partir de 1909, introdujo en 1907 una mufla para cerámica, vidrio y mosaicos, técnicas cuya enseñanza impulsó. Fue el principal maestro de los artistas que concurrieron a ella en las primeras décadas del siglo xx.
Obras de ~: Lope de Vega en el cementerio, 1884; El Campo de San Francisco (primer grito de Independencia), 1887 (desapar.); El arco del rey Casto, 1887; La parva, 1887; Fausto, 1889; Hernán Cortés ante Carlos V, 1890; Antes de dar el sí, 1892 (desapar.); Costumbres asturianas, 1892; Después de una huelga, 1895; Bautismo de fuego, de 1897; Cargadoras de carbón, 1899; La marquesa de Vega de Anzo; Amparo Ríu; El marqués de Valero de Urría, 1903.
En cuanto al primer marqués de La Paranza, Antonio de Argüelles Meres y Valdés, artífice de la gran reforma palaciega aquí acometida, aportamos su biografía de Escritores y artistas asturianos. Índice bio-bibliográfico:
"Una de las personalidades asturianas mas conspicuas del siglo XVII, injusta y casi totalmente olvidada, por no decir desconocida. Fue en la decadente o, mejor dicho, decaída centuria mencionada de la vida nacional, uno de los pocos hombres que sobresalieron de la corrupción ambiente como gobernante de probidad y rectitud ejemplares, asentadas en extensa y sólida sabiduría. Llegó a la presidencia del Consejo de Castilla por merecimientos propios, no sólo desligado de las intrigas cortesanas, sino en constante oposición a ellas. Fué un magistrado en quienes los Campomanes y los Jovellanos, por citar solo a dos asturianos que fueron cumbres del siglo XVIII español, encontraron un antecedente enaltecedor. Figuró como “uno de los mas ilustres y fieles servidores del rey Carlos II”, dicho sea con palabras de Fuertes Acevedo en Biblioteca de escritores asturianos.
El canónigo González de Posada recuerda acerca de esta personalidad, en memorias históricas del Principado de Asturias, un suceso afirmativo de su alta reputación. “En un memorial —dice — que presentaron a Felipe V los Colegios Mayores, entre los grandes méritos que alegaban de sus individuos en servicio de la corona, era uno que don Antonio de Argüelles Valdés fué presidente de Castilla, ministro en quien se unieron la sabiduría, la justicia y la prudencia sin confundirse. Para merecer el más debido aplauso”’. Escritores coetáneos suyos tuvieron a gala dedicarle sus libros con fervientes panegíricos. Por contraste, en libros modernos adecuados para que se recordara su enaltecida personalidad, se echa de menos hasta su nombre.
Nació don Antonio de Argüelles Meres y Valdés en la parroquia de Meres (Siero), según su hermano, don Francisco, su mas verídico biógrafo, el día o la noche de San Antonio de Padua (13 de junio) del año 1643. Por lo que resulta equivocada la fecha de 1649 que anota Fuertes Acevedo. Fueron sus padres don Toribio Argüelles Quiñones de Meres y Valdés y doña Francisca de Posada, ambos de noble linaje. Sus apellidos verdaderos, usados a la manera establecida posteriormente, debieran ser los de Argüelles de Posada, y así le anotan algunos al citarle. Pero él ha usado solamente los apellidos paternos, con la supresión del Quiñones. Y así es como más se le conoce. No falta tampoco quien le anote con los apellidos de Argüelles Valdés, con Supresión de los intermedios, que es el caso de González de Posada en la obra anteriormente aludida y de otros.
Fue sobrino del arzobispo Fernando de Valdés, fundador de la Universidad de Oviedo, pero ha de entenderse este parentesco en remoto grado, dada la distancia de mas de centuria y media entre el nacimiento de ambos. “Cuéntase — anota su hermano don Francisco — que, al nacer, un religioso franciscano, astrónomo y matemático, que por casualidad se hallaba en la casa, dijo: Si este niño no muere en la infancia, será muy singular y celebrado en estos reinos. Vale esta referencia como mero dato curioso, ya que en punto a predicciones, cuando no están inventadas con posterioridad a los hechos aludidos, sólo se recuerdan las que aciertan.» “A los siete años — dice también su citado hermano — ya se adelantó a los otros (hermanos mayores) en rudimentos de la escuela de niños, y de allí a los trece, en que supo la gramática cumplidamente, de suerte que podía ser maestro de ella, fue descubriendo el feliz y claro ingenio, comprensión y memoria de que Dios le ha dotado, con una condición tan pacífica, tan pausada, tan humilde, cortesana y suave, que siempre atrajo y enamoro con ella a cuantos le han conocido y comunicado hasta la hora presente, sin desigualdad ni alteración alguna.”
Estudió posteriormente Humanidades en la Universidad de Oviedo y pasó luego al Colegio de San Pelayo, de Salamanca, en el que ingresó el 10 de diciembre de 1660. En el libro de recepciones de ese colegio, del que fue rector en el año 1671, se anota lo siguiente: “Salió a la oposición de las cátedras de Leyes de esta Universidad (Salamanca) a los siete años de colegio, y a los seis de opositor dejó la de Instituta, paso a la de código más antigua y muy luego a la de vísperas (10 de abril de 1677), sin faltarle voto alguno; y en este tiempo (13 de julio) se graduó de licenciado…, después de lo cual paso de este colegio al de San Bartolomé, de esta ciudad, en el cual llevó el primer año de catedra de prima (19 de agosto de 1678).” Refiriéndose a su nombramiento de profesor de Instituta en la Universidad de Salamanca en 1675, dice el hermano que lo obtuvo “de edad de treinta y dos años, cuando los mas de su edad suelen empezar sus oposiciones, y no llegar a la última y primera cátedra hasta los sesenta o más adelante, y no se sabe que otro alguno haya llegado a conseguirla en tan tiernos y pocos años”.
Su fama de sabio en el conocimiento de las leyes trascendió pronto mas allá de los centros de enseñanza salmantinos, y, reconocida en las altas esferas oficiales y gubernamentales, el Supremo y Real Consejo le nombró el 27 de enero de 1679 alcalde del crimen de la Chancillería de Granada, cargo del que no llegó a posesionarse por haberle sido conferido el mismo en la Chancillería de Valladolid poco después. En el desempeño de este destino, el primero de su brillante carrera de magistrado, dio reiteradas pruebas de hombre integro y bondadoso. Fue una de ellas, acaso la mas notable, aunque nos parezca ahora asunto de escasa monta, la solución que dio a un grave conflicto popular producido en Valladolid a causa de la escasez de subsistencias. No había trigo en la ciudad, y el pueblo, falto de su primer alimento, se amotinó contra las autoridades. Los dignatarios de la Chancillería no encontraban modo de remediar el mal, y la protesta popular adquirid tonos violentos peligrosos.
Entonces fue cuando Argüelles se ofreció a mediar en el pleito para calmar los ánimos, dispuesto a recorrer la población con misión apaciguadora. Mientras el presidente y los oidores de la Cancillería y otras autoridades se quedaron llenos de temor por la vida de él y la propia. Argüelles recorrió las calles sembrando la calma y la confianza y requiriendo al vecindario para que se reuniera con él en la plaza Mayor y resolver la causa de la protesta pacíficamente. Cuando hubo reunido al pueblo, arengó a éste para que depusiera la violencia, prometiéndole, en cambio, que él mismo saldría aquella noche por las villas y lugares de la comarca, y que andaría toda la provincia hasta llenar de trigo la ciudad, y que no volvería a ella hasta cumplirlo.” La furia de los vallisoletanos se trocó en risueña esperanza, que pronto tuvo regocijada realidad. Salió “aquella misma noche — sigue diciendo el hermano — como lo había ofrecido, en busca del socorro, con tan feliz suerte, que en menos de quince días previno y consiguió más de doscientas fanegas de trigo, que fué encaminando a la ciudad sucesivamente, sacando del pecado enorme de avaricia a muchos seglares y eclesiásticos, y aun a señores obispos, que lo tenían ventilado y escondido de venderlo aún a mas subido precio”. A su regreso, el pueblo le recibió en triunfo con las más encendidas muestras de entusiasmo, y, entre otras coplas alusivas al suceso que había librado del hambre a la ciudad, le dedicó ésta: “Todos los oidorcicos no valen nada; don Antonio de Argüelles lleva la gala.” Este suceso le valió estimaciones acendradas de toda la población y entre la gente de leves se le rodeo de un gran respeto. Y tanto se estimaba su opinión, recta y autorizada, que, no obstante la modestia de su cargo, el Supremo y Real Consejo sometía frecuentemente a su asesoramiento asuntos muy delicados. Por esta época (1682), contrajo matrimonio con la señorita de noble alcurnia María Antonia Herrera de la Concha, de Valladolid, de la que no ha dejado sucesión.
Al año siguiente fue ascendido a oidor de la Cancillería de esa ciudad, cargo en el que afirmó sus méritos por espacio de algunos años, hasta que, en 1685 y en 1687, le confirió el rey el de alcalde de Casa y Corte. En el cumplimiento de esta nueva actividad conquistó ya los méritos definitivos para el ascenso a las mas altas magistraturas. Los Reales Consejos le encomendaron asuntos muy delicados que él supo resolver con tacto y autoridad insuperables. Una de las mas difíciles comisiones fue la de servir de arbitro, por encargo especial del monarca, entre los vecinos de Hendaya y Fuenterrabia, gravemente desavenidos. La causa de tal desavenencia, degenerada en disturbios graves, fue la pesca en aguas del rio Bidasoa que separa a esas dos ciudades, a España de Francia. Vecinos de Fuenterrabía dieron muerte a mosquetazos a otros de Hendaya, a consecuencia de lo cual el rey francés presento reclamación al español, y el litigio fue resuelto por Argüelles a satisfacción de ambas partes, sin detenerse a considerar los riesgos de llevar a cabo su misión entre gente montaraz de la que rehuían toda mediación otros magistrados. Tan repetidas muestras de excelente magistrado movieron al rey a conferirle el cargo de fiscal del Consejo de Indias (1690), y poco después, el de oidor del mismo consejo. Como tal consejero ha escrito importantes informes jurídicos, que se reputan de modelos por la riqueza de doctrina. En 1694 paso a fiscal del Consejo de Castilla y dos años después a presidente o gobernador, como entonces se decía, de ese mismo consejo, que era el mas alto destino en la gobernación del estado español.
Resolvióse su majestad a exaltarle a la Presidencia de Castilla — se anota en el libro de recepciones del Colegio de San Pelayo, de Salamanca — en tiempo bien calamitoso, que fuera fácil perderse en él aun al más lisonjero político; pero este gran caballero y discreto ministro supo manejar tan diestramente las riendas del gobierno que no hubo en el discurso de él quien justamente se pudiese quejar por ofendido.” Dos años y dos meses prestó servicios en este elevado cargo, a pesar de las dificultades que encontraba en los círculos cortesanos de aquel rey epiléptico que se conoció por El Hechizado, apodo con que se ha disimulado su cretinismo. Al fin, hombre de nobles y rectos procederes, no pudo soportar aquella atmósfera en que vivía el monarca, y renunció a su puesto en marzo de 1698. Carlos II le concedió entonces, en gracia a sus muchos y meritorios servicios, el título de marques de Paranza y cinco mil ducados de renta anual, bajo condición de residir en Madrid, con lo cual continuo siendo consejero, solo que privadamente, para los asuntos importantes de Estado. Vivía en su retiro “tan desnudo y pobre — dice el tantas veces citado hermano y biógrafo—como cuando empezó su carrera en Salamanca”.
Era hombre de austeridad y generosidad tan ejemplares, que se olvidaba de sí mismo por favorecer al prójimo, especialmente a sus coetáneos, “y solo se puede decir que los menos afortunados con su ilustrísima han sido sus mas cercanos deudos”. No ha de tomarse tan al pie de la letra lo de la desnudez y la pobreza, puesto que pudo reconstruir la iglesia de Santa Ana de Meres y dejar algunos bienes de fortuna. Argüelles Meres y Valdés falleció en Madrid en el año 1709. Fuertes Acevedo da la fecha de enero 13 del 1710, equivocada, por lo menos, en cuanto al año. Sus restos fueron inhumados en el cementerio de San Gil. De sus numerosos escritos, casi todos redactados en razón de sus cargos oficiales, no ha dejado ninguno impreso, y solo se sabe el paradero del anotado mas abajo en primer lugar".
Foto: Paulino García Vázquez |
Habiendo conocido también el palacio volvemos al campo de la capilla y nos disponemos a salir de este maravilloso conjunto histórico y monumental regresando al Camino tal y donde lo habíamos dejado
Y por el mismo sendero enlosado salimos prado abajo por donde hemos entrado, junto a uno de los grandes texos del palacio
Y retomamos el Camino donde nos desviamos de él para subir al palacio y entrar en él. Al fondo, una plantación de cipreses forma prado abajo una barrera vegetal
El Camino, El Camín del Palacio, baja entre dos muries o muretes de piedra, no muy altos, al valle del Nora, viendo sus bosques ribereños, pues el río, haciendo uno de sus característicos meandros, pasa por ahí; pronto caminaremos por su misma orilla
Arriba en lo alto de un cueto a 300-350 metros de altura, Faro, pueblo de la parte ovetense de la parroquia de Llimanes, famoso por su industria alfarera, la célebre Cerámica de Faro, de la que aún pervive algún alfar en el pueblo y a la que se ha demostrado un primer origen medieval, según las excavaciones arqueológicas realizadas, que puede ser incluso anterior, castreño mismamente, como enseguida vamos a ver. Primeramente aportamos la explicación que nos ofrece Asturias.com:
"Arqueológicamente se ha comprobado que la producción alfarera en esta aldea se remonta al menos al siglo XI. El catastro del Marqués de la Ensenada, en el siglo XVII, ya constata la presencia de 72 alfareros. Coincidiendo con la etapa de la industrialización, cuando el vidrio y el metal vinieron a suplir rotundamente los usos del barro, Faro se fue despoblando y sus alfareros emigraban a los núcleos rurales, donde aún era una necesidad sus productos. El Oriente de Asturias acaparó buena parte de esa emigración, siendo famosos los alfareros de Piloña, Parres y, principalmente, Cangas de Onís, donde llegaron a existir cinco alfarerías. El sobrenombre de Barrio de los alfares, con el que se conoce a la zona alta de Cangas, es un vestigio de aquel pequeño esplendor.
En la aldea de Faro sólo se conserva un alfarería de carácter familiar, empeñada en mantener la producción y enfocando su trabajo a los nuevos usos de la cerámica: su valor estético y decorativo por encima de cualquier otro. Las formas que hoy en día se trabajan en Limanes son los platos, escudielles, botijos, figuras: el gallu y la gallina, botíes o bacenilla; también se trabajan nuevas líneas como las cenefas, los revestimientos para interiores y exteriores y algún que otro regalo de empresa.
La cerámica básica de Faro puede diferenciarse claramente en dos tipos. La de color pardo oscuro, a veces casi negro, que se obtiene con la mezcla de tres barros a alta temperatura, muy ricos en materias silíceas y ferruginosas que se extraen de la misma zona; y la cerámica vidriada, esmaltada en blanco con decoraciones en verde, amarillo, marrón y azul.
Los motivos decorativos son geométricos y naturalistas, vegetales y animales. Entre estos últimos destaca la “paxara”: mitad pez, mitad pájaro"
Cerámica de Faro. Foto: Asociación Española de Ciudades de la Cerámica |
Y he aquí una muestra de cerámica de Faro, en cuanto a las excavaciones que avalan su antigüedad nos informa muy bien el erudito arqueólogo Fon S.P. en su muy recomendable página Ástures:
"La última excavación en la que estoy participando en 2023 está relacionada con el estudio sobre el origen de la cerámica de Faro. Se trata de un tipo de fabricación local de la zona de Oviedo que alcanzó una gran difusión, sobre todo por el territorio asturiano, pero que también se exportó vía marítima.
Os dejo información de la primera presentación de los resultados a la prensa por el director del proyecto arqueológico, Alfonso Fanjul Peraza.
Fuente: Ayuntamiento de Oviedo
La excavación en el alfar de Casa Tudela permite datar el inicio cerámica vidriada de Faro a finales de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna
Los trabajos, que se están desarrollando desde el mes de octubre, han permitido localizar ya 870 piezas, no sólo platos y vasijas, sino algunas mucho más peculiares como juguetes.
El concejal de Cultura, David Álvarez, ha presentado esta mañana, en rueda de prensa, el resultado de hallazgos arqueológicos llevados a cabo en las ruinas del antiguo alfar de Casa Tudela de Faro por el arqueólogo Alfonso Fanjul, también presente en la comparecencia, al igual que Eva Sánchez, secretaria de la Asociación de Amigos de la Alfarería de Faro y Javier Nievas, responsable de Medio Rural de Caja Rural de Asturias.
El edil ha subrayado que la investigación arqueológica “ha permitido descubrir novedades que se basan en las excavaciones que está desarrollando el director de las mismas, Alfonso Fanjul Peraza, en las ruinas del antiguo alfar de Casa Tudela, en la localidad de Faro, dentro de un proyecto impulsado por la Fundación Municipal de Cultura y financiado por la Asociación de Amigos de la Cerámica de Faro y la Fundación Caja Rural de Asturias. Las excavaciones que se están desarrollando desde el mes de octubre, tienen como objetivo conocer el origen y la evolución de la cerámica de Faro, continuando los trabajos iniciados hace una década, por el mismo equipo con la excavación de otros tres antiguos alfares”.
Las primeras conclusiones, “apuntan al antiguo alfar de Casa Tudela como un emplazamiento clave a la hora de poder estudiar la introducción del vidriado en la cerámica asturiana. La presencia de algunas piezas vidriadas muy antiguas en los niveles iniciales del alfar, mezcladas con otras piezas que se mueven entre la Edad Media y los comienzos de la Edad Moderna, convierten a Casa Tudela en un espacio excepcional para aclarar el debate sobre la introducción de la cerámica vidriada en Asturias. El carbono 14 que se plantea realizar sobre restos de carbones procedentes del horno del alfar, en su primer nivel de producción cerámica, permitirá definir con detalle los años en los que se origina la producción. De los cientos de fragmentos cerámicos descubiertos hasta el momento, aparecen de forma excepcional, al menos una decena de decoraciones vidriadas inéditas, desconocidas hasta la fecha en la cerámica de Faro, y que ayudarán a los arqueólogos e historiadores de disponer de un corpus completo de material, que a su vez nos sirve para datar otros yacimientos asturianos. Entre las tipologías de piezas hay una diversidad de producciones, habiéndose documentado en los estratos diferentes modas productivas, como la fabricación de grandes fuentes en el siglo XVIII, pequeños platos decorados durante toda la Edad Moderna, así como juguetes en forma de pequeños utensilios de cocina, muy de moda entre los siglos XVIII y XIX”, ha indicado el responsable municipal de Cultura.
“Aparte de finalizar la excavación, y poder datar los inicios de la cerámica vidriada en Faro, la recogida de muestras de carbones, y de polen, nos permitirá ver la evolución de la tecnología industrial y el paisaje del entorno de la localidad alfarera a través de diversos siglos”, ha añadido Álvarez.
El arqueólogo Alfonso Fanjul, director de las excavaciones, ha explicado “que las piezas halladas han conseguido datar la aparición de la cerámica vidriada en Faro entre finales de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna”. Los trabajos, “que se están desarrollando desde el pasado mes de octubre, han permitido localizar ya 870 piezas, no sólo platos y vasijas –algunas expuestas en la presentación-, sino algunas mucho más peculiares como juguetes”, ha añadido. Al cortar uno de los testares de cerámica aparece la vida del alfar y se ve cómo cambian las modas, en el caso de Casa Tudela hasta 1.900 que es cuando termina la actividad”.
“Desde Caja Rural somos conscientes de la riqueza patrimonial en Asturias, concentrado en gran parte en el medio rural que quizás no hayamos sabido rentabilizar. Deben emerger actividades de esta índole para convertir la arqueología en este caso en dinamizador cultural y social”, ha subrayado Javier Nievas y ha subrayado “el éxito del trabajo de Alfonso Fanjul”.
Eva Sánchez, secretaria de la Asociación de Amigos de la Alfarería de Faro ha agradecido a la Fundación Municipal de Cultura la subvención anual y ha recordado “2023 como un año trágico con la explosión de la alfarería de Selito pero también como el resurgir gracias a la labor de una alfarera para que no muera”.
En el año 1728 se anota en el Libro de Acuerdos del Ayuntamiento de Oviedo el pago de "1.500 caños" destinados a las fuentes públicas y encargados a un alfarero de Faro, cuyo topónimo se ha querido vincular en alguna ocasión con 'alfar' pero debe tener más que ver con su elevada situación y estar en un lugar, o en sus inmediaciones, La Grandota, donde se harían señales por medio de fogatas, que era el significado de un faro en la antigüedad
Estos alfareros de faro eran unos 70 a mediados del siglo XVIII, según el Catastro de Ensenada, pero no vivían exclusivamente del barrio sino que lo alternaban con las labores campesinas, "el tiempo que no es preciso para el cultivo de heredades". En la web de la Asociación Española de Ciudades de la Cerámica nos cuentan así:
"La ocupación de este territorio viene de antiguo, con restos prehistóricos de hace 70.000 años y asentamientos castreños, aunque sería a lo largo de la Edad Media cuando cobrase importancia por su situación estratégica de cruce de vías de comunicación y su dependencia del gran monasterio de San Pelayo. También sería en ésta época cuando empezase a despuntar su actividad alfarera, por la que es conocida fuera de nuestras fronteras. Hoy en día, junto con una pequeña actividad agro-ganadera, Faro es fundamentalmente un lugar residencial.
La alfarería faruca cuenta con dos vertientes: la cerámica negra, obtenida por reducción de un barro rico en hierro y que ya está documentada desde el siglo XI a través de diversas formas cerradas (puchero, barbón, penada, jarra de sidra…), y la cerámica vidriada y esmaltada, que aparece desde el XIII (escudilla, plato, jarra, botijo…). Esta última tiene la peculiaridad de contar con dos cocciones, la segunda de ellas para fijar el esmalte y la pintura, con decoraciones geométricas, vegetales y zoomorfas, la más singular la páxara, siendo los colores más representativos el verde y amarillo.
El siglo XVIII fue el momento de mayor con esplendor, con más de 70 alfareros. La llegada de la loza haría que poco a poco decayese la actividad, hasta llegar al único taller alfarero que pervive desde mediados del siglo XX realizando las piezas tal y como se hacían desde el Medievo.
Actualmente solamente se conserva un taller alfarero en Faro, es de José Manuel Vega “Selito”, último de una estirpe alfarera que se remonta a la Edad Media. Cuenta con un aprendiz que hace vislumbrar un futuro para esta actividad. Desde hace años, a través de la Asociación de Amigos de la Alfarería de Faro, se viene trabajando en la creación de un Centro de Alfarería, aunque diversos trámites administrativos y demoras hacen que aún sea un proyecto. A lo largo del tiempo se realizan diversas actividades de promoción como jornadas de estudio, informes patrimoniales, visitas interpretativas, la otorgación anual del Premio Barbón de Faro o la asistencia a ferias, como la Feria de Cerámica Creativa de Oviedo".
El pueblo está dividido en dos partes, Faro de Riba y Faro de Baxo, y en varios barrios y lugares como El Carbayón, El Carbayín, La Cai, San Lorenzo... Faro de Baxo tiene además el significativo nombre de El Barreru y, en otros dos, El Cantu'l Rei y La Ventuca, se han localizado casqueros o montones de cerámicas de alfares antiguos, medievales. Allá por el año 2000, en el Diccionario Geográfico de Asturias. Ciudades, Villas y Pueblos, se informaba que "En la actualidad sólo queda activo un alfar, situado en el extremo suroccidental del lugar, que fabrica tanto las piezas tradicionales de barro, de color oscuro por su cocción reductora, como las vidriadas con motivos decorativos y colores, así como otras nuevas".
En 1982 se colocó, a instancias del Ministerio de Cultura, una estatura en homenaje a los alfareros al lado de la capilla de Nuestra Señora y el Cristo, santuario restaurado por los vecinos a la Guerra Civil. En cuanto al nombre del lugar de La Ventuca, este habría de vincularse a la antigua existencia de ventas o posadas camineras del camín real que recorría la Sierra la Paranza hacia la capital asturiana, el cual pasa muy cerca
Destaca en lontananza, al oeste-suroeste, el formidable peñón picudo de La Mostayal o El Picu la Mostayal (1.301 m), "máxima elevación del extremo norte de la sierra del Aramo, que domina toda la cuenca de Oviedo y los valles del Trubia y Morcín", nos dicen en la Enciclopedia del paisaje de Asturias, añadiendo que sus laderas "están profusamente cubiertas de vegetación", pese a que en la distancia destaca la claridad de su peña caliza, así como que "su nombre tiene relación con mostayu", el mostajo o serbal blanco (Sorbus aria)
Es una de las muchas cumbres míticas del montañismo asturiano y de las más fáciles de identificar, dada su posición aislada y prominente respecto al resto de la sierra
El resto de la gran mole del Aramo o, para los pastores y naturales, El Puertu l'Aramo, se extiende más al sur, montaña emblemática que se alza sobre el centro de Asturias y cuya máxima cota son los 1.786 metros de El Gamoniteiru, prominente hacia la mitad de su línea de cumbres, llenas de verdes majadas entres sus pétreas quebradas, llenas de majadas y lagunas en las que abreva el ganado desde la lejana prehistoria, así lo demuestran los campos de túmulos y dólmenes de las antiguas civilizaciones pastoriles que vivían, sin duda solamente en la estación propicia y practicando el nomadismo, en esas alturas cuyas cimas se ocultan tantas veces entre las nubes
La collada o paso de Pandelaforca une a La Mostayal con el resto del Aramo, teniendo a la izquierda primeramente El Picu Mosquil (1.282 m), con los pastos de Fontazán, más arriba a su izquierda, y la majada de Fonfría, a unos 1.300 m, regada por La Fuente la Carralina y cercana al Picu Lángano (1.411 m) y a Ortigales
A la izquierda y más arriba de Fontazán siguen El Picu la Calzá (1.675 m), El Picu Monrasiellu (1.674 m), El Picu Gamonal (1.710 m) y la majada de L'Angliru, mítica meta ciclista al final de una de las sinuosas y vertiginosas carreteras que acceden a algunas brañas. Más cerca, en Faro, las casas de El Cantu Barbondín y su monte (451 m) y, más abajo y más cerca, alguna de las casas de Mieres, otro de los pueblos de la parroquia de Llimanes (¡no confundir con la villa de Mieres en la cuenca del Caudal!)
Existe debate sobre si El Picu Gamonal es así, Gamonal, o El Gamonal o La Gamonal, sea como sea tenéis un hermoso reportaje de una excursión por esa zona en el blog Pindio Pindio. Rutas y toponimia de montaña, que queremos recomendar, titulado L'Angliru-El Cagachoneiru-El Gamonal, en el que señalan:
"En este reportaje los sitios del monte aparecen escritos tal y como los nombran y conocen los lugareños respetando la toponimia tradicional y autóctona, evitando en lo posible los numerosos y aberrantes errores tanto de ubicación como de escritura que proliferan en los mapas y publicaciones al uso por malas interpretaciones o desconocimiento. Agradecemos la colaboración de tantos lugareños que, amablemente, nos han ayudado en la recogida de topónimos. Ellos son los auténticos conocedores del terreno y los únicos transmisores de estos nombres que van desapareciendo y perdiéndose de generación en generación sin que nos demos cuenta".
De ser conocido solo por los ganaderos locales y excursionistas, pasó a cobrar fama internacional tras ser incluido como final de etapa en la Vuelta a España 1999, dada la gran dureza de la ascensión, que alcanza en algunos tramos pendientes máximas del 23,5% en la Cueña les Cabres, uno de los puertos de montaña asfaltados más difíciles del ciclismo mundial. De hecho, el Angliru está considerado como la cima de mayor dureza mundial subido en carrera, junto con el Gamoniteiro (también en Asturias) y el Mortirolo (que nunca ha sido final en alto y por ello "difícil" medir su incidencia en carrera) y el Zoncolan en Italia.
En 1996 el asturiano y director de información de la ONCE, Miguel Prieto, después de visitar El Gamonal se puso en contacto con la empresa organizadora de la Vuelta Ciclista a España (Unipublic) proponiendo dicha ascensión como final de etapa. Esta propuesta no cayó en saco roto, estando como estaba en ese momento La Vuelta buscando un final de etapa del mismo renombre, resonancia y dureza como era la ascensión a los Lagos de Covadonga. En 1997 el Ayuntamiento de Riosa arregló la carretera y en 1999 fue por primera vez final de etapa.
La mítica victoria de José María "Chava" Jiménez (1999) saliendo de la niebla y adelantando al ruso Pável Tonkov en los últimos metros encumbró a la cima del Angliru en el ciclismo internacional. Posteriormente han ganado en su cima Gilberto Simoni (2000), Roberto Heras (2002), Alberto Contador (2008), Juanjo Cobo (2011) (desposeído de la victoria por dopaje), Kenny Elissonde (2013) y de nuevo Alberto Contador (2017), reconocidos escaladores a nivel mundial, lo que demuestra su dificultad. Actualmente a la entrada de la carretera que conduce a la cima, en la localidad de La Vega-Riosa, se ha colocado un cartel que reza: Angliru, el Olimpo del Ciclismo, lo que refleja la importancia que ha tenido la Vuelta España en el concejo de Riosa.
Todas las ascensiones profesionales han venido acompañadas previamente del alto del Cordal, de 1.ª categoría, con el último kilómetro y medio a más del 12% de pendiente media lo que unido a su peligroso descenso (donde se han caído corredores como Abraham Olano e Igor Antón) hace que el grupo principal llegue seleccionado a pie del Angliru aumentándose la ya de por sí dureza del puerto debido a ese desgaste previo.
Recorrido
Los primeros 5 kilómetros son relativamente sencillos, dentro de su dureza, hasta llegar a la zona recreativa de Viapará. El kilómetro más duro de este tramo alcanza el 9,1% de pendiente media. Hasta Viapará se puede acceder también a través del pueblo de Santa Eulalia y Busloñé. En Viapará se encuentra un kilómetro de falso llano al 2,1 % de media.
Después de Viapará quedan los 6 km más difíciles. En primer lugar en esta segunda parte se encuentra Las Curvas de Les Cabanes con una pendiente del 22% durante 150 metros. La siguiente curva es la de Llagos donde la pendiente es del 14,5%. A continuación se encuentran La Curva Los Picones (20% máximo) y La Curva Cobayos, una prominente horquilla de un 21,5% máximo, estas dos curvas desembocan en La Cueña Les Cabres donde la pendiente máxima llega al 23,5%, máximo de toda la subida. Las dos últimas grandes rampas son las del Aviru y Les Piedrusines con pendientes máximas de 21,5% y 20% respectivamente. Los últimos 400 metros son en ligera bajada para llegar a una pequeña área de descanso donde se ubica la meta
L'Angliru y el falso mito sobre las diferencias
Este puerto ha sido objeto de diferentes mitos sobre su dureza. Quizás el más conocido sea el que produce pocas diferencias debido a la poca velocidad que pueden ir los ciclistas, sin ataques o duros cambios de ritmo, ya que entre los primeros hay poca diferencia de velocidad, apenas 2-3 km/h. Esa teoría, defendida por muchos ciclistas8 y periodistas se ha ido generalizando a lo largo de los años a pesar de que los datos reales digan lo contrario.
Si bien es cierto que la velocidad de ascensión es baja al ocurrir este hecho provoca que la diferencia en segundos sea mayor a pesar de que la diferencia en distancia sea pequeña. Un ejemplo práctico: una ascensión de dificultad moderada en el que un ciclista consiga mantener una velocidad media de 24 km/h sobre un grupo que vaya a 18 km/h conseguirá mucha menos diferencia (50 segundos por kilómetro) que yendo a 8 km/h si el resto va a 6 km/h (2 minutos y 30 segundos por kilómetro); a pesar de ser velocidades "equivalentes" al ser exactamente tres veces menor la diferencia en tiempo es tres veces mayor. Además, hay que tener en cuenta el hecho de que en la mayoría de puertos algunos ciclistas pueden aguantar el ritmo yendo a rueda durante algunos kilómetros, mientras en el Angliru es prácticamente imposible debido a su dureza extrema pudiéndose aumentar más rápido esas diferencias.
Pero aparte de los datos teóricos los prácticos también afirman que es el puerto que más diferencias ha hecho en la Vuelta a España en toda su historia y uno de los que más en el mundo, con unas diferencias que en algunos casos triplica y cuadriplica a la de otros puertos tradicionales de la ronda española y de otras Grandes Vueltas. Como muestra la siguiente comparativa de diferencias con otros puertos finales de etapa desde el año 1999 (primera ascensión al Angliru)".
Tal vez en esta foto podamos apreciar, en la parte inferior izquierda, la tremenda rampa de la carretera subiendo recta desde La Cueña les Cabres con El Picu Gamonal encima, 'abundante en gamones' (Asphopelus albus), lo que identifica buenos pastos, cumbre desde la que se ve desde los Picos de Europa y El Sueve al oriente hasta la costa valdesana al occidente, leemos nuevamente en la Enciclopedia del paisaje de Asturias:
"Balcón inmejorable de la Asturias central y de Oviedo, ciudad que, desde la cumbre en días despejados, parece estar al alcance de la mano. Su perfil suave, con ubérrimos pastizales entre toyos y caliza, invita a subir hasta la cúspide, en donde, además del vértice geodésico, hay una antena y un buzón de cumbres. Es la cumbre más visitada por los montañeros junto con El Gamoniteiru de toda la sierra del Aramo. Acceso f´ñacil desde Riosa por Viapará y la altura, mítica para los aficionados al cilcismo, del Angliru..."
Pero fijémonos de nuevo, a la derecha de la foto, cómo la carretera sigue ascendiendo y haciendo un imposible zigzag antes de coronar el alto de L'Angliru. Es "El Infierno de L'Angliru" como lo llaman incluso en los mapas y del que hace un excelente reportaje, con un soberbio mapa, el diario deportivo AS del 31-10-2020:
"No es su altitud la que asusta, tampoco su longitud. La dureza del Angliru se asienta en la inclinación salvaje y la exigencia de sus rampas. Cada ascensión a la cima asturiana se convierte en un fenómeno. Su popularidad remite a la esencia más pura del ciclismo de montaña. Es el gran mito de La Vuelta a España, un monumento al dolor que pone a los ciclistas en el extremo de sus posibilidades. Aunque históricamente no ha dejado excesivas diferencias como las que deberían provocar sus pendientes, Carapaz, Roglic, Martin, Carthy o Enric Mas se jugaron un trozo importante de esta Vuelta en su carretera. Siete corredores, Alberto Contador en dos ocasiones, han doblegado antes el poder enigmático de esta montaña.
Al Angliru se viene a sufrir. "Es como mirar por la ventana de un avión", aseguró en su día Tony Rominger, ganador de tres Vueltas a España y un Giro de Italia. Es un puerto inhumano, espectacular para el aficionado, idóneo para la televisión. Después de pasar por Viapará parece que uno llega al infierno al comenzar los tramos míticos de la subida: Les Cabanes (22%), Llagos (14,5%), Los Picones (20%), Cobayos (21,5%), La Cueña les Cabres (23,5%) y El Aviru (21,5%). Las condiciones climatológicas acentuarán la severidad de sus rampas".
Entre El Gamonal y El Gamoniteiru están El Picu Moncuevu (1.718 m), El Barriscal (1.719 m), El Picu Llanón (1.687 m) y El Picu Xistras (1.764 m) justo al pie del Gamoniteiru, otro topónimo vinculado a los gamones y los pastos donde se encuentran, cuyos 1.791 metros de altitud lo convierten en el techo del Aramo. Más abajo y cerca tenemos una buena vista de Mieres, que, como el cercano núcleo de Vallín, pertenece a la parte sierense de la parroquia de Llimanes (es común que una parroquia tenga términos en dos concejos). Entre ambos barrios y al lado de la frontera concejil se encuentra la iglesia parroquial de Santa María de la O, que conserva partes medievales románicas y pinturas del siglo XVI
La parroquia formó parte de las propiedades del señorío de Noreña que en 1384 pasaron al cabildo ovetense de San Salvador y al obispo en premio a su fidelidad contra las revueltas del conde Alfonso Enríquez, a quien se le fueron arrebatadas por disposición real, correspondiéndole al Cabildo la encomienda del barrio de Mieres, surgiendo un pleito, pues los vecinos alegan que es lugar de behetería, es decir, 'población en la que los vecinos tienen derecho a decidir a quién quieren de señor, llegándose a un acuerdo entre las partes por el cual los de Llimanes se reservan la elección de juez, estipulando que ha de ser "hombre llano, abonado et bondadoso", reconociendo al deán y al cabildo catedralicio como sus encomenderos o señores:
"et nos cada uno de de nos morantes en el dicho coto de Llimanes, seamos sus súbitos vasallos. Et lles paguemos para siempre cada año por razón de yantar treinta maravedíes viejos (...) Et que los dichos senores de la dicha iglesia sean obligados a nos defender e amparar a nos et a todos nuestros bienes con todas las cosas que el sennor conde D. Alfonso, sennor que fue de Norena defendía y amparaba"
José Manuel Fuente, El Tarangu. Foto TDP. |
"José Manuel Fuente, El Tarangu, uno de los mejores y más singulares ciclistas españoles, falleció ayer en Oviedo a los 50 años a causa de una pancreatitis aguda que le provocó un fallo multiorgánico. Fuente, ganador de dos Vueltas a España, llevaba varios días en estado crítico en el Hospital Central de Asturias, donde a finales de mayo se le realizó un trasplante de riñón. Fuente, casado y con tres hijos, será enterrado hoy en su pueblo natal, Limanes, cerca de Oviedo.
El Tarangu -apodo heredado de su abuelo, que en bable significa persona despreocupada por sí misma- falleció en la UVI del hospital ovetense donde estaba internado desde el pasado día 5, cuando le fue detectada por los médicos una pancreatitis aguda que degeneró en un fallo multiorgánico. A finales de mayo fue sometido a un trasplante de riñón por el que esperaba desde el pasado año.Una afección renal ya había sido, en 1975, la causa de su retirada prematura de la competición, a la que llegó como profesional en 1970. Sólo dos años antes de su despedida, El Tarangu estaba escribiendo en el Tour una página de oro en la historia del ciclismo: su recordado mano a mano con el también malogrado Luis Ocaña, en las rampas del Galibier. El ciclista asturiano, que lideró una de las mejores escuadras de todos los tiempos, el KAS, se convirtió en un ídolo en 1972, su segundo año como profesional, cuando tomó los galones de jefe en la carretera y ganó su primera Vuelta a España. Repitió triunfo en la ronda española en 1974, batiendo a Luis Ocaña.
Tanto el asturiano como el conquense fueron de los pocos corredores que pusieron en serios aprietos la hegemonía del por entonces casi imbatible Eddy Merckx. Eran los años de las grandes escapadas en el Giro de Italia. Ganó cuatro veces el premio de la montaña de la ronda italiana y hasta la explosión de Miguel Induráin era el corredor español que más veces había vestido la maglia rosa (cuatro días en 1972 y 14, en 1974).
Tras su retirada, se instaló en Oviedo, abrió una tienda de material deportivo y creó el Clas-Cajastur. En 1995, aprovechando la llegada de la Vuelta a Oviedo, el ciclismo mundial le rindió un homenaje. Merckx, Gimondi y Thevenet, entre otras estrellas, viajaron a la ciudad asturiana para ovacionar al Tarangu. El funeral será hoy a las seis de la tarde en la catedral de Oviedo".
Y arriba en lo alto a la izquierda de Mieres, La Grandota o El Picu la Grandota (508 m), en terrenos de las parroquias ovetenses de Llimanes, al norte, y Naves y Box, al sur, y divisoria además del valle del Nora respecto al del Nalón, como la Sierra la Paranza, en cuya cima hay un castro astur reconocido por los arqueólogos Susana Hevia y Rubén Montes durante los trabajos de seguimiento arqueológico del Gaseoducto Oviedo-Siero y denominado El Castru la Grandota
De resultas de esa prospección se sabe que es un recinto fortificado de planta circular, con unas medidas de 50 x 40 metros y "se dispone a modo de corona en la cumbre de la elevación", leemos en la citada página ArqueoAstur del también arqueólogo Eduardo Pérez-Fernández, "se dispone a modo de corona en la cumbre de la elevación". Existe al suroeste una línea de parapeto y al nordeste un posible foso, "ambos prácticamente destruidos por una cantera". Se tiene un gran control visual de gran parte del centro de Asturias, desde la Cordillera Cantábrica y los valle centrales hasta la costa gijonesa, existiendo diversas leyendas relativas al lugar transmitidas de generación en generación por las gentes de la zona, como que "Los vecinos refieren la existencia de unos socavones en los campos cercanos a la elevación que se atribuyen a los franceses que lo ocuparon durante la guerra de independencia".
Fácil de identificar por su antena y unas casetas, esas construcciones también han afectado muy seriamente a la integridad del castro, junto con dicha cantera, en la que ·se documentaron niveles de ceniza y numerosos fragmentos de tejas de época reciente", siguen informando en ArqueoAstur, dando además la sorprendente noticia que un célebre alfarero de Faro, Selito, "encontró la base de un molino de mano, de superficie superior pulimentada. Igualmente a los pies de la colina también se documentaron restos cerámicos medievales, entre ellos cerámica vidriada", por lo que estamos sin duda ante el precedente ceramista del pueblo, cuyos orígenes se demuestra están en la época castreña. Dado lo estratégico del enclave, "Durante la guerra civil se emplazó una batería artillera conocida como "La Leona" así como una trinchera en la vertiente W del monte", es decir, mirando hacia el famoso "Sitio de Oviedo", el prolongado asedio de la ciudad, frente durante los años 1936 y 1937
Fuime a cortexar a Faroy estimárenmelo munchu.Nun taba la moza en casamandáronme sacar cuchu*
"Aramburu había comprado estas propiedades en 1842 a José Palacios Carrio y éste las había heredado en el año 1826 de su tía Doña Josefa Palacio Carrio, casada con el licenciado Joaquín Alonso Sánchez. Le donaron "casa grande de habitación", "la casa de lagar de sidra con el dicho lagar y corral" que habían fabricado en Fozana, más variadas fincas rústicas.De José Muñiz y Ramona González este lagar pasó al hijo mayor, después al nieto, Cornelio Muñiz Vallina, el cual renueva la edificación y alcanza una etapa de importante actividad y renombre, "Sidra Cornelio".En lagar de Cornelio Muñiz continúa en sus descendientes, pasó a una de sus hijas, casada con Juan Rodríguez García, después al nieto, Juan Rodríguez Muñiz, hoy es de los biznietos, los hermanos Rodríguez Menéndez."Sidra Juanín" en 1993 estos hermanos levantan un edificio moderno, renovaron el antiguo lagar y dieron nuevo impulso a la empresa. Cuentan con espacio para espichas, meriendas, reuniones comerciales y sociales, y el nuevo nombre."Sidra Muñiz". Del mismo origen procede el lagar de Pepe Cornelio. Por el año 1935 D. José Muñiz Gutiérrez que había trabajado en la elaboración de sidra en casa de su padre construyó su propio lagar, no lejos del familiar, en la carretera, hoy SI-6. En 1970 este lagar fue adquirido por D. Manuel Riestra, hoy pertenece a su hijo Manuel Riestra Rodríguez. Ha realizado importantes ampliaciones y lo ha dotado de moderno equipamiento: mantiene la marca "Sidra Muñiz". Dispone de extensas plantaciones de manzanos para sidra con denominación de origen."Sidra Fanjul". Antonio Fanjul Muñiz, sobrino de Cornelio y muy relacionado con el mundo de la sidra, por familia y por los transportes que de ella hacía con su camión, hacia la tercera década del siglo XX construyó su propio lagar en la carretera de Tiñana SI-6.
Falleció Antón en 1965, el lagar pasó a su sobrino Antonio González Fanjul. En la actualidad pertenece al descendiente Carlos González Ballesteros. Utiliza la más moderna tecnología, extiende su campo de ventas al Centro Asturiano de Nueva York. Ha obtenido varios premios en Festivales de la Sidra. Produce también vinagre.
Otro lagar de continuada descendencia. Juana Fernández Hevia, descendiente del Mayorazgo que había sido fundado en 1653 en el barrio del Baíña, contrajo matrimonio el 25 de mayo de 1823, en la capilla del Santo Ángel de la Guarda, con Joaquín Palacio Cabal. Vivieron en Fozana de Arriba, fueron dueños de numerosas propiedades.
En la distribución de los bienes de Joaquín Palacio Cabal en el año de su fallecimiento en 1869, se adjudica al hijo un lagar de sidra, "la casa principal del piso alto donde habitó y murió el padre, sita en Fozana de Arriba, la casa destinada a lagar, pegante con la principal, con cuadra y tenada", "el lagar de pisar sidra con todos los cascos que son 18 pipas, 4 medias, y 4 barriles". "Todos estos edificios están situados sobre un mismo techo". También una panera de 6 pies, y en la quintana "un roble grande", junto con parte de la huerta y pomarada, correspondió al hijo Juan Palacio Fernández. La enumeración de los cascos, pipas y barriles indica que se hallaba el lagar en producción.
Es muy probable que el finado lo hubiera recibido de sus padres y antepasados. Palacio Cabal o Fernández Hevia, familias de abolengo en el lugar y dueños de extensas pomaradas.
No es posible conocer la fecha de su fundación ni precisar si es más o menos antiguo que el que anteriormente fijábamos en 1826. Ni del uno ni del otro se rompió la tradición.
El lagar heredado por Juan Palacio Fernández en 1870 se llamó "Lagar de Juanín de Doña Juana", tenía a su lado una bolera.
Continuó y añadió la producción el hijo Joaquín Palacio Roza muy conocido por "Juacu Xuanín", estableció la marca "Sidra El Roblón". Este árbol, a cuyo tamaño alude el aumentativo, mantiene en la actualidad su destacada corpulencia, lo mismo que los edificios de la Quintana pertenece a otros dueños.
"Sidra Viuda de Palacio". José Palacio Díaz se inició en El Roblón", en la casa de su padre Joaquín Palacio Roza, después edificó su propio lagar moderno, en la carretera de Tiñana SI-6, de transporte más fácil. Después de su fallecimiento en 1943, continuó su viuda Dª Carolina Gutiérrez, recibió el Primer Premio a la mejor sidra en el Festival de la Sidra de Villaviciosa".
"Sidra Quelo". La hija de Joaquín Palacio Roza, Dª Luisa Palacio Díaz se casó con Aquilino Palacio Fanjul. En 1944 construyeron su lagar en Fueyo, cercano a la carretera SI-6. Pasó después al hijo José Ramón Fanjul Palacio, nieto por línea materna de Juacu Xuanín. Casa año sorprende a sus clientes con nuevo equipamiento. Al lagar propiamente dicho une espaciosos salones típicamente decorados, dispuestos para espichas, bodas, reuniones sociales y de negocios.
"Sidra Choro". En 1941 Salvador Carbajal, más conocido por Choro, construyó su lagar en Meres. En 1957 pasa a su hijo Salvador Carbajal Fernández, que añade tecnología a la empresa."
"Fue en el primer tercio del siglo XX cuando iniciamos la actividad como elaboradores de sidra. Descendiente de familias con larga tradición sidrera, "Antón el de la Sierra" echo a andar este lagar que ya desde sus inicios lleva el apellido de nuestra familia como marca, "FANJUL". Antón enseguida destaco por su actividad incesante y sus inquietudes, realizando gestiones para la exportación de sidra a Cuba ya en 1940, movilizándose junto con otros lagareros en contra de los arbitrios y las tasas establecidas para la sidra natural, allá por finales de esos años 40, o llevando a cabo la fundación de la primera Asociación de Lagares de Asturias.
Antón falleció joven, y al carecer de descendencia, heredaron la instalación sus hermanos, que deciden, entrados los años 70, realizar una subasta con objeto de liquidar la herencia. En dicha subasta, su hermana Josefa Fanjul , realizo una primera puja, casi inconscientemente. La sorpresa fue mayúscula cuando el silencio invadió la sala y nadie más alzo su voz para realizar una oferta más generosa. Desde ese momento Josefa obtiene, sin pretenderlo, la propiedad de este lagar, que pone de inmediato en manos de su hijo José Antonio. "Toni" gestiona el lagar y realiza las primeras reformas importantes, dado que los años de abandono habían deteriorado notablemente la instalación, restaurando y conservando muchos de los toneles y útiles de Antón, así como lo mas importante, la marca. En las antiguas instalaciones destacaban dos prensas de madera, con mecanismo de usillos movidos ya por un motor eléctrico que podían prensar 19 Tn. manzana de cada vez, convirtiéndose en las mayores de su época.
Desde los años 80 Al frente del lagar continúa su hijo Carlos que introduce gran variedad de avances tecnológicos en la elaboración, aumenta la gama de productos, crea la primera web de una industria sidrera, consigue el premio de la Fundación de La Sidra en el año 2004 , otorgado por primera vez a una industria nacional o reimpulsa la Asociación de Lagares de Asturias entre otras actividades".
"Quizás sea uno de los llagares comerciales más antiguos de Asturias. esta familia llagarera, que comenzó sus andaduras sidreras a mediados del siglo XIX va por la sexta generación. Sus principios fueron un un monte, en la parroquia de Tiñana, el llagar era denominado El Roblón, ya que muy cercano a este, se encontraba un roble de grandes dimensiones. Fue uno de los primeros llagares que vendían sidra en chigres, desde el primer momento ya había una aspiración comercial. En los años cuarenta, se trasladaron a su ubicación actual, a cargo de José palacio Díaz, abuelo del actual gerente, cogiendo como nombre el apellido familia Palacio. Tras su fallecimiento, coge las riendas su mujer, Carolina Gutiérrez Palacio, con el paso de los años el llagar pasa a llamarse Viuda de Palacio. Tras ella se pone al frente su hijo José Luis Palacio Gutiérrez, hasta hace unos años, que deja en manos de su hijo la empresa familiar, el actual dueño".
"Este llagar fue establecido por un apasionado de la sidra, que junto a una casería, intentó sacarlo adelante. Este era José Muñiz Gutiérrez. El llagar fue poco a poco creciendo y se planteó tener una sidrería en el centro de Oviedo, Casa Muñiz, la cual hoy en día sigue existiendo y con la sidra del propio llagar.Pero esta historia da un paso más allá, sigue avanzando, cuando empieza a trabajar en la empresa, un joven de 18 años, Manuel Riestra Folgueres. Comienza a dedicarse a todas las tareas requeridas del llagar. Acaba pasando a encargado, siendo la mano derecha de José Muñiz. Van pasando los años y el dueño, al tener una hija no querer seguir con la labor sidrera del padre, lo alquila a Manuel, el cual sigue el camino empezado.Con el paso del tiempo, decide comprar el local y al trabajar con su mujer e hijos plantea formar una sociedad limitada, siendo todos partícipes. Hoy en día sus hijos llevan el negocio. Siguen conservando esa naturaleza tradicional, que tanto lucharon su padre y José Muñiz, manteniendo una calidad consolidada en el mercado".
"Además del magnífico bosque, en la cara oeste del palacio nos encontramos con 2 Ha de árboles frutales que producen manzana certificada Ecológica y con Denominación de Origen Sidra de Asturias (variedades de Blanquina, Raxao, Prieta, Coloradina…). Estos pomares tienen instalados comederos, nidos para aves silvestres y para aves nocturnas, y posaderas para aves rapaces. Los comederos se rellenan mensualmente en las épocas de invierno con un pienso natural ecológico especializado. Esta iniciativa está financiada por la Consejería de Desarrollo Rural con el propósito de fomentar la biodiversidad".
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