Cruzando la calle Marqués de Gastañaga a la calle Magdalena, donde estaba la Puerta Nueva |
"Magdalena.—Le dió nombre la antigua Cofradía y alberguería de la Magdalena. Por arrancar en la antigua Plaza Mayor tuvo siempre y tiene gran importancia con su posición céntrica y porque inició el desarrollo de Oviedo con dirección al mediodía. En esta calle se alojó gran parte del ejército de 24 banderas que vino á Oviedo á últimos del siglo XIV y allí se estableció la Audiencia en la casa palacio, hoy de Vistalegre. En la núm. 34 había un fuerte arco, derribado en 1771, desde donde se dió principio á la carretera de León, reinando Carlos III y siendo Regente de la Audiencia D. Teodomiro Caro de Briones, según una inscripción que allí se había colocado en 1772."
"La calle Magdalena era el primer tramo de la antigua carretera de Castilla, a la que se accedía por la Puerta Nueva.
Durante el siglo XIX, y gracias a la influencia de la calle Cimadevilla, floreció el comercio en esta calle, siendo hoy en día una de las más comerciales del casco histórico."
"María Antonia de la Vega regenta desde el año 2000 la farmacia más antigua de Oviedo con el honor y la satisfacción, además, de constituir la cuarta generación de una saga de farmacéuticos que su bisabuelo inició en Gijón a finales del siglo XIX.
Pero fue su abuelo, Mariano de la Vega García, quien después de licenciarse en Madrid en 1904, decidió instalar la entonces llamada 'Botica del Carmen' en Oviedo. Primero en la calle de La Vega, después en la Corrada del Obispo y definitivamente, en 1934, en el número 29 de la calle Magdalena, donde sigue abierta desde entonces a pesar de los duros momentos vividos durante la revolución del 34 y la guerra civil.
Los primeros años de trabajo en la calle de la Vega no fueron sencillos para don Mariano, ya que la mayoría de sus clientes no tenían muchos recursos, pero estaban sin embargo atendidos por unos excelentes médicos (Escosura, Covián, Estrada...) que prescribían las fórmulas magistrales en las que se especializó la farmacia, al tiempo que se iban consolidando creaciones propias de gran prestigio como la Cefaleína, «el analgésico ideal»; el vigorizante Hayen, la Gaudina, un tónico reconstituyente, o los bizcochos purgantes-vermífugos para las lombrices que los niños podían tomarse como si fueran un dulce. También en la época de Mariano de la Vega empezó esta farmacia a hacer preparados veterinarios, con los que consiguió gran prestigio y que hicieron que la botica fuera conocida incluso como «la farmacia de los animales».
Tras el largo camino de su abuelo, fue el padre de María Teresa, Mariano de la Vega Rollán, quien tomó las riendas del negocio familiar en 1953. Y es de él, y de todos los años que trabajaron juntos en la farmacia, detrás del mostrador o haciendo diferentes preparados en la trastienda, de quien María Antonia guarda el recuerdo más especial.
Vienen a su memoria con nostalgia los recuerdos «de mi padre, siempre en el microscopio haciendo análisis o con el mortero, preparando las fórmulas para gente que tenía una gran fe en él y en sus medicinas». Algo que la llena de un orgullo muy especial, tanto como el haber trabajado junto a él durante años. Para ella, cuando era una niña no había momento más bonito «que cuando mi padre me dejaba mirar a mí por el microscopio. Me hacía una ilusión tremenda», recuerda con cariño y una entrañable sonrisa. Además, a lo largo de los años ha tenido la oportunidad de compartir momentos «con clientes que incluso conocieron a mi abuelo» y, por supuesto, «también a mi padre. Gente de toda la vida. Hasta alumnos suyos de la facultad venían a la farmacia a verlo primero a él y después a mí, a 'la hija de Mariano' como ellos decían», recuerda.
María Antonia comenzó a estudiar Biología, pero después, «pensando en el futuro», optó por Farmacia y trabajó junto a su padre hasta el año 2000, fecha de su fallecimiento. Desde entonces, ella y su marido, que antes trabajaba en un laboratorio farmacéutico, comparten «codo con codo» el día a día de la farmacia de la Vega y siguen construyendo su historia."
"La calle Magdalena. El origen del nombre es de lo más curioso. Es el de la capilla entre los números 8 y 12 de la calle, que fue restaurada a principios de los años 90 del siglo pasado. Un edificio que fue cofradía, alberguería y hospital de la Magdalena. La calle, tal y como se puede apreciar aún hoy día, es el inicio del ensanche de Oviedo, hace cuatro siglos, hacia el sur –llegando ahora al parque del Campillín y, posteriormente, a la Ronda Sur–. Fue, además, en el siglo XIX cuando fue propagándose el desarrollo del comercio iniciado en la calle Cimadevilla. Es, a día de hoy, la segunda calle con más tránsito de personas –por ser peatonal– de toda la capital asturiana. Precisamente por ser nexo conector de los barrios de Santo Domingo, San Lázaro, Villafría u Otero, entre otros, con la plaza del Ayuntamiento, lo más céntrico de la ciudad. Una calle llena de comercio local en sus poco más de cien metros de longitud."
"La calle Magdalena, antigua Puerta Nueva, hasta el siglo XVIII fue una de las más tradicionales de Oviedo. Su nombre se debe a que en ella estaba instalado el hospital, la capilla y la cofradía que tenía por patrona a Sta. María Magdalena, entre los números 8 y 12 de la citada calle."
«Por la calle Magdalena se inició hace cuatrocientos años el ensanche de la ciudad hacia el sur; y en el siglo pasado, se propagó por allí el desarrollo del moderno comercio iniciado en Cimadevilla». Luego se convirtió, según plasma J. Tolivar Faes en el libro 'Nombres y cosas de las calles de Oviedo' (1992), en sede de importantes firmas comerciales y bancarias, así como apellidos que actualmente llevan distinguidos profesionales, muchos venidos de León, con comercios florecientes durante la segunda mitad del siglo XIX.
Hoy, la vía de conexión entre El Campillín y la plaza de la Constitución, se ha convertido en importante lugar de paso hacia el Antiguo y el centro de la ciudad. También continúa albergando antiguos comercios, alternados en la actualidad con otros más recientes en los bajos de unos edificios con bonitos balcones.
Su nombre procede de la capilla conservada entre las casas de los números 8 y 12. Este edificio, continúa el autor, es «lo que queda de una cofradía, alberguería y hospital de la Magdalena». Su fundación es una incógnita: el obispo Gerónimo Velasco (1556-1566) recogió los documentos sobre su origen para su estudio y nunca aparecieron. Sí se sabe, en cambio, que este centro sanitario ya existía en 1458 y que a mediados del siglo XIX aún albergaba a alguna anciana. «El 4 de noviembre de 1665 dispone la ciudad del ensanche de la plaza Mayor entre la esquina del Fontán y la calle que va a la Puerta Nueva». Porque este nombre, Puerta Nueva, fue el que llevó hasta finales del siglo XVIII debido al arco allí construido, luego derribado para la ampliación de la carretera de León."
"Se exhibían ante la población con simulacros de batallas en el campo de San Francisco, y causaban numerosos alborotos en el centro urbano. Tras varias solicitudes de las autoridades locales, se logró que el rey Felipe II sacará de Oviedo tal ejército, recuperando la ciudad su tranquilidad."
"En 1929, D. Jenaro Galán Ramos fundó nuestra tienda en la calle Uría de Oviedo, cerca del cine del Aramo, y es de ahí de donde proviene nuestro nombre.En 1934, durante la Revolución de Asturias, nuestro local en Oviedo lamentablemente sufrió un incendio, al igual que muchos otros edificios en la ciudad.
En 1943, D. Alfredo Galán Escudero, el hijo de D. Jenaro Ramos, revivió Almacenes Uría en la calle Magdalena de Oviedo. Desde entonces, nos hemos convertido en un lugar icónico en la ciudad, superando desafíos con el esfuerzo de nuestro dedicado equipo y especialmente de D. Alfredo Galán Escudero.
En 1976, el edificio de la calle Magdalena se derrumbó, pero seguimos adelante trasladando nuestra actividad al Palacio de Vistalegre.
En 1980 un incendio afectó gravemente nuestros edificios, pero en 1982, resurgimos en el Palacete del siglo XIX en la Plaza Daoíz y Velarde 7, donde continuamos atendiendo a nuestros clientes durante años.
Finalmente, en 1997, terminaron las obras de restauración del Palacio de Vistalegre y en la calle Magdalena, y volvimos a operar en los bajos de esta última.
El año 2004 fue un momento difícil con el fallecimiento de D. Alfredo, pero su sobrino, D. Jenaro Galán Rodríguez, tomó las riendas y continuó con la actividad empresarial."
"...constaba de dependencias para su cometido y capilla. Sus comienzos no están nada claros. Parece ser que estaba organizado por una cofradía gremial que llevaba el mismo nombre. Estas cofradías gremiales las constituían miembros de una misma actividad cuyo cometido consistía en tratar y resolver los asuntos referentes a su vida profesional. Tenían además un santo patrono, y en el caso que nos ocupa una santa patrona. Entre los siglos XVIII y XIX estas dependencias hospitalarias fueron centros de acogida de mujeres pobres y enfermas y también en ellas se celebraban las fiestas de Pentecostés y las del 22 de Julio festividad de su patrona, la Magdalena."
"En 1900, comienza trabajar en La Voz de Vizcaya como taquígrafo y posteriormente, en El Liberal, también en la capital vizcaína y periódico, del que terminó siendo su director y propietario. Ingresó en la Agrupación Socialista de Bilbao, en 1899. Diputado provincial en 1911 y concejal de Bilbao en 1915, obtuvo el acta de diputado al Congreso por Vizcaya, en 1918, 1919, 1920 y 1923 durante la Monarquía de Alfonso XIII y en 1931, 1933 y 1936 durante la Segunda República. Exiliado en París, por su participación en los movimientos de huelga general de 1917, 1930 y 1934, en los que estuvieron presentes las organizaciones socialistas.
Fue miembro del Comité Nacional del PSOE, en 1919 y vocal de la Comisión Ejecutiva, en 1918-1919, de 1921 a 1923. Se opuso a la colaboración del PSOE con la Dictadura de Primo de Rivera, enfrentándose a Julián Besteiro y Francisco Largo Caballero, por lo que dimitió de sus cargos dentro del partido.
A título personal, junto con Fernando de los Ríos, contactó con republicanos y liberales, opositores a la dictadura militar y a la propia monarquía, formando parte del Pacto de San Sebastián, agosto de 1930, sumándose el PSOE y la UGT, al mismo, en octubre de ese año. El fracaso de la conspiración, prevista para el 15 de diciembre contra la Monarquía, tras el resultado adverso del pronunciamiento de Jaca, motivó de nuevo, su exilio en París. Tras el triunfo de las candidaturas republicanas en las elecciones locales de 13 de abril de 1931 y la proclamación de la Segunda República, no en vano fue en Éibar (Bizkaia), donde los socialistas fueron los más votados, la primera ciudad donde se proclamó el régimen republicano. Ya en España, formó parte del Gobierno provisional de la República, ocupando la cartera de Hacienda y con los gobiernos presididos por Azaña, la cartera de Obras Públicas. La exigua victoria de los partidos de derecha, en las elecciones de 1933 y la alta posibilidad de acceso de la CEDA, al gobierno en 1934, provocó que Prieto, se uniese a la corriente socialista, que propugnaba una huelga revolucionaria, para impedir el giro antirrepublicano por parte de los gobiernos radicales. Sin embargo, la derrota de la huelga revolucionaria y la detención de sus principales líderes, excepto de Prieto que pudo huir a París, le permitió guiar al PSOE hacia una alianza con los republicanos, frente a una alianza de clase, con el PCE y la CNT.
Tras la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, Prieto no participa en el nuevo ejecutivo, pero sí, en numerosas comisiones parlamentarias. Con la Guerra Civil y la entrada de los socialistas en el gobierno presidido, por Largo Caballero, ocupa la cartera de Marina y Aire. Con los sucesos de mayo de 1937 y el nuevo gobierno de Negrín, es nombrado ministro de Defensa Nacional. Ante la pérdida del frente norte, y la consiguiente pérdida de Asturias, Cantabria y Vizcaya para la República, presenta su dimisión en octubre de 1937, que no es aceptada. La llegada de los sublevados al Mediterráneo y la ruptura territorial de la República, tras el derrumbe del frente de Aragón, motivó su dimisión, que esta vez, sí fue aceptada. Esta circunstancia, junto a su enfrentamiento con los comunistas, motivó su alejamiento de la primera línea de la política dentro España, pero aceptando la representación diplomática, en distintos países iberoamericanos.
El fin de la guerra le sorprende en México; allí, en 1939 funda la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE) como organización alternativa al Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (SERE), fundado por el Gobierno Negrín. En 1943, crea junto a los partidos republicanos la Junta Española de Liberación. En 1948, es elegido presidente del Partido Socialista Obrero Español. Su labor política y periodística continúa en México, donde muere en 1962."
"Se olvida con frecuencia, incluso tanto o más que durante el franquismo, la vinculación de Indalecio Prieto con Oviedo, sus orígenes asturianos y su toma de posesión como asturiano a partir de un periodo bastante temprano de su vida y aunque ya pertenece a la Historia, su influencia sobre el socialismo asturiano. Prieto era de Oviedo, algo que él mismo tuvo olvidado durante la etapa de la juventud. Cuando volvió a recordarlo, no lo olvidaría de nuevo.
Prieto era todo lo contrario de un arranbundo sin sierra. Su familia materna procedía de Villaviciosa, de donde es el apellido Tuero, y sus asentamientos familiares están bien claros en Oviedo, donde su padre ejercía de empleado municipal. Nació el 30 de abril de 1883. Su padre, funcionario de Hacienda del Ayuntamiento, ascendió en el escalafón a contador. Cuando tenía once años su padre muere. Empieza un periodo de vicisitudes casi dickensianas para el pequeño. Hasta entonces su entorno familiar había pertenecido al ámbito de la pequeña burguesía ovetense que no tardaría en conocer las amarguras del trabajo por sus propias manos.
La madre, mujer decidida, abrió una pensión que albergó a los integrantes de un circo. La voracidad de sus miembros fue exaltada por Indalecio unas veces en tono recriminatorio y otras hasta ensalzándola. Era aquella una zona de Oviedo de muy buen comer, en cuyos alrededores sonaba la copla:
Adiós plaza del Fontán, consuelo de mi barriga, donde por dos perras dan buenas fabes con morcilla.
Prieto nació en el número 12 de la calle Magdalena, de la que la familia hubo de mudarse a la buhardilla del número 14, demostración "hacia arriba" de descenso social.
El circo seguía comiendo y las ganancias disminuían: finalmente, la pensión hubo de cerrar. La familia se trasladó a Santander, y de allí, a Bilbao, donde Indalecio encontró un futuro político y donde comenzó su carrera. Por primera vez vio una ciudad iluminada.
Antonio Masip señaló por activa y por pasiva el número de la calle donde nació el político, aportando toda clase de documentación suficiente; se trata de una calle que parte de la plaza del Ayuntamiento hacia Santo Domingo y San Lázaro, de pasado religioso, político y literario, pues en ella nació también la escritora Dolores Medio, la autora de "Nosotros los Rivero", entre otras novelas. Es uno de los cogollos de la ciudad.
Qué duda cabe de que la vida de Prieto habría sido muy disnta de no haber muerto su padre tan prematuramente. Pero en Bilbao acertó a ganarse la vida y a demostrar una gran capacidad para asimilar sus enseñanzas. Era una especie de David Copperfield en ambientes portuarios y sindicalistas, y como el personaje de Dickens se dedicaría a la literatura y a triunfar en la vida. Prieto no fue sólo un político y tribuno notable, sino también un excelente escritor y periodista. Su prosa ha sido elogiada por este articulista en diversas ocasiones: es un escritor elocuente, de frase larga, bien hilada y que discurre con facilidad por el conjunto de la oración. Era un escritor intuitivo pero no se le puede negar que fuera un buen escritor. Su retórica surgía de su elocuencia: escribía bien porque se expresaba bien.
Prieto fue la cabeza del ala socialdemócrata del PSOE en una época en la que el enfrentamiento ideológico estaba a la orden del día dentro de los socialistas. El enfrentamiento era inevitable había que impedir que la parte más radical y sindicalista del socialismo se adhiriera a la Tercera Internacional, y dentro de las organizaciones socialistas, la línea de la UGT representaba unos anhelos revolucionarios que parte del partido no compartía. Prieto dominaba el aparato del partido y el periódico "El Socialista", pero no el sindicato ni las masas y de este enfrentamiento vendrían resoluciones trágicas, en algunos ca-sos. Algunas acciones de Prieto, como su participación en la revolución de Asturias de 1934, de la que se arrepintió y por lo que pidió disculpas, dieron pase a un período de moderación después de la guerra. Prieto representó el socialismo español en el exilio hasta la llegada de las nuevas generaciones, que convertirían al PSOE en un espectáculo por obra de González y Guerra, pero cada vez más alejado del viejo socialista pablista. Hoy nadie se acuerda de Prieto, como ha venido a reprochar Alonso Puerta en el Club Prensa Asturiana de “La Nueva España”. Probablemente, todo lo que ha dicho Puerta sobre Prieto no sea exacto ni aproximado, pero se trataba de un gran hombre: tal vez el mayor político nacido en Oviedo en el siglo XX y el único con sentido de Estado de la época moderna, junto con Antonio Cánovas del Castillo y Antonio Maura. Su fracaso en 1936 fue el de su partido y el de toda España; cabe la esperanza de que con su buen sentido y su concepción del Estado lo del 18 de julio de 1936 no hubiera estallado. Mas parecía inevitable, en buena medida a causa de la oposición que se le hizo dentro de su partido.
"Indalecio Prieto fue maltratado en Asturias", denuncia Puerta: es cierto. Como tantos otros, Prieto, al menos, se las ingenió siempre para salir con vida y, lo que es muy importante, en libertad. Desde el exilio mejicano fue uno de los dirigentes de la resistencia antifranquista. Como anticomunista, se propuso el derribo del régimen sustituyéndolo por una democracia parlamentaria. No tuvo problemas en colaborar con los monárquicos y otras fuerzas conservadoras y en aceptar el pacto del Atlántico Norte, con lo que le quitó hierro a la opinión que los norteamericanos ultraconservadores pudieran tener de los socialistas españoles. Al final, ya muerto el dictador, el prietismo de sus seguidores Salazar y Salcedo anduvo por sendas totalmente desnortadas, sin que obtuvieran ningún resultado, porque la Historia iba por otros caminos.
Hoy sería muy conveniente conocer mejor a Prieto, político de una época en la que se debatía en el PSOE, con él como una de las cabezas del debate. Hombre orondo y exuberante, como parlamentario y polemista era implacable. En una época de mediocridad no solo entre los socialistas, se siente la nostalgia de figuras como Prieto, Negrín, Largo Caballero y Besteiro no solo en el PSOE, donde, en la actualidad, a lo que se llega es a opciones de redención estremecedora intelectual Prieto sería una figura muy importante en el socialismo actual; al menos alguien de su talla y autoridad pondría un poco de orden en un partido que perdió sus rumbos. Pues Prieto siempre fue socialista, a diferencia de los que vemos por ahí, dispuestos a llegar a la meta, que es la jefatura de gobierno. Frente a la pobreza intelectual de Pedro Sánchez, Prieto es la reivindicación del político: el hombre brillante, ingenioso y con salidas, que entiende la política como el arte de lo posible, y que, aún por medio del apaño, a todo le busca solución."
"Cuando hace algo más de un año Ángeles Caso releía 'Nosotros, los Rivero', de Dolores Medio, pensando en rescatarla para su editorial La Letra Azul tuvo una intuición: «A esta tía le metieron tijera». La novela ganadora del Premio Nadal en 1952 y escrita por una maestra republicana depurada en la inmediata postguerra, situaba la parte final del relato en la Asturias de la Revolución del 34 al tiempo que retrataba los años de aprendizaje de una chica poco acorde con los modelos imperantes en el nuevo régimen. La escritora y periodista gijonesa indagó entre los que habían sido sus amigos: «Se supone que sí, aunque Dolores nunca habló de ello», le dijeron. La respuesta se hallaba en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, donde se custodia la documentación de la antigua censura franquista: allí estaba el expediente completo de la novela y en él el texto original, que se daba por perdido. Un episodio hasta ahora no resuelto de la obra que consagró a Dolores Medio como ganadora del premio literario más prestigioso de su tiempo.
Caso relata ahora la novela de esta novela y su lucha con la Censura en el prólogo de la reedición de 'Nosotros, los Rivero' con la versión íntegra que será presentada este lunes a las 19.30 horas en el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo. Antes de probar fortuna en el Nadal una editorial pequeña, Rumbos, la había aceptado para su publicación y, como era preceptivo en la España de Franco, debía recibir la aprobación gubernativa para enviarla a la imprenta. El primer informe que la despacha, a pesar de su brevedad, resulta demoledor. Su autor (en el documento resulta ilegible su firma más allá de un 'Jaime de') responde en el cuestionario formal -el mismo para todas las obras que pasaban por este trámite- que el libro atacaba a la moral, al régimen y, aunque «no abiertamente», también al dogma, la Iglesia y a sus ministros. La conclusión es que la autora en su novela, políticamente «demuestra su simpatía por la República española del 14 de abril y su antipatía por las tropas españolas que pacificaron Asturias en 1934». Su veredicto sobre el contenido 'moral' no es más favorable: «Es a veces cruda en descripciones y perniciosa en teorías»; además, sus personajes principales hablan en un capítulo «de modo tan cínico y desvergonzado que resulta repugnante aunque lo haga con la piadosa intención de aleccionarla en la vida». Por último se denuncia que en el texto «hay elogios de obras comunistas, de Stalin, etcétera». El veredicto no ofrece dudas al censor y así lo subraya con el lápiz rojo de sus correcciones: «Completamente reprobable».
Hasta ahí, el recorrido de la novela de Dolores Medio es similar al de tantas otras obras rechazadas por la Censura franquista, lo inaudito -así lo considera Ángeles Caso- es lo que hace su autora: «Escribe a la censura; es su primera novela, la defiende con uñas y dientes, la justifica y les pide saber a los censores qué tiene que quitar». La instancia se reproduce en el volumen ahora publicado y, tal como la califica Caso, «es una carta espeluznante». El argumento utilizado para defenderse de las acusaciones del censor, ciertamente pone los pelos de punta a cualquier lector actual y recuerda a las confesiones autocríticas de los intelectuales procesados en regímenes totalitarios durante el pasado siglo. El contenido exacto de la justificación merece ser leído en su integridad en las páginas del volumen que se publica en La Letra Azul. También el nombre del censor que rubrica el último informe, una vez realizadas las sucesivas podas por parte de la autora: Ángeles Caso identifica en él a un ilustre académico y filólogo que ejerció en la Censura durante casi una década, un 'mérito' que «en sus biografías oficiales no viene», señala la escritora y periodista.
El periplo de 'Nosotros, los Rivero' por los organismos oficiales para conseguir su autorización dura meses y en el proceso desaparece la propia editorial Rumbos. Los siguientes episodios de la historia entran ya en el terreno de lo conocido: la obra se presenta al Nadal y lo gana. Sucede en enero de 1953 y las circunstancias en las que se concede en una cena de gala a la que no asiste la premiada «porque no tenía dinero para el billete y además no lo esperaba» -explica Caso- y cómo se entera ella de que ha recibido el galardón, es otro relato que vale la pena descubrir en el prólogo de esta reedición. Por lo que respecta al texto original, todo apunta a que sufrió una nueva poda entre enero y abril, la fecha en que sale editada 'Nosotros, los Rivero' por Destino.
La coda final tiene unos inesperados rasgos de 'happy end' en su tierra natal. Tras recibir el Nadal, la antigua maestra represaliada llega a Oviedo en olor de multitudes: en la estación del Norte es recibida como una auténtica celebridad. Don Alfredo Quirós, librero de la Cervantes -y padre de la actual propietaria Conchita Quirós-, viaja personalmente a Barcelona para volver con medio centenar de ejemplares de la novela y tenerlos en su escaparate a los pocos días de salir de la imprenta: los libros se agotan rápidamente. La estrella de Dolores Medio como escritora conocerá desde entonces y hasta su muerte en 1996 un desigual fulgor.
Su editora actual, Ángeles Caso, reivindica su figura en el contexto de una generación de autoras españolas que despuntaron en la misma época y que se habían formado en los veinte de las vanguardias y los treinta de la República. El destino no siempre afortunado que correría su obra en una España como la de la dictadura franquista le sirve a Caso para una reflexión que extiende a la suerte de todo creador literario: «Ser un escritor no es un estado permanente, te tienen que acompañar las circunstancias y a las escritoras de esa generación no las acompañaron...».
"Isidoro Cabello lleva 45 años entre telas. El empleado más veterano de la plantilla de Almacenes Uría ha compartido la mayor parte de su carrera con trabajadores que se jubilaron tras más de medio siglo dando el callo en este comercio del Fontán. En su vida laboral sólo hay una laguna. Dos años en el paro porque el fuego arrasó el negocio. En 1980, un incendio cuya causa sigue siendo un misterio le obligó, al igual que a sus cerca de cincuenta compañeros, a quedarse en casa. El jefe y propietario de la tienda, Alfredo Galán Escudero, se aseguró, no obstante, de que siguiesen llevándose a casa el mismo dinero que cuando estaban trabajando, pagándoles la diferencia de lo que ingresaban por la Seguridad Social con respecto a su salario. "Nos trataba como a parte de su familia. No conozco a ningún empresario que haga eso. Hoy, sus herederos nos siguen considerando así. La tienda es nuestra segunda casa"
La calle Magdalena, o antes de la Puerta Nueva, insistimos, fue pues en sus principios un arrabal caminero de la ciudad, el primero o de los primeros que se extendió fuera de la población extramuros por el viejo camino a Castilla, después carretera. Los incendios de la ciudad intramuros fueron de alguna manera el origen de este antiguo arrabal, hoy en el centro del centro de la ciudad
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Foto: Disfruta Oviedo |
Y es que, tras el voraz incendio que padeció la ciudad en la Nochebuena de 1521 la arrasó al ser todos los edificios de madera menos la catedral y la Casa la Rúa), a consecuencia de un horno de pan de la calle Cimadevilla y que tardó semanas en extinguirse, los panaderos fueron obligados a tener sus hornos fuera de la ciudad antigua y se establecieron aquí, entre la Puerta Mayor de la muralla (actual Ayuntamiento, hasta la Puerta Nueva, donde tenían sus hornos, lejos entonces de las casas, casi todas de madera, para evitar nuevas catástrofes, este pudo ser el origen de este primer barrio extramuros
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Portada del CD de Gatos del Fornu |
En torno a esos hornos siempre había gente que, aprovechando la concurrencia a la búsqueda de calor y comida, era asidua y prácticamente pasaba la vida en torno a los hornos y su ambiente, creándose lo que hoy llamaríamos una cierta "fauna urbana" o... periurbana en este caso. Además de gente y exactamente por las mismas razones, visitaba los hornos y sus inmediaciones una gran legión de gatos. Esta fue la razón por la que, antes de carbayones, a los ovetenses les llamasen los gatos del fornu, apodo casi desaparecido, si bien un grupo de música folk asturiana lleva su nombre
A la entrada de Oviedo y a la salidahay una panadera, muncho me mira.Ay qué panadera.Ay qué panaderina, l'alma me lleva.Esa panaderina que va por allíyo la llamo y la llamo y nun quier venirAy, qué panadera.Ay qué panaderina, l'alma me lleva
"Una de las calles más clásicas de Oviedo es Magdalena, antigua y moderna a un tiempo, ligada a la ciudad desde los primeros tiempos y todavía ahora bulliciosa.
La calle de la Magdalena tiene mucho que ver con las puertas de la ciudad, nacida de la puerta principal del Ayuntamiento y prolongada hasta la llamada Puerta Nueva, a la vera del Campillín. En aquella última zona se habían establecido en el siglo XVI los hornos de pan de la ciudad, que pagaron las culpas del gran incendio de 1521 y por ello fueron expulsados a las tinieblas de extramuros. Hasta allí llegaban los que venían de San Roque o San Esteban, de beber sidra o de otras cosas, y se encontraban las puerta de la ciudad cerradas, con lo que tenían que refugiarse al amor de los hornos, lo que les valió a los ovetenses el sobrenombre de «gatos del forno» antes de que la tala del carbayón en 1879 nos hiciera carbayones a todos desde entonces.
Edificio principal, que acabó dándole nombre a la calle, es la capilla de la Magdalena, que tuvo hospital con mucho protagonismo en las pestes.
Siempre fue esa calle, como Puerta Nueva o como Magdalena, lugar dado a la idea de ensanche, que culminó en el siglo XIX con el trazado de Campomanes, que se vio frustrado por Uría y su entorno.
Magdalena es desde siempre animada y comercial, unida a la actividad mercantil por excelencia del Fontán y al empaque de la plaza Mayor y Cimadevilla. Venido a menos todo aquello, consigue Magdalena sobrevivir, con un comercio que, renovado, se mantiene en buena salud. Allí estuvo la tintorería de Pausier, que llevaba las prendas a teñir a Irún, en los tiempos de grandes lutos. No está la confitería Niza, ni don Emilio y doña Manolita en la farmacia, ni la librería Guillaume, especializada en recordatorios, ni las grandes mercerías especializadas en botones, como Ramón Puerta, ni El Cisne, ni el taller de bisoñés, heredero del que estuvo en el café Madrid, en Campomanes, ni el almacén de Herrero, ni el bazar de Saturnino Calvo, ni la guarnicionería de Geijo, ni la droguería de Maraña, pero la calle que fue cuna de la joyería de Pedro Álvarez y en cuyo número 23 escribió Dolores Medio buena parte de «Nosotros, los Rivero» mantiene el garbo y la vitalidad."
"Un pequeño local en la calle de La Muralla le pareció a Ángel Cañibano, el creador de Grúas Cañibano, ya fallecido, el sitio idóneo para animar a su primo a que abriera una tienda en Avilés, para seguir así la tradición familiar que se mantenía en Astorga. Era el año 1975 y Julián Rus abrió aquí su primera tienda con el nombre de 'Rus Pantalones'. Así nació Los Telares, la cadena textil que acaba de echar el cierre definitivo, a falta de su liquidación oficial, bajando la persiana de 105 tiendas repartidas por toda la geografía nacional y que daban empleo a más de 600 trabajadores.
Dos años después, se abre, con el nombre de Rus Juvenil, el local de la calle Marcos del Torniello, que poco después pasa a llamarse El Telar y de forma inmediata Los Telares. La clave, ofrecer ropa de moda, pero ropa barata para señora, caballero y niño. La trastienda de ese local se convirtió en la primera sede de una sociedad en la que con una pequeña mesa, una caja fuerte que alguien le había regalado a Julian Rus y un montón de carpetas, dos jóvenes se aplicaban cada día: Beatriz Ruiz, una cría que se encargaba de los 'papeles' y de las cuentas, y José Manuel Varela, el ayudante de campo del empresario astorgano, el 'chico para todo', siempre con la sonrisa puesta, de acá para allá, con Los Telares como estandarte. Beatriz, 40 años después, ha seguido al pie del cañón, siempre con las cuentas. Varela, cuando ya se había distanciado de la empresa, perdió la vida hace años en un trágico accidente de carretera.
Son dos de los nombres propios esenciales a la hora de recordar la historia de esta empresa, aunque la primera trabajadora que contrató Julián Rus fue Montse -Montse en Los Telares es Montse a secas, sin apellidos-, que seguía hasta esta misma semana en activo como encargada de la tienda de El Atrio.
Nombres que se unen a otros que también han estado muy presentes en la evolución de esta sociedad: Julio Rodríguez de la Torre, Víctor Álvarez León, Beatriz, la hija de Julián Rus, Carmen Puente, Ángeles Fernández, Leandro de las Heras, Consuelo, Julia, Nuria... y tantos otros que estos días estarán echando la vista atrás para recordar sus inicios en una empresa que ya está cerrada y que está a punto de dejar de existir.
A las dos tiendas de La Muralla y Marcos del Torniello le siguieron otras en Las Vegas, Piedras Blancas, Versalles, aunque el primer gran salto se da a la calle Magdalena de Oviedo. Fuera de Asturias, el primer establecimiento con la marca de la empresa avilesina se abre en Torrelavega, y a partir de ahí se inicia la expansión nacional: Santander, Burela, Parla, Palencia... Así hasta 129 tiendas. Incluso se llega a Canarias, nada menos que con ocho tiendas, en asociación con un comerciante local, aunque la presencia en las islas sólo duró dos años. Logísticamente fue el emplazamiento más complicado. (...)
Los Telares fue un negocio normal, con altibajos, como todo lo que depende del consumo, ligado estrechamente a los ciclos económicos del país, pero en general logró mantenerse sin mayores problemas, incluso pensando en una expansión mayor.
En el año 2000 se pasó por un mal momento, que se logró superar, pero en todo caso nada que ver con el que sobrevino en el año 2008, el de la gran crisis mundial que en este país se llevó a miles de pequeñas y medianas empresas por delante. El problema de Los Telares fue de consumo, de falta de consumo, con unas familias golpeadas por el desempleo y con los ajustes salariales padecidos por todo el mundo. Pero sobre todo sufrió un problema financiero que a la postre es el que provoca los primeros ajustes de empleo, un concurso de acreedores cerrado con una cierta esperanza y finalmente el concurso de liquidación actual.
Julián Rus, el empresario al que buscaban todas las entidades bancarias de esta ciudad para que trabajara con ellas, se encontró de la noche a la mañana con un cierre, a cal y canto, de todas las ventanillas de esas entidades. Y la falta de financiación hizo saltar por los aires el endeudamiento y con él la asfixia de la empresa.
Atrás quedan cuarenta años de una cadena que marcó un estilo de hacer las cosas en Avilés en todos los aspectos. En el del producto, pero también en el de la promoción, el marketing, el escaparatismo, la formación de sus empleados. Y un referente como empresa comprometida con su entorno que devolvía a la sociedad una parte de lo que ésta le daba a ella, en forma de esponsorización y ayudas a ayuntamientos, entidades vecinales y sociales, clubs deportivos y hasta comisiones de fiestas."
"Estos se diferenciaban con claridad por el uso de carpinterías a haces exteriores, es decir, enrasadas con el exterior de la fachada, y de apertura hacia el exterior. En este caso concreto las puertas de los balcones no tienen marcos de madera, sino que se conectan directamente a través de las bisagras con la sillería de los dinteles. Este tipo de carpintería, muy arcaico, es por ejemplo habitual en la arquitectura popular del occidente asturiano.
En la planta superior esta carpintería original fue sustituida posteriormente por una carpintería mas moderna, a haces interiores y de apertura hacia el interior. En este caso la barandilla se sitúa al exterior, mientras que en la planta inferior la barandilla debe de situarse en el interior, ya que de otra manera impediría la apertura de la puertas.
Otra característica de estas carpinterías eran los cristales de pequeño tamaño, de formato cuadrado, mas antiguos y fáciles de fabricar que los posteriores, de mayor tamaño.
El uso de este tipo de carpintería descrito se aprecia, en las fotos históricas en edificios de gran antigüedad, de diseño mas arcaico y rustico que los edificios burgueses construidos a partir de 1870 (...)
La rehabilitación de este edificio ha eliminado esta carpintería, uno de los elementos mas significativos y preciosos del edificio, así como la puerta, otra autentica reliquia, con un modelo completamente tradicional, de cuarterones y apertura independiente de la parte superior e inferior."
"Llegar a la tienda familiar era el más divertido de los juegos y si había que subir por las lúgubres escaleras hasta el ático para llevar algún encargo a Pepe, el guarnicionero, la más emocionante de las aventuras. Sandra y Vanesa Solís adoraban esa tienda de la calle Magdalena, el negocio donde trabajaban su madre y su tía, siempre bajo la supervisión de la matriarca, de la abuela, Milagros Santiago García, la impulsora del negocio. No sabían entonces que ellas acabarían siendo la tercera generación tras el mostrador de El Antiguo Iriarte.
La historia de esta saga de comerciantes arrancó en 1963 cuando Milagros decidió pagar el traspaso del negocio para que sus hijos, con los que no iba mucho lo de los estudios, tuvieran un sustento. «Era un negocio de bisutería y paraguas al que mi abuela mantuvo el nombre. Nunca lo cambiamos», explica Sandra Solís. Sin embargo, los planes de Milagros no salieron del todo como ella pensaba. Sus hijos llevaban un poco de descontrol de la tienda, sin horarios de apertura fijos. No les gustaba vivir tras el mostrador e iniciaron una próspera carrera como representantes comerciales. Sus esposas fueron quienes tomaron las riendas del negocio. Se las conocían como la morena y la rubia. «Eran unas vendedoras natas. La gente entraba a por un paraguas y salía con muchas más cosas», ríe Sandra.
Por aquel entonces, la tienda presentaba un aspecto peculiar plagada de objetos, era como un bazar con su cielo cubierto de paraguas. «Solía decirse que si lo teníamos nosotros es que no lo había en ningún sitio». Cinturones, carteras, bolsas de playa, mochilas, billeteros, maletas, guantes, botas de vino y paraguas, muchos paraguas colgando del techo, que llenaban cada rincón de la calle Magdalena. «En un día de lluvia podían venderse 300 paraguas. Costaban 99 pesetas», comentan.
Sandra y Vanesa fueron creciendo entre ese inconfundible olor a cuero que había en la tienda y cuando fueron adolescentes trabajaban por los veranos en ella para sacarse un dinero. Hasta que decidieron hacerse cargo del negocio familiar y de paso darle un giro para convertirlo en lo que es hoy: una tienda de ropa y calzado de mujer, de calidad, de gama media alta.
El cambio llegó a finales de los años 90. El edificio del número 26 de la calle Magdalena fue declarado en ruinas y fue precisa su rehabilitación. «Compramos otro local en el número 14 y nos trasladamos allí durante los trabajos», recuerda Sandra. Luego regresaron y Vanesa se sumó al negocio, se hizo cargo de la nueva tienda incorporando prestigiosas marcas de bolsos e introduciendo ropa y calzado. Unos años más tarde se unió Sandra.
Cambiaron el producto, pero no esa forma de tratar al cliente que aprendieron de su madre y su tía. «Éramos confesoras, dábamos consejos, conocíamos las historias familiares de los clientes. Era mucho más cercano que ahora. Yo hasta tenía un enamorado, un hombre de la aldea que cada vez que venía a Oviedo pasaba a comprar por la tienda», relata con entusiasmo Margarita Álvarez, madre de las actuales regidoras del negocio y quien aún se encarga de los números de la tienda. Aunque El Antiguo Iriarte sigue siendo sobre todo una tienda de barrio, cercana, en el que las clientas son un nombre y no un número.
«Escuchamos mucho a nuestras clientas. Lo que vendemos es ropa y calzado para una mujer real que le gusta cuidarse, pero también que necesita comodidad para su día a día», cuentan. Antes de poner a la venta los productos, «nosotras nos probamos toda la ropa para comprobar su comodidad y aconsejar a nuestras clientas». Así pasan los días en el comercio que está en plena expansión para que las clientas les conozcan a través de las redes sociales y una página web que Sandra cuida con esmero. Es el futuro.
Ese y tal vez con una cuarta generación tras el mostrador. Ya hay una candidata de doce años que como su madre, tiene en El Antiguo Iriarte su entretenimiento preferido."
En estas calles es el mercado al aire libre, el cual al estar en lo que fueron los campos circundantes a la antigua ciudad, era lugar elegido por los campesinos de las aldeas de los alrededores para vender sus productos, a los que siguieron los artesanos. Uno de esos palacios, el Palacio del Duque del Parque, está al fondo, contiguo a la antigua Casa de Comedias o Teatro del Fontán, que es actualmente la Biblioteca de Asturias "Ramón Pérez de Ayala"
"Sandra Solís y su hermana son la tercera generación al frente de esta tienda que lleva abierta desde 1963, «la cogió mi abuela en traspaso y antes de nosotras la atendieron mi madre y mi tía». Destaca que tanto Magdalena como Cimadevilla han sido calles muy comerciales, y actualmente, «comunica San Lázaro y El Campillín con el centro», por lo que la suya una vía de mucho paso, además, «está frente al Ayuntamiento y al lado del Fontán». Afirma que «del casco viejo es una de las más comerciales». Cuentan con una clientela del barrio, «estamos muy orgullosas de nuestra gente porque son de toda la vida», una clientela «muy fiel, conocemos mucho a nuestra clienta, ya es amiga». (...) Finalmente, destaca el buen ambiente entre los comerciantes: «Nos llevamos super bien, somos como una familia».
"Las diligencias, medio de transporte en el recuerdo, tenían en Oviedo estacionamientos determinados. Las primeras paradas estuvieron situadas en la plaza de la Catedral y en la Corrada del Obispo. En la Plaza de la Catedral paraban las que hacían el trayecto a Madrid y de ahí salió a estudiar a la capital nuestro novelilla Armando Palacio Valdés, según él mismo nos cuenta en la «Novela de un novelista«.(...)
Andando el tiempo se crearon otras paradas en Campomanes y Santa Susana. De Campomanes a través de la calle Magdalena, el Carpio y el Postigo, dirección Siero y Gijón..."
"Para quien tenga problemas históricos, políticos, morales, estéticos o gastronómicos con los USA, éste no es su sitio. Incluso si un alto porcentaje de sus músicas y películas favoritas vienen de allá y sus hijos celebren 'Jalouín'. Norteamérica, enorme, distinta y compleja, quita prejuicios a todo trapo cuando se la visita y viaja.
A Jose, de Cangas del Narcea, el Tejas astur (por antigüedad y jerarquía Tejas sería la Cangas gringa), los buenos mitos 'useños' le entusiasman. Por eso, en su establecimiento, beerhouse y eatery (o cervecera y cantina) nos rodea de simbologías apropiadas: Elvis, el Tío Sam, estatuas de La Libertad, guitarras Fender y Gibson, murales de la Route 66 entre Chicago y Los Angeles, neones coloridos, ajedrezados, un surtidor de gasolina, barra y muebles metálicos tipo 'American grafitty', matrículas de todos los estados empapelando (emplacando, mejor) paredes y baños, fotos de músicos, tapizados blanquirrojos y un despliegue mitomaníaco que si en vez del centro de Oviedo se ubicara en algún perdido county de, por ejemplo, Misuri, las guías turísticas le dedicarían reseña.
La carta, dentro de una guitarra (no perderse el grifo y lavabo del baño) anuncia lo que debe, dadas las formas y fondos: hamburguesas, hot dogs, pizzas hechas con el horno de piedra que perteneciera a la anterior, longeva y apreciada Pizzería Góndola, costillas y chuletas de Nebraska, Oklahoma y Leitariegos, y otras alternativas que incluyen ensaladas, arroz, pasta, pollo y opciones chicanas.
Y cada apartado en variedad de tamaños y combinaciones. La oferta, no por esperada, cae en lo vulgar: entran caramelizados, salseados de cocina con burbon, miel, chiles suaves o ardientes, quesos tópicos pero auténticos –edam, mozzarella, parmesano, brie, roquefort, gruyere, emmental– y nombres divertidos y fáciles de entender por mucho que se hayan desatendido las clases: 'Big daddy', 'Pink ladies', 'Only you', 'Long truck', 'Little Richard', 'Road trip', 'Rolling Stones'…
Y la monstruosa (por tamaño) hamburguesa 'Wall o fame': hay pared para las fotos, tres o así, de quienes lograron terminarla.
José Manuel ha creado este microcosmos de barras y estrellas. Yno de cerámica negra y madreñas, que nació en familia hostelera con abuelos propietarios de un bar tienda por San Martín de Sierra, cerca de Llamas de Mouro, y padres chigreros y hoteleros:«Vine a Oviedo por estudios y me hice ingeniero industrial y, mejor aún, campeón europeo de kárate. También trabajé de camarero, y dirigí el Twenty. Las cosas van bien: ya abrimos el Billi Bob 2 ovetense en la calle de la Magdalena».
«Me encantan los Hard Rock Café, y con Alberto de socio quisimos un sitio donde poder dejar suelta la imaginación y el gusto», comenta José Manuel. Y se notan. La imaginación y el gusto."
"El hospital constaba de dependencias para su cometido y capilla. Sus comienzos no están nada claros. Parece ser que estaba organizado por una cofradía gremial que llevaba el mismo nombre. Estas cofradías gremiales las constituían miembros de una misma actividad cuyo cometido consistía en tratar y resolver los asuntos referentes a su vida profesional. Tenían además un santo patrono, y en el caso que nos ocupa una santa patrona. Entre los siglos XVIII y XIX estas dependencias hospitalarias fueron centros de acogida de mujeres pobres y enfermas y también en ellas se celebraban las fiestas de Pentecostés y las del 22 de Julio festividad de su patrona, la Magdalena."
"Esta calle, considerada por muchos como un lugar imprescindible, se encuentra convenientemente situada cerca del mercado del Fontán, un punto de referencia que realza su atractivo. Ana Espina destaca su singularidad al afirmar que «tienes que pasar y verla», resaltando que se trata de una de las pocas calles que aún conservan el carácter auténtico del Oviedo antiguo.
El viajero se encontrará rodeado de una variedad de comercios que reflejan la diversidad de la vida cotidiana en la ciudad. En la Calle Magdalena hay de todo: desde tiendas de telas y ropa hasta farmacias, bares y estancos. Esto la convierte en un lugar ideal tanto para comprar artículos únicos como para disfrutar de la gastronomía local. Tetiana Zaporozhets la describe como un lugar «romántico», lo que sugiere que la atmósfera que se respira aquí tiene un toque especial que invita a pasear y descubrir cada rincón.
Cada paso por esta calle promete sorpresas, convirtiendo a Calle Magdalena en un símbolo de la vida ovetense que no se debe pasar por alto. Es un rincón donde los recuerdos de antaño se entrelazan con la cotidianidad, creando una experiencia urbana auténtica y memorable que captura el espíritu de Oviedo."
"...la Vetusta de ficción es una versión tan ligeramente maquillada del Oviedo de la Restauración que la búsqueda de correspondencias entre la ciudad literaria y el trazado urbano auténtico que sobrevive pasados más de 130 años de la publicación del libro se ha convertido en un reclamo turístico de primer orden. (...)
El recorrido puede partir de diversos puntos. La Catedral, donde comienza y acaba la novela, parece el lugar más fiel a la trama, pero existen otras posibilidades. Por ejemplo, puede accederse al Antiguo, transformado en la novela en el barrio de La Encimada, desde el Campillín, a través de la calle Magdalena. Ahí cerca, al principio de la calle Campomanes, vivió el novelista durante cerca de veinte años, incluidos los de la redacción y la publicación de La Regenta. Una mezcla de Magdalena y Cimadevilla pasó a sus páginas como calle de El Comercio, uno de los lugares favoritos de paseo y compras en Vetusta a la caída de la noche.
Por Magdalena se puede ir sin rodeos hasta el Ayuntamiento. Ante él, la actual plaza de la Constitución era para Clarín la plaza Nueva y la iglesia de San Isidoro de la realidad se camuflaba como parroquia de San Isidro. También se puede coger un desvío hacia El Fontán. En la novela, el mercado se montaba en la plaza del Pan. "
"A finales del siglo XIX el comerciante francés Louis Guillaume -uno de los muchos franceses llegados a Oviedo-, funda en la calle Cimadevilla la prestigiosa Papelería Francesa, conocida popularmente como Librería Nueva. Clarín la cita en el capítulo IV de la novela “Su único hijo”, en la que habla de «la Librería Nueva, que alquilaba libros».
Luis Guillaume, además de libros, papelería, material de escritorio y juguetes también trabaja con tarjetas postales de Oviedo, un nuevo campo que tiene muy buena acogida entre su clientela, como podemos comprobar en un anuncio de fecha 1902 en el que informa que se ha agotado la tirada de 50 000 unidades pero que ya prepara una nueva edición.
Guillaume estuvo casado con Isabel Claustre, fallecida en 1903, con quien tuvo cuatro hijos: Mario, Alina, Alberto y Lucinda.
Es Mario el que continúa con el negocio familiar y en 1905 se traslada al número 9 de la calle de la Magdalena. Mario se especializa en la edición de series dedicadas a Oviedo y a Asturias. También es autor de los originales fotográficos, para los cuales monta en la trastienda de su comercio un laboratorio en el que procesa y positiva sus trabajos para la edición. Innovador en el tratamiento de los motivos y en el uso de modernas perspectivas, Mario Guillaume lleva a cabo una producción que logra la autonomía plena del editor para no depender de originales ajenos y así poder controlar plenamente sus ediciones sin injerencias de ningún tipo. Casado con Socorro Pérez Martín, fue su hija Pepita quien le sucedió hasta el cierre de la librería, ya bien avanzado el siglo XX."
"Hace siete años, el que entonces era el marido de Cruz Rilo tenía una clínica de osteopatía y el matrimonio decidió emprender. Querían «un lugar cerca de la consulta y con mucho movimiento», y encontraron un local en la calle Magdalena. Allí, comenzaron como herbolario, exclusivamente, y después, ahora que solo Rilo lleva las riendas del negocio, incluyó regalos, minerales «y abrí un poco la oferta». La dueña de by Capella está «enamorada del casco antiguo de Oviedo» y cree que fue «un verdadero acierto» escoger la calle que «une el parque del Campillín con el Ayuntamiento», ya que, en sus palabras, «el tránsito de personas es constante, además de todos los turistas que pasan a diario». En la actualidad, solo Cruz Rilo trabaja en el negocio."
"El herbolario la salvó del cierre total durante el confinamiento. Fue el reducto que quedó activo de este comercio de la calle Magdalena que también vende artesanía y regalos. Con su mitad de la tienda abierta, Mari Cruz Rilo pasó el confinamiento trabajando media jornada. Fueron días cargados de «incertidumbre» que ahora se van despejando: «La gente se ha volcado mucho en el pequeño comercio, yo tengo clientes nuevos que nunca antes habían entrado aquí».
No teme que sea una moda pasajera porque, dice, «quiero pensar que esto ha venido para quedarse porque la gente se ha dado cuenta de que una calle sin comercio es una calle sin vida».
Esta es la frase que está en boca de todos los comerciantes de la ciudad. «Ha habido una relación de solidaridad entre unos y otros. En mi caso, me adapté a las necesidades de la clientela fomentando el reparto a domicilio, nunca lo había hecho. Aún mantengo a dos clientes que me hacen los pedidos. Esto lo agradeció mucho la gente», cuenta Mari Cruz. Tanto, que hasta una clienta «me trajo unas torrijas». Algo que endulzó el ánimo para seguir a pie de mostrador en pleno Oviedo Antiguo."
"Es uno de los pocos negocios centenarios de la ciudad aunque a esta calle llegó en 2007, ampliando el negocio desde Melquiades Álvarez. «Esta una calle muy buena, de mucho paso, siempre fue una de las entradas de Oviedo», explica Luis Bobes Cuesta, su propietario. «Nos gustaba la calle y nos gustaba el sitio», añade. Otro de los motivos por los que vino aquí es por la clientela, muy variada, «hay vecinos, turistas, gente que viene a la plaza». «Históricamente, Magdalena y Cimadevilla eran las calles más comerciales», recuerda y anima a futuros emprendedores a asentarse en esta calle que es «ahora peatonal y están tan bonitos los edificios, es un sitio muy bonito para montar un negocio». Lo que sí pide es que se quiten los andamios: «Llevan muchos años y entorpecen la vista de una calle tan bonita»."
"... en la Puerta Nueva se encontraba el hospital de la Magdalena, que constaba de una dependencia hospitalaria y una capilla. Tolivar Faes habla que ya en 1458 existía dicho hospital y recoge la noticia de que durante la peste de 1598 los enfermos existentes en él se trasladaron al hospital de San Lázaro, más distante de la ciudad. Por otro lado, el Libro de cuentas de la fábrica de peste de la ciudad, documento conservado en el Archivo Municipal, recoge los testimonios de numerosos vecinos de los estragos y, sobre todo, de los gastos ocasionados por la peste de 1598 a 1599, con el fin de exponer ante el rey la necesidad de una nueva sisa para sufragar esos gastos. En dicho libro se habla de que el hospital "llamado de la Magdalena", recogía un gran número de enfermos, y que el boticario Santiago Monterrey suministraba suministraba medicamentos a los afectados de los hospitales de la Magdalena y de San Lázaro. Este hospital no pertenecía a la iglesia ni a la Ciudad, sino que, como analizaremos más tarde, estaba organizado por una cofradía gremial."
Y en la fachada, una hornacina era el lugar donde se expone la imagen de la santa
Y esta es la sinopsis histórica de esta fundación por Yayoi Kwamura Kawamura:
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Estamos pues ante uno de los edificios ovetenses que vieron el paso de los romeros de las peregrinaciones históricas de La ruta del Salvador, así de bellamente glosada por Gracia Noriega...
"Algunos peregrinos especialmente observantes se desviaban en León para ir a Oviedo, más allá de las montañas, con objeto de visitar las reliquias de su catedral y, de manera especial, venerar al Salvador, bajo cuya advocación se encuentra el templo, siguiendo la recomendación de un viejo estribillo francés que figura en la «Nouvelle Guide», impresa en París en 1583:
«Qui a esté a Sainct Jacques
et n'a esté a Sainct Salvateur
a visité le serviteur
et a laissé le seigneur».
Según Uría, «como culto local o comarcal, el de las reliquias de Oviedo es tan antiguo o algo más que el del sepulcro de Santiago, y en el aspecto internacional representa, sin duda de ningún género, la segunda peregrinación de la Península por su importancia, después de la compostelana, en la Edad Media. Bastaría considerar la gran desviación itineraria que ella significa para comprender su carácter excepcional si la comparamos con las demás peregrinaciones antes mencionadas». No obstante, el «Liber Sancti Jacobi» no las menciona, tal vez por encontrarse Oviedo fuera del Camino Francés, aunque quienes se desviaban procedían de ese camino, evidentemente. Esta desviación, en cierto modo, es doble, ya que otros peregrinos que llegaban por el Camino del Norte, después de visitar Oviedo, descendían a León para incorporarse al Camino Francés.
Las reliquias del Arca Santa custodiadas en la Cámara Santa de la catedral de Oviedo eran excepcionales no sólo por su alta significación religiosa, sino también por su belleza y riqueza material. Al igual que el cuerpo de Santiago habían llegado a España de manera maravillosa, por mar desde Tierra Santa y sin necesidad de pilotos, Santiago en una barca de piedra y las reliquias en la propia arca, de madera insumergible.
Los itinerarios desde León penetraban en Asturias por San Isidro, pero sobre todo por Pajares. El peregrino Hermann Künig considera que «se parte allí el camino en tres direcciones», conjeturando Uría otro camino que iba por la orilla izquierda del río Bernesga, desde San Marcos.
Jovellanos, que describe el camino de Pajares en su tercera carta a Ponz, señala: «la mitad de la primera jornada, saliendo de León, se hace por una vastísima llanura llamada vulgarmente la Hoja, acaso por la igualdad con que se tiende a una y otra parte. Colocada en la altura que media entre las vegas del Torío y el Bernesga, se sube a ella por una cuesta larga y tendida, y se desciende por otra grande, breve y tan penosa por la pendiente como por los enormes morrillos de que está sembrada». El viajero actual, que hace el recorrido por carretera, continúa por la llanura asistiendo a cambios casi imperceptibles en el paisaje: aumenta el arbolado y el campo está más verde, y, finalmente, en Pola de Gordón, penetra en la montaña. El camino atravesaba Devesa, Llanos de Alba, Peredilla y Millar hasta Pola de Gordón, continuando por Beverinos y Buiza, donde el valle se estrecha y se marcha rodeado de picachos. En Villasimpliz hubo un hospital fundado en 1548, y después de atravesar el puente de Tuero, caminando por la derecha del río, se llega a Villamanín, parada y fonda, pues en esta localidad se encuentra uno de los mejores restaurantes de carretera al norte del Duero: Casa Ezequiel, de embutidos verdaderamente esplendorosos y una cecina que es arte mayor. Las raciones son pantagruélicas, la comida sabrosa y contundente, de mucha energía y sustancia, como corresponde a un clima frío, que en días pasados alcanzó los 18º bajo cero. Comemos con Mariví y el gran poeta inédito José Antonio Iglesias, y el excelente poeta José Antonio Llamas, que acaba de publicar un libro sobre las huellas de la montaña de León en el «Quijote» y está ultimando una novela monumental, «La bisabuela incorrupta», de cerca de dos mil folios. Marta, la hija de los dueños, de 2 años, morena, cara redonda, guapísima y listísima, está convencida de que Toño Llamas escribió el «Quijote». También sabe que Picasso pintó el «Guernica» y hablar en asturiano: «¿Qué quies, ho?». Pasamos un rato excelente con Marta y los dos poetas. Se hace pronto de noche y al salir cae aguanieve.
El camino seguía por Rodiezmo y Casares hasta Arbás, es decir, por el monte. Por la carretera se sigue por Villanueva de la Tercia y Busdongo, un pueblo extendido a la derecha de la carretera y con las vías del tren a su izquierda. En uno de los bares tienen un lobo disecado; en el Maragato, que no cambió desde la época de la construcción del ferrocarril, excelente embutido y el suelo de madera. En la parte de atrás han armado un nacimiento magnífico, con la cueva, el Niño, José y María, los ángeles, la mula y el buey, el río, el puente, las casas, los pastores, el musgo, la arena de fregar haciendo de nieve y, en la lejanía, los Reyes Magos. Emociona ver un nacimiento: es como volver a la infancia. Mucho más ahora, que las manifestaciones religiosas y poéticas se están volviendo subversivas.
La gran colegiata de Arbás, sombría y solemne, se encuentra a pocos pasos del puerto, rodeada de montañas cubiertas de nieve, bajo un cielo hosco. Las casas de los canónigos, que se regían por la regla de San Agustín, están abandonadas, lo mismo que el mesón de enfrente. La alberguería de peregrinos ya se nombra en un documento de 1117. Eran estos parajes de grandes paleadores, expertos en despejar de nieve los caminos, por lo que estaban exentos del servicio militar y de otras gabelas. La campana guiaba a los peregrinos y a los caminantes en medio de la noche, de la nevada y de la borrasca. Dentro de la colegiata siempre había a disposición un plato de sopa caliente y un lecho para pasar la noche mientras afuera rugían los vientos o se extendía la helada.
Ya en el puerto nos asomamos a un grandioso ruedo de montañas que se extienden hasta cerrar todos los horizontes. Los peñascos negros están cubiertos de nieve, pero en la cuesta sobre la que se asienta Llanos de Somerón todavía está encendido el otoño: amarillos, ocres, el verde marrón de los robles, y más arriba, morado y gris. Los peregrinos descendían al valle para seguir por San Martín del Río hasta Puente los Fierros. La carretera desciende pegada a la montaña: Pajares es el pueblo más alto y el mayor, aunque el primitivo se encontraba en el valle. Se suceden varias agrupaciones de casas modestas o ruinosas: Flor de Acebos, de nombre muy hermoso; La Romía, con un hórreo y una casa de galerías abandonada; La Muela y Puente los Fierros, sobre el río Pajares. Llanos de Somerón está enfrente, en la otra ladera del valle. De ahí son los más famosos arbejos de Asturias: hasta en Buenos Aires llegaron a venderse.
Ya estamos en el valle. Montigny, consignando este trayecto, señala que «no hay más que montañas». Las montañas se abren hacia Campomanes: a la derecha, la joya de Santa Cristina de Lena, villa de numerosos atractivos y mozas muy guapas. Tenemos a nuestro lado el río Lena, de nombre siberiano, que no tardará en recibir las aguas de Aller y Turón y ser Caudal. Ujo, a nuestra izquierda, al otro lado del río, es etapa digna de visita. En una plaza con plátanos los niños juegan dando gritos, el cuartel de la Guardia Civil tiene un aspecto vagamente alpino, y la iglesia románica de Santa Eulalia, de finales del siglo XII, ha sido cambiada de posición en 1920 para permitir el paso del ferrocarril: tan sólo se mantiene en su primitivo lugar el precioso ábside. Dentro, un hombre alto, con gafas, manipula un panel; al verme, se le enciende el rostro de alegría:
—¿Es usted el técnico? -me pregunta.—No -contesto-. ¿Es usted el cura?—No. Soy un feligrés.
Mieres del Camino certifica su condición jacobea en el sobrenombre. Los peregrinos subían por La Rebollada: en la ladera de monte Agudo mandó edificar Alfonso VI una alberguería en 1103. Por el alto del Padrún se pasaba al valle de Olloniego, con torreón y puente antiguo de cinco arcos; sobre un alto montículo, las ruinas del castillo de Tudela, donde cometió sus fechorías Gonzalo Peláez, gamberro medieval. Por el puente se pasaba a la margen izquierda del río Nalón. Ya está abierto el camino hasta Oviedo. Desde La Manjoya se divisaba la torre de la Catedral, solitaria y bella, como una flecha lanzada contra el cielo. Los peregrinos franceses exclamaban «Mon joie!». Su gozo perdura en el topónimo. Y descendían hacia la ciudad y su templo por el barrio de San Lázaro. Entraban por la Puerta Nueva, y por las calles Magdalena, Cimadevilla y la Rúa, llegaban a la Catedral, a la que penetraban por las grandes puertas de la fachada principal. Dentro, el silencio imponente y la luz filtrándose desde los altos ventanales ojivales. Y el Salvador del mundo, gótico y solemne, los recibía con el globo en una mano y con la otra dando la bendición."
"María Cachero lleva «años ya aquí», ni siquiera sabe la cuenta, en la calle Magdalena con su negocio, El Último Mono, que «se lo cogí a los anteriores, que ya lo tenían funcionando». Decidió seguir los pasos de sus antiguos dueños porque «había leído que esta era la segunda calle de Oviedo con más tránsito, después de Doctor Casal». «Es una zona buenísima, que une los barrios de San Lázaro y Otero con el centro de la ciudad», asegura, como puntos fuertes de una calle que, para Cachero, «está abandonada, como todo El Antiguo, y que necesita ayuda». Como ejemplo, señala «un andamio que lleva aquí años ya, se colocó para evitar que se cayera el edificio y lo han derruido, manteniendo la fachada, pero aquí siguen los metales». Una espera que «no entendemos, es una zona que es Camino de Santiago, pero solo para lo que se quiere; seguimos esperando que se invierta en una mejora y un mantenimiento del casco histórico».
Acabamos ya nuestro trayecto por la calle Magdalena y salimos a la gran explanada de la Plaza de la Constitución, antigua Plaza Mayor, y del Ayuntamiento, construido en el siglo XVII sobre la antigua muralla, casi a la vez que se abría esta gran explanada

Según diversos investigadores, la muralla aquí existente habría sido erigida en tiempos de Alfonso III El Magno y sería reforzada posteriormente con Alfonso X El Sabio y los Reyes Católicos, pero antes aún habría existido una más pequeña guardando al enclave primigenio de tiempos de Fruela y Alfonso II El Casto, en torno al templo del Salvador predecesor de la Sancta Ovetensis y otros santuarios y construcciones. Sea como fuera, desde esta Plaza de la Constitución proseguiremos después por la fue fue la gran calle mayor de la ciudad intramuros, de Cimadevilla a la Rúa...
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