A Ponte de San Lázaro y el río Valiñadares |
Al puente se llega luego de caminar unos metros por las aceras N-634a en la llamada Recta de Mondoñedo, la cual dejaremos en este lugar para cruzar el puente y atravesar el barrio por el antiguo Camiño Real, hoy en día transformado en calle en este tramo, pero que es el itinerario histórico y antaño el principal acceso a Mondoñedo por el norte hasta la construcción de la actual carretera
Se dice que el puente es del siglo XVIII, construido por el arquitecto franciscano Fray Lorenzo de Santa Teresa, del mindoniense convento de San Pedro de Alcántara, a instancias del obispo Antonio Sarmiento de Sotomayor, pero hay noticias de otros anteriores, pues se conservan documentos que mencionan la existencia de un puente en este lugar desde la baja Edad Media. Javier Gómez de Arriba, Técnico de catalogación en la Delegación de Patrimonio de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, le dedica un extenso estudio, El puente de Brea o de San Lázaro, en su trabajo De piedra, arcos y agua. La construcción de puentes en el noroeste de Galicia durante la Edad Moderna, del que compartimos ahora esta primera parte, en las que nos informa de los primeros puentes que aquí estuvieron, desde sus primeras noticias hasta el siglo XVII:
"El de Brea o San Lázaro constituye otro de los puentes históricos de la ciudad de Mondoñedo, tanto por su antigüedad como por hallarse inscrito en el viejo trazado del Camino Real. Se encuentra al norte del núcleo urbano, a kilómetro y medio de la catedral, inmerso en el arrabal de San Lázaro, cuya denominación deviene de la leprosería existente allí desde la Edad Media. Bajo él también fluyen las aguas del Rego de Valiñadares. La primera mención al mismo data de 1355. Ignoramos cómo era su estructura en el Medievo. Puede que parcialmente lignaria. Desde luego así fue en ciertos momentos del siglo XVI, pues consta que en 1546 apenas se componía de una única viga de madera; y que en 1578, aparte de presentar un mal estado de conservación, carecía de antepechos y de las vigas necesarias para garantizar una mínima seguridad a su paso. El 11 de mayo de 1593 el Ayuntamiento decidió realizar uno nuevo con pizarra, cal y argamasa, pues así se había edificado el de Ruzos en el año anterior, como pudimos comprobar en el apartado previo. Ese mismo día el Concejo confirmó que el actual solo presentaba piedra en sus pilares, siendo de madera la pasarela. E indicó que cada vez que había una crecida, la corriente lo derruía con suma facilidad. Escasos días más tarde tuvo lugar la subasta pública de la obra. El cantero local Juan Rodríguez propuso realizarlo en 48 ducados, e inmediatamente los ya conocidos Francisco de Artiaga y Martín de Ris bajaron su puja a 47. Estos, que venían de efectuar el del Pasatiempo, manifestaron a las autoridades municipales que eran “buenos ofiçiales y que el dicho Juan Rodríguez no era ofiçial de puentes”. El Concejo debió fiarse de sus palabras, pues adjudicó la construcción a los canteros foráneos. La contratación se estableció en el precio acordado y se les obligó a concluirlo antes del 1 de agosto del año en curso. Debieron cumplir con el plazo fijado, pues el día 19 la obra estaba acabada y el Ayuntamiento les satisfizo un pago que les debía.En 1604 se reparó, aunque desconocemos el grado de intervención. De la obra debió ocuparse el cantero Pedro Franco, pues el alcalde mayor se había concertado en pagarle “a vista de Castaneda”, es decir, de Francisco de Castañeda, un maestro trasmerano vinculado a Pedro de Morlote. Esto parece indicar que Pedro Franco se encargó de ejecutarlo y Castañeda de emitir un juicio o tasación respecto al resultado final. Incluso es posible que fuese también quien habría ideado su traza y condiciones. Tres años después el Concejo acordó visitar este puente y el de Ruzos “para que se remedien antes que se acaben de caer”40. En julio de 1612 hizo lo mismo, y los munícipes examinaron su estado junto con un “ofiçial” porque según parece seguía estando “para caer”. En 1617 se ordenó nuevamente enmendar los daños que presentaba. Este conjunto de reseñas dan buena muestra del lamentable aspecto que debía lucir por aquel entonces. Por esta razón, el 30 de abril de 1618 el Ayuntamiento determinó que había que inspeccionarlo y hacer lo propio con el del Pasatiempo, así como con la puerta de la muralla de la Rúa del Pumar. Tres días después el Concejo comprobó el estado de las respectivas fábricas y el 4 de mayo ordenó abrir una subasta pública para la obra del puente, “conforme hesta trazada y con las condiçiones que estan rubricadas”. En la visita pericial del día anterior los miembros de la corporación municipal habían estado acompañados del maestro cántabro Pedro de Morlote, así como de los canteros locales Juan Rodríguez “el Nuevo” y Antonio da Insua. Todos comprobaron el grave destrozo que las avenidas del invierno anterior habían ocasionado en su único arco, de tal manera “que no podia pasar mas de una persona arrimada al antepecho y con peligro”. Así que decidieron demolerlo y hacerlo ex novo. Su cimentación pasaría a tener 10 pies de ancho y no 9 como el antiguo. Seguiría contando con un único arco, pero a diferencia del anterior sería de medio punto y con una vara más de longitud. Toda la obra se haría con sillares de cantería, inclusive los pretiles, mientras que la calzada se solaría con guijarros. En las cepas del arco se colocarían sendos estribos a contracorriente de 8 pies de ancho, y habría un par de paredones a ambos lados para encauzar el aguaEl 24 de mayo tuvo lugar el remate de la obra. Se hizo concretamente ante la puerta de la Casa Consistorial, en la que el portero de la misma dispuso unos bancos y el escribano pasó a leer las condiciones rubricadas en presencia de los canteros que pretendían adjudicársela. Estos fueron los mismos que habían acudido a examinar su estado tres semanas atrás. Es decir, Pedro de Morlote, Juan Rodríguez “el Nuevo” y Antonio da Insua. Antes de nada acordaron entre sí poner una cláusula por la cual los vecinos de las aldeas más próximas –al puente– habrían de dar la mitad del servicio de acarreo de piedra, cal, madera, y cuantos materiales se necesitasen para la edificación. En ese mismo día solo pujó por la obra Juan Rodríguez, poniéndola primeramente en 130 ducados y a continuación en 120. Pero el Ayuntamiento no se la admitió y pospuso cinco días el remate. Y así, el 29 de mayo, Morlote la dejó en 100 ducados, prometiendo aportar el 20% del costo total –20 ducados– con tal de que se la contratasen. El Consistorio sí confió en el trasmerano y se la adjudicó, otorgándole un plazo de ocho días para que presentase las correspondientes fianzas.De los tres canteros que acudieron a la visita pericial y posterior subasta, Morlote reunía mayores habilidades que nadie. Los restantes no eran más que dos pedreros analfabetos que, aunque desarrollaron con prolijidad su oficio en Mondoñedo, jamás en su vida dibujaron obra alguna. Morlote, sin embargo, era el maestro de mayor fama en la ciudad. Él sí daba trazas y redactaba cláusulas, aunque para vivir de su profesión tuviese que tomarlas luego. Un ejemplo representativo es la cabecera de la catedral de Mondoñedo, que ideó y levantó entre 1597 y 1603, así como algunas de las calzadas de la ciudad. Además, en lo que a construcción de puentes se refiere, contaba con más experiencia que los otros, pues en 1615 había reconstruido uno sobre el río Ouro –al que pronto dedicaremos un apartado–. Este era mucho más grande que el mindoniense, y cobró por recomponerlo ocho veces más47. En definitiva, muy probablemente fuese el cántabro quien diseñó en 1618 el puente de San Lázaro. En los días siguientes a su adjudicación Morlote se ausentó de la capital provincial, donde por cierto estaba avecindado. Se hallaba en la feligresía de Santa María de Bretoña (A Pastoriza, Lugo). De esta forma soslayó el obligado trámite de las fianzas. Así que el Ayuntamiento volvió a insistirle el 19 de mayo que acudiese a la ciudad para cumplir con este requerimiento, y le dio tres días más de plazo so pena de cárcel, pues apremiaba hacer el puente antes de la llegada del invierno. Morlote presentó como fiadores a un tal Matías Fernández y al cantero Pedro de Folgueirosa, vecino también de Mondoñedo, y se comprometió a hacer la obra conforme a las trazas y condiciones aludidas, teniendo que tenerla lista para finales de febrero de 1619."
Hacemos un inciso, porque al enfilar el paso del puente, el mojón nos indica la distancia que nos resta para llegar a Santiago de Compostela: 154 kilómetros y 127 metros hasta la Praza do Obradoiro
"Este artífice local tendría que emplazarlo un poco más hacia el sur respecto a la ubicación del antiguo, o, si se quiere, más próximo a la ciudad de Mondoñedo. El flamante edificio mediría 26 pies de largo y 12 de ancho, es decir, 7,24 por 3,34 m. Tendría un solo arco sustentado en dos cepas ochavadas, y contaría también con un par de “menguardias” o tajamares de cantería de dos varas. Se construiría con pizarra y cantería, y los vecinos de Mondoñedo colaborarían en el carreteo de materiales para la obra. Dichos materiales los pondría por cuenta propia el Concejo a excepción de la cantería. Miguel Rico se obligó a tenerlo terminado para principios de octubre de dicho año, cobrando por ello 1100 reales. Con él hubo de colaborar el maestro mindoniense Antonio Blanco previa solicitud formal de Miguel. La ejecución que ambos llevaron a cabo debió de resultar un desastre, pues solo cinco años más tarde el procurador general escribió a Miguel para que lo reedificase a su costa por hallarse en mal estado “y con un oio mui grande” en su calzada. Además, por lo que sabemos, en octubre de 1729 estaba totalmente arruinado. Cinco años después, en febrero de 1734, el Ayuntamiento aprobó que se fijasen cédulas para construir uno nuevo en vista de que para cruzarlo había que utilizar unos maderos, e igualmente acordó pleitear contra Miguel Rico para que financiase la obra con el dinero que años antes había cobrado por su trabajo. El nuevo puente fue diseñado por fray Lorenzo de Santa Teresa. Este lego franciscano residente en el convento mindoniense de San Francisco del Rosal, perteneciente a la Reforma de San Pedro de Alcántara, dirigió las obras durante 164 días desde la apertura de los cimientos. A finales de año todavía se estaba arrancando la cantería. Se finalizó en 1735, aunque al año siguiente aún no le habían satisfecho todos los pagos tocantes a los 26 000 reales de vellón que había costado.Morfológicamente resulta un puentecillo compuesto por sillares de cantería. Cuenta con dos arcos rebajados y un pilar medianero reforzado a ambos lados por sendos tajamares triangulares que contribuyen al eficaz desvío de las corrientes del agua."
Estos tajamares, sitos a cada lado del puente, presentan cada uno un escudo labrado en piedra mirando al Camino: este es el de la izquierda según lo vemos en nuestra dirección
"Dichos tajamares los coronan sendos pináculos rematados en bola. Estos son los únicos originales de todo el conjunto, pues los cuatro restantes que aparecen en la entrada y salida del puente se hicieron en el siglo XX. Ello lo denota su morfología y lo confirman las fotografías de dicha centuria."
Este de la izquierda, según vamos, muestra los símbolos de la Pasión, "tales como la cruz, el sudario, las tenazas o el martillo"
En el otro, el de la derecha, muestra el escudo de Mondoñedo; precisamente el obispo Fray Alejandro Antonio Sarmiento de Sotomayor, el gran constructor, fue calificado por Enrique Cal Pardo, archivero catedralicio, como el "mejor alcalde de Mondoñedo", pues bajo su mandato religioso-administrativo dotó a la ciudad de muy buenas obras e iniciativas, faltándole solo su deseo de "traer el mar a Mondoñedo" haciendo un gran canal navegable por este valle. Tanto es así que se decía tenía el mal de la piedra, de las muchas tareas constructivas que emprendía, de la que este puente es una de sus muestras
"En 1709 ya era actuante mayor en San Vicente de Salamanca, lector de Filosofía en San Andrés de Espinareda (León) de 1713 a 1716, y de Teología Moral en Nuestra Señora de Montserrat de Madrid de 1716 a 1717. Este último año fue electo por el capítulo de su congregación abad de Samos, cargo que ejerció durante el cuatrienio estipulado. El 13 de mayo de 1721 fue elegido general de la Congregación de San Benito, dedicándose a impulsar la recta observancia en los monasterios, en particular en el de Montserrat de Cataluña, cuya comunidad se hallaba dividida a causa de las intrigas originadas por la elección abacial, y mostrando especial interés por los estudios. De acuerdo con las constituciones, cesó en el cargo de general en el capítulo de 1725, pasando a residir en el Monasterio de San Martín de Madrid y ejerciendo los cargos de examinador sinodal del arzobispado de Toledo y teólogo de la Real Junta de la ConcepciónEn 1727 Felipe V lo presentó para el obispado de Jaca (Huesca), siendo confirmado por Benedicto XIII el 26 de enero de 1728 y recibiendo la consagración episcopal el 5 de abril del mismo año. Aunque enseguida se puso en camino hacia su sede, de la que había tomado posesión por poderes, una grave enfermedad reumática puso en peligro su vida y volvió a Madrid. Por recomendación de los médicos pidió al rey lo presentara para un obispado de clima más benigno que el de Jaca y Felipe V lo presentó el 5 de agosto para Mondoñedo. Fue preconizado por Benedicto XIII el 20 de septiembre y entró finalmente en su diócesis el 29 de junio de 1729. Durante su episcopado construyó de nueva planta el santuario de Nuestra Señora de los Remedios, el Hospital de San Pablo, la cárcel y el palacio de Buen Aire de Masma. Puso especial empeño en la reforma del clero y para este fin mandó escribir a fray Juan Pérez, benedictino como él, un Directorio de sacerdotes, publicado en Madrid en 1733. Suyas son unas normas de conducta dirigidas a un sobrino a quien había criado, escritas en 1750Hombre de carácter enérgico y celoso de sus atribuciones episcopales, se enfrentó en varias ocasiones con el cabildo catedral y esto motivó que presentara la renuncia a su sede en 1743, pero la retiró enseguida al ver que no era trasladado a otro obispado. En su testamento, empero, hizo varias mandas importantes a favor del cabildo y catedral, aunque su excelente biblioteca fue destinada a su monasterio de Samos. Fue enterrado por voluntad propia en el santuario de los Remedios"
"En ambas ocasiones manifestaron que tenía tres arcos. También dijeron que en 1786 el obispo Francisco Cuadrillero y Mota había pagado de su peculio la construcción de un puente de cantería de un solo arco en dicho barrio57. Es posible que este cruzase el Rego de Cesuras o riachuelo de Pelourín. Por último, en 1799 el arquitecto académico Miguel Ángel de Uría reconoció el estado de ciertos edificios públicos de la ciudad. Entre ellos el del puente objeto de estudio. Se centró en sus cimientos, pero no tenemos constancia de que a raíz de su visita se hiciese en la urbe alguna de las reformas que planteó, valoradas por cierto en 32 250 reales."
Una vez cruzado el puente proseguimos por el barrio de San Lázaro, antesala de la ciudad de Mondoñedo, con sus casas dispuestas a los lados del Camino, formando una bella rúa, pues San Lázaro en sí mismo constituye un pequeño pero a la vez importante núcleo urbano, su ubicación en pasos de ríos e importantes encrucijadas hicieron del lugar un importante enclave ya en siglos pasados
Fraguas, molinos, batanes, mazos y demás ingenios hidráulicos funcionaban en esta gran vega que conforma el centro del valle, donde se unen los ríos Valiñadares, Cesures y, poco más allá, el Tronceda, que será llamado Masma al unirse al primero, serán la base de la temprana industrialización del lugar, ya a finales del siglo XVIII, teniendo además en buena parte como fundamento para instalarse solares que pertenecieron a la histórica malatería que dio nombre al lugar. Al pasar el puente, esta fila de casas a nuestra derecha está datada en 1880, aunque han llegado a nuestros días con evidentes reformas posteriores
El fundador fallecería no muchos después en Madrid, el 15 de diciembre de 1741, dejando viuda y cuatro hijos. Doña Manuela se casará en mayo de 1745 con D. Santiago de Olano Villanueva que, como leemos en la Miscelánea Mindoniense de Andrés García Doural, era "tesorero de Bulas, de espolios y vacantes, administrador de la venta de tabacos, pólvora, plomos y sus agregados y de la Pontificia y Real Gracia del escusado en la ciudad de Mondoñedo, su provincia y obispado, de donde es vecino"
Otra figura que influirá notablemente en Pimentel será Bal e Gay, autor de Hacia el ballet Gallego, quien le acercará al mundo de la música y danzas populares, realizando algunos bocetos escénicos. Regresará a Lugo y ejercerá en el Hospital Municipal. Sus inquietudes culturales le llevárán a ser directivo del Círculo das Artes, siguiendo la vida literaria en las tertulias de Ánxel Fole y Celestino Fernández de la Vega
Realmente su primera obra publicada de manera independiente y fuera de revistas es un folleto de 1950 el que recoge ocho poemas, Triscos, con prólogo de Fole y que comienza con su Nai de Galicia dedicado a Rosalía. Fallecerá ocho años después, en 1958, organizándole Brais Pinto un sentido recuerdo en su honor el Centro Gallego de Madrid, que dos años después será un acto de homenaje
Salimos ahora a la carretera de Vilalba a Oviedo y de Viveiro a Mera (LU-160). Aquí enlazaría con el Camino de Santiago del Norte el proyectado Camiño Cultural das Catedráis o Variante Marítima, que recorre la costa de Ribadeo y Barreiros hacia la Ría de Foz, cruza el Masma por A Espiñeira, visita la antigua catedral de San Martiño de Mondoñedo, y luego se dirige aquí, al Mondoñedo actual, viniendo por A Ermida, Oirán, Másma, Viloalle y llegando a San Lázaro por el Coto da Recadieira
Al llegar a la carretera seguiremos entre las casas a la izquierda, en dirección a la ciudad de Mondoñedo, si bien algunos de los peregrinos más entusiastas del Camino saben de la cercana finca El Remanso, en Viloalle, donde acuden intercambiar impresiones con José Luis Fernández Ansedes, entusiasta que participa activamente en el trabajo asociativo mindoniense y las asociaciones de amigos de Santiago del Norte, desde Galicia a Asturias, Cantabria y País Vasco. Es un verdadero centro de reunión, documentación e intercambio de ideas y proyectos del Camino de Santiago
Unas casas de fachada de piedra, al fondo a la izquierda, fueron la antigua malatería y, enfrente a la derecha, está la capilla de San Lázaro, que fue del antiguo hospital de leprosos, pasando después a dar servicio al barrio
"Yten mando a los pobres de San Lazaro de la ciudad de Mondoñedo e de Vibero e Ribadeo a cada uno de dichos hospitales diez maravedis"
"El sello de calidad de toda ciudad medieval reside en una gama de elementos que el imaginario popular relaciona directamente con este periodo de nuestra historia. Dependiendo del tipo de urbanismo, con una génesis mas o menos militarizada, la falta de algunos es perdonable, pero otros deben estar presentes si o si, y en caso de no estar documentados siempre podrán asimilarse a alguna leyenda local. El caso de Mondoñedo no es distinto, tiene su puente medieval que data del S. XVII, tiene su barrio judío que sería difícil considerarlo anterior al XVIII y, como no, tiene sus caballeros y su leyenda feudalEn múltiples ocasiones se ha intentado meter a calzador la presencia de caballeros templarios en nuestra ciudad, con auténtico fórceps se ha aprovechado el topónimo de cierta calle para justificar su presencia aunque ni un solo documento apoye tal posibilidad. La Rua de Templarios, según mas doctas opiniones que la mía debe su nombre a la presencia en ella de diferentes viviendas destinadas a los sirvientes, canónigos, prebendados y demás dependientes del templo, es decir de la sede catedralicia.Nuestra ciudad evoluciona como tal demasiado tarde como para suponer que en ella se pudiese asentar un monasterio de la orden del temple, así que nos quedamos sin caballeros, solo nos restaba como premio de consolación el famoso, pluriempleado y laboralmente explotado, Pardo de Cela, un encomendero bajo medieval, con poca suerte y que de noble local llegó en su momento a representar todo el ideario nacionalista de Galicia, como luchador por la libertad de los suyos frente a reyes colonizadores…De su figura se ha canonizado casi todo, desde el lugar donde fue ajusticiado, hasta la cadena con la que supuestamente fue preso. Por desgracia en este afán caballerizador a los mindonienses se nos ha olvidado que en realidad sí hubo una orden de caballería asentada en nuestras tierras, puede que no tan cinematográfica como el temple ni tan poética como don Pero Pardo pero realmente una de las primeras que aparecen como tal en tierra santa y que en la documentación de que disponemos el concejo denominaba claramente caballeros, sin ambages ni medias tintas interpretables de mil y un modos.La orden de San Lázaro de Jerusalén aparece como una escisión de los caballeros hospitalarios de San Juan. En la pimera cruzada, Gerardo de Tenque rector del hospital de San Juan dona todas sus instalaciones y señoríos a Godofredo de Bouillon luego de la conquista de la ciudad santa, este, en señal de gratitud, concederá a Gerardo el privilegio de organizar a sus monjes hospitalarios bajo la regla benedictina inspirada en los tres botos, castidad, pobreza y obediencia. Con la llegada de los ejércitos europeos de la primera cruzada la epidemia de lepra se extiende de manera preocupante entre los enfermos que se atendían es el hospital de San Juan por lo que Gerardo de Tenque decide dividirlo en dos, uno intramuros de la ciudad, y otro extramuros, junto a la puerta de san Lázaro de la que tomaría su nombre. Poco a poco esta separación fue fraguando una nueva orden de hospitalarios que se dedicaban únicamente a cuidar a los enfermos de este mal, y a la que eran enviados todos los demás caballeros, con escudo o sin el, que lo contraían, finalmente el propio Gerardo terminaría entre ellos al enfermar de lepra años más tarde.El temor que producía esta dolencia, mortal de necesidad y de curso lento y penoso, convirtió pronto a los hospitalarios de San Lázaro en grandes aliados de los ejércitos cristianos en Jerusalén, eran luchadores incansables pues no temían a la muerte que en ellos era segura, no sentían dolor, una de los síntomas de su enfermedad y causaban terror entre las filas enemigas. Durante un tiempo, desde la muerte de Gerardo de Tenque en 1143 hasta la confirmación de la orden de caballería sobre el 1180, los maestres de la orden eran escogidos entre los lacerados de la orden de San Juan de Jerusalén.
El crecimiento de los caballeros de San Lázaro coincide con el gobierno de Balduino IV, el rey leproso. Precisamente su condición hizo que reconociese el valor de tener a su lado a tan valientes caballeros, la leyenda cuenta que siempre se rodeaba, cuando entraba en liza, de un séquito personal de lacerados, y en la batalla de Beqaa en 1176, cuando el monarca se encontraba rodeado de sarracenos, el caballero Gismond D´Arcy, también leproso, cubrió con su cuerpo al rey, se automutiló un brazo con un hacha y lo arrojó entre los enemigos. Estos temerosos de la infección huyeron dejando una de sus banderas verdes con shuras del Corán escritas. Con la tela de esta bandera el propio rey, se dice, cortó una cruz y la entregó a los caballeros de San Lázaro convirtiendo a los hospitalarios en milicia de choque con el título de orden de caballería.
Durante los años siguientes y hasta la pérdida de Acre en 1291 la orden se fue haciendo cada vez más fuerte y ganando el favor de reyes europeos que pedían su ayuda para controlar la epidemia en suelo continental; múltiples fueron las prebendas que por ello recibieron los Lazaristas, Isabel de Hungría regalaría a la orden el hospital de Santa María Magdalena de Gotha, Federico de Hohenstaufen donará numeros dominios en Sicilia al priorato de Capua, tierras en Boigny, Calabria los Abruzzos etc.
Al caer Acre ningún caballero de San Lázaro logró quedar con vida en tierra santa, y los pocos que habían escapado ya decidieron refugiarse y refundar la orden en sus posesiones europeas, escogiendo como sede el priorato de Boigny.
En 1308 Felipe el Hermoso de Francia tomaría bajo su protección a los caballeros lazaristas con su maestre general Thomas de Sainville, este sería el nacimiento de la orden tal y como la conocemos hoy en día. Durante los 100 años siguientes se afianzaría en Francia, España e Inglaterra. Aunque no tenemos datos precisos de su asentamiento en Mondoñedo es más que probable que acompañase a las primeras colonias estables del S. XIV, poco después de su reorganización, cierto es que en 1351 se conoce ya en una carta de donación la casa de San Lázaro, y no la malatería, modo mas ambiguo y generalista usado para llamar a este tipo de instalaciones extramuros destinadas a contener a los enfermos mas graves y contagiosos. A mediados del S. XIV Mondoñedo ya disponía de casa de la orden, lo que conllevaba un cierto estándar, con monasterio, capilla y lazareto.
A finales del S. XV y en el S. XVI, el papado intentará desmembrar las primitivas ordenes militares y reunirlas todas en una controlada por Roma, en este caso tanto Inocencio VIII como Pio IV, ejercerán su control sobre la orden de San Lázaro, consiguiendo en muchas partes que pasasen sus propiedades a gobierno de protegidos de los pontífices. En España Felipe II conseguirá una dispensa para los caballeros dispuestos en sus tierras permitiéndoles conservar el control absoluto de sus feudos y solares.
En el caso de Mondoñedo las referencias más claras al hospital medieval y los caballeros que lo regían aparecen en los libros de concejo del S. XVI, al igual que sucedía con otras ordenes, el control de las oblaciones y rentas de la casa de San Lázaro de Mondoñedo estaba a cargo del mayordomo de la orden y de otro mayordomo externo, elegido por la justicia y regimiento de la ciudad que se renovaba normalmente cada año, de estes nombramientos conservamos referencias constantes y en algunos se hace directa referencia a los hospitaleros como caballeros.
22-III-1578
Los dichos señores propusieron que por quanto Pero Darriva / procurador vesino que fue desta çiudad y mayordomo que hera de los / lazerados y vienes y azienda del Señor San Lazaro extra / muros desta çiudad se avia fallecido desta presente vida / y hera nesçesario nonbrar mayordomo y persona que de aquí / adelante tuviese quenta con lo suso dicho conforme a la / costumbre que en semejante caso se tenia dixeron / que nombraban y nombraron por alcayde y mayordomo / de los cavalleros de la horden de San Lázaro e de / sus vienes a Jacome Rodrigues de Labrada escribano vezino desta çiudad / questaba presente para que de aquí adelante lo pueda ser / hasta que otra cosa se provea y le davan poder / en forma como se requiere de derecho para el dicho efeto / y que lo pueda usar según y como lo an usado y exer / çido los mas alcaldes y mayordomos que an seydo / de la dicha horden y para este efecto jure ahora su offiçio / como es obligado presente a ello el dicho Jacome Rodrigues que juro / en forma de derecho de cumplir en este casso aquello que de derecho / hes obligado
Con esta cita no nos queda duda de cómo era la orden considerada entre los mindonienses, además en todo el periodo registrado entre mediados del S. XVI y el XVII, vemos como el contacto entre el consistorio y la orden es siempre cordial pero distante, en varias ocasiones deben ser los lacerados reprendidos por pedir limosna dentro de muros sobre todo en periodos de peste, generando alarma, recordándoles que solo uno podría hacerlo y convenientemente avisando de su presencia con campanilla.
28-V-1571
Otrosi por quanto los de la horden de san / lazaro se vienen cotidianamente a esta cibdad e / se van a las tavernas y carnicerias della / a comer e veber lo qual es dano del pueblo / y causa para se ynficionar las gentes mandaron / notificar a los carniceros y taberneros no a / cojan ni den carne ni vino ni otros bastimentos / a los lazerados ni los consientan en sus ca / sas ni portales dellas heseto a uno solo que / pide con la campanilla su limosna so pena / de doze maravedis a cada uno que lo contrahiziere / aplicados para pobres//
De ahí que no dispongamos en los archivos municipales de datos más amplios (al menos de momento no se han localizado) sobre el funcionamiento de la orden, pues sus libros probablemente se perdiesen al mudar el hospital en el S. XVIII.
¿Si con estos datos podemos poner cara a la orden de caballería de San Lázaro de Mondoñedo?, pues ciertamente no mucho; aunque en este caso sí podemos estudiarla por su dinámica en otras partes donde igualmente tuvo solar, y, entre otras cosas, no olvidemos que, de modo mas bien figurativo, es una orden que sigue viva a día de hoy."
A mediados del siglo XVIII, y a instancias también del obispo Sarmiento, esta malatería de San Lázaro se fusionó con el hospital de pobres y peregrinos de San Pablo, situada al lado de la catedral, trasladándose los dos a un hospital grande y nuevo que se construyó en la parte alta de Mondoñedo, en la Alameda o Campo dos Remedios, junto a la antigua cárcel (hoy desaparecida). El traslado entendemos se efectuaría efectivamente al final de sus obras, que se prolongaron mucho en el tiempo, pues comenzarían en 1750 y culminarían en 1755. Es el actual Hospital de San Paulo y San Lázaro de Mondoñedo, que sigue prestando servicio como centro asistencial
"La ciudad de Mondoñedo también contó durante la Edad Media y Moderna con un hospitalillo concebido para acoger a leprosos y a pacientes contagiosos. Se localizaba al norte, extramuros, y cercano al núcleo urbano, a poco más de 1 km de la Plaza. Es decir, a una distancia lo suficientemente prudencial como para evitar cualquier tipo de infestación. Pertenecía a la dignidad episcopal y las rentas del mismo procedían fundamentalmente de bienes arrendados, aforados y de réditos de censos. La primera mención a la leprosería data de 1256, y a esta siguen otras alusiones de la segunda mitad del siglo XIII1. Sin embargo, dos referencias de 1351 y 1362 comienzan a denominarla como casa de San Lázaro, cuando hasta entonces se le conocía simplemente como la malatería. De ello podría desprenderse que a mediados del siglo XIV la regentaban los caballeros de la Orden homónima, impulsada por los Trastámara desde el último cuarto de dicho siglo para atender a este tipo de pacientes. En definitiva, es posible que en esta centuria residiesen en el arrabal unos miembros de la Orden. De lo que no hay duda es de que en el siglo XVI estaban allí, pues las reseñas a estos individuos son constantes. Lo mismo ocurre en la documentación del primer tercio del XVII, cuyos testamentos reflejan las frecuentes limosnas que los mindonienses les concedían para que cuidasen el lazareto. En 1610 el célebre notario Juan Abad era el mayordomo de estos Caballeros Pobres de la Orden de San Lázaro. De todos modos José R. Tolivar Faes, en su estudio monográfico sobre las leproserías asturianas durante la Baja Edad Media y Moderna, puso en tela de juicio la autenticidad de la Orden, pues aunque halló muchas referencias a esta e incluso a enfermos pertenecientes a ella, adujo que todos los lazaretos eran de jurisdicción real, episcopal, etc., y en ningún caso de los caballeros mentados. También justificó su recelo por no haber encontrado libros de reglas, visitas, ni nada similar relativo a la Orden, salvo la presencia de su nombre. Respecto a sus palabras, y ciñéndonos al ámbito mindoniense, debemos reiterar una vez más que, efectivamente, la leprosería siempre perteneció a la mitra, pero de su gerencia en la época sobredicha se ocuparon los referidos caballeros de San Lázaro."
Lo que sí se conserva en uso de la antigua leprosería es la capilla dedicada al patrón San Lázaro, esta es de 1546, según afirman diversos historiadores basándose en la Historia del obispo Diego de Soto escrita por López de Frías en 1550, lo que no quiere decir que no hubiese antes un templo precedente, contemporáneo de la fundación de la malatería, sin duda en algún momento de la baja Edad Media. Su aspecto actual viene a ser el que tenía en el siglo XVIII, cuando la malatería fue suprimida y su capilla continuó con uso litúrgico como santuario del barrio. De su fábrica y estructura nos explica asimismo Gómez Darriba:
"La capilla, por su parte, es una ermita de lo más esencial, con planta longitudinal, cubierta a dos aguas y sencilla espadaña. Ha sufrido todo tipo de reformas hasta en fechas muy recientes. Hacia mediados del siglo XX se aumentó su altura con la disposición de dos hiladas de cantería todavía hoy visibles, y también se recolocó la espadaña (...)Acerca de esta ermita apenas hemos hallado unos escasos datos documentales de poca enjundia. En 1590 Isidro Caja de la Jara la visitó y ordenó modificar parte de su arquitectura. Años más tarde, en 1626, se llevaron a cabo varias actuaciones en el entorno. En marzo había fallecido el cantero Pedro López de Folgueirosa teniendo contratada una obra para la casa del mayordomo de la Orden. Las condiciones bajo las cuales se la había adjudicado fueron asumidas por Antonio da Insua y Pedro Franco, canteros como él, quienes cobrarían 22 ducados. Meses más tarde, en octubre, el pedrero Alonso de Noche pujó por el remate del reparo del “fayado” y de la cubierta de la capilla. Y al mes siguiente el mayordomo lo contrató junto con su colega Juan Rodríguez para arreglarlo mancomunadamente."
Pasamos al interior, donde tenemos esta gran portada lisa de arco de medio punto
Adentro vemos el interior de su estructura, de nave única de planta rectangular y al fondo el altar, con buena imaginería religiosa y un llamativo retablo dieciochesco en estilo barroco popular gallego, así como varias imágenes. A la izquierda una puerta comunica con la sacristía, que debe ser un añadido posterior
Talla de Cristo crucificado en la pared izquierda; en la esquina siguiente una escultura suponemos puede ser San Rosendo con su hábito obispal. Luego, a ambos lados del altar, sendas imágenes de la Virgen, la de la derecha en una hornacina. Es la única capilla con Santísimo de la diócesis de Mondoñedo
Retablo con la imagen de la Resurrección de San Lázaro y, abajo, imágenes de San José y San Fernando, entre otras que nos comenta Gómez Darriba:
"El templo alberga un retablo mayor del siglo XVIII. El mueble cuenta con un par de columnas salomónicas que flanquean la escena central, cuyos relieves conforman la escena de la Resurrección de Lázaro. Llama la atención en el interior del recinto la presencia de las imágenes de san Luis rey de Francia y de Santa Isabel de Hungría, pues son buen ejemplo de la devoción implantada en Mondoñedo por los terciarios seglares."
Volviendo afuera, observemos ahora los ventanucos que dan luz al interior, a los lados de la puerta y sobre ella
"Del antiguo complejo hospitalario se conserva la pequeña capilla dedicada a San Lázaro y frente a ella el viejo lazareto propiamente dicho (figs. 188-189). Resulta un popular caserón construido en 1772. Su fachada presenta una acusada horizontalidad y se compone de sillares de cantería. Tiene una sola planta rematada en una cornisa. En la baja destacan sendas portadas con arco adintelado en sus extremos. Este inmueble se divide actualmente en tres viviendas particulares, correspondientes con los números 52, 54 y 56."
"Luis Rubal "Bobi", Mauro "del Banco Central", Alfonso Cancela, Miguel García Doural, Lalo Lorenzo "de Fortunato", Mario García, Moncho Geada, Chencho "de Recetas" y Leonardo Cruz"
"Este nuevo empresario le dio un importante impulso al salón de baile e inicia sus inmejorables actuaciones la orquesta mindoniense de “Manolo Araujo”. Todavía son recordadas por los vecinos de más edad sus brillantes actuaciones. Unas fechas muy señaladas para el salón de baile eran El Carnaval, Navidad y Reyes. Participó en la decoración del amplio salón de baile el pintor Alonso conocido como “Lipillas”.En el año 1964 pasa a regentarlo el vecino de San Lázaro Prudencio Doural. Por este salón de baile pasaron las orquestas “Melodías del Jazz”, “Royalty Melodías”, “Ritmo”, “Radio Jazz”, “Amor”, “Novedades”, “Maseda”, “Nueva Lira”, “Veracruz” y “Os Pindaros”, entre otras muchasCierra definitivamente sus puertas a finales de los años sesenta. Posteriormente es vendida la edificación por un modesto precio"
"En las magnificas instalaciones del Salón Imperio del barrio de San Lázaro de Mondoñedo, la orquesta “Estrella” de la Coruña, amenizó unos grandes bailes Entre sus componentes, destacaba su bellísima y simpática vocalista Alicia de la Vega. Entre su amplio repertorio figuraban: “Río de Janeiro” (Samba); “Viena es así” (Vals); “Mi casita de papel” (canción del Oeste)"
"... su llegada al mundo de la vida se produce en plena guerra, con un padre enrolado en la Marina que nunca llegará a conocerlo. Hijo de madre soltera, decía él para no quitarle ni un gramo de tragedia a las circunstancias, aunque bien se podría decir hijo de viuda. Con la misma imprecisión, Carlos contaba que su padre había muerto en el hundimiento del crucero Canarias, aunque en realidad fue en el crucero Baleares, porque el Canarias ni siquiera se hundió.
Su madre, que conservaba las cartas del novio como un tesoro, se instala en la casa más pequeña y modesta del barrio de San Lázaro con él y con su abuela, pero el dueño del chamizo pensó que era demasiado lujo para ellos y los echa en 1943. Meten sus mínimos enseres en un carrito y de esa guisa entran en Mondoñedo, como protagonistas de un patético cuadro de miseria
De las dificultades y de los esfuerzos de su madre por sacarlo adelante y por cuidar a su abuela, encamada de por vida, aprende Carlos a luchar contra una vagancia natural que lo arrastra a no dar golpe. Es mal alumno en el Instituto Laboral y sabe que no debe. Entonces un veterinario le ofrece la posibilidad de ser comercial de piensos Biona y el muchacho acepta. Así descubre sus excelentes dotes para la venta.
Después de casarse se ve apremiado de dinero y se le ocurre el negocio de las tartas. Compra trescientas y se va a Gijón. Las vende en dos días y obtiene un beneficio de 7.500 pesetas, a razón de cinco duros de margen la pieza, mucho más que con el pienso. La suerte está echada. Charles, como es conocido en la ciudad, seguirá la tradición pastelera de Mondoñedo"
"Nací en Mondoñedo, en mi Mondoñedo, en el barrio de San Lázaro. Vivíamos en una casa pequeñita, muy modesta. De allí nos echaron a mi madre y a mí, cuando yo acababa de cumplir los 6 años. Nos llevamos «toda la vida» en uno de esos carros que utilizan los leñadores para llevar troncos. Todavía me acuerdo de aquello tan triste: mi abuela enferma, con lo poco que teníamos, encima del carro; tirando de él, mi madre, un señor amigo nuestro y yo; así entramos en Mondoñedo"
"La planta de fabricación de tablero aglomerado comienza su funcionamiento en el año 1.966 con una prensa de dos platos, marca alemana Siempelkamp, con unas dimensiones de 3,66 x 1,83 metros, que permitió obtener una producción diaria de 40 metros cúbicos de tablero"
"se montó una prensa nueva de tres platos, posteriormente fue cambiada por otra de cinco, se montó una excelente línea de tablero melaminado, se colocaron cuatro silos para la astilla, se instaló una despiezadora, se compraron unas palas Volvo para cargar las máquinas y para descargar camiones de madera, se instaló un generador de corriente eléctrica, se cambiaron los secaderos viejos por unos nuevos de mayor capacidad, se cambió la caldera de agua por una nueva de aceite, etc, etc"
"Desde las tres de la tarde del día señalado para su inauguración, el público comenzó a congregarse en los alrededores del terreno de juego. A las cuatro de la tarde, según la prensa escrita mindoniense, superaban las 2000 almas. Momentos más tarde y a los acordes de la Banda del Regimiento del Ferrol, los dos equipos saltaron al terreno de juego, alineados en dos filas, entre las que colocaron a la madrina Srta Maruja Díaz Portas Núñez y al Alcalde de Mondoñedo D. Manuel Lage Castrillón, como padrino, con el párroco de Santiago Sr. Agrelo. Situados todos en el centro del campo, se procedió a su bendición, con el ritual de costumbre.
Acompañada de los capitanes de ambos equipos y del árbitro, realiza el saque de honor la vivariense Florinda Amat Donapetry.
Bajo las órdenes del árbitro Sr. González Rilo, alinearon los equipos de la forma siguiente: VIVERO: Krikri, Colosía, Carlos Amat, Cerdeiras, Argimiro, Constante, Pardo, Maney, Nito, Nistal y Luís Amat. MONDOÑEDO: Chombo, Chano, Dositeo, Otero, Churrín, Cayón, Eduardo, Ansede, Bourio, Tato y Piscus
Al remate del tiempo reglamentario, el marcador indicaba empate a cero goles. Sobresalieron por el conjunto visitante Krikri, Maney, Colosía y por sus centros Amat. Los demás ?muy medianitos?. El conjunto local realizó un buen partido, en el que destacaron Chombo, Ansede, Chano, Otero, Bourio y Cayón. Los demás, ?cumplieron?.
Rematado el encuentro, al que asistieron numerosos forasteros, fueron grandes y muy merecidos los elogios que recibieron los organizadores de los festejos y a los que consiguieron la inauguración del excelente terreno de juego"
"Los trabajadores de las empresas Maderas Eladio Lorenzo S.A. y Parquets Lorenzo S.A. se manifestaron durante los actos del día de la Patrona de la ciudad.El personal llevaba por aquel entonces más de 9 meses sin cobrar y protestaba por el Expediente de Regulación de Empleo y por la irresponsabilidad de los dueños de dichas empresas.Unas semanas después la empresa logra un acuerdo con los trabajadores. La empresa ofreció una indemnización de 45 días de salario por 29,5 mensualidades y abonar los sueldos que se les debían desde enero, pagas extras incluidas"
"Según nos comentó un descendiente de sus propietarios y una vecina de la calle San Roque, aprovechándose de la oscuridad de la noche, Francisco Seivane Casabella trepó al voluminoso eucalipto para amarrarle a una altura considerable del suelo unas gruesas sogas. Posteriormente, montó una especie de plataforma de madera, alrededor de su tronco, desde la que le fue asestando unos profundos tajos con un hacha de grandes dimensiones. Cuando creía que era el momento oportuno, avisó a un número elevado de vecinos para tirar de las sogas anteriormente colocadas. Francisco sube a la plataforma, acompañado de su hermano Antonio y provistos de un “tronzón”, comienzan a serrar el enorme tronco. Cuando el eucalipto comenzó a tambalearse, las personas que sujetaban las sogas, tuvieron que emplearse con energía, para dirigir su caída, hacia las fincas de labor colindantes y de esta manera evitar que no cayera al trazado de la calle San RoqueLa madera del eucalipto de San Roque fue vendida al industrial mindoniense Eladio Lorenzo y posteriormente trasportada a su aserradero de San Lázaro. Para arrancar sus gruesas raíces, fueron utilizadas dos "carrocetas" del monte, sufriendo una de ellas la amenaza de caerse al canal de los molinos"
Según la época en que vengamos podemos diferenciar su aspecto. En ocasiones la yedra trepa por él
"Posee las siguientes partes y dimensiones: una PLATAFORMA cuadrada, que cuenta con 145 centímetros de lado y una altura de 60; la BASE, también de forma cuadrada y una altura de 90 centímetros; la COLUMNA o FUSTE, cuadrada, con unas acanaladuras longitudinales, que la hacen más vistosa..."
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